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ITIT L ORIGEN


DE LAS SOCIEDALE&


ikOMO TERCA :RO.


Jo-be
DONDE SE YE1.Á


Todo lo que es preciso para ser verdaderamente libre;
á saber I.° La balanza de las voluntades : 2.° El equili-
brio de los gobiernos : 3.° El concierto de las dos autorida-
des : 4.(2 El concurso de la naturaleza y de la gracia: 5.° Cuál


de todas las constituciones es la mas libre.


Y SE PROBAR:g.. CONTRA EL ESIdRITU REVOLUCIONARIO


x." Que la libertad que se nos predica, es una libertad falsa.
___.---


2.° Que es la libertad de las pasiones. ___.--- .y,;,:,N
3.° Que debemos encadenarlas para poder ser libres. 1,13-\ :V-J',.., ,,,.0.Nistuz




4.. Qud especie da libertad es la que nos ha dado Dios.


...-19P,-9,
r ».....3 Al


POR M. ARATE THOREL.
°


Traducida por el mismo que tradujo la segunda edi-
cion de esta obra, que publicó su autor en 18o9 con el


IMPRENTA DE D. MIGUEL DE BURGOS.


título de Voz de la Naturaleza sobre el origen =


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de los gobiernos.




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41.




BREVE R ESUMEN


DE ESTE TOMO TERCERO.


Date rnagnificentiam Deo rostro.
Cantic, Mai:.


i Pues que nuestras pasiones nos conducen
esencialmente al..mal cuando no están contenidas
por la autoridad; es evidente, que para librarnos
de su tiranía tenernos necesidad de autoridades, que
nos propongan recompensas silfdomamos nuestras
pasiones, y castigós si no lo hacemos;


II Dios, como hemos visto ya 5 estableció :áutá•
ridades de dos especies: divinas y humanas: las divi<
nas las confirió . desde el Origen . al'sacerdcncio, colo-
cando su plenitud en los pontífices, con poder de
transmitirlas: las humanas las confirió á los padres
de la tierra, colocando su plenitud en el padre so-
berano de cada pueblo, con el mismo poder de trans-
mitirlaS 1: : Sus sucesores.


• III Tra nstnision sumamente facil en lo espiritual,
pues que por la ordenacion pueden los obispos perpe-
tuar su autoridad divina hasta la consumacion de los
siglos: sumamente facil tambien en lo temporal, pues
que por constitucion pueden los soberanos perpe-
tuar igualmente su autoridad soberana hasta el fin
del mundo.


IV Creemos pues firmemente que despues de
una ordenacion legítima, la misma autoridad sobre-
natural que confirió Dios á los apóstoles existe ileall°1,yN'x''sy\ig-.;


o




mente en los obispos: y del mismo modo creernos
que cuando una constitucion temporal ha sido legi-
timada, la misma autoridad paterna y soberana, que
colocó Dios con su propia mano en el padre univer-
sal de cada pueblo, existe realmente en los sobera-
nos actuales, como quiera que sean, simples; mix-
tos ó compuestos.


V Mientras que las pasiones estén encadenadas
por las dos autoridades, divinas y humanas, será per-
fecta la balanza de las voluntades, y no se alterará el
equilibrio de: gobiernos ni la libertad de las cons-
tituciones._Pero . .las .pasiones detestan todas .las au-
toridades que las;encadenan. Y hé aquí por qué ellas
asesinan, matan_ y degüellan, y- por qué excitan con-
tra:las autoridades, revoluciones y sediciones perpe-
tuas. QUieren.serlibres.para devastar y destruir por
todas partes. Esta e,,s ! la libertad que invocan á gri-
tos;:y.,gsta mismajibertad,,falsa ha sido., el manan-


.,:empónzofiado:de todo& nuestros males: libertad
falsa, que,:noTO414 acabar sino


. .por,el restableci-
miento pronto de, laS: gutoridades divinas y humanas.


Este es el objeto importante de este tercer volu-
men, que merece-toda la atencion de las dos autori-
dades, de los verdaderos amigos de la. libertad, y
aun de aquellos mismos que viven en el error.




clesenlarommawlee. Ar.ve.es,




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CUESTION PRELIMINAR.


La libertad natural del hombre ¿ es la facul-
tad de hacer lo que quiere, y de dejar de
hacer cuando no quiere?


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RAZON DE DUDAR.


I La razon mas evidente, y que no puede dejar de
presentarse á todos los espíritus, es que la libertad nun-
ca ha sido definida de este modo. Se habla sin cesar de
libertad, y jamas se ha hablado tanto como en nuestros
dias. ¿Pero qué ;se entiende por esta libertad , que ha
ocasionado tantas revoluciones desde el principio del mun-
do?: Pregúntese sobre este punto á los revolucionarios mas
fogosos, y se hallará que ninguno de ellos se atrevió ja-
mas á definirla de otro modo , que la facultad de ha-
cer lo que quiere la ley. ¿Pero qué es la ley? ¿es la
voluntad general, ó una voluntad particular; la de un súb-
dito , ó la de un señor ? ¿es una voluntad justa , ó una
voluntad arbitraria; lo que deseamos, ó lo que se nos man-
da; lo que nos deleita, G lo que nos contraría? En fin,
¿es la facultad de poderse entregar á sus inclinaciones, 6
la de resistidas; la de ceder, ó la de vencer ; la de seguir
sus pasiones, 6 la de domarlas? Hé aquí sobre lo que no
se explica la falsa filosofía , y lo que merece sin embarco
un examen muy serio.


II ¿ Puede ser la libertad la facultad de seguir
sus pasiones? Hay muchas razones para dudarlo. Porque
¿qué cosa es la pasion en su esencia constitutiva? Es aque-
lla impresion física é indeliberada que recibe el alma an-




6 CUESTION PRELIMINAR.
tes de conocer la ley. El cuerpo material , incapaz por su
naturaleza de la menor moralidad, la transmite al alma,
que la recibe pasivamente , y tal como es; y de aquí vie-
ne la palabra pasion. Si es un sentimiento de placer, le si-
gue el alma con furor ; y si es una sensacion penosa, la se-
para de sí con enojo. ¿Pero á dónde van á parar los pla•
ceres del cuerpo en lo moral? Precisamente se ha reflexio-
nado muy poco sobre esto ; pues que consisten en beber,
comer y divertirse, sin que haya uno solo que deje de con-
ducirnos á la destruccion de nuestros bienes; ylcuando es-
tos han sido consumidos, es preciso tomarse un mal para
adquirir otros, ó perecer. Luego en la moral no hay un
solo placer del cuerpo que no nos conduzca directamen-
te al mal. Cuando es preciso sufrir el mal para tener otros
bienes, ¿puede la pasion querer el mal físico? Verdade-
ramente que no, porque le detesta. Placeres sin pena, y
bienes sin trabajos, es lo que quiere la pasion. Y como
solo los bienes de otro pueden ser adquiridos de este mo-
do, de aquí vienen el robo, el saqueo, el latrocinio, las
sublevaciones, las revoluciones, las matanzas de los pro-
pietarios, de las autoridades y de los soberanos , y todos
los crímenes y castigos terribles que se siguen de ello. Lue-
go las pasiones son esencialmente desarregladas, y condu-
cen necesariamente al mal moral.... y cuanto mas grandes
son , deben ser mas desastrosas.


Hé aquí sin embargo la libertad que se nos predi-
ca, á la que se levantan árboles, y se erigen altares : la li-
bertad de las pasiones. A los pies de este ídolo se hacen
sacrificios, se prosterna la multitud, y se asesina á los sa-
cerdotes, á los nobles y á los soberanos. ¿Y cómo una liber-
tad que es el origen de tantos males ha tenido siempre
tan numerosos adoradores ? Porque nos promete placeres
sin penas. ¿Por qué al contrario, la libertad verdadera, ori-
gen de todos los bienes, tiene tan pocos partidarios?
Porque no nos habla sino de penas y sufrimiento, de tra•
bajos y de combates. La una lisonjea las pasiones, y la


CUESTION PRELIMINAR. 7
otra las irrita ; la una nos conduce al precipicio por medio
de flores, y la otra nos conduce á la felicidad por encima
de espinas ; pero la una nos engaña y la otra no , pues que


es imposible hacer el bien sin pena.
V Hay pues dos especies de libertad, que es importan-


te distinguir bien, la una falsa, y la otra verdadera. La ig-
norancia de esta cuestion produjo en todos los tiempos
efectos tan desastrosos, que aunque fuera mil veces mas
dificil, no deberia haber un solo sacerdote , un solo magis-
trado, un legislador ó un escritor, encargados de la au-
gusta funcion de instruir , que no debiese mirar como una
obligacion muy esencial el profundizarla : ni un solo so•
berano , un solo pueblo, ó un solo individuo que no deba
aplicarse á conocerla bien, y que pueda estar tranquilo
mientras que no la conoce; porque no hay cosa mas seduc-
tora que la libertad falsa.


Recórranse todos los crímenes que se han cometido
desde el principio del mundo, toda la sangre que se ha ver-
tido, y todos los males que han inundado al universo en
todos los tiempos y en todos los paises, y se hallará que
todos han tenido su origen en la libertad falsa. Si el hom-
bre se rebeló en el principio contra Dios, fue para entre-
garse á su concupiscencia. Sí poco despues cayó todo el
mundo, y se sublevó contra la ley de Dios, fue para seguir
el torrente de sus pasiones. Si no hay un solo hijo que no
desee verse libre de la vigilancia de su padre, un criado de
la de su amo , un inferior de la de sus superiores, un indi-
viduo de la del Ser supremo, es para tener libertad de po-
derse entregar á sus inclinaciones, No es posible citar des-
de el principio del mundo una sola revolucion , un solo
atentado, ni un solo defecto público ó particular, que no
se haya cometido á nombre de la libertad; una sola secta,
un solo error ni un solo partido de rebeldes, que no se ha-
ya presentado bajo sus banderas. Ni una sola sociedad de
facciosos, una sola cuadrilla de incendiarios, de ladrones y
de libertinos, que no haya enarbolado sus estandartes. Pero




8 CUESTION PRELIMINAR.'
es una libertad falsa. ¿Y cuáles son sus caracteres?.... Pro-
meter placeres sin penas, y por consiguiente lo imposible.


VI ¡Placeres sin penas, y bienes sin trabajos! Hó aquí
lo que prometen las pasiones. Toman el bien para sí, y de-
jan el mal para los otros: esto es lo que ellas quieren, pe-
ro no lo que quiere Dios ni lo que debe querer un legisla-
dor. Dios no concede bienes sino al que se toma la pena.
Quiere es verdad, que el que sufre la pena sea señor de los
bienes, y prohibe á los demas tocar á ellos, bajo los mas
terribles castigos. Y aquí tienen su principio la propiedad
y sus títulos.


VII Es pues falso que nos haya dado Dios un cuerpo
para seguir sus inclinaciones, sino para domarlas: pasiones
para obedecerlas, sino para subyugadas y merecer por este.
medio recompensas: es falso que nuestra libertad natural
sea una libertad de atractivos, de placeres y de deleites, si-
no una libertad meritoria, penosa y acompañada de difi-
cultades: que sea la facultad de hacer lo que queremos y
dejar de hacer lo que no queremos, sino mas bien la de
hacer lo que sernos resiste, y de dejar de, hacer lo que desea-
mos: es falso que el ser moral haya podido estar jamas li-
bre de un señor que le declare sus voluntades, proponién-
dole recompensas si las cumple y castigos si no las cumple:
es falso que la ley pueda ser la voluntad general, pues
que la detestan todos los que nada tienen: es falso que pue-
dan imponerse á sí mismos la ley, pues que contraría sus
voluntades:Todas estas ideas son falsas y dañosas, porque
son inconsideradas. Ni ninguno otro que Dios ha podido
imponer á los hombres la ley del trabajo; y solo confor-
mándose á la ley de Dios, podrán los señores de la tierra
ciar leyes justas.


• VIII Para acabar de confundir á la falsa filosofía, la
probaremos que con estas grandes palabras de libertad,
de igualdad y de independencia ha cegado al universo,
y se ha cegado á sí misma; que en lugar de conducirnos á
la libertad verdadera, ha predicado siempre la libertad




CUESTION PRELIMINAR. 9
de las pasiones, que es una libertad de destruccion y de
exterminio, de crímenes y de atrocidades, de saqueos y de
robos; que con estas grandes palabras de balanza de las
voluntades y equilibrio de los pacieres ha puesto siempre el
peso enorme del despotismo de una parte, sin poner con•
trapes() alguno de la otra: y que en vez (le contrabalancear
las inclinaciones físicas del cuerpo, ha despedazado todas las
leyes y destruido todas las autoridades, que son el freno in-
dispensable de las pasiones. liaremos ver ademas, que en el
estado meritorio en que nos ha colocado Dios para ser
bres de hacer el bien y evitar el mal, se necesita .mucho
mas que lo que se cree que es de absoluta necesidad, que
en cada una de nuestras acciones, tengamos señores, leyes,
recompensas y castigos, dos motivos y dos voluntades
contrarias.


IX Esto mismo nos dará ocasion de examinar á fondo
el mecanismo asombroso del libre arbitrio: á saber: 1.° La
balanza de las voluntades. 2.° El equilibrio de los gobier-
nos. 3.° El concierto de las dos potestades, y 4.0 El con-
curso de la naturaleza y de la gracia; porque todo ,esto
entra en Ja constitucion del libre arbitrio. Después de lo
cual haremos ver cuál es la constitucion mas libre, en la
que se hallan las dos partes del gobierno mas bien equili-
bradas, y en la que los pueblos serán mas libres, mas feli-
ces y mejor defendidos contra el abuso del poder; y todo
esto con arreglo á la constitucion del mismo Dios. Tal es
el objeto inmenso de esta tercera parte, que excederá aca-
so en interes á las dos primeras, porque es sin contradie-
cion la mas dificil, la menos conocida, en la que son mas
funestos los errores, y en la que la filosofía de las pasiones
ha sembrado mas principios falsos.


-


X No puede dudarse que para dar claridad á estas dis-
cusiones, habremos procurado ver todo lo que han pensa-
do sobre este grande objeto Aristóteles, Platon, Descar-
tes, Grocio, Leibnitz, Burlamaqui, y los publicistas, mo.
ralistas y teólogos que han escrito con alguna celebridad


Tan.II I.




I G CLESTION PRELIMINAR.


sobre estas materias. Nuestros trabajos han sido inmensos,
porque cada cuestion es el compendio de muchas obras vo-
luminosas; pero la emigracion nos ha proporcionado el
tiempo necesario para desempenar estos trabajos y los votos
de las gentes honradas nos estimulaban á ellos. Daremos
principio por el examen del mecanismo asombroso de la ba-
lanza de las voluntades.


l‘ f


PRIMERA CUESTION.


BALANZA DE LAS VOLUNTADES.


¿ Se puede concebir una balanza sin dos pesos
contrarios?


S. s.° Origen del bien y del mal.— S. 2.(' Ley del
bien y del mal.— s. 3.° Libertad de las pasiones._
S. 4.° De la moral. Hecho decisivo.


ESTADO DE LA CUESTION.


E. todos los tratadoaque hemos leido, no hemos
hallado un solo autor de reputacion que defina la libertad
natural del hombre la facultad de hacer lo que se quiere;
sino al contrario la facultad de querer y de no querer; la de
hacer ó rtohacer; de tornar un partido d el partido contra-
rio en unas mismas circunstancias: ni uno solo, que nos
diga que para ser libre es preciso que en cada una de nues-
tras acciones se presenten al espíritu dos motivos contrarios
que hagan balancear la voluntad en dos sentidos opuestos:
de modo que en el estado primitivo, como en nuestro es-
tado actual, en el origen de las sociedades corno en nues-
tros dias, jamas pudo el hombre ser independiente. Mien-
tras que existimos en este mundo, las penas, los trabajos,
las aflicciones y los sufrimientos, los castigos y las recom-
pensas, lo que deseamos y lo que no queremos, entrarán
en la constitucion de nuestro libre arbitrio: y efectivamen-




I2 ORIGEN
te no depende de nosotros el no querer. Así que nuestra
libertad supone un señor. -


II ¿Cuáles son los dos pesos contrarios del libre arbi-
trio? ¿Cómo los encadenó Dios? ¿Cómo debemos encade-
narlos nosotros, para que cada voluntad sea libre?.... Por
medio del juego de los dos pesós ó de los dos motivos; por
su fuerza y su resistencia, por su destino y su uso, por su
aceion necesaria y simultánea, y estableciendo bien en to-
dos los hombres todas sus acciones, y todos los estados. Ja-
mas se ha ofrecido un objeto mas digno de los que se inte-
resan verdaderamente en la felicidad del mundo: este mis-
mo objeto nos dará ocasion á examinar, 't.° El origen del
bien y del mal. 2.° La ley del bien y del mal, y todos los
artículos que hemos establecido antes.


Origen del bien y del mal..


1 Para concebir con claridad el origen del bien y del
mal, es preciso penetrarse; de que habiéndonos colocado Dios
sobre la tierra para merecer,. debió en su sabiduría hacer-
nos penosa toda especie de.


bien. En Consecuencia, tenien-
do en sus manos todos los ,


bienes del cielo y de la tierra; y
queriéndonos excitar á merecerlos, nos los manifiesta des-
de lo alto de su tronce, pero no nos los promete sino en ra-
zon de nuestros esfuerzos: y siempre que los deseamos
pedimos, tomando la, balanza de su justicia suprema en la
mano, pone tanto bien físico en uno de los platos de la ba-
lanza, cuanto, mal fisica hemos puesto nosotros en el otro.


II Si hubiera. sido preciso dar á todos los hombres los
medios necesarios para merecer perpetuamente en todos
los tiempos y en cada una de sus acciones, sin duda que
nuestros <_-fran.des genios de la tierra se hubieran visto muy
embarazados para hacerlo ellos; pero lo que debe ser impo-
sible á los hombres, es muy facil al Todo-poderoso. Desde


DEL BIEN Y DEL MAL 1 3
el instante de la creacion, habiendo compuesto el ser mo-
ral de dos sustancias esencialmente contrarias, unió el al-
ma á un cuerpo que es inseparable de ella y. que no podrá
separarse hasta la muerte. ¿Y qué es de hecho este cuerpo?


III Con respectó al alimento, el cuerpo es un monstruo
que devora; un horno encendido, en el que es preciso ar-
rojar perpetuamente alimentos; una máquina caduca y pe-
recedera, que se destroza y cae en ruinas destruyéndolo
todo, al paso que se destruye á sí misma por su roce, y
en la que es preciso hacer sin cesar reparos. Véase su debi-
lidad cuando nace, y la prodigiosa multitud de obreros
que, cuando llega á ser grande, se ocupan en prepararle que
comer y llevarle los alimentos: ¿Y cuántos otros de toda es-.
pecie pase emplean en fabricarle vestidos?.... ¿Cuántos bos,
ques caen para él todos los años bajo del hacha de los traba-
jadores; cuántos médicos, cirujanos y curanderos se ocupan
perpetuamente en curarle y cuidarle?


IV Considérese el consumo. enorme de .este horno en-
cendido, el modode fermentar los.alimentos luego que en-
tran en, él, y cómo salen unas veces en espuma, otras en
humo por la transpiracion insensible de los poros y por di-
ferentes. respiraderos. Cuantos bienes puede producir la tier-
ra, se ven consumidos por él todos los aros. Luego que han
sido destruidos los primeros alimentos, es preciso proveerle:
inmediatamente de otros nuevos, porque sin ellos se des
truiría el cuerpo.,. y se consumiría por sí mismo.


V He aquí de hecho lo que -es el cuerpo del hombre y
lo que son sus pasiones por sí mismas: son •monstruos que
devoran y destruyen noche y dia. Y he aquí tainbien lo que
de heehoes el cuerpo de: todos los animales, y . de todos los
seres organizados en general: verdaderas máquinas. destina.
das á la destruccion, que viven soloparan:odegsutrsittainrigot:epinao.
tienen órganos sino para destruir, y que
seres sino en la destruccion . de nuestros bienes. -


VI Ni se debe creer qué cese la, destruccion por el acto
de comer. Porque éste no hace otra cosa, por- decirlo así,




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'ITAIA ap uTielap Juunsuoa ap alocasto un osrfap is wod
tosodaa ap sonreastu soun2 l e actuoa aapod caed asao anb oia
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-aod olegtua uis sa uoiaturour 9 'uoTaacu T ela idtuoa seto


ua Á ouans opurooad un ua aun as °diana ta anhony
..onajsap ap uco,


anb so icyaleur sol sauo Tsed se i e acp aula


Nao río




6 arre EN
X Luego que vuelve á empezar la reproduccion, se


hacen sentir los males .y las incomodidades; y á medida
que se aumenta la pesadez, crecen con ella las agonías y
el dolor; y hasta que el ser reproducido llega á su últi.
mo grado de acrecentamiento, cuesta muchas penas, tra•
bajos y cuidados al que siente cl placer. Lo que sucede en
la reproduccion de los hombres, viene á suceder en la de
los denlas seres ,en general. El hecho es, que para dar
un solo individuo al estado, es absolutamente necesario
que la madre le lleve en su vientre por espacio de nue-
ve meses, que le para con dolor, y que trabaje en su
educacion por espacio de quince ó diez y- seis años; que
cuando llegan á destruirse nuestros vestidos, es preciso
que nos cueste mucho para adquirir otros; que cuando
llegan á _consumirse nuestros alimentos, debemos tener
pena para proporcionárnoslos nuevos; que cuando gozamos
salud, debemos trabajar para vivir; que cuando estamos
enfermos, es preciso comprar nuestra cura por operaciones
dolorosas ó remedios desagradables; y que la vida huma-
na es un encadenamiento perpetuo de placeres y de pe.
nas, de bienes y- •de males, de destruccion y de reproduc-
cion. El hecho es, que la destruccion de nuestros bienes
es muy facil, pero su reproduccion es muy incómoda; y
que esta destruccion física que lisonjea los sentidos, nos
conduce al mal; aunque despues el mal físico reproduce
el bien.


XI He aquí hechos tan evidentes que es imposible
con- •


tradecirlos,.y de ellos se deduce positivamente el origen
del bien y del mal., su 'causa y sus motivos en este mundo.
Colocando Dios al hombre sobre la tierra para merecer en
ella, quiso dar sensaciones agradables á la destruccion de
nuestros bienes, y sensaciones penosas á la reproduccion. A
primera vista parece que un Ser sábio debió hacer lo contra.
rio, y pudo hacerlo sin duda; pero esta combinacion hu-
biera sido indigna de su sabiduría. Si nos hubiera inclina.
do y conducido á la destruccion de nuestros: bienes ¿cómo


DEL BIEN Y DEL MAL.
hubiéramos tenido perpetuamente necesidad de trabajar?
Y si nos hubiera dado inclinacion á la reproduccion, ¿qué
mérito hubiéramos tenido en hacer el bien? Ninguno. Hu-
biéramos sido conducidos tan pasivamente como una pie-
dra que es arrastrada por su propio peso: en lugar de
que volviendo todas nuestras inclinaciones ácia la des-


truccion que nos conduce al mal , necesitarnos luchar


perpetuamente para evitarle, ó hacer el bien contra nues-
tras inclinaciones para vencernos á nosotros mismos; por
cuyo medio se combina perfectamente la libertad me-


ritoria.
XII ¿Qué se sigue de aquí? Que cuando Dios constitu-


yó nuestro libre arbitrio, no consultó á los pueblos, á los
individuos, á la voluntad general, ni á la particular, y
aun mucho menos á la de los hombres sensuales; por-
que no siendo de nuestro gusto las enfermedades y todos
los males físicos de este mundo en general, si hubiéramos
sido consultados, nada de esto hubiera entrado en la cons-
titucion de nuestro libre arbitrio; y si hubiéramos tenido
facultad de desechar, hubiéramos querido solo sensacio-
nes agradables , conformes á nuestra inelinacion y á
nuestros deseos. Pero no ha sido así, y por eso la libertad
que nos ha dacio Dios no es una libertad de delicias, sino
una libertad meritoria, y por consiguiente una libertad
penosa, que lleva consigo la necesidad de tener penas,
cuidados y embarazos.


XIII Se sigue ademas que colocando Dios al _hombre
en este mundo, no pretendió constituirle en un estado de
felicidad, sino en un estado de trabajos, de dificultades y
de combates, en él que pudiese sin cesar y en cada una
de sus acciones merecer el bien sufriendo penas, y mere-
cer el mal cuando destruye el bien.. Considérese como se
quiera, nunca el hombre podrá tener la libertad de hacer.
lo que quiere, sin hacer lo que Dios quiere.


XIV Por eso todos los buenos autores, conviniendo
en que todo lo que es libre es voluntario, sostienen que


Tom. III
e




I 8
LEY DEL BIEN


todo lo que es voluntario no es libre. Omne voluntarium
non est liberum. Leibnitz dice que lo que hace la iolen-
•cia en un esclavo, lo hacen en nosotros las pasiones; cuyo
ímpetu es dulce , pero pernicioso. Cuando nos entregarnos
á ellas, las seguimos deliciosamente, pero nos hacernos es-
clavos porque nos dejamos arrastrar. Para que el alma sea
libre, es preciso que se halle balanceada y suspendida de
tal modo entre dos motivos contrarios, que pueda á su pla-
cer ir y venir, amar ú odiar, tornar y no tomar. Si se vé
obligada á dirigirse á un solo punto, sin poder conducirse•
al punto contrario, deja de ser libre.


XV He aquí como piensan unánimemente sobre la li-
bertad Aristóteles, Platon, Leibnitz, Grocio, Pu fendorf,
Burlamaqui, Suarez, Collet , Tourneli , y todos los auto-
res estimados. Todos la hacen consistir en la facultad de
querer y de no querer. Para dar al hombre esta facultad,
era preciso que hubiese en este mundo bien y mal, cosas
que deseamos, y cosas que no queremos. El bien y cl mal.
físico son evidentemente los dos pesos contrarios del libre
arbitrio. Pero para que puedan dar al alma esta doble fa-
cultad en el mismo instante, no basta ponerlas sucesi-
vamente en la balanza, sino que es preciso que sean pues-
tas en el mismo instante, y que pesen la una contra la
otra en las mismas circunstancias. Para esto es preciso que
se hallen unidas por la ley inevitable de un señor; y que
esta ley sea justa; porque sin esto la balanza dejará de,
ser libre.


S • 2•'9
Ley del bien y del mal.


1 La palabra ley viene de ligare, juntar ó atar dos
cosas que no están unidas por sí mismas. Para que haya


:ley es preciso que el bien y el mal físico estén de tal
wodo unidos, que no puedan separarse sino bajo penas
muy terribles; y esto supone un señor, una sancion, re-
compensas y castigos.




Y DEL MAL. 19


II
Desde el instante que colocó Dios al hombre en el


paraíso terrenal, le impuso la ley del trabajo. Es verdad
que si no hubiera pecado , hubiera sido mucho menos pe-
noso su trabajo. Pero aunque solo hubiera tenido la pena
de coger sus frutos y segar sus mieses, siempre hubiera


sido el trabajo inseparabl e de su estado; porque es insepa-
rable de un estado meritorio: posuit cum in paradiso ut


operaretur. Si Dios le dió frutos, bienes y ganados, fue


bajo la condicion del trabajo, y por esta condicion tatn-
bien se hizo propietario. Cuanto al árbol que se reservó


en sacrificio, no se le dió -:Dios; por eso le prohibió tam-
bien tocar á él bajo pena de muerte; y le llamó el árbol
de la ciencia del bien y del mal. Porque al tocarle apren-
dió la terrible sancion con que habia sido dada la ley del


bien del mal.
III Si tuvo el hombre derechos de autoridad sobre


sus descendientes, fue con condicion .de que tomaría la
pena de criarlos. Crescite et multiplieamini. Si adquirió
derechos de dominio sobre las cosas, fue á condicion que
se tomaría la pena de trabajar: ut operaretur. El trabajo
es el tildo, el principio y el fundamento de todos nues•
tros derechos: y el fin esencial de la ley es conservar á
cada uno el fruto de sus trabajos, y de consiguiente el de
unir al propietario con el goce de sus propiedades. Mien.
tras que el bien y el mal están unidos, son legítimos to-
dos los placeres. Está permitido comer si se „trabaja, tener
hijos si se les cria, recrearnos si nos aplicamos, y gozar los
placeres de nuestro estado si cumplimos sus deberes. Todos
los bienes, todas las promesas, y todos los goces en un es-
tado meritorio , tienen unida á sí la pena.


IV He aquí por qué quiso Dios que sintiésemos el mal
en todo: mal en construir y edificar; mal en cultivar, en


;escarpenyrza mal en criar á nuestros hijos, en ali-ca
mentar á nuestros ganados, en sacar una piedra de la can-
tera , en cortarla y en transportarla; mal en cavar la tierra,
y en trabajar espiritual ó corporalmente. Cuando se trata


e:




1


20 LEY DEL BIEN
de hacer el bien, es imposible que se pueda citar un solo
objeto que no nos haga sentir la pena; y cuando la hemos
sentido para hacer el bien, es igualmente preciso sentirla
para conservarle. Los vientos, las tempestades, el mar, los
elementos, los insectos , las bestias feroces, nuestros mis-
mos semejantes, y millares de enemigos, espían el instan-
te de podémosle arrebatar.. Y si nosotros le disputamos con
tanta solicitud á su voracidad., es para reservarnos el placer
de devorarle solos.


Y Cuando llegan á ser destruidos nuestros bienes, es
preciso tomarse una nueva pena para adquirir otros. Nada
puede dispensarnos de esta ley, pues que la ha ciado Dios
bajo pena de muerte. Cuando tratamos. de procurarnos un
bien cualquiera, no tenemos sino ,


una sola alternativa, á
saber: el mal físico ó la muerte; para dar al mundo un ni-
flo„ los dolores del, parto. 6 la muerte; para curaciones quir
rúrgicas, operacion ó la muerte; para repler á nues-
tras enemigos, el combate ó la muerte; para enfermeda-
des peligrosas, remedios desagradables ó la muerte; y para
tener con. qué vivir, el trabajo ó la muerte.


VI ¡Y qué.
muerte, gran Dios!


-Una muerte que nos
hace estremecer por los anuncios de Tices precedida. Des-
de que un hombre deja de trabajar, no produce la tierra,
se cubre de escabrosidades y espinas, se detiene la pobla-
cima, desaparecen los bienes, y el Criador cierra rigorosa.
mente sus manos, hasta parecer inexorable. A medida que
faltan los víveres ., se aumentan las necesidades; y las pa-
siones asaltan al culpable, como los buitres devoradores
cuando se ven privados de alimentos. Cuanto mas se reusa.
el hombre al trabajo, mas se aumentan las necesidades. Si
persiste en su obstinacion., el Autor de la naturaleza se in-
digna y no pone ,límites á la ejecueion de su justo furor..
Para castigarle de su flojedad le obliga á.devorarseá sí mis-
mo: y despues de haberle entregado sin. misericordia á to-
da la actividad de sus necesidades, le deja espirar en medio
de los dolores mas agudos, y de lamas cruel desesperacion.


Y DEL MAL.


.


VII Es verdad que puede haber un medio de evitar
un suplicio tan afrentoso, y es el de vivir á expensas de los
denlas. Pero como esta infraccion de la ley es el colmo de


la . infamia , la ha sancionado Dios con penas aun mas ter-
ribles, pues que lo ha prohibido bajo pena de condenacion
eterna. No codiciarás los bienes a


jenos, &c.
VIII En una libertad meritoria, no basta pues que


haya bien y mal
en este mundo, porque deben estar uni-


dos por la ley, tan vigorosamente, que sea prohibido á to•
dos el separarlos bajo penas muy terribles, de tal modo que
el 'que quiera lo uno, este obligado á sentir lo otro. Es el


ejemp
lo de una.balanza cuyos dos pesos están unidos, ó el


de una cadena perpétua, cuyos anillos se siguen y se atraen
de tal modo, que si quereis merecer el bien, es preciso ti-


rar del eslabon del mal;
pero tirando de él, podreis estar


seguro de ver parecer el bien:
esta sucesion no puede faltar.


IX No debe creerse que esta ley haya sido dada para
solo un pais. Córrase todo el universo, y por todas partes se
hallará frio y calor, bello y mal tiempo, y en cada estado
bien y mal, placeres y disgustos, cargos y goces, y en ca-
da objeto vicios y virtudes, bueno y malo, perfecciones é
imperfecciones, hermosura y defectos, y por todas partes


bien y mal fisico, ventajas é. Inconvenien tes , y un enca-
denamiento inevitable de penas y placeres, y de placeres y


penas. La ley quiere siempre que el que siente lo uno,
sienta igualmente lo otro, haciendo una expresa prohibi-
cion de separar los. dos efectos en ninguna circunstancia:
qui sentit commodurn, deber sentire et incommodum.


X Variemos este objeto importante, por comparacio-
nes sencillas que le hacen sensible á todas las gentes. Vemos
muchas veces sacar piedras de una profunda cantera „ &agua
de un pozo: Mientras que se trata de subir, los trabajadores
tienen mucha pena y hacen grandes esfuerzos en su opera-
clon: pero cuando. se trata de bajar, basta abandonar la má-
quina á sí. misma para que sea arrastrada por su propio peso.
No tememos amenizar este objeto por una comparacion aun




' I LEY DEL BIEN
mas sencilla. liemos visto muchas veces precipitarse de lo
alto de una cuesta grupos de muchachos, dejándose deslizar
hasta su pie. Cuando han bajado, tienen mucha pena en
volver á lo alto, pero desde allí, vuelven á bajar en un ins-
tante. Si uno de estos muchachos ó niños, para 'ahorrarse
la pena de subir, obligase á alguno de los otros á llevarle
sobre sus hombros, todos los demas se indignarían, y su
mismo maestro manifestaría su dura severidad. Tal es la
imagen sencilla de la ley del bien y del mal; la bajada es
fácil, pero la subida dificil, y es preciso que el que quiera
tener placer, sienta tatnbien la pena.


XI Obligacion inevitable, sobre la que no se reflexio-
na bastante, y debería hacer la meditacion del filósofo, pues
que depende de este encadenamiento maravilloso la inte-
ligencia de la moral, la bondad de las leyes, la ciencia de
todos los gobiernos, y la oscilacion del libre arbitrio. ¿Por
qué subieron los Mitos la cuesta con tanto ardor? Por te-
ner el placer de deslizarse. ¿Qué les hace desagradable este
acto? La pena de volver á subir. ¿Por qué este hombre tra-
baja con tanta actividad? Para prócurarse con qué vivir.
¿Por qué se vé tentado continuamente á dejar el trabajo?
Porque éste es penoso. El bien y el mal están siempre uni-
dos. He aquí por qué el hombre es siempre libre de tomar
el mal por causa .


del bien, ó de dejar el bien á causa del
mal. Y véase aquí lo que debe hallarse siempre, si se quie-
re que los hombres sean libres. Si en cada una de mis ac-
ciones descubro el bien y el mal físico, penas y goces, con
probibicion de separarlos; seré libre en cada accion de to-
mar la pena por tener el placer, ó de dejar el placer por
temor de la pena; y entonces serán refrenadas las pasiones
por el mal que las desagrada, ó mas bien no serán pasio-
nes, porque las ha vencido la primera impresion, por la
impresion contraria.


XII En este caso seré libre bajo las impresiones de la
ley, y tendré en el mismo instante la facultad de querer r
de no querer, porque veo en cada una de mis acciones


y cosas
Yas DEL MAL. 3o


que no querría; y mi voluntad
cosas que querría
se hallará balanceada por dos motivos que obran á un mis-
mo tiempo en sentido contrario; pero si rompo el vincu-


presento en un .objeto sino el mallo de la ley, , y no
físico,


¿cómo podré desearle? Pero si no le ofrezco mas.
que delectaciones, ¿cómo podré odiarle, y cómo tendrá
la voluntad la facultad de querer y de no querer á un mis-
mo tiempo? Es imposible.


XIII No se debe pues insultar la credulidad de los pue•
blos, asegurándoles que acaba de hallarse una libertad


deliciosa que no se conocia; una libertad exenta de to.;
dos los cuidados , de todos los cargos y de todos los emba-
razos, y en la que no tenian los hombres otras reglas que
sus inclinaciones y sus deseos: tal se pinta la libertad del


estado primitivo. ¿Pero cuándo existió éste? ¿Fue en el es•
tado de inocencia ?.... Es evidente que antes del pecado era
menos penosa, y su concupiscencia menos activa; pero,
como lo observan todos- los intérpretes , la concupiscen•
cia obraba ya , pues que la muger fue tentada por la her-
mosura de los frutos. Existia ya el trabajo, pues que colocó
Dios al hombre en el paraiso terrenal, para que trabajase
en él : ut operaretur. Eran sin duda mas ligeros los dos
pesos del libre arbitrio; pero su libertad era la misma en su
esencia, porque era una libertad meritoria, como que
le destinaba Dios á las recompensas.


XIV ¿Cuándo estuvo exenta la libertad del hombre
de toda sujecion? ¿Fue despues del pecado?.... Pero en-
tonces se hizo enorme su carga: las pasiones se hicieron
fogosas, fueron mas pesados los trabajos; y la ignorancia,
los males, las enfermedades y la muerte, vinieron á ser
su herencia. Sin artes y sin instrumentos, tuvo necesidad
de proveer por sí solo á todas sus necesidades , y de lie,
var todo el peso de sus males. Y en tiempo ninguno fue
mas desgraciado que en este estado primitivo.


XV ¿Cuándo pues quedó su libertad exenta de toda su-
r' clon? ¿Fue cuando se hubieron multiplicado sus deseen-




LIBERTAD DE LAS PASIONES,
dientes? Es cierto que á medida que se formó la
sociedad, en lugar de aumentar su carga la disminuyó
mucho dividiéndola. Luego que tuvo hijos y ganados, se
hicieron infinitamente menos penosas sus funciones perso-
nales. Y lejos de perder su libertad, cada uno la poseyó
toda entera, cuando llegó á estar formado el estado civil.
Pero para ser libre en la sociedad, es preciso que las le-
yes sean justas, y aseguren á cada uno el fruto de sus tra-
bajos. Si se deja obrar á las pasiones, todos los bienes ven-
drán á estar de una parte, y todos los males de la otra, y
nadie será verdaderamente libre.


3-*


Libertad de las pasiones, libertad falsa.


Para poder hacer lo que se quiere , y dejar de hacer
lo que no se quiere, sería preciso no tener señores , leyes
ni autoridades, y vivir en un estado de independencia
absoluta. De aquí se han querido hacer venir todos esos
estados primitivos, tan deliciosos para las pasiones, y que
han hecho tantos partidarios inconsiderados ; pero que no
existieron jamas.


¡El .hombre independiente en el estado primitivo!....:
¡Qué extravagancia ! Sin duda que en este estado aun no
tenia el hombre „cuerpo. Porque desde que se supone que
le tiene , es preciso que necesite de alimentos para sí y sus.
ganados: ¿y á quién podrá dirigirse para tenerlos?... ¿ A su
razon?... Es imposible ; porque jamas el alma, por espi-
ritual que sea, podrá imaginar el medio de hacer brotar ó
nacer una manzana, una hebra de yerba , una espiga de
trigo, una encina, una bellota, ni una raiz salvage. No
podrá hacer bajar del seno de las nubes una sola gota de
agua, ni sacarla jamas del fondo de un pozo, si no le ha
colocado el Criador en disposicion de hacerlo, y lo mis-
mo será para con los demas bienes.


LIBERTAD FALSA. 25
ij ¿Pero qué resulta de este primer hecho?... Que des-


de el instante de la creacion estuvo el hombre en una to•
tal dependencia ; que su razon no le ha sido suficiente
jamas; que en sus particiones soberanas , se reservó Dios
á sí solo el poder de hacer el bien, y que no dejó al hom-
bre sino el* destruir , y de consiguiente la facultad de


hacer mal: He aquí evidentemente la herencia del hom-
bre. Hubiera muerto de hambre un instante despues de


la creacion, si no hubiese tenido un señor.
III ¡ El hombre independiente ! ... ¿Pero en qué? Cuan-


to mas crece, mas urgentes se hacen sus necesidades, sin
posibilidad alguna de satisfacerlas. Aunque buscase los me-
dios de hacerlo por muchos siglos , le sería imposible con
sus pretendidas luces el procurarse víveres , alimentos ni
vestidos, si no tenia un señor.


IV ¡El hombre independiente!... Es incontestablemen-
te la mas insigne de todas las extravagancias. ¿ No es visi-
ble, que en el origen tuvo Dios en sus manos todas las es-
pecies de bienes, y que volviéndolos á tomar perpetuamen-
te, á medida que los consumíamos, ha sido siempre el
señor de ellos? Ea pues, nos dirá , Yo que soy el Señor de
todos los bienes, os los doy á condicion que me rogueis, que
me deis gracias, que trabajeis y sufrais las penas natura-
les -de vuestro estado. Bajo de estas condiciones serán vues-
tros, y os liareis propietarios de ellos. Pero sin esto , os
prohibo tocarlos bajo pena de muerte. Luego desde el
instante de la creacion hubo una ley fundamental , da-
da por el Criador; una ley que deben observar todos los
legisladores del mundo; ley que debe hallarse siempre en
todas las leyes; sin lo cual dejarian de ser leyes ; ley del
bien y del mal, de la que nacieron todas las propiedades.
Luego desde el instante de la creacion tuvo esencialmente
el hombre un señor.


cialmente de Dios, no se
los unos de los otros , y


Torra. III.


Se dirá acaso, que


es un error.; Supuesto que el de-
sigue que los hombres dependan
porque el hombre depende esen-




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28 LIBERTAD DE LAS PASIONES,
mer ocupante. Mientras que el padre es señor en su casa,
todo el mundo es libre: y mientras que está contento y en
quieta posesion de su derecho, él es el que coloca, el que
establece y el que recompensa; el que corrige, reprende y
castiga. Pero tocad al principio sagrado de las propiedades,
y decid á los hijos que todo es suyo, y pronto se verá ar-
ruinada la casa. Todos querrán beber, comer y divertirse;
y ninguno querrá trabajar, porque el trabajo es penoso;
y las condiciones penosas no pueden ser impuestas sino por
un señor.


X A la cabeza de cada gran-fortuna constituyó Dios un
gran-propietario, el que tiene sus tierras por medio de sus
predecesores, de aquellos que las habian desmontado antes
del nacimiento de las últimas familias: y mientras que es
señor, los pobres, los jornaleros y los vasallos, todos son li-
bres, y todos trabajan con actividad para merecer su sala-
rio. Pero tocad al 'principio sagrado de las propiedades, y
decid á los vasallos que todos los bienes son comunes por
naturaleza, y se verá saqueada la gran fortuna , porque ca-
da uno se creerá libre de trabajar, y se apoderará de todo
sin condiciones.


XI A la cabeza de cada. sociedad, grande ó pequeña,
constituyó Dios un gefe que puede. mandar COMO señor,
porque tiene por sus predecesores la autoridad universal del
fundador, que la recibió inmediatamente de Dios mismo.
Mientras que este gefe soberano protege las propiedades,
todos trabajan, todo se halla en actividad, se extiende la
agricultura, florece el comercio, y cada uno goza en paz del
fruto de sus trabajos: por eso todo es libre, precisamente
porque ninguno puede quitar á otro sus propiedades. Esta-
blézcanse, por el contrario, principios falsos, y dígase que
la soberanía pertenece á la nacion , y en el instante mismo
se verán perdidos todos los soberanos, serán saqueados to-
dos los bienes, caerá todo en el abismo de las revoluciones,
y ninguno será lib e, porque considerándose todos señores.:
ninguno querrá sufrir el yugo de las leyes.


LIBERTAD FALSA. 29


XII
En fin, sobre todos los soberanos hay un Señor


sus


supremo


que lo vé todo, y lo castigará todo; que tiene en


rmena'n°
os todos los bienes del cielo y de la tierra; que ci-


tará á su tribunal á todos los señores y á todos los súbditos,
y que se conducirá con cada uno segun sus obras. Mientras
que sea temido y respetado este Señor supremo, todos tra-
bajarán, y todos serán libres; las leyes fundamentales serán
observadas, los legisladores serán justos, los pueblos pacífi-
cos, todos los estados ricos, felices y florecientes, porque
él es el que nos rió señores, y el que prohibe tocar á sus
representantes. Pero establézcanse los principios falsos; dí-
gase á los pueblos que ellos se han ciado gefes; y desde este
instante Dios mismo será destronado, serán degollados los
soberanos, trastornados todos los órdenes, y entregados al
saqueo todos los bienes. Ninguno querrá someterse á las
condiciones del libre arbitrio, porque estas condiciones son
penosas, y solo hay un . señor que pueda imponerlas.


XIII Para librarse de éstas condiciones, se concibió en
nuestro siglo el proyecto de exterminar á todos los señores,
y de deshacerse de todas las' autoridades. Para efectuarle
eran necesarios grandes ejércitos, y fueron decretados; y se
marchó á la cabeza , de estas legiones formidables á la de-
vastacion del universo. Y es muy particular, que á estas
legiones destructoras se las haya dado el nombre de legiones
de honor... ¡Pero qué honor, gran Dios! El dé destruir las
iglesias, de quemar los palacios, y arruinar en dos dias
aquellos soberbios monumentos que costaron á nuestros pa-
dres tantos siglos de trabajos. ten. nt eAesInccriment oe


Antes
iesot i a: eseiti hiae


l


eo Insaovcriauleconor
eciolnlsaerviarrtu, dp,erpoerlowlyioeyncocinlessitsrttei


y en el latrocinio.
XIV Matar, asesinar y degollar á los ciernas, para no


sufrir los males de este mundo; hé aquí á lo que se da hoya Jo
el nombre de valor, de grandeza de alma, de 1


ad ylibert
de fuerza de espíritu. Y nosotros sostenemos, que todo es-
to es el colmo de la debilidad y de la infamia. Un hombre




3o LIBERTAD DE LAS PASIONES,
que sabe sufrir las adversidades, es un hombre de valor; el
que se mata á sí mismo por no sufrirlas es un monstruo.
Un padre que se entrega á los mas penosos trabajos para ah.
mentar á sus hijos, es un hombre animoso, y el que no
quiere trabajar es un débil. Se dice que hay en la China
.una máxima notable, que deberian todos los pueblos escri-
birla con letras de oro, á saber: que en donde hay un indivi-
duo que no trabaja, debe haber necesariamente otro que
sufra por esta inaccion en algun rincon del Imperio. Y
efectivamente, el que no trabaja, vive por necesidad del
trabajo de otros; y entendemos aquí por trabajo, los deberes
•del estado de cada uno, que son esencialmente penosos. El
que sufre en su cama una cruel enfermedad, llena los de-
beres de su estado, si lleva sus males con paciencia; pero
el que se irrita, no llena sus deberes. Lo mismo sucede
con los nidos de que hemos hablado, que juegan desde la
eminencia de un cerro. Si uno de ellos por ahorrarse la pe-
na de subirle, obligase á uno de sus compañeros á que le
subiese á lo alto, se tendría por indigna su conducta. Pero
.vosotros que, por no llevar el peso de vuestro estado, vivís
del trabajo de los denlas, sois mil veces mas culpables. El
nido hace peso á uno solo, en vez de que vosotros le haceis
á millares de individuos, por vuestras profusiones y licen-
cia: y si decretais que las legiones os ayuden á destruir y
devastar, multiplicareis vuestra infamia y vuestros crímenes.


XV En vano se objetará, que estos decretos han sido
.dados por la pluralidad.... Porque todos saben, que es-
ta, pluralidad condenó á muerte al desventurado Luis XVI,
y juzgó en Inglaterra al desgraciado Carlos 1; que los la-•
drones pronuncian así sus decretos contra los viajeros; que
por esta pluralidad decretaron los facciosos la revolucion de
Francia, la igualdad ridícula de los derechos, y la destruc-
cion imposible de los tres órdenes; que los reyes de Ná-
poles y ds Cerdeña fueron despojados por la pluralidad;
que los reyes de España y de Portugal fueron destro-
nados ; y que se insurreccionaron los rebeldes de Améri.-


LIBERTAD FALSA. 3 I


ca; que por la pluralidad ,
todos los soberanos han sida


declarados representante s de sus pueblos , y éstos señores
pluralidad ha resuelto revolucio-


ic,1 aer
sus universo


soberanos;


,


yqujtel ljurado no dejar de degollar hasta que.
la revolucion haya dado la vuelilta al mundo.


libertad
La


las pasiones •


son una misma cosa;
la igualdad ydel pueblo,


y mientras que reinen en los áni•
mos , producirán por todas partes los mismos efectos. Don-
de quiera que las pasiones dejen de tener señores,-esimpo-
sible- que decreten otra cosa que el robo y el saqueo ; y si
la pluralidad empieza á ser mejor en Francia , es porque la
subordinacion empieza á restablecerse ya.


XVI Ilay quien cree, que segun la simple razón, de-
be hallar cada uno en sí Mismo la facultad de hacer el
bien , y evitar el Pero es por una ilusion miserable.
Supongamos á un hombre de talento, pero que no recono-
ce señor. Si está á la cabeza de una casa , para ocurrir á
sus excesos, agobiará de trabajos á su muger y .á sus hijos.
Si es soberano se mofará como Neron del pueblo en me-
dio de• las llamas; y como Roberspierre acuñará. moneda
á su modo, y hará clegol lar á todos los ricos para apode-
rarse,de sus- propiedades. Si tiene pocos súbditos, chupará,
como un buitre hambriento , su sangre á medida que el tra-
bajo .1a reproduzca en sus venas. Si tiene muchos, llamará
en su ayuda á los que nada tienen , y les conducirá á la
devastacion del universo. Sin embargo, tendrá talento y una
razon. ¿Pero en qué empleará estas dos facultades, si se.
cree independiente? En buscar- todos los medios dé pro-
curarse bienes sin trabajo, y placeres sin pena; y como
no hay otros que el dejar para los ciernas todos los males,
le parecerán buenos los medios mas atroces, con tal que
consiga su fin. Si este espíritu de independencia se' intro-
duce en una clase, en un colegio ó en un ejército.,


no ha-
brá mas que disensiones, y los señores serán sacrificados.
Si se establece en tina casa, quedará perdida. Si se hace el
espíritu público de una nacion, quedará ésta arruinada. Y




32 LIBERTAD DE LAS PASIONES ,
si llega á generalizarse en todos los pueblos, se inundarán
todos de sangre; y en un instante los pueblos mas huma-
nos se harán los mas bárbaros del mundo. El hombre aban-
donado á sí mismo es mil veces mas temible que un tigre,
porque sabe meditar mejor sus crímenes. El reposo del
mundo depende de la autoridad, y no del-espíritu ni de
Ios talentos. Y Dios mismo, y no los pueblos, fue quien es•
tableció en el origen todas las autoridades, por la sucesión
sola del nacimiento.


XVII Hay quien cree que las pasiones no son esen-
cialmente malas por sí mismas. Pero lo son sin duda, por-
que por su naturaleza nos llevan á la destruccion de nues-
tros bienes, y nos alejan de la reproduccion. Si la seguimos,
querremos solo los bienes, y dejaremos para los denlas el
trabajo y los males de este mundo. Para domar estos mons-
truos fogosos, hay necesidad de un señor, que una el bien
y el mal, y prohiba separarlos con penas „ terribles. Si el
señor, en cualquier gobierno, sabe poner un freno á las
pasiones, y sostenerle con una mano firme, todo el mundo
será libre. Por poco que afloje la brida, las pasiones parece-
rán libres, pero los hombres no lo serán. Romped por un
instante la cadena de una balanza, y parecerán libres los dos
pesos de ella: ¿pero á dónde irán á parar? Se estrellarán en
la tierra. Cortad la cuerda con la que cuatro caballos vigo-
rosos tiran de un barco por el puerto; parecerá que queda
libre el barco; ¿pero á dónde irá á parar? A estrellarse con-
tra las rocas. Romped la cadena que contiene á los mons-
truos furiosos, y quedarán estos libres: ¿pero á dónde iran?
A devorarlo todo sin perdonaros á vosotros mismos. Desde
que las pasiones nos conduzcana1 mal en cada una de nues-
tras acciones, necesitamos de un señor que las ponga un
freno, y sepa contenerlas.


XVIII Cuando en medio de los gritos frenéticos de la
libertad, que señala todas las revoluciones, vemos trastor-
nado el mundo, é inundada la tierra de sangre, no pode-
mos dejar de exclamar con espanto: ¡líe aqui una libertad


-1,ttEnTKD 'YALSA. 33


demasiado terrible! Sí, efectivamente, es muy terrible la
libertad de las pasiones; pero no es la libertad que nos ha
dado Dios. Es enteramente falso (dice el célebre Bossuet)
que la libertad del hombre baya sido jamas una libertad de
independencia. Es solo la de un hijo bajo la autoridad de
su padre, de un criado bajo la de su amo, y la de un súb-
dito bajo la de su soberano. Para que el hombre sea libre


( dice tambien el profundo
Bourdaloue en su discurso ad-


mirable sobre la predestinacion) es preciso que haya dos
seres, dos voluntades y dos individuos separados, de los
cuales el uno proponga condiciones, y el otro las acepte.
Véase esta madre, que enseria á lo lejos una manzana á su
hijo para empeñarle á andar: póngase la manzana en las
manos del niño, y á buen seguro que no anclará. Véase es-


te general, que propone premios y medallas á sus soldados
para excitarles al combate: si colocais los premios y las me-
dallas en la mano de los soldados, dejarán estos de comba-
tir. Ved á este rico, que hace trabajar diariamente millares
de pobres: si distribuís entre ellos sus bienes inmensos, es-
tos obreros dejarán de trabajar.


XIX No hay duda que la razon ha sido dada al hom-
bre para gobernar su cuerpo; pero para que pueda hacer•
lo es preciso que ella misma sea gobernada. Debe ver so-
bre sí un señor que la proponga recompensas si dorna sus
pasiones, y castigos si no lo hace. A la vista de estos moti.
vos se agita la razon, el corazon se inflama , y el alma
obliga al cuerpo á combatir sus inclinaciones. Para que en
un estado meritorio pudiese comunicarse recíprocamente
la oseilacion de la libertad, sería preciso que las articulacio.
nes del orden social estuviesen de tal modo subordinadas,
que desde el último de los hombres hasta el Ser supremo
que da impulso á todo, no hubiese un solo bien que no tu•
viese su señor; ni un solo individuo que dejase de dePn
der de otro; ni uno solo que en todas sus acciones no
pudiese ser reprendido, corregido y castigado por otro,
que á su vez pudiese ser castigado tambien por su superior.


Tom. 1 II.




34 DE LA MORAL.


No ha puesto Dios en cada uno de nosotros sino un solo
peso, el de las pasiones, que nos arrastra necesariamente
hácia el mal, mientras que es solo.. Pero. tampoco hay un
solo individuo. á quien. no haya dado. un: señor , que por
su autoridad forma el contrapeso. de las pasiones.


XX Rompamos todos las vínculos de la naturaleza;
trastornemos. todos los. principios. esenciales. del libre arbi-
trio; enseñemos que los hombres. son independientes por
naturaleza.;- que nos basta nuestra. razon ; y que no tene-
mos necesidad de .


autoridades ;. y degollaremos. á nuestros
soberanos., despedazaremos todas las leyes, mataremos á to-
dos nuestros señores; y desencadenaremos los monstruos
de las pasiones que todo. lo. devoran,. Seguimos cl ser fisi-
co , sin. pensar que el ser moral no ha. podido existir ja-
mas sin señores, sin. leyes, sin. recompensas y sin castigos.


S. 4.°
De la moral,.


Conocidos. una. vez los dos. pesos del libre arbitrio, y
el señor que debe unirlos, debe- ser facil la ciencia de la
moral y-podremos resolver aquí. sus principales. dificultades.


II. En. moral, el mal fisíco nos conduce al bien: por
eso el buscar la gloria, por los combates,, y. sostener los ma-
les de este mundo ,. con. la. mira de- adquirir- recompen-
sas, se le da. el. nombre de ley , de orden,. de verdade-
ra libertad, de mérito,. de buena. conducta , de triunfo
de sí .


mismo,. de gobierno, de moral-, de regla, de costum-
bres, y. de modo de conducirse bien,..


III Los placeres de los sentidos. destruyen por consi-
guiente nuestros. bienes. Por eso el comer, beber, diver-
tirse sin tomar ó sufrir las, penas. de su. estado, se llama
delito , desórden, vicio, pecado, desarreglo, falta de con-
ducta, licencia, libertad jUlsa, trastorno de las leyes, ruina
de los gobiernos, depravacion de las costumbres, inmorali-
dad, mal moral, que nos conducen infaliblemente al castigo.


DE LA MORAL. 35


IV ,Dár . á cada uno los bienes,


-los honores y los em
pleos que ha adquirido por sus, trabajos , es lo que se lla-
ma derecho , justicia , buen gobierno, y conservacion de
las prbpiedadcs Despojar de sus bienes á los que los
han adquirido por sus trabajos, ó á sus herederos ó com•
pradores legítimos, es lo que se llama robo, fraude , in-


..


justici4.sacineo, atrocidad, y violacion de todos los derechos.
V -Para soportar las penas de este mundo, y dejar á.


los demás el fruto de nuestros :trabajos, es preciso, tener
mucho valor y fuerza de espíritu. Y esto es lo que se llama
virtud, grandeza de alma y generosidad, vittus. Para tomar
los bienes de . otros , y dejarles solo las penas de esta vi-
da , es preciso ser muy débil y muy bajo; y lié aquí lo
que se llama vicio, infamia, infraccion de la ley, y abu-
so del libre arbitrio, vitium.


VI La virtud , que se vé frustrada sin cesar del fru-
to de sus :trabajos, no tiene otra esperanza que las recom-
pensas.. Por eso las recompensas son el único móvil de
las virtudes. Sin ellas no se practicaría jamas la virtud...
El vicio que solo busca el placer , no tiene- que temer
otro mal. que el de los castigos.: por eso son estos el -úni-
co freno que hay para el vicio , sin el cual no se evita-
rla jamas.


VII El mal fisico de la virtud no es un verdadero
mal, pues que produce siempre un bien preferibleieueiloasleqoune.
se pierde. Al contrario, el placer del vicio,
duce infaliblemente á un castigo mas terribl
que se siente, es siempre un gran mal, y 1 °e lciínuei ceol


que
puede llamarse verdaderamente mal.


con los deberes de nuestro estado, y los disfrutamos
VIII Todos los placeres que se hallan encadenados


jun ta
mente con ellos, son placeres inocentes, que no producen
un mal moral. Al contrario, todos los que son in compati-
bles con nuestro estado, y nos impiden llenar nuestros de-
beres, son placeres viciosos, de los que -e


.


lemas castigados
severamente


E:




36 DE LA MORAL.
IX En fin, cuando ha llegado á comprenderse bien


que en la especie de libertad que nos ha sido dada, son
inseparables el bien y el mal físico, y que no es permitido
separarlos jamas, se logra tener la •Ilave de todas las dificul-
tades del mundo moral, y el resumen de esta ciencia in-
mensa. Mientras que se abraza á los dos, ó se les abandona
á ambos, todo queda en el orden, y nada hay desarreglado.
Pero luego que se rompe la cadena que los une, buscando
el bien y huyendo el mal , todo se trastorna. Las leyes, las
costumbres, y la libertad, todo se acaba, y esta infraccion
de la ley, despues de ocasionar graves males á los demas,
nos conduce á nosotros mismos á los castigos mas terribles.


X Segun esto . , es facil comprender la diferencia que
hay entre un ser físico, y un ser moral. Una piedra que
subimos á lo- alto de un campanario, no conoce el bien que
debe hacer en la colocacion que se la vá á dar, ni el mal
que puede causar desplomándose abajo: y esto es lo que se
llama un ser físico. Al contrario un ser moral vé el bien ó
el mal que debe resultar de sus acciones. El que cultiva su
campo, prevé desde luego la cosecha que debe esperar de
su trabajo: y el que disipa sus bienes, conoce con anticipa.
clon que corre á su ruina. Estos dos seres son seres morales,
porque á la vista del resultado de sus acciones, son libres
de hacerlas ó no hacerlas,


XI El ser físico no conoce jamas su objeto, sino bajo
un solo aspecto. Si le mueve agradablemente, le mira co-
mo bueno, y le sigue. Si le mueve desagradablemente, le
mira como malo, y le huye. Al contrario el ser moral , que
en sus miras no solo abraza el acto presente, sino- su fin,
sus relaciones y sus circunstancias, conoce desde luego lo
que debe resultar de su accion en todos los casos. Y como
en este mundo los bienes y los males, los placeres y las pe-
nas, estan encadenados irrevocablemente unos á otros, don-
de el ser lisie° solo vé bien, el ser moral descubre solo mal;
y vicc versa. De aquí el combate indispensable entre el al-
ma y el cuerpo, y entre el espíritu y la carne: combate sin


DE LA MORAL. 37


el cual dejaría de existir el libre arbitrio. Lo que el uno
quiere, no lo quiere el otro; y lo que el uno no quiere, lo


quiere el otro. Donde el ser físico vé solo un motivo, el
ser moral vé siempre dos. Y lo que parece bueno al uno,


parece malo al otro, que queda suspenso entre dos motivos
contrarios.


XII He aquí. lo que embrolla las ideas, y lo que hace
%sien á los que no son capaces de una refiexion constante.
Cuando se nos habla de hacer el bien, parecerá desde luego
que se nos habla de gozar; y no es así. En moral , hacer el
bien es trabajar, combatir, sufrir, sentir penas, saber so-
portar los males de este mundo, y sufrir la muerte si es
necesario, por su Dios ó por su rey; porque de este modo
se hacen grandes bienes á los demas, y se merecen para sí
mismos grandes recompensas..... Huir el mal parece desde
luego que será evitar los males de este mundo; y no es así:
es huir los placeres, las delicias, y la voluptuosidad de los
sentidos; porque si nos entregamos á ellos solos, haremos
mucho mal- á los ciernas, y mereceremos para nosotros mis-
mos grandes castigos. Cuando se nos dice que hacemos
bien trabajando, y mal divirtiéndonos, nos admira este
lenguage; y sin embargo, es rigorosamente cierto, porque
en el arreglo de Dios, lo que empieza por el mal acaba
por el. bien, y lo que empieza por el bien, acaba pronto
ó tarde por el mal'.


XIII En moral, no es pues preciso ocuparnos del
principio de nuestras acciones, pero sí cuidar mucho de
prever su fin, porque el principio y el fin de nuestras
acciones son siempre contrarios. El hombre obcecado por
sus pasiones, nunca es libre; porque no vé sino lo pre-
sente. El ser moral, que conoce al mismo tiempo el nrin.
cipio y el fin, vé siempre en cada objeto bien y mal
todo junto; y esto produce en su alma el estado de os-
cilacion que se llama deliberacion.


o¿noó no le tomaré? ¿Lo haré, 6 no 1 hair
-néa?r..é.. e


ustne epsatraticalco.,.


cion hay ventajas é inconvenientes, cosas que podría yo




33 DE LA -MORAL.
querer, y cosas que no querría. Recorriendo el .universo
con detenido examen, me hallaré -en la . misma actitud
en todos los objetos .-que se me presenten. Y por eso
seré por :todas partes libre de hacer -ó de no :hacer. »Lo
»físico del amor (dice Bufforz, es bueno, .pero.


do .
moral


»nada vale, á pesar de lo que puedan decir los enamorados."
Y tiene razon Buffon: porque en cada objeto, cuando lo
físico es bueno, lo moral es .malo; y cuando lo .físico es
malo, lo .moral .es bueno.


XIV . ¿Tuvo -el hombre inclinacion al mal .moral.,
Es -un hecho incontestable, y facil de comprender ahora,
porque ,todas las inclinaciones del cuerpo le :conducen á
consumir; -y .despees de haber consumido sus bienes, es
preciso que busque -el mal para tener .otros, sin .lo cual será
castigado severamente. El placer presente, conduce inevi-
tablemente al mal futuro. Pero preeisamente,esto .es lo que
necesitamos, pues que tanto-como nos .alaga -el placer, otro
tanto nos enoja el mal; por lo que el mal futuro -debe con.
siderarse como .el .contrapeso de las inclinaciones presentes.


¿Tiene el hombre aversion al bien moral? No es
menos elaro-este hecho , porque tiene aversion al mal lisio:),
que es el que nos conduce al bien. Pero esta.aversion no des-
truye el libre .arbitrio, : porque tanto comnel mal presente
nos separa, -otro tanto nos:atrae el bien futuro; y esta contra-
riedad es la que nos da la facultad de querer ó no querer.


XV He .aquí en moral la eleccion única que nos ha
sido:dada, y que merece una atencion particular. Cuando
se nos dice que ha dejado Dios al .hombre la eleccion
entre el .bien y el .mal , no debe :entenderse del bien y
el mal físico, porque sería ridícula esta .eleccion; sino de
la que hay entre el bien y el mal moral; es .decir.„ en-
tre un bien .que produce un mal por una parte, y un mal
que produce un bien por la otra. Y tal es la cleccion que
debe dar todo señor á los que están bajo sus órdenes, si
quiere que sean libres.


XVI La eleccion riel ser moral en este mundo, es


DE LA MORAL. 39
exactamente la de un comprador que se halla enmedio


Ved ( le dirá el. mercader)„ aquí
hay


géneros de todos,preclos, y de todas
de u alnneiraocse ne ninmenso.


que elegir,
calidades. Estos• son. mas comunes-,, pero os costarán- me-
nos; aquellos son mas hermosos,. pero- os costarán mas.
Ved , elegid, pues podeis- hacerlo.... Pero siempre es pre.


ciso pagar:- con. esta. condicion serán: vuestros los- géneros
que elijais; pero sin ella- nada tendreis.. Es preciso aco-
modarse á esta ley, ó abandonar la compra;: y no podeis.
separaros- de ella en, esta. eleccion. Que pagueis . ahora,
al fin de la. vida, de una. vez &en muchas, nada impedirá
vuestra. libertad. Cuanto mas- retardeis . la- paga, mas se au-
menta. la, deuda; si no . pagais ahora-, pagaréiS•asdespues.
no lo haceis•volimtariamente, seréis obligados por la fuerza.


XVII. Hay quien pregunta que ¿cómo la fuerza, la
violencia,-los suplicios y los castigos, pueden conformarse-
con la: libertad ?.... Y la cosa es muy sencilla; porque no
se usa- de- estos medios, sino- despucs de haberse empeña-
do. ¿Cuándo se os obliga á pagar? Cuando habeis tomado
los géneros. ¿Y cuándo se os castiga? Cuando os obstinais
en no pagar. Hecho una vez el.contrato, y aceptadas las
condiciones,.es preciso. cumplirlas; y es . preciso cumplirlas •
á pesar nuestro::y he aquí. lo que se llama- una necesidad
consiguiente.. Antes de- empeñarnos- éramos dueños de no
hacer la compra; y esto es lo que se llama libertad ante-
cedente.. En todos los estados de la-vida pueden: hacerse
infinitas, elecciones.. Y cada uno puede desechar las que no
le acomoden,. porque en todas hay bien y mal.. Pero hecha
una. vez la, eleccion, es- preciso absolutamente-cumplir sus
cargas ; y. decididos-una-vez por el placer es, absolutamen-
te preciso-que le siga la pena; si no es hoy-, deberá ser ma-
.ííana; si no. es en- este .


mundó,.seráen el otro; y si no es por
voluntad. será por fuerza;-.porque hecha.una vez la eleccion,
el bien . y.el mal, la- pena y. el placer son inseparables.


XVIII He aquí lo que se llama la moral que se halla
por todas partes. En efecto, cuando se presenta la volup-




40 DE LA MORAL.
tuosidad con sus atractivos, y enciende en mis sentidos
el fuego de las pasiones, me siento arrastrado violenta•
mente hácia el objeto que me lleva hácia sí; pero cuando
conozco las penas naturales que deben seguirse, ó los cas-
tigos terribles que caerán sobre mí si me dejo llevar, en-
tonces el atractivo del vicio es menos activo, me hago due-
ño de mis acciones, y soy libre. Cuando veo á un ciru-
jano preparar sus instrumentos , y descubro su trinchante'
dispuesto á cortarme, me estremece su vista. Pero cuando
pienso que depende mi curacion del mal físico que me
amenaza, entonces desprecio toda la repugnancia del cuer-
po, y le obligo á sostenerse firme bajo del cuchillo del que
hace la operacion. Prueba cierta de que el alma no es el
cuerpo, pues cine si estuviese identificada con él, las im-
presiones serían siempre las mismas.


XIX ¿Por qué pues el alma no es siempre libre? por
defecto de atencion ó de instruccion, por ceguedad volun-
taria ó involuntaria, pues que no viendo en este estado la
moral de sus acciones, se hace esclava de los afectos físicos
del cuerpo. Por eso los pueblos mejor instruidos, mas ilus-
trados y mejor gobernados, los que tienen mejor religion
y mas buenas leyes; lbs señores mas firmes, mas justos, y
mas vigilantes, son tambien los mas libres, los mas pacífi-
cos, y los mas felices. Por eso al contrario los pueblos mas
salvages, mas groseros y mas ignorantes, son tambien los
mas bárbaros , los mas inmorales, y los mas desarreglados;
y tambien por eso dondequiera que se acaba la instruccion,
donde se debilita la religion, se relajan los principios, y
se introduce el espíritu de independencia, se ven mas ago-
biados los hombres, y son mas desgraciados. Concluyamos.


XX Segun esto es facil juzgar la distancia inmensa en
que estamos de las ideas verdaderas sobre el libre arbitrio.
Creemos que para ser libres deberíamos vivir sin leyes, sin
religion , sin gobiernos, sin soberanos, sin señores, sin
amenazas, sin exortacioncs , sin contrariedades, sin supli-
cios y sin castigos; y al contrario, todo esto es indispensa-


DE LA MORAL. 41
lile para que seamos libres en nuestras elecciones, porque
para tener la facultad de tomar ó de dejar, es preciso que
haya siempre dos motivos contrarios ; y si hubiese una so-


la accion en la que no se hallase bien y mal , y un señor.
que nos prohiba separarlos, desde este mómento no habria'


mas que un peso en la balanza, y dejaría d alma de ser


libre.
Hecho decisivo.


Pero consultemos de nuevo la voluntad del Todo - po-


deroso sobre esta gran cuestion. Si fue Dios mismo el que
decretó de toda eternidad que jamas tendríamos en este
mundo otra libertad que una libertad meritoria, es una
locura de parte nuestra el decretar que es preciso degollar y
matar hasta que dejemos de tener señores. ¿Qué .debia resul-
tar de tan abominables proyectos, sino trastornos horrorososi
en lugar de una libertad imposible que no existiríjamas?


Hace treinta dios que se está degollando para lograr-
esta libertad de independencia: ¿pero somos mas libres.
ahora que antes? ¿Se vieron jamas mayores desórdenes y
crímenes, una igual devastacion? ¿Los pueblos fueron an-
tes tan esclavos, estuvieron tan oprimidos y agobiados de
impuestos ?.¿Los señores fueron antes tan duros y tan dés-
potas como nuestros usurpadores? ¿Somos independientes?
¿Lo son los usurpadores mismos, aun despues que lo devas-
tan todo para llegar á la libertad de independencia? ¿Qué
han merecido por sus crímenes y atentados ? Los castigos
mas terribles. Cuanto mas multipliquen sus delitos, agra-
varán mas su suerte, pero no la evitarán. Despues de haber
hecho cuanto hayan querido, será preciso que sufran á pe-
sar suyo suplicios que no querrían. Luego los usurpado-
res mismos, á pesar suyo, no podrán tener jamas sino una
libertad meritoria que acabará siempre por recompensas
si hacen el bien, y por castigos si hacen el mal.


La libertad que nos ha dacio Dios no consistió jamas
en la facultad de hacer todo lo que queremos. P


i
Para
-.




se
ría preciso sur)


.
• • todo lo que no queremo s ;


esto


deja
conocer


supr mir
bien toda la extravagancia de esta empresa.


Tom. III.




42 DE LA MORAL.
que suprimir todos los males, sería querer suprimir todos
los bienes , porque Dios ha querido que fuese imposible
hacer el bien sin pena; y sería por consecuencia querer
destruir el mundo: porque ¿de qué podríamos vivir sin
bienes?.... El hambre, la miseria, la desolacion y la muerte
seguirían necesariamente á esta libertad absurda. Sería
querer al -mismo tiempo destruir la libertad; pues que pa,
ra que una balanza sea libre, es preciso que sea atraida
por dos pesos contrarios que pesen en ella á un mismo
tiempo. El bien y el mal fí sico son estos dos pesos íos que
obran sobre nuestras voluntades. La libertad de las pasio-
nes que se nos predica bajo la palabra vaga de libertad, es
pues una libertad falsa: falsa, porque no nos habla sino de
atractivos, de gracias, de delectaciones, de bienes y de
placeres, de dicha y de felicidad; y al cabo no produce si-
no penas. Falsa, porque nos promete la impunidad des-
pues de nuestros desórdenes; y nunca podremos evitar los
castigos. Dios nos ha colocado sobre la tierra para hacer su
voluntad, y no la nuestra; para domar nuestro cuerpo, y
no para lisonjearle; para combatir, y no para deleitarnos;
para vencer nuestras pasiones, y no para seguirlas; para ad-
quirir nuestra felicidad, y no para gozar de ella, He aquí
la libertad del evangelio, que es la única verdadera. Jamas
nos prometió Dios la gracia del cielo sin combates, los bie-
nes sin trabajos, ni los placeres sin penas. Unió el bien y
el mal físico tan irrevocablemente, que nunca podremos
separarlos. Por eso ha puesto en todas partes sdiores que
velen, y nos castiguen severamente en este mundo si los sepa-
ramos. Así que todos nuestros proyectos de libertades revolu-
cionarias son puros extravíos y locuras. Un. inferior sin supe-
rior es una balanza que solo tiene un peso, el de sus pasio-
nes. Para librarle de él, tiene necesidad de un señor que con
traríe perpetuamente sus voluntades; sin lo cual nunca será
libre. Pero aun no basta esto, porque los señores mismos de-
ben sentir una resistencia perpetua de parte de sus inferio-
res; sin lo cual no habrá jamas equilibrio en los gobiernos.


.~11~~111


SEGUNDA CUESTION.


EQUILIBRIO DE LOS GOBIERNOS.


¿ Puede un gobierno ser libre sin dos fuerzas
opuestas?


S. 1.° De las dos fuerzas opuestas en cada gobierno.
S. 2 .° Dos fuerzas proporcionadas.— S. 3.° Dos fuer-
zas regladas. ---S. 4,0 Medio de conocer estas reglas.
S. ..5.° Medio de hacerlas observar. flecho decisivo.


ESTADO DE LA CUESTION.


1 Léanse todos los autores que han tratado ele los go-
biernos , y se hallará que todos comparan el gobierno á
una máquina de equilibrio. Unas veces á un barco cargado
de mercancías y de pasageros, que yoga en un mar tem-
pestuoso, y que se procura conducirle al puerto: otras á un
relox compuesto de una infinidad de ruedas, cuya marcha
y movimientos se trata de balancear y arreglar: á veces á
una rueda inmensa que hace mover una mole enorme, ó
que levanta con orden las piedras destinadas á la construc-
cion de un edificio público; y despues á una fuerte palanca
de la que se sirve un obrero para levantar las cargas pe-
sadas y trasportarlas al lugar que se habla propuesto.


II Todas estas comparaciones tienen un mismo objeto,
y son todas perfectamente justas: no porque sean los go-
biernos otras tantas máquinas físicas, sino porque en los


F :




44 CUALES SON LAS DOS FUERZAS OPUESTAS
gobiernos, como en las máquinas físicas, la fuerza mo-
triz supone siempre una fuerza de resistencia, que tiene
el destino de hacerla mover, y que hace contrapeso con
ella: de modo que en lo moral, como en las máquinas fís i-
cas, hay esencialmente siempre dos fuerzas opuestas, que
deben estar perfectamente proporcionadas, perfectamente
arregladas, y perfectamente combinadas. i.° ¿Y cuáles


. son
las dos fuerzas opuestas de cada gobierno? 2.° ¿Cuál es lao
fuerza motriz y la fuerza de resistencia? 3.° Cómo deben
ser regladas. 4.0


¿Cuál es el medio de conocer éstas reglas,
y de hacerlas observar? Objeto infinitamente importante,
y sobre el que hemos caido en errores muy terribles y de
mucha consecuencia. .


1.°


¿Cuales son las dos fuerzas opuestas en cada
-
gobierno


I Es evidente que en todas las comparaciones de que
hemos hablado, estas dos fuerzas son el piloto y el barco
la pesa y el relox, el resorte y la péndola, y el obrero y las
cargas enormes que levanta. Quitad una de estas dos fuer-
zas opuestas, y dejará de existir el equilibrio.


II No debe creerse que esta oposieion, que se halla en
las máquinas físicas, deje de hallarse tatnbien en la moral.
Donde quiera que hay un gobierno, debe haber necesaria-
mente (los partes diametralmente opuestas la una á la otra;
el alma y el cuerpo, el gefe y los miembros, el señor y ]os
trabajadores, el soberano y el pueblo, el mercader y el
comprador, la parte gobernante y la parte gobernada. ¿Y có-
mo se hallan estas dos partes en perpetua oposicion? Por la
ley del bien y del mal, que en cada accion presentan al
espíritu dos motivos diametralmente contrarios, ocasionan
en él diferentes impresiones, y producen entre las dos par-
tes intereses diametralmente opuestos, sin los cuales no se-
ría justa la ley, y dejaría de existir la balanza del bien y del
mal. Segun la ley el vendedor se interesa en toda especie de


••••~~.~.-


EN CADA GOBTERNO. 45


venta,


en pedir mucho, y el comprador en dar muy poco;
en una casa, el señor en pagar pocos salarios, y el domés-
tico en ganar muchos; en un gobierno, sze.ibalo enter esa el so-só-


berano en crear muchos impuestos, y el pueblo
muy posos; y aun en cada individuo, el cuerpo se intere•
sa en trabajar poco y en comer mucho. Y como el bien y
el mal físico se oponen esencialmente el uno al otro , el


ypideque el que paga se hallan en una perpétua oposi-
cion de intereses, hasta que á fuerza de resistirse el uno al
otro, se llega al fin á fijar el justo valor.


III ¿Quién hace la ley en lo civil? El soberano. ¿Quién
la recibe? El pueblo. El interés del soberano es de exigir
mucho, y el del pueblo de pagar muy poco. lIe aquí en lo
civil, corno en lo moral, las dos partes opuestas del gobier-
no, y lo que las pone en una perpétua oposicionde intere-
ses, á saber: la ley del bien y del mal , que el Autor de la
naturaleza ha unido la una á la otra, y que mueve de diver-
so modo á las dos partes, porque la parte gobernada quer-
ría tener el bien sin pena, y la gobernante no lo quiere.


IV Para hallar el equilibrio de los gobiernos no es
necesario perder el tiempo en grandes combinaciones y
grandes divisiones; basta solo observar bien á la naturaleza,
y seguirla escrupulosamente. Para formar el equilibrio, son
absolutamente precisas dos fuerzas opuestas, y que no haya
mas que las dos, y ninguna mas. En los gobiernos, segun
el arreglo del Autor de la naturaleza, hay esencialmente dos
fuerzas que se oponen la una á la otra, y no puede haber
mas que las dos, En lo físico, es la pesa y el relox, el mo-
lino y la rueda, y el piloto y el barco. En lo moral, es
el alma y el cuerpo, el señor y la casa, el mercader y el
comprador, el soberano y el pueblo, y por Ultimo la par-
te gobernante y la parte gobernada: y no hay otra, ni pue-
de haberla.


V Es incontestable que desde el origen fue Dios solo
quien se reservó el poder de hacer el bien. Y ¿con qué con-
dicion le prometió al hombre? con la de que sufriría el mal.




46 CUALES SON LAS DOS FUERZAS OPUESTAS
He aquí la ley natural que desde el instante de la creacion
fue impuesta generalmente á todos los hombres, y la que
debe hallarse siempre en todas las leyes: y de aquí proce-
dieron las leyes imperativas y prohibitivas. El padre pri-
mitivo, en cualidad de autor y de seíior, tuvo esencialmen-
te sobre su ciudad naciente el jubco y el veto; el poder
legislativo y el poder ejecutivo. El fue quien dió sus órde-
nes, quien sostuvo la ejecucion, y el que castigó á los que
la resistían. Todos estos poderes hacen evidentemente uno
solo, porque todos tienen el mismo principio, la misma
direccion y los mismos intereses.


VI He aquí lo que es preciso observar ante todas co-
sas, para que haya equilibrio en los gobiernos. En lo físico
como en lo moral, puso Dios dos fuerzas opuestas, y no
puso mas que dos: y es preciso que en nuestras constitu-
ciones no pongamos nosotros mas que otras dos, y precisa-
mente las que Dios puso. Si en lugar de dos fuerzas qui-
siésemos poner en nuestros ridículos arreglos solo una ó tres,
vendrían á faltar todas las combinaciones de la naturaleza, y
sería imposible que hubiese equilibrio.


VII He aquí sin embargo los defectos que se hallan á
,primera vista en la mayor parte de nuestras constituciones.
Segun la institucion del Autor de la naturaleza, hay en to-
das partes dos fuerzas opuestas, y en muchas de nuestras
constituciones hay solo una. ¿Y cuál es esta? La del sobera-
no; y de un soberano que no quiere sufrir ninguna resis-
tencia: por lo mismo la vida, las fortunas, los bienes y las
propiedades, todo queda á su discrecion; y quiere dispos
ner de todo arbitrariamente y sin otra regla que la de sus
pasiones, y la de su voluntad. En estos espantosos gobier-
nos, el pueblo es absolutamente nulo. Véase aquí lo que
fueron antiguamente todos los soberanos infieles, empezan.
do por Nemrod; lo que fueron en toda la antigüedad casi
todos los gefes bárbaros; y lo que aun son hoy, mas ó me-
nos, en diferentes paises. Puede ser que no todos sean dés•
rotas por carácter; pero lo son por constitucion, y no de,


EN CAPA GOBIERNO. 47


jan al pueblo
niugun medio legal de resistir á sus volunta-


des, sino ésta inclinactou i mperiosa que nos conduce
á una


libertad falsa. Véase, pues, la historia de estos desgracia-
dos gobiernos, y se hallará ea ellos una série incalculable


de sediciones, de t
rastornos, de revoluciones y de tiranos,


que despees de haber asesinado á sus predecesores, vienen


á serlo ellos á su vez. Son como un relox , cuya pesa cae
por tierra y se rompe, porque se aflojó imprudentemente
el resorte de la péndola, que cedía gradualmente á sus es-
fuerzos. Son las aspas enormes de un molino de viento que


no teniendo piedra que mover, viene á ser el triste jugue-
te de los vientos, y se despedaza con toda la máquina: esto
es lo que se llama el despotismo de uno solo. Y sin duda
que es bien terrible, porque en esta espantosa constitucion
el soberano no es contrapesado por ninguna especie de re-
sistencia. Por eso sostendremos siempre, que cuando el so-
berano está solo sin contrapeso, no puede haber equilibrio.


VIII Para remediar el despotismo de uno solo, quie-
ren algunos que se dividan los poderes soberanos; pero en
este caso dividirán la fuerza motriz, y habrá tres fuerzas
en cada gobierno. Pero si es imposible establecer el equi-
librio con una sola fuerza , ¿podrá establecerse mejor con
tres? ¿Qué vemos en la navegacion? De una 13, arte al pilo


la-to que lucha con la máquina enorme del barco ,
y


otra la masa enorme del barco que resiste el impulso del
piloto: en una máquina, á un hombre que hace contra-
peso á la piedra que levanta, y de la otra una r,poiedruaneanioper--
me que resiste la accion del motor : en el relox
sa considerable que pende del relox todo entero, y de la
otra el relox que cede ti la pesadez de aquella ; y donde
quiera que sea, se hallará siempre de una parte la fuer-
za motriz, que dá impulso á toda la máquina, y


de la


otra la máquina que resiste á la atraccion de la fuerza md-
triz; y hé aquí lo que forma el equilibrio, y lo que sus-
pende las dos fuerzas opuestas.


IX Pero si dividimos los poderes soberanos , y los po-




48 CUALES SON LAS DOS FUERZAS OPUESTAS
nemos eu oposicion; ¿cuál será esta nueva contra-fuerza,
que podremos colocar sobre la rueda motriz, y que que-
remos poner en equilibrio con el primer peso? ¿No vemos
que este nuevo equilibrio entre los poderes soberanos des-
truye absolutamente el de la naturaleza? ¿Qué resultará si
dividimos la pesa de un relox en dos partes iguales, y las
ponernos en oposicion con la rueda motriz? La nulidad . ó
el desarreglo de todo el relox: si las pesas son iguales de-
jará de andar el relox, y si son desiguales vendrá á ser
el juguete de su oposicion mutua. Las dos pesas forma-
rán un equilibrio entre sí; pero dejará de existir el ver-
dadero equilibrio, que debe haber entre la pesa y el relox.
Coloquemos en una péndola dos resortes opuestos; pon-
gamos entre vientos contrarios las aspas de un molino, ¿có-
mo andará éste?


X Aun es mucho peor, si quereis colocar en oposi-
cion dos fuerzas activas por sí mismas en un cuerpo cual-
quiera. Enganchad cuatro caballos vigorosos á las cuatro
extremidades de un 'hombre, y hacedlos correr en senti-
do opuesto; (los de una parte, y dos de otra ; podrán muy
bien estar en equilibrio las fuerzas opuestas, pero el cuer-
po intermedio no lo estará, y vendrán á parar las dos fuer-
zas opuestas en despedazar al hombre. Tal es la cruel si-
tuacion del pueblo cuando se dividen los poderes sobera-
nos. Se quedan estos en oposicion; el pueblo será despe-
dazado , y si se reunen , será arrastrado con violencia al
traves de los abismos. ¡Qué insensatos somos! No hay ne-
cesidad de establecer el equilibrio entre los poderes sobera-
nos , sino entre el soberano y el pueblo. La balanza na-
tural de un amo, no es otro amo, sino sus mismos do-
mésticos, que sienten pena en determinarse á trabajar. La
balanza natural de un comerciante, no es otro comercian-
te, sino el comprador mismo, que siente pena en decidir-
se á pagar. La balanza natural de un soberano , no es otro
soberano, sino el pueblo mismo, que se resiste á obedecer.
Siendo el poder motor esencialmente uno, el querer di-


EN CADA GOBIERNO. 49
sería destruirle, y entregar .íatmll puebl


tan
pa triste.


evidentes,
s,


soá las cala-


midades y males de que es siemprec
XI »Estas verdades, tau simple


el autor del orden net-
»cumulo se reflexiona en ellas ,d
otural de las sociedades, se han escapado á


N. de Montes.


»tesquieu,
y de su inatenci


á otros muchos grandes genios;


»


sobre este objeto, ha nacido el sistema


á Puffendorf y
on


»de la division de poderes
que ha adquirido tanta celebri


»dad en nuestros dias ..... Los que imaginaron este sistema


»creyeron que un poder soberano podia ser modificado por
»otro que le sirviese de contrapeso.... Pero es una ilusion
»miserable: supongamos un soberano, ó si se quiere una
»cámara soberana, que nada puede sin otra cámara: el sobe-


»rano en este caso podrá hacer contrapeso á la cámara; y
»podrá igualmente oponerse al bien y al mal. La cámara ha-
»rá del mismo modo contrapeso al soberano y podrá oponer-


se al bien y al mal.... En este estado sería imposible que los
»intereses particulares dejasen de ser la medida de la resis-


tencia pue pueden experimentar estas fuerzas alternativa-
mente, del mismo modo que los motivos secretos de su


»conciliacion. Es imposible que entre estas mismas fuerzas
»no se perpetúe una guerra sorda é insidiosa, que se sostie-
»ne siempre á expensas de la nacion, víctima necesaria de
»la codicia de los combatientes. Así que, este sistema que pa-
»rece tan bello, es en realidad el menos bien combinado
»de todos los sistemas.


XII »Si dividís la autoridad en dos cámaras , conti.
»núa el mismo autor) dividireis la fuerza motriz, y de
»consiguiente constituís al timon del gobierno dos fuer-
»zas ó dos autoridades. Estas dos fuerzas motrices habrán
»de ser entonces iguales ó desiguales : en el primer caso,
»tomando separadamente la una y la otra, serán ambas nu-
las; y en el segundo, la que sea dominante vendrá á ser


»la única autoridad. Siendo pues de esencia de la autori-
si se la dividiese la 'perde-»dad el no poder ser dividida,


»riamos , reduciéndola á la impotencia de obrar." Aun
Tom. ././/.




So CUALES SON LAS DOS FUERZAS OPUESTAS
debernos añadir nosotros , que esta operacion periferia
igualmente al pueblo, porque dividiendo la fuerza motriz,
quedaría hecho necesariamente el juguete de las dos au-
toridades.


XIII Cuando se dice que no hay muchos poderes so-
beranos en cada gobierno , se dice una gran verdad; pe-
ro se seguirá de aquí que no hay muchas partes? Y por-
que no pueda haber ninguna division entre los poderes,
¿podrá seguirse que no pueda haber equilibrio entre las dos
partes de que se compone cada gobierno ? ;Qué! Porque
la division de la fuerza motriz sea un origen de divisiones;
¿ será preciso .suprimir para el reposo del mundo la fuerza
de resistencia, violar.


todos los derechos , destruir la inde-
pendencia de los estados respectivos, y sujetarlo todo á so.
lo un gran poder ? Estableciendo que la naturaleza ha
subordinado á la razon todas las pasiones, á un solo sobera.
no todos los súbditos, y á un primer ser todos los denlas
seres, ¿no se admiten manifiestamente (los partes opuestas
en cada gobierno; la parte gobernante y la parte goberna-
da? Y esta oposicion ¿no supone un equilibrio entre las
dos fuerzas ?


XIV Estemos pues en que si hubo tantas turbacio-
nes en los gobiernos, no fue siempre porque se quiso esta-
blecer en ellos un equilibrio , sino porque llegó á destruir.
se éste; y porque en lugar de poner las dos fuerzas opues-
tas, se puso solo una, ó se dividió la fuerza motriz en
dos. Engañado el soberano por el prestigio de una liber-
tad falsa, no dejó ninguna resistencia al pueblo: éste por
otra parte quiso los poderes soberanos , y por sus falsas
medidas ninguno de los dos ha sido libre. El poder legis-
lativo de una parte, y la representacion nacional de la otra,
son las dos fuerzas opuestas del gobierno. Pero para que
las dos estén en equilibrio, es preciso que estén perfecta-
mente divididas, y perfectamente en oposicion: es preciso
que el poder legislativo esté todo entero de una parte, y la
representacion nacional toda entera de la otra: es preciso


EN CADA GOBIERNO. S r
necesariamente que haya oposicion; pero tambien es pre-
ciso que haya proporcion , y es muy importante compren-


der bien esta justa proporcion.


S. 2.°


Dos fuerzas moralmente proporcionadas.,


1 Si la palanca que está en las manos de la fuerza mo-
triz es larga, es preciso que el poder motor sea tan simple
cuanto pueda ser. Dadme (decia Arquimedes) una palanca
bien larga, con un punto de apoyo, y me encargo de ha-
cer mover yo solo el globo de la tierra. Los poderes sobera.


nos forman por sí solos una inmensa fuerza moral: autori-


dad universal sobre las personas ; derecho de mandar y
de prohibir; dominio supremo sobre los bienes ; facultad
de recompensar y de castigar ; poder legislativo; poder ju-
diciario; poder ejecutivo ; dereel-m:, do vida y de muerte so-
bre los que desobedecen las leyes; derecho de hacer la paz
y la guerra, de conscribir hombres, y de exigir contribu-
ciones para las necesidades públicas: todo esto pertenece á
los soberanos... El fundador poseía todos estos derechos, en
virtud de su título de Autor universal, mucho tiempo an-
les que hubiese pueblos. La autoridad en las manos del
que gobierna se halla siempre por su naturaleza en propor-
cion del número de sus súbditos: si solo tiene ciento se
extiende á estos solos ; si tiene treinta millones se extien-
de á los treinta millones; y aunque tuviese cien millones
sucedería lo mismo. Hombres, mugeres , niños, fortunas,
á todo se extiende la autoridad universal; y es mas fuer-
te que todo, atendido que siendo un ser moral , no po-
drian despojar á un soberano de este derecho todas las
fuerzas físicas de la tierra. Así que el soberano tiene siem-
pre por derecho del fundador una fuerza moral inmen-
sa , y es preciso que las tenga, porque con el poder qt-e
tiene en sus manos puede dar impulso , cuando quieres.


G




52 DOS FUERZAS •
á todos los individuos, y vencer por consiguiente la re•
sistencia de todo un pueblo.


II ¿Pero dónde vendrá á parar el equilibrio, si cuan-
do el soberano se carga con tanta fuerza sobre la palan-
ca, quitais al pueblo toda especie de resistencia? Aunque
pusieseis solo un hombre al timon del gobierno, ¿qué
trastorno horroroso no pocha ocasionar abusando de sus po-
deres? Pero si en lugar de un hombre colocais al timon dos-
cientos ó trescientos individuos, ¿cómo es posible que el
pueblo pueda resistir á esta presion formidable ? Si un
hombre solo es bastante para trastornarlo todo, ¿qué de-
be hacer una asamblea? Que sea democrática, aristocráti-
ca, oligárquica, compuesta del estado llano, y de los ri-
cos ó de los grandes, nada importa, porque siempre es una
asamblea , y desde que tiene el poder legislativo es una
asamblea soberana. Pero si un solo monarca para saciar sus
pasiones puede ser conducido á oprimir á todos, ¿qué no
debe temerse de una asamblea de doscientos ó trescientos
individuos que, renovándose cada dos años, no tienen tierra,
po suficiente para saquear y enriquecerse? Si las pasiones
de un hombre solo , entregado á sí mismo , forman ya un
horno encendido; una asamblea entera, ¿no será una bom-
ba de fuego que despedazará todas las provincias por su co-
dicia multiplicada ?


III Admiremos aquí la extraña ceguedad del hombre
que se deja dominar por el espíritu de sistema. Pues que
el timon del barco es naturalmente bastante largo, debia
bastar un solo piloto, y no Babia necesidad de poner dos
ó tres; y si la rueda motriz es bastante grande por sí sola,
debla ser bastante para hacer mover un relox un solo pe-
so, sin necesidad de ponerle otros muchos.... Pero si una
máquina arrastrada ó conducida de un solo peso, sin con-
trapeso es terrible, poniendo doscientos ó trescientos pe-
sos sobre la rueda motriz, ¿corno dejará de llevar la muer-
te á donde quiera que se acerque? Despotismo por despo-
tismo, no es infinitamente preferible el de uno solo al


contenido por el
MORALMENTEPROPORCIONADAS.


iUmr: ah soatbr lee asoc/1 o pe
dlioesCl 'elersiteors o trescientos in-


dteemilloru;cpbeorso?dividuos nada teme, porque resultando sus decretos del
voto general de todos, no se cree responsable cadaindtinvoi:


duo en particular. El despotismo de uno solo
puede


derarse , pero el de muchos no se detiene jamas en la rapi-
dez de su carrera.


IV Si en nuestras extravagantes constituciones pone-
mos dos ó tres asambleas en lugar de una, y las damos á


todas el poder legislativo , ¿ qué proporcion de estadística
podrá resultar de este arreglo ? Sé bien que con la mira de
moderarlas, las unas por las otras, se ha cuidado mucho
de dividirlas en diferentes cámaras, dando á cada una dis-
tintos poderes: á una el jubeo, á otra el veto, y á otra terce-
ra el poder ejecutivo; pero queriéndolas dividir para ven-
cer la oposicion, debieron reunirse; y para poder reunirse
fue siempre preciso comprarlas y corromperlas. Reunidas ya
las cámaras , debe hacerse mucho mas fuerte el soberano;
y no es posible que el pueblo pueda salvarse del abuso del
poder. Sucederá siempre lo mismo que si se pusiesen mu-
chas pesas á un relox , y muchos pilotos al timon de un
barco; pues será preciso ponerles poderes contrarios para
gobernarles , y al cabo vendrán á parar en arruinarse mú-
tuamente. El Autor de la naturaleza puso en su constitu-
cion un solo gefe á la cabeza de cada casa; un solo sobera-
no á la cabeza de todos los súbditos; y un Ser supremo á
la de todos los seres: cuantos mas queramos poner nosotros,
mas nos alejaremos del equilibrio. Si un solo hombre no
es bastante, deben ser inútiles muchos, y fuera de toda
proporcion dos ó tres asambleas. Por poca composicion que
haya en la formacion de un soberano, es evidentemente
demasiado fuerte. Tratemos ahora de la fuerza de resistencia.


V Cuanto mas pesada es la masa que quiere moverse
menos necesidad hay de hacer uso de la palanca. Esta es
otra regla de estática, generalmente reconocida. Debe-
mos convenir , que si el soberano tiene por su parte una




54 DOS FUERZAS
fuerza moral inmensa, el pueblo por la suya forma físi-
camente una masa enorme. Son á veces veinte ó treinta mi.
llones de individuos interesados todos en resistir á la legis-
lacion, á la presencia de un hombre solo, ó cuando mas por
un cuerpo cualquiera , investido del poder legislativo. Si
á una desproporcion física tan excesiva , se quiere dar á
esta masa enorme otra tanta fuerza moral como al so-
berano , ¿qué será del equilibrio , y en qué vendrá á pa.
rar el soberano?


VI Hé aquí sin embargo la nueva desproporcion que
se halla en muchas de las constituciones. Para poner al
pueblo en estado de resistir al poder legislativo, hay quien
le quiere dar la facultad ó poder de reusar las leyes.
¿Pero cómo ha dejado de conocerse esta falsa cornbinacion?
Porque al fin la aceptacion es moralmente tan fuerte como
la proposicion, y el veto tan poderoso como el jubeo, El
poder legislativo y el poder prohibitivo tienen por lo me-
nos la misma longitud que la. palanca , .pues que un hom-
bre solo puede detener á otro hombre solo con este po-
der moral; ¿pero qué proporcion habrá si dais á veinte
millones de hombres la misma longitud de palanca que
á un hombre solo? Si se coloca toda la carga al timon del
barco , ¿qué será del piloto? Si se ata la rueda del moli-
no de viento al cabo de sus alas ó aspas, ¿qué póder ten-
drán los vientos?... ¿Qué es un soberano, aunque sea com-
puesto, en frente del cuerpo de un pueblo ?... Es uno con-
tra muchos millones. ¿Y qué es el pueblo, por pequeño
que pueda ser, haciendo frente al soberano? Muchos mi-
llones de individuos contra uno solo. Se quiere sin em-
bargo dar á esta masa enorme otra tanta fuerza moral co-
mo al legislador.


VII Pero se dirá, si no se da al pueblo ni la acepta-
cion ni el veto, ¿qué es lo que se le dá?... ¿Qué se le clá?..
Lo que el Autor de la naturaleza le ha dado, y lo que se dá
todos los dios á las cargas muy pesadas que se intentan mo-
ver. Una resistencia puramente pasiva, pero nunca el ¡u-




%ORALMENTE PROPORCIONADAS. 55


beo, y nunca el veto •. jamas
la proposición ni la acepta-


cion, ni
el juicio definitivo de la ley: porque con la masa


enorme
que le compone, y los intereses que le dominan,


.vendria á ser excesivamente fuerte.
VIII Recórranse todas las máquinas de equilibrio: en


efecto, con relacion al pilotó,
el barco es una masa enorme,


y no se concibe á primera Vista cómo •
un hombre solo pue•


de manejarle. Por eso, atendida su masa enorme, no se le dá
para resistir una corta extenSion de la palanca. Al contrario,
¿cuánta sé dá al piloto? un' cabo muy largo de la palanca,


de modo que tenga él solo el jubeo y el veto, y pueda diri-
gir, volver y hacer mover el barco en todas direcciones. Lo
mismo sucede en el molino de viento: la piedra que resis-
te, con relacion al viento, forma una masa enorme: y no
se concibe bien á primera vista cómo un soplo invisible
puede poner en movimiento tantos cuerpos macizos. ¿Pero
qu cabó de la palanca se da á los vientos? La inmensa
Longitud de las alas ó aspas del molino. Véase tambien
qué multitud de ruedas y qué inmensa edinpficacion de re-
sistencia hay en un reloj:. Con relacion á la pesa, su masa es
enorme. ¿Pero dónde se la hace entrar para sostenerse? muy
cerca del punto de apoyo; de modo que no tiene para re-
sistir sino la nuez del eje. Al contrario, ¿qué fuerza se da
á la pesa del relox? toda la rueda motriz. Y esta cornbinacion
admirable se halla en todas las máquinas físicas en general.
Siempre que se trata de hacer mover una masa enorme, ó
de levantar una carga muy pesada, se las ata, no á las ex-
tremidades de la rueda motriz, sino al eje, lo mas cerca
posible del punto de apoyo, de modo que solo haya una
resistencia suave, para que el que gobierna la rueda ten tsa
solo el poder de volver, separar, mover y detener, cuando
sea necesario, el peso que levanta. El poder legislativo es
del soberano, y el pueblo tiene solo una




"


re •
l• pura-


mente pasiva. Hé aquí lo que el Autor de
sis tencia


naturaleza ha
dado á las dos partes del gobierno, y lo que debe hallarse
siempre en todas las constituciones.




156 DOS FUERZAS
IX ¿Y hasta dónde debe llevarse esta resistencia?..,,.,,


¿hasta la insurreccion?.... no: porque insurreccionarse es
tomar la superioridad sobre el principio motor, y desde en-
tonces deja de existir el equilibrio. En lo físico, toda má-
quina que retrograda, acaba por romperse. En lo moral es
aun peor el éxito: porque cuando el cuerpo se pone sobre
la autoridad, se desenfrenan las pasiones y todo es entre-
gado al saqueo; y deja de existir el libre arbitrio.... ¿Hasta
donde pues debe llevarse esta resistencia pasiva? ¿hasta ne-
garse á toda proposicion? no: debe limitarse solo á negarse
cuando lo exige la ley. Si me mandais lo que Dios me pro.
hibe, no tengo el derecho de revelarme; pero sí el de dete-
nerme


físicamente, porque me detiene moralmente una1
autoridad superior. Pero para detenerme en este caso, es pre-
ciso que haya equlibrio, y de consiguiente proporcion mo.
ral entre las dos fuerzas, sin lo cual no mc detendré.


X El derecho de queja y
de representacion respetuo-


sa: hé aquí los verdaderos derechos de un pueblo; dere-
chos que toda constitucion sábia debe concederle; porque
si no se le permite quejarse regularmente, no podrá hablar
sino sublev á ndose; y en este caso serán inevitables las in-
surrecciones; derechos que tuvo desde el origen, porque son
inseparables de la condicion de los súbditos. Desde el esta-
do de familia tuvo sin duda el fundador la facultad de
mandar; pero si sus órdenes eran contrarias á la ley de Dios
tenian sus hijos el derecho de representarle respetuosamen-
te; y debia oir estas representaciones, de las que no pueden
desentenderse sus sucesores. Si el soberano, en cualquiera
constitucion, no es otra cosa por derecho del fundador que
el padre de su pueblo, éste no es tampoco mas que una
sociedad de hijos, que deben ser gobernados segun el tenor
de las leyes. En los pueblos mas salvages, cada poblacion
tiene su orador encargado de defender sus causas á presen-
cia de los gcfcs. Este hecho ha sido atestado generalmente
por los misioneros y los historiadores que han podido cono-
cer sus costumbres. Pero se observará tambien , que las re-


MonALMENTE PROPOYICIOT;ADAS. 57


presentaciones en
estos pueblos groseros son respetuosas, su-


misas, fundadas en justicia, y hechas, no por una multitud
desenfrenada, sino por oradores capaces de motivar sus razo-
nes: oradores sujetos riaorosamente al derecho de representa-


cion, sin arrogarse el de oponerse á las órdenes de sus gefes.


Pero si no se oyen estas representaciones ,zendrá el súb-
dito derecho de sublevarse?... Jamas; porque si la máquina que
debe moverse pasa al último cabo de la palanca se hará in-
finitamente fuerte y se perderá el equilibrio. Permanecer pa-


sivo y no obedecer es todo lo que puede hacer
el pueblo; y


aun para detenerse, es preciso que le detenga un poder su•
perior. En el conflicto dedos órdenes contradictorias debe
sin duda preferirse siempre la del que es superior .á todos
fuera de este caso debe ser obedecido el superior inmedia-
to por desagradables que sean sus órdenes, porque siendo
esencialmente penosa la libertad meritoria, ninguna difi-
cultad de la ejecucion puede autorizar la desobediencia. En
todos los casos es preciso que haya autoridad para gober-
nar, y que el pueblo esté sometido.


XI ¿Y qué resulta de aquí? Resulta: t.° que en una cons-
titucion sábia debe .estar rigurosamente prohibida la insur-
reccion; que donde quiera que se formen itt-ecurtzliaopneúsblsiecdaielino--
sas, debe estar autorizada por las leyes


ici f


pa disiparlas y aprehender .4 los amotinados, juzgándolos
militarmente si son convencidos de ser culpables; que toda
medida que en estos casos


eb
ura ntes paraliza la fuerza públi•


ca ,y suspende su accion, es una ley antisocial, porque si
ce espera á que se permita obrar, pueden entretanto ser sa-
queadas las casas, ultrajados los ciudadanos y aun insultada
la misma fuerza pública; y por último, que haciéndose la
parte gobernada señora de la parte gobernante, vendrá á
ser contraria absolutamente al equilibrio de los gobiernos.


XII Resulta en 2.° lugar , que para prevenir las sedi-
ciones debe el asa mbleaspueblo tener siempre cuerpos y
regladas, para exponer al soberano sus representaciones,
pero sin que sea permitido admitir en estas asambleas


Tom. III.


a.,




58 DOS FUERZAS
multitud de los que nada tienen, porque debe temerse mu-
cho que el resultado de sus peticiones será siempre el sa-
queo de las propiedades, y el trastorno de las autoridades
que les contrarían : deben por lo mismo estas asambleas
componerse solo de los que tienen interes en conservar, y
de consiguiente de los propietarios. ¿Por qué en Roma y
en Atenas eran tan sediciosas las asambleas populares? por
que todo el mundo era admitido en ellas.


XIII Resulta en 3.° lugar, que los cuerpos encargados
de hacer representaciones no deben tener jamas, ni el po-
der legislativo, ni el veto, sino simplemente el derecho na-
tural de quejas y representacion. ¿Cuándo se hicieron tan
terribles en Roma las guerras civiles? Cuando los tribunos
del pueblo obtuviero:] el veto, porque se hicieron entonces
mas fuertes que los soberanos. ¿Por qué al contrario en tiempo
de los Césares se cerró. el templo de fano, y respiró en paz
el pueblo? Porque las dos partes del gobierno entraron en su
derecho, y se restableció en algun modo la balanza del po •
der. Desde que el senado entregó á Tiberio los poderes so-
beranos, no , quedó al pueblo sino el derecho natural de re-
presentacion. Habiendo recobrado los Césares el poder
motor en toda su plenitud, no experimentaron ya de parte
del senado sino aqueila resistencia dulce y pasiva de que
habla J. J. Rousscau sin conocerla, pero que cede al impul-
so, mientras que no la detiene la, autoridad superior; y en-
tonces vuelve á parecer la proporcion natural entre las dos
partes. El soberano, físicamente muy débil, se hace moral-
mente mas fuerte, porque la autoridad superior manda á
todos los inferiores que obedezcan. El pueblo, al contrario,
físicamente mas fuerte, se hace moralmente mas débil , por-
-que no teniendo en su favor sino la resistencia pasiva, le
obliga la autoridad á que ceda al principio motor.


XIV Lo cierto es que no se observa enterarrvnte en mu-
chas constituciones la primera condicion del equilibrio. En
unas, el soberano, que por su naturaleza tiene una fuerza
moral considerable, se hace el étnico seaor de las vidas y de


MORALMENTE PROPORCIONADAS. 59


las propiedades, sin que haya un cuerpo regular encargado
de hacerle representaciones, de modo que el pueblo no pue-p


de explicarse sino por las revoluciones. En otras
el pueblo,


físicamente inmenso, se halla investido del poder legislati-


vo en todo ó en parte, de modo que es mas fuerte que el
soberano: y jamas podrá establecerse de este modo la balan-
za. Para que haya equilibrio es preciso que las dos partes del
gobierno, aunque físicamente desiguales, tengan una fuerza
moral de tal modo proporcionada, que el soberano tenga la
superioridad cuando son justas sus órdenes, y el pueblo se
detenga cuando son injustas. ¿Qué hizo Dios para esto? Dió
al soberano, siempre muy debil físicamente, la autoridad
universal ó la fuerza motriz toda entera. Al pueblo, física.
mente inmenso, le dió solo el derecho de representacion,
y de consiguiente una resistencia puramente pasiva ; que es
precisamente lo que se halla en todas las máquinas de equi-
librio; y lo cine debe formar en nuestras constituciones las
dos partes del gobierno: deben ser moralmente proporciona-
das, y no siempre lo son. Pero no basta esto: deben estar
perfectamente arregladas; y hé aquí otra condicion muy
esencial, que va á descubrirnos nuevos errores.


Dos fuerzas regladas.


I La ley de Dios, y la ley de los fundadores: he
aquí á lo que se da el nombre de leyes fundamentales de
los estados, y á las que deben conformarse las dos partes,
tanto en la legislacion como en la resistencia. Para que un
gobierno sea bueno, no basta que las dos partes estera mo•
ralmente proporcionadas, sino que se necesita que esteta
perfectamente arregladas, y que se destierre rigorosamente
la arbitrariedad en todos sus puntos. Por eso en nuestras
máquinas de equilibrio si las dos fuerzas estan bien propor-
cionadas, apenas se toca al principio motor se las hace


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09


1




69. DOS LtiERZAS REGLADAS.
en el punto que la corresponde, contiene por la justa exten-
sion de sus oscilaciones, la fuerza de presion, y la fuerza de
resistencia. La ley de Dios existía antes que todos los fun-
dadores; y la de los antiguos soberanos, antes que los sobe,
ranos actuales; y á estas leyes se da el nombre de leyes
fundamentales, no solo cn cada gobierno respectivamente,
sino en todos los gobiernos entre sí. Leyes fundamentales
que obligan esencialmente, no solo á los soberanos para
con los pueblos, y á estos para con los soberanos, sino á los
soberanos para con otros soberanos, y á los pueblos para
con otros pueblos. Leyes fundamentales á las que deben
conformarse todos los hombres, y sin las cuales no podrá
haber reglas, ni en la paz, ni en la guerra, ni en la agre-
sion, ni en la resistencia. Las dos fuerzas opuestas, arras-
tracias por el fuego de las pasiones, despues de haber per.
dido el equilibrio entre sí, caerán recíprocamente en todos
los excesos de la ambieion , de la deslealtad y de la insur-
reccion. La presion desmedida del agresor por una parte,
y la reaccion excesiva del defensor por la otra, producirán
todas las crueldades de la tiranía, y todos los horrores de
la rebelion, de las sediciones y de las revoluciones que
traen á un mismo tiempo la desgracia de los soberanos y
la ruina de los pueblos y de los gobiernos.


VI Se busca en vano en la legislacion el medio de
remediar la arbitrariedad: y no hay otro que el de las le-
yes fundamentales que deben todos estar obligados á obser-
var, y no dejar pasar ningun decreto que no esté conforme
con ellas.. Este es el dique que el Autor de la naturaleza
ha levantado contra las pasiones de los hombres; las dos
columnas sobre las que debe construirse el edificio social,e.:,
y los dos baluartes, en los que pueden defenderse venta•
;osamente los súbditos cuando son atacados en sus derechos


VII ¿Y cuándo tiene el pueblo derecho de quejarse?
No es cuando las leyes son onerosas, porque lo son siem-
pre, ni cuando los impuestos le parecen excesivos, porque
siempre querrían no pagar: sino cuando las pretensiones




DOS FUERZAS REGLADAS. 63
del legislador, debidamente examinadas, se hallan desde


luego reprobadas por el derecho natural establecido por
el Autor de la naturaleza. Lo que yo he adquirido por mi
trabajo ó por el de mis padres (podrá decir respctuosamen --
te cada particular al legislador, por medio de sus represen
tantes ) no es vuestro ni de la nacion; y pagado el impues-
to, todo es mio, y Mi() solamente. Dios, de quien lo he


recibido en toda propiedad , os prohibe rigorosamente
quitármelo en ningun caso para adjudicado á otros particu-
lares; y aunque fuérais mil veces mas poderoso, su ley es
mas fuerte que la vuestra. Todo lo que pronuncieis contra
el principio sagrado de las propiedades, es nulo por todo
derecho; y (como dice muy bien el ilustre Bossuet) podrá
reclamarse en otros tiempos y en otras ocasiones. No es
pues entonces el pueblo, sino Dios mismo el que se opone
á los decretos del legislador. Este primer baluarte es
i qdestructible.


VIII Y ¿cuál es el segundo?.,.. No son las voluntades
absurdas de una absurda universalidad, que no ha podido
jamas reunirse ni contratar consigo misma, sino de las
disposiciones y de las convenciones primitivas, otorgadas
desde el origen entre el fundador y sus descendientes; y
despues entre los antiguos soberanos de una parte, y los
que representaban á la nacion de la otra;. transacciones que
han fijado las costumbres, los usos, las sucesiones, y los
derechos civiles de los soberanos y de los súbditos; transac-
ciones que- pueden ser mudadas por un comun acuerdo,
pero no de otro modo. Mientras que subsistan estas- leyes
(podrá decir respetuosamente el súbdito al legislador actual)
estoy obligado á arreglar á ellasconducta; pero vos de-
beis tambien conformar


á vuestros a ellas ro 1.
mui


s edictos y todo lo
que decreteis sin este requisito, será radicalmente nulo. Le-
yes que son superiores á vos me prohiben obedeceros; y
no podrá creerse que falto á mi deber, porque no soy yo,
sino vuestros superiores los que se oponen á vuestros eche-.
tos. Este segundo baluarte es tan indestructible como el




64 DOS FUERZAS REGLADAS:


primero, mientras que no sean mudadas las leyes de co•
inun concierto.


IX Pero estos dos baluartes, tras los cuales puede el
pueblo hacer frente á los abusos del poder, no son menos
necesarios á los soberanos para defenderse contra las empre-
sas de los pueblos. Hemos visto por desgracia, que han apa-
recido falsos doctores que, para infundir el espíritu de in-
dependencia, han enseñado que la soberanía es una pro-
piedad de los súbditos. ¿Y de qué armas podrá servirse en
este caso el soberano para combatir este error funesto?
Primeramente de la ley de Dios. Mi soberanía ( podra de-
cir á estos impostores) no me viene de vos, ni de la absur-
da universalidad de mis descendientes, sino de aquel que
habiéndome constituido vuestro autor universal por la ge-
neracion, me invistió en toda propiedad de la autoridad
universal sobre vosotros, aun antes de vuestra existencia.
Si abuso de mis poderes y os doy órdenes contrarias á la
ley de Dios, sé muy bien que teneis el derecho natural de
quejaros y de no obedecer; pero por injustas que sean mis
órdenes, no dejo de ser vuestro padre. Tengo mi autoridad
de Dios solo, y solo á él soy responsable: cualesquiera que
sean mis abusos no podreis jamas despojarme de ella.


X Si el soberano no posee por derecho de naturaleza,
¿qué podrá oponer á sus agresores ? Las antiguas cons-
tituciones, que le transmitieron en toda propiedad la auto-
ridad universal de sus predecesores: y podrá decir á los
facciosos con toda firmeza: Los que fijaron el orden de las
sucesiones para vosotros, las fijaron igualmente para mí:
mientras que estas leyes no sean mudadas por un consenti-
miento mútilo, podrá ser nulo todo lo que yo haga, pero
-no lo será menos todo lo que vosotros hagais contra mí: y
si conservais vuestros derechos á pesar mio, yo conservaré
los mios á pesar vuestro: vuestros crímenes y vuestros ex-
cesos no podrán despojarme de ellos, porque no he reci-
bido mi soberanía de -vosotros, sino de Dios solo, por la
constitucion libre de-mis predecesores, que me la transmi-


DOS FUERZAS REGLADAS. 65


ties gefes riitro,rfenptomda propiedads
piedad por sus derechos adquiridos de


l
XI Cuando se dice' que los soberanos son absolutos, no


quiere decirse que hayan podido tener jamas el derecho de
gobernar sin regla. »No quiera Dios (dice el inmortal Fe-


ymelon) que concedamos á la criatura un poder que ncr
»tiene el scr soberano. Por absoluto que sea el dotninio del
»Ser supremo, añade, su voluntad soberana está siempre
»reglada por la ley inmutable de su sabiduría." Por podero-
sos que sean los soberanos estan sobre ellos las leyes de
Dios y la de sus predecesores: y si dejan de conformarse á
ellas serán positivamente castigados. Pero ¿ por quién? por
Dios solo, y no por sus súbditos, porque tienen sus dere-
chos soberanos de Dios solo y no de sus pueblos. He aquí
la diferencia que hay entre los soberanos y los súbditos;
que estos pueden ser castigados por los primeros, y los pri-
meros no pueden serlo jamas sino por el Ser supremo: y
en este sentido se llaman absolutos é independientes, no de
las leyes, sino de sus pueblos.


XII Cuando decirnos que los pueblos tienen por natu-
raleza el derecho de quejarse, no queremos decir que pue-
dan hacerlo sin razon. Para rehusar obedecer, es preciso
que esté averiguado, despues de un maduro examen, que
los nuevos edictos son contrarios á las antiguas leyes. Toda
resistencia sin este requisito es importuna, y las antiguas
leyes la resisten. Cuando se halla , despues de un maduro
examen, que el edicto es injusto y contrario á las leyes an-
tiguas , tampoco creemos que tenga el pueblo derecho de
lublevarse, de destruir á sus soberanos, de elegir otros en
su lugar , ni de introducirse á hacer leyes. ¿ Á quién toca
hacerlo? Para obligar á toda unatl , y elnacion es preciso tener la
autoridad
Donde los diputados


culi;iuvteardsaos eni l del
pueblo


l fundador
tenen el poder


pueblo no la tiene.


absurda universalidad de los súbditos. Y entonces


legislativo,
deben tenerle precisamente de los soberanos , y no de la


de haber equilibrio, porque cl legislador no ticeenseticoonl'edTan. ///




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anb sadowdris .sa,Cai u.keti


anb raisaaau as wad tsateurai
-uameatsu mas-man(/' p Á mininos la anb otiesaaau salid
sa ou 'ouaamO2 epea ua T.lippnba vÁrti anb caed nix


-SMStlitAt saÁ
omoa aicpeual ueo Átni upen anb -sand ‘saÁal se l aaarti


ap la aub osolooad sem ottanui .zapad matra tia sorp
-qns sol so l o] Á somand sol uatiop =amuleto aod arda
-aaap oaiuty t a sa 'axalsvci annuizunci mazialsyad vl Á 'soa
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ap ti zaanj ion
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*SYCIIV1931I SVZ117112I SOCI




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sopor no salieningaxd epand °nuncios la anb 171a sotp3ux


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2 ¿CUÁL ES rt, MEDIO
IX Sin embargo, los tres órdenes del pueblo se distin-


guen infinitamente mas entre sí que estos diferentes cuer-
pos. Efectivamente, nada se distingue mas del tercer orden
que los dos primeros, pues que existian mas de quinientos
años antes de su nacimiento, y tenian ya grandes propieda-
des y grandes poderes por la anterioridad de sus funciones.
Nada se distingue mas de la nobleza que el sacerdocio, por-
que estaba investido desde el origen de una autoridad di.
vina que le ponis esencialmente sobre todas las autoridades
humanas. Ni nada hay que se distinga mas que cada orden
entre sí, porque cada uno de ellos tienen sus intereses par-
ticulares y sus propiedades que le son necesarias para con-


/ tinuar sus trabajos. Se distinguen tambien por sus conoci-
mientos, porque desde la última parte de las artes mecáni-
cas, basta las funciones mas sublimes del sacerdocio, hay
principios que exigen hombres ocupados enteramente de
ellos y por toda su vida, porque se aprende hasta el mo-
mento de la muerte. Decimos aun mas, que el confundir
los tres órdenes que tienen intereses tan opuestos y conoci-
mientos tan diferentes, es destruir los unos por medio de
los otros; y que donde quiera que los diferentes órdenes
del estado sean llamados para deliberar en una misma asam-
blea, debe considerarse que hay en la constitucion un vi-
cio radical sumamente perjudicial á la libertad de las opi-
niones, al desenvolvimiento de las luces, y á la bondad de
las deliberaciones; y por consiguiente esencialmente con-
trario al interes general de los estados.


X ¿De qué debe uno ocuparse para arreglar los go-
biernos? primeramente de conocer á fondo la ley de Dios,
que es la regla fundamental en que estrivan todas las leyes
humanas. ¿Y quién es el encargado de estudiar esta ley?
¿No es el sacerdocio? Pues ¿por qué se llama para esta
consulta á todos los cuerpos que • no estan versados ni tie-
nen conocimiento bastante del punto que se quiere tra-
tar?.... ¿De qué se trata en segundo lugar? de conocer es-
tas leyes fundamentales comprobadas por la experiencia,


Int CONOCER BIEN ESTAS nrctAs? 73
particiones y los derechos respectivos


r


cons i gnadasdónde
ictie e setsut adiy que


han fijado las
de los diferentes pueblos. ¿Pero


los sacerdotes y los
estas leyes, y quién está encargad


el cuerpo de la magistratura?
¿No son


quelosltossconsuiurj nos dan el resultado de sus reflexio-
nes sobre el derecho natural y el


derecho de gentes? PUC9


asambleas,tantasqué¿por
tantas mudanzas y tantas reu-


niones tempestuosas ? En la China jamas hay comicios: y
cuando quiere tenerse conocimiento de las leyes,


se con-


sulta á los letrados ó á los mandarines, que son depositarios
de ellas, y estan encargados de recordarlas á los pueblos y


á los soberanos.
XI Es verdad que cuando se trata de necesidades pú-


blicas es preciso consultar á los diferentes estados; pero
¿por qué se les ha de hacer venir para esto desde lo inte-
rior de las provincias ocasionándoles grandes gastos? ¿No
tiene cada orden en el pais señores experimentados en los
respectivos ramos? ¿ No bastarían para ello los estados
juntas provinciales ? Y si se juzga apropósito convocarlos,
¿por qué se les ha de confundir? ¿Toca á la nobleza de-
fender los intereses del sacerdocio, y al estado llano de-
fender los de la nobleza? ¿ No tiene cada orden sus dere.
ellos propios é inseparables de sus trabajos ? Si despues
que los pueblos han sido formados, los dos primeros ó




de
rde-


se las propiedades del tercero, ó éstenes se haceseñoress 1
dos ¿quélosdelasde piimeios, ¿ e podrá resultar de sus deli-


beraciones ? El saqueo de las propiedades,
dy la ruina


los lemas órdenes.


e


XII El sacerdocio, la bno leza, y el estado llano ó ter-
cer estado, son los tres órdenes




que deben hallarse en
os los pueblos cuando


to-
d an o han sido perfectamente formados.


indestructible de los


• •os nacimientos recibióPor la sucesion • d -
mismo,Diosdeunocada en toda propiedad, su autori-


rango, sus derechos y sussu,dad poderes. Cuando se trata
de asegurar sus libertades,
ser confundidos en


una sola cámara,
no deben


, ni separados en dos. S
. se


OM. 111,


quiere que elT




M
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1-EpTuu1ut ` IEJOYU ej opidumnoo ‘eopriod el op131/iCalx0eti as“
*-4uot9t ioa e l opestpqap eti os ‘srAls Isod sem sel srpos sepeu«


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TS ‘osaeasuoo lo aod :raso Tao SOICIOU.IOdUS Álnu 9900A sexta
-lata uos ETID1EU1 can tia sopesaaA sem sonsaem so l pub
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-ran id ej op opesinsaa ¡a uolsnjuoo eso deq os onb Dad
-mas •se.tieuanq saÁa l se' oaclos ars i nsuoa caed souopao sol
sopos uopunjuoa as 1.9 aopoons yaaqap otuslm oí Á tsotiop


sop soaso soj ap pepuean id ei aod moler ue.19 aso oigas
Anoopiaang lop %mal se ( uyle9ude os 'mallas 19S lap
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OUbiOd c iElE11 UCA 09 anb setiosew sej autos epealstals


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uoTq souoTsuuoa soaso Á :aciacpiop ap eq os anb soj aarios
sosofqo sosiomp soj aeledaad op °pulsa ua asualuesoajaacl
souorsicuoo ouas os ap aleja ‘soaquialau sns ap pepToedea
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op osuatuesaapod oplulasul s0000sua uopao epeg . rs aod
op orla epeo aeaaqqap y 9olopuy9qqo ‘sopeaedas op ocia
-ntu eprna os 4 sauapao san so l atpuujuoo op zaA ua ¿tzarei
-tueu 9 op sauoiaeatput se j unas raed aoeti os onb? sop
-essa sol y IEJOAUOD asuatuasuoa 0013 3S OpuE 10 IIIX




euotoeu uotoesuosaidal
esonaoajop yaas ()asa bis sanó 'con epeo y 011.1312U00 anb 01
ua uapao aocl uaaaqqap anb ‘sosualpuadapul amoweaasua
'sana ua o lawip ostooad sa 'opesuasoacial sni ci ros oyodnd


OICIalq za sa 7yau? -1L




76 '• ¿CUÁL ES EL MEDIO &c.
car los nuevos decretos, ¿dónde podrán hallarse los cuerpos
intermedios. encargados de oponerse á ellos hasta que es- 1ten conformes con los antiguos decretos? Antes que puedan
tener fuerza de ley los nuevos edictos, debe preceder su exa-
men, que aunque no parece nada, porque es un poder pu-:,
rarnentc moral, es sin embargo el mas precioso derecho de
los pueblos , el único medio de tener buenas leyes y de pre-
venir la injusticia , la multiplicidad y la perpetuidad.de las
mudanzas, el temor de los ministros y el freno mas po-
cleros() que puede oponerse 11- los -abusos del .


poder. Por- eso
no existe cii "los gobiernos despóticos; y por eso siempre que,
diputados del otitbio tienen el poder legislativo, son enor-
mes los impuestos, se ven agobiados los pueblos, Y las leyes
quedan sin consistencia. Quítese este examen, y se perderií
el equilibrio, porque no habrá cuerpo ilustrado que pueda
contener en sus límites las pretensiones del poder y la re•
sistencia de los pueblos. El legislador por una parte proa
nunciará sin regla, y el. pueblo per otra se opondrá por con-
mociones deSarregladas: : Siempre que á los diputados se dá
el poder legislativo, resultará precisamente que el pueblo
queda despojado absolutamente-de


todos sus ..clereebos.
XVII En los paises en que pueda convenir la convoca:--


clon de los estados, no es bastante que se les oiga y convo;
que para que el gobierno esté bien arreglado; es preciso que
sean consultados separadamente: el sacerdocio sobre la leg
de Dios; la nobleza sobre las materias civiles y militares; y
el estado llano sobre la agricultura, el comercio y las artes.
Ni aun basta esto; porque es preciso sobre todo que estos
estados se pongan de parte del pueblo oponiéndose al poder
legislativo, al que sirven de contrapeso, y que tengan el'
poder esencial de examinar los edictos, y de no conformar-
se con ellos si son evidentemente injustos. He aquí lo que
es absolutamente necesario para la conservacion y observan-
cia de las leves fundamentales. Pero es necesario ademas que
los que no las observan sepan que han de sufrir necesaria-
mente un castigo. Ultima condicion que nos descubrirá IO


s. 5?


Cuál cs el medio de hacer observar las
reglas del equi-


librio?


Supuesto que toda especie *de ley contraría esencial-


mente nuestras inclinaciones, no basta conocerla para po-


Slerla
°


seouir; pues es preciso saber que el que no la sigue


debe ser castigado. Por eso donde hay reglas, hay tambien
señores investidos de la autoridad necesaria. Sería inútil te-


ner leyes fundamentales y conocerlas, si no hubiese sobre
los gobiernos una autoridad siempre subsistente y dispues-
ta á castigar á los que dejan de conformarse con ellas.


II Pero si los pueblos se revelan . contra sus soberanos,
y estos oprimen á los pueblos ó se hacen guerras injusta&
entre sí, .¿quién los castigará? ¿Serán los Pagodes, los Fe-
tiches y las falsas divinidades que no existen y de cuya
existencia dudan los hombres instruidos ? ¿Pues quién
será? ¿los sacerdotes de estas falsas divinidades?.... ¿Pero de
parte de quién ? Estos falsos sacerdotes saben muy bien
que pueden interpretar la ley como les parezca; pero cuan-
do los pueblos son mas fuertes, no dejan de pronunciar en
su propio favor: así como cuando tienen la superioridad los
soberanos, pronuncian en favor de estos; aunque por poco
interes que médie tienen gran cuidado de pronunciar en
su propio favor; de modo que la ley es sacrificada siempre
con tal que tengan algun motivo para dispensar de ella á los
&lemas, ú dispensarse á sí mismos.


III Porque el derecho natural obliga en todas partes,
se pretende hacer creer que es observado igualmente por
todas partes: y es un error manifiesto. Nadie duda que en-
tre los paganos no obligaba tan rigorosamente el derecho
natural como entre los judíos. Sin embargo es un hecho in-
contestable que la licencia, la deshonestidad, la embriaguez,


SOBRE LAS REGLAS DEL EQUILIBRIO, 77
que hay de mas importante en el equilibrio de los go-


bierno?.




LAS REGLAS DEL EQ cuminuo? 79


ue no
conocida perfectamente la ley natural, Si.*


q Solo es conocic
78 ¿CÓMO SE HARÁN OBSERVAR


la discordia, la venganza, la crueldad y el latrocinio estaban
en honor entre ellos, porque en vez de ser castigados por
estos excesos , se les recompensaba solemnemente por
el honor de hacerles dioses. Es bien sabido que Juno por
sus venganzas, Júpiter por sus desórdenes, Marte por su
desastres, Venus por sus infamias, Mercurio por sus rohoss
y Baco por sus excesos, todos fueron divinizados, y todos
tuvieron sus sacerdotes y sus adoradores.


IV Entre los salvages, y entre todos los pueblos bár-
baros en general, el derecho natural no obligaba, como
todos saben, tan rigorosamente como entre los cristianos.
Sin embargo, es un hecho evidente que la venganza, la
crueldad, el libertinage, el robo y la embriaguez están en
honor entre ellos; que las guerras son eternas entre ellos,
que sus triunfos son bárbaros, que sus gefes son déspotas,
y que sus súbditos se ven siempre oprimidos; que no. son
respetados ni aun conocidos entre ellos los preceptos de
Dios; y que los mismos desórdenes dominan mas.ó me-.
nos en todos los pueblos infieles .en genera!. Donde quie-
ra que los hombres existentes son conducidos por sí mis-
mos , y pronuncian sobre la ley, puede contarse con se


-


paridad que serán sacrificadas las leves; del mismo mo-
do que puede contarse , que donde quiera que la reli.0
gion es falsa, serán los hombres existentes los que pronun-
cian á su arbitrio sobre las leyes; Desde este momento debe
contarse seguridad que será desconocido el derecho na-
tural, alterada la religion, y que no habrá derecho públi-
co ni derecho de gentes, porque no presidiendo sobre los
sacerdotes falsos una autoridad que pueda castigarlos , se-
rán los primeros que se interesen en alterar el derecho na-
tural. Y si éste deja de ser respetado, no puede dudarse que
lo serán mucho menos las leyes de los fundadores, pues
que sus derechos no pueden ser defendidos sino por la ley
del Ser supremo. Todos estos hechos se hallan comproba-
dos sólidamente por una experiencia constante.
y No sucede lo mismo en la religion verdadera, en la,


no que e5 a
preciso que sea practicada, por-


falsos. El robo, el homicidio,
Dios


que lo manda, y no los dioses
que es el


bsolutamen te e e


lio la venganza, el libertinage,


las malas acciones, y hasta los malos deseos, -eos todo es pro-


hibido por él, y todo será castigado rigorosamen te comor-


me á sus preceptos. Hay en esta religion una autoridad
real, y siempre subsistente, que no puede destruir el hom-
bre, y que está siempre sobre los pueblos, sobre los so-
beranos, y sobre los sacerdotes mismos.


VI ¿Por qué desde el origen el gobierno de los patriar-
cas estuvo tan bien arreglado en todas sus partes? Porque
era Dios mismo el que castigaba á Ada m y á Cain, al
padre y á los hijos, á los sacerdotes y á los soberanos, cuan-
do se atrevian á separarse de sus leyes. ¿Por qué en la ley
escrita , el gobierno de Israel estuvo siempre mejor orde-
nado que el de las otras naciones en general ? Porque
era Dios mismo el que castigaba igualmente á Aaron y á
Moises, á Saul y á David, á los súbditos y á los sobera-
nos. ¿Por qué despues del establecimiento del cristianismo
están generalmente mas bien ordenados los gobiernos , que
lo 'rabian estado antes? Porque donde quiera que ha si-
do establecido el cristianismo, son mejor conocidos y ob-
servados los preceptos, mediante que todos los que dejan de
observarlos saben positivamente que serán castigados de sus
transgresiones por Dios mismo; y que no haymy medio de
transigir con él, ni aun de alterar


-r impunemente sus man-
datos. Desde el origen •




• •


icen pronunció Dios mismo sus decisio-
nes, y los sacerdotes están obligados á conformarse con ellas
de tal modo, que sería moralmente imposible el alterarlas.
Aunque los soberanos fuesen •en mil veces mas formidables,
los castigos de -Dio-


, lo son infinitamente mas, y los sacer=
dotes saben muy bien


len que:
no podrán evitarlos. Aunque


los pueblos fuesen los mas fuertes, y llegasen á destronar
á sus soberanos , es imposible poder favorecer


la •cer msurrec-
<Jim , porque saben muy bien los sacerdotes que á ellos




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-unf soi ap vi A: soy/ ap £o v7 aod sopcirgas opts mg anb
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Q1113 OÍ plum : (99nfut calaul MI loacti asarsinb anb oun
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-aod sa osna pasa no Á t sonpintpuil so[ anua Á soigand sor D.n
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avAuzsao xpivil 25 031192!og





83 ¿C6110 SE HARÁN OBSERVAR
»grandeza en los sucesos, sino entre los griegos y los ro
»manos. Si se les ha de creer (continúa."M. Bonnuld,) los
»cristianos han sido el pueblo mas ignorante, mas corroa,
»pido, mas supersticioso, y el mas débil; ha estado siena
»pre oprimido por sus gobiernos monárquicos, y por su re.
»ligion absurda; y mas de un filósofo ha preferido el ha.
»cerse musulman ó iroquense...... Segun ellos, la religion
»cristiana ha sido culpable de todas las desgracias. del mun
»do, y sus ministros de todos los crímenes. de los gobier




»nos Era muy filosófico el acusarla de toda la ignorancia
»de los pueblos, aunque ella sola les haya ilustrado ; y de
»toda la ferocidad, aunque ella sola los ha civilizado.-- Á
»sus ojos recibia una nacion mas honor de los talentos de
»sus artistas, de los. descubrimientos de sus sabios, y de
»industria de su comercio, que de las luces. de su clero, de
»la adhesion de sus guerreros , y de la integridad de sas,
»magistrados." He aquí lo que dice M. Bonnald sobre la ce.
quedad ó mala fe de estos hombres superficiales. Por des-
gracia esta ceguedad se ha hecho muy comun en nues-
tros tilas..


XIII Á fuerza de repetir que la ley natural es la mis-
ma en. todas partes, ha llegado á conseguirse que se crea
que en todas partes se observa igualmente; y nosotros nos
persuadimos que jamas pudo ser practicada sino en la reli-
gion verdadera.. ¿Por qué desde el origen empezando por
Nentrod,. los. gefes. de las. naciones sacudieron el yugo del
Todopoderoso? Para poder gobernar segun sus voluntades.
Luego. que,


formaron sus. religiones falsas se creyeron los
dioses de la tierra; y los sacerdotes, los oráculos y los anís.
pides interpretaron la moral segun sus deseos, desterrando-
la de la tierra.. ¿Por qué los. estados se vieron tan cruel-
mente agitados mientras. que dominó el paganismo ? Por-
que este era un cúmulo de falsas- religiones. ¿Por qué el
despotismo desapareció en todos los pueblos que oyeron á
los apóstoles? Porque estos anunciaban á los tiranos los eas-
zigos del Ser supremo. ¿Cuándo los emperadores romanos.


LAS REGLAS DEL EQUILIBRIO? .83


cristianismo. ¿Cuándo empezaron los salvages á civilizarse .
empezaron á ser menos crueles? Cuando se convirtieron al?


us eá ds los n
gefe


lfo.essaatil)croazsasremiliilcaielloelnireligion verdad
va nrocsi a?dcetriaa.nc¿iCo


deeallonsdofr


dos: »i Fiero Sicambro, baja tu para ara recibir el yugo
el célebre lenguage á q


cabez
ue estaban tan poco acostumbra-


del Todo-poderoso, que castigará á todas las potestades de
la tierra!" Es bien sabido que estos bárbaros despues de su
conversion cometieron aun algunos crímenes, pero no ig-
noraron que serían castigados por ellos. Porque la religion
no reprima siempre, no se sigue por eso que deje de ser
un motivo de reprimir , como dice muy bien


M. de Mon-


tesquieu. Ni porque la autoridad de Dios no sea siempre
respetada, se sigue que deje de ser la única que puede po•
ner un freno á las pasiones, y hacer observar las leyes.


XIV »Se pregunta ( dice M. Bonnald ) ¿qué efectos
»produce el cristianismo en los estados? Destruye el despo-


tismo, los sacrificios bárbaros de sangre humana, el del
»pudor, la atrocidad de los espectáculos, la ferocidad de
»las guerras, el tráfico de los oráculos, la dureza de la escla.
»vitud, la injusticia de la poligamia, los desarreglos del di.,
»vorcio, .la exposicion pública, y todos los excesos en ge.
»neral: he aquí sus saludables efectos." ¿Y por qué produce
estos efectos? Porque castiga todos los excesos, y las reli-
giones falsas los deja impunes. ¿Pero quién porfia rehusar.
se á una verdad tan evidente, cuando se la vé confesada so.
lemnemente por nuestros contrarios mismos en la Enci-
clopedia? »Que se vean (dice artículo Cristianismo ) las
»muertes continuas de los gefes griegos y romanos, y la
»destruccion de los pueblos y ciudades que ocasionó Timu•
›, G e ng iskan , que devastaron el Asia, y hallaremos que so-
mos deudores al cristianismo de un cierto derecho de


»les para los gobiernos, que nunca puede reconocer
»eientemente la naturaleza humana."




gen-


XV Para dar pues reposo al mundo (como
Bonnald), »hay necesidad de un poder superior dice


M..
ior que durui.


L :




84 ¿CÓMO SE HAl.d.N OBSERVAR
»no todos los gobiernos; pero esta superioridad no consiste.'
asen la dominacion exclusiva del comercio, en la preetnk
»nencia de las artes y de los placeres, ni en las investiga:
»ciones curiosas de las cosas físicas, ni en los vanos siste..,
»mas de una filosofía toda material, ni por -último en 1
»superioridad de las fuerzas militares." Alejandro tenia esta
fuerza y devastó el universo.


XVI Tampoco consiste en la religion en general; por
que los griegos y los romanos, y todos los pueblos paganos`.
de la antigüedad tenian una religion, y sin embargo eran
muy frecuentes en sus gobiernos las turbaciones, las nmer.
tes y las crueldades: la hay entre los tártaros, entre los sal,
vages, y entre todos los pueblos infieles de nuestros tiem..
pos; sin embargo, por confesion de nuestros-contrarios, no
se conoce entre ellos el derecho de gentes, y los desórdenes
han llegado en aquellos pueblos á su último grado, :pues:,
no gozan de paz, de reposo ni de seguridad.


XVII ¿En qué consiste pues esta superioridad? »Con-,
»siste (como dice muy bien de Bonnald) en las leyes.
»fuertes, en las costumbres severas, en las instituciones pú-
blicas, en los conocimientos de la moral en la religion


»verdadera, y por último en la perfeccion de las ideas cris,
»tianas. La revolucion en Francia (continúa el mismo .au•


tor) extendió los medios exteriores de la fuerza física, que;
,,nacen del empleo de los hombres y de la disposicion de;
»los lugares; pero debilitó la constitucion religiosa, este pri.'
,,rncr medio de la fuerza interior y moral, y acabó por des.
»truir las instituciones religiosas sin las cuales rió puede_
»existir la fuerza moral."


XVIII De ahí es, que por último resultado debemos:
convenir, á pesar nuestro, que el reposo del mundo depen-
de de la sujecion de todas las autoridades, no á una grande
autoridad humana sin otra regla que sus voluntades, sino á
esa autoridad, que siendo superior á. todos los pueblos, á
todos los soberanos y aun á los sacerdotes mismos, les man-
da que observen sus•preccptos, y les castiga severamente si


LAS REGLAS DEL EQUILIBRIO? 85
dejan de hacerlo: pero esta potestad superior que no se


halla en .
las religiones falsas, lejos de destruir el equilibrio


de los gobiernos, es precisamente la que le establece, pues
que' prohibe eficazmente á los pueblos sublevarse contra


sus soberanos,
y á los pequeños soberanos sublevarse contra


las grandes potestades.
Así que, el equilibrio de los go-


biernos depende solo del que sabe castigar á los soberanos


y á los pueblos si no observan las leyes fundamenta
les de


los estados, tanto en la legislacion como en la resistencia,


Besumainos todo lo dicho en dos palabras.


S. 6.®


Resumen.


•I Dos fuerzas opuestas, pero nada 'mas. Ile aquí un
principio seguro en estadística, y tan evidente y tan gene-
ralmente reeibidó que es mucho de admirar que haya
sido olvidado en materias de gobierno. En lo físico, la pesa
y el relox, el resorte y la péndola, el piloto y el barco; en
moral, el.gefe y la familia, el soberano y el pueblo, Dios y
el universo, la fuerza motriz y la fuerza de resistencia, la
parte gobernante y la parte gobernada: siempre vendremos
á parar á estos principios, pues no puede haber otros: y
será absolutamente imposible poder establecer el equilibrio
con una sola fuerza. Reflexiónese cuanto se quiera, y se ve-
rá que es preciso que Laya dos fuerzas opuestas para que
haya equilibrio.


Pero es preciso qué haya dos solamente: y nunca se
hallarán dos pesas opuestas en un relox, dos resortes en
una péndola, dos pilotos en un barco, dos l'es en una ca-
sa, ni dos dioses á la cabeza del universo: bnei jamas se ha
visto dividida la fuerza motriz. ¿Pues por qué se hallan di-
vididos los poderes soberanos en tantos gobiernos? ¿Es este
el medio de establecer el equilibrio?


II Un motor muy simple al cabo de lo largo ele la




'uolsuoload uguaaxa rasa ap aminsaa aqap onb? ¿cia?mistga?
Japod la aaaaafa y :uanga il


onand Iap saluentasaatiaa sol
anbcasen acactu Á acip9ap Jaaanb p


.sauotannasuoa sealsanu
op puta Joma un sa le.u0 e[ ap crused rEaualsEsaa e l Á
'alacd cun op onamisp9a7 dapod p 'oiqand p Á ouelaqos ja
`sonpqns so l Á aouas 'v1 1E /mg c l


Á .aiped plscatnas E p Átuu
ensacad sop ouiatqd upea .ua.9asand.eti


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-oEpaux alga aod solfa
anb solianj sem uaauti os L souriacios sus enuoa uepqaa as
°puma somand so l y Á ‘sepE nOas ap uefap opuena souelaq
-os sol y adpsea apand som o jos 'sopeas] sol ap saiemaux
-Tutti saÁai se' uoa caed 0.10d SCIVUEJ WM111;1 Se[ UD easeq
'sa]ud supo] ua oppaiquasa eq su ' sota Á 'se lla uoo mamo;
-uoa as ou anb sol y lailSCD epand anb oniadns pvpuomv
vun ap pvmsaDau devil 'suma Jvadasqo Jaavy vJvcr


suiSlaa sc i seppouoa las uopand ou luna o[ uts
'asacaottuoa ap cÁcti opuena ‘seaculya san ua uptpuop sacad
los aqop letioEacu umarluasaidal erI saaac sej A otaaatuoa p
'eanainala2c el anos vapdo .193.1D2 la Á "saieniEtu Á sapnEa
soÁai ser anos somdlvd sol :setump saÁal sa l anos Joprisi9
-al le aunsnit apand o jos opopJaavs la -sos]]]]ia so l sopo]
ap A satiotsud sc i supoa ap ci A sOldtaut.ad sol sopo] ap cuino


cl 'su19aa su ' supo] ap ouaoiscal .jo 'san( ser supo] ap u°!)
-utuza t j antatueritS93@il ODupoad sottaamog ap eraaacw ua
sauapao sol op uoisnjuoa t7 .OUIDT.JUOD su( anb oi opoi
-os uotaucdos uoa SOIISOLIU sns sopmunOaad uos opol


caed


'el9oloal el Á icaoul tl ‘wisu E l 'E jnowoo2 ej 'cupetu CE
'xoial laua •opol caed cooja ua Át.ti,


x .uauasua svi anb


so.i2savw 29/C191/ anb osiaaad sa sviBaJ ,Cvy apuou
A


•saaquioq sol op sotiaradua sol y epruopueqe
'ollane uts uotacisal cl upanb seppottoaaa opEs ucrl ou
L9 ¿oniurnaba lucí svewau


apuop ua Á t salud sepoa aod saimuotunpunj salar opEqrq
jaquq aqap olualnlEsuoa ap :somand sol ap sante soaso ap
el Á 'saaopcpunj sol


op saque 9EasExa sola ap Áa l u j
anbaod


‘souaamo2 so[ sopo] ua pasa oí Outoa saÁal y (natas tasa opon
4 craualsEsaa ap rzianj el A zlaput ezionj cl ‘saaotaaju E sol Á
aoEndrts p ‘sodaona sol sopo] A sesea sui ` surptutg stl 'oaacq
la `xolaa ja ua uppuod trj •salacd supo aod olaaja ua uos
01 A .tsvpvigaa .10S uagap sv.isanclo svzia721 sop svI Al


•souo!anioAaJ se t
opolusEqu p ua


onturtu ns aod end Eaoad al
'aolotu oultunad le auanap


Dais 'alsEsaa ou saaapod sa lcu9t uo 's'aval-1j aniautemsaaxo
uos omauisE9a 1


aapod la Á us indaa olary la •olciand la Jau
ociap anb uzaanj


talan ei
Sa sosncie so l


tuauoa esonaadsaa
UOIDUWCIDD.I ej anaualstsaa tj aAeng seta so uouota souatu e;
-aúna anbaod caod Án N


¿eauc ied ap up sal as uzaanj cauyna
x? uolotu old Eaurad la ea luoa aulloua erauaastsaa run lacta
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El uoa ` sonpqtys sor op esew el Toa Á. 'oiqand la `sonuSátu
-op so'


utpulej e l
luaotu or ua :acaueisa t osloald sa anb cap


•aEd e l Á 'oaacq p uppuod c l
"xopa ja ODIS13 or •opup


-Ena olla= uoa acioasqo ospaad so anb oj
uatquan 3nbc aH


.vpuals?saJ vi ap ppm1 vp ap vouvlvd. 2990c1 dC71.ff III
¿sralquause lod rulaupg os anb so l ua 'soasandruoa sota


.tangos uoo sottaatqd solun uauatys 9nb n sana?
•antr sute


las aqap opiond la umar ns DAUUS seta sa ‘ouciogos jo
so a ldnus setu ontenD .eptpoua alma ou anb OSDOXD un upas
`sontaiastas 9 sontotumb apauod wad tope-Est:ma i) upas sop
aiaouod :ouaattio9 top uouna la at2 Eatp caed oaqwoti o jos un
ameascq las aqap csuawur ezianj tan ouctu ns ua avala
£ 'sesea su ' supol Á sol-TI A-Tui sol


sopo] anos souom sor
sopo: aagos opuataxa as 'etustut Ts aod icsaomun aluotupp
-uasa 'euranos pepuom u j anb oasandns • osaamun top uzaq
'ta el y sota ojos un A rima ap uzaqua e i p oro2 ojos
un telout 0 1 ua opon 011DAOLU caed oaquioq o las un Á 'ojos
oloild un 'alaosoa ojos un 'osad ojos un colsu 01


ua •salacd
sipo] aod ualqtxtea osaclieti aqap pub ol robe o •vaupind


IIYAMUSUO Nyuvx as on9o?
94,




83 ¿CÓMO SE HAR2CN OBSERVAR
sino la esclavitud de los pueblos, la destruccion de los ejéri
citos, el degüello de los soberanos, revoluciones, crimen e
y trastornos inauditos? Se dice, que Dios ha entregado el.
mundo á las disputas y disensiones de los hombres: tradi-
dit mundum disputationi eorum. Es verdad. ¿Pero quién
se atreverá á decir que quiere Dios estas disensiones? La
verdad es una, tan esencialmente corno Dios mismo, y
Dios quiere que la conozcamos. Luego Dios no quiere nues-
tras turbaciones, nuestras disputas, nuestras disensiones y9_
nuestras revoluciones. Ni quiere otra cosa que el que bus-:
quemos la verdad, medio único de hacerlas acabar.


¿Qué es necesario, con arreglo á la ley de Dios, para
que haya equilibrio? Dos fuerzas opuestas, ó dos fuerzas re-
gladas y proporcionadas. Estas condiciones se hallan en
efecto á nuestra vista por todas partes. En el relox, en el
molino de viento, en el barco, y por todas partes hay dos
fuerzas opuestas: y jamas la fuerza motriz puede ser dividi-
da, ni la contrafuerza puede ser otra cosa que una resis-
tencia pasiva.


En todo lo que constituye Dios por sí mismo, estas re-
glas son siempre las mismas: y jamas estableció dos cabezas,
dos gefes, dos almas y dos voluntades en cada individuo:
jamas dos padres, dos señores y dos autoridades en cada ca-
sa: jamas dividió el principio motor, ni dió á los inferiores
otra cosa que la resistencia pasiva; pero se la dió constante-
mente y para todos los casos.


En cada gobierno sucede evidentemente lo mismo. Dios
puso la autoridad universal de una parte, y la universali-
dad de la otra: el padre primitivo, y la gran familia; el
soberano y el pueblo; un legislador que hace la ley, y un
pueblo que la recibe; un legislador que está obligado á
dar leyes justas, y un pueblo que tiene el derecho de hacer
representaciones con respeto, cuando las leyes son injustas.


En vano se objetará, con la ligereza que se acostumbra,:
que estas explicaciones son sistemas.... Porque es facil de-
mostrar que esta. palabra sistema en elsentido que se la da,




LAS REGLAS DEL EQUILIBRIO? 89
sd idfenerDiesias,mdle


sistemas,


mala
fees ilsaeriagbnleersatillbetie:


fSuigiloosdaeril.aegilon


nuestros padres serían sistemas, su autoridad,
la sobera-


nía, la generacion, el equilibrio, Dios
y nosotros mismos,


todos seríamos sistemas. Con estas palabras vagas se han
destruido todos los principios, y sin querer profundizar en
nada, hemos tomado los sistemas por verdades y las venia-


sistemas, dando ocasion á que Diosdes mas evidentes por
nos entregase á las consecuencias terribles de nuestra ce-
guedad voluntaria, hasta que lleguemos á abrir los ojos
sobre sus admirables arreglos: tradidit mundum disputa-
tioni eorum. Efectivamente, el poder de hacer leyes no es
un sistema, ni el derecho de resistidas cuando son injus-
tas, lo es tampoco. ¿Pero quién defenderá al pueblo de
los abusos del poder, si hacemos pasar los defensores del
pueblo en favor del poder legislativo?.... Toda la fuerza es-
tará de una parte, y ninguna de la otra; pero ambas deja-
rán de ser libres. El despotismo formará la fuerza del uno, y
la revolucion la del otro, y de consiguiente serán libres las
pasiones, pero no lo será la constitucion.


De que estas constituciones no sean libres, ¿podrá se•
guirse que sean ilegítimas? No, porque un soberano es
muy dueño de ciará los diputados del pueblo una parte, y
aun la totalidad de sus poderes. Consintiendo el soberano
legítimo, y pasando el tiempo legal de la reclamador' , los
diputados se hacen los soberanos del pueblo, y por injustos
que sean, no tiene el pueblo derecho a' revelarse contra
ellos. ¿Y por qué sucede así? Porque del mismo modo que
un padre que oprime á su familia, no deja por eso de ser


padre, así un soberano, por injusto que sea, no deja
por eso de ser soberano, como lo explicaremos cuando tra•


su


ternos de las diversas constituciones: por malas que éstas
sean, pueden todas hacerse muy legítimas por la no recia-
macion de los soberanos.


Pero aunque muy legítimas, no dejan
y muy iie,p7,


á eso de sermuy malas, muy tempestuosas,
sujetasToni. /1/. rcvolucio-




CONCORDIA DE LAS DOS AUTORIDIS.DES


¿ Puede un Estado ser libre sin dos autori-
dades?


9° Có1110 SE OBSERVARÁN LAS REGLAS, &C.
nes, cuando las dos partes del gobierno no estan bien orde‘
nadas, y llega á perderse el equilibrio.


Para que haya libertad, es necesario, como hemos vis-
to en la primera cuestion, t.° que las pasiones de los súb-
ditos sean contrabalanceadas por señores: a.° que las pasio-
nes de los señores lo sean tambien por la resistencia pasiva
de los súbditos, como lo acabamos de ver en esta segunda
cuestion. Pero como hay necesidad de dos autoridades pa-
ra gobernar á los hombres, es preciso igualmente que éstas
obren de acuerdo y en concierto. Sus límites, sus terininos,
sus medios y sus poderes serán pues el objeto de la cuestion
$iguientc, en la que descubriremos nuevamente muchos
errores en que hemos incurrido por una consecuencia de
nuestra ceguedad voluntaria: tradidit mundum disputa
tioni eorum.


CUESTION TERCERA.


S. 1.° Cada una tiene sus ministros.—§. z.° Cada una su
poder legislativo.—§. 3.° Cada una sus tribunales.—
S. 4.° . Cada una sus fondos propios.—S. 5.° Cada una
su sancion. flecho decisivo.


ESTADO DE LA. CUESTION.


I Dios y el César, una autoridad divina y otra huma-
na, un padre celestial y otro terrestre: ¿Potestus de cielo,
an ab bominibus? He aquí la sencilla distineion que de las
potestades nos ha dado el mismo Señor del universo por
la boca de su Hijo. El medio pues de distinguir bien sus
objetos, no es poner el alma de un lado y el cuerpo de
otro; el cielo por una parte y la tierra por la otra; por una
parte la publicidad , y por la otra el secreto ; por u lado
lo espiritual, por el otro lo temporal; lo interior por una
parte, y lo exterior por la otra. Todas estas distinciones nos
parecen inexactas, como lo hemos observado ya tratando
del sacerdocio.


II En este mundo, por
mientos del corazon que son
parte al César; y homenages


temporal que sea, hay senti-
debidos en parte á Dios y en
exteriores eme en parte se de-,


m :




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21\1311 CIV(11110111V VCIVD




1


9 6 CADA AUTORIDAD TIENE
mes funciones en toda la tierra; mas para ejercer estas fun.
ciones necesita súbditos; y estos súbditos que, como el,
dependen del pontífice de cada diócesis, estan subordina-
dos á este pontífice á quien toca .señalarlos : á él toca limi-
tar, extender, modificar el ejercicio de los poderes sacer-
dotales por un encargo particular, que es lo que se llama
mision , y esta es indispensable siempre para el ejercicio
de los poderes del orden. ¿Y hay algun estado para el cual
esta mision no sea necesaria? Porque un joven sea del nú-
mero de los hijos de familia ¿tendrá derecho á conducirse
como quiera en la casa de su padre? Porque un criado sea
admitido en mi casa para servirme ¿tendrá derecho de ele-
gir el género de servicio? Tierras, enseres , raras los , todo
es mio, y él no puede tocar á nada sin mi permiso espe-
cial : yo soy el que debo distribuir á mi gusto las funcio-
nes , dar cambiar ó retirar la mision por tanto tiempo,
sobre tal objeto, segun las circunstancias lo exijan.


VII ¿Y cómo se podria suprimir la mision en el go-
bierno de los hombres, cuando se exige tan vigorosamen-
te, aun en el de los mas viles animales? Un perro de pas-
tor (permítasenos esta comparaeion) una vez admitido por
su amo, tiene el poder radical de ayudarle á conducir su
rebaño. Véase no obstante con qué docilidad aguarda la mi-
sion que necesita: va cuando se le envía, vuelve cuando se
le llama; si se excede en su mision, su amo le corrige y le
enseña á conformarse á sus órdenes. Imagen bien sencilla,
pero que hace comprender perfectamente la distincion
esencial que hay entre la ordenaeion y la mision


VIII Cuando yo confiero á uno algun poder, no es pa-
ra que baga uso de él á su capricho, sino para que lo ejer-,
za conforme á mi voluntad. Militares, magistrados, oficia-
les civiles, todos estos, una vez nombrados á aprobados
por el soberano, tienen poderes sin disputa; mas para ejer-
cerlos necesitan jurisdiccion, y al soberano toca fijar el
tiempo, el modo y la medida del ejercicio. Es cierto tani-
bien que para el bien de los vasallos, conviene que ciertos


SITS 31INISTROS. 97
pesar de • esta inarnovili-


d71:issasleaa,nsiinsatuls":1')iubsloess;f1t)teesreoná escanda
losos , el superior


poder supremo detehlancperrejuinzsgtairtuairl dyeelliets1.-


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. di eAa sí aor led se


el
lpderu ior corresponde quitarlo cuando se abusa


de él. Ademas del orden
pues, la mision es indispensable:


todo el
mundo sabe que Jesucristo desde el instante mismo


de su nacimiento fue sacerdote
y pon ti fice á un mismo


tiempo, y que por consiguiente tenia
poderes divinos. No


obstante para ejercerlos aguardó el tiempo prefijado por su
padre , y no empezó su mision


hasta la edad de treinta años;


prueba cierta de que la ordenación no basta; y que las ob-
jeciones que se han hecho contra la mision son á cual mas
impertinentes.


IX ¿Y las que se han hecho sobre las investiduras, las


elecciones y nominaciones, son mejor fundadas por ventu-
ra? Que la entrega del báculo y del anillo no tengan na-
da de espiritual, bien puede ser ; pero á lo menos es cier-
to que solo en las ceremonias espirituales se hacía, y por
tanto es necesario convenir que no pocha pertenecer á le-
gos. Si el sacerdocio se mezclase en lo civil pretendiendo
hacer militares y 'magistrados dándoles la investidura de sus
dignidades ¿cuántas reclamaciones no se oirían por todas
partes? No obstante estas fútiles dificultades han ,durado
muchos siglos, han dividido las potencias, han hecho .der-
ramar arroyos de sangre, porque no se tenian ideas claras
acerca de la distinta naturaleza de las dos autoridaedsecs.g¿eAr,
quién pertenece, en cualquier gobierno que sea, escoger,
nombrar é instituir los empleados? ¿No es al que tiene la
autoridad? En lo civil pues, pertenece al soberano, en lo
espiritual alpl risialcciepridooel socio.


sacerdocio


°




llev '
coiteldceisocreinddeensetilas


hasta consultar al mismo pueblo para la ec
primeros pastores. ¿Pero cuál era el pueblo que entonces
se consultaba ? Era un pueblo de santos, un pueblo que
no designaba para el episcopado sino á l


I I I.


las personas masTom. N




9 8 CADA AUTORIDAD TIENE
edificantes del sacerdocio. Luego que el pueblo empezó á
degenerar de su pureza, se le dejó de consultar; y debia ser
así. No pudiendo conferir la autoridad, solo para la clec-
cion se le consultaba; y se debió dejar de consultarlo cuan-
do ya no pudo contribuir á la bondad de las elecciones.


XI Lo que decimos de las elecciones, se debe enten-
der igualmente de las presentaciones, y de todas las denlas
concesiones que corresponden al sacerdocio. Nadie ignora
que en ciertos paises los soberanos y los señores han son-,
citado la presentacion de los beneficios de que son los pro,
tectores naturales, y que la lían obtenido. ¿Pero de quién,
la obtuvieron? Del sacerdocio. Y el sacerdocio no se la hal
concedido sino bajó la condicion natural de hacer buena
elecciones. En el órden civil, cuando se llega á abusar d
las concesiones . del soberano éste tiene facultad de retirar-
las; y lo que los soberanos pueden hacer en lo civil, lo
puede hacer el sacerdocio en lo que le corresponde. Lo .que
hay de cierto es que todo lo que concierne á la instalacion
en los empleos y dignidades, depende esencialtnente,del
que posee la autoridad: y es seguro que en un principio
fueron los patriarcas los que eligieron á sus sucesores; 'en la
antigua.ley los pontífices los.que instalaron á los sacerdotes;.
y á los levitas: que en el nacimiento de la iglesia no fue
César, sino Jesucristo mismo el que eligió á sus apóstoles;
y que lbs apóstoles fueron los que eligieron á sus sucesores.
Ahora, si en el tiempo de las persecuciones, los emperado-
res no se mezclaban en las investiduras, ni en las presenta-
ciones, en las elecciones, ni en las nominaciones, si fueron
excluidos de ellas de derecho por ser paganos, ¿ cómo se ad-
mitirían hoy los hereges, los incrédulos, los impíos y los
individuos que no suspiran sino por la destruccion del sa-
cerdocio? ¿Y por qué ha habido altercaciones tan sangriew:
tas sobre todos estos objetos, sino porque no se estaba dé:.i
acuerdo sobre la distincion esencial de las dos autoridades?
Dios (es menester repetirlo) nos ha querido abandonar á
estas desdichadas altercaciones; tradidit mundum disputa'


SUS AUN ISTROS. 99
¿mas por eso las aprobaba? ¡Qué impiedad,


thi br áS
eD°irousrnCómplice de nuestros errores, y de todos los


trastornos que traen en pos de sí!


XII En fin, la
demarcacion de las diócesis ha ori-


ginado tambien grandes debates. ¿Pero á quién pertenece


en lo civil fijar los límites de las provincias y de las juris-
dicciones? Si el sacerdocio


quisiese entrometerse en estos


negocios ¡cuánto no se gritaría!... ¿Por qué pues dos pe-


sos y dos medidas? ¿Se dirá que en estas demarcaciones no


hay nada que no sea terreno? Aun cuándo esto fuese cier-


to, ¿quién osará afirmar que Dios no es dueño de la tier-
ra? Si por su cooperacion adquieren los soberanos el alto
dominio sobre las tierras que hacen desmontar , ¿cómo
Dios por la creacion no adquiriria la suprema propiedad?
Y si los soberanos en virtud de su cooperacion tienen fa-
cultad para dividir la tierra en provincias, ¿cómo Dios en
virtud de la creacion no tendría la de dividirla en diócesis?
La opinion pues cle que el que gobierna el mundo no tie-
ne ningun derecho sobre lo temporal, es la mas absurda
de las opiniones. El sacerdocio no tiene derecho sobre lo
temporal de los soberanos, ni sobre el de los hombres en
general; pero sobre lo suyo, sobre lo que le' es debido por
sus trabajos , tendrá derecho hasta la consumacion de los
siglos.


XIII La demarcacion de las diócesis (se nos dice) es
enteramente terrestre! Pero cuando despues de la creacion
estableció Dios el sacerdocio, ¿dónde lo estableció? Cuan-
do Jesucristo envió á sus apóstoles á predicar el evangelio,


á dónde los envió? ¿ No fue á toda la tierra ? Creyó pues
tener derechos sobre la tierra , y creyó poder conferir á
sus apostóles el de hacer en ella demarcaciones. Porque
al enviar á sus apóstoles por toda la tierra, sabía bien
que á cada uno de ellos no correspondería mas que una
parte. San Pedro se fijó en Roma, Santiago en
san Judas en la Etiopia , santo Tomas en la India. Aho-


Egipto,
Jeru-


salén, san Andres en la Acaya , san Simon en el a'


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cmatu el y suodó.uatu S131 rard 910911.s opopaaars ¡o rasaiO!
[ ap sodtuoia soiounad sol tia anb sotuoadou °N AIX


[Dure rtualsIs un osanj Ts luna uopullslp rasa sowatpasap
b Á r ip uo seta SOLLIU3ZOIRLUJOd onb razonó? ¿uoiorq


,oade ns ap roa wad . ? • zundoa sn(puo!nnocTs!p umpurnu 7.q)
:prpodoa rasa 0111W.I0C1 SOTCI ZWIC/1111 27.17o G 1JUM


•ip uun sapvmdomv sop svl ap vopigis!p 9 oacps 1.31A1k
fas anb ua prpanaa rJ ap otns °maca aun tiapand ou


prquat,flp sapura.9 seria supol Á saagalog sctuap sol sop
•01 op sol Á souriagos sol ap sol otuoa sopcpunj nom usa
atad 9 gagos sotpaaap uolaraaa 9 op panis. no IDLID4
and 9:ioaa SOTA ¿s?saDTp ap Sd2,107a09.1Mildp SC1 no son


;cargos sOJ uoaciazatu os? satiolamosiad ser op soJQis sol
pa¿sopi lia:suoD ontatocAatut sasicd so l sopor 00 salopaooes


sodsno alonlsuoa rae(' claag y ou y ‘raapuelaly v
103./1VE VDS y arinua rard OStinnd .inspa p3 9ipTd? 019
'79 cl UDS ¿sour.Togos sor y osiyuaad .Upad aagap uoaaÁoia?
'eaiall


ejrpol lod asulardaa op sanar 50[0399dr solsa
1:4N2LI, avanwiny va ya 00r


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901




SU PODER LEGISLATIVO. 109
_Dios quiere que conozcamos, i y desgraciados de nosotros
si rcusarnos conocerlas!


x o/ CADA AUTORIDAD TIENE
explicarse; y si ,despues de sus reclamaciones , el ..sacerdo-- ac rdo-
cio no persiste en la ejecucion de sus derechos , él es el
que dispensa de la obligacion de obedecer á la iglesia re-
clamante. Mas por lo cine toca al dogma, sus cánones no
admiten. excepción alguna, obligan en todas partes . y para
siempre. En la disciplina misma, cuando la iglesia insiste
en exigir la ejecucion de sus leyes , hay una obligacion ri-
gorosa de suscribir á ellas. No hay soberano , por po-
deroso que sea, que se pueda resistir , y que no esté obli-
gado á someterse á ellas, lo mismo que cl último de sus
vasallos, porque cada gobierno es independiente en todo
lo que le concierne.


X En el órden eclesiástico, como en el civil, es me-
nester pues un poder legislativo siempre subsistente, y
este poder es indispensable. En todo lo que concierne á
las propiedades , el legislador actual no puede cambiar na-
da ciertamente sin el consentimiento legal de los propie-
tarios ; pero en todo lo que respecta á la disciplina mi•
litar y civil, como en todo lo que exige alguna mudan.
va para el bien estar de los pueblos, el fundador, trans-
firiéndole su autoridad , le ha transmitido los poderes
que tenia él mismo; y lo mismo sucede en la espiritual.
Jesucristo confiriendo al sacerdocio todos sus poderes, le
dió todo lo que era menester para gobernar en todas cir-
cunstancias.


XI Sin razon pues, y únicamente por haberse for-
mado ideas falsas de la autoridad, se ha querido dispu-
tar al sacerdocio la potestad de pronunciar sobre ciertos
negocios. En lo espiritual como en lo civil cl poder le-
gislativo se extiende á todo, á la substancia y á la for-
ma, á todas las leyes , á todos los reglamentos , á todos
los tiempos , á todas las necesidades, y á todos los actos
del gobierno que las circunstancias exigen. Cada gobier-
no es perfecto en lo que le concierne, porque cada uno
de ellos tiene una autoridad independiente , y entera-
mente distinta: distíncion que cs menester conocer, que


S. 3.°
Cada una tiene sus tribunales.


1 Cuando decimos que cada autoridad debe tener
sus tribunales, no hablarnos de los tribunales de la pe-
nitencia. El poder de llamar ante el juez por desórde-
nes secretos, es un favor tan especial, que evidentemen-
te no forma la esencia del sacerdocio. Ecclesia de in-
ternis non judicat Pues que aquí tratamos de lo que
es comun á las dos autoridades, es claro que no pode.
mos hablar sino de los tribunales contenciosos , de aque-
llos en que se oye á los testigos, y se juzga públicamen-
te á los culpables. El poder de hacer la ley encierra esen-
cialmente el derecho de citar á su tribunal al que no la
observa; y esta es una prerogativa inseparable de las dos
autoridades. Ahora, si, como no se puede disputar, es.
tos tribunales son de esencia aun en el gobierno civil, no
.serán menos de esencia del gobierno espiritual en todo lo
que le concierne.


II Hay algunos que, preocupados de la idea de que el
gobierno espiritual no tiene nada de exterior, han preten-
dido que esta justicia contenciosa no le puede convenir, y
que do quiera que se halle en goce de ella, no puede ser
sino por una concesion de los soberanos civiles... Pero este
error está tan manifiestamente reprobado por la razon, que
la mas ligera reflexion basta para convencerse de todo lo
contrario. Dios gobierna el mundo mas ostensiblemente aun
que los soberanos. Nadie ignora que cuando ha promul-
gado sus leyes, lo ha hecho desde la cima de las mas altas
montañas; y que cuando se quebrantan se ultraja cí la
mes grande de todas las autoridades.


III En el paganismo, cuando se insultaba públicamen-
te á la divinidad ya fuese en los discursos ya en los eseri.




1 o CADA AUTORIDAD TIENE
tos, los culpables eran juzgados en el tribunal de los pon.
tífices de la manera mas solemne. Entre los hebreos cuan-
do se atacaba públicamente la ley de Dios, ya fuese con
acciones ó con palabras, se citaba con la misma publicidad
al delincuente ante el tribunal de la Sinagoga, para ser
juzgado segun la deposicion de los testigos. El mismo Je-
sucristo, corno todo el inundo sabe, fue antes de todo con-
ducido al tribunal del gran sacerdote, y el Salvador, lejos
de recusar su publicidad , respondió abiertamente, que no
habiendo enseñado en secreto, todo el público podia depo-
ner de su doctrina.


IV Así tambien, cuando envió á sus apóstoles á predi.
car el evangelio, lejos de recomendarles el secreto, les en
cargó publicarlo desde lo mas alto, y enseñarlo públicamen
te por toda la tierra, y en efecto á donde quiera que
llegaron lo enseñaron con la mayor publicidad. De suerte
que siempre que sobre la ley de Dios se suscitaron algu
nas dificultades, fueron llevadas públicamente á su tribu
nal , y decididas solemnemente en el tribunal de los an•
cianos. Así, desde los primeros tiempos, los apóstoles ejer
cieron una jurisdiccion pública y contenciosa, no solamen-
te sobre los sacerdotes , sino tambien sobre los prevarica-
dores públicos. San Pablo, no solo recomienda á Timo
teo no recibir ninguna acusacion contra un sacerdote sin
dos ó tres testigos, sino que él mismo cita á su tribunal
á los legos, y ejerce sobre ellos una jurisdiccion incon
testable. Se sabe con qué severidad entregó á Satanás
al incestuoso de Corinto, con qué rigor castigó á Hime-
neo y á Alejandro por sus blasfemias, con qué autoridad
amenazó á los Corintios de ir contra ellos con el látigo en
la mano , con qué rigidez les anuncia que no perdona-
rá á ciertos pecadores, con qué dignidad les declara que
recibió de Jesucristo el poder de castigar á los que no le
obedezcan, y que se guarden de no ponerlo en la triste
necesidad de usar de este poder. El evangelio pues no ha
abolido jamas semejantes distinciones.


5U5 Tnirtmnrs.
. V Y no es San Pablo el único de los apóstoles que


esta jurisdiccion; los ciernas hacen otro tanto. san
Juan despees cle haber depuesto á un sacerdote del Asia,
ejerce


amenaza con el castigo á los Diotrephos. Respecto á la vida
comun no se podia ser mas humano que lo eran los após-
toles. San Pablo anuncia constantemente á lbs fieles, que
él no quiere dominar sobre ellos, ni molestados mientras
se conduzcan con la docilidad conveniente. Non domi-
namur fidei vestrce. Pero cuando la ley de Dios es vio-
lada, y los intereses de la religion se ven comprometi-
dos, mira la mansedumbre 'como una cobardía, y la con-
templacion corno una perfidia; y en estas ocasiones cree
deber desplegar toda la energía de su ministerio. Ahora,
lo que hicieron los apóstoles lo practicaron igualmente sus
sucesores despues de ellos. Desde los primeros tiempos han
ejercicio públicamente el poder de citar á los pecadores
escandalosos, y de pronunciar contra ellos penas canóni-
cas, ya en las asambleas, ya en los concilios..


VI »A1 instituir las dos potestades (dice el célebre
»Bossuet ) las proveyó Dios de todos los poderes necesa-
rios para;gobernar cada una en su departamento, con en-


»tera independencia entre sí." »Durante mas de
.
trescientos


»años.
(dice Basnage ). la iglesia juzgó solemnemente, y


»echó de su seno á los pecadores escandalosos, sin partici-
»pacion del magistrado civil; ella tiene un tribunal que no
»deriva su autoridad de la voluntad de los príncipes. Los
»concilios de Jerusalen, de Elvira y otros de Africa, se
»han reunido antes de la conversion de los e mperadores; y
»si la iglesia tenia entonces una jurisdiccion contenciosa, no
'
,pudo haberla perdido despues." ¿Y cómo no tendria la
iglesia esta jurisdiccion, cuando entre los pueblos mas sal-
vages todas las cuestiones relativas á la religion son remiti-
das siempre al sacerdocio? Igualmente en todos los paises_
c
atólicos hay una multitud de edictos y de declaraciones


que prohiben á los jueces legos el conocimiento de las cau-
sas espirituales, como pertenecientes por su naturaleza al




,13


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I 14 CADA AUTORIDAD TIENE
X Cuando se dice que un autor grave forma autoridad,


no es por sus luces, ni por su razon ni por su raciocinio,
sino porque la escritura, la tradicion, los concilios, las de-
cisiones de los tribunales en que apoya su doctrina , son
autoridades verdaderas , ó decisiones pronunciadas por la
autoridad, que' tiene poder de obligar á la razon misma.
Se sabe que todo juicio encierra estas tres cosas: la consi-
deracion , la deliberacion y la decision. Las dos primeras
pertenecen á la razon ciertamente , mas la última pertene-
ce á la autoridad. La razon es un medio de conocer la ley;
pero la autoridad es la que obliga á la razon misma á con-
formarse con la decision de los jueces. Ahora ¿quiénes son
los jueces investidos de la autoridad necesaria para pro-
nunciar sobre la aplicacion de las leyes? En el orden civil
son los magistrados, y en el espiritual los ponti fices. Á és-
tos fue á quienes Jesucristo dijo: Yo estaré con vosotros
hasta la consumacion de los siglos: Ecce ego vobiscum sum
usque ad consummationem


XI Cuando los pontífices estan discordes sobre una
cuestion ¿ qué partido se ha de tomar, se nos pregunta?
Pero ¿qué partido se toma en el orden civil cuando estan
discordes los jueces? ¿No es la n2ayoria la que decide?
Todos sabernos que para formar autoridad se necesita un
juicio en regla. Solo por decisiones motivadas pueden los
jueces obligar. Se nos arguye con que en los concilios suele
haber intrigas y cabalas; y que la mayoría de los pontífi-
ces puede alguna vez ser corrompida Pero no nos sepa-
remos de lo que se observa en el orden civil tocante á esto.
Aun cuando en un tribunal de este orden haya intrigas,
aun cuando se probase que los jueces son unos ambiciosos,
unos libertinos, unos hombres escandalosos, nada impor-
taría; porque la conducta personal no hace al caso: en la
ley se encierra todo. No son las acciones sino las dccisio- -
nes legales y motivadas las que se deben seguir: Facite
quod dicunt , non auteni quod faciunt. Blientras que no
se trate mas que de juzgar, el número de jueces nada hace;


SUS TRIBUNALES. I 15
y Jesucristo no ha prometido estar con los pontífices sino
mientras siguiesen las reglas: Ero vobiscum docentibus.


XII Y cuando los pontífices no observen las reglas,
Sigamos siempre lo que se¿quién reformará sus juicios?


¿observa en el orden civil. En este orden, cuando un juez
subalterno da sospechas de haber fallado mal ¿qué es lo
que se hace? Se apela de sus sentencias á los tribunales su-
periores, y de éstos al soberano. Lo mismo sucede en lo
espiritual. Se puede apelar de la sentencia de un obispo al
metropobiano, y de la de éste al soberano pontífice.


XIII Hay algunos que despoes de haber recorrido to-
dos estos grados de jurisdiccion, quieren que se pueda aun
apelar á un concilio general , y de un concilio actual á
otro concilio futuro. Pero es facil advertir que estos mise-
rables subterfugios no son otra cosa que invenciones de la
desesperacion , de la rebelion y del error. Es bien cierto
que cuando se trata de hacer cesar un cisma, de extermi-
nar una heregía, ó de dar mas solemnidad á sus juicios,
pueden reunirse los pontífices y formar concilios, ya gene-
rales, ya particulares. Mas de que los pontífices tengan de-
recho de reunirse, no se sigue que los condenados en par-
ticular puedan apelar de sus sentencias á estas grandes asam•
bleas. Si tienen derecho de reunirse en concilio, tienen
tambien derecho para no reunirse ; en esto son perfecta-
mente libres, y nadie puede obligarles si no lo hacen.


XIV He aquí todas las grandes dificultades que se han
propuesto contra los tribunales eclesiásticos : dificultades
que han producido tantas turbaciones, tantas sedtas, tan-
tos cismas, tantas heregías, divisiones, debates y trastor-
nos desde el principio del mundo. ¿Y en qué se fundaban
estas dificultades'? En nada, sino en la pasion, en la mala
fe, y en que no se conocia la distincion de las dos autori-
dades ; en que no se ha querido conocerla ; en que no se
ha querido ni leer ni escuchar á los que nos hablaban de
ella; en que no se ha querido en fin hacer un
s
encillo por cierto de los dos gobiernos. Ahora,


Peostteajocerlon.




36 CADA AUTORIDAD TIENE
ciad voluntaria, esta culpable resistencia á la verdad, y los
trastornos que de ella se han seguido, no cesaremos de pre.
guntarlo, ¿son obra de Dios ú obra nuestra?


XV En el orden civil, cuando todos los grados de la
gerarquía se han recorrido, ¿se permitirla á nadie apelar á
su razon, á su conciencia, á su juicio personal, 6 á la asma,
brea general de los soberanos? ¿Sería escuchado el que pre-
testase cabalas, intrigas, abusos de parte de los jueces? ¿Por
qué pues se admitirian semejantes pretextos en el orden
espiritual? En la iglesia, corno en el estado, los tribunales
no pueden ser juzgados sino por tribunales superiores : y
cuando de la sentencia de un obispo se ha apelado al me-
tropolitano, y de la del metropolitano al soberano pontífp,
ce; cuando Roma en fin haya hablado jurídicamente, y la
mayoría de los obispos no ha reclamado, la causa está ter-
minada, el proceso concluido, y el error definitivamente
condenado. La simple razon nos dicta que en este caso no
resta mas que obedecer , y no haciéndolo , se puede estar
seguro desde luego da la reprobacíon del soberano juez : Si
gneis ecclesiam non audierit , sit tibi sicut ethnicus et pu,
blicanus.


S. 4°


Cada una sus fondos propios.


1 Dejando á los soberanos el dominio eminente que de
derecho tienen sobre los bienes de sus súbditos, Dios no
ha podido enagcnar jamas el soberano dominio que tiene
sobre la tierra en calidad de criador. Este supremo domi-
nio lo poseía antes que hubiese soberanos, y lo poseerá
hasta la consumaeion de los siglos. Si jamas ha habido una
prueba palpable de la ceguedad del espíritu humano , es la
de haberse podido creer que Dios ha recibido de las potes-
tades humanas el derecho que le ha pertenecido siempre
sobre los bienes temporales de este mundo.


II Dígasenos de buena fe, cuando el hombre no vivia


SUS FONDOS PROPIOS. 117
aun mas que de frutas ¿á quién pidió Dios el permiso de
reservarse para sí un árbol? ¿Y á quién pidió luego el de
exigir las primicias de sus campos, despees una parte de
sus ganados, en seguida los diezmos bajo la ley escrita; y
en fin cuarenta y ocho ciudades para mansion de su sacer-
docio? Todos estos ciertamente eran bienes temporales. Pe-
ro no pertenecian ni á los hombres, ni al César , sino á
Dios mismo , que sobre ellos tiene un derecho indepen-
diente , como su autor y dispensador supremo. ¿Se nos di.
rá que Dios no tiene necesidad alguna de bienes tempora-
les? Para su sustento no seguramente; pero sí para su cul-
to , para sus sacrificios, para sus templa-3, para sus altares,
y para el honor exterior que le es debido. Tiene necesidad
de ellos para su sacerdocio, para sus ministros, sus tribu•
ludes, y para aquellos que hacen observar sus leyes. Pero
nos hemos. formado ideas tan falsas sobre todo lo que con-
cierne al Ser supremo, que, cuando se trata de su gobierno,
nada queremos ver ni oir. Porque el sacerdocio es el dis'
tribuidor de los bienes espirituales, se quiere concluir que
nada tiene que ver con los temporales; y porque los espi-
rituales vienen únicamente de Dios , nos quisieran per-
suadir que los temporales vienen únicamente de los
hombres.


Hl Sin embargo , la mas ligera atencion basta para
desembarazarse de todas estas quimeras. Porque en vano to-
dos los hombres del mundo se pondrian á cultivar la tierra
si Dios no hiciese fructificar las semillas; y en vano los so-
beranos pretenderian sacar contribuciones de sus pueblos,
si Dios no les diese bienes temporales sobre que .


echarlas.
Sin Dios, el monarca mas poderoso pereceria de inanieion
sobre su trono: y esta cualidad de Criador es la que da á
Dios derechos inagenables sobre los bienes temporales de
los hombres, y sobre los de los soberanos mismos ; dere-
chos que no puede haber recibido de sus criaturas sino de
sí mismo, y que por consiguiente son antes que todos los
denlas. ¿Po• qué la potestad civil tiene derecho de echar




SUS FONDOS PROPIOS. 119


y Entre los paganos mismos cuando los particulares
querian ofrecer sacrificios; entre los salvases cuando quie.
ren hacer ofrendas á sus dioses; entre los habitantes de


Otayti cuando cada individuo ( corno dice N. Cook) apar_
ta una porcion de su comida para llevarla al templo ¿se pi-
de permiso á los soberanos? Hay pues una parte de bienes
temporales que todos los pueblos indistintamente, fieles,
paganos, idólatras y salvages, miran como debida por de-
recho natural á su Dispensador, y á los que en su nombre
nos gobiernan.


VI Y en efecto ¿á quién debernos estos bienes? ¿Es
acaso á este ó á aquel ídolo, á Júpiter ó á Foo, ni á ningun
otro falso dios? No seguramente: no es sino al verdadero
Dios, y al sacerdocio que nos habla verdaderamente de su
parte. Á este fue á quien contribuyeron primero los patriar-
cas, despues los hebreos, luego los primeros fieles: á este
fue á quien los emperadores, despues de convertidos, tu-
vieron gran cuidado de que sus súbditos contribuyesen.
Siempre fue un delito llevar este tributo á las aras de las
falsas divinidades: pero al verdadero Dios siempre fue de-
bido desde el instante de la creaeion misma, y antes que
hubiese soberanos; y por consiguiente no puede provenir
de su liberalidad; y es esencialmente distinto del que á
ellos pertenece. Este tributo al sacerdocio es tan necesario
como el de los soberanos, porque la ley de Dios es la base
de los imperios, y sin el sacerdocio no podria asegurar-
se su observancia. El sacerdocio lo ha percibido en todos
tiempos, aun durante las persecuciones, unas veces con el
consentimiento de los soberanos, otras sin su consentimien-
to; estando ellos mismos obligados á pac,arlo porque la ley
de Dios no les comprende menos que á los otros hombres.


b 5


Si para hacer observar la ley civil siempre hubo necesidad
de palacios, edificios, tribunales, y rentas para sostenerlos;
para hacer observar la ley de Dios han sido igualmente
necesarios templos, sinagogas, cenáculos, iglesias y presbi-
terios, casas, seminarios, tribunales, ministros y rentas en


I S CADA AUTORIDAD TIENE
impuestos sobre los bienes de la tierra? Porque está enoar.
gala de protegerlos. Y ¿por qué Dios tiene el mismo dere-
cho ames que ella? Porque es el que los da estos bienes,
y porque sin él no los habria. ¿Para qué los necesita la po.
testad civil? Para hacer observar las leyes humanas. ¿Para
qué los necesita el sacerdocio? Para hacer observar las le-
ves de Dios. Mas si las leyes divinas existian antes que las
leyes humanas, no puede menos de ser una ilusion creer
que Dios tuvo necesidad de la existencia de estas Ultimas
para hacer participante de los bienes temporales á su sa-
cerdocio. En todo lo que concierne al gobierno de Dios,
los soberanos (corno dccia Garlo Magno) no ocupan sino
el segundo lugar. Famulantes ut docet potestate nostra. Áfi,


IV Contéstesenos de buena fe: en la ley natural ¿á
quién pidió Dios el permiso de percibir los bienes necesa-
rios para la manutencion de su sacerdocio? ¿Á quién lo pi-
dió en la ley escrita? ¿Á quién pidió Jesucristo el de per-
cibir la contribucion de las santas mugeres? ¿A quién los
apóstoles y los primeros obispos pidieron el de recibir los
bienes que los fieles venian á ofrecer á sus pies, los ce-
menterios , las tierras, y las donaciones que se hacian á sus
iglesias? Contéstesenos de buena fe: ¿fué por ventura al Ce-
sar? Dígasenos francamente ¿si las temporalidades del sa-
cerdocio eran entonces un objeto mixto, como se pretende
en nuestros dias? ¿Si la potestad civil tenia una segunda
llave para entrar en el tabernáculo? ¿Si se mezclaba para
algo en la administracion de los sacramentos ? ¿Si se co-
nocia entonces la ridícula distincion de goce petitorio y po-
sesorio? ¿Si mientras los apóstoles administraban los socor-
ros espirituales á unos, se adjudicaban los temporales á
otros? abuso que no pretendemos recordar corno una re-
convencion inútil sobre lo pasado , sino como una saluda-
ble leccion para lo venidero ; y para hacer ver á qué dis-11i
tancia nos hallábamos de los verdaderos principios sobre
la distincion de las dos potestades, y la libertad recíproca
de su ministerio.




I20
CADA AUTORIDAD TIENE


todos tiempos y paises: estas temporalidades son indispensa-
bles, corno lo dejarnos ya establecido en nuestros discursos
sobre el sacerdocio.


VII En vista de esto, propóngansenos todas las dificul-
tades que se quiera sobre los fondos propios del sacerdocio,
pues en su aplicacion al gobierno civil tendremos siempre
la respuesta: ¿A dónde existe esté gobierno 2 En este mun-
do ciertamente. ¿Y el sacerdocio dónde existe? En este
mundo igualmente. Luego en este mundo es donde necesi-.
ta tener fondos. ¿Las rentas de la potestad civil pertene-.
cen á la nacion? No seguramente, pues es ella quien las
paga: y ella es quien las debe igualmente al sacerdocio.
¿Que sucedería á la potestad civil si llegase á carecer de-
fondos? Que la nacion caeria en la anarquía mas terrible.
¿Y qué sucedería igualmente si llegase á carecer de ellos el ,
sacerdocio? Que la nacion vendría á caer en la inmoralidad
mas espantosa. ¿La potestad civil debe estar á sueldo del:
sacerdocio? No por cierto. Luego el sacerdocio no debe
estar á sueldo de la potestad civil; pues cine á todo gobier-
no es esencial la independencia que le pertenece. ¿No de-
be la potestad civil tener sus arcas, sus perceptores y sus


administradores? Sí debe seguramente. Luego el sacerdo-
cio debe tener los suyos. ¿Se puede prescribir contra la
autoridad civil? No se puede. Luego no se puede tampoco
prescribir contra el sacerdocio.


VIII ¿Quisiérais pues, se nos dirá, restablecer los diez-
mos?.... Nosotros no queremos nada. No hacemos mas que
exponer lo que interesa al bien de los dos gobiernos, y al
de los mismos detentores; al legislador toca pesar nuestras


razones. El bien público, se dice, es antes que el bien par-
ticular. Sin disputa, este principio es incontestable. ¿Mas
qué bien puede ser mas precioso para el público que la li-
mosna que dá para enseñar la moral, catequizar la niñez,
instruir el pueblo, consolar los afligidos, y mantener la paz
en las familias Los dos gobiernos tenian en otro tiempo
una masa enorme de bienes públicos, destinados todos á


SUS FONDOS PROPIOS. 1 2 r
p


l
ueblos; ¡y estos bienes se han vendido en no-aliviar los a


nacion! ¿Pero qué viene á ser esta nacion consi-
derando en abstracto á los individuos que la componen? ¿k
dónde está? ¿En dónde habita? La nacion sin nosotros es
un cuerpo imaginario que no ha existido nunca, ni jamas
existirá. Lo que se ha hecho pues ha sido despojar, en
nombre de la nacion á la nacion misma de todos sus bie-
nes públicos. Estos bienes se han vendido, decís: ¿y á
quién? A simples particulares. El mismo principio que re-
elamais está pues contra vosotros.


IX Conviene evitar, añadís, el descontento y nuevas
turbaciones! ¿Pero es un buen medio de evitar el descota-
rento disgustar á treinta millones de contribuyentes por
dar gusto á algunos individuos? ¡Qué! (dirá toda la nacion
á los que la despojan así de sus bienes públicos): nosotros
teníamos en otro tiempo un clero sumamente rico, obispa-
dos, curatos, seminarios, fábricas, tesoros; todo esto habia
sido bien fundado por nuestros padres; y porque habeis
regalado todas estas fundaciones á algunos particulares ¿ es-
tas enormes cargas recaerán sobre el público? Se habla de
simplificar la administracion, y se hace conducir á las cajas
públicas á largas distancias lo que cada pastor podria nereis
bir facilinente en su parroquia. ¿Sería simplificar la admi-
nistracion de un estado hacer pasar al tesoro público, cien
leguas distante lo que es necesario á cada individuo para
pagar sus obreros, y subvenir á sus necesidades domésticas?
¡Qué! (dirá la nacion toda) nuestros principes retajan en
otro tiempo vastos dominios que habian heredado de nues-
tros antiguos señores; y porque habeis querido regalar es-
tas inmensas posesiones á algunos particulares, ¿deberemos
nosotros pagar todos los años cincuenta millones de lista
civil sobre los demas impuestos? ¡Qué! Habiendo tenido
en otro tiempo señores extremamente ricos que compraban
regimientos, y plazas de magistratura, y que hacían gloriade servir gratuitamente al estado: habiendo tenido en otro
tie


mpo grandes propietarios que acometian grandes empre-
Tom. ///".




1 22 CADA AUTORIDAD TIENE


sas, alimentaban muchos pobres, y inician trabajar muchos
obreros; y porque bajo el pretexto de una quimérica igual-
dad que jamas ha existido habeis dilapidado estos grandes
caudales, ¿habrémos de pagar nosotros muchos millones
mas de impuestos, unos para el culto, otros para nuestros
príncipes, otros para nuestra magistratura, otros para las
denlas necesidades públicas?


X Los detentores de. estos bienes son en gran número,
se dirá. Sí sin duda; pero ¿son menos acaso los que estan
mas sobrecargados de impuestos? En esta última revolu•
cion se pueden contar mas de veinte millones de indivi-
duos que padecen de resultas-de esta espolíacion enorme,
por cinco millones que se han aprovechado de ella; y es de
toda evidencia que el bien general debe ser preferido al de
algunos particulares. ¿Que.- quereis pues hacer? se insistirá.


La restitucion total de estos bienes? No por cierto; por-
que no es posible restituir una inanidad_ de objetos que no
existen ya. ¿Qué pretendéis pues? Indemnizaciones justas
y racionales, 6 disposiciones en que los propietarios mis-
mos sean. consultados, y que de una y otra parte se hagan
los sacrificios que las circunstancias-exigen..


XI Despues de grandes trastornos y grandes revolucio-
nes, cuyos desastres es físicamente imposible reparar, ¿qué
hacen los mismos soberanos cuando quieren terminar sus
diferencias y no eternizar unas guerras que no. harian mas
que aumentar sus calamidades?. Convocan asambleas gene.
cales, y tienen congresos á cuya asistencia se convida á las
partes interesadas. Allí se proponen arreglos, se pesan unas
y otras razones, se consideran las circunstancias,. y viendo


la imposibilidad absoluta de volver al antiguo. estado, se
consiente por una y otra parte en.los.sacrificios indispensa-
bles. Prueba cierra de que aun los per j uicios de las guerras
no pueden ser legitimados sino por la voluntad de los


propietarios.
XII En cada ciudad, en cada villa lugar se podrian


formar juntas de conciliacion compuestas de nueve 6 diez


SUS FONDOS PROPIOS.
123


hombres de probidad á que las dos partes concurriesen pa-
ra pesar las razones, evaluar los gastos, compensar los per-
juicios, examinar y apreciar los sacrificios necesarios; y es-
to es lo que ya hemos propuesto á las autoridades; porque
nos parece ser -el único medio de tener paz, prevenir las con-
mociones, y restituir á los dos gobiernos una parte de los
bienes de que han sido despojados. De este modo (corno
hemos dicho en otra parte) consultada la voluntad de los
propietarios, se restablecería el principio de la propiedad,
se restituiría á la predicacion su libertad, y la fidelidad se-
ría consolada; la nacion se descargaría del peso enorme de
los impuestos con que está agobiada; y la conciencia misma
de los actuales poseedores se tranquilizaría. Sin esto no se
podrá contar jamas con un instante de tranquilidad ni de
reposo. El derecho no oye sino la voz del propietario: y
no cesará de gritar hasta que el propietario haya consenti-
do en algun arreglo. He aquí el medio que hemos pro.
puesto ya, y volvemos á proponer. Pero en una obra de
principios no podemos hacer mas que sentar principios,
restablecer verdades, y proponer medios. Su ejecucion no
pende de nosotros: nuestras opiniones no son leyes.


XIII Restimeimonos. Proviniendo todos los bienes de
este mundo de dos potestades muy distintas, de una que los
da, y de otra que los conserva, de la de Dios y de la delCésar; no hay ninguno de ellos que no venga á estar grava-
do con dos contribuciones muy distintas, una para el go-
bierno de Dios, y otra para el gobierno del César, ámbas
tan antiguas como el mundo, y que serán de obligacion
hasta la consurnacion de los siglos ; necesarias é im •e ,prescriptibles, y ambas i nseparables de los dos gobiernos..
Suprímase la contribucion civil, y todos los bienes serán en-
tregados al pillage. Quítese la contribucion sacerdotal, v se.d
esencadenarán todas las pasiones y la inmoralidad llegará


á su colmo. Los que enagenan pues estos fondos de los dos
gobiernos, engañan cruelmente á la nacion ; la agobian conim


puestos, y hacen la desgracia general por hacer el bien de


Q




1 24 CADA AUTOEIDAD TIENE
algunos particulares; lo que nos conduce á un raciocinio
con el cual concluiremos. Es un principio incontestable, que
siempre que el bien general y el particular están en oposi•
cion, el particular es el que debe ser sacrificado: ahora, el
bien de los detentores es un bien particular ; luego debe


ceder al bien general de toda la nacion, de sus dos go-
biernos y de los individuos, por el alivio de los impuestos.
Cada uno de estos dos gobiernos debe tener sus fondos pro-
pios, sin lo que no podrian gobernar: cada uno de los dos
debe tener su sancion separada, sin lo que no podria ha-
cerse obedecer; y esto es lo que vamos á ver en la siguiente
seccion.


s. 6.0


Cada una tiene su sancion.


• T Y aquí es donde la linea de demarcacion entre los
dos gobiernos se manifiesta mejor. Cuando Jesucristo profi-
rió esta sentencia tan mal entendida, de que su reyno no


era de este inundo ¿ ha querido decir que su Padre no te-
nia dominio alguno sobre sus bienes? No sin duda. Ha que-
rido decir sencillamente que el precioso reinado que ha pro-
metido á la virtud, y los castigos que reserva al vicio, no son
de este mundo temporal; que no siendo Dios limitado en
21.1 duracion, puede sin comprometerse diferir su venganza
hasta otro tiempo, porque es de toda necesidad que los
hombres vuelvan á caer en sus manos; que teniendo á su
disposicion toda la eternidad puede hasta la muerte permi•
tir, sufrir, cxortar, amenazar, aguardar al pecador, y darle-
todo el tiempo necesario para volver á entrar en su deber
antes de ejercer su justicia.


II Y bé aquí por qué el sacerdocio en este mundo es
el mas suave de todos los gobiernos. Obsérvese que Je-
sucristo al dejar á los apóstoles sus poderes, les dijo que
las sentencias que pronunciasen sobre la tierra serían eje-
cutadas, no en la tierra, sino en el cielo. No les dijo: cuan-


SU sAmso.N. 125
do entreis en una ciudad, y no se os quiera recibir, lle-
vadlo todo á fuego y sangre, sino contentaos con sacudir
sobre ella el polvo de vuestros zapatos; y esltadsuseeigteursoes„
que si persiste en negaras la entrada, su
rá mil veces mas terrible en el otro mundo que la de
las ciudades paganas en que no os hayais presentado: Ya
tibi Corazain vcr tibi Bethsaida! Vuestras sentencias las
pronunciareis en este mundo; pero si no se os quisiese obe-
decer , solo en el otro serán ejecutadas. »Mi reino no es
»de este:mundo (decia el mismo á los jueces que iban á
»condenarle á muerte): Si lo fuese, mis ministros toma-
»rian mi defensa, y me vengarian de vuestros ultrages ; pe-
»ro esta es vuestra hora, y por mas que abuseis de vues-
»tro poder, yo sufriré con paciencia hasta que vengais á
»mis manos. Regnum metan non est hic." Las dos au-
toridades están en este mundo. Ambas tienen en él sus
leyes, sus ministros, sus fondos y sus temporalidades; pe-
ro la sancion difinitiva del sacerdocio no está en él. Has-
ta la hora de la muerte, por mas delitos que cometa-
mos , puede muy bien reprender, juzgar, excomulgar,
castigar á los pecadores con el azote espiritual; pero no
puede hacer ejecutar definitivamente sus sentencias. Reg-
num nzeurn non est hic.






III Hé aquí lo que mas manifiesta la injusticia de las
declamaciones que algunos se permiten.. contra el verda.
clero sacerdocio. ¿Qué es lo que se le . quiere imputar
bajo el nombre vago de intolerancia?... Todos los erro-
res del fanatismo , todas las sentencias de la inquisicion,
toda la abominacion de los sacrificios: humanos, todo lo
odioso de los homicidios, asesinatos y persecuciones , pa.
ganas, todos los delitos de las guerras religiosas,. de las
rebeliones. , de las sediciones y de las revoluciones. f


.I.Vto.
do esto se puede responder con


. una sola palabra ,Terodecisiva .
, y es, que la sancion: del sae,erdoeioralo es 4e


,
es-te mundo.


fit
IV Cierto es que la, inquisicion


castigaba: corporálmen-




126 CADA AUTORIDAD TIENE


te , pero este poder solo lo tenia del soberano civil. Es
cierto que se han condenado hereges á la muerte, pero
el soberano civil era el que los condenaba. Es bien cier-
to que ha habido guerras de religion , pero no fue la ver- *I
dadera religion la que las ha suscitado. Es verdad que el
fanatismo toma . muchas veces la máscara de la piedad, pe-
ro la piedad verdadera lo aborrece; que el fanatismo gusta
de la sangre, pero la religion la detesta; que el fanatis•
mo comete crueldades, pero la religion toda es manse-
dumbre; que el paganismo ha ofrecido sacrificios huma-
nos, pero la religion los ha reprobado siempre; que
ha habido asesinos entre los cristianos, pero la religion
nunca los ha aprobado ; que ha habido tambien rebeldes,
pero la religion los ha anatematizado.


V Y he aquí la diferencia notable que habrá siempre
entre el verdadero sacerdocio, y los sacerdocios falsos. El error
es homicida por principio, dijo Jesucristo. Ille erat homi-
cida ab initio: (S. Juan 8). La verdad es esencialmente
benéfica. El error ,en todos tiempos predicó la rebelion
(dice Bossuet en sus Variaciones); la verdad siempre pre-
dicó la paciencia y la sumision. No hay secta que no haya
profesado la soberania del pueblo ; y Rosset ha -combad-
do hasta su existencia. El error excita á sus adictos á tomar
las armas ; W-Ve. rdad'Irianda á los suyos deponerlas: mitte
gladium tuum in vaáinam. El error proclama que la in•*
su'rreccion es el mas santo de los deberes: la verdad, que es
el' mas detestable de todos los delitos. El error atiza el
fuego de las revoluciones, la verdad las proscribe y las
condena. En las religiones falsas la rebelion es aprobada por
la autoridad, y en la verdadera religion está formalmen-
te prohibida.


VI Cítese un solo delito, un solo asesinato, una so-
la guerra civil, que haya sido autorizada pot los gefes de
la iglesia. En las : religiones 'falsas se encontrarán á milla-
res. Cítese una sola sentencia de muerte pronunciada por
d verdadero sacerdocio. En los tribunales civiles se cuen-


SU 127


por muy legítimas ;. y en los archivos del


sacerdocio


encontrará una sola. Ecclesia nescit san-
Can oe i millones, o s e , ye


guinenz. ¿Hay nada. mas suave? Este sacerdocio , que se
quisiera hacer pasar por cruel, es el mas dulce de todos los
gobiernos cuando se trata de castigar. En el civil ,. luego
que el delincuente es juzgado, se le castiga y maltrata has-
ta derramar su sangre. Cuando en una , casa alguno de la
familia reusa obedecer ¿con. qué severidad no se le trata?
En la milicia ¿con qué prontitud no se castiga?.„. Por el
contrario en la iglesia, por rebelde que uno sea d su. au-
toridad, por injurias que la diga, por agravios que le ha-
ga; aun cuando la despojase de sus bienes,. aun. cuando hi-
ciese marchar ejércitos contra ella ,: aun- cuando la suscita-
se horribles, persecuciones, jamas excitará á. sus hijos á to-
mar las armas.. El verdadero, cristiano quiere mas bien su-
frir la muerte que darla: está pronto á. derramar por la au-
toridad hasta, la última gota de su sangre; pero no derra-
mará nunca la de los lemas. Ecclesia nescit sanguinem.


VII Es verdad que queriendo- prevenir los- castigos de
la vida futura, suele- imponer en este mundo penitencias
y austeridades á los pecadores. arrepentidos. Pero jamas
condena á muerte á estos penitentes por rebeldes que sean
á sus sentencias;'. y lo que es mas , ni aun permite á los so-
berateos temporales- condenarlos. Se ha preguntado muchas
veces si era permitido condenar á muerte, á destierro, á
confiscacion de bienes á los hereges condenados. No se
puede ciertamente. La potestad civil no puede castigar en
este mundo sino por delitos civiles. Hay doctrinas (dice Juan
Jacobo .Rousseau). que se- deben desterrar de la sociedad, no
precisamente por impías, sino por su tendencia- á turbar
la sociedad. Fuera de este caso , por rebelde que uno sea
á las decisiones de la iglesia, no permite ésta castigar; quie-
re que se contemple, que se difiera y que se aguarde al


pe
-cador hasta la muerte: ¿Se puede ser mas suave ni benig-


no? Ecclesia nescit sanauinem.
VIII Pero aunque la iglesia no castigue en este num-




121 CADA AUTORIDAD TIENE
do á los pecadores impenitentes, esto no quiere decir que •
los tolere. Se ha reclamado con calor la libertad de opi-
nar. ¿Mas se ha entendido bien lo que es esta libertad?
Nosotros creernos que no. En cualquiera gobierno que sea,
hasta que la autoridad ha pronunciado , la discusion es
permitida. Pero ni aun en el gobierno civil , cuando la
autoridad ha decidido, es permitido seguir la opinion pro.
pia , ni apelar á la razon ó á la conciencia. ¿Cómo pues
en lo espiritual se pide la libertad de opinar , no solo en
puntos abandonados á la discusion , sino en asuntos ya de-
cididos solemnemente por la iglesia? Esto es lo mismo que
pedir la libertad de no obedecer á Dios, y de rebelarse con-
tra su tribunal. ¿En qué gobierno se tolera resistir á una
sentencia pronunciada?


IX Tolerar, es dejar hacer sin aprobar ni prohibir, sin
recompensar ni castigar. Por lo que toca al castigo, la igle-
sia es el mas paciente de los gobiernos, pues que su sancion
no se aplica en este mundo; mas por esto no se puede de-
cir que es tolerante. Si Dios no hace ejecutar sus senten-
cias en este mundo, no deja por eso de ser este mundo don-
de las pronuncia: en este mundo es donde está encargada
de corregir y reprender , de aprobar y de condenar, de ad-
vertir y amenazar á los pecadores, y aun de arrojarlos de su
seno; de exortarlos á corregirse, y hacerles ver de antemano
todo el rigor de los castigos de la otra vida, y que si no se
corrigen los aguardan. Cuando Jesucristo vió que sus jueces
se obstinaban en condenarle á muerte, les declaró que en
el otro mundo sería él mismo su juez, y que bien pronto
le verian venir rodeado de nubes á juzgar sus injusticias:
A.modb videbitisFilium hominis sedentcnz in nubibus cedí.
La sancion de la iglesia no es para este mundo, pero en este
mundo es donde tiene órden de instar á los rebeldes á con-
vertirse, y de no diferirlo un solo dia , porque cuanto mas
lo difiriesen , mas terrible sería la justicia de Dios, y porque
su paciencia apurada se convertiría en mayor rigor: Amodb
videbitis Filium hominis sedentem in nubibus cocli; esto no


SU SANCION. 129
es tolerar á los pecadores, ni dejar que hagan lo que quie-
ran. Cuando la sentencia se ha pronunciado, ningun gobier-
no da lugar á la tolerancia.


X Pero aun despues de pronunciada la sentencia, la igle-
sia no permite que el soberano castigue en este mundo á los
sectarios de las religiones falsas; y -esto es lo que comun
mente se entiende por tolerancia civil. Sin embargo, prohi-
biéndole castigar los delitos de religion no le autoriza para
permitirlos, ni mucho menos para aprobarlos. Pretenden
algunos que, protegiendo todos los cultos, la proteccion al-
canza tambien al verdadero. Pero este es un sofisma que hace
ver á qué grado de ceguedad hemos llegado en nuestro si-
glo. ¿Se protege al rey por ventura protegiendo á los que
son rebeldes á sus órdenes? ¿Se puede proteger la iglesia
protegiendo á los que son rebeldes á la iglesia? ¿Quién es
el insensato que no vé que proteger á los que le desobedecen
es hacer armas contra sí; y que mientras las dos autorida-
des estén en oposicion no se puede cerrar la puerta á las
revoluciones?


XI Ciegos estamos ciertamente si no hemos aprendido
aun á prever lo venidero; pero abramos á lo menos los
ojos sobre lo pasado , y reflexionemos sobre la experiencia.
Dios ha prohibido siempre, bajo pena de condenacion eter-
na, el espíritu de insurreccion que forma el caracter es-
pecial de nuestro siglo; y nosotros hemos permitido que
se proclamase como la mas santa de las obligaciones. ¿Qué
ha resultado ? El trastorno del mundo. La iglesia ha con-
denado siempre esos libros infames que encienden en el
eorazon el fuego de las pasiones; y nosotros los hemos pro-
pagado. ¿Qué han producido? La ruina de las costumbres.
La Iglesia ha proscrito siempre la máxima de que la sobe-
ranía pertenece al pueblo, y nosotros la hemos acogido.
¿Cuáles han sido las consecuencias? El terrible incendio
que consume al universo.


XII He aquí como la autoridad civil tan pronto co-
rno se vuelve contra el sacerdocio, se vuelve necesariatnen-Tom. HL




/ 3o CADA AUTORIDAD TIENE
te contra ella misma. Porque ¿qué es lo que prohibe el ,
magistrado civil? Los desórdenes públicos. ¿Y el sacerdo-
cio qué proscribe? Los desórdenes secretos. Pero estos des-
órdenes secretos bien pronto se hacen públicos, cuando no
son reprimidos á tiempo por el sacerdocio. Cuando el sa-
cerdocio ha pronunciado su fallo en materia espiritual, á
menos que no se agregue algun cielito público , la autori-
dad civil no puede ciertamente castigar con la muerte, ni
con el destierro, ni con la confiscacion , ni con otras penas
legales; pero lejos de aprobar á los rebeldes y patrocinar-
los en su rebelion, está obligada á sostener al sacerdocio,
y á apoyar sus decisiones. Es menester que ambos á dos de
acuerdo prescriban la santificacion de las fiestas, y que
prohiban su profanacion; que favorezcan la propagacion de
los buenos libros, y prohiban la circuiacion de los malos;
que castiguen en fin ambos á dos á los prevaricadores con
las penas que sean de su competencia. Cuando el sacerdo-,
cio ha decidido, no hay lugar á tolerancia.


XIII Ahora, si la autoridad civil debe apoyar al sacer- ,
docio en sus decisiones, tambien el. sacerdocio debe apoyar
á la autoridad civil en las suyas. Algunos creen que porque,
el sacerdocio no puede mezclarse en las decisiones civiles'•
las debe mirar con indiferencia; pero este es un sofisma,
miserable. La religion, dicen, se acomoda á todas las ∎
constituciones.... Esto es cierto cuando son legítimas. Mb-
narquía, aristocracia , democracia, república, gobierno
mixto, simple ó compuesto; cuando el soberano legítimo
lo ha consentido, la verdadera religion á cualquiera se aco-
moda, porque no reprueba constitneion de ningun género.
Cuando la soberania civil es verdaderamente una autoridad
paternal, es una propiedad de los soberanos por derecho
de los padres primitivos. El soberano legítimo puede por
derecho del fundador abdicar, transmitir, ceder sus pode-
res en todo ó en parte, á uno ó á muchos, á veinte ó
cineuentá, á cámaras ó á senados: es dueño absoluto de
hacerlo; y si el heredero legítimo deja pasar el tiempo le-


SU SANCION. 131
gal de la reclamacion, la nueva constitueion se hace cier-
tamente legitima. Esta fue la verdadera doctrina acerca de
la soberanía en todos tiempos. Si fuese una autoridad divi-
na aun podria haber alguna contestacion; mas siendo tina
autoridad natural, no tiene derecho alguno á oponerse,
porque los padres de la tierra no han recibido de él sus
poderes.


XIV No debe el sacerdocio mezclarse en las consti-
.tuciones' civiles ! No ciertamente; no le corresponde á él
hacerlas: mas por lo mismo que no le corresponde hacer-
las, está obligado á aguardar á que scan hechas para poder
adoptarlas, y á rechazarlas antes de que lo esten. Al po-
der soberano toca disponer de las facultades soberanas:
.mas por lo mismo que al soberano legítimo corresponde
usar de estas facultades, el sacerdocio está obligado á recla-
mar mientras el soberano legítimo reclama; y mientras el
tiempo de la reclamacion dura, debe dar á los fieles ejem-
plo de fidelidad á los antiguos soberanos, morir antes que
reconocer la legitimidad de los usurpadores; y en todo lo
que concierne á la constitución hacer el segundo papel,
'teniendo siempre los ojos fijos sobre el heredero legítimo,
tolerando lo que él tolera, permitiendo lo que él permite,
prohibiendo lo que él prohibe, y aprobando lo que él


- aprueba: y aquí es donde principalmente importa conocer
la distincion de las dos autoridades para conducirse corno
conviene respecto á los usurpadores.


XV Lo que decimos de las constituciones debe enten-
derse igualmente de lo que toca á la conservacion de lasleyes. Ciertamente no corresponde al sacerdocio determi-
nar sobre las herencias ni sobre las sucesiones. Jesucristo
reusó decidir sobre esta especie de particiones: ¿Quis me
constituit judicem, et partitorem inter ros? El fundador de
cada ciudad, en su calidad de primer propietario, fue en-
t
eramente dueño de repartir sus bienes como lo juzgó apro-
pósito dando á uno mas, á otro menos; y al soberano civil,
por derecho de primer ocupante, corresponde hacer las


R:




132 CADA AUTORIDAD TIENE


leyes sobre particiones; observando no obstante que cuan.
do estas leyes estan establecidas en un pais, el soberano
mismo no puede mudadas sin consentimiento de los pro.


piétarios. Así corno el sacerdocio no puede disponer de las
soberanías sin los soberanos, es evidente que no puede tam-
poco disponer de las propiedades sin los propietarios. Mas
por lo mismo que en ningnn caso puede disponer de ellas,
es menester que sostenga los derechos de los propietarios
legítimos hasta que éstos hayan transigido: y he aquí por
qué despues de grandes trastornos son necesarias algunas
transacciones.


XVI Así como el soberano civil no puede nada sin el
sacerdocio en lo espiritual, tampoco el sacerdocio puede
nada sin los soberanos en las constituciones civiles. Á los
soberanos toca como propietarios del poder supremo dispo-
ner de las constituciones; y á los propietarios particulares con-
venirse sobre lo que concierne á sus propiedades. Pero una
.vez tornadas estas disposiciones, debe el sacerdocio apoyar-
las. Á él le toca sostener las particiones, y proteger á los
soberanos y á los particulares en el uso de sus derechos; y
decir que no puede mezclarse como auxiliar ni en las le-
yes, ni en las constituciones, es una proposicion insostenible.


XVII Para que un pueblo sea libre, es menester que
cada uno de los gobiernos no se mezcle sino en lo que le
concierne. Pero así que uno de ellos haya decidido, el otro
debe venir á su apoyo con la sancion que le es propia. Ne-
cesitan marchar ambos de concierto al combate de las pa-
siones, y que se mantengan siempre reunidos contra los
enemigos interiores y exteriores: desde el momento en que
se desunan son perdidos.


En las batidas se suele disponer la gente de manera
que mientras una parte de los cazadores recorre lo interior
del bosque, otra parte lo rodea; y he aquí una sencilla
ivagen de la conducta que deben observar ambas potesta-
des. Mientras los ministros del sacerdocio con espada espi-
ritual en mano van hasta lo mas recóndito de los corazo-


SU SANCION.


i3s e-3ines á destruir los desórdenes nacientes, Tos magistrado
viles aeuardan alrededor del bosque las fieras que se esca-
pan á la diligencia de los otros. Cuanto mas sostiene la po.
testad civil á la espiritual, menos se escapan á los pastores
en las parroquias: cuantos mas se escapan á los pastores en
.el interior, mas tienen que hacer los magistrados. Cuanto
mas trabajan los unos, tanto menos trabajo dejan á los otros.


S. 6.°


flecho decisivo.


Si es cierto que Dios mismo fue el que estableció al
frente de cada; pueblo dos autoridades perfectamente dis-
tintas para librarnos de la tiranía de nuestras pasiones, ¿no
es el colino de la extravagancia querer asesinar y degollar
hasta habernos desembarazado de toda autoridad? ¿Qué
debia resultar de esta empresa temeraria á que se ha dado
el nombre de obra magna? ¿Qué debia resultar sino sobe-
ranos decapitados, sacerdotes y nobles degollados, el des-
enfreno de todas las pasiones, el trastorno de todos los go•
biernos, y una.inundacion de sangre que cubriese la tierra
toda?.... Y despues de este diluvio de atrocidades ¿somos
acaso Inas libres? No ciertamente: lo somos infinitamente
menos, pues que para ser libres sería menester sacudir la
tiranía de nuestras pasiones; y para sacudir esta tiranía, las
dos autoridades son absolutamente necesarias.


Y despues de este diluvio de atrocidades ¿se habrá
completado la gran obra? ¿llegaremos á desembarazarnos de
las dos autoridades? Esto es imposible, pues que aun an-
tes de existir cada pueblo tuvo necesariamente dos padres ydos autores,


sin los cuales no hubiera podido existir; uno
que le ha criado, y otro que le ha engendrado, y por con-
siguiente dos autoridades perfectamente distintas, urz addi:vine/ y otra humana, una celestial y otra terrena ;


u


quirida por la creacion, otra Por la gencracion ; ambas so-




134 CADA AUTORIDAD TIENE
besanas, pues que el padre primitivo de cada pueblo ha
sido evidentemente el padre soberano de todos los padres
subalternos; ambas universales, pues que por la gerieracion


el padre soberano ha sido el autor universal de todos los
padres, y de todos los hijos sucesivos.


Al principio este segundo padre soberano , despues de
Dios, era perfectamente conocido de los pueblos primiti-
vos , pues que todos sin escepcion, Asirios , Isazactitas,
Mur-ricos , E (omitas, Cananeos llevaban el nombre del pa-
dre primitivo de quien descendian; pero despues , cuando'
todos estos pueblos fueron confundidos en grandes monar-
quías, que tomaron el nombre del pais en que sus monar-
cas reinaban,. como de Egipto , de Grecia, de Alemania,


de Francia , Inglaterra, &c. los padres primitivos de ca-
da pueblo fueron totalmente olvidados: y así fue como á
favor de este olvido general los revolucionarios de todas las
edades, forjando sus fábulas absurdas de igualdad pacto
social y soberanía del pueblo, segun convenio á sus de-
signios, sumergieron al mundo en la ignorancia mas pro-
funda acerca de esta soberanía humana que forma la dis-
tincion de las dos autoridades: ignorancia tal, que ya cuan-
do nos preguntamos ¿qué es la soberanía? apenas pode-
rnos responder: tal, que el célebre Lcibnitz convenio en su
tiempo que no se conocia; tal, que en nuestros mismos dios
se cree peligroso ocuparse de ella; y tal en fin, que yo mis-
mo me veo precisado á confesar que antes de mi emigra-
clon ignoraba lo que fuese.


No obstante, como esta soberanía es necesaria, era in-
dispensable colocarla en alguna parte , y los revolucion a


-rios, aprovechándose de la ceguedad general, la colocaron
en la masa de los pueblos, esto es, en el número , en la
fuerza, y en las revoluciones. Llamando á sus banderas al
gran número de los que nada tienen , han conseguido der-
ribar los tronos, arrasar los altares „hacer temblar á las a u-


toridades, é inundar la tierra de sangre.En fin, á fuerza de
tantos golpes hemos empezado á abrir los ojos. Apenas


1 35SU 5:s:N crol/.
árbah '1111 hombre de mon querli,olcloor,avyenegsatoeens cine


e :er t
la


soberanía no puede residir en el pi
mas para terminar tan graves altercaciones, no basta cono-
cer donde no puede residir, es menester saber donde
reside.


Se ha creido salir del paso diciendo que la soberanía
viene de Dios. Pero los pueblos, el número y los ejércitos
de Dios vienen tainbien; y él mismo se apellida Dios de
los ejércitos. La fuerza, el valor, el mérito, los talentos,
la elocuencia y el arte de gobernar, todo esto viene de
Dios; v.si por estos medios se puede adquirir el poder, co-
mo pretenden los facciosos, los soberanos legítimos estan
perdidos. ¡Cuántos delitos, regicidios y revoluciones; cuán.
tas puertas no.se abren á los ambiciosos para adquirir el
poder! Se ha dicho que la soberanía es una autoridad


; pero los revolucionarios no lo negarán; pues cine de
este modo cuando hayan adquirido el poder, se harán due-
ños de las dos autoridades , y pretenderán tener derecho
á dar órdenes al sacerdocio mismo, aun en las cosas divi-
nas. Un error conduce á otro : mientras no hayamos des-
cubierto el verdadero modo con que la autoridad proviene
de Dios, no haremos mas que rodar de precipicio en pre-
cipicio, sin saber dónde detenernos : Abyssus abyssum in.-
vocat. Mas para hallar este verdadero modo, es menester
tomarse la pena de buscarlo.


Decir con indiferencia que éste es un misterio que
Dios nos ha prohibido penetrar, y que ha como abando-
nado á las disputas de los hombres, tradidit mundum dis-
putationibus corum ; es sin disputa la mas criminal de to-
das las blasfemias ; es hacer á Dios cómplice de todos los
delitos de nuestras revoluciones. Pero Dios detesta el error
de cualquier especie que sea; quiere que conozcamos la
verdad , y que la busquemos aun en las pruebas de los
m isterios; cuanto mas que la soberanía no es sino un hecho
muy natural que nada tiene en sí de misterioso. Si corre-
rnos algun peligro , no está 'en conocerla, sino en ignorar




r36 CADA AUTORIDAD TIENE
lo que es. Lejos de que Dios nos prohiba profundizar su
naturaleza, nos lo manda ; y si nos ha puesto á una prue-
ba tan cruel durante treinta años, no fue sino para casti-
garnos de nuestra ceguedad voluntaria, y empeñarnos á sa-
lir de ella. Cuando la verdad se ha perdido es menester
hacer todo lo posible para volverla á encontrar; pero si
hace siglos que ha sido sepultada y cubierta de escombros
¿cuánto tiempo no se necesita para hallarla?


En cuanto á nosotros, á quien la tempestad hace veinte
años que arrojó fuera del torbellino de los negocios públi-
cos y aun de los propios; á quien quiso Dios dar todo el
tiempo necesario para pensar y meditar, recoger y verifi.;I,
car todas las pruebas sobre este asunto importante; sin pre-
tender mortificar á nadie, ni anunciar un sistema nuevo, ,
pues que todas las verdades contenidas en esta obra son mil
antiguas como el mundo, creemos que no por eso estarnos
menos obligados á dar al público el resultado de nuestras
reflexiones.... Despues del mas maduro examen, y las mas
serias meditaciones, creemos firmemente que la soberanía
ordinaria, la única de que aquí se trata, no es propiamen-,


Alt• te una autoridad divina, sino una autoridad paternal,:',;
que viene de Dios por nuestros padres. Creernos firrnemen- •


te que jamas se ha podido adquirir, ni por la fuerza, ni
por el valor, ni por el tiempo, ni por la elocuencia, ni


por el mérito, ni por los talentos, ni por ninguno de los
dermis medios que quieren los revolucionarios; creemos
que todos estos orígenes son radicalmente falsos, y no pro-
ducirán jamas otra cosa que revoluciones; que la soberanía
no ha podido venir de Dios sino por nuestros padres , y
que en el mundo no habrá jamas otras autoridades que
las paternales: ex quo omnis paternitas in calo et in
terra nominatur. Y . como la paternidad humana no yo-
drá adquirirse, jamas sino por la gencracion, creemos firme- ,-:.
mente que Dios mismo fue el que por medio de la g,ene%-:
racion ha dado la autoridad universal y soberana á nues-
tros padres ; no á nuestros padres subalternos, sino al pa- •1


SU SANCION. 137


dre soberano; no á los padresc isoaerticeieukanc.leislí,
descendidouniversal de cada pueblo ;


y i


por sucesion á los soberanos actuales, que son en toda rea.
dad los padres de sus pueblos por derecho de sus futi-li


dadores.
En cuanto al argumento que se ha hecho de la gene-


racion de los animales, cae por sí mismo; porque los ani-
males no engendran hombres. Cuando se dice que las au-
toridades humanas vienen de Dios por los padres , es
claro que se habla de los padres de los hombres, y no de
los de los animales. Así , por mas que se quiera disputar,
por mas que se asesine y se degfielle, los que se tornen el
trabajo de leer nuestras pruebas, se verán forzados á conve-
nir, que solo por la generacion podrán los padres adquirir
alguna autoridad humana sobre los hombres.


Mas si (lo que Dios no quiera) la ceguedad del mun-
do se hubiese hecho ya incurable; si se persistiese en re-
chazar la luz, en no querer leer ni oir, y en hacer venir
la autoridad de Dios por otro medio que por el de nuestros
padres ; es cierto cine el Señor nos abandonaría á nuestra
voluntaria ceguedad; que rcnacerian las disputas, las alter-
caciones y las revoluciones; que habría aún muchos sobe-
ranos legítimos destronados y degollados, y muchos pue-
blos destrozados por soberanos ilegítimos. Pero aunque de
una y otra parte se estuviese degollando hasta el fin del
mundo; despues de todos estos horrores y todas estas atro-
cidades, el hecho decisivo que permanecerá siempre, y que
no se destruirá nunca, es que desde el principio, cada
pueblo ha tenido incontestablemente dos padres sobera-
nos, sin los cuales no existiría ; uno que lo ha creado,
otro que lo ha engendrado; uno que ha sido el origen
de• todas las autoridades divinas, otro el origen secunda-
rio de todas las autoridades humanas; y que no las
mas sino un solo modo de hacer venir cle Dios
ridades humanas, cual es el de los padres.


al frente de cada estado
7E,011)4hiecihio. decisivo es, que


S




138 CADA AUTORIDAD TIENE SU SANCION.
habrá siempre autoridades distintas , divinas y luunanas;
celestiales y terrenas, naturales y sobrenaturales; que si
por nuestra culpa alguna de estas. autoridades llegase á
carecer de fondos , de . ministros , y de lo que le es nece-
sario para gobernar, ó se viese en el caso de no tener bas-
tantes, se reducirá á. la imposibilidad absoluta de combatir
nuestras pasiones, y por consiguiente no seremos libres: de
suerte que la libertad exige necesariamente: la concordia de.
ambas potestades.


Y vamos mas lejos todavía.. Cómo la autoridad sobres
natural no podrá nunca gobernar sino por medios sobre-
naturales, añadimos que nunca podremos ser libres sino
con el concurso de la naturaleza y de la gracia—. Aquí
algunos se taparán tos oidos : exclamarán, supersticion, fa-
natismo! Y nosotros por nuestra parte gritaremos tambien
ceguedad,. error! Pero los que no: se desdeden de leer la
cuestion siguiente, tal vez se acabarán de- convencer de
que en una. libertad meritoria,.tal cual Dios nos la ha querido
conceder, para librarnos de la tiranía de las pasiones son.
menester muchas mas cosas de las que se piensa.


CUESTION CUARTA.


CONCURSO DE LA NATURALEZA Y DE LA. GRACIA.


¿ Puede el hombre ser verdaderamente libre sin
motivos sobrenaturales?


S. 1.° De las recompensas.—S. 2..


De los castigos.—
§. 3.° de la penitencia. — S. 4.° Del purgatorio—
S. S.° Del saerificio.—S. 6.° De lo sobrenatural.


—S. 7.° Hecho decisivo.


ESTADO DE LA. CUESTION.


I \ uestros filósofos, en la imposibilidad de desemba-
razarse enteramente del gobierno del Ser supremo, quer-
rian por lo menos que se separase lo que hay en ellos de
sobrenatural. Con este objeto insinúan que esta parte es
absolutamente inútil; que siendo ademas superior á la na-
turaleza , hace impracticable la moral , incomprensible la
religion , que repugna igualmente á la naturaleza del hom-
bre, y á la sabiduría del Criador; que excede los límites de
la razon , y que por lo mismo debe considerarse como una
produccion del fanatismo , indigna del hombre sabio , é
introducida por la imaginacion desarreglada de los hora.
bres ; que siendo la moral y la religion puramente natura-
les , es inconcebible cómo en un siglo de luces puede con-
tinuarse ocupando la imaginacion de los nidos con seme-
jantes sueños ; y por último, en la Enciclopedia art. No-


s :




74o CONCURSO DE LA NATUR. Y DE LA GRACIA.
ral, no acaba de admirarse que desde el principio del
mundo aun no se haya hecho un buen catecismo, libre
de todas estas ideas maravillosas.


II Para combatir todas estas insinuaciones artificiosas,
que han ofuscado hasta aquí á los espíritus superficiales,
probaremos brevemente en esta cuestion, que no siendo de
este mundo la justicia definitiva de Dios, es imposible que
deje de haber sobrenatural en la religion; pero que es-
te sobrenatural, lejos de ser inútil , como pretenden los
impíos, es absolutamente indispensable ; que en vez de ser
imposible , es una cosa muy fácil para el Todo-poderoso;
que lejos de hacer penosa la moral, la hace infinitamen-
te mas fácil; que en vez de hacer impracticable la religion,
facilita mucho sus deberes; que lejos de ser incompatible
con la razon, la ilustra; que lejos de repugnar la natura-
leza, es enteramente conforme á ella, porque siendo la na-
turaleza de Dios infinitamente superior á la del hombre, lo
que es sobrenatural para el uno, no lo es para el otro; y
por último, que consistiendo lo sobrenatural de la reli-
gion en gracias, dispensas y favores, lejosde- hacer mas em-
barazosa á la religion, la hace infinitamente mas simple,
mas bella y mas magestuosa; y por lo mismo nuestros gran.
des genios hablan en esta cuestion como en las denlas de
cosas que no entienden. Todo lo- que hay de sobrenatural
en la religion se halla casi todo comprendido en los artícu-
los que hemos anunciado, y que correremos rápidamente•
Segun ellos, se verá claramente que entre estos artículos no
hay uno que no sea de la mas alta importancia, y que de-
je de interesar infinitamente á los estados. Principios, reglas
y motivos: hé aquí lo que constituye la moral (segun se di•
ce en la Enciclopedia de París; pero si casi todos los moti-
vos son sobrenaturales, ¿de qué puede servir la moral sin
la gracia? ¿Y qué será de los gobiernos sin. la.morai? -


DE LAS RECOMPENSAS.
S. I.0


De las recompensas.


I ¡El reino de Dios, la herencia y la felicidad de Dios
mismo! hé aquí las grandes recompensas ye nos han si-
do destinadas para la vida futura. Hágase cuanto quiera, no
podrán hallarse otras mas ciertas y comprobadas. ¡T'odian
imaginarse ningunas mas sublimesl...A fuerza de oir hablar
de las cosas mas bellas nos acostumbramos de tal modo á
verlas, que llegamos á no pensar en ellas; pero suponga.
mos que habiendo nacido en medio de tina nacion salva-
ge, se nos anuncia por la primera vez que nos destina Dios
para su reino: cuánta no sería nuestra sorpresa! Dios nos
ha ciado pasiones en este mundo para vencerlas, y nos ofre-
ce recompensas en la vida futura si las domamos. Todos
los pueblos lo han crcido con nosotros, y nosotros lo cree-
mos con todos los pueblos. Pero hay otro principio no me•
nos probado, á saber; que cuando se trata de buenas obras,
el mérito no puede estimarse sino por el valor de la per-
sona que obra; y como por nuestra naturaleza debemos
tener fin, es tambien un principio cierto, que deben te-
nerle tambien nuestras recompensas naturales. Así lo habian
creido todos los pueblos que llegaron á perder de vista la
verdadera revelacion, y no pudieron imaginar jamas otras.


II Entre los paganos, los bosques , Jos ríos, los arro-
yos y los Campos Eliseos; entre los salvages los bosques,
las partidas de caza y de pesca,. y los placeres puramen-
te naturales; entre los indios, los castillos, los palacios, los
placeres humanos que experimentarán las almas pasando
por medio de la transmigracion á cuerpos mas felices; en-
tre los musulmanes, recompensas aun mas groseras y mas
conformes á la corrupcion del hombre; pero en ninguna
parte se nos habla del reino de Dios, porque estarenceos, ytn-
pensa es infinitamente superior á nuestras pretensiones,
á nuestras esperanzas, Ni jamas nos las indicó, ni indica-
rá la razon.





1


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ap ou/situ aluelsul la aps.ap opraliqud op[s eq anbaod
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anbaod 'oluaturtsai also onanu sa Tu :uqouldutoa o j anb
owatuelsai la Á eannaosa e l souew semanu aa SOW91103 :EÁ
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esatuoad eun ouis ` @S.103Eti ap eq onb espumad eun
So ou : peptan9ag aoÁrtu e l ojja ap SOU13UOT `SOLIIWID oj top
-e-usounap eq son os Á [se so anb ovialp si l sou as •sualo mut
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-uodul000l sa caso anb oprpnput sa aleqwa uts ILE




'11'SN.U(1110D31.1 S W1 1U z-V




144 DE LAS RECOMPENSAS.
to de sí mismo y el heroismo de todas las virtudes á un
punto tan alto como en la religion verdadera? ¿No fue por
el reyno de Dios por el que dejaron muchos hombres el
mundo, hicieron un sacrificio de los placeres, y construye.
ron hospitales; se ofrecieron generosamente al servicio de
los enfermos, de los huérfanos y de los apestados, y multi.
plicaron por toda la tierra las obras de misericordia? Por el
reino de Dios sc ofrecieron los mártires á la muerte; sos-
tuvieron mugcres muy delicadas los tormentos mas crueles,
antes que alterar la verdad ó abandonar sus deberes. Cuan-
to mas sublimes son las recompensas, deben ser mas útiles
para los estados.


VII Los bienes de la tierra se llaman con razon corrup
tibies, porque se corrompen en efecto; perecederos, por-
que perecen todos los años; pasageros, porque se destruyen
todos los dias por la consunaacion; y no hay bienes verda-
deramente sólidos sino los del cielo: siendo estos por su
naturaleza espirituales, son esencialmente indestructibles.
En el goce de este soberano bien, que será el último, y no
será seguido de ningun mal, no hay temores, inquietudes,
instabilidad, ni pretensiones para el porvenir; pues debe
ser esencialmente el colmo de la bienaventuranza. Y lejos
de hacer penosa la moral, estas bellas recompensas elevan
el ánimo, inflaman la voluntad y abrasan el corazon ; y
cuanto mas magníficas son, mas poderosos atractivos dan á
la virtud.


VIII ¡El reyno de Dios! Recompensas fabulosas
de las religiones falsas, esta voz debe luceros desaparecer;
¡sois bajas, frívolas y menospreciables como la voluptuosi-
dad de la tierra! Por lisonjeras que podais parecer, ningun
hombre podrá imaginar una cosa mas noble, mas hermosa,
mas sublime y mas útil á los estados, que el reino de Dios.
Y aun podria, por decirlo así, desafiarse á Dios mismo que
propusiese al hombre una cosa mas bella y mas magnífica
que su propio reino. ¡Solo Dios puede recompensar de es-
te modo!.....


DE LAS RECOMPENSAS. J45
Ig Segun esto, si yo fuese soberano ó legislador civil,


y se presentase uno para dogmatizar en mi reino, no le pre-
guntaría si admitia las recompensas de la otra vida, porque
las hay en todas las religiones: le preguntaría solo si anun-
ciaria el reino de Dios. Si no admitís esta grandiosa


me


recom-


i propongais otra, porque la moralpensa, es preciso que
exige siempre que haya una. ¿Y cuál será? Me hablará de
bosques, de fuentes, de Campos Eliseos, de transmigracion,
de partidas de caza y de pesca en una morada donde no
habrá necesidad de comer, y de placeres de los sentidos en
un mundo en que no se multiplicarán ya los hombres. To•
das estas ideas son falsas, absurdas, fabulosas .é indignas del
Todo- poderoso.


Y ¿á quién prometereis estas recompensas absurdas? Á
ladrones, impúdicos, libertinos y bárbaros que ofrecen
víctimas humanas; á vindicativos que incendian los pue-
blos, y á ambiciosos que devastan los imperios. Estos son
los dioses de la fábula, los santos de los salvages, y los
héroes de todos los pueblos paganos en general. Se dice
que tienen su fe; es verdad, pero es una fe trastornada.
Los que creen que el vicio será recompensado en


,el otro
mundo tienen una fe; pero los que creen que será castiga-
do, la tienen tambien, y ésta es la únicamente verdadera,
razonable y admisible. Repitamos.


X Principios, reglas, medios y motivos, he aquí lo
que constituye la verdadera moral, y sin lo que no podrá
existir. Pero no podrá haber verdaderamente recompensas
naturales en el otro mundo, ni podria haberlas, porque
estan fuera de la naturaleza; y solo puede haber recompen-
sas sobrenaturales, porque no ha propuesto Dios otras ja.
mas. Sin embargo, es preciso que las haya, porque la virtud
es penosa. El grande interes de los señores de la tierra,
desde el soberano sentado en su trono, hasta el último pa-
dre de familia que gobierna en su casa, es pues que las re-
compensas sobrenaturales del que lo ve todo y lo recom-
pensa todo en el cielo, se publiquen y anuncien á todos




146 DE LAS RECOMPENSAS.


por ministros que tengan una mision verdadera. Las re.


compensas sobrenaturales son las únicamente verdaderas
y probadas; las únicamente sólidas é indefectibles; las ún ► .
cas cinc han sido distribuidas con equidad; las únicas saltas
dables y dignas de la grandeza del Todo•poderoso.Si se abra.
zan las religiones falsas, en las que son recompensados los
vicios, veremos que se introduce inmediatamente en todo;
los estados la inmoralidad. Pero á la vista del reino de Dios,
nos hallamos .en estado de intentarlo todo, de sufrirlo todo,
de sacrificarlo todo, y de emprenderlo todo: cuanto mas ar-
diente es este amor, es mas libre el corazon, mas activo y
mas desembarazado de los sentidos; como que se hace seí►or
abso'uto de todas sus inclinaciones y de todos sus deseos:
pero el que desecha las recompensas sobrenaturales de la.
religion, destruye la moral por sus cimientos.




De los castigos.


1 Un in fiemo eterno, en el c i ne los pecadores itnpeni- --
tentes serán presa de llamas formidables: he aquí los casti-
gos de la justicia divina en la- vida futura. Discúrrase cuan-11
to se quiera, es imposible poder hallar otros que sean pro-
bados.. Para gobernar al ser moral, no basta proponer re #'
compensas á la virtud, sota necesarios tambien castigos pa-
ra el vicio: y esto es lo que hace la sancion de la ley, y lo
que es indispensable para asegurar su ejecucion. Sin recom-
pensas (co ►o dice muy bien la Enciclopedia) no puede te-
ner la virtud sino rigores, y sin castigos no puede tener el
vicio sino atractivos, y ni aun sentiría remordimientos,
porque el remordimiento no es otra cosa que el 'presen tí


-mieuto invencible de los castigos futuros. Recompensas se-
guras i •ara todas las virtudes, y castigos Ciertos para todos
los desórdenes; he aquí, segun la indicacion sola de la ra-
zon, lo que es absolutamente indispensable para hacernos


DE LOS CASTIGOS. /¡r7
practicar la moral, obligarnos á querer lo que nos contra
ría, v asegurar en los imperios la verdadera libertad.


II' Aquí se deja ver mas y mas la necesidad indispon- •
sable del gobierno espiritual en los estados. »La ley que
»puebla á los reinos, natural como es (segun dice oportuna,
»mente T. I. Rousseau) no está sometida á la jurisdic•ion
»del príncipe ni á la vigilancia de los magistrados. El acto
»de la generacion no depende de ellos. En efecto, no pue•
>,den ver sus infracciones, castigar á los infractores, ni ex.
»tender hasta allí la severidad de sus leyes. Dios ha extendi-


do sobre la generacion de los hombres el velo del pudor,
›fry no podrán levantarle jamas los monarcas." ¡Qué insufi-
ciencia en el gobierno civil! Á pesar (le sus suplicios, de sus
cadalsos y de sus castigos, ¡cuántas acciones hay que no
puede prohibir, y cuántos desórdenes que no puede casti-
gar! Hay millares de individuos que quebrantan todos los
dial la ley natural, y que no comparecen ante los tribu-
nales, dejando por lo mismo de ser castigados en este mun-
do, pues que Dios nos permite ser libres hasta la muerte.


III Para los malos como para los buenos habrá pues


f
necesariamente, segun la indicacion de la razon, una vida
utura, en la que unos serán recompensados, y otros casti•


galos. La naturaleza, la moral, la libertad, el bien estar de
los gobiernos, todo exige que haya en otro


mundo reconi-
pensas para la virtud, y castigos para el vicio. Por eso en
todos los tiempos, en todos los lugares, y en todos los pai-
ses; entre los antiguos, como entre los modernos; entre los
pueblos ilustrados, como entre los mas groseros y mas igno•
rantes, todos han admitido un infierno, y todos han enseñadoque hay castigos en la vida futura, mirándose por todas
partes este artículo como fundamental para los gobiernos.
Entre los paganos mismos, si cualquiera hubiese atacado la
justicia de los dioses, y dejado de admitir la existencia delTártaro en el otro mundo, se le hubiera destellado de la so-ciedad, no precisamen te como á impío


(Rousseau) sino como


pío s(gun observa
omo al enemigo mas formidable de los go-


T :




1 48 DE LOS CASTIGOS.
berros, porque sin castigos futuros, es imposible hacer
observar la ley natural y aun las mismas leyes civiles, doc.
de quiera que no alcanza la espada de la autoridad temporal.


IV Y ¿cuáles serán estos castigos en la vida futura? La
razon sola nos dice que serán infinitos. Porque (segun todos
los filósofos, los moralistas y teólogos) no sucede con las
buenas obras lo que con las malas. Si el mérito de las pri-
meras se estima por la cualidad de la persona que las hace,
el de las segundas se estima por la dignidad . de la persona
á quien se ultraja. La injuria hecha á un soberano es mu-
cho- mas grave que la que . se hace á un simple particular,
y la que se hace d Dios quebrantando sus leyes es
tamente mayor que la que se hace á los- soberanos. Cuanto
mas elevada es en dignidad la persona á quien se- ultraja,
nos. hacemos mucho mas culpables , y si es in finita, la ra-
zon sola nos dieta que merecemos por sus ultrajes penas
infinitas.


V En vano pues han intentado nuestros filósofos, pa-
ra debilitar las penas del infierno, recurrir á la naturaleza
del hombre. Habrá sin duda en estas penas alguna cosa
proporcionada á. las acciones del hombre, peso será solo su


intensidad. Siendo Dios infinitamente justo , es, indudable
que sabrá conducirse con cada uno segun sus obras,. y que
los grandes pecadores-serán por lo mismo atormentados en
razon de sus excesos. Pero si tienen fin en. sa intensidad,.
deben ser, segun nos dieta. la razon, in finitas. en su da-
raciorz. in finitas, porque quebrantando la ley de Dios,
menospreciamos las recompensas infinitas; infinitas-, por-
que una injuria que no puede ser reparada en tiempo, de-
be ser esencialmente infinita ; por último, infinitas, por


-que en los agravios que se hacen á Dios, no debe conside-
rarse la naturaleza del hombre, sino la de Dios; y siendo su


naturaleza infinita, se han convencido todos los pueblos,.
guiados por la simple razon, de que las penas del infierAil


serán infinitas. Sedet ceternumque sedebit,infelia These':
VI Tomado una vez el partido de abrazar el placer,


DE LOS CASTIGOS. 1 49
la ley de la libertad , es precisa distinguir bien los males
de este inundo de los del otro. Los de este inundo no son
verdaderos males por su naturaleza , -pues que pueden con-
ducirnos al bien si los suavizamos por la esperanza. No liar
en este mundo ningun artesano , por miserable que sea,
que no saque algun goce del fruto de sus trabajos ; ningun
suplicio., aun en el mas doloroso, que no nos ofrezca algu-
na esperanza de ver su fin; ni ningunos deberes, aun los
mas desagradables , que no puedan sernos ventajosos si los
soportamos con sumision, porque al cabo llegarán á tener
por recompensa el soberano bien. Al contrario el sobera-
no mal, colocado mas allá de los tiempos, y formando por
su naturaleza el término y la consumacion del libre arbi-
trio, será (como dice Virgilio) inmutable y eterno : sedet
avernumque sedebit. Último por esencia, no gozará de pla-
ceres, ni será dulcificado por ninguna esperanza, pues que
no puede seguirse á él ningun bien : y será esenciahrsen-
te el verdadero mal, y el único que merece este nombre,
porque debe ser el término y el complemento de todos los
males: sedet ceternumque sedebit infelix Theseus.


VII No hay pues necesidad de revelaciori, hablando
exactamente, para conocer que serán eternas las, penas del
infierno , y se ve confirmada esta opinion en todos los pue-
blos cuando se raciocina con atencion ; pero es muy iru.
portante que se enseñe esta doctrina en todos los estados:
Porque haciendo menos impresion lo que es futuro é invi-
sible , que lo que está sujeto actualmente á los sentidos, si
fuese menos formidable el infierno en su duracion que lo
que realmente es, para contener esta multitud de desórde-
nes que destruyen el mundo, ¿qué sería si fuese menos ter-


f
rible ? Consideremos pues que serán castigados en el in-ierno,


no solo todos. los males secretos, todos los
grandes crímenes, y todos los delitos públicos que no pue.
den ser contenidos por la justicia humana. Todos los re-
myeus t'sdol°,s étill'annuons adyololas


tuiesruzaddeorseasneglit:c,e han asolado, el
no tienen otro




1 5o DE Los CASTIGOS.
vengador que el ..S'er supremo. La eternidad de estos east¿.
gas, que deben completar toda justicia , lejos de ser con-
traria á la razon, es absolutamente conforme á ella.


VIII Sin embargo, por conforme que sea á la razon,
no es menos sobrenatural el infierno con respecto á noso-
tros : sobrenatural porque es superior al poder del hom-
bre; y sobrenatural porque es un fuego milagroso que abras
sará las almas sin consumirlas , y se proporcionará á la in-
tensidad de los desórdenes. Esto es lo que exige una reve-
lacion , lo que no puede hacer el hombre , y lo que cier-
tamente es superior á nuestras fuerzas. Pero volvemos á re-
petirlo, ¿lo que es superior á las fuerzas del hombre, lo es
tambien á las del Todopoderoso? ¿Se castigará el hombre
á sí mismo en el infierno? ¿No es el Eterno el que con un
soplo ha encendido este fuego formidable, el que le per-
petuará , y el que le proporcionará á la enormidad de los
desórdenes'? Porque sea sobrenatural con respecto á
nosotros ¿se sigue que es superior al Ser supremo?


IX Porque sea sobrenatural ¿se sigue que hace mas
dificil la moral , y menos odiosos los crímenes?,.,.. ¿No su-
cede precisamente lo contrario? Cuanto mas seguros son los
castigos, son mas eficaces; y cuanto mas formidables son,
hacen al vicio mas espantoso. Pero ¡ah! ¿No es la idea de
estos suplicios eternos bien meditada•Ila que detiene al pe-
cador mas obstinado en la carrera de sus desórdenes? Aun
antes de entregarse al pecado, á la vista de estas hogueras
encendidas, se estremece el pecador , rompe animosamente
sus ligaduras, resiste á la violencia de sus pasiones y con-
sigue la victoria. ¡Cuántos monarcas poderosos hay que, ar-
rastrados por su ambicion, al momento de devastar la tier-
ra , conmovidos del terror de estos castigos , renunciaron
definitivamente sus proyectos detestables! ¡Cuántos liber-
tinos, que se creían sepultados para siempre en el abismo
del desórden , han salido inesperadamente de él para en-
tregarse á grandes penitencias! ¡Cuántos jóvenes, conduci-
dos del fuego de su edad, que se han detenido inopinada-


DE LOS CASTIGOS. I 5 t
mente para volver sobre sí ! Y ¿quién ha obrado estos pro.


t.
diuios admirables? El infierno.....


X ¿Y cuándo se ve parecer sobre la tierra esta inunda-
cion de crímenes afrentosos , esta depravacion espantosa de
costumbres que ocasiona infaliblemente la pérdida de los
pueblos? ¿No es precisamente cuando ha sido alterada la
moral, y se llega á creer que pueden evitarse los castigos
del otro inundo? Quitad el infierno con sus fuegos . eternos,
y la ley de la libertad, no tendrá sancion, ni los vicios fre-
no: se desencadenarán todas las pasiones, y no habrá paz,
reposo ni seguridad que esperar para los imperios.


XI Supongamos nuevamente que siendo yo soberano
ó legislador civil se me presenta uno .


para dogmatizar en
mis estados. No le preguntaré si admite un infierno porque
le hay en todas las religiones.,Le preguntaré simplemente
¿á quiénes condenará á las penas del infierno? El sacer-
dote pagano me dirá que condena á los que cometen críme-
nes monstruosos; el salvaje á los•ue no son bastante feroces
en la guerra; el musulinan ci ne dispensa esta pena á los vo-
luptuosos; el bonce á. los que le dan limosna; y el japonés á
los que creen en las satisfacciones de Jaca ó de Amida.


XII »En el Japon (dice el padre Charlevoix) se ado •
»ra un ídolo llamarlo Amida que tiene tres cabezas, y que
»hizo antiguamente tan duras penitencias, que se le baria
»una injuria por cualquiera. que quisiese dar satisfaceion
»de sus excesos despues de él. Cualesquiera que scan los
»crímenes que se hayan cometido, se cuenta con la segn-
»ridad de la salud futura , si se muere invocando su nom-
»bre. Este ídolo tiene un hijo llamado Jaca, que tiene la
»misma virtud y el mismo poder que su padre. En nom-
»bre de este dios, mas conocido en las Indias con el nom-
»bre de dios l'O°


, dan los bonces á los moribundos bille-
»tes de redencion, y los que los obtienen se consideran al
»mismo tiempo libres de las penas del infierno y del pur.,
»gatorio. ( Charlevoix, hist. del Japon, y Preyost. hist. ge-


neral de los Viages )."




132 DE LOS CASTIGOS.


XLII Principios, reglas, medios y motivos. He aquí
lo que constituye la moral , pero si se dispensa del infierno
á todos los pecadores, si todos los que invocan á Jaca á la
hora de su muerte logran su salvacion : ¡gran Dios , sobre
quién recaerá vuestra justicia! y si dejo enseñar semejantes
doctrinas en mis estados, ¿qué freno habrá para los des.
órdenes? Es verdad que por todas partes se predica la exis-
tencia del infierno; pero si nadie va á él ; si hay religiones
que facilitan á los pecadores un medio facil de dispensarse
de él, ¿no será lo mismo que si no le hubiese? Júzguese
cada uno á sí mismo Se preguntará acaso si en la t'eh•
gion verdadera no hay medios tambien de librarse del in-
fierno; y responderemos que si , pero sujetándose á hacer
una vigorosa penitencia ; de modo que en esta religion es
preciso que de grado ó por fuerza sean castigados siem-
pre todos los desórdenes.


S . 3.°
De la penitencia.


I ¿Qué sucede cuando un legislador por un suceso me•
morable publica una amnistía general en su reino, y dá fa-
cultad á sus oficiales para que reciban á todos los desertores
que se acojan á ella en el término de seis meses? Que estos
lesgraciados , contentos de haber salvado su vida por este
beneficio, corren en tropel á presentarse á los oficiales. Com-
pareciendo ante ellos reconocen que han cometido un de-
fecto por la desercion: he aquí la confesion. Manifiestan el
mayor sentimiento por haber cometido este cielito: he aquí
la contricion. Últimamente dan una satisfaccion á la patria,
empeñándose en el servicio por el mismo tiempo que se
habian alistado al principio de su carrera: y véase aquí,


la satisfaccion.
II Cuando en la época de la ley nueva quiso Tesu eris-


to publicar la mas célebre de todas las amnistías, mandé'


DE LA PENITENCIA. 2 53
anunciar al universo que todos los pecadores que se con-
virtiesen antes de la muerte, se librarian del fuego del in.
fiemo, dando á sus apóstoles el poder de conceder esta
,gracia: ¿y qué sucedió? que los pecadores que habian me-
recido las penas del infierno, creyéndose muy felices de


esteá precio libres de la muerte eterna, corrieron enverse
tropel á postrarse á los pies de los apóstoles. Llegando á su
presencia habian humildemente un reconocimiento de sus
defectos: he aquí la confesion. Atestiguaban su dolor: he
aquí la contricion: y los apóstoles en consecuencia les im-
ponían penitencias proporcionadas á sus desórdenes : esta
es la satisfaccion.


III ¿Qué hay pues de nuevo en esta célebre amnistía?
¿Es la confesion ó el reconocimiento de sus defectos? No;
porque antes de obtener gracia de parte de los hombres, es
preciso reconocer igualmente que se ha obrado mal. ¿ Es
la contricion? Tampoco: porque los hombres no hacen
gracia á los que no manifiestan dolor de haberles ofendido.


Será la satisfaccion? Menos: porque es verdad que en
la amnistía se hace gracia al desertor del suplicio que habia
merecido, pero no se le dispensa enteramente del servicio
de la patria. La amnistía se le concede para volverle á lla-
mar, y si no se obligase á volverse á empefiar en el servicio
por el tiempo que se alistó en los principios, es evidente
que no merecería la gracia.


IV La confesion, la contricion y la satisfaccion son tres
actos tomados de la naturaleza; actos que existian antes de
la venida de Jesucristo, y que obligaban desde el principio
del mundo. Sin ellos jamas hubiera sido perdonado un solo
pecado de parte de Dios ni de parte de los hombres. En el
origen, aunque conoció Dios el pecado de Adam, le obli-
gó sin embargo á comparecer en su presencia y á convenir
en que habitobrado mal: he' aquí la confesion; á atesti-guar su dolor: hu aqui la contricion. Despues de esto, per-do


nándole la culpa, le impuso una penitencia terrible, que
cayó sobre él y sobre todos sus descendientes: luí aquí laTom. III.




I 54 DE LA PENITENCIA.
satisfaccion. Despues de la muerte de Abel, aunque cono-
ció Dios perfectamente el crimen de Cain, obligó sin em-
bargo á este gran culpable á comparecer en su presencia y
á reconocer su crimen : lié aquí la confesion; á manifestar
su dolor; he aqui la contricion, ; y por último le arrojó á él
y á toda staamilia de la casa de su padre; lié aquí la satis-


faccion. En la ley antigua, conocia Dios perfectamente el
adulterio de David. Sin embargo, antes de perdonarle, exi-
gió que este gran soberano reconociese su pecado delante
de su profeta: hé aquí la confesion ; que se doliese de él:
he aquí la contricion ; y despees de esto hizo que fuese
despojado por Absalon su hijo: hé aquí la satisfaccion.
Ultitnamente, en la ley antigua conocia Dios perfectamen-
te todos los pecados de su pueblo. No impedia esto que to,
dos los pecadores que qucrian obtener su gracia, dejasen
de considerarse obligados á comparecer delante del sacerdo-
te; á convenir humildemente que habian obrado mal, y á
ofrecer una víctima particular por cada pecado, y satisfacer
de este modo. Entre los paganos mismos, aunque se creía
que sus dioses conocian perfectamente los pecados de los
hombres, no por eso dejaron de creerse obligados los gran-
des criminales á comparecer ante sus sacerdotes, á hacer
sacrificios, y á ponerse en la actitud necesaria para apaciguar*
á los dioses y obtener su gracia..


V En fin, los tres actos de la penitencia son tan necesa-
rios para lograr el perdon , que no hay un solo hombre que
no los exija de los que le han ofendido. Un padre sabe
muy bien que le ha faltado su hijo;. pero exige sin embar-
go antes de hacerle gracia que reconozca su mal porte: hé


aquí la confesion; que le explique su dolor: lié aquí la
contricion ; y que repare su falta por una conducta mas
regular para con él: he aquí la satisfaccion..


VI ¿Qué hay pues de sobrenatural en la célebre am-
nistía:de. Jesucristo? No es ni la confesion, ni la contri-
cion , ni la satisfaccion; sino el poder que concedió á los
hombres de perdonar los pecados, poder que no tuvieron


DE LA PENITENCIA. 1 55
ja mas los sacerdote


y
paganos ni los de los hebreos. Pedían


raci ofrecian sacrificios por los peca-
dos, pero no los
g ,


perdonaban. Siendo el pecado una t ransgre-
sion de la lev de Dios, á él solo toca hacer gracia : y si ha
permitido á los hombres representarle, no puede ser sino
por un privilegio especial. Lo que hay de sobrenatural y
verdaderamente nuevo en la ley de Jesucristo, es que con
solo una palabra cita á todos los pecadores delante de los
hombres, y les obliga á comparecer en su tribunal para de-
clarar en él sus pecados, aun los mas secretos.


VII Considérese bien esta corta sentencia : los pecados
que perdoneis, serán perdonados: y los que dejeis de per-
donar, no serán perdonados. ¿Qué ha debido seguirse de
esta publicacion , hecha por un Dios que lee en el fondo
de los corazones? Una revolucion la mas importante para
todos los gobiernos, que no hubieran podido obrar todas las
potestades de la tierra con los poderes mas ámplios. Volva-
mos la vista sobre todos los pueblos del universo antes dela venida de Jesucristo, y veremos que descansaban verda-
deramente en la region de las tinieblas. Es verdad que la
sinagoga tenia como la iglesia un tribunal exterior para los
pecados públicos; pero se ocultaban enteramente á sus ojos
los pecados secretos. Dios veía muy bien todas las acciones
de los hombres, pero no las veían los sacerdotes. Debia juz-


jgarlas Dios algun dia; pero los sacerdotes no las juzgabanamas. Los sacerdotes palmos, en la imposibilidad de citar-
les á su tribunal, se veían obligados á enviarlos al de Ni-nos; y los de los hebreos, al tribunal futuro del Ser supre-
mo: ;imagínese qué impresion podría hacer en este caso el
tribunal civil, si se contentaba con amenazar á los malva-
dos con los juicios del otro mundo!


VIII Pero desde que Jesucristo pronunció esta corta sen-tencia que los pecados que no sean perdonados en este mun.do, no serán perdonados jamas en el otro, ordenando á susa
póstoles que publicasen esta sentencia por todo el univer-


so, todos los pecadores, en virtud de este anuncio, corrie«
: 5




156 DE LA PENITENCIA.
ron en tropel á arrojarse á los pies de los apóstoles, y les
dijeron: ¿qué haremos, hermanos nuestros? ¿Quid facie-
mus, viri traeres? Os anunciamos que es preciso que con-
feseis vuestros pecados y que hagais penitencia. — ¿Pero
qué tiempo nos dais para ello? — Ninguno: porque vues-
tros pecados deben ser perdonados antes de la muerte, y
podeis morir mañana. Si os convertís ahora, podremos ha-
ceros gracia; pero marrana no habrá acaso tiempo. — ¿Y qué
debemos hacer para conseguir el perdon de nuestros peca-
dos? — Los tres actos naturales de la penitencia, la conte,
sion , la contricion, y la satisfacción. No os pide Dios otra
cosa; pero no os dilateis un solo dia. Abandonad ahora mis- 41i
nao vuestros pecados: volved á vuestros deberes; corregid
vuestros defectos; restituid los bienes mal adquiridos; redo-
blad las buenas obras y aprovechad el tiempo. Porque aun-
que cada uno de vosotros fuese el mas grande príncipe de
la tierra, no podríais lograr que fuesen perdonados vuestros
pecados sino con estas condiciones.


IX ¡Qué revolucion en los estados! ¿Puede concebirse.
bien toda su importancia? La amnistía no es limitada; pues
se extiende á todo. Es un favor general para todos los pe-
cados y para todos los pecadores. El nuevo sacerdocio lo
puede perdonar todo, tanto los pecados secretos como los
pecados públicos. Para esto es preciso reconciliarse antes de
la muerte, y ésta puede acometernos mañana. Para reparar
todo el tiempo perdido antes de entrar en el cielo, el medio
mas sencillo es el de reconciliarse al instante. ¿Y á quiénes
envía el príncipe á los pecadores? A sus ministros y á sus
oficiales. Es preciso pues presentarse á ellos y confesar á sus
pies todos los pecados, sin lo cual no puede haber gracia.
Los pecados que no sean perdonados en este mundo., tani•
poco lo serán en el otro.


X Hé aquí transportado desde entonces sobre la tierra,
el tribunal de Dios. Desde aquella época no solo tuvo la
iglesia, como la sinagoga, un tribunal contencioso para los
desórdenes :públicos, sino tambien un tribunal interior,


DE LA PENITENCIA, 157
en el que se conoce de todos los desórdenes secretos. ¿
qué fueron á anunciar los apóstoles por todo el universo?
Anunciaron , no solo el reino de Dios , sino el perdon de
los pecados. A ellos entregó Dios las llaves de este gran-
dioso reino , y nadie podrá entrar en él sino por su. me-
dio. ¡Qué poder!... ¿Y hasta dónde se extienden sus po-
deres? Sobre todo: todo lo que conoce y penetra Dios, se
la remite á ellos. Ni hay tinieblas ni oscuridad , ni co-
sa alguna oculta en los imperios , de que no tengan cono-
cimiento. Nihil occultum quod non revclabitur.


XI Hé aquí lo que hay de especial y verdaderamen-
te sobrenatural en la ley nueva. Antes no veía el. sacer-
docio sino á la luz del dia; y actualmente vé en las tinie-
blas. Antes no podia contener sino muy pocos desórdenes,
y actualmente puede contenerlos todos. Antes no podia
detenerlos sino despues de mucho tiempo, y actualmente
puede prevenirlos en el pensamiento, extirparlos en su
raiz, y arrancarlos hasta del fondo de los, corazones. Véa-
se aquí pues un juez que nos cita , que nos ilustra, que
nos juzga, nos condena, nos castiga, nos obliga á servir
á la patria, á llenar nuestros deberes , á combatir, á tra-
bajar , y á restituir desde el mismo instante. Sin esto es
preciso sufrir el infierno ó la muerte eterna. Sin estas con-
diciones no habrá gracia. ¡Cómo es posible que dejen de
conocerse las ventajas inestirnabies de un favor semejante I....


XII Que el hombre despreocupado y versado en la. po-
lítica examine á sangre fria la diferencia entre un pue-
blo numeroso que juzga tranquilamente sobre el fin del
mundo, y este mismo pueblo conmovido en su interior
por este discurso, al confesar sus pecados á los pies de


lsacerdote que hace convenir á cada uno de los que llegann
á él, de sus desórdenes, le obliga a' conocer su enormi-
ciad ;. y despues de haberle reprendido, corregido é ilus-
trado, señalándole el cielo de una parte y el infierno de
otra , le dice: elegid , y respondedme pron tamente. ¡ Ah!res


ponderá el penitente; antes morir que perder á mi Dios.




558 DE LA PENITENCIA.
Id pues, le dirá el ministro, criad ciudadanos, y servid
al estado; si sois soberano, haced justicia á vuestros súb-
ditos; y si sois súbditos, honrad á vuestros soberanos, po•_
que son vuestros padres , y no vuestros encarga 1oos. Hon.
raras á tu padre y á tu madre.


XIII Es preciso convenir en que este es el pormenor in-
menso del sacerdocio. Por eso cuando llamó Jesucristo á los
apóstoles, les ordenó que lo dejasen todo, mugeres, hijos,
empleos y ocupaciones domésticas ; y por eso la iglesia no
ha permitido jamas que se casasen sus ministros, porque
el sacerdocio exige que el hombre se dedique á él todo en.
tero. Esto es lo que hay de mas pesado en el ministerio.
Pero podemos decir sin temor, que este es el ministerio y
el gobierno de las almas , y en él se halla lo que hay mas
útil y mas ventajoso para todos los gobiernos. La instruc-
cion pública puede preparar los ánimos ; pero en el tri-
bunal de la penitencia se da la verdadera instruccion: allí
se vencen todos los desórdenes , se encadenan todas las
pasiones, y se contienen los Odios y las animosidades; allí


4.14
los pueblos y los soberanos, los superiores y los inferiores
son gobernados por el mas dulce de todos los medios ; la
instruccion y la exortacion:_ por aquel conducto se des-
truye el despotismo, y llegan los reyes á ser adorados de
sus súbditos y por un efecto bien precioso de reconoci•W
miento, se ven los reyes animados de un amor tierno y
particular ácia sus pueblos; y en fin, por aquel medio lle-
ga á respirarse una dulce tranquilidad en los reinos, se
sienta la paz en medio de las familias , y la justicia dis-
tributiva derrama sus beneficios sobre todos los individuos.


XIV Apelamos en confirmacion de esto á la razon y
á la experiencia. Cuando en el tribunal de la penitencia,
un ministro íntegro y celoso por nuestros intereses, nos
expone lo que debemos á nuestros hermanos, y nos re-
cuerda de parte de Dios los motivos de la religion , los
castigos de nuestros desórdenes, la importancia de nues-
tras funciones , y la necesidad en que estarnos de llenar


DE LA PENITENCIA.
159


nuestros deberes, ¿podrán ser indiferentes estas hnpresio.
nes para el bien de las sociedades? ¿ Es inútil al bien es-
tar de los gobiernos este . tribunal , en el que se repite
todo esto á cada uno de nuestros hermanos ? ¡Qué de
desórdenes no se han impedido; qué de familias no han
sido pacificadas ; qué de odios no se han extinguido; qué
de hijos no han sido educados; qué de virtudes no se han
practicado; y qué de vicios no han sido castigados y con-
tenidos por este tribunal augusto! El sacerdote católico, no
solo predica la moral, sino que la hace practicar, y corrige
á todos los que no la practican. Principios, reglas, medios
y motivos: hé aquí todo lo que contiene, aun por con-
fesion de la Enciclopedia. En este tribunal augusto, el
sacerdote católico restablece los principios, enseña las re-
glas , indica los medios, y propone los motivos que unen
el bien y el mal físico; los placeres v las penas; los de-
rechos y los deberes; lo que queremos y lo que no que-
remos ; nos prohibe separarnos de estos principios ; y
nos enseña el grande arte de vencernos á nosotros mis-
mos , y ser verdaderamente- libres. No solo prohibe todos
los vicios, sino los castiga; y no solo grita en la cátedra
contra las pasiones, sino que bajando al tribunal de la pe-
nitencia , las ataca, las combate , las hiere y las persigue
hasta el fondo de las conciencias. Supuesto este pormenor
inmenso, ¿á qué viene preguntarnos por qué no se casa el
sacerdote católico? Si se casase, sería preciso que abandona.
se la direccion de las conciencias. Si se nos quiere reponer;
¿que por qué se casan los sacerdotes- de otras religiones ?
responderemos, que porque estos no dirigen las concien-
cias, y porque mil y quinientos años despues de Jesucris-to pretendieron reformar este precioso tribunal por su au-
toridad privada..


XV Se cree que con. el nombre de la reforma vamos
á ver parecer hombres mas austeros que los que nos han
pr


ecedido. Y no es así, porque lo que estos reforman son
el ayuno, la abstinencia, la confesion , la penitencia, la.




rho DE LA PENITENCIA.
satisPzecion, y todo lo que les contraría y pone trabas.
Nada en efecto es mas incómodo que todo esto; sin embar.
go , esta.es la libertad de las pasiones; ¿pero es la liber-
tad verdadera.?.... Debemos pedir permiso á nuestros her.
manos separados para hacer la comparacion siguiente, que
les convencerá mejor de los vicios de su reforma. ¿Qué di.
rian ellos mismos á un ladron que en medio de los bosques
tuviese con sus compañeros este lenguage? »No temais las
»consecuencias de vuestros robos ; yo que soy vuestro gefe,
»reformo desde ahora los juicios, los tribunales, las horcas,
»las prisiones y los cadalsos ; y con tal que creais que nada
»de esto existe, podeis vivir tranquilos." ¿Podría impedir esta
pretendida reforma la existencia de los castigos ? -¿Nos re-
ferimos á nuestros mismos hermanos separados. ¿Y qué ten-
drán que responder al soberano juez cuando les haga esta sim•
pie pregunta: ¿han sido perdonados en la tierra vuestros
pecados?... No: luego no podrán ser perdonados en el cielo.


Pero esta pretendida reforma ¿es ventajosa al bien estar
de las sociedades de este mundo? Se nos repite sin cesar


que la moral es la misma en todas las religiones Pero
si la moral consiste precisamente en lo que ños contraría,
en hacernos amar las penas, los combates , los trabajos, y
todo lo que nos desagrada en este mundo; en proponernos
recompensas si lo hacemos así, y castigos si dejamos de
hacerlo, ¿reformaremos por eso la moral toda entera, re-
formando todo lo que nos es contrario, y todos los castigos
y los motivos ? No sucede así sino en las religiones falsas,
porque en ellas son libres las pasiones , aunque no lo son
los hombres. Por lo mismo rogamos á nuestros hermanos
separados que tengan á bien reflexionar sobre estas obser-
vaciones pacíficas, pues estamos seguros que serán en este
caso los primeros á desistir de sus erores.


XVI Supongamos nuevamente, que siendo yo sobera•


no ó legislador civil, se me presenta uno para dogmatizar


en mi reino; ¿no le preguntaré si cree en la remision de ]os
pecados? Los paganos, los idólatras, los salva ges , los


DE LA PENITENCIA.
y 6,


. dios, los chinos y todo el mundo lo cree. Ní hay un incré-
dulo, ni un impío que no tenga esta especie de fe, y que
no esté interesado en tenerla. Le preguntaré solamente: ¿si
tiene poder para perdonar los pecados? Si no es católico se
verá obligado á responderme negativamente. — Sin embar-
go, le diré, este poder no es indiferente en mi imperio;
porque sin la confesion auricular todas las conciencias vuel.
ven á entrar otra vez en las tinieblas. — En vano me dirá
que cree en la confesion , y que excita á los pecadores á re-
currir á ella. En las Indias y en el Japon se hace la misma
invitacion.


XVII En el Japon (dice el padre Charlevoix ) tienen
los bonces un templo consagrado á Jaca, sobre una roca
de una inmensa altura. Estos bonces, llamados Guosizes,
tienen una barra de hierro con una balanza á su cabo
punta. Despues de colocar al penitente en uno de los platos
de la balanza, con un contrapeso en el otro, llevan la ba-
lanza sobre un precipicio: el peregrino hace allí en alta voz
la confesion de todos sus pecados; y si no habla francamen-
te, sacuden la balanza y precipitan al miserable




En las
Indias, los bonces tienen tatnbien balanzas, en las que ca-
da pecador se pesa y rescata sus pecados poniendo en el
plato opuesto tanto oro como él pesa, ó mercancías de igual
valor, que quedan en provecho de los bonces. En todos estos
paises se conoce toda la utilidad de la confesion, y los bonces
y los Guogües hacen iguales invitaciones que los ministros
protestantes: pero sin embargo nadie va á colocarse en es-
ta formidable balanza, y es bien dificil hallar quien quiera
hacerlo. Para obligar á todos los hombres á confesarse es
preciso tener poderes, y los sacerdotes falsos no los tienen.


XVIII El sacerdote católico, al contrario, no se con-
terno con excitar á la confesion, sino que lo exige. No cree
que 'es bastante exortar á los pecadores á comparecer en su
tribunal, sino que les cita á pesar suyo. Me cita á mí


. mis-
mo, dirá el soberano, y me creo obligado .á obedecer] •
que sin esta confesion no puedo esperar el perdon de


R e, polors-
TOM,. III.


X




162 DE LA PENITENCIA.
pecados. Ni se contenta con decirme que tiene poderes,
sino que me los manifiesta. Por medio del sacerdote cató-
lico puedo tener en cada parroquia un verdadero juez que
arregle todos los negocios, que retina todos los ánimos,
que combata todos los defectos, que ponga paz en todas
las familias, y que repare todos los males. Porque para per-
donar los pecados el sacerdote católico, no solo exige la
confesion , sino que obliga á la satisfaccion, que es el ar-
tículo mas importante.


S. 40


Del purgatorio.


Il Hay una pena natural ligada inseparablemente á.
nuestros trabajos, y sin la cual es imposible que podamos
cumplir ninguno de nuestros deberes. Es indudable que el.
pan que comemos, antes de llegar á, nuestras manos; ha
sido empapado en el sudor de una multitud de cultivado-
res, y que ha costado á muchos de nuestros semejantes un
cierto número de Bias de trabajo , que les debemos recom-
pensar por otros servicios espirituales ó corporales, á -los
que estamos obligados naturalmente cada uno en su esta-
do: Esta pena de espíritu ó de cuerpo, unida , naturalmente


nuestro estado, se llama deber ó deuda, debitum. El que
llena fielmente los deberes de su estado, satisface esta deu-


da á sus semejantes. Al contrario, el que deja de cumplir
lbs deberes de . stiéstado, aumenta sus deudas en razon de
su negligencia , y se hace deudor- á la sociedad de todas
'las penas que' -deja de tornarse. Supongamos; por ejemplo,
-que por la . ley del pais en que vivimos estan obligados to-
dos los soldados á servir á la 'patria por seis afros; será , evi


-dente que el valiente soldado que sirve con fidelidad .todo
'este tiempo, satisface á su patria, mientras que el desertor
'que deja de cumplir el tiempo de su servicio no la satis-
face. Nadie ignora que para la educacion corporal de


DEL PURGATORIO. 163
solo ciudadano son necesarios .1-aleve ó diez años de cuida-
dos y. trabajos;. y todo el mundo sabe que el padre Virtuo-
so que sigue las leyes de la naturaleza satisface esta deu-
da, mientras que el impúdico y vicioso se sustrae y deja
de satisfacerla.


II Así que, es facil conocer que cada una de nuestras
acciones tiene esencialmente dos relaciones: la una con res-
pecto á la autoridad que la manda; y la otra relativa al
objeto por el que es mandada. Si tomamos la pena natural
que es inseparable de nuestro estado, obedecernos por una
parte á Dios que nos impone este deber, y por otra hace-
mos un bien temporal á la patria. Pero al contrario, si de-
jamos de tomar la pena natural á que está sujeto nuestro
estado, haremos un daño temporal á la patria, y desobe-
deceremos al legislador que nos lo manda, y desobede-
ciéndole le ultrajamos. El daño hecho á la patria se estima
por la pena temporal que hemos dejado de tomarnos, y
por el dado que resulta de ello á nuestros semejantes. El
ultraje hecho al legislador se estima por la dignidad de la
persona ultrajada. Si esta es infinita, el ultrage será infinito,
y la satisfaccion debe ser infinita. Señor de sus derechos,
puede muy bien el legislador perdonar la pena legislativa
que pronuncia la ley contra el que la quebranta; pero co-
mo protector y vengador de los derechos de las sociedades,
no puede dispensar la satisfaccion que es debida á la pa-
tria y al orden social. Si dispensa á alguno el castigo , no
puede ser de otro modo que obligándose éste á satisfacer
sus deudas á sus semejantes, y pagar dardos é intereses.


III Debemos convenir de buena fe, que aunque co-
nozcamos poco las preocupaciones de la educacion , no es
dificil convencerse de que este artículo es tan simple y tan


¿i. (1de libros
b
e le


s pteo:r


conforme á la sana razon, que para decidirle no tenernos
necesidad de revelacion, de santos padres, n
lógicos. Cuando se hace gracia á un desertor
dona? la pena de muerte solamente; pero se le obliga á
servir á la patria. Cuando se hace gracia á un ladrón que




1


i64. DEL PURGATORIO.
ha robado cien- escudos ¿qué se le perdona? la pena de
muerte; pero se le obliga á restituir los cien escudos, por.
que el kgislador no puede disponer de los derechos de
otro, antes bien está obligado á conservarlos. Lejos de po.
der dispensar al ladron la restitucion, se le obliga á hacer-.
la; y si no satisface al tiempo prescrito, se le pone en una
prision hasta que haya pagado la cantidad robada, ó sus
amigos, movidos de su estado, se allanen á pagar por él si
se halla en la imposibilidad de hacerlo.


IV Esta es evidentemente la marcha ordinaria de la
justicia en todos las gobiernos; y lo comprueba la expe-
riencia. El perdon del defecto cuando se obtiene, no supo-
ne otra cosa que el perdon del castigo. Es verdad que sal-
va al culpable de la pena legislativa; pero no de la pena
natural que se ha omitido, ni de la deuda temporal cine
ha contraído omitiéndola; y lejos de destruirla la supone;
porque sin esto, esta gracia sería una injusticia manifiesta,
desaprobada por la razon y por la naturaleza..


V Segun esto, el artículo de las satisfacciones depende
de una cuestion muy simple. Á saber, si Jesucristo sobré
la cruz satisfizo nuestras penas temporales. Si no lo hizo,
es indudable que aun debemos satisfacerlas nosotros. Pero
es claro como la luz del dia que Jesucristo no llenó las
funciones y deberes del labrador, riel soldado, del artesano,
del magistrado ni del soberano, y que tampoco- educó á
'nuestros hijos, ni cumplió ninguna de nuestras obligacio-
'nes temporales. ¿Qué hizo pues? Satisfizo á- Dios por la in,
-furia' in finita que le hacemos dejando de cumplirlas. Pero
Si comparecemos antes de la muerte, y nos presentamos á
sus ministros, nos libra del infierno; y esta es la gracia que
ha conseguido para nosotros, y la que él solo .pocha lograr,
'porqne siendo una persona infinita, solo él podia ofrecer á
Dios una . s:atisfaccion infinita. Desde el principio del tunn•
-do hasta el fin, nadie puede ni podrá salvarse . de las penas


'del infierno sino por jesucristo. He aquí una gracia ifl'
apreciable sin duda; pera pues que Jesucristo, dando sa-


DEL PURGATORIO. 3 65
infinita, no ha satisfecho nuestra!


penas ten , es evidente que permanece aun des-
pues amnistía, y cine deben necesariamente permane,
cer : y esta es la gracia que Jesucristo llama nuestra deuda,
nuestra penitencia, nuestra milicia, y el tiempo de nuestro
servicio personal. Cualquiera que sea la gracia que llegue *
mos á conseguir por su mediacion, nos anuncia claramente
que las puertas del cielo no se nos abrirán hasta que haya-
mos cumplido rigorosamente la medida de nuestra peniten-
cia. Nisi pcenitentiam habueritis, minime patebit vobis
regnum aeloruin.


VI Y ¿cuál es esta penitencia temporal que aun de-
bemos cumplir despues de la amnistía? No es mas dificil
de resolver' esta cuestion que la primera:. á . . saber, la que
hemos omitido , ó el mal que hemos ocasionado á otros
por nuestras transgresiones; y .debe conocerse fácilmente
que esta pena es mucho mas considerable que lo que se
cree comunmente. Para estimarla, basta tener presente esta
verdad incontestable: que todos los días de nuestra vida
son debidos á Dios y a la patria. Si yo vivo cien años, es
incontestable que estoy obligado á emplearlos en hacer
bien; y que si pierdo cincuenta en la ociosidad y en el
desórden, serán cincuenta años que debo á la•sociedad. Es
preciso ademas persuadirse mucho que cada uno de nues-
tros desórdenes hace un daño considerable á las sociedades.
Por un solo acto de impudicicia privo á la patria de un
ciudadano cuya educaeion me hubiera costado nueve 6-diez
años de penas temporales; y nadie i lora que siempre quéign
un individuase entrega al lihertinage, hace otro tanto mal,
y que todas estas penas que se evitan voluntariamen te porla incontinencia sonpor debidas


sola la impudicicia?
patria.. Y¿Q


si
é.d
la: suma tan


e r e
s de


nuestras (leudas puede hacerse tan enorme por solo este vi.
eio. ¿cuánta nó debe ser la: de todos los lemas desórdenes?
¿Quién no sabe que por .sOla una injusticia, puede- hacerse
perder




al prójimo cincuenta. mil francos,: por una sola bu,




I 66 DEL PURGATORIO..
postura una plaza de mil escudos, y que en un soló golpe
de dados se pueden perder al juego cincuenta luises, que
habrán costado acaso á los pobres mas de doce años de
trabajo?


VII La primitiva iglesia graduaba las penitencias se,
gun este cálculo ; y por eso eran tan considerables, que por
un solo pecado de deshonestidad imponia ayunos vigorosos
que duraban á veces muchos anos. La iglesia actual no ha
destruido ó desterrado estas satisfacciones; porque siendo
cada pecado esencialmente el mismo que lo era antes, son
esencialmente las mismas las penas temporales que estaban
unidas á él. Dejando á los penitentes la libertad de satis-
facer mas pronto ó mas tarde, no les dispensa; y la ligera
penitencia que impone un confesor es, por decirlo así, un
ligero recuerdo. Las deudas que no paga ahora el pecador
se engruesan todos los dias, y es indudable que la justicia
divina llegará á obligarnos á satisfacerlas si nosotros mis-
mos no lo hacemos. Por eso hay en todos los gobiernos un
lugar de fuerza en el que son detenidos los deudores hasta
que satisfacen por sí ó por medio de sus amigos. En la jus• -
ticia humana éste lugar de detencion se llama prision, y
en la justicia divina se llama purgatorio; pero en el uno y
en el otro es indispensable este lugar, porque sin él no se
pagarían jamas las deudas, ni se satisfaría á la _justicia divina..


VIII Los que no han reflexionado sobre esta materia,
imaginan que desde que se supone que hay uw infierno,
debe considerarse que el purgatorio es una adicion pura-
mente inútil: que es como si dijésemos en lo civil, que
desde que hay cadalsos para los criminales,.no hay necesi-
dad de prisiones para los deudores. Si se pensase sériamen-
te en esta materia se vería que la prision interesa mucho
mas á los estados que el infierno mismo, Si el infierno es
la sancion de la ley natural, el purgatorio es esta pena tem-
poral, sin la cual no es posible hacer bien alguno sobre la
tierra: y si-el infierno es el castigo de los que no han que-
rido cumplir- los deberes de su estado, el purgatorio es la


DEL PURGATORIO. 167
continuaeion indispensable de estos deberes, cuando no
han sido cumplidos. Pagando. las deudas se puede evitar el
infierno: y el purgatorio es la carta de pago de estas mis.
mas deudas. La reforma pues del purgatorio debe mirarse,
Sin dudar, -como el golpe mas terrible que puede darse á
las sociedades.


IX Supongamos que un militar imprudente ó poco
instruido publica entre los soldados que el hijo de un mo,
marca, despues de haber ganado- allá en ótro tiempo una
batalla célebre, satisfizo plenamente los deberes de todos
los soldados presentes y futuros, -y que los que creen en é4;
aunque deserten, quedan libres, no sola, 7deLcastigo sino
de todo servicio: qué relajacion no produciria este anun--
cio en un .ejéreito l Y- si en lo por consecuencia d e
esta misma amnistía, decretase el magistrado, no solo la li--
bertad de todos, los criminales, -sino el perdon- de todas las,
deudas, qué ruina no se seguiria á todos los-acreedores




Con una doctrina tan extrafilt¿quién no querria mejor di-
vertirse toda su vida que llenar sus. deberes? .


t


• X Así que, entre todos los pueblos que, son conduci-,,
dos por el simple buen sentido, ademas del infierno para
]os pecadores impenitentes , se admite un pu' rgatorio, en,
el que son detenidas las almas penitentes hasta que paguen
sus deudas personales, ó satisfacen por ellos sus amigos. De
aquí ha nacido el uso general de pedir y -rogar por los
muertos. Entre los paganos (segun Firgilio) había un lu-
gar en el que se suspendian en el aire las almas hasta que;
fuesen purificadas enteramente, para que pudiesen ser in-.


jtroducidas en la morada de los bienaventurados. Entre los-udíos, los egipcios, los griegos, los romanos , y todos los
pueblos de la antigüedad en general, se rogaba por los
muertos; y lo mismo se hace entre los negros, los musul-
manes, los chinos, los indios, los japoneses, y entre todos
los pueblos bárbaros y mas groseros. Así que es indudable
que por todas partes se cree en el




-


purgatorio; y sin infier
no ni purgatorio no podrá haber moral, libertad , razon,




•3.63 -DEL PURGATORIO,
ni buen sentido, y todos los vicios quedarán sin freno , y
sin castigo todos los crímenes.


XI Al contrario, estableced el purgatorio en las socie-
dades , y todo mudará. Si cometo desórdenes, debo necesa.
:lamente hacer penitencia, sea en este mundo ó en el otro.
Por lo mismo, debo saber que si puedo evitar el infierno
nor las satisfacciones de Jesucristo, no evitaré el purgato-
rio: desde entonces se verán 'contenidos todos los vicios, y
restablecida la libertad. No hay para mí medio de descui•
dar impunemente mis deberes; porque si pierdo cincuenta
años, debo repararlos, y entonces querré mas no perderlos:
y si no he satisfecho á la hora de la muerte deberé pagar
despues; por lo mismo querré satisfacer ahora, pues por
poco que me quede de vida conoceré la necesidad de mul-
tiplicar mis buenas obras y redoblar mis esfuerzos. No es
creíble cuántos desórdenes repara y cuántas virtudes pro-
duce este solo artículo bien meditado.


XII Cuando olmos á una multitud de hombres super-
Iciales inculcar esta máxima inconsiderada; que la moral
fs la misma en todas las religiones , no podemos com.
'padecer bastante una ceguedad tan dañosa. No hay


moral


en
donde la ley del bien y del mal sea desconocida. Su-


- pongamos en el lecho de la muerte á un partidario de las.
religiones falsas que pasó toda su vida en el desórden, ¿dón-
de le enviareis cuando llegue á morir? Si cree en Jesu-


cristo, direis que no irá al infierno porque tiene fe , ni al
'purgatorio porque no le admitís ni creeis en él; y será pre-
ciso por lo mismo que le dejeis pasar inmediatamente al
cielo con los hombres mas virtuosos. De consiguiente, en
vuestra pretendida religion no solo quedarán impunes los
vicios, sino que serán recompensados como las virtudes
mas sublimes ; y quedarán por lo mismo las pasiones sin
freno, y será destruida enteramente la libertad, porque es
imposible odiar el vicio cuando no se teme el castigo. Para


que haya moral - en una religion es pues preciso creer q1-10


hay un purgatorio , y que no puede dispensarnos de él ni


DE L PURGATORIO.
i69


Ja confesion , ni la absolucion, ni la indulgencia misma,
si no hacemos cuanto pueda sernos posible para satisfacer
por nuestros propios esfuerzos.


XIII Los detractores de la religion verdadera han gri-
tado mucho contra las indulgencias; y yo creo que nun.
ca han sabido lo que son , pues no declamarían así si se
convenciesen de que la indulgencia no es otra cosa que un
favor de compensacion que se aplica á todos los que ha•
ciendo todos sus esfuerzos para satisfacer , no han podido
lograrlo por sí mismos. Se pone á un miserable en prision
por la deuda de cien escudos, y sus amigos le ayudan á pa-
gar: he aquí una indulgencia, que lejos de perjudicar á
los acreedores, les asegura su paga. Si hay en el mundo
hombres que descuidan sus deberes, hay tatnbien otros que
hacen muchos mas bienes que los que estan obligados á
hacer, y este cúmulo de buenas obras forma en la religion
verdadera un tesoro que sirve para ayudar á los verdadera-
mente penitentes : y ve aquí de lo que han servido las
buenas obras temporales de Jesucristo , y de lo que pueden
servir todas las mortificaciones de los anacoretas , y los tra-
bajos inmensos de todos los santos.


XIV Por esta compensacion sc libertó el buen Ladron
en la cruz del purgatorio; por ella pueden ser perdona-
das en el bautismo las penas temporales, y disminuirse el
purgatorio ; pero para merecer esta compensacion es pre-
ciso ser verdaderamente penitente , que es decir, que es
preciso que cada uno haga toda la penitencia que pueda
hacer: ni debe temerse que se pueda abusar de las indul-
gencias, porque es el mismo Dios el que las aplica en ra-
zon de las disposiciones de cada uno : Veré pxmtentibus.
Debemos pues estar persuadidos que en la




b
relia on verda-


dera debe ser satisfecha rigorosamente la suma total ; así
como debemos creer que no lo es en las religiones falsas. •


Y ¿ quién no vé que ésta es la marcha de la na-XV
tur


aleza, la que se observa en la justicia humana, la única
que es equitativa y conforme á la razon; la que contieneTom. "u


Y




I 70 DEL PURGATORIO.
todos los vicios, y hace florecer todas las virtudes? Para
evitar el purgatorio es preciso que cada uno llene perfee.
tameme sus deberes por toda su vida; y si yo quisiese pre-
venir esta. pena, debo redoblar mis esfuerzos y multiplicar
mis trabajos por toda la vida:. si quiero abreviar las penas
del purgatorio y merecer indulgencias por mí mismo, es
preciso que me haga. acreedor á ellas y que sea peniten-
te: Veré pcenitentibus. ¡Que cosa hay mas natural y mas
ventajosa ! ¿Cuál es el pais donde no hay prisiones para los
deudores hasta que pagan por sí ó por sus amigos? Y si es-
ta prision es necesaria en el gobierno de la tierra ¿cómo
puede dejar de. serlo en el del supremo Juez del uni-
verso?


XVI ¿Qué hay de sobrenatural en el purgatorio?......
Que esta prision se reserva para el otro mundo; que los su-
plicios de expiacion serán de fuego ; que Dios castigará
hasta las palabras ociosas, y que se conducirá con cada uno
segun sus obras. ¿Pero qué hay. en todo esto que no esté en
la naturaleza del Ser. supremo?..... Si los hombres pueden
condenar al suplicio del fuego ¿por qué se ha de creer que
no lo puede Dios? Y porque este fuego sea sobrenatural
¿será menos necesario para la moral y la libertad? Los cla-
mores de los difuntos que en medio de las llamas gritan
perpetuamente á los vivos que hagan buenas obras para
salvarlos y salvarnos á.nosotros mismos ¿ no son las mas elo-
cuentes exortaciones que pueden hacerse?


XVII Si yo fuese soberano ó legislador civil y se me
presentase uno para dogmatizar en mis estados, no le pre-
guntaría si creía que podia.librarse el hombre del infierno
por la penitencia; porque se cree en todas las religiones.
Le preguntaría solo si admitia.un purgatorio, ósi habia en
el otro mundo una prision, en la que fuese preciso acabar
de hacer. la penitencia si no se. habia.cumplido en vida. Sí
me dijese que bastaba invocar á Jaca á la hora de la muerte
para librarse del infierno y del purgatorio, no le admitiría,
porque con su doctrina establecería la impunidad absolg•


DEL PURGATORIO.
1 7r


ta del desárden, cuya moral es detestable para las socieda-
des, y destructiva del libre arbitrio.


XVIII En vano me repetiria que tiene una fe, por-
que le diría que su fe es falsa, y precisamente contraria á
lo que debe creerse : que el católico tiene tambien fe, por.
que cree que habiendo Jesucristo satisfecho plenamente
por las injurias infinitas que hacemos á Dios, una sola go-
ta de su sangre basta para la satisfaccion de todos los peca-
dos, y con tal que nos determinemos á hacer verdadera
penitencia nos libraremos de las penas del infierno, pero
no del purgatorio; que no habiendo cumplido Jesucristo
sobre la cruz nuestros deberes, debemos llenarlos nosotros
si los hemos omitido; que todos debemos llevar nuestra
cruz, y cumplir nuestra penitencia; que si ésta no se aca-
base en este mundo , deberemos acabarla en el otro ; y que
si cada uno no hacemos todo lo posible para satisfacer por
nosotros mismos, no mereceremos indulgencias, ni podrán
aplicársenos las satisfacciones de los santos. Como el pa-
raiso y el infierno, esta prision está en el otro mundo ; y
si es sobrenatural con respecto á nosotros, no por eso de-ja de ser necesaria á los ojos de la sola razon. Este punto
es inseparable del orden de la naturaleza; y lo mismo su-
cede en lo que hay de sobrenatural en el sacrificio, como
lo veremos en la seccion próxima.


s. s..


Del sacrificio.


Es preciso que estas palabras: este es mi cuerpo,tengan
.


una virtud muy poderosa, pues que han hecho caer
por tierra las víctimas de los animales, por donde quie-
ra que han sido pronunciadas. No examinaré aquí sí es-
ta admirable revolucion fue anunciada por los profetas.
Pero de lo que no puede dudarse es , que se efectúo pre-cisamen te en el momento en que Jesucristo pronunció


Y:




172 DEL SACRIFICIO.


sobre un pedazo de pan estas extraordinarias palabras : es-
te es mi cuerpo.


II Antes de la pasion de Jesucristo se ofrecian aun
víctimas de animales, y subsIstian estos sacrificios desde el
principio del mundo. Se ofrecian en tiempo de Abel, en el
reinado de los patriarcas, y despucs entre los judíos, los egip-
cios, los babilonios, los griegos , los romanos , y entre to-
dos los pueblos antiguos en general. Se ofrecen ann hoy en
la China, en las Indias, en el Japon, entre los tártaros, en-
tre los negros, y en todas las islas del mar del Sur , don-
de han abordado los viageros.. Se ofrecian en la América
cuando fue descubierta , y se han ofrecido siempre en los
pueblos salvages y civilizados, donde se ha seguido 1 4 reli-
gion natural: porque, como hemos dicho en la cuestion
del sacerdocio , siendo los sacrificios de la naturaleza el ho-.
menage indispensable de lo que comemos, desde que se sir-


yen victimas sobre nuestras mesas, deben servirse y ofrecer-,
se igualmente sobre los altares. Ni nadie duda ya que esta
es la parte mas esencial de los sacrificios de la naturaleza.


III Generalmente conocidos estos hechos, y compro-
bados incontestablemente , me dirigiré á todos los católi-
cos extendidos por todo el universo, y les preguntaré:.
¿por qué hace mil y ochocientos al os que no ofreceis
víctimas de animales como los denlas pueblos?„... Sé bien
que manifestándome una hostia consagrada me responde'
rán unánimemente: porque este es el cuerpo de Jesucristo,
que vale mas que todas las víctimas. Si pregunto á todos
los obispos y á todos los.sacerdotes católicos diseminados por
todo el universo: ¿por qué no ofreceis víctimas de anima-
les como los denlas sacerdotes?.., Me responderán todos,
presentándome una hostia consagrada: porque este es eb
cuerpo de Jesucristo, y este cuerpo divino vale infinita•
mente mas que todas las víctimas. Si hago la misma pre-
gunta á los obispos que sucedieron á los apóstoles, y á los
apóstoles mismos, todos me darán la misma respuesta.


IV En fin, si me dirijo al mismo Jesucristo, que has-


DEL SACRIFICIO. 173
ta su muerte habla sido tan puntual en observar las ce-
remonias legales, y le pregunto : ¿ por "qué, Señor desde
la víspera de vuestra pasion no ofreceis con la sinagoga
víctimas de animales?.... Manifestándome el fragmento de
pan que acaba de tomar en sus manos , me responde des-
pues de la consagracion: porque este es mi cuerpo , y es-
ta ofrenda es infinitamente mas agradable á Dios que to-
das las víctimas de la naturaleza. Para reemplazarlas me
dió mi Padre un cuerpo, y he venido al mundo. Obla-
ciones et holocausta non tibi placuerunt. Propterea cor-
pus aptasti mihi. Tunc dixi: ecce venio. Desde ahora se-
rá sola esta víctima la que se ofrezca sobre mis altares etr
todas las partes del mundo. Ab ortu mi/7z solis, usque ad
occasum ofertar nomini meo oblatio inunda.


V ¡Pero qué, Señor! exclamaré con los judíos carnales,
¡hemos de comer vuestra carne! ¿Habíais pues de la figura
de vuestro cuerpo?.... No, responde Jesucristo, hablo de,
una manducacion real y sustancial. Lejos de asemejarse á
mi cuerpo, éste conserva la figura y el gusto del pan des-
pues de la consagracion: pero os protesto que no lo es; y
que á pesar de las apariencias y la. relacion de vuestros sen-
tidos, es verdadera y sustancialmen te mi cuerpo; este mis-
mo cuerpo que vais á entregar vosotros y será inmolado so-
bre una cruz: Hoc est corpus nzeum, quod pro vobis trade-
tur. Vi carne es verdaderamente un alimento, y mi sangre.
es verdaderamente una bebida: Caro mea veré est cibus, et
sangüis meus veré est potus. Pero esta manducacion nada
tendrá de repugnante, porque se hará bajo la figura de pan.
Panis quem ego nabo caro mea est pro rnundi vita. Así
se explica Jesucristo , lo han decretado los pontífices encar-
gados de interpretar la ley de Jesucristo, v lo han- entendi-
dolos-católicos en todas las partes de la tierra; creyendo
siempre que el pan se transformaba en una verdadera víc-
tima; y he aquí por qué desde este tiempo no• ofrecen


sacri,ficios de animales.
VI Dirijámonos ahoraá nuestros hermanos separados, y




y
174 DEL SACRIFICIO.


hagámosles la misma pregunta: ¿por qué no ofrecieron to-
dos los pueblos del universo las victinzas de la naturaleza?
¿Crecis como nosotros que se sacrifica verdaderamente á
Jesucristo sobre nuestros altares? — No. — ¿ Pues dónde
está vuestra victitna? Las hay en todos los pueblos. ¿Dón-
de está pues la vuestra? — Responderán que Jesucristo se
sacrificó en la cruz Es verdad; pero solo hizo este sacri-
ficio una vez, y el sacrificio de que tratamos debe ofrecerse
todos los dias; hizo aquel sacrificio en el calvario, y este
debe ofrecerse en todos los paises: ab orto solis usque ad
occasurn; entonces se ofreció solo el dia de la pasion , y en
este se ofreció en la víspera; y le renovó muchas veces,
mandando á sus apóstoles que le repitiesen por toda la tier-
ra: 11-rec quotiescurnque feceritis : vosotros mismos le ha-
beis admitido en realidad por espacio de mas de mil y qui-*
nientos arios. Jesucrsto se ofreció sobre la cruz de un modo
sangriento, y en la víspera lo hizo bajo la figura de pan. 04


VII Es verdad que hacemos la ofrenda siempre con el
mismo cuerpo, con la misma víctima, y con el mismo sa..
criticio. Finalmente debemos á Dios el sacrificio de todos los
dias por la indicacion sola de la naturaleza, ipues que come-
rnos todos los dias..¿Dóncle está pues vuestro sacrificio?Pues-
to que no creeis corno nosotros, que el pan se transforma ea


cuerpo de Jesucristo, estais obligados, segun la indicacion
de la razon sola, á volver á hacer los sacrificios de las vícti-
mas dr: la naturaleza ,.como los otros pueblos de la tierra.


VIII Pero permitidme que os pregunte ¿por qué razon


no creeis en esta mudanza? ¿Porque es sobrenatural con
relacion al hombre? Pero hay en el mundo una infinidad
de cosas que son imposibles al hombre, y no por eso dejan
de existir. Nunca pudo el hombre crear el universo, dete-
ner el sol, cambiar el agua en vino, ni transformar el pan
que come en su propia sustancia. Sin embargo todo esto se
ha hecho. Cuando llega el sacerdote al momento de la con'
sagracion (dice un sabio doctor), no se sirve de sus pro'
pias palabras, sino de las de Jesucristo: de modo que se


DEL SACRIFICIO. I
-5


obra la mudanza, no por la palabra del hombre, sino por
la del mismo Dios. (Ambrosius, de Sucramentis, 4 sxculo.)


IX ¿Quereis saber, añade este gran doctor, cuán po.
derosa es esta divina palabra? Aun no cxistian el cielo y
la tierra: pero oid á la Escritura. El dijo, y todo fice hecho.
El dijo, y todo fue creado. Pero si en virtud de la palabra
de Dios, lo que no existia aun pudo empezar á existir,
¿por qué lo que existia ya no ha podido hacerse de otra
sustancia? Volvamos á nuestro objeto, continúa el mismo
doctor. Antes de la consagracion habia solo pan ; porque el
cuerpo de Jesucristo aun no estaba sobre el altar. Pero des-
pues de la consagracion, os aseguro que está; y sostengo
que el pan se transforma en su cuerpo. El dijo, y esta
transformacion se obra. El dijo, y queda creado el cuerpo
de Jesucristo.. Este cuerpo es el que adoramos. y el que co-
memos hoy. Hay en la Eucaristía


. una víctinu
real y sus.


tancial, Non erat corpus Christi ante consecrationem, sed
post consecrationern, dico tibi quod sit corpus Christi. fp.
se dixit, et factuin est; ipso-manducabit, et creatum est.
Se trata pues de saber, no si esta mudanza es sobrenatural
con respecto al hombre, sino si lo es con respecto á Dios,
porque nunca se ha dicho que la hizo el hombre.


X Se trata de saber, no si es sobrenatural, sino si este
sobrenatural hace mas dificil la religion. Y yo sostengo
que no, porque lo que Dios hace no causa al hombre el
menor embarazo, y fue Dios el que hizo la mudanza del
pan en su cuerpo. Se trata de saber, no si es sobrenatural
esta víctima, sino si se hace á la religion mas dispendiosa ..
:Y yo pretendo: que sucede•todo lo•contrario




Recórranse
todos los paises donde se ha seguido la rcligion natural. Ob•
sérvese esta multitud infinita de bueyes, de' ganados y de
víctimas de toda especie que se presentaban en las solea'.
nidades y se degollaban continuamente al pie de los altares.Ciro hacía conducir mas de doscientas en una sola proce-
sión. Salomon inmoló mas de ciento cuarenta mil en la de-dicacion de su templo.




176 DEL SACRIFICIO.


X.I Contémplese el número considerable de sacerdo-
tes, levitas, arnspices y sacrificadores ocupados en la ley
natural; y la multitud de altares de piedra, de hierro ó de
bronce destinados á sacrificar todas estas víctimas; el nú.
mero excesivo de cuchillos , de instrumentos y de vasos
de toda especie para recibir la sangre, y cocer las carnes; y
por último, en los excesivos gastos que ocasionaban estos
sacrificios, repetidos sin cesar en las grandes solemnidades,
y renovados muchas veces al dia. Hé aquí sin embargo lo
que nos refiere la historia, y lo que nos dice la razon so-
la sobre los sacrificios de los judíos, de los paganos, y en
general de todos los pueblos que siguieron la religion na-
tural. Reconózcase el templo de los cristianos; y no se ha-
llarán en ellos bueyes ni víctimas naturales: el cuerpo de
Jesucristo hizo cesar todos estos gastos, y este divino cuer-
po nada nos cuesta, aunque es sin contradicion el mas be-
llo de todos los presentes. Si se consideran los templos clon-
de se hacen sacrificios de víctimas humanas, ¡qué pertre-
chos, qué confusion , qué desaseo tan desagradable no se
halla en ellos! Pero si se contempla el templo de los cris-
tianos, ¡qué decencia, qué aseo y qué noble simplicidad
DO se ve siempre en él! Estas ventajas son inapreciables
para los individuos y para los gobiernos; y todas las de-
bemos al sacrificio no sangriento de la víctima sobre-
natural.


XII No tratamos de saber si esta víctima es superior á
la naturaleza del hombre , sino si lo es á la de Dios; y yo
digo que es conforme á su grandeza. Despues de haber in-.
molado millares de ganados entre los paganos, todas estas
víctimas impotentes no podian borrar un solo pecado: los
sacrificios mismos de los patriarcas y de los hebreos no te-
nian este poder sino por los méritos infinitos de Jesucristo,
de quien eran figura. Pero el cuerpo de un Dios perpetua


-mente sacrificado sobre nuestros altares, corresponde muy
bien á la niagestad de un Dios ultrajado; y su preciosa san'
gre tiene por sí misma el poder de obtener misericordia


DEL SACRIFICIO.


77
pecadores penitentes que quieren reconciliar-


se conoiti'lelos
los
Todopoderoso.


XIII No tratarnos de saber si esta víctima es sobrina.
tural, sino si envilece á la religion; y yo pretendo que
sucede todo lo contrario. Recórranse todos los cultos, y véa-
se quiénes son en ellos sus pontífices y sus sacrificadores.
Es verdad que á veces son gefes, patriarcas, soberanos y
emperadores vestidos con magnificencia. Pero al cabo, por
grandes que sean, son hombres , obligados á pedir por sus
propios pecados. Al contrario sucede sobre los altares de
los cristianos: es un Dios el que se ofrece, el que sc sa-
crifica , el que pide, el que intercede y el que solicita per-
petuamente por nosotros: un Dios que reside en nuestros
tabernáculos, que está continuamente presente en nues-
tros altares, y un pontífice siempre santo, siempre sin
plancha, que no tiene necesidad de pedir por sus pro-
pios pecados antes de interceder por los de otro. Tan
grande como el Eterno , los ángeles mismos tiemblan á
su presencia. No (exclama uno de los principales apósto-
les, movido de las maravillas infinitas que se reunen en es-
te sacrificio); no, no hay en el mundo nacion tan grande
como la nuestra, que tiene un Dios que está presente,
y reside siempre en medio de ella. Non est alia natio
tam grandes qux habeat Deos apropinquantes sibi , sicut
Deits noster adest nobis. En las demas religiones la presen-
cia del ministro es la que impone á los asistentes. En la
religion cristiana al contrario; qué grandeza, qué mauestad
en las ceremonias; qué respeto y qué profunda veneraeion
no inspira al verdadero creyente esta íntima persuasiori que
el que lee en las conciencias está realmente presente sobre
los altares l Si quitamos la presencia real de Jesucristo,
arrancainos el alma á la religion.


XIV No se trata de saber si esta víctima es sobrenatu-ral,
sino si nos hace mas dificil poner la moral en práctica:


y yo intento probar que sucede todo lo contrario. Porque al
fin, si entre los hebreos y los paganos mismos habia tantaToni. III




11111~"--


78 DEL SACRIFICIO.


necesidad de abluciones, de purificaciones y preparaciones
antes de participar de las viandas sacrificadas, ¡cuánta pure-
za no se exige en la religion católica antes de presentarse en
la mesa de Dios! Para ser admitidos entre los católicos eu


la mesa santa, es preciso que cada pecador renuncie sus pe.
callos, que sea corregido de sus desórdenes, que haga ol-
vidar sus escándalos, que repare todos los daños que haya
hecho, y que se reconcilie con todos sus enemigos. ¡Qué
freno para el vicio! ¡qué estímulo para las virtudes!... Dflu•
chas veces para comulgar no basta que el hombre esté
exento de pecado mortal , sino que no haya cometido peca-
do venial , y que trabaje constantemente en vencerse á sí
mismo , en mortificar sus inclinaciones, y en corregir su


mas pequeños defectos.
XV La comtuziori es el acto mas grande, el mas divi-


no, y el mas ventajoso que puede hacerse sobre la tierra.
Entre los judíos y los paganos no se cotnia en las mesas
sagradas sino la carne de los animales.• Entre los católicos
es su alimento el cuerpo de Jesucristo. Lejos de hacer la .
moral mas dificil , si tengo aflicciones, me ayuda este Señor
á soportarlas; si tengo inclinaciones al mal, me ayuda á do-
marlas; y si tengo pasiones, me ayuda á vencerlas. El ca-
tólico despues de la comunion está pronto á hacer fren-
te á todos los riesgos, á vencer todos los obstáculos , y
soportar todos los tormentos antes que hacer tralcion á sus
deberes. Ilé aquí la fe de todos los católicos del universo,
y no es posible que haya uno solo que piense de otro


• do, porque dejaría de ser católico, y de tener esta fe. ¡Cuál
es la religion que puede suministrarnos iguales medios en


este mundo!....
XVI Digo pues, que esta víctima sobrenatural, lejos


de hacer á la reliaion mas dificil, la hace infinitamente
mas facil. Porque ¿á qué se reduce la religion desde el
momento que Jesucristo pronunció sobre el pan estas ad.
mirables palabras : este es mi cuerpo?.... No me atrevo á
decirlo. Porque por prevenido pie esté el hombre, es lov


DEL SACRIFICIO, x 79
posible que deje de sentir un movimiento involuntario de
sorpresa. Á qué se redujo todo el gasto de los sacrificios
de la naturaltiza, desde que Jesucristo se encargó de ser él
mismo nuestra víctima? Á un poco de pan y á una peque.
ña vinajera de vino. Pero desde entonces dejaron de pare-
cer en los altares animales, víctimas, y gastos onerosos co-
mo antes. Y me avergonzaría de que hubiese quien creyese
que esta religion es infinitamente menos costosa que la de
los hebreos y'de los•paganos.


XVII Ni aun basta esto, pues debo sostener que esta
religion es mas sencilla que la del estado de inocencia.
Porque al fin en este estado se reservó Dios un árbol con
todos sus frutos , con prohibicion expresa á dos únicas
personas de tocar á él bajo pena de muerte; siendo así que
en la ley de las gracias se contenta Dios con un poco de
pan y. .una vinajera de vino para toda una sociedad , y
de consiguiente para millares de personas. Á no suprimir
enteramente lá religion, es imposible que pudiese exigir-
nos-ninguna cosa mas simple. Sin embargo, aun ha sido
reformado este.sacrificio augusto :por nuestros hermanos los
separados.


XVIII .
Esto supuesto , si se me presentase un hotribre


para dogmatizar en mi imperio, siendo yo soberano ó le-
gislador civil, no le preguntaría si ofrecia sacrificios; por-
que se ofrecen en todos los paises desde el principio del
mundo. Le preguntaria solo si tenia el poder de consagrar
la Eucaristía. No sería indiferente esta pregunta para Dios,
para la religion, para la moral, para mis pueblos, ni para
mí mismo.


XIX El sacerdote católico me asegura que tiene
estepoder; y donde quiera que él pronuncia las palabras de la


consagracion, creen los católicos que el pan y el vino seconvierte en cuerpo y sangre de Jesucristo. Esta víctima •
es muy preciosa, y la única que puede d ispensarnos de lasde la naturaleza, borrar los pecados del mundo, satisfacerá D ios, santificar todas nuestras acciones, inspirar respeto




8o DEL SACRIFICIO.
ácia los templos, contener todos los vicios, y hacer practi-
car todas las virtudes, y la única que es digna de Dios,
y puede dar un precio infinito á los sacrificios del hombre:
Si quitamos lo que hay de sobrenatural en el sacrificio de
la Eucaristía, la religion no será natural con respecto á
Dios. No lo será tampoco con respecto á nosotros, porque
tenemos necesidad de una víctima en cada sacrificio, y de-
ja de haberla. No es menos necesario lo sobrenatural en
los demas artículos de la religion , como lo veremos en el
párrafo siguiente.


S. 6.c


De lo sobrenatural en general.


Además de las recompensas del otro mundo, y lo
que hemos dicho•hasta' aquí, queda aun por tratar de lo
sobrenatural en la ley de gracia.,.de los sacramentos; de


lbs milagros y de- las profecias; . pero: es facil hacer cono-
certo dos palabras que nada de todo':esto hace mas- penosa
la religion para el hombre.


11 Primeramente ¿qué es lo que se nos pide en los
cratnentos?" La materia, y de consiguiente lo que- hay en


ellos de natural. En el Bautismo un poco de agua; en la
Eucaristía un poco de pan y de vino ; en la Confirmacion,
en el Orden- y en la Extremauncion un poco de aceite; en


el Matrimonio el- consentimiento de las: dos partes. Nada
hay en todo esto que no sea muy corrillo, ni que pueda
creerse superior á la naturaleza riel hombre.


III El juramento que se hace en el bautismo por boca
de los padrinos-, y que se renueva en la primera comunion,
de renunciar sus inclinaciones, no es otra cosa cine la oblí,
gacion que se contrae de practicar la moral, y vencerse
nue á sí mismo: obligacion que existe entre los paganos,
como entre nosotros, en virtud solo de la ley natural.
que se pide á los pecadores ea el. tribunal de la penitencia


DE LO SOBRENATURAL EN GENERAL. 181
de darles la absolucion, es el mismo que exijimos de


los nos han ofendido antes de perdonarles sus defectos.
El que hacen dos esposos delante de los altares de seguir
puntualmente la regla de las costumbres, es inseparable
del contrato natural del matrimonio, y es de obligacion vi-
gorosa en todas las religiones.


IV ¿Qué hay pues de sobrenatural en los sacramentos?
La gracia que Dios difunde en el alma cuando los recibi-
mos con las disposiciones necesarias. ¿:_Y quién dé esta gra-
cia? Dios. Él es quien obra lo que hay de sobrenatural, y
lejos de hacer mas difíciles nuestros deberes éste sobrena-
-tura!, los hace infinitamente mas fáciles. Por el bautismo
.se nos admite á este bello reino; por la


-confesión se hacen
verdaderos penitentes; por el Orden se hacen ministros ce-
losonpor.el matrimonio esposos fieles; y' por la extrema-
uncion se da-valor á los enfermos: todas estas gracias que
fortifican el alma interiormente, nos ayudan mucho en el
_cumplimiento de nuestros deberás naturales. En fin , gra-
cias y favores no pueden agravar el yugo de nuestras obli-
gaciones, y todos los sacramentos son gracias. Así que es
imposible que nos hagan mas penoso e] cumplimiento de
nuestros deberes


En cuanto á los milagros y á las profecías, es muy
cierto que no podria el hombre leer en lo porvenir, resu-
citar los muertos ni ciar vista á los ciegos. Todo esto es ma-
nifiestamente superior á nuestro poder. ¿Pero lo es al poder
de Dios? Convenimos en que tres personas humanas. dividi-
das en sus miras, en sus inclinaciones y en sus intereses,
.no pueden estar siempre de acuerdo: ¿ pero es por ventura
dificil de concebir que tres personas divinas que no. tienen
pasiones, puedan dejar de tener una


sola voluntad, ni for-
mar sino un. solo poder?....


VI Lo que hay de sobrenatural en la religion lejos de
hacerla increible, es precisamente lo que nos hace inexcu-
sables cuando dejamos de creer en ella. Precisamente por -que el hombre no puede hacer milagros ni leer en lo por.




1


I 82 DF. LO 5011RENATUR AL
venir, se considera que las prófecias y' los milagros son el
verdadero sello del Ser supremo. Precisamente porque un
hecho es indudablemente superior al poder del hombre,
debo estar seguro de que es obra de Dios., Ni los hechos so-
brenaturales son mas dificiles de justificar que los hechos
puramente naturales. La prediecion.de un suceso libre y su
cumplimiento son dos hechos muy naturales en sí mismos.
Lo mismo sucede con el de un hombre que se ha visto
muerto, y despues se ve vivo. En todos los milagros en ge-
neral se hallan dos hechos muy 'naturales en los que el
hombre no tiene que hacer otra cosa que ver, oir, verificar,
Y asegurarse bien si se engaña. Con respecto al modo de
obrar, es Dios quien lo hace; y por eso-jamas pudo - l6 so-
brenatural dar al hombre el menor embarazo.


VII Pero ¿cómo hace Dios estos milagros, y cómo leú
en lo porvenir ? ¿Cómo ha transformado el .agua en vino, y
el pan en su cuerpo? ¿Cómo hace subir los ríos, y que el
sol ande y se detenga?... ¿Te toca á tí, nos podrá decir Dios,
-


hacer mis obras? ¿No sería gracioso que fuese preciso que
nos dijese cómo se conduce en todo? Porque no sabemos
cómo creó Dios el universo ¿podrémos negar su existen-
cia? Pues que la razon nos asegura que estos hechos mila-
grosos no son superiores al poder de Dios, el cómo (dice
san Agustin) rus debe importarnos. Insulsum est istud
quomodo.


VIII Segun esto, nuestros sofistas, que desean una re-


lig ion puramente natural desembarazada de todo. lo mara-
villoso ¿podrán decirnos en qué hacen consistir su religion?
Si separan el paraiso, el infierno, el purgatorio, la cuca-
ristia y todo lo que hay de sobrenatural en nuestra religion
¿qué pondrán en su lugar? Los Campos Elíseos, el Tártaro,
las inspiraciones de las sybilas, de víctimas sagradas, de pa-
godas , de prestigios y de revelaciones falsas. ¿Y será esto
menos maravilloso?...


IX Hombres insensatos que habíais perpetuamente de
religion natural ¿qué entendeis por esto? ¿Será una reli'


EN GENERAL. 183
gion cuyas recompensas, cuyos castigos, cuyas pruebas y
cuyos poderes estas en el orden de la naturaleza? No
hallareis otros semejantes en Europa, Asia, África ni Amé-
rica; ni entre los patriarcas, entre los judíos, entre los pa-
ganos, entre los cristianos, entre los salvagcs, entre los an-
tiguos, entre los modernos, ni en ningun otro pais. Jamas,
ni en ningun tiempo ni region , las recompensas y los cas-
tigos de Dios se hicieron en este mundo. Por eso en todo
lo que dice relaeion á la divinidad hubo siempre sobrena-
tural en todas las religiones. ¿Será una religion probada
por hechos puramente naturales? Es un absurdo: desde que
os anunciais en nombre de la divinidad , es preciso que
me hagais ver hechos divinos que sean superiores al poder
del hombre. Todos los verdaderos profetas han hecho mila-
gros verdaderos; y todos los falsos profetas los han supuesto.


X Segun esto rogamos á nuestros hombres ilustrados
que echan de menos en la Enciclopedia que no haya aun
un catecismo de moral libre de todo lo maravilloso ¿por
qué no nos le han dacio ellos ó sus predecesores?.... Un ca-
tecismo libre de este sobrenatural sería un catecismo en el
que no se hablase de paraiso, de infierno, de purgatorio,
de encarnacion, del Mesías, de sacramentos, de la iglesia,
de sus ministros, de profecías, de milagros, de recompen-
sas ni de castigos. Sería muy corto este catecismo, pero
muy inmoral; porque jamas hubo en el mundo moral sin
recompensas ni castigos, sin regias ni motivos, y sin sacer-
docio ni medios. Que nos digan pues (exclamaremos con el
ilustre .Bossuet) estos raros genios que pretenden saberlo to-
do, ¿qué es lo que entienden por su religion natural? ¿ Se


-rá una religion conforme á la naturaleza del hombre? Pe-
ro entonces sería infinitamente inferior á la de Dios. ¿Será
una religion conforme á la naturaleza de Dios? Pero en-
tonces será infinitamente superior á ]a del hombre..... y
pues que la religion consiste en las relaciones que hay en-
tre Dios y el hombre y las del hombre con Dios, es pre-
ciso para ser conforme á estas dos naturalezas, que sea




184 DE LO SOBRENATURAL
natural en lo que tiene relacion con el hombre, y sobrena-
tural en lo que tiene relacion con Dios. Bajo de esta doble
relacion debe ser considerada la religion si se quiere formar
de ella una idea natural. De parte de. los deberes que exi-
je Dios de nosotros, todo debe ser proporcionado á la natu-
raleza del hombre: así lo vemos en nuestra religion. Pan,
vino, aceite, adoraciones y prosternaciones, todo esto es
muy natural y muy fácil para nosotros. De parte de Dios,
todo debe ser proporcionado á la naturaleza divina. Y así
sucede. Recompensas, castigos, gracias, motivos, pruebas y
medios, todo es grande y sublime , y todo es imposible al
hombre y superior á sus facultades. Este es el caracter dis-
tintivo de las obras de Dios.


S . 7.°
Hecho decisivo.


Si lo sobrenatural de la religion nos ofrece solo gra-
cias ¿no es una extravagancia nuestra el querer suprimir-
lo? Y si es absolutamente necesario para hacer observar la
moral ¿no cometeremos una atrocidad en querer degollar y
matar hasta que deje de existir? ¡Qué! ¡Hasta que no haya
vida futura, y nos veamos reducidos al caos espantoso de
este mundo! ¿Qué debe resultar de esta execrable empresa,
sino muertes, asesinatos, crímenes y atentados; y el colmo
del desórden , la destruccion del libre arbitrio, y el desea
freno absoluto de las pasiones? Y despues de tantas atroci-
dades ¿se verá cumplida la grande obra? ¿Tendremos una
religion puramente natural?.... Es imposible, porque des-
de que hay bien y mal, vicios y virtudes en este mundo,
hay necesidad precisamente de recompensas y de castigos•


Quitad la fe de un otro inundo y los motivos sobren a-
turales que comprende, y el hombre dejará de ser libre
-de poder huir el vicio y practicar la virtud: y se hallará
agobiado de un peso .enorme que le arrastrará invencible'


EN GENERAL. 1 85
mente al mal de las pasiones. Al contrario, si vuelve á la
fe y á sus motivos sublimes, se hará el hombre capaz de
las cosas mas grandes. Recorred todos los siglos (decía el
célebre Matathias en el lecho de la muerte á sus ilustres
hijos), seguid el curso de las generaciones, y vereis que los
patriarcas y los profetas se hicieron célebres por la fe; que
por la fe, Moisés, Josué, David y los hombres mas dis-
tinguidos entre los antiguos, se adquirieron una reputacion
que no morirá jamas. Por la fe conquistaron los apóstoles
el mundo, destruyeron los ídolos, suavizaron á los tiranos
y á los hombres mas feroces sin verter una gota de sangre;
por la fe cerraron los mártires la boca de los leones, ven-
cieron las fuerzas mas terribles, y pasaron por cima de los
suplicios mas crueles. Los Carlomagnos, los san Luis y to-
dos los grandes soberanos en general que tuvieron fe y se
distinguieron por su piedad, merecieron la bendicion de
todos los siglos. Quitad la fe y sus sublimes motivos, y se
verá el hombre entregado á sus propias pasiones corriendo
de abismo en abismo; pero con ella seremos libres y domi-
naremos nuestras pasiones.


¡ Ah! Antes tenían nuestros padres fe, y creían en el
cielo y en todos los motivos sobrenaturales que nos reveló
Dios; por eso eran buenos padres, buenos hijos, buenos
ciudadanos y buenos esposos; tan seguros en el comercio,
tan fieles en sus promesas, tan regulares en su conducta y
tan exactos en llenar sus deberes. Los pueblos primitivos
tenian ; y como hemos dicho ya, llamaban á sus sobera-
nos padres, y creían que la autoridad que reside en ellos
es una autoridad paterna: por eso eran obedientes á sus
soberanos, tan dóciles á sus padres, y tan respetuosos para
con todos sus superiores. Mas desde que creemos en los par:
tos sociales y en todos nuestros sistemas revolucionarios ¡qué
indocilidad , qué sediciones y qué rebeliones no ha habi-
do en todos los estados! Nuestros padres tenian fe. Las fun-
daciones inmensas que hicieron en sus posesiones, y los
templos soberbios que levantaron en honor del Todo-pode-


Tonz. III. AA




i86 DE LO SOBRENATURAL
roso, cuya elevacion y solidez admiran aun, nos han de.
jalo la mas alta idea de su piedad, de su grandeza y de su
poder; construyeron iglesias, y nosotros las destruirnos.


Por eso eran tan grandes en su tiempo, como nosotros
pequeños en el nuestro; y tan ricos, como nosotros pobres.
.Su siglo era. tan superior al nuestro, como sus edificios
eran superiores á las ruinas de que nos vemos .rodeados: por
.último„ edificaban al mundo por sus sentimientos y piedad,
en vez que nosotros nos ocupamos solo de destruir la . fe.


Aunque se degollase hasta el fin del mundo, sería siem-
pre un hecha decisivo que en el órden de la naturaleza no
es jamas bastante para practicar la moral hacer el bien y
evitar el mal; que la gracia no nos ha faltado ni faltará ja-
mas, pues que desde el origen del mundo nos ha propuesto
.Dios recompensas las mas sublimes si domamos. nuestras
pasiones. Pero si para seguirlas no queremos oir hablar de
sobrenatural, de recompensas . , de castigos ni de los moti-
vos sublimes que nos propone Dios, no debemos decir que
nos falta la gracia, sino que nosotros faltamos á. la gracia
y queremos ser esclavos de nuestras pasiones..


Si yo fuese pues soberano ó legislador civil, no, pre-
guntaría al que quisiese dogmatizar en mis estados si adral'.
tia lo sobrenatural en la. religion ; sino cuales son los artí-
culos que admite, porque no veo alguno que sea inútil para
hacernos libres.


El paraíso, el infierno y el' purgatorio son arden-
jos sobrenaturales sin duda; pero si deja de admitirse el pa-
raiso, quedarán sin recompensas todas las virtudes; si no se
admite el infierno quedarán sin castigo los, crímenes de top
dos los pecadores; y si no se admite el purgatorio nada ten,-
drán que temer los pecadores- convertidos ; quedarán impu-
nes todos , sus desórdenes, y se romperá la. ley del bien
del mal. .


La. misa;. la. ;comunion, y la confesion al' sacerdote
son sin duda artículos sobrenaturales, y no creo que alguno
sea inútil. Quitad el cuerpo de Jesucristo en la misa, y se'


EN GENERAL. 187
rá preciso volver á las víctimas de la naturaleza; quitad la
conzunion, y desaparecerá la preparacion para recibir dig-
namente el cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía ; y si qui.
tais la corifesion, ¿quién reprenderá á los pecadores por sus
desórdenes?


Por último, las profecías, los milagros, los sacra-
mentos y todos los misterios en general, son artículos so-
brenaturales; pero si falta uno solo, no habrá pruebas,
iglesia, mision, moral, ni poderes, y será imposible man•
dar á las pasiones en nombre de Dios.


En dos palabras, principios, reglas, medios y motivos;
hé aquí lo que constituye la moral. Consiste pues no en
reformar lo que nos contraría, sino en hacérnoslo amar, y
de consiguiente en unir el bien y el mal, con probibi-
cion rigurosa de tomar el uno sin el otro; de modo que si
hubiese una sola accion que no nos sujetase á lo que con-
traría nuestras pasiones, dejaría de existir la moral. Para
ser libre en una libertad meritoria, es pues preciso en cada
una de nuestras acciones, 1.° que los inferiores sean perpe-
tuamente contrariados por señores; 2.° que los señores lo
sean igualmente por sus inferiores; 3.° que las dos autori.
(Jades obren de concierto; y 4.° que la :gracia venga en
apoyo ele la naturaleza por sus motivos sobrenaturales: y he
aquí lo que es preciso para ser verdaderamen te libres y des-
embarazados de la tiranía de las pasiones.


¿Y en qué constitueion se hallan mejor encadenadas las
pasiones y las dos partes de cada gobierno mejor contrape-
sadas la una por la otra? He aquí lo que examinaremos bre-
vemente en la cuestion siguiente.


AA:




CUESTION QUINTA.


DE LAS DIVERSAS CONSTITUCIONES.


¿Cuál es la mas libre de todas?


§. 1.° Del despotismo. —§. .2.° De las repúblicas.—
§. 3.0 De las constituciones mixtas. —S. 4.° De la
monarquia.---S. .5.° Del pueblo en la monarquía. —
S. 6.° Hecho decisivo.


ESTADO DE LA CUESTION.


1 Desde el principio del mundo se habrán hecho
millares de constituciones, y con ninguna se ha acertado;
porque se ha buscado en ellas una fa lsa libertad, que so-
lo puede conducir a' la mas terrible de las esclavitudes, la
de nuestras propias pasiones. A cada nueva constitucion se
ha creido tener la verdadera libertad, y lo que se ha con-
seguido ha sido una libertad engañosa, con todas sus ter-
ribles consecuencias. Cierto es que se debe tener una cons-
titucion libre; pero es muy facil engañarse en su eleccion:
porque aquella en que las pasiones sean mas libres será
precisamente la peor , y solo la que las contenga podrá ase-
gurar nuestra felicidad.


II A pesar de la prodigiosa variedad que hay de cons-
tituciones, se las puede reducir á cuatro formas principales:
1 . ' El despotismo. 51.a Las repúblicas. 3' Los gobiernos
mirtos. 4.a La monarquía. En cada una de estas formas




190 DE LAS DIVERSAS CONSTITUCIONES.


hay esencialmente dos partes opuestas: el soberano y el
pueblo, el legislador y el súbdito, la parte gobernante y
la parte gobernada. En todas el soberano puede ser muy
legítimo, pues que puede estar investido de la autoridad,
por la no reclamacion de sus predecesores; pero al mismo
tiempo la constitucion ser muy mala, si estas dos partes no
estan en equilibrio. Para que este equilibrio exista, es me-
nester, como ya hemos dicho, que haya leyes fundamenta-
les, y que las dos partes -estan obligadas á observarlas. Su-
puestos estos principios , vamos á examinar cuál de las
formas dichas está mejor equilibrada. Empecemos por el
despotismo.


S. -*


Del despotismo.


1 Antes que hubiese hombres habia ya una ley que
arreglaba los derechos naturales de -cada uno de ellos; y
esta era la ley natural. En cualquier gobierno que sea,
aun siendo yo el último de los individuos, mi cuerpo,
mi alma, mis facultades, mis hijos,. todo lo que he adqui-
rido personalmente por mi determinacion, mi cuidado ,
industria y mi trabajo, todo esto es mio por derecho nata-,
ral. Esta ley •no variará jamas. Si el soberano empuña la
espada no ,es sino para defender la propiedad; no es su•
dueño, es su conservador.


-


II Antes de los soberanos -actuales habia igualmente
leyes 'que arreglaban los derechos-civiles; y estas eran las
de los antiguos soberanos. En todo pais, habiendo el fun-
dador repartido sus bienes como juzgó conveniente, cada
uno tuvo en la sucesión la parte determinada por su vo-
luntad suprema. Ahora estas leyes de los fundadores pue-
den muy bien, si la equidad natural lo exige, ser muda-
das de acuerdo con los propietarios; pero no á pesar de
ellos: sin su consentimiento, semejantes mudanzas no serían
sino un manantial inagotable de calamidades.


DEL • DESPOTISMO.


•III En cualquier gobierno que sea ha


119
y pues leyesfundamentales que fijan los derechos naturales y civiles


de cada individuo; leyes que el soberano actual no ha dic-
tado, á que está. rigorosamente obligado á conformarse,
en


cuya observancia cada individuo está eminentemente
interesado,. y á cuyo fin debe tener representantes que
sean los defensores de sus derechos cerca del legislador.
De aquí el derecho de representacion respetuosa, derecho
tan antiguo como el mundo, y que existirá hasta la con-
s
umacion de los siglos, pues que es de esencia de todo


gobierno.


IV Si en el estado de familia, el fundador de cada
ciudad tenia el poder incontestable de gobernar á sus hi-
jos, en virtud de su


autoridad paternal, los hijos tenian
por su parte un derecho no menos cierto á hacerle


rb:pre-sentaciones, sumisas
cuando gobernaba mal. Y si -los sobe-


actliales son los propietarios de la soberania por de-
recho de los gefes primitivos , los pueblos actuales sonigualmente los propietarios de la representacion nacionalpor derecho de la primitiva familia: Este


.
derecho de re-presentacion. es propiedad de los pueblos tan rigorosa-mente' como la soberanía lo• es de los soberanos. Ni la fuer-


za, ni la tiranía, ni las revoluciones, ni poder alguno dela tierra, podrán despojarle jamas de esta propiedad. Para
que haya libertad , es menester que esta condicíon setalle en todas las. constituciones..


Si hay pues alguna constitucion en que esta repre,sentacion no existe, como
en el depotismo ¿ tendrán los pue-blos derechade pedirla á su soberano? Sin. disputa: el so-berano se la. debe; es de su interes


concedérsela, y no se lapuede reusar sin una soberana injusticia. Pero si el sobera-no persistiese en, reusarla, ¿el- pacto social se habrá. di-suelto? ¿No tienen los pueblos derecho- de tornar las armascontra él
-
para recobrar


sus derechos naturales?...
Dejé:-monos de pactos sociales que son un absurdo. La so erra.ta jamas fue efecto de un pacto, sino de una autoridad




92 DEL DESPOTISMO.


paternal que existia antes de los hijos ; y jamas los hijos
tendrán derecho de revelarse contra su padre : Dios se lo
prohibe bajo pena de condenucion eterna.


VI Cuando los pueblos son oprimidos por sus sobera-
nos , el medio de mejorar su suerte no es el de encender
en su alma el fuego de la rebelion ; no .es imbuirlos en
la doctrina revolucionaria de que la insurreccion es la mas


sagrada de las obligaciones: esto no puede contribuir si.
no á hacerlos mil veces mas desdichados. Porque si ellos
tornan las armas contra sus soberanos , los soberanos que
en virtud de su soberanía tienen derecho á emplear la fuer-
za para contenerlos en su deber, los combatirán con la
fuerza: los dos partidos armados se degollarán entre sí , y
harán correr en arroyos la sangre de los mismos pueblos.


VII ¿Por qué, mientras duró el paganismo, se veían
tantas guerras, tantos degüellos, y tantas conspiraciones
contra los tiranos? ¿Por qué aun despues de su oaida en
Persia, en Turquía, y en todos los gobiernos despóticos, se
ven tantos soberanos destronados, y tantos cambios de di-
nastías? ¿Por qué en nuestros mismos dios, se ven tan-
tas insurrecciones y revoluciones, tantos degüellos y sa•
queos? ¿Por qué sino por haber predicado á los pue-
blos estas funestas doctrinas revolucionarias? Luego que
los apóstoles aparecieron sobre la tierra hicieron caer el
despotismo: ¿pero de qué suerte? Predicando á los pueblos
la sumision á las potestades. ¿De qué medios se valieron
para con los soberanos? De apologias y de respetuosas
representaciones, armas puramente espirituales. ¿Y qué
hacian cuando no eran escuchados? Sufrian con paciencia,
y enseíiabau á los pueblos que era menester hacer lo mis-
mo. Predicaban á los soberanos que fuesen justos, y á los
pueblos que permanecieran fieles: mostraban á los unos /
á los otros que habla un juez supremo que salaria recom-
pensarlos si cumplian sus obligaciones, y castigarlos si las
desatendian.


VIII Jamas los vasallos tendrán derecho para nuble"


DEL DESPOTISMO.


193
varse contra sus soberanos legítimos. ¿Y cuándo llegará un
soberano á ser legítimo? Ya lo hemos dicho; lo mas tarde
cuando el tiempo de la reclamado') legal haya pasado. Desde
entonces pasando á él la autoridad soberana, por la volun-
tad legal de los fundadores, sus súbditos le deben la mas
profunda sumision. Por delitos que corneta, no les corres-
ponde juzgarlo, sino al Ser supremo de quien ha recibido
sus poderes por el canal de sus predecesores. Aun portán-
dose corno el mas bárbaro de los déspotas, no deja de ser
legitimo. Es un padre que abusa de su autoridad , mas que
(como dice Bossuet) ni aun por el abuso la pierde.


IX Y en semejantes circunstancias ¿no pueden los de.
mas soberanos interponer su mediador'


en favor del pue-
blo oprimido?.... Nosotros creernos, no solo que pueden , si-
no que deben; no solo como cristianos, sino como hombres;
no solo por religion, sino por humanidad; no solo por
interes del pueblo oprimido, sino por el suyo propio, y por
el del mismo opresor; porque semejante tiranía no puede
menos de perpetuar las sediciones, cuyo ejemplo es siem-
pre peligroso para los lemas pueblos. Creemos que despues
de haber empleado todos los medios de conciliacion pue-
den llegar á la fuerza; que no en vano Dios puso la espa,
da en sus manos ; y que el axioma de que cada uno man-
da en su casa no se extiende á tolerar la violacion
los principios generales. Creemos que deben como harma-
nos socorrerse mútuamente contra la insurreccion de sus
vasallos ; y corno padres de los pueblos socorrer tambien á
los pueblos contra la cruel opresion de sus soberanos, por
mil razones que la equidad natural sugiere en semejantes
casos. Pero si los soberanos pueden recurrir á las armas en-
tre sí, sus súbditos no pueden jamas tomarlas contra sus
soberanos.


X Volviendo al objeto de esta cuestion , lo que hay de
cierto es, que á todo pueblo se le debe conceder una


re-presentacion nacional , y que solo bajo el despotismo
puede carecer de ella ; de donde sacarnos el raciocinio si-


T0171. al.
EB




1


194 DEL DESPOTISMO.


gil-lente. Donde quiera que no hay mas que un peso en la
balanza, no puede haber equilibrio: ahora, en el despotis-


mo no hay mas que un peso en la balanza, porque el so-


berano puede hacer todo lo que quiere sin experimentar
resistencia alguna; luego el despotismo no es una constitu.
cion libre. Y ciertamente el pueblo en el no es libre, por-
que no puede hablar al soberano sino por medio de sedi.
eiones. El soberano no lo es tampoco, porque está perpe.
tuamente expuesto á sediciones de parte de su pueblo. Solo
reina la libertad de las pasiones, que nunca puede pro.
ducir mas que tempestades.


S' 2'1'
De las repúblicas.


Puesto que cada pueblo ha tenido esencialmente un
gefe antes de existir, es evidente que en todas partes debió
haber reyes antes que repúblicas. Mas como muchos de es-
tos reyes separándose de la ley de . Dios, no quisieron oir


hablar de representaciones, empezaron á gobernar tan des-
póticamente, que sus pueblos se determinaron á expelerlos
y á hacerse gobernar por diputados. Así nacieron las repii•
blicas, que igualmente llegaron á ser legitimas cuando los
reyes dejaron de reclamar, y pasado el tiempo determinado
por la voluntad de los gefes. primitivos.


II Repúblicas ha habido desde el principio del mun-
do, y de diferentes especies. En unas, como en la romana,
el cuidado del gobierno estaba encomendado á lospatricios;
y éstas eran las aristocracias. En otras los que gobernaban
eran los ricos y los principales propietarios del estado, y se


llamaban oligarquias. En otras se elegían para gobernar di-
putados de todos los órdenes, y eran los que comunmente
se llaman democracias. En otras, finalmente, como sucedió
despues de haberse introducido el absurdo delirio de la igual'
dad, habiendo decretado la extincion de todos los órdenes'


DE LAS REPL'•BLICAS.


1que no se conseguirá jamas, se formó una asamblea nio9n5s•
truosa, que casi desde su nacimiento fue preciso destruir.


III Muchas y varias formas se pueden dar á una cons-
titucion republicana. Mas cualesquiera que sean, hay siem-
pre ciertos elementos comunes que vienen á hallarse en to-
das, y son : I.° gobernarse por asambleas ; 2.° que estas asam-
bleas bagan parte del soberano ; 3.° no conocer leyes
fundany;ntales, ni tener un cuerpo para conservarlas; 4.° no
entrar la masa del pueblo Tara nada en la balanza, y no
tener por su parte quien le defienda contra los abusos del
poder; de donde se sigue que una república debe ser el
mas despótico, el mas dispendioso y el mas tumultuoso de
todos los gobiernos.


IV Gobernándose por una asamblea toda república, se
concibe muy bien que esta forma de gobierno pudo ser
practicable en Roma, en Atenas, en una ciudad ó en un
pequeño estado,- porque entonces las asambleas no pueden
ser muy numerosas ni costosas; en vez de que en grandes
estados, si se quieren sacar diputados de todo su territorio, los
gastos y dificultades de la traslacion y otros mil embarazos
que es inútil detallar, hacen esta forma de gobierno inad-
misible. Pero aun hay mas : aun en un pequeño estado (co-
mo dice Rousseau ) la sociedad civil es demasiado
numerosa para ser gobernada por todos sus miembros: el
estado se encuentra esencialmente dividido en dos partes
perfectamente distintas; la gobernante, y la gobernada; la
que hace las leyes, y la que las recibe; el soberano está de
una parte, y el súbdito de la otra, siempre subordinado
esencialmente al soberano.


Es fácil pues observar que en las repúblicas las re-
glas de la estática no pueden tener cabida. Porque si un
hombre solo investido de todos los poderes soberanos es
oa demasiado fuerte para dar movimiento á un pueblo,


aun-que
se compusiese de veinte millones de individuos ¿quién


podrá jamas resistir á la presion de una gran asamblea
tenga á sus órdenes ministros,




que
inistros, generales, ejércitos, coagis-


BB:




196 DE LAS REPÚBLICAS.
tractos, distritos, tribunales, municipalidades, poder ejecu.
tivo y oficiales de todas especies, todos interesados en per-
cibir sus emolumentos á expensas siempre del pueblo?


VI ¡Si siquiera á este enorme soberano se pudiese
oponer un contrapeso!.... Pero esto es imposible. En esta es.
pecie de gobierno que tenemos la osadía de llamar repre-


sentativo, el pueblo (como T. T. Rousseau dice muy bien)
ni es representado, ni defendido contra los abusos del po-
der. Los diputados elegidos van. inmediatamente á la asam-


blea legislativa; pasan todos al lado del soberano, de quien
se hacen los representantes, y cuyos poderes ejercen. Nadie.
que da del lado de la parte gobernada. Cuando la asamblea
soberana delibera sobre la ley, ni el pueblo es consultado,
ni interrogado en modo alguno. Ni él está presente por su
voto, ni por sus instituciones , ni por su mandato. Dado un
decreto , aunque sea el mas injusto, aunque los impuestos
sean los mas exorbitantes, nada puede replicar; el poder
ejecutivo tiene orden de hacerlo cumplir, y el pueblo ba-
jo pena de la vida tiene que obedecer.


VII Y preguntamos ahora ¿puede darse una forma de
gobierno mas mal combinada que esta? Siendo ya el poder
del legislador mas fuerte que el de la universalidad ¿pe-
de darse mayor torpeza que la de poner á todos los diputa-
dos del lado del legislador? Por cierto que si en un bajel
donde hay un piloto que por medio del timon puede obli-
gar al equipage á seguir el rumbo cine la aguja le prescri-
be, cuando quiera separarse de él, todo le hará oposicion y
le forzará á detener su movimiento. Si en un relox hay un
Teso de atraccion que obra sobre todas las ruedas, tambien
las ruedas y el volante le oponen una resistencia general; de
suerte que con solo detener el volante, toda la máquina se
para, y la actividad del peso se suspende.


VIII En las repúblicas ( como dice muy bien M. de
Montesquieu) no hay leyes fundamentales: todo se reduce
á una enorme reunion de hombres vivos, agitados de roil
diversos intereses, que no tienen otra regla que sus pasiones,


DE LAS REPÚBLICAS. 197
sin cuerpo alguno para contenerlas. De aquí la


y sus leyes tan multiplicadas , y mu-
chas veces tancontradictorias. »La multiplicidad de leyes


(dice Platon en su República pag. 273) es una señal tan
bre de- sn


ss decisiones


segura de la degeneracion de un estado, como la multitud
de médicos del gran número de enfermos. Pero su oposi-
cion y su contrariedad es tan funesta al buen orden de una
república, corno el uso habitual de los remedios es contra-
rio á la salud." Es corno un relox sin volante arrastrado por
su peso; corno un bajel sin aguja impelido por todas partes
de los vientos y las olas. Unas veces es una asamblea legis-
lativa que agitada de pasiones diferentes oprime al pueblo
y le irrita por sus exacciones; otras (como dice AL de Mon-
tesquieu) es el pueblo irritado que se opone arbitrariamen-
te á lo que exijo el legislador, y le fuerza á condescender
con sus caprichos.


IX Es una disforme reunion de hombres vivos, earTita-
dos de mil intereses, y que no tienen mas regla que sus pa.
siones: y de aquí por razon natural se deduce que el espíri-
tu republicano no puede ser sino un espíritu de intrigas, de
ambicion, de falsa libertad, de falso valor, de conquista, de
deva3tacion, de guerra, de pillage, de agresion y de inva•
sion. Esto es lo que M. de Montesquieu no puede menos
de entender por la palabra virtud de que forma el caracter
particular de las repúblicas, esto es, la virtud guerrera, es•
te ardor turbulento que lleva á osado todo, á emprenderlo
todo, á vencerlo, subyugado é invadido todo. Nada


a mas
violento, ni mas impetuoso. En las repúblicas es menester
estar siempre en agitacion , siempre dispuesto á tomar las
armas, á saquear, á exterminar; y cuando no ha ya quedado
en un pais con qué satisfacer su codicia , llevar á otro la de-
solacion. »Los romanos (dice


de t on esquieu) trujal] á
sus enemigos males increihles. Su república despobló y deso.
ló el universo. Paulo Emilio solo destruyó en el Epi ro setenta
Ci udades , y llevó á Roma ciento cincuenta




•ncuenta mil esclavos.
X Así en todas partes las repúblicas,reas, c espues de haber




198 DE LAS REP6TILICAS.
empezado por destronar á sus reyes, tuvieron que volver á
ellos. Se semejan (como dice M. de Bonnald) á una farni.
tia amotinada cuyo gefe se ha ausentado, y que luego de.
be volver. La república romana pasó del imperio de los
Tarquinos al de los Cesares, habiendo durado quinientos
años; y á pesar del espantoso despotismo de los emperado-
res, jamas cl pueblo ni el senado volvieron á pensar en tal
gobierno, porque el despotismo de uno es mil veces mas
suave que el de muchos.


XI Todo lo que ha escrito pues nuestra falsa filosofia
sobre la libertad de las repúblicas no es mas que un nue-
vo estratagema para desencadenar los monstruos de nues-
tras pasiones , y proporcionarles la espantosa facultad de
devorarlo todo , saquearlo y destruirlo todo. Es absoluta-
mente falso que el pueblo sea libre en esta especie de go-
bierno ; pues no es dueño de hablar, ni antes de hacer la
ley, ni mientras sc hace , ni despues que está ya hecha:
falso que el pueblo se halle representado , pues que los
diputados no estan ligados á su voluntad por mandato al-
guno: falso que esté mejor defendido, pues un diputado
legislador no puede defenderle contra sus propios abusos:
falso que en este gobierno haya equilibrio, pues cine tolo
está de un lacio y nada de otro , pues que el soberano es
enorme, y el pueblo nulo, sin accion á queja ni represen•
tacion alguna contra las leyes mas injustas ; en fin , falso
de toda falsedad que sea un gobierno regular , pues que
en él no hay leyesft.Indwrzentales, ui cuerpo destinarlo á
mantenerlas. Todo en él es arbitrario , tanto en la presion


como en la resistencia ; lo que nos conduce al raciocinio
siguiente. Donde todo el peso está de un lado sin contrape-
so del otro, no puede haber equilibrio: ahora, en las re-
pñblicas el legislador es enorme, y no tiene oposiciou legal
de parte del pueblo; luego la constitucion de una repú-
blica es aun menos libre que la dcl despotismo. No es
mas que un bajel combatido por todas !as pasiones des-
encadenadas unas contra otras.


DE LAS CONSTITUCIONES :N'UNTAS.


199


S . 3.°
De las constituciones mixtas.


De las tres formas principales de gobierno, es á sa-
ber, de la monarquía, aristocracia y democracia, se han for-
mado constituciones mixtas, entre las cuales la mas céle-
bre es la de Inglaterra. Un rey y dos cámaras que re-
parten entre sí el poder legislativo ; he aquí el fondo de
esta constitucion, á que se ha dado el nombre de nzo-
narquica,


II Pero cuando se quiere hacer creer que solo con es-
tablecer dos cámaras se tiene una constitucion á la inglesa,
es una insigne falacia. Porque en fin cuando la Inglaterra
hizo su revolueion tuvo la cordura de conservar todas sus
instituciones antiguas. Leyes, usos, costumbres, transaccio-
nes, provincias, condados, ducados, particiones y susti-
tuciones, todo ha permanecido como estaba ; lo que forma
ya un gran baluarte contra la arbitrariedad de las pasio-
nes. En lugar de que en Francia , y en los paises nueva.
mente revolucionados, órdenes, estados, provincias, clero
nobleza , ricos- hombres, grandes propietarios, todo ha sido
saqueado, arruinado y destruido, lo que forma una grande
diferencia; porque al cabo, en cualquier pais que sea, no
son las paredes ni las sillas sino los individuos los que dis-
cuten y los cine decretan las leyes ; y entre hombres ar-
ruinados, asalariados, pensionados, sedientos de riquezas,
y lores de Inglaterra hay una gran diferencia.


III ¡La constitucion inglesa en Francia, y en los pai-
ses nuevamente revolucionados!.... ¿Y qué resultara ? Conlos materiales que los revolucionarios nos han dejarlo, bien
se podria estar cien años decretando sin hacer


uin dctiognuse.par, ni un miembro de las cámaras de Inglaterra. za
ti


ntcion inglesa en Francia ,y en los paises nuevamente re-volucionados!
¿Y con qué elementos? ¡Duques sin ducados;


1




200 DE LAS CONSTITUCIONES MIXTAS.
grandes sin estados; títulos sin propiedades; y diputados de -
provincia que apenas tienen con que pagar un alojamiento
decente en la capital


IV En Inglaterra donde la cámara alta se compone de
los hombres mas ricos y mas acaudalados del universo, to-
do tiende naturalmente á la grandeza, á la prosperidad y
á la proteccion del pueblo; á las empresas grandes, á la
conservacion de las particiones desiguales, de las antiguas
propiedades y de las antiguas leyes. Al contrario en Francia
y en los paises nuevamente revolucionados, donde las dos
cámaras se componen por una parte de hombres arruina-
dos, y por otra de los que los arruinaron, todo tiende á la
degradacion, á la miseria, á la perpetuacion del pillaje, á
la codicia, al interes, á la necesidad de enriquecerse, de
obtener honores y pensiones sobre el tesoro público, y por
consiguiente gravosas á los pueblos. Entre las cámaras de
Inglaterra y las que se quieren establecer en Francia y los
demas paises revolucionados, hay tanta diferencia como en-
tre la noche y el dia, como entre la pobreza y la opulencia;
entre un pais donde las grandes fortunas se han conservado,
y otro donde se han destruido y se destruyen aún todos los
Bias por la mal entendida igualdad de particiones; entre un
pais donde los funcionarios públicos son todos grandes
propietarios, y otro donde estar: todos á sueldo; entre uno
que tiene grandes fondos, y otro en el cual han sido dilapi-
dados; entre uno donde los particulares han hecho grandes
sacrificios por el bien público, y , otro donde el bien públi-
co ha sido sacrificado para enriquecer algunos particulares;
entre uno á donde el mal ha sido moderado, y otro donde
se ha llevarlo al colmo; entre uno donde ha habido pocos
despojados, y otro donde hubo infinitos; entre uno donde
14o habia diez mil reclamantes, y otro donde hay mas de
veinte millones que reclaman contra cinco de espoliadores,
entre uno en fin, donde las antiguas leyes han sido respe ta


-das, y otro donde generalmente han sido destruidas. Eg
Francia, como en los demas paises revolucionados, aunque


DE LAS CONSTITUCIONES M IXTAS.
201


cien ataos se estuviese decretando, sería tan imposible esta-
blecer una constitucion á la inglesa, como sacar una cose-
cha de un desierto, ó tomar agua de un pozo ya agotado.


La Inglaterra en sus revoluciones ha conservado
ventajas inmensas que nosotros hemos perdido, y que con
dos cámaras no recobraremos jamas: porque persistiendo
en adoptar su constitucion, nunca adoptaremos mas que
sus defectos. ¿Y cuáles son estos defectos? El principal es el
de gobernarse por asambleas, de donde han nacido todos
los demas de las constituciones republicanas. Desde que las
dos cámaras participan con el rey del poder legislativo,
en Inglaterra mismo no pueden excusarse dos grandes
asambleas. Y desde entonces ¡cuántos gastos, viages y tras-
laciones! Cada siete años, lo mismo que en las repúblicas,
es menester renovar las elecciones para la cámara baja; y
por consiguiente venir á las asambleas primarias. ¡Cuánto
tiempo perdido para el pueblo , cuántas intrigas , prodi-
galidades, excesos y desórdenes de todos géneros! »Mien-
»tras las elecciones duran (dice de Fenelon) todas las
»pasiones están en fermcntacion; en cada provincia las di-
ferentes facciones ponen en tal movimiento los ánimos, y


»el cuerpo político experimenta tales convulsiones, que á
»cada nuevo parlamento parece que la Gran Bretafia se ha-
»lla en el mayor acceso de una fuerte calentura." Y
nosotros para dar mayor libertad d las pasiones, hemos
querido que las elecciones fuesen anuales.


VI No es esto solo. En Inglaterra se ha dividido el
poder legislativo en tres partes; y como este poder de-
be ser por su esencia uno, luego que las cámaras han lle-
gado á su destino , para cada ley es menester tratar de reu-
nirlas, de donde resulta necesariamen te que los votos sean
venales. »Reunido el parlamento (continúa 171. de Fene-lon) las intrigas y los manejos comienzan; los que ocu-
pan las primeras plazas del gobierno no se ocupan sino en
dar ,


banquetes para ganar á los diputados; y por lo regular
tp -


cuatro ó cinco hombres solos son los que lo deciden to-
To in. III.
CC




o


202 DE LAS CONSTITUCIONES MIXTAS.
do en estas tumultuosas asambleas.."' Mientras dura la se.
sion el ministerio hace su papel . y la oposicion trabaja pa.
ra derribar el ministerio , y reemplazarle á su vez, para ser
él mismo derribado y reemplazado despues.Para hacer adop.
tar lo que se quiere, se reusa lo que no se quiere, se in.
triga en ambas cámaras, y se trabaja en reunidas dividir-
las segun conviene. Si esto no se consigue, se las disuelve,
se las cansa. á fuerza de lentitudes , consecuencia necesaria
de la division de poderes; y en fin, el rey necesita comprar
á gran precio lo que debiera tener en sus manos el poder


VII. ¿Mas qué pensaríamos de un hombre que para
dar movimiento á una máquina cualquiera pusiese dos
ó tres mayordomos en una casa con órdenes opuestas, dos
ó tres resortes en un péndulo; ó que des-pues de haber
dividido la tripulacion de un navío en dos partes, las co.
locase cerca del piloto para tirar del timon cada una de su
lado? Todo principio motor , siendo esencialmente uno,.
dividirlo es. destruirlo.


VIII Aun si en medio de estos debates se tuviesen
algunas reglas fijas; pero no. A pesar de haberse conser-
vado en Inglaterra las antiguas leyes , ni el rey , ni las dos
cámaras hacen juramento de seguidas; de aquí (como di-
ce siempre 111. de Fenelon) su gran arbitrariedad. »Des,
»de que- las- asambleas populares han prevalecido en aquel
»pais (observa este juicioso escritor). las actas del parla-
mento no han venido á ser mas que un enorme volumen


»de leyes inciertas , y muchas veces contrarias." Mas si es-
ta arbitrariedad es tan grande en Inglaterra á donde se han
conservado las antiguas particiones ¿cuál no debe ser la de
nuestras nuevas constituciones, con que todo. se ha destrui-
do, y en que ni siquiera se prescribe seguir los manda-
mientos de Dios ni de la iglesia; y cuyos decretos las mas
veces son contrarios al mismo derecho natural?


IX Y aun cuando se prescribiese conformarse á estos
preceptos ¿dónde está el cuerpo encargado de recordarlos


DE LAS CONSTITUCIONES MIXTAS. 203
al legislador? Si sus leyes se encontrasen contrarias á las
d i vinas ¿ quién reclamará? Será el clero? ¿A dónde está?
Sabemos qué especie Je pontífices tienen asiento en nues-
tra cámara alta. Y cuando la ley divina sea atacada ¿qué
podrán nueve ó diez voces contra doscientas, ó mas bien
contra las dos cámaras unidas? Permítasenos observar que
la supresion de este cuerpo angosto, único depositario de
las leyes fundamentales de todos los imperios, que aun en-
tre los paganos fue siempre el primer órden del estado, y
que .jamas dejará de serlo por lá dignidad de sus funcio-
nes ; su supresion, decimos, será siempre una pérdida fa-
tal para •los soberanos y los pueblos, mientras que no se
restablezca.


X ¿Por quién pues será defendido el pueblo? ¿Por la
cámara de pares? Esto no es posible; porque á lo menos
en nuestras nuevas constituciones , todos dependen del
rey. ¿Por quién pues? ¿ Por la cámara de diputados? Me-
nos: porque estos así que son elegidos pasan al lado del
poder legislativo, y porque siendo por lo regular hombres
poco acomodados, tienen interes en agradar á los minis-
tros para obtener empleos, ó en irritar al rey para que
cambie los ministros; y nada hacemos con que el rey pue-
da disolver las cámaras, y elegir nuevos ministros; porque
pueden ser aun peores , y siempre se les liará la -corte.


XI Un hecho público é incontestable es que donde
quiera que los diputados del pueblo pasan al lado del po-
der legislativo, lo mismo en las repúblicas que en las cons-
tituciones mixtas, no queda del lado del pueblo un solo
individuo que lo pueda defender contra los -abusos de la
autoridad. En vano se dirá que estos abusos no son de te-
mer cuando todo se decreta por el voto de la mayoría. Don-
de quiera que la mayoría no está sujeta á algunas reglas,
la arbitrariedad y el despotismo llegarán al colino. Lo he-
mos observado ya; permítase decretar á una asamblea de
facciosos, y todos los reyes serán degollados, todas las pro-
piedades saqueadas á pluralidad de votos. Se dirá, que por-




2c4 DE LAS CONSTITUCIONES MIXTAS.
que son unos vandidos: sin duda; pera nuestras pasio.
nes nos inclinan siempre al robo y al latrocinio; y si un
hombre solo dominado por ellas es peor que un tigre, ¿qué
diremos de una asamblea que no está contenida por nin.
duna ley ?


XII Cuando se nos arguye con la prosperidad de la In.
glaterra, sobre todo en estos últimos tiempos, no se consi.
dera que esta prosperidad no proviene de la bondadintrin-
seca de su constitucion , sino de las ventajas que ha sabido
conservar , de sus grandes propiedades, de la desigualdad
de las herencias, de su separacion del continente, de la
superioridad de su marina, de las inmensas sumas que por
su comercio saca del mundo entero, y que la ponen en es,
tado de pagar las contribuciones enormes que su constitu-
cion exige; pero todas estas ventajas reunidas no ponen á
la Inglaterra á cubierto de los vicios internos de su cona.
titucion. Desde que esta forma de gobierno existe, todo el
mundo sabe que la Gran-Bretaña ha tenido. una serie inm
terminable de reyes depuestos, echados, destronados y de-
capitados; y ha sida presa de los sangrientos partidos de la
casa de Yorck y de la de Lancastre, de la rosa encarnada y
la rosa blanca, de los TVi gts y de los Torys: las diferentes
revoluciones de este pais son bastante conocidas. Por otra
parte, en esta constitucion, no teniendo el bajo pueblo un
cuerpo constituido para defenderle, cuando está descon-
tento no tiene otra partido que tomar que el de defenderse
á sí mismo: ¿y cómo lo hace? Sin regla, sin medida, por


- medio de conmociones y asonadas, y entregándose al pilla-
ge de las propiedades.


XIII ¿Qué se necesita pues, para que un pueblo sea
verdaderamente libre? Se necesita t.° que haya buenas le-
yes fundamentales, sin lo que las dos partes que constita-
yen el gobierno, no tendrán mas que la libertad de las
pasiones: 2.° que los representantes del pueblo estén div i


-didos en tres órdenes, como lo está naturalmente él mismo:
3.° que cuando el legislador proponga una ley, todos los


DE LAS CONSTITUCIONES MIXTAS. 2 05
tres órdenes tengan derecho de representar: 4..ü


que todos
tres estén del lado del pueblo, y ligados á él por poderes es-
peciales: 5.° y que todos con respecto al legislador presen
ten una actitud de respetuosa resistencia.


XIV ¿Y se encuentra nada de esto en las constitueio•
nes mixtas? I.° La ley fundamental del estado, sobre todo
si se ha adoptado en ella la igualdad de las sucesiones ¿no
tiene necesidad de una pronta reforma? z.° La primera ley
fundamental de los estados es la divina. ¿Y se hace jura-
mento de observarla? ¿Dónde está el cuerpo encargado de
defenderla? 3.° Los poderes están en ellas divididos; y de
aquí tantos debates, tantas disputas y tantas adiciones en
la formacion de las leyes. 4.° Las cámaras mismas se divi-
den en partidos, lo que forma en la nacion otros tantos: así
nunca el pueblo se vé mas agitado cine durante las sesiones,
y la tranquilidad no se restablece hasta la disolncion de las
cámaras. 5.° A cada eleccion se redobla la fermentacion.
6.° Nombrados los diputados (como dice I. Rousseau) el
pueblo queda esclavo, nadie queda de su lado para defen-
derle de los abusos del poder; nada, nada absolutamente
queda de su lado; todo ha pasado al uno, y nada queda en
el otro. Y dígasenos ahora juzgando sin parcialidad ¿es es-
ta una constitucion libre ?


XV Suplicamos al lector, de cualquier opinion que sea,
no se desdeñe de reflexionar sobre este asunto importante:
porque, es menester repetirlo, Dios quiere que conozca-
mos la verdad ; y por poco. esfuerzo que hagamos para ar-
rancar la venda que la preocupacion ha puesto sobre nues-
tros ojos, nos será facil percibirla. ¿Por qué se intenta des-
truir las antiguas constituciones en todo el mundo? Para
restituir á los pueblos, se dice, sus derechos naturales. Dis-
cúlpense pues como quieran los que dicen esto, todavía
creen en la soberanía de los pueblos; todavía creen que los
pueblos fueron los que se dieron soberanos: mas si este
principio es falso, si es imposible que la totalidad de un
pueblo se haya reunido jamas, si fue Dios mismo el que




2 06 DE LAS CONSTITUCIONES 1IIXTAS.


dió un autor universal á cada pueblo, invistiéndolo de una
autoridad universal sobre sus descendientes, in unamquarn-
que gentem, prceposuit rectorem ; si ésta verdad está de-
mostrada por la Escritura, por la razon, por todas las his-
torias, y todos los hechos; se parte de un principio falso;
se quiere trastornar el mundo para dar al pueblo riere.
chos que no ha tenido nunca y que jamas podrá tener.


XVI t Se quiere restituir á los pueblos sus derechos na-
turales!... Pero si en toda máquina de equilibrio el principio
motor es esencialmente uno, y nosotros dividimos los po-
deres soberanos, turbaremos la máquina política, que ya no
andará sino á saltos y á empujones. Dividiendo los poderes,
despojamos al soberano de los derechos naturales que le
ha dado el mismo Dios, y que le son indispensables. ¡Se
quiere restituir á los pueblos sus derechos naturales!
Pero si los derechos naturales de los pueblos se reducen
á la resistencia pasiva contra la impulsion única del prin-
cipio motor, y ésta no se encuentra en nuestras extrava-
gantes constituciones, vendremos á privar al pueblo de
sus derechos naturales, para darle otros que no ha tenido
nunca, ni jamas podrá tener: porque en estas constitucio-
nes mismas, los diputados y no los pueblos son los que
ejercen los poderes soberanos; y por consiguiente nada
de estos poderes pertenece al pueblo. El principio es fal-
so, falsa la libertad, y falsa la combinacion. Si persistimos
en ella, Dios nos abandonará.á las terribles consecuencias
de nuestro alucinamiento: continuaremos trastornando el
mundo, tradidit mundum disputationibus eorum ; pero
será por nuestra culpa. Porque es mas claro que el sol, que
en estas constituciones no puede haber equilibrio, liber-


tad, ni derechos naturales.


DE LA INIONAIIQUÍA. 207


De la monarquía.


1 Nos resta examinar esta constitucion antigua, en que
un solo gefe hereditario, investido de todos los poderes .


so-


beranos, pero obligado á gobernar segun buenas leyes fun-
damentales, encuentra en su pueblo esta resistencia dulce
y pasiva que cede á su impulsion cuando sus providencias
son justas, pero que reusa ejecutarlas cuando no lo son. Es-
ta constitucion es lo que ordinariamente se llama monar-
quía templada, ó moderada; y que nosotros llamaremos
simplemente monarquía; porque no ha habido nunca un
monarca que no• haya estado sujeto á leyes superiores á él,
y que no haya podido ser excitado á seguirlas por las res-
petuosas representaciones de sus hijos. Probaremos eine es-
. ta forma de gobierno. es sin contradiccion la primera, la
mas antigua, la mas natural, la mas sencilla; la mas pací-
.fica , la menos dispendiosa, la mejor contrapesada y arregla.
da; y en que los soberanos por un lado son mas poderosos,
mas respetados y amados; y los pueblos por otro .mas li-
bres, mas felices, mejor defendidos, gobernados y repre-
sentados: y en donde de una y otra parte se goza mas com-
pletamente de los derechos naturales, que en todas las de•
mas constituciones se podrá conseguir jamás.


II Decimos en primer lugar que esta es la primera
de todas las formas de gobierno. Que Dios no haya ciado
desde un principio mas que un solo gele universal al .gé.
nero humano, uno solo á cada pueblo, y uno solo á cada fa-
milia; que en. los primero& tiempos cada monarca no trans-
mida su autoridad universal sino á uno solo de sus hijos,
son verdades de tal modo. demostradas en la primera parte
de esta obra, que es inútil insistir sobre estas primeras
aserciones.


III Ahora, habiendo sido esta forma de gobierno la pri•




2 e 8 DE LA DIONARQUf A.
mera, es evidente que tambien es la mas antigua. Que á
las monarquías hereditarias hayan sucedido despues las aris.
tocracias, las rcpublicas y otras formas mixtas y compues.
tas, que todas llegaron á ser legitimas por el consentimien-
to de los antiguos soberanos de una parte, y por el de los
diferentes órdenes de la otra, es tambien lo que hasta aquí
hemos hecho ver ampliamente. Mas pues que Dios desde
un principio no dió sino un gefe universal á cada pueblo,
es evidente que la monarquía existió antes de todas estas
formas; que todas vinieron despees de ella, y que de ella
recibieron la soberanía ; pues que solo del autor univer-
sal pudieron haber recibido los soberanos actuales, cuales-
quiera que sean, simples, mixtos ó compuestos, la autori-
dad universal y soberana con que gobiernan, y que trans-
mitirán legalmente á sus sucesores hasta la consumacion de
los siglos.


IV • Medimos que esta forma es la mas natural de
todas, pues no fue ni por la guerra , ni por la sedicion,
ni por la eleccion y voluntad de los pueblos , sino por
la suya sola , por la que el padre universal adquirió la
autoridad universal sobre sus descendientes, y la tratas-
anidó en toda propiedad á sus sucesores.


V La mas natural aun en el modo de su transmi-
sion , porque es el mas conforme á la naturaleza. No ha-
biendo dado Dios desde un principio mas que un solo
gefe á cada pueblo, lo mas natural es que estos mismos
gefes no transmitan su autoridad mas que á uno; que la
transmitan á sus hijos mas bien que no á un extraáo; al
mayor mas bien que á los menores; y que se transmita
por herencia mas bien que por eleccion. »Es un gran
bien para los pueblos (dicen 111 A1. Bossuct , Fenelon y
todos los buenos autores ) que el gobierno se perpetúe por
los mismos medios que perpetúan al género humano. Ea
igualdad de circunstancias, lo que va conforme al orden
fijo y constante de la naturaleza , es siempre mejor que lo
que depende de la voluntad inconstante y caprichosa de




DE LA MONARQUÍA, 209
los hombres." ¿Qué arruinó á los gobiernos de Roma;
de Carta fso , de Atenas y de Lacedemonia? Las elecciones.
¿Por qué (añaden los mismos autores) los gobiernos de Egip.
to, de Persia, de la China, y de otras regiones han te-
nido mas estabilidad? Porque eran monarquías heredita-
rias en que sc sucedia por orden de nacimiento. Un monar-
ca hereditario (dice el autor del Orden esencial de la4
sociedades) que mira su reino como su propiedad perma-
nente y la de sus herederos, se interesa mucho mas en
su conservacion y aumento., que no un monarca vitali-
cio, ó que unos diputados que cada siete afíos se mudan.


VI Pero si hay una forma de gobierno estable y ven-
tajosa para los pueblos, es sobre todo aquella en que la so-
beranía pasa de varon en varon al primero en el orden de
la sangre. En esta eonstitucion, luego que un soberano ha
muerto, ella misma proclama su sucesor. No hay hueco, no
hay interregno, ni lugar á dudas, incertidumbres, compe-
tencias, ni ruidosos rompimientos: no hay cambio de fami-
lia, de nombre, ni de dinastía ; se evita toda disputa, toda
exclusion , contestacion y litigio. El primero que por naci-
miento queda siendo el gefe de la familia real segun el or-
den de la naturaleza, lo viene á ser tambien segun el orden
civil por la voluntad de sus predecesores. Lo cierto es que
en el orden de la naturaleza, no fue á las inugeres, ni á la
eleccion, ni á la fuerza, ni al talento, sino al primer varon
y al primer padre de cada pueblo á quien dió Dios regu-
larmente el gobierno de la familia primitiva , y la autori-
dad universal sobre sus descendientes; que Dios no ha
seguido nunca otra regla , ni seguirá otra jamas en la n'aus.
mision natural de la autoridad ; pues que el primer au-
tor universal de cada pueblo fue el primer padre ; y quo
por consiguiente la monarquía hereditaria de varan en va-
ron por orden de primogenitura , no solo es la primera,
sino la mas natural de todas las constituciones.


VII Decimos en tercer lugar que de todas las formas
de gobierno que pueden existir, la de la monarquía es la2'om, /11.
DD




2 O DE LA MONARQUÍA.
mas sencilla. En efecto, pues que no se trata sino de ciar
un solo impulso al gobierno ¿para qué dividir el soberano?
Cuando se quiere dar movimiento á un péndulo ó á un re.
lox ¿se ponen en él muchos pesos ó resortes que obren uno
contra otro? ¿ quién ha ocurrido jamas semejante combi.
nacion? Una so.a cabeza para gobernar cada cuerpo, un
solo gole para gobernar cada familia, uno solo para gober-
nar á cada pueblo, uno sola para gobernar cada division
del género humano; he aquí la constitucion que Dios ha
establecido: ¿puede darse nada mas sencillo? Esta forma de
gobierno no necesita asambleas nacionales, electivas ni le-
gislativas; un hombre solo con asistencia de su consejo, y
segun las leyes de sus predecesores, examina las represen.
taciones de sus pueblos, juzga, decide y falla soberanamen.
te en virtud del poder supremo que Dios concedió al ge-
fe primitivo..


VIII Y este hombre solo hace mas en una hora que
en muchos meses una asamblea de legisladores calentándo-
se la cabeza, viendo cada uno á su manera, decidiendo ca.
da uno segun su fantasía, disertando y discurriendo sin tér-
mino, contradiciéndose los. unos á los otros, y cruzándose
perpetuamente en sus opiniones. Este hombre solo que jub
ga y decide segun la ley, es infinitamente mas facil de ilusa
trar, mas facil de persuadir y de traer á la razon, que una
multitud de opinantes, cada uno preocupado por sus ideas,
influido por sus intereses, arrastrado por su ambicion y por
el hervor de sus pasiones. Y este hombre solo es infinitamen-
te mas susceptible de responsabilidad que una multitud de
diputados que separándose á cada sesion se descargan los
unos sobre los otros de lo odioso de sus decretos. De grado
ó por fuerza es. menester convenir en estas verdades. La
Grecia tuvo mas de setecientos legisladores; y el código de
Justiniano no necesitó setecientos oradores para ser bien
discutido. Un hombre solo ilustrado por un buen consejo
basta para dictar leyes; y este hombre solo es algo mas
pronto, mas expeditivo, y mas reservado que una multitud


DE LA NONARQUfA. 2 I
de gobernantes cuyos proyectos son siempre conocidos de
antemano, publicadosó comunicados antes de su ejecucion.
Si el buen éxito en los negocios depende (como dicen MAI:
.Bossuet y Fenelon) casi siempre del secreto y de la pron.
titud en la ejecucion, y .


por consiguiente de la unidad de
voluntad, el gobierno de uno solo es preferible al de mu-
chos. Cuanto menos complicado es el soberano, tanto mas
dulce y mas suave es su accion, y mas facil tambien es re-
sistirle eahora es imposible imaginar una soberanía menos
complicada que la de la monarquía.


IX Lo que hay de singular es, que este soberano, el
mas sencillo de todos, es al mismo tiempo el mas fuerte y-
vigoroso. Al dar Dios á un hombre solo la autoridad uni-
versal, le ha dado en el hecho mismo todos los poderes so-
beranos sin reserva alguna. Poder de escoger á su sucesor,
y por consiguiente de constituir al que sea su voluntad. Po-
der de repartir y distribuir sus bienes como lo juzgue á
propósito, y por consiguiente el poder legislativo: poder
de juzgar los debates y terminar las diferencias en lo inte-
rior de su ciudad, porque él solo conoce el sentido de sus
leyes, y por consiguiente el poder judicial: poder de armar
sus descendientes y hacerlos marchar contra los enemigos
interiores y exteriores, y por consiguiente poder de vida y
muerte, de hacer la guerra y la paz: poder de proveer á
todas las necesidades públicas con los fondos comunes de
que le pertenece el eminente dominio, y por consiguiente
el poder de echar impuestos y de juzgar hasta qué punto
son necesarios: todo lo tiene. He aquí la inmensa palanca
que Dios ha puesto en las manos de uno solo; y por qué en
la constitucion monárquica cl gefe primitivo al entregar á
uno solo su autoridad universal, le trasladó igualmente to-dos sus poderes. He aquí por qué este soberano, á pesar de
su sencillez, es i nfinitamente mas fuerte que todos los so-
beranos compuestos.
de XtmoCso llocatndo todos los poderes soberanos en la mano


solo, tanto para dar la ley como para hacerla ejecu-
DD :




2. S 2 DE LA MONARQUÍA.
taz, todo se sostiene, todo procede sin estorbo. Magistratu-
ra, ejércitos, administracion, todo cede al mismo impulso.
Todas las autoridades subalternas son dirigidas por la mis.
ma mano y animadas por un mismo espíritu. El gobierno
es una rueda inmensa que gira sobre un solo eje con non.
cha mas facilidad que si se le pusiesen muchos. Siendo es-
te soberano único, indivisible en su voluntad por su natu-
raleza, puede reunir y enlazar mas fuertemente todas las
partes de un vasto imperio, todas sus provincias, todas sus
ciudades, que una asamblea de individuos, necesariamente
opuestos en sentimientos é intereses: puede concertar con
mas seguridad las diferentes opiniones, y aniquilar con una
sola palabra todos los partidos, que es imposible hacer des-
aparecer en los gobiernos compuestos. Parece á primera.vis-
ta que estos debieran ser mas fuertes, porque son mas nu-
merosos: mas precisamente es todo lo contrario; porque en
su composicion todos los que se oponen á la accion del go-
bierno debilitan su vigor. »En la monarquía ( dice J. J.
Rousseau ) todos los resortes de la máquina estan en una
misma mano: todo tiende al mismo fin: no hay movimien-
tos contrarios que se destruyan mútuamente; y no se pue-
de imaginar una especie de constitucion en que el menor
esfuerzo produzca un efecto tan considerable." Convenga-
mos pues en que un gobierno es tanto mas débil cuanto
mas compuesto; tanto mas fuerte cuanto mas sencillo, y
cuanto menos rozamiento experimenta en el ejercicio de
su poder.


XI Pero no solo en la monarquía el soberano es el mas
fuerte, sino tambien el mejor arreglado cle todos los sobe-
ranos. ¿Cuál es la regla de la legislacion en las otras formas
de gobierno? La voluntad arbitraria de unos hombres vi-
vos. ¿Y cual es la del legislador en la monarquía? t.° El có-
digo inmortal que no variará jamas de las leyes naturales,
dadas é interpretadas por Dios mismo, como cstan conten i


-das en el Decálogo, y que son esencialmente justas. 2.° La
voluntad de los fundadores, es decir, de unos hombres


DE LA MONARQUÍA. 3
cuyas disposiciones testamentarias


(segu n pueden ser interpretadas sino segun las
reglas- gleirsiltiocs1CQe rélaciim:quidad y la justicia; leyes probadas por el
tiempo, que el monarca mismo no puede mudar, y sin las
que su voluntad personal no tendria fuerza de ley. Verdade-
ramente en las monarquías no se hacen leyes; porque es-
tan ya hechas. Aun cuando se quieren mudar las leyes fun-
damentales de un pais para reducirlas á la unidad, se con-
serva su substancia y lo que hay de mejor en ellas; y para
esto no son necesarias asambleas legislativas. Monarca,
militares, magistrados, funcionarios públicos, todos al en-
trar en funcion juran conformarse á ellas, y estan obliga.
dos á hacerlo. Edictos, ordenanzas, sentencias, declaracio-
nes, todo lo que les sea contrario no tiene ningun valor.
Vicias, haciendas, procedimientos y castigos, todo tiene ya
l'Orinas fijas é invariables de que no es permitido separarse.
Desde el gefe hasta el último de sus súbditos, todos siguen
la misma regla, todos estan animados del mismo espíritu,
y sujetos á la misma voluntad : y he aquí por qué todos
los legisladores actuales estan obligados á decir: queremos,
y no yo quiero en todos los actos públicos.


XII Queremos. No se pesa bastante la fuerza de esta
palabra en la boca de un verdadero monarca. Queremos:
es decir, lo que yo os mando ó prohibo; lo que yo quie-
ro en fin , no soy el que lo quiera, sino Dios , los funda-
dores , mis padres , mis antepasados , mis predecesores de
quienes yo solamente soy el órgano. No es el pueblo, ni la
nacion , ni vuestros iguales, ni vuestros inferiores, ni nin-
guna asamblea de hombres existentes, sino Dios y los fun-dadores. ¡ Qué locucion mas augusta! Son vuestros supe.
riores y los mios los que quieren ; yo quiero con ellos,
todos estala obligados á querer lo mismo que nosotros. ¡Qué
cosa mas j ustl, mas digna , ni mas arreglada que un legis.
lador que habla de este modo!


XIII El menos dispendioso de todos los soberanos. Se
sabe que en todas las formas de gobierno el representan




w
2 T4 Dr, LA MONARQUÍA,


te (le los primeros fundadores exige una gran represen,
tacion. Pero en fin en la monarquía no hay mas que un
hombre que mantener, en vez de que. en los demas
biernos la multitud de soberanos trae necesariamente ma-
yores gastos. El soberano en todos los demas gobiernos está


á sueldo del estado ; en la monarquía es el primero y
mas rico propietario de su reino. El y todos los príncipes
tienen posesiones inmensas que han heredado de sus ma-
yores los antiguos duques. En los otros gobiernos los le-
gisladores tienen que venir de largas distancias: en la mo-
narquía el soberano está en su propio territorio. En con-
secuencia ¡cuánta mas paz , cuánta mas tranquilidad , y


cuántas dislocaciones menos ! En la monarquía el sobe-
rano no solo tiene leyes fundamentales que seguir , sino
que está obligado á conformarse á ellas , y todo está calcu-
lado para que no las pueda traspasar. No es un déspota,
como dicen los hombres superficiales : es,un soberano, que
si por esta constitucion viene á ser el mas sencillo, el
mas fuerte, y el mas poderoso de todos, es tambien aquel
bajo el cual un pueblo puede ser el mas libre , el mas fuer-
te y mas feliz, y está mejor representado y mejor protegida
contra los abusos del poder.


5.°


Del pueblo en la monarquía.


1 Poniendo á un hombre solo con todos los poderes del
lado del soberano, es evidente que todo lo ciernas queda


lla
del lado de la resistencia. Sacerdocio, nobleza, estado •
no, todos los órdenes, todas las corporaciones, todo le hace
oposiCiOn. Así, si en esta constitueion el soberano es el mas
fuerte de todos los soberanos; el pueblo debe tambien por
la resistencia ser el mas fuerte, el mas libre, el mejor cons•
tituido, el mejor representado, el mejor gobernado, el mas
feliz, el menos cargado y el mas bienaventurado de 103
pueblos todos.


DEL PUEBLO EN LA MONARQUÍA.
2 1 5


TI El mus libre y el mas fuerte. Este artículo queda
probado ya: porque si todos los órdenes y todos los cuerpos
quedan del lacio de la resistencia, y todos tienen libertad
de hablar cuando las leyes fundamentales son violadas
¿qué puede hacer un hombre solo contra un pueblo así
constituido, cuando está probado que va contra las leyes?


III Digo en segundo lugar que este pueblo será el
mejor constituido de todos. Porque ¿de qué está compues-
to naturalmente todo pueblo ? De tres órdenes indestructi-
bles, y que siempre se hallarán en todas partes: el sacer-
docio, la nobleza y el estado llano. El sacerdocio, encar-
gado del mantenimiento de las leyes divinas , base esen-
cial de los imperios ; la nobleza de la parte civil y mili-
tar; y el estado llano de la agricultura, del comercio y de
las artes. Del sacerdocio, que es naturalmente el primer or-
den, pues que está investido de una autoridad divina. De
la nobleza, que es esencialmente por la paternidad superior
al estado llano, pues que las primeras familias fueron antes
que las últimas. Del estado llano, que es necesariamen te el
tercer orden, pues que nació despues de las primeras fami-
lias sujeto á las dos autoridades. Densele las vueltas que
quiera, jamas se encontrará un pueblo que despues de es-
tar formado no contenga estos tres órdenes perfectamente
distinguidos por el mismo Autor de la naturaleza. Ahora,
estando, el pueblo dividido de este modo en la monarquía,
es evidente que el pueblo mejor constituido


.
se halla en es-


ta forma de gobierno.
IV Es el mejor representado de todos los pueblos. Por-


que si el pueblo se compone naturalmente de tres órdenes,
no puede estar bien representado si sus diputados no estan
divididos en tres cuerpos perfectamente distintos, perfecta-
mente instruidos, perfectamente versados en sus negocios,
y en perfecto estado de ilustrar al soberano cada uno sobre
el importante objeto de que está encargado:


• si todos tres nob son consultados separadamente; si no tienen mandatos es-
peciales para representar segun las i nstrucciones de sus ór-




16 DEL PUEBLO
denes; si no tienen, en vez del poder legislativo, el de
examinar si las leyes son justas, y de representar contra
ellas cuando no lo son ; ó si no tienen el derecho de resis•


tencia pasiva como hijos respecto de su padre. Tales son
los derechos del pueblo: así es como debe ser representado,
y así es como lo está en la monarquía. Mientras que los di.
pinados pasen al lado del legislador, se puede decir que el
pueblo no tiene representacion.


V El mejor defendido ele todos los pueblos. Lejos de
que en la monarquía reine la arbitrariedad, el soberano,
como ya lo hemos dicho, está obligado al tiempo de su
consagracion á jurar que no gobernará sino segun las le-
yes. Y aun hay mas. Cuando quiere dar un decreto, la
constitucion le obliga á presentarle á los cuerpos deposita-
rios de las antiguas leyes, á fin de que puedan cerciorarse
de que no las es contrario. Cuando aparece pues un nuevo
edicto, el pueblo tiene por su parte cuerpos interesados ea
no dejarle pasar sino despues de un severo examen; y esto.
aunque sea un nuevo código de leyes. Si es contrario á las
leyes divinas ó la sana moral, hay la cámara del clero para
hacer al soberano representaciones respetuosas; la magis-


tratura para los asuntos civiles; los estados de cada pro-


vincia para los impuestos. Estos examinadores intermedios
siempre existentes, forman tres barreras poderosas, y tie-
nen siempre en alarma al poder legislativo. No solamente
los ministros le son responsables de sus prevaricaciones an-
teriores, sino que estan en la dichosa imposibilidad de co-
meter otras nuevas, pues no pueden hacer pasar un edicto
sin previa rcvision de unos examinadores interesados en
conservar sus derechos.


VI Es cierto que estos cuerpos intermedios no tienen


mas derecho que el de representación: mas esto es justa-
mente lo que hace la perfeccion de este sistema. Cuand o el


monarca propone un edicto, no puede llevarlo adelante si
no tiene por su parte la justicia ; porque de otro modo la
oposicion permanece pasiva y no obedece.


La oposicion


EN LA MONAIIQUíA.
2 r 7


por otro lado tampoco puede vencer si no tiene la justicia
por la suya, porque en este caso el legislador exige que su
edicto se registre. De este modo ni la intriga, ni el amaño,
ni la multitud, ni la pasion tienen lugar; sola la justicia
es la que habla, y solo con la razon se puede triunfar: de
aquí la perfeccion, la justicia y la solidez reconocida de las.
leyes en la monarquía.


VII Pero si el examen de los edictos interesa al pueblo
es principalmente cuando se trata de contribuciones. Esta
parte es tanto mas dificil, cuanto para que sean justas es
menester que varíen en razon de las necesidades del estado
por una parte, y en razon de las facultades particulares por
otra. Para esto es evidente que sería menester en cada pro-
vincia una asamblea periódica poco numerosa, compues-
tade los principales propietarios de los tres estados, que en-
cargada de la reparticion y percepcion ;


hiciese poner sus
sumas en el erario; una asamblea á la cual el soberano pu-
diese hacer sus pedidos, y por la cual él recibiese las repre-
sentaciones de sus súbditos. Estas pequeñas asambleas inte-
resadas en velar sobre los gastos, valdrían infinitamente
mas para contener á los ministros, que una responsabilidad
ilusoria que solo sirve á cubrir la espantosa latitud que se
deja á su poder y á sus disipaciones.


Como quiera que sea, hé aquí lo que se llama un pue-blo cuyos derechos estan perfectamente defendidos. El
interes de los súbditos no es poseer el poder legislativo,
sino cuerpos que le hagan oposicion, que lo defiendan
constantemente de sus ataques, con que pueda contar
como suyos, y que no teniendo como ellos sino


el dere-


j
cho de representacion, no puedan triunfar sino por la
usticia y solidez de sus razones ;


cuerpos ilustrados
que conozcan p erfectamente las leyes, y que no dejen
pasar edicto alguno ni proposicion, sin discutir contradic-
toriamente si es justa ó no. Estos cuerpos no existen ni enlas r


epúblicas, ni en los gobiernos mixtos; pues que los
diputados pasan al lado del legislador. La monarquía pues


Tom. III.
EE




u i 8


DEL PUEBLO


es el único gobierno en que los pueblos estan verdadera-
mente defendidos.


VIII Tatubien en ella es donde el pueblo está mejor
gobernado. Todo en la monarquía es divino, paternal, no.
ble y magestuoso. Empezando por el monarca, este como
el primer fundador, cuyo representante es, levantando su
cabeza sobre todos, mira á sus vasallos como á hijos, y sus
vasallos le miran como á padre. Investido de la autoridad
paternal del padre primitivo, reune su magestad y su po-
der. Primer propietario de su reino como él, trono, corona


,


señoríos, beredamientos, empleos públicos, todo es de él y
no del pueblo: lo distribuye todo como dueño segun la ley
fundamental de sus predecesores. Amor, respeto, sumision,
todo le es debido como al primer gefe. Bajo él, cada señor
es igualmente el padre de sus vasallos; cada obispo el paa- --
dre espiritual de su diócesis. Propietario, como los patriar-4
cas, de los bienes asignados á la religion,...dá curatos, goza'
de la mas alta consideracion, funda seminarios y colegios,
y provee al sustento de un clero numeroso que esparce la
instruccion en todas las familias de la monarquía. Bajo él
cada pastor á la cabeza de su parroquia es igualmente el
padre espiritual de sus parroquianos. Tiene fondos y reno
tas fijas. Su beneficio es un pequeño almacen público que
derrama la abundancia á su alrededor, por el consumo que
se hace ordinariamente sobre los mismos lugares. »El es.
9 píritu de la monarquía (dice N. de Fenelon en sus Prin•
»cipios politicos ) encierra propiedad, leyes, estabilidad,
»paz-y conservacion. Nada en ella es electivo , todo en ella
»es inmutable. Tierras, profesiones, nobleza, clero, nona-
»bres y dignidad real, todo en ella es propio é inamovi-
»ble." He aquí, repito, la constitucion del pueblo en la
:monarquía. Todo en ella es grande, paternal y inages•
Iuo$0.


IX Es tambien el menos cargado de todos los pueblos.
Algunos preguntan sorprendidos ¿por qué en las monar-
guías. se pagan la mitad menos tributos que en las de-


EN EA MONÁUQTJ!A.
a r9


mas constituciones? La razon es bien palpable. Eh -la mo-
narquía, príncipes, obispos, señores, mili tares y mag,istra•


y propiedades, que les,hdaons , stoicdioostrtai ieltsinelr.i tigdraasndes señoríos
por herencia de sus padres. En vez


de vivir á expensas del esta" pueden comprar empleos,
levantar regimientos, y hacer grandes limosnas; ocupar
muchos obreros, emprender grandes trabajos, fundar se-
minarios y establecimientos públicos. En la monarquía,
iglesias, parroquias, presbiterios, fábricas, hospitales, todo
tiene sus arcas y sus fondos, que son percibidos y emplea.
dos sobré los mismos lugares. Los han perdido, mas mien-
tras no los r


ecobren, en vano nuestros reyes y nuestros
príncipes se


arruinarán haciendo generosidades; en vano
otras almas caritativas se sacrificarán diariamente para sub-
venir á las necesidades públicas: los impuestos serán siem-
pre enormes: no tendremos funcionarios públicos, cz notendremos los bastantes.


Si á esto hé
-aiiaden las traslaeitmes y viages, las idas


y venidas que exijan las elecciones, las leg islaturas, lamultitud de -eleütores y dé -legisladores, de empleados yde perceptores lzlosjdesperdicióá tan comunes en una fal-
sa libertad que$i


nó está bastante "vigilaría, la mala admi-
nistmcion quelace llevar de grandes distancias á las ar.
cas públicas que cada funcionario puede percibir de
primera .mano' -'como todo lo que se ha de gastar en
cada provincia y sus distritos; cuando unas juntas pro-
vinciales pudieran encargarse de todos los gastos locales
que se les ordenasen, con menos- embarazo, y mas eco-
nomía, y otras mil razones que todo político imparcia lpuede con facilidad imaginar ; se verá claramente por
qué en la mo


narquía el pueblo debe estar infinitamente
menos cargado que en los gobiernos compuestos. Cuanto
mas c


omplicada es una máquina, tanto mas dispendiosadebe ser. Cuanto mas sencilla, tanto mejor debe andar, y
menos gastos necesita.


X El mas feliz de todos los
pueblos. Entre las dife-


EE:




220 DEL PUEBLO
rentes costumbres de una nacion, se puede ciertamente es-
coger lo que hay de mejor. Pero el medio mas seguro de
destruir las fortunas, es la igualdad de partijas; corno
el mas propio para conservarlas el de su desigualdad. Des-
de las primeras edades del, mundo, el primogénito era el
que sucedia al padre en su habitacion. A los segundos se
les hacían adelantos de hombres y de animales, y con ellos
iban á establecerse en otra parte. Esta regla de desigual-
dad prescrita por la naturaleza misma, se ha conservado
sobre todo en las monarquías. En ellas, casi por todo el
mundo, el primero en el órden del nacimiento es el que
sucede en el trono con exclusiva de los menores. En la
nobleza el primogénito es en quien la tierra principal se
sustituye. En cada familia del pueblo, el padre es un pe-
queño monarca que transmite á uno solo de sus hijos el cloT-
mieilio de sus padres, muchas veces con una gran porcion
del patrimonio; y así fue como la Inglaterra misma ha con,
servado las grandes propiedades que hacen actualmente
su esplendor.. •


Al contrarío, donde quiera quese ha tenida la desgra•,
cia de adoptar la igualdad de las sucesiones., desde la se.;
gunda generacion , el padre se halla en :la imposibilidad
de tener hijos por la dificultad de mantenerlos: todo con-
duce á la degradacion, á la impotencia, á la miseria: y si
esta medida poco meditada subsiste por alguna tiempo, bien
pronto el pueblo mas rico y acaudalado se viene á hacer
el roas pobre y el mas miserable.


XI El mas pacífico de todos los pueblos. ¿Por qué en
la última revolucion la tribulacion de la Francia ha sido tan
terrible? Porque al abrigo de esta vaga palabra nacion, to-
dos los derechos de los individuos han sido altamente vio,
lados. Aunque no se hubiese hecho mas despojo que el de
un solo propietario, bastaría esto solo para producir en el
órden social una pequeña convulsion. Pero si en esta última
revolucion ha habido millones en cada pais; si entre esta
multitud innumerable de poseedores despojados se eneuew


EN LA • MONARQ•íA.


tran nobles, señores, grandes propietarios, y-á su cabeza re-
yes, grandes monarcas ;


Borbolles; si todos los órdenes han-
sido trastornados, todas las piedras fundamentales a rranca-
das, ¡cuánto:mas general no debe haber sido esta conmo-
cion ! ¡Cuán ,doloroso no sería el estado de un individuo .clp.
vos miembros hubiesen sido -todos dislocados, mientras no
se le volviesen á poner en su lugar!..'... ?Y hasta cuándo du-
rará esta posicion cruel? Hasta que los propietarios, debi-
damente consultados, consientan en los sacrificios indispen-
sables:que las circunstancias .exigen.


XII ,_EL Mas amoroso y el mas amado • de todos los
pueblos.. Todo. esto se deduce de la idea de paternidad y
de los-sentimientos que ella inspira. Despues que la opi.
nion: sel ha :pervertido .al-puntode mirar á los reyes , á los
grandes y á loS nobles, como unos miserables apodera-
dos ::de-los-pueblos ¿con qué indignidad: no han sida.tra--
tados, arrojados, degollado,s;T:sacrificadoS en todos los pai.


Pera:restablézeaserte:monarquía, ::donde con razoii:
se consideren \corno:,investictolde Jaeautoridad'de-dospa
dresprimitivg,sly se 'verá ;dein-qué respeto; :coa: qué amáis¡
filial son tratados por los- pueblos; y con qué ternura, coro
qué afecto, con qué proteccion los pueblos son tratados
por los grandes.... El monarca es el padre de todos; lue-
go que se presenta, todos los corazones palpitan de pla-
cer : un pueblo es una sola familia bajo Ja direccion de,
un solo padre,


XIII Los pormenores de las ventajas -que un pueblo-
goza en la monarquía son inagotables .Nosotros nos con-
tentaremos con observar, para concluir de una vez, que es
el mas laborioso de todos los pueblos. Porque es Inertes.,
ter estar en que al principio los miembros de una


fami-
fia , no dejaban á cada paso sus ocupaciones -para ir á
co


nferenciar con el padre. Para esto se valían de los que


l:
at


solian estar mas cerca de su persona. Esta d isposicion dea n t uraleza
máquinas


se observa por todas partes. Examínense nues-
t


quinas de equilibrio. Las ruedas de un relox no




DEL 'PUEBLO


necesitan ponerse. cerca de la--pesa para hacer- sentir
resistencia, la.. muela cerca de las aspas del molino,
ra • obtener el mismo efecto. En. el cuerpo humano
pies no tienen :para qué tocar á la cabeza, ni todos
lemas Miembros. necesitan reunirse en un mismo punto
para recibir eliinpulso de su principio motor. Cada uno
permanece casa lugar; y;•lo mismo suced6 5ew la monar-
quía. Para hacer llegar sus quejas al soberano, basta que ca-
da uno, por-medio de sus poderes, esté perfectamente en-
lazado con los estados de la provincia, que son 'las rue-
das intermedias. este modo • ningun individuo -nece-
sita abandonar sus. negocios; y los diputados de cada ór-
den pueden sin salir desa provincia velar sobre su ptos-•
peridad y su mejora, De aquí debe resultar la paz la- tran-
quilidad , y uá inmenso aumento de trabajoyproclutecion
en la 'monarquía ; en lugar de que en nuestras •constitu
¿tones. electivas; .todo'está en.una , perpetua agitacion.:Asam-
bleas.- primarias, asambleas celectbrales , asambleas1egiSla-
tivas , .reuniories ylauas reuniones, viages y maS•Viages...
¡Cuántos gastos y• cuánta- pérdida de tiempo l na Y para qué?'
rara .privar al pueblo de sas . de(ensOres: •


XIV ¿Concilié . queréis voivetnos ; se mé dirátollávía,'
quereis volvernos antiguo Tégtmen Yo'lrüá.
da, lo repito ; .y jamas traspaSarOas reglas de unaIrepre-
sentacion. respetuosa, que es la •esencia de la verdadera li-
bertad. Solo expongo , sin pretension alguna, lo que es
necesario para forMar- una • constaucion libre; porque creo
que ninguna de las ,:últimassió es.




-En vano para encubrir- su despotismo las decora
con el nombre de monarquía', Monarquía libre, monar-
quía constitucional , &c. &c. El nombre no muda la cosa,
y es de la última evidencia que estas dos denominaci o


-nes son incompatibles. Todo el mundo sabe que un mo-
narca es un soberano quererme todos los poderes ; y que
donde quiera que se hallen divididos estos no existe la
monarquía.


EN LA 310NARQUIA.
223


XV En vano se añadirá que los denzentos de nues-
tra antigua monarquía sé han reducido á polvo;-


estas pa,
labrotas no se dicen sino para alucinar. Todo el m undo sa-
be tambien que, á pesar de todos los trastornos, habrá sica=
pre en cada pueblo un sacerdocio, una nobleza, y un
estado llano; y que siendo estos tres estados de insti-
tucion divina, no se les destruirá jamas. Es verdad que
los elementos de la monarquía están dispersos, y fuera
de su lugar; pero ellos existirán hasta el fin del mundo.
Restitúyase el poder legislativo al soberano, y el de-
recho representacion á los tres órdenes; y la monar-
quía se restablecerá. Ya se sabe que los accesorios y las re-
formas útiles piden tiempo; pero con el tiemp


• los accesorios
se reunirán al principal: para el primer restablecimien to no
se necesita mas que voluntad. Pero ¿ se tendrá esta volun-
tad?.... ¿Y cuándo se tendrá? Vuelvo á repetirlo, la ejecu-
cion no mc corresponde á mí. Esto se hará si se quiere,
y se hará cuando se quiera. Lo que hay de cierto es, que
los tres órdenes no están realmente destruidos, pues los te-
nemos á la vista: que se los podrá poner de parte del pue-
blo siempre que se quiera ; y que hasta que esto se haga,
nuestra constitucion no será una constitucion libre. Con•cluyamos.


S. 6."


flecho decisivo.


Si, como hemos dicho ya , Dios mismo fue el que
dividió cada gobierno en dos partes muy distintas ,


elpadre de un lado, y la familia de otro ; el soberano deun lado, y el pueblo de otro ; de un lado la parte gober-nante, de otro la parte gobernada; y en fin , el legisla,dor de una parte, y la reprcsentacion nacional de otra,qué ex travagancia no será querer matar, degollar,
asesi-nar y tr


astornar el mundo , para que los diputados de los


su


pa
-los


los




á24 DEL PUEBLO


pueblos pasen del lado del legislador! 1 Se degollará pues
basta que no haya equilibrio, hasta que no quede li-
bertad, hasta que el legislador sea enorme, hasta que no
tenga contrapeso, basta que los pueblos no tengan de.
fensores, hasta que sus diputados no tengan mas regla
que sus pasiones, mas freno que sus deseos; hasta que
sean dueños de deponer los soberanos, de tratarlos como
unos miserables comisionados, y de oprimirnos con im-
puestos, &c. &e.!


Mas ¿qué debia resultar de esta desatinada empresa que
se ha llamado la gran obra? ¡Qué había de resultar sino
cetros rotos, tronos derribados , soberanos degollados, pa.
tires_ asesinados ., .grandes proscritos, monarquías arruina.
das, pueblos Oprimidos , naciones divididas , sangre, car-
nicería , terror y desolacion por todo el mundo' Y des-
pues de todos estos males ¿hemos conseguido una consti•
tucion libre? No , porque todo se ha puesto de un lado, y
nada ha quedado del otro ; porque el legislador es mons-
truoso; porque se ha despojado al soberano y al pueblo
de sus derechos naturales;:y.se les ha sometido á la arbi-
traria pluralidad de votos... . Se: nos .ha engañado pues con
la sonora palabra de libertad; porque es evidentemente
una libertad falsa , una libertad de ruina , de saqueo y de
pillage; porque la libertad que se nos ha predicado no es
sino la libertad de las pasiones. Se nos ha predicado y
pedido la libertad de sujetarnos , de destruir nuestras igle
sias , de derribar nuestros castillos, de incendiar nuestras
casas, de malvender nuestros bienes, de devastar nuestros
campos , y de asolar nuestro pais.


Esta libertad terrible , esta libertad espantosa, no es
la que Dios nos ha dado. Se diferencia mucho de ella.
Con una libertad meritoria nos ha dado Dios pasiones,
no para seguirlas, sino para vencerlas, domadas y subyw
garlas , y recibir la merced de esta victoria. Mas, COMO
ya hemos observado , para proponernos recompensa s Si
venciamos , y cas tigos si nos dejábamos vencer, necesita"


EN LA MONADQULA.
2 5],amos superiores. Lejos pues de 'destruir las autoridades,.


para ser libres es menester restablecerlas: 1. f) la principal
de todas las autoridades, y la mas necesaria para comba.
tir las pasiones, la de Dios. Favorecer con este fin las be-
néficas miras de nuestros augustos soberanos, edificar se-
minarios , reedificar nuestras iglesias, formar alumnos, re.
altar un ejército numeroso que esté en estado de soste-
ner el combate; asegurarle fondos suficientes, dar á Dios
lo que es de Dios, y contar con que siempre que carezca-
mos de ministros se desencadenarán las pasiones, y harán
estragos horribles de que vendremos á ser víctimas: hé
aquí .


cuáles deben ser antes de- todo nuestros cuidados,
si queremos libertarnos de la tiranía de nuestros mas croe-
les enemigos.


2.° Despues de la autoridad de Dios, se sigue la autori-dad'-del César. Restablecer los verdaderos principios de la
soberanía ; persuadirse de •que es una autoridad


natural,
que esta autoridad universal y soberana que en vano busca-
mos en la universalidad de los súbditos, la ha colocado Dios,como infinitamente mas sencillo en sus medios, en el autor
universal de cada pueblo; y que en Francia sobre todo, los
Borbones


son dos veces nuestros padres; nuestros padres,
porque descienden de los gefes de la monarquía; nuestros
padres, porque dcspues de la extincion de las dos primeras
líneas, la soberanía les correspondia por la ley de los fue.d
adores::: ¿ Por qué cuando los Francos trataron de reunirse


Paramundo, hijo de ilfarcomiro, fue elegido por los -be
fes? Porque, segun la historia, Marcomiro despues de • la
muerte de su hermano mayor era el principal gefe, y por
c
onsiguiente de la primera rama. (Y. Gesta Francorum).


¿Por qué despues de la extincion de la primera dinastía, lade Pepino fue la proclamada? Verosimilmen te porque era
en el orden de la sangre la segunda. ¿Por qué despues de la
ex


tincion de la segunda fue proclamada la de
Hugo Capetoigualmen te ? Verosimilmen te porque era la tercera;


(le
suerte que los Borboncs que hoy se quieren hacer pasarTorra. 1 II.


rr




lera 26 DEL PUEBLO
por unos meros delegados de los pueblos, son manifiesta-
mente la primera , la mas paternal, y la mas soberana de
todas las familias.


3.° En cuanto al pueblo, sus derechos desde el estado'
de familia fueron incontestablemente los de representacion
sumisa Restitúyase pues este derecho á sus diputados:. pón-
ganse del lado de la resistencia; síganse los principios que
Dios mismo ha establecido: sin esto, muy bien podremos
tener constituciones legítimas,. porque toda soberano y sus,
herederos son dueños de despojarse de una parte de sus po-
deres; pero por mas que hagamos de esta especie, aunque
llegasen. á. millones, y fuesen las mas legítimas del mildo,
mientras que nuestros diputados participen del poder le-
gislativo, el hecho decisivo que subsistirá siempre- es, que.
á pesar de' su. legitimidad,. y del consentimiento de los so-
beranos, serán siempre malas,. siempre turbulentas, y no.
habrá en ellas equilibrio. Todo estará de' un lado, y nada
quedará de otro; las pasiones. serán. libres, pero la.constitn-
cion no lo será..


Uno solo contra todos investido de todos los poderes,.
y dando el impulso á. todos, y todos. contra uno solo- con
el derecho natural de una respetuosa_ resistencia: . lié aquí
lo que ya existia desde la. primera. familia ; la sublime , cons-
titucion. que Dios. ha establecido por su, propia mano;
justo medio que -se desea entre el despotismo absoluto, y la.
falsa libertad de las pasiones, del cual parece hemos. for-
mado empeño, de alejarnos en. nuestras modernas. consti-
tuciones..


Este gobierno , es sin disputa el mas. fuerte de todos,.
cuando. el soberano- quiere-el bien, porque (como dice M
Moreau) Dios Manda. á todos obedecerle; V. al mismo tiem-
po. el ' mas. débil cuando-quiere el. mal , porque todos tienen.
órden de no. prestársele: el mas fuerte en. la . parte gober•
nante, porque el monarca reune . todos los poderes; el mas


fuerte en. la parte gobernada porque todo el: pueblo con-
serva la actitud de la resistencia:. el única que tiene leyes


EN LA MONABVCIA. 112.7fijas; el único en que las dos partes del gobierno estan
perfectamente enlazadas, contrapesándose con suavidad, y
sin poder ser arrastradas á la arbitrariedad por el calor de
las pasiones; el único en que el soberano en perfecto equi-
librio con su pueblo, y el pueblo con su soberano, ven
desmoronarse al rededor (le sí todas las densas formas de
gobierno, sin participar de su inconstancia: el único, en
fin, del cual todas las otras formas no abrazan mas que una
parte, y al cual es preciso que vuelvan con el tiempo, cuan-
do quieran recobrar el reposo que la falsa libertad de las
pasiones les ha quitado y no les puede dar jamas.


FP:


e




PRINCIPIOS FUNDAMENTALES


DE LAS SOCIEDADES.


lorno no pueden ser restablecidos :jamas los principios
sino por la instruccion, hemos creido no poder concluir
esta obra de un modo mas completo que retableciendól
aquí los principios fundamentales del derecho naturaI,,:po
lico y. religioso, que hacen la base, de, las sociedades; yi
que por desgracia han .sido sepultados •Casi •generalmenw en;
et diluvio•de errores cfne . han inundado el mundo. Ed'egte•
eÑameti 7 Séguiremos él orden de laIebeátion1i que hacenlá'
division de la obra. .


15 DE LOS DERECHOS DEL 'HOMBRE.
'"?


r
El derecho , corno herrios_diclion,la,pbra, es un poder,.


que adqiiirimos de Dios siguiendo 147,X9gla:que conduce- :411
bien;„ poder de autoridad sobrelaspersonas y de dominio,s0,..„.
1..»;e Jas cosas: y de , aquí viene,n _ellas dos especies de dere-:.
chos, sin que podas os jamas. tener.otros.


Sometiéndome desde lwgo á mAdas las penas que:exige.
la educacion de los adquiei:9 por la g.eneracion
poder„de, autoridad sobreellos. Sometiendome..á.la pena de,
Criar ganados, ú de ,hacer cualquiera.otra ohPa l adquiero so-.
ilre.las cosas poder;


de . dominio : -y. esta pena natural es la.
que hace el titulo primordial de todos nuestros derechos,,
pues que desde el origen no tuvo 'Dios á bien el darnos bie-
nes sino en cuanto tornásemos la pena de adquirirlos.


Poder muy real y muy positivo, queme pertenece tan es-
pe cialmente como el espíritu, el cuerpo, los brazos y las ma-
nos con que trabajo. Poder que no puede darme el pueblo,
porque ademas de que le adquiero trabajando con mis pro-1


PikiNcirro . I..¿ Qué es el" derecho en general?




230 PIUNCIPLOS P'UNDAMENTA ES
píos brazos , jamas ha podido el pueblo crear bienes al:gin-lbs;
hombres, ganados, tierras, frutos; nada de esto pudo él creer;
solo Dios es el criador de todo. Así que, es imposible que
exista en el inundo un solo derecho ni un solo poder que no
venga originariamente:'kDios. A Deo óránis potestas.


Poder que no muere conmigo, porque está inherente á mis
obras. Cuando yo he cultivado un campo , , mi. trabajo no muere
conmigo; y mientras -Ti-e este campo subsista, mi último su-
cesor poseerá siempre 'eiivirtud del derecho del primer pro-
pietario. Cuando yo he engendrado descendientes, tampoco
mueren estos .conmigo ; .y si llegan á subsistir dos mil anos,
el que .los gobierne por todo este tiempo no podrá hacer.
lo jamas sino . por . el derecho del primer autor , sin lo cual
no pollría tener autoridad alguna sobre .ellos. Adquirido una,
vez un derecho natural 'i muere jamas, mientras que subsis-
te la cosa sobre que sé funda. Mientras ;que exista la . Erg'
da .detIgirgilio . será siempre la obra de ,Vii.gílioi -Miiat,ráé que
subsistan los hijos ! de. Ismael , serán4empre:de. la sangre. de.
Ismael, y no podrán , s1.59 ,guhernad.?s jamas . legítimamente por,
otros que por sus sucesores, •


Si adquirimos de Dios de re cho s_ de_gzi/Oridtzd y de_ clonlirdi
.


por actos naturales, tendremos una propiedad •que podremos
trarrirpl:tir kistIvez;podrán, hacer la ntismo en
quien quieran por efecto solo de sus voluntades. De aquí vie-
nen las propiedades eivileTs—citt-kit'Illin-gr-ad-as como las na-
turales, pueden,ser .transmitidas á otros sino por
la voluntad legal del zlitimo propietario. Decimos voluntad le-
s'a2a,>0.1.1tte mnés4ra.s: voluntades- actuales 'eátán • si empte- suh-
Ordinadas-á leyes . justast• I P-dr-ejemplo-; : 11 él' bien público .1111
halla . -en; tonctarretfeWCOlnisieiOn.'eón-enien partietilar,
derecho naturabiekdge IttPsea Sacrificada in propiddad" - parP


-ticular ; y la voluntad Párfienlar que quiel'a oponerse á elfo'
serát:x101-ar, Morgue es ítrjnsta. Pero 'aini Mi' esta Inposicronl


el:deretlio':naVtiral q lié' • é h • a lt i mei 'pro pi et a ri o sea d'éit;i.


rÚado-por'los : iqíte trozan- te s 'O ; y no por
los go tait • ;' v qu'e l al misni'cl tieinpo s?,4".fneoutestlrilV
dente la. utilidad quei -téSulte público ; perque`V
en vez de apróVechat'al'pablico éste sacrificio, le es'per.


judicial resultará soto i 'jn•'titilided • de otros particulares,.dejando por lo mismo de-tránsmitirse el derecho: resulta n
-do ademas de este injusto despojo trastornos y Males que no


tendrán fin hasta que lleguen á hacerse arreglos j ust os c on el
último propietario.


DE LAS SOCIEDADES.
231


¿Qué es pues la propiedad en general? Es un derecho que.nos
es de tal modo propio., que no puede ser- transmitido á otros
sino por la voluntad legal del. última propietario. Derecho pu-
ramente moral é invisible sobre el que no puede ejercer su
poder la. espada. Material. Podrán. muy bien ser quemadas mis
casas v degollados los soberanos ., pero los derechos de auto-
ridad y de propiedad no pueden quemarse,. porque no se pue-
den quemar las voiunta •es. Porque el.


derecho' es un. ser mo.-
ral se le mira como nada , y precisamente por esto mismo
le ha colocado Dios sobre todos los ataques. del poder. Ad-
quirido por actos voluntarios no' puede' ser transmitido sino
por actos tambien voluntarios. Mientras que el último pro-
pietarro• pueda hacer uso de una justa


.
reclaumeion ,. nada


pueden contra sus derechos ni la fuerza, ni los p ;éreitos, ni
la espada, ni los sucesos-, ni las revoluciones, ni los pueblos,
ni las autoridades, ni todos los decretos de los hombres. El
hecho sin el derecho es,


un crimen, y el derecho no puede
ser violentado. De aquí ha nacido este axioma irrefragable,
sobre el que ha fundado Dios todas las sociedades desde el
principio del mundo que• lo que es- nuestro tío puede ser
transmitido á otros, sin un hecho visible y voluntario de
nuestra .


parte: Id quod nost
•um est sine facto rostro' ad alium


transfirri non potest.
Y he aquí lo que han producido nuestros sistemas de


.igualdad y de• pactos sociales, que llegaron á destruir el prin-
cipio .


sagrado. de las propiedades, entregándolas todas á laley. del mas .
fuerte: Porque si todo el mundo tiene derechos


iguales d mi ' autoridad' y d mi- propiedad,- siendo todo el mun-
do. mas fuerte que yo,. deberé ser despojado necesariamente
de- mis derechos: y lo' mismo sucede en la suerte de las


.
ar-


mas. Si el derecho depende de esto, no• resultarán sino
. críme-


atrocidades, y revoluciones sobre la tierra, siendo- así
que Dios ha colocado el origen del derecho en la voluntad delpropietario', y que mientras éste tenga una reclamaeion ar-
reglada por el derecho ,


natural, estarán al abrigo de• todas
las revoluciones sus derechos de' autoridad y de propiedad.


¿Qué se sigue• de este primer principio- fu n damental? Se
sigue que desde que el hombre se somete á las consecuen-


generacion y á los dcma
.
s trabajos de ladas' necesarias de la


vida ,, adquiere derechos de autoridad sobre'sus descendientes,V de propieds
.olre sus bienes, aun antes que sus hijos pue-dan hallarse en. estado.:


de trabajar• Se sigue que el axio-
ma monstruoso que se ha• publicado en nuestros días como




-11 DE LAS SOCIEDADES. 233
232 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES


el primero de los derechos del hombre , á saber : que los
hombres nacen iguales en derechos , es el mas falso, el mas ab'.
curdo y el mas revolucionario de todos los axiomas, porque el
primer hombre tuvo esencialmente derechos de autoridad y dé
propiedad aun antes que naciesen sus hijos: se sigue que ese ese.
talo primitivo de igualdad, de dispersiones y de vida salva..,..
ge, que se dice haber precedido al estado social, es una qui..
mera, y que todos los que creyeron en él, han creido la mas
insigne de todas las locuras. ¿Pero se sigue que no se ha crei-
do•en él, y que aun no se cree ? Toda especie de error es
un extravío del espíritu, y sin embargo el mundo está lleno
de errores.


¿Qué mas se sigue de aqui? Se sigue que el que publica-
se en un periódico que despues de una gran revolucion no
tenemos necesidad de libros, y que la voz de nuestras calanzi-
dades es mas elocuente que la voz de un buen escritor, haría
traicion á un mismo tiempo á los derechos sagrados de la
verdad, y á los de su conciencia, porque todas las plagas de
Egipto, por grandes que fuesen, no convirtieron á los egip-
cios, ni los azotes terribles con que castigó Dios á su pue-
blo le impidieron volver á adorar inmediatamente á los ído-
los. Los medios Picos nos mueven y nos admiran: nos em-
peñan á leer, á instruirnos y subir á la causa de nuestros
males. Nunca leyeron los judíos los libros sagrados con tan-
to deseo y empeño como despues de la cautividad de Babi-
lonia. Pero si despues de este cruel suceso les hubiera dicho
Estiras: "quemad vuestros libros, ya no teneis necesidad de
ellos: la voz de vuestras calamidades es mas elocuente que to-
dos los escritos de illoyses", no hubiera merecido el nombre
de sábio. ¿Qué se diría de un misionero que viendo al uni-
verso entregado al fuego de las pasiones , y que los hombres
se degollaban unos á otros, gritase á los pueblos: ya habeis halla-
,» el verdadero camino del corazon : vuestras bayonetas valen
mas que todos nuestros sermones? El mejor medio de hacer
cesar los errores es el de perseguir á los que creen en ellos.


El hombre sábio y verdaderamente modesto, cuando co-
noce que se engaña, confiesa francamente sus errores•; y le-


j os de impedir que se desengañen los (lemas, emplea toda la
energía de sus talentos para desengañarlos él mismo. Y les di-


ce, que los medios físicos nada pueden sobre los espiritas; que
la revolucion mas terrible, sin la instruccion , no ha podido


j ai:1M's destruir un . solo principio falso , ni restablecer un so-
lo:princip i o verdadero; que despucs de las mas largas y mas


terribles revoluciones es preciso aun leer, escribir, compo-
ner, estudiar y aplicarse por mucho tiempo; y muchas ve-
ces resignarse á todos los engaños, disgustos, con tradiccio-
nes y humillaciones que son inseparables de la enseñanza
de la verdad, antes de hacer volver á los entendimientos
de sus errores.


Se ha creido en la igualdad de los derechos.... Michos lo
creen aún sin tener la menor duda: y yo mismo lo he crei-
do antes de la .


revolucion. Debo confesar, á pesar mio, que
he dado sin saberlo armas formidables á nuestros enemigos.
Conocia interiormente todo el absurdo de este estado pri-
mitivo: era el primero que le ridiculizaba, y fingía no creer
en él. Pero sin embargo le creía definitivamente, pues que
creía que los hombres se reunieron en sociedad, y que esta reu-
nion suponia un estado primitivo de igualdad anterior. Si hu-
biera reflexionado bien, hubiera sin duda descubierto su im-
posibilidad; pero para esto hubiera sido preciso subir al ori-
gen de los derechos , y buscar su definicion y su naturaleza:
y yo no tenia tiempo para ello: solo en la emigracion, y de
consiguiente por medio c/o la instrucciorz , de la aplicacion y


, de los socorros de la consulta, he podido de.sengaharnie y su-
. bir á los principios fundamentales de las sociedades.


PsiNcirio II. Del ser moral, y de su constitucion.
Es bien sabido que las inclinaciones de nuestro cuerpo


nos conducen á los placeres. Pero hay muy pocos filósofos
que basan observado completamente en qud consisten los
placeres del cuerpo. Todos sin excepcion consisten en co-


. iner, beber y divertirse , y de consiguiente en' destruir


.conseguir los bienes de la tierra ; y los placeres mas vivos
son los que nos arrastran mas pronto á la disipacion. Cuan-
do han sido consumidos nuestros bienes, es preciso sentir
el mal para adquirir otros. Luego todas las inclinaciones
del cuerpo vienen por fin á parar en el mal. ¿Y nos agra-
da éste cuando es preciso sentirle para adquirir nuevos bie-
nes .?..... Es bien dificil. Luego todas las inclinaciones del
cuerpo son naturalmente desarregladas.: si las seguimos
mos siempre á la destruccion , y nunca á la reproduccion;


,siempre al mal y nunca al bien. Y esto es lo que se llama
mal moral. Luego todas las inclinaciones del cuerpo, mien-
tras que no están arregladas , nos conducen d i rectamente al
mal moral y á todas sus consecuencias; como al robo, á la
inmoralidad, al saqueo , y á todos los crímenes.


Tom. II I




134. PRINCIPIOS FONDAMENTALES
Luego no nos ha dado Dios un cuerpo para seguirle en


sus inclinaciones; sino para domarle y merecer por este me-
dio recompensas. ¡Pero qué insensatos somos! No conocemos
la verdad, ni que una experiencia manifiesta nos enseba que
este hombre ' fisico que los apóstoles de las pasiones nos pre-
sentan como esencialmente bueno, es esencialmente malo; y
que esta libertad de las pasiones que debe conducirnos al su-
premo bien , nos conduce á la mayor miseria.


¿Y qué es preciso hacer para arreglar á este hombre fi..




sito esencialmente desarreglado por sí mismo 9 Era preci-
so darle un señor que le proporcionase el bien con condi-
cion de que sintiese el mal; pero señor que tuviese la autori-
dad necesaria para recompensarle y castigarle. Y esto es pre-
cisamente lo que hizo Dios haciéndonos descender sucesi-
vamente los unos de los otros. Como que es el primer autor
de todo, no nos da los bienes sino con la condicion absoluta
del trabajo. Por esta admirable succsion de los nacimien-
tos fue Dios evidentemente el primer señor del hombre des-
de el origen ; y el que lo será hasta la consumacion de los


despues de él, el primer hombre que adquirió bienes
se hizo señor de la primera generacion; el primer gefe de
esta se hizo de la segunda; el de la segunda de la tercera;
y lo mismo debe suceder progresivamente en las demas has-
ta el fin del mundo : de modo que por esta sabordinacion
grandiosa, cada uno se hizo propietario legitimo de los dere-
chos de autoridad y de propiedad que adquirió de Dios por
su trabajo, quedando perpetuamente obligado á trabajar.


Luego jamcis pudo el hombre estar sin gobiernos. Y es-
ta es una de aquellas verdades fundamentales que la igual-
dad de derechos nos 'labia hecho perder absolutamente
de vista. Segun esta fábula absurda , parece que el hom-
bre por su naturaleza 'labia sido hecho para ser señor de sí
mismo, y que no tenía necesidad mas que de su razon para
gobernarse. En esta opinion hay tantos absurdos como pa-
labras. Para que la razon pudiese gobernar sería preciso pro-
ponerla recompensas y castigos; y para esto era necesario
un señor que tuviese poderes sobre ella. ¿Por qué en el es-
tado de inocencia ejercía el hombre un dominío tan per-
fecto sobre su cuerpo?.... Porque veía mas claramente que
clespues de su pecado las recompensas y castigos de su señor--1
Luego desde el estado de inocencia tuvo el hombre pasi o


-nes que domar, pues que no las domó; leyes que seguir,
pues que no las siguió; castigos que evitar, pues que no los


DE LAS SOCIEDADES.
235


medio


evitó ; un señor á quien oir, pues que no le oyó. Luego
desde el estado de inocencia fue gobernado y debió serio;
Dándole un cuerpo para hacer el bien, era preciso que le
diese Dios autoridades que le propusiesen el bien por
de recompensas. Y en efecto se las <lió en todos los tiem-
pos por la sucesion de los nacimientos: una á la cabeza de
cada .casa; una á la de cada tribu; y una á la de cada pue-
blo. Si el hombre hubiera existido sin gobiernos un instan-
te , debió ser un. monstruo arrastrado por sus pasiones á
abismos .de desórdenes, como se ha visto en todas las re-
voliciones, en las que no quieren los hombres tener se-


o r,es,




_Luego nuestras pasiones,


-
16 que quieran los hom


brcs sensuales, son.•ésencialmente; walas y esencialmente
detestables. Porque ¿qué es la pasion en sí misma? Es aquella
primera impresion fisica que precede at conocimiento de la
ley, y que recibe el alma pasivamente de los sentidos. Si es
agradable nos lleva á la consumacion; y si es desagradable
nos aleja de la.reprOduccion. Por eso lo- fisieo en el hombre
es siempre malo. Cuando el alma atenta- vé en la ley una
autoridad que la ofrece recompensas si doma sus pasiones; y
castigos si no lo hace: entonces se arregla la pasion , ó mas
bien no hay pasion, porque el alma vé siempre en la ley
dos motivos contrarios. Pero para verlos es preciso que sea
gobernada por' un señor que contraríe sus pasiones.


Se dice que el hombre ha sido hecho para ser
Es verdad, en -efecto. ¿Pero no se observa bastantemente que
para que los hombres sean libres es preciso que sus pasio-
nes sean encadenadas? porque sin esto serán monstruos que
despues de haberlo devorado todo nos devorarán á nosotros
mismos: nos las di6 Dios para domarlas y no para seguirlas;
y mientras que sean encadenadas por la autoridad serémoslibres ; pero si ellas son libres dejarémos de serlo nosotros.


¿Y qué se sigue de este segundo principio fundamental?
Se sigue que ese estado primitivo en que vivieron los hom-
bres sin gobierno por muchos siglos, es un absurdo de los
mas groseros, y que si se hubiera estudiado la constitucion
del Sér moral, nadie hubiera creido en él jamas. Pero por-
que sea un grande absurdo debernos abstenernos de con-
cluir que sea ereido y que aun se cree en él? Yo mismo.
debo convenir que le creí antes de la emigracion, no corno
un artículo de fé , porque no hay de él prueba alguna, si-
no porque le creían los nemas y leía todos los folletos u-10-


GG :




1


2.36 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
tiernos. Para disuadirme hubiera sido- preciso subir háSta el ori-
gen del S dr moral y estudiar su constitucion, ¡entonces no tenia
tiempo para ello. Creía inaquií-lalMente porque ,


otros creían:
Pero ahora que he tenido tiempo de 'reflexionar, -y que


el exceso de nuestros .males me ha obligado -á- hacerlo, pue-
de leerse mi primera cuestion sobre la igualdad, y se Verá
claramente que estoy convencido de que este estado pria
tivo es físicamente imposible: imposible porqut;'repugna'esen
cialrnente á la naturaleza de Dios y á la, UD hombre ;: d la
del hombre, porque , el sér Moral no ha ,podido :lamas • estar ti/1:
instante sin gobiernos; d la de Dios, porque-dando al hombre
pasiones que le conducen al mal, hubiera sido cl mas injusto
de todos l'os seres si le•hubiera dejado un solo instante sin
autoridades que le contuviesen. Por ultimo se verá clarainente
que se ha creído en un absurdo, pero se convendrá :franca-
mente que se ha. creido y aun se .cree -en él; y que será • impo-
sale que deje de creerse- mientras que estemos persuadidos
que fueron los hombres los que se dieron d si mismos gobiernos.


Viendo entonces entregado el mundo á las llamas, nos
guardarémos macho¿de gritar á las autoridades: no le apa-
gueis ; el fuego no está en vuestra casa; la politica exije que
permanezcais tranquilos ; no .castigueis- los crímenes ; no con-
tengais d los sediciosos; no tomeis las armas!... Al contrario-
les gritaremos: no os detengais; no os • dejeis ofuscar por
disertaciones políticas y poco meditadas • ; no oigais á los que.
os dicen que cada uno es muy dueño de dejar quemar su
casa; á los que se divierten en examinar en qué casos y'
hasta qué punto están obligados los:vecinos á dar socorros
á los que por desgracia sufren un . incendio , ni á los que
pierden su tiempo sobre los derechos mientras que el fue-
go gana terreno. Al contrario les grítarémos:. no os deten-
gais; estad seguros que despees de esta casa se seguirá la
vuestra, porque el incendio amenaza a todo el universo.


Pero al mismo tiempo que les gritemos que apaguen el
fuego , les diremos que procuren instruir 'd los hombres y ha-
cerlos instruir: que favorezcan los buenos libros, y que pro-
curen que no se. extiendan los malos: les diremos que el
hogar del incendio- esta en los ánimos; que si no se hubie-
ra enseñado jamás que fueron los hombres los que establecie


-ron los gobiernos no existiría este incendio: y que hasta que
deje de existir este principio revolucionario en los enten-
dindentos , serán inútiles todos los medios fisicos, y no se
acabarán las revoluciones.


• Dg LTÁS ''SOCIEDADES. 2s?


II.' SOBRE EL CONTRATO SOCIAL.
c..--••n•••••=1~


P 11 IN cirio III. Del pueblo, de sus da-echos , y de su pretendi-
da . soberanía.


e . No se habla hov mas :que de lcEr derechos del pueblo. Para
restablecerlos se mata y degüella á los hombres, y se tras-
torna al universo ; se rompen todas las antiguas constitucio-
nes, y se hace una matanza horrorosa en los mismos pue-
blos. Pero qué se entiende por esta palabra pueblo, cuyos
derechos quieren restablecerse ? ¿ es la totalidad de los in-
dividuos? Permítasenos aquí algunas expresiones triviales-mas
á propósito que las eleun estilo pomposo. para hacer cono-
cer la extravagancia de este sistema. ¿Cuáles son los dere-
chos de este cuerpo del pueblo en general? Este monstruo
disforme tiene el singular derecho de•rsentarse á mi mesa, de
beber cn ella mis vinos , de saquear mi casa , de hacer de-
gollar mis hijos, de ponerlos en requisicion para llevarlos á
poner fuego á Moscow y arruinar las iglesias, de destronar á
los reyes, de devastar todos los paises, de desolar todo


el


universo, de degollar todos los propietarios, de llevar á to-
das partes el fuego y la sangre, y hacerles perecer á ellos
mismos en medio dé los hielos del Norte. Si atribuís estos
derechos en general al pueblo, os declaro que no quiero
por soberano al que niogun individuo querría mas que yo;
y por lo mismo que este monstruo soberano acabará por
no serlo de persona alguna.
• En la imposibilidad de establecer la universalidad sobera-
na por sí misma, se trata de establecerla en el gran número.
Constituciones, representaciones, elecciones y legislaciones
en razon del gran número: he aquí el soberano que se in-
tenta establecer de treinta años acá. Pero esto es aun peor.
Por todas partes donde quiera establecerse el gran número
del pueblo, tanto en los ciudades como en los campos, en to-
das las naciones y en todos los paises-, no hallaremos sino


jlana multitud infinita de pobres , de mendigos y de traba-adores, que no teniendo nada solo respiran el saqueo de las
propiedades; y que no pueden tener otras inclinaciones, por-
que estando obligados á trabajar para vivir, querrán mejor
saquear los bienes de otros que entregarse al trabajo. Si dais
los poderes soberanos al gran número os declaro que le




238 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
querré menos por soberano que á la totalidad, y que todos
pensarán como yo. En la totalidad del pueblo se hallarán
por lo menos algunos hombres de bien á quienes podré unir-
me para defender niiá-bitnes; peró én el gran nzíniero no
puede haber jamas otro interés que el del saqueo. Pregún-
tese al último individuo de la clase ínfima del pueblo, si
consentiría entregar su Toner, su caballa y sus hijos á.
discrecion del gran número ; y .es bien seguro que no lo
querría. •


¿ Qailn no vé que-los facciosos se burlaron siempre del.
universo, y aun se burlan hoy valiéndose de esta. palabra
pueblo : que este cuerpo colectivo, en cuyo nombre se;de.struT
ye todo, y del que se hace un cuerpo aparte, no .es.•i- pue,•,
de ser nada ; que en realidades solo :un monstruo:facticio
que no puede querer, hacer ni hablar sino por los Indivi.
duos de que se compone: un monstruo facticio que conde-.
nó á muerte á Luis XVI por boca de solo trescientos roatf;
vados; que le degolló por la de Santerre; que asesinó al. dig-
no duque de b'erry por la de Louvd; que amenaza aun
Luis XVIII y á su augusta familia por medio de los faccio-
sos; y un cuerpo al fin que, como todos los cuerpos colec-
tivos, no tiene ni puede tener derechos sino de los indivi-
duos de que se compone ?


Si se quieren tener derechos del pueblo, es pues preciso
dirigirse á los individuos. Pero ¿de qué porcion de indivi-
duos reciben los facciosos el poder de -saquear? ¿ Es de la
totalidad? No puede ser, porque yo en particular no cen-


en el saqueo de mis bienes, y lo que digo de mí de-
be entenderse de todas los que dejan de consentir como yo.
¿Sera del mayor izz1niero? Es imposible, porque el mayor nú-
mero no tiene poder sobre mí sin mi consentimiento; y so-
mos muchos millones los que dejarnos de consentir: ¿será por
último de cada individuo en particular? Tampoco ; y si no
pregúntese á cada uno si es él quien llama al pueblo y le
de poderes soberanos.; y estoy bien seguro que responderá
con desprecio <fue no puede dar ningun poder sobre los
lemas porque no 4e tiene , y que si pudiera hacerlo se li-
braría bien de dar á ninguno el poder de degollar, matar y
poner en requisicion á su muger y á sus hijos, &e.; y cada
individuo del pueblo respondería otro tanto. Luego de to-
dos modos será siempre imposible hacer venir del pueblo
los derechos soberanos. So se crea que cuando digo que los
pueblos no tienen derechos soberanos, pueda pretender que


DE LAS SOCIEDADES.
239


no tienen derechos. Sé que tienen muchos, porque cada in-
dividuo tiene los suyos, y que no hay uno solo que no ten:


de repreÇentacion para defenderse de los abusos delga el
poder. Pero decimos y sostenemos que estos derechos indi-
viduales no pueden dar los poderes soberanos, ni podrá ja-
mas hacerse que venga la soberanía del cuerpo de ningun
pueblo.


La soberanía del pueblo: he aquí nuevamente un absurdo
grosero que ofendería al entendimiento mas limitado, si la
preocupacion no nos hubiese puesto hace mucho tiempo un
velo en los ojos. Pero de que sea un absurdo, no debe con-
cluirse que no se ha creido ni aun deje de creer en él. Pre-
gúntese á todos los que han hecho revoluciones en Fran-
cia, en España, en Portugal, en América, y en todos los pai.
ses , si creen que los pueblos se izan dado soberanos? Y Os res-
ponderán que están persuadidos de ello, y de tal modo que
mirarán como un absurdo el que se piense lo contrario. Ha.,
gase la misma pregunta á los hombres mas adictos á sus so-
beranos, á los que se han sacrificado por su causa, y á los
que están aun dispuestos á verter por ellos hasta la última
gota de su sangre: y os responderán casi todos igualmente
que están en esta persuasion, y que no ven que pueda haber
otro medio que este. Luego, ¿ligase lo que quiera, casi todo el
mundo cree aun en este absurdo, porque la soberanía del pue-
blo no es otra cosa que el derecho absurdo que se atribuye á
los pueblos de darse soberanos. Luego treinta anos de calami-
dades no lian ilustrado el mundo; y aunque corriesen cien-
to no podría ilustrársele mas sin la instruccion; porque todo
el inundo sabe que los medios físicos no tendrán jamas in-fluencia sobre los dnimos. Luego aun despues de las mas ter-
ribles revoluciones serán necesarios los buenos libros.


¿Pero cómo no se ha de creer aun en este absurdo, cuan-
do el que nos asegura que nadie cree ya en él, le cree él
mismo todavía completamente? Léase el diario de los Debates
del in de octubre de 1822: He aquí como se explica este hombre
estimable, muy ilustrado y de instruceion , y que nos es su-
perior en talentos, en su artículo sobre este objeto impor-
tante. «Saben tan bien como nosotros (dice hablando de los
»revolucionarios en general) que esta soberanía del pueblo no
»ha podido existir sino una sola vez, cuando los hombres to-
davía salvages y fatigados del estado de anarquía se dieron


ungefe." Véase aquí como este hombre benemérito cree aun con
los revolucionarios, en todos los estados p rimitivos de igual-


siento




14o PRTNCITIOS ,,FUNDAIIENTALES
dad,,de ,vida salvage y de dispersiones que precedieron, se-
gun dicen, á la existencia de los gó; hiernoa,.No ha reflexio-
nado aun bastante sobre el origen de los derechos del hombre
ni sobre la constitucion del ser moral que son incompatibles
con estos absurdos. Luego la revoineion mas terrible no lie,
gó á •desengaLarle.


Esta soberanía del pueblo , dice, no ha podido existir sino
una vez— Concede pues es.c hombre estimable á los revo-
lucionarios, que los ¡malos pudieron por lo menos una vez
darse soberanos—, Pero efactivainente esta doctrina es tau
revolucionaria como la de los facciosos, aunque parece que
no está conforme con las intenciones y opinion bien cono-
cida del editor del artículo: y su concesión es bien terrible
para los soberanos; porque si pudieron los pueblos darse ge,
les una vez, podrán hacerlo mil veces, y otras mil. El &efe
que uieren hoy podrán no quererle marrana; podrán hacer
y deshacer soberanos , destruirlos, despojarlos y degollarlos
si les resisten ; y les tratarán como; d miserables encargados.
He aquí lo que se ha hecho hace treinta anos y lo que
aun se está haciendo á nuestra vista: y no hav que gritar y
quejarse, porque admitida. la concesión terrible de nuestro
editor, conservan aun el derecho de poderlo hacer.


¡No ha podido existir esta soberanía del pueblo sino una
vez! Pero bien , podríamos decir al editor, vos que sabeis
observar y que estais en estado de hacerlo , decidnos,
mitida una vez por todas, •¿ qué significa esta voz pueblo
.que se ha _dado soberanos? ¿Es la mitad , la tercera, ó la
cuarta parte? ¿Es la totalidad cí el mayor número?..., ¿Los
considerareis colectiva ú individualmente?... Si los consi-
derais por individuos ( único medio .de sacar algun partido
de un cuerpo ..colectivo para formar la soberatzia, la perso-
na. moral y el derec.10 de cada gefe universal ; como lo ha-
cen Pu(fendotf y Juan Jacobo Rousseau), ¿tomareis la volun-
tad de cada uno dejando la otra mitad?... ¿Constituiréis
cada individuo en. el mismo instante soberano y szlbaito, de-
pendiente é independiente, sometido sin tener señor?


Diréis que no habeis tenido tiempo de hacer todas . es-
tas reflexiones!..... Tampoco yo le tuve antes de la emigra'
cion ; y esta es la, razon por qué creía en esta soberania•
Creía interiormente en su dificultad, y me burlaba de ella
Como vos; pero al cabo creía en y me era imposible
dejar de creer mientras que estuviese persuadido que fueran
los hombres los que se dieron á si 7 nismos gobiernos Pero


DE LAS SOCIEDADES. 241
ahora qwe mc ha dado Dios tiempo bastante para reflexio-
nar, me prometo que si empleais un cuarto de ho ra en
leer la cuestion del contrato social, que es la segunda de esta
obra , estoy seguro que vuestra penetracion os hará ver
inmediatamente la imposibilidad absoluta de la operacion que
os proponei 's ; y que convendréis entonces que hay otros me..
dios que la fuerza para destruir las revoluciones. En los buenos
artículos que sabeis publicar en vuestro periódico emplearéis
todos vuestros talentos para hacer conocer la verdad, y pu-
blicardis altamente á la faz del universo que jamas han podido
los pueblos darse gobiernos, y que esta operacion fue siempre
fisicamentc imposible : imposible, porque la universalidad del
pueblo no pudo reunirse jamas: imposible, porque la univer-
salidad de las voluntades no pudo jamas ponerse de acuer-
do : imposible, porque la separacion de cada individuo en
dos partes es la mayor extravagancia: entonces, dando su
justo valor á mis débiles reflexiones, creo que mc perdo-
naréis la incomodidad de habdroslas comunicado. Todos los
hombres de talento que se unan á vos, y los revoluciona-
rios mismos que nunca faltan, viendo que la soberanía no
ha podido residir jamas en el cuerpo de un pueblo, toma-
rán el único partido que he debido tomar yo mismo, á sa-
ber, el de buscar en otra parte el origen de las autoridades.


In' SOBRE EL ORIGEN DE LAS AUTORIDADES;


PaINci p Io IV. De las dos autoridades, y de su origen.


En esta cuestion hemos definido la autoridad en general
el derecho que tiene un autor sobre los M'es que ha creado
engendrado por solo ser su autor. De aquí provienen dos es-
pecies de autoridades perfectamente distintas por su esencia
y por su naturaleza : á saber, las autoridadades divinas y las
autoridades humanas.


La autoridad divina es la que posee Dios en virtud de
la creacion, y por la que tiene el poder supremo de go-
bernar el universo. Esta especie de autoridad es verdade-
ramente divina, celeste y sobrenatural, porque el hombre no
puede tener jamas el poder de crear séres. Dios es el se-ñor y el propietario exclusivo de ella. Puede comunicarla
á quien quiera.... Pero es importante observar que jamas la
abandonó á la fluctuacion de los sucesos, y que la confirió


Tom, III. HI1




PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
siempre á minis t ros vi,s:bles. Los patriarcas MoLses , Aaron,
Santud, Said , David, Jesucristo, los apóstoles y sus suceso-
res aparecieron siempre: ministros muy sensibles.. Su poder
viene manifiestamente del cielo, y emana visiblemente del
seno de Dios mismo:: potestas. ciclo...


Dio es. posible dejar de convenir que bajo de esta auto-
ridad divina existen autoridades puramente- humanas; las que
ejercen: los padres de la tierra: potestas é terca. Autoridad que
viene tambien de Dios, pues que él es el que dió al hombre
el poder de- engendrar. Pero autoridad que exije la coope-
racion libre del hombre, y sin. cuya voluntad no existiría.;
autoridad que no tiene principio hasta el momento de la
gencracion ; que no existia antes de ella,, y que sin ella no
podria existir ; autoridad que no es divina ni celeste , sino
puramente humana y terrena: potestas i (erra; autoridad que
el padre primitivo de cada pueblo recibió inmediatamente
de Dios en toda propiedad; autoridad que puede transmi-
tir por sí ó. sus sucesores á uno ó á muchos y como quie-
ra ; autoridad de la que son propietarios, administradores, y
ministros visibles en el orden ordinario los. soberanos actua-
les, de la que no pueden ser despojados mientras que recla-
man; y la que no pueden conservar sino• por las leyes es-
tablecidas por el derecho natural:: potestas ab honzinibus.


¿Qué se sigue de este . principio fundamental de la socie-
dad? Que la autoridad soberana es positivamente una auto-
ridad paterna, y que no es posible que pueda ser otra co-
sa, porque no ha habido ni habrá jamas otra: que autoridad
y paternidad son una misma cosa:. ex quo onznis paternitas in
cielo et in terca nominatur. La autoridad soberana es efeeti_
vamente la autoridad de un• padre;. no de un padre subal-
terno, sino de un padre soberano; no de un padre particu-
lar, sino del padre universal' de cada pueblo 6 tribu; no del
padre de . una pequeña familia, sino del padre comun de la
gran familia; y que esta autoridad universal y soberana que
hemos buscado inutilmente por tanto tiempo en la univer-
salidad de los súbditos, la colocó Dios de un solo golpe y
por su propia' mano en el autor universal de cada pueblo.
Es un hecho indudable, consignado en todas las historias,
que poblada la tierra se reunieron los pequeños gefes bajo
de la autoridad de un: grande . monarca. Pero en esta espe-
cie de reuniones recibió siempre el monarca su soberanía
de los gefes y no de las poblaciones. Ana ele Bretaña, y no
el pueblo Breton, fue quien dió la soberanía á Luis XII. Lo


DE LAS SOCIEDADES. 243
mismo sucedió en todas las provincias y en todos los paises.


¿Qué se sigue ademas?... Que Dios, y no el pueblo, fue
quien (lió un ele á cada na::ion; el que le eligió y cons-
tituyó; el que le invistió de la autoridad universal y sobera-
na; el que creó la soberanía, y el que la dió aun antes que
existiese su pueblo: todo en virtud de su paternidad y de
la gencracion sola : in unamcuanzque gentenz praposuit recto-
rem 17). El subordinó todos los padres subalternos á.
su padre soberano por la sucesion sola de las paternidades y
del nacimiento; él es el autor y el ordenador de las socie-
dades; y desechándole para sustituirle los pueblos en el ar-
reglo de las sociedades , hemos cometido una idolatria tan
extensa como la de los paganos, y mil veces mas grosera,
mas absurda y mas criminal que la suya, pues que á lo me-
nos ellos no divinizaron sino á sus Efes; siendo así que noso-
tros hemos divinizado á los pueblos ; nos hemos proster-
nado á los pies del mas monstruoso de todos los ídolos, y
hemos puesto en sus manos los poderes del Todo-poderoso.


¿Qué mas se sigue?... Que nuestros soberanos actuales son
nuestros padres ó no son nada; que están investidos de una
autoridad paterna 6 no tienen ninguna; pues que no ha ha-
bido jamas otras autoridades que las paternas; que todas es-
tas autoridades constituidas por los pueblos, por las córtes
y por los ejércitos, son locuras y palabras vacías de sentido;
que ninguna especie de autoridad ha podido 'jamas ser cons-
tituida sino por los padres de los pueblos y sus legítimos
sucesores; que segun Aristóteles, Platon, y todos los bue-
nos autores, la 'autoridad soberana es la primera de todas
las autoridades; que existió antes • que todas las


.cremas, pe-
ro'que es de la misma naturaleza. Seu regiain quis, sea civi-
lent,;seu fiemiliarenz nominet disciplinara, interesse puta-
mus : Que si se hace una revolueion contra sus soberanos,
se considera como hecha contra sus padres; y por último,
que cuando se 'atenta á su vida se comete el -Mas enorme
de todos los parricidios.


¿Qué mas se sigue?... Que estaidea'qú'é lidá•O'ejó Bossuet
en su sexta advertencia, que toda especie de etülot'idad' viene
de autor, es el mas importante servicio que luido hacer al
género humano en sus obras. Esta etimología es de una ver-
dad manifiesta. ¿Por qué tiene Dios autoridad sobre el uni-
verso? Porque es el autor • de él: ¿ por qué. tiene un padre
a utoridad sobre sus hijos, y el padre universal de un pue-
blo sobre sus descendientes? Porque 'son sus autores. Es


HH:




eit


244 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
posible poder imaginar un origen, una etimología, y una de_
fmicion mas justa de las autoridades. Verdad manifiesta para
todos los sistemas; porque at pronunciar esta palabra autor
deben ser condenadas todas las revoluciones, y caer por tier-
ra: el sistema mismas revolucionario.


¿Qué mas se sigue?.... Que subiendo hasta la cabeza de
cada pueblo se hallan esencialmente dos autores, sin los cua-
les ningun pueblo hubiera podido existir; uno que le creó,
y otro que le engendró; uno que constituyó autoridades di-
vinas sobre ét, y otro. autoridades humanas; de donde ha
provenido la importante distincion de los dos gobiernos, de
Dios y del Cesar, de lo espiritual y de lo civil. Estas ver-
dades bien meditadas son de una evidencia tal que mueven
aun á los talentos mas raisticos. Pero porque son evidentes


se sigue que no hayan sido olvidadas casi generalmente?
¿Se sigue que debamos exterminar á todos los que viven en
el error? No, sin duda : pues cuando se 'hallan en estado de
insurreccio.n (corno dice muy bien M. Hqffinann) es preciso
contenerlos y al mismo tiempo instruirlos; sin lo cual sería
preciso degollar hasta el fin del mundo sin destruir un solo
principio falso. Tenernos el honor de conocer á M. Holinanrr
por sus principios y por sus escritos; y le creernos dema•
ciarlo amigo del bien para persistir en aserciones tan perla
diciales á la enseñanza de la verdad, y á. la estirua.eion que
le es debida por la superioridad de. sus talentos.


Para hacer cesar nuestras calamidades, no hasta pues de-
cir lo ,,ue ne_ hay,_ sino restablecer lc• que hay; hurtarnos
de la soberanía dl pueblo., sino explicar lo que es la sobera-
nía; negar que pueda estar en: la -universalidad de los súb-
ditos, sino probar que la colocó Dios en el padre universal
en virtud de su título de autor y de su paternidad sola;.
en fin , demostrar que la autoridad. soberana es una auto.,
ridad paterna tan evidentemente corno lo son- las ciernas au-
toridades. Esto es. lo que precisamente no podrán Lacer


jamas las revoluciones mas terribles sin la instrucción. Lue-go aun despucs de las revoluciones mas terribles tendre-
mos necesidad de buenos libros, de buenos escritos, y de
buenos escritores que sostengan á sus, inferiores por la su-
perioridad de sus talentos.


PanIcip io V. Fuentes falsas.


Criando decirnos con- Bossuet que toda especie de atotori-


DE LAS SOCIEDADES. 245
dad viene de autor, estarnos rny lejos de pretender que
pueda el hombre adquirir la autoridad por todos los actos
de los que es autor. Y esta es una observacion muy impor-
tante para distinguir el verdadero origen de la autoridad,
de todas las fuentes falsas que no- la dan. Luego que el hom-
bre fue creado, pudo su alma esencialmente activa ocuparse
de sa•Criador y admirar sus obras. La nuestra respectivamente
pudo hacer lo mismo y adquirir por este medio derechos de
dominio sobre sus pensamientos y sobre todos los trabajos
espirituales de que es autor; 'pero no adquiere sobre ellos
derecho alguno de autoridad; porque son solo modificacio-
nes, y estas no producen nuevos séres. Cuando el alma obra
sobre su cuerpo 6- le dirige en sus operaciones, adquiere
por este hecho derechos de dominio sobre los actos de que
es autor; pero no adquiere derecho alguno de autoridad,
porque no produce ni su cuerpo ni el cuerpo de los demas.


El que hace una obra en prosa ó en verso, ó cualquie-
ra otro objeto, es el autor ele la obra sin duda; pero no ad-
quiere sobre él derecho alguno


•de autoridad, porque no• le
produce. El que corta nn trozo de piedra 6


. de madera, y
hace de él una estatua, es seguramente el autor de la esta-
tua• pero el derecho que adquiere por su trabajo no es un
derecho de autoridad, porque no produce ni la piedra ni
la madera. Lo mismo sucede con respecto á un cuadro ó á
cualquiera otra obras En fin , que se calcule sobre todo lo
que no se ha engendrado, pero que se adquiere de otro mo-
do, tendrán realmente sobre todos estos objetos derechos
muy reales;. pero nunca se tendrán derechos de autoridad
sino derechos que se• llaman simplemente . derechos •de


ju.s domini ó ¡us• dominii,
Al contrario, por la creacion- y la generación no solo se proa


duce la forma sino el fondo; se dan á Inz nuevos séees, y
en algun modo se les saca de la nada. Y hé aquí porque se
adquiere sobre ellos derechos de autoridad que son infinita-
mente superiores á los de . dominio, de conquista, y á los de
todos los tiernas derechos.


Por la creacion prodnce Dios todos los sdres, y por- eso
tiene derecho de autoridad sobre todos ellos. Por la gene-
racion no tiene un padre autoridad' sino sobre sus descen-
dientes, porque son los mismos•que él engendra; pero por ellos
puede ser el autor de muchos pueblos: pater multarum gen-
tium. Sin Dios no podria engendrar; y bé aquí por qué su
autoridad está subordinada á la de Dios, y está obligado á




246 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
gobernar segun sus leyes; pero sin su cooperacion no existi-
rían sus descendientes. Esta es la razon por que: despues de
Dios tiene una 'verdadera autoridad sobre ellos que le dá
derecho de gobernarles bajo la autoridad delSér supremo:


dice Aristóteles. Este -derecho dePater auctor est existendi,
autoridad le adquiere ,de Dios por la generacion y por su
paternidad sola, y no por los tiernas actos; y esta autoridad
universal que ha adquirido por la generacion ,no puede trans-
mitirla á otro por la generacion , ni aun á sus mismos hijos.
Esto es lo que debe entenderse bien para conocer la variedad
d.> las .consfituciones. Desde que el padre primitivo de un pueblo
adquiere la soberanía, se hace su propietario , es • sefior de
ella., y puede transmitirla á su primogénito por la expre-
sion sola de su voluntad, á sus hijos segundos, á hombres ó
mugeres por eleccion ó por herencia., y al mas próximo ó
mas remoto de sus parientes. Sus sucesores pueden hacer lo
mismo, sin perjudicar sin embargo á sus legítimos herederos.
De aquí viene la infinita variedad de constituciones. Pue-
den los soberanos transmitirla de mil modos por efecto de
su voluntad; pero en su origen no ha habido jamas sino un
modo de adquirirla de Dios , cual es -el de la Paternidad.
De modo que donde quiera que se halle transmitida por la
voluntad de los soberanos, será siempre una autoridad pa-
terna por su naturaleza, y no dejará de serlo jamas.


¿Qué se sigue ademas de aquí ? Que. la soberanía exis-
tía antes que todos los pueblos, todas las guerras, todas las
conquistas, todas las elecciones, y todos los modos de ad.,
quirirla que se lían supuesto: que jamas pudo ser adoptada
por ninguno de estos medios ; porque el padre primitivo
de cada pueblo la adquirió por la generacion sola. En una.
guerra legítima puede muy bien ser conquistada la sobera-
nía de un pueblo , de una ciudad , rí de una provincia. Pe-
ro la soberanía existía antes en su competidor: y: aun en
este caso sería preciso que la guerra fuese legítima, y que se
hiciese entre dos soberanos que hubiesen aceptado. entre sí
este medio de deeision : pero esto podría llamarse una trans-
misiou, y no una creacion de soberanía, porque el pueblo
conquistado tenía ya gefes anteriores á esta conquista.


¿Qué mas se sigue de aquí ? Que cuando , lo que no es
posible, todos los pueblos del universo pudiesen reunirse
en una vasta llanura para elegir un-efe, esta eleccion universal
no le daría un grano de autoridad sin la confirmado:1 de los
geles que la tenían antes: que aun cuando, lo que no es posible,


DE LAS SOCIEDADES. 247
pudiesen reunirse todas las voluntades del un iverso, esta reu-
Dion universal no daría al elegido la menor autoridad sin la
voluntad de los gefes que la tenían antes; porque la soberanía
no es un compuesto. de voluntades, sino un derecho real de
gobernar, adquirido de Dios por la generacion sola, que no
puede ser transmitido despues sino por la volun tad de los
geles y (le sus legítimos sucesores. Todos esos grandes guer-
reros, esos grandes conquistadores ,. esos soldados afortuna-
dos, y todos esos hombres de grandes talentos por quie-
nes se han he :lio comenzar las sociedades, son fuentes- falsas;
porque la soberanía existía esencialmente- antes. que ellos.


lle aquí sin. embargo (lo confesamos á pesar nuestro) lo
que se cree casi generalmente en nuestros. dias. Contem-
plando al mundo en el estado en que se halla hace siglos,
se verá que está dividido en dos grandes clases y dos grandes
opiniones que han sido el origen fecundo de nuestras calami-
dades. Los linos. creen que son los pueblos reunidos los que
se han dado por gefes hombres de grandes talentos ; como si
todos los talentos, del universo pudiesen dar un solo grano de
autoridad. Los otros creen que son- esos mismos grandes ta-
lentos los que se constituyeron sobre los pueblos por su
valor, por su elocuencia y por las (lemas cualidades que les
dió el autor de la naturaleza; y esta es la opinion en cuyo
favor parece decidirse el estimable lifr. Hoffinann cuando nos
dice en el artículo precitado : Que el despotismo pondria fin
d esos desórdenes. sometiendo al yugo d todos estos ridículos
soberanos.


Pero séanos permitido sostener, pues que lo probamos en
la obra, que éstas dos opiniones son igualmente falsas; y que
es Dios solo el que dió un soberano, á cada nacion dándola un
padre universal. Cuando no nos lo dijese la razon, deberíamos
creerlo así, porque nos lo dice Dios en la Escritura: In unam-
qUa772q1lC gentem praposuit rectorem (Ecel. 1 7 ). He aquí lo que
debemos apresurarnos á enseñar á los pueblos, y lo que los
pueblos. deben apresurarse á saber. ¿ Pero cómo se les ense-
ñará? ¿Será haciendo que se degüellen. los unos á los otros?
¿../. cómo se lo enseñaremos nosotros? ¿diciéndoles que la voz
de sus calamidades es mas elocuente que la pluma de un buen
escritor? M. Hoffinann es un escritor muy estimable y dema-
siado estimado,. y creemos que no. llevará: á mal que no pen.
sernos en esta parte corno él. Creemos firmemente que un buen
artículo á su modo, en él que anunciase al mundo con toda
franqueza que se ha engañado: « Que no son los hombres de




248 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
»de talentos, sino Dios mismo el que creó la autoridad uni-


versal y soberana; .e.1 que la colocó con su propia mano en
»el autor universol de cada pueblo; el que arregló las socie-


dades, sin tener necesidad de juntar los pueblos ni de con-
sultar ,á los hombres de grandes talentos; el que .subordinó,


»no solo los hijos á los padres, sino tainbien los padres-subal-
»ternos á su padre soberano por la sucesion sola de las pa-
»ternidades y del nacimiento; cl que colocó el nadrito donde
»debe estar, para merecer recompensas bajo la direccion de
»las autoridades, que son sus jueces ; y por último que esa
»operacion impía, por la cual, hemos destronado al Criador
»en todo el universo, para sustituirle los pueblos poniendo-
»los á la cabeza <lel arreglo de las sociedades, es una idola-
tría universal mil veces mas monstruosa que la de los paga-


»nos, porque á lo menos ellos no divinizaban á sus geles, co•
»mo lo hemos hecho nosotros con el cuerpo monstruoso de
»cada pueblo." Creemos firmemente que un artículo seme-


j ante, escrito con la pluma y mano de M. brojfinann, baría
cien veces mas bien en un solo dia para la instruceion del
mundo, que un siglo de revoluciooes con todos los ríos de
sangre que podían hacer correr aón.


Ile aquí nuestra opinion sobre los talentos de Hoffmann.
Creemos firmemente que anunciando buenas obras puede ha-
cer bienes infinitos para el restablecimiento del espíritu pú-
blico, como pueden hacerlo todos los periodistas distingui-
dos, y en general todos los que se hallan encargados de la
augusta tuncion de enseñar. Y he aquí lo que pensamos defini-
tivamente sobre el origen de las autoridades: creemos irrevo-
cablemente, que Dios mismo fue el que la colocó en el padre
universal de cada pueblo; y que todas las lemas fuentes son
falsas. .(Véase Fuentes falsas toro. 1, •a-g. to6).


ParNesero VL Excelencias de la autoridad.
¿Qué resulta de los principios fundamentales que acabamos


de sentar sobre el origen de las autoridades?... Que cl dere-
cho de autoridad es esencialmente anterior á todos los otros
derechos, que es superior á todos ellos, y que es el mas gran-
de, el mas noble, el mas augusto, y el mas antiguo de todo%
los derechos, pues que aun antes de tener mérito, virtudes,
talentos, piedad y propiedades, es preciso existir, y antes de
existir es preciso tener autores y -padres.


Que es el mas extenso de todos los derechos : pues que por la
waoridad se -considera el hombre autor y señor al mismo tiesa-


DE LAS SOCIEDADES. 249
p f) , y el que. es autor es el origen primitivo de todos los tra-
bajos, de todos los bienes y de todas las propiedades , y tie-
ne por consiguiente el dominio soberano de todo un país.


Es -el razas fuerte de todos los derechos: pues que si soy el au_
tor de los hombres, debo tener derecho sobre ellos, no so-
lo por haberlos adquirido ó alimentado con mis propios bie-
nes, sino porque los he producido y engendrado á expensas
de mi propia persona : derecho en virtud del cual no solo
puedo someterles, sino que me están sometidos; no solo pue-
do darles la ley, sino que deben recibirla; y no solo puedo
obligarles á obedecerme, sino que puedo castigarles corpo-
ralmente si dejan de obedecerme, porque su cuerpo es una
cmanacion de mi propia sustancia.


Es el mas paterno de todos los derechos: criados y educados
los hijos pueden participar de los derechos de su padre, y por
sus trabajos, de los derechos de dominio. Pero su derecho de au-
toridad y de paternidad es suyo solo; como que es la mas es-
pecial de todas las propiedades, y ninguno de sus descendien-
tes ha podido adquirirla con di. Así que , si es el padre so-
berano de todo un pueblo, será el señor soberano de su so-
berana autoridad, y la podrá transmitir á. quien quiera.


Es el mas sólido de todos los derechos: porque si las tier-
ras y los ganados son objetos físicos y corporales, no lo son
menos los hombres: y si los derechos de propiedad una vez
adquiridos duran tanto como la cosa sobre que se fundan, los
derechos de autoridad duran igualmente otro tanto como las
personas.


Son los mas comunicables de todos los derechos: porque si
puedo transportar á otras manos las tierras y los palacios, me
es aun mucho mas fácil enviar á lo léjos colonias ; y si pues
do por un acto solo transmitir á otros la propiedad sobre


mi-
tierras, me es mucho mas fácil constituir geles, generales y
magistrados sobre mis descendientes. Una sola palabra basta
para conferirles mi autoridad y mis poderes.


Es el mas indestructible de todos los derechos: este princi-
pio es de tal importancia para la estabilidad de los gobier-
nos, que es preciso aplicarse mucho para conocerle. Pónga-
se en él toda la atencion. Luego que facob procreó sus do-
ce hijos se hizo desde este mismo instante el autor universal
de las doce tribus y de todos los judíos que puedan descen-
der de él hasta el fin del mundo. Lo mismo sucedió con Is-
mael para con los Ismaelitas , y de Esad para los Idumen-
ses. El gefe universal de una nacion cualquiera no tiene.ne-


Tom. III




1 5 o PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
cesidad de esperar la multiplicacion de esta misma nacion
ra tener la autoridad universal y soberana; y la tiene necesa-
riamente en vida. Si yo soy padre de seis hijos y estos deben
algun dia procrear seis tribus, desde que mis seis hijos
nacen , debe creerse que toda mi posteridad emana física-
mente de mi persona. Mi autoridad tiene con respecta á ellos
toda la fuerza y toda la extension que puede tener. >lis des••
tendientes no mueren conmigo. Podrán multip:icar bajo mi
autoridad, pero no la extenderán, y ninguno de ellos podrá
tener tanta como yo. Por numerosos que lleguen á ser algun
cija, estarán sujetos á mí por vínculos que no se rompen ja..
mas, y que se perpetuarán de generacion en generacion has-
ta que ellos y los vínculos de la sangre dejen de existir.
Base lo que quiera, jamas será destruida mi soberanía, ni ja-
mas será detenida en su carrera. Es un grande tronco del
que nacen seis grandes ramas que se subdividen en ranas pe-
queñas. Es una gran fuente de la que nacen seis grandes ríos
que pueden separarse y dividirse en pequeños arroyos ; pero
la _fuente era universal desde que nacieron los ríos, y las re-.
giones inmensas que pudieron correr antes de llegar á su em-
bocadura no destruyen la universalidad de la fuente de donde
salieron originariamente. No debe perderse de vista este prin=
cipio: que el padre universal de cada pueblo tuvo esencialmen-
te en vida la autoridad universal y soberana , y que mientras
tenga descendientes subsistirá en sus succesores porque les
signe siempre , y la voluntad del fundador pasará con ellos
hasta que dejen de existir. Los derechos adquiridos una vez
no mueren jamas, como lo hemos dicho en nuestro primer
principio. Sane Pedro murió: pero su autoridad subsistirá
mientras que baya hombres: y el que no crea que no existe
toda entera en • cada uno de sus succesores, destruye la igle-
sia. Del mismo modo el que no crea, en lo civil, que reside
la autoridad paterna del primer soberano toda entera en cada
soberano , destruiría los estados. Un soberano sin autoridad
paterna y soberana, no puede ser soberano.


Paiscieio VII. Independencia de la autoridad.


Para poder imponer el yugo del mal físico: á una familia,
es preciso ser independiente de esta familia. Para poder im-
ponerle. á una sociedad cualquiera, es preciso ser indepen•
diente de esta sociedad; y para imponerle á todos los hombres,
es preciso ser independiente de todos ellos.... Tal es el des-
tino esencial de la autoridad; á saber , imponer á todos el


DE LAS SOCIEDADES.
25r


yugo de la ley, y de consiguiente el yugo del mal físico, que es
el objeto inseparable de todas las leyes.


Hubiera pues sido una inconsecuencia monstruosa,.que
puede suponerse sin blasfemar contra el Autor de la . ;natura-
leza, el querer poner la autoridad en la dependencia désque,
llos á quienes debe ella misma imponer el .yugo.
do destruir su obra y destruirse á sí misma. Por eso 'no la ha
hecho. Colocando la autoridad en 'el autor que produce, la
fijó sobre lo que cada autor puede producir. De


, aquí pue-
den deducirse fácilmente estas consecuencias necesarias 6
irrefragables.
,:'•1.° Que . por. la institucion sola de la naturaleza, el go-
bierno de las almas es esencialmente independiente 'de los so-
beranos, pues que Siendo Diol.el:


• rintor de las almas, es tarn
bien el única que puede constituir:autoridades sobre ellas.


2.Q.- Que, por la institucion sola de la naturaleza , los
so-


beranos son independientes de los pueblos , pues' que el
ai4«.-


Mi;suniversal de-dónde descienden está colocado esencialmen-
te sobre todos ellos. en virtud de su título de autoinuniversa4
y por consiguiente que el'sistema convencional que -deduee la
autoridad soberana de la euhiversalidad de los sóbditos , es
una blasfemia.


3.Q . Que porl.la institucion sola de la naturaleza, Let
. inde-


pendencia es el atributo esendial .de la autoridad , del domi-
nio. y del poder legislativo: y. que donde quiera que los que
gobiernan están en-la dependencia-de sus inferiores, no exis-
ten los poderes, y viene á sersh autoridad el trastorno abso-
luto de la naturaleza.


PRINCIPIO VIII. .Siibesí'dinacion de
autoridades.


Aunque la independencia...sea el atributo esencial de la au-
toridad; no por -eso puede dejar de haber subardinacion.
Porque cada individuo sea independiente de todos los que
son inferiores á él, no por eso deja de depender délos que
le son superiores. Así pues •
familiaEn el gobierno de su casa no depende cada gefe de


de sus hijos, de sus domésticos, ni de sus' jornale-
ros. Con relacion á ellos ha recibido del gefe universal una
autoridad verdaderamente independiente. Pero como este
gefe. de familia, y los dermis gefes subalternos, descienden ori-
ginariamente de. un autor soberano están todos subor-
dinados por derecho de la naturaleza á. la


autoridad so-berana.




252 PRINCIPIOS -FUNDAMENTALES
2.° En cada pais el primer propagador no dependió • ja-


mas de los gefes subalternos, á los que él (lió la vida: con
respecto á ellos su autoridad soberana permanecerá siempre
perfeetarnente independiente. Pero como éste primer pro-
pagador labia recibido originariamente su existencia del Au-
torA:el universo., es evidente que todos los soberanos son
responsables de su sóberauía al Soberano de los soberanos...
De lo que . es preciso concluir ademas:


Que . Dios solo;or su naturaleza y por su esencia es
el Sér rigorosamentelndependiente. Por su cualidad de Cria-
dor todo depende de él, y él no puede depender de nadie.


2.°. Que los soberanos, por institucion de , la naturaleza,
no pueden ser rigorósamcnte independientes.; pues aunque
lo sean de .sus pueblos,. dependen del Sér supremo,. que las
castigará severamente si dejan de gobernar .segun las leyes:
así que en una buena constitucion los . soberanos no pueden
ser jamas dóspotas.


PRIYCIPIO- IIi . De_ llos gefes primitivos.


No idejará- de- preguntársenos ¿por qué los gefes
vos del-. género humano, que eran tan poderosos, no tomaron
el título de Reyes?


Tuvieron para' ello una razon justa;. á saber que en
aquellos primeros tiempos quisieron gobernar segun la ley
de Dios; y cualquiera- que- recibe la ley, en la acepcidn . r i


-gorosa del término , no rige , porque él Mismo es regido
por otro.


Ni Adam, ni IYoe, ni ninguno de los gefes primitivos,
quisieron tomar el título de Reyes mientras que permane..
cieron fieles á Dios ; y el autor inconsiderado que al prin..
ripio de su Contrato social se permitió burlarse con el Rey
"dan y el Emperador Noe, probó desde luego que los prin-


DE LAS SOCIEDADES.. 253
cipios y la razon no serían el caracter distintivo de sus obras.
Aquellos gefes augustos que conocían mejor que el autor del
Contrato social los principios elementales de las autoridades,
-aunque eran los soberanos naturales de sus descendie nt es,
-no se arrogaron jamas el título fastuoso de soberanos , por-
que tenian sobre sí un legislador cuyas órdenes se g
ban recibir. Esta modestia no será acaso del gusto de los
amadores de la independencia; pero agradaba á nuestros pa-
dres, que rabian apreciar la fortuna de ser regidos por un
señor semejante.


Como quiera que sea, todos los gefes primitivos que
permanecieron fieles á la ley de • Dios , en lugar del título
fastuoso de Reyes se contentaron con el título modesto de
patriarca., ..que quiere decir padre de padre 6 gefe universal
-de sus descendientes. Pero decir que estos gefes primitivos
yiyian* sin leyes porque querian seguir la de Dios ; que es-
taban a-.in sin gobierno, porque gobernaban bajo la•-órdenes
de Dios ; y que no ejercían la autoridad soberana porque la
ejercían bajo la direccion de Dios, son otras tantas parado-
jas reprobadas por la razon, y desmentidas por todas las his-
torias. Aunque no llevaban el título de Reyes , los patriar-
ths -ejercían' sobre sus descendientes -el derecho de vida y
de muerte , hacían la paz y la guerra, y los Reyes buscaban
-su -alianza. No veo ( dice Mr. Fleuri,


.Costumbres de los is-
raelitas) lo que les faltaba para ser• soberanos. Que se nos
-diga-dé buena fd ¿de quién dependiu y de quito de-
-pendió Noe despues del diluvio? Desde que el gefe. es inde.,
pendiente,, nada lé importa el titulo .


el ,adinero de los stlb-t
ditos; pues desde:-que tiene dos ó- tres.generacioues -bajo de
sí, es realmente gefe—Concediáudole el derecho de repre-
sentacion que le es debido, no déj.1 de, ser padre. Numquid
réfirt- an plane, an.uraguSta


imperium ( dice Pla-
-ton, Rep: lib. I )




Sin arrogarse ,
el título de Reyes eran sin duda los pa.


.


triarcas bajo la direccion de Dios , soberanos , y grandes
soberanos. Unjan, como hemos probado ya, poder ' econó-
mico y poder; Podian reprender, castigar, emaci-




< 9 n
par y desheredar, porque eran los señores de todo: Hablan.
do á sus descendientes en nombre de Dios, no dejaban de
ser 'respetadas 'sus ¡órdenes. De aquí- venía la grande autori-
dad de los padres, y la grande prudencia de los hijos en los
primeros tiempos. Entonces aun no se labia perdido de
vista el origen ni la definicion




de 'la autoridad universal.


5.0 -Que por la institneion de la naturalezaads gefes sub
alternos. •.de cada casa,- mientras que son ;subalternos , no
pueden--jamas ser independientes .;- pues aunqu • -no dependen
de su. familia,- dependen del géfi soberano:; gt eltádobligados
rigurosamente á obedecerle.


4.°:. En. que -por , la institácion sola !de , lá -naturaleza,


los gefes primitivos del •générolumano que s:olían., vivir no.,,
ve cien tos _años, d e lijan:ten er-,-ba.jo de; sí. -una -niun.éroSa • - pos-
teridad.;, y que mucho antes Ateortrosír. glebianser soberanos
poderosos; porque habian .dad.o . álnz.mnelos. pueblos._




254 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Se sabía perfectamente que venía del gefe universal , y no de
sus súbditos, ni de los hombres de grandes talentos, porque
aun no habian nacido. De aquí la profunda veneracion de los
gefes subalternos para con su gefe principal. No solo los hi-
jos casados, sino los que tcnian bajo de sí muchas generacio-
nes , como SC171 Cham y Japhet, se presentaban en la tienda
del padre comun con respeto. Su bendicion era el colmo del
favor para los que le eran obedientes. Su maldicion e'ra- un
decreto de proscripcion para los que no le respetaban. Los
patriarcas á la cabeza de su numerosa familia, eran ya.sin
contradiccion verdaderos soberanos. Pero digan lo que quie-
ran Los partidarios de la democracia no eran déspotas. Sus
hijos les eran responsables de todo , como se YES en.-la his-
toria de Jacob, y les oían .con . bondad las peticiones res-
petaosas que los hacían. Y precisamente porque vivían- so-
metidos á Dios, creernos que el gobierno de los patriarcas
fue el mas bello , el mas libre, y el mas paternal de todos
los gobiernos.


Pnl y cirio X. De loa hijos de los gefes primitivos.


Si los gefes primitivos del género humano no tornavoz
el título de Reyes , ¿por qué Seta , tlam y Japhet, estos gefes
famosos que poblaron el inundo, no le llevaron ? Por razones
aun mas poderosas que las precedentes. Todos saben que el
título .de• Rey exije una separacion total de la ciudad pater-
na. Mientras que se vive con el padre es preciso vivir..sorne.
tido á sus órdenes, y no se puede tomar el título de sobera-


no mientras que se vive en la dependencia de un soberano.
No es enteramente cierto que los. primeros hijos de Nos


se separaron de la ciudad de su padre, Sd que muchos au-
tores (segun Diodoró de Sicilialib. I, pag. g) han pretendido
que Chanrhabidndose colocado á la cabeza de una numerosa
colonia, despues .de haber poblado por sus descendientes la
tierra de Canaan , la Caldea y otros paises vecinos , Se
trasladó á la Arabia feliz, donde construyó una ciudad que
sé llamó. Niza, y en la que nació Mez •ain ri Osiris primer
Rey de Egipto. De la Arabia feliz, dice Diodoro , que pasó
á Africa ó Libia donde puso los cimientas de la ciudad de
Thebas en la . Ve reinó, Este famoso gefe habiendo ineur,7
rido. en la animadversion de su padre; acaso como un segundo


Oda:, se halló comprendido en la gran dispersion ; pero ee"
roo el testimonio de estos autores.pareee dudoso, y por QUA


DE LAS SOCIEDADES.
255


parte no nos dice la historia de Sem y Japhet
lo que se ha


aventurado d e Chao j es bien probable que si es t o s
dos ge-


fes célebres poblaron dos partes de la tierra,
serpudoduRnon


sino por sus descendientes , y aun cuando Charra hubiese
abordado personalmente á Africa , debió ser solo por su
posteridad que pudo extenderse en esta inmensa parte del
mundo.


Corno quiera que sea, todos saben que cuando Cain fue
arrojado de la ciudad paterna no quedó solo Adan. Sin en-
trar en pormenores inútiles la historia nos dice que engen-
dró una multitud prodigiosa de hijos y de nietos de uno y
otro sexo : Gen:di fajos et filias. Era preciso que su ciu-
dad primitiva hubiese estado perfectamente provista, pues
Cain solo llevó consigo, cuando fue expelido, con que cons-
truir ciudades. Cuando los descendientes de Noe tuvieron
tarden de dispersarse, era preciso que su ciudad primitiva
fuese prodigiosamente numerosa, porque nos dice la histo-
ria que el terreno de las cercanías no podía contener to-
dos sus habitantes; y que los que se separaron hicieron en
su primer tránsito la empresa mas inaudita. No se debe creer
pues que Noe quedó solo despues de esta grande dispersion.
Al modo que las abejas, la ciudad paterna quedaba la mas
rica y la mejor provista despues de la salida de los enjam-
bres. Y como en estas suertes de separaciones los que na-
cían los últimos recibían la intimacion de dejar sus plazas á
los que habían nacido primero, no es de admirar que Sem,Charn,,.,raphet y otros gefes de la primera gencracion no se
hubiesen quedado con sus padres.


Parxex p ro XL . De los nietos de los gefes primitivos.
Lo que hay de cierto, y lo que parece probar hasta la de-


rnostracion que los primeros nacidos permanecían en la ciu-
dad primitiva, es que antes del diluvio fueron los nietos ylos biznietos de Adan, como Enos, Henoch, Tztbakaim y otros,los que se vieron parecer á la cabeza de las nuevas ciudades;
y despues del diluvio, al tiempo de la gran dispersion , fueron
igualmente los nietos y biznietos de Noe, los que habiendo
abordado á las llanuras de Sennai, construyeron la torre de
Babel, desde donde fueron dispersados por diversos paises.
no es pues de los primeros nacidos, sino de los nietos y otrosgefes i nferiores, de donde traen su principio los Reyes, losGefes y los fundadores de los pueblos mas antiguos. Y esto




2 5 6 PRM-CIPIOS FUNDAMENTALES
es lo que entendernos siempre por los fundarnentos de las eirt.
dades. Son sns primeras leyes, sus primeros usos, sus padres
y sus primeros legisladores.


Mientras que todos estos gefes inferiores se adelantaban
progresivamente hacia las diversas partes del globo que les
habian sido asignadas , Nemrod con su posteridad se quedó
en Babilonia y reinó allí el primero. Como esta fortaleza/se
hallaba ya construida, no es de admirar que se hubiese be-
cho una de las primeras potestades. Poco despees llegó Mez-
ruin:, á Egipto :donde fue adorado despues de su muerte bajo
el nombre de Jzípiter Ammon.


Mientras que los descendientes de Vialn se extendían há-
cia el Africa, los gefes que habian descendido de Japhet, en-
caminándose á la Europa, poblaron todos los paises que ha-
llaron al paso. Medai pobló la Media , Tharsis la Cuida, To-
marga el Asia menor, Javan , Elvia Cetrina y Dodanini las is-
las del Archipiélago y de la Grecia. De allí Gornar y otros-.
descendientes de Japhet pasaron á la Germania, á. la Italia, a, •
Las Gaulas, y poblaron toda la Europa. •


Los gefes descendientes de S CM, como se sabe, se exten"
dieron á la Mesopotamia, residencia de Noe, y en todo el res...,
to .del Asia. Pero todos estos pormenores pertenecen á 1a
crítica.


Lo que nos toca á nosotros es asegurar que todos estos
gefes que procedieron de Noe, no fueron soberanos hasta
despues de la dispersion: que todos los que quedaron •con el
padre tampoco lo fueron: y que solo los gefes infieles, como
Nemrod , Mezraim y otros tomaron el título de Reyes, pero:
no los que fueron fieles, como Abraham y Jacob; y aun los
gefes infieles no te tornaron hasta que tuvieron una posteri-
dad numerosa, ciudades construidas , fuerzas respetables, y
un cierto brillo exterior..


Ilay viageros que imaginaron que en ciertos pueblos sal,
vages no l 'Aja leyes ni gobierno, porque vieron algunas ven-
ganzas particulares; pero se engañaron evidentemente. Jacob,
á pesar de su grande autoridad, tampoco pudo impedir que
sus hijos destruyesen la ciudad de Sichen. Mientras que un
gefe de familia solo tiene alrededor de sí algunos
solo se ve obligado á sufrir las venganzas particulares, sino
que tiene á veces necesidad de unirse á los particulares p a


-ra repeler á sus enemigos interiores ó exteriores. La peque


-ña tribu tiene siempre una autoridad, pero carece de fuer-
za pábliea, y mientras no se la proporcione, es:preciso. que


DE LAS SOCIEDADES.
257


se sirva <le los particulares para hacer ejecutar sns juicios.
Por último lo que nos toca á nosotros es demostrar que


todos éstos pequeños gefes, por débiles que sean , aun no han
sido elegidos ni constituidos por sus súbditos. Léase á Hero-
doto , á Sudas sobre los egipcios, á EusJbio y Porphirio so-
bre los fenicios y los tirios, á Plinio y Beroso sobre los cal-
déos y los babilonios, á Apolodoro de Athenas y á Ilesiodo
sobre los athenienses, l flelanico y Cadmo de Mdeto y otros
sobre los lundadores de las ciudades, y por todas partes se
verá que los pueblos primitivos tuvieron principios muy pe-
queños; pero no obstante fueron gobernados por sus padres,
ó por gefes preexistentes, sin eleccion ni con y encion alguna
mas que la representacion respetuosa que es debida á los súb-
ditos por derecho natural, y que les fue concedida siempre.°
excepto por los soberanos que quisieron reynar como dés-
potas.


¡Se admira que el origen de los pueblos primitivos sea obs-
curo! Mas de admirar sería que no lo fuese. ¿De qué habil
de hablar la historia mientras que el primer propagador de
un pais tenía solo una casa? ¡De guardias, de sus ejércitos,
de sus generales! ¿En dónde estaban ? ¡De sus guerras y de
sus combates! ¿Con quién ? ¿ Dónde estaban los escritores y
los historiadores? Si entre los griegos apenas habla la histo-
ria (le inachó porque no Labia aun al rededor de él sino al-
gunas malas cabañas ¿qué podia haber dicho de los gefes an-
teriores? Si no hubiera tenido Moyse's razones poderosas para
hablar de la creacion y para restablecer la filiacion del Me-
sías ¿quién nos hubiera dejado esta historia importante? El
origen de las ciudades, que han comenzado por un solo
hombre y despues por cinco ó seis casas, debe necesaria-
mente ser muy obscuro. Pero and nos importa el silencio
de la historia?... ¿qué nos importan los debates de los críti-
cos y de los sabios sobre el tiempo, el lugar y situacion pre-
cisa de las primeras ciudades?... Y ¿de que consecuencia es
el que los fundadores de los pueblos se hayan llamado Reyes,
Duques, Gcfes ó Patriarcas, y que hayan venido al mundo
mas pronto ó mas tarde?... Estos pueblos ¿tuvieron padres, ó
no los tuvieron? Cada ramo del género humano ¿tuvo un au-tor universal, y este autor universal tenía autoridad univer-
sal sobre sus descendientes? Esta es nuestra cuestion ; y si
tenía autoridad universal, era su soberano por derecho na-
tural. La pequeñez de las ciudades primitivas ( como dice
muy bien Platon) es una nueva prueba de que la fuente de


Tom. I 1"
KK




1


258ao PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
las autoridades está en los padres. Quid rdert acopla ne, an
augusta sit urbs ad imperium. (Plat. Rep.)


Lo que nos toca saber es, que todos estos pueblos pri-
mitivos, de los que hablamos con piedad porque aun estaban
en su infancia, eran infinitamente mas ilustrados en todo lo
que concierne al origen de las sociedades que el mundo ae_
tual, que ha caido en el delirio de la vejez, y cuyas con-
vulsiones espantosas anuncian la proximidad de la muerte.
Convencidos por sus propios ojos de todo lo que deben d sus
padres; si (lo que no es posible) les hubiera querido predicar
alguno, como á nosotros: que los hombres nacen iguales en
derechos; que el mérito es superior d la autoridad, y que la
insurreccion es el mas santo de los deberes; si no se hubiera
retractado inmediatamente, le hubieran atado como á un-lo-
co, ó le hubieran arrojado de la sociedad como á un bona-
bre dañoso. Para hallar la soberanía no subian como noso-
tros á Adam <S á Noe , pues la veían en el padre comun de
cada rama, y la veían bajar á sus sucesores por la declara.
cion sola del padre universal. Léjos de tratar á sus sobera-
nos como. d miserables encargados , les llamaban sus padres,
y lo eran en efecto, como dice Bossuct. Les colmaban de ve-
neracion y de respeto; y sus mayores, colocados felizmente
en el número de los santos, eran considerados como padrea
soberanos de los pueblos.


Poicirio XII. De Nemrod, y otras potestades primitivas.


Se refiere en la historia que Nemrod reinó el primero en
Babilonia y llegó á ser -un hombre muy poderoso, horno po.
tentissimus: é indignados los autores convencionales porque
este hecho trastorna desde luego sus convenciones, le llaman
un déspota, un tirano , y el primer opresor de los pueblos...
Pero cuando Nemrod reinaba en Babilonia, Mezrainz reinaba
en Egipto: y ¿sería tambien un opresor de los pueblos? Al-
gunos años despues reynó Inachó en la Grecia: ¿sería tam-
bién un opresor de los pueblos? Todos los grandes gefes de
familia, luego que tenían ciudades y fuerzas respetables, to-
maban el título de Reyes, y habla un gran número en sola
la tierra de Canaan : ¿serían tambien opresores de los pue-
blos? ¿Por qué no hablan los convencionales mas que de
Nemrod?


Dicen llenos de cólera, que Nemrod reynó d pesar de sus
súbditos; que es lo mismo que si se dijera, que no esperó sa


DE LAS SOCIEDADES. 259
consentimiento para reynar : y en esto están perfectamente
conformes con lo mismo que nosotros , porque la autoridad
universal de Dios sobre los hombres, la de un padre sobra
sus hijos, ó la de un gefe universal sobre su pueblo , no ha
dependido jamas de los súbditos, pues que está inherente al
título de autor universal. En virtud de él tienen derecho de
regir y gobernar, y de consiguiente de reynar á pesar suyo.


Nemrod reynó sin esperar el consentimiento de sus súbditos;
es verdad; pero lo mismo hicieron Mezraim , incubó, Assur,
y todos los padres fundadores de los pueblos. No esperaron
el consentimiento, la eleccion, ni aun la existencia de sus
descendientes para tener autoridad sobre ellos.... Dígasenos
sériamente ¿quién eligió á. Canaan padre de los cananeos,
Sidon padre de los sidoneses, á Mesech padre de los mosco-
vitas, á Javan padre de los griegos, á Teut padre de los teu-
tones, á Medai padre de los medos, á Hermin padre los ger-
manos, &c. &c? Aunque se disputase sobre estos nombres, y
se pretendiese que no eran estos los de los fundadores de
aquellos pueblos, en nada nos detendrían las disputas de pa-
labras; porque para nuestro propósito solo importa saber si
en los tiempos antiguos eligieron los hijos á sus padres....
¿por qué se habla solo de Nenrrod?.:.


Si abusando éste de su poder se permitió injusticias, ve-
jaciones y depredaciones, condénensele, pues es muy justo;
porque están esencialmente reprobadas por el derecho na-
tural. Pero que se condene á Nemrod por haber reinado,
por haber gobernado, y por haber sido una de las primeras
potestades, no lo hizo la Escritura, ni podría hacerlo sin con-
denar tambien á los demas fundadores de los pueblos.


Dicen nuestros convencionales que les desagradan infini--
tanzente todas estas primeras potestades que reinaron inmedia-
tamente despues de la dispersion sin eleccion ni nombramiento
anterior. Podrá ser así. Añaden que les trastornan desde lue-
go todos sus sistemas convencionales: Y esto es muy enojoso.
Pero puesto que estas potestades fueron constituidas por ór-
den de la naturaleza, es preciso que renuncien necesaria-
mente á todos sus sistemas ; porque la naturaleza obrará á
pesar nuestro ; y mientras que obre debe la historia con-
formarse con ella. Supuesto que todos los gefes de los pue-
blos, desde que fueron separados de su padre , se hicieron
soberanos de sus descendientes , en virtud de su título de
autor universal ; era preciso que nos dijese la historia que
Nenzrod fué inmediatamente despues de Noc una de las primc-


Iíli :




PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
ras potestades de la tierra , pues que inmediatamente des-
pues de la dispersion se halló constituido el primero.


Fall:cirio XIII. Qué es una potestad?.


La autoridad es lo que constituye esencialmente una po-
testad; y no el titulo de Rey, la fuerza , los ejércitos , ni
los cañones.


Si .yo llego á un nuevo pais y establezco al rededor de
mí cinco <I seis hijos, tendré una potestad muy pequeña.
Pero si estos hijos- empiezan á multiplicarse y á formar po-
blaciones al rededor de mí , me haré una potestad mayor;
y si mis descendientes llegan á dividirse bajo de mí en mu-
chas poblaciones y ciudades , me haré una gran potestad;
horno potentissimus. Podré entonces no solo tener ejércitos
y cañones, sino considerarme con el derecho de servirme
de ellos. Todos mis descendientes se interesarán en que lo
haga así , y estarán obligados á marchar cuando yo lo exi-
ja, porque tengo autoridad sobre ellos. Deberán contribuir
rigorosaménte á todos los gastos públicos que pida mi go-.
bierno ; porque el derecí-o de autoridad que tengo sobre
ellos supone el derecho de dominio soberano sobre todas
sus acciones y trabajos , y de consiguiente sobre todos sus
dominios: de estos dos derechos reunidos sobre las perso-
nas y las cosas se compone la soberanía 6 la potestad.


Empero se dice á esto , que la potestad no puede ser un
derecho , porque si lo fuese, la pistola de un ladron le darla
derechos sobre mi bolsillo.


Lo mismo decimos nosotros ; que lá potestad como fuer-
.


za física no es un derecho, pero lo es la autoridad. La po-
testad no dá la autoridad; al contrario la autoridad es la
que dá la potestad; y ella es la ve la lejitima y la cons-
tituye en su naturaleza y esencia legal. Nenirod no fue gcfe
de familia porque fue poderoso , sino que fue poderoso por-
que fue gefe de familia.


Sucede con la fuerza y el poder lo que con los talentos
y todos los medios en general. Puede abusarse de ellos; pe-
ro el abuso no impedirá que la cosa sea muy lejítima en si.
Cada individuo tiene fuerzas personales de que puede usar
para el bien: cada padre de familias tiene fuerzas . en su casa
de que puede usar para utilidad comun ; y cada gefe de
sociedad las tiene en sus descendientes; p e ro no ell'i ttri" por
eso de ser gefe de sus descendientes, y el uso ilejítimo que


DE LAS SOCIEDADES.
261


hiciese de su potestad no le impe..iría que fuese por derecho
de naturaleza una potestad muy lejítima.


El derecho de autoridad ó de paternidad, esto es lo que
-viene de Dios , porque él es el que ha ciado á cada pueblo
un autor universal ; y de este modo debe entenderse que to-
da potestad viene de Dios, pero no el abrio de esta potes-
tad. La pistola del ladren es un poder ó una potestad de he-
cho, no una potestad de derecho, porque le falta la autoridad;
y debe decirse lo mismo de todos los que no la tienen. Pe-
ro el querer de.:ir una autoridad de hecho sería una con-
tradiccion , porque no puede haber un derecho de hecho :
ademas que el derecho de autoridad es precisamente lo que
hace lejítima la potestad.


Patiscieto XIV. ¿Cómó toda potestad viene de Dios?'


Porque se dice en la Escritura que toda potestad viene de
Dios , hay personas muy estimables que pretenden que basta
decir que viene en efecto. Una rellexion muy simple que pue-
de hacer cada uno, bastará para desengañarnos de este error:


saber, que todo en general y sin exeepcion viene de Dios
á su modo ; pueblos, naciones, prudencia , mérito, talentos,
fuerza, valor, sucesos de los ejércitos , &c. Todo esto viene
de Dios mismo; que se dice en la Escritura el Dios de los
ejércitos. Pero si , como pretenden los facciosos, puede ad-
quirirse el poder por estos medios, todos los soberanos le-
jítimos serán perdidos. En vane gritarémos que los antiguos
soberanos son los únicos que lo son por dere Lo. Si es el
pueblo el que se le ha dado , cualquiera que le tenga- hoy
podrá perdl ele mañana por la voluntad del puebla. Si el
poder puede adquiriese por la fiter:a, por el mérito y los ta-
lentos , sucederá lo mismo ; pues en este caso será debido
al mas fuerte ó al que merezca mas. En vano recurrirétnos á
la prescripcion , pues Dios no tiene necesidad de ella para
transmitir los. derechos.


Por eso el grande Apostol
•espues de haber establecido


jque todo poder viene de Dios, añade que el poder que es le-ítimo no puede venir sino- del órden que Dios ha estable-
cido : Que sunt, d Deo ordir ate .


sunt. Pero cuáles son los
ministros visibles á quienes confirió Dio; desde luego sus
poderes en los dos órdenes que estableció á la cabeza de ca-
da pueblo ? Son los apóstoles por una parte, y los padres de
los pueblos de la otra. El clero dirá que en lo espiritual




162, M'UNCIMOS FUNDAMENTALES
nos basta decir que el poder espiritual viene de Dios por
los apóstoles: ¿pero por qué?... Porque siendo los apóstoles
los primeros gefes de la iglesia á quienes dió Dios visible-
mente sus poderes , por ellos solos pueden reconocerse su
naturaleza , sus límites y su extension; y lo mismo sucede
en el órden ordinario. Si dió Dios la soberanía al padre so-
berano , solo por él puede conocerse la extension del poder
que reside en sus sucesores. :No dejará de reclamarse inme-
diatamente que no hay comparacion alguna entre estos dos
órdenes.... esto es muy cierto con respecto á la naturaleza
de las dos autoridades. Hay tanta diferencia entre ellas co-
mo entre el cielo y la tierra, pues que la una es divina y la otra
humana; la una natural y la otra sobrenatural ; la una ce-
leste y la otra terrena. Por eso es muy importante esta
distincion que hemos procurado restablecer en el cuerpo
de esta obra. Pero lo que hay de comun entre estos dos
órdenes es , que ha establecido Dios con sus propias manos'
á la cabeza de cada uno ministros visibles, por los que se
reconoce quiénes son sus lejítimos sucesores, quiénes tie-
nen verdaderamente poderes, y quiénes no los tienen: Quce
sunt, d Deo ordinatm sunt.


Pero se nos dirá, ¿cómo podremos conocer en el órden
ordinario el padre primitivo de los pueblos ?... Aun mas facil.
mente acaso que en el órden sobrenatural. ¿Qué sucede en
el órden espiritual cuando llega á romperse la cadena apos-
tólica' Que el poseedor lejítimo reclama , y la iglesia
juzga de la validacion de estas reclamaciones. Cuando en lo
temporal se rompe la sucesion lejítima , es aun mas fuerte
la reclamacion. Veámoslo en un ejemplo que ha pasado á
nuestra vista. ¿ Qué ha sucedido en la última revolucion
cuando la sucesion lejítima fue atacada ? Los Borbones re-
clamaron contra la violencia , y el universo entero oyó
su voz. En vano el usurpador pretendió que había recibido
su soberanía de Dios por los pueblos, por su valor, y por
sus talentos ; pues la ley de los fundadores es tan clara en
Francia, que gritó en tono mas alto que todos los faccio-
sos. Por ella se adjudica la soberanía al pariente mas pró-.
timo; y corno lo hemos dicho ya , es indudable que la fa-
milia de los Borbones es la primera de Francia. Cuando es-
tos han vuelto al trono, ¿ se hicieron contra ellos reekuna cio


-nes ?... La Francia se compone de diversos pueblos peque
-ños ; como los Francos , los Gaulos , los Bretones , los Nor-


mandos , los Borgoñones, &e. Todos estos pequeños pue-


DE LAS SOCIEDADES.
,63


Vos tuvieron duques y padres primitivos. ¿Elay un solo herede-
ro de estos antiguos duques que reclame contra Luis XVIII?
No. Luego Luis XVIII reune la soberanía de todos estos
pequeños gefes. Luego es el padre comun de todos estos
pequeños pueblos por derecho de sus padres primitivos. ¿Pe-
ro por qué tiene su poder de Dios ? Por medio de estos
padres primitivos, y no por estos pequeños pueblos que nun-
ca han podido reclamar sino la representacion respetuosa que
les es debida.


PaINciPra XV. Importancia de esta ultima cuestion.


¿Qué resulta de todo lo dicho hasta aquí ?Qué para distin-
guir el poder legítima del que no lo es, no basta decir que to-
do poder viene de Dios—. es preciso segun san Pablo añadir por
quién viene en cada orden, á saber: el poder divino por los após-
toles , y el poder humano por los padres de los pueblos. Pero
para simplificar esta importante distincion, tan claramente ex-
plicada en nuestra obra , fijémonos en las potestades humanas.


Por quién vienen éstas de Dios?... Hasta que se resuelva cla-
ramente ésta cuestion, es indudable que el que creyese que
vienen de otro modo que por los padres, se creerá obliga-.
do en nombre de Dios á despojar á todos los soberanos que no
tengan bastante elocuencia, valor, mérito y talentos, para
substituirles otros que tengan mas; y que en su idea, la insur-
reecion contra aquel soberano debe ser el mas santo de los de.
beres.... Sé bien que todas éstas ideas son otros tantos erro-
res detestables que han sido el origen emponzoñado de to-
dos nuestros males. Pero al fin es preciso refutar todos es-
tos errores para substituir el modo verdadero con que viene
el poder humano de Dios.


Hemos empleado todo nuestro tiempo de la emigracion
en refutar estos errares, en cerrar todas estas puertas falsas,
y en volver á abrir la que únicamente es verdadera ; en ha-
cer ver que es la sola por la cual pueden venir de Dios las
potestades humanas; y en probarlo por la Escritura, por la
tradicion, por la historia, y por todos los hechos y todos los
monumentos.


Se habrá creido acaso que un trabajo tan penoso ha de-
bido ser pagado de otro modo que por persecuciones: pero
es una equivoeacion ; porque la verdad fue siempre perse-
guida, y lo será siempre mas ó menos, hasta el fin del mun-
do. Y la razon es muy sencilla, porque donde quiera que pa-




264 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
rece, hiere esencialmente todas las pasiones, todas las preo-
cupaciones y todos los errores.


Luego que pareció nuestra tercera edicion, los que no
creen en la autoridad paterna (que son muchos) los unos no
quisieron oir hablar de la obra; y los otros , en la impo-
sibilidad de contradecirla, tomaron el partido de callarse; y
lo cubrieron con el velo espeso del silencio para que pere-
ciese cubierta de él ; y lo hubieran conseguido si no hubie-
ran corrido á su socorro todos los que la han leido con al-
guna atencion.


Sin quejarnos de una persecucion que podrá sernos útil
para el otro mundo, debo permitírsenos observar, por inte-
res de éste en que vivimos, que esta conducta no es eonfor.
ine á las leyes del honor. Porque al fin, ti la obra es verda-
dera, 6 es falsa: si es falsa, debe refutarse, pues es el úni-
co medio legítimo que hay : y hasta aquí nadie se ha valido
de él.


Esta conducta ¿ •s la mas conforme al espíritu de religion?
Mucho menos , porque si despues de tres ediciones , y del
examen mas severo y mas sostenido es preciso convenir
que no hay en toda la obra una sola palabra reprensible, y
que no sea útil para la gloria de Dios, y el bien de la iglesia,
del estado, de las sociedades y de los soberanos, es manifies-
to que conjurándose contra la obra se hace una conjnracion
contra la iglesia, contra el estado, contra los soberanos y
contra Dios mismo. Pero nada de esto ven los que la per-,
siguen, y creen sin duda que hacen una obra agradable al
Ser supremo.


¿Y no podría decirse tambien que se hace una conjura,
clon contra el bien general del mondo ?... Nos sería muy.
facil probarlo. Porque mientras que no se diga por quién
vienen de Dios las potestades humanas, cada uno podrá for-
marlas á su modo , hacer y deshacer los soberanos , tratar-
los como miserables encargados, y levantarlos y destronarlos
de parte de Dios , sin que pueda disputárseles el derecho
de hacerlos, porque todo viene de Dios á su modo.


Protestamos á los amigos de la verdad, que deben estar
íntimamente persuadidos que si hemos hecho esta pregunta no
fue jamas con el designio de incomodar á nadie, ni con la
mira de un interés personal, porque hemos legado anticip a


-damente nuestros débiles trabajos y todo lo que podemos
dejar á la hora de la muerte, en provecho y beneficio de
la instruceion pública. El interes puro de la humanidad es el


DE LAS SOCIEDADES:- :
2.6S


que nos ha movido; porque 'mientras que .no se resuelva
esta cuestion , nuestros mismos enemigos , con el resto de los
hombres, vivirán en el abismo de las revoluciones.


Segun el estado actual del espíritu público, no deben
llevar á mal nuestros contrarios que instemos por una res-
puesta á esta gran cuestion, y que les digamos: si no creeis
que la soberanía es una autoridad paterna , será otra pero
decidnos claramente qué es lo que creeis vosotros? ¿Hay en
el cielo y en la tierra otras autoridades que las autorida-
des paternas? Y si hacéis venir las potestades humanas de
otro modo que por los padres, decidnos por quién? Expli-
caos.... Es bien cierto que todas las respuestas evasivas á que
se recurre : que estas cuestiones son inzítiles; que son mis-
terios inexplicables, &c. no son respuestas, tanto menos
cuanto son evidentemente falsas. Porque si .


en el órden so-
brenatural mismo, la existencia de los Apóstoles no es un
misterio , la de nuestros padres .naturales lo es mucho tné-
nos. Es tan claro como el sol que cada pueblo tuvo su pa-
dre universal, sin lo cual no hubiera podido existir... Aho-
ra pues , por quién vienen de Dios las potestades huma-
nas?... Dignaos decírnoslo. No hay que diferirlo: el univer-
so ha sido entregado á las llamas, y 'el incendio se pro-
paga de tal modo , que todas las atrocidades de las revo-
luciones no pueden apagarle. Solo hay una respuesta cate-
górica que pueda reunir los espíritus; y si no hemos refle-
xionado sobre ella bastante, debemos apresurarnos á hacerlo.


O mas bien dejemos de resistir á la verdad : abando-
nemos todo espíritu de partido, de que no se trata en nues-
tra obra, y que debe desaparacer cuando media el bien ge-
neral ; y convengamos que la autoridad universal y sobe-
rana es una autoridad paterna colocada por la mano de
Dios mismo en el autor universal de cada pueblo. Si el
soberano Pontífice es nuestro padre porque se halla inves-
tido indudablemente de una autoridad divina y sobrena-
tural , por qué nuestros soberanos , que se hallan igualmente
investidos de fa autoridad de nuestros padres naturales,
no lo han de ser tambien ? Por qué hemos de tener tanta
dificultad en volver á conocer una verdad tan cierta, tan
saludable y tan incontestable ; una verdad profesada tan ge-
neralmente por los pueblos primitivos Reconozcamos fran-
camente que nuestros soberanos son nuestros padres y no


L L




2 6 6 PRINCIPIOS FUNDAAIENTALES
nuestros encargados: anunciemos esta nueva á nuestros hi-
jos, y publiquémosla por todo el universo.


Y si dudamos aun de ella, leamos las pruebas que nos la
confirman con espíritu de simplicidad , y sin otro deseo que
el de instruirnos. Por este media nos convenceremos que para.
formar las sociedades no tuvo Dios necesidad de los pueblos,
de los pactos. sociales,- de guerreros , de- conquistadores , de
Orplzeo con. su lira , ni de hombres elocuentes ; que fue bas-
tante para ella que nos diese padres; que se ríe de -todas esas
fabulas groseras por cuyo medio trastornamos el univer-
so; y que para ha! lar la autoridad universal y soberana, no
ten, anos necesidad de subir hasta Adam y Noe, pues que Dios
dió un autor universal á cada nacion por el curso de la ge-
neracion sola : in unanzquanzque sentem prgposuit rectorem.
Glorifiquémosle.. Sus sendas son trincho mas simples que las
nuestras , y su doctrina infinitamente mas instructiva que la
de todos nuestros doctores.


. Pero cuando. este padre universal llegó á tener la sobera-
nía c6nto la transmitió? ¿ Por la generacion?.....No : sino de
un modo simple : por su' sola voluntad. Este gran poder mo-
ral que Dios dado á la voluntad del hombre debemos pro-
curar entender:e bien..


1V, a SOBRE EL ORIGEN DE LAS CIUDADES.


cir 1 o XVI. Del priazer propietario , y de sus voluntades.


Con razon llaman los publicistas á la voluntad del bort,•
bre la señora de las cosas. Voluntas kominurn rerum do-
mina.


Cuando adquiero yo derechos sobre cualesquiera bienes,
puedo, por el acto- solo de mi voluntad, venderlos, donar-
los, partirlos,. transmitirlos 6 confiarlos á quien quiera , por
el tiempo- y bajo las condiciones que me acomoden ; y mi
voluntad será la única razon que pueda darse de todas mis
disposiciones.


Si un criado sirve en mi casa por un año 6 por un mes,
y tiene poderes sobre mis muebles. y sobre mis ganados, es
en virtud de mi voluntad; y si yo-dejo de querer, se acaba-
rán sus poderes.... Si un juez 6 un magistrado tiene juris-


t*/'''t'A' SOCIEDADES. • 267
diciOn sobre una provincia, es en virtud de mi voluntad:
si conoce donde yo no quiero , sus juicios serán nulos ,ly


'si dejo de querer mañana, 'nd-juzgará. -Si manda un oficial
cien hombres, doscientos, -ejérci to, y hace marchar es
tas fuerzas de un polo al otro, es en virtud de mi vo-


' .untad; y sí mañana mando que se detenga, no darán un
paso.... Si un embajador (lúe .está en las Indias 6 á cuatro
mil leguas de _;mí, obra y habla en mi nombre, es en vir-
tud de mi voluntad; y si falta mi conformidad, será nulo
todo lo que él • diga y haga....


Aun siendo yo simple particular , desde que reclamo la
ley, los jtietes,. los ejércitos' y los poderes marcharán 6 se
detendrán á mi peticion, y todo se moverá á medida de mi
voluntad, la que será • respetada por la muerte si es testa-


• mentaría: Aun subsisten las fundaciones hechas hace dos mil
años: y las ventas celebradas al principio del mundo tie-
nen aun- su efecto, y le tendrán para siempre. Los que peo-
seen hoy, poseen por el título'-del vendedor 6 del funda-
dor; y si el objeto pudiese durar diez mil años, le tendría
el último poseedor en virtud del mismo título ... La muerte,
que todo lo destruye, fija para siempre y hace indestructi-
ble la -voluntad -de un moribundo. Es tan poderosa y eficaz
esta voluntad, que ni aun es necesario que se notifique, y
la presuncion sola hace que los derechos sigan rigorosatnen.
te la direccion de la voluntad interpretativa.


Cuál es esta facultad que obra cosas tan grandes, que
dá y quita, que prohibe y manda, que limita y circuns-
cribe los poderes, y dice con imperio: llegarás hasta aquí,
-y no pasarás adelante?... Es la voluntad.... Cuál es ese po-
der que hace mover á su arbitrio, desde el retiro de un ga-
binete, los jueces, los magistrados, los ejércitos y los ge-
nerales? . La Voluntad, ¿Cuál es la fuerza que pasa de
una manó á otra las tierras, los. castillos, los dominios y
-los reinos; que obra á cuatro mil leguas, que subsistirá
cuatro mil años despues de mi muerte , y que podría sub-
sistir diez mil?... Mi voluntad.... Yo lo quiero, soy el se-
ñor, y no necesito mas.... Aquí es donde está el derecho;
y por mas que se diga y haga no será posible hacerle exis-
tir en otta parte. Pero e qué cosa es esta voluntad? ¿ Es fisi-
ca y material?... No , que es invisible y puramente espiri-
tual.... Este es sin embargo el poder conocido y averiguado




sti


o


268 PRINCIPIOS FUNDA.XENTALES
que regla- las sucesiones, las propiedad.-s y las posesiones,
dirigiéndolas y trasmitiéndolas desde el principio del mundo.


Si la voluntad del último fundador es tan poderosa ¿qué
energía y virtud no debe tener, la del fundador de. un pue-
blo, la del primero que ocupó un país, 6 la del que habitó
primero el universo? Absojuto y primer sefiar , todo era
exclusivamente suyo, y pudo arreglar, decidir, cortar y dis•
tribuir segun que le acomodase. Cuando llegó á tener al re-
dedor de sí cinco 6 seis hijos casados, y se les preguntó
por qué tenias aquella tienda, aquellos muebles, aquella
tierra 6 .aquellos ganados; y por qué el uno tenia mas que
los otros.... Debieron decir: porque lo quiso mi padre; y
no podian tener otra respnesta.,


Si llegó á turbárseles en sus posesiones, recurrieron pron-
tamente á su padre, y éste marchó á su defensa primero con
un palo , y despues con una espada: en lo sucesivo hicie-
ron estas mismas veces los jueces y los ejércitos.... Despues
de haber establecido las anticipaciones para el matrimonio,
fué preciso pronunciar sobre las sucesiones. Todas -estas dis-
posiciones fueron depositadas, segun los antiguos monumen-
tos, en un cofre ó arca, que fué colocado en el lugar mas
seguro de la casa paterna, de donde viene la palabra ar-
chivos.


Lo cierto es, que sin exceder los límites del derecho
natural, el fundador de cada ciudad hizo las particiones co-
mo quiso, dando á uno mas que á otro , sin otra regla que
la de su voluntad.


PRUNCTPTO XVII. De la igualdad á desigualdad de las par-
ticiones.


Los partidarios de la igualdad me detendrán aquí desde
el primer paso, pretendiendo que entre los hijos de un mis-
mo padre no es el uno mas que el otro, y que por na-
turaleza todos son iguales en derechos.


Pero si se juzga con espíritu imparcial ¿dónde se halla-
re esta isualdad? ¿Oué cosa hay igual entre los hijos? ¿Son
la edad, la estatura , las disposiciones, el mérito, los tra-
bajos 6 los talentos? ¿No es constante que el que nació pri-
mero, vino primero al socorro del padre, y le ayudó á edu-
car el resto de la familia? Si yo fuera el padre y de con-


DE LAS SOCIEDADES. 269
siguiente el juez de estos hijos, ¿deberia tratar del mismo
modo al hijo activo que al perezoso, al que hubiese hecho
grandes aumentos en el fondo comun , que al que nada bu


-


biese hecho por él; al que me sirviese cinco años, que al
que me sirviese veinte? El Autor de la naturaleza ¿me cons-
tituiría el juez de estos hijos y el dispensador de los fon-
dos comunes para trastornar todas las reglas de la justicia?...
Es evidente, como lo hemos demostrado en esta obra, que
es una locura esa igualdad de derechos destructora de to-
das las nociones, y que el Autor de la naturaleza quiso que
todo fuese desigual entre los hijos de un mismo padre, co-
rno entre los miembros de una misma sociedad. Luego debe
haber desigualdad en las particiones cuando se trata de lo
que les es debido.


¿Se fija la cuestion sobre io que no les es debido? No
habrá entónces mas que un favor, y no sé por qué éste ha
de tener otra regla que la voluntad del que le hace. Cuan-
do el Autor de la naturaleza dió al gefe de los hombres el
dominio del universo, fué por un puro favor., y no por sus
méritos. Si llego el primero á un vasto país, le poseeré -á
título de primer ocupante , y no porque le merezca; y si
trasmita mis bienes .á mis descendientes, no podrá ser en
consideracion á sus méritos, pues aun no han nacido.


El patrimonio es un favor que nos es legado por la bue-
na voluntad de nuestros padres, pero que á ninguno le es
debido por derecho de . naturaleza. No en vano se llama ya-
irimonio , porque en la propiedad natural de nuestros padres,.
proporcionada por la Providencia, 6 ganada por sus traba-
jos, es un bien suyo propio, y no el nuestra, De ahí es
que si soy yo el primer padre de una ciudad, seré perfec-
tamente señor de dar 6 reservar mis bienes , ó de hacer pre-
sente de ellos á mis hijos 6 á mis amigos, y .de dividirlos
en partes iguales ó desiguales: si doy la mitad á uno., le
hago una gracia; y si nada doy á otro, no podrá recon-
venirme.


No pretendo pues que los fundadores de las ciudades deja-
sen de tener el derecho de hacer iguales las primeras parti-
ciones, porque cada uno pudo hacer de sus bienes lo que ie
acomodó. ; pero si diré que esta igualdad de particiones fué
impracticable en los primeros tiempos. Cuando se trata de
hacer los primeros desmontes y de dar valor á una tierra,




270 PRINCIPIOS FUNDAMENTAL1?.S
son necesarios muchos abonos y ganados :... y si nuestros
padres hubieran distribuido con igualdad su sucesion, hu.
bieran muerto de hambre todos sus hijos, porque ninguno
podia hallarse en estado de hacer los primeros gastos. Era
pues preciso que por el bien del resto de la familia deja-
sen sus bienes á uno solo, lo que ordinariamente '


Wacian
cortael primer. nacido; y de aquí provino el derecho de
primogenitura, tan estimado en los primeros tiempos. Digo
ademas que esta igualdad de particiones no estuvo jamás en
el órden de la naturaleza, porque entre los hombres todo,
hasta el mérito mismo , es evidentemente desigual.


Digo por último, que no estando en el arden de la na-
•turaleza la igualdad de las particiones , ha debido producir
efectos muy funestos en todos los tiempos. Porque donde
quiera que la adoptó el fundadór se vió disminuido de tal
modo eI patrimonio de cada familia, que no tuvieron los pa-
dres subalternos lo bastante para poder vivir, para colocar á
sus hijos y para proporcionar trabajo á los extraños. Las par-
ticiones iguales, como que dejan pocos fondos á cada indivi-
duo , destruyen aquella desigualdad esencial instituida por
la naturaleza misma, que alimenta el comercio, excita la
emulacion , propone ganancias y dá movimiento al meca-
nismo del libre arbitrio,


En los paises en que se hacen iguales las particiones , to•
do viene á parar necesariamente á la pobreza, á la indolen-
cia, á la miseria y al entorpecimiento , porque todo está allí
necesariamente en inaccion y en impotencia—. Pero en los
paises en donde se hacen desiguales las particiones, por to-
das partes se deja ver la riqueza, la actividad, el esplendor
y el trabajo,- porque en todas partes se hallan-allí'


. padres de
familia opulentos que hacen trabajará los demas, anticipan-
do sus fondos á los hijos menores, que con esta ayuda, y
no teniendo pretension sobre la sucesion del padre, se de-
dican al comercio, al estudio y á todos los medios que pue-
den adelantarles por su actividad y trabajos, con los que vie-
nen casi siempre á hacerse tan ricos como los primogénitos.


Si se me preguntase cuál de estas costumbres era la mas
justa, respondería que lo eran las dos; porque el primer pro-
pietario de cada pais pudo hacer libremente de sus bienes
lo que juzgó mas conveniente. Pero si se tratase de decir cuál
era la mas antigua , la mas ventajosa, y la mas conforme


DE LAS SOCIEDADES. 271
los arreglos del Autor de la naturaleza , diría que, á pesar


del delirio inconsiderado de nuestro siglo, se explican clara-
mente en favor de la desigualdad de las particiones la ex-
periencia, la razon y la voz de la naturaleza ; y que toda
nacion que adopte la igualdad, caminará visiblemente á su
destruccion.


PRINCIPIO XVIII. De los reinos , y de las grandes sucesiones.


Si el primer ocupante de cada país pudo dividir su cam-
po como quiso, debió igualmente ser el señor de su sobera-
nía y de sus dominios; pero si las particiones iguales son da-
ñosas en la sucesion de los particulares , lo son aun mucho
mas en los reinos y en las grandes sucesiones. Esta igualdad
de muerte, que es un semillero de procesos entre particu-
lares, es entre los reyes un principio muy inagotable de guer-
ras y de disensiones , que hacen la desgracia de los pueblos
y de los soberanos. En Francia y en diversos paises se ha
hecho la triste experiencia de esta verdad. " La filosofía (di-


M. Bonnald) os probará por todos sus raciocinios que
1, los hijos deben hacer particiones iguales ; pero la natura-
', loza hará ver por grandes inconvenientes y por grandes
",desgracias que no debe hacerse así."'


Los fundadores de los pueblos desecharon generalmente
esas particiones iguales , evidentemente reprobadas por la na-
turaleza. Los patriarcas, dejando al primogénito el gobierno
de la casa paterna, daban á sus hijos menores hombres y ga-
wdos para ir á fundar á otra parte nuevas ciudades; y por
poco espíritu marcial que tuviesen estos en los pueblos pri-
mitivos, el padre les proveía de barcos, y les enviaba á for-
mar estabech,nientos á otros paises. Mientras que hubo gran-
des terrenos libres, proporcionaban los soberanos á sus hijos
menores medios para hacer conquistas. Cuando estuvo pobla-
da la tierra, les dieron dominios en su reino; pero casi nun-
ca dejaron la soberanía sino á uno solo. Lejos de subdivi-
dir sus estados, los pequeños soberanos, como los gefes de los
Francos que ocupaban en los principios un corto terreno , to-
maron el sabio partido de reunirse para formar grandes rei-
nos ; pero los que como los Merovisenses tuvieron la desgra-
cia de consentir en la . igualdad- , instruidos por una expe-
riencia sostenida de los males incalculables que resultaban de




PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
ella, llegaron á renunciarla, declarando irrevocablemente por
el órgano de sus sucesores, que en lo sucesivo sería indivisible
su corona. Desde entonces, despues de la muerte del padre,
todo permanecía en el mismo estado que cuando él viaja.
Cada pueblo formaba una gran familia, un solo rebaño con-
ducido por un solo pastor : un solo cuerpo civil, que formó
un gobierno mas fuerte, mas libre y mas vigoroso en todos
sentidos.


En el origen, el fundador de cada ciudad fue pues muy
dueño de dividir su pais como quiso; y en los principios, que
aun no bebían sido rotas y desmontadas las tierras, fue pre-
ciso dividirlas. Dejando su habitacion al primogénito, con
todas las posesiones ya cultivadas, señaló á cada uno de sus
hijos menores una porcion de pais para desmontarlo; lo que
procuró á cada uno de ellos vastos dominios , de los que se
hicieron soberanos : y de ahí es , que entre los pueblos na-
cientes (como dice Tácito) habia tantos pequeños soberanos
como lugares : Quot pagos, tot fere duces.


Pero aunque todos fuesen soberanos, no debe creerse que
todos fuesen iguales entre sí : r.° porque es evidente que el
padre primitivo, mientras que vivió, no fue igual á sus
jos, ni aun como se ha querido decir: Primus inter pares,
porque tenia autoridad universal sobre todos ellos: 2 ° por-
que es igualmente manifiesto que aquel á quien dejaba el
padre despues de su muerte su casa con sus tierras y si§
autoridad universal, tampoco era igual á sus hermanos.


Asi que, cuando llegó á estar poblada la Germania, y
los bofes de los Francos tomaron el sabio partido de reunirse
bajo de uno solo , para hacer cesar las disensiones perpetuas
que reinaban entre ellos , la soberanía fue adjudicada á Pha-
ramond, hijo de Marcotniro, que segun la historia era e e
gefe principal. Lo que se hizo en la Germania debió ha-
cerse segun el simple buen sentido en todos los paises y
todos los pueblos nacientes, aun los mas salvages. Cuando se
descubrió la América se hallaron ya emperadores sobre los
caciques en Méjico, en el Perú y en la Virginia. ;Y po-
drá creerse que esta subordinacion fue establecida por elec-
ciones arbitrarias? No, sin duda. Cuando estos paises- se
adelantaron en poblacion, los gefes adjudicaron el imperio
al principal de entre ellos, como sucedió en Franconia. En
nuestro delirio de igualdad se ha tratado de disfrazar estas


DE LAS SOCIEDADES. 27$
elecciones primitivas , como si fuesen elecciones popula'res..


Aun en nuestros dias , cuando se trata de emprender una
guerra, los gefes de los salvages eligen peor su general el


y le sujetan á veces á prue-mas valiente de entre ellos,
Las muy duras antes de admitirle : y no es de admirar, por-
que para mandar en la guerra , ademas del nacimiento , son
necesarios los talentos: Duces ex virtute (dice Tkíto). Pe-
ro esta eleccion de un general no trastorna jamas aun en-
tre ellos la regia de la sucesion , que la fijó Dios siempre
en el orden del nacimiento.


Aun en nuestros días , generalmente hablando, podriau
dividirse los grandes reinos en muchos principados ; pero es
infinitamente mas sabio adjudicar la soberanía á uno solo, co-
mo lo hicieron los gefes de los Francos, y como lo han he-
cho duques , y todos los pequeños soberanos vecinos de
los grandes reinos. Lo que decimos de los reinos debe enten-
derse tambien de los grandes dominios en general.


Pueden los soberanos en nuestros dias mas facilmente que
en el origen dividir sus poderes y repartirlos en muchas cá-
maras; y aun pueden pasarlos á diputados del pueblo y con-
sentir en la creacion de una república. Son muy dueños de
poderlo hacer; y mien:ras que la familia reinante no reclama,
todas estas constituciones pueden hacerse muy legítimas. Pero
por legítimas que sean , es preciso que convengamos . , á pesar
nuestro, en que son siempre esencialmente borrascosas , porque
se dividen los poderes soberanos y hay un defecto de equilibrio.


En nuestros dias sobre todo que se bailan formados los
pueblos , pueden los soberanos actuales por derecho de los
fundadores, dividir sus poderes como quieran, pasarlos á va-
rones ó á hembras, á diputados de los pueblos ó de los gran-
des, y constituir de mil modos diferentes, segun su volun-
tad. Pues mientre3 que sus herederos no reclaman , todas es-
tas constituciones pueden ser muy legítimas supuesto el con-
sentimiento de los antiguos soberanos; pero entre todas las
constituciones que existen en el inundo, deberemos confesar,


pesar nuestro, que la del fundador de los Francos que ad-
judicó la soberanía al varon mas próximo en el órden de la
sangre sin division alguna de poderes , es la mas sábia, la me-
jor, la mas pacífica y la mejor contrapesada, porque estando el
poder legislativo todo entero de una parte , se halla el pue-
blo todo entero de parte de la resistencia.


Torra. III M M




274 PRINCIPIOS FONDAMENTALES
Por último, los que aun estan imbuidos de las preocupa-


dones modernas, pueden consultar todas las historias de los
pueblos primitivos , y los numerosos autores que hemos cita-
do en la obra y han escrito del origen de las ciudades: en-
tretanto podemos anticiparnos á certificarles, que no hallarán
el menor vestigio de dispersiones, de pactos sociales, de igual
dad primitiva , ni de todos esos sueños que han trastornado
el mundo y han hecho correr arroyos de sangre. Al contrario,
por todas partes verán al padre primitivo de cada pueblo
fundando su ciudad, haciendo particiones en extremo des-
iguales, y dejando su casa con su soberanía á uno solo de
sus hijos.


V. a VARIACIONES DE LAS CIUDADES.


PRucielo Conciliacion ele los buenos autores.


Como muchos de los buenos autores, y aun Bossuet , ha-
blan algunas veces de estado , de anarquía, de convenciones,
y de pueblos que se han dado soberanos ¿podrá su autori-
dad estar en oposicion con nuestras doctrinas ?.... De ningun
modo: y M aquí las nociones que lo aclaran y lo ponen to-
do de acuerdo.


i.° Una reunion de hombres sin padres, sin madres, sin
jefes y sin autoridades preexistentes , es una extrava-
gancia tal , que no podrá concebirse cuando llegue á refle-
xionarse cómo pudo ser admitida jamas. Sin embargo esto es
lo que entienden los revolucionarios por la palabra pueblo, y
lo que es preciso absolutamente que entiendan en su sistema.
Porque si admitiesen autoridades preexistentes serían los
hombres desiguales , y entonces vendría la soberanía de las
convenciones de los padres y no de los hijos, de los gefes, y
no de los pueblos.. Asi es como entienden la palabra pueblo
los autores que hemos citado. Se ven siempre con sus padres,
sus gefes y sus autoridades, de modo que en las asambleas
son los gefes los que confieren la autoridad, y no la absurda
universalidad de los individuos..


2.° Si debe prestarse atencion á la palabra pueblo, no merece
menos la de padre de familia y de hijos. Noe fue padre de
familia desde que lo fue de sus tres hijos Sean, Chane y Ja-


DE LAS SOCIEDADES. 27a
phet. Lo era tambien cuando se dispersaron sus descendientes.
Pero esta gran familia al tiempo de la dispersion no era una
simple familia , sino un eran pueblo que se subdividió en
muchos pueblos gobernado cada uno por su padre universal
Cuando los buenos autores dicen que en el origen vivian los
hombres en familia bajo la autoridad de su padre , no debe
creerse que hablan de un padre particular ni de una simple
familia ; sino de un pueblo , una tribu ó una sociedad entera
gobernada por su gefe universal ; de modo que en las asam-
bleas subsiguientes son estos grandes gefes los que deliberan
y confieren la soberanía, y no la universalidad de los padres.


3.° Cuando nos dicen los viageros que en los paises sal-
vajes han hallado familias independientes, es preciso procu-
rar entender bien esta palabra independiente. En todos los
paises nuevamente ocupados , las diversas familias separadas
por bosques y desiertos fueron mucho tiempo independientes
las unas de las otras, como la familia de Abrahanz lo fue de
la de .Escol y de Alambré; y esto es lo que entienden los
autores de que hemos hablado cuando hacen mencion de la
independencia primitiva. Los gafes eran independientes los
unos de los otros, pero no lo era cada tribu de su gefe , ni
hubo tiempo en que los inferiores estuviesen en mayor depen-
dencia que en éste.


4.° Por la palabra anarquía se puede entender tambien
lana anarquía completa y una anarquía incompleta. La anar-
quía completa es aquella en la que los hombres son absoluta-
mente iguales y viven sin gefes y sin autoridades: y de este
modo entienden los revolucionarios su estado primitivo. La
anarquía incompleta es aquella en la que los gafes estan divi-
didos entre sí. Esto es precisamente lo que sucedió en el ori-
gen cuando empezaron á acercarse los pueblos de cada pais
entre sí por su poblacion. Todos estos pequeños gefes inde-
pendientes se hicieron guerras crueles hasta que fatigados de
sus divisiones, tomaron el partido de hacer alianza para for-
mar una aristocracia, 6 de someterse al principal de entre ellos
para establecer una gran monarquía. Y cuando los buencs
autores hablan de este estado primitivo, quieren indicar una
anarquía incompleta, y no una anarquía absoluta.


5.° La palabra convencion puede entenderse tambien de
dos modos , á saber : 6 la asamblea universal del pueblo, 6
solo la asamblea de los efes Cuando se trató de reunirse losgefes.




• •


M M :




0.76 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
diferentes gefes para hacer cesar las guerras que les desolaban,
convinieron en juntarse con los principales de cada nacion
para examinar cual era el primera de entre ellos y someterse
á él. De este modo se juntaron los gefes de los Francos para
proclamar á Pharamond hijo de Marcomiro su principal ge-
fe : y de este modo entienden nuestros autores la palabra con.
vendan ; esto es, la asamblea general de los principales. gefes
y de los principales señores de! pais. Asambleas universales de
hombres iguales , como pretenden los revolucionarios , es un
absurdo que no tiene nombre, y cuya imposibilidad hemos de-
mostrado claramente.


Bien explicadas y entendidas estas nociones, es claro que
cuando dice B'ssuet en su 5. 1 advertencia. n.° 49: que antes/.
de las grandes reuniones. las familias mal gobernadas y poco,
seguras tomaron el partido de reunirse , no habla de hombres
iguales, porque estas familias suponen gefes preexistentes que
las gobernaban mal. Cuando en su Política sagrada, prop. 4.1
dice que hubo soberanos establecidos por el consentimiento
de los pueblos , tampoco habla de hombres iguales , porque
antes de Deyazes tuvieron los Mechas grandes soberanos : y
entre los judíos el acta de la nominacion de Simon Macabeo
fue formada en , nombre de los sacerdotes de todo el pueblo,
de los jueces y de los magistrados.


Bossuet , Fenelon , R,dlin, el padre . Bertier , y todos
los buenos autores en general , cuando hablan de los pueblos,
los hacen marchar , juntarse y deliberar bajo la conducta de
sus geles. Cualesquiera que sean los. pueblos , las épocas , los
tiempos y los paises , errantes 6 salvages. , bárbaros 6
zados, los gefes existían. antes de todas las guerras, todas las.
disensiones, las elecciones y las revoluciones. De consiguiente•
son los gefes preexistentes los que confieren la autoridad en.
todos los casos; y esto es lo que precisamente decimos nosotros..


VI. 1 SOBRE LOS SOBERANOS ACTUALES.


Pniaciato XX. 01,ndo de la autoridad . pweriza..


El nombre de padre , este título augusto tan poco respeta-
do en. nuestros dias por los padres mismos , que solo quieren
ser los. amigos de sus hijos, fue. en su principio el mas gran-1


cae


DE LAS SOCIEDADES.
177


, el mas bello y el mas respetuoso de todos los nombres.
Comprende en sí todas las ideas de autoridad , de poder , de
sabiduría y de providencia. Es en compendio el cuadro de
todos los atributos del Ser supremo. Llamando á Dios nues-
tro padre, lo decimos todo Aplicando al hombre esta pa-
labra , explicamos por ella un autor, un juez, un bienhe-
chor, un vengador y un protector. Aunque se halle éste solo,
se vé en él desde luego un patriarca , un duque, un Rey,
len monarca ó un legislador que tiene la autoridad por na-
turaleza, y que podrá disponer con el tiempo de un pueblo,
del cetro y de la corona.






Una madre es el corazon de la familia. Es el nombre tier-
no que le dá el sentimiento, y el que la conviene por la
realidad de sus funciones. Está en el centro como el corazon
físico, y vienen á terminar en ella todos los afectos. Corno á
compañera querida la confin el padre sus hijos hasta que lle-
gan á estado de poderle seguir. ¡Con qué terneza no corres-
ponde á esta prueba de confianza' Hasta que llegan á
formarse ella es la que los conduce, la que los mantiene y ali-
menta con su substancia; la que los di leche cuando han na-
cido, los abriga en su seno y los protege aun contra los ri-
gores del padre. Cualesquiera que sean las funciones del gefe
y de los miembros , todos la rodean por inclinacion despues
de sus trabajos




Quitad la madre de una familia , y podcis
decir que la arrancais. el corazon. Si llega á morir, en vano
busca el padre otra madre para sus hijos..


Si la madre es el corazon de la familia , el padre es la
cabeza. Por eso cuando la naturaleza di6 á la madre aquel aire
de dulzura que atrae, fijó* en el padre aquella actitud de ma-
gestad que protege, y aquel aire de fiereza que espanta á los
enemigos. Cuando el padre dá el grito de la guerra, hierve
en las venas de todos la sangre paterna, y se comunica á to-
dos los corazones un. fuego marcial.... Se marcha, se combate
y se triunfa bajo las órdenes del padre , para ir á deponer
despues en el seno de la madre los despojos del enemigo..


-


Cuando el padre dá la señal para marchar,, todo se con-
mueve. Donde quiere fijarse , todo se detiene, y allí está la
patria


Si la madre ha dejado usurpar su autoridad, una
mirada del padre hasta para hacer que entre todo en el drden.


Cuanto nos viene de los padres, su nombre , sus tierras,
Sus muebles y todo lo que les ha servido, nos inspira un pro-




*7a PIUNCIPIOS k'UNDAMENTALES
fundo respeto y nos recuerda ciertos sentimientos, que ,
puede alguna vez disminuirlos el tiempo, no es posible resis-
tirse á ellos jamas .... Todos los que son constituidos por ellos
para reemplazarlos llevan consigo un carácter de magestad
que podrá debilitar el error , pero que no le destruirá. Apesar
de la preocupacion destructora de una falsa filosofía , cuando
la mano parricida cortó la cabeza de Cárlos I en Inglaterra,
y la de Luis XVI en Francia , se estremeció todo el cuerpo
de la nacion; y en el momento que se (lió el golpe fatal sin-
tió todo el pueblo que se le cortaba su propia cabeza.


La naturaleza nos grita á pesar nuestro que reside en los
reyes la plenitud de la autoridad , y que el malvado que
les da la muerte, es el mas detestable de todos los parricidas.
Sean cuantos quieran los principios falsos que formen el cora-
zon del hombre, á la presencia del soberano callará la preo-
cupacion, se bajarán los ojos con respeto, y se conmoverán
las entrañas con su solo nombre. La relacion de sus desgra-
cias enternecerá, correrán las lágrimas involuntariamente , y
se sentirán movimientos que no se experimentan por los
iguales.


De aquí aquella veneracion que dieron los pueblos primiti-,
vos á sus reyes hasta idolatrarles; y de aquí aquellos sentimien-
tos invencibles de amor, de sunzirion, de respeto, de reconoci-
nziento, de valor y de afecto, que inspira en los súbditos
el nombre solo de soberano. ; Cuál es la causa secreta de
todos estos movimientos ? La presencia de la paternidad
universal, que reside exclusivamente en ellos, y residirá has-
ta la consumacion de los siglos. Este derecho esencial de
paternidad suprema emanado de los gefes naturales, es el
que constituye la naturaleza de la soberanía , y el que dis-
tingue el poder verdadero del que no lo es, y la autori-
dad real de la facticia ó ilusoria.


¿Qué diferencia hay entre un soberano legítimo y un
usurpador ? Que el uno tiene en sus manos la paternidad
universal , y el otro no. ;Cuándo el usurpador se hace
soberano? Cuando le es transmitida la paternidad univer-
sal por la voluntad legislativa del fundador.


Los pueblos estuvieron penetrados de respeto y veneracion
por sus soberanos mientras que la autoridad estuvo cerca de sa
origen , ó no se perdió de vista que el primer soberano de cada
pueblo fue su padre universal, y que sus sucesores estaban


DE LAS SOCIEDADES.
279.


investidos de su paternidad. ¿Cuándo se perdió esta venera -
clon? A medida que los hombres se alejaron de su gefe uni-
versal , pues los padres y los hijos , los pueblos y los so-
beranos mismos, llegaron insensiblemente á olvidar el prin-
cipio comun de donde han dimanado todas las autoridades
humanas. Desde que se pervirtió la opinion , se desvaneció
el respeto, y quedaron los gobiernos sin consistencia. Vol-
vamos á la naturaleza. Enseñemos á nuestros hijos que hay
una distincion que nos pone sobre ellos. No les dejemos ol-
vidar jamas que no son nuestros amigos ni nuestros igua-
les; y que los sentimientos que nos deben son los mismos
que debemos nosotros á nuestros superiores : el amor , el res-
peto y la obediencia. Proscribamos rigorosamente entre ellos
y nosotros todos estos términos de familiaridad que desna-
turalizan sus sentimientos , y destruyen las desigualdades
esenciales que constituyen la subordinacion entre los hombres.


Inspiremos á nuestros hijos el respeto que deben á nues-
tra autoridad: enseñémosles con el ejemplo á medir la dis-
tancia inmensa que hay de nosotros á nuestros soberanos : no
olvidemos que,, cualquiera que sea el gobierno en que viva-
mos , monárquico, aristocrático, mixto ó republicano, sus
gefes no son nuestros representantes , sino los representantes
del padre primitivo, investidos de la autoridad universal,
la mayor en el mundo despees de la de Dios: ocupemos
cada uno su rango, y hagamos cesar para siempre esta afren-
tosa igualdad que nos ha perdido, y sin lo que no es po-
sible que lleguen á restablecerse los gobiernos..


P 'y CIP! o XX I. Olvido de la patria..


Ia patria en su propia significacion es el pais donde
descansan las cenizas de nuestros padres ; donde se hallan
las tierras y los bienes que ellos nos dejaron por sus cui-
dados ó trabajos; 6 bien el lugar en donde residen aun nues-
tros padres , nuestras madres , nuestros hermanos , y de con-
siguiente todo lo mas apreciable para nosotros en el mun-
do. Esta es la razon porque fue siempre tan dulce el nom-
bre de patria, y por qué en todos tiempos el recuerdo so-
lo de ella hace verter lágrimas. Esta palabra se deriba tan
esencialmente de pacer, como la palabra autoridad de autor.
Es un pais la patria cn donde tenemos un padre que nos




980 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
fue coman á todos. En este sentido llaman los hombres al
cielo su patria, porque reside en él su padre universal: en
este sentido llamamos patria al gobierno en que nacemos,
porque los que gobiernan en él son los representantes de
nuestro padre coman; y en este sentido llamamos nuestra
patria al lugar en que hemos sido educados con nuestros
hermanos , porque creemos tener allí un p.:dre coman d
todos.


Si el soberano que está á nuestra cabeza es el represen-
tante de nuestro gefe universal, investido de sus derechos
y de todos sus poderes , sea el que quiera el gobierno en
que vivamos , seremos todos hermanos; nuestro gefe supre-
mo será nuestro padre, y todo el pais que él gobierna se-
rá nuestra patria.... Esta sola palabra patria, tomada en su
verdadero sentido, basta para encender en el corazon de
todos el fuego sagrado de las virtudes. Si considerándose al
soberano como el padre universal de sus súbditos, se recuer-
da el amor , el respeto, la sumision y todos los sacrificios
que puede exigir de ellos, esta misma idea le pone á la
vista todos sus deberes para que los mire como á hijos, los
proteja, los defienda, y vierta por ellos, si es necesario, has-
ta la última gota de sangre.


Si ven los súbditos en su soberano la autoridad de un
padre universal, esta sola idea les hace sentir efectivamen-
te todos los derechas que tienen á sus cuidados , á su vigi-
lancia, á su proteccion y á su amor, pero al propio tiem-
po les recuerda todas sus obligaciones de amarle, de res-
petarle y obedecerle. 41'


Por eso entre los Romanos que veían en su senado una
asamblea de padres conscriptos investidos con la autoridad
suprema de Rómulo y de sus primeros reyes, tuvo tanta
fuerza este nombre de patria, que obligó á hacer á sus
gefes y á sus soldados tantos actos de valor , que serán ad-
mirados en todos los siglos.


Si se saca de su lugar el origen de las autorida des;
los que gobiernan no son en la opinion pública mas que
nuestros hermanos y nuestras iguales, ó las encargados de
maestros iguales; y si por la perversidad de la opinion
se hallan á nuestros ojos investidos de otros derechos que de
l os de nuestros hermanos, ¿ donde estará ent6nces fa Patria?
¿Qué será de esta palabra sagrada y de todas las ideas su-


DE LAS SOCIEDADES. 281
Mimes que comprende? ;Qué autoridad tiene un hermano
sobre otro? ¿Qué se deben los hermanos entre sí ? Amistad,
y nada mas. Aun para hallar las relaciones de fraternidad
es preciso subir á un padre universal, sin lo cual serían nu-
los estos vínculos.


¿Con qué título exigiré yo que un hermano se sacrifi-
que por mí y pierda su sangre por conservar mi vida? ¿ Me
la ha dado él ?... ¿Y con qué derecho este soberano, si no
es mas que mi hermano, exigirá que haga yo por él los
mismos sacrificios? ¿Le debo yo la existencia ?... ¿ Por qué
ha de exigir de mí sutnision , respeto y subordinacion?
¿Desde cuándo los iguales deben estar subordinados entre sí ?


Segun esta idea, absurda á la verdad , un gobierno no
será otra cosa que la agregacion de séres extraños unos para
otros, que se unen por pasion, y no tienen otro vínculo
social que el interés, ni otra autoridad que la fuerza. Si
en este gobierno el término impostor de fraternidad pro-
duce alguna accion brillante, será el fuego del delirio, el
golpe del terror, 6 el aguijón del interés, pues no puede
tener otra solidéz, porque nace , cambia, 6 se destruye con
la pasion que le produjo. Si en esta sociedad la palabra
Patria inspira alguna vez ideas felices, será porque es im-
posible sofocar enteramente á la naturaleza ; porque se hace
sentir ésta siempre, á pesar de la violencia de las preocupa-
ciones' y de la perversidad de la opinion, y porque nos
grita la misma incesantemente que nuestros soberanos son
nuestros padres y no nuestros hermanos, que se hallan in-
vestidos de la autoridad de nuestros gefes.


El extravío de la verdad en un solo punto le causa en
todos los otros, porque los principios están encadenados to-
dos entre sí. Por eso la falsa filosofía que ha mudado el lu-
gar en que reside el origen de las autoridades , ha cambiado
todas las ideas, destruido el amor de la Patria, y deseca-
do la raiz de todas las virtudes civiles y morales en el fon-
de de los corazones. Si hubiese un país en que los herma-
nos 6 iguales no reconociesen un padre coman, debería lla-
marse fratria, y no pdtria , ó mas bien ésta suposicion
misma sería un absurdo, porque donde no hay padre coman
no hay fraternidad universal.


Si los que nos gobiernan fuesen nuestros hermanos, y no
tuviesen sobre nosotros mas poderes que los fraternos é igua-
Tom. 111.




PRINCIPIOS rUN'Dá3lENTILES
les, que pudiéramos comunicarles únicamente en nuestras coa-
venciones, no habría Patria desde este momento, y todas
las ideas sublimes que inspira su palabra, serían un humo
vano que se desvanecería en los aires.


Por fortuna no existe este sistema absurdo. Córrase to-
do el universo; pregúntese á todos los pueblos , aun los mas
bárbaros , y se encontrarán por todas partes las mismas ideas
sobre la Patria; y por todas partes se verá que el gobier-
no civil fué constituido por el padre comun mas de qui-
nientos años antes de la formacion de los pueblos. Ni aun
en sentir de los adversarios puede hallarse el menor vesti-
gio de las convenciones populares en los monumentos de los
hombres. Nulla de iis litterarunt monumento extant (dice
Pujendorf.)


PRINCIPIO XXII. OZ y icZó de todas las autoridades.


Pues que no hubo jamas en el cielo ni en la tierra otra
autoridad que la autoridad paterna: ex cuo onznis pacer-
mitas in ccelo et in terra nominatur, , es evidente que ol-
vidando lo que es la autoridad paterna, hemos olvidado lo
que debemos á todas las autoridades<


I. ¿Por qué los hijos deben tanto respeto á su padre y á
su madre: honrards d tu padre y d tu madre? Porque
les deben todas las penas, todos los cuidados y todos los
gastos de su educacion ; porque el padre principalmente,
como dice Aristoteles, es el principio y el autor de su
vida, y porque sin su cooperacion no existirían: pater auctor
est existendi. De aquí viene, como dice Bossuet, la pala-
bra autoridad: y de aquí todos los sentimientos de amor,
sumision , respeto y reconocimiento. Esto es de lo que no
se dudaba antes, lo que hacia la bella subordinacíon de las
familias, lo que se enseñaba en todos los libros de moral,
y lo que hemos restablecido en nuestra obra del mejor mo-
do que nos ha sido posible , por la detinicion general de las
autoridades. Pero hoy que no se sabe lo que es la auto-
ridad; que los hijos no creen que los autores de sus dios
tienen un verdadero derecho de autoridad sobre ellos; hoy
sobre todo que los padres y las madres se honran con que
les llamen de tú sus hijos, se ven envilecidos, menospreciados
y abandonados en su vejéz, y no pocas veces Maltratados;


DE LAS SOCIEDADES. 283
consecuencia necesaria del olvido de la autoridad paterna y
de los derechos que son inherentes á ello.


II. ¿Por qué cada pueblo debe tanto respeto á su señor?
Porque este señor es el representante del padre primitivo;
de aquel de quien habían descendido todos los habitantes;
de aquel que fué el padre comun de todos los padres, y
el autor de todo lo que existe: pater auctor est existendi.
He aquí la idea que se tenia antes de los señores. Se les
miraba como investidos de la grande paternidad de los pa-
dres primitivos de cada pueblo. De donde ha venido la gran
veneracion que se tenia por e:los ; y ésta es la distincion
real que hemos restablecido en nuestra cuestion sobre la
nobleza. Pero hoy que se ha perdido de vista la idea de
la gran paternidad de los señores; hoy que no es mirada
la nobleza sino como una cualidad accidental , adquirida
por las armas, 6 como una casta privilegiada, admitida li-
bremente por los pueblos, los nobles se han visto envile-
cidos, menospreciados , despojados, proscritos y asesinados.
Se ha hecho de ellos , y se hace aun en todos los paises
revolucionados, una hoguera espantosa: consecuencia necesaria
del olvido de la autoridad patricia y de los derechos in-
herentes al título de padre.


III. ¿Por qué cada pueblo 6 cada tribu, aunque sea salvage,
debe un respeto tan profundo á su gefe soberano? Porque se
halla investido de la paternidad universal de aquel que fué
el padre universal de todos los padres; de aquel á quien
el pueblo entero debe su existencia: pater auctor est exis-
tendí. Esta es la paternidad soberana que colocó Dios con
sus propias manos en el padre primitivo de cada pueblo,
con facultad de transmitirla á sus sucesores. Si deja de ad-
mitirse esta transmision, nada será el soberano actual, ni
podrá concebirse cómo Romulo tenia autoridad sobre los va-
gamundos que le seguían ; cómo un soberano tiene derechos
sobre los extrangeros que vienen á establecerse en su i tnpe-
rio ; ni cómo un obispo en lo espiritual tiene autoridad so-
bre los que vienen á fijarse en su diócesis. Admítase al con-
trario esta transnzision, y se conocerá fácilmente como la
autoridad de san Pedro se transmite á todos los papas , la
de los Apóstoles á todos los obispos, la de los padres pri-
mitivos á todos sus sucesores, y la de un soberano á otro
soberano.


IVN •




284 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Es pues cierto, como dice Grocio, que el heredero posee


todos los derechos del primer propietario, pues que hace con
él una misma persona : certi est juris. Es cierto que si la pa-
ternidad soberana residió en el padre primitivo, reside igual-
mente en su sucesor actual ; que cuando éste es legítimo,
se halla investido como él de su paternidad suprema, de to-
dos sus derechos y de todos sus poderes ; y que es como él
para con sus súbditos el representante de Dios sobre la tier-
ra He aquí las grandes ideas que tenian los pueblos primi-
tivos de sus soberanos ; las que nos dió Dios en la Escritura;
la que nos dió el mismo Jesucristo en sus parábolas , bajo la
figura de un padre de familias ó de un gran Rey; y la que
se conservó siempre mientras que el espíritu público no se
pervirtió.


Pero hoy que los mayores monarcas no son mas que los
representantes de una gran nacion de la que reciben sus po-
deres ; luego que han sido admitidas éstas ideas tan falsas
como imposibles , hemos visto envilecidos á los soberanos,
menospreciados, despojados, asesinados y tratados como mi-
serables encargados de los pueblos: consecuencia necesaria del
olvido de la paternidad soberana y de la magestad que es
inseparable de ella.


IV. En lin i por qué los pueblos de la tierra deben al
Todo-poderoso la mas profunda veneracion? Porque es el
Padre supremo de todos los soberanos, el Autor , el Criador
y el Conservador de todo lo que existe: Pater auctor est
existendi: porque (como dice Jesucristo en el evangelio) pue-
de como Autor supremo perder al alma y al cuerpo y pre-
cipitarlas para siempre en las llamas eternas si llega á fal-
társele: tinzete eu'n qui potest et corpus et animara perde-
dere in gelzennarn.


Y ; por qué se debe tanta veneracion al sacerdocio?.....
Porque está investido de una verdadera paternidad divina
que dió á sus apóstoles Dios con la facultad de transmitir-
la á sus sucesores: lié aquí lo que se pensaba antes de los
pontífices y de los sacerdotes. Se les miró siempre como el
primer órden del estado; y estas son las grandes ideas que
Dios nos dió en la Escritura ; las que nos repitió Jesucristo en
el Evangelio, y las que hemos restablecido en nuestra obra
del mejor modo posible. Son en el órden sobrenatural su-
periores á todas las autoridades humanas. Pero hoy que no se


DE LAS SOCIEDADES. 285
sabe lo que es una autoridad, podremos preguntar: ;qué es'
un sacerdote ? un vil mercenario , asalariado por los pueblos,
tratado con el último desprecio, despojado, desterrado y ase-
sinado con la mayor barbárie. Consecuencia necesaria del ol-
vido de la paternidad divina y de todos sus derechos. El
olvido fatal de estas autoridades, origen emponzoñado de to-
das nuestras desgracias.


PRUNCIPTO XXIII. Medio de restablecer las autoridades.


Se nos dirá con los revolucionarios, que toca á los sacer-
dotes mantener estas grandes ideas en el espíritu de los pue-
blos!


Pero sin detenernos en el menosprecio culpable que
se dá en nuestros días á esta palabra sacerdote, preguntare-
mos á los revolucionarios si son los sacerdotes los que han
atraído en todos tiempos sobre la tierra las aguas del dilu-
vio, el fuego del cielo sobre las ciudades de Sodoma y Go-
morra , y los desórdenes de la idolatría sobre el universo ; y
si no fueron mas bien ellos los que empeñaron siempre á los
hombres á prevenir la cólera del Todo-poderoso.... Les pre-
guntarémos si en nuestras últimas desgracias fueron los sa-
cerdotes los que corrompieron la sana doctrina, compusieron
la Encyclopedia, inundaron el mundo de principios falsos, y
vomitaron por todos los paises el veneno revolucionario ; si
son ellos los que enseñaron que la soberanía es un bien na-
cional; que los puebles se han dado soberanos , y que la
insurreccion es el mas santa de todos los deberes__ O si
por el contrario , los sacerdotes han dejado de clamar hace
siglos contra la falsa filosofía, de oponerse á sus estragos y
predecir que estas doctrinas pestíferas acabarían por destruir
los tronos y íos altares....


Les preguntaremos si en el tiempo de la revolucion fue-
ron los sacerdotes los que derribaron las iglesias , profanaron
los santuarios, despojaron la religion , vendieron los inmen-
sos dominios de las fundaciones públicas, y degollaron á los
soberanos y á los nobles.


Les preguntaremos con nuestros augustos soberanos que
lloran el estado miserable actual del sacerdocio ; si despues
de la revolucion son los sacerdotes los que se han reducido
á sí mismos á este estado lastimoso.


Toca d los sacerdotes instruir!
Lo sabemos bien. Pero




e


286 PRINCIPIOS TUNDKINIENTALES
en todos los tiempos la instruccion ha sido el azote terrible
de las pasiones, enseñando al hombre que tendrá recompen-
sas si las doma, y castigos si no lo hace. Si nunca se ha que-
rido esta instruccion ni aun se quiere en nuestros Bias : si ha-
ce siglos que los sacerdotes levantan su voz contra la falsa
filosofía anunciando sus terribles consecuencias ¿será culpa de
los sacerdotes que , en lugar de comprimir las falsas doctri-
nas , se las haya favorecido?


Toca d los sacerdotes mantener las grandes ideas de
subordinacion!... Pero si en todos los tiempos han detestado
las pasiones /a subordinacion: si en todos tiempos estos mons-
truos fogosos han pedido la libertad de saquear y de des-
truir si nunca han recibido el freno sino con repugna ncia:
si han procurado siempre sacudir el yugo de las autoridades
divinas y humanas , y á pesar de la oposicion de los sa-
cerdotes se les ha concedido esta terrible libertad ¿ será por
culpa del sacerdocio ?


Toca d los sacerdotes restablecer la bella subordinacion
de las autoridades !... Es verdad. Pero hace treinta años que
no se quiere oir hablar de subordinacion. Se quiere todavía que
para ser libres se coloque el número y el mérito sobre las
autoridades, los hijos sobre los padres, los súbditos sobre
los soberanos, los diocesanos sobre los obispos, y los fie-
les sobre los pastores. Ya nadie entiende lo que significa la
palabra autoridad, y se la quiere hacer venir de los in-
feriores. Cuando se habla del padre soberano del pueblo y
de su paternidad soberana, se conmueven los hombres, y se
tapan los oidos.


Toca ci los sacerdotes restablecer la bella subordina-
cion de las autoridades! Pero creemos que queda estable-
cida. Léase nuestra obra: ¿'qué decimos en ella ?... Véase aquí
en dos palabras: hemos establecido que no son los pueblos,
sino Dios mismo, quien creó todas las autoridades divi-
nas y humanas; que él mismo eligió sus primeros minis-
tros , los apóstoles de una parte, y los padres de la otra:
él, quien despues de haber establecido la mas magnífica ge-
rarquía en el orden sobrenatural entre los obispos y sacer-
dotes , quiso aun arreglar en el orden de la naturaleza
das las autoridades humanas, colocando las unas bajo de
las otras ; él, quien subordinó con su propia mano por la su-
cesion sola de las paternidades y del nacimiento los hijos


DE LAS socr•nADEs. 287
tí sus padres, los padres subalternos d sus señores,y los
señores á su padre soberano : subordinacion que todos los
decretos de los hombres no destruirán jamas : él mismo quien
por su propia mano colocó el mérito bajo de las autorida-
des ; quien quiso que en cada gobierno el soberano á la ca-
beza de su gran familia , y el padre subalterno á la ca-
beza de su casa, estuviesen sobre los talentos para castigar
sus abusos, y recompensar el buen uso que se hiciese de
ellos : él fue quien con prevision condenó en la Escritura
todas las insurrecciones y todas las revoluciones : él, quien
con una mano poderosa se apodera de los usurpadores, y
-los arroja sobre las rocas lejanas para que perezcan entre
ellas ; y él por último es quien desde lo alto de su trono
inaccesible amenaza á los temerarios que tengan la osadía de
llamar sus representantes á los representantes de los pue-
blos , y quien prohibe tocar á los que le representan bajo
la pena de condenacion eterna. Qui faciunt ipsi sibi dant-
nationem acquirunt.


Véase aquí la bella subordinacion que hemos restable-
cido en nuestra obra del mejor modo que nos ha sido po-
sible; y lo hemos probado por la Escritura , por la tra-
dicion , por la historia, y por todos los monumentos.


Pero como esta subordinacion de paternidades no se con-
forma con las ideas modernas, nuestros enemigos, convencí-
dos de la imposibilidad de contradecir las pruebas, han tra-
tado, como ya lo hemos dicho , de sofocar la obra en su
nacimiento.


Volveremos á levantar la voz para volver á preguntar
si son los sacerdotes de quienes puede sospecharse semejan-
te opresion


Yo sé que no; porque lejos de impedir la
propagacion de las buenas obras, miran siempre á los que
se oponen :á ello Como fautores de los revolucionarios, y
corno los enemigos mas pronunciados de sus soberanos. Sa-ben muy bien que mientras que estén en la dependencia de
los pueblos, las revoluciones serán la orden del dia , y no
podrá el universo recobrar jamas su reposo.


Saben bien que por la sucesion sola de las paternidades
subordinó Dios las autoridades humanas, y dió un gefe á cada
pueblo : que las potestades legítimas han venido de Dios por
este medio; y que la guerra, el mérito y los talentos, son
fuentes falsas: qua sunt, ci Deo ordinatee sunt.




A


rRiprerrIng inTNINÁsrvisiTALEG
Encargados de instruir á los pueblos, y conociendo su cor-


tp número, admitirán siempre con gozo á todos los que pue-
dan contribuir á esta augusta funcion, y nos persuadirnos que
convencidos de nuestra edad de mas de setenta y nueve años,
no dejarán de admitirnos para contribuir con nuestra obra,
ya que no podemos hacerlo de otro modo. Encargados de
apagar el incendio revolucionario que devora todo el uni-
verso , saben muy bien que su misma afliccion les obli-
ga á recibir indistintamente á todos los que se presenten pa-
ra ayudarles, y aunque en nuestra avanzada edad no po-
demos conducir á sus bombas sino un poco de agua, no de-
ben despreciar este corto servicio en las presentes circuns-
tancias : tampoco ignoran que los libros impresos son aca-
so lo mas eficaz que puede hallarse para suplir el corto nú-
mero de predicadores ; que con obras bien probadas , los
mismos revolucionarios pueden al fin abrir los ojos , y des-
pedazar con sus propias manos el ídolo monstruoso de la
igualdad de los pactos sociales , y de la libertad falsa; ado-
rar al Todo-poderoso como Autor y Ordenador inmediata
de las sociedades ; abjurar á sus pies el juramento execra-
ble que han hecho de destruir todas las autoridades divi-
nas y humanas, y dar la paz al mundo.


En fin, despues de los estragos afrentosos de las doctri-
nas revolucionarias y de la subversion casi general de las
ideas sobre la autoridad, saben los sacerdotes mejor que
ninguno otro, que no hay en el mundo cosa mas urgente
que el pronto restablecimiento de la distincion y de la be-
lla subordinacion de las autoridades en los dos órdenes, y
que este pronto restablecimiento no puede hacerse sino por
al concurso de la instrucQion y de las buenas obras,


DE LAS SOCIEDADES. X89


CONCLUS/ON.


He aquí la principal obra que nos inspiró Dios en nues-
tro destierro. Como todo el mundo conviene en que cada una
de estas cuestiones es un corso tratado en el que se halla-
rá un resumen de todo lo que debemos saber sobre los ob-
jetos que nos interesan mas, podrán mirarse á lo ménos co-
mo semillas débiles que podrán ser útiles y aprovecharán
mucho en manos mas habiles que las nuestras. Todo ha si-
do Eruto de inmensas y profundas med:raciones; pero Dios
se dignó concedernos el tiempo necesario para entregarnos
á ellas; y á él solo se debe toda la gloria. Soli Deo honor
et


Se ha dicho muy bien que mientras que haya pw.iones
sobre la tierra habrá errores: que tnie Iras haya errores
habrá necesidad de libros que los refuten : pero nunca ha
habido mas necesidad de ellos que en estos últimos tiempos,


Q
en los que hay poca fi, porque hay pocos predicadores:


uomodo credent sine pr,edicante. Ni hay errores mas ter-
ribles para /a fé misma que los que destruyen la magnífica
subordinacion de las autoridades divinas y humanas : y- so-
bre todo la autoridad soberana que colocó Dios por sus pro-
pias manos, y no por las de los pueblos, á la cabeza de los
dos órdenes : Que sunt , á Deo ordinata


.
sunt.


Aunque hayamos leido y meditado mucho para no en-
gañarnos , sin embargo , como todo hombre es falible, some-
temos todos nuestros escritos á la correccion de la -anta igle-
sia católica apostólica y romana , y á las observaciones de
los hombres de bien.


Con la mira de acelerar el fin de nuestros males y el.
restablecimiento del espíritu público , estamos resueltos á
sacrificar lo que nos queda de nuestra fortuna por el bien
general , y en consecuencia anunciamos que por lo menos
en el presente año de 1823 se venderá esta obra á cuatro
francos cada volumen, para que todas las clases se hallen en
disposicion de poder contribuir mas fácilmente al restable-
cimiento de estas importantes verdades, necesarias á todos.


Aun tenemos muchos principios que restablecer; pero en
nuestras circunstancias debemos caminar con celeridad. ATom. HL
00




DICE
DE LAS MATERIAS


DEL TERCER TOMO.


290 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
los setenta y nueve años de nuestra edad, creemos impor-
tante imprimir en vida todos nuestros manuscritos, para que
se reimpriman despues si se hallasen útiles: y la primera
obra que darémos á luz despues de esta , y que preparamos
igualmente en nuestro destierro , llevará por título: La filo-
sofía confundida por la historia natural sola, por la de
los animales y de los vegetales,6.c. Y esperamos de los bue-
nos periodistas que tendrán á bien anunciarla al público
cuando haya sido impresa.


FIN DE LA OBRA.
SOBRE LA LIBERTAD.


CUESTION PRELIMINAR.


¿Cuál es la libertad natural del hombre? ¿Es la
de hacer lo que quiere, y dejar de hacer lo
que no quiere?


RAZONES DE DUDAR,


Que jamas nadie se ha atrevido á definirla de esta
manera.


II Que la libertad de las pasiones es una libertad de-
testable . .


III Perfidia de esta libertad. .
IV Su caracter distintivo.




....... .


Y Sus efectos desastrosos


VI Su imposibilidad


VII No es conforme á la voluntad ele Dios


VIII Necesidad de las autoridades para ser libres. .
IX Divisiones de esta parte




..


X Sus dificultades y nuestros trabajos. .
. .


.
• -




id.
6


id.


7
id.


8
id.


9
id.




292
INDICE,


PRIMERA GUESTION.


Balar= de las voluntades.


Estado de la cuestion. . ... .. II
II Division de esta cuestion. 12


i.° Origen del bien y et mal:


1 Su autor verdadero . id.
II Del ser moral id.
III De su cuerpo y de sus inclinaciones. .... 13,
IV Su enorme consumo ... . id.
V Su gusto por la destruccion id.
VI Destruccion perpetua id.
VII Acopios inútiles • . 14.
VIII Proposiciones inútiles . id.
IX Todo lo conduce á la destruccion 15
X Despues sigue el trabajo 16
XI Libertad siempre meritoria . id.
XII Siempre contraria á nuestras inclinaciones. 17.
XIII Sabiduría admirable del Criador id.
XIV Que ha hecho el bien siempre penoso. . . id.
XV Para que siempre sea meritorio, 18


S, 2.° Ley del bien, :y del mal..


I De la palabra ley
II Antigiiedad de la ley del trabajo
III Fundamento de todos nuestros derechos
IV Sancion de esta ley
V Impuesta bajo pena de muerte
VI Y qué muerte ¡gran Dios!
VII Sancion inevitable
VIII Ley impuesta por todos los hombres


INDICE.
IX Y en todos los paises




X Ley inseparable de nuestra libertad. . .
.


XI Ley que debe hallarse en todas las leyes.
..


XII Sin lo que ellas no serían libres ..


XIII Ley que existe desde el estado de inocencia.
XIV Ley inseparable de una libertad meritoria.
XV Tanto en el estado natural como en el civil. .


S. 3.° Libertad de las pasiones. Libertad falsa.


I Ellas querrian estar sin señor.. .24.
II Puede ser?


...... .


25
III Se puede pasar sin razon




id.
IV Que Dios fue siempre nuestro señor




id.




El primer padre señor de sus descendientes.
26


VI Cada padre de su familia
id.


VII No hay bienes sin señor


27
VIII No hay mercancía sin señor. . . .
IX No hay casa sin señor




. . id.
X Ni un gran caudal. . . . . . . ........ .


28
XI No hay sociedad sin señor. .


id.
XII No hay soberano sin señor




29
XIII De las legiones de honor..


. .
......
.


XIV De la cobardía


.. . . id.
XV Decretos de la mayoría


3o
XVI De la libertad de la independencia ..... •


3/
XVII D'el hombre abandonado á sus pasiones




XVIII De la razon sin señor


. . id,
XIX No hay libertad sin dos voluntades




33
XX No hay libertad sin señor


S. 4.° De la moral:


Sus dificultades


id.
II En qué consiste id.
III De la inmoralidad


id.


. .
a


19
Id.


id.
20
id


id.


293
id.
'id:
22
id:
23
id.
id.




XII Absurdo de esta division


X Puede mantener el equilibrio?. . .
....


XI Puede conducirnos á él?


IX De la division de poderes soberanos.
VIII Del despotismo de muchos




ÍNDICE.


44k981.


2. 9 .5
47


XIII Dos fuerzas opuestas, y nada mas


id.
XIV No siendo así no. habrá equilibrio


. 5o


S. 2.° Dos fuerzas moralmente proporcionadas.


294- ÍNDICE.
IV De las leves y de los delitos , , . . • • 35
V De la virtud y del vicio id.
VI De las recompensas y de los castigos
VII Del mal físico y del mal moral. id,
VIII De los placeres prohibidos id.
IX Llave de todas las dificultades 36
X Del ser físico y del ser moral . id.
XI Del combate en el alma y el cuerpo id.
XII Del principio y del fin cíe nuestras acciones, 37
XIII Que siempre son contrarios.


id.
XIV (De la inclinacion al mal 33
XV Eleccion del hombre libre id.
XVI De la libertad .antecedente. .... id.
XVII De la necesidad subsiguiente.




39
XVIII Que son inseparables id.
XIX Por qué nosotros no siempre somos libres?. , . 4o
XX Errores sobre la libertad • . . id.
XXI Hecho decisivo .


SEGUNDA CUESTION.


Sobre el equilibrio de los gobiernos.


1 Estado de la cuestion
II Division de esta cuestion. ,


I De los. poderes- soberanos
5 t


II De los soberanos compuestos


52,
III De las asambleas soberanas




IV Su fuerza enorme.
. 53


Masa enorme del pueblo


VI Del veto, G inadmision cíe la ley. .
..... 54


T I VII De la resistencia pasiva.
.......
id.


VIII lié. aquí lo que se permite únicamente .
5dIX Jamas el derecho: de insurreccion . i565.


X En qué- consiste la resistencia pasiva ?


XI De la fuerza pública. .
.


57
XII De la representacion nacional.


.
id..


XIII Hasta dónde deben llegar sus poderes?
43XIV Proporcion moral. entre las dos fuerzas .. . id..
id..


58


S. J.° J)os fuerzas opuestas para el equilibrio, pero no
mas de dos.


1 En lo físico
44


II En lo moral id.
III En lo civil


45
IV Por todas partes dos fuerzas opuestas íd.


Existen desde el origen? jet
46
id.


S. 3.' Pos fuerzas regladas..


I Reglas de las dos fuerzas
59


II Necesidad de estas reglas . 6o
III De las leyes, fundamentales id.
IV Desarreglo de los hombres .


6 z
Y Sus excesos si no tienen reglas. id.
VI Remedio de este . desarreglo .


62
VII Primer baluarte del pueblo. . .id..
VIII Su segundo baluarte




63
IX Prime: halrte de los soberanos


64


VI listan en nuestras constituciones?
VII Del despotismo de uno solo




id.


74
id.


derechos. .
. 75


id,


2, 96 iNDICZ.
X Su segundo baluarte. id,
XI Reglas de la legislacion 65
XII Reglas de la resistencia. id,
XIII Del equilibrio moral. 66
XIV Del derecho de gentes. id.




S. 4.° Modo de conocer bien estas reglas.


Cuáles son?
IV Del depósito de las leyes


De los estados y su necesidad.
VI De la confusion de las gerarquí s
VII Es un absurdo •
VIII A dónde se va con esta confusion?




IX De las diferentes cla es y su distineion
X Cuántas asambleas deben formar?
XI Se deben consultar aparte?
XII Se consultan para todo ? .
XIII Y qué resultará?
XIV La extincion de las luces
XV La confusion de todos los
XVI Examen de los edictos
XVII He aquí el derecho mas precioso de los pueblos.


§. 5.° Medio de hacer observar las reglas
del equilibrio.


I . De la autoridad necesaria para este efecto, . . .
77


II Reside en las falsas religiones ? . id.
III Existe en el paganismo? id.
IV Entre los infieles?


-78
V De la religion verdadera




id..
VI Del verdadero sacerdote.




79
VII Su lenguage con los soberanos 8o


Necesidad de señores


67
II De 1 los dos cuerpos que conocen las leyes. . . id.


68
id.
id..
69


70




72


73


76


297
VIII En favor de los pueblos id.
IX Su.lenguage .con. los. pueblos




id.
X Por la observancia de. las leyes .......




id.
XI Confesion de. los impíos id.
XII De las religiones.falsas... 8 (
XIII Su impotencia 82.
XIV Del cristianismo y sus efectos. 83
XV Necesidad de, un. poder superior .. id.
XVI En dónde está? ..




id.
XVII .Cuál es? . . 84... • .. • . •
XVIII En qué consiste.? .. . .... .


S..6.° Resumen.


1 Dos fuerzas y no mas. ..


..... . -:. 85
1,1 Un motor muy . sencillo. .. .. .. . .. . .. id.
III Una resistencia muy suave 86
IV Reglas para todo. . . . -t .. . . . ... . .. id.• •
Y Seriores en todo 87
VI Un poder superior en todo. .. id.




. .. • • •


VII Hecho decisivo... . . ... . .
. . : ... , •., ,,,. id.


- . i3,.. !... ili
TERCERA . CUESTION.


. Concierto de las dos autoridades.


Estado de la cnestion
91


II Su importancia


id.
III Cuánto interesa á los estados




id.
IV Union de las dos potestades


92
Division de esta cuestion.


93


S. 1.° Cada una tiene sus ministros.


I Cada una tiene sus ministros


93
II Dios ¿tiene menos que el César? .


• 94
Tom, III. PP




102..


S. 3.° Cada una sus tribunales contenciosos..




29$ ÍNDICE:-
III Por qué pues cuestiones tan fuera del caso? .


. id.
IV. Sobre el orden id.
V Sobre la mision
VI No es necesaria para todo ?, id
VII Aun para los animales?
VIII Por qué. pues. tantas dificultades ? id.
IX Sobre las .investiduras






• 97
X Las elecciones .•id.
XI Las -presentaciones




98
XII La circunscripcion de las diócesis.




99
XIII Dificultades pueriles




id.
XIV Las hay para lo civil ? loo
XV Las hay para el sacerdocio ?


id.
XVI Del número de los ministros.




101
XVII Cuánta sangre derramada por objetos tan sen-


cillos ! .


2.'? Cada una tiene su poder legislativo.




- • •


I César lo tiene ? 102
II Este. poder es arbitrario? .....




i o3
III Puede él solo mudar las antiguas leyes




104
IV Las leyes. divinas
V El sacerdocio mismo ¿ las puede mudar ?




id.
VI De la disciplina




.. x06
VII Quién puede mudarla ? id.
VIII Pueden hacerlo los soberanos ?.




107
IX Obliga en conciencia ? id.
X Necesidad de un poder legislativo.




108
XI Futilidad de todas las dificultades. id.


I Cada ley. ¿no los. tiene?. . . . .. . ... .. • . •


109
II No. son necesarios en lo civil?




id.
III Deja de serlo en lo espiritual?




id,


299
IV Los habla en la primitiva iglesia ? 110
V Pruebas sacadas de los apóstoles


.1 I
VI Confirmadas por todos los autores




id.
VII Pruebas de razon 172
VIII A quién dirigirse en las dudas sobre la ley ?. . id.
IX Es acaso á la razon particular? 113
X Qué hace la razon sin autoridad? 114
XI De la pluralidad de los gefes id.
XII A quién compete reformar los juicios? . • • . • • '15
XIV Dificultades pueriles id.
XV De los juicios en última apelacion 116


S. 4.° Cada una sus fondos propios.


I Tiene Dios derechos sobre lo temporal de este
mundo ?. . . .




• . • . • • id.
tr. De quién tiene sus derechos? . .. .




516
III Es acaso de las potestades de la tierra?. . . . 117
IV Qué sería sin Dios el monarca mas poderoso? . 1.18
V Es menester una patente del César para lo que es


de Dios? .
VI A quién se debe este temporal ?


1.19
id.


VII Necesidad de este temporal ..


.. 120
VIII Pertenece á la nacion
IX Se puede vender á los particulares? 121
X Que el bien general importa todo 122
XI Imposible instituirlo ... id.
XII De las composiciones id.
XIII Resumen 123


S. 5.° Cada una tiene su sancion.


I Dónde está la del sacerdocio? 124.
II Suavidad de este gobierno id,
III Declamaciones inoportunas. .......


• 125
IV Que la iglesia aborrece la sangre id.


Que el error es homicida por principios ..


126


95


96




3oo
VI No .hay gobierno mas suave que el de la iglesia. id.
VII Jamás castiga á las personas 127
VIII Pero no tolera. los errores .


id.
IX Y no quiere .que se toleren


128
X Aun menos que se les proteja




129
XI Consecuencias terribles de esta proteccion.. . . id.
XII Que lo civil debe apoyar al sacerdocio id.
XIII Y el sacerdocio á lo civil.




. 130
XIV Aun en las constituciones




XV Y en la observancia de las leyes
id.


XVI . Que se debe mezclar secundariamente ..
. 132


XVII Proteccion recíproca
id.


Hecho decisivo


135


CUESTION CUARTA.


Concurrencia de la naturaleza y de la gracia.


I Estado de la cucstion
139


II Su division
140


S. 1.0. De las recompensas.


Del reino de Dios r
II Nos es debido? . ..




. . . hí
id.


III Hay una gracia sobrenatural ?
142


IV Puede Dios dárnosla?


. id.
V Hace mas penosa la religion ?


.. 143
VI La moral mas dificil?


id.
VII Puede haber recompensa mejor? ... , . . . 144
VIII Cuál es el interes de los soberanos?




id.
IX Relativamente á las recompensas.




145


ÍNDICE. 301 •


S. 2.° De los castigos.


I Del infierno


146
II Es necesario?.


147
III Universalidad . -de esta creencia


id.
IV Será eterno?.


148
Puede ser natural ? id.


VI Será mitigado por la esperanza ?


id.
"VII Qué es lo que, dice la razon sola?




... 149
VIII Es natural con •relacion á Dios ? 15 o
IX Hace mas dificil la rnoral ? id.
X Menos odioso al vicio?. 15
XL Quitad de los estados . el infierno


id.
XII Cuál será el freno de los desórdenes ? id.
XIII Peligro de las falsas doctrinas


152.


S. •3.' De la penitencia.


I De la amnistía civil
id.


II De la de Jesucristo id.
III De los tres actos de la penitencia


153
1V Sin ellos no hay perdon


id.
V Ni aun por parte de los hombres. .. ..


154
VI Del poder de perdonar los pecados


id.
VII Poder sobrenatural. •


155
VIII Sus efectos en los estados


. id.
IX Sus ventajas inauditas


. 156
X Todo se descubre id.
XI Todo se juzga


157
XII Todo se sentencia
XIII Nada se exceptúa . . 158
XIV No hay gracia-sin confesion id.
XV Qué freno para los desórdenes!


159
XVI De la reforma de este tribunal


16o
XVII De la confesión de los honres


ir 6




3o2 ÍNDICE.




XVIII Qué diferencia tan inmensa!


S. 4.° Del purgatorio.


..I Pena natural unida á nuestros deberes 162
II Del castigo si nosotros no lo tomamos 163
III Se puede perdonar el castigo




id.
IV Pero no la pena natural 164.
V Han sido redimidas por Jesucristo nuestras penas


temporales ?
id.


VI Cuáles son estas penas? 165
VII Conducta de la primitiva iglesia


i 66
VIII Necesidad del purgatorio. .
IX Sin él no puede haber moral 167
X Universalidad de esta creencia. .


.. .. id.
XI Su utilidad


168
XII La impunidad es inevitable sin él id.
XIII De las indulgencias . • • 169
XIV Que es una compensacion .. ...


• • . id.
XV Un manantial de buenas obras.


. id.
XVI Ningunos predicadores mejores que los muertos, 170
XVII Su necesidad en los estados id.
XVIII A los ojos de la razon sola. ......




, 171


S. 5.° Del sacrificio.


I De los sacrificios de animales


id.
JI Que los hubo en todos tiempos


172
III Por qué no los ofrecen los católicos?




id.
IV Quien se lo ha dispensado ? id.
V Qué víctima ofrecen en su lugar ? 173
VI Lo creen los protestantes? id.
VII Cuál es su creencia?


174
VIII Por qué no la tienen?. . . . . .




id.
IX. Puede Dios convertir el pan en su cuerpo?. . . 175
X O la víctima sobrenatural ó las naturales id.




ÍNDICE.


.303
XI. Dispendios enormes en la religion natural.
XII Su insuficiencia




.176
.


XIII De la presencia real


XIV De la comunion


XV Sus• ventajas inauditas en los estados ...
. .


XVI Sencillez del sacrificio sobrenatural.. —
XVII Su facilidad


XVIII De la facultad de consagrar -
XIX Su importancia para las sociedades




S. 6.° De lo sobrenatural .
en general.


1 Cuánto facilita la religion




. i8o


V Podemos hacer lo que es•sobrenatural?
IV De los milagros •y• profecías






II:De los sacramentos


Pe la gracia


id.


Qué se puede poner en Su lugar? • • . •
id.


VII Quítese lo sobrenatural, qué queda?
• • 182


VIII Qué se entiende por tila ' religion puramente
natural?.


• . • .... • .
. • . .• . . .


IX En dónde•se halh ?
-


• - •


X Su.imposibilidad . • ....
Hecho decisivo


QUINTA CUESTION.


De las diversas constituciones.


I Estado de la , cuestion
3 89


II Sus divisiones


S. I.° D el despotismo.


I Que habia antes déspotas
190


II Una ley natural y las leyes civiles
id.


177
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1 7 8
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179
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194


195


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196


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197
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447
ITT De las 'eyes , fundamentales. ,
IV Una representacion nacional


pueaen redir13 los pueblos?


id.
.


VI Pueden levantarse si se les niega? .
.. . 192


VII, Qué hicieron primeros cristianos ? id.
VIII Los súbditos .ppeden,levantarse nunca ? . . .
IX Las .potestades pueden ser puestas ,potollos ?. .


193
X Que jamas esta forma será. libre.. id.


g. 2.° De las repúblicas.
tZ a


El momento en que se hacen legítimas . .
II Diferentes repúblicas
III Sus efectos comunes
IV Cuando son gobernadas para asambleas




V El soberano es siempre demasiado fuerte


VI Sin contrapeso„,
VII Todo de un lado, ,y unada de otro ..•
VIII No hay leyes. fundamentales-,
IX Espíritu de las repúblicas,,espíritu siempre en


,:movimiento
X .Despotismo de muchos,
XI Mas terrible que el . de uno solo


3.° De las constituciones mixtas.
-19


I De la de Inglaterra
.. 199 •


II Ventajas que ha conservado ..


. . id...
III Riqueza de sus cámaras


id.
IV Diferencia de las nuestras . ..•


. .


V Defectos de esta constitucion
201


VI La agitacion de las elecciones
VII La division de poderes . . 202
VIII No hay reglas fijas id.
IX No hay cámara del clero id.
X A qué lado están las cámaras ? 203


ÍN DICE. 305
XI Al de la.mayoridad sin reglas


id.
XII Prosperidad de Inglaterra, sus causas . 204
XII Condiciones de ]a libertad


-• .. id.
XIV Las hay. en las constituciones. mixtas?


2.05
XV Cuáles son los derechos naturales. de los pueblos?. id.
XVI Los hay en esta constitucion?




206


S. 4.° De la monarquía.


Su antigüedad
201'.


II Su primacía .
id..


III Su superioridad
.


IV La única que. Dios estableció
20.8


V D. la forma .hereditaria.... .
VI Sobre todo de varon en varon j 20id.91
VII Su sencillez


.. . id.
VIII Su fuerza
210


IX Su unidad .
911


X Su facil marcha .
id.


XI Sus reglas
. 212


XII Su magestad .....
. . ......... 213-


XIII Su. esplendor,
i&


s. 5.9 Del pueblo en la monarquía.


I De todos los pueblos él es


II El mas fuerte y el. mas
III El mejor constituido
IV El mejor representado




V El mejordefendido
VI Por las leyes


VII Por los impuestos


VIII El mejor gobernado
IX El menos recargado
X El mas feliz
XI El mas pacífico


Tom. HL


198


214
libre. . ....... . 215


• id.
id.


216
id.


217
. 218


id.
219
220


QQ.




3o6 ÍNDICE'.
XII El mas amante y el mas amado
XIII El. mas. laborioso •


307
20 1


222
223-


XIV Se, quiere restablecer en . la monarquía
XV Se Puede


Hecho decisivo


Principios fundamentales de derecho natural, político
y religioso:


PRINamo.I De los derechos del hombre. 227
P. II Del ser. moral, de. su constitueion 933


.pueblo, y de. su pretendida soberanía. . . 237
P. IV .Sobre el .ori gen de .las autóridades . 241
P. V Orígenes falsos. 244
P. VI Excelencias de lainitoridad. 248
P. VII I.I.L.lependtincia. de la autoridad. . . 23o
P. VIII Subordinat.;*ion.de las .autoridades 251
P. IX De los gelesprimitivos 252
P. X Hijos de, los primeros geles..... .. . . 254:
P. XI Sus nietos. . . 255
P. XII De.Nemrod y otras potestades ...... . . 258
P. XIII Qué es una potestad? ..... . 26o
P. XIV Cómo toda potestad dimana de Dios? 261
P. XV Importancia-deesta cuestion 263
P. XVI Del primor propietario, y de sus voluntades 266
P. XVII De.la igualdad ó desigualdad de las particio-
nes...... - 268


P. XVIII De .losreinos y graneles. sucesiones 27r
P. XIX .Conc-iliacion de los buenos autores


274
P. XX Olvido de la autoridad paterna. . 276
P. XXI Olvido de la patria . . . 279
P. XXII Olvido de vidas las autoridades. . . 282
P. XXIII.Medio. de restablecer las autoridades 285
Conclusion. 2811


Concluye la lista de los señores suscriptores


-Don Francisco de Rozas, Cura de los Carabanchcles.
El R. P. Vicario general de Agustinos Recoletos,
Don Jacinto Hernandez.
Don Francisco Pefiaredonda, Ayuda de Cámara de S. M.
Don Ignacio funquitu.
,Don Pedro Julian de Baltanás.
Don Antonio María Reyes, Presbítero de Lucena.
Don Francisco Lopez Borrico!),
Don José Maza.
Don Ramon Rubio, vecino de la villa de Villa-rubia.
El R. P. Fr. Fernando, Agustino Calzado de Burgos.
Don josé Benedicto, del comercio de libros de Murcia.
Don Mauricio Domingo de Pedro, Cura de Quintanar de


la Sierra.
Don Ignacio Perez, Presbítero racionero de la Iglesia de S.


Andrés de Teruel.
El sefior Conde de la Florida, de Teruel.
Don Pascual Vicente, Cura párroco.
Don Marcos Redondo.
Don Feliz Diaz Aragon, Cura párroco del Arzobispado de


Toledo,
Don Antonio Delgado, Canónigo de la Santa Iglesia de jaen:
Don Ignacio Zorrilla, Arcipreste de Zaragoza,
Don Narciso Ferrer.
El R. P. Provincial de tos Mínimos.
El R. P. Fr. Simon Morales, Trinitario Calzado.
El R. P. Fr. Francisco de Paula y Estepa, Capuchino deCL1


Granada. .
Don losé Diaz Jimenez, Presbítero de los Agonizantes.
El B.. P. Fr. Manuel Arce, Predicador conventual de la So.


ledad,
Qcs.):




3o8
Don Manuel Azpeitia, Canónigo de la Colegiata de Santa


María de Calatayud.
Don Ramon Trejo, Presbítero de Cáceres.
Don Basilio Gil.
Don José Jimera.
Don Benito Aguado Bueno, Arcipreste de Aranda•de Duero.
Don Domingo Ramon de Otadui,
Don Bartolomé Cano.
Don Ramon Pedrosa.
Don Ambrosio Dominguez de Solís.
El R. P. M. Fr. Juan Arrabal, Prior de Carmelitas Calzados.
Don Ambrosio Artaiz.
El R. P. Fr. Mariano de Bernardos, Capuchino.
El R. P. Fr. Lino de Cantalapiedra, Capuchino.
El R. P. Fr. Fidel de la Seca, Capuchino.
Don Pedro María Fernandez Villaverde, Bachiller y Cur-


sante de leyes en la universidad de Oviedo.
Don Juan José Castilla.
Don Simon Gil Reynoso, Relator del Consejo de Castilla.
El R. P. Fr. Fermin de Alcazar, Capuchino de S. Antonio


de Madrid.
El R. P. Fr. Agustin de Jadraque, Capuchino en Villa-ru-


bia de los Ojos.
Doctor don Pedro Lopez, Catedrático de Teología de San


Gerónimo de Burgos.
Don Bernabé Palenciano Hernan, Cura párroco de Bolliga


en el Obispado de Cuenca.
Don Anacleto de yagoaga y Dutari, Ministro de la Real


Chancillería (le Granada.
El R. P. Fr. Marcos de Villanueva, Capuchino.
El R. P. Fr. Vitoriano Montoya, Catedrático Decano de Sto.


Tomas.
Don José María Zuabas, Oidor de Pamplona.
Don Ramon Sanchez de Orellana.
Don Alejo Campos Rey.
Don Marcos Fernandez Alonso, Presbítero.


3o9
El Presbítero don Francisco Bellber.
Din Antonio Celestino Marquez, Cura párroco de ()rozo,
Don José Antonio de Bengoechea.
Don Julian Malbar.
Don Ramon Cazcarro, Presbítero de S. Felipe Neri.
El R. P. Fr. José Blauquer, Lector de Teología en S. Fran-


cisco.
Don Faustino Velasco.
Don Santiago Aboniga, vecino de Madrid.
Don Isidoro Alfaro, del tribunal de la Rota.
Don José Escalzo, Presbítero.
Don José Yagiie.
Don Gabriel Diez Velarde.
El R. P. Fr. Juan Barba, Secretario general de Recoletos


Calzados.
El R. P. Fr. Ricardo María de Sevilla, Capuchino de Gra-


nada.
Don José Fernandez Pastor.
Don Pedro García de Llanos.
Don Toribio Martinez Casavieja.
El R. P. Fr. Joaquin Cortés, de la Orden de S. Gerónimo.
Don Francisco Rodriguez Obregon.
Don Crisanto Escudero, vecino de Calahorra.
El R. P. M. Fr. Bartolomé Ribelles, de Sto. Domingo de


Valencia.
El R. P. Lector Fr. Francisco de Paula de la Santísima Tri•


nidal, Descalzo.
Don Matías Herrero Prieto, Alcalde de Casa y Corte.
Don Manuel Fernandez Loaisa , Abogado de Toledo.
El R. P. Fr. Joaquin Casalduz, del Orden de S. Francisco.
El R. P. Fr. Pascual Tonollosa, del orden de S. Francisco.
El R. P. Fr. Isidoro Acuña, Definidor del Orden de S. Fran-


cisco.
El R. P. Don Vicente Uldemolina, Rector de Castel de


Cabris.
El Rector de las Escuelas Pías de Zaragoza.




3 i0
Don Ventura Listillos, Capitan de Fragata, existente en


Pontevedra.
El R. P. Fr. Milan° Perez


Bernardo.
Don Juan José Moguel
Don Vicente Ruiz de Villegas, Cura del Lugar-de Villan te.
Don Francisco José de Tc.no Torre, Agente Fiscal de la


Sala.
Don José Perez Ochoa, Presbítero.
El Licenciado don Domingo Arroyo, Rector del Seminario,


Catedrático y Arcediano de. Ciudad Rodrigo.
Don Santos Majada Presbítero.
El E. P. Fr. María Arce de S. Blas, de las Escuelas Pías- de


Getafe.
Don Alvaro Menendez Valdés, Guardia de la Persona del


Rey N. S.
Don Bernardino Tormejon.
El señor Cura párroco de Portalada.
Don Felipe Dionisio de Quijano, Provisor del Obispado de


Santander..
Don José Sanchez de Ceballos.
El E. P. Fr. Juan Antonio Diaz Merino.
El R. P. Fr. Francisco Villacorta, del Convento de Filí.


pinas.
Don Sebastian Fernandez Escudero, Boticario mayor del


Ejército.
La señora Viuda de Quiroga.
Don Julian Diaz Gonzalez.
El E. P. Fr. José María Olct, Capuchino de Granada.
Don Juan Antonio Espino , Cura del Arzobispado de Toledo.
Don Miguel. Pomar, Prebendado de la Catedral de Málaga.
Don Agustín de Medina y Lavalle.
Don José Vazquez Romero, Presbítero de la Coruña.
El R. P. M. Fr. Albito Petite, Benedictino y Abad de


Irache.
Don Saturnino Carrillo, Cura párroco de Esquivias.


Don Juan Antonio Apellaniz, Presbítero en Bilbao.
Don Gabriel Gemelo.
El R. P. Fr. Gerónimo Rodríguez Candobal, Prior de Do-


minicos de Betanzos.
Don Cavetano Acosta.
Don José Esteban Bustamante.
Don Carlos Mateo Torres.
FI R. P. Fr. Cándido Antonio Gras, Dominico de la Pasion.
El R. P. Fr. Juan Maestre, Dominico de la Pasion.
Don Damas() Santaló.
El R. P..Fr. Ignacio de Vergara, en Cornellana de Asturias.
El Bachiller don Francisco Fernandez de Arias, Cursante'


de leyes en la real Universidad de Oviedo.
El Doctor don Antonio Pío Gomez de Vera.
Don Pedro de la Puerta , Ministro de la Audiencia de Va-


lencia.
Don Manuel Alcazar, vecino de Murcia.
Don José de Sto. Domingo , vecino de Murcia.
El E. P. Fr. Juan Fernandez Cuellar.
Don José Manzano del . Corral, Cura de Garganta.
Don José María Gortazar y Loizaga.,, .




•Don Joaquínín Fernandez Cortina. ''.77,/,;t2,
El R. P. M. Fr. Tomas de la Iglesia, Prior del Convento


de Dominicos de. Valverde.
El R. P. Fr. Pedro de S. José, Provincial de Agustinos Re-


coletos en Aragon.
El R. P. Fr. Andres de la Virgen de los Arcos, Secretario


Provincial de id.
D'in Pedro Lárraga , del comercio de libros de Calatayud.
El señor Cura del real Palacio.
El R.1?. Fr. Francisco Alcantarilla, Mercenario de esta corte.
DOn Lucas GOMCZ.
Don José Moraleda, Cura párroco.
Don Felix Francisco Gonzalez , Canónigo de la Sta. klesia


de Lugo.
El Ilustrísimo señor Obispo de Antioquía.


de Alcántara, del Orden de S.




311-1
El R. P. Provincial Fr. Bonifacio Gonzalez.
Don Vicente de Alzaíbar.
El R. P. Fr. Rafael de Casas, Procurador del Convento de


S. Francisco en la provincia de Lima.
El R, P. General del Orden de S. Benito de la congregacion


de Valladolid.
El R. P. M. Fr. Manuel Caballero, Abad del Convento de


Benedictinos de S. Juan del Pozo.
Don Luis de Landa y Vila.
El Doctor don Domingo Larrat , Cura de Pradell.
Don Francisco Borja Maestre, Presbítero .


de Cadete.
Don José María Rodriguez y Romero.
Don José Yagne, del comercio de libros de Zaragoza.
Don Abselmo García Alonso.
Don Andres García , Rector del colegio de S. Julian de


Cuenca,
El R. P. Fr. Pedro Valcarcel, Abad de Carracedo.
Don José Manuel de Escobedo , Predicador de S. M., y Ca.


nónigo de Segovia.
Don Andres Sebastian , Cura párroco de Valtiendas en el


Obispado de Segovia.
Don Mariano Al/ué.
Don Tomas Morchon, Cura párroco de Valladolid.
Don Braulio Landache, Capellan de los reales Ejércitos.
Don Domingo Gutierrez de Velasco.
Don Antonio Miranda, vecino de Lugo.
Don Benito Gonzalez de Hermida, Prebendado de Lugo.


ERRATAS.


En el torno I.° , pág. 6 , línea quinta , donde dice , pues
que si Dios es ; !Case, pues que si izo es Dios.


En el torno D.°, pág. 260, línea primera, donde dice,
que habiendo dirigido Dios todas sus inclinaciones flsicas ; Ida-
se , que habiendo permitido Dios que todas sus inclinaciones
fisicas se dirijan.