MORAL UNIVERSAL
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MORAL UNIVERSAL


DEBERES DEL HOMBRE
FUNDADOS EN SU NATURALEZA.


OBRA ESCRITA EN FRANCÉS


POR EL BARON DE OLBACIII


T TRADUCIDA AL CASTELLANO


POR D. MANUEL DIAZ MORENO.


PRÁCTICA DE LA MORAL.


Natura enim duce utendum est:
Hanc ratio observat, hanc consulit.
Ideal est ergo beate vivere, et secundum naturam.


SENECA, (le vita beata, cap. 8. it3it.


TERCERA PARTE.


ceo


MADRID.
I.MPRENT A DE D. MATEO REPUL /. AS


1 2 2 1.


2_5 2.2 .1 171


re-)


4




1


ÍNDICE
DE LOS CAPÍTULOS DE ESTE TOMO TERCERO.


TERCERA PARTE.
PRÁCTICA DE LA MORAL.


SECCION QUINTA.


DEBERES DE LA VIDA PRIVADA.


Cap. L Deberes de los Esposos. . . . Pág. 1.
Cap. II. Deberes de los Padres y las Ma-


dres , y de los Hilos
30.


Cap. III. De la Educacion
49.


Cap. IV. Deberes de los Parientes ó de los
miembros de una misma Familia.


107.
Cap. V. Deberes de los Amigos




112.
Cap. VE. Deberes de los Amos y de los


Criador.
128.


Cap. VII. De la Conducta en el Mundo :
de la Urbanidad : del Decoro: del Ta-
lento: de la Alegría: del Buen Gusto. . . 146.


Cap. VIII. De la Felicidad


185.
Cap. IX. De la Muerte. . . .




2 1 1.




MORAL UNIVERSAL.


11•••n•••n...,


SECCION QUINTA.
DEBERES DE LA VIDA PRIVADA.


CAPÍTULO PRIMERO.


Deberes de los Esposos.


En la seccion precedente hemos examinado los
deberes de las personas que tienen relaciones jenera-
les y directas con la Sociedad, ó de aquellas cuyos
cargos y facultades influyen de un modo mas ó me-
nos sensible en todos los demas ciudadanos. En la
presente vamos á examinar los deberes que resultan
de las relaciones particulares ó de los vínculos mas
íntimos , que forman la vida privada. Principiare-
mos por los deberes de los Esposos.


Para descubrir los deberes del hombre en cada
estado de la vida, basta examinar el fin que se pro-
pone en el estado que ha elejido. El matrimonio es
una sociedad del hombre y la mujer , en la cual
los Esposos tienen por fin y objeto gozar lejítima-
mente de los placeres del amor, de los que deben re-
sultar otras criaturas como ellos , que sean útiles á
los padres de quien tienen el ser, y capaces de reem-
plazarlos en la Sociedad algun dia.


Este es el fin que los hombres se proponen en la
union conyugal, del cual nacen necesariamente los


TOMO In.




2 SECCION V.
deberes . propios • de este estado. Los que se asocian
entre si, se unen para proporcionarse mútuamente
un bienéstar, del que no gozarian si se hallasen se-
parados; su contrato es recíprocamente obligatorio,•
sinque ninguno pueda obligar á otro en este caso á
lo que él mismo no se obligue. Toda sociedad, para
ser feliz v permanente, debe someterse á las reglas
de la eqi‘iidad; esta equidad, como hemos visto , re-
media la desigualdad que la naturaleza ha estableci-
do entre. los asociados.


En todas las naciones ha sido siempre reconoci-
do el hombre por cabeza de la sociedad conyugal, y
le ha sido deferida la autoridad sobre la mujer. Esta
superioridad del hombre está fundada en la natura-
leza, porque siendo mas robusto y fuerte, debe ser
el protector y apoyo de su compañera, y estarle es-
ta subordinada (1). La autoridad marital, lo mismo
que toda autoridad en la tierra, se funda en las ven-
tajas que el esposo puede procurar á su consorte. Si
leyes injustas, ó costumbres poco racionales, adjudi-
can en algunos pueblos al marido un poder ilimita-
do, y si este se arroga con frecuencia el derecho de
ejercer sobre su mujer un dominio cruel, la equidad
natural condena estas costumbres y leyes, anula es-
tos derechos como evidentemente usurpados, y de
acuerdo con la humanidad, les dice á los esposos que
la autoridad deferida al hombre por la naturaleza,
lejos de concederle la facultad de oprimir ó maltratar
á su mujer, y de, hacer de ella una esclava, le obli-
ga á amarla,, defenderla y custodiarla de los peligros
á que la esponen su flaqueza y debilidad (2).


(1) Prescindiendo de la debilidad natural de las mujeres,
están demas de esto sujetas por la misma naturaleza á va-
rios achaques, que pueden reputarse por verdaderas enfer-
medades, que las allijen á lo menos la cuarta parte del año.


(2) Los que tanto nos ensalzan la inocencia y la felici-


CÁPÍTULO
-


Segun estos principios incontestables vemos qué
la naturaleza misma ha fijado los límites de la auto-
ridad'del marido sobre su mujer, y prescrito al uno
y al otro las obligaciones que deben cumplir en la
sociedad conyugal. La proteccion, la vijilancia, la
prevision , los trabajos unas penosos son • atribucion
del marido , el cual debe amar á su mujer, prote-
jerla y ausiliarla , sostener su debilidad , y no usar
de ella para hacerla infeliz. Todo hombre prudente
desea encontrar en su esposa una aficion habitual,
fruto solo del cariño que él la muestre : en cambio
de su protecciorf, de su ternura y de sus desvelos,
la mujer debe mostrarle una justa deferencia, una
tierna amistad , y unas atenciones que cimienten
mas y mas su union. De donde se infiere que los
'deberes de los Esposos son recíprocos ; esto es , li-
gan igualmente al marido y la mujer, sópena de
Telajar ó romper los nudos de su mútua felicidad<


dad de la vida de los salvajes , no tienen mas que leer las
relaciones de los viajeros, para convencerse de que sus costum-
bres , ami lejos de ser envidiables , son odiosas é irritantes pa-
ra toda alma sensible. Los salvajes, entre otras cosas , tratan á
sus mujeres con una crueldad y tiranía que horroriza, conde-
nando á estas infelices á los trabajos mas penosos , mientras
que ellos viven entregados á la mayor indolencia. En la Gu-
yana, y en las orillas del Orinoco, el salvaje se acuesta cuan-
do su mujer ha parido , y esta miserable tiene que asistirle y
cuidarle como si él estuviese verdaderamente enfermo. Allí
tambien las madres, escitadas del dolor y de la compasion,
suelen dar la muerte á las hijas que dan á luz, con el fin de
librarlas de las penalidades y aflicciones á que su sex6 las
condena. En todo el Oriente las mujeres viven en un encierro
continuo, y son tratadas como esclavas. En una palabra , en
casi todos los paises las leyes, parciales siempre para el mari-
do, le dan sobre la mujer una potestad de que comuninente
abusayLos vicios y los defectos que se reprenden en las mu-
jeres , son debidos en gran parte á la escesiva desigualdad quelas leyes establecen entre ellas y sus soberbios autos.




4 SECCION V.
Tal es la sancion de la ley natural, de la que ningu-
no puede sustraerse impunemente.


El hombre no cumple con haber dado el sér á
sus hijos


'


sino que es preciso ademas el que, para
su felicidad, los eduque de manera que lleguen á ser
cooperadores de su dicha , y apoyos de su vejez: el
hombre necesita de la mujer para criar á sus hijos,
para darles su primer sustento , para enseñarlos á
pronuclar con labio balbuciente el dulce nombre de
Padre, y no conseguiría el fin que debe proponerse si,
semejante á los brutos, sólo tratase de satisfacer con
una mujer cualquiera las newidades de la natura-
leza. Todo le muestra que una mujer, con la que
se uniese solamente por el vínculo del placer, no le
tendria un firme apego, y podria igualmente entre-
garse á los deseos de los que la solicitasen para lo
mismo que él la quiere , y que arrastrada del delei-
te y la sensualidad no se encargarla del penoso
dado de criar á unos hijos, cuya suerte le interesaria
'poco ó nada. Por otra parte, laS mujeres abandona-
das al primero que las solicita, á en las cuales todos
tienen :iguales derechos, forzosamente han de causar
quejas, contiendas, rivalidades y desaflos funestos
á la tranquilidad pública.


Un sér intelijente, cauto y racional no debe usar
del amor como los brutos, los cuales en su propagacion
no buscan mas que satisfacer una necesidad momen-
tánea; su union solo dura mientras sus hijuelos lle-
gan á estado de vivir por sí mismos. Mas el hombre,
•ademas del placer que busca en el matrimonio, es-
tiende mas allá sus miras; quiere gozar esclusivanien-
te de las caricias de su mujer, no solamente porque
necesita del deleite, sino porque tarnbien necesita po-
seer una mujer con quien viva una vida sosegada y di-
cliosa„• sin contar con la satisfaccion de sus deseos amo-
rosos. Desea encontrar en su mujer una amiga cons-
tante y fiel que 9 prescindiendo de los goces que cau-


CAPÍTULO - I. 5
se á sus sentidos , sea capaz, de hacerle gustar los
placeres continuos y durables de la amistad , del con-
suelo y de la complacencia; en una palabra, desea
con ansia estrecharse íntimamente con una criatura
sensible , que despues de haber compartido con él los
placeres y las penalidades de la vida , le cuide en su
vejez y en sus enfermedades. El hombre no podria
conseguir este fin apetecible si, cerrando los ojos á lo
futuro, pensase únicamente en satisfacer sus necesi-
dades momentáneas con una mujer cualquiera. Por
tanto debe desear una union estable y permanente,
propia á que su espíritu descanse en la seguridad de
las demas ventajas que se propone disfrutar duran-
te todo el curso de su vida. Esta union no debe in-
terrumpirse, sino cuando los Esposos se ven anima-
dos de una antipatía enteramente contraria al fin del
matrimonio , el cual solo puede subsistir por toda la
vida de unos esposos virtuosos y racionales, constante-
mente dispuestos á cumplir los deberes que su pacto
los impone. La Sociedad, que no produce sino in-
quietudes y penalidades á los socios , se suspende por
la naturaleza misma de las cosas.


Segun estas reflexiones podemos juzgar sanamen-
- te de las costumbres, de las instituciones y de las le-
yes observadas entre las diferentes naciones relativa-
mente al matrimonio: ellas nos prueban que la union
conyugal es el mas respetable de todos los vínculos
y el mas interesante tanto para los Esposos como
para la Sociedad entera; asimismo nos hacen ver que
los Esposos no deben solamente proponerse saciar
sus necesidades y entregarse á la sensualid ad sinoc
que deben ademas aspirar á otros placeres mas du


•a-
bles, como son los que producen la ternura, la con-
fianza


• y la cordialidad. Diremos, pues, que todo lo
que es contrario á este fin es injusto; que las preocupa-
ciones, las costumbres y las leyes que se diríjen á rela-jar tan dulces nudos, son vituperables para todo hom-




6 SECCIOÑ,V.
bre racional: dirémos que los pueblos donde la col=
rupcion epidémica califica la galantería , el adulte7
rio y la desenvoltura de cosas indiferentes , ó sim-
ples bagatelas, no tienen la menor idea de. la santi-
dad del matrimonio: dirémos , en fin , que los lejis-
ladores y los mentidos sábios, que han autorizado
la poligamia , la prostítucion, la comunidad de las
mujeres, han sido unos insensatos, que no han con-
siderado que sus instituciones destruian la felicidad
de los Esposos, y perjudicaban á la Sociedad.


Efectivamente, por mas que se ofenda el divino
Platon, las mujeres comunes á todos no serian ver-
daderamente apreciadas ni queridas de nadie; ade-
mas de que tampoco serian ni mujeres cariñosas y
aficionadas, ni madres cuidadosas y tiernas; serian
unas viles prostitutas y no más. En fin, todo nos
convence que un amor sin freno ni medida sería un
desórden fatal que trastornaria las bases en que la
Sociedad se funda.


La poligamia, adoptada ó permitida en algunas
naciones , es por su misma naturaleza un abuso tiráni-
co, introducido por una lujuria desenfrenada, y justa-
mente proscrito por leyes mas sabias y racionales. Una
sola mujer debe bastar á las necesidades de un hom-
bre que no sea un disoluto. ¿ Puede acaso un marido
compartir su corazon y sus caricias igualmente en-
tre muchas mujeres ? ¿ No hará infelices y desven-
turadas á las que desdeñe ó desatienda ? Su serrallo
ó su Harem z no están espuestos de continuo á tur-
baciones y alborotos? Por otra parte, semejante tirano
¿ puede ser sinceramente amado por unas cautivas,
á quienes él mismo tiene aprisionadas , no mirándo-
las sino como unos instrumentos de su brutal placer?
Los serrallos de Oriente sólo están llenos de esclavas
sin amor, sin razon y sin virtud , cuya fidelidad
consiste únicamente en los cerrojos y candados que las
guardan: la virtud, los sentimientos del corazon


CAPÍTULO I. 7
pueden solamente hacer agradables y encantado-
res los nudos del matrimonio.


La sana moral no puede tampoco aprobar las
máximas de aquella moral incontinente y corrom-
pida que pretende justificar la infidelidad conyugal,
6 al menos disminuir el horror que debiera inspirar-
nos. Si semejantes principios pueden convenir á las
depravadas costumbres de algunas naciones , no por
eso son menos contrarios á la naturaleza misma del
matrimonio, cuya felicidad depende de la union,
de la amistad y de la estimacion , mucho mas que
de sus placeres pasajeros. Todo nos convence que el
adulterio destierra sin recurso lo.s afectos del corazon,
y que nada puede justificar un crin-len que, por su.
esencia misma, desata y rompe lo mas sagrado del
vínculo conyugal.


Bajo cualquier aspecto la infidelidad es siempre
condenable. Porque un marido sea mas fuerte ¿ ad-
quiere por esto derecho para ser injusto con aquella
á quien debe esclusivamente su amor y sus cuidados?
Si la mujer es deshonrada á los ojos del público por
haber violado las leyes del pudor ¿ por qué el mari-
do, reo del. mismo crimen, levanta erguida su cabe-
za enmedio de un público parcial é injusto, que no
le mira con todo el oprobio que se merece ? ¿ Qué
estraña jurisprudencia puede dar al marido la libertad
de cometer impunemente las mismas injusticias que
tiene derecho para castigar con rigor en su mujer si
las comete ? La debilidad de una mujer ¿ da á su ti-
rano el poder esclusivo de poner su corazon en otra
y de violar la fe misma que la tiene jurada ? No por
cierto: las faltas de un marido, en quien ha de ha-
ber mayor fortaleza, razon y prudencia, son mas
imperdonables que las de una mujer, cuyo atributo
e„spi lLaitaii.odcebilidad.
Hai maridos tan injustos, dice


, que exijen de sus mujeres una fidelidad
'
,que ellos mismos violan ; se parecen á aquellos je-




2 SECCION V.
«nerales de ejército , que huyendo cobardemente del
',enemigo, quieren sinembargo que sus soldados sos-


tengan el puesto con valor.
A la conducta injusta de los maridos, á su in-


constancia, á su vida desarreglada y á sus duros y
malos modales deben por lo comun imputarse las fla-
quezas de sus mujeres: sería preciso suponer en es-
tas un valor y una grandeza de alma mui raras pa-
ra que, viéndose de continuo despreciadas, desaten-
didas y ultrajadas por unos feroces tiranos, no pres-
tasen jamas oídos á los discursos de los seductores,
tan rendidos, respetuosos, y complacientes, como
altaneros insultantes y despegados son sus maridos.
Un tirano no puede ser único dueño del corazon de
una mujer, porque si con las otras usa del buen hu-
mor, de las dulzuras, y del amor que sólo debe á
la suya propia ¿ no incita y estimula á esta paraque
siga su ejemplo ? Seria menester al menos mucha
mayor virtud de la que se encuentra en las nacio-
nes corrompidas, para que una infeliz mujer, col-
mada de pesadumbres y aflicciones, y anegada en
lágrimas, reusára los consuelos del que apura todos
los medios para hacerla olvidar sus deberes.


En casi todos los paises vemos que la opinion
pública imprime cierta vergüenza y desprecio á los
maridos de las mujeres infieles. Aunque al primer
aspecto este modo de pensar parezca injusto , y lo
sea mui frecuentemente , y aun contrario á la
humanidad que nos prescribe compadecernos de
los desgraciados , se podria sinembargo hallar un
motivo racional para escusado. La preocupacion
que hace al marido responsable de la conducta de
su mujer ¿no provendrá acaso de que se -ha creido
que sólo la negligencia , la falta de conducta , los
defectos ó los vicios irritantes del marido pueden
ser causa de los disgustos y extravíos de la mu-
jer, que deberia contener con su vijilancia , con


CAPÍTULO 1. 9
su ejemplo y con su autoridad ? La opinion , que
injustamente muchas veces deshonra al marido de
una mujer viciosa, procede y tiene los mismos fun-
damentos que la que hace á un padre responsable
de los desórdenes (5 delitos de su hijo : se ha creido
que, á no tener un marido cualidades desprecia-
bles ó fastidiosas, una mujer honesta y bien criada
no se arrojada nunca á cometer escesos que la
deshonrasen.


Sea lo que fuere de esta opinion poco favora-
ble al marido , la razon nos probará siempre que la
infidelidad conyugal es un mal que la moral no
puede tratar Meramente. Lo que sin duda ha-
ce que desaparezcan de entre los Esposos la felici-
dad doméstica , la concordia y la ternura , es una
cosa que solamente el delirio puede mirar con indi-
ferencia. Aun suponiendo que los Esposos se con-
vengan entre sí en no inquietarse el uno al otro
por sus desórdenes , siempre resultará que la con-
fianza y la amistad serán estriñas y desconocidas
á unos seres capaces de semejantes convenios. Ade-
mas , el desarreglo de los padres y madres ¿ no ha
de influir del modo mas perjudicial en las costum-
bres de los hijos? Nacidos de padres viciosos que se
desprecian ó detestan , estos hijos recibirán una edu-
cacion que los haga eternamente infelices. ¿ Qué
ciudadanos pueden formar para la Sociedad unos
Esposos discordes , 6 que sólo están de acuerdo en
sus vicios y desarreglos?


En lo jeneral el hombre es celoso: él quiere po-
seer esclusivamente lo que le pertenece , y aun de-
sea ser amado de aquellos mismos á quienes ama
tibiamente. Los Esposos que consienten en sus md-
tuas infidelidades , dan á entender bien claro que
no existe en sus almas la mas pequeña chispa del
cariño tan necesario á su estado , 6 que una.


horro-
rosa antipatía ha destruido en ellos unos afectos


TOMO III.
2




10 SECCION V.
tan naturales. -Este odio ó indiferencia deben -esten-.
derse á sus hijos , cuando el marido teme que sean
frutos de los amores impuros é ilejítimos de su mu-
jer. ¿ Cómo mostrarla en este caso los cuidados y
ternura de padre á hijos que sospecha no sean suyos?


La razon nos enseña que en la union conyugal
el marido 'pertenece á la mujer , lo mismo que la
mujer al marido. Ni el uno 'ni el otro pueden , sin
que se arriesgue su felicidad , renunciar los dere-
chos de esta propiedad recíproca : ambos deben
evitar cuidadosamente todo lo que puede alterar la
armonía necesaria á su tranquilidad doméstica , la
cual nada puede reemplazar en el mundo.


Segun estos principios la galantería en una mu-
jer es una cualidad que la moral no puede disi-
mular en manera alguna , porque es indicio de una
vanidad despreciable , de un deseo de escitar las
pasiones deshonestas , para de este modo ejercer un
despotismo , al que jamas debe aspirar una mujer
virtuosa. ¿ No es un delito encender fuegos crimi-
nales en los corazones que no deben sentirlos? ¿No
es una crueldad fomentar deseos con esperanza de
unos favores , que ni se puede ni quiere conceder-
los? ¿ No es una imprudencia y lijereza suscitar en
el público , á quien se debe respetar , 6 en los Es-
posas , cuyos recelos es menester evitar , sospechas
no conformes á la honestidad y al decoro?


De cualquier modo la galantería siempre es vi-
tuperable , porque se manifiesta en ella una volun-
tad permanente de turbar la felicidad de los otros,
una lijereza reprehensible en materia tan importante,
y una vanidad siempre condenable. Una mujer que
quiere agradar á todo el mundo, aun cuando su
corazon se mantenga puro , tiene lastimado el jui-
tia Una mujer verdaderamente honesta sólo quie-
re agradar á su marido; y si es prudente, evita
todo lo que puede darle zelos porque sabe que sa


CAPÍTULO 1. i
felicidad depende del buen afecto que él la .tiene.
La estimacion , la paz , la confianza son unas dig4
posiciones permanentes , mucho Mas- necesarias á
la felicidad de los Esposos que el solo amor , el
cual , una vez ya satisfecho , se exhala y evapora.


El Amor en los dos sexos , como se ha dicho
ántes , es una pasion natural', escitada por el tem-
peramento y robustecida por la ímajinacion ,
que solicita mas ó menos vivamente á unirse los
dos sex6s , ansiosos de gozar de los placeres propios
de esta union. La hermosura corporal ordinariamen-
te produce de repente esta pasion •Ó este deseo. En
la eleccion-de esposa la belleza esterior es las mas
veces la primera cualidad que fija la atencion ; mas
aunque mui digna de aprecio , como la esperien-
cia nos acredita que el amor es una pasion po-
co durable, y que el goce la hace desaparecer pron-
tamente, la prudencia y la prevision deben dar á
conocer á los (lúe quieren unirse , que hai otras
prendas mas sólidas que la hermosura , que deben
buscarse con preferencia. La hermosura siempre ha
sido comparada á una flor delicada , y el amor á
_una lijera mariposa. La mujer mas bella á poco
tiempo es mirada como una mujer comun y regu-
lar por el marido que la adoraba (1). La hermol.
sura, dice Sócrates, es una tiranía de corta
clon.


Nada es mas raro que el ver contentos y feli-
ces los matrimonios que sólo han tenido por móvil


( 1 ) Los españoles dicen que la hermosura es de tan cor-
ta duracion como la fragancia de los suaves olores : el que es-
tá acostumbrado á ellos no los siente. Véanse las Reflexionzs
sobre las mageres por Mad. de Lamben. Bion el Borystenita


, decia que la mujer fea ofende y dala la vista, y la hermosa
el, liiitio y la rama.


0




Juvenal Satyr. 10. vers. 297.


(1)
iltqac pudiciti(e.


Rara est adn3 concordia forme


12 SECCION y.
de su union la hermosura y un amor ciego. Las
pasiones violentas duran poco; y la imprudencia de
los ciegos y ofuscados Esposos luego les hace abu-
sar de los placeres que hubieran debido prudente-
mente economizar. El matrimonio debe ser casto:
el pudor , dice Madama Lambert, debe conservarse
en los momentos mismos destinados á perderle; y asi
los Esposos deben respetar los sagrados vínculos que
los unen., y no permitirse nunca la licencia, casi
siempre seguida del rubor y del fastidio. Ademas,
un marido prudente no debe fomentar en la imaji-
nacion de su mujer el ardor un deleite que seria
menester apagar á costa de la virtud y del decoro".
Plutarco nos enseña,


cpie los griegos tenian erijido
un templo á Venus .


cubierta con my
velo ; sobre lo


cual observa que para encubrir á esta diosa no hai
sombra , no hai obscuridad y misterio que sean de-
masiados.


El efecto que produce la hermosura es avivar
los deseos : así qué ella espone comunmente á las
mujeres á seduciones y peligros. Amtístenes , consul-
tado por un jóven sobre la eleccion de esposa , le
respondió : Si la elejis mui hermosa, no la gozaréis
solo; si la elejis mui :fifz,, bien pronto os fastidiareis
de os conviene , _pues , elejirla ni mui ,fi'a ni
mui hermosa.


La bondad de corazon, las dotes y cualidades
del entendimiento , la dulzura , la sensibilidad son
.prendas que la razon hace preferibles tanto á la
hermosura , fácil de marchitarse , como á las ri-
-quezas, incapaces de sustituir á la virtud , y de
causar una verdadera felicidad á los Esposos
principalmente cuando ignoran el modo de usar
de ellas.


La. hermosura , dice un sábio antiguo, es un bien
que pertenece á otro. En efecto, como dice Juvenal,
es mui raro encontrar reánidas en una misma perso-


CAPÍTULO 1. 13
na la honestidad y la hermosura (I). Las gracias es-
tertores y la belleza del rostro, que por un efecto


agradan á los ojos, impiden
frecuentementesionrp rtendáeun yuna mujer que cultive ó adquiera
las dotes necesarias para la felicidad conyugal. Una
mujer hermosa no es la última que conoce el poder
de sus hechizos: esta idea la envanece, y por lo co-
mun está demasiado ocupada en sí misma, para que
piense en la felicidad de otros : se ama esclusivamente
á sí propia: toda su ambicion se dirije á ejercitar su
imperio, y para esto necesita del trato y obsequio
de las jentes: idólatra de sí misma, quiere que todo
el mundo la rinda sus adoraciones: y continuamen-
te se vé rodeada de enemigos, que ansiosos de com--
placerla conspiran contra ella y en daño de su ho-
nor, sin que la virtud sea bastante á defenderla. Na-
da es mas raro que una mujer hermosa que no se
crea dispensada de mostrar á su marido cariño y
cuidado que su estado la prescribe: acostumbrada y
dominar, raras veces se presta á. la voluntad de aquel
á quien debia obedecer y agradar ; -su imperio cesa
á la presencia de su esposo , 'y por consecuecia no,
tarda en huirle, en aborrecerle, y en preferir y en
tregarse á un adorador sumiso , que bien pronto 1,1?:
domina y esclaviza.


Asiqué este imperio, que tan alagttefio
jero parece á la vanidad de las ,mujeres 'tiene so-
lidez alguna, y por lo comun son despreciadas de
los mismos á quienes sacrifican su honor y su quieff
tud; mas la suerte de estas llega á ser aun mas de-


lep,e r cmuiatennd oyasuhsalct terracptaipvcols
alguno
ajado sipiloorlaabs


yenmliairesoheitiose...
dad; abandonadas de lo s


que se ven libres, si antes




14 SECCION y.
fueron esclavos, las vemos ordinariamente entrega-
das á una sombría y cruel melancolía: una triste y
cuitada devocion es el débil recurso de que suela?n
valerse para reemplazar los placeres á que estaban
acostumbradas; viven olvidadas de todo el mundo
y pasan sus tristes días llorando su imperio ya per-
dido. Tal es la suerte de estas imprudentes, degra-
dadas por sus vicios. La virtud sola da derechos im-
prescriptibles á un poder firme é inalterable. El rei-
nado de la virtud es de toda la vida. Poco tiempo
dura el ser bella y hermosa, y mucho el no serio....
Las puras y sanas costumbres , un alma justa y deli-
cada, un corazon recto y sensible , son bellezas que re-
nacen y se conservan siempre nuevas (1). Estas con-
quistan la ternura y amistad de todo marido sensato
y prudente, y atraen en cualquiera edad la admi-
racion y los respetos de todos; sentimientos mas du-
rables y lisonjeros que no los requiebros y necedades
con que irritan los hombres la vanidad de las
mujeres.


A pesar de las opiniones reinantes en las
nes estragadas, la moral nunca dejará de repetir á
los maridos, que sean justos, que no abusen de su
autoridad con sus esposas, ni sean opresores de un
sex6, que por ser menos fuerte merece piedad y pro-
teccion: ella les dirá de continuo que amen á sus mu-
jeres, y que no se avergüencen á la vista del público
de manifestarlas un cariño que los hace apreciables
á las personas sensatas: el voto de estas es sin duda
alguna preferible al de una turba de libertinos, que
no tienen idea alguna ni de la importancia ni de la


(1) Réflexions sur les fevnthes. Solon prescribia á las recicla
casadas que comiesen algunas frutas suaves y olorosas antes
de cohabitar con sus maridos, para que de este modo compren-
diesen que debian tratarlos con dulzura, á fin de serles
agradables.


CAPÍTULO I.
santidad de los vínculos que unen á los Esposos. El
marido que se constituye el tirano de su mujer, es
un débil, un cobarde, un bárbaro, cuya ferocidad
debieran castigar las leyes. Todo Esposo infiel, que
roba á su mujer el corazon á que su amor la da de-
recho, es un injusto, que en el acto de no recompen-
sar su virtud , C01130 que en cierto modo la abre la
puerta á los deseos; de ser mala.


No hai vicio que no encuentre apolojistas en una
sociedad corrompida (1): no hai desórden que con la
frecuencia del ejemplo no intente ennoblecerse ó justi-
ficarse por lo menos. Sinembargo el ejemplo del crí-
men nunca jamás puede.autorizar el crimen mismo.
La razon nunca cesará, pues, de representar á una
mujer que su mayor interés consiste en consultar y
merecer la ternura del que la naturaleza y las leyes
hacen' el árbitro de su suerte. La misma razon la
aconsejará que le atraigaá sus deberes con afabilidad
é induljencia ; que sufra con paciencia sus delirios;
y que de este modo le obligue á sonrojarse y cor-
rejirse de sus injusticias y desprecios. La paciencia y
la dulzura conservan siempre algun ascendiente y
poderío sobre el vicio. Qué superioridad no adquie-
re una mujer virtuosa sobre un hombre irracional
malo! i Hai cosa mas noble, mas jenerosa, ni mas
interesante que una mujer bella , á quien los des-
arreglos de su marido no son capaces de separar del
sendero de la virtud ?


Una mujer que con sus infidelidades se venga de
los ultrajes de su esposo, es ciertamente menos cul-
pable que la que primeramente provoca su cólera y
sus zelos con una conducta desarreglada : sinembar-
go siempre peca contra sus propios intereses, porque
acrecienta la discordia y se priva de la considera—


(f)''
Nulli winquam
atIvocatus tlefuit. Cíe.




16 SECCION V.
clon de un público que , á pesar de la depravacion
jeneral de las costumbres, quiere que el oro de la
virtud no se desmienta en el crisol de la desdicha. La
fortaleza, la grandeza de alma son cualidades tan
loables, que deseamos encontrarlas aun en el sexó
mas débil. Aunque á primera vista este deseo parez-
ca injusto, no lo es con todo eso, porque se supone
que una mujer bien educada debe tener firmeza
cuando se trata del pudor, en el cual desde la in-
fancia se le ha dicho que se funda su honor y bue-
na fama, y se cree que cuando ya una vez se ha lle-
gado á saltar esta barrera que la educacion habla
fortificado cuidadosamente. , no hai freno ya que
baste á contener á la mujer en ningun acontecimien-
to ni ocasion.


En efecto, si por un acaso poco comun algunas
mujeres, á pesar de sus flaquezas y debilidades, con-
servan todavia las virtudes sociales, estas se destru-
yen y desaparecen en la mayor parte de las que han
hollado los límites del honor. Las vemos por lo co-
mun , faltas de sencillez y franqueza , ocuparse de
continuo en seducir y engañar, haciendo un hábito
de la mentira, de la traicion y de la falsedad. Nada
es menos seguro que el trato de la mayor parte de
las mujeres cortesanas, cuya vida es en las mas de
ellas una intriga contínua y una perpetua impostura.
La conducta reservada y oculta , exije una viji-
landa, un manejo y unos cuidados increibIe para
sustraerse á la censura y á la murtnuracion. Por
otra parte, el gusto de la disolucion obliga á la mu-
jer que se entrega á ella á engañar á la multitud de
sus necios amantes. En fin , toda mujer corrompida,
para tener cómplices , necesita corromper á otras
persgnas.


A estas disposiciones peligrosas en el comercio
de la vida hai que añadir la interminable serie de
estravagancias que arrastran de continuo á una


CAPÍTULO 1. 1'7
mujer cortesana : toda ocupacion útil la parece
odiosa ; su casa llega á serle insoportable; ha me-
nester del tumulto, del bullicio y de una perpe-
tua disipacion para distraerse de los remordimientos
de su conciencia y de las desazones domésticas. Sus
locos dispendios se multiplican sin término ni re-
gla; los hijos equívocos que dá á su marido , ni son
queridos ni cuidados ; estos no esperimentan jamás
las caricias ó las tiernas solicitudes de una madre
loca y disipada , que , por otra parte , es absoluta-
mente incapaz por sus vicios de darles una buena
y recta educacion.


Los esposos desunidos por .el carácter ó por
sus vicios , no pueden emplear en la educación
de sus hijos aquella conformidad y feliz armo-
-nía de sentimientos y de preceptos, tan necesarias
para que estos sean útiles y fructíferos. Si uno de
los padres -es virtuoso , la imprudencia , el mal hu-
mor y el ejemplo del otro, harán á cada paso inúti-
les sus lecciones. Un padre desarreglado frustra con
su ejemplo todos los cuidados de la madre mas
tierna. Una mujer vana lijera y sin conducta
desordena y trastorna á cada instante todos los
-proyectos de un marido racional en beneficio de
sus hijos.


Hé aquí como los desórdenes de los Esposos,-
:desterrando de entre sí la paz y la concordia sinfluyen ademas de un modo el mas terrible en
sus hijos ; estos , faltos de instrucciones y de bue-
nos<ejemplos , no dejarán de imitar en otra edad
los desarreglos que han visto practicar á sus pa-
dres. Tales son los efectos deplorables que produ-
cen en la Sociedad los galanteos 2 la desenvoltura
y las infidelidades , que algunos Moralistas relaja-
dos han mirado con tanta indiferencia , cuando de
semejantes desórdenes vemos frecuentemente resul-
tar


—matrimonios infelices
TOMO II t. fortunas disipadas y3




18 SECCION y.
unos desgraciados hijos , corrompidos ya desde la
edad mas tierna.


Estos efectos deben atribuirse á la imprudencia
con que regularmente se contraen los matrimonios.
Si es un ciego amor el que los forma , este amor,
embriagado y satisfecho con la hermosura , no
atiende á las cualidades morales tan necesarias pa-
ra hacer duraderos estos vínculos : cuando cesa la
ilusion en los esposos con el goce recíproco y con-
tinuo , se muestran tales como son uno y otro, ha-
ciéndose mutuamente molestos con los defectos que
á la larga llegan á serles insoportables.
• Mas en las naciones 'ntregadas al luxó y á las


preocupaciones, es raras veces el amor quien pre-
side al matrimonio ; un sórdido interés , la vani-
dad del nacimiento y las falsas ideas de conve-
niencia son las que únicamente se consultan en los
enlaces. Los talentos , los buenos pensamientos , la
conformidad de jenios y de caracteres, la buena
educacion , la dulzura , la complacencia , la pru-
dencia y la razon no entran en los cálculos de
esos hombres mercenarios , que sólo se proponen
combinar la opulencia con el ilustre nacimiento.
Qué felicidad puede resultar de este tráfico ver-


gonzoso de la riqueza y de la vanidad ? A la sa-
lida del convento , esto es, de una prision en que
una jóven ha vejetado tristemente , sin consultar
su inclinacion sus inhumanos padres la trasladan
á los brazos de un hombre á quien jamas ha vis'
to, de quien ellos tampoco conocen otra cosa que
el caudal y los títulos , y cuyas cualidades en ma-
nera alguna han sabido ni indagado. De este modo
los' Esposos se hallan unidos sin conocerse; se des-
precian luego que se han conocido; y acaban por
lo c9mun odiándose y huyéndose cuanto pueden.


A estas causas , por sí solas mui poderosas pa-
/a hacer del matrimonio un manantial de disgus-


CA P í L O 1. 19
tos y de infelicidades', deben juntarse ademas la
edad juvenil y la falta de esperiencia y de razon
de los que le contraen. Una sábia lejislacion f no
debiera impedir los matrimonios precoces que unen,
por lo ordinario . , á dos niños inmaturos en el cuer-
po y en el espíritu? De estos enlaces sin reflexion,
ó dictados por intereses mal entendidos , no pue-
den esperarse sino uniones desgraciadas, desacier-
tos continuos, frecuentes desórdenes , y una jeno-
racion sin vigor. Los Grandes no se casan sino
para perpetuar su linaje ; -loca y neciamente ocu-
pados en transmitir su nombre á la posteridad ,
ellos olvidan todo lo clemas por tan vanas quimeras.


Segun esto z nos espantaremos de ver , princi-
palmente en las clases elevadas y ricas , tan po-
cos Esposos felices , y tan gran número de impru-
dentes , que pasan su vida en atormentarse sin ce-
sar , ó en huirse de continuo ? Privados casi siem-
pre de los consuelos y dulzuras que produce el
matrimonio , vemos por lo coman á los Grandes
y á los ricos buscar en dispendios enormes , en
costosos placeres , en disipaciones continuas y en
culpables deleites los medios de reemplazar la paz
y el bien que les niega la vida doméstica. ¡Cuan-
tos gastos , inquietudes y ajitaciones para suplir
la falta de felicidad pacífica y la serenidad con-.
tinua , de que la razon y la virtud harían gozar
incesantemente á los Esposos unidos con los vín-
culos




del cariño , del aprecio y de la confianza t•
Mas los entes inconsiderados no tienen ni aun idea
de estas ventajas inapreciables ; estas solamente se
esperirnentan por los racionales que conocen todo
su p¿ rpeclodey dvarlo.ser


mayor trastorno de ideas , co-
mo la opinion depravada que en las clases distin--
guidas hace que los Esposos se avergüencen de
manifestarse la ternura que por su estado se de-.


• •




20 SECCION V.
ben uno á otro ? z Hai cosa mas insensata que una
corrupcion capaz de sofocar en los corazones los
afectos mas esenciales , mas lejítimos y mas dig-
nos de manifestarse al público ? Los que se com-
portan en el mundo con semejantes irregularidades
y: caprichos z no deberian ser colmados de ignomi-
nia y de oprobio?


La ignorancia y las preocupaciones son el orí-
jen de los males que turban de continuo la feli-
cidad pública y particular. i Qué diremos de la
loca vanidad de esos hombres ricos de poco acá
que tienen la manía de hacer contraer á sus hi-
jos enlaces con los de familias ilustres, de quie-
nes la suya y ellos mismos no reciben despues sino
desprecios é insultos ? Los Nobles y los Grandes
no se consideran unidos con los vínculos de la san-
gre á los que son inferiores á ellos en nacimiento;
orgullosos y vanos en el seno mismo de la miseria,
se imajinan que la riqueza debe darse por mui di-
chosa con el honor de su alianza,


La esperiencia mas reiterada no puede curar á
los hombres embriagados de sus preocupaciones:
todo conspira á mantenerlos en ellas : todo con-
tribuye á persuadirlos que el dinero y el poder
son los únicos bienes apetecibles , no siendo mas
que medios de lograr el bienestar con el buen uso
que de ellos hace la virtud. La educacion de los
ricos y de los grandes no los ilustra lo que han
menester para ser felices; los hace comunmentei
avaros y orgullosos , mas no sensibles y racionales.


En adelante hablaremos con mas oportunidad
de la educacion que se da al sexó que la natura-
leza ha formado para la felicidad del nuestro. Ve-
remos que -lejos de cultivar y adornar su delicado
entendimiento , su viva imajinacion , el corazon
sensible que esta naturaleza concede á las mujeres;
lejos de inspirarles ideas, pensamientos é inclina-


CAPÍTULO I. 21
ciones que contribuirlail á su verdadera felicidad
y á la de los Esposos que la suerte les destine,
sólo parece que la educacion se propone hacer de
ellas unos entes totalmente incapaces de pensar en
su dicha y en la de su familia.


En las naciones depravadas por el luxó y la -
ociosidad , la mujer de un cierto órden se halla
siempre ociosa ; ella se creeria envilecida y de-
gradada , si se cargase del menor cuidado de su
casa ; para vivir ocupada , no tiene otro recurso
que los divertimientos continuos, dirijidos todos á
distraerla de sus -obligaciones: estos consisten en
un juego habitual y ruinoso , en los bailes donde
la vanidad desplega todos los recursos de la coque-
tería , y en espectáculos donde todo respira la sen-
sualidad , y escita á las mujeres á menospreciar las
virtudes que las hacen amadas de sus Esposos: en
fin , estos pasatiempos consisten en la lectura de
cuentos y novelas , cuyo objeto es avivar incesan-
temente la imajinacion , y fomentar los deseos que
condena la virtud (1).


Cómo ha de formar una conducta semejante
Esposas virtuosas , atentas y ansiosas de agradar á
sus maridos ? Las mujeres , cuya cabeza está llena
de fruslerías , de imájenes torpes, de diversiones
perniciosas z serán nunca unas Esposas recojidas,
unas madres prudentes y económicas , unas ami-
gas constantes y sinceras 5 capaces de consolar y


(1) Los antiguos apreciaban tanto en las mujeres una vida
activa y laboriosa, que sus poetas nos representan á las Prin-
cesas , á las Reinas , y aun á sus Damas ocupadas en algun
trabajo útil. Los Persas tenias dificultad en creer que Alejan-
dro llevase vestiduras tejidas por su misma hermana. Entre
las señoras de buen tono , cuanto mas inútil es una labor, tan-
to mas afanadas las vemos e n , teniendo á poco el ocupar-
se en-las haciendas domésticas.




2 SECCION y.
aconsejar á sus maridos , Cuando su sola presen-
cia las espanta y las molesta ? Unos seres consa-
grados noche y dia al juego , á la sensualidad , á
la disipacion y á la coquetería z tendrán de sus hi-jos el cuidado y la vijilancia que su estado les
impone ? En fin , unos seres enemigos de toda re-
fiexion z se tomarán el trabajo de atender á la obra
seria y continua de su propia felicidad , íntima-
mente enlazada con la de cuantos les rodean ( I ) ?


Gracias al poco cuidado que se pone en la ins-
truccion de los ricos y de los grandes, en vez de
ser unos maridos tiernos, humanos y sensibles, son
ordinariamente unos indignos déspotas, despreciados
y- aborrecidos de sus mujeres, á las que, bajo las mas
aparentes y bullas esterioridades de decencia , tratan
regularmente en secreto como á esclavas, sobre quie-
nes se figuran que tienen derecho de ejercer impune-
mente su injusticia, sus jenialidades y sus caprichos.
Los padres, guiados de la avaricia ó de sus indignas
preocupaciones, entregan á estos viles tiranos las víc-
timas, á quienes la ley rigorosa obliga en casi todos
los paises á jemir sin consuelo ni esperanza todo
el curso de su vida. En los matrimonios, como se
ha visto , no se consulta sino la ambicion,- el orgu-


(1) "En cuanto á vosotras ¡ ó mujeres ! dice Pericles en
” Ttieíditles , el principal y constante objeto de vuestro sexó
5/ ha de ser evitar que el páblico os censure y critique ; el ma-
53 yor elojio que pu . .kis merecer es no dar causa ni á la crítica-•
55 ni á la adtuira.eion." Véase Thuciditi. histor. lib. 2, Conviene
observar de paso ,• que entre los Griegos las mujeres estaban
recojidas en sus casas , sin tener parte alguna en la Sociedad;
en vez de que eu las naciones modernas de la Europa las mu-
jeres viven en el bullicio- del trato de las jentes , y debieran
por lo tanto procurar adquirir, mucho mas que las mujeres de
los Griegos , cualidades que las hiciesen apreciables. Una mu-
jer- qpe vive retirada no ha menester las virtudes precisas pa-
ra vivir en el mundo.


CAPÍTULO I. 23
lao y la codicia, condecoradas con el nombre de
conveniencia. Asi los matrimonios desgraciados y mal
avenidos se com ponen de dos enemigos que se con-


fastilan; que suspiran tras el dia que
que, cuando no llegan á este


esceso,,
ns


viven
yisv


ldeenriausi'va completa indiferencia; sus in-
tereses nada tienen de comunes; y de ningun modo
procuran ni trabajan en su recíproca felicidad, como
ni tampoco en la de unos hijos á quienes han dado
la existencia para no pensar en ellos jamás.


Nada puede suplir en el matrimonio la union
de los corazones y aquella feliz concordia tan nece-
saria al bienestar de los Esposos. La mayor riqueza es
siempre insuficiente para ocurrir á los gastos , á los
pasatiempos y á los innumerables caprichos con que
se procura reemplazar el contento sólido que debiera
encontrarse en sus propios hogares. Un marido poco
aficionado á su mujer, y entregado á la disipacion,
al juego y al libertinaje, la retasa por lo coniun
hasta lo mas preciso. Por su parte, una mujer des-
cabezada y gastadora detesta y se irrita de continuo
contra la economía y el arreglo que su prudente
marido opone á sus insaciables deseos, y le mira co-
mo al enemigo de su felicidad.


Por lo que hace al plebeyo, como que este, fal-
to de cultura, conserva casi siempre unas costumbres
salvajes , y no es capaz de refrenar sus pasiones,
mira á su mujer como á una víctima destinada á
sufrir sus violencias.


Las leyes en- casi todos los paises, guiadas por
las bárbaras preocupaciones, no conceden á los Es-
posos medios ningunos para disolver los matrimonios
mal avenidos; estos se ven condenados á sufrir y ar-
rastrar por toda su vida las cadenas que los opri-
men ; la mujer, sobre todo, no puede sustraerse en
manera alguna de la tiranía doméstica de un mari-
do, que la hace padecer en secreto el horrible y for-




24 SECCION y.
midable peso de su autoridad; por otra parte, este
se vé precisado á vivir por fuerza con una mujer
que incesantemente le deshonra, y cuyo corrompido
corazon arde en una llama adúltera. Si los Esposos
quieren apartar de sí los objetos que los aflijen , les
es necesario revelar sus desgracias al Público, ha-
ciendo que resuenen sin pudor en los tribunales sus
quejas y los pormenores escandalosos de sus infortu-
nios privados.


Se nos dirá quizá que las leyes no deben fomen-
tar y patrocinar la inconstancia de los hombres; que
los vínculos del matrimonio son respetables y sagra-
dos; que no pueden romperse sin perjuicio de la So-
ciedad; y en. fin. se nos dirá que la suerte de los hi-
jos qucdaria incierta, si les fuese permitido á los pa-
dres separarse á su arbitrio. Mas nosotros responde-
remos á estas especiosas objeciones, que los hombres,
á pesar de su inconstancia, están fuertemente con-
tenidos por la fuerza y los vínculos del hábito, por
la decencia pública, por el temor de los obstáculos
y del vilipendio , y por la complicacion de sus rela-
ciones y negocios; de suerte que no es de creer ni
de esperar que unos Esposos de mucho tiempo hace
unidos se separen. con lijereza. Roma, donde el di-
vorcio era permitido, no nos ofrece en quinientos
años mas que un solo ejemplo de él. Los divorcios
no se hicieron frecuentes en ella hasta que el luxé
hubo corrompido enteramente las costumbres. Los
Esposos racionales y prudentes se sobrellevarán recí-
procamente, y no tratarán de separarse; pero es útil n
que dos entes destituidos de razon se alejen y sepa-
ren: los hijos criados entre disensiones domésticas,
no pueden menos de ser infelices y desatendidos, y
deben forzosamente pervertirse, en vez de ser unos
ciudadanos útiles á la Patria. Los Esposos pobres y
miserables, á de una mediana fortuna, no pensarán
en separarse; y los divorcios sólo tendrian lugar en-


CAPÍTULO
tre los ricos , á quienes su . estado les permite proveer
y asistir á.los hijos nacidos de la union que quisie-
sen romper (1).


Nada es mas respetable y santo que la union
conyugal, cuando los Esposos llenan fielmente el
.objeto que en ella deben proponerse; entonces, de
la observancia recíproca de las obligaciones que
impone, resulta un bien real y verdadero á los
Esposos, á sus hijos y á la Sociedad entera. Si el amor
ha formado estos tan dulces nudos , el aprecio, la
ternura y la concordia los estrechan y aprietan á
cada momento, é impiden que jamás los rompa la
inconstancia. Esta nace del vicio ajitado y mal con-
tento: la virtud , siempre tranquila y moderada,
hace mas fuertes los vínculos de los Esposos, y los
enseña que deben mostrarse en todo caso una indul-
jencia recíproca : la razon les dicta que , destinados
á vivir juntos, la familiaridad entre ellos no debe de
modo alguno escluir las atenciones, la urbanidad y
los cuidados tan ;apropósito para escitar y cimentar
su afecto ; y asi ellos evitarán todo lo que puede dis-
minuir 6 ser contrario á su estirnacion y cariño. El
-mundo estái.11eno de.EspoSos que, sólo,pareee q ue re-
servan sus atenciones y ,complacencias :para los es-
traños y desconocidos, y que' miran. á sis Mujeres y
á sus hijos COMO unos esclavos condenados á sufrir
de continuo su brutalidad y su mal jenio: estos in-


(l) Estas ideas , que'comaciras muchas en la teoría agra-
dan y persuaden, producirian ciertamente consecuencias tuui
terribles y funestas en la práctica., si la ley no enfrenase la va-
lubidad de los Esposos; mucho-mas en tiempos tan aciagos co-
mo los nuestros, en que los vicios y la mala educacion ,
clpalinctue de los ricos y poderosos, han corrompido las cos-
tumbres á tan alto grado. Asigne nuestras leyes civiles, con-
formes con las divinas y eclesiásticas , tienen establecido lo mas
corve- dente en este punto. (Nota , dei Traductór.)-


TOMO I TI
4




26 SECCION V.
sensatos no ven que en su propia. casa es donde se
necesita establecer el reposo. y la felicidad. El trato
íntimo no dispensa en manera alguna á los Esposos.
de. que se muestren buenos. procedimientos, compla-
cencia y consideracion ; por el contrario, la &cenen-
tacion contínua.


hace mas: necesaria, esta delicadeza
por lo. mismo que se están viendo incesantemente.
La razon prescribe al marido que temple su imperio
con la.


ternura; y á la. n]ujer la recomienda sund-
sion y paciencia; ceder para. esta , es. vencer y triun-
far: la dulzura es el arma mas fuerte que se puede
oponer á las pasiones de un marido.,, á quien la. con-
tradiccion sólo. irritada latas,, y le baria intratable..
¡Qué, corazon habrá tan cruel y .


feroz á quien no.
desarmen la. paciencia y las lágrimas. interesantes de;
una mujer dulce, amable y virtuosa!':


Por desatender estas reglas; importantes, vemos;
á menudo suceder en los matrirnet..i.os. los. disgustos.
recíprocos al mas. vivo, amor.. Una prudente- y mesu-
rada conducta es sobre , todo necesaria .


en Unaasocia-
cion que debe durar toda la vida ; los. respetos y la.
complacencia no son. incómodos ni molestos, cuando.
es bien claro y evidente el interés que hai en agra-
darse incesantemente;, la aten.cion sobre sí mismo y
el cuidado de evitar- todo lo que puede alterar la a
monja: ó resfriar el buen afecto, llegan á ser fáciles
siempre que nos habituamos. á ello ; por un abuso
demasiado comun, la familiaridad de los Esposos es
causa. de que. no se respeten cuanto sería necesario:
la. mujer, casquivana quiere agradar á, todo el mundo
nienos. á: su. marido..


No. hai felicidad comparable á la de dos esposos. -\
sincera y estrechamente unidos. con. los vínculos del
amor, de la fidelidad y de la sencilla y pura amis-
tad„ en. quienes. estos afectos,. sucediéndose alterna-
tiVamente,, se , variar sin agotarse nunca. Qué es-
pectkulo nán.alagüefio y encantador que el de un


CAPÍTULO I. 97
Esposo ocupado en la felicidad de una mujer ama-
da de la que no se aparta sin sentimiento, y á la
que vuelve á ver siempre con un nuevo placer !
una. felicidad mayor para estos dichosos Esposos, que
la de leer cada uno en los ojos del otro el deseo con-
tinuo de su bien y su contento recíproco? Su propia
casa tiene para ellos un hechizo que envano busca-
dan fuera de ella, ó en el tumulto de los placeres.
La soledad de un desierto nada tiene de penoso pa-
ra dos personas que cifran en sí mismas cuanto mi-
dieran desear , y que encuéntran uno en otro las 'de-
licias de la convérsacion y las dulzuras de la amis-
tad. z Hai una alegría mas pura para ellos que la de
verse rodeados de unos hijos que, formados á espen-
sas de su comun cuidado, serán sabios y virtuosos,
y servirán un dia de consuelo y de apoyo á su
vejez ?


De la union de los Esposos dependen ciertamen-
te las virtudes de su descendencia. Un Padre vicioso
y tirano no puede formar sino esclavos llenos de vi-
cios. Una Madre frívola, enamorada y gastadora no
sabrá educar hijas prudentes, modestas y recatadas:
..una madre de familia, incapaz de vivir ocupada.; fal-
ta de prevision y de economía, no puede criar sino
hijos que llevarán consigo desórdenes y vicios á las
casas en que presidirán un dia. A la -estravagan-
cia y á la depravacion de tantos malos matrimo-
nios deben 'atribuirse los males que afilien á las na-
ciones enteras.


A esta misma corruncion debe tan-ibien atribuir-
se la multitud de solteros que se encuentran princi-
palmente en los paii;es donde el lux() y la disolucion
han fijado su domicilio. Los hombres corrompidos
y dominados de la sensualidad huyen


de
í


culos molestos para la inconstancia,e'tploreqLiteinoeisacvuíZ-
tran en la corrupcion jeneral medios de satisfacer las
exijencias de su temperamento , sin necesidad de car-




91; SECCION Y.
garse con las molestias de una casa; ademas de que
ellos miran á las mujeres como un bien cómun,
al menos como una conquista tan facil. de conseguir
como de emprender. Los desórdenes ó la facilidad
de las mujeres deben necesariamente multiplicar el
número de los cortejos- - y delos celibes.


Por otro lado los hombres mas sensatos te-
men tambien unos vínculos capaces de hacerles
infelices por toda su vida. La mala educacion
las mujeres , su pasion desenfrenada á el fausto y
los placeres , y lo raros que son los buenos ma-
trimonios ', son razones mili poderosas que. hacen
preferir el celibato á uno! nudos en que es tan di-
ficil encontrar felicidad y sosiego. La mayor opu-
lencia apenas basta. en un pais de luxó para satis-
facer las necesidades . creadas por este luxó capri-
choso. El hombre teme empobrecerse luego que tic,-
ne hijos.


Sinembargo ello es cierto que el celibe se pri-
va de las muchas ventajas que la union conyu-
gal puede producir. Un viejo solteron es un ente
solitario que en su vejez y en sus enfermedades se
halla por lo comun...abandonadó y entregado á la
rapacidad de sus 'criados ;. no esperimenta en sus
penalidades los cuidados y la vijilancia de su mu-
jer y de sus. hijos.; y pena y se consume en su
vejez rodeado de parientes colaterales que suspiran
por su herencia.


Muchos Moralistas han declamado contra el
celibato , mirándole' como. un manantial de cor-
rupcion ; los Lejisladores han querido castigarle co-
mo contrario á la poblacion ; pero unos y otros
no han conocido que el celibato., cada vez ma-
yor, era efecto de la corrupcion pública, autori-
zada ó tolerada por los malos Gobiernos ó las ins-
tituciones viciosas.. Envano Augusto publicó leyes
contra los celibes., mirándolos como Unos _con>


CAPÍTULO I. 29


rraaandcsa nqdLoi e de arqatitzm aebl préerftdil del o Imperio.í a s e Ast umr-.


br es y gobernando á las naciones segun las re-glas de la equidad, es como se puede estimular
á los hombres á multiplicarse. El despotismo , el
luxó y el desprecio de las buenas costumbres son
calamidades que reunidas aceleran la ruina de un
Estado. Un mal Gobierno destruye y aniquila has-
ta las jeneraciones futuras; y forma de los hom-
bres unos esclavos infelices é inciertos de su suer-
te, que viven al acaso, y no pueden pensar en
multiplicarse sin 'riesgos y temores ; los hijos no
harian mas que acrecentar sus necesidades presen-
tes y sus inquietudes con relacion á lo fuluro. La
poblacion se aminora bajo un Gobierno que solo
hace infelices, y en las naciones donde el vicio levan-
ta erguida la cabeza.


Reprimienlo el luxó, corrijiendo las costum-
bres , castigando el adulterio y la prostitucion pú-
blica, un Lejislador virtuoso logrará disminuir el
número de los celibes , y hacer los matrimonios
mas felices y capaces de formar ciudadanos para
el, Estado. Sentimos y nos quejamos de los efec-
tos, y no. recurrimos á sus causas: baja un nial
gobierno y unos Príncipes sin virtud y sin viji-
lancia, la masa entera de la Sociedad necesaria-
mente se corrompe y disuelve:.


La política y la moral se interesan igualmen-
te en deprimir y evitar el celibato.. El matrimo-
nio une al hombre mas íntimamente á su pais y
á
de


la Sociedad, • ad ti
Iiiades, semejante


estimulándole al
un


1.5
árbol robusto,


: elot, u sto padre
que


se agarra y arraiga. en la. tierra con muchas y
profundas ralees. El efecto del celibato, por el con,.
trario, es' divolver y aniquilar el: interés


públ ico,mteres pu .1Col


.i t
reconcentrar al hombre en sí mismo, hacerle u.?
egoísta é inspirarle una profunda indiferencia. par -




30 SECCION V.
con los gemas. El celibe vive el dia presente y piensa
poco en el de mañana: en una palabra , el soltero
por lo comun es duro é insociable , porque su co-
razon no llega á enternecerse y penetrarse de los
multiplicados afectos que causan los tiernos nom-
bres de Esposo y Padre.


CAPÍTULO II.
Deberes de los Padres y las Madres, y de los Hijos.


El principal objeto del matrimonio es procrear
hijos que lleguen á ser algun dia miembros útiles
á la Sociedad , y consoladores y apoyos de sus
Padres. El amor de los Padres y las Madres á sus
hijos es un afecto que se halla aun en los brutos
mas indomésticos y fieros, á los cuales los vedlos
animados de la mas tierna solicitud por sus hijue-
los : este afecto debe ser mas vivo todavia en el
hombre, que vé en su descendencia á los coope-
radores de sus trabajos, unos amigos unidos con él
por la conformidad de intereses, y á los apoyos
de su vejez. Un Padre espera que los hijos de
quienes cuida ahora, le recompensarán algun dia
sus cuidados y afanes, en vez de que los brutos
aman y cuidan á otros brutos incapaces de reco-
nocimiento, que los abandonarán al punto que sus


.fuerzas les permitan vivir sin ajenos socorros. De
donde se infiere que los Padres tienen menos afec-
tos ó instinto que los brutos si , habiendo dado el
ser á sus hijos descuidan ocuparse en su bien-
éstar.


La existencia no es un bien sino es feliz ; la
Mida sería un don fatal, si fuese de continuo mi-


\ serable. No es , pues , por haber recibido la vida
de sus Padres por lo que un hijo les debe su re-
conocimiento; esta vida puede ser solo efecto del


CAPÍTULO II. 31


mente se proponga el sersaciado)etyi tosa tcilsufeplacer sensual ,


de un ciegoal


ternura, la piedad filial, la gratitud de un hijo se
fundan en el cuidado y desvelo de sus Padres por
su felicidad.La autoridad paternal,. fundada en la natura-
leza y en las necesidades del hombre débil en su
infancia, es mui justa , porque tiene por ol^«eto
la conservacion y la felicidad de quien,. sin los:
socorros< continuos de sus Padres, se hallaria es-
puesto á perecer á cada instante , y que por sr.
solo no podria librarse de los. peligros que le ro-
dean. El hombre al nacer,. siendo de todos. los ani-
males. el mas. incapaz de defenderse y de procurar
su sustento*, se halla pendiente y necesitado de aque-.
llos que al darle la vida,, se obligaron á conser-
vársela, y á suministrarle los medios. de satisfacer
sus. necesdades.


El infante, viniendo al mundo se encuentra
en sociedad con su Padre y con su Madre , de
quienes , sin saberlo , recibe por mucho tiempo so-
corros y servicios gratuitos.. Mucho despues llega
á conocer las. obligaciones, que ha contraido con
ellos, el reconocimiento que les debe, : y el: modo
con que ha de pagarlos;. y su razori, cuanto con
los: años se aumenta ,, le muestra la. necesidad de
llenar sus deberes , ó de' satisfacer sus deudas.. La
opinion pública , el temor de la. ignominia ,
nociones de la virtud ,, y el hábito. de obedecer á
sus padres , le indican y hacen, fácil. la conducta
que está«. obligado. á seguir, : y confirman en él los.
afectos que' debe á los que piadosos, y benéficos se.
han ocupado constantemente en hacerle feliz.. De


ternura
os co, r ove _-este laTopdi.eodatdodfiol.


icaol;11, s esto eás' g, r aa
grava


lean
diente , tímida. y respetuosa que los hijos. bien. edu-«
vados, se reconocen en obligacion de. mostrar á. sus;




32 SECCION V.
Padres , á cuyo amor nunca pueden mostrarse de-
masiadamente agradecidos. En fin , los hijos deben
pensar que llegarán á ser Padres algun dia , y que
para adquirir derechos al cariño y reconocimiento
de su descendencia , deben manifestar estos mis-
mos afectos á los autores de su sér. Espera de
tu hijo , dice 'Tales , lo mismo que has hecho con
tu Padre.


La ternura paternal , ó el amor de los Padres
á sus hijos , está fundado ademas en motivos jus-
tos y racionales , y no , como se ha creido vul-
garmente, en una pretendida fuerza de la sangre,
ó en una simpatía oculta que la ignorancia ha in-
ventado á su antojo: este amor tiene por base la es-
peranza de encontrar algun dia en los hijos, hom-
bres que , reconociendo los desvelos y socorros que
han recibido de ellos , les acrediten en retorno una
respetuosa aficion , un celo á toda prueba y unos
cuidados ardientes y coutinues. Por otra parte, el
amor propio de un Padre se gloría de haber produ-
cido, por decirlo así, otro él mismo, y de haber
dado la existencia á una criatura que perpetuará su
nombre , que renovará su memoria , y que le re-
presentará en la Sociedad. Esta es evidentemente
la causa de las pesadumbres que padecen los Gran-
des de la tierra cuando no logran sucesion , por-
que temen que sin ella quedan sus nombres olvi-
dados, así como se imaginan perpetuar su propia
.existencia , é inmortalizarse dejando hijos á su
muerte.' De este modo la imajinacion de los hom-
bres , anticipando lo futuro , les hace gozar de
antemano y tener presente lo que pasará en el
mundo cuando ellos no sean ya mas que polvo
y nada.


En fuerza de esto , los Padres forman frecuen-
temente proyectos para sus descendientes , estable-
cen los fundamentos de su grandeza , tratan de


CAPÍTULO II. 33
su fortuna , arreglan su suerte y destino por me-
dio de sus testamentos , y á veces hacen unos sa-
crificios reales y penosos á la idea de la felicidad
de su jeneracion , sinembargo que saben que ellos
no la presenciarán. Todo hombre se figura ver hoi
lo que pasará despues de su muerte ; la imajina-
cion llega á veces á crearnos quimeras, en las que
nos fijamos aun mas que en las realidades ; mas
las que produce la ternura paternal son útiles á la
Sociedad , pues que por ellas un buen Padre se
priva de mil goces y placeres con la idea de que
los disfruten unos hijos que todavía no existen.
¿ Qué vendrian á ser las familias , si el espíritu de
cada ciudadano se encerrase en los límites de su
existencia presente , sin pensar nunca en lo futu-
ro ? Los Padres sin prevision , ó que , para satis-
facer sus pasiones, y placeres , descuidan lo que
deben á su descendencia , son justamente vitupera-
dos de sus contemporáneos. El hombre que sólo
piensa en sí y para sí , es mirado como un mal
padre y un mal ciudadano.


Sinembargo es preciso convenir en que este te-
mor de lo futuro , cierto ó ,figurado ir cd m11-
chas veces á los Padres injustos y crueles con sus
hijos. Un padre avaro no quiere desprenderse de
nada mientras vive; y bajo el pretesto del mayor
bien de sus hijos , á quienes dejará sus tesoros'


]. lesrdoeau seacssl ofar beecos rebenlciteiednool.e nduteetsiphtpiaeassdt ardeleod
muerton,t o mas vn. Lel


den
e-


y próvido se abstiene de entregar su fortuna á una
juventud ardiente y fogosa , que desconoce casi
siempre las reglas de una sábia. economía ;
más de
sabe


ade-
que que sería imprudencia despren-


derse enteramente de todo, y constituirse en la de-
pendencia de los que justamente deben depender de
él-; pero si ama verdaderamente á sus hijos un


TOMO 5




34 SECCION V.
padre, encuanto puede, los pone en estado de ser
felices durante su vida , porque él mismo goza en-
tonces del placer que les causa.


La moral en todos tiempos ha sido obscureci-
da con ideas falsas , y nociones vagas, confusas y
destituidas de esperiencia : la ternura paternal y
la piedad filial se han considerado como unos afeo,.
tos innatos que los hombres sacaban al nacer , y
que eran inherentes á la sangre. Pero la mas ti-
jera reflexion hubiera debido desengañar á los hom-
bres de esta preocupacion tan lisonjera. Un Padre
se ama á sí propio en su hijo , y ama á .un sér
de quien espera contento , placer y socorros. Un
hijo bien educado ama á su Padre, porque vé en
él á su mayor y mas seguro amigo, á el autor
de su bienestar, y el oríjen de su felicidad. Estos
afectos de parte de ambos se hacen habituales , y
pasan entonces por efectos del instinto ó de la na?
turaleza. Mas sinembargo estos afectos no se en4
cuentran en las naciones corrompidas , y en las
familias mal reguladas.


Envano sería esperar de la naturaleza ; del
instinto cí de la fuerza de la sangre unos afec-
tos que los desvelos y la ternura de los Padres no
hubiesen sembrado y cultivado en los corazones
de los hijos. No basta el ser Padre para .


escitar
en ellos el cariño y la recompensa que el derecho
de Padre debe prometerse y esperar. Para ser ama-
do es menester hacerse amable; esta es una ley
de. la que no puede eximirse hombre alguno. La
existencia , como acabamos de decir:, no es un bien
por sí sola , sino por. las ventajas que trae consi-,
go. Los Padres han- recibido de la naturaleza una
autoridad lejitirna sobre sus hijos ; mas ninguna
autoridad sobre la tierra dá el derecho de dañar
6 hacer infelices y desgraciados : toda dependen-
cia toda sumision no puede tener otro motivo


CAPÍTULO II. 35
que el bien que resulta de la autoridad que . rtian-
da ; el título de Padre no puede dispensar de esta
ley natural y primitiva. Un Padre que abusa de
su poder , que no muestra ni amor ni cuidados
á sus hijos , que por el contrarío ejerce sobre ellos


i , que se opone á su felicidad,un imperio injusto
que descuida y desatiende el proporcionarles todo
el bienestar y la dicha posibles , se hace indigno
del nombre de Padre , y no debe prometerse en-
contrar en sus hijos afectos de un sincero amor,
precio solo de la bondad y del cariño. La piedad
filial no puede fundarse sino en la ternura pater-
nal ; estos sentimientos naturales desaparecen lue-
go que carecen de apoyo , porque la ley de la na-
turaleza quiere que el hombre solamente ame y
se incline á lo que contribuye á su felicidad , á la
que su naturaleza le dirijo incesantemente.


¿ Cuántos Padres vemos transformados en tira-
nos , que no miran á sus hijos sino como á unos
esclavos destinados por la naturaleza á sujetarse
eta todo y por todo á sus despóticos caprichos ?
Estos insensatos se imajinan que por haber dado


quienes deben amar , hanla vida á unos hijos á
adquirido el derecho de hacer de ellos unos jugue-
tes de su mal humor y de sus ridículas arbitra-
riedades. El nombre de Padre , que encierra la idea
de cariño y del mas tierno interés ¿ debe acaso
ofrecer á los hijos la idea de un amo tiránico y
cruel, de cuyos golpes y malos tratamientos no
tengan derecho á defenderse ? ¿ Se les puede dar
el nombre de Padres á esos ambiciosos (1),5 i njus-


(1) Todo hombre que no esté ofuscado con sus preocupa-
ciones, forzosamente ha de conocer la perversidad de las leyes
y los usos de aquellos paises, donde , por favorecer la necia
vanidad de algunos nobles, el hijo mayor se carga solo con
todos los bienes de la familia, dejando á los denlas hermanos y




36 SECCION V.
tos con sus hijos , que los sacrifican cruelmente á.
la fortuna de un primojénito , sócolor de que éste
se encarga de mantener en el mundo el esplendor
de su familia ? ¿ Hai una barbaridad mas feroz que
la de esos indignos padres que , para mejor dota
á


,


una hija , seducen y fuerzan á su hermana á
que ella misma se condene á una prision perpe-
tua , que dia y noche regará por toda la vida con
sus lágrimas ? Los hombres de este horrible y afren-.
toso carácter no pueden llamarse padres , ni mere-
cen el título de hombres; las leyes debieran sus-
traer á sus desventurados hijos de una autoridad,
de que abusan tan detestablemente.


En el establecimiento de los hijos es en lo que
ostentan toda su crueldad los padres injustos: guia-
dos comunmente de una sórdida avaricia , 6 de
una loca vanidad, nunca los vernos consultar pa-
ra nada las inclinaciones de sus hijos. En el capí-
tulo anterior hemos observado las deplorables con-
secuencias de los matrimonios que sólo forma el
interés , del cual son víctimas los mismos esposos;
mas donde se vé sobresalir la dureza de los pa-
dres , es cuando sus hijos, casualmente . seducidos
del amor , tienen la desgracia de contraer un en-
lace contra su voluntad : entonces implacables es-
tos padres rara vez perdonan el menosprecio de
su autoridad; en lugar de tranquilizarse con el
tiempo , y de olvidar unas faltas ya irremediables,
los vernos con frecuencia llevar su horrible vengan-
za mas allá del sepulcro, y por medio de inhuma-


hermanas en la miseria y la indijencia. ¿ No es vergonzoso que
en las naciones que se llaman civilizadas, la lejislacion auto-
rice unas costumbres tan locas y desnaturalizadas? Tendrán
algunas obligaciones de amor y gratitud con sus padres unas
hijos desheredados por la ley ?


CAPITULO II. 37


nas
desheredaciones sacrificar su propia sangre á la


desesperacion y á la miseria.,
¿ Deberá cerrarse para siempre á la piedad el


corazon de un Padre ? Solo el vicio incorrejible,
el crimen inveterado pueden autorizar la par-


cialidad con 'sus hijos; si es el autor de sus dias,
debe á todos hacerlos felices. Como juez de su fa,
mina debe ser justo, recto é imparcial. La defor-í
midad corporal ¿ és acaso una razon para aborre-,
cer á un hijo, que por lo mismo es un objeto
digno de compasion ? ¿Qué corazones tendrán al-
gunos padres , que porque un hijo es desgraciado
se complacen en hacerle,sentir todavia mas el peso
de su miseria ? Un hijo contrahecho ó imperfecto
merece lástima , y por lo mismo su talento debe
ser cultivado con mas esmero y cúidado , para , re-
parar la desgracia ó el capricho de su suerte (1).


Y ¿ qué diremos de la debilidad de: aquellos pa-
dres, que sólo ven en sus hijósilos herederos de sus
bienes , cuya importuna presencia les recuerda de
Continuo que se han de morir,? : Mas estos hombres,
que tanto temen la,muerte g dejarían de morirse
sino tuvieran hijos 6 .herederos ? Los hombres dice
Eomero , se suceden unos á otros como las hojas en
los árboles (2).


(1) Se cuenta de un Majistrado de Francia, que deshere-
dó á su hija en su testamento solamente porque era fea ; bien
que este testamento fne anulado pe sentencia del Parlamento
de París.
::.(2) Montagne dice con mucha razon hablando de los hijos:
"la envidia que nos causa e.Lverlos lucir y gozar del mundo,
$1 cuando nosotros estamos ya para dejarle , como que nos ha-
• ce mas ahorrados y miserables con ellos. Nos alije el que
2, nos vengan empujando para salir de este mundo; mas si esto
/5 nos mtlesta y entristece , siendo así. que .el . luden de las eo-
• sas- Pide que ellos no puedan verdaderamente ser ni vivir si-


5 no á costa de nuestro ser y nuestra .
vida , .0osotrws
este




1
38 SECCION


La avaricia y la prodigalidad tanto una comer
otra abogan en las almas los afectos del amorpa
ternal. En las naciones corrompidas con el luxó,
con la vanidad , con el deseo de ostentar , y so-
bre todo con el contajio del vicio ¿ puede darse el
nombre respetable de padre á hombres frívolos, di-
sipados y corrompidos, que tododolvodigan á sus
vergonzosos placeres , y que 5 'acopados en satisfa-
cer sus estravagantes á criminales caprichos, na-
da hacen por sus hijos , que miran como una pe-
sada carga ? Estos ciegos , á quienes desórdenes y
locuras hacen enemigos de su -:propia sangre z se
lisonjear-u:por ventura que malgastando sus rique-
zas ,eon los estraños, los desconocidos, los pará-
sitos y las malas mujeres , se granjearán en ellos
unos amigos mas verdaderos y constantes que en
sus propios hijos, á quienes la naturaleza los une
con unos vínculos tan sagrados ? Unas personas
estrañas y desconocidas z vendrán. por fortuna en
su vejez ó en sus .enfermedades . ,' á consolar y
asistir á estos padres, que no han procurado cul-
tivar unos amigos tiernos y domésticos en sus hi-
jos ? Pero la vanidad y el luxó sofocan de tal
modo en los corazones los afectos mas naturales,
que la mujer propia , los hijos y los parientes de
un libertino están á . mayor distancia de su. cora-.
zon que los desconocidos , los aduladores y las mu-
jeres corrompidas, que jamás le servirán de nada.


En vista de una conducta tan cruel y tan con-
traria. al cariño patérnal , 'rib


- debein§. admirarnos
de que el amor de.


los ;hijos á sus padres. sea tan


45 caso debernos abstenemos de ser padres." Mas adelante dice:
"Es una injusticia el ver que un Padre:viejo , cascado y ea-
” daverico goce solo en el rincon de su hogar de unós bienes
,,que bastarian para mantener y fomentar á muchos hijos."
Essais ,2. cap. 8. pág.


C P f-ru L 1 I.
rapó'; ni -de que en .muchas naciones parezca un
fenómeno.. Los padres:mal os y crueles ejercen una
autoridad irritante sobre unos infelices y desventu-
rados , que por lo coman sólo ven en los autores
de sus dias irnos tiranos, .á quienes decoro les
obliga á ocultar su odio.; ó unos hómbres despre-
-ciables , que con su vida ponen largos obstáculos
á los placeres y desórdenes que estos hijos querrian
imitar. Los padres viciosos comunican sus vicios á
los hijos , haciéndoles desear con ardor é impacien-
cia el tiempo en que puedan. libremente entregarse
á los mismos desarreglos que han visto - practicar:
los padres insensibles y crueles z podrán prometerse
de sus- hijos los afectos que ellos..no les han inspi-
rado, ó que han sofocado en sus corazones ?


Los malos padres no sufren el-que sus hijos
los imiten. Los que reprenden.á sus hijos,- dice • Plu-
tarea,: por las Pitas que ellos mismoy:cométen;:no
ven sin duda que en las personas de sus hijos 'se con,.
denan á sí propios (1). En efecto, los hijos consi-
deran como bueno todo lo que ven practicar á
sus padres, y los q.uieren.imitar á pesar de sus pro-
hibiciones y. manda,tos, yjamás se les(Ayersuadirá á
que no ,se encuentrá.;:paitc. en las 1:acciones que
ven ejecutar á sus padies,, (5•.á. .51111E ma esbo s . las
prohibiciones y • preóeptos ;nonhacelar entonces 'sino
irritar su curiosidad y hacerles, desear tiempo
en que puedan ..practicar . sinestorvos.- - los•ejem :los
que han recibido eni:casa- de sus jadres. Por;=res to
cdhicoe rceospnetornlYhhia'.rila°71/Valtai.1:1-o'..,egtecutanddokd'e'la:




e,. S e
e_e 172.1.!


te de los hijos sino cosas laudables es como se
les hace virtuosos; y no alabando < en su presen,


(2) Plutarco en su-Tratado de la Educülim de los hijoá."13.Mirxhna debetur, pupró.-revereuti4L , NSátyr. 14. verá. 47.





40
.1SECCION V.


cia sino' las acciones verdaderamente apreciables,
es como se les inspira el gusto de lo bueno y de
lo bello.


El que quiere merecer el nombre de padre y
gozarde las prerogativas propias -de este título
respetable debe llenar con esmero las obligacio-
nes de su estado. Un .


buen padre ama á sus hi-
jos, y procura granjearse su cariño y amistad; de-
sea complacerlos; teme perder su ternura y sofo-
car su reconocimiento con injustos y crueles ri-
gores;.se arma de. paciencia, porque sabe que una
edad privada de razon. y de esperiencia es mas
digna de piedad y de induljencia que de ira y
castigo: no condena eia su hijo los placeres y los
juegos inocentes, que serian intempestivos y ridí-
culos en la edad de un padre, y sólo sí le repren-
de: y..condena aquellos. placeres peligrosos que cor-
romperian su corazon . y su entendimiento. Los hi-
jos; sin juicio . todavía, mirarán quizá estos obs-
táculos corno una tiranía, y su falta de razon y
esperiencia los indignará contra un yugo incómo-
do á sus ciegos deseos; mas llegados á la edad de
la madurez la


reflexion;;algun dia sin duda
agradecerán la justa-infle-xibilidad que se oponia con
prudencia á sus antojos y -1Oeuras.


No es, pues, una ciega induljencia, y por lo
tanto cruel y peligrosa, la que constituye. la ver-
dadera bondad de. un padre, sino una. induljencia
prudente y. racional. Los padres demasiado fáciles
no -son buenos ;


sino débiles ; esta. debilidad , que
los ciega parae. no ver los vicios de sus hijos, ha-
ce de estos unos seres incómodos y dañosos tan-
to á los mismos padres como á la sociedad. Un buen
padre es aquel que, siendo iuduljente c gn las fal-
tas inseparabTés de una edad - sin juicio y- sin prd-
dencia, se arma de su autoridad , y emplea , si es
menester, • el rigor .del castigo, para


• reprimir las


CAPÍTULO II. 41


las pasiones insociables 1 y p,
disposiciones criminales del cora zon ,lr


a contener npar ay doma -r


odioso en el mundo, ycaior
ssuoldleichas habituales , ha-jlr


1.111 al soa 1 iao
mísero é infeliz.


Mas el rigor injusto y fuera de tiempo sólo ha-
ce esclavos cobardes ó rebeldes. Todo padre, guia-
do de la razon, debe mostrársela á sus hijos , y
obligarles á conocer que si repugna y resiste á sus
deseos es con justicia. Un gobierno arbitrario ó ti-
ránico produce proporcionalme nte en las familias los
mismos inconvenientes y perjuicios que en las gran-
des sociedades: LUT padre de familia que quiere rei-
nar despóticamente sobre los suyos , y gobernarlos
con terror, jamas logrará el afecto de sus súbditos.
Los padres tienen la locura de exijir que sus hi-
jos, en una tierna edad, tengan las mismas ideas,
las mismas inclinaciones y los mismos gustos que
ellos. Mas debe ser bastante raro que los hijos ten-
gan las inclinaciones de sus padres , porque estos
regularmente , haciéndoles sufrir mucho y padecer
para inspirarles sus mismas ideas, no hacen en rea-.
lidad sino disgustarlos y hacérselas odiosas.


Qué cosa mas ridícula que el vano orgullo
de aquellos padres que se hacen inaccesibles á sus
hijos , que siempre les muestran un rostro airado
y severo , y que jamás los estrechan en su seno!
El buen padre vive enmedio- de sus hijos, y se
presta á sus juegos inocentes ; les hace contraer la
costumbre de vivir con él en justa confianza; recom-
vepeansnpamocsron t.smiLeilrs) ol ats cioeerrpt iiae r;sa sceasbrcieicticia rls1 eal o ieetsneftri atei rLuizrnoaos


se
q-
se
el pel nhnaóls-


flexibles, quienes una severidad habitual baria du-
ros y rbeldes; no teme que una familiaridad pru-
dente y circunspecta le haga perder sus derechos
su autoridad ; conoce que esta nunca es mas segura


Tomo III.
6




Ltz SECCION V.
y mas fielmente obedecida que cuan lo es justa y fun-
dada en el amor y la ternura : en íin , se abstiene de
aquellos modales ríjidos y groseros, que llegan á ser
inhumanos , cuando se ejercen fuera de tiempo con
aquellos á quienes es prohibida toda defensa. El pa-
dre que apoca y envilece el ánimo de sus hijos, no
puede lisonjearse de que formará de ellos unos hom-
bres de bien; los hará sí falsos , disimulados y men-
tirosos , que tendrán todos los vicios de los mas ba-
jos criados ó de los mas viles esclavos. Un buen pa-
dre debe 'tratar á sus hijos como amigos, consultar
su delicadeza, y temer no se relaje el vigor de sus
almas; nada bueno puede esperarse de unos corazo-
nes envilecidos. -El derecho de padre no da el dere-
cho para contristar y aflijir importuna é indebida-
mente á los que quiere correjir. Cuantos padres hai
tan injustos que fatigan y maltratan á sus hijos con
ultrajes, para castigarlos despues por su cólera y so-
berbia ! En fin i . cuántos padres vemos mas impru-
dentes y faltos de razon que sus mismos hijos, sien-
do asi que ellos debieran enseñarlos á refrenar y
contener sus pasiones !


Si la autoridad paternal , por respetable que sea,
no da nunca derecho de ser injusto , tampoco debe
ser obedecida cuando exije cosas contrarias á la vir-
tud. El padre de Agesilas, Rey de Esparta, solici-
tando de su hijo el que juzgase contra las leyes,
ó padre mio! le respondió, tú me has dicho en mi ju-


ventud que obedeciese á las leyes; quiero , pues, al pre-
sente obedecerte , no juzgando contra ellas (1).


Una buena educacion es el mas importante de los
deberes que la . Moral impone á los padres por su
propia felicidad, por la de sus hijos, y por el bienjeneral de la Sociedad. Por medio solamente de una


(í) Plutarco - De la inauvaise bonte.


CAPÍTULO II. 43
buena educacion pueden prometerse los padres for-
mar unos dóciles ciudadanos que sean algun dia
útiles al Estado. Si las ocupaciones indispensables,
O una incapacidad absoluta impiden muchas veces á
los padres y madres cultivar convenientemente el
entendimient o de sus hijos , nada podrá dispensarles •
de que al menos velen sobre la educacion que les
hagan dar, de que cuiden de sus costumbres, y de
que les inspiren el amor á la virtud. Si los talentos
necesarios para enseñar las ciencias sublimes y difi-
ciles están reservados á mui pocas personas , todo
hombre de bien y esperimentado está en disposicioti
de enseñar á su hijo los deberes de la honestidad,
de la buena crianza , de la probidad , de la justicia
y de la humanidad : los padres virtuosos pueden
con su ejemplo, mas que con sus lecciones , indicar
á sus hijos el camino de la virtud , la sola que pue-
de hacerlos apreciables ; y enseñarlos á que sepan
hacer un buen uso tanto de los talentos del alma
como de los dones de la fortuna (1).


Por una convencion tácita de la Sociedad, los
padres le son responsables de los vicios y delitos
de sus hijos , lo mismo que los hijos sufren muchas
veces la pena de las iniquidades de sus padres.
La opinion pública , que degrada y condena á una
especie de ignominia al padre de un hijo culpa-
ble , parece que supone que este hijo no se hubie-
ra entregado al crímen , ni se hubiera hecho me-
recedor del castigo impuesto por las leyes , si hu-
biese recibido de su padre una recta educacion y
unos buenos ejemplos. Castigando al hijo por los
delitos de su padre parece que con esto indica la


(1) "El ejemplo , dice un Moralista moderno , ,es un
99 cuadro vivo que pinta la virtud en accion , y que


.comu-
59 pica la idea que la mueve á todos los corazones que le miran."
.14's Mccurs pan. 2. cap. O. art. 3. 9..1.




44 SECCION V.
Sociedad la justa desconfianza que se debe tener
en el hijo , á quien su padre no ha podido inspirar
dignos sentimientos. Hé aquí como las preocupacio-
nes , por lo comun injustas en sus efectos , tienen
sinembargo algunas veces fundamentos razonables.
La esperiencia nos muestra á pesar de esto , que
los padres mas virtuosos y justos suelen tener hijos
monstruosos en los vicios ; y que un hijo digno de
aprecio y estimacion puede tener -un padre
ciable; mas el público, que rara vez se toma el tra-
bajo de profundizar las cosas , condena indistinta-
mente á los padres y á los hijos que son conocidos
por sus crímenes ; bástale saber en lo jeneral que los
padres neglijentes ó malvados crían por lo comun
hijos perverso , y que estos ordinariamente han
aprendido desde niños la doctrina de sus Padres.
El hijo de. un juez avaro, de un usurero , de un
hombre malvado , tiene que avergonzarse de haber
nacido de semejante padre. Para los hijos virtuosos es
una herencia fatal los delitos é infamia de sus padres.


Nada es, pues , mas interesante á los padres
que ofrecer á sus hijos ejemplos virtuosos 5 y ha-
bituarlos desde mui temprano á seguirlos y prac-
ticarlos. Una buena educacion es la mejor heren-
cia que uno puede dejar á sus hijos ; ella repara á
veces la ruina del caudal , y otras es poderosa á
borrar de la memoria de los hombres las iniquida-


-des de los padres.
Una educacion virtuosa es la que principalmen-


te hace á los padres merecedores del reconocimien-
to , del amor , del cariño y de los ardientes desve-
los de sus hijos (1). Formados estos por los precep-


(f) Solon mandó por una ley que un hijo no estuviese
obligado á mantener á su padre en la vejez , si este padre, te-
niendo medios para haberle enseriado un oficio , habla descui-
dado esta obligacion.


CAPÍTULO II. 45
tos de una buena Moral , reconocerán lo que deben
á unos padres que despues de haberlos dado la exis-
tencia , se han ocupado amorosa y tiernamente en
conservarlos la vida. Sabrán venerar á la que los
ha llevado .en su seno,. los ha criado á sus pechos,


al menos ha mostrado la mas tierna solicitud en
librarlos de peligros y de enfermedades; que poco á.


-poco los ha enseñado á espresar sus deseos ; que ha
soportado la debilidad y molestias de su edad im-
becil; conocerán que estos cuidados continuos, mul-
tiplicados y penosos no llegan nunca jamas á ser pa-
gados y satisfechos-aun con el mayor reconocimiento,
con la mayor surnision, con el cariño,mas íntimo y
permanente, ni con el mas, .proFundo respeto. En fin,
todo los convencerá que los justos sentimientos de
un rendimiento y gratitud sin límites no deben bor-
rarse jamás ni por las molestas jenialidades, ni por
las enfermedades largas , ni por las debilidades ó
flaquezas de la edad de los padres.


Esta Moral les hará ver tambien el respeto y
amor que ellos deben igualmente á un padre viji-
laute .y benéfico , que ha trabajado con el mayor
cuidado en granjearles ó conservarles su fortuna
6 los talentos necesarios para subsistir con honor,
ydado.cuspeaig. ltonriiaersátnadodey lugar aprecia Sopacie


padre
estimado de sus conciudadanos ; se lisonjearán de
haber recibido de él la existencia, y tambien la edu-
-cacion y los talentos con que procuró cultivar y
adornar su espíritu; -el dulce nombre de un padre
amable por su bondad, respetable por sus conoci-
mientos y.


virtudes , -y--querido por sus beneficio
escitará siempre en sus almas justas y sensibles ust;
enternecimiento que enfrene los deseos de un sórdi-
do interés. iUn hijo bien 'educado puede ser tan es-
trernadamente codicioso


quien es


que desee:.,la muerte de un
chpa, á mposible deje de mirar corno á




4 - SECCION V.
su mas grande bienhechor, y corno á su mas sin-
.cero amigo! Sentimientos tan bajos y crueles sola-
mente son propios de las almas depravadas de aque-
llos hijos corrompidos , cuyos vicios insaciables ne-
cesitan de la muerte de un padre para entregarse
ellos libremente (1). Tan indignos votos sólo pueden
formarlos unos esclavos irritados por la tiranía ,
unos hijos descuidados ó abandonados por unos pa-
dres viciosos y desarreglados. Nunca tendrán cabi-
da semejantes deseos en el corazon de un hijo vir-
tuoso, ó á lo menos se verán sofocados mui pron-
tamente en él: la educacion , la .


Moral y la opinion
pública siempre favorable á: los padres , unánime-
mente le harán conocer que un padre el mas injusto,
el mas molesto, el mas enfadoso , es sin embargo
padre, es el autor de sus dias, y siempre tiene mo-
mentos felices en que su ternura se manifiesta ; si
su alma .


ulcerada con los malos tratamientos no le
permite esperimentar un cariño sincero y verdadero,
le respetará por lo menos; temerá deshonrarse con
procedimientos que le. atraerian el vituperio de la
Sociedad ; y su deber y su merecimiento consistirán
en. saber . perdonar los duros tratamientos que reci-
be de una mano respetable; sufrirá en: silencio los




males .
•que no puede remediar; se someterá con va-


lor al destino rigoroso que le hace por un tiempo
infeliz y desgraciado; en fin, se lisonjeará de los
triunfos reiterados que la virtud le hará conseguir
contra los impulsos repentinos de que se sienta aji-
. tado, sacrificándolos -á sus forzosos deberes. ¿Hay


( 1.1-n hijo de esta calaña , señalando un día
á su padre,_


les decia á sus camaradas : ¿Veis allí aquel pícaro? Pues. él
• retiene mucho tiempo hace mi fortuna y Inis bienes , de los que
yo sabría usar provechosamente si cuanto antes me dejase en
paz.


CAPÍTULO II. 47
cosa mas noble ni mas grande que el perdonar las
injurias de un padre? ¿Hay prenda que haga á un
hijo bien educado mas digno de los aplausos de su
propia conciencia, que el saber vencer los ímpetus
de un corazon solicitado por todas partes á la ven-
ganza? Ademas, ¿podria serle nunca agradable esta
venganza , cuando siempre sería condenada por la
Sociedad entera? Un hijo infeliz y desgraciado por
la injusticia de su padre, es corno el ciudadano in-
feliz y desgraciado por la tiranía de su Rey; ni al
uno m al otro le es permitido hacerse justicia por
sí mismo, y violar con su cólera y venganza los
dérechos de la Sociedad. La sumision de los hijos á
los padres, dice Adisson es la base de todo gobierno,
y la medida de la que el ciudadano debe á sus supe-
riores: ¿á quién obedecerá el que desobedece á su
padre (1)?


Asiqué la sana Política, siempre de acuerdo con
la sana Moral, prescribe que los hijos esten some-
tidos á sus padres ; esto exijo el interés de las So-
ciedades , lo mismo* que el interés de las familias;
cada padre de familia es un Rey en la suya; mas
jamás le es permitido hacerse en ella un tirano. El
Gobierno de los Chinos ha tomado la autoridad pa-
ternal por modelo de la suya; pero , á ejemplo de
las leyes Romanas, da con la mayor injusticia á los
padres el derecho de vida y muerte sobre sus hijos:
por los mismos principios el Gobierno Chino es ar-
bitrario y despótico , y produce tiranos con fre-
cuencia. Las leyes mas racionales, fundadas en una
Moral sabia, no consienten ni á los Soberanos ni á
los padres dejercer la tiranía; conceden álos pueblos
el reclamar contra la tiranía del padre de los pue-
blos; y prohiben al padre de familia usar de su po-


) Mentor
moderno.




-1" IN V.
der de un modo injusto y cruel ; mas tambien or-
denan á los hijos sufrir las injusticias de sus pa---
dres (1).


Estos son los'principios y los deberes que la Mo-
ral enseña á los padres ; estos los preceptos que da
á los hijos : preceptos que una educacion virtuosa
debe inculcarles para hacérselos familiares. Si estos
principios se ven á menudo olvidados ó desconoci-
dos , es á causa de que los padres neglijentes disi-
pados ó perversos son incapaces de inspirar á sus
hijos unos sentimientos virtuosos; es porque frecuen-
temente los padres injustos sólo tratan de imprimir
el ádio y el aborrecimiento en unas almas, en las
cuales debieran , por el contrario, establecer y con-
solidar el respeto y el amor.


Son mui comunes las quejas de que los hijos no
profesan á sus padres un cariño igual al que los pa-
dres tienen á sus hijos : el amor paternal , se dice
comunmente, es superior á la piedad filial. Nada


(1 ) Las leyes de la China , favoreciendo la autoridad pa-
ternal, y haciéndola en todo sagrada , han remediado de algun
modo el despotismo del Gobierno. A pesar de este despotis-
mo , la China , segun dicen ,


- se halla mui poblada , porque
cada uno tiene el mayor interés en llegar á ser padre de fa-
milia o Rey en su casa. Por el contrario en las naciones Eu-
ropeas no es tan grande la subordinacion de los hijos á los
padres , cuando aquellos ya no dependen de estos por los
vínculos del interés y de la fortuna. Entre los Grandes sobre
todo , los padres y los hijos se comportan como estrafíos que
nada tienen de comun entre si ; los hijos pleitean indecorosa-
men te contra los padres, tratándolos con todo rigor. Unos
séres insensibles y desmoralizados no temen deshonrarse en
las naciones , donde el dinero todo lo hace perdonable , has-
ta la violacion de la ternura paternal y de la piedad fi-
lial. Virtus post nummos es la divisa de los paises donde
el luxó ha erijido su trono sobre la ruina de las buenas cos-
tumbres.


CAPÍTULO 49
mas facil que conocer y dar la razon de este fenó-
meno moral. Es raro, y casi imposible, el que un
padre, aun el mas cariñoso, no haga sentir á veces
el peso de su autoridad; la juventud, casi siempre
inconsiderada, á cada paso precisa á un padre á que
se acuerde de que él es el amo y señor; un padre
se vé en necesidad de oponerse á los gustos, capri-
chos é inclinaciones de sus hijos; ya entonces estos
no ven regularmente en él sino un maestro 6 un
censor ocupado en torcer y mortificar sus volunta-
des , y que pone travas á su libertad; y siendo el
;hombre tan amante de esta, la mas leve señal de
dependencia ó subordinacion le irrita. La superiori-
dad de un padre impone y disgusta casi siempre á
su hijo ; los beneficios mas grandes y mas reitera-
dos apenas son capaces de contravalancear en él su
amor á la independencia, una de las. pasiones mas
fuertes del corazon humano. Por otro lado, un buen
padre es un bienhechor; y los beneficios sólo hacen
ingratos, á causa de la superioridad que dan á los
que los dispensan sobre quienes los reciben. He aqui
el porqué los hijos son propensos á la ingratitud, y
por lo que bien pronto la acreditan


'


cuando la -Ian o a u-
cacion no ha sabido en tiempo corre - - los


os sínto-
mas de este vicio odioso y criminal.


CAPÍTULO II I.
De la Educacion.


Habiendo probado que la Educacion de los hijos
es el deber mas importante de los padres y madres,detengámonos .algun tanto sobre este objeto esen-
cial. Hemos visto que la felicidad de los padres en
la mayor parte depende necesariamente de los afec-
tos que inspiran á sus hijos ; por otro lado no hai
duda en que nada es mas interesante á un ente so-


1,obto tu.




50 SECCION V.
ciable que poseer las cualidades y disposiciones que•
le hagan apreciable á los otros; en suma, toda So-•
ciedad exije que sus miembros contribuyan á su
bienestar.


La Educacion es el arte de modificar, dé culti-.
var y de instruir á los hijos de modo que lleguen
á ser hombres útiles y agradables á su familia y-
á su patria, y capaces de hacerse á sí mismos felices.


Es mucho mas Mil, dice Theognis, dar el sér
á un hijo , .que el darle una buena alma. Esto es,.
pues, lo que la Educacion debe proponerse. To-
do ha debido convencernos que el hombre al nacer,
trae consigo al mundo la facultad de sentir las
necesidades que por sí no puede satisfacer, y pasio-
nes mas 6 menos vivas segun la organizacion y el
temperamento de que la Naturaleza le ha dotado.
Criar un niño , es servirse de sus disposiciones na-
turales, de su temperamento, de su sensibilidad, dé
sus necesidades y de sus pasiones para modificarle-
ó formarle como se desea; es mostrarle lo que debe
amar ó temer, y enseñarle los medios de consepivt
lo 6- de evitarlo; es inclinar y fomentar sus deseos
hacia unos objetos, y arredrarle 6 retraerle de otros.
Las pasiones dirijidas , esto es , arregladas de un
modo ventajoso á sí y á los otros, conducen al niño
á la virtud moral ; mas abandonadas estas pasiones -
á su fogosidad y ardimiento., 6 vial dirijidas, le ha-
cen vicioso y perverso.


Un Moralista célebre (1) opina que la Educa-
cion todo lo alcanza de los hombres , y que estos
era igualmente susceptibles de ser modificados co-
mo se quiera, con tal que se acierte á manejar su.
interés 6 su amor propio ; mas la esperiencia nos
prueba que hai niños en cuyas almas ningun inte-


(I) Belvetius. De l' Eprit , dise, 3.


CAPÍTULO III. 51
rés puede inspirarse: los hai que nada aman ni de-.
sean con viveza : de ellos unos son tímidos y o-


tros atrevidos: á unos es menester moverlos
y em-


pujarlos, y á otros cuesta trabajo el contenerlos:
hai niños que por su jnio estúpido, por su pesada
organizacion , por seu rebelde temperamento, son
mui poco susceptibles de educacion; asiqué vemos
caracteres lijeros y volátiles , incapaces de fijar su
atencion; mientras que otros son tan torpes y pe-
sados que no se les puede animar por ningun medio.
Es un error creer que la educador' lo pueda todo en


fel hombre; ella solo puede emplear los materialesque la naturaleza le presenta ; sólo puede sembrar
con fruto en un terreno preparado por la naturale-
za de modo que corresponda á los trabajos y des-
...velos del cultivador.


La primera educacion se ocupa principalmente
en formar, robustecer y ahitar el cuerpo del niño,
enseñándole á usar y manejar sus miembros, habi-
tuándole á'regular sus necesidades, reprimiendo los
movimientos de las pasiones contrarias á su propio
bien: esta primera educacion modifica en un niño
sus facultades intelectuales de un modo que influye
yegularmente en el discurso de su vida. Los padres
no suelen prestar la debida atencion á esta primera
edad de los niños ; los abandonan á las nodrizas,
y despees á las ayas , las cuales en una edad tan
tierna imbuyen sus almas de los mismos temores,
falsas ideas, vicios y locuras de que ellas estan im-
buidas: en su poder contrae un niño el hábito de la
mentira, de la falsedad , de la gula, de la pusilani-
midad y de la glotonería. Corrompido uilasve,ceys
y echado á perder con caricias y ad ulac iones
correjido otras malamente y fuera de- tiempo 5 des-
de mui temprano se encuentra lleno ya de obsti-
nadas y tercas pasiones que no han sido combati-
das ó de .una multitud de errores y preocupado-




z SECCION V.
nes que le atormentarán hasta la muerte, y que di-
ficilmente ó nunca llegará á desarraigar la segunda
educacion, aun cuando sea la mas racional de va,
das. Los primeros momentos de la vida, que tan
comuna ente se descuidan , debieran particularmen-
te llamar nuestra atencion , puesto que deciden á
veces para siempre del carácter de un niño. Platon
atribuye la decadencia en que vino á parar el Im-
perio de Ciro después de su muerte, á la educacion
de sus hijos confiada á mujeres que alagaban sus
nacientes pasiones , y que sólo les inspiraban virtu-
des propias y dignas de ellas.


Eres hombre , dice Menandro, esto es , el vivien-
te mas sujeto á los caprichos de la suerte. Esto su-
puesto, una educacion blanda y afeminada no es
conveniente ni aun á las mujeres, á las cuales debe
fortificárselas , en lugar de hacerlas mas débiles de
lo que son por naturaleza. Las vicisitudes á que se
halla espuesta la vida humana , imponen á los pa-
dres, por ricos que sean, el deber de no acostum-
brar la infancia á la pereza, la indolencia, el luxo
y la vanidad ; es menester desde mui temprano
endurecer el cuerpo con el ejercicio y el trabajo, y
prevenir y fortalecer el alma contra los golpes. de la
fortuna. Ningunos son mas desgraciados que los hi-
jos á quienes sus padres han hecho vanos, sensuales,
glotones y delicados; semejante educacion redobla-
rá algun dia las penalidades que les sucedan, por.-
que quita á los hombres aquella enerjía, actividad
y fortaleza corporal propias dé su sexó. La molicie,
la ociosidad y los placeres sensuales hacen de ellos
unos miembros inútiles á la Sociedad y molestos á
sí mismos; los niños acostumbrados al fausto, á la
delicadeza, á estar siempre servidos, serán sin duda
desgraciados , si se. encuentran privados de las co-
modidades y socorros que les ha hecho necesarios
el hábito. Las' mujeres debieran recibir una educa-


CAPÍTULO I I I. 53
cion mas varonil ; esta les baria fuertes , robustas
y capaces de procrear hijos mejor constituidos, pre-
servándolas al mismo tiempo de las muchas enfer-
medades, achaques y flaquezas que tan de conti-
nuo las aflijen.


Pero por desgracia , en la edad mas tierna
la educacion sólo se propone al parecer debilitar
el cuerpo de los niños y corromper su entendi-
miento y su espíritu con ideas falsas, con pasio-
nes peligrosas, y principalmente con vanidades que
todo contribuye á robustecer y perpetuar en ellos
pira siempre: la educacion que sigue á esta, en
vez de borrar las perniciosas impresiones que han
recibido de sus amas, de sus ayas y de los cria-
dos á quienes han sido abandonados, las confirma
por lo coman, y las hace habituales y permanen-


. tes. ¿ Cómo han 'de rectificar los vicios de la pri-
mera educacion unos padres 6 maestros llenos de
errores, preocupaciones, pasiones y locas vanida-
des? ¿ Cómo unos padres hinchados de su naci-
miento, poseidos de la ambicion 6 de la avaricia
infatuados de las estravagancias del luxó: y de la
ostentacion y de la moda, han de aniquilar
rar del alma de sus hijos las falsas ideas que les
han dado de estas cosas desde la mas tierna edad?
La educacion sólo es , por lo comun , el arte de
inspirar á la juventud las mismas pasiones y lo-
curas que atormentan á los hombres ya hechos y
formados; es menester que el hombre haya reci-
bido una buena educacion, para que pueda guiar
á sus hijos por el camino de la virtud.


El ejemplo de los padres , como hemos visto,
contribuye principalmente á que sus hijos sean vir-
tuosos ó viciosos. Este ejemplo es una instruccion
indirecta y contínua , mas eficaz que las mas fre-
cuentes lecciones. Un padre es á los ojos de su hijo
un sér el mas grande, mas poderoso y libre, y á




54 SECCION V.
quien mas quisiera parecerse.


Qué sucederá si los padres son desarreglados:
y sin costumbres ?. .Los ejemplos domésticos , dice:
Juvenal , cuando son viciosos, corrompen


. con tanta
mas celeridad y eficacia, cuanto mas respetables son
sus autores. Uno otro niño, á quien la Naturale-
za haya dotado de cualidades eminentes, podrán por
.fortuna resistir á este ejemplo , mas el mayor nume-
ro obedece y sigue el fatal impulso que recibió al
nacer. Sean, pues, irreprensibles nuestras acciones,
para que nuestros hijos no se crean autorizados con
nuestros crímenes , porque todos somos fáciles irni-
tadores de lo malo (1). Un niño desea desde luego
imitar lo que vé hacer á las personas que le go-
biernan, porque las supone mas instruidas en los
medios de conseguir el bien y el placer ; imitar es
procurar uno hacerse feliz fax los Mismos medios que


,vé practicar á los otros. Envano dirá un padre li-
cencioso.á su hijo: Haz lo que yo te digo y no ha-
.gas lo que yo hago. El niño, en el fondo de su co-
razón : le replicará siempre : siendo libre en vues-
tras acciones , de otro modo obrariais si de este no
os resultase algun placer que procurais ocultarme;
mas á pesar de vuestras lecciones , yo haré por
imitaros.


( 1 ) Velocitis et cititis nos
Corrumpunt vitiorul/3 exempla domestica, magnis
Quum subeunt animaos auctoribus. Unus et alter
Forsitan lacee spernant javenes , quibus arte benignit
Et me;iore luto finxit pnecordio Pitan;
Sed reliquos fugienda patrum vestigio ducunt,
Et monstrata die veteris trahit orbitre culpre.
Abstineas igitur damnandis
Ne crimina nostra sequantur
.Ex nobis geniti: quoniam clociles imitandis
Turpibus ac p•avis ontnes sumos.


Juvenal Satyr. 14. vers. 31. ct seqq.


CAPÍTULO I I I. 55
Á la educacion particular y á los ejemplos do-


mésticos, por 13 comun tan perniciosos , se juntadespues la opinion pública ordinariamente corrom-
pida; al salir del poder de sus padres y maestros,
un joven no recibe en el mundo sino ejemplos ma-
los y perjudiciales ; no escucha sino máximas fal-
sas; halla que la conducta de todos los que .le
rodean está en perpetua contradiccion con los prin-
cipios que se le han enseñado: desde entonces se,
considera en la precision de obrar como los demas;
las ideas buenas y sanas, que la educacion por
foytuna ha podido inspirarle , se borran bien pron-
to; y se deja llevar del torrente, renunciando á
unas máximas, que solo servirian para hacerle pa-
sar por un hombre raro y ridículo, y que le cer-
rarian el camino á la fortuna.


Licurgo miraba la educacion como el mas im-
portante objeto de un Lejislador. A pesar de esto
el Gobierno , en todo pais , se ocupa rnui poco
en la de los ciudadanos: este negocio esencial á la
felicidad pública , está descuidado comunmente en.
un todo. Pudiera muí bien decirse que los que go-
biernan, no procuran en manera alguna formar
miembros útiles á la Sociedad : la moral es mira-
da por ellos cómo una ciencia especulativa , cuya
lpois'ácGticoabieeisnejsltenroamdeets1


eteanindniif:esro
enntec. aipkdaceenslásdelosh


.arrIah cer
virtuosos á sus súbditos; la virtud desagrada á los
tiranos y á los déspotas , como que no tiene la.
flexibilidad que ellos exijen; las ideas de justicia
de humanidad , impresas firmemente en los cora-,
zones , per judicarian las intenciones de una polí-
tica malvada, la cual sólo quiere reinar sobre a -


tdfriai,tos.Si, hemos dicho, la justicia es lavirttilid7.
fundamental sobre la cual debe establecerse la mo-
ral, es claro y evidente que toda moral está: des-




T'


56 SECCION V.
terrada de las naciones dominadas por el despotis-
mo ó la tiranía. Envano clamará el interés jene-
ral á los hombres que sean justos , mientras que
la voz mas fuerte del interés .


personal , apoyada
por los dueños y señores de la tierra-, dispensa-
dores de las dignidades , favores, riquezas y pre-
rogativas, les grite de continuo que con la moral
y la virtud nada se consigue , que con ellas el hom-
bre sufre y pena en la miseria y la obscuridad, y
aun está mui frecuentemente á riesgo de incurrir en
la indignacion del poder y sentir los efectos de su
ira. En una palabra, todo manifiesta que siguiendo el
camino de la justicia, ninguna felicidad se alcanza,
y se arriesga el hombre á ser atropellado por la mul-
titud que lleva un camino contrario.


Conforme á estos principios y á las observacio-
nes constantes y evidentes en los paises mal gober-
nados , la verdadera .moral no entra en cuenta pa.
ra nada en la educacion de los ciudadanos , pues
pondria obstáculos continuos é invencibles á su fe-
licidad , 6 al ménos les privaria de los vanos
jetos , en los que el coman de los hombres falsa
mente la hace consistir. Asigné las máximas que
en cada estado se pueden inculcar á la juventud,
serian contrarias á las que la moral les propondria.
¿ Qué ventajas podria prometer en la Corte á su
hijo el cortesano que le prescribiera el que fuese
justo , que no dañase á persona alguna , que se ad-
hiriese fuertemente á ,la virtud , que fundase en.
ella su honor , y prefiriera siempre éste á su fortu-
na , á sus adelantamientos y al favor del Príncipe y-.
de sus Ministros ? Es evidente que bajo un. mal Go-,
bienio le conducirian.á la desgracia semejantes má-:


, y parecerian dictadas por el delir i o. El. cor--
tesano y el Grande que desearen abrir á sus hijos el
camino de la fortuna , les darán unas instrucciones
diametralmente opuestas l y les dirán: No conozcais,


CAPÍTULO II r. 57
,hijos arios, otras reglas ,que


la sola voluntad de pues-


tro (uno y señor: tened ésta si empre por fystá á vues-
'tros ojos: sacrificadle Un honor, que sólo es una va-
na quimera, cuando no conduce al poder, al crédito y
¿ las riquezas , á que segun vuestra clase debeis as-
pirar ; el único honor para vosotros es luceros dig-
nos de las distinciones del Soberano : sabed que un
'buen - cortesano no debe tener ni honor ni vergüen-
za (1); el honor y la virtud no se han hecho para los
esclavos destinados á obedecer y seguir la voluntad
de su señor. •
•c


la educacion de. un jóVen de ilustre nacimiento
rl enseñará que la "nobleza' transmitida á él por sus
abuelos es suhciente.para conseguirlo todo ; que no,'•
"necesita ni de: la áabidnrfa ; ni de mérito ,'personal,
ni de virtud ; que estas cosas , útiles solamente para
lós adelantamientos de algunos ciudadanos obscuros
y despreciables , .de ningun modo son necesarias
para aquel á quien - le basta ser noble para elevarse
á las mas altas dignidadeS;: que la moral es buena
para entretener la ociosidad 4.e algunos vanos con•
ternplativos ; y que la justicia , que sólo habla con
el vulgo y los débiles , no debe servir de regla en
manera alguna á los Grandes, que ningun interés
tienen en Someterse á sus leyes demasiado molestas.
Si el noble se dedica á las armas , tan lejos está de
necesitar de. las leyes de la razon , que antes bien
debe guardarse mucho de llegar á conocer los prin-


(t) Este dicho se le atribuye al Duque de Orleans, Relen-
te de Francia , durante la menor edad de Luis XV. De un
Ministro moderno , famoso por sus maldades , se cuenta q'ile
enseáando á sus hijos el modo de conducirse en el mundo, se
contentó con decirles, que solo 'labia dos clases de hombres,
los pícaros y los hombres, de bien, esto es, los hoiabres
talento y ¡os tontos y que asi ellos elijiesen la clase que lespareciere.


Tómo nr. 3




S8 SECCION V.
cipios de la equidad natural , que con frecuencia le
obligarian á oponerse á las órdenes de sus jefes,
cuando su oficio es obedecerlos ciegamente y sin ti-
tubear. Á la voz del déspota , el militar debe des-
atender las leyes de la justicia , los gritos de la pie-
dad , y los jemidos de su nacion , embistiendo fu-
riosa y ciegamente á sus amigos , á sus conciuda-
danos , y á sus mismos parientes. Estos son los
principios que la educacion debe inspirar desde la
infancia á los esclavos destinados á retener á otros
esclavos en sus prisiones.


¿ Sufrirá acaso un Gobierno perverso que se dé
una educacion mas Moral al jóven que el destinado
á la majistratura ? El que por su estado debe admi-
nistrar justicia á sus conciudadanos 2 deberá mani-
festarse mas inviolablemente asido á ella ? Mas i ah!
el aconsejarle que se atenga y adhiera firmemente á
las leyes de la equidad, sería ponerle en Contínua
guerra con el déspota y sus ministros, que querrian
destruirlas y aniquilarlas; sería esponerlé á destier-
ros, afrentas, prisiones y calabozos; seria arriesgar-
le á quedar sepultado bajo las ruinas del templo de ;
Themis, que no puede resistir á los furiosos astil- ill
tos del dios terrible de la guerra. Bajo un Gobierno
parbitrario, la educacion . no pnede enseñar á los de-ositarios de las leyes sitio que se entreguen á los
tapriehos de la tiranía, á las seducciones del favor, '
5-7 á las violencias del poder. Para acertar y vivir
tranquilo, el Majistrado debe ser blando y flexible,
á fin de que la justicia ceda y se humille á la volun-
tad inconstante y mudable'-del Príncipe y de sus fa-
.9.iritos. El `.Majistrado debe tener dos balanzas , la
úria para los ricos y poderosos , y la otra para los
débiles y pobres.


En los paises donde la ilimitada codicia del Prín
él/9e y las necesidades de sus insaciables cortesanos
blan aumentado las imposiciones, y multiplicado los


CAPÍTULO III. $9
dependientes dé las rentas públicas , sus asentistas y
arrendadores , z qué educacion y qué principios da-
rán á sus hijos unos hombres acostumbrados á enri-
quecerse con infames rapiñas ? i Les dirán por ven-
tura que sean justos, humanos, sensibles á la pie-
dad, y moderados en sus deseos ? No , sin duda:
un arrendatario ó un esactor de la Real Hacienda
recomendará á su hijo , al dedicarle á su cruel ofi-
cio , que sea duro , inhumano y negado á toda
compasion; que tenga un corazon de bronce ; que
sacrifique todo sentimiento honesto y jeneroso al
deseo de aumentar su fortuna; le incitará á que se
cebe y- enriquezca- con la sangre de los infelices ; y
ensuma , le hará ver que en las inmensas riquezas
consisten el honor y la gloria de un verdadero ar-
rendatario ó esactor de las rentas públicas (1).


Tampoco el rico enseñará á sus hijos el me-
jor modo de usar de sus riquezas. Sus descendientes,
faltos de instruccion , de costumbres y de benevo-
lencia disiparán locamente los tesoros amontona-
dos por la injusticia en disoluciones, en festines, en
adornos, y en todo jénero de estravagancias. Cree-
rán que sólo existen en el mundo -para vivir en
continuas diversiones ; que ninguna obligacion tie-
nen de favorecer á los demas; se verán domina-
dos del fastidio que siempre sigue ó acompaña á
la pereza y á los desarreglos ; y por último , se
arruinarán por librarse de este mortal fastidio
sin llegar nunca á esperimentar la felicidad pura


(1.) Habiéndose quejado el preceptor de los hijos de
uno de estos á su padre , diciéndole que no adelantaban.
en sus estudios , enseñadles , le contestó el padre , la arit-
mética y la cortesía , y bastante sabrán para vivir en d
mundo. Cuanto mas inhumano es un esactor de las rentas
públicas , tanto mas bajo , servicial y jeneroso es con sus
protectores y los Grandes,


..




j


1


1


60 SECCIÓN V..
que la virtud reserva á los que desde su juven-
tud se aficionan á ella.


En fin , las jentes comunes , siempre embruteci-
das y privadas de razon bajo Gobiernos neglijentes


perversos , ninguna idea tendrán de la virtud ni
de las costumbres. Depravado por el ejemplo de sus
superiores , Ó atormentado con vejaciones , el hom-
bre de la plebe se hace malvado é incapaz de inspi-
rar á sus hijos aquellos sentimientos honestos que no
ha podido adquirir por sí mismo, y que sus infeli-
ces y desgraciados padres no pudieron comunicarle.


Se nos dirá quizá, que en todas las naciones los
Ministros de la Relijion se hallan encargados de
seriar la Moral , y de inculcar sus preceptos á la
juventud; mas la esperiencia nos hace ver el poco
fruto de sus lecciones contra el torrente impetuoso
que arrastra de continuo los hombres al mal. Los
:motivos que la Relijion les presenta son por lo co-
mida mui realzados , rnui espirituales , mui supe-.
riores á la intelijencia de los groseros mortales , pa-
ra determinarlos al bien. Los moralistas relijiosos
se quejan ellos mismos del poco fruto y de la poca
eficacia de ,sus preceptos repetidos de continuo; si
éstos producen algun bien en las.


- almas pacíficas,
moratasy capaces de meditarlos, poco ó nada pile-
den sobre U multitud Impelida al vicio por un im-
pulso mas 'fuerte. Prescindiendo del pecado orijinal
que la relijion revelada reconoce en la naturaleza
humana , se puede mui bien esplicar la inclinacion
manifiesta que lleva los hombres -al mal-,---por medio
de las. causas naturales y sensibles que obran á
nuestra
.Estas causas son la ignorancia pro-


funda en que yacen sumidas las naciones, los ejem-
plos:funestos de los ricos y de los grandes , imitados
por los pobres y la neglijencia de los lejisladores,
¿lile tienen poco ó ningun cuidadó en formar las
costumbres de los pueblos -y en darles - á conocer


CAPÍTULO II T. 6 1.
sus intereses , sus verdaderas relaciones y los debe-
res mas esenciales de la vida social. En fin , la mas
poderosa de estas causas es la falsa política de
tantos Príncipes á quienes ciega el deseo tiránico de
destruir toda idea de justicia y de virtud en sus Es-
tados , y que se figuran que no son grandes , temi-
bles y poderosos sino reinan sobre súbditos .necios,
viciosos , y opuestos entre sí por fútiles intereses.
Los pueblos son unos pupilos , en quienes sus tu-
tores temen , al parecer , que la razon llegue á
mostrarse. El arte de gobernar á los hombres no es
para la mayor parte- de los Soberanos de la tierra,
sino el arte de engañarlos y mantenerlos ciegos é ig-
norantes , para despojarlos y sacrificarlos impune.
mente á todos sus caprichos. Las pasiones desenfre-
nadas de los tiranos y la corrupcion de las Cortes
Son las causas visibles y naturales de la ignorancia,
de la depravacion y de las calamidades que aflijen
y destruyen á los habitantes de la tierra.


Con poco fruto se empeñarán los Ministros de
la Relijion en inculcar á la juventud los preceptos
de una moral divina , apoyada en recompensas 6
castigos de una vida futura. Envano la Filoso-
fia presentará á los hombres una moral humana,
fundada en las ventajas sensibles de la virtud en
la vida presente. Las promesas, las amenazas y los
motivos de la Relijion serán siempre menos eficaces
para hacer á los hombres mejores, lo mismo que
los motivos humanos del filósofo y los bienes que
el promete en este mundo se tendrán por vanas
quimeras , mientras que la moral tenga por enemi-
gos á los Príncipes, que tienen el poder en sus rua-
nos para dirijir las acciones de los mortales sobre
la tierra.


No debe admirarnos el ver la Educacion tan
desalentada , desatendida , despreciada y aun tan
inútil `en las naciones embrutecidas y corrompidas




62 SECCION V.
y mal gobernadas. Las máximas mas evidentes de
la moral están á cada paso en oposicion con los
ejemplos , los usos , las instituciones , las leyes y
los intereses particulares , que poderosamente con-
trabalancean el interés coniun. El mundo entero es
solicitado al mal , y nadie tiene interés en obrar
el bien. De aquí los infinitos obstáculos , dificulta-
des y escollos en que han dado los que han pro-
puesto aquellos planes que han considerado apro-
pósito para formar buenos ciudadanos. No han vis-
to sin duda que los mejores sistemas en este jénero
no pueden conciliarse de modo alguno con las preo-
cupaciones del vulgo y los siniestros designios de
los que arreglan la suerte de los pueblos ; no han
observado que los Estados despóticos no quieren
que se formen buenos ciudadanos ; ni al parecer
han conocido que la sana moral es incompati-
ble con la falsa política ; y que , para educar á
los hombres de una manera conforme á los inte-
reses de la Sociedad , era menester comenzar ha-
ciendo gustosa , útil é interesante la moral á los
que gobiernan el mundo , á fin de empeñarlos de
este modo á favorecerla por medio de las leyes , y
de los premios y castigos que tienen en sus ma-
nos. En una palabra , estos filósofos ignoraban sin
duda que la reforma de la Educacion depende ne-
cesariamente de la reforma de las costumbres pú-
blicas, obra sólo de un Gobierno ilustrado, viji-
lante , justo y bienintencionado.


Solamente el Gobierno puede hacer que reinen
en un Estado virtudes jenerales y costumbres pú-
blicas. Del tiempo y del progreso de las luces y
de los conocimientos puede esperarse esta reforma
tan deseable en los corazones de los reyes : hasta
este dichoso ,y


-afortunado tiempo los hombres , para
su felicidad particular , estarán reducidos á conten-
tarse con la práctica de las virtudes convenientes á


CAPÍTULO I I T. 63
la vida privada , cuya utilidad les manifestará la
moral aun en el seno mismo de l'as mas deprava-
das naciones ,. y las cuales la buena Educacion
inspirará desde' la infancia á los que no podrán me-
nos de conocer sus inapreciables ventajas. Cuanto
mas corrompid a está una Sociedad tanto mas
cruel y rigoroso es el Gobierno , y mas obligados
están los ciudadanos á recojerse dentro de sí mis-
mos para buscar en su interior el bienéstar que la
patria les niega.


La Educacion, propiamente hablando, no de-
bie/ra ser otra cosa que la moral inculcada á la ju-
ventud , y hecha familiar desde la. edad mas tierna.
Educar á un joven es enseñarle sus deberes para
con aquellos que puedan tener relaciones con él; es
instruirle en la conducta que debe observar con sus
parientes; es darle á conocer el interés que tiene en
merecer sus afectos; es mostrarle cómo debe com-
portarse con grandes y pequeños, con ricos y po-
bres, con amigos y enemigos. Los deberes de un es-
tado no son otra cosa que las reglas indicadas por
la moral en las diversas posiciones de la vida. La
Educacion de un Príncipe debiera tratar de hacerle
conocer sus deberes con su pueblo y las diferentes
naciones que le rodean; debiera hacerle justo , hu-
mano, sóbrio y moderado , presentándole los intere-
ses que le estimulan á practicar las mismas virtudes
que otro hombre particular. Por no criar á los Prín-
cipes con estas máximas , atormentados ellos mis-
mos toda su vida de pasiones y vicios, hacen mise-
rables é infelices á las naciones en vez de afortuna-
das y dichosas.


La Educacion de los ricos y de los grandes de-
biera tener por objeto ponerlos en estado de saber
usar bien de las riquezas y de los empleos que un
dia llegarán á poseer ; debiera ademas mostrarles que
los defieres que les prescribe la moral respecto á sus




1


vr r, L UN V.
conciudadanos, son los únicos medios de granjearse
el aprecio, la consideracion y el respeto debidos
únicamente á la beneficencia, á la equidad, al trato
afable , y á las acciones jenerosas y nobles.


Mas los niños destinados por su clase á los al-
tos destinos de la Sociedad son los que comunmen-
te reciben una educacion mas mala, ó menos cui-
dadosa: no se trabaja de ningun modo en reprimir
el jenio , domar el carácter , combatir los caprichos,


• y enfrenar las pasiones de los niños de ilustre naci-
miento; por el contrario, desde la cuna aprenden
que han nacido para mandar; que son superiores
á toda ley y regla; que todo debe ceder y humillarse
á su presencia; que no necesitan ni ciencias ni ta-
lentos para obtener las distinciones á que los llama
su nacimiento. Estos serán sinembargo los que un
dia decidirán de la suerte de los pueblos ! Los niños
nacidos en la opulencia no son menos corompidos
y mal criados : desde la edad mas tierna saben la
distancia que las riquezas establecen entre los hom-
bres, y asi se hacen insolentes y atrevidos; la debi-
lidad y la neglijencia de los padres, lo mismo que
sus descuidos, les hacen contraer vicios y defectos
que no se borrarán jamás. Nada mas importante
que enseñar al hombre desde temprano á ceder y
sujetarse á la necesidad, y á conformarse con los
designios de la Sociedad, de que un dia debe ser un
miembro útil y agradable.


Seguramente, la Educacion no puede tener otro
objeto que el hacer conocer á los hombres el mo-
do de obrar 'en todos los estados de la vida, como


-reyes, nobles , ministros, majiStrados, padres, ami-
gos y asociados. Asíqué la educacion no es otra
sa que la moral presentada á los hombres en su
infancia para enseñarles sus deberes en las di-
versas relaciones que tendrán un dia los unos con
los otros.


CAPÍTULO III. 65
Por diferentes y varias que parezcan estas rela-


ciones ó circunstancias, una Educacion verdadera-
. mente social enseñará siempre la misma moral á to-
dos los hombres en todos los estados de la vida, y
les hará conocer que deben ser justos y benéficos pa-
ra con todos los seres de la especie humana: á esto se
refieren, como hemos visto, enteramente los deberes
del hombre , reducidos á la justicia considerada bajo
sus diversos aspectos. La Educacion sólo puede pro-
ponerse habituar á los hombres desde su infancia á re-
primir las pasiones contrarias á su propia felicidad y á
la de los otros, indicándoles los motivos que lbs esti-
mulen y conduzcan á ella. Los Lacedemonios, mos-
trando á la vista de sus hijos á los esclavos en la fuerza
de su embriaguez, se proponian escitar en ellos desde
niños el mayor horror á un vicio que degrada al
hombre haciéndole inferior á los brutos. Castigando
á un niño por una -falta ó una impertinencia, se le da
á conocer que si comete ciertas acciones se hace
odioso, y por consiguiente desgraciado: de este modo
se opone el temor á sus deseos inconsiderados ; y es-
te temor , convertido en costumbre, es poderoso á
contener su temeridad , á la cual , sino fuera
por la correccion , se entregaría libremente , y se
baria insoportable un dia en lá Sociedad cuando
hombre.


La Educacion , para ser mas eficaz, debiera ser
una série continuada de esperiencias,• que hiciesen
ver de continuo á los niños que el mal que hacen
á los otros viene siempre á recaer sobre ellos-, mis-,
mos. Apénas se mostrasen injustos con los de su edad,
debiera hacérseles esperimentar una injusticia un
mal semejante; no bien maltratasen á alguno, se
les debiera maltratar á ellos de un modo igual
parecido; luego que se manifestasen altaneros y or-
gullosos, era preciso humillarlos y hacerles conocer
que un criado, siendo hombre, merece la conside-


TOMO II[.
9




66 SECCION V.
racion de sus amos, y que nunca estos tienen de-
recho á despreciarle porque sea pobre y desgraciado.
Esta educacion esperimental , observada con atencion
y cuidado , sería mas importante que no los pre-
ceptos estériles que los padres se contentan confin- -
mentet con dar , Ó que acaso no dan á los hijos, que
la fortuna mima y pierde á un mismo tiempo. Por
no observar estas reglas tan naturales, la Sociedad
está poblada de hombres injustos, vanos-,- tercos y
arrebatados , que la llenan de vicios y defectos que
por no haber sido reprimidos con oportunidad, los
hacen incómodos y desagrables á todo el- mundo •
causándoles á ellos misnios mil males y molestias
que habrían evitado, si hubiesen recibido una mejor .
y mas cuidadosa educacion.


Mas para inspirar á la infancia y á la juventud
ideas de justicia, es importante que los padres y
maestros se muestren justos con sus discípulos. Una
Educacion caprichosa y despótica , producida por
el tedio y mal humor , disgusta y exáspera á
los discípulos , les hace- odiosas sus lecciones , y
sólo sirve para confundir en sus almas las nocio-
nes de la equidad. Las personas coléricas., impacien-
tes y de carácter voluble, no son buenas para formar
há juventud y fijar sus ideas. La Educacion requie-
re dulzura, un ánimo tranquilo, y sobre todo una
conducta firme y sostenida. Es menester que el
niño mismo reconozca la justicia tanto en los casti-
gos que se le imponen , como en las recompensas
que recibe : es.-necesario que sienta y conozca la
eqüidad• y conveniencia . de los motivos .que deter-,
minan á -sus maestros á la severidad ó al cariño : tin
rigor injusto hace que miren á sus padres ó maestros
como á unos tiranos, asi como las caricias fuera de
tiempo les muestran su: debilidad y flaqueza. Es di-
ficil .salgan? bien edUcados lol:nifíos que sirven
sólo de-juguete, bien;.s.eawl ó al ciego .


CAPÍTULO I I I. 67


cariño de sus padres ó maestros: en estos casos no
se consolida ni asienta e-1 carácter del niño. Hé aqui
porque las mujeres, dominadas comunmente del
mal humor y la inconstancia, son poco capaces de
educar bien á sus hijos, y de inspirarles unos prin-
cipios firmes y seguros, que arreglen con método .y
uniformidad la conducta de la vida. Á la educacion-'
debe atribuirse la inconstancia, la flaqueza y la ins-
tabilidad de carácter y de ideas que se observa en
la mayor parte de los hombres.


Una educacion descuidada deja en los hombres
impresiones indelebles. En la edad tierna es cuando
se ha de impedir que .broten las pasiones, los vicios
y defectos •, ó es menester al menos obligar á los
niños á reprimirlas, para por este medio `habituar-
los á dominarlas. Al orgullo, tan acariciado las mas
veces en los hijos de los Príncipes y Grandes, es me-
nester declarar la guerra: una educacion mui dife-
rente de la que se les da por lo comun, debiera
borrar en ellos hasta las mas pequeñas señales de
ese desprecio insultante, que la infancia concibe des-
de luego contra la pobreza; esta educacion les haria
conocer de continuo la necesidad que la opulencia
y la grandeza tienen de esos hombres, que con tan-
ta ingratitud ultrajan y desprecian; asi los enseñarla
á no desdeñar á el -que trabaja, bien sea para satis-
facer las necesidades de los grandes, ó bien para pro-
porcionarles las comodidades y los placeres de la vi-
da. Formado de este modo, el discípulo sería justo;
respetaria la utilidad; sería reconocido ; y sabría
que el labrador y el artesano, bajo sus toscos y re-.
Mendados vestidos, son unos hombres regularmente
mas interesantes, mas necesarios á sus conciudada-
nos, y por consecuencia mas apreciables que no el
cortesano inútil ó perverso que se pavonea cargado
de títulos, de pompa , dijes-,bordados y aparato.


Reprimiendo asi el orgullo de un discípulo, y




68 SECCION V.
haciéndole conocer su flaqueza y la necesidad que
tiene de Aquellos mismos hombres que mas viles
y despreciables le parceian , se logrará que naz-
ca en él la sensibilidad , cualidad necesaria en la
vida social ; y de este modo se interesará en la
suerte del infeliz y miserable , como en la de un
ente tan necesario á su felicidad. Se debe, pues,
poner el mayor cuidado en cultivar en él esta bene-
volencia humana y compasiva; se procurará con-
mover su corazon por medio de sacudimientos y
sensaciones frecuentes y del espectáculo de cuan-
to pueda afectar y enternecer su alma; se le con-
ducirá á la cabaña del pobre y al lecho del enfer-
mo; se le mostrará en toda su fuerza y estension
la miseria del hombre útil , quien las mas veces,
rodeado de una familia llorosa y angustiada, carece
aún de lo mas preciso, para que,el rico viva en el
luxó y la abundancia ; se le hará meditar acerca del.
sin número de infortunios y miserias, bajo las cuales:.
limen tantos mortales, sus semejantes y hernia-'
nos; se escitará principalmente su contemplacion
sobre ,aquellos infelices á quienes los golpes de la
suerte ha precipitado en la miseria; se le dirá que
sus desgracias son efectos del acaso , de cuyos.ca-
prichos son inocentes víctimas, al paso que,-.estos
mismos caprichos ;colman á -los grandes y á los ricos.
de abundancia y honores. Mi:el:discípulo no se en-.
sobcrbecerá con esta ciega 'preferencia; será sensi-
ble á la piedad; participará de las penalidades y
trabajos de los desgraciados tomando en ellas
un vivo interés; se tendrá por. feliz de verse en dis-
posicion de socorrerlos y consolarlos ; gustará el,
dulce placer de la beneficencia; verá correr las tier-,
nas lágrimas de la gratitud ; se felicitará por ha-
berlas merecido; y en fin, reconocerá que la ver-
dadera preeminencia. que un.. hombre puede tener
sobre los .otros consiste únicamente en el poder y


CAPÍTULO 69
deseo de hacerlos felices y dichosos.


Así es como la virtud se aprende : de este mo-
do la Educacion forma un corazon sensible ; y así
prenden sus semillas en las almas , nutren , crecen
y fructifican , formando ciudadanos virtuosos , mo-
destos y compasivos. Con semejantes lecciones de-
beria instruirse la infancia y la juventud de los
hombres destinados á ocupar un lugar distinguido
en el mundo. Cualquiera que fuese la posicion en
que la fortuna los colocase , no olvidarían nunca
que eran hombres , y que necesitaban de los hom-
bres para su felicidad. Mas por no haber aprendido
á Conocer los infortunios y desgracias de sus seme-jantes , ni esperimentado el dulce placer de aliviar-
las y socorrerlas , los hombres , á cuya prosperi.
dad hada debiera faltar ,. estane por lo comuna do-
minados y enorgullecidos de una, vanidad insocia-
ble ; llenos de un desmedido é injusto amor de sí
mismos , apenas inclinan sus desdeñosos ojos á los
seres que reputan por inútiles y de inferior espe-
cie. Semejantes hombres ni saben amar ., ni enter
necerse. de las miserias ni han esperimentado nun-
ca cuán dulce es la beneficencia. Por todas partes
no se ven mas que ricos orgullosos , injustos , in-


. sensibles é inhumanos , que faltos de todo senti-
miento de piedad y ternura , transmiten á sus hijos
la indiferencia , la apatía y vanidad , que tan
ros y crueles los 'hacen contra los desgraciados é
infelices.


Si hai pocos padres que conozcan la importan-
cia de una buena Educacion , todavia son muchos
I.-1)110.S los que sean capaces de darla por si fniS11105,


de velar sobre ella atenta y cuidadosamente. Un
padre se halla rnui ocupado en sus negocios , y
muchas veces en sus placeres para pensar eti. lác
educacion de sus hijos. Una madre disipada-sola-


,mente piensa en sus adornos y entretenimientos 2 y




70 SECCION y.
quizá en sus galanteos; y se creería envilecida si
atendiese y cuidase á sus hijos (1). Por esto los hijos
de los grandes y ricos quedan abandonados comun-:
mente á los criados que nada bueno los enseñan:
en su trato y compañía es donde se hallan mas
gustosos , porque en la antecámara ó en la cocina
rejentan una superioridad que alaga y fomenta
su vanidad naciente; allí ni encuentran reprehen-
sion ni resistencia , y ejercen una especie de impe-
rio sobre sus obedientes criados; no hai cosa que
aprendan mas prontamente que las prerogativas que
el nacimiento y la opulencia dan á los que las go-
zarán algun dia; las primeras lecciones, en fin, que
reciben, son las de altanería, impertinencia y vicio,
lecciones que no olvidarán nunca.


Al salir del poder de criados y ayas el hijo de
un hombre rico pasa en manos de un preceptor,
que no suele tener las cualidades necesarias para
la educacion de su discípulo, ó que, cuando por
una feliz casualidad las tenga , no puede emplearlas
útilmente para correjir á un:discípulo indócil y ya,
pervertido de antemano. La dulzura es inútil con
un niño altanero ; el rigor le subleva é irrita , y
ademas desagrada por lo comun á unos padres ig-
norantes y vanos , que quieren que se respeten su
sangre • y su: nacimiento hasta en las necedades y
caprichos de sus hijos. Un preceptor reprimido y.
coartado de este modo pronto se aburre y desalien-
ta ; tras esto viene la indiferencia y el descuido
total en los adelantamientos del discípulo , abando-
nándole en fin á su mala suerte. Esta es la razon


(1) ¿ Quién no ve, dice Montagne , que en un Esta-
do todo depende de su educacion y sustento ? y sinembargo
ésto' se abandona indiscretamente á merced de los padres,
por locos y perversos que sean. Essais lib. 2. cap. 31. al
principio. •




CAPÍTULO'
porque la Educacion particular produce pocos su-
jetos' distinguidos y apreciables.


Por otra parte ¿ cómo los grandes y • los ricos
han de encontrar preceptores ilustrados y virtuosos,
cuando ellos G no conocen su 'mérito , ó le desdeñan
y desprecian ? El noble no'. haces sino del na-
cimiento, y el rico sólo estima la opulencia; y asi
no pueden concebir que un sábio pobre pueda me-
recer la consideracion y los respetos de las personas
de su clase. El sujeto á quien encargan la instruc-
ción de sus hijos, es á sus ojos km hombre merce-
nyio , un criado al fin á quien no suelen apreciar
roas que á los otros. Solo un padre verdaderamente
ilustrado puede conocer en realidad la importancia
del depósito que confia á los cuidados y desvelos de
otro; este reconoce en el ayo de su hijo á un ami-
go respetable, que celosamente quiere encargarse
de contribuir á su felicidad y á la de su descenden-
cia. El insensato que menosprecia al preceptor de
su hijo i cómo no vé que depende de él la felicidad
y el honor de su familia ? Dais vuestro hijo á un
esclavo para que le eduque, decia un Filósofo á un
padre opulento avaro, mui bien! en vez de uno
tendreis dos.


Para que la educacion sea útil, es menester
que el encargado de ella se respete á sí mismo , y
sea respetado de los (lemas: un niño , que vé que
sus padres guardan pocas consideraciones con su,
maestro, no tarda en menospreciarle; -y ademas
le aborrece como á un censor y contínuo enemigo.
Los buenos preceptores son raros, porque son ra.-
ros los padres que sepan descubrir el mérito obscu-
recido, apreciarle con justicia, y mostrarle respe=-
to y.consideracion debida: esta equidad? y :recono-
cimiento suponen reflexiones , y. desighios que coa
dificultad se encuentran en hombres soberbios y di-
sipados, que son los que por lo comun se ven fa-




72 SECCION V.
vorecidos de la fortuna.


Entre los Griegos y los Romanos la sabiduría
era mui respetada.; los mismos Soberanos, los je-
nerales de ejército , los Majistrados y Ministros la
cultivaban , mostrando una profunda veneracion á
los preceptores que se dedicaban al penoso cuidado
de educar la juventud : mas por un efecto de las
bárbaras preocupaciones , que todavia subsisten en
la mayor parte de las naciones modernas, la noble-
za desdeña la instruecion , vanagloriándose de su
ignorancia , la cual no le impide llegar á los hono-
res militares que ambiciona. Equitacion , esgrima,
baile , un andar osado y atrevido , un porte y aire
libres y afectados , una urbanidad verbal y comun-
mente poco sincera, y un lenguaje seductor para
agradar á las mujeres , hé aquí las perfecciones que
la Educacion :de- los Grandes parece únicamente
proponerse. La cultura del alma y la ciencia de las
buenas costumbres para nada entran en los planes
de la nobleza ; el oficio de la guerra escusa el tener
luces y virtudes; los Grandes suplen la falta de co-
nocimientos y de aplicacion con los vicios , las di-.
versiones y los dispendios que arruinan su fortuna.
Por lo que toca á la nobleza torpe y embrutecida
que vejeta en sus posesiones y haciendas , ésta sólo
se ocupa en la caza y el juego , sin tener mas estu-
dio que el vano y fútil conocimiento de su jenealo-
jía y de la de sus vecinos.


El rico, que con sus penosos trabajos ó con
injusticias y bajezas ha llegado á enriquecerse , se
fatiga mui poco en que su hijo adquiera conoci-
mientos y virtudes; él mira el estudio como un
tiempo perdido , las buenas costumbres como inúti-
les.,. y la severa probidad como un obstáculo á la
fortuna. La Educacion mas interesante para su hijo
es en su concepto la que le enseñe la bajeza , la as-
tucia y el arte de agradar á los Grandes , para ad-


C A PITULO :HL "1 á'
quírir el derecho de robar y despojar á los -pobres.


Hai pocos padres y maestros que se hallen do-
tados de las cualidades que se requieren para edu-
car la juventud ; los que se encarguen de este im-
portante cuidado , ademas de la ciencia y del ta-
lento , deben conocer al hombre , y estudiar el ea-,
racter , las facultades y las inclinaciones de sus dis-
cípulos. La esperiencia nos enseña que no todos los
niños tienen las mismas disposiciones , y . que no
siempre son capaces de corresponder á los designios
que se formen sobre ellos. ¿Para qué atormentar y
castigar,á un niño á quien la naturaleza ha nega-
do la actividad , la' penetracion , la memoria , y
aun el poder ó capacidad de prestar tanafatencion
continua y seguida á los objetos que se le. presea-
tan? La violencia , el rigor y los castigos reiterados
¿serán acaso medios oportunos para escitar el amor
al estudio en unas almas como estas aflijidas y de-
gradadas? La dulzura•, la paciencia , la persuasion,
la induljencia y .elHágrado son medios mas segu-,.
ros de ganar la juventud que no la cólera , la
crueldad y la dureza.


Muchos padres instruidos , pero llenos de un
escesivo entusiasmo de la sabiduria , querrian que
sus hijos fuesen unos prodijios; ¿ mas ignoran aca-
so que la educacion no hace prodigios , sino cuan-
do la Naturaleza le ofrece los materiales necesarios
para efectuarlos ? Los niños precoces ó prodijiosos
por lo regular llegan á ser despees unos hombres
mui medianos; esto no debe admirarnos , porque,
para ejercitarlos felizmente y con buen_exito-, es
menester que los órganos hayan adquirido 'COI1S1S-
tencia y vigor : exijir que un niño muestre una apli-
cacion continuada é intensa , es querer, que sea mas
fuerte de lo que su edad le permite. Los discípulos
que se desea que adelanten con demasiada pronti-
tud en la carrera de las ciencias, ó se disgustan y


TOMO III.




1i. SECCION V.
desaniman , 6 . se• consumen y enferman con los el-
fuerzoS y que se emplean : los niños de quienes se'
pretende hacer prodijios , sólo suelen tener mucha
memoria , pero poco juicio ; son máquinas frájiles
y quebradizas , cuyos resortes se violentan y rom- .
pen : encuanto á los niños que reflexionan antes
de haber llegado á la maduréz , estos. suelen tener


• .


uña salud mui delicada , y morirse temprano. No.;'
comprimas con mucha fuerza y rigor, dice Phocy-
lides , la mano de un tierno niño. ( I ).


No se obstinen , pues , por una necia vanidad
lbs padres sensatos ó los . maestros en violentar la
naturaleza , sino antes -bien consúltenla .: ausiliando
sus facultades,. sin'jamás. ..ponerla. obstáculos ?algu-
nos. Enia tierna ,edad el 'espíritu , ansioso de sen-
saciones , necesita estar en continuo movimiento, y
asi no puede detenerse en las cosas , ni trabajar
con órden. Cuanto mas activa es lai:imajinacion,
tanto menos sufre -la: violencia ; en .vez:de.• amorti-
guarla , es necesari•:. aprovecharse _de


• esta, .misma


curiosidad traviesa y revoltosa, la cual, sabiamen-
te dirijida , es una disposicion mui favorable. Con-
viene , por lo tanto , no ocupar la juventud por
mucho tiempo en unos mismos objetos ; variando ,.
los. estudios , se forma de ellos un entretenimiento,
y • los maestros pueden entonces descubrir las in-
clinaciones que anuncian sus discípulos, las cuales
se guardarán mucho de contrariar.


Uno de los mayores defectos de la educacion
comun es:.él. ser. despótica , humillante y capaz de
destruir los, resortes mas poderosos-, del alma. Los
padres. y los,. maestros hablan .á. sus. discípulos como
á esclavas; se valen y aprovechan de su credulidad;
juzgan- que es degradarse el raciocinar con ellos,


(1) Phocylid. carin.


CAPÍTULO 75
esponerles los motivos de sus preceptos , y darles á
conocer la justicia de sus deseos y ,,e1 interés que
el discípulo tiene en prestarse á ellos. Esta educa-
don servil sólo es buena para formar automatos
privados de razon , faltos de principios , siempre in7
ciertos y-vacilantes, incapaces de juzgar. por sí pro-
pios. y que , necesitan toda _su. vida, de los andado
res de la costumbre - y de. la :autoridad:, Cuando
esto nó • •, •semejante educacion tan poco razonada
encuentra en los espíritus activos_ unos rebeldes,
siempre armados contra. las lecciones, que suponen
ncl tienen otro•fundamento que los caprichos de los
tiranos-á . quienes detestan.


En compadecerse de : , 1 flaqueza debilidad de
la tierna y juvenil edad , en acomodarse á su ca-
pacidad y facultades , en hacerse niños como ellos
para- ganar su confianza , es en lo que consiste el
grande arte de la educacíon. De-este modo •eLpa.-
dre 6 el maestro , separando de sus preceptos • y
doctrina lo que tienen de cruel y feroz , se conci-
liarán la confianza y el cariño de sus discípulos. Es
menester razonar con ellos si es que se-quiere ha-
cerlos racionales ; y no- engañarlos nunca , si se
quiere merecer su confianza y Tispeto: luna educa-
don despótica -no puede-formar 'sino tontos.J5
vados!


Los padres racionales y' prudentes .z deberán en-
tristecerse y aflijirse porque sus hijos no • tengan las
inclinaciones , talento -y gusto que ellos tienen ?
¿Los aborrecerán porqüe la Naturaleza no les ha-
ya dado. la misma filOncímía facultades intelec-
tuales? ;Lejos de todo padre justo y prudente' tan.
inhumanos y crueles sentimientos ! Si no puede
formar de su hijo- un sabio , puede al menos hacer
de él un hombre del


:ríen. Los••grandes talentos es-
tán reservados á mili pocos mortales ; mas toda
criatura racional puede aprender á querer y apre-




76 S ECCION V.
ciar la virtud , á conocer sus ventajas, y á penetrar
los motivos que inducen á practicarla. No hai discí-
pulo en quien , acomodándose á su edad , no se
pueda en su infancia sembrar y hacer que florezca
y fructifique la sabiduria. Mas á un padre le es
mucho mas importante que su hijo llegue á ser
uii dia justo,. reconocido, sensible á sus beneficios
y compasivo, de ;.su vejez , que no que sea hom-
bre de gusto , erudito , jeómetra , jurisconsulta ó
metafisico. A la Sociedad le interesa tarnbien mu-
cho mas estar poblada de. hombres de bien que
no de literatos malvados ,.de sabios perversos , de
poetas aduladores , ó de hombres de talento pero
sin btienas.


costumbres. Las familias necesitan de
hombres de bien y las naciones de ciudadanos
virtuosos.


,Mui raras veces los ricos y los grandes espe-
rimentan ele dulce placer de ser padres. Sólo dan-
do , á los .,hijos una buena educacion es corno- se
adquiere el derecho de tales; la educacion pone los
fundamentos de la felicidad futura de los padres,
de los hijos , de las familias y de las Sociedades.
Para muchas personas la cualidad -de padre no
impone ninguna obligacion , y para otras es una
carga pesada , de la que procuran librarse á toda
costa.


Sinembargo seria prudente el que un padre no
perdiese nunca dé vista á sus hijos : ninguno es
mas interesado que él en dirijir su educacion
modo que contribuya algun dia á su felicidad. A
la vista de unos padres atentos y cariñosos , los hi-
jos.- contraerán aquel cariño mezclado de temor y
de respeto , que constituyen la piedad filial. Ale-
jando de . si á sus hijos , y abandonándolos á una
autoridad estraña , los padres como que renuncian
á sus nias preciosos derechos haciéndose, digamos-
lo así, C .StrafíOS y desconocidos para su descenden-


CAPÍTULO III. 77
da. No se 'admiren en este caso los padres de en-
contrar en sus hijos un dia súbditos rebeldes al
yugo que deben sufrir de continuo , porque duran-
te el destierro de la casa paternal habrán apren-
dido muchas cosas que debieran ignorar , y con-
traido pasiones , defectos y costumbres , que enva-
no sus padres intentarán combatir y desarraigar;
ya entonces estos hijos indóciles no verán en sus
nuevos maestros , á cuya autoridad no están acos-
tumbrados, ,sino usurpadores, censores , tiranos y
enemigos. Estos son los frutos que por lo comun
redojen tantos padres , que no han cuidado de sem-
brar y cultivar la virtud en los corazones de sus
hijos: estos causan á sus padres pesadumbres y
ciones tan largas como su vida , las cuales muchas
veces los precipitan al sepulcro (1).


Si la educacion doméstica 6 particular es ordi-
nariamente defectuosa y descuidada , la educacion
pública ha sido hastaquí incapaz de producir ven-
tajas reales y verdaderas á la Sociedad. Ella por
lo comun ha sido confiada á unos hombres sin
las- luces y cualidades necesarias para formar es-
posos virtuosos , padres de familias , hombres de
Estado , y buenos ciudadanos. En casi todas las
naciones , la educacion es un despotísmo que ejer-
citan ciertos pedantes sin conocimiento ni esperien-
cia del mundo sobre una juventud á quien ator-
menta sin fruto : su proyecto sólo parece que es
hacer perder el tiempo tristemente á los niños


'


cu-
yos padres únicamente se proponen librarse de es-
te cuidado. Estos preceptos regularmente hacen prin-


-.n• •n•


(1) Muchos padres neglijentes pudieran apropiarse la sen-
tencia de un Arabe, que dice: Cuanto plantares en tu jardin,
dará alguna utilidad 5 mas si plantas un hombre , te ester2ni-
nar4 4 tí quid algun


.
Sentent. Arab.




78 SECCION V.
cipiar á sus discípulos por el estudio abstracto de,'
Una Gramática incomprehensible que conduce al:
conocimiento de algunas lenguas muertas , que
mui pocos de ellos, al salir de SUS estudios , po-
seen medianamente. Mas la rutina , que nunca ra-
zona ni discurre , es la ley que gobierna á es-
tos maestros , que tendrian -por delito el separarse-.
de ella.
• Las letras , la poesía , la elocuencia , los escri
tos sublimes de los


• antiguos son sin duda capaces
de ocupar agradablemente el tiempo de los que,


-


desde mui temprano , han conocido cuan deleitoso.
es. el estudio ; mas •


estos deleites son estériles si no
van acompañados de la utilidad. De que un hotn-1
bre haya aprendido á conocer las bellezas de Ho-
rnero , Virgilio , y Horacio ¿ qué bienes resultan á
la Sociedad , si este hombre no sabe al mismo.
tiempo ser buen padre, buen amigo , y buen cilt
dadano? . El espíritu mas ilustrado es inútil á los
demas , sino está habituado á la virtud , siempre in-
separable del amor del jénero humano. Una educa-
clon , que sólo forme sabios ó eruditos , no puede
ser comparada con la que haga hombres de bien,
mucho mas necesarios á la vida social que no los
eruditos , cuyas investigaciones conducen para po
co , ó que los grandes talentos , que á veces sue-
len desentenderse de cumplir con los deberes de la
Sociedad.


Por el corazon debiera comenzar siem pre la
educacion; la utilidad del hombre es el verdadero
objeto de todos los conocimientos humanos; á ella,
corno í un centro comun , debieran referirse las
ciencias , las letras y las artes. Nada mas facil en
nuestro siglo que procurar á la juventud una edu-1
.cacion que adorne é ilustre su espíritu con las
obras maestras de los Griegos y Romanos , forman-
do su gusto por estos modelos ; pero nada al mis-


t'id U 1_,L). 111.
mo tiempo mas dificil que inspirarla ideas y cos-
tumbres honestas..


El mayor defecto de la Educacion pública es
el ser comen ó jeneral ; esto es , no adoptada á
los caracteres , disposiciones naturales , é inclina-
ciones de los niños que. la reciben , y menos á las
diversas _profesiones á que sus padres los destinan.
El noble y el plebeyo , el hijo del militar y del
majistrado , los hijos de los grandes y los pobres,
los discípulos penetrantes y estúpidos , todos reci-
ben las mismas lecciones que los colejiales ó los no-
vicios destinados á ser Cenobitas , Teólogos y Sa-
cerdotes. Estos últimos son los que están encarga-
dos en todos los paises de la enseñanza; por con-
siguiente no inspiran en su educacion á. los jóve_
nes otros conocimientos que los que ellos necesitan,
y han recibido para su instituto y profesion.


Los que mayores progresos han hecho en esta
educacion pública , saben el griego y el latín ;. han
recorrido la antigüedad tanto sagrada como profa-
na , y han aprendido una multitud de palabras y
sentencias ; mas ignoran lo que es indispensable sa-
ber para llenar los deberes del estado que ocupa-
rán en el mundo.


¡Qué diremos de esa ciencia abstracta y tenebro-
sa que usurpando atrevidamente el nombre de Fi-
losofia , termina ordinariamente la educacion públi-
ca! Diremos que , lejos de instruir la juventud,
esta. pretendida Filosofía sólo se propone aprisionar
al entendimiento humano con lazos y redes de
que no se puede libertar; por medio de ella todo
se convierte era problema y obscuridad; el arte de
raciocinar , envuelto en términos bárbaros , única-
mente se propone al parecer el disgustar y aburrir
á los buenos talentos de la raion y del exámen de
la verdad. Una vana L6jica ,.enmarañada de su-
tilezas, sirve de introduccion á una -metafísica. tor-




OV u c..; 1 (..) 1\1
V.


tuosa y arrea, en la cual la imajinacion , perpe-
tuamente descarriada , se abisma penosa y angus-
tiadamente en profundidades impenetrables , entera-
mente estriñas é inútiles al bienestar de la So-
ciedad.


La educacion nacional, siempre guiada por una
rutina que mira como sagrada , no dá á sus alum-
nos sino mui débiles nociones de la naturaleza. La
Física en sus manos raras veces sigue la marcha de
la razon , que sólo reconoce por su gula á la espe-
-riencia , y la cual perfeccionada con el tiempo se
lace superior y preferible á las vanas hipótesis que
la ignorancia y la preocupacion miran como una
.verdadera ciencia.


No hablaremos aquí de esa Moral estoica , ri-
gorosa y antisocial, que la educacion presenta á
los hombres como el camino de la perfeccion. A
poco que se exámine , se hallará que esta Mo-
ral feroz no se ha hecho para hombres en Socie-
dad, y que si fuera posible reducida á la práctica,
disolverla la misma Sociedad , separándose los hom-
bres de ella para ir á poblar los desiertos. Sinem-
bargo esta Moral es la que inspira á sus discípu-
los la educacion pública ; ellos la admiran como
maravillosa , pero sin tener nunca fuerza y valor
para practicarla.


¿Y qué juicio' formará un hombre de buen en-
tendimiento de ese venerado Escolasticismo que
apoderado de la Moral, la constituye problemati-


,ca , obscura é imposible de entender y mucho mas
de practicar ? (1)


- (1) Es digno de referirse aquí el juicio que ha formado
de esta moral un Escritor célebre y no sospechoso; el cual,
hablando de los siglos de ignorancia , cuyas instituciones sub-
sistea - todavía en nuestros días , dice así : ,,se trataba la Lulo-
,) tal- eti . laS escuelas C0/116) el resto de la Teolojía 7 por razona-


CA;PiffULO 81:
Podemos 'decir.. en jenepal, <11,1g .; e/tregIndo,rsus


hijos á la Educacion pública los padres ;sólo •tratan
de librarse y desembarazarse de ellos , mirando con
indiferencia el que inyiertan bien ó los años
alas preciosos y mas importantes,desInvida:


Diremos ademas ,. que conform,e,,á- lós designios
políticos que hemos condenadq-,en, lós,antiguos. $17
cerdotes del Egipto y la Asiria , los que están al
frente de la Educacion moderna se proponen úni-
camente . envolver y rodear, todas las ciencias de ti-
4ieblas y obstáculos,, con el :designio de retardar 1p
prOgresos del entendimiento humano., Todo JTornbre
que desea aprender é ilustrarse; se halla á cada pa-


. so detenido y ofuscado con las densas y obscuras


.1, miento mas que por autoridad, y problemáticamente-,- pb-
5>niendo en cuestioñ hasta las verdades - mas claras y evidert-
” tes; de donde nacieron con el-tiempo tantas decisiones de ea-
55saistas , lejanas. no solo de la pureza del Evanjelio , mas
” tambien de la recta razon. Porque g hasta dónde no puede ir-
11 -se en esta materia si se toma el hombre una entera libertad


de razonar sobre (dial'? Pero estos casuistas Se aplicaron mas
oi bien á dar á conoeer los •pecados , que á mostrar sus reme-
.,,dios. Ellos se ocuparon principalmente en decidir lo que era
'9) pecado mortal, y en distinguir á cuál virtud era contrario
,)cada pecado, si á la justicia , la prudencia ó la templanza:
51y pusieron todo su estudio.,:digámoslo así , en disminuir los
57 pecados , y en justificar muchas acciones que los antiguos,
' ,menos sutiles y mas sinceros , teuian por criminales." Se ve,
pues, que las vanas sutilezas y pueriles sofistcrias de la Filo-
sofia son todavia las bases de la Moral incomprehensible, que
se enseíía á los que estan destinados á la instruccion de los
pueblos.-Véase el Discurso VI: de M. Fleury sobre la Historia
Eclesiástica. 9. En casi todos los Estados católicos de Euro-
pa la educacion de la juventud estuvo por mas. de dos siglos


, confiada á los jesuitas , hombres desacreditados por sus prin-
cipios tan contrarios á la política como á las buenas costuni-
bres , y que se esforzaron en impedir que las luces de la sabi-
duría penetrasen en las escuelas que ellos dirijian.


TOMO ni,
11




1


10 • SECCIÓN `'V.'
nubes 'de c¡tié los Sofistas han rodeado artificiosa- -
Mente la verdad; á cada instante halla que tiene
que combatir yai con la autoridad de los filósofos..
antiguos, comunmente guiados de un vano entu..
siasmo e ya con las preocupaciones de los modernos,
seducidos y engañados de uri ciego y profundo res-
péid'á la antigüedad `1a cual raras veces consultó
la : razon y la esperiencia ; todavia hoi lastimosa-
mente pospuestas á la autoridad.


Todo el que aspira á descubrir la verdad, que
la Educacion pública y' las causas que concurren
con ella se han empeñado en ocultar de-sus ojos , se
vé precisado á caminar, 'Sólo y desamparado, antes
bien que consultar unas guias, que no harian sino
seducirle y descaminarle. La moral , tan necesaria


-á los bonibres , evidente-Mente fundada en su natu-
raleza , y cuyos principios son tan claros para los
que se dignaren cousitliarla, se halla todavia para
mechas personas sepultada en el profundo pozo de
D.mócrito, sin que en su concepto pueda ser encon-
treda y conocida sino de los que osaren bajar á él.


Por' pequeña que sea la atención que se haya
prestado á los: .prineipios establecidos en esta obra,
y á los deberes jenerales y particulares que deben
arreglar la conducta de los ciudadanos en cada
estado, se reconocerá fácilmente que una buena
Educacion no. es, ni puede ser en realidad , otra
cosa que la Moral hecha familiar á la juventud,
ó cuyos , prinCipios le son inculcados desde mui tem-
prano para servirle despues. de gula en todo el
curso de la vida.


Que es ,. pues. e educar á un Príncipe ? Es
inspirarle desde sus primeros años las ideas, dispo-
siciones, deseos, voluntades y pasiones que debe
tener para bien gobernar L.Ill dia al Pueblo , con
cuya Pelicidad la suya propia estará unda por unos
vinculas indisolubles: es mostrarle el. j'iteres. que




CAPÍTULO; í I, 83
tiene en ser i 141t9os á fiP ,d. 19,z-191,.. 1.11 1ei.i.ltA°p.,2- pl
y obedecido::Y91141VaFia
cion numerosa floreciente wcuyariprospeOad. ne-
cesariamente influirá en la.de su ,jefe; es hacer
que nazcan,etr el que algun clialebe mandar :á
los hombres ; upas sentirnielit , capaces de gti.ap-
jearle su aliel9p, Irps-els,acostámbrAr eá este


ríncipe á que tiemble y . se. estremezca al. ver en la


-


P
:histeria las desgracias 'de las naciones y los tronos
derrivados por," as pasiones, ó la neglijencia y de-
bilidad de tantos Soberanos , que no conocieron el
arce de gobernar, »e donde se infiere que la Edu-
cacion de un Príncipe consiat steee einculcarle de con-
'th° que sea justo , para : que goce de ún poder
seguro ; que trabaje en la felicidad de sus sábdi-


. tos , para ser ;feliz que tema oprimirlos, ó abu-
sar dell e pOder supr'eeno, para que no se atraiga


- desgracias - firmeza - amor del


• , 5•••
órden , vijilancia , gusto trabajo , pasion de la
verdadera gloria, afectos profundos de humanidad,
hé aquí las disposiciones que han de inspirarse y


.promoverse en el corazon delos que han de re-
.gular el destino de los Imperios.


Educar á un jóven destinado á ocupar un dia
grandes empleos y dignidades , es inspirarle desde
niño la noble ambicion de agradar á sus conciuda-
danos , de merecer su reconocimiento y aplausos
por el bien que les hiciere y los talentos que mos-
trare : es inflamar su corazon con la idea de la
gloria ó de. la estirnaciun de todo un pueblo : es
enseñarle á segundar los sabios designios de un So-
berano , de cuya autoridad participará algun
es hacerle conocer que para. lograr que esta auto-
ridad sea alagiieña y durable e debe ser benéfica'
justa é ilustrada : es mostrarle en la historia y en
las obras útiles los recursos del hombre de talento
en filvor de la felicidad de los pueblos: es , en fin,




14 SECCI'Ó'N V.
'hacerle Ver con 'Imitar y con esp116174 las 'freCtien-
teS :Caídas de taliti31'ládignoS Favóiit61, que .


pora . ábuso que hicieron del poder , sé ari visto pre-
• .


opnados de la cumbre de la grandeza al abisma
del oprobio y de la' miseria, terminánda'fflüchas ve-
'ces su "vida con urial 'infame , muerte.


' Ea educación dlrititle y dtl qt'il-'es ,
destinada


á la carrera dé laáliárnas•,' debe' )r̀
darle


una 'fortale'za y firMezá'de alma ; lie* le acostum-
bren desde la edad mas tierna á mirar sin temor
los peligros y la muerte. Para escitar en él este
• Vaibr guerrero es preciso inspirar :len 'su corazan
juvenil la idea det 'honor , el aniOr ckj la patria,
el desea de adquirir' tin derecho al aprecia y esti
macion' 'de sus conciudadanos, y el temor de per-
derlos con una, conducta vil' Y Cobarde.. Esta edu-
cacion debe ocuparse en 'Cárnbatir ,


• mas bien
en prevenir el necia orgulld'qüe-161 : dá el naeiMieri-
to , y que persuade á muchos nobles que su san-
gre es mas pura que la de sus conciudadanos , á
quienes deben defender para ser justamente respe-
tados de ellos : esta educacion debe moderar-
valor que dejeneraria después: en ferocidad par
medio de los afectos de humanidad. que deben
acompañar al guerrero aun en el ardor'de la ba-
talla.. Todo, debiera inspirar al hombre verdadera-
mente noble una noble elacion , el horror á la es-
clavitud , el verdadero patriotismo y el temor 'de
ver sucumbir á su nacion bajo de la tiranía , que
reduciría al guerrero- mismo al infame y despre-
ciable estado de un esclavo.. En fin , la educacion
militar debería suministrar á sus alumnos la espe-
riencia y conocimientos necesarios para desempeñar
con honor las, funciones de su estado, y minorar
los peligros á que un valor mal dirijido los arries-
''ga muchas veces. El estudio de la Historia ,
la jeografia, de la Táctica, &c. es indispensable


CAPÍTULO III. 85
á todo militar que aspira á ejercer y desempeñar
dignamente su profesion , y no como un salvaje
feroz 6 como un autómata que sólo sabe matar y
despreciar la muerte. Qué reunion prodijiosa de
conocimientos no se necesitan para formar un In-
jeniero , un Marino , un Jeneral que no quiera en-
trégarinUtilmente los hombres á .la' timerte


'El que está destinado á ser un 'dia órgano de las
leyes, protector del ciudadano , y ministro de la
equidad, debe penetrarse desde sus primeros años
de un santa respeto á la justicia y á la funcion au-
gusta que desempeñará en la sociedad; sabrá que
debe establecer su honor y su gloria en sus conoci
mientas é integridad; estudiará las leyes ; y sobre
todo meditará las reglas constantes y seguras de la
equidad natural 6 de la verdadera moral , que guia-
rán sus pasos en el tortuoso laberinto de una Juris-
prudencia obscura y tenebrosa, del qué á veces cues-
ta tanto trabajo el poder salir.


El joven á quien se le prepara una grande fortu-
na, debe ser eseitado y conmovido fuertemente des-
de su infancia con afectos de humanidad, benefi-


-cencia y connúseracion respecto de aquellos á quienes
la suerte no ha favorecido como á él; y debe desde
luego saber que las riquezas no dan preeminencias
verdaderas á los que las poseen, sino en cuanto les,
proporcionan los medios de ser felices y dichosos por
'la felicidad que procuran á los demas. La educa-
cion de los niños opulentos debiera precaverlos de'
los vicios y vanidades que tanto los atormentan, y'
conducen á la ruina sin causarles placeres verdade-
ros algunos ademas debieran cultivar su.espírit4
para sustraerlos del mortal fastidio que producen siem-
pre la hartura y la ociosidad.. . -


La educación del que se consagra at Sacerdocio
consiste eñ inspirarle los sentimientos y comunica'f-


- le los eónochnientos convenientes á-su estado, Ha-




86 SECCION V.
lándose los ministros de la Relijion encargados en
casi todos los paises de la educacion de la juventud,
deberian por lo tanto trabajar con el mayor empe-
ño en estudiar y simplificar la Moral y hacerla fa-.
miliar , para que de este modo sembrasen las pri,-
meras semillas .


en el corazon de sus discípulos, y
pudiesen predicarla con fruto á las naciones , cuya
instruccion les está confiada: reservando para entre
sí las especulaciones dificiles y espinosas, impropias
del comun de los mortales, el Clero debiera anunT
ciar á los pueblos solamente aquellas verdades relati-
vas á las buenas costumbres, y verdaderamente ne-
cesarias á la felicidad.de la vida. De sus meditacio-
nes deben los hombres esperar un catecismo moral y
social, del que resultarian los frutos que no prodtk.
.cirán jamás las cuestiones inaccesibles . á la razon.


AlQue reconocimiento no tributaria el jénero humana
entero á los Sacerdotes que, como buenos-ciudada-
nos, empleasen su tiempo y estudios en hacer la Md-
ral tan clara que igualmente fuese entendida de los
grandes que de los pequeños, de los Soberanos que
de los súbditos!


Cuando la educacion se propone formar sabios
y literatos, debiera aprovecharse de las disposicio-
nes naturales de la juventud, aplicando sus talentos
á objetos verdaderamente útiles y provechosos á la


•vida social. Si se consultara sábiamente la inclinacion
de los discípulos, y se cultivasen los talentos en
aquello á• que se les. viese inclinados, las naciones
tendrian Filósofos , Jeómetras, Físicos, Astrónomos,
Químicos, Botánicos, Médicos, &c. los cuales por
diferentes caminos, contribuirian al progreso de los
conocimientos útiles al jénero humano. Una educa-
don mas moral y social retraerla la imajinacion ar-
diente de .1a• juventud de las penosas sutilezas á que
se aficiona con tanto perjuicio suyo. La Poesía ¿ per-
derla acaso sus gracias si abandonando sus faba-


CAPÍTULO I I I. 87
las y ficciones, se ocupase en mostrarnos una natu-
raleza mas verdadera, y si, en lugar de corromper-
nos con las pinturas seductivas del vicio, nos hicie-
se amable la virtud ? La elocuencia ¿ sería menos
fuerte 6 menos animada , si sólo se empleara en co-
municar á los entendimientos verdades interesantes,
y á los corazones afectos nobles y virtuosos ? Demós-
tenes y Ciceron ¿ son nunca mas grandes y admira-
bles que cuando hablan á sus conciudadanos de ob-
jetos verdaderamente dignos de ocupar su aten-
cion ? (1). Estudie, pues, la juventud estos modelos;
saque de los escritos inmortales de la antigüedad el
amor de la patria, de la libertad y de la virtud, y
no el arte futil y vano de adornar y hacer interesan-
tes las puras bagatelas, de embellecer el vicio con
nuevos hechizos, y de inventar ficciones y artificios.
Las naciones, hartas ya y fastidiadas de los jugue-
tes de su infancia, piden y claman porque se las
ilustre é instruya. La verdad ¿ no posee las mayores
y mas variadas riquezas para • ocupar dignamente
las investigaciones del entendimiento humano ? El
hombre social y la naturaleza ¿ no son en sí mismos
un fondo inagotable ?


Todo pruba, pues, que la Moral debiera ser la
piedra angular de la educacion social; esta debe
proponerse atraer todos los estados de la vida á la
razon , á la virtud y á la utilidad jeneral : ella dará
á conocer al que ha de disfrutar de la grandeza, la
opulencia ó la autoridad, que estas ventajas son inú-
tiles y perdídas para los que no saben emplearlas en


(1) Plutarco en la vida de Ciceron, hace su mayor elojio
diciendo : "el es entre todos los Oradores el que mejor ha




',mostrado á los Romanos la hermosura y la fuerza atractiva
,,que la elocuencia dá á lo que en sí es bello y honesto , y-
„cuán invencible es la justicia, cuando es bien y elocuente--
',mente demostrada.”





SECCION V. •
bien y provecho de la Sociedad. Esta educacion con-
solará al pobre, y le mostrará en mil labores y ocu;
paciones diversas, en la industria y en la probidad,
los medios seguros de librarse de la miseria y los de,
litos, y de adquirir una honesta subsistencia, y tarn:.
bien una honrosa abundancia.


En vez de inspirar á los hijos de los Grandes una
necia vanidad; de preocupar al hijo del noble con
su vana jenealojía y con el mérito dudoso de sus
antepasados; de en ;reir al pretendiente á la majis-
tratura con las vanas prerogativas de este empleo; y
de infatuar al Sacerdote con el orgullo de su minis,
terio , una educacion verdaderamente social debe
inspirar á todos modestia, justicia, humanidad; en
una palabra, virtud, sin la cual ninguna sociedad
puede existir unida y dichosa.


Nada hace á los hombres menos sociables que
su vanidad. Sin ofender ni deprimir las diversas cla-
ses 6 jerarquías, una educacion nacional debiera
combatir incesantemente las vanidades, y destruir
esas indignas preocupaciones que á los hombres mas
elevados hacen frecuentemente orgullosos, injustos
y aborrecidos de sus conciudadanos: esta educacion
debiera inculcar, desde la juventud , no que todos
los hombres son iguales, sino que todos los hombres
deben ser justos y benéficos; ella no debe enseñar que
el hijo de un Soberano, 6 de un Grande, es ente-
ramente igual al hijo L1.4 artesano, sino que el
primero debe alargar su mano benéfica al meneste-
roso, y que jamás tiene derecho de maltratar ó des-
preciar al que se halla en miseria. Los hombres no
son iguales sino en la obligacion que todos igualmen-
ta tienen de ser - buenos y útiles á sus semejantes, y
de estar estrechamente unidos entre sí.


La verdadera Moral no confunde los órdenes
del Estado, sino que prescribe á los ciudadanos que
cumplan fielmente los deberes propios de cada esfera;


CAPÍTULO M.
89


manda que sean justos, que reunan sus intereses,
que se socorran mútuamente, y que se amen como
prójimos, puesto que los unos se hallan favorecidos,
y los otros desgraciados y perseguidos por la ciega
fortuna; y los prohibe el aborrecerse 6 despreciarse,
porque el desprecio y el ódio destruyen la armonli
social. Toda sociedad es un todo concertado, cuya)
hermosura y perfeccion penden de la union de las
partes que le componen. La instruccion mas impor-
tante á los-hombres, considerados bien como indi-
viduos, bien en masa 6 en cuerpo, sería la que les
hiciese conocer que si están separados y ;dividido§ de
intereses, no pueden trabajar eficazmente' en la gran-
de obra de su constante felicidad, que sólo puede
conseguirse con los trabajos reunidos de todos los
miembros y cuerpos de la sociedad. En toda nacion
la justicia impone á los hombres una cadena de obli-
gaciones , que une á todos desde el Soberano;. hasta
el último de los súbditos, y de la cual ninguno pue-
de sustraerse sin peligro.


Por tanto la educacion pública deberia estable.,-
cer los fundamentos de la social armonía, tan ne,
cesada á la fdicida.d de la vida privada como á la
de la vida pública. Los preceptores de la juventud
no debieran omitir, como lo hacen , el enseñar á
sus discípulos los deberes á que un dia los obligará
la sociedad conyugal; cual sea el estado de un padre


de una madre de familia ; cuales las conexiones
del parentesco; cuales los vínculos de la amistad ; y
cuales, en fin, los deberes de amos y criados: objetos
que nos ocuparán en el resto de esta obra.


De este modo la educacion imbuida poco á poco
el entendimiento y el corazon de los ciudadanos de
conocimientos mucho mas útiles sin duda, que no
los que se sacan de los estudios:por lo coman estéri-
les tanto para el entendimiento- como 'para el alma.
¿Para qué sirve recargar la memoria con los sucesos


TOMO III.




90 SECCION V.
dajla historia antigua y moderna, si de ellos no se'
sabe sacar alguna instruccion útil á la jeneracion
presente ? ¿ Qué fruto recoje uno de la lectura de
los Filósofos y Sábios de la antigüedad, sino aplica
sus máximas y lecciones á su propia conducta ? En
fin ¿ de qué aprovechan los talentos del alma,: si no
contribuyen ni á nuestra felicidad ni á la de los otros?
La educacion pública, en las naciones mas ilustra-
das, forma un gran numero de sábios, de literatos,
de poetas frívolos, y de hombres eruditos y festivos;
pero mui pocos ciudadanos buenos ni hombres pa-
ra la patria ni para sus familias .




,. ni -aun indivi-
duos capaces de conservarse y hacerse felices á sí
propios.


Si la educacion pública deja entre nosotros á la
juventud en .una completa ignorancia de lo que de-
blra saber, no la preserva tampoco del conocimien-
to de los vicios que .eternamente debiera ignorar. Los
colejios , estos santuarios destinados á conservar la
inocencia y pureza de la edad juvenil, sirven por lo
comun para hacerle contraer hábitos funestos y ca-
paces de influir en la ,salud y bienestar de toda la
vida: en sólo jóveli corrompido basta á veces para
corromper -á todos SUS compañeros.. Nada es. mas co,-,4-
mun que. ver una juventud enerva la y enferma por
la disolucion, y acostumbra.ia á los mas feos vicios,
en. el centro mismo de los asilos erijidos para preser-
varla.de:)estos peligros.


Sin una reforma. fundamental, la cual.los gobier-
nos solamente-pueden lacer, la juventud, aún en los
paises mas civilizados, estará por mucho tiempo pri-
vada de una educacion conforme á los verdaderos
Intereses de la sociedad. Los padres de familia, que
°quieran conservar las buenas costumbres de sus hijos,
y- formarlos segun la sabiduria, la verdadera ciencia
y la probidad, se -verán reducidos á educarlos por sí
mismos, si fueren capaces" de ello ; ó




tendrán


CAPÍTULO in 9 t
buscar preceptores dignos de su confianza, de suq (-


aprecio y de su reconocimiento.
Estos , para corresponder á sus designios se


guardarán mucho de usar con los niños que quie-
ran formar en la sabiduría y virtud , del tono im-
perioso de la pedantería. Sabrán mui bien que la ti-
ranía cria esclavos; que los castigos arbitrarios ná
sirven mas que para irritar á los discípulos , y que
no conviene hacer molestos sino amables los pre4
ceptos. Verán que las faltas confesadas mereced in-
dupencia , para alentarlos de este modo y acostum-
brarlos al candor y'la franqueza. Reconocerán que
la razon , bien presentada y propuesta, se deja es-
cuchar desde la edad mas tierna , y que asi persua-,
de y convence mas que no los preceptos infun,
dados , que hacen de los niños unas puras máqui-
nas. Un hombre bien nacido , dice Ciceron , sólo obe-
dece á los que le dan preceptos útiles , le instruyen en
lo que debe aprender, y le mandan con una autorida4
cuya utilidad en obedecerla él mismo reconoce.


Los buenos preceptores sabrán que la inEancia.
es sensible á la estimacion y á la vergüenza . , y que
estos moviles pueden ser empleados felizmente en
la edad mas tierna. Observarán fácilmente que una
aplicacion .intensa y continuada daña.la .salud ,
hace odioso el trabajo. Todo , en fin , les hará mi,
derar prudentemente su autoridad:' ¿ Hai cosa-mas
fea que esa comun pedantería tan


- comun, que se
vanagloria del poder que impunemente ejerce sóbre
una tierna criatura , cuyas faltas en su edad mere,-
cen mas piedad que castigo ? Los castigos repetidas
sólo producen almas bajas y -embusteros faltos de
ideas de honor , y pierden todo sti efecto si se ha-
cen habituales; los castigos no deben ser rigorosos,
sino cuando se trata de sofocar las semillas de
aquellas cualidades que anunciasen un mal cora-
zon. La negra malicia , la altaneríala mentira5




0


92 SECCION y.
la injusticia la ingratitud la crueldad deben ser
reprimidas con el mayor cuidado ; mas las faltas
y defectos que provienen de la viveza, lijereza
y travesura de la edad deben ser fácilmente per-
donadas.
- Estos son los caminos que la razon propone
.los preceptores de la juventud : esta es , en je-


neral la conducta que ellos deben observar pa-
ra- hacer eficaces sus instrucciones : semejantes.
maestros deben ser honrados , queridos y digna-
mente recompensados; y adquirirán derechos se-
guros y sagrados al eterno reconocimiento de los
padres justos , y al de sus mismos hijos ; éstos
tarde ó temprano llegarán á conocer lo que deben
á unos hombres que , sin desalentarse ni aburrirse
por sus faltas , por sea indolencia , por sus trave-
suras y por su pereza , han conseguido á fuerza
de trabajos y desvelos formar de ellos unos ciu-
dadanos apreciables , y hacerles amar el estudio y.
la aplicacion., en que hallarán toda su vida recur-
sos seguros contra la ociosidad y el fastidio que
atormentan á todos los hombres desocupados y
perezosos: en suma , reconocerán que una buena
educacion es el mas grande beneficio, y que nun-
ca podrán suficientemente pagar los trabajos y fa-
tigas de los que se la dieron.


Si la educacion de los hombres se halla porlo
comun tan descuidada y desatendida tanto por los
padres imprudentes, corno por los Gobiernos po-
ca sabios , la educacion del sexó destinado á for-
mar buenas esposas y madres , la vemOs entera-
mente olvidada en casi todas las naciones: el bai.-
le , música:y la aguja , hé aquí ordinariamen-
te toda la ciencia que se enseña á las jóvenes que
un dia han de gobernar familias (I), ¡Fié aquí las


(1) No podemos menos de referir aquí el modo. con que en


CAPÍTULO I n 93
perfecciones y talentos que se exijen de un sexó,
de quien depende la felicidad del nuestro! Una


por vijilante y cuidadosa cuandól
natloa'.rimreenseta tiencruelmente á su hija por menudencias
y bagatelas , que ella misma debiera desatender y
enseñarla á despreciar. Estas bagatelas parecen sin-
embargo tan graves á los 'ojos de la mayor parte)
de las' madres , que!'cliiisan en ellas su continua'
rabia y mal humor., 'y en las hijas un -,Manantial
inagotable de pesadumbres y de lágrirnast HEn 'vez
de formar sus corazones á la virtud , de 'hacerlas
conocer las obligaciones que álgun diá deberán
cumplir , de! adornar el entendimiento que han re-
cibido la- Naturaleza cáa, conocimientos que
las liberten del' fastidio , á que estarán ‘Zspuestas
mucho mas que los hombres por - todo el curso
de su Vida , la educacion que se les dá , no tiene
al parecer mas objeto: que= enloquecerlas, inspirar-
las eti brazos todavía de:sus amas el gusto del or-
nato y de la ,anidad;--.hacerlas fijar su atencion
ewlas gracias del cuerpo, y descuidar enteramen-
te tos adornos del alma (1). Pudiera mui bien de-


Moralista rriodeno ridiculiza la educacion que se da á las niiías.
Tente .firme yklereCha; I no -ves qüe vas carda toda de este lado?
lo mismo andas que un-pato: í qué boca tan puerca! :no te toques
la cara; levanta esa cabeza; ¿ donde- tienes los brazos y las ma-
nos ? Saca esos pies ácia fuera vuelve bien ateas esos brazos y
esos hombros 11.-/c. zdc. "He aqui por espacio de doce ó quin7.


años la moral de la mafiana, de la tarde y de la tiodle.
59 ASi el primer requisito para la 'edUcacion de una Seffórita
«es el maestro de baile." M. Champimi.


(t) Es claro y evidente que las mujeres, condenadas á una
eterna infancia , no son la causa que contribuye menos á los
progresos del luxó y vanidad nacional. Se cuenta que en un
pais mui entregado al luxó, donde un petimetre no podia
presentarse entre las jentes de buen tono .sin llevar encajes
en la camisola 2 una selora , dominada de Jos caprichos




94 SECCION V.
cirse que esta .


educacion únieatnente se propone
formar ídolos que se alimenten de :


inciensos y adu7.
lacion , y que vivan en una t91.11 .ignorancia- de
lo que deben á su patria. Lo mismo que los Prín-,
cipes las mujeres son aduladas y desconocen los
deberes de la vida social: el modo comun de edu-
carlas dá á. entender que se teme que sean racio-
nales._ Sólo: se las ocupa en el Adorno y las mo-.
das; . no se las habla sino de diversiones , espectá-
culos , bailes y tertulias ; • se les •dan ejemplos y
lecciones de desenvoltura ; se las prepara de ante.-
mano al imperio que un dia han de ejercer ; y en
fin ,..se las sujieren medios de irritar las pasiones,
á que se les debiera inspirar el mayor horror.


Así no es de admirar que las mujeres , cria-
das con estos principios carezcan de las cualidades
necesarias para contribuir á la felicidad de los denlas,
y ser ellas felices. Tampoco debemos sorprendernol
al verlas•;caer frecuentemente en. los lazos de la ga--
lanteria, ni de que sean ..incapaces . de fijar con sus
cualidades morales. la inconstancia de los-adoradores
momentáneamente seducidos por sus encantos. Una
doncella , á quien su educacion nada le ofrece de
mas importante que el arte de seducir; no tarda en
poner en práctica estas lecciones, cuando se vé .e•
libertad: •de_ aqui las intrigas y desarreglos que, cc),
mo hemos 'visto, introducen entre los esposos eterna
desunion y discordia: de aqui la ociosidad •de las
mujeres, cuyo fastidio las conduce á diversiones rui-
nosas ó á placeres culpables: de aqui esa vaciedad
de espíritu que, al marchitarse su belleza, las hace
inútiles , odiosas, é incómodas en la sociedad , obli-


del luxó se quejó altamente á su marido por haberla pre-
sentado á un amigo que traía vueltas bordadas en la
suya; .;


CAPÍTUt--0 95
fiándolas á. buscar ya en las intrigas y tercerías, ya
en una melancólica devocion , remedios contra el
aburrimiento que las consume y devora.


Prescindiendo de las lecciones y ejemplos peligro-
sos de una madre sin pundonor ni seso, no ihai sl-
tuacion'aas dolorosa• qué.
mente si la naturalekala . ha ~ido de alguna be-
lleza: esta infeliz -entonces no tarda eri'disgustar y
hacerse aborrecible á su madre; apesadumbrada de
ver eclipsados sus hechizos .por. la hermosura -nacien-
te de sU rbija,;12141ai,Cdrido á -uha rival y enemiga
perjudicial á sus ipittensidnes petsOnales ; pot con--
S.CCLICTICb. la hace-sufrir incesantemente su continuo
mal humor y los efectos á veces bárbaros y crueles
de su furiosa vanidad. Desgraciada por la dureza y
el maltratamiento de-su madre, se vé la hija preci-
sada á tomar el . primer partido que la liberte de la
tiranía maternal . , rnalo • es que, para sus=
traerse de ella; caiga bajo .e1.- despotisnio..de• un
rido que acaba con la muerte.


La educacion que se da á las jóvenes, no es ca-
paz de preservarlas de estos inconvenientes. Para li-
brarse de ellas, cuando ya incomodan á sus padres
en sus placeres y- estravíos , ••la:S- . meten -én col-e-
jios . ó conventos al cuidado de•monjas y maestras,
las cuales, enteramente separadas delmundo, nin-
guna idea tienen de él. Las personas consagradas al
celibato ¿serán jamás capaces de instruir á una joven
-en los deberes--de la vida conyugal ? Unas mujeres
-faltas -de espetiencia z cómo han de saber instruirla
y armarla contra las seducciones y peligros que
no. conocen ellas mismas? Si les dan algunas lec-
ciones de Moral, son conmnmente desfiguradas con
delirios y ridiculeces supersticiosas, haciendo -consiis-
tlr ordinariamente la virtud ren ptácticas apueffes
y esteriores 5 , enteramente contratias,' .ó . pheo intes. -
santes al bien de la Sociedad. Una educacion.seme-




96 SECCION 7)
jante sólo es buena parallenar el alma de vanós es-
crúpulos, terrores :pánicos, y pequeñeces capaces de
inquietar el sosiego del alma sin servir de fre-
no poderoso á las pasiones . que inspira y produce
el mundo. ,


Educada de esta manera una jóven sin talentos,
sin ideas ni esperiencia, sale de repente de su cár-
cel para pasará los brazos de un marido á quien no
conoce, cuya felicidad y la de sus hijos ella misma
debe hacer,, Mas esta jó.ven,i


destituida-de principios
y sin.


conocimiento de susi
obligaciones, procede y


obra por casualidad y,áaa ventura, y sino. encuen-
tra en su marido, por, un l ifeliz acaso; discrecion y
luces que la sirvan de gula, presto cae en lazos pe-
ligrosos , y se-ve•dominada de los caprichos y lo-
curas de una sociedad corrompida.


A la educacion. funesta que:se da á las mujeres,
deben atribuirse visiblemente sus debilidades, sus im-
prudencias, sus pequeñeces, los desórdenes que tan
frecuentemente causan en el mundo, y en. fin las
aflicciones y fastidio . que se acarrean y sirven un dia
de castigo á sus locuras. Nada es mas.


triste que la
suerte de una mujer que, sobreviviendo á sus atrac-
tivos, y en el abandono en que el mundo la deja,
no encuentra en sí misma mas que un horroroso va-
cío con que suplir las adoraciones, los entretenimien-
tos ruidosos y los continuos placeres á que se halla-
ba habituada. Sinembargo esta ,es la suerte á que la
educacion las condena. Padres ignorantes y sin pre.
vision descuidan instruir á estos entes sensibles, for-
talecerlos contra los peligros de .su corazon mismo,
é inspirarles valor y virtud: no parece sino que te-
men que las cualidades morales del alma perjudiquen
á los adornos del cuerpo. i No. es clara y evidente
.que un entendimiento ilustrado da á la hermosura
mas realce é imperio; 4fy que la virtud hará mas apre-
ciable á esta be,ErríOsura , y la sustituirá cuando


CAPÍTULO III. 97
desaparezca? Como las flores delicadas y pasajeras, las
mujeres se creen destinadas á agradar por algunos
instantes , y no más. i No deberian antes bien pro-
ponerse que fuesen mas durables los homenajes que
las rinden? ¿ Cuánto mas encantadora es la belle-
za , cuando está acompañada de pudor , de talen-
tos , de razon y de virtudes ? Una jóven bella y
virtuosa es el objeto mas hermoso que la Natura-
leza puede ofrecer á nuestra vista.


No tema , pues este sexó agradable , destina-
do á las delicias y dulzuras que disfruta cl horri-
ble , de cultivar su entendimiento : los conocimien-
tos útiles nunca ofenderán á sus gracias. Cuide so-
bre todo de cultivar un corazon que la Natura-
leza ha hecho susceptible de virtudes sociales. Ice
este modo agradarán constantemente ;'ejercerán un
imperio mas alagiieño y lisonjero que ese poder efi-
mero, debido solamente á los atractivos de la her-
mosura, tan fáciles y propensos á marchitarse; da-
rán constancia á los afectos que lejítimarnente ins-
piraren; se granjearán homenajes sinceros, mas per-
manentes y apetecibles que los que las prodigan
los engañosos seductores , que sólo aspiran á abu-
sar de su flaqueza y credulidad ; serán honradas y
deseadas durante su vida ; hasta en la vejez y en
la soledad encontrarán en sí mismas los conoci-
mientos que las adornen; y por último , gozarán
de la estimacion pública y de una serenidad prefe-
rible al tumulto de los placeres . , y á esas vanas
diversiones, que ordinariamente ofrecen un entre-
tenimiento momentaneo al mortal y continuo
fastidio.


No hai la menor duda en que la conducta de
las mujeres influye del modo mas notable y po-
deroso sobre las costumbres de los hombres. Asi--
qué todo debe convencernos que el mayor cuida-
do que se pusiese en la educacion de esta mitad


TOMO rir.
13




98 SECCION V.
la mas amable del jénero humano , producirla en
la otra una feliz mudanza. Se dice , y con razon,
que el trato de las mujeres contribuye á la socia,
bilidad de las costumbre,; pero lo que en las na-
ciones vanas y corrompidas se califica de sociabi-
lidad en las costumbres , no suele ser Sino molicie,
lijereza, descuido, y olvido de los propios deberes.
Para complacer á las mujeres necias y atolondra,
das, los hombres únicamente piensan en adornos;
trenes y bagatelas , y se afeminan de este modo.
La._ fortaleza de alma ,, la firmeza y virtud varonil
ceden- y dejan.. el lugar que tenían -á la indolen-
cia ,. al h46,.Ja, necedad : y la gaianteria. En los
paises donde las .mujeres locas están en posesion
de dar el tono y modelar los . gustos , la Sociedad
se llena de'ociosos amantes , necios requebradores
y toda clase de vicios; pero los hombres de razon
y virtud son rarísimos -en. Ip ;s.dichó§ paises. :La edu-
cacion que se dá á las mujeres , hace- que sus hi-
jos salgan señoritos mimados y corrompidos , á
quienes para tener contentos es menester tenerlos
divertidos.


Sinembargo de estas perniciosas influencias de la
conducta de las mujeres en .


las costumbres racio-
nales, no demos nidos á las tristes declamaciones
de algunos Moralistas antiguos y modernos , que
se afanan en persuadirnos que la razon ,. solidez y
prudencia no son propias de esta porcion preciosa
de la sociedad.. Una edneacion muelle y en un to-
do, .defectuosa es la verdadera causa de que tan-
tas mujeres tengan los cuerpos débiles y mucho mas
las almas. Este carácter frívolo, esta especie de in,
fancia perpetua , esta falta de hábito de reflexionar,
las entregan irremediablemente á la adulacion , á
las asechanzas del vicio ., á • las vanidadesdel ltuó
y á todas las _estravagancias introducidas por la
neglijencia de los lejisladores., y por el fausto y


CAPíTULO - 99
corrupcion de las cortes , que hombres y mujeres
sin seso hacen alarde de imitar.


No es la naturaleza la que dá á tantas muje-
res esa molicie , esa aversion al trabajó esa debi-
lidal de cuerpo y esas enfermedades habituales , tan
comunes en las grandes y opulentas: estos efectos
son producidos de falta de ejercicio y de una vida
demasiado sensual , que impiden desde la edad mas
tierna que adquieran los cuerpos el vigor que ne-
cesitan , -y contribuyen á que sea mayor su natu-
ral delicadeza. La vida disipada y los desórdenes
que produce el luxó , hacen que las mujeres de
una cierta clase no puedan ni quieran criar á sus
hijos, violando de-este modo el primero y mas sa-
grado deber que la Naturaleza impone á las ma-
dres. Sinembargo , esta debilidad y flaqueza no son
inherentes á el sexó : las aldeanas nos muestran
que tienen no solamente fuerza para cumplir con
los deberes de madres , sino tambien que el há-
bito las hace capaces de soportar los mas duros
trabajos.


• Ericuanto á la fortaleza de alma , los ejemplos
de las ciudadanas de Lacedemonia y de Roma bas-
tan para convencernos de que las -mujeres , diriji-
das por una educacion mas esforzada y varonil
y una sabia lejislaeion , son susceptibles de gran,
deza de alma, de patriotismo, de ardor por la•glo,
tia, de firmeza valor, y en una palabra , de :todas
las pasiones jenerosas; estos ejemplos debieran con-
fundir y avergonzar á tantos hombres cobardes co-
mo vemos en los paises enervados por el luxó y
el despotismo (1) ; dos cosas que degradan las al-radan


(1) Instándole una Señora á Cornelia , Madre de los Gra.-
cos , paraque le mostrase sus joya


las mujeres de Es-
parta se aflijian sobre manera cuando se les presentaban sus




100 SECCION V.
mas y las separan de los objetos verdaderamente
útiles y nobles : la tiranía no quiere reinar sino so-
bre personas sin actividad , ni clevacion , ni forta-
leza de virtudes.


Es preciso , pues , repetirlo: sólo de un Gobier-
no vijilante y benéfico pueden esperar las naciones
una educacion legal , mas conforme á las buenas
costumbres , y mas ventajosa al bien de la Socie-
dad. Sin recurrir á impuestos y gravámenes onero-
sos , los Estados cultos y sábios hallarán medios
abundantes de proporcionar á. las diferentes clases
de ciudadanos la educacion que necesitan, en las
cuantiosas rentas de tantas casas y colejios eriiidos
á este intento , y que tan mal corresponden á su
instituto y á las esperanzas del Público. Honrando
y recompensando la utilísima profesion de educar
la juventud , los pueblos no carecerán ni de sabios,
ni de hombres justos y rectos , que ayuden los
designios y desvelos de los Soberanos. Los conoci-
mientos en todo jénero se simplifican , facilitan y
perfeccionan de dia en dia : los principios de la Mo-,
tal , como hemos visto , son tan claros que cora
la mayor facilidad puede comprenderlos la parte
mas sensible del pueblo; este no es bárbaro y gro-
sero sino porque se descuida su instruccion , y se
le condena á vejetar en una ignorancia imbecil y
salvaje. Los hijos de las jentes de pueblo están, en
casi todos los paises, abandonados á sus caprichos
é irregularidades , viéndoselos en las calles y pla-
zas contraer desde la edad mas tierna , hábitos y
vicios que los conducirán algun dia al cadalso.-


Aunque , como hemos dicho arriba , todos los


hijos despues de algun mal suceso en la guerra ; en vez de
que las madres de los hijos muertos en ella iban á dar gra-
das á los Dioses, y se daban recíprocamente el parabieu.


CAPÍTULO I I I. 101
hombres no sean susceptibles de una educacion mis-
ma , y sea casi imposible educar dos jóvenes °preci-
samente de una misma manera , sinembargo es po-
sible y facil educar á los hombres en cornun , diri-jirlos ácia ciertos objetos , y uniformar las pasiones.
de un pueblo. No hai en una nacion dos hombres
en todo semejantes ni en el cuerpo ni en las facul-
tades intelectuales (1) ; pero no obstante esto se ha-
lla una semejanza jeneral en los rostros y en las
ideas del mayor número de individuos. Aunque no
haya dos Españoles que se asemejen en un todo,
sinFanbargo el caracter jeneral de la Nacion Espa-
ñola es la gravedad , la honradez , la taciturnidad,
y la pereza. Aunque dos Franceses no sean ente-
ramente semejantes , hallamos que la jeneralidad
de la nacion es alegre , activa , urbana , sociable,
voluble , vana y amante del luxó. El caracter y
costumbres de las naciones dependen en primer lu-
gar de la naturaleza del clima , que influye en los
cuerpos ; y en segundo del Gobierno , de la edu-
cacion , las opiniones y los usos , que influyen en
el ánimo y forman las costumbres nacionales : es-
tas costumbres nunca son mas que habitos con-
traidos por el mayor número de hombres que com-
ponen las naciones.


Sin necesidad de las luces y conocimientos que
la educacion proporciona á las personas de un or-
den elevado , el pueblo es susceptible de recibir
aquella parte de instruccion y de moral , la nece-
saria para su conducta , ó para minorar al menos
los vicios que ordinariamente le corrompen. Por
una neglijencia lastimosa de casi todos los Gobier-


(1) Millo hoininunt:species et discolor usus.
Vale SUELM caique est , nec voto vivitto^ uno.


Pers. Satyr. 5. vers. 52. 53.




CAY11


1 U .6 11. 1.
visiblemente. debe destruir el ho-


130idr oesn, ftordzaoss a ylas almas. El cortesano , á quien .en77
vilece su señor , envilece despues á cuantos le ro,
dean ; y envilecidos todos progresivamente , termi-5
nan entregándos e á toda suerte de infamias. Sola
Una libertad justa y lejítima puede inspirar senti-
mientos de honor. Un esclavo jamas tendrá una
idea alta de sí mismo ; será , "sí , fatuo , vano , atre-
vido y orgulloso ; mas nunca tendrá la nobleza
de . ánimo que solamente dan la libertad y .,111
seguridad.


102
SECCION V.


nos 5 la infancia del hombre de pueblo está entera;--
mente abandonada ; los primeros años de los po-
bres son del todo perdidos. Los Soberanos , si fue-
sen vijilantes, lograrian facihoente inspirar costum-
bres mas racionales á los que la preocupacion con-
sidera menos susceptibles de ellas. Se dice que el
Gobierno de China ha llegado á conseguir que la
urbanidad y cortesía sean populares ; sin correjir
las costumbres ha correjidó los modales , cuando á
mui poco mas de trabajo hubiera podido hacer po-
pular la virtud. Los viajeros cuentan que desde la
edad mas tierna se vé impresa la gravedad en el
rostro de los niños Arabes , y se los advierte tan
compuestos y mesurados en su infancia , corno en
otros paises son los hombres atolondrados y pe-
tulantes.


Prescindiendo de la neglijencia del Gobiernd,
que por lo cornun cierra los ojos sobre las cos-
tumbres populares, el estado de envilecimiento en
que el mismo pueblo está , su dependencia escesi--;
va , y la opresion y desprecio que sufre de sus su-
periores , contribuyen ademas á corromperle. Todo
hombre que se menosprecia á sí , no teme ser des-
preciado de otros ; el que ha perdido la esperanza
de ser apreciado, se abandona al -vicio, y de na-
da se avergüenza. Hé aquí , sin duda , el porqué
se halla tanta bajeza y picardia , tantas rapiñas,
tan poca probidad , tan poca decencia y buena fé
en regatones y revendedores , en artesanos , en
criados , y en una palabra , en las clases subalter-,
nas del pueblo. Las personas de esta clase adop-
tan y observan todo lo que no les conduce direc-
tamente al patíbulo._


Degradando y envileciendo á los hombres se
destruye en ellos todo pensamiento decoroso , y elhonor y virtud son nulos para ellos. El despotís-
M0 , que .forma esclavos opresores y esclavos


En las naciones donde reina el luxó, todo con-
triguye , corno frectientemente hemos repetido , á
Pervertir las costumbre.s .del pueblo: el laxó inven-T.
ta diversiones y placeres análogos á los de sus su-.
Periores ; él necesita de espectáculos, farsas , taber,-
nas y ventorrillos , que no sólo le hacen, perder
tiempo y dinero , sinoque ademas corrompen las
costumbres é inducen á delitos. Es grande nopal,
deuda en el Gobierno acostumbrar al pueblo á con:.
tinuas diversiones ; los que por este medio se propo-7
icen tenerle tranquilo ,, y distraerle y divertirle en
su miseria , se engañan_ mucho , pues solo consiT
guen con esto aumentar sus desgracias é incitarle al
desórden y á la rebelion. El pueblo debe trabajar;
para que esté tranquilo y sea bueno es preciso
instruirle , aliviarle y socorrerle. • .


Escuelas de buenas costumbres , adaptadas á la
capacidad de lps niños mas, groseros pqndrian,.1
una política .atenta y vijilante en dísposicion - al
menos de esperimentar si era posible hacer á las
jcutes del pueblo mejores y mas sociables de lo que
son .corountrente..Los establecimientos de , esta , es-
pecie , fomentados y protejidos- 5 cambiarian qpiz4.
en poco tiempo las -costumbres Vasto impe-
rio. Pero las tentativas ma•s'fáciles parecen á la
pereza rodeadas


,dificultades invencibles ; , ó dis:




104 SECCION V.
gustan y ofenden al despotismo. Los Soberanos se-
rán siempre dueños de las costumbres de los puee-
blos ; ellos tienen en sus manos todo lo que pue-
de mover las voluntades de los hombres , y pue-
den á su arbitrio inclinarlos al vicio ó la virtud.
Si los Soberanos concediesen á la reforma de la edu-
cacion pública la mitad de los socorros y cuidados
que conceden al sostenimiento y proteccion de una
multitud de instituciones inútiles , los pueblos ten-
drian bien pronto la instruccion que tanto necesi-
tan. Si las lecciones de la Moral fuesen favorecidas
y patrocinadas con honores y recompensas , las
naciones tendrian sujetos capaces y prontos á ins-
truirlas. En fin , si las buenas costumbres conduje-
sen al honor y á la fortuna , es bien cierto que
se lograrla prontamente en las naciones la suspira-
da reforma de las presentes. Si los Príncipes ami-
gos de las artes en poquísimo tiempo las han he-
cho florecer y prosperar en sus Estados ¿ qué duda
tiene que los Príncipes virtuosos criarian virtudes
en sus pueblos con la misma facilidad ?


¿No es bien estriño que en los grandes impe-
rios no haya escuela ninguna para formar en ella
Economistas , Politicos , Comerciantes , Ministros,
hombres capaces de ausiliar á los Soberanos en los
diversos cuidados de la administracion pública ? El
favor que obtienen comunmente la intriga y la ba-jeza ¿ basta acaso para infundir las cualidades que
exijen los empleos importantes que moderan el des-
tino de los imperios ? No nos admiremos de ver al
despotismo perpetuamente víctima de sus errores
y locuras destruir los Estados tanto con su torpe-
zá é ignorancia , como con la incapacidad de


. los
ajentes de que se vale.


Tampoco debemos admirarnos de ver al vicio
y al crimen reinar sobre las naciones , cuyos go-
biernos tan infatuados y ciegos están que parece


CAPÍTULO I I I. 105
cine ignoran que una buena educacion, una sana
moral y buenas leyes apoyadas en recompensas y


sofocarian las semillas de vicios y delitos,castigos ,
y escusarian los suplicios crueles que ademas son
inútiles , mientras no se remedien los males en su
oríjen. Trabaja, dice Confucio , en impedir delitos
para no necesitar de castigos.


Por poco que se reflexione, forzosamente se re-
conocerá que , hablando con propiedad , sólo hai
una ciencia interesante á los habitantes del mundo,
en la cual . terminan y á la que deben contribuir
toglos los conocimientos humanos: esta ciencia es
la Moral , que abraza las acciones y deberes del
hombre en Sociedad.' La Moral , aplicada á los di-
ferentes estados de la vida , es realmente la que la
educacion debe enseizar á la juventud. ¿Qué es en
efecto educar á un jóven? es comunicarle de ante-
mano los conocimientos necesarios al estado que
elija; es habituarle á observar la conducta mas con-
veniente para ser estimado y querido de aquellos
con quienes tendrá relaciones ; es indicarle los me-
dios de ser feliz , contribuyendo de uno ú otro
modo á la utilidad, los placeres y la satisfaccion
de los domas. La madre , ó la nutriz que enseña al.
niño á esplicar sus primeras ideas con labio balbu-
ciente , le hace contraer -.el hábito de hablar con los.
hombres , y le enseña las cosas que le serán apre-
ciables un dia en razon de su utilidad ó deleite..
Al aprender á leer comienza el niño á recojer he-,
chos , conocimientos , ejemplos y esperiencias que:
el dia de mañana le servirán para su propia ms-
truccion y la de los otros. La Relijion , que desde;.
los primeros años se inspira á los niños , tiene por.
objeto hacerlos justos , humanos , sociables y bené-
ficos, porque de lo contrario se ofenderla y desa-
gradaría al autor de la Naturaleza , lleno de amor
yeneficencia con los hombres. La Historia : es útil


T OMO Iza,
14




106 SECCION V.
encuanto nos presenta pruebas multiplicadas de los
efectos terribles que han. producido en la tierra las
pasiones y locuras de los mortales. La erudicion,
la. lectura de los antiguos , el estudio de las len-
guas muertas serán ocupaciones bien inútiles , sino
nos facilitan aprovecharnos de los antiguos sabios,
y aplicar la razon de los siglos pasados á nuestra
conducta presente. La Jurisprudencia es el conoci-
miento de las reglas establecidas para la observan-
cia y mantenimiento de la justicia y la paz en-
tre los hombres. Lo que se llama Derecho Nath-
ral y de yentes no es otra cosa , como hemos vis-
to, que la Moral de las naciones entre sí. La Po-
lítica ¿ es mas que el conocimiento de los mútuos
deberes que unen y ligan á Súbditos y Soberanos,
esto es , la Moral de los Reyes?


La Moral , pues , debiera ser el único objeto de
-todas las ciencias que se enseñan á la juventud:
todas á su modo deben contribuir á formar á los
hombres mejores y mas útiles : todas . deben , por
diversos medios , concurrir al logro de la felicidad
jeneral con el bienestar de los individuos. Traba-
jando para todos , el sabio adquiere lejítimos de-
rechos á su propia. subsistencia , al premio á la
gloria , y al aprecio del Público. El mérito de la
Física , de la Mecánica , de la Astronomía &c. , no
puede fundarse sino es en el bien que estas ciencias
producen á los hombres. Las artes , las manufactu-
ras , el comercio , la agricultura , y los diferentes
oficios y ocupaciones proporcionan al pueblo mil
medios de subsistir y de granjearse tina honesta for-
tuna : -contribuyendo al bien de la Sociedad , el
pueblo trabaja en su propia felicidad. La Moral,
tan vergonzosamente desatendida en la educacion,
es evidentemente el vínculo de la Sociedad ; ella
obliga sin que lo sepan ni conozcan , á los mis-
mos ingratos que la desdeñan. Aprender á ser útil,


CAPÍTULO I I I. 107
para vivir feliz en este mundo , he aquí lo que la
Educacion, de acuerdo con la verdadera Moral,
debe repetir incesantemente á los hombres.


CAPÍTULO IV.
Deberes de los Parientes ó de los Miembros de una


misma familia.
Toda familia es una Sociedad, cuyos miembros


pueden ser comparados á los ramos ó vástagos de
unimismo tronco, los cuales deben por su mismo
interés contribuir á mantener entre sí la union ne-
cesaria á la conservacion y felicidad del todo de
que son partes. Los parientes son amigos que nos
dá la Naturaleza, que nos recuerdan nuestro ori-
jen coman , que representan á nuestro espíritu unos
ascendientes cuya memoria debe inspirarnos ternu-
ra y respeto, que 005 advierten que es una misma
sangre la que corre en nuestras venas ; y en fin,
que nos hacen conocer que nuestro bienestar exije
que permanezcamos unidos con los que son capa-
ces de contribuir á nuestra felicidad , que están in-
teresados en nuestro bien , y dispuestos á tomar
parte en nuestros placeres y penalidades, á socor-
rernos-en la adversidad , y á soportar con nosotros
los .golpes de la fortuna. Estas consideraciones bas-
tan para darnos á conocer lo que los miembros de
una familia se deben reciprocamente.


Si la Moral nos prescribe la práctica de la jus-
ticia, de la humanidad la piedad , la beneficencia
y de todas las virtudes sociales con respecto á los
hombres en jeneral, por las relaciones que nos unen
con ellos , no se puede dudar que la misma Moral
nos constituye en la sagrada y rigorósa obligacion
de usar de estas virtudes con las personas que nos
están mas estrechamente allegadas con los vínculos


4 0




SECCION V.
de la sangre-: asiqué todo nos recomienda y con.
firma los derechos del parentesco ; todo prueba que
debemosa'.nuestros parientes el cariño , beneficios,
compasion y socorros que exijiriamos de ellos , s i
nos viésemos necesitados. Los parientes son unas
personas , á las cuales , prescindiendo de los nudos
de la• consanguinidad , estamos unidos con los vín-
culos del hábito, de.la familiaridad y trato frecuen-
te ; ellos conocen nuestra. situacion , son los depo-
sitarios de una parte de nuestros secretos, designio s
é intereses, y por lo tanto son mas capaces de ausi-
liarnos con sus consejos, y favorecernos en nues-
tros proyectos; Una familia bien unida, esto es, com


-


puesta de persbnas virtuosas tiene una fuerza que
no es posible hallar en esas familias mal acordes,
cuyos miembros son estraños los unos á los otros.


Los parientes favorecidos de la fortuna se • cons•
tituyen naturalmente bienhechores de.los parientes
desgraciados; los que gozan de crédito, poder, emi-
nentes empleos y destinos, se atraen las considera-
ciones de los otros , y son protectores y apoyos de
los que menos pueden ; los que se distinguen en
sus conocimientos y prudencia, son consejeros á
quienes -se consulta ,ry cuyo dictamen se sigue ; y
en razon de las •


ventajas que procuran á los otros,
pueden ejercer una suerte de autoridad agradable y
reconocida. En las familias y en la Sociedad , los
hombres que se hallan en estado . y disposicion de
hacer mas bien, deben , por interés de todos , go.
2ar. dé una superioridad lejítima.


A- :pesar de las grandes 'ventajas propias . de la
union-de las familias, nada es mas raro ,que ver á
los parientes bien unidos. Los hermanos mismos los
vemos algunas veces -en una discordia la. mas cruel
y deshonrosa (1). .Los hombres, por defecto de re-


(1) Plutarco refiere, que habindose querellado dos liertna-


CAPÍTULO IV. 109
fiexion, pierden de vista el fin que deberian propo-
nerse; los intereses personales los dividen y separan
del interés general , el cual no llama la atencion ni
empeña de un modo sensible á las personas que ra-
ciocinan poco. El orgullo, la vanidad, la cólera y
falta de juicio que la familiaridad produce facilmen-
te, son las causas frecuentes de la division entre pa-
rientes, cuyos corazones están á veces mas distan-
tes, que lo están los de personas indiferentes entre
sí y estranjeras.


Ciertamente esta grande familiaridad , que al
psimer aspecto parece deberia estrechar mas y mas
los nudos de las familias, contribuye de ordinario á
turbarlas y descomponerlas para siempre ; y hace
que los parientes se molesten mútuamente con sus
defectos comunes, los cuales, á la corta ó á la larga,
producen mortales desavenencias. De aqui provie-
nen esos odios inveterados que destruyen la armo-
nía necesaria á las familias , y que sinembargo se
encienden entre hermanos y los parientes mas . cer-
canos. La familiaridad, se dice vulgarmente , en-
gendra menosprecio; á lo cual se puede añadir , cr y
el menosprecio engendra ódio." Que la familiari-
dad enjendre menosprecio proviene de que , acer-
cándose y reuniéndose hombres poco racionales, es-
ta misma familiaridad hace que la combinación de
sus vicios fermente y produzca un activo y mortal
veneno.


Esto supuesto , los parientes debieran no sólo
.usar de atencion unos con otros, sino ademas ar-
marse de una paciencia é induljencia invencibles,
para evitar los rompimientos que puede causar la fa-


nos Espartanos el uno contra el otro , los majistrados llama-
dos Eforos multaron á su padre , por no haberlos inspirado en
$0 infancia pensamientos virtuosos y fraternales. Inutarco: Di-
chos Notables de los Lacedernonios.




1 1 0 SECCION V.
miliaridad. Esta no dispensa á las personas que se
tratan con frecuencia de las consideraciones que se
deben mútuamente , ántes bien las empeña mucho
mas á huir cuidadosamente de las ocasiones de ofen-
derse. A muchas jentes les parece que el trato fre-
cuente y la familiaridad les dan derecho de ofender
á sus mas íntimos amigos. Los parientes, por lo mis-
mo que deben amarse, deben temer agraviarse, y
romper de este modo la buena intelijencia que ha
de reinar en ellos.


Por no hacer estas sencillas reflexiones los pa-
rientes se creen por lo coman autorizados para in-
comodarse con sus diferentes pasiones y vicios. Los
mas distinguidos por sus empleos ó riquezas opri-
men á los otros bajo el peso de su orgullo y supe-
rioridad, tratando como esclavos á sus parientes
desgraciados. Nada* mas ordinario que el ver dos
que, á costa de largas esperanzas, venden á sus so-
brinos beneficios mezclados de baldones y malos
tratamientos ; y con dejarles columbrar una opu-
lenta herencia, creen que les es permitido tratarlos
con una tiranía, cuyo efecto necesario es fomentar
y disculpar la ingratitud. Nada mas duro , sobre
todo, que el imperio de esos hombres • de ayer acá,
.á quienes ofusca y embriaga una rápida fortuna, y
que se figuran que todo les es lícito con sus pobres
y necesitados parientes. No seas tio para mí, fue en
Roma un adajio que pudiera adaptarse á muchos
paises (1). Parientes de esta especie poca esperanza
deben tener de que sus cenizas sean regadas con lá-
grimas de gratitud: su muerte es para sus colatera-
les el fin de una odiosa esclavitud. La tiranía con-
tinua destruye y aniquila el reconocimiento. Hablan-
do con pureza y realidad ¿es ser liberal y benéfico


(1) Ne Jis patruus


CAPÍTULO IV. 111
dejar uno á otro los bienes que no puede llevarse
consigo al sepulcro? El hombre benéfico disfruta y
hace disfrutar á otros del bien que les dispensa; por
esto es acreedor al agradecimiento, y puede lison-
jearse de que su memoria será deliciosa y eterna
para sus herederos.


La vanidad cierra ordinariamente el corazon á
las desgracias de los parientes. La opulencia , siem-
pre soberbia y orgullosa , se avergüenza de tener
por parientes á pobres é infelices; sólo se vanaglo-
ría de tener algun pariente ilustre, cuya celebridad
se 'comunica, á su entender, con cuantos son de la
misma sangre. Los parientes mas dignos de piedad
son precisamente á los que el orgullo se la niega.
¿ No es violar la ley mas sagrada que la Naturaleza
impone á los miembros de una familia, el reusar au-
silios y socorros á los que mas los necesitan?


En fin , el sórdido interés es la causa comun de
las divisiones frecuentes que separan á los parientes.
Los avaros y codiciosos nada conocen en el mundo
que sea comparable con el dinero ;'poi: él vemos que
se sacrifican á cada momento la union de las fami-
lias y las consideraciones debidas á su propia san-
gre. Bajo el pretesto de justicia y derechos se mues-
tran inflexibles , y niegan sus oidos á los clamores
de la humanidad. No es raro tampoco ver á un pa-
riente opulento abusar de la ley para despojar y
arruinar sin remordimientos á parientes que penan
y se consumen en la miseria y dolor:


Sean cuales fueren los motivos ó pretextos de la
discordia entre parientes siempre son mas ó me-
nos vituperables y deshonrosos. Una familia bien
unida anuncia unas almas sensibles , honestas ,
jenerosas y libres de todo vil interés: una familia
rencillosa arguye unas almas . interesadas , inso-
ciables, injustas y- crueles. Una familia semejante
no previene en su favor la opinion pública, Los.




1 12 SECCION V.
trae-posos de profesion , siempre en pleitos unos
C011. otros, anuncian almas bajas, viles y despre.
ciables. En fin, una familia, cuyos miembros están
perpetuamente en guerra , no pueden gozar de los
frutos del parer.':eseo, porque se priva de los nnítuoS
socorros que deben prestarse las personas unidas con
los v ínculos de la sangre.




,*rid!Reflexionando sobre la natutaleza del hoMbre
se hallará, independientemente de las causas espues-
tas, el orijen de las divisiones y enemistades que
reinan entre los parientes , por las cuales se niegan
los socorros que suelen conceder voluntariamente á
los estraños. El hombre quiere ser libre en sus ac-
ciones ; sus parientes no son jentes de su eleccion;
los beneficios que les hace son deudas en opinion
dellos y dél ; y las paga de mala voluntad, ya por-
que considera oprimida sut


libertad en esto, G por-
que se imajina que sus beneficos no serán agrade-
cidos. Mas la justicia y bondad de, corazon
cen despreciables estas cavilaciones ; puesto que la
verdadera grandeza de alma nos estimula y prescri-
be h acer bien y favorecer aun á los ingratos.


CAPÍTULO V.
Deberes de los Amigos.


La amistad es una asociacion formada entre
personas que se profesan mútuamente un cariño mas
particular que al resto de los hombres. Aunque la
.Moral nos prescriba la benevolencia con todos los
mi embros de la Sociedad, y la humanidad mande
amar á todas las criaturas de nuestra especie, sin-
embargo esperimentamos con algunas personas afee-
tos de una predileceion mas fuerte fundada en la
idea del bienestar que esperamos encontrar en el


,0


trato íntimo con ellas. El afecto que une á los ami-


CAPÍTULO V. 113
gos entre sí, debe tener por base una conformidad
en


las inclinaciones, gustos y caracteres , que los
lace necesarios para su recíproca felicidad. Amar á
U no, es necesitar de él , es considerarle capaz de
contribuir á nuestra dicha.


La amistad sincera es uno de los mayores bie-
nes que el hombre puede gozar en esta vida (1);
ningunos mas desgraciados que esos corazones mi-
serables que , reconcentrados en sí mismos no
aman á nadie. No hai , dice Bacon, soledad mas
triste y aflijida que la de un hombre sin amigos, sin
los ouales el mundo es, un desierto: el que es incapaz
de amistad, mas tiene de bestia que de hombre.


Con la amistad el hombre duplica , digámoslo
así , su sér y su existencia ; porque supone un pac-
to en virtud del cual los Amigos se obligan á una
confianza recíproca , á consolarse mutuamente , so-
correrse y aconsejarse , á poner en comun sus inte-
reses , y á compartir sus placeres y sus penas. Hai
nada mas dulce que encontrar una persona , en cuyo
seno pueda uno depositar sin temor sus mas secre-
tos pensamientos , sus sentimientos mas ocultos , y
en cuyo corazon esté siempre seguro de encontrar
la voluntad permanente de interesarse por nosotros,
aliviar nuestras penalidades , enjugar nuestras lá-
grimas, calmar nuestras inquietudes , hacer cesar
nuestros trabajos , y ayudarnos á soportar las mise-
rias de la vida ? Por la amistad , nuestra suerte
nuestra felicidad y nuestra existencia son las ch..9-
nuestro amigo ; nosotros nos identificamos en él y
él en nosotros ; su razon , su prudencia , su sabidu-
ría , su fortuna y su misma persona son nuestras;
nuestros afectos y alegrías se confunden (2) ; y for-


(1) Nit cgo contu/crim jucuiido , sanus , aniico. Horat. Sa-
tyr. 5. lib. 1. vers. 44.


(2) " La amistad, dice un Moralista moderno , es un un-
TOMO III.
15




114
SECCION V.


tificados el uno por el otro , caminamos mas segu-
ros por los inciertos caminos de este mundo. Un
amigo , dice Aristóteles, es una alma en dos cuerpos.


Estas son las obligaciones de la amistad , la
cual no es otra cosa que el pacto formado entre
dos corazones reunidos por las mismas necesidades
é intereses. Se ve, pues, que la amistad no es des-
interesada, puesto que tiene visiblemente por objeto
el bienéstar recíproco de los que forman estos dul-
ces nudos. El interés que une entre sí á dos amigos
es laudable , cuando se propone el goce y comuni-
cacion de los bienes y gustos que puedan procurar-
se mutuamente con sus cualidades personales , las
-cínicas que dan solidez y consistencia á ias inclina-
ciones de los hombres. Sola una amistad fundada
en las disposiciones habituales del corazon , es la
que puede ser permanente; la que no tuviese otro
designio que el partir con un amigo los bienes de
fortuna sería una pasion vil y mezquina , y un
interés sórdido y vituperable. ¿Cuál es , dice Pin-
tare°, la moneda de la amistad ? Es la benevolencia


sy el placer , enlazados con la virtud. La amistad per-
fecta y verdadera exije tres cosas; la virtud como
honesta , el trato como agradable, y la utilidad co-i
rno necesaria (1).


.91tritnonio espiritual , que establece entre dos almas una estre-
',cha union y comercio y una perfecta correspondencia." Vea-
»se la Obra intitulada Les Meeurs , part. 3. cap. 2. M. Dacier
5, se adelanta á decir: Es tal el efecto de la verdadera amistad,
*5 que se halla uno y piensa mas en su amigo que en si mismo : y
91 de 14 amistad puede decirse lo que un Poeta dice del amor.


Et mira prorsum res foret,
Ut ad me fierein moriFIUS
Ad pírel


• Uni, nt intus viverem.
Véanse sus Notas sobre la Satyr. VI.'de Horacio, lib. 2.


(I) Plutarco: De la pluralidad de les Amigos.


CAPÍTULO V. 115
Basta haber indicado los empeños y obligaciones


del pacto que liga á dos amigos para conocer to-
dos los deberes que la amistad impone, y los me.-
dios.dc mantener una union tan dulce y necesaria
á su felicidad: estos deberes consisten evidentemen-
te en una confianza mutua , en atenciones recípro-
cas, en una constancia inalterable, y en una dis-
posicion• permanente de contribuir al bienéstar del
que es elejido por amigo. •


La confianza sólo puede fundarse en las cuali-
dades que se consideran durables; con las disposi-
eiobes fortificadas por el hábito es con las que úni-
camente puede contarse; estas disposiciones deben
ser útiles á la union que se forma , y por conse-
cuencia virtuosas : de donde se infiere que la virtud
sola es la base inmoble de la amistad y la que
constituye dos amigos. El hombre de bien es quien
solamente tiene derecho para contar con el corazon
del hombre que se le asemeja. Los malvados , dice
un moderno , encuentran cómplices; los voluptuosos,
compffieros en la disolucion; los interesados, s.cios;
los políticos , facciosos ; los Príncipes , Cortesanos:
los hombres virtuosos son los ¡micos que encuentran
amigos (1). .


En todos tiempos el mundo se ha quejado de lo
raros que son los amigos ; y por la misma razon en
todo tiempo se ha quejado de lo rara que ha sido y
es la virtud. En las sociedades vanas y corrompidas,
la amistad verdadera por fuerza ha de ser casi en-


e.teramente de sconocida : esta no se ha hecho para
malvados , siempre prontos á sacrificarla á los inte-
reses de sus vicios ó pasiones : tampoco se ha hecho


(1) M. de Voltaire. La Raison par Alphabet , Diction-
naire Philosophique , art. Amitie. Roe primuin sentio , dice
Cieeron , Iasi in bouis ainicitiam esse non ponse. De 'Ami-
citia , cap. S.


1




116 SECCION V.
para Príncipes , cuyo corazon solitario no necesita
querer ni amar á nadie : tampoco para Grandes,
siempre divididos y opuestos entre


• sí por su ambi-
clon; ni para ricos y poderosos, que sólo aprecian
á los gorristas, aduladores y lisonjeros: menos para
entes lisonjeros é inconstantes, acostumbrados á no fi-
jarse en objeto alguno: en fin, la verdadera amis-
tad se halla desterrada enteramente del trato de
las mujeres , para quienes la amistad no es, por
lo regular, sino un capricho pasajero, que el mas
pequeño y lijero interés hace desaparecer pronta-
mente.


Nada es mas comun, ciertamente, que tener al
capricho por amistad, porque tiene casi siempre los
síntomas de esta; mas su vivacidad se descubre , y
anuncia su corta duracion. Plutarco, hablando de
las nuevas conexiones, dice: que nos hacen comenzar
muchas amistades y tratos familiares, .que nunca lle-
gan á consolidarse. Es menester, dice en otra parte,
haber consumido media fanega de sal con uno, antes
de tenerle por amigo. Seducidos por algunas cualida-
des del cuerpo ó del alma, muchos hombres al pri-
mer encuentro creen haber hallado un amigo ; pero
bien pronto cesa esta ilusion, y nada se observa en
este pretendido amigo que pueda constituir verda-
dera amistad. Un amigo, para la mayor parte de
los hombres, es un adulador que los complace , que
se presta á sus gustos y caprichos, los hace partici-
pantes de sus placeres, los admira , y se propone
ayudarlos á disipar su fortuna. ¿Y .será de ad,
mirar el ver desaparecerse los amigos de esta
naturaleza tan pronto como desapareciere la for-
tuna (1) ?


(1) Aquellos , dice Plutarco , que se figuran tener muchos
47nig, os , sa consideran mui felices, por mas que sea mayor toda-


CAPÍTULO V. 117
Todos buscan amigos, pero pocos tienen el dis-


cernimiento necesario para elejirlos bien, ó las cua-
lidades precisas para conservarlos. ;O hombres ! que
os quejais incesantemente de lo raros que son los
amigos ! i habeis por ventura refleximlado sobre la
fuerza de este nombre que prodigais á cuantos ala-
gan vuestra vanidad ? ¿ habeis exámínado las dispo-
siciones en que debe fundarse la amistad ? ¿ habeis
pesado y reconocido los empeños y obligaciones de
este contrato entre almas justas ? Si pretendeis ins
pirar á los hombres que os rodean afectos de amis-
taá vivos y permanentes, mostradles dotes 'y cua-
lidades que puedan inspirados. Ricos y Grandes !
vosotros sólo mostrais altanería , fausto y vanidad:
por consecuencia no tendreis al rededor vuestro si-
no almas bajas y rastreras, mas nunca sinceros y
cordiales amigos. Si buscais Pylades, sed Orestes.
¿ Quereis amigos que se sacrifiquen por vosotros en los
peligros? pues sabed que el entusiasmo de la amistad
es raro, y que millares de años ofrecen poquísimos
ejemplos de esta clase de amigos.


El entusiasmo, que siempre lleva las cosas al
estremo, es visiblemente causa de que muchos Mo-
ralistas hayan formado de la verdadera amistad una
quimera, un ente de razon, una virtud tan sublime
que su maravillosa perfeccion sólo sirve para desa-
lentar la debilidad de los mortales. Se figura uno que


vio el número de moscas en su cocinas pero ni estas permanecen
en ella faltando que comer , ti aquellos cuando de la amistad no
sacan provecho alguno. Plutarco : De la pluralidad de los Ami-
gos. Este mismo añade que la amistad es mas propia de pocos,
que no de muchos. Aristóteles exclamaba: ¡O amigos mios! ¡Tk,
no se encuentran amigos!


Ovidio ha dicho con bastante razon :
Dones eris feíix multos numerabas ami gos 5
Tempora si fuerint nubila , solus eris.




1i8
SECCION V.


sueña ó lee fábulas cuando vé en Platon, Ciceron y
Luciano los efectos milagrosos que estos escritores
atribuyen á la- amistad. Nuestra imajinacion , lison-
jeada con estas agradables pinturas, las realiza en
nuestro obsequio, y nos formamos de este modo una
falsa medida y principios exájerados de amistad:
para tener de ella verdaderas ideas, acordémonos
siempre que somos hombres, es decir, entes llenos
de imperfecciones y flaquezas, y que, como sujetos
á variar en nuestros gustos é inclinaciones, nos cau-
samos á veces prontamente de las cualidades que al
prinzipio nos prometian placeres inalterables, Las
amistades mas vivas son por lo comun las de mas
corta duracion, porque nacen de un entusiasmo que
Se exála con rapidez. Pocos hombres hai que tengan
aquel calor de alma necesario para alimentar siem-
pre un afecto tan fuerte. Pasado ya algun tiempo
se aumenta la dificultad de hacer á la amistad los
sacrificios, que sin dudar un solo-instante se




la hu-
biesen hecho en los primeros dias. Por otra parte,
en un mundo corrompido , vano y disipado hai po-
cas almas amantes, y muchos menos espíritus cons-
tantes y sólidos. Nada es mas raro que el calor con-
tinuo del alma combinado con la solidez, la. cual
siempre supone serenidad de ánimo. Entre los hom-
bres virtuosos y serenos es en quienes se encuentra
la amistad permanente.


La amistad verdadera tiene ciertamente dere-
cho á exijir sacrificios, porque no seria amar á uno
no querer sacrificar nada en su favor ; mas , corno
se ha dicho antes, sacrificar alguna cosa á un obje-
to es preferir este objeto á la cosa sacrificada , 6
de la que uno se priva por él. z Y hasta donde de-,
berán estenderse los sacrificios de la amistad ? La
amistad misma es quien puede fijar la medida de
estos sacrificios. Varios ejemplos tenemos de amigos
que han llevado el heroismo hasta sacrificarse uno


CAPÍTULO V. 119
por otro; de lo que debemos inferir que la amistad
en estos era tan fuerte, era para ellos una necesi-
dad tan grande , un interés tan poderoso, como
el amor de la patria y de la gloria lb ha sido para
algunos ilustres ciudadanos ó como el amor de una5
mujer lo es para el frenesí de un amante. Toda
pasion fuerte es causa de que aquel que la sien-
te, se olvide de 'sí mismo, y solo vea el objeto
que ocupa y domina su alma. Sacrificar sus bie-
nes por su amigo, es preferir la indijencia á la
pérdida de este.


La mayor parte de los hombres, siempre paga-
dos y satisfechos de sí mismos, ni están dispuestos, ni
son capaces de hacerse á sí mismos justicia ; porque
se creen tan dignos de interesar á todos, que se
imajinan que nada hai que no les- deba ser sacrifi-
cado. Por amigos se quieren entusiastas, sin tener
las cualidades capaces de suscitar este entusiasmo;
se exile la mas sincera aficion de parte de una mul-
titud de embusteros, aduladores y lisonjeros, y se
quiere que hombres corno estos sean amigos fieles
que se sacrifiquen á la amistad.


Por otro lado , muchos Moralistas, seducidos
con los ejemplos sublimes y raros de una amistad
heróica, sólo han hablado de ella con cierta espe-
cie de entusiasmo, suponiendo que este afecto, pa-
ra ser verdadero , no debe jamás poner limites
á sus sacrificios; pero no han notado que pocos
hombres en la tierra son héroes, y que pocas al-
mas llegan á exaltarse de tal modo que se sacrifi-
quen á la amistad, la cual regularmente es un
afecto mas tranquilo y reflexivo que el amor, y
por consecuencia permite que el hombre entre con
mas facilidad y frecuencia en sí mismo: ni tam-
poco han notado que en la amistad habia grados,
y que era posible amar á uno sin llevar el cariño
á los últimos términos del entusiasmo. La Moral,




120 SECCION V.
para ser verdadera, debe ver á los hombres. como
realmente son en sí; la Moral entusiasta sólo es
propia de ciertos hombres estraordinarios, y forma
por lo comun hipócritas que finjen afectos jenero-
sos de que se aplauden satisfechos. Cada cual quie-
re ser tenido por amigo inmutable; cada cual quie-
re que le amen con ardor, al paso mismo que to-
dos convienen en que nada es mas raro que esta
amistad sublime de la que tanto se habla, y que•
quisieramos encontrar en los otros.


Seamos, pues, justos, y digamos que para te-
ner amigos fieles, es preciso ser fiel á los deberes
de la amistad. ¿Hemos cumplido nosotros por ven-
tura con estos deberes? ¿hemos compartido los pla-
ceres y penalidades del amigo? ¿le hemos conso-
lado en sus aflicciones? ¿dado en su infortunio los
socorros que podia prometerse de nosotros? ¿ de-
fendido con calor y firmeza los intereses de su re-
putacion ofendida? ¿permanecido constantes á su
lado en sus angustias y miserias? ¿consultado en
nuestros beneficios la delicadeza de su corazon?
Pues bien; si todo esto hemos practicado, habernos
adquirido un sagrado derecho á su cariño, y con
razon nos quejamos de él, si ha tenido la vileza
de abandonarnos.


Si se encuentran pocos amigos constantes , es
porque hai pocos hombres que conozcan los empe-
ños y obligaciones de la amistad: se cree que es-
ta obliga á poco, y solo sí á consideraciones, li-
sonjas y procedimientos en que ninguna parte sue-
le tener el corazon. En el idioma del mundo los
amigos son hombres asociados para los deleites,
á quienes la conformidad de gustos ó intereses mo-
mentáneos , y á las veces de vicios (1), reune y ha-.


(1) Zilagna knter•molies concordia. Juvea. Sat. 2. ver. 47.


CAPÍTULO V. 121
bitua á verse con mas frecuencia, y á vivir en
rrnyor intimidad que con los otros; los amigos de
esta especie son útiles y necesarios á sus rec •pro-
COS placeres: tales son los amigos de la mesa, del
juego, de la disolucion y del trato, cuyo objeto
ordinariamente no es otro que reunirse para dis-
frutar en comun de los placeres que este rlitimo
produce; y amigos, en fin, que se eclipsan luego
que faltan los motivos de su frecuente comunica-
cion. En vano se esperan- prodijios de cariño, cons-
tmcia y fidelidad de semejantes hombres, que so-
lo son constantes en- su apego al deleite, y á los
que ven en estado de causarles un agradable pa-
satiempo; pero la indiferencia reemplaza á la amis-
tad, luego que no encuentran medios de entrete-
nerse y divertirse.


Asiqué, por un vergonzoso abuso de palabras,
se da vulgarmente nombre de amigos á las personas
que nada tienen de lo que se necesita para mere-
cer este título respetable. Por haber periódicamen-
te frecuentado algun tiempo una casa, haber par-
ticipado de las diversiones de ella, y haber asistido
y disfrutado del trato y sociedad de las jentes que
en ella se reunen , los hombres se califican de ami-
gos íntimos, y exijen con rigor el cumplimiento de
los deberes propios de esta cualidad augusta y rara.
Un ilustre moderno ha dicho con razon que con la
entrada franca y libre en todas partes, el lineó y lo
que se llama trato de jentes dejan pocas perso-
nas útiles y apropósito para las necesidades de la
amistad (I).


Enmedio del tumulto que reina en las Socieda-


(1) De L' Espirit. Disc. 3. cap, 14. pag. 356. edic. en 4. PI u-
tareo dice que no es posible ajuar y ser amado de muchos... el cari-
ño compartido entre muchos se debilita y queda en nada.


TOMO tu.


16




122 SE CCION
des , donde el luxó y la vanidad han fijado su do- .
tnicilio, es casi imposible conocer ni aun á los hom-
bres, mismos á quienes se ha tratado con la ymaor
frecuencia ; estos se pierden y confunden á cada
paso entre la multitud , y nunca tienen tiempo de
conocerse unos á otros. El torbellino del mundo
aleja y acerca de continuo hombres que Se unen y
separan con la mayor facilidad. Los que se llaman
córwidos son por lo coman desconocidos : las co-
vex2ones son aficiones. ó cariños pasajeros que no
ligan ni estrechan, y los que se llaman amigos son
jentes, que se ven .


con frecuencia , pero de quienes
raras veces. se exáminan las. cualidades y disposicio-
nes verdaderas..


No. nos admiremos de la . singular lijereza coi
que se . 'Lira en el mundo la amistad, Contentos-
con usar de alguna consideracion unos con otros,
los. amigos vulgares,. de que el mundo está, Heno,
-no solamente no. se tienen ningun, cariño verdadero,
sino. que- por lo. comun son los. primeros á murmu-
rar de: sus. amigos ,. descubrir sus defectos , bur-
larse y divertirse de ellos. con los. otros , y aun con
personas. indiferentes para, los hombres de este ca-
rácter- la. amistad: es un vínculo tan débil „ que no,
piensan que.


sea obligacion en ellos usar con sus.
amigos de la. induljencia y equidad á que todo hom-
bre es, acreedor.. Puede mni bien decirse que la ma-
yor parte.


de las Jentes. del mundo se reunen pa.-
va_ sacrificarse los. unos á los. otros..


Para amarse es necesario conocerse (1) ;
(1) La primer regla. en materia de amistad,_ dice el autor


de la. Obra intitulada Les 114ccurs , es. no amar sin conocer: otra.
re.gia no menos importante es. no elé jir amigos sino entre hombres.
le bier. Las, plantas via.s. tempranas no son las que mas pon-


t) crecen.. La amistad maz firme y durable es la que se forma
Iras. despacio.. El, amor precipitod.o. es, j'acii de rolverse..


CAPÍTULO v. 121
amistad es un ef2.cto serio, reflexivo fundado en
las necesidades del alma. Hombres , á quienes in-
quietan la pasiou y el deseo continuo del deleite
no necesitan amigos, y sólo aspiran á estar entre-
tenidos siempre. La verdadera amistad , nacida de
la estimacion desea encontrar dotes y cualidades-
en que se apoye; exije virtudes , á las cuales pue-
da aficionarse constantemente; no se compromete
á la lijera , porque conoce toda la estension de
sus empeños ; huye de aquellas almas evaporadas,
que toman á juego los vínculos mas sagrados ; te-
int\ la. disipacion ; y .10 incomoda y desagrada un
carácter frívolo. Los verdaderos amigos se bastan
á sí mismos ; para ser completamente felices , no
necesitan mas que estar juntos ; el torbellino del
mundo les impediria gustar de las delicias y place-
res encantadores del corazon , de la confianza,
de los consuelos y consejos en que se funda el bien
de la amistad. El amigo sincero descansa en el seno
de su amigo , y ambos gozan de una libertad y re-
poso, que perturbaria el tumulto. La amistad , á
ejemplo del amor dichoso, es una pasion soli-
taria , que para entregarse tranquilamente á
sus placeres , huye de la multitud y bullicio ; es
celosa como el amor ; y como este , apetece y bus-
ca las sombras del misterio. La indiscrecion , la
lijereza y la imprudencia la molestan y disgustan;
y sólo aprecia .y desea la constancia la gravedad
y solidez.


La amistad sincera, como que es una necesi-
dad del alma que se reproduce con frecuencia , ne-
cesita que la alimente la presencia continua de su
objeto. Las aficiones y cariños mas vivos se debi-
litan con la ausencia , asicomo con las frecuentes
distracciones. No es mucha la amistad del que
sin molestia está privado por largo tiempo de su
amigo. Es una maxima mui sabia la que dice,




124
SECCION V.


170 dejes que cric yerba el camino de la casa de tu.
amigo. ¿Qué amigo será por cierto el que no se
apresure por ver al que le ama y consuela , y cu-
ya sola vista regocija su corazon? La vista de un
amigo, dice un Arabe refresca como el rocío de
la ~alza.


Una máxima antigua (1) aconseja á los amigos
que se amen como que un dia pueden ser enemigos.
Esta máxima seria odiosa en la sincera amistad , la
cual no puede dar cabida á la desconfianza , una
vez conocido el objeto de su cariño; mas es buena
para aquellas conexiones futiles , que se califican
falsamente con nombre de amistad; es tambien
prudente en aquellas amistades , que tienen por
fundamento el vicio y la disolucion ; y siempre
debiera estar presente á los ojos de esos pretenái--
dos amigos, que se unen para despreciables caba-
las , ó para criminales intrigas é intereses que intro-
ducen discordias entre los asociados : la indiscre-
cion , el desalumbramiento , la traicion y la malicia
aconmañan frecuentemente á semejantes conexiones,
y nunca será denlas aconsejar y prevenir á los que
se entregan á ellas, que prevean las consecuencias
de sus peligrosos comprometimientos..


No creer en la amistad sería tocar en un es-
tremo mucho peor y mas culpable que el de en-
tregarse á ella ciegamente, ó formarse de la amis-
tad ideas novelescas ó demasiado sublimes. Si exis-
ten en el mundo almas áridas é incapaces de amar,
y se encuentran una multitud de entes frívolos y
lijeros con quienes sería mucha imprudencia con-
tar para nada .3 tambien en él hai corazones
virtuosos, sensibles y sólidos , á los cuales el hom-
bre de bien no puede menos de aficionarse y que-


CAPÍTULO V. 125
rer por simpatía, á causa de su conformidad de
ideas y sentimientos. El mundo no sería para no-
sotros mas que una horrorosa soledad si una
desconfianza continua nos impidiese amar á algu-
no. Por otra parte , toda nuestra vida la pasa-
riamos afanados en buscar infructuosamente á
quien amar , si solamente quisiesemos amar á hom-
bres perfectos.


Las maximas poco favorables á la amistad , ó
capaces de hacerla sospechosa , son debidas á cier-
tos escritores que vivian en Cortes ó Gobiernos
despóticos , de donde es natural se hallen desterra-
das la confianza y amistad. Estos autores no han
desacreditado Ja amistad , sinoque han creido que
no existia en los paises que habitaban (1) ; mas no
es ciertamente en estos paises donde se hallan ni
han de buscarse amigos verdaderos , ni por los cua-
les pueda retratarse la especie humana con los mas
bellos coloridos.


La virtud sola es la que puede dar la confian-
za que necesita la amistad; sólo el hombre de bien
es seguro depositario de los secretos que se le con-
fian ; sólo el hombre virtuoso es aquel cuyos inte-
reses no mudan ni varían , y con cuya prudencia
y discrecion se puede contar seguramente. El vi-
cio es imprudente en confiarse al vicio cuyas mi-
ras é intereses cambian y mudan á cada momento.
Es una ceguedad y locura confiar un secreto im-
portante á un hombre débil. , vano y lijero que no
sabrá guardarle; y un hombre semejante no es bue-
no para amigo. Vender á su amigo por debilidad
lijereza , puede y suele tener consecuencias tan per-


(1) Véanse las Pocsías de Saadí. -- La obra De L' Es-
prit....f Las Maximas de la llochelbecault.Ciceroa la atribuye á Bias. De Anicitia, cap. 26,.




126 SECCION y.
judiciales y Funestas, como venderle por efecto de
perversidad y malicia.


"La primera ley de la amistad , dice Ciceron,
',es que los amigos no se pidan cosas torpes ó injus-
tas, y nunca hacerlas en tal caso. Porque si fue-


„ra una obligacion, dice en otra parte, hacer todo
” lo que los amigos quisieran, esto no seria amistad,
"'sino conjuración (1). ” En fin, este grande Ora-
dor nos enseña que "la Naturaleza quiere que la
',amistad sea ausiliadora de virtudes, mas no com-
»pañera de vicios (2)." Si la virtud sola puede con-
solidar los vínculos de la sincera amistad, esta debe
romperse y desaparecer luego que un amigo se hace
criminal ó vicioso. Un amigo verdadero no puede
exijir de su amigo condescendencias injustas y des-
honrosas. Los viciosos únicamente, los falsos ami-
gos, los envilecidos aduladores son los que pueden
prestarse al crimen. El amigo virtuoso, cuando des-
cubre criminal á su amigo, j'ne y llora su error.
Habiéndose negado Rutilio á cometer una injusticia
que exigia dél-un amigo suyo, éste sumamente re-
sentido le dijo , ¿ de qué, pues , me sirve tu amis-
tad? . Y' de qué me servirá la tuya , si me hace
injusto? le replicó Rutilio (3). Phocion decia al Rey
Antipater, yo no puedo será un tiempo mismo vzes-
tro adulador y vuestro amigo. Esta es la conducta
que la moral prescribe á la amistad, la cual no
puede ser constante y segura sino entre sujetos re-


(1) 1-Lec igitur prima lex in amicitia sentiatur,
, ut llegue


Yogemus res •urpes , nec Pciamus rogati. Cicero de Amicitia;
cap. 12. Nana si omnia faJienda sint , cure an ici velint , non
•amicitire tales , sed conjurationes putandce sune. De Offic. lib.
3. cap. 10.


(2) Virtutum amicitia adjutrix á natura data est , non vi-
tioruin comes. Cicero, de Amicitia.


(3) Valer. Maxim. Memorabil.


CAPÍTULO V. 127
fle.xívos, racionales y virtuosos: el mejor amigo, di-
ce un sabio de Oriente, es el que avisa á su amigo
cuando se estravia , y le vuelve al buen camino (1).


Segunque la corrupcion es mayor, necesitan mas
los hombres de bien de los consuelos de la amistad;
ésta los indemniza de los rigores de la tiranía, de
la injusticia de los hombres y de la •depravacion
de las costumbres; y en ella encuentran una feli-
cidad particular y secreta, preferible á la que va-
namente buscarian en el tumulto de los placeres ó
los desórdenes de la sociedad. La amistad, dice De-.
Itofilo, es el puerto de la vida.


¿ Y tendrá el hombre algunos deberes. que cum-
plir con sus enemigos? Sí ciertamente: . sus deberes
con ellos son la justicia y la. humanidad. Nada acre-
dita tanto la equidad, como reconocer el mérito de
los mismos qne nos ofenden. Nada muestra mas
una verdadera grandeza de alma , que olvidar las
injurias y hacer bien á los que nos han hecho mal,
Este es. el medio mas seguro, como hemos dicho en
otra parte, de desarmar la cólera, la envidia v la
enemistad. Diógenes decia , que la mayor venga' liza
contra Tos- enemigos era ser uno hombre de bien y vir-
tuoso. Debemos procurar, añade, tener buenos ami-
gos, que nos enseñen lo bueno; y perversos y malos
enemigos, que nos impidan obrar mal.. Xenofonte dice,
que el hombre cuerda y prudente sabe sacar provecho
`de sus mismos enemigos.. Un enemigo sensato y enten-
dido , dice un Poeta de Oriente, es menos malo que'
un amigo necio é- imprudente:. Ex6rtando un adula-
dor á Filipo de Macedonia á que tomase venganza.
de lo mal que Nicanor atrevida. y osadamente ha-
bla hablado de él, ¿no será mejor, le respondió. este:
Príncipe, ver si yo he dado lugar á ello? Este mis-


(1) Sentent. Arab,.




128 SECCION V.
mo Príncipe decia que los Oradores de Atenas ; 'ha-
blando mal de él, le ofrecián el medio de correjirse
de sus faltas (1).


Podemos , pues , sacar grandes y provechosos
frutos de nuestros enemigos, para con los cuales
nada nos dispensa de ser humanos y justos. Asiqué,
digamos con Theógnides: yo no despreciaré á ningu-
no de mis enemigos, si es bueno; ni ensalzaré á nin-
gtG40 Cie mis amigos , si es malo (2).


CAPÍTULO V I.
Deberes 'de los Amos y de los Criados.


Los ricos, como se ha visto, hacen dependien-
tes suyos á los pobres , y por los bienes y ventajas
que los dispensan, ejercen sobre ellos una autori-
dad lejitima, esto es, confesada y consentida de
éstos, cuando por ella gozan de un bicnéstar que
no podrian conseguir por sí solos. Este es el funda-
mento natural de la autoridad que los amos ejer-
cen sobre sus criados. Esta autoridad, como todas
las dcmas, se convierte en tiránica usurpacion, si
se ejercita de un modo injusto y cruel ; ningua
hombre, como asi debemos repetirlo, puede ad,
quirir derecho de mandar á otros para haceders in:-
felices; los malos tratamientos de un amo injusto é
inhumano son violencias manifiestas que las leyes
debieran reprimir.


Entre los Romanos , cuyas leyes eran tan fero-
ces como ellos , los esclavos no eran tenidos por
hombres; á estos bandidos les parecia que el cau-


(f)
Dichos notables de los Príncipes: y en el tra-tado de la utilidad de los enemigos.


(2) Poeta Gneci minores.


CAPÍTULO VI. 129
tiverio los'desnatnralizaba ; sus arnos:ó seflords pu-
dieron por mucho tiempo disponer hasta de su mis-
ma vida, tratándolos corno á unos cuadrúpedos des-
tinados á servir de juguete á sus bárbaros caprichos.
Mas despues otras:leyes mas...humanas quitaron á.
.los amos la facultad de ejercer una tiranía tan
odiosa :y ,detestable?, :y establecieron que los escla-
vos fuesen tratados como hombres. Por último, la
esclavitud fué abolida en la Europa ; y los gefes
de las familias se sirvieron de hombres libres, quie-
nes bajo ciertas condiciones consintieron en servir-
lo1,- del 'modo que ellos 'podian desear y eximidos
así de los trabajos que les eran. penosos.


De este modo la razon humana , desenvolvién-
dose con el tiempo, ha ido curando poco á poco á
las naciones de su barbarie, y atrayéndolas á unos
usos mas justos y conformes á la moral é interes
del jénero humano. Esta moral grita- á--todos los ha-
bitantes del mundo, que ricos y pobres, poderosos
y débiles, felices y desgraciados , todos son de una
misma especie, y todos tienen iguales derechos á la
equidad , beneficencia y piedad de sus semejantes.


Mas á esta voz se hacen sordos los mismos Eu-
ropeos, cuando su insaciable codicia los ha trans-
plantado al nuevo mundo: en estos climas los ve-
MDS mandar como verdaderos tiranos á los desven-
turados Negros , que un odioso comercio compra
como viles animales, para venderlos despues á unos
amos inhumanos, que los hacen sufrir las cruelda-
des y caprichos de que son capaces la insolencia,
la impunidad y la avaricia. Sinembargo, este abo-
minable tráfico está autorizado por las•leyes de na-
ciones que se tienen por humanas y civilizadas,
mientras que un sórdido interes les hace eviden-
temente desconocer los derechos más santos de la
humanidad; ésta debiera convencerlas de que los
Negros son hombres, contra cuya libertad los Blan-


TOMO III.


17


sl-




130 SECCION
cos ningán derecho tienen, ó á los cuales almenos
deberian tratar con bondad, ya que su destino los
ha sujetado á su poder (1).


Los hombres no obedecen voluntaria y gusto-
samente á otros sino cuando su obediencia les es
útil. Los Amos forman con sus criados una socie-
dad en.virtud de cuyos pactos y condiciones los
amos se obligan á cuidar de sus criados, y á pro-
porcionarles su bienestar- y los medios de subsis-
tir que ellos no podrian conseguir por sí mismos:
en cambio de esto los criados se obligan á servir á
sus amos, esto es, á trabajar en beneficio ide ellos,
á recibir sus órdenes, á cumplirlas fielmente, y á
velar sobre sus intereses: de donde se deduce con
claridad que la justicia exije que las condiciones de
este contrato sean cumplidas relijiosamente por una


(1) No hace mucho que los papeles ingleses denunciaron
á la exleracion pública la insolente crueldad de un habitante
de la Jamaica , el cual acostumbraba á que seis negros tira-
sen de su silla volante, gobernándolos él mismo entnedio del
.calor mas rigoroso, y haciéndoles correr á latigazos legua y
media por horáb. Segun una relacion de la misma isla, un ha-
bitante de ella tuvo un dia la crueldad de meter en un asa-
dor á uno de sus negros. Semejantes horrores prueban los es-
cesos de insolencia á que las riquezas suelen llevar á los
hombres, cuando no son reprimidos por. la educacion y las
leves. ¿C5tuo el pueblo inglés, tan celoso de su propia liber-
tad, abandona á los infelices negros de este modo á los ca-
prichos de sus colonos Americanos? Mas el interés sordido
del comercio ahoga en los traficantes los gritos de la huma-
nidad. El sensible Markrés de Beccaria , en su tratado célebre
de Delitos y Penas, dice que en todas las sociedades humanas
reina un esfuerzo continuo , que se dirije á conferir el poder y
felicidad á una porcion de asociados , y á. reducir á los demas
á la opresiou y miseria; las buenas leyes deben oponerse á es-
tos esfuerzos , etc. Mas las leyes, hechas por opresores y se-


' flores , raras veces se proponen por objeto los intereses de
los infelices.


,


C A P u n O 131
otra parte, puestoqty&•ángutuhOrtbré puedlbbli•


gar á •otros- al eumplirnieritó de las óbiadicioneá\;qat
él quebranta. -


Mas, corno una desgraciada- esoeriencia lo acre-
dita, la grandeza, el poder y las riquezas hacen por
lo coman la equidad y justicia ; las persó-
nas • que disfrutaki'dd- éstas preeminencias se persua-
den ordinariamente que nada deben á -los que ca-
recen de ellas; estos infelices, lejos de escitar com-
pasion y benevolencia en los corazones de los Mi-
ces y afortunados, sólo parece que les inspiran un
orgullo insultante, •y llegan á. creer que el misera-
ble que ven abatid .á -sus pies, es un ser de una
especie mui diferente de-la suya. 'Contentos con ha-
cerse temibles , la mayor parte de los hombres se
afanan poco en hacerse amables.


Una disposición tan contraria á• la humanidad
debiera ser combatida y desarraigada con el ma-
yor cuidado en la infancia. Nadie mas imperioso
que un niño , á quien la mas pequeña resistencia y
contradicion -le irritan y conmueven causándole
convulsiones de cólera: si la educacion no trata de
repritriir en tiempo estos primeros ímpetus des-
pues se cambian en costumbres indestructibles. La
altivez , la dureza y cólera habitual de un amo con
sus criados son siempre indicios de mala educa-
cion. Acostumbraos , dice Madame de Lambert ,
usar bondad con los criados. Un antiguo (Seneca)
dice, que es menester mirarlos como a unos amigos
desgraciados. Reflexionad que salo al acaso debeis la
diferencia que hai de vosotros á ellos. No les ha-
gais sentir su mala suerte ; no aumenteis el peso de
sus penalidades y trabajos ; nada es tan vil y bajo
Como el ser altivo con el humilde.— Amad el órden,
y templad la gravedad que como ario os conviene,
con la dulzura y afabilidad; acordaos siempre que
como hombres son vuestros iguales , y que no hai




LIR
432 SECCPD1`11
propone entre el mayor; salario y;14, durd:necesidad
en


• que) se halla el que tiene' -gire•$ervir á otro.
Nada puede añadirse á estos consejos tan sabios,


tan justos y tan humanos. Jamás con una con-
ducta altiva . y dura logrará uno estar bien servi-
do ; la cólera del amo .


turba i. criado , le irrita
interiormente , y le impide hacer bien y con pron.,
titud lo que se le manda;:,--si,:esta cólera es:habitual,
se acostumbra el criado á ella , la desprecia , y de
continuo abriga un odio oculto y reprimido , que
puede rebentar eje. un modo mui funesto. Muchos
amos, con su conducta imprudente , se asemejan
á los guardafieras , los cuales escitan su ferocidad
á riesgo de ser tarde ó temprano devorados por
ellas : asíque deben mirar á sus criados como á
enemigos, pues que de su parte hacen por sofocar
en sus almas todo sentimiento de aficion y de ho-
nor. Casi siempre los malos amos hacen malos cria-
dos. ¿ Debemos nosotros , dice la misma Madama
de Lambert , esperar que nuestros criados carezcan
de defectos , nosotros que les mostramos los nuestros
todos los dias? Es menester sufrirlos. Cuando os ma-
niftstais á ellos irritados y coléricos, ¿qué espectácu-
lo ofreceis á su vista? No os priveis así del derecho
de reprehenderlos.


Un amo prudente debe considerarse interesado
en velar sobre la conducta y costumbres de sus
criados ; ,su seguridad y vida dependen de su fide-
lidad. ¿A cuantos peligros no se espone diariamen-
te el amo de un criado borracho , jugador y diso-,
luto? Estos vicios , sobre todo en unos hombres,
sin razon ni principios, pueden tener las mas ter-.1
ribles consecuencias.


Si los amos han tenido la felicidad de haber
recibido una cducacion mas racional que sus des-
venturados criados , deben acreditarlo en su con-
ducta. Dad dice la misma Madama de Lamben,


CAPÍTULO VI. 133
buen ejemplo á los criados , ,y pensad bien ió hijo
olio! que un amo se abate de un modo vergonzoso ,
se hace inferior á sus criados, cuando éstos son tes-
tigos ó ministros de sus crímenes , y no encuentran
en


él las buenas cualidades , que únicamente hacen á
un amo digno del respeto y acendrado cariño de sus
domésticos.


Un amo disoluto, distraido, cargado de deu-
das, que por medio de engaños y estafas procura
satisfacer sus vicios y locuras, ¿es acaso un hom-
bre respetable á los ojos de su criado? Una ama,.
que, hace á sus criadas confidentes de sus intrigas
criminales , ¿tiene derecho á su estimacion y obe-
diencia? ¿ No deben con razon temer á cada ins-
tante que publiquen los vergonzosos secretos de que
son depositarias?


Para ser amado, es menester que un amo sea
bondadoso con sus criados ; para ser temido , es
necesario que observe una conducta grave y decen-
te, de que no tenga que avergonzarse aun cuando
fuese pública. La bondad del amo no consiste en
una familiaridad que le haga despreciable ; consis-
te en mostrar benevolencia á sus criados , asistir-
los y socorrerlos en sus enfermedades, ayudarlos en
sus lícitas y honestas empresas, agradecer su buena
conducta, y recompensarlos de su cariño y vijilan-
cia. Una familiaridad escesiva desminuye el respeto
y puntualidad de los criados; nada es mas mons-
truoso que una casa en que los criados sean amos;,
los que deben mandar en ella son entonces escla-
vos, y un entero desórden es el efecto irremediable
de esta escandalosa democracia. ¿ Cuántas familias
vernos divididas y arruinadas por la facilidad de
los amos en dar oidos á chismes y cuentos de sus
criados ? Las mujeres , principalmente , son las que
padecen esta debilidad; de la cual resultan frecuen-
t3 riñas y disensiones entre esposos , parientes,





134
SECCION V.


jos y amigos. Aun cuando estos chismes no hicie- .
sen mas que dividir á los criados entre sí, siempre
perjudicarian al buen órden y armonía de una casa
bien gobernada. Los criados están demasiado posei-
dos regularmente de sus vicios y pasiones, para que
les den oidos los amos racionales y prudentes ; sus
quejas y contiendas cesan prontamente en no dán-
doles entrada ni apoyo ; pero si los amos las oyen
y quieren remediarlas, entonces son interminables.


El estado feliz ó desgraciado de una casa anun-
cia el carácter de los que la gobiernan. Una casa
bien regulada , una familia bien unida , y unos
criados obedientes y pacíficos anuncian un amo jus-
to y respetable: por el contrario , una casa desor-
denada , desunida y llena de criados alborotado-
res y chismosos, anuncia en su señor una conduc-
ta desarreglada, vicios, ó almenos indolencia. Nada
es menos comun que una casa bien ordenada, á cau-
sa de que nada es mas raro que amos capaces de
establecer y mantener en ella un buen arreglo. Un
amo virtuoso y vijilante se sirve de criados virtuo-
sos; él los hace tales con su propia conducta ; los it
bribones, rió encontrando cabida en una casa se- 111'
mejante, pronto se despiden y la dejan.


Criados insolentes anuncian por lo comun amos
orgullosos y soberbios. Nada es mas molesto é irri-




tante
'11W


en la sociedad que la impertinencia frecuente
de los criados de los ricos y grandes (1). El modo.
arrogante con que estos altivos esclavos reciben or-
dinariamente al mérito tímido, y al trémulo y me-
droso infortunio, es una de las infelicidades y des


(1) Maxima quaque domus servis est plena superbis.
Juvenal. Satyr. 5. vers. 66.


CAPÍTULO VI. 135
gracias mas crueles que sufre la virtud reducida al
triste estado de suplicar y pretender. Un amo , si no
es un inhumano, debe castigar con severidad á sus
criados, cuando son descomedidos; el ódio , que
irremediablemente causa la insolencia , recae sobre
él mismo. ¿ Hai nada mas vil y bajo que la vani-
dad de esos hombres altivos que tienen por intere-
sada su grandeza en sostener la impertinencia y
atrevimiento de sus mas ínfimos criados?


La impunidad de que gozan en muchas nacio-
nes, los grandes y ricos, se comunica á sus cria-
dos', y es un manantial de males para el pobre
falto de proteccion. En las grandes y populosas Ca-
pitales, nada es mas frecuente que ver por las ca-
lles jentes atropelladas por el atrevimiento y per-
versidad de los cocheros, ó el-descuido y vanidad
de sus amos. Qué necias ideas de gloria no es
preciso que tengan los amos que, como sus cria-
dos , se complacen en inspirar un continuo terror
y sobresalto á cuantos van por su camino ¡Qué


• corazones serán los de esos arrebatados y furiosos,
que juegan con la vida de sus conciudadanos! Un
artesano, un padre ó madre estropeados reducen
una numerosa familia á la infelicidad y miseria ; y
semejantes escesos , ¿es posible que sean indiferen-
tes entretenimientos para la soberbia opulencia y
sus insolentes criados ? Leyes severas debieran re-
primir la impetuosidad de estos ricos y grandes
ociosos, cuya urjentísima ocupacion no es otra que
la de correr de aquí para allí para entretener su
fastidiosa ociosidad. Una policía esácta y rigoro-
sa debiera castigar ejemplarmente á esos criados
que , protejidos de un poderoso amo , se atreven
á inshltar , herir y maltratar á las jentes honradas,
que tan respetadas debieran ser por ellos. Las al-
mas bajas son arrogantes é insolentes cuando tie-
.nen favor. Por otra parte , los Soberanos y Majis-




136 SECCION V.
trados que están libres de los riesgos y peligros
que rodean al pobre , no cuidan de evitarlos , y
usan siempre de una funesta induljencia con la
grandeza y opulencia. Nada en la sociedad debie-
ra ser mas sagrado que la vida del mas infeliz ciu-
dadano , por lo comun mas útil al Estado que no
el rico que le arruina. No hai negocios ni causas
algunas urjentes que puedan disculpar á un teme-
rario que con la precipitada carrera de su coche


su caballo hiere ó mata á un hombre. ¡Pues qué
la vida de los hombres se reputa por nada en los
paises cultos!


En los Estados donde reina el luxó , los gran-
des , por una necia vanidad , incitan ellos mismos
á sus criados á que olviden sus deberes. El vestir
costosa y ricamente á estos hombres groseros , los
hace creer que valen mas que los ciudadanos mo-
destos , á quienes debieran respetar. El vulgo im-
becil frecuentemente juzga de las personas por sus
vestidos ; el hombre de mérito se vé muchas veces
espuesto á los menosprecios de un lacayo, que se
figura superior á él porque tiene mejor vestido.
El criado debe estar vestido de un modo confor-
me á su estado , y las leyes debieran reprimir un
fausto , que ejonfunde las diversas clases de los
ciudadanos. i A veces vemos los lacayos de un
grande ó un culquiera mas ricamente vestidos que
un militar desgraciado , que por muchos años ha
espuesto su vida en servicio de su patria! El po-
bre pretendiente se vé precisado con frecuencia á
sufrir unos gastos que esceden á sus escasas fá-111.
ctiltades , sólo por no ser despreciado y grosera-
mente despedido de los mas ínfimos é insolentes.
criados.


Un amó es responsable al público de la con-
ducta de sus criados; á él es á quien pertenece re-
primir en ellos los vicios perjudiciales á la sociedad:


CAPÍTULO VI. 137
al ver á ésta infestada de tantos criados soberbios,
corrompidos y libertinos , debemos inferir que los
ejemplos de sus amos contribuyen á multiplicar sus
desórdenes. Amos de malas costumbres hacen á sus
criados confidentes y ministros de sus -vicios y es-
travíos ; sus almas , envilecidas con este infame ofi-
cio , -se hacen entrañas á todo lo que es virtud y
honor ; el criado quiere imitar , y para conseguirlo
recurre al robo y á la estafa. Así los malos amos vi-
cian á sus criados , siendo sinembargo tan injustos
que se quejan de sus bajezas y rapiñas , cuando son
ellos la primer causa de ellas : de este modo , ense-
ñándolos con su ejemplo á despreciar las buenas cos-
tumbres , los conducen al crimen.


Por otra parte , el luxó que multiplica los cria-
dos en las ciudades, llena la sociedad de holgazanes
y viciosos , á quienes todo los incita y estimula á
desórdenes, á fin de ocupar el vacío de un tiempo
que no saben emplear. La ociosidad de los criados
es para ellos mismos , y para los domas , un ma-
nantial fecundo de escesos y vicios. Una política
próvido y dilijente debiera remediar los inconve-
nientes del luxó , el cual priva los campos de culti-
vadores , y atrae á las ciudades un sinnúmero de
perezosos sin principios .y sin costumbres , cuya
principal ocupacion es propagar la corrupcion á las
últimas clases del pueblo.


El hijo de un labrador que en el campo es útil
y necesario , se hace dañoso y perjudicial en el ser-
vicio de la ciudad. En esta regularmente se ocupa
mal , aun cuando tenga buenas costumbres. Si se
casa para conservarlas , llena la sociedad de hijos,
á los que pocas veces puede educar y sostener sin
recuyrir á medios perjudiciales á su señor ; por otra
parte , sus hijos al llegar á ser hombres, se ven
obligados por lo comun á buscar en la disolucion
y aun en los crímenes, medios y arbitrios de librar-


T0.110 III.


18




1 3 8 SECCION V.
ze de la indijencia en que han nacido ( .1). Los ma-
trimonios de los criados son evidentemente uno de
los manantiales y causas de tantas prostitutas, de
tantos rateros , jugadores , holgazanes , y mal-
hechores de toda especie que inundan las naciones
opulentas.• Los pobres en el campo se dedican al
trabajo; más los pobres en la ciudad se entregan
al delito ó la mendicidad, medios ambos-casi igual-
mente perniciosos á la sociedad.


Si la multiplicidad de criados le es lisonjera y
agradable á la vanidad de algunos amos , no por
eso es menos contraria á sus intereses que á los del
público, porque se


• ven peor servidos , y llenan
sus casas de una multitud de holgazanes, cuyos
robustos brazos no pueden ser empleados útilmen-
te. Una familia mui numerosa es una máquina mui
complicada para dirijir sus movimientos bien y fa-
cilmente. La multiplicidad de criados produce en
las casas opulentas abusos, rapiñas y robos de es-
tilo , encubiertos bajo el nombre de gajes ó dere-


. chos , que los amos débiles y fáciles tienen la fla-
queza de tolerar. Mas esta facilidad cria ingratos,
y esta pretendida jenerosidad bribones, que se juz-
gan autorizados para estafar y: robar siempre que
puedan hacerlo sln peligro. .


Todo nos prueba que
• un número escesivo de


criados , por los desórdenes que acarrea , es una de
las principales causas de la ruina de las casas de los
grandes, y de la poca ó ninguna riqueza que co-
munmente se halla entre ellos, porque por no tener
tiempo ó capacidad para ocuparse en sus propios
negocios, se valen regularmente de hombres mer-
cenarios , que aprovechándose de sus desórdenes y


CAPÍTULO VI. 139
neglijencia, aceleran su destruccion. El ojo del
amo. . . . es un proverbio que todos tienen en la bo-
ca, pero cuya práctica no es observada por la disipa-
clon, la inconstancia y el vicio.


Solamente una vanidad pueril ha podido persua-
dir á los grandes que era impropio de ellos atender
á sus negocios y desempeñarlos por sí mismos, y
que la grandeza consiste en no entender de nada,
en dejarse devorar por una gavilla de criados inú-
tiles, en sufrir sus vicios- y desórdenes, en dejarse
arruinar con deudas , y en verse de continuo im-
portunados y perseguidos de acreedores. Un modo
de pensar tan estraño es una consecuencia. de las
preocupaciones góticas de la nobleza que la persua-
dian á que, escepto el oficio de la guerra, le era
honroso ignorar todo lo denlas. A los ojos de la ra-
zon nada es mas deshonroso que la neglijencia é im-
pericia, que nos condenan á ser 'víctimas de la ma-
licia de los pícaros. Nada es mas vil y despreciable
que reducirse por su mismo descuido á cierta espe-
cie de miseria. 1 Qué diferencia hair entre un pobre y
un rico, cuya hacienda está embrollada con enredos
y deudas ? Hai cosa mas injusta vil y baja que cons-
tituirse por su culpa y sus locuras en estado_ de pri-
var á los acreedores de lo que se les debe.,, y &au-
mentar las deudas sin •ntencion de pagarlas ?
grandeza consiste en una conducta semejante los
grandes debieran ser mirados como los_ mas locos y
despreciables de los hombres. gusto es y conveniente,
dice Plutarco, cuidar uno de sus propios bienes,. para
abstenerse de los ajenos (1).


Todo cabeza de familia, por su propio bien y


(1) Ningunos, segun Bayle, procrean hijos de mejor gana
que los pobres, porque saben que no han de mantenerlos.


(l) Inutareo , vida de Filopoinems. Xenofonte pone en boca
de Sócrates: que conviene á todo hombre sensato, y que es
buen ciudadano , acrecentar sus propios bienes.




140
.SECCION V.


el de sus descendientes, debe atender y cuidar sus
negocios; su vijilancia es obligacion, y su negli-
jencia seria un vicio imperdonable. El amo sabio.
y prudente encuentra una ocupacion agradable en
el cuidado y atencion de sus propios asuntos ; es-
tablece una sabia economía , como el único medio
de que en su casa reine la abundancia ; quiere ser
por sí mismo dueño de su felicidad; sabe que el
desórden y la indijencia sumerjen á los grandes
en la dependencia y el desprecio; y que el impru-
dente que se arruina, se vé precisado a á recur-
rir á medios indignos de toda alma justa y noble.
Las bajezas é infamia , que frecuentemente des-
honran á los grandes, son causadas por la falta
de economía y los enormes gastos á que los ar-
rastran su vanidad, su pereza y desarreglos. Es
preciso avillanarse cuando se quiere sostener ó re-
parar una fortuna destruida con caprichos y estra-
-vagancias.


Hai una posicion mas feliz que la de un jefe
de familia virtuoso y sabiamente ocupado en el de-
sempeño de sus deberes? Los cuidados que se toma,
tienen su recompensa en el amor y sumision que
-esperimenta de parte de cuantos le rodean : goza
'de sus bienes, dejos cuales raras veces suelen go-
zar los. grandes: hace abundantes los mas estéri-
les terrenos: alienta y anima la industria de sus
arrendatarios y colonos: tiene el placer de criar,
de mandar á la naturaleza , y obligarla á obede-
cer sus órdenes , y corresponder á sus deseos. A
sus ojos todo prospera; sus vasallos trabajan y se
enriqucen; ,sus. criados segundan sus designios, y
participan con su señor de su opulencia; y esta le
facilita los medios de premiarlos y de hacerlos fe-
lices.


..Este es el objeto que . por su propio interés de-
berian proponerse los sefiores, los grandes y hacen-


CAPÍTULO VI. 141
dados : una vida semejante , 1. no seria preferible á
esa vida inquieta que pasan en las Cortes ó Capita-
les, donde á fuerza de diversiones y placeres se ar-
ruinan y destruyen, y al fin de nada gozan ? Sólo
causando bien y felicidad á un gran número de
hombres es como se puede ostentar la grandeza y
poder: ocupando á los hombres es como se los pue-
de enriquecer y enriquecerse legítimamente uno á si
mismo: ocupándose útilmente es como uno se sustrae
del fastidio y desórden , y como previene al mismo
tiewo los desarreglos de criados y dependientes: en
fin, haciendo á estos felices con beneficios reales y ver-
daderos es como se les inspira respeto, obediencia
y amor de sus deberes.


El criado debe respetar en su amo á un hom-
bre de quien depende su propia felicidad: su inte-
rés le empeña y estimula á manifestarle invaria-
blemente la deferencia que su estado le prescribe:
un criado debe temer desagradar á su amo con mo-
dales altivos y soberbios, ó con indiscretas mur-
muraciones y chismes: debe asimismo armarse de
paciencia, porque la paciencia es la virtud de su
estado, que le destina á sufrir las variaciones á que
están sujetos los hombres: con ella desarmará el
criado la cólera del amo, y la esperiencia le demos-
trará seguramente que el furor mas exáltalo se
aquieta y desvanece con la sumision y dulzura : un
buen criado, en fin, obedecerá sin réplica las ór-
denes de su señor. Si este es justo y prudente man-
da.lo que es justo y hacedero; y si es injusto , de-
be ser dejado. El criado cumplirá con el trabajo
tarea que se le prescriba, y hará cuanto estuviere
de su parte para llenar sus obligaciones y deberes..
Evitará de consiguiente la torpeza é imperfeccion en
sus obras y trabajos , que suelen ser efecto de la
preclpitacion ó falta de cuidado; y le tendrá aun
en las cosas mas pequeñas, para evitar reprensio-




142 SECCION V.
nes, siempre vergonzosas y sensibles ; será esacto


- y
puntual, á fin de no acarrearse el enojo de aquel,
cuyo contento y benevolencia le son necesarias y
provechosas.


Un buen criado debe observar sobre todo las
reglas de la mas esacta y rigorosa fidelidad ; ten-
drá presente de continuo que al entrar al servicio
de su amo se obligó, no solo á respetar su propie-
dad, sino tambien á defenderla contra cualquiera, y
á confundir sus intereses con los suyos, mirando es-
tos como propios- Por un abuso contrario á la justi-
cia, los criados se acostumbran á exijir retribucio-
nes de los que abastecen de comestibles ó mercade-
rías las casas de sus amos; mas un criado fiel reco-
nocerá fácilmente que estos pretendidos provechos,
gajes y derechos, aunque autorizados por el uso de
los malos criados ó de los amos neglijentes, atendi-
das las causas porque se dan y se reciben, no pue-
den reputarse lejítimos, y son en realidad unos ro-
bos encubiertos.


En fin, un criado honrado y laborioso huirá de
la ociosidad, mirándola como el camino de los vi-
cios y delitos; procurará invertir en algun trabajo
provechoso aquellos ratos de libertad y descanso que
le permita el servicio de su amo; y de este modo em-
pleaí-á ventajosa y útilmente el tiempo, que los cria-
dos perezosos dan al juego , borracheras y disolucion.
Con una conducta semejante, un criado debe prome-
terse el aprecio, reconocimiento y cariño de todo amo
en quien la vanidad no haya sofocado toda justi-
cia y gratitud. Despreciar á un criado tal sería
estar un amo falto de razon y equidad, Un criado
fiel y leal es un amigo mucho mas seguro que la
mayor parte de los que se encuentran en el mun-
do; un amo que no usase con él de consideracion
y reconocimiento , sería enemigo de sí mismo, y
se hacia digno del desprecio. Cuantos esclavos se


CAPÍTULO VI. 143
Dan visto que, á pesar del cruel oprobio con que
la preocupacion los mira, han mostrado á sus se-
ñores un celo y jenerosidad sublimes , por las que
merecian ser celebrados y encarecidos con mayor
razon que tantos héroes que el Universo admira! (1)


(1) Valcrio Máximo refiere muchos ejemplos de esclavos
que sacrificaron su vida por salvar las de sus señores. Tacito ci-
ta al esclavo de Pison : hallándose este condenado á muerte , su
esclavo tomó su nombre, y se dejó quitar la vida por él. Bajo
el lloperio de Calígula una mujer esclava sufrió con el ma-
yor valor la tortura mas cruel , sin haberla podido hacer que
confesase cesa alguna en perjuicio de su señor. El ilustre Ca-
tinat , desgraciado y falto de todo, halló en su Ayuda de Cá-
mara un amigo jeneroso, que puso en sus manos con el mayor
gozo y emocion lo poco que tenia. ¿Cuantos Oficiales y J ene-
rales , en medio de los peligros de la guerra , han debido la
vida á sus criados, que se han espuesto á los mayores riesgos
por salvarlos ? Estos son, sinembargo , los hombres á quienes
amos amos orgullosos y soberbios apenas se dignan mirar como
á criaturas de su especie ! Amos hai que miran á sus criados
como á bestias ; apénas los permiten comer, dormir ni descan-
sar; no quieren que estos infelices lleguen á estar cansados
ó enfermos, que sean sensibles al dolor, ni que se resientan de los
ultrajes y crueldades que los hacen padecer. Unos Sibaritas
corrompidos, y mujeres á quienes la menor fatiga se les
hace insoportable , olvidando su propia miseria , su ineptitud y
su debilidad, exijen una resistencia , una prontitud y ajilidad
imposibles en los Infelices que los sirven. En América y en
Asia , donde el calor del clima aumenta la natural indolen-
cia y pereza, una mujer tan delicada que es incapaz de alzar
un -pañuelo del suelo, hace castigar con la mayor crueldad á
sus esclavos por las mas pequeñas faltas. En jeneral se observa
que no hai servicio mas duro é insufrible que el que se hace á
los hombres de poco acá , y que de la nada han llegado á ele-
varse y enriquecerse : embriagados con el poder que no se hi-
zo Nra ellos , ejercen un imperio cruel sobre sus desgraciados
sirvientes. Ninguna, dice Claudiano , mas duro que el hombre
que de la nada ha subido d una grande altura. Asperius nihil
est humiii qui surgit in altura. La altivez y crueldad con los
criados acreditan' injusticia , mal corazon , y sobre




144
SECCION V.
Cesen, pues, los hombres altivos y soberbios de


ultrajar con duros tratamientos á unos criados ne-
cesarios á su felicidad , y sin los cuales se verían
precisados á servirse ellos mismos; respete un amo
en su criado la humanidad desgraciada ; no le des-
precie ni injurie jamás; vea siempre en él un seme-
jante suyo , y• un hombre útil á su propio bienéstar;
cuando haya esperimentado su apego, sus conti
nuos desvelos y fidelidad, ámele, trátele como á un
sincero amigo , tenga presente que el salario que le
dá, no le dispensa del reconocimiento , y que siem-
pre es mucho menos de lo que le debe. ¿ Hai cosa
mas vergonzosa que ver á tantos amos que califican
corno deudas los servicios mas penosos de un cria-
do , á quien no pagan , y al que corresponden co-
munmente con altivez é ingratitud ? Salarios ó esti-
pendios regularmente escasos ¿ podrán ser para un
criado atento y fiel suficiente paga de continuos y
penosos desvelos que pueden causarle largas enfer-
medades, de trabajos que piden á veces fatigosos y
molestos viajes , y en fin, de la total y contínua
renuncia á su voluntad propia, cosa que tan pesada


todo mucha debilidad,p,Hai cosa mas débil que ejercer un poder
cruel sobre los miserables que uno ve sin defensa alguna en-
cadenados á sus pies ? Sinembargo estos hombres despreciados,
que sirven de juguetes á los mas bárbaros caprichos, han mos-
trado repetidas veces unos pensamientos de honor y heroismo,
de que sus indignos amos y señores serian enteramente incapa-
ces. En un establecimiento Europeo del nuevo mundo, faltan-
do ea él un verdugo ó asesino que quitase la vida á unos ne-
gros fujitivos que habian sido cojidos, para suplir esta falta
un Criollo mandó á uno de sus esclavos que ahorcase á estos
intelices: el esclavo desapareció repentinamente, pero pronto
volvió trayendo un macnete en una mano , 'con el cual él mis-
mo se habia hecho saltar la otra : y presentando entonces el
brazo truncado y chorreando sangre á su Señor.; fuerzaine aho-
ra, dijo á pe sea verdugo de mis hermanos.


CAPÍTULO vi. f45
hace la servidumbre ? Los hombres que de este mo-
do se consagran al servicio de sus amos, adquie-
ren un derecho tan justo á su cariño, que solamen-
te la dureza y el orgullo son capaces de negarlos y
desconocerlos.


La injusticia .y fiereza de tantos amos inhuma-
nos son evidentemente la causa de que sus criados
sean por lo comun sus enemigos; al ver su conduc-
ta , no parece sino que los miran como á bestias,
mas bien corno á unos autómatos faltos de sensibili-
dad, en quienes pueden ejercitar libremente sus pa-
siohes, caprichos y ridiculeces: esto no obstante se
les acrimina á estos infelices, perpetuamente exás-
pecados y oprimidos, el que se muestren indiferen-
tes con sus amos, que los sirvan maquinalmente, y
sobre todo, que sólo el interés los anime. De esta
manera se trabaja de continuo en irritar y compri-
mir los corazones de los miserables criados, se los
degrada con una insultante altivez, se los recompen-
sa mui mal , y sinembargo ;se quejan los amos,
que son desapegados, viles é interesados! Aprendan,
pues, los amos, y no olviden jamas que la bondad
sola gana los corazones; que el que trata á sus cria-
dos como á hombres, puede inspirarles pensamien-
tos honrosos; que quien los recompensa convenien-
temente, los enseña á pensar con nobleza: y en fin,
que los buenos amos son los que pueden solamente
formar criados buenos y fieles, y que estos , á pe-
sar de su destino y servidumbre, son mui dignos
de estimacion y aprecio.


Si la servidumbre voluntaria fuese un justo mo-
tivo para despreciar á los hombres, ¿cómo debiera
mirarse la servidumbre de los cortesanos, tanto mas
afrentosa cuanto los que se someten á ella no lo
hacen precisados de la necesidad de subsistir , y
cuando deberian tener por su clase un corazon mas
elevado é incapaz de envilecerse y abatirse? Sinem-


TOMO


19




SECCION V.
bargo, arrastrados del mas vil interés, los vemos
avillanarse y rendirse servilmente á los pies del"
crédito y la autoridad , aEmarse en consagrar al
poderoso los mas bajos servicios, y sufrir con hu-
milde resignacion injurias y baldones, que no su-.
friria quizá el mas ínfimo criado.


Compadezcámonos, en fin, de los hombres in-
felices y desventurados ; mas no despreciemos sino
á los que con su conducta envilecida se hicieren
despreciables,


CAPÍTULO VIL
De la Conducta en el mundo ; de la Urbanidad; del


Decoro ; del Talento; de la Alegría;
del buen Gusto.


Considerados los deberes que cada estado impo-:
ne á los hombres en las diferentes posiciones en que
pueden encontrarse, nos resta todavía examinar lii
que se deben los unos á los otros en la vida comun
del mundo, esto es, la conducta que los hombres
están obligados á seguir para hacer el trato ó co-
mercio de la vida agradable y tranquilo, y las cua-
lidades que deben adquirir 6 poseer para merecer
y conservar la estimacion y afecto de aquellos con<
quienes pueden tener relaciones permanentes ó pa-
sajeras.


El comercio de la vida nos enseña con mas 6
menos prontitud qué medios debemos emplear para
merecer la benevolencia de las personas con quie-
nes vivimos habitualmente , ó que el (luxo y reflu--
xo de la Sociedad nos presenta; reflexionando sobre
lo que exijinios de los otros para estar contentos y
satisfechos de ellos ', pronta y facilmente descubri-
MOS lo que debemos hacer para que ellos lo están
de nosotros. Hé aqui el orijen natural de la Urba,


1
I


CAPÍTU•LO VIL 147
tildad, la cual, como hemos visto, es el hábito de
alustrar á las personas con quienes vivimos la aten-
cion y consideraciones que les son debidas.


El hombre no nace civilizado ; pero lo es pbr
medio de la educacion, de los preceptos , del ejem-
plo, de su propia esperiencia, sus reflexiones so-
bre los caratéres de los hombres, y en una palabra,
con el uso del mundo: todo le,prueba que para ser
feliz es menester agradar ; y conoce bien pronto que
para conseguirlo es preciso conformarse con las
ideas y conveniencias de los que viven en su coi-ri-


ma, consultar su amor propio ó su vanidad siem-
pre activa, y manifestarles aprecio y estimacion,
al menos consideracion. Todo hombre , como que_
se ama á sí mismo, quiere que los otros adopten
estas mismas ideas; y por estos deseos, bien ó mal
fundados, juzgan de aquellos con quienes tienen
relaciones.


La Urbanidad ha sido mui bien definida por un
Moralista moderno la demostracion ó imitacion de las
virtudes sociales. La Urbanidad, dice este autor, es
demostracion si es verdadera, é imitacion si es falsa.
Las virtudes sociales son aquellas que nos hacen Utiles
y agradables á aquellos con quienes vivimos; un hom-
bre que las poseyese todas, sería necesariamente urba-
no y cortés en sumo grado ,(1).


Algunos Moralistas melancólicos confunden la
urbanidad verdadera con la falsa, ó bien, haciéndo-
la consistir únicamente en formalidades incómodas y
minuciosas, en señales de aficion y de aprecio equí-
vocas y poco sinceras espresiones hiperbólicas
introducidas por el uso, la proscriben injustamente,
y anteponen á ella una rudeza grosera y salvaje, que
han calificado de franqueza; mas en la yida social


.•nn•s••nn••4


(I) Considerations sur les Mceurs, par M. Duelos.
o Ir


Tre




148
SECCION V.


la urbanidad es una cualidad necesaria, pues que
sirve para advertir y recordar á los hombres la con-
sideracion que unos á otros se deben , y las aten-
ciones y cortesías con que, por sus mútilos intere-
ses , están obligados á tratarse entes que necesitan
verse y hablarse de continuo.


Guardémonos, pues, de vituperar imprudente-
mente los usos, convenciones, fórmulas y demos-
traciones siempre útiles, que nos recuerdan lo que
debemos á nuestros semejantes, y pueden conciliar-
nos su benevolencia: confirmémonos con estas cos-
tumbres, cuando no son contrarias á la probidad:
sometámonos á prácticas que no pueden ser violadas
sin una falta de atencion y decoro, y cuya omision
nos acarrearia la nota de vanos, rústicos y hombres
singulares , haciéndonos desagradables 6 ridículos.


El menosprecio de las reglas de la urbanidad y
usos del mundo anuncia ciertamente un necio or'-
gullo, siempre insultante y ofensivo. No someterse
á las costumbres adoptadas por la Sociedad es una
resistencia impertinente y vituperable. Todo hom-
bre puede pensar como quiera; mas no puede, sinAll
faltar á sus asociados , eximirse de las reglas jéne-
rales y sustraerse á la autoridad pública, cuando
esta no prescribe cosa contraria á las buenas cos-
tumbres. Respetémos al. público . , sigamos sus usos,. 11y temamos desagradarle con la inobservancia de si g


-nos
-.(


y demostraciones esteriores, que por una con-
vencion jeneral manifiestan la benevolencia , afec-
to, estimacion y respeto, 6 si se quiere, la indul-
jencia y humanidad que todos debernos á las flaque-
zas y debilidades de nuestros semejantes.
- . Si debemos respeto y consideracion á las crin-


.
,


turas de,ItlueStra especie, la urbanidad , de consi-


d
guiente , es un acto de justicia y humanidad. El
esconocido y el estranjero tienen derecho á las se-


"


ñales de la benevolencia universal, debida á todos


CAPÍTULO VIL 149
los hombres en razon de que, si el acaso nos trans-
portase á un pais desconocido, deseariamos encon-
trar en sus habitantes estas mismas demostraciones
de hospitalidad, benevolencia y humanidad. Sinem-
bargo de esto, muchos hombres que pasan por cor-
teses y bien educados, parece que olvidan 6 desa-
tienden estos deberes, pareciéndoles que nada deben


las pe rsonas desconocidas. En espectáculos, en pa-
seos, en funciones-°y parajes públicos se ven mu-
chas jentes comportarse con tal descortesía, con una
falta de crianza y grosería tan cstrañas y chocan-
tes, que les dan motivos de arrepentirse de ellas en
fuerza de las reconvenciones y consecuencias muchas
veces funestas que les ocasionan. No se deben, pues,'
ni desatender ni menospreciar las señales y demos-
traciones debidas á todo el mundo ; si semejantes
demostraciones no siempre son sinceras, al menos
prueban que en todas las naciones civilizadas exis-
ten ideas de lo que los hombres se deben los unos
á los otros, aun cuando no esten íntimamente unidos.


La urbanidad franca y sincera es la que pro-
viene de los afectos de cariño , respeto y estima-
cion que escitan en nosotros las cualidades eminen-
tes que notamos en las personas con quienes usa-
mos de la demóstracion de estos afectos. Es cierto
que no podemos sentirlos con relacion á todo el
mundo ; pero tambien lo es que con todo el mun-
do estamos obligados á usar de bondad , benevo-
lencia y humanidad. Á veces nos vemos en pre-
cision de mostrar respeto y consideracion aún á
la misma perversidad poderosa , porque nuestra
conservacion exile que no ofendamos á los que
podrian dañarnos; estas consideraciones que les tes-
tificamos , son efectos del temor , el cual escluye
enteramente el amor.


estimacion es un afecto favorable, fundado
en cualidades que consideramos útiles y agradables,




150
SECÜION V.


que nos aficionan á los que las poseen; asíquc es una
disposicion á amarlos y á. unirnos estrechamente
con ellos. El desprecio es un efecto de aversion que
suscitan las cualidades inútiles 6 vituperables. El
desprecio es insoportable á los que le causan , por-
que en cierto modo los excluye de la Sociedad como.
inútiles. Uno puede mui bien ser estimado sin ser
querido ; mas ninguno puede ser sólida y since-
ramente amado sin ser apreciado. Las aficiones y
cariños que tienen por base la escimacion , son los
mas sinceros y permanentes.


La consideracion es un afecto de aprecio mezcla-
do de respeto , y escitado por cualidades no comu-
nes , acciones grandes y nobles , 6 talentos raros y
sublimes : tener consideracion á uno , es testificarle
una atencion particular por las cualidades que le
distinguen de los otros. Se vé, pues, que la conside-
racion sólo es debida á la grandeza de alma , á los
grandes talentos, á la virtud.


Comunmente se dice que es una falsedad de-
mostrar cortesía , aprecio y consideracion á hom-
bres que no merecen nada de esto; mas nosotros de-
bemos








atencion y respeto á todos aquellos á quienes
la Sociedad respeta unánimemente ; y ademas de que
no somos sus jueces, sería imprudencia despreciar
á la perversidad, cuando esta tiene poder para da-
ñar ; es .menester huir cuanto se pueda de los per-
versos, y si el acaso 6 la necesidad nos los pre-
senta, es .


menester no provocarlos con nuestra con-
ducta., sino temerlos : cuando en este caso nos so-
metemos á ellos, nuestra conducta no es mas que
la manifestacion de nuestro miedo. Solo el hombre
de bien es quien tiene derecho á los homenajes
del corazon , al sincero afecto , al aprecio y á la 4
verdadera consideracíon ; los perversos constituidos




en poder y dignidad deben contentarse con las
señales esteriores. El desprecio es insoportable aun á


CAPÍTULO VII. 151-
los hombres mas dignos dél. Cuanto mas conocen
los perversos el desprecio que se merecen, tanto mas.
se irritan con el que se les manifiesta.


Las señales de respeto son debidas al poder; la
consideracion que el temor , ó las convenciones de
la Sociedad, d nuestro deber nos obligan á tener
á nuestros superiores, ó á las personas que ejercen
sobre nosotros una autoridad b i en ó mal fundada,
se llama respeto. Un hijo debe respetar á su padre,
aunque este sea injusto. Un ciudadano respeta á los
Príncipes, á los Grandes y hombres en dignidad,
aunque sean perversos , porque sino se espondria
por una necia vanidad á las consecuencias de su
resentimiento. .El respeto , como que vá mezclado
de temor , cuesta siempre mucho al amor propio
de los hombres, que se ofenden y molestan comun-.
mente con la superioridad de los otros. Si las seña-
les de respeto son lisonjeras y alagüeñas para el que
las recibe, porque le recuerdan é indican su poder
y grandeza , tanibien disgustan é incomodan al que
las usa, porque le advierten su flaqueza é inferioridad.
1-Ié aquí porque nada es mas raro que encontrar
inferiores sinceramente apegados á sus superiores;
.estos por lo comun hacen sentir á sus favorcitos to-
da la distancia que establecen entre ellos la clase y
el poder.


La consideracion que mostramos á nuestros
iguales se llama urbanidad , cortesía , buena crian-
za , aunque no les profesemos verdadero cariño; es,
ta es una moneda corriente, que cada uno dá y
recibe por lo que vale. La vida social pide que se
use de buena crianza con las personas indiferen-
tes , y como ademas nosotros la exijimos de ellas,
es visto que semejante conducta está fundada en
justicia.


Las demostraciones de consideracion son debi-
das al mérito, á los talentos raros y útiles, y á las




152
SECCION V.


virtudes. T,as de amor y ternura lo son á la arnis-
tad. La atencion que tenemos con nuestros inferio-
res, se llama bondad, afabilidad. Debemos usar de
estas demostraciones, porque este es el medio de
conciliarnos su afecto , el cual nunca puede ser
indiferente al hombre de bien; este se avergonza_
ria de deber al temor los respetos y homenajes que
desea obtener del corazon. Los indicios de benevo-
lencia universal son debidos á todos los hombres,
porque son nuestros semejantes. En fin, para un co-
razon sensible no hai cosa alguna mas digna de
atencion y respeto que la miseria : á los desgracia-
dos todos debemos, al menos, consolarlos.


Cuando los ricos y grandes señores saludan con
afabilidad á -un infeliz, le muestran de este modo
que tienen humanidad , que no le desdeñan , que
le aprecian y le quieren bien. Nada sería mas con-
forme á la sana Moral que enseñar á los niños opu-
lentos á no despreciar nunca á sus inferiores; asi se
harian dignos de su amor, y evitarian el ódio y
envidia que la indijencia concibe naturalm.mte con-
tra los afortunadas y felices: pasibn que el orgullo
acrecienta é irrita. z No les basta á los hombres ser
infelices y miserables, sin hacérselo sentir todavía
mas cada momento?


La educacion debería preservar á los Grandes
de esa vanidad altiva y desdeñosa, que lejos de
inspirar• amor y confianza á los que la sufren, los
desvía, los ofende, y anuncia la distancia en que el
orgullo quiere mantenerlos. Semejante urbanidad
suele ser mas irritante y molesta que un insulto
manifiesto. Los Grandes , dice un moderno, que
aburren y fastidian á los hombres á fuerza de corte-
sías sin bondad, merecen que se les aburra y fastidie
á fuerza de respetos sin cariño._ La cortesía en los
Grandes debe 'ser humanidad; en los inferiores grati-
tud, si los Grandes la merecen; en los iguales apre-


CAPÍTULO VII. 153
Cío - y servicios recíprocos (1).


Los habitantes de la Corte son ordinariamente
mas urbanos, porque están acostumbrados al temor
de lastimar el amor propio de los que pueden ser-
virlos ó perjudicarlos en sus proyectos; y saben ade-
mas que algunas veces el hombre mas despreciable
puede poner obstáculos á sus deseos. Por otra parte
los Grandes suelen ser corteses con el fin de ser
así mas respetados, ó para advertir á sus inferiores
de la sumision que esperan de 'ellos.


El deseo de servir y obligar 'debe ser contado
en el número de las cualidades mas apropósito pa-
ra conciliarnos el cariño en la vida social. Esta dis-
posicion dimana visiblemente de la benevolencia y
los socorros que debemos á los seres de nuestra
especie. De este modo el hombre atento, cortés y
oficioso adquiere derecho al aprecio y cariño de los
denlas. El hombre que emplea su crédito y poder
en sacar del olvido al mérito ignorado, reparar las
injusticias del destino , prestar socorros á la huma-
nidad, es un verdadero bienhechor, digno del re-
conocimiento de todo buen ciudadano. Aunque el
deseo de servir no produzca semejantes efectos, siem-
pre es agradable en el comercio de la vida , por-
que nace de la complacencia y urbanidad, que nos
inclinan y aficionan á los que pretenden compla-
cernos. Mas el deseo de servir, lo mismo que la be-
neficencia, no debe jamás ejercitarse á costa de la
virtud. Servir y obligar á malvados es dañar á la.
Sociedad, y aun á sí propio muchas veces. Servir
á los viciosos en sus desarreglos es hacerles un mal
verdadero. Prestar ausilios á la iniquidad es hacer-
se cómplice de ella. La debilidad de servir ó coni
-placer á personas inútiles ó perjudiciales es una co-


(t) Véase la obra citada, Considerations sur les Mczars.
TOMO III.. 20




15:4 SECCION V.
barde adulacion. Una urbanidad escesiva, una COM.,
placencia imprudente y comun , una oficiosidad in-
distinta producen muchas veces tantos males en el
comercio, de la vida, como la descortesía y bruta-
lidad..


Por grande que sea la.
familiaridad en que los,


hombres vivan entre sí, la urbanidad debe siempre
acompañarlos: es el amor propio tau facil de ofen-
derse, y la vanidad tan propensa á irritarse, que
siempre es. necesario usar de precaucion con ellos.
Nuestros: amigos nos dispensan gustosos de las in
comodidades y fórmulas. comunes de la urbanidad
y etiqueta ;. pero nuestros amigos . no pueden con-
sentir en que se los desprecie. Nada es mas cruel.
que el desprecio. de parte de aquellos á quienes.
amamos, y de; los que queremos ser amados.. Así
la amistad.


, aunque no. guste de cumplimientos
indicios esteriores. de urbanidad y cortesía ,, exije
siempre los. afectos. sinceros, que anuncian estas de-
mostraciones. Las chanzas y burlas picantes,. los:
dichos. y conversaciones. indiscretas,. que .


á.
la.


fami-
liaridad parecen permitidas,. son las, causas comu-
nes. de: los rompimientos >


disensiones y riñas, que Se
ven en la sociedad..


El. amor propio, que siempre nos. adula , y el
atolondramiento que no ve las cosas como son en
sí,, hacen que muchas. jentes presuman demasiado,
de la. amistad de las. personas que .


tratan con fte-(-tienda,,
porque ignoran hasta qué punto podemos;


familiarizarnos, con ellas. sin riesgo de ofenderlas.,
Fácilmente.


se supone que: todo es. lícito con los. que
S2 llaman íntimos amigos',5: siendo asi que estos pre-
tendidos amigos no tienen con nosotros, mas. amis-
,tad que una benevolencia jewal, que nunca de-
bemos.


confundir con la verdadera amistad.. El mm1-
do está lleno de neciós presurnidos que se hacen
desagradables. los que.


aun no conocen lo, que
.
era


CAPÍTULO VII. 155
menester.. No sabia yo que éramos tan amigos, de-
cia uno á un necio que presumia demasiado de su
afecto y cariño: no sexis tan frsnoo decia otro á
uno que gastaba con él unos modales demasiado fa-
miliares. Un poco de reflexion Ino debiera mostrar-
nos que hai ocasiones en que un amigo el mas que-
rido puede incomodar á su amigo ?


La misma union conyugal, para mantenerse en
su fuerza y vigor, no dispensa á los esposos de las
atenciones que demuestran su aprecio y el deseo de
complacerse. En público, los esposos que sean dis-
cretos respetarán mútuamente su amor propio, y
cuidarán de no faltar uno con otro á estas conside-
raciones que acreditan su concordia y 'cariño. Hai
jentes imprudentes é inconsideradas , que se reu-
san á manifestar su buen afecto á las personas, cu-
yo amor tienen tanto interés en conservar. La So-
ciedad está llena de esposos, que no se distinguen
sino por sus malos modales; de padres , que tratan
á sus hijos sin ningun apego ni atencion; de ami-
gos, que se persuaden que todo les es permitido
con sus amigos; y de amos en fin , que no pue-
den hablar bondadosamente y con ánimo sereno á
sus criados. Asi sucede que los hombres que viven
con la mayor familiaridad, llegan regularmente á
detestarse.


Los miramientos y buenos modales tunca 'son
importunos ni perdidos: los diferentes modos de es-
presarlos con la conducta y las palabras sirven para
mantener en los corazones de los hombres las dis-
posiciones necesarias á su recíproca satisfaccion. jamás
estamos satisfechos y contentos con los que nos dan
á entender que no nos miran y respetan como qui-
siéramos nosotros.


Aun á las personas enteramente desconocidas
debemos ciertos miramientos y consideracionzs. Un
hombre verdaderamente sociable debe abstenerse


• •




156
SECCION V.


de ofenderá cuantos la casualidad le presente. Este
desconocido puede ser un hombre de gran mérito 6
clase distinguida , y tener que arrepentirse despees
de no haberle mostrado la atencion que era justa.
No hai quien no se avergüence de haber tratado
con lijereza y poco respeto á una persona descono-
cida, cuando luego llega á saber que era un perso-
naje respetable. Ademas, el hombre de bien, siem-
pre animado de la pasion de la benevolencia uni-
versal, desea demostrarla aun á los que sólamente
habla de paso..


Así las consideraciones debidas á la Sociedad nos
prescriben miramiento y urbanidad aun con aque-
llas personas con quienes no hemos tenido ni teia-
drémos union particular. Nada es mas impolítico ni
impertinente que las miradas de curiosidad é inaten-
cion con que muchos hombres, que se tienen por
bien criados., fijan sus ojos en las mujeres en ca,--


en paseos y parajes pUblicos. La buena educa-
cion. y la decencia debieran ciertamente enseñarnos.
que no es justo ofender con ojos poco honestos. la.
modestia de un scxó, á quien el nuestro debe res,
petar, 6 no sonrojar por lo menos..


En. jeneral „ el hombre, de bien debe contraer el
hábito de. no ofender á nadie. Por no ,


observar una
regla tan sencilla ¿á. cuántos peligrosos. inconvenien-
tes. no se espolien á.


cada paso una multitud de.
imprudentes? Al ver el modo con que muchos se
comportan en público. con los que la. casualidad. les:
presenta,, no. parece sino que un desconocido es para
ellos un enemigo con el cual quisieran pelearse. De
aquí nacen encuentros. imprevistos . , cuyos resulta,-
dos. son á veces_ rnui serios entre personas poco dis-
puestas á. sufrir las. miradas insultantes 6 los moda-
les poco colnedidos de los. que encuentran al paso..
Y qué! ¿serán vergonzosos los. miramientos que en-


tre Si: se, maestrea unos, mistados conciudadanos?


-CAPÍTULO VII. 157
El medio , mas seguro de vivir bien y felizmente


con los hombres, es manifestarles enmanto sea pó-
sible, que les tenemos el afecto que piensan mere-
cer de nosotros; y nunca es vituperable que les sa-
crifiquemos una parte de nuestro amor propio: mas
vale , en jeneral , pecar por esceso que por defecto
en estas cosas. Pero la vanidad del hombre es tan
mezquina y pobre, que teme privarse á sí misma
de lo que concede á los otros; s6 pretesto de evitar
la bajeza y adulacion se reusa muchas veces á una
inocente condescendencia con las debilidades huma-
nas, á las que una verdadera grandeza de alma se
prestaria sin repugnancia. Nunca es bajeza demos-
trar induljencia; por el contrario, es una señal de
grandeza , cuando de su facilidad no resulta ningun
mal. Siempre es razonable ceder á la fuerza (1); y
jenerosidad, someter su amor propio al de un hom-
bre que por otra parte puede tener algun mérito,
al de un amigo que á vuelta de sus defectos puede.
tener hinchas cualidades apreciables. Si en el co-
mercio de la vida se obstinase el hombre en apre-
ciar á los demas por lo que rigorosamente valen, á.
cada paso estaria en discordias con todos.


Muchas personas tienen por punto de honor usar
en el comercio de la vida de una severidad que los
hace molestos y desagradables. Dicen que son fran-
cos, que no son aduladores;, al paso que en el fon-
do son realmente vanos, groseros, pequeños, malig-


(I) Los Lacedernordos . , que no eran hombres bajos ni débiles,
nos han dado un bello. ejemplo 4e la induijencia que puede y
debe tenerse con la locura de los Grandes: Habiendo tenido.
Alejandro la pequeñez de pasar pon hijo de Júpiter, y por Dios,
quiso. ser reconocido por tal en todos los Estados de Gredal.
los Lacedetnonios sobre esto dieron este decreto verdaderamen-
te lacónico : Ptlesclue Alejandro quiere ser Dios , pr:ale
rabuen.a.,.




I.,


nos y envidiosos en el mas alto grado. La virtud,'
dice Horacio, consiste en un medio entre dos vicios
apuestos., igualmente distante de sus estrenos (1). En
efecto, un alma verdaderamente noble y jenerosa no
teme envilecerse con su facil induljencia , ni se aver-
güenza de dar á los otros mas de lo que pueden
exijir. Sólo una vanidad inquieta y orgullosa es ca-
paz de pesar en una rigorosa balanza lo que ha de
conceder ó negar á los otros. Todo sacrificio del
amor propio cuesta infinito á las pequeñas almas;
estas -únicamente miran corno importantes las puras
bagatelas, y queriendo ser urbanas y corteses con
estremo , se hacen odiosas , molestas é imperti-
nentes.


De aquí esa continua lucha entre las vanidades
del mundo. Los hombres vanos temen pasar del co-
to y degradarse con la induljencia que muestran á los
otros. Los Grandes afectan un desprecio estudiado O'
al sabio Ó literato , con quien desean recrearse,
mas sin consentir que sus talentos los acerquen mu-
cho ó los igualen á ellos : el hombre de calidad pre-
tende que el hombre de mérito , mas no de ilustre
sangre, ocupe siempre su lugar. El trato que por mi-


_ ras particulares se entabla entre la nobleza indijen-
te y la clase opulenta , no es ordinariamente sino
una guerra de dos vanidades igualmente ridícu-
las.


Los Oficinistas y los Literatos tienen á ve-
ces la vanidad de tratar con los Grandes , que -- '


a desprecian á entrambos, y piensan engrandecerse
con unas conexiones que antes bien los degradan,
puesto que los Grandes , de quienes locamente se
figuran amigos , los miran como á hechuras suyas,
como á unos inferiores á quienes se dignan de hon-
rar con su condescendencia. Los grandes, decia Dió-


.(1) Virtus est Inedium vitiorusn , et utrinque reductum.
Horat. Epist. 18 1


lib, I, vers. 9.


CAPÍTULO VII. 159
genes, son como el fuego, que conviene no alejarse ni
acercarse mucho á el„


Nada es mas prudente ni ventajoso que no sa-
lir cada uno de su esfera. Un Arabe ha dicho opor-
tuna y sabiamente , vale mas no vender que perder..
El trato con los Grandes nunca ó raras veces pue-
de ser provechoso á los pequeños. Los talentos y la
sabiduría son nada á los ojos de un hombre de ca-
lidad que presume no hai cosa comparable al na-
cimiento : la virtud misma le parece inútil al corte-
sano que sólo aprecia lo que puede conducirle á la
fortuna : el mérito. pierde su valor con los que no.
le tienen : el hombre de injenio. y de talento se
cambia en tonto y necio en la compañía de un necio
titulado : el hombre científico forzosamente ha de ser
vil y bajo, si se propone agradar á los. Grandes.. El tra-
to frecuente con ellos. priva por lo. comun á los ta-
lentos de aquel noble orgullo , de aquella valentía.
y libertad que 'los harian capaces de emprender y
realizar/cosas útiles y grandes (1)..


(1) La vanidad, por lo, comun , tiene mas parte que el
buen gusto ó el amor de las. ciencias en los favores que los
Príncipes muestran á, los Sabios y Literatos.. Las Memorias de
Brand:bato-g hablan. de un Soberano fastuoso que instituyó
una Academia corno necesaria á su gloria , tanto como tener
una casa de fieras. y todo jénero. de animales raros y estrafios.,
Dionisio. el jóven , tirano de Siracusa , se esplicaba con la ma-
yor franqueza sobre este punto ; y decia que mantenia en su Cor-
te filósofos y literatos. , no porque, los estimase , sino porque
deseaba ser estimado en fuerza del favor y proteccion que,
los dispensaba. Piu.tareo Dichos Notables. Muchos Tiranos y


-
Déspotas han favorecido las letras con las mismas miras y
designios que Dionisio : de este modo. han tenido panejiristas,
y á veces defensores. de sus mas vituperables acciones. Los.
Príncipes han honrado y distinguido. á los. Astrónomos , jeó-
vacuas „ Anticuarios , y sobre todo. á. los Poetas. mas no se
vé que hayan apreciado á los. Filósofos sinceros y veraces,
Los beneficios de. los déspotas han sido muchas veces un obs....
táctil° á los progresos del entendimiento humano..


SECCION V.




160 SECCION V.
El hombre de mediana fortuna sólo gana en el


trato frecuente con la opulencia el desao de enri-
quecerse, el gusto del luxé, el amor de la pompa y
profusion, y la tentacion terrible de arruinarse por
no ceder al otro , cuyo fausto le deslumbra :
hombre sabio y prudente no debe salir de su esta-
do; este es el modo de evitar los disgustos que le
causariari las altiveces , las sujestiones y vanidad.
de los otros. Las locuras del grande producen la
ruina del pobre ó su fortuna limitada. Siempre se-
rá mas prudente economizar que esceder sus pro-
pias facultades.


Jeneralmente hablando , es cierto y constante
que no puede haber un recíproco y constante de-
leite en las conexiones irregulares de la sociedad,


en las amistades entre personas que se diferen-
cian mucho en su nacimiento , estado y fortuna,


en sus talentos, jenios y carácter. Los que se re-
conocen 'superiores en qualquier jénero , se valen
de esta superioridad contra sus inferiores; de aqui
nacen las discordias y Odios, frutos necesarios de las
altiveces, menosprecios y burlas que comunmente
se usan con el que es tenido por inferior. Los pe-
queños no pueden esperar de los grandes sino des-
precios; y los hombres de un talento sublime des-
deñan, á su ejemplo, á los hombres mediocres.


Hai jentes que por ambicion quieren sobresalir
en las sociedades que frecuentan, y para conseguirlo
prefieren el trato de sus inferiores al de sus igua-
les, como que de estos no lograrian las mismas
ventajas y preferencias. Asíqué los hombres de ta-
lento tienen á veces la flaqueza de huir de sus se-
mejantes, y gustan del trato de los necios á fin de
dominarlos; i poder poco glorioso , ciertamente , el
que se ejerce en hombres despreciables ! Sólo una
vanidad pueril puede lisonjearse con los homenajes
de aquellos que desprecia.


CAPÍTULO VIL 161
Sean cuales fueren los motivos , es debilidad,


bajeza y necedad tratar con frecuencia é intimidad
á personas á quienes no es posible querer ni apre-
ciar. Nada mas \'il que la conducta de aquellos
grandes y poderosos , que sólo para reirse y burlar-
se de ellos frecuentan los convites de los hombres
de ayer acá. El hombre de carácter y de providad
huye del trato frecuente y familiar de las personas
poco amables. No visita al hombre vano , porque
tendria que sufrir su vanidad ; ninguno desconoce
tanto sus deberes como un necio enriquecido ; nin-
guno es mas insolente que él cuando está rodeado
de pegotes y aduladores. El hombre de bien no fre-
cuenta la compañía del pródigo , porque se ayer-
gonzaria de contribuir á su ruina , y aprovecharse
de sus locuras : tampoco se asocia íntimamente con
personas sin honor y despreciables , porque se res-
peta á sí mismo, y teme deshonrarse. á los ojos de
los lemas hombres.


El 91undo está lleno de jentes cuyo trato nó
puede frecuentarse sin necesidad de disculpa y apo-
lojía , ó sin esplicar uno los motivos de sus cone
xiones con ellas. Conviene , puos, encuanto sea po-
sible , unirse con personas apreciables , cuyo trato
no sea ruboroso , y que no necesite ni apolojía ni
esplicacion. La casualidad , las circunstancias , ó la
necesidad pueden ponernos en precision de encon-
trarnos algunas veces con personas no dignas de
nuestro afecto verdadero y sincera estimacion ; mas
es bajeza y falsedad vivir íntima y familiarmente
con personas á quienes es imposible profesar aprecio
ni cariño. El adulador y el infame son los que pue-
den consentir en la continua esclavitud de ocultar
su rostro bajo la odiosa máscara de la disimulacion
y la mentira.


Cualquier partido que se adopte , el que quiera
vivir en el mundo debe prestarse, encuanto le sea


TOMO III.


21




162 SEC CION V.
dado , al amor propio , bien ó mal fundado ;- de los
que tratare con frecuencia ; y si para esto no tu,
viere valor , abstengase de un trato que no le con-
viene.. El misantropo es siempre un soberbio ó envi-
dioso., cuya vanidad y orgullo se irritan de todo.
Vivir con los hombres es vivir con unos entes lle-
nos de amor propio y preocupaciones , á que es
necesario suscribir ó condenarse á vivir en soledad.
Nuestro amor propio debe enseñarnos que es menes-
ter cerrar los ojos al amor propio de los otros ; el
hombre prudente y sociable trabaja en reprimir el
suyo. La fortaleza , la grandeza de alma y la ver-
dadera nobleza se acreditan en vencer sus propias
debilidades y soportar las ajenas. El grande arte
de vivir consiste en exijir poco y conceder mucho.
Para estar contento y satisfecho de todo el mun-
do es necesario hacer que las personas con quie-
nes vivimos están contentas y satisfechas de sí y
de nosotros , objeto que merece seguramente algun
sacrificio.


Por el bien de la paz conviene algunas veces
pasar por muchas cosas , y no sacar partido de su 40,,
propia superioridad. Los hombres están perpetua-
mente




'-


en guerra, no por grandeza de alma, sino
porque no tienen el valor de ceder. Las corporacio-
nes y los individuos se aborrecen y desprecian,
porque no tienen ni las mismas pasiones , ni los
mismos gustos , ni los mismos modos de ver y sen-
tir , ni las mismas preocupaciones. Un cortesano
ambicioso , un príncipe , un conquistador , miran
con desprecio las teorías é investigaciones de un fi-
lósofo , como contrarias á sus gustos y preocupa-
ciones: de su parte , un sabio compadece la locu-
ra de éstos y observa que un alma grande y ele-
vada nada vé de admirable y sublime sobre la tier-
ra sino es la virtud : los altos cedros le parecen
pequeños arbustos al águila que se libra en los


CAPÍTULO VIL 463
aires , y mira desde sus alturas la tierra.


Mas para vivir con los hombres es menester
prestarse á sus opiniones, só pena sino de ser abor-
recido de ellos; lleno cada cual de su amor pro-
pio y sus ideas olvida el de los otros , y no se
conforma con la opinion que tienen de sí mismos;
y hé aquí el oríjen y manantial de todas las inco-
modidades y disgustos de la vida. El mundo es
un espectáculo , en que cada uno piensa ventajo-
samente en su favor ; y para bien representar uno
su papel conviene que deje á cada cual represen-
tar el suyo. El papel del hombre de bien es ser
paciente , jeneroso , induijente , y reprimir en el
fondo de su corazon los ímpetus de cólera é in-
dignacion , que sin correjir á nadie le harian infe-
liz. El humor negro no haría mas que producir-
nos turbacion é inquietudes , y condenarnos á ser
aborrecibles á todos aquellos con quienes debemos
vivir en paz.


. Noypor las locuras de los hombres ha de re-
ñir el sábio , y ponerse en guerra continua con eljénero humano. Bien es cierto que en su interior
se rie de ellas , pero se presta sinembargo á -los
juegos pueriles de aquellos en quienes la razon no
se ha manifestado todavia : sabe que una amarga
censura no puede contener el torrente de la moda
y las preocupaciones. Sumisos á los usos honestos
del mundo , de los cuales no somos ni árbitros ni
reformadores , y esperando que el espíritu humano
se desate y desprenda de los andadores de la preo-
cupacion , dejémos á cada uno el lugar que la opi-
nion le asigna ; usemos de atencion y considera-


.ciones con nuestros semejantes ; no los aflijámos
con una conducta altiva y arrogante , que haria
inútiles las lecciones de la sabiduría. El filósofo sin-
cero y veraz manifieste , si , en sus escritos la ver-
dad sin nubes porque así es útil y necesario para




164
SECCION V.


la sociedad; mas , pues vive en el:
mundo. atien-


da y consulte la debilidad de los mortales ; sea in-
duljente con sus conciudadanos, y no declare una
sangrienta guerra á todos sus deseos ; respetuoso
con sus superiores , urbano y cortés con sus igua-
les , y afable con sus inferiores, no se arrogue ja-
más el derecho de chocar y combatir con cuantos
la casualidad le presente ; frecuente y estudie al
mundo , y no tenga por mérito huir de él ; no vi-
va íntima y familiarmente sino con personas esco-
ndas , cuyas ideas , disposiciones y costumbres con-
fronten con las suyas ; á éstas solamente franquee
su corazon , y con ellas laméntese de los caprichos
y tristes locuras que sacrifican á su patria , y de
las insensatas opiniones en que tantas jemes cifran
su bien .


y su felicidad ;. Mas sepa al mismo tiempo
que el cinismo , la misantropía , el mal humor y
singularidad son enteramente incapaces de correjir
y desengañar á los hombres.


No toques, dice Pitágoras, indiferentemente tu
mano con-la de todo el mundo (1). Este precepto tan
sabio parece que está ignorado de esas confusas asam-
bleas: que cunden por todas partes. Aunque el hom-
bre sociable no se halle autorizado para hacer en la
sociedad el papel de un rindo censor, debe no obs-
tante evitar el trato de losaperversos ,. entre quienes
estaria fuera de su lugar-Uno de los inconvenientes
mas molestos de las ciudades opulentas y ,populosas
proviene de la confusa mezcla de tratos y conumi-


(1) Este es el undécimo de los símbolos de este Filósofo,.
en la traducion de Dacier, pág...183. toro.. 1. Edie. de París
de 1706. Se halla tambien en el tratado de Plutarco, de la
pluralidad de los Amigos, en el tom. 1. de sus obras morales,
de la Version de Amiot, pág. 265. vuelta, Edic. de Vasco- .
san , eh octavo.


CAPÍTULO VII. 165
cationes: en estas sociedades se encuentran confun-
didas á menudo personas apreciables con hombres
desacreditados y dignos del desprecio. Mas qué digo!
estos son á veces no sólo tolerados, sino queridos y
buscados por sus cualidades festivas y jenios decido-
res, que se aprecian y prefieren con mucha frecuen-
cia á las dotes del alma. A falta de una censura pú-
blica que infamase tódos los malvados, los hom-
bres de bien, estrechamente unidos entre sí, debe-
rían escluir de sus concurrencias á estos hombres no-
tados en su reputacion, que,-porque las leyes los
dejan impunes, se presentan descaradamente en to-
das' partes.


Nada es mas estrafio ni pernicioso que la faci-
lidad con que las personas mas despreciables, juga-
dores, aventureros, pícaros, estafadores y petardis-
tas logran introducirse en lo que se llama buena.
sociedad, la cual no puede menos de avergonzarse
de los miembros que la componen, siendo estos mu-
chas veyes los hombres mas viles y desacreditados.
Las jentes del mundo., fáciles en sus tratos y cone-
xiones, y dominadas de un pesado y continuo fasti-
dio , proponiéndose sólo pasar el tiempo , dicen
en su interior de aquellos con quienes tratan y co-
munican , " ello es cierto que son picarós y briba-
',nes , pero es menester divertirse y no hacer caso
” de nada."


Jeneralmente se tolera y perdona con facilidad á
los perversos el mal que hacen á los denlas, porque
en la confusion del mundo no se hacen tan temibles
como debieran serlo los corrompidos y viciosos.
Se escucha con placer al que murmura, infama y
calumnia á nuestros semejantes , con tal que tenga
gracia y talento para hacerlo. Asi es que el hombre
del mas dañado corazon pasa á menudo por chistoso
y divertido. El amor propio de los que dan oidos á
un malvado que los divierte, los persuade que este




466
SECCION


cambiará de estilo y carácter en tratándose de ellos,
y que no se les atreverá cómo se atreve con los
otros. Mas sinembargo esto es lo que sucede con fre-
cuencia ; y entonces el hombre chistoso y deci-dor es en dictamen de ellos un monstruo abo-
minable.


Todo el mundo reconoce en la teórica el peligro
de los tratos y conexiones del mundo, mas le ol-
vida en la práctica. Nada es menos agradable


. y se-guro que las casas abiertas y francas á cuantos se
presentan en ellas. Las jentes cuya vanidad se ofus-
ca con la idea de tener una numerosa tertulia, de-
bieran temer muchas veces encontrar con personas
sospechosas y perjudiciales. Cuando á uno se le da
entrada por su nombre , título, jenio ó agradablestalentos , y á veces por sólo su vestido, hai gran


• riesgo de arrepentirse un dia de haberle admitido en
su casa. Las dotes y cualidades del sujeto son las
que deben averiguarse con el mayor cuidado antes
de unirse á él. Mas las jentes del mundo hacen po-
co aprecio de los hombres de bien, que regularmen-
te les fastidian y molestan , y á similitud de los ni-
tos, huyen de las personas sensatas, porque las pue-
den incomodar.


en sus vanos y pueriles recreos.
Es un inconveniente harto comun en el mundo


,1/ 1
1.la facilidad con que los hombres se presentan unos 'á otros en las tertulias y sociedades. Las personas


sensatas no admiten indiferentemente á todo el mun-
. do; y todo hombre racional y prudente se abstienede: presentar é introducir , aun en casa de sus mas ín-
timos amigos., á las personas que conoce poco, á
nada tienen de conforme á los gustos, carácter y
costumbres de aquellos á quienes las presenta. Son
muchos los engaños en esta parte; cada uno se ima-
jipa que el hombre que á él le agrada, tiene cuali-
dades para agradar á todo el mundo, siendo asi que
las mismas propiedades


.
con que un hombre nos


CAPITULO VII. 167
agrada, le hacen desagradable á otros. El talento de
hermanar á los hombres es raro, como lo verémos
mui pronto; mas contribuye mucho al .placer de la
sociedad, y causarla muchos mas en el trato del
mundo.


La vida social exije que, sin Ofender la justicia,
todo hombre prudente observe las leyes del decoro,
el cual no es mas que la conformidad de la con
ducta con lo que la sociedad, donde se vive, ha juz-
gado conveniente. Por consecuencia, el decoro pres-
cribe no combatir abiertamente las costumbres y mo-
dos de obrar jeneralmente adoptados, cuando nada
tienen de contrario á. la virtud, esto es , á la decen-
cia natural, siempre superior á la decencia y decoro
de convencion.


La razon, pues, condena la conducta insolente
y chocante del cinismo antiguo, que hacia alarde
de insultar toda decencia en las costumbres: tam-
bien vitupera esa filosofía que sólo se complace en
contrariar agria y severamente los usos inocentes,
haciéngse notable por su singularidad. Se celebra
en Pitágoras haberse sábiamente acomodado con todo
el mundo; su máxima era no salir del camino comun.
Todo hombre que afecta singularidad, anuncia un
alma llena de pequeñeces para él de la mayor im-
portancia. Esta estravagancia del espíritu por su no-
vedad parece al pronto que interesa, mas el público,
vuelto en sí de su sorpresa, castiga comunmente con
el desprecio al hombre singular , descubriendo en él
prontamente su necia vanidad. Los modos de obrar
.singulares y fuera del Orden comun, todos á mi pa-
recer , dice Montagne , nacen mas bien de la locura,
ó de una afectacion ambiciosa, que de la verdadera y
sana razon.


No es justo . ni permitido separarse de los usos
prescritos por las convenciones, sino cuando son evi-
dentemente repugnantes á la recta razon y equidad




100 SECCION V.
natural, y por lo tanto al bien de la sociedad. ea..
ton obró cuerda y prudentemente en salirse de
un espectáculo, donde iba á presentarse una mu-
jer desnuda á la vista impúdica de un pueblo cor-
rompido.


Se puede y debe ser decente aun enmedio de una
sociedad de costumbres criminales y viciosas : todo
hombre de bien debe reusar el tener parte en la
depravacion jeneral , porque sabe que esta es
esencialmente mala y perjudicial , y entonces no
se hace singular sino para aquellos cuyos juicios
desprecia.


La decencia natural se funda en las convenien-
cias necesarias de los que viven en sociedad, en el
interes constante de los hombres, en la virtud: esta
decencia nos prohibe las acciones aprobadas por el
público , cuando son evidentemente opuestas á las
buenas costumbres; sus leyes deben ser en todo tiem-
po preferidas á las opiniones, las costumbres, y con-
venciones arbitrarias , autorizadas por la sinrazon de
los pueblos, los cuales muchas veces se forman ideas
falsas del decoro. Se cuenta que hai naciones salva-
jes donde las mujeres tienen la costumbre de pros-
tituirse con los extranjeros , y se tienen por ultraja-
das de los que reusan y resisten á sus favores y ca-
ricias; el inglés, que acordándose de que hIbia de-
jado á su esposa en su patria, se negó á esta cos-
tumbre impúdica , pudo mui bien parecer ridículo
á estas mujeres sin pudor, pero se hito estimable á
los ojos de todos los entes racionales.


Las mismas naciones corrompidas respetan re-
gularmente la decencia, y se muestran indignadas
contra su violacion. Esta especie de hipocresía nos
prueba que los hombres mas viciosos se avergüen-
zan de sus desórdenes , y no pueden consentir
en que se los tenga por lo que son en realidad.
Una mujer viciosa se sonroja y avergüenza al ver


CAPÍTULO VII. lb()
en público una cosa inmodesta, y oir dichos y pa-
labras obscenas (1).


El decoro es la conformidad de nuestra conduc-
ta con el tiempo, lugares, costumbres, circunstan-
cias y personas con quienes vivimos ; consiste en dar
á los hombres y á las cosas el lugar que les corres-
ponde, y á Cala cual lo que es suyo; de donde se
infiere que se funda en la equidad , que nunca pue-
de aprobar las cosas injustas y deshonestas. Faltar
al decoro es faltar á la justicia. La educacion, el
ejemplo y uso del mundo nos dan ideas verdaderas


falsas del decoro; á la razon ilustrada es á quien
pertenece el juzgar de él sin apelacion.


El decoro nos prohibe chocar en nuestras accio-
nes ó discursos con las personas con quienes vivi-
mos: por consecuencia nos prescribe el huir de to-
do lo que puede escitar en los otros ideas poco favo-
rables de nosotros, ó representar á su imajikiacion
objetos desagradables. 11-lai nada mas contrario al
decoro que las palabras deshonestas y las conversa-


(í) En las naciones civilizadas y sin buenas costumbres es
casi imposible sacar á la Escena los vicios y desórdenes que
mas reinan en el mundo, porque el público entonces gritara
contra esto como indecente ; y las personas culpables de estos
vicios no serian las últimas á quejarse de que se les ofendia.
La escasez de buenos argumentos para la comedia , y la Uni-
formidad de las piezas dramáticas provienen de la delicadeza
hipócrita de los espectadores : estos sólo quieren y apetecen in-
decencias artificiosamente encubiertas, á fin de escusarse de
pecar groseramente contra la decencia que tanto finjen respe-
tar. Muchas piezas de Moliere , las cuales fueron aplaudidas
en el siglo pasado , serian hoi gritadas con indignaeion. ¿Pro-
bará esto que el público de nuestros dias es mas virtuoso y


«morijerado que el de aquel tiempo? No por cierto; esto prue-
ba que el público de hoi es mas civilizado ó menos franco, y
que sabe mejor que antes que es vergonzoso elojiar las : cosas
contrarias á la decencia.


TOMO III.


11P


22




1.tu
SECCION V.


clones opuestas al pudor, de que tanto abundan las
tertulias y el trato familiar? Aunque el uso parezca
que autorice, al menos entre hombres, las conver-
saciones de este jénero, siempre sinembargo serán in-
decorosas á los que tengan el respeto debido á la ho-
nestidad de las costumbres.


Si las personas bien educadas se habituan á la
limpieza y aseo esterior para no descubrir á la vista
objetos desagradables y sucios , deben tambien te-
ner esta misma consideracion respecto del oido. No
se puede menos de vituperar y proscribir de toda
ponversacion esos pormenores asquerosos de achaques
y enf2rmedades , que sin reserva alguna se hacen
unas á otras, personas que por su educacion debie-
ran ser mas reservadas. En este punto nos contenta-
remos con decirles que los razonamientos y conver-
saciones no deben dejar en el. ánimo de los oyentes
sino es imájenes, en cuya contemplacion puedan de-
tenerse con placer y sin peligro.


Los buenos modales son los modos de compor-
tarse en el mundo, introducidos por el uso y las
convenciones de la Sociedad ; estos consisten en el
porte , en los movimientos y actitudes del cuer-
po, en la manera de presentarse &c., buyo hábito
}tos facilita la educacion y el ejemplo: y aunque in-
diferentes en sí mismos, debemos conformarnos con
ellos, sopena de ser tenidos por descorteses y mal
criados. Mas en estos modales es menester tambien
evitar la afectacion, que siempre hace ridículos á los
40álbrés.


Para ser agradable en el mundo no basta poseer
ciencia, talentos y virtudes, sino que es necesario
ademas usar de ellas de un modo interesante yapaci-
ble. El hombre de bien no debe mirar con indife-
rencia el título y opinion de hombre amable. Es
unIneglijencia, una necedad ó presuncion , y no
multo, despreciar los medios capaces de conciliar-


CAPÍTULO VII. 171
se la opinion pública ; los ademanes ridículos , los,
modales inusitados , un esterior asqueroso y desa-
liñado, un tono bronco y grosero, una ínjenuidad
inoportuna , una ignorancia rústica de los usos re-
cibidos , son cualidades que molestan ó escitan la
risa. Es cosa necia é impertinente desatender ó ig-
norar los modos de comportarse consagrados por el
consentimiento de los hombres. Los buenos moda-
les son el colorido del mérito. La virtud se perjudi-
caria á sí misma, si rcusase los adornos que la ha-
cen mas interesante y atractiva.- El hombre sábio no
se afrenta de sacrificar á las gracias.


Por no reflexionar de este modo , muchas per-
sonas de mérito aparecen ridículas y sin cabimiento
en el mundo. Este, aunque por lo comun perverso,
tendrá justa razon para despreciar la sabiduría y
virtud , cuando las hallare desnudas de las gracias
que mira con aprecio. Por otra parte , el mun-
do no puede por lo comun juzgar sino del esterior;
sus juicios son superficiales , y por tanto falibles;
mas sinembargo no dejan de tener siempre algunos
fundamentos. La ignorancia de los buenos modales
anuncia una educacion descuidada, falta de refle-'
xion y una neglijencia vituperable. Un esterior desa-
liñado indica el desórden del ánimo. Asi corno una
hermosa fisonomía previene favorablemente á su pri-
mer aspecto, asi tambien los buenos modales, faci-
les, naturales y agraciados, descubren unas lauda-
bles disposiciones, corno son el deseo de ser amado,
el temor de ofender, un buen trato de jentes, el co-
nocimiento de las consideraciones debidas á la So-
ciedad, y una constante atencion á no faltar ni mos-
trarse contrario á ellas.


El verdadero saber vivir no es mas que el co-
nocimiento y práctica de los modos de obrar para
conciliarnos el aprecio y amistad de las personas
con quienes vivimos. Estos modales son buenos cuan-




172
SECCION V.


do nada tienen de contrario á la virtud, y la hacen
mas agradable é insinuante. Aunque nada sea mas
engañoso que las demostraciones exteriores, á pesar
de esto es cierto que un esterior agradable, sencillo
y decoroso anuncia un interior justo y arreglado.
Los buenos modales son la espresion de una al-
ma noble y buena. La virtud misma se hace mo-
lesta y enfadosa bajo una forma agreste y salvaje.


Cuando hablamos de los modales que la Mo-
ral prescribe al hombre sabio y prudente, no de-
cimos por esto que se conforme con esos modos
de obrar impertinentes, esas modas ridículas y va-
riables , ese lenguaje formulario y pasajero, y esosjestos y visajes , en que tantos necios y tantas
mujeres presumidas fundan lo que llaman buen tono.
Semejantes modales son efectos de una necia va-
nidad , desagradable á las personas sensatas, cuyo
solo voto y opinion debe consultar el hombre cuer-
do. Asiqué , distingamos los que un mundo l'uta
llama bellos modales de los que justamente son bue-


, nos modales : estos nacen del afecto y respeto que
todos debemos á la Sociedad. ¿ Hai cosa mas insul-
tante para esta que los ademanes francos y libres
de un petimetre, los afectados atolondramientos
de una coqueta , la desatencion estudiada de una
multitud de entes hechos de fi oura•5 los cuales to-b
dos , creyendo hacerse estimables con sus imperti-
nentes modales , se hacen odiosos y despreciables ?
Si los modales viles y groseros pueden ser dañosos
al mérito , los afectados de la fatuidad -no• le son
menos perjudiciales. El hombre de bien nunca debe.
confundirse en el número de los locos ; debe aspi-
rar á complacer á las personas racionales, y no
á la multitud sin juicio ni razon , de quien antes


debe huir. Una débil complacencia con los
caprichos de la moda degradaria á un hombre pru-
dente y le baria despreciable; de los; hombres es-


CAPÍTULO VII. 173
cogidos, y no de un mundo vano y frívolo, debe am-
bicionar el aprecio y amistad. Los' modales desati-
nados , lijeros y evaporados no son 'propios de un
hombre sociable, el cual ha de acreditar siempre
con su porte que cuida de complacer á sus aso-
ciados. Los modales soberbios , vanos y arrogantes
son ajenos del que desea merecer la benevolencia
de los denlas ; el hacerse ridículos é insoportables
es privativo de los tontos y necios. Un fatuo pre-
sumido sólo consigue con sus bellos modales perder
la consideracion de que se creia mui seguro.


Para hacernos amables es preciso que nuestros
modales anuncien á los otros modestia , compla-
cencia , dulzura , deseo de agradar , y temor de
ofender. Los modales usados en el mundo no son
por lo coman sino apariencias poco sinceras, por-
que los hombres fáciles en amistades no tratan á
jentes merecedoras del afecto : la verdadera corte-
sía y los buenos modales sólo se encuentran '-en
los que se aman y estiman con sinceridad.


En tina palabra , el trato de la vida exije que
nos habituemos á hacer lo que puede agradar , y á
huir cuidadosamente de todo lo que puede inco-
modar á los que viven con nosotros. El hombre
verdaderamente sociable debe observarse aun en
las mas pequeñas cosas ; las faltas reiteradas con
frecuencia no dejan con el tiempo de chocar á nuestros
asociados. La atencion y esactitud son cualidades lau-
dables en la Sociedad ; ellas se hacen fáciles y agra-
dables cuando el hábito las ha hecho familiares.


No obstante esto , á los ojos de muchas jentes •
la esactitud es virtud . de necios ; mas lo que con-
tribuye á conciliarnos la benevolencia no debe nun-
ca ser tratado de necedad ni debemos en mane-
ra alguna despreciar una cualidad, sin la cual somos
molestos y desagradables aun á. nuestros mas íntimos
amigos. La inesactitud anuncia por lo comun




174' SECCION V.
reza ó•Vnidad. La escrupulosa atencion y cuidado
de no ofender á otros son disposiciones apreciables,
porque demuestran y acreditan el temor de disgus-
tados. i No es cierto que toda la vida social debe
tener por único fin hacerse amable ? La esactitud
por consecuencia es necesaria, á no ser en aquellas
sociedades frívolas, en que el. hombre, perpetuamen-
te distraigo, y arrebatado de placeres pasajeros 6 re,»
pentinosecaprichos, no sigue jamás en' su conducta
ninguna dirección constante (1).


Si el descuido, la inadvertencia, la lijereza, el
atolondramiento. y la indiferencia sobre lo que se
debe á las personas con quien se vive , son dispo-
siciones capaces de alterar á la larga, y aun de
aniquilar la jeneral benevolencia, conviene, pues,
no descuidar en el trato de la vida las atenciones
con que probamos á los otros que pensamos en ellos,
y que no, olvidamos , sino que tenernos siempre mui
presente lo que les debemos. El hombre atento está
seguro de agradar ; sus cuidados le son agradeci-
dos; y cada uno siente en su corazon que es dig-
no de su gratitud. Las atenciones delicadas son aque-
llas que se anticipan al deseo, pues suponen que se.
procura acertar con nuestra inclinacion , sin-que se
manifieste esta; y son indicio de la agudeza y pe-
netracion en adivinar los pensamientos de las per-
sonas á quienes se desea obligar, y de sagacidad y
discrecion en dispensar los beneficios.


En jeneral, la atencion es necesaria cuando sequiere caminar bien y seguramente por el sendero
estrecha,y_escabroso de la vida. Ella es tan precisa


j
(1) Un hombre de talento aconsejaba á un amigo suyo que


amás permitiese.que le esperasen , para evitar que en el en-
tretanto el que le esperaba repasase sus defectos. Aspettare
e • non venire , segun los italianos, produce una mortal im-paciencia.


C.APÍ T11- 'I, O VII. 175
en lo frico corno en lo moral: la. destreza 6 finura.
es el fruto de la atencion; la torpeza desagrada y
perjudica, porque nos hace inútiles á nosotros y á
los denlas. La desnidña ó rusticidad nos espone á la
risa. El. hombre que quiere agradar en el mundo
debe atender á no dar ocasion á ser ridículo , por-
que esto siempre aminora el aprecio -y la estima¿on.
Cuidadoso de sí, el hombre Se corrije peco á poco
y el hábito hace facil lo que al principio parece di-
ficil ó imposible. Un 'átuo, un presumido, un tonto,
son incapaces de correjirse.


Estos pormenores , que á muchos parecerán qui-
zá minuciosos y pesados , no deben sinernbargo
mirarse con neglijencia , cuando se quiere
agradablemente en el mundo. Todo lo que contriL
buye á estrechar mas y mas los vínculos del cari
150 entre los hombres , no es 'ciertamente desaten-
dible en manera alguna. Es 'arreganciay es -'altivez
y necedad creerse uno dispensado ete practicar aque-
llo que puede granjearle la benevolencia , la erial
ningun hombre debe tener enimenós, sea cual fue-
re la idea que se formé de sus propios talentos y
superioridad. -


Entre las cualidades que- distinguen •á: les herri
bres en el comercio dei-la vida , y les 'nacen apre-
ciables , se deben colocar el talento , él been hu-
mor , la alegría ciencia , los conocimientos úti-
les ó agradables , el buen gusto &c.


El talento nos agrada •por su 'actividad los di-
chos agudos y repérlinos nós sOrprehenden erre.,
siéndonos nuevas ideas , y presentando á nuÇ sera
imajinacion pinturas que nos recrean : podemos
definirle la facilidad de penetrar las relaciones de
las cosas, y de explicarlas con gracia. El talento
asentado y profundo es el que comprehende con
esactitud y precision las cosas. El •buen talento es
el que entiende la correspondencia que tienen en-


11‘




1t'O SECCIO:N V.
tre sí estas cosas , y en consecuencia obra corno
conviene : el que posee este talento puede con ra-
zon llamarse hombre de bien é ilustrado.


La mayor gloria del talento es conocer la v er-
dad : él , solamente es apreciable encuanto es útil;
mas en manos de un perverso es un arma cruel
y terrible. El talento de un ente sociable debe ser
sociable , esto es -, contenido por la equidad , la
humanidad , la modestia y el temor de ofender;
el talento que se hace aborrecible es una verdade-
ra tontería ; el temor fue siempre incompatible con
el amor ; y la estimacion ha sido y será el amor
de las cualidades del hombre.


El talento que brilla á costa de los otros es
un talento peligroso , capaz de turbar la tranquili-
dad y dulzura de la vida. Las mas de las tertu-
lias se asemejan á aquellos sacrificios bárbaros en
que eran sacrificadas víctimas humanas.


Por no prestar la debida atencion á estas ver-
dades , los hombres de talento perturban y alar-
man muchas veces la sociedad. La vanidad que les
inspira la idea de ser temidos , los persuade que to-
do les es lícito, que pueden abusar impunemente de
sus talentos y hacer • que reconozcan los otros la su-
perioridad; seguros de los aplausos de algunos admi-
radores poco delicados, no los contiene la enemistad
de aquellos á quienes ofenden con sátiras mordaces;
aplaudidos por los envidiosos y malvados, de que
tanto el mundo abunda, suelen preferir locamente
su aprobacion á la de los hombres de- bien. En fin,
por un estraño trastorno. de ideas, la palabra talento
es ya comunmente sinónima de malicia, petulancia,
malignidad y locura.


Nada produce mas daños y molestias que la
maledicencia, la cruel sátira y el espíritu de censo-
ra , talentos funestos , con los cuales muchos hom-
bres pretenden distinguirse. La envidia, los celos,


CAPÍTttO Vil. 177.
y sobre todo la vanidad son, como hemos visto'
las verdaderas causas de semejante conducta. Se'
critica á los otros, y se manifiestan y ponderan
sus defectos sólo por ostentar su penetracion y su
buen gusto; y por conseguir un placer tan futil, se
arriesga uno á grangearse un sinnúmero de enemi,..
gos. Los indiscretos discursos producen á cada mo»
momento ódios inmortales, que tan temibles deben
ser á todo hombre racional. Simonides decia que
muchas veces uno se arrepiente de hablar y nunca
de callar. Un hombre se hace - mucho mas amable
cerrando los ojos á los defectos de- los otros , que
no apreciable por su prontitud en penetrarlos.


, ó decid algo que valga mas que el silencio.
El talento, para ser amable , debe estar ador-


nado de bondad; el hombre de bien, con un regu-
lar talento, es preferible en el comercio de la vi-
da al de mayor y mas sublime, inficionado de la malig-
nidad. Los grandes talentos son raros ; la Sociedad
no necesita continuamente de ellos , mas sí de las
virtudes sociables. La dulce y apacible injenuidad'
es preferible al talento é injenio , y los hace mas
apreciables cuando los acompaña. Leamos con pla-
cer las obras del hombre de talento , y del sabio
que nos instruyen ó deleitan ; mas vivamos con el'
hombre honrado y sensible, con cuya bondad po-
demos siempre contar. Elijamos por amigo al hom-
bre de bien que teme desagradarnos y nos ama;
prefirámosle á esos talentos temibles que ofenden y
sacrifican á sus amigos con chistes y agudezas. Mas
por una ceguedad comun se aprecia y desea mas
pasar por hombre de talento que por hombre sen-
sible y virtuoso: mas se quiere ser temible que ser
amable en las Sociedades en que todo el mundo es-
tá en guerra.


Ningun hombre, cuando no es bueno, es agra-
dable por largo tiempo en el trato de la vida. El


TOMO II/.


'23




178
SECCION- V.


hombre de talento , si es vano v perverso ;1
borra y


pdisipa el placer que causa coa sus escritos , y dis-ensa ál público de su agradecimiento. Un talento
dañino no hace bien sino á los envidiosos, mas en
cambio aflije á los corazones que lastima, é indig-
na á .


las almas justas. No hai monstruo mas temi-
ble que un hombre que reune' un malvado corazón,
á un sublime talento.


En la utilidad sola pueden fundarse lejítima-
mente, como hemos dicho antes, el mérito y la
gloria asignadas á los talentos diferentes del alma,
á las letras, ,ciencias y artes. , cuyo fin ha de ser
sacar .de los objetos diversos en que se ocupan,•
medios de aumentar la suma de la felicidad social,
y merecer de este


-modo el a precio, el reconoci-
miento y gratitud 'del público. 'La glOria no es mas
que la estimacion Universal, merecida con talentos
que agradan y hacen bien: dañar á sus semejantes„
cuyo cariño debe procurar todo hombre, sea cual
fuere su superioridad es obscurecer esta gloria y
hacerla dudósa, .
011


. A pesar de los preceptos ríjidos y aflictivos de
una. Moral austera y salvaje-, que prescriben que
una vida bien regulada debe ser triste y melancóli-
ca, nosotros dirémos que el buen jenio , la .alegría
y apacibilidad son cualidades lisonjeras y laudables
en el mundo; y que solamente pueden ofender á
los misantropos envidiosos del contento de los otros.
Mas está alegría es vituperable cuando se ejercita
q
de un modo inhumano á costa del bienéstar y tran-,
uilidad de los conciudadanos, ¿No es rara y estra-


fia la alegría que se complace en burlas picantes,.
en dichos ofensivos , y crueles y mordaces sátiras?
¿El ser sociable ó alegre es ir á un convite á sacri-
ficar una parte de los convidados á la risa de los
otros? La malignidad, siempre inquieta y recelosa,
¿-puede ser 'compatible con,


la verdadera alegría, 14..


CAPÍTULO -VIL 179
..cual nace .siempre de una imajinacion risueña, de
:la seguridad del alma y de la bondad del carácter?
- La virtud inspira al ánimo una Serenidad cons-
tante ., -y la verdadera alegría es propia y privativa
del hombre de bien: para ser franca y pura, debe
estar apoyada en una buena conciencia , que es la
que produce-únicamente la paz, el Contento interior
y un'- gozo sereno é imperturbable : La alegría -es
siempre- mas viva en la compañía de personas ami-
gas y de confianza. La -presencia de un desconoci-
do ,;.6 -de un hombre molesto, basta muchas veces
paradegeOncertar el buen humor, y convertir en
tristeiaelas concurrencias en que uno se prometa el
mayor -gozo y complacencia. El hombre no está ale-
gre cuándo se vé precisado á usar de mucha cir-
cunspeccion, ó tiene desconfianza ; estas circuns-
tancias impiden al espíritu abrirse y entregarse á
una alegre satisfaccion y franqueza. Epicuro decia
que no es tan 'necesario mirar lo que se come , como
á las personas- con quienes se come. Conocer á los hom-
bres con quienes se vive, y hermanar bien á las
jentes que se reunen , es un arte dificil y de-
satendido (1.).


El fastidio, la ociosidad y el hastío que comun-
mente - . atormentan á las jentes del mundo," hacen
que , para 'tener' alguna actividad , necesiten de
grandes movimientos y ajitaciones , y de cambiar
continuamente de lugar y trato: fatigado el hom-
bre de las personas que vé con frecuencia , espera
encontrar en nuevas conexiones nuevos placeres;


(I) Plutarco elojia al Filósofo Chilon por no haber queri-
do concurrir á un festin que daba Periandro, sin saber antes
quienes eran los convidados : y añade, que el mezclarse indi-
ferentemente entre toda clase de jemes en un banquete , es
proceder sín juicio y sil cordura. Plutarco : Banquete de los
siete Sabios,




180 SECCION
siempre engafiado en sus esperanzas vé y trata :á
muchas jentes, y no se une ni estrecha con nadie;
enmedio de un torbellino continuo y ajitado igno-
ra las dulzuras de la amistad, de la confianza é in-
timidad; por un abuso ridículo dejeneran las ter-


. tulias en corrillos tumultuarios y confusos , y así
-puede mui bien decirse que las personas mas favo,
.recidas de_la -fortuna se valen de su opulencia para
infatuarse á sí mismas : así las vemos siempre en
movimiento sin jamás gozar de nada : la inquietud
las persigue en el seno de los placeres pensando
siempre en otros nuevos. lié aqui ciertamente el
porqué la alegría franca y verdadera es tan rara en
las mesas de los ricos y grandes: únicamente afana-
dos en ostentar su fausto, reunen combidados, cu-
yas costumbres, ideas y estados son poco compati-
bles entre sí. El hastío preside á los convites y fes-
tines brillantes y molestos, porque las .


sociedades
mas ilustres y famosas se; componen regularmente
de combatientes armados-, prontos siempre á contra-
decir y hacer guerra á los deseos y opiniones de los
otros. El juego es el vínculo ordinario de las asam-
bleas de esas jentes que nada tienen que decirse de
lita ni de agradable.


e Por .
otra parte, como los grandes yericos por


una falsa- idea de grandeza tienen , por decirlo -así,
casa abierta, se facilitan al trato ,de las jentes ,
cuidando poco de conocer á los que componen su
sociedad. Las personas que viven en una disipacion
continua, - no tienen tiempo para profundizar los
caracteres; el apellido , los títulos, los modales es-
tertores, el arte de divertir, y el lenguaje insípido
del gran mundo son todas las cualidades que se re-
quieren para ser recibido en las mejores sociedades:
hé aqui porque las vemos frecuentemente compues-
tas de jentes que ní se aman ni estiman cuando lle-
gan á conocerse, ó por mejor decir, que no se co-


CAPÍTULO' VII. 181
Hocen- jamas en : el fondo y en la realidad. Nada
es menos agradable •'y entretenido que esas socie-
dades públicas, donde todo hombre prudente se vé
precisado -á vivir y conducirse con una reserva
continua-, • .


La confianza, dice el,Duque -de la .Rochefoucault,
contribuye mas aPbuen trato que el 'talento. La ver-
dadera alegría supone cariño, '-arnistad y , eritera esen-
cion de, temores y sospechas. Envano se buscarla to-
do esto en las concurrencias. y banquetes en que
cada uno representa lo:que no es, á donde, octi.i.
-palo de: los intereses de su amor propio :,• fespía el de
los otros.»oS mide y observa, y está. mas dispuesto
á irritaráé ó á. ofender, que á dar gusto y placer,
á contribuir de buena' fé á la complacencia y entre-
tenimiento de todos. La vanidad no es alegre; siena-
pre está inquieta, recelosa y reconcentrada en sí
misma, y teme descubrirse. La. alegría es propia de
personas sencillas. y buenas qué están en libertad,
viven cordialmente entre sí, y tienen un placer re-
cíproco en estar unidas. No hai ni puede- haber so-
ciedad agradable entre los hombres sin la seguridad
de encontrar en sus asociados consideraciones , ur-
banidad . benevolencia., sinceridad , indtiljencia y
amistad.


El verdadero contento no se ha hecho para leas
cortes dé los Príncipes ; el. orgullo de la etiqueta
debe desterrarle de ellas enteramente, y dar lugar á
la reserva y al majestuoso fastidio. El contento
igualmente está escluido de las asambleas de los
grandes , siempre afanados en sus intrigas y ocul-
tos intereses. Tampoco se encuentra en los festines
de la opulencia , que sólo halla placer en su luxe
y su fausto; ni en la frecuentacion de ambos sexos,
ni en las cabalas literarias. En fin , sería envano
buscarle-en: la-Mayor parte de las brillantes tertu-
lias, teatros dondé s ciertos fieros campeones se (afro-,




12 - . t `.SEÍZCIO:14
Oçtl-1.11. 1continuos combates:,,,,y donde, los actores -
,están- siempre enmascarados. Todo•:a'que desea en-
tretenerse y solazarse inocentemente debe, al en,
trar: en una buena sociedad, olvidar : y hacer op
vidar á los denlas su amor propio, sus pequeñeces,
„títulos y:51313AS f pretensiones.


.1\Tada,es,,.menos
y.alegre socie-


dad, desdeñosa :. ,:; ana T- ..arrogante , que Se' arroga
escluslyamente título de buena sociedad ; las -per-
sonas, que la componen, han , cortesanos de profesion,
.enemigos Linos de otrosque bajo..la .apariencia de
una civilidad, afectada- ,;encubren -unal,almasbdafia-
das y perversas: tales sowlos nobles Infatuados
sus prerogativas, siempre!prontos á humillar- á los
otros con sus altivas pretertsiones_y deseos: tales
igualmente las mujeres :;entregadas intrigas., ina-
quinacionescriminales galanterías, y siempre ce./
losas las,unas 4.de las . otras,


Unos '
Protéos sin. talento y sin carácter., que


sólo tienen el fatal arte de prestarse á los capri-
chos y al lenguaje de la frívola vanidad , son los
que p,álan por personas del buen tono. A losójos del'
hombre-de bien laR buena sociedad es la que se COM-
pone- . dejehtes honestas,. virtuosas y bien unidas.
El buen tono es aquel que mantiene la armonía


Por una justa compensacion, los pobres , el
pueblo, los jóvenes, las personas de una mediana
fortuna, en una 'palabra, los que la desdeñosa gran-
deza y el bello espíritu llaman jentes vulgares y de
mal tono, hallan el secreto de divertirse y de reir
de mejor gana que no tantos entes soberbios,' los
cuales rara vez saben gozar de la vida. Todo placer
es nuevo para la juventud y el hombre laborioso, en-
tre.quienes la alegría se muestra sin disfraz y sin miedo:
por otra parte el artesano há adquirido con su tra-
bajo el derecho de divertirse y alegrarse , y no el


CAPÍTULO VII. 183
ocioso y desocupado ,- que ;tienen regularmente -ago
tados,todos 10,-placeres;; En fin ., las jentes' sencillas •
viven buenamente entre si, y ea la igualdad disfru-
tan del contento; en vez de que - las personas de un
orden elevado llevan consigo á sus partidas y con-
currencias.-las ppasiones tristes y:ocultas de la envi-
dia, del temor 57401.,fastidia. Lo , que .se..11atna el gran
munao,.seeompone4or lo •cOmun . de Jemes se.
disgustan y molestan irecipmcarnen te ,Ç,;que.las mas.
veces se detestan y qué sin embargo, ?no pueden
vivir unas sin otras. •


1,3 verdadera alegría no puede resultar sino es
de la bondad del , corazon,., de la•--mútua complacen-
cia., y contento interior qüé se' causa' á los demas:
nunca -debe confundirse la la bulliciosa
algazara de la intemperancia, ni .con la disipacion
tumultuaria, ni las borracheras de la disolucion. El
hombre de bien es' un hombre .de. gusto que usa.de
sus placeres con éleccioni l decencia y moderacion;
y nada, encuentra de ...agradable en los placeres. na
sazonados por la razon.,


El buen gusto, el hábito de conocer pronta-
mente las bellezas ó defectos de las producciones
del entendimiento ó de las artes. El hombre de gus-
to es agradable en sociedad, porque ofrece al espí-
ritu de los otros ideas escojidas , capaces de lison-
jear su imajinacion. En la poesía nuestra imajina-
clon es conmovida y escitada por una feliz eleccion
de imájenes , de símiles y circunstancias capaces de
fijar agrádablerberite la aterición.'En • la pintura
gustó nos complace . 5 '.porque r,ép4e, r las actitudes,
situaciones y _si-Iodos:que nos pausan; una
viva y agradable.


El gusto moral la mismoque el que tiene
las artes por Objeto,. es . el habito de penetrar y eo-i
no 4r defectOs;
lo , t,19 ' ' Oillíz ne: 9 'es:




1W+
S E CCION V.


decir, ¡de conocer los grados de estimacion G vitu-
peria que merece la conducta del hombre. Este gusto
es fruto de la razon de, la esperiencia y reflekion.
En lo moral, un hombre .


de gusto es un hombre
de un tacto fino y esperimentado , que juzga con
facilidad lo que merece aprobacion ó desprecio: de.
donde se infiere que - lb que muchos moralistas han
llamado instinto moral , lejos de ser una facultad
innata, es una, disposicion adquirida y mui rara.


En consecuencia sólo el hombre de bien, socia-
ble y virtuoso es el que posee un buen talento , la
ciencia verdaderamente útil , la verdadera alegría,
y en fin , un gusto delicado- y seguro en las cosas
mas. interesantes de la vida ,


(1). Los perversos y vi-
ciosos son realmente hombres sin juicio, sin talen-
to ni gusto, que pasanen la sociedad una vida in-
quieta y turbulenta, sin gozar en ella de los puros
placeres , reservados á la sabiduría: En una pala-
bra, todo nos prueba , que si la felicidad puede
ser atributo del hombre, toca esclusivarnente al
virtuoso , que siempre vive contento de sí mis-
mo , y puede lisonjearse de complacer y agradar
á sus semejantes.


(1) Algunos antiguos Filósofos de la secta académica han
reconocido una ligazon y conformidad entre el gusto de lo
bello lisien , y lo bello moral , y entre el amor del Orden
fiisico y el amor de la virtud. Efectivamente , uno y otro
dependen de la finura de los órganos , la cual constituye la
sensibilidad. Debe presumirse , por lo comun, que el hom-
bre que desatiende y descuida el Orden en las cosas esterioa
res, o es insensible á las bellezas fisicas , no tiene una ca-
beza bien organizada. Todo en la naturaleza está ligado con
imperceptibles eslabones. Es mui dificil que el buen gusto
subsista bajo un gobierno despótico.


115'0


CAPÍTULO VIII.
De la Felicidad.


La Moral, como hémos debido convencernos, es
el arte de hacer al hombre feliz por medio del cono-
cimiento y práctica de sus deberes. «No son, dice
" Marco-Aurelio (1), ni la elocuencia, ni las riquezas;
,,ni los placeres , ni la gloria las que hacen feliz al
' ,hombre , sino sus acciones Para que éstas sean
',buenas , es menester conocer el bien y el mal : es
' ,menester saber para que ha nacido el hombre, y
,,cuales son sus deberes Ser feliz es formarse
' ,uno á sí mismo una suerte agradable , la cual con-
„siste en las buenas disposiciones del alma , en la
' ,práctica del bien , en el amor de la virtud (2).”


La felicidad es un estado constante é inaltera-
ble , que no se puede hallar ni en lo que se desea,
ni en lo que nos falta , sino en lo que se posee. Los


(1) Véanse las reflexiones morales del Emperador Marco-
Antonio , lib. 8. S. 1.


(2) Aristóteles , en sus libros morales dirijidos á Nico-
maco , dice que ser feliz, bien obrar, y vivir bien son una
sola y misma cosa . . . que lo bueno , lo honesto y lo agra-
dable están estrechamente unidos sin poder jamas hallar-
se separados. Ciceron ha dicho que la vida feliz y dichosa
es el objeto único de toda la Filosofa. Ommi summa phi-
losophice ad beaté vivendum refertur. Cicero


'


lib. 2. de Fi.
nibus. Inútil sería el hablar á los hombres de moral y vir-
tud , si de ellas no les resultase el mayor bien : una virtud
enteramente gratuita es una quimera poco seductora para los
que apetecen y desean la felicidad por impulso constante de
su naturaleza. Platon define al filósofo el amigo de la natu-
raleza , y pariente de la verdad. Segun Aristóteles (lib. 1.
cap. 1. de su moral) todo arte y toda ciencia , como toda ac-
cion y proyecto , deben tener aigun bien por objeto.


o mo zi11. 24




.1 VV., J ILLIV N V.
placeres son unas dichas momentáneas , que no
producen la continuacion y permanencia necesa-
rias á la felicidad: así los dones de la fortuna , la
gloria , las ventajas que dá la preocupacion , como
que dependen del capricho de la suerte , ó del ar-
bitrio de los hombres , no pueden dar al espíritu
aquella consistencia de que depende su felicidad, ni-
desterrar las inquietudes que pueden perturbarle.
Los placeres de los sentidos son todavia menos ca-
paces de suministrarnos el contento y la seguridad
del alma ; por multiplicados que sean , siempre se
debilitan prontamente , dejandonos sumerjiidos en
la molesta languidez del fastidio. En una palabra,
los objetos esteriores no pueden dar al hombre una
felicidad .continua_, lo cual es imposible tanto por
la naturaleza del hombre como por la de las
Cosas (1).


En sí mismo, pues , debe el hombre establecer
una felicidad inalterable; y la virtud sola puede
producir en él , :no una insensibilidad melancolica
perjudicial, sino una actividad arreglada que ocupe
agradablemente el espíritu sin fatigarle ó causarle
disgusto. Siendo la virtud una disposicion habitual
de contribuir al bienestar de nuestros semejantes,
y el hombre virtuoso el que. pone .


en práctica , y
ejercita esta disposieion , se. infiere que el hombre
sociable no puede disfrutar una . felicidad solitaria,
y que su dicha depende del bien que hace á los
otros.


Un poeta ,antiguo ha : dicho con razon que el
hombre de bien dobla los Bias de su vida, porque'es
vivir dos veces gozar de la vida pasada. ¡Qué cosa


(1) Pintare° dice que no los objetos esteriores
'


sino el
natural y las costumbres del hombre bien arregladas en su
interior son el manantial vivo; y la fuente perenne de don-
de diznana todo el placer y el contetito. De virt. et


CAPÍTULO VIII. 187
mas satisfactoria que vivir sin remordimiento, po-
der á cada instante repasar en su memoria el bien
que se ha hecho á sus semejantes , y no hallar en
su conducta sino objetos agradables de qué aplau-
dirse! Toda la vida del hombre virtuoso y benéfico
es para él una serie de imájenes deliciosas y ri-
sueñas pinturas. _`Cuando se ha cultivado la razon,
',dice Ciceron , durante el curso de la vida , se en-
»cuentran maravillosos frutos en la vejez , y no
»sólo estos frutos están siempre presentes hasta el
',último momento de la existencia (lo cual es siem-


pre mucho: por sí sólo) sino;:qUe. ván acoMpafía,
»dos de una alegría perpetua , que produce el tes-4
” timonio de una buena conciencia y la memoria
',de todos los bienes que hémos hecho (1).» Dió-
genes decia que para el hombre ..de bien todos. :los
Bias .son de alegría y regocijo.


Procurar al hombre una felicidad durable que
nada pueda alterar , y unir esta felicidad con la de
aquellos con quienes vive 5 hé aquí el problema
en que debe ocuparse la moral, y que se ha in-
tentado resolver en esta obra. Nuestro designio ha
sido probar que la .verdadera felicidad consiste en
el testimonio invariable de una buena conciencia,
juez incorruptible establecido de continuo dentro
de nosotros para aplaudirnos del bien que hace-
mos , y cuyos decretos son confirmados por aque-
llos sobre quienes influyen nuestras acciones. No hai,
dice Ciceron, un teatro mayor para la virtud que


nnn•••••,..


(1) Exercitationes virtutum quce in omni cetate ett/t(e
cuna multUm diUque vixeris , mirificos offerunt fr uctus non
sol ton quia nunquam deserunt , ne in extremo quidem tesu-
pore cetatis , quaniquam ul niaximuni est , verum etiam quia
conseientia bene: acta vine , muitorum benefactorum recordatio,
jtieundissima est. Cicero , de Senectute , cap. 3.




188 SECCION V.
la concencia (1). Quintiliano ha dicho despues que
la conciencia vale por mil testigos. (2)


Qué poder sobre la tierra puede privar al
hombre de bien del placer siempre nuevo de en-
trar satisfecho en su interior , de contemplar en
él pacíficamente la armonía de su corazon , de sen-
tir la reaccion de los corazones de sus semejantes
y de ver el amor y el aprecio de sí mismo confirma-
dos por los otros? Tal es la felicidad que la moral
propone á todos los hombres y en todos los esta-
dos de la vida ; y á este bienestar permanente los
aconseja que sacrifiquen sus ciegas


• pasiones , indis-
cretos« caprichos y momentáneos placeres.


La moral , para tener una base invariable , de-
be establecerse sobre un principio evidentemente
comun á todas las criaturas de la especie humana,
inherente á su naturaleza , y movil único de todas
sus acciones. Este principio , como se ha, hecho ver
en Otra parre, es el deseo. de conservarse ; de •t&
ner una eXistencia


• felíz , de hallarse bien en todos
los momentos de nuestra permanencia sobre la tier-
ra: este deseo siempre presente , .siempre activo y
constante en el hombre, es .el que se designa con
el nombre de amor .de sí mismo-, de interés.


La moral , para ser persuasiva en vez de dss-
fruir ó sofocar este amor ó interés , inseparable
de nosotros y necesario á nuestra conservacion,
debe guiarle, ilustrarle: y robustecerle , porque fal-
taria á su Objeto , si intentase impedir al hombre
que se amase , que buscase su felicidad , y trabaja-
se sobre sus intereses : antes -bien-ella debe mostrarle
el modo con que debe amarse un ente racional y socia-


(1) virtuti theatrusn consciencia Inajlts est. Tus‘
cul. 2. §. 26. •


(2) .. C'onscientia guille testes. Insiitut. Orator. lib. 5. cap.«
11. vi. 41. Etik. Gesur.


CAPITULO VIII. 189
ble , cómo conservarse , cómo merecer el aprecio y
cariño de los otros : le enseñará cuales son los in-
tereses á que debe dar oídos , y le hará distinguir-
los de aquellos que debe sacrificar á intereses mas
preciosos y sólidos. La moral es el arte de amarse
verdaderamente el hombre á sí , viviendo con los
hombres; la razon es el conocimiento del camino
que conduce á la felicidad.


Por falta de reflexion tienen los. hombres la
mayor dificultad y trabajo en conocer la ligazon de
su interés personal con el interés jeneral de los
que le rodean. Esta ignorancia de nuestras rela-
ciones trae consigo la ignorancia de todos los de-
beres de la vida. En el seno de las sociedades no
se ven sino hombres solitarios, á quienes no se los
puede hacer concebir que se hacen odiosos y mise-
rables en separar sus intereses del de los otros hom-
bres necesarios á su felicidad. En consecuencia de
esta ignorancia , el tirano no tiene intereses algu-
nos comunes con su pueblo á quien terne , y para
quien es un objeto de horror. Los grandes se aver-
güenzan de confundir sus intereses con los del sen-
cillo ciudadano á quien desprecian. Los majistra-
dos , envanecidos con su autoridad judiciaria , sólo
se ocupan en los fútiles intereses de su vanidad.
Los ministros de la relijion , contentos con los de-
rechos que han recibido del cielo , desdeñan em-
plearse en los fútiles intereses del resto de los mor-
tales. Los militares , pagados y favorecidos por el
Príncipe , nada tienen que los apegue y aficione á
sus conciudadanos. Autorizado por la ley , el ma-
ridó apenas se interesa en contribuir' á la felicidad
de su mujer ; esta , por su parte , cree que nada
debe al déspota que la desatiende ó que la ultraja.
El padre , dominado de su avaricia ó de sus pla-
ceres , olvida que es deudor de la educacion y
bienestar á unos hijos que por su abandono ó sus




yu S ECCION V.
rigores le desean la muerte. Los amos altivos y
orgullosos tratan con dureza á sus criados , forman-do de ellos crueles enemigos. En fin , son mui ra-
ros los amigos sinceros y constantes , porque la so-
ciedad está llena de hombres indiferentes que vi-
ven solitarios , ó que se hacen una continua guer-.
ra. De esta infeliz division de intereses nacen los
males públicos y particulares , las discordias , los
robos , traiciones y perfilas , de que las sociedades
civiles y domésticas son continuos teatros.


Hé aquí , sin duda , el porqué tantos moralis-
tas han mirado con mucha razon el amor ciego de
sí mismo , y el interés persónal como una dispo-
sicion odiosa y despreciable, sobre la cual sería .
imprudente y peligroso el fundar la moral. Hé aquí 11
el porqué ciertos filósofos han pretendido que la
virtud consistia en una lucha continua con una na-
turaleza esencialmente depravada. Asi han creí-
do que decir al hombre que se amase á sí mismo
era escitarle á un amor esclusivo sin consideracion
alguna al de los otros. En una palabra , han pre-
sumido que establecer los deberes de la moral en
el amor de sí mismo , era soltar la rienda á todas
las pasiones sujeridas por una naturaleza ciega é
irracional.


Los Moralistas que estimulan á los hombres-4
seguir sus pasiones , se asemejan á los médicos que


sepermiten á sus enfermos incurables satisfacer sus da-
ñosos caprichos. Si algunos Sofistas imprudentes han
pretendido que el hombre, amándose á sí mismo,
siguiendo su naturaleza y consultando su interés, 4
.podia impunemente entregarse á sus pasiones, ellos
se han engañado grosera y torpemente. La Medici-
na , con la Moral , bastaría á convencerlos que el
que se ama verdaderamente , y procura una vida
agradable, debe, por su mismo interés, resistir fuer-
temente á las inclinaciones claramente peligrosas.


v
¿Será amarse á sí mismo no oponer remedios con-
tra la fiebre ardiente que producen los escesos de
la intemperancia, los ardores impúdicos , los ímpe-
tus de la cólera, las mordeduras de la envidia, los
delirios de la ambicion, los furores del juego , y las
congojas de la avaricia ? Será amarse verdadera-
mente á sí mismo, separar su corazon de los hom-
bres con quienes nuestro interés y necesidades nos
ligan, y sin cuya estimacion y cariño la vida sería
desagradable? El Egoista reconcentrado en sí mis-
mo ¿podrá acaso lisonjearse de que alguno se inte-
rese sinceramente en su suerte ? El que sólo se ama
á si mismo no es amado de nadie.


ro no puedo , dice Marco-Áurelio , apreciar una
felicidad que sólo se ha hecho para mi. Un sér socia-
ble no puede hacerse feliz por sí sólo ; ha menes-
ter de los lemas hombres , y tiene necesidad de
comunicarles el bienestar de qué su alma disfruta -
y comparte con ellos. Con mucha razon ha dicho
uno : Si quereis ser feliz enteramente solo, jamás lo
conseguiréis; todo el mundo os disputará vuestra feli-
cidad : si quereis que el mundo sea feliz juntamente
con vos , cada cual os ayudará á serlo: si quereis
ser feliz con seguridad , es menester serlo con inocen-
cia, porque no hai felicidad cierta y constante sino
la• de la virtud (1).


Aristóteles compara al hombre virtuoso con un
buen músico que escucha con placer los sonidos ar-
mónicos del instrumento que toca, y que se com-
place y deleita aun cuando se .halle enteramente
solo. El hombre de bien es el único que sabe el mo,
do de amarse á sí mismo , el que conoce su verda-
dero interés y distingue los impulsos de la nat u-


(1) Letre d' Une. Ibére d son fils sur la 7.,1-aie gloire. Toui.
Du recucil du R. P. Desinolets, pág. 295. 6.




vil. IN V._


raleza que debe seguir ó refrenar; en fin, él solo
tiene un amor propio lejítimo y un derecho fun- •
dado sobre su propia estimacion , porque le tiene
á la estimacion de los otros. No condenemos ,'pues,
éste justo deseo: no le confundamos con el orgullo
y vanidad. Ningun hombre puede ser estimado de
los otros , si no se respeta á sí mismo. La renuncia:
de la estimacion pública es un manantial fecundo
de vicios y de crímenes. La conciencia , 6 el cono-
cimiento de su propio valor, no es vituperable , si-
no cuando es injusta, 6 desatiende el valor de los
demas. "El amor á la buena opinion es alma de la
',Sociedad, y une á los unos con los otros. Yo ne-
” cesito de vuestra aprobacion, vosotros de la
' ,Tan honesto es ser uno orgulloso consigo , como
,,el serlo con los otros (1)." -


Privado por la injusticia del lugar que sabe que
merece, el hombre de bien no se envilece por ésto,
ni deja de apreciarse á sí mismo , sino que cono-
ce su propia dignidad, y le consuela la justicia de
sus derechos. Su felicidad está en sí, y allí la en-
cuentra siempre. El corazon del hombre de bien es
un asilo en que goza de una felicidad inmutable y
segura.


Esta felicidad no es ideal y quimérica ; es ver-
dadera , y su existencia es demostrada para todo
hombre que se complazca en entrar algunas véces
dentro de sí : ¿Hai un mortal sobre la tierra que no
se lisonjee siempre que ha hecho una accion virtuo-
sa? ¿Quien no ha sentido dilatarse su corazon al
consolar á un infeliz? ¿Quien no ha contemplado
con satisfaccion la imajen de la felicidad impresa
en el rostro de los que ha socorrido con sus benefi-
cios? ¿Hai alguno que no se haya dado el parabien


(1) Ibidem , pagin. 296. y 311.


CAPÍTULO VIII. 493
de Su jenerosidad aun cuando la ingratitud le ha-
ya reusado el premio del agradecimiento? En fin,
¿hai algun hombre que no haya esperimentado un
efecto de complacencia , un duplicado cariño de sí
mismo , cuando ha hecho algun sacrificio á la vir-
tud? Al contemplar entánces-Ja elacion de su alma,
¿no es mucho mas dichoso que un héroe que repa-
sa en su imajinacion sus victorias? El sabio , dice
Horacio , sólo á yupiter reconoce por superior ; él es
rico , libre , bello , colmado de honores , y en suma,
superior á los Reyes (1). Mario Ino se hallaba con-
tento enmedio de sus desgracias, cuando un Roma-
no le vió sentado sobre las ruinas de Cartágo?


No se diga , pues , que la virtud exije doloro-
sos sacrificios. La justa estimacion de sí mismo,
los aplausos leYtitrios de la conciencia y la idea de
su grandeza y dignidad ¿no ,sgia por sí mismas re-
compensas bastante grandes para indemnizar al hom-
bre de bien de las vanidades, fruslerías y fútiles ven-
tajas que sacrifica al placer de ser constantemente
estimado de sí mismo y de los otros?


Los motivos naturales del amor propio y del
interés bien entendido ¿ no son mas ciertos , podero-
sos y dignos del hombre de bien , que los motivos
imaginarios de una Moral entusiasta , siempre admi-
rada y jamas 'puesta en práctica? ¿Se necesita mas
para escitar á los hombres á la virtud , que hacer-
les conocer que el . aprecio , el cariño , la ternura y
felicidad interior la acompañan? Para inspirarles el
.horror al vicio ¿qué motivos hai ni mas poderosos
ni urjentes que los remordimientos , las enfermeda-
des y las innumerables desgracias é infelicidades con


(1) Ad norman; sapiens uno sninor est Jove ; divos
Liber , honoratus pulcher , rex denique 5•egum.


Horat. Epist. 4. lib. 4. vers. 106. y 107
Tomo In. 2$




194 S E CC I O N V.
que la Naturaleza-; á falta de leyes , castiga' cierta
é infaliblemente los estravios de los pueblos y de los
individuos?


Por grande que sea la depravacion de las cos-
tumbres, ¿ hai una sala virtud que no sea aplaudida
y respetada por los mismos malvados? ¿Hai un vi...
cid que en otros no les parezca incómodo y . aborre-
cible? El dictamen conforme de todos los hombres
de la tierra , buenos ó malos , prudentes á insensa-
tos , justos 6 injustos, clama á gritos que la virtud
es el supremo bien, y'el vicio un mal aborrecido de
todos. Todos los vicios son enemigos entre sí : la
Sociedad de los malvados se compone de miembros
que se incomodan unos á otros de continuo.


¿Podrá decirse que los decretos con que la Na-
turaleza premia la virtud y castiga á los transgre-
sores de la Moral , son suposiciones imajinarias? ¿no
los vemos ejecutados á nuestra vista del modo mas
Claro y evidente? Segun estos decretos irrevocables
vemos á los pueblos justos y pacíficos gozar en dul-
ce tranquilidad de prosperidad envidiable ; mientras
los ambiciosos espían con largas miserias los males
que se hacen á sí mismos y á otros. Véalos á los So-
beranos rectos y vijilantes gustar el ' dulce placer de
Ser amados de súbditos felices ; al paso que mira-
rnos á los tiranos trémulos y ajitados sobre las qf
nas de las naciones desoladas. Vémos á los -grandes
y ricos bené ficos disfrutar del respeto y amor de
aquellos á quienes proteje su poder -ó consuelan sus
beneficios ; cuando el odioso cortesano no halla otro
Consuelo del aborueirniento público que su insolen-
te vanidad , 6 cuando unos codiciosos herederos es-
peran _con impaciencia la muerte del avaro que los
retarda su posesion y goce. Vemos reinar la abun-
dancia y concordia entre los esposos virtuosos y
en casa del padre de familia frugal y benéfico; sien.-
do así que no hallarnos mas que divisiones y de-


CAPÍTULO VIII. 19$
sárdenes entre esos esposos Jaral avenidos yjefes:
familias que desconocen .;todo orden y economía..
VérOOS , en fin , las buenas costumbres , la tem-
planza y la virtud recompensadas con la salud el•.
vigor y la estimacion pública y la disOlucion crueln
mente castigada con largas i,enfermedad4i, y con
universal desprecio. Los malvados , dice. butarco,"1
no necesitan del castigo de Dios ni de los hombres;
porque su vida corrompida y atormentada es para
ellos un castigo continuo.


No se diga , pues , queja Naturaleza ..no tiene
recompensas suficientes para.Jos observadores de : sus
leyes , ni penas para los ql1e las hai • so-
bre la tierra virtud que no tenga su premio , ni vi-
cios y locuras que no sean severamente castigadas.
La Moral es la ciencia de la felicidad para todos los
hombres , ya se los considere ,en su-totalidad , ya
divididos en Sociedades particulares , en alianzas
en familias , 6 ya , en fin , con relacion al bienés
tar de los individuos.


La felicidad de los pueblos depende de una sa-
bia política , la cual , como hemos probado , no es
mas que la Moral aplicada al gobierncy : de los im-
perios. Un gobierno justo hace felices:41os pueblos:
ninguno bajo él siente el azote de la opresio•; allí
cada uno trabaja en paz para su subsistencia y la
de su familia ; la tierra , bien cultivada , produce
la abundancia ; la industria , desembarazada de las
cadenas del cruel esactor , toma un libre vuelo ;
comercio florece en el seno de la libertad ; y la po-
blacion crece siempre á proporcion de la abundan-
cia y la facilidad de subsistir. Una patria , que hace
á sus hijos felices , halla en ellos defensores valien-
tes , prontos á sacrificar sus vidas y sus haciendas
por la felicidad pública de que participa cada uno
de los ciudadanos.


La felicidad de los Reyes depende de su fideli-
0




196
STCCION V.


datlen:ecurnplir con ¡ los deberes de su .
estado. Un


PrítiCipe firmemente (adicto 'á:la justicia.
la hace




reinar sobre su pueblo ;• esté mira á su jefe como
á dios tutelar , como al autor de todos los be-
neficios que disfruta ; protejido por su beneficen-
Cia , el súbdito trabaja con ardorvpara sí y para su'.
Reytintos designios' -sabe que tienen siempre el
bien' jeri'eral por objeto. -¿Qué 'falta , pues , á la
gloria , al poder . , á la seguridad y al contento de
un Soberano que vé en todos sus súbditos unos hi-jos reunidos en intereses . con- él , y prontos á em-
ptenderlo , »do para contribuirá la felicidad de una
familia f,':Uyo' jefe ha sabido ganarse todos los co-
razones? linai sobre la tierra felicidad mayor que
la de. un Monarca , á quien sus virtudes dan de-
recho al tierno y filial cariño de su pueblo , á la
veneracion de sus vecinos y á la admiracionedela
mas remota posteridad? felicidad de un .buen
Rey es la mayór 'de las felicidades porque puede
hacer un gran número de felices.


La felicidad de los grandes y ricos consiste erxtv
la facultad de alargar una mano piadosa y benéfi-
ca á los que-se ven aflijidos ; esta 'felicidad es nula
para ellos'''iéuando no hacen de su poder el uso que
pudiera hacerlos felices. El crédito , el poder y las
riquezas son nada , si en nada contribuyen á 14
lícidal'de los que poseen estos bienes ; y para que
condibUYan
Menester que hagan


á otros felices.
La felicidad de las familias pende de la puntua.


lidad de sus jefes en el cumplimiento de sus obliga
ciones ; los esposos bien unidos , observándolos con
esactitud concurren á educar bien á -sus hijos , los
cuales serán un diaapoyos y consoladores de su vejez:
sus ejemplos y beneficios identifican con su familia
a los criados fieles , que por este medio se trans-
forman en amigos . y cooperadores de sus empresas.


CAPÍTULO VIII. 197
Pocos hoMbres , dice Plutarco son llamados para
gobernar ciudades é imperios ;: mas cada cual está
obligado á gobernar sabia y prudentemente su fami-
lia y su casa.


La felicidad del pobre , á quien á pesar de sus
rigores la Naturaleza no le ha privado de ella , con-
siste en los medios de subsistir con un moderado
trabajo ; este trabajo , el cual le parece un mal ten
grande á la ociosa opulencia , es para él un líen
real y verdadero ; el hábito se le hace ,facil ; la
necesidad se le hace gustoso; y le exime de la mul-
titud de enfermedades , deseos necesidades é ,ide
quietudes que molestan y fatigan al rico. El pobre
¿no es ciertamente mas feliz que el d& puta , 6 eue
el tirano perseguido siempre del terror hasta en lo
interior de su serrallo? Gijps de Lydia . em-
briagado de su poder y sus riquezas , consultó- al
Oráculo para saber si ex ístia en el niundd un mor-
tal mas feliz ; y el Oráculo le dijo , que un. la-
brador de Arcadia (g.


La felicidad del sabio y del literato consiste en
el goce de los conocimientos útiles de que su alma
se halla enriquecida : el estudio es para ellos un Pla-
cer habitual que los preserva de las quimeras .e que
son objeto del amor del vulgo corrompido. Ademas
una vida agradablemente ocupada los dispensa de
recurrir á los vicios y locuras infinitas , que son los
recursos ordinarios de los que no han cultivado su
espíritu. Nada iguala á los placeres que el retira
produce al que ha contraido el habito de conversar
consigo ;_ nada falta á su felicidad y á la conside
racion merecida por sus talentos , si con
un alma virtuosa , sin la.cual pierden los talentos
su valor.: Los estudios del sabio y los J -rutos de ses


(f) Valer. Max, Memoraba. lib. 7. cap. 1. ar t. 2.




1915 SECCION V.
meditaciones deben mostrarse en sus costumbres : los
mas instruidos de los hombres deben ser los mas
humanos , los mejores y mas honestos ; de este mo-
do gozarán del respeto y la gloria , en que colo-
can toda su felicidad. Menandro ha dicho que «las
',costumbres del que nos habla nos persuaden mas
9A que sus razonamientos."


En fin , la felicidad del hombre que vive en el
mundo consiste en gozar de los placeres inmensos
que la Sociedad le presenta ; en merecer por su com-
placencia , atenciones y miramientos la benevolen-
cia y respeto de las personas que el destino le acer-
ca ; en gastar con un pequeño número de amigos
escojidos las dulzuras de la confianza ; en practi-
car dentro de su esfera los deberes de su estado;
en complacer á los otros , á fin de lograr el con-
tento , que fue y será siempre la recompensa de
la virtud. La ignorancia y el menosprecio de las
reglas de la Moral son las causas de la mayor par-
te
r la


las desgracias de la tierra. Por todas partes
se ven hombres discordes y divididos entre sí por
el interés personal mal combinado , y casi entera-
mente estranjeros unos para otros formar asocia-
ciones , no para hacer recíprocamente dulce y agra-
dable la vida , sino para dañarse de mas cerca y
atormentarse de continuo. Estos ciegos mortales pul:-
den ser comparados á unos viajantes que yendo por
un camino frecuentado , echasen á correr sin repa-
rar en los que iban delante , detras y al lado _ellos.
De semejantes disposiciones resulta un descontento
jeneral-, porque ninguno entonces se halla conten-
to con sus compañeros de viaje ni consigo.


Las desgracias que produce el desprecio de la
Moral , las sienten igualmente las Sociedades y los.
individuos. Las naciones para quienes una falsa po-
lítica ha forjado un código fundado en ciegos in-
tereses pero contrario á la justicia y la virtud , fue-


CAPÍTULO VIII. 199
ron y serán perpetuamente víctimas de su perversi-
dad. ¿Por qué vemos pueblos enriquecidos con el
comercio , que disfrutan de un buen gobierno , de
libertad , y poseen grandes dominios , y sinembargo
se hallan siempre codiciosos , inquietos , descontentos
y atormentados de movimientos convulsivos? Esto
consiste en que de nada se goza sin virtud ; en que
todo se convierte en veneno para los hombres sin
costumbres que no pueden menos de abusar de los
bienes mas preciosos. Bajo de una gordura engañosa
las naciones corrompidas ocultan muchas veces las
mas crueles enfermedades.


¿Por qué los Príncipes mas poderosos , á cuya
felicidad nada deberia. faltar , pasan sus tristes Bias
en sobresaltos ó en las penalidades del fastidio? Es
porque , imbuidos desde su infancia de las maxi-
mas de la adulacion , se imajinan que nada deben
á los otros hombres ; porque se figuran unas divi-
nidades hechas sólo para recibir inciensos y home-
najes de los envilecidos mortales. ¡Desgraciados!
¡ pues no conocen otro placer que el de ser temidos,
é ignoran la dulce satisfaccion de ser amados! Cie-
gos y ofuscados , no conocen que un Príncipe no es
verdaderamente feliz sino á la cabeza de un feliz
y dichoso pueblo. ¿Qué movil puede obrar en el
corazon de un Monarca , que es insensible á la fe-
licidad de ser amado de sus súbditos?


Ensoberbecidos desde la cuna , ó criados en la
ignorancia de sus deberes , los grandes y ricos no
saben que la facultad de hacer bien es el único y
lejitimo orijen de las distinciones establecidas entre
los hombres. Sumerjidos en una fastidiosa molicie,
enibriagados con vanos entretenimientos negados
á los placeres del alma , é insensibles al amor de
sus inferiores , gozan sólo idealmente de una gran-
deza temible y odiosa á los denlas por su orgullo y
altivez. Raras veces se vé la Serenidad ó la pula,




200


-SECCION V.
alegría reinar en-los corazones de aquellos á quienes
él vulgo tiene por felices y dichosos. Los aguijones
secretos de la vanidad y los lentos suplicios del 'fas-
tidio vengan cruelmente al pobre de los que le des-
precian y oprimen.


Perpetuamente ultrajado con las vejaciones y
desprecios de los poderosos , el hombre vulgar ha
de ser forzosamente áspero , brutal y corrompido,
porque jime en la miseria , y á cada paso hace una
triste coruparacion de su estado aflijido y penoso con
el de tantos holgazanes , á los que tiene por afortu-
nados. Asiqué imita encuanto puede sus vanidades
y caprichos , y no consigue mas que aumentar sus
desgracias. Por lo comun , negados á la razon y la
Moral , el hombre de pueblo y el pobre siguen cie-
gamente los impulsos de su inculta naturaleza , y
buscan muchas veces en el vicio ó el crímen la feli,
cidad que les niegan SUS superiores. Los ricos y gran-
des son , como hemos dicho antes , la causa oriji-
naria de todos los vicios y desordenes de los pobres.


Por no llegar á conocer los verdaderos princi-
pios de la Moral , ó los medios de conseguir el fin
que todo hombre debe proponerse en esta vida , las
familias se componen regularmente de infelices. No
se ven en ellas mas que esposos que se aborrecen,
empeñados únicamente en hacerse la vida insopor-
table; padres tiranos; madres locas y disipadas; hi-jos corrompidos con funestos ejemplos ; parientes en
continuas quejas -y disputas ; amos imperiosos y cln-
rús ; y criados , en fin , sin apego ni probidad. To-
dos estos diferentes asociados se reunen , al parecer,
para trabajar de continuo en hacerse infelices.


En el comercio del mundo, cada uno, por in-
advertencia ó locura , parece que renuncia al cari-
ño, la cstimacion y consideraciones, que sinembar-
go son el ólkjeto de sus mas ardientes deseos. Una
presuntuosa vanidad, unos modales ofensivos, un


CAPÍTULO VIII. 201
orgullo inflexible y una continua envidia destierran
del trato de las jentes.,.destinado al júbiló . y con-
tento, la verdadera alegría , la sincera amistad y la
cordial union , que son las únicas que pueden
producir los placeres de la vida. Al ver la con-
ducta de muchas personas pudiera decirse que
se unen para darse motivos de odiarse y atlijirse
mútuamente.


Seria cerrar los ojos á la esperieneia no recono-
cer las influencias del vicio ó mal moral sobre lo
fisico de los hombres. ¡ Cuantas naciones y paises
florecientes han sido destruidos y asolados por la ig-
norancia, los vicios y la neglijencia de los Reyes!
Envano la Naturaleza ha hecho fértiles muchos vas-
tos imperios, cuando los Soberanos ignorantes y cor-
rompidos se empeñan en convertirlos en desiertos;
la ambicion siempre cruel y la vanidad dispendiosa
de los Príncipes despojan y hacen perecer sin piedad
á los pueblos sacrificándolos á sus ciegos caprichos:
estos déspotas fieros se sorprenden despues al no en-
contrar en sus Estados mas que una soledad horro-
rosa, y súbditos incapaces de suministrarles los con-
tinuos socorros que les piden. Mas las necesidades
continuas de una Corte codiciosa y corrompida han
aniquilado la agricultura , destruido el comercio,
estancado y deprimido las manufacturas , y puesto
mil estorvos é impedimentos al trabajo é industria
de los ciudadanos, que han sido entregados á las ve-
jaciones de los Grandes , ó á las estorsiones injenio-
sas de los exactores de las rentas públicas, sedientos
siempre de la sangre de los pueblos. De este modo
la neglijencia , las pasiones y los vicios de los pode-
rosos son una maldicion sobre la tierra; ellos la ha-
cen estéril, condenando al infortunio , al hambre,
al contajio y á la muerte á los que pudieran y debie-
ran cultivarla con fruto.


Á mas de estos efectos jenerales y evidentes que
TOMO m. 26




SECCION V.
él vició . 6 desprecio de la Moral causa . en una na-
ción, '-lolnien puede dudar de los que causa en los
particeilares ? z Cuántas enfermedades se contraen
por lc* fatales hábitos de la disolucion , la desteni-
planza, la ociosidad y el escesivo afean en ir tras los
placeres ? Á estas causas, que destruyen diariamen-
te la salud y existencia de una multitud de impru-.
dentes, hai que añadir el cruel tedio, las penalida-
des del alma, los achaques, las pesadumbres, y los
remordimientos y continuos disgustos que consumen
poco á poco los cuerpos , y conducen insensible-
mente los hombres al sepulcro. El suicidio, efecto
horroroso y terrible de una larga y profunda me-
lancolía , ó de un delirio repentino , no es raro en
los pueblos corompidos. Unos Sybaritas debilitados
por el luxó y el vicio no tienen fortaleza para to-
lerar los golpes del destino.


Hé aquí como la Moral influye sobre lo fisico;
hé aquí como por la falta de razon y virtud tantos
hombres vivea,..al parecer, sobre la tierra para su-
frir y hacer infelices á otros. Por una ley constante
de la Naturaleza ntigun hombre en la vida social
es tan fuerte y robusto como necesita, sin la reit,-
ilion de sus asociados; ninguno consigue aprecio y
estimacion siendo inútil;. ninguno puede ser amado
sino es haciendo bien á los derhaS; ninguno serefe-
liz, sino es haciendo á otros felices; en fin ningu-
no puede gozar de la paz del corazon , del contento
interior, .de la tranquilidad constante, tan favorable
á la cOnservacion de su existencia, sino dándose á
sí propio' testimonio de que ha cumplido fielmente


los deberes de la Moral en el puesto que ocupa en-
tre los hombres. La Moral, es preciso repetirlo, es
el solo camino que conduce á la felicidad Verdade-
ra: y como influye, en lo fisico, el solo. aspecto del
hombre de bien anuncia el reposo que disfruta.




Vemos, pues, que la felicidad no es propia es-


CAPÍT'U'LO. : VIII. 193
cl Usi va mente de estado a Igunón.La N a tu ral
vida igualmente á todos sus hijos á trabajar para
obtenerla; mas en cualquiera situacion que se en-
cuentren , la felicidad es inseparable e de laylirtud.
Asiqué nada es mas infundado 'queelas vatja decida
=iones de una melancólica .filoSbfia queecondena
indistintamente los_ honores, las dignidades, las. ri-
quezas y el deseo de gloria, prohibiéndoselas á los
que aspiran á la verdadera sabiduría. ¿Haiecosa 417
gana mas apetecible para los pueblos que verla virtud
sobre el trono trabajando ,igualmente:en la felicid44
comun de Soberanos y de súbditos ? Cuán felices
serían los hombres,,si aquellos que cerca de los
.yes gozan de poder y autoridad, quisiesen usar de
ella en hacerse famosos por su víjilancia. en cumplir
con susl augustas funciones l El :rico 1.410 sería 411
ciudadano: respetable si , en vez de . disipar sus teso:-
ros sin provecho propio, los emplease en reanimar
la desalentada y abatida indijcncia , remediar las
desgracias públicas , y fomentar la industria ? En fin,
esta gloria que se llama-inri vano y fugazehumo i no
es un objeto realy apetecible ';.puestoquees ekapre,"
cio y estimacion universal.), que estimulan
lento á contribuir al bienestar y á los deleites de
la Vida ?


No demos nunca oídos á los consejos fanáticos
de una moral feroz que se empeña vanamente en
fundar la,perfeccion y la, felicidad suprema en una
.apatía insociable y una indiferencia absoluta con
el jénero humano. Toda Moral que se proponga .se-
parar de los Otros al hombre, reconcentrarle en sí,
y aniquilar su union con aquellos: entre quienes le
.puso la Naturaleza, es una Moral dictada por la mi-
santropía , vana é ineficaz enteramente para las cria-
turas sociables. ¿ Podrá ser virtuoso el que rompiere
todos los vínculos que le unen á sus semejantes?


Qué son las virtudes que no tienen por objeto al




204
SECCION V.


jénero hámano? i Qué estimacion ni amor deben los
hombres á unos salvajes espantosos, que van á se-
pultarses


en los desiertos para no ser útiles á nadie?
Es trabdjár en beneficio de la felicidad del hombre


en Sociedad, aconsejarle que sé vaya á los bosques
y rent:nicle á las inumerables ventajas que la vida.
social produce ? El salvaje i es verdaderamente feliz?


En qué puede consistir la felicidad maravillosa de
un hombre que vive con las bestias, ocupado per-
petuamente en disputar con ellas su alimento, es-
puesto á la inclemencia de las estaciones, y privado
de los recursos, coinodídades, luces y ausilios que
la Sociedad suministra á sus miembros ? El salvaje


es verdaderamente virtuoso ? i Puede llamarse vir-
tud no amar ni desear lo que no se conoce ? En fin,


hallamos acaso que en las tribus salvajes, derrama-
das todavía en el nuevo mundo, unas virtudes ver-
daderas reemplacen los vicios que las naciones .popu-
losas y civilizadas comunican á sus ciudadanos ?
No, sin duda Si estos salvajes están esentos de la


sed del oro,,
,cae las necesidades inmoderadas del lu-


xó', de las cadenas del despotismo, y- de todos los
denlas inconvenientes del gran mundo, los vernos
hacer un uso horrible de su libertad natural , ó mas
bien de su locura para matarse unos á otros ; ellos
por los mas leves y lijeros motivos se arman y en.-
carnizan contra sus vecinos; ejercen con los cauti-
vos crueldades que horrorizan á la naturaleza; tra-
tan á sus mujeres con una ferocidad irritante;
sus mismos hijos no están seguros de sus repentinos
furores; en lugar de los vicios que ajitan á las na-
ciones civilizadas , hallaremos que las tribus salvajes
tienen una crueldad , una sed de venganza, y una
injusticia que á ningun freno se sujeta. Hombres se-
mejantes , i pueden ser modelos de virtud ? -Su de-
plorable jénero de vida, i anuncia felicidad alguna?
Su franqueza misma manifiesta su indómito tempe-


CAPiTULO VIII. 205
ramento; sus virtudes son por lo comun crímenes;
su inocencia una grosera ignorancia de lo que cons-
tituye la Felicidad de la vida (1).


Vivamos , pues , con los hombres : cerremos los
ojos á sus defectos: procurémos hacerles bien : y no
los aborrezcamos nunca. Si las naciones civilizadas
son infelices , es porque conservan todavia vestijios
de su barbarie primitiva. A este espíritu salvaje de-
ben atribuirse la mayor parte de las guerras que la
injusticia de los Príncipes, ausiliada de las preocupa-
ciones de los grandes y pueblos , hace todavia tan
frecuentes en la tierra. Por la locura de los Sobera-
nos , los pueblos mas civilizados viven aun como
las tribus salvajes , ocupándose en destruirse mutua-
mente. Por un efecto de las falsas opiniones hereda-
das de nuestros bárbaros abuelos , el fatal ejercicio
de la guerra está reputado por la mas noble profe-
sion ; el arte de esterminar á los hombres es el, que
conduce con mas seguridad á los honores , á las re-
compensas y á la gloria en las naciones que mas
necesitan de las artes de la paz para ser felices y


(1) Aristóteles , en sus libros morales , lib. 8. cap. I. dice,
que una vida solitaria y privada de asociados , es contraria


>5 á la felicidad del hombre , y repugnante á su naturaleza,
31 puestoque el hombre por su naturaleza es. un animal socio-
s ble y político." El mismo añade que , un hombre que se coal-
,' place en la soledad , y huye del trato de les hombres , no es
,,hombre sino monstruo : la soledad debe impedirle ejercitar
',virtud alguna." Un anónimo mui apreciable , fundado en los
mismos principios , ha dicho , er que el que se aleja de los haat-
,' bres , se aleja de las virtudes necesarias á la sociedad 5 que
5, cuando el hombre vive solo , es feroz , y se entrega á la
5, misantropía ; y que el mundo nos obliga á observar nues-
tras acciones." Lettre d' une Mére ti, son fils sur lo vraie.gloire.
El mismo Aristoteles en el lib. I. de su política , dice que
aquel que desea una vida enteramente solitaria, no es hombre,
sino ó fin Dios Ó un bruto.




.206 S E. CCION V.
florecientes. Mas el espíritu insociable y salvaje , man-
tenido en casi todos los paises por la ambicion de
los Príncipes , se opone á la curacion de aquellas
mismas preocupaciones , cuyas horribles consecuen-
cias sentimos. Cortes salvajes , ignorantes y corrom-
pidas son las que dan el tono á las naciones , y
mantienen en ellas el error , el desprecio de la sa-
biduría , los usos irracionales , y las pueriles va-
nidades de qué todavia se hallan infestadas. Ulti-
mamente , en el exámen que hemos hecho de los
vicios de los hombres , todo nos prueba que pro-
vienen de su falta de esperiencia y de su lijereza,
las cuales contribuyen á mantenerlos en perpetua
niñez , y los hacen salvajes é insociables.


A pesar de las poderosas fuerzas que se empe-
ñan en retener á los hombres en un estado tan con-
trario á su verdadera naturaleza , no debemos de-
sesperanzar de la curacion de los espíritus y de la
reforma de las costumbres. La esperiencia y la des-
gracia son dos grandes maestros de los hombres;
ellas les precisarán tarde ó temprano á renunciar á
las preocupaciones que se oponen á su felicidad. So-
beranos mas ilustrados llegarán por fin á conocer sus
verdaderos intereses : un dia , pues , renunciarán á
esa política injusta , tan contraria á su bien como
al de sus vasallos: reconocerán que esas guerras in--
terminables , esas conquistas ruinosas , esos triun-
fos sangrientos destruyen realmente los fundamentos
de la felicidad nacional , y que la política no pue-
de separarse impunemente de las reglas de la Mo-
ral. A fuerza de calamidades , los Príncipes se ins-
truirán en sus deberes , y conocerán que el poder
arbitrario no produce otra cosa que la triste ven-


. taja de reinar temblando sobre esclavos abatidos
y tristes.


Asiqué no aflijamos al hombre con una Moral
desesperada ; no le enviemos á los bosques ; no le


CAPÍTULO VIII. 207
separémos de los otros ; digámosle que sea mode-
rado y sociable ; mostrémosle los motivos podero-
sos que le obligan á ello ; guardémonos de decirle
que la felicidad no se ha hecho para él ; antes ha-
gamos que conozca que en la virtud se halla este
bien, esta felicidad de que le alejan de continuo sus
vicios y locuras.


Confesemos sinembargo que esta reforma tan sus-
pirada de las costumbres de las naciones y de los so-
beranos no se muestra todavia mui cercana ; y que
sólo puede ser fruto de las esperiencias y luces poco
á poco esparcidas entre los hombres , y de circuns-
tancias que el destino unicamente puede ofrecer ; mas
esto no desalienta al hombre sabio , porque conoce
bien que la virtud se propaga lentamente , pero
tarde ó temprano llega á producir sus efectos. Los
estravíos de los hombres , siempre castigados por -la
Naturaleza , los precisarán á recurrir á la razon,
la Moral y la virtud , en cuyo seno encontrarán
la felicidad, tristes y fanáticos moralistas han
supuesto fasamente que no se ha hecho para los
mortales.


Continúen , pues , los amantes de la sabiduría
sembrando y difundiendo verdades, y estén mui se-
guros que ellas florecerán un dia. ; si sus lecciones
pareciesen inútiles á sus contemporaneos servirán á
la posteridad , cuyo bienestar no debe ser indife-
rente á los hombres de bien que meditan y prevén.
La verdad es. un bien comun á los habitantes de
:este mundo ; si es despreciada en un pais , fructi-
fica en otro ; si encuentra oposicion en un siglo,
será bien acojida en edad mas feliz ; si la desde-
ñan los padres , la admitirán sus descendientes,
instruidos y escarmentados en las locuras de sus
predecesores.
. En fin , aun cuando una feliz mudanza en las


costumbres de los pueblos fuese una lisonjera qui-


iN




208
SECCION V.


mera los consejos de la sabia Moral no por esto
serian inútiles ; ellos servirian almenos para forti-
cae al hombre de bien en la práctica de la vir
tud , hacersela amable , y confirmar mas y mas los
sentimientos de su corazon. La esperanza de


L113


porvenir dichoso , y las pinturas agradables y li-
sonjeras de la virtud contribuyen , digamoslo así,


refrijerar y fortalecer las almas justas y sensibles,
ajadas y marchitas con el aflictivo espectáculo de
las calamidades que desolan el mundo. En defecto
de la felicidad pública que la sociedad le reusa , el
ciudadano virtuoso se vé reducido á buscar una fe-
licidad particular ; en el seno de su familia y en
el de la amistad hallará consuelos, dulzuras y feli-
cidad sobre qué no tiene jurisdiccion la tiranía : si
practica fielmente las virtudes sociales , gozará su
corazon de una serenidad constante ; en el rostro
de su mujer , sus hijos y criados leerá el júbilo y
el contento ; se aplaudirá de contribuir á ellos ; dis-
frutará de la confianza , del aprecio y del amor de
todos aquellos con quienes tenga relaciones ;


eilSLI- 51:


rna , vivirá contento consigo por la certidumbre de
ser amado de cuantos le rodean.


El malvado , por el contrario , siempre descon-
tentode sí , encuentra por todas partes enemigos,
y acusadores que le acriminan su odiosa conducta
y sus crueles tratamientos. Semejante á Caligula,
él querria que los hombres tuviesen todos una sola
cabeza para de un sólo golpe derribarla : en socie-
dad , en casa dentro de sí mismo tiene un es-
pectéculo horroroso , cuya idea le persigue hasta
en la soledad (1).


(1) Todos los malvados querrian ser buenos , porque es.
pc.Timentan de continuo los disgustos inseparables de la mal-
dad ó del vicio. Platon ( lib. 5. de Ieg.) dice que todo hombre


CA. ÍTULO VIII. 209
Cuando la Moral promete al hombre una com-


pleta felicidad , - no por esto le exime de las pena-.
lidades de este mundo ; tampoco le preserva de
las calamidades públicas , de los golpes de fortuna,
de la perversidad de los hombres , de la indijencia.
que regularmente acompaña al mérito y á la virtud,
de las crueles enfermedades , de los males fisicos y
de la muerte ; pero al menos prepara su corazon á
los acontecimientos de la vida : ella le enseña á so-
portar con valor los imprevistos reveses , á no dejar-,
se abatir , y á. someterse á los decretos del destino;
y en las mayores calamidades ofrece al hombre de


injusto es injusto a pesar suyo. Este mismo filósofo dice en es
Timeo : "ninguno es malvado por su eleccion 6 gusto ; lo es .sí


por efecto de atgun vicio de conformacion en su cuerpo , ó por
13 una mala educacion."


Por otra parte , puede decirse que el hombre de bien e-
un ente bien constituido , que sigue sin resistencia una na-
turaleza bien ordenada , que ha contraido facilmente el ha-
bito de ser bueno , y que le ejercita con prontitud y faci-
lidad. Aristóteles observa con razón que nosotros no recibi-
rnos de la naturaleza ninguna de las, virtudes morales: noso-
tros llegamos ti ser , dice , buenos y justos dcl mismo mo-
do que uno aprende á ser buen arquitecto ó buen másico. La
naturaleza sólo nos dl las' disposiciones ó facultades , con
cuyo ausilio nos hacemos mas ó menos fa.cilmente buenos-
justos ; benéficos , ect. Un hombre que ha nacido sin fi-
nura de oido 6 sin ajilidad de dedos , no llegará jamas
á ser buen músico ó diestro instrumentista. El malvado es
'un ente mal constituido , mal educado


'


6 en quien la edu-
cacionn no. ha podido rectificar el vicio de su conformacion,
así como im mal pintor , un mal músico , 6 un torpe es-
cultor querrian sobresalir en sus profesiones , el malvado
respeta el mérito de la virtud , sin tener valor para se-
guirla ; él quisiera ser bueno , mas el habito le vuelve al
-vicio á pesar de los males que él esperimenta.


Estas reflexiones pueden servir para ilustrar la, moral.;
y explicarnos la conducta de muchos hombres , que obran,
y son á veces malos contra su voluntad.


TOMO Hz. 27


41




(1) Est etiam quieta , et puré , et eleganter acta ceta-
sis placida , ac lenis senectus. Cicero , de Senect. cap. 5.
"Es una verdad constante , dice M. Dacier que la feliz
2)y dichosa. vejez es una corona de gloria y seguridad , que
»sólo se halla en el sendero de la virtud. " Comparaison
Pyrrus et de Marius , al fin.


- (2) El hombre no es infeliz dice Dealcierito
z mientrasp30 es injusto.


210 SECCION V.
bien un asilo en sí mismo , donde la paz de una
buena conciencia le suministrará consuelos desco-
nocidos de los malvados , quienes ademas de las
desgracias que esperimentan , tienen que sufrir la
ignominia y los remordimientos de sus vicios y cri-
minales acciones. El mas cruel tormento de un mal-
vado en el infortunio es el conocimiento de su es-
pantoso caracter , del odio que se ha merecido ,, y
del justo castigo que experimenta. Vale mas , dice
Epicuro , ser desgraciado y racional , que no feliz y
falto de razon.


El verdadero sabio no es un hombre impasible:
él no afecta la insensibilidad del estoico insensato,
que eh medio de crueles tormentos decia del dolor,
que no era un mal ; no es insensible á la pérdida de
la fortuna , de la salud , de sus parientes ó de sus
amigos; ni cree que la virtud consista en contemplar
tranquilamente la privacion y ausencia de los obje-
tos mas caros á su corazon ; siente como cualquiera
otro los rigores de la. suerte , pero encuentra en la
virtud fuerzas y recursos ; conoce que con ella no
puede ser enteramente infeliz (1) ; y que sin ella el
poder , la grandeza , la opulencia , y la mas ro-
busta salud son insuficientes á la felicidad. En fin,
en la vejez , y hasta en los bordes del sepulcro
hombre virtuoso está sostenido y alentado con el
recuerdo consolatorio de una vida pacífica , pura
y arreglada (2).


a


tvl


• 211
CAPÍTULO IX.


De la Muerte.


Una conducta regulada por la Moral no sólo nos
produce una paz inalterable y una felicidad pura
durante nuestra morada en este mundo ; no sólo
nos hace gozar de una vejez dichosa y respetada,
sino que ademas nos dá firmeza contra los temo-
res de la muerte , tan terribles para lbs delincuen-
tes. Si ,-como hémos dicho , la relijion , sea natu-
ral ó revelada , no puede nunca contradecir los de-
beres que la naturaleza impone al hombre ; si esta
relijion es verdadera por su conformidad con las
leyes de la sana Moral , cí la felicidad que causa á
los hombres ; en fin , si la relijion no hace mas que
añadir motivos sobrenaturales á los naturales , hu-
manos y conocidos de que la Moral se vale para
escitar á la virtud ; nada es capaz en consecuencia
de turbar la seguridad del hombre de bien al salir
de esta vida para comenzar otra : persuadido de
que el universo está bajo del imperio de un Dios
lleno de benevolencia con los hombres , no puede,
al morir, tener inquietud alguna de su suerte. ¿Qué
motivo tendrá el hombre de bien para desconfiar,
6 temer la cólera de un Dios cuya bondad y jus-
ticia constituyen su caracter esencial é inmutable ?
La idea de una vida futura que sirve de base á
toda relijion , está fundada en las recompensas que
la virtud debe esperar tarde 6 temprano-de un Dios
lleno de. equidad. Un Dios justo , ¿ puede no amar
al hombre justo? Un Dios bueno , ¿puede aborre-
cer al hombre que en este mundo ha hecho bien
á sus semejantes? Un Dios lleno de misericordia,
¿puede desechar al hombre que se muestra piado-
so á las desgracias de sus hermanos? En fin , el
que há procurado ser util • á la sociedad , temerá




SECCION V.
encontrar al término de sus dias un Juez inex6ra-
ble en el Soberano de la Naturaleza , criador , con-
servador , padre de la especie humana , y lejisla-
dor , de cuya voluntad deriva la relijion las reglas
de la Moral? No , ciertamente : sería contradecir
todas las perfecciones morales de la Divinidad,
creer por un sólo instante que el hombre de bien
puede desagradarle.


Es cierto que la relijion exíje ademas otras vir-
tudes en el


•hombre para merecer el favor divi-
no. Mas en el curso de esta Obra nos hémos pro-
puesto únicamente presentar á los habitantes de la
tierra los motivos humanos , sensibles y naturales
que le inducen á practicar el bien en el mundo ac-
tual, aun prescindiendo de sus ideas relijiosas : sólo
hémos hablado de los medios de obtener una feli-
cidad tan durable como la vida presente. A los Teo-
logos es á quienes pertenece esclusivamente mostrar
á los mortales los motivos divinos , invisibles y so-
brenaturales , que deben conducirlos un dia á la
felicidad permanente que la relijion promete para
despees de esta vida. Aunque nada debiera ser mas
eficaz para escitar á los hombres á la virtud , y
desviarlos del mal que la idea de una felicidad eter-
na , espiritual é infalible, ó que el temor de castigos
rigorosos y eternos , sinembargo la esperiencia ros
hace ver que estos motivos presentados todos los
dias por los ministros de la relijion no influyen ple-
namente sobre la multitud. Dominados de lo pre-
sente , los hombres, por la mayor parte , apenas
piensan en lo futuro , pareciéndoles rnui lejano. El
mundo está lleno de viciosos , que profesan sumi-
sion y respeto á la relijion , y creen las recompen-
sas y castigos que nos anuncia , sin que por esto
sus ideas produzcan bien alguno real y verdadero
acerca de su enmienda:


Efectivamente ; al ver los vicios ; desórdenes y


CAPITULO IX. Z15
delitcs á que se entregan tantos hombres, que afec-
tan estar mui convencidos de la realidad de las
recompensas y castigos eternos que la relijion anun-
cia , no sería estrato que alguno creyese que todas:
estas cosas eran vanas quimeras ó mal ó no creidas.
de los hombres, ó que estas ideas ya deleitosas ya
terribles son un freno mui debil para contener las
pasiones. Tantos Soberanos relijiosos y devotos, con
sus guerras crueles, inútiles y frecuentes, sus in-
justas conquistas , su tiranía y las estorsiones que
hacen sufrir á los pueblos, y los desarreglos de su
vida privada , dan á entender ciertamente que la
reiijion que finjen creer , que protejen , y afec-
tan respetar , no se ha hecho para ellos , y que es
un espectro para arredrar y contener á sus crédu-
los súbditos. Estos sinembargo, por la mayor parte,
no son mas contenidos que sus soberanos. Las na-
ciones mas relijiosas ofrecen una multitud de hom-
bres, que unen frecuentemente la creencia y prác-
tica esterior de la relijion con la injusticia , la in-
humanidad , el fraude , el robo y la disolucion.
Se ven ladrones públicos , usureros , bribones y
prostitutas; y entre el pueblo , borrachos y gloto-
nes, que jamas han dudado de la otra vida , y que
sinembargo no obran conforme á su creencia: sus
desórdenes son el objeto continuo de los discursos
de nuestros oradores sagrados.


Mas si la relijion atemoriza con sus amenazas
á los transgresores de la moral , algunos filósofos
imputan á sus ministros que ellos mismos los con-
firman en sus desarreglos , y los alientan y tran-
quilizan con la facilidad de los medios que les pres-
criben para calmar sus conciencias , espiar sus ini-
quidades, y apaciguar la cólera divina. «¿De qué
,sirven , dicen . estos filósofos , los terrores de la


"' otra vida, si basta rara inutilizar su efecto so-




214 SECCION V.
',meterse á prácticas estériles , confesiones vergon-
,,zosas por aquel momento, ceremonias, fórmulas,
' ,limosnas y rezos? (1) ¿No es , dicen , destruir
,,el efecto de los temores que la relijion inspira,
' ,asegurar que un tardío arrepentimiento en el ar-


tículo de la muerte es capaz de borrar todas las
',manchas de una vida criminal?" Estos filósofos
hallan que sus ministros , regularmente mui indul-
jentes con los grandes del mundo , allanan y fa-
cilitan el camino del cielo á estos ilustres delin-
cuentes , cuyos remordimientos debieran no apaci-
guar , y sí mas bien acrecentar. Prescindiendo de
estas imputaciones , lo cierto es que, por confesion
de los mismos Sacerdotes de la Divinidad, nada es
mas dificil y menos frecuente , á pesar de la reli-
jion , que ver en los córazones corrompidos una
enmienda sincera , suficiente á merecer la futura
felicidad.


Por otra parte vemos que los mismos Teólo-
gos estan poco acordes entre sí sobre los medios
de satisfacer á la justicia divina, y obtener la fe-
licidad eterna. Unos exijen poco de los hombres,


(1)- Nada es mas ridículo que las ceremonias estra.vagan,--
tes que la supersticion ha inventado en algunos pueblos para
alentar á los hombres contra los temores de la muerte. Un
Baniano está seguro de que todos sus pecados le serán per,
donados , si puede al espirar tener asida la cola de una vaca,
y recibir su orina en la cara. Otros creen segura su salva-
cion , si pueden morir á orillas del Ganjes. Los Parsis no
dudan de la espiacion de sus culpas, si un Sacerdote hace
por ellos ciertas oraciones y ceremonias cerca del fuego san-
to. Para asegurar la salud del Mahometano se le pone en
las manos al morir un pasage del Alearan. El Sacerdote Ruso,
en virtud de cierto dinero , cspide al que está de muerte un
pasaporte para el otro mundo.


CAPÍTULO IX. 215
prescribiéndoles espiaciones fáciles: otros , con ri-
gor escesivo , los desaniman , mostrándoles el ca-
mino de la virtud lleno de tantas dificultades, que
les inspiran una desesperacion ó un fanatismo fe-
roz é insociable, tan contrarío á la verdadera mo-
ral como los mas funestos desórdenes. Ninguno es
mas insociable que el supersticioso sombrío y me-
lancólico, que enemigo de sí, se cree obligado á
martirizarse de continuo, á renunciar á los place-
res inocentes, á separarse de los hombres, y á pen-
sar en su fin enmedio de la lobreguéz de los sepul-
cros. ¿Qué bien puede resultar á la especie humana
de esta insociable conducta? Un hombre continua-
mente anegado en sus lágrimas , dominado de la
melancolía , ajitado de vanos escrúpulos y terrores
imajinarios, exásperado con soledad y privaciones,
¿ puede ser un miembro útil y , agradable á la socie-
dad? ¿Es cumplir con los deberes de la moral ha,
cerse mal á sí , sin hacer bien á nadie? Ciertamen-
te que es formarse ideas mui siniestras y contradic-
torias de un Dios lleno de amor á los hombres, el
creer que sólo se le agrada atijiéndose sin cesar,
ó viviendo separado de los humanos. Si los Casuis•
tas demasiado fáciles abren el cielo á los grandes
é ilustres malvados, los 1-' . 017iStItS escesivos le cier-
ran á todo el mundo: pocos hallan un justa medio
entre estos dos cstremos.


Unas inconsecuencias tan palpables han dado
motivo á muchos para dudar de la utilidad ó po,
der que se atribuye á. la relij1 , 1.1. Por otra parte,
como la historia antigua y moderna muestra á cada
pájina los escesos, desolacie• ódios inmortales,
atroces persecuciones , sana„ i..atas y lamentables
mortandades que frecuentel-nente han producido la
ambicion del sacerdocio y el celo furioso de sus
fanáticos partidarios, algunos filósofos han concluí-




216' SECCION V.
do de aquí, que esta relijion, que tantas veces ser-
via de pretesto á tales crímines, era no sólo inu-
til , sino tambien incompatible con la sana moral,
la verdadera política, y la felicidad y el reposo de
las sociedades : por consecuencia algunos de estos
filósofos se han creido suficientemente autorizados
para sacudir el yugo de una relijion que les pare-
cia incórnol.a y peligrosa. La existencia de otra vi-
da, cuya idea vejan que no reprimia las pasiones
de aquellos que mas fuertemente convencidos de-
bian estar de ella , les pareció quimérica ó dudosa.
En una palabra, no puede negarse que la insocia-
bilidad, intolerancia, ambicíon y avaricia de mu-
chos ministros de la relijion les han suscitado en to-
dos tiempos un gran número de enemigos, aun en-
tre los hombres mas ilustrados y virtuosos.


A los Teólogos toca conciliar esta conducta con
los principios, bien sea de la Moral natural ó de la
Relijion , ó ámenos justificarse de unas acusaciones
tan graves , debiendo al mismo tiempo atraer á los
descarriados con razonamientos capaces de desenga-
ñarlos de sus ideas contrarias ó poco favorables á
la certeza y utilidad del sistema de la otra vida. Co-
mo en esta Obra nuestro intento no ha sido mas que
dar á conocer los motivos humanos de una Moral
comun á todos los hombres ( sean cuales fueren sá
opiniones verdaderas ó falsas) sólo diremos á los gafe
se oponen á la Relijion revelada y sus dogmas sobre
la otra vida , que no por esto se hallan menos obli-
gados á conformarse durante la vida presente con
los preceptos humanos y naturales de la Moral Uni-
versal, só pena de acarrearse el desprecio y el ódio
de la Sociedad; castigos seguros , y de los cuales
no puede dudar la mas impía incredulidad.


Ademas, si el interés de la Sociedad y el bien-
estar de la vida social son los que han determinado


CAPÍTULO I X. 217
al Filósofo á divorciarse de la Relijion, este se ha-
lla obligado mas que ningun otro á manifestar al
Público costumbres mas sociables, mas dulces, mas
honestas , y en una palabra, una conducta menos
vituperable que la que imputa á los partidarios de
la R.elijion. No le es lícito, pues , al que se aparta
de los principios relijiosos, 56 pretesto del mal que
producen en la tierra, entregarse á la intolerancia,
la obstinacion y el ódio contra los que no piensan
como él: tampoco le es permitido abandonarse á vi-
cios que la razon condena. La verdadera Filosofia
debe siempre anunciar unas costumbres inocentes y
severas; y grave , sin ser triste ó feroz, no debe
prestarse jamás á los desarreglos de los hombres.


Tambien les dirémos á cuantos renuncian á la
Relijion, porque mortifica y reprime sus pasiones,
que no por esto deben creerse Filósofos ó amigos
de la sabiduría. La verdadera sabiduría fué y será
siempre incompatible con el vicio y desarreglo : -sus
preceptos no pueden jamás ser contrarios á los de
la Moral. Los Filósofos sin buenas costumbres y
virtudes son impostores y charlatanes despreciables:
esos pretendidos amigos de la sabiduría, esos.após-
toles de la razon serian insensatos, ignorantes . y cie-
gos, si se hiciesen apolojístas del vicio y desprecia-
dores de la virtud, en la que sólo estriva nuestra
felicidad en este mundo: los Filósofos de esta na-
turaleza serán mirados con mui justa razon como
unos libertinos, corruptores, y verdaderos enemigos
.del jénero humano. Estos , pues , son tan culpables
como esos casuistas relajados , que por una débil
complacencia con los vicios y pasiones del hombre,
atenúan sus escrúpulos ó remordimientos, y le ha-
cen el camino del Cielo mucho mas facil de lo que
la Relijion les permite.


Todo hombre que medite la Naturaleza huma-
TOMO m. 28




218 SECCION V.
na y los verdaderos intereses de la Sociedad, sean
cuales hieren sus ideas relijiosas, forzosamente re-
conocerá que la virtud es útil y necesaria, en este
mundo ; que sin ella ninguna Sociedad puede
prosperar ni aun subsistir, ni individuo alguno , ha-
cerse querer ni respetar; que el vicio es destructor
de las naciones y de sus miembros; en una pala-
bra, todo hombre que piensa, debe conocer que no
hai desórden que no encuentre castigo aun en esta
misma vida, ni virtud que no halle algun consuelo
ó recompensa , y contribuya á la felicidad del que
la practica. El Filósofo que desconociese unas ver-
dades tan claras, seria un estúpido , un ignorante,
un hombre sin esperiencia y reflexion. iEstraña Fi-
losofia, por cierto, la que no viera los efectos pa-
tentes y claros del desórden, vicio, y libertinaje, y
su funesta influencia sobre las naciones ó individuos;
ó no conociese las ventajas inestimables que la vir-
tud d• á cuantos la practican, aun en las naciones
corrompidas!


Por otra parte, basta conocer y practicar unas
verdades tan sencillas para, vivir felizmente en la
tierra. Así, cualquiera que pueda ser su suerte en
la otra vida, el incrédulo, si es hombre de bien
verdaderamente filósofo, puede en esta vida pasaje-
ra, observando fielmente los deberes de la moral -
humana, conseguir toda la felicidad que se ha pro-
puesto. Si practica cuidadosamente las virtudes so-
ciales; sí evita los vicios, imperfecciones y defectos
que pueden desagradar á otros y perjudicarle á él
Mismo; si contribuye con sus talentos y trabajos á
la utilidad jeneral, se hará amable de todos cuan-
tos tengan relaciones con él; será buen padre, fiel
esposo, amigo sinceró, y apreciable ciudadano; y
cualquiera que sea el lugar que la Relijion le desig-
ne en el otro mundo, gozará en .este del afecto y


CAPÍTULO IX. 219
la consideracion debida al mérito. Limitado en sus
esperanzas, no se lisonjeará de disfrutar los inefa-
bles deleites de la vida futura, y se contentará con
los de esta. Cuando por sus servicios sea digno del
amor y la celebridad de los. hombres, á falta de la
esperanza-de una inmortalidad sobrenatural (objeto
sólo de la confianza del hombre relijioso) se lison-
jeará de obtener una inmortalidad natural,. tí de
existir despues de muerto en la memoria de los hom-
bres. Así, satisfecho con su suerte en este mundo,
privado de esperanzas y temores respecto á lo fu-
turo, y lleno de confianza en su derecho al cariño
de la posteridad , el incrédulo honrado y virtuoso
puede vivir feliz, y ver su fin con mas tranquilidad
que tantos hombres que reconocen la Relijion, y rio
la practican fielmente.


Sean cuales fueren las opiniones verdaderas 6
falsas de los hombres, las leyes inflexibles de su Na-
turaleza á todos obligan igualmente; su Moral de-
be ser la misma; y todo les demuestra que en el
mundo que habitan, la virtud conduce á.la felici-
dad, y el vicio á la miseria. Si en la teoría los
hombres se oponen y contradicen facilmente, no
sucederá asi en la práctica de su conducta, si viven
conforme á la naturaleza de un sér sociable, in-
telijente y racional, que conoce su verdadera feli-
cidad y los medios de obtenerla. Siguiendo el ca-
mino indicado por la Moral , el hombre de bien
vivirá contento, y morirá tranquilo. El momento
de la muerte, tan cruel para tantos hombres inúti-
les ó dañosos, no inquieta ni horroriza al virtud o,
el cual, satisfecho de haber desempeñado bien su
papel en el teatro del mundo, se retira de la es-
cena con-tranquilidad, y dice con el Poeta , J vi-
vido y terminado felizmente la carrera que me se-




220 SECCION V.
Ialó el destino (1).


Sólo el hombre de bien, el racional, el útil á
los domas hombres, es quien puede decir con ver-
dad yo he vivido. No es vivir, sino •vejetar , el no
contribuir á la felicidad de sus semejantes; existir
sobre la tierra sólo para dañar , es existir como las
plantas venenosas, ó los minerales ponzoñosos. Solo
aquel cuyo entendimiento está ilustrado de la sabi-
duría , y el corazon fortalecido de la razon , es
quien puede morir con valor, y ser superior á los
terrores de la muerte, molestos y espantosos para
tantos cobardes que ansian vivir sin saber aprove-
charse de la vida.


En el momento de la muerte es cuando el po-
bre y el desgraciado tienen una ventaja señalada so-
bre esos hombres que el vulgo cree poseedores esclu-
sivos de la felicidad. El pobre, el artesano, el la-
brador, el hombre de pueblo no dejan la vida con
aquellas ajitaciones que ordinariamente se observan
en los que mueren en un blando y mullido lecho.
El desgraciado vé en la muerte el fin de sus pena-
lidades y trabajos ; el hombre de bien , espuesto
con frecuencia á los rigores de la fortuna en un
mundo perverso donde no tiene otros auxilios que
los de su virtud , mira su fin como el puerto de la
seguridad.


Además, en todos tiempos ha habido hombres,
que para sustraerse de las congojas de la vida , han
acelerado voluntariamente el término della. La an-
tigüedad admiró esta accion , y la consideró como
indicio de un heroico valor. Los modernos, en esta
parte, han cambiado de dictamen : la Relijion con-


(i) Vixi, et quem dederat cursum fortuna, peregi. Viro.


CAPÍTULO IX. 221
dena el suicidio como una desobediencia formal á
la voluntad divina , como una cobarde desercion dd
puesto en que Dios nos ha colocado, y en fin, co-
mo una pusilanimidad vergonzosa que no sabe so-
portar los reveses de la fortuna.


Seguramente el suicidio , como hemos dicho , es
efecto de una enfermedad , de un lento ó repen-
tino trastorno de nuestra máquina ; para llegar el
hombre á estar enteramente cansado de su vida,
la cual , ápesar de sus penalidades , ofrece placeres
diferentes á todos los hombres ; para que en estos
cese el deseo de conservarse , inseparable de la na-
turaleza .; para renunciar absolutamente á la espe-
ranza que siempre queda . en el fondo de los cora-
zones , aún enmedio de las mayores desgracias , es
menester una revolucion terrible , y un trastorno
jeneral de las ideas , de lo que resulta una fuerte
aversion á la existencia , que nuestra imajinacion
considera como el mayor , mas penoso é irreme-
diable de los males. Unos efectos tan crueles nacen
sin duda de una verdadera enfermedad , tal como
un acceso de locura ó rabia que nos ciegue, ó como
una enfermedad de tedio,. abatimiento y languidez
que nos vaya lentamente consumiendo , y por úl-
timo nos conduzca á la muerte. Lo mismo que los
insensatos ó dementes furiosos , los hombres que se
matan se llegan á preocupar esclusivamente de un
objeto , sin cuya posesion nada les es agradable en
la vida. En Caton de Utica este objeto fue la li-
bertad de su patria ; en un avaro será la pérdida
del oro; en un amante la pérdida de la que ama;
en un ambicioso la privacion de sus honores ; y
en un hombre orgulloso lo será la carencia de las
cosas que lisonjean su vanidad. La falta de estos
objetos obra de un modo diferente en los hombres
en razon de sus temperamentos ó caractéres. Los




222
• SECCION V..


u p oS, mas 'coléricos , se abandonan repentinamente
á la desesperacion ; los otros, de un temperamento
menos ardiente ó mas melancólico, ocultan mucho
tiempo el designio é idea de morir. En -estos dife-
rentes modos de quitarse la vida no hai pronia-
inente ni fuerza ni debilidad ; ni valor ni cobardía;
sólo sí hai una enfermedad crónica ó aguda. Los
hombres , acostumbrados á juzgar de las acciones
por los motivos que las producen , han admirado
el suicidio producido por el amor de la Patria, de
la libertad y la virtud ; y le han condenado cuan-
do ha tenido por movil la avaricia , un loco amor,


una vanidad pueril. El suicidio es una verdades
ra locura; á la Itelijion , pues, le toca el decidir
si esta locura es culpable á los ojos de la Di-
vinidad.


Si el suicidio es efecto de una enfermedad , no
sería prudente el combatirle con discursos. Mas la
Moral puede á lo menos suministrar medios de pre-
servarse de un mal tan estraño, que ha llegado á
sei- epidémico en las naciones mal dirijidas y en-
tregadas al luxó , la vanidad, la avaricia , la cor-
rupcion de costumbres , y á los placeres ilícitos.
Una conducta virtuosa , deseos moderados , econo-
mía en los . placeres , aversion al luxó y á los objetos
capaces de irritar las pasiones y la vanidad y el
trabajo , en fin , son los preservativos contra una
enfermedad, cuyos espantosos efectos son hacernos
odiosa la vida , y armar nuestro brazo contra no-
sotros mismos. El verdadero- valor consiste en com-
batir las- pasiones peligrosas : reformando las cos-
tumbres, logrará un buen gobierno que los hom-
bres vivan contentos con su suerte, y que los sui-
cidios no sean tan frecuentes.


El hombre de bien é ilustrado es el que tiene
solamente verdadero' valor para contemplar' tran-


CAPÍTULO IX. 223
quilamente la proximidad de la muerte. La igno- •
rancia y corrupcion son siempre flacas , irresolutas
y cobardes ; los imprudentes y malvados nunca tie-
nen tiempo para pensar en su fin. La resignacion
del sabio en sus últimos momentos es fruto de la
reflexion , y• de la calma que produce una buena
conciencia. Una vida pura , y una conducta racio-
nal y reflexiva , hé aquí la mejor , la única prepa-
racion para la muerte. En fin , el hombre justo,
benéfico y apreciable -ve en su postrer suspiro rodea-
do su lecho de amigos, y cuyas cenizas son rega-
das con sinceras y copiosas lágrimas. ¿Qué cosa
es mas poderosa á consolar al hombre en la ne-
cesidad de morir , que la idea de subsistir en la me,
moria de los otros , y conservar muriendo la amis-
tad y el amor de los que quedan para llorar su
muerte?


¡Cuantas jemes mueren sin haber sabido apro-
vecharse de la vida! Vivir, es emplear la vida en
activo trabajo; gozar , es gustar el dulce placer de
ser querido y estimado de aquellos á quienes el
hombre hace felices , es agradar y complacer á los
otros para vivir contento de si mismo. Mas estos
placeres , reservados á las almas justas y sensibles,
son desconocidos de los perversos endurecidos en el
mal , los cuales , despues de haber vivido en la ajita-
cion é inquietud , mueren en la desesperacion: tam-
poco se han hecho estos placeres para los hombres
entregados á los vicios , la disipacion y los gustos
criminales ó frívolos , á los cuales la muerte los
toma de sorpresa hallándolos desprevenidos y de-
sarmados contra sus golpes. Por último , los place-
res consolatorios de la virtud , tan poderosos para
fortalecer los corazones , son-ignorados de la ma-
yor parte de los Príncipes , los grandes y los ri-
cos los cuales 5 destinados á hacer feliz al -mun-




nn•n•nn•n•••n,


(I) Si vis aman , ama. Séneca.
TOMO TU. 29


224
SECCION


do , duplican SUS males y miserias. Todo nos mues-
tra que los hombres mas capaces por su clase y
fortuna de hacer mayor bien , son regularmente
inútiles ó dañosos durante su vida , no saben 'go-
zar de nada , ni escitan al morir en persona al-
guna lágrimas 6 dolor. Por no conocer el conten-
to y placer propios de la virtud siempre benéfica,
los mortales que pudieran ser mas felices , viven
en el entorpecimiento del tedio , 6 en una ajita-
cion fatigosa tanto para ellos mismos como para
los otros ; su muerte , deseada por cuantos les ro-
dean, es para estos un momento de libertad y go-
zo. El que no ha hecho bien alguno en la tierra,
que ha vivido para sí , y que antes bien ha procu-
rado aflijir á los desgraciados que ha tenido á su
lado ¿Con qué derecho podrá esperar que su muer-
te sea sentida y llorada? Las a1-licciones y lágrimas
de los vivos son homenajes del corazon , debidos so-
lamente al hombre de bien , tierno y sensible. Una
vila feliz y una muerte tranquila son efectos solos
y precisos de la beneficencia , de los talentos , de la
bondad y la virtud.


Reconoced , pues, ;6 mortales! que en la vir-
tud sola consiste .


esa felicidad que tanto se desea,
y que envano se busca en otra parte. Sólo mostran-
doos útiles y buenos, obtendreis el amor de


vosotros
mismos. Aprended , en fin , á conocer vuestro
verdadero y lejítimo interés propio : aprended el
modo con que debeis amaros cada uno de voso-
tros. Este amor propio es necesario , natural , inse-
parable del hombre , y aprobado por la Moral ; mas
él os impone la obligacion de amar á los otros,
y de contribuir á su felicidad, si quereis merecer
su afecto y sus socorros. Atended siempre á los
que caminan con vosotros por el sendero dificil de


CAPÍTULO IX. 225
la vida. Alargádles una mano caritativa y benéfi-
ca para que os den la suya en vuestras adversi-
dades y trabajos. Reconcentrarse en sí , y olvidar
las consideraciones , la benevolencia y cuidados de-
bidos á los otros sería . aborrecerse el hombre : la
empresa de vivir feliz ea Sociedad sin el socorro
de sus semejantes , sería tan loca como inútil.
ninguno de vosotros ¡6 mortales; está al abrigo de
la suerte. Ninguno está seguro de que no beberá
un dia en la copa del iníbrtunio. Ninguno , en
cualquier estado en que se halle , puede existir
sin el.ausilio y asistencia de los otros , ya sea pa-
ra librarse del mal, ya para obtener algun placer.
AMAD PARA SER AMADOS. Fé aquí el senci-
cilio precepto .al cual puede reducirse la Moral
Universal (1).


Pueblos , que la Naturaleza ha esparcido por
los diferentes paises de la tierra , amaos , pues,
unos á otros, y dad fin á esos crueles y eternos
combates que destruyen vuestra felicidad! — ¡Sobe-
ranos , amad á vuestros pueblos , y hallareis en su
amor un apoyo firme é incontrastable!---;Grandes,
nobles , ricos , poderosos del mundo , haced bien á
los hombres , y sereis verdadera y cordialmente
amados y distinguidos!---¡Sabios y literatos , ilus-
trad las naciones , sed verdaderamente útiles ; de
este modo sereis respetados , y vuestros ilustres
nombres se transmitirán á la posteridad!---;Esposos,
padres , amigos , amad si deseais que os amen, pues
que este es el dulce y estrecho vínculo de vues-
tras diversas asociaciones! ¡Ciudadanos , en vues-
tras diferentes relaciones y tratos jamás perdais de




226


SECCION
vista el deseo de amar y ser amado! Si observais
unas reglas ta.n claras y sencillas , gozaréis en el
mundo de cuanta felicidad es :capaz la bumana.nl-
turaleza. Cada uno de_ vosotros Mortales! vivi-
rá contento en la tierra., y . al salir de ella , por
una ley constante de la Naturaleza morirá tran-
quilo y sereno.


ÍNDICE ALFABÉTICO


DE - ,AS MATERIAS
DE LOS TRES TOMOS.


A,


F I N,


borrecer un objeto es :desear que huya -y se aparte de noso-
tros, tom. 1. pág: .


Aborrecimiento. : Véase Odio.
Acciones: movimientos mrgánicos. producidos por la voluntad,
.'determinada por la idea del bien ó del mal que reside un un


objeto , Dom.:1. 32.
Actividad: dis l5osicion habitual á contribuir con nuestro 'tra-


bajo al bien de la Sociedad, tom. L 123 124.
ADDISON : de la crueldad, torra. 1. 145: del perdon de las


injurias , 170: de la suinision de los hijos á sus padres,
lona.; HL 47.


Adorno corporal : propio sólo de las 'pequeñas almas , Dom.
L 255. y sig.


Adulcicion: comercio -de mentiras, fundado por una parte, en
el mas vil interés, y por la otra en la vanidad , tom.


16: porqué la apreciar todos los, hombres, 197: no
debe ser confundida con-una justa .


complacencia , 131.
Adul:zclores : malos ciudada .hos y enemigos.


del Príncipe mis-
mo á quien adulan, tosa. II. 53.


Adulterio: condenado por la sana Moral , tom. 111..7. y sig.
Afabilidad : consideracion que debemos á nuestros inferio-


res , to;11..111. 152.
APctticion : disgusta, y descubre la vanidad, tom. I. 256.
.AGAstcLEs: de la guardia d un buen Rey, tom.


29.
AcEsit.Ao: de las guerras de los Griegos entre sí, p on II. 9.
Agilidad efecto de nuestro modo de sentir, toga. 1. 7.


• • •




228 ÍNDICE ALFABÉTICO
Agricultura : honrada en lo antiguo , y despreciada al pre-


sente, Dom. II. 172. y 230.
AousTiN (San): su dictamen sobre las leyes injustas, tom.


II. 54.
Alegría: cuál sea la verdadera , tom. III. 179: porqué tan ra-


ra en los convites de los ricos , 181.
ALEJANDRO juzgado , tom. I. 156: asesinó á su amigo, tom.


II. 41 : sus vestiduras eran tejidas por su hermana, Dom.
III. 2i.


ALroNso : su dictamen sobre el desprecio de los nobles al es-
tudio , Dom. II. 86.


Amar un objeto , es desear su presencia , tom. I. 9.
Ambicion : pasion á veces lejítima y útil , tom. I. '29 : cuan-


do laudable y cuando reprehensible, 125 : por lo cknnua
ella es efecto de una vanidad inquieta y descontenta de su
suerte , 156.


Amigo : se ama á sí propio en su amigo, tom. I. 23 : deberes
de los amigos, tom. III. 112. y sig.


Amistad: sus dulzuras y sus ventajas , tom. III. 113.
Ainor:: pasion necesaria, que debe ser regulada , tonz. I. 29.


- sentimiento inherente á la naturaleza del hombre , 217.
oríjen de muchos males , sino'es contenido dentro de unos


-justos. límites , ibid : hijo de la molicie y del ocio , 118:
sus placeres prohibidos al hombre solitario , 220 : desar-
reglado , sus consecuencias , 221 : sus placeres son los mas
destructivos del hombre, 226. y sig.


Amor de sí mismo , ó propio : malamente confundido con
un egoismo insociable , tom. L 22 : no es mas vil é in-
justo que lo es el ser hombre , ibid : sentimiento esencial-
mente necesario al hombre , 24: verdadero principio de
toda Moral , ibid.: en el hombre que reflexiona, va siem-
pre acompariado del afecto -á los demás , 25 y 261: no
es un vicio , 150 : toma todas las formas para encubrir-,
se , 159: como debe ser moderado '162 : ciego , es incapaz
de hacer al hombre feliz, tom. 111. 190 :.lejítimo , no es de
modo alguno vituperable, 192.


Amor conyugal: cual debe ser , poni. III. 3. y 4.
Amor de la patria : puede llegar á ser un atentado con-


tra el jénero humano , toa. II. 15 : lo que es bajo de
un Gobierno tiránico , .46 : que cosa le inspira , 50.
V. Patria.


Amor del jénero humano : no debe ser un pretesto para no




DE LAS MATERIAS. 229
amar á. ninguno , tom. I. 83.


Amos : fundamento de su autoridad sobre sus criados tom.
III. 128 : sus deberes para con ellos, ibid. y sig.


Amycieos : decreto ridículo y funesto que promulgaron=
Dom. I. 121.


ANACARSIS : de la paciencia , tom. I. 118 : lo' que decia
de la vid , 234.


Animales su instinto se asemeja á la iutclijencia , á la.
razas y á la sagacidad del hombre , tom. I. 6 : en que
se diferencian de él , ibid.


ANTIFANES : de las tropas mercenarias, Dom. II. 93.
Antiguos : no lo han dicho todo , Próiog. XVII.
Antipatía nacional : contraría á la humanidad, Dom. I. 82.
ANTISTENES : de las mujeres cortesanas , tom. I. 198 : de la


eleceion de esposa, tom. 12.
ANTONINO ( Mareo Aurelio ) : de donde era natural , tom.


I. : qué alabanzas debemos desear, 102: de la guerra,
Dom. II. 8: de la felicidad, Dom. 111. 185: del amor propio
esclusivo, 191.


.A.Pcn.omo: de los embusteros , tom. I. 195.
Arabes : como llaman sus maldades , tont. 1. 140 :


ERPENIO.
Arrepentimiento : dolor interior de haber hecho alguna co-


sa , cuyas desagradables ó perniciosas consecuencias co-
nocemos , toa. I. 49.


Aristocracia : dejenera por lo comun en tiranía , tom.
44. V. Gobierno.


ARisTe,TELEs : del amor propio , toma. I. 26 : de la cóle-
ra , 167: del mentiroso , 194 : de la necesaria conformidad
de las leyes con las costumbres , tom. II. 60 : de las ri-
quezas, 158 : de la sabiduría , 188 , 199 , y 202: de la.
amistad, ton). 114: de la felicidad , 185: del hombre
virtuoso , 191: de la vida solitaria , 205.


Arrogante : V. Soberbio.
Arte de morir : no se necesita aprender le , sino el de vivir


bien , Prálog. XIV.
Artesanos: ciudadanos apreciables, tom. II. 234.
Artistas : sus deberes , II. 224. y sig.
Atenciones : necesarias en la Sociedad , ton,. III. 174.
Atolondramiento: descuido o neglijencia en mirar atentamente


los objetos , ó en reflexionar sobre las consecuencias de
nuestras acciones , torra. I. 259. V. Lijereza.




230 ÍNDICE ALFABÉTICO
Atrevimiento : V. Desvergüenza.
ilvarLia : sed inestinguible de las riquezas por sí mismas,


sin jamás usarlas en favor propio ni de los otros , tom.
176. y sig.


Autoridad : potestad de regular las acciones de los hombres,
tom. I. 71: su principio , :lejizima, cual sea , tom. 11.
47: paternal en la China., tont. 111. 47.


B.


BACON : de las riquezas , tom. II. 150: de la amistad,
tont. 111. 113.


: poco inocentes , tom. 1. 238.
Batallas : asesinatos colectivos , tesa.. 1. 14-7.
13.4v1.F. : porque los pobres procrean tamos hijos , tomo


III. 138.
Belleza corporal : apreciada , tom. III. 11. y sig.
Balo mora!: su conexion con lo bello tisico, Dom. 183.
Beneficencia : ciisposicion habitual á contribuir al bienes-


tar de los otros )- con el . lit de granjearse su benevo-
lencia 'y reconocimiento , tom. 1. 91 es ordinariamente un
arte mui dificil , 92: y que pocas jemes llegan á com-
prender , 1.84 : muchas veces es mas bien una debilidad
que no una virtud , 92 : debe ser justa ibid : y csten-
derse hasta con nuestros enemigos , 93 : y los ingratos,
187 : puede ser ejercitada por los grandes y los peque-
ños , 94 : debe ser modesta , 95 : su medida , 96 :
cada á la Sociedad en jeneral , se llama Espíritu pít-.
tilico , 94 : Proverbio de los Antiguos sobre los benefi-


- cius , 92.
Benevolencia innata : verdadera quimera , tont. I. 21 : de-


sinteresada , es un sentimiento sin motivo , ó un efecto
sin causa , 22.


Br.acKLE:Y : su sistema no escluye la Moral , Prólog. XII.
y XIII.


Bien : qué es , tom. I. 10.
Biow : de la- pereza , toas. 1. 208 : de las mujeres , tom.


III. 11.
BOIL EA indiscretamente reprendido por RACINE tom.


Bond:1, : , consideracion debida á nuestros inferiores iota.
III. 151.


DE LAS MATERIAS. 231.
Buena crianza : Y. Urbanidad. Educacion.
Buen tono : cp.:d es , tont. III. 172.
Burla : arma peligrosa , tom. I. 163 : cruel y bárbara en


la boca de un Príncipe , 263 : útil y laudable solamen-
te cuando ataca en jeneral los vicios reinantes en la Socie-
dad , ibid.


C.
Calidad (hombre de ), cual sea , tom. II. 77.
Ca!iemnia: mentira. contra la inocencia , tont. I. 202. y .sig.
Capricho : tomado muchas veces por amistad , tom. III. 116.
Carácter frívolo : el que presta su atencion á objetos que no


pueden producirnos una felkidad verdadera , tom. 259:
obstáculo para la felicidad social , 250. V. Lijcreza.


CA RNEA'DES : de la cducacion de los Príncipes tont. II. 32.
Castidad: efecto de la templanza ó del temor de las consecuen-


cias de la voluptuosidad , tom. 1. 106 : debe estenderse hasta
nuestros pensamientos y palabras , 108.


CATCN : del valor , tem I. 113 : de los ociosos , 211 : de las
recompensas debidas á la virtud, tom. II. 38.


Caza : hace á los hombres crueles, tom. L 146.
Celibato : debe ser reprimido y es necesario prevenirle,


tont. III. 23. y sig.
Celos : inquieend producida en nosotros por la idea de una


felicidad , de la que suponemos gozan los otros , hallán-
donos privados de ella nosotros , tont. I. 187 : supone
una baja idea de sí mismo , ibid.


CESAR ; de la castidad de los 3ermanos , tont. 1. 219:
de nuestra inclinacion á creer lo que no conocernos , tont.
II. 184.


CHALOTAIS : parte que el Público tomó en sus desgracias,
Dom. II. 128. y 133.


Chanza : bárbara y cruel en la boca de un Príncipe, Dom.
- I. 268.
CHA REON : de la adalacion ; tont. T. 197: de la loca vanidad


de los nobles, Dom. II. 82, y 83.
CH LON : de los beneficios, Dom. I. 92: del oro, tom. II. 151.
'exolsr.ca. : diferencia de su desgracia con la Máupeou y


Terray , tom. 68.
CICERON : de la vida , Prólog. XIII : del amor de si mis-
- mo , tont. I. 25: lo que es útil á nosotros , debe serlo á los


demás , 31 : que no debe separarse lo útil de lo hones-




232 ÍNDICE ALF ABÉTICO
to , 101 : de la gloria , 102 : que el Majistrado es una ley
que habla , 1:0717. II. 21 : de la autoridad lejítima , 47:
del buen ciudadano , : del estado militar , y 1 : de los
límites del poder lejislativo , 56 : de la injusta prefe-
rencia dada á las virtudes guerreras sobre las virtudes
civiles , 78 : cómo se camina á la gloria , 111 : de la
ignorancia de los majistrados de su tiempo , 121 : de
Dios , 136 : de la sabiduría , 188 : del juicio ,de la muche-
dumbre , 199: cuan agradable es el instruir 207: de los
apolojistas del crimen , ;cm. 111. 15 : de la educacion.91 :
de la amistad , 115. y 124 : de la felicidad , 185: del fru-
to de la virtud cultivada, 187. y 211 : de la conciencia,
187 : Elojio de Ciceron, 87.


CienciJs : su nacimiento , tom. II. 179. y ; ellas sa-
lieron de las nubes de la impostura , 183 : odiosas á
los tiranos , 187 , su utilidad , 192. y sig. : la mas ne-
cesaria , 198: muchas veces las protejen los Grandes sólo
por vanidad , tom. 159.


Ciudadano : solamente debe obedecer á las leyes, tono.
50 : no existe alguno bajo del Despotismo ,* ibid.


Clase ó rango : qué anuncian estas palabras, tosa. II. 105:
orljeti natural y lejítimo de las clases, 61. y sig.


: ele los hombres de fortuna , tom. III. 143.
Clérigos : quienes se llamaban así en los siglos de ignorancia,


tara. 97.
Clero : debe mas que ningun otro Cuerpo mostrarse patriota


y ciudadano , tom. II. 141 : favorecedor del despotismo,
lo que sucederá de él , 145 : regocijo escandaloso del de
Francia en la destruccion de los Parlamentos, 146.


Cólera : aborrecimiento repentino , mas 6 menos perma-
nente, de los objetos que se miran como (lanosos , tom. I. 15..
y 163: sentimiento natural, pero que debe reprimirse, 164:
pasion á veces útil , necesaria y lejititna, 29 : cólera social/ •
escitada lejítimamente por la injusticia , el crimen ó la tira-
nía , 167 : habitual , V. rvi.t1 humor.


Comedia: cual debe ser su verdadero objeto, toar. 210.
Comerciantes : ciudadanos boj ya apreciables, tom. II. 224:


sus deberes, ibid.
Comercio: orijen del desprecio que le testifican los nobles,


tour, 225: debe reconocer límites, 227.
Compalía ó Sociedad : la que comunmente se llama bus-


aa, no suele serlo, tom. 182.




DE LAS MATERIAS.
233


Compasiorn disposicion habitual del hombre á sentir los
males que allijen á los :otros, tom. L 85.: causas de esta
sensibilidad , ibid: porqué suele no hallarse alguna e*
muchas jentes, 87: este sentimiento debe ser cultivado •
cuidadosamente, 89.


Complacencia : disposicion habitual de conformarse á las
voluntades justas, y á los gustos racionales de los otros,
tono. I. 131.


Conciencia: considerada como el conocimiento íntimo de las
variaciones que los objetos que mueven al hombre,
producen en su máquina , tom I. 5: conocimiento de
los efectos que nuestras acciones producen en nuestros
semejantes, y por rcaccion sobre nosotros mismos , 46:
disposicion adquirida y no innata , ibid : ilustrada , rara,
47: la del mayor número de jentes , errónea , ibid: nu-
la , ó mui débil en las Sociedades Entki numerosas , en
las cuales los malos se confunden entre la multitud, 50:
supone una iinajinacion viva, 51: sus efectos en la Mo-
ral , 52: no es igualmente poderosa sobre todos los de-
lincuentes, ibid: sus cicatrices raras veces se borran, 53:
cual la del hombre solitario, 58 : la buena es la seguri-jdad de merecer el afecto y la estimacion de sus seme-antes, y la idea de superioridad sobre los perversos,
70 : casi ninguna en el hombre aturdido, apasionado
estúpido, 242: en la buena consiste el soberano bici,
ton,. III. 187.


Confianza esctsiva: no es una virtud 5 tom. I. 247.
CoNFooTo: . de la virtud ,comun al súbdito y al Monarca,


tom. II. 25 : su ,Moral apreciada, 186 , y . 187 : sobre el
prevenir los delitos para no tener que castigarlos , tom
III.
105.




Conquistador : jenio miserable y mezquino ., , que sien-,
do incapaz de gobernar á sus súbditos , quiere gober-
nar á otros , tom. I. 156: Gloria de los Conquistado-
res, 102.


Conquistas: robos de reinos y provincias, tom. I. 140: no
Aumentan el poder ni la felicidad de un pueblo , tono.
II. 9.


Considsracion : sentimiento de cariño mezclado de respe-
to , tono. 111. 150.


Contentg ; Y. Alegría.
Conventos : lastimosa educacion - que se da en ellos á. hl


Tomo ur.
30




234 ÍNDICE ALFABÉTICO
nifias , tomo. III. 95.


Címüersacion: la grata é interesante es un arte mui dificil,
'tomo. I. 252. •


Coqueta : descabezada y presumida es tan despreciable
como la mujer mas comun, ton/. I. '254.


Coquetería 6 Galantería : condenada: tom. III. 9.
Coraje : V. Valor.
COR NYLIA : SUS adornos y ,sus joyas , tem. III. 9.
Corteienors porqué preferldSs á las'




-ttitijereS' virtuosas;'
ton. 1: 223 : desórdenes :que causan en la Sociedad , 224.


Costumbres de • los hombres: porqué corrompidas , Prólog.
XVI: como remediar su disolucion, -Dom. I. 228. V. Di-


, solueion.
Cosquilloso: carácter incómodo en la vida , Dom. I. 257.
C'Éi T ES : de -las riquezas poni. II. 156.
&j'a' dos : porqué mentirosos', toro, I. 195: insolentes; anim-


cian el necio orgullo de sus amos, tono. III.- 134 :
su nú-


mero escesivo en las ciudades, 137: sus deberes, -141.
Crimen: se ennoblece con el número y autoridad de los de-


lincuentes , Dom. I. 48.
Crímenes V. Delitos.
Crueldad .: incliaaeidt que á , ella tienen los mas de los


hombres , tóm. "
Cx DWORTH : su moral anterior al hombre es quimérica,


PrEilog. IX.
Culto: contrario á la naturaleza del hombre racional, debe


ser desterrado de la Sociedad toro: II. 138.
Curiosidad: necesidad continua , en las Sociedades opulen-


tas de esperimentár sensaciones nuevas, • capaCesLde rea-
'itiMar las _Máquinas -entorpecidas ton. I. '209' t • indis-
creta es un defecto de los necios, 251,


Cynismo ' r.Condenado 131. 167-, •


D.
DAcrER : de la sana política


'


toma H. 14 : del .menospre-
ció de las ciencias , '195 : de la á-mistad , tom. III. 114:
de la ,vejez dichosa ,211.


DAcuEssrAti: no admitiá diferencia alguna entre un juez
malvado y un juez ignorante, Dom. IL 120.


Daza: considerada como ejercicio, tmo es vituperable ton.).
II. 222.'


DE LAS MATERIAS. 235-
Deber : conformidad de los medios con el fin (la


felicidad) , que el hombre se; • propone, tolo. I. 2.
Debilidad : efecto de una pereza habitual , y de una in-


dolencia que llega al esmerilo de prestarse á veces al cri-
men mismo tom. I. 24-7.


DEBONNAIRE : ;sobre lo que _debe ser toda la vida del hora-.
bre , Dom. 134.


Decoro : conformidad de .nuestra conducta con lo que la
Sociedad ha juzgado honesto y decente, tom. III. 167:
natural , en qué se funda , 168.


Defectos : privaciones de las cualidades necesarias para ha-
cerse uno agradable en la Sociedad, tolo. I. 243: obli-
gacion de correjirlos, 244.


Delator: mas , infame ,. que el verdugo, tom. I. 192.
Deliberar: es alternativamente amar y aborrecer un obje-


-to pop las _cualidades. útiles ó dañosas . que se suponen
en 61 .; Dom. I. 32.


Delicados : (hombres en esceso) tiranos de la Sociedad,
tomo. I. 1,60•


Delitos) acciones que turban evidentemente la Sociedad,
, tom. ;1 37: , son , corno las virtud:s, efectos COMUL1Mell-


te del hábitó, 138 : reflexionados, los mas odiosos, ibid:
los grandes; anuncian la falta de • educacion , frutos
de un mal Gobierno , Pon. II. 36. V. Vicio.


Democracias : sus vicios , Dom. II. 4i : porqué ellas se des-
truyen tan pronto, ibid: V. Gobierno.


DEAlocR yro: de U . pereza, toro. I. 207 : de la destemplan-
., za „ :23y: de 10.s: que prostituyen .-las gracias y los talen-


tos, tomo. 210: que el justo nunca es desgraciado,
tomo. 211.


DE 'mONAX : de las ley-es inútiles á los buenos y *á los ma-
los, toro. 55.


DEmo. FiLo : de la templanza, Dom. I. 107 : de .los adula-
dores , :.,de la amistad , Dom.. III. 127.


DF.MOSTENES: de la pereza , tomo. 217.
Depender de . 2.1g-unQ5, es' tener _ necesidad de él para con-


servarse y ser feliz , toro. 73.
Derecho rigoroso: porqué muchas veces inicuo , toro. II. 58.
Derecho Natural : el conjunto.:, de las reglas de la Moral


fundadas en la naturaleza del hombre , Prólog. XX.
Derecho de lentes : Moral aplicada á la conducta de las


Naciones entre sí , Prólog• XX.


4




1
236 ÍNDICE ALFABÉTICO
Derechos del hombre : consisten en el libre uso de sus vo-


luntades y facultades para conseguir los objetos necesa-
rios á su felicidad , tom. I. 70: los del hombre en socie-
dad , en el uso de su libertad , conforme á la justicia
que él debe á sus asociados , 71.


Desconfianza continua: contraria á la Sociedad, tom. T. 246.
Deseos: movimientos de amor ácia un bien verdadero


imajinario que lió s'e posee , tom. L 15: naturales al hom-
bre , 16.


Desgracia: el dolor continuado , toar.. I. 10.
Desinterés absoluto : seria un efecto sín causa , Dom. I. 22.
Desórden: todo lo que dalia el bienéstar del hombre ó de


la Sociedad, tom. I. I I.
Déspota,:- Soberano que prefiere su capricho á la justicia,
- Y su interés personal al interés de la sociedad , tom.


34 : niño voluntarioso y malvado, que se complace en
romper los juguetes con que se divierte, 73: enemigo
natural de la majistratura , 124. Y. Príncipe.


Despotismo: sólo hace de los hombres unos autórnatos da-
ñosos y perversos, tom. I. 250 : unos esclavos, forajidos
.206: unos ociosos, Dom. II. 167':-. incompatible con el
honor, 90.


Despreció: afecto de aversion que suscitan las cualidades
inútiles ó vituperables, tom. III. 150.


Destemplanza: hábito de entregarse á los apetitos desar-
reglados del gusto , tom. I. 229.


Destreza : efecto de nuestro modo de sentir, tom. I. 6.
Desvergüenza: la osadía ó el descomedimiento de.




la Ver.
giienza , ton:. I. 151.


Deudas de honor , tom. T. 213.
Dichos agtidos: muchas veces perjudiciales , t 0177. I. 268.
DIDERoT: de la gravedad de las costumbres, ton:. I. 111.
Dinamarca: como fue sujetada al despotismo, t()271. II. 84.
DicBv : de la vanidad y presuncion de los viajeros, tom.


I. 160.
Dt000no de Sicilia : de los pueblos ignorantes, tom. L 41..
DIOG ENES : del pudor, Dom. I. 107 : de los murmuradores


y aduladores , 196: de los sabios corrompidos y sin cos-
tumbres , tom. II. 199: de la utilidad de los amigos y
de los enemigos , tom. III. 127: de los Grandes , 158:
del hombre de bien , 187.


DION CASI() : de la adulacion , 071i. L 198.


DE LAS MATERIAS.


23
Drinarsto : porqué tenia sabios en su corte, toso. III. 15. ,
Disimulacion de la verdad : permitida cuando es útil .


los que debemos amar , y de ningun perjuicio á nadir
Dom. I. 200.
,


Disipacion : destruye la felicidad social , tom. I. 250.
Disolucion: sus consecuencias en un Soberano tom. I: 221:


en la Sociedad , 223: en el mismo disoluto, 222:
Gobierno sabio no debe mirarla con indiferencia, 223.


Disoluto : enemigo de sí mismo y de la Sociedad , ton.
220 y sig.


Distraccion : aplicacion de nuestros pensamientos á otros
objetos de aquellos que deben ocuparnos , tom. I. 2.57:
moral , criminal , 260.


Divorcio : hai casos en que es lícito , Dom. III. 23 y sig.
Dolor : toda sensacion cuyo fin deseamos , toso. .1. 10: se


Convierte en un bien , cuando se dirije á nuestra conser-
vacion y provecho verdadero , 11.


DI;i1AULT : ( el Abate) fovorecedor del despotismo , ton:,
II. 146.


DucLós : de la urbanidad y buena crianza, Dom. III. 147,
152 y 153.


Duelo: no es una prueba del honor, tom. II. 88: su éxi-
to , mirado en lo antiguo como un juicio de ciclo, 88:
porqué no ha podido abolirse enteramente , ibid.


Dulzura de carácter ó afabilidad : fruto raro de la refie-
xion , de la esperiencia , y de la razon, Dom. I. 127:
unas veces desarma , y otras irrita mas la cólera, 166.


DtiPATY : perseguido por Maupeou tom. II. 128.


E.


Edad de oro : es un verdadero cuento , Prólog. .XTr I I. y
scan. II. 1.95.


Educaeion: no hasta por sí sola para hacer del hombre lo que
se quiera , toma I. 9: pasiones que ella debe reprimir, sofo-
car, dirijir y promover, 30 : importancia de una bue-
na , 45: cual debiera darse á los Príncipes , tom. II. s2: -
tom. 82: si ella lo puede todo en los hombres , 50 : no
puede ser buena bajo del despotismo, 56: lo que debe ser,
63 y sig: descuidada , 'sus malas consecuencias, 67: la de
las personas de nacimiento, 57: de manejo en las rentas pú-
blicas, 59: del pueblo en un mál Gobierno, 60. y sig: des-




238. ÍNDICE. ALFABÉTICO
gótica, sus malos efectos, 74: doméstica y pública , 77 y
si71 cual debe ser la de un jóven destinado á grandes em-
pleos, 83: cual la del militar, 85 : cual la del lejista , 84:
cual la del destinado al cobro y manejo de las rentas públi-
cas , 58 : cual la del consagrado al Sacerdocio, 85 : cual la
de los literatos, 86: la de las niñas demasiado descuidada y
ridícula, .92 y sig: la dada en los colejios y conventos, 95:
la del bajo pueblo enteramente descuidada, 101. V,. ¡fijos
y Niños.


Egoismo insociable: malamente confundido con- el amor pro-
pio , tom. I. 22.


Elocuencia: cual debe ser su uso, tom. TI. 210.
Embriaguez : los Soberanos tienen un grande interés en la


de sus. pueblos , ton;. 1..233 : consecuencias y daños de ella,
• 233 y 234.
Embusteros : notados de infamia entre los Persas y los Indios,
• ton . I. 195.
Enemigos: lo que se deben los unos á los otros, ion=. II. 106 y
• 'sig su utilidad, tom. 127.


Ennoblecer á un ciudadano : qué cosa sea , tom. U. 79. y sig.
Entusiasmo : pasion p'or medió de la cual el hombre sacrifica -


su propio interés, y aun se sacrifica él mismo, tom. I. 21;
y24.


Envidia : aborrecimiento que sé tiene á cuantos disfrutan
ventajas ó cualidades apreciables , tom. 187: en que se
diferencia de los celos, 118 : sentimiento vergonzoso que.
ninguno se atreve á manifestar , 139 : es la Moral de. mu-
chas jemes,


cuando esta pasion se ennoblece,. 30.
EPICTETO : Comparado á tia 'leño o á una estática, toni. I. 28:


del hombre de bien , tom. II. 202.
EGICU : su Moral peca en no haber sido suficientemente •es-


plicada., Prólog. IV: de la dicha del justo, y de la miseria
del injusto, tom. r, 79; de la cólera, 164: de la pobreza,_
tom../I. 173 z de.la sabiduría, 192: del sabio superior á. I
envidia; 201:: de las pasiOnes del sabio, 206: de la elección
de los convidados, tonz.JIT. 179: vale mas ser'desgraciado
y raCiOnal', que nofeliz y' falto de razon, 210.


Equidad:- justicia en respetar igualmente los derechos de todos,
com. 1..74.
P ENIO , Sentencias Arabes : de la esperiencia -Poni.. I.


:






los,'benefielos


de la cólera de la adu-
lación 196


_
: de U. Mala cducacion, tols.'W. 77: de la


;.


DE LAS MATERIAS.
239


amistad, 127: de permanecer cada uno en su esfera , 159.
Error : oposicion de nuestros juicios con la naturaleza de


las cosas , t0277. 1. 38: oríjen del mal moral , 39.
Escepticismo : no cscluye la Moral, Prólog.
Esclavos : no eran reputados hombres entre los Romanos,


tom. III. t 213: corno son tratados en el nuevo inundo,
129 y 130 se han sacrificado muchas veces por sus se-
ñores , 143.


Escolásticos: su Moral no fue mas que un juego ó trave-
sura de espíritu , Pró::og. Y.


ESCIPION : cultivaba las ciencias , tom. 87.
Escuchar : hai pocos que lo sepan , t07-1/.. I. 252.
Espada : abuso peligroso de llevarla en tiempo de paz,


tont. II. 113.
Espectáculos licenciosos : corrompen las costumbres, tom.


I. 226.
Esperanzo: amor del bien_ que se aguarda, tom. I.
Esperiencia : conocimiento de las causas por sus efectos


en los hombres , ton:. I. 34. ella sola puede enseñarnos
á distinguir los placeres verdaderos de los placeres en-
garlosOs 1 1 : debe ser la base de la Moral, 34 . y .03:
lo que la hace frecuentemente inútil ó falsa , 35 :AO que-.
la constituye segura , 36 : la. nuestra y la de los otros nos-
hacen lo que somos , 42.


Espíritu de contralecion: defecto producido por la "vani-
dad , tom. I. 255.


Espíritu público : beneficencia aplicada á la Sociedad en
jeneral ton:. I. 94.


Esposos: sus deberes , tom. III. 1 y sig.
Estado de naturaleza: finjido y contrario á la naturaleza,


tom. I. 61 : deberes que él impone al hombre para
consigo mismo , 57 y sig.


Estimacion : sentimiento favorable fundado en las cualida-
des que juzgamos útiles y laudables, tem. III. 149.


Estoicismo : contrario á las criaturas sensibles y llenas de
deseos , Prólog. IV.


Estóicos : Moralistas fanáticos , ton:. I. 15 : su sabio seria
una masa inerte, incapaz de obrar, 28 , 30 y 31: mi-
raban injustamente la piedad como una flaqueza, 87.


Estudio : el mejor remedio contra el fastidio de los ricos,
tom. I. 210.


Estúpido : dificiluaeate hombre de bien, tom. I. 51.




240 ÍNDICE ALFABÉTICO
EvrNo : lo que se necesita para buscar la sabiduría , to:x.


II. 199.
EURIPIDES : de la obscuridad, tem. II. 183.
Exdctitud : no es la virtud de los necios , ton:. III.. 173 y 174.


F.


FABro : de los que no pueden soportar una injuria, ton.
II. 88.


Familias : de la union que debe reinar entre ellas , tont.
III. 107 y sig.


Fanático : su aborrecimiento del mundo nace de su inte-
rés personal ó amor propio , tom. I. 25.


Fastidio : " fatiga de nuestros sentidos ajitados por unas
mismas sensaciones , .tom. I. 13 : languidez y paralisis
mortal, que producen en el hombre la falta de sensa-
ciones capaces de adver tirle que existe de un modo
agradable , 207: fruto de la 'odiosidad , 126 : el hombre
solamente en sí mismo halla el remedio de esta enfer-
inedad , 209: sus efectos en la sociedad , 21.4.


Fastidiosos : infestan la sociedad , tau:. I. 253.
Fatuidad : enfermedad incurable , ton. I. 255.
Fatuo: tan descortés é impolítico como el hombre mas


rústico , tom. I. 253.
Fausto : sólo impone á los necios , ton:. I. 254.
Favoritos : lo que deben tener siempre mui presente,


ton. 68.
FEDRO : de la gloria imprudente y loca , ton:. II. 208.
Felicidad, es el placer continuado , tom. I. lo: conformidad


de nuestras necesidades con la facultad de satisfacerlas, 17:
en qué se halla . , tom. III. 185 : de dónde depende la de los
pueblos, 195: la de los Reyes, ibid : la de los grandes, 196:
la de las familias, ibid: la de los pobres, 197 : la del sabio
y del literato, ibid : la del hombre del mundo, 192.


FERRERS ( Lord ) ajusticiado públicamente por un asesi-
nato , tom. II. 1 1 2.


FILEMON : del perdon de las injurias, tom. I. 170.
Fiiosofia : meditacion , no de la muerte , sino de la vida,


Prolog. XIII: oculta ó misteriosa, su nacimiento , tom.
II. 182 y sig. estoica , bajo de cual Gobierno es con,
veniente , 197: moral , V. Moral.


Filósofos antiguos : las mas veces obscuros á propósito




DE LAS MATERIAS. 241
17 ;eián designio. Prolog. VI : modernos , • demasiado, arras-


. trados por.la autoridad de los RInigUOS
FILOSTRA • O : de los . mentirosos tom.
FIRMICO : de los soldados mercenarios, tom. II. 93.
FueRt : de la Mortal escolástica , tom.., III. 80 v 81.
FOCILIDES : de la humanidad , tom. : del bien que


se hatee á los malvados . , 93 : -y á enemigos , 94:
del valor , 113 : de la •pereza y de , • ..trabajo , 207 : de
la educacion , tom. III. 74..


Fortaleza : habito razonado de defender„ -los derechos de
la Sociedad , y de sacrificar por ella los mas caros inte-
reses , tom. I. 113 : el vulgo la admira aun en el cri-
men , 115 : sólo es una virtud, cuando es verdadera-
mente útil , ibid. : sirve de apoyó á todas las ciernas
virtudes , 119.


Franqueza : no consiste en una rudeza grosera y salvaje.
tom. III. 147.


Frivolidad : V. Carácter frívolo.


G.


Galantería : su odien , tom. I. 219 : peligrosa por sus
efectos , ibid. y sig.


GArtmAso oF. La VEGA: de los pueblos salvajes , Dom. I. 41.
:Gastos de luxó : todos .aquellos que esceden nuestras fa-
. cultades , ó que debieran ser empleados en usos . mas


necesarios y conformes. á la Moral , tom. I. 153.
Género humano : vasta sociedad compuesta de todos los


hombres , ton:. I. 61.
Generosidad: electo de la beneficencia , tom. I. 95 : su


medida , 96.
Generoso : etitnologia de esta voz , tom. II. 110
GERONIMO ( San ) de la adulacion , tom. I. 195: de las ri-


quezas , tom. II. 152:
GTLIAS : su beneficencia , tom. II. 159.
Gininosofistas : obligaban á sus discípulos al trabajo , tom.


I. 214.
Gloria : estimacion universal merecida por los talentos


útiles y agradables , tom, III. : alabanza de 'balde-
nos , 1. 102 : militar , resto de las costumbres bár-
baras , ton. II. 5 : nacional , debe conSisiir en la felici-
dad pública , ±6. V. Honor.


TO1IO 31




242 -ÍNDICE ALFABÉTICO
-abeínar-7-,: telier el derecho de emplear las » fuer2ks :dadas


por la Sociedad , para obligar á todos sus miembros á
que se col iformén con los deberes de la Moral , toin. IL
19.


Gobierno : es raro el que se interesa corno debe en la
cidad- del pueblo -tova. I. 232.


Gobierno : fuerza laysoiedad, -. destinada á obligar ájsus
miembros al - 'CuMpli miento de los .>empeños y promesas
del pacto social , tom. II. sus diversas 'formas., -21:
disputa sobre la mejor : •de sus formas , 21. y 'sig. :
culpable de todos los delitos de los hombres , 36 : debe-
res de los Jefes en el aristocrático , 43 : vicios del po-
pular ó democrático , todos los ciudadanos se hallan
interesados en que seí ti.tt justo para el mas pequeño
como para el mas grande, 49. V. Sobe-rimo.


Gobierno sus Malos efectos, toro. I.1250: su in:-
fluencia sobre las costumbres de las naciones t. II. 93.


Guama : sobre ,que jamas se dice la verdad á los Reyes,
ton:. II. 41.


Gran mundo : de quien se compone , ton,. 253.
Grandes .: apenas saben el arte de hacer bien , Dom. I. 185:


con .frecueriCia ingratos , ibid : porque) envidiados , 1971
entregados al ocio , animales mas viles que el buei que
trabaja , 208: lo que ellos deben ser para merecer este
nombre tom. II.. 61 : mala educacion que reciben , 65:
que jemes los rodean , 67 : qué .ellos hacen consis-
tir su grandeza, 75 t 'regularmente sólo rnuestran,:aficion
á ::las ciencias por vanidad ton. III. 159.


Grandeza : la verdadera consiste sólo en la virtud , tom.
II. 63 : desconocida en los gobiernos imprudentes y cor-
rompidos , 72: permanente , en lo que debe fundarse 73.


Grandeza de ahíla : justa confianza • en sus facultades para
eMprender grandes cosas sin arredrarse _ de lo que scíriv
prende al vulgo , ton:. I. 116.


Gravedad : atencion sobre sí mismo , para no hacer cosa
alguna por inadvertencia que pueda indisponer á los que
viven con nosotros , tom. I. 111 : cuando ridícula , y
cuando prudente y recomendable , 111 : afectada , es un


- • neeibg : orgullo que pretende arrogarse todos los respetos
v consideraciones ,. 257.


Griegos : demasiado sutiles. acerca de - la Filosofía Moral,
PrUg. VI.


DE LAS MATERIAS. 243
verdaderó asesinato , tova. 1.4Q ) crimen


frecuente de los Reyes ,- 19-7: violación_
de la justicia y de la humanidad, ton:. II. 6.


Militares.
en/pi:luzca.
hábito de conocer sana y prontamente las
los defectos , la titilida.d y los perjuicios: de
humanas tom., 183..


H.


Hábito disposicion en nuestros órganos .causada por la
frecuencia de unos mismos /110541IlientOS , :de la. resulta.


• la facilidad de producirlos , tom. I. 43'. su poder , 105.
Habitos modos de obrar útiles ó dañosos. á nosotros .mis-


mos y á los otros , Dom. I. 43.
Hablar mucho : gran defecto , tom. I. 251.
Hastío V. Fastidio.
HELYE:eta: de la educacion tonta: I. 9 : de la insensibilidad


de los males ajenos, 88 : de U. induljencia, 123 : del
orgullo , 149: de la pobreza , ton:. II. 169: de la fuerza
de la educacion tom. III, 50: de la amistad, 121.


HERODOTO : de los embusteros, toma. I. 195.
Héroe : ciega veneracion que se inspira á la juventud para


con los de la' antigüedad , ton:. II. 17.
HESIODO : que la pena nace con el mismo vicio , tom. I.


136 : de las ciencias y de las artes , Dom. II. 200.
Hijos : sus deberes , tomo. III. 44. y sig.
Hipocresía : mentira artificiosa en la conducta y en las pa-


labras, tom I. 200: exijo un grande artificio ,
Hipócrita : comparado al cocodrilo , tom. I. 201.
HOBBES : de lo que constituye los caracteres , Dom. I, 43.
Holgazan : V. Ocioso.
Hombre : sér sensible , que ama el placer y terne el dolor,


Pr6log. XIV : causa de su Corrupcion , XVI : sér sensi-
ble , intelijente , racional, sociable , que anhela constan-
temente el conservarse y hacer feliz su existencia, Dom.
L 3 : cual es su naturaleza , : su intelijencia, su razoa
y su sagacidad son semejantes al instinto de los anima-
les , 6 : un hombre se diferencia á veces mas de otro
hombre , que lo que el hombre en jeneral se distingue
de los brutos , un hombre no se diferencia de otro


. .


Gue'rra injusta
afrentoso y
los derechos


Guerreros : V.
Gula : V. Dest
Gusto moral :


bellezas y
las acciones.




244 ÍNDICE ALFABÉTICO
sino encuanlo no todos 'los- hombres sienten precisa-
mente de una misma manera , 8 : los hombres convienen
todos en un punto jeneral , que es el amor del placer
y el temor del dolor , ibid : la educacion no basta para
hacer de él lo que se quiera, 9: debe necesariamente
amar el placer y temer el dolor 10 : las pasiones le son
esenciales 15 : condenarle porque se ame á . sí mismo,
es condenarle por ser hombre , 22 ; el que se aborreciera
á sí mismo sería un enfermo ó un loco , 24 : es capaz
de esperiencia. , 34 : en qué sentido y cuando es un
ente racional , 40 llega á ser lo que es con el ausilio de
su esperieacia propia y la de los otros , 42.


Hombre solitario : sujeto á -obligaciones. para consigo mis-
mo, tova. I. 57 : su conciencia , su vergüenza y sus re-
mordimientos cuáles sean, 58 y 59: debe ser contenido
y casto, tanto como el hombre social , 219.


Hombre sociable : sólo el virtuoso puede pasar por tal,
toro. L : su único deber es el ser justo , ibid.


Hombre social: sus deberes , tomen. 1. 61 : lo que debería
decirse á :sí nds;no , 63.


Hombre de .bien definido : tom.. HL 208 : se ama á sí mismo
por el contento interior que produce la virtud , t. I. 23.


HomPno: de la humanidad t0773. 1, 82 : de la sucesion de
las jeneraeiones , tolo, III. 37.


Homicidio : atentado el mas negro y cruel que se puede
cometer , tomo. L 1.37.


Honesto -: qué era lo que así llamaban los antiguos , tomo.
I. 101.


Honor verdadero : derecho lejítimo que adquirimos con
nuestra conducta á la estimacion de los otros y á la nues-
tra propia , tom. 67 y 100 : no se destruye por una
injuria , ni se restaura con un asesinato, como el del
hombre preocupado, 100 : cuando ofendido ,


Honor en el sentido vulgar : vanidad cosquillosa , la cual,
perturbada por el conocimiento del propio demérito,
puede llevar á los hombres á los mas terribles desórdenes,
Dom. I. 156.


Honor de las coronas : consiste en merecer cl aprecio y
respeto de las otras naciones , tomo:. II. 16.


Roaitcro: del sentido moral del pueblo , t0177. 1. 45 : de la
envidia que persigue á la superioridad , 98 : del avaro,
177: de la buena conciencia 235 : que ninguno hai sin


DE LAS MATERIAS. 245
defectos , 246 : de los caracteres débiles, 248 : de la virtud
cimiento de la corrupcion , 262 : de los malos amigos,
y de los burlones y chanceros 265 : de la impotencia
de las leyes sin el socorro de las costumbres, ton:. H.
60 : del pobre , 172 y 174 : de la amistad , tomo. IIL


- 1 1 3 en qué consiste la virtud , 158 : del sábio , 193.
Humanidad : afecto que debemos á los otros corno miem.


oros: de la sociedad universal toar:. I. 81 y sig. : virtud
que nos hace amar á los hombres tales como son, 128;
fundada en la equidad , ella condena toda prevencion
odiosa , 82 sus grados prescritos por la justicia , 83:
porqué los grandes apenas la conocen , 84-


Humor ( mal ) : disposicion habitual á irritarse , toro. L
171.


Hurto : toda accion que priva al hombre injustamente y
contra su voluntad de lo que tiene derecho de poseer,
toin. I. 139.


Ideas en lo Moral : no son sino efectos del hábito , tomo,
L 43.


Ignorancia : orijen del mal moral , ton:. I. 39: es un mal,
porque deja al hombre en una infancia perpetua , 211:
en qué sentido ella no impide siempre al hombre el ser
virtuoso y fiel á sus deberes , 262.


Ignorantes : despreciados, miserables y dignos de lásti-
ma , tono. L 262 : no son induljeates, 128.


Imaiinacion : facultad de representarnos con fuerza y
enerjía las imájenés , ideas ó efectos que los objetos
producen en nosotros , tomo. 1. 6 : orijea tornan del vi-
cio y de la virtud , 241.


Impolítico : V. Descoco tés.
Impuestos : los que no tienen por objeto la utilidad pú-


blica , son unos robos manifiestos , Dom. I. 140.




Impudencia : el orgullo del vicio , toma. 151 : desprecio
insolente de la estimacion y de la opittion pública , 254.


Inconstancia : cambio perpetuo de intereses ó de obje-
tos , tom• L 259.


Incrédulo : no se halla menos obligado por eso á conformarse
con los preceptos de la moral universal , tomo. III. 216.


Indiscrecion : á veces tan funesta como la maldad , tomo.
I. 25u y 251.




24& ÍNDICE ALFABÉTICO
Induljenda hija de la paciencia , tom. I. 118: y de la


humanidad , 127 : cuanto mas ilustrado es el hombre,
mas necesita de ella. 1.23. V. Toierancia.•


Industria : efecto de nuestro modo de sentir , tom. I. 6.
Ingratitud : olvido , y á veces aborrecimiento con que


se paga al bienhechor, tom. I. 182: vicio principal-
. mente de los tiranos, 185..


Ingratos.
: porqué haya tantos , ton:. L 183.: es menester


sine:nbargo hacerles bien , 187.
Injusticia : disposición á violar los derechos de los otros


en favor de nuestro interés personal , tom. I. 141 : ori-
jcn de todas las calamidades , 142 y 143.


Ins.ssibilid ad : efecto de una organizacion incompatible
con la vida social , tem. I. 143.


Instinto de los animales : semejante á la intelijencia , á la
razon , y á la sagacidad del hombre , tom. 1. 6.


Instinto moral : facultad de juzgar , sin que parezca que la
rellexiou tenga parte en nuestro juicio , tom. I. 44:
ninguno en el hombre sin cultura , ibid : no es una fa-
cultad innata , ton!. III. 184.


Intelijencia : efecto de nuestro modo de esntir , tom. I. 6.
Intereses : nuestros deseos escitados por las necesidades rea-


les ó imajinarias , tutri..1. 19. y sig : todos los hombres no
obran ni pueden obrar sino por interés , 20 : bien ó mal
entendidos hacen á los hombres buenos ó malos , ibid:
personales , cuando vituperables 6 lejítimos , sacri-
ficarlos , es sacrificar un objeto que se ama á otro que
se ama mas, 21 : obrar sin interés , sería obrar sin moti-
vos , ibid : cómo deben combinarse los diversos intereses
particulares con el interés jencral , 23.


Intolerancia : cuán injusta é irracional , tom. L 129.
Ironía : bárbara, principalmente en la boca de un Prínci- --


pe , tom. I. 268 : V. Burla.
ISOCRATES : de la continencia tom. L 229..


J.
Jesuitas : malos preceptores de la juventud durante mas


de dos siglos , tom.
SI : su estiucion jeneralmcnte


aplaudida , tom. .P,5.
Juego : cuando s-410 debiera servir para descanso y recreo


del ánimo r se hace de él una ocupacion seria y continua,


DE LAS MATERIAS. 247
torn.71, 212 : la ignorancia y la necedad le' producen y
le perpetúan , ibid : sus efectos en la suciedad , 213..


Juego de* -naipes : diversion peligrosa , cuándo inventada,
ton/. I. 240..


Juicio : cotnparacion de los objetos que nos mueven , 6
• que nos han movido de las ideas que estos objetos pro:,
ducen 6: han produOdo nosotros los efectos que
sentimos ó hemos. sentida , tom.. I 6.


Jurisprudencia ROvIcElj : mliamente adoptada por laS
naciones modernas, Dom. II. 57.


Jurisprudencia moderna: incierta , obscura y arbitraria,
tom. IL 131..


justicia: voluntad habitual y permanente de mantener
á los' hombres ea el goce de sus derechos , y de hacer
por ellos todo lo que querriamos que ellos hiciesen
por nosotros , P:12». 1. 7u. de que modo la justicia limita
los derechos de los hombres en Sociedad , ibid : por-
qué llamada equidad , 74 : necesaria• á todos los hom-
bres, 78 : su falta es la causa próxima del mal moral,
80 .: base y - manantial de todas las virtudes , ibid.jusTwo M4rtir (San):: ea qué sentido un ateo puede ser
mirado cotno mui relijicso, tul.. .11. 140.. -


Justo: qué es serlo , tom. I. 79.
JUVENAL .: de la mala conciencia , tom.1. 52 : de lo que


caracteriza al malvado, 65 : de la pobreza ridiculizada, 83.:
de la sensibilidad, ibid: que el hombre se hace perverso pa-
co á poco , 138 : de la venganza f6.9 : de la avaricia , 179:
del abuso de los placeres ,-210: del castigo de las naciones
guerreras , tosa. II. 7 : aun los que .110 quieren dallar á nin-
guno , desean al menos tener podei, para ello,. 85 : de la
verdadera nobleza , 89: de la conformidad de la naturaleza y
la sabiduría, 140: de los ricos, 151 , 15.2 y 168•: de la ple-
be Romana , 171 : del pudor y la belleza , ton:. HL 13 : de
los niños, 39 : de la fuerza del ejemplo, 54: de los ami-
gos , 120 : de los criados insolentes , 134.


L.


Labrador : objeto del injusto desprecio de la Grandeza,
í071:. II. 235y sig.


Laccdrinonioj : de uno que no quiso establecerse en Per-
sia , tom. II. 94.




248 ÍNDICE ALFABÉTICO
LAFFITEAt: : de la castidad de los salvajes , tom.' I. 219.
LAMBERT Mad. de ) : de la chanza ó burla , tom.


266 : del pudor , tom. III. 11 : del reinado de la vir-
tud , 14 : de la conducta de los amos con sus criados,
131 : del amor esclusivo de sí mismo a 191 : del amor


L
propio lejítimo , 192.


ejislacion : Moral consagrada por las leyes ,
Pro-


log. XX : las naciones no tienen tedavia una verdade-
ra, tom. II. 57 : verdaderamente sagrada , cuál , 59.
V. Leyes.


Ley suntuaria : la mejor , tom. II. 37.
Leyes : voluntades de la sociedad para regular las accio-


nes de sus miembros, é impedirles e! que se dañen re,
cíprocamente, tom. 1. 72 : cuándo. justas , ibid. : lo mis-
mo que los usos , ellas no hacen justo lo que no lo , es
por su naturaleza , 77 y 78 : la ley debe ser la señora
y no la sierva del soberano, Dom. II. SU y 51 : lo que
deben ser las leyes para bien regular la conducta del
Soberano y de los súbditos , 51 y 54 : subordinadas
á las de la naturaleza , 55 : destinadas á guiar á los hom-
bres , y no á descarriarlos , 56 y 57 : su reforma no es
tan dificil como se pondera , 59: ellas y la Moral son
impotentes por sí solas sin su mutuo socorro , ibid. V. Le-
jislacion.


LibJraiidad: efecto de la beneficencia , tom. I. 95 : su
medida, 96.


Libertad en la vida social : el derecho que cada ciuda-
dano puede ejercer sin perjudicar á sus asociados , tom.
I.71.


Libertad de pensar : necesaria en la Sociedad , tom.
137.


Libertinaje : V. Disolucion.
Libre : qué es serlo , t0212. II. 77.
Licencia : todo uso del poder que


tom. I. 72.
Encaro : tirano que menospreciaba la sabiduría , toma


II. 86.
LicuRco : su dictamen sobre la cducacion , tom. HL 55.
Lijereza ó frivolidad : incapacidad de atenerse fuerte-


mente á los objetos que nos interesan , tom. I. .259:
grande obstáculo á la felicidad social , 250 : á veces tan
daüosa como la malignidad , 50.


DE LAS MATERIAS. 249
Limosna : la mejor, tom. II. 239.
Literatos : sus deberes, tom. 11. 179 y sig.
LOCKE: su ocurrencia hallándose en una tertulia de juego,


tom. 1. 211 : de las leyes , tom. II. 54.
141.1CANO : sobre que el Jénero humano solamente parece que


existe para un pequeño número de individuos privilejiados,
tom. II. 58.


.14.:cREclo: de los ricos, tom. II. 157: de lo misterioso 183.
Lcxs xiv: juicio que merece por haber ordenado la destruc-


cion del Palatinado , tom. II. 107.
Louvois : su insolente altivez con un Holandés, tom. II. 64.
Luxó : emulador' de la vanidad entre los ciudadanos de las na-


ciones opulentas, tom. I. 152: todo gasto que escede nues-
tras facultades , ó que debiera ser empleado en unos usos
mas conformes á los principios de la Moral , 153 y sig: sa-
ca á todos los hombres fuera de su esfera , 155 : fruto de un
mal Gobierno, tom. II. 37.


M.


Madres: crian mal á sus hijas , toro. III. 92 y sig.
Majist•ado: su autoridad porqué justa , tom. 20.
Majist•ados: deben ser tan respetados como los militares, tom.


11. 78.
Maiistratura : abusando de su poder se esclaviza al des-


potismo , toro. II. 123 : cuándo justamente respetable y
amada , 1 26.


Mal : qué es , tom. I. 10.
Mal moral: su oríjen, tom. I. 39: raras veces su reparacion es


completa, 54: cómo espiarle , 55.
MLESHF.RBF.S: título que mereció, Dom. 128 y 133.
Xalvados; definidos , tom. 111. 209: ciegos que chocan y hie-


ren á cuantos tropiezan en el camino de la vida, 259:
no pueden gozar de una felicidad pura en el mundo , 52:
si se les debe hacer bien, 93 : su tormento en la desgracia,
tom. 111. 210.


MADEVILLE : objeto de su Obra, PrOlog. XV.
Marido : su autoridad justa , pero limitada , tom. III. 2


y sig.
Matrimonio : su objeto , y sus deberes , tom. 111. 1 y sig.
MAI: PEou : no concebia cómo le era posible á un súbáito el re-


sistir á la voluntad de su serior , tom. 52: alegría con
TOMO III. 32


perjudica á los otros,


1




Ig0 ÍNDICE 'ALFABÉTICO
que la Francia celebró su ,cáida , 68.


MAuREPAs : modelo de Un buen Ministro, tom.
Mayorazgos : contrarios á la Naturaleza , tom. Hl. 36.
Medidla musical : su oríjen ó principio, toar. 11. 221 y 222.
214eMoria : facultad de- representarnos de nuevo: las ideas que


nuestros sentidos nos hán comunicado , cuando los objetos
que las produjeron han desaparecido, 0711. 1.-6, •


NrEiq ADDI:YRb-: del pérdon de las injurias , to ln: L 169: de los
ricos , tom. II. 158 : del hombre, tom. III. 52.


Mendicidad : anuncia la neglijencia y dureza del Gobierno,
tom. II. 169.


Mentir : hablar contra lo que se piensa , tom. L 194.
klentir,1: puede hallarse lo mismo en la conducta que en las


palabras , tom. L 200: sus funestas consecuencias 204.
Mentirosos : notados de infamia entre los Persas y los Indios,


10111. I. 195.
Mérito: raras veces se presenta en las Cortes , tom. II. 66.
Militares : deben ser mirados por la Sociedad con un aprecio


igual que los Majistrados., una. II. 78 : sus deberes para
con sus enemigos , 106 : cuán necesarias les son las cien-
cias , 90: situación miserable de ios viejos sin premio y' sin
conocimientos , 92: los que se sacrifican por la tiranía no
son mas que unos gladiatores mercenarios, unos traidores, y
unos debites, 93: á qué se reduce su Moral , ibid : su trato
porqué á veces peligroso , 116.


Ministros : deben estremecerse al aconsejar :á sus Soberanos la
guerra , un impuesto , un edicto rigoroso , tom. II. 64:
desgraciados , porqué jcneraltnentc abandonados , 67':
qué necesitan saber , 66 : estado precario de los que
sirven á un déspota , 69 : interesados en la virtud de
un Príncipe , ibici : los que complacen los vicios y los
caprichos del . Príncipe , sirven mal á éste y á su pais,
71 3 por ellos los súbditos juzgan del Soberano ,
cualidades que deben tener , 73 : tristes consecuencias
de su neglijencia insensibilidad , cte. 74 : su prodi-
galidad , criminal , ibid.


Ministros de la Relijion : sus deberes , tom. II. 135 y sig.
V. Clero.


Misantropía : mal humor habitual y continuo , que nos hace 1
aborrecer á todos aquellos con quienes debemos vivir , toar.
I. 174 y sig. : contraria á la vida social, 246 : nace del or-
gullo y de la envidia , tom. III. 162.


DEI. LAS, . MATERIAS. '
251. •


Modales s: modol!iesterioresn•de: , comportarse en Mundo,
:introducidos por el;_luso:'y las convenciones de la Só-
eiedad toiii. 170 bellos no siempre son los
mejores , 172.


Moderacion : virtud fundada en la naturaleza humana , toas.
I. 13.


Modestia consiste en no hacer el hombre alarde de sus
talentos y virtudes•ide un modo desagradable los::otros,
tom. I. :97?: ella, sola puede desarmar la envidia


Monarca : V; Soberano.
MONTAIGNE : de la vida , Predog. XIV : de la concien-


cia , tom. I. 46 : de la virtud , 64 : de los benefi-
cios , 91 : de la diversidad de opiniones , 129 , de .los
que se menosprecian á sí mismos , 162.: de la cólera,
167 : de la mentira , 194 : de la paciencia , 244 : de
la autoridad de los Soberanos , tom. II. 23 de sus
gastos , 31 : porqué las leyes conservan su crédito , 55:
del verdadero honor del hombre , 82 : de las riquezas,
150 : del gusto y .a.ficion á creer las cosas obscuras y
misteriosas, 184 : de la sabiduría , 196 : de la armo-
lnía discursos y las acciones , 205 , de los pa-
dres y sus hijos , tom. III. 37 : de la educacion , 70:
de la singularidad., 167.


MONCRIF : de los que quieren dominar en la conversa-
cion , tom. I. 250.


Moral : guiada antiguamente por el entusiasmo y el de-
seo de lo maravilloso , PHlog. I y VIII: -no se ha
dicho todo sobre ella , V y XVII :_ en qué se funda
IX: anterior á la existencia del hombre, es una, qui-
mera , X : debe ser una misma para todo hombre de
cualquiera Relijion. ó secta filosófica que él sea , ibid:
no se há hecho sino para los seres racionales y bien or-


• ganizados , XI y XII : sus nociones primitivas. son in-
contestables , XIII : porqué se encuentra aún imper-
fecta y tenebrosa , XV y sig. : porqué- incapaz de.
Contener á los pueblos , XV : la de los Romanos no
pudo menos de ser mui imperfecta , XVIII: es la cien-
cia de la felicidad , XX: ciencia universal , XXI : cien-
cia de las: relaciones entre los hombres , y de los debe-


: tes que nacen de ellas, Dom. I. 1: no es innata , 3: la
ríjida y fanática no es propia del hombre , 18 : debe
fundarse ca el interés de los hombres, 22: en el amor





252 ÍNDICE ALFABÉTICO
propio, 25: no. puede sólidamente establecerse sino so-
bre la esperiencia , 37: -porqué algunos han creido que
ella no tiene principios algunos seguros, 39: debe con-
ducir á los hombres al establecimiento del orden y de
la. paz entre sí por medio del mutuo contento , 56:
propiamente hablando sola una virtud tiene que pro-
-poner á los hombres, esto es , la justicia ,.. 70: la ver-
dadera; prescribe al hombre el vivir segun su natura-
leza,. y .


no hacerse superior á ella , 109: estimula á la
virtud por medio de placeres esentos de remordimien-
tos y pesares, 235 3 ciencia necesaria á. los Ministros,
ton,. 66 : piedra de toque . de toda Relijion , 137:
su realidad es evidente , prescindiendo de todo sistema
de Relijion revelada , ibid. : arte de hacer al hombre
feliz por medio del conocimiento y de la práctica de
sus obligaciones y deberes , tom. III. 185: arte de amar-
se el hombre verdaderamente á sí mismo viviendo con
los (lemas hombres , 189.


Moral feroz y fanática , que conduce á una apatía inso-
- ciable , no debe ser atendida, ton?. III. 204.


Moral de las naciones : tom. II. 1. : las une entre sí do
mismo que• á. los individuos , 2 y sig. infelicidades y. mi-
serias de las naciones, resultantes del menosprecio de la
Moral toar. 198.


Moral escolástica : juicio de ella , tom. .80.
Muerte : no le es temible al hombre de bien , tom. Hl. 210.
: y -ceremonias ridículas de algunos pueblos contra


sus temores , 213.
Mujeres : mas sujetas - á la cólera que los hombres, i0911.


165 : graciosa reconvencion de una á su marido , tom.
III. .93 : fortaleza de las de Esparta , 99. Y. Amor con-
yugal , Coquetería , Esposos.


Murmuracion : verdad dañosa .á
Dom. I. 190.


Músico: conoeimientos que debe


N.
Naciones : mas les importa el ser felices , que no ricas y
' poderosas , Prelog. XVI : sus deberes recíprocos los
• mismos que los de los individuos entre sí, II. 1 y


sig.; sus pasiones las mismas , ibid. : qué consiste su


DE LAS MATERIAS. 251-
gloria, 16 : guerreras y conquistadoras , detestables , 5:
y tarde ó temprano castigadas , 7 y sig. : las que quie-


_ ren..apoderarse del comercio universal e .seinsivo, insensa-
tas , 12: las mui opulentas corren á su ruina , 13.


Naturaleza - del hombre : conjunto de las propiedades que
constituyen su sér, , y que distinguen su especie de las


-otras especies de animales, ó que le son comunes con
ellos , tom. I 4.


Necesidades : todo lo que es ú se cree útil ó preciso bien
sea á la conservacion , bien sea á la felicidad, tom. I. 16
y 13: naturales , en pequeño número, ibid. creadas por
la imajinacion , insaciables é infinitas, ibid. estas nos
hacen esclavos de una multitud de cosas y de los que
pueden darooslas, ibid.


Necios : ningunos menos induljentes que ellos , tom. I. 128.
Neglifencia : verdadero crimen en un Soberano , tom.


2!16-.
Niños no tienen mas razon que los brutos , toín. I. 40:


educarlos, instruirlos , desenvolver su razon , es ayu,
darlos á hacer esperiencias, 42 : es menester mostrarles
la idea de la virtud enlazada con la del placer , 44: son
comumnente crueles, 145 : porqué inclinados á mentir,-
195 : mas sujetos á la cólera que los hombres hechos,
165 : precoces , llegan por lo regular á ser sólo unos
hombres medianos , tom, III. 73. V. Educacion.


: mal educadas , tom. III. 92.
Noble : qué es serlo : tom. II. 77: consecuencias funestas
. -á los Estados de su imbecil orgullo,. 86 : desdeñan mu-


cho el estudio y la aplicacion, 87: tristes efutos de su
ociosidad , ibid.: pocos v erdaderamente en el mundo , 89:
son los que mas interés tienen en la prosperidad de la
Patria , 96: qué son en realidad los que no tienen ta-
lento ni instrucción , : cuándo respetables , 99: pre-
rogativas ridículas y chocantes de los Nobles Alemanes,
Polacos é Indios, 101 : Polacos y Daneses, los mas dés-
potas de todos los pueblos, 84 y 85 : sojuzgados á su
vez , ibid.


Nobleza : consideracion que se tiene en la. opinion pú-
blica á los descendientes de los que han servido bien á
la Patria , tom. 77 : lo que anuncia esta palabra,
105: comprada , de ningun valor ni aprecio , 80 : an-
tigua , apreciada , ibid : la vanidad es su vicio , 82.


los que son objeto de ella.
tener , to,n. II. 221.




254: ÍNDICE AUABÉTICCf
Nobi.ex0 : consagrada . á- veces servilmente , á las 'vo-


luntariedades y caprichos de los Príncipes mas per-
. versos , tom. II. 94 : no puede ni debe representar ni
juzgar á los ciudadanos


Novelas t cual debe ser su objeto, toin. II. 210.
NeMA: su razonamiento á los Romanos sobre las pasiones


guerreras , toar. II. 7: no quiso tener guardias, 35: re-
partió las tierras á los pobres , 171.


o.
Oblígacion moral : necesidad de hacer ó de evitar ciertas


acciones en razon del bienestar que buscarnos en la vida
social , ton?. I. 2.


Obstinacion : firmeza en el mal , toro. I. 115 : efecto de
una necia presuncion , y de una vanidad despreciable,
que constituye su honor en no retroceder jamas 151:
confundida muchas veces con la firmeza , ibid.


Ociosidad : vicio vergonzoso , toar. I. 206 : todo buen Go-
bierno debe infamarla , 209 : sus efectos en la Socie-
dad , 214. V. Pereza.


Ocioso: ningun miembro de la Sociedad debe serlo , toga.
I. 123: tan • dañoso á la sociedad como incómodo á sí
mismo , 214. V. Pereza , fastidio.


Odio : pasion á veces lejí t ima y útil , tan:. 1. 29: reli-
jioso, contrario á la humanidad , 82.


eriininal á veces, tour. I. 260.
OPERA : espectáculo licencioso en algunos paises, tont.


I. 226.
Opinicines de los hombres : asociaciones verdaderas ó fal-


sas de las ideas que les son ya habituales á fuerza de
reiterarse en sus cerebros, toca. I. 4-4: no son dañosas,
sino cuando se quiere hacerlas adoptar por fuerza á los
otros , 130.




Opulencia : conduce á las naciones á su ruina , toar:. II. 13.
Orden: modo de ser ó de existir , por el cual todas las


partes de un todo conspiran—sin obstáculo á conseguir
el fin que su naturaleza le propone, toar:. I. 10.


Orden moral : feliz concurso de las acciones 31 volunta-
des de los hombres , del que resulta la conservacion y
felicidad de la Sociedad , ton:. I. 10.


Orgullo idea alta de si. mismo , acompañada del menos-


DE LAS. MATERIAS. 255
precio de los -otros . I. 143 i orijen de • la envidia,
188 : desagrada atin en elliombre de-mérito , 254: prue-
ba cierta de necedad , 263: el del nacimiento pura vani-
dad , 152.


Orgulloso: V.. Soberbio.
ORLEANS (Duque de) cuál es un buen ciudadano , segun


él , roan. 57.
Ostcntacion : gusto propio solamente de las pequeñas al-


mas, toro. I. 255.
P.


Paciencia : virtud social , efecto de la grandeza de alma,
y no de la debilidad, ton:. I. 118 madre de la indul-
jeneia ,


Pacto social : encierra todos los deberes de la Moral, toa:.
II. 1.9.: compendio de los deberes que la vida social im-
pone á los que viven juntos para su comun ventaja tosa>
I. 75 y sig.


Paradas miiitares hacen perder el tiempo al pueblo , y
corrompen sus costumbres , I. 226.


Padres : sus deberes , ton!. III. 30 y : no deben per-
der de vista á sus hijos , -76 : responsables en Esparta
de los sentimientos de sus hijos, 10.. V. Edacacion.


Parientes : sus deberes recíprocos, tom. III. 1 07 y sig.
Parricidio ordenado por la ley en la antigua Cerdeña,


torta. II. 55.
Pasiones : mcivimientos de amor ó de Odio ácia los objetos que


nos figuramos deben afectarnos agradable ó dolorosa-
mente , toro. I. 14 : efectos naturales de la organizacion
de los hombres y de las ideas que ellos se forman ó que
reciben de la felicidad , 104 : esenciales al hombre, 15:
no son mas enfermedades que lo es el hambre ,
su variedad y su causa, 17 : su utilidad , todas
pueden ser convertidas en bien de la Sociedad , 29: cuan-
do racionales , 45 : desarregladas del hombre , sus con-
secuencias inevitables para él mismo , 42.


Patria : porqué las naciones están llenas de ciudadanos
indiferentes sobre su suerte , ton:. II. 48 : aquella lo
es donde el hombre se halla bien , 50 : la verdad2ra,
51 : sólo es amable por las ventajas que ella produce,
tour. L 76."


Patriotismo : V. Amor de la Patria.




256 ÍNDICE ALFABÉTICO
PAUSANIAS : lo que deben ser las leyes , tom. 5• :1
Pecar contra los otros , es pecar contra sí mismos, tom.


I. 26.
Pensamiento : sentimiento continuo ó renovado de las im-


presiones ó de las ideas que se han trazado en noso-
tros , tom. 5.


Percepcíones : V. SJilSaCi011eS.
Perdon de las injurias : la Filosofia le enseña , tont.


I. 169.
Pereza : condena necesariamente á los pueblos á la es-


clavitud , tont. I. 205 y sig. : criminal en un Sobera-
no, vergonzosa en un padre de familia , 206: castiga-
da con el fastidio, 207 : conduce al pobre al crimen,
ibid.: y sumcrje al grande en la languidez y el has-
tío , 208.




DE LAS MATERIAS.
25?


tos , lejítimos
, 45.


tom. I. 12 : cuándo raciona-
les


Placeres físicos , b de los sentidos : los que sentimos en
nuestros órganos , tom. I. 12: terminan con el cansan-
cio , ibid. : los mas vivos son los menos durables ibid.
la naturaleza del hombre exijo el- • variarlos , 13 : en sí
mismos nada ,


tienen de criminal , 236 : ,el mal comien-
za en el abuso de ellos, 237 y sig.


• •


Placeres intelectuales : los producidos en


nuestro inte-
ricr por el pensamiento ó la contemplacion de las ideas
que nos suministran la memoria , el juicio , la imaji-
nacion , tom. I. 13 : preferibles á los fisieós 3 porque los
promovemos á nuestro agrado , y son mas propios


. nosotros , ibid.
Placeres del alma : laudables ó repreensibles , tom. 241.
PLA • ToN : del honor , tova. I. 102: de la pena - del vicio,


136 : de la ingratitud , 131 : del mejor Gobierno, tom.
II. 51 : de la


• filosofia. sobre el trono , 68 : de las ri-
quezas , 149 : su filosofia , 'misteriosa , • 185 e falto de
razon ; cuando quiere que las mujeres Sean comunes á
todos tom. III. 6 : de la educacion de los hijos de Gi-
ro , 52: del filósofo , 185 : de los- malvados-, - 209:


PLINIO : De la guardia de un buen Príncipe , tom. II.
29 : de su verdadera gloria , 30 : rico , benéfico , 159.


PLuTARco : de la educacion , tom. I. 9 : de la utilidad
de las pasiones , 27 : del hábito , 46 : de la virtud
moral , 70 : del bien hecho por debilidad , 93 : y al
enemigo , 94 :. de los sobrendffibres de lbs Reyes , 103:
del valor , 113 : del temor , 116 : del sufrimiento -de las
injurias , 117 del perdon de las injurias , 169: de los
embusteros , 195 : de los gorristas , 231 : -la atended'
á lo que se hace , 260 : de la pasión de los Romanos á
las armas , tom. II 8 : del amor de la paz


'


' 9 : -de las
guerras de los Griegos entre sí ; 11 : de los Pólíti-ros in-
justos , ibid : del nombre de gran Rey • , 17 : del;mejor
Gobierno, 22 y 32 : del Rey Tigranes , 33 : de Nunca
despidiendo su guardia , 35 : de los tiranos , y de los'-
buenos Príncipes , ibid : de la ciencia de los Príncipes,
37 : sobre quiénes deben los malos Príncipes aspirar á
ejercer su mando , 39 : del orgullo de los grandes , 44 :
del gobierno popular , 45 : de la ciudad bien gobernada,
47 del despotismo , ibid : su nocion de Dios- 136: del
TOMO 33


Pereza de temperamento : tom. I. 215 : reputada á veces
por Filosofia , ibid.


PERICLES : porqué suscitó la guerra del Peleponeso , ton?.
II. 45 : leccion que da á las mujeres, t PM. III. 22.


PERslo : que ninguno procura entrar dentro de sí mis-
. MO tom. I. 163 : de la diferencia de las fisonomías,


tom. III. 101.
Petimetres : si sus modales son los mejores , tom. I. 254.


y tom. III. 172.
Piedad : fru to de la esperiencia y de la razon , tom. I.


144. V. Compasion.
Pintura : debiera ser mas honesta y mas moral , tom.


II. 218.
PerAco : del bien gobernar , toro. II. 32.
PrrAooRAs : su Moral obscura y enigmática , Pr6log. IV:


que no hai necesidad de tratarse y tener amistad con
todo el mundo indistintamente, tom. III. 164 : ni de
singularizarse , 167 : ni de hablar mucho , 177.


Placer : toda sensacion agradable , cuya duracion se de-
- sea , tom. I. 10 : solo es un bien eneuanto es confor-


me al órden , 11. : se convierte en un mal luego que
daña nuestra conservacion y nuestro bienestar perma-
nente , ibid. : de aqui , verdadero ó engañoso , 12 : no
es sentido sino por los que no abusan de él , 235 y
sig. : termina siempre atormentando , cuando no es
conforme á nuestros deberes , ibid.


Placeres racionales ó irracionales , honestos ó deshones-




258 ÍNDICE ALFABÉTICO
uso de las riquezas , 1 .51 y 152 : de los estudios frívolos,
207: de la fidelidad conyugal, tom. III. : de Venus
encubierta , 12 : de los malos padres'


,




39 : de la amis-
tad , 114 116 y 121 de la utilidad de los enemigos,
128 : de la economía , 139 : de la eleccion de los convi-
dados :, 179; de la felicidad , 186 : de la pena de los malva-
dos , 195.


Poder absoluto : causa de la decadencia y de las desgra-
::das de los pueblos , tomo. II. 35 : si le acompafía la feli-
cidad , 40.


Poesía : cual debiera ser su grande objeto, tosan. II. 209.
POLIBIO : de la beneficencia , tom. L 97 : de las naciones que


.pretenden apropiarse esclusivamente el comercio y la nave-
gacion , toma. 11. 1 2 : de la tiranía , 36.


Poligamia : causa de los gustos vergonzosos y depravados
de los Orientales , toma. I. 227 : abuso tiránico , toma.
1II. 6.


Política falaz é insensata :. arte de cegar y oprimir á los
pueblos , Prólog.. XIX y tomo. II. 38.


Polítieu . ,verdacic:_rra y sana 3 la Moral aplicada á la conduc-
ta de las naciones y á la conservacion de los Estados,
Prólog. XX y toma, 11. 14: ella contiene las reglas inmu-


. tables de la justicia , fortificadas con los premios y los
castigos de la Sociedad , tomo. I. 78 : debiera estrechar de
continuo los vínculos de la humanidad , 84 : la mejor
y la mas útil consiste en la bondad , la buena fe y la


• sinceridad , 201 y tom. II. 39.
Polonia : á quien debe este Reino sus desgracias , tom.


II. 84. :-
Pobres : sus deberes , toma. U. 165 y sig.
Pobres vergonzantes : toma. II. 169.
Por.E.: del i. estudio mas importante : tom. II. 213.
Potestad óy valimiento : que es tenerla : toma. 11. 77.
Preceptores : sus deberes , toma. 111. 91 y sig.
Preocupaciones : juicios faltos de espericacias suficientes,


tom. 1. 38.
Presumido ó petimetre : impudente que se hace supe-


rior


„I


á las consideraciones debidas á la Sociedad , tomn.
I. 254.


P•esuneion : enfermedad incurable , toma. I. 255.
Pretensiones ridiculas mentiras en la conducta , tom.


202 y 206.


DE LAS MATERIAS. 259
Prevision : fundada en la esperiencia t0172.. I. 36.
Príncipe arbitrario : el no resistir jamás á sus voluntarie-


dades y caprichos , es ser no solo mal ciudadano, sino
tambien enemigo del mismo Príncipe , tom. II. 53: re-
velándose contra las leyes , él incita á sus súbditos á
revelarse contra él , ibid.


Príncipes : educacion que debe dárseles , toma. II. 31. mala
la que se les da , 32: desgracias qao de esta se siguen,
ibid : lo que de ellos aprenden mejor, 31 t todos suspiras
por el despotismo , 34 y 35 : ociosos, no se diferencian
de sus palafreneros , 39. V. Soberano.


Procederes : V. Urbanidad.
Prodigalidad : liberalidad sin reglas ni medidas , tova. 1.


95 : consiste en derramar por vanidad, y sin medida y
discreeion los bienes de la fortuna , ó en hacer de las
riquezas un uso poco útil . á sí mismo y á. la Sociedad


- , 179 : debilidad criminal principalmente en los Sobera-
nos •,


Pródigo : estravagante , falto regularmente de sensibilidad,
que sacrifica su fortuna al deseo de ostentar , tomo. 1. 231.


Prudencia: efecto de nuestro modo de sentir: toma. L 6.
es la razon y la esperiencia aplicadas á la con.ductp,
£09 : muchas veces confundida con el artificio y la as
tucia , 112 : medio justo entre la confianza y la descon-
fianza , 247.


PUBLIO Sino: de la fuerza de la costumbre, tova. 1. 105,
de la vida del tirano, toma. II. 35: que no: .hai ciudad
para el esclavo, 50: que la escesiva grandeza y poder
trastornan el juicio, 64. •


Pudor : fundado en la razon:matural , toma. I. 107..
PUISEGUR : de la sola práctica--del arte militar sin la tea-


ría , tom. 9L


Q.
QuiNTILIArto : del 'murmurador , ton L 190: de la posi-


bilidad de que el mundo se vaya perfeccionando de
siglo en siglo, toma. II. 39: que es'io -qué hace al hom-
bre verdaderamente elocuente, 213: de la conciencia
toma. W. 188.


t




260 INDICE ALFABÉTICO


R.


Rango : V. Clase.
Razón : efecto. de nuestro modo de sentir ,t oso. T. 6. Solo'


puede ser el fruto tardío de la esperiencia , del cono-
cimiento de lo verdadero y de la retlexion , 40 : cono-
cimiento de lo verdadero , aplicado á la conducta de la
vida , 39 : habito contraido de juzgar sanamente de las
cosas , y de descubrir con prontitud lo que es confor-
me ó contrarió á nuestra, felicidad, 44 : conocimiento
del camino que conduce á la virtud y á la felicidad,
tom. III. 189.


Revel de : quien es llamado así bajo un Gobierno tiránico,
tom. II. 47.


Rey : necesita mas el ser bueno que el . tener un gran
talento , ton:. II. 40 : vida del que cumple con sus de-
beres, ibid : casi nunca puede saber la verdad, 41. V.
Soberanos.


Relaciones entre los hombres : son los diferentes modos por
los que ellos influyen sobre su bienestar recíproco;
ton:. 1. 2.


Refiexion : facultad de contemplar las ideas trazadas . en no-
sotros por los objetos que .;han obrado sobre nuestros_ sen-
tidos , tom. I. 5 y sig.


Reiiion : debe ser conciliable con la Moral , tomo. II. 135.
y sig : virtudes que ella exijo de los mortales , Dom. 11I.
211 : porqué hai quien se atreva á dudar de su utilidad
y de su poder sobre los hombres ,


n ien de conciencia :. temor: que produce en noso-
tros la idea de que nuestras acciones son capaces, de acar-
rearnos el Odio ó el resentiutiLmto de los - otros ; tomo. 1.
49 : el del hombre solitario , 59.


Reparacion completa del mal : rara , tom. I. 53 : costosa á
los hombres , 54 : imposible , ibid.


Reposo : solo es d t.11ce, al que trabaja , toro. I. 210.
Resp,:to 7 ;,zconsicleracion y, acatamiento que el temor ó las


convenciones • de , nuestrojdeber , nos itn-
ponca_para con aquellos que ejercen sobre noscsros una
autoridad bien ó mal fundada , ten:. III. 150 y 1 5 t.


Retiro del mundo : en lo jeneral , inútil y condenable , tom.
I. 124: en qué caso permitido , ibid.


DE LAS MATERIAS. 261
Ricos : sus .cicbtres , tom. H.. 146 y sig : en_ qué senti-


do• ellos son . mas distinguidos en la Sccicdad que los
pobres , ibid.


Ridiculez : se halla en la desproporcion de los medios con
el fin que nos proponemos, tomo. 1. 263 : recae á veces
sobre la virtud , 265.


Riquezas : su efecto sobre un pueblo , Prólog. XVI : jui-
cios diversos que sobre ellas se han forniado los sabios,


• tomo. 1I. 1 48.
Robo : V. Hurto.
RocnEFoccAwr : de la pereza, tomo.. 1. 215 : de la ecnver-


sacion , ton:. 111. 181.
Romances ó fábulas : cual debe ser su objeto , tomo. II.2 )
Romanos : nó podian tener una buena , -tviora,1 P..


sus guerras casi siempre injustas , tomo. u. 6 : cuales eran
sus virtudes , 196.


RoussEAu ( J. J. ) detractor de las ciencias , Dom. 189:
su descontento por la desigualdad de las condiciones es
irracional , 104.


s.


Saber Yvivir : conocimiento y práctica de los procedimien-
tos y modales capaces de conciliarnos la estima.cion y
la amistad de los que s,ven con nosotros , Dom. 171.


Sabios : sus deberes , tom. II. 179 y sig : los primeros lle-
garon . á ser los primeros Soberanos , 110.


Sacerdotes : V. Ministros de la Rtiffiotr. Clero.
Salvajes : porqué implacables , tom. 2 y 3: no son por su


estado ni sábios , ni virtuosos , ni felices , como se ags
quiere persuadir, 203 y Prólog. XVIII.


Sátira : jeneral ú t il y laudable , tom. 1I. 208.
SEoismvnno ( El Emper. ): que los Reyes no aprenden su.


oficio , tomo.. II. 32. •
SI:NF.CA : del amor propio , tom: 25 : de la perfeccion


del espíritu , 40 : la virtud es un arte que se nece-
sita aprenderle , 65 : ella es la que constituye al hctn-
bre , 81 : del beneficio 91 : de la beneficencia , 97 : de
la grandeza de alma , 117 : del virtuoso en la adver-
sidad , ibid : de lo que constituye la felicidad de la
Sociedad , 123: de ja cólera 167 : dn los diverti-




262 ÍNDICE ALFABÉTICO
mientos racionales , 212 : del estado desesperado de un
pueblo' sin costumbres , 222 :


•te la escesiva confianza,
ó de la desconfianza , 247 : que el vicio se castiga á
sí mismo , 271 :" del ejemplo que debe dar un Rev ,
tom. 28 de la verdadera nobleza , 79 : de las ri-
quezas , 149 , 157 y 173 : de las costumbres de los
filósofos , 295: que es necesario amar para ser ama-


. do , torna III. 223.
Sensaciones : efectos conocidos de la accion de los objetos sobre


el hombre , tono. 5.
Sensibilidad : disposicion natural que hace que todo ani-


mai sea agradable ó molestamente movido por los ob-
jetos que obran sobre él , tomn. I. 5 : de sus diferen-
tes grados depende la variedad de los temperamentos y
facultades de los hombres , 7 : debe ser cuidadosamen-
te cultivada , 88.


Sentido moral: qué es, -Prólog. IX y tom: I. 3.
Sentimiento moral : V. Instinto moral.
s ERN- A .; : de la polí t ica moderna , tomo. II. 12.
Servir en la milicia : nocion vulgar de -este término, ton.


II. 91.
SHÁKESPEAR : de la adulacion , tomo. I. (98.
SINIONIDES : del mucho hablar , tomo. III. 177.
Singularidad : no prueba mérito alguno real , toin. 256:


qué es en el fondo , toma. III. 167.
Sistema de Moral bien unido y-perfecto, ninguno tíos mues-


tra la antigüedad , Prólog.
Soberbio : se hace aborrecible , ajitado del ten-1°r de no ser


mui estimarle> ) tomo. I. 255.
Soberamiía : sois léjítimos títulos , tomo. T. 74..
Soberanos : efectos de su disolucion , tomo. /. 221 : débiles,


azotes de sus pueblos , 247: sus perfidias é iniquidades
recaen sobre sus pueblos , tomo. II. 26 : absolutos , siem-
pre ligados con las promesas y vínculos del pacto so-
cial , 22 : su primer deber la justicia , 25 : cuál debe
ser Sti ainbiCion , ibid virtudes de los buenos, ibid : de-
ben dar los primeros el ejemplo , 28 y 37 : deben casti-
gar á los delincuentes , 3(3: su verdadera gloria y gran-
deza , ibid : vida de los que cumplen con sus deberes,
40 : casi nunca pueden saber la verdad , 41.


Sociable , Social : V. Hombre.
Sociedad


•union 'de muchos seres de la especie humana


DE LAS MATERIAS. 263
congregados con el designio de trabajar de concierto en
su mutua felicidad , tomo. I. 61 : universal subdividi-
da en particulares , las cuales son como otros tantos in-
dividuos de la primera, ibid : su autoridad cuándo justa,
72: por el bien de sus miembros debe ejercer su autoridad
sobre ellos , ibid : su principio y motivo , la necesidad,
ibid. Y. Pacto social , Vida social.


SocRATEs : sus principios de Moral no ofrecian sino ideas
inesaetas , Prólog. IV : ciudadano del mundo , tomo. L
82 :' maldecia á. los que separaban lo útil de lo ho-
nesto , 101 : de la veracidad , 119 : obediente á las
leyes al estremo del fanatismo , tomo. II. 55 : de la be-
lleza , tomo. III. 11 : de la economía , 139.


SoEocLE.s : de la envidia : tomo. I. 188 : de la esclavitud
de los cortesanos , tom. II. 84.


SOLON : su ley contra la ociosidad , toman. I. 214. del bien
gobernar, tomo. 1.1. 32: que los Estad_-,s perecen por causa
de los grandes , y de la imprudencia del pueblo , 45 : de lo
que hace durable un Estado , 51 : qué consejos es menester
dar á los Príncipes , 72: su ley para las mujeres, toma. III.
14: de la piedad filial, 44.


Súbditos : no deben una ciega y torpe obediencia al Soberano,
tomo. II. 53.


Suecia: lo que causó su revolucion en 1772, i0773. H. 85.
Suicidio : efecto de un trastorno repentino ó lento de la máqui-


na humana, tomo. I. 25: v tomo. III. 220 y 221.
Supersticion: cómo mira la muerte, ton:. III. 4.
Sybarita: uno decia que no podia ver trabajar, tomo. 85.
SYLA : se vanagloriaba de su virtud, tomo. II. 152.
SWIFT : de la relijion de los hombres, tom. I. 129: de los


.hombres de talento, tom. II. 207.


T.
TÁCITO : del menosprecio de la reputacion , Dom. I. 101: de la


multiplicidad de las leyes, tomo. II. 134 : que los hombres
son inclinados á creer lo que no entienden , 183.


Talento : facilidad de comprehender y comparar con prontitud
las relaciones de las causas y de los efectos , tomo. I. 6 : y de
presentarlas con gracia, tomo. III. 175 : su utilidad, 176:
abuso que se hace de él , 177 y 178.


TARGET : su resistencia jenerosa á la tiranía, ton:,




264 ÍNDICE ALFABÉTICO
Teatro inglés : escuela de prostitución , tom. L 226 : Francés,


bastante licencioso tambien , ibid.
sentimiento útil y necesario , tom. I. 30 : de ofender 6Temor :


desagradar á los otros , su necesidad, 105 : de la igno-
minia , mas poderoso que el de la muerte , 113 : bueno
muchas veces, 116.


Temperamento : modo de ser, particular á cada individuo de la
especie humana, tom. 1. 7.


Templanza : virtud fundada en la naturaleza humana , tom. I.
13 : hábito de contener los deseos dañosos á nosotros mismos
y á los otros, 104: no prescribe una absoluta separacion de
todos los placeres, ibid. y sig.


THEOG Di-:s de la precipitácion, tom. I. 250: que el escla-
vo no debe presentarse jamás con la cabeza levantada , tom.
II. 93: de las riquezas, 152: de la educacion, tom. 111. 50:
de los amigos, y de los enemigos, 123.


TERENCIO : de la adulacion, tomo. 1. 197.
TF.RRAY : regocijo de la Francia en su caida , Dom. II. 68.
THALEs: de las riquezas, tomo. II. 153 y 156: de la sabiduría,


200 : de la piedad filial , tom. III. 32.
THF.MISTOCLES : lo - que acriminaba á los Atenienses , Dom. II.


45 : ultrajado por Euribiades,
THEOPOMPO : de lo que constituye un gran Rey tom. II. 42,
Tris despreciaba al Senado por su bajeza, tom. I. 199.
Tiempo : todo el mundo se queja de su brevedad, y sin em


bargo se pierde y se prodiga , tom. I. 210.
Timidez : no cscluye el valor, tom. I. 116.
TrmoTrao : de la guerra , Dom. 8.
Tiranía : ella misma se castiga , Dom. I. 55 : injusticia que


ejercen contra . la Sociedad los que la gobiernan 1.42: cul
pable de todos los cielitos de los hombres, tom. 36.


Tiranos : los mas detestables „ .los mas adulados , tom.
19d : traidores que daila.n á la Sociedad, por cuyo bien
y felicidad están obligados á velar . , 201.


Tvro: sus días perdidos, tom. I. 205.
de los vicios de la aristocracia Romana,


tomo. • 44.
Tit alado : quin lo es verdaderamente , tom. 77.
Toiera:zeia : induijencia con las opiniones y los errores de


los hombres , Dom. I. 128.
Tortura: debiera ser condenada , tom. 130.
Trabajo : • mirado corno vil por algunos plieblos 5- • tont, 1.


DE LAS MATERIAS.


265
205 : espresion ó nombre que da el traficante á su
ejercicio , 140.


Trajedia : objetos dignos de ella , tom. II. 210.
T•adicion mentira en la conducta, ó en el lenguaje, tom.


I. 201.1
Tratados de paz : porqué tan paco respetados , tom.


II. 11.
Tapas mercenarias : suerte que ellas preparan á las na-


ciones, Dom. 11. 96.
TucróróEs : de la guerra , tom. II. 6.
'ruRooT : modelo de un buen ministro torn. II. 71.


U.
Urbstaidad : hábito de mostrar á los otros los sentí


mientas y las consideraciones debidas recíprocamente
eta la Sociedad , Dom. I. 133: atencion que mostramos á
nuestros iguales , tarar. HE. 151: su oríjen natural , 146:
ella es la espresion ó la imitacion de las virtudes so-
ciales, 147 : no debe confundirse la verdadera con la
falsa , ibid.: orgullosa y altiva la de los Grandes , 152
y 153.


Usos: cuándo es !permitido apartarse de los de la Socie-
dad, tom. 167.


VA.LaRto isfAximo : de los amigos , tom. III. 126.
Valor: cualidad feliz , comun á los malvados y á los


grandes hombres, tom. I. 113: el que nada puede su-frir es una verdadera debilidad , 101 : sin sabiduría , no
es mas que un atolondramiento ó ferocidad , torra. 11. 90.


Valor guerrero en qué sentido es una virtud tomo. I. 112.
cuál el de la mayor parte de los hombres , 113.


Vanidad : orgullo fundado en las ventajas inútiles á los
otros , tom. I. 152: endurece el alma , 153: hace come-
ter los mas de los crímenes , ibid. : y produce la ma-
yor parte de los desórdenes y males del mundo , 25 5:
su conducta las mas veces secreta , 159 : como mode-
rarla , 162: choca á todo el inundo, 257: prueba in-
dudable de necedad., 264: nacional , efecto de un Go-
bierno injusto y_ orgulloso , 153 : vicio de la tiobleza,
Dom. II. 52.
TOMO III. 34




266 ÍNDICE ALFABÉTICO
Venganza: cólera encubierta, fomentada por cl pensamien-


to , atizada por la imajinacion , y fortificada por la
reflexion , ton:. I. 167 : tiene siempre por movil al or-
gullo ó á la vanidad , ibid. : ejemplos atroces , 168 :
todo la proscribe , ibid : la mas cruel se vé en los
paises en donde la justicia es mal administrada, 171: la
mas noble , 94.


Veracidad : voluntad habitual de manifestar á' los hom-
bres las cosas -Miles y necesarias á su felicidad, ton. I.
119: debe estar subordinada á la prudencia , á la ra-
Z011 y á la justicia ,- 121.


Verdad: conformidad de nuestros juicios con la naturale-
za de las cosas, tom. I. 37 : amada , porque es útil,
120 : cuándo útil , y cuándo' dafiosa , 121 : es útil al
Público , cuando se trata de los delitos, mas no cuan•
do de las debilidades y flaquezas ocultas , 193 : la que
perjudica á alguno , sin provecho de la Sociedad , es
un mal , 200: las verdades que se llaman peligrosas
no suelen ser menos útiles, 120 : verdad en la con-
ducta , 122.


Vergonzoso: qué entendían por tal los antiguos , tom. 101.
Vergüenza : sentimiento doloroso , escitado en nosotros por


la idea del desprecio en que sabemos haber incurrido,
torra. I. 49; cual la del hombre solitario , 59.


Vicio : hábito de dallar y ofender el bienéstar y la feli-
cidad de la Sociedad , de la que, siendo nosotros miem-
bros , no podemos menos de esperitnentar su forzosa
reaccion , tont. I. 136: aprobado por la Sociedad en que
se vive , pierde toda su deformidad , 48: los vicios par-
ticulares no se convierten en provecho de la Sociedad,
Prólog. XV y XVI.


Vida : no es de suyo ni un bien ni un mal, sino el lu-
gar del uno y del otro, Prólog. XIV : comparada á
un camino , tont. I. 258: social .exije atencion sobre
nosotros mismos , deseo de agradar á los otros , y te-
mor de ofenderlos ó desagradados , 133.


: de la felicidad del Labrador , tom. 177:
palabras de Dido al morir , tom. III. 219.


Virtud : voluntad habitual de contribuir á la felicidad
constante de los seres con quienes vivimos en Sociedad,
tom. I. 65: amarla , es fijar su interés en las acciones
ventajosas al jénero humano , 20: debe fundarse en la


DE LAS MATERIAS.
267


esperiencia , la reflexion y la verdad, 63 y 65: como
es ella su propia recompensa, 65 y 66: no consiste ea
una renuncia total del amor propio, ni en un sacrificio
cruel de sus intereses, 66: qué recompensas la debe asig-
nar la Sociedad, 68 : porqué tan rara, ibid. sus ven-
tajas , 69: las morales se reducen á 'Una sola, 70 : mal
aplicada por los Romanos á la virtud guerrera , 81:
debe ser activa , 122 : contemplativa , cuándo inútil, ibid.
las virtudes llevadas al esceso vienen á ser locuras, 108:
virtudes necesarias al hombre solo , 59 y 60 ; la virtud
y el vicio existen tan real y ciertamente como la salud
y la enfermedad, Prólog. XIII.


Vivir : obrar conforme al fin y objeto de la Sociedad,
toral. I. 203.


Voluntad : direccion interior dada por el deseo de obte-
ner lo que se considera útil ó agradable, ó de evitar lo
molesto b dañoso , ton. I. 31; cuándo indecisa ,


VOLTAIRE : de la virtud y del vicio , P;6 ora-. XIII: del
valor, toro. I. 113
de la amistad , tom. III. 115.


VULCACIO GALICANO ; de las naciones opulentas , ton. TI. 13.




WOLASTON : sus nociones del bien y del mal, tont.
119.


X.
XENOFONTE : de la pereza , tom. I. 207 : de Ja guerra,


toro. II. 9 ; de la decadencia de los Persas despues de
Ciro , 95: de la utilidad de los enemigos, tom. III. 127,


Z.
ZoaoAsTrto: de la verdadera grandeza de un Rey , .tont.


31.


Fin del indice Alfabético de las Materias.


G''
T


11
••••.. I.40