PERSONAJES CÉLEBRES DEL SIGLO XIX. 6 lo" XiV- 2 P E R S O...
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PERSONAJES CÉLEBRES


DEL


SIGLO XIX.






6 lo" XiV- 2


P E R S O N A J E S C É L E B R E S


DEL SIGLO X I X .


UNO QUE NO LO ES.


La biografía es el arte de reu-
el personal de la historia, de


c i enc ias , de las letras, de las
,es y de la sociedad.. .


J. NORVIHS.


M O 1.


MADRID,
IMPRENTA. ÜE D. FERNANDO SUAREZ,


I 'HZUEI .A DE CELENQl'F. , 3.


1842.








ЗШШ 3b!LM8r®So


PersoTia^res celebres del Sijño XIX




JOVE LLANOS.


En su persona y en el trato pri-
vado ofrecía la imájen que nos teñe
mos formada de, la pundonorosa dig-
nidad y apostura de un español del
siglo X V I , unida a,l saber y esquis i -
to gusto del nuestro.


TORENO.—Historio del levantamien-
to , guerra y revolución de España.
T . I I , l ib. 6 , pág. 112.


Complácese algunas veces la naturaleza en
crear genios privilejiados que forman época en
su siglo, contribuyendo á su rejeneracion, sin
que por eso hayan dejado de tener que luchar
contra las preocupaciones, y de haber encontra-
do una tenaz resistencia en los intereses existen-


(*) El uso común ha becho de los dos apellidos uno solo,
pero nosotros los usamos separados , como,'. lo ha hecho
el Sr. Cean Bermudez , y según firmaba el Sr. Jove Llanos ,




2 PÜUSOINAJES CKLEBKES.


tes. Pero vencedores de aquella l ud i a , adquieren
numerosos partidarios, y se hace inmensa su po-
pularidad, en compensación de sus poderosos es-
fuerzos pai'f Ta reforma de las costumbres y de
los abusos.


Entre los españoles ilustres que mas honor han
hecho á su patria en estos últimos tiempos , ocupa
un lugar distinguido el ilustre personaje cuya
biografía vamos á bosquejar, ya se consideren
sus virtudes políticas y morales, ya sus altos em-
pleos y destinos, ya su próspera y adversa for-
t u n a , y ya iflnalmsúte su vasta instrucción y es-
quisitos conocimientos en jurisprudencia , en hu-
manidades , en historia, en economía pública,
bellas artes y otras ciencias. Los que hayan leido
sus eruditas y elegantes obras en estos ramos,
especialmente el, Informe sobre la ley agraria,
y los que hayan. tenido conocimiento de su pro-
bidad , ,honradez.y bondadoso carácter; de su ar-
diente cejo en mejorar.y propagarla instrucción
de la juventud ; de las graves comisiones que le
confirió el Gobierno; de su infausto ministerio
de Gracia y Justicia ; de la injusta persecución
y atroz encerramiento que sufrió en un castillo
dé Mallorca por espacio de siete años; y por último




JOVE LLANOS. 3


de sus trabajos como hombre político en los pri-
meros años de la guerra de la iudepeudencia, no
podrán menos de apreciar su memoria , ni dejar
de mirar con interés cuantas noticias pertenezcan
á la vida y hechos de un hombre tan ilustre y
digno de perpetua alabanza.


¡ Si el honrado ministro de Gracia y Justicia
de Garlos IV levantara su noble frente desde el
sepulcro en que descansa, y tendiera la vista so-
bre la España, objeto constante de su celo ilus-
trado , y viera el estado á que ha quedado re-
ducida la magistratura en nuestros t iempos! ¡si
viera las discordias, los odios y desgracias que
sobre su patria se han desencadenado! ¡si viera
en fin olvidadas todas las máximas de buen go-
bierno , todos los principios de orden , ' todas las
reglas que paraba; prosperidad/y ventura de su
patria, procuró difundir con.ilustrado y ardiente
celo, retrocedería sin duda espantado ; y sumer-
jido en inmensa aflicción, preferiría la-paz, de su
sepulcro á la horrible tormenta que esperimeu-
tamos.


También él en su época 'gozo de aura popular;
también fue perseguido y atropellado por sus sa-
nos principios, y porque mas previsor sin duda




t PERSONAJES CÉLEBRES.


y tal vez mas ilustrado, preveyó los males que
á su patria habian de causar la propagación de
ciertos principios, y la falta de observancia de
ciertas costumbres nacionales. En el curso de este
escrito uos liaremos cargo , al paso que narremos
los altos hechos, los conocimientos y virtudes,
los escritos y padecimientos del Sr. de Jove Lla-
nos , de sús principios políticos para la organiza-
ción de un gobierno representativo en España.
Demos ya comienzo á nuestra tarea.


D. Gaspar Melchor de Jove Llanos nació en
Enero de 1744 en la villa de Gijon, principado
de Asturias, que puede vanagloriarse de haber
producido varios varones ilustres, asi en las armas
como en las letras. Fue su padre D. Francisco
Gregorio Jove Llanos y Carreño, rejidor y alfé-
rez mayor de la villa y concejo de Gijon, y ca-
ballero! ilustre de aquel principado, y de Doña
Francisca Apolinana Jove Ramírez , hija del Mar-
qués de San Esteban del Puerto, señora de es-
tremada hermosura y acrisolada virtud y piedad.


La fortuna que no les fue muy favorable en
proporcionarles crecidas riquezas, les dio una
numerosa prole, pues D. Gaspar tuvo otros cua-
tro hermanos y cuatro hermanas. Agoviados los




JO VE LLANOS. Ó


padres con el peso de tan crecida familia , cui-
daron sin embargo de darles la educación cum-
plida que su paternal solicitud deseaba y que su
dase exijia; y dedicando á los demás hijos á la
carrera militar y otras , pensaron destinar á Don
Gaspar á la de la iglesia, enviándole al efecto á
Oviedo para continuar sus estudios de filosofía
en aquella universidad, donde descubrió un ta-
lento despejado, y singular penetración para com-
prender el oscuro é intrincado método de la es-
cuela scotista. A los trece años de edad fue ordena-
do de primera tonsura, y obtuvo un beneficio sim-
ple, de presentación de una tia suya, con cuyo
ausilio pudo continuar sus estudios, hasta que
pasó á la ciudad de Avila, en la cual obtuvo los
grados de liachiller y licenciado en cánones, gran-
jeándose por su aplicación la protección y cariño
del célebre prelado D. Bernardo Velarde y Cien-
fuegos , el cual descubriendo en él las mas bri-
llantes disposiciones, y para que aquel gran jénio
no quedase sofocado en la oscuridad y se pudie-
se desplegar con lucimiento en teatro mas público
y respetable, le trasladó á la universidad de Al-
calá de Henares, proporcionándole una beca ca-
nonista con voto en el insigne colejio mayor de




6 PERSONAJES CELEBRES.


San Ildefonso. Grande fue el sentimiento de sus
compañeros que se vieron privados de este modo
de su dulce trato y amabilidad. Allí continuó
D. Gaspar sus actos escolásticos sustituyendo va-
rias cátedras, y siendo nombrado colejial mayor
en 1764,' á los veinte años de edad, hasta que
en 1766 se resolvió á hacer oposición á la ca-
nonjía doctoral de Tuy.


Detúvose en Madrid á recojer las cartas de
recomendación que consideró necesarias para aque-
lla empresa ; y cuando se preparaba ya para mar-
char á Galicia, sus; muchos y buenos amigos y
parientes (entre los que se contaba su tío el du-
que de Losada, sumiller de Corps) considerán-
dole mas á propósito para lá majistratura, por
su talento despejado, su instrucción, sus pren-
das personales, y otras circunstancias que indi-
caban qué podría'ser útil al bien del Estado, de
la nación y de él mismo, le obligaron á desistir
de sil intento de continuar la carrera eclesiástica:
desde aquel momento se puso la mira en una
de las plazas de alcalde del crimen que habia
vacantes en las Audiencias de la Península.


No era tan fácil entonces como ahora con-
seguir una toga. Dos veces consultó la Cámara




JOVE LLANOS. 7


de Castilla, y hasta en la segunda y por influjo
de sus muchas relaciones, no pudo obtener Don
Gaspar en octubre de 1767 una plaza de alcal-
de de la cuadra de la Real Audiencia de Sevilla,
distinción muy singular en aquella época para un
joven de veinticuatro a ñ o s , edad en que apenas
podía tener grandes conocimientos prácticos en
jurisprudencia; pero era ya conocida su probi T
d a d , y su talento le recomendaba cumplidamen-
te. Hubo sin duda intriga ó influjo en su nom-
bramiento; pero feliz influjo el que proporcionó
un resultado escelente, empleando, y poniendo
en evidencia á un joven de tan distinguidas
prendas.


Todos los tiempos tienen sus ridiculeces; pero
era al menos mas respetable é inspiraba mayor
consideración la peluca que usaban en aquella
época los majistrados, que las greñas, barbas y
bigotes que usan muchos de los del d ia , y que
mas que majistrados respetables les hacen apa-
recer como guerreros ó como elegantes petime-
tres entregados á toda la veleidad de la moda.
Fue Jove Llanos á tomar las órdenes del Conde
de Arauda, presidente del Consejo á la sazón,
quien reparando en la gallarda figura y el her-




8 PERSONAJES CÉLEBKES.


moso pelo que adornaba la cabeza del joven ma-
j is t rado, y mirándole con atención le dijo: «¿ con
que V. estará ya prevenido de su blondo peln-
con para encasquetársele como los demás golillas?
Pues no Señor : no se corte V. el pelo ; yo se lo
mando. Haga que se lo rizen en la espalda como
á los ministros del Parlamento de Par ís , y co-
raienze á desterrar tales zaleas, que en nada con-
tribuyen al decoro y dignidad de la toga.» Este
fue el oríjen y la causa de haber sido Jove Lla-
nos el primer majistrado que se presentó sin pe-
luca en los tribunales. En aquellos t iempos, una
orden , aunque verbal del Conde de Aranda, era
demasiado respetable para no ser obedecida.


Las jemes , que la ignoraban , murmuraron,
como suelen cuando ven alterar los usos y cos-
tumbres ant iguos, contra D. Gaspar , cuya figura
y prendas personales contribuyeron no poco á
hacer sospechar que era el autor de aquella no-
vedad. Era Jove Llanos de estatura proporciona-
d a , de cuerpo airoso, cabeza e rguida , blanco
y rojo, ojos vivos, piernas y brazos bien hechos,
pies y manos como de dama, y pisaba firme y
decorosamente por naturaleza, aunque algunos
creian que por afectación. Era limpio y aseado




.IOVF, LLANOS. 9


en el vestir, sobrio en el comer y beber, afable
en el t r a to , y elegante en la conversación; her-
manaba con todas estas prendas la de ser reli-
gioso sin fanatismo, estudioso antes de dar un
parecer , pero enérjico en sostenerle ; agradecido
con sus protectores, constante en la amistad , y
dotado de un ánimo jeneroso que olvidaba las
injurias dirijidas únicamente á su persona. Tales
eran la figura y prendas del joven majistrado
cuando llegó á Sevilla, precisamente en días de
Semana Santa , por lo que llamó mas la atención
del pueblo el verle con el traje de toga sin pe-
luca , ostentando su hermoso y bien rizado pelo,
su aire noble, y su gallarda presencia. El nuevo
Alcalde era objeto de la conversación de todos, y
señaladamente entre los abogados, relatores, es-
cribanos y demás dependientes del t r ibunal , que
al verle tan joven le ereian accesible á sus desig-
nios. Mas su trato afable, los obsequios que la
nobleza le dispensaba , su porte y entereza , tar-
daron poco tiempo en borrar las primeras ideas
del público y en desengañar á los curiales.


Muchos y meritorios fueron los trabajos con
que el joven D. Gaspar se distinguió en la Au-
diencia de Sevilla, tanto en la Sala del crimen




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


como eu la civil á que ascendió después; alter-
nando aquella importante obligación con el conti-
nuo estudio de las ciencias políticas y económicas,
y de la literatura ; concurriendo á empaparse mas
y mas en estos conocimientos á la tertulia del
Asistente de aquella ciudad D. Pablo de Olavide,
y siguiendo ademas importante correspondencia
con los primeros hombres políticos de la nación.


Hemos dicho que no podia tener gran práctica
en la jurisprudencia , entendiendo por tal el co-
nocimiento de las fórmulas del foro, que jamás
han sido muy sencillas en España ; pero como
era incansable en el es tudio , y como en él la
larga lectura iba acompañada de penetración y
discernimiento, en breve llegó á ser mas práctico
que los que llevaban muchos años de carrera; y
como tenia suma facilidad en escribir, apenas
se redactaba escrito alguno de consideración en
que él no trabajase. Lleno de humanidad, cono-
ció: cuan horrible era la prueba del tormento, en-
tonces aun vijente, y la templaba en cuanto es-
taba de su parte. Conoció también que las cár-
celes en vez de ser un castigo, debian ser solo un
sitio destinado para la seguridad de los presuntos
reos, y por lo tanto hacia que fuesen tratados en




JOVE LLANOS. 11


ellas con caridad verdaderamente evanjélica. Por
entonces se vio en el tribunal la famosa causa de
Castañeda, asesino de su mujer embarazada. Pre-
sumían muchos que Jove Llanos daría muestras
en su dictamen de un carácter enérjico y justi-
ciero; y sin embargo, de lo que las dio fue de
un tacto fino y de una filosofía pocas veces sen-
tada coino base de un parecer fiscal: atribuyó el
delito á un frenesí de zelotipia de que probó es-
tar poseído. Muy luego pasó á ser oidor en el
mismo t r ibunal , y esta vez no fue la intriga la
que le valió el ascenso, sino su mérito superior
comprobado ya. En esta época fue cuando pensó
en reformar sus estudios , y en dirijirlos al filan-
trópico fin del bien de sus semejantes. Entonces
palpó las contradicciones que á veces existían en-
tre las leyes y las costumbres, y fue cuando es-
cribió su famosa comedia intitulada El delincuen-
te honrado, á la cual puso el epígrafe siguien-
t e , que encierra toda la moral del d rama: «Es
una cosa muy terrible castigar con la muerte
una acción que se tiene por honrada.


Asi empleaba los ratos de ocio que le propor-
cionaban los días feriados, que eran muchos en
aquella época , sin faltar jamás á sus obligaciones.




12 PERSONAJES CELEBRES.


Dedicábase también á la poesía, considerando este
ramo de las humauidades como uno de los que
deben entrar en el plan de la instrucción públi-
ca, y como parte no pequeña de la erudición y
literatura española. Entonces compuso también la
trajedia Pelayo, que salió como era regular, con
los defectos que debian esperarse de un joven
inesperto. Su juicio y su talento se los hicieron
eonocer : la dejó dormir dos años ; volvió sobre
ella en 1771, y acabó de correjirla en el de 72.
Quisieron sus amigos que la imprimiese, y se re-
solvió á ejecutarlo en 177», para lo cual escribió
un prólogo en que esponia los motivos que habia
tenido para su publicación y para seguir el gusto
y estilo de los franceses. Acompañaba ademas
una larga y erudita disertación sobre la existencia
de D. Pelayo, que habia escrito con motivo de
satisfacer á las dudas que acerca de esta misma
existencia manifestara D. Gregorio Mayans en la
defensa del Rey Witiza que acababa de publicar
en Valencia. Todo estaba pronto para imprimirse,
y sin embargo no se verificó, á pesar del empeño
de la amistad, por el miedo que tenia á las tra-
jedias, y la desconfianza con que leía la suya.
Deseaba sin embargo verla representar, pero la




JOVE LLANOS. 13


ronsideracion de que entregar la copia á los có-
micos era lo mismo que darla á la imprenta, como
lo liabian hecho en Barcelona con El delincuente
honrado, sin su consentimiento, le separó en-
teramente del intento. Consiguiólo no obstante
en 1782, haciéndola representar por aficionados en
Gijon; y sin embargo de los muchos aplausos
que tuvo y del buen desempeño de los actores,
ni aun con esta prueba se determinó á imprimirla.


Otra trajedia emprendió Jove Llanos con el tí-
tulo de Los españoles en Cholula. Llegó hasta
el tercer acto de los cinco de que debía constar;
pero sus graves ocupaciones, y la desconfianza
que tenía de sí mismo en este género de compo-
siciones , nos privaron de otro drama, que acaso
hubiera escedido en mérito al Pelayo por haberle
principiado en mejor t iempo, en edad mas ma-
dura , y con mayores conocimientos del arte. (*)


A mediados de agosto de 1778 se recibió en
Sevilla con sentimiento universal la noticia de ha-
ber sido ascendido «1 Sr. Jove, Llanos á Alcalde
de casa y corte, y él mismo vertió lágrimas al


C) Véanse las Noticias analíticas de las cbras de Jove
Llanos, por D. l u á n Agustín Cean Bermudcz. —Madrid T8I4.
Obras de Jove Llanos, por D. Wenceslao de Linares y
Pacheco. — Barcelona 1810.




14 P E H S O N A C T E S C É L E B R E S .


separarse de aquella hermosa ciudad. A su llega-
da á Madrid, recibió las visitas de todo lo mas
lucido de la corte, que miraba ya en él uno de
los hombres mas ilustres del pais; distinguiéndo-
se entre los que se esmeraron en agasajarle el fis-
cal del Consejo D. Pedro Rodríguez Campoma-
nes, por cuyo medio hiso conocimiento con los
hombres mas instruidos de la capital, y entre
ellos D. Francisco Cavarrús, con quien estrechó
D. Gaspar una íntima y constante amistad. La
Seciedad Económica Matritense, la Academia de
la Historia , la de la Lengua y la de Nobles Artes
de San Fernando, se apresuraron también á abrir
sus juntas al gran político y literato, y en ellas
comenzó aquella serie no interrumpida de traba-
jos que ilustran las memorias de dichos cuerpos,
y .que. tanto habian de realzar su merecida re-
putación. •


• Seguíase por aquel tiempo el voluminoso es-
pediente formado en el Consejo de Castilla sobre
Ley Agraria, y acerca del cual habian escrito
diferentes Memorias varios vocales de la Sociedad
de Amigos del pais de Madrid ; pero habiendo
presentado el Sr. Jove Llanos, que era uno de
ellos, el plan que debia seguirse para trabajar el




J 0 V E LLANOS. 15


informe pedido por el Consejo, quedó encargado
de realizar tan arduo trabajo. Aquel informe,
obra no de un dia sino de muchos años , pues
no se publicó hasta 1795, es sin duda alguna
uno de los trabajos literarios que mas honran á
su autor , pues parece imposible pudieran hallar-
se reunidas en tan temprana edad, tantos y tan
profundos conocimientos, tan clara comprensión,
tan maduro juicio y tanta lójica: su obra realzó
mas y mas el concepto que de su elevado mérito
se tenia formado, é hizo su nombre famoso en
Europa y en América. La Academia de la His-
toria le confirió muchos encargos y comisiones,
y escribió la Memoria sobre las diversiones pú-
blicas que se encuentra en sus obras.


Vivia Jove Llanos en la mayor amargura, de-
seando dejar el destino que ejercía, tan contrario á
sus pacíficas inclinaciones y humano carácter, cuan-
do en 1780 fue nombrado Consejero de las Ordenes
Militares; nombramiento que causóla mayor sa-
tisfacción á D. Gaspar , porque le quitaba la odio-
sa y pesada carga de Alcalde de corte , colocán-
dole en un Consejo tan ilustre. Una de las pri-
meras y honrosas comisiones que se le confirie-
ron , fue la de visitar el convento de San Marcos




1C PEBSONAJES CKLEBHES.


de L e o u , y de autorizar con su presencia la so-
lemne elección de Prior ; marchó á dicha ciudad,
v en el camino tuvo el placer de ver salir á su
encuentro á D. Juan Melendez Valdés , con quien
desde Sevilla habia seguido una larga correspon-
dencia literaria. Pasó desde alli á su pais para
desempeñar otras comisiones, y seria demasiado
prolijo enumerar los beneficios que D. Gaspar
hizo al mismo y al reino de Galicia, que también
recorrió, dando impulso á las obras de pública
uti l idad, visitando y describiendo detenidamente
sus caminos, monumentos y establecimientos cien-
tíficos , y hasta fomentando el amor á las bellas
letras y al teatro , pues entonces fue cuaado,
como hemos dicho, permitió representar su tra-
jedia del Pelayo.


De regreso á Madrid, y después de haber in-
formado sobre el desempeño de sus varias comi-
siones, continuó trabajando incansablemente en el
Consejo de las Ordenes y en las varias Academias
y Sociedades de que era individuo, pronunciando
en ellas discursos famosísimos, entre otros el de
distribución de premios de la Academia de San
Fernando, el de la recepción en la Academia
Española, el pronunciado en la Junta de Co-




JOVE LLANOS. 17


mercio sobre la libertad de las artes en España,
y otros muchos de no menor mérito; alternando
tan serios trabajos con la composición de varias
de sus poesías sueltas, y de sus famosas sátiras.


La vida de Jove Llanos puede dividirse en
dos grandes épocas, feliz y afortunada la una,
y llena de sinsabores la otra. Puede decirse que
hasta la muerte de Carlos I I I , vio aumentarse
progresivamente su fama, y fue dichoso ; mas no
asi desde principios del remado de Carlos IV, pues
entonces, si bien fue siempre en aumento su cré-
dito , principiaron sus desgracias, pues le alcanzó
una parte de la en que habia caido su íntimo
amigo el Conde de Cavarrús, y á consecuencia
de ella fue políticamente desterrado de la corte,
pasó á Salamanca bajo el pretesto de visitar y
arreglar los colejios mayores, y luego á Asturias
donde fijó su residencia durante once años , los
mas felices acaso y mas útiles de su larga y la-
boriosa vida. Colocado en la villa de Gijon como
un jénio benéfico é infatigable, al paso que ins-
inúa á sus paisanos en los medios necesarios
para sus adelantamientos, influía con el Gobier-
no para apartar los obstáculos que á ello se opo-
nían ; visitaba las minas de carbón de piedra, é


2




18 1'KttSONAJES CÉLEBRES.


impulsaba su elaboración ; trazaba caminos, le­
vantaba murallones contra las olas y embates del
mar ; creaba establecimientos de instrucción y be­
neficencia , y. principalmente el famoso Instituto
Asturiano, cuya memoria ha quedado para siem ­
pre asociada á su nombré ^desempeñaba frecuen­
tes comisiones del Concejo; recorría las provin­
cias de León, Zamora , Astorga, Salamanca , Va­
lladolid, Valencia, Burgos, Rioja , Santander, y
las tres Vascongadas, estudiando sus leyes, sus
costumbres y su aspecto físico, y consignando
todas sus observaciones en multitud de escritos.


Desde aqui principian las desgracias de Jove
Llanos, pues aunque algunos las cuentan desde
que. salió desterrado á Gijon en 1790, jamás, como,
hemos dicho , fue. mas dichoso, ni vivió mas
contento. De aquella tranquila y provechosa №
sidencia fue arrancado impensadamente en 1997;
el Gobierno conocía $ u , mérito,, pero se babia
declarado ;su enemigo irreconciliable el Príncipe
d é l a P a z ; llegó un» éjjoca en que,conoció este
que debía hacer algún sacrificio á la opinión pú­
blica ; y disipadas las nubes, que oscurecían el
cielo cortesano, y reintegrado en el favor el Conde
d« Cavarrús, recibió el Sr. Jove Llanos dcspa­




JOVE LLANOS. 19


chos del Príncipe de la Paz , en que le encarga-
ba varios informes; y cuándo se preparaba á eva-
cuarlos , se halló' sorprendido con la noticia de
haber sido nombrado Embajador á Rusia. Los
que con buena intención contribuyeron á arran-
carle de su retiro para elevarle á mas alto y dis-
tinguido dest ino, le precipitaron en la cima de
las pesadumbres, de las persecuciones, y de to-
dos los males que le acompañaron hasta el se-
pulcro. Gran sorpresa le causó su inesperado
nombramiento, pero solícito por el bien de sus
conciudadanos, se dirijia á la capital, y todavía
duraban en el pueblo de Gijon los regocijos y ale-
gría que inspiraba la elevación de su protector y
padre, cuando llegó la noticia de haber sido
nombrado Jove Llanos Ministro de Gracia y Jus-
ticia ; nombramiento que estendiéndose rápida-
mente por toda la nación, pareció anunciar una
época de ventura.


Al llegar al puerto de Guadarrama se encon-
tró Jove Llanos con el Conde de Cavarrús que
habia salido de Madrid á' su encuentro, y le in-
formó de las interioridades de Palacio, de las
intrigas cortesanas, del mal estado de los nego-
cios , y le refirió lo que habia precedido á su




20 PEHSONAJES CKLEBUKS.


nombramiento de Embajador y Ministro. Que
dueño de la confianza de Godoy, le pronosticó
con claridad y firmeza su inevitable ru ina , se-
mejante á la de D. Alvaro de L u n a , sino bus-
caba prontamente dos sugetos de ciencia, pro-
bidad y reputación, que le dirjjiesen y ayudasen
á restablecer el Reino y su opinión, proponién-
dole á él y á Saavedra. Que la Reina le habia
desechado, resultando de ello el destinarle á Ru-
sia para no verle; el modo como insistió sobre
su primera propuesta para Ministro de Gracia y
Just icia, volviendo á intimidar al Príncipe con
la amenaza de su indispensable caida ; y cómo
dispuso este que el Rey le nombrase, á lo que
hubo de condescender la Reina, aunque contra
su voluntad, por no descontentar á Godoy.


Estremecióse Jove Llanos con aquella relación,
y determinó regresar á Asturias desde allí, sin
entrar en la corte; pero tanto le instó el Con-
de , esponiéndole las fatales consecuencias de aquel
paso, que se resolvió á sacrificarse por su patria
y á probar cuantos medios estuviesen á su al-
canze para el bien de sus conciudadanos. A la
msñana siguiente pasaron al Escorial, y apeán-
dose en la casa del Ministerio, tuvo alli una




JOVE LLANOS, 21


larga conversación con Cavarrús y Saavedra, en
que les decia: «Todo amenaza una ruina próxima
que nos envuelve á todos. Crecen mi confusión
y aflicción de espíritu... El Príncipe (de la Paz)
nos llama á comer á su casa : vamos mal vesti-
dos. A su lado derecho la Princesa: al izquier-
do , en el costado , la Pepita Tudó : este espec"
táculo acaba mi desconcierto: mi alma no puede
sufrirle. Ni comí , ni hablé , ni pudo sosegar
mi espíritu. » Huyó de alli y estuvo en su casa
toda la tarde inquieto y abat ido, y por la no-
che pasó á la Secretaría de Estado; alli tuvo
una acalorada conversación con Cavarrús y Saa-
vedra sobre su repugnancia, retirándose después
á su cuarto, donde pasó la noche sin dormir.


Recibióle bien la Familia R e a l , y aun el mis-
mo favorito; pero en breve cambió de aspecto la
escena. Llovían de todas partes felicitaciones á
S. M. por haber nombrado Ministro á Jove Lla-
nos , cosa que Godoy no podia ver sin un inte-
rior despecho; y asi fue que desde aquel momen-
to se juró la pérdida del que era objeto idola-
trado de la estimación pública. Aumentóse esta
con el tesón y la enerjía con que luchó Jovc
Llanos contra cuantos obstáculos se oponían á




22 PERSONAJES CÉLKBEES.


sus ideas de rejeneracion y buen orden; en union
con Saavedra , hizo al Rey representaciones llenas
de entereza, manifestándole el origen de todas
las calamidades públicas. Fue tal su efecto, que
entusiasmado el R e y , corría á contará la Reina
cuanto le referían, y esta todo lo apoyaba y ce-
lebraba, al paso que lo sentía en su corazón, pues
preveía que el término á donde se dirijian aque-
llas esposiciones, era la ruina de su favorito,
como causa principal de ios males que se inten-
taban remediar. ¡Triste situación la en que ha-
bía llegado el país , y cuyas consecuencias han
sido tan trascendentales, causando los trastornos
y desgracias que después se han esperimentado!


Viendo Godoy el descontento del Rey y el hor-
ror con que le miraba, se halló en la precision
de renunciar la Secretaría de Estado que hacia ya
tiempo despachaba. Entonces era, según algunos,
la ocasión de haber acabado con el Príncipe de
la P a z ; pero la honradez y gratitud de aquellos
dos virtuosos Ministros, creyeron suficiente sepa-
rarle de los negocios para poder baeer el bien
de la nac ión; y lo consiguieron con un decreto
en que se llenaba al favorito de honores y dis-
tinciones. No correspondió la gratitud á aquella




JOYE LÍANOS. 23


jenerosidad; antes al eoatrarió, se buscaron modos
eficaces para deshacerse de aquellos dos celosos
Ministros. Atacado Saavedra por una enfermedad
aguda, no pudo seguir en el despacho; y aunque
Jove Llanos estaba mejorado de los cólicos que le
acometieron en el Escorial , ,y que habían toma-
do mayor incremento en Aranjuez, se halló un
pretesto, que manejado por la calumnia con to-
das las artes y recursos que dictaban la envidia
y el temor , produjo el decreto de exoneración
de su Ministerio en 15.de Agosto de 1798 , á los
nueve meses y siete dias de haber tomado.pose-
sión de él. Asi se consiguió lo que tanto se de-
seaba , quitando al reino dos apoyos que le hu -
hieran sostenido en su decadencia, dándole vigor
y prosperidad, y evitando tal vez los grandes ma-
les que mas adelante sobrevinieron.


Tal es la compendiada historia del corto Mi-
nisterio de Jove. Llanos; pudiendo asegurarse que
en tan poco tiempo y en medio de una aguda en-
fermedad, de angustias, estorbos y persecucio-
nes , procuró la seguridad y sosiego de los que
hasta entonces habian vivido en destierros y pri-
siones ; el pronto despacho de los negocios, la li-
bertad de poder disponer los dueños de sus casas




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


y haciendas; el abrigo de los literatos, y el am-
paro de los huérfanos y viudas: promovió la ins-
trucción pública en una larga y sabia esposicion
que hizo al Rey sobre este interesante objeto: la
protección de las ar tes , del comercio y de la in-
dustria : el libre fomento de la agricultura ; y en
fin cuanto le dictaron sus luzes, su celo y su in-
saciable amor por el bien público para que la
nación prosperase.


Destituido Jove Llanos del Ministerio de Gra-
cia y Justicia, se le nombró Consejero de Estado
eon el sueldo correspondiente, y se le confinó á
Asturias á seguir las comisiones que había tenido
anteriormente. Despidióse del Rey y de la Reina,
manifestándole aquel que quedaba satisfecho de
sus servicios, pero que tenia muchos enemigos;
y esta, que ninguna parte había tenido en su exo-
neración, Pasó á tomar las aguas de Trillo; y
por último se trasladó á Asturias, donde se en-
tregó con ahinco al fomeuto de su amado Insti-
tuto, y demás establecimientos de su creación.
También en esto quedaron desvanecidas sus mas
gratas esperanzas. En 1801 se esparcieron por
Asturias varios ejemplares del Contrato social de
Juan Jacobo Rousseau, en castellano, impresos en




JOVE LLANOS. 25


Londres en 1799, con algunos elojios hechos á
Jove Llanos por el traductor. Escribió al Minis-
tro de Estado la novedad , se le contestó que re-
cojiese los ejemplares que pudiese, y no habien-
do podido lograrlo de ninguno, lo avisó. El re-
sultado fue prevenirle que se abstuviese en ade-
lante de escribir á ningún Ministro; y poco tiem-
po después descargó sobre su cabeza la horrible
tempestad. Oigamos como Ja pinta el mismo Jove
Llanos en su representación dirijida desde la Car-
tuja, en la Isla de Mallorca, el 24 de Abril de 1801.


«Sorprendido en mi cama al reyar el día 13
de Marzo último por el Rejente de la Audiencia
de Asturias, que á nombre de V. M. se apoderó
súbitamente de mi persona y de todos mis pape-
les ; sacado de mi casa antes del amanecer del
siguiente d i a , y entre la escolta de soldados que
la tenían cercada, conducido por medio de la
ciudad y pueblos de aquel Principado hasta la
capital de León ; detenido all í , y recluso en el
convento de Franciscanos descalzos por espacio
de diez dias , sin trato ni comunicación alguna;
llevado después entre otra escolta de caballería,
y en los dias solemnes de nuestra relijion, por
las provincias de Castilla , Rioja, Navarra, Aragón




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


y Cataluña, hasta el puerto de Barcelona ; entre-
gado allí al Capitán jeneral, y de su orden nueva-
mente recluso en el convento de Nuestra Señora
de la Merced; y finalmente, como si se quisiese dar
un ejemplo de rigor en m í , ó como si ya no fuese
digno de pisar el-continente español, embarca-
do en un correo, trasladado á Palma, presenta-
do á su Capitán jenera l , y conducido al destierro
y confinación de esta Cartuja, he sufrido con re-
signación y en silencio por espacio de cuarenta
dias , todas las fatigas, vejaciones y humillaciones
que pueden oprimir á • un hombre de honor: he
pasado por el bochorno de aparecer como reo en
medio de mi nación que me vio llevar con es-
cándalo á mas de doscientas leguas de mi do-
micilio, arrojar á esta parte de sus mares; y
por fin estoy padeciendo en una vergonzosa re-
clusión las mas crueles privaciones, sin que has-
ta ahora se me haya notificado orden alguna, ni
hecho saber cual puede ser la causa de tan duro
é ignominioso tratamiento. »


Habia dirijido la anterior representación ásu
amigo y apoderado D. Juan Arias de Saavedra,
á quien el Marqués de Valdecarzana, Sumiller
del Rey, y primo de Jove Llanos, habia ofrecido




J O V E L L A M O S . 27


entregarla á S. M. ; pero habiéndola recibido no
se atrevió á presentarla. No teniendo en Madrid
otra persona de su entera confianza, determinó es-
tender otra representación, en 8 de Octubre de
aquel año , y enviarla con copia de la anterior á
su capellán D . José Sampil, que habia quedado
en Gijon cuidando de su casa y haciendas, para
que pasase á la corte á proporcionar el modo de
ponerlas en manos de S. M. Averiguáronlo los
ajentes del Gobierno, y los satélites de Marquina
prendieron á Sampil al entrar en Madrid, le con-
dujeron á la cárcel de la Corona, donde le mo-
lestaron con amenazas y malos tratamientos por
espacio de siete meses, y le llevaron después á Ovie-
do con la precisión de presentarse todos los dias al
reverendo Obispo. Igual tratamiento tuvo en Barce-
lona D. Antonio Arango, mayordomo del Marqués
de Campo Sagrado, por haber hallado entre los
papeles de Sampil una carta suya , y creer que
podia haber tenido parte en la dirección, de las
representaciones ; pero no habiendoresultadonin-
gún indicio, se le puso en libertad después de
cuatro meses y medio de rigorosa prisión. ;..


Ocupábase Jove Llanos en aquella reclusión
en hacer obras útiles á la Cartuja de Baklemuza,




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


y entreteniéndose en el estudio de la botánica,
viendo con desprecio la vanidad del mundo y sus
deleznables atractivos, cuando fue arrancado de
aquel retiro el dia 6 de Mayo de 1802, y lleva-
do con estrépito y en medio de tropa al castillo
de Bellver, situado en un alto cerro á media le-
gua de la capital de aquella Isla.


Fácil es conocer que el motivo de aquella
traslación fueron las representaciones encontra-
das en poder de Sampil; pero el del-rigor y mas
estrechez con que fue tratado después, dimanó de
la imprudencia de un sugeto desconocido, que
condolido de la dura situación de Jove Llanos,
sin contar con é l , sacó una copia en Madrid
de las dos representaciones, y la presentó al Rey.


El dia 14 de Octubre en que se celebraba el
cumpleaños del Prineipe de Asturias, señalado
para celebrar también su boda , y en el momento
en que la plaza principal de Mallorca y los bu-
ques de su puerto empavesados anunciaban aque-
lla solemnidad con salvas de artillería, subían el
alto cerro un nuevo destacameneo para relevar
al an t iguo, y un nuevo gobernador para reem-
plazar al que antes mandaba el castillo de Bell-
ver. Llegó entonces á tal punto el encono y rabia




JOVE LLANOS. 6S


del Gobierno, que olvidando los sagrados dere-
chos de la humanidad, no permitió á Jove Lla-
nos el auxilio y desahogo que necesitaba en la
enfermedad que 'padeció de resultas de la infla-
mación de una parótida, de la dolorosa operación
de abrirla, y de una larga y molesta curación.
Siguióse á aquella dolencia un principio de ca-
taratas, para cuyo remedio convinieron los mé-
dicos en que eran necesarios los baños de mar.
Se los concedió el Gobierno, pero en medio del
paseo público, y con tan ignominiosas precaucio-
nes , que le presentaban á la vista de las jentes
como un espectáculo de lástima y de desprecio.
Indignado el pundonoroso Jove Llanos , prefirió
quedar ciego á sufrir la vergüenza del público;
pero al fin se le permitieron los baños en lugar
mas retirado, aunque con las mismas prevencio-
nes, y desde entonces consiguió con ellos al-
gún alivio, y con el paseo que daba con este
motivo por las tardes , debido mas bien á la re-
flexión del General de la Isla que á la sensibilidad
de sus fieles enemigos.


Lejos de entregarse Jove Llanos á su dolor
jimiendo por su desgracia , y de abatirse por tan-
tos años de crueles padecimientos, los pasó es-




30 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


cribienda á hurtadillas obras útiles, llenas de eru-
dición é injenio , que serán consultadas por mu-
cho tiempo. Las descripciones del castillo de
Bellver, la de la Lonja de Mallorca, la de la
Catedral, y su correspondencia, muestran el tem-
ple de su alma y su tranquilidad inalterable en
medio de los contratiempos de la vida.


Han estrañado algunos que el Sr. Jove Lla-
nos-, durante su larga prisión en Mallorca, no
se ocupase de algún trabajo histórico de grande
importancia, desconociendo la imposibilidad en
que su misma situación le colocaba, para hacer-
se con los materiales necesarios. Sin embargo es-
tudió detenidamente la historia de aquella isla;
y ademas de los esTitos de que hemos hecho
mención, habia empezado también unas intere-
santes notas para ilustrar la crónica del Rey Don
Jaime el Conquistador.


En estos entretenimientos pasaba el tiempo sin
mas trato que el del centinela y del criado que
entraba á servirle. Pero llegaba el momento en
que la Providencia permitía que se realizaran los
grandes acontecimientos de 1808: en 5 de Abril
de aquel año recibió el Sr. Jove JJanos la pri-
mera Real orden que se le comunicó después de




J O V K L L A M O S . 31


su prisión en Asturias , y cuyo tenor era el si-
guiente: «Excmo. Sr. — El Rey Nuestro Señor
1). Fernando VII se lia servido alzar á V. E. el
arresto qué sufre en ese castillo de Bellver, y
S. M. permite á V. E, que pueda venir á la cor-
te. Lo que comunico á V. E. de Rea! orden para
su intelijencia y satisfacción. Dios guarde á V. E.
muchos años. Aranjuez 22 de Marzo de 1808.—
El Marqués Caballero. —Sr, D. Melchor Gaspar de
íove Llanos.» Tales y tan lacónicas y mezquinas
frases incomodaron á Jove Llanos, pues masque
su libertad le interesaba la restauración de su
honor mancillado. Asi fue que no quisó aparecer
en la capital de la Isla, y corrió á esconderse en
la Cartuja de Baldemuza, donde pasó la Semana
Santa en compañía de aquellos sacerdotes, que le
recibieron con muestras de la mas sincera ale-
gría; Desde alli dirijió una representación al. Rey
pidiendo se. juzgase su causa en un tribunal; pero
cuando debia recibirla, ya no existia Carlos í V en
el Trono. Embarcóse para el continente y llegó
á Barcelona en 20 de Mayo, y alli supo los acon-
tecimientos de Madrid del dia 2 , la elevación de
Murat á la Rejencia de España, y la ausencia de
la Familia Real. Pasó después á Zaragoza y se




32 P E R S O S A J E S CÉLEBRES.


trasladó á la villa de Jadraque, reuniéndose alli
con su especial amigo D. Juan Arias de Saave-
dra. Considerábase D. Gaspar tranquilo, y confia-
ba que con el reposo y los aires de la Alcarria
conseguiría recobrar la salud del cuerpo y la tran-
quilidad del espíritu.


Pronto se desvaneció tan halagüeña esperanza;
al siguiente dia recibió un posta de Madrid con
orden de Murat para que inmediatamente se pre-
sentase en la corte. A los pocos dias, otro despa-
chado desde Bayona con órdenes de Napoleón
para que fuese á sosegar á Asturias, y anuncián-
dole que José le habia nombrado Ministro de lo
Interior. De todo se escusó apoyado en el malí-
simo estado de su sa lud , y á pesar de las muchas
instancias de varios amigos suyos y del mismo
Cavarrús , que seguían el partido francés. Resta-
blecido un poco de su salud, recibió otro posta
enviado por la Junta jeneral del principado de
Asturias, anunciándole haber sido nombrado vo-
cal de la Central que iba á establecerse. ¿Qué ha-
bia de hacer el hombre que salia achacoso de
una reclusión de ocho años , á los 65 de edad?
Su entendimiento claro y su ilustrado patriotismo
le dictaron la senda que debia seguir. Decidióse




JOVE LLANOS. 33


por la causa de España y por la causa del pue
blo. Infortunios le esperaban también en ella;
desgracias y desengaños grandes y tanto mas sen-
sibles, sufriéndolos en el último período de una
tan noble y trabajada existencia.


Decidido á desempeñar tan penoso encargo,
pasó á Madrid á mediados de Setiembre, y con-
ferenció con algunos diputados de otras pro-
vincias, con el flu de desvanecer ías intrigas de
los que se habían reunido en Aranjuez , poniendo
á la cabeza de la Junta Central, instalada en aquel
sitio, al Conde de Florida Blanca; renunció las
dietas de que habían de gozar los diputados , con-
tentándose con el sueldo de Consejero de Es ta -
do qué disfrutaba. La historia ha apreciado ya
los trabajos que«Jove Llanos realizó en la Junta
para la organización del nuevo Gobierno y la
convocación de las Cortes jenerales del Reino , y
sería imposible seguirle en ellos. Los p.incipios
políticos de Jove Llanos estaban en contradicción
con los de muchos de sus compañeros, pues su
intento era dar en las Cortes representación al
clero y á la nobleza , formando con ellos una
sola Asamblea separada, á imitación de la Cámara
de Pares en Inglaterra. Creia que no solo era


3




34 PERSONAJES CÉLEBRFS.


asequible, sino fácil, aplicar la teoría de su
Cuerpo lejislativo á la Monarquía de España, y
espuso las -doctrinas y principios políticos que
profesaba, en la elocuente y vigorosa Memoria que
dirijió á sus compatriotas en defensa de la Junta
Central. Asi pues, ya en aquella época conocía
el Sr. Jove Llanos la necesidad de equilibrar y
contener el ímpetu délas Asambleas políticas, dan-
do en ellas representación constante á los inte-
reses perennes de la sociedad. Los que le acusaban
de querer introducir en España las instituciones
inglesas, pugnaban á su vez por poner en obser-
vancia en la Península los principios de la Asam-
blea Constituyente de Francia. Todos convenian
en imitar al estranjero en las nuevas institucio-
nes , y solo discordaban en si habían de ser las
que habían conducido á la Francia á una anarquía
sangrienta, ó bien las que habían elevado á In-
glaterra al mas alto grado de prepotencia. Triun-
faron por desgracia los primeros en la formación
de la Constitución de 1812, y conocidos son los
males que á la nación ha causado la adopción
de tales principios, desacreditados va en el dia,
y sustituidos en la Constitución de 1837 por
otros, que sino son los mas á propósito para dar




J O V E L L . ^ O S . 35


al Trono toda la estabilidad, y á las institucio-
nes toda la duración necesaria, distan por lo
menos mucho de los que en aquella época se
proclamaron. Los trastornos que la España ha
sufrido desde aquel suceso, y la adopción de los
buenos principios que en parte ha triunfado des-
pués , justifican la ilustrada previsión del Señor
Jo\e Llanos.


Las opiniones que , como hemos dicho, pro-
fesaba Jove Llanos, le atrajeron muchos enemi-
gos á quienes no pudieron desarmar sus virtudes,
y las manifiestas y grandes pruebas que de su
patriotismo habia dado. Sirva entre otros docu-
mentos de ejemplo la contestación dada por Jove
Llanos al General francés Sebastiani, cuyo tenor
es el siguiente:


«Sr. General: yo no sigo un partido, sigo la
santa y justa causa que sigue mi patria, que
unánimemente adoptamos los que recibimos de
sus manos el augusto encargo de defenderla y
rejirla , y que todos hemos jurado seguir y sos-
tener á costa de nuestras vidas. No lidiamos,
como pretendéis, por la inquisición, ni por so-
ñadas preocupaciones, ni por el interés de los
grandes de España : lidiamos por los preciosos




36 PERSONAJES CELEBRES.


derechos de nuestro Rey, nuestra reí ¡jion, nuestra
Constitución y nuestra independencia. Ni creáis
que el deseo de conservarlos esté distante del de
destruir los obstáculos que puedan oponerse á este
fin; antes por el contrario y para usar de vuestra
frase, el deseo y el propósito de rejenerar la Es-
paña y levantarla al grado de esplendor que lia
tenido algún d ia , es mirado por nosotros como
una de nuestras principales obligaciones. Acaso no
pasará mucho tiempo sin que la Francia y la Europa
entera reconozcan, que la misma nación que sabe
sostener con tanto valor y constancia la causa de
su Rey y de su libertad contra una agresión, tanto
mas injusta cuanto menos debia esperarse de los
que se decian sus primeros amigos, tiene también
bastante celo, firmeza y sabiduria para correjir
los abusos que la condujeron insensiblemente á
la horrorosa suerte que le preparaban. No hay
alma sensible que no llore los atrqzes males que
esta agresión ha derramado sobre unos pueblos
inocentes, á quienes después de pretender deni-
grarlos con el infame título de rebeldes, se niega
aun aquella humanidad que el derecho de la guerra
exije, y encuentra en los mas bárbaros enemigos.
Pero ¿á quién serán imputados estos males? ¿A




J O V E L L A I N O S . 37


los que los causan violando todos los principios
de la naturaleza y la justicia , ó á los que lidian
jenerosamente para defenderse de ellos y alejar-
los de una vez y para siempre de esta grande
y noble nación? Porque, Sr. General, no os de-
jéis alucinar: estos sentimientos que tengo el ho-
nor de espresaros, son los de la nación entera, sin
que haya en ella un solo hombre bueno, aun entre
los que vuestras armas oprimen, que no sienta en
su pecho la noble llama que arde en el de sus
defensores. Hablar de nuestros aliados fuera im-
pertinente si vuestra carta no me oblígase á decir
en honor suyo, que los propósitos que les atribuís
son tan injuriosos como ajenos de la jenerosidad
con que la nación inglesa ofreció su amistad y
sus auxilios á nuestras provincias, cuando desar-
madas y empobrecidas los imploraron desde los
primeros pasos de la opresión con que la amena-
zaban sus amigos.»


«Kn fin, Sr. General , yo estaré muy dis-
puesto á respetar los humanos y filosóficos prin-
cipios que, según nos decís, profesa vuestro Rey
íosé, cuando vea que ausentándose de nuestro
territorio reconozca que una nación, cuya deso-
lación se hace actualmente á su nombre por vues-




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


tros soldados, no es el teatro mas propio para
desplegarlos. Este seria ciertamente un triunfo
digno de su filosofía, y vos, Sr. General, si es-
tais penetrado de los sentimientos que ella ins-
pira, deberéis gloriaros también de concurrir ;i
este triunfo, para que os toque alguna parte de
nuestra admiración y nuestro reconocimiento. Solo
en este caso me permitirá mi honor y mis senti-
mientos entrar con vos en la comunicación que
me proponéis, si la suprema Junta Central lo apro-
bare. En t re t an to recibid, Sr. General, la espre-
sion de mi sincera gratitud por el honor con que
personalmente me tratáis, seguro de la considera-
ción que os profeso. Sevilla 24 de Abril de 1809.—
Gaspar de Jove Llanos. —Excmo. Sr. General
Horacio Sebastiani.»


Esta respuesta, digna de la pluma y del pa-
triotismo del autor , fue aplaudida en todo el reino,
tanto por su estilo noble y elevado, como porque
pintaba los verdaderos sentimientos que animaban,
á la gran mayoría de la nación. (*)


(*) Para mayores detal les , as! sobre este p u n t o , como
s ó b r e l a c o n d u c t a , opiniones y disgustos del Sr. Jove Lla-
nos en la Junta Central, puede consultarse la interesan •
te o b r a d e l S r . Conde de Toreno, Historia del levantamien-
to, guerra y revolución de España.




JOVE LLANOS. 39


Instalada la primera Rejencia del Reino en 1810,
y habiendo depositado en ella su autoridad, la
Junta Central, el Sr. de Jove Llanos, aílijido su
corazón al verse envuelto en las calumnias é im-,
properios que levantaron y publicaron los pertur-
badores de la tranquilidad pública contra todos
los diputados de la Junta Central, luego que los
vieron destituidos del mando y gobierno de la
nación, y reducidos algunos á la indijencia, pidió
licencia para volver á su casa á recobrar su sa-
lud , y que se le señalase para su subsistencia
el sueldo á que se le juzgase acreedor. No con-
sintió la Rejencia que se separase ni dejase su
plaza de Consejero de Estado; pero le concedió
licencia para permanecer en Gijon todo el tiempo
que. necesitase para cuidar de su salud, desem-
peñando las comisiones que habían estado á su
cargo en el reinado de Carlos IV, con la preven-
ción de que recuperada su salud debería reunir-
se al Consejo de Estado, para coadyuvar con sus
notorias luces, acreditado celo y acendrado pa-
triotismo á la salvación de la nación; dejando
á su arbitrio el no percibir la mitad de su sueldo
en beneficio de la patria , como lo había ofrecido.


Varias dificultades se ofrecían á Jove Llanos




40 PERSONATES CÉLEBRES.


para emprender su viaje; ocho mil reales esca-
sos, único fruto de sus largos y penosos servi-
cios en 42 años, formaban todo su peculio. AI
irse á embarcar con su compañero el Marqués
de Campo Sagrado en la fragata Cornelia , ha-
lló á sn bordo á otros seis Vocales de la Junta
Central que regresaban á Galicia; y como em-
pezase entonces á susurrarse en Cádiz, que to-
dos los que habian sido miembros de aquella
Junta huian á su patria, con las riquezas que
habian robado en el anterior Gobierno, tan
terrible calumnia puso al incorruptible y pun-
donoroso Jove Llanos en estado de no poder
seguir su viaje. El desden y desatentas mira-
das de la chusma de la fragata, y las noticias
de los que iban y venían á bordo desde Cádiz,
acabaron de confirmar tan desagradables rumo-
res, que Jove Llanos y Campo Sagrado trataron
de destruir, haciendo á sus autores un público
desafio en un cartel que dirijieron al redactor
del Diario de Cádiz, y cuya inserción rehusó la
Junta superior de aquella ciudad. (*) Como se su-
surrase también que la misma Junta comenzaba


(I) Véanse la Memoria de D. Gaspar de Juve Llanos y
las uotas puestas en olla




JOVE LL A ¡NOS. 41


á dar ciertos pasos contra los de la Central , re-
solvió Jove Llanos pasar á Cádiz á averiguarlo,
pero se lo estorbaron los compañeros por no es-
ponerle á algún desaire ó insulto. En tan amarga
situación , se le ofreció para salir de ella el tras-
bordarse al bergantín ¡Ntra. Señora de Covadonga,
pronto á dar la vela para Asturias, verificándolo
con aprobación y pasaportes de la Rejencia, y
destruyendo de este modo las imposturas que los
perturbadores habían difundido, de que los ocho
Vocales de la Central estaban arrestados en la fra-
gata Cornelia.


Salió al fin de Cádiz el 26 de Febrero de 1810
en el citado bergantín , y arribó el 6 de Marzo
á la ria de Muros de Noya, en Galicia, después
de una peligrosa travesía. La primer noticia que
allí tuvo fue la de haber ocupado los franceses
las Asturias, y posteriormente el pesar de verse
incomodado por parte de la Junta principal de
Santiago, que mandó reconocer y recojer sus pa-
peles, como si fuese un enemigo de la causa pú-
blica.


Peor suerte tuvieron los diputados de la Central
que se hallaban en la fragata Cornelia, encerra-
dos en el Castillo de San Fernando , después de




42 PERSONAJES CÉLEBRES.


haber sufrido duros , indecentes é injustos proce-
dimientos en la bahía de Cádiz. Aquellos ultrajes
y las calumnias divulgadas por los anarquistas con-
tra los individuos de la Junta Central, escitaron al
Sr. Jove Llanosa escribir la Memoria citada en la
nota anterior, aprovechando el tiempo y vagar
que le proporcionó su larga residencia en Muros.


Libre Gijon del yugo de los enemigos, re-
solvió pasar á aquella villa, y tuvo la satisfac-
ción de entrar en ella el 6 de Agosto de 1811 á
las voces de «viva el padre de la patria, viva
el bienhechor de esta villa y de toda la pro-
vincia » con que le aclamaba el pueblo, y entre
el repique jeneral de campanas y el estruendo de
la artillería de la plaza. Triunfo honroso, debido
al jénio , á la virtud y á los injustos padecimien-
tos , pero que era la última aureola que debia
lucir para él. El Instituto Asturiano habia sido
profanado durante su ausencia, y al momento
pensó en su reparación, porque para Jove Lla-
nos no habia un momento de descanso cuando
de la utilidad de sus semejantes se trataba.


Desgraciadamente no tardaron los franceses en
presentarse de nuevo delante de Gijon; Jove Llanos
se embarcó precipitadamente en un pequeño ber-




JOVE LLANOS. 43


ganlin vizcaíno, sufriendo una horrorosa tempes-
lod que duró ocho d ías , al cabo de los cuales
pudo arribar con mucho trabajo al miserable puer-
to de la Vega, en los confines de Asturias, con
intención de trasladarse después á una fragata
inglesa; pero no habiendo podido salir á la mar
por el mal t iempo, que parecia se conjuraba tam-
bién en contra suya , fue acometido en Vega de
una ejecutiva pulmonía, que terminó en dos días
su existencia, en 27 de Noviembre de 1811 á los
66 años de edad.


Divulgada inmediatamente por toda Kspaña
la noticia de la muerte del Sr. Jove Llanos, fue
recibida con jeneral sentimiento de la nación y
particular de los tr ibunales, sociedades y acade-
mias científicas; y las Cortes jenerales y estraor-
dinarias, queriendo dar un testimonio público y
honrar la memoria de tan ilustre español, por
un decreto especial de 24 de Enero de 1812 le
declararon benemérito de la patria.


La junta de Asturias, reunida entonces en
Castropol, envió dos de sus Vocales para asistir
al funeral. Sepultóse su cadáver de modo que pu-
diera ser trasladado á la parroquia de San Pedro
de Gijon, al lado de sus padres.




44 PEBSONA.GES CÉLEBRES.


Tal es el ilustre personaje cuya vida hemos
bosquejado, dedicada constantemente y con infa-
tigable celo, á la prosperidad de su pais y á la
ilustración y progreso de sus conciudadanos. Sus
obras hablan por é l ; y si no puede obtener la
reputación de distinguido poeta, el voto jeneral
le presenta como dechado de saber, de buen gus-
t o , de elocuencia, de integridad y de pundonor
caballeroso. Sus estensos conocimientos é inmensa
erudición admiraron á sus contemporáneos, y su
nombre será pronunciado siempre con veneración
y acatamiento por cuantos estimen en algo el tí-
tulo de españoles.






Personages celebres de] Sigio XIX
l i to, i t Faui-tì




LORD WELLI1VGTON.


La fortuna ha tratado mejor á W e -
JBngton que «1 á ella.


NAPOLEÓN.—Memorial de Santa í te-
n a . ' T . ' V I I , pág. 277.


El dia en que terminó la inmensa cuestión
de la emancipación católica de la Irlanda, fué
un dia memorable en los anales de Inglaterra.
Aquella medida, que llamaba de repente á dos
ó tres millones de hombres á la vida civil y
política, ajitó violentamente los espíritus; los
periódicos ultra-torys tenían cada mañana un ata-
que epiléptico; el Morning Journáll y el Stan-
dard declaraban que el R e y , firmando el bilí,
firmaba su abdicación; que el papismo, el abo-
minable papismo iba á pasear por todas partes la




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


tea incendiaria, y que habia llegado para la In-
glaterra su postrer dia. Casi toda la aristocracia
se indignaba de ver á uno de sus hijos, su es-
peranza^ Sif gloria, ser el primero en ponet una
mano profana sobre el edificio venerando del State
and Church (el Estado y la Iglesia).


Si hubierais entrado en la Cámara de los Lo-
res el dia 2 de Abril de 1829, cuando la sesión
en que fue presentado aquel famoso bilí, hubie-
rais visto levantarse del banco ministerial, en
medio de los murmullos de los torys, un perso-
naje de elevada estatura, con el vestido abrocha-
do hasta la barba , flaco, tieso y seco, con una
nariz arqueada, una cara larga en demasía, fac-
ciones muy pronunciadas, pero con poca espre.
sion. Su voz era árida, descolorida, sin anima-
ción alguna, pero firme, lucida y precisa; decia
que las circunstancias no le permitían oponer una
resistencia mas prolongada á los votos de la Ir-
landa ; que la emancipación era desagradable,
pero que lo era mas todavía la perspectiva ame-
nazadora de una guerra civil. El bilí fue apro-
bado. Aquel personaje que asi arriesgaba su po-
pularidad, haciendo á despecho una cosa grande,
y que acababa , por esta misma cosa hecha á su




WRLMNGTON. 3


pesar, de teíier estoicamente la víspera un desa-
lió á la pistola con Lord AVinchelséa, anglicano
fogoso, era Arturo Wellesley, Duque de Welling-
t o n , jefe del Gabinete á la sazón, y en el dia,
como entonces, el hombre mas ilustre, mas po-
pular, mas territorial mente aristocrático, y sobre
todo el mas feliz de Inglaterra. En el escudo de
armas del noble Duque se lee esta divisa: vir-
tniis fortuna comes. Si el mote fuese cierto, si
la virtud y la dicha fuesen siempre compañeras,
Wellington seria enormemente virtuoso; pues tal
vez no hay dos ejemplos de una fortuna tan mara-
villosa y constante. Noble de corta fecha, su nom-
bre oscurece en el dia los nombres mas grandes
de las mas antiguas razas normandas. Solo él
puede decir que durante veinte años de guerra
jamás deshonró sus banderas una dispersión ó
derrota ; sin ser deudor á la naturaleza de aque-
lla audacia de inspiración, de aquel fuego sagra-
do que constituye el jénio, triunfa del mayor
jénio moderno; sin una gran capacidad política,
lleva á cabo en política lo que no habían podido
hacer P i t t , Fox, y Canning. Soldado feliz bajo
un Gobierno constitucional, ha tenido el raro
privilejio de no tener que luchar jamas contra la




4 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


desconfianza , la injusticia ó la ingratitud. El agra-
decimiento de su pais lia igualado, sino ha esce-
dido , á sus servicios; la Inglaterra le ha dado
palacios, le ha llenado de millones, y le ha he-
cho mas grande y opulento que un Rey. Todos
los Soberanos de Europa le han enriquecido con
dotaciones, colmado de títulos y eubierto de gran-
des cruzes; la Francia misma ha visto aquel nom-
bre fatal inscripto por la mano de un descendiente
de Carlos VII, en la lista de sus Mariscales. Ene-
migo declarado de cuanto lleva el nombre de de-
mocracia , ha disfrutado este hombre todos los
beneficios de la popularidad, siubacerle ningún
sacrificio. John Bwll (*) se ha atrevido una o' dos
veces á arrojar piedras á sus ventanas; no hizo
mas que haeerles poner enrejados, y al siguiente
d ia , John Bull, que no puede estar reñido con
él mucho tiempo, le aplaudía, dispuesto á casti-
gar al atrevido que osase hablar mal de su hé-
roe. Últimamente acabamos de ver á la imprenta
inglesa enfadarse seriamente porque una Reina de
diez y ocho años, con las distracciones muy na-
turales de los primeros dias de su luna de miel,


(*) Nombre que se Ua en Inglaterra al populacho.




WELLINGTON. 5
se había olvidado de preguntar con regularidad
por la salud del viejo y apoplético guerrero.


Recorriendo la carrera militar y política del
Duque de Wellingtou, hojeando los doce volúqie­
nes de partes que hizo publicar hace dos años,
y que comprenden la liistoria de sus campañas
en la India, en Dinamarca, en Portugal, en, Es­
paña y en Francia, se admira uno de la firme­
za , perseverancia ­é inperturbabfe sangre fría que
le distinguen; tiene uno que confesar que Napo­
león ha sido demasiado severo, por no decir in­
justo, para con él; que si Ла fortuna le ha pro­
tejido mucho, ha sabido sostenerse siempre al
nivel de e l la ; y que sí no es uno de, aquellos
jénios raros que dominan y reasumen un siglo,
es por lo menos un gran talento , que ha ganado
lejítimamente una buena parte de su gloria.


Arturo Wellesley es el hijo tercero de Ge­
rardo Colley Wellesley, Vizconde de Mornington,
cuya familia acababa de ser recientemente enno­
blecida en la persona de su padre Ricardo Co­
lley Wellesley, creado Barón de Mornington en
1746. Arturo nació en Dungan­Castle, en Irlan­
da, el 1." de Mayo de 1769; en ese año tan fe­
cundo en que nacieron Napoleón, Soult, Canning,




f> PERSONAJES CELEMÍES.


Chateaubriand , Walter-Scott y tantos otros hom-
bres ilustres d e todas clases. Primero fue educa-
do en Inglaterra, en el colejio de E t o n ; y des-
pués enviado á Francia, á la escuela militar de
Angers, que disfrutaba entonces de Una reputa-
clan bastante grande. A los 18 años , en 1787,
entró á servir en clase de abanderado. El crédito
que disfrutaba sü familia le hizo atravesar rápi-
damente k>s grados inferiores; en 1788 era te-
niente , Capitán en 1791, mayor en 1792, y por
ú l t i m o , teniente coronel en 1794. Entonces fue
cilaado hizo su primera campaña en la retirada
dé Holanda, bajo las órdenes del Duque de YorJi.
Eiícargado del mando de una brigada en la re-
taguardia , el jeneral en jefe hizo mención hono-
rífica de él.


En 1796 marchó á la India con surejimiento,
y el año :siguiente,'hafeiendo sido nombrado Go-
bernadoí ' íéi ietal de las posesiones inglesad'fifi
hermanó niayór,í Lord Mdrnington, después Mar-
qués dé WeflléSley, él joven coronel pudo pronto
ejercitar Sus elevadas¡facultades militares en un
mando superior; acababa de estallar entonces la
gWer¥á entre la Compañía y elfamoso Príncipe
indio Típoo-Sayb. Habiéndose proporcionado los




WBLXINGTON. 7


ingleses la cooperación del Nizam (Príncipe) de
los Maratas, Wellesley fue colocado á la cabeza
de las tropas al iadas, bajo el mando en jefe de
Sir Harris. Cuéntase que en una primera y em-
peñada acción, en el ataque de un bosque fortifi-
cado , el mismo hombre que habia de brillar mas
adelante por su aptitud fríamente intrépida en
medio del peligro, se mostró un tanto conmovi-
do del silvido de las balas indias, y se fue muy
ajitado á dar parte á Sir Harris del mal éxito de
su espedicion. Los biógrafos ingleses que refieren
este hecho, no olvidan recordar la historia de Fe-
derico II, huyendo del campo de batalla de Mol-
witz. Contentémonos con añadir que el joven We-
llesley, vuelto al dia siguiente de su emoción,
se apresuró á reparar su derrota apoderándose
del malhadado bosque.


El 4 de Mayo de 1799, después de un asalto
de los mas encarnizados, los ingleses se apodera-
ron de Seringapataam, capital.del reino de :Mi-
sore; Tipoo-Sayb fue encontrado muerto bajo los
escombros, y el joven Wellesley,. uñó: de los
primeros que entraron en la c iudad, quedó en-
cargado de las funciones de Gobernador. AL año
siguiente derrotó á un jefe de partidarios, Hon-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


diah-Waugh, que había ido á hacer uua correría
en el territorio de la Compañía con 5,000 hom-
bre. Tratóse'por un momento de dar á Sir Ar-
turo el mando del cuerpo de tropas que salió de
las orillas del Ganges á las órdenes del jeneral
Baird, para ir á pelear con los franceses en las
orillas del Nilo; Wellington y Bonaparte se hu-
bieran encontrado frente á frente quince años
antes. Una enfermedad grave le impidió hacer
parte de aquella espedicion, que ademas no con-
siguió su obje to , pues no llegó á Ejipto hasta
después de la evacuación.


La última gr&n guerra de la India estalló
en 1803 ; los Maratas orientales se sublevaron di-
rijidos por Scindiah, jefe astuto y diestro, espe-
cie de Abd-el-Kader del Indostan, fatigando á
los ingleses , atacándolos de improviso, arrastrán-
dolos en su persecución, y escapándoseles siem-
pre. Sir Arturo fue encargado de alcanzarle y ven-
cerle á toda costa. A fuerza de actividad y perse-
verancia logró verificarlo en Assye, en el Deccan,
el 23 de Setiembre de 1803. El Mará ta tenia
10,000 hombres de infantería mandados por ofi-
ciales europeos, 40,000 caballos y 100 piezas de
artillería. Sir Arturo tenia 6 ó 7,000 hombres. La




WELLIiNGTON. í>


batalla fue sangrienta y por mucho tiempo dis-
putada ; matáronle á Wellesley dos caballos, per-
dió la tercera parte de sus soldados, pero los
enemigos quedaron destruidos. La última y deci-
siva victoria de Argaum termino la guerra con
la sumisión definitiva de Scindiah. Los habitan-
tes de Calcutta erijieron un monumento en honor
de Wellesley, el cual fue nombrado jeneral , y
creado caballero de la Orden del Baño.


Tres años después, en 1806, volvemos á en-
contrar al vencedor de Assye y de Argaum ocu-
pado tranquilamente en hacer maniobrar una bri-
gada en una pequeña ciudad de Inglaterra. Sin
embargo, Wellesley no estuvo mucho tiempo en
inacción; los habitantes de Newport , en la Isla
de AVight, le nombraron Diputado en la Cámara
de los Comunes. En el mismo año de 1806 fue
cuando se casó con Miss Pakenham, joven irlan-
desa , hermana del Conde de Longfort. Con este
motivo he oido referir una anécdota, que si es
verdadera es característica. Parece que el matri-
monio se habia tratado antes de ir á la India
Sir Ar tu ro , y entonces era un casamiento de in-
clinación ; en el intervalo, Miss Pakenham tuvo
unas fuertes viruelas que dejaron en su rostro




10 PERSONAJES CELEBRES.


crueles señales; Sir Arturo, á su vuelta, enfriado
ya por la ausencia, encontró á su prometida en-
teramente desfigurada: no pudiéndose ya casar
con ella por inclinación, y no queriendo faltar
á su palabra, se casó por deber. Según dicen,
aquella union fje poco feliz.
' En 1807, después de la caida del partido de


Fox y de Lord Grenville, fue nombrado Welles-
ley Secretario de Estado de Ir landa, siendo Virey
el duque de Richmond. El joven jeneral perma-
neció poco tiempo en aquel nuevo destino. Cuando
se decidió la agresión brutal de la Inglaterra con-
tra la Dinamarca , Sir Arturo fue agregado á la
espedicion bajo las órdenes de Lord Cathcart;
él era el que mandaba la acción de Kioge, donde
fue derrotado el jeneral dinamarqués Linsmar;
y después del bombardeo de Copenhague, tuvo el
encargo de recibir la Capitulación de la ciudad.
Hasta aqui: las g*andés Batallas dadas en la India
por Shr Arturo habían hecho poco ruido en In-
glaterra; no estaba aun en primera l ínea, y solo
en este momento, en 1808, principia el brillan-
te período de su vida militar. La España, inva-
dida por Napoleon, se sublevaba por todas par-
les ; el Portugal , ocupado por .Hinot, principiaba




WELLINGTOS. 11


á sacudir el yugo de aquel Ayax loco y enreda-
dor. La Inglaterra, consecuente en su odio con-
tra Napoleón, se apresuró á aprovecharse de , l a
ocasión de una nueva lucha. Sir Arturo Wellesley,
que acababa de ser nombrado teniente jeneral,
obtuvo el mandó de la división que se envió al
pronto á la Coruña. Bastante mal acojido por los
patriotas gallegos, el jeneral se decidió á dirijirse
á Oporto y á desembarcar en Portugal. Un pri-
mer encuentro con las tropas de Junot tuvo lugar
en Rolica; pocos dias después, el 21 de Agosto,
en Vimiero, Wellesley obligó a Junot á retirarse
precipitadamente sobre Lisboa. La repentina lle-
gada al dia siguiente de Sir Hugh Dalrymphe,
nombrado jeneral en jefe, impidió al vencedor
aprovecharse de su victoria. El 30 del mismo mes
se firmó la famosa capitulacion.de Lisboa, cono-
cida por el nombre de Convención de- Cintra , y
según la cual los franceses debian eyaeuar el, Por-
tugal con sus armas y equipajes, y regresar á
Francia á e&pensas de la Inglaterra. Al mismo
tiempo que Napoleón .manifestaba su' desagrado á
Junot , la Inglaterra acusaba al jeneral Dalrymphe
ante un tribunal militar. Sir Arturo Wellesley se
apresuró ¡i ir á Londres para defender en el Par-




12 PERSONAJES CELEBRES.


lamento un acto cuya responsabilidad no pesaba
sobre él . Dalrymphe fue depuesto de su mando,
y reemplazado por el mismo Sir Arturo, que re-
gresó a Lisboa el 22 de Abril de 1809. Vere-
mos en otra parte (*) como Soult , que acababa
de entrar en Portugal , entregado á sus propias
fuerzas y privado de la cooperación de Victor,
fue sorprendido en Oporto por el jeneral inglés,
y se vio precisado á retroceder, haciendo la her-
mosa retirada que admiró al mismo Wellfoley,
que se acuerda siempre- de eH», y. la cita aun
como una maravilla de táctica.


• Evacuado del todo Portugal por los franceses,
Sir Arturo recibió la orden de penetrar en Es-
paña para combinar un plan de campaña con la
Junta., Llega á Almaraz, se reúne con el jeneraí
español Cuesta, y-el 21' de Julio de 1810 da al
mariscal Víctor y al Rey José la indecisa batalla
de Talavera. Por ambas partes se cantó victoria.
El Parlamento inglés dio un voto de gracias á
Sir Arturo , uniendo á él una pensión d e dos mil
libras esterlinas^ El Rey le elevó á la clase de
P a r , con el título de Lord Vizconde Wellington


(*) Véase la biografía del Mariscal Soult.




WELLIN&TON. 13


de Talayera. Víctor tuvo que replegarse sobre Ma-
drid , pero Wellington no pudo seguir adelante.
Soult y Ney iban rápidamente sobre él desde Es-
tremadura con fuerzas superiores, y por otra parte
Massena entraba en Porlugal. Se apresuró á re-
pasar el Tajo para cubrir á Lisboa. Entonces man-
dó ejecutar las famosas líneas de Torres ledras
que se estendian desde el mar al Tajo; atrinche-
ramientos formidables, en que el talento de la for^
tiflcacion se desplegaba con todo su lujo, y ante
los cuales Massena retrocedió espantado.


Poco tardó este último en verse aislado, y no
recibiendo de F'rancia dinero, víveres ni solda-
dos, no pudo sostenerse en Portugal , y verificó
su retirada. AVellington volvió á entrar en Espa-
ña , se dírijió sobre Ciudad-Rodrigo, tomándola
por asalto á los once días dé abierta Ta trinchera;
igual suerte cupo á Badajoz, y entonces Welling-
ton á la cabeza de un ejército formidable, com-
puesto de ingleses,. portugueses y españoles, entró
resueltamente en Castilla, y dio la célebre bata-
lla de los. Arañiles, dond« derrotó á Marmont,
jeneral hábi l , pero constantemente desgraciado.
Soult, que estaba sitiando a Cádiz, abandonó la
Andalucía y llegó precipitadamente, combinando.




11 PERSONAJES CELEBRES.


sus movimientos con el jeneral Souhaui, sucesor
de Marmont; mientras Well ington, detenido con
todo su ejército delante de la ciudadela de Bur-
gos , por un puñado de hombres mandados por
el intrépido jeneral francés Dubreton, vio de re-
pente comprometida su línea, perdió la ofensiva
y se vio obligado á retirarse rápidamente sobre
Portugal, Napoleon , falto de hombres á causa de
la desastrosa campaña de Rusia, dejaba cada dia
mas desguarnecida la España. Lord Wellington
pasó á Cádiz en 1813 para tratar personalmente
con la R*jencia, y entonces se le dio el título
de Jeneralísimo de los tres ejércitos combinados
de Inglaterra, Portugal y España, y se le con-
iirió un poder supremo.


Eutonces principió la brillante campaña de 1813
y 1814, que es en el dia uno de sus mas bellos
títulos de gloria. No es posible seguirle en todas
sus operaciones, desde la batalla de Vitoria, tan
funesta para las armas francesas, hasta la inde-
cisa victoria de Tolosa. Observaremos sin embargo,
y sin que por- esto tratemos de rebajar los cono-
cimientos de Lord Welüngton / que las circuns-
tancias le fueron extraordinariamente favorables.
El ejército francés estaba desmoralizado, disemi-




WELLINGTOr». 15


nado y debilitado sin cesar por Napoleón, que
sacaba de él los mejores soldados para la lucha
terribte que sostenía entonces en Alemania. Los
jenerales franceses, libres de la mano de hierro
que les sujetaba, les mantenía en la línea de su
deber , y les empujaba hádiaoisdelante, daban rien-
da suelta á sus rivalidades, obraban aisladamen-
te sin dirección común, sin unidad, y por lo
tanto sin resultado. La impericia de José Bona-
parte era poco á propósito para ocurrir á aque-
llos inconvenientes; y la llegada de Soul t , que
acudía precipitadamente desde el campo de bata-
lla de Bautzen, lo remedió un t a n t o ; Welling-
ton se encontró enfrente de un estratéjico consu-
mado; Por ambas partes se maniobró con habili-
dad, pero Wellington, superior en número, pasó
los Pirineos. Es inútil repetir lo que hemos dicho
en otra parte con respecto á la batalla de Tolosa:
contentémonos con añadir, que Wellington- confie-
sa él mismo, con gran candor , en sug partes, que
cuando entró en la c iudad, después de abando-
nada por los franceses, no encontró en ella mas
trofeos que un solo cañón, y aun' creemos que
desmontado.


Todos los partes relativos ;í la campaña de




í f i P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


España y Francia, son del mayor interés para
apreciar las cualidades particulares del noble Du-
que , que es un singular hombre de guerra. No
es ni un acuchillador intrépido como Murat ó Ney;
ni un estratéjicO'atrevido, lleno de espedientes y
de recursos, como.>8oalt ó Massena. Menos es
todavía una cabeza épica, fecunda en creaciones
jigautescas y repentinas, como Napoleon. Es sen-
cillamente el jeneral mas inglés de los tres rei-
nos. La flema, la enerjía y la tenacidad se com-
binan en él en unas proporciones inmensas. Acepta
la batalla , pero ¡nunca ó casi nunca la da. Es
algunas veces flojo é imprudente en el ataque,
pero siempre admirable en la resistencia. Nada
le sorprende, nada le turba, nádale conmueve,
y es para él tan indiferente' el entusiasmo como
el desaliento. Se ha observado que en los dos
enormes volúmenes consagrados enteramente á
operaciones militares ^ ne se halla ni una vez sola
la palabra gloria. Para Wellington es una pa-
labra sin sentido* Ignora ó desdeña los recursos
de la oratoria, y no tiene tampoco la sublime
sencillez de Nelson, que una. hora antes de la
batalla de Trafalgar, se contentaba con decir á
sus marinos: » La Inglaterra espera de vosotros




•WEIXINGTON. 17


que cada cual cumplirá con sus deberes: » todas
las alocuciones del Duque de Wellington pueden
reducirse en el fondo á estas palabras, poco mas
ó menos: «estáis bien vestidos, bien pagados, bien
alimentados; el que de vosotros falte á su deber
será ahorcado. » Uñase á esto la esactitud de un
negociante, el amor del orden llevado hasta la
minuciosidad, y el respeto mas escrupuloso, hasta
por los derechos mas insignificantes que la guerra
atropella con tanta frecuencia. Este jeneralísimo
de los tres ejércitos forma columnas de cifras como
Bareme, y distribuye á cada uno de aquellos
cuerpos, al mismo tiempo y con la misma se-
veridad que la reprensión ó el elojio, su contin-
gente de capotes, de calzado, de víveres y dinero.


Hay sobre este punto una carta curiosa de
Lord Wellington á Lord Bathurst , desde San Juan
de Luz , en que el Duque se queja detenida y
amargamente al Ministro. El Gobierno , dice, le
deja carecer de todo. Le es imposible vencer sin
dinero; el ejército está lleno de deudas, y para
completar aquel cuadro, añade con un perfecto
tono de verdad: «no me atrevo á salir de mi
casa á causa de los acreedores que me acosan
públicamente , pidiendo el pago de lo que se les




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


debe.» Recuérdese que Wellington estaba entonces
en pais enemigo, y mandando cerca de 100,000
hombres; recuérdese como pagaban ciertosjene-
rales franceses sus deudas en Italia y en Espa-
ñ a , y tal vez se encontrará algo de estraño en
el vencedor que se oculta en su casa para librarse
de los acreedores de su ejército.


Después de la abdicación de Napoleón, Lord
Wellington pasó á París , pero se detuvo allí muy
corto tiempo. Elevado á la clase de Duque (ha-
bía sido ya nombrado Feld-Mariscal después de
la batalla de Vitoria), hizo un viaje triunfal á
Londres, y no tardó en ser enviado al Congreso
de Viena como representante de la Inglaterra^ Los
habitantes de aquella capital le acojieron digna-
mente) M. de Metternich le obsequió á su modo,
un tanto parecido al de Catalina de Médicis; y
como por su esterior grave y f r ió , el ilustre guer-
rero sé parece á Enrique IV, y como tiene la de-
bilidad de las grandes a lmas , y las hermosuras
austríacas gustan mucho de la gloria, hizo nu-
merosas y diferentes conquistas. El Congreso baila
y no marcha, decia el agudo Príncipe de Ligne;
y al mismo tiempo estallaba como una bomba
la noticia del desembarco de Napoleón.




WELMNOTON. 19


En Viena apenas podían creer aquel acto , que
calificaban de locura , asegurando los mas enten-
didos que Napoleón perecería á los primeros pa-
sos. T.ord Wellington le conocía mejor a él y á
la Francia: « si ha desembarcado , está en Pa-
rís ,» dijo á a lguno; y se apresuró á ponerse á
disposición del Congreso, que le nombró jene-
ralísimo de los ejércitos aliados. En seguida pasó
apresuradamente á los Países Bajos, para concer-
tar allí un plan de campaña con Blucher, y triun-
far otra vez en el mas mortífero de todos los
combates de jigantes que forman la iliada im-
perial.


Todo el mundo sabe la historia, ó mas bien
todo el mundo ha leido una historia de la bata-
lla de Waterloo; y como por lo menos hay cin-
cuenta de el las , sin que una se parezca á la otra,
no tengo yo gana de ser el cincuenta y un estra-
tégico de gabinete, para discutir si realmente We-
llington fue sorprendido en sus cantones ¿ como
lo dice Napoleón, ó s ino lo fue , como lo dice
Wellington, y después de él Walter-Scott; si la
batalla estaba ganada por los franceses, como lo
dice Napoleón ; si estaba indecisa, como lo dice
Blucher ; ó ganada por los ingleses , como lo dice




20 PERSONAJES CELEBRES.


Wellington; si la culpa fue de Grouehy, como
lo dice Napoleón, ó si Grouehy no pudo hacer
cosa mejor, como lo dicen él mismo y el jeneral
prusiano Muffling.


Lo que hay de positivo es que el ejército in-
g lés , inferior en número, sostuvo sin romperse
durante cinco horas, según unos , y siete según
otros, los encarnizados ataques de las primeras
tropas de Europa , mandadas por el mayor guer-
rero de los tiempos modernos. Napoleón mismo
dice (*) que los ingleses estuvieron admirables,
añadiendo que las disposiciones de Wellington no
valieron nada. ¿ Pero entonces, cómo se esplica,
que tropas, por muy valientes que sean, colo-
cadas en una mala posición, mandadas por un
mal jeneral , resistieran un dia entero á las rei-
teradas cargas délos coraceros de Kellermann , al
choque de la guardia vieja, dirijida por Ney, y
á las maniobras de Napoleón? Porque' 'al fin es
positivo que cuando los prusianos llegaron , cuan-
do Bulow atacó la retaguardia, los Tejimientos
escoceses se habían dejado hacer pedazos sin per-
der una pulgada de terreno; las ventajas parciales


i*) Véase el T. VII del Memorial de Sania Elena.




WELklKfiWOM. 21


conseguidas>. por. los franceses ear*-el bosque de
Hougüunionfr y en la Granja' de la Hay«-Sainte¿
habían 1 sido conquistadas de nuevo, tan pronto
como perdidas.


Parécemémasrjustó y 'verdadero, n o e l com-
parar dos hombres i de los cuales el uno es i n -
comparable pues seria injuriar al mismo Lord
Wellington que ha dicho siempre de Napoleon:
«es el maestro de todos nosotros,» sino colocar,
enfrente de aquella águila, pojada sobre las al tu-
ras de la Granja de la bella alianza, al leopar-
do inglés, arrimado á las laderas dtl Monte San*
Juan. Para aquella la sublime impetuosidad del
ataque, para este la fria tenacidad de la resisten-
c ia ; el Duque de Wellington vio sin pestañeará
su estado mayor , menos uu solo hombre , caer
alrededor de él. Seiscientos oficiales y quince mil
soldados muertos ó her idos , cubrían el campo;
no hay duda que sin la llegada de Blucher,
el ejército inglés, rendido por sus largos esfuer-
zos y, por los ataques reiterados sin cesar, hubie-
ra tenido que. retirarse; pero la batalla se hubie>
ra perdido siempre con. honor.


Después de la batalla de Waterloo, la influen»
cía de Lord Wellington se aumentó naturalmente;




22 PER SON AJES I CÉLEBRES.


se, adelantaba sobre París con un ejército victorioso,
y-aunque? Blueber no le estaba materialmente su-
bordinado,' ejercía sin embargo mucho ascendiente
sobre el jeneralísimo prusiano Cuando se aproxi-
mo; á Par ís , todo el partido revolucionario, te-
wieiido á su cubeza á Fouché, recurrió á Lord
Wellington-, y fue considerado como el arbitro
supremo, cuya decisión debia influir sóbrelos des-
tinos de los; partidos en Francia. Fouché negoció
con'. mucha actividad con' Lord:. Wellingtou acerca
de la ocupación dé París ; y en una conversación
con 'Luis 'XVíí i , le indicó el noble Lord , que el
Ministerio Talleyrand y ; Fouché era el único que
podía realizar la un ion .de los realistas y de los
amantes; de la; Jibertad. La combinación dé'Lord
Webingtoni quedó pronto destruida , y la iníluen-
ciái personal del Emperador Alejandro, sustituyó
á:dai:aiceión intidu> y continua de Lord Castle*
reagh-y d é l a Inglaterra: el Duque de Kiehélieu
sucedió á Mr. d e Talleyrand.


Los acontecimientos que siguieron son denta-
d o W»OCÍUDS • de tonos para que sea preciso
detenernos mucho en elios. Digamos solo en elo-
jio del, Duque de Wellingtons que después de la
capitulación de Paris se opuso con todo su poder




wEi.UJMr ' ro .f. 2:5


á las bnitalidades de Blucher, especié dé vánda-
lo que no pensaba nías que en fuego y-sangre.
Nombrado jeheralísimb del'ejército' de Ocupación,
y residiendo como tal én París , dejó escapar'el
Duque una hermosa ocasión de ser g rande : el
mariscal Ney, á 'ÍJurén se juzgaba , ; se¡ dirijió á
él in oca f tdod art. 1 2 ' d e la Capitulación de
París, : y la misma maríscala imploró réú apoyo.
Lord Wellington contestó que el"art ; ! 1 2 y como
todos los démas, era solo reíativo á la' cuestión
militar ;• quesü objeto era garantizar las' personas
designadas en él de l as%bpas aliadas bolamente,
pero que no era ni podía ser el de prejuzgar en
manera alguna la posieiou de aquellas 5 mismas
personas con respectó al Gobierno actualmente
existente, ó al quedelna ser llamado á'sucedérle.
No bay duda que este argumento puede Soste-
nerse ¡ y el eaváeter bien conocido del Duque1 o"e
Welliñgton hó" permite dudar que ; lo biéietó éé
büehá iéf per* cuánto nías bello 'hubiera !SMo
p á r a ; # , ' que era' entonces oinnlpotente', desafiar
la cólera de Castlereagh, y decir á Luis XVIII:
« forno ¡á este hombre bajo mi salvaguardia; nos
liemos visto muehas vecéis sobre el campo dé ba-
tal la, y recientemente aun desafió con-intrepidez




: 24 PERSONAJES ; QÉLEERES.


el fuego ­mis. soldados.: es un ,hérpe:,ao quiero
que muera de la muerte de lft$¡ traidores.».. JSey
se hubiera, salvado t y la EtfEppa entera' •hubiera
el ojiado á Lprd Wellington. Eí ilustre: iagi.es. no
•lo alcanzó ; su razón fpja y ­seca s e presta paco
á laŝ inspiraciones 8spontánea(nej»te jenerosas­; sus
(«aija'adeg son negativas. No hace.loquees mato;
y.fiuando hace el bien , es..siejuprS;dentro de, Iqs
esttictos límites del dtiber.. ¿Cómo esplicar sin
embargo este otrohecbo que pesará sobresu .me­
moria i! Lord Wellington es considerado; con ra­
z o a Y : f ^ jatnás lo \wdesmentido , como el /prin­
cipal autor del duro.captjiyieriQ de jNapoJtjoo; se
dice que él mismo design^ el hofrib|e pWftSCO
•de San,ta ;, íElena í..A !sp yea.el grand^.Einpejador
«SBi.elJfselió de ! ^ u e r t e r proximo i comparecer der
i íBiie d£,üi0s 4 ! desojende basta escribir en s u t e s ­
íanaejrto: el:uan9bj«)del individuo,que en f8>8
^Wa. j4nteatado ¡ iaseíiin6r «i8# : «nemg0t . ' ( !^9 *é
.ffiffil d^iiestqs . d»s i heghos. ;e$: nías . t r i s te . №•>№•
taaples me b,e acordado del< íe&taroento de Luis XVI


í*) : Un fanático tioniipaftista Id1 dispar» o t i ; pistoleta»)
yendo,en su coche, pepo Lord Wellington DO,fue herido.
Éslb sucedía en el momento mismo en que el Duque abo­
gabtfJpoiqueíse disminuyese «1 ejército de •ocupation.




V. E U . l A C A O . \ . ; 25


perdonando á sus júezesy y del Príncipe negro
sirviendo. él mismo á la'inesa á an Rey vencido,


•Después de la eváeuacion deLterritorio! francés
y del tratado de Aix-la-Chapelte;, Lord Welling-
ton volvió á Londres,-colmado de lionoresy y pose-
yendo una fortuna inmensa. Entonces principió
su carrera política; Uambdaiá tomar asiento en
la Cámara de los Lores, aceptó el, empleo da¡Gran
Maestre de la; artillería , durante-él.Ministerioíde
Lord Liverpool. Al ascender Canning ál Ministerio,
fue enviado al Congreso de Varona, donde luchó
cuanto 1 piído «ost ra la tirterveticiou (de la : Francia
en España. «En vanó se.acariciaba* áiee M¿' de
Chateaubriand (*), al sucesor de Malborough para
separarle d e la política,de stf; pais. Era tiempk»
perdido. Su 'Gracia r para librarse del fastidio que
le causábamos, buscaba en Veróna alguna de los
Ursinos que pudiera .escribir ál márjen de nuesr
tros; despachos interceptados: pura casada^ w.v


...'Habiendo muerto en 1827 ei Duque "de'York',
hermano del Rey , Lord Wellington le reemplazó
en la dignidad ¡ di . : Comandante en j efe ide los
ejércitos ingleses ;yi,pbeo despaes principió á co-r
lumbrarse eniíla Cámara de los Lores su ojjosi-


•{")• Congreso de féimut, T . I , pág. 116; . .




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


cion contra las tendencias liberales de Caniiing..
Después de la muerte de este últ imo, el débil
Ministerio de Lord Godericta, no pudo impedir
por mucho tiempo la entrada de losrtetfys en el
poder , y en Enero de 1828 fue nombrado el-Du-
que de'Wellington primer Lord de la Tesorería.
Sir Roberto Peel fue el oradory el representante
de aquel Gabinete en la Cámara de los Comunes.
Tory de '.nacimiento y de corazón, pero tory ilus-
t r ado , Lord Wellington consiguió á fuerza de
franqueza ,' das cierta popularidad á su Ministerio..
Arrastrado por ehimperio d e las ideas,: cedía sin di-
simularsus repulsiones, y sin linjir simpatías que
no teniGí ¡pero cedia. Asi fue como^apoyó:el. bilí
de emancipación, deel atándole perjúdieia!.'Asi fue
como Calificó la victoria de NavarinOide suceso fu-
nestó (untoward¡event).. La revolución de Julio
f u e o n ' g o l p e q a e le conmovió fuertemente,, pero
n©> procuró 'evitado. Guattdi» en- i HZO se • presentó el
bilí, de reforma,' Lord iWellingtonideclaró epie; com-
batiría fuertemente todo proyecto de .reformar y
a la primera ocasiónise.apresuróoá ceder el puesto
al Ministerio Whig;úV'Lord Grey- En 1832 volvió
á aparecer un' momento en; el Ministerio bajo Ja
presidencia de Peel, y se retiró casi al instante.




W E L L I N 6 T 0 N . 27


A pesar de las muchas enfermedades que le aque-
j a n , el viejo soldado no ha dejado de tomar una
parte activa en los negocios de su pais. Ha ha-
blado en. las cuestiones mas importantes, siem-
pre con la gravedad y fria razón que le caracte-
rizan.


Hay sin embargo en la conducta del Duque,
en los momentos en que escribimos, una con-
tradicción tan maDiüesta en sus opiniones como
político y su sentimiento del deber mil i tar , que
solo, puede esplicarse.por el maquiavelismo del
Gobierno inglés,, que sean, cualesquiera y de cual-
quiera de los dos partidos que alli se disputan
el poder los que lo ocupen, atienden solo á los
intereses de su pais. Verificada en España Ja su-
blevación de Setiembre de 1840, que arrojó del
Trono á la Reina Cristina, y confió la Rejencia
del 'Reino al General Espartero ¿ volvieron en In-
glaterra loSi-torys al poder, y .el; Duque ,de, ,W¡e-
llington á ¡formar parte de aquel ;Gohierno. A
pesar de las tristes consecuencias de ; tan .incali-
ficable t ras torno, que np puede justificar la.po-
lítica , que la honradez .rechazará siempre, el
Gobierno inglés , del cual es parte Lord ; WJelling-
t o u , no solo ha aplaudido aquel trastorno,, D O




28 1'EHSONAJES CELEBRES.


solo lia ditdo disrinsruidas muestras desaprecio á
s» jefe - y promovedores sino que f i oT boca de '8ír
Roberto Péel ha manifestado' en pleno Parlamento
que el Gobierno establecido en España después dé
la revolución-de Setiembre, .era el inéjor que'habia
habido desde la muerte del difunto Rey. Solo,
eomo hemos dicho- an tes , pueden esplicarse por
los intereses materiales' de la Gran'Bretaña, 1 los
étófios hechos' de la' revolución y de los revolu-
cionarios por él Gobierno tóry. Solo asi phede con-
cebirse qiie un Gabinete en que deben tener al-
guna' influencia los nobles 1 Sentimientos de lealtad,
y los ríjidós principios de Ta disciplina militar del
Duque', apruebe, elojie V patrocine Ja deslealtad
y la insubordinación. Tal vez cuando vea que no
címsigiié'el objeto qué á tal 'contradicción Je in-
dujo , vuelvan la Observancia de sus principios;
pero1 'ni ésto borrará ¡ sü inc»nseeuéncia > ni le li-
brará de la" notó de tflry ujtra revolucionario.


El ésla'do dé'miseria á' que se hallan reduci-
das éh Inglaterra las clases manufactureras; por
efecto del "impulsó' dado á 1&! maquinaria y á la
fabricación, y de la falta de suficiente salida para
los j éné ros , ' h an dado lugar á tumultos y escan-
dalosas escenas promovidas por Jos operarios pi-




. WJJLLINftTON. 2!)
diendo pan y­aumento de trabajo. El Gobierno
se ha visto precisado á adoptar medidas cnérjicas
de represión, y á emplear la fuerza armada. El
Duque ide­Wellington ha sido nombrado por la
Reina, á :.pesar de su avanzada : edad, Comandante
jenefal de tedas* las tropas de Inglaterra. Seguros
estan>os:­que cualesquiera que fuesen los compro­
misos en que pudieran ponerle las circunstancias
y,su elevado encargo , jamás faltará á la obedien­
cia como subdito, á su deber como caballero, ni
iá sú .rijligacioai, como militar/


Muchosbiógrafosiponen en boca de Madame de
ütaelque.Lor.d Wellington es­ un hombre: limitado.
No sé dé donde han podido sacar lo , y sospecho
taucho que es¡invención dtel primer autor del des­
abrimiento! ; ademas de que las palabras n d están
aeordes> con la epiniea­4e c u a n t a han visto ¿Lord
Wellington­ e n ' P a r í s , y el entusiasmo biStt­fio­
aoeido ,de• rMadame de.¡Stael•¡haee i»u .singular
juego­ 0№ ciertas páginas; refúljentés de las. C O Í I ­
sideraclones sobrelanvalucion francesa,, en que
se e n s a l z a d noble .Duque mucho mas allá de
sus méritos. Es evidente ¡que Lord Wellington np
es .un águila en. polít ica, que tal vez sabe man­
dar, mejor un ejéreito que gobernar una nación'




'30 PERSONAJES' 'CÉLEBRES.


pero es también' indisputable y qu í aun asi ha
desplegado ciertas dualidades de firmefca>, d«­ ac­
tividad y de elevación­ qué'•<le son' propias; Lo que
en la guerra , lo mismo que en los negocios y ha
formado principalmente la preponderancia de Lord
Wellington , es­ una seguridad imperturbable que
no es ­una fanfarronada, pero que mas bien tiene
orijen en' una especie­de fatalismo instintivo, ¡ del
cual se burlaba Napoleón, al paso que en el'fon­
do lo profesaba por lo menos tanto como César. De
ningún modo puedo esplicar mejor m i pensamiento
sobre este puu to , que) refiriendo el tgracioso. di­
cho de uu francés colocado en alto, puesto:, un
día de gran recibimiento­en la embajada de In­
glaterra y señalando ;á'4iOfdiWellihgtoR'.;«. veis al
Itaqjie; deeiav'luohárwlo. denodadamente contra su
gota 1, y tesforeándose, cvm m vestido­dorad» de
guardián deilMáMM» puertos miormrtuft&fiostii-
ra 140 Héreu frstyí cofao­ ior fea • represtmtarlo (ihan.­
trey ,• en jHydeiPa№31 pues bies | ¡ este 'personaje
tiene t a l confianza en sü'estrella", que si­hace seis
meses le; hubiese dicho, ¡aígunb: la Reina os es­
p e r a e n Westminster paro casarse con vos y con
vuestros 72 años, al momentó>hubiera marchada,
ajastsndose surc in tu ron , como un : hombre ifiíe




WELLINGTON. 31


va á hacer la cosa mas sencilla y natural del
mundo, v


En resumen, cuando el Duque de Wellington
haya muer to , la Inglaterra echará de menos su
mayor capacidad militar desde Malborough ; y
sin»-pierderen él un gran jénio político, perde-


1 rá seguramente un gran carácter.








Teriioiuje.8 celebres del Sido




J"!


31. THIERS.


Mr. T h i e r s , no ha sido m e c i d o , al
nacer , en la falda de una Duquesa. . .
Medita sin .esfuerzos, produce sin ago-
tarse , anda sin cansarse, y es el via •
jero de ideas mas rápido qde c o -
nozco.


COHMENIN. —Oradores parlamenta-
rios.


Éntrese en la Cámara un día de gran debate
parlamentario, échese una visual á la estrecha
jaula, adornada de mármol , que sirve de tribu-
n a , y véase ajitarse en ella á aquel hombre pe-
queño, que solo descúbrela cabeza: tan exigua
es su estatura. Aquella cabeza está adornada con
un. rostro suficientemente feo,;un poco jesticulan-
te, pero vi»a, movible, espresiva,orijinal, y como
suspendida á un enorme par de anteojos. ¡




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mientras nuestros honorables acaban su mur-
mullo á guisa de estudiantes, examínese el con-
torno caprichoso^ de aquellos labios delgados y
eneojidos corife de V o l á i r e , por los cuales
anda paseándose de continuo la sonrisa mas su-
til , mas sarcástica é inquisitorial del mundo.


Por ú l t imo , se restablece el silencio; el ora-
dorya¡';á. ;iiablar,:, eseúeliese, ó mas bien, si la
ót^dMZacioir det' : tícente es uta poco delicada y
HHisical^.iprinqipie por taparse los oídos, y vaya
abriéndolos poco á poco, piles la voz que va á
escuchar es una de aquellas vozes agudas, chillo-
nas , estridentes, que pasmarían á Lablaehe y
harían tiritar á Rubini. Es cierta eosa dudosa,
anormal , anfibia, que no es masculina ni feme-
n ina , sino mas bien del ¡enero n e u t r o ; y el todo
-está; EuMtiementenpoltoreado 0011' ufl acento ¡pro-
glacis! , t ! i • ' - '"- ••' •


• !•.:!¥ s ln . e ' ába rge , iaqHethorifbre pequeño , ! si¿
esferior;,! s in -apariencia, ¡sin ó rgano , é s ' nada
meaos ¡que Mr. Tbiesrs, u n a délíos -personajes mas
eminfente^ideila^éfioctt; ua© de los oradores mas
pósente ds la Cámara. Aquel pecho débil , tiene
acentos.Bsoüchactes casi siempre con atención,' y
muchas yecos ̂ l a u d a d o s eon frenético entusiasma;




ÍKIEBS. 3


de aquella larinje aflautada, sale una palabra clara
como el cristal , rápida como el pensamiento, Sus-
tancial y récojida como la meditación.


Si por ventura se dice ahora que este mismo
Mr. Thiers, historiador célebre y.periodista infla-
y en te , Ministro, Presidente del Consejo, Diputa-
do , miembro de la Academia Francesa, grande
oficial de la Lejion de honor , y condecorado con
todas ias Ordenes del m u n d o ; que-este mismo
Mr..Thiers^ colmado hace cerca de diez años de
todos, los, favores der la gloria y de la ¡fortuna,
haca apen&s diez yi 'seis qué «ra solo •un pobre
hombre salido de l a clase ;mas ínfima, sin cruz
ni blanca, sin nombre; sin figura, sin protecto-
res , sin amigos , espuesto á vejetar oscuramente
en una oscura y pequeña ciudad de provincia, s in
haber recibido del la naturaleza otra cosa que un
gran talento y una no menor ambición; pero nada
de;lo que* sirve al ta lento, nada de l o q u e presta
espaldas á la ambición í si.se dice todo esto* He
podrá menos de confesarse que Mr. Thiers debe
sin dudí> inuehcv á la fortuna t pero que también
es hyo d e sus obras; y que ha« sido'precisas una
mirada muy -segura , una fuertsa de voluntad muy
indomable, y una singular tenacidad para .hs»




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


cender desde tan bajo , tan alto y tan aprisa.
Mr. Thiers ha tenido furiosos detractores y


encomiadores hiperbólicos; los unos le han pre-
sentado como el hombre de Estado modelo, el
piloto indispensable, el Napoleón del sistema re-
presentativo ; los otros como un arlequín político,
un farsante gubernamental sin moral y sin fe,
un Bosco de t r ibuna ; algunos han pretendido
que si Bossuet había podido escribir un libro
grande sobre las variaciones de los protestantes,
se encontraria fácilmente materia para hacer uno
en folio; en las variaciones políticas de Mr. Thiers.


En todo esto hay cosas ciertas y cosas falsas;
pasión en favor y pasión en contra. Separar el bien
del ma l , ta lisonja de la maledicencia; disecar
y discutir la personalidad política de Mr. Thiers,
es cosa demasiado grave y espinosa para que la
emprendamos aqui. Esta clase de l ibros, que se
ditijen á todos , cuyo objeto nó es impoaer al pú-
blico'una decisión formulada a priori, sino co-
locarlo en situación de formular la suya, no son
ni requisitorias, n i informes , ni panejíricos, ni
libelos; son pura y sencillamente biografías, sin
mas mérito que su Misma sencillez, diciéndolo
todo y no discutiendo nada; un poGO in*ultas>




THIEHS. 5


un poco áridas tal vez, pero imparciales y ver-
daderas cuanto es posible. Y la verdad tiene t am-
bién su mérito en los tiempos que corren; un
argumento encuentra siempre un argumento con-
trario que le rechaza ; un hecho no puede negar-
se , y nada hay tan testarudo como un hecho.


Sentado e s t o , vamos á contar fiel y minucio-
samente á Mr. Thiers. No le esplicaremos, hágalo
el que quiera'ó pueda.


Luis Adolfo Thiers, nació en Marsella el 26 jer-
minal, año V (16 de Abril de 1797). Por parte
de su madre (*) pertenece á una antigua fami-
lia de negociantes, que habia llegado auna; es-
tremada pobreza, y por la de su padre á la clase
trabajadora. Si no nos engañan nuestros recuerdos
el padre de Mr. Thiers era de. oficio cerrajero.
De todos modos este es un título mas.de gloria
para el Ministro.


Cuando se reorganizó la universidad ; el joven
Thiers, por la intercesión de algunos parientes
maternos, obtuvo una beca en el Liceo imperial
de Marsella , donde hizo todos sus estudios; es-
tudios brillantes sobre Jodo ¡en los últimos años, y


(I) S e dice que la familia materna de Mr. Thiers es lia
de donde salieron José y Andrés Chenicr. .:. . . < :




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


que dejó en i81¡5 >, á la edad de 18 años , parair á
seguir tecúrses de la facultad de derecho de Aix.
Alli haMa-tambien otro hijo del pueblo que acaba-
ba de salir'del Liceo de Aviñon, y con quien hizo
pronto Mr. Thiers estrecha amistad. Era Mr. Mi-
gnet, que se¡ ha1 adquirido también después una
briHante reputación de historiador y publicista,
y cuyo nombre es inseparable del de Mr. Thiers,
tanto á causa de una comunidad de talentos.,
como por'la «ottiunidad de simpatía y afecciones
que se ha conservado constantemente entre los
dos amigos-de la.escuela. a


Hojeando-el Bijesto y el Código civi* solo lo
necesario para salir bien de sus exámenes, los dos
jóvenes se dedkaroa coa pasión al estudio dé la
l i teratura, dé te filosofía, de la historia y hasta de
la pol í t iea^y Mri Thiers cuya alma.ardiente y
ambiciosa tenia una especie de presentimiento de
u n brillante porvenir, (í> representaba ya en la
escuela el pequeño papeii de jefe de part ido, vo-
ceaba ,1 i alborotaba., peroraba contra el Gobierno


(*) Hemos oído contar muchas vejes sobre este asunto la
historia más ó menos auténtica de mía vieja vendedor» de
manzanas en la puerta de la escuela de d e r e c h o , á la cual
Mr. Thiers decía, siempre al pasar ! «Los tiempos .son ma-
l o s , buena vieja ,: tened paciencia; cuand» sea Ministro




THJEtlS. 7


de la Restauración, evocaba los recuerdos de la
República; y : del' Imperio­, se hacia malquerer de
sus profesores ^ detestar del comisario, de, policía,
adorar, de sus camaradas, y obtenía, contra vien­
to y marea,, el premio de elocuencia. Este últi­
mo hechp, bastante gracioso ,, merece particular
mención. ', ­ , ..


Tratábase del elojio de Vauvenargues, señala^
do por la Academia de.,Á№, buena>ytrá­nquila
Academia; que, sirviéndonos de la ,palabra,de;MoK
taiíe.,, I»»/sabido sieoipreíi ;;(*}!»!}; una m­ujéaf feooi­;
rada v­mJMner hahj^r¡ jaméaidaieitei; №<j!J¡hieirsi
se puso en la cabeza coiteegutt';el,'#MH)kihy¡ ¡«raió;
su •manuscritOi El trabajo fue hallado .eminente*
mente superior; por desgracia la tentat iva­de
Mr. Thiers habia hecho r u i d o , su mimbre fue
descubierto ó adivinado de antemano, y c o n » no
habia'.№0, concurrente que mereciese el premioj
los,deotos miembros del Areopago., antes qrae aóV
judioarlo al pequeño jacobino, difirieron eb cari­"
curso pava el añp; siguiente;/ En la época §páM


vendré á buscaros « n q n coche:de cuatro,caballosjiasajlej-i
varos á .mi palacio.» La pobre mujer afirmaba tristemente
con la cabeza. Ño sabemos á puntó'lijo si 'el 'Ministro se ha
acordad» de las. promesas del estadinnte; , :




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


el manuscrito de Mr. Thiers volvió á aparecer nue-
vamente ; pero en el intervalo había llegado de
París tina producción que eclipsaba todas las de-
más , y ! que'se apresuraron á premiar, concedien-
do sin embargo á la obra presentada por Mr. Thiers
ei humilde honor de un accésit. Pero grande fue
el chasco de los señores académicos de las Bocas
del Ródano , cuando al abrir el pliego del laurea-
do parisiense; se encontraron que el vencedor era
el mismo Mr. Thiers, el cual había tenido el ma-
lignó placer de mistificar 'ala digna Aeademía,
tratando e l asunto bajo un punto de vista nuevo,
mandando copiar esta última composición por una
mano estraña, haciéndola viajar de Aix á París
y d e París<á A ix , y acumulando de este modo
el'premio*y el accessit.


<•<> Mr.; Thiers , después de recibido abogado y de
algunos; insignificantes debates en el foro de Aix,
conoció que en.aquella ciudad enteramente patri-
c i a , en tmaj época en que el nombre y la cuna
tenían aun; gran parte en la apreciación de un
individuo, le seria difícil salir dé la oscuridad en
que la suerte le habia hecho nacer.


Con esta idea se decidió á ir á probar fortuna
á París en compañía de su Pílades, Mr. Mignet.




THIERS. 9


Los dos amigos llegaron á la capital ricos de ta-
lento y esperanzas, pero bastante pobres de nu-
merario. Los primeros meses de su residencia fue-
ron poco brillantes, si hemos de dar crédito á
un escritor (*) que describe de este modo su mo-
desto alojamiento: « Hace' muchos años que subí
por primera vez los ¡numerables escalones de una
sombría casa de huéspedes situada en el fondo
del sucio y oscuro pasaje Montesquieu, en uno
de los barrios mas populosos y de mas bullicio
de París. Abrí con un vivo sentimiento de inte-
rés , en el cuarto cuarto, la mugrienta puerta de
una pequeña habitación que merece ser descrita:
una modesta cómoda y una cama de nogal, com-
ponían todo el ajuar que completaban cortinas de
tela blanca, dos sillas y una pequeña mesa ne-
gra mal sostenida por sus pies. »


Tal era el lugar ocupado por el futuro Presi-
dente del Consejo, nada parecido por cierto á la
graciosa casa d é l a plaza de San Jor je , donde
Mr. Thiers, vuelto á la vida privada, descansa
en el seno de los estudios literarios' de las fatigas
de la vida ministerial. De todos modos el pobre


('•)' Me. Loeve-Veimar. — Hombres de Estado de Francia
y de Inglaterra.




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


abogado de provincia oscuro y desconocido, nó
pierde sn tiempo aguardando á la fortuna con los
brazos «razados. Sabe que la Diosa es caprichosa
y Irfefa'V y que es preciso cojerla al vuelo, y aun
atrepellarla si es necesario. En verdad sea dicho,
lar fortHna «n mostró muy! condescendiente con
Mr. •ThieiBi1 Era-al principio de 1823 ; durante
el- Ministerio Viílelle, «a medio de la restauea-
CÍOB - MajwfeaVel grande orador , acababa de ser es-
pulgado violentamente de ia Cámara , y el espfllsá*
do del dia anterior era el poder del d ta./ Mri Thiers
vio é i la<pirorerQ mirada ei papel qiue le tocaba,: á
él plebeyo y ambicioso,- bajo un Gobierno aris-
tocrático, y sedir i j ióá Manuel, hombre del Me-
dio ¡dia, hombre de franqueza y de coraróm y qoe
le alargó la mano , le presentó á Mr. Laffltte, y
le hizo admitir en t ró los redactores del Comtitu-
c4mtúl,(:etiooldsojsobré aquella épdcá; La.posición
era hermosaí' ySSín Thiers supo aproTéchaite;
dotado eijpinentiemerite deb ¡espíritu de polémica,
seihizo 'notar por la Verbosidad y audacia *de sus
artículos; y el jó«em ¡ periodista tardó poco én ser
introducido en las>reuniónes¡ mas Imitantes de la
oposición, en casa de Mr. Laffitte, de Mr, Casi-
miro Perier, de Mr. F lahau t , del Barón Luis,




THIERS. 11


el primer hacendista de la époea, de quien llegó
á ser comensal y discípulo, y hasta en 'casa de
Mr. de Talleyrand, que como es sabido, no se fran-
queba con todo el m u n d o , pero cuya mirada pe-
netradora adivinólos recursos de aquella cabeza
meridional.


No era esto todo; reuniendo á una portentosa
facilidad de estiló una memoria sorprendente, una
soltura de hablar prodijiosa, una no menor com-
prensión, Mr. Thiers tenia tiempo para satisfacer
las exijenciás de la imprenta diaria, recorrer las
sociedades y. hablar con frecuencia, esduchar mu-
cho, y apropiarse en seguida con la meditación
y el estudio, el fruto de sus conversaciones con
los principales actores del gran drama revolucio-
nario. Antiguos restos de la Constituyente, de
la Asamblea Lejislativa, de la Convención, del
Consejo délos Quinientos, del Cuerpo Legislativo,
del Tr ibunal , Jirondinos, de la Montaña, anti-
guos jenerales del Imperio, proveedores de los
ejércitos revolucionarios, diplomáticos, hacendis-
tas, hombres de pluma, hombres,Ide espada, hom-
bres de cabeza, hombres dé:brazo 1 , á cuanto de
todo esto quedaba, pasaba revista Mn Thiers; pre-
guntando al uno, rodeando al otro para, haeerle




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


hablar, escuchando con el oido derecho á este, y
con el izquierdo á aquel, y después reuniendo,
coordinando en su cabeza todas aquellas conver-
saciones interrumpidas, regresaba á su casa, se
ponia de bruces sobre el Monitor, y anadia una
pajina mas á la hermosa Historia de la revolución
francesa, que tardó poco en publicarse, y ase-
guró desde el momento á Mr. Tbiers una dé las
posiciones literarias mas brillantes de la época.


El plan puramente narrativo que hemos adop-
tado, no nos permite desenvolver aquí todo nues-
tro pensamiento sobre esta obra capital. Diremos
solo que el trabajo de Mr. Thiers , consagrado es-
clusivamente á ensalzar la gran conmoción de 89,
encierra bellezas de primer orden, asi en el es-
tilo, como en los cuadros, en los estudios rentísticos
y políticos, y como apreciación de las personas y
de las cosas. Para un hombre que apenas>ha visto
otro fuego que el del hogar doméstico, la parte
militar, sobre todo, está tratada con una claridad
de esposicion estratéjica, una firmeza de pincel
que tiene algo de adivino; y según los hombres
competentes, los volúmenes dedicados á las cam-
pañas de Italia, son verdaderas obras maestras en
su jénero. Por otra parte, también según el parecer




THIEBS. 13


de muchos, la obra de Mr. Thiers encierra un vi-
cio fundamental, que procede de la movilidad mis-
ma del autor. Mr. Thiers, desde el principio , par-
tiendo de un punto de vista puramente fatalista,
pasa al través ¿e los hombres y de las institu-
ciones, admirando á todo el que triunfa y hasta
que c a e , y á toda institución mientras subsiste
y hasta que se desploma; para Mr. Thiers la culpa
es siempre del vencido, la razón del vencedor.
Es un sistema de completa indiferencia , es la dei-
ficación del buen éxito.


Conducido de este modo á prestar á crímenes
inútiles la disculpa de una fatalidad irresistible,
al lejitimar casi en nombre de la fuerza de las
cosas, las espantosas carnicerías de niños, de jó-
venes , de mujeres y de ancianos q u e , lejos de
preparar la nación para la libertad , sirvieron solo
para desmoralizarla y arrojarla palpitante á los pies
de un déspota ; Mr. Thiers , rejuveneciendo anti-
guas teorías, se ha hecho jefe de escuela, y como
acontece siempre, los discípulos han ido mas allá
que el maestro; se han visto en consecuencia á
pequeños apóstoles del terror, con barba ó sin ella,
ferozes por moda y no por instinto, no reparar
en sus discursos en veinte mil cabezas por lo que




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


ellos llaman un rincipio; eomo si esa cosa vaga,
oscura y abstracta, mudable, controvertible, que
en política todos los partidos adornan á su antojo
con el nombre de principio, equivaliese á la san-
gre del último gañan; de donde resulta que mu-
chos de aquellos á quienes Mr. Thiers, siendo Mi-
nistro, ha querido probar con argumentos dé una
enerjía incontestable, que su sistema era malOi
hubieran tal vez podido responderle teniendo su
libro en la mano: «¿Cómo es esto, Maestro;;nos
fusiláis? Somos vuestros discípulos, descendemos
de vos en línea r e c t a , sois nuestro principio, y
nosotros somos vuestras consecuencias; lo que vos
habéis puesto en hermosas pajinas, queremos nos-
otros ponerlo en práctica.»


Volvamos á Mr. Thiers.
I Su libro: hizo ru ido , despertó algunos odios,


muchas' s i m p a t í a s y desde ¡ aquel momento se co-
locó al autor entre los hombres mas eminentes
y mas avanzados de la oposición liberal. En aquella
época fue cuando un oserfro librero alemán, lla-
mado Schuhartj se unió á él con unjénio bené-
fico, y le puso en relaciones con el Barón Cotta,
otro librero del lado de- allá del R in , hecho mi-
llonario y gran señor," el eual sintiendo' por




TH1EHS. 15


Mr. Thiers un magnífico entusiasmo, le regaló
una acción del Constitucional, valor que ha de-
caído un poco después, pero que era entonces
muy productivo. Poseedor Mr. Thiers del título
de propietario del Constitucional, bajó de su
cuarto piso, se ¡hizo elegante, frecuentó el café
de Tortoni , 'montó á caballo bien ó mal, y f u e á
pasear al bosque. En cuanto al pobre Sehuhart
dicen que se volvió á pie á morirse de hambre
en su país.


Pronto dejó de estar contento Mr. Thiers con
la oposición ¡volteriana, gastada y monótona del
Constitucional. El órgano del viejo liberalismo le
pareeió un poco mohoso, necesitaba algo mas
nuevo , mas joven , mas democrático. Fundó en


/1828 el Nacional, bajo el patronado rentístico de
los principales delaízqüierdáj con la coloboracion
de Armando Carrel , y de las cabezas mas ardien-
tes del partido revolucionario. .


Entonces principió aquella lucha.ardiente . t e -
naz y hábil, que Mr.. Thiers dirijió fcottra el Go-
bierno de la Restauración. Combate de todos los
días, en que Mr. Thiers estuvo constantemente
sobre la brecha, estrechando al Ministerio Po-
lignac, en el inflexible círculo de la C a r t a e s c a r a -




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


muzeáudole sin cesar, echándole en cara lo que
hacia y loque dejaba de hacer, no permitiéndole
ni e l . b i e n n i e l m a l , ni la debilidad ni la gran-
deza , y acuchillando de una misma plumada los
hechos odiosos y los hechos nacionales , las inva-
siones de la Congregación y la espedicion de Arjel.


¿Habéis visto alguna vez á un toro luchar en
vano contra un tábano que se pega á sus costi-
l las , á sus ojos, á sus orejas, á sus narizes, le
aturde con sus zumbidos y le pica en mil partes?
Furioso el animal , muje , espumea , se tuerce y
arrolla, y no pudiendo conseguir deshacerse de
su infatigable enemigo, acaba muchas vezes por
arrojarse de cabeza en un abismo. El Ministerio
Polignac era el t o ro , Mr. Thiers fue el tábano,
y los decretos de Julio fueron el abismo.


En la mañana del 2 6 , todos los periodistas
se reúnen en las oficinas del Nacional; Mr. Thiers
estaba en su puesto. Se redacta una protesta co-
lectiva ; Mr. Thiers es • uno de los primeros en
firmarla. Era un acto deva l a r , pues jugaban sus
cabezas los firmantes. Pronto hizo el pueblo tam-
bién su protesta en la calle, y la firmó á tiros.
Mr. Thiers , después de haber declarado que es
preciso atenerse á los medios legales, se va á




THIEHS. 17


meditar bajo las sombras de Montmorency, y el 29,
después de la batalla, hace su entrada en Pa-
rís. Ya veremos sin embargo mas adelante que
Mr. Thiers tiene momentos de verdadera intrepi-
dez». Ganada la victoria, Mr. Thiers tomó una
parte activa en todas las medidas cuyo objeto era
volver-á levantar el edificio monárquico. El 30 de
Julio por la mañana pasó á Neully, de parte de
Mr. Lafñtte* para instar al Duque de Orleans á
que aceptase las funciones de Lugar-teniente je-
neral del Reino.


Después de establecido el Gobierno de 9 de
Agosto, Mr. Thiers fue nombrado Gonsejero.de
Estado , y se le encargó el desempeñar, sin título,
las funciones de Subsecretario del Ministerio de
Hacienda, bajo las órdenes del Barón Luis. El
primer Ministerio de Jul io , formado apresurada-
mente de elementos incompatibles, tardó poco en
disolverse. Los unos querían movimiento, los otros
el statu quo. Los unos querian represión, los
otros la propaganda; estos ultimes vencieron, y
Mr. Laffltte fue Presidente del Consejo. Se ha
querido suponer que e l Rey ofreció entonces al
joven Consejero la cartera de Hacienda, que rehusó
eseusándose en su juventud, y no queriendo ser




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ministro antes ¡cta tiempo:. el hecho necesita con-
firmación. De todos modos, Mr, Thiers recibió ofi-
cialmente el título de Subsecretario de Estado,
cuyas, funciones desempeñaba., y soportó, siendo
Ministro Mr. Laffitte, la crisis rentística mas ter-
r i b k q u e h a esperiinentadola Francia desde.1830.
Los cuidados, de la presidencia del Consejo absor-
vian á Mr. Laffitte, y su joven colega -dirij¡a real-
mente ¡aquelia parte de la administración.


Las ideas rentísticas de ,Mr, Thiers , como la
mayor parte de sus ac tos , han sido juzgadas con
diversidad. Un ¡folleto sobre el sistema de Law,
publicado por él; durante la restauración, anun-
ciaba ya estudios profundos sobre la materia» Su
sistema detransformar el impuesto'de repartícioin
en impuesto de cotización, que debía doblar casi
la i masaimponible > ha, sido declarado por unos
imraoraf y. peligros*;, y por Otros, lójieo], atrevído í
y uní eo: capaz de subvenir¡ », las,; inmensas ¡ necesi-
dades del país. ••• •;, . -\ ,<


Nombrado Mr* Tliiers en la «asfliai época Di-
putado por Ais , hacia, sus primeros ensayes en
la Cámara, donde tenia entonces un disfavor
marcado,y casi, universal. Penetrado aur» ente¡-
•namabtenílev los recuerdos de la Convaneiii*»,




T H I E J R S . 1 9


Mr; Tbiers remedaba á Danton, pronunciaba frases
de efecto, quería salvarla Polonia, libertar JaBél)­
j ica , i pasar el Шц y democratizar el;globo t . Sus
ideas belicosas espantaban á los tímidos, y sus dis­
cursos campanudos cansaban э todo el mundo.


El Miuísterio:íl,aííitte fue de corta, duración;
la еХаЦасмщ de los espíritus, los motines, la.acti­
tud, bost i lde los Gabinetes estranjeros1, las alarmas
de la industria, la&exijeacias, siempre en¡ aumento
de los partidos estremos :, reclamaban al parecer
un •sistema de represión en el interior,, y de сод­
ciliatáoe en el estertor* eontíario д las jdqas .de
laadminMtraeion del ;3 de noviembre.., :..


Entonces se formó, en 13 de Marzo d e , í 8 3 1 ,
•el Ministerio Casimiro.Perier;, Ministerio diarae­
iralmente opuesto al precedente por sus tendencias
y por SMS actos. La,oposición, que se había reu­
nido á M r . Laffitte,. esperaba contar en sus Alas
á Mr, Thiers; pero S B primer discurso ¡fue un
ataque:virulento contra el programa, dí , la ,opos i ­
d o n . Tanrep^t inaj t raBsformawnhir ió profunda­
mente áMr. ;Laff i t te , аЩб á la izquierda, ale­
gró al ееиио>< y admiró al público. Los amigos
de Mr. Tbiers han,apl icado aquel brusco cambio
por consideraciones de patriotismo; han dicho qiue,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


viéndola inminencia del peligro, Mr. Thiers ha-
bía creído de su deber sacrificar sus convicciones,
sus amistades y sus simpatías, á la salud de la
Francia , que creía podía soio asegurarse con el
sistema Períer. De todos modos, hubo desde aquel
momento entre el ex-PresídenVe del Gabinete de 3
de Noviembre, y el porta estandarte del Ministe-
rio de 13 de Marzo, una marcada frialdad, que
después ha ido siempre en aumento.


Durante el curso de la sesión, el innova-
dor Mr. Thiers no quiere ya mas innovaciones.
Mr: Thiers , el propagandista y ei guerrero, abor-
rece la guerra y la propaganda, y proclama en alta
voz la necesidad de la fusión y de la paz. Cuando
llega el momento de disputar la herencia de la
Pal Ha, conociendo el Gobierno que la institución
es atacada con demasiada.viveza, la abandona.
Mr. Thiers solo la defiende, y en esto se muestra
mas ministerial que el ¡Ministerio mismo. Por lo
demás , ' e l discurso pronunciado en aquella oca-
sión por Mr. Thiers, es en es tremo notable; el
orador se transformó como lo habia hecho el hom-
bre político. Renunciando á los movimientos ora-
torios, y á la hinchazón de otro tiempo, Mr. Thiers
tomó un estilo sencillo, vivo y rápido, que le




THIERS. 21


salió perfectamente bien: el derecho hereditario
cayó, pero desde aquel momento Mr. Thiers se
elevó á la altura de los primeros oradores de la
Cámara, y ha sabido sostenerse en ella.


Pronto murió Casimiro Perier , rendido por
las luchas de la t r ibuna; y el 11 de Octubre
de 1832, llega por fin Mr. Thiers á ser Ministro
de lo Interior bajo la presidencia del Mariscal
Soult. La situación era de las mas alarmantes;
la guerra civil ardia en la Vandea, la Béljica
estaba amenazada, la irritación reinaba por to-
das partes. Mr. Thiers no vaciló y dirijió al ins-
tante sus ataques hacia el Oeste , como punto
mas peligroso ; con el oro se encontró un triador;
la Duquesa de Berry fus presa y que ló estingui-
da la guerra civil. Obtenido este resultado ^ el
Gobierno tentó un golpe de mano atrevido sobre
Amberes, tomóse la ciudadela y quedó asegurada
la independencia de la Béljica. Abrióse la lejis-
la tura; y el Ministerio de 11 de Octubre, fiíer-
te con estos dos grandes hechos, obtuvo en las
Cámaras una mayoría bastante notable.


Durante el intervalo, Mr. Thiers, disgustado
según dicen , de las atribuciones de policía del
Ministerio dé lo Interior, habia pasado al de C o / ^




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


raercio y de obras públicas. EQ este nuevo puesto
principia por pedir á las Cámaras un crédito de
100.000,000 para la conclusión de grandes tra-
bajos de utilidad pública. Se le concedió el cré-
d i to , la estatua de Napoleón volvió á colocarse
sobre la columna, se terminó el arco de triunfo
de la Estrella, las obras de la Magdalena siguie-
ron con actividad, se erijíó el palacio del Anden
dé Orsay, Be trazaron caminos y se abrieron ca-
nales ; ocupáronse millares de brazos , y la in-
dustria principió á renacer •, aquella época, en
concepto de : muchos, es el período mas brillante
de la vida pública de Mr. Thiers. Sin embargo
el huracán tardó poco en volver á aparecer. A
principios de 1834, la Korda fermentación del
partido republicano anunciaba una próxima es-
plosion; para evitarla presentó el Gobierno la ley
sobre las asociaciones; Mr, Thiers la sostuvo vi-
vamente, no solo como necesidad momentánea,
sino como principio permanente, de orden y de
seguridad pública. Poco después, atendiendo al
estado de las cosas, y considerado Mr. Thiers
como el mas activo y enérjico de los miembros
del Gabinete, volvió á encargarse del Ministerio
del Interior. A los pocos días estallaba la insur-




T H I E B S . 23


reccion en Lyon y casi al mismo tiempo en Pa-
rís. Allí , mas que en 1830 , espuso Mr. Thiers
su persona, pues á su lado , en las barricadas
de Abril , cayeron heridos por dos tiros dirijidos
al Ministro, el capitán Rey y el joven Armando
de Vareilles, oidor en el Consejo de Estado. En
fin fue vencida la insurrección, y cuando llegó
el momento de juzgar á los rebeldes, Mr. Thiers
rechazó en el Consejo, como inoportuna y perju-
dicial, la intervención de la Cámara de los Pares.
Tuvo sin embargo que conformarse con el pare-
cer de la mayoría.


Hacia aquella época fue cuando estallaron gra-
ves disensiones en el seno de la administración
de 11 de Octubre. El Mariscal Soult y Mr. Thiers
habían llegado á graves personalidades; no dis-
cutían ya, disputaban. El viejo vencedor de To-
losa acabó por regalar á su joven y testarudo
colega un epíteto de cuartel, que estuvo en voga,
y se retiró.


El Mariscal Gerard, nombrado para reempla-
zarle, hallándose á su ve? en oposición directa
con Mr. Thiers sobre la cuestión de amnistía, se
retiró igualmente. Mr. Thiers, no atreviéndose aun
á aspirar á la presidencia, y no pudiendo en-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


contrar un Presidente, adopta el partido de ha-
cer también su dimisión. Entonces tuvo lugar la
comedia del Ministerio Bassano, que duró tres
dias. Por úl t imo, el Mariscal Mortier se sacrificó,
y Mr. Thiers volvió á encargarse del Ministerio de
lo Interior.


Al abrirse la lejisiatura de 1835, preséntase de
nuevo la cuestión de amnistía: Mr. Thiers , re-
chaza aquella medida con mayor fuerza que nun-
ca. Pocos dias después representaba el primer pa-
pel en una ceremonia enteramente pacífica, siendo
recibido miembro dé la Academia francesa.


El Mariscal Mortier, fastidiado pronto, según
d icen , de una presidencia meramente nominal,
y de los pequeños altercados interiores, renuncia
sus funciones. Entonces se verifica un nuevo saí-
nete representativo. Mr. Guizot no queriendo por
Presidente á Mr. Thiers , y proponiendo á Mr. de
Broglie; Mr. Thiers no queriendo á Mr. de Bro-
glie, retirándose como Aquiles á su t i enda , y
acabando por aceptarle.


Llegan las fiestas de Jul io: Mr. Thiers estaba
al lado del Rey en el momento de la esplosíon
de la máquina de Fieschi. Aquel deplorable su-
ceso tuvo grandes resultados. Se convocaron las




THIERS. 25


Cámaras, se votaron por una gran mayoría las
nuevas leyes, llamadas de Setiembre, restrinjien-
do las atribuciones del jurado y las franquicias de
la imprenta, y Mr. Thiers creyó de su deber el
sostener todas aquellas medidas de rigor.


No tardó en envenenarse la lucha entre
Mr. Thiers y Mr. Guizot: este último y Mr. Bro-
glie se retiran, y Mr. Thiers llega por fin al Mi-
nisterio de Negocios estranjeros, y á la presiden-
cia del Consejo. Sus amigos han dicho que aeeptó
aquel puesto eminente con estremada repugnan-
cia : es lícito dudarlo. En este período de su vida
política vemos á Mr. Thiers acercarse de nuevo
á la izquierda, y el piloto del 22 de Febrero en-
saya maniobrar entre Scila y Caribdis, es decir,
entre el centro derecho y el izquierdo.


De repente se agravan los acontecimientos en
España; la cuestión de intervención se ajita en
el seno del Consejo; Mr. Thiers no pedia la in-
tervención. Tenia la certeza de que con un ausi-
lio indirecto se haría un gran servicio á la Rei-
na , y se habia limitado á un sistema de coope-
ración. La lejion estranjera presentaba un eseelen-
te p ie , y se trataba de aumentarla. Mr. Thiers
al- fin habia obtenido del Rey que consintiera en




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


su proyecto, y eran muchos ya los que volun-
tariamente se enganchaban. En el momento de
la ejecución, cuando los franceses iban á pasar
el Pi r ineo, ocurrieron los lamentables sucesos de
la Granja, y el Rey tomó de ellos motivo para
desistir. Mr. Thiers sostuvo que aquello podia ser
una razón para diferir el envió de auxilios, pero
no para negarlos enteramente, y que el Gobier-
no francés no debia renunciar á defender á una
nación aliada, si á pesar de los desórdenes de la
Granja, se respetaba a la Reina y no se derra-
maba sangre.


Sabido es el respeto que allí se tuvo á la Co-
rona y á la augusta Señora que gobernaba el
Reino , y en el curso de nuestra obra tendremos
lugar de hablar detenidamente de aquellos tristes
acontecimientos. Es para nosotros indudable que
la Francia , sea por culpa de quien quiera, dejó
escapar durante la guerra civil, las ocasiones que
se le presentaron de haber conservado su influen-
cia lejítima en España, evitando los trastornos
que después han sobrevenido, y perdiendo el pres-
tijio que le hubieran dado en la nación, el aca-
bar con su auxilio la guerra civil, asegurar el
Trono y las instituciones, y el mando de los hom-




THIEBS. 27


bres cuyos principios estaban mas en armonía
con los suyos, y con el sistema de gobierno de
Francia.


Mr. Thiers no pudo hacer que prevaleciera su
consejo, y dando muestras de independencia se
retiró haciendo su dimisión, que solo después de
muchas instancias le fue admitida. Todos sus co-
legas , menos uno, dejaron el Ministerio al mismo
tiempo que él. Entonces se formó el Ministerio de
15 de Abril bajo la presidencia del Conde Mole.
Durante el intervalo de la lejislatura, Mr. Thiers
fue á dar un paseo artístico por Italia, fue admi-
tido á besar la sandalia del Papa, y regresó con
una provisión de medallas romanas, de cofreci-
tos de la edad media , y de argumentos de cen-
tro izquierdo.


Pronto mujió la tempestad en torno del Minis-
terio Mole, y á mediados de 1838 se formó la
gran Cruzada, conocida con el nombre de Coali-
ción. Los partidos mas opuestos, dejando á un
lado sus muchos resentimientos, se reúnen en
un momento para el combate, sin perjuicio de
disputarse la victoria. Asi fue en efecto; sucum-
bió el Ministerio de 15 de Abril, y durante cerca
de dos meses, los doctrinarios, el centro dere-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


cho , el tercer par t ido, el centro izquierdo, se
arrebatan el cetro ministerial, intentan alianzas
imposibles, y se agotan en combinaciones tan
pronto abortadas como conseguidas. Mr. Thiers,
gefe de fila (*) dé l a Coalición, el ídolo pasajero
de la imprenta de oposición que tan mal le habia
tratado en otro t iempo, no pudo formar por si
mismo un Gabinete, y no quiso aceptar la pre-
sidencia del Mariscal Soult, sino con la condición
de encargarse del Ministerio de Negocios estran-
jeros, que su antiguo colega del 11 de Octubre
no quiso concederle. Propuesto como candidato
para la presidencia de la Cámara, tampoco en esto
salió airoso Mr. Thiers.


Los acontecimientos del 12 de Mayo activaron
la solución de la crisis ministerial, y después de
siete años de ministerialismo, Mr. Thiers se en-
cuentra otra vez en los bancos de la oposición,
simple Diputado como en la aurora de la revo-
lución, y mas inmediato á Mr. Laffitte, que lo
estuvo nunca desde el advenimiento del Ministe-
rio Casimiro Perier.


(*) Entonces fue cuando una pluma femenina de las de
mas t a l e n t o , pero de las mas hos t i l e s , dio á Mr. Thiers
el mote de Mirabeau-mosca.




THIERS. 29


El Gabinete de 12 de Mayo fue de corla du-
ración, y Mr. Thiers \olvió á subir de nuevo al
pináculo ministerial. Verdaderamente ha nacido
Mr. Thiers eon buena estrella. Después de haber
sacado elementos de duración de los disturbios in-
teriores de su pais, á pesar de la impopularidad de
sus actos, merced á las dificultades esteriores llegó
á ser en estremo popular ; es que este personaje
maneja diestramente una cuerda que vibra siem-
pre en Francia. «Pío soy liberal, convengo en
e l lo , decia un dia á alguno, pero soy nacio-
nal, » y decia la verdad. Cualquier idea brillan-
te, feliz, cualquiera de esas ideas que despiertan
en el corazón de las masas las mas ardientes sim-
patías, que dan nueva vida á un nombre, que
impiden que se gaste , y hacen dar carta blanca
á un hombre de Estado ; en cualquiera parte que
esta idea exista , seguro es que Mr. Thiers estará
alli á propósito para husmearla, apoderarse de
ella, conservarla en reserva, y realizarla con atre-
vimiento y oportunidad. <¡ Quién ha vuelto á co-
locar la estatua de Napoleón sobre la columna?
Mr Thiers. ¿Quién ha acabado el Arco de triunfo
de la Estrella? Mr. Thiers. ¿Quién ha dado el
último golpe á las pretensiones del bonapartismo,




3 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


arreglando con su propia mano esa grande escena
fantástica y patriótica intitulada: La traslación
de las cenizas del Emperador ? ¿ Quién ha apro-
vechado las circunstancias para arrancar á la des-
confianza de los partidos, una estensa é importan-
te medida, mal presentada en otro t iempo: la
fortificación de París? Mr. Thiers. ¿Quién reasu-
me en sí mismo en el mayor grado el carácter
francés con sus cualidades y defectos; vivo, atre-
vido, emprendedor, pronto á contestar, fecundo
en recursos, proteo en caso necesario, franco,
solapado, y distraído á un mismo tiempo, un
poco hablador? Mr. Thiers también, ¿Cómo es
posible que un hombre semejante no esté á la
altura de todas las situaciones?


Pero el horizonte se oscurecía; los pueblos
parecía que iban otra vez á descender á la are-
na. Sabidas son las consecuencias del tratado de
15 de Ju l io , cómo cavó el Ministerio de 1.° de
Marzo, y en qué situación se encargó Mr, Gui-
zot de formar el Gabinete de 29 de Octubre. (*)
Mr. Thiers tuvo en su mano el manifestar en el
esterior un grande acto de enerjía, y le dejó es-


(*) Véase la biografía de Mi-. Gnizot.




THIERS. 31


capar. Si la Cámara hubiera sido convocada al
estampido del cañón de Beyrouth, nadie puede
prever cual hubiera sido su resolución: cuando
Mr. Tliiers quiso obrar, ya no era tiempo.


Mr. Thiers , vuelto á la tranquilidad de la
vida privada , se ha ocupado nuevamente de sus
estudios literarios, y está preparando los mate-
riales de una historia de Florencia, y acabando
la del Consulado, que el mundo literario espera
con impaciencia.


La Francia, en medio de su grandeza, debia
sufrir uno de aquellos golpes inesperados , que
trastornan los planes mejor combinados, y espo-
nen los reinos á grandes desastres. La repentina
muerte del Duque de Orleans, acaecida el dia 13
de Julio de resultas de una caida por haberse
desbocado los caballos de su carruaje en el cami-
no de Neulli, llenó de luto á la Francia. Las
Cámaras no estaban reunidas, y no habia ley
alguna que fijase el orden que debia observarse
en la Rejencia, en el caso de la muerte del Rey.
El Gobierno convocó las Cámaras y presentó un
proyecto de ley sobre el particular, y en la dis-
cusión solemne y grandiosa á que ha dado lugar
en la Cámara, Mr. Thiers , á pesar de estar




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


en las íilas de la oposición , pronunció un magní-
fico discurso apoyando el proyecto del Gobierno,
y dando en ello una prueba evidente de la rec-
titud de sus principios conservadores, en cuanto
puedan tener relación con la conservación del or-
den interior de la Francia. Su notable discurso
terminó con los párrafos siguientes :


«Por mi parte no veo, repito, sino la con-
trarevolucion detrás. Delante veo un abismo ; me
quedo, pues, en el terreno en que la carta nos
ha colocado. Suplico hoy á mis amigos que ven-
gan á hacer un trabajo de hombres que saben
edificar, y no un trabajo de hombres que solo
saben demoler. Entiéndase que no hago aplica-
ción á nadie en particular. Invito á mis colegas
á que hagan conmigo lo que por primera vez hace
cincuenta años practica la oposición, no ale-
jarse de un Gobierno porque baya podido errar,
sino adherirse á é l , no en proporción de sus fal-
tas , sino de la necesidad que tiene de poseer
hombres que le inspiren confianza.


« Hé aqui lo que la mas pura , la mas sin-
cera convicción me ha dictado. Las palabras que
acabo de pronunciar me lian costado mucho, y
ine costarán todavía al bajar de esta tribuna.




THIERS. 33


«Pero me he propuesto en todas las épocas de
mi' vida , y espero que cumpliré mi promesa, no
humillar nunca mi razón ante ningún poder, cual-
quiera que sea su naturaleza y su oríjen, y mar-
char siempre con la frente elevada, como un
hombre que hasta lo último tiene el valor de ma-
nifestar su pensamiento , por desagradable que
sea.»


¡No ha faltado quien haya dicho que su prin-
cipal objeto en obrar asi, ha sido el granjearse la
amistad del Rey ; pero de todos modos el discur-
so á que nos hemos referido, liará siempre honor
á su ilustración y á su rectitud.


Tal es en resumen la esposicion fiel é imparcial
de la vida pública de Mr. Thiers. Su vida priva-
da ha sido blanco de toda especie de malévolas
insinuaciones que no repetiremos, pues como he-
mos dicho, escribimos biografías y no libelos.
Mr. Thiers puede ser un hombre de Estado mas
ó menos voluble, mas ó menos imperfecto; pero
le creemos hombre de moralidad y de honor : hay
cualidades tan elevadas, que escluyen necesaria-
mente ciertos vicios de baja ley. Los gustos lite-
rarios y artísticos bien conocidos de Mr. Thiers,
el carácter, sino siempre metódico, siempre ele-


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


vado por lo menos de sus concepciones políticas;
hasta la misma incuria con que se dice cuida de
sus negocios domésticos, responden suficiente-
mente á todas las acusaciones de rapacidad y de
ajiótaje que tan lijeramente le hicieron en otro
tiempo.


En resumen, Mr. Thiers como periodista , supo
desde un principio colocarse en un sitio aparte
entre las ilustraciones de la imprenta ; como his-
toriador, lia escrito un libro que se lee siempre
con gusto, y que quedará; como Diputado, aun-
que desprovisto de todas las cualidades físicas
tan necesarias para el orador, ha conseguido ven-
cer á la naturaleza, se ha formado un estilo que
le es propio, y se ha elevado muchas veces á la
mayor elocuencia; como Ministro ha gobernado
el timón en los tiempos mas tempestuosos, y ven-
cido los escollos, no sin valor ni habilidad. Tí-
tulos son estos seguramente para obtener la con-
sideración pública.


Si se nos pide ahora que trazemos claramente
la línea política de Mr. Thiers, contestaremos que
es cosa bastante difícil por no decir imposible.
No se encuentra en é l , en efecto, la personali-
dad permanente y fuertemente pronunciada de




THIERS. 35


MM. Garnier-Pajes, Guizot ó Berrier; en Mr. Thiers
hombre de Estado, hay innumerables contrastes
y discordancias; hay el hombre de los pueblos
y el hombre de los Reyes, el redactor del Nacio-
nal y el defensor de las leyes de Setiembre, el
Tribuno y el Ministro; hay en él lójica y con-
fusión, vacilación y audacia, cualidades del águila
y del camaleón. Por lo mismo dijimos al empezar
que contaríamos á Mr. Thiers , pero que no le
esplicariamos.










MOHAMMED-ALY o
É


IBRAHIM-BAJA.


(PRIMERA PARTE.)


Las provincias del Imperio Otoma-
no que hablan el á r a b e , hacían votos
por un gran c a m b i o , y aguardaban
un hombre.


Memorias de Napoleón, espedieion
de Ejipto, t . I, paj . 301.


De dos siglos á esta par te , desde Solimán, el


islamismo desbordado por tanto t iempo, se habia


(*) Mehemet es el nombre t u r c o , y Mohammed el árabe.
Aunque el Vi rey es turco de o r i g e n , como el Ejipto es un
pais de lengua árabe, y como la dinastía que al parecer
está destinado á fundar, solo puede apoyarse en la raza ára-
be , -por eso usamos el nombre de Mohammed, c o m o lo han
hecho varios autores.




.2 PERSONAJES CELEBRES.


replegado sobre sí misino; la Rusia , incendian-
do la flota turca en el Tschesmé, iba á entrar
en ese camino de usurpación, qué desde entonces
no ha cesado de seguir bajo todas las formas, y
el Imperio Otomano, viejo precoz, enervado por
haber abusado de su fuerza, desfallecía estéril, o'
principiaba riias bien su larga agonía, cuando en
aquel mismo año climatérico de 1769, que he-
mos visto ya tan fecundo para el Occidente, en
el momento mismo en que nacia en upa pequeña
Isla del Mediterráneo el hombre destinado á arro-
jar , corriendo al Ejipto, el primer jérmen de vida,
en una aldea ignorada de la Macedonia veia el
mundo por primera vez al que habia de ser la
continuación de Bonaparte, y seguir las huellas
de otros dos Macedonios, Alejandro y Ptlomeo.


Ese soldado oscuro, que desembarcó solo y
desnudo hace cuarenta años en la playa de Abu-
k i r , es el que concentra en el dia sobre sí las
miradas de la Europa entera; en los pliegues de
su caftan tiene la paz ó la guerra ; el mundo es-
pera, y tal vez va á darle, una guerra encarnizada,
universal, interminable.


Esta sola posición, aunque fuese fortuita, bas-
taría para asegurarle en la histoiia una gran pajina.




MOHAMMED-ALY. 3


Añádase ademas que para llegar á tal punto, este
hombre, acaso el primer musulmán hijo de sus
obras , ha desplegado, él solo, mas audacia, mas
astucia , mas prudencia y mas enerjía, que los mas
diestros políticos de Oriente. En cuanto á disimu-
l a r , esperar y obrar á tiempo; en cuanto á des-
truir á sus enemigos los unos por los o t ros ; en
cuanto á dirijir ó frustrar una conspiración ; en
cuanto á enredar ó desenredar la embrollada trama
de una intr iga, ese Luis XI circuncidado, que
á la edad de 46 años no sabia leer , hubiera po-
dido dar lecciones á Pisistrato; á Filipo de Ma-
cedonia , á Fiesque , al cardenal de Retz, y á todos
los grandes astutos de los antiguos y modernos
tiempos. (Jyendo leer un dia una traducción de
Maehiavelo, esclamó: «Los turcos saben mas.»
Solo él tenia derecho para decirlo. Una vez lle-
gado al mando ha cambiado de papel, ó mas
bien ha acumulado dos papeles; la zorra se ha
puesto la piel del l eón ; ha sido conquistador,
creador, administrador y organizador; en aquella
vieja tierra de los Faraones, donde tres mil años
hace se han ido sobreponiendo veinte pueblos unos
tras otros, por capas de opresores y oprimidos,
no hay va mas que subditos y un Señor; opre-




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


sores y oprimidos, todos se han sujetado á una
misma mano, y esta mano de hierro les ha obli-
gado á marchar con un paso igua l , y á contri-
buir al mismo objeto; el Ejipto entero se ha en-
carnado en un hombre, que ha sido el único
propietario, el único agricultor , el único merca-
der , el único fabricante ; nadie mejor que él puede
decir: El Estado soy yo. Para aumentar y corro-
borar su poder , necesitaba d inero , y lo tuvo;
á un suelo cultivable de 1,000 leguas cuadradas,
que apenas producía con qué mantener á una
población indolente, le ha arrancado hasta 320
millones de reales de renta ; necesitaba marina, é
improvisó u n a ; destruida esta, creó otra mas her-
mosa que la primera; necesitaba ejército, y con
miserables Fellahs (*) que los Turcos no querían
emplear para palafreneros, ha formado soldados
que vencen á los Turcos; ha añadido á su pe-
queño reino, la Núbia, la Arabía, la Siria, y ha
hecho de él un Imperio como dos veces la Francia.


Con su inconcebible actividad , ha tenido tiem-
po y fuerzas para vijilar los mas diminutos deta-
lles de la inmensa obra que emprendía ^ha tenido
necesidad de reanimar, de resucitar á un pueblo


<*) Camppsinos cjipcios.




MOHAHMED-ALY. ¿


á pesar suyo, de luchar sin tregua , en el interior,
contra las costumbres, los usos arraigados, las re .
pugnancias instintivas, los complots, las celadas;
en el esterior, contra la mala voluntad , las intri-
gas ocultas y las agresiones abiertas; vijilar siem-
pre , estar siempre en guardia, destruirlo todo
con una mano y rehacerlo todo con la otra. Se-
guramente, si este es , valiéndonos de la espresion
de Lamart ine, un aventurero, ese aventurero se
parece mucho á un grande hombre.


Felizmente para el hombre y para su obra no
le han faltado los instrumentos: aquella cabaza
hábil ha encontrado un brazo vigoroso, intelijen-
t e , victorioso y adicto; ese brazo que fue siem-
pre un auxilio y jamás un obstáculo, es (cosa
rara ea todas partes y principalmente en Oriente)
su hi jo, su inmediato sucesor, Ibrahim-Bajá.
Nacido con las pasiones fogosas y el intratable
orgullo de un turco , Ibrahim se ha sujetado él
mismo, y durante veinte años se ha'formado y
dulcificado en la ruda escuela de la guerra. Un
francés (*), un veterano de sus ejércitos, inició


Cl El Capitán Seve , Sol imán Bajá, mayor general en
el diá del ejército e j ipc io , y u n o de los mas eminentes co -
laboradores de Mohammed-Aly.


/
5




6 PEBSOHAJES CÉLEBBES.


á aquel jénio inculto en Jos recursos de la táctica;
y en el dia por su heroico valor , por su superio-
ridad mi l i ta r , por la sencillez de sus modales,
por su espíritu de justicia severa pero imparcial
que le caracteriza, ha sabido Ibrahim hacerse ado-
rar de sus soldados. Cuando en un dia de batalla
atraviesa las filas, y con voz fuerte y sonrisa sar-
dónica, que parece desafiar el peligro, les dice
sus palabras acostumbradas: «Jah! volete! afe-
rim! Vamos, muchachos, valor! » aquellos ára-
bes dejenerados, se levantan y marchan al enemi-
go como en los tiempos de Saladino.


Mas todavía: cuantos han visto de cerca á
íbrahim-Bajá convienen en que para dar muestras
de su jénio político, solo le ha faltado la ocasión:
la sutileza y vivacidad de su espíritu, la estension
de sus conocimientos, la exactitud de sus miras,
su afición decidida por la agricultura, principal
fundamento de la prosperidad delEj ip to , y que
tal vez Mohammed-Aly ha sacrificado en demasía
á la industria ; sus simpatías mucho mas pronun-
ciadas que las de su padre por la raza árabe , á
la cual ha rejenerado con un bautismo de fuego,
todo hace esperar, que el cetro del Bajá-Rey pasará
á manos dignas de empuñarlo.




JIOHAJVIMED-ALY. 7


¿ Pero esta creación, milagrosa , si se atiende
á la rapidez con que ha salido de la n a d a , es
bien sólida , es bien completa, está bien asenta-
da? ¿Presenta bajo todos aspectos garantías su-
ficientes para el porvenir? Narradores imparciales,
hemos tenido precisión de beber en todas las fuen-
tes para encontrar la verdad; y reuniendo en esta
doble biografía los principales hechos de la vida
de dos hombres superiores, que no pueden se-
pararse, hemos debido estudiar seriamente la obra
fundada por el uno, y sostenida por el otro. Di-
remos algunas palabras sobre esta obra: hay en
ella elementos de duración, pero los hay también
de muerte: los indicaremos con igual franqueza.
No disimularemos ni nuestras antipatías hacia la
tendencia opresiva y egoísta de Mohammed-Aly,
ni nuestra admiración por las grandes cosas que
ha hecho , ni nuestro profundo convencimiento
de que están interesados el honor y los intereses
de la Francia en defender con sus a rmas , si pre-
ciso fuese, y ayudar con sus consejos, y hasta
algunas veces con sus reconvenciones, á un Im-
perio naciente, unido á ella por mas de un vín-
culo, y donde parece haberse refujiado cuanta fuer-
za y vitalidad musulmana quedan en Oriente,




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mohammed-Aly nació, como hemos dicho, en
1769 , en la Cávala, pequeña ciudad fronteriza de
la Romelía , antigua Macedonia. Su padre, Ibra-
him-Agá, turco de nacimiento, era jefe de la guar-
dia encargada de la seguridad de los caminos, i n -
festados frecuentemente por las hordas de bandidos
Thesalianos ; sus" funciones eran pues semejantes
á las de un capitán de jeudarmes. Ibrahim-Agá
era pobre y tenia una numerosa familia, com-
puesta, según creemos, de diez y seis hijos, de
los cuales era el mas pequeño y mas querido Mo-
hammed-Aly. Cuando murió su padre , el niño,
joven todavía , quedó al cuidado de su tío Tous-
soun-Agá, el cual fue decapitado por orden de la
Puerta , de modo que Mohammed-Aly iba á quedar
huérfano y sin apoyo, cuando el Tchorbadgi, go-
bernador de la Cávala , antiguo amigo de sus pa-
dres , le recojió en su casa, y le hizo educar con
su hijo. Un comerciante de Marsella, establecido
entonces en la Cávala, Mr. Lion , seducido por
el talento y gallardía del joven Mohammed, le ma-
nifestó también un afecto paternal ; y tal vez pu-
diera atribuirse á estos primeros recuerdos de la
niñez, la constante predilección del Virey por los
franceses. Mohammed después de su elevación no




M O H A M M E D - A L V . 9


(*) Historia del Bjipto, bajo el gobierno de Mohammed-
Aly, por Mr. Félix Mengin. /


se olvidó de su antiguo amigo de la Cávala, que
habia regresado á Francia , pero Mr. Lion murió
el mismo dia en que iba ó embarcarse en Mar-
sella. El Bajá envió á su hermana una suma de
40,000 rs. Si hemos de dar crédito á los historió-
grafos (*) de Mohammed-Aly, tuvo este desde su
niñez un presentimiento de su futura grandeza.
Habíale contado su madre, que cuando le lleva-
ba en su seno, tuvo un sueño, que le esplicaron
unas j i tanas , anunciándole que el niño que habia
de parir , llegaría al colmo del poder. El joven
Mohammed-Aly se impresionó con aquella narra-
ción; agolpáronse en su cabeza ideas confusas de
dominación, y á los 15 años ya buscaba con ar-
dor la ocasión de distinguirse. Cierto dia, los habi-
tantes de una aldea inmediata á la Cávala se nega-
ron á pagar las contribuciones. El Tchorbadgi no
sabia cómo obligarles á verificarlo. « Dadme seis
hombres, le dijo Mohammed-Aly, y yo me encar-
go délo demás. » Admirado el Gobernador le con-
cedió lo que pedia; Mohammed-Aly pasó con su
tropa á la aldea, entró en la mezquita, y mien-
tras rezaba, envió á buscar á los cuatro principales




1 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


habitantes bajo el pretesto de asuntos importan-
tes. Llegaron estos sin ningún recelo, y Moham-
med-Aly al punto los hizo prender y amarrar , y
los condujo á la Cávala por entre los clamores y
persecuciones de la población, á la cual contuvo,
amenazando matar á los presos. Este acto de atre-
vimiento , que proporcionó el cobro del impuesto,
gustó tanto al Tchorbadgi, que manifestó su agra-
decimiento á Mohammed-Aly, haciendo que se ca-
sara con una parienta suya, bastante r i c a , y de
quien acababa de divorciarse ; Mohammed-Aly
tuvo de ella tres hijos, Ibrahim, Toussoun é Is-
mail. El primero, Ibrahim, nació en 1789, vi-
viendo aun el primer marido de su madre , y esto
es lo que ha hecho creer á muchos que solo era
hijo adoptivo de Mohammed-Aly. Después de su
casamiento, teniendo el joven Romeliota afición
al comercio, se dedicó al tráfico del tabaco ; hizo
buenos negocios, y ha conservado siempre esa
propensión mercantil que dá á su fisonomía his-
tórica un carácter particular.


El ejército francés ocupaba el Ejipto, y la Puer-
ta se armaba por todas partes; el Tchorbadgi de
la Cavaja recibió orden de dar su continjente, y
formó un cuerpo de 300 hombres, mandado por




MOHAMMED-ALY. 11


el jóveu Aly-Agá, su hijo , al cual agregó, como
una especie de Mentor , á Mohammed-Aly. Los
voluntarios macedonios tuvieron muchas dificulta-
des para reunirse á la flota turca que les esperaba
en la rada de Marmarizza; por último se dirijieron
á Ejipto; los Turcos se reunieron en el mar á la
escuadra inglesa; se aproximaron á Abuki r , y
Mohammed-Aly, desde su primer paso en aquella
t ierra , que ya no habia de dejar, tuvo que sos-
tener un rudo choque con el general F r i an t , que
intentó, aunque en vano , oponerse al desembar-
co. Fue la acción tan reñida, que disgustado de
su nuevo oficio el joven Aly-Agá, desapareció de
repente, y regresó donde estaba su padre, dejando
el mando de aquella jente á Mohammed-Aly, que
tomó el título de byn-bachi, coronel.


Sabido es cómo dieron lugar á la capitulación
de Alejandría y á la evacuación díl Ejipto, el ase-
sinato de Kléber, el abandono de la Francia, y
la incapacidad de Menou. Antes de pasar adelante,
y para apreciar mejor la marcha que siguió Mo-
hammed-Aly , conviene echar una ojeada sobre el
estado del pais después de la salida de las tro-
pas francesas.


Nadie ignora que Selim I I , al apoderarse en




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


1512 del Ejipto, independiente hasta entonces de
los Otomanos , dejó subsistir la aristocracia de los
veinte y cuatro beyes mamelucos (*); que aquella
aristocracia duró hasta la espedicion francesa , y
que de consiguiente, la Puerta nunca ha ejercido
sobre el Ejipto mas que una autoridad nominal, re-
presentada por un Bajá sin poder, insultado, ar-
rojado, depuesto y reemplazado según se quería.


Aquellos Mamelucos, tiranos feudales, reyes
á caballo, milicia brillante y guerrera que vivía
y moría estraña al pais que oprimía, fueron diez-
mados por Bonaparte, y arrojados hasta el desierto.
Después de la salida de los franceses, volvieron
mas débiles, pero no con menos sed de recobrar
su poder. De los dos jefes que los dirijian al com-
ba te , el mas valiente, Murad-Bey, su Áquíles,
aquel enemigo leal que admiró á Napoleón, y
lloró á Kléber , acababa de morir en la provincia
de Girgeh, legando su poder á dos beyes de su
familia (**),Mohammed-el-Elfy,y Osman Bardissy.


(') Mamluk, significa hombre comprado. Aquel cuer-
po se reclutaba esclusivamente entre los jóvenes esclavos
Circasianos y Georgianos , á quienes educaban sus señores
y á los cuales trasmitían su poder.


(**) Cada uno de los veinte y cuatro beyes tenia bajo
sus órdenes un mayor ó menor número de Musulmanes que
formaban su servidumbre; los qne mas se distinguían eran




MOHAWMKD-ALY. 1 3


Quedaba Ibrahim-Bey, el Fábio cunctator de los
Mamelucos; pero Ibrahim era viejo, sus fogosos
compañeros se avenian mal con aquella prudencia,
mas circunspecta cada dia con la edad, la influen-
cia de aquel jefe era casi nula, y todo el cuerpo
estaba en completa anarquía. Tratábase sin em-
bargo de luchar contra la Puerta, que se preparaba
á aprovecharse de la retirada de las iropas france-
sas para recuperar, de una vez para siempre, el ce-
tro arrancado de sus manos ; había principiado
por prohibir la importación en Ejipto de los Cir-
casianos ó Georgianos, y de este modo habia dado
un gran golpe á aquella milicia enemiga, impi-
diendo que reparase sus pérdidas; después habia
enviado á Ejipto al Gran Visir encargado de ins-
talar al nuevo Bajá, y de sostenerlo con el auxilio
de las partidas levantadas en todos los puntos
del Imperio, y principalmente con el de un cuerpo
de 4,000 Albaneses, soldadesca indisciplinada, dis-
puesta siempre á sublevarse. El Almirante turco,
antes de abandonar el Ejipto, habia principiado


ascendidos á la dignidad de Kachefs, lugar-tenientes, ó be-
yes. Al t iempo de m o r i r , el gefe nombraba con frecuen-
cia su sucesor , que era entonces propietario de toda su
servidumbre. Hay mucha relación entre un bey Mameluco
y un gefe Germano rodeado de sus deudos.




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


las hostilidades, llamando á la traición en su
ayuda; habia convidado á los Mamelucos á una
fiesta sobre el lago de Abukir, y les habia hecho
fusilar en una barca. Mohammed-Bey-el-Elfy se
habia refujiado á Inglaterra; Osmar Bey Bardissy
se habia defendido como un león, y se preparaba
para vengarse de aquella celada. El nuevo Bajá
Mohammed-Kosrew, acababa de ser instalado en
el Cairo; los Albaneses principiaban á amotinar-
se pidiendo su salario; los habitantes, vejados y
saqueados, se alborotaban alrededor de la mez-
quita de El-Azah (*). Por todas partes reinábala
ajitacion, y entretanto el oscuro byn-bachi Moham-
med-Aly, á quien hemos dejado á la cabeza de
sus 300 Romeliotas, se reia interiormente y no
se proponia nada menos que deshacerse de los
Turcos con el auxilio de los Mamelucos, de estos
con la ayuda de los Albaneses, para diezmar al
fin á los Albaneses, y pasar de la nada al estado
de dueño absoluto.


Habia principiado por estar bien con el Bajá,
que le profesaba grande amistad, le habia nombrado
saré-chesmé (jeneral) y agregado á su corte, ele-


(*) Sit io en donde se formaban comunmente en el Cairo
las reuniones populares y las sediciones.




M O H A M M E D - A L Y . 15


vándolo al empleo de confianza de tufe?idji-bachi
(porta-carabina). La sedición sin embargo seguía
adelante, y Mohammed-Aly no era estraño á ella.
Los Albaneses se apoderaron de la ciudadela;
Mohammed-Kosrew llegó á Damieta con sus tro-
pas; un jefe de los amotinados, Taher-Bajá, quiere
aprovecharse de la ocasión para usurpar el poder,
y es asesinado por dos byn-bachis turcos ; un nue-
vo jefe, Ahmed-Bajá, intenta hacerse nombrar go-
bernador , y Mohammed-Aly se niega á reco-
nocerle. Los Mamelucos se aproximan al Cairo,
Mohammed-Aly se une á ellos en Gyzeh y les
entrega la ciudad. En el intervalo Mohamraed-
Kosrew, creyendo apaciguada la sedición, se pre-
para á volver á su puesto; encuentra en el cami-
no á 10,000 Albaneses y Mamelucos con su fiel
Tufendji-Bachi que le ataca, le dispersa, le en-
cierra en Damieta, le sitia , le prende y le vuel-
ve á llevar prisionero al Cairo, y finalmente le
echa del Ejipto. (*)


Al saber la Puerta aquellos sucesos, fiel siem-
pre á su respeto por los hechos consumados, se ha-


(*) Este mismo K o s r e w , luego Scraskier en Constanti-
n o p l a , primer ministro de la Puerta Otomana después de
la muerte de M a h m o u d , y recientemente des t i tu ido , es el




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


bia contentado con enviar de Constantinopla un
nuevo Bajá, Aly-Gezairly, que acababa de desem-
barcar en Alejandría, llevando consigo 1,000 hom-
bres de tropa. Este Bajá se dirijió al Cairo y envió
un emisario á los Mamelucos, proponiéndoles tra-
tar con ellos: pero sabiendo estos que el Bajá
trataba por bajo mano de desunirlos y separarlos
de los Albaneses, marcharon contra él. Aly-Bajá-
Gezairly tuvo la imprudencia de separarse de sus
tropas, y de ir solo á la tienda de Osman-Bey-
Bardissy, que le hizo matar.


Desde aquel momento parecía que los Mame-
lucos nada tenian que temer , pues eran dueños
del Cairo y del Ejipto. Kosrew, el Bajá depuesto,
á quien aun no habían hecho embarcar, estaba
encerrado en la ciudadela; el Gobierno se hallaba
en manos del anciano Ibrahim-bey y de Bardissy.
A este ú l t imo, joven activo é influyente, le hu-
biera sido fácil apoderarse del poder y conser-
varlo ; pero era fogoso, presuntuoso, distraído
y tenia á su lado un amigo íntimo, cuya influencia
esperi mentaba y que se preparaba tranquilamente


que s iempre se ha mostrado encarnizado enemigo del Vi-
rey , al cual jamas ha perdonado que se hubiese burlado
de él de aquel modo, y héchole servir de escalou para su
elevación.




MOHAMMED-ALY. 17


para derribarlo. Este amigo era el mismo que le
había abierto las puertas del Cairo, eraMohammed-
Aly. El ambicioso Macedonio, aunque uo había
leído todavía á Maquiavelo, sabia de memoria el
adajio : «desde el momento en que los que gobier-
nan son odiados, sus adversarios no tardarán en
ser admirados^ y obraba en consecuencia; prime-
ramente fomentaba los celos de Bardissy contra el
Elfy, otro jefe Mameluco que, como hemos dicho,
pasó á Inglaterra, y que acababa de volver á Ejip-
to con brillantes promesas del Gabinete de Lon-
dres: nuevo pretendiente, con el cual Mohammed-
Aly tendrá que habérselas mas adelante. El Elfy
es atacado traidoramente por Bardissy y se vé
precisado á refujiarse en el alto Ejipto. Al mismo
tiempo murmuran los Albaneses y se sublevan


/ pidiendo ocho meses de sueldo; Bardissy ago-
viado sigue las inspiraciones de su amigo, el cual
le manifiesta que sin dinero no responde ya de
sus soldados, y entonces llovieron impuestos y
contribuciones sobre aquel desgraciado país , ago-
tado por eternas guerras. Cada dia era señalado
por un nuevo vejamen; nadie se libraba de la
rapacidad del fisco; nadie, ni aun los mismos
francos , á pesar de las enérjicas representaciones




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


de sus cónsules, que abandonaron el Cairo y se
retiraron á Alejandría. Al fin, el pueblo indig-
nado se sublevó, llenóse la mezquita de El-Azahr,
pasó allí solo el solapado Mohammed-Aly , se avis-
tó con los Ulemas y los Cheiks, les dirijió pa-
labras de consuelo, se indignó de las medidas
opresoras de Bardissy, les prometió hacer uso de
su iuílueucia en defensa de sus derechos, y cuando
estuvo bien seguro de haberse captado su afecto,
se decidió á quitarse la máscara. El 12 de Marzo
de 1804 convocó sus Albaneses, y cercó de im-
proviso la casa de Bardissy, después de haber
sobornado de antemano á la mitad de los soldados
que la defendían. Sorprendido el jefe mameluco
se escapó en medio del tiroteo, y abandonó el
Cairo para no volver m a s ; Ibrahim, su colega,
atacado por otro lado, huia igualmente, y la
ciudad quedó en poder de Mohammed-Aly y de
sus tropas. El mercader de tabaco de la Cávala
habia andado ya mucho camino, el poder esta-
ba á su aleance, la ocasión era seductora , pero
conocía demasiado su situación para dejarse arras-
trar irreflexivamente. En verdad los Turcos no
eran ya temibles, y los Mamelucos estaban dis-
persos, pero estos dos enemigos podían reunirse




M 0 H A M 5 1 E Ü - A T J Y . 19


para acabar con é l ; ademas su popularidad era
aun muy reciente, y no era fácil dirijir á los Alba-
neses. Habia entre ellos jefes ambiciosos que hubie-
ran visto con disgusto su repentina elevación; estos
jefes eran todavía demasiado temibles para que se
les pudiera alejar; en una palabra, no habia lle-
gado aun el momento. Mohammed-Aly difirió sus
proyectos; finjió querer volver el vireinato á su
antiguo protector Kousrew, prisionero en la ciu-
dadela; los jefes Albaneses se opusieron, y Moham-
med-Aly cedió sin hacerse de rogar mucho. Kous-
rew fue conducido á Rosetta y embarcado para
Constantinopla. Se hizo creer á los Chéiks que
se habia recibido de la Puerta un firman que ele-
vaba á la dignidad de Virey á Kourschyd-Bajá,
Gobernador de Alejandría, personaje débi l , in-
deciso , incapaz de hacer frente á las dificultades
del momento, y que por lo mismo convenia mu-
chísimo á Mohammed-Aly.


El Diván de Constantinopla, como de costum-
bre , aprobó aquel nombramiento. Kourschyd-Bajá
llegó al Cairo; su posición era insostenible, pues
tenía que principiar sujetando á los Mamelucos,
que reunidos alrededor de la ciudad, intercep-
taban las comunicaciones, echaban á pique loy^T" 3 ¿ ¿ / ¿ v


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20 PERSONAJES CELEBRES.


barcos cargados de comestibles, atormentaban con
el hambre á la población , é intentaban cada día
nuevos ataques; el Virey no tenia mas apoyo con_
tra ellos que Mohammed-Aly y sus Albaneses , y
aquella soldadesca desenfrenada se amotinaba á
cada triunfo que obtenia, y con sus exijencias le
obligaba á hacerse odioso, estrujando á los habi-
tantes Informada la Puerta de sus conflictos, le
envió un cuerpo de caballería Delhis (*) para
ayudarle á mantener el o rden; Moharnmed-Aly
que estaba entonces sitiando á los Mamelucos
en Minien, al saber la llegada de aquellas tropas,
y desconfiando de las intenciones del Virey/aban-
donó el sitio y volvió repentinamente al Cairo
con su ejército; Kourschid Bajá mandó á los Delhis
que le cerraran el paso, pero Mohammed-Aly hábil
en el arte de persuadir á los soldados, entró en
razonamientos con ellos, les indieó que sus inte-
reses eran comunes y que solo iba á reclamar las
pagas de sus Albaneies; ganó á los jefes con
regalos y á los soldados con promesas; en uua
palabra , las dos fuerzas fraternizaron , Delhis y
Albaneses entraron juntos en el Cairo , y las se-
diciones volvieron á empezar de nuevo mas vivas


(*) Voluntarios Sirios.




MOHAMMED-ALY. '¿I


y frecuentes que nuuca. Se necesitaba dinero, y
no liabia dinero ; la percepción del impuesto en
las campiñas , desoladas por los Mamelucos y por
nubes de Árabes del Desierto, se habia hecho
imposible: la administración estaba completamen-
te paralizada , los soldados saqueaban las casas y
se entregaban á toda clase deescesos. Mohammed-
Aly, fiel á su sistema cauteloso, daba por bajo
mano rienda suelta á sus Albaneses: íinjiendo con-
tenerles , hacia que ellos le arrestasen, les cal-
maba, les arrojaba oro y les volvía á enviar al
Bajá. Sabiendo apreciar el poder moral del clero
en un país donde las ideas relijiosas están en
toda su fuerza , se mostraba ríjido observante de
los preceptos del Coran, visitaba á los Cheiks y
á los Ulemas, se compadecía de la miseria del
pueblo, y aumentaba cada día su influencia. La
Puerta , sabiendo sus manejos y descubriendo en
él un hombre que podía llegar á ser peligroso>
le habia dirijido un firman en el que, colmándole
de elojios, le invitaba á él y á los demás jefes
Albaneses á regresar á sus hogares. «¿ Podréis
negaros , decia el patético firman, á regresar al
seno de vuestras familias que os tienden los bra-
zos?» Mohammed-Aly, por sondear la opinión,




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


fiuje que obedece, vende su casa y hace sus pre-
parativos de marcha; las tropas se insurreccionan,
el pueblo se conmueve, Mohammed satisfecho
aplaca la sedición y se queda ; por ú l t imo, des-
pués de muchas semanas de continuos disturbios,
en una última insurrección, se reúnen los Cheiks,
y precedidos de Seyd-Oruar-Makram, jefe de los
Scheriífs (*), adicto desde mucho tiempo áMobam-
uied-Aly, se dirijen á la casa de este y le declaran
que no quieren ser gobernados va mas por ivours-
ehyd-Bajá y que están resueltos á deponerle. —
*-¿ Y á quién queréis confiar su autoridad ? les
preguntó Mohammed-Aly.— A vos mismo, por-
que sabemos que queréis el bien.» Mohanimed-
Aly rehusó modestamente, los Cheiks insistieron,
él cedió, le revistieron con una pelliza de honor
y le pasearon á caballo por toda la ciudad eu-
medio de las aclamaciones del pueblo. Furioso
Kourschyd-Bajá al saberlo, declara que es Virey
por el Sultán y que no consentirá en ser destituido
por Fellahs; consigue reunir J,S00 hombres de
tropas decididas, se encierra en la ciudadela y
principia ó bombardear la ciudad. La situación de
Mohammed-Aly se hacia peligrosa; los Mamelucos,


(?) La primera autoridad reüjio&a del Cairo.




-MOHAMMED-ALY . 23


sabedores de los sucesos, se habían aproximado
al Cairo y proponían á Kourschyd-Bajá el reunirse
contra el enemigo común. Dos jefes albaneses in-
fluyentes negaban su adhesión, era preciso no
perder tiempo ; Mohamined fuerte con la decisión
de los Cheiks y de una parte de los Albaneses,
subleva al pueblo y le conduce armado alrede-
dor de la ciudadela; al mismo tiempo hace que
el Consejo de los Cheiks despache un correo á
Constantinopla, reclamando el asentimiento de la
Puerta á los votos del Ejipto. Pronto rompió un
fuego muy vivo por ambos lados; de repente los
artilleros de Mohammed-Aly se paran, abandonan
sus piezas, y declaran que no maniobrarán sin
que antes se les haya pagado su sueldo; la si-
tuación era apremiante; el nuevo Bajá con sus
numerosas prodigalidades de los dias anteriores
liabia agotado completamente sus recursos; en su
apuro se decidió á dirijirse á un comerciante fran-
cés establecido en el Cairo, que le prestó 10 bol-
sas (10,000 r s . ) Esta cantidad sirvió para apaci-
guar á los amotinados, y pudo continuar el sitio
de la ciudadela. Aquel pequeño servicio hecho en
un momento tan decisivo , no ha dejado tal vez
de tener influencia en la elevación de Mohammed-




24 PERSONAJES CELEBRES.


Aly. (*) Por fin el 9 de Julio de 1805, llegó de
Constantinopla un Capidjy-bachy (oücial encar-
gado de los íirmanes de la Puer ta) , y puso tér-
mino á la lucha. Acompañábale el Selikdar del
Gran Visir, encargado de tomar un conocimiento
exacto del estado de los negocios. Leyéronse en
presencia de los Cheiks reunidos los despachos,
en los cuales se conferia á Mohammed-Aly el título
de Gobernador del Ejipto, del cual estaba ya en
posesión ^por la voluntad de los TJlemas y del
pueblo; y se mandaba á Kourschid-Bajá que aban-
donase la ciudadela y pasase á Alejandría á es-
perar las órdenes del Sultán.


La Puerta, á pesar de esta formal manifesta-
ción, distaba mucho de ser favorable á Mohammed-
Aly. En efecto, pronto llegó á Abukir el Capitan-
Bajd con una escuadra y 2,000 hombres de tropa.
Envió al Cairo un nuevo firman, en cuya virtud
Mohammed-Aly estaba autorizado para gobernar


(*) El venturoso acreedor de Mohammed-Aly , en aquella
c ircunstanc ia , es el mismo Mr. Mengin , de cuyo libro
he sacado una parte de este relato. Parece que la Francia
h a y a sido llamada á presidir á los destinos del Virey. Uu fran-
cés proteje su in fanc ia , un francés le ayuda á apoderarse
del p o d e r , franceses son los que le hau ayudado á conso-
lidar ese mismo p o d e r , y tal vez será deudor á la Francia
de poderlo trasmitir á sus' hijos .




M O H A M M F . D - A L Y . 25


el Ejipto hasta que recibiese nuevas órdenes. Desde
entoaces todo fue disputable ; los Ingleses, que
veian de mal ojo plantearse una autoridad vigorosa
en una tierra que codiciaban, intrigaban en Cons-
tantinopla, pintando con los mas negros colores
al nuevo gobernador, y abogando con calor por
el restablecimiento de los Mamelucos, que prome-
tían ser en adelante los subditos mas fieles de la
Puer ta ; los Ingleses hasta llegaban á amenazarla
con una invasión, que en efecto realizaron para ver-
güenza suya, como veremos mas adelante. Esta
mala voluntad de los Ingleses contra un Bajá cuyo
nombramiento debia haberles sido indiferente en el
fondo, se concibe fácilmente : el Bey Mameluco el
Elfy , á su salida de Londres , les habia prometi-
do entregarles los puntos del Ejipto en el caso de
que le ayudasen á recobrar su poder. Las intrigas
dirijidas contra Mohammed-Aly tuvieron un éxito
completo en la Puer ta , á pesar de les esfuerzos
del cónsul francés en Alejandría, Mr. Drovetti,
que defendió con calor á Mohammed-Aly ante el
Capitan-Bajá, y principió desde entonces las re-
laciones de buenos procederes que han unido siem-
pre á la Francia y al Virey. El l .° de agosto llegó
un nuevo Almirante Turco con 3.000 hombres




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


tropa, y uu tercer firman nombrando á Mohain-
¡ned-Aly Bajá de Salónica y mandándole abando-
nar el Ejipto sin dilación.


El astuto Bajá fli\jió obedecer, como lo tenia
de costumbre; convoco los Cheiks, les anunció
que iba á marchar, estos se opusieron y se apre-
suraron á redactar una acalorada representación
que enviaron á Constantinopla. Hizo reunir tam-
bién á todos los jefes del ejército, compuesto en
gran parte de Albaneses; les declaró que se some-
tía á la voluntad de la Puer ta , y todos á una voz
contestaron que se opondrían á su marcha. « Que-
réis, les dijo Mohammed-Aly, impedirme ejecutar
las órdenes que he recibido, y no sois bastante
fuertes para resistir si somos atacados. Vuestros
soldados viven en la indisciplina, persiguen á los
habitantes, y me acosan sin cesar pidiéndome su
sueldo. Si queréis que permanezca entre vosotros,
que sea vuestro fiel compañero de armas, como
siempre lo he s ido , jurad sobre el libro sagrado
del Coran que no me abandonareis, y que moriréis
si es preciso por la causa que defendemos.» A este
discurso los jefes conmovidos se levantan, juran
sobre el Coran, y para hacer inviolable aquel ju-
ramento, pasan todos uno en pos de o t ro , por




¡ U O H A J I l Y I E D - A L Y . 27


encima de un sable tenido por ambos estreñios pol-
ios dos mas ancianos. Era tan grande la influen-
cia de Mohammed-Aly, que aquellos soldados tan
codiciosos de ordinario , se imponen á sí mismos
una contribución, y entregan al Bajá 2,000 bolsas,
que este empleó en ganar á su favor los miem-
bros del Diván.


A medida que Mohammed-Aly se fortalecia en
el Cairo, los Beyes Mamelucos perdían terreno
para con el Capitan-Bajá. La Puerta les habia exi-
jido 1,500 bolsas y no habían podido reunirías;
Mohammed-Aly ofrece 4,000, y envía en rehenes,
como garante de su promesa , á su hijo Ibrahim
que acababa de hacer Venir de la Cávala; mediante
aquellas estipulaciones, el Capitan-Bajá se decidió
por último á dejar el Ejipto,- y el 12 de Octubre
de 1806 dio la vela para Constantinopla, lleván-
dose consigo á Un niño de 17 a ñ o s , que jamás
hubiera vuelto á ver á su padre, si la Puerta hubie-
se podido adivinar que era el futuro vencedor de
Konieh y de Nezib.


«El Ejipto, decia Mohammed-Aly en aquella
época, está en subasta ; el que dé mas dinero y el
último sablazo se quedará dueño de él. » El dinero
se encontró por medio de nuevos impuestos; y como




28 PERSONAJES C E L Í M K S .


el país estaba mas miserable que uuuca, los Cheiks
murmuraron: Moliammed-Aly se conformó en re-
ñir con sus antiguos amigos , hizo prender á los
unos, apalear á los otros , y Seid-Omar-Makram,
el principal elemento de su elevación, fue des-
terrado á Damieta. Faltaba dar el último sablazo.
Los Mamelucos cojidos yá una vez en una eelada
en que perdieron 80 de los suyos , ocupaban aun
todo el alto Ejipto; Mohammed»Aly reunió su
ejército y marchó contra ellos; pero tuvo preci-
sión de retroceder precipitadamente para oponerse
á nuevos enemigos. La Inglaterra habia declarado
la guerra á laPuerta y una escuadra de 25 velas aca-
baba de presentarse delante de Alejandría; la ciu-
dad habia sido entregada por traición, y los ingle-
ses marchaban sobre Rosetta; sabido es el fuerte
golpe que llevaron delante de aquella plaza, con qué
vigor les rechazó el Bajá á Alejandría y les obligó
á evacuar el Ejipto de tal m o d o , que un Bey Ma-
meluco decia candidamente; o que no se concebía
cómo europeos Iwbian podido dejarse vencen de
aquel modo por Turcos.» Hecho esto, Mohammed-
Aly volvió á los Mamelucos. Pero la Puerta estaba
decidida á no dejarle un momento de descanso;
liacia ya mucho tiempo que le instaba para que hi-




MOHAMMED-ALY. 2Í)


cíese marchar un cuerpo de tropas á la Arabia á
fin de libertar las ciudades Santas , ocupadas en-
tonces por los fVahabys. Estos Wahabys ó W a -
habytas, son Árabes cismáticos cuyo objeto es vol-
ver el islamismo á su pureza primitiva. Toman su
nombre del Cheik Mohammed-Ebn-Abd-El-AVa-
h a b , su fundador, especie de Lutero oriental, que
revolvió toda la Arabia con sus predicaciones y
murió en 1787.


Mohammed-Aly vacilaba en comprometerse en
una espedicion que podia ser larga y difícil, antes
de haberse desembarazado de sus mas peligrosos
enemigos, los Mamelucos. No pudiendo vencerles
por la fuerza, se determinó á acabar con ellos por la
traición. Los dos Beyes principales, Bardissy y el
•Elfy, acababan de morir casi simultáneamente, y
aquella oligarquía militar perdía con ellos toda uni-
dad de inspiración; Mohammed-Aly supo sembrar
hábilmente la discordia entre ellos Chahyn-Bey,
sucesor de Bardissy, fue ei primero á quien sedu-
jeron las promesas del Bajá; se separó de sus co-
legas y fue á habitar el Cairo con toda su servi-
dumbre. El Bajá le eolmó de regalos. Otros beyes
tardaron poco en seguir su ejemp'o, y cuando
Mohammed-Aly vio entre sus manos á un número




30 SOPERN4JES CÉLEBRES.


considerable de ellos, los destruyó de un solo golpe.
El l . ° d e Marzo de 1811 fue el dia en que se veri-
ficó aquel sangriento drama. Habíase preparado
una fiesta en honor de Toussoun, hijo segundo del
virey encargado del mando del ejército de la Ara-
bia , y que aquel dia iba á recibir la pelliza de in-
vestidura. El acompañamiento debía r eun i r é en
el alojamiento del Bajá , en la. ciudadela, para
bajar desde alli y atravesrr la ciudad con gran
pompa. Los Mamelucos, convidados á la ceremo-
nia , llegaron desde por la mañana vestidos con
sus mas brillantes trajes, y montados en sus mas
hermosos caballos. Mohammed-Aly los recibió con
su acostumbrada afabilidad y principió el desfile.
Abria la marcha un cuerpo de Delhis, seguían los
Mamelucos, y bajaba el acompañamiento Jenta- '
mente por un camino estrecho, tortuoso, abierto
en la roca, y flanqueado por elevadas fortificaciones,
que conducen de la ciudadela al Cairo; la puerta
se abrió para los Delhis y se volvió á cerrar para
los Mamelucos: al instante dio la señal un caño-
nazo, y Albaneses ocultos en las fortificaciones des-
cargaron sobre ellos un diluvio dé balas : en tan
desesperada situación los Mamelucos sacaron sus
sables e intentaron en vano retroceder ; ios muer-




MOHAMMED-ALY. 31


tos interrumpieron pronto aquel estrecho paso-
era tan imposible huir como pelear, y todos fue-
ron fusilados sin compasión.


Durante aquella horrible carnicería, el Bajá,
retirado en su harem, distaba mucho de la ma-
jestuosa impasibilidad con que lo h.» pintado
Mr. Horacio Vernet en el famoso cuadro, donde el
talento del pintor ocupa el lugar de la verdad lo-
cal; estaba pálido, ajitado, azorado; solo pudo
calmar su inquietud la vista de las. cabezas, y no
desplegó los labios sino para pedir un vaso de
agua.


El asesinato de los Mamelucos es una de las
pajinas que se quisieran poder borrar de la his-
toria de Mohammed-AIy, y conviene sin embargo
no olvidar que entre ellos y él existia una guerra
oculta; pues si se dá crédito á muchos escritores,
una conspiración tramada por ellos debia estallar
al siguiente dia; uno de los dos partidos debia
sucumbir, y quedar el triunfo por el que tomase
la iniciativa. No debe olvidarse sobre todo que es-
tamos en Oriente, y que no es poco mérito, en
un Príncipe Musulmán , no haber hecho jamás der-
ramar sangre inútilmente.


Libre asi de toda inquietud en el interior, el




32 PERSONAJES CELEBRES.


Bajá dirijió sus fuerzas contra los Wahabytas. Una
primera campaña , bastante mal ordenada por su
hijo Tonssoun, y otra dirijidapor él mismo, nin-
gún resultado decisivo produjeron. La guerra se
prolongaba , y al fin se resolvió el Virey á confiar
el mando de las tropas á su hijo primojénito. Va-
mos á seguir un instante á Ibrahim-Bajá en aquella
guerra del Hedjaz donde hizo sus primeras cam-
pañas; guerra difícil y peligrosa , que tuvo el ho-
nor de te rminar , y en laque desplegó sobre todo
una estraordinaria enerjía.


{I.a continuación en la próxima entrega.)




о


­•­ ­за»'*'




m & s n i f f i - t


Perse




G i f
f ©


MOHAMMED-ALY * ^


IBRAHIM-BAJA.


(SEGUNDA PARTE.)


Ibrahim-Bajá ha nacido -con el ins-
t into y el jénio de la guerra.


MARMONT, DUQUE DE RACUSA.— Viaje
al Oriente, 1. I I , páj . 357.


« Iré tan lejos cuanto pueda hacer-
me entender hablando el árabe. »


Palabras de Ibrahim en el sitio de
San Juan de ylcre. — Historia de la.
guerra de Siria , por MM. de Cadal»
vene y Barraul t , páj . 411.


El 3 de Setiembre de 1816 fue cuando Ibraliim
salió' del Cairo-para irse á poner á la cabeza del
fjército de la Arabia ; tenia entonces 26 años,




2 PERSONAJES CELEBRES.


era joven, ardiente, sediento de gloria, y lialiia
visto la inesperada elevación de su padre, con
ese fatalismo'oriental que de nada se admira, que
se pone al nivel de todas Jas posiciones, y que
daba lugar á que su hermano Toussoun contestara
a las reconvenciones que sobre su prodigalidad le
dirijia Mohammed-Aly : «Padre mío, á vos que
no habéis nacido en una clase elevada os sienta
bien el ser económico; pero yo que soy el hijo
de Mohammed-Aly, debo ser liberal y jeneroso.» (*)
Los dos hermanos no se amaban : Toussoun , prín-
cipe dulce y afable, era el favorito de su padre,
ó Ibrahim á su regreso de Constantinopla, no ha-
bía podido ver sin envidia que el Virey con/iase
á otro el mando de una espedicion importante.
Lejos de darle pena los reveses esperimentados
por Toussoun , confiaba conquistar de una vez para
siempre la preferencia que al parecer le negaba su
padre. « He dejado de apreciarle por mucho tiem-
po , decia mas adelante Mohammed-Aly al Doctor
Bowring, hablando de Ibrahim ; no tuve una en-
tura confianza en él hasta que su barba fue casi


C) Toussoun, al poco tiempo de haber vuelto de Ejipto,
murió por no haberse querido separar de una georjianaá
quien amaba, que se presumia acometida de la peste.




J I S R A H I M - B A J A . 3


tan larga como la mía , y empezó á blanquear; (*)
ahora sé todo loque vale. » En efecto, en el dia,
el vencedor de Konieh es el amor y el orgullo de
Mohammed-Aly. '


Ibrahim, animado entonces de un fervor reli-
j ioso, qué la civilización ha amortiguado mucho
al entrar en campaña, pasó á Medina para orar
en la tumba del profeta, y juró no envainar el
sable hasta haber esterminado completamente á los
Wahábitas; hizo voto de sacrificar sobre el monte
Arafat' 3,000 carneros después de la victoria, y
entretanto rompió heroicamente un centenar de
botellas de ron y de champagne; de que le habian
provisto en el Cairo. • ,


Los Wahábitas , después de haber ocupado todo
el pais que media entre el mar Rojo y el Golfo
Pérsico, habian sido arrojados por Mohammed-
Aly al Nedjed, cuna del cisma de Wahab , pro-
vincia montañosa de la Arabia central , defendida
por- muchas plazas fuertes, entre otras Derayeh,
ciudad populosa , qué aquellos sectarios belicosos
habían hecho su capital,


(*) Con las fatigas de la guerra, la barba y el cabello
(le Ibrahim , que eran di' uíV color rubio subido . se han
encanecido mnv pronto.




4 PERSONAJES CÉLEBBF.S.


Las primeras operaciones de Ibrahim-Bajá no
fueron felices. La parte mor.-d del soldado estaba
debilitada por una larga guerra en pais descono-
cido , la falta de agua, las privaciones y las en-
fermedades de todas clases; las sublevaciones eran
muy frecuentes. Los Waliabi tas , mandados por
Abdallah-Ebn-Souheud, guerrero incapaz pero va-
l iente, interceptaban los convoyes, é inquietaban
sin cesar los flancos del ejército ; en vano inten-
tó Ibrabim apoderarse de El-Rass , ciudad fron-
teriza del Nedjed ; después de tres meses y diez
y siete dias de sitio, de una pérdida de 3,400 hom-
bres, se vio obligado á retirarse; de repente, aver-
gonzado de aquel golpe y estimulado po: el mal
éxi to , como lo hubieran sido otros por la victo-
ria , deja tras sí la plasa que no pudo tomar, pe-
netra audazmente, hasta el corazón del pais , toma
sucesivamente á Boureydeh, El-Maznab, Chakra,
Borama ; se adelanta esterininando cuanto se pre-
senta á su paso, rechaza al enemigo sobre De-
rayeh y llega delante de esta capital que asedió.
El sitio de Derayeh fue largo y mortífero. El
golpe esperimentado delante de El-Rass era debi-
do en gran parte al orgullo musulmán, que habia
impedido al joven príncipe escuchar los consejos




l E R A H I M - B A J A . 5


de Mr. Vaissiere, oficial francés agregado á su
Estado Mayor ; aleccionado por la esperiencia, se
conformó al fin en confiar á aquel oficial la direc-
ción del sitio de Derayeh; dos meses habiau tras-
currido sin embargo, y seguía defendiéndose Ab-
dallab , cuando un accidente imprevisto puso la
enerjía de Ibrahim á una fuerte prueba. Pegóse
fuego á la tienda en que estaban todas las mu-
niciones del ejército, y se voló en medio de la
noche con un ruido espantoso; las granadas y las
bombas abrasaron el campo, fueron consumidas
por el incendio la mitad de las provisiones de
boca, y un jeneral de 26 años se encontró á 500
leguas del Ejípto, en medio de los desiertos, en
presencia de un enemigo encarnizado, superior
en número, y sin mas municiones que algunos
saquillos que habian quedado olvidados en las ba-
terías, y los cartuchos que los soldados tenían
en sus cartucheras;-lá situación era crítica. Al
día siguiente, animados los sitiados por aquel
desastre, hicieron una vigorosa salida; Ibrahim
se sublevó contra la adversidad, arengó á sus
soldados, mandó que no disparasen sino á que-
maropa , y prohibió bajo pena de la vida el ceder
un palmo de terreno; el enemigo fue rechazado




6 PEBSONAJES Cél iEBRüS.


á la plaza v cada día,se 'renovaban las salidas, é
Ibrahira permanecía, siempre í i rme; de repente
le anunciaron la a^roxiiBaeiou de un refuerzo de
3,000 hombres que .«u padre le enviaba, las
órdenes de Rháiii-Bajá. Esta, not ic ióle desesperó,
no pudienJo soportar la. idea de que otro com-
partiría la gloria de haber. rendido á los wahabi-
tas .en su último refujio;. reunió sus trbpas, les
manifestó que era preciso tomar.á Derayelv ó
mor i r , y dispuso un asalto jeneral. Abdallah, ven-
cido en todos los .puntos^ .pide capitulación y'pasa
él mismo á la tiehdd.de. Ibrahim. El joven gefe
le maniflesta que-lia recibido orden de enviarlo
prisionero al Cairo ;.Abdallah vencido se resignó y
partió á Ejipto ; Mohammed-Aly le mandó áOons-
tantinopla , y el Diván le hizo cortar da'-cabeza-.


Después de- la Joma y de. la' destrucción, de
Derayeh , cesó teda resistencia, en eLNedjed, y
la guerra, ya no toe mas'? que una; prolongada
carnicería: e l 'pa is fue; saqueado, las ciudades
incendiadas, los principales jefes,decapitados, y
sus familias reducidas á la esclavitud. Si Móham-
med-Alv' liubiese sido bastante fuerte para resis-
tir los mandatos de la Puer ta , es de,creer que
no hubiera adoptado el sistema-de destrucción,




IBRAMM-BAJA. 7


«jue solo podía servir para hacerle odioso á un
pueblo guerrero, que pra de su mayor interés el
atraerse. Aquella represión violenta ha dado solo
resultados incompletos : la Arabia jamás ha estado
pacilicada , el wahabismo dejó hondas raizes en los
corazones, y cuanto quedó de aquellos sectarios
indomables se refujió en el Yemen, y se ajita sin
cesar. Hasta estos últimos tiempos el Bajá se ha
visto precisado á sostener allí un ejército que le
arruinaba de hombres y dinero; ademas, los In-
gleses, á quienes se encuentra siempre do quiera
que haya terreno'que .tomar ó establecimientos,
que formar, después de haber-intentado en vano,
introducirse en el Hedjaz., como auxiliares de
Ibrahim-Bajá, han encontrado un fútil pretesto
para posesionarse de Aden, al Mediodía de la costa
arábiga , y al Norte en las Islas Bahreyn, á pesar
délas vivas reclamaciones de Kourchid-Bajá, ú l - :
timo lugar-teniente del Virey. En el día Moham-
med-Aly , obligado por el ataque de las potencias
coaligadas á concentrar sus fuerzas, acaba de re-
tirar sus tropas, y la Arabia va á ser nuevamente
presa de los Wahabitas, y lo que es peor, délos
Ingleses.


Pero volvamos á lbrahim-Bajá. Después de




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


haber obrado á la oriental, es decir esterminando,
para pacificar el Nedjed, después de haber suje-
tado á sablazos nuevas revueltas que habían esta-
llado en su ejército, el joven vencedor, conde-
corado por la Puerta con el título de Bajá de las
ciudades Santas, el primer, bajalato del Imperio,
hizo su entrada triunfal en-el Cairo el 11 de Di-
ciembre de 1819 después de tres años de ausencia.


Durante aquel tiempo habian sucedido gran-
des eosas en Ejipto; primeramente Mohammed-
Aly habia conocido que en el siglo XIX un fun-
dador de dinastía no podia decentemente dejar
de aprender á leer; habia- tomado para maestro
de escuela á un esclavo- instruido de su Harem,
que sabia leer ; habia trabajado después mas y
mas en debilitar los lazos, bien débiles ya, que
ui'ian al Ejipto con Constantinopla; la revolución
que acababa de precipitar del trono-al desgracia-
do Selim I I I , no habia tenido eco en el Cairo,
y casi al mismo tiempo se levantaban en Oriente,
uno en frente de otro, dos- innovadores, el uno
reformador truncado que no supo ó no pudo ha-
cer mas que destruir-, y nunca edificar , y cuyas
tentativas abortadas, solo han servido para acele-
rar la ruina de su imperio: el o t ro , jéuio tenaz,




1BRAHIM-BAJA. 9


vigoroso', activo, poco escrupuloso en cuanto á
los medios, pero que viéndose al fin dueño de
un poder tan ardientemente deseado , se preparaba
á arrasarlo todo para pedir á la civilización de
la Europa los elementos d e una nueva organi-
zación.


Este es el lugar de recorrer, en cuanto lo per-
mite la cortedad de esta noticia, las principales
creaciones de Mohammed-Aly, y de mirar bajo
sus dos aspectos el edificio que ha fundado.


En el momento de poner mano á la obra, co-
noció el Virey que ante todo necesitaba medios
de acción en el interior, de defensa y engrande-
cimiento en el esterior; es decir, un ejército y
una marina. Las tropas francesas que había visto
en Ejipto, le habían hecho conocer todas- las ven-
tajas de una fuerza militar regularmente organi-
zada. Pero si su superior intelijencia le libraba
de las preocupaciones orientales, no sucedía lo
mismo en los que le rodeaban, y sus proyectos
fueron acojidos , aun por sus mas allegados, con
una muy marcada antipatía; los jefes militares,
independientes hasta entonces, repugnaban verse
sujetos á una inspección regular , y la soldadesca
albanesa , con sus arraigadas costumbres de in-




1(1 PERSONAJES CELERRES.


disciplina y merodeo, que tan útil había sido a
Mohammed-Aly, era un obstáculo insuperable.


En medio de semejantes trabas fue cuando el
obstinado Bajá se decidió á hacer una primera
tentativa , que por poco tiene para él fatales con-
secuencias : al regresar de la espedicion que él
mismo había dirijido contra los Wahabitas, anun-
ció sus proyectos á las tropas reunidas en Bpulac,
y les mandó que se prepararan á someterse al
Nizam-Djeddid (nuevo orden de cosas).. Apenas
había entrado en el Cai ro , los soldados princi-
piaron á murmurar , los jefes mismos atizaban el
fuego de ía sublevación, y declararon al Bajá in-
fiel. (*) Poco tardó en estallar una insurrección
terrible; las tropas se adelantaron furiosas sobre
el Cairo, el palacio de Mohammed-Aly, en la plaza
del Ezbekieh, fue cercado y saqueado , él mismo
solo tuvo tiempo para refujiarse á la ciudadela, y
durante dos dias estuvo la ciudad en poder de
los soldados ; después de algunas conferencias, se
resignó Mohammed-Aly á diferir prudentemente
sus proyectos, y conociendo desde entonces que


(*) Un articulo del código Sunnita dice as i : «el Sobera-
no debe guardarse bien de hacer innovaciones , pues el Pro-
feta ha dicho : tuda innovac iones un error, y todo error
conduce al fuego,»




IBRAH1M-BAJA. 11


Je seria imposible realizarlos mientras tuviera uua
milicia tan turbulenta, solo se ocupó en desha-
cerse, de ella por todos medios: los cuerpos mas
insubordinados fueron dirijidos sobre el Hedjaz con
orden secreta de hacerlos diezmar por el enemi-
go. Uo jefe albanés, de los mas influyentes y
alborotadores, fue á reclamar sus sueldos atrasa-
dos ;• estaba enfermo, y el Bajá le manifestó cuán-
to se interesaba por su salud , enviándole aquella
misma tarde á su médico italiano Mendrici para
que ie ; asistiera. «El enfermo fue cuidado, dice
Mr. Mengin, con una candidez digna de Felipe
de Conmines, tofflómedicinas y viuvióúiospo-
cos días. »


Al mismo tiempo aprovechó el Bajá aquella
ocasión para realizar sus proyectos de conquista
sobre la Nútna, y todos los'países que rodean el
nacimiento del J\ilo; el mando de aquella espe-
dieian fue confiado á su hijo tercero,. Ismail-Bajá.
Este joven príucipe remontó el Kilo y llevó sus
armas- victoriosas hasta los confines del Sennar;
A i u regreso se detuvo en los alrededores de Chen-
dy, en el territorio-de los Chaykie, tribu belicosa
de la Núbia, que no había logrado someter sino
después de una resistencia desesperada. El jefe




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de la t r ibu, Nair, llamado Nimr (el t igre) por
su intrepidez, y que se había sometido , fue á en-
contrar al joven vencedor para pedirle humilde-
mente alguna disminución del impuesto que se le
habia señalado: Ismail, por toda respuesta, le rom-
pió su pipa en la ca ra , y le amenazo con ha-
cerle empalar sino pagaba la suma exijida. El jefe
núbio disimuló la rabia que le-devoraba el co-
razón;, y con la sonrisa en los labios convidó á
Ismail á que le hiciese el honor de entrar en
Chendy, ofreciéndole su casa para hospedaje. Is-
mail aceptó-, se preparó una fiesta, y mientras
los soldados ejípcios se emborrachaban de bil BU (*)
los Nubidas se arrojan sobre ellos en medio de la
noche; Nimr tomó una antorcha-y pegó fuego á
la casa que se desplomó sobre el cuerpo media
consumido de Ismail.


Al saber aquel siniestro acontecimiento, el yer-
no del Virey, el Dcfterdar Mohammed-Bey , famo-
so por su ferocidad, y que estaba entonces ocu-
pado en someter el Kordofan, corrió á vengarla
muerte de su cuñado; toda la provincia de los
Chayke, fue entregada á fuego y sangre , y se sa-
crificaron 30,000 cabezas á los Manes de Ismail.


(*) Especie de ccrbcza fuerte que preparan los Nubidas.




IBBAHIM-BAJA- 13


El Defterdar llevó la desolación y la muerte desde
el Kordofan á Chendy, hasta que el Virey, -ad-
vertido demasiado t a rde , puso fin á aquella hor-
rible carnicería, cuyo recuerdo ha quedado vivo
en el corazón de las poblaciones núbidas.


Merced á aquellas diversas espediciones, Mo-
hammed-Aly vio disminuirse mas y mas las filas
de los Albaneses, y pudo volver de nuevo á sus
proyectos de organización militar. Encontró á ma-
no al capitán Seve, que iba á probar fortuna á Per-
sia, y tuvo el feliz pensamiento de detenerle y con-
servarle á su lado. Formóse secretamente en Asso-
uan un campo de instrucción, en los límites del
Ejipto y de la JNubia, lejos de las fanáticas miradas
de los Turcos del Cairo. Levantáronse cuarteles
en la entrada del desierto; y 1,000 mamelucos (*)
sacados de la servidumbre del Bajá y de algunos
grandes del país, fueron enviados á aquel punto pa-
ra formar el núcleo del nuevo ejército. Fue nece-
sario que el mismo Ibrahim-Bajá , á su vuelta del
Hedjaz vencedor de los Wahabi tas , se colocase á
pesar de su repugnancia, á la cola del batallón


(*) Entiéndese que no se trata ahora de los Beyes Ma-
me lucos , s ino de jóvenes esclavos que los personajes eleva-
dos de Ejipto hacen educar-en sus casas.




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


en virtud de su talla (*)• para aprender la- carga en
once-voces. El capitán Seve, que es el tipo mas
cabal del soldado francés, consiguióla fuerza de
perseverancia vencer la antipatía de sus alumnos,
y conciliarseel afecto de Ibrahini-Bajá, que no'tar-
d*> en conocer las inmensas ventajas que podría
sacar de la táctica europea. Cuando ya se tuvieron
cuadros que maniobraban regularmente, se ne-
cesitaron soldados para llenarlos; al principio se
llevaron negros del Sennar, pero no podian' acos-
tumbrarse al servicio militar y morían á millares:
no se podía pensar en los: Turcos , pues hubiera
sido lo mismo que proponerles que escupieran so-
bre el sepulcro del Profeta; entonces fue cuándo
Mohammed-Aly tomó la atrevida resolución dé
rej imentarlosFellahs, privados desde muchos-si-
glos del derecho de usar armas; y al mismo tiem-
po que los Turcos, heridos en su - orgullo, mur-
muraban , los Fellahsy para quienes 'era 'odioso
cualquier servicio militar, pdnian e l grito; en el
cielo. Ibrahim-Bajá contuvo á los Turcos-finjiehdó
granrepugnancia-á los proyectos de su padre, y
hablando de aquella innovación como de un capri-
cho, pasajero. En cuanto á losFellahs, fueron disei-


(*) Ibrahim es de pequeña pslntiim'. •




1BKAHIM-BÁJA. 15


plinades á fuerza de golpes de courbacfi (*), y cuan-
do hubo 15,000 rápidamente instruidos y ; ejercita-
dos, Ibrahim se declaró su jefe, con grande asombro
de los Turcos, que solo después de largas dificul-
tades se conformaron en mezclarse con semejantes
soldados.


¡Fa l taba hacerles soportar-una innovación mas
peligrosa todavía, la d?, que los Árabes fuesen admi-
tido» íauíi en los grados mas subalternos. Ibrahim
tt» verificó!-conmucha destreza: «necesitamosca-
bos de.escuádraydijo Un d iá , y serán nombrados
ronque mas e o í r á n b i e n sean Turcos ó Árabes.»
LídsíTurcos, convencidos de sstr superioridad na-
tiva en todo, se prestaron de buena voluntad á la
chanza!de SÍ} jeneral ; pero su ajilidad no corres-
pondió y el primer cabo de escuadra Árabe, ganó
su grado á la carrera (**). En el día los árabes
pueden llegar hasta él grado de capitán. Después
déla toma de S. Juan de Acre, Ibrahim había d¡-
«!«>'?'«! Al concluir Ja campaña tendremos corone-'
ies 'á íabes.» Pero el Virey no ha querido acceder
á >os !deseos dei su-hijo :• ya sea por repugnancia ó


(*) Bergájcs' (le piel fle¡Hipopótamoó de Elefante. Este
i ostrumetito desempeña jno gran papel e n todas las i n r o -
vaciones del Baj.i.


(**) Véase la obra de Mr. Barrault. Occidente y Oriente,




16 PERSONAJES CÉ1EBRES.


ya por recelo, repite con frecuencia: «Es preciso
no olvidar que solo somos 15,000 Turcos en
Ejipto.»


De todos modos aquel pequeño núcleo de ejérci-
to, creadoen -1828, ha crecido con rapidez tal, que
en el dia el Bajá tiene á su disposición 130,000
hombres de tropas regulares-, organizadas á la eu-
ropea, que han dado pruebas de lo que valían en las
dos campañas de Siria , cuyas maniobras han mere-
cido elojios de un testigo >competente , el Mariscal
Marmont (*); agregando á ellos los Beduinos irre-
gulares, los operarios de los puertos que están reji-
mentados, la Guardia Nacional, organizada en las
principales ciudades de Ejipto, los alumnos de Jas
diferentes escuelas militares, resulta que Moham-
med-Aly puede actualmente poner sóbrelas armas
mas de 260,000 hombres.


Después de haber formado tm ejéreito, prepa-
róse Mohammed-Aly para formar una marina; y
ya habia hecho construir en Marsella y en Liorna
un número bastante grande de buques, cuando la
insurrección de Grecia le hizo interrumpir sus
trabajos. El Sultán le llamó á las armas; dema-
siado débil todavia para negarse á obedecer, y


<*) Viaje del Duque de Ragusa. T. I I I , páj. 295.




IBRAHIM-BAJA. 17


por otra parte demasiado diestro para no correr á
la defensa de una causa que parecía ser la del Isla-
mismo entero, apresuróse el Virey á armar su
flota, y en el mes de Agosto de 1825, 12,000
hombres de tropas regulares, 800 caballos y 60
buques de todas dimensiones, salieron de Alejan-
dría á las órdenes de Ibrahim-Bajá. Los aconteci-
mientos de la guerra de Morea son conocidos, y
no nos detendremos en ellos; sabido es cómo
Ibrahim, después de haber pacificado á Candía y
paseado sus armas vencedoras por toda la Morea,
tuvo precisión de retirarse después del combate
de Mavarino y la llegada de las tropas francesas;
y cómo la Rusia, apelando á los sentimientos ca-
ballerosos de la Europa, hizo que. la Francia y
la Inglaterra trabajasen á su modo por la integri-
dad del Imperio Otomano, destruyendo el 20 de
Octubre de 1827 las escuadras combinadas del
Ejipto y de la Turquía.


Mohammed-Aly recibió aquella nueva con la
estoica indiferencia de un musulmán; Ibrahim-Bajá
fue acojido como si acabara de ganar una victo-
ria ; y apenas habían transcurrido dos años cuan-
do, merced á la prodijiosa actividad de un hábil
injeniero francés, Mr. de Cerizy, la playa de




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Alejandría , desierta hasta entonces, se cubría de
magníficas construcciones; los navios salían de
los arsenales como por encanto. Otro francés,
Besson-Bey, organizaba las tripulaciones y adies-
traba á la europea á los marineros del Nilo. Y en
el dia el puerto de Alejandría contiene, ademas
de los 24 buques turcos entregados al Bajá des-
pués de la batalla de Nezib, 11 navios delinea,
6 fragatas, 5 corbetas , 4 goletas,, 5 bergantines;
en todo 31 buques ejípcios, tripulados por 16,000
hombres, que maniobran con la misma ajilidad
que los marineros ingleses ó franceses.


Para hacer frente al mantenimiento de tantas
fuerzas, eran necesarios recursos inmensos; Ja
agricultura ha formado siempre la única riqueza
del Ejipto; y á consecuencia de las invasiones,
de las revoluciones, de la anarquía, de la inepti-
tud del dueño y del esclavo, el valle del Nilo,
mina de oro inagotable en otro, t iempo, cuando
era aquel pais el granero de Boma , parecía he-
rido de esterilidad y de muerte. Mohammed-Aly
trataba de; reanimarle organizando un nuevo sis-
tema de cultivo, pero para esto era preciso ser
dueño del suelo. El Virey se decidió á tentar un
golpe atrevido aboliendo todos los derechos de




IBKAHIM-BAJA. J9


propiedad. La naturaleza de esta en Ejipto es una
cuestión muy controvertida; es sin embargo cons-
tante que al advenimiento de Mohammed-Aly ha-
bia en Ejipto verdaderos propietarios; no eran
otra cosa los moultezims , y las mezquitas; y los
establecimientos públicos poseian también desde
tiempo inmemorial. El Virey invitó á los moul-
tezims y á los ulemas á que le llevaran sus títu-
los , bajo el pretesto de confrontarlos, y cuando
los tuvo en su poder, los confiscó; algunos de los
que reclamaron consiguieron pensiones vitalicias,
pero todos fueron espropiados. Solo las propieda-
des moviliarias se libraron de aquella vasta espo-
liacion. Desde entonces el Ejipto no fue mas que
un inmenso dominio esplotado por un solo hom-
bre ; el Bajá sustituyó el cultivo en grande á los
cultivos parciales, las simientes preciosas á las
comunes ; hizo abrir canales para trausportar á lo
lejos el cieno fecundador del Nilo; 1,500 jardi-
neros, hechos venir del Archipiélago y de la Euro-
pa, fueron diseminados por las provincias para dar
á conocer los mejores métodos de cultivo. Un
francés, Mr. Jumel , naturalizó en Ejipto el al-
godón arbusto, y las plantaciones multiplicadas
por el Virey, dieron hasta 947 quintales. El cul-




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


tivo del añ i l , de la rub ia , del opio, del arroz,
del trigo y del maiz, tomó una estension pro-
díjiosa; se plantaron tres millones de pies de mo-
reras para el alimento de los gusanos de seda,
cuyos productos ascendieron, en 1833, á 30,000 li-
bras ; plantáronse igualmente veinte y cuatro mi-
llones de pies de árboles de todas clases á lo largo
de las colinas inmediatas al Nilo, y el Ejipto tomó
un nuevo aspecto.


Al tiempo mismo que se estendia y perfeccio-
naba el cultivo del suelo, creaba el Virey un gran
número de fábricas para elaborar sus productos;
fábricas para hilar el algodón y la seda, para
hacer cuerdas, tejidos de lana y gorros; fundi-
ciones de hierro colado, fábricas de paños, fábri-
cas para refinar el azúcar; de pólvora y salitre, de
productos químicos, etc . , etc.


Después de haber organizado la agricultura y
la industr ia , Mohammed'-Aly se ha ocupado de
la educación intelectual del Ejipto; ha fundado
un Consejo de instrucción pública, al cual se han
agregado escuelas de toda especie; escuela de me-
dicina, hospital civil y militar, escuela de vete-
r inaria, de infantería, de caballería, de artillería,
de música y primaria. La mayor parte de estos




1BRAHIM-BAJA. 21


establecimientos están dirijidos por franceses.
Sin embargo, si la verdadera civilización lleva


consigo necesariamente un aumento de bienestar
para las masas, apresurémonos á decir que el
Ejipto dista todavía mucho de ser civilizado; bajo
este punto de vista, tiene Mohammed-Aly en con-
tra suya un hecho que sus mas diestros apolo-
jistas podrán atenuar, pero no destruir. Desde la
espedicion francesa , las rentas totales del Ejipto
han aumentado en la proporción de uno á siete,
al paso que la población ha disminuido en un
tercio, y los dos tercios restantes son dos ve-
ces mas miserables que nunca. El Gobierno se
ha hecho fuerte y rico con toda la debilidad y
con toda la pobreza de los gobernados. Hasta
ahora el Virey no ha tomado de las instituciones
de Europa sino medios de acrecentamiento, de
acción, de organización y nada mas ; por lo que
se refiere á libertad, legalidad, humanidad, equi-
tativa repartición de derechos, garantías del débil
contra el fuerte, sentimientos de intereses jene-
rales, en cuanto á todo esto el Gobierno de
Mohammed-Aly es el mas musulmán que existe,
esto e s , el mas bru ta l , mas ciego y mas odioso.


IVo podemos describir aqu i , por falta de es-




22 PERSONAJES GÉLEBKES.


pació , el contraste aflictivo que presenta esa ti-
ranía oriental organizada á la europea, y nos
contentaremos con indicarlo en pocas palabras.
El Ejipto actual es la obra del jénio, injerta en
el egoísmo; es una máquina hábilmente construi-
da, que dos millones de hombres se fatigan en
hacer funcionar en provecho de uno solo. El
Fellah cultiva y el Bajá rccoje; el Fellah fabrica
y el Bajá vende; el Fellah trabaja, sufre y mal-
dice al Bajá, el cual estruja , apalea y esplota
al Fellah. En una palabra, el Bajá tiene un bri-
llante ejército, una hermosa flota, bellas manu-
facturas y plantaciones , pingües rentas , y puede
decirse sin exajeracion, que las cuatro quintas
partes de sus subditos se consideran felices cuan-
do na se mueren materialmente de hambre. ¿Es
este un buen modo, de iniciar á un pueblo en las
dulzuras de la, civilización? Sin duda alguna el
estado permanente de guerra impuesto á Moham-
med-Aly, entra por mucho, en las miserias del
Ejipto; no hay duda en que solo por la fuerza
podia ser arrancado el Fellah á sus inveterados
hábitos de pereza, y es probable que se alijerarán
algún dia las enormes cargas que sobre él pesan.
Sin duda vale mas el Gobierno opresor pero vivaz




IBKAHIM-BAJA. 23


del Ejipto, que la moribunda anarquía del Impe-
rio Otomano; sin embargo, si es injustificable la
t iranía, eslo sobre todo cuando obra en contrario
del objeto que se propone. Y sin hablar de la
degradante caza de hombres á que se llama en
Ejipto la conscripción , de esa jerarquía adminis-
trativa que se presenta bajo la forma de una cas-
cada de estorsiones, de afrentas y dé apaleos,
que cae sin cesar desde el Bajá sobre el Mvudyr,
del Moudyr sobre el Maimour, del Maimour sobre
el Nazir, del Nazir sobre el Gheik-el-Beled, para
llover desde alli sobre el desdichado Fellah; ¿como
justificar el monopolio absoluto del comercio que
quita al trabajo el interés, que es su principal
móvil, y su mas poderoso atractivo el bienes-
ta r? ¿Cómo justificar sobre todo la inicua y ab-
surda ley de mancomunidad para el cobro de los
impuestos, que obliga al hombre trabajador apa-
gar por el ocioso, y que estiende sus redes por
todas las provincias, cada una de las cuales debe
llenar el vacío que resulte para el tesoro, de la
insolvencia ó mala voluntad de una ó de muchas
de ellas ? ¿ Cómo se ha de constituir un Gobierno
duradero , cuando su única base es el odio y el
detrimento del mayor número ? ¿ Puede haber




24 PERSONAJES CELEBRES.


ademas una situación, por escepcional que sea,
que pueda absolver un sistema que tiende visible-
mente á la destrucciou de la especie humana?


Véase, pues , porque la Francia , que tiene el
mayor interés en que el Ejipto sea fuerte y pros-
pere, debe , aun á costa de la guerra , conquistar
para Mohamuied-Aly la independencia y la paz;
que el Virey, libre por todas partes, y dueño de
elejir su camino, esté al fin en posición de pro-
bar á la Europa, que no es uno de esos jénios ma-
léficos que oprimen un instante la humanidad y
desaparecen, sino uno de esos rejeneradores de
los pueblos que sobreviven por sus obras, y dejan
un nombre apreciado de la posteridad.


Hacia ya mucho tiempo que Mohammed-Aly
codiciaba la Siria, y en aquel deseo habia otra
cosa que un instinto de rapacidad; entre la Si-
ria y el Ejipto existen afinidades de todas clases;
razas, idioma, historia, todo les es común ; á su
vez el uno ha obedecido y el otro mandado, ó
ambos han sufrido al mismo tiempo el yugo es-
tranjero. Sepa rados únicamente por un desierto de
algunas jornadas , cada una de aquellas dos pro-
vincias es la frontera de la otra, y constituye su
debilidad ó su fuerza, según le es hostil ó amiga.




1BRAHIM-BAJA. 25


E r a , pues , fácil prever que la primera de las
dos que tomase consistencia , procuraría inmedia-
tamente apoderarse de la otra. Ademas, en Siria
hay bosques magníficos, minas de carbón y una
población vigorosa, y el Ejipto carece de made-
ras para su marina, de carbón para sus manu-
facturas y de hombres para todo. Mohammed-Aly
la habia pedido por primera vez al Sul tán , en
premio de sus victorias sobre los Wahabitas , y
después por el apoyo que le habia dado en Ja
guerra de Morea. Dos veces se la habia prometi-
do el Sultán, y otras tantas habia faltado á su pa-
labra. El Virey halló un pretesto para invadirla
en la deuegacion que le hizo Abdallah, Bajá de
Acre, de reintegrarle una deuda de 11.000,000
de piastras, y de devolverle 6,000 Fellahsejipcios
que estaban emigrados en su bajalato. Un ejér-
cito de 40,000 hombres entró en Siria el 27 de
Noviembre de 1831; Ibrahim-Bajá se presentó ante
los muros de San Juan de Acre. El sitio de esta
plaza, considerada intomable en Oriente desde
que no pudo apoderarse de ella Bonaparte, fue
seguido con vigor pero sin método; duraba ya
cinco meses , cuando supo Ibrahim que el ejér-
cito turco se reunía en la alta Siria; tuvo que




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


marchar á su encuentro , y Mohammed-Aly envió
á Acre al injeniero piamontés Komey, que diri-
jió un ataque regular, y la plaza fue tomada en
quince dias. El Virey y su hijo habían sido de-
clarados rebeldes, y se lanzó contra ellos un fir-
man de escomunion. Ibrahim se adelantó sobre
Homs , y el 17 de Julio de 1832 se encontraron
por primera vez frente á frente tropas musulma-
nas disciplinadas á la Europea. Los Turcos, aunque
en número superior, fueron completamente derro-
tados. A los pocos d i a s , en Beylan, el ejército
turco fue también vencido, y por último una
tercera y brillante victoria, conseguida en Konieh,
el 21 de Diciembre de 1832 , abrió á Ibrahim las
puertas» de Constautrnopla. Aquel fue para el Virey
un hermoso momento, un momento decisivo, en
que era preciso ob ra r , y en el que le faltó atre-
vimiento-, ocasión preciosa y perdida para siem-
pre , en que podía realzar el trono de los Sulta-
nes, y decidir de una vez esa cuestión de Oriente,
cuya solución trastornará la Europa, mas pronto ó
mas tarde. Mr. Thiers dijo el año último en la
tribuna, que en 1833 el Bajá habia recibido una
lección ; que habia querido marchar sobre Cons-
tantinopla , y que se encontró que la Rusia habia




IHBAHIM-BAJA. 27


llegado autes que él. Mr. Thiers había olvidado
completamente los hechos. Ibrahim-Bajá estaba
en Konieh el 22 de Diciembre de 1832, á 100 le-
guas de Coustantinopla; podia fácilmente llegar
allí en los primeros quince dias de Ene ro ; la es-
cuadra rusa no pudo entrar en el Bosforo hasta
el 20 de Febrero, y las tropas de desembarco no
llegaron hasta el día 7 de Abril. Todo el ejército
turco se habia dispersado, y nada se oponía pues
á la marcha de Ibrahim. Los pueblos, descon-
tentos de las bruscas innovaciones de Mahmoud,
y desanimados por sus reveses, llamaban á voces
al vencedor; el mismo sultán vacilaba en intro-
ducir los Giaours en Stamboul, la bien guarda-
da : los ulemas estaban dispuestos á declararle
infiel; todo se prestaba á la inauguración de una
nueva; dinastía. Mohammed-Aly pensó un momento
en embarcarse en su flota y llegar delante de Cous-
tantinopla, al tiempo mismo que su hijo, al frente
del ejército, circuyese las riveras de Scutary; no
se atrevió, y lo que entonces hubiera sido fácil,
se ha hecho casi imposible en el día. Los acon-
tecimientos sucesivos son sabidos: Ibrahim se de-
tuvo en Kutahyeh , la diplomacia europea se mez-
cló en el asunto, y se hizo un tratado que dio á




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mohammed-Aly la posesión de toda la Siria, hasta
Adana. El Sultán intentó romperle el año último;
la nueva y brillante victoria de Ibrahim en Ne-
zib el 24 de Junio de 1839, la repentina muerte
de Mahmoud, la defección de su escuadra, el
arreglo próximo á concluirse entre las dos partes
contendientes, la intervención brusca y fatal de
la Rusia , la Inglaterra, el Austria y la Prusia,
la aptitud tomada por la Francia, son hechos todos
demasiado recientes ara que necesitemos detener-
nos en ellos.


Basta haber estudiado un poco el carácter de
Mohammed-Aly, para convencerse de que no cede-
rá la Siria , que le pertenece primero por derecho
de conquista, y después en virtud de un tratado
ratificado por los mismos que en el dia quieren
quitársela; ¿si se traba seriamente la lucha, re-
sistirá el Bajá solo á las fuerzas combinadas de
la Inglaterra, de la Rusia y del Austria ? Parece
difícil creerlo. ¿Será arrojado á Ejipto, ó mas
bien destituido, como decia no ha mucho la Ga-
ceta de Ausburgo} Esto toca á la Francia. Si
quiere que el pais mas bello del mundo sea divi-
dido á sus barbas en dos partes; si quiere, para
servirnos de una espresion de Mr. de Carné, que




IBI\ AHIM-BAJ A. 29


Alejandría señale la venta cuyo precio será Cous-
tantinopla si quiere encontrarse, tal vez dentro
de veinte años , sofocada y majada entre dos co-
losos , el despotismo ruso asentado desde el Polo
norte hasta la frontera de Alemania, y el bloqueo
inglés establecido desde Calcuta á Londres; si en
nna palabra, la Francia quiere pasar á ser una
potencia de segundo orden , solo con que hable
mucho, se eruze de brazos y deje hacer, pronto
quedará hecho


Sin embargo, como hace veinte y cinco años
que la diplomacia europea vive de contemporiza-
ciones y aplazamientos, es posible que Mohammed-
Aly, instigado por el Gabinete francés, acepte y
reciba la posesión vitalicia de la Siria. Solución
perfecta verdaderamente, pues el Bajá tiene mas
de 71 años , y todo el mundo sabe lo que sig-
nifica en Oriente la palabra vitalicia, donde todo
lo es, y donde no liay un adarme de diferencia
entre la propiedad y la posesión; de donde se
sigue que dentro de seis meses, un año tal vez,
el problema se presentará de nuevo mas amena-
zador que nunca, y la Francia se encontrará en-
tonces medio comprometida en un camino fa-
tal , la desmembración del Ejipto. Entretanto que




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


principia la lucha, nos parece oportuno hacer
entender, que esa integridad del Imperio Oto-
mano, con que se nos embauca, es una quimera
de la misma especie que la alianza Anglo-fran-
cesa. El Imperio Otomano, cien veces se ha re-
pet ido, es en el dia el Imperio de una ciudad,
cuya llave se llevó en el bolsillo el conde Orloff,
en 1833, al tiempo mismo que decia á voces que
se iba con las manos vaei'as. Ese simulacro de
Imperio durará tanto cuanto plazca á la Rusia,
que no tiene tanta prisa de acabar con él, como
jeneralmente se cree; lo que ella necesita son los
Dardanelos y un predominio absoluto en el Bos-
foro , que tenga todas las ventajas de la posesión,
sin los inconvenientes, que serian muchos y de
varias clases. Un siglo hace que resuenan en la
historia los golpes terribles que da la Rusia á
su desgraciado vecino; ahora lo tiene bajo sus
pies , va á ponerle al cuello la cadena, y aun le
dejará vivir un poco, hasta que le convenga ma-
tarle. ¡Es tan magnánima la Rusia!


Con respecto á la Inglaterra, en cuanto á prin-
cipios, tiene una deuda enorme, una deuda cuyos
réditos ascienden á 700.000,000 que ha de buscar
y pagar en todos los puntos del globo. El solo




Í B R A H I M - B A J A . SI


producto de sus aduanas le da 600.000,000, que
prefiere á todas las Constituciones y á todas las
banderas del mundo. Bien sabe ella que un dia ú
otro tendrá que reñir con la Rusia sobre el Indo;
pero esta es una eventualidad secundaria: el Asia
central es grande, y hay mucha distancia desde el
mar Caspio al Occéano Indico. El asunto que mas
prisa le eorre hoy, es el del Bosforo, que ame-
naza volverse ruso. Trátase de saber lo que val-
drá mas, si oponerse ó si resignarse mediante una
buena compensación; si pues se permitiese á la
Inglaterra apropiarse la inmensa línea que une
á Gibraltar con Bombay, pasando por .Alejan-
dría , ¿por qué la constitucional Albion no se ha-
bía de mostrar acomodaticia con el Scar y no ha-
bía de ceder también alguna cosa?


Entre estas dos codicias igualmente ardientes,
con una Austria medrosa, y una Prusia moscovi-
t a ^ la Francia debe prepararse de antemano para
su aislamiento. Bajo este punto de vista, el for-
tificar á París es un pensamiento hábi l , feliz y
nacional; pero no basta : lá Francia no debe em-
peñarse en conciliar cosas inconciliables , y ocu-
parse mucho de un statu quo que es enteramente
en detrimento suyo. Cuando en el seno de un




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


Imperio, que perece rodeado de dos enemigos
prontos á arrojarse sobre su cadáver, sale una
fuerza joven y vivaz, que puede crecer, mejorar-
se , impregnarse de nosotros, y servirnos de útil
ausilio contra proyectos ambiciosos; cuando se
realiza un hecho semejante, la Francia debe te-
nerlo en cuenta , y no obstinarse en conservar
un equilibrio imposible entre lo que nace y lo
que se muere. Por mas que haga, en un porve-
nir mas ó menos lejano, tendrá que escojer entre
el Cairo y Stamboul.


Si esa tribu del Mar Caspio, que en otro tiem-
po hizo temblar á la Europa, se pierde y desapa-
rece en el dia en Oriente, el islamismo, que no
es de su fecha , no se irá con ella; puede modifi-
cándose volverse á levantar. Sea Ibrahim digno
de su padre ; haga mas todavía, busque en la ci-
vilización otra cosa que el arte de estrujar á un
pueblo; funde su poder en el interés del mayor
número , y en el dia del peligro reunirá á su voz
millones de hombres que pedirán á la Francia,
contra el común enemigo, un apoyo que ella no
deberá ni podrá negarles.




(9 4




Lito dtî i ' a : . U - f




fe


EL CONDE DK ' " : ' v * 4


FLORIDABLANCA.


He creído desde mi juventud que mi
vocación era y debia ser la de tra-
bajar, sin mas objetos que el de ser-
vir á mi Bey y á mi Patria, y de
adquirir la mejor y mas universal re-
putación.


Representación del Conde de Flori-
ilablnma al ST. D. Carlos III, en ta
que le refirió los hechos principales de
su Ministerio.


En el orden físico como en el moral , siempre
la reacción fue ley de la naturaleza. Sin los es-
travíos del último período del reinado de Luis XIV,
y los errores de la famosa Rejeucia en la minoría




'2 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


de Luis X V , á buen seguro no habrían adqui-
rido nunca la importancia que tuvieron los filóso-
fos del siglo XVIII. Voltaire, por mas talento,
ó diciendo mejor, por mas imajinacion que le hu-
biese concedido el Criador, en otra época que
no hubiera sido de reacción, habría sido consi-
derado como un loco peligroso para la sociedad,
que quería conmover en sus fundamentos, po-
niendo en ridículo lo que los hombres habían ve-
nerado hasta entonces para su bien y su ventura.
El filósofo de Jinebra habria sido juzgado en su
Contrato social, si la época en que lo escribió
no hubiese sido de reacción, como hoy le miran
muchos, es decir, como un paradojista que veía
en la civilización una destrucción de la libertad y
de la moral , en vez de ser su necesario desarrollo;
y que sacando su tipo ideolójico del estado de
naturaleza, dedujo necesariamente tan solo con-
secuencias absurdas , sistemas delirantes, y prin-
cipios disolventes.


Nuestra situación política fuera hoy mas risue-
ñ a , acaso, si el Rey Fernando, mal aconsejado
á la vuelta de su cautiverio en la transición po-
lítica de 1814, no hubiese aceptado el principio
de reacción, que una vez seguido, levanta y em-




t'LOKlDABLANCA. 3


bravecc las tormentas políticas desencadenando las
pasiones.


No es , pues, sino muy natural que el juicio
histórico del hombre eminente del siglo XVIII y
principios del XIX , cuya biografía vamos á es-
cribir, haya sido formado veinte años hace de
una manera, y ahora le juzguemos de o t ra : lía-
sele calificado entonces como poco liberal y anti-
progresista; nosotros hoy le presentaremos al juicio
público como un reformador juicioso. Empapados
sus jueces de entonces de las encantadoras teorías
de los enciclopedistas, escitadas sus cabezas por
los principios que afectaban la imajinacion, con
tanto mas calor cuanto era preciso adquirirlos
bajo la impresión del miedo y al abrigo del mis-
terio , fascinados por las májicas palabras de li-
bertad , de igualdad y de soberanía popular, dis-
culpable era juzgar severamente á todo hombre
que, mas cuerdo ó mas cauto, hubiese visto al tra-
vés de esta fraseología, que tenia mucho de me-
tafísica, peligros para la sociedad, trastornos y
calamidades para el porvenir.


No es pues estraño, repetimos, que al insigne
Conde de Floridablanca se le juzgase, por los pu-
blicistas de antaño, de otro modo que lo haremos




1 P E H S O N A J E S CÉLEBRES.


nosotros hoy, después que curados por solemnes
desengaños hemos aprendido en el libro de una
esperiencia d u r a , que formar teorías no es gober-
nar , y que sin gobierno fuerte y jus to , sean
cualesquiera sus formas, no hay dicha para los
pueblos. En fin, juzgárnoslo en una época en que
acaso empieza también otra nueva reacción de
ideas, pero en dirección completamente opuesta
á las doctrinas de los enciclopedistas franceses, y
prefiriendo el modo de pensar de los filósofos ale-
manes , que mas prudentes ó mas prácticos toman
en cuenta al hombre de la sociedad en vez del
hombre de la naturaleza. Vengamos, pues, á
nuestra biografía.


J). José Moñino, Conde de Floridablanca, nació
en Murcia el 2 1 de Octubre de 1 7 2 8 . Su familia
era de antigua nobleza en la provincia (*); pero
su fortuna consistía en un pequeño patrimonio en


(*) La familia de Moüino era orijinaria de Aragón. Sus
antepasados obtuvieron empleos, honoríficos. D. Alfonso y
D. Toribio Pérez Moñino décimo cuarto y décimo tercio
abuelí. del Conde obtuvieron el titulo de Proceres ó ricos
homes en los reinados de Fernando I V , Alonso XI y Don
Pedro. Su undécimo abuelo I). Benito Pérez Moñino obtu-
vo en 1397 de la Cancillería de Valladolid su ejecutoria
de hidalguía en juicio contradictorio.— L I S T A . Elojio histó-
rica ilc Floridablanca , publicado en Sevilla en IHO!>.




FLORtl)AMA!NCA. ;>


tierras, insuficiente para sostener una numerosa
familia. Dedicóse, pues, Moruno desde sus prime-
ros años á los estudios, y siguiendo la carrera de
leyes con gran aprovechamiento, hízose abogado.


En 1766 fue llamado Moñino por Carlos III
al elevado puesto de Fiscal en el Supremo Consejo
de Castilla, puesto de la primera importancia eu
la monarquía de entonces, pues que este Consejo
era, después del Rey , el arbitro de los destinos
y del gobierno del país. Mas si el puesto de Fis-
cal en el Consejo de Castilla era de suyo de mu-
cha consideración, éralo infinitamente mas en el
año de 1766 en que Moñino fue nombrado para
asociarse en sus importantes trabajos con su com-
pañero, también F'iscal á la sazón, el ilustre Don
Pedro Rodríguez Campomanes, después Conde
de Campomanes.


En Marzo de este año se había verificado el
. suceso conocido con el nombre de motín de Ma-
dr id , en tiempo del Ministerio Esquilache, que
reprimió y castigó el célebre Conde de A randa,
entonces Presidente del Consejo de Castilla. Atri-
buyóse aquel escándalo á los Jesuítas, acaso sin
todo el fundamento que hubiera sido necesario
para justificar las graves providencias que se to-




6 PERSONAJES CELEBRES.
marón , y principalmente el modo estrepitoso de
ejecutarlas. Aquella corporación á la verdad era
sobrado fuerte y poderosa, á la sazón, para dejar
de ser temible á la seguridad del Es tado , como
lo es siempre todo poder , sea el que quiera su
orijen, cuando <no es legal: pues que siempre se
convierte en peligroso todo centro de acción ilegal,
porque á su derredor se agrupan como por ins-
tinto todas las pretensiones, todos los descon-
tentos, y en fin, todas las malas pasiones. Sea
de esto lo que quiera , no es temerario decir que
el Gobierno del gran Rey Carlos III fue uno de
los mas fuertes, y al mismo tiempo mas ilustra-
dos que conoció la Monarquía española. Su his-
toria militar no deberá compararse con la de Car-
los V ni Felipe I I ; mas su fuerza material era
inmensa: díganlo el estado de la administración
interior, y la existencia de una marina que con-
taba á su muerte 294 buques de guerra, y entre
ellos 76 navios de línea y 51 fragatas. Su impor-
tancia moral era reconocida en la Europa, que
mas de una vez se dirijió a Carlos III para me-
diador y componedor de sus diferencias. Aun mas,
el solo bien que de los trastornos de la sociedad
moderna han recojido los pueblos en compensa-




FLOllIDABLANCA. 7


eion de tantos males , ha sido sin duda el fo-
mento y especial protección de los intereses ma-
teriales, y el desarrollo de los manantiales de la
riqueza pública, la agricultura, las artes y el co-
mercio : pues b ien; el oríjen y principio de este
desarrollo en España fue debido al Rey Carlos III;
y á su Ministro Floridablanca toca una gran parte
de esta gloria, que la historia no puede negarle.
Volvamos á nuestra biografía.


Coetáneamente al nombramiento de Moñino
para su plaza de fiscal del Consejo de Castilla,
aviváronse las acriminaciones contra la Compañía
de Jesús , atribuyéndola proyectos de conspiración
contra el Estado; apoyándose los partidarios de
la espulsion de los Jesuitas, en las doctrinas sobre
el rejicidio y tiranicidio que habian proclamado
algunos escritores de esta orden. Triunfaron, pues,
sobre la Compañía los jansenistas, sus antagonis-
tas teolójicos, apoyados también por el Duque de
Choiseul, á la sazón Ministro de Francia en Ma-
drid , el que logró que el Ministro Roda decidiese
al Rey, y este resolviese el estrañamiento de ios
Jesuitas, y como consecuencia la ocupación de
sus bienes. Sobre esta ocupación, que suscitó se-
rios debates, el Rey se dignó oir al Consejo, y




8 PERSONAJES CELEBRES.


este á sus Fiscales Moñino y Campomanes. Los dic-
támenes de estos dos célebres hombres de Estado
sobre la aplicación de los bienes de los Jesuitas,
una vez estinguida en España la Compañía, son
documentos capaces por sí solos de fundar una
reputación. En ellos brilla una erudición inmensa
y un gran fondo de ciencia teolójica y canónica,
á la par con una piedad y un catolicismo inta-
chable; y se vé al mismo tiempo una profunda
ilustración, al trazar con mano sabia y justa la
línea delicadísima entre el poder temporal y el es-
piritual ; la consideración al sacerdocio y el res-
peto á la tiara, con el mantenimiento de las leyes
del reino y la defensa de las regalías de la Corona.


No menos importantes que estos fueron los
trabajos del Fiscal Moñino en otro gran negocio
que honra el reinado de Carlos III r hablamos del
famoso espediente del Obispo de Cuenca. La prag-
mática de 2 de Abril de 1767 espelió de los do-
minios de España á los Jesuitas, y los estrañó
motu propio sin participación de la corte de Roma.
Suceso era este, en la época en que pasaba, de im-
portancia suma y de no menor trascendencia : y
era muy natural que una corporación tan influ-
yente y poderosa, como lo era entonces la Coni-




FLORIDABLAKCJ. !'


pañía de Jesús, pusiese en juego su influjo y su
poder contra un verdadero golpe de Estado dado
por Carlos I I I , no solo con la pragmática de es-
pulsion , sino con su ejecución, en la que se em-
pleó tanto lujo de rigor, que en un mismo dia y á
una misma hora en toda España fueron presos y
espulsados del reino los Jesuítas: modo de ejecu-
ción que pocas veces puede ser necesario y nunca
puede ser aplaudido. También la corte de Roma
debía mostrarse resentida al ver proceder al cató-
lico Carlos III con una especie de independencia
á que no estaba acostumbrada de parte de la corte
de España; pero se las habia con un Rey enér-
jico y celoso de su autoridad, y sobre todo fuer-
te ; asi que hubo de resignarse por el momento,
dirijiendo los rayos del Vaticano contra el débil
Duque de Parma, que se habia permit ido, sin
el permiso de Roma, dar un edicto para correjir
abusos en sus Estados. Este edicto fue condena-
do por el Papa, anatema que en aquella época
tenia gran valía. Buscó el Duque de Parma la
mediación de sus ilustres parientes el Rey de Fran-
cia y el de España, contra la ira de la Santa
Sede; pero negóse el Papa á deponer su rigor
eontra el Duque , como se lo rogaron aquellos




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


Soberanos, singula miente Carlos I I I , insistien-
do en la retractación del edicto, apoyándose en
que sus disposiciones contravenían á lo dispuesto
en la Bula conocida con el nombre de In csena
Domini. Sentido Carlos III de la poca eficacia de
su mediación, y justamente temeroso de la inva-
sión de la corte de Roma en sus derechos como
Soberano, mandó examinar la Bula In ccena Do-
mini , y de su examen resultó que no habia sido
recibida en España lejítimamente, y era opuesta
á los derechos de la Soberanía, Mandó en con-
secuencia Carlos III recojer la citada Bula y bor-
rarla de los rituales y libros públicos, poniendo
en el!os una nota de que dicha bula no admiti-
da en España no obligaba. Pretendieron algunos
Obispos reclamar contra lo dispuesto por el Rey,
y sostener la Bula , siendo el principal de ellos
el Sr. Carbajal, Obispo de Cuenca. Aun antes de
la espulsion de los Jesuítas se habia propasado
este prelado á escribir al P . Fr. Joaquín de Osma,
confesor del Rey , una amarga carta contra el
Monarca, en que le acusaba de perseguir á la
Iglesia y á sus ministros. Dolióle al piadoso Rey
acusación tan dura como infundada, y mandó que
el Obispo de Cuenca probase su dicho. El pre-




l ' L O K I D A B L A I N C A . í l


lado dirijió una especie de Memorial de car-
gos, que el Rey pasó al Consejo, y este qui-
so oir á sus dos ilustres fiscales. Moñino, que lo
era de lo criminal, pulverizó la indijesta acusa-
ción del Obispo de Cuenca, y lo mismo hizo el
fiscal de lo civil el Sr. Campomanes; y ambos
en sus dictámenes, en que reunieron gran copia
de doctrinas teolójicas y canónicas, demostraron
al Obispo de Cuenca sus equivocaciones, fijando
los Fiscales los verdaderos principios del derecho
civil y canónico respecto á las prerogativas de la
Corona; y no se contentaron con esto, sino que
rebatiendo sus doctrinas , pidieron ademas se hi-
ciese venir al Sr. Obispo de Cuenca ante el Pre-
sidente del Consejo, para que recibiese una repri-
menda y se le espresase haber sido del desagrado
del Rey sus injustas é impertinentes reclama-
ciones. Conformóse el Consejo con el dictamen
de los sabios Fiscales; y si bien eludió el Obis-
po el venir á Madrid, escudándose con su sa-
lud y certificaciones de médicos > los Fiscales
sostuvieron con un tesón digno ét su reputación
el acuerdo del Consejo; le dieron publicidad so-
lemne , y dejaron bien paradas la autoridad
del Monarca y la dignidad de la Corona contra




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


las pretensiones escesivas del poder eclesiástico.
Tuvo también mucha parte el Fiscal Moñino


en decidir al Rey á reducir á sus justos límites
la jurisdicción eclesiástica de la Inquisición, man-
dando á los Inquisidores que observasen las leyes
del Reino, y no formasen procesos sino en mate-
rias de herejía y apostasía: que no pusieran en
las cárceles á los subditos del Rey sin pruebas
claras y evidentes de sus delitos, ni impidiesen
la jurisdicción y los procedimientos de los otros
Tribunales , so pena de ser responsables al Trono
de su conducta.


Mas todos los siglos tienen sus condiciones; en
el siglo XII un ermitaño con su crucifijo condujo
media Europa á Palestina. F.n el siglo XVI las ar-
mas y las artes españolas llegaron á su apojeo. El
siglo XVIII fue el de la exajeracion de las refor-
mas , y al XIX acaso está reservado el traerlas
al punto de razón y de conveniencia pública, de
donde nunca debieron salir. Cada época, en fin,
tiene sus caracteres, y en la de Carlos I I I , si
bien la alta jdstieia del Rey y la sabiduría de sus
Ministros, con especialidad del gran hombre cuya
biografía escribimos, se encaminaban á refrenar
las invasiones y demasías de Roma, era sin en-




F I . O I S l D A B L A S C i . 1 8


bargo esta corte un elemento de la primera in-
fluencia en los asuntos públicos; aunque su im-
portancia y consideración iban recibiendo por.
efecto de sus demasías rudos golpes. Sea como
quiera, el católico Mocarea Carlos III miraba y
no podia dejar de apreciar como de suma impor-
tancia la armonía con el Pontífice, turbada hasta
cierto punto , ya por la anulación de la Bula Jti
ca'iia Domini, ya por las restricciones impuestas
a la Inquisición , ya en fin por la espulsion de
los Jesuítas, sin intervención de Roma, cuyo
sello de aprobación deseaba el Monarca español
para tranquilidad de su conciencia.


Con fin tan importante nombró Carlos III á
1 ) . José Moñino, Conde de Floridablanca, su
Ministro plenipotenciario en Roma, á principios
del año de 1 7 7 3 ; y el ilustre Fiscal del Consejo
de Castilla desempeñó su misión diplomática con
tan feliz éxi to, que en Julio del mismo año se
publicó la Bula de Clemente XIV estinguiendo la
Compañía de Jesús: negociación tan diestra y
difícil que estuvo en poeo haberse deshecho des-
pués de terminada; tal era la repugnancia del Papa
Clemente á sancionar la estincion. Aun hizo mas
el hábil Conde de Floridablanca; estrechó de




14 PERSONAJES CELEBRES.


nuevo las entiviadas relaciones de España con la
corte del Vaticano. IJI superioridad de su jénio,
desplegada en Roma , acreció tanto el influjo de
la España en aquelle cor te , que puede asegurar-
se, sin temor de ser desmentido, que á la in-
fluencia diplomática de FloridaManca debió es-
clusivamente Pió VI su exaltación al Pontificado,
y con ella se siguió la preponderancia de la Es-
paña en la capital del mundo católico.


Éxito tan brillante de parte de Floridablanca,
no podia dejar de influir en el ánimo previsor y
sesudo de Carlos III, para que le mirase como uno
de los primeros hombres de Estado de la Monar-
quía ; y bajo este concepto llamóle al Ministerio
de Estado en 19 de Febrero de 1777.


A esta época acababa de salir de Cádiz una
espedicion destinada á tomar satisfacción de los
insultos que los Portugueses nos habian hecho
en el rio grande de S. Pedro, al mismo tiempo
que la Inglaterra y la Francia querían constituir-
se mediadoras de estas diferencias. El primer acto
del Ministerio de Floridablanca fue rehusar toda
mediación, y ajustar el tratado preliminar de 1."
de Octubre de 1777, llamado de Límites, en
que adquirió para España la importante Colonia




FLORTHABI-AKCA. 15


del Sacramento , cerró la entrada del rio • de la
Plata, y restableció las buenas relaciones con Por-
tugal. También valió á la España la diestra di-
rección del Conde en las relaciones esteriores, la
adquisición de las Islas de Fernando Pó y Anno-
bon, y la garantía de los Portugueses para la
seguridad del Perú y demás provincias de la
América meridional, contra los enemigos esterio-
res y contra las sublevaciones internas; garantía
de gran precio mas tarde cuando estalló la guerra
entre Inglaterra y España.


Servicios eran estos de suma importancia que
el justo Rey Carlos III quiso recompensar, dan-
do á su primer Ministro la gran Cruz de su
nombre; condecoración , entonces, de gran valía,
pues recien instituida no se habia prodigado. Mas
el modesto Conde se negó resueltamente á tomar-
la, solicitando la munificencia del Monarca en fa-
vor de los Ministros Conde de Riela, D. José Gal-
vez, y Marqués de Castejon, sus compañeros, los
cuales obtuvieron cada cual una gracia, al paso
que el primer Ministro no aceptó ninguna.


Obra fue también de Floridablanca la enton-
ces importante reconciliación con el Rey de Mar-
ruecos , el que mandó á Carlos III á Ben-Otoman




10 PEBSOSAJES CELEBRES.


de Embajador. Entabláronse al mismo tiempo
relaciones con la India Oriental, que pudieran
servir en el caso de un rompimiento con los In-
gleses ; sobre todo si tomaba calor en el Gabine-
te Británico el designio ya formado de apoderarse
de Manila, si l i oportunidad se presentaba, cuan-
do la guerra estallase, lo que no era demasiado
remoto. TJllimamente se hizo la paz con la Puerta,
y mas tarde se verificó el bombardeo de Arjel.


Preparábase sin descanso el diestro Ministro
de Estado, para el caso harto probable de una guer-
ra , haciendo alianzas y estrechando relaciones, no
solo fuera de la Europa, sino en Europa mismo,
donde las entabló estrechas con el Gran Federico
de Prusia, estableciendo por primera vez comuni-
caciones diplomáticas con la Prusia, mandándose
recíprocamente ambas Cortes ajentes diplomáticos.
Cultivó al mismo tiempo Floridablanca, para
contrapesar las influencias de la Inglaterra, sus
relaciones con la Rusia, cuya potencia no solo
no se alió con la Inglaterra, después que la guerra
hubo estallado , sino que hasta envió de propósi-
to dos fragatas de su marina cargadas de efectos
navales, en el tiempo que la guerra impedia el
paso de ellos, para el servicio de nuestra armada.




FLORIDABLANCA. 17


Y auu logró mas , pues obtuvo que la Emperatriz
de Rusia se pusiese á la cabeza de casi todas
las naciones neutrales, para sostener el honor de
su pabellón, que es lo que se llamó neutralidad
armada. En suma, la destreza del Conde de
Floridablanca privó á la Inglaterra en aquella
guerra de todos los recursos de las potencias ma-
r/timas, sin escluir la Holanda.


Altamente hábil fue asimismo la negocia-
ción dirijida por Floridablanca para enfrenar los
desmanes que la Inglaterra tenia costumbre de
hacer con los neutros. Sirvióse de los deseos que
la Emperatriz de Rusia mostraba siempre de acre-
centar la importancia y la influencia rusa en Eu-
ropa, sirviéndose de ella para aclarar y lijar el
derecho de navegación con pabellón neutro.


Procuró, aunque en \ a n o , Floridablanca evi-
tar el rompimiento entre la Inglaterra y la Fran-
cia , á causa del justo resentimiento de los In-
gleses contra ella, por los auxilios que prestara
á la insurrección de sus Colonias americanas; pero
sin sacar fruto de sus esfuerzos, la guerra entre
Franceses é Ingleses estalló en 1778. Una vez
estallada trübajó Floridablanca con gran destreza
pa a lograr una reconciliación bajo la mediación


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


de Carlos I I I , la cual fue aceptada por ambos
potencias. Proponíase el hábil negociador español
eh todos estos pasos, obtener, si podia, la paz
para todos ; y si no era posible y la España se
veia forzada, como él pensaba que podia suceder,
á tomar parte en la guerra , que esta le cojiese
preparado: en lo que empleaba todos los esfuer-
zos y todos los grandes medios de que el Gobierno
español podia disponer entonces.


En este conflicto entre Ingleses y Franceses,
la Francia, fundada en el pacto de familia, instaba
á la España para que se declarase y obrase como
sua l i ada , desde que rompió en hostilidades con-
tra la Inglaterra. Floridablanca, circunspecto y
diestro, negóse con firmeza á las exijencias de la
Franc ia , fundando su repulsa y su opinión en
que no se estaba en el caso del pacto de fami-
lia , porque la Francia no se había acomodado á
las disposiciones de aquel Tratado , habiendo
hecho sin conocimiento de la España un Tratado
de alianza con los Estados-Unidos, notificándolo
á la Inglaterra, sin previo conocimiento del Ga-
binete español. Unió á esto Floridablanca con
habilidad esquisita su terminante negativa de re-
conocer la independencia dolos Estados-Unidos,




l l .ORTDABLANCA. 19


declarando no los reconocería hasta que lo hu-
biese hecho la Inglaterra. Conducta tan leal no
pudo dejar de obligar á los Ingleses, por de pron-
t o , á deponer ün tanto su desconfianza del Go-
bierno español, y se prestó ó mostró prestarse á
la mediación de Carlos III para ajustar las con-
troversias pendientes.


Mas de un año hizo durar el hábil Ministro
de Carlos III estas negociaciones, en cuyo tiem-
po puso la marina española, asi en América como
en Europa, en un estado que jamás habia tenido
hasta entonces. Asi, pues,-cuando en 1779 des-
cubierta la poca buena fe de la Inglaterra, la
cual despreciando los planes de pacificación pro-
puestos por la España, durante la misma media-
ción, habia dado órdenes por medio de su Com-
pañía de la India , dirijidas á invadir nuestras
Islas Filipinas é introducirse por el rio S. Juan
al gran lago de Nicaragua, hallábase la España
en actitud imponente y ventajosa. Esta era tal,
que emprendió á un mismo tiempo una espedi-
cion de 36 navios de línea que debían unirse á
otros tantos franceses para una invasión dentro
de Inglaterra : el bloqueo de Jibraltar; el ataque^-—-
de las plazas de Panzacola v Mobile , fuertes .4^* ®'*#e\




20 P E K S O N A J E S CÉLEBRES.


Nathez y Baton-rouge, para reintegrarse de la
Florida; la irrupción de toda la costa de Campeche,
hahia de Honduras y país de los Mosquitos;
operaciones destinadas á desalejar á los Ingleses
de todos los establecimientos que habían forma-
do en aquel inmenso continente. Respecto á Eu-
ropa , propuso, ademas del desembarco en In-
glaterra, entre muchas otras cosas, la ocupación
de Menorca, que se verificó. Vióse entonces en
las aguas del estrecho de Calais á la escuadra In-
glesa huir delante de las escuadras combinadas,
quedando prisionero de aquellas el navio inglés
llamado el Ardiente. Resultado fue de la dili-
jente destreza del Conde de Floridablanca el im-
portantísimo apresamiento hecho por el Almirante
Córdova, en los Azores , de 55 buques mercantes
ingleses , escoltados por tres de guerra , subien-
do el valor de lo apresado á mas de too.000,000
de reales.


Ta l , tan vasto c inmenso fue el plan formado
poryploridablanca al estallar la guerra con los In-
gleses en 1779. Coronado fue en gran parte de
feliz éxito, y s i n o se logró la toma de Jibraltar
y el desembarco en Inglaterra, los hechos alega-
dos por el Conde en Ja narración histórica de su




FLORtDABLANCA. 21


Ministerio demuestran bien positivamente que el
plan mejor combinado se malogra si los elementos
de ejecución no favorecen siempre cual era de de-
sear y debía esperarse. Mas al hombre ilustre, cuya
biografía escribimos, le sobra la gloria de su
posición, en medio del rango eminente que ocupa-
ba á la sazón en Europa el Gobierno de Carlos III,
del cual él era el alma.


Hallábanse en Cádiz prontos 50 navios de lí-
nea que debían unirse á mas de 20 existentes en
el Guaríco, con 40,000 hombres de desembarco,
cuando el Ministerio inglés propuso de nuevo los
preliminares de la paz, que se hizo después, con-
cluyendo un Tratado que hacia dos siglos no habia
la España logrado otro tan ventajoso , pues le
aseguraba la reintegración de Menorca, de las dos
Floridas y la de toda la gran costa de Hondu-
ras y Campeche; y ciertamente habríase recupera-
do Jibraltar, cediendo algo en América , si el ne-
gociador en París Conde de Aranda hubiese apre-
ciado en su justo valor el padrastro que era 'ese
Peñón enclavado en nuestro territorio. Asi con-
cluyó esta guerra de cinco años , la cual habría
sido de desear no se hubiese encendido minea,
pues sea como quiera la protección de la España




22 PERSONAJES CELEMÍES.


á los disidentes ingleses en los Estados de la Union
fue un er ror , cuya trascendencia era tan difícil
percibir entonces, como es fácil apreciarla hoy.


Al verificarse la paz pidió Floridablanca va-
rios premios y gracias para sus compañeros, y
para sí reclamó tan solo del Rey con grandes ins-
tancias el permiso de retirarse á descansar: so-
licitud que hizo delante del Príncipe de Asturias,
al que ya entonces hacia su Padre asistir al Des-
pacho. Negóse resueltamente Carlos III diciendo
á su Ministro querido que vería de hallar medio
de procurarle el posible descanso , pero permi-
tirle ret irarse, de ningún modo; insistiendo de
nuevo en esta ocasión en que tomase la gran
Cruz que ya otra vez habia rehusado, Insistió
también con respetuosa atención el Conde en no
admit i r la , y el Rey le hizo la honrosísima dis-
tinción de decirle: «¿Qué se dirá de mí si no
te atiendo^ habiendo trabajado tanto ? Tómala, sí-
quiera por mí .»


Este rasgo en que no se sabe qué resplandezca
m a s , si la justicia de un Monarca ó Ja modes-
tia de un subdito, no puede omitirse en la bio-
grafía del primer Ministro de Carlos I I I , cuyos
servicios en las relaciones esteriores quedan tra-




i'LOfUDAlJLAiMJA. 2 3


zados ligerísimamente, y que por grandes y emi-
nentes que fuesen apenas pueden compararse con
los que prestara en las cuestiones interiores , ó
sea en la prosperidad interior del pais desarro-
llando con , destreza suma todos los elementos
protectores de los intereses materiales. El primer
elemento para este desarrollo, era buscar me-
dios do quiera se encontrasen, y escitar y dirijir
su empleo. El hábil Conde, que al paso que con
esquisita circunspección iba limitando la demasia-
da influencia del clero y la acumulación de ri-
quezas en manos muer tas ; al mismo tiempo que
restrinjia las fundaciones de nuevos mayorazgos,
atenuando sus inconvenientes, pero sin destruir
del todo este elemento esencial de las Monar-
quías, escitaba con estímulos sabiamente dirijidos
á los ricos Prelados de España á emplear los
grandes medios de que podian disponer entonces
en objetos de utilidad pública, alentándolos con
el ejemplo y la omnímoda protección del Gobier-
no. Resultado de este sistema fueron las obras
importantísimas del Arzobispo de Tobdo Don
Francisco Lorenzaua , erijiendo casas de caridad
en Toledo y Ciudad-Real, restaurando á costa de
inmensas sumas el casi arruinado Palacio del Al-




24 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


cazar, con otras mil obras que honran la memo-
ria de aquel ilustre Prelado. Este ejemplo siguieron
á sujestion de Floridablanca los Arzobispos de
Burgos, de Valencia, d&Tarragona y de Santiago,
los Obispos de León, de Jerona y o t ro s , cuyas
rentas les hizo emplear en su mayor parte en
objetos de beneficencia y en obras públicas, que
por todo el Beino se verificaban á la sazón, sa-
cando hábil partido de los recursos del clero en
beneficio del Estado; á todo lo cual , como en
justicia debe decirse, se prestaba el clero secu-
lar con jeneroso desprendimiento. Floridablanca
fue también el primero que en aquel tiempo
anunció la necesidad de una reforma prudente
en el clero regular.


No se contentaba el ilustre Ministro , cuya
biografía escribimos , con escitar al respetable
clero á emplear sus cuantiosos medios en bene-
ficio del Estado: los medios morales de este y
todos los materiales de que podía disponer, eran
puestos en acción por Floridablanca para llevar
á cabo su pensamiento preferente de protección
decidida á los intereses materiales del pueblo,
encomendado á su cuidado. Obra suya fue el pro-
yecto de recojer los pobres de las capitales en




FLORIDABLA.NCA. 25


establecimientos públicos, donde se combinase su
asistencia con el trabajo. Fuélo la creación de las
Juntas de Caridad y Diputaciones de Barrio en
Madrid, que tanto contribuyeron y contribuyen
al beneficio público: la protección decidida á las
Sociedades Económicas del Reino, que en 1789
llegaban ya á sesenta; y en fin , pensamiento
suyo fueron casi todas las obras públicas, que
puede decirse datan en su mayor parte del pe-
riodo del Ministerio de Floridablanca , ó sean
los últimos once años del reinado de Carlos III.
Cuéntase entre ellas el importante canal de Tauste
en Aragón , los dos pantanos de Lorca que car-
gaban 24.000,000 de varas cúbicas de agua, desti-
nada á los riegos de aquel fértil territorio ; el
canal de Tortosa ; el principiado canal de Manza-
nares, y el de Campos en Castilla. Las grandes
carreteras de Andalucía, Valencia, Cartajena y
Francia , es decir, los magníficos pasos de Sierra
Morena , Guadarrama, Navacerrada y Somosierra,
recordarán eternamente al viajero el nombre ilus->
tre de Floridablanca, y el reinado del gran Car-
los I I I , en el que, solo durante el Ministerio de
aquel , es decir, en once años, se construyeron y
repararon sobre 400 leguas de caminos, fabricando




2(¡ PERSONAJES CELEBRES.


3 2 2 puentes nuevos, y habilitando 15, y hechas 1049
alcantarillas.


Las ciencias y las artes recibieron no menos
decidida protección del primer Ministro de Car-
los III. Ensayos para mejorar la agricultura he-
chos con acierto y bajo su misma inspección ocu-
lar verificáronse en Aranjuez, En la casa de la
Florida, en Madrid, establecióse una gran fábrica
ile máquinas. Enviáronse fuera de España mu-
chos pensionistas para que se perfeccionasen eu
las artes, en las ciencias y en la medicina. Es-
tablecióse el Jardín Botánico y el Gabinete de His-
toria na tu ra l , jreando dos establecimientos que
son el principal ornamento de Madrid. Su empe-
drado , la puerta de Alcalá y su bella salida, las
de Segovia y Atocha fueron hechas bajo la inme-
diata dirección de Florídablanca, cuya buena me-
moria no deja de recordarse en cualquiera parte
donde se vean los pocos ó muchos objetos de uti-
lidad , comodidad y oruato público existentes. De-
bióse también á su solicitud la creación del Banco
nacional de S. Carlos, verificada en oportunidad la
mas bien elejida , y la formación de la Compañía
de Filipinas. Mas en donde el hombre eminente de
quien tratamos se retrata mas patentemente con




F L O R I D A B L A N C A . 27


los verdaderos caracteres de verdad que el tri-
bunal inexorable de la historia toma en cuenta
para juzgar á los hombres después que han des-
aparecido de la escena del mundo, es en la cé-
lebre Instrucción reservada, dada para dirección
de la junta de Estado, creada por el Rey Carlos III
por su Real decreto de 8 de Julio de 1787 (*).
La verdad es que esta Instrucción para la gober-
nación del reino es un monumento eterno del sa-
ber y esperiencia de su autor ; y si bien en otra
época podria ser acaso atacada como poco liberal,
hoy por el contrario servirá para juzgar con acier-
to sobre la gran cuestión contemporánea de la
demarcación delicadísima entre el sistema de re-
forma de que la Monarquía española estaba ne-
cesitada tantos años hacia , y cuya necesidad quiso


(*) Nosotros hemos tenido el placer de ver el or i j ina lde
esta célebre Instrucción, escrita toda de mano del Conde de
Floridablanca: orijinal que S. M . el Sr. D. Fernando V i l
poseía entre sus preciosos manuscr i tos , que el Rey pi-
dió para la colección de manuscritos al actual Marqués de
Miraflores, Conde que fue de Floridablanca, en representa-
ción de su m u j e r , heredera inmediata del t ítulo, á la muer-
te de su t io D. José Moñino. Copia también de ella dio el
Marqués de Miraflores á D. Andrés Muriel que acaba de pu-
blicarla : recomendamos su atenta lectura que es el verdade-
ro complemento de la biografía del Conde de Floridablanca:
ella es un cuadro completo donde brilla la probidad y el s a -
ber de su ilustre autor.




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


satisfacer la justificación de Carlos III y la sabi-
duría j circunspección de su Ministro, en medio
de los peligros de las reformas que datan de aquel
reinado y Ministerio. Adonde quiera que se vuelva
la vista, ya sea en la administración del Estado,
ya en la lejislacion, lo que atestiguan los códi-
gos contemporáneos, se ven reformas importan-
tes y graves, las cuales boy se miran, por no
pocos, como un plano inclinado en el que ha
resbalado la antigua Monarquía hasta la sima don-
de se encuentra hundida. Mas. la santa verdad y
la justicia exije decir , que la grande obra del
Conde de Floridablanca en su Instrucción á la
junta de Estado, obra que en su calidad de re -
servada escluía toda idea de arrancar del juicio pú-
blico, á que jamás pudo pensar fuese sometida, ni
aplausos ni vituperios, coloca sin duda á Flori-
dablanca como el mas eminente hombre de Estado
del reinado de Carlos I I I , como el primero en-
tre los hombres prácticos de gobierno, como el
mas adelantado entre nuestros jurisconsultos, como
un español honrado, lleno de patriotismo y de-
sinterés , aspirando al bien y ventura de su pa-
tria de la manera mas franca , mas desinteresada
v mas leal.




FJLORIIUBLANCA. 29


¿Mas que sirvieron nunca ni las virtudes ni el
patriotismo contra las intrigas de la corte, si esta
es corrompida y desmoralizada? Nada en efecto.
Había pasado poco mas de un año de la crea-
ción de la junta de Estado, cuyos trabajos estric-
tamente acomodados á la sabia Instrucción que
la servia de guia , habrían dado opimos frutos de
bien y ventura á la nación, cuando se sirvió Dios
llamar á sí al gran Monarca, cuya mano soste-
nía con sabia constancia los designios de su hon-
rado Ministro. Carlos III murió en Diciembre de
1788, dejando su reino sumido en la aflicción, y
espuesto á los azares del nuevo reinado de su
hijo Carlos IV, cuyo carácter débil le había he-
cho entregar á su esposa, que desde sus prime-
ros años se había abandonado á estravios amorosos
y necesariamente á todas sus consecuencias. Mas
de una vez fue objeto, este porvenir para la Es-
paña, de las considáraciones del anciano Carlos III
con su querido Ministro, á quien en medio de su
severidad trataba como el mas tierno amigo.


Cuadra perfectamente á la biografía que nos
ocupa una anécdota curiosa de aquella época.
Discutían Carlos III y Floridablanca mas de una
vez sobre los devaneos de la Princesa , y como




30 PERSONAJES C l-l.ERRES.


Floridablanca , como liombre tolerante y de mun-
do , tratase siempre de disculparlos, y aun ejercer
siempre que podía una mediación benévola contra
la severidad de principios del R e y , mediación á
que la Princesa comprometía diariamente al Mi-
nistro favorito de su suegro, respondióle Carlos III
con ternura: « ¡ Ay, Pepe, qué bueno eres: qué
poco te lo tomarán en cuenta cuando yo me
muera !»


Proféticas eran en efecto las palabras de aquel
respetable y anciano Monarca ; pues apenas hubo
descendido al sepulcro, su Ministro empezó á sen-
tir los tiros emponzoñados de la envidia, de que
en vano quería librarle el nuevo Rey , pues ha-
biéndosele recomendado por su padre siguiese los
consejos de Floridablanca, y conocido por sí mis-
mo años hacia , asistiendo al despacho de su pa-
dre , la probidad y la ciencia de su Ministro, de-
seaba en su interior conservarle á su lado.


No mas que cinco meses hacia que Carlos III
había muerto, cuando se urdió la primera intriga
dirijida á derribar al Conde de Floridablanca. El
12 de Mayo de 1789 se remitió al Rey Carlos IV
por mano de su Ayuda de cámara Ruba , y á la
Reina Doña María Luisa su mujer por la de Don




F-LOniDABLANCA. 3 1


Manuel Godoy, un papel anónimo, un verdadero
libelo infamatorio contra el primer Ministro. Car-
los IV, en vez de caer por el pronto en el lazo,
y no pudiendo dejar de considerar cuánto le im-
portaba no separar el timón del Estado de manos
que le habían gobernado con tan feliz éxito doce,
años hacia , y cuya destreza esperimentada le era
cada día mas necesaria, pues en el reino vecino
íujia ya el viento precursor de recias borrascas,
mandó al Consejo se instruyese uns causa dirijida
á averiguar, si era posible, los autores del infa-
me libelo contra el benemérito Ministro de Esta-
do. No fueron enteramente perdidos los esfuerzos
del celoso D. Mariano Colon, Superintendente de
policía, á quien la causa fue encomendada, apa-
reciendo como sospechosos el A'arques de Manca
y D. Vicente Salucci; pero in erpúsose, entre la
acción de la justicia , la mano de la intriga y
la acción del favor de ia Reina , y los sospechosos
quedaron indemnes y mas tarde recibieron el ga-
lardón. ¿Ni como podia ser otra cosa , cuando la
Reina María Luisa, dominada por una loca pa-
sión , dio entrada en los consejos de la Cámara,
casi desde el advenimiento de su marido al Trono,
a un inesperto y poco aventajado joven Guardia




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


de Corps, que ganando en favor cada d ia , fue
elevado á primer Ministro á la edad de 25 años,
y esto en momentos en que arreciando el ven-
dabal furioso de la revolución francesa, compli-
caciones y peligros debían sobrevenir diariamente
sobre la España ?


En Marzo del año 1792, cansado de intrigas
y contradicciones, y convencido de su imposibi-
lidad de evitar los males que presentía cércenos,
dejó Floridablanca el Ministerio, y con él el go-
bierno de la Monarquía que había dirijido desde
Febrero de 1777. Dejémosla triste historia de las
desgracias que sobrevinieron á la desventurada Es-
paña desde esta infausta época: nuestra misión no
es de historiadores del reinado de Carlos IV, sino
de biógrafos del Conde de Floridablanca. Su alta
importancia no podia ser indiferente á sus émulos,
aun después de haberse separado del poder , y
resolvieron perseguirle. Empezaron por desterrar-
le de la corte, y poco después pusiéronle preso en
la ciudadela de Pamplona; y el mismo hombre
que los quince años tal vez mas florecientes de la
Monarquía española habia sido arbitro completo
de sus destinos, que tantos bienes habia hecho á
su patria y tamaños servicios habia prestado al




FL0K1DABI.A1NCA. 33


Estado, este mismo hombre se vé víctima de in-
trigas palaciegas las mas inmundas. La historia
recojerá con gloria y nosotros debemos consignar-
lo á la posteridad al escribir la biografía del Con-
de de Floridablanca, uu hecho harto sublime para
que permanezca ignorado: al ser preso y condu-
rado á la ciudadela de Pamplona, se hallaba tan
escaso de medios que hubo de prestarle para el
viaje una pequeña suma su cuñada la Marquesa
de Pontejos. Las rentas del Conde de Florida-
blanca, del primer Ministro de Carlos I I I , del
hombre que desde Febrero de 1T77 hasta el año
1792, es decir, quince años , habia sido arbitro
absoluto de los tesoros de España y América,
nunca llegaron á 30,000 rs. anuales ; ejemplo no-
table y casi único de pureza y desinterés , que
ojalá hubiese sido seguido siempre por sus suce-
sores , y que alza á un homdre en reputación y
gloria á una tal altura que no llegan á ella los
dardos envenenados de las pasiones, y á la que
la posteridad tributa eternamente admiración y
respeto.


Cansáronse por liu los estúpidos y miserables
enemigos de Floridablanca de perseguirlo ; y des-
de Pamplona permitiéronle retirarse al reino de


3




34 PERSONAJES CELEBRES.


Murcia su pais; y en Hellin pasó algunos años
en completa oscuridad , dedicado á la vida del
campo. Trasladóse, transcurrido algún tiempo,
á Murcia , yendo á vivir á una humilde celda del
convento de San Francisco, sin mas compañía
que un lego de aquella orden , recordando prác-
ticamente aquel dicho célebre de Mirabeau, de lo
inmediato que estaba la Tarpeya del Copitolio.
Mas el alma de Floridablanca era tan elevada que
no veia un tormento en su asi lo: veía un agra-
dable lugar de descanso, y empleado constante-
mente en obras de caridad, á que consagraba
todo su pequeño, patrimonio , ocupando sus ocios
en escribir sobre asuntos de relijion , y haciendo
una vida toda de piedad y tranquila, llegó el dia
en que la mano augusta del Eterno, que vela so-
bre la suerte del justo, al paso que mas pronto
ó mas tarde hace sentirse duramente sobre la ca-
beza del culpable, debia dejarse ver con todo el
esplendor de su justicia en la nueva suerte que
preparaba en los postrimeros dias al ilustre Minis-
tro de Carlos I I I , que rayaba ya eu los 80 años.


En efecto, álzase en 1808 España en masa,
escitada por el sublime sentimiento de indepen-
dencia nacional contra la usurpación de un gran




FL0R1DABXANCA. 35


capitán, que invade la España corno fementido,
manchando con ello su merecido renombre , y
arrebata del Trono español sus R eyes; y en la
horfandad de la nación española, en momentos
que todos los sentimientos jenerosos se conmo-
vían , tratando de darse un gobierno , la nación
entera acude á la humilde celda de S. Francisco
á vindicar la justicia ultrajada y la virtud opri-
mida en las canas del Conde, y una opinión uná-
nimente nacional lo saca de su re t i ro , y desde
é l , en medio de la obacion mas jeneral y mas
sincera que había recibido mortal n inguno, des-
de la celda del convento de S. Francisco fue Flo-
rida blanca llevado á presidir la Junta Central, es
decir , el Gobierno supremo del Estado , siendo
alojado en el Palacio de los Reyes en Aranjuez,
revestido del título de Alteza Serenísima, y hono-
res de Infante de España.


Emociones eran estas que afectaron, grande-
mente su alma sensible y su eorazon jeneroso, y
a la edad en que se hallaba el ilustre anciano no
pudo soportarlas sino tres meses. En ellos anunció
su pensamiento constante de reformador, pero
reformador discreto, juicioso y siempre atento á
no lanzar el carro del Estado en azares tan pe-!*




36 PERSONAJES CELEBRES.


ligrosos como se le lanzó apenas hubo desapareci-
do En Diciembre de 1808 descendió á la tumba
á los 81 años de edad, sin haber empezado ape-
nas los trabajos de Gobierno á que fue llamado.
La justicia nacional debia rendir el último tributo
á sus virtudes y servicios, y asi lo hizo. Fue se-
pultado en la Catedral de Sevilla con honores de
Infante (*), erijiéndose á espensas del Estado un
sepulcro adonde reposan sus ilustres cenizas, inme-
diatas á las del Santo Rey Fernando.


C) La Junta Central concedió al titulo de Floridablanca,
después de su muerte , la grande/.;! de España de primera
clase, l ibre de Lanzas y Medias Anatas.




• л .




Persona jes celebres del Sifjl




¡*
M. DE BALZAG. -í


Había emprendido una lucha in -
sensata ! Combatía á la miseria con
mi pluma.


M . DE B A L Z A C . — Introducción á El


Lirio en el Falle.


No hace todavia dos siglos que la Francia poseía
un novelista rodeado de una gloria inmensa, que
era, á un mismo tiempo, el mas fecundo y mas
apreciado de los novelistas de su época. Precisado
por los reveses de la fortuua á buscaren los t ra -
bajos literarios una honrosa existencia, publicó
cerca de cincuenta volúmenes de mil doscientas
pajinas cada uno , con pocos blancos y pocas már-
j e n e í De su obra, como diria ahora Mr. de Balzac,
se hicieron muchas ediciones, y era la delicia d é l a




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


Corte y de la ciudad. No eran solo los espíritus fri-
volos, los jóvenes-, las mujeres, los que devoraban
aquellas interminables historias amorosas. El sabio
Huet , Obispo d e Avranches, se volvía loco con su
lectura; el Obispo Godeau deliraba también por
ellas, y el Obispo Mascaron citaba en el pulpito al
autor , entre S. Agustín y S. Bernardo; Flechier,
el elegante Flechier, distribuía aquellas novelas en
su diócesis « para edificar, decía, á las jentes hon-
radas , y dar un buen ejemplo de moral á los que
la predican.» Hasta los solitarios de Port-Royal,
tomaban parte en aquel gran concierto de admira-
ciones. A los pocos lectores descontentadlos que
se atrevían á encontrarlas un poco largas, le de-
cía Menage con un tono de oráculo, que manifes-
taban la pequenez de su entendimiento; colocaba
sin cumplimientos al autor al nivel de Homero y de
Virjilio; y la mayor parte pensaban como Menage
La fama del novelista había pasado los mares y los
montes; se traducía en todas lenguas, la Europa le
admiraba, la Reina Cristina de Suecia se vanaglo-
riaba de seguir con é luna correspondencia episto-
lar; los pintores se disputaban el honor de hacer su
retrato ; le cantaban los poetas: tenia una Curruca,
de la cual hablaba todo el mundo, corno se ha ha-




BALZAC. 3


blado, no hace mucho tiempo, del bastón de Mr. de
Balzac; en una palabra , er a aun mas inmortal de
lo que lo es en el dia Mr. de Balzac.


Pues bien ¡lectores! la posteridad es tan capri-
chosa , que si digo el nombre del grande escritor,
cuya biografía acabo de bosquejar sin la menor exa-
jerácion , os vais á reir de m í ; si digo que se tra-
ta de Mlle. Magdalena de Scudery , calificada du-
rante su vida de Safo del siglo X V I I , del autor de
El ilustre Bassa, de El Gran Ciro , de Clelia, de
Almahide , e t c . , e t c . , me contestareis con un epi-
grama de Boileau, y me arrojareis á la cara el fa-
moso mapa geográfico para ir de Particular á
Tierno, desarreglo del entendimiento, del cual el
autor era el primero en reírse; y os bastará con
esto. Si os hablo de las demás notabilidades no-
velescas de la misma época , del Sr . Goultiers de la
Calprenéde, grande injenio que escribía Casarvdra
(10 tomos), Cleopatra (23 tomos), FaramundooSil-
v a n d r o , e t c , etc. (en junto 43 tomos) sin contar
once comedias; si os recuerdo al ilustre Onorato
d" Urfé, el padre de la novela, que escribió La
Jstrea,e\ libro favorito de La Fontaine; d 'Urfé ,
á quien Pelisson llama «uno de los entendimientos
mas raros y maravillosos que jamás haya tenido




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Francia; » si os cito otros veinte nombres des-,
tinados entonces á la inmortalidad , me diréis que
todas aquellas glorias os son enteramente descono-
cidas ; que Ciro, Cleopatra y Jstrea ,. son libros
enfadosos (lo que os concedo de buena gana aun-
que no Jos hayáis leido), y que nada de común
tiene todo esto con Mr. de Balzac, lo que niego
formalmente.


Porque al fin, entre el novelista francés mas
célebre y fecundo del siglo XVII, y el mas fecun-
do y célebre de los romanceros franceses del XIX,
entre Mlle. Scudery y Mr. de Balzac, por lo menos
hay siempre tres puntos de contacto: igual jénero,
igual facundia, igual celebridad. Esto es tan claro
como el falso axioma del Sr. Prudhome: «Quitad al
hombre de la sociedad, y le aisláis.» Queda la dife-
rencia muy notable , que el primero de los dos
novelistas murió física y li terariamente, al paso
que el otro disfruta, bajo este doble aspecto, de
una vida muy floreciente. La primera parte de esta
diferencia desaparecerá por fuerza; ¿sucederá lo
mismo con la segunda? ¿y dentro de dos siglos,
será bastante completa la semejanza entre Mlle. de
Scudery y Mr. de Balzac, que proporcione á
algún nuevo biógrafo un exordio cjmo el que pre-




KALZAC. 5


cede? Tal es, lector, la cuestión grave, delicada,
peliaguda, que me preocupa al emprender esta
biografía; cuestión que toca resolver á la poste-
ridad , y de la cual sin embargo diremos anticipa-
damente algunas palabras , con toda la reserva que
debe observarse en el examen de un proceso que
no se puede fallar en última instancia. Esta fugaz
comparación entre la novela en su nacimiento y
la novela del dia, os servirá tal vez tanto como
una serie de graciosidades gastadas y de mal gus-
to , sobre la vida privada, las costumbres, el ves-
tido de fraile, los acreedores, y el bastón de Mr. de
Balzac. Ademas reduciremos bastante este análi-
sis , para que en nada perjudique á la biografía.


Pe ro , me diréis (si como yo leis y os gusta
Mr. de Balzac), ¿cómo pueden compararse estas
obras maestras, con un fárrago de producciones
fastidiosas, sin mas mérito que su abundancia, y
que carecen de estilo, de imajinacion y de gracia?
Despacio, lector^ nuestros antepasados, los con-
temporáneos de Richelieu, del Cardenal deRetz ,
de Mmé. de Sevigné y de Pascal , no eran mas es-
túpidos que nosotros ; admiraban las voluminosas
novelas deMlle. deScudery, y basta leerlas para
convencerse de que no les falta gracia, ni imajina-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


clon, nj, aun,estilo. Su forma literaria rio se dife-
rencia notablemente de los buenos escritos de la
misma época, y sin embargo, me apresuro á con-
fesarlo, es,precisa un gran valorpara emprender
su lectura: se muere uno de fastidio. ¿ Be qué pro-
viene estq? ¿Qué le falta puesáMlle . de Scudery
para encantarnos como encantaba á nuestros pa-
dres? . Algunos críticos contestan; Mlle. de Scude-
ry : no sabia escribir, y las obras solo viven por
su estilo. Esta aserción, que repi to , es aqui falsa
en el hecho , me parece también muy disputable
en prinoipio. IXo es su, fqrma literaria, que no so-
mos capaces de apreciar, la que ha hecho atravesar
por entre siglos a la Iliada y á la novela de Lon-
gus: y si el mismo Shakspeare, que basta los ingle-
ses tienen precisión de t raducir , es inmortal, ¿se
dirá acaso que es por el estilo? Con la verdad de
los sentimientos y de las pasiones, no con la ver-
dad individual, loqal, efímera , sino coa la ver-
dad humana , e terna, es contóse inmortalizan los
grandes; escritores.-Las, novelas deftllle. de Scude-
ry han muer to , porque no eran verdaderas; pu-
dieron ser admiradas, á pesar de estar desprovistas,
no Solo de verdad absoluta, si no hasta cierto pun-
to de verdad reíativa Un novelista, cualquiera




BALZAC. 7


que sea su pretensión de representar íiehnente su
época, no es un historiador, es un poeta : su de-
ber es trabajar cosas buenas, pero buenas siendo
verdad. Si su parte maravillosa se apoya en pasio-
nes facticias , en caprichos pasajeros , puede gus-
tar tanto cuanto duren esas pasiones, y caprichos,
aunque los exajere, los adorne, ó les dé el colori-
do que le parezca ; pero falta aquel frájil apoyo,
y todo se desploma, y ni siquiera queda á tales
obras un valor real como documento histórico. Esto
es lo que ha sucedido con las novelas de Mlle. de
Scudery.


Tal era, pues el tejido jeneral .deaquellos libros,
que tanto gustaban á nuestros antepasados, por-
que se encontraban en ellos, con sus gustos, sus
opiniones, su lenguaje, sus ridiculeces, las cos-
tumbres de su vida, y los mas fantásticos capri-
chos de su imajinacion. Veíanse, alli elegantes,
habladores, intrépidos, azucarados, quisquillóos,
enamorados, pero esencialmente virtuosos; y esta
mentirilla era un encanto mas. <. ......


La escena pasaba en Asiría, en Persia, en Ejip-
to ó Roma; pero no hay necesidad de decir que
aquellos Persas,. Asirios y Romanos solo el nombre
tenían de su país. Cuatro cualidades eran indis-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


pensables para constituir un héroe de novela; de-
bía ser bien formado, valiente, tener talento y
ser de clase (estilo de la época); era á menudo un
príncipe disfrazado; la heroína era hija de rey, prin-
cesa, ó por lo menos mujer de alta jerarquía, y
hermosa como el sol. Encontrábanse por primera
vez en el templo de Sinope, en los jardines de
Ecbatána, en la corte de Babilonia , ó en las már-
jenes del Tiber. Entonces, lo mismo que ahora, el
héroe recibía al momento un flechazo en el cora-
zón («el primer instante deaquella fatal entrevista,
fue el primero de mi pasión»); si se presentaba
ocasión favorable, si sus relaciones se lo permi-
tían, se acercaba á la dama con aire galante y ajila-
do (los dos nos pusimos colorados al acercarnos,
pero sin duda fue á causa de sentimientos diferen-
tes; la modestia hacia en ella lo que en mí el amor).
LoS héroes modernos tienen mejor opinión de sí
mismos.


El príncipe, devuelta á su casa , y necesaria-
mente provisto de un confidente, lo mismo que la
princesa de una confidenta, hacia esclamaciones
acerca dé las beldades que acababan de herir sus
ojos, y hacia sufrir á su corazón interminables
preguntas («pero por último, decidiéndome de re-




BALZAC, 9


pente, después de algún tiempo de silencio: ¡No,
no , corazón mió! esclamaba al recobrar el uso de
la palabra, no vacilemos mas, confesemos que apre-
ciamos, que amamos, que adoramos á Amestris»),
El asunto, una vez bien decidido , desplegaba el
héroe cualidades y talentos mas que humanos, para
conquistar el afecto de su hermosa; sobrepujaba
los trabajos de Hércules , derrotaba ejércitos, des-
truía ciudades, provocaba á singular combate á
sus rivales, los hería ó desarmaba, les dejaba la
v ida , y adquiría su afecto. Mostrábase valiente
como Aquiles, humano y jeneroso como Bayardo,
prudente y comedido como Escipion, y pronto no
se hablaba mas que de él en todo el Imperio.


En cuanto á la heroina la pasión marchaba con
mucha mayor lentitud; al concluir el primer tomo,
apenas habia llegado al aprecio ; en los cinco si-
guientes era sucesivamente robada por una docena
de pretendientes, todos raptores bien nacidos, bien
educados , muy enamorados, pero muy respe-
tuosos , que se contentaban con hacerla viajar por
montes y valles, por mar y por t ierra, hablán-
dola con verbosidad y atención de su amor. Ya se
entiende que ella los rechazaba ; y como regular-
mente la libraba aquel que ya obtenía su aprecio.




1 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


«o tardaba en aparecer el agradecimiento, El hé-
roe , aprovechándose de las circunstancias, hacia
un consumo enorme de precauciones oratorias para
alcanzar una palabra de su amor. Unas veces era
mal recibido, porque no se conocía aun bien su
condición; otras porque la severa virtud de la he-
roína se alarmaba de la espresion de un senti-
miento, de que sus nobles padres no la permi-
tían participar. El héroe declaraba y probaba que
era de ilustre cuna; entonces se le dejaba entreveer
que se tenia cierta disposición á no odiarlo. En
el tomo noveno, se le confesaba, bajando la vista,
que se le apreciaba bastante para no incomodarse
de que amase, y para desear que fuese eterna-
mente ; por fin, en el décimo, con el permiso de
los padres, se esplicaban categóricamente, y aca-
baban por casarse ; y e ran , decia el narrador, «tan
felices, que es imposible serlo mas.» Algunas ve-
ces, la novela acababa mal; la heroína estaba casa-
da con otro ; como el adulterio era aun poco usa-
do en los l ibros, moríase de pesar, y el amante
tardaba poco en seguirla al sepulcro; «feliz, decia
el au to r , con no haber sobrevivido á la peisona
por quien solo habia existido , y orgulloso al morir
de haber dado con su muerte un ejemplo tan her-




B A L Z A C . 11


muso de Ja pasión mas pura y verdadera que jamás
hubiese abrasado á un alma. »


Bueno es„ añadir que Jos diez volúmenes de ri-
gor , estaban siempre rellenos con un gran núme-
ro de historias particulares que se contaban unos
á otros los personajes secundarios de Ja novela;
aquellos cuentos se enlazaban bien ó mal con el
principal, pero daban á la obra una gran variedad
de accidentes y de aventuras. Cuantas maravillas
puede concebir la imajinaeion, cuantos rodeos
puede inventar el entendimiento mas sutil para
dar mil aspectos á un pensamiento, estaban allí
con profusión. Todo aquello era friamente apasio-
nado, amanerado, coqueto, presuntuoso, difuso,
alambicado por el pensamiento mas aun que por la
forma; no habia plan, ni enlace, ni lójica; pero
todo era puro, delicado, caballeresco; ni una escena
siquiera de alcoba ó de tocador, ni el menor cua-
dro , susceptible de alarmar al pudor mas ¿severo;
la decencia en el estilo, era igual á la délos sen-
timientos. Y sin embargo, fuera de aquel mun-
do ideal y platónico, que tanto gustaba á los ilus-
trados , el mundo real no dejaba de seguir su mar-
cha. Ninon escribia su billete á Lachastre; Bussy -y
educaba mujeres y procedia con ellas muy diíjp




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


no tardaba en aparecer el agradecimiento. El hé-
roe , aprovechándose de las circunstancias, hacia
un consumo enorme de precauciones oratorias para
alcanzar una palabra de su amor. Unas veces era
mal recibido, porque no se conocía aun bien su
condición; otras porque la severa virtud de la he-
roína se alarmaba de la espresion de un senti-
miento, de que sus nobles padres no la permi-
tían participar. El héroe declaraba y probaba que
era de ilustre cuna; entonces se le dejaba entreveer
que se tenia cierta disposición á no odiarlo. En
el tomo noveno, se le confesaba, bajando la vista,
que se le apreciaba bastante para no incomodarse
de que amase, y para desear que fuese eterna-
mente ; por fin , en el décimo, con el permiso de
los padres, se esplicaban categóricamente, y aca-
baban por casarse ; y e ran , decia el parrador, «tan
felices,, que es imposible serlo mas. » Algunas ve-
ces, la novela/aeababa mal; la heroína estaba casa-
da con otro ; como el adulterio era aun poco usa-
do en los l ibros, moríase de pesar, y el amante
tardaba poco en seguirla al sepulcro; « feliz, decia
el au to r , con no haber sobrevivido á la peisona
por quien solo había existido , y orgulloso al morir
de haber dado con su muerte un ejemplo tan her-




BALZAC. i 1


moso de Ja pasión mas pura y verdadera que jamás
liubiese abrasado á un alma.»


Bueno es„ añadir qué los diez volúmenes de ri-
gor , estaban siempre rellenos con un gran núme-
ro de historias particulares que se contaban unos
á otros los personajes secundarios de Ja novela;
aquellos cuentos se enlazaban bien ó mal con el
principal, pero daban á la obra una gran variedad
de accidentes y de aventuras. Cuantas maravillas
puede concebir la imajinacion, cuantos rodeos
puede inventar el entendimiento mas sutil para
dar mil aspeptos á un pensamiento, estaban alli
con profusión. Todo aquello era fríamente apasio-
nado, amanerado, coqueto, presuntuoso, difuso,
alambicado por el pensamiento inas aun que por la
forma; no había plan, ni enlace, ni lójica; pero
todo era puro, delicado, caballeresco; ni una escena
siquiera de alcoba ó de tocador, ni el menor cua-
dro susceptible de alarmar al pudor mas ¿severo;
la decencia en el estilo, era igual á la de los sen-
timientos. Y sin emhargo, fuera de aquel mun-
do ideal y platónico, que tanto gustaba á los ilus-
trados , el mundo real no dejaba de seguir su mar-
cha. Winon escribía su billete á Lachastre; Bussy
educaba mujeres y procedía con ellas muy diijp




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


rentemente que el príncipe de Asiría con su ilustre
Mandane; el abate Gondy y Bassompierre tenian
amores poco parecidos á los de Artameno ó Tiri-
dates, y la Brinvilliers resaltaba feamente en aque-
llos brillantes cuadros.


En el d ía , nuestros novelistas lo han cambia-
do todo , y para agradarnos han tomado las cosas
al revés. Pero Mr. de Balzac, con tanto talento,
mas observación, mas saber, mas lójica, mas ver-
dadera pasión, con una forma literaria mas perr
feccionada, ha desplegado muchas veces , en un
opuesto orden de ideas, igual intemperancia de
estilo , el mismo abuso en la descricion y el aná-
lisis que nos chocan en Mlle. de Scudery Eneuén-
transe en ambos pajinas que rivalizan en afectación
y mal gusto - y es cosa diguu de atención, que
de los dos estilos , el mas hinchado, el mas sutil
no es el de Mlle. de Scudery. La lectura de Ciro
y de Clelia (esceptuando sin embargo la carta del
Tierno, que es un modelo del jénero afectado)
cansa mas bien por su monotonía y énfasis, que
por su sutileza. Todo aquello es largo, difuso, cam-
panudo ; es una amplificación intarminable, escrita
cálamo cúrrente, variada de accidentes, pero
apoyada siempre en el mismo tema ;.. es un dilu-




BALZAC. 13


vio de frases sin trabazón Jójica. Pero por muy
desleído que esté el pensamiento, jamás lo está
hasta el punto de desaparecer completamente; es
insípido, absurdo ó jactancioso, pero siempre visi-
ble y palpable. En Mr. de Balzac, al contrario,
la descricion y el análisis, que son ademas la
parte brillante de su talento, dejeneran á veces en
minuciosidades de tal modo sutiles y embrolla-
das , que es imposible entenderlas. Pudiera citar
mil ejemplos. De los dos escritores , el uno tenia
un escalpelo inofensivo que, por ignorancia, pasa-
ba siempre sobre la misma fibra ; el o t r o , mas
entendido, después de haber tocado lijeramente
todas las rejiones del corazón , se acurruca en un
rincón donde se complace y agota , por amor á
lo nuevo, en disecar las mas pequeñas fibras, y en
hacer pedazos los átomos. El primero no tiene mas
que una nota falsa mezclada de mil maneras, pero
siempre la misma en el fondo; el segundo posee una
escala caprichosa, tiene notas de un t imbre mag-
nífico; las tiene tan pequeñas y débiles que apenas
se oyen , y otras tan chillonas que es preciso ta-
parse los oidos. Combínense estas tres clases de no-
tas de treinta maneras diferentes, y se tendrá una
idea del canto de Mr. de Balzac, Algunas veces,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


solo emplea sus notas buenas, su canto tiene poca
variedad, pero es muy puro , muy sencillo y her-
moso ; otras añade á ellas notas débiles, y resulta
un canto incompleto que solo satisface á medias;
otras dá sucesivamente su escala entera : sonidos
puros primero, después los débiles, y en seguida
los falsos; otras por fin lo mezcla todo, y forma
una verdadera cencerrada.


Si siguiendo esta comparación entre la novela
del siglo XVII y la del X I X , en la persona de sus
principales representantes, pasamos al fondo mismo
de los libros, ala act i tud, á la fisonomía de los
personajes y al juego de las pasiones, desaparece
toda relación , ó mas bien se presenta otra inversa.
Mlle. de Scudery vivía en una sociedad ociosa y
frivola, pero clasificada, ordenada;había en las co-
sas del corazón, lo mismo que en las de la vida, una
especie de etiqueta que pocas veces dejaba de obser-
varse. La carta del Tierno tenia una parte real,
positiva, aplicable. Mr. de Balzac pertenece auna
sociedad que tiene leyes políticas, pero que no
tiene ni leyes sociales, ni leyes morales. La vida
es en ella bastante regular en su mezquindad, por-
que tiene un móvil capital, el interés, y otro esen-
c i a l , el dinero; pero en el mundo de las intelijen-




BALZAC. 15


cias hay un caos espantoso. Y precisamente por
este lado se parece Mr. de Balzac á su siglo. Lo
que nos distingue literariamente es el horror á lo
conocido; cuanto mas fria y vulgar es nuestra
existencia, tanto mas exijente y calenturienta es
nuestra imaj ¡nación : véase pues porque el corazón
humano, esa mina de oro, está rejistrado por todos
lados hace mucho tiempo , por los novelistas y los
poetas. ¡Cuántos cuidados y paciencia serian menes-
ter para descubrir en ella una nueva veta! Y sin em-
bargo necesitamos cosas nuevas, imprevistas; las
necesitamos pronto y en cantidad, aunque no las
haya en el mundo. Acosados de este modo, amal-
gamamos tipos conocidos , buscamos efectos nue-
vos en contrastes no naturales, producimos con
esfuerzos creaciones mutiladas , estrambóticas,
abortos á los cuales les faltan los dos elementos
principales de la vida, lo sencillo y lo verdadero, y
que mueren con nosotros ó antes que nosotros.


En el dia ya no se trata de que el héroe de
una novela sea buen mozo, tenga ta lento , valor
y clase ; ninguna de estas cualidades es absoluta-
mente indispensable; la última no solo ha desapa-
recido , y es fácil conocerlo, si no que la ha
reemplazado otra contraria. No tener padres, es




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


uno de los privilejios de los héroes de novela : nada
hay tan poético como un hombre que no puede
presentar su fe de bautismo. Digamos, sin em-
bargo, que en cuanto á este punto Mr. de Balzac
es todavía el mas aristocrático de nuestros nove-
listas; por lo jeneral sus héroes están provistos
de un padre, algunas veces de un t í tulo, y por lo
menos de una partícula. Únicamente su existencia
se encuentra frecuentemente unida por misteriosos
lazos con no sé qué hermandad de presidarios cum-
plidos , de rateros y de mujeres públicas, mundo
aparte que Mr. de Balzac ha organizado á su mo-
do , y en el cual se complace en buscar colores
sombríos para sus cuadros. Las demás cualidades
que gustaban á nuestros antepasados, se han re-
fundido en una cualidad compleja y de creación
moderna , quiero decir , el no sé qué; este precio-
so don suple á todo. El no sé qué, está comun-
mente en el ojo, y ese ojo es todo lo que se quiere:
es tan pronto dulce como alt ivo, con mas fre-
cuencia montaraz , pero esencialmente fascinador.
Tiene, usando una frase de Mr. de Balzac, proyec-
ciones fluidas, cuyo efecto es irresistible , y que
á distancia de cien pasos traspasan el corazón de
una mujer, como pudiera hacerlo una carabina de




B A L Z A C . 17


Delvigue. En cuanto á la intelijencia y á la moral,
jeueralmente presenta el héroe la mas estrambóti-
ca mezcla. Por de pronto lleva en la frente el sello
divino; tiene talento, mucho talento , un talento
universal. Hubiera podido se r , según le acomo-
dase , un gran capitán , un grande orador , un
grande hombre de Estado; sino ha sido un Na-
poleón , un Montesquieu, un Chateaubriand , un
Mirabeau, ó un Richelieu, es porque consideró
á los hombres demasiado pequeños para ser dig-
nos de tomarse el trabajo de dirijirlos, ó bien
porque uenetró de una sola ojeada la nada de
las cosas humanas , ó también (como en la his-
toria de Marcas) porque no tuvo un vestido y
un par de botas. En su trato con las mujeres,
es á un mismo tiempo candido como un niño,
sombrío, osado y feroz como un bandido, ele-
gante y litio como un calavera de los tiempos
pasados, vulgar y desvergonzado como un caba-
llero de industria del siglo XIX. Tómese un poco
del Corsaria de Byron, un poquito no mas de
Grandisson, un poco de Lovelace ó de Lauzun,
y mucho de Roberto Macario; mázclese todo en
dosis iguales, llámesele Rastignac, de Trailles,


de Marsay, Ronqueroles, e tc . , etc. , y se ten-
i




18 PEl iSONAJBS CELEBRES,


d ía un tipo de los amantes que gustan á Mr. de
Balzac. <


Aparte de estas creaciones, que todas se pa-
recen mas ó menos, Mr. de Balzac lia engendra-
do otros tipos masculinos que , en nú concepto,
son mucho mejores; ha encontrado en la intere-
sante historia de Eugenia Grandet un tipo de ava-
ro que causaría envidia al mismo Moliere. En el
Pudre Goriot hay un retrato de presidario que
carece de verdad, pero muy rico de colorido (en-
tiéndase que hablo de la novela de este título);
en cuanto al drama de Fautrin, es una de las
cosas peores de concepción y de forma que ha
producido nuestro siglo. El retrato del alquimis-
ta (en el Rebusco de lo Absoluto), el del cura Bir
rotteau (en los Celibatarios), el de Gobseck (en
el Padre Goriot), el de dependiente viajador (en
la historia del Ilustre Gaudissart), que es una
pequeña obra maestra de verbosidad, de sencillez
y verdad; todos estos tipos diversos, desconoci-
dos en su mayor parte á los novelistas de los si-
glos anteriores, forman la base mas sólida del
edificio literario de Mr. de Balzac.


En sus creaciones femeninas, se nos presenta
Mr. de Balzac como un Cristóbal Coiou de nueva




: 1 ! A L Z U ; . 19


especio. Ha descubierto tipos de hermosura que
antes de éi nadie sospechaba ; y describe su des-
cubrimiento con tal lujo de pormenores, tal. rná-
jia de palabras, tal apariencia de buena fe en su
entusiasmo, que el lector se deja engañar; las
nociones usuales acerca de lo bello .están trasr
tornadas; donde nosotros no hubiéramos visto
con nuestros ojos sino un desnudo y estéril.pe-
ñasco , Mr. de Balzac nos hace ver con los suyos
una Isla llena de verdor, cruzada de arroyos,
sembrada de bosques, esmaltada de flores; no
es ya la Groenlandia, sino Otbaiti. Dése; áfttr. ide
flalzac una mujer de 40 años , ..pálida., amari-
llenta , triste, enfermiza, y poco importa basta
que sea coja ó jorobada ; pronto será esto mismo
una gracia mas. Tal como la hemos descrito, el
novelista paradojal la viste con .un gusto esquisito;
coloca con arte al rededor de ella los encajes y
las blondas, da á sus miradas una facultad mag-
nética enteramente particular, imprime á todos
sus movimientos no sé qué voluptuosa incuria
mezclada de cortedad y de abandono. Su triste-
za se convierte en meditación ; su tez pálida con-
venientemente aclarada toma con una media luz
tintas deliciosas; en las arrugas de sus mejillas,




20 PERSONAJES CELEBRES.


en la forma de su nar iz , en las puntas de su
boca, en las líneas de su cuello, en sus orejas,
en sus cabellos, en sus uñas , descubre Mr. de
Balzac un sin número de maravillas, de las cua-
les ninguna idea se tenía ; quédase uno deslum-
hrado , fascinado, pues ya no es una mujer de
edad madura, amarillenta y contrahecha la que
se está mirando, sino un ánjel , una hada, una
Venus capaz de hacer delirar á un liceísta, y me-
ditar á un octojenario.


Si Mr. de Balzac tiene que retratar por casua-
lidad á una mujer joven y hermosa , se verá el
mismo horror á lo conocido, el mismo ardor por
descubrimientos. Dejará á un lado cuanto llama
la atención del vulgo. Hace poco transformaba
la fealdad en hermosura , ahora será casi lo con-
trario. A fuerza de retocar su dibujo lo echará
á perder. En tiempo de Mlle. de Scudery no se
reparaba tanto en esto; se amontonaba lo her-
moso sobre lo hermoso, y la heroína era siempre
un modelo de perfecciones físicas y morales. Com-
paremos un poco los dos estilos. Este es el re-
trato de la ilustre Mandane (Artamene, t. !,
páj. 3 3 0 ) :


«Esta princesa entraba apenas en la edad de




16 años. El velo de gasa de plata que llevaba en
la cabeza no impedía que se vieran mil bucles
de oro, formados por sus cabellos, que eran sin
duda alguna del color rubio mas hermoso, y con
todo lo necesario para dar brillo sin quitar nada
á la vivacidad, que es una de las partes nece-
sarias para la perfecta hermosura. Su talle era
noble y elegante; andaba con t an modesta ma-
jestad, que arrastraba tras sí los corazones de cuan-
tos la veían. Su cuello era blanco, lleno y bien
cortado; sus ojos azules tenian tanta dulzura,
eran tan brillantes , estaban tan llenos de pudor
y encantos, que era imposible verlos sin respeto
y admiración. Tenia la boca tan encarnada , tan
.blancos, iguales y bien colocados los dientes, tan
bri l lante, lustrosa, unida y sonrosada la tez,
que la frescura y beldad de las flores mas raras
de la primavera no podrían dar una idea cabal
de lo que v i , y de lo que aquella princesa po-
seía. Tenia las manos y los brazos mas hermo-
sos que podían verse; pues como al entrar en el
templo se había levantado el velo dos veces, ob-
servé esta última perfección, como lohabia hecho
ya con las demás. Por último, señor, de todas
las hermosuras y encantos que tan detalladameut/ '




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


os he descrito ,* solo para que disculpéis mejor á
Artamene, resultaba un encanto tan maravilloso'
y poco común en todas las acciones de aquella
ilustre princesa, que ya anduviese ó estuviese pa-
rada, ya hab lasáó callase , ya sonriese, ó estu-
viese pensativa, era siempre encantadora y ad-
mirable.»


Véanse ahora los principales rasgos de una de
las mujeres mas jóvenes é interesantes d e M r . d e
Balzac; de Madame de Morlsauf {El lirio en el
valle) de 27 años dé edad. Entre los dos retra-
tos ¡hay 186 años dé diaiíincia. i


«Su freute redonda-, proeftiinente, como la de
Joeonda, parecía «Star llena de ideas no espresa-
d a s , de ^sentimientos contenidos, de flores anfe-i
gadas por aguas amargas^-sus verdosos ojos, sem-
brados de puntos oscuros, eran siempre pálidos-,
perb si se t ra tabade sus 'hijosV sü 'Vista1 lanzaba
entonces un sutil resplandor', qué parecía, infla"
marse én los manantiales de la vida, y que los
había de agotar. Una nariz griega, cual si la-
hubiera cincelado Fidiasy y unida por medio de
un'doble arco á Unos labios igualmente sinuosos,
espiritualizaban su rostro dé forma ovalada, y
cuya tez , comparable al tejido de las eaifielias




UALZA.C. Ü3


blancas, se tenia en las mejillas con un hermo-
so sonrosado Su gordura no destruía las gracias
de su talle, ni la redondez necesaria para que
sus formas fuesen hermosas, aunque desarrolla-
das,.. Un sutil vello se perdía á lo largo de sus
mejillas,, en los meplatos del cuello, deteniendo
alli la luz que se .volvía suave. Sus orejas pe-
queñas y bien contorneadas, eran según su es-
presion, Orejas de esclava y de madre ; sus bra-
zos eran hermosos; su mano, con los dedos ar-
queados , era larga, y como en las estatuas an-
tiguas, la carne sobresalía con finura alrededor
de sus uñas. Su cuerpo tenia el verdor que ad-
miramos en las hojas nuevamente desplegadas ; su
entendimiento tenia la profunda concisión del
salvaje; era niña para el Sentimiento, grave para
sufrir; señora mayor y muchacha. Por la mismo
gustaba sin artificio por su manera de sentarse,
de levantarse, de callar y de proferir una pala-
bra... Su modo de pronunciar las terminaciones
en «parecía el canto de un ave ; las ch pronun-
ciadas por ella eran como una especie de cari-
ño, y el modo como cargaba Sobre las t acusa-
ba el despotismo del corazón. Kstendia de este
modo sin saberlo el sentido de las palabras, y




24 PERSONAJES CELEBRES.


arrastraba el alma por uu mundo inmenso.«
Lector , ¿ á cual pretieres entre la ilustre Man-


dane y Madame de Mortsauf? En cuanto á mí,
confieso que mi corazón vacila entre los dos , es
dec i r , que ambas me disgustan por diferentes
motivos. El primer retrato es producto de un arte
en su primera infancia, colorido en bru to , sin
mezclas, con alguna facilidad, con descuido y
poca verdad. El segundo descubre el esfuerzo ca-
prichoso y fantástico de una antigua literatura sa-
ciada : es pretencioso, amanerado, monstruoso.
Si antes de escribir Moliere las Preciosas ridicu-
las, hubiera encontrado al paso esas flores ane-
gadas por aguas amargas; esos resplandores
que se inflaman en los manantiales; esas tt que
acusan el despotismo del corazón, hubiera arro-
jado su pluma desesperando poder alcanzar á tanta
ridiculez. Hay jentes sin embargo que con tales
descubrimientos se pasman y esclaman : ¡ qué ana-
lista tan profundo es Mr. de Balzac! De este
modo un escri'or de muy buenas dotes (pues
en la novela de El lirio en el valle y en veinte
otras, hay inspiraciones admirables) se comph ce
en dar tormento al buen sentido y al idioma.
Cuando se vuelven á leer detenidamente las obras




BALZAG- 25


de Mr. de Balzae, cuando se desprende uno del
prestijio de una concepción muchas veces sorpren-
dente por su vigor y verdad, se queda uno estu-
pefacto de las increíbles licencias de esta clase
que se toma el célebre novelista; muchas pajinas
de él quedarán como un modelo del jénero es-
trambótico y áspero. Son frases largas, mal zur-
cidas, llenas de neolojismos estravagantes, que
lejos de aclarar el pensamiento lo hacen ininteliji-
ble ; son metáforas que hacen erizar los cabellos;
imájenes donde están mezclados y retorcidos jun-
tos los tres reinos de la naturaleza. Y entiéndase
que todos estos delitos son cometidos con la cir-
cunstancia agravante de la premeditación. Nada
hay que menos se parezca al descuido que el es-
tilo actual de Mr. de Balzae; su reputación de
corrector es proverbial en las imprentas; trabaja
espantosamente para no ser sencillo, y llama á eso
luchar con el Idioma; tal vez seria mejor vivir
con él en buena armonía.


Y sin embargo, repito que Mr. de Balzae me
parece uno de aquellos hombres que han recibi-
do de la naturaleza el fuego sagrado; y yo que
critico á causa de mi misma admiración , ¡ cuan-
tas veces he visto amanecer, olvidando el sueño,




'26 FEltSONAJ.ES CELEMÍES.


por leer uno de sos libros principiado el día an-
terior l ¿ Cuál es el joven, la mujer 6 el anciano
que á la voz de aquel májico no baya sentido su-
bir desde su corazón á su cabeza una ardiente bo-
canada d# deseos , de meditaciones y de recuer-
dos ? Tiene pensamientos que remueven hasta las
profundidades mas íntimas del a lma; los ojos se
humedecen, se deja el l ib ro , y se saborea una
impresión deliciosa; se hace alto en un fresco
oasis , y después se prosigue el camino atravesan-
do precipicios, páramos, rocas desnudas, abrojos
y desiertos áridos y enojosos. Si ¡o permitieran
los límites de esta noticia, me complacería en
continuar este paralelo entre Mr. de Balzac y
Mlle. de Scudery, haciendo palpable, en la tra-
ma de sus novelas, la fisonomía y la acción de
las dos épocas. Para algunos este trabajo tendría
tal,yez cierto, atractivo ; pero como no puede ha-
cerse aqüi.convenientemente,, me contentaré con
indicarlo, apresurándome á decir , para ser justo,
que si Mr. de Balzac, ka, esperimentado en sus
concepciones la influencia deletérea y enervante
descentro en que vivia, ha,encontrado en el seu^
tido de lo bello que¡ hay en. é l , fuerza bastante
para libertarse de ella algunas veces; y si sus




B A L Z A C . T i


obras lian de quedar eu el porvenir (seria presun-
tuoso afirmarlo) sin duda será por esto.


La entera biografía literaria de Mr. de Balzac
está en este pasaje . , un poco ambicioso , pero ver»
dadero, de uno de sus prólogos: «El estilo de
los seres que padecen ó que han, esperi mentado
«rondes desastres, no se parece al de aquellos
cuya vida ha corrido apaciblemente.» Reasuma-
mos rápidamente esta existencia desastrosa.


Honorato de'Balaao.nació en Tours el 20 de
Mayo de. 1709, de una familia pobre ; no des-
ciende de su ilustre homónimo, el gran Balzac,
que apenas se; lee ya;; y cuyo nombre patroními-
oo eia&uez. Nuestro célebre contemporáneo se
toma el trabajo de noticiarnos él mismo «que
no es noble en la acepción .histórica y nobiliaria
de- la palabra, tan profundamente significativa
para la familia de la raza conquistadora; pero,
añade, lo digo ©poniendo un orgullo á.otro or-
gullo; pues mi padre se vanagloriaba de ser de
la raza conquistada, de una familia que había
resistido á la invasión».en la Overnía, y de la
que saliéronlos D' Entragues» Aceptamos, pues,
con gusto que Mr.;.de Balzac es de la raza con-
quistada , que es de la sangre goda mas pura, y




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


ya uo le incomodaremos mas acerca de su par-
tícula. A los que le preguntaban porque la su-
primió en 1826 , les ha contestado que, al hacerse
impresor, creyó que debía tomar el espíritu de su
profesión. Un hijo menor de la Bretaña, que se
dedicaba al comercio, depositaba en el tribunal
su espada y sus títulos de nobleza; lo mismo
hizo Mr. de Baízac con su partícula. Observo sin
embargo , que en 182» cuando ya no era im-
presor, la primera novela publicada con su nom-
bre , El último Chouan, estaba firmada aun Bal-
zac solo. De todos modos y para acabar , dire-
mos con Mr. de Balzac «que con partícula ó sin
ella su nombre tiene igual valor.» Pero cuando
se da con razón poca importancia á tales baga-
telas, en mi concepto seria conveniente evitarse
el ridículo de atacar á las jentes desbautizándolas,
como lo hizo Mr. de Balzac en su Revista pa-
risiense con respecto á MM. de La Vergne y Ro-
ger de Beauvoir.


El padre de Mr. de Balzac, Secretario en el
gran Consejo en tiempo de Luis XV, y destituido
de su empleo por la revolución , envió á su hijo
durante el Imperio al Colejio de Vendóme, donde
hizo sus primeros estudios. Alli el joven escolar




BALZAC. 29


(véasela historia de LuisLambert) descubrió pronto
las cualidades de un hombre superior; pues á los 12
años de edad, compouia malos versos , y peores
t emas ; ganaba innumerables pensums, le inco-
modaba el apodo de poeta, y pasaba el tiempo en
resolver, en compañía de su maravilloso amigo
Lambert , los problemas mas arduos de la metafí-
sica. Creo que Mr. de Balzac terminó sus estudios
en París, en la pensión de Mr. Lepitre.


Mr. de Balzac, graduado ya de bachiller , sin
medios de fortuna, y con el espíritu aventurero
de un hombre que conoce su fuerza, se arrojó con
cuerpo y alma en ese infierno que llaman la vida
literaria. La interesante novela que ha publicado
después con el título de Un grande hombre de
provincia en París, podría dar sin duda una idea
de su existencia en aquella época. Con rara intre-
pidez é incansable constancia, tuvo con la fama
veinte combates infructuosos en que perdió mas
de cuarenta volúmenes. Apenas habia perdido una
batalla, aventuraba otra, cambiando el color de su
bandera; llamábase sucesivamente Horacio de Saint-
Aubin, Viellerglé, Lord R'hoone, Cuanta mas
obstinación habia en no leerle, mas se obstinaba
él en escribir. Los dos Héctores, El Centenario,




3 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


El Vicario de los Jrdennes, Carlos I'ointeJ., El
Heredero de Birague , Juan-Luis , El. Tártaro, ó
la vuelta del desterrado, Clotilde • de Lusiñan,
La última Hada, Miguel y Cristina, El Anónu
mo, Anita y el Criminal, tVann-Chlore, . El
Corruptor, ele., tales son los nombres de los prin-
cipales hijos perdidos, que Mr. de Balzac vio pasar
con ojo estoico desde la tienda del-librero al. puesto
del revendedor de libros, y desde allí a easa del
especiero; durante los años de 1821 á 1827 se hizo
este equipaje literario, olvidado en el dia. Debo
añadir que Mr. de Balzac niega ahora muchas de
Jas obras que se le atribuyen, y declara que entre
las que reconoce, hay muchas que son producto de
una colaboración múltiple. Sin embargo, se espli-
ca con dificultad cómo ha podido dejar desenterrar
la mayor parte de aquel fárrago, reimpreso recien-
temente con el trasparente pseudónimo : El mas
fecundo de nuestros novelistas..


El joven escritor, no contento con probar fortuna
consupluma, se dedicó á especulaciones de impren-
ta y de librería, que le salieron mal; ganó en ellas
crecidas deudas , y para pagarlas tuvo que recur-
rir de nuevo al medio que hasta entonces le habia
dado tan mal resultado. «Quería-, ha dicho mas




BALZAC. 31


adelante, pagar por mí mismo una deuda,inmensa
y vivir decentemente. Queria llegar á este gran resul-
tado con una pluma 'Je ganso, una bolella de tinta
y algunas manos de papel , en una ciudad donde la
literatura no tiene crédito, y donde no solo.se
necesita talento, sino fortuna, y trabajar también
noche y dia para ganar 6,000 francos al año ; ¡yo
que debia 8,000 francos anuales de intereses •.pol-
los capitales que me habían prestado! ¿noera una
locura ? Emprendí aquella lucha en el momento
mismo en que uno de mis amigos , em o suicidio
fue célebre, se levantaba la tapa de ios sesos por
uaycho menos,» A fuerza de obstinación y denue-
do salió Mr. de Balzac vencedor del combate. El
último Chouan publicado en 1829, fue el primer
punto luminoso de su carrera. Este l ibro, inferior
ta} veza los siguientes en cuanto á concepción y
análisis, me parece por el estilo uno de los mejores
de Mr. de Balzac. El autor dice en él con bastan ••
te claridad lo que quiere decir, y no abundan,
como en o t ros , las frases alambicadas y retorci-
das. Desde aquel libro la reputación de Mr. de
Balzac fue siempre en aumentó ; La ft.ñolojia del
matrimonio, La piel de pezar,. La Historia de
los Trece - le colocaron entre los escritores que




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


mas gustaban; y pronto salió á luz una nueva é in-
numerable familia literaria, mejor acojida por el
público.


La gran cámara oscura titulada Escenas de la
vida privada , donde Mr. de Balzac quiere repre-
sentar á nuestra época bajo todas sus fases, puede
dividirse en tres principales compartimentos. Hay
en ellas las Escenas de la vida Parisiense, las Es-
cenas de la vida de Provincia , y los Cuentos ó
estudios filosóficos. Dejoá un lado los Cuentos pi-
carescos, escritos licenciosos cuyo estilo está amol-
dado sobre el de Rabelais, y que su autor com-
para modestamente, según creo, a la Venus de
Milo, y á Dafnis y Chloé. Es sencillamente una
eoleccion de obscenidades injeniosas y artística-
mente trabajadas, un canto obsceno de un joven
civilizado, que tiene la sencillez y el candor de un
libro seductor de un anciano. Las escenas de la
vida de Provincia forman también el mas hermoso
florón de la corona de Mr. de Balzac. Alli se en-
cuentran principalmente los cuadros de interiori-
dad , al estilo flamenco, en cuya pintura sobre-
sale ; alli se hallan algunas veces aquellas pequeñas
creaciones deliciosas que forman un conjunto com-
pleto, sin lagunas ni superfetaciones, sin sequedad




BALZAC. 33


ni abandono, sencillas y verdaderas en la forma y
en el fondo , y que están muy cerca de la perfec-
ción. En cuanto á las intenciones filosóficas del
novelista, creo que seria muy difícil esponerlas y
discutirlas La mayor parte de los libros provis-
tos de aquel imponente epíteto, nada tienen que
ver con é l ; es un puro cebo de librería ; en algu-
nos otros, y particularmente en Serafita el
epíteto me parece una apuesta. Ensayando hablar
de misticismo, Mr. de Balzac ha apostado consi -
go mismo que haria pasar la oscuridad por pro-
fundidad , y la nada por alguna cosa; y aunque
esto se ha visto ya algunas veces, no creo que el
atrevido escritor haya ganado su apuesta. En mi
concepto no es mucho mas fácil reasumir los cua-
renta volúmenes que Mr. de Balzac llama su obra,
para estraer de ellos una conclusión moral, social
ó política ; su pensamiento, ó mas bien dicho
sus pensamientos, son esencialmente negativos;
pasados por el crisol de un pensamiento cualquie-
ra, se evaporarían al momento. Si se miran aque-
llas variadas producciones de otro modo que
bajo el punto de vista del arte por el ar te ; si se
busca en ellas otra cosa que una pintura mas ó
menos fiel, no veo en ellas tangible y permanen-




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


te sino una especie de escepticismo sensual, unas
veces refinado, otras vulgar, otras inquieto y
amargo, parecido al mismo tiempo al de Voltai-
r e , de Paul de Rock y de Byron.


A los que gustan de detalles personales é ínti-
mos , les diré que Mr. de Balzac no tiene nada en
su aire de los elegantes vandidos que ha creado;
en lo mas recio de su lucha contra la oscuridad
y la pobreza , durante la restauración , su aspec-
to era mas poético; entonces estaba muy flaco;
tenia la cara pálida, los ojos centellantes, la
palabra ard iente , los movimientos pjitados y
una conversación llena enteramente de castillos
en el aire. Era el hombre proyectista. Escepto
este último punto que , según dicen, no ha varia-
d o , lo demás ha tenido grandes alteraciones.
Mr. de Balzac adquiriendo gloria, ha hecho lo que
Napoleón: -ha echado barriga. Figúrese el lector un
hombre pequeño, regordete, con anchas espaldas,
bastante mal vestido por lo regular, con una ca-
beza adornada de cabellos negros, largos, aplasta*
dos y desgreñados, una cara de fraile, ancha, rubi-
cunda y jovial, una boca grande y sonriéndose de-
bajo de unos vigotes; señales cuyo conjunto presen-
taría algo común, á no ser por los ojos que son




im .zAC . 35


pequeños pero de una finura, y una vivacidad es-
tremadas. Se dice que seduce mucho á las mujeres;
no sé si consiste esto en la facultad magnética de
que ha dotado á las miradas de sus héroes ; mejor
quiero atribuirlo al prestijio de su conversación,
en la que tiene un talento y una gracia admirables.


Al terminar este trabajo incompleto, conozco
que para esplicar lo que hay de forzado y trunca-
do en la forma , y de falso en el fondo de la ma-
yor parte de los libros de Mr. de Balzac, no he in-
sistido bastante en la amarga idea que encierra el
epígrafe que he escojido. La manera de ser de toda
esta literatura precoz y calenturienta, á la que lla-
maba Goethe la literatura de la desesperación,
se encuentra casi siempre allí y nunca en otra parte.
¿ Cómo puede esperarse cosa alguna acabada, na-
tural , y verdaderamente bel la , de una época de
amontonamiento, de lucha y de miseria, en que
el arte en vez de ser un sacerdocio es una mercan-
cía ; cuando no puede concebirse un pensamiento,
sin qne el odioso fórceps de la necesidad lo ar-
ranque dé l a cabeza antes de su madurez? ¡Es-
pantoso suplicio que solo pueden comprender los
que lo han sufrido! ¡Dichosos los hombres del
porvenir, si dotados de una forma social mejor




36 -PERSONAJES CÉLEBRES.


combinada que la nuestra , les es dado tener es-


critores que vivan para escribir, en vez deescnb.r


para vivir.








D. MARIANO


ALVAREZ DE CASTRO.


Grave y denodado , representábase
••«-^ , á la imajinacion en tau horrible tran-


* ce, á la manera de los héroes de Home-
g> ] r o , superior y descollando entre la
* / muchedumbre; y cierto que si no se


j?.' aventajaba á los demás en estatura
como aquel los , sobrepujaba á todos
en resolución y gran pecbo.


TORF .NO.—Historia del levantamien-
to , guerra y revolución de España.
T. Iir, lib. 10, péj. 108,


Hay en la historia de todas las naciones pa-
jinas brillantes que recuerdan á la posteridad los
hechos gloriosos, las grandes hazañas de los pue-
blos ; y sin duda alguna, una de las mas bellas de




2 PERSONAJES CELEBRES.


la de España, es el unánime y jeneral levanta-
miento contra los Franceses, para rechazar una
agresión tan injusta como pérfida, y la lucha que
por espacio de seis años sostuvo el pueblo espa-
ñol Dor defender su independencia, y dar una
pf líebá solemne áí mundo dé lo qué puede una
nación cuando sus hijos, animados de un sagrado
amor patr io , lo anteponen todo , todo lo sacrifi-
can en su defensa. Grande, magnífico fue el es-
pectáculo que presentó España en 1808, levantán-
dose como un hombre solo para resistir y repe-
ler á las huestes aguerridas que habían vencido
éíi mil combates , y sujetado á cien pueblos , sin
mas escitacion que su entusiasmo, sin mas re-
compensa que su noble orgullo satisfecho, y sin
mas organización que la que le daba su propio
arrojo. ¡ Ah! entonces defendía el pueblo con en-
tusiasmo objetos para él sagrados, porque repre-
sentaban sus creencias y sinceras afecciones; y
nótese que jeneralmente el sentimiento de la in-
dependencia es el que conduce á los pueblos á
hacer mayores sacrificios, que cuando no son
espontáneos y se les exijen en defensa de princi-
pios ó ideas abstractas, que ni están al alcance
de la jeneral comprensión, ni afectan tan in-




ALVAKI.Z. 3


mediatamente á los individuos. Asi hemos visto
áese mismo pueblo español tanheroko, taüfuerte
y tan unido, cuando de su independencia, de
su Rey y relijion se trataba , tan indiferente y
en gran parte enemigo de una libertad que no
comprendía, no oponer la menor resistencia á
la invasión de los mismos Franceses, contra quie r
nes tan denodada y Obstinadamente hai>ia pelea-
do pocos años antes. La jeneracion-era la misma,
los misaras los hombres que á aquella magnifica y
sangrienta escena habian concurrido, y sin em-
bargo, ¡cuan diferente, cuan opuesto'fue el re-
sultadol Y esto que sucedió/entonces , sucederá
siempre, que las causas que se defiendan ó ^uie-
ran defender no sean profundamente populares.
Para nosotros es una cosa cierta, ,que sin el ma-
nifiesto de Brunswicii^ sin ver la. Francia; aiae-
naüada su independencia por los ejércitos estram
je ros , .n i hubiera peleado taato por ¡la, libertad
que la representaba, ni tal; vez hubiera .triun^
fado esta, ni dado, lugar a las.espantosas escenas
que la acompañaron ;y degradaron ,


Pero no cumple á jiuestro propósito nacer
sobre este punto las muchas reflexiones á que ¡dá
lugar , ni lo es tampoco enumerar y encomiar, las




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


glorias de nuestro país en aquella lucha memorable:
el Sr. Conde de Toreno, en la magnífica historia de
aquellos sucesos, nada deja que desear; y si la
remota posteridad podrá necesitarla para instruirse
detalladamente de los hechos, las jeneraciones mas
inmediatas al suceso , no habrán menester de ella,
porque sus padres les habrán contado verídica y
detenidamente los grandes hechos que presencia-
ron, las glorias de que fueron partícipes, los desas-
tres y horrores , y hambres , y miserias que tu-
vieron que soportar.


Pero en medio de tantas glorias, y de tan
altos hechos, se levantan algunos hombres pri-
vilejiados, que por sus hazañas, por la situación
en que se encontraron tal vez, descuellan sobre los
demás, y ocupan un lugar mas distinguido, sin es-
citar la envidia ni la rivalidad, porque no las admi-
ten sus relevantes prendas. En este caso se encuen-
tra el ilustre personaje, cuya biografía vamos á
trazar, elhéroe que defendió la inmortal Gerona, y
pereció infamemente victima de los mismos que,
porque eran valientes, debieran haber tenido en
mayor estima el valor de tan esclarecido jeneral.
La Francia no padrá quitarse nunca el borrón que
sobre ella cayó, haciendo perecer, ó permitiendo




ALVAREZ. S


que pereciese eu un oscuro calabozo, un soldado
valiente , un jeueral i lustre, que habia peleado
contra ellos con denuedo, y disputádoles con glo-
ria la posesión de una plaza, insignificante para
Ja historia de sus triunfos, sin el valor, arrojo
y patriotismo del Jeneral , de las tropas, y del
vecindario que la defendían.


D. Mariano Alvarez de Castro, nació en la
ciudad de Granada en 8 de Setiembre de 1749,
según resulta de su partida de baut ismo, que ori-
jinal hemos visto, y que destruye lo dicho por
algunos historiadores de que era natural de la
villa del Burgo d e O s m a , en Castilla la Vieja, si
bien ya el Conde deToreno en la Historia dé la
guerra de la independencia , rectificó aquella equi-
vocada creencia. También padeció equivocación el
autor de un artículo biográfico, publicado en fá'
Alhambra , suponiéndole nacido eldia 14; equivo-
cación en que sin duda ineurrió por ser aquella
la fecha de la partida de bautismo, y nO haber
recibido el sacramento hasta el mencionado dia.


Sensible debe ser para Castilla la Vieja que se
le prive del honor de haber dado el ser á un •hé-i


roe tan esclarecido; pero lo cierto es > como he-
mos dicho, que D. Mariano Alvarez nació én




6 PERSONAJES CELEBRES.


G-canada, siendo sus padres D. Francisco y Doña


Apolonja Ldpez Aparicio, vecinos de la misma


ciudad- No tuvo hermanos varones, y solo tres¡


hermanas, dé las cuales una murió joven, y por


muerte sucesha' de, Jas demás, han pasado sus


bienes á la'familia de los. Castres y Orozcos sus


sobrinos, que actualmente los poseen, por .na


haber dejado hijos. Ha podido consistir la equi-


vocJioion,de suponerle natural de Castilla, de po-


seer su familia paterna > de la cual era prinoojé-


n i to , bienes amayorazgados de alguna considerar


cion en tierna de Soria y,Falencia ; pero aunque^


por los que tenia en el Burgo de Osma y otros,


pueblos, por sus mayorazgos denominados d? COI


sollos, había estado en diqho pueblo algunos años


durante su juventud, su&milia vivía en Grana-,


da dssdeeJ, año de l4 f j l r .en.quftbajó a l a pon-
quista desdo Galicia el capitau Alvaro Berujudez


de Castro, Era pues de familia i i lustre, píipcU,


pálmente por sus ejjdaces cpn los Castras y los


Cogollos,i,.-con puyo ¡nombre/n-njaba alguna vez
D. Mariano, como Señor de mayorazgo en Cas-


t i l la ; y no será fuera d e l u g a r atendida la he-


roica constancia que mostró después D. Mariano


Alvar,*?,, aja&ifestar que contaba, entre sus .as-




AI.VAHEZ. 7


cendientes á la inmortal Antona García, la in->
trépida plebeya de la ciudad de T o r o , que tanto
se señaló por sus hazañas- en el reinado de los Re-
yes Católicos; y á Ferrando Ruiz de Castro, que
muerto en Rayona de resultas del triunfo del Rey-
D. Enrique I I , y habiendo seguido la causa del
Rey D. Pedro, mereció, según nuestras Cróni-,
cas , que se pusiese en su tumba el , siguiente
epitafio : « Aqui yace Ferran Ruiz de Castro, toda-
la lealtad de Castilla.» Epitafio que bien hu-
biera podido colocarse también sobre el sepulcro
de su ilustre descendiente.


Vivia su familia en Granada con el producto
de sus r en t a s , y D. Mariano después de ha-
ber corrido muchos peligros en su infancia , por .
lo delicado de su sa lud , fue destinado por sus
padres á la carrera de las a rmas , á la que tenia
singular inclinación, después de haberle dado la
educación correspondiente á su,piase. Entró al'
servicio en clase de cadete de Reales Guardias de
infantería Españolas en Diciembre de 1768; en
Barcelona se perfeccionó en las matemáticas v y ¡
á pesar de su inveha afición á los estudios, soli-
citó can eqipeño ir á la guerra que en aquella \
época se suscitó contra tos, Arjelinos, lo que lje •




8 PERSONAJES CÉLEBRES,


fue negado por ser terminantes las órdenes de
S. M. , para que ningún académico abandonase el
curso de sus estudios. En 1778 fue promovido á
Alférez por orden de antigüedad, y en esta clase
estuvo en el sitio de Gibral ta í , donde se distin-
guió por su valor y honradez, siendo diversas
veces recomendado por sus jefes, entre ellas en
Mayo de 1780, que hallándose en el campo de
S. Roque, dirijiendo los trabajadores que se emplea-
ban en faenas propias del s i t io , recibió la noticia
de la muerte de su madre , á quien amaba en
estreino; y habiéndosele mandado retirar por con-
sideración á su estad», no quiso> tealizarlo , y
permaneció en su puesto á pesar del diluvio de
hierro, que como él mismo dijo, le descargaban
los Ingleses desde el monte , espresando en aquel
instante « que su único consuelo seria vengarse
de los enemigos de su patria en momentos tan
dolorosos.» L o q u e pruébala entereza de su ca-
rácter, si no la filosofía de sus sentimientos guer-
reros. Ascendió á segundo Teniente en 1783 ; en
1789 obtuvo el grado de Teniente Coronel , as-
cendiendo á primer Teniente en el mismo año.
En 1790 le nombró su Coronel el Duque de Osu-
na , maestro de la Academia que estableció en




ALVAREZ. 9


Madrid, y permaneció en aquel destino hasta el
año de 1793, en que salió para la guerra contra
la República; entró en el Rosellon por Arles, estu-
vo en el ataque de M A S D E U , en el bloqueo de Elne,
en la salida de Masdeu á Aníls, en el ataque
de las trincheras francesas de Perpignan , en el
ataque y toma de Bivesaltes, donde se apoderó
de un cañón ; en los ataques del Boulou , recha-
zando en uno á la bayoneta con solo su compañía
á una columna enemiga de mas 500 hombres-, en
la batalla de Pía del Rey, donde fue contuso,
habiendo cojido un cañón, y en muchas otras ac-
ciones de guerra que hubo eu aquel año. En el
de 1794 estuvo, mandando siempre su compañía,
setenta y nueve dias acampado bajo el tiro de
cañón de Colioure, y en el sitio y rendición de
la plaza. En aquel año obtuvo el grado de Coro-
nel , y en el siguiente de 1795 el de Brigadier.
En todas aquellas campañas dio muestras de va-
lor y serenidad en los combates, de firmeza en el
mando, y de amabilidad y dulzura en su trato,
pues habiéndosele conferido, siendo solo Alférez, el
mando militar y político de la villa de Alégrete, se
condujo de tal modo, que mereció los mayores elo-
jios de la justicia y vecindario de aquella población.




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


Seria largo enumerar los diferentes servicios
que hizo á su patria I) . Mariano Alvarez en los
primeros tiempos de su carrera militar, y el des-
tino le tenia reservado uno , uno solo; pero mag-
nífico , inmortal, la heroica defensa de Gerona, en
una edad ya avanzada, con una salud perdida,
y con solo el aliento de su lealtad y valor. Pero
antes de entrar en la narración de aquel gran
suceso, bueno será dar una tijera idea del carác-
ter y cualidades del héroe que entonces tendre-
mos que presentar.


Siendo AJféíeJf de Guardias , y en una de las
temporadas en que iba al Burgo de Osma con li-
cencia para cuidar de sus bienes, como persona
de distinción, considerada en el pueblo por sus
riquezas, y por 1Q distinguido de su casa, pero
poco entendido en los usos eclesiásticos, tomó
asiento para oir misa con comodidad en una de
las sillas del coro de aquella catedral, pero fue,
reconvenido por orden del Obispo, manifestándo-
le que solo estaba concedido aquel privilejio por
bulas pontificias á los caballeros de las Ordenes
Militares. Herido su amor propio, se levantó en
el acto.,. hizo ensillar sus caballos, y se dirijió a
Madrid, renunciando la licencia de que disfrutaba;




ALVAREZ. 11


solicitó de S, M. se le. concediese .el.-tumo de la
merced de hábito militar en cualquiera de las Or-
denes ; y enefecto le fue concedido en la de San-
tiago. Al siguiente año se presentó en el mismo
cabildo del; Burgos y tomó asiento en el coro
para dar lugar al deapique de su amor propio,
repeliendo la reconvención que de nuevo se le
hizo, y que quedó sin efecto, al descubrir la cruz
que adornaba su pecho , y que habia conservado
oculta. .


La frescura que manifestaba en los, peligros
D Mariano; Alvarez, y, de que habla ,D. Miguel
de Haro en su Relación Histérica de la defensa
de Gerona, puede deducirse,de lo que manifesta-
ba en una de las cartas festivas que conserva su
familia, dirijidas á su administrador del Burgo
de Osma en, 14 de Julio de 1779 desde el sitio
deGibral tar , en que dice: «Las últimas noticias
son algo melancólicas, por haber enerado lpsAr-
jelinos algún trigo y vacas en la plaza ; pero para
inas.son los 1 alientos del retador de la calle de los
Izquierdos.».


(*) Aludía á un asunto galante oeurrido en el Burgo de
Osma, en que sostuvo contra los dependientes de la curia
eclesiástica, el puesto que con mal éxito le quiso disputar uno
de sotana.




12 PERSONAJES CELEBRES.


Prueban estas dos anécdotas su animoso pen-
samiento y su galantería ; lugar tendremos de
admirar su lealtad y su valor en lo que nos resta
que referir de su gloriosa vida , y del fin des-
graciado que tuvo una existencia , que sus ene-
migos debieron haber respetado con la admiración
que infunden los héroes á los corazones jenero-
sos , y el respeto que inspira el valor á los que
son valientes.


Tranquilo y desempeñando las funciones de
su empleo, pasó D. Mariano Alvarez los años que
trascurrieron hasta el gran acontecimiento de
1808, que debia proporcionarle la ocasión de
hacer su nombre inmortal , y venerada su me-
moria. Pasaba entonces algunas temporadas en
Granada, y otras en el Burgo; pero su residencia
ordinaria era Madrid , donde ocupado en el cuida-
do dé su compañía, ocupación no muy pesada en
aquellos t iempos, y-menos en los cuerpos de la
Guardia Beal , que por su particular organiza-
ción no necesitaban de mucha asiduidad de parte
de los jefes , esperaba bajar tranquilo al sepulcro,
contando ya 60 años de edad, y no ambicionan-
do mas grados que el de Brigadier que obtenía
por sus servicios. No se alcanzaban entonces con




ALVAREZ. 13


la facilidad que ahora los empleos y entorchados.
Sin los acontecimientos de 1808, sin aquella in-
justa agresión que dispertó en los corazones los
nobles sentimientos que aun abrigaban los pechos
españoles, D. Mariano Alvarez hubiera termina-
do tranquilo su carrera , si bien gloriosa , con-
fundida con la de tantos otros militares que habían
dado también muestras de lealtad y valor. Pero
sonó la hora del combate, llegó el momento de
hacer pruebas de lealtad y firmeza, y tccóle á
Alvarez en aquella lucha uno de los primeros
puestos en ella, y una posición que colocó su
nombre entre los primeros también que figuran
en los fastos de aquella guerra.


Contaba D. Mariano Alvarez 60 años de edad
en 1808, y se hallaba en Madrid cuando ocupa-
ron las tropas francesas laeapi ta l , y al momen-
to pasó á reunirse á su rejimiento que estaba
en Barcelona, otorgando antes poderes á sus her-
manas para la administración de sus bienes , y
remitiéndoselos con una carta en que muestra su
valor y la jenerosidad de su corazón; les dijo se
encargasen de ellos, porque, «habiendo pisado
los enemigos la capital de la Monarquía, no pue-
do yo residir, decia, sino donde se hallan mis




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


banderas, ni cuidar de otra cosa mas que de Ja
defensa de mi Rey y de mi patria; » Pasó pues
D. Mariano Alvarez á Barcelona, cuando apo-
derado el jeneral francés Duhesme de la plaza
por medio de una infame artèria, quiso posesio-
narse también del castillo de Monjúich -r pero
allí mandaba Mariano Alvarez, dice en tono
solemne uno de : nuestros historiadores. Alzóse
el puente levadizo, coronáronse de tropa las mu-
ra l las , br i l lóla mecha sobre los cañones, apun-
tados á los Franceses qué estaban detenidos en el
glasis, y fueron inútiles todas sus amenazas y
estratagemas. Alvarez cedió solo al mandato es-
preso y terminante del Capitan General del Prin-
cipado, y viósele hacer la entrega del castillo,
centelleando sus ojos de coraje, y maldiciendo las
leyes del honor militar que á tan dura* obligación
le sujetaban. Nò estaban entonces tan relajados
como en nuestros dias los vínculos de là discipli-
na , ni se creían autorizados los militares para
desobedecer las órdenes del Gobierno y de sus
jefes, como ha sucedido después muchas veces.
La resistencia del castillo de Monjuich hubiara
sido ademas inút i l , riues Ocupando los Franceses
la ciudad y sus fuertes, sin provisiones aquel,




AT.VAREZ: 15


pronto hubiera tenido qué rendirse , logrando sólo
arruinar la población que domina, si contra ella
hubiese dirijido sus tiros.


'Teníale el cielo destinado á D. Mariano Alva-
rez Otro sitio menos fuerte, la ciudad de Gerona,
donde debia inmortalizar sü nombre. La entrega
del castillo de Monjuiéh de Barcelona alteró mu-
cho su sa lud; y cuando ya convalecido se disponía
para fugarse de la plaza , se lé qiiíso - obligar á
que tomase el gobierno interino de ella; pero se
negó apoyándose en el mal estado de su salud, y
no sin grandes trabajos y riesgos logró fugarse,
presentándose en Tarragona, desde donde fue des-
tinado á mandar la vanguardia del ejército dé Ca-
taluña eñ él Ampurdan. Lleno de júbilo por verse
libré de la dominación francesa, con las pocas
tropas de que se componía íá vanguardia , acudió
al socorro de la plaza de Rosas, impidió el paso
dé los1 Convoyes enemigos, entretuvo sus fuerzas,
y las Venció no pocas Veces; y encargado por el
jenéral Marqués de Lazan de cuantas empresas
arduas ocurrieron, acreditó en todas sü intelijen-
cia, pericia y valor.


La invicta Gerona habia sufrido ya dos sitios
por los Franceses, qUe tuvieron precisión de levan-




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


tar tos , no sin gran pérdida, cuando en 19 de Fe-
brero de 1809, la Junta Suprema de Gobierno del
Reino. le nombró Gobernador interino de ella,
teniendo solo á sus órdenes 5,000 hombres escasos
de t ropa , siendo asi que para el servicio de las
fortificaciones se necesitaban de 10 á 12,000. La po-
blación, diezmada por las precedentes desgracias,
ascendía en su totalidad á 14,000 habitantes. Las
murallas maltratadas por las anteriores embestidas
del enemigo, eran en sí mismas muy imperfec-
tas , según la calificación misma del injeniero fran-
cés Marescot, que habiéndolas reconocido escru-
pulosamente de antemano , dijo en alta voz que la
plaza y su principal castillo eran una bicoca. Ig-
noraba empero el franeés, que había en ella el
valiente Alvarez, que. la guarnecíanlos bizarros
Tejimientos de TJltonia, Borbon, 2.« de Barcelo-
na , y otros que tantos valientes han dado a| ejer-
cito español; que la habitaba una población en-
tusiasta y animosa, y que todos eran españoles,
y tenían corazones españoles, indignados de la
alevosía del ataque, y de la destrucción que se
meditaba délos objetos mas caros para e l los , su
relijion y su Rey.


Treinta mil hombres ;í las órdenes de los je-




ALVAREZ. 17


nerales Saint-Cir y Augereau se presentaron nue-
vamente á sitiarla el 6 de Mayo de aquel a ñ o , y
enviaron , según costumbre, un parlamento al Go-
bernador, ofreciéndole condiciones ventajosísimas
si capitulaba. «.No quiero tratar con los enemi-
gos de mi patria, contestó Alvarez, con española
fiereza; decid á vuestro jeneral que en adelante
recibiré á metrallazos á sus emisarios.» Hízolo
asi en efeeto siempre que los Franceses quisieron
entrar en comunicaciones, y el pueblo de Gero-
na , en la ebriedad de su patriotismo, aplaudió con
delirio la tenacidad de su Gobernador, empeñán-
dole todavía mas en la defensa, tan inesperada
resolución. Casi al mismo tiempo publicó un ban-
do imponiendo pena de la vida á todo el que
hablara de capitular ó rendirse; y se intimó á las
tropas que los comandantes de los segundos pues-
tos tenían orden de hacer fuego en caso de ata-
que , contra cualquiera que sobre ellas viniese, ya
fuera español ó francés. Promovió, viendo lo re-
ducido de la guarnición, la formación de siete
compañías con el título de Cruzada Gerundense,
habiendo entre ellas dos de clérigos seglares y
regulares; otra con el título de Reserva ; y ade-
mas la célebre compañía titulada de Santa Bar-


i




1 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


bara, en la que se alistaron hasta 127 Seño,
ras de todas clases y estados, las cuales acudían
á• los puntos atacados, llevando refrescos á las
t ropas , recojiendo y conduciendo al hospital á
los h e r i d o s / y mostrando en todo el ánimo mas
varonil. En compañía de las Juntas Correji-
mental y Económica, y el Ayuntamiento de la
c iudad, apuró todos los medios de proporcionar
subsistencias, y dictó las mas acertadas y opor-
tunas providencias para la ordenada distribución,
atrayéndose por su bondad , justificación y ente-
reza . el amor y confianza de aque'los habitantes;
quienes en el ardor de su entusiasmo relijioso,
nombraron jeuerah'simo á su patrono San Narciso;
y con el favor del cielo, y el esfuerzo de sus co-
razones, no temieron desafiar detrás de sus débi-
les murallas á todo el poder del vencedor de Eu-
ropa.


En los estrechos límites en que debemos en-
cerrarnos , no es posible dar una detallada noticia
de los hechos heroicos de aquel memorable sitio;
en las descricioues de él publicadas , se hallará
un pálido relato de su lus t re , porque todo debe
ser descolorido tratándose de dar una idea de
tanta brillantez. Basten para muestra del entn-




ALYARbZ. /'•••:'••» 'i 19


siasmo que allí reinaba, del valofc j»neíaY que se­
desplegó, los dos siguientes rasgos históricos.
Llevóse un casco de granada parte del muslo; y
de la rodilla del tambor Luciano Ancio , apos­­
tado para señalar con la caja los tiros de bomba­
disparados del campo enemigo; y al quererle tras»
portar al hospital: « No, n o , dijo el resuelto
mozo, tengo todavía los brazos sanos para tocar
el tambor. •> Un oficial encargado de unía peque­
ña salida, preguntaba en una ocasión á su Gor
berna.'lor adonde se acojeria en caso de retirada:
« Al cementerio » respondió severamente B . Ma­
riano Alvarez. Estas palabras sublimes recojidas
ávidamente por la historia, revelan por sí solas
la entereza de carácter del magnánimo Gober­
nador. • •


Por sus singulares méritos y serviciósfue agra­
ciado por la Junta Suprema de Gobierno dfl
Reino, en 12 de Abril de aquel año , con el empleo
de Mariscal de­Campo; en 24 de Mayo; con el
de Comandante del primer ЪаНаНоп de 'Bicales
Guardias Españolas, y en 2 de Octubre con el,de
Teniente General , por el relevante mérito que
estaba contrayendo en la defensa de Gerona. En
ella se hallaba siempre en todos los combates




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


en todos los trabajos, y corriendo todos los ries-
gos ; todo lo presenciaba , á todo asistía , y su celó
infatigable no le dejaba un momento de descan-
s o , en medio del grave cúmulo de negocios á qué
tenia que atender.


Su traje era regularmente sencillo (*); en los
días de gala'-vestía de riguroso uniforme, y en
todos los demás llevaba bajo de la levita la faja
de jenera l , y el sombrero redondo de copa alta,
con una cinta roja colocada diagonalmente, y en
ella escrito con caracteres negros : Por Fernan-
do Vll\ vencer ó morir. Se desprendió de toda
la lolata labrada que tenia , dando jenerosamente
su product» para ¡a guarnición; no.permitió que
se leesceptuara en el sorteo de los caballos que
se mataban para el abasto, y cuando le cupo la
suer te , dio el mejor de los dos que tenia. Escusó
Cnanto pudo cobrar sus sueldos, con la mira de
que se atendiera á otras nrjencias.


Ya. que de abasto y matanza de caballos para
atender áél hemos hablado, creemos que no dis-


(*) Manifiesto dé cuanto sucedió al Excmo. Sr. Teniente
"Generad). Mariano Alvare7.de Castro, Gobernador de la
plaza de Gerona , desde que quedó prisionero en ella , has-
ta su fallecimiento en el castillo de S. Fernando de Fi-
gnerai.—Var I). Francisco S a t n é , Rarcclona I8I<5.




ALYAKEZ. 21


Rs. v u .


Una gallina 280 á 300
Una botella de vino 40 á 60
Id. de aguardiente 80
Una libra de arroz 30
Id. de p a n . 1 . . . . . . . . . . . 10 á 12
Id. de carne de cerdo. . . . . . . 2 8 ' '
Id. de carne de caballo. . . . . 6 á 8
Id. ' de gato 20 á 40
Id. de jabón. . . . . . . . . . . 64
Una rata ó un pájaro 8
Un tomate ó una cebolla. . . . 4
Una onza de tabaco. . . . . . . 12 " "


Juzgúese pues cuál seria el hambre qué se su-
friría en la plaza, cuánta la aflicción que hubiera
causado én pechos menos animosos , y Cuánta
gloria inmarcesible réSulta para sus'defensores.


(*) Relación histórica dr. las defensas de Gerona en 1808 v
1809.—Por el Mariscal de ¿ a m p o D. Miguel de H a r o . -
Mailrid. 182«.


gustará á nuestros lectores ta inserción de la tarifa
á que se vendían los pocos víveres que algunos
paisanos introducían á costa de sus vidas en la
inmortal Gerona, que acosada por una estrema
necesidad, presentaba una escena lamentable. (*)




22 PERSONAJES ;ffELEBJAES.


Los jenerales españoles se' afanaban por socor-
r e r á los esforzados defensores de aquella invicta
plaza , y el jeneral García Conde logró introducir
en ella un convoy y unos 1,000 hombres dereíuer-
zo , apenas bastantes á cubrir las bajas ocurridas
hasta entonces. Respiró un tanto Gerona al verse
socorrida,, pero solo tenia víveres nara cuatro
meses, y estos habían ya trascurrido, con esceso
en medio, de tantas y tan repetidas proezas; y
para colmo de desgracia declaróse por fin en, el
quinto,mes el hambre y su compañera la peste
del modo, mas horroroso. Agotáronse.las carpes
de caballo;, de mulo y de,,jumento; los soldados
se caian muertos estando de centinela, y los hos-
pitales sin. alimentos, sin medicinas, sin luz y
sin fuego, eran un espacioso a tahud, donde se
amontonaban heridos y, apestados. Comíanse sa-
bandijas, y los mas inmundos insectos , .sñi que
aquellos, desa f í e? , , n l el. ver que,,el cañón des-
morpnaba las,,.murallas,, ,ni..la poca 9 ninguna
esperanza de ^socorro, ni el hundimiento con-
tinuo denlos, .edificios „, : .causado; .ppr los proyec-
tiles que sin cesar arrojaban los enemigos , desa-
l abaron al G q ^ á la decidida guarnir
clon y vecindario de Gerona. « Hijos mios , decia




ALVABJ5Z. , 23


aquel á sus soldados, mas vale morir en la brecha
que uo de necesidad. » Hubo un jefe que eu una
ocasión se atrevió á pronunciar delante de Alva-
rez la palabra capitulación ; perp este interrum-
piéndole -. «¿ Cómo , dijo, solo V. es aqui cobarde?
Cuando no haya otra cosa, nos comeremos á V.
y á los de su ralea, y después resolveré lo que
mas convenga. » (*) Estas palabras las pronun-
ciaba el inflexible jeneral sobre las ruinas de una
ciudad desmoronada, en medio de cadáveres in-
sepultos por las calles, y á presencia de una na-
turaleza que- parecía muerta por todas partes. No
se veían, ya mujeres en cinta en Gerona, falle-
ciendo de inanición hasta el fruto de sus amores
en el seno mismo de su madre.


La plaza entró por último en el octavo mes de
su s i t io , sin haber sido socorrida, ó pesar de que
en vista de su heroísmo se trató de levantar una
cruzada jeneral en Cataluña para volar en su au-
xilio. Pero ya era tarde. En 1.° de Diciembre,
se contaban 10,Q00,cadáveres de soldados y pai-
sanos tendidos en sus fosos y en sus cementerios,
y sus murallas venían á tierra por todas partes á


(*) Tomamos este helio pedazo del articulo biográñco
publicado en el periódico la Alhambra por D . J. de C. y O.




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


los embates de i 40 batería* qué dispararon sobre
la ciudad 70,000 balas y 20,000 bombas y grana-
das. Los Franceses habían convertido el sitio en
bloqueo, y ocupaban uno tras otro los fuertes es-
teriores que dominan la ciudad. No eran ya
hombres sus defensores , reducidos al misera-
ble resto de 1,100 soldados que tenían que eu-
brir siete brechas: eran sombras y esqueletos
ambulantes , y hasta el esforzado, el indomable
Gobernador A h a r e z , achacoso durante todo el
sitio de la fiebre epidémica, postróse al fin en la
cama sin esperanzas de vida el 4 del mismo mes.
Recibió el Viático y la 'Estrema-Uneion, y t ú v o -
sele durante mucho tiempo por muerto', por lo
cual delegó el mando el día 9 en el Teniente de
Rey D. Julián Bolívar. «Postrado Alvarez, pos-
tróse Gerona. Hasta entonces no parecía sino que
aun las bombas en su caída habían respetado tan
grande a lma , pues destruido todo en su-derre-
dor , y los mas de los cuartos de su propia ca-
sa , quedó en pie el suyo, no habiéndose n u n -
ca mudado del que ocupaba al principio del si-
tio. » (*)


(*) Historia del levantamiento , guerra y i revolución de
España.~Poc el Coaüe de Toreno. T . Ilf, lib. 10, paj; 117.




ALVAREZ. 25


Como último testimonio del carácter firme y de-
cidido del jeneral Alvarez, transcribiremos aqui la
única carta suya que existe, dirijida á su her-
mana, que residía en los pueblos de la provincia
de Soria , y llevada sin duda por algún soldado á
quién permitió salir, pues está sin firma ni fecha,
y arrugada como de haber estado cuidadosamente
escondida, la cual hemos visto, y dice a s i : « l ío
sé cual será mi suerte, porque su Divina Majes-
tad me quiere probar con mis males ; no he que-
rido salir porque mi honor me manda morir en
estas ruinas. Blake no me socorre, pero Dios y
mi brazo me socorrerán, y tu hermano será leal
y honrado hasta la muerte. Nada necesito, solo
deseo que estos traidores rompan... . entonces me
pondré bueno. Sé que te persiguen (*), déjalo to-
do y vete.» Estas son las únicas noticias que
recibió su familia durante el sitio , y las que die-
ron posteriormente los soldados que sirvieron con
él y eran naturales del Burgo , de los cuales he-
mos visto á uno mendigando su subsistencia , y
reclamando el auxilo de los descendientes de su


C) Alude á que los Franceses quisieron matarla en el
lugar de Blacos , y sufrió allí las molestias consiguientes á
•u próximo parentesco con el jeneral. ; Cuanta atrocidad 1




26 PERSONAJES CELEBRES.


antiguo jeneral, ya que el. Estado ios tiene eu tal
abaudono.


Siguió, sin embargo la defensa con igual de-
nuedo ; pero agotados todos los recursos, y sin
esperanza alguna de ser socorridos, al fin salió
el brigadier D. Blas Fournas para el cuartel jene-
ral francés, que estaba en Furnel ls , para tratar
de capitulación ; regresó dicho brigadier con el
jeneral francés Rey, jefe del Estado Mayor del
sjército sitiador; firmóse el dia 10 de Diciembre
de 1809 una capitulación honrosa, y el 11 toma-
ron los enemigos posesión de la plaza, quedando
prisionera su guarnición, y siendo conducida á
Francia,, por no haberse verificado el canje que en
la capitulación se estipuló Gerona se defendió he-
roicamente por espacio de siete meses y cinco
dias , y . n o fue Gerona la que se r indió, sino un
montón dé escombros, sepulcro de miles de va-
lientes, y habitados por espectros. «Solo el hambre
y la falta de municiones (escribe un historiador
enemigo) pudieron vencer tanta obstinación. ».(*)


(*) Diario del sitio de Gerona del año 1809.—Escrito en
alemán y publicado en Leipsik en 1812 por A. W . Bucker,
capitán al servicio del ex-Rey de Westfalia.—Traducido al
español por D. Hablo Miranda, Brigadier de los Reaies ejér
ritos y Teniente Coronel de Artillería.- Madrid 1814.




A L V A H E Z . 27


Hemos hablado hasta ahora de las hazañas
militares., de las grandes prendas del)-. Mariano
Alvarez presto hacerlo de su desgraciada muerte,
después de tanta gloria, en un oscuro.^alabozo,
con' mengua y perpetuo baldón de los que: lo per-
mitieron.
• E n t r a d o s , los Franceses en Gerona en virtud
de-la capitulación, y un tanto mejorado Alvarez
en i «a ' salud-, hizo presente, al Mariscal Augereau
que esperaba se le permitiese ir á convalecer á
un pueblo de la costa,, luego que legúese posible
verificarlo. Fue desatendida su demanda, se sepa-
raron de su lado a los oficiales de su Estado
Mayor, menos, á su ayudante Satué , y le tuvie-
ron.casi incomunicado en su alojamiento, con
un guarda de vista. No queremos dejar de decir,
á fuer d e imparciales, que el Gobernador francés
apenas entró en, la plaza envió un recado de aten-
ción al moribundo General, acompañándolo con un
barril de bufen, vino ¿ un : cuarto de carnero y
dos aves m u e r t a s y añadiendo que pidiese lo que
necesitase.; En este estado de cosas, fue visitado
y reconocido con poco miramiento por los facul-
tativos franceses, y convalecido un poco á los
seis días de su entrada en la plaza, solicitó inútil-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


mente que se le facilitasen algunos caballos del
tren de artillería , para que le llevasen á su des-
tino. En la noche del 21 se le intimó eon espre-
siones insultantes que debia ir preso á Fraociay
hasta el punto que obligó á Alvarez á contesta»,
incorporándose en la cama, á pesar de su decai-
miento : « VV. son unos impostores; todas esas
son estratagemas de que se valen los Franceses
para encubrir su perfidia, mortificar é incomodar
al que no han podido hacerle bajar su espada. Me
llevarán como prisionero porque la suerte lo ha
dispuesto asi. i» Sin hacer caso de las fogosas es-
presiones del jeneral , reconociere* su equipaje,
se apoderaron de sus armas , y entre once y doce
de la noche le sacaron en una calesa acompañado
de su ayudante, y escoltado por jendarines, per-
mitiendo que le siguieran dos criados montados.
De este modo llegó á Figueras por la tarde del
2 2 , y lo alojaron en un pabellón del castil lo; y
apenas estuvo en é l , tuvo que sufrir ademas de
sus achaques las impertinentes preguntas y pro-
vocaciones del Gobernador y de los oficiales de
la guarnición, limitándose el esclarecido General
á contestarles: "Si VV. son oficiales de honor,
hubieran hecho en mi puesto otro tanto. » El 23




AlVAREZ; 29


ú las dos de la mañana salió de Figueras en el
mismo carruaje, con doble escolta y dos piezas
de campaña , y llegó á Perpiñaii la noche del mis-
mo dial Sin permitirle bajar del carruaje, fue con-
ducido y encerrado en un miserable calabozo del
Castiliet, cuya vista obligó al General á decir
coa bastante calor ai comandante de la jendar-
mem'a,: «¿Es este sitio correspondiente para un
jeneral? ¿Y son VV. los que se precian de guer-
reros ?—Patientia vvbis necesaria est, contestó
el comandante con marcada ironía.


¡ Seria demasiado difuso el referir detenida-
mente los malos tratos que sufrió durante su cau-
tiverio el invicto defensor de la inmortal Gerona,
sin que sirvieran á contenerlos las reconvencio-
nes que dirijia á sus carceleros., ni la carta que
escribió, al jeneral Augereau. Pe aquel modo,
mal alojado, mal comido, y sin cesar insultado,
permaneció hasta el 6 de Enero de 1810 por la
noche, en que colocado en un coche alquilado á
su costa, le llevaron á Sitaan, donde le encer-
raron en una caballeriza en que habia una peque-
ña estancia de tres pasos poco mas en cuadro,
llena de telarañas y de inmundicia , y donde hu-
biera estado aquella noche, é l , su edecán y su




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


criado sin probar alimento, á no ser por él buen
corazón» del cochero, que les proporcionó'la cena
y un catre y sillas en que sentarse ,• no sinigran
zozobra, Álli permaneció hasta el 8 por la ma-.
ñaña , en que fue trasportado á Narbona, agru-
pándose el pueblo á su llegada para verle. Allí
fue colocado con mas decencia y comodidad, aun-
que con centinelas de vista, en un edificio par-
t icular , permitiéndole ser visitado por las per-
sonas que se presentaron á verificarlo.


Cuando esperaba continuar su marcha para
el interior, el 9 por la mañana se le intimó la
orden siguiente : K El General Alvarez debe volver,
y el edecán no.—¿Con qué me hacen volver?
contestó el General ; bien. Mientras no me vuel-
van al Castillet de Perpiñan, llévenme adonde
les diere la gana .» De este modo; quedó i ¡este
ilustré y enfermo anciano, solo, entregado al 'en-
cono y desconsideración de sus enemigos. Volvié-
ronle al tan temido Castillet, y de alli al castillo
de S. Fernando de Figoeras, donde espiró el dia
22 ó 23 de Enero , en un cuerpo de guardia os-
curo y negro, apareciendo su cadáver espuesto al
público en unas parihuelas, observándose por al-
gunos que su rostro estaba hinchado, y de color




A L V A R E Z ; 31


cárdeno, á la manera de hombrera quien 'han
ahogado ó dado garrote. Era creencia muy je -
neral en aquella época en Cataluña , que • el:
General habia muerto de falta de sueño, no per-i
mitiéndolé dormir sus carceleros, que le disperta-
ban cuidadosamente siempre que lograba conci-
liario.


El Gobierno español quiso averiguar la ver-
dad de tan horroroso hecho, y solo pudo reco-
¡er los datos que hemos indicado, y- entre ellos
ademas el importante de que al entrar el anciano
General en el castillo de Figueras> el dia anterior
al de su muerte , no tenia-grave daño en su salud.
Una de las personas á quienes se pidió informe
aseguró ademas, que pocos momentos antes de
presentarse su cadáver al público , halló á un sa-
cerdote afrancesado que se dirijia apresuradamen-
te al castillo, y que habiéndole preguntado don-
de iba , le contestó: «Voy corriendo á confesar
al Sr. Alvarez, porque en breve debe morir. » Es-
tos son los únicos datos en que la historia puede
fundar su juicio1. Para la mayor parte de nues-
tros escritores el horrible asesinato del Gobernador
dé Gerona pasa por tin crimen comprobado, ' ?
cometido á sangre fria por los jenerales de Tía-




32 PERSONAJES CELEBRES.


poleon. El grave é-. imparcial Conde de Toreno
propende á creer lo mismo, recordando-hechos
pareeidos que mancillan la historia de aquel tiem-
po. El jeneral Haro titubea un poco en darlo por
sentado, en razón á su increíble atrocidad, bien
que dice que la posteridad^» nunca llegará á con-
cebir cómo la nación francesa trató tan inhuma-
na y cruelmente al hombre que por sus grandes
y especiales vir tudes, fijaba entonces y escitará
siempre el respeto y veneración, de Europa. »
Grande era el encono de las tropas francesas,
contra un jeneral que habin heeho perecer en los
fosos de las murallas que defendía, á millares de
ellos, como lo prueba el párrafo siguiente de una
carta que el primer jeneral francés sitiador dirijió
á Alvarez, después de haber mandado hacer fue-
go á un parlamento , en la quele decía: «Es pro-
bable Sr. General que algún dia os arrepintáis
de haberos privado del único medio de comuni-
cación que admite la guerra. »


De este modo pereció tan ilustre General; al
llevar el cadáver al cementerio , los soldados ale-
manes que le conducían, intentaron quitártela sá-
bana mortuoria en que iba envuelto, y viendo
el cura que aquel hecho escandaloso ninguna sen-




ÁI.VABÉZ. 33


(*) V>'naf la nota final.


sacion causaba al jeneral Guillot ni á sus oficia-
les, esclamó: «¿Cómo es esto? Hasta las fieras
respetan los cadáveres: si VV. le quitan la sá-
bana, voy á envolverlo con la capa pluvial.» I.o
que les obligó á desistir de su sacrilego empeño.


El Gobierno español se apresuró á amontonar
honores sobre la memoria del desgraciado cuanto
ilustre defensor de Gerona. Diéronse decretos para
remuner¡.r á sus parientes: Gerona fue declarada
igual en franquicias y privilejios á Zaragoza: ins-
cribióse el nombre de Alvarez en letras de oro
en el salón de Cortes, y el mismo Fernando VIT,
á su regreso á España, mandó al jeneral Casta-
ños que le hiciese á su nombre y espensas unas
honras magníficas de Capitán jeneral de ejército,
las cuales se verificaron con estraordinaria pompa
y aparato en Barcelona en 18f6. Sus restos fue-
ron exhumados y conducidos como en triunfo á
Gerona (*). Cerróse con una verja el inmundo cala-
bozo en que murió, y púsose en su puerta una
inscripción altamente honorífica. En el salón capi-
tular de Granada, á la derecha de la silla de la pre-
sidencia, hay también otra, en la que se leen estas




3 4 PERSONAJES CÉLEBRES.


palabras : à A D . MARIANO A L V A R E Z , NATURAL


DE ESTA CIUDAD , GOBERNADOR DE GERONA, SU


DEFENSOR ESTRAORDINAR1 AMENTÉ HEROICO CON-


TRA LAS TROPAS DE NAPOLEON. — E L AYUNTA-


MIENTO CONSTITUCIONAL DE G R A S A D A : A 1 9 DE


MARZO DE 1 8 1 4 .


Pero á aquella época debia seguirse pronto una
espantosa reacción, y en su consecuencia el Ayun-
tamiento perpetuo de Granada hizo quitar de sus
salas esta memoria, porque en su leyenda se veia
haber sido colocada por el Ayuntamiento consti-
tucional. ¡Como si las glorias nacionales, cual
si los altos hechos y las heroicidades de los hijos
de la pa t r i a , no fueran una propiedad ni un
honroso blason de todos los partidos! Asi per-
maneció olvidada aquella muestra de gratitud,
basta que habiendo sido diputado del ayuntamien-
to perpetuo en los últimos años de su existencia,
el que después fue Ministro de Gracia y Justicia
D. Francisco de Paula Castro y Orozco, sobrino
del General Alvarez, reclamó la colocación de la
lápida en su antiguno sitio. No sabemos si existe
alli en el dia.


El nombre del invicto Gobernador de Gerona
jamás suena en boca de nuestros historiadores de




ALVABEZ. 85


la guerra de la independencia, sin ir acompañado
de grandes y merecidos elojios. Quintana, Pavas,
JXoroña, Veraméndi y cuantos poetas han trata-
do en sus versos los sucesos de aquel tiempo,
dedican algunas líneas á su memoria, y le pre-
sentan como modelo de lealtad y heroísmo. Su
ayudante D. Francisco Satué escribió y publico
su vida; y en las numerosas relaciones históricas
y militares sobre la defensa de aquella famosa pla-
za , en todas apareee Alvarez como una figura
colosal que roba esclusivamente la atención de
los lectores. El jeneral H a r o , testigo presencial
de los hechos, y uno de los que ostentan mayor
imparcialidad en sus juicios, retrata asi en la
obra ya citada el carácter y la persona de Don
Mariano Alvarez: « Era de estatura mediana, de
color moreno, ojos vivos, y una compostura es-
terior que no daba: grande idea de sí al que no
le observaba de cerca: su talento era mediano y
poca su instrucción, pero tenia un conjunto de
apreciables cualidades para el m a n d o , que muy
pocos suelen reunir. Era caballeroso en su modo de
pensar y muy desinteresado; mandaba siempre por
sí, sin que nadie le dominase; se presentaba can
mucha serenidad ealos peligros cuando la necesi-




36 PERSONAJES CELEBRES.


dad lo pedia. Estaba tan empeñado en la defensa
de su plaza, que en todo el tiempo que duró el
sitio no hizo cosa ni habló palabra que no fuese
dirijida á infundir constancia y valor á sus tropas;
pero la calidad que le distinguía, y que le coloca
esencialmente entre el número de los grandes
hombres , es su firmeza de a lma , porque poseía
esta calidad de los Brutos y de los Catones en un
grado eminente. Al principio deseaba que su pla-
za se sostuviese doble tiempo que Zaragoza; y
después que se cumplió este plazo, quería que
durase cuatro^ veces mas su defensa. En donde
la firmeza de los demás se acababa, alli parece
principiaba la suya... Se puede decir que no co-
metió mas falta que la de no haber sabido to-
mar un partido, cuando le avisó Blake en el mes
de Noviembre la imposibilidad de socorrerle. En-
tonces debió, haber salido con la guarnición, aban-
donando una plaza incapaz ya de defenderse; pero
no era dado á - su carácter el variar , y si al fin se
perdió todo, fue siguiendo la carrera de la gloria
y del honor. Merece pues un lugar distinguido
entre los hombres ilustres, y servir de modelo
á todos los mili tares, para que aspiren á imitar
sus grandes y eminentes virtudes.« Tal era el no-




ALVABEZ. 37


ble personaje, cuya biografía nos hemos propues-
to bosquejar. Si hubiéramos querido hacer men-
cion de los grandes hechos , los rasgos heroicos
á que dio lugar la inmortal defensa de Gerona,
nos hubiera faltado el espacio, y hubiéramos
sido inoportunamente mas que biógrafos, histo-
riadores. Hemos querido presentar á la memoria
de nuestros contemporáneos, una de las figuras
colosales entre las muchas que descollaron en la
gloriosa guerra de la independencia. Gerona y
Alvarez son dos nombres de gloria , ambos in-
separables , dignos ambos de admiración y del
profundo y relijioso respeto que inspira siempre
á las almas nobles y jenerosas, el valor heroico
y desventurado. Ningún pueblo escedió á Gerona
en patriotismo y valor ; ningún jeneral escedió á
Alvarez en lealtad y denuedo; ninguna escusa
puede disculpar á los ojos de los contemporáneos,
ni con ninguna podrá hacerlo tampoco la historia
á las jeneraciones futuras, la conducta cruel ob-
servada por los Franceses, y la muerte alevosa dada
á un General, á quien no sus armas sino el destino
y la falta de salud habían vencido.




38 PERSONAJES CELEBRES.


NOTA.


inscripción puesta en el sepulcro de D Mario
no Alvarez. de Castro.


S Q U A L I B U S HIG M C E T A L V A R E Z , NONC LUM1NE PB1VU8,


ÍDEM QUI F O R T I S , c i 'M T C L I T ARMA F D I T .


HlC VIR , H I C EST H E R O S NULLUM MORITURUS IN &\ll>


ClII 8CELER ATA F I D E 3 CERTA VENENA D E D I T .


jETEHNÜM V1VET NOBIS , PASTISQUE G E R E N D * : ,


C C M JUSTJ R E G Í S T O L M T O R ARA P Í A .


H O C WUMQUAM P O T E R I T TEMPUS RETICERIE SEPULCRO :


F A M A , MEMOR S O E C L I S , N O S PERITURA , CANET.


MDCCCXVI.


Descansan aquí las cenizas de D. Mariano Alvarez d
Castro , que fue terror del enemigo cuando empuñó laespa
da: este fue el hombre grande, este el héroe que debí
ser inmortal , y que murió de un veneno q u e le prepar<
la male fe del enemigo. Su buena memoria quedará á lo
venideros: Gerona la celebrará en sus f a s t o s : y para per
p e t o a r l a , mandó «1 Rey D Fernando Vi l er^jir este s t
pu lcro , que perdonará el t i e m p o : y la fama que no perece
transmitirá á los siglos los hechos de tan benemérito Ge
ñera!;—Año de 1816.








M. DE METTERNICH.


La elevación del Principede Metter-
nich no depende del capricho de su So-
berano, s ino de la situación de la Mo-
narquía Austr iaca , que por decirlo así
ha creado él m i s m o , y cuyo grande
edificio sostiene. N o estamos acos tum-
brados á semejante espectáculo entre
nosotros; no comprendemos esa alian-
za de un hombre de Estado con su obra,
esa identilicacion de un pensamiento
y de una vida ; hemos perdido la tra-
dición de ello desde R i c h e l i e u , Maza-
rin , Louvo i sy la grande organización
del reinado de Luis XIV.


C ^ P E F I G U E . — Diccionario de la Con~
versación, articulo Metternich.


Mr. de Chateaubriand ha dicho: (*) « ocupar por
mucho tiempo el primer lugar , permenecer jefe


(*) Congreso de Ferona, t. 1, pnj. 7fi.
I




2 PERSONAJES CELEBRES.


del Gabinete con Soberanos sucesivos, sin variar
en nada el sistema adoptado desde un principio;
aparecer inviolable como un Rey entre todas las
rivalidades cortesanas, denota una dignidad que
no puede ponerse en duda. ¿ Proviene la autori-
dad del jénio del gobernante ó de la medianía del
gobernado? Esto es lo que habría que averiguar en
Mr. de Metternich. » No quisiéramos resolver una
cuestión que Mr. de Chateaubriand no hizo mas
que establecer; nadie duda que entre nosotros,
donde es t án viva la vida política, tan devorante
y está tan mezquinamente atormentada, donde
las reputaciones se adquieren y se pierden en
veinte y cuatro horas , una autoridad soberana y
persistente como la de Mr. de Metternich, seria
un esfuerzo magnífico del j én io , un prodijio, ó
mejor dicho, una imposibilidad. En Alemania, y
principalmente en Austria, se concibe y esplica
esa lonjevidad política. Alli no hay periódicos
hostiles, ni t r ibuna, ni partidos, ni fiscalización.
Bajo aquel despotismo templado por las costum-
bres , que se parece, para servirnos de una es-
presion de Mr. de Pradt , á una espada cuya hoja
permanece encerrada en la vaina y no manifiesta
mas que el puño, la vida pública está siempre en




METTERNICH. 3


una completa calma; uua administración invaria-
ble y activa lo dirije y arregla todo, en medio
del silencio y del misterio. « En Austr ia , dice
Mr. Saint-Marc-Girardin, muchas partes del hom-
bre están satisfechas y tranquilas ; los brazos tie-
nen alli trabajo, el estómago está bien alimen-
tado, y si no fuera que la cabeza está poco tran-
quila cuando se acuerda de pensar, estaría todo
á las mil maravillas. » « ¡Pobre pais, eschma Ma-
dama de Stael, donde no hay mas que felicidad!»
A nosotros, confesamos que no nos bastaría la fe-
licidad Austríaca, y sin embargo nonos desagra-
daría participar un poco de ella.


De todos modos, la posición de Mr. de Met-
ternich, considerada únicamente bajo este pequeño
punto de vista , seria casi una sine cura, y la bio-
grafía poco tendría que ocuparse de é l ; pero sál-
gase de Viena, y recuérdese que desde la sepa-
ración de las dos coronas de Carlos V , jamás ha
presentado el Austria una amalgama mayor de
estados y de poblaciones hetereojéneas ; el Austria
se estiende desde las fronteras de Rusia y de Tur-
quía hasta las playas del Mediterráneo ; tiene un
pie en Polonia, y domina la Hungría, la Bohe-
mia , la Moravia, la Croatia, la Esclavonia , la




í PERSONAJES CÉLEBRES.


G-alitia, la Lombardía, Venecia, los dos Tirolés,
y en una palabra toda la parte septentrional déla
Italia. El Austria, al tiempo mismo que se es-
fuerza por conservar su influencia en el Norte,
gravita con todo su peso sobre el Mediodía de la
Europa; y este grande Imperio, construido de-
prisa y por mano del hombre , cuyos troncos
esparcidos se mueven y ajitan, ¿ quién lo ha crea-
d o , quién lo ha organizado tal cual en el dia
existe, quién lo diri je, lo sostiene, lo comprime
y se esfuerza por darle la unidad de que carece ?
Mr. de Metternich.


En la gran crisis de 1813, cuando la Francia
luchaba todavía, y fluctuaba indecisa la victoria,
¿quién se apoderó de las embrolladas cartas de
aquel juego, quién precipitó el desenlace del dra- """
ma sangriento, principiado en Moscow y termina-
do en Waterlóo ? Mr. de Metternich. ¿ Quién en
fin se ha impuesto la pesada carga de cerrar el
paso al entendimiento humano y contener al tor-
rente democrático ? ¿ Quién es el que recorre sin
cesar el globo con la vista, para descubrir si hay
en algún punto algún Trono vacilante que apun-
t a l a r , alguna tribuna que cerrar, algún jénnen
de libertad que sofocar? ¿Quién ha fomentado




METTEKN1CH. 5


la alianza de los Reyes contra el gran tumulto
de 89 ? ¿Quién se ha constituido el gran preboste
de la Europa? (*) Mr. de Metternich también.
Como se ve , el ilustre Canciller de Austria ha
hecho mucho, y sobre todo no le queda poco
que hacer. Ha tenido su gran parte de acción y
de responsabilidad en todos los grandes sucesos
que han ajitado al mundo, de cuarenta años á esta
parte.


Sin embargo no debe representarse á este te-
naz defensor de las antiguas tradiciones de go-
bierno, bajo la forma de un tirano feroz, dis-
puesto siempre á apelar al cañón ó al Knout, como
última razón de los Reyes. Mr. de Metternich es
un hombre de costumbres dulces , de modales ele-
gantes , i lustrado, sutil é insinuante ; es el Circeo
del despotismo. No trata de oprimir á las masas,
sino de seducirlas, de enervarlas , y en rigor, de
hacerles esperimenter la metamorfosis de los com-
pañeros de Ulises. Vuestros gobernantes , les dice,
os deben proporcional el bienestar, panem et cir-
censes, ahi lo tenéis; libertad civil, tomadla tam-
bién ; libertad política, no la tendréis , eso no vale
nada ; cantad, reid, bailad, vivid bien, sed felices,


(•) Hsprusioncs (Ui Mr. «V Metleruicli . i




C> P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


haced versos, ó muchachos si os acomoda, pero
sobre todo discurrid poco, pues de otro modo os
enviaremos paternalmente á Spielberg, donde no
se está con mucha comodidad. Añadamos que
Spielberg es un medio de gobierno poco usado en
Austria por lo menos, y reservado mas particu-
larmente para la pobre Italia, que solo se somete
á la fuerza y es tratada como pais conquistado.


Tampoco debe exajerarse la al tura, bien eleva-
da ya , de este personaje histórico , y referir con
otros muchos, que data de Mr. de Mettc-rnich para
la política austríaca una nueva era. En primer lugar
aseguran en Viena que Francisco II no era un Rey
tan holgazán como jeneralmente se cree; y después
nada mas invariable que la política austríaca desde
1789 hasta 1814; es una lucha constante contra
la Francia, interrumpida por treguas de corta du-
ración ; lucha de principios primero, y después de
territorios. El Austria no renuncia jamás á lo que
se ve forzada á ceder; vencida, negocia; pero cuan-
do firma una paz onerosa es meditandb una nueva
guerra ; los enlaces y los casamientos suspenden
su marcha, pero no la tuercen jamás ; tal se ma-
nifestó en Leoben después de cinco encarnizadas
campañas; en Luneville, después de la derrota




M E T T E R N I C H . 7


de Hohenliuden; en Presburgo, después de Aus-
terlitz; en Viena, después de Wagrum; y por
último en Praga, después de la desgraciada cam-
paña de Moscow. Alli encontró Mr. de Metternich
trazado el camino, le siguió con maravillosa sa-
gacidad , y con la actitud preponderante pue supo
dar al Austria en 1813, hizo seguramente un in-
menso servicio á su pais.


Clemente Wenceslao, Conde de Metternich-
Wineburg-Ochsenhausen, nació en Coblenza el 15
de Mayo de 1773, de una dé las mejores familias
del pais. La infancia de Mr. de Metternich nada
notable presenta. Únicamente tenemos á la vista
un Taschenbúch (*) que recomendamos á la cen-
sura austríaca, si es que sea severa, lo que no
creemos por lo menos en lo respectivo á fciertos
lados débiles de la vida del Canciller. Dícese en
este Taschenbúch que la infancia de Mr. de Met-
ternich fue estudiosa pero un poco precoz; las don-
cellas que servían á su madre atraian al joven Cle-
mente tantas reprensiones, como elojios le valían sus
triunfos escolares. Su padre era muy induljente y


C¡ L o s Tasclumbucher ( l ibros de bolsi l lo) s o n p e q u e ñ o s
almanaques que s f publicar, anualmente en Alemania y c o n -
tienen algunas veces pajinas m u y interesantes




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


se complacía en reconocer á aquellas señales la
sangre de su raza, y formaba de ellas buenos pro-
nósticos para su hijo: cuando su madre le daba
quejas de alguna travesura amorosa: «lass ihu
gehen; déjalo hacer, decía ; dasioird ein íuch-
tiger Kerl seyn; no será mal perillán.»


A los 15 años el joven Metternich fue enviado
á la universidad de Estrasburgo, donde estudió
con el célebre profesor de Rock, en compañía de
Benjamín Constant Estos dos hombres , á quienes
la fortuna reservaba elevados destinos por dife-
rentes vias , hicieron amistad en los bancos de
la escuela, y creo también que entonces Mr. de
Metternich participaba un poco de la efervescen-
cia de las ideas filosóficas que inflamaba á todos
los jóvenes; en 1790 concluyó su curso de filo-
sofía , y completó en seguida sus estudios en Ale-
mania. Después de haber recorrido la Inglaterra y
la Holanda, pasó á Viena, donde se casó á la edad
de 21 años, con la hija del Príncipe deKaunitz-
Rietberg.


De aquella época data su primer paso en la
carrera diplomática. Encargado de representar á
los Condes de Westfalia, en el Congreso de Ras-
t a d t , se, hizo notable al Emperador Francisco II,




METTEWNICH. 9
que le tomó á su servicio ; le agregó primero al
Conde de Stadion, su Embajador en San Petersbur-
g o , le nombró después su Ministro en la corte de
Dresde; y por úl t imo, en 1806 , le encargó el
represeutar al Austria ea la corte de Napoleón.


El Austria estaba entonces en una triste posi-
ción; arrojada de Italia por Bonaparte, rechaza-
da sobre el Rhin por Moreau, habia intentado re -
hacerse aliándose con la Rusia ; aquella coalición
habia sido rota en Austerlitz. Napoleón habia usa-
do anchamente de sus derechos di vencedor; habia
arrancado al vencido el viejo manto real de los
Césares; habia puesto la mano sobre el cetro de
la Confederación; habia amasado y vuelto á ama-
sar la Alemania á su antojo; habia creado Duca-
dos , Principados y hasta reinos. Habia agrandado
el Wurtemberg , la Baviera y el Ducado de Badén;
habia cortado tela para vestir á cada uno de sus
Lugar-tenientes, y todo á espensas del Austria.
La Prusia á su vez habia querido moverse; el Em-
perador de un salto habia dividido en dos partes
en Jer .a , el frájil y débil estado que se arrastra
como una serpiente á lo largo del Báltico, y la
Prusia habia sido desmembrada, hecha pedazos y ,
dislocada como el Austria.




10 PERSONAJES CELEBRES,


En semejante situación, Mr. de Metternich debia
procurar antes de todo agradar al vencedor , y lo
consiguió completamente; entonces se retrocedía
en Francia abiertamente hacia las cosas de otros
tiempos, y Napoleón había rejistrado los archivos
para desenterrar de ellos antiguos formularios de
etiqueta. El reinado de Luis XIV parecía rena-
cer con todo su esplendor, con todos sus prestijios,
con todas sus pomposas puerilidades, menos la
gracia aristocrática de que se puede prescindir, pero
que se adquiere, y que produce siempre mal efecto
cuando es postiza.


El joven Embajador de Austria, reuniendo á
las ventajas de su cuna la mas seductora presencia,
las formas mas distinguidas , un entendimiento
agudo, facilidad en el hablar , elegancia y suntuo-
sidad en las costumbres de su vida, tuvo un éxito
prodijioso; se lo disputaban en la corte, y las mis-
mas Princesas de la familia Imperial no desdeña-
ban sus obsequios; y aunque se aparentase mucha
severidad sobre la etiqueta, el puritanismo exis-
tia solo en la superficie, y el color del Directorio
se traslucía en aquella sociedad del Imperio llena
de afeite. Mr. de Metternich supo doblegarse bien
á la circunstancia; su misión era agradar, y la




METTEIINICH. ¡ 1


desempeñó con mucho celo: podrían escribirse vo-
lúmenes con todas las aventuras galantes sucedi-
das ó achacadas al diplomático Austríaco ; léanse
las numerosas memorias á que han dado lugar las
celebridades femeninas de aquella época, y apenas
se encontrará una que no encierre un tierno re-
cuerdo dirijido á Mr. de Metternich.


Bien recibido por Napoleón, que le consideraba
como la espresion del sistema francés en Austria,
pudo estudiar Mr. de Metternich al hombre que
movia al mundo según su voluntad, y adivinar
algunas veces los misteriosos resortes que daban al
mismo el primer impulso. El Embajador insistía
entonces fuertemente en fundar entre la Francia y
el Austria un sistema sólido de mutua seguridad
contra la Rusia. La entrevista de Erfurth frustró
sus proyectos ; Napoleón y Alejandro se hicieron
recíprocas promesas , y se trató por un momento
de dividir la Europa en dos partes. Persuadida el
Austria que seria sacrificada, se dirijió á la Ingla-
terra que la instaba á romper el tratado de Pres-
burgo ofreciéndole subsidios. Principiaban ya á
exasperar los espíritus de las poblaciones Alema-
nas , las numerosas vejaciones que habían tenido
que sufrir. El Austria creyó llegado el momento




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de tentar de nuevo la suerte de las armas; antes
de estallar sin embargo, quería esperar á que Na-
poleón estuviese completamente comprometido en
España ; organizáronse misteriosamente inmensas
levas de hombres , Mr. de Metternich recibió orden
de agradar mas que nunca, y de mentir con toda la
serenidad de un diplomático. Entonces hubo entre
el sutil Austríaco y Mr. de f hampagny un juego de
astucia en el cual este último quedó completamen-
te burlado. Cuanto mas secas é insignificantes eran
las notas oficiales del Austr ia , tanta mas ar-
diente simpatía y mas sincera adhesión respira-
ban las confidenciales presentadas por Mr. de Met-
ternich. Napoleón mismo se engañó. Sin embar-
go el Austria vacilaba aun ante una declaración
de guerra. El 25 de Marzo de 1800 recibia Mr. de
Metternich del Conde de Stadion, en'.onces pri-
mer Ministro, una carta concebida en estos térmi-
nos : « Observo con pesar que se enfria el entusias-
mo jeneral ; temo mucho que se gaste con esperar;
haz pues de nuevo que te echen, pues aqui
jamás sabrán tomar un partido decisivo. » Por
ú l t imo, el 9 de Abri l , en el momento en que el
Emperador llegaba á la frontera de España para
sostener el trono de José, el Austria se decidió ú




M E T T E R N I C H . 13


pasar el Ynn, y á principiar las hostilidades atacan-
do á la Baviera , enriquecida con sus despojos, y
aliada de la Francia.


A la primer noticia de aquella inesperada agre-
sión , Napoleón corrió á París , y furioso por ha-
ber sido engañado por Mr. de Metlernich, mandó
sencillamente á Fouché que le hiciera conducir á
la frontera por dos jendarmes ; la orden era dura,
porque al fin, si siempre se habia de decir la ver-
dad , ¿ de qué serviría la diplomacia ? Fouché que
creia útil tener amigos en todas partes, se contentó
con hacer escoltar la silla de posta del Embajador
por un capitán de Jendarmería.


Dos meses habían trascurrido apenas, y el Aus-
tria aniquilada en Wagram, pedia la paz de rodi-
llas ; El Monitor proclamaba que la casa de Lo-
rena habia cesado de reinar; declaración jactan-
ciosa, irrealizable, que ninguna consecuencia tuvo,
pero que Napoleón debia algún día pagar caro. Gra-
cias á la habilidad del Conde de Bubua, y sobre to-
do á las instancias de Mr. de Metternich, vuelto ya
al favor de Napoleón, después de largas conferen-
cias en Schcenbrunn, firmóse por último la paz en
Viena; nuevas cesiones de territorios y enormes
contribuciones de guerra pesaron sobre el vencido.




1 ¡ PERSONAJES CÉLEBRES.


En aquella época, en 1810, después de fir-
mado el tratado de Viena, fue l lamado Mr. de
Metternich al puesto de Canciller de Estado y
Presidente del Consejo. A su alrededor estaba el
horizonte mas sombrío que nunca ; la casa de
Lorena no habia dejado de reinar, pero sí perdido
su influencia en Alemania Napoleón, por decirlo
a s i , la habia reducido ya á su menor espresion
por el tratado de Presburgo, a fin de engrandecer
á sus vasallos los Príncipes de la Confederación,
y el tratado de Viena le arrancaba los últimos res-
tos de su poder en Italia. Abatida el Austria, ago-
tada de hombres y dinero, oprimida por todos la-
dos , por el inmenso Imperio francés, que se esten-
dia desde las orillas del Báltico hasta los Pirineos,
parecía haber renunciado definitivamente á todo
pensamiento de acudir á las armas.


En tan difíciles circunstancias. emprendió
Mr. de Metternich realzar á su país, adhiriéndole
mas íntimamente al vencedor: Grtx.Ha capta fe-
rum victorem coepit. (*)


No tardó en presentarse la ocasión, y el Can-
ciller de Estado se ap-ovechó diestramente de ella.


-i Mi casamiento con María Luisa es lo que me lia per-
dido» decin Napoleón en Santa Elena,




METTERNlCl l . 1.")


Napoleón, después de su divorcio con Josefina, bus-
caba entonces qué raza antigua de Europa tendría
el honor de continuar la suya; se inclinaba á una
hermana de Alejandro; el Gabinete de Viena se
interpuso en las negociaciones; Mr. de Schwart-
zenberg , entonces Embajador en Pnrís, tuvo en-
cargo de dar esplicaciones sobre este punto ; pro-
púsose un casamiento, arreglóse en el mismo dia,
y Mr. de Metternich en persona condujo á la hija
de los Césares ai lecho del soldado triunfador.
Mucho conmovió á la Rusia aquella preferencia.
Principiaba ya la frialdad á reemplazar las protes-
tas de Erfurth ; aglomeráronse las nubes por aquel
lado; y la espoliacion del gran Duque de Oldem-
burgo, las exijencias del sistema continental im-
puesto á la Rusia, y mortal para sus intereses
comerciales, acabaron de romperla alianza. Na-
poleón se decidió á marchar á la dictadura uni-
versal , y se declaró la guerra.


El Austria se puso naturalmente de parte del
que creia mas fuerte, sin comprometerse sin em-
bargo tan completamente en la disputa, que le
fuera imposible una metamorfosis en caso de der-
rota. En el tratado de París , 1 4 de Marzo de 1812,
se estipuló que habría entre S. M. el Emperador de




Ifi PERSONAJES CELEBRES.


los franceses, y S. M. el Emperador de Austria,
amistad, unión y alianza perpéhia (bella frase de
cancillería que á nada obliga ; todos los tratados
se hacen asi.) El Austria debió dar un continjente
de 30,000 hombres.


En la parte secreta del t ra tado, y en su ar-
tículo 7 , se dice que en el caso de tener la guerra
un buen éxito, S. M. el Emperador Napoleón se
compromete á proporcionar al Emperador de Aus-
tria indemnizaciones que no solo compensen los
sacrificios y gastos de este último en la guerra,
sino que sean un monumento de la unión íntima
y duradera que existe entre los dos Soberanos. La
Prusia se apresuró también á entrar en la alianza,
y 60,000 soldados de todas las naciones de Eu-
ropa pasaron el Niemen.


A los seis meses, apenas quedaban 40,000 hom-
bres de aquel ejército; aquellas fantasmas descar-
nadas, estenuadas por el hambre, arrecidas de frió,
se arrastraban hacia la Alemania que las recibía
por todas partes con miradas sombrías y feroces,
y se preparaba á aprovecharse del gran desastre
de los Franceses, para sacudir el yugo. La defección
del General Prusiano de York acababa de entregar
el ala izquierda de los franceses; el jeneral Aus-




1UETTEKN1€«. 1 7


triaco Schwartzenberg se ponía á su vez en comu-
nicación con el enemigo, y descubría el ala dere-
cha ; Alejandro habia pasado el Vístula ¿ el Rey
de Prusia se había arrojado en sus brazos, y los
vencidos en Jena corrían á las armas.


El Austria intacta, lejana , menos comprome-
tida que la Prusia, procedió con mayor circuns-
pección, y aqui aparece en todo su brillo la ha-
bilidad diplomática de Mr. de Metternich.


Napoleón, dejando á su espalda los restos de
su ejército, aparecía de nuevo en París, imper-
turbable y como engreído de tener que luchar al
fin contra la fortuna. Pidió mas: soldados á la:
Francia, y esta le dio los últimos:; volvió á pasar
el Rhin con 300,000 hombres, y puso al Gabinete
de Viena en situación de llenar las condiciones
del tratado de París. Mr. de Metternich contestó
que su Soberano era masque nunca adicto al.Em-
perador, y que la alianza era eterna como los
motivos que la crearon; y al mismo tiempo daba
orden al Comandante del continjente Austríaco de
negarse á obedecer las instrucciones que se le die-
sen de parte de Napoleón; y tras de las monta-
ñas de la Bohemia se reunían y armaban apre-
suradamente 200,000 hombres. El Gabinete in-




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


glés, constante en su odio implacable, envió á Lord
Walpole á Mr. de Metternich, ofreciéndole si que-
ría entrar en la coalición, la restitución de las
provincias Ilíricas , el restablecimiento del antiguo
Imperio Germánico, toda la Italia, y 10.000,000
de subsidios. El astuto Canciller dio oidos á aque-
llas proposiciones, envió á Londres á Mr. de Weis-
semberg, con el pretesto de disponer la Inglaterra
para la paz ; apresuró mas y mas la organización
de sus t ropas , y por ú l t imo, estrechado en sus
últimos recintos por Mr. de Narbonne, que le
obligaba á esplicarse, declaró «que la alianza ha-
bía cambiado de naturaleza, que el Austria ele-
vaba su simple intervención á la actitud de una
mediación armada, que desde entonces en ade-
lante iba á aparecer en la escena como parte prin-
cipal , y que se ponía en estado de sostener su
nuevo pape), organizando fuerzas respetables (*).»
Añadiendo sin embargo qué aquella nueva acti-
tud no destruía el tratado de París : solo lo sus-
pendía para dar al Gabinete mediador mas liber-
tad para negociar la paz entre las potencias be-
lijerantes.


Aquella posición, tomada de repente por Mr. de
(*) Despachos de Mr. ríe Narboniw.




METTERMCH. 1 9


Metternich, era en alto grado hábi l , ya que no
enteramente leal; el Gabinete Austríaco, de sim-
ple aliado, espuesto á las contingencias de la guer-
ra ^ se «onvertia en arbitro de aquella gran con-
tienda ; arbitro desinteresado en la apariencia,
pero muy dispuesto á sacar partido de su papel.


El tratado de: Traehenburgo acababa de añadir
á la triple coalición un nuevo enemigo, la Suecia;
las victorias de Lutzen y Bautzen, que fueron es-
tériles por la escasez de caballería de los Fran-
ceses, habían sin embargo reanimado un poco sus
negocios, y concluyóse un armisticio en Pless-
witz. El Gabinete mediador propuso abrir un Con-
greso en Praga bajo su presidencia , y la Rusia y
la Prusia , deseosas de arrastrar al Austria á la
coalición, se apresuraron á aceptar : Na peleón,
aunque incomodado de la preponderancia que se
abrogaba su antiguo aliado, se resignó también
á ello.


Algunos dias antes de abrirse el Congreso, tuvo
lugar en Dresde , entre Napoleón y Mr. de Metter-
n i c h , aquella famosa conversación que no con-
tribuyó poco á causar un rompimiento por parte
del Austria : muchos escritores han hablado ya
de elia desnaturalizándola, y sentimos que la falta




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


rfc espacio no nos permita darla íntegra. Hé aqui
algunos fragmentos que tomamos del relato del
Barón Fa in , testigo ocular.


Mr. de Metternich había pasado á Dresde, lle-
vando una carta particular de su Soberano , en
contestación á las proposiciones hechas por Napo-
l e ó n , al cual la entregó el 28 de Junio, en una
audiencia particular que se prolongó hasta el dia
siguiente. -«¿Con que estáis aqui , Metternich?
dijo Napoleón al verle. Seáis bien venido; ¿pero
si deseáis la paz , á que venir tan tarde? Ya he-
mos perdido un mes y vuestra mediación se vuelve
casi hostil á fuerza de ser inactiva... Os he adi-
vinado, Metternich ; vuestro Gabinete quiere apro-
vecharse de mis embarazos, y aumentarlos cuanto
sea posible, para recuperar el todo ó parte de lo
que ha perdido; la gran cuestión para vosotros
es la de saber si podéis hacerme pagar el rescate
sin pelear, ó si necesitareis alistaros decididamente
en las filas de mis enemigos. Aun no sabéis bien
cual de los dos partidos debe ofreceros mas ven-
tajas, y tal vez no venis aqui mas que á averiguar
lo mejor. Pues bien, vamos á ver; tratemos: con-
siento en ello; ¿qué queréis?»


Este ataque era v ivo, y Mr. de Metternich




METTEHNICH. 2 i


llamó en su ayuda un aparato de frases diplo-
máticas. «La única ventaja que el Emperador mi
amo anhela adquirir, es la influencia que daría
á los Gabinetes de Europa el espíritu de mode-
ración, el respeto por los derechos y posesiones
de los Estados independientes, de que él mismo
está animado, etc., ect. »—«Hablad mas claro, dijo
Napoleón interrumpiéndole; vamos al objeto, y no
olvidéis que soy un soldado que sabe mejor romper
que doblegar. Os he ofrecido la Iliria para que
permanecierais neutrales: ¿os acomoda? Mi ejército
es suficiente para hacer entrar en razón á los Rusos
y á los Prusianos, y solo os pido vuestra neu-
tralidad. »


« ¡ Ah ! Señor, contestó Mr. de Metternich con
viveza, ¿ por qué se ha de quedar V, M. solo en
esta lucha ? ¿Por qué no duplicar sus fuerzas?
Podéis hacerlo, Señor , pues solo de vos depende
el disponer enteramente de las nuestras.»


A estas palabras decayó el tono de la conver-
sación, y el Emperador condujo á Mr. de Metter-
nich al gabinete de los mapas. Después de un
intervalo bastante largo, esclamó nuevamente:
«¡Cómo! ¡no solo la l l i r ia , sino la mitad de la
Italia y la Polonia! ¡El abandono de la España!




2 2 SOPEKN4JES CÉLEBRES.


¡y la Holanda! | y la Confederación del tthin! ! y
la Suiza ! ¿ esto es lo que llamáis el espíritu de
moderación que os anima? En resumen,, vosotros
queréis la Italia, la Rusia quiere la Polonia, la
Suecia quiere la Noruega , la Prusia quiere la
Sajonia, y la Inglaterra quiere la Béljica y la
Holanda. En una palabra, la paz es solo un pre-
tes to , y no aspiráis todos á otra cosa sino á la
desmembración del Imperio Francés. ¡ Y el Aus-
tria , sin luchar , sin siquiera sacar la espada , se
lisonjea de hacerme suscribir á semejantes con-
diciones! |Sin sacarla espada! ¡Semejante pre-
tensión es un ul traje! [Y mi suegro esquíen acoje
un proyecto t a l , y él el que os envia!.. ¡Ah!
Metternich, ¿ cuánto os ha dado la Inglaterra
para decidiros á representar este papel contra mí?»


No siendo posible contestar á tan insultantes
palabras, Mr.• de Metternich cambió de color-
Siguióse un profundo silencio , y continuaron pa-
seándose apresuradamente. El Emperador, con la
viveza de sus molimientos , dejó caer su sombre-
r o , y pasaron repetidas veces por delante de él-
En otra situación cualquiera, Mr. de Metternich se
hubiera apresurado á levantarlo... el Emperador
fue quien lorecojió... Entablóse de nuevo la con-




METTERNICH. 23


versación en tono mas calmado, y el Emperador,
al despedir á Mr. de Metternich, tuvo cuidado de
decirle que la cesión de la Iliria no seria su úl-
tima palabra.


Mr. de Metternich salió con el corazón ulce-
rado ; á pocos dias se abrió el Congreso en Praga,
y pasóse el tiempo en pueriles discusiones de
forma y etiqueta; espiró el armisticio, y el 10
de Agosto de 1813, la declaración de guerra del
Austria, redactada y firmada por Mr. de Metter-
n ich , dio á conocer al Emperador que es peli-
groso no saberse dominar á sí mismo, y que la
colera no sustituye á la fuerza, á los ojos perspi-
caces de un diplomático.


Preciso es decirlo, para ser justo y exacto.
Napoleón sabia vencer é imponer condiciones;
pero no sabia negociar, y sobre todo conformarse
al papel de vencido. Los dos años d e l 8 1 3 y 1814
brillan con grandes hechos de a r m a s , pero pre-
sentan de parte de la Francia una debilidad de-
plorable bajo el aspecto diplomático. Evidente-
mente conocía el Emperador que la unión del
Austria á la coalición, iba á anonadarle, y era
su interés impedir á todo coste que se declarase
contra él. ¿Podia hacerlo? Cuestión es esta que




24 PERSONAJES CHLKKHES.


rauchos han resuelto negativamente. No hay
duda que el Austria estaba poco inclinada hacia
é l ; no la hay tampoco, como lo confiesa Mr¿ de
Metternich mismo en su manifiesto, en que
los aliados y su Gobierno estaban ya reunidos
por principios, antes que los tratados hubieran
declarado su unión. Habia en todas las pobla-
ciones de Alemania una fermentación tan gran-
de , un odio tan pronunciado contra el nombre
francés, que el Austria no se hubiera atrevido,
no hubiera podido bajar á la arena para pelear
al lado de Napoleón. ¿Pero podia conseguirse
la neutralidad del Austria, y en consecuencia, su
intervención directa, activa y eficaz para poner
paz entre los contendientes? Basta tener ojos
para no dudar de ello. La cuestión en aquella
época era una simple cuestión de territorio, y
nada mas. Los Franceses estaban acampados en
pais enemigo; este era el mas fuerte, y pedia
verse libre de ellos. Arrimados los Franceses á
sus fronteras con los 200,000 hombres que les
quedaban, aun hubieran dictado la paz; pero
Napoleón se hacia ilusión á sí mismo, y des-
pués de Moscou hablaba en el mismo tono que
después de Austerlitz. Cuando la Francia agota-




METTEKNlCFf, 25


da pedia á voces reposo; cuando cada victoria
le costana millares de hombres, que ya no se
reemplazaban;: euando sus enemigos se reforza-
ban sin cesar con tropas frescas, la oprimían
con sus masas, y arrojaban sus tropas sobre el
Rhin ; cuando la traición estallaba en todas par-
tes en sus filas, el Emperador se sublevaba con-
tra el destino, ambicionaba, como lo ha dicho
después, cual verdadero poeta, la gloria de los
reveses, y proponía seriamente á la Europa ar-
mada , tratar con ella bajo el pie del statu quo
ante bellum, es decir, devolviendo á la Prusia
un pais dislocado y sin fronteras, al Austria un
Imperio desmembrado», á la Alemania un Pro-
tectorado on?roso, y á la Rusia trabas comer-
ciales. Por un momento le presentó Mr. de
Metternich un ultimátum concebido en estos
términos: la disolución del Ducado de Varsovia,
dividido entre la Rusia , la Prusia y el Austria
(Dantzick para la Prusia), el restablecimiento de
las ciudades libres de Hamburgo y de Lubeck;
la reconstrucción de la Prusia con una frontera
sobre el Elva; la cesión hecha al Austria de
todas las provincias Ih'ricas, inclusa Trieste (*).


(*) Véase fl manuscrito de 1813 por el Barón F a í n .




2G PERSONAJES CELEBRES.


Napoleón convino en algunos puntos , pero que-
ría conservar á Trieste, y exigía que Dantzick
permaneciese ciudad l ibre; eu una palabra, su
contestación llegó la noche del 10 al 1 1 ; ei tér-
mino de la mediación del Austria se habia fija-
do al 10, y habia aparecido el manifiesto de
Mr. de Metteruich. Era preciso oír a l a Rusia , y
ya era demasiado tarde.


Después de la horrible carnicería de Leipzig,
de la declaración de Francfort, y de la invasión
del territorio francés, abrióse un Congreso en
Chatillon; Napoleón aceptó las bases propuestas,
pero también alli disputaba sobre los detalles.
El Duque de Vicencio recibió en un momento
carta blanca para tratar á toda costa y evitar
una batalla, que era la última esperanza de la
Nación francesa; verificóse aquel combate, y las
milagrosas victorias de Brieune, de Champau-
bert , y de Montmirail, cambiaron las disposi-
ciones del Emperador. Escribió al momento al
Duque de Vicencio, encargándole que nada fir-
mase sin orden suya , porque, decia, «solo yo
conozco mi posición. — Es preciso hacer sacri-
ficios, se apresuró á contestarle el Duque de
Vicencio, es preciso hacerlos á tiempo; si no




METTERNICH. 2 7


tenemos cuidado, se nos escapará la ocasión
como en Praga. Esta negociación, no me can-
saré de repetirlo, no se parece á otra alguna.
Es hasta totalmente opuesta á cuantas V. M.
lia dirigido hasta ahora , y distamos mucho de
poder dominar. No se quiere mas que un pre-
tes to , y si no nos decidimos á tomar el partido
que las circunstancias exigen, todo se nos esca-
pará. Suplico á V. M. reflexione el efecto que
producirá en Francia el rompimiento de las
negociaciones, y que pese todas sus consecuen-
cias. »


Estas palabras del Duque de Vicencio, no
eran otra cosa que la reproducción exacta de
Jas cartas confidenciales que Mr. de Metternich
le dirigía. El Canciller de Austria, preciso es
hacerle esta justicia, era entonces sincero par-
tidario del sosten de la dinastía Napoleónica;
sus nacientes desconfianzas de la Rus ia , y los
vínculos de familia que unian al Emperador con
su Soberano, hacian muy natural aquel senti-
miento; veía engrosarse la tempestad; princi-
piaba á faltarle la preponderancia que había
ejercido del lado allá del Rhin ; la Inglaterra
se pronunciaba en favor de los Borbones; la




28 PERSONAJES CELEliKES.


Rusia se inclinaba á lo misino, y Napoleón luchaba
todavía, exijieudo la evacuación del territorio antes
de hacer ningún tratado «El Emperador Napoleón,
decia Mr. de Metternich, nos hace escribir nove-
las, y no comprende el peligro de su situación.»
Por último, París abrió sus puertas al Príncipe
de Sehwartzenberg , y mientras Francisco II y su
Ministro se habian detenido en Dijon, por no asis-
tir á la toma de la capital en que reinaba María
Luisa , el Emperador Alejandro, rodeado de una
intriga cortesana, y en presencia de una nación
casi indiferente por cansancio , zanjó la cuestión
dinástica.


Mientras se trató de proseguir la victoria, es-
tuvieron los aliados completamente unidos; no asi
enteramente cuando fue preciso repartirse los be-
fícios. Cada potencia volvió entonces á sus inte-
reses particulares, á sus simpatías y antipatías na-
turales. Nos falta espacio para hablar detenida-
mente de aquel gran meneo dado á la Europa en el
Congreso de Viena, interrumpido un instante por
los Cien-Dias, y continuado después de Watterlóo;
la Francia fue mutilada , la Sajonia espoliada, la
Prusia quedó estrañamente constituida, la Italia
atada de pies y manos, fue entregada al Austria,




METTERIÍICH. 29


(*) Mr. de P r a d t , Congreso de Ficta, t, I , páj. 302.


despedazada la infeliz Polonia, y la Béljica unida
por fuerza á la Holanda. El acta federal de 8 de
Junio , destruyendo las promesas liberales de las
proclamas de 1813, volvió á construir para la
Alemania el antiguo damero feudal, y la Rusia,
estendiéndose al través de la Polonia, alargó sus
brazos basta la Prusia. De tal modo, que el Abate
de Pradt pudo decir con razón; «La guerra de
la independencia de la Europa contra la Francia,
ha acabado por sujetar la Europa á la Rusia. Pío
valia la pena de cansarse tanto.» (*)


Desde 1815 , Mr. de Meternich se ha dedica-
do constantemente á sostener su obra, conmovida
por frecuentes sacudimientos. Las asociaciones de
las Universidades no se habían disuelto después
de la victoria, y la Burschenschaft se habia es-
tendido como una red por toda la Alemania; la
Italia se ajitaba ; levantábase en Ñapóles una tri-
buna ; el Piamonte - destronaba á su Rey; la Es-
paña ponia trabas al suyo; la Polonia temblaba
bajó su triple yugo; las calles de París estaban
ensangrentadas por las sublevaciones; por do quie-
ra se ajitaban los pueblos. Casi al mismo tiempo




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


los dos atentados aislados de dos fanáticos, Sand
y Louvel, (*) despertaron á losReyesque se ador-
mecían en su seguridad, y se celebraron Congresos
en Carlsbad, en Troppau y en Laybach. Decla-
róse en este último á los pueblos « que solo per-
tenece á los Soberanos conceder y modificar las ins-
tituciones, siendo únicamente responsables á Dios
de sus actos.» La efervescencia universitaria fue
comprimida, cerrada la tribuna de Ñapóles, in-
vadido por el Austria el Piamonte , y mas adelan-
te, en Verona,se encargó el Ministerio Villele.de
destruir el Gobierno representativo en España.
En 1824 Mr. de Metternich fue hostil á la causa
de los Griegos. El hombre de Estado veía desde
lejos á la Rusia tan amenazadora ya, engrande-
cerse á espensas de la Turquía. Los sucesos pro- **
barón que había previsto bien; y cuando en 1829
la Prusia ofuscada acuñaba medallas, en honor
de los triunfos de su temible vecino v Mr. de Met-
ternich , de acuerdo con la Inglaterra, se ocupaba
activamente en detener á Diebitch en su marcha
sobre Constantinopla,


La revolución de Julio en Francia espautó un


(*) Asesino el primero de Kotsebne, y el segundo de!
Duque de Bejrv .




METTEriNICH. 3 1


momento á Mr. de Metternich, y no sin razón;
pero tranquilizado Lien pronto por la dirección
pacífica dada allí á los negocios, se resignó con
bastante buena voluntad á reconocer á un Rey
elejido. Solo podemos recordar aquí para memoria
la insurrección de la Romana, la ocupación y eva-
cuación de Ancona por las tropas francesas, y por
fin después, el último reciente tratado firmado en
Londres entre el Austria , la Prusia, la Inglaterra
y la Rusia contra el Bajá de Ejipto y con esclu-
sion de la Francia. Si es cierto, como lo anuncia la
Gaceta de Jugsburgo, que esta nueva coalición se
haya formado á instancias del Gabinete de Viena,
confesamos que nos cuesta trabajo entender á
Mr. de Metternich. ¡Como! é l , que penetraba
tan bien en 1824 los proyectos de la Rusia ; él,
que tanto ama la paz, que con tanto celo ejerce
la policía de la Europa; é l , que sabe que apenas
queda en Alemania otro Galophobo que él mismo
y Mr. Menzel, que de consiguiente una guerra
contra la Francia no seria ya una guerra de na-
cionalidades, sino de principios, y que el primer
cañonazo disparado en el Rhin haría saltar hecho
pedazos el frágil edificio levantado por el Congreso
de Viena; él, hombre sabio, prudente, hábil ¿es-




:>2 PERSONAJES CÉLEBRES.


ponerse sin mas, ni mas á tales peligros ? ¿ Qué
le hemos de hacer ? Mr. de Metternich no es ya
joven , cree tal vez que la Europa está aun poco
cansada, y pudiera respondernos como respondió
un dia á un sabio a lemán, que le reconvenía de
haberse ocupado demasiado de arreglar, vijilar é
inmovilizar lo presente, y no lo bastante en pre-
parar el porvenir : «después de mí, el diluvio /»








\ c .


D. MATEO J. ORFILA.


t Se concede de mejor gana á un
lioniure el ser á propósito i ara los em-
plpos que no tiene, que no se le encuen-
tra apto para los que ejerce. »


i iBor.HF,rorc*rLT.


Cuando remos á . u n hombre colocado en una
situación elevada y honrosa, y alcanzada por él
solo y por medio de un asiduo trabajo, nos in-
clinamos á creer que aquel hombre está dotado
de una grande voluntad y de una brillante in-
teligencia; y a pesar del Dios te dé fortuna, re-
frán ordinario de los simples y de las inferioridades




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


envidiosas . que no ven ó no quieren ver mas que
la casualidad ó diestros manejos en las recompen-
sas justas , nos queda á nosotros, que somos im-
partíales , la certeza de que esos grandes hombres,
no comprendidos y desconocidos, que intrigan
contra los pequeños, ilustres, y célebres, ó son
gentes muy miserables, ó individuos á quienes
apasiona un antagonismo-particular.


Nos sugiere estas reflexiones el haber estudiado
la vida entera del Doctor Orfila, y haber buscado
lo que sus enemigos podrian echarle en cara. Basta
para tenerlos haber adquirido alguna fama; pero
si no existiesen enemigos que tienen á la inteli-
gencia en acecho, dispierto y en guardia al ta-
lento, el hombre que hubiese adelautado perma-
necería demasiado tranquilo, olvidaría los esfué^1*^"
zos pasados , habría retroceso. Es sabido que dis-
puestos aquellos siempre á coger al paso el primer
error que se escape, lo aumentarán á su placer,
lo enseñarán con triunfo, y si su pequenez y de-
bilidad no les permite hacerse, oir de todos, lo pre-
gonarán de mil maneras.


Hay im medio sin embargo de ser hombre de
primer orden, y no tener enemigos. A un hom-
bre se le perdonará con gusto su superioridad, sino




OUFILA. 3


aspira á otra cosa; es decir, con la espresa con-
dición de que ocupado únicamente de las cues-
tiones mas abstractas de la ciencia, bienhechor
de la humanidad, útil para todos, será inútil
para sí mismo ; con la condición de .que siempre
olvidado, jamás alcanzará á él la remuneración;
con la condición en fin de que verá tranquila-
mente distribuir á los demás, títulos y empleos,
contentándose él con haberlos ganado. ¡Oh! en-
tonces , cuando no quede duda que no tiene mas
que mérito , pero que en ningún caso le será per-
mitido competir con los monopolistas de digni-
dades, entonces no habrá inconveniente en re-
conocer que tiene talento ; se le elogiará , has-
t a s e le exagerará, con la misma facilidad en-


fomiadora con que se alaba sin medida á los muer-
tos , porque no pueden hacer sombra á ios vivos.


Pero si tiene el sentimiento de su dignidad y
de lo que vale; si no contento con poseer la ciencia,
deja traslucir deseos de querer adquirir una po-
sición honrosa y ú t i l ; si tiene bastante energía
para atravesar como un dardo esa masa compacta
que obstruye todas las avenidas; si adelanta en
fin, puede estar cierto deque tendrá envidiosos,
de que lo que debe al saber se atribuirá á la




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


in t r iga , y de que los que de frente no pudieron
impedirle el llegar á la cumbre que ambiciona-
ba, no dejarán, cuando la ocasión se presente,
de darle una zancadilla para hacerle perder el
equilibrio.


Entre los adversarios de Orflla hay algunos, á
quienes ni la vergüenza ha contenido, que han
apelado á la calumnia para hacerle acusaciones,
a que no contesta un hombre honrado, y á que
hace justicia el público. Nadie ignora lo que de
ellos debe pensar, y no queda manchada la mo-
ralidad de aquel á quien atacan odiosas imputa-
ciones ; pero no por eso es menos triste pensar
que hombres de saber, que poseen cuanto es ne-
cesario para ser respetables, se ensucien hasta el
punto de publicar miserables libelos, en queT^e"
descubre el odio en cada linea, y donde se ve
•que el escritor se ha violentado, para decir lo que
no podia pensar.


Mateo José Orfila nació el 27 de Abril de 1788,
en Mahon, en la Isla de Menorca. Sus padres sin
ser r icos, disfrutaban de cierta comodidad , de-
bida al comercio á que se dedicaban. En 1802
fue preciso pensar en darle colocación, y deci-
dió la familia que José Orfila entraría en la raa-




OBFILA. 5


riña. Poco después se embarcó el joven en clase
de segundo piloto en un pequeño buque mercante
que recorría las costas del Mediterráneo^


Seguramente nada podía hacer creer todavía
que se ocultaba bajo la chaqueta del piloto, una
toga de Decano de la Facultad. Es ademas cosa
sabida que Orfila tiene el talento de no ocultar á
nadie todo lo precaria que fue su juventud; y
cada d ia , al proteger á sus cofrades, prueba que
también é l , á pesar de su trabajo y de su supe-
rioridad , recuerda cuan útil le fue el patronazgo
de un sabio ilustre , arrebatado demasiado pronto
á su agradecimiento.


Muchas novelas ofrecen sucesos menos estraños,
situaciones menos difíciles, menos imprevistas en


^Tdesenlace, que la vida que contamos; y para
aquellos que han asistido á esa continuación de
luchas entre, el talento y la for tuna; para los
testigos de las victorias conseguidas por la tena-
cidad del hombre que se ha dicho á sí mismo:
trabajaré, adelantaré; para estos es una satis-
facción ver la suerte , obligada á ser jnsta una
vez, dejarse arrancar por la perseverancia , lo
que tan frecuentemente niega , aun á los mas dig-
nos: un nombre y una posición.




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


Véase pues á Orüla, «obedeciendo pasivamen-
te á los impulsos de familia » á bordo de un bu-
que , soñando ya sin duda otra existencia, y
preguntándose tal vez si no estaba llamado á
otro fin.


En 1805 se decidió su porvenir. Abandonando
la carrera naval , pasó á Valencia, estudió con
pasión lo que él mismo habia elegido, y al año
siguiente obtuvo el primer premio de física y de
química. Desde entonces no puede ya ponerse en
duda su vocación; ve abierto ante sí un hori-
zonte de trabajos, pero de celebridad ; le obstru-
yen las dificultades, y las ataca de frente. Joven,
y con esa naturaleza meridional de tan tenaz
voluntad, con esa organización que se endurece
con las dificultades, no se espanta Orilla porTo^*-*1


obstáculos ; verlos, es querer vencerlos; pero para
vencerlos es preciso estar en su presencia, y el
ex-piloto no estaba en situación de subvenir á los
gastos de su traslación y del complemento de sus
estudios. Redobla su trabajo, se hace notar , y
esto es lo que queria ; en virtud de un informe
de sus progresos, decide la Junta de Barcelona
enviarlo á Paris á estudiar las ciencias naturales,
señalándole 6,000 r s . ; él ve la ocasión favora-




ORFILA. 7


ble, pasa por Madrid, y el 9 de Julio de 1807
entró en Paris.


Diez meses hacia que Orfila estudiaba en aque-
lla ciudad , cuando un acontecimiento imprevisto
hizo mas embarazosa su posición. Estaba escrito
que aquellos años, que para tantos otros son dias
de placer, serian para él uu tiempo de pruebas
siempre renovadas. El 2 de Mayo de 1808 la
Francia declaró la guerra á España. En aquella
edad y en aquellas circunstancias, podían tal vez
afectarle poco las disputas de los dos Gobiernos,
pero suprimiéronse los 6,000 rs. de pensión, y
esto le tocaba mas de cerca. No recibiendo otros
fondos para vivir y pagar los gastos de sus es-


^ d ^ s , su situación era crítica. A los 20 años,
estrangero, perdido en un país que se convertía
en enemigo, ardiente siempre en seguir el cami-
no que se habia trazado, con una constitución
escelente, y sin dinero, debió sin duda hacer pro-
fundas reflexiones. Acordóse, entonces mas que
nunca , de que tenia un tio comerciante en Mar-
sella. Manifestóle su situación, y el digno parien-
te le dio un auxilio casi igual al que acababa de
arrebatarle la guerra; con la condición sin embar-
go de que cesaría todo envió de fondos en obte-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


niendo el diploma de Doctor. Lo importante para
Orilla era conseguir aquel título ; para lo demás
contaba solo consigo mismo, y tenia razón.


Continuaron pues sus estudios siempre labo-
riosos , coronados siempre de buen éxi to; y al
fin después de los mas brillantes exámenes, llegó
á la última prueba, la Thesis. Se graduó de Doc-
tor. En muchas circunstancias de la vida hay
una miserable cuestión que domina á las demás
con toda su brutal pequenez, la del dinero; y
Orfila pudo conocer entonces su imperiosa tiranía.


Con distinción, con un esterior abier to, un
gran saber sin pedantismo , un inmenso deseo de
utilizarlo, y por últ imo, como complemento agra-
dable de cualidades mas serias, una voz que dio
después lugar al siguiente juego de palabras : ? ^
>t' avait pas trouvé la voie de la fortune, il
eut trouvé la fortune dans sa voix; con esto bien
podia soñarse en un brillante porvenir ; pero era
un porvenir, y se trataba de vivir de presente.
Orfila no tenia mas que S E I S F R A N C O S con los cua-
les debia llegar á ser Par de Francia.


Tal fue sin embargo el punto de partida del
Doctor Orfila ; y mas de una vez ha debido re-
cordar sonriéndose aquellas primeras miserias,




0 R F I L A . !)


llenas siempre de encanto cuando lian pasado.
Seguramente, fue necesario una voluntad Ur-


iñe, una especie de presentimiento profético, para
persistir , cou la incertidumbre de buen éxito, en
permanecer y vivir en París. Principió dando un
curso de química , que le salió b ien , bajo los
dos aspectos de la utilidad inmediata y futura.
Sus discípulos le dieron á conocer. Habia entre
ellos Beclard mayor, Julio Cloquet, Edwards, á
quienes esperaba también una celebridad mereci-
da ; sus palabras teuian ya algún valor , y asi
fue que les creyeron cuando hicieron el elogio
de su joven maestro, con la ardiente elocuencia
de la amistad. A este principio de fama debió
Orilla su introducción en la sociedad, que gustó
^nflStó" de su persona, de su talento y de su voz.


Esta aptitud para la música, le había hecho
contraer relaciones con uno de los mas célebres
escultores de Francia, y dio lugar á su casamien-
to con la Señorita Lesueur en 1815.


A pesar de no habersenaturalizado hasta en 1819,
puede considerarse á Orfila como perteneciente á
la Francia desde 1816 , pues desde esta época da-
tan sus últimas relaciones cou lu España. En
efecto , había ofrecido ponerse á la disposición de




10 PERSONAJES CÉLEBHES.


(') Profesor de Química en Madrid.


Id Junta de Barcelona, según estaba comprome-
t ido; pero se le contestó que los gastos de la
guerra habían empobrecido la ciudad, para que
pudiese hallar los fondos necesarios para la en-
señanza que Orfila se proponía establecer. Por otra
parte, llamado á Madrid en reemplazo del profe-
sor Proust (*), antes de aceptar propuso al Rey
un sistema que pronto hubiera dotado á la Es-
paña de todos los profesores de química de que
carece. No se aceptó la propuesta, y de consiguien-
te el Doctor Orfila quedó libre de todo compro-
miso.


En 1816 fue también cuando le nombra-
ron médico de Luis X V I I I , título mas honorí-
fico que provechoso, puesto que solo valía 1,500
francos , que ademas no recibió Orilla hasta d o r
años después de su nombramiento. No estaba
sin embargo sobrado; pero entonces, como des-
pués , se ocupaba poco del dinero, siendo una
escepcion laudable de nuestra época fiscal, en
que el talento es rara vez desinteresado, y se re-
baja por demasiado calcular.


Pero si no habían llegado aun las riquezas para




OHt'ILA. II


Orilla, estábale al menos abierto el camino de los
honores. Protejido por Mr. Dubois, llegó en 1819
á la Facultad , donde tenia marcado su puesto
por sus estudios especiales sobre la medicina le-
gal, que profesó hasta 1823, en que se hizo car-
go de la cátedra de química. En 1820 habia
sido nombrado miembro de la Academia de Me-
dicina.


En 1830 volvió á empezar para Orflla una
venturosa serie de honores y dignidades: nom-
brado decano de la Facultad, fue al siguiente
año miembro del Consejo general de los hospi-
tales y hospicios civiles, y después del Consejo
general del Departamento ; no era esto solo, re-
crtñósu carta de gran naturalización , y el Con-
cejo Real de la Instrucción pública se lo agregó
en 1834, en reemplazo de Mr. Guenau de Mussy,-
Ia cruz de oficial de la Legión de honor com-
pletó aquella serie de prosperidades; y por úl-
timo fue promovido á la dignidad de Comendador,
ínterin se preparaba el sitio que reclama en el
Luxemburgo.


Acabamos de enumerar las recompensas con-
cedidas al Sr. Orilla, y examinaremos ahora los
trabajos que á ellas le han hecho acreedor. Al-'




12 PERSONAJES CELEBRES.


efecto es preciso estudiar sucesivamente lo que lia
hecho y lo que es, como Médico, Legista y Quími-
co , como Administrador y como Catedrático ; y
aun añadiremos dos palabras como hombre político.


Como Médico, Legista y Químico, los títu-
los del Sr. Orilla son los siguientes:


Publicó en 1812 un Tratado de venenos ó
Toxicologia general que causó una viva sensa-
ción en el mundo médico. El inmenso número
de esperimentos sobre los animales, las teorías
químicas espuestas con claridad, la apreciación
razonada de los diversos contra-venenos, hicieron
pronto de aquel trabajo una obra elásica para los
alumnos, y un guia seguro para los prácticos.
El Instituto de Francia lo aprobó y cscitó al au-
tor á continuar sus investigaciones. (*) < í f i>3í


(*) La clase de ciencias físicas y matemáticas del i n s -
tituto , encargó á MM. P ine l , Peroy y Vauqnelin el exá
men de esta o b r a ; Mr. Vauquelin es tuvo encargado de los
informes sobre las cuatro partes de aquel trabajo. Dare-
mos es trados de dichos informes.


Sobre la primera parte. . . « Faltaba á la medicina y á
la jurisprudencia un tratado completo sobre esta materia.


« Era pues necesario, para componer un libro sobre
este a s u n t o , tal cual lo permiten los actuales conocimien-
tos , entregarse á uua serie de investigaciones muy nume-
rosas y del icadas; el Sr. Orlila lia tenido el valor ds em-
prenderlo , y se propone continuarlo hasta el grado de
perfección que le sea posible alcanzar, etc .




O R F I I . \ . 13


En 1816 aparecieron dos volúmenes en octavo,
bajo el modesto titulo de Elementos de Química
médica. No eviste todavía obra alguna que pueda


a El modo como el Sr. Orlila ha desempeñado la pri-
mera parte , hace desear vivamente que trate las demás
con el mismo cu idado , y las publique luego de concluidas.
Entre tanto , creemos que el primer volumen m e r é c e l a
aprobación de la clase.—Firmado. — P I M E L , P E H O Y , V A U -


O O E M N , Relator.—La clase aprueba e! informe y adopta
las conc lus iones . -El Secretario perpetuo, caballero del I m -
perio , G. CrjviF.n. »


Sobre la segunda parte.
«...Siendo las investigaciones de que el Sr. Orlila ha


compuesto la segunda parte de su obra de una aplicación
tan frecuente, tan inmediatamente útil para la conserva-
ción de la vida de los hombres , y para la medicina legal;
la manera sencilla y metódica con que el autor ha tratado
este interesante a s u n t o , las penalidades y disgustos que
acompañan a esta clase de trabajo, inducirán fácilmente á


^ l a c l a s e á conceder'e permiso para publicar, con su apro-
" ^ T p ^ ^ r ^ e s t a segunda parte de su Toxicologia , instándole


á que redoble s a celo para tratar con el mismo esmero la
tercera, que debe contener los venenos vejetales y anima-
les.—Firmado, etc. »


Sobre la tercera y cuarta parte.
«...Para componer estas dos últimas partes de su obra,


ha hecho el Sr, Orlila mas de ochocientos esperimentos,
y se ha ocupado constantemente de este trabajo por es-
pacio de tres años. Ha tenido precisión muchas veces de
pasar noches enteras cuidando á los animales sujetos á
los ensayos , y lia necesitado mucho valor para vencer la
repugnancia que acompaña á tan triste oficio; por últ imo
ha debido gastar sumas considerables ptra comprar los
animales y preparar los venenos cuyos electos ha dado á
conocer. Las dos primeras parles de esta interesante obra




14 PERSONAJES CELEBuES.


reemplazar á esta para los alumnos de medicina.
Modificada y aumentada en cada edición, repre-
senta en el dia el estado de la ciencia y todas
sus numerosas conexiones con la medicina (*). Se
lian agotado seis ediciones, y esta obra está en
el dia en tres volúmenes.


En 1820 publicó el Sr. Orfila tres volúmenes


han obtenido el éxito mas favorable en Alemania, en In-
glaterra y en Italia. Estas nociones han confirmado e!
ju ic io formado por el Ins t i tu to , como puede verse en los
diarios científicos que han dado cuenta de ellas.


«Esperamos que estas dos últimas partes, no menos In-
teresantes , y que han exijido ademas mayor sagacidad y
cuidados, serán asimismo bien acojidas por los sabios , y
aumentarán el aprecio que el autor merece. — Fi rula-
dos etc. , »


(*) Véase un estracto del análisis que sobre esta, obra
se imprimió en el Diario universal de tas ciencias


« . . .Un tratado de Química médica puede infundir sos-
pechas , y si el t ítulo de la que anunciamos puede desper-
tarlas , su lectura las disipará. El Sr. Orilla sabe resistir
al imperioso ascendiente que ejerce sobre los mejores enten-
dimientos el objeto habitual de sus estudios y meditaciones;
y aunque profesor de química, permanece constantemente
médico. Contiene siempre la química en los límites que debe
respetar.


La obra del Sr. Orlila será útil al m é d i c o , que en-
contrará reunidos muchos conocimientos que se vería obli-
gado á buscar en obras diferentes, y que se le presentan
en esta con el orden y medida que distinguen al químico
acostumbrado á ver la naturaleza en otra parte que en su
laboratorio.»




0 E F 1 L A . tá


(*) Los Archivos generales se espresan asi sobre las Lec-
ciones de medicina legal.


de Lecciones de Medicina legal, en las cuales
se encuentra la contestación á cuantas cuestiones
pueden suscitarse sobre este importante asunto.
Esta obra tuvo un grande éxito cuando apareció.
¿Quién ademas estaba en mejor situación que el
Sr, Orfilá para enriquecer esta parte de la cien-
cia ? Llamado con frecuencia ante los tribunales
para ilustrar la justicia sobre los hechos mas os-
curos y dificultosos; habiendo sido este ramo de la
medicina la ocupación de toda su vida , á él perte-
necía comprobar la exactitud*delos hechos sentados
por todos los que habian escrito sobre la materia.


Poco satisfecho de algunas soluciones, se en-
tregó á numerosos esperimentos, á investigacio-
nes muchas veces penosas, que le permitieron


^ Ü m r ^ u e s t í o n e s del mayor interés. Todo lo que
tiene relación con la violación, con la viabilidad
del feto, con los afixiados por submersion y sus-
pensión, con la historia de las heridas, de las
manchas de sangre, del envenenamiento, fue tra-
tado por él de un modo infinitamente mas pre-
ciso y completo de lo que hasta entonces se ha-
bía hecho (*).




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ha publicado ademas el Sr. Orfila dos volú-
menes sobre las Exhumaciones judiciales, com-
puestos con Mr. de Lesueur, y por último una
multitud de Memorias y otros trabajos: sobre la
existencia del Picromel en los cálculos biliarios;
Socorros que deben, darse á los envenenados;
Cuestiones relativas al alumbre calcinado; de la
acción de los sulfuras de arsénico, de plomo,
de cobre y de mercurio sobre la economía ani-
mal ; Respuesta á los Burgo-Maestres y Eche-
binos de Brujas sobre los medios de reconocer
la presencia del sulfato de cobre en el pan;
Memoria sobre la sangre considerada bajo el
aspecto médico legal; Nota sobre ios efectos del


«...El libro del Sr. Orfila está escrito con claridad y con-
cisión Encierra , en el menor número de pág inás"p^^j^
todo lo positivo que presenta la ciencia. Ha sabido librarse
del escollo en que han caido algunos autores de medicina
legal de nuestra é p o c a , que mirando bajo un falso punto de
vista las funciones de médico esperto , y pareciendo abogar
casi siempre, por los acusados , pretenden que la decisión
médica debe ser negativa, cuando no puede ser completamen-
te alirmntiva ; independientemente de la luz que ha espar-
cido sobre un gran número de cuestiones con sus propias
investigaciones, el autor habrá servido úti lmente á la cien-
c ia , imprimiéndole una marcha severa, que no se advierte
en los tratados de medicina legal anteriores al suyo, é in-
dicando los vacíos que presenta todavía , en vez de esfor-
zarse en llenarlos y disimularlos con razonamientos sutiles
é hipótesis gratuitas.




J '-i O B F I D A í • ' 1 7


s u m a -de>la hipemane'ymantAnitu i\de1 Limo);
Sobre:las medios de ¡comprobar Ja:,existencia
dei-.antimonio ¡ del cobre ¡y del plomo >en ta
mezcla de .diferentes líquidos;,Ojeada sóbrelos
trabajozJiebhos en química y ¡ en. farmacia¡ Nota
sobre ei envenenamiento pqr el óxido (Manco de
arsénico ( 1 « 2 4 ) . . . . ; ¡ .


Todas estas iavesíigacíones se insertaron en
las Memorias, ó en los diversos periódicos de
medicina * ,-asi como las siguientes: 'Investiga-*
clones sobre los numerosos casos de medicina
legal,sobré el Opio, la Morfina,: él* Acido.
Cyanhydrico, él Sublimado ¡corrosivo,, el In-
fanticidio, ect., etc; y por último , sus esperi-
mentos.enteramente nuedoá sobre los Envenena-


^QtMUBITpor el arsénico.
Fácil, es comprender la imposibilidad;de ana-


lizar tan numerosas producciones. >en un» publi-
cación de esta clase. No las hemos CitadóModaS;
pero hemos querido citar un número bastan*
le crecido para que pudiera juzgarse s i , como
algunos ha» d icho , , el Sr.. OrfiJa: no; i ha- justifi-
cadocon-bastantes trabajos .médicos* la..posición
que ocupa ;en la Facultad de París.


Como Administrador.
2




18 PERSONAJES CÉLEBRES.


Desde 1." de Mayo de 1831, dia de su ins-
talación como Decano, el Sr. Orfiia ha desple-
gado un verdadero talento y una rara solicitud
para la administración de la escuela. Su favor,
su t iempo, su inteligencia, todo lo lia empleado
en servicio de cosas positivas, de mejoras mate-
riales, que solo él tal vez podia obtener. Hé aquí
una sucinta enumeración de ellas.


La facultad poseía un jardín botánico redu-
cido, y demasiado pequeño en proporción al
número de los alumnos. Por medio de la eesion
de aquel te r reno, hecha á la Municipalidad de
París , para prolongar por él la calle Ratíne,
obtuvo el Decano del Gobierno un terreno siete
veces mayor al Este del criadero del Luxem bur-
go. Aquel terreno se destinó á un nuevo~jaf§3p
de botánica médica, infinitamente mejor, que el
antiguo bajo todos aspectos, y del cual han po-
dido disfrutar los alumnos desde principio de
1835.


No conten'o con haber ganado en el cambio,
el Sr. Ori l la ,que conoce perfectamente lo que
el dinero Vale, cuando no se trata de él, habja
vendido muy bien á la Municipalidad el terreno
citado en 310,000 francos, y ademas se había




0 8 FILA.. 19


hecho conceder otros 300,000 fraseos por el
Ministerio. >


•-. Ccm• -esto*- fllü',000' francos son;.can los- que
se ^bslesantado veir-el; solar del antiguó edilicio
de S. Cosme, el hermoso Hospital Clínico que
está' enfrente1 de la: Escuela; per». esta suma,
aunque muy considerable, no hubiera:.sido su-
ficiente si el Sr. Orfila no hubiese obtenido de
la administración de los hospicios qué tomase á
su cargo unos 200,000 francos á que ascendían
los gastos de mueblaje de dicho hospital.


Alli fue donde,, bajo la dirección de Mr. Dur
bois, instituyó una clínica de partos, de-que ca«
recian hasta entonces los alumnos de cuarto año,
p a r a l a , prueba oral que hace parte del quinto


f S l n l W * Otros dos profesores ¿ MM. Rostan,
para la medicina, y Cloquet para la cirujia,
ejereitan también allí á sus alumnos en el Diag-
nóstico directo.


Pero de todas laa mejoras é instituciones nue-
vas que deben su nacimiento ó desarrollo á los
incesantes desvelos-del Sr. Orfila; ninguna le ha
adquirido mas justos títulos al agradecimiento
de Ja Escuela , que la instalación del > Museo-Du-
puytren. Rn este asunto desplegó el Sr. Orfila




20 PERSONAJES IGBLEBBES.


t a n t » i agüióad: como celo, ,-yiel ésit*' correspon-
dió á su perseverancia. .••..'•<


Dapnytrcn' : 1 había • legado •. por su - testamenlo
200,000 francos para la creación de una cátedra
de •Anatomía i patológica j ciencia que él mis-
mo ¡l iabia profesado1 por tanto ' t iempo; mu-
rió sin- modificar su: legado, en conformidad á su
propia-i intención,'y á la idea que le habia.su-
geridn-tOrfila;, de formar,, en v e z d e una•, cáte-
dra^ u n museo que llevase su nombre. Pues
bien: Orfila emprendió y consiguió realizar ¡i
un t iempo el proyecto deDopuy t ren y el i suyo:
hubo una 'cá tedra y un museo. ¿Pero cuantos
pasos.'tto.tuvó, que dar tanto con el Consejo uni-
versitario eonio con los herederos d e . Dupuy tren
para conseguir aquel resultado?


¡Por últ imo, mientras la influencia.del Decano
arraticaba la aquiescencia del Consiejoy el hom-
bre del mundo insistía para lograr nuevos; sa-
crificios''del yerno de. Dupuytrenj y obtenía
13,000 francos mas-que se necesitaban: para lle-
var enteramente á cabo el '• proyecto. - .


!f;El :diaf»2,:de :JuliO' de 1835, se decretó: la.
creación del Museo* Dupuy tren que á-tos pocos
meses estaba en estado.de servir para el estu-.




dio.* :H»y­!en'­­# una.'inmensa^ colección* del las
altefaeiónes¡orgánicasyy> de las anomalías dé' con*
formación .primitiva: ; ' r t ' 1 . • • i í . r ' : ­¡l­


Este Museo, ' llenando \\W inmenso' vaábyfaa
hecho <№ servMoí'irabortttnte "á >fa humaBíidadí'y
á los jóvenes médiéos:'a"si es1 que ei'Bomljre de
Orflla es en este punto inseparable def >de tou­
puytten:' es decir; acreedor al mismo «preaío.


ÍBasta • también visitar ahora <losi edificios­­des*
tinados' a l a s disecciones» ¡ yencontrarlos xpérfed*
lamente ' ventilados, ­enlosídos ene declive1;1 p r o '
vistos de fuentes; 'guarnecidos d e !iwesas>ide¡­hier­>
ro 'fijasi y consérvadosiponiúltimo^coKilBíTfltiyor
limpieza, pirra 1 ,conocer icaán.felizmentei deben
injliiñyjn la salubridad generaldel"baírrk>, y en
í a^a lud de los numerosos ahimhos qne Iosi fre­
cuentan, pabellones; establecidos de ^aquel modo:
Y no dudamos asegurar que <se debe esterhénei­'
ficio á la dirección dada por el Decano. •!!•


Sin embargo, no se limitaron: aceito'lasi 'úti­
lesi fundaciones del: Sr. Orfilai 'Convencido de
q u e el estudio de ; la química quedar ía ' inconv
pleto mientras se limitase, para el estudíate
te.j a conocimientos teóricoBj.hiio p»epara«' un
local . donde pueden ejercitóme constanteMiente




22 PERSONAJES I CÉLEBRES.


en las manipulaciones; químicas doscientos aquili-
nos dé primero y segundo • año,, eon el objeto
de prepararse para el primer eJsámén, queeom-
prende principalmente la química. Sus ensayos
son dirigidos alli por Mr. í.esueur, químico lle-
no de" saber , nombrado gefe de los trabajos
desde 1838 ' ;


E a resumen:, sin grabar en,nada la caja/de
la Escuela:, el Sr. Orilla lia encontrado empleo,
de diez años á esta parte; .para una suma de
810,000 francos; y,esta cantidad es por sí sola
uu elogio para u n Administrador,


Terminando en fin <este Cuadro, tan honroso
para el Sr. Orfiln, .no debemos olvidar, que fue-
ra de Ja Escuela, ha eomrHéíado su misión de
hombre útil á todos, fundando, hace " y a ' l í é Í F
años, una Sociedad ¡de Socorros Mutuos para los
médicos. En ! 4840 fue reelegido Presidente de
aquella asociación.' >


No vacilamos ¡además en decir que se deben
á las medidas provocadas por.el Sr. Orfila, todas
las garantías de saber d e ; los jóvenes médi-
cos.


Antes de él bastaban para obtener el título
de Doctor, el diploma de Bachiller en artes,




DRFILA.


cinco exámenes de un cuarto d e hora ó veinte
minutos cada u n o , y una thesis á elección del
alumno. Gracias al Decano, se necesitan ahora,
los diplomas de Bachiller en artes y de Bachiller
de la Facultad, para aspirar al doctorado; luego
cinco exámenes de • tres cuartos de hora cada
uno , ademas 'para el segundo (Anatomía), una
preparación anatómica, y esperimentos sobre el
cadáver, en presencia d e los profesores;;para el
cuarto (Materia médica, Terapéutica, Medicina
legal, Higiene), un informe médico legal y fór-
mulas farmacéuticas presentadas y redactadas en
la misma sesión; para el quinto, el interrogato-
rio de los alumnos en el lecho del enfermo; el
examen de un casd médico y otro quirúrgico


^ f a himno tiene que indicar delante de sus jue-
ces, cuál es la enfermedad—diagfióstico—su pre-
sunta marcha, su probable resultado*^ pronostico
—y en fin, lo que debe hacerse para curarla ó
paliarla—y qué tratamiento debe seguirse para
ello): en fin, la última prueba, la thesis, se
sortea ahora. Se proponen al candidato cuatro
cuestiones sobre diversos ramos de la medicina,
lo que no escluye la posibilidad de tratar un
asunto de su elección; y ademas debe responder




l ' E R S O N A J E S U CELEBRES.


el alunmo á ; cuanto - tiene ;r«Iatíon ¡comía- inedi-
étóta ¡¡entera* •' •}.-•.•> , , , , „ • , . „ . , .;\.„., . . . . . . t u r .


i ; i ' ¿ S O B i estas, en-.efecto;-garantías ¡ile ; saber ?iSin
duda! El alumno' puede: aoertaií -Unaisez^hasta
dos veces; .saberífpOcoiiyiresponderMal cuál ; pero
no ser feliz enhocó ¡exámenes, que se enlazan, que
dependen; unos de» ¡otros, s i n q u e - seafi,posible
estudiw?- dí.últhno-no, sabiendoiiel-,pri*net:o<!.,y el
tercero; sjai-sabeí el ségündoí et*: Lo• jrepetiiipf«i6>
tanto' utos cuanto, algunas: gentes *strañas,.ú> la
ciencia carece q>ue-en i este: época tienden áitnei
nospreeiarlá ; ; eu la actualidad-, no ; pued*..'Jlegwse
á, ser .Docter , en < medicina, siendo n un : ignorante:
JMo hay una cabrera, en que-sean ten, numerosas
las pruebas como en- la carrerai módica, ni: una
escuela; en, Europa donde sean tan-numirosSs^f'


difíeiles como en, la facultad- de, París.: < i ,
, MÜsta consideración, iqué, á| primera wwta par»,
rece d e - poeo valor,, tiene sin. embargo- «una in-
mensa importancia: ¿¡enántos: jóvenes médicos lae
vuelven, una-vea,obtenido,su diploma, a..ejercer»
el ante en ciudades y lugares .distantes del cen-
tro v disponiendo asi de la existencia de algunos,
millares de individuos? ¿Tío es pues indispen-
sable que estén á la altura dé l a ciencia tal .cual




• OllUflAí •>••! US


se i profeso en el dia-? No hay tdudíi, »quea pesa»
de estas,'buenas institucioiiésv ; no 1 todos seráft
grandes-médicosy por la variedad' de ! inteligáa-
cks; y capacidades j pero si solo' algunos- tienen
el genio médicoy todos tendrán ahora ta práeláoa
y.-el saber;-Esta inmensa mejora es^debidá al
Sr: tírfila. • :•- -:••> :.' : i' - i ' -" >•><


Aun cnahdo no sea una cosa qtío- pueda en-"
vanbcer mucho,: debemos decir para ser'justos
que* ei Sr.' Orfila está seguramente dotado de una
rara.íkmeM 1 de carácter. »Í '.


En 183. . . , con motivo de un concurso* para una
eátedira vacante, los alumnos descontentos dé la
elección de: los jueces, habían manifestado su
oniniorr .rompiendo los! cristales ¡, derribando las


^sBertas- y desgarrando las ropas, como s e ha her
eht> siempre en todos tiempos; en casos semejan-;
tes. Resonaban en l el patio y . bajo.; las<; ventanas
del Decano ios gritos de viva y de nouerav'iel tu-
multo'iba aumentando, y podía dudarse aeerea:
del ¡partido que se debia tomar. ;Ef Sr. ¡ Orfila
bajó y se presentó á los alumnos, >y con palabras
de una enérgica moderación, trató de inducirlos
á los sentimientos de respeto, debidos á la deoisiou
de sus profesores. No examinaremos ahora de qué




26 PERSONAJES iCKI.EBHES.


parle estaba.la razoni; -pero seguramente había
algún mérito en colocarse de aquel modo con
calma, sin cólera y sin jactancia., ante masas
i r r i tadas , jamás malas en. el -fondo , pero peli-
grosas muchas veces en el momento.


No es la sola vez que el Sr. Orfila ha opuesto
una animosa destreza a algunos centenares de jó-
venes exaltados; con una palabra dicha á propó-
sito sabe atraerse, maravillosamente a la mayoría
de los que le escuchan, y por su sola fuerza mo-
ral , llevar esta mayoría á castigar ella misma á
una ¡minoría mas tenaz.


Añadiremos que nunca , aun en las circunstan-
cias mas difíciles, ha requerido ni tolerado en la
Escuela la intervención de la fuerza armada, y
que con semejante conducta ha hecho uu servTe\íSr
inmenso á las familias. En efecto, sin aquella
paternal prudencia, cuántos jóvenes, apreciados
por otro lado, sentándose en los bancos de lá
policía correccional, hubieran podido incurrir en
la pérdida de inscripciones trabajosamente adqui-
ridas , ó te que es peor , en la espulsion de la
Universidad.


Gomo Profesor.


El Sr. Orfila es seguramente uno de los que se




OBK1L*. 27
oyen сон mas gusto. Se presenta con valor y dig*
nidad, tiene facilidad en la palabra , la espre­
sion exacta y pintoresca , la esplicecion clara;
diceeon graeia, su gesto es mesurado se re­
pite poco; su órgano vibrador suena­al oido
como un metal, y sucede muchas veces nb aten­
der á las ideas por admirar la voz.


•: Convenimos que no es esto para•> grandes elo­
gios, pero algo es sin embargo. Encargado Gr­
fila de la enseñanza de una de las ciencias acce­
sorias de la medicina (Ja Química), profesor so­
bre todo para :aIüronos ; que principian, ¿ n o es
una felicidad'que reúna las cualidades que son
de desear para hacer olvidar la aridez de los pri­,
meros estudioSj eon la facilidad que les dá y el


^¡SSrítóTque en ellos esparce ' Basta con haber
saludado la ­Medicina , esa ciencia inmensa, para
saber cuántas dificultades, cuánto fastidio y dis­
gustos» Jiay ¡que vencer en un principio ¡por teo­
rías difíciles d e comprender y retener. Pues , pre­
ciso' es deeirh, >por Jo ¡general en Jas Escuelas
al nombrar un profesor, se atiende siempre mas
á si sabe, que á si podrá transmitir lo que sabe;
si tiene el mérito de Ja erudición que el talento
de la enseñanza. Es un gran defecto del cual su­




28 PERSONAJES CELEBRES.


fren tos alumnos. HaV'^ir las Escuelas hombres;
cuya- v ida , cuyos actos parecen-irreiwensibles;
cuyo estenso saber y laboriosos trabajos-/inspiran
el ¡mayor respeto! y-la mas sincera'admiración;
pero que; sin emhargo: es. • preciso: eonfesar que
son pobres-profesores! ' v : :• >>• ..•<.>.•.'•


Hacer escucliar con placer teorías y hechos de
dificil:COáioprensiou-,'dar atractivo á lo que de él
carece; hacer tocar-.coa el-dedo los' mas ásperos
pormenores; dar -claridad á lo que tiene pocd,-¡
hacer evidente lo que no.Jó ¡es,) agradable' l o q u e
cansa, interesante'lo que fastidia; tener siempre
af alumno deseoso de> saber: la continuación : • es
un talento que pocos profesores, pueden ostentarj
y que posee mas que otro alguno el¡ Sr. Orüla.


Cot»o examinador, disfruta entre Jos aluiñnoP
tal reputación de íutegro y severo,, que al paso
que le< temen, desean tenerlo por juez. Toda recla-
mación justa y convenientemente formulada,' -es
siempre bien y prontamente acojida por el Se-
ñor Orflla; y siempre está pronto' á retractar
cualquiera decisión.equivocada,' si se le demues-
tra que se le ha engañado> ó que se ha engañado
él mismo. Pero exije que se le demuestre su fal-
t a , y esto solo constituyo una para ciertas gen-




ORFILA, •- 29


tes , que necesariamente deben ignorar que un
hombre capaz tiene el sentimiento de lo quédale;
y al paso que sabe: ser f a l i b l e q u i e r e que ¡se le
pruebe su error, • ; ¡


Por últ imo, puesto que algunos, demasiado
poco instruidos para atafcar al sabio, lo. han he-
eh«h qoa el hombre político , en. que siempre ;es
fácil encontrar faltas, la de tener¡ una.opinión;
cuando se manifiesta , ó la de no tener ninguna
cuando no se cuida mas que de sus quehaceres
y no de los gobernantes: examinémoslo. .;•


Es cierto que todo hombre inteligente debe em-
plear su inteligencia, en bien del paist ¿ Y no ¡es
servir al pais¡formar gentes capaces de serle útiles?


Se ha acusado al Sr. Orilla de adherirse ato*
IstSMEs^ioderes mejor puede decirse que todos
los poderes han acudido á é l , pues jamás; ha
manifestado querer pertenecer á ningún partido;
á no ser el de la justicia y el de la razón. Se
ha citado cierta comisión que denota • una. gran:
confianza de parte del Gobierno (*). ¿Se hubiera;
preferido acaso que el Sr. Orfila no' hubiese cor-,
respondido á ella? Semejante• confianza', cuando


(*) Su viaje á Blayc para comprobar el estado de la
Sra Duquesa de Berri detenida en aquella'fortaleza.




30 PERSONAJES CELEBRES.


todas las opiniones la dispensan á un hombre, es
porque tiertenfó en su 'honradez. Los que no es-
tán alistados l>ajo.nÍDguna bandera, y á quienes
todas los reclaman, ó valen mucho , ó tienen
una grande influencia.


Ademas, si algunos letrados y «ábios ilustres,
han- sido llamados á desempeñar un gran papel
político, demuestra la esperiencia que un profesor
erudito no es muchas veces otra cosa- que un po-
bre hombre de Estado. En efecto , la ciencia
tiene una base y un objetó demasiado humani-
tarios , para poderse rebajar á las mezquinas pro-
porciones de un partido. Sin dada alguna el ver-
dadero sabio es siempre un hombre de paz y de
pacífico progreso, pero su opinión no puede te-
ner un nombre especial; colocado en meo1fWSJÉ(
los partidos, se enlaza con todos por lo bueno
de cada uno de ellos.


Ademas, para tener el derecho de decir á un
hombre que pertenece á todos los partidos, es
necesario que los haya sostenido con su pluma,
con su espada ó con su talento; ¿pero la vida
entera del médico no pertenece al estudio de una
ciencia, que solo debe ver hombres doude las gen-
tes ven partidos?




On FILA. 31
Pues bien; el Sr. Orfila es Médico erudito,


Químico distinguido, Profesor notable , Admi-
nistrador muy hábil; ademas, y sobre todo, hom-
bre íntegro y sabio concienzudo. Ha conquistado
el puesto que ocupa con un trabajo asiduo du-
rante treinta años. Desconocido, ha adquirido
una reputación; sin mas título que su saber, ha
llegado á ser Decano de la primera Facultad del
mundo. Algunos le han puesto la tacha de no ha-
ber nacido en F'rancia; razón tienen de quejarse,
pues es un hombre que hace mucho honor al
pais , y la España se envanecerá siempre con ha-
berle dado el ser.










M. O' COJVELL.


Os quejáis de que tengamos siempre
en los labios el nombre de O' Conell
y que dirijamos todos nuestros esfuer-
zos á la ruina de un simple individuo;
e s que este individuo es un poder.
Contestación de Wellington ajos Mi-
nistros. (Cámara de los Lores 1836.)


Movilitate vigens, vigoroso de m o -
vilidad , está con cuerpo y alma en
Una ajitacion permanente.


S H I E L , sobre 0'€onell.


Un dia , el mismo dia tal vez, salieron del
seno de los mares dos Islas, una al lado de la
otra : ambas habían recibido del cielo igual ver-
dor, iguales recursos naturales , el mismo suelo
rico y fértil. Separadas por un canal de algunas
leguas, habitadas por pueblos de orijen y eos-




2 PEHSONAJES CÉLEBRES.


tumbres diferentes, estraña una á otra durante
siglos; aquellas dos Islas vivían felices, cuando
unos aventureros Normandos, después de haber
conquistado la primera, se apoderaron de la se-
gunda , y pronto los dos países se hallaron reuni-
dos bajo de un mismo cetro. Desde aquel mo-
mento sus destinos presentaron solo un odioso
contraste.


La raza conquistadora se mezcla aqui poco á
poco con la conquistada. Elévase una aristocracia
fuerte, ilustrada, benéfica , que se coloca enfrente
de la Corona, se constituye protectora del pueblo,
y se une á él por una estrecha comunidad de cos-
tumbres , de id ioma, de relijion, de intereses, de
ideas y de preocupaciones ; aquella aristocracjaco-
locada al frente de una sociedad industríosa^^lP
merciante, sabe apreciar sus necesidades, y pronto,
por su impulso, una aristocracia secundaria, hija
del trabajo y de la r iqueza, se manifiesta y es-
calona debajo de ella, y forma como una cadena
no interrumpida, que enlaza y armoniza todas
las partes del edificio social desde la base á la
cumbre. Esta Isla, asi organizada, con estas je-
rarquías , á pesar de los males internos que la
corroen, á pesar del impetuoso viento dé demo-




O' CONELL. 3


cracia que rauje á su alrededor, presenta aun
en el día al mundo el espectáculo de una Nación
fuerte y libre, enmedio de la mas completa des-
igualdad.


¡Qué diferencia si de esta Isla pasamos á la
o t ra! Alli, los Conquistadores, lejos de unirse
á los indíjenas, trabajan sin descanso en perpe-
tuar las'violencias de la conquista ; ! y llevan por
do quiei« la devastación y la muerte. Durante
tres siglos se. renovaron en aquella t ie r ra , desde-
ñando fijarse en ella, y abandonándola cargados
con sus despojos. Cuando se establecieron alli,
no contentos con atribuirse todo el suelo, se a t r i -
buyeron todo el derecho, levantaron barreras eter-


¡encibles entre ellos y los vencedores, á
quienes pisotearon, cuya lengua despreciaron,
violentáronlas costumbres, y degradaron la vida...
Cuando en el siglo XVI la madre patria cambió
de relijion, ellos cambiaron también lo mismo
que e l la , y se admiraron que un pueblo, á quien
lo único que le habían dejado «ra la íé de sus pa-
dres, se negase á abandonar el solo bien que le
quedaba: entonces principió contra la raza indíjena
una persecución atroz. La madre patria envió sol-
dados , cañones y verdugos : los Santos de Crooi-




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


welt se dejaron caer como gavilanes sobre aquel
desgraciado pais, y la sangre corrió á torrentes por
espacio de mas de un siglo; y cuando al fin los
vencedores estuvieron cansados de una guerra que
solo producía mártires, la persecución se refundió
en un estenso sistema de opresión legal y de ilotis-
mo organizado que duró otros cien años. Dos
grandes revoluciones , la de América y la de Fran-
cia , dieron los primeros golpes á aquel sistema, y
la Providencia ha suscitado un hombre fuerte que
en el dia acaba de destruirle.


Sin embargo, si están casi destruidos los ins-
trumentos de una tiranía de siete siglos, subsis-
ten los efectos de aquella tiranía, y se presenta
aun el contraste bajo su aspecto mas repugnante:
tanto que de estas dos Islas, nacidas coñ igua les
derechos á la misma suerte, la u n a , la Gran Bre-
taña , se ostenta feliz, opulenta, orguliosa de sus
navios que cubren los mares, con el oro que va á
buscar á todos los puntos del contin2nte, y con
sus viejas instituciones, por caducas que sean,
pues durante mucho tiempo han hecho su pros-
peridad y su glor ia; la otra , la I r landa, mur-
mura , se ajita y pulula, desnuda , miserable,
hambrienta, sin comercio, sin industria, sin mas




o' CONEIX.


recursos que el suelo na ta l , que riega con sus su-


elda, recoja sus productos y los gaste en el
estranjero; la Irlanda políticamente libre en el
dia , pero socialmente esclava, execrando ¡as ins-
tituciones que no han sido jamás otra cosa que
armas mortíferas en manos de sus opresores, y
reclamando el primero, el mas imperioso de todos
los derechos, el de vivir con el trabajo. Tales son
les dos países que se llaman, por burla sin duda,
el reino unido de la Gran Bretaña y de Irlanda.


El cuadro de los males de la Irlanda seria
grande y sombrío; fuera tal vez útil para el lec-
tor el demostrar cómo instituciones parecidas,
aplicadas con diferente espíritu, han elevado á


'tiff^pueblo al mayor grado de prosperidad, y pre-
cipitado á otro en un abismo de miserias; para
buscar con tantos otros la solución de este grande
problema : ¿cómo aliviar, como renovar á la Ir-
landa? Problema espantoso para la Inglaterra,
pues se agranda y complica cada dia ; y ante ese
monstruoso resultado de una larga serie de iniqui-
dades, y al aspecto de ese cáncer roedor que lle-
va en su seno, la Inglaterra vacila, pues no sabe
cómo curarlo , no se atreve á estirparlo, no puede /


dores para que una aristocracia egoista y aborre-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


de\arlo vivir , \ existe nata ella « a «éli tro casi
igual en la justicia, en la inacción ó en la in-
justicia.


Semejantes cuestiones, por interesantes que
sean, son demasiado estensas para tratadas aqui;
apenas podemos hacer otra cosa que reasumirlas,
y este trabajo ademas está ya hecho, y admira-
blemente hecho; en las pajinas graves á un tiem-
po y conmovedoras del libro de Mr. Gustavo de
Beaumont (*), en aquellas pajinas en q u e , bajo
la austera razón del historiador y del publicista,
se siente vibrar la imajinacion de un poeta y
palpitar el corazón de un hombre honrado; allí
es donde debe estudiarse la Irlanda en su pasado,
su presente y su porvenir; en su fervor relijio-
s o , en su hervor democrático , en sus cdatmÜS^t^
á un tiempo patriarcales y salvajes, en sus odios, y
en sus amores ardientes como sus odios, en lo
vicios que le ha impreso una degradación de 700
a ñ o s , en las virtudes que le ha dejado, en la re-
pugnante vecindad del lujo oriental de algunos,


(*) La Irlanda social, política y rclijiosa por Gustavo
de Beaumont.—Se ha publicado después otra obra sobre la
irlanda, por Mr. de Feuillicle. Este ú l t imo libro, bastante
notable bajo el aspecto poético y descr ipt ivo , es en lodo
lo demás m u y inferior al precedente.




O' COSELL. 7


y dé una miáeria inmensa, espantosa , inaudita,
de una miseria que no tiene antecedentes ni ana-
lojía en parte alguna. Alli es donde debe verse
la verde Erinn, tan querida de los poetas, la her-
mosa esmeralda, {the first geni qf the sea) la pri-
mera perla de los mares , engastada en el Oc-
ceano, con su cielo nebuloso y su brillante vestido
de verdor, sus escarpadas montañas , sus torren-
tes sonoros, sus frescos valles, sus grandes lagos,
sus eternas praderas, y el ancho rio Shannon que
la atraviesa lentamente, distribuyéndole en vano el
beneficio de sus ondas.


En aquella tierra, tan favorecida por la natu-
raleza y tan mal tratada por el hombre, es don-
de se desarrolla, en este momento, á la faz del


'íjSsIuüVun gran drama que la aristocracia Ingle-
sa observa con ojos espantados, y cuyo desenlace
será terrible, pues conmoverá por su base el viejo,
edificio de la Constitución Británica; hay en este
drama cuatro actores principales: la Irlanda Pro-
testante , la Irlanda Católica, el Gobierno Inglés
y O' Conell; establezcamos brevemente la posi-
ción y el papel de cada uno de ellos. La pobla-
ción Irlandesa se divide en dos partes bien mar-
cadas , sin mezclas intermedias, que forman dos




8. «%!№№MkVia> vásuKsiKKs.


naciones dentro de una. Hay en ella Anglo-Irlan-
deses, Anglicanos, Orangistas , aristócratas y
ricos, que es todo u n o , raza injerta por la con­
quista , fortalecida por la violencia, y enriquecida
por la espoliacion. Según el último cuadro esta­
dístico de 1834, esta fracción de la población
apenas cuenta mas de 800,000 almas. Siguen des­
pués los Milesianos­Irlandeses , raza indíjena,
católica, democrática y pobre, raza vencida y es­
poliada. Este partido nacional, al cual se han unido
en el dia los Presbiterianos del Norte y otros Pro­
testantes disidentes, por odio á la aristocracia,
cuenta cerca de siete millones ,de almas.


En el primer partido varian las fortunas desde
un millón á cincuenta mil libras de renta. En cuan­
to al segundo, salvas algunas existencias %Sfcp¡ílÉ^
nales, hijas del comercio y de la industria, véase


­ la mas sencilla clasificación social; por increíble
que parezca, no la inventamos, la tomamos del
libro de Mr. de Beaumont donde está apoyada
con documentos auténticos: «Los unos , los pri­
vilejiados, comen patatas tres veces al dia; otros
menos dichosos d o s ; otros, en estado de indi­
jencia, una sola ; otros por fin, mas miserables
todavía, pasan un d i a , y hasta d o s , sin tomar




O' CONELL. 9


alimento alguno. » (*) No hay pues clases me-
dias (**) que , formando Ja escala gradual desde el
millonario al proletario, preservan al uno del con-
tacto y de la agresión del o t ro ; cien palacios por
mil chozas de bar ro , un millón de mendigos por
cien Lúculos : tal es la Irlanda.


Compréndese , que reducida la cuestión á estos
simples términos, se hubiera decidido mucho
tiempo hace , si la aristocracia de Irlanda no hu-
biera tenido á su servicio la artillería , los uni-
formes encarnados, y los police-men de su her-
mana la aristocracia Inglesa; esta, mejor inspira-
da en su casa, pero hostigada allí por el fanatismo


(*) La Irlanda, t. I, páj. 203.—Para las cinco sestas par-
,;iJ^S[3f- :"población Irlandesa, es el pan un objeto de lujo


enteramente desconocido. Anualmente , casi á la misma épo-
c a , se anuncia en Irlanda el principio del h a m b r e , sus
progresos , sus destrozos y su declinación; los Comisarios In-
gleses encargados del grande informe de 1835 sobre el estado
social de la Irlanda, probaron que hay en aquel pais cerca de
tres millones de individuos que todos los años están espues-
tos á perecer de ham fre. Los que no mueren de hambre, no
entran en la cuenta.


( M ) N o debe esto entenderse de un modo abso luto; hay
en Irlanda tres ó cuatro ciudades comerc iantes , donde se
forma un núcleo de elase m e d i a ; pero el hecho es tan
reducido que bien se puede no tenerlo en cuenta.—Véanse
por lo demás las tablas estadísticas u n i d a 3 al libro de Mr. de
Beaumont.




10 PERSONAJES CELEBRES.


relijioso, por no sé t"qué antipatía de raza que
parece innata entre losados pueblos, por un amor
mal entendido al lucro comercial, y por el atrac-
tivo de los beneficios comuues de una opresión
común, y también en fin por ese sentimiento de
solidaridad que une á todas las aristocracias, ha
mandado, dirijido, autorizado ó sancionado du-
rante siete siglos, todas las medidas que han
conducido á la Irlanda al deplorable estado en que
la vemos en el dia. La pérdida de sus Colonias de
América, abriéndole los ojos , la ha vuelto á me •
jores sentimientos. El gran movimiento democrá-
tico salido de Francia la ha espantado; ha princi-
piado por ceder por un lado, castigando y enca-
denando por el otro. La abolición de muchas leyes
penales, la represión inflexible de la insúTrfS§rrfrJ
de 1798, y el acto de unión de 1800, son hechos
casi simultáneos. Desde entonces, la aristocracia
Inglesa se ha visto precisada mas y mas á alijerar
la tiranía que pesaba sobre la Ir landa: en el dia
ya no tiene concesiones que hacer; la cuestión
que era política tiende diariamente á convertirse
en social; los Irlandeses ya no es solo la libertad
polítiea y relijiosa lo que quieren , quieren pan
y propiedad ; quieren la abolición riel diezmo ago-




O' CONELL. 1 1


viador que pagan á un Ministro de una relijion
que detestan; de las corporaciones municipales
que les estrujan, del sistema de arriendos que les
ar ru ina; quieren por fin la posibilidad de adquirir
el suelo de que se les despojó, que fecundan con
sus manos, y sobre el cual perecen de hambre.
En una palabra, la aristocracia Inglesa no puede
librarse de ese fantasma levantado siempre delante
de ella, sino reformando en Irlanda la aristocra-
cia , las municipalidades y la Iglesia; es decir,
tocando á los principios constitutivos de su pro-
pia existencia. Por diferente que sea el estado de
los dos países, ¿no seria semejante medida una
especie de suicidio para la aristocracia Inglesa, y
será bastantejenerosa para llevarlo á cabo?Bien


$&¡eDudarse, y al contrario puede creerse con
mas razón, que sin ese misma hombre que hace
veinte años le arranca una á una todas esas con-
cesiones ; sin este hombre que ajita con una mano
á la Irlanda y la contiene con la o t r a , no le hu-
biera pesado al Gobierno Inglés acabar de una
vez por, medio de las a r m a s , antes que el peligro
se aumente , y con tal que una grande impru-
dencia le permitiese paliar, á los ojos del mundo,
y á los suyos propios, una grande iniquidad.




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


Esto nos conduce al fin, después de algunos
rodeos que nos han parecido indispensables para
la claridad de lo que sigue, á emprender con la
figura histórica, no la mas elevada, pero ciertamen-
te la mas estraordinaria de nuestro tiempo. Figú-
rese el lector al efecto, un hombre que ni es sol-
dado, ni majistrado, ni sacerdote, y que en su
fisonomía y en sus actos, se parece á un tiempo
al soldado, al majistrado y al sacerdote; á un
hombre que sin otra fuerza que su palabra, ha
conseguido en una sociedad organizada, en medio
de un laberinto de leyes represivas, fundar un
gobierno ostralegal, del que es supremo y abso-
luto Jefe ; un poder que, apoyándose en una base


tan frájil como el favor popular, dura hacecer-
^ ^ ^ ^ ^ ^ ^


ca de veinte años y se aumenta cada día; pocrer*
cual no existió jamás , que se estiende por todas
partes, si bien sus derechos no están escritos en
ninguna-, que se ejerce a la luz del sol, sin otro
medio de acción que la censura ó el elojio; que
tiene su dotación pagada antes que el impuesto
legal; que impone contribuciones, dá avisos que
son mas poderosos que leyes, dirije , por decirlo
as i , con el dedo y con la vista a siete millones
de hombres. Kntrese por un instante en la posi-




O' C0NELI.. 13


cion de este mediador interesado entre la Irlanda
y la Inglaterra, esto e s , entre el esclavo impa-
ciente del yugo y siempre dispuesto á sublevarse,
y el dueño cansado de ceder, y arrastrado por la
irritación á la violencia. Entre estas dos pasiones
contrarias, de las cuales la una es mas impetuosa
que fuerte, y la otra mas fuerte que impetuosa,
véase á este hombre que enseña al esclavo como
debe suplir á la fuerza con la astucia , amenazar
siempre, y no atacar j a m á s , y , pacificamente
ajitado, sostenerse en el último límite que separa
la resistencia legal de la insurrección; que unas
veces aterroriza á los dueños con los estallidos de
su voz, y otras canta sus elojios, jesticula como
linden diablado en Ja plaza pública, después se


""viste como un Marqués y va á hacer sus visitas,
disputa como Abogado y truena como Tribu-
n o , reúne en enormes proporciones las cualida-
des y defectos mas contrarios, la astucia y la
franqueza, la prudencia y la violencia, la ener-
jia y la sutileza, la dignidad y la grosería, los
pensamientos mas elevados y las declamaciones mas
vulgares; y todo esto, fuerza es decirlo, mez-
clado, un ido , fundido en un sentimiento que
no varia jamás, el amor ardiente del pais natal,




14 PERSONAJES CÉLEBRES,


encarnado enteramente en esta organización es-
trambótica , grandiosa y complexa que se llama
Daniel O'Conell.


El ajitador, como le llaman los wihgs; el
Rey mendigo {the king beggar), según los torys,
ó el libertador, según los Irlandeses, nació en
la parte Sud Oeste de Irlanda , en un pais mon-
tañoso y salvaje de la provincia de Munster , en
el Condado de Kerry , en Carhen, el año 1774,
uno de los peores para la Irlanda , que jamás los
ha tenido buenos; la tiranía legal estaba entonces
en todo su vigor. Las leyes penales (*) encerra-
ban al católico en un círculo de hierro ; la mi-
seria impelía al pillaje; partidas armadas que,
bajo el nombre de JVlúte-Jioijs, muchach^J>lf^^
eos, Oak-Boys, muchachos de la encina, espe-
cie de Oullaws bastante parecidos á los de la
novela de Ivanhoe, devastaban el pa i s , y se
vengaban con el crimen de la opresión de las


(*) Seria demas iado estenso esponer aqui aquellas leyes
absurdas y odiosas abolidas en el d i a ; para dar una idea
de ellas al l ec tor , bastará indicar la que prohibia á tedo
católico poseer un cabal lo de mas valor de r> libras ester-
l inas (500 rea les ) , y q u e en caso de contravenc ión , au-
rotizaba á cualquier Protestante á apoderarse del caba-
llo , pagando por él al propietario 500 rs. aunque vallera
10,000.




O ' C O N N E L . 15


leyes (*). Dos años después la revolución de
América iba á causar á la irlanda la primera y
mas fuerte sacudida.


La familia de Daniel , de oríjen Milesiano,
habia representado un gran papel en los sangrien-
tos combates de la invasión Anglo-Normanda. El
ajitador lia heredado la enerjía y los odios de
sus antepasados, jefes del Clan de Iverrarah, quie-
nes , sirviéndonos de la espresion del viejo cronis-
ta de la conquista, Hanmer , recibieron á los
galantes caballeros de la Bretaña, con el sableen
la mano, como hombres valientes á pie y á caballo.


El último descendiente de aquella raza, el pa-
dre de Daniel, Morgan O'Conell, cultivaba la tierra


intepasados á título de arrendador del
TMejio Protestante de Dubl in ; dejó sin embargo
á su hi jo, el primojénito de la familia, una for-
tuna regular, que unida á la de un tio mucho
mas r ico, eolocó desde luego á O' Conell en una
posición bastante buena para un católico.


La primera educación del joven Daniel se con-
fió al cuidado de uno de esos viejos sacerdotes


Cí Aun en el d í a , á pesar de los esfuerzos de O'Conel l ,
todos los años, en la época del hambre , partidas de W hite-
Boys, desoían una parte de la Irlanda.




16 PERSONAJES CÉLEBRES


entusiastas, austeros, patriotas ardientes , que
tanto abundan en I r landa, y cuyo tipo nos lia
presentado tan bien Shiel (*) en el retrato del
P . Murphy de Corofin. Al parecer le destinaban
en un principio á la Iglesia. Entonces estaba en
toda su fuerza la intolerancia Anglicana; los Co-
lejios católicos estaban prohibidos en los tres
reinos; y toda la juventud Irlandesa tenia que
optar entre la ignorancia, la abjuración ó el viaje
á Ultramar. El padre de O' Conell adoptó para
su hijo este último partido ^ le envió primero á
Lovaina con los P P . Dominicos, y desde alli á
Saint-Omer, con los Jesuí tas , donde pasó dos
a ñ o s , se mostró mas fuerte de puños que de
p l u m a , é hizo estudios muy medianos. «NojLé
á punto fijo, dice Shiel, lo que cambió el des t ín?
de O'Conell. Probablemente conoció que habia
en él demasiada carne y sangre para poder ser
fraile, y la novedad de la carrera de leyes le


(*) S h i e l , el primer orador Irlandés después de O' Co-
n e l l , su amigo y compañero de a r m a s , publicó en 1829
algunos art ículos llenos de verbosidad y agudeza, acerca
del gran movimiento católico y revolucionario de Irlanda,
y entre otros uno sobre el mismo O'Conel l , al cual re-
curriremos para este trabajo. Dichos artículos reproduci-
dos en el Globo, se han publicado después bajo el título
de Escenas populnres en Irlanda.




O' CONELL. 17


tentó. Acababa de abrirse recientemente el foro
a los católicos. Abandonó pues Saint-Omer, sus
misas, sus vísperas y Sus ayunos, y después de
haber engullido el número conveniente de piernas
de carnero (*) en Middle-temple, fue recibido en
el foro Irlandés, por pascua de 1798.» Año fa-
tal todavía para la Ir landa; año sangriento , en
que el joven Abogado , al desembarcar en las pla-
yas de su patria, la encontró rebelde , vencida,
castigada sin compasión, bajo una ley marcial
a t roz , y tropezó desde el primer momento con
bayonetas inglesas, cadalsos y cadáveres.


Conócese bastante jeneralmente la historia del
movimiento republicano dirijido por la asocia-
ción de los Irlandeses-Unidos.; sabido es cómo


protestantes, plebeyos y católicos, inflamados de
igual a rdor , se unieron un instante en Irlan-
da para librarse de la dominación inglesa; có-
mo desunieron y debilitaron la asociación sin
disolverla, los horrores cometidos en Francia


(*) N o es este el lugar de esplicar el mecanismo m u y
complicado da las universidades Inglesas; baste al lector
saber que antes de ser recibido in docto corpore, el {can-
didato Legista t iene sobre todo obligación de dar mues-
tras de una grande capacidad de estómago.


revolución francesa de 89,


2




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


en 1793 ; cómo retrocedió sin abordar a sus cos-
tas la espedicion francesa mandada por el ¡e-
neral Hoche a fines de 1796; como estallo la in-
surrección en 1798; cómo otro ejército francés á
las órdenes del jeneral Humbert , llegó demasiado
tarde para sostenerla, bastante pronto para verse
rodeado por fuerzas superiores, y obligado á rendir-
se prisionero; cómo la Inglaterra teniendo bajo sus
piesá la Irlanda agotada y vencida, se arrepintió de
las concesiones hechas antes del combate, y se apro-
vechó de su debilidad para volverla á colocar bajo
un yugo absoluto; cómo, á pesar de los elocuen-
tes conjuros de Grat tan, el Demóstenes del Par-
lamento Irlandés, se hallaron 118 hombres bastante
cobardes para vender á dinero contante su exis-
tencia política; cómo, en fin, el ParlaJHHWPÉ^'
Irlanda se suicidó por medio de un voto que costó
á Pitt 124,000,000 de reales; todos estos hechos
pertenecen a la historia de Irlanda (*) y no nos
detendremos en ellos. Contentémonos con decir


(*) Wo]fe-Tone, uno de los fundadores de la asociación
d e lo& Irlandeses-Unidos, que pasó á F r a n c i a , preparó
las dos espediciones de Hoche y de Humbert, de que for-
m ó p a r t e ; fue p r e s o , c o n o c i d o , condenado á muerte p e -
los Ingleses , y se mató en su prisión; nos ha dejado acer-
ca de aquella época dramática memorias llenas de interés.




O 7 CONELL. 19


que en una reunioíi de los Abogados de Dublin,
convocada para protestar contra el acta de unión,
un joven de 24 años tomó repetidas veces la pa-
jabra, se distinguió por la acre vehemencia de sus
palabras contra los nuevos rigores de la Inglaterra,
y el aniquilamiento legal de la independencia de
su pais. Era Daniel O' Conell.


Desde 1798 á 1810 transcurre la vida de O' Co-'
nell en el ejercicio de su profesión , y pronto, á
pesar de los obstáculos unidos á su calidad de
católico, ocupa el primer lugar en el foro, con-
centra en él todas las miradas de sus correlijio-
narios, y echa los primeros cimientos de su po-
der político. Declarados los católicos indignos de
ejenjer {junciones civiles, administrativas ó mili-
tares; privados de todos los derechos, menos el
de pagar enormes impuestos, no existían por de-
cirlo asi como ciudadanos. O' Conell resolvió
romper nná por una todas aquellas trabas con la
palabra , único instrumento que le hablan deja-
do; su reputación en el foro, constituyéndole el
defensor de todos los intereses católicos, asi en las
causas civiles como en las criminales, le sirvió
maravillosamente para su ambición de libertador.


Corresponde naturalmente decir aquí algunas




20 PEHSONAJES CÉLEBRES.


palabras sobre esa fisonomía tan variada, tan ocu-
pada , de Abogado y de Director político, que
tuvo durante 30 años O" Conell, y de la cual ha
dejado una de las señales distintivas, ahora que ha
renunciado al foro. Shiel nos ha pintado á O' Co-
nell en aquella época de su vida, en un retra-
to en que /' humour inglés está unido á una
verbosidad enteramente francesa. Alli es donde
debe verse al consejero the Barrister, en Dublin,
en su elegante casa de Merrion-Square, primero
recluso aus tero , levantándose antes que el sol,
preocupado con el estudio de los numerosos le-
gajos tendidos á su alrededor ; algunas horas des-
pués , llegando á los Cuatro Tribunales (Four
cour s ) , el Palacio de Justicia de Dublin , recor-
riendo rápidamente sus salones, radianfe""a , P^r^
lud y de vida , y llevando apretado contra su pe-
cho , con una ternura enteramente paternal , una
gran bolsa, tan llena, que apenas puede sostenerla
su robusto brazo. Rodéale una empalizada vi-
viente de clientes y procuradores, con el cuello
tendido , el oido atento y la boca abierta, pro- '
curando atrapar al vuelo alguna opinión, que hay
probabilidad de sacar gratis del consejero halagán-
dole , riendo después de sus chanzas alegres y




O' CONELE. 21


familiares, ó temblando cuando, en un tono mas
severo y subido, toma la postura de un profeta,
y les anuncia que está inmediata la hora de la
redención de la Irlanda: pero llega el momento
de los pleitos; el consejero corre rápidamente de
una á otra Sala, hace él solo mas que veinte de
sus cofrades, mezcla en cada negocio del Tribu-
nal de Asisas ó de Policía correccional, un mo-
vimiento oratorio sobre el acta de unión y la ti-
ranía inglesa ; personifica en el mas oscuro de
sus clientes á la Irlanda entera, y con la mejor
fe del mundo , embolsa honorarios como un hom-
bre que trabaja por su pais. Dan las t res , los
jueces dejan sus asientos , O' Conell bañado en su-
dor corre al Meeting reunido en cualquier taber-


^¡if^alli1 dirije el huracán de los debates popu-
lares con tal fuerza de pulmones, con tau redo-
blada energía, que cualquiera creería que em-
pieza entonces los trabajos de aquel dia. A las
siete le espera un banquete , se conducirá en él
como un alegre convidado, pronunciará media
docena de discursos en elojio de la I r landa, se
retirará á una hora avanzada, y buscará en un
corto sueño fuerzas para volver á empezar al si-
guiente dia, En otra parte nos pinta Shiel al




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


consejero en la recepción de la mañana del Vi-
rey, con la espada ceñida, en las lilas de los
opresores, hinchado y servil conio ellos,,: ó tam-
bién yendo en grande ceremonia, con un ramo
de laurel en la mano, á recibir de rodillas á S. Mi
Jorje IV, en la playa de Dunleary (*); y para
que nada falte á los disparatados colore* de aquel
cuadro, véase ahora áO'Conell, ó quien un ju-
rado de Dublin, si estuviera hábilmente escogi-
do, condenaría con solo verle como culpable de
alta traición por construcción ; tan impregnados
están su aire y todos sus jestos de este sentimien-
to naetonal: la independencia déla Irlanda ola
combustión del mundo. Sus hombros son, atiés-
eos, su cara previene en su favor, las facciones
son á un tiempo d u l B 3 s y masculinas.; SWfBÍRP
bre su rostro, radiante de emociones patrióticas,
el floreciente lustre de la salud y de un tempe-
ramento sangutaeo; su espresion abierto y fran-
ca invita: á la confianza, y sus ojos azules y ale-
gres miran con la mayor benevolencia; con sus


(*) Jorje IV visitó la Irlanda en 1821, y su corta per-
manencia dio lugar á una reconciliación pasajera entre los
dos partidos: protestantes y católicos se dieron una espe-
cie de (teso Lamourette, en la persona de MM. Elliot y
O'Conell.




o ' CONELL. 23


aires de Espartano, lleva el paraguas sobre el
hombro como una lanza , arroja un pie faccioso
delante del otro , cual si rompiendo ya sus hier^
ros , echase de delante de sí la supremacía pro-
testante, al paso que de cuando en cuando el
movimiento de espaldas democráticas de su an-
cho busto, parece un esfuerzo vigoroso para sa-
cudir una opresión de setecientos años. Vuélvase
ahora la hoja; véase al demócrata que pasa como
el relámpago con su tren brillante y revolucio-
nario , su coche verde, sus libreas verdes , y sus
turbulentos caballos papistas, galopando gallar-
damente sobre un empedrado protes tante , con
gran-disgusto y daño de los protestantes que van
á pie.


-~^%as ta este bosquejo para dar una idea de la
vida estrambótica y devoradora de O' Conell, has-
ta la elección de Clare. Sin embargo, merece re-
ferirse un incidente particular, tanto mas cuan-
to algunos lo han contado ya desnaturalizándo-
lo (*); en 1815, en un Meeting celebrado en


(*) Citaremos particularmente u n artículo de la Revista
de los dos Mundos, lirmado por un miembro del Parla-
mento Inglés. Aquel a r t i c u l o , n o s o l o e s injusto en su con-
junto , s ino que está lleuo de inexactitudes de toda clase.
Véase un ejemplo : «este hombre g o r d o , dice el autor lía-




24 P E R S O N A J E S CELEBRES.


Dublin , O' Conell, atacando con su fogosidad
ordinaria á la Corporación municipal de aquella
eiudad, la babia llamado una corporación men-
dicante; nn abogado, miembro de ella, llama-
do d 'Ksterre, creyéndose personalmente insulta-
d o , desafió á O' Conell; rehusó este negando toda
intención de insulto personal, y su adversario le
amenazó con darle un bofetón. Los amigos de
O'Conell decidieron que se celebrase el duelo;
elijióse por arma la pistola, y el agresor cayó
muerto en el acto: O' Conell, aflijido de su vic-
toria , fue á la Iglesia acompañado de sus testi-
gos y de los de d 'Esterre , juró solemnemente que
no se batiría mas , y ofreció á la viuda de su ad-
versario una pensión igual á lo que su marido
ganaba anualmente. La municipalidad ¡le'TTSiliir'


blando de O' Conell, tan florido, tan alegre, tan abierto,
no parece que haya sufrido mucho , y los cuidados de la
vida pública no han arrugado su ancha frente, ni desguar-
necido de pelo su¿ sienes.» Esta frase, que por otro lado
no dice gran cosa, es tarto mas inoportuna cuanto es
notorio que el ajitador es calvo, y usa una peluca muy
espesa y aparente, lo que prueba al parecer que el su-
puesto miembro del Parlamento se sienta muy lejos de
O'Conell. En otra parte habla del ojo sensual, ardiente,
casi feroz de O' Conell: compárese esto con los ojos azu-
les y alegres de que habla Shtel, con el hombre gordo tan
abierto, tan alegre de poco antes, y juzgúese de lo demás.




o ' C O H E L L . 2 6


decidió que no fuese aceptada aquella oferta, y
votó de sus fondos la suma que O'Conell había
prometido.


Desde entonces se ha echado en cara muchas
veces al ajitador, que se escudaba en aquel voto
para insultar impunemente; no es todo verdad
en este cargo; el valor personal del impetuoso
Irlandés no puede ponerse en duda; pero es cier-
to que muchas veces ha tenido falta de dignidad,
y no ha sabido comprender que, en la posición
jeseepcional que se habia creado, la decencia en
el ataque era el deber mas imperioso. Creemos
que últimamente uno de sus hijos ó sobrinos se
ha visto obligado á batirse por él.


Llegamos ahora al periodo mas brillante de
Ja^da de O' Gonell, y como es mucho mas co-
nocido que el otro, seremos mas breves.


Habia sucedido á la asociación de los Irlande-
ses Unidos el comité católico. Un mercader en
sederías de Dublin, John-Keogh, hombre de una
capacidad superior á su nacimiento y educación,
habia formado y sostenido aquel comité, y diri-
jia sus operaciones; á su muerte, la asociación
perdió casi toda su fuerza, y las promesas libe-
rales del Rey Jorje acabaron de disolverla. Klu-




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


diéronse aquellas promesas, y en 1823 los cató-
licos, frustradas sus esperanzas, sujetos siempre
por leyes restrictivas, se hallaban sin principio
alguno de unidad , sin centro alguno de acción,
cuando O' Conell y Shiel, estraños hasta enton -
ees uno á otro* y aun enemigos, se encontraron
en casa de un amigo común en las montañas de
Wicklow, y concibieron el proyecto de levantar
el partido católico del estado de abyección á que
estaba reducido. A los pocos meses, reuníanse
veinte individuos en la taberna de Dempsey, enDu-
blin, y formaban el núcleo de esa inmensa Aso-
ciación católica que seis años mas adelante, en
1829, abarcaba toda la I r landa, apoyaba sus
decretos con la voz de siete millones de hombres,
y arrancaba por temor al Ministerio Welf?ñgtSI^' ,


Peel, la grande y memorable ley-de la emancipa'
cion.


Principiemos por decir dos palabras acerca de
la organización de la Asociación católica, de ese
gobierno extra-legal de que hablamos al principio,
que tiene su presupuesto, sus Abogados, sus Procu-
radores, sus Periodistas , que en un dia puede le-
vantar toda la Ir landa, que se ha constituido de-
fensor del pueblo é infatigable fiscal de todos los




O ' C O N E L L . 27


actos del Gobierno Inglés, y que por el imperio de
una autoridad enteramente moral, y por lo mis-
mo roas poderosa , ha llegado á hacer nacer el or-
den del desorden mismo Una comisión central,
residente en Dublin, y compuesta de miembros,
cuyo método de elección ha variado según las cir-
cunstancias , representa la asociación y adopta to-
das las medidas que considera útiles a la causa
común. Dicha comisión se reúne con regularidad,
examina las leyes propuestas al Par lamento, las
discute, censura los actos del poder y de sus
ajenies, adopta resoluciones y las publica por
medio de su periódico; en una palabra, obra
como un verdadera Parlamento al cual solo falta
la facultad regular de hacer leyes obligatorias para


H/StOs. i.1 modo de percibir el impuesto, que en
1825 era de tres cuartos (un penntfi'pm cada
individuo, ha esperimentado varias metamorfo-
sis para librarse de ln acciop del Parlamento In-
glés^ La asociación, disuelta muchas veces como
inconstitucional, renace siempre, se reorganiza
bajo otro nombre, con otras formas, pero quedan-
do la misma en el fondo; asi pues , en 1829 se
llamaba la Asociación católica; en 1837 la Aso-
ciación general de la Irlanda; en 1839 la Sa-




2 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


ciedad de los Precursores {Precursor-Society);
en el dia ha tomado el nombre de Asociación
nacional. Enumerar los actos de tan singular
gobierno, es hacer la historia de O' Conell, pues
si la Asociación maneja la Irlanda, él maneja á
la Asociación.


Una de las tentativas mas atrevidas de este
poder, es sin disputa la primera elección de O' Co-
nell. La ley imponiendo á todos los católicos para
entrar en el Parlamento la obligación de prestar
el juramento de supremacía protestante, era en el
hecho mismo, una verdedera ley de esclusion ; y
ningún católico se habia presentado aun como
candidato, cuando la Asociación resolvió desa-
fiar á la ley. El diputado de Ennys , en el Con-
dado de Clare, Mr. Vesey-Fitz-Gerald, prctélíBP*
te en relijion, es decir, hombre honrado, según
los Irlandeses, habiendo aceptado un empleo en
el Ministerio tuvo que sujetarse á reelección; y
entonces fue , en 1 8 2 8 , cuando la Asociación de-
cidió que O' Conell seria el competidor .del Minis-
t r o , y se presentaría, siendo católico, á los su-
frajios de los electores de Clare. O' Conell aceptó
sin vacilar aquella gran misión , y pronto se
abrió una lucha electoral, cuyo recuerdo conser-




O'CON.ELL. 29


vara por mucho tiempo la Ir landa; pues alli fue
donde adquirió el sentimiento de su fuerza; alli
donde arrancó al Gobierno Inglés la medida que
debia libertarla al año siguiente. Shiel nos ha
dejado un cuadro brillante de todas aquellas es-
cenas tan curiosas , tan dramáticas, tan variadas,
tan pintorescas de la elección de Clare. En aquel
cuadro, que no nos permite reproducir aqui lo
reducido de nuestro trabajo, están consignados
todos los detalles de aquel memorable combate
á que asistía de intención ó en persona la Irlanda
entera. Por una parte, Mr Vesey-fitz-Gerald,
seguido de toda la aristocracia del Condado; por
otra el ajitador, acompañado de una inmensa
muchedumbre de Terratenientes-libres (Freehol-
T&ÍX), que se adelantaban llevando al frente á
los curas y á los estandartes, al son de las gaitas,
y haciendo resonar en el aire sus ruidosas acla-
maciones : en los hustings los dos rivales compi-
tieron en elocuencia; Mr. Vesey-Fitz-Gerald habló
de todos los servicios hechos por sus antepasa-
dos, de los suyos, de los de su anciano padre,
venerado en el Condado, y tendido en aquel mo-
mento en el bebo de muerte, haciendo su agonía
mas tierno el recuerdo. La multitud contestó con




30 PERSONAJES CELEBRES,


lágrimas de simpatía á las lágrimas del orador;
pero pronto se oyó la voz de O'Conell , la gran
voz que penetra en el corazón de las masas; fue
alternativamente muelle , v ibradora , eriérjica,
burlona, patética, grosera, implacable; estallaron
por todas partes vivas á Cf Conell, y quedó ase-
gurado el éxito de la elección. Cuéntase como una
prueba de la omnipotencia de la Asociación sobre
la Irlanda, que la comisión prohibió á aquella in-
mensa multitud el beber whisky mientras durase
la elección, y ni uno solo faltó al deber que se
habia impuesto; | hecho muy notable para cuan-
tos conocen la invencible inclinación á la em-
briaguez que tanto distingue á las jentés del cam-
po Irlandesas!


Seis meses después el Gobierno Ingles, esj|l?P*
tado de tanta audacia, se resolvió á ceder; vo-
tóse el bilí de emancipación, y O'Conell no temió
presentarse en Wéstminsterá reclamar SU asiento
como diputado de Clare, invocando el beneficio
de una ley votada después de su elección. El 15
de Mayo de 1829, fue su primera aparición en
el Par lamento; la Inglaterra habia visto ya al
ajitador en 1825 , cuando á la cabeza de una Di-
putación fue á esponer las quejas del pueblo Ir-




o ' C O N E L L . 31


landés. El pueblo le babia acojido cou aplausos,
y él mismo deseoso de volver á ver al honibre
que llenaba la Irlanda con su nombre, obstruía
todas las avenidas del Parlamento. O' Conell en-
tró ; la sala estaba l lena, y negándose á prestar
el antiguo juramento , el Presidente, declarándole
que la ley de emancipación no podia tener efec-
to retroactivo, le intimó que se re t i ra ra , y él
salió ; su elección fue vivamente discutida y anu-
lada al fin. Después de algunos dias dedicados á
las fiestas que le dieron los radicales en todas las
tabernas de Londres, marchó O'Conell á recla-
mar por segunda vez la misión de los electores de
Clare. Su viaje al través de la Irlanda fue un pro-
longado é inmenso tr iunfo; cuarenta mil perso-
ria*L*odbdron constantemente su coche abierto, des-
de el cual les arengaba. Llegó por fin á la una de
la mañana á Claré, donde hizo su solemne entra-
d a , seguido de toda la población del Condado,
en medio de las flores, de las palmas y de las
antorchas, al son de los instrumentos, al ruido
de los vivas y de los gritos de las mujeres que
ajitaban sus pañuelos y le arrojaban ramos. Se-
mejantes triunfos son lisonjeros sin duda, recom-
pensan dignamente á los grandes oradores y á los




32 PERSONAJES CELEBRES.


grandes defensores del pueblo ; por desgracia los
pueblos hacen lo mismo con las bailarinas, y esto
rebaja un poco su valor.


Reelejido O' Conell, sin que se presentara com-
petidor , tomó posesión de su asiento en principio
de Marzo de 1830: no es posible seguirle aqui
en todos los pormenores de su carrera política.
Ha esperimentado esta algunas variaciones que
muchos , que no han comprendido ese patriotis-
mo esclusivo, limitado al objeto de sus afecciones,
le han echado vivamente en cara ; nos contenta-
remos con indicar los puntos principales. Con-
tribuyó con todas sus fuerzas á la eaida del Minis-
terio AVellíngton y al advenimiento del Ministerio
wihg de Lord Grey. Reelejido diputado por el
Condado de Ker ry , se pronunció en fa%r la
reforma délas leyes electorales, apoyó con calor
el bilí de reforma, que casi ha doblado la re-
presentación popular, y pronunció con este mo-
tivo un notable discurso, que decidió en gran parte
la adopción de aquella importante medida; alia-
do primero con los radicales, se separó de ellos
para apoyar al Ministerio, que le prometió la
abolición del diezmo en Irlanda ; burladas sus
esperanzas, proclamó en 1833 que los whigseran




O' CONELL. 33


«una facción de tunantes, un escremento del
torgsmo» y presentó, en Abril de 1834, una
proposición para que se anulara el acta de unión.
El orador no encontró simpatía alguna en su au-
ditorio, y partió para Irlanda al acabarse la se-
sión , anunciando por todas partes que iba á ha-
cer euestion diaria la de la anulación; entre
tanto los torys volvieron por un instante al poder,
los whigs hicieron proposiciones á O' Conell, quien
se unió con ellos bajo ciertas condiciones , y
pronto, merced al apoyo de su nombre y de los
cuarenta votos Irlandeses de que dispone en el
Parlamento, triunfaron los whigs. Wellington se
vio nuevamente obligado á dejar el poder , y se
fundó el Gabinete Melbourne. Algunas reformas
pardales verificadas en Ir landa, unieron al prin-
cipio á O' Conell con este Gabinete. En esta épo-
ca , en 1835, fue cuando en su viaje triunfal por
Escocia, al paso que predicaba la reforma de la
Cámara de los Lores, la abolición del derecho
hereditario, y prodigaba al pueblo de Edimbur-
go su famosa comparación del hombre « que cree
saber hacer zapatos, por la sola razón de que
su abuelo los hacia bastante bien en su tiempo »,
concluía todos sus discursos con el grito leal de


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


¡ vivan los Ministros del Rey! « Nada de bande-
r a s , nada de emblemas, calma y moderación si
salen á recibirme » escribía, á su regreso á Du-
b l i n , el ajitador vuelto mas y mas pacífico. En
el dia parece definitivamente rota la buena ar-
monía entre O' Conell y el Ministerio. Ha vuelto
á ajitar la Irlanda, después de haber pedido inú-
tilmente la reforma de la Iglesia y de las Cor-
poraciones municipales. Anuncia que ha sido en-
gañado, que retira su proposición de hace ocho
años , y su voz truena de nuevo por la anulación
de la unión. Es evidente que O' Conell va tras
de un fantasma, ó lo que es mas probable, que
para obtener lo menos , pide lo mas , sabiendo
que no lo ha de conseguir. La Inglaterra, que
trabajó con tanto ardor hace cuarenta añó^, y
pagó tan caro la destrucción de un Parlamento
servil, no irá en el dia á devolver á la Irlanda
un Parlamento que no tardaría en ser hostil, aun-
que independiente, y provocaría sin duda alguna
la separación de ambos paises, ó lo que es lo
mismo el mayor peligro que pueda correr la In-
glaterra , y cuya estension conoce b i en , pues
sabe que siempre, desde la famosa armada de
Felipe II hasta la espedicion de Hosehe y de Hum-




O* CONELL. 35


bert , la Irlanda ha sido el punto de mira de
sus enemigos ; y que aquel pais que divisa desde
sus playas, el dia en que dejase de pertenecerle
podría en algunas horas arrojarle una invasión.
La Inglaterra ademas no acostumbra renunciar
graciosamente á lo que posee.


¿Pero cómo.concluirá todo esto? Esta pregun-
ta nos lleva á reasumir nuestro pensamiento acer-
ca de la fisonomía de O' Conell como orador y
como hombre político, y acerca del objeto que
lleva y los resultados que ha conseguido.


Las cualidades oratorias de O'Conell consis-
ten mucho menos en el desarrollo estraordinario
de tal ó eual facultad, que en el conjunto de mu-
chas facultades hetereojéneas. Es cuanto quiere
ser^unas veces lójico á la manera de los esco-
lásticos y hasta el pedantismo, otras retor di-
serto, idílico y florido; unas veces inspirado y
patético hasta arrancar lágr imas; otras burlón,
acerado é implacable; otras sencillo y candido
como un verdadero buen hombre ; pero con mas
frecuencia ajitador de oficio , como él dice,
tribuno del pueblo y tribuno Irlandés, es decir,
combinando el vigor y la hinchazón , la firme-
za y la vulgaridad en proporciones colosales, y




36 PERSONAJES- CÉLEBRES.


por lo mismo sin rival en Europa en el arte de
conmover á su antojo la muchedumbre. Las sim-
plezas y las brutalidades oratorias de O'Conell
eseeden todos los limites posibles : dirá á uno de
sus enemigos, á Lord C***, que es una cabeza de
jabalí guarnecida con tina piel de naranja; á
otro, que tiene la desgracia de ser cojo, que le
ataca y pretende que su lenguaje es severo , pero
exacto, le replicará: «si, exacto como vuestras
piernas; y le llamará: la ballena terrestre, el
hombre montaña, la mayor masa que se puede
enseñar gratis.»


En contestación á los ataques de Mr. Jackson,
el enemigo mas implacable de la Irlanda, O' Co-
nell se levanta y esclama : « En el pecho^de todo
hombre, el corazón 4 enriquecido con una saígre
jenerosa, pende de músculos que la simpatía di-
lata ; en el pecho de ese (señalando á Jackson
con la mano izquierda) si le abrieseis en este ins-
tante ¿sabéis lo que encontraríais ? en vez de co-
razón y de sangre, pequeños vasos llenos de un
humor acre y negro; en vez de músculos, cor-
reas mohosas de cuero que el odio estrecha
contra los pulmones, y que le arrancan esos
gritos de animal montaraz con que nos ha des.




O' CONELL. 37


garrado los oídos. » Y cuando todo el lado tory
se levanta en tumul to , O' Conell, dominando el
ruido con su voz poderosa : « ¡ I d , vocingleros !
¿hay mas todavía ' Que se unan con estos. ¿Qué
importa que haya en una feria algunos rocines
mas ó menos.»


Seria no acabar si quisiéramos citarlo todo: aña-
diremos solamente que no seria bueno juzgar al
orador por esta simple muestra. Muchas veces,
O1 Conell, en sus rápidas improvisaciones en que
tiene por auditorio un pueblo entero, dejando á
un lado el sarcasmo y la injuria, se anima,
se exalta , se penetra del grandor de Ja dignidad
de su misión, y entonces su palabra se desenvuel-
ve »u ra^ ardiente, llena de imájenes, grandio-
sa ?'y se eleva hasta la mas sublime poesía. De
este modo, después de su segunda elección en
Clare, terminó una alocución dirijida á 40,000
hombres, con estas palabras : « En presencia de
mi Dios y con el mas profundo sentimiento de
la responsabilidad que llevan consigo los solem-
nes y temibles deberes que por dos veces mé ha-
béis impuesto, los acepto, Irlandeses! y ten-
go seguridad de llenarlos, no por mi fuerza sino
por la vuestra. Los hombres de Clare saben que




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


la única base de la.libertad es la religión. Triun-
faron, porque la voz que se levantaba por la pa-
tria habia exhalado antes su plegaria al Señor.
Actualmente oyense cánticos de libertad en nues-
tras verdes campiñas; aquellos sonidos recorren
las colinas, han llenado los valles, murmuran
en las ondas de nuestros r íos , y nuestros torren-
tes con su voz de t rueno, gritan á los ecos de
nuestras montañas: ¡ la Irlanda es l ibre!» Uñase
á tales palabras el poder magnífico del continente,
del gesto, de la voz, y juzgúese del efecto.


La fisonomía política de O' Conell pocas veces
es apreciada á sangre fr ia; para los torys es un
saltimbanqui sin pudor, un mendigo desvergon-
zado (*), un perro mohíno que merece estar
atado etc., etc. Para los whigs es un horrrbre


O Es sabido que el pueblo Irlandés ofrece anualmente
á O' Conell un tributo voluntario muy considerable; en 1835
escedió aquella suma 2.000,000 , y cuentan muchos viajeros
que al dar limosna á un pobre Ir landés , le han visto se-
parar una parte dic iendo: « Esto es para la renta de O' Co-
nel.ii Fl objeto de dicha renta es para indemnizar al ajita-
dor de haber abandonado su abogacía, y al mismo tiempo
para atender á los crecidos gastos que ocasionan sus fre-
cuentes v iajes , sus relaciones multiplicadas y su elevada
posición política. La publicidad absoluta de que va acom-
pañada la percepción de aquella renta , atenúa la estrañeza
que causaría á nuestras costumbres.




O' CONELL. 39


peligroso y venal, que es preciso comprar á toda
costa: para los radicales es un amigo poco seguro
del que es preciso desconfiar ; para los Irlandeses
O' Conell es mas que un hombre, es casi un Dios.


Todas estas apreciaciones tan diferentes, se con-
ciben y esplican por la movilidad misma de O' Co-
ne l l , movilidad cuya causa y justificación es pre-
ciso buscar en esa posición mista en que se ha
colocado, entre la legalidad y la insurrecion.
« O ' Conell, como lo ha dicho muy bien Mr. de
Beaumont, no es ni un hombre de pura oposi-
ción parlamentaria , ni un hombre de revolución;
es uno y otro alternativamente y según los ca-
sos: para él todo consiste en obedecer y resistir con
discernimiento.» O'Conell no es un filósofo hu-
maJltario, porque antes que todo es el hombre
de su pais, y porque la Irlanda tiene demasiado que
hacer con sus propios males, para pensar en di-
sertar sintéticamente en los de la especie huma-
na ; O' Conell es católico, primeramente porque
es Irlandés, y en seguida porque habla á Irlan-
deses y para Irlandeses; O' Conell no ha insur-
reccionado su pais, y aunque pueda hacerlo con
una señal, no lo hará , porque aun no juzga la
Inglaterra bastante dividida, ni bastante fuerte á




4 0 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Irlanda para arriesgar la iniciativa. Reflexiónese
en todas las tentativas anteriores en que Dios ha
permitido que corriera en vano la sangre del opri-
mido; piénsese en la espantosa responsabilidad que
pesa sobre un solo hombre; véase á este hombre
que conoce que se aproxima el tiempo , pero que
retrocede ante el sacrificio de toda una generación,
que espera morir antes de la hora del combate, y
se comprenderán las secretas angustias de O' Conell.


¿ Muerto este qué será de la Irlanda ? El lec-
tor ba debido conocer por lo que precede, que
el statu quo por mucho que pueda prolongarse,
no tiene condición alguna de vida. ¿Será la Ir-
landa oprimida otra vez , y sufrirá nuevamente
por siglos la dura esclavitud de que luj salido?
Para sacar tal conclusión de lo existente, ftria
preciso dudar de la Providencia, y de Ja marcha
progresiva del espíritu humano. ¿ Se separará la
Irlanda de la Inglaterra ? Hemos visto que esto
solo podría verificarse con la destrucción de la
una ó de la o t ra ; queda una última y mejor
solución del problema. S iO 'Connel no ha dado
á la Irlanda la felicidad y la vida social, le ba
dado por lo menos el sentimiento de la fuerza
en la unión , y cualesquiera que puedan ser las




• o' CONELIs-' . ; 33:


alternativas die la lucha futura, este sentimiento
no moriráy pero O-Conell ha hecho, uvas todavía,
ha llevado á luglaterra lo que puede l lamarseel
contajio de la Irlanda. La aristocracia inglesa
será castigada por donde ha pecado; ha tenido
dos pesos y dos medidas, ha gobernado la In-
glaterra con un buen espíritu, aunque no fuese
todavía sino el espíritu del egoísmo, pero ha he-
cho pasar á toda la Irlanda bajo el mismo nivel
de miseria, y de este modo ha creado á su lado
la mas enérjica y temible de todas las democra •
cias , la de los harapos; y la democracia es epi-
démica por su naturaleza, y no faltan también
harapos en Inglaterra. Si es verdad que las ge-
neraciones son solidarias unas de ot ras ; si lo es
coTfo ítf ha dicho un noble y armonioso pen-
sador (*) que la humanidad marcha siempre per
un camino trazado por estas tres palabras: DE-
CADENCIA, ESPIACION Y REHABILITACIÓN;
si es cierto que los crímenes de las castas , como
los de los pueblos y los'de los individuos son libres,
pero que la pena de ellos, por muy lenta que
sea, es fatal; si es verdad que durante setecien-
tos años la aristocracia Inglesa ha enviado á


(•) M. Ballanche.




34 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


•A


la Irlanda la t iranía, ¿con qué derecho podrá
quejarse coando la Irlanda le envié en cambio
Una revolución?








D. DIEGO DE LEOft,


CONDE DE BELASCOAIN.


«Como el Caballero Bayardo, sin
miedo y siu tacha,» '


«El cadalso no deshonró á D I E G O
L E Ó N ; el cadalso en nada menoscabó
las glorias que tan justamente habia
adquirido. >>


Discurso pronunciado por: el Gene-
ral S . M I G U E L , Ministro de la Guer-
ra , en la sesión del Congreso del'
2« de Enero.de 1842 . ..... : '< • ,


Hay en los periodos terribles de guerras xh,
viles y trastornos sociales con que la Providencia
aflige algunas veces, á los pueblos, personages
que si descuellan sobre los demás por la .par te


i




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


activa que tomaron en la lucha, por sus grandes
hechos de valor, y por su lealtad y nobleza,
llaman todavia mas la atención, por el fin de-
sastroso de su vida. Tal es el ilustre personaje,
cuya biografía vamos á t razar , no sin descono-
cer la gran dificultad de satisfacer en el aprecio
q u e d e los hechos hagamos, todas las pasiones,
todos los partidos que en ellos han intervenido.
Calientes todavia las cenizas del héroe de Be-
lascoain, preocupados aun los ánimos con los
sucesos que ocasionaron su triste fin, peligroso
es incurrir en la desgracia de todos los partidos;
pero llevamos al menos la ventaja que ninguno
de ellos ha puesto jamás en duda , la esplendo-
rosa caballerosidad; la acrisolada m£Ieza^ la
invariable lealtad, y el indisputable valor del
general Leon. ¿Y cómo no ser asi, cuando aun
sus mas encarnizados enemigos presenciaron su
denodado arrojo en cien combates, y á él de-
bieron en muchos el lauro de la victoria? Pu-
diéramos pues encomiar sus grandes hechos mi-
litares sin el menor recelo de ser contradichos;
no asi tal vez su lealtad, porque esta cualidad
moral , si bien descansa en principios eternos,
es diferentemente juzgada por los partidos poli--




I.EON. 3


ticos, durante el vértigo que los domina. Dia
llegará en que la imparcial historia clasifique y
dé su justo valor á las acciones y procederes
de los hombres que han representado un gran
papel en el prolongado y sangriento drama de
nuestras discordias civiles. Stremos, pues, para
evitar estos escollos, meros cronistas de los su-
cesos que tengan relación eon el personaje, tan
ilustre como desgraciado, de cuya biografía nos
ocupamos; dejando á cada cual la apreciación
de ellos, según el espíritu que le domine. Los
sucesos que terminaron su gloriosa existencia,
son todavia demasiado recientes para pertenecer
á la historia. Todos los hemos presenciado; to-
dos ̂ be, ;pos sus causas; todos lloramos sus tris-
tes resultados. Consignaremos solo en nuestro
trabajo los hechos de público sabidos; envueltos
están aun algunos en la oscuridad que las cir-
cunstancias no han permitido aclarar, pero con
el tiempo quedarán fijados.


Tampoco nos permite lo reducido de nuestro
trabajo, el hacer una detenida enumeración de
los hechos militares del general León durante
la guerra civil. ¿Y para qué, cuando. están llenos
todos los papeles públicos de la época, de sus




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


combates y hazañas P Asi pues pasaremos rápi-
damente por la gloriosa carrera militar, para
detenernos algún tanto mas en la corta, pero no-
table vida política del general León.


D. D I E G O ANTONIO DE L E Ó N Y NAVARHETE,


PRIMER CONDE DE BELASCOAIN , CABALLERO


GRAN CRUZ DE LA R E A L Y DISTINGUIDA ORDEN


DE CARLOS I I I , DE LA AMERICANA DE ISABEL


LA CATÓLICA, Y DE LA MILITAR DE S . F E R N A N -


D O , CONDECORADO CON LA LAUREADA DE SE-


GUNDA CLASE DE LA MISMA U R D E N , Y CON


OTRAS VARIAS DE DISTINCIÓN POR GLORIOSAS


ACCIONES DE G U E R R A , GENTIL-HOMBRE DE CÁ-


MARA DE S . M. CON E J E R C I C I O , COMÉIS DADOR


DE LA ORDEN R E A L DE LA LEGIÓN * ( H^NOR


DE FRANCIA, TENIENTE GENERAL DE LOS E J É R -


CITOS NACIONALES , nació.en Córdoba el día 30


de Marzo de 1 8 0 7 , siendo sus padres el Marqués
de las Atalayuelas, Comendador de la Orden
de Calatrava, gentil-hombre de S . M., y briga-
dier coronel del regimiento Provincial de aquella
ciudad, y Doña Maria Teresa Navarrete y Val-
divia. Fue educado con el esmero y según á
su distinguida clase correspondía, y al concluir
sus estudios en el colegio de la Asunción de




Córdoba en 1823, manifestó los mas vivos de-
seos de seguir la carrera militar, en la que tan-
tos dias de gloria babia de dar á su patria.
Condescendiendo su padre con sus deseos, y
según habia sido costumbre en otros tiempos,
propuso al Gobierno beneficiar una compañía de
caballería en favor de su hijo D. Diego, á lo
que accedió el Gobierno concediendo el título de
Capitán del regimiento de caballería de Almansa
1.° de Dragones á I). Diego de León en 28 de
Agosto de 1824, en cuyo mismo dia hizo su
padre entrega formal de 74 caballos, cuyo coste
ascendió á 160,000 reales. En dicho cuerpo con-
tinuó León sus servicios, hasta el 20 de Di-
ciembre de 1826, en que fue nombrado ayu-
daiTe de*Campo del comandante general de la
Guardia Real de caballería, el Marqués de Zam-
brano. En 19 de Julio de 1827 obtuvo el erar
pleo de Capitán del, regimiento de Coraceros de
la Guardia Real.


JJegó el año de 1829, y con él la celebra-
ción del augusto enlace del Rey Fernando ; VII
con la Princesa de JNápoles doña Maria Cristina
dé Borbon, que tan halagüeñas esperanzas in-
fundió á todos los españoles"; en celebración de




6 PERSONAJES CELEBRES.


aquel memorable suceso, se concedió á León el
grado de coronel. Continuó sus servicios, as-
cendiendo en 7 de Octubre de 1834 á coman-
dante de escuadrón de Lanceros de la Guardia;
y habiendo solicitado ir á campaña, pasó al ejér-
cito de operaciones del Norte en el mes de Di-
ciembre , dando principio á la serie de memora-
bles hechos de armas en que brilló su nombre.
El 17 de Enero de 1835 peleó denodadamente
en la acción de Urbiza: el 27 del mismo mes
en la de Muez: el 5 de Febrero en los campos
de Mazar* Assarta y Puente de Arquijas: poco
después tomó el mando de los escuadrones de
campaña, y concurrió con ellos á la acción de
los Arcos el 24 de Febrero, á la del Puente de
Lárraga en 8 de Marzo, y el 29 def mttno
mes á la de Arroniz. Combatió el 2 de Mayo en
la retirada del fuerte de Treviño; el 16 en el
reconocimiento sobre el Carrascal; el 13 de Ju-
nio en la retirada del sitio de Salvatierra; en 16
de Julio en la gloriosa acción de Mendigorria;
el 2 de Setiembre en la de los Arcos, en la
que con 72 caballos contuvo una columna ene-
miga , habiendo perdido en aquella acción dos
caballos muertos y uno herido de los que mon-




LEÓN. 7


taba, mereciendo por tan heroico comportamiento
que el General en Gefe le pusiese en el acto
la cruz laureada de S. Fernando, dispensándole
la Reina del juicio contradictorio, por la noto,
riedad del hecho en que la habia adquirido. El
11 del mismo mes, combatió de nuevo en los
campos gloriosos de Mendigorría; el 17 de Oc-
tubre en Salvatierra y en el reconocimiento sobre
Guevara, habiendo desalojado á los enemigos
con el escuadrón de su mando de las posiciones
que ocupaban; el 28, en la marcha desde Vi-
llareal á Vitori?, sosteniendo la retirada de todo
el ejército con cinco escuadrones que mandaba,
y con los cuales dio dos cargas á los enemigos,
valiéndole este hecho una mención honorífica en
la. ̂ rde!*1 general. Peleó en Estella el 15 de No-
viembre y el 16 en Montejurra, donde logró pa-
sar con 7 lanceros el desfiladero de aquel mon-
te y cargar con tan corta fuerza á dos escua-
drones enemigos, haciéndoles huir y apoderán-
dose de treinta prisioneros. El 1.° de Enero
de 1836 se halló en la acción dada sobre el
castillo de Guevara, y el 16 y 17 en las san-
grientas de Arlaban; el 23 en el reconocimiento
sobre aquel castillo; el 25 de Febrero en la de




8 PERSONAJES CÉI.EURES.


Berrio Plano, en la que cargó valerosameute á
los enemigos; el 5 de Marzo en la de Zubiri.
El 23 salió con 150 infantes y 64 caballos en
persecución de dos batallones y un escuadrón
enemigos que mandaba el Royo, y á los que
alcanzó y batió al romper el dia. Por real despacho
de 12 dé Marzo fue nombrado coronel del regi-
miento húsares de la Princesa, y con él concurrió
el 25 de Abril al reconocimiento sobre Villarreal
de Álava: Marchó en seguida á protejer el fuerte
d é Villana' de Losa, hallándose ya de vuelta en
Arlaban cuando tuvieron lugar las memorables
acciones del 2 1 , 22 , 2 3 , 2 4 , 2 5 , 26 y 27 de
aquel mes. En Junio salió en persecución de Gó-
mez por las provincias de Asturias, Galicia,
Castilla , Aragón, Cuenca, Mancha, Akda}gpia
y Estremadura. Entonces fue cuando alcanzó su
espada la inmarcesible gloria de Villarrobledo,
en cuya jornada con 150 húsares hizo pedazos
á 11,000 infantes y 1,000 caballos, quedando
en su poder 1,500 prisioneros, 2,000 fusiles,
y 200 muertos en el campo. Por tan brillante
victoria fue ascendido León al empleo de Bri-
gadier. El 14 de Octubre libertó á la ciudad de
Córdoba del poder de los enemigos, siendo el




LEÓN. 9


primero que entró en ella, y en 29 de Noviem-
bre logró alcanzarlos y batirlos de nuevo en Al-
caudete.


Hasta aqui liemos copiado la hoja de servicios
de León, y en el inmenso número de acciones
de guerra en que peleó, hemos citado las fechas
para que la historia pueda fácilmente encontrar
y estender los pormenores de ellas. Ahora ha-
blaremos del General ilustre, cuyos gloriosos
hechos están enlazados con la historia del ejército
en los últimos años de la campaña.


En el Otoño de 1837, mandando D. Carlos
las fuerzas de su espedicion, tuvo lugar la ba-
talla de Gra en Cataluña, y en ella León con
57 húsares deshizo á cuatro batallones y dos
e s a adi Jnes enemigos, decidiendo del éxito de la
batalla. Continuó después á las órdenes del ge-
neral Espartero en persecución del enemigo hasta
la retirada de éste á las provincias del Norte,
dando fin á aquella campaña con la victoria que
alcanzó en Huerta del Rey. Alli sin mas fuerza
que 69 tiradores de húsares, venció y derrotó á
9 escuadrones enemigos, haciéndoles 93 prisio-
neros y apoderándose de 78 caballos. En 11 de
Noviembre fue ascendida León á Mariscal de




10 PERSONAJES CÉLEIiEES.


Campo. La espedicioü carlista volvió á pasar in-
mediatamente el E b r o , y León obtuvo el mando
de las fuerzas destinadas á operar en Navarra.
La situación dé aquel pais era entonces suma-
mente critica para las tropas de la Reina, fal-
tando los recursos para mantener al soldado, a
causa de haber estendido el enemigo su domi-
nación durante las espediciones. Persuadido León
de la necesidad de emprender las operaciones,
para reconquistar el pais perdido, acometió en-
medio de tantos obstáculos y consiguió en breve
la difícil empresa de arrojar al enemigo al otro
lado del Arga. Fijó en seguida su atención sobre
la importancia del puente fortificado de Belascoain,
punto de fácil y segura comunicación con el
Carrascal, y manifestó al general Alarf, V^iey
entonces de Navarra, el pensamiento que habia
concebido de atacar aquel fuerte. Aplaudió el
Virey la idea , pero no aprobó su ejecución des-
confiando del éxito. León, sin embargo, aco-
metió la empresa; coii cinco batallones y sin
artillería de batir , derrotó á los enemigos que
contaban con siete batallones, y logró arro-
jarlos al mismo pueblo de Belascoain. Envió
entonces un oficial de su estado mayor á pe-




LEOJX. II


iliv al Virey artillería para batir el fuerte, y
sin esperar aquel auxilio indispensable para
tamaña acometida, al amanecer del siguiente dia
rompió León el ataque sobre el pueblo, del que se
hizo pronto dueño : en tan crítico momento supo
la negativa formal del Virey á facilitarle la ar-
tillería ; pero no por eso desmayó, y decidido á po-
ner término á aquella lucha, acometió á la carrea-
ra todas las posiciones y líneas atrincheradas. Eu
breve fue todo suyo, manifestando al Virey que
solo necesitaba pólvora para volar el fuerte, y
raciones para dar de comer al soldado. Abandonó
por poco tiempo el teatro de Navarra, disgustado
de las contestaciones que se veia precisado á sos-
tener con el Virey , quien encargado de las ope-
raciones en aquella parte, esperimentó en Setiem-
bre un fuerte descalabro en Legarda. León que
se hallaba á larga distancia al frente de la caba-
llería del ejército, recibió del General en Gefe la
misión de encargarse de nuevo del mando de las
fuerzas de Navarra. Marchó sin detenerse, y á la
hora de haber llegado, con las misinos tropas que
antes se retiraban derrotadas, batió al enemigo y
le obligó á repasar el Ebro. Vencióle de nuevo en
Sesma y en Belascoain, donde el ejército español




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


le vio con asombro apoderarse á caballo de las
tbrtificacioaes, y entrar á caballo por la tronera de
un canon. Alli ganó el título de Conde de Be-
lascoain.


Mas adelante y pacificadas ya las provincias del
Norte á consecuencia del memorable convenio de
Vergará, se trasladó con el ejército á Aragón.
Combatió en Segura, en Castellote y en Morella,
y puso término á tantas hazañas, ayudando al
Duque de la Victoria en la torna de Berga, don-
de perdió su caballo, y descargó el último golpe
de lanza que se dio en la guerra de siete años.


Tales son en bosquejo los grandes hechos de
a rmas , las insignes proezas del general León; ta-
les fueron hasta entonces los grados y distincio-
nes que obtuvo con el valor de su pedió' y **?>n
el esfuerzo de su potente lanza. Hazañas que os-
tentará la España en días menos aciagos como
una de sus glorias mas brillantes y duraderas.
No se olvidará fácilmente á nuestros soldados la
memoria del esforzado caudillo que tantas veces
les condujo al combate y les alcanzó la gloria,
ni el pueblo español olvidará tampoco los grandes
servicios que prestó á la causa de la libertad, y
á la consolidación de! trono legítimo.




LEÓN' 13


Hemos bosquejado rápidamente los mas im-
portantes sucesos de ia vida militar de León, no
permitiéndonos los límites de nuestra reseña pre-
sentar todos los rasgos, todas las acciones subli-
mes que caracterizaron al esclarecido Capitán.
Vamos á recorrer ahora su vida política de corta
duración , como corta fue también su vida física
por desgracia de la patria.


«Con la cara al enemigo y la espalda vuelta á
nuestras disensiones políticas.» Con estas palabras,
que á nadie con mas verdad que al malogrado
León pueden aplicarse, calificó la conducta del
ejército en los movimientos de 1835, uno de
nuestros mas distinguidos oradores. En efecto, el
general-Leen desde su llegada al teatro de la guer-
ra "no tuvo otra atención, no le animó mas deseo
que combatir al enemigo de su Reina y de su
Patria. Todo lo demás era para él indiferente;
la política, sus partidos, sus divisiones,, sus
tendencias, palabras vanas para el que solo ha-
bía recibido la misión de combatir y triunfar.-


Pero debia llegar el día en que el vencedor
de cien combates tendiese su vista sobre la esce-
na política, y esta se presentó á sus. ojos por la
vez primera en el por desgracia famoso lugar del




14 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


Mas de las Matas. Allí, en la inacción del in-
vierno , mientras el caudillo principal se apresta-
ba para la próxima campaña, y para otras em-
presas en mayor provecho suyo, aunque aciagas
para la Nación, alli oyó leer el célebre docu-
mento en que un Secretario del General en Gefe
se declaraba autorizado para decir al pais ente-
ro , que la marcha seguida por el Gobierno, de
acuerdo con la representación nacional, no
merecía la aprobación del Gefe de los ejércitos.
Aquel documento, que debia enviarse á los pe-
riódicos de la Corte para que sirviese de señal á
los preparativos de un gran suceso, fue presen-
tado á León, y se le pidió su parecer delante
del que le había redactado, y en presenciare otros
muchos que rodeaban al General en Geíe. No
vaciló León. el manifestar su oposición fuerte y
declarada á todos los actos que tendiesen á dar
al ejército una influencia indebida y siempre per-
judicial en los negocios públicos, desaprobando
del modo mas enérgico aquella declaración. No
retrajeron sus palabras á los que de antemano
habian resuelto seguir otra conducta, y por lo
tanto y desde entonces, su situación era violenta
en el ejército. Conociólo asi, y pidió y obtuvo




L E O S . 15


licencia pava Madrid; y la Corle le vio durante
treinta dias que permaneció en ella, ageno á las
cuestiones políticas que se debatían, y sin con-
traer alianza con ninguno de los hombres nota-
bles de los partidos que á la sazón figuraban en
la escena.


Sabidos son los escandalosos y deplorables su-
cesos del 23 y 24 de Febrero de 1840, en que una
turba sediciosa insultó y amenazó á la repre-
sentación nacional en las puertas mismas de su
Palacio, con mengua y menosprecio de las au-
toridades que no supieron contener ni castigar
semejante atentado. No faltó entonces quien acon-
sejase á S. M. el nombramiento de León para
ear̂ tan,|ifi;eneral de Casulla la Nueva; pero la fa-
talidad del destino pesaba entonces sobre la
Madre Augusta de Isabel II, que sin embargo no
desconoei» ni dejaba de apreciar la lealtad, el
valor y los grandes servicios de León. Quiso pre-
miarlos eon el empleo de teniente general; pero
León que habia venido á la Corte huyendo del
contajio político del cuartel general, no podía
renunciar á la gloria de terminar la campaña, y
su escesiva delicadeza no le permitía aceptar un
ascenso que no hubiese sido ganado como los




16 PERSONAJES CÉLERRES.


anteriores en el campo de batalla. Hízolo asi pre-
sente á S. M. , añadiendo que esperaba conquis-
tar en breve en la guerra el nuevo premio ofrecido;
tan noble conducta le hizo entonces mas digno de
la bondad de su Re ina , que le concedióla distin-
guida honra de nombrarle su gentil-hombre. Muy
lisonjeado León con el nuevo favor soberano,
dispuso su regreso al ejército, y llegó á tiempo
de empezarse las operaciones sobre Segura. Desde
entonces hasta los, sucesos de Barcelona, no se ve
figurar á León en la esfera política.


Con la toma de la ciudad de Berga habia ter-
minado la guerra , y el General en Gefe ocupado
en Barcelona en operaciones de otra clase, se
curaba entonces .poco de la compañía d/s León-
Situado este con su división á distancia de aquélla
c iudad , devoró en silencio y eon amargura los
agraviosy los repetidos atentados contra la Ma-
gestad del Trono. Un rumor vago, de esos que
suelen preceder á la adopción de una medida grave,
anunciaba ya por entonces que León debía salir
del ejército para un mando importante; é l , en su
lealtad de sentimientos, consecuente con,los hom-
bres á quienes creyera un dia sus amigos, habló
detenidamente con el Duque de la Victoria acerca




LEÓN. 17


de las probabilidades de obtener el mando supe-
rior militar de Madrid. Manifestóle el Duque su
desaprobación á este proyecto; pero poco después
cuando ya era positivo el nombramiento de León
para la capitanía general de Castilla la Nueva, y
en vísperas de conocerse el movimiento insurrec-
cional de Madrid de 1.° de Setiembre, el gene-
ral Espartero dejó de manifestar toda oposición,
y el desgraciado León marchó á encargarse de
su nuevo destino. Antes de llegar á Zaragoza se
vio cercado de graves é inminentes riesgos, y le
fué imposible penetrar en aquella ciudad insur-
reccionada también. Detenido en su marcha,
escribió al Duque de la Victoria solicitando ins-
trucciones^, que este se negó á dar le , recomen-
dánaVue que se dirigiera á S. M., á la sazón en
Valencia. León despachó al efecto un espreso con
pliegos para el gobierno supremo, y por orden
de este corrió á encargarse del mando de todas
las tropas que se habían mantenido fieles, y se
hallaban reunidas en Tarancon. Desde aquel
punto contempló los progresos de la revolución,
sin hostilizarla, porque tales eran las instruccio-
nes que se le habían dado. Tales eran también
sus rígidos principios de obediencia y disciplina.


2




1 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


A la historia corresponde apreciar en su dia, si en
aquella disolución social debia ó no prescindir de
sus deberes militares, y obrar según los genero-
sos impulsos de su acrisolada lealtad.


Nombrado el Duque de la Victoria Presidente
del Consejo, le vio pasar desde Mailrid á Valen-
cia con sus compañeros, y fácil le hubiera sido
apoderarse de ellos, evitando tal vez de este modo
el último golpe de destrucción; pero no lo inten-
tó siquiera. Tal vez no halló cabida en su pun-
donoroso corazón la idea de los acontecimientos
sucesivos. Desde Valencia le escribió el Duque
de la Victoria en términos que no desmentían la
antigua amistad, aconsejándole que renunciase el
mando de Castilla la Nueva. A la horade haber
recibido aquella comunicación, remitía á Talen,
cía la dimisión aconsejada y una solicitud de li-
cencia para Francia. Fuete esta concedida, y aun-
que se le recomendó que no la usase; como
tampoco le fue permitido por el poder militar que
imperaba entonces el entrar en Madrid y descan-
sar al lado de su familia, partió para el vecino
reino Fue allí objeto de veneración y respeto de
parte de todos los militares ilustres: en Burdeos
pasó una revista á las tropas de aquella división,




I.EON. 19


y sin visitar la capital de Francia, por un senti-
miento de delicadeza que no se supo apreciaren
el interrogatorio capcioso que después se le hizo
sufrir, regresó á Madrid, donde triste y silen-
cioso pasó sus dias en la oscuridad y la miseria.


Evitaremos hacer una relación del estado á
que el pais había quedado reducido á consecuen-
cia del trastorno de Setiembre, y de los sucesos
posteriores. Los hechos son demasiado recientes,
y sabidos son de todos el malestar y el desconten-
to que reinaban en todas las clases, y en el ejér-
cito en particular. Éstas causas dieron lugar á
los acontecimientos de Pamplona , Vitoria, Pro-
vincias Vascongadas, Zaragoza y otros puntos,
cuyp^obj^o era la destrucción del Gobierno exis-
tente', y el restablecimiento de la Regencia de la
Augusta Madre de Isabel II. Los generales que
mas se habían distinguido en la última guerra,
los que mas pruebas habían dado de valor y leal-
tad, tomaron pa r teen aquella insurrección, cu-
yos detalles, asi como las causas de su mal éxi-
to , no son todavía bien conocidas, ni tampoco
de este lugar.


Desde el momento en que fueron conocidos
en Madrid los acontecimientos de primeros de




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


Octubre en las provincias del Norte , decíase de
público que iba á estallar una revolución militar;
hablábase de un pronto movimiento, lo que dio
lugar á que el Gobierno redoblase su vigilancia,
y mandase salir de Madrid á las personas que su-
ponía cómplices ó autores del p lan, las cuales
habian desaparecido ya cuando fueron á buscar-
las á sus domicilios , siendo una de ellas el ge-
neral León. Separáronse el dia 7 de Octubre por
la mañana á muchos oficiales del primer regi-
miento de la Guardia Rea l , y en la tarde de
aquel mismo dia se dio orden á los sargentos de
no dejar entrar en el cuartel á los oficiales se-
parados, y á los centinelas de hacerles fuego si
lo intentaban. Al anochecer resonaba ñor las ca-
lles de Madrid el ruido de los tambores ffl la
Milicia Nacional tocando generala, y todo el
mundo se persuadió que era llegado el momen-
to de realizarse la sublevación de que tanto se
habia hablado. El general Concha , con par-
te del regimiento de la Princesa y las com-
pañías de la Guardia Real que estaban de servicio
en Palacio, se habia apoderado del Real Alcá-
zar.Hallábase este rodeado por la Milicia y otras
tropas de la guarnición, sufriendo los subleva-




L E Ó N . 21


dos el fuego que desde el esterior se les hacia.
A las doce de la noche montó el general León


á caballo vestido con su uniforme de húsar, y se-
guido de un ordenanza, atravesó por entre las tro-
pas que circuían y hacían fuego al Palacio; penetró
en él, arengó á las fuerzas alli reunidas, y subió
en seguida por la escalera principal, con ánimo de
poner en salvo á S. M. Mas al ruido y á los
vivas dados por los agresores, previniéronse los
18 Guardias Alabarderos que daban la guardia
interior, quienes hicieron una denodada resis-
tencia. Las sublevados se presentaron delante de
la puerta que conduce al salón de columnas, y
allí se trabó un combate digno de mejor causa.
La f¿ein^¡y su Augusta Hermana pasaron á la
estancia mas retirada del edificio, donde perma-
necieron toda la noche abatidas y consternadas,
pero seguras de todo riesgo, pues solo la mas
negra villanía pudiera imputar el designio de
atentar á tan preciosas vidas, á los que mil veces
habían espuesto la suya por la conservación de su
Trono, y estaban dando una notable prueba de
su lealtad.


Durante aquella infausta noche el ánimo y
bizarría del general León y de sus compañeros




22 PERSONAJES CELEBRES.


esceden á cuanto puede concebirse. ¡Olí! para
mas altas empresas debían haberse reservado aque-
llos ilustres caudillos. Lástinja es que aventu-
rasen empañar la gloria de tantos años , en los
bazares de una infausta noche.


A las tres de la madrugada del 8 , reducidos
solo á 309, hombres los. que. habían quedado en
Palacio , y perdida la batalla sin esperanza para
ellos de capitulación,ni tregua, los generales León
y Concha con algunos caballos y una. compañía
de infantería, salieron por el Campo, del Moro,
donde les dieron el quién vive las avanzadas ene-
migas; contestaron ellos, ronda mayor, y cuan-
do, se, acercaron á reconocerlos, arrollaron á la
avanzada, y siguieron á escape hacia la puerta
de Hierro, donde encontraron otra ava,nza<SP de
caballería, y sufrieron upa carga, en la que
perdió) el: general León su cabadlo , viéndose
precisado á tomar el de un soldado, en el, que le
prendieron, las fuerzas de caballería que á. las seis
de la mañana habían salido en su persecución,
encontrándole splo á seis leguas de distancia, y
conduciéndole preso á la capital, donde se le
colocó en el cuartel de Nacionales. Igual suerte
cupo.á muchos desús esforzados compañeros.




LEÓN. 23


Nombrado el Consejo de guerra de Oficiales


Generales para fallar las causas formadas con


motivo de la insurrección del dia 7, no sin no-
table infracción de lo dispuesto en las Ordenanzas,


ocupóse el fiscal en instruir el proceso del general


León con celeridad poco acostumbrada , y el 13 a


la una del dia se celebró el consejo. Componíase


este del gefe de escuadra D. Dionisio Capaz, de


los mariscales de campo D. Pedro Méndez Vigo,


D. Nicolás Isidro, D. Pedro Ramírez , D. José


Cortinez y D. José Grases, y del brigadier Don


Ignacio López Pin to , siendo fiscal el brigadier


D. Nicolás Miuuisir. De cuantos componían aquel


consejo, dos solo tal vez habían podido admirar


en los cajnpos de batalla el heroico valor del que


¡ba^Pá juzgar. Sus votos no le fueron contrarios.


El general León, acompañado de su defensor el


general Roncali y de dos ayudantes , y conduci-


do en un coche con la correspondiente escolta,


atravesando un inmenso pueblo, que atónito y


aterrado se agolpaba á su paso , se apeó en el
Colegio Imperial, donde se celebraba el consejo,


retirándose á un aposento mientras se estaba vien-


do su causa y conservando el público espectador


un triste y espresivo silencio. Manifestaba el acu-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


sado en su declaración, que si bien sabia que
existían planes para quitar la Regencia al Duque
de la Victoria, nunca habia consentido en po-
nerse al frente del movimiento por mas instan-
cias que se le hicieron. En la noche del 7 cuando
oyó el toque de generala y vio la gente correr
por las calles, él, que transitaba por la del Prín-
cipe, se dirigió á su casa, y desde ella á la en
que desde el 5 se encontraba escondido. Quealli
hizo llevar por medio de un criado su uniforme de
húsar, que le entregaron sin sable, y vestido con
él se dirigió á Palacio á las doce y media de te
noche, sin entrar en ningún cuartel ni pararse
en parte alguna. Confesaba que al presentarse alli
habia sido victoreado por los soldados subleva-
dos , á quienes contesto', que donde estala S.%f.
la Reina Doña Isabel II, solo á ella debía vic-
torearse. Que después se presentó á los Alabar-
deros pidiéndoles dejasen de hacer fuego, pues
era el medio de que cesara por la parte contraria,
y no se causara alarma á las Reales Huérfanas.
Que no habiéndolo conseguido, se marehó á po-
cos momentos tomando el camino de la puerta
de Hierro, perdiendo su caballo, que quedó se-
pultado en una zanja que intentó saltar, con-




LEÓN. 25
tinuó su camino á pie hasta encontrar á dos
cazadores de la Guardia Real á quienes compró
un caballo, rehusando las ofertas que le hicie-
ron de seguirle. Que al llegar á Colmenar, deci-
dió volverse á Madrid , y entonces fue hallado
por los húsares, á quienes él misino se entregó.
Disculpaba el haberse presentado en Palacio cum-
pliendo con su deber por haber, convenido con
varios generales de cuartel en Madrid que aquel
seria el punto de reunión en caso de alarma; de-
claración confirmada por deposiciones de testigos.


Figuraba también en los autos una carta ha-
llada en su cartera, sin fecha , escrita y firmada
de mano del general L e ó n , y dirigida al Duque
de la Victoria , del tenor siguiente:


-""ísr.'D. Baldomero Espartero.—Muy Sr. mió:
habiéndome mandado S. M. la Reina Goberna-
dora del Reino Doña María Cristina de Borbon,
que restablezca su autoridad usurpada y hollada
á consecuencia de sucesos, que por consideración
hacia V. me abstengo de calificar; y como el
honor y el deber no me permiten permanecer
sordo á la voz de la Augusta Princesa, en cuyo
nombre y bajo cuyo gobierno, ayudado por la
nación, hemos dado fin á la terrible lucha de




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


los seis años; para que no desconozca V. el mó-
vil que me llama á desenvainar una espada que
siempre empleé en servicio de mi Reina y de
mi patria, y no en las banderías, ni privadas
ambiciones; le noticio que en obedecimiento de
las órdenes de S. M. y para el bien del ¡Reino,
he debido comunicar á todos los gefes de los
cuerpos del ejército, que S. M. hallándose re-
suelta á recuperar el ejercicio de su autoridad,
me previene llame al ejército bajo su bandera,
la bandera de la Lealtad castellana, y lo aperci-
ba y disponga á cumplir las órdenes que en su
Real nombre estoy encargado de hacerles saber.


» En su consecuencia las leales provincias Vas-
congadas y el reino de Navarra con todas las
tropas que la guarnecen, á cuya cabezaje htBa
el general D. Leopoldo O' Donell, se han decla-
rado en favor del, restablecimiento de la legítima
autoridad, de la Reina: y como los gefes de los
cuerpos que ocupan las demás provincias del Rei-
no , han oido igualmente la voz del deber y del
honor, y se hallan dispuestos á seguir la bande-
ra de lealtad,: el movimiento del Norte va á ser
secundado por el deLMediodia y el del Este , y
el Gobierno salido de la revolución de Setiembre,




L-EOJX. 27


palpara bien pronto el desengaño de haber des-
conocido los sentimientos de fidelidad á sus Reyes,
y á las leyes patrias, que animan al ejército y ai
pueblo español.


» Como esta situacipu va necesariamente á
ponerme en pugna con el ppder de hecho que V.
esta ejerciendo , antes que la suerte de las armas
decida una contienda que la justicia de la Pro-
videncia tiene ya decretada, habla en mí el re-
cuerdo de que hemos sido amigos y compañeros,
y dasearia evitar á. V. el conflicto en que va á
verse, á la historia un ejemplo de triste severi-
dad , y al pais el nuevo derramamiento de sangre
española.


» Consulte V. su corazón y oiga su concien-
ciábanles de empeñar una lucha, en la que el
derecho no está de parte de la causa á cuya cabe-
za se halla V. colocado. Deje ese puesto que la
rebelión, le ofreció, y - que una equivocada noción
de lo que falsamente creyó sin duda, exigía el
interés público, pudo solo hacerle aceptar; y
yo contaré todavía, corno.un dia feliz aquel en
que recibiendo en nombre de S, M> la dejación
de, la,autoridad ravolucipnaria que V. ejerce, pue-
da hacer presente á la Reina, que en algo ha




2 8 PERSONAJES CELEBRES.


contribuido V. á reparar el mal que habia cau-
sado. »


«Reciba V. con esta la última prueba de la
amistad que nos ha unido, la espresion de mi
deseo de encontrar todavía en V. los sentimien-
tos de un buen español, que son los que animan
constantemente á su atento y seguro servidor
Q. B . S . M . — D I E G O DE LEÓN. »


Después de leido el proceso tomó la palabra
su defensor el general Roncali, vertiendo abun-
dantes lágrimas, y arrancándolas del numeroso
auditorio, refirió los triunfos de su cliente en
cien combates; examinó la acusación fiscal en
que se pedia la sangre de tan ilustre guerrero;
examinó la composición del Consejo deyuer ra ,
en el que veia personas que por su posición 4n
la noche del 7 podian ser parciales, siendo tes-
tigos y jueces á la vez; probó que mal podia
haber sido cabeza del motin quien permaneció
cinco horas sin presentarse á sus soldados, y
se marchó al poco tiempo de haber llegado á
palacio. Tachó la acusación fiscal de apasionada
é incompleta; manifestó la crueldad que habia
en juzgar por la ordenanza un crimen político;
añadiendo que la Europa, en la que hasta se




LEÓN. 29


liabia encontrado indulto para el regicida, se es-
tremecería al saber que sehabia aplicado la última
pena á semejante delito; y concluyó recordando
en un sentido epílogo, que arrancó nuevo llanto
á los circunstantes, los gloriosos timbres del
general León, cuya lanza fue la última que en
Berga puso fin á la guerra «ivil, y pidiendo al
Consejo desechase la horrible idea de la pena
capital, decretando la inmediata.


Presentóse después ante el Consejo el general
León y con reposado continente y sereno semblante
dijo: que se le quería presentar como gefe del
levantamiento y que era falso. «Si asi hubiera
sido, dijo, si yo me hubiera presentado en Pa-
lacio mandando los soldados, hubiera sido fácil


"~ Ti
eiiJbntrar mi cadáver entre Jos de los valientes,
pero nunca se me habría hallado fugitivo. » Fra-
ses que arrancaron del concurso un grito de
\bien\ \bienl Se ratificó en su declaración, y
manifestó que la carta al Duque la tenia para
entregarla á quien se le digera, puesto que él
no quería tomar parte en lo que se intentaba:
y reconvenido por el Presidente, por no haber
dado parte al Gobierno y al Regente de los
planes que se preparaban, contestó que ni sabia




30 PERSONAJES CÉLERRES.


bien estos, ni se creía obligado á ser delator.
El Consejo dio la sentencia siguiente: «Ha-


biéndose formado por el brigadier D. Nicolás
Minuisir el proceso que precede contra el teniente
general D. Diego León, Conde de Belascoain, y
el mariscal de campo D. Manuel de la Concha,
acusados del delito de sedición militar en la
noche del 7 al 8 del que r ige; en consecuencia
de la orden inserta por cabeza que le comunicó
el Excmo. Sr. Conde de Torrepando, Capitán
general de este distrito, haciéndose por otro se-
ñor relación de todo lo actuado, el Consejo de
guerra permanente de Oficiales Generales, reunido
en la capilla de S. Isidro de esta Corte, siendo
jueces de él los Excmos. Sres. mariscales d» campo
D. Dionisio Capaz, gefe de escuadra, presidente;
D. Pedro Méndez Yigo, D. Nicolás Isidro, Don
Pedro Ramírez, D. José Cortinez, D. José Gra-
ses, brigadier D. Ignacio López P in to , y asesor
el auditor de guerra D. Pablo de la Avecilla;
compareció en él el citado general D. Diego
León, y vistos los cargos con la defensa del
Procurador, ha condenado y condena el Consejo,
por mayoría de votos absoluta, á los referidos
generales á ser pasados por las armas, con ar-




LEÓN. 31


reglo á los artículos 26 y 4 2 , trat. 8 , cap. 10
de las Reales Ordenanzas; sin perjuicio de que
si el general D. Manuel de la Concha se pre-
sentase ó fuese habido, se le oigan los descar-
gos que pudiese dar. Madrid 13 de Octubre de
1841 á las ocho de la noche.—Siguen las firmas.


Según de público se ha dicho, los generales
Grases y Cortinez, y el brigadier López Pinto
votaron por la pena inmediata ; resultando em-
pate en la votación , que decidió el voto del Pre-
sidente. ¿Qué diremos nosotros , simples biógra-
fos sobre este hecho ? Los contemporáneos lo han
juzgado , la historia no lo creerá. Contentémonos
con transmitir aqui, en contraposición de aquella
conducta, algunos párrafos de la carta dirigida
ai 9(ey Je Francia por el respetable mariscal Mon-
cey, negándose á ser juez de su compañero el des-
graciado Ney. «...Mi v ida , mi fortuna, cuanto
tengo de mas apreciado es de mi pais y de mi
Rey; pero mi honor es mió , y no hay poder en
lo humano que pueda arrebatármelo.—¡Yohabia
de decidir sobre la suerte del mariscal Ney!
¿Pero , Señor, permitid que pregunte á V. M.,
dónde estaban los acusadores cuando Ney recor-
ría los campos de batalla? ¡Ah! Si la Rusia y




32 PERSONAJES-CÉLEBRES.


los aliados no pueden perdonar al vencedor del
Moskowa, ¿puede olvidar la Francia al héroe
del Beresina ?—¡Y condenaré yo á muerte á aquel
á quien tantos franceses deben la vida, tantas
familias sus hijos, sus esposos, sus parientes!
Reflexionadlo, Señor; quizá es la vez postrera que
la verdad llega á vuestro t rono; es muy peli-
groso, muy impolítico, el ostigar á los valientes
hasta la desesperación.—¡Ah! Tal vez si el des-
graciado Ney hubiera hecho en Waterloo lo que
tantas veces hizo en otras partes, no se vería
ante una comisión militar. Tal vez los que hoy
piden su muerte implorarían su protección.»


La sentencia fue aprobada después de haberse
conformado con ella el Tribunal Supremo de
Guerra y Marina, y á las doce del dia 14 ' ^ e
Octubre de 1841 , se presentó en la prisión que
ocupaba en Sto. Tomás el general León, el
Fiscal de su causa, acompañado del Secretario
que le leyó la sentencia: oyóla aquel valiente
con la serenidad de ánimo que ostentaba en los
combates, y solo esclamó: «este es el premio de
haber peleado siete años por la libertad!» En
todo aquel aciago dia continuó sereno y tran-
quilo arreglando sus asuntos particulares, con




LEÓN. 33


admiración de cuantos le vieron; comió acom-


pañado de su defensor y de dos personas de su


intimidad, que no le abandonaron en tan duro


trance, los Sres. D. Manuel de Arizcun y Don


Joaquín de Roncali. Paseó después por mas de


dos horas asido del brazo de uno de sus amigos,


por su habitación, y cerca de las once de la


noche escribió su testamento y dos cartas para


su- desventurada esposa é hijo mayor. Después


de haber cumplido con tan sagradas obligaciones,


con los deberes religiosos: que su triste posición


le imponía, manifestó deseos de descansar, y en-


cargó al general Roncali que cuidase de desper-


tarle á las tres de la mañana. Llegada esta hora,


du jü sugpfligido amigo si le privaría del último


sueño que disfrutaba en esta vida, sueño dulce,


apacibley sereno, el sueño de un héroe'; hasta


qoe por último, acercándose á la- cama cumplió


con tatv triste encargo. Al dispertar el desgra-


ciado Léoft no dio señal desobresalto; no mostró
ha conmoción mas ligera: poseído del mismo


valor qfte antes ostentara, cuando al través de


la i ventana distinguió la luz primera del infauso
dia : 15, asiendo del brazo á uno de sus insepa.
rabies amigos esclamó ¡ ¡ E L ULTIMO DÍA .'!


3




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


Mientras en la prisión pasaban estas, tristes
escenas, la fisonomía del pueblo de Madrid pre-
sentaba el carácter Verdadero que imprimen los
sucesos cuando-afectan los sentimientos de todos.
Apenas se supo la fatal sentencia del héroe de
Belascoain, vióse á un pueblo entero consterna-
do , desiertas las calles y los paseos, y pintado
en los semblantes de todos el pesar y la aflicción.
Algunos abrigaban, sin embargo la esperanza de
que satisfecha la vindicta pública con la sen-
tencia, el clamor de algunos, los recuerdos de
las pasadas glorias del acusado, y su autigua
amistad con el Regente del Reino, alcanzarían
de éste, en uso de sus facultades constituciona-
les , una conmutación de pena, que t"dos de-
seaban , que todos hubieran recibido con mar-
cadas muestras de agradecimiento. ¡Ah!,, vano
esperar! En vano se publicó la tierna . escena
ocurrida con S. M. , y su intercesión; en vano
el capitán de nacionales herido el dia 7 pedia
gracia desde el lecho del dolor; en vano la im-
ploró una gran parte de la Milicia Nacional;
en vano rogó por la vida del general León una
Señora que á instancia del mismo general habia
pedido antes y alcanzado del Regente el indulto




LEÓN. 35


para una criada suya que le habia robado cre-
cidas cantidades; en vano el Sr. Beltran de Lis,
que ha visto perecer en un patíbulo á sus hijos
por la libertad, se dirigió á los sentimientos de
la Milicia; en vano suplicaron los valientes Ala-
barderos que pelearon en aquella infausta noche;
en vano pidió gracia el ilustre Decano de los
generales el Duque de Bailen; todo fue inútil.


Acercábase la hora en que el general León
debia dejar para siempre el inundo, y una patria
en que habia recogido tantas glorias. Rodeábale
ya la tropa encargada de ejecutar la fatal sen-
tencia, y desconociendo el general el nuevo uni-
forme del regimiento de milicias de Alcázar de
S.^Juan^ preguntó tranquilamente, qué tropa era
a<ffBlla*y habiéndole contestado, replicó: «ah!
si , ese es el regimiento que teníamos en Moreila
y que lo mandaba un coronel herido.» Diri-
giéndose después al general Roncali: «Camarada,
le dijo, ¿sabe V. que se me figura que no han
de darme? ¡Son tantas las veces que me han
tirado de cerca y no han acertado!» Palabras
que en aquellos momentos, en boca del general
León significaban la magnanimidad, la familia-
ridad con el peligro, la última ilusión del hé-




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


roe. A la una en punto salió el general León
de su prisión con paso noble y magestuoso,
llevando el mismo traje de húsar con que se
presentó al Consejo de guerra, adornado con
todas sus cruces y ¡condecoraciones, cubierta
la cabeza con el schakó de ordenanza, y cre-
ciendo en valor y heroísmo subió al coche abier-
to que le estaba esperando, en compañía de su
defensor y de un Sacerdote. Cubrían la carrera
desde su prisión hasta fuera de Ja puerta, de
Toledo, sitio destinado para la fatal catástrofe,
la Milicia Nacional y las tropas de la guarni-
ción. Durante todo el tránsito, no se oscureció
un solo momento su mirada viva y fogosa, y al
contemplar á su amigo y defensor el general
Roncali, sin fuerzas para sobrellevar taíT grande
infortunio, le dijo: «¡alma, alma, Federico! no
es ocasión de: abatirse.» Llegado al fin al sitio
designado, tomando una actitud noble y ma-
gestuosa delante de la bandera de las tropas que
formaban el cuadro, con la mano derecha puesta
en el schakó, se dispuso á oir la lectura de su
sentencia.


El oficial Secretario de la causa, encargado
de esta formalidad, no podia leerla, porque el




LEÓN. 37


llanto se lo impedia; entonces León le dijo. «no
hay motivo para t an to ; si es necesario yo mismo
la leeré.» Pocos instantes después abrazó estre-
chamente, y por dos veces, á su amigo el ge-
neral Roncali, diciéndole: «este abrazo para mi
familia, y este para la de .Y.» Se despidió de
su confesor, del Sacerdote afectuoso y tierno
que habia derramado en su alma cristiana los
consuelos de la religión; se preparó al fatal gol-
pe ; dio las tres voces de mando, y... espjró!..


Sus armas se rompieron por orden suya des-
pués de . su muerte.


• Asi terminó su gloriosa existencia á los 34
años cumplidos de su edad el héroe de Belas-
coain v ^ e Vülarrobledo, el que en cien combates
láBa probado á los enemigos el poder de su
lanza , y dado á su patria numerosos días dé
gloria. Murió el general León, vencido, pero no
infamado, porque solo un crimen político causó
su muerte. Amigos y contrarios lloraron y llo-
ran su pérdida, porque no ven ya en él al par-
tidario de una opinión política, sino al insigne
caudillo de los ejércitos nacionales, al bizarra
caballero, honra y prez de las. armas españo-
las, é inolvidable gloria de su nación.




38 PERSONAJES-CELEBRES.


Su cadáver fue llevado desde alli al cemen-
terio de la puerta de Fuencarral , donde descan-
sa bajo una losa negra que toca al suelo, y en
la que se lee este breve epitafio:


D . DIEGO -DE LEÓN ,


CONDE DE BELASCOAIN.


Ni el dia, ni el año , ni la edad , ni la clase
del que alli se encierra, se leen sobre aquella
losa: no hace falta : nadie lo pregunta: la breve
y sangrienta historia que alli pudiera gravarse,
está gravada hondamente en el corazón de todos
los españoles.


El desgraciado general León ha dejado una
esposa desconsolada y dos hijos varones, querían
duda: imitarán las virtudes de que sü padre les
dio tan.alto ejemplo.


Hemos concluido nuestra tarea bosquejando
rápidamente la vida y las hazañas del gran sol-
dado , del virtuoso ciudadano. Como hemos di-
cho an tes , al principiar nuestra tarea, no es lle^
gado todavía el momento de apreciar debidamente
las causas que contribuyeron á su triste fin. Las
generaciones futuras, los que no hayan tenido




LEON 39


como nosotros la triste dicha de conocer aquel
hombre, los que como nosotros no hayan par-
ticipado de las afecciones y antipatías que los
partidos enjendran , podrán juzgarle con verdad.
Nosotros nos hemos limitado á esponer sus he-
chos de armas, su vida pura é inocente; á com-
parar sus glorias y sus merecimientos, con el triste
Un que tuvieron sus dias. Si hubiéramos querido
engolfarnos en las consideraciones á que los úl-
timos sucesos de su malograda vida daban lugar,
ni hubiéramos podido prescindir de las afeccio-
nes de part ido, ni tal vez hubiéramos conseguido
hacer tan agradable la lectura de la vida de nues-
tro héroe, á los que de ellas cual nosotros no
participen. Hemos referido los hechos, espuesto los
ac^ tec imientos ; unos y otros son recientes, y
cada cual puede iuvestigar las causas , sacar las
consecuencias, hacer las comparaciones á que dan
lugar. Creemos haber cumplido con nuestro de-
ber, consignando solamente los hechos de la vida
del general León, cuya gloria vivirá siempre en
la memoria de los españoles, asi como el triste
recuerdo de su cruento sacrificio. """^






Jnikc to las b iapat fas rantimtiad


EN EL


T O M O P R I M E R O .


D . GASPAR MELCHOR DE JOVE LLANOS.


LORD W E L L I N G T O N .


MR. T H I E R S .


MOHAMMED-ALY.


IBRAHIM-BAJA.


CONDB DE FLORIDABL.ANCA.


rjfp i% BALZAC.


D . MARIANO ALVAREZ DE CASTRO.


E L PRINCIPE DE METTERNICH.


D . MATEO J O S E ORFII.A.


MR. O ' C O N E L L .


D . DIEGO DE LEON.




P E R S O N A J E S C E L E B R E S
DEL SIGLO XIX.


POR


UNO QUE NO LO ES.


La biografia es el arte de reu-
nir el personal de la historia, de
las ciencias, de las letras, de las
artes y de la sociedad...


I . NOBYINS.


1843.










f


I ft


* -


M. GÜIZOT. " "


n No hay verdadero poder sino el
poder respetado , y el respetó puede
solo pertenecer á la superioridad, > ,


GUIZOT — pe los medios de gobierno
y de oposición én el actual estado de
la Francia, I8í!t p. 17t.


El 8 de Abril de 1794, tres días después de
la sangrienta victoria de Robespiérre sobre Dan-
t o n , Camilo Desmoulius y los hombres de la
Comisión de clemencia, levantábase en Niinesel
cadalso para un distinguido Abogado, sospechoso
t i b i e n de resistencia á las voluntades del terri.


"ole triunvirato >-y habia penetrado la desolación
en el hogar de una de las familias mas honradas




X~ P E U S O N A J E S C É L E B B E S ,


del pais. Una muger desconsolada pedia á Dios
la diese fuerzas para sobrellevar un inmenso do-
lor , pues en un mismo momento el verdugo la de-
jaba viuda, •y'lilérfários í sns doi hijos. El ma-
yor de ellos, que apenas contaba siete años , lle-
vaba ya en su semblante serio y meditativo la
señal de un entendimiento precoz. La desgracia
es como un invernáculo: sé: crece á prisa con su
contacto; aquel niño, que : no tuvo infancia, era
Francisco-Pedro-0u¡Ilermo Guizot.


Habiendo nacido protestante, el 4 de Octubre
de 1787, bajo el imperio de una legislación ren-
corosa , que negaba á sus padres una unión le-
gal , y á él un nombre y un estado civil , veia
Mr. Guizot al mismo tiempo á la revolución que
le volvia definitivamente su lugar en la sociedad,
y que le hacia pagar aquel beneficio con la san-
gre de sü padre. Si pretendiéramos escribir otra
cosa qué una biografía,' encontraríamos, tal vez
en el concursó de estas circunstancias, el primer
germen de una antipatía casi igual ón el hombre
de Estado por las monarquías absolutas y losgo-
biernos dewiowáHws. ¡ , \


. Después de la fuaesta catástrofe de que acá»
bamos de hablar, Mme. Guizot abandonó la cfrt-




G U I Z O T . 3


dad de tan amargos recuerdos, y pasó á Gine-,
bra en busca de consuelos, cerca de su familia,
y dé una•• sólida educación para sus hijos. Colo-
cado el-joven Gúizot en el Gimnasio de Ginebra,
se entregó con pasión al estudio. Sus primeros
y únicos juguetes fueron los l ibros, y á los cua-
tro años leía en su propio idioma á Thucydides
y Demóstenes, á Cicerón y Táci to , i el Dante
y Alfieri, á Schiller y Goethe, á Gihbon y Shaks-
peare. Los dos últimos años ;qtie permaneció en
el colegio, fueron especialmente dedicados á los
estudios históricos y filosóficos, y esta última
parte de la ciencia tuvo para el joven un pode-
roso atractivo. Su entendimiento, dotado por la
naturaleza de un carácter particular de fuerza
lógica, llevada hasta la destreza, pudo-desar-
rollarse y madurar en medio de la pequeña re-
púbica Ginebrina, que ha conservado alguna cosa
de la fisonomía sabia é inflexible de Juan Cal-
vino su patrono. ' .


En »805, después de haber visto coronados
sus estudios por un brillante éxito, pasó Mr, Gui-
^>t á París; para estudiar el derecho, puya
escuela, como es sabido, habia desaparecido en
medio del torbellino revolucionario, habiéndose




4 P E H S O N A Í E S C E L E B R E S .


formado algunos establecimientos particulares pa-
ra llenar aquel yació. Mr. Guizot, poco amigo;
de una enseñanza incompleta, tomó el partida
de -buscar la eiencia en las meditaciones de Ja.
soledad. Pobre y orgulloso a u n tiempo. mismo>.
austero y ambicioso, se encontraba el joven ar-
rojado á uu: mundo de intrigasj de . desenfreno
y de'frivolidad. El periodo desde el directorio
hasta él imperio $ es, una época multiforme ¡ in-,
tea. y descolorida, como todas las épocas de
transición. La corriente social, rechazada yioj-
leatnimente por la tormenta revolucionaria, no
había vuelto ú tomar enteramente su curso; de
todas; las ideas destruidas, volvían muchas á le-
vantarse, pero pálidas,; enervadas, .vacilantes y
como aturdidas aun "del terrible golpe que las
halúa herido. Algunos espíritus superiores se es-
forzaban ya en llevar por un nuevo camino ¡i
aquella sociedad que renacía de entre: sus rui-
nas ; pero la masa, privada por mucho tiempo
dé los goces materiales, solo aspiraba á disfrutar
aprisa' los dias de descanso que temía ¡. ver de-
masiado pronto interrumpidos. De ahí proviuiel
ron él carácter de sobrfe escitncion genecal,
y el desenfreno d « : costumbres que condn-




G U I Z O T . ò


jo casi • á • tos buenos tiempos de la regencia.
La naturaleza rígida del escolar ginebrino bas-


tó para librarle del; contagiò. El primer año de
su permanencia en París , fue para Mr. Guiaot
un-año dé tristeza y de aislamiento. Se replegó
sobre sí mismo como todos los. hombres' qae
conociéndose fuertes, carecen de punto de apo-
yo para ensayar sus fuerzas^


Al afio siguiente entró en clase de preceptor
én casa de Mr. Stapfer, ; antiguo M i n i s t r ó l e
Suiza en Par ís , eft el cual encontró una hòspi1-
talidad casi paternal, y tesoros• do 1 ciencia filo-
sófica, propios para dirigir y activar'Su desarro-
llo intelectual. Aquéllas1 nuevas relaciones le f a -
cilitaron la entrada 'én la sociedad de Mr. Suard,
en la <jue se reunían entonces'los talentos lilas
disthiíjuiuos de la época ;, y átli vio por primera
vez á la múge rque debía ejercer sobre su Vida
u t ta tàh nóbfei y feliz influencia. '
- Conocida es1 generalmente la circunstancia un


poéo romántica que preparó él- casamiento de
Mr. Guizot. La referiremos sin embargo para los
Ijue la ignoren :


Mlle: Paulina de Meulan , hija dé una familia
distinguida , pero arruinada por la revolución,




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


había encontrado recursos en una instrucción laD
«olida í©too variada ^y, para sostener ,á su fami­
lia , babia empiendid© la¡ pesada; y. idevttradora
«atraca ttel periodismo:­ ; redactaba,$h­Publicista
cuando i toaenfarmedad grave jl»|{t d e u q ­esoe­
8ft.de ttabajo,;la obligó á interrumpir una ocu­
­pacion:, tan necesaria para, el bienestar;, de Jas
personas que tanto amaba; su posición ifea á ser
«rít ica, se;dese$peraba apéren la dia recibió)una
08rt8:W}ftHÍm^),fp la que Je rergabíB que se tran­
qui l i№^ t .o&eciéndoleideaempgñar^^reai duran­
te toáó el tiempo de su enfei'onedad.. Acoiapa­
ñaba á\ aquella! carta un i artículo ^perfeQtarnente
escrito, y por un rafiíjanyento de delicadeza •, los
jeusamientos.y estilo, estaban «jtactaaiejít» .ol­
eados en, el modo de escribir de Mije, de ,Meu­
lan»;la cual aceptó el art ículo, lo firiró,, y re­
cibió con, regularidad otro igual hasta concluir
su convalecencia. Mlle. de Meulan profundamente
afectada de aguel proceder, no dejó de contar su
iiyenlura en la sociedad de Mr. Suard, hacien­
do inútiles investigaciones, sin a c o r d á r s e l e un
joven pálido y serio, á quien apenas conopia , 1
que. la escuchaba con gravedad al hacet'.todtr
clase, de conjeturas. Rogado par medio,del perjó­




GI.IZO.I. 7


dicp para que se, dieja á¡conocer ..„ .gl g e m o s o
apónimo se, decidió al Jin á, fle^ibir en ¡persona
las gracias que taut», ,mere(»a.¿.Era ;ei jp^e§,
quien hemos habl3d0ranl.es> y-,cinco ,año$,.des-
pués' Mlle. 4e Meulan-sellaiflaba Mm«j;GuizQt.


Bacante cinco &ñqs se ocupó Mr.Guizot en
diyersos:trabajos literarios. 1899 publicó una
primera obra,-. el Diccionarig. cíe los Si^énimos^
cuya introducción, dedicada á la apreciación.-.filo-
sófica del, carácter, particular ,de la .lengua .fran-
cesa^ descubre ya e^espíritu p)ejr«jf?u^on¡y^de n^t
todo.que distingue á Mr. Guiznt. Siguieron despides
Is&Fidas de tos. poetasfranceses, y la; tradupfijon:
de GibbQBí enriquecida con.notas-.hj&tÓEÍeas(;d$l
mayos: ipterés j y ñor- ultimo Ja^adqccipnide
una obra de Rehfus,, La España. «?* 48083,,pu-
blicadatambién hacia aquella éppcs,
h ¡Nos falta espacio,para.analiza* estas prini.ec^s
producciones: cualquiera, que sea su mérito
trínscco, otras de mayor iraportaupia.las liaa <her
choolvidar después. Solo diremos ,;y por ahí pon-
drá, juzgarse del entendimiento de;su- auíoí , que


Realizó aquellos trabajos antes de contar 25 añqs.
v Su talento era ya bastante conocido, y en 1812


Mr. deFontaneslo agregóá la Universidad, npm-




8 PEHSOÎUJES CELEBRES.


bráádóle suplente de'la cátedra de Historia en la
Facultad de las letras. Poco tiempo después Mr.
Guizot llegó- á poseer por completo la cátedra de
Historia moderna, en la que tan gloriosos recuer-
dos ha dejado. Allí principiaron sus relaciones
íntimas con Mr. Royer-Gollard, profesor entonces
de Histeria de la Filosofía. Aquéllas dos almas
de un mismo temple *-sperimehtaron una misma
atracción. 1 : • >


Esta primera parte í e la .vida de Mr. Güizot
faá esclusivamente literaria. Se ha intentado pre^
sentarte desde aquel momento como un legitimista
ardiente, intrigando y conspirando en secreto
pata apresurar la vuelta «te los Borbones: nin-
gún ¡hecho hemos encontrado que justifique se-
mejan te£ asertos. Verdad es que Mr. Guizot, por
su muger, por sus relaciones literarias y por sus
inelrnaeionés, estaba enlazado con cierta sociedad
que había conservado en medio de la aspereza
del imperio las tradiciones de la elegancia y del
btíen gustó de la'aristocracia del Siglo anterior;
dominaba bástante una especie de barniz tiloso*
fico entre los literatos de aquella sociedad , i


quienes Napoleón designaba- con : la dominación
general dé Ideólogos. En electo, tratábase en




G U I Z O T , y


ella mucho de ideología, pero muy poco de po­
lítica; y sabido es ademas que fué necesaíioque
la pluma tan querida del Cantor de los Mártires
se decidiera enteramente, para reanimar el «asi
olvidado recuerdo de los Borbones en el corazón
de tina generación que no habia presenciado su
caída.


Guando los acontecimientos de 1814^ estaba
№ . G u í z ó t e n M m e s , su ciudad n a t a i , donde
habia ido á ver á su madre después de urna ¡lar­
ga ausencia. A su vuelta: á París debió el joven
profesor á la 1 activa amistad de Mr. Royer­Co­
llard, que el abate de Montesqüiou, ministro en­
tonces del Interior y 1«' eligiera su sub­secretario'.
•• Este fué el primer paso de Mr. Guizot en la
catrera política; y atmque colocado en'l ina posi*
cion secundaria en apariencia, es jus tó decir que
por su indisputable'talento ejerció una notable
influencia en las medidas administrativas de aquel
tiempo. Los partidarios de la causa liberal le
acosaban principal nente de haber preparado en
unión con Mr. Royerd­Gollard, director general


%e la1 Librería, la severa ley contra la imprenta,
'presentada á las Cámaras de' 1814 por Mr. de
Montesquiou, y de haberse sentado en la comi­




.'10 PERSONAJES CELEBRES.


sion de censura al Jado de Mr. de ¡Frayssinoug.
• Por otro lado, la,fappiou.ultra-realista seioir


dignó de ver á un simple:particular, a un ; profe-
sor, á un,protestante, encargado de lps negqeios
al lado de un abate,de Córte ;̂ hablar, algunas.ve-
ces de equilibrio constitucional, de nivelación
de poderes, y querer conciliar las ideas monár-
quicas pop Jos nuevos intereses creados por¡ la
revolución. Para los usaos hacia- demasiado; poco,
y demasiado para Jos otros; la vuelta deN&po-
leon de¡lá isla- de ¡Elvá puso fin á aquellaposición
difícil; después de: la ̂ salida, de: los Borbooes.,
Mr. Guizot vo(vió á desempeñar sus funciones.en la
Facultad de lasi.letras; y dos mesesmas adelante,
cuando eía evidente, pasa todo* Ja; caida de. Na-
poleón, Mr. Goizot recibió el eucargo: de ios. rea"
listas constitucionales de ir á : Gante' ¿¡abogar,
según dicen sus amigos, ante Luis S.VI11, por, la
causa de la Carta, é insistir,¡sobre Ja absoluta
necesidad de alejar de i los negocios á Mr. de Bla-
tas , considerado como ¡el gefe del partido del an-
tiguo réjimen. Lo que al parecer podria, probar,
ademas que tal fué en efecto la .misión, de ¡Mr
Gnizot, es que un mes después al regresar ,a
Francia Luis XVIII, despidió á Mr. de Blapa»,




G U I Z O T . 11
y publicó, la; proclama de Cajnbray,,en la (jiie
reconocía las faltas de su golfienio, y anadia, nie ­
vas garantías ala Carta. ; !
• Es conocida­la fisonomía política, de lpt Fran­


cia; durante los primeros ,añps de la segunda res­
.taunfqjoji. Soa sabidas..las ­violentas ¡tempestades
(jue agitaron Ja Cáinara de 1816, compuesta; de
$\PW№» b«tereogÁne«s> y, en^jae la «íaypr/a,
¡pías realista, que^KRey;, se ^puso ,conslanteflaenr
te á todas lag:#ed^d^/propias¡ppraíunir el pais
cpnvki­dJnastííi,^4w BwfeQnes. Decir que enton­
ces/Mr. .(Juizoto^paba elpuesto de sub­secreta­
rjp del Ministerio de la Justicia i siendo Ministro
Mrv de .Jiarbé­Ms­rboís, es decir que al paso que
concedía mucho,: demasiado tal vez, á las iexigenr
cjas del, partido victorioso, se esforzó en conte­
¡ney, w cuanto de el dependía, el espíritu inva;
sor de los nombres'de la: monarquía absoluta. Su
primer folleto político, Del gobierna representa­
tiva i y del estado actual deja franaia,/que
pablicó como refutación de ua escrito de Mr. de
Vitnolles, dio á conocer la estension de sus ideas
Se gobierno, y le colocó en las filas de la rai­
'noría realista constitucional, cuyos representantes
en la Cámara eran MM. Uoyer­Collard, Pas­,'




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


qniery Camilo Jordari y dé'Serres.t Hacia aquella
époea, después' de la victoria'del partido'Mode-
r ado , de la disolución de la Cámara de Í815>''y
del advenimiento del Ministerio Décazes, fué
cuando se introdujo una palabra nueva en el len-
guaje político i ' e l ; Diccionario de la Academia
francesa no la ha consagrado, tal vez por no
poder aplicarle una definición exacta; partéenos
importante referir su historia por lo: ineñós, ya
que no sea fácil': dar ití- equivalencia. : '


Sabido' es que antes <té í789>ios! Dociritiarios
eran una congregación enseñante; Mr. Royer-
Collard habia sido educado en un colegio de Doc-
trinarios, y en los debates de la Cámara, lleván-
dole siempre á reasumir la discusión bajo' tuto
forma dogmática su entendimiento 1 lógico y ele-
vado, salla frecuentemente de sus labios la palabra
doctr ina; tanto que u n dia un burlón de la ma-
yoría realista ésclamó: ¡Ved, ahi á los Doctrina-
rios!- Túvose por nueva la palabra, y se«onserv©
como definición, si no clara, absoluta por lo míe-
nos de la fracción política que dirigía M; Rflytr-
Collard. • . . . ¡


¿Espliearemos ahora el oríjen del famoso Ca*
mapé de la doctrina, que despierta en el enten-




G U I Z O T . 13


dimiento ideas tan vagas como el Diván de la
Sublime Puerta? ¿Qué es el Camapé? Véase su
historia.


Pedían un día al Conde Beugnot, afiliado á
los Doctrinarios, que enumerase las fuerzas de su
partido. «Nuestro partido, contestó, cabria en-
'ero en este Camapé. » Esta otra palabra cayó
también en. gracia y se la estrujó t a n t o , que el
vulgo ; llegó á figurarse al partido Doctrinario co-
mo una agregación de personages semi-Jesuitas,
semi-Ep.icúreos, sentados á la turca sobre blan-
dos almohadones , y discurriendo pedantescamente
acerca de los negocios públicos.


En cuanto al sentido político de la palabra
Doctrinario, declaramos humildemente que no lo
sabemos. Es una de aquellas que cada cual tra-
duce á su manera. Para los unos significa virtud
y saber; para los otros,corrupción y locura; para
nosotros nada Absolutamente siguiüca. Pero deje-
mos la palabra y volvamos al hombre.


Na se ha olvidado el movimiento de reacción,
consecuencia del asesinqto del Duque de Berry.
%ayó el Ministerio Decazes; los mas firmes apoyos
del partido constitucional fueron espulsados Je los
negocios. MM. Royei'-Collard, Camilo Jordán, de




14 P E R S O N A J E S CELÉISIIES.


Barante, salieron del Consejo de Estado; Mr. Gui-
zot salió con ellos, y desde aquella época hasta
el advenimiento del Ministerio Martignac en 1828,
su vida política no fué mas que una1 perpetua lu_
cha contra las tendencias del Ministerio Villele.
Al mismo tiempo que los intereses nacionales de
la Francia nueva, hallaban elocuentes defensores
en el. seno de las Cámaras, Mr. Guizot, dema-
siado jóveü todavía para poder subir á la tribuna,
sostenía la misma causa en escritos políticos cuyo
buen éxito fué universal. No podemos analizar
aquí la serie entera de las obras de Circunstancias
publicadas por Mr. Guizot desde 1820 á 1822.
En la una defiende el sistema Decazes destruido
por la contra-revolución, como revohicionaria; en
la otra discute la causa de las conspiraciones dia-
r ias , que le parecían insidiosamente provocadas
por los agentes del gobierno, á fin de qué sirvie-
ran para la destrucción de las instituciones consti-
tucionales. En otra par te , en Su obra Sobre la
pena de muerte en materias políticas, sin pre-
tender borrar completamente de las-leyes 'de
Francia la pena de muerte aun en delitos por/tl¡
eos , demuestra con grave y elevado estilo,. qué
el poder tiene el mayor interés en conservar en*




G U I Z O T . 1 5


vainada un arma terrible que transforma en per-
seguidores á los que la desenvainan , y en márti-
res á aquellos á quienes hiere.


De todos esos opúsculos que recorremos rápi^
damente,. hay uno que bajo muchos aspectos nos
parece digno de especial mención. En su tratado
De los medios de oposición y de gobierno en el
estada actual de la Francia (*) Mr. .Guizot;
descubriendo completamente su calidad de hom-
bre po l í t i coésp l i ca á un tiempo su pasado y él
secreto; de su porvenir. Su oposición no es una
oposición ordinaria: defiende las libertades pú-
blicas , pero las defiende á su manera, que no es
la de todo el mundo ; diríase que anda solo por
su camino; y si es severo para con los hombres
¿quienes combate, no lo es menos con aquellos
que luchan con él.


Para Mr. Guizot la falta capital del Ministerio
Villeleno está en el abuso del poder en sí mismo,
sino más bien en las consecuencias de aquel abú^
so , que:pone en peligro el principio de autoridad
esponiéndole á una lucha fatal.


9 Al revés de las demás polémicas, puramente
negativas y disolventes por lo regular , la polé-


(») Publicado en 182-1.




10 PEI1S0NAJES CELEBRES.


mica de Mr. Guizot es eminentemente afirmativa,
gubernamental y constituyente. Cuando su pluma
escribe la palabra derecho, seguro es que no está
lejos la palabra deber, y jamas pone el dedo en la
llaga, sin indicar al momento lo que cree ser el
remedio.


• Si no lo impidiera la pequenez de nuestro plan,
nos complaceríamos en seguirle en la esposicion
de su programa político. Seria cusioso ver á Mr.
Guizot sentando como nn principio, que no se
conmueven las masas sino, con ideas; recono-
ciendo que la revolución ha legado á los franceses
dos dogmas políticos, la sóberata del pueblo y la
igualdad, convertidos casi en axiomas, de tal
modo que nn poder no puede vivir sino apoyán-
dose; sobre ellos; y entonces, apoderándose de
aquellos dos principios les dá mil vueltas, los
descompone, los disecarlos amoldaá:una 'lógi-
ca talmente sutil , que de tempestuosos y>terri-
ribles que eran, nos los devuelve tan inofensivos,
tan tímidos, que seria preciso ser muy i suspicaz,
muy mal educado para no acogerlos con amis-
tosa sonrisa. i


Tal vez seria necesario saber si es cierto, como x


lo dice Mr Guizot, que el pensamiento público




GUIZOT. 17


llegue hasta allí y no mas lejos. Pero ademas de
que el examen de esta cuestión nos llevaría á
nosotros mismos demasiado lejos, tenemos prisa
en abandonar un análisis, que solo puede ser in-
completo y defectuoso, para volverá la parte his-
tórica dé los hechos.


En lo mas recio de su lucha con el Ministerio,
desenvolvía Mr. Guizot en su cátedra, en medio
délos aplausos de un joven y numeroso auditorio
las diversas faces del gobierno representativo en
Europa, desde la destrucción del imperio Romano
El ministro se vengó en el profesor de'los ataques
del publicista: suprimióse su cátedra en 1825.—
Vuelto á la vida privada, después de haber desem-
peñado elevados cargos públicos, Mr. Guizot era
entonces, como ahora, pobre; pero le quedaba
su pluma. Renunciando á tratar las abrasadoras
cuestiones del momento, emprendió una serie de
grandes trabajos históricos, que puede elogiar el bió-
grafo, puesto que el mérito de Mr. Guizot como
historiador, jamás ha sido contradicho. Entonces
se publicaron sucesivamente la Colección de memo-
^as relativas á la revolución de Inglaterra-, los


i-\los primeros volúmenes de la Historia de aque-
lla revolución; la Colección de memorias relati-


2




f8 PERSONAJES CÉLEBRES.
vas•a:la%istorit/t antigua de Francia; y por ul­
t imólos Ensayas sobre la historia de Francia,
obra en q№>Mf, Guizot aclaró las tinieblas de los
onjeoes nacionales de. aquel pais, Al mismo tiem­
po su incansable espíritu dotaba al público co»
ensayos históricos sobre Schakspeare y Calvinp;
con una i traducción de las obras del Dramaturgo
Inglé>, y con gran número de trabajos de alta
política* .insectos. qn ; la Revista Francesa.


La modesta casa 43 Mr. Guizot se habia asi con­
vertido « i un taller de ciencia, cuando la muerte
le arrebató ea* 182,7, á su compañera de trabajos,,
á la muger querida, cuya ¡elevada razón y fuerza
moral' le sostenía en mpdio de Jas: agitaciones de
su carrera. Hay algo de austero y de tierno á la
ver. en aquella escena fúnebre de últimos adioses
de la esposa al esposo, y: al hijo que tardará
poco,en seguirla á la turaba. Mme Guizot, na­
cida católica, y no queriendo estar separada en
]a eternidad de los que amaba, se hizo pro­
testante en el umbral de la muerte; y Mr. Gui­
zot adormecía los dolores de su agonía leyéndole
con su grave y solemne voz una de las mas he:
mosas páginas de Bossuet, la oración fúnebre dt,
la Reina de Inglaterra. \




fiüIZOT. 19


Poco tiempo despues.Mr. Guizot se hacia uno
de los mieníbros mas activos de la sociedad>/yií-
dáteAf el cielo te ayudará, cuyo objeto era en-
tonces defender pdr todas las vías legales la inde-
pendencia de las elecciones, contra las,influencias
del poder..
. El Ministerio Villéle cayó; el Ministerio Mar-


lignac volvióá Mr. Guizot á su cátedta, y ala es-
cogida juventud que le ¡rodeaba entonces con tan-
, tas simpatías» Poco despues-deladvenwniento del
MtoMterioi Polignac, entraba Mr. ¡Guizot en la
Cámara elegido por el colegio de Usieux, y votaba
el roensage de los 221 4 añadiendo ¿su voto seve-
ras palabras! « La verdad t decia, penetra ya di-
fícilmente en el gabinete de los Reyes: m la
enviemos allí pálida y débil; no sea ya mas po-
sible desconocerla qué equivocarse acerca de la
lealtad de nuestros sentimientos.»


Mr Guizot obligaba al poder á vivir < pero el
poder se obstinó en morir. El 26 de Julio re-
gresaba desde Nimesá París; el 27 redactaba la


protesta de los Diputados contra los decretas ; pro-
testa mas respetuosa que hostil, y cuya forma
descubre un espíritu conservador, que mas bien
que desearla teme una revolución. El poder la




'20 PF.nSONAJES CÉLEBRES.


jtízgo' sediciosa, él ' pueblo la halló: descolorida y
tímida :los sucesos dieron la razón al pueblo. •


Ext là Reunión del día 29 en casa de Mr. La-
f'fitte, cciattdotodos se entregaban á la Blegria del
triunfo i "Mr. Guizot,- preocupado siempre esclu-
sivamente de la inminente necesidad de regu.ari-
zar la revetociori, fué él primero en levantarse, é
insistió vivamente en la urjencia de constituir sm
demora1 uria comisión municipal, que se ocupase
especialmente'del• restablecimiento y conservación
•ilei orden, fil 30 lé nombraba aquélla «omisión
Ministro provisional de instruecio« púMida» él
31 leia á la Cainara la proclama confiriendo al
Duque de Orleans la lugartenencia general del
reino. l i n i o s días que; preceífteron 'á la 'ceremo-
nia del 9 de Agos to , 1 Mr. Guizot , ;á quien su
actividad organizadora habia co!ocado : en el puesto
mas difícil entonces, en él Ministerio del Interior,
se ocupó á un tiempo de lareccmposicion gene-
tal del personal de los empleados de la adniims-
rracion , y de la revision de la Carta. En pocos
dias fueron quitados y reemplazados 76 Prefectos,
176 sub-Prefectos y 38 Secretarios generales. E
vano quiso bajar Mr. Guizot á 25 años la edad
requerida para ser Diputado, en el proyecto de la




G U 1 Z O ) ' , 21


nueva Carta :1a mayoría desechó aquella medida.
Hablaremos, en otro¡ lugar mas detenida méate


del primer Ministerio de Julk). (*) Aquel Ministerio
creado en medio del entusiasmo fué tan efímero
como el empuje de les tres dias. Las disidencias
personales, ocultadas:en un principio por la mag-
nitud de los hechos y el interés coman, volvieron
á aparecer mas vivas, cuando fué preciso pensar en
consolidar la obra tan rápidamente realizada. El
impulso, era todavía demasiado, fuerte, estaba de-
masiado inmediato á sUípujat»;d« partida, para que
fuera posible dirigirle. El principio de orden tuvo
que ceder al principio de la. libertad, y Mr. Gui-
zot se retiró.


Es sabida la historia del Gabinete Laffite ¡ d e s -
pués de su disolución en 13 de Marzo, el ele-
mentó conservador,, rechazado en un principio, se
volvió á levantar poderes»;, imperativo en la per-
sona de Casimiro Peñes. Por primera vez , ,des-
pue6 de Julio, seformó en ¡el seno de las Cámaras
una mayoría compacta, resuelta y permanente.
Aquel ejército gubernamental, indisciplinado y


-^confuso hasta entonces, se dividió en. tres cuerpos
distintos que maniobraban con unidad y conjunto,


<*) Véase la biografía de Mr. Laffitte. .




22 PERSONAJES CELEBRES.


bajo la mano del fogoso - Ministro x el ala iz-
quierda'; compuesta de una fraecion notable de
la antigua oposición liberal de la restauración,
adicta á la nueva Motta'ttjüía; errf mandada por
Mr. Thiers, el' brillante transfuga despartido La-
ffttte-, marchaba bajó las órdenes de Mr. Guizot,
el hombre de voluntad inflexible y conservadora,
«1 ala'derecha formada áe los monárquico-consti-
tucionales de antes de Julio ; en cuanto al centro,
agregación de los indecisos é irresolutos de todos
los sistemas, seadmirabá dé ver por primera1 vez
fen Mr. Düpin, el liómbré masexeéiitrico y reacio*
un gefe obediente á la consigna y ardiente en la
pelea.


El Ministerio de > i 3 de Mfwzioy ayudado por
aquella triple' falange1, pudó marchar adelante,
hacer frente á lá «j)osicion en el interior dé las
Cámaras, vénéér-ai motín en las calles, forzar
W'puertas de' Ariiióná', y consolidar el sistema
fundado én Jtilio-, salvándole de la' exageración
de su principio. -><


Después dé ' la muerte de Casimiro 1%-ier,
sus soldados se Esputaron algún tiempo el man-
do; por ultimó, el ala izquierda y él ala dere-
cha se coaligaron | Mr. Thiers y Mr. Guizot se




G U I Z O T . 23


dieron iá mano, y se fundó el Ministerio do 11
de Octubre de 1832.


En la biografla de Mr. Thiers hoinos b o s '
quejado ya rápidamente la parte histórica dé la
administración del 11 de Octubre, y no habla-
remos mas de ella. Solo" diremos que tanto - eir
la tribuna como en el ; consejo, Mr. GUizot ejer-
ció una influencia sostenida y cota frecuencia
preponderante sobre los diversos actos de [áqüél
Ministerio, el mas duradero dé cuántos' sé *háh'
formado desde 1880. Ahora corrió entonces calla-
remos sobre el mérito mas ó menos disputado
de aquellos diferentes a«tosr nnestra'triision no'
es atacarlos ni defenderlos;


Únicamente, no considerando á Mr.. Gtíiiot'
sino como Ministro de la instrucción pública,
hay entre todos los trabajos de éu departamento
un acto glorioso qne los partidos mas hostiles
al hombre de Estado, han aprobado -unánime-
mente. La grande y hermosa ley dé 28 de Ju*
nio de 1833 sobre la instrucción p r i m a r i a c o n -
cebida, preparada, sostenida y ejecutada 'por
"ír . Guizdt, quedará en el porvenir como tina
de las creaciones mas nobles de nuestros tiem-
pos: el principio de la educación popular, adój^ -**


/S>'


u
\ >




24 PERSONAJES CELEBRES.


tado y proclamado por la revolución de 1789,
pero detenido en su marcha por los trastornos
sociales de los cincuenta últimos años, recibió
al fin su cabal cumplimiento bajo el Ministerio
de Mr. Guizot. Once mil conunes, es decir, la
cuarta parte de la Francia, privados hasta en-
tonces, de los beneficios de esa instrucción pri-
maria, que forma al hombre honrado y al buen
ciudadano, han visto levantarse al lado del hu-
milde presbiterio la modesta escuela donde acu-
de el hijo del pobre á buscar la luz,, ese otro
pan de las almas, que debe sostenerle al través
de las fuertes vicisitudes de su vida. Compon-
drían volúmenes las detalladas.; instrucciones di-
rigidas por Mr. Gufzot, con motivo de aquella
ley, á los Prefectos, a j o s Rectores, á los Alcal-
des, á las Comisiones de examen; son modelos
de nrecision y claridad. El trabajo mas bello de
esta clase, es sin disputa la circular de Mr. Gui-
zot á todos los maestros de los comunes de Fran-
cia. Hay tal vez en algunas pagiuas tanta elocuen-
cia verdadera, tanta poesía de estilo y de pen-
samiento, como en los mejores libros de nuestr.
época. ¡Con qué tierna familiaridad tiende el
Ministro la mano al pobre y oscuro magister




tíuizo'r. 25


de la aldea! ¡Cómo le ensalza á los ojos de to-
dos r y principalmente á los suyos propios! ¡Có-
mo le imbuye la importancia de su misión! pues
ambos concurren, cada cual en su esfera, ál
asegurar la gloria y felicidad del pais. Y después,
¡con qué paternal solicitud entra el hombre de
Estado en los mas ínfimos pormenores de las
relaciones forzosas del maestro con los niños,
con los padres, con el alcalde y el cura! «No
haya, esclama, espíritu de sect? ó de partida en
vuestra, escuela; el maestro debe elevarse sobre
las pasageras disputas que agitan la sociedad.
La fe en la Providencia, la santidad del deber,
la sumisión á la autoridad paternal, el respeto
debido á las leyes, al príncipe, á los derechos
de todos; tales son los sentimientos que se de-
dicará á desenvolver.»


¿ Hay acaso una página de una novela mas
tierna que el sencillo cuadro de los penosos de-
beres del maestro, y de los consuelos que debe
encontrar en sí mismo?


« Hay riquezas que atesorar, apenas hay fama
'•que adquirir en las penosas obligaciones que


'desempeña el preceptor. Destinado á ver pasar
su vida en un trabajo monótono > á encontrar




26 1'EifSONAJES CÉLEBHES.


algunas veces también en rededor suyo-'lu injus^
ticia, ó la ingratitud de la ignorancia, se entris-
tecería con frecuencia y t a i vez sucumbir/a' si
tío sacase su fuerza y su Vabr .de otra parte que
de la perspectiva de bri interés inmediato y p u -
ramente personalv Es preciso que Uu profundo
sentimiento de la importancia moral de sus tra-
bajos le sustente' y an ime; que el austero placer
de haber servido á los hombres y contribuido
secretamente al publicó' bienestar, sea el digno
salario que solo su conciencia puede darle. Su
gloria está en no pretender nada que se aparte
de su condición oscura y laboriosa, en desve>
iarse por hacer sacrificios, de que apenas tienen
cuenta los que de ellos se aprovechan, eni tra-
bajar por ¡último para los hombres, ¡y no espes-
rar la recompensa sino de Dios.»


Júntense estas páginas: de mansedumbre
patriarcal con las palabras implacables de Mr.
Guizot delante del ¡motin'; escúchesele tronando
desde lo alto de la tribuna contra el perverso
séquito de la revolución; véasele leyendo á Bos-
suet en el lecho de muerte de su esposa, ó ar-
rojando con estoica mano el primer puñado de
tierra en la tumba de su hijo; y dígase s i no




OUlZOT. 27


hay algo estraordinario, grande y poderoso en
esa personalidad, en la que. se encuentran á un
tiempo reunidas, la fogosidad de; Lutero, la
untuosa dulzura de Melanchton, la impasibilidad
de Epiéteto, la bondad de Fenefen, y la'seve-
ridad inflexible de Riehelieu.


Pero volvamos á la historia ministerial de
Mr. Guizot. El Gabinete de 11 de Octubre fue
disuelto después de cuatro años de existencia^,
por dos causas, una esteno*'é> interior-la otra:
pasada el peligro, fue rorisiderade conio dema-
siado compresivo, ante las Cámaras : la mayo •
n'a que le habia sostenido se debilitó y dislo-
có, y en el interior estallaron disensiones entre
dos espíritus igualmente eminentes. Mr. Guizot
se retiró y no se declaró en abierta hostilidad
eoñtrá la administración sino después del adve-
nimiento del Ministerio Mole, el 15 de Abril.
Mr. Guizot juzga severamente la política que com-
batía, describiéndola de este modoí


«Política sin principió y sin bandera-j llena de
espedientes y de esperanzas, que siempre vaci-
íSnte, se apoya en todos lados, y no adelanta


'Vealmente hacia ningún fin ;¡ que esplota , por
últimot fomenta y agrava esa' incertidumbre dé




28 PEHSOWAJES CELKWiES.


los ánimos-, fesa molicie de los corazones, esa
falta de fá, de consistencia, de perseverancia y
de energía que causan el mal estar del pais y
la debilidad del poder.»


¡Y para fortalecer el !poder, se arrojo Mr. Gui-
zot en la oposición! Algunos creyeron que erra-
ba el golpe; no nos atraveremos á resolver
la cuestión; pero de todos modos la máquina
del Gobierno estuvo algún tiempo parada, y la
eausa de Mr¡ Guizot en peligro.


.Grandes sucesos tuvieron después lugar eu
Europa, y Mr. Guizot volvió á aparecer en los
negocios, en circunstancias muy difíciles-. Lla-
mado -por el Ministerio de 1 2 de Mayo para reem-
plazar en la embajada de Londres al mariscal
Sebástiani, conservado en aquel puesto por el
ministerio de ífi de Marzo, y encargado de de-
fender los intereses de la Francia en la tempes-
tuosa cuestión de Oriente, Mr. Guizot habia
principiado bajo los mejores auspicios. El brillo
de su nombré , la dignidad austera y sencilla de
su persona, su perfecto conocimiento de las cos-
tumbres, de la lengua y de la literatura inglesa,
todo hasta su calidad de protestante, habia con-
tribuido á graugearle el aprecio de la mas altiva




G U I Z O T . 20


y faustuosa de todas las aristocracias. Se arreba-
taban á Mr. Guizot en los salones de West-End,
y ningún embajador francés desde ,Mr. de Cha-
teaubriand, habia obtenido tan ,buen éx i to ,En
el Foremg-Office, parecía que se zanjaban igual-
mente- las dificultades diplomáticas; se inclina-
ban á recíprocas concesiones, cuando estalló de
repente la insurrección de Siria, Desde aquel
momento, cambió la posición de: Mr, Guizot. El
Gabinete inglés entrevio la posibilidad de-alcan-
zar, su objeto sin que: la Rusia saliese del Mar-
Negro, y convencido de que'Ia Francia no obra-
ría contra el poder, tan grande en nuestros dias,
de los hechos consumados, se resolvió á pres^
«indir de.su concurrencia. Se usó de artificio con
Mr. Guizot, se ocultaron de é l , y el día i'4 de
Julio aun enviaba á París esperanzas-, en el mo-
mento mismo en que se firmaba el tratado que
aislaba á su pais.


Sabidas son las consecuencias del tratado de
15 de Jul io, cómo cayó el Ministerio de 1 « de


^ l a r z o , y en qué situación fue encargado Mr. Gui-
zot de formar el Gabinete de 29 de Octubre.
Sobretodo esto habría materia para grandes ob-
servaciones, que tendrán lugar en otra parte. De




30 PERSONAJES (CELEBRES.


jemos seto consignado: aquí, que la ¡Francia en-
tera?, sin esceptnar el Diario de los Debaten^
creyó por tín momento llegada la hora de hacer


eñ el estertor un acto de energía. Mr. Thiers tu-
vo entre las manos aquel momento, y lo dejó
escapar. Si al ruido del cañón de Beyrouth sehu-
bieran convocado las Cámara», nadie puede
proveer 10'que'hubieran resuelto. ; Guando Mr.
Thiers quiso obrar , ya no era tiempo; y Mr. Gui-
zot , partidario decidido de la paz , Mr. Guizot,
quitf desde Londres había declarado (véase su car-
ta á Mr. de Broglie): que. la cuestión de Siria
Boleparec ia un caso de guerra legítimo, ha po-
dido fácilmente, después del memorándum de Mr.
Thiers, •probar á la gente sensata que el armamen-
to de 900,000 hombres iba á f revocar eft el es-
trangero otro igual , y que la guerra en la pri-
mavera próxima i era la guerra con todas las
desventajas del tiempo perdido, y de los hechos
consumados, la guerra después de destruido el
objeto, y sin esperanza del resultado, en una
palabra, la guerra por hacer la guerra.


Sin embargo, por mas que Mr. Guizot haya de-
clarado muchas veces que la Europa le parecía
decidida por la paz en el presente y el porvenir




G U I Z O T . 31


110 ppr eso dejó de creer que debía asociarse á
una medida puramente defensiva , es verdad, pe-
ro evidentemente concebida y emprendida para el
caso d e una guerra'europea. Hablamos de las
fortificaciones ele Paris. La conducta de Mr. Guir
Sot en aquella circunstancia, nos. parece muy
beJlay digna; ds él; en medio: de la repentina
y violenta antipatía de la mayoría ! de la Cáma-
ra, contra su autecesor; cuando muchos: recha-
zaban la, medida por la útdccc y juiciosa razón
de, cn^esp^ovenia de Mr. Xhjers, es mas que pro •
bab̂ le. que se hubiera desechado el proyecto de
ley, sin el apoyo del Ministerio. De consiguien-
te Mr. Guizot no quiso, por el mezquino pla-
cer de humillar y comprometer á un rival que
había tenido con él pocas consideraciones , sacri-
ficar una,gran medida de seguridad y porvenir,
Tomó bajo su protección el pensamiento: de, Mr.
Thiers, lo sostuvo epn su imponente palabra, y
gracias á él , se llevará á cabo. Los que quieran
conocer á fondo al hombre de estado, lean con
atención el último discurso de 26 de Junio de 1841;
Mediten sobre todo este pasage: «Tengo algunas


.aveces envidia á los oradores de la oposición: cuan-
do están tristes, cuando simpatizan vivamente




3 2 P E R S O N A J E S CELEBRES.


con los sentimientos públicos, pueden venir á
este sitio á desahogar libremente su tristeza, y
espresar coi)} libertad sus simpatías; {Señores, los
hombres que gobiernan el país > tienen deberes
mas severos. Cuando este necesita calma, no es
permitido á t los hombres1 del Gobierno escitar en
él los buenos sentimientos, que le irritarían y com-
prometerían. Hay tristezas que es preciso conte-
ner, mientras otros tienen el gusto de comuni-
carlas.» Estas palabras encierran á Mr. Guizot.


¿Trataremos ahora de reasumirá Mr. Guizot?
Puede considerársele bajo cuatro aspectos; como
hombre particular; como escritor; como histo-
riador ; como orador y hombre político.


Nadie ha dudado jamás de su virtud como
hombre particular; dejemos hablar mas bien á
uno de los enemigos políticos mas violentes de
Mr. Guizot.« ¿Por qué no diré, tanto deseo tengo
de ser imparcial, que Mr. Guizot tiene costum-
bres ríjidas y puras, y que por la elevada mora-
lidad de su vida y de sus sentimientos, merece
el aprecio de las gentes honradas? (*)'


Mr. Guizot, como escritor, tiene un estilo que


C) Estudios sobre los oradores parlamentarios, por Ti- '
mon (Mr. Corraenin). Tomo, l i , página 9.




G U I Z O T . 33


es conocido entre mil. Con la pluma en la mano
toma un tono firme y decidido, va derecho al ob-
jeto , no está exento de una especie de t irantez, y
gusta sobre todo d e ' l a terminología abstracta;
la forma con que reviste su pensamiento es á veces
oscura ; pero el pensamiento es tan c laro, tan br i -
llante, que siempre se trasluce al través de ella.


Como historiador, Mr. Guizot ha hecho emi-
nentes servicios á la ciencia. Todo el mundo sabe
que e s , con MM.fcThiers, Sismondi y Míchelet,
uno de los gefes'de esa escuela histórica moder-
na, que nos ha enseñado á salir del presente para ir
á escudriñar lo pasado, y á no medir á los hom-
bres y á las cosas de otros tiempos, con la medida
del dia.


Mr. JGuizot, como orador, tiene un gesto no-
ble y severo. Pequeño y débil de estatura , es ele-
vado y altivo en su aire y en su modo de decir;
su voz es [imponente y~ sonora; su palabra tran-
quila ó vehemente, pero siempre pura y esmerada;
tiene mas energía que gracia; persuade mas bien
que conmueve. En resumen, cuando Mr. Guizot
*ubeá la tribuna, amigos y enemigos atienden;


i no se habla y a , no se tose , y nadie se, duerme.


Se ha hablado muchas veces de la versatibilidad
3




34 PERSONAJES CELEBRES.


política de Mr. Guizot , de sus repentinos cam-
bios , de su oposición de otro t iempo, y de sn
servilismo ac tua l ; pero de las palabras, de los
escritos y dé los actos de Mr. Guizot en todas
épocas, resulta al contrario, para nosotros, el pro-
fundo convencimiento, que salvas muy pequeñas
cscepciones de detalles , el carácter general y dis-
tintivo de su personalidad de hombre de Estado,
es la tenacidad y el espíritu consecuente; en una
palabra, Mr. Guizot era en los negocios en tiem-
po del Ministerio Decazes lo mismo que nos pa-
rece hoy. Veamos de esplicar nuestro pensamiento
sin lisonja y sin odio.


La Providencia propone á las sociedades huma-
nas un enigma eterno, cuya palabra se ha reser-
vado. Ha habido y habrá siempre lucha entre dos
principios opuestos, el derecho y el deber , el
poder y la libertad. En presencia de estos dos
elementos hostiles, que los espíritus eminentes da
todos los siglos se esfuerzan en conciliar, ningún
hombre permanece enteramente frió é imparcial.
Las verdades matemáticas son del dominio de ' l a
cabeza, y no se apasiona imo por ellas; las ver-
dades políticas obran á la vez sóbrela cabeza y el
corazón , y nadie puede librarse de un involuntario




GUIZOl . 35


movimiento de atracción ó repulsión, según su
naturaleza, la tendencia de su espíritu, y su misma
individualidad. Los unos se ocupan mas espe-
cialmente de libertad; los otros son mas ó menos
inclinados al poder; para los unos el papel de t r i -
bunos, páralos otros el de ministros; á aquellos
el sentimiento de la independencia, á estos el
instinto de la autoridad.


Mr. Guizot es esencialmente de estos últK
mos; es una inteligencia superior y progresiva:
pero dominadora por;naturaleza, ¡y de gobierno
por convicción: para é l , la Francia actual , fun-
dada en dos grandes victorias del; principio de
libertad, está naturalmente arrastrada á medir
su triunfo; y de los dos elementos igualmente
necesarios á la vida social, el mas débil en el
dia, el vencido, es el poder.


Partiendo de este dato, Mr. Guizot procura
restablecer el equilibrio entre los dos puntos de
apoyo del edificio, dando al uno lo que sobra
al otro, y combinando aquel reparto de fuerzas
en.cier tos límites, con ciertas medidas,, cuyo
pormenor siria demasiado largo y complicado.


: Por poco atentamente que se lean ahora los
folletos políticos de Mr. Guizot durante la res-




36 PERSONAJES CELEBRES-


tauracion, se descubre al momento una simpa-
tía real hacia el mismo poder. La-i legitimidad
se; exagera su derecho, empujada'á un tiempo
por amigos imprudentes y enemigos 1 insidiosos;
navega hacia un escollo; Mr. Guizoty desde
la altura en qtfe se colocó vé el peligro, recon-
viene á los que dirigen lá maniobra; ya habia
encallado el navio, y aun gritaba: ¡virad de
bordo!


: La p o l u c i ó n "de Julio-^deiífütó-ta) vez un
iastante &> Mr. Güizot, pero no ' l e desanimó;
asi fue que desde el dia ! 29!, cuando él princi-
pio, objeto, de su solicitud, fue - derribado por
1» masa popular, se le vé apresurarse en levan-
tarle táe; nuevo ¡poco á poco, en ponerle otro vez
de pie, en reanimarlo por grados, ¡ y por últi-
mo, empujarle atrevidamente haría la; dirección
qué quería darle antes de su caida.


Por ú l t imo; ¿qué-es Mr. Guizot? Antes de
todo os nn 'hombre de poder y dé gobierno, y
a lp rOpió tiempo el- mas independiente de los
hombres; sufriendo el yugo dé los principios
que 'ha adoptado, y l levándola cabeza erguida
en las cuestiones ote peraonasf-políticode mucho-
valor',* apw»íindose i 'éJi cuanta vate;v mas con-




GUIZ0T. 37


vencido que entusiasta; mas engreído con la
aprobación de su conciencia, que con los ho-
menages de la muchedumbre; dotado en el mas
alto grado de esa fuerza de voluntad, y de esa
perseverancia que constituyen al hombre de Es-
tado; mortal enemigo de cuanto se parece al
desorden, y capaz, en último estremo, de ar-
rojarse sin vacilar al despotismo que no ama,
antes de sufrir la anarquía que aborrece.












s o n d e s celekes lei Ц Ъ Ж




y


MAHMUD II.


« Los anales, del Imperio dirán ¿si
fue útil ó perniciosa la reform» á la
unidad del mismo, á [la .conservación
de la creencia , y á la felicidad de


ios adictos ájellal» • '
Revista de Madrid.—Segunda Se-


r i e , T o m o l i , pág. 285.


Vamos á bosquejar la vida y los sucesos
principales del reinado de un monarca absolu-
t o , que apesar de estar dotado de la voluntad,
ñnfte qué poseen de ordinario los hombres in-
vestidos de un poder despótico por derecho de
nacimiento, solo después de una lucha de.diez


/ - . - I I . •'/ - : ••¡>.i-;V-- > \ .-. 11--.,! • j .
y nueve años, pudo sujetar la rebelión en las




2 PERSONAJES CELEBRES.
provincias de su imperio, y la indisciplina de
los genízaros en la capital; hechos que induda­
blemente descubren una grande impotencia en
el gobierno | c2ua l ,d> yipju^a. Verdinos á Mah­
mud luchárítlo con el fanatismo y preocupación
de sus pueblos, ceder no pocas veces á sus
sublevaciones, y á la Puerta precisada á po­
nerse bajo la, protección de la Rusia , su ene­
miga ̂ natural , y la que mas daños le ha cau­
s'adjj.' \Tf¡l i¡éz la generación actual presenciará
la destrucción del Imperio Otomano, impotente
para resistir después "de su desmembración, y de
destruidos y socabados los elementos que cons­
tituían su fuerza. Grandes y útiles reformas ha
introducido Mahmud en su Imper io , pero tal
vez ellas mismas han contribuido á su aniqui­
lamiento, porque han destruido el entusiasmo
político y religioso, que son los mayores resor­
tes para conmover á los pueblos, y para lle­
varles á grandes empresas. ,


Malímúd í l Kan y Padischali, Sultán de los
Osmánlies, 29.° soberano de la raza de Osman,


.~.-\<v,r. . :,:uo ';e("¡ •> i>> •""< 26.° Gran Sultán , y 21.° Califa , la sombra de
oi\­:­­v¡­b ус < ' - ; П . V . b ' ' ' яГ> <>¡<I;.:iv Atan sobre la tierra, nació en 2 de Setiembre


de 1789 , v era el hijo segundo de Ahdul­Hamid,
•. : , ! ¡ i i í :í>" ; ­"f"' _ 1 '''i ; ­ ) | Ч У I, i 1' • f .'<M ' / ' ¡ I " !




MAHMUD. 3


muerto en 20 de julio de 1785 ; fué educado en
el antiguo serrallo por los codjus, con cuidados
casi iguales á los que tenian los pullaris de la
antigua Roma por los pollos sagrados que pre-
sidian á los destinos del pueblo rey. Selim III,
durante su cautiverio, edueó á Mahmud, y le
enseñó á espresarse bien en turco y en árabe;
pero no imitaba éste su clemencia y generosi-
dad, y continuaba en ser tenaz, inexorable,
violento y cruel. Sü hermano mayoryMustafá IV,
que al' subir al t r ono , á consecuencia de la re-
volución de 1807 , no quería tener que temer á
ningún pretendiente á la corona, dio orden de
matarlo; pero el pagador del ejército Ramir-
Effendi, á la cabeza de 2,000 AlbaneseS se apo-
deró de la persona del joven Mahmud, y le
salvó la vida. Mas adelante, el 28 d e Julio
dé 1808, el atrevido Bairaktar, bajá de Rusc-
sak, destituyó á Mustafá IV, y ciñó á Mah-
mud la espada de Osman. En el mes de Noviem-
bre siguiente, irritados los genízaros con las in-
novaciones militares del gran visir Bairaktar,
atacaron el serrallo, y aquél ministro, se voló
junto con sus enerados, después de haber hecho
dar la muerte á Mustafá y k su' madre , á quie-




4 I>£KSONAJE£ CEI.EBHES.


nes tenia prisioneros. Tuvo lugar este suceso el
16 de Noviembre de 1808. La lucha entre los
seimens (asi se llamaban las, tropas equipadas á
la europea, y que Mahmud habia declarado que-
rer conservar) y los genízaros, antigua fuerza
del imperio, duró 36 horas en el serrallo y en
la c iudad, en medio del saqueo y del incendio.
Triunfaron los rebeldes, y Mahmud se vio for-
zado, á parlamentar con ellos, y á suscribir á to-
das sus exigencias. Ninguna mejora .era ya po-
sible , después de tales horrores, á pesar de que
insistía Mahmud en su voluntad de hacerlas:
todo lo conseguían los genízaros por medio de
la violencia, la destitución y muerte de los.ge-
íes militares, y de los ministros que intentaban
establecer el orden y la disciplina en las tropas.
«Mahmud, dice Mr. de Ponqueville, para afian-
zarse eri e l ' t r o n o , manchado con la sangre de
su tio Seli'm y de su hermano, hizo estrangu-
lar al hijo de Mustafá IV", que solo contaba tres
años , ; y encerrar en sacos y arrojar al Bosforo
á tres sultanas que se hallabani:en cinta. » Asi
es que; quedó:el últjmo y único vastago de la
raza del, 'profeta,- Con ¡él s e s t n i ó en el trono^el
terror , y su voluíitad.- se manifestaba por actos




M AH MUD. 5


de uua "sangrienta crueldad; Sin consejeros, sin
dinero, y casi sin ejército, tenia que proseguir
la guerra contra la Rusia , y combatir a los
Servios. Por úl t imo, después de agotados todos
los recursos del Estado, el Diván, dejándose
guiar por el poder de la Inglaterra, concluyó
con la Rusia la paz de Bucharest (28 de Mayo
de 1812) burlando las esperanzas de Napoleon
que de acuerdo con la Prusia , había proclama-
do la conservación de la integridad de la Tur-
quía. La predilección que aparentaba tener por
la' civilización europea aquel dueño absoluto de
la vida y haciendas de 25 millones de hombres,
distaba mucho de ser sincera. Educado en el
serrallo, en donde la favorita ó sultana madre,
conforme con el uso , no da á su hijo otro nom-
bre que el de Leon mió! Tigre mió! Mahmud
no respetaba ley alguna, y solo cedia á la ne-
cesidad. Los horrores que acompañaron á su
ascenso al t rono , y los peligros que sin cesar
le han rodeado, debieron endurecer su corazón,
^ persuadirle de que la energía consiste en la
crueldad.


Como todos los sultanes deben dedicarse á
un arte, Mahmud escogió el'de la caligrafía, y




6 PEB.SOM AJES CELEBRES.


adelantó mucho en él. Engreído con esta ventaja,
resolvió escribir él mismo sus órdenes personales
{Kiatsherifs), y redactar un diario de. sus pen-
samientos. No tardó en ser tan grande la can-
tidad ds papeles que tenia en su sofá, que le
obligó á tomar un archivero de toda su con-
fianza. Confirió aquel encargo á su barbero (Ber-
ber-Bachi), que no sabia leer ni escribir; pero
á quien por lo mismo consideró mas digno de
obtenerla^ Mahmud tenia ademas otro favorito,
Khalet-Effendi, cortesano solapado,, cuyps inno-
bles, bufonadas le agradaban, y que por este
medio le dominaba. Este hombre que fue en, un
principio secretario del director, de las carnice-
rías de Constantinqpla, y d^spues.embaja^or de
Selim IH cerca de Napoleón,(en 180,6),, fue.con-
ducido á Mahmud desde los cafés, de Calata,
por Berber-B^chi, su íntimo amigo; y los dos
fueron el centro de las intrigas que se estendiau
desde el serrallo á las provincias. Khalet reunió,
por medio de los regalos que aceptaba, rique-
zas inmensas, y su influencia ,np .tardó^en ser
tan grande que dirigía él solo al Diván, lo mis-
mo que al Sultán. No pudo conseguir, sin em-
bargo, que el Mufti le admitiera entre los Ule-




MAHMUD. 7


mas, púas está casta privilegiada le rechazaba
porque era hijo de urí pellejero, y hombre mun-
dano que bebia vino; pero hizo desterrar al
Mufti, y su sucesor y él nuevo gran Visir hi-
cieron cuanto querían Berbér-Bachi y Khalet-
Efféndi. Khalet no aceptó ningún gran destinó,
con el objetó de evitar toda responsabilidad en
el caso dé que salieran mal los proyectos qué
él aconsejaba; pero en desquité partía el botin '
de los gobernadores que saqueaban las provin-
cias, y corrompía los miembros del Diván, ha
cieñdolo de modo ta l , que ni una sola queja
contra él llegó á oidos del Sultán. Mr. Pouque-
ville pretende que el Emperador mismo partía
coli sus favoritos las multas impuestas á los
grandes. Sin*embargo, Madmud tenia una con-
ducta altiva y firmé con los gabinetes cristianos.
La pronta administración de justicia en la ca-
pital, unida á una policía severa que vigilaba
él mismo saliendo de noche disfrazado, ha pro-
bado que tenia á un tiempo energía y sagacidad.
Con tódó ¿ los altos funcionarios y los hombres
poderosos fueron' siempre juguete dé "sus capri-
chos, y víctimas'de su avaricia "y dé susreceíos.
No hárjfá grande alguno del imperio í bien fue-




8 PEHSONAJES CELEBRES.


se inocente ó culpable, que tuviera seguridad
en su vida ni en sus bienes: de aqui provino
la inclinación general de los turcos á las suble-
vaciones, y el maquiavélico sistema del Diván,
de atizar á los sátrapas unos contra otros para
que fueran instrumentos de su propia destruc-
ción ; de desterrar á los mas atrevidos y odio-
sos depredadores „ y de hacer estrangular, bajo
cualquier pretesto, á los ejecutores de las órde-
nes de destierro, para apoderarse á la vez de
los tesoros de unos y otros. Asi e s , que el go-
bierno de Mahmud era una lucha continua entre
la traición y la revuelta, lucha que ha hecho
á la Puerta mas y mas dependiente de la vo-
luntad de los sátrapas poderosos y felices, y de
las victorias de las poblaciones atrevidas y re-
sueltas. Asi fue como lograron los Servios subs-
traerse de la dominación del Bajá de Belgrado,
y hacerse dueño absoluto del Egipto, Mehemet-
Alí-Baja, el vencedor de los Wahabitas , y ; del
Bey de los mamelucos; asi fue como los baja-
latos de Romelía, Viddin, Damasco, Trebizon-
d a , San Juan de Acre, Alepo, Bagdad, Lata
kieh' y otros, cambiaron sus opresores después
de sangrientas insurrecciones; asi el temerario




MAHMUD. 9


y solapado Ali-Bajá de Janiua , se erigió en so-
berano independiente del Epiro. Mahmud, para
apoderarse de los bienes de este Bajá, instigado
por Khalet-Effendi, hizo que le declararan cul-
pable de alta traición. Aquella medida , que
comprometió á la Puerta en una guerra civil,
en la que descubrió su debilidad, desesperó á
los griegos, y les hizo empuñar las armas para
proteger su religión y conquistar su libertad. El
embajador británico comunicó el plan de los
griegos al gobierno turco (*), y Khalet-Effendi
resolvió esterminarlos, «Todos los cristianos, que
puedan hacer uso de las armas, dice este últi-
mo , en nombre de Mahmud, al Seraskier Is-
mael y á Kurschid-Bajá, serán muertos. Los jó-
venes serán circuncidados; se organizarán con
ellos tropas que se instruirán á la europea, y
para no ofender á los Ulemas, se les llamará
genízaros.» Después de la caída de Al i , Kurs-
chid-Bajá recibió del gran señor la orden de
matar á toda la población del Epiro , sin escep-
tuar las mugeres ni los niños, de estermi-
%


(*) Véase la Historia de la regeneración de la Grecia
por Pouqueville, volumen H, página 171 y siguientes.




10 PERSONAJES CELEBRES.


¡*i Véase el mismo autor , tomo III , página 585.


itar los Moreotas, y devastar toda la Morea (*)
Finalmente, cuando Mahmud hubo esterrrií-


nado á sus ene uigos eu la capital y en los dos
principados donde principió la insurrección; des-
pués de vencidos los sátrapas rebeldes con los esfuer-
zos de Otros bajas ambiciosos ; y cuando vio á sus
pies la cabeza del terrible Alí; cuando por la
mediación de la Inglaterra', hubo hecho la paz
con la Persia en • 1823, ía cual puso término á
una guerra poco gloriosa': y cuando ya nada te-
nia que temer de los Wahábitás, se aumen-
tó su orgullo y su obstinación, y fue más arro-
gante, mas cruel todavía. Hizo matar á los hijos
y los nietos de Alí, el' cual se le había some-
tido bajo su promesa de salvarle la vida. In-
flexible1 en su sistema de exterminar á los rajahs;
se resistió á las justas reclamaciones d é l a s po-
tedcias europeas, y'sólo les hizo algunas ligeras
concesiones relativas al restablecimiento de las-
iglesias destruidas , y á los intereses comerciales.
En cuanto á la Moldavia y la Valáchia'; no con*
sintió énevacuarlashastá el'23 dé Junio dé 1824,!


después de tres años de mediación de parte del




M . V I I M I l ) . I I


embajador de Inglaterra. Sin embargo , Mahmud
temblaba cuando los genízaros alborotaban la
ciudad con incendios, asesinatos y robos. Para
tranquilizar á aquel populacho, todo lo sacri-
ficaba; los hombres mas distinguidos, sus mas
próximos parientes, sus amigos mas íntimos y
antiguos,, y hasta sacrificó á K.halet-Effendi,.que
le era indispensable. Los genízaros consideraban,
á este favorito como la causa primera de la per-
judicial; insurrección de los; griegos ; veian en él
al autor, de todas, las medidas opresivas dictadas
para, subvenir, á la escasez de dinero que tenia
el Gobierno, al paso que reinaba en el serrallo
la mayor prodigalidad. Fijábanse pasquines que
le irritaban; en los cuerpos de guardia se can-
taban coplas satíricas contra la Khasnadar-Ustá,
favorita del Sultán , la cua l , decían, costaba mas
á aquel príncipe que el mantener un ejército.
A los, ruegos de esta muger ordenó el Sultán
que se, tratasen con consideración las ciudades
de Scio, que suministraban al harem objetos de
lujo. En vano Khalet hizo dar muerte á genéra-
le? ó quienes atribuía los sucesos de la Grecia,
y á griegos de distinción que señalaba como trai-
dores; eu vano distribuyó oro á manos llenasen-




12 PERSONAJES CELEBRES.


tre los rebeldes; al fin la sublevación estalló en
1822. El Sultán desterró- de la capital á aque-
llos dos grandes funcionarios, lo mismo que á
Berber-Bachi y Khalet-Effendi; fueron destituidos
y muertos un gran número de empleados públi-
cos, y la Khasnadar-Ustá, después de haber re-
cibido un fuerte castigo del gefe de los eunu-
cos , fue encerrada con varias otras odaliscas en
un lugar de corrección del harem.


Desde aquella época hacia Mahmud cuanto pe-
dían los genízaros por medio de diputados que
tenían asiento en el Diván. Sin embargo des-
de que apareció restablecido el orden, resolvió
castigar la ostinaeion de aquella soldadesca. El
gran visir, Abdallah, amigo de los genfzaros, y
el ágá de estos, enemigos ambos de Rhalet,fue-
ron destituidos y ^estrangulados en seguida. Los
grandes preparativos de la cuarta campaña con-
tra los griegos (en 1824); la probabilidad de
una próxima reconciliación con la Rus ia , que
acababa de anunciar el Diván el envío de un mi-
nistro plenipotenciario á Constantinopla ; la coo-
peración del virey de Egipto contra Candía y
contra los Moreotas; la llegada del general Gui-
lleminót como embajador francés; la armonía




M A H M U D . 13


que reinaba entre la Puer ta , el Austria é In-
glaterra ; la toma de Ipsara en 3 de julio de 1824,
y algunos otros acontecimientos favorables, llena-
ron al Sultán de temerarias esperanzas. Pero
cuando la severidad de su yerno y nuevo favori-
to Hussein-Bajá, agá de los genízaros, y las me-
didas de rigor adoptadas por el gran visir Gha-
l ib , dispertaron la antigua exasperación; cuando
se recibió de Tesalia la noticia de la derrota del
Seraskier Dervich-Bajá, causada por los Helenos
en junio de 1824; y el aviso del Epiro de que
Omer , agente (urio?ie) de la Puer ta , nada podia
hacer allí'; cuando se presentó la flota griega
delante de Ipsara y los Dardanelos, y burló las
operaciones del capitán Bajá contra Samos , el
furor ^de los genízaros de Constantinopla es-
talló de nuevo; imputábasele que hacia pasar
á su hijo: primogénito , Abd-Ul-Shamid (nacido
en 5-de mayo de 181-3), por e p i l é p t i c o y que
le ocultaba á la vista del público , para poderle
envenenar en el caso de que intentaran los re-
beldes sentarlo en- ; el trono de Osman. Para evi-
tar los incendios y los robos, y para su propia
salvación, destituye Mabmud á Hussein-Bajá y al
Aga del Arsenal; ios desterró, y el -4-de'agosto.,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


de 1825 fue con su hijo á la Mezquita. Poco
después (el 14 de setiembre) se vio precisado á
nombrar al Bajá de Silistria Gran visir, en reem-
plazo de Ghalib. Con todo, los peligros que ro-
deaban á Mahmud, solo contribuian á aumentar
su energía; fermentaron poco á poco en su ca-
beza planes ds reformas radicales, y principió
á ejecutarlos con medidas de policía muy rigo-
rosas. Su vigilancia se estehdió basta á la Biblia
de los cristianos, cuya distribución en el imperio
prohibió muy severamente (12 de Agosto de 1815).
Una actividad mayor en los trabajos del arsenal,
é importantes mejoras en la marina, dieron á
la flota turca cierta superioridad sobre la griega.
Los nombramientos de Seraskier y de Capitán
Bajá, que recayeron el primero, en Redchid-
Bajá, y el segundo en Khosrew-Baja, eran mas
acertados indudablemente que los anteriores. El
Diván por medio de brillantes promesas obtuvo
el eficaz auxilio del virey de Egipto en Morea;
pero diferió de un mes para otro el atender á
las reclamaciones de la Rusia. Sin embargo,
cuando el emperador iNicolás insistió en un pron-
to arreglo, vióse forzado el Diván á aceptar el
14 de.mayo de 1836, el ultimátum que había




MAHMUÜ. 15


entregado Mr. Minziakhy el 15 de abril ante-
rior, y solo entonces fue cuando las- tropas turcas
evacuaron la Moldavia y la Valachia. La cues-
tión turco-rusa tuvo en seguida una solución
definitiva con el convenio de Aeterusan de 6 de
Octubre de 1826, por «1 cual concedió Mabnrad
cuanto exigía la Rusia. Dicho convenio no se
ejecutó S¡JI embargo hasta el raes de Mayo de 1827,
y en consecuencia Mr de Ribeaupierre tuvo la
primer audiencia d^l.grau: Vis i re ! 7 de Junio,
y del Sultán el 14.


Lo, que principalmente indujo al Sultán á
ceder á la Rusia, fue la reorganización de su
ejército, principiada apenas a la sazón, y que
presentaba grandes riesgos. El licénciamiento de
los gen/zaros que Mahmud meditaba mucho tiem-
po, habia, no se decidió hasta después del incen-
dio; que causaron.en lqs arrabales d« Galat«j y
que. duíó desde el r í 3 al 5 de enera-de;, 1826.
Para el efecto, en 29 ;de Ma}-o del mismo año,
espidió, fifi hatti-sherif sobre la disciplina de
sug tropas y la reorganización ¡del-ejercitó:..; ¡A
consecuepci.a,. de esta medida, insurf eceionáronse
en masa los geni^aros d,e ConstaiHinopJa v él 14
de Junio,; perp e lSu l t an lHzp tremolar el,«s>taa~




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


darte del profeta, y después de obstinada lucha,
logró el 15 rechazar á los rebeldes. Entonces un
fetva del Mufti, apoyado con un firman del
Gran Señor, declaró disuelto y maldito el cuerpo
de genízaros, y Mahmud manifestó en aquella
ocasión tanto valor como firmeza. La organiza-
ción del nuevo ejército á la europea ha seguido
con la mayor actividad, de modo que puede de-
cirse que Mahmud ha hecho eon buen éxito una
d é l a s mas peligrosas'reformas.


El Reis-Effendi remitió en 9 de junio de 1827
al embajador ruso y á los demás representantes
de las potencias cristianas una declaración nega-
t iva, concerniente á la cuestión greco-europea; y
asi fue que Mahmud. cuando el tratado de paci-
ficación de Londres de 6 de Julio de 1827, le
anunció la mediación armada de la Rusia , la In-
glaterra y la Francia en las contestaciones entré
los griegos y la P u e r t a , rechazó de un modo
perentorio toda intervención de los estados cris-
tianos. «La Puerta, dijo el Reis-Effendi á los em-
bajadores de Rusia é Inglaterra, perecerá antes
que permitir «na intervención cualquiera que sea.'»
La destrucción dé la escuadra tarea en NavaHno
no doblegó ta volumad ; de Mahmud' sobre éste




MAHMÜD. 17


punto ; pero su cólera desdeñó vengarse con los
cristianos que se fta/íanan en Constantinopia. Los
embajadores de las tres potencias signatarias del
tratado de Londres abandonaron la capital de la
Turquía. La gran Bretaña parecía querer aproxi-
marse á la Puer ta ; pero irritada la Rusia con
Ja falta de ejecución del tratado de Acterman, y
con las medidas amenazadores del gobierno tur-
co , declaró la guerra á Mahinud en 1828. En
la batalla de Kustewtcha (el 11 de Junio de. 1829)
fue derrotado el nuevo ejército t u r co ; pero la
vuelta á Constantinopia de los embajadores de
Inglaterra y Francia, sostuvo sin embargo el áni-
mo de Mahmud, basta que el general en gefe
ruso, el conde Diebitsch-Sabalkanskoi, ocupó
á Andrinópolis el 20 de Agosto... Entonces queda-
ron abiertas al vencedor las puertas de Constan-
tinopia ; pero Nicolás ofreció, por medio del te-
niente general prusiano de Muffling, otra vez la
paz á Mahmud, el cual la estipuló con él en
Andrinópolis en 14 de Setiembre.
^ Mahmud después de esta guerra solo se con-


sideraba seguro en su campamento y en medio
de sus guardias. Según los informes dados por
Walsh y Macferlati, era este príncipe en su par-


2




18 PERSONAGES CÉLEBRES.


ticular dulce y afable, y tenia bastante talento
para preferir las instituciones europeas á las de
su pais. Desde 1828 ha europeizado la barba y
el turbante : ha reformado el trage de las inu-
geres turcas , y les ha dado mayor libertad. Con
todo, Mahmud no era un general, ni son una
nación sus subditos. Se ha apagado el fanatismo
de los otomanos, y en la desgracia no encuen-
tra el despotismo ni fidelidad ni adhesion.


Un hombre de genio ha conseguido algunas
veces regenerar un imper io , y detenerle cuando
corría á su ruina. Esto ha querido ensayar Mah-
mud en Turquía , sacándola de su estado de de-
crepitud, como Pedro el Grande sacó de la bar-
barie á su pueblo ; y la Europa ha visto con ad-
miración sus inauditos y enérgicos esfuerzos pa-
ra introducir entre los Turcos las a r tes , la in-
dustria y la civilización. Juzgóse de la nación
por su gefe , y se creyó que habia conseguido
comunicarle su valor y fuerza. Asi fue que al
principiar el año de 1831, cuando la insurrec-
ción polaca hacia frente al coloso moscovita,
cuando todo amenazaba á la Europa con una con-
flagración general, volvióse la vista á la Turquía
para contemplar si aprovechaba una ocasión fa-




M A H M Ü D . 19


vorable de vengar las afrentas de la última cam •
paña con la Rusia. Creyendo el embajador fran-
cés en Constantinopla en un pronto rompimiento,
á pesar de carecer de instruciones de su gobierno,
hizo presentir al Reis-Effendi las ventajas que re-
sultarían á la Turquía de unirse en aquel caso
á la Francia; y por medio de una nota reco-
mendó al ministro otomano que calculase sus
medios, y que estuviese pronto á obrar en caso
oportuno. Tuvieron conocimiento de esta nota las
potencias extranjeras, al tiempo mismo que re-
cibían del gobierno francés las mas pacíficas se-
guridades. El ministro de negocios extranjeros de
Francia creyó que el Diván era el que había he-
cho traición al general Guilleminot, y lejos de
estrañarlo, esplicó aquella cobardía diciendo que
el embajador francés solo había intentado dar
movimiento á un cadáver. El dicho era cierto:
pero no lo hubiera sido el inferir de él que el
imperio otomano no debia ocupar á los gabinetes;
un imperio semejante , aun cadáver y ofreciendo
Hjia presa fácil á vecinos ambiciosos, debe llamar
lo mismo que cuando estaba en el apogeo de su
grandeza, la mayor atención , por el interés de
equilibrio europeo. El gobierno francés, para po-




20 PEKSONAGES CÉLEBRES.


ner á cubierto su probidad política, retiró al
general Guilleminot, y aunque después este j u s -
tificó al Diván, el hecho ha quedado siempre
dudoso.


El descontento manifestado en toda la Tur-
quía por las innovaciones del Sultán, había es-
citado á sublevarse al Bajá del Bagdad, al deEs-
cutari , á varios gefes albaneses, á los Bosnios,
y algunos distritos de la Macedonia. Estos ene-
migos ; interiores, tanto mas temibles cuanto tenian
relaciones con la capital , ocupaban muchas fuer-
zas de la Puer ta , y el gran Visir Reschid-Bajá,
habia tenido que marehar con 20,000 hombres
contra el Bajá de Escutari, que oponía una tenaz
resistencia.


Mahmud perseveraba sin embargo en querer
reformar completamente su nación ; pero la Tur-
quía se mostraba rebelde á los esperimentos de
su Señor , quien no pudo desconocer el sordo
descontento que por do quiera reinaba.


Graves síntomas anunciaban que la ciega
sumisión de los turcos á los preceptos del Koran,
y su antiguo respeto por la sangre imperial,
empezaban á desfallecer. El Sultán sin embargo,
se obstinó en establecer entre los turcos usos muy




MAHMTJT. 21


autipáticos á sus costumbres, y á sus preocu-
paciones religiosas. Despechados los fieles mu-
sulmanes, recurrieron á su modo de protestar or-
dinario, y el incendio manifestó la oposición de
aquellos bárbaros á !as reformas del Gran Se-
ñor.


El 2 de Agosto devoraron las llamas el ar-
rabal de P e r a , donde están los palacios de los
embajadores europeos , y las principales casas de
los Francos (*), pereciendo [en aquel desastreln-
calculables riquezas, lo que probaba que el en-
vejecido odio de los musulmanes contra los giaurs
no se habia debilitado ; mostraban aquellos una
impasibilidad estúpida á la vista de tan horri-
ble espectáculo, y decían á los que todo lo per-
dían ; « ¡ Dios es grande ! este es el castigo de
vuestro crimen de Navarino. Esto es lo que ha-
ce el profeta para enseñar al renegado (el Sultan)
á obedecer sus preceptos, y á no manchar el
solio de su imperio uniéndose con los infieles.»
Ya no se dudó entonces de que el Sultan cede-
ría á tan terrible protesta del partido nacional;


(») El número de casas incendiadas ascendió á so.ooo,
y á m,000 el de las destruidas.




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


pero fue un error. Poco después celebró Mah-
mud una fiesta enteramente europea , con moti-
vo de distribuir las insignias de una orden civil
y mili tar; y autorizó la publicación de un Mo-
nitor escrito en francés y en turco Nuevos in -
cendios manifestaron un acrecentamiento de ir-
ritación , y cual si en aquella época debiese el
imperio reunir en su seno todas las calamidades,
la peste y el cólera devastaban varias provincias.
La Valachia y la Moldavia sufrían los crneles
estragos del cólera, que invadió después á la Tur-
quía, y la peste despoblaba á Esmirnay Bagdad.
Fue sin duda una compensación á tantos males
el que al fin del año terminase, así por medio
de negociaciones como por las a rmas , la rebe-
lión de los Bajas de Bagdad y Escutari-,' pero
el Bajá de Egipto preparaba entonces nuevos
embarazos á la Puerta de mas difícil remedio.


Existían entre el virey de Egipto y Abdallah,
Bajá de San Juan de Acre, antiguas disensiones,
cuya principal causa era la protección que en-
contraban en Siria los egipcios. Mohamet-Alí ha-
bia solicitado del Diván que le autorizase á ven-
garse de un ingrato á quien habia salvado del
enojo de la Puerta, que en términos poco me-




M A H M U 1 ) 23


surados le negaba el reembolso de una cantidad
considerable, pagada para obtener su gracia. El
Diván se pertrechó en el sistema cornun en Tur-
quía de las respuestas evasivas, por cuyo medio
se ganaba t iempo, hasta que poniendo el colmo
á los embarazos de la Puerta la sublevación del
Bajá de Escutari, se pensase en comprar los
auxilios de Mohamet-Ali, ó por lo menos su
neutralidad, concediéndole la autorización de
marchar á Siria, bajo las órdenes del capitán
Bajá, cuya escuadra se reuniría al efecto con
la del virey.


Aquella espedicion salvaba las apariencias, y
prevenía el abuso de la victoria con la presencia
de la primera dignidad del imperio. Salió y llegó
á Rodas el Capitán Bajá , donde se detuvo al
saber los grandes estragos que el cólera hacia
en Egipto, ascendiendo el número de las víctimas
en solo el Cairo en los meses de Agosto y Se-
tiembre á 60,000. La epidemia disminuyó, pero
la flota otomana en vez de seguir su r u m b o , re-


gresó á los Dardanelos; se ignora por qué mo-
tivo. Era cuando el Gran Visir conseguía seña-
ladas ventajas sobre el Bajá de Escutar i ; y tal
vez se creyó, que Mohamet-Ali, desanimado




24 PERSONAJES CELEBRES.


con los recientes sucesos, no se atrevería á em-
prender nada sin un firman de S. A.


Pero el virey ningún miramiento debia tener
ya con la Puerta. Este hombre, que había recogido
y cultivado con tanto esmero el germen de civili-
zación depositado en las orillas del Nilo por Bona-
pa r t e . conocía su superioridad. Hallando una oca-
sión favorable para sacudir un resto de sumisión,
había hecho apresurar con la mayor energía los
preparativos de la espediciou. El vencedor de los
Wahabitas , aquel á quien solo la intervención de
la Europa en Navarino pudo impedir que sujuzgara
á la Grecia aniquilada, Ihrahim-Bajá, tomó el
mando del ejército compuesto de 30,000 hom-
bres. (*)


Destruido el ejército en que fundaba sus es-
peranzas Mahmud, y no queriendo la Puerta pres-
tarse á las proposiciones de arreglo hechas por
Mohamet, fuéle preciso hacer nuevos esfuerzos.
Revocó por un firman el nombramiento de Hus-
sein-Bajá , recayendo en Reschid.Mohamet-Bajá,
que había terminado felizmente la guerra con,
los rebeldes de la Albania y la Bosnia, el cual


H Véanselas Biografías de Mohamef AJÍ élbraliim-Bajú.
Tomo l.




MAHMtü) . 25


se ocupó activamente en reorganizar el ejército,
haciéndole ascender á 60,000 hombres. La Puerta
esperaba un buen resultado de la segunda campa-
ña; pero no contíiba con las disensiones del Di-
ván , en donde muchos de sus miembros consi-
deraban las desgracias del imperio, como conse-
cuencia de las innovaciones hechas por Mabmud,
siendo de opinión de que los cristianos se servían
d« aquel príncipe para destruir el islamismo. Ver-
dad es que tampoco Mohamet-Ali habia dejado en
zaga el celo reformador de su Señor; pero habia
logrado persuadir á sus subditos que su causa era
la de la religión; y lo que colmaba el descon-
tento de los de Mahmud era que ya habia pensado
en pedir socorros á la Inglaterra ó á la Rusia con-
tra los Árabes correligionarios suyos. Asi era que
jamás pareció mas próxima la inevitable crisis que
amenazaba al imperio Otomano.


Ibrahim permaneció inactivo en Koniah, espe-
rando el resultado de las disensiones en Constanti-
nopla, hasta el 21 de Diciembre que se presentó el
últimoejéreito de Mahmud, el cual fué completamen-
te*destruido, habiendo sido hecho prisionero el intré-
pido Reschid y otros varios Bajas, y calculándose
en 30,000 los turcos que quedaron fuera de combate.




26 PERSONAJES CELEBRES.


Mahmud no veia medio de impedir que Ibra-
him entrase en Constantinopla, y en su crítica
posición se dirigió al enemigo mas antiguo del
imperio; los rusos fueron los que con una inter"
vención armada le protegieron en Constantinopla,
con el mismo celo y eficacia que si se tratara de su
propio pais.


No pudieron las desgracias sufridas por los
ejércitos otomanos en 1832, inducir á la Puerta á
que escuchase los consejos del encargado de ne-
gocios de Francia , dirigidos á poner término á la
guerra con el Bajá de Egipto; establecióse sin em-
bargo una especie de tregua, y después de algu-
nas conferencias con el Bajá, se remitieron á
Constantinopla proposiciones reducidas á que
Mohamet-Ali, ademas de los cuatro bajalatos de
Siria, por los cuales se comprometía á pagar un
tributo al Gran Señor, pedia la cesión del distrito
de Adana.


Estas negociaciones se suspendieron con la lle-
gada á Constantinopla del general ruso Maura-
wieff; y mediaron varias contestaciones infruc-
tuosas , hasta que el 20 de Febrero de 1833 una
escuadra rusa entró en el Bosforo, dando lugar á
vacilaciones de parte de la Puerta , y á reclama-




MAHMUD. 27


ciones del vice-almirante Roussin, embajador en-
tonces de Francia cerca de ella.


Entre tanto , Ibrahim , dueño, como él decia,
de hacer beber su caballo en las aguas de Escutari,
habia estendido nuevamente sus operaciones. To-
mó posesión de Magnesia , Balikesery Aidin. Man-
dó á Esmirna uno de sus oficiales con el nombra-
miento de gobernador, el cual fué admitido sin
dificultad, después de haber reunido el Moliah, los
ayans, y un gran número de notabilidades turcas,
para noticiarles que las tropas egipcias se iban á
dirigir á Esmirna si no se sometían.


El virey habia rehusado aceptar las condicio-
nes presentadas en virtud del tratado concluido,
entre el almirante Roussin y la Puer ta , según el
cual, sin ceder nada el Sultán en el Asia menor,
solo concedia de la Siria y el Egipto los d t s
bajalatqs de San Juan de Acre y de Trípoli , con
las ciudades de Jerusalen y de Naplusa. Prose-
guía Mohamet sus armamentos, y enterada la
Puerta pidió prontos socorros á la Rusia , la cual
en 20 de Marzo dio orden para que saliera la es-
petlioion preparada en Odesa, con tropas de de-
sembarco , y dio á la vela el 2 9 , convoyada por
una división de la escuadra mandada por el contra


«i


a




28 PERSONAJES CELEISHES.


almirante Koumani. El almirante Roussiu, sabien-
do lo sucedido en Esmirna , reclamó de Ibrahim,
y con la presencia de algunos buques franceses
mandados por el eontra almirante Hugon, que
habían ido del Archipiélago á Esmirna, y la
cooperación de los demás ministros estranjeros,
'.onsiguió que se retirara el gobierno provisional
instalado á nombre de Ibrahim, el cual declaró
que aquel momentáneo trastorno habia sido sin
su consentimiento ni noticia.


Por último, el Sultán por un hatti sheriff
concedió al Bajá de Ejipto los cuatro bajalatos
de San Juan de Acre, Damasco, Alepo y Trípoli
con sus dependencias, y después de cuatro dias
de discusión, renunció Ibrahim á sus demás
pretensiones, reservando el punto relativo á Ada-
na para una negociación ulterior. Asi fué que
en el Jewdsischad, ó lista anual de las promo-
ciones y confirmaciones de los gobiernos del im-
perio otomano, publicado en Constantinopla
solemnemente el 16 de abril , se conferia á Mo-
hamed-Ali, ademas de los bajalatos que ya
tenia, la Siria entera, que solo ambicionaba al
parecer, junto con el Ejipto, para estar revesti-
do de la dignidad de Emir Hadgi, ó gefe su-




MAHMUD. 29


premo de las caravanas de la Meca, y proteger
asi á todos los fieles creyentes que hicieran la
peregrinación; y esto precisamente era lo que
mas le honraba en el concepto de todos los pue-
blos del Oriente.


Seguia entre tanto su curso la intervención
rusa ; la escuadra que salió de Odesa llegó al
Bosforo el 5 de Abril. Desembarcaron y tomaron
posición las tropas en la costa de Asia, frente
á Bujukdere y Terapia. Asegurado Mahmud con
la presencia de los rusos, se negaba á ceder á
Adana; pero por fin, por las influencias na-
cionales y estrangeras la cedió á Ibrahim á titu-
lo de Mokassilik ó arrendador general.


Ibrahim evacuó el Asia menor, y las tropas
rusas salieron de la rada de Bujukdere el 10 de
Julio , no habiendo pasado las fronteras de la
Moldavia el ejército ruso. Libre la Turquía de
sus enemigos y de sus aliados, pudieron co¡>si-
derarse concluidos los negocios de Oriente; pero
el descubrimiento de un tratado celebrado entre
^ Rusia y la Puer ta , volvió á aquellos as.'ntos
la amenazadora apariencia que" teuian como cues-
tión oriental. Dicho tratado, negociado con el
mayor secreto con el conde de Orloff, se habia




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


firmado en Constantinopla el 8 de Julio, y es-
tablecía por el término de ocho años una alian-
za defensiva contra todo ataque interior ó este-
r io r , y por un artículo supletorio se convenia en
que la Puerta, en caso necesario, cerraría la en-
trada de los Dardanelos.


Reclamaron los gobiernos inglés y francés; pero
á pesar de no ser muy amistosas las contestacio-
nes dadas por el ministro Nesselrode á las notas
que se pasaron al gobierno ruso, las escuadras
Inglesa y francesa pasaron á sus estaciones de
invierno de Tolón y Malta, sin que tuvieran ul-
teriores consecuencias las escaramuzas diplomá-
ticas , la polémica de los diarios, ni las espi ra-
ciones agrias y llenas de animosidad que con este
motivo se suscitaron.


Seguían ademas las causas que amenazaban con
la disolución del imperio Otomano, como lo pro-
baban los numerosos incendios en Constantinopla,
después de la.salida de los Rusos. El gobierno
turco no era amado ni temido; solo escitaba el
desprecio, y esto esplica cómo ha podido hacerse
dueño de la mitad" del imperio el Bajá de Egipto.


La cuestión de Oriente, aunque aplazada , no
habia quedado definitivamente resuelta, y asi con-




MAHMUD. 3-1


tinuó durante el año de 1834, no satisfecho el
Yirey de Egipto del premio de sus victorias, y
pesaroso el Sultán de los sacrificios que habia te-
nido que hacer. Finalmente , el tratado de 8 de
Julio de 1833, llamado de Unkiar Skelessl era
para Francia é Inglaterra una causa permanente
de desconfianza y descoutento. Las hostilidades
entre la Puerta y el Egipto estuvieron á punto de
romperse de nuevo, á causa de ta sublevación de
la Siria conlra Ibrahim ; pero la diplomacia euro-
pea intervino otra vez , y se conservó el statu quo.


La medida mas importante adoptada por Mah-
mud en medio de tantos embarazos interiores,
fué la organización de las fuerzas militares del im_
perio.


Se cree que las costumbres europeas hayan con-
tribuido á la temprana muerte de Mahmud ; uno
de los borrones que manchan su vida es la afición
á los licores fuertes y su propensión á la embria-
guez. Una afeccionen el pecho , producida por el
uso de bebidas espirituosas, tenia destruida su sa-
lud , y el 28 de Junio de 1839 cayó en un desmayo
qefe duró hasta las siete de la mañana del 1.° de
Julio, espirando en los brazos dé su hija la prin-
cesa Salia, esposa de Halil-Bajá. Su cuerpo fué




32 PERSONAJES CÉLEBES.


llevado el mismo dia con gran pompa y solemnidad
á la orilla aseática del Bosforo , donde le recibió
el nuevo Sultán su hijo , y se depositó en el barrio
de Tazli-Bajá.


Hemos acabado de bosquejar la vida y prin-
cipales sucesos del reinado de Mahmud II. Este
príneipe ocupará indudablemente un lugar en la
historia, entre los soberanos ilustres, aunque al-
gunos le tachen de afecto á cierta puerilidad r i-
dicula , achaque muy común á todos los refor-
madores. Las ideas de progreso penetraron en
un pueblo cuya inamovilidad y fatalismo eri-
gidos en el sistema político y religioso , parecía
que debían ser un insuperable obstáculo para su
realización. Penetró hasta Constantinopla el deseo
de alterar las costumbres antiguas, presentando
el imperio el estraño espectáculo de una reforma
opuesta en su índole y carácter á las demás de
Europa , pues en estas obra el pueblo contra el
Gobierno, y Mahmud se hizo reformador contra
el voto popular, contra su creencia religiosa, tan
opuesta ó incompatible con las ideas de civili-
zación y tolerancia que deben distinguir á los
pueblos regidos por los modernos principios, guia-
dos por los de una religión de. paz y fraternidad.






r e r s o n î o e s ctlefrei lei Sxolî X I X .




SILVIO PELLICO.


«Egli á sposato una causa santa,
e. non le é stato adultero, anche in
mezzo á più tanghi, á più atroci mar-
tiri.", r ' I • . !!


PIERO W Ì R O N C E L L I .


«Este confesor de Cristo y de la pa-
tria se llama Silvio Pellico. »


AKTOXIO » E LATOUR.


E t dia 22 de Febrero de 1822, la ciudad en-
teca de Venecia estaba en movimiento desde por
la mañana ; las góndolas se deslizaban rápidamen-
te por los canales, y el pueblo acudia en tropel
á la Piazzetta, pequeña plaza inmediata al pa-




2 . PERSONAJES CELEBRES.


lacio del Dux. Pronto quedó l lena, y la multi-
tud se esparció por las calles inmediatas, al
paso que los lechos y las ventanas de todas
las casai^é^^a)ákQc[igadjiis p£r numerosos espec-
tadores, hombres y mugeres, cuyas ávidas mi-
radas se concentraban con ansiedad sobre un
cadalso levantado en medio de la plaza. Aquel
cadalso estaba vacío, y esperaba como la mul-
titud, í íesde el pjé del cadalso hasta el pórtico
del Palacio, formaban carrera dos filas de grana-
deros austríacos; nías allá, y en diversos pun-
to s , veíanse brillar haces de bayonetas; grupos
de caballería húngara circulaban con trabajo por
entre las masas, y habia en los ángulos de la
plaza cañones cargados á metralla, con las mechas
encendidas.


La mult i tud, contenida por aquel terrible
aparato militar, se agrupaba compacta , silencio-
sa y sombría; de cuando en cuando levántase
del seno de aquella inmensa muchedumbre un
prolongado y sordo murmul lo , parecido al de un
mar tempestuoso; según transcurrían las lionas
iba en aumento la agitación; la impaciencia de
la espera, i las confusas palabras que se profe-
rían en voz baja, se wiian al pisoteo de los ca-




SILVIO PELLIO. 3


ballos. Por úl t imo, hacia el medio dia propago^-
se rápidamente al través de la mult i tud unmo-
vimiento de ondulación que tenia principio en el
patio del Palacio; levantáronse todas las cabezasj
y se pintó en todos los semblantes un sentimien-
to de curiosidad y de simpatía. Acababan de
aparecer en lo alto de la Escalera de los Gigan-
tes , dos hombres coa esposas en las manos, ro -
deados dé esbirros, y bajaban aquellos escalones,
de mármol que vieron rodar en otro tiempo la
encanecida cabeza de Marino Faliero, Llegados
al pórtico salieron á la Piazzetta, pasaron entre
las dos filas de soldados, dirigiéndose al cadal-
so cuyas gradas subieron con lentitud. Apenas
sobresalieron sus cabezas de las d é l a multitud
oyóse una grande esclamacion. seguida inmedia-
tamente de un silencio general. Llegaron por fin
á lo alto del cadalso, donde se colocaron de pie
en una noble act i tud, dirigiendo una. mirada
tranquila y segura sobre el innumerable concur-
so. Ambos soportaban con igual dignidad el pesa
desaquella gloriosa ignominia , y la sonrisa triste
y dulce que se advertía en sus labios, cual si tra-
taran de animarse recíprocamente, manifestaba
toda la fuerza de su mutuo afecto. El uno mas




4 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


al<to yi mas robusto y y.atgo mas joven que el otro
tenia una d e e s a s hermosas fisonomías italianas,
tán-esptqswas í, en que brillan con caracteres• de
fuego la- Míeligéncia • y la. vida ; parecia ocuparse
mucho 1 tríenos de sí mismo, que de su compañe-
rO' 'dedesgiwia, euyo aspecto y cuyo nombre, ce*,
iebre- ya , parecian producir una viva impresión
en la-multitud: «Jamás, ha dicho después un pri-
sionero d e Spielberg (*),• jamás se había presen-
tado á' 'mi vista un semblante mas. dulce y me-
lancólico ; jamás rostro alguno habia correspon-
dido mejor á la imájen de candor y de angeli-
cal bondad que me había hecho de aquel cuyas
cartas descubren, en cada línea las adorables cua-
lidades.1» Aquella frente tan pálida y tan pura
en sus nobles proporciones, aquellos ojos tan
llenos de ternura y de inspiración, aquella boca
con dulce y suave sonrisa , tenían tanta tran-
quil idad, manifestaban tanta resignación, con-
rnovian t an to , que solo el terror de las bayone-
tas y dé los cañones austríacos pudo impedir
que el pueblo de Venecia manifestara su skm\a-
tia 'por aquel noble é i lustre.hijo de la Italia;


(*) Andryatie. — Memorias de nn ¡irixinnero dé F'slad»
en Spielberg.




SILY10 PELLICO. 5


simpatía que aun hacia mayor la profunda"' pie •
dad que inspiraban lo macilento de sus mejillas
y la palidez de su color, pruebas demasiadociér^
tas de los destrozos que habían causado en su
cuerpo, tan débil y a , los rigores de Una larga
detención preventiva.i


Habían transcurrido algunos minutos ' • en
aquella dolorosa contemplación , cuando de re-
pente se dirigió la atención general hacia el ter-
raplén del palacio en el que acababa de apare-
cer un escribano, llevando en la mano un rollo
de papel que desenvolvió lentamente. Era la sen-
tencia de los dos mártires de la independencia
Italiana Reinó un profundo silencio y el es-
cribano leyó con voz sonora lo siguiente:


Per sentenza della commissione impértale
confírmala dal supremo tribunale di Verana,
e sanzionata da Sua Maenta , Piero Maroncelli
e Silvio Pellico acussati e comincti di alto tra-
dimento sonó condamnati d morte,


A estas palabras, condenados d muerte, un
inmenso rumor , un universal murmullo de hor-
IV y de compasión revelo las sensaciones de la
muchedumbre; el escribano, se detuvo un mo-
mento y continuó'. ' , ' . , '




6 PERSONAJES CELEBRES.


• Ma per somma clemenza di Sua Maestà, la
pena capitale eglino ostata commutata in que-
lla dei carcere'duro, nella fortezza di Spiel-
berg, Maroncelli per ven? anni, è Pellico per
quindici.


Este triste testimonio de la clemencia impe-
rial fue, acogido con un nuevo murmullo. Los
guardias hicieron bajar á los dos condenados, que
siguieron el mismo camino que habían traído;
el gentío les siguió con la vista v y a l cerrarse en
pos de ellos las puertas de la prisión, se separó
triste y silencio; por la noche, en lo interior
de los antiguos palacios de Venecia , se elevaron
á la Virgen muchas voces de muger , rogándole
que dispertara al'fin á la I tal ia , á esa hermosa
indolente que se duerme con la cabeza sobre
los Alpes' y los pies hacia el Etna.


Svegliar la neghitosa
Che il capo in Alpi posa
E stende all' Etna il pié.


A los pocos días remaba hacia Fusina una
góndola llevando á los dos prisioneros. El autor
de Francisca de Rimini , el émulo de .Manzoni,




SILVIO PELLICO, 7


el poeta querido de la Lombardia , conducido con
los grillos en los pies al través de las poblacio-
nes conmovidas, pasaba los Alpes y saludaba
con una.última y triste mirada la patria italia-
na^ para ir á sepultar en los calabozos deSpiel-
berg, un genio ya en flor, una vida glorio-
sa ya.


Sabidas son las grandes compensaciones que
reservaba la Providencia al poeta mártir ; cómo
diez años de tortura convirtieron, una gloria ita-
liana en una gloria europea ; cópao el. simple, p;*-
lato de las jornadas de un prisionero, ha obteni-
do en todo el mundo un éxito que jamás tuvieron
los mas conmovedores dramas; cómo en fin el
autor de Le Mié Prigioni ha hecho olvidar al
autor de Francisca de Rimini y se ha colocado
al nivel de los nombres mas grandes de la his-
toria contemporánea. .


Se han escrito ya muchas noticias biográficas
sobre Silvio Pellico; la primera y inas notable es
la que Mr. A» de Latour ha puesto al frente de
su hermosa traducción del libro de,las prisiones,
^•aducción que no contribuyó poco á popularizar
el original.


La noticia de Mr. A. de ! Latour reúne todas




8 PERSONAJES CÉLEJJRES.


las cualidades de su traducción y si la natura-
leza de nuestra obra no nos impusiera la obliga-
ción de hacer íigurar en ella todas las ilustra-
ciones de nuestro siglo, nos hubiéramos abste-
nido de un trabajo que evidentemente no podrá
ser mas que una imitación, cuyos defectos serán
solo los que nos pertenezcan. Se ha publicado
otra noticia sobre Silvio en i ta l iano, por Maron-
cell i , su compañero de desgracia, y colocada al
frente del suplemento-que creyó deber añadir al
libro de-su amigo. Esta noticia está calcada en
gran parte sobre la de Mr. de La tour , cuyos ma-
teriales habia dado el mismo Maroncelli. Nos
valdremos pues de estas dos noticias para com-
poner Iá presente, y de algunos trabajos mas
recientes y en especial de memorias llenas de
interés, publicadas por Mr. Andryane, á quien su
mala estrella arrojó joven, y lleno de porvenir,
entre las garras del Austria, y que Spielbergno
ha devuelto al mundo sino después de haber de-
vorado los diez años mas hermosos de su vida.


Silvio Pellico pertenece á Una familia piamon-
tesa de urta honrada medianía; nació en Saluee¿
en 1789. Su padre se llamaba Honorato y era
digno de este nombre. Su madre , saboyana de




SILVIO I'ELLICO. í)


nacimiento, tenia todas las prendas del corazón
que distinguen aquella nación escelente. Tenián
ya dos hijos cuando nació Silvio en compañía
de una hermana gemela , lo que fué para la fa-
milia una doble fiesta. El poeta de las almas
tiernas y melancólicas tuvo una niñez enfermi-
za y penosa ; apenas salia de una enfermedad
grave sufría otra mayor, y los médicos declara-
ron que no pasaría de los siete años. Cuando el
niño tuvo ocho, anunciaron que moriría en el
segundo periodo septenal, esto es á catorce años;
después se prorrogó el término fatal hasta los
veinte y uno , y de plazo en plazo aquel débil
muchacho vuelto hombre , ha encontrado en su
organización delicada fuerza bastante para resis-
tir á diez años de la existencia mas mortífera
que pueda concebirse. Un solo médico, el me-
jor de todos , no perdió jamás la esperanza, y
era su madre. Silvio Pellico la ama con pasión;
cuando habla de ella, dice Marón cel l i , su pa-
labra se convierte en un himno de adoración;
ella e s ! la que inclinada sobre el lecho del pe-
queño moribundo , le calentaba con sus besos,
le reanimaba con su voz, le estrechaba en su
seno para mitigar sus dolores; á ella en fin es




10 PF.RSOjNAGES CELEBRES.


á quien veinte veces debió la vida. Casi todos los
hombres completamente grandes, es decir gran-
des y buenos, han tenido buenas madres.


Sin embargo, bajo el frágil cuerpo de unni-
ñO: enfermizo, se ocultaba una inteligencia que
parecía sacar tle su mismo dolor una fuerza y:
un brillo precoces. Confiado á los cuidados del
buen sacerdote Manavella» lo mismo que su her-
mano Luis , les enseñó o los primeros elementos
délas letras, y Silvio manifestó, pronto una de-
cidida vocación dramática. Los dos niños (Luis
ha llegado á ser un poeta cómico distinguido) se
entretenían en construir un pequeño teatro, en
el que recitaban, ante un auditorio de, familia
pequeñas, piezas que su padre les componía. A
los diez años , abíió Silvio casualmente la brillan-
te traducción de ¡Ossian, de Cesarotti. Encantóle
aquella poesía fantástica, y como en él toda
inspiración venía á parar al drama, consiguió
componer sobre aquel tema nebuloso , un ensayo
de tragedia que no se ha conservado.


En aquella época, el. padre de ,Silvio, des-
pués de haber permanecido algún tiempo Wi
Pignerolles , donde estableció un taller de hi-
lados de seda que no tuvo buen resultado, se




SILVIO VELLICO. 11


trasladó con su familia á Turin para desem-
peñar un empleo en la administración. Acababa
de fundarse un Gobierno republicano en aquella
parte de Italia , y Mr. Honorato Pellico, perse-
guido en Saluces por sus opiniones monárqui-
cas , y que en las diversas crisis revolucionarias
del Piamonte, habia convertido muchas veces
su casa en un asilo para los vencidos del dia si-
guiente, sus perseguidores de la víspera, fue
acogido en Turin como el mejor de los hombres
durante la monarquía, y el mejor también du-
rante la república.


Asistía frecuentemente á las asambleas popu-
lares, tomaba algunas veces la palabra y casi
siempre iba acompañado de sus dos hijos. Silvio
escuchaba atentamente cuanto se decia á su al-
rededor , y aquellas reproducciones en miniatura
d é l a s grandes luchas del foro antiguo, causaron
una impresión en su tierna alma que jamás se ha
borrado.


A aquella enseñanza de la plaza pública, com-
binada con buenos estudios domésticos, seunie-
wm las primeras emociones del corazón. Silvio
entraba en la adolescencia , tenia quince años, y
continuaba en Turki con sus distracciones tea-




12 PERSONAGES CELEBRES.


trales, que eran todo su contento. Pero la com-
pañía , reducida al principio á los dos hermanos,
se habia aumentado sucesivamente con varios ni-
ños de la ciudad, y entre ellos una niña llama-
da Cartottina. Silvio ia amó como se ama a los
quince años , con ese amor puro y dulce de los
áugeles. Aquel amor celeste no estaba destinado
á ajarse sobre la tierra ; Dios lo segó en flor, y
Carlottina murió á los catorce a ñ o s , dejando á
Silvio un recuerdo indestructible; veinte años
mas adelante, durante las largas noches deSpiel-
berg , el alma de la joven bajaba desde el cielo
á consolar al prisionero


Poco tiempo después de aquel primer dolor
Silvio dejó la Italia y fue a Lion, á casa de un
primo desu madre, Mr. de Rubod, con el cual
pasó cuatro años de placeres, entregado, á todas
las distracciones del mundo, y apasionándose
por Jas-costumbres elegantes y la literatura fran-
cesa. Olvidaba la patria, cuando su hermano L u i s


le envió un nuevo poema de Foseólo, / Sepolcri;
«este poema, dice. Mr. de Latour, fue para él
el escudo de Reinaldo. Al leerlo sintió que
volvía á ¡ser italiano, y se volvió á encontrar
poeta. A los pocos dias iba andando para Italia.»




SILVIO PELLICO. 1 3


Toda su familia se habia trasladado á Milán,
donde desempeñaba su ¡padre las funciones de
gefe ¡de sección en el 'Ministerio de la Guerra.
A su llegada fue nombrado el joven Silvio pro-
fesor de lengua francesa en el colegio de huér-
fanos militares. Aquel destino le dejaba mucho
tiempo libre, y pudó entregarse sin obstáculo
a su decidida inclinación á la poesía.


Era en los últimos días de la Era Napoleó-
nica, y Milán bajo el gobierno del Virey Euge-
nio, habia llegado á ser la Atenas de Italia.
Dos hombres se disputaban rn ella el imperio
de las letras, Monti y Foseólo: el uno poeta
ingenioso y fecundo con lenguaje puro, con im-
presiones movibles , mas amante de la forma que
del fondo, de la melodia de las palabras que
de la energía del pensamiento, artista descui-
dado y escéptico como Goethe y como él corte-
sano , menos universal que Goethe, pero saca n
do como él una especie de originalidad de una
imitación múltiple y feliz; cantando con igual


facilidad á Bonaparte Cónsul, y á Napoleón
Emperador, á Washington y á Francisco, á
Pió'VI y á La Fayette, digno en una palabra
de ser el representante literario de la Italia es-




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


clava y resignada: Foseólo al contrario, genio
altivo, ardiente y desigual, el Byron del Me-
diodía, la espresíon poética mas elevada de la
Italia vergonzosa~de sus cadenas, entristecida con
su degradación política, estremeciéndose al re-
cordar lo pasado, pero demasiado debilitada,
demasiado enervada por la servidumbre, para
atreverse á querer con aquella voluntad única,
firme, y perseverante que proporciona la li-
bertad.


Montí y Foseólo se detestaban, y el joven
Silvio llegó á ser su común amigo. «Me inte-
resaba mas por el úl t imo, por Foseólo, dice él
en sus memorias. Este hombre violento que con
su aspereza alejaba de sí á casi todos sus ami-
gos , era para mi la misma dulzura y cordiali-
dad , y yo le profesaba una tierna veneración.»
Mr. de Latour, ha pintado en su noticia la
alegría del joven piamontes al pasar por la vez
primera el umbral de la casa de Monti , la
benévola acojida del viejo poeta, el desencanta-
miento de Silvio á la vista del Zibaldoné, enor-
me cuaderno, especie de Gradus ad Parnas-
sum, que el autor de Graco habia hecho para
su uso particular, llenándolo de hemistiquios y de




SILVIO PELLICO. Vi


pensamientos sacados de todas las lenguas y de
todos los libros del mundo; vasto receptáculo
poético1 del cual sacaba hecha su poesia. «Silvio,
añade Mr. de Latoür , quedó confundido ante
aquella receta de talento.» ' '


A pesar de los consejos de Monti, que es-
plicaba con complacencia al joven las ventajas
de su procedimiento, creyó Silvio que no debia
hacer uso del Zibaldone y principió por escribir
una tragedia sobre un asunto griego, Laodicea.
Acababa de terminar esta obra , cuando vio un
dia en un pequeño teatro de Milán, una figu-
ranta de diez á doce años, que ha llegado á ser
después la primer trágica de Italia: era la cé-
lebre Carlota Marchionni. La fisonomía y el mo-
do de representar de aquella niña le inspiraron.
Al tiempo mismo que tal vez se dispertaba en
el corazón del joven el recuerdo adormecido de
la tan llorada Carlotina, un tierno pensamiento
del Dante se apoderaba del poeta; veia pasar
ante sus ojos, llevados por un torbellino eterno,
^ las dos sombras melancólicas de Francisca y
de Pablo , esos dos ñiños que se amaron sobre
la tierra, á quienes la muerte sorprendió en un
beso, y que no deben separarse ya mns.




16 PERSONAJES CELEBRES.


El resultado de aquella impresión de Silvio
fue una segunda tragedia, Francisca de Rimi-
ni_: apenas escrita, la sometió al juicio de Fos-
eólo- «esto es malo, le dijo el áspero poeta;
no toquemos á los muertos de Dan te , arroja
al fuego .esta tragedia y traeme la otra.» Silvio
fue á buscar á Laodicea, «En hora buena, es-
clamó Foseólo, esto es hermoso; continua asi.»
De vuelta á su. casa, apeló Silvio á su concien-
cia de artista del fallo de su amigo, y su con-
ciencia lo dio contrario; conservó á Francisca
y arrojó al fuego á Laodicea.


Algunos años después, en 1819, aquella ac-
triz n iña , que habia inspirado al poeta, volvia
á presentarse en Milán, moza y rodeada ya de
una grande reputación, adquirida en diferentes
teatros de Italia. Silvio le fue presentado , Fran-
cisca de Rimini salió del cajón en que yacia
olvidada, y Carlota Marchionni adoptó aquella
obra que ella habia hecho nacer. La tragedia
fue representada en Milán, después en Ñapóles,
en Florencia, con un buen éxito siempre en au-
mento, y desde el principio se encontró Sir-
vió Pellico colocado en el rango de los poetas
mas distinguidos de Italia.




SILVIO PELLICO,' 17


Francisca de Rimiñi, la primera y la mejor
de las producciones dramáticas de Silvio, .basta
para dar una idea del método del artista, pues
tiene ese carácter de pureza, de gracia y de
nobleza, ese sello de pasión melancólica y de
templado brillo que se vuelven á encontrar en
El Eufemio de Messina, en la Ester de En-
gaddi, en la Gismonda, y las denlas tragedias
del mismo autor. Economía de personajes, cua-
tro ó cinco lo mas , sobriedad de incidentes,
falta de todas esas combinaciones de efectos tea-
trales, vulgares y materiales, tan usados en el
drama moderno, y sin embargo poco de esos
aires magestuosos' de la tragedia francesa del
gran siglo; pero también nada muy conmove-
dor, muy impetuoso; bastante pasión verdadera
y sentida, si no enérgica, para evitar la ¡seque-
dad; un esquisito sentimiento, del bello moral;
un gran fondo dé ternura; eierta mezcla de
molicie, de elegancia, de familiaridad y de de-
licadeza en el lenguaje, que sienta bien para la
egres ión . de un amor italiano á quien el sen-
timiento del deber contiene; tales sou,> en nues-
tro concepto, las principales señales de las tra-
gedias de Silvio.




1 8 PEBStWAJES CELEBRES.


Después de la eaida' de Napoleón, la familia
del poeta habia regresado á Tur in ; en cuanto
á é l , detenido en Milán por amigos ilustres y
por numerosas relaciones literarias, consintió en
encargarse sucesivamente de la educación de los
hijos,del Conde dé Briche y, de los del Conde
Porro Lambertenghi. En esta última casa, cuyo
ge£e,le: profesaba; un fraternal afecto y lo habia
presentado á sus hijos como un segundo padre,
.pasó Silvio los d i a s m a s felices de su vida, en
el seno de una escelente. familia que habia lle-
gado á ser la suya. Diariamente en contacto con
todos los hombres ilustres de Italia, tuvo ade-
mas el autor de Francisca la ventaja de poder
vivificar su inteligencia, con el frecuente trato
con los hombres mas eminentes de Europa,
que al visitar la Italia y al pasar por Milán no
dejaban de reunirse en casa del Conde Porro.
Allí fue donde conoció Silvio Pellico á Mme.
de Stael, Schlegel, Byron (cuyo Manfredo tra-
dujo en prosa, y á que él correspondió con
la traducción en verso inglés de la tragedia.de
Francisca, traducción que desgraciadamente se
ha perdido), Dawis , Brougham, Hobbouse,
Thorwaldsen, y otros mil. Alli por fin aprendió




SILVIO PELLICO 1 9 '


Silvio á elevar su alma desde el amor de la fa- :


milia al amor de la patria; amor noble y des-
graciada, puesto á dura prueba por diez años:
de tor tura , pero que lejos de apagarse eñ I el',
tondo de los calabozos, debía fortificarse, agran-
darse, transformarse para abrazar un dia con
sus latidos á la humanidad entera.


En el gran trastorno de 1814, la Italia con-
fió por un instante que la Europa consentiría
al fin en darle lá independencia. Habíase cons-
tituido una regencia en Milán, y enviado comí'
sionados cerca de las Potencias para abogar por
la causa italiana. Pronto se desvaneció aquella
esperanza: la Rusia y la Inglaterra contestaron
solo con la indiferencia,. el Austria «on el des*
den y la amenaza. Restablecióse el reino Lom<-
bardo-Venéto, fue preciso resignarse y espetar
mejores dias. Entre los comisionados y -»V la
cabeza de los patriotas milaneses, había dos per-
sonajes ilustres por su nacimiento, por su for-
tuna, por }a elevación de su espíritu, y por
Indignidad de su caráeter: eran el Conde Porro,
de quien ya hemos hablado, y que después
consiguió burlar con la huida los rigores del
Austria, y el Conde Federico Confalpnieri, la




2 0 PERSONAJES CELEBRES.


figura' política mas grande y mas hermosa"de
la Italia contemporánea; -Coíifalonieri, mártir,
i lustre; enterrado vivo durante doce años en
Spielberg, antes de qué pudiera conocerse - de
cuanto era capaz 5 •,üónfálonieri,; á quien el bdio
del ' Austria ni siquiera le lia.dejado la ¡libertad
del destierro, y que, desfallece en él dia en otro
hemisferio,, slejos 'de la patria que quería li-
bertar. 1


.Aquellos dos hombres , obligados, á aplazar
la esperanza ide , romper por la fuerza el yugo
que pesaba sobre su pa ís , emprendieron eb lu-
char , por lo menos en cuanto pudiesen, contra
el: sistema de asfixia intelectual que caracteriza
la dominación austríaca. Vióseles entonces, desde
1815 á 1819, en medio de toda clase de obstá-
culos, consagrar su fortuna y sus cuidados á la
mejora, material y. moral del pais, al desarrollo
de la, industria, del comercio, de las artes y
de la instrucción pública. Aquellas empresas ais-
ladas, y contrariadas,casi siempre por el recelo
del dueño, no eran sin embargo suficientes para
la regeneración italiana: conocióse pronto la
necesidad de levantar una bandera á cuyo al-
rededor pudieran reunirse para un -mismo, objeto




SILVIO PELLICO. 2.1


odos los entendimientos eminen tes del paiSi; y
paca SDtisfaoer á aquella necesidad, Silvio Be-
llico que sé había asociado desde macho tiempo
á todos los pensamientos de Porro y Confolo-
nier i , concibió y propuso el: plan de. u n perió-
dico. Inútil es decir, que- redactada á la vista
del Señor?, aquel periódico no podía ser masque
puramente literario; pero apoderándose de las
inteligencias, dando. un mismo. impulso, a los
espíritus, esforzándose en alcanzar «1 bien por
medio de lo bello, creando para la Italia una
especie de unidad literaria; aquel periódico, po-
día contribuir poderosamente á preparar su uni-
dad política. •


En . 1819 se fundó . El Conciliador, en l?
casa y bajo el cuidado def Conde Por ro , y pronto
cuanto había grande.en Italia.en ciencias, letras
y artes; respondió al llamamiento de Silvio>; y
fue á llevar su ofrenda al pensamiento de los
fundadores. La vida del Conciliador fue bri-
llante pero corta. Por pacífico que fuese el tí-
tulo de aquel periódico, por. inofensiva que fuera
su redacción, la censura austríaca no. 'quiso
dejarle vivir. Sus intenciones se, manifestaron al
principio-con grandes tigeretazos; y pronto no




123 PERSONAJES CBLEBBES.


dejó al periódico mas que el título y las firmas
dé sus redactores. El Conciliador cesó de apa-
recer en 1820, un año después de su fun-
dación.


En aquél momento estalló la revolución na-
politana, seguida de cerca por la insurrección
del Piamonte. Parecía que se propagaba por toda
Italia un pensamiento igual de resistencia ; mal
combinados, mal dirigidos, todos aquellos mo-
vimientos abortaron. El Austria estaba en ace-
'ctoó,; y 'cuando creyó llegado el momento de
obrar, inundó de tropas la Península, y prin-
"cipiaronvlás prisiones. Cuantos bombres emi-
nentes por su cuna ó por su talento encerraban
los Estados Lombardo-Vénetos, fueron envueltos
en una misma proscripción; la redacción del
Conciliador fue atacada en masa; algunos mas
dichosos, como Porro, Arconati, Pecehio, Ar-
r i vanen e, Ber-chet, Ugorii consiguieron pasar Ta
frontera; los demás fueron entregados á comi-
siones judiciales, para quienes juzgar y conde-
nar era una misma cosa.


Silvio Pellico fue de estos últimos; regresaba
de un viage á Venecia, cuando fue detenido en
Milán, el 13 de Octubre de 1820, conducido




SILVIO PELLICO. SS


á la prisión de Santa Margarita, desde alli á
Venecia,-¡y por ultimo á la fortaleza de Spiel-
berg. Sú vida de prisionero es sabida; está en
su l ibro, y su libro está traducido en todos tos
idiomas.


Digamos ahora dos palabras acerca de este
libro.


La obra de Silvio, como lo ha dicho su
amigo Maroncelti, es nn libro di grandi verità
e di grandi lacune. No somos de los que creen
que el libro en si mismo hubiera ganado en
ser escrito con mayor, l ibertad, es decir sin mie-
do alguno de la censura austriaca: al contrario,
concedemos gustosos, que debe su verdadera
originalidad al carácter de franca resignación y
de absoluta mansedumbre, que le distingué de
todas las producciones contemporáneas. Es él
libro de un santo , y los santos se hacen mas
raros cada d ia ; creemos también que el fondò
y la forma de este libro son mucho menos el
resultado de la posición particular del autor , que


^ e un sistema bien fijo en él y apoyado en
convicciones profundamente sinceras. Asi, pues,
bajo el punto de vista del arte y de la moral
cristiana, Le mie Prigioni es un libro sublime,




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


pero bajo el de la historia es incompleto, insu-
ficiente. Vivimos en un tiempo de languidez y
de pasión, en que la mayor necesidad de las
almas es la verdad firme y fría. La caridad que
echa un velo piadoso sobre el mal y no dice mas
que la mitad de la verdad, es una virtud ad-
mirable , pero que de nada sirve para la histo-
ria ; neeesita esta • conocer á fondo todos los he-
chos? odiosos para, infamarlos y sacar de ellos
toda, 1»;¡moralidad que encierran; la historia
debe ' penetrar en ! todas partes, lo mismo en
las casamatas de Spielberg,que en el antro don-
de se¡ elaboraban las sentencias revolucionarias
de 93 . Todo esto interesa igualmente á la his-
toria, para que pueda enseñar á los pueblos á
profesar el mismo; odio, al despotismo y á la
demagogia.


Leyendo el suplemento á las Memorias de
Pellico i, por Maroncelli, y las Memorias de Mr.
Andryane, es como puede formarse una idea
cabal. J e los inauditos procederes del despotismo,
aun el paternal, con sus enemigos; en estas dos
obras es donde puede verse cuan difícil le es á
un hombre el resistir á la inclinación que le
lleva á abusar de su poder , cuando no tiene




SILVIO PELLICO. 25


jímites; cómo bastan ciertas posiciones dé la vida
para falsear el entendimiento y pervertir el.co-
razón; cómo se paede ser bueno por naturaleza
y • atroz por sistema. El último Emperador de
Austria nos presenta un notable ejemplo de se-
mejante anomalía. •


El Emperador Francisco es sumamente origi-
nal. Veas á un hombre que ha sido uno de los
soberanos mas populares de Europa; los austriai
eos le amaban como á un padre ; poseía en el
mas alto grado todas las virtudes privadas; que
dis t ingueni la raza a lemana; el pueblo deVie-
na le llamaba siempre der guteFranz, el buen
Francisco. Pues este buen Francisco es dueño de
la I tal ia; la^ suerte de las armas ha -unido á
su pueblo otro pueblo que le es estraño por la
sangre, por las costumbres, por el idioma. Este
pueblo quiere ser libre y permanecer italiano. A
los ojos del Emperador, esta voluntad no es
únicamente una voluntad perjudicial á sus inte-
reses , y cuya realización es preciso impedir con la
fuerza; uno de esos hechos políticos que la po-
lítica reprime, pero que la conciencia no infa-
ma ; es mas que todo esto, es un crimen en to-
da la fuerza de la espresion, un crimen casi




26 PERSONAJES CEiEBES.


tan infame como el parricidio ; el italiano que le
comete no «s solo un enemigo á quien se debe
destruir ó sugetar, es un gran facineroso á quien
se debe castigar, y sobre todo , pues el Empe-
rador es bueno) corregir y mejorar.


Veamos ahora lo que hace el Emperador para.
corregir á sus subditos italianos ; digamos en pri-
mer lugar que esta es su ocupación p r inc ipa ren
su ancianidad, el Monarca dejaba gustoso á Mr.
de Metternich la dirección délos grandes negocios
políticos; la especialidad suya , su gran negocio,
era la dirección material y moral de .las prisio-
nes de Estado, y particularmente de Spielberg.
Tenia en su gabinete un plan detallado, desde
la c ruza la fecha, del interior y del esterior de
la fortaleza; estaba unido á aquel plan un • ar-
reglo de horas que le daba ó conocer lo que
hacia cada prisionero en cada minuto del dia;
añádanse á esto los informes minuciosos que le
dirigían cada semana el director general de la
policía, el director de la prisión, el confesor, el
gobernador general de la provincia, e t c . ; con
estos informes, procedía el - Emperador á poner
en planta su sistema penitenciario.


En primer lugar, importaba que los presos




SILVIO PFLLICO. 17


políticos no, se imaginasen que existia la menor
diferencia entre ellos y un criminal común, un
asesino, un falsario ó un ladrón; se les eoloea-
rá pues en el sitio que habitan los presidarios,
se les vestirá como el los, como ellos se les car-
gará de cadenas y se les tratará con mayor du-
reza; pues tendrán de menos que ellos la facul-
tad de respirar el aire esterior y el auxilio del
trabajo (*). El hambre es también un medio de
corrección; y los presos de Spielberg están siem-
pre hambrientos; los miserables alimentos que
se les dan son de tal naturaleza, que cuando el
desfallecimiento les obliga á llevar los labios al
fétido vaso que los contiene, tienen precisión de
taparse las narices.


Al principio se les permitió el uso de sus
libros; pero el Emperador advirtió muy luego
que aquella lectura era para ellos un alimento
moral que les ayudaba á soportar dignamente,
es decir con impudencia su situación , y se les


^C) Tratóse de dar á cada prisionero político ua presi-
dario por compañero de calabozo, pero estos reclamaron
contra aquella agravación de pena, y se abandonó el pro,-
yecto. (Véanse las memorias de Ajidryan*).




28 PERSONAJES CÉLEBRES


quitaron; los libros. Prohibióse,severamente toda
comunicación oral ó escrita entre los condenados,
y el.Emperador esperaba que alguna muestra de
humildad y de arrepentimiento comprobara el
buen, efecto de su proceder, 3No,sucedió asi siu
embargo, los prisioneros callaban y se resigna-
ban. Quedábanles aun algunos consuelos: escribían
sus pensamientos en las paredes de sus calabo-
zos, Con .clavos , agujas ó pedazos de vidrio, y
hasta encontraban, medio de burlar la vigilancia
de sus guardianes, escribiéndose - entre si algu-
nas líneas trazadas por lo regular con su san-
gre (*) Disfrutaban ademas de una claraboya con
verjas, y subiéndose á ellas descubrían á lo le-
jos el valle de Brunn. Veiau el s o l , contempla-
ban un hermoso, paisaje, seguían á la gplondri-


(•) Las memorias de Mr. Ándcyane, contienen sobre esto
punto un hecho notable, que la modestia del autor de
Xas Prisiones ha pasado en silencio. El joven prisionero
francés se desesperaba de no poder continuar una obra
que liabia principiado, por falta de tinta; aquella obra,
escrita bajo el punto de vista cristiano , habia sido comu-
nicada á Silvio, y le gustaba. Deseoso de verla termine
da, logró hacer entregar secretatnente al autor una. bo-
tellita llena de su sangre. La obra escrita con la sangre
de Silvio, no piído librirse'de'lis pésí|uhas, y fue .'que-
mada. . • •' •




SILVIO PELLICO. S9


na err su vuelo, y se fortalecían de este modo
en medio de la iniquidad.


No se habia llenado el objeto del Emperador:
llegó una orden de Viena para que sémanal-
mente se hiciera en cada calabozo un rigoroso
rejistro. El prisionero, despojado de todos sus
vestidos, hasta de los mas interiores , debia es-
perar desnudo, tiritando de f r ió ; 'que ios altos
funcionarios cubiertos de placas y decoraciones,
q«e 'Barones , -Consejeros de Estado1--, Directores
generales, después de haber registrado todas las
partes de su cuerpo; hicieran lo mismo con el
inmundo gergon en que descansaban, y descosierah
cada pieza de su vestido de presidario,- buscando
los clavos, agujas, pedazos de papel y otros ob-
jetos que le distraenV y causan recelos al Empe-
rador ; y para que fuese completo el plan de este
último> tardó poco en levantarse un muro de-
lante de cada Teja, que, arraneó á los cautivos
su último consuelo. Devorados entonces por la
eterna ociosidad ¡, por• la horrible soledad dé las
naredes de ! un calabozo, los infelices1 pidieron á
gritos que se les permitiera compar t i r -con los
presidarios el trabajo material, que libraba á
sus cuerpos d é l a inacción que les mataba.i Tras-




3© PERSONASES CELEBRES.


«ritióse ia súplica al Emperador, el cual permi-
tió á los prisioneros que ejercitaran su cuerpo,
imponiendo á cada uno de ellos la obligación de
haoer diariamente una cierta cantidad de hilas,
todo bajo pena de total privación dé alimentos,
y hasta de palos. Quejáronse los prisioneros de la
índole de aquel trabajo, de la sueiedad de los
trapos viejos del hospital, cuyas emanaciones mal
sanas se les precisaba á respirar, y de la obliga-
ción; impuesta que convertía un favor pedido en
un castigo mas. El Emperador contestó á todo
esto, «¿por qué se quejan? ¿no son filántropos ?v
Los prisioneros se conformaron é hicieron hilas;
pero mientras sus manos estaban ocupadas en
aquel-monótono trabajo , estaba libre, su imagi-
nación , pensaban , en sus dolores, y eso era aun
un consuelo. Poco tardó el Emperador ea cono-
cer que es difícil tener á raya á un rebelde que
piensa, y se cambió la obligación de hacer hi-
las en ía de hacer un par de medias cada sema-
na, bajo la misma sanción penal indicada antes.
Se necesitaba que el pensamiento del prisionero
descendiese de la altura en que se refugia-
ba para fijarse en un obillo de grosera lana,
que debía aprenderá tejer eon agujas de madera.




SllYIO PELUCO. 31


La imaginación se espanta en presencia de
semejantes hechos, de los cuales soto citamos
una pequeña parte; y se negaría á creerlos,. gi
jas víctimas no estuvieran presentes para atesti-
guarlos. ¿Y quiénes son los hombres que sufren
esos-mil tormentos, tanto mas crueles euantomas
mezquinos y degradantes? ¿ Qué bombreS'Son
los que á todas horas ,deben presentarse ¡desnu-
dos! a n t e ^ s u s í carceleros;, sufrir el hambre y . la
sed.,: llevar* encadenado el cuerpo y el penáateieb-
t o , hacer hilas y medias? Esos hoifrbres soa h
flor de la Italia, son jóvenes de un brillante pac-
venir, ó ancianos de un : pasado glorioso.; SODÍ>COB-
falioneri, noble vastago de una raza noble , her-
mano de leche de una de las nmgeres del mis-
mo¡ Emperadof'f el jóvén Marqués -Palavicini, Pe-
dro Bdrsieri , uno de los i primeros poetas del
Milanesadn; el joven y débil Conde Orobons j á
quien mató el hambre para librarle de sufrir mil
muertes;. Villa, el esposo, el padre, arrancadora su
mujer y¡» sus hijos adorados , y á quien laímuer-
í | libertó también de sus,males.; Marcos ; Fort i -
n i , digno Sacerdote, candido y puro como en
los primeros siglos de la Iglesia, y que conde-
nado como carbonario iba preguntando á todos




32 PERSONARES CELEBRES.


<*) Una sola cedió, no la nombramos.


sus jueces lo que era un carbonario; Munari,
jurisconsulto célebre, viejo filosofo, cano, impa-
sible i como Epíteto o Zenon, á todos los dolo-
res físicos; que 1» despedazaban , y llorando co-
mo un niño al verse precisado á hacer un par
de medias cada semana; el Coronel Moretti, otro
anciano sexagenario, veterano de la ex-guardia
¡mperial, á quien las balas habían respetado en
cien batallas ; para ir á doblar su noble trente
-desoldado bajo las ignominias de Spielberg; Bac-
oehiega, Oficial del antiguo ejército Italiano; Fo-
restr , joven y distinguido Magistrado ; Andryane,
Maroncelli, y Silvio Pellico.


Al pensar que esa vida atroz , marcada á ca-
da minuto con una nueva persecución, no ha
-durado un mes , ni un año sino ffiez años, para
algunos y mas aun para otros; al considerar que
n i tina sola de las victimas (*) quiso comprar su
libertad á costa de una bajeza, que en vano se
esperaba y, solicitaba-, se siente uno arrastrado á
detestar al opresor con igual fuerza que la ad-
miración que se esperimenta por.el oprimido.-
• Pero por otro lado, cuando se pieosa que el




SIL VIO, PELLICO. 33


opresor era un Monarca bondadoso, modelo, de
los esposos, de los padres y de los: Reyes;aus-
tríacos, constantemente dulce y moderado .para
con todos los que no eran sus prisioneros ita-
lianos; i cuando se le vé desempeñar su tarea de
atormeatifdor, como si se tratase de una larga
operación quirúrgica,; Cuando se1 le oye respon-
der á las súplicas de las madres y hermanas
de sus víctimas con la eterna frase: «aun no
esté,,bastante ¡corregido;»: cuando ae leen las
curiosas palabras dirigidas á Mmé. Andryaue,
al devolverle á su hermano, destruido por diez
años de hambre, de sed, de fr io v de calabozo
y de tormentos: «es preciso hacerle vestidos
calientes, pues de otro modo se resfriaria y
yo seria el responsable. Es preciso dejarle co-
mer, poco, porque su estómago está cansado i y
acostumbrarlo gradualmente al aire libre, etc.;»
cuando se examina asi de cerca Ja singular- fi-
sonomía de aquel paternal verdugo, el odio sé
aparta de él, para caer por entero sobre lospr in-
fc^nos y las instituciones que le hicieron lo;que
e ra , pues ya fue á dar cuenta á Dios de su
pensamiento, dejando eu manos dé - su sucesor
su corona de Rey y sus llaves de carcelero.


3




3+ PEBSGSfA6ES'CEt*BHES.


-Femando solo aceptó la primera parte d e Ja lie-
reneia: ¡ tanto mejor- para: su fama l la 'historia
no i t i ene -ya^que «rinmerar esos' actos infames
tjtte deshonran al Soberano: que los eometej' y
l á a S i i a u h á la Nación, q u e l o s consiente. "Pero
ífuedla e l ie jemployy las memorias de los prisio-
nero^ .de 'Estado de^Spielbergy ; probablemente
se ráuun ,'dia parí», 'el Austria un escalente cursó
d e derecho «omstitueionat.Í • ,uñ:->v!
• ! Sttvib Pelíicoi salió de la fortaleza de Spiél-1


beeg pocos dias: a n t e s dei 4a revotucióti d e - J u l i o
e n Francia asaltó CCMÍ :el cuerpo destruido, pero
s u . inteligencia debia sobrevivir á los esfuerzos
im-píosdel gefe de un grande im parí©-, que e m -
p l e ó .todo s u podar . e n a p a g a r - a q u e l l a llama
e m a n a d a d e Dios. Desde-'la-publicación del '¿tV
brfi de los Prisiones, Silvio iba escrito .algu-
n a s , trajedias nuévas's «uya representa ció» se ha
prohibido, á p e s a r * d e j s u ¡caráoter p r o f B n d * « f t e t t -


te moral y enteramente ageno avias ¡cuestiones
políticas. El Austria, a » quiere que la Italia celebre
un poe taenla persona¡>de UÜ ¡ prisionerode 'Estaño.
l , a s Obras dramáticas dd'SUvioi.'se. componen- d e
o c h o trajedias vtf\rancesca '¡'de • Rimíní^ 'de que
l i e m o s hablado; Eufemio di Messivki, compuesta




sil.VH) 'l'F.l.MCO. 35
en \s¡ époéa <tÚrCbhciiiudor, y que l a ' censura
permitSá' imprimir'cotí ¡Ja­ condición' de ; qué jántós
se representase j ' Ester a? <i№nt/ad'di, Tginío <?
•AsPi­, • <Leo*ier#• 'da'­DMonu:• 'estas­ tWs ultimas
creadas efrios^calaboiio's de Veneeia y de Sjiiel­
berg >^Qimotuki,' prohibida recientemente cuan­
do 'acababa de ' t enerun grande éxito, y por últi­
•mo v Lrodlade ;y, Tómmasó • Moro j Adetnas' de es­
tás trajedias, ha ;pufctic»do : 4móécatitlche,
pequeños pbenraS'nármivos^sobré asurifos móta­
les'y^bailereBCóSy sacados'de los anales dé Italia;
la cüktioa­ks «n género que Silvio ha creado y
eta el que sobresale.' Ha^pubtieadoadéínas ünatcoi­
lecéion de poesías S u e l t a s b a j o el nombre de Poe­
«Je inédlte, en donde hay 'trOzOsi­'muy B Ó T A Í B I É S .
La obra ?:de i Silvio qíw)1 mas^'bdga HA í é n i d b j : d e s ­
pués de su Libro*de las Prisiones, es el volumen
en prosa que ha publicado bajo el título de /
Doveri delü uomo (los deberes del hombre) '«Dul­
ce y sabia teoría, dice un escritor, con una mo­
ral de que el mismo autor sirve de ejemplo.»
* En el dia, Silvio Pellico vive tranquilamen­


te en Turin en el seno de su familia , rodeado
de amigos generosos, que rivalizan en bondad y
atenciones, para hacer olvidar al mártir i.talíauo




36 PERSONAGES CÉLEBRES


sus largos y crueles padecimientos rA pesar del
cuidado de Silvio; e» ocultar su v ida , las»;mira-
das de todo el mundo se dirigen hacia, é l ; -sabi"
da es la sensación que causó , hace pocos meses
la noticia dichosamente falsa d e su muerte. «No
t i ene , dice el escritor (*r). que hemos citado an-
t e s , tiempo apenas para componer nada. Ocu-
pa casi todo el dia en su correspondencia, preci-
sado á contestar á las cartas, afectuosas que de
todas partes de Europa van á buscarle en su re-
tiro.: Pero esta, tarea; oscura .y cansada en.sí mis-
m a , es, dulce para é l , porque la hace ú t i l , y
y porque de este, modo • desempeña sin salir de
su, caga ,- :el .papel de convertidor; lejano; Silvio
poseía,cuanto era inenefitar piaraiteoer crédito en-
tre, la juventud actual; f,posee « W influjo y se
sirve de él para conducirla á Dios.


*) Mr. Giterrier de Dumast. 3








LORD PALMERSTOJV.


Palmerston! ha hecho una cosa gran-
de, una de las mayores que desde mu-
cho tiempo se hayan hecho para la In-
glaterra.— DISCURSO D E M R . BERRYER.
(Sesión de 2 de Diciembre de 1 8 4 0 ) .


Tenían razón los hombr,s de Esta-
do que en el gabinete inglés decían á
Lord Palmerston: sacrificáis la política
elevada á ta pequeña. — DISCURSO D E
M R . JOUFFROY. (Sesión del I." de Di-


ciembre de I 8 ' i o ) .
No hay salvación sino probando que


la mano que ha firmado el tratado de
1 5 de Julio, es una mano criminal. Es
el único medio de que la luz del di-
pueda esclarecer aquella infame trai-
ción. Si Lord Palmerston saliese del
gabinete, no por eso quedaría menos
en pié el sistema, si no se destruye
en su persona misma. — L» cnisis: por
M R . URGÜHAUT , página 5 2 .


Véanse aqui tres opiniones muy diferenres,
formuladas en la misma época, por el mismo he-


i




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


dio , y sobre la misma persona. Lord Palmers-
ton , mirado con el microscopio de Mr. Berryer,
toma de repente proporciones gigantescas. La In-
glaterra debe erigirle estatuas , la historia des-
tinarle una gran página. «¡El movimiento del
mundo ha variado! esclama Mr, Berryer; el fon-
do del Mediterráneo ha vuelto á ser el centro
del m u n d o , del mundo activo, del mundo so-
cial , del mundo •comercial, del mundo indus-
trial. El fondo del Mediterráneo es el lazo de esos
sesenta millones de habitantes y subditos de la
India , cuyos dominadores descansan en su isla
del lado allá del estrecho de la Mancha. El fon-
do del Mediterráneo, es eu el dia el punto cén-
trico de todos los grandes negocios del globo;
Palmerston ha sentado en él el pabellón inglés;
ha hecho una cosa enorme, y no me admira que
los tons mas ardientes de Inglaterra, estén re-
sueltos en el dia á sostener firmemente á ese ge-
fe del gabinete whig.»


Mr. Berryer era un gran orador y mal pro-
feta, pues á poco tiempo, en lugar del.fir.le
apoyo que le pronosticaba el orador francés, re-
cibió Lord Palmerston de los .toris de Inglater-
ra , la mas fuerte zancadilla que se ha dado




PALMERSTON. 3


desde mucho tiempo á un hombre de Estado
El segundo apreciador, Mr. Jouffroy, es me-


nos eutusiasta; para é l , asi como para otros
muchos, Lord Palmerston es un hombre de es-
tado de pocos alcances, de un entendimiento
limitado y tenaz, sacrificando por obstinación al
triunfo de un momento, á la satisfacción de su
vanidad personal, los verdaderos intereses del
pais. Los peligros, dice Mr. Jouffroy, le vendrán
á la Inglaterra de la Rusia y no de la Francia;
y como la Inglaterra nada puede contra la Rnsia sin
la Francia , obra la Inglaterra contra sus intere-
ses al quebrantar y enagenarse á la única nación
capaz de servirla con provecho en la gran lucha, que
tal vez decidirá un dia su existencia. Para creer ina-
tacable y perfecto el silogismo de Mr. Jouffroy,
seria preciso estar seguro de dos cosas: 1.° que
la Francia sabrá recordar su injuria y obrar en
consecuencia; 2.° que jamás podran entenderse
y arreglarse á su costa, la Inglaterra y la Rusia.
Estas dos proposiciones, que en nuestro concep-
ta se enlazan con bastante fuerza para que la
solución de la primera ocasione la de la segun-
d a , no están todavía, á nuestro modo de ver,
de tal modo demostradas, en especial desde el




4 PERSONAJES CÉLEBES.


nuevo convenio llamado de los estrechos , que no
quede á la Inglaterra mas recurso que llorar las
calaveradas de su ministro.


La tercera opinión acerca de Lord Palmerston,
la de Mr. Urguhart , no por estar menos esten-
dida que las otras dos , deja de tener aun en
Inglaterra algunos adictos, especialmente en el
partido radical. Mr. Urguhar t , autor de un li-
bro titulado La Turquía y sus recursos, es un
publicista inglés, de talento y sobre todo de
imaginación; y cuando los ingleses la tienen,
tienen mucha. Mr. Urguhart , ex-secretario de
embajada en Constantinopla, creemos que fue
destituido por Lord Palmerston, lo que sin duda
ha contribuido ala exaltación que le es natural.
Bajo esta disposición de espíritu , ha publicado
el autor de La Turquía y sus recursos , un li-
belo en francés, muy curioso , con el fin de pro-
bar que Lord Palmerston no es un grande hom-
bre de Estado, como dice Mr. Berryer, ni un pe-
queño estadista, como dice Mr. Jouffroy, sino
un gran traidor, un profundo picaro, q u e s -
ee diez años prepara ocultamente un atroz com-
plot ; y no se propone nada menos que entregar la
Inglaterra atada de pies y manos á la Rusia.




PALWERSTOM. 5


Para ocultar mejor sus designios, este ministro
Judas, profesa abiertamente durante diez años
una política anti-rusa , y oculta con apariencias
de oposición su secreta conniveneia con el Gabi-
nete de San Petersburgo. «¡ En este sistema, escla-
ma Mr. Urguhar t , todo está enlazado ; nada se
escapa á la ambición inmensa que es su alma,
ni al profundo disimulo que es su instrumento!
¡No hay un acto que no sea un cr imen, ni una
palabra que no sea una mentira! Crimen que
triunfa, porque rinde al espíritu humano con su
enormidad, etc.» Mr. Urguhart sigue en este
tono de melodrama durante cien páginas. En su
preocupación, hasta acusa á Mr. Thiers, si no
de complicidad , de una imperdonable ceguedad
por lo menos, en haberse contentado con armar,
en vez de instruir él mismo el proceso de Lord
Palmerston, probando doctamente al pueblo in-
glés la perversidad de aquel ministro, o q u e ; di-
ce , os hubiera comprendido y se hubiera levan-
tado como un hombre solo para unirse con vo-
s e o s bajo la enseña de la justicia;» y Mr. Ur-
guhart , concluye declarando a l a Inglaterra que
está perdida, si no se apresura á destruir el sis-
tema de Lord Palmerston en su misma per-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


sona; es decir en buen castellano, ahorcar á
Su Señoría; ó por lo menos , en consideración á
la noble sangre de los Temple, entregar su
pérfida eabeza á la cuchilla del verdugo.


¿Será preciso hacer ahora lo que Mr. TJrguhart
echa en cara á Mr. Thiers no haber hecho ? ¿ha-
brá que confesar que el crimen de Lord Palmers-
ton oprime el entendimiento humano por su
enormidad ? Se deberá erigir á Su Señoría, llena
de afeite (his cosmetic Lordship), como dicen
los periódicos tor is , en un vandido colosal , y
entregar al verdugo esa cabeza de joven de se-
senta a ñ o s , con peligro de incurrir en las mal-
diciones de las rubias ladies del otro lado del ca-
nal ? ó se deberá, por imparcialidad, decir que
que es el genio político mas eminente de In -
glaterra ? ¿ decirle con Mr. Berr ie r , que ha he-
cho una cosa grande, enorme, ó repetir en su
elogio uno de esos ditirambos burlescos que to-
das las mañanas le prodiga Sir Napier, el eje-
cutor de sus altos hechos, el vencedor de Bey-
routh , el belicoso comodoro, que es á Nelsjn
lo que Su patrono es á Conning?


El lector nos permitirá que no adoptemos nin-
guno de estos dos sistemas; y nos parece difí-




PALMEE s t o n . -7


cil , aun colocándose bajo el punto da vista in-
glés, unir al nombre de Lord Palmerston idea
alguna de enormidad, ni en bien ni en mal ; y
puede decirse de Su Señoría , que no ha me-
recido.


DI i cet exces d' honneur ni cette indignilé.


En efecto, porque la Franc ia , después de
haber defendido en Julio de 1839, en la perso-
na de Mr, Yilleinain contra Mr. de Lamartine
los derechos adquiridos de Mohamed-Aly, po-
seedor entonces de la Siria ; después de haber
d icho, en la misma época , por el órgano de
Mr. de Guizot, que el tener que desempeñar un
papel en la cuestión de Oriente, es para ella una
buena fortuna; que la política de la paz, por lo
mismoque está frecuentemente ociosa y enfriada,
corre riesgo de pasar por pusilánime y egoísta, y
que los grandes interés es generales, los grandes
intereses morales, jamás deben ser sacrificados á
semejante política ; porque la Francia , después de
j^tber dicho en Julio de 1839 , por el órgano de
Mr. Dupin, que el dia en que el Sultán dejase
de batirse solo contra uno de sus bajas, tenia
el derecho y el deber de intervenir; porque la




8 PERSOMAGES CELEBHES.


Francia después de haber declarado, en Julio
de 1839, por el órgano de Mr. Jouffroy ( l ) c o n
aplauso de toda la Cámara: que no toleraría de
ningún modo que se resolviese la cuestión sin su
concurso; porque la Francia después de haber
dicho todo esto, ha sido llevada por una serie
de faltas, en que todo el mundo tiene parte, á de-
cir un año después, lo contrario de lo que ha-
bía d icho , por el órgano de los mismos hom-
bres que la animaban poco an tes , hasta el mo-
mento en que el mismo que habia hablado en
nombre suyo en 1839, Mr. Jouffroy , usando por
lo menos de franqueza, les ha recordado la ver-
dad con las siguientes palabras que reasumen
toda la situaeion. «Digo, que hemos salido mal
en el negocio de Oriente pues no hay mas que
un sentimiento en la Cámara y en el pais ; y es
que en este negocio la Francia, ha sufrido un
grande y notable golpe (**).» Porque la Fran-


C) Mr. Jouffroy hablaba en nombre de la comisión que
concedió por unanimidad el crédito estraordinario de ij)
millones, pedido entonces por el ministerio de 1 2 de Ma-
y o , para poner las fuerzas navales en un pié respetable,
en el Levante.


(**) Sesión de l.° de diciembre de 48áo.




FAI.MERSTON. J
cia desposeída ya de toda influencia en Cons-
tantinopla, se ha resignado benévolamente á su-
frir igual suerte en Egipto y en Siria; porque
en una palabra ha sufrido la Francia un gran-
de y notable golpe, no veo hasta ahora nada
para que la Inglaterra, con Mr. Urgubart, de-
ba acusar de un crimen horrible á Lord Pal-
merston.


Por otra parte, porque un hombre cuya \\da
política tan larga y por tanto tiempo tan insig-
nificante, no ha traspasado jamás los límites de
la medianía ; porque este hombre, después de
haber representado desde 1809 el papel-oscuro
de utilidad, de comparsa, en casi todos los ga-
binetes toris y whigs que se han sucedido en In -


glaterra ; porque este hombre definitivamente alis-
tado en 1830, bajo las banderas del partido
whig, eclipsado al principio por todos los hombres
eminentes que formaban el primer ministerio Grey,
se ha visto crecer poco á "poco, con la salida ó
la muerte de la mayor parte de aquellos hom-
bres , hasta el punto de adquirir en el gabine-
te , tan frecuentemente dislocado de Lord Mel
bourne, una importancia que nada justifica en él;
porque este hombre, asi agrandado porcasua-




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


l idad, después de haber proclamado durante diez
años , que la alianza anglo-fraucesa era la sal-
vación del mundo; después de haber propuesto
á la Francia un acto de agresión abierta contra
la Rusia , se decide bruscamente, de un dia pa-
ra otro, á pasar del uno al otro campo, sin mas
motivo que su vanidad herida por la supuesta ges-
tión directa de Mr. Thiers con el.Bajá, y el he-
cho accidental de la insurrección de la Siria; y
arrastra á su pesar á sus colegas á una política
de cabo de escuadra, basada únicamente en una
prevención injuriosa para los franceses, y que
tan temeraria hubiera sido en otros tiempos (*);
porque este hombre obrando asi ligeramente , sin
plan fijo, sin medios preparados (**) para hacer
frente á las eventualidades que podian salir de
un conflicto, y con riesgo de envolver á la E u -


(*> Mr. Guizot mismo, ha declarado (véase su discurso
en la discusión de contestación al de la corona) que Lord
Palmerston no haliía firmado y llevado á ejecución al tra-
tado de 15 de Julio , sino porqiw tenia el convencimiento
de que la Francia hablaría mucho, no obraría, y «"abaría
por conformarse, "


(•*) Es constante (véase la discusión de lü eontestad on al
discurso del Trono) que en el momento del ataque de Bey-
routh , la Ing'aterra solo tenia nueve navios en el Mediter-
ráneo , al paso que la Francia tenia quince.




PALMERSTON. 11


ropa en una guerra interminable, se encuentra
de repente justificado por dos hechos igualmen-
te impresumibles, la debilidad militar del Bajá,
y la inacción de la Francia ; porgue en una pa-
labra Lord Palmerston, cuando el statu quo no
tenia peligros y la intervención estaba rodeada
de riesgos, se decidió ligeramente, sin necesidad
urgente, á jugar el reposo del mundo con una
probabilidad contra dos,, y porque ha ganado el
juego, nos es imposible ver en es te , envido el
resto, de un jugador impaciente y afortunado, una
de esas concepciones maduradas por mucho tiempo
combinadas con fuerza, bastante estensas para
abarcarlo todo, bastante sólidas para hacer fren-
te á todo, bastante vitales para satisfacer al pre-
sente y al porvenir, y tales en una palabra co-
mo pueden salir de la cabeza de un hombre de
genio.


Se ha dicho muchas veces que el tratado de 15
de Julio variaba la faz del mundo ; es posible,
aunque muchos de los que al principio lo decían
• i alta voz, afectan en él día desdeñar de un
modo estraño , lo que presentaban como tan for-
midable ; pero lo que nos parece cierto, es que
Lord Palmerston se cuidaba poco de aquel gran




1 2 PEBSONAGES CELEBRES.


resultado. Su objeto era menos estenso y mas in-
mediato ; la influencia rusa le ofuscaba en Cons-
tantinopla, y la francesa en Egipto; y no pu-
diendo destruirlas ambas, ha querido por lo menos
romper una ú otra; para conseguirlo ha tomado
el camino mas corto; ha principiado por propo-
ner á la Francia que obrase contra la Rusia,
forzando de acuerdo los Dardanelos. La Francia
fiel á ese espíritu de indecisión que caracteriza
su política esterior desde la muerte de Casimiro
Perier, se ha negada á e l lo , y estaba en su de-
recho; pero debia esperar lo que ha sucedido: ¿
saber, que no pudiendo el Lord arreglarla cues-
tión contra la Rus,ia con ella, procuraría arre-
glarla con la Rusia contra ella. Sin embargo, este
caso estremo presentaba obstáculos numerosos,
que hubieran contenido á un entendimiento me-
nos presuntuoso; era preciso para dar la razón
á Lord Palmerston, que Ibrahim , agarrotado pol-
las esperanzas francesas , no pasase el Tauro;
que la escuadra rusa no tuviese que salir del
Mar-Negro para ocupar a Constantinopla; q i r
una brillante escuadra francesa se pasease ino-
centemente desde Salamina a Tolón , mientras
cuatro ó cinco navios bombardeaban á Beyrouth;




PALMERSTON. 13


era preciso que el Bajá, esperando siempre un
apoyo formal, mandase la inacción á su hijo; que
Mr. Thiers, dueño por un momento de la si-
tuación , esperase á su vez para obrar, que pu-
dieran arrojarle á la frente el invencible argu-
mento de los hechos consumados ; era en fin
preciso que el mismo Bajá se hiciese también el
humilde servidor de los hechos consumados, de
Sir Napier y del Foreing-Offlce , hasta que sus
sucesores vayan á refunfuñar en las calles de Lon-
dres, con todos esos pequeños soberanos de la
India, que toman el pálido sol inglés en Hyde-
Parc , aprenden á cantar el God save the Queen,
y olvidan sus reales nsplendorés bebiendo porter
á espensas del tesoro público. Se necesitaba que
Lord Palmerston , al dejar de ser ministro, ni
siquiera tuviese que legar á sus sucesores, como
consecuencia de su temeridad, el temible aisla-
miento de la Francia; era preciso en una pala-
b r a , que el ministro elegante apareciese hasta el
fin en política, lo que fué en otro tiempo en
qpior, el hijo mimado de la fortuna. Y ahora,
entretanto que se haya cambiado la faz del mun-
do por el hecho de Lord Palmerston ; lo que solo
seria una prueba mas de que todos los medios




14 PERSONAGES CELEBRES.


sirven á la Providencia para lograr sus fines; co-
mo este nombre está ya para siempre enlazado
con un hecho histórico, cuyos resultados pueden
ser inmensos, vamos á esforzarnos en bosquejar
aqui brevemente los principales lincamientos de
esa vida por mucho tiempo oscura.


El muy honorable Lord Henry John Temple,
vizconde Palmerston, nació el 10 de Octubre
de 1784 , de una familia de mediana aristocracia
originaria del Buckinghamshire, y que se esta-
bleció , según creemos, en Irlanda á mediados del
siglo XVII. Pertenece á esta familia el célebre
diplomático Sir William Temple que representó
un papel bastante hermoso en el reinado de Car-
los II. Al firmar el tratado de 15 de Julio, Lord
Palmerston ha podido inspirarse con una tradi-
ción de familia, pues precisamente uno de sus
antepasados, ese mismo William Temple , fue
el que firmó con .Tuan de Witt en Bruselas, el
tratado de 1688 entre la Holanda , la Inglaterra y
la Suecia, para obligar á la Francia á restituir
sus conquistas en los Paises-Bajos. El padre (-i
Lord Palmerston, ejercía las funciones de ottor-
ney general de I r landa, y tenia la reputación de
tori reforzado. Nada sabemos de los primeros




P/VtMERSTON. 15


años de Su Señoría , si no que era un muchacho
muy boni to , muy vivaracho, muy mimado, en
virtud de su derecho de primogenitura, tan po-
deroso todavía en Inglaterra, y que mereció muy
jóvien el apodo de Cupido , con que sus conciu-
dadanos le han honrado mas adelante, á causa de
su probada superioridad en materia de galan-
teria.


Muy joven todavía, fue enviado ai colejio aris-
tocrático de Harrow, donde estuvo en compa-
ñía de Sir Roberto Peel, de Byron, de Bankes,


•de Hobhouse, y de muchos otros jóvenes que,
todos, valiéndonos de las palabras de Byron en
una nota de sus memorias, han hablado y he-
cho hablar de ellos. Los estudios de Lord Pal-
merston, fueron bastante buenos. Sin embargo,
en medio de aquella vida semi-elaustra! y semi-
BMindana que hacían en Harrow los jóvenes pa-
tricios de Inglaterra, sueedió que el descendien-
te de los Temple, descuidó un poco los auste-
ros deberes del escolar, por adquirir las cuali-
dades mas brillantes del gentil-hombre. Lord
Palmerston ai salir de Harrow-Sckool pasó á la
Universidad de Edimburgo, después á la de Cam-
bridge , donde se entregó á los solaces disipados




16 PERSONAJESCELEBR.ES.


y turbulentos, con que un joven inglés de buena
casa se prepara para ejercer los elevados cargos
públicos. A los veinte años le encontró su familia
un burgo (*) cerrado ó podrido, que le envió
en 1805 á la Cámara de los comunes. Cuatro
años después, á los veinte y cinco de edad, de
sempeñaba Lord Palmerston las funciones de mi-
nistro de la guerra {secretan ofwar), que ha con-
servado durante diez y nueve años seguidos. Pe-
gado por decirlo así á su cartera, pasó en la os-
curidad junto con ella, desde Mr. Perceval, á Lord
Liverpool, de Lord Liverpool, á Mr. Canning, de
Mr. Canning, á Lor Goderich , de Lord Goderich,
á Lord Wellington, hasta que la dimisión tan
tímidamente presentada y tan brutalmente acep-
tada de Mr. Huskisson, su amigo , obligó á Lord
Palmerston á separarse con pesar suyo , de su
querida cartera. y á seguir á Mr. Huskisson en
la oposición whig. Esto sucedía en 1828.


f ) Es preciso no confundirlos burgos cerrados (cióse bo-
rovghs) con los burgos podridos (rotten loroughs) am-
bos abolidos por lo (lemas desde la reforma electoral. ü.i
los primeros no faltaban electores, pero sus votos corres-
pondían de derecho á algún poderoso. En los segundos, no
tiabia en realidad mas que una ó dos personas con derecho
de votar.




PALMER ST0N. 17


Los lectores españoles, que apenas hayan oí-
do hablar de Lord Palmerston desde el año de 1830,
preguntarán tal vez cómo no han tenido antes
conocimiento de un hombre , que siendo tan jo-
ven, desempeñó en su pais durante diez y nueve
años funciones tan importantes como las de mi-
nistro de la guerra; que las desempeñaba en una
época en que la Inglaterra sostenía contra Na-
poleón un duelo á muerte, del cual salió vic-
toriosa, y que de consiguiente parecía que de-
bía tener una gran parte en la gloria de aquel
.triunfo? Tal vez preguntarán también ¿cómo se
puede ser ministro de la guerra en cinco ó seis
gabinetes sucesivos y diferentes? ¿y si esa inmo-
vilidad en semejante puesto, en medio de todas
las modificaciones ministeriales, no supone ne-
cesariamente una de esas especialidades estraor-
dinarias, una de esas capacidades de que no es
posible prescindir, y que sacan el principio de
su duración del poder, de un talento superior y
de la fuerza de las circunstancias?


^Entrados en este camino, no tienen los lec-
tores mas que andar, é irán lejos. Cómo! un
hombre que desde 1809 á 1815 dirige en el si»
lencio del gabinete la gran lucha que sostuvo la


2




18 PERSONAJES C E L E B R E S .
Inglaterra en todos los puntos de Europa, .que
vigila las operaciones de Wellington en Portugal
y en España, que prepara la victoria de YYa-
terloo, y después de haber vencido, como mi-
nistro de la Guerra al mayor Capitán de los tiem-
pos modernos, pasa luego á los negocios es-
tertores, en medio de las mas críticas circuns-
tancias , hace frente á todas las dificultades , y
concluye, como dice Mr. Berryer, por variar la
faz del mundo. ¡Este hombre , es un hombre
grande, si los hubo! ¡tan gran estratégico como
diplomático! ¡y la historia no dice una palabra
de él durante veinte años! ¡y apenas se encuen-
tra su nombre al fin de todas las listas ministe-
riales! ¡ y la Inglaterra habla de Pi t t , de F o x , de
Canning, y aun de Casttlereagh ! ¡que aguar-
da para llenarse de gloria habiendo dado el ser
á Lord Palmerston, que ha firmado el tratado
de 15 de ju l io! Es que hay en esa tardía glori-
ficación una grande injusticia ; pues al fin Lord
Palmerston ha sido á los veinte y cinco años el
Carnot de Inglaterra antes de ser su Riehelieu.


Bastará para calmar la impaciencia de los lec-
tores , decirles, si lo ignoran, que de todas las
sinecuras que tanto abundan en Inglaterra, es




PALMERSTON. 19


ranchas veces la primera el empleo de ministro
de la Guerra ; es por lo común lo que se llama
una cartera puramente política, una de esas ca-
sillas tan numerosas, en donde el gefe del ga^
bínete, el leader, al llegar al poder, coloca á
los mas insignificantes de su falange. Supónga-
se á uno que es poeta , abogado, matemático, ó
currutaco, cuya palabra carece de influencia en
la Cámara de los Comunes, y que nO tiene bas-
tante importancia para aspirar al timón de los
negocios esteriores; pero que tiene celo, rela-
ciones distinguidas , una buena posición en el
mundo; que está de moda, que ha trabaja-
do con todas sus fuerzas para la caida del mi-
nisterio anterior, y que quiere una parte del
turrón : el leader no sabe qué hacer de é l , y
le hace ministro de la Guerra, {secretary of
war). Mr. Macanley que desempeñaba este em-
pleo en el último ministerio wliig, es un lite-
rato á quien suponen de mucho talento, pero
que conoce la historia de la clásica falange ma-
cqdonia, mucho mejor que la organización del
pais (*).


C) Sir Hardinge , que ha sido llamado á este puesto en




20 PEBSONAJES CELEBRES.


Entre las treinta ó cuarenta personas que ca-
da cambio ministerial hace llegar de este modo
á los puestos ministeriales , jamás hay entre ellos
mas que un número muy corto que comparta
con el gefe del gabinete la dirección de los ne-
gocios ; los demás solo tienen una importancia
secundaria, proporcionada á lo que personalmen-
te valen, y no llenan mas que por la forma
las funciones de que están revestidos. Entre no-
sotros se estraña que el ministerio de guerra ó
marina se confiera á una persona que ni es ma-
rino ni soldado ;. en Inglaterra es esto muy co-
mún , y á nadie sorprende; y hasta opinan mu-
chos que es un bien, en el concepto de que
siendo siempre dirigidos los negocios del ramo,
fuera de las luchas y de los hombres políticos,
por consejos y agentes especiales y casi siempre
permanentes, siguen una marcha mas regular,
mas uniforme, y participan menos délos incon-
venientes de la instabilidad ministerial; al pa-
so que cuando se suceden con tanta rapidez
en uno ú otro ministerio hombres especiales,


el nuevo gabinete tory, e s , cosa extraordinaria, un ofi-
cial distinguido.




PALMER ST0N. 21


se creen obligados muchas veces á hacer co-
sas nuevas, deshaciendo la obra de su prede-
cesor, é imprimiendo á la marcha de la ad-
ministración una instabilidad perjudicial. Pero
no es este lugar de tratar esta grave cuestión,
examinando cual de los dos métodos es preferi-
b l e ; lo poco que de ello decimos no tiene otro
objeto que dar á conocer á nuestros lectores por
qué Lord Palmerston , en una época en que
apenas era conocido si no por el corte de su ca-
saca , la elegancia de su cabello, sus proezas
galantes , sus triunfos en el baile de Almacks,
su habilidad en valsar, de lo cual le atribuyen
algunos la importación en Inglaterra , la sonro-
sada frescura de su tez, su mezcla de fatuidad
y de arrogancia, ese modo de presentarse tie-
so y al mismo tiempo descompuesto que cons-
tituye lo que llaman los ingleses un escíusi-
vo (*) es decir un León por escelencia; por qué,


(*) En la jerga elefante, solo mereced titulo de escluse-
ro, el que tiene el privilegio de dar el tono entre la pan-
dilla. El uclusivo profesa un soberano desprecio por el
dcmdy vulgar, al cual llama un (nobody) nada. El esclusivo
es esencialmente interruptor (cutteer) por naturaleza, y se
le conoce por la manera como interrumpe al nobody. El
arte del cut consiste en ungir no conocer a uno á quien




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


decimos, Lord Palmerston ha podido ser deudor á


cualidades de esta especie, cuya influencia no


es pequeña eotre aquellos isleños, de ser llama-


do tan joven á desempeñar el ministerio de la


guerra. (*)


Fáltanos esplicar cómo ha conseguido Lord


Palmerston eternizarse en su sinecura, pasar


por todos los gabinetes torys de diversos colores


hasta el momento en que fue á buscar una car-


tera en nn ministerio whig , lo que nos lleva á


reasumir lo mejor que podamos estos dos perio-


dos de la vida política de Lord Palmerston.


se conoce perfectamente, y en negarse con descaro á sa-
ludarle, de miedo de no rebajarse habiéndole, esto es lo
que el esclusivo llama interrumpir á un hombre. Damos
estos detalles, en primer lugar, porque no nos parecen
fuera de sazón tratándose de un ministro león, que en sus
relaciones con la Francia parece haberse colocado un tan-
to como un mtter (véase la contestación al memorándum
de Mr. Thiers , y su discurso á los electores de Tiverton) y
después porque la moda es hoy en Inglaterra un poder
formidable, aun en las cosas serias.


(*) Debemos añadir sin embargo, que el Morning-Chro-
niele da Julio de 1809 , hablando de este nombramiento
se burla muy agradablemente del ministerio Percsval por
el apoyo que va á encontrar en la literatura del joiln
Lord Palmerston. Lo que indica al parecer que el joven
Lord, unia á las cualidades antes euumeradas, pretensiones
de literato , que no hemos visto justificadas.




PALMEBSTON. 23


Los cambios de colores, por mas que se ha-
ya dicho lo contrario, son tan comunes en In-
glaterra como en otras partes. Hay allí también
transformaciones en el modo de considerar la po-
lítica, que se esplican y justifican por la influen-
cia pura y sencilla de los hechos esteriores, y
el trabajo interior del pensamiento, Lord Stan-
ley, tory en e ld ia , era no hace ocho años whig:
Lord Lyndliurst, el actual canciller, uno de los con-
servadores mas grandes de la Gran-Bretaña, hi-
jo del pueblo y por consiguiente demócrata, pa-
saba en otro tiempo el estrecho, en tiempo de


* la república francesa, para llevará los clubs pari-
sienses mensajes de felicitación. Lord Brougham ha
votado sucesivamente qon los radicales, con los
whigs y con los torys. Pudiéramos eitar á otros
mil nombres distinguidos que han pertenecido á
opuestos partidos. Diremos también que en In-
glaterra la opinión es menos severa y con fre-
cuencia mas justa sobre tales cambios ; depen-
diendo esto de varias causas que solo podemos
indicar aqui. En primer lugar, entre los torys y
l i s whigs, aunque sea el combate violento en
palabras, hay mas de un punto de contacto; en
el fondo estas dos grandes fracciones parlamen-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


Después se ha aprovechado de su posición , ca­


tarias representan el mismo interés; los mismos
radicales , ó por lo menos gran parte de ellos,
nada tienen de común сод los nuestros. No ha­
blamos de los carlistas, reunión de individuos
que puede llegar á ser mas ó menos peligrosa,
pero que aun no forma un partido. Cuando los
puntos de contacto son tan numerosos entre los
partidos y los hombres, por multiplicadas que
sean las diferencias de| pormenores, las transac­
ciones son. menos difíciles; ademas , en In­
glaterra , siendo la riqueza la regla, y la pobre­
za la escepcion, en casi todos los que toman par­
te en los negocios, la acusación de corrupción,
de deseo de lucrar y de empleos , esa acusación
que persigue entre nosotrqs á cuantos modifican
sus opiniones en sentido contrario á la oposición,
es menos encarnizada, menos persistente. Debe­
mos añadir , sin embargo, que Lord Palmerston
es uno de los hombres á quienes se ha diri­
gido mas vivamente este cargo ¿lo merecería mas
que otros? Examinemos los hechos.


Cuando á los veinte y un años de edad, con una
fortuna patrimonial relativamente mediana




PALMEHSTON. US


Lord Palmerston llegó á la Cámara de los Co-
munes , P i t t , el gran ministro, el patriota ar-
diente, se moría joven todavía, pobre, empeña-
d o , y rendido por los duros trabajos de una
vida consagrada enteramente al servicio de su
país.


Cuando murió , el partido whig , dirigido
por Fox se apoderó por un momento del timón
de los negocios; lo conservó poco t iempo, y
apenas habian transcurrido ocho meses, que ya
Fox, muerto por el trabajo como P i t t , iba á
descansar bajo las losas de Westminster, al lado


, *de su ilustre adversario, y el gabinete whíg
caía á los golpes del joven Canning, que se
anunciaba entonces á la Inglaterra como el su-
cesor de P i t t , como el proseguidor de la políti-
ca de guerra á muerte contra la Francia y Na-
poleón.


Lord Palmerston descubrió al momento que
el partido whig estaba aun alejado del poder por
mucho tiempo, y deseando adelantar, se alistó


sáíSlose con la viuda del conde Cowpcr, que fue en otro
tiempo una hermosura á la moda. Lady Cowper le ha lle-
vado una fortuna bastante considerable, y el título de
cuñado de Lord Melbourne.




26 PEBSONAGES CELEBÍIES.


en las banderas del torysmo, se hizo el oscuro
satélite del astro brillante de Canning, á quien
sostuvo lo mejor que pudo , mas bien fuera que
dentro de la Cámara, donde era nula su influen-
cia , y su palabra sin brillo ni poder. Can-
ning recompensó su celo haciéndole nombrar
primero, sub-lord del Almirantazgo; y después,
cuando el desafio de Canning y Castelereagli, y
la dimisión simultánea de estos dos personajes
causaron la dislocación del gabinete, durante el
trabajoso engendro del ministerio Perceval, Can-
ning , que por razones de conveniencia se creia
obligado á permanecer alejado del ministerio,
contribuyó de buen grado á hacer que se mue-
blase con hombres insignificantes pero adictos,
y el Times del 24 de Octubre de 1809 anunció
á sus lectores admirados: «que los sellos de la
secretaria de] Estado y de la Guerra, después de
haber sido llevados de una parte á otra duran-
te muchos dias, se acababan de ofrecer á Lord
Palmerston; joven, anadia el periódico, que no
ha cumplido veinte y un años hasta el viernes
último.» ¿


En aquel ministerio y en el de Lord Liverpool,
Lord Palmerston formó parte de la minoría que




PALMERSTON. 2 7


se mostró en el gabinete favorable á la eman-
cipación de la Irlanda, sostenida fuera de él por
Canning. Hasta 1815 la parte personal de Lord
Palmerston en los grandes negocios esteriores
fue muy limitada, y se redujo á algunos infor-
mes oficiales sobre el estado de los ejércitos, que
leyó de vez en cuando en la Cámara de los Co-
munes. £1 ministerio presidido por Lord Liver-
pool tuvo dos periodos bastante distintos: en el
primero, que pudiera llamarse periodo Castele-
reagh á causa de la influencia que este perso-
nage ejerció, habiendo vuelto á encargarse del
ministerio de negocios estrangeros, reinó sin
contradicion el torysmo mas desenfrenado, y
se esplicó en el esterior con la adhesion del go-
bierno inglés, á las máximas y medidas de la
Santa Alianza; en el interior con el degüello
de Manchester, y los seis bilis de represión co-
nocidos con el nombre de seis actas, que su-
blevaron á todo el partido whig. Lord Palmers-
ton, que en el dia pretende ser muy liberal,
sancionó con su consentimiento todas aquellas
n^didas. Su posición, como individuo del gabi-
nete, hasta hubiera llegado á ser penosa, si no
hubiera sido muy secundaria. En efecto, Can-




28 PERSONAJES CELEBRES.


ning que él tuismo había principiado con opi-
niones ultra-toris, Canning por tanto tiempo
odioso á los whigs, después de haber abando-
nado á la Inglaterra por no asistir á la causa
de la Reina, de quien se habia declarado de-
fensor , y después de un largo viage por el
continente, habia vuelto con ideas mas mode-
radas, y bajo diversos aspectos se habia mani-
festado tenaz adversario del gabinete de que
Lord Palmerston hacia parte. El suicidio de
Castelreagh, en 1822, puso término á los em-
barazos del honorable Lord, dividido entre los
dos adversarios, de los cuales el uno era su
contrario, y el otro su amigo político. Can-
ning reemplazó á Castelreagh, y al momento se
vieron dos partidos en el seno mismo del mi-
nisterio ; el u n o , el viejo partido tory , negan-
do la menor concesión al espíritu del siglo; el
o t ro , el partido Canning , menos absoluto , y mas
dispuesto á entrar en uua senda de mejoras y
progreso. No hay necesidad de decir , que Lord
Palmerston se adhirió á Canning; cuando mu-
rió Lord Liverpool, en 1 8 2 7 , llegó este á stér
primer ministro; los ultra toris salieron del ga-
binete , fueron reemplazados por los whigs, y




PALMERSTON. 29


el resto de la vida política de Canning fue con
frecuencia una lucha con sus antignos amigos.


Durante su ministerio y con é l , Lord Pal-
merston , rechazando entonces como ilusoria to-
da idea de reforma parlamentaria, tomando par-
te en todas las medidas enérgicas de represión
interior , fue ademas el ahogado de la emanci-
pación católica de la Irlanda, que fracasó en la
mala voluntad del rey y en una mayoría de cua-
tro votos en el Parlamento. Canning tardó poco
en morir en la misma Cámara, y en el lecho


fát¡ muerte de Fox. No habiendo cuajado el en-
sayo de un ministerio de coalición, bajo la pre-
sidencia de Lord Goderich, el partido ultra-tory
volvió al poder en Enero de 1 8 2 8 , representa-
do por Lord Wellington y Sir Roberto Peel (1).


Este es el momento mas desagradable de la
vida política de Palmerston; había defendido con
su ilustre colega Canning la causa de la eman-
cipación ; con él había sostenido la causa de los
Griegos; se habia asociado á él en todas las me-
didas que habian hecho su administración sospe-


(*) Sir Roberto Peel, que representa en el día el toris-
mo moderado , pertenecía entonces á la fracción mas absolu-
ta del partido.




30 PERSONAGES CELEBRES.


chosa á los torys , y consintió en quedar en el
ministerio bajo la presidencia del antagonista mas
directo de Canning , del hombre que dos años
hacia no cesaba de combatir su política como
apoyada en un espíritu innovador y peligroso; del
hombre que se habia pronunciado formalmente
en muchas ocasiones contra la emancipación'-.
del hombre que siempre se habia mostrado con"
trario á las medidas tomadas por Canning en
favor de los Griegos; del hombre en fin que aca-
baba de calificar de untolvard event, suceso des-
graciado la batalla de Navarino. Este apego,
sea como quiera , á su cartera, le hizo poco ho-
nor en la opinión pública; ocho meses después
hubo altercados serios entre Lord Wellington y
Mr. Huskisson, uno de los antiguos colegas de
Canning, que como Lord Palmerston habia con-
sentido en entrar en el nuevo gabinete. Mr. Hus-
kisson habló de dimisión ; le tomaron la palabra,
salió del ministerio , y solo entonces creyó
Lord Palmerston que debia seguirle y terminar
una situación comprometida para é l , en cuando
parecía que sacrificaba sus principios a su inte-
rés.


Desde aquel momento principia á engrande-




PALMER STON. 31


cerse un poco la importancia política del hono-
rable Lord; desde 1828 á 1830 dirigió, en unión
con MM. Huskisson y Gran t , una reducida frac-
ción parlamentaria que formaba una especie de
tercer partido entre los torys y los whigs. Al
tiempo mismo que aplaudía la emancipación ca-
tólica arrancada á Lord Wellington ; al mismo
tiempo que combatía al noble Duque en su ab-
soluta negación á toda reforma, se negaba á
asociarse á los esfuerzos de Lord G r e y , de
Lord John Russeli para conseguir una reforma
genera l ; se pronunciaba por las concesiones en
detall, los paliativos y las modificaciones pro-
gresivas ; apoyaba al partido whig en ciertas oca-
siones particulares, como el trasportar el dere-
cho electoral del burgo de East Redfort á las
grandes ciudades fabriles, que carecían entonces de
todo derecho electoral. Toma una parte activa en las
cuestiones de política estertores;pronuncia sóbrelos
negocios de Portugal , en 1829, y sobre los de
la Grecia, en t 830 , dos discursos que hicieron
cu^ta sensación. Durante aquel periodo de se-
mi-oposicion , se hizo notable Lord Palmerston
por ataques bastante vivos contra las simpatías
esclusivas de Lord Wellington en favor de los




32 PERSONAGES CÉLEBRES,


gobiernos absolutos de Europa.—« Espero , es-
clamaba entonces el hombre que mas adelante
habia de sacrificar tan ligeramente la alianza
francesa a l a rusa, espero que la Inglaterra no
se enlazará jamás con los representantes del prin-
cipio de intolerancia militar en asuntos de go-
bierno. Confio que el gabinete procurará obte-
ner las simpatías del pueblo, conservando no solo
en el pais , sino aun en todas partes donde pue-
da alcanzar su acción, la preponderpncia dé lo s
principios de un liberalismo sabio , justo é ilus-
trado. »


Sabido es cómo por rechazo de la revolución
de Julio cayó el ministerio Wellington; el par-
tido whig debió á aquel gran suceso el recon-
quistar en Inglaterra un ascendiente que habia
perdido hacia ya 50 años. La alianza anglo-fran-
cesa que fue el constante ensueño de Mirabeau,
y cuyo pensamiento legó á Tayllerand; la alianza
anglo francesa fue la consecuencia de aquella
simultaneidad del triunfo de la ideas liberales en
Francia v en Inglaterra; y por una coincidencia
singular, el partido wh ig , debilitado sucesiva-
mente á medida que se alejaba del sistema del cual
sacaba tal vez su fuerza, recibió un golpe inmen-




PAL1BEHST0N. 33


so , y sucumbió en el momento mismo en que
rompía ellázo que le unía a la Francia.


El ministerio whig , dueño de los negocios
durante diez años, y apenas interrumpido en su
posesión por la tentativa desgraciada de los torys
en 1834 , apoyado primero por una poderosa ma-
yor/a , ha visto aumentarse progresiva y anual-
mente el número de sus enemigos, y disminuir
en igual proporción el de sus amigos, hasta ei
puntó de verse-en'1841 separado «el poder por
una mayoría' dfe !80 votos; y sin embargo, apre-
surémonos á decirlo, el ministerio whig , cuya
historia presenta cuatro épocas muy diferentes,
en la desigual carrera que ha recorrido, ha lle-
vado á cabo grandes cosas. El primer ministerio
Grey es sin disputa uno délos mas gloriosos para
la Inglaterra. Viérase reunidos bajo la enseña de
un hombre ilustre por treinta años de hermosos
combates políticos, áLord Brougham, Lord Stanley,
Lord DhUram, Lord John Russell, Sir James Gra-
hám,L0rd Ripon, Lord Howick, el Duque de Ri-
ch^rrtond, Lord Melbourne y Lord Althorp ; el pú-
blico se admiró un poco de ver el nombre, -inferior
hasta entonces, dé Lord Palmerston unido á todos
aquellos ^sombres célebres en el partido whig-




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


Pero el recuerdo de Canning protegió á su des-
colorido discípulo; el choque que habia teni-
do en la última sesión con Lord Wellington,
el apoyo que acababa de prestar á los whigs, sin
entregarse sin embargo á ellos antes de la vic-
toria, parecieron á Lord Grey motivos bastantes
para acogerle en su campo, y admitirle á los
honores del triunfo, encargándole el ministerio
de negocios estrangeros, con el cual ha atrave-
sado todas las vicisitudes interiores del ministe-
rio whig durante diez años , y que no dejó sino
por un instante, cuando la brusca invasion del
gabinete por Lord Wellington y Sir Roberto Peel,
para volverse á encargar de él al momento, hasta
el en que definitivamente tuvo que entregarlo á las
manos vencedoras de los torys. ...


No es este el lugar, de reasumir.todas las
grandes luchas que ha sostenido el partido whig
en el interior, y todas las cosas grandes que
ha. hecho; hablaremos de ellas cuando tratemos
de hombres que representen mas completamente
dicho partido La política esterior del ministerio


v


whig es conocida; ha sido casi siempre diestra,
feliz y ú t i l -a l pais, á cuyo objeto.todo lo sa-
crifica el gobierno inglés, cualquiera.que sea el




PALMER STOPS. 35


partido que ejerza el poder. Principió por con-
servar la paz del mundo, uniéndose estrecha-
mente con la Francia, de modo que le impedia
á un tiempo atacar y ser atacada: arregló des-
pués la cuestión belga, tan complicada de acci-
dentes y protocolos, en provecho de su influen-
cia política y de su interés comercial; formó la
cuádruple alianza con el objeto aparente de de-
fender la causa constitucional de España y de
Portugal, donde ha conseguido establecer la in-
fluencia esclusiva de la Inglaterra, y con ella
destruir todo germen industrial en el último reino,
y trabaja asiduamente y de todos modos para
reducir al mismo miserable estado nuestra in-
dustria, por medio de un tratado de comercio;
ha llevado adelante en todas partes una gran me-
dida en la que la política se cubre con la filan-
tropía , esto es, la supresión del comercio de ne-
gros, y la abolición de la esclavitud. Al tiempo
mismo que anadia nuevas conquistas á sus con-
quistas en la India, tomaba posición en Siria,
qp Aden , en las islas Bahreyn, en los princi-
pales puntos de la costa arábiga, y por último
hasta en la China, donde el cañón inglés ha
abierto nuevos mercados á sus productos.




3G PEB.SONAGES CEL&BHES.


Si en todos los demás hechos realizados antes
de 1 8 3 0 por el ministerio whig, no aparece
bastante preponderante la acción de Lprd Pal-
merston, para que deba atribuírsele esclusivamen-
tela responsabilidad ó el honor, es difícil no re-
conocer su iníluehcia personal en JO fijación de
límites de las fronteras del Canadá , cuestión
agriada con la prisión del age¡nte inglés Mac-,
Leod ; la guerra de China ¿ terminada en favor de
la Inglaterra por el ministerio tory, y por últi-
mo la cuestión de Oriente, La $pla solución de
estas tres cuestiones puede condenar ó justificar
al hombre que las ha promovido;. Si la Francia
no encuentra en sí misma bastante energía- pa-
ra contener las dos influencias que luchan en su
seno, intentando justificarse la ¡una,conjla otra:
si por temor de aquellos á'>$tiep.e$¡<Mt¿ de Toc-
queville llama con razón los bárbaros del in-
terior, la Francia constitucional, siempre inquie-
ta y desasosegada, retrocede sjeftipre ante] la idea
de emprender y seguir con c a l m a , ; firmeza y
perseverancia un gran negocio esterior ; si la
Francia que posee Marsella, ,Toton, ¡a Córce-
ga y Argel; si la Francia, que tiene todos sus
intereses vitales en el Mediterráneo, permite que




PALMERSTON. 37


la Inglaterra, cuya política es tan activa, que la In .
«laterra dueña ya del Occeano y de la entrada
de los dos mares, dueña de Malta y de las Is-
las Jónicas, la encierre entre el cabo de Bon y


Gibraltar, hasta que pueda quitarle una á una
las posiciones que le quedan; en una palabra, si
el Mediterráneo llega á convertirse algún dia en
un lago inglés ; la Francia se convertirá en una
potencia feliz y poderosa, como la Italia y la
España; y Lord Palmerston, en vez de ser una
inteligencia mediana, presentuosa y altiva , será


^ su vez un grande hombre; pues con muchas
mas razones que los franceses para temer un con-
flicto ; con la hacienda en desorden, con una
deuda enorme, con el desarrollo de fuerzas que
hace preciso la vigilancia de las posesiones es-
parramadas por todos los puntos del globo, con
facciones interiores no menos violentas que las
de Francia, con un cáncer al costado, llamado
la Irlanda, Lord Palmerston no habrá temido
atropellar las cosas para abrirse el camino para
rebajar á la Francia; y su política de golpe de
mano tendrá en su favor el mejor de todos los


argumentos; el buen éxito.














EL ARCHIDUQUE


CARLOS DE AUSTRIA.


E s t e p r í n c i p e d i s f r u t a b a d e u n a m e -
r e c i d a r e p u t a c i ó n , q u e el t i e m p o p o r
o t r a p a r t e h a a u m e n t a d o , -f á l a c u a l
m e c o m p l a z c o e n r e n d i r t r i b u t o . P o -
see las e m i n e n t e s c u a l i d a d e s q u e f o r -
m a n á l o s g r a n d e s h o m b r e s ' d e g u e r -
r a , y h u b i e r a l l e g a d o á s e r , n o l o
d u d o , el m e j o r c a p i t á n d e s u é p o c a ,
á n o h a b e r l e o p u e s t o l a f o r t u n a o b s -
t á c u l o s d e l o s c u a l e s n o h a p o d i d o
t r i u n f a r c o n t o d o s s u s t a l e n t o s .


NAPOLEÓN.


Cuarenta y seis años hace dos generales, na-
cidos en campos enemigos, principiaron a u n urs-
ino tiempo del modo mas brillante su carrera,




2 PERSONAJES CELEBRES.


en Italia el uno y el otro en Alemania. A fines,
del año 1796, la Europa entera tenia fijos los
ojos en aquellos dos rivales de gloria , de los
cuales el mayor contaba apenas veinte y siete años.
El uno con treinta mil franceses acababa de con-
quistar lá Italia coa una sola campaña, después
de haber destruido socesivamente tres ejércitos
austríacos. El otro, joven de veinte y cinco años,
acababa. d« salvar á la Austria del mayor peli-
gro" (jue- hasta entonces habia corrido. Con sus
hábiles maniobras habia rechazado desde el Da-
nubio al Tíin á dos ejércitos franceses; habia
batido á Jourdan , vencido al vencedor de Fleu-
tfii; y obligado á Moreau á la hermosa retira-
da , tan gloriosa para eí que la ejecutó ,. y por
consiguiente, no menos gloriosa para el que la
causó con sus combinaciones.


Si la Francia en aquella época, no tenia bas-
tantes elogios y laureles para el vencedor de Co-
Uí , de Reaulieu, de Wurmser , el Austria repi-
tiendo las palabras de Moreau, proclamaban su
Archiduque el primer capitán del siglo, y el
digno sucesor del príncipe Eugenio. De aquellos
dos jóvenes héroes, el uno ha llenado todo lo que
ofreció desde un principio, pues ha sido Na-




EL ABCHIDUQUE CARLOS. 3


poleon; el o t ro , menos feliz que hábi l , contra-
riado en su carrera por diferentes obstáculos in-
feriores , ha visto eclipsarse su gloria ante la in-
mensa de su rival; y sin embargo, los desastres
del Archiduque Carlos, han sido acompañados
desbastante talento y de victorias bastantes, para
grangearle la merecida reputación del hombre de
guerra mas hábil , del mayor estratégico que la
Europa pudo oponer á los franceses, durante vein-
te y cinco años de combates. Cuando el prínci-
pe Carlos, desanimado á un tiempo por las in-
tr igas, por los entorpecimientos burocráticos, y.
por el triste estado de su salud, hubo abando-
no definitivamente la carrera, otros vieron caer
al poder de sus golpes reunidos, á Napoleón
cansado por la victoria y abandonado por la for-
tuna ; hicieron de su suerte su gloria. Solo el
Archiduque ha tenido el honor de vencer en lu-
chas iguales, á algunos de los mas ilustres ge-
nerales del Emperador, y de resistir, con buen
éxito algunas veces, con intrepidez y talento
siempre, al mismo Emperador en todo el brillo
de su poder y de su genio.


La guerra no es solo un juego de aljedrez,
cuyo éxito descansa en un conjunto de diestras




4 PERSONAJES CELEBRES.


combinaciones, es también un juego de azar
cuyo éxito depende de una multitud de circuns-
tancias esteriores, la palma es del que mejor sa-
be aprovechar la buena fortuna , y luchar contra
la adversa. Véase por qué Napoleón es tan grande
en Waterloo como en Lodi , y el Archiduque
Carlos indisputablemente superior á todas las
glorias militares que lian despuntado en «1 es-
trángero en los últimos años del imperio.


Cárlos-Luis de Lorena, Archiduque de Aus-
tria , Duque de Teschcn , General-Feld-Ma-
riscal del Imperio, hijo de Leopoldo I I , herma-
no de Francisco I , tio del actual Emperador
re inante , nació en Viena el 5 de Setiembre
de 1771. llecibió la esmerada educación que es
tradicional dar á los individuos de la familia im-
perial de la monarquía austríaca. Estudió, según
creemos, el arte militar bajo la dirección del Con-
de de Bellegarde, que era considerado como el
táctico mas hábil del Imperio; pero el real dis-
cípulo debia olvidar pronto sobre el campo de
batalla, en presencia de generales improvisados
por la inspiración y el genio, las antiguas ru-
tinas de la escuela. Apenas contaba veinte años
cuando se formó la primera coalición entre el




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 5


Austria y la Prusia, y cuando fue llamada á
mandar la vanguardia del ejército austríaco , ba-
jo las órdenes del Príncipe de Goburgo. Duran-
te aquella campaña dio muestras de gran valor,
y se, distinguió particularmente en la batalla de
JN'erwinde, en que fué vencido Dumouriez, y r e -
conquistada la Bélgica eu una sola: batal la , del
mismo modo que. había sido perdida. A conse-
cuencia de aquel t r iunfo, fue nombrado el Ar-
chiduque Carlos gran cruz de la orden de Ma-
ría Teresa ,y gobernador de los Paises-Bajos. En
la campaña siguiente , cuando la Prusia se hubo-
retirado de la coalición, y cuando el Austria
tuvo que continuar la guerra con sus propias
fuerzas y los subsidios de la Inglaterra , el joven
Príncipe segundó con talento y valor las ope-
raciones algunas veces felices del general Clayr-
fait. Después de inútiles esfuerzos para obtener
la pazcón la mediación de la Prusia, se decidió
el Directorio á dar un gran golpe al abrirse la
campaña de 1796. Se decidió por un plan cal-
culado sobre una de las mas estensas escalas,de
la estrategia moderna. Las operaciones ofensivas
de tres grandes ejércitos franceses, el del Rin
mandado por Moreau, el del Sambra-y-Mosa,




6 PeUsowu-es CELEBRES.


por JOurdan y'él de Italia por Bónaparte, de-
bían enlazarse •con el mismo sistema y contribuir
til mismo resultado. Kl'ejército de Sambra-y-
Mosa debía apoyar -su ala derecha en él Rín,
mientras avanzase su izquierda en Alemania, con-
servándose siempre ala altura del ala izquierdadel
ejército del Rin. El centroyla derecha de este se-
gundo ejército débia penetrar en Suavia , y ade-
lantarse, por el lago ; de-Constanza, hasta las


''montañas'del Tirol, para1 dar desde allí la ma-
ño ál ejército de Italia , y los tres ejércitos reu-


! nidos hubieran i d o á dictar la paz al Empera-
dor en su misma capital.


El Austria vio el peligro y se dispuso á ha-
•eerlc frente: al mismo tiempo que enviaba á
Wurhísét' Con refuerzos á'Italia, dio él matado


' ! eh gefe' del ejército de Alemania, al Archiduque
con la cooperación de los generales Latour y
Wartensleben.


Los que quieran conocer á foiido las opera-
1 cionesdéaquelTa 'hermosa campaña del Rin, en-
!cóntrá'rín los detalles de ella en una Obra escita
"por el mtérrío Archiduque, en las Memorias de
'Jomíííí, y en'la Historia de la revolución fran-
cesa de Mr. 'Thiers. Los ejércitos de ambas na-




El. ARCHIDUQUE CARLOS. 7


«iones tenían é¡ corta diferencia iguales fuerzas,:
constaba cada uno de ellos de cieuto cincuenta
mil bonibres. Los franceses tenían dos escelen-
tes generales; pero obraban separadamente y á
gran distancia el uno del otro. Jourdan entró
en Alemania por Dusseldorf, y Moreau pasó el
Rin por Strasburgo. Los dos ejércitos austríacos
retrocedieron al principio ante los franceses. Des-
pués de una larga serie de combates , mezclados
con triunfos y reveses, Moreau, persigiendo al
Archiduque, había llegado hasta el Danubio , y
entraba en Baviera. El objeto del Archiduque
al replegarse sobre aquel r io , era concentrarle
en él para poder obrar contra el uno ó el otro
de los dos ejércitos franceses con fuerzas superio-
res. Entre tanto Jourdaii obligaba al general
Wartensleben áretirarse mas allá de Amberg , y
procuraba rechazarle á Bohemia; este último iba


iá practicar aquel falso movimiento, que hubie-
ra abierto el paso hasta el Danubio al ejercito
de.S^mbra-y-Mosa, cuando de repente el Archi-
d u q u e , creyendo llegado el momento de ejecu-
tar su plan, después de haber dado á Moreau
la sangrienta é indecisa batalla de Neresheim,
dejó delante de él para entretenerle al general




8 PERSONAJES CELEBRES


Latour , con treinta y seis mil hombres, se
dirigía rápidamente con otros veinte y cinco mil
á reunirse con el cuerpo de Wartensleben, y am-
bos cayeron sobre Jourdan. Este úl t imo, infe-
rior en fuerzas, no pudiendo resistir aquel ines-
perado choque, se preparaba á replegarse sobre
Ámberg: pero fue alcanzado el 24 de Agosto,
atacado y derrotado en diferentes puntos de su
l ínea, y retirándose sobre Salzbach, dejó nueve-
Ciéntós hombres en poder de los austríacos. Per-
seguido después por las tropas ligeras de War-
tensleben, le empujaron desordenadamente sobre
el Mein. Jourdan sin esperanza de poderse reu-
nir á Moréau, ni recibir socorros de él , creyó
poder restablecer en Würtzburgo sus rotas líneas;
pero el Archiduque en persona se apresuró á p r e -


' cederle, y allí se trabó el 3 de Setiembre una
nueva batalla. En un principio el ala izquierda
austríaca fue rechazada cou pérdida, pero el
Archiduque mandó al viejo Wartensleben, que
mandaba el centro, pasar el Mein á vado con to-
da su caballería, y cargar la izquierda del ejér-
cito francés. Veinte y cuatro escuadrones de co-
raceros atravesaron á nado el Mein, desemboca-
ron hacia Erfílsdórf, y sostenidos por ocho ba-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 9


tallones de granaderos, derrocaron la izquierda
de Jourdan, y precipitaron su retirada sobre elSieg
y el Rin. Asi pues Jourdan después de haber lle-
vado á Wuaitensleben durante dos meses y me-
dio, hasta las fronteras de la Bohemia, fue á su
vez, por la atrevida maniobra del Archiduque
conducido en veinte y cinco días desde las fron-
teras de la Bohemia, bajo los muros de Dussel-
dorf.


Mientras el Archiduque egecutaba aquell ier-
mosó movimiento, daba á Moreau, que habia
quedado n su espalda , ocasión para ejecutar otro
igual, cuyos resultados le hubieran sido tal vez
funestos; el general francés, si no se hubiera
obstinado en permanecer sobre el Danubio, po-
día imitar el movimiento del Archiduque, caer
vivamente sobre é l , como él cayó sobre Jourdan,
atacarle por la espalda mientras Jourdan lo ha-
cia por el frente, y entonces colocado el Archi-
duque entre los dos ejércitos estaba espuesto á
una pérdida casi segura. En vez de obrar d e e s -
t£ modo, no atreviéndose Moreau á tomar bajo
sií responsabilidad el desobedecer las instruccio-
nes del Directorio, que le prescribían apoyarse
en el Tí rol para comunicar con el ejército de Ita-




10 PERSQSA.GJÍS CEIEJBKES.


tal ia; é ignorando al principio la derrota deJour-
dan, permaneció en sus posiciones; cuando tuvo
conocimiento de ella , en vez de retroceder, mar-
chó adelante, atravesó el Danubio é invadió la
Baviera, esperando atraer de este modo al Ar -
chiduque y librar á Jourdau Pero el Príncipe


-no se distrajo de Su empresa, ni revolvió Sobre
Su primer adversario , sino después de haberse
desembarazado completamente del segundo. Mo-


-reau conoció entonces el peligro de su posición:
el desastre de Jourdau le dejaba descubierto, y
espuesto á ser atacado al mismo tiempo por los
tres cuerpos reunidos del ejército austríaco. Pre-
paróse entonces á regresar tranquilamente á Fran-
cia ; volvió á pasar el Leck, desbarató sucesiva-
mente todos los cuerpos austríacos que intenta-
ron cerrarle el paso, y atravesando los mayores
obstáculos, desembocó en Brisgaw. Alcanzado
por,el Archiduque y Wardensleben en Emmind-
Hngen, sostuvo contra ellos un obstinado com-
ba te , cuyo éxito fue dudoso, y después de otro
tenido en Schligen, volvió á pasar el R i n e n B r i -
sach y se dirigió.sobre Strasburgo. Asi pues el
plan del Directorio fue destruido por el vigor,
el atrevimiento y la habilidad del Archiduque.




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 411


Aquella campaña hizo el mayor honor al Prin-
cipe Carlos. Dos meses antes el Austria se creía
perdida, Bona parte destruía todos sus ejércitos
en Italia y se aproximaba al Tirol ; Jourdan es-
taba inmediato al Danubio y amenazaba á laBohe-
mia; Moreau entraba en Baviera, dirigia su ala
derecha hacia Inspruck, y se preparaba á da r l a
mano á Bonaparte. Durante aquel t iempo, la
Prusia, á la sombra de su neutral idad, procu-
raba aprovecharse de los embarazos de su veci-
na para «atenderse en Alemania; ya habia indu-
cido á la ciudad de Nuremberg á pouerse bajo
su soberanía, y hasta habia principiado á pose-
sionarse de ella; sucesivamente habia separado del
partido del Austria, al Duque de Wurtemberg,


-al Margiave de Badén y al Elector de Sajonia, es-
eitátídolés á tratar con la Francia. Tal era el es-
tado de las cosas, cuando las hermosas y rápi-
das maniobras de un general de veinte y cinco
años cambiaron repentinamente la situación; la
írusia. se ¡apresuró á retirar sus tropas de Nu-


i^emberg ; el Elector;de Baviera, cuyos ministoos
(habían tratado .ya¡ con Moreau, se negó á ratifi-
c a r e l ¡tratado y volvió á caer bajo el yugo .del
Austria; y el Directorio se Hevó un gran chasco,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


pues la guerra se trasportó de repeute sobre la
frontera de Francia, y la campaña, principiada con
la invasión de la mitad de la Alemania, termi-
nó con la toma de Khe l , y de jHuninga, que
capitularon ante los ejércitos vencedores del Ar-
chiduque. • : • / • •


Sin embargo Bonaparte, siempre victorioso, se
disponía á llevará cabo él solo el atrevido proyec-
to que la derrota de Jourdari y la retirada de
Moreau habian hecho abortar. Dueño al fin de
Mantua, reforzado con veinte mil hombres'des-
tacados del ejéccito del Rin , dejando detrás de
sí á la Italia conquistada y atónita, iba á atra-
vesar los Alpes Noricos, para arrojarse brusca-
mente del lado allá del Drave y el Muer , en el
valle del Danubio , ó ir en'derechura sobre Víe-
na por un camino que ningún ejército habia se-
guido desde Carlo-Magno.


El Austria para conjurar este nuevo peligro,
dirigió naturalmente sus miradas sobre el que
ya otra vez la habia salvado. El Archiduque Car-
l o s , después de haber sido recibido en triup'o
en Viena , y nombrado generalísimo de todos
los ejércitos austiracos, asi en el Rin como
en Italia , recibió orden de salir inmediatamen-




E L A R C H I D U Q U E C A R L O S . 13


te al encuentro de Bonaparte para detenerle y
cambatírle.


Desgraciadamente para el buen éxito de sus
operaciones, el Archiduque no reuma á grandes
cualidades militares aquella confianza en sí mis-
mo , aquella tenacidad de carácter, aquella in-
dependencia de voluntad , de que daba pruebas
tan frecuentes en sus relaciones con el Directo-
rio su joven é imperioso adversario. Desde Wa-
llensteiu, está mas que nunca en las tradicio-
nes del Consejo Áulico de Viena el contener á
los generales; á ellos corresponde la ejecución
de los detalles, al Consejo la dirección absoluta
del conjunto de las operaciones. AI tiempo mis-
mo en que la Alemania entera, por medio del
coadjutor de Maguncia , proclamaba la necesidad
de conferir al Príncipe Carlos una dictadura mi-
litar que permitiese á su genio el prepararse li-
bremente para aquella gran lucha, algunos vie-
jos tácticos de gabinete le imponían un plan de
campaña absurdo, y el Archiduque, en su res-
peto por la formidable burocracia de Viena, se
sometía ciegamente n decisiones que el no apro-
baba. Cuantos escritores han tratado de aquella
campaña de 1797, principiando por Napoleón,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


están acordes en censurar la linea de operacio-
nes, elegida ó mas bien aceptada, por el Archi-
duque.


«La enorme falta, dice uno de ellos, del
Consejo Áulico de reunir el ejército imperial en
el Friul , en vez de hacerlo en el Tirol , esponia
la capital y decidia de la suerte de la guerra.
En efecto, para impedir que el ejército francés
pasase el Tagliamento, hubiera sido preciso reu-
nir el ejército austríaco en el Tirol antes del 1.°
de Marzo. Precisados los franceses á hacer la
guerra en el Tirol, hubieran resultado para el
general austríaco tres ventajas indispensables:
1.» poder reunir su ejército veinte dias antes;
2." darle un campo de batalla todo en ventaja
suya , en un pais cuya población le era exalta-
damente adicta; 3." darle los medios no solo de
recibir nuevos refuerzos del ejército del Rin,
sino de concentrar sus movimientos y hacerlos
á la vez imponentes y seguros (*).»


En lugar de esto, él Archiduque tuvo que
formar en línea su ejército detrás del Tagliamen-
t o , antes que estuviera eompleto, y desafiar de


C) Memorias sacadas de los papeles de un Hombre de
Estado, t. IV.




EL ARCHIDUQUE CARLOS. ííi


aquel modo el ehoque del general mas hábil y
mas pronto en aprovecharse de las faltas del
enemigo. El 16 de Mareo de 1797 fue cuando
los dos adversarios se encontraron por primera
Tez frente á frente en las dos orillas éel Ta-
gliamento, ambos jóvenes, hábiles, afamados, in-
trépidos; pero el uno tan seguro de sus solda-
dos como de sí mismo, y el o t ro , muy incier-
to del buen éxito. Bonaparte, después de algu-
nas escaramuzas para sondear las disposiciones
del enemigo, encontrándole demasiado bien dis-
puesto, hizo descansar sobre las armas á sus
soldados y establecer los campamentos; el Ar-
chiduque se engañó ; creyó que el ejércit» fran-
cés, cansado por una larga marcha, tomaba po-
sición , y regresó á sus tiendas; pero á las dos
horas, los franceses se formaban repentinamente
en l ínea, se precipitaban én el r io, y el enemi-
go corria aun á las armas, cuando ellos estaban
ya formados en el mejor orden de batalla en
la otra orilla. Después de muchas horas de com-
ba^ y de una vigorosa resistencia, el Archidu-
que se vio precisado á retirarse, dejando cua-
trocientos ó quinientos prisioneros.


Durante este tiempo, Massena, persiguiendo




16 PERSONAJES CELEBRES.


el cuerpo de ejército del general austríaco Lu-
sígnan, se dirigía al collado de Tarvis, se apo-
deraba de é l , é impedia el paso á otra división
austríaca mandada por el general Bayalitsch. El
Archiduque, para librar á aquella división, pban-
donó un instante el grueso de su ejército, se
dirigió con seis mil granaderos húngaros al en-
cuentro del cuerpo austríaco rechazado por Mas-
sena; los reunió, los volvió, a llevar «1 comba-
t e , y libertó el collado de Tarvis; Massena vol-
vió a cargar con su tenacidad tan sabida, y
los dos generales, conociendo la importancia
de aquel punto, se encarnizaron y espusieron
como simples soldados. El collado de Tarvis es
el punto mas elevado de los Alpes Noricos, y
domina la Alemania y á la Dalmacia. «Se ba-
t ían, dice Mr. Thiers, sobre las nubes , en
medio de la nieve y sobre llanuras de ye-
lo;» líneas enteras de caballería eran destrui-
das , y yacian en aquel espantoso campo de ba-
talla. Finalmente, después de haber hecho car-
gar hasta su último batallón; después de haber
desafiado á la muerte veinte veces, el Archidu-
que se vio obligado á abandonar á Tarvis á su
tenaz enemigo, y á sacrificar la división Baya-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 1 7


litsch, que atacada de frente por. Masseua y por
retaguardia por Bonaparte, no tuvo otro remedio
que entregarse prisionera.


Asi pues, en quince dias, llegado Bonaparte
n la cumbre de los Alpes, iba á reunirse con
Joubert, que habia quedado en el Tirol , y Mas-
sena con su cuerpo principal, para marchar so-
bre Viena con cincuenta mil hombres; bajaba
al valle del Muer, cuando recibió la notieia de
la sullevacion de las provincias venecianas, que
propagándose por todas las provincias de la orilla
derecha del Mincio, amenazaba comprometer la
retirada y la seguridad de su ejército en caso
de un contratiempo. Supo también, que el Di-
rectorio, por falta de dinero, no habia podido ha-
cer entrar en campaña los dos ejércitos acantona-
dos sobre el R in ; por otra parte acosada el Austria
se disponía á emplear sus últimos recursos lla-
mando á las ai^ftas á la nación entera. Eu tan
grave situación , con una sublevación á su espal-
da , teniendo delante una nación levantada , y
rodeado de las desconfianzas del Directorio, Bo-
ñaparte, antes de decidirse a jugar el resto pro-
siguiendo su marcha, quiso probar el medio de


las negociaciones : victorioso , ofreció la paz á su
2




18 PERSONAJES CELEBRES.


enemigo vencido, y desde Klagenfurth, capital
de la Car/ntia , dirigió en 31 de Marzo al ge-
neral austríaco la famosa carta que la historia
ha consagrado, y que creemos deber reproducir
aquí , como prueba del aprecio que Bonaparte
hacia del Archiduque.


«Señor general en gefe : los valientes milita-
res hacen la guerra y desean la paz ; ¿no dura
esta ya hac- dos años? ¿no habernos matado bas-
tante gente y causado males bastantes á la triste hu-
manidad? ella clama por todas partes El Di-
rectorio egecutivo de la república francesa habia
hecho conocer á S. M. el Emperador, el deseo de
poner término á la guerra que desoía á todos
los pueblos; la intervención de la corte de Lon-
dres se ha opuesto á e l l o ^ N o habrá esperan-
za alguna de poder entendernos ? ¿ Y será preci-
so , que por los intereses y las pasiones de una
nación que no sufre los males de la guerra,
continuemos degollándonos mutuamente? Vos, Se-
ñor general en gefe, que por vuestro nacimien-
to estáis tan inmediato al t rono , y sois supe-
rior á las mezquinas pasiones que animan fre-
cuentemente á los ministros y á los gobiernos,
¿estáis decidido á merecer el título de bienhe-




E l . A R C H I D U Q U E C A R L O S . 1 9


clior de la humanidad entera , y de verdadlm-O
salvador de la Alemania ? No] creáis', Señor ge-
neral en gefe, que suponga que no es posible
salvarla por la fuerza de las a rmas ; pero aun
en el caso de que las contingencias de la guerra
lleguen á seros favorables, no por eso la Alema-
nia quedará menos devastada. En cuanto á mi
Señor general en gefe. si el paso que acabo de
dar puede salvar la vida á un solo hombre, me
envaneceré mas con la corona cívica que de este
modo habré merecido, que con la triste gloria que
puede resultar de los triunfos militares. »


El joven Príncipe contestó á esta carta
«Señor general: seguramente al paso que hago


la guerra y sigo la vocación del honor y del de-
ber , deseo tanto como vos la paz para la feli-
cidad de los pueblos y de la humanidad. Sin
embargo, como en el puesto que me está confia-
do , no me corresponde poner término á las que-
rellas de las Naciones beligerantes , y como no
tengo ningún pleno poder de S. M el Empera-


d o r para tratar , os parecerá natural , Señor ge-
neral , que no entre con vos en negociación al-
guna , y que espere órdenes superiores para
objetos de tan alta importancia y que no son


i -
- ..•<- ' "




20 PERSONAJES CELEBRES.


precisamente de mi resorte. Por Jo demás, cuales-
quiera que sean las eventualidades de la guerra,
las esperanzas de la paz , os ruego Señor general,
que os persuadáis de mi aprecio y de mi distin-
guida consideración.»


Pronto llegaron los plenipotenciarios austríacos;
firmáronse los preliminares de paz en Leove.n,y
el 17 de Octubre del mismo año el tratado de
Campo-Formio puso fin a la primer guerra conti-
nental contra la revolución.


Aquella primera coalición tan formidable en
un principio, y que habia amenazado á la Fran-
cia con la suerte de la Polonia, fue disuelta á
treinta leguas de Viena, y el gobierno austría-
co , faltando á todas sus promesas de desinterés,
se apresuró á arreglarse con la Francia á costa
de los pequeños Estados cuya independencia se
habia encargado de proteger.


Sin embarga, la gran lucha fomentada por la
Inglaterra entre la revolución y la Europa, estaba
solo aplazada; el tratado de Campo-Formio lleva-
ba en sí el germen de una nueva guerra ; y el
interminable Congreso de Rastadt no hizo otra '
cosa que poner mas manifiestamente en descu-
bierto la incompatibilidad de los dos sistemas.




BL ARCHIDUQUE CARLOS. 21


Las hostilidades entre la Francia , la Suiza, y Ña-
póles no habian cesado. Pronto ardió nuevamen-
te la Europa, y el Austria apoyada en una coo-
peración activa de la Rusia, se preparó á atacar
á la Francia á un mismo tiempo sobre el Rin en
Suiza y en Italia. El Congreso de Rastadt dura-
ba todavía, y los combatientes marchaban ya
por todas partes. Por último el Directorio , después
de haber pedido en vano una esplicacion al ga-
binete de Viena acerca de los movimientos del
cuerpo ruso de Souwaow hacia Italia , mandó
á los generales de sus cuatro ejércitos de Italia,
de Helvecia, de observación y de Maguncia que
principiasen las operaciones. La guerra quedó
declarada de hecho. El Archiduque Carlos acam-
pado en Baviera con setenta y cinco mil hom-
bres , estaba encargado de hacer frente á Jour-
dan. El general francés pasó el Rin el 1.° de
Marzo de 1799, el austríaco atravesó el Leck
el 3 del mismo mes y los dos adversarios tarda-
ron poco en encontrarse. Era destino da Jour-
dan el ser siempre desgraciado en sus combates


'contra el Archiduque. Desde el'primer encuentro,
en Ostrach, después de una vigorosa resistencia
se vio obligado á retirarse. Deseoso de tomar el




22 PEHSONAJBS CÉLEBRES.


desquite, el 25 de Marzo, atacó él mismo á Stoc-
kach. El Archiduque estrechado vivamente por
la vanguardia francesa mandada por Soult, vio al
principio rechazada su derecha hasta los bosques
situados á la espalda de Liptingen. Jourdan en
la ceguedad de aquel primer triunfo , creyén-
dose ya vencedor arrojó por medio de un mo-
vimiento prematuro que le debilitaba , al general
Saint-Cyr con una fuerte división sobre el flanco
de su enemigo, para rodearle y cortarle la re-
tirada. Poco cuidado dio al Archiduque , dota-
do da un golpe de vista pronto y seguro , aquel
movimiento : juzgando que toda la batalla esta-
ba en la posesión de los bosques , y que si Jour-
dan era rechazado, el cuerpo que hábia aven-
turado á su espalda quedaría mas comprometi-
do , se ocupó solo en reforzar su derecha que
défendia los bosques de Liptingen con encarni-
zamiento. Echó pié at ierra, cargó él mismo á la ca-
beza de sus granaderos, y después de un furioso y
sangriento combate, libertó los bosques y rechazó
á los franceses á la llanura. Jourdan quiso llamar
á Saint-Cyr, pero era demasiado tarde; quedá-
bale solo su reserva, que no pudo hacer frente
á las reiteradas cargas de los coraceros del Ar-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 23


chiduque. Se introdujo en el ejército francés una
confusión horrible; Jourdan se consumía en
heroicos esfuerzos para contenerle, pero fue ar-
rastrado en su fuga. El ejército austríaco, rendido
también de cansancio, no pudo aprovecharse de
la victoria. Jourdan se replegó hasta la entrada
de los desfiladeros de la Selva-Negra; y después
de haber tomado allí posición, desmoralizado
por tan precipitados reveses, dejó el mando á
su gefe de Estado Mayor, y marchó á París á
quejarse del estado de inferioridad numérica en
que habian dejado á su ejército.


El Archiduque se había reunido con el cuer-
po de ejército de su Lugarteniente Hotz; habia
marchado sobre Massena, y en quince dias después
de una serie de combates sin resultados bien de-
cisivos, habia obligado al general francesa ret i -
rar su línea defensiva , á concentrarse sobre Zu-
r ich , y á replegar su derecha detras del monte
San Gotardo. Era dueño de la mitad de la Suiza,
Massena tardó poco en evacuar á Zurich y el
Archiduque entró en pos de é l ; pero debilitado
c3u el envió de un cuerpo de veinte y cinco mil
hombres ai ejército austríaco de I ta l ia , esperaba
para obrar la llegada del cuerpo ruso, destacado




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


del ejército de Italia , y que se adelantaba á las
órdenes de Korsakoff, cuando el Consejo Áulico
imaginó un nuevo plan de campaña que variaba
completamente la disposición de las tropas en la
línea de operaciones. Los austríacos y los rusos
n o estaban muy de acuerdo, y se decidió que solo
pelearían juntas las tropas de cada nación; el
Archiduque recibió orden de ceder el puesto á
Souwarow , que debía dejar la Italia para ir con
su ejército á reunirse en Suiza al ejércijo ruso
de Korsakoff, y de trasladarse inmediatamente
sobre el Rin, donde debia operar solo.


Resultó de tan bellocambio, queMassena libre
del peligro de tener que combatir á los austríacos
y á los rusos reunidos, mandados por un general
de primer orden, conociendo á fondo su terreno,
no encontró ya delante de sí mas que á un general
completamente n u l o , Korsakoff, á quien destruyó
en la gran batalla de Zurich, antes que Souwarow
pudiera reunirsele; este último llegó solo para
compartir la derrota de su segundo, y apenas pudo
salvar la mitad de su ejército.


Al saber el Archiduque el desastre de las
tropas rusas, tomó sobre sí el aproximarse á la
Suiza, y escribió á Souwarow proponiéndole




E l , A R C H I D U Q U E C A R L O S . 1i


obrar de concierto. Furioso con su derrota , el
brutal moscovita respondió con insolencia que
nada quería tener ya con los austríacos, que
suponía le habían vendido; y evacuando la Suiza
se puso en marcha para Rusia , con treinta mil
hombres, resto de los ochenta mil que habia
llevado á Italia y á Suiza.


El Directorio, vencedor en Suiza y en Ho-
landa, habia mandado al ejército del R i n , ba-
tido bajo las órdenes de Jourdan , que volviera
á entrar en Alemania, mandado interinamente por
el general Lacourbe, mientras llegaba de Italia
Moreau. Después de la brutal respuesta de Sou-
warow , el Archiduque volvió rápidamente sobre
el ejército del R i n , que ya bloqueaba á Filis-
burgo; libertó la plaza el 23 de Noviembre, ba-
tió al ejército francés en Heinzheim, y el 5 de
Diciembre los dos generales concluyeron un ar-
misticio, en cuya virtud los dos ejércitos toma-
ron cuarteles de invierno, el uno en la orilla
derecha y el otro en la izquierda del Rin.


Al concluir la campaña de 1799, el Archi-
duque Carlos, disgustado de ver contrariados sin
cesar sus planes militares por el Consejo Áulico,
pretestó Ja debilidad de su salud, cedió el pues-




26 PERSONAJES CELEBRES.


to á su hermano el Archiduque Juan, y se re-
tiró á BQhemia.


Sin embargo, Napoleón regresaba de Egipto,
se apoderaba del poder, y después de haber
hecho inútiles proposiciones de paz al Austria,
principió de nuevo la guerra mas viva que nun-
ca. Al tiempo mismo en que el primer Cónsul
batia á los austríacos en Marengo, Moreau pa-
saba el Rin, desbarataba al Archiduque Juan
en Neresheim, en Nordlingen, en Oberhausen,
y por último lo destruía en Hohenlinden; la
corte de Viena al saber tantos desastres se aprer
suró á llamar al Archiduque Carlos; pero era
ya demasiado tarde: el Príncipe encontró á Mo-
reau á treinta leguas de Viena, persiguiendo á
un ejército completamente desorganizado, y solo
llegó á tiempo para firmar con este último el
armisticio de Steyer, al que siguió bien pronto
la paz de Luneville, firmada el 9 de Febrero
de 1801, que puso fin á la segunda coalición.


En el intervalo de paz que separó la segun-
da coalición d é l a tercera, llamado él Archidu-
que Carlos i desempeñar el ministerio de^iá
Guerra, se ocupó activamente en restablecer en
un buen pie la organización militar del Austria;




El. ARCHIDUQUE CARLOS. S7


lijó para los soldados la duración del servicio,
hasta entonces ilimitada, y consiguió hacer triun-
far algunas otras innovaciones sabiamente en-
tendidas. Tan modesto como valiente, rehusó la
estatua que el Rey de Suecia, grande admirador
de sus conocimientos, proponía á la Dieta de
Hatisbona que se erigiera en honor suyo.


Después de cuatro años de habladurías di-
plomáticas y de recíprocas acusaciones, el Aus-
tr ia , apoyada en la Rusia, se decidió á sacar
la espada otra vez contra la Francia. El Archi-
duque Carlos, que se habia declarado abierta-
mente contra la guerra, ni fue llamado á las
conferencias que la prepararon, ni consultado
sobre el plan de campaña propio para asegurar
su buen éxito. El gabinete de San Petersburgo
participando del absurdo rencor de Souwarow
contra el joven gefe austríaco, exigió que no
mandase el ejército al cual debían reunirse las
tropas rusas; se confió su mando al general
Mack, cuya nulidad, probada ya en Italia, debia
resaltar pronto con mas evidencia en Alemania.
En cnanto al Archiduque, estuvo encargado del
mando del ejército reunido en Italia sobre el
Adigo.




2 8 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


No siendo nuestro objeto hacer aquí la his-
toria militar de aquella época, pasaremos en si-
lencio la brillante campaña de Austerlitz, co-
ronada, después de dos meses de rápidos triun-
fos, por una de las más grandes victorias de
Napoleón, sobre las dos potencias continentales
mas formidables. Nos limitaremos á las" opera-
ciones particulares del Archiduque Carlos. Mien-
tras Mack |y el Archiduque Fernando eran bati-
dos en Alemania, solo el Príncipe Carlos soste-
nía dignamente en Italia, contra Massena, el
honor de las armas austríacas. Después de tres
dias de sangrientos combates, obligó á su terri-
ble enemigo á abandonarle el campo de batalla
de Caldiero. Y cuando ya no quedó esperanza
alguna en Austria, devolvió intacto el. ejército
que se le habia confiado.


Después de la paz de Presburgo, fue nom-
brado gefe del Consejo Áulico de Guerra, y ge-
neralísimo de los ejércitos austríacos. Volvió por
última vez á tomar las armas en 1809, y ter-
minó su carrera militar con una lucha glorio-
sa , aunque desgraciada contra Napoleón en per-
sona. Hacia mucho tiempo que el Austria me-
ditaba romper el humillante tratado de Presbur-




E l . A 1 ! C I 1 I D C Q I ¡ K C A H I . O M . 29


go; la situación embarazosa de Napoleón en
España le pareció un momento favorable, y el Ar-
chiduque Carlos, profundamente afectado del
estado doloroso de ¡su pais, se arrojó á aque-
lla guerra con entusiasmo. Encargado del mando
en gefe de todas las fuerzas del Imperio, se lan-
zó sobre la Baviera, después de haber dado una
proclama á sus soldados llena de ardor patriótico.


Sorprendido Napoleón por la rapidez del ata-
que, habia enviado adelante á Berthier para reu-
nir los diferentes cuerpos de ejército sobre el
Danubio, y aquel general mas hombre de bu-
fete que de guerra, estuvo en poco que no com-
prometiera la suerte de la campaña. Estendió sus
tropas sobre una línea inmensa, ocupando una
estension de mas de veinte leguas de derecha á
izquierda. El Archiduque iba á cortar las dos olas
y circuir el cuerpo de Davoust; pero Napoleón,
favorecido por la lentitud austríaca, llegó á tiem-
po; con una mirada de águila vio el mal y el
remedio, y en un momento cambió el aspecto de
las cosas. Cinco dias de sangrientos combates, que
son otras tantas victorias, rechazaron al Archi-
duque del lado allá del Danubio , y abrieron al
ejército francés el camino de Viena. 'Iodos los




30 P K l i S O N A J E S C E I . E B H E S .


hombres especiales consideran las maniobras
de Napoleón, durante aquellos cinco días, como
obras maestras de ciencia militar. Viena capituló
el 13 de Mayo, diez y ocho dias después de la
victoria de Eckmubl. El Archiduque que no pudo
socorrerla, se estableció el 16 eti Ebersdorf; ins-
truido el 19 que Napoleón después de haberse
apoderado de la grande isla de Lohau, reunía
alli sus fuerzas y procuraba echar un puente
sobre el gran brazo del Danubio , no intentó
oponerse á su paso, esperando destruir con una
sola batalla al ejército enemigo que, adosado al
rio, se encontraría privado de todos los medios
de retirarse después de cortados los puentes con
los brulotes y otros cuerpos flotantes que hacia
preparar. Con esta idea , contentóse el Archiduque
con formar su ejército en batalla sobre la orilla
izquierda del r i o , entre las aldeas de Aspern y
de Enzensdorf, teniendo delante de su ala iz-
quierda á Essling. Aquel ejército formado en dos
líneas y dividido en cinco columnas, presentaba
un total de setenta y cinco mil hombres, cô n dos-
cientas ochenta y ocho piezas de artillería.


El ejército francés desfiló por sus puentes el
20, y el 21 se desplegaba en la llanura, cuando




El, AnCniDUQUF. CIRIOS. 3t


al anochecer del mismo dia dio el Archiduque
la señal de ataque; una artillería formidable es-
parcía la muerte en las lilas francesas, y la al-
dea de Aspern fue tomada y vuelta á tomar mu-
chas veces, acabando por ocupar una mitad de
ella los franceses y los austríacos la otra. La no-
che puso fin á aquel primer combate, y los dos
ejércitos durmieron sobre el campo de batalla,
teniendo sus centinelas á solo treinta pasos de
distancia.


Napoleón empleó toda la noche en liacer pasar
el resto de sus tropas desde la orilla derecha á
!a izquierda ; y el 2 2 á las cuatro de la mañana
volvió á principiar el combate con increíble en-
carnizamiento. Durante un dia entero, ciento
cincuenta mil hombres , en medio de un granizo
de balas y de metralla, arrojadas por quinientas
piezas de artillería , se degollaron al rededor de
la pequeña aldea de Arpern, tomada y vuelta á
tomar catorce veces. Apenas liabian roto las lí-
neas de la infantería austríaca los coraceros fran-
c a s , cuando eran rechazados por la caballería
del Archiduque, superior en número. Cada vez que
Massena por un esfuerzo sobre humano volvía
á entrar en Aspern, al momento apeándose de




32 PEUSOXAGKS CÉLEBRES.


su caballo el Archiduque, tomaba una bandera,
se arrojaba delante de sus cohortes y las volvía
á conducir al combate. De repente faltaron las
municiones al ejército francés; y poco después
supo Napoleón queá consecuencia délas órdenes
del Archiduque, brulotes y grandes barcos car-
gados de piedras y arrojados á la corriente del r io,
acababan de destruir por eníero uno de sus
puentes y" de romper la mitad del otro. La situa-
ción del ejército francés era sumamente crítica;
fue preciso pensar en la retirada , que se verificó
ordenadamente durante la noche de! 22 al 23.
Todo el ejército volviendo á pasar el Danubio
por un pequeño puente de barcas, se encontró
reunido por la mañana en la Isla de Lobau, que-
dando el Archiduque dueño del campo de batalla.
Se le ha criticado vivamente el que no aprove-
chase mejor su triunfo. Al dia siguiente de la
batalla de Aspern , colocando su artillería á la
orilla del brazo del Danubio , que le separaba
de la isla de Lobau á una distancia de cuarenta
toesas á lo mas , podia hacer sobre aquella isla
un fuego de cañón del cual ni un solo tiro se
hubiera perdido; pues el ejército francés que
estaba enteramente bloqueado en ella, sin mu-




KL AHCni!)[JQl!E CAULOS. 33


iliciones , s in víveres , y formando solo una masa


confusa y a p i ñ a d a , hubiera podido ser comple-


tamente destruido. El Archiduque satisfecho con


su triunfo de resistencia , dejó que Napoleón se


organizase tranquilamente en la isla de Lobau ,


que hiciera de ella una plaza fuer te , en la que


después de veinte dias de inauditos trabajos, m o -


numentos admirables del genio que los concibió,


restableció sus p u e n t e s , reorganizó su artillería,


remontó su caballería, reforzó su ejército, y pasó


de nueva á la orilla izquierda con ciento ochenta


mil hombres ,para dar al Archiduque la terrible


y última batalla de AVagram.


La acción se trabó el 6 de Julio de 1 8 0 9 , á


la vista de la población de Vieua , que estaba eu


los campanarios y e« los t e j a d o s ; los dos ejér-


citos y sus gefes desplegaron el m i s m o valor,


el mismo encarnizamiento que en las jornadas


precedentes. Mas de veinte mil hombres queda-


ron tendidos por ambos lados. «Por ú l t i m o , á


las cuatro de la tarde , dice el duque de Robigo


e n ^ s u s Memorias , el Archiduque se retiró ert


todos los puntos , abandonándonos el campo


<¡e batalla, pero sin prisioneros ni c a ñ o n e s , y


después de haberse batido de un modo capaz de




34 PERSONAJES CÉLEBRES.
hacer prudentes á todos los hombres amigos de
empresas temerarias. Se le perseguía sin acosarle
demasiado, porque al fin no habia sido destrui-
d o , y no nos convenía que volviera á presentarse
en batalla.»


Las varias faltas reprochadas al Archiduque
durante el curso de esta campaña, se atribuyen
principalmente á la muy marcada desunión que
existia entre él y su hermano , el Archiduque
Juan; desunión que produjo en el gabinete aus-
tríaco , y hasta en el Estado Mayor del genera-
lísimo , disensiones muy vivas , incompatibles con
la unidad del mando. Asi fue que á los pocos
dias después de Wagram, luego de haber firmado
el Archiduque un armisticio con Napoleón, di-
mitió' su encargo, entregó la dirección del ejér-
cito al Príncipe de Lichtenstein, dirigiendo á sus
soldados una orden del dia en que les manifestaba
todo su pesar por verse precisado á separarse


Aquí acaba la vida militar del Archiduque, y
desde aquel momento no volvió á aparecer sobre
el campo de batalla. Cuando después del tratado
de Schoenbrunn, quedó decidido el casamiento
de Napoleón con Maria Luisa, el Emperador,




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 35


queriendo dar á su noble adversario una prueba
de aprecio, le envió poderes para casarse en su
nombre con la joven Princesa ; y no fue una de
las menores estravagancias de aquel tiempo, tan
fecundo en prodigios , al ver al Principe Carlos
conduciendo á su sobrina al a l tar , y poniéndo-
le en el dedo el anillo nupcial en nombre del
héroe republicano del Tagliamento.


Los grandes sucesos de 1814 y 1815, no h i -
cieron salir al Archiduque del retiro que habia
elegido. Tal vez, á pesar de su patriotismo, el
magnánimo corazón del Principe no pudo pres-
cindir de un sentimiento de secreta simpatía por
Jos últimos y heroicos esfuerzos del genio, sucum-
biendo al número.


Mas adelante el desgraciado hijo del prisionero
de Santa Elena, encontró en el mas glorioso de
los enemigos de su padre, un patrono afectuoso y
benévolo.


Casado el Archiduque en 1815 con la Prin-
cesa de Nassau-Weilburgo, ha tenido de este ma-
trimonio cuatro hijos y dos hijas. Manejando la
pluma con igual superioridad que la espada, ha
dedicado sus ocios á la redacción de dos obras
militares muy apreciadas. La una se titula:




P K H S O N A Í E S C E L E B R E S


Principios de estrategia aplicados á la campa-
ña de 1796 en Alemania, publicado en Viena
en 1814 en tres volúmenes. La otra, que se com-
pone de dos volúmenes publicados en 1819, con-
tiene la historia de la campaña de 1799 en Ale-
mania y en Suiza. «Esta obra , dice un escri-
to? (*) hablando de la última, concisa y severa
en sus miras , sembrada de grandes pensamientos,
llena de notables observaciones sobre la marcha
de la administración mili tar , solo podia ser es-
crita por un gran capitán cuyos talentos hubiese
desarrollado una dilatada esperiencia; también
hace iKHior á su carácter, pues apreciador gene-
roso del mérito ageno, el Archiduque solo se
muestra demasiado severo consigo mismo. El
Duque de Reichstädt , que profesaba á estePrín-
elpe un- profundo respeto, gustaba de estudiar
sus¡ aloras, y ha hecho de, ellas numerosos análisis
y estractos.


O Mr. de Mna»lid , •' / ida dtl Tluqiit de Kektrull.






á




EL


GENERAL GRAVINA.


The brave Admiral Gravina is dead..
Spain loses in him the most expe-
rienced officer in her Navy.


CRONICA DE GIBRALTAR de is de


Marzo de I8(i(ì.
Cunei is flebilis occidit.


H O R 4 T .


Hubo un tiempo en que la España rica y
poderosa, señora de grandes y esteusas posesiones
en <f 1 Nuevo Mundo, tenia una marina respeta-
ble por su número y mas aun por. el valor y
pericia de los gefes que la mandaban. Debilitada
ya por anteriores desgracias , quedó enteramente




2 PERSONAJES CELEBRES.


destruida en el memorable combate de Trafalgar.
Vamos á bosquejar la vida y los hechos militares
del general ilustre que mandaba las fuerzas na-
vales españolas, en aquella desgraciada jorna-
da , can la rapidez y concision á que nos precisa
lo reducido de nuestras biografías.


Pocos combates navales presentará la historia
de tan sangrientos resultados, y tan fatales para
los gefes que mandaban las escuadras. El Almi-
rante Nelson que mandaba la inglesa; el general
Gravina que mandaba la española, combinada
con la francesa á las órdenes del Almirante Vi-
lleneuve, perecieron ambos en el combate, sui-
cidándose el último después á consecuencia de
su mal resultado (*).


D. Federico Gravina, hijo de los Sres. Don
Juan Gravina y Moneada, Duque de S. Miguel,
Grande de España de primera clase, y de Doña


(*). Hecho prisionero el Almirante Villeneitve y condu-
cido á Inglaterra, cuando regresó ¡i Francia , no pudiendo
soportar la frialdad de Napoleon ,» que trataba de hacerlo
juzgar por un Consejo de guerra, resolvió darse la muí.te;
al efecto estudió en algunos grabados la anatomía del co-
razón, y cuando se creyó bastante instruido para reali-
zar su proyecto, se hnndió en el corazón una larga aguja,
y murió en el acto.




GR AVINA. 3


Leonor Napolí y Monteaperto, hija del Príncipe
de Reáetana, también Grande de España de
primera clase, naeióen Palermo á 12 de Setiem-
bre de 1756. Recibió su primera educación al
lado de sus padres, y á la edad de ocho años
pasó al célebre colejio Ciementino de Roma,
donde en breve descolló entre todos los alumnos,
asi por su amabilidad y conducta , como por
su capacidad y aprovechamiento en el estudio
de las humanidades y de los varios ramos de las
matemáticas.


Viendo sus favorables disposiciones, y con
motivo de haber servido en España varios de sus
progenitores, hallándose un tio suyo de Emba-
jador de Ñapóles en Madrid, solicitó ingresar
en la Real Armada, y apenas hubo sentado plaza
de guardia-marina en Cádiz á 18 de Diciembre
de 1775, se presentó á examen y fue completa-
mente aprobado en las tres primeras clases de
aritmética, geografía y cosmografía, habilitándo-
sele poco después para embarcarse, como lo ve-
rifjeo', en el navio S. José.


Ascendido á alférez de fragata en 2 de Marzo
de 1776, salió de Cádiz en la fragata Clara, con
la escuadra del Marqués de Casa-Tillí, que tras-




4 PERSONAJES CELEMÍES


portaba á las costas del Brasil el ejército del
general Ceballos ; apoderada la escuadra de
la Isla de Santa Catalina, tuvo Gravina el en-
cargo de ir á intimar la rendición, que se
verificó sin resistencia, al castillo de la Ascensión,
situado sobre un islote inmediato.


La escuadra fue luego en busca de la enemiga
y fondeó el 27 de Febrero de 1777 , en la em-
bocadura del rio dp La-Plata ; pero dando á la
vela al anochecer para afuera, no se pudieron
distinguir, ni sus señales ni su r u m b o , y la
Clara suponiendo que seguhia la derrota de la
víspera se internó t a n t o , que á las cuatro de la
noche, arrastrada por las corrientes y no pudiendo
sin duda hacer observaciones astronómicas, cuando
se consideraba á veinte millas del Banco inglés,
varó en él. Saltó á los primeros golpes el timón,
y para no zozobrar fue preciso derribar con el
hacha los palos mayor y de mesana , dejando el
de trinquete para poder hacer señales de socorro
si asomaba algún buque. Frustróse aquella es-
peranza, formáronse con infinitos trabajos jan-
gadas o empalizadas, repartiéndose la gente
las tres únicas que se pudieron habilitar. Las
dos menores fueron encontradas y recogidas por




fiRAVÍN'At'.,w 5


el navio Septentrión; pero la mayor, enque iban
ciento diez y seis hombres, tardó tres dias en
llegar á la costa desierta , pereciendo casi todos
por la debilidad y un recio temporal de agua y
granizo que tuvieron que aguantar al desabrigo.
Los oficiales se salvaron en la lancha y llegaron
á Montevideo al dia siguiente. Gravina se embarcó
luego de ayudante de la Mayoría general en el
navio S. José , y trasbordado después al San
Dámaso, regresó á Cádiz, donde se encontró
ascendido á Alférez de navio con fecha de 23
de Mayo de 1778.


Embarcóse á poco tiempo en los jabeques Pilar
y Gamo, destinados á impedir el paso al Occeano
de cuatro jabeques argelinos; y si bien se frustró
aquel objeto, se logró encontrarlos y destruirlos
completamente.


Sobrevino en esto el rompimiento con Ingla-
terra , y formalizado el bloqueo de Gibraltar,
hallándose Gravina de teniente de fragata y en-
cargado del mando del jabeque S. L u i s , empezó
á "dar muestras del brillante denuedo, de la
actividad ardiente y desvelada, que fue en todos
tiempos la prenda mas sobresaliente y caracte-
rística de su espíritu marcial. Allí fue ascendido




6 PífiSONAJJSS CÉLEBRES.


á teniente de navio, y mereció por sus servicios
que se le confiriese en Mayo de 1780 el mando
eu gefe del apostadero de la bahia de Algeciras.
En este nuevo é importante cargo hizo varias
presas, hasta que salió para la espedicioa de
Menorca, con las fuerzas navales mandadas por
D. Ventura Moreno. Estuvo haciendo importantes
servicios durante el sitio del fuerte de S. Felipe,
y rendida ya la plaza, regresó al bloqueo de
Gibraltar, y á la solícita y penosa comandancia de
su apostadero.


Tratóse entonces de poner en planta el memo-
rable proyecto de las baterías flotantes, para abrir
brecha en la muralla y asaltar la plaza por la
marina Eran las flotantes, que también se lla-
maron empañetados, unas embarcaciones grandes
que solo llevaban artillería en un costado,
con el resguardo de un parapeto doble y muy
macizo, por cuyo intermedio, á íin de evitar ó
apagar los incendios, corría el agua que arro-
jaban las bombas dispuestas al efecto. No se
preveyó sin duda que supuesta la proximida^, á
que necesaria mente debían situarse para desempe-
ñar su objeto, las balas enemigas penetrarían por
lo menos todo el parapeto esterior, y ocasionarían




GRAVINA. 7


el derrame total de aquella corriente, dejando
toda la parte superior privada de su aventurado,
aunque indispensable beneficio.


De todo» modos, el Duque de Crillon que
mandaba el sitio, y habia presenciado en varias
ocasiones la intrepidez ó inteligencia de Gravina,
quiso confiarle la dirección de toda la empresa;
negóse Gravina á pesar de ser ya Capitán de
fragata, m#nifestaudo modestamente que habia
allí oficiales de mayor graduación y experiencia;
pero aceptó el mando de una de las baterías
nombrada S. Cristóbal.


Lastradas por fiu cual convenia para equilibrar
el peso de la artillería, y tripuladas y guarne-
cidas á satisfacción de los capitanes, salieron las
flotantes en número de diez , á las órdenes del
general Moreno, en la madrugada del 13 de Se-
tiembre de 1782, y á las ocho se hallaron ya
situadas en el sitio y en la forma que se les habia
prevenido; rompieron inmediatamente el fuego
sostenido por el de todas las baterías de cañones,
njpr teros y obuses de nuestra línea , y correspon-
diendo la plaza por todos sus puntos, llegaron á
jugar á un mismo tiempo mas de mil piezas de
artillería; pero aquel grandioso y tremendo es-




8 PERSONAJES CELEBRES.


pectáculo no pndo sostenerse con igual tesón por
nuestra parte, pues los enemigos, aunque pade-
cieron desde luego estragos considerables, tirando
desde tierra con bala roja, á la hora babian ya
incendiado el S. Cristóbal por tres partes, y des-
baratado una de sus bombas. Consigió Gravina
apagar el fuego; pero el valor, la actividad y la
emulación, todo fue infructuoso. Alas dos horas
estaba desarbolado, y haciéndose general el incendio
fue forzoso tratar de ponerse en salvo , aban-
donando é l , el último, su flotante pocos minutos
antes de que se volase.


Ascendido Gravina á capitán de navio , empezó
á sonar la voz de la venida de una escuadra
inglesa al socorro de la plaza , y ansioso de lomar
parte en el combate que probablemente habia de
resultar con la combinada que la estaba esperan-
d o , solicitó cora empeño el trasbordo á uno de
los navios, alegando sus vivos deseos de instruirse
práctica y fundamentalmente en las sabias y
complicadas maniobras de la táctica naval ; y el
general D. Luis de Córdoba no solo accedjó
gustoso, sino que lo recibió á su lado en el
Trinidad. t


Llegó con su escuadra el Almirante \ inglés




GBAVINA. i)


Howe, corriendo un temporal deshecho que le
obligó á embocar en el Mediterráneo; saüó in-
mediatamente nuestra escuadra de Algeciras en
su seguimiento, pero por la noche sobrevino una
cerrazón tan densa que la hizo perder de vista,
y ocasionó la separación intempestiva de 15 na-
vios. Por la madrugada fue forzoso ir en busca
de ellos, y lograda su incorporación, resolvieron
todos pasar el Estrecho , donde muy á pesar
suyo, divisaron la escuadra inglesa , que después
de haber dejado el convoy en Gibraltar, desem-
bocaba al Occeano. En vano se intentó alcan-
zarla, y regresando la escuadra combinada al
puerto , Gravina se restituyó al mando del
jabeque S. Luis, al cual habia dado tanta nom-
bradia con sus repetidas presas y continuados y
trabajosos cruceros ; hasta que verificada la paz
con los ingleses pasó á desarmar á Cartagena.


Por aquel tiempo se trató de hacer un ejem-
plar con los Argelinos, asi por los ausilios que
no dejaban de suministrar á nuestros mayores
enemigos, como por la arrogancia y desenfreno
intolerable que les habia infundido la malograda
espedicion del año 1775. Al efecto se dispuso
otra absolutamente marítima, compuesta de lan-




10 PERSONAJES CELEBRES.


chas bouabarderas y cañoneras, protegida por
una escuadra de navios, fragatas y jabeques, á
las órdenes del general Barceló, quien apenas
tuvo concluidos sus preparativos dio la vela del
puerto de Cartagena á primeros de Julio de 1783.
Apenas llegó la espedicion á la vista de Argel,
Gravina que tenia el mando de la fragata Juno,
tomó por disposición del general el de todas las
lanchas, y empezaron los ataques. Hubo durante
muchos dias un continuado bombardeo y cañoneo
por ambas partes, hasta que sobreviniendo los
vientos de travesía, que son violentísimos en
aquella costa é imposibilitan el servicio de las
embarcaciones menores, fue preciso dar la vuelta
para Cartagena.


En el año de 1784, mandando Gravina el
jabtque Catalán con toda la división de Poniente,
volvió á la bahia de Argel antes que la estación
abonanzase , y á pesar de los temporales, man-
tuvo un bloqueo tan rigoroso, que no dejó salir
barco alguno enemigo. Reconoció ademas á cuan-
tos neutrales se presentaban, y entre estos á un
jabequillo, Raguseo, donde venia el P- Conde,
Comendador de la Merced , quien le entregó con
reserva un pliego acompañado de un plano, en




GBAVIKA. 11


que se manifestaban las baterías y otros prepa-
rativos de defensa que los Argelinos estaban dis-
poniendo con ardor, temerosos de un nuevo
bombardeo. Para rectificar aquel aviso, envió un
patrón á Constantina bajo el pretesto de comprar
t r igo , y á su regreso puso en conocimiento del
general Barceló, que se hallaba en Mallorca, el
plano y cuantas noticias había podido adquirir
con su infatigable vigilancia.


Llegada la estación opor tuna, se repitió la
espedicion del año anterior, pero á los primeros
ataques se echó de ver el influjo oficioso de los
ingleses, asi en la disposición de las nuevas
baterías, como en la construcción de lanchas de
fuerza, que oponiéndose á las nuestras, les ha -
cían consumir gran parte de tiempo y de sus
municiones en rechazarlas y tenerlas á raya.
Adelantábanse sin embargo las bombarderas á
su situación competente, pero apenas volvían la
popa en ademan de recogerse á la escuadra,
cargaban sobre ellas desesperadamente los enemi-
gtjs, y Gravina puesto á retaguardia con el jabe-
que, tenia todas las tardes que recibir sus des-
cargas y contrarestar su choque, hasta dejar á
los nuestros en salvo. A poco t iempo, empezaron




1 2 PERSONAJES CELEBRES.


á reinar los vientos contrarios, y se retiraron
todos á Cartagena , poco satisfechos del resultado
de la empresa. Concluyóse después un ajuste con
los Argelinos, y desarmáronse en consecuencia
nuestros buques.


Graviha después de tantos y tan continuados
afanes, pasó á disfrutar el atractivo de la Corte,
pero lejos de entregarse ciegamente al embeleso
insubsistente del ocio y dé la frivolidad, se
ocupaba en lecturas amenas é instructivas. Lle-
vado de la actividad impaciente de su espíritu,
y de la vocación que profesaba á su carrera,
aceptó gustoso en Í787 el mando de la fragata
Rosa, que debia reunirse en el Mediterráneo con
otras ocho de los tres departamentos, para for-
mar una escuadra de evoluciones á las órdenes
de D. Juan de Lángara. Terminada aquella cam-
paña de instrucción, desarmaron las fragatas,
escepto la Rosa, que tuvo el encargo de resti-
tuir á su corte al primer enviado otomano en
la nuestra , Gusuf Effendi. Salió Gravina para
Constantinopla en Febrero de 1788 , y fondeó
el 12 de Mayo en su anchuroso y comodísimo
puerto, dedicándose desde luego á adquirir noti-
cias y á hacer observaciones astronómicas para




G R A V I N A . ÍS


formar nuevas cartas ó rectificar las antiguas,
¡escribió también una Memoria que se conserva
eon justísimo aprecio, por ser un testimonio
honorífico y perpetuo de su t i n o , erudición fy
laboriosidad.


Estaba Gravina facultado, y era su ánimo
permanecer allí algún tiempo para completar
aquellos interesantes trabajos; pero la peste que
reinaba á la sazón con la mayor violencia le
obligó á dar la vela el 22 de Junio para Malta,
donde, hizo la cuarentena, regresando después á
Cádiz.


A poco tiempo fue ascendido á Brigadier, y
en Abril de 1789 obtuvo el mando de la fragata
Paz , destinada á conducir á Cartagena de Indias
al Gobernador D. Joaquin Cañaveral; y como
aquel viaje redondo é inaudito fue muy sonado
en su época, será bien puntualizar todas sus fechas
para dar una cabal idea de su estraordinaria
brevedad. Dio la vela de Cádiz el 12 de Junio,
y habiendo rendido un mastelero tuvo que arri-
bar inmediatamente al mismo puer to ; volvió á
salir el 17, llegó á Playa Grande en la costa de
de Santa Fé el 14 de Julio, y fondeó en Boca-
Chica delante de Cartagena, el dia siguiente. El




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


18 dio de nuevo lávela para la Habnia, adonde
llegó él 28 del mismo Julio, y habiendo salido
á las veinte y cuatro horas, entró en Cádiz el
2 de Setiembre al amanecer.


En el año de 90 , considerando los ingleses
á la Francia, nuestra aliada, agena de parar
su atención en acontecimientos ultramarinos,
quisieron apropiarse la isla de Notka, al Norte
de las Californias, deseosos quizá de ocasionar
con este pretesto un rompimiento, para recobrar
la superioridad que tau dolorosamente habian
perdido, al reconocer, en la paz anterior, la
independencia de los mares y de sus colonias
americanas. Con este motivo reunióse en Cádiz
una escuadra á las órdenes del Marqués del So-
corro , capaz de infundir respeto á todas las
potencias de Europa, y en ella desempeñó Gra-
vina, con el navio Paula que mandaba, varios y
difíciles encargos; pero ajustadas las desavenen-
cias con Inglaterra , cesó el armamento y hubo
un intervalo de reposo, hasta que á consecuencia
del terremoto acaecido en Oran en la noche del
l.o de Octubre de 1790, creyendo los moros su-
persticiosamente que su Profeta les franqueaba
por medios sobrenaturales la entrada en la




O I U V I N A . 15


plaza, se presentaron á poco tiempo en ademan
de posesionarse sin resistencia de su nueva y
deseada adquisición. Enviáronse de Cartagena
comestibles y tropas, y pasó Gravina á mandar
las fuerzas sutiles de mar, y la tropa de marina
desembarcada. Prestó allí eminentes servicios y
dio pruebas de su imperturbable valor; pero en
medio de nuestra incontrastable superioridad se
echó de ver, que el sitio se iba alargando de-
masiado , y que la posesión de aquella plaza,
ya que los moros se retirasen, sobre ser in-
conducente para refrenar sus piraterías, se había
de hacer costosísima por la reedificación del
pueblo y el reparo de las murallas y fuertes;
tratóse en consecuencia de abandonarla, hízose
al ef cto una tregua con los enemigos, y nues-
tro ejército se retiró por tierra á Marzalquibir,
plaza situada como á una legua al poniente de
Oran, y que por su cómoda ensenada le servia
de puerto : luego se embarcaron las tropas y se
retiraron pacíficamente á Cartagena, dejando
también aquel último punto en poder de los
moros.


Entonces fue recompensado Gravina con el
ascenso á Gefe de escuadra, y habiendo solicita-




16 PERSONAJES CELEBRES.


do y obtenido el permiso do ir a correr corles, lo
verificó inmediatamente empezando por la de Lon-
dres , llevado del anhelo de conocer á fondo la
marina inglesa. Fue recibido con distinguidos
obsequios por el Almirantazgo , pasóá Postmouth,
y habiendo por último sobrevenido el rompi-
miento con Francia, y teniendo Gravina que re-
gresar á España, se embarcó en Spithead, en la
fragata de guerra inglesa la J u n o , y llegó al
Ferrol á principios de 1793.


Inmediatamente se le dio el mando de cuatro
navios, y arbolando su insignia en el Hermene-
gildo de 112, pasó con su división el Mediter-
ráneo , y se reunió á la escuadra de D. Juan
de Lángara , que estaba cruzando en el golfo de
Rosas; alli permanecie.'on hasta el 26 de Agosto,
en que se apareció una fragata de la escuadra
del Almirante Hood, que se hallaba sobre las
costas de Francia, con el estraordiuario mensaje
de pedir seis navios auxiliares para posesionarse
del puerto y arsenal de Tolón.


Agitados los Toloneses por sus turbulencias
intestinas, y temerosos de los decretos de la
Convención, resolvieron ponerse bajo la pro-
tección de los aliados , y en virtud de su Ha-




GRAYINA. 17


mamiento, D. Juan de Lángara se resolvió á
ir inmediatamente en su auxilio con toda la
escuadra, en vez de enviar los seis navios que
le habían pedido los ingleses. Verificóse la entra-
da con indecible alborozo de los habitantes, á
pesar de la resistencia del general de la escua-
dra Saint Julien, y desde el primer paso se echó
de ver la celosa codicia de los ingleses; pues
aunque Gravina , nombrado Comandante de ar-
mas , debia ser arbitro en arreglar el servicio, se
constituyeron despóticamente depositarios del Ar-
senal, alternando con nosotros en la guardia de
la Malga y de otros fuertes, y dejando absolu-
tamente á nuestro cargo los puntos mas espues-
tos y menos interesantes.


Sin emhargo. habiendo recaído el gobierno
de la plaza en Lord Murgrave, Gravina se her-
manó fácilmente con é l ; y tomando sobre sí
lo arduo y trabajoso de la empresa, recorrió
prolijamente hasta los reductos mas avanzados, y
trató de hacer frente por todas partes á los ene-
migos que ya empezaban á presentarse.


Su primer ataque se verificó por Olliule, don-
de fueron rechazados prontamente haciéndoles
algunos prisioneros, á quienes libró la humanidad


a




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de Gravina del furor de los implacables Tolone-
ses. Llegaron luego del Rosellon los regimientos
de Hibernia y Mallorca, y para el completo res-
guardo de la escuadra, se acordó fortificar los
puntos de Balaguer y 1'Eguillete, situados al
frente de la Malga, en la punta ó lengua de tierra
que forma el puerto; y el 1 0 de Octubre á poco
de haberse recibido los refuerzos que se esperaban
de Cerdeña y ¡Ñapóles, se aparecieron los enemi-
gos arrollando el fuerte de la Malga y ocupando
las alturas de Faraón. Gravina dispuso salir con-
tra ellos en tres columnas, compuesta la de la
izquierda de ingleses solos á las órdenss de Lord
Murgrave, la de la derecha de tropas de todas
las naciones al mando del Conde del Puerto,
después Duque de S. Carlos , y la del centro
de españoles y napolitanos bajo su inmediata di-
rección. Travose inmediatamente el combate, mas
no con el ardor que anhelaba la actividad im-
paciente del general, que después de herido gra-
vemente en la pierna derecha, insistió con el
mismo ahinco en el ataque, hasta trepar por el
pendiente de la montaña , teniendo los enemigos
la pérdida de cerca de trescientos prisioneros,
y viéndose obligados los demás á despeñarse




G B A V I i N A . 19


por los precipicios, donde perecieron los mas.


Al volver las tropas triunfantes á la plaza,
Gravina, que iba en una parihuela, fue victoreado
con el mayor entusiasmo , y al dia siguiente la
municipalidad le presentó una corona de laurel
con una felicitación afectuosa y honorífica. Dilatóse
la curación de la herida , por el solícito desvelo
del general que no cesaba de atender á todo.
Mandó otra salida en que fueron igualmente re-
chazados los enemigos; pero llegó en esto el ge-
neral O-Hara , nombrado gobernador de Tolón
por su corte, y sobrevinieron grandes altercados
acerca del mando de las armas. Quedó sin em-
bargo Gravina mandando las tropas, mas no por
eso cesaron las etiquetas y desabrimientos entre
el adusto general inglés y el cortés español.


Hecho prisionero el gobernador O-Hara el 3 0
de Noviembre en una acción en que se perdieron
mas de seiscientos hombres, le substituyó el
general D u n d a s , que guardó la mejor armonía
con Gravina; pero imposibilitados los trabajos
por las incesantes lluvias de Diciembre , refor-
zados los enemigos con el ejército venido de la
toma de León, y dirigidos por Dugomier, embis-
tieron en la madrugada del 17 Ja avanzada de




20 PERSONAJES CELEBRES.


los napolitanos, la arrollaron sobre la marcha y
fueron tomando en seguida otras baterías ademas
del fuerte de Balaguer. A la mañana siguiente
se hizo conducir Gravina en silla de manos á
la junta de generales que se celebraba en casa
del Almirante Hood, y sabida allí la novedad
de haber sorprendido los enemigos á Faraón,
propuso ir él mismo á recobrarlo, atado á su
caballo,• pero no accedieron los demás, manifes-
tando que aun cuando se consiguiese, no por
eso quedarían en salvo las escuadras de los tiros
de la parte de Malbusquet, que domina lo inte-
rior del puerto, y de los puntos ya perdidos de
Balaguer y L' Eguillete, y en consecuencia se
acordó la evacuación inmediata de la plaza.


Grandes fueron los desastres ocasionados en
aquella ocasión al infeliz vecindario , que quedaba
espuesto á los sangrientos furores del vencedor,
pereciendo muchos sumergidos en las olas por
huir del castigo que les preparaban los revolu-
cionarios. La entereza incontrastable de Gravina
en medio de tanto y tan doloroso conflicto,
atendió en lo posible a la conservación del orden;
pero los ingleses impacientes por esterminar en
lo posible la marina francesa , para armar con




C i R A V I N A . 21


el tiempo iguales asechanzas contra la nuestra,
después de haber poseido y saqueado a su arbi-
trio los tesoros del arsenal, anticiparon inconside-
radamente su incendio, y pusieron en nueva con-
moción á aquel desventurado pueblo. Con este
motivo en vez de hacerse la retirada ordenada-
mente por la puerta de Italia, según estaba acor-
dado , se hizo con precipitación por una poterna,
tomando luego el camino inmediato de la Malga,
adonde llegó toda la columna, cubriendo los es-
pañoles la retaguardia. Los enemigos avisados y
dirigidos por los presidiarios del Arsenal, que se
babiau puesto en libertad, se apoderaron de la
ciudad y pasaron luego á la Malga, desde donde
dispararon algunos cañonazos a l a escuadra; pero
esta, aunque salió bordeando y con el riesgo
continuo de estrellarse mutuamente en las vira-
das , por ser contrario el poco viento que tenia,
logró ponerse en salvo, y fue á fondear á ias islas
de Hieres. Alli padeció un fuerte temporal, y á
fines de Diciembre, dio la vela para Cartagena
con^un inmenso trasporte de miserables fugitivos,
cuya abandonada patria estaban acabando de es-
terminar la guillotina y la metralla.


Ascendido Graviua a Teniente general , fue




2 2 PERSOKAJES CÉLEBRES.


á convalecer á Murcia , pero autes de estar per-
fectamente restablecido de su herida , se embarcó
de nuevo en el Hermenegildo, y á primeros de
Mayo de 7794 salió de Cartagena con una escua-
dra para socorrer las plazas de Colliure y Port-
vendres, sitiadas por los franceses; pero encontró
que estaban ya en poder de los enemigos y se
retiró la escuadra á la bahia de Rosas; apenas
dio en ella fondo Gravina, bajó á tierra y con
parecer del general del ejército Conde de la Union,
recorrió y puso en el mejor estado de defensa
y al cuidado de oliciales y tropa de marina , los
puntos marítimos de aquella costa.


Vinieron por fin los dias memorables de 17
y 20 de Noviembre, en que los dos Generales
Dugomier y el Conde de la Union, perecieron á
la izquierda de nuestra línea, y la derecha , al
verse sin el apoyo del centro, que habia corrido
la suerte de la izquierda, tuvo que abandonar
los puntos que ocupaba ; los soldados se retira-
ron cou tanta precipitación, que al llegar á Rosas se
arrojaban despavoridos al agua para que sel les
llevase á la escuadra, como único punto de sal-
vación. La entereza de Gravina y sus oficiales
pudo contenerles, y dispuso el general que que-




G R A V I N A . 28


dase solo la tropa necesaria para la defensa de
la plaza; y embarcando la demás, la envió á
Palamox para que inmediatamente pasase á in-
corporarse con el ejército del Marqués de las
Amarillas, que había establecido su cuartel gene-
ral en Gerona.


Rindióse Figueras , y se presentaron los ene-
migos delante de Rosas intimando la rendición.
No faltaron algunos que opinasen por la entrega,
pero Gravina se opuso á ello; y ofreciendo sumi-
nistrar cuantos auxilios de tropa , municiones y
víveres fuesen necesarios, fortaleció los ánimos
y todos resolvieron defenderse hasta el último
trance. Asi se verificó en efecto, hasta que en 1."
de Diciembie se juzgó indispensable la retirada
que quedó resuelta para la noche del 3. A fin
de ejecutarla con prontitud y seguridad, formó
Gravina tres líneas; la primera compuesta de
los botes y lanchas que se pudieron recoger
para llegar hasta la orilla á recibir la tropa ; la
segunda, de lanehones y jabeques mallorquines;
la ^tercera, de bergantines y jabeques mayores,
de donde se trasladaba después' la gente á los
navios; y se hubiera completado el reembarco,
sin la voz de alarma de :un. sargento que estaba




24 l'EKSONAJES CÉLEBRES.


de avanzada, pues al oiria se retiraron trescientos
hombres al pueblo, de donde se volvieron por
la madrugada á la plaza y luego capitularon.
Aquella memorable defensa , debida principal-
mente al espíritu y vigilancia de Gravina , fue
de la mayor importancia , por haber contenido
durante dos meses y medio el ímpetu de los
enemigos, y dado lu^ar á que se reorganizase
nuestro ejército.


En premio de tan señalados servicios, honró
el Rey con la llave de Gentil-Hombre de Cámara
con ejercicio á D. Federico Gravina, que vino
á quedar de General en Gefe de la escuadra por
ascenso de D. Juan de Lángara , con quien se
habia reunido, al Ministerio de marina. Vuelto
después á Cartagena y hecha la paz con Francia
se desembarcó por enfermo y pasó á Valencia,
donde logró restablecerse de sus fatigas é indis-
posiciones.


En el año de' 1797 , estando ya en guerra
con los ingleses, obtuvo el mando dn la escua-
dra del Occeano ; pero su natural modestia, ha-
ciéndole reconocer por superior en la táctica na-
val á otro general de la armada , solicitó con ins-
tancia, y logró con satisfacción, quedarse en clase




GKAYINA. 25


de seguudo en el mismo destino. En el año si-
guiente idearon los ingleses un bombardeo con-
tra Cádiz, y al efecto preparaion en Gibraltar una
bombardera de estraordinarias dimensiones (co-
nocida después vulgarmente con el nombre poco
culto de Bombo) que llevaba en el centro varios
morteros, y al rededor 24 cañones de grueso ca-
libre, para barrer á metralla á cuantos inten-
tasen atacarla.


Noticioso D. José Mazarredo de tales prepa-
rativos , habilitó las lanchas de fuerza , y ponien-
do un cañón de á veinte y cuatro en cada una
de las de los navios , dio el mando de todas á Gra-
vina. El 3 di Julio por la noche llegó el Bombo
y aterró con sus t i ros , que causaron algunos
estragos, á los habitantes de Cádiz; pero salieron
las lanchas y trabaron un combate tan reñido y
próximo con las enemigas que lo sostenían,
mandadas por Nelson , que se mezclaron y con-
fundieron mutuamente , haciendo por último ce-
sar el bombardeo. Repitióse la operación el 5 y
Gravina volvió á embestir denodadamente al
enemigo, y le obligó á retirarse á Gibraltar.


Poco después pasó la escuadra á Cartajena,
y desde allí á Brest con la francesa á las órde-




2G P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


nes de Bruix; y habiendo recaido otra vez en
Gravina el mando de la española, contribuyó
eficazmente á contrarestar la espediciou que pro-
yectaban los ingleses contra aquel puerto.


El 14 de Diciembre de 1801 , salió con cua-
tro navios para Santo Domingo, de ausiliar de
una escuadra francesa ; pero el ¡Veptuuo , donde
llevaba arbolada su insignia, empezó á hacer
tanta agua que le obligó á entrar en el arsenal
del Ferrol para atajarla. Trabajóse en esta ope-
ración dia y noche hasta que á los 14 días se
hizo de nuevo á la mar, y alternando conti-
nuamente en el alcázar con el capitán del bu-
que D. Cayetano Valdés, llegó por una der-
rota desusada, al cabo Zamaña en la isla de
Santo Domingo , á los 19 dias de su salida del
Ferrol, y veinte y cuatro horas antes que los de •
mas buques de la escuadra. Regresó luego á
Cádiz eon caudales, en Mayo de 1802 , y pasó
luego á Madrid donde ei Rey recompensó su
esclarecido mérito con la gran cruz de la orden
de Carlos III.


Hecha la paz , obtuvo por primera vez licen-
cia para ir á ver á sus padres, que derramaron
lágrimas de placer al estrechar en sus brazos a




CFRAVIWA. 27


un hijo colmado de honores adquiridos á costa de
su sangre, y coronado de una gloria que daba
nuevo esplendor al lustre de su familia. Perma-
neció Gravina una larga temporada en Palermo
disfrutando los agasajos de sus deudos y con-
ciudadanos , y en Junio de 1804 fué nombrado
Embajador en París. Al admitir tan importante
puesto interpuso con instancia la condición, de
que si sobrevenía algún armamento se le emplease
desde luego en la carrera activa. Dedicóse entre
tanto con desvelo á promover los intereses que se
ponian á su cargo, hasta que rota de nuevo la
guerra con los ingleses, pasó á Cádiz á tomar el
mando de la escuadra, y el 15 de Febrero de 1805
arboló su insignia en el navio de 80 cañones, el
Argonauta.


En la noche del 9 de Abril inmediato, ha-
biéndose presentado delante de la bahia una
escuadra francesa, Gravina, según las órde-
nes que tenia, zarpó y se le reunió tan ege-
cutivamente con sus seis navios y una fra-
gata, que el general Villeneuve le envió á de-
cir, que su salida equivalía d una victoria.
La escuadra combinada se dirigió luego á la
Martinica, y habiendo tomado la Roca ó Pun-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


ta del diamante, dio la vuelta para Europa.
El 22 de Jul io , al llegar al cabo de Finis-


te r re , se avistó á sotavento la escuadra inglesa
del Almirante Calder, que se eucaminaba á cor-
tar la retaguardia de la combinada. Gravina
que mandaba la vanguardia , sin esperar el mo-
mento ó señal de egecucion del general, viró á
favor de una niebla sin ser visto de los enemi-
gos; pero conociendo estos que si seguían de
vuelta encontrada, se habían de ir empeñando
sucesivamente con toda la combinada, superior
en número, viraron también al descubrir aque-
lla maniobra. Gravina embistió entonces á Cal-
der , le estrechó mas y mas forzando siempre
de vela, y escarmentó á un navio de tres puen-
tes que se adelantó á sostenerle; pero los in-
gleses se mantuvieron siempre retrayendo su re-
taguardia de la nuestra, y formando una especie
de 7 muy abierto y reforzado en el ángulo, para
presentarse muchos contra pocos, según su cos-
tumbre; así fue que los navios Firme y S. Ra-
fael, que se hallaron en aquel punto, quedaron
tan desmantelados, que por estar á varlovento1,
y por haber dejado en la Martinica con los en-
fermos á la fragata Magdalena, que pudiera ha-




I T R A V I N A . 29


herios sacado á remolque, fueron á parar, arro-


llados por el viento y la oleada, á la linea ene-


miga.
Los ingleses se separaron á las nueve de la


noche del combate, que habia durado desde an-
tes de las cinco, con el Windsor-Castle de tres
puentes absolutamente inutilizado, y maltrata-
dos otros muchos navios, en términos que no
se atrevieron á renovar la acción en los dias
siguientes. La escuadra combinada se reunió en
el Ferrol , pasó después á Cádiz , y el 31 de Agos-
to arboló Gravina su insignia en el navio Prín-
cipe de Asturias de 112.


El 20 de Octubre volvió á salir en número de
treinta y tres navios, quince españoles y diez y
ocho franceses ; y habiendo avistado el 21 la es-
cuadra del Nelson sobre el cabo de Trafalgar, hizo
el safarranclio y los demás preparativos para en-
trar en combate. Mandaba Gravina la vanguardia,
compuesta de doce navios interpolados de ambas
naciones, y Nelson, que estaba á varlovento, se
mantuvo desviado, haciéndose car^o de que adon-
de quiera que atacase, habían de acudir con ven-
taja aquellas fuerzas reunidas y espeditas. Man-
dóse virar por redondo, y desigualándose los na-




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


víos no pudo quedar bien formada la línea, pero
Gravina , cuya división vino á quedar con esta ma-
niobra á retaguardia, procuró conservar en lo po-
sible su varlovento para observar y oponerse á los
movimientos del enemigo. Embistió éste luego con
dirección oblicua en tres columnas subdivididas
después en otras muchas, y al llegar á tiro rom-
pió el fuego el Monarca , mandado por D. Teo-
doro Argumosa , contra el navio de Colingot, que
mandaba la del cent ro , y logró derribarle el mas-
telero de proa ó de velacho ; el Fogoso, francés, le
hizo una gran descarga de fusilería que le obligó á


, orzar ó alejarse algún t an to ; pero luego insistió
en atravesar la línea por delante del Santa Ana,
donde llevaba su insignia el general Álava. Forzó
éste de vela, le alcanzó y trabó con él un reñidí-
simo eoinbatc; entretanto Nelson intentó atravesar
por la proa del Bucentauro, que era el navio ge-
neral, y la popa del Trinidad donde iba el gene-
ral Cisneros; pero éste puso todas sus velas en
facha, caminó para atrás , le atajó y le hizo una
descarga de sus cuatro baterías. Llegaron luego
los dos navios de tres puentes y apuraron sus fue-
gos por varlovento en el Trinidad, causándole
intinitos destrozos ; y al mismo tiempo Nelson,




GRAVO A. SI


dando la vuelta por la popa del Bucentauro, y de-
jando este en manos de otros que le seguían,
embistió al Trinidad por el costado opuesto, de
modo que Cisneros tuvo que batallar desde el
principio á tiro de pistola contra tres navios po-
derosos.


A este tiempo, Gravina había empeñado una
acción vivísima con los dos primeros navios de
la tercer columna que venia á cortar por aque-
lla parte Llegaron luego por sotavento otros
dos , que habían doblado la línea por el estremo
de retaguardia, y ademas presentó su costado
por popa otro que le disparó todos sus fuegos
á tiro de metralla, causando varios estragos, é
hiriendo gravemente al general en el codo iz-
quierdo, el cual á breve ra to , no pudiendo ya
sostenerse sobre el alcázar, se creyó muerto y
encargó el mando y la continuación del comba-
te á su mayor general ü . Antonio Kscaño.


Este esclarecido oficial se hallaba en la toldilla,
cuando una descarga de metralla arrolló, escepto
á un cabo de artillería , a cuantos con él estabau,
hiriéndole gravemente en una pierna ; no quiso sin
embargo retirarse, hasta que precisado por los
oficiales bajó por un momento, y hecha la cura




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


volvió á desempeñar con igual intrepidez el encar-
go de Gravina.


No será fuera de propósito hacer aqui hono-
rífica mención de los ilustres marinos que pere-
cieron en aquel sangriento combate Había muer-
to ya D. Cosme Churruca y su segundo Don
Francisco Moyua en el Nepomuceno que peleó
al principio contra tres y después contra cinco
navios; D. Francisco Alcedo y su segundo Don
Antonio Castaños, en el Montañés; D. Dionisio
Galiano , después de haber rendido á un uavío
de tres puentes, en el momento en que estaba
en el Bahamá observando con el anteojo los
movimientos del enemigo ; en solo el Trinidad
siete valientes oficiales, y aunque segun se
asegura Nelson perdió su vida de una des-
carga de fusilería de la cofa de mesana de
este navio, su muerte fue pobre compensación
á tantas desgracias. Cuatro generales; los capi-
tanes Gardoqui , Uriarte , Pareja, Vargas , Jarlo,
Argumosa , Valdés y otros estaban heridos, y sus
navios desmantelados; este últ imo, que manda-
ba él Neptuno de 80, intentó socorrer solo á texto
trance el Trinidad , como ya lo había salvado
el 14 de Febrero en el combate del Cabo de San




G I U V I I U . 33


Vicente; pero se lo impidieron un sin número de
navios que le salieron al encuentro. Los france-
ses perdieron entre otros al insigne Capitán Magon,
el cual habiéndole quitado una bala entrambas
piernas, se hizo meter para estancar la sangre
en un barril de harina, y desde allí continuó man-
dando la maniobra y animando á todos con el ma-
yor heroísmo, hasta el momento en que espiró. Sabi-
dos son por desgracia el éxito de aquel sangriento
combate, y los efectos del furioso temporal que so-
brevino. No es de este lugar el examen de si debió
ó no renovarse la acción con los navios reunidos
que se retiraron á Cádiz; pero desde aquella fatal
jornada puede sí asegurarse, que quedó enteramente
destruida la marina militar española.


La herida de Gravina era tan grave que desde
luego se trató de cortarle el brazo ; pero ofrecié-
ronle algunos facultativos curarle sin aquella
operación radical , y se determinó á escusarla.
Siguió la curación con variadas alternativas, hasta
que por último después de haber cumplido con
los^ deberes religiosos , espiró el dia 2 de Marzo
al medio dia, con la mayor resignación.


Tal fue el glorioso fin de la briüante y labo-
riosísima carrera de D. Federico Gravina, Co-




3 4 PERSONAJES CELEliRES.


mendador de la orden de Calatrava, Gentil-hom-
bre de Cámara de S. M. con egercicio, gran
cruz de la orden de Carlos I I I , y de resultas
del último combate, Capitán General de la Real
Armada. Era de regular estatura, y su rostro
retrataba al vivo la inalterable apacibilidad de
su espíritu. Fue siempre en estremo culto y es-
presivo en sus modales y palabras, irreprensible
en sus costumbres, y absolutamente desprendido
de todo interés mezquino.. Espléndido con sus
amigos y generoso eon los necesitados. Justifi-
cado y afable hasta con el último marinero, lla-
no y aun familiar con sus subalternos, cautiva-
ba los corazones de cuantos estaban bajo su man-
do. Su maestría en la profesión, su actividad
vigilante y atinada en todo genero de empr.sas,
su impetuoso denuedo en el avance, su tesón
inflexible en el empeño, y sobre todo su inalte-
rable serenidad, haceu de él un perfecto reme-
do de uno de nuestros mas esclarecidos h roes
del siglo XVI, del inmortal Alejandro Farnesio.


Los enemigos hicieron justicia á su mérito,
diciendo en los papeles públicos: «Tenemos que
lamentarnos al oír que el valeroso General Gra-
vina ha muerto. Sus amigos han vivido largo




G R A V I N A . 35


*) Kl Almirante Colingod escribió el pésame al Mar
uués de la Solana, en una carta lacónica y esprasiva.


tiempo esperanzados de su restablecimiento, pe-
ro por desgracia acaban de quedar frustrados
sus anhelos. La España pierde en él el oficial
mas esperimentado de su Armada, á cuyas ór-
denes sus escuadras, ya que alguna vez hayan
sido vencidas , nunca han dejado de merecer los
encarecimientos de los vencedores. » (*) Su funeral
se cel Aró con el correspondiente aparato en me-
dio de un gentío inmenso, pudiéndose repetir
aquel dia lo de Tácito, hablando de Germánico;
«Que al par de la pompa y el ceremonial de
las exequias, reinaba entre los asistentes un en-
trañable desconsuelo. «










D, F. T. CALOMARDE.


«No se muestra acreedor é la victoria
«quien del vencido la desgracia insulta


SIMÓN BOÍIANECRIV acto í.°


Difícil tarea á la par que ingrata , toma sobre
sí el que escribe la biografía de un hombre im-
popular , en el pais mismo que le mira como
causador de sus males, y á presencia del partido
vencedor. En tales circunstancias y al concitar
sobre sí el odio de este partido , réstale única-
mente el consuelo de esclamar , que hasta los
dioses mostraron su faz risueña á la causa ven-




2 PERSONAJES CELEBRES.


cedora, y solo un Catón se atrevió á sostener la
de los vencidos. Lejos de nosotros la idea de
compararnos al valeroso romano , al referir las
acciones de un proscripto , sin ocultar sus de-
fectos ni sus buenas cualidades. Al escribir su
biografía, no vamos á trazar su panegírico, ni
tenemos motivo para ser sus apologistas.


Por otra parte la liistoiia contemporánea es-
crita por hombres , que recibieron rudos golpes
y quizá persecuciones directas del personage en
cuestión, le ha retratado con los mas negros
colores, y apenas se hallará una pincelada que
le sea favorable. Con t o d o , una larga espiacion
y hasta la victoria misma del partido á quien
oprimió, han modificado algún tanto la opinión
acerca del ilustre proscripto , á quien cubre ya
tierra estrangera. Y ¿quién será capaz de llevar
sus resentimientos mas allá de la tumba ? No
aumentaremos el número de los que se complacen
y deleitan en ver la humanidad bajo sus aspectos
mas defectuosos, antes bien imitaremos al pintor
griego, que hizo el retrato de Antígono , de perfil,
para ocultar el defecto de un ojo, concretándola
narración á los sucesos de la vida de Calomarde
y dejando los comentarios sobre su política pa-




CAL0MA.RDE. 3


ra los que escriban prolijamente la historia.
Una de las cosas que mas han chocado á los


estrangeros que han tratado de observar la nuestra
en lo que llevamos de este siglo, ha sido la ten-
dencia del pueblo, ó si se quiere la plebe, al
absolutismo, y de la aristocracia española al régi-
men constitucional. Acostumbrados á profundizar
harto poco en nuestros asuntos han calificado
estas tendencias de anomalías, á pesar de que
seria muy fácil hacer ver que tales tendencias
son naturales en unos y en otros , mirando con
detenimiento su educación y sus ideas. Si Calo-
marde hubiera nacido en otro p'ais, quizá hubiera
sido un tribuno: e¡i España por el contrario , figu-
ra como uno de los tipos del absolutismo, á pesar
de ser hijo del pueblo.


Oscuros fueron á la verdad su nacimiento, su
familia y hasta su patria, situada en un pueblecito
del bajo Aragón, llamado Villei, donde vio la luz
primera el dia 10 de Febrero de 1773. Sus padres
llamados Juan y Rosa de Ariza, eran unos la-
brotares no muy acomodados.


Otra ocupación diferente se les ha supuesto,
y los Palaciegos que ora se arrastraban á sus
pies, ora á sus espaldas daban curso á su sar-




4 PERSONAJES CELEBRES.


cástica maledicencia , le designaban con el apodo
del alpargatero. Pero á pesar de su pobre es-
traeion jamás dudó de su futuro engrandecimiento,
á la manera que Cromwell , de quien aseguran
que siendo joven una fantasma le predijo su
futura elevación. Chocante era por cierto esta
confianza en el joven Francisco Tadeo, cuando
cursaba jurisprudencia civil en la universidad de
Zaragoza. Reducido á servir de page en casa
de una señora viuda , solia acompañar por la
noche precediendo con el farol á unos comercian-
tes de Teruel, que vivian en la misma casa. Re-
cordaban estos no ha muchos años con admiración
que al preguntar á Calomarde á qué aspiraba,
respondía siempre sin desconcertarse , á Ministro
de Gracia y Justicia. Esta respuesta harto orgu-
llosa en boca de un pobre page, unida á su
figura no muy elegante , solian hacerle blanco
de las bromas de los festivos tertulianos. Y con
todo, la providencia tenia escrito ya en sus de-
cretos eternos, que sus conatos serian cumplidos,
y que arribaría á la cima á la cual encaminaba
sus vacilantes pasos.


Al trasladarse Calomarde á la Corte á fines
del siglo X V I I I , rico tan solo de esperanzas y




C A L O M A R D E . 5


con la cabeza colmada de gra'as ilusiones, seme-
jaba á los viageros, que abandonan su pais
natal y arriban al Nuevo-Mundo, llevando por
única esperanza y base de sus soñadas riquezas
en vez de conocimientos y recursos una carta de
recomendación. La fortuna le protejió desde sus
primeros pasos. Presentado al médico de Cámara
D. Antonio Beltrau, que también lo eradeGodoy
y aragonés, supo captarse su benevolencia y en-
contrar en él un protector. Calomarde criado en
la dependencia , carecía de aquella fiereza ingenua
característica de su pais , y acostumbrado á ple-
garse á voluntades agenas, no le habia de estor-
bar su firmeza el medraren una Corte aduladora
y corrompida.


El médico de Godoy tenia una hija poco fa-
vorecida de la naturaleza, pero que con todo era
un partido harto ventajoso para el joven preten-
diente. Con este objeto , el presunto suegro ob-
tuvo de Godoy para su protegido- una plaza de
Oficial en la secretaría de Indias, como regalo de
boda. Pero Calomarde una vez puesto en carrera
descreció la mauo benéfica que le habia favorecido,
sacándole de la oscuridad , y solamente una re-
prensión harto agria de Godoy, acompañada (se-




6 PERSONAJES CELEBRES.


gun dicen) con la amenaza de echarle á presi-
dio , le obligaron á dar la mano á la infortu-
nada joven, objeto ya de su menosprecio. Nunca
se miró como casado, y las personas mas allega-
das á él , jamás oyeron salir de sus labios el
nombre de su esposa.


Entretanto su fortuna se aumentaba rápida-
mente : antes del año 1808, había sido promovido
á Oficial mayor de su secretaria y se hallaba in-
teresado en algunas contratas. Los sucesos de
aquella época le arrojaron á Cádiz con la Rejencia
y sos oficinas, entonces bastante interesantes por
el giro que principiaban á tomar los asuntos de
América.


Poco después pasó á Oficial mayor de Gracia
y Justicia por influjo de su amigo el Ministro
Sierra, que trató de salir juntamente con él,
Diputado por Aragón. Algunos han atribuido al
desaire que entonces sufriera el encono que des-
pués mostró contra el gobierno representativo.
Viósele en efecto ya desde aquel punto estrecha-
mente ligado con Sierra , Lardizabal y demás
corifeos del partido realista. Juntamente con ellos
trabajó por el proyecto de confiar el Gobierno
á la Princesa Carlota, y desde entonces la casa




CALOMAKDE. 7


de Portugal se le mostró no poco propicia; pero
á la caida de aquel partido, Calomarde se vio
envuelto en su ruina.


El regreso de Fernando VII , vino á trocar en-
teramente la escena, y los que habían sido abatidos
por las Cortes de Cádiz, pudieron hacer alarde
y ostentación de sus servicios, Uno de los mas
favorecidos y de los primeros en escalar el poder
fue Lardizabal, que por el decreto de 4 de Mayo
de 1814, fue nombrado Secretario de la Gober-
nación de Ul t ramar , nombre que se daba á la
antigua secretaría de Indias , y que luego volvió
ó trocar por este último. Con Lardizabal volvió
también á la secretaria de Indias su antiguo ami-
go y oficial, acreditado ya como acérrimo realista
por la parte que había tomado en Cádiz contra
las reformas liberales, y la persecución que había
sufrido. Aumentóse mucho mas su valimiento con
motivo de las bodas de los desterrados de Valen-
cey con las Princesas del Brasil, hijas del Regente
de Portugal. Era mediador de aquellas bodas el
célebre P. Cirilo de Alameda, que durante su emi-
gración había logrado introducirse con aquella
familia en el Brasil , y a su regreso á España se
constituyó en agente de aquel doble casamiento




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Para llevarlo á cabo pasaron á Coimbra Lardi -
zabal y Calomarde , ambos sujetos de confianza
para la familia Real de aquel pais, con motivo
de los servicios prestados en Cádiz por ellos á
la infanta Doña Carlota. Los que prestaron en esta
ocasión fueron también remunerados largamente
y entre otros favores obtuvo Calomarde el nom-
bramiento de Caballero de Santiago de A vis. Los
contratos quedaron otorgados en 2 2 de Febrero
de 1816, y á principio de Setiembre, desembarca-
ban las Infantas en la bahia de Cádiz. Lardizabal
y Calomarde creían del todo afianzada ya su for-
tuna, cuando un contratiempo inesperado vino á
sumirlos en la desgracia. La camarilla que rodeaba
al monarca y que disponía de sus favores, veia
con ojos aviesos el encumbramiento de estos dos
personajes. Ya el año anterior Lardizabal había
sufrido un imprevisto contratiempo, tanto mas
sensible para é l , cuanto que se le juzgaba arbi-
tro de la voluntad del Rey. El ministerio de In-
dias habia sido disuelto, y sus empleados re-
partidos por otras oficinas: Lardizabal habia que-
dado de simple consejero de Estado, y Caloníar-
de habia pasado á oficial del ministerio de Gracia
y Justicia. Al verlos pues recobrar su influencia




CALOMAB.DE. U


despertóse la dormida envidia que los empujó


.contra los mismos escalones por donde pensa


ban subir.
Hallábanse ya las infantas en Cádiz cuando


se recibieron noticias poco satisfactorias acerca
de la conducta del gabinete portugués en Amé-
rica , y aun se aseguró, que se disponía para
atacar á Montevideo. Al mismo tiempo llegaban
noticias confidenciales harto desagradables, acer-
ca de la salud de las princesas. Alarmóse la
Corte con tales nuevas, reunióse el Consejo de
Estado, y combinándolas con otras anteriores
y con la mala fe y torcidas miras que se supo-
nía al gabinete portugués, principiaron á dic-
tarse medidas de precaución. No estrañaremos
que sea cierto lo que se dijo entonces, de que
el infante D. Antonio propuso, que las infantas
quedasen como en rehenes, hasta que se reci-
bieran ulteriores noticias. Eos agentes del casa-
miento, sorprendidos con tan estraña catástrofe,
fueron las primeras víctimas de ella, y exho-
nerados de sus empleos se vieron en breve lan-
zados de la Corte. Calomarde, confinado á Pam-
plona, presenció desde aquel retiro las fiestas á
que se entregaban la Corte y la nación con mo-




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


tivo de las bodas, eu que lau directamente ha-
bía intervenido y de las cuales por tan rara p e - .
ripecia , en vez de honores y favor, tan solo
habia conseguido su desgracia. En vano la ama-
ble Isabel interpuso su mediación á favor de
sus desgraciados agentes, y presentó á su espo-
so los hijos de Lardizabal, que imploraban la
libertad de su padre. El lley, que dominado
por ignobles influencias daba muy pequeña parte
de su corazón á la virtuosa Isabel, se mostró
insensible á los infantiles ruegos, subiendo al
coche sin responderles y desairando á la Reina,
que habia tenido una grau parte en aquella
escena. La prematura muerte de aquella amable
Reina, en la que los españoles cifraban grandes
esperanzas, concluyó de arrebatar á Calomarde
las pocas que le restaban, y se tuvo que resignar
á vivir oscuro y olvidado en el rincón de su
destiero, mucho mas al ver el tortuoso giro que
tomaban los negocios públicos, y la tempestad
próxima á estallar.


Nada podia esperar del Gobierno constitucio-
nal , que acababa de instalarse en la Penínsura,
y por tanto veia con placer sus desaciertos y el
descrédito que le amenazaba en el estrangero.




CALOMARDE, 11


Previendo en lo que vendría á parar, y temeroso
por otra parte de que las autoridades de Pam-
plona, en vista de su conocida desafección,
tratasen de arrestarle y hacerle servir de repre-
salias , huyó secretamente de Pamplona en 1822,
y llegó á Madrid, donde permaneció oculto mas
de un año , hasta la evacuación de la capital
por Zayas y la entrada de las tropas francesas.


Los sucesos de aquella época son bien cono-
cidos, como también el nombramiento de Re-
gencia, de la cual fue secretario Calomarde. Poco
tiempo después se le vio subir al ministerio de
Gracia y Justicia en compañía de Ofalia, que
entraba en el de Estado el 17 de Enero de 1824,
por fallecimiento del Marqués de Casa-Irujo.


También entró por el mismo tiempo de se-
cretario del Consejo de Ministros y del Consejo
de Estado el célebre D. Antonio Ligarte, amigo
de Calomarde, con quien convenia en ideas, y
que era mirado entonces como el favorito del
Rey. La influencia de este Ministro y su pre-
ponderancia en el Consejo, eran poco satisfac-
torias á sus compañeros de Gabinete, á los cua-
les dou.inaba. Decíase de é l , que estando ini-
ciado en los secretos del Gobierno los comuni-




12 * P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


eaba al partido llamado Apostólico, del cual se
le suponía acérrimo agente. Conjurados los otros
Ministros contra Ugarte , lograron por fin arran-
carle del lado del Monarca y darle un honroso
destierro, enviándole de iniuistro plenipotencia-
rio" de Ccrdeña eir Marzo de 1825.


Vióse á poco tiempo crecer rápidamente • el
valimiento de Calomarde, y afianzarse en él, de
tal modo, que pudo mirar como vinculado en
su persona el favor de un Rey harto propenso á
mudar de Ministros. A la verdad, concurrían
muchas circunstancias para esta elevación no
difíciles de esplicar si Lien se mira, aun pres-
cindiendo de la intriga y de la adulación. El
partido realista se hallaba dividido en dos gran-
des facciones: el uno de ideas templadas á cuyo
frente se hallaba la grandeza y la mayor parte
del ministerio: el otro mas exagerado y furibun-
do en sus ideas., titulado el partido apostólico,
á cuyo frente se sinonia á D. Carlos. Fernan-
d o , que tenia supeditado ya al partido liberal,
veia también con placer dividido al realista, que
se hacia de este modo menos compacto y tenn-
ble. A no haber sido por esta división, que el
Rey se guardaba muy bien de atajar, quizá se




CALOMABDE. 13


hubiera [visto él precisado á lanzarse en brazos
del partido liberal; como Enrique III de Fran-
cia, acosado por la l iga, se entregó á discreción
de los Hugonotes, que tan encarnizadamente
había perseguido. Conociendo Calomarde esta si-
tuación se penetró bien de su papel, que en
cualquiera de las dos facciones habia de ser
harto desairado. Resentidos los ultras de la des-
titución de Ugarte miraban con ceño el encum-
bramiento de Calomarde, que no se presentaba
como su predecesor á quemar incienso ante sus
aras. Los partidarios del despotismo ilustrado
v la grandeza merecían pocas simpatías á Ca-
lomarde, y tampoco esta podia profesarlas á un
ministro de su estofa. En tal situación llegó el
Ministro de Gracia y Justicia á ser entre sus
compañeros de gabinete, lo que el Rey entre
los dos partidos realistas que se combatían á la
vez. Esta situación homogénea debió escitar
igualmente sus simpatías, y por tanto Calomar-
de, fiel intérprete de aquella política, al paso
q^e se situaba en su propio terreno, venia á
ser el mas útil resorte de ella. Por una parte
refrenaba al partido conservador que propendía
al liberalismo; por otra intimidaba á los reac-




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


cionarios que aun clamaban por venganza. Esta
política se hallaba compendiada en aquella frase
que llegó por entonces á ser vulgar, palo al
burro blanco, palo al burro negro, idea que
el Rey su amo solia espresar en términos mas
groseros, parodiando aquella cautinela ¡ese na-
rizotas!.,


¿En qué consiste, pues, que el partido liberal
ha mirado y mira á Calomarde como su Nerón,
siendo asi que durante su encumbramiento dis-
frutó mas libertad y tolerancia que en los años
anteriores? ¿En qué consiste también que el par-
tido realista odió y sigue odiando á Calomarde,
y le arrojó de sí como á causador de todos sus
males? No será esto á la verdad una anomalía, si
se observa que combatiendo sus proyectos y ha-
ciendo gastarse al uno con el otro , llegó á verse
en una posición escéntrica para ellos, y se hizo
odioso á los dos á la vez. Cuantas persecuciones
sufrían los liberales de los agentes del Gobierno
se miraban por aquellos como influidas directa-
mente por Calomarde, al paso que la grandeza le
detestaba igualmente, y el Duque del Infantado
renunciaba su cargo por zelos, según se dijo,
de la preponderancia del favorito.




CALOMARDE. 15


Tales son las causas del engrandecimiento de
Calomarde y su larga permanencia en el poder,
bajo la férula de un Rey inconstante. Habían
nacido el uno para el otro, y se entendían fácil-
mente, pues convenían en ideas. El Rey solia
decir que con ninguno despachaba mas á gusto
que con Calomarde, y que le presentábalos nego-
cios con tal claridad y precisión, que facilitaba
sus resoluciones. A la verdad, aun cuando no
concedamos á Calomarde un gran ta lento, tenia
en ; su favor la espedicion y facilidad que dá la
práctica, con bastante conocimiento del corazón
humano y sus mas íntimos resortes. Tampoco le
faltaba tesón para arrostrar los inconvenientes del
sistema, que tanto el Rey como él se habían tra-
zado, y confiado en su posición se mostraba
enérjico y aun inflexible, el mismo que en la
presencia de su amo s* arrastraba humildemente
á sus pies.


El uno y el otro tenían indudablemente un
fondo de sentimientos religiosos, aun cuando
en su vida privada no hayan sido modelos de vir-
tud*: con todo , atendiendo mas á sus defectos
que á sus buenas cualidades, se les ha lanzado
él dictado de hipócritas. No se crea por eso que




16 PERSONAJES CELEBRES.


los sugetos que tan acerbamente han calificado
a Femando y á su Ministro por su conducta
privada, sean algunos varones ejemplares, que
con el tiempo hayan de entretener á la Congre-
gación de ritos. Creemos que la escusarán esta mo-
lestia, y nos mueve á ello el pensar, que los
hombres verdaderamente virtuosos suelen ser los
mas indulgentes con las flaquezas de sus seme-
jantes.


Recordamos con este motivo que en una de
las catedrales de España se motejó al Rey por
un estremo contrario, calificándole de impio,
porque omitió una genuflexion al pasar por tiente
del altar mayor. Habiendo ido al dia siguiente
una diputación del cabildo a cumplimentar al
Roy, y con ella el canónigo que mas mordaz
se habia mostrado, recibió de Calomarde y re-
servadamente, una reprensión bien amarga, ma-
nifestándole entre otras cosas que por delicadeza
se abstenía de poner en parangón su conducta
con la del Monarca.


Respetemos pues al menos la vida privada,
absteniéndonos de trasmitir á la posteridad por
medio de la prensa, lo que la maledicencia no
dejará de conservar por tradición. Con todo, hay




CALOMARDE. 17


en Ja vida de Calomarde un suceso de esta clase,
imposible de pasar en silencio, pues ademas de
ser muy público, va enlazado con los principios
de su elevación. Tal es el fallecimiento de su
olvidada esposa Doña Juana Beltran, en Zarago-
za. A pesar de los desdenes y el ingrato porte
de su esposo, con quien apenas vivió, se con-
tentó con llorar en el silencio y oscuridad de su
retiro ; y próxima á morir dio un testimonio de
resignación cristiana, nombrándole heredero á
pesar de su ingratitud. Es falso lo que se ha
dicho de que la habia abandonado á la miseria,
pues la consignó una pensión de 12,000 reales
anuales y una casa para su habitación en Za-
ragoza.


Por aquel mismo tiempo llamaban la atención
en la Corte unas escenas harto cómicas, en me-
dio de los sangrientos dramas que con frecuencia
se representaban. Y bien merecen seguramente
el nombre de cómicas, las escenas á que dio
lugar la Real orden sobre reunión de matrimo-
n i o | mal habidos, dada por un Rey que segu-
ramente no era modelo de fidelidad conyugal,
por conducto de un Ministro que jamás vivió
con su muger, ni aun se le oia nombrarla , y


2




1 8 P E R S O N A J E S CÉLEBRES,


en medio de unos cortesanos muchos de ellos
públicamente embarraganados. Seguramente que
si se tratara de aumentar párrafos á la crónica
escandalosa de la Corte, bastaría referir algunos
de los episodios á que dio lugar la tal Real
orden, que fue causa de éneierros monásticos,
arrestos y reclusiones á que se vieron condena-
dos algunos de ios mismos grandes y cortesanos'-.


Pero otros sucesos mas terribles y trascén--
dentales vinieron á- llamar 4 a atención públiea,
apenas la 'Nación principiaba á disfrutar una
aparenté tranquilidad. Tales fueron los sucesos
de Cataluña en 1 8 2 7 , que pudieron ser de una
trascendencia incalculable, pues aun ño sé ha1


descorrido enteramente el velo que los cubrió
por largo tiempo. Los partidos, como sucede
siempre,• aí ver el nial éxito de los sucesos, no
han querido prohijar aquel levantamiento, can-
sado por opuestos intereses y por elementos con-
trarios. Esta revolución, producida á la ve?,
por dos partidos estráños entre si j dio lugar á
varias anomalías de problemática resolución. De
todos modos, aquel Monarca tan tímido y apá-
tico, que al estallar la revolucionen las Cabezas
de S. Juan pasó dos meses en una entera inér-




CA.LOMARDE. 19


d a y apatía, y comunicó á los sublevados el
valor y arrojo, que no desplegaba por su parte,
le vemos al presente revestido de toda la ener-
gía y dignidad de su carácter, lanzarse, rápida-
mente en medio del peligro y conjurar ia tem-
pestad con su presencia.. ¿Quién ha causado en
el Rey tal metamorfosis? Ved á Calomarde que
le acompaña en la silla de posta- que camina
rápidamente hacia Zaragoza. Esto ha, obligado 3
decir á personas muy sensatas, que á.no haber
sido Calomarde confinado á Pamplona en 18 i G,
probablemente hubiera, subido al; Ministerio , ;y
quizá hubiera variado también el aspecto de las
cosas en 1820.


Respecto á las atrocidades cometidas en Car
taluña varían mucho las opiniones, inculpando
unos al Rey y otros á su Ministro: pero quizá
una mano oculta precipitó en la tumba aquellas
víctimas,, con el mismo objeto con que habja
fusilado á Bessieres sin permitirle declarar acerca
de su levantamiento. En tal caso, el Conde de
Esnaña solamente fue un instrumento y Calo-
marde un testigo. -


No entraremos en pormenores acerca del mi-
nisterio d e Calomarde, en el cual hallamos se-




20 PERNAJES CÉLEBRES.


gura mente absurdos insostenibles, y actos por el
contrario mal juzgados. Unos y otros los califi-
cará la historia, que quizá en sus fallos respeta-
rá poco el de los contemporáneos.


Enmedio de los negros colores con que se
le ha pintado, resaltan algunas buenas cualida-
des personales. No eran el apego al dinero ni la
rapacidad vicios que se hayan inculpado á Ca-
lomarde: desempeñaba gratuitamente una por-
ción de destinos que le hubieran rendido grue-
sos sueldos; socorría con largueza los estable-
cimientos públicos, y aun se le tachaba de ser
descuidado en materia de interés. Quizá esto
último ha influido no poco para acelerar su muer-
te , y algunos periódicos lo han presentado como
causa inmediata de ella. Tampoco se le acusó
de haber apadrinado á sus parientes, defecto
harto común en hombres de gobierno; pero por
otra par te , el pueblo que nunca perdona el ne-
potismo, se ensangrentó contra Calomarde y le
echó en cara su despego, achacándole á desvio
de sus parientes, cuyos modales rudos y gro-
seros le recordaban su humilde estraccion. Quizá
esto no sea del todo infundado, pero tampoco
lo es que al regresar de Cataluña á Zaragoza en




CALOMARDE. 21


compañía del Rey, visitó á los que le habían
favorecido en sus primeros años, y no se mos-
tró ingrato con ellos ni con sus condiscípulos.


En cambio se le acusó, y no sin fundamen-
to, de su escesivo provincialismo, y de poner en
manos de aragoneses los mejores empleos de su
ramo. Para ello no hay mas que recorrer las
listas de los altos funcionarios civiles y eclesiás-
ticos. En varias ocasiones tuvo que sufrir» las
zumbas del rey por este motivo, sin que se mos-
trase por ello mas enmendado. Cuando dio no-
ticia á Fernando de haber vacado" la mitra de
Segovia , le dijo este en tono burlón.—¿ Tienes por
ahí algún aragonés por obispar?—Pocos dias des-
pués Calomarde creyendo , que ya el Rey se ha-
bría olvidado, le presentó al aragonés Briz Mar-
tinez, general de los Dominicos. Entonces Fer-
nando sonriéudose le dijo:—Eso ya lo sabia yo,
que me habías de traer algún aragonés.—A pesar
de eso firmó la presentación sin omitir sus acos-
tumbradas pullas.


^fallábase pues Calomarde en el apogeo de su
esplendor colmado de honores y distinciones, y
favorecido de todas las Cortes europeas que le
honraban con sus cruces y condecoraciones,




22 PERSONAJES CELEBRES.


siendo quizá • de los que mas podiau presentaren
Europa.—El Toisón, la de Carlos I I I , la de
Isabel la Católica ,-. la de Avis de Portugal , la del
Águila negra de- Rusia-, la de :la Vendée la Le-
gión de honor, honraban su pecho con otras
mucha*, quesería prolijo referir. ^Echábase de
menos la Jarretierra- de Inglaterra, porque á la
verdad no fue esta nación con la que mas sim-
patías <tuvo.


Pero esta misma elevación era un mal pre-
sagio para - é l , por la dificultad de conservarse
estableen el poder, luego que se ha llegado al
punto culminante, y cuando casi no hay mas á
que aspirar. ¿Pero quién se detuvo en tales con-
sideraciones al verse disfrutando la privanza?


Uno; de los primeros golpes para ella fue el
casamiento de la Reina Cristina. La presencia
de los Reyes de Ñapóles, el influjo de su : hija,
y la elevación de la Infanta Doña Luisa Carlota
esposa de D. Francisco, por tanto tiempo poster-
gada , debilitaron en gran parte el influjo de la
Camarilla y del Ministro favorito, que conoció
no estar del todo seguras en sus manos las rien-
das del Gobierno, que tan holgadamente había
manejado.




CALOWVBDE. 23


Poqo tiempo después habiendo logrado el Rey
sucesión de¡este último enlace, trató de dar pu-
blicidad á la Pragináctica-sanqion de 1789, por
tanto tiempo arrinconada y cubierta de polvo en
los estantes del Consejo.


Se ha disputado con mucho calor acerca del
autor del pensamiento de restablecer la Prag-
máctica-sancion. Los liberales no queriendo deber
este favor á Calomarde , suponen que fue el
Guarda sellos, D. Juan deGrijalva, el instrumen-
to de que se valió el Rey para la publicación
de dicha Pragmática. Los realistas por su parte
acusaron á Calomarde de haber sido no sola-
mente quien sugirió la idea, sino también el
que la llevó á cabo. No será estraño que uno
y otro cooperasen á este fin: pero no es cierto
como se ha querido suponer que Calomarde se
opuso á su ejecución. Hallábase aborrecido por
el partido realista furibundo, y por otra parte
no dejaba de recelar del ascendiente que la Reiua
iba adquiriendo sobre el ánimo de su real Es-
pora. Creyó pues oportuno congraciarse su be-
nevolencia por este medio; pero no deja de ser
dudoso el objeto, que para lo sucesivo se pro-
ponía , á no ser esta medida únicamente pa-




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


ra prolongar su permanencia en el Ministerio.
Sus esperanzas eran ilusorias y la última hora


de su poder iba á sonar. Sabidas son las céle-
bres ocurrencias de la Granja , y las intrigas pa-
laciegas á que dio lugar la aparente muerte del
Rey, y la abnegación sublime de su Esposa. Los
cortesanos semejantes á los salvajes que adoran
al sol al tiempo de salir, pero jamás se acuerdan
de tributarle culto al tiempo de ponerse, vola-
ron presurosos al cuarto de D. Carlos á tribu-
tarle sus primeros respetos , como á su rey y Se-
ñor. No se quedó atrás Calomarde, á pesar de
que llevaba consigo el presentimiento de su caid
que afligía su corazón. La repentina é inespera-
da mejoría del Rey , y la llegada no menos im-
prevista de la Infanta Doña Luisa Carlota, acaba-
ron de variar enteramente la escena. Las amar-
gas censuras de la Infanta decidieron á la Augus-
ta Cristina á reparar su momentáneo error, y los
cortesanos aterrados con aquel golpe huyeron á
su vista despavoridos.


Calomarde por su desgracia tropezó con .,1a
fogosa Infanta, y es fama que recibió de su
mano un solemne bofetón: poco rato después le
buscaba con mas siniestro objeto, pero el es-




CALOMARDE. 25


ministro previendo su destino se iiabia ocultado
ya, y trataba de poner tierra por medio. El dia
2 de Octubre llegó secretamente á Madrid , y
dos dias después salió en la diligencia para
Valencia, de donde se trasladó á Olba, en cuyo
pueblo tenia su fábrica de papel, famosa por aquel
tiempo. Sabiendo que se trataba de prenderle,
huyó á esconderse en un convento de frailes fran-
ciscos tan oportunamante, que apoco rato llega-
ron las requisitorias y se dio aviso á la fron-
tera. Disfrazado con el humilde sayal, se dirigió
á esta, pasados algunos dias , y ya iba á pisar
el territorio francés, cuando por su desgracia fue
reconocido por un sargento de carabineros, y sola-
mente á fuerza de oro logró escapar de sus manos.
El proceder que observó después con ellos, es
uno de los mas negros borrones de su conducta.
Habiéndose descubierto el cohecho, el sargento y
los carabineros se vieron en la precisión de emigrar
á Francia : aquellos infelices se vieron reprochados
porél ásperamente, y llegó ádecirles «que merecian
b^¡n ser fusilados por haberse dejado sobornar.»
Este rasgo, que parece increíble, únicamente puede
esplicarse por el humor atrabilario que á veces le
dominaba y que tomó incremento con su caida.




26 P E R S O N A J E S . C E L E Ü R E S


Sü posición se hizo mas crítica con los encuen-
tros Ifrecuentes que tenia con los emigrados es-
pañoles que volvían ufanos á su patria después
de tan dura y larga proscripciou. En varias oca-
siones llegó á verse espuesto á perecer entre sus
manos , si no. le hubiera salvado la generosidad
de algunos otros de ellos que le debiau favores
reservados. Ert aquella época tan feliz para muchos
españoles, cuando las. familias llenas de júbilo
abrazaban aquellos objetos de su cariño. que no
creían volver á estrechar contra su seno , Calomar-
de solo y despreciado en pais eStranjero , apuraba
en secreto la copa dé la amargura, sin un amigo
ni un recuerdo que mitigasen sus penas. Perdidos
sus empleos, secuestrados sus bieues, y hecho su
nombre un objeto de, execración y sinónimo de
una época de aciagqs padecimientos, que esclu-
sivamente se le imputaban, parecía €aloinarde en
su dest ierro, aquella infortunada víctima, que
llamaban los hebreos hostia por el pecado , á la
cual abandonaban en medio del desierto, cargada
con todas las iniquidades del pueblo de Israel, d*»i-
pu3S de haber invocad;) sobre su cabeza con mil
execraciones la cólera celeste..


Sus primeros pasos en Francia se dirigieron




CALOMAIUiE. 27


á Órlenos, de donde marchó a París. Desde allí
como desde un punto culminante,: pudo contení*
piar las escenas que rápidamente se sucedían en
la Península , y los densos vapores que sobre su
horizonte se aglomeraban, présagos de liorrenda
tempestad. El Rey falleció, y al punto saltó la
chispa eléctrica que puso en combustión los agru-
pados vapores. Tronó el cañón en los ángulo&de
la Península, y sus fértiles campiñas se regaron
con española sangre. Entonces Calomarde sé
aproximó, al teatro de la guer ra , fijando su re-
sidencia «n Tolosa , y se le vio dispuestoá tomar
parte en la contienda; pero sus servicios fueron
desechados, y la corte de Oñate le prohibió el
pisar territorio español. Aquella orden fue espe-
dida por antiguos amigos y clientes suyos, que
olvidando sus numerosos beneficios vengaban sus
desdenes: castigábasele también no solo por la
presentación de la Pragmática, sino aun mas
por las medidas represivas que habia tomado
contra el partido ultra-realista, que prevalecía
er^ Oñate. Al verse pues cargado cou el anatema
de este partido, vilipendiado en su desgracia; y
escarnecido por sus mas íntimos amigos, recayó
en la hipocondría áque era muy propenso.




28 PERSONAJES CELEMÍES.


Con objeto de distraerse pasó á Roma , mo-
rada común de ilustres proscriptos. Aquella ciu-
dad santa, colmada de religiosos y antiguos re-
cuerdos de todas épocas y de todas edades, ob-
jeto por Jo común de odio para los hombres
elevados al poder, debe escitar sin duda las
simpatías de los que algún dia se vieron rodea-
dos de esplendor y ahora gimen arrastrándose en
el polvo y viviendo de brillantes recuerdos, como
la mansión augusta de los Césares. La prensa
quiso dar importancia política á este viaje, que
probablemente no fue mas que un deseo de dis-
tracción ó de entusiasmo religioso, á la manera
que un enfermo en su agitación febril da vueltas
en todas direcciones y en ninguna postura calma
su dolor.


Los dos últimos años de su vida en Tolosa,
fueron consagrados esclusivamente á obras de
beneficencia Ademas de suministrar gruesas can-
tidades á los carlistas que imploraban su protec-
ción para pasar á Navarra, durante la guerra
habia socorrido muchas familias que la emigra-
ción habia lanzado en la miseria. Pero al vol-
ver de Roma, favoreció indistintamente á las
bandas de emigrados que inundaban aquel país,




CALOMAB.DE. 29


sin distinción de colores, y estos agradecidos á
sus beneficios llegaron á llamarle el padre de los
pobres españoles.


Muchas familias, no solamente francesas, sino
aun dentro de España lloraron el dia de su muer-
t e , porque les faltaba el pan de cada dia, Y en
medio de este desprendimiento, se trataba á sí
mismo con un porte mezquino, lo que hizo creer
con mucho fundamento, que preparaba un do-
nativo paradlos prisioneros de Bourges, como en
holocausto por conseguir su favor. Otros lo
atribuyeron hasta cierto punto á efecto de alguna
aberración menta l , causada por la melancolía,
mucho mas al ver los raptos de fervor religioso á
que se entregaba públicamente en las iglesias de
Tolosa, poniéndose en cruz , besando el suelo, y
haciendo otras demostraciones, que daban no poco
que reir á los franceses.


Los periódicos franceses y los españoles co-
piándolo de aquellos, atribuyeron su fallecimien-
to á noticias poco satisfactorias sobre asuntos
peculiares suyos, que recibió de Madrid, las cua-
les agravando su habitual melancolía, le causa-
ron un accidente apoplético que puso fin á sus
dias el 19 de Junio de 1842.




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


En su última enfermedad le asistió el médico
de Cabrera, D. Juan Sevilla.


Pocas horas después de su fallecimiento, se
recibió por el telégrafo, orden de París,. para que
se •le hiciesen solemnes exequias como, general,
por estar-. condecorado, con el gran Cordón. La
guarnición de Toiosa cubrió la carrera, la artir
Hería hizo los dispatíos de ordenanza , y. las au-
toridades civiles y militares de grande uniforme
presidieron su ent ierro, el mas suntuoso que hace
muchos años se había visto en Toiosa. Entérren-
sele en una caja de plomo, pues habia manifes-
tado déseos de que su cadáver se trasladase á
España^ y se colocase en la capilla del Cristo de
Olbav que á sus espensas habia levantado. Pero
este deseo no es. tan fácil de cumplir como él
creia , y solamente alguna que otra familia, qué
esperimentó su beneficencia recordará con el tiem-
po su tumba olvidada en tierra estrangera. ¡Vein-
te años han trascurrido; antes que se cumpliera
el último voto de Napoleón!


Ligeramente ha sido preciso tocar la parte de.la
\ i 4 a AeCiaVovnaTde qwft setOTa « VA política, y
era segúremele lo menos desfavorable que se po-
día hacer. La historia es la que juzga acerca de




CALOMARDE. 31


esta, al paso que se desentiende de las cualidades
personales. Pero muchas veces para juzgar de
aquella , es preciso estar al corriente de estas, que


á la verdad no es un panegírico.
Por desgracia al partido liberal que se creyó


triunfante y feliz al ver la caida de Calomarde,
le restaban aun largas calamidades y desengaños.
Le faltaba aun atravesar el sangriento periodo de
una revolución, en la que , como en todas , se
habían de desconocer los principios tutelares de
las sociedades , y de olvidar toda noción de lo bue-
no y lo justo. Le faltaba ver encumbrados á
hombres que podia poner en parangón con Calo-
marde, resultando este superior porque no invoca-
ba al menos el sagrado nombre de la libertad,
para ejercer la tiranía , ni estaban en contradic-
ción sus hechos con sus palabras y principios.
Por fortuna de nuestra patr ia , ni el tiempo de
Calomarde puede ya volver, ni pueden tampoco
ser de larga duración los males que la aquejan.


difícilmente se hallarán á no ser en una biogra-
fía. Esta idea ha dominado en la presente, que








Persaiuoes celebres fiel Sialo Щ
0 А




BONAPARTE.


[PARTE PRIMERA.)


«Si un dia desapareciese la civiliza-
ción de nuestro viejo continente,
quedando poesías , crónicas, medallas
y ruinas; si al través de las devasta-
ciones del tiempo, leyese el historia-
dor el mismo nombre inscrito en las
piedras del Escorial, en los mármoles
del Capitolio, en il granito de las
pirámides; si volviese á encontrarlo
en los escombros de Sroshnbrunn, de
Potsdam , del Kremlin lo mismo que
bajo la arena de los desiertos; ¿daria
crédito á los testimonios que hicieran
de aquel nombre el de un 'solo con-
quistador, de un mismo potentado,
de un Monarca grande entre los legis-
ladores, tanto como entre los guerre-
ros?"


S i i . vANnY. Diccionario de la con-
versación, art. BON4PU1T1. .


Las palabras que acabamos de copiar del ilus-
tre escritor francés , bastarian por sí solas, á no


i




2 PKSISONAJF.S CELEBRES.


ser tan conocido el personage que vamos á bio-
grafiar, para manifestar la gran dificultad de
reducir á los efltteelios límites de nuestra publi-
cación , la vida de un héroe, enlazada con tan
grandes acontecimientos, sirviéndole de teatro
casi toda la Europa continental y una gran parte
del Oriente, y de sepulcro el solitario peñasco
de Santa Elena. Sucesos en que hay que hacer
mención de todos los grandes personages que han
figurado en el mundo durante su reinado, y cuya
sola enumeración ocuparía todo el espacio de
nuestra biografía. Conociendo toda la dificultad
de la empresa, y presentando el gran personage
deque vamos á ocuparnos, dos figuras distintas,
bosquejaremos primero la vida de BONAPARTE,
desde su nacimiento hasta el Imperio, en esta pri-
mera parte, y desde que ciñó la corona hasta
su muerte en la segunda.


¿Cómo enumerar las innumerables victorias,
sus conquistas sin término, unidas á todas las
creaciones de las artes, á la restauración de los
templos, á las instituciones de los códigos y de una
legislación entera del héroe de los tiempos mober-
nos , héroe parecido á los personages épicos, según
la espresion del autor antes citado? Todo es ho-




BONAPARTE. 3


mérico, todo, es fatal, todo prodigioso en su gran-
de vida, para quien contempla su curso desde la
isla que fue su cuna, hasta'laque fue su sepulcro.
Sin embargo aquí lo maravilloso está en lo ver-
dadero : ese estraordinario destino se ha realizado
entre nosotros ; su carrera fue un drama del cual
todos hemos sido actores ó espectadores.


Cuando Juan Jacobo Rouseau, escribía en el
Contrato Social que tenia un secreto presentimien-
to de que la isla de Córcega admiraría un dia al
mundo, nació en ella y en su capital Ajaccio
Napoleón, el 15 de Agosto de 1769, siendo sos
padres Carlos Bonaparte , vastago de una familia
noble de Toscana, y Leticia Ramolino. Aquel
año era notable por las primeras señales de los
sacudimientos que habiau de cambiar el aspecto
del mundo : en América la insurrección de Mas-
sachusetts; en Europa la confederación de Bar, y
el dispertar de los griegos á la vista del pabellón
de Catalina ea el Mediterráneo; en Francia la
sublevación de los Parla mentos en el asunto de
la Chalotais, la oposición,á la Corona de todos
los Príncipes de la sangre, y sobré todo la grande
humillación de esta en el reinado declarado de
la Condesa Dubarrí. A los diez años, el joven




4 PERSONAJES CELEBRES.


Bonaparte • uo sabia hablar francés. Pasó á la
escuela militar de Brienne y desde allí á Paris,
y eu, í78S fue nombrado Subteniente de artillería.
Han insistido muchos en que era un alumno común;
pero sin embargo, se hacia notar por la avaricia
eon que empleaba el tiempo, asi como por la
hábil elección de sus ocupaciones. Tenia ,es ver-
dad., poca afición al lat ín, y en esto se parecía
á Carlos X I I ; pero cultivó con avidez todos los
ramos de instrucción que forman el arte militar.
La historia eia una pasión para él , pues siempre
estaba pensando en la guerra y en la política.
Dovoraba á Plutarco, no soltaba de la mano á
Arr iauo, y estudiaba á Polibio. La lectura era
su única distracción , y en vez de correr á jugar
como los demás niños en las horas de recreo,
se encerraba en la biblioteca, ó en un jardín
apartado, pensando en el porvenir, y recordando
su primera niñez y su primera patria. Todo indi-
caba en aquel niño una altivez que no sabia do-
blegarse á la humillación. Cuéntase que al acabar
sus cursos en 1783, fueron á Brienne el Duque
de Orleans y Mine, de Montesson, y que este
fue el que colocó en la frente de Napoleón las
coronas con que habia sido premiado. ¡Su nieto




BÓNAPAnTE. 5


le ha levantado unaes t a tua ! Napoleón naso- ala
Escuela Militar de París eti Octubre de 1784, y
en Agosto de 1785, 'contando apenas 16 años de
edad, fue nombrado Subteniente del regimiento
de artillería de Láfere, que estaba de guarnición
en Valencia del Del tinado. Dé corta estatura, pero
derecho y esbelto, habia en su porte una mezcla
de decisión, de atropellamíento y de gravedad, que
no permitían ver en él á un hombre vulgar. Su
color amarillento , sus mejillas hundidas y su es-
tremada flaqueza, tienian cierto atractivo. Sus
discursos hacían: olvidar la altanería de su acen^
t o , pues siempre se perdona el orgullo cuando
se vé que está apoyado en lo que es del hombre,
y no en lo que está fuera de él. Su cabeza, de-
masiado grande para su estatura, corregía este
defecto con una ancha y noble frente, un ojo
de águila, y una boca que tenia un encantoines-
plicable en momentos de benevolencia, y una her-
mosura terrible en los de cólera. La contradicción
causaba en él fácilmente esta especie de hermo-
sura, pero su mirada lo mismo que su sonrisa,
eran siempre notables por la movilidad trasparente
con que brillaban á su turno el desden, la ene-
mistad , el afecto y el entusiasmo. En 1786 la




6 PEB.SOfW.ES/ CELEBRES.


academia de Leou á instancias del Abate RayDal
propuso la cuestión siguiente -.: ¿Cváles son los
principios, las institttpionqst que deben inculr
aarse d los hombres para hacerles lo mas felices
posible? Presentáronse varias memorias, y una en-
tre ellas llamóla atención por la energía salvaje
y-Qrienjtal á un mismo tiempo.de su estilo, y ta
firmeza y estension deles pensamientos. El autor
era un oficial de artillería que apenas contaba 18
4ñQ*, Era;Napoleon Bouaparte.. Durante aquellos
años de inac.cion para él, de trabajo y de des-
composición para, la Francia,, qua ; trascurrieío»
basta que se J e : dio uii. papel eu eL drama de
sus tempestades , Napoleón continuó pidiendo, á
las letras, las distracciones y el interés que no
podia¡encontrar ni,en el placer, nj en el estudio,
ni en el polígono. Quedó bosquejado un viaje á
los Alpes en el estilo de Seerne; una historia de
Córcega ocupó mas particularmente los ocios de
su vida de guarnición. Esta obra se ha per-
dido,


Bonaparte que estuvo sucesivamente de guar-
nición en Dotiay, en Flandes, (1787), y e n A u -
xonne, en Borgoña (1788), procuró pasar sus
semestres en Paris para frecuentar el trato de




BO ÑAPARTE. 7


los espíritus elevados ,cuyo conocimiento Io había
proporcionado el Abate Raynal. Desarrollábase
entr'e tanto el espíritu revolucionario en Francia,
y entre los varios sucesos de acuella época, en
la que' Napoleón no> tomó' Una parte activa,
llegó Capitán de artillería j el 6 de Febrero
de 1792. Con este grado estuvo en el sitio de León
en 1793, á las órdenes del General Kellermann.
Empleado después en el sitio de Tolón , fue pro-
movido áGefe de batallón, y mandó la artillería
hasta la toma de la plaza. La actividad, él valor
y los conocimientos que había desplegado durante
la campaña, le hicieron nombrar Ayudantegeneral
Gefe de brigada. Alli también manifestó la fecun-
didad ¡de sus recursos, y'tal vez en toda sü vida
no ha brillado tan entera en parte alguna su su-
perioridad como en aquel primer triunfo. En Mayo
de 1794 se dirigió la espedicion sobré Córcega,
que había- sacudido el' yugo francés. Dióse el
mando deellaáBbnaparte, pero salieron frustradas
sus tentativas para tomar á Ajaccio á los insur-
gentes , y se vio precisado á volver al ejército
que se hallaba sobre eL-Var. Colocado siempre á
la cabeza de la artillería, se distinguió en la
toma de Saorgio, en el Condado de Nisa, y fue




8 P E R S O N A J E S O E L K B B . E S .


recompensado con el grado de General de bri-
gada.


Es uoa cosa singular ¿ que la caida de Robes-
pierre llevó tras sí' la de Bonapartc, y la revolu-
ción del 9 Thermidor estuvo á punto de compro-
meter su naciente fortuna, porque se habia pro-
nunciado por el partido de la montaña. Pocos
diasantes del 9 Thermidor, el 13 de Julio, Ricort,
que habia quedado el único representante del
pueblo en el ejército de: Italia por la marcha pre-
cipitada de Robespierre el joven para Paris, habia
dado la orden por escrito al General, Comandante
de la artillería, de pasar á Genova, para desem-
peñar una misión militar bajo el aspecto de otra
política. En el intervalo, la revolución que se
verificó en el seno de la Convención, dio lugar al
reemplazo de Ricort por Albitte y Salicetti; y
bien fuese que estos dos hombres , dispuestos
á hacer olvidar sus violencias terroristas, quisiesen
arrojarse á las violencias thermidorianas, y en-
tregar \ictimas á diestro y á siniesto, para so-
brenadar, permauecieudo en todos los regímenes
felices; ó ya estuviesen impulsados á aquella co-
bardía por el resentimiento de su ignorancia en
el sitio de Tolón, ó ya en fiu que la misión




BONAPABTE. 9


confiada á Bonaparte les fuese desconocida y sos-
pechoso su viageá Genova, el 19 Thermidór de-
cretaron su acusación, le hicieron arrestar y man-
daron que fuese llevado á la comisión de Salud-
Pública. Junot 'yJ Sebastiani sus ayudantes de
campo le propusieron l ibrarle, pero se opuso á
ello diciendo: «Soy inocente y confio en las leyes.»
Contentóse con escribir una carta á los dos repre-
sentantes, llena de admirable sencillez, de nobleza
y de valor: «Quieren, decia , que vaya á París
con un decreto que me declara sospechoso, y es
de suponer que los representantes no lo han dado
sino á consecuencia dejun^informe. Cualesquiera
que sean las medidas que adopte la^comision, no
podré quejarme de ella. Si tres hombres declarasen
que he cometido un delito, no podría quejarme
del jurado que me condenara. ¿ Deben los patriotas
perder inconsideradamente á jm General que no
ha sido inútil á la'República? ¿Deben los repre-
sentantes poner al Gobierno en la necesidad de
ser injusto ó .impolítico? Escuchadme, destruid
la opresión que me rodea; una hora después, si
los malos quieren mi vida, ¡la estimo tan pocol
¡ la he despreciado tantas veces! Si¿ la sola idea
de que aun puede ser útil á la Patria me hace




10 PERSONAJES CELEBRES.


soportar su peso.» Bieu sea por esta carta ó
por el examen de sus papeles, teniendo los re-
presentantes en consideración lo útiles que podían
ser á la República los conocimientos militares
de Bonaparte, mandaron el 3 Fructidor (20 de
Agosto de 1794) que quedase provisionalmen-
te en l ibertad, permaneciendo en el cuartel ge-
neral i


Quedaba al joven héroe una libertad proviso-
ria, : una situación precaria:, y hizo uso de ella
para destruir, en el mes de Setiembre , una mar-
cha amenazadora de los Austríacos sobre la Bor-
mida , y de los Ingleses sobre Vado , donde se
refugiaban todos los cruceros enemigos. Envió á
la comisión dé Salud-Pública un plan de inva-
sión en I ta l ia , eL mismo que un año después le
había de hacer reconocer como el primer Capitán
de los tiempos modernos. La comisión mandó
que se- hiciese al to, en odio tal vez al oficial de
26 años que hablaba de conquistar reinos. El
ejército victorioso de Italia , condenado al reposo
durante todo el otoño y todo el invierno siguien-
te, vio con los brazos cruzados los triunfos de
las legiones del Norte.


Bonaparte entregado á la oscuridad en aquellos




BONAFABTE, 11


momentos, ni aun allí estuvo exento de peligros.
Perseguido poco antes por los terroristas repug-
nantes de los degüellos, fuelo ahora bajo otro
título. Destruidos en Marsella por los movimien-
mientos populares los fuertes de S. Jaime y San
Nicolás, los había él comprendido en sus planes
de defensa del litoral francés, é hizo trabajaren
ellos. Los patriotas marselleses se creyeron ó su-
pusieron amenazados; se quejaron á la Asamblea,
la cual temerosa del: disgusto de; los jacobinos*
aun. cuando se separaba de ellos , mandó com-
pareeer en la barra al General, como sospechoso de
moderauüsmo y de traición: era un ; decreto de
muer te , pero el grito universal del ejército de
Italia paró el golpe, y se salvó. Estas locuras y
peligros sin embargo, si bien afectaban su alma
altiva, no le hacían doblegar. Hallábase en Tolón,
donde debía haber tomado el • mando de una es-
pedicion naval destinada contra la Santa Sede, y
que no se había llevado á efecto á causa de los
desastres esperimentados por. la escuadra : un d í a ,
un corsario francés entró una presa española, y
ei^ueblo sabiendo que había en ella una veintena
de emigrados, quería asesinarlos, desconociendo
á los representantes del pueblo, que ofrecían una




12 PERSOHAJ.ES CELEBRES.


muerte jurídica dentro de 24 horas: Bonaparte
se presenta, vé entre los sediciosos á artilleros
que él habia m a n d a d o , les arenga, les impone,
y salva á los representantes amenazados también
por el populacho ; hace desaparecer los franceses
prisioneros que se embarcaron en cajones y le debie-
ron la vida. Era esto á los ojos de los gobernantes
un nuevo crimen, y sin embargo Bonaparte tuvo
la dicha de no verse condenado mas que á aban-
donar el ejército. Voló á Paris y llegó alli poco
después de las convulsiones del 12 Germinal (20
de Mayo), en las que Pichegrú, que habia ido
á defender la Convención a contra los jacobinos, v¡ó
amenazada su vida y concibió tal horror á aquella
asquerosa anarquía , que regresó inmediatamente
á su ejército para venderlo. Prevíanse sin embargo
nuevos días de revuelta y de sangre. La Conven-
ción no contenta con haber depuesto á los de-
cemviros, quería entonces sus cabezas para cas-
tigarles de todas las bajezas que les habían im-
puesto. En nombre de la Constitución de 1793,
(20 de Mayo de 1795), los jacobinos sublevaron
los arrabales y los arrojaron sobre las fullerías.
Era la gran crisis de la revolución francesa: tra-
tábase de saber si ¡el 9 Thermidor y los 10 meses




BONAPABTE. 1 3


que acababan de transcurrir eran solo un acto
engañoso Como todos los que habian marcado el
movimiento ascendente] de la revolución , ó si
estaban acabadas las destrucciones, agotado el
desorden, y adoptada al fin la marcha hacia un
Gobierno regular , legal y libre. Triunfó el orden,
y como en el 9 Thermidor, la victoria quedó á
los poderes constituidos, á las leyes, á la Conven-
ción nacional. Hasta el advenimiento de Robes-
pierre , la fortuna de la guerra había sido siem-
pre favorable á .la insurrección popular; desde
el reinado de Robespierre , el juicio de Dios será
siempre contra ella. Treinta y cinco años debían
transcurrir hasta que llegasen los dias en que el
pueblo fuese mas fuerte que la autoridad. Para
esto, era necesario que la reacción del orden que
principiaba, estuviera á su vez agotada, y agotada
por sus propios escesos, hasta tal punto que hu-
biera reacción en los espíritus contra la misma
reacción: las cosas humanas están regidas por
una ley misteriosa que condena las naciones, á
las causas, á los partidos, culpables de haberse
dejado arrastrar por un primer esceso, á soportar
el esceso contrario, antes de poder gravitar hacia
el término de sus trabajos.




J4 PERSONAJES CÉLEBRES.


En aquellos tiempos de convulsiones, en que
caía el Gobierno revolucionario tras el gobierno
constitucional y tras el monárquico, cuando ha-
bía que crear para la Francia uno nuevo y defi-
nitivo , hallábase Bonaparte sin posición, sin
fortuna, apesadumbrado con la pobreza de sus
hermanas y de su madre, y cott el corazón afligido
délos pesares de que el genio no libra á 25 años
á los grandes hombres. El Oriente le ocupaba
mucho, y llegó hasta presentar á la comisión
de Salud-Pública, un proyecto para la restaura-
ción de la Milicia en el Imperio turco, que él
se encargaba de realizar con algunos oficiales
enviados por el Gobierno á la Puerta. Pasaba sus
dias en doloroso ocio con sus edecanes fieles, su
condiscípulo Bourrienne, su antiguo maestro de
matemáticas Patraut, su tio el Abate Fesch y
una familia corza. Iba algunas veces al teatro,
pero la alegria de los demás oscurecía la suya:
gustaba de los parages solitarios, y al saber que
su hermano José acababa de casarse con Mada-
ma Clary, hija de un comerciante rico y apreciado
de Marsella, envidiaba su felicidad. Tal era 'id
existencia vacía y a tormentada de Napoleón; ¡triste
y curioso espectáculo el de aquel genio cautivo,




B O N A P A B T E . 15


y que puede nacer comprender lo que sufrieron
el Taso ignorado, Galileo encadenado , el Dante
proscrito, Camoens errante, Cristóbal Colon de-
sarmado, y cuantos poetas ven ante sí mundos
que la fatalidad les impide alcanzar!


Los desastres del ejército de Italia le sacaron
por un momento de sus meditaciones. Aunque
en un puesto secundario, habia Bonaparte brilla-
do tanto en aquel teatro, que á pesar de estar
destituido, acudió á él la Comisión de Salud Pú-
blica para conocer los medios de hacer frente a
aquellos contratiempos: redactó las instrucciones
que se enviaron á Kellermann, y en recompensa
de aquel servicio fue agregado al depósito de la
guerra. Asi permaneció separado de los aconte-
cimientos, hasta que uno grande le arrojó á la
escena del mundo. La Convención desde el 1.°
Prairial, es decir, desde cuatro meses, no tenia
mas política para atraerse la opinión pública que
la de ir destruyendo mas y mas todas las me-
didas que ella habia sancionado. Los decretos de
Fructidor sublevaron á Paris, y las secciones que
fvbos meses antes habían defendido la Conven-
ción contra los revolucionarios, se armaron con-
tra la Convención. Los realistas , y gran mime-




16 PERSONAJES CELEBRES,


ro de emigrados se habían alistado en las filas
de la Guardia Nacional y marchaban á su frente;
el 12 Vendimiarlo á las siete de la noche, el
General Menou, Comandante en Gefe del ejér-
cito del interior tuvo que ceder á los sublevados,
y aquella noticia puso en alarma á la Convención.
Buscaba á un General que se atreviese á salvar
con la Asamblea, la revolución comprometida. Ha-
blábase de Barras , y eDtre otros nombres pro-
nunciados por algunos representantes que se acor-
daban de Tolón, y tal vez por el mismo Barras,
hirió el oido el de un joven pálido, flaco, mal ves-
tido, que escuchaba con atención los debates desde
una t r ibuna: era Bonaparte. Después de mucho
reflexionar, se presentó sin ser llamado á las
comisiones reunidas; allí contó lo que había visto,
habló de los recursos que quedaban , del modo de
emplearlos, y acabó dictando la ley. Fijó sus
condiciones para salvar la Asamblea, siendo una
de ellas que no estaría bajo las órdenes de sus
comisarios; pues aquel yugo imbécil Jiabia pesado
demasiado sobre él para que quisiera volverlo á so-
portar. La Convención para conciliar ambos en-
tremos decidió que Barras fuese el{Comandante en
Gefe de la fuerza armada , teniendo por segundó




B O N A P A R T E . 17


á Bonaparte, bajo la promesa de ^entregar el
mando de hecho y sin restricción, á su hábil
segundo. Era la una de la mañana. Al amane-
cer veíanse 40,000 Guardias Nacionales organi-
zados y aguerridos. Bonaparte se informa de los
medios de defensa de la Convención , reducidos
á unos 8,000 hombres de todas armas. Al mo-
mento envia á Murat, Gefe de escuadrón entonces,
con 300 caballos á los Sablons donde babia 40
piezas de artillería, con orden de llevarlas inme-
diatamente al jardín de las Tullerías. Todo el
día pasó la Guardia Nacional encerrando la Con-
vención en las 'fullerías y el Louvre , sin atacar;
Bonaparte, adoptadas todas sus medidas, esperaba
el ataque. Verificóse este al fin, y á .las dos horas
habia cedido en todos los puntos , destruyéndose
durante la noche ó cañonazos las barricadas que se
habían construido. Al dia siguiente se desarmaron
las secciones mas comprometidas. La Convención
habia vencido , y cuando Bonaparte se presentó á
ella fue aclamado el salvador de la Asamblea, de la
República y de la revolución. Nombrado General
de división en 16 de Octubre, se le confirió poco
después el mando én Gefe del ejército del interior,
encargo el mas superior que habia en el Estado.




Í8 l 'EBNAJES CÉLEBRES.


El 5 Brumario año IV (26 de Octubre de 1795),
principiaron su carrera la Constitución del año III
y el régimen directorial. Bonaparte, con su con-
ducta, se habia grangeado del público una opi-
nión muy diversa de la que tenían los gober-
nantes de aquella época. En la espantosa carestía
del invierno de 1796, viósele hacer distribuir
alimentos á los pobres con una solicitud agena
de un soldado. Habia pensado unirse con una
señora corza de poca fortuna, pero el destino
le deparaba otros lazos. Mientras el 14 Vendi-
miario desarmaba las secciones, se le presentó
un ¡Oven de 14 años, reclamando la espada de
su padre que le habia sido arrebatada; su pa-
dre era uno de aquellos generales del antiguo
régimen, que en 1792 dieron la victoria á la
revolución, y á quienes la revolución devoró
en los cadalsos en 1793. Bonaparte devolvió la
espada con tanta generosidad y delicadeza, que
obligó á la viuda a irle á dar las gracias al
dia siguiente; era una creolla á quien una vieja
negra, ducha en decir la buena-ventura, h^bia
pronosticado muchas veces una corona. María
Josefina de Tascher, Vizcondesa de Beauharnais,
de mas edad que el General Bonaparte, reunía




BONAPARTE. 1»


á la hermosura cuantos encantos dan el alma y
el corazón. Bonaparte la amó, y se casaron el
9 de Marzo de 1796, poniendo en común mas
esperanzas [que bienes presentes.


Consultado Bonaparte por el Directorio sobre
la campaña de Italia, creyó que era posible ven-
cer, y trazó los medios de penetrar en el cora-
zón del Milanesado. Carnot conocía y admiraba
su plan de campaña de 1795. Desde entonces
había pedido la conquista de la Italia, pero
como era sospechoso se le habia negado. Des-
pués del 13 Vendimiario, se entregó la Italia
al solo hombre que entreveía victorips por aquel
lado; esta es toda la intriga y todo el fenó-
meno.


En aquel teatro iba á desenvolver las gran-
des concepciones, que hasta entonces solo habia
dejadq entrever, y á igualar en menos de uu
año, las reputaciones militares mas elevadas, an-
tiguas y modernas; y lo que es singular, al
mismo tiempo, otro capitán ilustre se presentaba
en^la palestra. (*) Con fuerzas inferiores ganó
sucesivamente las batallas de Montenotte, Mi-


(') Véase la Biografía del Archiduque Carlos.




20 PEKSONAJES CÉLEBRES.


llesimo, Mondovi, en los días 12 , 15 y 22 de
Abril de 1796; forzó el paso del puente de Lodi
el 10 de Mayo, entró eu Milán el 17 , triuüfó
en Castiglione el 5 de Agosto, en Arcóle el 17
de Noviembre, después de tres dias de combate,
en Rivoli, y bajo los muros de Mantua el 14 y
15 de Enero dé 1797, sobre las márgenes del
Tagliamento el 16 de Marzo; firmó los prelimi-
nares de la paz con el Austria en Leoben el
18 de Abril , y concluyó el tratado definitivo
en Campo-Formio el 17 de Octubre.


Bonaparte , en el curso tan rápido de sus
triunfos, manifestó que su genio y sus miras
no se limitaban á la dirección de las tropas so-
bre el campo de batalla: organizó y administró
los paises conquistados , concluyó armisticios y
firmó tratados. Su nombre tenia un brillo en
Europa que debia alarmar al Directorio ejecu-
tivo; amenazado aquel cuerpo por el partido
anti-revolucionario, conoció la necesidad de gran
gearse el apoyo del vencedor de Italia, por medio
de una condescendencia calculada en la p r e t i l -
derancia que este podia dar á la mayoría de los
dos Consejos que formaban la oposición. Asi fue
que el golpe de Estado del 18 Frucüdor 3̂ de




BONAPARTE. 21


Setiembre de 1797) fue dado por el Directorio,
de acuerdo con Bonaparte, quien para llevar á
cabo la parte militar, destacó al General Auge-
reau del ejército de Italia bajo él pretesto de
enviar unas banderas. Cuando la pazdeCampo-
Formio, el Directorio nombró á Bonaparte Ge-
neral en Gefe del ejército del Occéano, desti-
nado á obrar contra la Inglaterra, y le dio or-
den de ir antes al Congreso de Rastadt para
presidir la legación francesa. El 5 de Diciembre
dé 1797, regresó Bonaparte á París después de
veinte meses de ausencia. El entusiasmo público
le recibió con trasportes desconocidos entre los
antiguos para con los triunfadores, desconoci-
dos entre los modernos para con las testas co-
ronadas. La ciudad de París dio á la ealle
Chantereine, que habitaba, el nombre de calle
de ' l a Victoria. El Instituto le llamó á su seno:
«1 Directorio le recibió con magnífica pompa,
en 'medio del patio del Luxemburgo, con el tra-
tado de Campo-Formio en la mano. Alli Bar-
ras^ esclamaba en nombre del Directorio: «Que
la naturaleza, avara de sus prodigios, solo de
tarde en tarde dá á la tierra grandes hombres;
que él el primero de todos ha roto el yugo de




22 PERSONAJES CELEBRES.


los paralelos, y que con el mismo brazo con
que ha destruido á los enemigos de la Repú-
blica, ha separado les rivales que le presentaba
la antigüedad.» ¡La adulación le hacia ya Prín-
cipe! Después de dos meses de permanencia en
la capital, visitó las costas del Occéano y re-
gresó á ella, causando nuevos embarazos al Di-
rectorio su presencia y sus pretensiones. A aquella
posición del Directorio y del General se debió
la espedicion de Egipfo Bonaparte había con-
cebido el proyecto con la lectura de una Me-
moria depositada en tiempo de Luis IV en el
Ministerio de negocios estrangeros, y cuya ten-
dencia era formar en aquel pais de África una
Colonia destinada á servir de depósito al co-
mercio de la India. Habia conferenciado sobre
aquel proyecto con Talleyrand, Ministro enton-
ces de relaciones esteriores. El Directorio adoptó
el plan de la espedicion y se reunieron los me-
dios para egecutarla. Bonaparte salió de París
el 3 de Mayo de 1798, llego á Tolón el 9 , y
allí encontró reunidas 'las tropas destinadas al
embarque, los transportes necesarios y las fuerzas
marítimas que debian proteger el convoy. Em-
barcado el ejército, dieron la vela los transportes




BONAPARTE. 23


y la escuadra el 19, y llegaron delante de Malta
el 9 de Junio. La ciudad fue ocupada el 13 en
virtud de un convenio, y se organizó un go-
bierno de la Isla en lugar del de los Caballeros
de la orden de S. Juan. En 1.° de Jul io , á los
trece dias de haber salido de Malta, se presen-
tó la espedicion en las costas de Egipto. En
la noche del 1 al 2 desembarcó el ejército y se
apoderó por la mañana de la ciudad y puerto
de Alejandría. A los tres dias marchó sobre el
Cairo , capital del Egipto, batió por primera
vez á los mamelucos en. Chebreiss, y los der-
rotó completamente el 23 de Julio entre Em-
babeh y Giseh, sobre la orilla izquierda del
Nilo, á la vista de las Pirámides. Atravesóse el
Nilo el dia siguiente, y Bonaparte hizo su en-
trada en el Cairo el 25.


Imposible seria dar aqui los detalles de aquella
espedicion: baste saber que después de haber
conquistado el Egipto hasta las Cataratas, por
sí mismo ó por sus Generales, Bonaparte salió
mal de su empresa en Siria contra S. Juan de
Ac*re, residencia del famoso Bajá, Ahmed-Djezar;
y que aquel contratiempo no fue compensado
por el triunfo obtenido sobre el ejercito del Bajá




24 PERSONAJES CELEBRES.


de Damasco, al pie del monte Thabor. Precisado
á regresar á Egipto por las pérdidas que la peste
y los diversos combates habian causado en su
ejército, el vencedor de los mamelucos, lo fue
también dé las tropas del Sultán de Cons-
tan tinopla en la batalla de Aboukir , el 15
de Julio de 1799. Un mes después, el 22 de
Agosto, dejando Bonaparte el mando al gene-
ral Kleber, se embarcó en Alejeridria para re-
gresar á Francia , bien fuese llamado por las
noticias de los progresos de la coalición europea,
ó bien por insinuaciones que se le hubiesen he-
cho antes de la espedicion, para colocarle al
frente de un complot contra el Directorio. Des-
embarcó en Frejus el 9 de Octubre, y por una
estraña eseepcion no sufrió la cuarentena pres-
crita por las leyes sanitarias; anuncióle el telé-
grafo y el 16 de Octubre llegó á París.


El Consulado es la era de la restauración
social de la Francia: el complot de que acaba-
mos de hablar se urdió ó enlazó de nuevo: el
Directorio suóumbió el 18 Brumario año VIII
(9 de Diciembre), no sin viva oposición por
parte del Consejo de los Quinientos, y Bona-
parte fue nombrado el primero de los tres Con-




BONAPARTE. 25


sules que se instituyeron en reemplazo del Di-
rectorio. Desde entonces todo tomó un nuevo
aspecto en Francia; á un régimen opresivo, su-
cedió otro de moderación. Por desgracia , aquella
reacción, que llevaba tras sí una Constitución,
objeto de tantas esperanzas cinco años antes,
se llevó del mismo golpe otro establecimiento,
objeto de universal amor en 1789. El sistema
representativo, separándose de la Monarquía se
había perdido. Su alianza con la República le
hizo responsable á los ojos de los pueblos, de
todas las desgracias que llevaba en pos de sí
la falta de un poder supremo y tutelar. Asi fue
que la Francia respiró al ver cerrarse las asam-
bleas legislativas, que durante diez años habían
sido la mansion de las tempestades. Y admíre-
se una prueba del cansancio de los principios
constitucionales: Bonaparte en todas sus pro-
clamas, justificó la dispersion de los Consejos,
diciendo que estaban divididos, como sino es-
tuviera en la esencia de los cuerpos representa-
tivos el estaren efecto divididos, el poner frente
á frente todas las opiniones, para que salga de él
discusión, la justicia, y de esta la tranquilidad:
¡admirable sistema que hermana de este modo




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


las disensiones civiles con el público reposo, la
igualdad con el orden, la Monarquía con la li-
bertad! Pero entonces Bonaparte tenia razón. Las
asambleas que pretendían gobernar, estaban con-
denadas á la concordia. La Convención lo con-
siguió poniendo en hileras en sus propios ban-
cos las cabezas de los disidentes. El régimen di-
rectorial quiso contentarse con proscripciones, pe-
ro sin fruto. La Tribuna sola no puede reinar;
necesita un punto de apoyo, y á falta del Tro-
n o , los cadalsos: alejándose estos cayó. La re-
presentación nacional por haber abusado hasta la
furia y el delirio de sus derechos, fue á sufrir, ver-
gonzosa y abandonada, en SaintCloud el contra
golpe de la sesión del Juego de pelota. Todos los
poderes perecen por sus escesos y Dios no ha es-
ceptuado de esta gran ley á la libertad.


Bonaparte decía, en sus instrucciones : «Sin el
orden , la administraccion no es mas que una
elección sin justicia, y no hay mas que partidos,
opresores y víctimas. La moderación imprime un
carácter augusto asi á los gobiernos como á las
naciones. Es compañera siempre de la fuerza* y
de la duración de las instituciones sociales; en
ella estriban la estabilidad de los Gobiernos y la




BO.NAPAKTE. 27


grandeza de las Naciones.» A su regreso á Paris
dictó al Ministro de Policía una proclama nolable,
en que se manifestaba la política del orden y de
la gloria , en vez de la dé los intereses y del en-
tusiasmo que se invocaron hasta entonces. (*)
Llamó á s i , cualquiera que fuese el partido á que
hubiesen pertenecido, á cuantos hubiesen apren-
dido algo de las lecciones del t iempo, y eran
capaces de renunciar á la victoria para disfrutar
la tranquilidad. De este modo no dejaba en pos
de s í , como miserables restos , mas que á los
incorregibles de las fracciones estremas ; enlazaba
á su suerte a la Nación en te ra , y con tan me
didos pasos conducía de la revolución al orden,
á la Francia agitada, sin que la muchedumbre
de los republicanos advirtiera que los conducía
á la monarquía , ni la de los realistas que les
arrancaba á la legitimidad.


Todas las partes que constituyen «1 servicio
público, sintieron su mano poderosa: fundó el
Banco da Francia, creóla Caja de A mortizacion,


(*) Véase para mayores detalles sobre este periodo, el
interesante artículo escrito por Mr. Satvandy en el Diccio-
nario de la conversación.




2~8 PEnSONAJKS CELEBHES.


organizó el sistema de las obligaciones de los re-
ceptores generales; abriéronse los puertos de Fran-
cia a l a s potencias neutrales; las tropas fueron
reorganizadas y atendidas ; constituyó definitiva-
mente la Escuela Politécnica; destruyó la ley
de los rehenes; volvió las iglesias á la religión;
y 20,000 ancianos, levitas sin al tares, se enca-
minaron desde la tierra del destierro para irse á
sentar y orar en el hogar de la patria. Renacieron
las antiguas y elegantes costumbres de la sociedad;
y al mismo tiempo que mandaba hacer pomposos
funerales á los restos de Pió VI , muerto cau-
tivo en Valencia, erigía una estatua á S; Vi-
cente de Paul. Todos estos actos , tan estraños
entonces, contribuían mas que victorias á la pa-
cificación interior de la Francia. Dio un poderoso
impulso á los trabajos preparatorios del Código
civil, y con sus discursos durante la discusión, ad-
miró á los asistentes.


La revolución de Brumario habia anunciado
un nuevo Código político á los frrnceses: era
último refugio de los designios orgullosos de
Sieyes y de sus ambiciosas esperanzas ; pero Bo-
naparle conociendo toda la irregularidad de aquel
edificio, procuró destruirle, y en el interior de




UOmPARTE. 29


un consejo privado se elaboró la Constitución, del
año VIH, que declaró que el primer Cónsul era
Napoleón Bonaparte. Abriéronse registros en to-
das' las municipalidades á fin de que los ciuda-
danos aprobasen aquella Constitución , resultando
entre 3.012,560 votos, solo 1,500 á 1,600 nega-
tivos. Antes de hacerse el escrutinio, instaló
el 24 de Diciembre á los otros Cónsules Camba-
ceres y Lebrun, constituyó el Senado, le hizo
elegir el Tribunado y el cuerpo legislativo, y
organizó.. por último el Consejo de Estado. Asi
pues habia principiado el Imperio ; desde los pri-
meros días de su poder, él solo firmaba los actos
oficiales, y solo con él despachaban los ministros
de modo que los otros Cónsules quedaban oscu-
recidos. Desde su llegada á Luxemburgo, resta-
bleció los usos, los procederes del bocabulario
de la antigua sociedad francesa. Mma. Bouaparte
fue el centro de la nueva sociedad; establecié-
ronse las paradas en que el primer Cónsul, Ge-
neral Bonaparte, se mostraba al pueblo y ai
ejército con todo el brillo de su sencillez y de
su gloria.


El 30 Pluvioso año VIII (19 de Febrero 1800)
Bonaparte se dirigió al palacio de los lleves bajo




30 PERSONAJES CELEBRES.


el pretesto de instalar en él el Gobierno, y subió
con un aire de indiferencia los escalones que
Luis XVI babia bajado por la última vez ocho años
antes. Tomó para sí la Cámara de Luis XVI y
el Gabinete de Luis XIV , instaló á Josefina en
las habitaciones de la Re ina , y envió al cuerpo
diplomático y á todos los cuerpos del Estado, á
felicitar á aquella nueva Soberana ; diciendo á su
Secretario Bourrienne que le daba el parabién por
verle en aquel sitio: «No basta estar en él , es
preciso permanecer.» Desde aquel dia todas sus
miradas se dirigieron al estertor; lo que quería
conquistar, era la paz ; pues si la victoria le
habia hecho Dictadoi , solo la paz podia hacerle
Rey.


El fuego de la guerra civil se habia encendido
de nuevo en la Vendée. El tratado de Campo-
Formio habia sido violado, y los ejércitos de
Italia estaban en el mayor desorden. La Ingla-
terra era el alma de la coalición, y Bonaparte de-
jando á un lado las formas diplomáticas, escribió
al Rey de la Gran Bretaña proponiéndole la pas;
la denegación injuriosa hecha por el Ministro
P i t t , contribuyó á hacer popular la guerra. Bo-
naparte se dirigió entonces con 80 ,000 hombres




BONAPARTE. 31


sobre I ta l ia , pasó los Alpes, los montes de San
Bernarda, Simplón y San Gotardo, atravesó el
Tesiuo, entró en Milán el 4 de J u n i o , pasó el
P ó o , y destruyó los enemigos apoderándose de
sus almacenes y artillería. Bonaparte dio una
batalla geueral y decisiva al General Melás en las
llanuras de Montebello , haciéndole 6,000 prisio-
neros. Repuestos los austríacos volvieron á la car-
ga , pero fueron rechazados por todas pa r t e s , y
¡a batalla de. Marengo fue una de las jornadas
mas célebres en los fastos franceces. Siguióse á
aquella victoria una suspensión de armas; Bona-
parte regresó á Milau para reorganizar la repú-
blica Cisalpina, y desde allí á París pasando por
Lion. Por úl t imo, los triunfos del General Mo-
reau en Alemania, dieron lugar á la paz d e L u -
neville.


El 8 de Mayo de 1802, el Senado reeligió á
Bonaparte primer Cónsul por diez años, ademas
de los otros diez por los cuales le confería este
cargo el artículo 59 de la Constitución. A los
p^cos dias decretó el Senado que se consultase
al pueblo: «sí Napoleón Bonaparte seria Cón-
sul vitalicio», y el 14 de Thermidor, declaró él
Senado que de 3.577,259 ciudadanos que habían




32 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


votado , había reunido Bonaparte 3.568,185 votos
ú su favor, y que en consecuencia era declarado
primer Cónsul vitalicio. Asi se consagró en la
nueva Constitución del año X .


Fue reconocido después mediador de la Con-
federación suiza; por un decreto del 1.° Bruma-
rio año XI declaró propiedad inherente de la Re-
pública francesa a los estados de Parma y de
Guastalla; el resto del año lo pasó recorriendo
los Departamentos.


Roto el tratado de Amiens, volvió á empe-
zar la guerra con la Inglaterra por la invasión
del Hannover.


Por aquel tiempo estallaron varias conspira-
ciones contra el primer Cónsul, siendo la mas
notable la de la máquina infernal de que se salvó
milagrosamente. Jorge Cadoudal y susco acusado s
perecieron casi todos en el patíbulo, y el Gene-
ral Moreau fue desterrado, y se retiró á los Es-
tados-Unidos.


Réstanos hablar de un hecho que será siem-
pre sin duda un eterno borrón en la vida.,de
Bonaparte. Hablamos del asesinato del Duque
de Enghien arrebatado de su residencia de Etten-
heim, llevado á la ciudadela de Strasburgo , y




BOSAPAIITB. 33


desde; allí á ,Vincennes y el 21 de Marzo juzgado
condenado y ajusticiado en menos de tares horas.
Se Ha die.bo qué sus subalternos se habían es-
cedido* y que él mismo se sorprendió de aquella
muerte tan pronta. La Francia quedó' consterna-
da; y Bonaparte acababa de desmentir su obra
de cuatro años. Bonaparte aprovechó aquel momen-
to para consumarla. El 27 de Marzo presentó al
Senado un cuadro de todos los peligros del país
por. la guerra, los complots y las intrigas del
estrrmgero, y el Senado contestó al momento
que, no había mas puerto de salvación que la
monarquía hereditaria. El 30 de Abril deliberó
el Tribunado sobre la necesidad de elevar al Im-
perio á;BOnaparte y á sus herederos. Solo Carnot
Opuso su veto; y el 18 de Mayo se proclamó el
Imperio, presentándose Napoleón ai día siguiente
con su cortejo de Condestables', Mariscales y
brandes Dignatarios. El dueblo y el ejército aplau-
dieron aquel espectáculo. Era un gran golpe de
atrevimiento: enemiga la Inglaterra, amenazadora
lf^Europa > Moreau pronto á comparecer ante un
tribunal, y el Duque de Erighien asesinado la
víspera ¡ qué momento para subir el último esca-
lón y sentarse en el trono! ,̂




34 PERSOÍSAMHS ÍKBEBHES.


¡ t o q u e " i t í d t t a !el Jugar quwdélie'0CBpa#"-8ii
el-mdiídoi N»pe4eaní; aj» «s que haya 'reinado,
smo qoelíBhipezswe'á reinar el di» qtfe lo Hizo,
La-Franela miínHÓ-iiKis que- una cosay-la monar-
quía; ' un) heihbre,: : Napoleón;, ú » primeipio, el
orden ¡:unii, esperanza., e l reposo: conceí podeí;
Creyó q u e l f revoló oion; liabas acabado;, y s eeS*
ganaba?. Ademas,¡de la raórJarqúía, necesitaba ta
libeitad, y el troioimpefial nopodia dársela; dióla
si'v s inénibargo, seguridad , eoofianza y gloria.


' H e m o s visto al joven-Bonaparte, entusiasta y
reflexivo, dotado de'todas las fuerzas del estudio
y del genio , poner *u' espada al servicio de la
revolución contra el: estrangero, y asegurar el 18-
Vendimiarte, por: una grande resolución: civil,
su fortuna que había principiado por un grande
hecho: de afmas ,eu el sitio de Tolón. Después
lientos visto al .-General Bonaparfe , á la edad
de. : 2 í anee , Comandante en Gefe del ejér-
cito «le Italia, admirar al mundo asi por sus
cre&eimies como, pcfr sus victorias, traíspiiliiar
á •!& Europa, mara. que; por sus tratados per c¡is
máximas; é instruir. atrevidanieete la revolución
con sus, actos y su lenguaje, en el culto de Jos
vecuerdos . en el respeto de las creencias , y en




¡ noa A PARTE. 3.»


el, amor á\ lasactefe Herma visto eo fin.al pri-
mer CtÍDsal R8áa[Kirte '[)nx'laiiuir como' programa
del -18 Bnjiraario •', ta restauración del órdeé, •so-
cial, y camplirloicoiv una'admirable mezcla de
audacia y de prudencia. Disciplinando la revolu-
ción , la sometió' á ver restablecido el orden en
la familia, en la sociedad, en el Estado. Todos
los partidos fueron destruidos, amalgamados y
reconciliados. Un poder grande y fuerte, fuerte
con todo el prestigio de la victoria, y ostentan-
do como un trofeo mas glorioso que la misma
victoria, después de doce años de una guerra
furiosa y universal , la paz universal' y gloriosa,
aquel poder se babia hecho el punto de apoyo
de todos los intereses y de todas las opiniones.
Imparcial y tutelar , había dado el primero de
todos los bienes, la seguridad. Instituciones a d -
ministrativas admirables, el restablecimiento de
la religión, sabias leyes civiles, formaban con
la constitución militar mas poderosa de Europa,
un sistema político que no habia podido esta-
b l ^ e r s e , ni podia perpetuarse sino con el Go-
bierno de uno solo. Todos lo conocían , y el
Gobierno de uno solo estaba ya de hecho esta-
blecido y apreciado por los franceses, cuando el




36 PERSONAJES CELEBRES.


l'IN DH'LA PRIMERA I'AR'IE


primer Cónsul creyó llegado el momento de .con-
fesar' el'Imperio, y de inaugurarlo. En la parte
siguiente examinaremos, no ya á Bonaparte,: sino
á Napoleou Emperador, y el gran drama del
Imperio. •






i ers опале s cieljres Rei. SIOLO




NAPOLEON.


(PARTE SEGUNDA.)


«Lo que pereció entre sus manos, no
pereció solo por su hecho , sino tam-
bién por el hecho de su destino. Com-
poníase este de problemas verosímil-
mente insolubles. Asi pues puede de-
cirse con certeza, que cayó por des-
conocer Injusticia; no podría añadirse,
que con ella se hubiese sostenido.


SALVANDY. Diccionario de la con-
versación.


Hemos visto antes , que el 18 de Mayo de 1804,
pocos dias después de la muerte del Duque de
Engbien , cuando Pichegru acababa de morir eu
uña prisión, y Moreau estaba aun en ella , llevó el
Senado á Napoleon al palacio de Saint-Cloud el
Senado-Consulto que variaba la Constitución del




2 PERSONAJES -CELEBRES.


Estado y le conferia la dignidad imperial here-
ditaria. La Francia sancionó con su voto aquel
cambio, verificado sin contradictores; el clero lo
celebró en el santuario, y los magistrados escla-
maron: «Dios crió d Bonaparte y descansó.»
Solo dos protestas hubo, la de Carnot en el Tri-
bunado en nombre de la revolución, y la de
Luis XVIII, desde Varsovia, en nombre de los
derechos de su raza y del principio de la legiti-
midad. Napoleón las desdeñó, y hasta hizo in-
sertar en el Monitor el acta del hermano de
Luis XVI.


Los primeros actos del Emperador fueron es-
traordinarios. Reorganizó las escuelas Politécnica,
de Puentes y calzadas, y de Derecho; instituyó
un ministerio de negocios eclesiásticos; dio al
código civil que acababa- de promulgar, y que
es uno de sus títulos de gloria para la posteri-
dad, el nombre de Código-Napoleón. Al mismo
tiempo, inauguró la institución de la legioh de
honor. En seguida, fue á recibir las aclamacio-
nes de sus ejércitos de Boloña, a hacer maniobrar
sUs flotillas, inspeccionarlos grandes trabajos de
las plazas de la Bélgica, dispertar eii Alx-La-
Ghapelle los recuerdos de Carlo-Magno, recoger




IONAPARTE. 3


en Maguncia los liomenáges de los Príncipes del
Imperio que le habían salido al encuentro , y
regresó á Paris para recibir de manos del Gefe
de la cristiandad, el óleo santo que Cario-Magno
habia ido á buscar á la capital del Mundo cris-
tiano. Fue un espectáculo singular y que daba
á conocer el Imperio de las antiguas Costumbres,
el poder de Bona parte y de la reacción, el ver
á la Francia conmoverse y arrodillarse en pre-
sencia de aquel anciano, que iba á ejercer en
el seno de la nueva sociedad y á imponerle una
autoridad que el siglo XVIII creia haber destrui-
do con el sofisma , y ahogado en la sangre. Pió VII
y Napoleón, eran dos conquistadores que toma-
ban ambos posesión del Imperio. En Paris y en
todas partes, el Papa atraía á la muchedum-
bre á los templos al ir á consagrarlos. La profa-
nación habia sido grande , grande era la repa-
ración.


El 2 de Diciembre de 1804, verificóse en la
Iglesia de Ntra. Señora de Paris el acto solem-
ne ̂ e la consagración. Napoleón tomó la corona
bendita de manos del Soberano Pontífice, para
colocarla sobre sus sienes y sobre las de Josefina,
manifestando asi que la recibía no del sacerdote,
sino de Dios y de su espada ,. y satisfaciendo de




-1 L ' E H S O N A J E S C E L E B R E S .


este modo Jas modestas exigencias del liberalismo
de entonces,-La mitad de la Europa se negó a
reconocer aquella nueva corona , y la otra reco-
nociéndola . conspiró. Pítt babia vuelto á tomar
las tiendas del Gobierno, y su primer acto fue
unir la Suecia á la alianza de la Inglaterra. El
Emperador Alejandro se preparaba á hostilidades
abiertas, ¡arrastrando en pos de sí á la Puerta
Otomana. La Dieta de Ratisbona estaba bajo la
misma influencia, y ya el Austria movía sus
ejércitos. Solo la España había seguido la causa
del Imperio francés, y reunido sus flotas á las de
aquella nación.


El año de 1805, la guerra se hacia sentir en
todas las costas y sobre todos Jos mares. La In-
glaterra bloqueaba los puertos de Francia, Espa-
ña é Italia, y la Rusia ostentaba sus escuadras
en el Bált ico, en la Mancha y el Mediterráneo.
Napoleón sin embargo ocupaba con sus ejércitos
todo el Occidente, estendiéndose los unos desde
el Rin al Hannover, y los otros desde la República
Cisalpina hasta el reino de Ñapóles: suscitaba á
la Persia contra la Rusia, y á la India contra
la Inglaterra. La marina francesa jamás fue tan
poderosa, y si Villeneuve sufria un primer de-




iìÓMAPAR'l'E; , S


(') Véase la Biogralia de Gravina.


sastre-('X Unum:, -.YerlMuel- y-- otros iiiarinos ilus-
traban él pabellón tricolor, con brillantes hechps
ile anuas. . . :


Eu medio 'de esta gsueral conflagración, Na-
poleón seguia trasformando los estados. La Re-
pública de Liguria , la antigua Genova, era in-
corporada al Imperio ; Parma y Plasencia tuvie-
ron igual suerte , y la República italiana fue eri-
gida en reino (28 de Marzo de 1805).; Napoleón
corrió á Milán con su esposa á ceñirse la vie-
ja corona de hierro, y unió á su título de
Emperador el de Rey. Dio á su hijo político,
Eugenio de Beauharnais el Virreinato de Ita-
lia ; y á sus hermanas Elisa y Paulina, lo s
principados de Piombino, de Luca y de Guas-
talla.


La tercera coalición fue la respuesta del con-
tinente á aquellas estrepitosas subversiones del
statu quo. Firmóse en San Petersburgo el 11 de
Abril de 1805, y el Austria accedió á ella dos
meses después. Napoleón de vuelta á las Tullerias
y desde alli al campo de Boloña , se ocupaba de
sus preparativos de desembarco en Inglaterra,




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


H Véase su biogcalia.


cuando supo á un tiempo que un» falsa manio-
bra del Almirante Villeneuve había; frustrado
todos sus planes , y que el Austria, quitándose
la máscara, movia sus ¡ejércitos. El Archiduque
Fernando al frente de 90,000 hombres, el Ar*
chiduque Juan de 40,000 y el Archiduque Car-
los (*), marchaban sobre el Inn; el Lech y Adigo;
la Baviera estaba ya invadida. Jfapoleon^Ievantó
el campo de Boloña y transportó el ejército á mar-
chas forzadas sobre el Rin y el P ó , el Adigo
y el Danubio. El 27 de Setiembre se hallaba en
Strasburgo, y el 1S de Noviembre Viéna le
abría sus puertas, después de haber destruido y
humillado al enemigo en Ulm: En aq'uel momento
los ejércitos rnsós aparecían en la Moraviá con
el Emperador Alejandro á su cabeza; y la Prü-
sia justificando su resolución cori la violación de
su territorio, reunía sus numerosas fuerzas á las
délos dos Emperadores. Napoleón se adelantóá
ellas, y el 2 de Diciembre, aniversario de su
coronamiento, destruyó en las llanuras de Aus-
térlitz el lazo que unía á los Monarcas coaligados.
La Monarquía austríaca, enteramente conquista-




BOiíAPAUXJi. 7


d a , quedó Sometida por aq«el terrible golpe á
la mano del vencedor. El Emperador Francis-
co IT, se presentó en el campamento de Napo-
león, y la vieja soberanía se inclinó ante el soldado
coronado. El Emperador de Austria, merced á
Ja geuerosidad del vencedor, se apresuró á re-
gresar á sus estados. La Prusia desarmó, entre-
gando en cambio del Electorado de Hannover,
de que se despojaba la Inglaterra, los Principados
de Berg y de Cleves para Mura t , y el de Neuf-
chatél para Berthier. Los soldados de la revolución
iiechos Mariscales del Imperio, ascendían á Prin-
cipes y Soberanos, para pasar luego á ser Reyes.


Asi acabó la campaña de setenta, d i a s , una
d é l a s mas gloriosas para el ejército francés. Fir-
móse la paz en Presburgo , y en memoria de
aquel suceso, Napoleón ofreció á sus tropas
reunirías en París para celebrar las fiestas que
debia darles é 1.° de Mayo» Desde Viena habia
anunciado Napoleón á su ejército de Italia la
próxima invasión del Reino de Ñapóles, y sn
hermano José, encargado de aquella eFpedicion
obtuvo la corona de aquel reino; en el mes de
Junio de 1806, Luis, otro hermano del Emperador,
fue colocado sobre el trono de Holanda.




8 PERSONAJES CELEBRES.


El 25 de Setiembre de 1806, se firmó la euarta
coalición entre todas las Potencias del Norte, y
la Prusia lanzó al gabinete de las Tullerías la
intimación , verdaderamente insensata , de retirar
las tropas francesas del lado allá del Rin; antes
del 8 de Octubre inmediato Apenas pueden creer-
se semejantes locuras, y nada prueba mejor cómo
se fascinan los Gobiernos absolutos. La embriaguez
de la'juventud alemana se había apoderado de
la corte d« Potsdam. Una Reina joven y hermosa
que recorría á caballo los cuarteles al lado de
Federico Guillermo, al ver el entusiasmo qué
escitaba, creyó que su ejército lo podía todo,
porque todo lo podia ella' sobre aquella juventud
numerosa y valiente. Napoleón al recibir tan es-
traño cartel, se levantó diciendo: «Nos dan una
cita de honor pasa el 8 de Octubre: y como hay
una Reina hermosa que quiere presenciar los
combates, seamos corteses , marchemos sin des-
cansar á Sajonia. » En: efecto, el 28 de Setiem-
bre, Napoleón habia pasado el Rin , y el 8 de
Octubre, dia señalado, maniobraba sobre elSaale.
Los prusianos se admiraron de ver delante 3e
sí á Napoleón y á su ejército dividido en ocho
cuerpos, mandados por todos los héroes de la




Hiiiada imperial ¿. Bernadotte; Lannes,: Davoust,
Ney, Soult , Augereau, Lefebvre Mbrtier, y el
gran Duque de Bergi Los 'contingentes ide: los
Reyes y Principes ida la Confederación del: Rih ,
tos de la Holanda, de la Suiza y de Italia, es-
taban unidos á.'los soldados dé ciento veinte de-
partamentos que contaba el Imperio : , y anima-
dos del mismo ardor. El 9 vieron al enemigo y
lo rechazaron; el 19 lo batieron de nuevo, y el
14 la Monarquía prusiana quedó destruida en.lena.
La Campaña de- Austria babia terminado por Un
r a y o , y un rayo principiaba esta. Cada dia se
apoderaba el ejército imperial de alguna plaza,
y ya estaban en su poder Stettin, Spandau y
Custr in, cuando Napoleón llegó á Potsdam para
inclinarse ante el sepulcro del gran Federico, y
hacer su entrada triunfal en Berlín. El Austria
habia costado á Napoleón una campaña de sesenta
días , y empleó catorce en destruir la Monarquía
del gran Federico. Los ejércitos rusos se adelan-
taban para combatir con los prusianos sobre el
Saale, y encontraron las columnas francesas so-
bre el Vístula. La Polonia se agitó al acercarse
las banderas amigas, y cuando los franceses en-
traron en Varsovia (el 28 de Noviembre), toda




itt r ? A S 0 í S A 3 E S CELET5B.ES.


aquella Nación exaló un grito de alegría, y tuvo
un sueño de libertad. Napoleón, autes de dejar
á Berl ín, había dado el famoso decreto del
bloqueo continental; y desde Posen firmó el de-
creto , haciendo de la Iglesia de la Magdalena
el templo d é l a gloria. Pasó el invierno en Var-
soviá , á quinientas leguas de su capital , y desde
"aüi reinaba sobre todo el continente. Desde allí
también reunió en París un Sanhedrin que re-
formó el estado civil de los israelitas, reglamentó
«1 clero protestante, autorizó las comunidades
católicas, estendió su mano sobre la Península
española , derribó y humilló á sus pies á Godoy,
confundido con un manifiesto dado por él el dia
antes dé la batalla de Jena, y retractado al si-
guiente. Napoleón sé. contentaba con que la España
le diera su.ejéici to, y se lo dio en efecto.


Sin embargo, la guerra se reanimaba en su
verdadero tea t ro , y el grande ejército tenia que
combatir ahora á los rusos , en su pais , bajo
su cielo, y en medió de su helada atmósfera.
El 29 de Febrero alcanzó la famosa victoria de


c
Eylau , el 1.° de Marzo la de Elving, y el 14
de Jun io , aniversario de la de Marengo, la de
Friedland. Esta última terminó la campaña ; y




BOWAPABTE. 1 í


e» Tilsit t , en medio del Niemen, sobre un bar-
co , se presentaron el [imperador de Rusia y el
Rey de Prusia ante el soldado coronado que les
habia vencido , y que dos años antes había reci-
bido al Emperador de Alemania en la misma
actitud en su campamento de Austerlitz. Napoleón
señalaba casi siempre el fin de una campaña con
la abolición de alguna de las instituciones l i-
berales que no se habia atrevido á destruir á su
advenimiento al Imperio. Asi fue que suprimió
el Tribunado el 19 de Agosto de 1 8 0 7 ; el l . «de
Marzo un Senado-Consulto dio una nobleza á la
Monarquía imperial, y restableció los mayoraz-
gos , suprimidos por la Asamblea constituyente
en 1799.


La paz de Tilsitt es el punto culminante de
la fortuna de Napoleón y de los triunfos del Im-
perio. Todos los Reyes * menos Gustavo IV, que
se obstinaba y perdió en ello la Pomerania, y
después la corona, se habían inclinado ante su
presencia. El 9 de J u l i o , Napoleón se despidió
«hjl Emperador de Rusia * del Rey y de la Reina
de Prusia , y de su ejército, y entraba en Paris
el 2 7 ; Par is , que era entonces el punto de reu-
nión de los Reyes y Principes, de los Imbaja-




12 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


dores de los mas lejanos países, celebraba sun-
tuosas fiestas con motivo de las bodas de varios
Príncipes y Princesas; y al mismo tiempo que
llegaba del Norte la espada del gran Federico,
conquistada en Potsdam , llegaba también del Me-
diodía la de Francisco í , restituida por la Es-
paña. En 1808, Napoleón cometió la mayor de
las iniquidades , invadiendo alevosamente la Es-
paña, y arrancando la corona á su legítimo posee-
dor para darla á su hermano José , que cedia la
suya de Ñapóles á Murat. No nos detendremos
en recorrer las diferentes faces de la gloriosa
guerra de la independencia , que tan heroicamente
sostuvo el pueblo español durante seis años : un
ilustre escritor las ha consignado en su inapre-
ciable Historia de aquella época. (*) Mientras
Napoleón transportaba a la Península sus ejércitos
y desguarnecía la Alemania, se organizaban en
'aquel país las sociedades secretas, y los armamen-
tos del Austria probaban sus disposiciones hos-
tiles. Entretanto, en Setiembre de 1808, corría
Napoleón á Erfurth para conferenciar con el Em-


(*) Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución
de España, por el Conde de Toreno.




HONAPARTK. 13


perador Alejandro á fin de repartirse el mundo;
y después de tres semanas de íntimas conferencias,
se separaron los dos Emperadores el 14 de Oc-
tubre, para no volverse a ver sino en el campo
de batalla. El 25 anunciaba Napoleón al Cuerpo
legislativo que iba á salir para España. Salió el
29 de Octubre; el 4 de Noviembre habia vuelto
á tomar la ofensiva: el 10 triunfaba en Burgos,
el 30 en Somosierra, y el 4 de Diciembre se ha-
llaba en Madrid.


Napoleón estaba de vuelta á las Tullerías el
23 de Enero de 1809, y el 12 de Abril supo
por el telégrafo la invasión de los austríacos, ve-
rificada el 9. El 16 estaba enfrente de las líneas
austríacas á la cabeza del grande ej rcito ; y tres
dias después las habia destruido en las cuatro
batallas gloriosas de Thann, Abensberc,Eckmuhl,
y Landshutt. El 2 3 , delante de Ratisbona, al-
canzó el plomo enemigo por primera vez á Na-
poleón; pero siguió su camino, y el 10 de Mayo
se hallaba bajo los muros de Viena, que se rin-
dió después de tres dias de bombardeo.


En medio de sus triunfos, Napoleón conoció
dolorosamente que la guerra habia cambiado de
aspecto. El espíritu público era mas patriótico,




14 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


estaba mas irritado , y las masas se consideraban
mas comprometidas en la lucha. El ejemplo de
España era contagioso y el llamamiento de su
Junta Central á todos los puebíoS, habla sido es-
cuchado. Una insurrección fanática en el Tirol,
multiplicadas sublevaciones en Westphalia, y otros
acontecimientos mantuvieron el fuego en Alema-
nia durante muchos meses , á despecho de sus
gobiernos, y fatigaron á muchos cuerpos de ejér-
citos franceses. El Austria abatida se volvió á
levantar del lado allá del Danubio , mostrando
nuevos ejércitos que necesitaban nuevos sacrificios,
nuevas victorias y una nueva campaña. En Lo-
bau , para el paso de! primer brazo del Danubio
y en Esling ( 2 2 dé Mayo) para el del segundo,
fue la lucha , fue tenaz y sangrienta (*) ; y
después de haberlo verificado, por primera vez
vaciló la fortuna de sus armas eh Wag r am
(6 de Julio). El Austria estaba sola; ¿qué hubiera
sucedido si la Prusia que temblaba, y la Rusia
que estaba vacilante hubieran seguido la incli-
nación de sus afecciones y su política ? Siguióse^á
aquella batalla un armisticio, y después dé tres me-


(•) Véase la biograüa del Archiduque Carlos de Aus-
tria.1 1




FrOXAPARTE. 15


ses de negociaciones se Armóla paz en Viena.el
3 de Octubre.


Mientras los ejércitos franceses sucumbían en
la Península y evacuaban el Por tugal , hacia la
Inglaterra desembarcos1 formidables en las Islas
Jónicas deque se apoderó, en Ñapóles,, en el
Báltico, y en el corazón mismo del Imperio. Una
flota considerable (*m 50,000 combatientes á las
órdenes de Lord Chatham se presentó en las aguas
de Zelandia, desembarcó en Walcheren, se apo^
deró de MeldelburgO yFlesinga y amenazó á Am-i
beres. Quedaban aun algunas dificultades por
parte de Napoleón para firmar el tratado de paz
de Viena , que desaparecieron con el incidente
dei frió fanatismo del joven Stabs, que se pre--
sentó para matar á Napoleón en nombre de la
patria alemana , con la sangre fría de un duelo,
y que murió con la constancia de la virtud; Na-
poleón admirado, conoció entonces el entusiasmo
con que los pueblos entraban en la lucha, y lo
que en adelante podia contar con ellos.


^Napoleón al dia siguiente de su entrada en
Viena (15 de Mayo) habia consumado la destruc-
ción de una soberanía respetada por las naciones
desde hacia íml años. Habia reunido al Imperio




j.-g P E R S O N A J E S C E L E B R E S ,


los estados de la Iglesia, apoderándose de oo-sesio-
nes agenas, destruyendo uu estado independiente,
cambiando violentamente la situación relativa de
las potencias Europeas, haciendo del Gefe es-
piritual de todos los estados católicos, un pen-
sionado y subdito de uno solo, y despojando al
anciano qu<«. le habia coronado. El Papa habia
vengado atrevidamente los derechos y la dignidad
de ia Santa Sede, arrojando los rayos de'la Iglesia
á la frente que poco antes habia consagrado;
ahora usaba el Emperador de represalias, opo-
niendo la fuerza á el anatema, y el augusto
anciano fue llevado prisionero á Grenoble.


A su vuelta á Francia, Napoleón hizo disol-
ver su casamiento con Josefina, con quien estaba
enlazado desde 1796, para contraer una nueva
unión con la Archiduquesa María Luisa, hija del-
Emperador de Austria. El matrimonio se celebró
en SaintCloud el 1.° de Abril de 1810. En el
mismo año fueron reunidos al Imperio por un
decretóla Holanda y el Valais; las ciudades An-
seáticas perdieron su independencia en 1811, y el
título de Rey de Roma, dado por Napoleón á s u
h i j o , manifestó euanto habia exaltado su ambi-
c ión , su enlace con la hija de Francisco II. Sin




BON.U' A K T E . 1 ?


embargo un concilio francés, burló con su re-
sistencia las miras del dominador que le habia
convocado para reunir legítimamente en su mano
las dos potestades espiritual y temporal.


En Mayo de 1812, salió el Emperador de
París con su esposa, y pasó varios dias en Dresde
con su suegro el Rey de Prusia y otros Príncipes
alemanes; hizo con aquellas dos grandes potencias
tratados de al ianza, y á los pocos dias se anun-
ció un rompimiento entre la Francia y la Rusia.


En efecto, las tropas francesas pasaron el Niemen
el 23 de Jun io , y Napoleón se apoderó de AVil-
na y sucesivamente de cuantas plazas encontra-
ba á su paso. El enemigo huia delante de él
después de haber quemado y destruido cuantos
recursos ofrecia el pais. El 10 de Setiembre, d i o
á los Rusos en las orillas del Moskovva una de
las batallas mas sangrientas, y de la que sa-
lió victorioso: el 14 entró en Moscow, entrega-
do á las l lamas, y en cuya ciudad permaneció
imprudentemente hasta principios de Octubre, en-
gañado siu duda por el bueu tiempo que duró
liaSa el 7. Desde el dia 14 al 16 el termómetro
señalaba 16.° y 18." bajo cero. Los caminos
quedaron intransitables, y en pocos dias perecie-


N. í




18 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


ron mas de 30,000 caballos; sabidas son las
penalidades y enormes pérdidas que sufrió el ejér-
cito francés durante aquella horrible retirada, cu-
yes pormenores nos es imposible referir.


Napoleón dejó el mando á Murat , después
del terrible paso del Veresina, y metiéndose en
un trineo casi solo, desconocido, por entre mil
peligros atravesó la Polonia , la Prusia y la Ale-
mania, para ir á pedir á la Francia su obediencia,
sus tesoros y su sangre /para reemplazar el gran-
de ejército que habia muerto, y vengarle si era
posible. El 19 de Diciembre se presentó de re-
pente Napoleón en las Tullerias, y la Francia le
acusó de haber abandonado á sus hijos. Creemos
sin embargo que hizo bien en dejar ai ejército para
conservar su Imperio , pues su deber no era
atender á algunos, sino á todos. Necesitaba real-
zar la fortuna de la Francia , si le era posible,
reanimar su valor , formar nuevos ejércitos, re-
primir los cobardes descontentos que se encarni-
zaban contra los poderes amenazados, exaltar las
pasiones generosas que salvan á las naciones
cuando peligran. Solo él podía hacerlo. Su pri-
mer cuidado fue imputar á las opiniones libera-
les que llamaba ideología, la abortada conspira-




BONAPARTE. lS


cion de Mallet, mientras estaba en Rusia , é
hizo que todas las'grandes corporaciones le pro-
digasen las mas monár |iiicas seguridades. Pre-
veyéndolo todo, arregló por un Senado-Consul-
to la constitución de la Regencia. Pasó tres
dias en Fontainebleau para calmar al Sumo Pon-
tífice, y terminar todas las diferencias por medio
de un concordato. Se ocupó principalmente en
organizar un ejército; el Senado le dio 350,000
reclutas, 100,000 hombres de las cohortes de la
Guardia Nacional, 100,000 de las conscripciones
anteriores, y 150,000 de las venideras; en dos
•meses se organizaron, se instruyeron y marcharon
«obre el Elba, con 150 cuadros compuestos de
oficiales esperimentados y sargentos aguerridos
sacados de los ejércitos de España : 40,000 arti-
lleros de marina, inútiles entonces en el Occéano,
pasaron á reforzar el ejército de tierra.


La Inglaterra y el continente coaligados mul-
tiplican por su parte los sacrificios y los esfuer-
zos. Alejandro saca soldados del fondo del Asia.
I^i Inglaterra arrastra la Suecia á la alianza, ofre-
ciéndole la Noruega. La Prusia se quita al fin la
máscara, y devuelve á la juventud alemana sus
gritos de patria y libertad. Una declaración de




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


Emperador Alejandro , fechada en Calish invitó
á todos los pueblos y á todos los Príncipes de
Alemania á sacudir el yugo de la Francia ; la
guerra debiá continuar en nombre de la libertad,
y el porvenir de la Europa estaba en aquel do-
cumento.


Napoleón respondió á las hostilidades de la
Prus ia , pidiendo al Senado 180,000 hombres mas,
que le fueron concedidos, agotando lo pasado y
devorando el porvenir. Formóse ademas un cuer-
po de 10,000 guardias de honor, vestidos , mon-
tados y equipados a su costa , y al mes siguiente
la flor dé la juventud del Imperio, asi de Roma,
Tu r in , Amsterdam y Rruselas, como de París
y Lion , iba á colocarse á la vanguardia del gran-
de ejército. El 15 de Abril de 1813 salió Napo-
león de París para el ejército, entregando la re-
gencia á la Emperatriz María Luisa , y esperan-
do estrechar de este modo la alianza con el Aus-
tria ; pero esta aprovechó aquel momento (26 de
Abril) para declarar que el tratado precedente
no era aplicable á las circunstancias actuales.
No era aun enemiga, era neutral y se ofreció como
mediadora. Napoleón quedaba solo con la Confe-
deración del R in , cuyos principios veia vacilar,




B O N A P A R T E . 21


dispuesto seguii la suerte de la guerra á permane-
cerles fieles, ó á acceder á la declaración de Ca-
l ish , y no viendo sino la elección entre dos ser-
vidumbres , donde los pueblos irritados soñaban
en la nacionalidad alemana y la libertad.


La batalla de Lutzen (2 de Mayo) que ar-
rojó á Alejandro y á Federico Guillermo de Dresde,
y en la que pereció Bessieres ; la de Bautzen
( 20 de Mayo ) donde esperimento la pérdida sen-
sible de Duroc ; la de Wurchen, al dia siguiente,
que volvió á abrir los caminos de la Silesia y
del Oder á las águilas francesas, fortalecieron la
Alemania y en particular á la Sajonia, algunos
cuerpos d« la cual estaban ya con el enemigo.
La Europa quedó asombrada de aquellas victorias
debidas al genio de Napoleón. Hamburgo y Lubeck
habían vuelto á su poder , y Berlin estaba ame-
nazado. El Austria propuso un Congreso que fue
aceptado, y Napoleón un armisticio que se con-
cluyó el 4 de Junio. ¿ Habia traición y artificio
de parte del Austria ? Hubo falta por parte de
Napoleón en no proseguir sus triunfos, al paso
que negociaba en el territorio neutral de Austria?
L o que no puede ponerse en auna , es <yv» e,evi\v\
en gran parte á una estraña preocupación , á la




22 PERSONAJES CELEBRES.


esperanza de salir bien de sus reiteradas tentativas
de atraerse al Emperador Alejandro, y dividir
el mundo en dos parles como lo decia él mismo.
De todos modos, si hubiera continuado en mar-
char adelante, dominando el Oder, dando la ma-
no por un lado á Rapp, que estaba en Dantzik,
por el otro á los polacos de Varsovia y de Cra-
covia , cuyo hermoso ejército acababa de llevarle
Poniatowski, no hay duda que hubiera restable-
cido su situación en Europa, y podido tratar vic-
toriosamente en Praga.


La lentitud del Congreso, que tardó desde el
5 de Julio hasta el 9 de Agosto para redactar
proposiciones formales, 48 horas antes de que
espirara el armisticio ; aquellas proposiciones que
solo debian dar una tregua armada en el con-
tinente , puesto que la Inglaterra no hacia parte
del Congreso; las condiciones de aquella tregua,
el brusco rompimiento de las negociaciones, la
repentina declaración de guerra del Austria, por-
que Napoleón, con la distancia que mediaba des-
de Dresde á Praga, no habia contestado en el
término señalado de veinte y cuatro horas pa'fa
la espiración del armisticio, á proposiciones tan
considerables y tan lentamente redactadas, todo




B O N A P A R T E . 2 3


autoriza á creer que las negociaciones no fueron
jamás una cosa seria, y que aun cuaudo Napoleón
hubiese suscrito á todo al momento, hubiera sido
en vano.


El Emperador de Austria se declaró contra
su yerno , y sus tropas fueron batidas delante de
Dresde. Napoleón se vio precisado muy pronto á
abandonar la línea del Elba y á retroceder, á
causa de las maniobras de uno de sus antiguos
generales, Bernadotte, hecho Príncipe real de Sue-
cia. No fue este el solo rival de Napoleón que se
unió á la Europa para destruirle. Moreau se pre-
sentó también en el cuartel general de los Empera-
dores y Reyes.


El 15 de Agosto, volvióse á abrir la campaña, y
el 26 se vieron obligados los Emperadores á pelear.
Como en Austerl i tz , los tres estaban en frente
unos de otros. Como en Austerlitz el águila fran-
cesa triunfó. El enemigo en su huida se llevaba
á un herido ilustre á quien una bala de cañón
habia quitado los dos muslos. Era Moreau. La
Providencia igualaba el castigo á la falta.
* La victoria de Dresde, alcanzada por el genio


de Napoleón sabré el plan de campaña de Mo-
reau, sirvió solo para probar cuanto tenia de des-




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


tructor é insuperable aquel plan. Mientras el
Príncipe de Skmuhl contenía y batia á los aliados
en Hamburgo , el Príncipe Eugenio cubría la Ita-
l ia , Napoleón sostenía en Sajonia una especie
de sitio regular contra todo el continente. Un
senado-consulto pedia 280 ,000 hombres, cuando
supo el Emperador que la Baviera acababa de
entregarse á la coalición con su hermoso ejército,
que habia peleado con los franceses durante diez
años. El W u r t e m b r g , Badén y los pequeños
estados imitaron su ejemplo. El Rin quedaba
descubierto y fue preciso acorrer á Leipsick,
asegurarse de aquel puesto amenazado por todas
partes para apoyar la retirada inevitable y a , y
urgente. En efecto, el 16 de Octubre, un encuentro
glorioso habia coronado con una última victoria
la campaña de Sajonia que la estratejia admirará;
pero el dia 18 en medio de la bata l la , mas que
nunca terrible, el ejército sajón se pasó al enemigo
y volvió sus armas contra los franceses. La caba-
llería wurtemburguesa imitaba su ejemplo; el
Rey de Ñapóles se desertaba , y como un soldado
mercenario se pasaba al enemigo para negociar
y conservar su ejército y su reino. A estas des-
gracias se juntaron otras ; un puente que se voló




B O f f A l ' A R T E . 2í>


demasiado pronto c-fl la batalla de Leipsik, dejó
en la orilla enemiga á 20,000 hombres que
fueron asesinados, quese ahogaron y desaparecieron,
entre ellos el valiente Poniatowski, última es-


peranza y último resto de la Polonia. La retirada
fue espantosa, y el ejército no se reunió mas que un
solo dia para reparar gloriosamente aquella retirada
y destruir al ejército bávaro delante de Hanau,


Napoleón de vuelta á Paris, desesperando de
conservar la España , devolvió la corona á Fer-
nando V I I : y en la situación crítica en que la
Francia se encontraba, procuró atraerse la opinión
que se alejaba de él, anunciando al Senado y al
Cuerpo legislativo disposiciones pacíficas. Iban á
principiar para la Francia nuevos destinos. Los
españoles habían pasado los Pirineos; el Mariscal
Soult cubría á Bayona y al Bearne ; Eugenio cum-
plía con su deber y defendía la Italia ; pero
continuaban las defecciones. Napoleón habia pe-
dido al Senado y este le habia dado 300,000
hombres ; habia también reunido el Cuerpo le-
gislativo , el cual el 19 de Diciembre de 1813,
preparaba un mensage en el que no se limitaba
á pedir garantías políticas, d fin de que la
guerra fuese nacional, sino que anadia atrevida-




20 PERSONAJES CELEBRES.


mente consejos de paz y tardías reconvenciones
de ambición, inoportunas, culpables en aquel
momento en que los representantes de un gran
pueblo, al paso que deseasen la paz , debian li-
mitarse á ofrecerlo todo para la guerra. Napoleón
disolvió aquella asamblea, y se preparó á rechazar
á los enemigos que habían invadido el territorio
francés el 1.° de Enero de 1814. El 22 salió de
Pa r í s , y el mismo día el Papa se encaminaba
desde Fontainebleau al Vaticano. Se despidió de
la Guardia Nacional de Par í s , confiándole á su
muger y á su hijo. En Brienne fue donde por
primera vez se batió con el enemigo el 29 de
Enero ; ¡ en Brienne donde niño había soñado
toda su gloria, y donde se hallaban entonces los
estranjeros, después de realizados sus ensueños
mas allá de lo que podia concebir la imaginación
humana t La Europa entera marchaba sobre París,
y cada una de las columnas que se adelantaban por
diferentes caminos, llevaban centenares de millares
de combatientes, ebrios de patriotismo y de alegría,
dirigidos por Príncipes y Emperadores, y con-
tando entre sus filas la nobleza, las universida-
des , la juventud de todas clases, todas las fuerzas
vivas de las naciones. Napoleón para coutener




BONAPARTE. 27


aquellos torrentes de hombres, no teuia mas que
un ejército de 40 á 50,000 hombres , y durante
setenta dias hizo frente a todo con marchas inau-
ditas, y admirables combates. No nos detendremos
en la sorprendente campaña de Francia de 1814,
en que desplegó Napoleón el genio que tanta
gloria le diera en sus campañas de Italia.


Habíase abierto un Congreso en Chatillou y
ya no se trataba en él de reducir el Imperio á
los límites, que jamás debió traspasar, sino de
imponerle las fronteras de Luis XIV. Rompié-
ronse aquellas negociaciones, y el 20 de Marzo
en un encuentro con Schwartzemberg, en Arcis-
sobre-Aube, cayó una granada á los pies de su
caballo, y Napoleón esperó inmóvil á que reben-
tara. La granada le respetó como en los tiempos
de su prosperidad. El 2 7 , después del glorioso
combate de Saint-Dizier, recibió un correo con
la noticia de que París estaba amenazado por
los ejércitos de Blucher y de Schwartzemberg,
que al fin se habian reunido. El Emperador es-
taba de pie al rededor de una hoguera con Bert-
hi!k, el mariscal Ney y otros gefes del Estado
Mayor del ejército; acababa de partir un pedazo
de pan blanco que comia el Mariscal Ney, cuan-




28 PERSONAJES CELEBRES.


do se acercó el Principe de NeufchateL para co-
municarle los despachos que acababa de recibir.
El Emperador al leerlos dio algunos pasos, se
llevó la mano á la frente, y volviéndose á los
Mariscales: «á caballo, Señores, dijo» y echó
á andar después de haber dado algunas órdenes
con voz firme y lacónica. Habia llegado la hora
fatal de su ru ina: creia tener delante de sí á
Blucher y tenia solo á Wintzingerode. Eos gran-
des ejércitos aliados estaban en marcha abierta
sobre París, que se hallaba casi sin defensa. El 29 el
Rey José que mandaba en Gefe, decide en con-
sejo de regencia que la Emperatriz regente, el
Rey de Roma, los Ministros y todo el Gobierno
se retiren á Rlois. Mr. de Talleyrand fue de con-
trario parecer; sin embargo, todos se alejaron
y no quedaron mas que Marmont y Mortier para
pelear, José para capitular, y Mr. Talleyrand para
atender al dia siguiente. El 30 de Marzo, José
mandó que París capitulase, y Napoleón que
habia tomado una silla de posta para ir mas
aprisa que su ejército, supo á cinco leguas de
distancia, por el General Belliard, que Parísiia-
bia capitulado. Su primer movimiento fue cor-
rer allá, pero añadiéndole Belliard qué el ejér-




B O N A P A R T E . 2Í)


vilo lo había evacuado, que Mortier estaba en
Villejuif, y que él solo habia salido de la ca-
pital por medio de un convenio, y que ni él ni
sus tropas podían volver á e n t r a r , Napoleon se
sometió al dest ino, se arrojó á su coche, y fue
¡í esperar en Fontainebleau el resultado de las
negociaciones que prescribió, y tal vez la llega-
da de su ejército. No consideraba que la toma
de París por el estrangero, era para su Imperio
lo que para la antigua Monarquía habia sido la
toma de la Bastilla: era aquello mas que un
contratiempo, era una revolución.


Mientras llegaba á Fontainebleau , eDtraban los
aliados en París; y una proclama del Emperador
Alejandro (31 de Marzo) anunció solemnemente
que la Europa no trataría ya mas con el Empe-
rador Napoleon, ni con ningún otro enemigo
de la libertad jrancdsa. El Senado se reunió
el 1.° de Abril é instituyó un gobierno provisio-
nal, colocando á su frente á Mr. de Talleyrand.
El 2 de Abril el Senado pronunció el destrona-
miento de Napoleon, y el 6 publicó el proyecto
de Carta constitucional, declarando por aquel acto
que la Francia llamaba al trono á Luis Estanis-
lao Javier , hermano de Luis XVI. El II el Km-




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


perador que desde el dia 4 habia abdicado por sí,
lo hizo por su raza. Se cree que á la noche si-
guiente , hizo uso de un sutil veneno que llevaba
siempre consigo, y que no hizo mella en su cuer-
po de hierro. La Providencia le trató mejor que
él mismo ; era acabar como un aventurero, y
debía acallar como Rey El 12 de Abril entró en
París el Conde de Artois , lugar-teniente del Rei-
ne , después de 25 años de destierro, menos como
el vencedor de la revolución, que como vencido
y conquistado por ella. El 20 se separó Napo-
león de su Guardia en Fontainebleau y partió
para la isla de Elba. De todaslas defecciones, la
mas grande fue la de Maria Luisa. Esta princesa
no supo ir de Blois á Fontainebleau ; llevó á su
hijo á Francisco II y no á Napoleón, y se alejó
llevando el olvido de los franceses. Josefina, ro-
deada de los homenages de la Europa , murió
de repente -, esta fue hasta el fin la verdadera Em-
peratriz.


Napoleón se embarcó el 1 0 de Mayo para la
isla de Elba, en las playas de Provenza, donde
habia desembarcado catorce años antes radiante
con sus victorias de Egipto y de Italia El 4 de
Mayo desembarcó en Porro-Ferrayo, capital de




BONAPARTE. 31


aquella isla, y fue saludado con 100 cañonazos
por la artillería de los fuertes, y recibido por las
autoridades de la isla con regio aparato. Alli
permaneció hasta que el descrédito en que cayó
la Familia Real de Francia, y el maquiavelismo
del Congreso de Viena que amenazaba á Murat
con la pérdida de sus estados, y las intrigas de
sus muchos partidarios en Francia , le indujeron
á intentar recobrar su corona. Al efecto había
hecho comprar municiones de guerra en Ñapóles,
armas en Argel, y transportes en Genova. Todo
estaba pronto, y e l24 de Febrero de 1815, eli-
gió Napoleón para la tentativa mas atrevida que
presenta la historia: el momento de un gran bai-
le que daba él mismo. A las cuatro de la ma-
ñana se hallaba á bordo del bergantín Incons-
tante, y en algunos pequeños buques en que flo-
taba el pabellón blanco, sembrado de abejas, se
embarcaron 900 hombres que habian luchado con
él en Areola, en las Pirámides, en Moscow y en
Montmirail. Aquella flota llevaba á César y á su
fortuna. En el camino se eneontró con dos fra-
gaTas y un bergantín de guerra francés, y habien-
do este último preguntado al paso por el Empe-
rador , contestó él mismo que estaba bueno, des-




32 P E R S O N A J E S GELEr.ltES.


pues de haber hecho ocultar á su gente. El 1." de
Marzo desembarcó en el golfo Juan y habiendo
enviado á un capitán y 15 hombres á Antives
fueron desarmados. A las once de la noche se
puso en marcha con lo que él llamaba la dipu-
tación de la Guardia, y después de andar veinte
leguas seguidas, llegaron el 2 á Serenon , y el
5 á Agap, donde Napoleón hizo imprimir las
proclamas que se habian escrito durante la tra-
vesía, y que llevan el sello de la elocuencia ori-
ginal de un conquistador lleno de genio. Pasó
desde alü á Grenoble , y engrosándose sucesiva-
mente con todas las tropas q ie se le iban unien-
do, llegó á París el 20 de Marzo. En poco tiem-
po fue reconocido el Gobierno imperial en todos
los puntos del reino. Inmediatamente se ocupó
con su estraordinaria actividad de la organización
del Gobierno y de los medios de hacer frente
á todas las fuerzas de la Europa , cuyos repre-
sentantes estaban aun reunidos en el Congreso
de Viena : y considerando las disposiciones ma-
nifestadas por los numerosos partidarios del libe-
ralismo , solo vio un peligro inminente en lo que
solo una nueva revolución podia sacar fuerza. Se
negó á las concesiones que pedia aquel partido




B O N A T A R T E . 33


y el 21 de Abril publicó el acta adicional á las
constituciones del Imperio, especie de Carta nue-
va que consagraba «1 régimen imperial de 1812,
y todos los abusos de que se habia acusado á
la monarquía de 1778. Aquel acto escitó la in-
dignación general , y apenas quedó á Napoleón
mas que el ejército. Marchó con él para comba,
tir á la coalición en las fronteras del Norte, y fue
vencido en Waterloo , siendo de todos conocidos
los grandes resultados de aquel famoso desastre.
De regreso á La capital , se vio obligado á ab-
dicar en favor de su hijo, y á reconocer la auto-
ridad de un Gobierno provisional, que le instaba
para que abandonase la Francia. Retiróse al pa-
lacio de la Malmaison, y el 29 de Junio pidió
«dos fragatas para que le trasportaran fuera de
Francia. Desde aquel retiro dé l a gloria, salieron
los nobles y tiernos adiases al ejército, y el Mo-
nitor mismo fue inexorable -para el que te habia
hecho hablar durante veinte años. Fouehé inter-
ceptó aquella proclama. Encargóse la custodia de
Napoleón al General Becker y al mismo tiempo
se dio la orden á Rochefort para armar dos .fra-
ga tas.


En vano pidió Napoleón al Gobierno provisio-
í». ;<




34 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


nal que se le permitiera batir al enemigo: «que
me nombren general , clecia , mandaré el ejército;
no quiero poder, quiero destruir al enemigo, obli-
garle á tratar mejor á la Francia, y después
seguiré mi camino.» Acosado por la inquietud
de la Comisión ejecutiva, aconsejaron á Napoleón
que se entregara él mismo al Eu.perador Alejan-
dro. «Esta prueba de afecto, contestó, seria
hermosa; pero una nación de 30.000,000 de almas
que lo sufriese , quedaría deshonrada.» Por últi-
mo , al dia siguiente se decidió irrevocablemente
su marcha. A las cinco de la tarde se había despe-
dido Napoleón de su hija Hortensia, y metido en
un coche, acompañado de los Generales Becker,
Rovigo yBertrand. En vez de seguir rápidamente
el camino como había indicado , quiso dormir
en Rambouillet y desde allí ofreció nuevamente
defender la patria. El 4 de Julio llegó la respuesta
á Rochefort. El Ministro de la guerra, Príncipe
deEckmuhl, decia al Geueral Becker: « Las guar-
niciones de Rochefort y de la Rochela, deben
daros auxilio para hacer embarcar á Napoleón.» ^a
Comisión decia: «Napoleón debe embarcarse sin
demora ; pudo haber marchado el 29; emplear
la fuerza,., hacerle partir, . sus servicios no pne-




B O i V A l ' A R T E . 33


den ser aceptados. La Comisión halla inconve-
nientes en que Napoleón comunique con la es-
cuadra inglesa, y niega el permiso que se le lia
pedido.» Hubiera sido imposible echar del pais
mas ignominiosamente á un malhechor, desterrado
por sus crímenes ; ¡ y los que tales órdenes daban
se lo debian todo al proscrito de la Sauta Alian-
za! Jamás la ingratitud humana habia llegado á
tan alto punto en la historia. No era esto todo;
el que mandaba las fragatas tenia orden de no
llenar su misión, si los buques del Estado podian
correr algún peligro.


Napoleón podia , reuniendo los cuerpos man-
dados por Lamarke y Clausel, incorporarse á su
frente con el ejército del Loira, sublevar toda
la Francia, y obligar tal vez á la coalición á
evacuar su territorio. La Córcega podia darle un
asilo, y desafiar en sus montañas la proscripción
de la Europa; pero un sentimiento sublime, le
hizo esclamar: «No , no se dirá que yo solo he
hallado un puerto en medio del naufragio del
í|ieblo francés.» El 8 habiendo bajado Napoleón
á la isla de Aix para embarcarse, se le comu-
nicó un despacho del 6 del Ministro de Marina
que terminaba asi : « Por ningún motivo podrá




3 6 PERSONAJES CELEBRES.


desembarcar Napoleón eii el territorio francés,
bajo la pena para el Comandante del buque de
alta traición.» Pocos dias antes , un buque danés
se habia ofrecido á llevarlo á América , y á su
vista burló los cruceros ingleses. Ahora iVapoleon
estaba bajo el registro d é l a nación inglesa, y ¿í
ella se dirigia sin perder tiempo para librarse de
sus perseguidores. El 12 supo por los periódicos
que el Gobierno Real habia reemplazado en París
al provisional. en vano tenia aviso que le espe-
raba en la ria de Burdeos un buque americano,
pues siendo peligroso el tránsito hasta allí por
t ierra, el Emperador se decidió á implorar la
hospitalidad británica. El 14, el Capitán Mait-
l and , que mandaba el Belerofonte , declaró: que
esperaba par momentos los salvo-conductos pe-
didos , pero que si el Emperador quería em-
barcarse para Inglaterra, estaba autorizado
para llevarlo allí y tratarlo con el respeto y
consideraciones debidas al puesto que habia
ocupado. Una declaración semejante decidió á
Napoleón; pero el ofrecimiento de aquella hospi-
talidad era una traición, pues el 7 de Julio ha-
bia recibido el Capitán la orden de su Almirante
de redoblar su vigilancia para interceptar ti




BONAPARTE. 37


fíonaparte, el caal demasiado grande para sos-
pechar un lazo infame, se embarcó en el Bele-
rofoiite, y el 13 de Julio de 1815 dirigió al
Príncipe Regente esta noble car ta : «Alteza Real;
objeto de las facciones qrre dividen mi pais y de
la enemistad de las mas grandes Potencias de
la Europa , he terminado mi carrera política, y
como Temistocles, vengo á sentarme al hogar
del pueblo británico. Me pongo bajo la protección
de sus leyes, que reclamo de V. A. R., como del mas
poderoso, del mas constante, del mas generoso d?,
mis enemigos.» Llegó á la rada de Torbay, y des-
pués á FItmouth. donde el 30 de Julio se le notificó
que se le hobia señalado por residencia la Isla de
Santa Elena. El Príncipe protestó, concluyendo con
estas palabras que resonarán para siempre en la
posteridad : «La fé británica se perderá en la
hospitalidad del Belerofonte ; apelo» á>la historia:
ella dirá que un enemigo que durante veinte años
hizo la guerra al pueblo inglés, en su infortunio,
acudió libremente á buscar un asilo en sus leyes.
¿C^ómo respondió la Inglaterra á semejante mag-
nanimidad ? Fingió tender una mano hospitala-
ria á aquel enemigo, y cuando se hubo entregado-
de buena fé, le inmolaron. »




38 V E H S O N A J E S C E L E B R E S


El fi de Agosto anclo el Belerofonte en Ja
rada de Starpoint, donde apareció el navio Nor-
thumberland escoltado por dos fragatas q-ie con-
ducían la guarnición de Santa Elena. Napoleón
fue tratado en el Nortliumberland con la mis-
ma consideración y respeto que en el Belerofon-
te, y á su bordo , acompañado de los Generales
Bertrand , Montholon, del Ayudante de campo
Gourgaud , 'y del Chambelán Las-Casses llegó á
la Isla de Santa Elena, y allí permaneció seis
años bajo la custodia de las tropas inglesas, su-
friendo las vejaciones y contrariedad?s, que omiti-
mos por demasiado conocidas, hasta que murió
el 5 de Mayo de 182 í , de un cáncer en el es-
tómago.


Asi acabó Napoleón. Después de haber tenido
durante doce años en sus manos los destinos de
Europa , que consideraba estrecha para moverse
en ella, devorado de arrepentimientos, espira so-
bre una roca. Pero su alma se lanzó al porve-
nir con la esperanza , tan consoladora para el
orgulloso hijo de la t ierra , de llenar las páginas
mas notables de la historia de su siglo, y de vi-
vir por mucho tiempo en la memoria de los hom-
bres, lil limitado espacio de nuestro cuadro no




I O N A l ' A R T K . 39


nos permite mas reflexiones sobre este hombre
extraordinario; ademas fácil será á aquellos cuya
curiosidad no satisfaga esta noticia , el encontrar
mas detallados documentos. La vida del Empe-
rador fue enteramente política y militar, y el que
quisiera escribir su vida privada fuera del gabi-
nete ó del campamento, se hallaría muy emba-
razado , pues el trabajo y la guerra ocupaban las
nueve décimas partes de ella: por lo mismo he-
mos omitido mil anécdotas, que si pudieran ha-
ber hecho mas entretenida la lectura, no hubie-
ran contribuido en nada á la grandiosidad del
cuadro.


En 1840 resolvió el Gobierno francés la tras-
lación á París de los restos mortales del Empe-
rador , y el 8 de Octubre fondeó en la rada de
Santa Elena la fragata La Belle Poule que iba
á buscarlos ; el 9 el Príncipe de Joinville con
los oficiales que le acompañaban , pasó al sepulcro
de Napoleón, en la noche del 14 al 15 prin-
cipiaron los trabajos de la exhumación , y con-
cluida esta se encontró el cadáver del Emperador
casi enteramente conservado. Por una coinciden-
cia singular, el 15 de Octubre de 1815 Napoleón
cautivo habia anclado en la rada de Santa Elena




P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


¿jara principiar su larga agonía, y el 15 de Oc-
tubre , 25 años después, volvía á entrar en la ra-
da para ser llevado en triunfo á su patria. El 18
zarpó la escuadra el anc l a , y el 30 de Noviem-
bre anclaba en la rada deCherburgo. Desde alli
fue transportado el féretro á París, con una pom-
pa y magnificencia difíciles de describir, y el 15
fue trasladado á la iglesia del hospital de los In-
válidos, donde debe erigirse un magnífico sepul-
cro , que recuerde á la Francia sus glorias, ó la
Europa los desastres del reinado de tan grande
liombre, y á todos los poderosos de la tierra la ins-
tabilidad de las humanas grandezas.


Hemos concluido el rápido bosquejo dé la vida
del hombre estraordinario , cuya grandeza y mag-
nitud , creciendo á la par que se aleje de las ge-
neraciones contemporáneas, aparecerá á las veni-
deras bajo una forma difícil de comprender. He-
mos reasumido en' pocas páginas los grandes he-
chos que ocupan inmensos volúmenes; é induda-
blemente ha sido para nosotros mas difícil supri-
mir pormenores sin desfigurar el cuadro, que lo
hubiera sido, siendo mas roducidas sus proporcio-
n e s , er engalanarlo y amenizarlo.








EL EMPECINADO.


Peleó por el Rey, por la Indepen-
dencia y por la Constitución , y mu-
rió en un afrentoso patíbulo.


La guerra gloriosa que sostuvo la España
durante seis años por defender su independencia
y librar su territorio de la alevosa invasión ene-
miga, puso en evidencia caracteres notables, y une
sin duda entre ellos, es el que vamos á bosquejar.
Al leerse la historia moderna de España, nin-
guno habrá que deje de admirar los brillantes he-
chos de armas del Empecinado , su patriotismo,
su valor, su natural travesura y talento militar
v su recomendable desinterés. Los guerrilleros es-
pa/ioles, tipos conocidos desde la mas remota
antigüedad, adquirieron en aquella época un re-
nombre mayor, y entre ellos, cutre los que mas




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


contribuyeron á la gloriosa lucha de la indepen-
dencia del pueblo español, ninguno tal vez mas
digno de ocupar la pluma del biógrafo que el
personage, cuya vida vamos á trazar, asi por su
valor y patriotismo, como por el desastroso fin de
su existencia.


D. Juan Martin, nació el dia 2 de Setiembre
de 1775 en la villa del Castrillo de Duero, par-
tido de Valladolid. Sus padres Juan Martin y
Luisa Diez , honrados labradores, le dedica-
ron desde su infancia al mismo ejercicio, en
el que desarrollándose su naturaleza, adquirió
una robustez y fuerza prodigiosa. Apenas entrado
en la pubertad, ya dio muestras el joven Martin
con su particular afición á las armas, de lo que
había de ser un dia. En los años de 1791 á 1792,
se fugó de la casa paterna y sentó plaza desol-
dado , compromiso de que le libraron sus padres,
bajo el pretesto de su menor edad, pero á des-
pecho suyo. Poco tardó en ver satisfechos sus
deseos ; declaróse la guerra á la Francia y habien-
do fallecido su padre, sentó plaza de soldado en
el regimiento de caballería de España, por todo
el tiempo que durase la guerra. Su estraordinario
valor en las batallas, su buena conducta, y su




E M P E C I N A D O . 3


respeto á los gefes, le grangearon la estimación
de estos y de sus carnaradas. Ajustada la paz
tomó su licencia absoluta y se retiró á sus bo-
gares, satisfecho de haber cumplido con su deber
y pagado á su patria el debido tributo. Contrajo
matrimonio con Doña Catalina de la Fuente , y
se avecindó en la villa de Fuentecén, dos leguas
distante de la en que naeió, dedicándose nueva-
mente á las tareas del campo.


Pasan por Castrillo, lindando con las casas,
pequeños arroyos , que forman un lodo negruzco
al que los naturales dan el nombre de pecina;
y de ahí proviene el que en los pueblos inmedia-
tos den el apodo de Empecinado á todos los
que desde esta villa pasan á avecindarse, en las
de la inmediación : por eso adquirió D. Juan
Martin el sobrenombre de Empecinado, cuando
pasó á vivir desde Castrillo á Fuentecén.


En este último pueblo se hallaba, cuando las
huestes de Napoleón invadieron nuestro suelo, y
solo su respeto á las leyes pudo contenerle en los
limites del orden y evitar que hostilizara desde
luego á las tropas francesas. Cuando el Rey cor-
riendo desatentadamente á Bayona pasó por Aranda
de Duero, manifestó ya el iimpecinado sus recelos




A PERSONAJES CELEBRES.


de ta perfidia de que iba á ser victima. Apenas
buho entrado Fernando VII en Francia, desple-
gando el Empecinado en fines de Abril de 1808
su bandera de guerra, salió á batirse con los
franceses, y apostándose en la carretera de Francia
á Madrid, cerca del lugar de Onrrubia, se dedicó
con dos convecinos suyos á interceptar los correos
franceses, apresando en efecto varios, y conser-
vando intactas las balijas para en mejor ocasión
entregarlas al Gobierno.


El dia 2 de Mayo rasgaron los franceses en
Madrid el velo de su perfidia , y los clamores de
las víctimas bárbaramente sacrificadas, hicieron
temblar de lástima y furor á nuestro héroe, que
conoció que era ya llegado el caso de obrar con
toda libertad Para vengar á su pat r ia , reunió
brevemente algunos compañeros y formó una pe-
queña par t ida, con la cual principió á hostilizar
de muerte á los enemigos. Aquel puñado de va"
lientes (eran doce) mandados por el intrépido
Martin, hicieron prodigios de valor en los mese
de Mayo, Junio y parte de Jul io , eligiendo para
campo de sus proezas los términos de los pueblos
de Fuentenebro , Gumiel de I z a m , Onrrubia,
Castrillejo, Caravias y otres iumediatos á Aranda.




E M P E C I N A D O . 5


Ku tan corto tiempo, sufrieron los franceses, cu-
yas columnas molestaba de continuo, la pérdida
de mas de 800 hombres; y en un solo dia cayeron
en su poder 10 sargentos y mas de 80 soldados
enemigos. Durante aquel t iempo, y aumentada
su partida con algunos hombres, á quienes ofre-
ció sueldo diario y una parte en las presas , hizo
sus correrías contra los franceses con grandes y
buenos efectos para la causa de la indepen-
dencia.


Animado IX Juan Martin con tan felices
sucesos, se presentó ya encampana abierta, sen-
tando sus reales en la provincia de Madrid, donde
el Rey intruso habia situado su corte, y en las
limítrofes de Guadalajara, Segovia, Avila y To-
ledo ; inundadas siempre estas provincias de t ro -
pas francesas, facilitaron á este hombre estraor-
dinario y singular, ocasiones de lucir su valor,
su prevision , y si se quiere su sagacidad y tino,
no solo para tener á la Corte en la continua
alarma de que fueron testigos sus habitantes, sino
uara dar giro y mantener la constante correspon-
dencia en que estuvieron los ejércitos españoles
y las partidas que pululaban por todos los ángulos
de la península contra el euemigo común, encar-




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


gándose de la comunicación de pliegos, de la
conducción de prisioneros de los puntos mas dis-
tantes , y de otros servicios del mayor riesgo é
interés.


Enlazados ya eu el año de 1810 los hechos de
armas del Empecinado-con los délos demás defen-
sores del honor y libertad déla patria, es imposible
numerar el pormenor de mas de cien acciones
y encuentros parciales que tuvo con los enemi-
gos , y de los cuales salió siempre victorioso,
aun en los pequeños reveses que le preparara la
envidia algunas veces, y no pocas la intriga. Sen-
tado en Madrid el cuartel general del Empecinado,
según confesión de los mismos franceses, asustados
siempre al oir su nombre, solo referiremos algunos
hechos notables de aquella época. Salas, Intendente
por el gobierno francés de Guadalajara, dispuso
que saliesen de aquella capital el 9 de Marzo
de 1810 unos 300 franceses de ambas armas, para
saquear á Sigüenza y su partido, en odio y ven-
ganza del buen acogimiento que se hacia allí
al Empecinado y á sus tropas, y del desprecia
y valentía con que había contestado á las invi-
taciones que le habia dirigido por escrito pava
que abandonase la causa de la patria. Observaba




EMPECINADO. 7


el Empecinado la marcha de aquella columna
enemiga, y en el término de dicha ciudad la
cargó é impidió que consiguiera el objeto que se
habia propuesto; pero reforzada hasta el número
de 500 infantes y 250 caballos, se vio precisado
á ceder el paso y á retirarse, para proporcionar
medios de atacarla á su regresa; asi se verificó
el 1 6 , esperándola el Empecinado en las cuestas
de Mirabueno con 180 caballos , 150 infantes y
100 escopeteros de la provincia que llegaron al
tiempo de la acción, causándoles la pérdida de
mas de la mitad de su fuerza, y obligándoles á
dejar el botin.


No se ocupaba solo D. Juan Martin en per-
seguir á los invasores; atendía igualmente al
sosten de la tranquilidad pública y destrucción
de sus enemigos domésticos. El estado de con-
moción en que el pais se hallaba, proporcionaba
á los malos el medio de dar libertad á sus pa-
siones : el presbítero ü . Bernardo Mayor, bien
conocido por el capellán de Fuente Espina, se
fprovechó de aquella coyuntura, y bajo el pretesto
de partidario , reunió hasta 20 hombres montados
que solo empleaba en afligir á los pueblos con
toda clase de exacciones. Noticioso el Empecinado,;




8 PERSONAJES CELEBRES.


de la mala conducta que observaba Mayor, é instado
por muchos para que les libertase del azote que
sufrían con aquella cuadrilla ; y no pudiendb
consentir que se agravase al labrador sino en
lo mas prec :so , pasó en busca de Mayor y
alcanzándolo en Atienza, desarmó á toda su
partida, y mandó al gefe de ella con la corres-
pondiente sumaria á disposición de la junta su-
perior de Guadalajara.


Estos dos acontecimientos dieron al Empeci-
nado tal nombradla para con los pueblos, el
Gobierna, y hasta- sus enemigos, que le pro-
porcionaron la ocasión de organizar ya una di-
visión formal, con soldados dispersos que por
necesidad, ó mas bien por afición entraron á
su servicio, con muchos voluntarios de los
pueblos , y hasta con desertores del enemi-
go : creó un batallón que denominó tiradores
de Sigüenza, y otro de jóvenes de la provincia
de Guadalajara, al que dio e lnomhre de Volun-
tarios de la misma. Con estos dos valientes y
disciplinados batallones, y aumentada su cabay-
llería hasta el número de 250 : hombres, empezó
el valiente castellano á obrar mas en grande, y
á ser mirado por sus enemigos con las conside-




E M P E C I N A D O . i f


raciones y respetos que no liabia merecido hasta
entonces.


Ocupado el Gobierno del usurpador dé un
enemigo que cada dia se hacia mas temible , y
que le molestaba de continuo basta en las puertas
de la capital y dentro de la Corte, donde llegó á
tener confidentes fidelísimos aun en el mismo
palacio, no omitía medio para deshacerse de él,
ya usando de las numerosas fuerzas de que podia
disponer, y ya de sobornos é intrigas manejadas
por malos españoles. Perdidos fueron cuantos
manejos empleó el Intendente Salas en el espacio
de cerca de un a ñ o , yjnas perdidos aun cuando
invocó en sn auxilio la cooperacien del Goberna-
dor de Madrid, Belliard , y del tan astuto como
valiente y aetivo General Hugo : es notable y
digna de la posteridad, la correspondencia por
escrito que durante el año 1810 medió entre el
Rey intruso, Salas, Hugo y Belliard, y el incor-
ruptible partidario : nos dilataríamos demasiado
si quisiéramos consignar en este escrito el con-
tenido de ella; pero no podemos prescindir de
dar una ligera idea de su terminación, como
muestra del acendrado patriotismo del personage
que nos ocupa. Kl General Hugo, decia al Em-




10 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


pecinado desde la villa de Humanes, donde se
Italiana á la cabeza de mas de 10,000 hombres, lo
siguiente:


«V. S. debe creer que tengo de V. S. una
opinión bastante buena, para creer que pueda
dar asentimiento á las mentiras que se cuentan;
especialmente sobre la derrota del Mariscal Mas-
sena. Estas cosas puedeu hacerse creer á los hom-
bres sin talento y no á los sensatos. Las cosas
políticas deben tener término dentro ,de muy
poco tiempo ; y algunos hombres que sirven con-
tra nosotros, conocerán que han resistido en
valde demasiado tiempo.. Los españoles de todas
las opiniones, convienen en que no se podrán
encontrar mas grandes cualidades que las que
adornan al Rey José I. ¿Por qué han de ser en
adelante cubiertos de sangre las campos de Es-
paña^? ¿Por qué se han de matar los españoles
por españoles ? ¿ Por qué ha de escitarse la des-
trucción de los pueblos, y la generación presente
para lograr un Rey , cuando tenemos el mejor
en el trono de Madrid? Muchos males pueoLn
evitarse a u n , y particularmente en esta parte
todo puede acabarse. ¿ Qué dificultad puede ha-
ber en que V. S. sirviese á la España bajo




EMPECINADO. 11


el reinado de José I ? ¿ Y los valientes oficiales y
soldados que V. S. tiene á su lado, asi de infan-
tería como de caballería, no podian entrar á su
servicio y recibir una organización verdadera-
mente militar ? Si V. S. quiere conocer mis pro-
posiciones , no solamente relativas á V. S . , sino
á todos los oficiales y soldados , puede enviarme
una persona de confianza para conocerlas. Y si
quiere comprender en ellas á la junta de la
Huerta-Hernando , puede también hacerlo. Espe-
ro una contestación pron ta , y le aseguro de mi
perfecta consideración. — El Mariscal de Cam-
po , J. L. de Hugo. — Humanes y Diciembre 7
de 1810.»


El incorruptible y valiente castellano, que
apenas podia disponer de 3 ,000 hombres escasos,
le contestó en estos términos:


a Aprecio como debo la opinion que habéis
formado de m í : yo la tengo muy mala de vos;
pero sin embargo, si arrepentido de vuestras
atrocidades y cansado de ser esclavo, quisieseis
encontrar vuestra libertad sirviendo en una nación
valiente y generosa, el Empecinado os ofrece que
encontrareis protección. Que Massena se ha ren-
dido Con su ejército el 4 de Noviembre, parece




12 P E R S O N A J E S C E I . E R R E S .


que no admite duda ; pero sea enhorabuena falsoy
lo cierto es que sino ha perecido perecerá, por-
que su madre, la fortuna, hace diasque le mira
rostrituerta. INo dudo que las cosas políticas ten-
drán término dentro de poco t iempo, pues pa-
rece que todas las naciones se coujuran contra la
Francia; mas sin eso la España ha tenido siem-
pre, y principalmente en el dia, sobradas fuerzas,
energía y constancia , para humillar las legiones
de vuestro Rey. Estas cualidades que suponéis en
José I , Rey de Madrid , solo pueden serlo en el
concepto de hombres venales y corrompidos. Si
tan bueno es ¿ cómo comete y consiente que se
cometan tantas iniquidades? Nunca podrá ser
bueno un usurpador, pérfido y alevoso. Los es-
pañoles que tomen partido por el hermano de
Napoleón deben ser muy pocos, y aun ¡ue muchos,
siempre seráu despreciables. La parte sana de la
nación, que es la mayor y en donde está la.
fuerza, aborrece y detesta el nombre francés. Me
admiran ciertamente los sentimientos de humani-
dad que me manifestáis; publíquenlos Cifuentes,
Trillo, Duron, I t a , Lugares del Valle y otros,
y todos los pueblos que han tenido la desgracia
de que los hayáis pisado vos y vuestros soldados:




E M P E C I N A D O . 13


yo que he visto vuestras obras ¿cómo he de creer
vuestras palabras? En vano os fatigáis si preten-
déis persuadirme, y á mis subalternos y soldados,
que desistamos de nuestro honroso empeño. Te-
ned entendido, que si solo quedara un soldado
mió , aun no se habia concluido la guerra, por-
que todos ellos á imitación de su gefe han jura-
do guerra eterna á Napoleón y á sus viles escla-
vos que le siguen. Si queréis podéis decir ¿vuestro
Rey , á todos vuestros hermanos , que el Empe-
cinado y sus tropas, morirán en defensa de su
patria, porque jamás pueden unirse á unos hom-
bres envilecidos, sin honor, sin fé y sin religión
de ninguna clase. Me liareis el favor de evitar
toda correspondencia, y os aseguro con este motivo
la mas perfecta consideración. — .1. M . , el Em-
pecinado. — Cogolludo y Dicie nbre 8 de 1810.»


Asi terminó aquella correspondencia , y el es-
tilo descompuesto de la última comunicación del
Empecinado , nada estraño si se atiende á ia exal-
tación y odio que reinaba entonces en to los los
esgañoles contra los que tan alevosamente habían
invadido su pais , odio que el tiempo y las vici-
situdes políticas sobrevenidas después, han hor-
rado enterameute, dio lugar á que se desataran




14 P E r . S O N A . m S C É L E B R E S .


contra él todas las furias militares y políticas: en-
viáronse en su persecución numerosas columnas;
la policía redobló la mas activa é increíble vi-
gilancia contra los que sospechaba sus confidentes,
y en la Corte no se hablaba ni trataba de otra
cosa que del Empecinado, desús partidarios}' de
su total estcrminio.


Destruida por el valiente D. Juan Martin,
una gruesa columna de franceses que devastaba
la provincia de Soria, en el Retortillo, los mo-
radores de aquella tierra reconocidos n tal bene-
ficio , le mandaron á Atienza una comisión dán-
dole las gracias, presentándole con liberalidad
mil regalos, y ofreciéndole cuantos auxilios ne-
cesitase para la tropa ; pero no menos liberal
que valiente al manifestar su agradecimiento, les
contestó : « En cuanto á las gracias he hecho lo
que he debido: peleo por la libertad de la patria
y esta se compone de todas las provincias : los
regalos los admito y se repartirán por VV. mis-
mos á mis t ropas ; y en cuanto á auxilios , por
ahora, gracias á Dios , no necesito mas que los
víveres que á los pueblos correspondan por re-
partimiento que ellos mismos hagan. » Sabedora
Ja Regencia del reino, de la acción de Retortillo,




E M P E C I N A D O . 15


y de las muchas anteriores, espidió al Empeci-
nado el real despacho de Brigadier de caballería
de los ejércitos nacionales, atendiendo á sus ser-
vicios y modestia en no haber solicitado premio
alguno. Lejos de engreírse con esta nueva digni-
dad , en nada alteró su conducta fraternal con
el soldado; pero le proporcionó prestigio y con-
fianza en los pueblos para aumentar su división
hasta 650 caballos y 2,000 infantes , con la cual
desesperó al General Hugo y á sus tropas, lle-
gando atener empleados inútilmente en su per-
secución, hasta 14 ó 15,000 hombres-de todas
armas.


Autorizado por real orden de 12 de Marzo
de 1811, para aumentar su división hasta el nú-
mero de 10,000 hombres, quedaron estos orga-
nizados en Mayo, y fue aquella declarada la quinta
división del segundo ejército. Con esta nueva
consideración, al paso que escitaba mas la cóle-
ra de sus enemigos, se distinguía también mas
por sus operaciones y actividad, siendo siempre
el^socorro de las necesidades militares que ocur-
rían en las provincias de Soria, Guadalajara , Ma-
drid y Aragón. Yendo á auxiliar al general Du-
ran que bloqueaba á la ciudad de Calatayud, ba-




16 PERSONAJES CELEBRES.


lió y destrozó en el camino á una columna de 1 ,500
franceses que iba á reforzar la guarnición, la
cual se apresuró á abandonar la ciudad que ocu-
paron nuestras tropas.


Muchísimas fueron las acciones gloriosas para
las armas españolas que sostuvo el infatigable Don
Juan Martin , basta que indicada la retirada del
Rey José á Valencia, en 1812, sitió á Guada-
lajara con su división, y dirigiéndose á Madrid
con dos escuadrones, entró el 10 de Agosto, acu-
chillando con solo 40 caballos hasta la misma
Puerta del Sol, á una partida de doble fuerza
de la misma a r m a , causándole bastante pérdida
de muertos , heridos y prisioneros. Acudió en se-
guida con los dos escuadrones al ataque que la
vanguardia del ejército inglés sostuvo en las Ro-
sas ; y presentándose al generalísimo Duque de
Ciudad-Rodrigo, entre los muchos obsequios que
le h izo , le dispensó el de que le acompañara en
su entrada en Madrid el dia 12. No hay espre-
siones con que pintar el júbilo de los habitantes
de la capital, al ver entre ellos á tan nombrado
guerrero ; victoreábanle sin cesar de dia y de
noche, cantaban canciones patrióticas en su loor;
pero él lejos de adormecerse con aquellas mués-




E M P E C I N A D O . 17


tras del público afecto, se presentó el 14 á su
General y le dijo . « Excmo. Sr. : si V. E. me
lo permite, tengo que hacer: he dejado puesto
sitio con mi división á Guadalajara, y ya seré
allí necesario » En efecto, el 15 se entregó pri-
sionera la guarnición , y el 16 entró triunfante
en aquella ciudad, que por tres años había sido el
punto céntrico de todas las operaciones militares
y tramas dirigidas contra él. Continuó el E m -
pecinado dando días de gloria á la patria, y una
constante y no interrumpida serie de acciones,
hasta que los avisos de sus confidentes de Madrid
y los movimientos del enemigo manifestaron su
próxima retirada de la Corte; y preparándose
á tan notable acontecimiento, el 21 de Mayo
de 1813, ocupó la ciudad de Alcalá. Noticiosos
los franceses de la proximidad de un enemigo
tan formidable en aquellas críticas circunstancias,
trataron de alejarle á toda costa , y al efecto
destacaron contra él y contra la ciudad 2,000
infantes, 300 caballos, y 2 piezas de grueso ca-
libre : minutos antes de qne llegasen, tuvo el
Empecinado aviso de su marcha ; con su acos-
tumbrada serenidad hizo desfilar sus tropas para
tomar posición sobre el puente, al mismo tiempo




18 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


que entraban los franceses batiendo marcha : al
amanecer del 2 2 , se rompió el fuego por ambas
l íneas; en vano intentaron los franceses pasar
el Henares; la infantería sufrió durante tres
horas el fuego del cañón, y á pesar de ser du-
plicadas las fuerzas enemigas, defendió el ¡puente
y vados con inimitable valor , hasta que arro-
jándose por último á la bayoneta obligó, al enemi-
go á.rerirarse precipitadamente hasta LS. Fernando.


La ciudad de Alcalá en agradecimiento al ilus-
tre caudillo y á sus bizarras tropas, y deseando
perpetuar tan glorioso suceso, acordó que se
erigiese una pirámide en el sitio de la batalla,
con la siguiente inscripción. «Z?. O. M. La ciu-
dad de Alcalá de Henares, dedica este monu-
mento á la memoria de las valientes tropas
de S. M. el Sr. D. Fernando Vil, mandadas
por D. Juan Martin, el Empecinado , Mariscal
de Campo de los reales ejércitos, en reconoci-
miento de haber salvado á sus moradores del
saqueo y de la muerte, arrollando y venciendo
á los franceses la mañana del 2 2 de Mayo
de 1 8 1 3 , que en doble número atacaron por
este puente. (*)


O Caceta de Madrid de 10 de Abril de IfUfi.




E M P E C I N A D O . 19


Libre la capital de la monarquía de las tro-
pas invasoras, y publicada y planteada la Consti-
tución promulgada en Cádiz el año de 1812, ha-
llábase acantonada la división del Empecinado
en las ventas del Espíritu Santo, y fue invitado
por Jas autoridades y el pueblo á entrar con ella
á guarnecer la carrera de la procesión del Cor-
pus. Desde sus acantonamientos hasta su aloja-
mientos, fue acompañado y aclamado sin cesar
por un inmenso gent ío ; y el Ayuntamiento, en-
tre otros obsequios, le regaló una magnifica mon-
tura y otras prendas militares de mucho gusto y
valor. Incorporado después con su división al
segundo ejército á que perteuecia, continuó dis-
tinguiéndose en nuevas y repetidas acciones, hasta
que terminó la guerra de la independencia.


Restablecido Fernando VII en su trono, y des-
truida con el decreto de 4 de Mayo de 1814 la
Constitución del Estado, olvidando los inmensos
sacrificios que por su libertad y por conservarle
el trono habia hecho la nación magnánima, cu-
yas ruinas acababa de pisar á su paso hasta Va-
l ^ c i a , la sumió en todos los horrores de una
espantosa reacción, y restableció un Gobierno
absoluto, incompatible ya con las ideas del siglo,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


y con los principios que habían propagado en el
pueblo español sus mismos invasores. Una de las
consecuencias de aquel deplorable trastorno fue
la disolución de la quinta división del segundo
ejército, de la cual solo qnedó el regimiento de
caballería de voluntarios de Guadalajara, del que
era Coronel el Empecinado. Disuelta la división se
presentó este al Rey , quien le recibió con marcada
indiferencia. Concurrió ea la Corte á algunos
besamanos hasta que se presentó al Rey, no se
sabe si conducido por las ideas de libertad con
que se habia connaturalizado, ó sugerido de al-
gunos amigos apasionados á> ella, con la noble
osadía de poner en sus reales manos, en aque-
llos dias de furor contra los liberales, una re-
presentación pidiéndole el restablecimiento de la
Constitución , como el solo origen de la felici-
dad de los pueblos, y como el mejor título de
gloria que pudiese alcanzar en su reinado. Este
rasgo de patriótico arrojo del Empecinado atrajo
contra él el desagrado del Rey, y sin embargo
no le causó otra desgracia que la de ser confinado
de cuartel á Valladolid, doude quedó oscurecfuo
en un estrecho alojamiento, un español cuyo
nombre habia llenado de gloria y estrnnrdinario




EMPECINADO. 21


aprecio por espacio de seis años á toda la Pe-
nínsula.


Allí permaneció hasta que restablecida la Cons-
titución en 1820, fue nombrado segundo Cabo de
aquella provincia. En Enero de 1821, se le con-
firió el gobierno de Zamora , y con retención de
este destino se le comisionó en Abril siguiente
en la persecución del rebelde Cura Merino, cuya
facción batió y destruyó por tres veces que tuvo
la suerte de alcanzarla. En 9 de Julio de 1822,
á consecuencia de los acontecimientos de los dias
anteriores, corrió á Madrid á ofrecer sus servicios,
y á los poces dias se le encargó el mando de una
columna , destinada á la persecución de una par-
tida de facciosos que apareció en tierra de Si-
güenza, y á: la cual destruyó en un' solo encuentro.
Habiendo regresado á Madrid, y aproximándose
á la capital la facción de Besieres, se le encargó
el mando de la caballería destinada á su perse-
cución, y con ella consiguió enmendar entre G-ua-
dalajara y Briliuega la derrota sufrida por el ge-
neral Odali, recuperando la artillería perdida. En
Abril de 1823, fue destinado á la persecución de
las facciones de Castilla , dirigidas por Merino,
Cuevillas y otros, y que servían como de van-




22 PERSONAJES CELEBRES.


guardia al ejército francés; tuvo con ellas repe-
tidas acciones, en circunstancias muy extraor-
dinarias, hasta que el General Plasencia que
mandaba en Estremadura le dio la orden de pasar
á Cáceres para reponer las autoridades constitu-
cionales, depuestas por el populacho sub!e\ado.
Desempeñó aquella comisión con valor y prudencia
reponiendo las autoridades, dictando las provi-
dencias mas oportunas para asegurar la tranqui-
lidad pública, y retirándose después de orden del
General á la villa de S. Vicente de Alcántara.
Alli recibió la capitulación hecha por dicho Ge-
neral con el de los facciosos Laguna, en la cual
se le habia comprendido tí él y á su tropa.


Habilitado con el correspondiente pasaporte en
toda regla, retirábase al pueblo de su naturaleza,
Castrillo de Duero , cuando fue sorprendido por
una partida de foragidos que se titulaban realistas
de la villa déRoa , á cuyo punto le llevaron preso,
atormentado de los insultos, algazara y atrope-
llamientos de los mismos, á quienes en la guerra
de la independencia habia librado mil vecesMel
saqueo , de la muerte, y del esterminio de sus ho-
gares y familias. Mandósele formar causa y estuvo
encargado de ella el corregidor , menospreciando




EMPECINADO. 1 23


escandalosamente la cualidad, categoría y tuero
militar de que disfrutaba. Era el corregidor Don
Domingo Fueutenebro, que habiendo sido preso
en la guerra de la independencia como afrancesado,
y puesto á disposición del Empecinado' para fu-
silarle , no se verificó sin embargo por un efecto
de humanidad á que tan mal correspondió después.
Del proceso instruido por aquel juez para senten-
ciarle indefenso á la pena de horca, nos dá una
idea la representación que dirigió al Rey su es-
posa Doña Lucía 'Diez , el 26 de Junio de 1825,
de la cual estractamos lo siguiente:


«El Corregidor le ha formado la causa va-
liéndose de testigos falsos y ganadas, según no-
toriedad , con un escribano ignorante , sangui-
nario y brutal , su encarnizado enemigo, confa-
bulado con el mismo juez y testigos informantes
también confabulados, de lo que resultan en
vez de hechos verdaderos, calumnias atroces,
hechos exagerados, falsos y fingidos... Tiene sin
comunicación ai Empecinado, sin alimentos, sin
auxilios de su familia y amigos, y privado de
hablar al que hizo nombrar su defensor, hombre
sin instrucción alguna, para hacer creer al vul-
go ignorante con este ardid que el Empecinado




24 PERSONAJES CELEBRES.


se defendía, estando en verdad absolutamente
indefenso... El Corregidor hizo pasar al Empe-
cinado el dia de su encarcelamiento por debajo
de la horca , en señal de que se la preparaba;
le tuvo cuatro dias sin alimento, hasta que un
honrado eclesiástico le permitió le socorriese es-
tando ya moribundo... En su prisión le echan
perros yi gatos muertos y otras inmundicias, y
hasta pellejos encendidos con grasa con el objeto
de ahogarlo con su pestífero humo... . Le han
hecho fuego siete veces salvándose como por mi-
lagro, y le han sacado á la vergüenza pública
otras muchas , apaleándole, conducido como en
triunfo de la venganza entre un infatuado po-
pulacho , frenético, seducido y atizado por aque-
llos mismos que debian impedirlo. »


Reclamaba su esposa la piedad y el honor
de la Magestad, la vindicta pública:, las leyes,
los sentimientos y preceptos de la Religión, los
derechos de la humanidad y de la justicia, y
suplicaba á S. M. que tomando en su real con-
sideración la pública y solemne capitulación ba-
jo cuyo sagrado creia á su esposo al abrigo de
las leyes, cuando no tuviese á bien dispensarle
sus efectos y consecuencias, se dignara mandar




E M P E C I N A D O . 25


se le proveyese de pasaporte para salir de los
dominios de España. A consecuencia de esta sú-
plica, y de otros pasos dados por varios amigos
del desgraciado General en las legaciones ingle-
sa y francesa, y con el General Burmond, se
comunicó orden al Capitán General de Vallado-
lid para que estragese de Roa al infeliz Empe-
cinado ; pero el oficial que pasó alli al efecto
con la correspondiente fuerza, se dejó sorpren-
der por una real contraorden desconocida, ver-
dadera ó fingida, que le manifestó el Corregidor,
rodeado de un pueblo que él mismo habia amo-
t inado, y tuvo la debilidad de retirarse á Va-
lladolid con copia de aquella contraorden, y
con escándalo de todos los amantes de la justi-
cia , y asombro é indiguacion de los militares
instruidos en las ordenanzas.


Finalmente, sentenciado el Empecinado á la
pena ordinaria de horca, sufrió tan injusto como
atroz castigo eu la: villa de Roa, de un modo
y con unas circunstancias que no queremos des-
qjibir, para evitar la publicación de un borrón
indeleble eu la civilización del siglo actual. Solo
los que como nosotros han tenido la desgracia
de presenciar las repetidas reacciones que se han




26 P E H S O N A J E S C E L E B R E S


verificado en nuestra patria, podrán comprender
los actos atroces á que dá lugar el funesto es-
píritu de partido. Solo asi pueden esplicarse ac-
tos tan feroces, y que en otras circunstancias
serian un padrón de infamia para el pueblo que
ios cometiera y la nación que los consintiese.


Ya que 1 hemos concluido con la narración de
los hechos y hazañas del Empecinado y con la
sensible descripción de su triste fin, no.consi-
deramos fuera de propósito consignar aqui al-
gunos de los rasgos que distinguían al hombre
que llegó á adquirir, durante la guerra de la in-
dependencia, una fama europea, y cuyo nombre
ha servido para caracterizar en cierto modo en
el estrangero á todos los partidarios y gefes de
guerrilla, que tanto en la guerra de la indepen"
dencia como durante nuestras disensiones civi-
les se han levantado.


Era el Empecinado el primero á entrar en los
combates, entusiasmando con su ejemplo á sus
soldados, y á pesar de arrojarse donde conocía
que era mas necesaria su presencia y donde es-
taba el mayor peligro, en medio de tantas ac-
ciones y reñidos combates solo recibió tres heri-
das de gravedad, una en un brazo, otra en el




EMPECINADO. 2 7


pecho y otra en la cabeza, y cinco de menor
consideración; tuvo sí muchas contusiones cau-
sadas principalmente por caídas del caballo, á
pesar de manejarlo con destreza, preciándose de
buen ginete.


Era de regular estatura, robusto, lleno de
cara , de rostro moreno , y bien compartido, y
de negra y poblada barba: tenia los ojos vivos y
centelleantes, era ancho de pecho y espalda, y
de nervudos brazos. Duro para las fatigas, dor-
mía poco;, era muy frugal en las comidas, pero
nimio en su aseo y curiosidad; cuidaba poco de
la delicadeza y lujo en el vestir, y su alma no
era insensible á la belleza : un tanto tardío en
sus resoluciones, pero las ejecutaba con tanta
rapidez como constancia . después de adoptadas:
amigo de sus amigos, no conocía mas enemigos
que á los franceses y á los que lo eran de su
patria. No tuvo hijos legítimos, pero se asegura
haber, dejado reconocidos dos naturales: tuvo
dos hermanos, compañeros de armas suyos en
Sisi todas sus empresas, y de los cuales el uno
perdió también la vida en defensa de la libertad.


El sobrenombre de Empecinado, que como
llevamos dicho se dio á D. Juan Martin", fue




28 PERSONAJES CELEBRES.


elevado después en virtud de una real resolu-
ción á apellido de su familia. Apellido que fi-
gurará con distinción en los anales de la glo-
riosa lucha que sostuvo el pueblo español por
defender su independencia.


Últimamente acaba de abrirse una susericion
para erigir un monumento en memoria del Em-
pecinado , en la villa de R o a , donde tuvo el
triste fin que hemos referido.


Después de lo que llevamos espuesto acerca
del personage que comprende esta biografía, oi-
gamos lo que acerca del mismo ha dicho un
historiador español célebre, que como otroTáei-
to tan bien ha pintado la gloriosa época de la
guerra de la independencia (1) . Hablando de los
guerrilleros españoles y de sus partidas dice asi:


«Distinguióse desde los principios la de Don
Juan Martin Diez, que llamaron el Empecinado,
apodo que dan los comarcanos á los vecinos de
Castrillo de Duero de donde era natural. Soldado
licenciado después de la guerra de Francia de 1793,
pasaba honradamente la vida dedicado á la ííi-


(i; El Conde de Toreno. Historia del levantamiento
guerra y revolución de Espaün , t. II, p. 3 4 8 .




E M P E C I N A D O . 29


branza eu la villa de Fuentecen. Mal enojado
como todos los españoles con los acontecimientos
de Abril y Mayo de 1808, dejó la esteva y em-
puñó la espada, hallándose ya en las acciones
de Cabezón y Rioseco. Persiguiéronle después
envidias y enemistades , y le prendieron en el
Burgo de Osma , de donde se escapó al en-
tr¡ r los franceses. Luego que se vio libre reu-
nió gente , ayudado de tres hermanos suyos ; y
empezando en Diciembre á molestar al enemigo,
recorrió en Enero y Febrero con fruto los partidos
de Aranda , Segovia , tierra, de Sepúlveda y Pe-
draza. Aunque acosado en seguida por los ene-
migos , internándose en Santa Maria de Nieva,
recojió en sus cercanías muchos caballos y hom-
bres. Con tales hechos se estendió la fama de
su nombre , mas también el perseguimiento de
los franceses, que enviaron en su alcanze fuer-
zas considerables, y prendieron como en rehenes á
su madre. Casi rodeado , salvóse en la primavera
con su partida, y sin abandonar ninguno de los
prisioneros qnc había hecho, yendo por las sier-
r a ! de Avila, se guareció en Ciudad Rodrigo, etc.»


Y mas adelante: (*)


'*) Tomo III pagina raí. / £'* ¿ \ ¡




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


«D. Juan Martin, el Empecinado, guerreaba
allende la cordillera carpetaua, mas buscado en
Setiembre por la .Tunta de Guadalajara , acudió
gustoso al llamamiento. Comenzó aquel caudillo á
recorrer la provincia, y no dejando á los fran-
ceses un momento de respiro, tuvo ya en los
meses de Setiembre y Octubre choques bastante
empeñados en Cogolludo, Alvares y Fuente la
Higuera. Los franceses para vencerle recurrieron
á ardides. Tal fue el que pusieron en planta
en 12 de Noviembre, aparentando retirarse déla
ciudad de Guadalajara, para luego volver sobre
ella. Pero el Empecinado, después de haberse
provisto de porción de paños de aquellas fábri-
cas , rompió por medió de la hueste que le tenia
rodeado, y se salvó. Pagó en seguida á los fran-
ceses el susto que entonces le dieron , principal-
mente sorprendiendo el 24 de Diciembre en Ma-
zarrulleque á un grueso trozo de contrarios,»


Asi habla el ilustre historiador del personaje
cuya vida hemos bosquejado. El esclarecido Conde
no tuvo que escribir con su elevado estilo, mas
que las glorias y hechos de armas del caudihv,;
¡nosotro hemos tenido que referir sus persecu-
ciones y su desastroso fin! •












D. PABLO MORILLO,


CONDE DE CARTAGENA.


«Nam genus etproavos et que non
fectmus Ipsi, vix ea nostra puto.»


Ovin, METMKORFH,


«Qui sert bien son pays n' A pas
liesoin d' aïeux.»


VOLTAIRE — MEROPK.


El guerrero ilustre cuya vida pública vamos á
compendiar, no existe ya sino por la memoria de
sus hazañas y el grato recuerdo de sus contem-
poj^neos. Referiremosjos hechos consignados en
documentos oficiales, sin alterar su verdad, y
sin que sirva de guia á nuestra pluma afección de
ninguna especie. El Sr. Conde de Toreno hizo ya




2 PERSONAJES CELEBRES.


larga y honrosa conmemoración del valor y
pericia de este General, en su inapreciable Histo-
ria del levantamiento, guerra y revolución de
España: nosotros nos proponemos acopiar aqui
algunos materiales para la de los acontecimientos
ulteriores, y en especial para la de la emancipación
de nuestras colonias del Nuevo Mundo , en la
cual ocupará siempre el mas alto lugar el con-
quistador de Cartagena , cuyas campañas en el Vi-
reynáto de Santa F é , no solo son superiores á todo
encarecimiento, sino que pasarán tal vez por fabu-
losas algún dia.


Los estrechos limites en que debemos encer-
rarnos no nos permitirán detallarlas menuda y
extensamente, ni hacer sobre ellas las muchas
y graves reflexiones á que dan margen, y que harán
seguramente mucho mejor que nosotros todos los
lectores, que al conocimiento de aquel dilatado
pais, reúnan el de los principios generales- del
arte dé lá guerra.


Nació rx Pablo Morillo en 5 de Mayo de 1778,
en el lugar de Fuentes Secas , jurisdicción^Je
Toro, y á tres leguas de distancia de ésta ciudad,
siendo sus padres D. Lorenzo y Doña Mariá
Morillo. No contaba aun trece años , cuando sa-




MORILLO. 3


l i tado una noche de música con otros mozos y
jóvenes del pueblo , vieron que se dirigia hacía
ellos un grupo de gentes; y creyendo que se acer-
caban para impedirles la diversión ó causarles
algún d a ñ o , les hicieron frente, disparándoles
algunas piedras; mas como del grupo que se
iba aproximando, saliese una voz, que dijo: La
justicia, huyeron aturdidos. El temor del castigo
por un hecho que pudiera atribuirse á insulto
y resistencia á la autoridad, y el deseo de evi-
tar la justa colera dé sus padres, obligaron al
joven Morillo á huir a l o r o , y á sentar plaza
en 19 de Marzo de 1791 en una bandera del real
cuerpo de Marina que allí había.


Destinado al Departamento del Ferrol, empezó
pronto á dar muestras de su valor y á pagar
con su sangre el aprendizage de las armas , pues
apenas había cumplido 15 años, cuando se halló
en Mayo de 93 en el desembarco en la Isla de
S. Pedro, én Cerdaña, y después en la toma de
Tolón, donde concurrió á siete acciones hasta él
acty de su abandono, en el cual salió herido.


Pasando luego á Cataluña, se bailó en el de-
sembarco de Lanzada, en la acción del 13 : de
Agosto de 94 , en las alturas de Cullera , y en el




4 PERSONAJES CELEBRES


sitio del castillo de la Trinidad en Rosas, du-
rante el cual hizo dos salidas en guerrilla, y se
embarcó en una lancha sufriendo varios dias el
fuego de los enemigos. Posteriormente fue hecho
prisionero á bordo del navio S. Isidro en el com-
bate naval de 14 de Febrero de 97; estuvo en
el bombardeo de Cádiz por los ingleses, y asis-
tió á las acciones del 5 y 7 del mismo año.


listos méritos y servicios, en el ejército de
tierra hubieran allanado á Morillo el camino á
las clases superiores de la milicia, abierto siem-
pre á las virtudes militares y al talento; pero
en la Marina no pudieron tener mas recompensa
que la del ascenso á Sargento segundo, que ob-
tuvo en l . u de Octubre de 97. Siendo aquel
cuerpo científico, escluia de la clase de oficiales
á los que no hubiesen entrado á servir de Guar-
dias-Marinas, y hecho sus estudios en loscolejios
de los departamentos.


Sin salir de la clase de Sargento, concurrió
á la acción de 21 de Octubre de 1805 , sobre
el cabo de Trafalgar, á bordo del navio S. Ilde-
fonso . donde fue herido y prisionero; y se halló
después en el flotante Argonauta, en la rendición
de la escuadra francesa en Cádiz.




MORILLO. 5


Diez y siete años permaneció en este estado
de nulidad, oscurecido en las clases inferiores
de la milicia, el hombre llamado por sus prendas
y cualidades á dar muchos dias de esplendor á
su patria. ¡Tan cierto es que los talentos nece-
sitan la reunión de varias y determinadas cir-
cunstancias para desarrollarse, cual las semillas
de los vegetales para desenvolver el germen del
fruto que en su seno encierran!


La gloriosa guerra de la independencia que
encendió en España la alevosa invasión de Na-
poleón en 1808, presento á todos los españoles
la ocasión favorable de acreditar su patriotismo,
y un teatro apropósito para desplegar sus virtu-
des. No fue seguramente Morillo de los mas pe-
rezosos en acudir al llamamiento de la patria;
promovido ya en 2 de Junio á Subteniente del
regimiento de infantería, voluntarios de Llerena,
que se creaba entonces , concurrió en 19 de Ju-
lio inmediato á la memorable batalla y gloriosa
victoria de Bailen , que tanto contribuyeron á los
grandes y señalados acontecimientos, que tuvieron
sucesivamente lugar en Europa.


Pasando Morillo poco tiempo después a Es-
t iemadura , se halló en el sitio y rendición de




G PERSONAJES CELEBRES.


la plaza de Yelves; paso desde alli al pueblo de
Almaráz, donde con 200 hombres batió en 18' de
Diciembre á 150 caballos enemigos;"y atacado
por ellos al día siguiente, se retiró hasta el
puente de el mismo nombre , se hizo fuerte en
é l , y consiguió rechazarlos. Destinado con la
misma fuerza al puente del Conde, y acometido
el dia 22 por tropas superiores, las repeliój por
tres veces, causándoles mucha pérdida. El premio
de estos servicios , fue el ascenso inmediato á
Teniente en 20 de Diciembre; y habiendo reu-
nido á 25 paisanos, la mayor parte sin armas, en
4 de Enero de 1809, acometió en las inme-
diaciones de la Calzada de Oropesa á 37 infantes
enemigos, matándoles cinco y haciéndoles veinte
y nueve prisioneros.


No podían estar ocultas por mucho tiempo
las grandes disposiciones y cualides militares de
Morillo, y mucho menos á la penetración del
vencedor de Bailen, cuya vista perspicaz nunca
perdonaba la menor ocasión de sacar partido,


no solo de las disposiciones y talentos, sino
O


hasta de las flaquezas de que ningún hombre se
halla exento. Asi fue que habiéndole escrito el
Sr. Saavedra, Ministro á la sazón, que la Junta




MORILLO. 7


Central necesitaba una persona á propósito para
enviarla á Galicia á propagar la alarma, le de-
signó á Morillo, quien al efecto, promovido a
Capitán del reg'miento de voluntarios de España
en 22 de Enero, y nombrado en 18 de Febrero
para llenar aquella misión, pasó á Galicia in-
mediatamente ; y con varios patriotas que alli
se le reunieron, eonsiguió la rendición de la
plaza de Vigo en 17 de Marzo.


Procedió luego á formar un regimiento de
infantería con el nombre de la U n i o n , cuyo
mando se le couürió en 27 de Abr i l , después
de haber sufrido el 13 del mismo, con solos 300
hombres para fuego, ochocientos armados de
chuzos, y cuatro piezas de artillería, el ataque
que le dieron en el puente de S. Payo los ene-
migos en número de tres mil infantes y seiscientos
caballos , á quienes causó la pérdida de quinientos
hombres, obligándoles á retirarse; y persiguiéndolos
dos dias después desde Pontevedra al Pad rón ,
les mató cuatrocientos hombres y se apoderó del
puente de Zesures que defendían con dos piezas
de artillería.


Aleccionados los enemigos con aquellos des-
calabros, se hicieron mas cautos , y reunieron tan




8 PERSONAJES CELEBRES.


considerable número de fuerzas, que atacando á
Morillo en la Salud lograron dispersarle, reha-
ciéndose sin embargo sus tropas en los baños
de Cuntís, donde fue nuevamente atacado y
perseguido en su retirada al puente de S. Payo,
que ejecuto' con el mayor orden. Conociendo
Morillo la importancia de aquel punto, fue su
primer cuidado ponerle en estado de defensa: al
efecto sacó la artillería que los'enemigos habían
arrojado al agua cuando rompieron por aquella
parte, levantó varios atrincheramientos, y por
último cortó dos ojos del puente en su primer
tercio, y otro á la entrada. Los acontecimientos
ulteriores de la guerra justificaron el acierto de
aquellas medidas, pues contribuyeron en gran
manera á las acciones que alli sostuvo el Conde
de Noroña en 7 y 8 de Junio (*), en las que
Morillo mandó una columna.


Antes de esta victoria habia concurrido ya
en 23 de Mayo á la toma de Santiago, siendo
el primer gefe que entró en aquella ciudad ar-
rollando á los enemigos en las siete posiciones


(*) TOHEXO, historia del levantamiento guerra y revo-
lución de España. T. 2 p á g . 3 8 5 .




MORILLO. 9


que tomaron en sus calles, y persiguiéndolos
legua y media por el camino de la Coruna. Por
último, terminó Morillo la campaña de este año
pasando á Castilla á tomar parte en la acción
de Tamames de 18 de Octubre, y en las que se
dieron en 23 y 28 de Noviembre en Medina del
Campo y Alva de Tormes.


Destinado al ejército de la izquierda en la
siguiente campaña de 810, mandó una division
volante en la sorpresa de Miajadas en 29 de
Marzo, concurriendo con ella después á las ac-
ciones del castillo de Feria de 19 y 27 de Mayo
y 6 de Junio, y en la que se dio el 28 en
Burguillos. El 5 del siguiente Julio fue atacado
en Jerez de los Caballeros; después de pelear
durante todo el dia con estraordinario denuedo
hubo de retirarse a Salvatierra. En vano cargaron
sobre él mas de 6,000 hombres, pues con los
1,200 que mandaba, los rechazó constantemente,
causándoles la asombrosa pérdida de 1,500, según
confesión de los mismos contrarios. Esta acción
y la sorpresa de Fuente-Ovejuna, que mandó
Morillo en 7 de Setiembre, y de la cual salió
otra vez herido, forman las mas señaladas á que
concurrió en aquel año.




10 PERSONAJES CELEBRES.


Sitiado Badajoz á principios del de 1811, mandó
Morillo una brigada en la salida que se hizo de
la plaza para tomar las baterías de S. Miguel
en 7 de Febrero, y en las acciones que tuvo dos
días después en Evora la división á que pertene-
cía.


Atacada esta el 19 en los campos de Santa
Engracia, dispersada casi en su totalidad y he-
cha la mayor parte prisionera 5 trató Morillo de
restablecer el orden con su regimiento de la
Un ion , formándole en columna y retirándose á
las alturas inmediatas de S. Cristóbal, donde se
hizo fuerte. Vinieron sobre él los enemigos con
tan crecidas fuerzas, que hubo de formar el cua-
dro y emprender asi su retirada á Yelves. Tres
veces le cargaron los enemigos con la mejor ca-
ballería que tenían, y recibidos otras tres con se-
renidad y denuedo, fueron rechazados en todas
con gran pérdida.


Por mas que los gobiernos, asi como los pue-
blos, solo aprecien en lo general los hechos mi-
litares por su próspero ó adverso resultado , el
que entonces regia la nación mostró bastante
grandeza de a lma, para apartar, por un momen-
to la vista del desastre que acababan de esperi-




BOBILLO. I |
mentar nuestras tropas, y fijarla en el arrojo y
bizarría con que el regimiento de la Union habia
logrado sostener el honor de las armas. Conce-
dióle llevar al lado izquierdo del pecho un es-
cudo bordado de plata , en campo verde, en
que se señalaban las cargas de la caballería , y
se figuraba el cuadro de infantería que la recha-
zaba , y en cuya orla se leian estas palabras:
Premio d la Union en 19 de Febrero de 1811.
Morillo obtuvo igualmente en 14 de Marzo la
confirmación del grado de Brigadier que le habia
sido conferido sobre el campo de batalla.


Pasando después á mandar una división en el
4," ejército, destrozó con ella en la sorpresa de
Belalcázar, en la, noche del 6 al 7 de Junio la
columna móvil del coronel Normand ; y no fue
menos feliz en la de Esparragosa del Lareo en
I.° de Junio.


A pocos dias hubo de emprender su retirada
de Despeñaperros á D. Benito y Cáceres; en Vi-
llanuevá del Duque batió el 16 de Julio una co-
lumna enemiga, y tuvo otras varias acciones basta
que el 28 del mismo en la de Arroyo-Molinos,
en la cual mandaba Morillo la infantería españo-
la, se obtuvo un completo triunfo sobre la divi-




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


sion enemiga á cargo del general Girard , can-
sándole la pérdida de 400 muertos y heridos,
entre ellos el general Domhrousky, y haciendo
prisioneros al general Brun , al Príncipe de Arem-
berg, al gefe de Estado Mayor Idr i , un gran
número de oficiaies y 1,400 soldados.


Señaló Morillo los primeros dias del año de
12 , saliendo el 5 de Enero de Montanches, para
hacer con su acostumbrada actividad y destreza,
una escursion á la Mancha, llegando hasta Al-
magro , entrando el 14 en Ciudad-Real, y re-
gresando á Estremadura después de causar pér-
didas considerables á los franceses. Permaneció
por largo tiempo en esta provincia con el ejército
aliado al mando del general Hill, destinado por
Lord Wellington á cubrirla, mientras él se ade-
lantaba por Castilla. En Mayo de 1813 arrojó de
Alva de Tormes un cuerpo enemigo de infante-
ría y caballería, distinguiéndose en aquella jor-
nada los cazadores de la Union y de Doyle.
Continuó sus movimientos el ejército aliado, for-
zando por fin al enemigo á la memorable batalla
de Vitoria. Mandaba aquel día Morillo la división
española del ala derecha, y tuvo la gloria de que
le tocase empezar el combate contra la izquierda




MORILLO. 13


enemiga, atacándola con gallardía en las alturas
que ocupaba; no abandonó el puesto, á pesar
de quedar herido, y obtuvo en 3 de Julio la
faja de Mariscal de Campo.


Arrojarlos ya los enemigos del territorio es-
pañol y perseguidos por los aliados dentro del
suyo, el 10 de Noviembre acometió Morillo con
su división los apostaderos de los contrarios en
las faldas del Mondarin, se apoderó de algunos de
ellos, protegiendo de aquel modo las maniobras
de los ingleses. Retiradas al país las tropas es-
pañolas, solo quedó en Francia la división de
Morillo ; con ella pasó el 9 de Diciembre el Nive,
por los vados de la Isleta y Cabarre, y se ense-
ñoreó del cerro de Urcuray y otros inmediatos,
desalojando á los franceses que intentaron ha-
cerse fuertes en ellos. Continuó teniendo parte
activa en todas las operaciones del ejército aliado,
hüsta que la suspensión de armas concluida en
18 y 19deAbriJ de 1814, puso fin á las hostili-
dades y término á la tenaz y gloriosa guerra de


independencia. No por eso .concluyeron las fa-
tigas del general, pues repuesto apenas de las
que por espacio de seis años de una lucha tan
reñida como desastrosa acababa de sufrir, Ic es-




1 4 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


peraban ya otras de mayor tamaño y de distin-
tinta naturaleza.


Nombrado en 14 de Agosto capitan general
de las provincias de Venezuela, y general en
gefe del ejército espedicionario de Còsta-Firme, con
orden espresa de reparar la division con la que
tantos triunfos habia conseguido y de reforzarla
con otras: t ropas, tovo que dedicar á esto todos
sus cuidados, hasta que en el mes de Noviembre
partió para Cádiz á reunirse con la división que
se hallaba ya en aquel puerto , compuesta de
seis batallones de infanteria, dos regimientos de
caballería, dos compañías de artiliería de á pie,
una de obreros y üji escuadrón de artillería á
caballo. Las fuerzas marítimas que bajo el mando
independiente del brigadier D. Pascual Enrile,
formaban parte de la espedicion, constaban del
navio S Pedro Alcántara de 64, de las fragatas
Diana é Ifigenia de 34, de una corbeta de 22, de
una goleta de 8, y 13 faluchos cañoneros.


El dia 17 de Febrero de 1815 dio la escuadra
Id vela de Cádiz con un convoy de 70 traspor-
tes ; el 3 de Abril recaló en la isla de Tabago
y el 4 fondeó' en Puerto-Santo. Reunido allí al
ejército espedicionario el teniente coronel Don




M O R I L L O . 15


Francisco Tomás Morales, comandante dé las
fuerzas de barlovento, zarpó toda la escuadra el
7 y se presentó delante de la isla de Margarita,
que fue ocupada el 10 á discreción, sin necesidad
de recurrir á las a rmas , después de algunas ne-
gociaciones. El primer cuidado del general fue res-
tablecer en ella la paz y tranquilidad indultando
á los rebeldes, según el espíritu de las órdenes que
llevaba; nombrando autoridades, arreglando la
guarnición y todos los ramos de lá administra-
ción pública, y. adoptando cuantas medidas creyó
oportunas para la quietud y bienestar de los ha-
bitantes.


El 22 del referido mes salió la escuadra de
Margarita á hacer aguada en la isla de Coche,
delante dé la cual se incendió el 23 el navio San
Pedro Alcántara. El mismo d ia , y antes de aque-
lla catástrofe, sé había embarcado Morillo de ma-
drugada para Cumaná en la fragata Diana ; y la
plaha mayor y todo el convoy dio la vela para
dicho punto el dia siguiente. El 2 de Mayo pu-
bfleó Morillo en Cumaná un bando para preve-
nir la indisciplina del ejército, y recogió las ban-
deras de las tropas leales del pais, colocándolas
en la Iglesia, y dándoles otras mas españohs.




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Fue esto como un preliminar para suavizar la
guerra sin cuartel que allí se hacia desde mu-
cho tiempo, y en apoyo de esta medida y entre
otras disposiciones relativas al orden y disciplina,
mandó que el que diese muerte en el campo de
hatalla á un enemigo rendido fuese pasado por
las armas; lo cual se llevó á efecto.


Organizada en Cumaná la pequeña división
que se envió al Perú por el Istmo de Panamá,
al mismo tiempo que pasaron seis compañías
de infantería á Puerto-Rico; después de haber
tomado varias providencias para el arreglo militar
y régimen civil de las provincias de Oriente y
sus llanos, marchó con el resto de las fuerzas
á la Guaira, partiendo de allí el general Mori-
llo para Caracas, adonde llegó el 11 de Mayo,
anunciándose en la proclama que dirigió á sus
habitantes como un hermano que iba á llevarles
la paz y tranquilidad, ahuyentadas por el genio
de la discordia de aquel desgraciado suelo, i « Cuan
grato me será en mi vejez les decia, el oir qun
sois felices! Yo me diré entonces con orgullf:
los puse en el camino de la dicha, sofocando
los partidos y conservándolos leales al Rey. •


Desde su entrada en la capital de Venezuela




MORILLO . 17


no tuvo un momento de descanso. Reducido a
cenizas, como liemos dicho, el navio S. Pedro
Alcántara, y los caudales, víveres y municiones
que encerraba, era preciso examinar detenida-
mente el estado del pais y los recursos con que
podia contar para las grandes operaciones que le
llamaban á otros puntos distantes. Tocó la deso-
lación de los pueblos, y compadeció sus desgracias;
pisó los funestos lugares que habían sido teatro
de las mas bárbaras é inauditas carnicerías; vio
por último las señales de ías hogueras en que
habían espirado entre crueles tormentos centenares
de inocentes, sin mas delito que haber nacido en
Europa , y las regó con sus lágrimas. (*)


(') La proposición segunda del manifiesto de las provin-
cias de Venezuela, firmado .por Antonio Nicolás Bricefio
en Cartagena de Indias á 16 de Enero de 1 8 1 3 , empezaba
por estas notables palabras-: «Como esta guerra se dirige
en su primer y principal lili á destruir en Venezuela la
raza maldita de los españoles europeos, en que van inclu
sos los isleños (ios de Canarias), quedan por consiguiente
escluidos de ser admitidos en la ospedioion por patriotas
y buenos qui! parezcan, puesto que no debe quedar ni
unq^olo vivo.»


bn la novena se decía: «Se considera ser un mérito su-
üciente para ser premiado , y obtener grados en el ejér-
cito el presentar un número de cabezas de españoles en
ropeos, inclusos los isleños: y asi el soldado que presen-




18 PERSONAJES CELEBRES.


Concluidos los preparativos necesarios para la
grtvnde espedicion que iba á emprender sobre el
nuevo Reino de Granada , marchó inmediatamente
á visitar; el interior de la provincia en í.° de
Junio, Pasó por los hermosísimos valles de Ara-
gua , llegó á Valencia del Rey y se trasladó en
seguida á Puerto-Cabello , doqde estaban reunidas
las, fuerzas de mar y tierra que debían ir al vi-
reinato de Santa F e , inclusas las tropas del pais
que se pudieron reunir. Por aquel tiempo obtuvo
Morillo el despacho de Teniente General.


Antes de dar la vela de Puerto-Cabello para
Cartagena, se despidió en 10 de Julio de los
habitantes de Venezuela , y apenas llegó á las
costas de aquella provincia, hizo dirigir la voz á
los americanos del nuevo reino de Granada por
el Intendente D. José Domingo Duar te , anun-
ciándoles las pacíficas intenciones del ejército real.
Creía el General que seria escuchada la voz de
aquel gefe por ser compatriota de los insurgentes,
y haber residido muchos años en aquella capital.


tare veinte cabezas de dichos españoles será ascendido á
Alférez vivo y efectivo ; el que presentare treinta , á Te-
niente ; el (pie clncu nía á Capitán , etc.




MORÍ 1X0. 19


Desgraciad a meu te fueron desechadas con altane-
ría , sus ofertas, y no le quedó 'Otro medio que
reeurriv á las armas.


Desembarcó luego en Santa Marta , y alli dis-
puso que una división, á las órdenes del Brigadier
O. Pedro Ruiz de Porras., marchase á Mompox
para sostener aquel punto á todo trance, vigilar
ios rios Cauca y Magdalena , destruir ó atraer á
sí el cuerpo que tenia Bolívar, auxiliar el paso
de la vanguardia mandada por el Coronel Morales,
proteger el movimiento que debía hacer pa-
ra amagar un ataque sobre Santa Fé de Bo-
gotá la división del Coronel Calzada , y coadyu-
var al buen éxito del sitio de Cartagena. Dispuso
también que pasase á la Isla de Jamaica el In-
tendente , para proporcionar recursos; y después
de adoptar otras disposiciones, partió para Car-
tagena, quedando investida y bloqueada dicha
plaza el dia 12.


Podía el General haberla destruido en poco
tiempo, pero prefirió las fatigas y panalidades de
unjsitio prolongado, á la dolorosa certidumbre de
la pronta ruina de Cartagena. En vano dirigió
la voz á los pueblos, ofreciéndoles la paz y ame-
nazándoles con que, si se atreviesen d volver




20 rEnSONAJES CÉLEBRES.


sus urinas contra S. M. , supais seriaren breve
ttn vasto desierto.


Coutinuó el sitio durante el cual se hicieron
varias espediciones para ocupar las provincias in-
mediatas y allegar víveres en la de Santa Marta,
mientras se iban apoderando nuestras armas de
las islas que forman la balu'a , hasta encerrar las
fuerzas marítimas enemigas en la parte interior;
dirigiendo todas las operaciones del bloqueo y
los ataques de mar , el General D. Pascual Bu-
rile , y habiendo quedado escarmentados los ene-
migos que se hallaban en Santa F é , al intentar
hacer levantar el sitio de Cartagena. Prolongá-
base este á pesar de las humanas y templadas
amonestaciones del General, desde Torrecilla
en 2 2 , 23 y 24 de Setiembre y 4 de Octubre;
crecía la penuria de los sitiados, que tampoco
oyeron las generosas ofertas que se les hicieron
de nuevo en 4 de Diciembre, hasta que por últi-
mo el 6 , después de 116dias de un sitio en que
no hubo clase de calamidad que no sufriesen los
sitiados, embarcándose los gefes con la guarnición
venezolana, huyeron de la plaza y la abandona-
ron. Ocupáronla inmediatamente los sitiadores,
que presenciaron t i espectáculo mas doloroso al




M O R I L L O . 21


ver ei sin número de cadáveres insepultos que
existían en las calles y en las casas. Dispuso el
General suenterramieato, y que se atendiese al sus-
tento de los poeos habitantes que habían*podido
resistir á los rigores del hambre.


Arreglado todo lo necesario para la próxima
campaña , salió Morillo de Cartagena- el 16 de
Febrero de 1816, habiendo enviado antes una
columua á la provincia de Antioquia, y dirigiendo
al mismo tiempo-por el rio de la Magdalena una
numerosa flotilla- con los equipages, víveres y
municiones del ejército.


A su llegada á Mompox , principiada ya la
campaña,, recibió aviso Morillo de haber, sido
completamente derrotados los enemigos en Cachiri,
y que Bolívar habia formado una espedicion con
los medios y auxilios sacados de la Jamaica y
Cayos de S. Luis , y que se dirigía según unos
a Cartagena, y según otros á Caracas; todo lo
tenia previsto el General , y aquellas noticias en
nada alteraron su plan. Adviértase que desde
Mompox , habia solicitado de S. M. que le Re-
leíase de un cargo tan superior á sus fuerzas.


No nos detendremos en la narración de varias
acciones de guerra que tuvieron lugar hasta el l.°




22 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de Abril, en que estaba ya Morillo en '©caña, y
á pesar de la seguridad que tenia de que las pro-
vincias de Socorro y Tunja, serian envueltas y
ocupadas por sus tropas, invitó á-sus habitantes
á que no aumentasen sus males con una inútil
resistencia. Dispuso entre tanto que algunas tro-
pas'siguiesen su marcha ¿Caracas en busca de
Bolívar, á quien encontraron en1 efecto al de-
sembarcar, dispersándole y obligándole á refugiarse
en S. Toma.


En 24 de Abril, Bies-en que supo el General
haber sido agraciado con la gran cruz de Isabel
la Católica, publicó tairíbien inútilmente en Oca-
ña un indulto á los habitantes de aquel reino.
Nuestras columnas atacaron entonces á los ene-
migos, y después de repetidos combates entraron
en la capital r llegando Morillo áella ¿mediados
de Mayo, mientras el ejército perseg^ja veloz-
mente' al enemigo, quedando en 2S> de Junio
deshecho el ejército que se habia opuesto- á las
tropas espedicionarias.


Con anticipación á estas ocurrencias habia en-
viado Morillo sus órdenes á Quito, para que e¡
ejército dé aquélla provincia marchase sobre la
de Popayah, y se mantuviese en ella sin empeñar




M O R I L L O . 2 3


acción decisha, esperando Ja cooperación de las
columnas que debian ir sobre la misma provincia.
Hicieron estas los -mayores esfuerzos para llegar
á tiempo ál punto que se les Jiobia designado;
mas eran tan inmensas tos distancias y tan es-
casos los recursos, que no podiendo ejecutar las
marchas con la velocidad que convenia, dieron
lugar á que el enemigo atacase lina división
que: se habia fortificado en Tambo del Rey,
y que. batió y derrotó completamente á los
enemigos á pesar de su superioridad de fuer-
zas. •


El dia 30 de Mayo, solemnizó Mordiólos dias
del Rey publicando un indulto en Santa Fe de
Bogotá; y desde entonces dedicó toda su a ten-
ción á organizar ios ramos.déla administración,
restablecer la confianza pública y líi seguridad
iuterior, y promover la prosperidad común por
cuantos medios estaban á su alcance. Abriéronse
nuevos caminos, reparáronse los antigaos, se hi-
cieron puentes y calzadas, se establecieron: po-
sadas, ,y se propagó la vacuna, atendiendo•al
mismo tiempo á las ar tes , sin descuidar el so-
corro de los pobres y desvalidos; disposiciones
todas que probaban que el General no era menos




24 PERSONAJES- CELEBRES.


esperto en el manejo de los negoeios que en el
de las armas.


Mientras el verano penia término á las inun-
daciones del Arauca , anunció á los habitantes de
los llanos y á los de la nueva Granada el mo-
vimiento que iba á emprender sobre Venezuela,
amonestándoles á la paz.


No nos; detendremos en 1 especificar los males
y privaciones sin término-, que hubo de sufrir
el ejército durante aqu?l movimientos en marchas
de centenares de leguas, por montañas heladas
é inaccesibles, y abrasados desiertos, sin aguas
ni subsistencia; nuestros heroicos soldados, lo
arrostraron todo con una constancia y sufrimiento
que renovaba la memoria de los Fernandez, dé
los Urreas , dé los Garci-Fernandez de Silva , y
de los demás esforzados capitanes que agrega-
ron aquel vasto territorio á la corona de Cas-
tilla.


A mediados de Enero- dé 1817, pisó Morillo
el suelo de Venezuela. Un cuerpo de" 3,000 ca-
ballos insurgentes, mandados por Paez , bahía
atacado al General Latorre , dos dias antes de
su incorporación, al paso del Apure, y catorce
cargas consecutivas contra los causados batallones




MOMI.1,0. 25


'•*) En el maniliesto que las provincias ríe Venezuela


de Morillo, le hicieron conocer que los rebeldes
no eran ya una gavilla de cobardes ; fueron sin
embargo rechazados constantemente. Retiróse Paez,
y Morillo se adelantó hasta S. Fernando, cierto
ya de que la isla de la Margarita estaba ocu-
pada por los enemigos, perdidas en- gran parte
las provincias de Cumaná y Barcelona , y el alto
llano de la de Caracas, dominada casi toda la
grande estension que media entre el Apure y el
Arauca por el cuerpo'que mandaba Paez; y la
provincia de Guayaría por el sedicioso Piar.


Envió sin embargo socorros á esta última con
el General Latorre ; pero la fortuna no favore-
ció aquella operación , y Morillo tuvo que pe-
netrar hasta Cumaná y Campano, después de
haber atravesado' lo interior de tres provincias.
Todos los pueblos marítimos de los enemigos,
fueron tomados por nuestras t ropas; y poco des-
pués pisó Morillo con parte de su ejército el
suelo de la pérfida Margarita. Aunque la sangre
de sus compañeros de a rmas , alevosamente der-
ramada en aquel ingrato suelo por el mas ingrato
de todos los hombres, el pérfido Arismendí. (*)




26 PERSONAJES CELEBRES,


estaba clamando venganza ; antes de apelar á las


a r m a s , dirigió inútilmente palabras de paz alas


autoridades y habitantes; pero cuando iba á


tomar la ciudad de la Asunción, capital de


aquella isla, tuvo que abandonar su empresa a


causa de los progresos de los enemigos en la


provincias de Caracas, y volar con parte de sus


tropas á la capital de Venezuela. Permaneció allí


hicieron á todas las naciones civilizadas de Europa en
principios del año I B I S , hablando de este monstruo, de
cuyo nombre los Ayuntamientos , Diputaciones y Cabildos
creían necesario apartar inmediatamente su memoria por
honor ó la humanidad, y en obsequio de unos pueblos que
llenó después de tuto y desolación, se dice ademas:


«El traidor feroz, conseguidos algunos auxilios en
Santa i'é, se lanzó sobre su patria precedido de la fama
de una guerra á muerte que ejecutaba en toda su fuerza.


Once meses duró la dominación de aquel bárbaro; once
meses... cuyos dias fueron ¡constantemente marcados coii
asesinatos, violencias, rapiñas é impiedades; y en los
cuales la voluntad, ¡los deseos, una señal no mas del
tirano , eran las únicas leyes inviolables de Venezuela. Los
Ayuntamientos, Diputaciones y Cabi Idos se creeu dispen-
sados de recordar la orden escandalosa de 8 de Febrero
de 1814, que condenó á muerte á 800 españoles europeos,
haciéndoles perecer en los dias 1 4 , 15 y 16, y declaran-
do el lugar del origen por el único delito.


Este monstruo no solo fue comprendido en la aroiú>-
lía otorgada por el General Morillo a su primer entrada
en la Margarita, sino que le dejó en su patria , en el
Ayuntamiento, en su casa y con sus bienes, le dispensó
mil atenciones, le sentó á su mesa, etc., etc.




M O R I L L O . 27


pocos d í a s , y en ellos publicó el indulto espedido
por el Rey con motivo de su casamiento con Doña
Isabel de Braganza.


Marchó después el General al ejército, y se halla-
ba ya en Guadarrama sobre las orillas de la Por-
tuguesa , cuando supo que Bolívar, pasando el
Orinoco con numerosas fuerzas, marchaba rápida-
mente á reunirse én el alto de la provincia de
Caracas con el cuerpo que mandaba* Zaraza, y
dar principio á tes operaciones atacando á Ca-
labozo. Antes que este pudiera verificar su reu-
nión con Bolívar, fue atacado y destruido en el
sitio de la Hogaza. El 8 de Diciembre de 1817,
y con motivo de esta victoria, repitió Morillo el
indulto de S. M. á los disidentes, quienes lo
despreciaron sin embargo.


En este tiempo condecoraba el Gobierno á
Morillo con la gran cruz de San Fernando; y
en él también volvía Bolívar sobre Angostura, y
subía con la mayor serenidad por la orilla dere-
cha del Orinoco y lo pasaba por frente de la
embocadura del Arauca. Voló Morillo desde San
Carlos, donde se hallaba, y en menos de cuarenta
horas, llegó á principios de Febrero de 1818, a
Calabozo; y no pudiendo hacer frenteá las n i p




28 P E R S O r t A J ü S C E L E B R E S .


merosas fuerzas de Bolívar, resolvió el 14 reti-
rarse á las montañas y atraer al enemigo sobre
los valles de Aragua. Retirada memorable en la
cual acreditaron nuestros valientes guerreros su
heroicidad y constancia, atravesando treinta le-
guas de una llanura cubierta de cenizas, sin
agua, á la vista de un enemigo poderoso, y su-
friendo el sol abrasador de la zona tórrida-. En
aquella jornada , dio el General el ejemplo-, se-
guida por los gefes y oficiales, de marchar á pie
horas enteras, para que montaran en sus caba-
llerías los soldados mas desmayados. Llegó al
Sombrero el 16 , y derrotó á los enemigos que le
atacaron con ímpetu. Continuó su retirada sobre
Valencia del Rey, abriendo á Bolívar el paso á
los valles de Aragua , y colocando fuerzas supe-
riores sobre las Cocnisas para cubrir la capital.
Atacó á Murucay arrollándolo todo , pero habiendo
sido interceptadas las órdenes que enviaba á la
división de las Cocnisas mandada por el General
Latorre , logró retirarse el enemigo á la villa de
Cura , dejando por todas partes gran número de
prisioneros, cuyas vidas fueron respetadas. Nues-
tras tropas persiguieron vivamente á las de Bo-
lívar hasta la Puerta, donde reforzado este, atacó




M Olí i ixo . 29


a la vanguardia que desordenó y puso en disper-
sión. Llegó Morillo al campo de batalla en tan
críticos momentos ; vio el peligro y la suerte de
Venezuela , é hizo punto de honra el salvarla á
costa de su vida. Dio orden al cuerpo de ejér-
cito que venia en marcha , para que dejando las
mochilas volase al campo ; y poniéndose á la
cabeza del escuadrón de artillería, se arrojó so-
'ire 3,000 enemigos victoriosos, y los puso en
¿ergonzosa fuga. Volaba allí la muerte por todas
par tes , y en aquella terrible escena fue atrave-
sado Morillo por el vientre de parte á parte de
una lanzada. Pero estaba conseguido su intento,
y la victoria era casi cierta. Las últimas palabras,
las últimas órdenes del General en medio de las
crueles agonías de la muer te , que se creyó ine-
vitable , y de que le salvó milagrosamente la cir-
cunstancia de no haber probado alimento cuaren-
ta y dos horas antes, fueron las de salvar d los
•prisioneros y respetar sus vidas.


Las consecuencias de aquella victoria, obte-
n i da en 16 de Marzo, fueron el destrozar al ene-
migo en el Caimán, Ort iz , el Rincón de los
Toros, Cogede , los Patos y Nutr ias , haciéndole
mas de l,-r>0() prisioneros. Bolívar debió la vida




30 PERSONAJES CELEBRES.


en la Puerta a l a velocidad de su fuga, y en o!
Caimán á su fortuna.


Nuevamente exortó á la paz en 10 de Mayo
á los habitantes de Barinas y á los de Calabozo,
y llegada la estación de las lluvias en Junio , fue
preciso acantonar las tropas á fin de repararlas
y disponerlas para la campaña del año 1819.


Inauguróse este, saliendo el primer dia de él
el cuartel general de Valencia. Morillo no pudo
ir á su cabeza por hallarse en cama de resultas de
una caída del caballo que habia dado los dias
anteriores en Caracas; mas á pesar de tener
aun abierta la herida , tardó poco en volar al
ejército. Pasó este el Apure, y el enemigo aban-
donó á S. Fernando y todos) les pueblos del lado
acá delArauca, atravesando este rio y dirigién-
dose á Cunaviche y á les iumensos desiertos que
hay á la orilla izquierda del Meta. Siguióle nues-
tro ejército , pasó también el Arauca, y le tomó
las grandes baterías que allí había construido.


En 4 de Febrero , dirigió otra vez el General
palabras de paz á los insurgentes, y una ¡alocu-
ción escrita en su idioma, á los ingleses que
entre ellos habia, ofreciéndoles servicio, ó tras-
ladarlos donde gustasen; pero todo fue inútil.




M O R Í 1X0. 31


Hubo varias acciones parciales , y mientras el
ejército, en razón á aproximarse la estación de
las aguas , repasaba el Apure y se acantonaba,
fue Morillo .i la capital de Venezuela , á tratar
con aquellas autoridades; y por aquel tiempo le
confirió S. M. en t 7 de Diciembre el título de
Castilla , con la denominación de Conde de Car-
tagena, Marqués de la Puerta. Al concluir las
lluvias se trasladó á Valencia, recorrió algunos
de los departamentos del Occidente, y á princi-
pios de Febrero de 1820 , se hallaba ya en la
villa del Pao.


Hablan comenzado a llegar entonces á aque-
llos provincias las noticias del cambio político
ocurrido en Marzo en la Península ; é invitado
el Conde por algunos habitantes de Caracas para
acelerar el juramento á la Constitución , voló allá
y le prestó solemnemente. Los acontecimientos de
la guerra , le hicieron volver á Valencia, y allí
solemnizó nuestra regeneración política mandando
volver á sus casas á los desterrados , y poniendo
en libertad á los que aun no habían cumplido
sus condenas.


Marchando después el ejército contra Bolívar,
recibió el Conde en Caracas orden terminante de




32 P E R S O N A . l l i S C É L E B R E S


suspender las hostilidades á todo trance; la cual
le obligó á firmar en Santa Ana el tratado con
Bolívar , «que fue en cuantos golpes había re-
cibido de la adversa fortuna (son sus mismas
palabras) el que mas amarga impresión le habia
causado.»


En este estado llegó á Tocuito , en los prime-
ros dias de Noviembre, una orden concediendo al
Conde la real licencia que habia solicitado para
regresar á la Península. Con este motivo, todas
las autoridades y corporaciones, asi civiles y mi-
litares, como religiosas , le suplicaron suspendiese
hacer uso de aquella real gracia; pero el estado
de su salud y la necesidad absoluta de repararla,
no le permitieron condescender con tan lisongeras
súplicas.


Hemos procurado encerrar en un breve es-
pacio las campañas - que durante cinco años hizo
el ejército espedicionario de Costa-firme, y en los
cuales, sino hubo grandes batallas , hubo acciones
distinguidas, hechos gloriosos, sobrade valor y
denuedo por parte de nuestras t ropas , y sobre
todo hubo entusiasmo, constancia y heroísmo, no
ya para combatir á enemigos á quienes estaban
acostumbradas á vencer, sino para arrostrar el




MORILLO. 33


el hombre, la sed, el cansancio y la privación
absoluta por dias enteros hasta de lo uecesario
para conservar la existencia. ¿ Y qué diremos si
paramos la consideración en los obstáculos que
la naturaleza misma oponia á sus movimientos,
en la inmensa estension de 64,000 leguas cua-
dradas y casi totalmente incultas, que tiene el
Vireinato de Santa Fé desde Guayaquil á Carta-
gena N. S., y desde Maracaibo á las costas de
Popayan E. O.? ¿Qué si contemplamos la mul-
titud de rios que tenían que atravesar á cada pago
nuestros soldados, siendo frecuentemente presa
de los caimanes y otros animales dañinos, de que
tanto abunda aquel territorio? Apenas podrá
concebirse que un puñado de hombres, sin mas
recursos que el esfuerzo de su ánimo, hubiesen
llevado á cabo en el breve espacio de cuatro meses la
reconquista y pacificación de todo aquel vireinato.


Llegado el Conde á la capital de la Península
á fines de Abril de 1821, fue su primer cuidado
reimprimir el manifiesto que habia dado á luz en
Caracas, en Setiembre del año anterior, con
motivo de las calumnias é imputaciones atroces
y falsas, publicadas contra su persona y adminis-
tración.




34 PERSONAJES CELEBRES.


Llamaron por aquellos dias la atención del
Gobierno sucesos lamentables , que llenaron de
consternación á todos los vecinos honrados de
la :Corte: el asesinato de Cura Vinuesa y los
desórdenes de aquellos dias, indugerou al Gobier-
no á nombrar Capitán General de Madrid, al
Conde de Cartagena, cuyos principios moderados y
firmeza de carácter bien conocida, esperaba lograría
desconcertar los planes de los demagogos. En
efecto, gracias á la constante actividad del Gene-
ral y del Gefe político D. José Martínez de San
Martin , no se atrevían á emprender nada. Hubo
de cesar el Conde en sus funciones de Capitán
General de Castilla la Nueva, tres meses después,
con motivo de haberse mandado formar sumaria
sobre las ocurrencias de la guardia del convento
de San Martin, en 20 de Agosto del eitado año.
El Conde fue declarado absuelto, y en consecuen-
cia mandó S. M. en 16 de Setiembre que se vol-
viese á encargar del mando del distrito Añadió
ademas el Monarca á esta pública satisfacción,
la de nombrarle al mes siguiente su Ayudante^e
Campo, y en el inmediato Noviembre su Gentil-
hombre de Cámara con ejercicio.


Mantuvo el Conde el orden por algunos meses




MORILLO. 35


á fuerza de fatigas y desvelos; pero el mal era
grande para ¡ceder á paliativos. Los esfuerzos del
Gobierno retardaron la ; crisis , mas no pudieron
evitarla. A mediados del año 1822, principiaron á
circular varios rumores de que los batallones de
la Guardia Real iban á ser desarmados; y este
fue el pretestó¿ sino la causa, del movimiento
tumultuoso con que alteraron estos cuerpos la
tranquilidad pública en aquellos dias. Súpolo el
Conde en 30 de Jun io , hallándose postrado en
cama; pero le llamaba la patria y el deber, y
nunca se habia mostrado sordo á su voz. Nom-
brado al dia siguiente Comandante general de
dicho cuerpo, voló á los cuarteles, arengó á los
soldados, y logró contenerlos por entonces.


, Sabidos son los sucesos desagradables del 7
de Jul io: el Conde hizo renuncia en 5 de Agosto
de la Capitanía general, que no le fue aceptada;
repitióla sin embargo al dia siguiente, y al in -
mediato accedió por fin el Gobierno á sus deseos.


Pasó luego á tomar las aguas del Molar para
restablecer su quebrantada salud; y receloso, sino
sabebor de que se iba á cometer con él alguna
tropelía, abandonó aquel punto y se dirigió á
la Zarza de Plasencia. Detenido en este lugar por




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


no llevar : pasaporte, el Gobierno noticioso del
hecho, le mandó venir á la Corte; mas habiendo-
llegado al Escorial en 7 de' Noviembre con otra-1


nueva dolencia , hubo de permanecer allí algunos'
dias antes de cumplir aquel mandato.


Presentóse por aquel tiempo en las Cortes un
dictamen de la mayoría de la Comisión de medi-
das, en que se acriminaba la conducta' observada
por el Conde en los acontecimientos de que aca-
bamos de hacer mención; y hubo de vindicarse
por medio de un impreso, publicado en 10 de
Febrero de 1823 , en el cual rebatía victoriosa-
mente todos los cargos que se le hacían.


Nombrado pocos dias después General en Gefe
del cuarto ejército, continuó á su frente y de-
sempeñando la Capitanía General de Galicia, hasta
que sus heridas le obligaron á solicitar real li-
cencia para pasar á restablecerse á Francia. Otor-
gósela S. M. en 23 de Noviembre, y en 1.° de Ene-
ro inmediato se embarcó en la Coruña para aquel
destino. Allí pasó seis años entregado á los pla-
ceres tranquilos de la vida doméstica, en brazos
de su esposa, y cuidando de sus tiernos hijos.
Con motivo del nacimiento de nuestra augusta
reina, obtuvo el Conde en 19 de Noviembre




MORILLO. 37


de 1830, real permiso para regresar á España,
con los grados y honores que disfrutaba en 7 de
Marzo de 1820; y posteriormente en 5 de Junio
de 1831, su cuartel en esta Corte.


No tardó mucho tiempo en presentarse la
ocasión de acreditar su fidelidad. Nombrado en 26
de Octubre de 1832, Capitán General del reino
de Galicia, pasó inmediatamente á Santiago, ca-
pital entonces, trasladándose después á la Cora-
ña que pasó á serlo, para establecer allí la au-
diencia y demás dependencias, con la celeridad
que convenia al curso espedito de los negocios.


Treinta y dos mil realistas, armados y po-
seídos generalmente del mismo espíritu que los
de las demás provincias del reino, contaba en-
tonces Galicia; fuerza tanto mas temible, cuanto
no habia la suficiente del ejército para contrar-
restarla en caso necesario. En pocos dias logró
el Conde recoger mas de 26,060 fusiles , sin la
menor alteración ni disturbio. El Gobierno no
tuvo á bien aprobar aquella operación; cosa que


^intió el Conde tan amargamente , que en los
primeros momentos estuvo á pique de que le
abandonase la serenidad que tanto le distinguía,
hasta en lo mas recio de los combates. Sin em-




38 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


bargo continuó dicha medida, recogiendo en poco
tiempo los 6,000 fusiles restantes, que sirvieron
como los anteriores para armar á la Milicia ur-
bana.


Mientras se ocupaba en organizaría, recibió una
comunicación del Gobierno, en la cual después
de enterarle de que S. M. acababa de conceder
al Infante D. Carlos licencia para ir á Italia, con
cuyo motivo se debia trasladar á Valencia do Mi-
ño , se prevenía al Conde que pasase inmediata-
mente á Tuy para recibirle y acompañarle á Vigo,
en donde se debia embarcar. El Conde pasó en
efecto á T u y , pero en 7 de Setiembre supo por
el Ministro de España en Lisboa que D. Carlos,
lejos de pensar eu trasladarse á Italia, se habia
unido á D. Miguel.


Desvanecido pues el objeto de su permanencia
en T u y , pasó á recorrer varios pueblos de la
provincia. De vuelta á Orense, en 27 de Octu-
b re , el estado de los negocios le obligó á mar-
char hacia la Puebla de Sanabria con dos bata-
llones , dejando orden para que le siguiesen otros,
dos que se hallaban en Santiago y en la línea
del Miño , asi como 600 carabineros de infante-
ría , cuyas tropas se reuuieron todas en Benaven-




MORILLO. 39


te á mediados de Noviembre. Envió desde alli
dos batallones á Leoh, é informado por el Ge-
neral Rodil de los movimientos del Infante hacia
Chaves, pasó él mismo con el resto de las fuer-
zas á Sanabria.


Atacado en Verin de una grave enfermedad
tres ó cuatro dias después, hubo de guardar cama
por un mes, trasladándose, ya mejorado, en 7
de Enero de 1834 á Ginzo de Limia, en donde á
su llegada recayó de la pasada dolencia. Nueva-
mente restablecido, volvió á recorrer el distrito
de su mando, hasta que á fines del año 1835 obtuvo
real licencia para venir á la Corte á reparar sus
dolencias. La tranquilidad y reposo de la vida
doméstica , y los auxilios de la medicina, dis-
minuyeron por algún tiempo los progresos del mal,
mas no pudieron detenerlos. Creyó el Conde que
con las aguas de Bareges en Francia recobraría
la salud, y obtuvo licencia para ir á tomarlas;
salió de Madrid en Agosto de 1836, y los cuidados
de su amada esposa, las caricias de sus tiernos


#iijos, y la solicitud atenta y constante de los mé-
dicos , solo pudieron prolongar su dolorosa exis-
tencia hasta el 27 de Julio de 1837, en que bajó
al sepulcro en Bareges á la edad de 59 años cum-




40 PERSONAJES CELEBRES.


piídos. Sus restos fueron depositados por su des-
consolada esposa en un terreno del Común de
Lux, que compró al efecto, mientras le preparaba
mas digno lugar en su patria.


Tal fue el fin de uno de los caudillos mas se-
ñalados que produjo la guerra de la independen-
cia. Sus hechos y proezas en ella, y sus campa-
ñas en América, llenarán á su tiempo algunas
de las mas brillantes páginas de nuestra historia.


Era de estatura regular y muy corpulento: en
su rostro moreno y grave brillaban sus ojos ne-
gros, cuyo mirar, atento sin descaro, mostrábala
penetración de su alma. Robusto y ágil no había
fatiga ni privación superior á su constancia y su-
frimiento. Fue honrado, á fuer de castellano; hu-
mano y compasivo, á par que valiente y esforza-
do ; amigo fiel y constante; generoso y despren-
dido ; de costumbres sencillas; franco en su tra-
to. ; esposo tierno, padre amantísimo y buen ciu-
dadano. Últimamente, en la cumbre de los cargos
y honores á que se vio elevado, no se desvaneció
un solo instante, dando asi la mayor muestn_
que puede dar un hombre de ser acreedor á ellos.




*




• ' * 1 ' я


ПОТАШ ïeiiîjite* " J E ¡ . B I C A AIX.




L). FRANCISCO


IHAÜTIIVEZ d k ti a ROSA.


"Una !1líX'!H,¡]ri.,\ variada y persua-
siva , un valor sosegado y tranquilo,
una grande presencia de ánimo, prin-
cipios de orden unidos á un sincero
idéelo n la libertad, una reputación
honrosa y pura, son cualidades ra-
ras y esenciales que no podra dispu-
tarle un hombre de buena fe »


M. DEMMiTIGNAC. —Ensayo sobre tk
¡{evolución de España-, pág. ;18í.


«..•Desacreditados los sistemas es-
treñios, solo se ocupa ta generación
actual en resolver el problema mas
importante para la felicidad del linage
humano: ¡.cuáles son los medios de
hermanar el orden con, la libertad?»


Ksi'IWTi1 DF.I. S ido . -- Intrml•ic-
P I O I l .


Cuando durante treinta años de trastornos y
discordias , de revoluciones y reacciones en d i -




2 PKHSONA.JES Clíl.T.ltRT.S.


versos y opuestos sentidos, consigue un hombre
conservar intacta su reputación de honradez , al
paso que desaparecen todas las reputaciones-, cuan-
do enemigos y amigos proclaman á una voz las
eminentes y nunca desmentidas virtudes que á
este hombre adornan; cuando su talento y elo-
cuencia son reconocidos por todos asi nacionales
como estraugeros ; cuando en fin , ni la proxi-
midad del cadalso , ni los puñales de los asesi-
n o s , ni los odios de los partidos, ni los halagos
del poder , han podido hacer variar á este hom-
bre de sus convicciones y firmeza de principios,
indudablemente es este personaje un tipo digno
de veneración y respeto , y encierra en sí cualida-
des eminentes, poco comunes en los tiempos de
desmoralización, de apostasía y denegras ingra-
titudes que hemos transcurrido y vamos transcur-
riendo. Noble á la par que agradable es la misión
del biógrafo , cuando tiene que presentar la vida
inmaculada , y los grandes servicios, y el ilus-
trado saber de, un personage que llevado por el
huracán de la revolución mas innoble en su ori-
gen y preteslo, y mas estéril en sus resultacT&s
de cuantas hemos sufrido, lejos de su patria, i¡i
puede acusársele de lisonja, ni suponerse en loque




M A R T Í N E Z D E L A R O S A . 3


diga, mira alguna de interés. El personaje ilus-
tre de quien vamos á ocupamos, y con cuya
amistad nos honrarnos, ha dado ya lugar á va-
rias biograíiias hechas por nacionales y tstran-
jeros, acordes todos en tributarle los elogios que
;i su saber, á sus virtudes y patriotismo son de-
bidos , y que ni sus mas encarnizados enemigos,
porque nunca faltan aun parala v i r tud, se atre-
ven á negarle.


Corto es seguramente el espacio en que de-
bemos encerrarnos, para bosquejar detenidamente
las vicisitudes políticas del ilustre granadino; para
analizar las obras de su ingenio , como escritor,
su sublime elocuencia como orador, y sus actos
políticos como hombre de gobierno ; pero estas
eminentes cualidades son tan conocidas de todos
los españoles, que su misma notoriedad nos evita
la difusión, y hace casi innecesaria una minuciosa
enumeración de ellas.


D. Francisco Martínez de la Rosa, nació en
Granada en el año de 1788, «época ciertamente
fecunda en hombres parlamentarios de primera
linea , cuando nacia en Inglaterra Sir Roberto
Peel , cuando nacia en Francia Mr. Guizotj
cuando acababan de nacer sn España los Se-




•1 V É R S O N . W E S C E I . F . P . H F . S .


ñores Toreno é Isturiz , y poco antes-de que
naciese el Sr. Alcalá Galiano, » como lia dicho
nuestro apreciado amigo , el Sr. Pacheco, en la
biografía del mismo personaje que nos ocupa.
Recibió el Sr: Martínez la educación correspon-
diente á su clase , y pronto dio muestras de su
afición y gusto por las bellas letras, sobresa-
liendo entre todos sus condiscípulos , y desempe¿
ñando ya una cátedra de moral en la Universi-
dad de Granada.


La alevosa invasión de los franceses en Espa-
ña en 1808 , y las escenas sangrientas del 2 de Mayo
éri Madrid , éscitaron :por todo el ámbito de la
Península un sentimiento de indignación , y toda
la juventud llena de patriótico entusiasmo, corria
á tomar parte éri aquel gran movimiento nacional
espontáneo, y no hijo' de ; ainañós éintrigas pro-
movidas por los ambiciosos, como otros muchos
que hemos presenciado después, y que por lo
mismo han dado resultados nulos ó contrarios
a lobjéto que los servia dé pretesto. Formáronse
en todas las provincias juntas para atender al arma-
mentó y defensa ; y la de Granada confio'al jovet!
•Martínez de la Rosa, que no habia sido d* los últi-
mos en dar muestras del puro amor patrio que éri




MARTIiVEZ l>E LA ROSA. S


su pedio ardía , el encargo de pasar a Gibraltar,
á-.On de reclamar del Gobierno inglés y del go-
bernador de aquella plaza, auxilios con que aten-
der á la guerra que se había encendido en la
Península. No fueron inútiles,, n o , aquellos es-
fuerzos , y el 19: de Julio de 1808, vieron los
campos de Baylen humillado el orgullo del ejér-
cito francés, en el insigne triunfo conseguido
allí por el; General Castaños, sobre el ejército
de Dupont : de cuyas resultas quedó libre Ma-
drid de los invasores,: que se retiraron al Ebro,
y se instaló la Junta 'Central en Arapjuez.


Concluido asi. el* primer periodo de la insur-
rección, que solo pechos'jóvenes y ardientes po-
dían sostener, tocó el arreglo y dirección de los
negocios á hombres mas esperimentados , y Mar-
tínez aprovechó aquella circunstancia para pasar
á Inglaterra, y observar por sí m i s m q a l l i , el
sistema representativo que se quería plantear en
España. Poco permaneció allí el joven andaluz, y
habiéndose retirado á Cádiz el Gobierno, a con-
secuencia dé la s vicisitudes de la guerra, y con-
vocadas las Cortes de la nación en la ciudad de
S. Fernando, acudió á aquel pun to , ya que no
de diputado, por no permitírselo su corta edad,




6 PERSONAJES CELEBRES.


por estar allí entre sus amigos,. y en el sitio
que él consideraba como cuna d8 la independen-
cia y libertad nacional.


Unido altí el Sr. Martínez en estrecha amistad
con hombres que, mayores en edad, profesaban
sus mismos principios, y - estaban animados de
iguales sentimientos , pertenecía por lo tanto á la
fracción mas inteligente del partido liberal; los
Arguelles, los Quintanas, y otros que han ob-
servado después una conducta muy diversa de la
suya , y á quienes nada ha enseñado la práctica
«le los negocios, ni los adelantos que en las teo-
rías del Gobierno representativo se han hecho,
eran entonces sus amigos. Todos creían entonces
acertar, y no les acusaríamos por el lo , pues era
lo que allí se hacia efecto de una, reacción ne-
cesaria, después del mal Gobierno, que la nación
habia tenido , si hubiesen marchado luego todos
á la par de las liices del siglo , y no se hubiesen
empeñado los mas en sostener su obra de enton-
ces, imitando el ilustrado ejemplo que Martínez
les daba, de marchar con el progreso del siglo,
en vez de quedarse estacionados y como encanta-
dos por la supuesta hermosura de su obra. De
obstinado^ y aferrado en sus opiniones tachan al-




M A R T Í N E Z D E L A J A O S A . 7


gunos alSr . Martínez de la-Rosa , y si este cargo
puede ser cierto en algunos casos, como lo ve-
remos después, no son los que ni un paso han
adelantado en el transcurso de tantos años , los
que pueden dirigírselo.


Desempeñó Martínez por aquel tiempo el cargo
de Secretario de la comisión de libertad de im-
prenta, y se ocupaba de algunas obras literarias,
habiendo escrito ya en 1809, un canto épico á la
Jieróica defensa de Zaragoza , para el concurso
mandado abrir por la Junta Central, y eu el que
si no obtuvo el premio, fue solo á causa de los
desgraciados "sucesos de la guerra. Después , en
Cádiz, pubhcó y obtuvieron muy buen éxito sus
obras dramáticas, la comedia Lo que puede MI
empleo , y la tragedia de la Viuda de Padilla.


Concluyeron su obra las Cortes constituyentes,
y levantado el sitio de Cádiz , eligiéronse las or-
dinarias, para las cuales fue nombrado diputado
por la provincia de Granada, elSr. Martínez, y.si
bien conoció ya en aquel Congreso , muchos de los
defectos que tenia el Código jurado por é l , y las
leyes promulgadas, su respeto profundo á sus
juramentos, y sus juveniles ilusiones, Je hacían
atribuir mas bien Jos males á la ausencia del




8 PERSONAJES CELEBRES.


Monarca, que á la imposibilidad de la ejecución
de la ley establecida. Mas adelante, la práctica
y tristes esperiencias, le han desengañado bien
de aquellas añejas teorías. t


Trasladadas á Madrid las Cortes, llegó á poco
tiempo á Cataluña y Valencia el R e y , á quien
Napoleón habia dado libertad ; y viéndose estaba
por el mal estado del pa i s , la inminencia de
una crisis política. Algunos hombres encargados
de la representación de los pueblos vacilaban ya,
y se disponían á seguir la sombra del sol naciente,
mientras que otros , y entre ellos Martínez de
la Rosa, esperaban impávidos y seguros en la
tranquilidad de su conciencia, el desenlace de
aquel drama. El decreto de 4 de Mayo dado por
el Rey en Valencia, anulando todo lo hecho durante
su cautiverio, ofreciendo lo que no pensaba en
cumplir , olvidando los inmensos sacrificios de
un pueblo que todo lo habia sacrificado por
su causa , desconociendo el progreso de las ideas
en España; aquel decreto, decimos, terminólas
dudas y recelos , y atrajo sobre el pais una reac-


ia
cion cuyas consecuencias se han hecho sentir fuer-
temente , y durarán tal vez mucho todavía por
desgracia de esta nación. En medio de los actos




M A R T Í N E Z 1>E L A R O S A . 9


de aquella feroz ingratitud, el Sr. Martínez de la
Rosa fue preso y procesado con otros Vocales de
aquellas Cortes y de las anteriores, no por. he-
chos criminales, ninguno podía imputársele, sino
por las opiniones emitidas, A pesar de su ju-
ventud, fue.de los tratados con mayor r igor , y
en vano se quiso arrancar de el una retractación
desús opiniones , para que sirviera de escarmiento
y ejemplo; el poder conoció bien pronto que
tenaz en la vir tud, no era fácil arrancar al jo-
ven preso , una flaqueza que le hubiera degradado.
Concluidas las causas, no pudo condenar la jus-
ticia , pero lo hizo el Monarca á su antojo; y él
Sr. Martínez de la Rosa, fue desterrado por diez
años al Peñón de la Gomera. ¡Buen pago por
cierto , á tanta vir tud! En aquel presidio de
África recibió desús gobernadores y subalternos
atenciones que no mereció á otras personas de su-
perior categoría, y para su distracion se encargó
de formar allí una compañía cómica, que repre-
sentase algunos dramas.


Allí permaneció hasta que , sublevado el ejér-
cito de la Isla que se destinaba á Ultramar , pro-
clamada la Constitución de 1812, y adoptada por
el Rey, que si tuvo ingratitud para condonar seis




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


años antes á sus autores, careció de valor para
resistir como Príncipe á la revolución, se rom-
pieron sus cadenas y se dirigió á Granada, donde
fue recibido con arcos de triunfo , y nombrado
diputado en las primeras elecciones. De este mo-
do recompensaba el país sus padecimientos du-
rante seis años.


No ' había abandonado el Sr. Martínez de la
Rosa los principios liberales, ni perdido la fé
en el sistema representativo; pero había decaído
su entusiasmo por la ley de 1812, y conocía la
debilidad en que con ella se hallaba el poder
ejecutivo para poder gobernar. Asi fue que estuvo
siempre de parte de la* ideas de o r d e n , y com-
batió sin descauso los instintos disolventes. Los
ministros pudieron contar con su apoyo en todas
las cuestiones esenciales , y en la célebre sesión
llamada de las Páginas se escucharon las pala-
bras pronunciadas por él de « defendiendo al Go-
bierno se defiende también la libertad » palabras
estrañas en aquella época, y que parecían una
completa condenación del sistema vigente , que
respiraba por todas partes hostilidad al poder.


Perdia con esto su popularidad el ¡lustre di-
putado por Granada ; inventóse contra su mode-




MARTÍNEZ DE LA ROSA. 11


ración el apodo de pastelero , acúsesele de in-
tentos de modificar la Constitución, y por últi-
mo el mártir de los seis arios fue perseguido
en 1821, por las turbas que invocaban la libertad
al salir del palaeio del Congreso; salvándole su
imperturbable valor pasivo y los esfuerzos de las
autoridades de la capital.


Las Cortes de 1820, habían terminado su
carrera é iban á reunirse sus sucesoras, producto
de las mas exacerbadas pasiones, nombradas por
las sociedades secretas que invadían ya la situa-
ción política del Estado. No había ministerio á
la sazón; cuantos eran llamados por el Rey se
negaban á aceptarle, y entonces se indicó al
Sr. Martínez de la Rosa, quien resistió al prin-
cipio con mucha resolución, pero cedió al fin
aceptando un cargo superior á todas las fuerzas.
Era la misión de aquel ministerio, mas que go-
bernar , luchar diariamente con las Cortes, y asi,
lo hicieron los individuos que lo formabau, en
los cuatro meses que duraron ellos y ellas, desde
1.° de Marzo hasta fin de Junio. Se observó en-,
tonces que en el mismo momento tres poetas,
Chateaubriand , Canning y Martínez de la Rosa,
ocupaban el ministerio de negocios estrangeros




12 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


en circunstancias graves ; pero sin «luda: alguna
la situación mas difícil era la del español; Como
era natural se aumentaron c o n t r a l l a s acusacio-
nes de que. intentaba reformar la ley política.; Ya
hemos dicho antes que había perdido las ilusiones
sobre el mérito de aquel Código, pero indudable-
mente le calumniaban los que le creían capaz de
modificarle por otíds medios que los que estable-
c í a l a misma Constitución. El Sr. Martínez de la
R o s a l e s en.nuestro concepto de aquellos hom-
bres qué no conspiran ni aun para el bien, y
su inflexible honradez no le hubiera permitido
acudir á los medios que se le imputaban. Pero
sino conspiraba el ministerio, conspiraba el Mo-
narca contra la ley política y contra su mismo
Gobierno. Esto trajo la situación del 30 de Junio,
la sublevación de la Guardia Real, y por último
el 7 de Julio con todas sus consecuencias. No
nos detendremos en referir unos sucesos que en
lo público fueron vistos de todos, y cuyas causas
secretas no son todavía bien conocidas; Los mi-
nistros permanecieron libres hasta el día 6, dic-
tando las medidas que creían oportunas para ter.
mina - aquellos acontecimientos, consecuencia sin
duda de una vasta conspiración, promovida por




MARTÍNEZ »F. I.A ROS*-. 1"


unos con el intento de modificnr la ley vigente,
y por otros con el de restablecer el Gobierno ab-
soluto. La conducta del Sr. Martínez dé la Rosa,
gefe del ministerio en aquella ocasión, y la de
todos sus compañeros, ha dado lugar á distintas
opiniones acerca de : si se obró con la resolución
y enerjia que las circunstancias exigían. Pero todos
deberán convenir eri la rectitud de intenciones de
los Secretarios del despacho-, instados por una
parte con ofertas revolucionarias, amenazados por
otra con hechoá de reacción, prisioneros ahora
de los realistas para ser después perseguidos de
los liberares, y qué en medio de aquel horroroso
drama, tenihn que temblar casi igualmente de
cualquiera de los dos partidos , en cuyo favor
se declarase la victoria. Cuando tal era la situa-
ción del Sr Martínez de la Rosa y desús colegas,
bien podra encontrarse en sil conducta algún paso
poco acertado, algún he'cho de escasa energía ó
de corta previsión ; pero de Seguro no se eueontra-
\\\ inreflcwin alguna que no fuese patriótica y
d^gná dé él.


De todos modos aprovechó los primeros mo
tnentosde la victoria para hacer dimisión de ur
tíesliúo que ya no le era posible desempeñar.




14 PERSONAJES CELEBRES.


Cuatro veces tuvo que repetir su renuncia, por-
que ni el Rey queria admitirla, ni el Consejo de
Estado consentía en que se le admitiese; pero
al cabo triunfó su resolución , y abandonando los
negocios públicos, se retiró al hogar doméstico
a considerar desde allí la tristísima solución <á
que rápidamente se encaminaban.


Después de haberse librado dé las persecucio-
nes de los vencedores que envolvieron á los mi-
nistros en una causa por sus actos públicos, como
pudieran haberlo hecho contra el reo militar mas
insignificante, escándalo que las mismas Cortes
se vieron precisadas á impedir, á pesar de su
hostilidad, estaba el Sr. Martínez de la Rosa en-
teramente separado de los negocios, y profun-
damente afligido de ver á su pais condenado á
pasar siempre del despotismo á la anarquía.


«¡ Cuánta materia había ya de reflexiones en
lá vida del Sr. Martínez de la Rosa! (*) Ningún
hombre público de aquellos tiempos presentaba
tantas y tan singulares alternatjvas. El mismo que,


( f) Copiamos este párrafo de la Biografía publicada por
nuestro apreciable amigo D. Joaquín Francisco Pacheco, y
que nos ha servido de mucho pura nuestro trabajo.




MARTÍNEZ DE I.A ROSA. 1ó


arrancado del Peñón, había entrado en Granada
bajo un arco de tr iunfo, como personificación
del sistema constitucional, era buscado á los dos
años en nombre de este mismo sistema, como
un enemigo á quien se necesitaba herir de muerte.
La corona de ia gloria tornábase otra vez en co-
rona de persecución y de martirio. El poder
absoluto le habia hecho su víctima; y ahora es-
taba en poco que también lo hiciese el poder
liberal. jCuánta materia , repetimos, para refle-
xiones, si los partidos políticos que se lanzan
en las revueltas fueran capaces de reflexionar
alguna vez.»


Entre tanto el sistema constitucional en Es-
paña concluía su segunda época. El ejército
francés invadía el pais, y las Cortes y el Gobierno
habían marchado á Sevilla. Enferme! entonces el
Sr. Martínez de la Rosa , permaneció en Madrid
y apenas instalada en la Corte la regencia realista,
eligió por primera víctima al mismo que por
salvar al Rey se habia atraído el odio de los
demagogos. Exigió que reconociese esplícitamente
sí? autoridad , y negóse Martínez á ello con la
firmeza de carácter de que tantas pruebas habia
dado. Díasele orden de salir en el término (te'




1(5 PERSONAJES CÉLEBRES.


veinte y cuatro horas desterrado á Granada; pero
indignado por aquella persecución, se negó áobe
decer y declaró que salo cedería á la fuerza. Iba
á prendérsele, cuando el Duque del Infantado
interpuso su autoridad para impedir aquella vio-
lencia , reiterándole la orden de salir para Gra-
nada. Persistió el Sr. Martínez en su negativa á
sugetarse á nada que tuviese visos de una con-
dena , y obtuvo por ultimó un pasaporte para
viajar por el estrímjero , n fin de restablecer su
salud.


De este modo abandonó el Sr. Martínez por
primera vez su patria, y no queriendo permane-
cer en Francia mientras durase la guerra entre
los dos países , pasó primero á Italia, visitó á
R o m a , y después de fá evacuación del territorio
español por las tropas francesas , se estableció
definitivamente en Pa r í s ; dónde fue acogido con
el mayor interés por los personajes mas eminentes
de la Oposición l iberal , concurriendo asiduamente
á los salones de ios Sres. Laffitte y Gasimire
Perier, y habiendo contraído relacioues con el
Conde de Mole, con los Duques de Broglie y de
Decazes, y con los Sres Thiers , Guizot , Duvet-
s.ier de llauranne y otros.




M A R T Í N E Z 1>E L A R O S A . - :J 7


Separado el Sr. Martinez.de la Rosa por sus
opiniones y circunstancias particulares de inuchoi
de los demás emigrados, su vida durante aquella
«poca fue principalmente literaria. Las bibliotecas
de Paris eran su recreo, y en 1829 publicó en cinco
volúmenes sus Obras-literarias, siendo notable en-
tre ellas su arte poética, en la que compite con Hora-
cio y con Bbilcau acompañándolo de un comentario
en prosa deun valor superior tal vez al mismo poe-
ma. Esté trabajo modestamente calificado de apéndi-
ce sobre el Poema didáctico, lu Epopeya, la Tragedia
y la Comedia, no es nada menos que una verdadera
historia crítica de estos cuatro ramos de la literatura
española, dásde el primer siglo, literario de Es-
paña , basta fines del último ; historia escrita con
mano maestra, con un.juicio.--seguro , un gusto


-delicadoi, grande'elevación de ideas», é iunSensa
erudición. Comprenden ademas sus obras literarias
el Poema de Zaragoza, la tragedia LJI Fiada
de Padilla, la edmedia I.a Hija en casa i y la
Madreen la máscara, la hermosa y severa tra-
je^ia El Edipo, en que el autor ha sabido ser
original después de Sófocles, peneca , Voltnire v
Dryden; la trajedia La Mor.aipna , y por úl-
t i m o , La Con/wacion .4e-¡ f'tyecia^ .•superior á




2-) PERSONAJES CÉLEBRES.


mas que al poeta, al emigrado de opiniones tem-
pladas} liberales, reflejo de las que por entonces
dominaban en la nación. Por el mismo tiempo
se ocupaba en, escribir la vida de uno de nuestros
mas célebres guerreros, Hernán Pérez del Pulgar,
que ha visto después la luz pública.


Vamos á entrar en el periodo mas importante
de la carrera política del Sr. Martínez de la Rosa.
Muerto el Monarca, era á la sazón gefe del mi-
nisterio el Sr. Zea Bermudez , antiguo Ministro
en4824, á quien no*podia sufrir el partido rea-
lista exaltado , y vuelto otra vez á los negocios
por la reacción moderada que se verificó en la
Granja, cuando la grave enfermedad del Rey. El
Sr. Zea, hombre de templanza y de gobierno, y
que hubiera sido un escelen te Ministro de Fernan-
do V i l , después de las convulsiones políticas de
nuestro país , pues hombre ilustrado y conciliador
hubiera evitado las funestas reacciones á que otros
dieron lugar; pero en la época de que tratamos
era en nuestro concepto irrealizable el sistema
de absolutismo ilustrado que el Sr. Zea quevia
establecer, y mucho mas habiéndolo manifestado.
Estas variaciones radicales en los sistemas de
gobierno, ó no se anuncian y se verifican insen-




MAliTINF.Z DE LA KOSA. 21


siblemente, ó cuando se proclaman se cuenta con
la'adhesión' y la fuerza necesarias para hacerlos
triunfar. Con ninguno de estos elementos podia
contar el Gobierno, y el sistema del Sr. Zea, que
planteado algunos años antes , hubiera podido
preparar al pueblo para la libertad siii que tu-
viera que esperimentar la desmoralización y los
trastornos qué después le ha acarreado, en el
estado a que habian llegado las cosas 'á fines
de 1833, se haeia imposible. Con escaso ejército,
y participando en su mayor parte de las opiniones
que prevalecían en la clase media de la sociedad;
teniendo en contra á la Milicia realista decidida
por D. Carlos, no podia el Sr. Zea apoyarse en
nada, y fue necesario, vista la oposición de muchos
de los primeros dependientes del Gobierno, acudir
al partido liberal para dirigir la nación y combatir
al bando carlista. El liberalismo estaba por decirlo
asi personificado en elSr . Martínez de la Rosa,
quién apesar de conocer la marcha de los negocios
públicos se mantenía ret i rado, sin mezclarse en
las^agitacioues del momento; y cuando fueron
á llamarle para ponerse al frente del Gobierno,
y liáéer una revolución en la monarquía, estaba
ocupado en corregir unas pruebas de su historia




2 2 PERSONAJES CELEBRES.


u« Hernán Pérez del Pulgar. La situación era
de las mas graves. La guerra civil acababa de
estallar en Navarra, y la España, que en el ascenso
al poder del Sr. Martínez de la liosa había con-
cebido la esperanza de ver establecerse un gobierno
representativo templado, y que al paso que diese
al trono la mayor fijeza y prestigio satisfaciese las
ideas liberales y moderadas que entonces domina-
ban, reclamaba la convocación de las Cortes.
En vano se pretenderá ahora, que no era en-
tonces la opinión dominante, en la parte ilustrada
de la nación el establecimiento de un Gobierno
representativo. Verdad es que no se habían olvi-
dado losescesos de la pasada época constitucional;
pero no lo es menos, que si solo algunos de los
emigrados deseaban el restablecimiento del código
de 1812, losquenc- habían tenido aquella;suerte
y sí sufrido la reacción que á. ella se siguió,
deseaban el establecimiento de un gobierno fuerte,
á la par que limitado por la intervención .po-
pular.


Para vencer tantas dificultades, propuso el
Sr. Martínez de la Rosa á la Reina Gobernadbra
tres importantes medidas. Fue la primera romper
con D. Miguel, cuya causa había adoptado el difun-




MAUl'l».EZ US h.k n ü S A . 2 3


lo Monarca, y enviar un ejército español para
arrojarle de Portugal, lo mismo; que á D. Carlos,,
que allí se liabia refugiado; la segunda procurar
na .apoyo al trono ele Isabel, formando una alianza
estrecha; con la Francia y la Inglaterra, para
contrapesar la influencia hostil de las Potencias
del Norte ; y por último la publicación del Estai
tuto Real, que. satisfizo cuando:su promulgación
á la„general¡dad;do los liberales españoles. Aun,
entre los hombres mas marcados de la einigracian,
consiguió por entonces el Estatuto bastante favor,
y popularidad ;.«y si el Sr. Arguelles esqlamaba
al leerlo poniendo las manos en 'a (cabeza,, j q u é
apoetasía!, otros amigos íntimos social y poéti-
camente del Sr. Arguelles,puMicabap. con ,s,us,
obras y con sus escritos todo, lo tcontrario. »..{*-}


Si fue cierna la «aclamación ;que Jhemos citado,
del Sr. Arguelles, era seguramepte, inconcebible el
nombre de apoetasía dado ql proceder ¡del Sr. Marti,-
nez.de.Ja Rosa,, y al progreso verific.adp: en pltransr
curso de muchos,años en,los,,verdaderos, principios
de los gobieraos representativos,. Siete años han
* •


('). Biografía .<tct fir.MaitiiK'z d« ta ROSA, pat .Tt. .$0*^^
I|ÜÍII rrancisco Pacheco. , , .̂ Sr*




24 PERSONAJES CELEBRES.'


transcurrido desde entonces, y con mes r^zon [ludie-
ra aplicarse aquel dietado á muchos que con su
tenacidad , su ambición y sobrado amor propio
han ténrdono poca parte en las desgracias que
pesan sobre el pais, y destruido casi del todo
las álhagñeñas ilusiones que de la libertad se habían
formado. -


Nos es" Imposible seguir la maroha del minis-
terio del Sr. Martínez de la Rosa, combatida
por los diferentes partidos; el realista que peleaba
en los- campos y á quien debia contener, y el
revolucionario que le atacaba sin cesar en: la
tribuna, preparando imprudentemente para mas
adelántela luchade las calles. Hasta la Providencia
parecía descargar su enojo sobre el pais en 1834.
Los estragos del cólera, tan crueles en aquella
época, sirvieron de pretesto para los execrables
asesitrafos de los frailes, verificados en Madrid.
"El Sr. Martínez de-la Rosa, que se hallaba en-
tonces en lá Granja con S. M., no pudo tener
parte en la responsabilidad de unos acontecimientos
que no podían preveerse; las autoridades subal-
ternas debían evitarlos, y al Gobierno podrá stoo
acusársele en todo caso de no haber hecho castigar
ejemplarmente á los perpetradores de aquellos




M A R T Í N E Z D E L A . R O S A . 25


horrendos crímenes, y á los que no intentaron
contenerlos.


1 A los pocos días se abrieron las, primeras
Cortes, verificándolo en persona, y con varonil
arrojo-la Princesa augusta que 'volvía á los espa-
ñoles su libertad, y que ; pocos años después, por
efecto de_ una ingratitud que la historia no sabrá
calificar, debia verse precisada á abandonar la
gobernación del reino,' á buscar un asilo en
Una tierra estrangera, á verse separada de los
Objetos de su maternal cúidadoy y privada de los
derechos que la naturaleza y las leyes le conceden.
Apenas abiertas aquellas Cortes, principió la lucha
entre el ministerio y la revolución, y se abrió el
tempestuoso palenque donde debia brillar la e&
traordínaria elocuencia del Sr. Martínez de la Rosa,
pronunciando discursos admirables por su precisión
y enírgía: ¡ Pero qué servían la razón y la elocuen-
cia contra los principios que se proclamaban y
difundían, por los que no contentos con el órderb
de cosaS establecido, aspiraban á los trastornos
que después hemos lamentado! Hemos observado,


qxíe dotado el Sr. Martines de la Rosa de
estráordinária firmeza pasiva, de una energíade>
sufrimiento, y de uu valor de martirio admirables-.




26 l ' E n S O N A J E S C E L E B R E S


carece de) necesario atrevimiento para la acción,
y para arrojarse á las grandes enpresas. «Sede,
jará matar sobre su banca, lia dicho el ilustrado
biógrafo á quien antes hemos citado, pero no
embestirá á su enemigo pana matarle;., Se resignará
á ser mártir, victima»:peco no se lanzará á ser
héroe.» Sin que dejemos de convenir en esta
opinión, creemos ademas, que-el Sr. Majtin-ez de
la Rosa tiene demasiada nobleza, de. corazón,
demasiada hidalgia, demasiada religiosidad en
el cumplimiento desús deberes y en la observancia
de sus juramentos, para apreciar en lo que valen en
muchos otros estas.nobles cualidades, en momentos
de revolución , en la ceguedad de los partidos, y
cuando se hace gala de, la ingratitud, y en nada
se repara para obtener un fin. El Sr. Martínez de
la Rosa juzga á los demás por sí, y tal y<¡z esa
cualidad, a preciable en un particular,-pero no la
mas conveniente para el hombre de Estado en
circunstancias azarosas y difíciles, le ha perjudj-
cado mas que su supuesta falta de valor de, ac-
ción.


Hemos dicho antes que los principios que se
fundían, eran precursores inevitables de lps tras-
tornos que habiau. (I* seguir. El 19, de Enero




MARTÍNEZ DE LA ROSA. 37


de 1835, fue la primera esplosion de la mina
abierta bajo el edificio de la monarquía. IJnba-
tallón sublevado se apoderó de la. casa de correo?*
al grito de; «abajo el ministerio» asesinando, al,
Capitán General déla provincia, y resistiendo el
fuego y los ataques de las tropas leales, hasta
lastres deja tarde. El Gobierno en aquella triste
circunstancia, transigió con los sublevados» en
vez de vencerlos, y castigarlos ; y aunque se lia
asegurado y no lo dudamos, que elSr. Martínez
déla Itosa habia votado en Consejo de ministros
contra aquella transacion, le han, acusado sin
embargo de no haber dejado la presidencia, deuu
Consejo en que no prevalecía su opinión,. en un,
asunto de tanta trascendencia, y haciendo de este
modo recaer la responsabilidad sobre los que la
habían merecido, ¡


Seguía encarnizada en las provincias del Norte
por entonces la guerra civil, sin que adelantaran
nada en su terminación los diversos generales,que;
el Gobierno habia mandado con las fuerzas • que
creía suficientes, y abundantes recursos. Todas


'aquellas desgracias recaían sobre el gabinete, como,
recayó sobre él el tratado de Lord Elliot pafra
regularizar la guerra; cual sino fueran ¡i los o jas




2 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


de la Europa ü n ' escándalo las carnicería^ de
aquella lueha ,y necesario poner untérmino á ellas'.
Hubo sin embargó agitación en Madrid con mo-
tivo de aquel convenio por parte de los revolu-
cionarios, reclamóse en las Cortes con destem-
planza acerca de él,"y el Sr. Martínez de la'Rósü
corrió peligro de ser asesinado di salir del salón,
á no haberte algunos amigos metido en un coche
y llevado precipitadamente á su casa , no sin que
le siguieran hasta ella los amotinados.


Este triste acontecimiento, contribuyó tal vez
á la conclusión de su ministerio; pero el motivo
directo de su dimisión fue la solicitud de la
cooperación ó intervención de los gobiernos alia-
dos, que él Gobierno se creyó en el caso de pedir.
El Sr. Martínez de la Rosa, ya fuese porque le
repugnara el llamar á los estranjérós , ya porque
estuviera íntimamente persuadido dé que no se
habia de acceder a l a petición, había sido cons-
tantemente opuesto, habia resistido sin cesar
á la demanda de toda intervención: Sucedió
por entonces el desastre de las Ainezeuas, y
el General en Gefe, después de haberlo consul-
tado con los principales Caudillos de su ejército,
y aprobado por ellos, se presentó cu Madrid,




M A R T Í N E Z D E I .A B O S \ . 2!>


ludiendo;¡ los consejeros de la corona la mterven-
cion^ Vergüenza es sin duda que muchos dé los
gefes que entonces la aprobaron y pidieron, hayan
tenido después valor para achacarlo al mismo que
;í ello se opuso. Lo cierto es que se dio aquel
paso, que el ministerio arrastrado por la auto»


'rielad-da los generales que reclamaban aquel r e -
curso accedióla é l , y el. Sr'Martínez de la Rosa
se vio vencido en u n a ! de las cuestiones á que
mas se habia„ opuesto. iSolicitó como ministro de
Estado la intervención de ' las potencias aliadas,
según se había;convenido;; pero al mismo tiempo
hizo su dimisión de Consejero de la corona, reem-
plazándole en la presidencia del gabinete el Conde
de Toreno.


Asi acabó su ministerio de 18 meses, durante
el cual había cambiado la naturaleza del Gobierno,
y en lugar de un estado absoluto, entregaba á
sus sucesores una monarquía representativa. Había
realizado la ilusión de toda su vida, estableciendo
un orden de cosas en el cual se hermanaban el
orden y la libertad , y con el qUe se hubiera ésta
fortalecido, y dado opimos frutos, sin los embates
que sufrió el orden, y que acabaron con la libertad
para dejarla solo consignada en un libro, '




30 PERSONAJES CELEBRES.


Sabida es la corta' duración del ministerio To-
renó, y harto conocidos los acontecimientos de
Agosto de 1835. Vino de Londres el Sr. Men-
dizabal, y se formó el ministerio de Setiembre,
que no solo se negó á disolver las Cortes reunidas
un año antes i y las 'convocó nuevamente, sino
que quiso acercarse á los gefes de la opinión
moderada; y en especial el Sr. Martínez de la Rosa.
Apoderáronse por fin del ministro universal los
del opuesto bando, y disuélto él Congreso d e 1834,
convocóse otro bajo el influjo del gobierno que á
lasa'-ori dominaba, y para el cual nó fue elegido
el Sr. Martínez de la Rosa.


Las elecciones de 1836, volvieron a llamarle
á la arena política, y hubiera sido uno de los
principales miembros de las Cortes revisoras. Mas
los pronunciamientos de aquel verano, y los es-
cándalos de la Granja, destruyeron el Estatuto
Real, y restablecieron Ja olvidada Constitución
de 1812. El testamento del difunto Rey y la obra
del Sr. Martínez de la Rosa cayeron á un tiempo,
á los golpes de lasbayónetas de dos sargentos, y
quedando fuera de acción el partido conservador,
no aparecieron sus gefes en las Cortes elegidas á
consecuencia de aquellos sucesos. Pero aquel par-




MATMNEZ DE LA T¡0S4. 31


litio volvía á elevarse, y las Cortes mismas tuvieron
que adoptar algunos de los principios que é.l
procesaba en 1« nueva Constitución. Las elecciones
sucesivas no dejaron duda alguna sobre este punto,
y el primer ministerio del Sr. Bardagí , compuesto
aun d e hombres de la revolución, tuvo que ceder
su lugar á otro en que dominaban contrarias ten-
dencias.


Uña de las grandes causas yue en nuestro
concepto han contribuido mas á la desorganiza-
ción del partido conservador:, ha sido el no pre-
sentarse sus g-ífes reconocidos al frente del Go-
bierno,; cuando el triunfo legal de su partido les
llamaba á aquel rhtesto, De este modo se hubiera
indudablemente conservado su unidad , y evitádose
el que descendiendo el poder á m a n o s inferiores,
é inepta» muchas veces , se encontrase este sin
el, prestigio que debe darle en ios cuerpos legis-
ladores-, la dignidad del poder que representan
y la Superioridad de sus conocimientos y de su
palabra: Pintonees correspondía sin duda al Conde


^ l e Toreno, ó al Sr. Martínez, de la Rosa:, la
presidencia del Consejo; sin que por esto i sea
nuestro ánimo deprimir en nada el,couoeidomé-
rito y capacidad de la ilustre persona que 1«




32 PERSONAJES CÉLEIMIES.


ocupó; pero no estaba filiado eu el partido mi-
l i tante, no era reconocido como gefe de é l , y
bastaba solo que le faltase esta condición para
que quedase falseada la indisputable y buena teo 4


ría constitucional que acabamos de indicar,


Hubiérase: tal vez evitado de este modo la
crítica que sobre él ha recaído, con motivo de la
conducta observada por el Congreso de diputados
ti causa de la esposicion dirigida á su presidente
por el General Conde de Luchana, en Marzo
de 1838, cuando su primer desavenencia con el
ministerio Ofalia, Suya hubiera sido entonces la
responsabilidad de no proceder, cual al Gobierno
correspondía , contra las marcadas tendencias del
General. Se ha asegurado que el motivo de opo-
nerse el Sr. Martínez de la Rosa a que sfe irá*
tara en el Congreso de aquella materia > fue la
seguridad que tenia títí que S. M. la Reina Go-
bernadora, no consentiría en la deposición de un
geueral enquien tenia depositada toda su confianza;
y sobre todo tenemos la íntima seguridad de que la
conducta del Sr. Martínez en aquella circunstanci."^
era hija de l a m a s pura intención. De todósmo-
dos f , los sucesos posteriores han manifestado al
mundo la gratitud con que se correspondió á ls




MARTÍNEZ -BE LA ROSA. 33


confianza de la Augusta Princesa; y la suerte
del pais , las tristes consecuencias de la conducta
observada por el Congreso al ser derribado por
el influjo de un general un ministerio que me-
recía su absoluta confianza, sin tratar siquiera
de manifestar su desagrado por aquellos sucesos,
causa primordial, en nuestro concepto, de los que
posteriormente hemos tenido que llorar.


Disueltas las Cortes de 1839 por el ministerio á
quien si no apoyaba, no hostilizaba tampoco el
Sr. Martínez déla Bosa, no fue elegido para las si-
guientes, y sin embargo de la decidida oposición
que el ministerio Arrazola hizo á su elección, le
sostuvo hasta que la segunda disolución verificada
en aquel año, estrechó mas y mas la alianza de
aquel Ministro y del Sr. Martínez de la Rosa.


Reuniéronse las Cortes de 1840, las mas no-
tables en nuestro concepto por encerrar en su seno
el mayor grado de ilustración y conocimientos,
como lo prueban las discusiones habidas en aquella
época, ricas en fuerza de raciocinio, notables
ypr la elevación y dignidad de los debates. ¡ Inú-
tiles discusiones, que ningún resultado habían
de dar, confiada la ejecución de las leyes que de
ellas resultasen á las manos incapaces que gober-




34 PERSONAJES CELEBRES.


naban el Estado. ! Llegó por fin el funesto viaje
de S. M. á Barcelona , y sabidas son las conse-
cuencias que de él resultaron, para que nos de-
tengamos en referirlas.


El pronunciamiento de Setiembre, afectó en
estrem<v al Sr. Martínez de la Rosa¿ Habla su-
frido los atentados contra su persona en (¡835,
siu dejar un solo dia de presentarse al público;
habia visto pasar el motin de la Granja sin to-
mar medida alguna de prudencia. Este último
trastorno, que calificaba él con la merecida severi-
dad , no le permitía permanecer en Madrid. Por
mas que no temiese por Su persona , necesitaba
respirar otro ambiente, y alejarse de un país re-
vuelto y que acababa de dejar la Reina a quien
con tanta ingratitud se pagaban sus beneficios.
Su lealtad le llamaba lejos de aquel teatro, y
en Octubre de 1840 , marchó ocultamente para
Par is . ; Allí vive en una modesta casa de la calle
de Provence, ocupado en la continuación d e su
obra , El Espíritu del Siglo, pensando siempre
en su adorada España , lamentando los funesto^
males que sobre ella pesan, y anhelando el mo-
mento de verla feliz , y de poder volver á ofre-
cerla sus talentos y servicios con la misma fé,




MAIUIM:Z DJ¡ LA HOSA. 35


con igual honradez con que la ha servido, du-
rante toda su tormentosa vida política. Y como
si no bastaran al Sr. Martínez de la Rosa los
honrosos títulos que le han granjeado una fama
europea y el aprecio de cuantos le conocen; allá
en la tierra estranjera, en medio del bullicio de
la populosa Paris, no deja escapar ocasión de
ensalzar las glorias de España, pronunciando en
las sociedades y corporaciones científicas de que
es miembro , elocuentes discursos en elogio de
nuestros antiguos poetas y conquistadores. (*)
Allí relacionado con los mas distinguidos per-
sonajes, se hace notar por la modestia de su porte;
y en una época en que tantas fortunas improvi-
sadas se ostentan sin pudor , se mantiene él con
los productos de un escaso patrimonio, merma-
do sin duda en vez de acrecido , durante su car-
rera política. Las desgracias personales que ha
sufrido, los males que ve pesar sobre su pais,
habrán sin duda modificado algunas de sus con-
vicciones pero el fondo de sus doctrinas , perma-
nece el mismo, y su mayor pesar es el descrédito
que la revolución española ha echado sobre las
instituciones liberales.


'*¡ Vcáscla Revista de Madrid , tercera serie , t o m o m-




-3(i PERSONAJES CELEBRES.


liemos bosquejado someramente, y cual lo per
miten los límites de nuestras biografías, la vida
política del Sr. Martínez de la Rosa, tan enlazada
con los sucesos mas notables de nuestra historia
moderna. Para descender á mas estensos porme-
nores , para citar sus elocuentes discursos, para
examinar sus obras literarias , hubiéramos nece-
sitado un campo mas estenso. Era imposible se-
guir paso á paso al hombre que ha personificado
en sí el partido mas grande , mas ilustrado de la
revolución española , sin descender á escribir la
historia de ella. No era dado analizar cada una de
sus obras literarias (*) sin privarnos del espacio ne-
cesario para recorrer rápidamente su vida política.
Nos hemos limitado á presentar los hechos mas
notables de s-i azarosa carrera , que no considera-
mos au;i terminada, para bien y gloria del pais
que puede envanecerse de contarlo en el número
de sus hijos. Indudablemente el Sr. Martínez de
la Rosa es el personage mas noble que ha figura-


(ij Ademas de las obras del autor (jue hemos citado , 'ha
publicado dos tomos de la novela histórica Doña Isabel de $•>
lis , el Libro de los Niños , cuyo solo título indica el objeb
y prueba el corazón del que lo escribiera en medio d» una
deshecha borraseapoíítiea; y ademas algunas piezas de teatro
entre ellas El Españolen I eneeia , que acaba de ser repre-
sentada en esta corte con general aplauso.




MARTÍNEZ DE LA ROSA. 37


do en el prolongado y sangriento drama de nues-
tra revolución. Grande en la adversidad , se le vé
sacrificar su libertad y esponer su vida antes que
sucumbir á la retractación de sus principios y á
quebrantar la fé de sus convicciones. En la cumbre
del poder inaccesible al orgullo que tan fácilmente
prestan las condecoraciones y distinciones de que
se vé colmado, baja de él y se confunde en la vida
privada, llevando en pos de sí el aprecio de sus
amigos, el odio político desús contrarios, y el
aprecio y respeto de todos por sus indisputables
virtudes. Grande en ]? tr ibuna, jamás su elocuen-
te voz se ha empleado en defender una mala causa,
en sostener un principio destructor; jamás su pa-
labra , fuerte sí y enérgica , ha promovido cuestio-
nes personales, insignificantes siempre, cuando de
los grandes intereses del Estado se trata.


Algunos españoles, y mas aun los estrangeros,
creen ó afectan creer todavía que el autor del Esta-
tuto Real está pensando en su restauración ; es-
tamos seguros que el Sr. Martínez de la Rosa no


^ i a pensado jamás en que su obra pudiera volver
á revivir después de pasados tantos años. Creerá
tal vez como nosotros, que en una monarquía re -
presentativa es preciso dar mas estabilidad y pres-




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


tigio, mas tuerza aristocrática y mas poder de
tradioiou i la Cámara conservadora, separándola
de las conmociones y variaciones políticas á ¡que
dá.lugar ;su actual frecuente renovación, Y cuenta
que no por eso achacaremos al Sr. Martínez de
la Rosa las ideas aristocráticas de que en sentido
de privilegio le han acusado algunos. Cualquie-
ra que conozca la llaneza de su trato, verá fácil-
mente que si su posición le coloca entre las clases
mas elevadas de la sociedad, no por eso desdeña
el trato familiar con cuantas personas se dan á
conocer por sus talentos , su aplicación ó sus ser-
vicios.


Hemos oido referir (dice el Sr. Pacheco en la
biografía del personage que nos ocupa) que pol-
los años de 1821 habia reunido el Sr. Martínez una
pequeña Serie de estampas ó pinturas respectivas
á su persona. Veíase en una celebrado y encum-
brado por sus primeros pasos en la carrera pú-
blica , con una exageración oriental; venia des-
pués otra estampa de su encarcelamiento como
traidor, y se designaba el suplicio en que debij^
morir; el Peñón de la Gomera con su tristeza y
sus trabajos, formaba el asunto de otra; seguíase
el arco de triunfo que se levantó en Granada a




MARTÍNEZ DE LA HOSA. 39


su vuelta de presidio, en la primavera de 1820;
y remataba la galería con una caricatura de las
que salieron contra él durante su segunda diputa
cion, acusándole de vendido al Monarca, á la
aristocracia y á las Cortes estrangeras. Por debajo
de esta pequeña serie de dibujos que en su ga-
binete tenia colocados, habia escrito el mismo Se-
ñor Martínez estas palabras : « ni lo uno ni lo
otro merecía. »


Los años que han transcurrido desde la época
a que esta anécdota se refiere, los sucesos ocurridos
durante ella, han colocado indudablemente á ma-
yor altura en el aprecio de la generalidad de los
españoles las virtudes como hombre particular y
como hombre político del personage de que trata-
mos. No dudamos que el Sr. Martínez escribirá tal
vez las mismas palabras que entonces puso debajo
de su colección de grabados, al pie de esta bio-
grafía; sus enemigos en medio de las detractaciones
á que dá lugar el espíritu de partido, solo podrían
añadir á las denominaciones depreciativas que
i^mtra él se han usado desde aquella época , la
de llamarle ridiculamente Poeta, como si estu-
vieran reñidas las letras con la política y la g O v -
bernacion ; y la de un faccioso mas aludiend^ a*




40 PERSONAJES CELEBRES.


estas palabras pronunciadas por el Sr. Martínez
en el Estamento de Procuradores al saberse la lle-
gada á España del Pretendiente. Palabras que in-
dudablemente espresaban, que no por eso ni por
la presencia de aquel Príncipe en el campo enemigo
aumentaban las probabilidades dal triunfo de su
causa.


En los momentos en que esto escribimos (mar-
zo de 1843) se baila el pais agitado con motivo de
las elecciones generales á que ha dado lugar la
última disolución de las Cortes, consecuencia pre-
cisa del gran trastorno que obligó al Sr. Martínez
de la Rosa á ausentarse de nuevo de su patria. La
ciudad de Barcelona, tan alhagada por la revolu-
ción y tan castigada después por los revoluciona-
rios , ha incluido en su candidatura al ilustre gra-
nadino, que con mengua de la ciudad que le vio
nacer , y que debería enorgullecerse con tal hijo,
no le hace figurar en todos tiempos, y cualesquiera
que sean los principios que dominen en el nú-
mero de sus representantes. Barcelona no podia
escoger uno mejor para la defensa de sus tan com-
prometidos intereses, ni confiar á mas elocuente
voz la satisfacción de sus tan conculcados dere-
chos , y la vindicación de tantos desafueros como




M A R T Í N E Z D E L A R O S A . 41


lia sufrido. No sabemos aun el resultado final;
pero si el Sr. Martínez fuese elegido, no vacilamos
en creer que acudiendo al peligroso puesto á que
la confianza de los electores le llamaba , resona-
ría de nuevo su voz en las bóvedas del Congreso,
con la elocuencia que le es natura l , con la fir-
meza que dá el derecho, y con la energía que dá
á los grandes caracteres la defensa de los oprimi-
dos. Ningunas Cortes se habrán reunido en Es-
paña desde el último restablecimiento del Gobier-
no representativo en circunstancias mas difíciles, y
cuya misión sea de mayor interés que la de las
que vau á juntarse ; y la nación debe desear que
a tan solemnes y trascendentales debates , á la re -
solución de tan importantes cuestiones para su por-
venir, asistan los grandes hombres parlamentarios,
entre los cuales no vacilamos en colocar en prime-
ra línea al Sr. Martínez de la Rosa.






3ní»iff t>t las biâ rafírte fimtíiitíras


EN EL


T O M O S E G U N D O .


M R . GTJIZOT.


M A H A M U D II .


S I L V I O P E L L I C O .


L O R D P A L M E R S T O N .


E L G E N E R A L G R A V I N A .


E L A R C H I D U Q U E G A R L O S D E A U S T R I A .


C A L O M A R D E .


B O N A P A R T E .


N A P O L E Ó N .


E L E M P E C I N A D O .


E L G E N E R A L M O R I L L O .


D . F . M A R T Í N E Z D E L A R O S A .




PERSONAJES CÉLEBRES
D E L


SIGLO XIX.






PERSONAJES C É L E B R E S
DEL SIGLO X I X .


UNO QUE NO LO ES.
La biografía es el arte de reu-


nir el personal de la historia, de
las ciencias , de las letras, de las
artes y de la sociedad. . .


I . N O R V I N S .


TOMO III .


M A D R I D ,
I M P R E N T A D E U . F E R N A N D O S T J A R F . 7 , ,


N . X Z U E M D E C E L E N Q D E , 3 .


1843.






• f»f4






FERNANDO VII ,
К Y 1Ж ESPAÑA.


••Hombre de idea» rancias y de cos­
tumbres del dia.


C H A T E A U B R I A N D ; Congreso ée Verana.


«Por lo que hace al Rey de España
baste decir , час el primer Ministro,
hombre cuya moderación y exactitud
de juicio alaban hasta sus enemigos,
aseguró en el Parlamento , que la
conducta de este Principe ha provoca­
do la revolución.»


Carta de Canning ai Vizconde de
Chateaubriand.


Una monarquía es una familia, los subditos
son los hijos , el Rey su cabeza y su padre ; nom­
bre de amor y de reverencia que con justicia han
adoptado aquellos reyes benéficos, que por su




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


equidad y beneficencia han merecido el nombre
de tales. ¡ Qué espectáculo tan interesante ofrecen
aquellos monarcas g é n e r o s ^ que sostienen mas
bien que empuñan eft;erícípal£iaícaf;t\fue rodeados
de sus buenos subditos les prodigan el titulo de
hijos en retorno de sus aclamaciones; y seguros
de su cariño, procuran su bienestar con el an-
helo de un padre! ,


De esta manera la historia de nuestra patria
nos presenta en los Reyes de ía dinastía de Borboii,
los diferentes caracteres de un padre de familia.
Felipe V su fundador, afanado en consolidarla á
pesar de su carácter' pacífipo, es el padre que se
vé precisado á litigar la posesión que transmite á
sus hijos. Fernando VI., virtuoso y sencillo, que
libra sus pueblos de ' los males de la guerra, es
el padre que alejado de los tumultos civiles, labra
en secreto la felicidad de sus hijos y con su
eeonomía y sabia administración les prepara un
risueño porvenir. Carlos III realiza estas esperan-
zas , y eleva el pueblo español á un rango dis-
t inguido , haciéncrolo al mismo tiempo respetar
de sus convecinos. Carlos IV és ya un padre bon-
dadoso , pero indolente, que sostiene apenas el
lustre de la familia, ¿Qué rango ocupará Fernán-




F E R N A N D O V I I . U


do Vil al lado de sus predecesores? ¿ Podrirnos
por algún concepto mirarle como padre , ó mas
bien como un mayorazgo que disipa en poco
tiempo el patrimonio , que con tantos afanes acu-
mularon sus padres?


Si al nacer Fernando V i l , en 14 de Octubre
de 1784, se hubiera formado su horóscopo, con
mas razón que al sin ventura Boabdil , pudieran
haberle llamado el Zogoibi (desgrac iado) , mas
bien que por sus infortunios personales, por. los
que babia de acarrear á España. Los primeros maes-
tros de Fernando, fueron poco afortunados con
él : mas a f e c t ó l e mereció Escoiquiz á quien sé
culpa de haberle imbuido ideas maquiavélicas y
ambiciosas. Sea de esto lo que quiera, lo cierto
es que algunas intrigas rastreras, y la aparente
uYisantropía del Príncipe de Asturias, llamaron,
la atención de su padre, y el maestro de lite-
ratura , pasó á Toledo á residir su arcedianato
de Alcaraz. Para entonces ya se había formado
en las provincias, y aun mas en Palac io , un
partido á favor del Príncipe, que despreciable al
principio, vino por iin á derrocar el trono de
Carlos I V , y envolver en sus ruinas al favorito
en quien se apoyaba.




4 PKRSONAJKS CF.I.EBRT .S.


Oíros asuntos de mas entidad llamaban en-
tonces la atención de la Corte Habíase alzado en
Francia un soldado hijo predilecto de la fortuna,
y cambiado la espada por el cetro. Su hermano
Luc iano , Embajador en Madrid , habia manifes-
tado la posibilidad de uii enlace con la Familia
Real de España, y esto era mas que suficiente
para alarmar el corazón del virtuoso Garlos IV,
poco dispuesto á colocar una bija suya sobre las
ruinas del trono de S. Luis. Con este motivo
fue preciso precipitar la boda de Fernando con
la Princesa María Antonia de Ñapóles , verificada
en Barcelona á fines de 1802; 'quizá contra el
dictamen de Godoy , que hubiera preferido ha-
cerle viajar, para estender de este modo el cír-
culo de sus conocimientos.


Asaz fugaces y pasageros fueron aquellos la-
z o s , que vino á romper la muerte cuatro años
después, D O sin graves sospechas de veneno. La
opinion pública y algunos folletos, designaron al
intrigante Sabary corno autor de aquel atentado,
y hasta la camarista que habia mediado en el
complot. Aquella Princesa, si bien afable y her-
mosa, se entrometía demasiado en la política;
pero lo que se ha dicho de su espionage á favor




F E R N A N D O V I I . 5


de los ingleses, sino inesacto, es en gran parte
exagerado, y los documentos harto recusables.


Llegó por fin el mes de Octubre de 1807, en
que la España atónita presenció por tercera vez
el espectáculo de encausar a u n Príncipe, sucesor
de la corona, cual lo fueran en otro tiempo los
de Viana y Austria , hijos de Juan y Felipe se-
gundos. Los partidarios del Príncipe de Asturias
á cuyo frente se hallaba el arcediano Escoiquiz,
alma de aquella intriga , habían atraído á su fa-
vor al Embajador Beauharnais, halagándole con la
esperanza de una boda entre Fernando y una
parienta suya. La conspiración estaba tan mal
urdida, que el Príncipe fue sorprendido con la
mayor facilidad y ocupada toda su corresponden-
cia. El ridiculo fin de la causa del Escorial, es
bien notorio , como también las célebres cartas
llamadas vulgarmente, de Papá y Mamá, en
que el Príncipe despnes de haberse abatido á los
pies de Godoy , pedia perdón á sus padres y de-
claraba en seguida acerca de sus cómplices, aun
mas de lo que se le preguntaba. ¡Conducta in -
digna de un hombre de edueacion , mucho mas
de un Príncipe que debe ser modelo de caballe-
ros'. El haberse comprometido el Embajador fran-




O P E R S O N A J E S C É L E B J i K S :


t é s , salvó entonces á los autores de la trama,.y
la lenidad con que se les trató, dio mas pábulo
á la idea que formó la Nación, de que todo ha-
bía sido una farsa combinada por el favorito,


Entretanto las tropas francesas invadían la
Península, y á guisa de bandidos, que no como
soldados, se apoderaban de nuestras plazas. La
posición de la Corte era en estremo embarazosa,
y en tan crítica situación, á cualquier parte que
mirase veía un abismo. La justicia divina que
hiere por los mismos filos, condenaba á Carlos IV
á ver invadido su reino, y á marchar á sus. COT
lonias de America i asi como él habia contribuido
a que la Corte de Lisboa emigrase al Brasil, se-
cundando con sus tropas al saqueador Junot.


Esparcida esta noticia , el pueblo de Aranjuez
y los de sus inmediaciones, se prepararon á evi-
tarlo, y en la noche del 17 de Marzo de 1808,
secundando los proyectos de los partidarios del
Príncipe de Asturias, derrocaron el poderío de Go-
doy. Preso este en el cuartel de Guardias.; Fer-
nando fue «nyiado por sus padres para salvarle,
y cual : si fuera Rey le perdonó la vida. En la
misma noche del 19 de Marzo, se cumplían sus
votos, y subia al. trono. ¡Bajo tan funestosaus-




FüttNAMDO V I I . 7


picios principió su reinado Fernando VII deJíor-
Lon ; al resplandor de las teas incendiarias, y
entre los alharidos de un populacho ebrio y tu-
multuado.


La entrada t)e Fernando en Madrid , . fue uno
«le aquellos a,rreb.itog de, entusiasmo difíciles de
escribir. Montaba un ligero corcel y le rodeab a
pequeña «scolta ; el pueblo se apiñaba á su trán-
sito , gritaba, abrazaba sus pies, y hacia locuras.
Seis.horias largas gastó en atravesar desde la puer-
ía de Atocha hasta su Palacio : difícilmente pre-
sentará la historia otro cuadro igual de un en-
tusiasmo, que rayaba en frenesí; y aquella imagen
de .la verdadera popularidad, afectó el corazón
del joven Monarca. Aquel Jbreve periodo de -su
reinado, fue quizá la mejor época de su vida, y
en, la que tuvo mas aciertos, levantando el des^
tierro á los célebres proscriptos del reinado an-
terior, y nombrando para ministros algunas per-
,sonas beneméritas.. Pero Carlos 'IV protestaba
contra la abdicación : que acababa de hacer , y
María Luisa se degradaba hasta el punto de es-
cribir al ; tirano Murat en tpnp suplicante por sí
y «por el pobreciro Príncipe de la Paz; amigo
inocente y afecto al Emperador, al Gran /Juque




8 P E R S O N A J E S C E L E M Í E S .


y tí todos los franceses. » De este modo lisonjeaban
aquellos ancianos al hombre fwoz , que trajo sobre
España ún diluvio de calamidades, comprometiendo
á Napoleón con sus mentiras , su ambición y tira-
nía en una guerra qué por entonces no deseaba.


En aquella célebre carta que jamás debiera
haber visto la l u z , se leia el carácter de Fernan-
do V I I , trazado.por su madre en términos que
honrarían al mismo Tiberio. «Mi hijo tiene muy
mal corazón , su carácter es cruel : jamás ha te-
nido amor á su Padre ni á mí » ¡Echemos un


velo sobre tanta miseria I
Entretanto la Corte estaba muy persuadida de


la venida de Napoleón, y teníase preparado y
caliente el baño, que debia tomar luego que llegase
á Madrid, según su costumbre. El maquiavélico Sa-
Lary, digno agente de tal tramoya , aceleró la salida
de D . Carlos para recibirlo, y logró que Fernando
saliese el 10 de A b r i l , con el mismo objeto, vic-
tima de la credulidad de Escoiquiz. Poco tiempo
después se publicó un folleto, que por entonces
metió ru ido , en el cual se preguntaba «¿cuál
hubiera sido la suerte de España, si Fernando
no hubiera ido á Bayona?» En él se probaba la
Utilidad dé dicho viaje, apoyándose principalmente




FERNANDO V i l . 9


en que la desconfianza hubiera suministrado á
los franceses un motivo plausible de principiar
la guerra. Se le podia preguntar al autor si con
la ida del Rey les faltó á los franceses ese pre-
testo.


En Vitoria conocieron ya los viajeros su er-
ror, y todos los buenos españoles se apresuraron
á projJoner al Rey medios de fuga, ora artificiosos,
ora violentos, que en ¡guales circunstancias cual-
quier persona mas decidida no hubiera titubeado
en aceptar. Todo fue en vano , y al dia siguiente
el alucinado joven se ponía espontáneamente en
manos de su carcelero, pisando el territorio francés,
donde ni un solo clarin anunciaba su llegada.
No tardó mucho en saber la voluntad irrevocable
de Napoleón de que no reinasen mas los Borbones
en España, y esto por conducto del mismo Sabary,
que le habia dicho dos días antes en Vitoria: «me
dejo cortar la cabeza si al cuarto de hora de llegar
S. M. á Bayona, no está reconocido por Rey
de España.» ¡He aqui los agentes del grande
hombrel


Siguiéronse á esto las escandalosas entrevistas
de Bayona en que los padres y el hijo se degra-
daron igualmente, haciéndose objeto de escarnio




10 P E H S O Ñ A J E S C É L . K K H F . S .


para los improvisados cortesanos del Imperio.
Fernando restituyó.el trono á sus padres á pesar
suyo , y estos que conocian la, imposibilidad de
volver á España , echaron sobre sí la imperdonable
mancha de abdicar en favor de Napoleón, quien
endosó la corona á su hermano á manera de
letra decambio. Si táles.actos hubiesen sido válidos,
los españoles hubieran pasado de una en otra
mano, como pasan los rebaños á poder del compra-
dor.: ¡A..tal degradación había llevado una Corte
estólida y< corrompida jet trono dé Carlos I.


Fernando fue; confinado á Valencey, palacio
del Buque de Benevénto (Talleyrand) donde llegó
el 18 de Mayo. En su viaje no se mostró descon-
tento por tan brusca transición, yantes bien dio
motivos paro que se encomiase BU resignación.
Su permanencia :en Valencey ha sido pintadaicon
muy diferentes co lores , según las, pasiones de los
que escribían. En los primeros tiempos de su reclu-
sión, invirtió profusamente los millones que caían
en sus manos , en obras de piedad y de ¡benefi-
cencia , fundando una especie de hospital, socor-
riendo numerosas familias, y adornando la ¡desman-
telada iglesia. Seguia metódicamentesusejercicios
reli j iosos, y pasaba algunos ralos en la selecta




FERNANDO V i l . I I


biblioteca que babia en el edificio. En vano la
Princesa de Benevento trató de atraerlo á sus redes,
pues Fernando con cierto orgullo-, supo dominarla
y sospechó de la ilustre intrigante. Pero no fue
esta tan infeliz con algún otro personaje de la
familia por cuyo conducto estuvo al corriente
de todos los conatos de Jos augustos cautivos.
Mas. por otra parte su correspondencia con Na-
poleón , ofrece el colmo del abatimiento y la bajeza.
Hubiera imitado al menos a sus padres, que
conocido su error, gemian en silencio haciéndose
acreedores al respeto, que inspira la desgracia, •


Con sentimiento llegamos, al punto de tratar
acerca de la correspondencia de Fernando con
Napoleón. No es a propósito nuestra pluma para
manchar reputaciones, y sentimos tanto placer en
cubrir los defectos de la vida privada , cómo dolor
al no bailar escusas para los públicos érrores'que
por otra parte la imparcialidad no permite omitir.
No solamente solicitó la mano de Mma. Tascher
de la Pagerie, sobrina de Josefina, que le fue
negada, sino que cumplimentó á Napoleón por
sus victorias, pidió al intruso la gran banda de
la Orden, que había creado en España:para pre-
miar á sus adictos; V pasando mas adelante, tra-.




12 P E R S O N A J E S C F . L K B H K S .


bajó contra sus intereses y los de la Nación que
sacrificaba por é l sus hijos nías queridos en de-
sigual pelea. La Inglaterra conociendo lo que su
libertad interesaba á la España y á ella misma,
trató de buena fé (por esta vez y sin ejemplar)
de romper sus cadenas, si es que aun metafóri-
camente cuadra tal nombre á su dulce cautividad,
El Barón • de Kolly famoso aventurero logró pe-
netrar hasta su cámara disfrazado de joyista y le
entregó en un estuche de oro, como documento
autógrafo de sus credenciales, la carta misrña que
Carlos IV habia escrito de su puño y en latín,
al Rey de Inglaterra, con motivo de su casamiento.
Aterrado con aquel compromiso, superior á sus
fuerzas, principió á dar gritos y entregó el aven-
turero á la gendarmería, que custodiaba el Palacio.
Acto continuo escribió á Napoleón todo el suceso,
suplieándole se sirviese adoptarle por hijo para dar
un completo desengaño á todos sus enemigos.


Otros han asegurado que no fue el Barón de
Kolly quien se le presentó, sino otro aventurero
buscado por Fouché en reemplazo del Barón preso
en Vincennes por la policía. Ello es indudable
que el Gobierno francés se deleitaba en amargar
su situación con repetidos desdenes, introduciendo




F E R N A N D O V I I . 13


el espionage en su servidumbre, privándole de
esta, y tendiéndole groseros lazos. Muchos de ellos
dejó consignados el célebre Ostolaza en un sermon
que predicó en Cádiz, y que después se publicaron
en un folleto titulado, Fernando FII en Fa-
lencey.


Llegó por fin la época en que el coloso c om-
batido por toda Europa, principió á balancear,
y convencido de la necesidad de poner fin á la
guerra de España tan desastrosa para sus intereses,
determinó dar libertad á sus prisioneros de Va-
lencey, no sin haber sacado de su inesperiencia
todo el partido posible , mediante el tratado que
se celebró entre Laforest y el Duque de S. Carlos.
Al ver a Fernando restituido á España por el
mismo Napoleon , no podemos menos de recordar
aquel dicho suyo tan vulgar, «si yo hubiera
querido vengarme de los españoles, no tenia


que hacer mas sino devolverles á su Fernando.»


Habiendo sido Napoleon mismo, quien le envió
á España, no por venganza, sino por necesidad,
este dicho tan ponderado mas bien que una
sentencia, es una fanfarronada ridicula.


Por fin el dia 7 de Marzo de 1814 a las diez
de la noche se recibían en Valencey los pasaportes;




14 PKHSONAJKS CEÍ /EBKES.


el 24 por la mañana pasaba Fernando el Flu-
viá, y aquella misma noche penetraba por entre
los gloriosos escombros de la inmortal Gerona.


Este periodo es uno de los mas interesantes
de la vida de Fernando. Habia leido la Constitu-
ción del año 1812, y durante su viaje traiaenel
coche un ejemplar de ella , mostrándose conforme
en machos de sus capítulos. Napoleón por con-
ducto de Laforest, le habia pintado la Constitu-
ción dé España, como una trama de los ingleses
para establecer bajo este prétesto tina República,
y dominarla á su arbitrio, escitándo laS! pasiones
populares y menguando1 la influencia de la Ma-
gestadReal , y del pacto de familia, que habia
dejado hondas raices y simpatías entre Francia
y España. ' , ; '


Por otra parte, al entrar Fernando en esta;
vio. al pueblo disgustado (por mas que se diga
otra cosa), porque los hombres de Cádiz al pre-
cipitar las reformas y atacar á mansalva la repu-
tación de todos los gefes del ejército , habian tra-
tado mas bien de adquirir el renombre de sabios
entre los comerciantes de la isla , que nod&cón -
solidar las ; instituciones entre el pueblo y en las
tropas. Al pasaí el Fluviá y en el eurso de su




Í E R N A N I I O V i l ; 15


viaje, apenas oyó Fernando un viva a la Constitu-
ción; y eñ vano para esplicar este silencio se recurri-
rá á los manejos é intrigas del partido realista y del
Duque de S. Carlos. El árbol era débil y sin jugo ,
el hacha estaba en m a n o s d e l Rey> y éste d e s -
cargó el golpe. ¿Por qué bastó uno s o l o , un
simple decreto, para echarle por tierra? ¿ P o r q u é
no se opuso el pueblo, á quien tan entusiasmado
se supone, y que por el contrario vitoreaba al Rey
con frenesí ?


Pero de todos modos fue una ingratitud mons-'
trUosS castigar tan rudamente á los que en su ausen-
cia habían trabajado por la independencia de la
Nación; y aun m a s , el haber santificado cotila
palma de los confesores muchas nulidades políticas,
que á esta persecución debieron su engrandeci-
miento' posterior, tan funesto para la libertad de
España. Cuando en los años venideros se haya
de escribir la historia de aquella época , los
hombres despreocupados que nos sucedan, pro-
bablemente en este sentido comentarán sus he-'
éhos.


El diá 13 de Mayo entró Fernando en Madrid,
y fue recibido con mayor aparato y con no menos
entusiasmo que la vez primera ; y el dia 30 de"




1(> PERSONAJES CliLERKF.S


aquel mismo mes con motivo de su cumple años
en vez de dispensar gracias, fulminaba proscrip-
ciones contra los adictos al intruso, y condenaba
á perpetuo destierro hasta sus inocentes esposas,
si con ellos habian emigrado. ¡Rasgo horrible!
porque en tales días sus antepasados, ó enjugaban
el llanto de algunas familias, ó al menos guardaban
silencio. Fernando escogió aquel momento, para
aniquilar la última esperanza de 12,000 familias,
cuyo único delito era haber hecho lo que él en
Valencey.., adular á Napoleón* Y mientras de
este modo se cerraban las puertas de la patria
á los emigrados, muchos Diputados á Cortes en-
vidiaban su suerte, presos en estrecha cárcel,
y y/ctimas de lo qus se llamaba causas de Es-
tado.


De aquella época data la camarilla, reunión
oscura y detestable , que por desgracia de Es-
paña tuvo á su disposición por mucho tiempo los
destinos de la Nación. Sin esto , nada tendría de
particular y nos complaceriamos en pasarlo por
alto como perteneciente á la vida privada. Dábase
el nombre de camarilla á la antesala del cuarto del
Rey, donde solían estar los Ugieres y demás per-
sonas de la Real servidumbre. La etiqueta del




F E R S A S n O V I I . 17


Palacio español atemperada al carácter serio de
la Nación y su proverbial gravedad , se citaba en
los reinados anteriores como un modelo de rigidez.
Fernando VII desentendiéndose de el la, salia con
frecuencia á pasar el rato con esta camarilla, com-
puesta de hombres de baja estraccion, bufones y
chocarreros, y muy pocos Grandes de España. Las
conversaciones de aquella reunión entre el humo
del cigarro y las mas picantes alusiones, hubieran
honrado un cuerpo de guardia: á vueltas de ellas
se discutían las mas arduas cuestiones de gobierno
confidencialmente, á la manera que los antiguos
francos dirimían de sobremesa sus controversias
políticas. Alli se estrellaban con frecuencia las
reputaciones mejor adquiridas y las mas sabias
disposiciones de los Ministros: asi es que en la
vida de Fernando V I I , hay hechos cuya solución
en vano se buscaría en la politica sin poseer la
clave de los arcanos de la camarilla.


Sucedíanse los ministros unos á otros con in -
creíble rapidez: entre tales destituciones merecen
particular mención las que se hicieron el mismo
año de 1814 del Duque de S. Carlos por corto
de vista, y de Macanáz, condenado al Castillo de
San Antón por venalidad y por sospeehas de ha-




1 8 P E R S O N A J E S C É L E B R E S ,


ber tenido parte en la publicación de las cartas
escritas por Fernando á Napoleón desde Valencey,
y dadas á luz por los periódicos ingleses. Esta
prisión fue acompañada de circunstancias notables,
por haber sorprendido el Rey al Ministro en su
mismo lecho, recogiéndole las llaves de su escritorio,
en que halló pruebas de venalidad y copias de
sus cartas. Algún tiempo después , D. Pedro Agus-
tín Echevarri al retirarse á su casa después del
despacho, en que le dio Fernando pruebas segu-
ras de franqueza y amistad , encontró en ella una
Real orden suprimiendo su ministerio de seguri-
dad pública, y desterrándole á Daimiel. Casi lo
mismo se vieron destituidos Ballesteros, y en 18(8
Pizarro, Garay y Figueroa , arrancados á media
noche de los brazos de su familia y conducidos
á su destierro con fuertes escoltas.


La pintura de esta época podría parecer exa-
jerada á los venideros: por eso preferimos c o -
piarla del memorial interceptado á Lardizabal,
en 1816, que pensaba presentarlo á su segunda
esposa Doña Maria Isabel de Braganza á su ar-
ribo á Cádiz, y que creemos inédito. Dice asi
después del preámbulo: « P o r el mal gobierno
de la Hacienda , y lo exhausto del Erario, estamos




F E R N A N D O V I I . 1 9


próximamente amenazados de la disolución del
Estado y de una rebelión general, por el disgusto
con que se sufre un gobierno arbitrario , en que
se exalta á los hombres malos,, y se abate á los
buenos : se quita el empleo ó se destierra á
uno sin decirle por qué : pide que se le hagan
cargos y oiga en justicia, y se le niega; no se
respetan las las leyes, ni las personas; se castiga
por chismes y delaciones secretas, y se deja im-
punes á los calumniadores. Todo esto es lo que
hace desear la Constitución y lo que escita las
conspiraciones. Tres van ya descubiertas : de re-
sultas de la primera se ahorcó en la Coruña al
cabeza de ella (* ) . De las otras dos se trata ac-
tualmente para descubrir sus autores, y hay mu-
chos presos (**). El plan de una de ellas era sorpren-
der al Rey en el paseo y obligarle á jurar la Cons-
titución. El de la segunda era matarle, y cualquiera
que conozca el corazón humano conoce bien que
tales causas producen infaliblemente tales efectos
tarde ó temprano. »


«Todo esto procede de que á poco tiempo de
llegado S. M. á Madrid , le hicieron desconfiar


;*) Portier.
( " ) Lá <le Richard y la supuesta de Yandiola.




20 PERSONAJES CELEBRES.


de sus ministros, y no hace caso de los tribunales
ni de ningún hombre de fundamento de los que
pueden y deben aconsejarle. Da audiencia diaria-
mente y en ella le habla quien quiere, sin escep-
eion de personas. Esto es en público; pero lo peor
es que por las noches en secreto da entrada y
escucha á las gentes de peor nota y mas malignas,
que desacreditan y ponen mas negros que la pez
en concepto de S. M. á los que le lian sido y
le son mas leales y á los que mejor le han ser-
vido, y de aqui resulta que dando crédito á ta-
les sujetos , S. M. sin mas consejo, pone de
su propio puño decretos y toma providencias, no
solo sin contar con los ministros , sino contra lo
que ellos le informan. Esto me sucedió á mí mu-
chas veces y á los deinas ministros de mi tiempo;
y asi ha habido tantas mutaciones de ministros,
lo cual no se hace sin gran perjuicio de los ne-
gocios y del buen gobierno. Ministro ha habido
de veinte dias ó poco mas , y dos hubo de cua-
renta y ocho horas : ¡pero qué ministros! V. A.
no querrá creerlo cuando sepa los que han sido.»


Nada pudo remediar aunque no dejó de con-
tener algo la virtuosa Isabel (*}, que falleció el


(*) Véase la biografía de Calomarde. , ¡




F E R N A N D O V I I . 21


26 de Diciembre de 1818, víct ima, según se dijo,
de un asesinato quirúrgico.


No tardó Fernando en pasar a terceras nup-
cias, dando la mano á la Princesa Doña María
Amalia de Sajonia, que entró en Madrid á 20 de
Octubre de 1819, para ser compañera del Rey en
su infortunio.


Efectivamente, dos meses después se procla-
maba la Constitución en las Cabezas de S. Juan,
con tan débiles recursos, que solo un gobierno
imbécil, eomo el que entonces presidia los destinos
de España, pudiera ser víctima de tal levanta-
miento, que por si solo se consumía. En vano
Elio ofrecía marchar allá y aniquilar los restos
que vagaban por Andalucía, ó permanecían al
abrigo de los reparos de la Isla: pero la Corte
desechó sus servicios, cual si estuviera sobrada
de recursos, y creyó salir del apuro haciendo Ar-
mar al Rey el ambiguo decreto de 3 de Marzo-
Dos dias después estallaba la insurrección en
Zaragoza, y de todos los ángulos del reino res-
pondían al grito de libertad. Entre tanto el cuar-
to del Rey , presentaba un cuadro lastimero de
abandono y de pavor. ¿Dónde estaban entonces
aquellos nobles castellanos, que al ver á su Rey




22 PERSONAJES CELEBRES,


en peligro volaban á su socorro, al frente de sus
huestes y criados? Fernando se habia rodeado de
canalla, y esta le daba el pago merecido, abando-
nándole en su desgracia.


Para salir de aquel apuro, mandó convocar
las Cortes con fecha 6 de Marzo, y al dia siguiente
viendo que esto no bastaba juró la Constitución
puramente y sin restricción alguna. ¡Cuánto mejor
le hubiera sido aprovechar el entusiasmo público
que se mostraba á su favor en 1814, para haberla
modificado en un sentido mas monárquico, que
hubiera robustecido su poder y satisfecho ulterio-
res exijencias I Pero los hombres débiles van siem-
pre de un estremo á o t ro ; al paso que el pueblo
una vez roto el primer dique, arrolla cuanto em-
baraza su impetuosa carrera. Uno y otro se vio
en esta ocasión: el pueblo de Madrid no satisfecho
eon las anteriores concesiones, invadió el Palacio
R e a l , reproduciendo las tétricas escenas de Aran-
juez , á las cuales debiera Fernando su elevación
al .trono. La guarnición permaneció pasiva, y
el pueblo tumultuado redobló sus exigencias y
envió seis comisionados hasta los pies del trono.
Fernando se vio precisado á reponer el ayunta-
miento de 1814, y este erigido en cuerpo político




F E R N A N D O V I I . 23


se presentó á exigir al Rey el juramento de guar-
dar la Constitución de Cádiz. «Confiad en vuestro »
Rey , » decia al dia siguiente 10 de Marzo en un
manifiesto que ha llegado á ser vulgar, y poco des-
pués anadia aquellas célebres palabras , que por sí
solas forman un proceso, «marchemos francamen-
te, y yo el primero, por la senda constitucional. »


Aquel mismo dia en que se publicó este ma-
nifiesto , las tropas de la guarnición juraban el
Código del año 1812.


No entraremos en la cuestión de si el odio
de Fernando VII contra lo que acababa de jurar,
era precisamente á las instituciones, ó mas bien
contra las personas que las representaban. No
tiene duda que profesaba poco afecto á las pri-
meras, que menguaban su poderío, lo mismo que
á las segundas, por el modo casi violento con
que había tenido que aceptarlas. Pero por otra
parte, es indudable también que no fue su opo-
sición el único escollo contra el cual hubo de
estrellarse la nave del Gobierno representativo,
y quizá fue mas funesto para ella el furor dema-
gógico de la época. Al ver el descrédito en que van
cayendo ahora muchas brillantes teorías, por el
abuso que de ellas se hace ; al ver el sistema elec-^




24 PERSONAJES C E L E B R E S .


toral reducido á un escandaloso agiotage, la res-
ponsabilidad ministerial convertida en cuestión
de palabras, y el recargo de contribuciones ma-
yor que en tiempo del absolutismo , pudiéramos
preguntar, ¿desde el año 1834 hasta el presente,
ha sido Fernando VII quien ha estorbado las re-
formas constitucionales ?


Llegó por iln la época de principiar estas,
en el segundo periodo constitucional á que alu-
dimos. El domingo 9 do Julio de 1820, abrió
Fernando en persona las Cortes del re ino , con-
gregadas en el salón del ex-convento de Doña
María de Aragón, que se había decorado con la
posible magnificencia. El Rey estaba sereno y
sonreía, el público le vitoreaba, y algunos D i -
putados secundábanlos aplausos. Entonces al pro -
nunciar el discurso de apertura salieron, de su
boca estas notables palabras. « L a atención g e -
neral de la Europa , se halla dirigida ahora sobre
las operaciones del Congreso , que representa á esta
Nación privilegiada. De él aguarda medidas de in-
dulgencia para lo pasado, y de ilustrada fir-


meza para lo sucesivo, que al mismo tiem-
po que afiancen la dicha de la generación actual
y de las futuras , hagan desaparecer de la




F E X N A N D O V I I . 20


memoria los errores de la época precedente.»
La esperanza que podia concebirse al oir estas


palabras, fue harto pasajera: por una parte la
obstinación del Rey impedia las reformas; por otra
el desenfreno demagógico crecía por momentos.
Este se irritaba mas y mas con la resistencia, aquel
se hacía á su vez mas suspicaz, y cada paso que
mutuamente daban, alzaba una barrerra entre am-
b o s , impidiéndoles avenirse ni entenderse. El que
quisiere disculpar al uno y cargar sobre el otro
toda la odiosidad, creemos que no pintaría con
exactitud la época tumultuosa de los tres años. . .
¡tres años de humillación para el Monarca, que
compensaron con creces los seis anteriores de ar-
bitrariedad !


Las sociedades secretas minaban el Reino , fra-
guaban conspiraciones, y después de abortadas
culpaban de ellas á los enemigos de la libertad
y aun al Trono mismo. Esta costumbre ridicula
se ha perpetuado hasta nuestros d ias , echando
siempre al débil y al vencido la culpa de todos
los desórdenes; como si pudiera el público aluci-
narse acerca de los verdaderos conspiradores.


El primer ministerio constitucional estaba com-
puesto de hombres naturalmente antipáticos al




26 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


R e y , pues solo Amarillas era el único que le me-
recía alguu afecto. La lucha entre el Rey y sus
Secretarios, era notoria: para mayor descrédi-
to de aquel, se hizo igualmente pública su con-
versación con R i e g o , al besarle la mano , con-
versación que el campeón de la Isla tuvo la de-
bilidad de publicar. Llegó en seguida la ley sobre
reforma de monacales, que el Monarca se ne-
gaba á sancionar , y a la cual no accedió sino
obligado por una de aquellas farsas etisaya-
das, que llamaban motines, en las cuales eran
mas culpables las autoridades que las consentían,
como argumentos ad terrorem, que los infelices
que alborotaban por un pequeño salario, ó por
las ocultas sugestiones del gran Oriente. Huyendo
de tales atropellos , marchó Fernando al Escorial,
desde donde disolvió las Cortes. Por desgracia pa-
recía que un maligno influjo le sujeria errores con
que comprometerse y perder el respeto que sus
desventuras inspiraban á todos los buenos liberales.
El imprudente nombramiento de Carvajal para la
Capitanía general de Castilla, acabó de escitar-con-
tra su persona el odio y los resentimientos. Al re-
gresar á la Corte, aturdido con los trágalas, escar-
necido y vilipendiado, hubo de sufrir ignominias,




F E R N A N D O V I I . 27


y que con grave perjuicio de la tranquilidad pú-
blica se habia sorprendido su fidelidad y patrio-
tismo. » ¡ Por tales medios se queria hacer de Fer-
nando VII un buen Rey constitucional!


El pueblo que en vez de considerarle como su
representante perpetuo, le miraba como primer
conspirador, seguía denostándole mas ó menos


que no sucedieron á Luis X V I al regresar de Varen-
nes. Lloraba la tierna Amalia; los Infantes se mos-
traban abatidos de dolor, y Fernando apenas podia
contener su cólera. ¿Qué restaba ya sino llevarlos
al Temple ? Y con todo, en España, en el pais
de las anomalías , tampoco salió cierto por esta
vez aquel axioma que dice : corona degradada,
y cabeza en el cadalso.


A la vez el Gobierno que habia aflojado las
riendas del orden, iba á ser víctima de los ele-
mentos desencadenados. Si habia mostrado algún
tanto de connivencia con los que escarnecieran al
Rey, aun se vio él mas insultado cuando la Socie-
dad del café de Malta decia en su representación
á Fernando, acusando á los Ministros; « que sus
individuos habían contribuido inocentemente á
la última farsa del mes de Noviembre. . . .




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


directamente, acosándole en el paseo con dicterios,
insolentes; y pasando de las palabras á las obras
llegó hasta el punto de apedrear su coche. En-
tonces vio la Europa con escándalo un Rey aba-
tido á mendigar protección del Ayuntamiento de
la Corte. Indignados los Guardias atrepellaron
algunos .alborotadores , y el Rey tuvo que acce-
der con despecho á la supresión del Cuerpo.


El dia l . ° d e Marzo de 1821 abrió Fernando
en persona la segunda legislatura, notable por el
discurso de apertura, á continuación del que añadió
de su propio caudal una relación de los ultrajes
cometidos contra su decoro, que no solo no ha-
bía sido redactada por los Ministros, sino que
era mas bien una censura contra su conduc-
ta. La mina acababa de rebentar; y para que el
estrago fuera completo, al regresar el Rey á Pa-
lacio destituyó de una plumada á todos sus Mi-
nistros , confiando interinamente los negocios á
los primeros oficiales de sus respectivas secreta-
rías. Tres dias después nombraba el segundo Mi-
nisterio constitucional, compuesto de personas
apreciables por sus garantías de honradez y de
patriotismo.


En el mes de Julio se reprodujeron las mismas




F E R N A N D O V I I . 29


escenas de Noviembre del año anterior. A fines
de él, Fernando habia cerrado las Cortes desde la
Granja , por medio de un decreto; y para mayo?
identidad , no escarmentado con las lúgubres es-
cenas , que ya habia provocado su conducta , in-
currió en el mismo error, admitiendo la dimisión
del Ministro de la Guerra , y nombrándole suce-
sor por sí mismo, sin contar con sus Ministros.
Irritados estos, presentaron su dimisión, que el
Rey no quiso admitir; y conociendo su yerro, nom_
bró con acuerdo de ellos un sucesor , como de-
biera haberlo hecho desde el principio. Ya con
este motivo se advertían síntomas de conmociones;
y si entonces hubiera regresado á Madrid, qui-
zá, se le recibiera con mas desacato que el año
anterior. Pero no por eso se sostuvo la tranquili-
dad por mucho t iempo, pues desencadenadas las
sociedades secretas contra el Ministerio, que la
mantenía, venieron á echarle por tierra, contri-
buyendo también á esta obra el nuevo Congreso,
compuesto en su mayor parte de sugetos de avan-
zadas ideas.


En tan espinosas circunstancias ¿quién habia
de encargarse de regir la nave del Estado ? Re -
cusábanle todos los hombres de orden; y el Rey,




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


al verse en tal conflicto, no pudo menos de es-
clamar : n ¿Qué será de mí si los españoles honra-
dos me abandonan en estos momentos ? » Enton-
ces los Sres. Martínez de la Rosa (*), Garely y Mos-
coso, impulsados de un movimiento de generosi-
dad , aceptaron el compromiso de liiertar á un
Monarca , que parecia trataba él mismo de arrui-
narse , cual si la anarquía que le acosaba no fuera
suficiente para precipitarle en un abismo. Hala-
gaba Fernando á sus nuevos Ministros con apa-
rentes deseos de una reforma templada de la Cons-
titución ; pero al llegar el momento crít ico, á
despecho de ellos y de las juiciosas observaciones
del Embajador francés, se decidió por su mando
absoluto, confinado en los insurgentes que acam-
paban en el Pardo. Entonces el Palacio y la Corte
fueron teatros del mas sangriento drama de aque-
lla revolución: ¡episodio terrible, que hace en ella
el mismo papel que el lúgubre 2 de Mayo en la
guerra anterior, cuando las calles de la Corte se
inundaron con española sangre!


Aterrado el Monarca con el sangriento es-
pectáculo que habia provocado, y abatido con su
inesperado desenlace, volvió á las ideas de con-


(*) Véase su Biografía.




F E R N A N D O V I I . 31


ciliacion y prudentes reformas; pero ya era tarde.
Los honrados Ministros, de cuya confianza había
abusado, acababan de retirarse; y en tal situación
volvió su vista á Francia, y pidió su interven-
ción á Luis X V I I I , pintando enérgicamente los
escesos de la anarquía. Esta carta tuvo su re -
sultado, y los hijos de S. Luis invadieron la
Península, conducidos por el Duque de Angulema.
No era la idea de este, ni del Rey de Fran-
c ia , restablecer el absolutismo en toda su latitud,
antes bien desterraron á los furibundos realistas,
Creus y Mataflorida, individuos de la Junta de Ur-
ge l , y representantes del despotismo neto.


El Gobierno de Madrid, trató entonces de
trasladar al Rey á parage seguro, pero este irri-
tado, destituyó á sus ministros. Llegó entonces
el furor popular á un estremo hasta el cual jamás
habia rayado, y la vida del Rey se vio en peli-
gro. He aquí como describe aquella escena un
testigo de vista: (Miradores, t . I ) « L a pluma
se resiste á escribirla: voces de muera el Rey
se oyeron por primera v e z ; se insultó el sagrado
asilo y aun á la virtuosa y respetable Re ina ; y
acaso sin la Milicia de Madrid, y sin el Ayun-
tamiento , se hubiesen manchado las páginas de




32 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


nuestra historia con la sangre de ilustres vic-
timas.»


A pesar de su resistencia á pretesto de enferme-
dad , se vio precisado á salir de Madrid para
Sevilla el 20 de Mari o de 1823 , escoltado por
gran parte de la Milicia de la Capital j y alguna
tropa, á las órdenes del General Villacampa. En
Sevilla manifestó de nuevo su resistencia á pasar
adelante, lo que dio lugar á la ruidosa sesión
de 11 de Junio. La comisión, á cuyo frente iba
D . Cayetano Valdés, se presentó al Rey á las
cinco de la tarde para darle cuenta de su tras-
lación a Cádiz. — «Mi conciencia y el interés
que me ispiran mis subditos, respondió Fernando,
no me permiten salir de Sevilla. Si como indivi-
duo particular no hallo inconveniente en la par-
tida , como Rey debo escuchar el grito de mi
conciencia.» — A las reiteradas instancias de
Valdés, respondió secamente « h e d icho» y vol-
vió la espalda. Entonces las Cortes á petición del
Sr. Galiano declararon incapacitado al Rey , y acto
continuo se instaló la Regencia provisional. De
este modo reducido Fernando á Rey de farsa, salió
al dia siguiente para Cádiz, y el 15 recobraba
<»1 cetro. Época célebre en los fastos de nuestra




F E R N A N D O V I I . 33


(*) Véase su laografía.


historia, pues no se escribió con sangre como qui-
zá hubiera sucedido en otras naciones.


Amaneció por fin el dia 1.° de Octubre de 1823,
dia de su libertad. Una rica falúa conducía al Rey
y su familia al campamento francés. Desde allí lan-
zaba una mirada furibunda sobre las baterías de
Cádiz, y á poco rato los ex-regentes, á pesar délas
garantías que les había dado , eran declarados reos
de lesa Magestad. En vano el Duque de Angulema,
y el mismo Rey de Francia, trataron después de
hacerle retroceder de la tortuosa senda que empren-
día y de las ideas reaccionarias : uno y otro le me-
recían poca gratitud, y fue preciso que algún tiem-
po después un enviado del Autócrata, viniese casi
con amenazas , para sujerirle ideas de templanza,
y obligarle á mudar el ministerio. Subió al poder
á poco tiempo Calomarde (*), fiel intérprete de su
política. Entre tanto estallaban con frecuencia m o -
vimientos y rebeliones en diferentes sentidos, es-
citados por los hombres mas virulentos de uno y
otro bando. Los pronunciamientos de Valdés en
Tarifa, y de los Bazanes en Alicante, alternaban
con los deCapapé y de Bessieres, en sentido opues-




31 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


t o ; y en medio de aquella conflagración general
y agitación de los partidos, D . Pedro daba una
Constitución á Porlugal. Alaruado Fernando con
la idea del fuego que ardía en el vecino reino,
decia en un manifiesto á los españoles con fecha
16 de Agosto de 1826 : «Sean las que quieran
las circunstancias de otros países; nosotros nos
gobernaremos por las nuestras; y / o , como pa-
dre de mis pueblos, oiré mejor la voz humilde de
una inmensa mayoría de vasallos , fieles y útiles
á la patria, que los gritos osados de la pequeña
turba insubordinada, deseosa de renovar escenas
que no quiero recordar. »


Al año siguiente se notaron en Cataluña sín-
tomas alarmantes, y bien pronto la insurrección
tomó un vuelo rápido y espantoso. Entonces el
Rey dio pruebas de energía marchando velozmen-
te á Tarragona. Los fusilamientos que siguieron
á la sofocación de aquel levantamiento, á pesar
del indulto , vinieron á manchar aquella paz ins-
tantáneamente conseguida.


Desde Cataluña pasó Fernando á Valencia, en
donde se reunió con su esposa para visitar juntos
las principales ciudades del Norte de la Nación: vol-
vieron á Cataluña, y desde Barcelona regresó á Ma-




F E R N A N D O V I I . 35


drid por Zaragoza, Pamplona y Vitoria. Una pers-
pectiva mas halagüeña principiaba á lisonjear la Es-
paña. Los odios políticos , si no estiuguidos , pare-
cían amortiguados; reinaba en la hacienda un or-
den estricto y económico; la paz y la tranquili-
dad tanto tiempo apetecidas, hacían renacer la
confianza; y hasta las ciencias y la industria prin-
cipiaban á levantar su abatida frente. No titubea-
remos en considerar aquel periodo como el mas
tranquilo que ha disfrutado la Nación en todo ló
que llevamos de este siglo, Cuando á deshora so-
brevino la muerte de la Reina Amal ia , turbóse
momentáneamente aquel reposo, y despertó de su
letargo la funesta político-manía.


Los partidos principiaron á bullir con la espe-
ranza de atraer a sus intereses la nueva esposa,
pues en vano loa que exortaban al Rey á que de-
sistiese de cuartas nupcias, cifraron su esperanza
en que faltara la sucesión directa. Fernando aun-
que algo quebrantado su físico por el abuso de fá-
ciles placeres, y por la continua agitación de su
borrascosa vida, que le hacían víctima de una ve-
jez prematura, aun sintió su pecho accesible á los
encantos del amor: aquel mismo año galopaba j u n -
to al estribo de la carroza en que entraba en Ma-




3fi 1'ERSOINAJES C É L E B R E S .


drid la escelsa Cristina , esperanza de los españo-
les. La venida de Jos Reyes de Ñapóles , y el amor
que la joven Reina supo inspirarle, juntamente con
la, esperanza de tener sucesión, modificaron su
genio en los últimos años de su vida y le decidieron
á dar la ley de sucesión, y publicar la Pragmáti-
ca de 1789.


E110 de Octubre de 1830, cuando en varios
ángulos de Europa resonaba acorde el grito de
libertad , Fernando lograba el placer de ser pa-
dre : al mismo tiempo multitud de emigrados
acometían diferentes puntos de la Península, lan-
zando el mismo grito , presagio sin duda de una
borrascosa minoría.


Entre tanto los achaques del Rey se iban agra-
vando, y la gota paralizaba sus miembros. El 13
de Setiembre le acometió al pecho, y el 17 se de-
sesperó de su vida. En medio del abandono en que
yacia , acompañado únicamente de su joven espo-
sa , oyó con dolor la triste pintura de las des-
gracias, que á su murarte iban á sobrevenir al
R e i n o : aterrado con aquella idea y fascinado por
sus consejeros, accedió á la revocación de la Prag-
mática, condenando al infortunio á su esposa y
á sus inocentes hijas. Pero cuando todos creían que




F E R N A N D O V I I . 37


había fallecido , vicronle con asombro vuelto á la
vida y arrancado casi á viva fuerza de los brazos de
la muerte. Disipáronse entonces rápidamente los
proyectos de sucesión indirecta , y Fernando en-
terada de la verdad de los sucesos y de la lealtad
de los españoles, conoció las arteras intrigas de
que había sido víctima, desaprobó la conducta de
sus ministros, y confió el despacho de los negocios
á su Augusta esposa.


El estado del Rey durante el último año de su
vida era tal, que el vulgo llegó á dudar de su v i -
da , y llamaba aquella existencia vivir por máqui'
na. El 30 de Diciembre ante una reunión respe-
table anuló el codicilo arrancado á su debilidad
en los momentos de su agonía, y cinco días des-
pués daba gracias á la Reina en un manifiesto,
por su esmero y asistencia durante la enfermedad
y por el feliz desempeño de los negocios que ha-
bia despachado. El 16de Marzo de aquel año (1833)
se vio en la precisión de desterrar á su hermano
D. Carlos, con motivo de la próxima jura de la
Princesa Isabel, que este repugnaba. Verificóse aquel
acto el 20 de Junio en la Iglesia de S. Gerónimo,
según los antiguos usos, autorizándolo c l R e y c o n -
su presencia, como igualmente los espectáculos, que




38 PERSONAJES C É L E B R E S ,


en celebridad de este suceso tuvieron lugar, dando
pruebas el Rey de que sus achaques no habían sido
suficientes á destruir su antigua afición alas lidesdel
c irco. Por fin aquella existencia minada por las mas
opuestas pasiones, despidió el último destello de la
vida el 20 de Setiembre de 1833, por la tarde,
a impulsos de un ataque fulminante de apoplejía.


Tal fue el triste fin de Fernando VII de Bor-
b o n , á quien los aduladores prodigaron el título
de Deseado, verdadero en algún tiempo. Las des-
gracias que presidieron á su reinado, han hecho
su recuerdo ingrato para los españoles : ¡ ved alii,
dicen , al hombre por quien arrostramos una guer-
ra estranjera y otra civi l , y que á su muerte nos
legó otra aun mas funesta! ¡ Cómo si tuviera él
la culpa de las desgracias todas con que la Provi-
dencia en su furor castiga á los pueblos! porque
los hombres recuerdan mas bien sus estravíos, que
las cualidades que en época menos torméntuosa hu-
bieran hecho quizá de él un buen Monarca. No le
faltaba talento y poseia una memoria feliz y hasta
sorprendente : era afable hasta degradar su dig-
nidad , y piadoso como todos los Borbones, aun
cuando á veces su conducta no iba conforme cou
las ideas y máximas de la religión.




FF.RXANDO V I I . 39


Aquí debiéramos quizá presentar el reverso de
la medalla, y manifestar igualmente sus defectos;
pero estos son demasiado públicos y muchos de ellos
hasta exajerados. Por otra parte, como dijimos al
principio, no se presta fácilmente nuestra pluma
á ensangrentarse en agenas reputaciones y debili-
dades humanas. Respetemos también su m e m o -
ria , pues dio existencia á la Augusta Princesa que
hoy ocupa el t rono , aun cuando no puedan recaer
sobre su frente sin mancilla los estravios de su padre.
Y en una época en que tan vilipendiada se mira la
magestad del trono, ¿qué español será capaz de pin-
tar el último reinado con toda su deformidad, y
enagenarle de un modo indirecto la adhesión de los
servidores que aun le restan?


Quizá al leer esta biografía se habrán echado
de menos numerosos hechos. Pero la historia de
un Rey , es la de toda una Monarquía; imposible
por lo tanto concretarla á tan angosto espacio, sin
reducirla á limitada forma. Quizá también los hom-
bres de partido, mirándola con sus diferentes pris-
mas, la considerarán como un panegírico, ó bien la
calificarán de libelo. ¡ Felices nosotros si al espresar
las ideas déla gran mayoría de la Nación , conse-
guimos desagradar á los partidos estremos!










LORD BYRON.


«La aparición de Lord Byron en
la literatura europea , es uno de aque-
llos sucesos cuya influencia se bace
sentir en todos los pueblos y a todas
las generaciones: rio porque sea Byron,
como lo han asegurado algunos críti-
cos , el creador de un nuevo género de
poesía -, pues no perteneee al hombre
el crear nada.»


C A K L O S N O D Í E R .


Desde los siglos de renovación que lian segui-
do a los llamados bárbaros, todas las ciencias é
ideas eclécticas del hombre, han tenido la tenden-
cia á materializarse; y por un efecto de infalible
reciprocidad, cuya causa está en nuestra natura-
leza, que aspira siempre á existir en alguna parte
fuera de sí misma, las cosas de la vida puiamun-




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


te materiales bau esperimentado la misma inciina-
cion progresiva al esplritualismo. Testigo Lord By-
ron de la renovación de una civilización, ha sido
el intérprete mas poderosamente inspirado de to-
dos los sentimientos, de todas las pasiones, en
una palabra, de todo el frenesí que se despierta
en el tempestuoso intervalo en que se confunden
los ensayos de una sociedad naciente, y las con-
vulsiones de otra que acaba. Lord Byron, no ha
hecho mas , que revelar la poesía de aquel estado
de cosas ; y si admira la invasión inmensa y simul-
tánea del género romántico, mas que á la influen-
cia accidental de un hombre de genio, debe atri-
buirse al estado de las necesidades reales de nues-
tra sociedad.


Sin que nosotros desconozcamos las grandes cua-
lidades poéticas de la persona cuya biografía va-
mos á trazar , no se nos negará tampoco que á la
par que sus obras han contribuido á darle la fama
de que disfruta, circunstancias que le eran par-
ticulares, su vida azarosa, y hasta, permítasenos
la espresion, sus estravagancias.


Jorge Gordon (Lord Byron) nació en Londres
el 22 de Enero de 1783. La juventud del Capitán
Byron, su padre , habia sido muy tempestuosa:




B Y R O N . Ü


casado en primeras nupcias con Lady-Carmartthen,
á quien habia seducido, y que estaba divorciada
de su esposo, vivió poco tiempo con ella; murió
dejando una hija, y el capitán Byron se casó de
nuevo con Miss Gordon, rica heredera cuyo pa-
trimonio disipó en pocos años. Separáronse al fin
los dos esposos, y el Capitán murió en Francia,
en Valencienes , pocos años antes del nacimiento
del autor de Childe-Harold.


Cuando se cuenta la vida de un hombre, de quien
se ha dicho con alguna razón : « que tenia mas va-
nidad en descender de los Byron de Normandia,
que acompañaron á Inglaterra á Guillermo el Con-
quistador, que de haber sido el autor de Childe-
Harold y de Manfredo,» preciso es hablar un po-
co de sus antepasados; y no parece que estos se
titulasen hasta el reinado de Carlos I. Tal era
la familia del que en su infancia era llamado por
sus camaradas de colejio el antiguo barón inglés,
para burlarse de su apego á aquel t itulo, y que
después, vuelto liberal y carbonario , decia recha-
zando la semejanza que quería establecerse entre
Rousseau y é l : « é l era del pueblo , y yo soy de
la nobleza.»


Byron nació cojo, y es digno de notarse que los




í P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


dos grandes literatos de Inglaterra, del principio
de este s iglo , Byron y Scott , tenian ambos aque-
lla deformidad. En vano se hicieron varias ten-
tativas para correjir aquel defecto. Recibió las pri-
meras lecciones de gramática, en Abeerdin, y
en 1793 , visitó con su madre la parte elevada de
la Escocia; gustaba de pasearse por aquellas mon-
tañas , y como las impresiones de la infancia son
muy duraderas, las montañas de Grecia le recor-
darían sin duda después las elevadas de Escocia.
En aquella época, apenas contaba ocho años , se
enamoró de una niña de su edad con un afecto
que tenia lodos los caracteres del amor. Fenóme-
no que no es raro principalmente en los niños que
mas adelante han de ser hombres de imaginación.
Dante, Alfieri, Canoba y Rousseau tuvieron amo-
res en su infancia.


Mientras la de Byron pasaba en ensueños, se
preparaba un suceso que debia tener una inmensa
influencia en su destino. Por la muerte de un j o -
ven que habitaba la Córcega, heredó el título del V
Lord Byron, que vivia en la abadía de News-
fead. Murió el Lord en 1795, y cuando por pri-
mera vez llamaron en la escuela al joven Jorge
Byron, colocando según costumbre su título asiles




11VR0N. 5


que el nombre, le causó grande impresión y pro-
mmpió en llanto. Su nueva posición exigía un nuevo
tutor y este encargo recayó en Lord Carlisle, pasan-
do Byron i Londres con su madre. Enviáronle
primero á un instituto particular, y por último en-
tró en la escuela pública de Harrow. Su carácter
era indomable, y como lo ha dicho él mismo, no
era popular entre sus camaradas, pero sabia ha-
cerse querer de algunos. Sus sentimientos eran en
efecto tan generosos como arrebatados ; y uu dja
que uno de los matones délas clases aporreaba bru -
talmente á un débil escolar, se acercó Byron á él
temblando de cólera y le preguntó: « cuántos gol -
pes pensaba dará su amigo:» « y qué te importa
contestó el opresor?•» «es que si os parece recibi-
ré yo la mitad." El muchacho á quien se pegaba era
Peel, que había de llegar á ser después uno de los pri-
meros hombres de Estado de Inglaterra. Byron con-
trajo en el colejio amistades apasionadas; dominaba
en todos sus actos la melancolía , y aquel niño que
sobresalía en todos los juegos de fuerza y de agi-
lidad i que era siempre el primero en las conspi -
raciones infantiles, se complacía en meditar en el
cementerio d e l l a r r o w , donde se enseña aun o(
sepulcro sobre el cual solía sentarse. , .




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Estando aun en Harrow se apasionó de Mis Cha-
worth que habitaba en Annesly , cerca de News-
tead. Ella no hizo caso de él y hasta se burló del
amor de una persona á quien consideraba solo
como un n iño ; y aquel amor no correspondido;,
y que no pudo olvidar enteramente, le hizo caer en
culpables estravios.


Desde el año de 1805, estando aun en la Uni-
versidad de Cambridge, había principiado á com-
poner versos. Imprimió primero, solo para sus ami-
g o s , sus Juveniliti que publicó en seguida, vién-
d o l o bien recibidas que habían sirio. Aparecieron
después sus lloras de ocio (Hours of idleness)
dedicadas á su tutor Lord Carlisle. AI recorrer las
primeras poesías de Byran , sin estar preocupado
por la reputación que ha adquirido después, nada
se encuentra en ellas de notable. Comunmente-hay
en los jóvenes poetas fuerza y oscuridad, y el
principal defecto de Byron eran el prosaísmo y una
insípida claridad. La Revista de Edimburgo desco-
noció el porvenir del joven poeta y le ériticó grose-
ramente. Sabido es como se vengó Byron. Poco
antes de aparecer la sátira que debía dar vuelo á su
talento, estaba en una posición poco favorable: su
primer ensayo poético sufría el cruel desdan de




B Y R O N . ¡'


ios periodistas y el olvido del publico , y había en-
trado en la Cámara de los Lores , desapercibido y
sin patronos. Su falta de fortuna, la mala repu-
tación de su padre, y la eouducta loca de su ma-
dre, habían alejado de él á los hombres de su c la-
se. No hacian caso de é l , y su espíritu indomable
no podia soportar el desprecio. Esto esplica la caus-
ticidad de aquella sátira que admiró á la Inglater-
ra , y que hizo cesar en Byron el sentimiento q u e
atormenta principalmente á los hombres de genio,
la duda délo que valen. Byron atacó en aquel eserito
á l os que después debia admirar y contar en el
número de sus amigos: W . Scott y Moore , fue-
ron en ella muy mal tratados. La versificación de
la sátira es fuerte y concisa, pero loda la compo-
sición carece de claridad.


Poco después de publicada aquella sátira, par-
tió Lord Byron para el continente. Pero antes de
seguirle, veamos en qué disposición de espíritu se
encontraba el poeta. Después de lo que le habian
hecho sufrir los desdenes de Mis Chaworth, se en-
tregó con toda la violencia de su carácter á las pa-
siones; su juventud no tuvo durante algún tiem-
po freno alguno, y vivía en el antiguo castillo,
de Newstead , en medio de la licencia y del ocio.




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Con el corazón enchido de pasiones, con el en-
tendimiento fuerte , pero desordenado, salió Lord
Byron el 2 de Julio de 1809 , para su viaje á Le-
vante. Atravesó el Portugal y el Sur de España;
permaneció algún tiempo en Cádiz, ciudad de pla-
ceres que lia cantado en sus versos, con sus músi-
cas , sus mugeres hermosas, y su delicioso clima.
Visitó laCerdeña , la Sicilia , Malta, y pasóáTur-
qui'a. Abordó en Albania , la antigua Epiro, se
adelantó hasta el Monte Tomarit, y fue acogido con
benevolencia y distinción por el famoso Alí Bajá.
Después de haber visitado, la Iliria, laChasnia, etc.
atravesó el golfo de Actium con una guardia de 50
albaueses,y pasó el Achelono durante su camino, al
través de la Acarnania y la Etolia. Se detuvo en
Morea, pasó el golfo de Lepantoy abordó al pié
del Parnaso; vio las ruinas de Del fos , pasó á The-
bas y á Atenas, y regresó después á Constantinopla.
Desde allí volvió á Atenas y fue en seguida á Co-
rinto y Patras. Recorrió después la Morea, y era
sti ánimo pasar á Egipto, pero no lo llevó á cabo,
y regresó á Inglaterra en Julio de 1811, después de
dos años de ausencia.


Traia de aquel viaje los dos primevos cantos de
la peregrinación de Childe-Harold, y una sátira




H Y R O N . 9


bastante mala, imitación del Jrte-Poética de Hora-
racio. Lo singular es míe creyó que Childe-Harold
no era digno de imprimirse, y que fundó todas sus
esperanzas de buen éxito en su imitación de Hora-
cio. Persuadiéronle al fin sus amigos de que aquel
poema era' una obra de genio ; pero siempre con-
servó una predilección hacia la citada sátira.


A su regreso no pudo Lord Byron volver á ver
á su madre , que habia muerto de una enfermedad
rápida ; y casi al mismo tiempo perdió á su amigo
Carlos' Skinner Mathews, que pereció en un rio
inmediato á Cambridge. Estas dos muertes le afli-
gieron profundamente, y fueron precisas para con-
solarle , las ocupaciones de la Cámara alta en la que
volvió á ingresar, y los cuidados déla publicación
de Childe-Harold. Fue bien acogido en la Cámara
d é l o s Pares. Antes de su viaje, se habia sentado
casi solo en los bancos de la oposición ; á su vuelta
encontró apoyo en los que pensaban que podía ser
útil á su causa; distinguiéndose entre otros Lord
Holland.


El 27 de Febrero de 1812 , pocos días antes de
la publicación de Childe-Harold, pronunció Byron
el primer discurso que fue muy aplaudido. Tratába-
se de un Mil que imponía penas muy severas contra




10 P E R S 0 N A J E S C E L E B R E S .


los destructores de telares. El joven orador hizo eu
su discurso alusión á sus viajes: « He atravesado,
dijo , el teatro de la guerra en la Península; he re-
corrido las provincias mas oprimidas de la Turquía
y j amás , bajo el Gobierno mas despótico entre
los infieles, he visto una miseria mas odiosa que la
que he presenciado á mi vuelta, al corazón mismo
de un pais cristiano. ¿ Y cuáles son vuestros reme-
dios? Después de muchos meses de inacción llega
por fin el grande específico, la panacea de t odos los
médicos de Estado, desde Dracon hasta nuestros
dias. Despnes de tomar el pulso , de haber menea-
do la cabeza, se ordena, como de costumbre, el
agua caliente y la sangria: el agua caliente de vues-
tra nauseabunda policia, y las laucetas de vuestros
soldados; y después acaban las convulsiones con
la muerte, que es el fin de todas las curas de nues-
tros Sangredos políticos. Dejando á un lado la injus-
ticia palpable y la ineficacia cierta del b i l í , ¿ no hay
bastantes penas capitales en nuestras leyes ?¿ nó hay
bastante sangre eu nuestro código penal, que es pre-
ciso verter aun mas para que suba al Cielo á depo-
ner contra vosotros?» Este estilo vivo , esas imáge-
nes demasiado atrevidas, descubren en Byron el
deseo de imitar á Sheridan, á quien consideraba




BYnOJT. II


como el primer orador de la Gran Bretaña, y que
habia reunido en tan alto grado la reputación de
literato con la de brillante orador. De todos modos
Byron quedó encantado de sü buen éxito, ydijo que
el mejor prefacio para la Peregrinación; era su
discurso.


Cuando aparecieron los dos primeros cantos t u -
vieron un éxito inmenso. « Me desperté una maña-
na , dice Lord Byron, y me encontré que tenia fa-
ma. « L l e g ó áser objeto de general curiosidad; el
mismo Principe Regente, quiso verle , y hablaron
juntos de Walter-Setrtt, que tenia entonces unagran-
dereputación cómo poeta. Parecerá tal vez tina pa-
radoja , pero puede decirse que ff^averley se debe á
Byron. En efecto, como el mismo Walter-Scott lo ha
declarado, jamás habría abandonado la poesía por
la prosa , si no le hubiera escedido como versifica-
dor el autor de Childe-Harold. Este poema hizo
olvidar la Dama del Lago; pero sin é l , tal vez no
hubiéramos tenido á Ivankoe. El hermoso fragmen-
to del Giaour, tan apasionado, tan brillante, tan
oriental, aumentó todavia masía reputación de
Lord Byron. Lo que contribuía ademas á la curio-
sidad del público , era la voz esparcida, no sin al-
gún fundamento, de que Byron habia sido el héroe




1 2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de la aventura que contaba. En efecto , hallándose
en Atenas, había impedido eon su firmeza y su
crédito, que se diera muerte á una joven que se ha-
bía dejado seducir por un Cristiano.


La prometida de Abydos,, aumentó mas la po^
pularidad del autor. Vivía entonces entre las disi-
paciones del mundo y las mas distinguidas socieda-
des de Londres. Los mas ilustres personajes de la
oposición eran amigos suyos , y fue atraído á los
salones de Mma. de Stael por el encanto que ella
sabia dar á la conversación,; á pesar de que no gus-
taba de la demasiada;personalídad y disertación que
había en la hija de Necker. Se entregó con delicia
á la amistad de Sheridan, cuya admirable conversa-
ción arrebataba á cuantos le escuchaban, y los su-
fragios del joven Lord le consolaron de ver su glo-
ria oscurecida por sus vicios. Un diadijo Byron ha-
blando de é l : « Sheridan ha sobresalido en cuanto
ha querido hacer. Ha escrito la mejor comedia {La
Escuela de la Maledicencia) la mejor ópera {El
Mendigo); la mejor farsa, {El Crítico); el mejor pró-
logo, {Sobre la Muerte de Garrick);y para coronar-
lo todo, ha pronunciado el mejor diseurso, {Sobre
la V>iíZ¿a)quejamássehaoido en este país.» Sheridan,
echó á llorar cuando le repitieron estas palabras.




B Y R O N . 13


Cuando en 1814 apareció el Corsario, aumen-
tó la reputación del autor, pero algunos versos que le
acompañaban, sublevaron contra él álos amigos del
Gobierno y sus periódicos llenaron al poeta de inju-
rias. Contenian aquellos versos un elogio de la Prin-
cesa Carlota y un sarcasmo cruel contra su padre.
Los sucesos de 1814 dieron una nueva fuerza á los
sentimientos políticos de Lord Byron, quien al paso
que censuraba las faltas de Napoleón , admiraba
cuanto en él habia grande y poético, y deploraba la
suerte de la Francia.


Antes de llegar á un suceso que tuvo una grande
influencia sobre la vida entera de Lord Byron, de-
bemos decir que en aquella época , fue cuando en-
contró en Londres á Walter-Scott. Este habia sido
muy mal tratado en la sátira de Byron ; pero su al-
ma era demasiado elevada para que algunos versos
satíricos le alejaran del autor de Childe-Harold,
quien ademas se habia manifestado avergonzado de
haber compuesto los English bards and scotch re-
viewers. Pasaron cerca de dos meses en Londres
viéndose casi todos los dias.


Lord Byron , á pesar de sus preocupaciones po-
líticas, no habia continuado hablando cu la Cámara
de los Lores. Su segundo discurso habia sido menos




14 P E B S O N A J E S C É L E B R E S .


aplaudido que el primero , y conocía que debilita-
ría su incontrovertido título de grau poeta, si se
obstinaba en llegar á ser un mediano orador. Por lo
general los hombres de grande imaginación, son
poco á proposito para la ciencia política, que exige
una vista fría del mundo que ellos no pueden tener.
Basta el haber pasado una noche bajo las arcadas
de un antiguo castillo iluminado por los rayos de la
luna, para que disculpen el feudalismo; y muchas
veces nada hay tan prosaico como los intereses so-
ciales. Walter-Scott ha dicho que no creia á Byrou
convencido de los principios liberales que ostentaba;
la muerte de Byron ha dado un solemne mentís á
semejante error.


Cuando un hombre está entregado á las pasio-
nes, cuando aun no ha gastado su vida, es costum-
bre proponerle que cese de repente de ser apasiona-
d o , y el pasar sin transición, desde la agitaciqa
á una perfecta calma; y se le propone con grave-
dad que se case. Persuádense que algunas palabras
pronunciadas sacramental mente, convertirán á un
poeta meditativo en un marido atento; que el cambio
d i unes anillos, cambiará pasiones fogosas, y secará
los impetuosos manantiales de la poesía. Este reme-
dio vulgar le ofrecieron á Lord Byron; y lo singular




B Y H O N . 15


es que lo aceptó. Habia visto por mucho tiempo con
completa indiferencia á Miss Milbanke, no porque
careciese de hermosura, pues la tenia notable ; no
porque le faltasetalento, pueshacia versos, sino por-
que tenia un carácter frió y severo que no podia sim-
patizar con el suyo. Ignórase porque se decidió á
pedir su mano. Negósela ella en un principio, y
sin embargo, según la costumbre inglesa que tanto
chocaría á las nuestras, siguió en relaciones con
é l ; al cabo de un año volvió á pedir su mano y la
obtuvo. Por poca prudencia que hubiera tenido,
no se hubiera casado, pues estaba acosado de plei-
tos y casi arruinado. Verificóse el matrimoáro el 2
de Enero de 1815, y el 10 de Diciembre del mismo
año Lady Byron le dio una hija, su Ada, la úni-
ca hija de su casa y de su corazón:


Ada! solé daughter of my house andheart!


El 15 de Enero de 1816 Lady Byron , después
de haber escrito á su marido una carta llena de
afecto, le noticiaba que no volvería á verle jamás.
Tomás Moore, según su costumbre, en sus memo-
rias sobre Byron, ha escrito mucha metafísica y
gastado mucha erudición para probar que Byron




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


na podia ser feliz en su casa. Una palabra de<By-
ron , que él misino refiere, hubiera podido ahor-
rarle el trabajó de hacer una psycologia matrimo-
nial de los poetas, y la lista de los grandes hombres
célibes. Esta palabra era la siguiente : « Las cau-
sas de nuestra separación son demasiado sencillas
para que se encuentren fácilmente.» En efecto, en-
tre un poeta joven y ardiente, y una muger fría y
apegada á susdeberesno debia haber simpatía. Lord
Byron era uno de los administradores de Drury-
Lane, y sus nuevas ocupaciones podían alarmar á
una muger menos susceptible que Lady Byron. Es
dudoso que tuviera culpa, pues la noble conducta
que observó después de su separación parece probar
su inocencia; pero su carácter impetuoso, sus cos-
tumbres estrañas debieron dar mil motivos de riña
y rompimiento.


Poco tiempo después de una separación á la cual
habia consentido él mismo , publicó Lord Byron
dos póesias que no podían atraerle de nuevo al pú-
blico , decidido altamente en favor de su esposa.
TheSkeich, sátira por el estilo de las deJuvenal,
en la que se rebajó hasta perseguir con sangrientos
tiros á una criada, cuya inlluencia le habia sido fu-
nesta , le dio un caráctar de violencia que perjudicó




BYHO.V 17


á su dignidqd. La otra poesía era elfamoso Adiós
á su muger, que es todavía un enigma para sus
amigos. Parecía confesar en ella culpas que eran
imaginarias , y afectar hacia su muger una ternura
queno sentía. Pero no debe darse demasiada impor-
tancia á aquella hermosa y apasionada producción;
es el capricho de un poeta que hace mentir á la vi-
da rea l , para pintarse con mayor felicidad.


La impopularidad de Byron llegó á su colmo
después de publicados aquellos versos. Los periódi-
dicos le atacaron, se multiplicaron las caricaturas
contra é l , se le cerraron las sociedades, y se consi-
deraba como un acto de valor el^ecibirle en su ca-
sa. £1 partido aristocrático, del que habia hecho po-
co caso, los Santos á quienes habia ofendido , las
mugeres que creían tener queja de é l , se unieron
para presentarle como un monstruo; y las palabras
de vampiro, de turco bárbaro, de asesino, apenas
pueden dar una idea de l o q u e era Lord By ron, en
aquella época en Inglaterra, desde Jas, mas altas
sociedades hasta los mostradores.


Lord Byron salió de Inglaterra por segunda y
últiva vez, el25 de Abrilda 181G,Desemharcóei)Os-
tende , atravesó la Flandes, y recorrió las márgenes
del Rin. Se detuvo algún tiempo en Ginebra y oeu-


2




18 P E R S O N A J E S C É L E B R E S ,


pó á orillas del lago la villa Diodati, que domina la
vista del Leniari. Apenad llegó á Ginebra, hizo co -
nocimiento eon Shelley y su muger, arrojado de su
paispor la intolerancia. Su conversación original, su
imaginación , que según «na espresion de Moore,
hubiera podido bastar para una generación entera
de poetas, debieron agradar á Lord Byron; y su in-
timidad con aquel hombre tan estraordiuario y des-
graciado , fue seguramente muy favorable al de-
sarrollo de su ingenio. Bastará leer los versos com-
puestos por Byron , después de su amistad con
Shelley para conocer la influencia queel espíritu me-
ditativo y pensSdor de este último ejerció sobre
él. Compárense sino las dos hermosas estancias
de ChUde-Harold{*) con los versos de Shelley, Una
tarde de verano en un cementerio.


Cérea de Ginebra; y durante una semana lluvio-
sa que les impedia salir de casa, fue cuando Shelley,
su muger y Byron se entretuvieron en componer
novelas én el género de historias alemanas, llenas
de escenas diabólicas. Uño de ellas, Frahkenstein,
compuesta por Mistres Shelley; lia quedado como
una obra de talento y originalidad. Byron trazó en


(*) Estancias 72 y " 3 del Canto 111.




B Y R O N . 19


aquella época el borrador del Fampiro, qi^c aban-
donado por él y recogido por su jóVen médico Poli-
tiori, apareció bajo el nombre del poeta, y con el cual
principió entre nosotros la reputación de Byron.


Babia este visto en Copet á Mma. de Stael , que
le decidió á intentar un acomodamiento c o n su es -
posa. No tuvieron éxito los pasos que d io , y poco
después compuso El Sueño {The Dream) en el
cual pinta sus desgracias con esquisita sensibilidad.
Paso Byron de Suiza á Italia, visitó á Milán y Vero-
ua, y se fijó en Venecia en 1816. Esta ciudad conve-
nía muebo aun poeta y á un hombre que necesitaba
distracciones y placeres. Venecia que es una ruina
viviente, tiene encantos para los ingleses, y.allí en-
contró él ademas costumbres sociales que lisongea-
ron , por decirlo asi , el renacimiento de sus pasio-
nes. Tuvo primero amores-coro la joven esposa de
un mercader, llamada Mariana, de estreníada her-
mosura; y al paso que jugueteaba con la infantil
inteligencia de Mariana ,y que era esclavo de sus
caprichos y desuscefos. iba todos ios dias aun con-
vento de frailes armenios para aprender su idioma.
Tampoco estaba ocioso su genio poét ico ; terminó
el tercer canto dé Childe-tfarold; publicó Las I.a -
mentas del Tasso, y compuso el drama d<s Munfrí'-




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


(Li, en que por primera vez se introducían en el tea-
tro los espíritus de la naturaleza , y se convertían
las montañas y los precipicios en seres con quie-
nes se podia conversar, y que obtuvo en Alemania
principalmente un grande éxito. Hay en él una imi-
tación evidente del Faust, de Gcethe, y aunque
Byronno había podido leer este drama en alemán
por no conocer el idioma, se lo había traducido en
inglés Mr. Lewis.


En 1817 pasóByron á visitar á R o m a ; viola en
poco tiempo, porque Mariana esperaba conimpacien-
cia su vuelta; regresóá Venecia y compuso el cuar-
to canto de Childe-Harold, considerado general-
mente como su inspiración mas elevada. Ahora va
amostrarse una nueva faz de su vida, vá á princi-
piar un nuevo desarrollo de su talento.:


Desde su salida de Inglaterra, los sucesos y los
1 ugares habían pEeparado maravillosamente los dos
primeros cantos de Childe-Harold. Solo faltaba á
su gen io , según la espresion de Bosstiet «aquel no
se qué de acabado queda la desgracia» y sobrees-
té punto nada, le quedaba yaque des?ar. Habién-
dose apoderado de él una grave melancolía, todo le
inducía á elevarse sobre un mundo que le rechaza-
ba. Las llanuras de Waterloo. las orillas del la-




B Y I I O N . : M


de Ginebra, llenas de recuerdos de.Tulia , eleva-
ron su pensamiento, que espiritualizaron las conver"
saciones con Shelley; y por último tranquilo en Ve-
necia , mecido por un amor juguetón, viviendo bajo
el cielo inspirador de la Italia acabó su obra mages-
tuosa. Pero la vida se había vuelto á despertar en él,
y la inspiración, en vez de agotar su genio, solo ha-
bía abierto nuevos manantiales; sentíase fértil , y
deslumhrado por su fuerza, se arrojó al mundo y á
sus errores, abandonó á Mariana, y sedirigíóá muge-
res ardientes en el placer, para quienes era el amor
una necesidad y unfuror.


Sus relaciones con Margarita Cogni , forman un
episodio bastante interesante en medio de todas
aquellas amistades fáciles y efímeras á que estaba
acostumbrado. Veamos la descripción que él mismo
lia hecho de aquella persona y del modo como se re-
lacionó con ella. « La fisonomía de Margarita, dice
el m i smo , es uno de aquellos tipos venecianos au
tíguos; su cara es tal vez demasiado larga, pero esta
llena de finura, y el trage nacional le sienta mara-
villosamente.


o En 1817 , durante una noche de verano, nos
paseábamos á caballo N " y yo á lo largo de la Breu-
ta. Éntrelos grupos de la gente del campo, adver-




22 P E B S O N A J E S C É L E B R E S .


timos dos jóvenes las mas hermosas quejamos hu-
biéramos visto. A la sazón habia carestía en el pais,
y yo habia socorrido á algunos desgraciados. Con la
moneda de Venecia se puede ser generoso a' poca cos-
ta, y tal vez se habia exagerado lo que yq habia he-.
cho.Siaquellas jóvenes repararon ó.no « n que las mi-
rábamos con atención no lo sé , pero una de ellas me
gritó en veneciano. «Porqué ya que aliviáisálos der
mas no os acordáis de nosotras ?» Acerqueme á ella,
y le d i je : «Cara, tuséi tmppo bella egiovaneper
aver bisoqna del SOCCQTSQ mió.», —. Si viéraisj c o a -
testó ella, mi cabana, no hablaríais de este modo.n
Toda esta escena pasó casi riéndose, y en muchos
días no volví á ver aquellas jóvenes. Una noche las
volvimos ¿encontrar, y nos hablaron mas seriamen-
te de su situación. Eran pumas ; Margarita estaba
casada, la otra no. Como aun dudaba de lo. que' me
deeian, adopté otro c a m i n o , y les di cita para
el siguientedia.... . y poco?después estábamos per-
fectamente deaouerdo.» Margarita Cogni¿ «mger
del pueblo, violenta, arrebatada, pero hermosa co-
mo una tigre, se apoderó de é l , y en aquella época
convirtióse su casa en un sitio de escándalo y de di-
sipación, en el qué gastó su vida. Entonces fue cuan-
do concibió el tí. Juan, su segunda epopeya; Don




UVllON. 23


Juan que debia ser la sátira de cuanto había visto,
de cuanto le había, hecho padecer, y en la que depo-
sitaba la pintura ideal de la hermosura, y del amor.


Sin embargo no podía permanecer por mucho
tiempo en aquel estado de humillación moral; la vis-
ta de la Condesa Guiccioli le sacó de el. Era una
joven y hermosa romana, casada dos años hacía con
un anciano. Viéronse por primera vez sin resultado,
y una segunda entrevista entregó enteramente á la
joven Condesa á un amor á que Byron correspondió
vivamente. La Condesa tuvo que regresar pronto á
Ravena, su residencia habitual; y Byron Insiguió
allí bajo el pretesto poético de visitar el sepulcro del
Dante. Desde aquel momento vio continuamente á
la Condesa, á pesar de la cólera de su familia y de
ios tardíos celos de su marido. La acompañó á Bo-
lonia; ella fue sola con él á Venecia, y viendo ca-
da vez mas apasionada á aquella joven muger, le pro-
puso el huir juntos. Proposición que causó una vir-
tuosa indignación á la Condesa, que como muchas
italianas, consideraba cosa muy sencilla engañar á
su marido, pero muy odiosa el abandonarle. Propuso
á su. amante como una cosa muy f á c i l , el hacerla
pasar por muerta, y Byron debiósonreírse con la
idea de aquel engaño, tomado del drama de Shaks-




2-1 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


peare. Compuso en Ravena su Profecía del Dante
y el drama de Marino Fallero. De este modo había
llegado hasta el año de 1820.


Las prolongadas relaciones deByron con la Con-
desa , habián dado lugar á la separación de esta de
su marido. Vi vía cerca de R avena, y reducida á muy
cortos medios, consolábase de las riquezas que había
perdido con el amor de un gran poeta. En cuanto
á él, había abandonado el proyecto de volver ¿ I n -
glaterra en el momento de realizarlo. El año de 1820
conmovió toda la Europa. La revolución de Ñapóles
habia dado muchas esperanzas á los patriotas de Ro -
mana, y Byron se había ligado íntimamente con el
Conde Gamba, padre déla Condesa Guieeioliy con
su hermano. Ambos estaban muy metidos en el
carbonarismo, y su amistad comprometió á Byron
en cuya casa se guardaron por bastante tiempo las
armas de los conjurados. Siguiéronse al año inme-
diato las persecuciones de la Santa Alianza, y los
Gamba y la Condesa, tuvieron que abandonar áRa-
vena ; y aunque la residencia en aquella ciudad era
conveniente á Byron, un gobierno suspicaz y la i m -
posibilidad de permanecer lejos d e s ú s amigos le
obligaron á abandonarla. La Condesa se decidió á
ir á habitar á Pisa. En 1821 murió la suegra de




BVB.ON. 25


fiyron, Lady Noe l ; fue una d e s ú s últimas vo-
luntades que su nieta Ada estuviera por muchos
años sin ver el retrato de su padre, y esta renco-
rosa disposición disculpa la aversión que Lord By-
ron le profesaba.


Un lance con un oficial austríaco le obligó á
abandonar á Pisa , donde se hallaba, en 1822, y á
pasar á Genova : allí le esperaban dos grandes pe-
sares. Perdió á su hija natural Al legra , que con -
taba ya mas de cinco años. Quiso que Se la en-
terrase en la iglesia de Harrow, con esta sola ins-
cripción tomada de Samuel: « I r é áella, pero ella
no volverá átní.r El otro suceso que le entristeció
profundamente fue la muerte de Shelley que se
ahogó en el golfo de la Spezzia. Un pasaje de la
carta en que da cuenta de aquella muerte, es de-
masiado notable, para que dejemos de citarle:
« Hemos quemado los cuerpos de Shelley y de W i -
lliams en la orilla del m a r , para que fuese po -
sible el trasportarles y hacerles los funerales. No
podéis figuraros el efecto que causó aquella fúne-
bre hoguera en una playa desolada , con monta-
ñas en el fondo y el mar enfrente, y el aspecto
singular que daban á la llama , la sal y el incien-
so. Todo el cuerpo de Shelley quedó consumido,




26 PüHSOiNAJJiS CELEJUtES.


escepte el corazón en que la llama no quiso pren-
d e r , y que se ha conservado en espíritu de vino.»
Aquella muerte de Shelley, que teaia una imagi-
naeiau tan. estraga, ,que se habia constituido el
enemigo de Dios , que tenia una imiginacion po-
deros* : ¡para sustentar sistema „ tiene; segura-
mente algo de, misterioso. Asi fue que afectó sin-
gularmente á Lord Byron , que como todos los
grandes hombres,, era un poco supersticioso.,


Durante estos tres años de 1820; 21 y 22 cpn-
tinuó Byron su D.Jwn,,á pesar d e q u e en J821
la Condesa le hab^a hecho prometer que no conti-
nuaría aquel poema. Ademas, durante aquel perio-
do aparecieron los dramas Marino Fallero, Sar-
dandpalo, Los dos Foscari, Cain y Werner. En
ninguna época de su vida habia trabajado mas. Su
amor por la Condesa habia calmado su existencia, y
habia vuelto á sus buenas inclinaciones. La pasión
del amor tenia en Byron el singular efecto de
identificarlo con la persona amada. Cuando su in-
digna pasión con Margarita Cogni se habia vuelto
sórdidamente avaro; en Genova , bajo el imperio
de la Condesa, distribuía entre los pobres las tres
cuartas partes de sus rentas. , ( j U r,


Mientras Byron componía sus dramas, seguía




B Y B O H . 27


una guerra de pluma con el Doctor Bowles que
liabia atacado la reputación de Pope, el Boileau de
Inglaterra. Aquella polémica no fue favorable al
talento de Byron , según el juicio del mismo Sher
lley. Este^ ; quaen Duestüo concepto había ejer-
cido una ¡influencia feliz «u el espíritu de By-
ron , le prestó un triste servicio recomendándole a
Mr. Leigh Hunti Á quien ya habia cotíofijd» en
Inglaterra. Lord Byron , á pesar 4e las súplicas
de sus amigos, cooperó con él en la publicación de
una revista: titulada M Liberal,, que no tuyo éxito
lio obstante el termos» prefacio-que, la, precede de
Byron , y que envolvió áeste en las triquiñuelas
que agotaron su paciencia. Persuadióse entonces
que disminuía su reputación, y que tardaría poco
en desvanecerse la admiración que liabia causado
en Inglaterra. Su ánimo babia vuelto á decaer,
cuando los partidarios de la revolución griega pen-
saron en él, considerándole como el hombre cuya
presencia seria mas favorable á la causa de los He-
lenos. Abrazó cou ardor la idea de ir á Grecia, y á
despecho de los ruegos de la Condesa y de su pro-
funda melancolía, se embarra en el mes de Julio de
1823. Al principio el viento le volvió al puerto,
pero fue después favorable, y una vez en alta mar",




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


recobró su valor , su esperanza, y como dice To-
más Moore: « La voz de su juventud parccia que
se hacia escuchar aun entre la brisa que le em-
pujaba á las orillas de su querida Grecia. » Diez
dias después de su salida, protegido por un vien-
to favorable, estaba en Cefalonia. En Inglaterra,
donde tiene tanto poder el r idículo , se burlaron
mucho de é l , porque entre las armas que llevaba
habia tres cascos ricamente adornados, acusando
de puerilidad aquel capricho poético. Se ha-soste-
nido mas de una vez, que hay incompatibilidad ver-
dadera entre el espíritu poético y la inteligencia
práctica. Pero la historia que nos ha conservado
los nombres de Alejandro, de César, de Napo-
león , atestigua lo contrario, y la caballeresca car
r e r a d e Byron pudiera aun desmentir aquella
teoría. Poco tardó en probar que si el entu-
siasmo le habia llevado á Grec ia , debia condu-
cirse alli con ju i c i o , firmeza y prudencia. Ins-
truido por un viaje precedente, al paso que
apreciaba á los griegos, no veia en ellos á los
contemporáneos de Miltiades y de Temístocles.
Quiso permanecer en las islas Jónicas hasta sa-
ber cuál era el estado de los partidos en Gre-
cia , y cuáles las necesidades mas urgentes á




BYHOS. 29


que había que atender. Durante «u permanencia en
Ccfalonia se hizo amar por su beneficencia, y apre-
ciar por sus sabias miras. Sin embargo, entonces
le asaltó de nuevo con fuerza el presentimiento
de su próximo fin. El 27 de Diciembre de 1823
escribía á Tomás Moore desde Cefalonia: « Si la
calentura, el cansancio, el hambre ó cualquiera
otra enfermedad alcanzase en medio de su carre-
ra á vuestro hermano.en poesía , como sucedió á
Garcilaso de la Vega, á Kleist y Kcerner, acordaos
de mi en medio de las risas y del vino.» ,


. Pasó al fin á Missolongbi* después de atrave-
sar la flota turca, que estuvo en poco no cogiera
su buque. Alli tomó á su sueldo un cuerpo de
suliotas, con el cual contaba atacar á Lepante.
Fue incansable en calmar las disensiones interio-
res , y pwa dar á aquella cruel guerra hábitos de
humanidad. Muchas.veces.hizo dar libertad á los
prisioneros turcos , y ponia precio, n o á la cabeza
de los enemigos, sino á los cuidados <|ue se tuvie-
ran por salvarlos. Ningún resultado obtenía sin
embargo; tuvo precisión, de. despedirá los suliotas,
y el clima húmedo y mal sano de Missolonghi que-
brantó fuertemente su salud- El 14. de Febrero
salieron los suliotas de la c iudad, y el t~> tuvo




30 P E R S O N A J E S ' C E L E B R E S .


Byron una convulsión horrible, sin que los S H -
liotas amotinados respetaran su estado, entrando
en su cuarto blandiendo sus magníficas armas, y
reclamando B U S derechos. Electrizado Byroh con
aquel inesperado espectáculo, pareció estar curado
por un momento dé su enfermedad; y cuanto
mayor éía la rabia de los .suliotas mas calma os-
tentaba. Pero su enfermedad sé agravó, sin duda
por el régimen demasiado rigoroso que observa-
b a , pues solo s& alinierítaba de legumbres, y no
podia hacer égercicio ó causa del mol tiempo.
Na tenia mas dístraoión que sü perro, y al asis-
tir algunas veces á ver tirar á Jos soldados. Un
día después de haber sudado mucho , sofrió la
lluvia en un bote descubierto, y se retiró á su
casa con calentara > «Por la noche cuando' entré
en su cuarto , dice él Conde Gamba'; ¡estaba ten¿
dido en ira sofá, y tenia pintadas en su sembla lí-
t e l a inquietud y ta »jelancoliñ-- i-Padéa!0 mucho
d i jo , la muerte'fió nie importa, pero no puedo
sOporiar ésta'agonía.» -


Pronto perdieron sus amigos toda esperanza:
y el 18 de Abril de 1824, después de pronunciar
estas palabras: «Ahora es preciso que duerma»
tendió la cabeza y el 19 espiró en brazos de su




BfRON. 31
(¡el criado Fletcher.» He dado , dijo poco antes
de espirar, mi tiempo, mi fortuna, mi salud á
la Grecia, y ahora le doy mi vida. ¿Que mas
podia hacer ? » En sus últimos momentos se
confundieron en sus labios los nombres de su her-
mana, de su Ada , de la Grecia y de su amigo
Hobhouse. Missolonghi celebró con un solemne
duelo los funerales de un grande hombre. Sus
restos fueron trasladados el 22 á la iglesia en don-
de reposaba Marco Botzaris y el general Normann.
Las tropas del Gobierno y casi toda la población
acompañaba el cadáver, encerrado en una caja
de madera, toscamente trabajada. Cubriala un
paño negro , y sobre el se habían colocado un
casco, una espada y una corona de laurel. Nin-
gún fúnebre aparato hubiera podido producir tan-
ta impresión como aquella sencilla ceremonia. El
cuerpo de Byron , acompañado de pocos amigos,
fue depositado sin pompa en la pequeña iglesia
de Hucknall , cerca de Newstead el '10 de Julio
de 1824.










LUIS FELIPE I,


Í5KY DK LOS FRANCESES.


«Puede, considerársele como represen -
tantede la revolución de 1789 , y dé la
de 1830 á un t iempo: en « 1 se personiií-
í a u las ideas ds libertad .V de progreso'
que han suscitado estas dos crisis políti-
c a s . » " • ' • ' ' •


DlCCrONAHIO O B l/¡ CONVEHSABÍÓTÍ.


La Francia con su espantosa revolución de 1789,
rompió los diques que se oponían á sa prosperidad
y grandeza; el Imperio le dìo g lor ia /y aseguró las
conquistas hechas en el pais , por las letras y'las ar-
tes ; la 'Restauración pudo de este modo' establecer
¿1 Verdadero gobierno representativo ; "y al gran
persOiiáge cuya vida Vamos á trazar, eíevciáo al tro-
no por la revolución cíe 1830, es deudora IaFran-




2 PERSONAJES CELEBRES .


cia de su inmensa prosperidad actual, y á su previ-
sión y saber de que no se hayan repetido las escenas
revolucionarias de otros tiempos. La obra de Luis
Felipe, de contener $ espíriturevolucionario, y ase-
gurar sobre el trono á su nueva dinastía , propor-
cionando á la Francia todos los goces y adelantos
materiales que tanto distinguen á la generación y
al siglo actual, sino toda la gloria militar y toda la
influencia política que tal vez hubiera sido conve-
niente ; esta obra dec imos , inmensa a la par que
gloriosa, no podemos nosotros apreciarla debida-
mente , dominados como estamos por las afeccio-
nes y simpatías de Jos mismos sucesos de que somos
testigos ; pero la historia la juzgará , y en ella o cu -
pará Luis Felipe una brillante página: la posteridad
le hará la justicia que muchos de los contemporá-
neos le niegan.


-Napjó f|íf^ÍSr,í'íf}Pe SP,.6 de Octubre de 1773, y
^•onpcido^n un principio bajo, el, título de Buque de
Valpis, tomó al mprií su abuelos} de Duque de
Cbartrep..princjp;ip\s,u edueaciqji el caballero Bon-
nart, ,hom,brc cortesano, de agradable y,cultivado
entendimiento; y por una, singularidad, que aun en
el dia llamaría la atención, el Duque de Chartres dio
después por preceptor al Duque de Valois y á sus j ó -




L U I S F E L I P E I . 3


venes hermanos los Duques de Montu.ensier y de
Beaujolais, á una muger. Pero aquella muger era
Mina, de Genlis, la cual nada descuidó para formar
el corazón y adornar el entendimiento de sus discí-
pulos. Como era natural, sus cuidados se dedicaban
mas particularmente al primogénito: veamos cómo
se esplica la misma preceptora. «¿Cuántas veces
después de sus desgracias me he felicitado por la
edueackjn que le d i ; por haberle hecho aprender
desde la infancia los principales idiomas moder-
nos; por haberle acostumbrado á servirse á sí mismo,
á despreciar, todaí clase d e m o U c i e , á dormir habi-
to al mente'en un lecho de madera, cubierto senei-
Jlamentecoii una estera de esparto; á desafiar el sol,
ta Hada y el frió; á acostumbrarse á la fatiga, ha-
ciendo diariamente ejercicios violentos y andando
cuatro ó cinco leguas, consuelas de plomo, en sus
paseo&ordinarios; yJJnalmente por haberle instruido
¿ inspirado el gusto por ios viajes!» En 1787 , ala
edad de 14 años, acompañó al Duque y á la Duque-
sa de OrJeans en un viaje á Spa, y á su yuelta.se de-
tuvo en Givet, parayer el regimiento de infantería
deGhartres, del cual era Coronel propietario. ¡Al año
siguiente en un viaje que hizo á Normandía.,. visitó
elíMdnteSan Miguel, y mandó destruir la jaula de




4 PERSONAJES CELEBRES


hierro en que estuvo encerrado un gaceter o holandés
durante diez y siete años, por haberescrito contra
Luis XIV . Al estallar la revolución, en la que su
padre fue arrastrado á representar un papel que le
precipitó al fondo del propio abismo que á su desgra-
ciado primo Luis X V I , era natural que el Duque de
Chartres adoptara sus principios; hízolo con el en-
tusiasmo déla juventud , pero con sentimientos en-
teramente rectos, y sin ofuscarse acerca de los sa-
crificios que el nuevo orden de cosas iba á causar
á SU dignidad de Príncipe. Desde el 9 de Febrero de
1790 los tres hijos de Orleans, los dé Chartres, de
Montpénsier y de Beaujolais se presentaron con uni-
forme de la Guardia Nacional en el distrito de San
Roque; y al ver el Duque de Chartres, al tomar la
pluma para firmar, que habían escrito en los regis-
tros todos sus títulos , los rayó y puso en su lugar,
ciudadano deParii. Acababa de afiliarse á una so-
ciedad muy respetable de la cual era fundador el vir-
tuoso Duque de Charost; que murióen 1800, siendo
maireáe uno délos distritos deParis; era \asociedad
filantrópica, y para el joven Príncipe la beneficencia
y la filantropía no eran palabras vanas. Durante el
tiempodesu'educacion, todos sus diasestaban mar-
cados' por actos caritativos y humanos , pues le ha-




L U I S F E L I P E I . 5


bian enseñado, no solo á dar , lo que no es un gran
mérito para los Príncipes, s inoá dar con discerni-
miento. El dia 1.° de Noviembre dé 1790 , fue reci-
bido miembro del club de los amigos de la revolu-
ción de París. Coronel propietario del regimiento de
dragones, número 14, no vaciló en ponerse á su
frente, en un momento en que otros aprovechaban
la menor ocasión de rehuir toda responsabilidad.
Fue á Vandome donde estaba de guarnición su re-
gimiento, y se distinguió allí por un acto lleno de
valor y humanidad. El 23 de Junio de 1791, día de
todos los Santos, dos sacerdotes refractarios á los de-
cretos de la Asamblea, cometieron la imprudencia
de insultar al Santísimo Sacramento que llevaban
dos eclesiásticos juramentados. El pueblo quiso ahor-
carlos ; pero el Duque de Chartres, s o l o , tomó bajo
su protección á aquellos dos desdichados, y después
de inauditos esfuerzos, los arrancó de manos de
los furiosos. La municipalidad reunida pasó á dar
gracias al Príncipe, é hizo constar los hechos en un
acta, que se llamó después la corona cívica de
Pandóme. (*) Destinado á Valenciennes en Agosto


(*) Dicha corona cuidadosamente conservada por los habi-
tantes, se entregó á la Duquesa de Orleans cuando regresó ú
Francia eu iHLí, y esta Princeia , Reina ahora de los france-
ses , la guarda con sumo aprecio.




O 1'liUSONAJES C E L E B R E S .


«le 1891, pasó allí el invierno, desempeñando las
funciones de Comandante de la plaza, como coronel
mas antiguo ; y habiendo estallado la guerra con el
Austria en aquella frontera en 1792, el Duque de
Chartres se distinguió bajo las órdenes del General
Byron, en los combates de Boussu y de Quaragnon.
En la acción de Quievrain, logró reunir las tropas
sobrecogidas por un terror pánico, y el despacho de
Mariscalde Campo, en 7 de Mayo del mismo año,
fue el premio de aquel brillante y primer hecho mi-
Yitarl Mandando una brigada de caballería, peleó á
lar órdenes de Luckner, y concurrió á la toma de
Courtrai. Promovido á Teniente General en 11 de
Setiembre, se le designó" para i r á mandará Stras-
b u r g o , pero pidió continuar eu eí ejército activo.
El 20 del mismo mes se cubrió de gloria en la bata-
lla de Valmy, defendiendo con estraordinario valor
durante todo e) dia una posición difieil, y blanco de
todos los esfuerzos del enemigo. Propusiéronle en
recompensa un mando superior, aunque de organi-
zación,en el departamento del Norte, perolorehusó
igualmente-, prefiriendopelear en aquel ejército-ac-
tivo, que ai parecer le debia proporcionar una, car-
rera mas brillante; ¿no era natural en un Prínci-
pe de 19 años , que n o habia sido educado para




LUIS FELIPE I . 7


estar ocioso, el preterir la vida del campamento á
la vida sedentaria? Entonces en efecto se.había
proclamado la República, y el Príncipe no habia
podido ni debido dejar de prestarle juramento, pues
cualquiera vacilación de parte suya hubiera apresu-
rado la inminencia de los peligros que ya amagaban
la cabeza del Duque de Orleans su padre. El Du-
que de Orleans no existia y a , habia perdido su es-
tado c iv i l , y era so lo , lo mismo que su hijo , el
ciudadano igualdad, cuyo solo nombre era UDa
prueba de que en la desdichada Francia la igualdad
no existia ya para nadie, y menos aun para los
Príncipes, que á pesar de su nacimiento habían
abrazado la causa nacional. En tal estado, induda.
blemente el Duque de Chartres solo era dichoso en
medio de la actividad de los movimientos militares;
y acaso mas de una vez le parecieron un asilo los
peligros del campo de batalla. Después de su r e -
nuncia de un mando superior, pasó por algún tiem-
al ejército del General Luckner , y luego al 'de Bél-
gica mandado porDumouriez. Alífera donde debia
inscribir para siempre su nombre en los anales mi -
litares de la Francia. El 6 de Noviembre, en la glo-
riosa batalla de Jemmapes, mandando el Duque la
divisiou del centro, libró al ejército ¡de un gran




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


desastre, y cambió de repente enun completo triun-
fo una vergonzosa derrota. Condujoal campo de ba-
talla á numerosos regimientos que huían desordena-
dos ; á la cabeza de una columna , conocida por el
nombre del Batallón de Mons, restableció el c om-
b a t e ^ el premio de aquella jornada tue la conquista
de la Bélgica. Pero la República francesa q u e , á lo
menos en este punto, se pareciaá las antiguas re-
públicas, solo recompensó al Duque de Cliartres
con un decreto de proscripción.


Después de la batalla de Jeinniapes, había ido
apresuradamente á Paris , en virtud de una carta
de su padre, para acompañar hasta la frontera á
su hermana, en el diaMlle. Adelaida, que había
recibido la orden del gobierno francés de salir del
territorio de la República , por haber hecho un via-
j e á Inglaterra. Satisfecho aquel fraternal deber,
permaneció en Tournai al lado de la princesa por
algunos días, y alli supo el decreto que acababa de
dar la Convención nacional contra todos los indi-
viduos de su familia, sin escepcion. La primera re-
solución del Duque de Cliartres fue entonces la de
ir á América con los suyos , y con este motivo diri-
gió á su padre el borrador de una carta para la Con-
vención ; pero el Duque de Orleans que entreveía




L U t S F E L I P E I . 9


la posibilidad de hacer revocar aquel decreto, para
s í , para su esposa y sus hijos, se opuso formalmen-
te á aquella determinación. Respetó el Duque de
Chartres su orden , y no se trató mas del particu-
lar; pero no puede negarse que en aquella ocasión
el joven Príncipe dejase de manifestar la previsora
sagacidad q u e , presintiendo el porvenir, consigue
muchas veces disipar sus peligros.


Libre , lo mismo que su padre, del decreto de
proscripción, volvió el Príncipe al ejército, y se dis-
tinguió en el sitio de Maestricht, bajo las órdenes
del General Miranda. El 18 de Mayo de 1793 man-
dó el centro del ejército francés en la batalla de
Nerwinde ; se retiró ordenadamente después de la
derrota, y con su buen sostenimiento en Tirlemont
evitó que aquella gran desgracia no fuese mas de-
sastrosa todavía. Trece dias después, el 31 de Mayo,
tuvo lugar la defección de Dumouriez. Mucho se ha
escrito sobre aquel suceso desfigurado alternativa-
mente por los escritores de diferentes partidos. Du-
mouriez , sospechoso á la Convención, batido en
Nerwinde, no tenia mas alternativa que dejarse
prender al frente de su ejército, ó huir; y tomó
este último camino con los Generales designados
como él á los rigores del partido dominante. El 2




10 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


de Abril liabia interceptado un pliego lleno de ór-
denes de arresto contra casi todos los Generales
de su ejército, MM. de Clmrtrcs, de Valence, etc. ,
siendo firmadas aquellas órdenes arbitrarias , en-
viadas por una simple comisión y no por la Con-
vención , por Duhem. Era legítimo' sustraerse á
aquel indefinible despotismo; y lo que ha compli-
cado la cuestión, son los embustes, las exageracio-
nes que entonces y después publicó el mismo Du-
mouriez, que era particularmente un fanfarrón in-
trigante. N o vacilaremos en colocar en el número
de sus fanfarronadas el proyecto de que se glorió,
de destruir el sistema republicano y crear una m o -
narquía constitucional en favor del Duque deChar-
tres. Muchas gentes han creído que concibió aquel
proyecto, y es c ierto , que en el ejército, lo misino
que entre los moderados del interior , el Príncipe
en cuyo favor se ambicionaba, hubiera encontrado
muchos partidarios. Pero solo, faltaba una cosa á
aquel plan; el asentimiento del principal intere-
sado , demasiado lloarado para querer usurpar una
corona, que acababa de caer en la sangre; demasia-
do buen hijo para autorizar gestiones, cuya ga-
rantía era la cabeza de su padre ; y finalmente de-
masiado ilustrado, á pesar de su estremada juven-




L U I S F E L I P E 1. 11


tud, para ser si instrumento délos proyectos a m -
biciosos y mal concebidos de Dumouriez. De todos
m o d o s , bien conociese ó ignorase los verdaderos
proyectos de aquel General, tuvo precisión el D u -
que de Chartres de unir por un momento su suerte
á la de Dumouriez, gracias á la especie de manco-
munidad que afectaba establecer entre ellos la Con-
vención, y al disfavor con que mirábanlos agita-
dores de entonces el título de Príncipe.


El Duque de Chartres fue al pronto á Mons,
donde estaba el cuartel general austríaco, para pe-
dir sus pasaportes. En vano le propuso el Príncipe
Carlos que se uniera al servicio del Imperio ; el Sol-
dado deJemmapes no quiso pelear contra su patria.
Pasó ¡i Suiza, donde le había precedido la Señorita
de Orleans, acompañada da Mine. deGenlis , r e u -
niéndose con ellas en Scliaffhouse, de donde salie-
ron el 6 de Mayo. Habiendo llegado á Zurick,
donde pensaban establecerse, al darse á conocer los
ilustres proscriptos, á los magistrados, el nombre
de Orleans frustró sus proyectos. Por un ladocreía-
seainenazada la aristocracia helvética con lapresen-
cia de un General republicano, cuya elevada cuna
no le había podido guarecer de las ideas?democrá-
ticas; por otro, los emigrados realistas mostraban el




12 PERSONAJES CELEBRES.


mas pronunciado desvio al Príncipe y ásu interesan-
te hermana. Fuéles preciso partir. En Zug donde
los tres desterrados se presentaron como una fami-
lia irlandesa, vivieron mediante aquel engaño algu-
nas semanas con la mayor tranquilidad; pero pasa-
ron por allí algunos emigrados, conocieron al Du-
que de Chartres, por haberlo visto eh Versailles, y el
mismo dia supo todo el pueblo qué clase de huéspe-
des tenia sin conocerlos. Los magistrados con la
mayor atención, manifestaron gran deseo de que
permaneciesen en su Canton personas q u e , según
decían ellos mismos, edificaban con su conducta
bajo todos aspectos. Pero las gacetas alemanas y
suizas no tardaron en dar una publicidad á la per-
manencia del Duque de Chartres y su hermana en
Zug, que principió á poner en cuidado á los magis-
trados; y el primer magistrado de Zug iutimó por
último al Príncipe y á s u hermana, con toda la
atención posible,. que buscasen otro asilo. Desde
aquel momento , reconoció el Príncipe la cruel ne-
cesidad de separarse de su hermana, para asegurar-
le un refugio menos efímero. La mediación de Mr.
de-Montesquieu, quevivia retirado en Bremgarten,
y disfrutaba del mayor crédito en Suiza, solo con-
siguió que la Princesa y su aya entrasen en el con




L U I S F E L I P E I . 13


vento de Santa Clara, y esto ocultando sus verda-
deros nombres. « En cuanto á vos, dijo él al Du-
que de Cliartres, no tenéis mas remedio que diva-
gar por los montes, sin permanecer en ningún
punto. Si la fortuna os favorece , será para vos una
Odisea, cuyos detalles se recogerán algún dia con
empeño.» Siguió el Duque aquel consejo, y recor-
rió á pié los varios Cantones de Suiza , examinó la
cumbre de los Alpes, y aunque limitado á débiles
recursos pecuniarios, hizo que sus viajes, sirviesen
para su instrucción, al'propio tiempo que encontró
en ellos él origen deun sin número de goces4¡ue le
eran «teseonocidos En medio de sus escursiones,
recibió una carta: del General Montesquieu, por la
que le proponía una plaza de catedrático en el cole-
jio de Reicheuau, en el país de los Grisones. Aceptó
el ofrecimiento , que honraba á la vez á su carác-
ter y á su educación, sufrió un examen preliminar,
y por espacio de ocho meses , bajo el nombre de
Chabaud-Latour (*)• enseñó sin ser c o n o c i d o , la


(') Era el nombre de un caballero protestante que en 1815
fue diputado , y uno délos propietarios del Journal des De-
báis. El certilicado de buenos y útiles servicios dado al Prin-
cipe al salir del colejiode Reichenau, está bajo el nombre de
Chabaud-Latour , y seguramente no es uno de les menos lio-




14 PERSONAJES CELEBRES.


geografía, la historia, los idiomas francés é inglés,
y las matemáticas. No solo quedó airoso como pre-
ceptor, sino que inspiró tal aprecio á los habitantes
de Reichenau , que le nombraron diputado suyo en
la Asamblea de Coire. Entonces fue cuando súpola
muerte de sú padre. A poco tiempo dejó el nuevo
Duque deOrleans á Reichenau, y.pasó áBremgar-
ten á las inmediaciones de M. de Montesquieu, don-
de permaneció bajo,el nombre de Corby , y con
el título de Ayudante de Campo hasta fines,de 1794.
¿Pero puede estar jamás oculto un Príncipe? A fa l -
ta de su persona, cuyo asilo se. ignora, la intriga
y la mentira hacen uso de su nombre y lo esplotan.
Mientras que en Francia un partido corto en nú>
mero y poco bullicioso, soñaba siempre en la mo-
narquía constitucional con el Duque de Orleans, las
gacetas alemanas decian que vivia con fausto y
molicie en un palacio , que según suponían habia
hecho edificar en Bremgarten el General Montes-
quieu ; y sin embargo, el supuesto Corby lo mismo
que su General, estaban faltos de dinero, y ambos
tenían la mas modesta existencia.


noriíicos documentos cjnc pin'dc conservar eii sus archivos tu
casa de Orieans.




LUIS FF.LIPE I . I->


Libre del cuidado de velar de cerca por la segu-
ridad de su hermana que acababa de pasar á Hun-
gría á la inmediación de la Princesa de Gont i , su.
l ia , resolvió el Duque de Orleans ir á Hamburgo
para trasladarse desde allí á América. Al llegar á
aquella c iudad, la escasez de recursos le obligó á
renunciar á su viaje de Ultramar, y resolvió recor-
rer los países septentrionales de Europa. Con una
simple carta de crédito contra un banquero de
Copenhague, era con loque debia hacer frente á
susigasitos elilustre viajero, puesto ya á prueba por
tantas, privaelonesj ¡En aquella capital.,;^ como á
caballero suizo, logró pasaportes para recorrer
libremente el. pais,. Después de haber visitado en
Elseneur el castillo deCroneiwburgo, y el jardín de
Hainlet> pasó el Sund, recorrió la Suecía meridio-
nal hasta el lago de Vener, y se detuvo en Fri-
deriscjkhall, donde murió ;Cárlos X I I . Habiendo
llegado hasta Nosuega, se apresuró á salir de Dront>
he im, á pesftr; de la honrosa y cordial acogida
qlieirecibió pontadas pactes!, sin que se sospechara
8iquiera_su clase. Recorriendo la costa hasta el gol-
fo de. Salten, visitó el Maelstrom , espolio el mas
peligroso de aquellos lugares , y viajó después á
pié con los lapones hasta el cabo de l Norte , á




16 PERSONAJES CÉLEBRES .


donde llegó el 14 de agosto de 1795. Desde aquel
pais, situado á 18 grados del po lo , regresó por la
Laponia á Torneo , en el estremo del golfo de Both-
nia. La llegada de aquellos dos viageros france-
ses, (pues acompañaba al Duque el Conde Gusta-
vo deiVIontjoye) sorprendió á los habitantes délos
lugares donde la munificencia de Luis X V ha-
bía enviadoá Manpertuisen 1736, para medir un
grado del meridiano, bajo el círculo polar. El Du-
que de Orleans acababa de aproximarse al polo cin-
co grados, mas. Recorrió después la Finlandia,
para estudiar allí el teatro de la última guerra de
los rusos y suecos bajo el reinado de Gustavo III;
pero no atravesó el rio Kyméne , cuya corriente
separaba entonces los dominios suecos de los
rusos. La disposición política de la Emperatriz
Catalina, que reinaba á la sazón , no podia ins-
pirar al Duque" de Orleans confianza alguna para
su seguridad personal; y por lo mismo atrave-
sando las islas de.Aland, pasó á Stokolmo. En es-
ta capital, habiendo concurrido á un baile dé la
Corté, al cual creyó poder asistir de incógnito en
«na de las mas elevadas tribunas, fue conocidopor
el enviado de Francia , quien dijo al.Conde de Spar-
r e , canciller de Suecia: « M e ocultáis algunos de




L U I S F E L I P E I . 17


vuestros secretos; no me habíais dicho que estuvie-
se aqüi el Duque de Orleans. » El Canciller no po-
día creerlo. « Es tan cierto, le d i j o , que vedle allá
arriba.» Comprobado el hecho , el Conde de Spar-
re aseguró al Príncipe qué el Rey y el Duque de
Sudermania, (Regente entonces) le verían con satis-
facción. Recibido por ellos el Duque de Orleans
con las mayores consideraciones, y los mas genero-
sos ofrecimientos, solo aceptó el permiso de visi-
tar en todo el reino cuanto llamase su atención. Al
salir de Stokolino pasó alas minas de laDaléear-
l i a , provincia ilustre por los recuerdos de la liber-
tad sueca, y por el nombre de Gustavo-Vasa. Des-
pués de haber visto en seguida el hermoso arsenal
de la marina en Carlscrona, volvió á pasar él Sund
y regresó por Copenhague y Lubéck á Hamburgo,
en el año de 1796. Hallábase' en él mismo añoeu el
Holstein, cuando recibió de la Duquesa viuda de
Orleans su madre, útía carta en la que le anunciaba
que el Directorio no qileria acceder á que cesara el
rigor con que se le trataba á ella y á su familia, si
su hijo primogénito no se embarcaba para el Nue-
vo Mundo El Duque dé Orleans se apresuró á con-
testar. «Cuando reciba mi tierna madre esta carta,
se habrán eumplidbsus órdenes, y yo habré partido




18 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


para América Ya no creo que se haya perdido
para mí del todo la felicidad, pues me queda aun
el medio, de endulzar los males de una madre tan
querida ¡> Habiendo salido de Hamburgo el 24
de Setiembre de 1796, llegó el joven Príocipe á
Filadelfia el Jl de Octubre siguiente. Sus dos her-
manos los Duques de Montpensier y de Beaujolais
que salieron de Marsella en Diciembre de 1795, no
se reunieron con él hasta Febrero de 1797. A c a -
ballo los tres, visitaron los diversos Estados de la
Confederación americana, y aun algunas tribus
salvages. Dirigiéronse después por el Ohioy el Mis-
sisipi.á Nueva. Orleans, donde llegaron á fines de
Febrero de 1798. Desde allí quisieron pasar á la
Habana, pero el Gobierno español que acababa de
dar asilo á su madre en Barcelona, receloso de al-
gunas intrigas políticas, de las cuales.estaba en-
teramente ageno, mandó al Capitán General de
la Habana, por una orden fechada en Aranjuez en 21
de Mayo de 1799, que hiciese permanecer en Nue-
va Orleans á los tres hermanos, sin asegurarles
medio alguno para subsistir. El Duque de Orleans
y sus hermanos que habían encontrado hasta en-
tonces en el Nuevo Mundo consideraciones y liber-
tad, rehusaron sujetares á tan despótica exigencia.




L U I S F E L I P E I . I ! )


Pasaron á la Colonia inglesa de Bahama; desde allí
á Halifax, en donde el Duque de Kerit, uno de
los hijos de Jorge I I I , les acogió con la distinción
debida á su clase; pero no se consideró autorizado
á facilitarles pasage para Inglaterra en una fraga-
ta de la marina británica. Sin desanimarse los
Príncipes con tantas dificultades y estorbos, se
embarcaronentonces para Nueva York, desde donde
les llevó un paquebot al puerto de Falmouth. Lle-
gados á Londres en Febrero de 1800 , se- aproxi-
maron á los Príncipes de la rama primogénita de
Borbon, cuyo destierro partían, apesár de haber se-
guido una opuesta dirección política. De los diez
Borbones que había acogido y que debia acoger
sucesivamente la Inglaterra, solo dos sobreviven
en el dia ; el Duque de Angulema y Luis Felipe:
el uno jamás ciñó corona, y «1 otro soporta actual-
mente todo su peso. Luis XVIII tenia entonces en
Milán su corte errante y solitaria; y el Príncipe
de Conde hacia la guerra siguiéndole. El Duque
de Orleans se apresuró á escribir á Luís X V I I I , y
esta reconciliación reunió por ün toda la familia
dé Francia én un mismo interés. Sin embargo,
la Duquesa viuda de Orleans estaba refugiada en
Figueras, y el Duque su hijo impaciente por verla




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


después de tantos.años de separación, se hizo ala
vela para Menorca. Al desembarcar en Mahou, re-
cibió una carta del Príncipe de Conde, proponién-
dole el pasar á servirla causa de la emigración en
Alemania; pero el Duquede Orleans rehusó. Decla-
rada la guerra entre Inglaterra y España ¡ le fue
imposible arribar á Cataluña, y después de haber
hecho un largo .viaje para aproximarse á su madre,
vióse precisado á volverse .á embarcar sin lograrlo.
A su regreso á Inglaterra f el .Duque y sus herma-
nos fijaron su residencia en Twickenhan». La feli-
cidad de aquel apacible retiro se turbó en 1807 con'
la prematura muerte del Duque de Montpensier,
que falleció de una enfermadad de pecho , en 18
de Mayo. Para colino de desdicha , vio el Duque
deOrleans atacado de la misma dolencia a su j o -
ven hermanoel Duquede Boujolais. Siguiendo el pa-
recer délos médicos ingleses, le llevó al clima cá-
lido de Malta (en Mayo de 1808); pero aquella re-
sidencia pareció acelerar su muerte. Desde el mo-
mento en que estiró su hermano, apresuróse el
Duque de Orleans á abandonar aquella isla funes-
ta, y pasó á Palermo, invitado por el Rey Fernan-
do IV. El ilustre desterrado encontró en Sicilia
mas que hospitalidad , pues halló una segunda fa-




L U I S F E L I P E I . 21


milia. Sus desgracias, su valor, sus elevadas cua-
lidades, conmovieron el alma pura y sublime de la
piadosa princesa Amalia, y el Rey de las Dos Si-
cilias pareció dispuesto á fortalecer por medio de un
casamiento, el afecto que el Principe había ins-
pirado á toda la familia real. Antts de que tan
feliz enlace se realizara, deseó Fernando IV que
el Duque de Orleans acompañara á España á uno
de sus futuros cuñados, el Príncipe Leopoldo,: que
iba á reclamar los derechos que--su familia creía
tener ;á aquella corona, después de haberla usur-.
pado Napoleón para su hermano José. Tratábase
de defender la independencia de un pueblo ge -
neroso, y el Duque de Orleans aceptó aquel encar-
g o . Los dos Príncipes anelaron en Gibraltar; pero
el Gobierno inglés hizo conducir á Londres a| D u -
que de Orleans por la misma fragata que le habia
traido de Palermo, y retuvo durante dos meses
en el puerto de Gibraltar al Príncipe Leopoldo,
cuyas pretensiones ademas fueron desechadas por
la Junta de Sevilla. A su llegada á Londres en Se*
tiembre de 1808, se quejó el Duque de Orleans
del proceder del gobernador de Gibraltar ; pero se
le contestó por el ministerio inglés, que era con-
forme á sus instrucciones. No sin poco trabajo conx




22 PERSONAJES C E L E B R E S .


siguió el Duque salir de Inglaterra á bordo de una
fragata, cuyo comandante tenia orden de llevarlo
á Malta, sin permitir que se aproximase á las cos-
tas de España. Iba él Príncipe á embarcarse en
Portsmouth , cuando se les reunió su querida her-
mana, de la cual tanto tiempo hacia estaba se-
parado. Navegó con ella hacia el Mediterráneo, y
Mego á Malta al principiar el año de 1809. Des-
de allí escribió á su madre , y le eavió al Caba-
llero de Breva], que servia á los Duques de Or|eans
desde su infancia; estaba encargado de arreglar
una entrevista del Duque con su madre, pero du-
rante su viaje á España se multiplicaron en vez
de allanarse los obstáculos. Provenían estos siem-
pre de la sospechosa política de la Inglaterra , y
fuerza es decirlo, estaban sostenidos por las pro-
posiciones que muchos hombres de Estado espa-
ñoles hacían al agente del Duque de Orleans, pa-
ra ponerle al frente del partido nacional. Este asun-
to , según el Conde dé Toreno en su Historia del
Levantamiento, guerra y revolución de Espa-


ña (*) 'se trató con el mayor sigilo en la sección


i.') Véase las páginas l i e y siguientes del tomo tercero de
dicha obra.




L U I S F E L I P E I . 23


de Estado de la Junta , y D. Mariano Carnerero,
oficial de la Secretaria del Consejo, tuvo el encar-
go de pasar á Cataluña á asegurarse dei efecto que
produciría allí la presencia del Duque de Orleans.
El resultado de estas investigaciones fue que el
Principe seria recibido con entusiasmo, sobre todo
en Cataluña, donde se conservaban monumentos
déla gloria de su antepasado el Príncipe Regente,
y la reciente memoria de las virtudes de su madre.
En vista de estos informes, resolvió ía Junta Cen-
tral que se daft'a a l Duque de Orleansel mando de
un cuerpo de tropas que debía ¿perar en la fron-
tera de Cataluña. La invasión de las Andalucías
por los franceses después déla batallada Oca ña,
destruyó este proyecto. El Príncipe que permane-
cía en Malta se decidió á volver á Palermo, donde
se fijó el dia de su matrimonio; pero 1 por cuanto
hay en el mundo no hubiera querido ver á su ma-
dre faltar á la celebración de un himeneo que de-
bia colmar de gozó su corazón. Pasó de Sicilia á
Menorca, donde por fin estrechó en sns brazos
á la que le había dado el s e r , y de regreso á P a -
lermo se casó solemnemente el 25 de Noviembre
de 1809 con la Princesa María Amalia , Reina en
el dia de los franceses, y madre feliz de una




24 P E R S O N A J E S CELEBRES .


numerosa y floreciente familia. Después de seis
meses de este enlace, se vio invitado del modo
mas ostensible por la Junta de Sevilla. D . Maria-
no Carnerero fue á encontrarle con el mayor se-
creto, y e> Duque aceptó el mando que se le ofre-
cía, Salióde Palenuoel21 deMayode l&iQ > y de-,
sembareó en Tarragona; pero llegaba en momen-
to; poeo oportuno, Lérida acababa de rendirse, y
Odónell y el ejército de Cataluña estaban desvara-
tados. Ademas el Duque de, Qrleans, al desembarcar
no encontró los poderes necesarios para que se le
confiriese bl mando. Conoció, por fin, que el pro-
longar su permanencia en Cataluña podia llamar
á-aquella provincia todas las fuerzas enemigas, y
se decidió ápasqr á Cádiz, donde llegó el 20 de
Junio. La Regencia se vio entonces en ej mayor
compromiso. « Ella habia sido quien habia, llamaT
do al Duque, ella quien le habia ofrecido un.man-
d o , y por desgracia las circunstancias no permi-
tían cumplir lo antes prometido. Varios Genera-
les españoles, y en especial Odonnell miraban con
males ojos la llegada del Duque ; los ingleses re-
pugnaban que se le confiriese autoridad ó coman- (
dancia alguna, y las Cortes ya convocadas impo-
nían respeto, para que se tomase resolución con-




LUIS F E L I P E I . 25


traria a tan poderosas indicaciones. El de Orleans
reclamó de la Regencia el cumplimiento de su ofer-
ta , y resultaron contestaciones agrias. Mientras
tanto instaláronse las Cortes, y desaprobando el
pensamiento de emplear al Duque manifestaron á
la Regencia que por medios suaves y atentos, indi-
case á S. A. que evacuase á Cádiz. Informado el de
Orleans de esta orden, decidió pasar á las Cortes, y
verificólo el 30.deSetiembre. Aquellas no accedie-
rou al deseo del Duque de hablar en la barandilla
mas le contestaron urbanamente yeualcQrrespon-
ilia ala alta clase de S. A. , y á sus distinguidas ¡pren-
das. Desempeñaron el mensage D . Evaristo Pérez
de Castro y el Marqués de Vijlairanca, Duque de
Medinasidonia. Insistió el de Qrleans en que se le
recibiese, mas los diputados se mantuvieron firmes:
entonces perdiendo S, A , toda esperanza se embar-
có el 3 de Octubre, y dirigió su ru mbo á Sicilia á bocr
do de la fragata de guerra esperanza,


«Díceseque mostró su despecho en una carta es-
crita á Luis XVIII á la sazón en Inglaterra. Sin
embargo las Cortes en nada eran culpables, y cau-
sóles pesadumbre tener que desairar á un Prínci-
pe tan esclarecido. Pera creyeron que recibir á S. A
y no acceder á sus ruegos, era talvezofenderle




26 PERSbMAJÉS CELEBRES.


niaS gravemente. La Regencia «iertoque procedió
de ligero y no con sincera fé, en hacer ofrecimien-
tos al Duque > y dar luego por disculpa para no
cumplirlos que él era quien hábia solicitado obte-
ner m a n d ó ; efugio indigno de un gobierno noble
y de porte desembozado. Amigos de Orleans han
atribuido' á influjo de los ingleses la determina-
ción de las Cortes; se engañan. Ignorábase en ellas
qué el Embajador británico hubiese contrarresta-
do la pretensión de aquel Príncipe. El no escu-
char á S. AL, nació solo de la Intima convíecion
de que entonces desplacía á los españoles general
que fuese francés, y deque el nombre de Borbon
lejos degrangear partidarios en el ejército enemigo,
solo serviría para hacerle á este mas desesperado,
y dar ocasión á nuevos encarnizamientos » (*).
- De vuelta á Palermo en Octubre dé 1810, á po-


cos dias de haber nacido su hifo primogénito, en-
contró el Duque de Orleans allí á Fernando IV con
la parte de su Corte y de su ejército que le habia
seguido á Sicilia. Los sucesos de la guerra conti-
nental habían precisado á aquel Monarca á abán-


H Lolcjue. precede es copiado testualmentc de )a obra ci-
tada de! Conde de Toreua,




LUIS FELIPE I . 2?


donar la parte napolitana desús Estados á Joaquín
Mufat. Retirado el Duque de Orleans en el campo,
vio realizarse sus tristes vaticinios con respecto á
las desavenencias de la Corte, y como se dice en
la Biografía de los vivientes «la Europa entera
admiró eu aquella ocasión delicada, la pruden-
cia que S. A . manifestó , colocado entre el apego
á los intereses de su nueva patria, y sus deberes
con SS, MM. Sicilianas.» Lord Guillermo Bentink
llegó con plenos poderes de Inglaterra, y las tro -
pus inglesa* ocuparon á Palermo. El Rey dejó el
ejercicio de su autoridad al Príncipe heredero. D u -
raba aun el trastorno y la anarquía en Sicilia,
cuando en 23 de Abril d e 1 8 1 4 , un navio inglés
llevó á Palermo la noticia inesperad* déla restau-
ración de los Borboues en el trono de Francia. El
Duque de Orleans deseoso de volver á ver su patria
pasó á París, y,se presentó en Palacio el 17 de
Mayo, No podemos decir que lé recibiese con c o r -
dialidad Luis X V I I I : aquel Monarca no manifes-
tó jamás ún grande afecto al D u q u e , quien solo
oponía $ü respeto y su silencio á las poco aten-
tas salidas del Monarca burlón y rencoroso. No se
le negaron sin embargo los honores debidos á la
clase elevada que le había proporcionado tan d i -




28 PERSONAJES C É L E B R E S .


latado destierro, y se le nombró Coronel general
de Húsares. En Julio de 1814 pasó el Duque á Pa-
lermo en busca de su familia , y en fines de Agos-
totuvo la satisfacción de conducirla al Palacio Real.
Allí disfrutaba en paz de la felicidad doméstica
y dé la consideración debida á sus personales vir-
tudes, sin importarle nada algunas desavenencias
de etiqueta.


Pero el desembarco de Napoleón en Cannes, en
Marzo de 1815, vino i causar al nuevo huésped de
ías Tullerías mas serios cuidadas. Luis XVIII vaci-
ló''de pronto acerca de la conducta que debia obser-
var con su pr imo; mas por último le envió á llamar
para comunicarle sus intentos, y las sospechas in-
justas déla Corte contra el Príncipe desvaneciéron-
se entonces. Recibió la orden de pa'sar á Lyon á
la inmediación del Duque de Angulema •, para de-
tener, como se esperaba todavía, la marcha del
Emperador. Reunidos lqs dos Príncipes en aquella
ciudad, conocieron la imposibilidad de impedir á
Napoleón la entrada en la segunda ciudad del reino.
El Duque de Orleans, de vuelta á París , hizo salir
á su familia para Inglaterra, quedándose solamen-
te su hermana á su lado. Había ya pasado el tiem-
p o e n (fue Lilis XVIII recibía con frialdad á su pri-




L U I S F E L I P E I . 39


nio : el 16 (le Marzo el Duque acompañó al Rey en
su coche á la sesión regia. Asistió igualmente al
consejo que se celebró para decidir por qué lado
se retiraría Luis XVIII ; y como su parecer fue siem-
pre de evitarla guerra c iv i l , combatió con fuerza
el de los que querían que el Rey se dirigiese sobré
el Loira. En aquella misma noche salió para en>
cargarse del mando del departamento del Norte.
Llegado á Peroone el 17 , encontró allí al Mariscal
Mnrtier., qué había sido su compañero de armas en
la memorable campaña de 1792, y que se apresuró
á dar á recouocer al Príncipe como comandante
en gefe. Desde al l í , visitó el Duque á Cambrai,
Douai , Valenciennes y Lila. El 20 de Marzo comu-
nicó á todos los Comandantes la instrucción « de
hacer que todas las opiniones cediesen al grito ur-
gente dé la patria.» Aquella misma noche el te -
légrafo de Lila había transmitido un aviso de Na-
poleón , anunciando su entrada en París. El Du-
que de Orleans continuó sin embargo sus opera-
ciones hasta el 23 ; ¿pero qué podían todos sus es-
fuerzos, todas sus buenas intenciones contra la dis-
posición , del ejecuto ? Al llegar el Rey á Lila
el 22, se apresuró á salir al siguiente dia , sin dejar
al abandonar la Francia , instrucción alguna al Du-




30 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


que de Orleans. -El mismo Príncipe abandonó el 24
la capital del departamento del Norte, para pasar
á Inglaterra á unirse con su familia.


Twickenham volvió áser , después de tantas vi-
cisitudes, la residencia del Duque de Orleans ; pero
lo intriga y la calumnia turbaron aquel retiro. lu-
ciéronse insertar bajo su nombre, en los papeles in-
gleses, protestas y profesiones de fé hechas adrede
para colocarle en mala situación con la rama pri-
mogénita ; pero el Príncipe se apresuró á desmen-
tirlas. La batalla de Waterloo volvió por segunda
vez á los Borbones á la Francia; y al regresar el Prín-
cipe á París en 1815 , tuvo que hacer levantar el
secuestro que durante los cien dias se habia puesto
al Palacio Real y sus demás bienes. Luis XVIII
siempre prevenido contra el primer Príncipe de la
familia, no podia perdonarte las muestras de apre-
cio y aun los votos de que habia sido objeto el Du-
que de Orleans en medio de la Cámara de los repre-
sentantes, después del desastre de Waterloo. Le -
vantado el secuestro, el Duque de Orleans volvió
á pasar el Estrecho en busca de su familia ; y á
su regreso en el mes de Setiembre, usó del decre-
to del Rey que llamaba á los Príncipes á tomar
asiento en la Cámara de los Pares. Allí tuvo ocasión




L U I S FELIPE I . 31


de manifestar á la Francia sus opiniones y senti-
mientos.


Su noble lenguaje, que aplaudieron los Minis-
tros del R e y , no obtuvo la adhesion de la Cámara


y sirvió solo para irritar contra el primer prin-
cipe de la familia Real á los gefes del partido
reaccionario. No pudiendo dudar el Duque de Or-
leans de la inutilidad de su presencia en la Cámara
délos Pares, se condenó nuevamente á un volunta-
rio destierro, á fin de dejar al tiempo que calmara
las pasiones; y por tereera vez volvió á v e r á
Twickenham. De vuelta á Francia en 1817, cuan-
do parecía que el gobierno tomaba una marcha
mas moderada, se dedicó enteramente á la educa-
ción de su numerosa familia, y al cuidado de a d -
ministrar, con tanto orden como grandeza, su for -
tuna. Amante de las letras, cuyo cultivo le había
consolado en su destierro , se rodeó de todas las
notabilidades independientes, y supo indemnizar-
las con nobleza de las persecuciones de la injusti-
cia del poder. Varios literatos distinguidos pue-
den recordar en el dia , con orgullo, el tiempo
en que eran pensionistas del Duque de Orleans.
Honraba con su amistad á muchos de los gefes
de la oposición constitucional, á aquellos cuya




S2 PERSONAJES - C E L E B R E S .


prudente y mesurada conducta, nada comprome-
tía de lo que á la sazón existía en Francia , pues
distaba mucbo de aprobar á los que querían ha-
cer servir su nombré de punto de reunión para
hostilizar ala rama primogénita ; y bajo este as-
pecto y tuvieron razón de quejarse muchos escrito-
res, de que el-Duque de Orleans no era de su
partido.


Después del casamiento del Duque de Berriy
el Duque se presentaba con mas frecuencia en la
Corte ; pero Luis XVIII no le recibía jamás con
cordialidad, y rehusó con obstinación el dar á
los príncipes de Orleans el tratamiento de Alteza
Real s á pesar de estar conforme por todos estilos
con la práctica. Carlos X á su advenimiento al
trono se apresuró á reparar aquella injusticia, y
consintió en que el Duque de Borbon transmitiese
su inmensa herencia al Duque de Aumale . uno
de los hijos de Orleans. Una perfecta, amistad
parecía unir á los gefes de las dos ramas francesas
de la casa de Borbon , cuando los fatales decretos
de Julio de 1830 , transformaron de repente a
Parisen un campo de batalla, y estrellaron en el
suelo de las barricadas la corona del obcecado
Carlos X .




L U I S FEL IPF . I . 83


Estábase peleando todavía, cuando se estable-
oióuna Comisión provisional en la casa del Ayunta-
miento para cuidar de los asuntos mas urgentes? se
organizaron comisiones municipales y se formó la
Guardia Nacional. Desde los primeros momentos,
alguBos! Diputados influyentes se habían puesto en
relaciones con el Duque de Orlearis: S. A . R . a c o -
gió sus indicaciones Con el perfecto aplomo que
siempre ha arreglado su conducta política; y le i m -
ponía ademas aquel comedimiertto> su lealtad hacia
Carlos X . Nada sin embargo podo Sustraerle al
poder y á la espantosa responsabilidad qué se le pre-
sentaba. Los Diputados en su sesión de 30 de Ju
l i o , acordaron que se invitase al Duque de Orleans
á desempeñar las funciones de Lugar Teniente Ge¿
neral del Reino. No habiéndole encontrado en Pa-
rís la comisión encargada de llevar aquel mensagé,
se le envió por escrito. El Príncipe con toda sú fa-
milia dejó las frescas sombras de Neuilly y y s e p u ^
so en camino en uno de esos carruages Omnibm¡
quede aquel suceso conservaron el nombré de Or-
lewMsas: Llegó ei Duque al Palacio Real álas4>n-
ce : «de la noche , y al siguiente dia por la mañana
recibió á:la- diputación, Aseguró á esta de todo«u
deseo 'de preservar á la Francia de los desastres de




34 PERSONAJES CELEBRES .


la guerra civil y estrangera, y al terminar dijo:
ii las Cámaras van á reunirse, ellas cuidarán de los
medios de asegurar el reinado de lds leyes, y el sos­
ten de los derechos de la Macion: la carta será
de hoy. en­, adelante una verdad." El primer de­
creto dado por el Lugar Teniente General, el 1.°
de Agosto , mandaba, adaptar la escarapela nacio­
nal. El­mismo dia­ convocó Jas Cámaras para el 3.
de Agosto. La comisión munieipal de París, con
el Gensral Lafa.yatte á su cabeza fue á dimitir sus
poderes enmal las del Príncipe; pero S. А. В..
dgsoues de deliberar con: su Consejo , rogó á los
miembros que la componían que continuaran pro­
visionalmente en sus funciones en cuanto fuere re­
lativo á Ja seguridad interior de París. El Prín­
cipe aabia encontrado á los Ministros ó mas bien
á Jos comisarios oombradospor la comisión muni­
cipal , paca .cada departamento, y ­tomados de to­
dos los colores constitucionales de ambas Cámaras.
El Lugar Teniente .General cambió en parte es­
tos destinas. Desde e l l . " de Agosto se vjó predo­
minar la influencia de Mr. Guizot en el minis­
terio del Interior del que se acababa de encar­
gar ; y (ion <muy cortas escepciones , Pos nom­
bramientos de prefectos anunciaron de parte dé




L U I S F E L I P E I . 35


dicho Ministro una tendencia monárquica. .Ya se
habían anulado todas las condenas por delitos de
imprenta, y detenido todos los procedimientos; ya
no se administraba justicia sino, bajo el .nombre de
Luis Felipe de Orleans, Duque de Orleans, Lu-
gar Tejiente General del Reino. Formábanse por
do quiera sociedades populares, y la autoridad que
no las veía con gusto , no atreviéndose á tomar so-
bresí el prohibirlas, se contentaba cpn enviar á ellas
hombres que las turbaban con sus murmullos, ó
lasteoiau odiosas coa sus, exageraqiop.es» Esta eom- ,
binaeipade hprabresKjpuestQS y de .contradictorias
medidas, al paso que calmaba los terrores íprpfunr
dos dejoshpmbpesenemigos d é l a revolución 4 e
Julio i exasperaba i los amigos de una libertad re*
publicanai, ¡Cuántos-u^>$ivp$,,paracomplicar lasl*
tuacion del Príncipe , y para : crear grandes dificul-
tades ! Pero • no habia dejado,de prever la. necesi-
dad; de ponerse en aparente ,-coptrad.iccion consigo
mismo-: y estos obstáculos ^espantaban tan poco,
como:poco le deslumhraba.Ja popularidad,de laca- .
He,. á la cual «ra preciso entregarse en losprime-
roa momentos. De ahí. provino el origen de ese sis-
tema quenepa, desprecio se ¡ha llamado/usto medio:
el único tal vez, praoticablaen, circunstancias y con-




3fi P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


diciones tan estraor'dinarias. Establecida ya la situa-
c i ó n , precisó era defenderla á toda costa contra el
pueblo délas barricadas, y contra la Europa alar-
mada y poco benévola, ¿ Y qué hombre de buena fé
se atreverla á acusar de haber llenado mal esta do -
ble misión al Príncipe que á despecho de los mo-
tiües , de las conspiraciones y de las máquinas i n -
fernales , es aun en Francia el único earnpeón del
orden público, y en Europa el mas firme baluar-
te de la Monarquía constitucional ? Sin embargo
Carlos X por un decreto fechadd ert Ranibouillét
el l . ° de Agosto, había nombrado al Duque de
Orleans Lugar Teniente General del Reino ; pero
hacia ya dos días qiief él Principe désétripeñaba tan
elevadas funciones, y creyó conveniente n'o Usar
dé aquélla tardía disposiciow. El mismo dia anun-
ció''el periódico oficial que el 'Lugar Teniente G e -
neral del Reino había depositado en los Archivos
de la Cámara de los Pares el acta de abdicación
de Carlos X y del Delfín , en favor del Duque de
Burdeos, bajo el nombre de Enrique V. El 3 de
Agosto se verificó la apertura dé'las Cámaras , y el
discurso del Lugar Teniente General enaquella so-
lemnidad, presentaba bajo una forma noble y sen-
cilla á la vez, el resumen de lo que acababa de




L U I S F E L I P E I . 37


gueeder en algunos días. Pqr,un decreto del mis-
mo día, llamó el Duque de Orleans á tomar asiento
en la Cámara de los Pares, á sus dos hijos mayores
los Duques de Chartres y de Nemours , á quienes
acababa de conceder el gran eordou de la Legión de
honor. Todas las disposiciones del Príncipe, todas
sus respuestas á las diversas diputaciones de las
ciudades, contribuían :á sostener el popular entu-
siasmo, pudiéndose citar entre sus actos, la pen-
sión de 1,500 francos concedida por S, A . IV., de su
peculio, á RougefcDelisle, autor del himno de las
tnarsellesos.


La Cámara de Diputados marchaba apresurada-
mente por la nueva carrera que se le había abierto.
El 7 de Agosto, la Cámara electiva declaraba va-
cante el trono, y llamaba á ocuparle al Duque do
Orleans. Pasó reunida al Palacio Real, y su vice-
presidente Mr. Laffitte, leyó al Príncipe el acta de
Constitueion, Concluida- esta , contestó el Duque;
«Recibo con grande emoción la declaración que me
presentáis, que considero campja espresion d é l a
voluntad nacional, y conforme con los principios
políticos que he profesada toda mi vida. Lleno de
recuerdos que siempre me habían hecho desear que
el destino no me llevase á ocupar el t rono , libre




38 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


de ambición, y acostunibrado á la vida tranquila
qué pasaba con mr familia, no puedo Ocultaros to-
dos los sentímientoSque agitan mi coraron en' ésta
grande circunstancia; peío hay uno que los domi-
na á t o d o s , el amoT'tíehiipDis';' sé lo que méprés-
eñW, y 10'Haré.» Á\ concluir este discurso; el Prín-
cipe abrazó'con ternura á Mr. Laffite, Millares de
voces pedián en los patíos del Palacio Real que se
preséntase el Príncipe, el cual salió al balcón con
a Reina y s u s hijos, á quienes presentó al- pueblo.
Admirado Lafayétte de aquel entusiasmo y"hofne-
nage universal, dijo tomando la mano al duque de
Orleáns: « Hemos hedió cosas1 grandes-, sois él Prín-
cipe que' ños conviene; es la mejor tk las repú-
blicas. » por la noche, la Cámara de los Pares,
llevando á su cabeza á Mr. Pasquier , nombrado
Canciller en virtud de la dimisión hecha por- Mr.
Pastoret, presentó al Duque de Orleáfos su adición
á la declaración <ié la Cámara de los Diputados. El
9 se celebró la sesión regia, en la que pronunció el
Príncipe el juramento que le hacia Rey. El 1! de
dé Agosto organizó su Ministerio, en que eonser-
várotf sus5 puestos MM. Dúpont de l'Eure* Gérard,
Guizot y Luis ; Mr. de Broglie ocupó e l Ministe-
rio de Instrucción Pública, Mr. MOlé el de Negó-




. L U I S F E L I P E 1. 3&


cios estrangeros, y Mr. Sebastian! el de Marina.
Entonces principiaba entre los partidos una lu-


cha de palabras, que encubría, con un aspecto ca-
si pacífico, la verdadera lucha de las cosas. Mas
adelante habia de principiar la querella de aunque
Borbon, ó de por ser Bórbon , lucha que dividió
no solo á las Cámaras y á los hombres de partido,
sino también á los Ministros y hombres de Esta-
do . Con todo , la Cámara electiva presentalla en 9
de Octubre un ménsage al R e y , cuya tendencia
era á Ja abolición de la pena de muerte. Luis' Fe-
lipe, colocado siempre á la altura dé las circuns-
tancias , dio la respuesta mas acertada á aquel rheu-
sage, q u e , cuando se preparaba el proceso de los
ministros, podia ser tan diversamente juzgada por
los partidos, n El deseo que manifestáis, dijo S. M.
estaba en mi corazón desda mucho tiempo^ Testi-
go en misjuveniles años del espantoso abuso que
se ha hecho de la pena de muerte en causas polí-
ticas, y de todos los males quede ello han resulta-
do á la Francia y á la humanidad, he deseado
con constancia y vivamente su abolición. La me-
moria de aquéllos tiempos desastrosos , y los d o -
lorosos sentimientos que me oprimen cuando los
recuerdo, os garantizan cuanto me apresuraré- á




40 PERSONAJES C E L E B R E S .


hacer que se os presente un proyecto de ley con-
forme con vuestros deseos. El mió no se hallará
completameote satisfecho, hasta que hayamos bor-
rado enteramente de nuestra legislación todas las
penas y todos los rigores que la humanidad y el
actual estado dé la sociedad rechazan.» Ya en 14
de Setiembre una memoria pasada á la Cámara por
Mr. Guizot, de losados déla administración, ha-
bía probado que el nuevo Rey estaba servido* por
hombres que habían considerado como una cosa se-
ria la misión de renovar el Gobierno, y se hicieron
en consecuencia muchas variaciones en dependien-
tes de todos los ministerios.


Sin embargo amenazaba la Vandea; el motín
marchaba con la cabeza erguida durante el proceso
de los Ministros, y después en la revuelta de San
Germain-L' Auxerrois, y del Arzobispado. Mos-
trábase la Europa poco benévola, y hubiera sido
amenazadora, s ise hubiese atrevido á ello; pero
mientras esperimentaba en la persona de Luis Fe-
lipe el Monarca mas hábil y fuerte de su época,
la vida modesta y sencilla del Rey ciudadano, le
infundía casi tanto miedo como la imponente ap-
titud de Bonaparte. Entonces el R e y , aunque en-
tregado á su popularidad, no descuidaba los re-




L U I S F E L I P E I . 4t


cursos déla diplomacia ; y no estaba lejano el dia
en que el hombre de la pazá todo precio , debia
obligar á que le reconocieran como Hermano pal ia-
do , á esos Reyes y Emperadores, cuya 1 mayor parte
habían llevado el yugo de Napoleón;'Del mismo mo-
d o , el hombre del justo medio pareciendo que ha T
oía siempre concesiones, debia conseguir desarmar
y encadenar á todos los partidos, á fin de reducirlos
al punto de no tener ya contra él mas que las ar*-
mas antifrancesas del asesinato. Para desarrollar
todos estos resultados, para deducir las causas os-
tensibles y secretas de é l , seria preciso'traspasar los
límites de una biografía, y escribir una historia. En
13 de Marzo de 1831 , Casimir Perier había reem-
plazado á Mr. Laffitte ¡en la presidencia del Con-
sejo , y había pasado el tiempo de las concesiones
republicanas, y de los hombres de Estado de hala-
güeñas utopías. Casimir Perier llenó su misión, y
murió de fatiga en 16 de Mayo de 18S2. : ' •'


Luis Felipe había recorrido la Francia en 1831,
y podido ver también que por do quiera se deseaba el
orden, por medio de instituciones liberales y verda-
deras. Y poco á poco se habia pronunciado la Eu-
ropa en favor del nuevo gobierno.


Verdad es que el Rey nada habia descuidado




42 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


para inspirar á la Europa un saludable temor de las
fuerzas de la Francia, y era ya mucho á los ojos de
la Europa un Rey creado el 7 de Agosto de 1830,
que en 3 de Febrero de 1831podiarehusar para sü
hijo la corona .de los Belgas. Algunos meses déSr.
pues, Leopo ldo , Duque de Sajonia Coburgo , era
Rey d e Bélgica, y el casamiento de este Príncipe
con la hija mayor de Luis Felipe debia asegurar en
1832 la influencia de la Francia en el nuevaRei -
no . ¡ Dichoso Luis Felipe si su simpatía enteramen*
te francesa en favor de,la Polonia, hubiera podido
obtener los mismos resultados! Habíanse renovar
do ó celebrado tratados de comercio con los Esta-
dos Unidos, y con las Repúblicas dé Méjico y de
Haití ; en las aguas del Tajo había hecho capitular
á D . Miguel , y eu el mes de Julio de 1831 , los
bdqúes.de guerra portuguese^estaban en poder de
la Francia,, y flotaba el pabellón tricolor en los mu-
ros de Lisboa; todo se preparaba para el estableci-
miento del gobierno de DoñaMaría. Sin embargo el
tratado de 15 de Noviembre de 1831 , que debia
consumar la separación de la Bélgica y de la Ho-
landa , no tenia cumplimiento por parte del Rey de
Holanda. Luis Fel ipe , para llenar los empeños
contraidos para con la Bélgica, envió úua escua-




L U I S F E L I P E I . 43


dra á la embocadura del Escalda, y el valor de las
tropas, animado por la presencia de los jóvenes
Principes, los Duques de Orleans. y de Nemours,
hizo que se entregase la cindadela de Ambefees.:-


Pero-¡la Francia distaba mucho de estar tranr
quila en lo in ter i o rentonces tuvieron: lugar ;lOS
alborotos de Junio enParís, con motivo dé las.exe-
quias del General Latnarque; nuevos movimientos
legitimistas en la Vandea; Ja presencia de la Duque-
sa deBerry en aquel país, su arresto y las diversas
circunstancias de su detención en la fortaleza de
Bl*ye; analmente la primera tentativa • de asesinato
contra el 'Rey el 19- de Noviembre de 1 8 3 3 a l tiem-
po de ir al cuerpo legislativo. El trono de: Jiilio pa-
recía estar- comprometido; pero por fortuna para
Luis • Felipe, -con perder -á. Casimir Perier, solo
había perdido un brazo fuerte. Colocado por la aaüi-
mácion de los pueblos en el timón del Estado, n o
le espantaron las facciones, ni los personales peligros,
ni la medianía ó los falsos intereses dé los hombres
de Estado, que la fluctuanta mayoría de~ las Cámaras
le précisabaá tomar ó dejar. No tardó en renovar-
se el combate en Lion y en las calles: de Parisenel
mes de Abril de 1834: aquellos y otros desórdenes
fueron reprimidos por la firmeza del Gobierno ¿ y




44 PERSONAJES C E L E B R E S .


la lealtad y demiedo déla tropa y de la Guardia Nar
cional.


Los asuntos de la Península ocupaban la aten-
ción de Luis Fel ipe, y en 1834, concluyó uu tra-
tado con el Rey de la Gran Bretaña y las Reinas de
España y Portugal, cuyo objeto era sostener el tro-
no constitucional en la Península, sin recurrir sin
embargo ala intervención armada. No seremos se-
guramente nosotros los que aplaudamos la línea de
conducta seguida por el Gobierno: del Rey de los
franceses, y la falta de la cooperación activa que po-
día haber empleado , para poner mas pronto fin á la
guerra c iv i l , conservar y aumentar su influencia
en la Península, y evitar los siguientes trastornos,


En 28 de Julio de 1835, principió una serie de
nuevos peligros para Luis Felipe. El asesinato reem;-
plazaba al mot ín ; y el atentada de Fieschi transfor-
mó eú un día de luto uno de los aniversarios de los
tres dias. La Providencia protegió al R e y , pero vie-
se: perecer á su lado al ilustre Mariscal Mortier, á
quien apreciaba mucho desde que mandaron jun-
tos en el departamento del Norte en 1815, Aquel
atentado reunió á muchos en torno de Luis Felipe,
y la Cámara se apresuró á facilitar > á su gobierno
nuevos medios de consolidar el orden público. La




LUIS F E L I P E í . 45


feliz espedicion de Máscara sostenía en África la
gloria de las armas francesas, y honraba al Duque
deOrleans que había tomado parte ensus fatigas y
peligros: ¡Feliz la Francia , si la mala inteligencia
que se promovió entre el Comandante superior de
Argel y los ministros del Rey, no hubiera compro-
metido la gloria de sus armas delante de Constanti-
no ! En esta ocasión, como en Amberes, como en
Máscara, Luis Felipe habia querido verá sus hijos
satisfaciendo su deuda para con la patria, y c o m -
partir Jos peligros dé los demás Hijos de la Fran*
cia. ¿ Hablaremos acaso de la ridicula disputa «orr
un cantón suizo , que terminó en cuanto por con-
ducto tranquilo pudieron llegar á los honrados y
quisquillosos aliados de la Helvecia, las palabras
del Rey de los franceses? ¿De la tentativa deSt ías-
burgo, en la que el espíritu de partido comprendió'
tan malla elevada clemencia del Rey con el sobri-
no de Napoleón? ¿Recordaremos las diferencias pró-
ximas á estallar entre la Francia y los Estados Uni-
dos, y que terminaron la intervención de la Inglaí-
terra; y el abandonó de algunos millones ? ¿ Exami-
naremos-por último, bajo el aspecto rentístico, tes
resultados de una revolución: que había' ofrecido
la reforma y la economía, y que á pesar de su bue-




46 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


na voluntad no ha podido cumplir sus promesas en
medio do circunstancias difíciles ? Semejante tra-
bajo seria superior á nuestras fuerzas. Otras ten-
tativas de asesinato han ameiftazádó depues las
vida dé Luis Felipe,: y la- tranquilidad déla Francia;
y siemprelia usado el Rey de la prerrogativa consti-
tucional con los delincuentes. La Francia bajo su
reinado ve desarrollarse y florecer todos los manan-
tiales de la riqueza pública, y sino ha ejercido toda
laInfluencia que debía en los negocios de Europa,
la paz tá há condiieido al altb grado de prosperidad
en que se éncueútra.


- : Fácil seria recorrer los adelantos hechos en la
instrucción pública; lasinmensasobrasde utilidad
y ornato continuadasó emprendidas; los caminos
de hierro y el movimiento comercial que anima á
te': Francia x pero nos falta espació, y está ademas á
la vista de cuantos conocen a q u e l ! p a í s ¡


- • Satisfecho'•• Luis Felipe con sUobra> veiaconso^
lidarse su .monarquía , y él .Heredero del trono, paS
d r e y í ; amaestrado con las lecciones del Rey^proi-
metía á 1S Francia largos años de tbanq'uilidnd. De
repente la Providencia en sus.impeneítrables arcanos
pareció dejar burladas tantas esperanzas: el Du-
que de Orleans murió el 13 de Jnliotde 1842 ins-




LUIS F E L I P E I . 47
tantáneamente de resultas de una caída del coche.
La familia Real sé hallaba en Nuelly, y Luis Fel i-
pe esclamó al saber tan infausta nueva, sin perder la
serenidad que tanto le distingue, y sin disimular
tampoco el inmenso dolor que le oprimía. « ¡Si al
menos hubiera sido y o ! » Palabras que espresaban á
un tiempo su pesar y-su amor á la Francia. Pero
el Rey con su sabiduría , y la Francia con su sen-
satez han evitado por el momento los males que
aquella desgracia inesperada pudiera ocasionar, ha-
ciendo una ley de regencia, y previniendo las con-
tingencias de una minoría; y si la Providencia conser-
va á Luis Felipe algunos años mas de vida, la Fran-
cia grande, rica y poderosa, contará al gefe de la
nueva dinastía entre los Monarcas mas grandes de
que hace mención su historia.










D. TOMAS


ZÜMALACARREGÜL


« Zumalacarregui era el hombre es-
traordinario del partido carlista; su
valor , su increíble actividad, su v o -
luntad de h i e r r o , y>su fortuna, le h a -
bían dado una superioridad, de que
difícilmente ha gozado jamás otro e'ii
semejante posición, A


Ilist. polit. del partido Carlista ¡
por el Coronel L A S A M , p á g . 10.


Üha mañana del mes de Octubre de 1833 se ba-
ilaba un grupo numeroso de carlistas en el vallé
de Araquil, cerca de la carretera de Pamplona:
en sus abatidos semblantes se echaba de ver fá-
cilmente el desaliento y confusión que rápida
mente cundían en sus filas, efecto de las tristes




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


noticias que habían recibido. D. Santos Ladrón
había sido fusilado en Pamplona el dia 15 de
Octubre ; Lorenzo y Castañon liabian arrollado á
los insurjentes en Peñacerrada y Hernani, mien-
tras que Sarslíeld dispersaba por otro lado la
naciente partida de CuevUlas. Por do quiera los
voluntarios realistas eran desarmados sin nota-
ble resistencia, faltando sus gefes á los compro-
misos contraídos, y dejando fallidos los cálculos,
que con ellos sp habían formado: y mientras
esta conversación pasa&r en> Uw rincón de Navar-
ra , la Corte era teatro, de una escena sangrien-
ta y alarmante, en que OO voluntarios abando-
nados á sus esfuerzos defendían desesperadamente
su cuartel, y precipitábanla agonía del realismo


En aquel momento los carlistas del valle de
Araquil vieron venir hacia ellos un hombre de
mediana y fornida estatura, vestido de capa y
con boina á estilo del país. Aquel hombre
era Zumalacarregui, bien conocido ya en aquellos
p,aises por los servicios que prestara á la cau-
sa realista en 1822. Al darse á conocer en me-
dio de aquellos grupos sintieron estos renacer
su moribundo entusiasmo, y empuñaron sus fu-
siles lanzando gritos de júbilo marcial. Un ocul-




Z U M A L A C A I Í B E G U I . 3


to presentimiento les indicaba, que bajo su di-
rección las indisciplinadas huestes de Navarra,
habian de elevarse á la altura de un ejército
formal, que había de marchar en pos de él á
la victoria. Hombres oscuros de menguada repu-
tación y encontradas pasiones se disputaban
entonces aquel poco apetecible mando , y se
hallaban divididos con mezquinas rivalidades:
al ver pues los insurgentes á Zumalacarregui
entre sus filas , le reconocieron al punto por su
gefe, merced á su antigua nombradla y á la
circunstancia de' ser del pais-tescó-návárro, sin
la cual diflcilnrente sé le hubiera confiado' el
mandó en aquellas circunstancias.


D. Tomás Antonio Zumalacarregui nació en
la villa de Ormaistegui, en el centro de Guipúz-
coa el día 29 de Diciembre dé 1788, de padres
nobles llamados D. Francisco Antonio, y Doña
María Ana de Imaz y Altolaguirre. Perdió su
padre á la edad de cuatro años, pero su madre
cuidó con esmero de su educación. A los diez y
seis pasó á Pamplona á instruirse en la Curia
Eclesiástica', pero habiendo sobrevenido pocos
años después la invasión del ejército francés, y
apoderado éste de Pamplona y su Cindadela por




4 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


un artificio grosero, pasó Zumalacarregui ¡í Za -
ragoza y se alistó voluntario, hallándose alli en
el primer sitio en clase de distinguido. Habien-
do salido un dia de descubierta,- durante el se-
gundo , cayó prisionero, y con no poco trabajo
logró escapar de los franceses, llegando á su
patria estenuado de fatiga. Pero asi que se vio
repaesto, se incorporó á ü . Juan de Jáuregui (el
Pastor) que formaba entonces su guerrilla. Jáu-
regui supo hacer aprecio de su mérito y le nom-
bró teniente y secretario suyo, en reemplazo de
D . Fermín Iriarte, que había tomado el mando
de un batallón, de los tres que llegó á tener
aquella división. Para que se confirmasen los
despachos de sus gefes y oficiales, fue preciso
nombrar una persona de notoria capacidad, que
pasase á Cádiz, y el nombrado fue Zumalacar-
regui, quien lo desempeñó á satisfacción, obte-
niendo para sí los despachos de Capitán efectivo,
y regresando de Cádiz por el mes de Julio de 1813.
Incorporado otra vez á su división, se halló en
el sitio de S. Sebastian, y el dia 31 de Agosto,
en la célebre batalla de S. Marcial, en la caal,-
según el dicho de Lord Well ington, se porta-
ran los españoles como las mejores tropas del




zrjMALA.CA.RR.KGUI. 5


mundo. Luego que S. Sebastian cayó en poder
de los aliados, pasó la división guipuzcoana á
guarnecerla, y allí Zumalacarregui principió á
dedicarse al estudio profundo de la táctica, en
que tanto babia de sobresalir. Algún tiempo
después, habiendo el General D. Carlos Aroiza-
ga fijado su capitanía general en la villa de To -
bosa, se llevó á Zumalacarregui de Capitán Ar-
chivero.


Gonluida la guerra, obtuvo en 1815 el mando
de una compañía del regimiento de infantería
de Borbon. Habiendo sido licenciado este regi-
miento , fue colocado Zumalacarregui con igual
graduación en el de Vitoria, y poco después
en el de las Ordenes Militares 33 de línea.


Cuando se proclamó la Constitueion en 1820,
durante los primeros momentos de efervescencia,
Zumalacarregui fue acusado de profesar doctri
ñas anti-eonstitucionales , y sus mismos gefes y
compañeros formularon peticiones , para que se
le arrojase del cuerpo : efectivamente, fue desti-
tuido del mando de la compañía , pero poco des-
pués se le repuso en e l , y continuó por espacio
de dos años. Mas no por eso olvidó el insulto,
que de sus mismos cantaradas había recibido.




6 PERSONAJES C É L E B R E S .


El levantamiento de su pais le proporcionó oca-
sión muy oportuna para tomar la satisfacción
que anhelaba.


A fines de 1821 estalló uü pronunciamiento
realista en Sangüesa, precipitando la conspira-
ción , que desde principios de aquel año se tra-
maba en Navarra, y que tenia muy vastas y
ocultas ramificaciones, aunque carecía de los me.
dios materiales para llevar á cabo el levantamien-
to. Con este motivo se retiñieron precipitada-
mente en Barasoaio, el 10 de Diciembre, los vo-
cales nombrados de antemano para la Junta, Me-
l ida, Eraso y Vjllanueva; y tremolaron la ban-
dera del absolutismo. Dos dias después contaba
ya Villanueva a sus órdenes 500 hombres, aun
que mal armados y sin municiones. Divididas
estas fuerzas en diferentes direcciones, para evi-
tar la persecución , se engrosaron con increíble
rapidez, pero fueron derrotadas sucesivamente
por Cruchaga el 25 de Diciembre en Larraínzar,
y el 6 de Enero en Nagore. Con esto quedó el
orden restablecido en Navarra , y la generosa
conducta de Cruchaga, salvando los prisioneros
de manos de Tabuenca, acabó de afianzarle; atra-
yendo á sus casas á los que andaban dispersos.




ZUIVIALACARREGUI . 7


La insurrección parecía completamente estin-
guida, hasta que á principios de Junio de 1822
estalló nuevamente y con mas formalidad , en-
trando Quesada desde Franeia, para ponerse al
frente de los insurgentes. Temeroso el Gobierno
del incremento que pudieran tomar , habia prac-
ticado varias diligencias, gestionanando con el fran-
cés para que se embargasen los 4,000 fusiles, que
guardaba Egida en Bayona, y agolpando tropas
á las Provincias.'Uno de los regimientos envia-
dos allá fue el de las Ordenes militares , que lle-
gó á Pamplona en el intermedio del primero al
segundo levantamiento. A pocos dias de su lie
gada, recibió orden Zumalacarregui de pasar á
Vitoria á las órdenes de López Baños con dos ofi-
cíales mas, como lo verificó, dejando en Pam-
plona á su esposa.


En esta ocasión eorrió uno de los mayores
riesgos de su vida, á manos de unos salteadores
que los sorprendieron en una casa de campo.
Eran unos facinerosos que habían asesinado y ro -
bado á una Señora rica de Tolosa , con circuns-
tancias las mas horribles , y valiéndose de sus
doncellas. El capataz era un carnicero del pueblo,
hombre feroz y patriota de los mas furibundos;




8 PERSONAJES. CELEBRES.


pero habiendo sido descubierto , fue conducido
á Pamplona juntamente con sus cómplices, y con-
denado á morir en un patíbulo. Habiendo estos
escalado la cárcel , eludieron el castigo de la ley,
que sufrieaon las alucinadas doncellas, mientras
que sus prometidos novios improvisaban una
partida,; titulándose defensores del altar y del
trono. En tales manos vino á caer Zumalacarre-
gui con sus dos compañeros, y en vano trata-
ron de hacer valer sus opiniones realistas bien
conocidas. Después de haberlos despojado- de to-
do cuanto llevaban, golpeáronlos inhumanamen-
te , y los amenazaron con una próxima muerte.
Quince dias duró aquel prolongado martirio, en
que tuvieron que seguir las correrías de aquellos
facinerosos , estenuados de hambre y de fatiga,
maltratados á cada paso y con la vida pendiente
del capricho de aquellos caribes. Súpolo Quesada
á los pocos dias de haber entrado en Navarra,
y. marchó con su gente en busca de los pretenT
didos defensores de la fé. Huyeron estos al sa-
ber su aproximación , y Quesada compadecido de
sus víctimas, agasajó á los tres oficiales y los en*
vio á Pamplona, para que se repusieran de sus
quebrantos.




Z U M A L A C A H R F X . I H . ' 9


Mientras que Zumalacarregui conseguía esto
en aquella, los realistas de Navarra tomaban
un incremento tan rápido, que al cabo de un
mes se hallaban ya en estado , no solamente de
resistir, sino aun de ofender á las columnas que
marchaban en su persecución. Mientras López Ba-
ños atacaba el l . u y 2.° batallón á las órdenes
de Quesada, D . Santos Ladrón que se habia re-
tirado enfermo al pueblo de Ancivaoa , improvisa^
ba un tercer batallón, con mas de 400 jóvenes de
los valles de Erro y Esteribar; y después de ar-
marlos y equiparlos en diez dias , se presentaba
con ellos á las puertas de Pamplona, llamando
la atención de las columnas perseguidoras con
aquel movimiento a su retaguardia. Entretanto
Salaberri organizaba hacia la ribera el cuarto de
Navarra, y un pelotón de Roucaleses reunidos
en Ira ti daban principio á otro batallón titulado
de Guardias Reales. En tales circunstancias, Zu -
malacarregui repuesto ya de sus heridas, determi-
nó fugarse de Pamplona en compañía de sus dos
amigos. Presentóse á Quesada el día 22 de Agos -
to de 1822 en el pueblo de Almandoz, á la entrada
del vállede Bastan, donde acababa de penetrar aquel
por primera vez y después de una marcha penosa.




10 PERSONAJES CELEBRES.


No podía Zumalacarregui haber llegado eii
niejor ocasión. El segundo batallón sé hallaba
sin gefe por la ausencia de D. Santos, y en los
tres dias que permaneció Quesada en el vallé de
Bastan, se ocupó en reorganizar su gente, merma-
da por la persecución y el cansancio, y equipar-
la con los muchos recursos que sacó de aquel valle,
al cual por su adhesión á la causa de la libertad
miraban como tierra de conquista. Determinó
pues Quesada poner dicho segundo batallón á las
órdenes de Zumalacarregui, con el grado de te-
niente coronel.


El dia 25 por la noche , reunidas todas las
fuerzas realistas salieron de Elizondo, y poco des-
pués se volvieron á separar, marchando Zumala-
carregui con su batallón solamente eu compañía
de Quesada y del cuartel general. El 30 de aquel
mismo mes salió este con toda la división de Na-
varra para Cataluña, con objeto de comunicarse
con el Barón de Eróles , y el 18 de Setiembre
dio la funesta acción de Benavarre, en la que fue
destrozada y pasada á cuchillo casi toda la di -
visión de Tabuenca, juntamente con su gefe.
Zumalacarregui contribuyó poderosamente al éxi-
to del ataque. Encargado de sostener una altura




Z U M A L A C A R K E G U 1 . 11


contra todas las fuerzas de Tabuenca, lo hizo
con todo tesón; y atacando el flanco derecho á pe-
sar del fuego de dos cañones de á cuatro, situa-
dos en unas viñas junto al pueblo , logró envol-
ver las compañías que los custodiaban, y apoderar-
se de ellos y d« un gran repuesto de municio-
nes. Su batallón fue el que mas padeció compa-
rativamente , pues tuyo dos muertos y 14 heridos,
si hemos de creer el parte del Barón de Eróles. (*)


Después de un mes de correrías por el alto
Aragop y Cataluña, principió á regresar la espe-
dicion á navarra el 15 de Octubre de 1822 , y
aquel mismo dia hizo Zumalacarregui en Casbas
60 prisioneros de una partida suelta , después de
una obstinada resistencia en que murieron otros
30. El 19 volvió á pisar el suelo natal y des-
cansó en Lumbier, Deseoso Quesada de señalar
su entrada en Navarra con un golpe de mano
atrevido, trató de atravesar rápidamente la pro»
vincia y sorprender la ciudad de Vitoria, pero


(*) Las fuerzas de los realistas eran de mas de 2,000 h o m -
bres : las de Tabuenca unos 1,200 infantes de los regimien-
tos de Jaén , Toledo y Ordenes militares, y 40 dragones
de la Reina. Eróles en su parte calculó la pérdida de su
gente en 5 muertos , y 16 heridos.




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


alcanzado por las tropas constitucionales hubo
de mudar de dictamen, y tomó posiciones entre
los pueblos de Nazar y Asarta, donde áíguri dia
Zumalacarregui habia de hacer uno de los pri-
meros ensayos de su pujanza, como veremos
mas adelanté. Por lo que hace á Quesada, en
la acción de 27 de Octubre de 1822 estuvo poco
diestro , y fue derrotado por fuerzas inferiores,
habiendo dejado abandonada una posición que
luego quiso ganar á fuerza de sangre. Los bata-
llones navarros flanqueados por los constitucio-
nales , se arrojaron por los derrumbaderos ; pero
el de Zumalacarregui algo mejor situado pudo
retirarse mas ordenadamente. Quesada aborrecido
de los navarros desde que los habia sacado de
su pais para Cataluña, vio entonces cuteramen-
te perdido su prestigio , y tres dias después dejó
el mando y se retiró á Francia. Entró desde
allí en su lugar D . Carlos O-Donéll, y dividien-
do sus fuerzas las dispersó en varias direcciones,
tomando para su escolta el segundo batallón co -
mo mas completo y disciplinado. El mando de
los militares solia ser para los navarros tan in-
fausto como ingrato , y O-Donell cansado de do-
ce dias de continua fuga, y viendo el mal sein-




Z U M A L A C A B R E G U I . 13


blante de aquellos, volvió á meterse en Francia,
dejándola gente á cargo de D . Santos Ladrón,
como ellos deseaban.


A principios del año 1823 tomó este el man-
do , y conociendo el espíritu de los navarros
mejor que sus predecesores , se penetró de que era
preciso resistir á todo trance, ó sufrir una com-
pleta dispersión. Volvió caras contra las colum-
nas que iban á sus alcances , y el día 7 de Fue-
ro sostuvo una acción bastante reñida en el puente
de Muniain. Zumalacarregui con su batallón de-
fendió una posición interesante junto al puente,
hasta que agotadas las municiones se retiró con
las demás fuerzas hacia el valle de Berrueza. Dos
dias después atacó dentro de Estella una colum-
na, que creyó sorprender en aquel punto. Zuma-
lacarregui al frente de su batallón penetró por
el portal de Lizarra , basta la plaza -de Santiago,
en la que habia formadas tres compañías, que se
sostuvieron con mucho valor, dando lugar hasta
que huyeron los realistas , por temor de una c o -
lumna de 2,000 hombres que habia salido de
Pamplona. Retirado desde allí á las montañas
deSalazar y Aezcoa, recibió órdenes de D .San-
tos Ladrón para cubrir con su batallón aquel




14 PERSONAJES C É L E B R E S .


páis , y custodiar la Junta , mientras él con las
restantes fuerzas marchaba sobre Huesca, á sor-
prender su guarnición y recoger municiones.


Estando en Abaurrea la noche del 1 . a de
Marzo, se vio harto comprometido con sü bata--
l l o n , y aun se esparció la voz de que habia si-
do sorprendido: para vindicarse de esta iníputa-
cion dirijió un comunicado al redactor de La
verdad contra el error, (periódico de los rea-
listas de Navarra) en que desmentía aquel Suceso,
ségun1 Sé hábia referido. En el hacia ver, que situado
en él pueblo llamado la Aba-torrea alta, ¡habia des-
plegado todas las precauciones estratégicas que
eran del caso ; y no satisfecho coii esto habia re-
corrido en persona las avanzadas al tiempo de
amanecer, y mandado tocar diana : que formado
j*a el batallón tuvo noticia de que la columna
dé Salcedo habrá pasado el puente de Aribe, co-
giendo los confidentes q w í e n e l tenia apostados,
éú virtud de lo cual hizo retirar á los individuos
dé la Junta hacia él puerto de Areta, cubriendo
él su retirada sin disparar un tiro, y con pér-
dida tan solo de tres prisioneros. El comunicado
concluía con estas palabras notables por su estilo.
«Atacado por tres columnas enemigas que com-




Z U M A L A C A R R E G U I . tft


«ponían el número de 1,500 hombres de infah-
»teria con porción de caballería, emboscada desde
» la medía noche una de aquellas á rrii retaguar-
» d í a , ocupando el camino de Jaurrieta , y el
«resultado ha sido haberme hecho tres prjsio-
Ȗeros. Sin embargo los bandidos presentaron
» á los ojos del pueblo esta ocurrencia como una
»de sus mayores victorias , mas no debieron po-
li nerla en boca si conocieran el honor militar;
11 y á fe que puestos los valientes realistas en su
«luga», ya hubieran. Sacado inas carne- entre las
»uñas.»


Nueve días después recibió orden Zumalacar-
regui de D . Carlos O-Douell de pasar con su
batallón á Francia para recibir alli el armamen-
to y equipo, que tenia preparados' para toda la
división de Navarra. Después de doce días de
inacción dentro del territorio francés , regresó to-
da ella á Roncesvalles completamente equipada,
y marchó hacia la Rasoaña á las órdenes de
D. Santos Ladrón. Alli se verificó el día 26 de"
Marzo una sorpresa de las mas funestas que
esperimentaron las armas constitucionales en aque-
lla época, pues perdieron cerca de 400 muertos
y 700 prisioneros, según el parte de D. Santos,




16 PERSONAJES CELEBRES.


y los dispersos fueron perseguidos hasta las mw
rallas mismas de Pamplona. Situado Zumalaear-
regui en Villaba, sostuvo con su batallón el fuego
por espacio de una hora contra la guarnición de
Pamplona y la columna de Chapalangarra , que
habían salido en apoyo de los fugitivos, y que
hubieron de retirarse á vista de las fuerzas supe-
riores de los realistas.


Las tropas francesas entraron en seguida á dar
un paseo militar, y los batallones segundo y tercero
de Navarra, mandados por D . Santos Ladrón en
clase de Brigadier, pasaron á formar la vanguardia
del segundo cuerpo del ejército francés á las órde-
nes deMol i tór . Entró este en Zaragoza el 26 de
Abril sin resistencia alguna, y los batallones navar--
ros se acuartelaron en el arrabal. Desde alli salie-
ron el primero de Mayo para recorrer el alto de
Aragón y D . Santos dejando cinco compañías para
sitiar el castillo de Monzón, pasó con Zumalacar--
regui á poner su cuartel general en Tamarite , en el
cual se dio la funesta acción del 17 de Junio. Una
estrella fatal presidia á las armas constitucionales
como á la política de su gobierno.. Dos dias antes
habia Fernando VII (*) llegado á Cádiz después de


(*) Yéasp su biografié.




Z U M A L A C A R R E G U I . 17


las ruidosas escenas de Sevilla. Casi al mismo tiem-
po una fuerte columna de 1,400 infantes con 100
caballos y 2 piezas de artillería , salia de Lérida á
destruir la de Tamarite y levantar el sitio de Mon-
zón : pero al llegar cerca de aquel, fue derrotada
miserablemente por dos batallones incompletos, y
perdió su artillería. De resultas de este descalabro,
se entregó el castillo de Monzón el dia 22 de Julio
de 1823.


Concluida la guérfa, y después de haberse ren-
dido la plaza de Pamplona en 16 de Setiembre
de 1&23, se creyó lo mas oportuno disolver la di-
visión de Navarra: las batallones que habían asis-
tido al sitio, resentidos de que no se les hubiera
permitido entrar en la ciudad, se desvandaron, re-
gresando á sus casas la mayor parte de su gente.
Con la que habla quedado, y alguna de los bata-
llones que habían ido á la toma de Monzón, se
trató de formar uno provisional, cuya organización
encargó el Virey interino al teniente coronel Zuma-
laca rregui. Era ya conocido entonces por su genio
disciplinista y organizador, de lo cual habiá dado
repetidas pruebas mientras habia mandado el segun-
do de Navarra, que era sin disputa el nías aguerri-
do y mejor arreglado de toda la división. Posterior*




18 PERSONAJES CELEBRES.


mente había observado profundamente la discipli-
na y táctica de los batallones franceses en cuya
compañía había marchado, haciéndole concebir la
idea de muchas reformas militares para lo sucesi-
vo. Ninguno mas á propósito para este fin que Zu-
malacarregui, dotado de un tesón y energía nada
comunes, que se enardecían con los obstáculos, en
vez de abatirse.


A mediados de Octubre estaba ya completamen-
te-organizado y equipado el batallón , que al pun-
to se agregó ai ejército, recibiendo el nombre de
primero de voluntarios de Aragón , segundo de lí-
nea , con arreglo al Reai decreto de 23 de Abril
de 1824, Los gefes fueron nombrados por el Rey,
quedando Zumalacarregui sin colocación entre
el los , y por tanto se hubo de retirará Pamplona
con licencia ilimitada. Allí en efecto fue nombra-
do individuo de la Comisión Militar, cuyo cargo
desempeñó hasta fines de 1825, en que recibió Ios-
despachos de Teniente Coronel del regimiento ca -
zadores del R e y , primero de ligeros, que se ha-
llaba de guarnición en Huesca debiendo tomar su
rango de antigüedad, desde el día 22 de Agosto de
1822 , en cuya época se habia incorporado á las
ü'opas del General Queseda. No tenia á la sazón




ZUMALACAIIB.EGUI . 1 8


aquel regimiento Coronel alguno, por cuya causa
Zumalacarregui, estuvo desempeñando sus fun-
ciones por espacio de catorce meses. Desde allí pa-
só con el mismo grado, al regimiento del Príncipe,
tercero de línea , en el cual permaneció por lar-
go tiempo. Durante este, puso el regimiento bajo
un pié de disciplina admirable, y liemos oido á mi -
litares inteligentes que lo conocieron en aquella
época, no titubear en calificarlo, como el mejor
que tenia entonces la nación. Ls rapidez y limpieza
en las evoluciones, su brillante equipo y la rígida
disciplina de todos los individuos, llamaban la
atención de los paisanos y escitaban el entusiasmo
de los inteligentes.


Cuando el Rey Fernando VII estuvo en Zara-
goza en el año de 1828 tuvo gusto en ver manio-
brar aquel regimiento en el campo del Sepulcro,
y quedó muy complac idode su porte brillante, y
marcial. Refiérese con este motivo, auuquej iosa-
Iimos garantes de su exactitud , que admirado el
Rey y complacido de la precision con que habia eje-
cutado el regimiento todas las maniobras, hizo
cumplimentar á s u Coronel. Pero este, que hacia
poco tiempo que estaba al frente de aquel cuerpo,
tuvo la modestia de responder: que aquellas venta-




20 PERSONAJES CELEBRES.


jas eran debidas al celo de su segundo el Te-
niente Coronel Zumalacarregui. Noticioso el Rey
de la respuesta, y de los servicios anteriores de
aquel, replicó que no quería que tan brillante ofi-
cial esperase por roas tiempo un grado que tan
bien había merecido; y efectivamente, poco tiem-
po después fue promovido á Coronel del tercero li-
gero , voluntarios de Gerona. En aquel cuerpo per-
maneció hasta el mes de Junio de 1831 , en que
pasó á mandar el regimiento de Estremadura, ca-
torce de línea.


Llegaron por fin los sucesos de la Granja á cam-
biar la faz de la nación, v servir de preludio á la tris-
te década, que aun no hemos concluido de arros-
trar. Zumalacarregui sehallaba entonces con su re-
gimiento en el Ferrol de cuya plaza era Goberna-
dor. Los soldados de Estremadura, acérrimos realis-
tas, inspiraban desconfianza, y aun llegó á circular
la voz de que trataban deproclamar á D . Carlos.
Habiendo tenido aviso de esto el Comandante del
apostadero D. Roque Guruzeta, formó en el arse-
nal la brigada de marina, y reunió todas las perso-
nas conocidas por su adhesión á la Regencia pro-
visional de la Reina. La desconfianza que mostra-
ron estas contra Zumalacarregui, le exasperó en




ZUMALACABREGUI. 21


alto grado, y mucho mas cuando supo que se le
había acusado por desafección, y de haber intenta-
do proclamar á D, Carlos. Por este motivo después
de arrestarle el 20 de Octubre por o'rden del Ins-
pector general de infantería, se le quitó el mando de
gobernador, y se le sujetó á un proceso, en el cual
quedó probada su inocencia. Del Ferrol vino á Ma-
drid donde concluyó de exasperarse por el trata-
miento que le hizo Quesada, poniéndole á inedia
paga. En virtud de esto, pidió que se le enviase á
Pamplona con licencia ilimitada, á reunirse con
su familia. Negóse por tres veces su solicitud, pero
habiendo insistido y con buenos empeños logró por
lin lo que deseaba. Llegó á Pamplona á mediados
de Agostp de 1833, y al poco tiempo sobrevino
la muerte de Fernando VII en 29 de Setiembre de
aquel mismo a ñ o , que fue la señal de una nueva
guerra, en que habían de luchar todas las pasio-
nes por largo tiempo comprimidas. Enarbolado el
pendón de D. Carlos en los montes de Navarra,
acudieron á reunirse bajo aquella enseña todos
cuantos habían sido espulsados de sus cuerpos des-
pués de los sucesos de la Granja, ora por sus
opiniones realistas , ora por rencillas y venganzas
personales. Zumalacarregui víctima de uno y otro,




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


no podía faltar al llamamiento, y con no poco tra-
bajo, por la vigilancia que se ejercía sobre é l , obli-
gándole á presentarse diariamente en la Capitanía
General logró al cabo fugarse de Pamplona, aban-
donando su esposa y sus hijas, que fueron encer-
radas en el convento do religiosas Recoletas. De
esta manera llegó Zumalacarregui al valle de Ara-
qni l , el dia 27 de Octubre de 1833, á reanimar
el espíritu de aquellos abatidos guerrilleros.


Sus antecedentes, que acabamos de: referir, su
ardiente realismo al cual debia su desgracia, y
haber sido privado del mando, sus conocimientos
del país y de su terreno, y hasta la mirada penetran-
y severa del genio, que arrastra los inferiores en pos
de sí , contribuyeron á que se pusieran aquellos al
punto bajo sus órdenes. Pero no obtuvo el mando
sin contradicion. Hallábase Itsurralde al frente del
primer batallón de Navarra, que : se había armado
con cuatrocientos fusiles traídos por Echevarría de
Vitoria. Al saber que Zumalacarregui formaba otro
batallón sin contar con é l , envió dos compañías
para prenderle;pero noticioso aquel de este peligro,
salió impávido al encuentro de las compañías, y su
voz fue bastante para trocar enteramente la escena,
haciendo que fueran á prender al mismo Iturral-




ZUALALACAUREGUI . 23


de. Conducido este á su presencia fue tratado por
Zumalacarregui generosamente, conociendo lo que
importaba evitar un cisma en su naciente división.
Reuniendo todas las fuerzas, de Navarra, Guipúz-
coa y Álava, con anuencia de sus juntas nombró á
Iturralde su segundo, constituyéndose él mismo en
gefe, y declarando que no entregaría el mando sino
al mismo Erasoen persona, que había sido el pri-
mero en proclamar á D . Carlos con el destacamen-
to de carabineros, que tenia á sus órdenes en R o n -
cesvalles. Hallábase Eraso ala sazón en Francia, en
donde á: duras penas había logrado refugiarse,
huyendo de una partida enviada á Valcárlos con
objeto de prenderle. Cuando regresó de Francia
burlando á la policía francesa, Zumalacarregui
fíela su palabra le entregó el mando ; pero Era-
so amigo suyo , y que conocía su mérito y supe-
rioridad,, se: negó á tomarlo contentándose c o n
mandar en segunda línea.


Hallóse entonces Zumalacarregui frente á fren-
te de Quesada, eonlra quien alimentaba una mar-
cad» animosidad, la cual se atribuía á h s contesta-
ciones que habían mediado entre ambos en Madrid
aun antes de haberle destituido' del mando de su
regimiento de Estremadura. Otros le daban mas




24 PERSONAJES CELEBRES
antiguo origen, suponiendo que databa desde ia
acción de Nazar, en que los gefes navarros recon-
vinieron ásperamente á Quesada, obligándole á de-
jar el mando como arriba dijimos. Peroá pesar de
la activa é incesante persecución de aquel , Zu-
malacarregui habia logrado organizar su gente, en-
señarla el manejo del arma y las mas precisas evo-
luciones, de modo que á fines de Noviembre conta-
ba ya á sus órdenes mas de 4 batallones y 3 escua-
drones, entre vascos y navarros,. Es verdad que los
batallones apenas tenían 600 plazas, lo cual ha-
bia hecho para darles mayor movilidad y que
fuesen mas rápidos y fáciles sus movimientos; pero
ademas contaba numerosas partidas de aduaneros
y gente suelta, que proporcionaban recursos, in -
terceptaban comunicaciones, acometían á los re-
zagados, y hacían uu verdadero servicio de guer-
rillas.Con tales elementos contaba Zumalacarregui,
cuando se decidió á dar á sus tropas la primera
lección. Deseando Quesada escarmentarle, deter-
minó obrar sobre el valle de Araquil, á donde di-
rigió sus fuerzas, y quedó sorprendido al ver á Zu-
malacarregui en posiciones y esperando el ataque,
cual si quisiera dar á sus Voluntarios el bautismo
de fuego, en el parage mismo en que ellos le ha-




Z U M A L A C A I I B E G U I . 25


biaii honrrado con su mando. Hallábase situado en
una posición tan fuerte como pintoresca, ocupan-
do la colina sobre la cual descansa el pueblo de
Alsasua, á la derecha de la carretera de Vitoria á
Pamplona. Un riachuelo coronado por un puente
de madera serpenteaba por el campo, y á retaguar-
dia un bosque poblado y frondoso servia de abrigo
y emboscada á las tropas de Zumalacarregui, pro-
porcionándoles retirada hasta Guipúzcoa, en caso
de una derrota. Antes de principiar el ataque re-
mitió Quesada un pliego, exhortando A los insur-
gentes á deponer las armas. Al recibirlo Zumalacar-
regui , leyó su sobre dirigido al ge/e de los bandi-
dos, y volviéndolo á manos del parlamentario le dijo
«que como no iba dirigido á ningún gefe del ejér-
cito carlista, lo devolvía sin abrirlo. » Quesada que
no habia creído encontrar aquella resistencia, tomó
posición en una altura inmediata , contentándose
con observar á su contrario, superior en fuerzas.
Al ver este su indecisión hizo un movimiento de
flanco, y atacó rápidamente aquella posición que
en breve se vio envuelta , y abandonada , pronun-
ciándose las tropas liberales en retirada, después
de una tenaz resistencia. Funesto les hubiera sido
quizá aquel dia,á no haber llegado oportunamente




26 PERSONAJES C É L E B R E S .


la división de Jáuregui, que varió el aspecto de la
jornada. En ella sucumbieron no pocos valientes
de una y otra parte , y entre ellos los oficiales
O-Donell y Clavijo eon otros varios oficiales y sol-
dados, que después de prisioneros fueron pasados
por Jas armas. ¡Tal era el encarnizamiento con que
en aquella época se hacia la guerral Los carlistas
disculparon estos fusilamientos, asegurando que
Zumalacarregui propuso un cange entre O-Donell
y un oficial, que le servia de secretario, pero Que-
sada por única respuesta , mandó fusilar su prisio-
nero á vista del parlamentario. Ignoramos hasta
que punto sea cierto este suceso , que se repro-
dujo después en el fusilamiento del Conde de Via-
manuel.


Satisfecho Zumalacarregui con aquel primer
ensayo de sus fuerzas, no quiso dejar que se
resfriase el entusiasmo de sus soldados. Aquellos
hombres , que pocos dias antes apenas podían
sostener el fuego unos pocos minutos , sabían
ya defender sus posiciones, y principiaban á usar
la bayoneta. Tampoco Quesada se descuidaba por
su parte, y deseando abatir á su contrar io , se
dirijió con el General Lorenzo á ocupar la Bo-
runda, El gefe carlista supo á tiempo este moví-




Z U M A L A C A R R E G U J . 27


míenlo por los numerosos confidentes y espías
que pagaba, y tomó posiciones á la entrada del
valle de Gul inss , sobre las dos eminencias c o -
nocidas con el nombre de las dos Hermanas,
por entre las cuales corre el dicho valle. Formi-
dable era aquella posición , y mucho mas defen-
dida por un gefe como Zumalacarregui, que sa-
bia sacar partido de la menor ventaja. Pero el
retirarse á su vista hubiera sido un triunfo c o m -
pleto para los carlistas, que se hubieran envalen-
tonado, al ver que las tropas liberales esquivaban
ya su ataque. Decidióse pues Quesada á forzar
aquellas posiciones, y 1Q consiguió al fin con no
poca sangre y trabajo. El terreno fue disputado
palmo á palmo, cada árbol y cada roca era un,
reducto cuya posesión costaba preciosas gotas de
española sangre, y cuando la noche vino á cu-
brir con su tupido velo aquella escena horrible,
en que 600 hermanos habían sucumbido unos á
manos de otros, las tropas déla Reina,vivaquea-
ban sobre aquellas rocas regadas con su sangre,
para abandonarlas al dia siguiente , á los mis-
mos á quienes con tanta tenacidad habian lanzada
de ellas.


La campaña de 1833 concluyó con la acción




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


del 29 de Diciembre en los campos de Nazar y
Asarla , tan funestos en otro tiempo para Quesa-
da. Aquel dia tuvo Zumalacarregui que sostenerse
contra las columnas reunidas de Aragón y Na-
varra, á las órdenes de Oráa y Lorenzo, que
contaban con seis batallones y casi otro de ca-
rabineros , con dos escuadrones y dos piezas de
montaña. Las fuerzas carlistas eran cuatro bata-
llones navarros y tres alaveses, con cerca de 200
caballos : aunque su número era inferior, ocupa-
ban unas posiciones en estremo ventajosas , y
estaban escalonados hasta la formidable altura
denominada la Peña dormida. El ataque fue
uno de los mas sangrientos de aquella época, y
varios batallones navarros después de concluir sus
escasas municiones, dieron una carga á la bayo-
neta, contra la columna que atacaba al pueblo de
Asarta, donde se habian replegado. A tal pun-
to habian subido en dos meses, y bajo la direc-
ción de Zumalacarregui, el entusiasmo y disci-
plina de aquellas bandas desarregladas, que encon-
tró en el valle de Araquil próximas á dispersarse.


Los principios del año 1834 fueron poco no-
tables , y apenas señalados con alguna que otra
acción parcial. Por otra parte, la mala inteligen-




Z U M A L A C A R R E G U I . 29


cia que reinaba entre Quesada y Valdés dificul-
taba las operaciones, y Zumalacarregui recon-
centrando sus fuerzas hacia Lumbier, ó bien in-
vadiendo sucesivamente los valles de Navarra,
obtuvo los recursos que necesitaba, y concluyó
de organizar su gente del mejor modo posible.
Las pequeñas partidas se batían con furor y en-
carnizamiento, y por una y otra parte se des-
plegaba un lujo de terror estraordinario. Con
fecha 9 de Febrero circulaba Zumalacarregui una
orden en que imponía pena de la vida á todo
el que condujese partes de las tropas de la Rei-
n a , ó diese á estas noticia de sus movimientos,
circulase órdenes del Gobierno liberal, ó encu-
briese algún voluntario desertor de sus batallo-
nes. Estas amenazas unidas al gran prestigio de
que ya gozaba, concluyeron por atraerle las c o -
municaciones de todos los pueblos, y facilitarle
los recursos necesarios.


He aqui la descripción del estado de las fuer-
zas carlistas en aquella primera época de su le-
vantamiento hecha por el Coronel Lasala (*>.
«Todo carlista era en aquel tiempo un arrc»-


(*) Historia política del partido carlista-




30 P E U S O N A J E S CÉLEBBES.


jado y útil vasallo de su invocado R e y ; la
juventud con las armas en la mano corría
de combate en combate., y sin orden militar
adelantada, sin particular instrucción, con es-
caso armamento, y con unos cuantos cartu-
chos , batallaba contra fuerzas numerosas, regla-
das , provistas de cuanto necesita la guerra, y
mandadas por generales de reputación: en aque-
lla época de enardecido entusiasmo, el propieta-
rio ofrecía gustoso sus bienes, los hombres úti-
les volaban á las armas, el padre presentaba
voluntariamente sus hijos en reemplazo de otros,
tal vez muertos en los campos de batalla, y si
alguno no sentía latir en su pecho este ardor
bélico y generoso, no osaba presentarse en su
pueblo , donde era escarnecido hasta por las mü-
geres, partícipes también de estos ímpetus varo-
niles, representados por el unánime grito de Re-
ligión , Carlos V y Fueros.»


« L o s eclesiásticos abandonaban el altar del
Dios de paz y predicaban la guerra, ó empu-
ñaban el fusil y la lanza: en los montes, en
los bosques, en las peñas y entre los mismos
enemigos, se improvisaban talleres y se estable-
cían fábricas de armas y municiones, y hasta




Z U M A L A C A R R E G U I . 31


de los mares se sacaban cañones y balas, cuyos
recuerdos de existencia trasmitía la tradición ó
la memoria de borrascas y naufragios ocurridos
en las costas. Todo era entonces admirablemen-
te desinteresado; y si ahora no obstante el cor-
to tiempo transcurrido se narrasen con puntua-
lidad los hechos de aquella época, se tendrían
por inventos de una imaginación fogosa y fe-
cunda. Zumalacarregui era entonces el hombre
estraordinarió del partido. ..


Su figura era imponente, su oaráeter serio y de
pocas palabras, de incansable actividad y de fí-
sico robusto y bilioso, de entereza en las medi-
das de rigor, aunque de buen fondo y apto pa-
ra vencer los obstáculos de la época. Tenia va-
lor , castigaba de un modo fuerte la cobardía,
aventajaba rápidamente á los valientes, y sabia
con muy pocas espresiones conmover y entusias-
mar las tropas (*). »


C) Una filiación s u y a , que se publicó poco después d e
su muerte, le describe asi : Zumalacarregui tenia poca es-
tatura , pero su complexión era fuerte y robusta. Sus
ojos pardos estaban Henos de viveza y animación ; su
frente ancha anunciaba un hombre capaz de grandes re-
soluciones; sil tez era de buen c o l o r , y había m u c h o áni
rao y reflexión en su varonil fisonomía. Lo mismo qn«r




32 PERSONAJES CELEBRES.


« Los batallones navarros merecieron su parti-
cular confianza, y ellos le adoraban y temían.
Hiriendo á veces el amor propio de sus soldados
con la palabra falsos (cobardes), Zumalacarregui
les hacia ejecutar las mas arduas empresas. Al
mismo tiempo miraba todo lo concerniente á la
guerra con el interés de una propiedad suya;
repartía el calzado , examinaba los cartuchos, re-
conocía el armamento, creaba batallones, orga-
nizaba las compañías, y lo hacia y reía todo por sí
mismo. Las tropas unían á un estremado respeto
y obediencia á su general, una confianza ciega y
supersticiosa en sus conocimientos.»


<> Único general en al ejército, Zumalacarre-
gui mandaba sin rivales de ninguna especie, y
no había un solo individuo, aun entre los gefes
mas ambiciosos y audaces, que se atreviese á
imaginar que podía nunca ser mas que el mero
y obediente ejecutor de sus órdenes. Reducido el


Federico II tenia un hombro mas alto que o t r o , y tam-
bién como $ inclinaba ligeramente la cabeza á un lado.
Esta actitud habitual daba al conjunto de su persona una
meada de, liereza y de audacia, m u y conformes con su
carácter. Ál verle se adivinaban en él las grandes cuali-
dades que ie distinguían, y en todos sus movimientos se
columbraba un carácter impetuoso y apasionado, al cual
se amoldaban todas las acciones de su vida.




Z U M A L A C A R R E G U I . 33


ejératoá pocos batallones, eran sus, gefes y has-
ta sus oficiales conocidos particularmente del ge; ,
neral: el valar» la actividad y la ejecución e » ;
las empresas de arrojo eran el solo camino de los ,
ascensos, que dispensaba, el mismo. El soldado
no rec ib ía , ni pedia vestuario: la boina y una
prenda de uniforme cogida, al enemigo eran su
vanidad y sus galas . , . . . ¿ . . . . ;
En aquella época los padecimientos en nada se
contaban; el general y el último oficial no tenían
divisas, vestían del mismo modo y. comían,la mis-,
marac ión ; y a la manera que en tiempos remo-
tos el.,celo religioso condujo á la Tierra Santa á
los Cruzados, asi para el soldado carlista las pe-
nalidades eran su mayor orgullo y un objeto de
gala y ostentación las privaciones.»


Hasta aqui el citado testigo de vista, cuya i 01.-1
parcialidad es bien notoria, y á cuya descripción
poco pudiéramos añadir de nuestro propio cau-
dal. Por otra parte la descripción estensa de aque-
lla época pertenece mas bien á la historia, que
a los límites de una biografía. ,


Tal era el estado en que se hallaban á la en-
trada del verano de 1834 aquellas bandas que
ocho meses.antes había encontrado próximas á


3




34 P E R S O N A J E S CÉLEBR-ES.


dispersarse. Y á v n o se contentaba 2*iitt3laea«re»ui
cotí perinanecer Aiaí^deftftisiva', antes'bien con '
tropas numerosas y ligeras, principió a-' desplegar
de Heno látácücd dé guerrillas én mayor escala.
Los destacamentos' pequeños:, las guarniciones d e
los cuarteles,1 las partidas que escoltaban l o s c ó m -
boyes , eran víctimas continuas'de sus inespera-
das sorpresas. Ni aun el mismo cuartel general
estaba libre de e l las , "y el 26 de Mayo de aquel
año", á las dos dé la madrugada,' faltó ; p&có á
Quesafta para caer en manos de su mortal ene-
migo en él pueblo dé Múez.


Poco tiempo después urio y otro partido sé
robustecieron poderosamente, y la guerra tomó
lin grande incremento. El partido carlista cre-
ció en fuerza moral con lá llegada de Ü. Car-
l os , pero él ejército cristino sé robusteció tam-
bién con el arribo del ejército de Portugal , á
cuyo frente se hallaba el General Rodil.


La guerra volvió á encenderse, pues el Ge-
neral cristino con 14,000 hombres disponibles,
sin contar las guarniciones, acosaba al gefe car-
lista, embarazado por otra parte en la custodia
del Real, El cansancio de la tropa con las con-
tinuas marchas y contramarchas infructuosas, la




Z U M A L A C A R H E G U I . 35


crueldad de Rodil exasperando los pueblos , y
las sagaces' maniobraste sü ^competidor, dieron
á este bien pronto la.superioridad. Concluyeron
por hacerle temible las dos sorpresas de Carona
delet, funestas en estrémo para las armas libe-
rales.. En la primera perecieron una porción de
gefes y oficiales, siendo la mas notable de lasí
víctimas, el desgraciado Conde de iViamanuel,
cuya vida en. vano trató de salvar el mismo Zu-
nialacarregui. Prendado este• de su serenidad, le
ofreció salvarle y lo llevó erl su. compañía ,<:sen-
tándole á su mesa. Pero sus conatos fueron va-
n o s , pues tanto Rodil como D . Carlos, coope-
raron á su muerte. Pesaroso' de ello Zumalacarre-
g u i , no quiso volverle á ver , y marchó secreta-
mente de Leeumberri, dejando á un comandante
la orden para fusilarle.


No pasaron muchos días sin que Zumalacarre
gui apareciendo sobre Viana con la eeleridad
d e l r a y ó , después de una marcha de 12 leguas,
hiciese nue\ amenté á Carandolet Otra sorpresa
de las mas considerables y trascendentales de
aquella época, destrozando la columna q u e m a n -
dalia, y acuchillándola dentro de las calles ríe la
población. Al mes siguiente volvió á pasar Zu-




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


malacarregui el libro por Tronfconegro (el 27 de
Octubre) , y sorprendió jñnte á Cenicero un con-
voy de fusiles que conducía el Coronel Amor;
y repasando el río se halló el 27 en los campos
de Alegría á sorprender la división de O-Doylé,
pasando á degüello: los batallones de África y
la Reina: al día siguiente atacaba al General
Osma, obügáüdolé á replegarse sobre Vitoria.
Desde allí marchó sobre Villafranca, y atacó
su iglesia con las dos piezas que había cogido
en la sorpresa de O-Doyle. En vano los nacio-
nales hicieron una heroica resistencia, pues vi-
nieron á ser víctimas de las llamas, y salieron
de la torre medio abrasados, para ser poco des-
pués pasados por las armas.


La campaña de aquel año concluyó con la
batalla de Sorlada, pues ya merece tal nombre
aquella acción, en que Zumalacarregui desplegó
doce batallones, y una caballería algo numerosa
aunque todavía mal organizada. La fortuna se
mostró aquel día poco propicia á Zumalacarre-
gui , y la temeridad de Iturralde le acabó de
comprometer, quedando derrotado á pesar de
los esfuerzos del batallón de guias, que difícil-
mente logró cubrir la retirada. E! 15 se renovó




Z U M A L A C A R R E G U I . 37


el. ataque sobre el puente de Arquíjas, defendi-
do vigorosamente por Zaraalacarregui: el éxito
de la pelea fue, problemático, y por ambas par-
tee se cauto la victoria.


Los generales de la Reina se sucedieron unos
a otros con rapidez, y el célebre Mina fue el
quinto que vino á contrarrestar la influencia de
Zumalacarregui. Las esperanzas que en esta .ve-
nida se pudieron- concebir fueron harto efímeras.
El célebre guerrillero de la independencia era
ya un anciano, que había de luchar cou sus
achaques, y con la estrelle brillante de otro ge-
nio no menos vigoroso, y que poseía en aquel
entonces las simpatías del país, al paso que él
inspiraba profunda aversión á sus antiguos ca-
maradas. Adulado en otro tiempo por la quema
de GasteUrFollit, creyó concluir la guerra lle-
vando á sangre y fuego su mismo país , y re-
produjo aquella escena, borrando el nombre de
Lecaroz del mapa español. Al mismo tiempo, y
por un contraste harto notable, pasaba á degüe-
llo los heridos del hospital carlista del Bastan,
mientras que Zumalacarregui visitaba en los Ar-
c o s , juntamente con D . Garlos, á los heridos
que había dejado la guarnición al tiempo de l'uy




38 PERSONAJES CELEBRES.


garse, f mandaba repartirles algún dinero. Uni-
do esto con la toma del fuerte de Eeharri-Ara-
naz, defendido por numerosa ¡'guarnición, y no
poca artillería, concluyó po* háeerleca«r en des*
crédhoy- viniendo- po« Segunda vez el General
Valdés ¿ t o r n a r ; el- rriando del ejército cristinoi


i Entretanto los ministerios y los periódicos
miraban como la cosa mas fácil derrotar á Zu -
malacarregui,; y se' admiraban de • que existiese
aun. Gon este motivó se formó* un -plan,' á ma-
nera de una batida de caza, para encerrar á los
carlistas en las Amescuas, y destruirlos allí á
todos en un palmo de terreno. Tales eran sobre
poco m a s ó menos las instrucciones que traia
el General Valdés, muy interesantes si hubieran
sido-practicables. Pero en vano aquél General
intentó realizar lo- que tan fácil se creía en Ma-
dr id , penetrando hacia la Ámescua alta con un
ejército dé 22,000 hombres. Aquella entrada es-r
tuvo á pique de ser muy funesta á las armas
liberales, si el táctico Valdés hubiera tardado
un poco mas en buscar la salida. Aun asi no
fue pequeña la pérdida.


Esta retirada, debilitando la moral del soldado,
tuvo muy funesta influencia en el ejército de la Reí-




Z U M A L A C A R R E G U 1 . 3í»


«a. Principió á^undir¡el desaliento, y ¿este se si-
guió la desereion. Salvatierra, 'Maestu'y Estdlaí
fueron evacuadas sucesivamente, y los almacenes
y. oficinas del-ejéreito. principiaron :á trasladarse
á esta parte del Ebro^ tratando de hacerle servir
de lantBmurát-contra tos rápidos .progresos del gefe
carlista. Entre tanto, este atacaba rápidamente tol-
dos tos fuertes ¡cayendo en su poder uno en pos de
o t r o i ' f r e v i n o , Villafranca. de Guipúzcoa* Verga-
ca y f la villa de Eybar capitularoo^ucesivamiente;
'foloía fue evacuada con harta preeipistaciooíí y Qráa
tóao o h » naareba para salvar, lasí-guarnícionesídn
los puntos fortificados del Bastan, Elizondo, Urdax
San Estevan, é Irun, replegándose, con ellas á Pam r
piona con no poco trabajo.


- El nombre de Zumalacarregui llegó á tomar
Un grado notable de esplendor. Eos que hasta en-
tonces 1«. hatean mirado como un talento vulgar,
que debia; su nombre ala fortuna y á su índole-dis-
cipliaista , le miraron ya como un gen io ; los
saldados le consideraban como una fantasma ó un
espíritu maléfico , que se reproducía á la vez1 en mil
partes;, y los que caían en su poder no hacían ya
escrúpulo en servir á sus órdenes. El tratado de
Elliot, que la necesidad y la naturaleza misma




4 ) PERSONAJES CELEBRES.


reclamaban, vino «¡regularizar la guerra, y ro-
bustecer el prestigio y la fuerza moral del caudi-
llo de D . Garlos. Reunía entonces este entre Na-
vacra y Provincias Vascongadas, mas de 3ftba-
tallones, sin contar las compañías sueltas, 6
escaaldrones de lanceros, 8 piezas de artillería y
des morteros. (*;


Kn medio de aquella perspectiva de gloria,
que se desarrollaba á su vista, otros sentimien-
tos liarte tristes ogítabau su corazón. Habia con-
cluido para él la persecución mil itar , y domi-
naba el pais que pocos meses antes recorría fu -
gitivo. Ahora se consideraba víctima de la per-
secución cortesana. «Zumalaoarregui, dice el ya
citado coronel Lasala , sin recursos al frente del
enemigo, c o n no esperados sinsabores, y trope-
zando á cada paso con los obstáculos que le
creaba un ministerio raquít ico , se exasperan»,
representaba en vano , y marchaba al R e a l , lle-


(*) La gaceta de Francia , periódico que simpatizaba con
los carlistas, ofrecía el siguiente es tado , á pesar de eso
bástanle, exacto. En Navarra diez batallones ligeros,,uno de
guias y tres castellanos, con un regimiento de lanceros.
En Vizcaya 9 batallones de infantería y un escuadrón d e
lanceros. En Álava 6 batallones, una compañía de guias y
un escuadrón. En Guipúzcoa 3 batallones, y 3 compañías
de guias.




«DHALACAIUtEpUI. 41


« o de,enojo, y resuelto al parecerá golpes tuertes;
mas i » vista de U: Carlos le desarmaba, y pues-
t » i sus pies, á la me» bjve; deraostraoioja del
real aprecio r y d é tos padecimientos de su Rey,
el intrépido guerrero derramaba lágrimas dé amor
y de respeto. »


Zunnalaearregui meditaba atacar á Vitoria y
llevar la guerra .al otro lado del Ehro, En un
arrebato, de entusiasmo., después dé la toina de
Vergala, pnwrwiapiá en estas palabras; «:Llev#-
ré náSíV/óluníarioí á MadrV& y yesceremos, »
íOjeaídRerf de ! Di. .-Oárlpa se trataba de un
empréstito con la Holanda, para el cual se exi-
gía C O M O principal garantía la toma d e Riihap.
En vano manifestó Zumalacarregui su oposición
á este proyecto, cual si presagiase la tuina del
partido carlista:, en aquel punto funesto para su
causa; entretanto que se preparaba el sitio, sed i -
pigio sobre Ochandiano, del cual se apoderó 4
pesar de- la obstinada resistencia de las 4 c om-
pañías que lo guarnecían. Al dia siguientie mar-
chaba Zumalacarregui á Bilbao.


Su proyecto esa abrir brecha y dar un asalto:
mandó sortear las compañías que habían de ir á
la cabeza, ofreció una onza de proa Jos cien pri-




42 PERSONAJES CEliBBRÍSS.
raeros 'queentraran y seis libras de saqueo, asegu­
rando la subsistencia á las familias ide los'que": su*
cumbíerañv La falta dé inunciones­№titaséíél asai>­
t ó , y'dió^iéBSpo^f&'íoV sitiados pasa ¡reponer? la
brecha. A las после de la ?mítñana.­d*á d i a l á de
Junio de 1835 subió al palacio contiguo deiBe^
goñai, 'situado á éien varas 'de las á)rtifioa«ümes.
Kn aquel sitio , blanbodelos disparos.de la plaza,
se puso á reconocer'esia con 'Su 1 anteojo,­llevado
dé? su prurito dé examinarlo l odo ipor ! si mismo.
Ей vanó 5 sus oficiales' de E. Ш : l e advertían el
peligro. Al verlo en aquel sitio los que guarnecían
lá :batería' dé Larrínaga , hicieron una descarga
sobre é l ­ .una bala inglesa dio en uno de los'hier­
ros dé la ventana, hiriendo de rechazo á Zumala»­
cdrregut'en la parte superior del m u s l o . ! ¡ ..
; La noticia de ­su1 herida cundió: .con­' rapidez,
yllenódfe­éspsrifóiá los sitiadores;. Poftodaspar ­
tes acodian 'ansiosos al caminó d e Durarigo ¿ p o r
doftde'pasaba ¡tendido en una camilla sobre ios
fiombrósdedoee'Voluntarios. Cuando se presen7
taron algunos cortesanos á informarse dé su heri­
d a , los recibió algo bruscamente, y al tiempo de
marcharse di jo : « Si me hubieran dejado obrar por
mí misino dos nieses : inas ,• poco me importaría




Z U M A L A C A I l H E G U l . ••>':• 43


que mi herida fuese grave ó leve; ••* Asistíanle un
médico de Gáiríara, un cirujano, que poco tiempo-
antes se habia pasado i, y un^estrangero-('Mri Sur -
ges). El haber declarado éstos que la ¡herida «ra
ligera, juntaimenteieon lascircaristancias.de ser neo
tránsfuga y otará estraúgero,' diópávulo álá vbzde
que su herida habia- sido envenenada. El 'd iaqúe ; se
levantó él vendaje1, D ; Carlos- estuvo á visitarle, y
se despidió de él con lágrimas en los ojos. Sia duda
un ocultó presentimiento le avisaba que B U fortuna
estaba vinculada á la vida, d é aquel hombre, Desde
DoraBgo fue Zutaala aarregui transportado, á Céga--
maj 'y ;pasó por O r m a i s t e g u i d o n d e v iáppr úl-
tima1 vez su casa natal'; y. al undécimo dia de su
herida falleció, después de recibir los Sacramen-
tos-,-en medio de un-fuerte delirio, en. el.que se
figuraba estar peleando ala cabeza de Sus Volun-
tarios. ' : ¡ - - • '


Luego que D. Carlos-supo su fallecimientOj en-
vió á su .general d £ artiUeriavD; Joaquín Montev-
nigro á presidir el funeral en-su nombre , dan-
do él pésame á su familia en un oficio-muy sen-
tido. Mandaba al mismo tiempo se le enterrase en
caja de p lomo, remitiéndole una de las llaves-, y
las otras dos á su familia y al párroco de Cegama.




44 PERSONAJES CÉLEBRES.


Al morir. Zumaiacarregui se dice que tan solo
tenía- catorce onzas de o r o , que dejó á sus cria-
d o s ; legando laa galo-á su familia el agradeci-
miento del Príncipe* Este «Se bisa espera» cerca de
un aña , gracias á los que habían visto casi con pla-
cer el fallecimiento del qu« los habia tenido supe-
ditadps. Por fin en 24 de Mayo de 1816 espidió
I) . /Carlos en Vülafranca un Real decreto n o m -
brando á su Capitán <J*neral D . Tomás Zumaia-
carregui^ Grande ctfifcpañad^^ clase, con
ios títulos de Buque de la Victoria , Conde de Zu-
maiacarregui , debiendo pasar el título á sus tres
lujas pp» orden de sucesión. A l mismo tiempo con-
cedía á la Duquesa viuda (Doña Pancracía Olio) la
banda d e Dama noble de María Luisa. Tenia ade-
mas Zumaiacarregui los despachos de Mariscal de
Campo y-Virey de Navarra , desde Abril de 1834;
y al entrar D . Carlos en Navarra, después de estre-
charle públicamente contra su pecho en la villa de
El izondo, le nombró Teniente General y Gei'e de
S. E. M. El 29 de Octubre de 1834, después de la
batalla de Alegría, le dio la cruz pensionada de
S. Fernando, y le puso [por su mano la banda de
la Orden.


Tal fue la vida de aquel hombre , que hizo




Z C M A t - A C A R H E G U l . 45


bambolear el Trono de Isabel II y las institucio-
nes liberales. Cuando calmadas ya las pasiones y
afianzado sin temor alguno el Gobierno represen-
tativo tendemos la vista atrás, bien podemos mi -
rar la persona y prescindir de su bandera, refi-
riendo con imparcialidad los sucesos, prescindien-
do de las diatrivas con que durante la eferves-
cencia dé la guerra se infamó su memoria. Paro
es también justo manifestar, que á pesar de la
cruda guerra que hizo Zümalacarregui al Gobier-
no liberal ( ha sido quizá el gefe carlista que con
mas consideración fue tratado por é l : aun en los
momentos de efervescencia hubo hombres que ar-
rostraron la impopularidad de hablar de é l , no
solamente con respeto, sino hasta con encomios,
considerándole c omo un adalid de las ideas m o -
nárquicas , pero templadas. Si en el primer periodo
de su mando se vio precisado á cometer actos de
crueldad, no pocas Veces fue obligado á ellos por
funestas represalias ; y cuando no , hombres hay
que en buena paz y bajo las formas constitucio-
nales santifican en esta parte su memoria.


Al presente, cuando su nombre se repite en el
estranjero con aprecio, y por algunos so considera
á Zümalacarregui como un héroe, justo es que nos*




46 P E R S O N A J E S . CELEBRES.


otros le concedamos laieeJiebrtdad que obtuvo, aun­
que peleando, en un campo contrario­ ­Ко ' lo fuera
deprimir sus .hazañas, hasta el punto de ponerlas
en .parangón coa , las asechanzas tíe ios bandidos^
Era español, españoles eran también los que.él
mandaba , y los que,sé batieron con él valerosa­
mente, no apreciarán su honra en tan poco > que
publiquen haberla ganado batiéndose con un sal­
teador. El niemoiable convenio de Ver gara, al po ­
ner término á la­, sangrienta lucha sostenida'por
ambas partes^ con: igual tesón <y=. valen t i a v s i ' no
con igual razón y debió borrar las contrarias deno­
minaciones ; y si acontecimientos posteriores han
vueltaá exasperar los. ánimos y enconar los parti­
dos, la historia marcará lo? autores á su tiempo, y
fulminará un terrible anatema, sobré los; que tan­
tas calamidades nuevas atrajeron á su país.


• Nosotros, himples biógrafos., hemos presen­
tado sencillamente la vida del general mas dis­
tinguido del bando ^carlista ; e» el. curso de nues­
tra obra , aparecerán también las.de los princi­
pales gefes del constitucional, y tal vez en la
de alguno: de ellos ; si tenemos que describir ac­
tos de valor como los del personaje que nos ocu­
pa , no podremos hacerlo igualmente con respec­




Z U M A L A C A R R E G U I . 47


to á su lealtad á la causa que defendían y por
la cual peleaban. Nosotros narraremos los hechos,
la historia los juzgará.








Personages celebres del Siilo X I X




M« LAFFITTE,


«La vida privada de M r . Laflitte se-
ria un curso de moral en acción.»


CoRMENIN. — Oradores parlamenta-
rios.


«El corazoá de un hombre de Estado
debe estar en su cabeza.»


. . ' NAI 'QI .Kf tY .


Habla una vez un maestro carpintero á quien
habia concedido el cielo mucha píovidad , talento
parasu dflcio, poquísimo dinero,'f rliez hijos á quié-
nes aliméutár. Utoo de estos sé' llümába Sá'ritfágbj
y uñd'héchicera caprichosa le acogió bajó> stisí' alas.
Santiago dé pobre que era, se volvió bllló. ' idtió,
füé^lai providencia de su familia ; y protegió á sus
amigos, á sus enemigos, ¡J todo élih\itídb! En aquél
mismotiempdhabia un trónti tari viejo, tan gastado,




2 PERSONAJES CELEBRES.


tan combatido por las revoluciones, que estaba en-
teramente dislocado. El Rey se olvidó un dia de
sentarse en él con precaución, y el trono se vino
abajo. Fue preciso reconstruir,uno nuevo, y San-
tiago que no habia olvidado el oficio de su padre,
trabajó con fuerza para volver á ajustar sólida-
mente las cuatro tablas cubiertas de terciopelo
que sirven de basé á todo el edificio social. Aque-
lla ocupación le atrajo la desgracia; su genio tute-
lar le volvió la espalda, su caja se vació como por
encantamiento, el Círculo de sus amigos se trans-
formó én una legión de acreedores, y si algunos
de los que nada le debian no le hubiesen llevado
un poco del oro que é¡\ tan generosamente habia
prodigado , no hubiera tenido un techo donde al-
bergarse. No se desanimó Santiago en tan dificil
posición ; anciano y a , principió de nuevo el labo-
rioso trabajo de,su juventud y casi restableció su
fortuna. Rico , habia sido modesto, afable y de sen-
cillo corazón j pobre, fue noble,, enérgico,y digno;
rico ó pobre amó el honor d e s u n á i s , hizo el bien
tanto por instinto como por costumbre ; y si mu-
chos le negaron, tal vez con razón,.el genio políti-
co , la Francia entera dio con unánime voz un título
de hombre honrada á aquel banquero advenedizo.




LAPFITXK. 3


Todo esto que parece un cuento es solo sin em-
bargo una sencilla historia: es en resumen la his-
toria de Mr. Laffitte.


Santiago Laffitte, nació en Bayona el 24 de Oc-
tubre de 1787. Plebeyo y pobre» sin los pergaminos
que daban entonces la riqueza y sin la riqueza que
daba también los pergaminos , entró el joven L a -
ffitte en la carrera del comerció , en la que rara vez
dejan de prosperar las capacidades laboriosas. A los
veinte años llegó á Pafis sin mas recursos que una
aventajada fisonomía, un carácter dócil y lleno de
franqueza, un celo y una sagacidad á toda prue-
ba, y el espíritu vivo y alegre de un hijo del Medio-
día. Con menos se hace fortuna, y asi dotado por la
naturaleza entró Mr. Laffitte en calidad de depen-
diente en casa del banquero Mr. Perregaux. Era
el 1787, y la revolución francesa y Mr* Laffitte
anduvieron rápidamente su camino*. Cuapdo la
Asamblea de los Mutables, no era aun nías que
simple empleado; cuando el juramento del juego de
pelMa; era ya tenedor de ' l i b ros ; al principiar ia
República, era cajero y poseía la, cpufiatwa..de.su
príaeipaliy duraateel Consulado, llegó á ser el hom-
bre indispensable de la casa. Hecho ¡Napplequ Em-
perador, el banquero Peraegaux entró en, el Sena-




4 PERSONAJES CELEBRES.


«lo, confió á su joven dependiente la dirección
de todas sus operaciones comerciales, y algunos
años después, en 1809, la casa Perregaux se lla-
maba Santiago Laffitte; el hijo del artesano de
Bayona estaba al frente de una fortuna colosal, de-
sempeñaba las funciones de Regente del; Banco, y
era él sucesor del venerable Dupont de Nemours
en la presidencia de la Cámara de Comercio. Al
fin del Imperio fue nombrado Gobernador del
Banco de Francia, cuyo destino tenia el sueldo
de 100,000 francos; pero los tiempos 1 eran críti-
cos, el Banco estaba pobre; y Mr. Laffitte renun-
ció- á su favor el sueldo. Este acto es bastante
raro e n ; nuestros dias para qué necesite comen-
tarlos: •


Los desastres de 1814, tardaron poco en abrir
las puertas de Párisál enemigo; impúsose á-la Ciu-
dad una'contribución de guerra; el"tesoro estaba
exhausto, y todas las notabilidades del Banco, «Ad-
vocadas al 'efecto•}• deliberaron sobre el modo de
Hacer frente por niedió deúrt empréstito; Mr.-Laf-
fitte propuso ' l ina- suscHccionnacional, y firmó el
primero por Una suiria considerable, pero'su noble
voz no encontró eco: < ; • ' ;; <\ ••<<'


Mr. Laffitte fue él banquero de los Borbones; y




L A F F I T I E . 5


cuando el 20 de Marzo, Luis XVIII se vio arrojado
de repente desde el trono al destierro, Mr. Laffitte
acudió á su caja, y mandó al momento al Rey fugiti-
vo cuatro millones de francos para é l , un millón
para él Conde de Artois, y setecientos mil francos
para la Duquesa de Angulema.


En aquella misma época, un rasgo de desinterés
mas honroso todavía, fue el primer móvil de una
amistad- que tuvo mas 'adelante graves consecuen-
cias. El Duque de Orleans, Rey en el día de
los franceses, acosado: por los sucesos 4 iba á verse
obligado á marcharse sin recursos.' En vano había
presentado á varias casas de comercio;-letras por
valor de 1.600,000 francos , consintiendo el Prín-
cipe en perder veinte por ciento. El crédito era el
precio de la corta de unos bosques, á cuyo pago se
había «puesto el gobierno imperial; era de consi-
guiente arriesgado y nadie lo quería. En su com-
promiso, dirigióse el Príncipe á Mr. Laffitte, y el
generoso banquero rehusó sin vacilar el enorme be-
neficio que se le ofrecía, y aceptó á la par valores
cuyo reembolso era cuando menos dudoso.


Dorante los cien d ías , Mr. Laffitteeotno indi-
viduo de la diputación de comercia, formó partede
la Camarade los representantes. En ella se alistó




fi PERSONAJES CELEBRES.


en las fitas de aquella animosa minoría que que-
ría antes de todo librar b\ pais de una segunda inva-
sión, apelando primero á Napoleón, al ejército, á la
Francia entera, salvo á estipular después en favor
de la libertad. El miedo , la traición, inoportunas
exijencias paralizaron tan nobles esfuerzos; y cuan-
d o el solo hombre que aun pedia dar la victoria á
las armas francesas, tuvo que dirigirse áSanta Ele-
n a , también quedó Mr. Laffitte depositario de
los débiles restos de su fortuna. Se le confiaron cinco
millones, y cuando se presentó paradar al Empera-
dor ün recibo de dicha suma, nogóse Napoleón í
aceptarlo dictándole: «Os conozco; se queno gustáis
de mi gobierno, pero os tengo por un hombre hon-
rado. »


Los estrangeros llegaron de nuevo bajo los mu-
ros de París, y esta vez el prusiano Blucher, Heno
el corazón de odio y venganza, pedia el saqueo
de la capital ¿ á cuyo horrible estremo se opuso
Wellingtou por un sentimiento de humanidad, o por
temor á la desesperación. Hízose un convenio mi-
litar según el eual el ejército í'ranoés debia ser di-
suelto y dirigido á la otra parte del Loira; pero
para esto se aeoesitaba dinero, el tesoro no lo tenia,
y ta guerra civil amenazaba aerecer con sus des-




L A F F I T T E . 7


gracias las desgracias de la invasión. En tan crí -
ticas circunstancias, depositario Mr. Laffitte del
crédito del Banco , se negó á comprometerle con un
empréstito forzoso; tomó de su propia caja 2.000,000
de francos que entregó al Ministro de Hacienda, y
París se salvó/ Los invasores habían hecho ya al
banquero solidario de la obligación impuesta, y en el
easo de no cumplirse la cláusula en las veinte y
cuatro horas, se le amenazaba con tomarle por re-
henes y llevarlo prisionero á la fortaleza de Grau-
denz ; 'fue preciso que el Emperador Alejandro,
cuyo elevado eorazon simpatizaba con todo lo
grande, declarase á sus aliados que mandaba co -
locar una guardia en casa de Mr. Laffitte para de-
fenderle. A esta prueba de benevolencia, añadió el
autócrata como testimonio de aprecio la decoración
de San Wladimiro.


Restablecido por fin el orden y constituidas las
Cámaras según la Carta, fue nombrado Mr. Laffitte
Diputado por París, y aunque se sentó en ios bancos
de la oposición, su actitud sin embargo no fue
precisamente hostil al nuevo Gobierno durante
aquélla sesión. Hombre de hacienda, al negar su
voto á todas las medidas opresivas, impuestas
por la Cámara introuvable se encerraba en su




8 PERSONAJES CELEBRES.


especialidad, y solo tomaba la palabra cuando
una cuestión de hacienda 1« daba ocasión de
desenvolver sus pensamientos, sobre asuntos que
habían sido objeto de sus largos y profundos es-
tudios. Sus informes como gobernador del Ban-
co habían descubierto y a , por su lucidez y lo
elevado de sus miras , sus vastos conocimientos
en materias de crédito público. Los discursos no -
tables en que entonces y después desenvolvió en la
tribuna su sistema sobre los medios d e remediar el
estado deplorable de la hacienda, llamaron la aten-
ción pública; eran á un tiempo ideas y un lenguaje
nuevos; eran conversación tan sustancial como luci-
da; era la elocuencia aplicada al manejo de las cifras.


Nombrado por el Rey en 1816 para la comisión
de hacienda presidida por el. Duque deRichel ieu,
Mr. Laffitte combatió en ella el sistema de l o s em-
préstitos forzosos, las cédulas hipotecarias, en una
palabra, la bancarrota. En vanóse apelaba á las
exigencias de la Cámara contra sus proposiciones li-
berales.: «Señor Duque , contestó al Presidente, me
he comprometido á decir todo mi pensamiento ; si
el plan que propongo es bueno, al Rey toca deci-
dir si quiere sacrificar la Cámara á la Francia ó el
pais á la Cámara.»




I .AFFITTE. !)


Luis XVIII comprendió tan noble lenguaje ; su
respuesta fue el decreto de disolución de 5 de Se-
tiembre, y el rentista patriota , recibió al mismo
tiempo la cruz de la Legión de Honor.


En las elecciones de 181?, e l n o m b r e d e M . Laf-
fitó fue el primero que salió en los escrutinios de
las veinte secciones del colegio electoral de Paris.
Durante la nueva legislatura se le vio conservar,
entre la fogosidad sistemática de la oposición, las
pretensiones exageradas délos amigos del póder^'la
actitud tranquila y digna de un juicio! i'mparcial y
de un buen ciudadano; rechazó con energía todas
las leyes escepcionales, y apoyó con su voto las me-
didas de interés general -, revindicó en alta voz la
libertad de la imprenta, la libertad individual y
la sinceridad de las elecciones; permitió al teso-
ro los émpréstitosqué juzgó necesarios, se pronun-
cio contra las modificaciones electorales y el doble
v o t o , y contra la guerra de España.


' Al mismo tiempo, separábase Mr. Laffitte abier-
tamente de sus amigos políticos, sosteniendo la re-
ducción de los intereses y la creación del 3 por
ciento. IMo entra en nuestro plan examinar el va-
lor de aquella importante reforma rentística, ni
el juzgar la conducta de Mr. Laffitte en aquella




10 PERSONAJES CELEBRES.


circunstancia. Solo diremos que su espíritu de
eclecticismo político, l e atrajo de parte de sus cor-
religionarios fuertes reconvenciones é imputaciones
injuriosas. Bastase llegó á suponer que Mr, Lafütte
compraba al Ministro su asentimiento con ventajas
estipuladas secretamente por su casa de banca. Se-
mejante acusación, fue un golpe doloroso á su leal-
tad, y la rechazó victoriosamente en un escrito en
que manifestó sus miras con claridad, precisión é
independencia. Mr. Laífitte, consiguiente consigo
m i s m o , lia pedido en 1836 el reembolso de la
renta del 5 por ciento, y parece que todo su
sistema descansa en un mismo pensamiento; dis-
minuir las cargas del pueblo disminuyendo las del
Estado; principiar haciendo á la Nación mas rica,
para hacerla mas ilustrada y mas libre.


Dado una vez aquel pasagero asentimiento a
una medida que él juzgaba buena, Mr. Lafuttese
encuentra dé nuevo con toda su energía en la opo-
sición parlamentaria ; y cuando el ministerio Ville-
le colmó su impopularidad con la brusca disolu-
ción déla Guardia Nacional, se vio al patriota D i -
putado proponer atrevidamente la acusación de los
ministros. Algunos dias después, en las exequias de
Manuel , cuando una lucha fatal amenazaba ensan-




. L A F F 1 T T E . 11


greutar ilustres funerales, puesto Mr. Laffitte de
pié sobre el sarcófago de su amigo , contuvo con
su elocuente voz las profanaciones déla policía y
el entusiasmo agresivo de una ardiente juventud.


Hemos llegado á la época mas hermosa de la
vida de Mr. Laffitte: colocado ó la vanguardia de
los defensores de la carta, popular tanto por sus
opiniones, como porsus generosidades regias, el
opulento banquero veía agruparse á su rededor t o -
das las notabilidades de la imprenta y de la tribu-
na. Socorriendo todos los infortunios, pratejien-
d o eficazmente todas las industrias, estimulando
con su oro las letras y las artes, dando sumas enor-
mes á las cajas de beneficencia, Mr. Laffitte sabia
unir siempre á lo grande del servicio, la noble d e -
licadeza del proceder. Solo citaremos un ejemplo
entre otros mil.


£1 General F o y , que había tenido grandes per-,
didas en su fortuna, intentó imprudentemente res-
tablecerla jugando en la bolsa; ignorando el Gene-
ral las especulaciones de alza y de baja, descansaba
ciegamente en su agente de cambios, y creyendo
enriquecerse se arruinaba; ó mas bien se enriquecía
arruinándose, pues una mano desconocida cuidaba
de íeparar con largueza las pérdidas, y el General




12 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


murió persuadido de su felicidad en el juego, agen o
de saberque su ganancia salia de la cajade MI". Laf-
fite, que anadia ademas mil francos á la susoricion
abierta á favor dé su familia.


Hacia mucho tiempo qué Mr.'Laffitte princi-
piaba a deséonflar del'porvenir de la rama primo-
génita de los Borbones; y convencido de la in-
minencia mas ó menos inmediata de una revo-
lución, buscaba á su alrrededor los medios de que
los resultados fuesen favorables al pais. Ya hemos
v istola circunstancia que dio lugar a las relaciones
dé Mr. Laffitte con el Duque de Oríeans, relacio-
nes que se habían estrechado mas y mas.'El Gene-
ral Foy , Benjamín Gónstant, Casimiro Perier,
Alejandro de la Borde, el General Gerard y algu-
nas otras notabilidades liberales , formaban con
Mr. Laffitte la sociedad íntima del primer Príncipe
déla sangre. Colocado por sus antécedentesptflíti-
coá y sus convicciones liberales en una posición di-
fícil, con una corte que ni le perdonaba el voto de su
padre, cUyo recuerdo le afligía, ni sus anteceden-
tes republicanos, ni las .luces adquiridas á costa
de veinte añes de destierro, el Duque de Orleans
se refugiaba en el interior de la vida doméstica (*)


(*) Véase «u biografía.




LAFF1TTE. 13


y seguía con una mezcla de pesar, de temores y de.
esperanza la marcha rápida y fatal del trono, hacia
el abismo que se lo iba á tragar. •


Si el Príncipe temia tal vez las consecuencias:
del porvenir, sus amigos al contrario lo deseaban de
todo corazón. El trono en que Mr. Laffitte anhelaba
tan vivamente ver sentado al Duque de Orleans,
debía levantarse mueho antes de lo que él esperaba^
Sabido es de qué modo un motín se convirtió en
revolución, y eomo se rompieron tres eoronas^ntres
diaS; .hablaremos, solo.aqui de la parte que tomó-
Mr¡ Laffitte en ios acontecimientos; d e Julio.


Desde el día 2 8 ; cuando aun estaba indecisa la
victoria del pueblo, después de haber firmado la pro-
testa de los Diputados residentes en Paris, en el m o -
mento en qaellegaba de Saint-Cloud la orden de ap-
restarlo, deseoso Mr. Laffitte de poneríérmino á la
efusión de sangre, atravesó por entíe los tiros,
acompañado dePer ier , Mauguin, ' Getrard y L o -
bau; pasó al Garrousel•', penetró hasta donde esta-
ba elMari&calMarmbnt, comandan)» dé París, y
le iBdtó eff nombre de lai humanidad y derla patria'
para qtt«-retrocediera ante los horrores-«tela guer-
ra c ivi l , paraique usara -de su influencia ánade
que ste retiraran los decretos yedmbiaraal ministe-




14 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


r i o , amenazando, en caso de negativa , con ar-
rojarse en cuerpo y alma en el movimiento.


K El honor militar está en la obediencia, con-
testó tristemente el General, — El honor civil,
replicó el animoso diputado, consiste ennodego
llar d los ciudadanos para atentar contra/ la •


Constitución. » Convencido al dia siguiente deque
nada debia esperar de la ceguedad del R e y , se de-
cidió á correr los riesgos de un combate, y convir-
tió tu casa en un cuartel general, de donde sallan
las proclamas que-animaban la insurrección,' las
órdenes que la regularizaban y el oro que la soste-
nía. Al mismo tiempo, no olvidaba el banquero al
Duque dé Orleans , y enviaba repetidos emisarios
á Nfeully; el 28 escribía al Príncipe : «Guardaos
dñ las redes de Saint-Cloudy y el 29 anadia tuVo
hay tjaquei¡atikfr\ elegid entre una corona y


un pasaporté.» Poco después dos regimientos,*!.
tercero y ei quinto de línea, arrastrados eu la pla-
za Vendóme por el Coronel Heymés y el hermano
de Mr. Laffitte, dieron la señal de la defección y
fueron á formarse alrededor de su casa. Desde
aquel momento quedó asegurada la victoria: la
reunion Laffttte tomó la dirección del movimien-
to , dio al General Lafayette el mando en gefe de




L A F F I T T E . 1 5


las tropas, y al Mariscal Gerardla dirección d é
las operaciones activas. Instalóse una comisión
municipal en la casa de Ayuntamiento; y cuando
MM. d 1 Argout y de Semonville fueron alli á parla-
mentar en nombre de Carlos X , llevando la revo-
cación de los decretos , se les contestó : « ¡ Ya es
fardel» Carlos X habia cesado de reinar.


Sin embargo, Mr. Laffitte se hallaba muy em-
barazado; los espíritus arrostrados por la exalta-
ción de la victoria, se entregaban á las mas contra 1


ñas'inspiraciones: urgía constituir un poder que
contuviera la anarquía, consolidando Ití obra revo-
lucionaria ; y sin embargo, el asilo del Duque
de Orleans, estaba ettvúelto' aun en el silencio y
el misterio. Encerrado el Príncipe en Rainey era
invisible para todos ; la corona estaba ra el suelo, 1


Mr. Laffitte se la tendía y él vacilaba en tomarla.
Para poner término ástl irresolución, Mr. Laffitte
hizo publicar el 80 en todos los periódicos una pro-
clama en favor del Duque de Orleans; reunió -cua u


renta y cuatro Diputados en el Palaeio Borboi i , y
alli, bajo su 'presidencia, se confirió al Principé la
lugar-tenencia general del Reino. Doce miembros
d é l a reunión 'pasaron al instante» Nenlly para
comunicárselo,; pero el Príncipe no parecía, y




1 6 PERSONAJES CELEBRES.


solo por la n o c h e , á su vuelta de Raincy, al leer
á la luz de las antorchas en los jardines de Neuliy
la proclama que le abría el camino, del trono,
se decidió el Duque de Orléans á pasar, cl Rufet-
con ; abrazó á su muger y á sus hi jos, se puso
un vestido de paisano, y marchó á pié acompañado
de un Ayudante de Campo ; : llegó á las once de
la noche al Palacio Real, y envió al momento á Mr.
Laffltte una proclama, anunciando su llegada y sit
aceptación, . ..


Al día siguiente, volviéronse á reunir los dipu-
tados en número de ochenta y nueve en «1 Palaeio
Barbón: Mr. Gui2»t redactó un mensage y sediri-
gieronen masa al Palacio Real , llevando la palabra
en nombre de la Cámara Mr. Laffitte. Habíase este
herido atravesando una barricada, y cogeaba al
entraren la habitación del Príncipe-; «Estais he-
ridoMr. Laffitte? ledijo :aquel,. -—Monseñor, con-:
testó el Diputado , no atendáis, á mis pies , sino i
mis, manos que os traen una corona..» ..-,.<•


Sin embargo, era aun necesario un esfuerce ;pa-:
ra alcanzarla. Mientrus en el Palacio Real Se a u -
paban en. crear un Rey, en la casa de Ayuntamien-
to una falange de jóvenes se agrupaba al rededor
de un anciano cubierto de canas, y quería hacer de




L A F F I T T E . 17


aquel glorioso resto de otro siglo , la piedra angu-
lar de una nueva república; el anciano vacilaba
también, pues la muerte le amenazaba, y temia pa-
ra su pais la vuelta de aquellos tiempos de fatal re-
cordación, en que el poder era el premio de.la auda-
cia, y muchas veeesel patrimonio del crimen.


Urgia tornar un partido. Mr. Lafütte propuso
al Príneipe irá buscar al momento la sanción po-
pular de la casa de Ayuntamiento. Aceptó este el
proyecto que no carecía de peligro , y precedido de
Mr. Laffitte en silla de manos, llegó á la casa de
Ayuntamiento, abriéndose paso entre el pueblo
conmovido y admirado, y atravesando barricadas
sobre barricadas. Alli se volvieron á ver por pri-
mera vez después de cuarenta años , el veterano de
la libertad y el soldado de Jemmapes, y el abrazo
de Lafayette entronizó definitivamente el reinado
de Julio.


El 7 de Agosto , la Cámara después de dos días
de debates y por una mayoría de doscientos diez y
nueve votos contra treinta y tres, declaró vacante
el trono, é invitó al-Lugar-Teniente general á jurar
la nueva Cartay.á.tomar el títulode Reyi.de losfrán
ceses. La Cámara dirigida por Mr. Laffitte pasó
al Palacio Real á las cinco de la tarde: el Príncipe




18 PERSONAJES CELEBRES.


recibió la diputación rodeado de toda su familia.
Mr. Laffitte leyó con voz conmovida el acta de
Constitución, el Principe se arrojó ásus brazos, y el
abrazo de la casa de Ayuntamiento se repitió en el
balcón del Palacio Real en medio de las aclamacio-
nes del pueblo. La Cámara de los Pares se adhirió
el mismo dia, y la sesión de la coronación del 9, con-
sumó la revolución y colmó los votos del banquero,
que pudo decir como Juana de Arcén la consagra-
ción de Carlos V I I : me hallaba en las fatigas,
debo hallarme en el triunfo. Mas también para él
el momento del triunfo fue casi la señal de la rui-
na. El periodo en que vamos á entrar lo es de pe-
sares y de luchas. Uncido Mr. Laffitte al carro del
Estado, agotó sus fuerzas, perdió su fortuna, fru-
to de cuarenta años de trabajo, y la popularidad ad-
quirida á costa de gloriosos servicios y de nume-
rosos beneficios.


Ahora veremos cómo aconteció este triple de-
sastre.


El primer ministerio de Julio fue una verdade-
ra mescolanza ; chocábanse en el mismo ministc-
terio, con cartera ó sin el la, Mr. Mole y Mr. T)u-
pont de V Eure, Mr. Laffitte y Mr. Guizot , Mr. de
Broglie y Mr. Bignon. Republicanos, imperialis-




LAFFJ.TTE. 19


t a s , monárquicos puros de J u l i o , dinásticos
dudosos, de todo habia , y todo gravitaba pe-
nosamente en el caos , tropezando con los mo-
tines de las cal les , con las tempestades d é l a
Cámara, y tirando sin cesar en contrarios sentidos
la máquina del Gobierno. Era en efecto muy di-
fícil aquella época. Hecho pedazos por la irrupción
popular el principio de autoridad, apenas podia
reunir sus dispersos restos; el poder habia descen-
dido á la plaza pública; el primer guardacantón
servia de tribuna al primero que llegaba para for -
mular en ella teorías políticas al uso del pueblo. El
partido joven y ardiente de la nación, ebrio con su
triunfo, permanecía como una potencia armada;
quería romper definitivamente con el pasado, re-
constituir la sociedad principiando por la base , ar-
rasar todo lo antiguo en Francia, en los países veci-
nos y hasta en los antípodas; y todo esto con un te-
soro exhausto, con un ejército casi desorganizado, y
con solo la fuerza de la propaganda y de la Marse-
llesa. Por otra parte,espíritus austeros y graves, in-
teligencias elevadas, hombres de ideas fijas y domi-
nadoras, comoMM. Mole, de Broglie, ó Guizot, para
quienes toda revolución era un accidente que era
preciso regularizar al momento , no tendían nada




20 P E B S O N A J E S C É L E B R E S .


menos que á hacer entrar incontinente en su cauce
el torrente desbordado, en vez de abrir un nue-
vo curso á sus bramadoras olas. Asi pues la em-
presa era difícil y aun imposible según los tiem-
pos y los hombres. La parte moderada , y por
lo'tantoimpopular del Consejo , hubo de retirarse;
no había llegado aun su hora.


Mr. Laffitte vaciló mucho antes de aceptar la
presidencia del ministerio de3 de Noviembre. Hom-
bre tranquilo y dulce, poco amigo-de las tempes-
tades de la vida pública , pedia á voces q«e le de-
volvieran á sus negocios, á su familia y á sus ami-
gos , pero triunfaron el amor del pais y augustas
solicitudes. Acercábase el proceso de los ministros,
y era preciso un nombre querido de la multitud
para oponerle á sus terribles exigencias; Mr. Laffit-
te cedió y fue Presidente del Consejo.


Seria imposible y ageno á nuestro plan anali-
zar aqui todos los actos del ministerio de 3 de
Noviembre, desenvolver los motivos y discutirlos
resultados. Baste bosquejar la fisonomía del G o -
bierno de la época, con toda verdad. El ministerio
de 3 de Noviembre al presentarse ante las Cámaras,
formuló su programa y sus disidencias con la ad-
ministración anterior, por el órgano desu presi-




L A F F I T T E . 21


dente. Resultaba de él que el ministerio taffttte-
se proponia marchar dando una. mano á Jos innova»
dores y otra á los conservadores; era un verdadero
justo medio entre el progresa y el statu quo , en-
tre la represión y la propaganda.


Mr. Laffitte dispuesto asi y de buena f é á cou-
teutar á todo el mundo, no satisfizo á nadie y en-
contró en las Cámaras grandes dificultades. La-
izquierda le encontraba. indeciso y poco progre-
sivo , al paso que la derecha reclamaba, de él.
enérgicamente medidas represivas. Agregábanse,
á estas dificultades de posición, disentimientos in-
teriores no menos sensibles. El Comandante gene-
ral de los Guardias Nacionales,. acantonado en la
casa de Ayuntamiento, y coronado con una noble
aureola de senectud y d e gloria , recibía felicitacio-
nes, acogía diputaciones, y trataba con la insurrec-
ción de potencia á; potencia. El Prefecto del Sena
desconocía la autoridad del Ministro.de lo Interior,
y calificaba de inoportuno un mensage dirigido al
Rey por la Cámara. Un procurador del Rey citar
ba á un Diputado para- que respondiera de ciertos
asertos emitidos, en la tribuna sobre los periódicos,
y una escisión no menos sensible entre el Presiden-
te del Consejo y. el Ministro de la Guerra, produjo




22 PERSONAJES C E L E B E E S .


en el esterior una política indecisa y sin color, pro-
vocadora y tímida á la par.


Era todavía mas crítica la situación del minis-
terio para con el país; la inquietud reinaba por t o -
das partes, y los capitales habían desaparecido an-
te el motin que circulaba periódicamente por las ca-
lles. El ministerio Laffitte i los tres meses de su
existencia, estaba ya gastado, y los trastornos de
14 de Febrero acabaron con él. Una cuadrilla de
vándalos al salir de las últimas orgías del: : carna-
val, se precipitó sobre el Palacio arzobispal, y lo
demolió hasta los cimientos, como hubiera podido
hacerlo Ornar. La iglesia de S. Germán L' Auxer-
rois fue devastada, y robadas otras que nada tenían
de común con la ceremonia legitimista ; el Prefec-
to de policía, prevenido por el Ministro del Inte-
rior creyó conveniente esperar para obrar á que to-
do estuviera concluido, y la Guardia Nacional per-
maneció con el arma al brazo aguardando órdenes
que no llegaban.1 Levantóse con este motivo un cho -
que escandaloso en la Cámara entre MM. Montali-
vety Odílon Barrot; este último hizo su dimisión,
y Mr. Laffitte tardó poco en seguirle. Suponen al-
gunos que-se habian ocultado al Presidente del Con-
sejo notas diplomáticas relativas á la intervención




L A F F I T T E . 23


del Austria en Italia, y que por este motivo cre-
yó deber retirarse. Añadamos también que la vida
ministerial incomodaba á Mr. LafQtte; el estado
deplorable de sus negocios particulares, reclama-
ba su cuidado; en vano para conservar á su Mi-
nistro le compró el Rey en diez millones el bos-
que de Breteuíl, y dio su garantía al Banco para
un préstamo de seis millones; la posición de for-
tuna de Mr. Laffitte se empeoró de dia endia, y al
salir del ministerio estaba arruinado. .


La revolución de Julio , habia ya dado un gol ' ,
pe funesto á su crédito, y su entrada en los nego-
cios, obligándole á abandonar la dirección de su
casa de banca, acabó su pérdida ; depositario de
sumas considerables, vióse de repente acometido
pidiéndole el reembolso. Desde 1818, habia des-
guarnecido su caja, y salvado el comercio de P a -
rís, prestando cinco millones al Banco; después de
los sucesos de Julio, la puso á disposición del G o -
bierno provisional; todas las desgracias verdade-
ras ó simuladas estrageron de ella, y la crisis ren-
tística la agotó completamente. En tan dolorosa
situación se dedicó Mr. Laffitte enteramente á la
liquidación de sus negocios ; pagó cincuenta mi -
llones despojándose de todos sus bienes, y puso en




24 PERSONAJES CELEBRES.
venta su magnífica casa para satisfacer las exigen-
cias del Banco. Solo entonces se conmovió la Fran-
cia por semejante catástrofe ; no quiso que el pri-
mer asilo de la revolución fuese entregado á los p i -
cos de los demoledores, y una suscricion nacio-
nal aseguró á Mr. Laffitte la posesión de su Pa-
lacio.


Candidato para la presidencia de la Cámara-
después del advenimiento- del ministerio Perier,
Mr. Laffitte no fue elegido y se colocó en la oposi-
c ión ; rechazó con su palabra y sn voto todas las
medidas enérgicas de la administración del 13 de
Marzo, y en 5 y 6 d e Junio formó parte de la d i -
putación de la minoría oponente, encargada de
formular, al Rey de su elección, las quejas de la i z -
quierda. Por ú l t imo, un dia, exasperado por el
infortunio, se presentó en la tribuna á pedir solem-
nemente perdón á Dios y á los hombres de la parte
que habia tomado en la revolución de Julio.


Después, separándose Mr. Laffitte mas y mas de
sus antiguas afecciones, y alistándose definitiva-
mente en las banderas del radicalismo , ha vuelto
á los primeros trabajos de su vida. Después de ha-
ber fundado el Crédito Público durante la Res-
tauración funda en et día el Crédito Privado; ha




L A F F I T T E . 25


liquidado sus negocios, reconstituido su casa, y
fundado la Caja de Descuento que quedará como
una délas creaciones mas útiles de la época.


Ai abrir en 1837 la sesión de los accionistas de
tan bella empresa , pronunció nobles palabras que
eremos de nuestro deber reproducir aqui : « No
puedo, d i j o , dejar de hallarme conmovido al en-
contrarme ocupado otra vez de trabajos que deben
serme muy queridos, y dispuesto á coronar c o n
una empresa digna de todos mis esfuerzos, una car-
rera útil, y en la cual he hecho tal vez algún bien;
paréceme que entre vosotros olvido en un instante
muchas falsas ilusiones pasadas, y las amargu-
ras de las grandezas políticas, que por otra parte
nada me habían prometido, y cuyo peso acepté solo
por amor á mi pais. El porvenir reservaba indem-
nizaciones para m í , y el 2 de Octubre de 1837,
dia en que vuelvo á dedicarme1 al comercio, me c o n -
suela del 19 de Enero de 1831 r dia en que lo dejé.»


Es en efecto una bella inspiración, enteramen-
te nacional y digna de Mr. Laflitte , al abrir de
este modo un crédito permanente á las pequeñas in -
dustria; el modesto fabricante, libre del usurero que
le estrujaba, descuenta sus valores al mas reducido
premio , coloca sus capitales con entera seguridad




26 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


y coa ventaja, los saca cuando le acomoda y ben-
dice al que creó la Caja de Descuento.


En resumen, en Mr. Laffitte hay tres perso-
nas ; el hombre privado, el rentístico y el hom-
bre político; no hablaremos déla perfecta bondad,
déla agrabable sencillez, de la inagotable benefi-
cencia del hombre privado, por ser conocidas de
todos; el mérito del rentístico es igualmente indis-
putado é indisputable; las miras del hombre po -
lítico son apreciadas diversamente. Monárquico
ardiente al despuntarla revolución de Julio, Mr.
Laffitte se halla colocado en el dia en el último
límite que separa la forma monárquica de la repu-
blicana. Durante los años que han transcurrido su
persona política ha esperimentado estraordinarias
vicisitudes; como. Ministro los radicales le han en-
contrado demasiado dinástico, y los dinásticos d e -
masiado radical; y nos parece curioso el citar so-
breesté punto las páginas de dos libros cuyo prin-
cipal pensamiento es diametralmente opuesto.


« ¿Cómo acontece» se pregunta así mismo el
órgano del partido democrático (*) « que un hom-


C) Sarrans joven — Luis Felipe y la contra-revolución
de 1830. pág. 92 y 1)4, t . 2."




L A F F I T T E . 27


(*) Dos años de reinado por Alfonso Pepin , pág. 176».


bre semejante haya perdido á la vez sus rique-
zas , su poder y casi una popularidad adquirida.á
costa de tantas luchas y sacrificios por la libertad ?
Lo diré sin rodeos : el principio de este triple de-
sastre está en las afecciones individuales que des-
barataron siempre la conducta pública del respeta-
ble Mr. Laffitte. Habiendo nacido para ejercer todas
las virtudes civiles, Mr. Laffitte subirá con valor
al cadalso de los Sidney y de los Juan de W i t t ; pe-
ro no se le pida aquella tranquila energía.que sa-
crifica sin vacilar las predilecciones del corazón
á los. deberes del hombre de Estado. El noble in-
conveniente de la naturaleza de Mr. Laffitte, es una
confianza irreflexiva, y desgraciadamente esta c o n -
fianza alcanza á todo el género humano. Ella es la
que le ha entregado á la influencia de intrigan-
tes que pervirtieron la revolución de Julio. »


Oigamos ahora al órgano del partido monár-
quico (*). En Mr. Laffitte hubo siempre dos h o m -
bres ; el que quería francamente ;la monarquía
constitucional con una lista civil de diez y ocho
millones; que pronunciaba discursos llenos de
moderación contra la guerra y la propaganda; que




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


proclamaba en la tribuna el mantenimiento de los
tratados de 1815 , la necesidad de contener la re-
volución dentro de ciertas medidas, y el que te-
nia la desgracia de quererse apoyar en aquellos de
entre sus amigos políticos que necesariamente de-
bían llevarle á otros resultados que los que natu-
ralmente provenían de los principios sentados por
él . . . Si Mr. Laffitte ha perdido la popularidad,
justamente adquiridaen los primeros días de Julio ,
débelo principalmente á su carácter vacilante y á
su falta de energía. » '


Asi pues, Mr. Laffitte ha sido juzgado di -
versamente por los órganos de los partidos, de
modo que al parecer de los demócratas, Mr. Laffit-
te como Ministro ha pecado por sus afecciones mo-
nárquicas, y á los ojos de los monárquicos por las
democráticas. ¿ Qué puede deducirse de esta sin-
gular acusación ? Que la máxima de Napoleón es
profundamente cierta; que el corazón de un hom-
bre de Estado'debe estar en su cabeza , y que Mr.
Laffitte tienedemasiado buen corazón para ser hom-
bre de Estado.






Personajes celebres del Sif¡lo X I X .




D. J. DE MAZARREDO.


¡Cuando la marina española, h a l l e -
gado al triste estado en que se halla en
nuestros dias, es grato recordar sus pa-
sadas glorias, y los hombres eminentes
que á ellas contribuyeron! Su ejemplo,
puede servir de noble estímulo para
tiempos mas felices.


Si no ha carecido España muchas veces de hom-
bres ilustres en todas las carreras y profesiones, han
faltado sin embargo cronistas y biógrafos que es-
cribiesen y publicasen sus hechos memorables. Ne-
gligencia verdaderamente lamentable, que npsoiros
tratamos de remediar en cuanto esté de nuestra
parte, dejando consignados en nuestra obra los he-
chos principales de la vida dé aquellos personajes
que mas se hayan distinguido en el siglo actual.
Lo que debe la marina española, al de. que vamos




2 PERSONAJES C E L E B R E S .


á ocuparnos, ya en la parte científica y de instruc-
ción facultativa, ya en la gloria que le dio con sus
espediciones militares, ya en los destinos y comi-
siones que desempeñó con acierto y honradez ; sus
cualidades personales, eu las cuales aparecían reu-
nidas la sinceridad y el candor con la prudencia y
penetración del sabio y del héroe, son cosas ignora-
das generalmente, y que solo se conservan en la
memoria de los hombres que tuvieron la dicha de
tratarle (*). Precisados a reducirnos á un estrecho
l ími te , indicaremos solo los hechos mas propios
para dar á conocer su carácter, y para merecer el
aprecio de los sabios que se interesan en los adelan-
tamientos de las ciencias, y en sus útiles aplicaciones
á la práctica de las artes ó facultades mas necesarias
al género humano.


D . José de Mazarredo nació de ilustres padres
en la villa de Bilbao, el 8 de Marzo de 1745; y des-
pués de recibir la educación doméstica y esmerada
que á su clase correspondía, apenas llegó á los años


(*) Nos hemos servido para esta biografía de las noticias
que ha tenido la bondad de facilitarnos el Exorno. Sr. D . Mar-
tin Fernandez deNavarrete , Director de la Academia d é l a
historia; de un artículo publicado en el Censor, y otro en la
Caceta de Madrid de 6 dé Agosto de 1812, y de las obras del
mismo Mazarredo, 'y de las de otros escritores que le aprecia-
ron .




M A Z A R R E D O . 3


de la juventud , llamándole su Inclinación á la car-
rera naval, entró á servir en ella en clase de guar-
dia marina ; distinguiéndose desde entonces por
su constante aplicación y actividad. Embarcado,
estando aun en dicha clase, en el chambequin an-
daluz que mandaba el Capitán de fragata Don
Francisco de Vera, impidió que el bagel se estrella-
se en la noche del 13 de Abril de 1761, contraías
Salinas de la Mata en que había dado ; y por sus
acertadas disposiciones, por su firmeza en sostener-
las contra el dictamen de hombres mas prácticos en
la mar , y por su osadía en embarcarse de noche
en medio de un fuerte temporal en un pequeño
bote, para recoger la lancha perdida y procurar sal-
var el buque, l ogróá lo menos recogerla tripula-
ción entera, compuesta de trescientos hombres,
que hubiera perecido infaliblemente sin tan activas
y atinadas diligencias.


Este y otros ensayos semejantes de su genio
marinero, le grangearon desde entonces distingui-
do concepto; y asi es que á los doce años de servicio
fue nombrado Ayudante mayor general del de-
partamento de Cartagena. A pesar del aprecio
y confianza que merecía á sus ge f e s , anhelan-
do adelantar en su profesión , solicitó embar-




4 PERSONAJES C É L E B R E S .


carse en la fragata Venus que se disponía para
hacer viaje á Filipinas en 1772, á las órdenes de
D. Juan de Lángara. Durante aquella navegación,
Mazarredo y D . Sebastian de Apodaca acompaña-
ban al Comandante Lángara en el trabajo del Dia-
rio de navegación que se llevaba con toda proligi-
d a d ; pero estaba reducido al pequeño círculo de la
buena cuenta de derrota, á observaciones de lati"
tud fuera de altura meridiana del Sol , y con la
Luna á las horas del día ó la noche de su paso , y
con varias estrellas á las diferentes del mismo, para
tener aquel elemento con frecuencia , ó mas bien
para entretener el tiempo , y principalmente á fre-
cuentes observaciones de la azimuth del Sol, mar-
cándole al propio tiempo con uua escelente aguja
azimuthal para tener su variación con toda exac-
titud , como medio de saber la longitud con la
aproximación de uno ó de dos grados en todo el
espacio, desde el corte del Ecuador hasta mas de
doscientas leguas á Oriente de meridianos del canaj
de Mozambique.


Pero Mazarredo, que estando con licencia en
Bilbao en 1767 , había visto anunciadas en una ga-
ceta inglesa de aquel año, unas tablas dispuestas
para observar la longitud en la mar, sin que le lia-




M A Z A R I I E D G . 5


níasen entonces mucho la atencióa :; las rebordo,
cuando trató de navegar á Matlila, huyendo dé Ser
Mayor General en Cartagena, y desdé Cádiz prac-
ticó aunque inútilmente'Varias'diligenciasen Gi -
bráltar para procurárselas dé algún buque dé guer-
ra Ó mercante inglés. 'Dolíase pues Mazarrédo
de la falta de aquel medio de tener la' longitud
observada y de emplear eí tiempo con utilidad;
cuando muy á prima noche del 13 de Febrero,
acompañando á' Apóduca qué estaba de guardia,
y- mirando en la claridad de la noche lá brillan-
tez de iHséátrellas , la Luna próxima' á sn- cuarto
Creciente y en cercanías de Aldebarán, 1 leáSaltó
de repente la idea de que se tenia' la longitud
por el movimiento de la Luna , midiendo su dis-
tancia á la estrella, y tomándose al mismo tiem-
po las alturas de ambos astros: Con cuyos datos
resolviendo los triángulos esféricos necesarios, se
concluyese la longitud de la Luna en el momen-
to de la Observación; y calculando por las tablas
lunares su lugar para una hora antes y otra des-
pués, según la que la estima diese para París, á'
fin de escusar el uso de segundas y terceras dife-
rencias en las desigualdades del movimiento, que
el conocimiento de tiempo daba solo para medio




6. PERSONAJES iCELUBRES
dia.,j. media n o c h e , tener la,hora verdadera de
Parísieael m o m e n f p , ; ^ . ^ , observacioa, y eom­
pararla ;cun la que.la, altura,, de ¡Ald^barán­die^e
al, s i t i ode^ , f eagat£ : i ;гфикаиДл;;hvloagüud, РОД
su difereneia. Cqmupicó, ЭДагдае4о ?м ocurrencia,
á, Aflpdapa, que le cpníestó^rpceiqle во haber
dudaren ei juicio; d,e: la,, averiguación de la longi­
tud : por :.aquel medio; Entraron, arabos en ; : la cá­
mara á decjrsejoiql comandante,,: quien coptestó
?ег:ео8а .infalibles ¡yaqordarion.que .Apodaca to­
maría, еон; su qbtante eomun la. altura de ,1a
tu ¡aa , el comapclante la¡ deAldebarán сод sn es 7
célente ©btaate. de, A dams, y Mazarredo mediría
ta¡ distancia сов otro obtante SUJÍQ bastante bue­
no¡, dando el momento á las observaciones de Jos
tres, ffizose así ; se tardaron cerca des ¡cuarenta y
ocho.horas, en la, resolución . de los triángulospai
ra la averiguaciou del lugar de l a L u n * > ; y cal­
cular este, para,París para una; i w a antes y otra
después de ,ia pbseryacion según .eetiflia;se.de­
teri»inó,, per la comparación de estas dos longitu­
des сон, la. de la observación, la hora que debia
se?.en París : se averiguó por la altura de Alde­
barán, Ja que al propio tiempo era en la fragata:
y resultó, de todo una longitud 2." al O de la es­




MA.ZA.RREDO. 7


tima, exactamente como la daba la variación de
la aguja.


• Juzgúese.cual seria la. satiafaeion del resulta-:
d o ; á los cuatro días se hizo nueva observación
midiendo la distancia i Sirio-, .y grande fue la
sorpresa y el desagrado al.hallar que esta obser-
vaeion.daba una longitud 6.° al • JK.de- la estima,
esde¡Bir8.° distante de la tan próxima anterior.


Faltó poco por el pronto para creer quehabia
sido un acaso el resultado de la primera observa-
ción y que no era tal: el método de tenerse la
longitud. Pero muy pronto se advirtió que no
siendo.<Sirio zodiacal, y estando la Luna casi en
su misma longitud cuando se hizo la observación,
un error muy posible de 3¡f en la distancia debia
producir el de .30.° y 36.° en el tiempo; y se fijó la
idea en que las observaciones debían ser con
estrellas. zodiacales. Se repitió la medición de
la distancia á Aldebarán en el mes de. Marzo,
en una posición casi igual á la del 13 de Febrero.
Su resultado fue de 7 ü ° a I O de la estima : y la
recalada hacia fines del raes en el Cabo de Suena
Esperanza conforme con la estima, que era lo
mismo que conforme con la llevada desde la
última observación.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Habiendo fondeado en ia bahia de Buena-Es-
peranza, y hallándose en ella unos navios de
la compañía oriental inglesa, se adquirieron los
almanaques náuticos de ! 1772 y 1773, obra em-
pezada en 1767 , en que se daban las tablas de
distancias lunares á las estrellas zodiacales para
cada ! tres horas del meridiano de Greenwich ; con
cuyo auxilio desde allí á Manila, y desde Mani-
la á Cádiz solo se dejaron de observar longitudes
los dias próximos á la conjunción y en los de
temporal ó cerrazón de cielo.


Es1 verdad que el abate Lacaille en su esté-
lente tratado de navegación de 1752, habia in-
dicado preferente á los demás de observaciones
de la Luna, el método de sus distancias al sol y
estrellas zodiacales, y que fue siiya la primera
idea de las distancias que llevaron á efecto los
ingleses desde 1767; pero Mazarredo ni 'Siquiera te-
ni'a not ic iadel tratadodenavégác ionde Lacaille,
ni le vio hasta después de su regreso de Manila.
De 10 que resulta para él, el mérito de la inven-
ción de tenerse la longitud en la mar por obser-
vaciones del lugar de la Luna en el viaje de la
fragata venus á Manila en 1772 (*).


(•) Nos .hemos detenido en estas noticias verdaderas por




MAZARREDO. 9


Con el objeto de hacer usuales en la marina •
española los nuevos métodos y adelantamientos^
de la astronomía náutica, se embarcaron Mazar-
redo y D . José Várela el año 1774 en la fragata
Santa Rosalía que mandaba D . Juan de Lángara
y se ocuparon en reconocer y situar bien la isla
de Trinidad del Sur en los mares del Brasil, y
en asegurarse de la supuesta existencia de otra
isla llamada d e la Ascensión, al Oeste de aquella,
como 100 leguas mas á la costa.


En el año 1775 era primer ¡ayudante del-Mayor
general de la escuadra que condujo la éspedicion
de Arge l ; siendo obra suya los planes para la
navegación, ancladero y feliz desembarco que se
consiguió en la playa de todo un ejército de 20,000
hombres; pero malograda la éspedicion de tierra
y urgiendo el reembarco de las tropas, logró
Mazarredo salvarlas de noche con una inteligen-
cia y actividad que recordó siempre con gratitud
el Conde de O' Reilly, gefe principal de aquella
empresa.


El Rey le premió tan importante servicio con


liaber sido desfigurado el origen que tuviéronlas observa-
ciones de lonjitud en la fragata Venus del mando de Don
Juan de Lángara en su viaje á Manila en 1772 y á su vuel-
ta el año siguiente.




10 KEüStWAJES CEl.IBllES.
el nombramiento­ d« Alférez de la compañía de
guardias marinas de Cádiz , y con los sucesivos
ascensos á Capitán de fragata, de navio y de una
nueva compañía de guardias­ marinas cieada en
el departamento de Cartagena. En este destino
escribió sus Lecciones de Navegación (*) para la
enseñanza de los jóvenes que se dedicaban á la
carrera d e . la­ m a r ; siendo tal el celo que mani­
festaba por sus progresos^ que él mismo hacia d e
maestro esplieándoies no ­solo la náutica, sino
también la maniobra para adiestrarlos en las prác­
ticas navales. Con igual objetó formó entonces una
Colección de Tablas para los usos mas necesarios
de la navegación; (**) y habiendo obtenido iea 1778


(•) lecciones de navegación pura el uso de tas compa­
ñías de guardias marinas impreso en la isla de L e ó n л а а
1790 un tomo en 4 ° Habíale escrito en 1777 con,e l t í tu ­
lo tfe НеейШеп de NMegáoion etc. para Jos alumnos йе la
compañía de Cartagena donde le estudiaban manuscrito. Su
objeto fue reasumir el Compendio publicado por D. Jorge
Jeah en 1 7 6 7 , añadiendo cüaelo seTiábiít adelantado d e s d e
agüella época , especialmente sobre los instrumentos de re­
flexión y sobre ios métodos ele observar la longitud y a por
la distancia de los astros, ya por los relojes ó croríómetfos.


(• •! Imprimióse sin nombre de autor en Madrid en la im­
prenta R e a l , año de 1779 ; un tomo en 4.° mayor. C o m ­
prende entre otras las tablas de declinaciones, amplitudes
variación de altura y azimut li de los astros cerca del horizon­
te etc. con la esplicacion del uso de cada tabla arreglada al
meridiano de Cartagena.




. MAZAKKEDO. ¡ 11


el mando del navio San Juan Bautista, destinado
á perfeccionar con la práctica la instrucción de los
guardias marinas, llevó consigo'un reló de faltrique-
ra de longitud construido para él en 1776 por Juan
Arno ldeone lnúm. 12, á imitación del que había
construido en 1773 para la espedicion que hizo al
polo boreal el capitán Phops. Con este auxilio situó
en sus verdaderas longitudes y latitudes muchos
puntos importantes de la costa de España y sus
correspondientes de África en el Mediterráneo^
cuyas determinaciones fueron después de grande
utilidad á D . Vicente To f iño , que corrigió coa
ellas los errores de sus relojes para situarla cos-
ta de Berbería desde 20 leguas al E. de Argel
Hasta Oran, en las cartas que componen su Atlas
marítimo.


En 1779 fiie nombrado Mazarrédo, Mayor G e -
neral de la escuadra, mandada por el general Gas-
t o a , y en ella, puso en práctica los rudimentos
tfó táctica Naval que había escrito, (*) y íasírts"
Succiones y señales (**) cuyo sistema mejoró con


{•) Rudimentos de táctica naval para instrucción de los
oficíale? subalternos de marina ordenados .por, D . José de
Mazarredo, Teniente de navio de la Real Armada , impreso en
Madrid por D.,Joaquín Ibarra , año 1776, un t, en 4.» mayor.


(••) Instrucción y señales para el régimen, y maniobras




12 PERSONAJES CÉLEBRES.
suma diligencia por la importancia que concibió
de facilitar en la mar esta "comunicación de ¡deas
y mandatos entre­buques'separados, que deben
obrar con unión y sujeción á' las órdenes dé un
gefe superior. La aplicación de estos y otros co ­
nocimientos se hizo mas ¡pública é importante al
año ­siguiente', cuando siendo Mayor General de
la escuadra mandada por D. Luis de Córdova>
se debió el apresamiento, dé un gran convoy in­
glés, el dia 9 de Agosto dé 1780, á Una nianio­
bra atrevida y que todos graduaban de tehieraria',
dispuesta por Mozarredo: Debiósele también en 1 . u
de Noviembre de aquel año, la salvación de las
escuadras • española (de 2S navios y 4 fraga'
tas) y francesa (de 38 navios y UO fragatas) y de
un convoy riquísimo de 130 buques mercantes,
espuestos á perderse per lá intempestiva salida que
dispuso el Conde d e Estaing contra el voto y pa­


delh escuadra del' manió del Жхстл Sr. D: Luis de Ctir*
doya, dispuestas por D. José de Mazarredp, Mayor General
de la .escuadra. Impresa en Cádiz, 1780 , en folio, reimpresas
con muchas mejoras y adiciones en 1» misma ciudad:en 1781,
en 4.° En Cartagena 1790 , en 4." En Madrid imprenta Real
1793, eo 4.» Las primitivas Instrucciones y señales que dis­
puso para el general G a s t ó n , fueron las que aplicó después
al uso de las escuadras que mandó el Sr. Córdova, adietó
nándolas y corrigiéndolas'felenipré con gran empeño y dili­
gencia'.




MAZ-ARREDO. : 1 :¡


recer de Mazarredoj subsanando este el error de
aquel- general,: con la pericia propia de ungran-
da liombre de mar;.


El añoinmediato de 1781 cruzaba:la escua-
dra combinada de 30 navios españoles y 1* de
la francesa, al mando del Señor Córdova. en el
canal de la -Mancha. La eseuadrd se hallaba cerca
de las Sorlingas en la noche del 31 de Agosto: con
uo; gran temporal :, cuando la Almiranta-francesa
hizo repetidamente la señal de-riesgo ten la der-*
vota', Mazarredo astgiiíado por las observaciones
astronómicas que frecuentemente bacías, de.que la
dirección ó rumbo, que llevaba- era el .que conver
nia y del grandísimo riesgo en variarle; le siguió
con tesón y firmeza, sin embargo de los anuncios
fatales: de los nías prácticos en aquellas costas;
La esperiencia manifestó después, el acierto de esta
resolución-; y el mismo Conde de Guichen, ge -
neral déla escuadra francesa, decía después con
laudable, ingenuidad al Conde de Artois que se
hallaba: en Algeciras: «Yo iba á perder una ar-
mada que Mr. de Mazarredo salvó.»


A principios del año siguiente le debió igual
beneficio la escuadra española de 7 navios y 7
fragatas, que después de haber escoltado ur.a




1 4 1'EltSOWAJKS CELEUiti:.S.


espedicíou de tropas y:pertte<jlios que!se enviaba
á América, se restituía á Cádiz en eVrigordVliu-
vierno. Averiguando por observaciones en lds
días 26 de Enero y 4 de Febrero el movimiento
de su retó-, conoció los grandes efectos de las cor -
rientes para el' Estrechó de Gihraltar, y el error
consiguiente de la estima; y este conocimiento
seguró de su posición, y el anuncio dé un tem-
poral, le facilitaron practicar las maniobras ne-
cesarias para poder tomar á Cádiz en tan :oeít¡icas
Circunstancias. Ésta seguridad y acierto.,.debidos
ásu consumada inteligencia en aplicará la nave-
gación loS; conocimientos a s t r o n ó m i c o s l o s acre-
ditó también- en la campaña que hizo en 1782,
dirigiéndola derrota de la escuadra combinada á
los mares de Inglaterra y Vizcaya ; pues habien-
do anunciado próxima ía vista del cabo d e F i o i s -
terre, deli cual se creían todos á 120 leguas de
distancia, el pronóstico de Mazarredo se vio c u m -
plido puntualmente á las ocho de la mañana -del
día 27 de Agosto. Al fin de esta campaña, que
terminó con la paz de 1783, fue ascendido Ma-
zarredo á gefe de escuadra en justa recompensa
de sus servicios .;


Su descanso fue promover con aplicación cons-




M A Z A H B E ü O . 15


tante los estudios náuticos. (*) Siendo ya capitán
comandante de las tres -compañías de guardias
marinas, formó el plan de un curso de estudios
en sus academias, para que un competente n u -
mero de oficiales de cada departamento, aprove-
chase el'tiempo de paz en adquirir los conoci -
mientos; mas sublimes de su profesión. Njogun
ramo de la marina militarse ocultó á s u inteli-
gencia y á su celo. En 1783 habia ya informado
sobre la costruccion de buques., dando la prefe-
rencia al plaot que sesiguióen la fábrica-del San.,
Ildefonso, sobre otros dos .que ge presentaron;
Construido este navio se eneargó á Mazarredo que
lo probase eii el Mediterráneo, con otro natio y
dos fragatas nuevas en el verano de 1785, y , las
pruebas practicadas correspondieron al juicio que
desde el principio habia formado. (**) Entonces fue


(•) Apenas huno en aquella época espedlóion alguna cien-
tífica <nie no luese á propuesta suya ó dirigida ppr¡ sus i n -
formes. Tal fue la que se envió á Jas Antillas y Costa F i r m e
en rJ9i para levantar las carias de aquellas costas. Los plá
nes de estudios de los guardias marinas, el arreglo del o b -
servatoH» astronómico y otros muchos asuntos de Construc-
ción tttwal,' de gobierno de la armada, armamento «te .bu-
ques etc . , todos se aceptaron ú resolvieron después de ha"
ber oído su dictamen.


(") Informe sobre construcción de nomos y fragatas dado
por el gefe de escuadra D. José Mazarredo con relación á las




16 PEHSONAJES CELEBRES.


cuando se le dio la primera comisión diplomáti-
ca encargándole la negociación de la paz con la
Regencia de Argel;


Ascendido á Teniente General en 1789, con-
cluyó Mas • Ordenanzas de marina (*) que se le
hablan encargado de real orden, y cuyo trabajo
líi ocupo siete años. Declarada la guerra á la Fran-
cia Revolucionaria en 1795, pasóá Cádiz á mandar
tríra división que debia unirse á la escuadra del
Sri Tiángara-eo el Mediterráneo, y cuyo mando
recayó después ert él misino Mazarredo ; :péro mu-
dado' él ministerio y viendo desatendidas, sus repe-
tidas 'y enérgicas representaciones, sobre el mal
estado de- la escuadra y la necesidad de reponerla,
hizo dimisión del mando; y atribuyéndosele á de-
lito el no querer comprometer su gloria, bajo el
Gobierno inepto y neglijente de un Privado, se
aceptó su dimisión y se le destinó al Ferrol con
prohibición de entrar en la Corte: Lágrimas de
sangre costó á España esta separación ; pues ter-


pruebas hechas por él de orden del Rey con los navios San
Ildefonso y S. l u á n Nepomuceno y fragatas Sta. Brijida y
Sta Casilda en el año de 1785.


(•) Ordenanzas generales de la Armada naval sobre la
gobernación militar y marinera de la armada en general y
uso de sus t o m a s en lá mar . Madrd 1793, dos tomos folio.




MAZARREDO. t í


minada la guerra de Francia, la priméri» opera-
ción de la que se declaró á la Inglaterra r poco des-
pués-, fue el desastroso combate dado sobre •«) ca-
bo de San Vicente en 14 de Febrero de 17!»7 wt -
tre laS escuadras española é inglesa; El éxito des-
graciado dé'aquel combate 1 proporcionó'á Mazíír-
redo una solemne reparación de tan injusto dte-i
saire. Mandósele volver a Cádiz, reorganiüar'los
restos de la escuadra y libertar á aquélla íicá-
población de la ruina que la amenazaba; Si los in-
gleses intentaban un bombardeo. Su tfétítídád lo
facilitó todo ; e » ' hienos de dos meses'' pliso ert
ejercicio las fuerzas sutiles necesarias para reclia'
zar las tentativas del enemigo, como- >lb' consi-
guió en las noches de 3 : y 5 de Jul io ; habilitó
la escuadra haciéndola respetable1 á los ingleses;
y en Febrero de 1708 salió repentinamente á¡sor J


prender una división enemiga de 41 • navios ¡qute
cruzaba delante de Cádiz. Un temporal de•<$, '-FJ
que sobrevino frustró su designio, y>prev¡eyendo q»e
la escuadra del Almirante Jervis, qué estaba éx
Lisboa, vendría contra él con fuerzas superiores,
determinó manterverse cerca de la costa entreAfa-
inonte y San L ú c a r , hasta que abonanzando el
tiempo fondeó en la bahía de Cádiz , y poco


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


tiempo después aparecieron los enemigos coflt tuer-
zas i superiores. : ', ' : i .: . •


Entre; tanto h a b » sido nombrado Capitán Ge-
neral del departamento da Cádiz, y desde luego
propuso el Gobierno se trasladasen al Observatorio
astporiérflicode la isla deLeqn (erigido antes á pro-
puesta; ̂ uva) los instrumentos delantiguo de Cádiz
y los; 1oficjalesdest.inados 1á la redacción de las efe-
mérides; agregándose ademas á dichq establecí-
miento dos. obradores de-relojes.-marinos y> uno de
instrumentos, á cargo de artistas que, á petición s u -
ya, babian sido, enviados á instruirse con los mejo-
res maestros ingleses y franceses,


En 1799 condujo su escuadra desde Cádiz á Brest;
y dejándola allí al mando interino d e D . Federico
Gravina (*) pasó á Paris para concertar con el go -
bierno directorial las operaciones marítimas, á cuyo
efecto se le revistió con el .carácter de Embajador
Plenipotenciario. La llegada de Bonaparte y la re-
volución que le colocó en el consulado hicieron que
Mazarredo tuviese que entenderse con él. Viéronse
entonces, luchar diplomáticamente el candor con la
astucia, la verdad:con la ficción, la franqueza con
el disimulo, y los intereses de España sacrificados


(•) Véase su Biografía , t. 2.




M A Z . U i l t K P O . 1!»


á la ambiciónde Un guerrero que, aspiraba al: m w - >
do universal, La oposición firme-y vigorosa de Ma-
zarredo á los planes .que le presentaba Bonaparte;
para disponer arbitrariamente de,laS;fuerzaSífoaPÍ~
timas de España., ¡-disgustaron :á .este en. térmi-
nos <me;)a>corte de Madrid, ya sometida á¡ Ja de
París, llamó: á Mazarredo en íí de Febrero de
1801 k su departamento de Cádiz, DíSgu&tado;
allí ;al ver los ¡apuros y necesidades que no pe-
dia remediaría ni con su autoridad ni. con; «i-,
gorosas reclamaciones; al Gobierno,, solicitó, su
retiro! ^ue¡ obtuvo en Setiembre de 1801 para-es-
tablecerse en Bilbao, En Agosto de; 1804. ocurrió en
esta villa una de aquellas conmociones que Suele,
causar la rivalidad del poder y de los intereses ; y,
aunque Mazarredo no tuvo mas partequela d e i m -
pedir los funestos efectos .¡del furor momentáneo»'
sin embargo,, su conducta fue mal -pintad**» Jai
Corte y se le mandó salir deJas Provincias: Vascoun
gadas de un modo poco correspondiente^ su edad,;
á SHS servicios y á sus méritos (*). Sufrió con; mag-
nanimidad este destierro por espacio de tresaños,


•(••) ' EntpnceS'esctiftiódesOeSaBtoñaBn:» d e DieieÉühre de
1804 la Representación que dirigió al Bey JO. Carlos IT sobre
su ostracismo de fíilbao y que imprimió'después en Madrid
en 181«.




20 PERSONA J E S ' C É L E B R E S .


ya en Santoña, ya'en Pamplona^ hastaqueen 1807
se le permitió volver á su anterior asi lo , donde le
halló la revolución del 1808 dedicado al egercicío de
las virtudes p r i v a d a s ' ' • : ¡ 1 ; •


Poco diréínós de los últimos años de su vida.
Napoleón que Conocía, su mérito y el justo concepto
que gozaba en España, lo atrajo y empeñó en su
partido llamándole á Bayona, y Mazarredo ere*
yo como otros' que debía ceder á una necesidad
inevitable. En'esta situación y en medio.de su
compromiso personal, desplegó1 sil" éarácter be-
néfico para aliviar la suerte de algunos pueblos y
de muchísimas'personas; y en tales circunstan-
cias le Sobrevino un ataque de gota que le pri-
vó de la vida, en Madrid á 29 de Julio dé 1812.


En prueba de su amor á los conocimientos
útiles y de su celo en fomentarlos, añadiremos que
cuando en sus viajes y destierros atravesaba de
uii estrémo á otro de España, iba observando en
todos 1 los lugares de la carretera su respectiva si-
tuación geográfica,'y en los pueblos de superma-
nencia cuantos fenómenos celestes Ocurrían. En
Madrid hizo repetid/simas observaciones para fi-
jar su latitud y longitud: Cn Santoña, observó
en 20 de Marzo de 1805 la ocultación de Anta-




M A Z A B R E D O . 21


res por la Luna , cuyo fenómeno tuvo correspon-
diente en Cádiz, y asi en otras partes como lo es-
presa D . Isodoro Antillon en el prólogo á los Ele-
mentos de la Geogrofia de España y Portugal


que publicó en 1808. «Pero á nadie (dice en la
página 31) debe nías la geografía astronómica del
interior de España que al Excmo. Sr. D . José de
Mazarredo. Con un quintante ó sextante de re-
flexión y horizonte artificial de azogue, y por al-
turas meridianas de Sol, Luna, Júpiter, Marte y
algunas estrellas , ha determinado la latitud geo-
gráfica de Alcalá de Henares, de los pueblos del
camino de Murcia al Ferro l , de varios pueblos,
del de Madrid á Bilbao por Somosierra, de al-
gunos de la carretera de Andalucía, y de otros
muchos de Navarra, Provincias Vascongadas y
costa Cantábrica , éntrelos cuales se cuentan Pam-
plona, Roucesvalles * Irun , Vergara, los Pasajes,
Bilbao, Portugalete y Marrón en la ría de Limpias
y Colindres. Débesele ademas la longitud de Pam-
plona deducida del eclipse de sol de Í80C, que
observó en aquella ciudad. Estos trabajos ejecu-
tados la mayor parte en viajes de tránsito acci-
dental desde 1792 hasta 1806, reunidos con tan-
tos otros como le debe nuestra hidrografía, dan




22 PERSONAJES CELEBRES.


con justicia al Sr. Mazarredo una gloria eterna
en los anales de la ilustración de la patria.» El Señor
Antillon encarece ademas la generosidad y galante-
ría con que aquel sabio general y el Capitán de navio
D . Juan Francisco Aguirre, se prestaron á comuni-
carle cuantas observaciones habían hecho y no se
habían publicado, para dar mayor perfecoion á
sus Elementos de Geografía.


Todo esto demuestra que la historia del Ge-
neral Mazarredo, está íntimamente unida con la
marina española, durante los últimos 40 años de
su vida. Ppcos han hedió aplicaciones mas útiles
dé los conocimientos astronómicos á la náutica y
á la dirección de las grandes escuadras en la mar.
Débele sin duda la marina española la formación
de los mas escelentes oficiales que • tuvo entonces,
los cuales le amaban y respetaban como á su pa-
dre ó su maestro; la mejora desús estudios, prácti-
cas c instrumentos; y los. progresos de la hidogra--
fia, de la construcción naval y de: la policía de
los buques. Débele su patria la conservación de
un ejército, de tres escuadras, y en parte la,su-
perioridad marítimíi en la guerra de 1779 á 1788;
y la habilitación de las reliquias de su gloria en
la de fines del siglo pasado. La humanidad per-




MAZAB1ÍED0. 23


dio en él un corazón dulce, candoroso y benéüco;
la marina el géaio que mas la ha ilustrado en estos
últimos tiempos; y la nación un hombre veraz,
activo y celoso, que sabia decir al Gobierno la ver-
dad toda entera sin disimulo ni reticencias.


Puede asegurarse que con la pérdida de tan es-
clarecido marino, y la de los otros famosos com-
pañeros suyos como Gravina, Churruca, Galiano y
otros muchos que perecieron anteriormente , y en
especial en la iufausta jornada de Trafalgar, se con-
cluyó la marina española, y quedó reducida al triste
estado en que se halla en el dia. Pero la situación
geográfica de España , la conservación de las colo-
nias que aun posee, el desarrollo y protección de
su comercio, todo hace indispensable la reorgani-
zación y aumento de nuestra marina de guerra, y
no dudamos que cuando haya terminado el vérti-
go revolucionario que por tanto tiempo nos ago-
via , cuando haya un gobierno capaz y estable,
no se dejará en olvido este importante ramo de
la prosperidad pública y este sosten de la dig-
nidad nacional, y entonces estamos seguros que
no faltarán tampoco émulos y dignos imitadores
en el Cuerpo de la Armada, de los grandes ca-
pitanes cuyos gloriosos nombres acabamos de




2 4 P E B S O N A J E S C É L E B B E S .


citar, y del personage ilustre que tanto contri-
buyó al esplendor y adelantamientos de la marina
española, y cuya vida hemos recorrido con veloci-
dad , pero con exactitud.






P e r s o n a g e s celebres ¿el sigio X I X




D. VICENTE LÓPEZ,


« Si la nobleza de la sangre, que es
solo una cosa imaginaria, hace tal d i s -
tinción entre los h o m b r e s , que exalta
á tos unos sobre los otros. ¿ Quién po-
drá dudar que la nobleza del ánimo,
que consiste en la virtud efectiva , y
reside en la parte que trae su origen
del c i e l o , ' n o es capaz de ensalzar al
h o m b r e , desde el estado mas intimo
hasta los confines de la divinidad ?


Vin.\ DE LEONAKOO bfc Visa , por
Rafael dti Fresne.


Y POIÍTAÑA.


Éste principio de la Vida de Leonardo de Vinci,
puede apropiarse á todos aquellos genios que , á
fuerza de constante aplicación y saber, y sin
auxilio alguno de otra Clase, se han conquistado
un puesto á que difícilmente hubieran podido lie»


i




2 PERSONAJES C E L E B R E S .


gar marchando por otro camino ; y para gloria de
nuestros Reyes, nos presentan la historia cons -
tantemente á muchos célebres artistas, cuyo solo
talento lóá ha condupíi&bh al : mas a)t| géado ofeesti-
macion y favor: esta ultima circunstancia es la que
nos ha recordado las lineas que dejamos apunta-
das. Desgraciadamente, nuestra actual época, no
es la mas apropositp para la creación de estos ge-
nios". Las artes huyen deteste suelo en que antes
tenían su t roho , y 'quizás para no volver mas á
é l , á menos que p o cambien-totalmente las cir-
cunstancias erí que se' ha colocado á la Patria de
Velazquez y Murillo. Tío pensemos en la actualidad,
dirijámonos al porvenir, esperemos algún consue-
lo de la rectificación de las ideas, trastornadas
desde fines del último s ig lo , si bien en artes este
trastorno data de mas antigua época ; y ya que
no sea posible dejar grandes obras, como lo hicie-
ron nuestros grandes hombres, consignemos á la
posteridad noticias de artistas beneméritos que
hubieran podido enriquecer su s ig lo , . c omo sus
antepasados.


No podemos presentar uno que reúna todas las
dotes de la celebrada escuela española, porque
esta formada en el estudio de las otras; remou-




D , V . LOPEZ. S


tose rápidamente para desaparecer en 'seguida
también en cortísimo tiempo. ¡ Ta no existe! Car-
reño la'representó al morir Jordán y sus secua-
ces la destruyeron ; desde el reinado- :de Carlos II,
desapareció de la ' Monarquía el carácter español,
enseñoreáronse en las artes las escuelas estran-
geras. En el d ía , aira apesar de haberse hecho
algunos esfuerzos por personas muy dignas dé
aprecio % nada se ha conseguido entre nosotros:
la pintura TÍO presenta un carácter que la haga
original*. Cada cual sigue el impulso que recibió
en su educación artística; todos es verdad se
proponen generalmente modelos que seguir, pero
n o s e v e e n ellos qué pueda restablecerse aquella
escuela, nó ' general por que esto tampoco es
exacto, puei no todos nuestros• pintores harísido
iguales en carácter artístico. Tan distante se halla
Morillo de Juanes, bohío Riválta de Zurbárán; y
Morales de Velazquez pero si se estudian- deteni-
damente sus obras maestras, se verá sin grande
esfuerzo que todos , aun los mas distintos entre,
s i , tienen un sello particular que los señala. Pero
también es precisó confesar que nada pueden ha-
cer. Nuestros artistas con pocas escepciones, ca-
recen aun de los mas preciso para su subsistencia:-




4 PERSONAJES CELEBRES.


no cuentan con trabajo a l g u n o . Q u é estudios han
de emprender, ni cómo han de trabajar holga-
damente? el desaliento ha de presidir á sus obras,
las cuales forzosamente deben resentirse de estas
causas. Para pintar bien , es preciso pintar mucho,
y entre nosotros no se pintan mas que retratos.
Si en medio de este horrible cuadro que trazamos
con sentimiento, cambiase la época, y fuese capaz
de crearse otro elemento de protección para las ar-
tes , podemos estar seguros de que inmediatamen-
te se sentirian los efectos, pues contamos con
jóvenes aplicados á quienes nuestra imaginación
nos presenta marchando rápidamente á colocarse
junio á aquellos genios que tanta gloria nos han
adquirido en tiempos muy diferentes de los actua-
les. Mientras tanto, no ahuyentémosla esperanza
que nos anima, y ocupémonos de bosquejar la
Biografía del primer pintor de Cámara de S. M.
Don Vicente López y Portaña , bien digno, no
tanto por su rango, como por su mérito, de figu-
rar en nuestra colección.


Nació este hábil artista en la ciudad rte Valen-
cia el dia 19 de Setiembre de 1772. Hijo y nieto
de pintores, por lo que desde sus mas tiernos años,
fue destinado á esta profesión , primero en el es -




n . V . L Ó P E Z . 5


tudio paterno, y después bajo la dirección del
Padre Villanueva , Religioso de San Francisco,
pintor de gran mérito, cuyas lecciones le hubie-
ran sido de suma utilidad, á no haber tenido la
desgracia de perderlo á los pocos meses; retira-
do á casa de sus padres, y habiendo esperimen-
tado igual desgracia cuando contaba 15 años de
edad, se refugió á la de su abuelo , á cuyo lado
continuó con ardor en sus tareas.


Publicado por entonces el concurso general en
la Academia de San Carlos, sobresalió tanto en-
tre sus compañeros, que obtuvo sin disputa el
primer premio de pintura á la edad de 16 años
habiendo firmado á la de 13 otra oposición en
que pintó un cuadro superior á su tierna edad;
y concurriendo después á una de las pensiones
que al mismo tiempo habia ofrecido aquella cor -
poración , le fue conferida inmediatamente, para
que pasase á Madrid a seguir adelantando en su
carrera, bajo la dirección de Don Mariano Mae-
11a, en cuyo estudio se mantuvo cerca de dos
años.


A los 18, de su edad , en 1790, ocurrió la
publicación de premios generales por (a Real
Academia de San Fernando , y hecha oposición




O P E R S O N A J E S C E L E B R E S


ái e l l os , obtuvo el prinwro en.pintura, habiendo
elogiado sobremanera, los Profesores, su prueba
de repente, superior en dictamen de estos., al
cuadro de pensado. '


Concluidos los. tres años de su pensión, regre-
só á Valencia^'en'cuya Real Academia fue reoibi-
do Académico de. mérito , luego Teniente y Direc-
tor en la primera vacante, y por último Director
General de la misma.


Allí se. hallaba en! 1802, cuando visitó aquella
ciudad el; Sr. D,< Carlos- IV ; con.toda s ú Real
familia¡,- habiendo merecido á 'la bondad de este
Soberano, qué le condecorase con los honores de
pintor dé Cámara, y' le .encargase varias obras
de que quedó S. M. tan complacido., que mandó
se le diesen las mas' espresivas gracias en su
Real nombre , por el desinterés que mostró y su
buen desempeño.


No le. honró menos á su vuelta de Francia,
el Sr. D . Fernando VII, quien sin mediar solici-
tud suya, y por solo informes de Personajes en-
tendidos , se dignó conferirle plaza efectiva de
pintor de Cámara, con orden espresa de que se
trasladase á ¡Madrid, tan luego como concluyese
las obras en que estaba ocupado. Hízolo así, y




J). Y . L O l ' E Z . 7


apeuas hubo llegado ^ á la capital , cuando por
dimisión de su maestro Don Mariano Mael la , fue
nombrado primer pintor de Cámara del Rey , con
encargo de dirigir it, diez jóvenes pensionadas per
S. M.. ; contándose Como la primera de JaS singu-
lares distinciones que ¡debió á aquel Monarca, la
dirección en. la enseñanza del. d ibujo de las dos
augustas; Reinas. Doña María Isabel de Bragan*.
za- yvDoña Mafia Josefa de : Sajorna:, segunda, y
tercera espasa.s ; del< mismo , con. uotablia adelan-
Urnientode; entrambas;,. y en especial de la pri-
mera,, á:cuya afición á las artes debela España
el establecimiento del Museo,, monumento consa-
grado, a, las mismas y á la gloria nacional. La
Real Academia de San Fernando-, se apresuró á.
admitirle en su seno , creándole; desde luego Acá :
demico de mérito, y sucesivamente Director de
pinturay Director General,, cuyo ejemplo siguie-
ron las de San Luis de Zaragoza;y de,San Car-
los de Valencia, distinguiéndole aquella con este,
último dictado en.ealidad de perpetuo, y añadiendo
lasegunda eltíXulo de Académico de honor, con-
cedido solo el.caballero Mengs. .


El esmero y continua aplicación eon que ha
egeceido su plaza e l Sr. López , le merecieron del




S PERSONAJES CELEBRES.


difunto Key tales demostraciones de aprecio , que
mas de una vez le dispensó finezas de su mesa
por su propia mano , y honró su casa visitándo-
le en su estudio, concediéndole por fin, la cruz
de Caballero dé la Real y distinguida Orden es-
pañola de Carlos I I I , en prueba de la satisfacion
con que vio concluida la pintura al fresco de la
gran bóveda del salón de vestir de S. M . , que
egeeutó López con suma intelijencia y maestría.


La Augusta Cristina honró también á este artis-
ta creándolo, sin pretensión alguna suya, caballero
Comendador de la Orden de Isabel la Católica
c o n dispensa de todo p a g o , en prueba del apre-
cio con que recibió el cuadro bellísimo de la
Virgen de los Desamparados, colocado en el al-
tar del oratorio de la casa Palacio de Vista Ale-
gre , del que trataremos después; y por último
nuestra Soberana, la esperanza de los fieles es-
pañoles , Isabel II, en los días en que el Sr. L ó -
pez ha tenido la honra de pasar á retratarla, asi
como á sn augusta hermana la Infanta Doña
Luisa , de cuyos admirables retratos nos ocupare-
mos también, no han permitido regresase á su
casaá comer , haciendo se le sirviese en el mismo
Palacio, muy cerca de S. M. y A . , y de sus mis-




I>. V . LÓPEZ. 9


mos manjares; distinciones no recibidas por artista
alguno, y que al mismo tiempo que ceden en
gloria de las artes, dan á entender la bella ín-
dole de estos dos angeles tutelares de España, asi
como comprueban la exactitud del epígrafe con
qUe encabezamos estos apuntes : pues si las cir-
cunstancias imposibilitan el que puedan crearse
genios que , como el Sr. López , se eleven á la
altura en que se halla colocado, el trono conserva
la tradición histórica de sus mayores, estando
pronto á premiar el mérito en donde se hiHe;
circunstancia mas notable cuando la soberana que
ejerce estos otros, dignos de Carlos I y Felipe IV,
no cuenta apenas la edad suficiente para obrar im-
pulsada por el ejemplo.


Difieil seria enumerar las muchas obras de este
laborioso profesor, en su larga carrera, y hare-
mos solo una reseña de las principales. Entre estas
sobresale el citado fresco de la sala de vestir del
R e y , en que representó la institución de la Real y
distinguida Orden Española de Carlos I I I , siendo
notable que se le premiase haciéndole individuo de
la misma, cuya célebre composición fruto del
ingenio y estudios de su benemérito autor , pue-
de considerarse dividida en dos partes: la pri-




10 PERSONAJES . CELEBRES.


mera espresa.simbólicamente el. voto é institución:
del augusto fundador de la Orden ; y la segunda,
los accesorios emblemáticos, correspondientes ase-
mejante acontecimiento:; lo primero- está signjr ;


ficado conyepienteinente en el testero, que es,,el
sitio principal de la .bóveda , mediante un gran
grupo de figuras situadas delante y en el zócalo
de; un grandioso templo del orden dór i co , cuyos
ornatos corresponden al acto solemne que en él
se figura celebrar ; delante de é\' hay un altar con
las, insignias de la orden,


- E l .ilustre Monarca de las Españas, el religio-
so . Don Carlos I I I , vestido de; gran gala y con ,
todas las insignias propias de la soberanía, se
manifiesta en primer término puesto de rodillas,
con los brazos abiertos y los ojos dirigidos al
cielo, ofreciendo acciones de gracias por el sin T
guiar beneficio que el Alt/simp se habia dignado
dispensar al trono y reino, de España, en la .anhe-
lada • sucesión concedida á los Serenísimos Prín-v
cipes de Asturias, causa.de.esta distinguida ins-
titución. Como esta orden, llamada por antopp-
másia española, fue fundada bajo la poderosa
protección deMaria Santísima en el misterjpde,
su Concepción Purísima, y es también Patrona de




i x .v . LOVBX. ti-


estos Reinos, se significa' mediante ¿el símbolo
de la -mugér misteriosa del Apocalipsis, coloca*-
da á la parte superior de la composición , cons*.
tituyendo el • objeto • principal d e ella y c o n
todas - las alegorías'con que se pinta este misterio
demuestras: creencias.


Siendo esta órd en- distinguida uní testimonió •
de laacendrada religión, sólida piedad y profun-
da gratitud al' augusto Monarca que la instituyó,
y estas virtudes las que) mas ¡influyeron : en ¡su
fundación'y.nifls ¡oarástérizan¡¡el v ó t o ^ por- esto,
se hallan apresadas; sus figuras iconológicasuer-
ca de la del Rey y cóin los atributos que ¡les son
propios: ;Al: lado del altar, presidiendo acto tan
sublime, se ven la Religión, la Piedad , y la
Gratitud.


•Albtro lado del altar y enfrente d é l a figura
del Rey se ve á la Monarquía Española, tenien-
do: en su regazo con la mas afectuosa compla-
cencia al tierqo: Infante , causa del v o t o , demos-
trando las figuras de la Felicidad pública y del
Placer*'la Prosperidad nacional, y el júb i lo de
que se hallaron poseídos i los ánimos de todos
los buenos españoles al ver perpetuada en este
bello ' Infante tan augusta dinastía.




12 PERSONAJES CÉLEBRES,


A t e derecha del grupo descrito, se representa
el fin de la institución por medio de figuras ale-
górieas, que simbolizan á la Nobleza, unida al
Honor , al Mérito y á la Virtud; y en frente á la
izquierda los frutos y beneficios de la Paz , sin
cuyo influjo no hay que esperar o rden , subor-
dinación , ni adelantamiento en la sociedad.


Al lado opuesto se ven los genios del Mal y
de la Rebelión, huyendo despavoridos al aspecto
imponente del Orden público. En el grupo pin-
tado enfrente del principal, la Historia arrebatan-
do un pergamino de las manos del Tiempo , y
no lejos sobre una mesa la Fama.


El otro fresco que asimismo forma la reputación
de este distinguido profesor, es el que pintó en
la sala de despacho del Rey, en que oportunísima,
mente representó á la Potestad ó Autoridad, apo-
yada en la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza,
espresándose que una de sus principales calidades
es la de reeompensar á los buenos ; presídelo todo,
la Religión: y para manifestar que ante un poder
movido por semejantes principios, desaparecen la
detestable Rebelión y le fatal Discordia, se ven
estas calamidades representadas por un deforme
monstruo precipitado por el Genio esterminador.




1). V . L Ó P E Z . t3


Nos hemos detenido a l g o , aunque no tanto
como á nuestro parecer exigía el asunto, en la
descripción de estos dos frescos, pues hubiéra-
mos deseado esplicar con mas detenimiento el mo-
do con que el Sr. López ha presentado las figuras
alegóricas, en que no solo ha acreditado su saber
como pintor , sino lo que es mas ¿ el sublime
de la composición, reuniendo conocimientos muy
especiales; pero los cortos límites de nuestra pu-
blicación no nos permiten la estension que quisié-
ramos, y asi solo hemos bosquejado' dichas compo-
siciones. Una y otra son por cierto muy dignas de
aquel lugar donde sostienen sin desventaja, antes
con mucho aprecio, la comparación con los de
Mengs, Tiepolo , y Bayeu , que tanto realzan la
magnificencia del Real Palacio.


No son de menos mérito . y quizás las aventajan
sus obras al temple, como el techo dé un salón de
3 ( pies de largo por 22 de ancho en la posesión
titulada El Casino que la villa de Madrid, por
medio de su Ayuntamiento, puso á disposición de
S. M. la Reina Doña María Isabel de Braganza , y
en cuyo argumento consiguió sabiamente el Sr. Lc~-
pez reunir al elogio de esta Augusta Señora,
cuya pérdida lo fue para el país , el de su feliz en-




14 PERSONAJES C E L E B R E S .


lace, y<el acto-deja. dqBaciani-.wtgalanándalo-todo
con, bellísimas figuras alegóricas, que-demuestran
el profundo estudio del artista: y el de un.retrétede
la Rein a Cristina en su : Real Casa; ya citad» de Vis-
ta-Alegre-,, en ,que representó á Céfiro y Ftoea per-
fumando la atmósfera con la fragancia de las flores,
y á varias Wereides y Tritones refrescando y puri-
ficando el aire eon el cristal, de sus aguasa t a
facilidad, empaste ,. y topo vigoroso con que es-
tán ejecutadas, estas ¡obras,, que ,pareeen< piola?
das ¡al ó l eo » ; dan idea de lo que et-arte, puede
alcanzar en -este género ; ingrato y desapacible de
s u y o , y puede servir de modelo á.los artístasque
eu él quieran perfecionarso.; t .. r .


JJel mérito de sus cuadros al ó l e o , como pin<-
tor de historia, no . es posible; formar concepto, en
¡Madridi donde apenas hay de esta clasie, mas- que
algunbs de los llamados de caballete. Los-grandes
estáo-.-en Valencia y Cataluña , y¡ son entre- otyos;
el ;dpl-iriacimiento ds'iV: FicenteFetneY ^en 'el ora*
•torio de la casa nativa del mismo-Santo. -El'de
S, Antonio Abadén aquella Iglesia metropolitana;
pintado á la edad de22 añosquefue : el; principio
de su reputación artística , por el entusiasmo que
produjo; el del altar mayor de la capilla en la casa




I). V . L Ó P E Z . 15


de Misericordia, obra d e gran composición, ¡bue-
nos partidos y! multitud de figuras bien distri-
buidas y agrupadas, el cual representa á la San-
tísima Virgen sentada y. asistida de varios Santos,
y en primer término ;á Sto. Tomás de Villanueva
implorándola protección divina para un sin nú-
mero de infelices de ambos sexos que abriga aquel
piadoso, establecimiento',el de Sk Aiúónio de Pa>-
dm en la iglesia oratorio de S. Felipe Neri .rfcua-
dro de grande efecto , ,y :,en que tuvo quelachiar
con lapecaLluzque h a b i a e o el sitio « n que esta-
ha colocado-, y que ahora como muchos, ha perdi-
do; granearte de su> mérito por la variación, del
lugar para el que fueron pintados ; y¡ la Cena ert-
S. Felipe de ja t i va , composición én que hizo qué
Judas estuviese hablando^y digna» de todo elogio.
Por último dejó otras «arias'obras, al íresco y. al
óleo, que tienen mucha estimación; en ias Iglesias
d e l G r a o , S i l l a , Burjasot, Usiva, BehifayóyPena-
guila > Gorga , A l cóy , Requena, Valí de U s ó , y
otros pueblos de aquella provincia.


Todas estas últimas obras son anteriores á la
venida á Madrid del Sr. López , y á aquella
época pertenecen- también algunas copias, entre
ellas la del .Va» Francisco, deRibalta , queexis*




16 PERSONAJES CELEBRES.


te ahora en Valencia, y cuyo original posee el
Museo de Madrid, egecutada con la mayor maes-
tría ; y aunque se admira en dichas obras el co -
lorido vigoroso y grato , el buen dibujo y la
facilidad y egecucion que tanto la distinguen, el
Sr. López se ha engrandecido después, quizás
con la continua observación y estudia del natu-
ral en los infinitos retratos que ha pintado, ó
en la meditación de las obras de los grandes Ma-
estros ; y asi sus dos cuadros posteriores, que son
el mas digno ornamento de la Catedral de Tor-
tosa , y representan á S. Agustín contemplando
el misterio de la Trinidad el uno , y el otro á
S. Rufo su primer obispo i predicando á sus obe-
j a s , son las obras mas perfectas eü este género.


Poco puede decirse de la superioridad del Sr.
López en la linea de retratos, cuya semejanza,
relieve, animación y otras éscelencias, está vien>-
do y elogiando, muchos años h a , el público de
Madrid, como que este ha sido casi esclusiva-
mente el empleo de sus incansables pinceles; clt-
cunstancia que han de tener todos los que como
este hábil artista, reúnan á su gran mérito , la es-
timación del Monarca y la facilidad de que este
vea sus obras , pues entra por mucho en los cor-




ü . V. I .OPEZ. 17


tésanos el deseo de recomendarse haciéndose no
tables á los ojos de S. M.; y esta es sin duda la
causa de que el Sr. L ó p e z , en tiempos en que
contaba menos años y mas salud, no se haya po-
dido dedicar á concluir el gran cuadro que yace
en su estudio, principiado solamente, y que con-
cluido hubiera aumentado si es posible su gloria.


No han merecido menos encomios los de su ma-
no que han pasado á países estrangeros , como en
París, el del General Álava , y el del Mariscal
Suchet colocado en el salón de los Mariscales.
El de la Generala Murray, muy celebrado en
Londres, y sobre todos , el del Rey Fernando VII
de cuerpo entero, y con el manto de la insigne
Orden del Toisón de O r o , que S. M. le mandó
pintar para la Embajada de R o m a , donde tuvo
tal aceptación , que la Academia de S. Lucas en-
vió á su autor el título de Académico de mérito,
en una carta llena de honoríficas espresiones y
encarecidos elogios.


Ademas del citado retrato de S. M . , de los
de sus augustas Esposas y Señores Infantes , me-
recen particular mención , los de los Reyes de
Ñapóles, padres de la Reina Cristina; el del
Príncipe Maximiliano de Sajorna; el del Comi-


2




18 PERSONAJES C E L E B R E S .


sario General de Cruzada , Don Manuel Fer-
nandez Várela, protector en su tiempo de las ar-
tes; el de Don Antonio ligarte y su esposa, cé-
lebre valido del difunto Rey;'el del conocido Pa-
borde Sala; el del Ministro Salmón; el de Goya,
eolocado en el Museo; el del famoso organista
Don Félix Máximo; el del Duque del Infantado,
de cuerpo entero; y el del Conde de Casa-Sarria,
digno Director General que fue de Artillería, el
cual tiene tal semejanza, que sabemos positiva-
mente que al verlo en la sala un fiel perro del
Sr. Conde, se dirigió á é l , haciéndole mil caricias,
y concluyendo por lamerle las manos ; y reciente-
temente los del General Osma, Obispo de Cór-
doba en que está pintada hasta la dulzura de ca-
rácter de este digno Prelado, Condesa de Revi-
llagigedo , Marqués de Casteldosrius, Señor
Pérez de Castro, último y fiel Ministro de Es-
tado de la Reina Gobernadora, y sobre todos el
de su esposa Doña Francisca Brito, tanto por
la verdad que reúne en la semejanza, como por
la bella entonación con que están manejados los
accesorios; de m o d o , que este solo retrato dirá al-
gún dia lo que se ha pintado en España en nues-
tro siglo.




D. V . LÓPEZ. 19


Habíamos dejado para este lugar, la descrip-
ción del cuadro que pintó el Sr. López para la
Reina Cristina , porque era el último de compo-
sición que había ejecutado; pero mientras se es-
cribían estos apuntes, ha llevado á cabo un ar-
gumento, que concibió en la grave enfermedad de
que milagrosamente ha sanado, habiendo la cir-
cunstancia estraordinaria de que ha adquirido nue-
va vida y mayores brios, sin que se hayan resen-
tido en lo mas mínimo sus cualidades físicas. Re-
presenta aquel, ejeeutado como queda dicho por
encargo de la Reina Cristina, i la Santísima
Virgen de los Desamparados en el acto de apa-
recer en una casa de Beneficencia, en que se ven
los desvalidos, y entre ellos un niño de pecho,
presentado por su madre á los pies de la misma
Virgen, y amparado por un Ángel. Composición
filosófica y que indica bien el pincel que la eje-
cutó , y el carácter altamente bondadoso de aque-
lla Augusta Señora. El público admiró este cua-
dro en la esposicion de la Academia de S. Fer-
nando. El que imaginó en su enfermedad , y que
realmente es el último que hasta ahora ha pinta-
do , representa á Santa Filomena en la cárcel , en
el acto de ser visitada por la Virgen y el niño




20 PERSONAJES CELEBRES.


D i o s , que la anuncia su fin, estando sostenida
en este trance por S. Gabriel y un grupo de
angelitos, que endulzaban sus dolencias con la
música, y que corren presurosos en su auxilio:
el Sr. López ha aumentado su fama con esta sen-
cilla y tierna composición, en que sobresale un
dibujo esmerado y un colorido brillante á la
par que verdadero , teniendo que luchar con los
inconvenientes que presenta un asunto en que to-
do es be l l o , pues no hay personaje alguno que
pueda servir de contraposición. La Santa , el Ar-
cángel, los Angelitos, la Virgen y el Niño Dios;
eh ahi los personajes del cuadro , todos divinos:
pues aun la santa enferma y moribunda, reúne
tal gracia, que encanta, y todo está ejecutado
después de una penosa enfermedad como queda
dicho , de que ha convalecido, pintando.


Los retratos que asimismo ha ejecutado del
Ministro de los Estados Unidos americanos,
Sr. Jaron Vail y su esposa, son de un estilo
que parece, aquel de la Escuela de Vandik; y
este de Pablo Verones; pero sobre todo cuanto
ha hecho el Sr. L ó p e z , sobresalen los dos últi-
mos que ha pintado de la Reina é Infanta lle-
nos de verdad, de encanto, de seducción, y




O. V L Ó P E Z . 2 1


dignos traslados de las augustas niñas que re-
presentan. Inútil seria describirlos: dibujo , c o -
lorido , espresion, carácter, todo armoniza y los
hace los mas bellos lienzos que puedan presen-
tarse. En el dia se encuentran en Paris, en don-
de han llenado de placer y amargura el corazón
de su augusta madre; y sabemos que en aque-
lla capital, centro de ilustración, han sido ad-
mirados como era de esperar.


La contestación de la Reina Cristina después de
recibidos, hizo derramar lágrimas á las niñas , y
ocasionó un nuevo triunfo á las artes. Ambas se
apresuraron á regalar al feliz pintor, la Reina,
una sortija y la Infanta un alfiler de brillantes de
grande estima , no tanto por su valor, aunque es
crecido , como por el origen, y por las espresiones
con que fue acompañado el presente real. Estos
retratos se han copiado por el mismo Sr. López
para ser conservados en Palacio , y tenemos no-
ticia de que se litografiarán con esmero en Paris.


El mérito del Sr. López es generalmente re-
conocido; sin embargo, muchos le han tachado de
escesivo detenimiento y profusión en los acceso-
rios , que querrían sacrificados á la cabeza; pero
esto se debe á que cuando le han achacado esta




22 PERSONAJES CELEBRES.


falta , pensaban en la escuela que ha seguido es-
ta máxima. Si hubieran dirigido su atención á
otras diferentes, acaso habrían desechado esta
idea, con el ejemplo de los grandes hombres que
no han marchado por aquel camino. Olvein, Mo-
r o , Alonso Sánchez, Coel lo , y aun Ticiano y
muchísimos otros, sin escluir á Rafael , bien se
han detenido y hecho brillar los accesorios con
que han enriquecido sus cuadios. El Sr. López
no es un pintor de la escuela Sevillana, ni lo es
de ninguna, ni de género alguno conocido. El
Sr. López es uu pintor de género propio. Otros
le han juzgado imitador de Meugs , y se han
equivocado, lo mismo que los que le han hecho
descender de la escuela de Jordán; suposición
que hasta cierto punto le ofendería , sin que por
esto dejemos de reconocer mérito en aquel ar-
tista.


Sobresaliente en el dibujo en que se ven los
buenos principios que aprendió de Maella; incan-
sable en el trabajo, meneja el color con admi-
rable facilidad ; cuenta él mismo, que en sus mas
tiernos años pintaba cuadros de devoción, que ad-
quirían las gentes del pueblo por costumbre, al
¿"asarse, para adorno de sus habitaciones, y era




D . V . I .OPFZ. 23


tal la prisa que se daba, que cree deber á aquel
tiempo el gran manejo de paleta , que ha conser-
vado siempre. Jamás se advierten en sus cuadros
imitaciones de pensado: el Maniquí, el yeso , y
mas que todo el modelo vivo, son los que le sir-
ven para aquellos que varian momentáneamente;
siendo pocos los que acaban mas pronto de pri-
mera, y con mas perfección, como lo prueba en-
tre otros , el retrato de Goya, concluido cual se
ve en el Museo, en siete horas; bien que en su
sentir no está acabado, ó por lo menos si pudie-
ra proporcionárselo, aun le daria algunos toques.
Puede decirse sin temor de errar, que el Sr. L ó -
pez no piensa en nadie cuando pinta , mas que
en su obra ; ni estudia antes á tal ó cual escuela;
sus estudios los tiene ya hechos, y salen de su
paleta , ó por mejor decir del pincel ; en fin este
artista que ha dado muchas glorias á las artes -y
al pais , vive entre nosotros; y gracias á la Pro-
videncia , podemos esperar que produzca mas
obras. Esta es nuestra ilusión, porque estamos
persuadidos que aunque con todo el vigor que di-
fícilmente puede hallarse en persona de su edad,
ni el Sr. López , ni ningún otro pintor en la ac-
tualidad podrá pintar grandes obras. ¿Quién las




24 PERSONAJES C É L E B R E S .


lia de encargar? ¿Quién las ha encsrgado hasta
aqui ? La Iglesia. Este ha s i d o , como hemos di-
cho , el único elemento de protección de las artes,
ayudado del Trono y la Aristocracia. El Escorial,
las Catedrales y los Monasterios , teniendo á su
disposición grandes sumas, las invertían en la os-
tentación del culto divino. ¿Quién puede en lo suce-
sivo alimentar nuestras glorias artísticas? La Igle-
sia quedó sin poder , y sumida en la miseria; el
Trono no puede hacer esfuerzo alguno; la antigua
aristocracia está á punto de desaparecer ; la nueva
es mezquina , calculadora, ignorante. ¿ Quién pues
ha de ocupar a los artistas? Nadie absolutamen
t e , ya lo hemos dicho. Y lo repetimos; si no
cambian de hecho las ideas, si no aparece otro
elemento de protección, sin la cual no hay ar-
tistas , nuestros pintores lo serán solo de retratos,
nuestros escultores no existirán, y lo mismo los
grabadores. La desgracia nos ha hecho nacer en
la época mas infeliz para España, para esta na-
ción tan adelantada en otros siglos, tan ve-
jada y atrasada en la actualidad; para esta na-
.cion en Un, rodeada de escombros, bajo los cua-
les yacen las antiguas riquezas, que no han po-
dido pasar los mares ó el Pirineo.






'viario-. XIV.)


Per.iöTitjes céltWes ilei sialo ÁYk




BERIVADOTTE.


(CARLOS XIV. )


« Cierta cosa caballeresca en su sem-
blante, cierta nobleza en sus mane-
r a s , cierta agudeza en el espíritu,
cierta declamación en la conversación,
hacen de él un hombre notable. V a -
liente en los combates , atrevido en
las proposiciones, tímido en las ac -
ciones que no son militares , irreso-
luto en sus proyectos. . .»


Retrato inédito de Bernadoite du-
rante el Consulado, por B E N J A M Í N
C O N S T A N T .


« Tiene sangre mora en las venas.»


N d P O L E O N .


En una antigua calle de Pau, que serpentea
al pie de la montaña, sobre la cual se eleva el
famoso castillo gótico donde nació Enrique IV,
hay una casa de modesta apariencia que se com-




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


placen en visitar los estrangeros. después de ha-
berlo verificado con el palacio. Una mañana del
mes de julio de 1780, abrióse furtivamente la
puerta de aquella pequeña casa, para dar paso
á un joven de 17 años , cuya talla y desenvol-
tura anunciaban en él á lo menos cinco años
m a s ; era gallardo, con el cabello negro, espeso y
rizado, y el mirar vivo y atrevido; el fuego de
su pupila, la pronunciada encorbadurn de su
nariz y la forma prolongada de sus facciones, da-
ban á su fisonomía una singular semejanza con
ía de un ave de rapiña. Caminaba con paso re-
doblado, y como un hombre que se dispone á
llevar á cabo una determinación bien decidida.
Era el hijo segundo de un abogado de Pau, que
sintiéndose poco inclinado á la profesión de su
padre, y sobre todo resentido de la marcada
predilección de su madre para con su hermano
mayor, se habia levantado aquel dia resuelto á
hacer lo que vulgarmente se llama una calave-
rada. En efecto, pocos momentos después en-
traba en casa de un capitán del Regimiento Real
Marina, que entonces estaba con licencia en su
ciudad natal, suplicándole le hiciese firmar al
momento y secretamente un enganche voluntario;




B E R N A D O T T E . 3


el capitán, complacido con enviar á su regimien-
to tan gallardo recluta, no se hizo rogar mucho;
firmóse el enganche, y para evitar que se supie-
ra , se hizo visar por el alcalde de un pueblo
vecino, circunstancia que era necesaria para su
validez. Al amanecer del siguiente dia, y sin sa-
berlo su familia, tomaba el nuevo soldado el ca-
mino de Marsella para embarcarse alli y reunirse
á su regimiento que estaba de guarnición en Cór-
cega. En el momento mismo en que llegaba á
aquella isla, salia de ella un niño de 11 años (*).
El buque que llevaba al joven y el que traia al
niño se cruzaron tal vez en el camino; los dos
pasageros debian cruzarse mas de una vez du-
rante su vida; enemigos á primera vista, ene-
migos en la misma carrera, enemigos bajo las
mismas banderas, ambos republicanos, soldados
y reyes, uno de ellos, el Corso, después de ha-
ber revuelto el mundo, debia morir solitario so-
bre una roca del Occéano: el o t ro , el Eearnés,
cambiando de patria iba á buscar lejos una co -
rona que no dependiese de su rival. Para con-


C) Beroadotte llegó á Córcega en 1780, y en el mismo
año salió de alli Napoleón para la escuela de Brienne. (véase
su Biogralia, t. 2.")




4 PERSONAJES CEI.ERRES.


servarla durante la tormenta se alistaba, el Rey
de un dia, en una corte de antiguos Reyes , y
en el último momento, apartando la vista, ar-
rojaba en la balanza una espada francesa teñida
en sangre francesa; en el dia gefe feliz y tran-
quilo de una naeiente dinastía, anciano tras-
plantado de los Pirineos á las orillas del Bál-
t i co , el hijo del abogado de Pau, en los dias de
ceremonia, revestido con el manto real, con la
antigua corona de los Wasa en la cabeza, y el
cetro en la m a n o , se sienta en el trono de pla-
ta (*) de los sucesores de Cristina, y la vieja ra-
za del Norte, los hijos de Odin , los cuatro ór-
denes de los Estados Escandinavos, besan respe-
tuosamente la mano de aquel hijo de la Gasco-
na que lleva aun según dicen en el brazo la se-
ñal indeleble que se hacían los soldados fran-
ceses del año I I : La república ó la muerte;


O Tal vez no disgustará á los lectores el sal>er que el
trono de plata colocado en el palacio de Stokolmo en
la sala de los Estados y en el cual se sienta Bernadotte
en la apertura de las Dietas , es un regalo hecho á la Rei-
na Cristina por su amante Lagardie, otro francés de ori-
gen, que no podía creer que el regalo ofrecido á su real
querida sirviera algún dia á un francés. En cuanto á l a s
señales republicanas del brazo de Carlos Juan, es cosa que
alirman muchas personas.




B E R N A D O T T E . 5


esto es todo lo que queda del hombre de otros
tiempos.


Juan-Bautista-Julio Bernadotte pasó dos años
en Córcega como simple granadero, y habiéndo-
se alterado su salud en el servicio, obtuvo l i cen-
cia para pasar á restablecerse á'Pau; y á pesar de
las instancias de su familia por alejarle de una
carrera ingrata entonces y sin porvenir para un
pleveyo, presintiendo tal vez ya las grandes cosas
que iban á realizarse, se obstinó en seguir su
vocación, y á principios de 1785 estaba aun de
simple soldado en el mismo regimiento, de guar-
nición entonces en Marsella; el 16 de Junio del
mismo año fue nombrado cabo , sargento segun-
do el 31 de Agosto , furriel el 21 de Junio de 1786,
sargento primero el 11 de Mayo de 1788, y por
último el 7 de Febrero de 1790 fué promovido á
ayudante, grado á que jamás hubiera llegado
cincuenta años antes: aquel adelanto, rápido para
la época, era debido á una escelente conducta, á
una capacidad notable, á una educación esmerada,
y rara en un subalterno , y á su gallarda figura.
El ayudante Bernadotte era á la vez el mas her-
moso y mas intelijente de los oficiales de su re-
gimiento.




6 PERSONAJES CELEBRES.


Mientras pasaban de aquel modo oscurecidos
los primeros dias de esta grande existencia, el
volcan revolucionario principiaba á arrojar sus
l lamas, la voz de Mirabeau hacia sonar la cam-
pana fúnebre de la Monarquía, y resonaba de un
estremo á otro de la Francia; el pupulacho de
Marsella, el mas exaltado de todos los popula-
chos del m u n d o , se insurreccionaba en nombre
de la libertad, como se insurreccionó después en
el del realismo. El coronel del regimiento de
Bernadotte estaba rodeado y á punto de perecer;
el joven ayudante, seguido de algunos soldados
se precipita en medio de la muchedumbre, la
arenga, la contiene y la arranea á su coronel, á
quien deposita en la municipalidad, impidiendo
la entrada en ella; un hermoso joven, secreta-
rio entonces de aquella corporación, acabó de
calmar al pueblo, abrazó estrechamente al ayu-
dante y le pronosticó una carrera gloriosa ; era
el futuro Antinoo de la Gironda , el heroico Bar-
baroux. Estos dos hombres no habian de volver-
se á ver : al uno le esperaba un trono y al otro
el cadalso.


Tres años después, cuando Barbaroux cum-
plía su destino, marchaba Bernadotte á pasos aji-




KEHNADOTTE . 7


gantados liácia el s u y o ; el enemigo rodeaba la
Francia con un círculo de fuego , la emigración
había llevado tras sí á casi todos los oficiales, y
mientras París se despedazaba las entrañas, ge -
nerales improvisados, soldados el dia antes, c on -
ducían á la frontera lejiones desnudas y descal-
zas, que se vestían y calzaban á costa del ene-
migo. La comisión de Salud Pública llamaba á
esto organizar la victoria; la Convención habla-
ba con mas exactitud, contentándose con decre-
tarla.


Bernadotte ascendido á coronel, y mandando
una media brigada en las márgenes del Rin, bajo
las órdenes de Custine, se distinguió en los com-
bates de Spira y de Maguncia. Figúrese el lector
una reunión de soldados indisciplinados, mal
vestidos, mal alimentados, que hacián mociones,
declamaban y se insurreccionaban ; un foco de
denuncias interesadas y de intrigas, alimentado
sin cesar por procónsules viajeros, hombres nulos
en su mayor parte, pendencieros por gusto, f e -
roces por miedo, que discutían las maniobras,
arengaban á los soldados, mandaban atacar á les
gefes y castigaban con la muerte todo revés de
que ellos eran con frecuencia los primeros auto- **




8 PERSONAJES CELEBRES.


res. Tal era el ejército del Norte en aquella épo-
ca, y por ello se podrá conocer también el mé-
rito de los gefes militares de los primeros tiem-
pos de la República. Dos generales en gefe , Cus-
tine y Houchard, pagaron con su cabeza su re-
sistencia á voluntades absurdas, y Jourdan se l i -
bró á fuerza de talento y de dicha. Bernadotte
aunque colocado en un principio, en una posi-
ción secundaria; aunque decidido de corazón
por el triunfo de la causa republicana, tenia de -
masiado sentimiento de la dignidad militar para
no afectarle aquel desorden; sin embargo, como
prefería con razón morir en el campo de batalla
que en el cadalso, supo ser peticionario, char-
latán y arengador como el primero; al mismo
tiempo que rivalizaba en declamaciones vanales
con un Isoré, un Chasles, un Laurent, un Du-
quesnoi y otras capacidades convencionales (*) sa-
bia siempre inclinarlos mañosamente en favor de
la disciplina ; intrépido y fanfarrón, sabia realzar


(*) Para tener una idea de la ineptitud de aquellos hora-
bres , de los cuales solo algunos han merecido su gloria, y
cuya mayor parte escede en tontería los límites de lo p o -
sible , es preciso leer la correspondencia de los represen-
tantes enviados á los ejércitos por la Comisión de Salud
Pública.




B E B N A D O T T E . 9


admirablemente el valor de una acción ; su arrojo
francés y su facundia gascona le hacían adorar
de los soldados ; devorado por la ambición, pero
conociendo la terrible y múltiple responsabilidad
que pesaba entonces sobre los gefes del ejérci-
to, rehusaba aceptar los ascensos que le ofrecían;
y cuando los eternos representantes le fastidiaban,
les ofrecía sin vacilar sus charreteras y pedia
un fusil ; un dia sin embargo, á pesar de su sa-
gacidad, estuvo cerca de la guillotina. La briga-
da Gouet se habia sublevado contra su general, y
consecuente con las costumbres de la época , le
degollaban; Bernadotte le salvó medio muerto
adelantándose con sus tropas, y esto fue bas-
tante para lejitimar una denuncia contra los dos
aristócratas, y para que la Comisión de Salud
Pública los mandase llevar á París. Felizmente
el mismo dia hubo un combate en que desplegó
Bernadotte tanto talento y valor, que el repre-
sentante creyó de su deber suspender el arresto
y dar parte á la Comisión, la cual con su lógi-
ca acostumbrada reemplazó la orden de arresto
con un despacho de general de división. Berna-
dotte feliz con haberse escapado de la una rehu-
só el otro ; y mas adelante después de la bata-




10 PERSONAJES CELEBRES.


Ha de Fleurús, á cuya victoria tanto habia con-
tribuido, fue preciso que su gefe y amigo Kleber
le obligase en cierto modo á aceptar sobre el
mismo campo de batalla el grado de general de
brigada á que era tan acreedor.


Aquel periodo de desorden y delirio pasó sin
embargo con el peligro, y los gefes republicanos
consiguieron al fin á fuerza de victorias el no te-
ner que luchar sino con el enemigo. Bernadotte
elevado á general de división, tomó durante los
años 1795 y 96 una parte activa é importante
en los mil combates dados al Príncipe Carlos por
el ejército de Zambra y Mossa. Al fin de aquella
campaña tuvo el encargo de conducir 20,000 hom-
bres destacados de aquel ejército al de Italia. Ber-
nadotte aceptó gustoso ir á servir bajo las órde-
nes de Bonaparte, cuyos gloriosos hechos llamaban
entonces la atención de la Europa; atravesó la
Francia con su columna, y llegó á Milán al fin del
invierno. El gefe del ejército del Norte se encon-
tró allí como en otro mundo ; en las orillas del
Rin habia visto en un principio un ejército some-
tido á todas las oscilaciones del poder ; del lado
allá de los Alpes encontró un ejército intimamente
«nido á un general, que solo se daba cuenta á sí




BEBNADOTTE 11


mismo de sus determinaciones , y cuya espada re-
publicana tomaba ya el aire de un cetro. Berna-
dotte receloso se puso sobre sí m i smo , y la pri-
mer entrevista fue decisiva: « he visto, decia al
regresar á su cuartel general, un hombre de 26
á 27 años que quiere aparentar tener 5 0 , y esto
nada bueno me presagia para la República. » Por
otra parte, según algunos biógrafos , Bonaparte
dijo de él que era una cabeza francesa sobre el
corazón de un romano. Las operaciones milita-
res sin embargo no se resintieron de aquella mu-
tua reserva. El general en gefe colocó á su se-
gundo en la vanguardia, y este contribuyó mucho
al buen éxito de la brillante y rápida campaña
del año V , principiada en el Tagliamento y ter-
minada en Leoben. Comisionado para llevar al
Directorio las banderas tomadas al enemigo, llegó
á París cinco dias antes del golpe de Estado de
Fructidor, con una carta de su gefe que termi-
naba así : « Veis en el general Bernadotte á uno
de los amigos mas sólidos de la República, in -
capaz tanto por principios como por carácter de
capitular con los enemigos de la libertad ni con
el honor. »


El movimiento de Fructidor estaba hacia mu-




12 PERSONAJES C É L E B R E S .


cho tiempo preparado por el Directorio; Bonapar-
te se habia asociado á él haciendo firmar á su
ejército esposiciones contra los miembros del Cuer-
po legislativo, á quienes los soldados llamaban
los abogados ; entre todos los generales, solo Ber-
nadotte se habia negado á tomar parte en aquella
intervención de la fuerza armada en los negocios
del Estado. Augereau que le habia precedido á
París, dio el golpe de mano, y durante él perma-
neció Bernadotte con los brazos cruzados, y regre-
só á Italia á reunirse con Bonaparte. Pregunta-
do por este acerca de la situación de los nego-
cios desde el triunfo del Directorio , le manifestó
francamente el odio secreto que el Directorio le
profesaba, lo que le decidió á terminar la guer-
ra firmando el tratado de Campo-Formio, y á
marchar á París. Sin embargo , desconfiando sin
duda de Bernadotte, por una orden fecha en Mi-
lán, le quitó la mitad de las tropas del cuerpo de
Zambra y Mossa que le era adicto, y le mando
regresar á Francia eon el resto. Medida que afec-
tó vivamente á Bernadotte, y le obligó á escribir
al Directorio pidiéndole un mando en las islas de
Francia, en las Indias, en el ejército- de Portu-
gal , ó su retiro.




B E H N A D 0 T T E . 13


El Directorio, complacido de saber que Ber-
nadotte no quería servir bajo las órdenes de Bo-
naparte, le dio precisamente el mando en gefe,
durante la p a z , del ejército de Italia, que Ber-
thier tenia interinamente. Al llegar á Milán le
entregó este un nuevo decreto del Directorio
nombrándole bruscamente Embajador en Viena.
Algunos biógrafos han supuesto aquel nombra-
miento efecto de las intrigas de Bonaparte, que
no solo quería alejarlo de Italia sino llevarle á
Viena, para que con alguna imprudencia volviese
á encender la guerra y pudiera él de este modo
llevar á cabo sus proyectos. Según ellos la ban-
dera enarbolada en el palacio del Embajador en
Viena por orden del Directorio, que fue la señal
de un mot in , y que combinada con la brusca
invasión de Roma por Berthier, estuvo á punto
de romper la paz de Campo-Formio, era todo
obra de Bonaparte ; pero baste recordar que este,
entonces y después censuró siempre el nombra-
miento de Bernadotte, y la destrucción del go-
bierno papal.


En aquella época, mientras se preparaba la
espedicion .de Egipto , fue cuando Bernadotte,
regresando á París de su embajada, se enlazó con




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


la familia Bonaparte casándose con la cuñada de
José Mlle. Deseada Clary hija de un comerciante
de Marsella, en el dia reina de Suécia y de N o -
ruega, y que hubiera sido Emperatriz de los fran-
ceses si su padre no la hubiese negado algunos
años antes al general de artillería Napoleón Bo-
naparte, entonces á medio sueldo y sin empleo,
diciendo que sobraba con un Bonaparte en la
familia.


La espediciou de Egipto acababa de quitar á la
Francia 40,000 hombres escogidos y un inmen-
so material; ningún resultado habían tenido las
negociaciones de Rastadt, y volvieron á empezar
las hostilidades. Funestas discordias despedazaban
al gobierno ; el ejercito de Italia sin pagas, mu-
niciones ni víveres habia tenido que evacuar el ter-
ritorio mantuano, el cisalpino y el Piamonte;
los enemigos ocupaban la cordillera de los Alpes;
la Suiza hasta Zurich acababa de caer bajo la
dominación austriaca; el bajo Rin estaba descu-
bierto , la Bélgica se escapaba, y por do quiera
se aproximaban las bayonetas enemigas á las
fronteras francesas. No era menos alarmante la
situación interior; los sublevados del Oeste vol-
vían á levantar la cabeza, acababan de estallar




B E R N A D O T T E . 1 5


desórdenes en L e ó n , en Amiens y en Burdeos, y
parecía inminente la disolución de la República.
En tales circunstancias y después de las vacilacio-
nes á que da lugar el temor que tienen siempre
los gobiernos débiles de los hombres fuertes, se
decidió el Directorio á nombrar á Bernadotte Mi-
nistro déla Guerra, el 15 Messidor, año VII. La
empresa era difícil y se decidió .í ella, consiguien-
do reorganizar las fuerzas nacionales, dirigir las
operaciones de los generales, y preparando las v ic -
torias de Bruñe en Holanda, y de Massena en Zu -
rich, Sieyes , en una conversación jesuítica le hizo
manifestar su deseo de volver á mandar el ejérci-
to , luego de haber realizado sus planes de refun-
dición social. Al dia siguiente recibió Bernadotte
un decreto dado en secreto por tres Directores,
concebido en estos términos : « La dimisión hecha
por el ciudadano Bernadotte de sus funciones de
ministro de la Guerra es aceptada. «Acompañaba a
aquel decreto una carta de Sieyes interpretando mal
la conversación del dia anterior para esplicar una
destitución inesperada. Furioso Bernadotte contes-
tó : « Recibo en este momento, ciudadanos Direc-
tores, vuestro decreto de ayer, y la atenta carta
que le acompaña; aceptáis una dimisión que no




10 PERSONAJES CELEBRES.


he hecho;» y concluía su carta pidiendo su sueldo
como reformado, del cual decia necesitaba tanto
como de tranquilidad. En efecto, Bernadotte era
entonces pobre; éralo también cuando Mariscal y
Príncipe , al paso que sus compañeros nadaban en
o r o , y fue á ocupar un trono sin mas riquezas
que su espada (*).


A los veinte y cinco días de la supuesta di-
misión de Bernadotte desembarcaba en Frejus el
general del ejército de Egipto , y un mes después
ya no existia el Directorio y solo habia un Señor.
No hay duda que si cuando la revolución de
Brumario hubiera estado Bernadotte en el minis-
terio, hubiera encontrado Bonaparte en él una te-
naz resistencia; y aun así, no solo le negó posi-
tivamente sn auxilio, sino que reunió en su casa
á algunos republicanos, dispuesto á defender la
Constitución del año III. Sabidos son aquellos su-
cesos , y Bernadotte cedió á ellos; el primer Cón-
sul le nombró consejero de Estado, y mas ade-


(*) A l salir para Suecia , le dio el Emperador un millón
de francos. Esta generosidad, recordada con acritud en el
Memorial de Santa Elena la presenta Mr . Touchard Lafosse
como el precio de venta del Principado de Ponte-Corvo,
cedido por dos mil lones , de los cuales solo ha recibido Ber-
nadotte la mitad.




B E R N A D O T T E . 17


Jante le envió al Oeste para rechazar las tentativas
de los ingleses y pacificar el pais; y en ambas co -
misiones se condujo como un hombre que sabe
sacrificar sus antipatías personales al bien de su
patria.


Bonaparte caminaba hacia el Imperio, Berna
dotte le seguía con la vista, y su actitud distó
mucho de ser tan pasiva como quieren hacerlo
creer varios historiógrafos. Según el los , solo Mo-
reau fue el que conspiró durante el Consulado.
« Bernadotte, dicen, no se entregó á aquella per -
sistencia sacrilega; republicano burlado, pero pa-
triota decidido, creyó que no teniendo impulso que
dar, solo le quedaban funciones que desempeñar.»
Documentos importantes que algún dia verán la
luz pública, según el autor de la Galerie des
contemporains ilustres , prueban que no solamen-
te conspiró Bernadotte para derribar al primer
Cónsul, sino también que se esforzó repetidas ve-
ces, y en vano, para que Moreau se resolviese, pues
estaba siempre indeciso, débil y descontento, y de
consiguiente comprometido siempre (*). Poco tiem-


(*) Cualesquiera que seau las vicisitudes de la carrera de
M o r e a u , personas bien informadas aseguran que no tuvo
parte en la conspiración realista de Picbegru , ni tampo-


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


po antes del arresto de este último, dio Mme. Alo-
rea u un gran baile, al que concurrió toda la opo-
sición republicana. Durante aquella fiesta, reuni-
dos en un salón separado Bernadotte, Moreau y
otros, tratóse de nuevo la cuestión de derribar
á Bonaparte, y después de largas y acaloradas
declamaciones, Bernadotte dirigiéndose á Moreau,
terminó de. esle m o d o : « Con un nombre popular,
el único entre nosotros que pueda presentarse apo-
yado por un pueblo entero, ved lo que vos p o -
déis y lo que podemos nosotros dirigidos por vos. »
Moreau repitió lo que decia muchas veces : « La
libertad está amenazada , es preciso vigilar á Bo-
naparte, pero evitemos una guerra civil .« Prolon-
gábase y se animaba aquella conversación, y aca-
lorándose Bernadotte, esclamó : « N o os atrevéis
á decidiros por la causa de la libertad; pues bien,


co en la republicana á que trataba de arrastrarle Bernadotte.
Moreau no tenia voluntad, pero en el fondo era adicto de
corazón á la causa republicana. Luis XYI1I lo sabia mejor
que nadie, pues contestó á uno que le decia que en Morcan
habia tenido una grande pérdida : « no tan grande; Moreau
era republicano. » Cuando decimos que Bernadotte cons-
p i raba , no tratamos de. acriminarle ni decir hubiese loma-
do jamás parte en un complot contra la vida de Bonapar-
te, como este lo sospechó por un momento.—Hay imichas
maneras de conspirar.




B E R N A D O T T E . 19


Bonaparte se burlará de la libertad y de vos;
aquella perecerá á pesar de nuestros esfuerzos, y
vos seréis envuelto en su ruina sin haber comba-
tido. »


Bernadotte era un buen profeta: pocos meses
después marchaba Moreau á su destierro; Berna-
dotte salia del paso, llegaba á ser Mariscal, Prin-
cipe sueco, y once años después los dos se vol-
vían á encontrar bajólas mismas banderas en las
conferencias de Trachenberg. El hecho positivo
que acabamos de citar, esto es la conspiración tra-
mada por Bernadotte y esquivada por Moreau,
al paso que legitimíza la desconfianza tan viva-
mente censurada en Napoleón por los panegiris-
tas de su Lugar-Teniente, podría esplicar tal vez
la injusta severidad y la especie de desden con
que es tratado Moreau en la historia de Carlos
Juan, su compañero de armas en Francia y en
el estrangero. Sin duda alguna la posición de es-
tos dos hombres no era igual en 1813; el
Príncipe Real de Suecia queda justificado por la
política ; Moreau es culpable , como lo era el ejér-
cito de Conde marchando bajo los estandartes aus-
tríacos , como lo eran los patriotas franceses de
1823 alistados bajo la bandera española de Mina,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


como lo son siempre los hombres que tienen la
desgracia de pelear unidos á los estrangeros con-
tra sil patria; pero si es reprensible la acción de
Moreau, ¿ corresponde á Bernadotte ó á sus pa-
negiristas el mostrarse tan severos con él ? Si la
calidad de Príncipe sueco absuelve á Bernadotte,
si le dá derecho de acusar a Moreau en cuanto
al hecho, no se lo dá para suponer en él inten-
ciones menos puras y menos desinteresadas que las
suyas (*).


No podemos mas que bosquejar rápidamente la
carrera de Bernadotte durante el Imperio, y es
ademas bastante conocida para que baste un sen-
cillo resumen.


Bonaparte hecho Emperador le comprendió en
la primera promoción de mariscales, y aunque
hacia justicia á su mérito, desconfiaba de él y
le envió á gobernar el Hannover; allí supo Berna-
dotte grangearse el amor de los habitantes y de los
soldados, y cuando se abrió la campaña de 1805
llevó á Napoleón el brillante cuerpo que formó el
primero del grande ejército y á cuyo frente con-
tribuyó al buen éxito de la batalla de Austerlitz.


H Debemos añadir que mas adelante el Rey de Suecia
dotó á la hija de Moreau.




BERNADOITE. 21


Creado Bernadotte Príncipe de Ponte-Corvo
cogió nuevos laureles en la siguiente, campaña;
encargado después de la batalla de Jena de per-
seguir los restos del ejército prusiano, después de
coger al enemigo 7,000 prisioneros y 36 piezas
de artillería, obligó á Blucher á capitular en Rat-
kau. Desde Lubeck se dirigió sobre el Vístula,
pasó el rio en Thorn, y venció repetidas veees al
general ruso Bennigsen. Herido gravemente en
ta cabeza, tuvo que retirarse antes de concluir aque-
lla campaña, que terminó con el tratado de Ti l -
sitt.


Hecha la paz , fue nombrado Gobernador de
las ciudades Anseáticas con encargo de atravesar
la Dinamarca y marchar contra Suecia, para con-
currir con el ejército ruso que se edelantaba ha-
cia la Finlandia , á hacer entrar en razón á Gus-
tavo IV, enemigo obstinado de la Francia que no
quería deponer las armas en medio de la paz
general. Bernadotte ocupaba ya la Pomeranía
cuando los Suecos se desembarazaron de repente
de un loco coronado que desconocía sus derechos
y comprometía su existencia política. Gustavo IV
bajó del trono sin resistencia, y su tío el Duque
de Sudermania fue elegido Rey de Suecia, bajo el




22 PERSONAJES CELEBRES.


nombre de Carlos XIII . El Príncipe de Ponte-
Corvo apenas supo aquella revolución, suspendió
las hostilidades; Napoleón que tenia tal vez otros
proyectos no lo aprobó; pero la moderación del
Príncipe, el brillo de su gloria militar, y la re -
putación que habia adquirido en el Hannover,
en Hamburgo y en toda Alemania , le sirvieron
mas adelante.


Abrióse la campaña de Wagram, y varia mu-
cho la opinión de los escritores acerca de la parte
que tomó en ella el Príncipe de Ponte-Corvo. De
todos modos esta cuestión estratégica no es de
este lugar; lo cierto es que fue en aumento de día
en día desde Wagram la frialdad que siempre
se habia notado entre las relaciones de Napoleón
y Bernadotte; este último dejó el ejército y pasó
á París. El Consejo de Gobierno, instituido por
Napoleón durante su ausencia, sorprendido con
el inesperado desembarco de los ingleses en Ho -
landa envió al mariscal á Amberes para recha-
zarlos; Napoleón, siempre desconfiado, le rodeó
de oficiales de su confianza, y á los pocos meses
incomodado por algunas frases de una procla-
ma le quitaba el mando y le desterraba á su
principado de Ponte-Corvo. Bernadotte regresó á




BUNADOTTE. 23


París , se negó á obedecer la orden de destierro
é hizo su dimisión. Una entrevista que tuvo en
Viena con el Emperador calmó un poco el enojo
de este; pero siempre deseoso de alejarle del tea-
tro de los sucesos , insistió en hacerle aceptar el
gobierno general de Roma-; Bernadotte aceptó
después de muchas vacilaciones, y se decidía á
marchar cuando un inesperado acontecimiento vino
á cambiar su destino: la nación Sueca, por el
órgano de sus representantes reunidos en Dieta
solemne en Oerebro , el 10 de Agosto de 1810,
llamaban al Príncipe de Ponte-Corvo á suceder
ó Carlos XIII . Sabido es que el tío de Gusta-
vo-lV había subido al trono sin sucesión, y á una
edad en que no debia ya esperarla. Los sufragios
de los Suecos liabian sido primero en favor del
Príncipe augusto de Holstein-Augustenburgo,
uno de los miembros de la casa de Holstein que
ha dado reyes á la Suecia, á la Dinamarca y á la
Rusia. El joven Príncipe murió súbitamente á
los seis meses de su elección, y la Suecia volvió
á encontrarse en la crisis de que aquella le habia
sacado. Cruzábanse las pretensiones ; el hermano
del difunto, el Rey de Dinamarca, el Monarca
destronado Gustavo I V , intrigaban á porfía con




24 PERSONAJES CELEBRES.


los miembros de la Dieta; en tal conflicto cono-
ció la Nación la necesidad de un brazo fuerte;
recayó su elección en un soldado, y dos oficiales
suecos fueron comisionados á París para llevar
al republicano de Brumario el inesperado ofreci-
miento de una corona.


Aunque Napoleón ha dicho en su Memorial
de Santa Elena que los Suecos le pidieron un Rey,
y Bernadotte fue elegido á causa de su parentesco
con José, los hechos son contrarios á aquellas
aserciones, y Bernadotte fue elegido espontánea-
mente. Debiólo á su gloria militar y principal-
mente á las causas que hemos indicado (*).


El Príncipe Real de Suecia partió libre del yu-
go que por tanto tiempo había soportado , y sin-
ceramente resuelto á mantener los lazos que
unian á su nueva patria con la antigua. La pri-
mer manzana de discordia fue el sistema conti-
nental , gran pensamiento de Napoleón para cou-


(*) Veinte años después, durante la Dieta de 18-28 á 1830
un orador plebeyo , Nillo M a n s o n , reclamando en vano del
gobierno de Carlos X I V la libertad de imprenta , decia. « La
Suecia debe mucho á los periódicos; por ellos supimos que
existia un Mariscal de Francia que reunía á brillantes ta-
lentos y valor, una humanidad generosa con los prisioneros
suecos : aquel Mariscal ha llegado á ser nuestro Rey. »




BER N A D O T T E . 25


vertir en un lazareto á la Inglaterra su rival,
pero de difícil, si no imposible, ejecución , porque
no todas las Naciones que lo habian de adoptar
se hallaban en igual situación. Bernadotte repug-
nando perjudicar á los intereses de la Suecia, pi -
dió un plazo en Octubre de 1810 ; Napoleón c o n -
cedió ocho meses, y el 13 de Noviembre envió
una nota imperativa concediendo solo cinco dias.
Cedió la Suecia, declaró la guerra á la Inglater-
ra y confiscó todas las mercaderías británicas;
pero el contrabando reemplazó al comercio y el
gobierno sueco no pudo ni quiso destruirlo. Irri-
tado Napoleón, pegó con el Príncipe R e a l , to -
mando cada dia un tono mas imperativo , obli-
gando á este á esplicarse categóricamente pidien-
do con altivez ó la libertad marítima para la Sue-
cia , ó dinero. Napoleón ofreció ilusorias venta-
jas , como por ejemplo la compra por valor de
20 millones de productos suecos , pagaderos úni-
camente después de descargados los géneros en
un puerto de Alemania , precisamente cuando los
cruzeros ingleses cubrían el Báltico , y la Suecia
no tenia fuerzas marítimas. Hubo notas llenas de
acritud y frialdad por ambas partes, y el 27 de
Enero de 1812 el Emperador hizo invadir brus-




2ü PERSONAJES CÉLEBES.


camente la Pornerauia y la isla de 'Rugen.
Exasperóse la Suecia, y Napoleón daba á ello


lugar en el momento mismo en que se arrojaba á
la es pedición de Rusia, cuando la marcha combi-
nada de un ejército turco hacia Kief y de Berna-
dotte en Finlandia sobre S. Petersburgo asegura-
ban el triunfo á las armas francesas. A s i , indis-
poniéndose Napoleón con el Diván y atacando á la
Suecia, se privaba del auxilio de las dos mas úti-
les potencias. No se descuidó la diplomacia rusa,
y al mismo tiempo que firmaba con la Turquía
el tratado de Bucharest, lisonjeaba á Bernadotte y
ofrecía á la Suecia la Noruega; el 24 marzo de
1812 se firmó el tratado de S. Petersburgo y Napo-
león se perdió.


Sabida es la gran parte que tuvo el Principe de
Suecia en los desastres de 1813, y cómo decidió la
suerte de la infausta jornada de Leipsig. Algunos
escritores amigos de Bernadotte han supuesto que
se habia esforzado para que los Soberanos hicieran
escelentes condiciones á Napoleón, y que Metter-
nich desbarató su plan en Praga; esto no es exac-
to. Obligado Bernadotte á ser enemigo de Napo-
león , fué el mas peligroso ; y basta comparar el
plan escrito que presentó en Trachenberg con. el




B E K N A D O T T E . 2 7


ultimátum presentado poco después á Napoleón
por Mr. de Metteruich en Praga, para-conven-
cerse de que las condiciones del diplomático aus-
tríaco eran menos duras para el Emperador que
el plan de Bernardotte. Pero justo es decir tam-
bién que este después de la batalla de Leipsig,
luchó con todo su poder para impedir la inva-
sión de la Francia y el destronamiento de la di-
nastía de Napoleón.


Durante los cien dias, vuelto Bernadotte ó
Stokolmo no tomó parte en el nuevo armamento
de la Europa; se ocupaba de consolidar su poder
en Noruega, que no habia conquistado impune-
mente. El 5 de Febrero de 1818 murió Car-
los X I I I , y Bernadotte á pesar de las influencias
contrarias, hijas de la repugnancia que inspiraba
un Soberano elegido, al poco agradecido Congreso
de Soberanos de nacimiento, fue proclamado sin
obstáculo Rey de Suecia y de Noruega, bajo el
nombre de Carlos X I V ; y su reinado será uno
de los mas felices en los anales de Suecia, á pe-
sar de las dificultades siempre nacientes con los
Noruegos, cuya asamblea nacional está muchas
veces en oposición con las ideas y planes de Car-
los X I V , Bernadotte es en el día el Rey mas po-




28 P-EHSONAJES CELEBKES.


pular de Europa, y la Suecia ha visto renacería
agricultura, prosperar y florecer ; salir de su aba-
timiento el comercio, restaurado el crédito, y ani-
mada y protegida su aspirante industria; e'
inmenso canal de Gothie , que une el mar Bál-
tico con el del Norte, empresa gigantesca reali-
zada h o y , quedará como un monumento indes-
tructible de los grandes pensamientos de Car-
los XIV.


Bajo el punto de vista intelectual y político,
el progreso es mucho menor ; un historiógrafo ha
dicho que Carlos XIV habia conseguido resolver
el difícil problema de una monarquía rodeada de
instituciones republicanas. Biógrafos demócra-
tas , que todo lo encuentran malo, han adoptado
también la frase-modelo, sin tomarse el trabajo de
estudiar y conocer aquello de que hablaban. Pa-
ra decir la verdad, hay que rebajar muchos de
aquellos elogios. La Constitución de 1809 que r i -
ge actualmente en Suecia es casi la misma que
la promulgada dos siglos hace por el Regente
Oxenstiern. Es una creación de lo pasado, apoya-
da en una escrupulosa división de clases y de cas-
tas, en la que casi nada ha penetrado el espíritu
moderno.




BF.I1SAD0TTE. 29


Añadamos sin embargo , para ser justos, que
Carlos X I V aunque imbuido en el fondo en ma-
terias de gobierno en los principios de la escue-
la imperial, no es el hombre menos liberal de su
reino. Muchas veces ha tomado él mismo la inicia-
tiva de innovaciones generosas, y muchas veces
también se ha estrellado su buen deseo contra la
viciosa organización del cuádruple cuerpo legisla-
tivo (*). Carlos X I V á su afición á arengar, que
data del año I I , reúne también según dicen, desde
que es Rey, una afición marcada á las escaramuzas
periodísticas 4 no pudiendo hacer uso ya de su es-
pada , toma algunas veces la p luma, y guardan-
do el anónimo lucha con los periódicos de la opo -
sición, enemigos poco peligrosos, y no sin motivo,
pues el Canciller está siempre presente, y por
poco que sea vencido S. M . , sostiene que las cosas
vuelven á entrar en el caso prevenido por la ley,
y quiere absolutamente suprimir el periódico. Car-
los X I V , que es bondadoso , se opone á ello son-
riéndose , declara que la Magestad Real nada tie-
ne que ver con el duelo periodístico , y al día


(*) Los que deseen mas detalles sobre la Constitución sue-
ca pueden consultar un articulo publicado en la Revista fratw
cesa del mes de Mayo de 1 8 3 0 . ,.- ,




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


siguiente se esfuerza por tomar el desquite.
Fresco y robusto todavía, á pesar de contar


ya 78 años, este lujo glorioso de los ejércitos re-
publicanos monta á caballo, viaja , pasa revistas y
reúne á la actividad del cuerpo otra no menor de
imaginación. Sencillo en sus maneras, austero en
sus costumbres y en los hábitos de su vida, afa-
ble con todos , solo conserva de francés la agude-
za del espíritu y la abundancia de la palabra; to -
do lo demás es enteramente sueco , escepto la
lengua pues su boca gascona jamás ha podido acos-
tumbrarse á los ásperos acentos de los Escandina-
vos. En los casos muy raros, pues en Suecíacasi
toda la sociedad habla francés, en que es indis-
pensable el idioma nacional, tiene un escelente in-
térprete en el Príncipe heredero Osear, el cual na-
cido francés, y habiendo recibido en el bautismo
este nombre querido de los Escandinavos , de su
padrino Napoleón, loco entonces por Ossian, no
ha conservado de su primera patria sino un lejano
y casi borrado recuerdo; tiene la gravedad, la sen-
cillez , la bondad y la fuerza intelectual de un
hombre d e l N o r t e , y los Suecos le aman con pa-
sión.


En cuanto al viejo soldado rey , á pesar de ha-




B E K N A D O T T K . 31


berle forzado la política á volver sus armas contra
la Francia, se complace en hablar del pais que
le dio el ser. Carlos X I V es demasiado inteligen-
te para desconocer las consecuencias del tratado
de S. Petersburgo ; vé á su pequeño reino enlaza-
do por fuerza á la Rusia, que le estrecha y le opri-
me por todas partes ; vé la existencia de la dinas-
tía que ha fundado, espuesta tal vez en el por-
venir al capricho de un Czar , y esta idea no deja
de entristecerle un poco en sus últimos días. Poco
antes de la Revolución de 1830, hablando con un
ilustre viajero francés, y animándose con el re-
cuerdo de su ultima disputa con Napoleón, diri-
giéndose á la ventana y estendiendo el brazo hacia
las islas de Oehland, ocupadas en el dia por la
Rusia, esclamaba conmovido : « Ah ! si Napoleón
hubiera querido contentarse con ser uno de en-
tre nosotros, esto coloso que amenaza invadirlo
todo no estaría tan cerca de aqui. »


Estas palabras podran ser poco diplomáticas
pero honran al que las profirió.






e*






D. RAFAEL ESTE v E *


« Artistas del mérito del Sr . Esteve,
y de tanta constancia y amor ai arte
que emprenden y siguen con tesón,
y llevan á cabo con tal é x i t o , en
medio de circunstancias tan calami-
tosas , obras semejantes, son m u y
raros ; y la nación que los produce,
debe estar ufana y segura de figurar
entre las mita favorecidas del cielo , y
entre las mas ilustres del g l o b o . »


flg¡&WVU B E B.1VAS-— Gaceta de Ma-
drid del i . ° de Octubre de 1 8 3 9 .


El grabado, que tantos adelantamientos ha
conseguido en otros paises, especialmente en
Francia é Italia, no ha llegado entre nosotros al
grado de perfección que era de esperar. No ca-
recetttos en verdad de grabadores de mérito re-
conocido, ni podemos quejarnos de falta de pro-
tección por parte de nuestro Gobierno en lasépo-




2 PERSONAJES CELEBRES.


eas anteriores; antes al contrario prueban lo pri-
mero los nombres ilustres de Carmona, Selma,
Ametller, Esteve y otros ; y atestigua lo segun-
d o , el establecimiento de la Calcografía en la
Imprenta Real , institución debida al sabio é ilus-
trado Ministerio del Conde de Florida-Blanca, sin
otro objeto que el fomento del grabado consegui-
do entonces, pues hacen mucho honor al pais , las
¡estampas que se emprendieron y llevaron á ca-
bo en é l , lográndose el fin propuesto, y para el
cual se invirtieron sumas inmensas. Tampoco po-
demos achacar esta falta á la actual decadencia,
ó por mejor decir , desaparición de las artes de
este suelo en otro tiempoífírivilegiado. Siguien-
do la historia de estas en nuestro pais, vemos
con dolor que en medio de los progresos que
rápidamente ha hecho en las artes, jamás ha
podido blasonar España de estar tan adelantada
en el grabado como otras naciones. Sabido es
que el platero de Florencia 'Mano Finiguerra
inventó este arte en 1460, á quien siguió des-
de luego Baccio Baldiní en la misma ciudad,
Andrea Montegna en R o m a , Martin de Jmbe-
res en Flandes, Alberto Durero en Alemania,
Lucaa Cronack en Sajouia, y Ijucas de Leyden




rSTEVJi . S


en Holanda, no apareciendo por entonces en E s t
paña, ni distinguiéndose fuera ningún español.
Estos fueron los primeros maestros que forma-
ron otros muy aventajados; y siguiendo la no-
menclatura, se tarda bastante en encontrar á
nuestros compatriotas figurando entre los gran-
des grabadores. Si examinamos el grabado al
agua fuerte, vemos también distinguirse al Par-
mesanino, Becafumi, Castiglioni , Guido Reni¡
Anibal Caraci, Hembrant, Wan-Dich, Testa,
Callot, Steffano de la Bella, Tempesta, Carlos
Marata, Durero, Cronak, Leydem, Jorge Penz
Altorffer, Bish, Hisbel, Beham, Aldegrever,
Brign, Berghem, Suanevelt, Both, Miele, Bau-
tista Franco, el Spagnoleto y otros ; y solo en
este género encontramos á nuestro Goya tan su-
perior en algunas láminas que grabó , que en
concepto de los inteligentes merece un lugar muy
distinguido; y por último, si estudiamos el gra-
bado en dulce llevado en nuestros dias al mas alto
grado , ya en Francia, ya en Italia, ya en In-
glaterra , podríamos citar nombres muy ilustres
como Barvic, Morghen, Barón y otros, sin que
sensiblemente pudiéramos añadir uno que toma-
ra un puesto preeminente, no obstante de que se




'4 PERSONAJES CELEMÍES .


han hecho entre nosotros adelantos considerables,
La averiguación de las causas que han produci-
do este atraso, en un pais en que tanto cara-
pea el genio de las artes, no es de este lugar;
sin embargo, aunque no entremos de lleno en
la materia, por no ser nuestro objeto , no deja-
remos de apuntar que el grabado, asi como el
comercio , necesita mercados. Fácilmente puede
un pintor emprender un cuadro con la esperan-
za de que sea adquirido por un procer ó un afi-
c ionado; esperanza que, sea dicho de paso , que-
dará fallida en la actual época t&u contraria por
todos títulos á las artes; pero una lámina no
puede grabarse ala suerte ; es necesario mucho va-
lor en el artista que se aventure á producir una
obra larga y costosa , no contando con que ha
de hallar quien le remunere el tiempo y gastos
cuando no sea su trabajo. Quizás nuestro aisla-
miento haya podido ocasionar este atraso. Nues-
tra magnífica escuela de pintura tan celebrada
ahora, y otras preciosidades artísticas que po-
seíamos, no han sido apenas conocidas hasta
después de la invasión francesa en 1808. En
aquella calamitosa época se removieron del pun-
to en que se custodiaban, y aunque algunas des-




E S T E V E . 5


pues volvieron ¡í su sit io , no podiau estar tan
seguras en é l , por los continuos trastornos del
pais que dolorosamente concluirán por hacer-
le desaparecer del inundo civilizado. Nadie visi-
taba entonces á España; los pocos estrangeros que
á ella venían, nos devolvían con insultos la aco-
gida que les dispensábamos. Los insultos han
seguido y continúan quizás con mas fuerza; pe-
ro al presentarnos envueltos en la barbarie, y
piutando nuestras costumbres en forma de nove"
la, no ha podido suceder lo mismo respecto de
nuestros tesoros artísticos. Muchos de nuestros cua-
dros han salido para no volver mas , y han pro-
ducido un entusiasmo que debió existir, si hu-
biéramos sido visitados como lo han sido cons-
tantemente los Italianos. Acaso por este medio
se hubiera hecho una necesidad el grabado, para
generalizar en el esirangero las obras que de mo-
do alguno podían removerse del sitio en que las
colocó la LIglesia, el Trono ó la Aristocracia, á cu-
ya protección es deudora la España del grande
adelanto que tuvieron las artes en los siglos pa-
sados , gloriosos en alto grado.


Triste es el cuadro que hemos trazado para el
grabado en nuestro pais , y por lo mismo mas




6 TEUSOSAJES CELEBBES.


honroso para él el poder presentar en la actual
época de decadencia, un artista que no solo se
ha hecho admirar de sus conciudadanos, si no
que ha fijado la atención general por una obra
que no necesita e logio , pues va unido á ella ha-
ce mucho tiempo. Basta por lo tanto decir, que
tratamos de la estampa del célebre cuadro de
Murillo, conocido por las Aguas de Moisés, gra-
bado por D. Rafael Ksteve y Vilella, de cuya
Biografía'vamos á ocuparnos como muy digna
de figurar en nuestra colección. Que no todas
las personas que en ella presentemos, han de
ser Reyes, guerreros, ú hombres de Estado; que
también la literatura y las artes tienen su glo-
ria, y gloria muchas veces mas costosamente ad-
quirida , y de seguro mas duradera. Los nom-
bres de los grandes artistas pasan de generación
en generación, y su fama aumenta con la distan-
cia de los t iempos, porque quedan sus obras,
y ganan envejeciéndose ; muy al contrario de lo
que sucede generalmente á las efímeras hazañas
de los guerreros, y á las astutas y no siempre
nobles combinaciones de los políticos. Pero tiem-
po es ya de que pasemos á dar una ligera idea
del artista que nos ocupa.




E S T E V E . 7


Nació D. Rafael Esteve y Vilella en la ciu-
dad de Valencia, el dia 1.° de Julio de 1772. Sien-
do su padre D . José Esteve profesor de mérito
reconocido en la escultura, y Direetor de. aque-
lla Academia de S. Carlos, le dedicó al dibujo
bajo la protección de la misma, en la cual fue-
ron tan rápidos sus progresos, que á los 16 años
de edad, obtuvo dos premios generales, uno de
tercera clase en pintura, y otro de la misma en
escultura, siendo notable que se aventajase en
ambas el que después habia de sobresalir en e l
grabado; pues a lano siguiente, en 12 de Junio
de 1789, la misma Real Academia lo pensionó en
la clase de grabado para que pasase á la Corte,
donde bajo la dirección de su paisano el hábil
artista D . Fernanda Selma, siguió adelantando
en su profesión , en términos que ganó otro pre-
mio de grabado en la citada Academia ; y al con-
cluir los tres de pensión, fue creado Académi-
co de mérito de la misma.


Entre tanto sus obras en Madrid, le habian
grangeado una opinión que no podía ocultarse a
Rey D . Carlos IV, entendido en bellas artes, quien
en 22 de Enero de 1800 , le creó su grabador de
Cámara, puesto que desempeñó dignamente.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Hemos dicho al principio que el Gobierno, en
épocas anteriores, habia dispensado su protección
al grabado, creando la Calcografía que tanto con-
tribuyó á sus adelantos, y lo prueba ademas la
Real orden espedida en 24 de Marzo de 1807, en
virtud de la cual se resolvió que este hábil pro-
fesor, emprendiese un viaje artístico por Francia
é Italia, con el fin deque tratando á los mejores
artistas de ambos países, ao solo procurase el ade-
lanto del grabado, hasta el punto en que se ha-
llaba en aquellos reinos, si no que adquiriese al-
gunos útiles de que se carecía entonces y eran
necesarios para las mejoras que se premeditaban;
comisión que el Sr. Esteve hubiera llenado com-
pletamente, y que tanto honra al gobierno que la
concibió , habiendo acreditado el tiempo que no
se equivocó en la elección ; pero en aquella aciaga
época , asomaba ya la revolución que nos habia
de conducir al triste estado en que nos encon-
tramos. La invasión francesa que ya amenazaba de
antemano, tuvo lugar en el año siguiente : ella y
sus consecuencias, hundieron á la nación en una
guerra obstinada, nob le , santa , pero sin lími-
tes. Las artes debian desaparecer al estruendo
del cañón ; el viaje proyectado quedó sin efecto, y




E S T E V E . 9


casi borradas las miras previsoras del gobierno.
A ésta época sucedió otra , si bien no todavía


de calma, porque esta desapareció de España sin
que¡puéda preverse su vuelta,menos turbulenta,
y en que se pensó en hacer algo para el resta-
blecimiento de las artes. La Reina Doña Maria
Isabel deBraganza, que daba el impulso , fundó
el Museo de que tantas ventajas ha podido sacar
el pais, y realmente las ha conseguido. Siempre
dispuesta á todo lo bueno, quién sabe hasta donde
hubiera podido llegar su influjo, y el poder que
ejercía en el ánimo del Rey, si su temprana muer-
te no la hubiese arrebatado al amor del pais , y
privado á las artes de su regia protección. La
imaginación nos separa de nuestro objeto; las
desgracias de nuestra patria, á las cuales no vemos
término, nos recuerdan Ja situación que podia
haber creado aquella Augusta Señora. Otra Reina
aficionada á las artes , y artista también , ocupó
después el trono español, y ha sido lanzada por
la tormenta revolucionaria lejos de estos reinos:
en medio de la agitación de su reinado, no olvidó
el objeto de su afición, y si hubiese alcanzado épo-
ca mas bonancible, es de creer que las artes hu-
bieran tenido en ella también mía ilustrada pro-




JO PERSONAJES CÉLERES.


tectora. En aquella época pues, y con fecha 9. de
Marzo de 1817 se espidió una Real orden ratifi-
cando el Rey la que queda citada de 24 de Marzo
de 1807, asignando al mismo Esteva 18,000 r s . y
lSjOOO para los gastos del viaje que debía verifi-
car inmediatamente, y que emprendió en efecto
con el Excmo. Sr. D . Eusebio de Bardaji y Azara,
que como embajador de S. M., pasaba á la corte
de Turin.


Desde allí se dirigió á Milán, en donde trató
al famoso grabador Longui, bien conocido por su
mérito, y á varios otros; y pasando por Bolonia,
después de admirar algunas obras de pintura,
entre, ellas, varios techos de Iglesia del célebre
Guido Reni, se encaminó á Florencia, á donde
le llamaban no solo la galería Médicis, que exa-
minó con todo detenimiento, sino el acreditado
grabador Morghen y toda su escuela. Visitó pues
el estudio de este, y la Academia, recibiendo
obsequios muy lisonjeros, de hombre tan emi-
nente , y muy de apreciar, por lo mismo que ve-
nían de un artista de tal celebridad. Siguió su
viage á Roma, en donde creció su admiración y
sorpresa al encontrarse frente de las grandes obras
en pintura, escultura y agricultura que encierra




. USTEVE. 11


aquella Capital, en la que existe lo mejor y mas
florido de las artes, y de los monumentos de la
antigüedad. El efecto que debe producir en un
artista, y mas del mérito del Sr. Esteve, el con-
templar aquellas obras tan celebradas por unos,
tan interpretadas por otros , solo puede c o m -
prenderlo el mismo que lo esperimenta. Como
español reconocido y fiel, debia visitar á SS. M M .
D . Carlos IV y Doña Maria Luisa, que á la sa-
zón residían en aquella corte, los cuales le reci-
bieron colmándole de obsequios. Como Artista,
buscó el trato de los hombres eminentes que se
encerraban en aquel emporio de las artes, y bien
pronto contrajo amistad, con Canova, Jlvarez,
Thorvalsen, Camucini, y Benvenuti.


Corto hubiera sido el tiempo ocupado en
aquella amistad, por mas que quisiese alargarlo;
pero Esteve debia realizar su viage cual se ha-
bía concebido ; y no con poco sentimiento , se
puso en camino para Ñapóles, á fin de visitar el
Herculano y Pompeya, y ver las preciosidades que
se van encontrando en bellas artes, asi como las
obras maestras de los célebres artistas que encier-
ra aquella capital, llena de recuerdos enlazados
con nuestra historia. De allí pasó á Venecia,




12 PERSONAJES C E L E P R E S .


cuya celebrada escuela de pintura le admiró so"
bre manera, asi como las obras del Paiadio y
Vitrübio; y atravesando la Suiza por Ginebra, se
dirigió á Paris, en donde al momento se relacio"
nó con el famoso grabador Bervic y su discí-
pulo Toschi, asi como con los acreditados Tar-
dieu, Desnoyers, Berlaux, y otros muchos ar-
tistas de gran mérito, entre ellos el célebre pin
tor militar Horacio Vernet.


Este viaje debia necesariamente engrandecer
los conocimientos de Esteve, á pesar de que ya
antes de llevarlo á efecto, los había manifestado
muy superiores; pero no era este el solo obje-
to. Cuando se concibe un buen pensamiento, no
pueden enumerarse de antemano las conse-
cuencias que ha da producir; quizás alguna se
desliza sin ser conocida ni aun calculada, y so-
lo puede por lo tanto asegurarse un buen resul-
tado, cuando el cálculo está bien hecho. El via-
ge de Esteve, que emprendido por otro profesor
de menos mérito, solo hubiera producido ade-
lantos en el sugeto, y que era cuanto se podía
esperar, ha dado lugar á un titulo de gloria pa-
ra el artista y para el pais.


Estimulado por las obras que examinaba, y




ESTE V E . 13


ambicionando la celebridad que lograban sus au-
tores, deseó emprender una, que no solo corrie-
ra por Europa á par que su nombre, sino que die-
se á conocer que en España habia también artis-i
tas que compartiesen con los estrangeros la gloria
no disputada hasta entonces. Este pensamiento
estaba fijo en Esteve desde su regreso á España; y
habiendo tenido ocasión de esponerlo al Rey Fer-
nando VII, fue tal el interés que este tomó por
la idea, que en Real orden de 3 de Enero de 1821
dispuso pasase á Sevilla, á fin de que franqueándo-
sele todos los cuadros existentes en aquella ciu-
dad, cuna de las artes en España, eligiese el que
tuviera por conveniente para sacar un correcto di-
bujo que debia grabar; disponiendo el Soberano,
como una prueba del interés que le animaba por la
empresa, que mientras tanto se ocupaba en este ar-
duo trabajo, se le alojase en el Real Alcázar. Veri-
ficóse asi, y después de haber examinado las me-
jores obras de la escuela sevillana , eligió el cua-
dro existente en el Hospital de Caridad, cuyo asun-
to representa á Moisés en el desierto hiriendo la
peña para dar agua al pueblo sediento. La superio-
ridad y belleza de composición de este célebre cua-
dro , y la variedad de objetos que lo enriquecen,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


fueron parte para que Esteve lo considerase muy
á propósito para lucir en él el grabado; empresa sin
embargo atrevida, no solo por la multitud de fi-
guras y términos que le dio el gran Morillo su
autor, sino también, y mas principalmente, por-
que estando pintado para una altura inmensa, se
halla tan desvaratado el c o l o r , y puesto con tal
degradación, que al ser trasladado al Alcázar,
tuvo Esteve que crearlo casi en el bellísimo y
correcto dibujo que emprendió, y que presentado
á S. M. obtuvo su real aprobación, y los since-
ros elogios de cuantos artistas lo examinaron
entonces; y sea dicho de paso, aunque han trans-
currido muchos años, coservamos en la memo-
ria el entusiasmo que nos produjo.


Desde entonces se dedicó nuestro compatriota
á la realización de sus miras, si bien no con
una absoluta preferencia, por tener que desempe-
ñar, corno Grabador de Cámara , algunas obras
parala Calcografía, otras para el Real Palacio,
y diferentes para el depósito Hidrográfico de la
Marina ; y á los doce años de emprendida y casi
acabada, se vio en la precisión en 1837, de so -
licitar Real licencia para pasar á Paris , á fin de
concluir y estampar su obra , cosa imposible de




E S T E V E . 15


efectuarse en España, por falta de los útiles nece •
sarios. Alli la terminó por ú l t imo, y presenta-
da en la exposición pública celebrada en el Pa-
lacio del Louvre en 1839 , fue premiada con la
primera medalla de oro y un diploma, único
premio que se dio al grabado; habiendo la cir-
cunstancia favorable á nuestro pais , de que los
muy dignos y apreciables jóvenes artistas espa-
ñoles , D. Federico Madrazo, y D. Carlos Luis
de Rivera, alcanzaron gran lucimiento en la mis-
ma por sus preciosos cuadros ; aquel el que re -
presenta la aparición de dos ángeles que inspiran
á Godo/redo de BouUlon la idea de ponerse al
frente de los ejércitos Cruzados , y este al céle-
bre D. Rodrigo Calderón en el acto de ser con-
ducido al suplicio en 1675; composiciones ambas
oellísimas, y que cada uno respectivamente con-
serva en su poder , como prueba de la protección
que el pais dispensa á las artes , y de lo que pue j


den esperar los que se dedican á ellas en una
époea tan desgraciada. Tuvo también Esteve el
honor d e presentar su obra á los Reyes , por me-
dio del Embajador Marqués de Miraflores, mere-
ciendo los mayores elogios de toda ta Corte , y
por último á esta producción debió en 13 de




16 PERSONAJES CELEBRES.


Febrero de 1841 , el diploma de miembro del
Instituto de Francia, y de aquella Academia,
por vacante de Mr. ¡Moreau; obsequio debido
á los artistas de dicho Instituto Mr¡ Désnoyers
y Mr. Richomme, primeros grabadores franceses.
Todos estos títulos de gloria adquiridos por el
Sr. Esteve en aquella culta capital, recaen esen-
cialmente en honor del pais , y tienen su origen
en la primera determinación de Carlos I V , se-
cundada por su hijo Fernando V I I , sin la cual
seguramente no existiría este monumento glorioso
de las artes.


Mientras tanto, en España al ser presentada
\A obra de Esteve á S. M. la augusta Reina G o -
bernadora Doña María Cristina, espontáneamente le
premió con la Cruz de Caballero de la Orden de
Carlos I I I , lisongeándole con espresiones altamen-
te honoríficas. La Academia de S. Fernando le
espidió el título de Académico de mérito, y la
de S. Carlos de Valencia, el de Director del gra-
bado ; siéndolo en la actualidad de la de Madrid,
sin que uno solo de estos premios haya sido ni
aun indirectamente solicitado por él.


La obra del Sr. Esteve está juzgada por el
mundo inteligente: figura en el día en las gran-




ESTE V E . 17


des colecciones y en lugar muy distinguido. En-
tre nosotros existe también en los gabinetes de
los buenos aficionados, que no son muchos por
desgracia , y el público la ha admirado en la ex-
posición que tuvo lugar en la Academia de San
Fernando en 1839. Difícil, cuando no imposible,
seria describirla. El Señor Esteve grabándola con
todo el arte de que es capaz, y grabando un
género de pintura tan desleído y evaporado, si
asi puede llamarse , ha conservado puros los c o -
lores que el gran Murillo usaba en sus cuadros.
Basta separarse un p o c o , para adivinar, sin ver
el original, cuales son los que se emplearon en
la o b r a , y al mismo tiempo el buril marca la
espresion de las figuras , peculiar de aquel genio.
Citaríamos en comprobación de esto, alguna fi-
gura, pero insensiblemente las citaríamos todas,
y sin utilidad alguna, porque es estampa harto
célebre , por el gran mérito que reúne, y que
bien se ha reconocido en los países extrangeros.


Las demás obras de este artista, muchas de
ellas existen en la calcografía de la Imprenta Real
como son Jacob echando la bendición á su nie-
to, por un cuadro de Juan Francisco Barbieri,
conocido por el Guercino; Cristóbal Colon de




18 PERSONAJES CELEBRES.


cuerpo entero, por dibujo italiano; algunos retra-
tos de la colecion de Varones ilustres que se pu-
blicó y existen en dicha calcografía ; la de la
Reina Doña María Isabel de Braganza , y otras
muchas obras que seria cansado designar. La úl-
tima que hemos descrito será probablemente la
mas gloriosa para é l ; y proporcionando al autor
gran celebridad, recaerá la gloria en favor del pais
que dio el ser á dos artistas tan distinguidos como
Morillo y Esteve , y protegió al último , obtenien-
do asi las ventajas que siempre se consiguen,
cuando hay protecion y cuando esta recae en per-
sonas de verdadero méri to , ó queden al menos
esperanzas de que no en vano- se les dispensó. No-
nos cansaremos de repetir, que la obra colosal y
magnífica del Escorial, que la riqueza de nues-
tras suntuosas catedrales y célebres monasterios,,
dieron fomento á b s artes , en términos que j a -
más nación alguna tuvo un periodo tan rico en
artistas de todas clases, como nuestra España en.
su siglo de oro. ¿Sin aquellos elementos de pro-
tección y estímulo, hubiera llegado jamás la Na-
ción al grado de adelanto en las bellas artes que
alcanzó ? Seguramente no; pues la regia fundación,
la colosal obra del grandioso monumento consa-




KSTEVE. 19
graJo á la gloriosa jornada de S. Quintín, por
el gran Felipe I I , no solo atrajo á España cuan-
tos artistas de mérito existían en el resto de Eu-
ropa, ó por lo menos sus obras, sino que difun-
diendo entre los españoles los conocimientos y
buen gusto de aquellos, y alentados estos con la
seguridad de abundante y bien retribuido trabajo,
pudieron adelantar , y llegar á igualar, si no esce"
der, á los que les sirvieron de maestros.


¿ Podrá por ventura suceder lo mismo en los
tiempos presentes? Trabajada desde muchos años
y en especial en todo lo que llevamos del pre-
sente siglo, esta nación desgraciada; viendo des-
truidas en gran parte por el pico revolucionario,
muchas de las obras que atestiguaban su anti-
gua opulencia; pasar á manos ignorantes y pa-
ra usos profanos los templos que sirvieron en
otro tiempo de asilo y gloría á las artes; redu-
cido el clero á la indigencia; trastornadas las
fortunas, y careciendo en lo general la nueva
aristocracia del dinero, de instinto para el f o -
mento de obras artísticas , ¡ qué estímulo podrán
hallar los que se dediquen á estas profesiones!
La pintura reducida á emplearse solo en retra-
tos , mezquinamente retribuidos en general, es




20 PERSONAJES CELEBRES.


imposible que produzca jamás obras como las
de nuestros antiguos pintores, que admiramos
en nuestros Museos, y atraen la atención en los
estrangeros. La escultura, ademas de las cau-
sas dichas, ninguna protección encuentra en el
gobierno, que es el único que pudiera emplear-
la algunas veces, y si lo hace es con harto des-
acierto. ¿Aqué se dedicará pues el grabado en épo-
ca tan calamitosa como la presente?


Inútil fuera buscar en otras causas nuestra
actual decadencia ; la época que atravesamos es de
destrucción, y el materialismo que domina este si-
glo , no es el mas á propósito para grandes obras
del ingenio. Nuestros grandes artistas se llevaron
l,i gloiia : á nosotros no nos es dado mas que la
destrucción de sus grandes producciones, ó su venta
al estrangero. Si la nación recobra algún dia su
puesto, si vuelve también la tranquilidad y el so-
siego de que por tanto tiempo carecemos, las
artes florecerán, no hay que dudarlo. De lo con-
trario habremos perdido la gloria artística es ver-
dad, pero también habremos perdido y es mas,
la nacionalidad.








=?E=


JORGE CANNIJVG.


« Su elocuencia era clásica, florida
y cautivadora, y tenia el talento de
hablar muchas veces sobre un mismo
asunto sin jamás repetirse. La mayor
prueba de su integridad es que m u r i ó
pobre. »


Biografía Universal , dirigida por
M R . W E I S S .


Este hombre de Estado, uno de los mas jus-
tamente célebres de los tiempos modernos, na-
ció en Londres el 11 de Abril de 1770. Su familia
no podia vanagloriarse de su nobleza ni de su
opulencia, pues su padre casándose contra la
voluntad de sus parientes, con una mugér her-
mosa pero pobre, habia sido desheredado. Can-
ning fue el fruto de aquella unión desgraciada
bajo todos aspectos. Su padre que egerció suce-




2 PERSONAJES C É L E B R E S .


cesivainente la profesión de abogado y el oficio
de vendedor de vino, falleció poco después, cuan-
do él contaba apenas dos años, y su madre se
vio reducida, para atender á su educación, á
dedicarse al teatro, saliendo por primera vez en
Londres donde no gustó, y representando des-
pués en las provincias. Sin embargo, el joven
Cauning tuvo la dicha de encontrar un tio ge -
neroso, que lo mandó primero á una escuela pre-
paratoria, y después al Colegio de Eton, frecuenta
do por la nobleza de los tres Reinos, asi como por
la juventud plebeya, cuyas buenas disposiciones
forman la esperanza de la Inglaterra;'jóvenes de
ambicioso y elevado corazón , que se prometen
alcanzar los honores d despecho de su nacimien-
to, merced al poderoso patronazgo de las amis-
tades contraidas con la dulce intimidad, y la
franca igualdad del Colegio. En Eton , dio mues-
tras Cauning de asiduidad y grandes disposicio-
nes para los estudios clásicos, y lo que era aun
mas raro , de cierta ligera ambición literaria;
pues concurrió en aquella época á fundar y re-
dactar un pequeño periódico titulado, El Micro-
cosmo, que no deja de hacer honor á la plu-
ma de un escolar.




C A N N I N G . 3


Al cumplir 18 nños, pasó Cauning á la Uni-
versidad de Oxford donde recogió una buena
parte de los honores académicos. Sin embargo las
amistades que formó ó cultivó en Oxford, fueron
mas importantes para su porvenir que sus triun-
fos científicos; pues alli fué donde hizo estrecha
amistad con el futuro primer ministro de Ingla-
terra, Lord Liverpool, y con los demás contem-
poráneos suyos, que indicaban [ya que habían de
ocupar algún día los primeros puestos en la so -
ciedad. Después de haber pasado en la Univer-
sidad los años de costumbre, fué Canning á
Londres, y se inscribió en el Lincoln'sInn pa-
ra recibirse de abogado. Pero sus relaciones con
hombres influyentes, la reputación que ya dis-
frutaba de talento y capacidad, le proporcionaron
hacer fortuna por un medio mas espedito que el
del foro. Hasta entonces sus amigos , y podríamos
casi decir toda la juventud de la época , profesaban
ideas liberales, y habian adoptado en política
los principios del partido whig: el torysmo estaba
agonizando. ¿ Quién habia de simpatizar aun con
las orgullosas é imprudentes doctrinas de un
partido, al cual se debía la guerra de América
y sus prolongados desastres? Sin embargo, el




A PERSONAJES CELEBRES.


momento mismo en que iba á espirar la Revo-
lución francesa, reanimó aquel cadáver Queda-
ba aun la cola del torysmo, que á pesar de ser
numerosa, carecía de gefe y de orador; para te-
nerlo era necesario que Pitt , desertando de los
bancos de la oposición, bajo el pretesto de los
escesos que se cometían en Francia, fuese á alis-
tarse en sus filas, adonde le siguieron muy luego
Burke y Wiudham. Acabábase de verificar esta
deserción de los whigs moderados á las banderas
del torysmo, cuando apareció Canuing en la es-
cena política. Estábase entonces en lo mas vivo
de una crisis terrible: los d o ; partidos que se
hallaban frente á frente, inciertos de la victoria,
atentos á engruesar sus lilas con cuantos hom-
bres de porvenir habia entre la juventud, se dis-
putaron mutuamente á Canning, el cual tuvo
que elegir entre la protección de Pitt y la amis-
tad de Fox.


Sin hacer la injuria á Canning de suponer que
su pobreza le indujo á decidirse por el partido
en que habia mas que ganar, volvió la espalda
á Fox y á Sheridan, aceptó los ofrecimieutos de
Pitt , y entró en el Parlamento en 1793, como
representante del Burgo podrido de Kewport. Es-




C A N N I N G . .»


tuvo silencioso un año entero, midiendo y pre-
parando sus fuerzas, y no habló hasta en 1794,
con motivo de la discusión de un bilí cuyo ob -
jeto era dar subsidios al Rey de Cerdeña contra
la Francia. El tema que adoptó y que siguió des-
pués en varias ocasiones, fue la necesidad de hacer
una guerra á muerte a la Francia republicana, á pe-
sar de la fortuna y de cuanto pudiese acontecer.


Los triunfos parlamentarios de Canning le hi-
cieron nombrar Subsecretario del ministerio de
Negocios estrangeros, empleo que desempeñó has-
ta el fin de la administración de Pitt en 1801,
Durante este periodo, frecuentemente resonó su
voz en el Parlamento , defendiendo los proyectos
ministeriales; sin embargo, si se esceptua el dis-
curso que pronunció en la abolición de la escla-
vitud , no vemos motivo para aplaudir mucho su
elocuencia. Se apoderó de aquel asunto, fecundo en
principios generosos , y el discurso que pronun-
ció en aquella ocasión, puede considerarse como
una de sus obras maestras oratorias: es al mismo
tiempo la esposicion curiosa y pintoresca de las
preocupaciones de la época , y sentimos no poder
citar algunos pasages de él, que darian una idea
de la facundia con que refutaba á algunos de sus




6 PERSONAJES CELEBRES.


amigos políticos, que sostenían que era preciso
respetar el comercio de negros como una antigua
institución.


Los trabajos parlamentarios y administrativos
de CanniDg no absorvian todo su tiempo. Sin po-
der competir con la maravillosa actividad de tra-
bajo de Mr. Brougham, que en medio de sus
ocupaciones del foro y del Parlamento, fundaba y
redactaba la Revista de Edimburgo , dio Canníng
sin embargo una serie de poesías al periódico el
Anti-galicano, cuyo solo título indica su espíritu.
Hay en aquellas efusiones poéticas mas ingenio
que generosidad , y ni el mismo espíritu de par-
tido , podría disculpar la malignidad de algunas
de las alusiones que contienen. Las mas felices
son algunas estancias parodiando á los poetas
filántropos de la época, culpables á sus ojos de
creer en la regeneración del género humano, y su
perfectibilidad progresiva.


En 1800 se casó Canning con la hija del rico
y eotxéntrico general Scott , el cual habia decla-
rado en su testamento que aquella de sus hijas
que se casase con un P a r , perdería por este solo
hecho su parte de la herencia. La hermana de la
esposa de Canning lo verificó sin embargo , pero




C A N N I N G . 7


esta rehusó aprovecharse de la cláusula del testa-
mento paterno. Mme. Canning llevó á su marido
un dote de 100,000 libras esterlinas, fortuna que
aseguraba para siempre su independencia, pero
que lejos de aumentarse durante una carrera tan
larga y brillante, la comprometió , apesar de que
jamás se le ha podido acusar de prodigalidad. En
1801 dejó Pitt el ministerio, á consecuencia se-
gún se dice de disidencia en opiniones entre el
Rey y él, acerca de la emancipación de los católi-
cos. Canning siguió á su protector, pero no de-
fendió como él ia administración justo medio de
Mr. Addington ; la atacó al contrario por sus
discursos en el Parlamento, y con sus epigramas
en la imprenta. Canning era en efecto de los que
no simpatizaban mas que en una idea, la de una
guerra sin tregua contra la Francia. Pitt acabó
por hacerse de la opinión de Canning, y atacaron
juntos la indecisa administración de Mr. Adding-
ton , quien se retiró en Mayo de 1804. Pitt vol-
vió entonces á desempeñar el empleo de primer
ministro, y Canning fue nombrado Tesorero de la
marina. Los dos amigos políticos disfrutaron sin
embargo poco de su triunfo. Pitt murió en Ene-
ro del siguiente año, y Canning depositó sobre




8 PERSONAJES C E L E E B E S .


su tumba el tributo solemne de su afecto y ad-
miración. Pero desde la muerte de Pitt, Canning
se declaró independiente como hombre político.


La subida al poder de los whigs , volvió á lle-
var á Canning á los bancos de la oposición , don-
de combatió mas con las armas de la burla y del
ridículo, que con las de la elocuencia y la lógica.
La muerte de Fox fue causa de la caida de los
whigs , como la de Pitt habia causado la de los
torys. La cuestión católica sirvió otra vez de pre-
testo al Rey para despedir á su ministerio, y en
Agosto de 1807, se formó una administración
guerrera, si es lícito espresarnos así. En aquel mi-
nisterio , Lord Liverpool desempeñó el del Inte-
rior, Lord Castlereagh el de la Guerra, y Canning
el de Negocios estrangeros: era imposible imagi-
nar una concentrado'» mayor del espíritu torv.
El primer acto importante de la nueva adminis-
tración , fue una de aquellas medidas que exigen
grande audacia en la egecucion, unida á no menor
atrevimiento y candidez para defenderla, Trátase
de la presa de la flota danesa y el bombardeo de
Copenhague; medida que se atribuye á Canning.
Aquel acto es demasiado conocido para que tenga-
mos que apreciarlo aquí, y prueba que no habia




C A N N I N G . 9


consideración alguna capaz de contener ;í este hom-
bre de Estado en la egecucion de los planes hos-
tiles que habia formado contraía Francia. Hasta
entonces la fortuna y la habilidad habían faltado
siempre a los prodigiosos esfuerzos de la Gran
Bretaña, y se habia podido notar la falta de cor-
dura ) de conjunto en todos sus proyectos de
guerra contra Napoleón. Habia escítado contra él
á todas las potencias de Europa, pero unas tras
de otras y solo para perderlas sucesivamente ; había
disipado sus propias fuerzas y sus tesoros en cien
espedicionesl sin importancia, diferentes en su
objeto y fútiles en sus resultados. La misma po-
lítica tímida, irresoluta, parecía presidir á cada
alianza y á cada espedicion nuevas, aun en el
momento en que la inesperada resistencia de la
España , ofrecía á la Inglaterra la ocasión mas glo-
riosa y favorable de intervenir con todas sus fuer-
zas. La mayoría del gabinete pareció que no quería
arriesgar todavía mas que un auxilio débil, y por
consiguiente ilusorio. Canning fué el que á fuerza
de instancias en el Consejo y en el Parlamento
decidió á los que tenian en sus manos los des-
tinos del país , á echar esta vez en la balanza todos
sus recursos y todo su poder. Canning conocía




10 PERSONAJES CELEBRES.


que la Peuínsula era el úuico punto del continen-
te donde la Inglaterra podia esperar hacer una di-
versión importante y decisiva, y atacar á Napoleón
con probabilidades iguales. Al efecto envió á Es-
paña á su íntimo amigo Mr. Freere, con encargo
de fomentar el espíritu de resistencia de la nación
contra la Francia, y de consumar la alianza de la
Inglaterra con los sublevados españoles.


En esta ocasión princpiaron la rivalidad y
mala inteligencia de Lord Castlereagh y de Can-
ning. El primero que pertenecía á la antigua
escuela de política inglesa, y muy inferior al
segundo en talento, se inclinaba mas á seguir la
rutina y los errores ya adoptados, es decir <i
multiplicar las pequeñas espediciones y los pun-
tos de resistencia, que á concentrar sobre uno
mismo las fuerzas y recursos de la Inglaterra. Co-
mo Lord Castlereagh era ministro de la Guerra
y Canning de Negocios estrangeros, su diver-
gencia de opinión dio lugar á serias diferencias,
puesto que se estorbaban reciprocamente, llegan-
do á ser intolerables las colisiones que resulta-
ban de ello diariamente.


Lord Castlereagh concibió en aquella época
el [dan de la espedicion del Escalda, como en




C A N N I N G . 1 1


oposición á la de Copenhague; Canning al pa-
so qne apoyaba la desgraciada espedicion acon-
sejada por su colega, conoció su inutilidad, y
deploró el ver gastados de este modo unos re-
cursos que, empleados en España , hubieran con-
tribuido infaliblemente al triunfo mas rápido de
las armas inglesas. En consecuencia hizo pre-
sente al Duque de Portiand la necesidad de qui-
tar el ministerio de la Guerra á Lord Castlereagh
ó de aceptar su propia dimisión. Hubiera desea-
do que desempeñase el ministerio de la Guer-
ra el Marqués de Wellesley, hombre de espíritu
activo y emprendedor, que participaba compelta-
m°nte de sus miras relativas á España. Sin em-
bargo, la dificultad de verificar aquel cambio en
el ministerio, y los acontecimientos mismos de. la
guerra, retardaron aquel arreglo, y fueron causa
de que Castlereagh lo ignorase. Canning, can-
sado de esperar, insistió por una solución inme-
diata, y su rival supo entonces por primera vez
la desconfianza que se tenia de sus talentos y el
proyecto formado de reemplazarle. Provocó en
consecuencia á Canning, y hubo un desafio, re-
sultando este herido de un balazo en un muslo.
Los dos adversarios presentaron inmediatamente




12 PERSONAJES CELEBRES.


su dimisión y se formó un nuevo gabinete pre-
sidido por M. Perseval. Esta revolución de ga-
binete, aunque fatal para Canning puesto que
le alejó durante mucho tiempo de los negocios,
no dejó sin embargo de ser favorable á la con-
tinuación de sus ideas y planes políticos; pues
por una circunstancia muy singular ocupó su
puesto el mismo Marqués de Wellesley, á quien
él tanto habia deseado ver ministro. A la entra-
da de Lord Wellesley en el gabinete debe atri-
buirse el estraordinario vigor con que fue enton-
ces defendida la causa de los Españoles, y sus
consecuencias finales tan importantes para la
Europa.


Un nuevo cambio en el gabinete tuvo lugar
en 1812. Lord Wellesley se retiró porque no se
hacia nada para la emancipación política de los
católicos, y porque la guerra era dirijida con
demasiada lentitud; en una palabra por que no
prevalecían los principios y los planes de Can-
ning. Hacia el mismo tiempo acaeció el asesina-
to del primer ministro Perseval, y el Principe Re-
gente encargó á Lord Wellesley y Canning la
formación de un nuevo ministerio. Sus esfuerzos
para conseguirlo fueron inútiles á causa del mal




C A N N I N G . 13


humor de los torys y de la negación de los whigs
á entrar en un ministerio de coalición; negativa
atribuida en aquel tiempo á una reticencia de
Sheridan. Este incidente tuvo una importancia in-
mensa, pues impidió que Canning dirigiese la po-
lítica de la Inglaterra durante los memorables años
de 1813, 14 y 15.


Libre Canning, que no vivia mas que para la
política, de todos los trabajos administrativos, se
dirigió entonces á estudios positivos y dñ intere-
ses comerciales. En 1811 le absorvió enteramente
la cuestión de lo moneda de vellón ; en 1812 lla-
mó su atención la de la renovación de la carta de
la Compañía de las Indias orientales; y en los
importantes debates á que dio lugar , emitió opi-
niones mucho mas favorables en general á los in-
terés comerciales que al monopolio. Esta circuns-
tancia de su vida política fué en estreino venta-
josa á su carrera futura, pues en lugar de conti-
nuar siendo simplemente un tory gubernamental;
atizando la guerra y defendiéndola en calidad de
miembro representante de un Vurgo podrido, Can-
ning se encontró enlazado con inmensos intereses
comerciales, y fue enviado al Parlamento el mismo
año de 1812, por la importante ciudad de Liver




14 PERSONAJES CELEBRES.


poo l ; recuperando de este modo en el país la in-
fluencia que había perdido en la administración.
Tsada sin embargo podía disminuir en el espíritu
de Canning la incomodidad de verse alejado del
gobierno de su pais, en una época en que produ-
cía sus resultados el sistema político aconsejado
por él. Provino de esto un pasajero disgusto en él
por los negocios públicos, que se aumentó toda-
vía mas con el cuidado que le causaba el estado
de desfallecimiento de su hijo primogénito, ata-
cado ya de la enfermedad que causó después su
muerte. Pero no por eso dejó de aceptar á fines
de 1813 la Embajada de Lisboa, aceptación que le
atrajo mas recriminaciones que cualquier otro acto
de su vida política. En efecto como entonces no
habia corte en Lisboa , aquel destino no era mas
que una sitie-cura maguí Acámente retribuida,
que le hacia dependiente de Lord Castlereagh;
hubo también según se dijo en la negociación que
al efecto se siguó, circunstancias poco honrosas
para su carácter ; de todos modos Canning recha-
zó con su acostumbrada felicidad los ataques y
acusaciones de sus adversarios en la Cámara de
los Comunes.


En 1816 , regresó á Londres pasando por Fran




C A N N I N G . 15


c ía , y tuvo en París una entrevista con Mme. de
Stael, que lia referido los detalles de ella en sus
Memorias. A poco tiempo de su regreso á Ingla-
terra, aceptó Canning el empleo de Presidente de
la oficina de intervención (Board of controll) pa-
ra los negocios de la India, cuyas funciones le
constituían de hecho ministro de la ludia en el
gabinete, y para, las cuales le habían hecho apto los
estudios y trabajos sobre aquel país que había te -
nido que hacer en 1812. Esta parte de la carrera
política de Canning es seguramente la menos
honrosa, ó si se quiere la menos liberal. Su
torysmo exagerado en el principio de la guerra
y durante todo su curso, podia muy bien haber
sido resultado de un patriotismo mal entendido,
tal vez lo habia adoptado y sostenido como el
medio mas á propósito para defender á su pais
contra el genio de Napoleón. Pero cuando aquel
temible enemigo no podia causar ya espanto á la-
Inglaterra ; cuando la victoria habia coronado los.
esfuerzos del partido dominante, convenia al pa-
recer á este partido, á lo menos á cuantos hom-
bres generosos habia en é l , y seguramente Can-
ning era uno de ellos, el alejarse un poco de
sus máximas arbitrarias, de su odio á la líber-




16 PERSONAJES CÉLEBRES


tad , de su desprecio por cuanto favorecía a los-
princípios populares. Pero desgraciadamente para
su gloria, Canning fue arrastrado por las conse-
cuencias de la primera parte de su carrera po-
lítica, y se vio precisado á seguir los errores,
que al principiar su vida le habían hecho encar-
nizado enemigo y burlón amargo de cuanto
podia contribuir al progreso de la libertad. Pudie-
ra disculpársele, si sus principios hubieran sido
puramente estacionarios, pero entonces eran esen-
cialmente retrógrados. Las leyes draconianas que
presentaron los torys para reprimir el desconten-
to popular, no encontraron un abogado mas ce-
loso é intrépido que Canning. La suspensión del
acta de habeas corpus, el bilí para la represión
de los meetings sediciosos , fueron defendidos
por él tan tenazmente, como si el 1817 hubiera
sido 1793, y como si hubieran presentado las
dos épocas iguales necesidades ó los mismos peli-
gros. Canning apoyando las medidas del Gobierno,
traspasó los límites del decoro, que debe observar
todo hombre de Estado que se respeta á sí mismo.
Ridiculizaba todas las ideas de reforma, y afec-
taba insolentemente no creer que sus adversarios
pensasen en ellas con sinceridad. Viósele tomar




C A N N I N G . 17


bajo su protección los agentes impuros de que se
sirven algunas veces los gobiernos, para descubrir
secretos que les importa penetrar; hacer pública-
mente la apología del espiónage, y llegar hasta bur-
larse en pleno Parlamento de los padecimientos de
los infelices presos, víctimas del rigor del Gobier-
no. Si la insolencia de los torys no ha contribui-
do menos á impopularizarles que sus máximas
y sus actos, Canning por su parte contribuyó
eficazmente á ello, pues jamás seide alguno del
poder manifiesto mas insolente desprecio de la
opinión pública. La mayoria compacta de que eran
deudores los torys á sus recientes triunfos, y que
creian eterna, animó á los ministros y á Canning
para atreverse á todo. Pero la severidad del Par-
lamento no consiguió sofocar el descontento pú-
blico. Celebráronse meetings para pedir por m e -
dio de peticiones la reforma parlamentaria. Una
de aquellas reuniones seiá siempre célebre ; la que
se verificó en Manchester en 1819, y en la que
la multitud fué cargada y acuchillada por la Yeo-
manry ( Guardia Nacional á caballo) . En aquella
ocasión todas las simpatías de Canning estuvieron
aun por el poder; y poco tiempo después aparecie-
ron las seis actas célebres, medidas represivas




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


muy rigorosas contra la imprenta y las asociacio-
nes. Puede formarse una idea de la severidad de
aquellas leyes por una de sus cláusulas, que
condenaba al destierro á cualquier individuo con-
vencido de reincidencia en la publicación de libe-
los sediciosos. Canning fue el que promovió y de-
fendió con ardor todas aquellas medidas ; y como
era por su talento el mas poderoso orador del
ministerio, tal vez fue en aquella época el hom-
bre mas impopular de Inglaterra, y el mas detes
tado por todos los amigos de la libertad. No pue-
de negarse que mostró valor en aquellas circuns-
tancias ; pero no fue prudente su conducta, puesto
que es evidente en el dia, que precisamente el es-
candaloso abuso que hicieron los torys de su po-
der fue el que dio lugar á la reacción que hemos
visto realizarse, que ha acabado por aniquilar-
los, y que ha llevado la marea creciente del espí-
ritu de libertad é independencia mucho mas allá
de los límites á que tal vez jamás hubiera llega-
do , á no ser por las tentivas hechas para repri-
mirlo y sofocarlo.


Felizmente para Mr. Canning, sobrevinieron
acontecimientos que le alejaron de la administra-
ción ultra-tory, como la muerte de Jorge III, la




C A N N I N G . 19


subida de su hijo al T r o n o , la vuelta de la Rei-
na Carolina á Inglaterra , y el bilí de enjuicia-
miento presentado contra ella por el gabinete.
Canning que tenia antiguas relaciones de amis-
tad con la Re ina , no podia unirse á sus perse-
guidores. Dio en consecuencia su dimisión, y
resolvió pasar uno ó dos años en el continente.
Partió para Italia, y se detuvo mucho tiempo en
Paris, cuya residencia ejerció una influencia in -
mensa en sus opiniones políticas. Hasta entonces
Canning solo habia vivido en la atmósfera del
torysmo, y mirado los asuntos continentales según
el punto de vista propio de aquel partido; en-
tonces pudo ver y juzgar por sí mismo el espí-
ritu y la tendencia del partido que dominaba en
Francia, y en el resto de Europa. Contrajo amis-
tad , y tuvo conversaciones con los hombres ilus-
trados y liberales de aquella capital; y su torys-
mo , á lo menos en lo relativo á la política es-
trangera, sufrió un golpe que contribuyó mucho
á moderar su absolutismo y á modificar sus fu-
turos principios.


A su vuelta á Inglaterra hizo Canning uso de
su elocuencia en dos ocasiones, una en favor de
ia emancipación católica, y otra contra la reforma.




20 PERSONAJES CELEBRES.


Puede decirse que defendió la primera y comba-
tió la segunda según el mismo principio, el de-
seo de fortalecer al poder ejecutivo, reuniendo
francamente á los católicos al rededor del trono, y
dejando al mismo tiempo intacta la cadena de
hierro de influencias electorales, con la cual la
aristocracia habia sujetado al pais. Canning se
oponía á todo plan de reforma electoral, y se
burlaba sin compasión de los defensores de aque-
lla medida , como de unos charlatanes, que pre-
sentaban constantemente el mismo específico pa-
ra curar las innumerables enfermedades de que
el pais adolecía.


No creia entonces que tardaría poco en ser llama-
do á dirigir los negocios de la Inglaterra. Habia do-
blado la frente ante el astro de su rival mas afortu
nado , aunque dotado de menos talento , y habia
renunciado á toda idea de causar una escisión y
de tener un partido y una opinión propia. Su deseo
era, al parecer, eclipsarse de la escena política , y
con este objeto habia aceptado el encargo de G o -
bernador de la India. El buque que debía llevar-
le á Calcuta estaba pronto á hacerse á l i vela,
y solo esperaba á Canning que habia ido á des-
pedirse de sus comitentes de, Liverpool , cuando




C A N N I N G . 21


la repentina noticia del suicidio de Castlereagli
(Agosto de 1822) cambió su posición y las es-
peranzas de sus amigos. La amistad de Lord Li-
verpool, triunfando, de la oposición del resto del
gabinete, y basta de la aversión del;Rey, con-
siguió hacer que se ofreciese i Canning el mi-
nisterio de Negocios estrangeros en cambio del
Gobierno de la India. Canning aceptó y, recibió
la cartera á mediados de Setiembre ¡de 1822. Era
un momento de gran crisis. La Santa Alianza,
que acababa de; resolver en sus Congresos de
Troppau y da Laibach , la destrucción de los
Gobiernos constitucionales de Europa, y de der-
ribar e lde Ñapóles , iba. á reunirse denuevopa-
ra proseguir su política arbitraria. Lord ; Gastle-
reagl* mismo debía Ggurar en aquel Congreso co*
mo Plenipotenciario Inglés ¡ y cabe poca duda
que estaría dispuesto á sancionar* ó á mirar con
iudiferencia á lo menos, las resoluciones que
adoptasen los potentados; Canning al contrario,
tomó las riendas del poder, libre de; los lazos
de gratitud y de amistad personal hacía las au-
tócratas , que habían fascinado á su antecesor;
Lord Welington recibió pues instrucciones para
pasar á Viena en vez de ir á Verona, á fin de




•¿2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


que sui presencia no pareciese sancionar las me-
didas-'que iban a tomarse para sujetar la 1 Italia.
Sin embargo, el verdadero «objeto de aquel Con-
greso era - la España. Los ultra-realistas franceses
pediau permise. á la ¡ Santa Alianza para invadir-
a y destruir las Cortes. El Czar por su: parte,
desea!» enviar-sus ejércitos del lado allá de los
Alpes 5 al Pianrortte; Eran sin embargo tan es-
travagantes-las pretensiones de les-hombres de
reacción , que ocupaban entonces él -poder • en las
diferentes Cortes , que verdaderamente parece in r
creíble que:los mismos ultra-torva hubieran ^po-
dido tolerarlas.


En cuanto á Ganning,-cuanto odio ánti-fran-
cés había en su c o r a z ó n f i l e removido por la
determinación tomada por los realistas franceses
de recurrir á la fuerza de las armas, para obligar
ala España á' doblegarse de nuevo bajo el des-
potismo de su antiguo régimen: Dejando aparte
toda teoría-política, conocía que los intereses
ingleses estaban de este modo comprometidos, y
atacado el honor de la Inglaterra desde el momen-
to e n que se despreciaba su protección. No era
Canníüg hombre que disimulase sentimientos se -
mejantes; los manifestó claramente en su hábil




UAPiiMNG. 23


correspondencia c o n Mr. deChateauliriaud/, y. sus
miras eran demasiado nacionales para no desper-
tar: al momento las sUnpatías y nierecer,la apro-
bación del pueblo ifiglés. jamás ningún hombre
de Estado supo hallar: mejor que éi esas espresio
nes que; electrizan una nación, ni emplear de
un. modo mas hábil el tono del o rgu l lo , conser-
vándose en los límites estrictos de la prudencia;
ninguno, supo mejor que.él suplir la. falta d e . c a r ,
loe en la asc i oa , con el calor d e las espresiones.
Bajoeste punto de vista, lo misMO que bajootr.es
muchos, su parece Canning al celebre Lord Cha


Tenia ademas entonces mucha necesidad del
«poyo popular.. Atacado violentamente por la
Qposicion , ¡f en especial, por Lord Grey v á: causa
de no baber declarado la guerra ;á • la Francia ̂
principiaba por aquel tiempo ,á Iwcerse sospecho-
so., á.los ujtra-torys, eji razón dfi las ideas libera -
j a i q u e se traslucían en &us,d¡Sc#rso$i y comuni-
caciones. Guando dio a entender que solo depen-
día de la Inglaterra el encender: «na guerra de
opiniones, en la cual los subditos se sublevarían
contra los. Soberanos; cuando coníesó su resolu-
ción de destruir el espíritu ureopaguetico de 1«




24 PERSONAJES CELEBRES.


Santa Alianza, conocieron los amigos de Castle-
reagh que estaban dirigidos' por un gefe con el
cual ya no podiau simpatías*. De ahi' resultaron
dimisiones, como la del hermano deCastkreagh,
Embajador en VienOj y variaciones en el gabinete,
que hicieron sensibles los pogresos y el triunfo
del torysmò liberal. Pero doéde se manifestó á
descubierto 'el pensamiento de Canning, fue en el
desquite qii« tomó dé la intervención francesa en
España, con «1 reconocimiento d « la ' indepen-
dencia de las Colonias de la América meridional.


Observaba Lord Grey, que la Inglaterra siempre
habia hecho la guerra para impedir una union
demasiado íntima entre Francia y España. Can-
ning contestó , qtte la España actual no era la
misma que en otro t iempo; qué no era'la "que
jamás veia ponerse el sol én sus dominios « La
Españade ahora i anadia, ño es aquella España
dueña de las Indias que causaba z*lbs, y es-
pantaba la imaginación nuestros antepasados.
Para vengar la afrenta y destruir los resultados
de la invasión francesa, no he necesitado decla-
rar1 la guerra, ni bloquear á Cádiz, n o ; he di-
rigido la vista á otra parte, he buscado com-
pensaciones en otro hemisferio. Viendo á la Es-




C A N N I N Ü r . 25


paña, como la habían conocido nuestros antepa-
sados, ' he decidido , -que si la Francia, halda de
ser dueña de lá' fespafia; i o :seri*'sin' 'las Indias.
He dado existencia al Nuevo Mando para restable-
cer el equilibrio del antiguo.» Estas palabras; pro-
uaniiadas Veinte años Irá por Canning,;encierran
el espíritu que domin* á la política inglesa, cua-
lesquiera quesean los principios de los hombres
que gobiernen aquel país, y manifiestan lo que
pueden confiar en 'é l l» sus Smigob.
•"<• ruis años de 1824, 24 y 26 llamaron toda
ta atención de €annmg ¡sotore; las eaesti«nes co-
merciales, y en; aquel periodo fiáe cuando Huski-
SOH principió á desenvolver sus sabias teorías
comerciales v desgraciadamente también fue una
época de muchas carestía. Algunos de los dis-
cursos pronunciados por Canniug en defensa
d é l a s teorías dé su: colega, especialmente: el
que trata' del-comercio dé la-sedería, : son muy ad-
mirados. En este ultimo se defendió de la acusa-
ción'de haber desertado del totysmo e n economía
•polítioa, corrió lo : habiabechoi en la política es-
trangera. Nada podría citarse mas- ingenioso y
hábil que aquella defensa. Segundé!, los torys
habían sido siempre Infinitamente mas liberales




26 P E B S O J U J E S CÉLEBRES.


que los whigs, y jamás se habían apartado de
los principios de Pitt; si se i te citaba una me-
dida, cuyo espíritu político difiriese evidente-
mente del de Pitfcj contestaba que era una es-
cepcion.


Canning pasó el verano de 1826 en Paris
con. su amigo Lord . Grenville, Embajador de
Inglaterra., A su regreso á aquel paisfue requeri-
do;; por el gobierno portugués para intervenir y
defenderle contra una invasión española, ,á-cuya
demanda'contestó con el envió inmediato de
tropas inglesas. En aquella ocasión nada tuvo
que criticar la Oposición en su política; al con -
trario, la admiró y se adhirió á ella. Brougham,
haciéndose superior á una baja rivalidad, elogió
con calor las miras liberales y la elocuencia del
Ministro. Poco después de este suceso tan im-
portante de: la vida política de Caanipg, que
la diferenciaba tan completamente de la.de Cast-
lereagli, aconteció otro accidente que le'privó
para siempre de los votos y simpatías de los
torys. Fue este el ataque de apoplegia que alejó
á Lord Liverpool de la escena política á prin-
cipios de .1827.


Cahning se hallaba entonces enfermo en Brigh-




C A N N 1 N G . 27


ton. Pasóse mucho tiempo antes de'que se nom-
brase un nuevo•• Ministerio , á causa de la gran
dificultad' que habia en hacer una elección, ¡que ¡ sa-
tisfaciese á Canriing y á los ultra^torys/ El Rey
creyó Salir del paso encargando á Canning la elec-
ción de un primer Ministro, contrario a la eman-
cipación de los católicos; negóse este perentoria-
mente, y ofreció la alternativa de su dimisión.
Jorge IV pidió tiempo para del iberar: y al fin,
en el mes de Abril se supo que Canning lumia
aceptado el puesto de primer Lord de la Tesore
r ía , título sinónimo d e primer Ministro. Sus sie-
te colegas torys,ÍX)rd Wellirigton, Lord E ldony
P e e ! h i c i e r o n inmediatamente dimisión. '


• Oréese generalmente que durante el interregno
ministerial, se le había prometido el apoyo de uno
de los oradores influyentes del partido whig; pero
entonces ya no fue el voto dé ios w h i g s , sino el
acceso' personal á su Ministerio,lo. que le era indis-
pensable.. Hubo por tanto indicaciones que fueron
aceptadas por la mayoría { comprendiendo á Brou-
g h a m , LordLansdown, Lord Olland, y hasta «1
ultra-liberal Búrdett. Todos conociéronla exigencia
de la crisis, y la necesidad'de hacer el sacrificio
de sus opiniones y proyectos personales, para es-




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


ehiir del poder á los; ultrat-tarys. Solo Lord Grey
se abstuvo, y auu ensayó: «l reunir Ja Oposición
« inspirarla desconfianza contra ..Canning; no le
escucharon, y se supo pocos, días después que
los- gefes dei tos w h i g s , esoepte- Grey!< habían
aceptado ministerios, siendo gefa Canning.;


Triste eos» es considerar que este grande hom-
bré de ; Estado llegase solo á la cumbre del poder,
par a' encontrar alli cuidados y mortificaciones, sin
encontrar compensaciones en la' ejecución de alr
guna de las grandes, medidas que tan á propósito
era para ooacebrr y ejecutar, pero,M nueva po-
sición era:demasiado difícil , demasiado incierta,
y su vida fue desgraciadamente demasiado corta,
para, poder conseguir sus plaues. Estuvo conde-
nado á apurar el cál iz , y ánodisfrutarninguna
de las dulzuras del puesto de primer Ministro. Tu-
vo que defenderse de la encarnizada malevolencia
de los :to¡rys, que, repelieron los i planes, mismos
que babian aprobado en tiempo de Lord Liverpool,
como por ejemplo^ la ley sobre cereales, que adop-
tada por la: Cámara de los Comunes, fue desecha-
da: por la, de los Lotes , merced á la influencia de
Lord Well ington, quien sin embargo había con-
tribuido á su redacción. Eu la Cámara baja tenia




C A N N I N G V 29


Canniug por lo menos la ventaja de poder defender^
se él mismo; podían allí fatigarle, 'pero no vencerle)
pues estaba en su ¡terreno y; c » sil elemento; Pe-
ro no tenia amigos « a la Cámara alta, capaces
de defenderle contra los ataques apasionados y
casi personales de Lord !Gréy. Contaba con que
tendría este cuidado Lord Plunkettt,1 y < <m ona
memorable circunstancia, una filípica terrible dé
Lord Grey quedó sin contestación por parte de
Lord PlBwkett, y de la de- lob Ministros tvlu>
gs , quienes si bien consentían en defender la po-
lítica actual del gefe del ' gab inete , 'no asi su
vida pasada. "


Sm e m b a r g o , el cuerpo dé este hombre era
demasiado débil para 'e l alma que le animaba.
Canning hacia mucho tiempo que estaba, enfermo,
y la grande oscitación que debian causarle tan-
tos 'amargos ' sinsabores y la multiplicidad de
sus trabajosV agravaron su estado, al paso que
le impedían apercibirse d é l o s progresos del mal.
A fines de Jubo de 1827, tres nicses después de
su nombramiento como primer Ministro ,• le fue
imposible ocuparse de los negoc i o s , y se retiró á
la casa de campo del Duque de Devoushire, en
Chiswick, cerca de Londres , donde exa}ó el úlr




30 PERSONAJES, CELEI1RES.


timo suspiro, el '8 de Agostoy .enel cuarto mis-
ino en que, había muerto Box. • . .


• iSeria superfino querer pintar «1 sentimien-
to general que causó su muerte.. No solo i se de -
ploró en Inglaterra; sino también en Francia y
en América!i países de ios cuales habla sido sin
embargo por mueho tiempo encarnizado enemigo.
La apreciación mas elocuente , el mas ardiente
tributo pagado á su memoria salió de la pluma
de J. Quincy-Adans, que le proclamó? $ inai
completamente inglésy el hombre de Justado
mas patriota gaé hasta entonces habia tenido
la Inglaterra. No podría citarse en favor suyo
mas meritorio título- de gloria,, pues por muy in-
glesa que fues* la política de iCanníngvfuCi no
obstante ai mismo tiempo favorable, á ¡los inte-
reses de la libertad. Aunque pueda criticarse con
justicia I* primera parte de su vida política,
siempre resultará que el mayor, y mas principal
inérito de Canning, fue haber.sido:¡ei ¡pr imer
hombre dé Estado en Inglaterra , y . tal vez en
Europa, que haya sabido conciliar los• principios
tan frecuentemente hostiles del. patriotismo y de
la filantropía. Las grandes medidas que distin-
guen la vida ministerial dc 'Canning s o n , el re-»




C A N N I N G . 3 1


conocimiento de los Estados de la América me-
ridional , el sostenimiento de la independencia
de Portugal, y el tratado concluido entre la
Inglaterra, la Rusia y la Francia en favor de
la Grecia. Fue el abogado constante y celoso
de la emancipación de los católicos, pero no tu-
vo la satisfacción de ver el triunfo de esta causa.
Se conservan de él varias poesías, llenas de ver-
bosidad y agudeza, en especial las que pertene-
cen al género satírico.










D. J. DE LA PEZUELA.


« Dio muchos dias de gloria á su pa-
tria , y cá los militares nobles ejemplos
que seguir. »


Suplemento á la Gacela de Madrid
de 2« de Octubre de 1830.


Hay en la vida política de las naciones sucesos
de tal importancia, que bastan por sí solos para
hacer célebres, en bien ó en mal , á las personas
que en ellos en igual sentido intervinieron. Hom-
bres que sin aquellos acontecimientos habrían pa-
sado desapercibidos, ocupan después un lugar
señalado en la historia, y en ellos se personifica,
por decirlo así, el recuerdo de aquellos sucesos.
Asi hubiera acontecido con el General ilustre cu -
ya vida vamos á bosquejar , si la insurrección de




2 PERSONAJES CELEBRES.


la América Española , eu cuya guerra se señaló
tanto , y la sublevación militar que le depuso del
mando del Vireinato del Perú, no hubiesen llama-
do' la atención pública sobre él. Reducidos á un
pequeño espacio, recorreremos rápidamente la
vida militar de este general, para pararnos con
alguna mas detención en el suceso importante que
acabamos de indicar, ya por la influencia que tuvo
en la pérdida de nuestra dominación en aquellos
paises, como por Jas consecuencias que ha tenido
después para la Metrópoli. No desconocemos las
dificultades que nos rodean, teniendo que apre-
ciar unos hechos que la conciencia pública conde-
n a , y cuyos principales actores han ejercido y
ejercen en el dia una poderosa influencia en los
destinos del pais ; pero guiados de la imparcialidad
que es nuestra divisa, y apoyados en documentos
públicos é incontestables , referiremos los hechos
acompañándolos solo de las ligeras observaciones
que creamos necesarias, para que los contempo-
ráneos puedan juzgarlos, y calificarlos la historia
a su tiempo cual se merecen.


D . Joaquín de la Pezuela y Sánchez Muñoz
de Velasco, primer Marqués de Vi luma, Ca-
ballero Gran Cruz de las órdenes de S. Fer-




PEZUELA. 3


nandó , S. Hermenegildo é Isabel la Católica, y
de la laureada de cuarta clase en la de S. Fer-
nando , Teniente General de los Reales Ejércitos,
Virey , Gobernador y Capitán General que fue
de los reinos del Perú , nació el 22 de Mayo de
1761 en la villa de Naval, reino de Aragón. Fue-
ron sus padres D . Juan Manuel de la Pezuela,
Caballero del hábito de Santiago, y Doña Mariana
Sánchez. Aunque nació en Aragón, donde acci-
dentalmente se hallaban sus padres, la casa y
solar de esta antigua é ilustre familia está en las
montañas de Santander, y Merindad deTrasmiera.


Empezó D . Joaquin su carrera militar en el
Real Colegio de Artillería de Segovia, desde don-
de promovido á Alférez de esta arma , fue des- ,
tinado al famoso sitio de Gibraltar. Allí concurrió
constantemente al servicio de las baterías, y á la
colocación de la artillería avanzada y fuego de esta
contra la plaza , mereciendo por su distinguido
comportamiento el grado de Teniente. Trasladado
á la plaza del Peñón en África, fue hecho Teniente
efectivo de su cuerpo, y ascendido á Capitán en
Vi de Agosto de 1791. Al principiar la guerra
contra la República francesa en 1793 , pasó suce-
sivamente á les ejércitos de Guipúzcoa y Navarra;




1 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


construyó y mandó las baterías llamadas deSau
Carlos, Paso del R i o , Cabeza del Puente , La
Ruena-Ventura, y el parque fortificado de artille-
ría , contribuyendo muy eficazmente con el fuego
de ellas á que los enemigos fuesen rechazados en
las acciones del 23 de Abr i l , 22 de Junio y 30
de Agosto de aquel año. Mandó la artillería li-
gera avanzada, en los combates del 21 de Octu-
b r e , 20 de Noviembre, 6 y 13 de Diciembre del
mismo , cooperando en gran manera con sus acer-
tadas disposiciones á que los enemigos fuesen re-
chazados en todos ellos ; y obteniendo por su seña-
lada conducta en aquellas ocurrencias , el grado
de Teniente Coronel de infantería, con que le agra-
ció S. M. en 20 de Noviembre de 1793.


En la batalla general de 5 de Febrero de 179-1,
mandó la brigada de artillería ligera , avanzada
en el Punto del Diamante , donde se sostuvo por
espacio de 5 horas que duró la acción , hasta que
recibida la orden de retirarse , lo verificó salvan-
do la artillería á brazo, sin mas auxilio que el
de los artilleros que le habian quedado ; y ha-
biendo repetido los enemigos sus ataques el 6 de
A b r i l , 6 y 23 de Junio siguiente, sostuvo vale-
rosamente con la misma artillería avanzada de su




P E Z U E L A . 5


mando , todas las tropas ligeras y de linea que
se abrigaron á sus fuegos, obligando á aquellos
á replegarse con mucha pérdida ; por cuyo moti-
vo fue recomendado particularmente á S. M. por
el General en Gefe. Atacada en l . p d e Agosto por
fuerzas muy superiores la linea de Irun hasta Vera,
se empeñó principalmente el enemigo en tomar
las baterías del centro, mandadas por Pezuela;
pero sin embargo deque llegó casi á tocarlas con la
mano , y de que las otras armas empleadas á bas-
tante distancia, no pudieron prestar auxilio al-
guno , le rechazó aquel con el mayor denuedo,
hasta que acometido por los flancos y recibida or-
den de retirarse , lo ejecutó con los oficiales y
tropa de su mando , al punto señalado de Tolo-
sa : en esta linea rechazó también por tres veces
con su artillería á la caballería francesa el 9 del
mismo Agosto , é impidió la colocación de la ar-
tillería enemiga por su frente , y sostuvo luego la
retirada del ejército hasta Lecumberri. Puede ase-
gurarse que no se disparó un cañonazo en aquel
ejército durante toda la guerra , á que no asistiese
Pezuela, obteniendo al fin de ella una brillante
reputación, por sus distinguidos servicios, y por
premio de ellos el grado de Corone! de infantería




O PERSONAJES CELEBRES.


En 17 y 25 de Julio de 1802 , fue promovido
á Gefe de Brigada y Teniente Coronel de su ar-
ma ; y nombrado en 15 de Setiembre de 1803
Coronel efectivo y Subinspector interino del de-
partamento de Lima , pasó á aquellos dominios
con el importante cargó de organizar todos los
ramos del cuerpo según el nuevo reglamento. En
consecuencia levantó desde los cimientos un par-
que de artilleria con fundición de cañones , maes-
tranza y fábrica de pólvora , que surtieron de ar-
mas y municiones á toda la América del Sur, agi-
tada después por una desastrosa guerra c ivi l ; y
construyó para defensa del parque una fortifica-
c i ó n , que fué la que principalmente paralizó en
Lima los proyectos de independencia á que en los
años posteriores propendía constantemente un nu-
meroso partido. Tales pruebas de instrucción y
actividad atrageron al Sr. Pezuela la confianza del
Virey , quien en 1806 le nombró para mandar
la división destinada al auxilio de Buenos-Aires,
atacado por los ingleses; y la Regencia del rei-
no mandó darle las gracias por su comportamien-
to , y con el grado de Brigadier le nombró Sub-
inspector en propiedad de aquel Departamento.
Elegido en 24 de Abril de 1813 para mandaren




i 'EZUELA. 7


gefe las tropas del alto P e r ú , después de una
marcha de 380 leguas, y apenas trascurridos dos
meses desde que se puso á la cabeza de un ejér-
cito reducido á 3,000 hombres , desanimado por
recientes desgracias, escaso de armas y de ves-
tuario , con la mayor parte de su poca caballería
desmontada, y al frente de un enemigo con do-
bles fuerzas, amenazado diariamente por diferen-
tes caudillos sueltos y una numerosa indiada, con
el espíritu público de las provincias de retaguar-
dia , conmovido por las ideas de independencia;
el General Pezuela arregló y llevó sus tropas al
enemigo, batiéndole completamente en t .° de
Octubre en Vilcapujio, causándole la pérdida de
1,600 hombres entre muertos, heridos y prisio-
neros , y tomándole 1,000 fusiles, toda su arti-
llería, campamentos y equipages*. Aquella memo-
rable victoria salvó por entonces al Perú, y hu-
biera sido mas ventajosa , si la falta de caballe-
ría y la pérdida de mas de 1,500 acémilas, oca-
sionada por el rigor de la estación, no le hubiesen
imposibilitado la rápida persecución del enemigo,
el cual rehaciéndose con refuerzos de artillería y
nuevas tropas, se presentó todavia con dobles fuer-
zas en los campos de Ayouma: el General Pezue-




8 P E R S O N A J E S CELEBRES.


l a , después de una penosa marcha entre monta-
ñas y nieves, le atacó el 14 de Noviembre, des-
truyendo en una sangrienta batalla el ejército de
Buenos-Aires, cuyos restos fueron a esconderse
en las provincias del Rio de la Plata. En 25 de
Agosto anterior habia obtenido el grado de Ma-
riscal de Campo ; y por su heroico comportamien-
to en la batalla de Vilcapujio, se le confirió la
Cruz laureada de cuarta clase, de la orden de San
Fernando , precediendo el juicio contradictorio,
que previenen sus estatutos.


Terminada tan felizmente la campaña de 1813,
en los primeros meses del año siguiente se ocu-
pó el General Pezuela en recorrer las provincias
recuperadas de Cochabamba , la Paz , Potosí, has-
ta Jujui y Salta, organizar todos los ramos de
su administración, y en perseguir los numerosos
cabecillas que las infestaban. En Agosto del mis-
mo año se perdió la plaza de Montevideo, y la
República de Buenos-Aires, orgullosa con este
triunfo, trató de hacer un esfuerzo contra el
P e r ú , destinando allí al ejército sitiador conside-
rablemente aumentado, á las órdenes de su mismo
Director supremo el General Rondeau : con esta
novedad se estendió de nuevo con estraordinaria




PEZ U EL A . 9


rapidez , el espíritu de rebeliou por todas las pro-
vincias del alto y bajo Perú, y proclamada en mu-
chas partes la independencia, una conmoción ca-
si general llegó hasta cerca de las puertas de Li-
ma. El ejército del Perú quedó aislado y sin co-
municaciones; y en tan apuradas circustancias, el
General Pezuela desplegó una superioridad de ge-
nio y grandeza de alma admirables. Se vio sin
mas terreno fiel que el que dominaba su pequeño
ejército , atacado diariamente por un enjambre
de partidarios, con un enemigo al frente muy
superior en número , y amenazado de una insur-
rección entre sus mismas tropas. En tal conflicto
empezó por reprimir esta, enérgica y generosamen-
te , sin mas castigo que el de su gefe (* ) , se re-
plegó desde Salta á Suipacha , sin perder el me-
nor efecto, destacó á su segundo, el General Ramí-
rez con 1,200 hombres, para someter las provin-
cias sublevadas de su espalda , quedándose con
3,000 escasos para hacer frente á las terribles
dificultades que le rodeaban. El Virey del Perú


H El Coronel D. Saturnino de Castro natural del pais,
habia formado el proyecto de sublevar el ejército v procla-
mar la independencia. Confesó su delito , y juzgado por e(
Consejo de guerra fue fusilado.




10 P E R S O N A J E S CELEBRES.


en tan tristes circunstancias, autorizó en junta
de Generales con parecer uniforme, al General
Pezuela para que en un caso estremo se salvase
como pudiese, aun entrando en acomodamientos
con los insurgentes. Mantúvose este porespaciode
siete meses en Cotagaita, conteniendo á los ene-
migos y batiéndolos en 42 acciones parciales que
ocurrieron, hasta que el estado de las cosas le
obligó á continuar su retirada, siempre perseguido
y siempre victorioso. Tan acertadas y valientes ma-
niobras fueron reeompensadt/s con el ascenso á
Teniente General , que se le concedió en Mayo
de 1815.


Reunido en Challapata con el General Ramí-
rez , que había triunfado decisivamente de los ene -
migos de la espalda, volvió á tomarla ofensiva;
y su vanguardia, mandada por el Brigadier Ola-
ñeta, fue atacada denodadamente en Ventaimedia,
pero rechazó y batió á los insurgentes. Este fue
el preludio de la memorable batalla de Viluma,
en que el General Pezuela, atravesando los es-
carpados montes de los Andes , cayó sobre los
enemigos por donde estos no le esperaban, y
después de tres días de combates, inutilizó su
fuerte y ventajosa posición, logrando el 29 de




P E / l i E L A . 11


Noviembre de 1815 destruir coa 4,000 hombres
de que se componía el ejército real, á los 7,000 de
que constaba el insurgente, mandado por el Ge-
neral Rondeau. Los enemigos perdiefon en esta
sangrienta y disputada batalla 1,200 soldados y
53 oficiales muertos, 1,800 prisioneros, toda su
artillería, equipages y campamentos , y las pro-
vincias que ocupaban hasta el Tucuman. Por tan
señaladas victorias mandó el Rey cantar un so-
lemne Te Deum en acción de gracias , en todas
las Iglesias de la Monarquía, y á mas de con-
decorar al General Pezuela con la Gran Cruz de
S. Fernando, se dignó posteriormente conceder-
le la merced de título de Castilla para sí y sus
sucesores , con la denominación de Marqués de
Viluma.


En Abril de 1816, salió el General Pezuela del
alto Perú para tomar el mando del Vireinato,
que S M. le había confiado : Dos mil hombres de
todas armas para guarnecer á Lima y la plaza del
Callao con sus dilatadas costas, un solo bergan-
tín de 18 cañones, los almacenes sin repuestos,
el Erario con 11.000,000 de duros de deudas atra-
sadas , inclusa la de 380,000 , solo á la guarnición,
de la cual una parte se había sublevado y fue




12 PERSONAJES CELEBRES.


contenida por la energia de su antecesor: tal era
el estado de fuerzas , haberes y existencias que
encontró el General Pezuela en la Capital cuando
en 7 de Julio de181C, tomó posesión del Virei-
nato.


Seis años de una guerra activa y dispendiosa
habian reducido á tales términos los recursos de
aquel rico pais; y aunque las armas del Rey do
minaban en todas partes , por consecuencia de sus
recientes victorias, no era fácil sostener una admi-
nistración militar y política tan vasta y cumplida,
como peligrosa. Desalentado el Gobierno de Bue-
nos-Aires de la guerra por el alto Perú , tan de-
sastrosa para sus armas, dirigió todos sus esfuer-
zos contra el reino de Chile, para emprender por
el mar Pacífico sus ataques contra el corazón del
Vireinato. Batido á principios de 1817 el ejército
real de Chile, y mal defendido aquel territorio,
cayó casi todo él en poder de los enemigos. El
Virey Pezuela había conocido mny de antemano
el objeto de los disidentes, y enmedio de la es-
traordinaria falta de recursos, formó con la ma-
yor actividad y economía , una espedicion de 3,600
hombres, que unidos á los 2,000 que aun se soste-
nían en la provincia de la Concepción, bastaban




l 'EZUEI.A. 13


para recuperar el reino de Chile. Verificado el de-
sembarco de la espedicion , y reunidas las fuerzas
del Rey á las órdenes del General Osorio, ba-
tieron el 19 de Marzo de 1818 al ejército enemi-
go en Cancharayada ; pero rehecho este á las in-
mediaciones de la Capital, derrotó quince dias des-
pués al ejército real en la batalla del Maipú. Esta
inesperada desgracia fue de fatales consecuen-
cias ; pero ni puede achacarse ni menoscabar el
mérito 'contraído por el Virey en el apresto y
dirección de todos los medios para un probable
resultado. Los auxilios que se preparaban en la
Península salieron de Cádiz después de perdida
la batalla del Maipú, y no podían servir para
evitar el desastre de Chile. Tampoco sirvieron
para remediarle después. La fragata de guerra
Maria Isabel, y muchos de los buques que con -
voyaba, cayeron en poder de los enemigos; y
de la espedicion de los navios S. Te lmo , Alejan-
dro y fragata Prueba, solo esta arribó á las cos-
tas del Perú. Dueños los insurgentes del mar
Pacífico, les era fácil'invadir cualquier punto de
la linea marítima del Vireinato, y escitando en
el país el espíritu de independencia, introducir
una guerra temible para la causa española. No




14 PERSONAJES CELEBRES.


se desmintió en aquellas circunstancias el activo
celo del Virey Pezuela: formó en Arequipa un
cuerpo de reserva de 2,500 hombres para atender
á aquellas costas, reforzó la importante plaza de
Guayaquil, y puso en un respetable estado de
defensa la del Callao y sus fuertes. En Febrero
de 18l9 se presentó el célebre aventurero inglés
Lord Cocrane, y atacó este puerto en ocasión de
hallarse el Virey á bordo de un buque de guer-
ra de la Marina Real , revistando los fuertes y
defensas marítimas; pero tuvo que desistir de su
empresa y retitarse maltratado, después de un
vivo cañoneo que duró tres horas.


Apercibido de nuevo con mas fuerzas y gran^
des aparatos incendiarios, volvió en 29 de Se-
tiembre , y después de hacer arrogantes intima -
ciones al Virey para que rindiese la plaza y fuer-
tes del Callao, despreciadas estas, emprendió sie-
te ataques consecutivos, en todos las cuales fué
felizmente rechazado, teniendo al fin que retirar-
se con muchas averias , volados sus brulotes , é
inutilizados sus famosos cohetes ó la congreve.


Lleno de cuidados de tanta importancia , no
desatendió el Virey Pezuela los demás ramos de
su vasta administración : y para conservar el in-




l ' E Z U E L A . 15


menso territorio de su mando, empleó una labo-
riosidad incansable , y las continuas fatigas al-
teraron su salud , y debilitaron la robustez de su
temperameflto; 23,000 hombres de todas armas
bien provistos de todo lo necesario, y una nu-
merosa artillería , servían en fines de 1820 la causa
de la España en el Vireinato del Perú , y hubie-
ran podido llevar la guerra á otros puntos á no
haberlo impedido la deplorable falta de superio-
ridad marítima. En este estado desembarcó en
las costas al Sur de Lima el general insurgente San
Martin con fuerzas respetables; y sin embargo de
los auxilios que recibió de los parciales que ha-
llaba en el pais , no se atrevió á atacar al ejército
del Rey que defendía la capital, ni obtuvo, en el
término de cinco meses, ninguna de aquellas im-
portantes ventajas que presagian un triunfo defi-
nitivo. Disponíase el Virey á buscar al enemigo sin
desatender la capital, cuando tuvo lugar la insurrec-
ción militar que le depuso del mando , y que for-
ma , como hemos dicho al principio, uno de los
sucesos mas importantes de la época, no solo por el
influjo que tuvo en la pérdida para la Nación de
aquellas posesiones, sino también por las conse
cnencias que para ta misma na tenido la vuelta




16 PERSONAJES CELEBRES.


á España de los principales agentes y promovedo-
res de tan escandaloso acto de insubordinación mi-
litar.


Preciso será pues detenernos en este periodo,
refiriendo los hechos según aparecen de los do-
cumentos que tenemos á la vista, y dejando pa-
ra la historia su calificación, ya que á nosotros so-
lo nos sea dado sufrir y llorar sus calamitosos
resultados.


Una parte del ejército acababa de hacer un
movimiento sobre Chacay á las órdenes del bri-
gadier D . José Canterac, y á su regreso á la po-
sición de Aznapuquio, en un conciliábulo entre
varios gefes se forjó una representación (*) en
que manifestaban «que al ver desmoronarse el
i) edificio político en aquella parte de América;
>> que al notar un aumento progresivo en el ene-
» migo , y una decadencia rápida en los medios
» de defensa; al ver que la falta de recursos de-
» jaba nulos los planes mas bien combinados;
» que las providencias del Gobierno que mas pro-
» fundo silencio exigían eran sabidas del enemi-
» go y del público, antes que de los mismos en-


C ) Véase el Manifiesto publicado por el Ex-Virey del
P e r ú , D. Joaquin de la Pezuela , impreso en Madrid en I 8 2 f .




P E Z U E L A . 17


» cargados de su ejecución; al ver rodeado el
» Gobierno de personas sospechadas de los bue-
» nos , sino declaradas abiertamente por enemi-
» gas de la Nación; al ver próximo á una com-
» pleta ruina el Vireinato, y con él la América
» toda, y ajado el pundonor nacional; al verse
» dirigidos por un Gobierno que carece de ener-
» gia en sus providencias, insubsistencia en sus
«p lanes , que no disfruta de ningún concepto en
» el ejército ni en los pueblos, y por lo tanto no
» respetado de nadie ; » por todas estas supuestas
razones, y por otras cuya enumeración seria de-
masiado difusa , y que pueden verse en el mani-
fiesto citado, concluian con estas notables palabras:
» Los que suscriben no ven otro medio para llenar
» estos objetos, para conservar á la Nación estos
» países y dejar bien puesto el honor nacional,
» que el de que V. E. deposite en otras manos
« el Gobierno de un pais que en las suyas está
» perdido. Estas son las del Excmo. Sr. D . José de
» l a Serna, designado por la opinión del egercito y
» d e los pueblos.... Si V- E. accediese á lo
» que llevamos propuesto, y cuya contestación
« aguardamos en el término de ouatro horas, el
» ejército sale garante del buen trato y respeto




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


>- de todos á V. E., ¡í su familia y allegados , has
» ta ponerse á bordo de la fragata inglesa An-
» drómaca, si su Comandante lo admitiese, ó en
» otro buque español que se destine á conducir
» á V. E. á Panamá, advirtiendo que uno y otro
» se debe verificar en el parentorio término de
» veinte y cuatro horas; en la inteligencia deque
» los gefes que firman tienen tomadas sus rae-
» didas , para que se verifique cuanto llevan in-
» dicado.» Esta representación ó mas bien man-
dato imperativo, estaba firmado en Aznapuquio
el 29 de Enero de 1821 , por 1). José Cante-
rae— D. Gerónimo baldes—El Marques de
Valleumbvoso—D. Ignacio Landazuri—D. Ra-
món Garcia—D. Ramón Gómez de Bedoya—
D. Mateo Ramírez—D. Andrés Garda Camba—
D. Francisco Narvaez—D. Francisco Ortiz—
D. Antonio Tur—D. Agustín Otermin—D. Ful-
gencio de Toro—U. José Ramón Rodil—D. Pe-
dro Martin—D. Antonio Seoa,ne—D. Manuel
Bayona—D. José Garda—y D. Valentín Ferraz.


En la mañana del citado dia 29 de Enero pu-
sieron todos los cuerpos sobre las armas , abusan-
do de su posición y de la obediencia militar; y sin
indicar el objeto, adelantaron una compañía de gra-




P E Z U E L A . 10


linderos con dos piezas de artillería hacia el cami-
no de Lima, con orden de hacer fuego sobre cual-
quier grupo que se presentase. En tal actitud re-
mitieron la citada intimación al Virey, por mano
del secretario de la junta de generales, el Coronel
D . Juan Loriga. Sorprendido aquel con la lectura
de tan escandaloso como inesperado documento,
no desconoció los graves males que podrían resul-
tar de una oposición armada. Hallábase sin mas
fuerzas que una compañía de granaderos del re-
gimiento del Infante D . Carlos, única que había
quedado para la custodia del Palacio , pues las
cortas de caballería ó infantería que se hallaban
acampadas á las inmediaciones en el pueblo de
Lurigancho, se habían reunido la noche anterior
al grueso del egército en Aznapuquio , sin noticia
del Virey, y por disposición de los conspiradores.
Verdad es que una población de 70,000 almas,
que al parecer no tomaba parte en el movimien-
t o , podía prestar recursos para frustrarlo; pero
conoció el Virey que la resistencia armada por su
parte suscitaría una guerra civil , y pondría el pais
á discreción de las armas invasoras de Chile y
Buenos Aires , que se hallaban á pocas leguas
de distancia ; y sus gefes confiaban mas en las




20 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


discordias intestinas de los Españoles que en el
poder de sus armas.


En tal conflicto, avisó el Virey al Teniente
General D . José de la Serna, para que montase
al momento á caballo y se presentase en el cam-
pamento, avistándose antes con él para recibir
instrucciones, pues creia que en el mero hecho
de ser proclamado su sucesor , y por sus íntimas
relaciones con los gefes del complot , ó podría con
su ascendiente calmar el alboroto ó darle una for-
ma menos irregular. Contestó el General la Ser-
n a : «Que el lance era muy apurado, y que él
no quería comprometerse: » escusa que lleva en
sí misma su calificación , y que hizo perder al Vi-
rey toda esperanza de mantener su autoridad. Di-
simulando sin embargo la violencia de su situa-
c i ó n , mandó reunir la junta de Generales que
estaban precisamente citados, incluso la Serna,
para tratar en la misma mañana acerca de las
medidas de defensa que convendría adoptar con-
tra un plan de ataque combinado , que según no
ticias iban á intentar los enemigos contra la Ca-
pital; y consultó con ellos la contestación dada
á los gefes del ejército, en que manifestaba acce-
der á entregar el mando al General la Serna, no




P E 2 U E L A . 21


sin graves cargos á los gefes sublevados; pero el
silencio y debilidad de los que componían la junta
á vista de un hecho tan atroz y escandaloso, le
hicieron conocer que si algunos no estaban en el
fondo del proyecto, abandonaban la autoridad
legítima á la arbitrariedad de la fortuna, sin que
ninguno tuviera el valor necesario para manifes-
tar enérgicamente su desaprobación.


Entretanto llegó del campamento un oficial de
Estado Mayor anunciando de parte de los gefes,
que trascurrido el término de las cuatro horas,
que se le habia fijado para la resignación del man-
d o , si dentro del perentorio de tres cuartos de
hora no recibían la respuesta conforme á sus de-
seos , marcharían sobre la Capital. Ofició nueva-
mente el Vírey manifestando estar dispuesto á
verificarlo en el tiempo necesario para la egecucion,
v acompañando la orden relativa al mando del
ejército. Pero los gefes sublevados contestaron con
el siguiente oficio, que creemos deber consignar
aqui como un documento histórico: « Excmo. Se-
ñor.—El oficio de V. E . , contestación á otro de
los gefes que suscriben, no llena el objeto que
se han propuesto. El ejército se halla sobre las
armas con todos sus gefes á la cabeza sin escep-




22 PERSONAJES C E L E B R E S .


tuar uno , y no las dejará hasta ijue obtenga la
orden de reconocimiento de Virey á favor del
Exento. Sr. D . José de la Serna, y queden asegu-
rados de que otra igual se lia dado á las demás
autoridades, cesando V. E. desde aquel instante
en todas sus funeioues. Y para acordar el tiem-
po necesario á ta entrega que Y. E. indica , pa-
san á esa Capital el Coronel Marqués de Valle-
umbroso , y el Teniente Coronel D . Antonio
Seoane , diputados por eli ejército. Devolvemos la
orden general de hoy que V. E. remit ió , porque
el empleo de General en Gefe ó Capitán Gene-
ral está unido al de V i rey , que dejamos soli-
citado.—Dios etc.—Campamento de Aznapuquio,
Enero 29 de 1821.—Siguen las firmas.»


En consecuencia dimitió el General Pezuela el
mando en la Serna., y desocupando inmediata-
mente el Palacio , se retiró con su familia á una
casa de campo distante media legua de la Capi-
t a l , hasta que: se presentase ocasión de regresar
á la Península, y dejar un país eu el que había
prestado tan grandes servicios durante 16 años.
Los mas respetables Magistrados de la Real Au-
diencia , aunque indignados por el atentado que
se cometía con su Presidente , atendiendo á lo




PEZUELA. 23


crítico y singular de las circunstancias, le acon-
sejaron que renuncíasela ambicionada autoridad,
y elogiaron la moderación de su conducta.


Una insurrección puramente militar , en que
no tuvo el pueblo la menor parte, faltando á los
mas sagrados deberes de la mil ic ia, derrocó el
poder déla autoridad legítima , y lejos de conse-
guir las ventajas que hacian esperarlos ambicio-
sos que á ello contribuyeron, acabaron por des-
truir completamente el dominio de las armas es-
pañolas en aquellos ricos paises. El abandono y
pérdida de la Capital fue el primer hecho impor-
tante que se siguió á la destitución del Virey; y
aunque las superiores fuerzas del ejército del Rey
mantuvieron por algún tiempo la lucha contra ios
insurgentes, y obtuvieron algunos triunfos, fue-
ron estos ineficaces, porque la autoridad real ha-
bía perdido su prestigio, y no era posible al Ge-
neral la Serna reunir y tener en obediencia y res-
peto á todos los elementos que habia para la d o -
minación del pais. El General realista Olañetacou
parte de las tropas del alto Perú, desconoció poste-
riormente la autoridad del intruso Virey, y levan-
tada la discordia entre constitucionales y r e a l i s - ' " $ , 6 * * ,
tas , se encendió una cruda guerra entre los de-




24 PERSONAJES CELEBRES.


tensores de Ja causa española. La desastrosa La-
talla de Ayacucho acabó con nuestra dominación
en el Perú; la capitulación que se siguió y las
demás consecuencias son harto conocidas, y no
nos detendremos en referirlas, por no permitírnos-
lo el estrecho círculo á que debemos reducirnos.
Olañeta peleó todavía algunos meses después por
la causa del R e y , y aunque la Serna y sus par-
ciales le acusaron de rebelde y traidor , nunca
se sometió á los enemigos de España, y murió
batiéndose por ella y por su Rey en la acción de
Tumusla, último combate de las armas españolas
en el Perú. Los principales gefes de Ayacucho y
de la sublevación de Aznapuquio existen entre
nosotros. La conducta de la mayor parte al re-
gresar á la Península, sus servicios durante la épo-
ca del despotismo, y los hechos posteriores du-
rante la revolución, han dado Jugar á que se crea
generalmente que existe una liga formada entre
ellos para dominar en su patria bajo cualesquiera
principios, á laque la odiosidad pública hada -
do el nombre de aquella desastrosa batalla.


La historia los juzgará con la severidad á que
se han hecho acreedores. Para contribuir á aquel
juicio consignaremos aquí un estraño documento,




P E Z U E L A . 2 5


dejando á nuestros lectores el cuidado de comen-
tarlo , omitiendo nosotros el hacer reflexión algu-
na sobre él por estar firmado por un general que
pereció víctima de otra escandalosa insurrección
militar. El documento á que nos referimos es una
carta escrita al Presidente Bolívar por el general
Canterac, después de la batalla de Ayacucho. Dice
así: A. S. E. el Libertador de Colombia— Huaman-
ga, Diciembre 12 de 1824— « Tan ardiente aman-
» te como soy de la gloria, aunque vencido , no
» puedo menos de congratular y felicitar á V. E .
» en la feliz conclusión y término de su espedicion
» al Perú, en el sangriento y bien disputado dia de
» Ayacucho. Tomo esta oportunidad para tener el
» honor de ponerme á la disposición de V. E, y
» saludarle en nombre de los demás generales es-
» parióles.—-De V. E. afectísimo y seguro servidor
» Q. S. M. B.—José Canterac. » (*)


Antes de estos tristes acontecimientos, tres ve-
ces habia renunciado el general Pezuela el Vi -
reinato, y otras tantas se le mandó que continua-
se en él, en los términos mas honoríficos, á pesar
de haber ocurrido en España el estraordinarío
cambio de instituciones , y la variación consiguien-


(") Galignanis Messcnger de 28 de Mayo de 1825.




26 P E R S O N A J E S CELEBRES.


te en la política del gobierno: tal era el elevado
concepto que á este general le habían dado sus
servicios.


Para no caer en manos de los insurgentes se
vio obligado á embarcase el 27 de junio de 1821
desde una playa desierta, en una miserable canoa
de indios ; y trasbordado con mucho riesgo en al-
ta mar á un buque estrangero , llegó al Janeiro
sin mas equipage que el vestido puesto, y habien-
do perdido en el Perú casi todo lo que poseía.


En 1824 fue impurificado, á pesar de que era
notorio que los decretos vigentes no le sugetabau
á purificación, y de que tanto en España como en
América los periódicos de entonces le designaban,
a instigación de sus enemigos, eomo desafecto á
la Constitución y \á las ideas liberales. Conoció
el Rey la imparcialidad é injusticia de la junta de
purificaciones en aquel caso , y declaró motu pro-
pio purificado al general Pezuela , dejando á salvo
su derecho para recurrir contra quienes le hubie-
sen agraviado; pero el noble carácter del general
no se desmintió en aquella ocasión, perdonando y
olvidando á sus perseguidores.


En 1825 fue nombrado Capitán General de
Castilla la Nueva, y Presidente de la lamosa junta




P E Z U E L A . 27


de purificaciones ; encargo que no podía menos de
ser un escollo insuperable para un hombre de su
moralidad y rectitud de principios. Reclamó con-
tra el modo de proceder en aquellos ju ic ios , pi-
dió al Rey que se abandonase el camino de intole-
rancia y persecución que se seguía , y manifestó
que por aquellos medios no se calmarían las pasio-
nes ni pacificaría el Reino; pero el gobierno de
aquella época, impulsado por el deseo de vengan-
za del partido estremo que dominaba , oyó aque-
llas manifestaciones con acerbo disgusto y des-
confianza , y trató de deshacerse de un hombre,
cuyas máximas de gobierno no estaban en armo-
nía con las suyas. No tardó en presentarse una
ocasión oportuna. El coronel Ceberg , secretario
de la junta y suizo de nacimiento , acusó al Capi-
tán General de haber manifestado en junta plena
la opinión de que todos los militares que no habían
tomado parte activa y personal en los actos de las
pasadas revueltas, y habían seguido constante-
mente sus banderas, debían ser purificados sin
mas pesquisas ni dilaciones , y colocados en el
ejército según su mérito y servicios anteriores. Esta
opinión, contra la que no parecía posible suscitar
oposición racional, fue el fundamento de la acu-




28 PERSONAJES CELEBRES.


sacion de Ceberg y dio lugar á la inmediata des-
titución del general Pezuela. Siguióse de aqui una
larga causa sin mas resultas que la mencionada
destitución, conservando al coronel Ceberg en el
puesto desde donde babia lanzado á su respetable
gefe. (*)


Resignóse el General Pezuela, y se retiró en-
teramente de los asuntos públicos, persuadido de
que su carrera en el mundo político estaba con-
cluida. El Soberano no dejó de darle pruebas de
benevolencia, y se dignó declarar por real or-
den de 26 de Junio de 1825 lo satisfecho que
estaba de los brillantes méritos y conocidos sa-
crificios, que en defensa de su Corona habia pres-
tado en todas épocas, y particularmente en la
que con tanto c e l o , prudencia y pundonor de-
sempeñó el delicado y espinoso cargo de Virey.


(*) El coronel Ceberg al oír al Presidente de la Jun-
ta esplicarse de la manera que hemos manifestado , se di -
rigió á él preguntándole arrogantemente: « ¿ Y qué haría
V . E . con los gefes y oliciales que nos hemos unido á los
cuerpos realistas ó ul ejército auxiliar del Sr. Duque de A n -
gulema? » El general le respondió con imperturbable calma:
>c Si proceden de los cuerpos que servían en el ejército cons-
titucional , prenderlos y juzgarlos con arreglo á ordenanza.«
Es necesario trasladarse á la época de persecución de IS25
para conocer el mérito de estas manifestaciones.




PF.ZÜELA. 29


El último tercio de su vida fue acibarado por
disgustos y contratiempos, que abreviaron el tér-
mino regular de sus dias.


Murió el 16 de Setiembre de 1830, en Ma-
drid , con la resignación y piedad cristiana que
le había distinguido siempre en el curso de su
vida. Fue religioso, humano , de puras costum-
bres , afable en su trato, y tan generoso , que
teniendo una numerosa familia , entregó mas de
35,000 duros para mantener al soldado en los
apuros del Erario. No dejó á sus hijos mas bienes
de fortuna, que ejemplos de virtud que imitar,
circunstancia que atendiendo á los muchos años-
que egerció elevados empleos en América , hacen
en esta parte su mayor elogio.


Hemos bosquejado rápidamente la vida de un
General dedicado por espacio de 55 años al ser-
vicio de su Rey y de su patria, y en vano hubiera
sido exigir de un hombre de sus sentimientos,
la participación de las ideas que, por decirlo asi,
empezaron á progresar en España en la época en
que él entraba ya en la senectifd.


Los gefes que contra él se sublevaron, procura-
ron desacreditarle por cuantos medios podían,
para minar y destruir su autoridrd. Acusábanle




30 PERSONAJES CELEBRES.
de no conocer los principios de la táctica moder-
n a , ó si los conocía, de una oposición sistemá-
tica y tenaz á ponerlos en egecucion. Empleado
en América desde 1804, no haMa hecho la guer-
ra de la Península contra Napoleón , y de aqui
pretendían una superioridad de saber y esperien-
cia sobre su Gefe, porque no había visto las gran*
des maniobras estratégicas de los ejércitos del Ca-
pitán del Siglo. Pero el General Pezuela habia
sido educado en él Real Colegio Militar de Ar-
tillería , que era la mejor escuela de la Penínsa-
la , donde se sabia que la estrategia es tan an-


ticua como el arte militar entre los hombres;
pasaba en su cuerpo por un oficial muy instrui-
do y apl icado, y tenia la esperlencia que dan las
muchas campañas en que habia estado. Habia man-
dado en Gefe , y como hemos visto , obtenido se-
ñaladas victorias y dado muchos dias gloriosos á
su patria, al paso que sus detractores é insubor-
dinados subalternos, perdieron los países que él
habia conservado á la Metrópoli por tanto tiempo.






î , a l j : ; 3 с е 1 е Ъ r e a l e i .
Cl .ri
IÒIDI О


ò




M. DE LA-MEIVNAIS.


«No tenemos que negar ninguna de
nuestras palabras en cuanto son s in-
ceras ; pero nos hemos equivocado m u -
chas veces, y hasta gravemente.»


LA-MENNAIS.


Es preciso no exigir de los hombres
ni de los entendimientos sino lo que
pueden dar en cada época.


TniERS— Historia de la Revolución


Francesa.


Si la suerte te llevase alguna v e z , amado lec-
tor , á París, y á la hermosa calle de Rivoli,
formada con suntuosas casas tiradas é cordel;, y
te fuera dado hallarte enfrente de un hombre pe-
queño, sumido en una estensa bata de cuadros




2 PERSONAJES C E L E B R E S .


azules ; si vieras á este personaje , débil de cuer
p o , de rostro pálido y flaco, marcado con un
sello de sufrimiento y resignación; si le vieras
turbarse casi á tu aspecto, levantar de vez en
cuando hacia ti sus miradas tímidas ; hablando
con una voz tan débil que apenas llega á tu oido,
recogiéndose unas veces sobre sí mismo , como
sumido en una profunda meditación, mirando
hacia adentro , calzándose y descalzándose su chi •
ne la , ó tomando polvos sin cesar y á puñados de
una gran caja ; te costaría algún trabajo recono­
cer bajo aquella mezquina envoltura á uno de los
mayores agitadores de nuestra época , un sacer­
dote que conmueve las masas sin otra palanea
que su pluma , sin otro apoyo que su alma ardien­
te , y cuyas páginas, esparcidas por el mundo,
escitan tantas tempestades como en otro tiempo
las bulas fulminantes de Gregorio V I I , Jas thesis
facciosas de Lutero, ó en nuestros dias las desca­
belladas arengas de O' Connell.


Jamás nos pareció mas difícil el ser biógrafos
qae ¡al pronunciar es№ n o m b r e , en cuyo alre­
dedor luchan admiraciones apasionadas, y fogosas
enemistades. ¿Cómo trazar en pocas palabras,
sin amor y sin o d i o , y de consiguiente con la




] .A- !UEISiNAIS. 3


probabilidad de disgustar á todo el mundo ,' las
grandes metamorfosis de esta estraña figura de
cenobita y de tribuno ? ¿ Con qué lazo unir á
Mr. de La-Mennais, el católico ultramontano,
con Mr. de La-Mennais , el heresiarca, el neo-
cristiano ? ¿Cómo sondear á Mr. de La-Mennais
el absolutista , y á Mr. de La-Mennais el repu-
blicano ? al que escribía en 1808 : « La política
que sugeta el Soberano al pueblo y el poder al
subdito, es una política absurda y criminal » y
el que escribía en 1835: «• En una sociedad l i -
bre , el poder, simple egecutor de la voluntad
nacional, no manda , obedece ? » ¿ Seria preci-
so esplicar tan radical trasformacion por consi-
deraciones mezquinas de orgullo lastimado, de
ambición burlada, de cólera ó de venganza ?
Para los que conocen la austera simplicidad de
este hombre , su despego de las cosas terrestres,
y la pureza de su v ida ; para los que saben que
el autor del Ensayo sobre la indiferencia rehu-
só en otro tiempo cambiar su sotana de Cura por
la púrpura de Cardenal, una solución de esta
clase parecería una mentira , y una injuria á un
mismo tiempo. Seria pues preciso buscar en re-
giones mas elevadas la causa de esta revolución




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


intelectual, odiosa apostasia para los unos , su-
blime conversión para los otros , y que para no-
sotros no es mas que una demostración grave y
profunda de la acción incesante de los grandes
hechos esteriores, sobre las ideas preconcebidas.


Bajo el punto de vista psicliológico, la per-
sonalidad de Mr. de La-Mennais presenta tres
distintas faces. Hay en ella el lado filosófico, el
religioso, y el políiico. Ese triple pensamiento
principia manifestándose al mundo bajo tres sím-
bolos : en filosofía, el dogma de la razón gene-
ral, la autoridad del género humano; en reli-
gión , la teocracia católica, la infalibilidad de la
Iglesia; en política, la realeza de derecho divino,
la legitimidad. Entre estos tres símbolos, estre-
chados primero por un poderoso pensamiento en
una reunión forzada , hay lucha , lucha tempes-
tuosa y complicada de influencias esternas; la
lucha se prolonga diez y siete años, desde el En-
sayo sobre la indiferencia hasta las Palabras
de un Creyente. El dogma filosófico vence por-
fin, absorve en él sucesivamente á los otros dos,
y los trasforma del t odo : la realeza de derecho
divino desaparece ante la soberanía del pueblo;
Va inmovilidad católica cede el puesto al dato de




I .A-MEMNAIS. 5


progresiou cristiana, y se cierne sobre ambos,
como una baudera , el gran principio de perfec-
tibilidad indefinida del género humano ; ese gi-
gante q u e , según las hermosas palabras de Mr.
de Chateaubriand, « crece siempre, siempre, y
cuya frente , remontándose hasta los cielos , no se
detendrá sino á la altura del trono del Eterno. »


Habría materia para grave enseñanza del aná-
lisis de esoí combates interiores, en el bosquejo
de ese choque de ideas, cuyo campo de batalla
es una vasta inteligencia, adolorida del gran mal-
estar que agita al mundo social ; pero un tra-
bajo de esta clase , ademas de espantar nuestra de-
bilidad , nos alejaría completamente del plan que
nos hemos propuesto; nos contentaremos pues con
aclarar en esta biografía los puntos principales,
dejando al cuidado del lector , en cuanto posible
sea, el deducirla sentencia moral , y resolver por
sí mismo la cuestión de bien ó de ma l , de ver-
dad ó de error.


Roberto-Felicidad de La-Mennais, nació en
San Malo, en Junio de 1782, de una familia de
armadores, ennoblecida por Luis X I V . Perdió su
madre muy joven , y su padre, ocupado en cui -
dar de su comercio , y arruinado por el emprés-




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


tito forzoso y las presas de los Españoles, le de-
jó casi abandonado á si mismo desde su tierna
edad. Educado en la soledad , privado de las ca-
ricias y cuidados maternales , que refrescan el
alma y dulcifican el corazón, el joven La-Mennais
manifestó sin embargo desde un principio un
ardor instintivo de saber, una escesiva petulancia
de carácter, y un genio indomable. Después de
algunos inútiles ensayos, no pudieron hacerle
aceptar otro maestro que una vieja ama de go-
bierno que le servia de madre , y que á fuerza
de paciencia consiguió enseñarle á leer. A los
nueve años le dio su hermano mayor Mr. Juan
de La-Mennais las primeras nociones de latin;
pero pronto , cansado del preceptor, el indómi-
to escolar se empeñó en acabar solo su educa-
ción á fuerza de diccionarios, y este método es-
peditivo le salió bien, pues á los doce años leia
á Plutarco y Tito Livio. Por aquella época quedó
al cuidado de un tio que vivia en el campo; y el
buen hombre, no sabiendo cómo hacerlo, le encer-
raba para castigarlo dias enteros en su biblioteca;
pronto se aficionó tanto á su prisión el revoltoso
escolar, que no quería salir de ella. La biblioteca
tenia dos divisiones; en la una estaban reunidos




L A - M E N N . U S . 7


todos los libros peligrosos, heterodoxos, filosóficos
etc . , y la llamaban el infierno. Habíase prohi-
bido la entrada al joven R o b e r t o , quien por
esta misma razón , se arrojaba de cabeza en el
infierno, leyendo cuanto le venia á la mano,
devorando con avidez á J. J. Rousseau, á la
edad en que se juega al trompo ; y olvidando
su almuerzo para seguir en sus escursiones mís-
ticas á Mallebranche. En un entendimiento de
temple vulgar, semejante lectura indigesta y sin
elección hubiera podido producir funestos resulta-
dos ; en Mr. de La-Mennais, al contrarío, este
flujo de sistemas contradictorios, sirvió solo para
fortalecer la precoz madurez de su juic io , y para
desarrollar poderosamente una predisposición ins-
tintiva hacia los fervores religiosos, á las piado-
sas efusiones. Ciertas inteligencias, concentra-
das y espansivas á la vez , tienen el privilegio de
recorrer desde quince años la escala de deduc-
ciones que. conduce desde las cosas visibles á
las invisibles, de las bellezas de la naturaleza á
la grandeza de Dios. Mas adelante, cuando llegó
la edad crít ica, la de las pasiones, todo hace creer
que aquella organización impresionable sufrió
fuertes sacudimientos.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Después de aquel pasagero entorpecimiento,
la fé religiosa de Mr. de La-Mennais se desper-
tó mas viva y exigente; se apartó del mundo , se
sumió con nuevo ardor en el estudio, para sa-
car de él alimentos de creencia ; y á los 22 años,
cuando hizo su primera comunión, tenia ya una
vocación decidida para el sacerdocio; en vano su
padre se esforzó, á pesar de sus desgracias, por
inspirarle afición á las operaciones comerciales;
el joven se conformó mientras llegaba el tiempo
en que pudiera seguir sus instintos religiosos, y
entró en clase de profesor de Matemáticas en el
Colegio de San Malo. Por aquella época, en 1807,
publicó una traducción llena de dulzura y de gra-
cia , el Guia Espiritual, pequeño libro ascético
de Luis deBlois. Al año siguiente, en 1808 , apa-
recieron las Reflexiones sobre el estado de la
Iglesia. Este l ibro, primer grito de guerra dado
por Mr. de La-Mennais contra la indiferencia reli-
giosa, se distingue por una acritud de palabras,
y un vigor de pensamientos llevados hasta la exa-
geración. Trátase alli al materialismo filosófico del
último siglo con notable verbosidad de cólera y
desden ; y aunque el color político del libro era
la glorificación y apología del despotismo, lapo-




L A - M E N N A I S . 9


licía imperial se alarmó por algunas ideas atrevi-
das sobre la renovación del Clero en Francia, y se
apoderó de la obra. Poco después, el año de 1811,
se tonsuró Mr. de La-Mennais y entró en el Semi-
nario de San Malo. La obra titulada Tradición
de la Iglesia sobre la institución de los Obis-
pos, que apareció en 1812, fue principiada alli,
por Mr. de La-Mennais , en unión con su her-
mano, Superior del Seminario, y acabada bajo las
sombras de La Chenaie, pequeña posesión aisla-
da á la entrada de un bosque entre Diñan y Rennes,
donde mas adelante ha ido con frecuencia Mr. de
La-Mennais á forjar nuevas armas para combatir lo
que entonces defendía. La obra de que se trata, re-
comendable por su grande erudición teológica,
tenia por objeto refutar la opinión emitida por
los Abates de Pradt, Gregorio, y Tabaraud, que
sostenían que ia elección de los Obispos no ne-
cesitaba para ser válida la sanción pontifical.


Después de la publicación de esta obra , Mon-
sieur de La-Menuais pasó a París á principios de
1814. El astro imperial se oscurecía. Encerrado
en un mal cuarto de la calle de Santiago, el
desconocido y oscuro Diácono parecía adivinar de
antemano que iba á agrandarse su papel; prepa-




10 PERSONAJES CÉLEBRES


rábase á saludar á los Borbónes con un viva, y
á Napoleón caído con un anatema. El Memorial
en. derecho que publicó contra el Hombre sedien-
to de crímenes, verdadero en el fondo en lo
relativo á la organización de la Universidad im-
perial, á la que mas especialmente atacaba, pero
injusto en cuanto al Emperador , merece ser c o -
locado entre los rencorosos opúsculos que apa-
recieron en aquella época de trastorno y de pa-
siones, en que se cuidaba mas de herir fuerte-
mente que con justicia. Cuando los Cien Dias, la
llegada repentina de aquel á quien acababa de
ultrajar , le inspiró serios temores, y juzgó pru-
dente pasar á Inglaterra. A su llegada á Lon-
dres, el pobre bretón se hallaba desprovisto de
todo recurso; nacido en la misma calle que Cha-
teaubriand , tal vez en su destierro se refugió en
el mismo arrabal, donde se ocultaba diez y seis
años antes el autor de los Mártires.


Provisto de una carta de recomendación para
Lady Jerningham , hermana de Lord Staffort, el
futuro tribuno sacerdotal fue á solicitar humilde-
mente un empleo de preceptor ; y la noble dama,
después de haberlo mirado de los pies á la ca-
beza , lo despidió , por el juicioso motivo de




I A - M E M N A I S . 11


que tenia el aire demasiado tonto. Mr. de La-
Mennais se complace en contar esta anécdota; y
puede creerse que si Lady Jerningham vivé aun,
piensa en el dia sin duda que dista mucho el
aire de la canción. Despedido de aquel modo, tu-
vo Mr. de La-Mennais la felicidad de encontrar
un asilo junto al Abate Carón de Rennes , que
dirigía entonces un Colegio de jóvenes emigrados,
cerca-de Londres. Allí permaneció siete meses,
desempeñando las elevadas funciones de maestro
de estudios. A su vuelta á Paris, entró primero
en el Convento de monjas Fuleuses, que abando-
nó después por el Seminario de San Sulpicio.
No permaneció alli mucho t iempo, pues incapaz
de doblegarse á la rigidez de la regla, se ausen-
tó bruscamente de é l , y volvió á las Fulenses. Por
últ imo, en 1816, á la edad de 34 años, fue á
ordenarse de Sacerdote á Rennes , y regresó á
las Fulenses para concluir el primer tomo del En-
sayo sobre la indiferencia, que apareció en 1817.
Hemos llegado al primero y mas luminoso pun-
to de esta carrera tempestuosa ; Mr. de La Men-
tíais atravesaba de repente con paso de gigante
el abismo de iniciaciones dolorosas , que separa
la oscuridad de la gloria. Aquel genio poderoso,




12 l ' ERSONAJES CELEBRES .


como desparramado hasta entonces, acababa de
concentrar todos sus rayos ; y en un solo día, el
humilde Sacerdote se encontraba , como ha dicho
uno de sus discípulos (*) revestido del poder de
Bossuet.


Cuando apareció el Ensayo sobre la indiferen-
cia,]^ deliciosas páginas del Genio del Cristia-
nismo, liabian contribuido ya poderosamente á de-
purar el cuerpo social , arrojando á la increduli-
dad de las regiones del corazón ; pero la serpiente
se había refugiado en el cerebro, y desde allí,
circuida de un enorme muro de falsa erudición
y de filosofismo, desafiaba á todos los ataques.
Mr. de La-Mennais emprendió forzarla en su guari-
da ; y armado de un estilo de gran nervio y de
una lógica de hierro, pronto hubo desecho todo
aquel aparato de ciencia , y causado al enemigo
una herida mortal. Su libro fue como un trueno;
el antiguo Vaticano tembló de alegría sobre su base;
la Europa se conmovió, y se espantó el Constitu-
cional. Sin embargo , aquel primer tomo, esclu-
sivamente polémico, después de haber taladrado
los argumentos de la incredulidad, dejaba aun


Ci Lacui'díüi 'e. - Considurnci^ncs tobrr el Sistema jilnw-
íico de Mr. de La-Melltuiis.




t .A -MF.NXAlS . 13


sin solución el gran problema de la Fe ,; Dónde
estaba su origen? ¿Cómo lograr discernirlo Punido
ya á las notabilidades monárquicas de la época,
y arrastrado también á la arena política, Mr de
La-Mennais, que defendía entonces ea el Con-
servador la alianza del Trono y del A l iar , hizo
esperar durante dos años la continuación de su
obra; al fin apareció el segundo volumen, y di-
vidió violentamente los espíritus. Mr. de La-Men-
nais , innovador atrevido, intentaba reconciliar dos
potencias basta entonces enemigas, la filosofía y
la religión Rechazando el sistema de Descartes,
edificado sobre la evidencia y la razón individual,
subia á la corriente de los s iglos , seguía paso á
paso la trasmisión de la verdad al través de ellos,
y fundaba la certitud en la autoridad del género
humano ; después analizaba la tradición humana,
la aproximaba al dogma católico, establecía su
perfecta concordancia , y llegaba á concluir, que
la verdad católica se deduce no solo de la reve-
lación , sino también de la autoridad tradicional
del género humano


liste nuevo sistema, al que llamaba Mr. de
La-Mennais la filosofía del sentido común, encon-
tró , especialmente eu el alto clero, fuertes an-




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


tipatías. Mezclar de este modo la filosofía con ei
catolicismo , cuando el catolicismo no gusta de
la filosofía, y cuando la filosofía pretende absor-
ver el catolicismo, era una empresa atrevida y
llena de peligros; de temer era que la inflexibi-
lidad del dogma revelado se sublevase contra el
sospechoso auxiliar que se le pretendía un ir , y
que Mr. de La-Mennais se viese precisado á optar
entre dos sistemas rivales. La Sorbona, deposita-
ría de las viejas tradiciones, pensó en combatir
esta nueva invasión del racionalismo ; mientras
disponía sus armas, Mr. de Bonald escribía al
autor del Ensayo : dejad vocear á todas estas
ranas; y la parte vivaracha de la Iglesia acogía
con trasportes de júbilo esta teoría brillante , que
le parecía destinada á rejuvenecer un dogma en-
vejecido. Mr. de La-Mennais publicó sucesiva-
mente una defensa de su sistema, y otros dos vo-
lúmenes destinados á corroborarlo. En estos dos
últimos libros dio muestras Mr. de La-Mennais
de una espantosa erudición; descubridor infati-
gable , acumuló los testos, pasó revista á todos
los siglos .j á todos los pueblos, á todos los luga-
res, y reuniendo las esparramadas tradiciones de
cada fracción de la humanidad, formó con ellas




I . A - M E N 1 N A I S . 15


la haz colosal de la tradición humana. Concluida
en 1824 aquella grande obra , el sacerdote cató-
lico pasó á Roma á deponer su obra á los pies del
Santo Padre. Recibido con bastante frialdad por
los miembros del Sacro Colegio, encontró Mr. de
La-Mennais en el Papa León XII un admirador
y un apoyo : el Pontífice, que tenia en su ora-
torio el retrato de aquel á quien llamaba el ú l -
timo Padre de la Iglesia, le ofreció el capelo de
Cardenal; pero Mr. de La-Mennais, presintiendo
tal vez ya las futuras tempestades, rehusó aquella
elevada d ignidad y solo empleó su favor para ha-
cer nombrará la Nunciatura de Francia al Car-
denal Lambruschini, convertido después en uno
de sus mas encarnizados enemigos.


De vuelta á Francia , después de haber publi-
cado una traducción sencilla de la Imitación de
Jesucristo, pronto llegó Mr. de La-Mennais á la
primera faz de esta revolución interior de que ya
hemos hablado. El ministerio Vil lele , á cuyo en-
cumbramiento habia contribuido con todas sus
fuerzas, perdía su valor á sus o j o s ; repugnaban
á su alma, que no puede estar poseída moderada-
mente de un sistema, las pequeneces y sutilezas
del gobierno; las mezquinas exigencias de las




I b P E R S O N A J E S CELEBRES.


pandillas políticas iban á chocar contra aquella
naturaleza indisciplinable; Mr. de La-Mennais
creyó escuchar la voz de D ios , principió por
despojarse de la fé monárquica, y se arrojó vio-
lentamente en el ultra-moutanismo. Su obra de
La Religión considerada en sus relaciones con
el orden civil y político, fue uns declaración de
guerra á las libertades de la iglesia galicana.
Atacaba en ella fuertemente la declaración de
1682 que las consagra , y se esforzaba por de
pronto, esperando mejor ocasión, en establecer
la supremacía absoluta del Papa en el orden es-
piritual. Acusado por este último libro ante el
tribunal de Policía Correccional, fue defendido Mr.
de La-Mennais por Mr. Berryer y condenado á 26
francos de multa ; con motivo de aquel proceso
fue cuando pronunció sus famosas palabras: «Sa -
bréis lo que es un Sacerdote. « En 1829 publicó
su obra de los Progresos de la Revolución y de
la Guerra contra la Iglesia ; y cuando estalló la
Pievolucion de Julio, la saludó como la aurora de
una república universal que soñaba ya, pero con
la supremacía del Papa, y por las vías católicas.
No contento Mr. deLaMennais con soñar, se es-
forzó en trabajar para la realización de su sueño;




L A - M E N M A I S . 17


2


se rodeó de una falange de discípulos jóvenes
ardientes y decididos ; el abate Gerbit le llevó su
pluma mojada en unción evangélica; el abate La-
cordaire su elocuencia de grandes imágenes y de
colores vivos; Mr. de Montalambert su talento de
un gusto elevado y la influencia de su posición;
todos emprendieron intrépidamente la obra de
reconstrucción social , y en los primeros dias de
Setiembre de 1830 se fundó El Porvenir, para que
sirviera de órgano á los intereses católicos uni-
dos á los liberales : « Vuestro poder se pierde, y
con él la f é , decía El Porvenir al pontificado.
¿Queréis salvar uno y otra ? Unidlos ambas á la
humanidad, tal cual la han hecho diez y ocho si-
glos de cristianismo. Nada hay estacionario en es^
te mundo ; reinasteis sobre los Reyes, y después
los Reyes os han sugetado. Separaos de los Reyes,
tended la mano á los pueblos, que ellos os sos-
tendrán con su robusto brazo, y lo que vale mas
aun, con su amor. Abandonad los terrestres res-
tos de vuestra antigua grandeza arruinada , re-
chazadlos con el pie como indignos de vos. » (*)


Este modo atrevido y nuevo de devolver al ca '
tolicismo una popularidad perdida, tuvo comple-


C) Asuntos de Roma, pág. 26.




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


to éxito entre el bajo clero y las clases inferio-
res. El pueblo oia por primera vez á jóvenes le-
vitas hablarle de libertad y de progreso social;
veíales tomar la iniciativa en las cuestiones mas
espinosas, abordarlas sin recelo , proseguirlas has-
ta sus últimas consecuencias ; veía dos Sacerdotes
y un Par de Francia constituirse maestros de
escuela de su propia autoridad , y revindiear la
libertad de la enseñanza en la barra del tribunal
mas elevado del reino. El pueblo veía todo esto;
no comprendía la intervención del Papa en aquel
asunto ; pero Como era cosa muy nueva, la aplau-
día.


Por la misma razón ¿ los altos dignatarios de la
Iglesia francesa, fulminaban mandamientos con-
tra aquella democracia de sotana, y solicitaban
vivamante de la Santa Sede una bula de censu-
ra. En Roma no sabían cómo habían de cerrar
la boca á amigos fogosos, que querían absolu-
mente dotar al Papa de un poder espantoso. Ocho
siglos antes, el ambicioso Hildebrando se hubie-
ra arrojado al cuello de los redactores del Porve-
nir; pero Gregorio X V I hacia poco caso de! agi-
tado papel de dictador republicano ; y sin embar-
go , á pesar de su poca simpatía por aquellas




LA­МЕИ N AIS . 19


atrevidas doctrinas, retrocedía ante una condena­
ción. Para salir de todas sus incertidumbres, anun­
ció Mr. de La­Mennais que suspendía su perió­
d ico , y que el mismo iba á buscará Roma una
sanción ó una censura. Aquel viaje no tuvo al
principio resultado alguno. Después de muchas
tentativas inútiles para conseguir una decisión
formal, Mr. de La­Mennais se había decidido ó
regresar á Francia, anunciando su resolución de
volver á principiar sus trabajos, cuando al pa­
sar por Munich recibió la famosa carta encíclica
de 15 de Agosto de 1832, en la cual el Papa
condenaba de la manera mas clara y positiva,
aunque sin designarlas, las doctrinas del Porve­
nir. De regreso á París, Mr. de La­Mennais se
apresuró á someterse, declarando que el periódi­
co no saldría mas, y que quedaba disuelta la Agen­
cia general para la defensa de la libertad religiosa.


Hecho esto , el vigoroso atleta dejó un mo­
mento la arena, pero era para volver pronto á
ella. El Papa, poco satisfecho con la precedente
declaración, exigía ademas una adhesión absoluta
á la encíclica: y como la encíclica llamaba á la
libertad de conciencia una máxima absurda, un
delirio; á la libertad de la imprenta, ала líber­




20 PERSONAJES CELEBRES.


tad funesta, de la cual no se podría tener bas-
tante horror ;y á la resistencia al Príncipe un
crimen ; Mr. de La-Mennais , poco convencido de
la exactitud de aquellas calificaciones pontificias,
repugnaba sancionarlas con su firma ; por últi-
mo , después de muchas contestaciones y corres-
pondencias, cuyos detalles serian demasiado lar-
gos ; después de una primera adhesión juzgada
incompleta, y de una segunda considerada per-
versa por sus reservas, Mr. de La-Mennais se de-
cidió á adherir/jwra y simplemente, « convencido,
decia al Arzobispo de París, que firmando aque-
lla declaración firmaba implícitamente que el Pa-
pa era Dios , y dispuesto á firmarlo esplícitamente
con tal de tener paz. » Tan brusca sumisión en_
cubría una sublevación.


Mr. de La-Mennais, vencido en la apariencia,
robustecía misteriosamente sus fuerzas en la s o -
ledad de La Chenaie, y se preparaba á dar el
terrible grito de guerra que resonó de un estre-
mo á otro de Europa. Las palabras de un Cre-
yente se publicaron en Mayo de 1834. Al apare-
cer aquel manifiesto, arrojado bruscamente en
nombre de Dios á la cara de los poderes de la
tierra , hubo en el mundo una esplosíon igual de




L A - M E N N A I S . 2 1


entusiasmo y de anatemas. Al mismo tiempo que
Gregorio X V I , en una nueva encíclica de 7 de
Julio, reprobaba y condenaba aquel libro , peque-
ño por su volumen, pero grande por su per-
versidad , el partido revolucionario tendía la ma-
no al desertor de la iglesia , y le proclamaba
animoso, nuevo, grande, sublime, el solo sa-
cerdote de la Europa. (*) No es de este lugar
decir nuestra opinión, ni sobre la exactitud mas
ó menos disputable de ía crítica y del elogio, ai
sobre el valor intrínseco de esta marsellesa bíbli-
ca : como obra de estilo y de poesia , es sin dis -
puta un buen l ibro ; como obra de verdad y de
razón, ya es otra cosa.


Mr. de La-Mennais, después de haber sido
católico ultra-montano y ultra monárquico , no
podia ser doinócrata á medias. Si hay hombres que
dirigen y dominan su pensamiento, hay otros
también á quienes él domina y arrastra. Mr. de
La-Mennais es de estos últimos: una vez despo-
jado de su trage de Sacerdote, y sumergido en
el rio cenagoso de las pasiones políticas, Mr. de
La-Mennais ha seguido su corriente. Hombre de


(*) Lerrainier, Revista de los Dos Mundos, 1834.




22 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


meditación y de soledad, se ha entregado a
una vida de agitación y de combate; hombre de
dulzura y de paz , ha exhalado gritos de odio y
de guerra; nuevo Pedro el ermitaño, ha ido
por el mundo predicando en todas partes la gran
cruzada de los pueblos contra los Reyes. Sin em-
bargo , á medida que Mr. de La-Mennais adelanta
en la dificil carrera que ha elegido, parece que
su pensamiento principia á perder un poco de
aquel arrebato furioso y desbocado con que prin-
cipió. Bajo este punto de vista, la obra titulada
asuntos de Roma , y publicada dos años después
de Las palabras de un Creyente, merece una
seria atención. Hay mucha acritud en aquel li-
b r o ; pero hay también mucha tristeza, mucha
dulzura, mucho sufrimiento, algo que se pare-
ce á un pesar. Parece como si cansado de su im-
petuosa carrera, Mr. de La-Mennais hubiese que-
rido detenerse un instante entre su pasado y su
porvenir, para echar una última y melancólica
mirada sobre sus creencias de otros tiempos, muer-
tas en el d ia , enterradas. En medio de Roma ,
esa gran ruina, en el fondo del Convento de los
Teatinos, el atleta descansando pensó mas de una
vez en la felicidad de una vida tranquila, a la




L A - M E N N A I S . 23


sombra de un claustro , y á la vista de Dios.
El Libro del Pueblo, que siguió después , es una


especie de catecismo popular, en el que Mr. de
La-Mennais se esfuerza por elevar al pueblo 4 la
altura de la misión que le llama á desempeñar;
al lado de algunas páginas rencorosas, hay otras
en donde la mas consoladora y pura moral adop-
ta las mas graciosas formas. En su última pro-
ducción , titulada De la Esclavitud moderna,
Mr. de La-Mennais se empeña en establecer, vio-
lentando muchas veces la historia , que el prole-
tario del dia está mas sugeto, mas incomodado , y
es mas miserable que el esclavo antiguo y el sier-
vo de la edad media. La primera mitad del libro
es furibunda: « ¡ P u e b l o , pueblo , despierta al
ü n ! esclavos, levantaos, romped vuestras cade-
nas ; no sufráis que se degrade por mas tiempo
en vosotros el dictado de hombre. » (*) Antes de
correr á las armas, vuelva el pueblo la hoja, y
encontrará dichosamente en lo que sigue la re -
futación absoluta y radical de lo que antes ha
leido.


» Sabed primero, y no lo olvidéis nunca, dice


C) De la Esclavitud moderna, pág. fi2. , ;




24 PERSONAJES CELEBRES.


Mr. de La-Mennais, (*) que en ninguna época es
posible mas que lo que está maduro en los espí-
ritus , lo que preparado poco á poco ha llegado á
ser objeto de general deseo; que toda reforma que
aparece como un trastorno radical de las cosas
existentes, la destrucción de lo que aun tiene en las
ideas, en los hábitos, en las costumbres, en la opi-
nión verdadera ó falsa de las masas profundas rai-
ces, fracasa siempre; que por lo mismo nada hay
mas pernicioso que los sistemas puramente de
imaginación, en especial si presentan un des
agradable carácter de absoluta rigidez; que las
teorías disputadas, aun cuando lo sean sin razón;
las teorías que repugnan al mayor número , las
especulaciones económicas y filosóficas, son inapli-
cables, á lo menos por ahora. Su efecto es espan-
tar y detener en una sensible inercia aun d los
hombres mejor dispuestos, cuya cooperación se-
ria la mas útil, y algunas veces la mas indis-
pensable. » Recomendamos estas líneas, llenas
de juicio práctico y de elevada razón, á todos
aquellos cuyo entendimiento pueda haberse per-
turbado por la frenética poesía de las Palabras
de un Creyente. El genio es como la lanza de


O De la Esclavitud moderna pág. 6 2 .




L A - M E N N A I S . 25


Aquiles, y nadie mejor que él puede curar las he-
ridas que ha hecho. (*)


Los escritos de Mr. de La-Mennais, en especial
los de la última parte de su vida, están llenos de
contradicciones de esta clase, y ellas solas basta-
rían para probar su completa buena fé. Estamos
convencidos de que cuando Mr. de La-Mennais
toma la pluma para dar la señal general del c om-
bate , hay en él una especie de lucha ; una orga-
nización tierna y mística í'orcegea oprimida por una
voluntad fogosa; la cabeza dice sí, y el corazón
dice no, pero triunfa la cabeza ; vacila el apóstol,
y es arrastrado por el tr ibuno; tiene el alma de
S. Agustín y de Bruto, pero domina la de Bruto;
y Mr. de La-Mennais, el sacerdote demócrata,
se parece mucho al belicoso prelado de la edad
inedia, que en la batalla de Bouvines no quería
otra arma que una maza , porque su religión le
prohibía derramar sangre, y que en lo mas re-
cio del combate, bendecía con una mano á los
numerosos enemigos á quienes golpeaba con la
otra.


(*) Compárese sobre todo el pasage citado coa la recién,
te producción, titulada El país y el Gobierno, j véase si
Mr. de La-Mennais no es el mas rudo adversario de si mismo.




26 P E R S O N A J E S CELEBRES.


Falta ahora señalar cual es hasta aquí la úl-
tima palabra de Mr. de La-Mennaís en religión
y en política. Después de haber pedido en un
principio la separación absoluta de la Iglesia y
del Estado, luego la dominación de la Iglesia
sobre el Estado, nos parece que Mr. de La-
Mennais desea ahora la fusión de la Iglesia en el
Estado. Ha roto para siempre con el dogma ca-
tólico ; declara que « el Cristianismo envuelto en
el dia bajo la capa material que le cubre como
un sudario, volverá á aparecer con el esplendor
de su vida perpetuamente joven , y que el Mun-
do no formará mas que una sola ciudad, que
saludará á Cristo como su supremo y último
legislador.» (*) Es en otros términos el mismo
pensamiento formulado por Mr. de Lamartine
bajo el nombre de Cristianismo legislado.


En política, Mr. de La-Mennais es tal vez uno
de los radicales modernos mas avanzado ; pues
llama al pueblo con alta é inteligible v o z , á
egercer directamente y al momento su soberanía,
á constituirse, con la igualdad absoluta por dog-
m a , y por forma de gobierno la república.


Fácil es conocer que no pretendemos discutir


O Libro del Pueblo.




L A - M E N N A I S . 27


en tan cortas páginas tan grave cuestión; sin-
embargo , creemos de nuestro deber reasumir en
pocas palabras, con todo el respecto que profe-
samos á la persona y al talento Mr. de La-Men-
uais , las impresiones que nos ha causado el con-
cienzudo estudio de su sistema.


Que el movimiento ascendente de las cosas
humanas, que el desarrollo siempre en aumento
de la industria y de las luces, que las lecciones
de lo pasado, que las agitaciones del presente,
que todo esto sea el seguro presagio de una
grande trasformacion social ; que un mayor nú -
mero de individualidades inteligentes tengan na-
turalmente por consecuencia un reparto mas
igual de derechos políticos; que la clase media,
entonces mas especialmente depositaría dé los in-
tereses generales, deba un dia abrir sus filas al
pueblo y formar con él una grande y hermosa
unidad social; que en una palabra , el adveni-
miento al poder de la democracia pura esté en
el porvenir, es un pensamiento lógico y común
á casi todos los hombres eminentes de la época,
desde S. Simon, hasta Chateaubriand, desde Be»
ranger á Lamartine.


Pero que el pueblo. tal cual es en el dia, ó




28 P E R S O N A J E S CELEBRES.


mas bien tal cual lo entiende Mr. de La Meu-
nais, es decir , todo el que no posee y todo el
que es ignorante, sea llamado bruscamente a
poseer y ejercer al momento una acción en el
gobierno; que la soberanía del pueblo , que no
puede ser mas que una soberanía sabiendo lo
que se hace, llegue á ser la soberanía de la
fuerza brutal y del número , es un sistema que
nos parece tan falso en principio, como fecundo
en funestos resultados.


Y no se diga que creamos fantasmas para te-
ner el placer de destruirlos; pues sino es el
primer pensamiento de Mr. de La-Mennais, no
puede negarse por lo menos que es la conse-
cuencia precisa de su polémica.


Vuélvanse á ver los cuadros que Mr. de La-Men-
nais presenta del mundo esterior, cuadros lúgu-
bres que parecen trazados bajo la influencia de
una pesadilla, y se verá siempre en ellos dividi-
da la sociedad en dos clases de hombres: vícti-
timas sin número, y algunos verdugos ; por una
parte una imperceptible minoría , soberbia, inso-
lente , sanguinaria , viviendo torpemente en la
indolencia y el placer; por otra una mayoría in-
mensa, pálida, enfermiza, estenuada, tiranizada




L A - M E N N A I S . 29


martirizada, g muñéndose de hambre. El
infierno del Dante es un paraíso comparado con
ciertas páginas de Mr. de La-Meunais. ¿ Si hay en
esto poesía, hay verdad? Podemos declarar que ja-
más hemos encontrado un solo proletario dispuesto
á dejarse tenacear ó hacer pedazos por el capricho
de otro ; nos ha parecido, Dios sea l oado , que
el número de los que se mueren de hambre dis -
minuye todos los dias. Sin duda alguna existen
todavía debajo del cielo muchas deplorables mi-
serias ; sin duda dista mucho todavía el pueblo de
la prosperidad que le reserva el porvenir; ¿pero
debe buscarla en el prematuro y peligroso ejer-
cicio de los derechos políticos, que apenas c om-
prenden , ó en el tranquilo desarrollo de la indus-
tria? ¿en el club ó en la escuela, en el Contra-
to Social ó en la Ciencia del hombre de bien,
Ricardo? Para nosotros la cuestión no es dudosa;
dése al pueblo bienestar , saber y moralidad , y
no se le dé pasión, pues no la necesita y tiene
de sobra; en cuanto á la iniciativa política, la
adquirirá por sí mismo, el día que esté en esta-
do de ejercerla.


Y ademas, esa clase media á quien Mr. de La-
Mennais acusa con tanto furor de monopolizar to-




30 PERSONAJES C É L E R R E S .


dos los derechos sociales ¿ no sale sin cesar de las fi-
las del pueblo? ¿ n o se vé todos los días al jor -
nalero pasar á ser maestro , y al artesano, hacen-
dado ? ¿ se pierde ya acaso en la noche de los
tiempos el origen de los grandes varones de las
tiendas; y puede jamás llegar á ser otra cosa la
igualdad absoluta que tan ardientemente reclama
Mr. de La-Mennais, que la libre concurrencia de
todos á t o d o , en la facultad dada á cada uno
de ser todo lo que puede ser? No pretendemos
decir por esto que esta facultad, reconocida de
derecho, existe de hecho en toda su plenitud;
no desconocemos los obstáculos de todas clases que
detienen todavía el movimiento ascendente de las
superioridades; pero al fin está abierta la lucha
para todos , y entre las dificultades del dia y la
imposibilidad de otros tiempos, hay un abismo.


En resumen , nos parece que Mr. de La-Men-
nais ha faltado á su objeto , traspasándolo; el
pueblo no es solo la estrema miseria y la igno-
rancia estrema; el pueblo, es el agricultor, el
artesano, el soldado , el hombre acomodado , el
industrioso, el abogado, el médico, el artista,
es todo el mundo. Llámese el Gobierno Monar-
quía ó República, la soberanía del pueblo jamás




I .A-MENNAIS. 31


será Ja soberanía egercída por todos sobre todos,
sino la soberanía delegada por una mayoría com-
petente, á uno ó á muchos , para ejercerla en el
ínteres de todos. La supremacía social no es asun-
to de números, no se cuenta ; se manifiesta, se
esperímenta, está en el orden, y la peor de to-
das las tiranías seria la de una mayoría ininteli-
gente , si fuese posible. Asi pues , cuando Mr. de
La-Mennáis, arrastrado por un sentimiento lau-
dable en el fondo, grita á los proletarios: « j Le-
vantaos, contad vuestros opresores, sois mil con-
tra u n o , á vosotros os pertenece el Gobierno ! » el
ilustre escritor cree ser demócrata , y á nosotros
nos parece que es simplemente demagogo.


Sin embargo, Mr. de La-Mennais, á pesar
de la exageración de sus deseos, de sus tristezas,
y de sus cóleras , no deja de ser una de las in-
teligencias mas grandes, y uno de los corazones
mas nobles de estos tiempos. Cuando la indife-
rencia domina en todas las almas , cuando las in-
dividualidades se aislan y envuelven en un odioso
manto de egoísmo , cuando prevalece la innoble
máxima de cada uno para si, gusta ver á un
hombre que padece , con los padecimientos de los
demás , que se embebe en los dolores del pueblo,




32 PERSONAJES CELEBRES.


que los agranda desmedidamente con el pensa-
miento , cual si quisiera imponerse un pesar mas
vivo ; que se esfuerza , aun engañándose , por re-
mediarlos , y que conserva casi s o l o , en medio de
la general apatía, el celo de la caridad la ener-
gía de la voluntad, y los tesoros de la fé. En la
penosa y lenta marcha de la humanidad hacia
el porvenir, este Sacerdote se ha colocado en la
vanguardia. Impetuoso, incansable , fija la vista
en el punto luminoso que anhela alcanzar , cor-
re sin descanso, combatiendo los sistemas que
le conducen hasta que caen rendidos; y entonces
variando de sistema sin variar de ruta , prosigue
su rápida carrera. ¡ Al ginete que tiene prisa de
l legar, qué le importan los caballos que deja
muertos detrás de s í !




2nòke îre U s btarjvafttts contcniÌKis


E N EI,


T O M O T E R C E R O


FERNANDO V I I


L O R D B Y R O N .


L U I S F E L I P E I .


Z U M A L A C A R R E G U I .


M R . L A F F I T T E .


D . JOSÉ D E MAZARREDO.


D . VICENTE L O P E Z .


BERNADOTTE ( C A R L O S X I V . )


D . R A F A E L ESTEVE.


M R . C A N N I N G .


D . JOAQUIN D E LA PEZUELA.


M R . D E L A - M E N N A I S .




ERRATAS IMPORTANTES.


Biografías. Pag.- Lin. Dio. Léase.


D. V . L Ó P E Z . 12 1 3 sobre una mesa sobre una nube.


D . R . E S T E V E , 10 25 agricultura arquitectura.




PERSONAJES CÉLEBRES
DEI.


SIGLO XIX.






DEL SIGLO XIX.


l'Oll


UNO QUE NO LO ES.


La biografía es c¡ arte de reu -
nir el personal de la h is tor ia , de


-Oj las c ienc ias , de las l e tras , de las


MADRID,
IMPRENTA DE D. FERNANDO SUAÜEZ,


PrA/.IIF.I.V DE GF.I.F.NQIJE, 3.


18-13.








celebres ]?} ; v h yjy




EL PAPA PIÓ VII.


n Independiente la Iglesia en su ca-
beza de todo poder terrenal , se halla
en estado de ejercer con mas libertad
y para el bien común la celestial ma-
gistratura de gobernar las almas, man-
teniendo igual la balanza enmedio de
tantos imperios muchas veces enemi-
gos , y conservando asi la unidad en
todo el cuerpo social , ya por sus de-
cretos inf lexibles , ya también por sá ;
blas condescendencias. « nXt


BOSSUET. i .«v
f


Las vicisitudes políticas de la Francia, com-
pletamente sumerjida en los furores de la anar-
quía, después de la muerte de Luis X V I ; el es-
píritu irrelijioso de los filósofos del siglo XVIII,
que por todas partes había invadido la Europa,
y el lastimoso destierro en que había muerto




2 PEIISONAJES (IEI.EISRF.S.


Pió VI , dieron á conocer cuan importante era
colocar en la títedra pontificia un hombre an-
ticipada y ventajosamente conocido por su capa-
cidad , por su mansedumbre y por !a santidad
de su vida. Por esta razón estaba sumamente
ajitado, é incierto el Cónclave de Cardenales
reunido en Venecia, sin acertar á decidir quién
podría con mas tino y seguridad dirijir la nave
de S. Pedro. Pero después de una larga delibe-
ración de tres meses, y gracias á la elocuencia
de Monseñor Consalvi, y al crédito de que goza-
ba como profundo conocedor de los hombres,
quedó elejido Papa el Cardenal Gregorio-Luis-
Barnaba Chiaramonti , hecho Principe de la San-
ta Iglesia (*) en el año de 1785, por el difunto
Pontífice Pió VI, á quien le unian relaciones de
parentesco.


Tristísima era por aquel tiempo la situación de
liorna, como que se encontraba sin gefe algu-
no , devorada por las facciones y amenazaba por
todas partes por tropas estrangeras.. Manifestá-
banse contrarios á la tiara algunos partidarios
de las reformas francesas; otros mas prudentes
y entendidos, querían mantenerla y respetarla


(,*) Titulo ([ii<> sp ilú. f in Koma ¡i los Cardenales.




PKi Y IT. 3


no tanto por un espíritu religioso, cuanto por-
que consideraban , no sin razón, que la salva-
ción de la Italia en tan difíciles y lamentables cir-
cunstancias, dependía en gran parte de la existen-
cia de un sabio Pontílice, que reasumiendo en
sí el poder espiritual y temporal, pudiese crear
una autoridad respetable, asi para los Monarcas
como para los pueblos de la cristiandad. Solo
de esta manera juzgaban hacedera la obra de re-
frenar la ambición de los Príncipes, y protejer
la debilidad de los subditos, como efectivamen-
te sucedió muchas veces en la edad media, cuan-
do apenas existían mas leyes que el capricho y
la fuerza. Entonces los soberanos Pontífices le-
vantaban con su poder los cimientos del derecho
público de Europa, arreglando por sí mismos las
disensiones que nacian entre los pueblos y los
Reyes. (*) La elección de Pió Vil dio nuevo alien-
to á esperanzas tan lisonjeras, porque el nuevo
Pontífice disfrutaba tan alto concepto por su ta-
lento como por su virtud. Nacido en Cesena el
año de 1742, vistió en edad muy tierna el hábi-
to de S. Benito, y profesó solemnemente el año
de 1758 en el convento de Santa Maria de la


r ) Yéasp de Maistre en su obra Del Papa.




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


misma ciudad. Comenzó sus estudios teológicos
en Pádua, y habiéndolos concluido después en
Roma, en el colejio de S. Anselmo, enseñó en
él teología por espacio de nueve años y con gran
reputación, hasta que fue nombrado Abad de
su Orden por el Pontífice Pió VI. Entonces fue
cuando el nuevo Prelado principió á señalarse
muy ventajosamente entre los religiosos, por la
caridad y dulzura d e s ú s costumbres, virtudes
que resaltaron en él con mas brillantez desde
que fue á ocupar el Obispado de Tívoli, y des-
pués cuando pasó á el de Imola al recibir la
púrpura cardenalicia. Habiendo sido elegido Papa
el 14 de Marzo de 1800, y tomado el nombre
de Pió VII , en memoria de la protección con
que siempre le distinguió su ilustre predecesor,
fue consagrado en la Iglesia de S. Jorge en Ve-
necia, y dos meses después se encaminó á Ro-
ma. I'.l 21 de Junio entró en Ancona, y fue
recibido con salvas de artillería, haciendo la es-
cuadra rusa , estancionada á la sazón en el puer-
t o , el saludo imperial; porque el Czar Pablo I
habia mandado espresamente que se tributasen
al Papa los mismos honores que á su persona-
Un gran número de habitantes de aquella ciu-




PIÓ VII. 5
dad desengancharon los caballos del coche del
Papa, y atando unas cuerdas guarnecidas de cin-
tas de colores, le condujeron al palacio del Car-
denal fiauuzzi, que esperaba con impaciencia al
nuevo gefe de la Iglesia. Al dia siguiente celebró
misa Fio VII en el altar de la Virgen de San
Ciríaco, y marchó á Loreto. Entonces un Comi-
sario austríaco declaró al Pontífice que Su Ma-
gestad el Emperador de Austria había recobrado
los Estados del Santo Padre, con el único objeto
de restituírselos. Finalmente el Papa apresurando
su marcha entró en Roma el dia 3 de Julio, re-
cibiendo las mas señaladas muestras de contento
y adhesión. Los Romanos en la plaza del pueblo
y en el mismo sitio en que presentaron una co-
rona al general francés Berthier, dispusieron un
magnifico arco triunfal, bajo del cual paso S. S.
antes de entrar en la calle del Corso • recibie-
ron con la mayor alegría al nuevo Pastor como
que de él aguardaban el remedio de sus males. No
les engañó esta esperanza.


Campeaba por la ciudad entonces una desen-
frenada soldadesca de Napolitanos y Tudescos,
que se permitían toda clase de vejaciones y desa-
fueros. Pió Vil apoyado en su autoridad y con-




6 PEKSOlNAJJiS CüLEIiUKí.


duciéndose con gran tino y prudencia, logró re-
primir la militar licencia y restablecer el orden
público. No bastándole con esto , promulgó el 30
de Noviembre de 1800 la bula Post díuturnas,
en la cual establecía sabios reglamentos en bene-
ficio de la industria agrícola y comercial, que li-
bres desde entonces de trabas perjudiciales , co-
menzaron á progresar como nunca.


Vencedor y henchido-de gloria Napoleón en el
campo de Marcngo , y calculando ya acaso el
gran proyecto de ceñir á su frente una corona,
no se le ocultó que podría llegar á tener necesi-
dad del Supremo Pontífice, para llevar á efecto el
plan que meditaba. Por lo cual se dirigió á
Pió VII por conducto del Cardenal Spina, solici-
tando un Concordato con la Francia, del que espera-
ba felices resultados, no solo porque ya era conoci-
da la moderación y tolerancia del Sumo Pontífi-
ce , sino también porque el mismo Napoleón ha-
bia recibido pruebas de e l las , cuando por el tra-
tado de Tolentino en 1797 , fué incorporada a l a
república Cisalpina la diócesis de Imola, de que
era entonces obispo Pió VII. En aquella ocasión
se condujo este, no como un fraile fanático, sino
como un verdadero sucesor de los apóstoles. Por




l'IO VII. 7


este tiempo dio á luz una famosa Homilía, en
la cual á los sentimientos de la religión mas pu-
ra, unia los de la mas digna tolerancia; pues
claramente decia , que el único objeto de la reli-
gión es abrir las puertas del Cielo, sin que ten-
ga nada que ver con el gobierno temporal , cual-
quiera que sea , monárquico ó democrático. Hé
aqui las mismas palabras de la Homilía : Que-
ridos hermanos, la forma de gobierno demo-
crática adoptada entre nosotros, no se opone á
las máximas espuestas arriba, ni repugna al
Evangelio ; al contrario, exige todas las virtudes
sublimes, que únicamente se aprenden en la es-
cuelas de Jesucristo, y que religiosamente prac-
ticadas por vosotros formarán vuestra felicidad
la gloria y el espíritu de vuestra república.
Sea el sólido fundamento de vuestra democra-
cia la virtud sola, y fortificada con los pre-
ceptos del Evangelio, esa virtud que perfecciona
al hombre y le dirije al supremo fin, el mejor
de todos, etc. (*) Esta Homilía cuya aparición
causó mucho ru ido , se tradujo al francés , al
alemán, al inglés y al español. Algunos faná-


C) V i d a , reinado, peregrinación y muerte de Pió VII^
por Artaud, Iradiiccion de Justino Manluano, l . I, pág. til-




8 PE11S0NAJES CE1EMIES.


ticos aduladores del despotismo lian acusado por
ella al obispo de Imola •, otros creyendo favore-
cer lo , dicen que no salió toda de su pluma ¡Mi-
serias de unos y de otros! la Homilía fué entera,
mente obra del obispo de Imola , no solo porque asi
lo han asegurado personas de autoridad, sino
porque los sentimientos que contiene, dignos de
la mayor alabanza , están llenos de aquella san-
tidad y tolerancia que Pió VII no desmintió ja-
más. Pero volvamos al punto de donde parti-
mos.


Las primeras noticias de un Concordato entre la
República francesa y el Pontífice, causaron un
vivo sentimiento al Austr ia , á la Rusia y á la
Inglaterra , que interesó á la Corte de Ñapóles
para impedir que se verificara. Dirigía entoüces
los destinos de aquella el ministro inglés Acton,
que debia el alto puesto que ocupaba á la influen-
cia que ejercía en aquel tiempo la Gran Bretaña
en los negocios de Ñapóles, y á sus amores con
la Archiduquesa de Austr ia , Maria Carolina,
muger de Fernando IV , á la sazón Rey de Ñapó-
les. Pero el ministro Acton, á pesar de sus in-
trigas, no pudo conseguir nada , y el nuevo Con-
cordato se firmó en el palacio del mismo Napoleón,




PÍO VII . 9
entonces Cónsul, por el Cardenal Consalvi, mi-
nistro de Pió VII.


Antes que se conociese exactamente el conte-
nido de aquel Concordato, los Romanos se irrita-
ron sobremanera, porque se habia ya esparcido
la voz de que habían sido muchas la concesiones
del Pontífice á la Francia; que Napoleón habia
conseguido arrancarle un Concordato para la
república de Italia•, y que finalmente le habia
obligado á crear cierto número de Cardenales
franceses. Pero se apaciguaron las i ras , y no fal-
tó quien alabase al Papa, cuando se supo que en
virtud del nuevo Concordato, Benevento, y Ponte-
corvo volvían á poder de la Iglesia.


Verificado el Concordato con la Francia , para
manisfestar Napoleón el profundo respeto y apre-
cio que profesaba al Pontífice, envióle de regalo
dos bergantines de guerra. En esta ocasión recibió
Pió VII á los oficiales de la marina francesa que
se le presentaron, con una distinción y dulzu-
r a , que revelaban el fondo de su eorazon hasta
tal pun to , que no creemos será enojoso para
nuestros lectores el referir las circunstancias de
aquel suceso.


Los dos bergantines llevaban por nombres San




10 l'KKSONAJES UELEllKES.


Pedro y S. Pablo , y los condujo a Civita-Yec-
chia el Comandante Dornaldcgny. Su entrega se
verificó con las mayores formalidades; iban ente-
ramente armados y pertechados. El Papa envió
algunos coches al puerto para que trajesen á
Roma la oficialidad de aquella comisión, y man-
dó que se les obsequiase con la mayor de-
licadeza. Era natural que los que componían el
estado mayor de los barcos, que escoltaban los
bergantines regalados y los de estos, pidiesen,
como lo hicieron, una audiencia de Su Santidad
antes de marchar. Para ello se escribió á Mon-
señor Odescalqui, maestro di cámara, primer
gentil-hombre ó sumiller , que hiciese presente al
Papa este deseo de los marinos franceses. Aquel
Prelado inmediatamente contestó, que evacuado
su encargo , el Santo Padre habia señalado el dia
siguiente para recibir con el mayor placer á los
oficiales. Por la mañana no solo todo el estado
mayor de la marina francesa, sino también los
que tenían á bordo algún cargo ó empleo, pasaron
á Monte-Caballo. Llegados á la antecámara del
Sumo Pontífice, hallaron un Monseñor, quien á
la vista de tanta gente quedó admirado, y desha-
ciéndose en demostraciones de amistad y cortesía,




PÍO vil . 11
dio á los oficiales el parabién y las gracias por el
regalo de los buques; y les manifestó gran compla-
cencia, asegurándoles que S. B. tendría la misma al
recibir aquella brillante oficialidad. Dispuso en
seguida que todos, menos el comandante Dor-
naldegny, dejasen las espadas, asi como los som-
breros , antes de entrar en la cámara del Papa ,
conforme establece la etiqueta de la Corte de
Roma. Después abrió el Prelado la puerta de la
habitación de Su Santidad, se hincó de rodillas,
y anunció la visita de los oficiales de la mari-
na francesa, los cuales inmediatamente se ade-
lantaron. Entonces el Papa, levantándose de su
silla, saludó al comandante y después mirando
á los demás oficiales repitió algunas veces estas
espresiones: « ¡bella juventud ! Creo que tendrán
gusto en aceptar unos rosarios para llevarlos á
sus madres ó á sus hermanas.» El Santo Padre
entró solo en otra sala, y pasados algunos mi-
nutos volvió, trayendo en las manos un papel
lleno de rosarios, que iba distribuyendo á los
militares , conforme se le iban acercando. En se-
guida alabó el valor délos franceses en las bata-
llas , y con tono mas tierno é interesante discur-
rió sobre sus viajes científicos, y el servicio que




12 PERSONAJES CELEBRES.


la marina francesa prestaba en la conducción de
los misioneros de la India ; finalmente con una
risa angélica, y saludándoles con las dos manos
cariñosamente despidió los oficiales, que se que-
daron admirados de la mansedumbre y gracia
que brillaban en todas las palabras del Santo
Padre.


Algún tiempo después de lo que hemos refe-
r i d o , fiado Pío VII en las muestras de grande
respeto y estimación, que habia recibido de
parte de Napoleón, y conociendo que era muy
grande á la sazón la influencia del Cónsul en los
negocios de la Germania, le pidió ayuda para
establecer el culto católico y la gerarquia ecle-
siástica en aquellos paises tudescos, gobernados
entonces por Príncipes protestantes, aunque habi-
tados por un gran número de católicos. Con tal
objeto escribió el Pontífice á Napoleón una car-
ta que insertamos á continuación, como un tes-
timonio de su celo por el bien de la Iglesia, y
de su piedad para con los Heles.


«Nuestro querido hijo en Jesucristo; salud
» y bendición apostólica. Tantas pruebas nos te-
» neis dadas de celo y afecto, que no dudamos
» dirijirnos a vos con toda confianza en todas




n o V1T. 13


las circunstancias en que tenemos necesidad


de socorro.
» Las Iglesias de Alemania han sufrido en los


tiempos inmediatos pérdidas inmensas. Han sido
despojadas, con sentimiento nues t ro , de casi
todos sus bienes temporales, y naturalmente po-
déis concebir cuan profundo será nuestro dolor,
cuando las hemos visto momentáneamente priva-
das de un número tan considerable de sólidos
apoyos, en que se afianzaba su perpetuidad, y ci-
fraba su esplendor. Mas nos aflije el sentimiento
de que á la pérdida de bienes temporales no siga
la mayor de las espirituales , y no la fundamos
solo en débiles conjeturas. Si no tomamos pron-
tamente eficaces medidas para mantener en aque-
llos paises la religión católica, conservar sus igle-
sias y asegurar la salvación de los fieles, es de te-
mer que ¡os.grandes desórdenes que han podido
arruinar los bienes eclesiásticos , consuman y
anonaden los mas importantes y eternos. Hemos
resuelto implorar como lo hacemos vuestro so-
corro en esta empresa, á que nos impele el cum-
plimiento de nuestro ministerio, para cortar de
raíz los males designados, é impedir se veri-
fiquen tanto en el culto como en las cosas mas




14 PF.riSOlNAJES CÉLEBRES.


» necesarias é inherentes á él. Como nos habéis
» auxiliado con tanto celo y eficacia para su es-
» tablecimiento en Francia , asegurando su futu-
» ra tranquilidad y permanencia, no podemos
» dudar continuéis lo mismo para otro pais limí-
»trofe, bien privilegiado y favorecido por nuestra
» santa religión, cada día mas perseguida; tam-
> bien os proporcionamos esta ocasión de acredi-
» tar vuestra adhesión á ella , y adquirir nuevos
»> títulos de gloria.


> Bien persuadido, según las continuas prue-
a bas que nos habéis dado de afecto y estimación,
» que no os negareis á nuestra instancia en apoyo
» de la verdadera religión , antes bien que em-
•» pleareis para ella todo vuestro poder; os conce-
» demos afectuosamente nuestra apostólica beudi-
» cion. Dado en Roma en Santa Maria la Mayor,
» sellado con el anillo del Pescador, á 4 de Tuuio de
i' 1803 , y el cuarto de nuestro pontificado.—Pío
» PAPA VII .»


Habiendo el Pontífice conseguido restaurar la
religión en Francia, esperaba mas favorable ocasión
para volverla á su primitivo lustre; y por lo tan-
to, sin faltar á su decoro, evitaba todos los mo-
tivos que pudiesen disgustar á Napoleón , el cual




PIÓ VII. l i i


guindo por sus particulares intereses, aparentaba
huena amistad á la Corte de Roma. Por lo que,
cuando fue proclamado Emperador, suplicó al
Pontífice fuese á coronarle, dirijiéndole esta famo-
sa carta que insértanos como un precioso docu-
mento histórico. «Santísimo Padre: los felices
» resultados que ha producido en las costumbres
» y el carácter de mi pueblo el restablecimiento
«de la religión cristiana, me induce á rogar
» á V. Beatitud , que me dé otra nueva prueba
» del interés que toma en mi suerte , y en la de
» esta grande nación, en una de las mas impor-
» tantes circunstancias, que ofrecen los analps
» del mundo. Ruego á V. S. se sirva venir á dar
»el carácter eminente de la religión á la cere-
» monia augusta de la consagración y coronación
» del primer Emperador de los franceses. Esta
«ceremonia adquirirá el mayor brillo posible
» cuando se practique personalmente por V. S . ;
» atraerá hacia mí y en favor de mis pueblos la
» bendición de Dios, cuyos decretos arreglan á
» su voluntad la suerte de los Imperios y de las
» familias.


» Vuestra Santidad conoce el afecto que hace
» mucho tiempo profeso a su augusta persona;




16 PERSONAJES CELEBRES.


» y de ahí inferirá el placer que esta ocasión me
» produce, dándole nuevas pruebas de él.


» Rogamos á Dios, Santísimo Padre , conserve
»su vida muchos años , para el régimen y go-
» bierno de nuestra Santa Madre la Iglesia.


» Vuestro devoto hijo—NAPOLEÓN—Colonia ló
» de Setiembre de 1 8 0 4 . » (*)


Pió Vil aecedió á los ruegos de Napoleón, juz-
gando que era esta una buena ocasión para pro-
tejer á la Iglesia en Francia, merced al patroci-
nio que podia esperar del nuevo Emperador, el
cual deseando ser consagrado por la cabeza de
nuestra santa religión, daba claramente á enten-
der en su carta, el alto respeto en que tenia á la
dignidad pontificia , y por esto Pió VII accedió á
los deseos de Napoleón, trasladándose á Paris para
coronarle.


Muchos criticaron la conducta del Pontífice, y
las gacetas inglesas de aquel tiempo le ultraja-
ron , acusándole de haber prostituido la tiara á
las exigencias de un usurpador. No es este el lu-
gar mas á propósito para discutir la legitimidad
de los Reyes, ni abatir á los enemigos de Napoleón;
pero nos contentaremos solo con hacer observar


{») Vida de Pió VII por Artaud, ya c i tada, 1 .1 , pág. 348.




PIÓ VII 17


á nuestros lectores, que aquel gran Capitán no
arrojó del trono de Francia á los Borbones, ni se
conjuró contra ellos, sino que fué debilitando po-
co á poco el gobierno republicano, hasta que los
franceses le proclamaron Emperador. Por lo cual
pudo con razón decir en su destierro de Santa
Elena: «No usurpé la corona de Francia , sino que.
la recogí del fango. » (*)


Con motivo de aquella coronación, llegó Pío Vil
á entender que tenia pensamiento el Emperador
de obligarle á fijar su residencia en Paris, y á es-
ta indicación respondió con la mayor serenidad:
« Ya lo he previsto, y con este objeto he dejado
» en Palermo una renuncia de mi dignidad en
» manos de Monseñor Pignatelli ; si el Emperador
» no me deja salir , aquel documento se publicará
" y de esta manera quedará solo en su poder un po '
" bre fraile y no el Papa •> Pero fueron vanos sus
temores, Pió VII volvió pacificamente á Roma.


Algún tiempo después, corriendo el año
de 1805, se disputaba acaloradamente en Lon-
dres sobre láemancipación de los Católicos, que
apoyaba el Papa. En esta conyuntura los mas


C) V. AntOrnarchi—Memorie sopra Napohone in Sania
Elena.




18 PERSONAJES CELEBRES.


exaltados protestantes no dejaron de vituperarle,
tanto que uno de ellos habló asi en el Parla-
mento: «Señores, opino y aun estoy cierto de
» que el Papa es un mísero juguete del usurpador
» del trono de los Borbones, y que no se atreve
» á moverse sin que aquel se lo mande; seria ca
» paz de escitar á los Sacerdotes de Irlanda á
»sublevar su propio rebaño, si Napoleón se lo
» ordenase, primero que dejar de obedecerle.»(*)


Mas ya se acercaba el tiempo en que Pió VII
se debia mostrar al mundo adornado de todas las
virtudes cristianas, y cómo un raro ejemplo de
firmeza. Pocos dias habían trascurrido desde aquel
en que se calumnió públicamente al Pontífice con
las palabras indicadas, cuando se supo en Lon-
dres que habia rehusado aliarse con Napoleón
en contra de los Ingleses, respondiendo á sus
instigaciones: » Como Padre común de todos los
«Cristianos, no reconozco mis enemigos entre
» eUos. » desde este momento empezaron Jas per-


(*) I am certain tliat t h e Pope is the miserable pupper
of the Usurper oí the "throne ot Ihe Bourbons , that he
dare not move biit by Napoleari' s comantl; aud should he
ordec him to influence the Irisb priests lo roset heir docks
to rebell ion, he coultt not retase to oliey the rlespol.
I'nrlinmentnry debates vól. IV. London 1 8 0 5 , ¡n S 1 .




PIO VII . 1 9


secuciones y calamidades contra el Santo Pontífi-
ce , el cual supo sufrirlas y triunfar de ellas
con una paciencia evanjélica.


irritado Napoleón con la negativa del Papa,
después de haber ocupado a Ancona con el pre-
testo de <que como protector de la Santa Sede
queria defenderla contra los ataques de los In-
gleses y de los Turcos , arrojando fi nel niente Ja
máscara, pidió al ; . Pontífice por conducto del
Cardenal Fescli, su tío y Embajador en Roma,
que fuesen espulsados de los Estados pontificios
los Ingleses, Rusos , Suecos y Sardos. Desenten.
díase Pio VII de estas instancias, mientras que Na-
poleón cada vez mas encolerezido, destituía á su
Embajador Fesch, creyendo que por ser Carde-
nal no resistía á la voluntad del Papa, y en su
lugar encargaba los negocios de Francia á Mr.
Alquier. Este pedia de parte del Emperador la
dimisión del Cardenal Consalvi, ministro de Su
Santidad, reclamaba el reconocimiento de José
Bonaparte como Rey de Ñapóles, y despojaba ¡í
la Santa Sede de los Principados de Benevento y
Ponte-Corvo, que repartía Napoleón entre Talley-
rand y Bernadotte. Hallándose las cosas en esta
situación, y corriendo el mes de Febrero de 1808




20 PERSONAJES CELEBRES.


fué ocupada Roma por el general Miolly, que
se estacionó en ella sin hacer ningún caso de las
protestas de Pió VII , que encerrado en Monte-Ca-
valló hábia dado á entender claramente i que no
saldría hasta que evacuasen su capital las t ro-
pas estrangeras. En este mismo tiempo protestó
el Pontífice contra la ocupación de las provincias
dé Urbino, Anconá y Macerata que , por un de-
creto imperial , habían sido encorporadas al reino
de Italia. Pero todas estas reclamaciones fueron
inútiles, pues no produjeron el menor efecto
en el ánimo de Napoleón, ni fueron capaces de
detenerle en la ejecución de sus proyectos. Hacia
ya algún tiempo que habia declarado Napoleón
que se reputaba verdadero Enperador de Roma;
cuando para confirmar plenamente esta declara-
ción, el 17 de Mayo del 1809, por un decreto
dado en Viena reunió los Estados del Papa al
Imperio francés. Impotente Pío VII para resistir
con las armas, siguió en esta ocasión el ejemplo
de sus antecesores, fulminando las censuras ecle-
siásticas (no nos toca decidir aqui si oportúua ó
inconvenientemente) contra el Emperador, porque
le habia despojado del poder temporal. Pero en
esta misma circunstancia se hizo admirar el Su-




PIÓ VII. 21


mo Pontífice por su moderación, pues en la
bula de eseomunion que se conoce por quan
memoranda, no se nombra directamente á Na-
poleón , aunque está comprendido como uno de
los promotores de todos los despojos que sufrió
la Santa Sede.


La resistencia del Poutílice, su firmeza en no
querer abdicar sus dominios, y la aparición de la
bula , escitaron á Miolly á cometer la violencia de
hacerle sacar de su cama en la noche del 4 de
Julio. Sitiado el palacio del Papa oon las tropas
francesas, subió el general Hade t , y habiendo
abierto la puerta del cuarto de Su Santidad se
presentó con varios oficiales, la mayor parte de
gendarmería, y tres traidores Romanos. Última-
mente el general, con semblante pálido y voz al-
terada , dijo al Papa que tenia una comisión des-
agradable y dolorosa; pero que no podia esquivar,
habiendo hecho juramento de fidelidad y obedien-
cia al Emperador; y que por tanto le notificaba
en su nombre renunciase la soberanía temporal de
Roma y demás Estados ; y que en caso de negar-
se á ello, tenia orden de conducir á S. B. á casa
del gobernador Miolly, quien le anunciaría el des-
tino que le esperaba. El Papa contestó con la ma-




22 PERSONAJES CELEBRES.


yor serenidad: «que si el general creia desuobli-
» gacion ejecutar semejantes órdenes del Empera-
»> dor, porque le había prestado juramento de fide-
»lidad y obediencia, S. S. estaba mucho mas obli-
» gado á sostener los derechos de la Sta. Sede, á lo
« que se habia ligado por muchos juramentos. Nos
« no podemos, no debemos, ni queremos ceder ni
» abandonar lo que no es nuestro: porque del do-
> minio temporal, propio déla Iglesia, no somos
» mas que un administrador. Podrá el Emperador
«hacernos pedazos, pero nunca logfará esto de
» Nos; y después de lo que hemos hecho para él,
» otro mejor reconocimiento esperábamos. »El ge-
neral Radet añadió: «Santo Padre, yo sé de cierto
que el Emperador debe áV. B. muchos favores;»
y el Papa esforzando la voz, le dijo:«muchos mas
que vos no sabéis.» Después de haber pronun-
ciado estas palabras, el Papa se puso á arreglar
algunas cosas en su cuarto, cuando el general le
dijo: « Vuestra Santidad no tenga cuidado, que
nadie tocará á nada. « El Papa contestó:«El que
no hace caso alguno de su vida, menos impor-
tancia dará á las cosas de este mundo. »


Fuera ya Pió VII de su palacio, el general
Mioily le condujo á las cuatro de la mañana fuera




VIO VII. 23


de liorna. Entonces le llevaron á la Cartuja de Flo-
rencia , después á Alejandría en el P iamonte , á
Grenoble, á Aviñon, y finalmente á Niza y á Sa-
boya.


Habiendo por este tiempo Napoleon ganado la
batalla de W a g r a m , Mr. Chabrol, prefecto d< I
departamento d6 Montenotte, el cual veia muchas
veces al Papa, }e aseguró que después de aquella
vietoria, se esperaba con fundamento por largo
tiempo la pa i y el reposo de la cristiandad ; y aña-
dió que estaba persuadido que con esta ocasión Su
Santidad contribuiría por su parte á hacer desa-
parecer los obstáculos que á ello pudieran oponer-
se , cediendo por último á los deseos del Empe-
rador, cuya intención era separar totalmente lo es-
piritual de lo temporal , y que era imposible que
cediese sobre este p u n t o , el cual no alcanzaba
á la santidrd del catolicismo. El Papa siempre fir-
me tn sus resoluciones, y pronto á arrostrar los
mas grandes peligros ; casi despreciando los nue-
vos laureles con que Napoleon orlaba su frente,
respondió á Mr. Chabrol.- « Hemos jurado defen-
der el temporal usque ad e/fusionem sanguinis; y
si S. M. el Emperador BO puede ceder nada de sus
pretensiones , es seguro que las cosas permanece-




21 PEBSONAJES CELEBBES.


ráu por largo tiempo en este estado. Pero largo
tiempo, es demasiado decir, porque yo ya soy vie-
j o ; quizá nuestro sucesor podrá componerlas, y
asi le dejaremos este cuidado. Después pronunció
con voz muy alterada estas memorables palabras:
« Los Sacerdotes del Paganismo jamás ni en na-
ción alguna fueron tan dependientes del gobier-
do civil como los Ministros católicos de nuestro
t iempo, y del Papa mismo se quiere hacer el Pa-
pa de los franceses; mas en medio de estas atre-
vidas tentativas, solo Dios puede salvar su Igle-
sia. Clemente Vil tuvo que sufrir las persecu-
ciones del Emperador Carlos V, pero se arregla-
ron en pocos meses, cuando nuestra persecu-
ción cuenta ya algunos años y todavía dura. Se
ha dispersado todo el Sacro ColejiO y se nos ha
arrebotado de nuestro palacio; estas violencias
no son tolerables, y exijen una reparación á la
Santa Sede. »


Las persecuciones injustas contra el Pontífice,
y su paciencia, lo hacian cada vez mas digno de
veneración y conmovían la opinión general contra
el Emperador de los franceses. Desde el lugar de
su destierro dirigía Pió VII con ánimo tranquilo
los negocios de la Iglesia, en cuanto se lo per^




PÍO V I I . 25


mitia la triste situación en que se hallaba. De
esté modo la cabeza de la cristiandad imita-
ba en nuestros tiempos el bello ejemplo de San
Atanasio, Patriarca de Alejandría, el cual, perse-
guido por los Emperadores de Costantinopla y
arrojado de su silla, exortaba desde el fondo de
su destierro á su grey á la observancia de la re-
ligión, y la guiaba por el sendero d é l a piedad.
Pero se acercaba el momento en que Napoleón
debía sufrir una grande afrenta, que le diese á
entender cómo los hombres religiosos siguen á
toda costa los estímulos de su propia conciencia,
despreciando las amenazas de los potentados.
Aquel Emperador anulaba contra toda ley canóni-
ca su matrimonio con su Emperatriz Josefina, y
pedia por muger á la Archiduquesa de Austria,
María Luisa. El Emperador Francisco, cerrando
d corazón á las voces de su conciencia, y abrién-
dolo á las miras ambiciosas, concedía la mano de
su hija á Napoleón. Llega la nueva esposa á Pa-
rís : grandes son las fiestas é inmensos los rego-
cijos : derrama Napoleón á manos llenas gracias
y honores á sus cortesanos. Aprobar aquella bo-
da podia traer sumas ventajas á Pío V I I ; librarle
de su destierro, y acaso devolverle parte de sus




26 PEKSONAJES CELEBRES.


Estados: pero n o , el Pontífice la reprueba alta-
mente; y de 13 Cardenales, que á la sazón esta-
ban en Par í s , ninguno quiere asistir á la ceremo-
nia religiosa del segundo matrimonio del Empe-
rador. Este se irritó con tanto desprecio y des-
terró á los Cardenales, destinándolos á puntos se-
parados ; pero estos Príncipes de la Santa Igle-
sia , sujetándose con resignación al injusto casti-
g o , repusieron que se habían abstenido de presen-
tarse en la ceremonia, porque el Papa no había
intervenido en la disolución del primer matrimo-
nio. De esta manera aquellos Cardenales declara-
ban solemnemente su reverencia al Sumo Pontí-
fice.


Entre tanto Napoleón prohibe á Pío VII que
comunique con los Obispos del Imperio; ' reúne un
Sínodo en París , y llega hasta amenazar al Papa
con una deposición; pero el virtuoso Pontífice lo
escuchó todo con serenidad; esperó de Dios solo
su libertad , y no esperó en vano.


Antes de partir Napoleón para la campaña de
Moscou, hizo trasladar al Papa á Fontainebleau.
Entonces fue cuando Pió VII debilitado su cuerpo,
abatido por las penas del destierro, y vencido por
las instancias de algunos Cardenales, que desea-




PIÓ VII . 27
bao volver n ver la Italia , [firmó un nuevo Con-
cordato con la Francia el 25 de Enero de 1813,
que lo despojaba de parte de su autoridad espiri-
tual. Pero si se plegó á tanta debilidad, bien
pronto lo volvieron en sí los Cardenales Consalvi y
Pacca, los Guales le aconsejaron verificase una re-
tractación , que tuvo efecto, y se comunicó al
Emperador el dia 24 de Marzo. Irritóle tanto este
paso, que al momento prohibió á los Obispos y
Cardenales visitasen al Pontífice, tratándolo co»
mo un verdadero prisionero de Estado, hasta la
derrota de los franceses en Rusia. Ej mal éxito
de aquella batalla aplacó á Napoleón, y le hizo
conocer que contra todo derecho y sabia políti-
ca, tenia prisionero á un anciano venerable por
su carácter de Sumo Sacerdote y por la santi-
dad de sus costumbres. Por lo cual cuando me-
nos lo esperaba, fue el Papa puesto en libertad,
con facultad de volver á sus Estados, por decreto
de 23 de Enero de 1814. Poco tiempo después
se encaminaba el Pontífice hacia Roma, y era
su marcha un verdadero triunfo. Por donde quie-
ra que pasaba, postrábanse todos á su vista, con-
templándolo, no solamente como á un hombre
digno de veneración y respeto por su alta dig-




2S PERSONAJES CELEBRES.


nidad, sino también coreo á un verdadero Ada-
lid de la cristiandad, según la enerjia que ha-
bía desplegado en su infortunio. Finalmente, por
una de aquellas misteriosas coincidencias que
no se pueden esplicar, entraba Pió VII en su
capital el 24 de Mayo, dia en que Napoleón des-
embarcaba en la Isla de Elba, mas como cau-
tivo que como monarca.


Pero aun no habian terminado los trabajos
del Pontífice; á poco de su vuelta á R o m a , ha-
biendo penetrado de nuevo Napoleón en Fran-
cia , y avanzado Murat hacia la alta Italia, se
vio obligado el Santo Padre á apelar á la fuga
y se fue á Genova, donde llegó el 15 de Abril,
y de donde tuvo la satisfacción de salir y diri-
jirse otra vez á Roma en el mes siguiente, á
consecuencia déla derrota de Murat.


Verificada la restauración borbónica en Fran-
cia , tue anulado el Concordato que había teni-
do lugar en 1801 , y se renovó el habido por
la Santa Sede en tiempo de Francisco I. En
otras circunstancias no hubiera accedido á tanto
Pió VII, pero veíase entonces en la necesidad
de usar toda la moderación posible, y de conceder
cuanto decorosamente estuviera de su parte pa-




P I Ó V I I . 29
ra no alterar sus buenas relaciones con la Fran-
cia. Pero este mismo Concordato sufrió algunas
reformas por las Cámaras francesas, que no
quisieron enteramente adoptarlo.


Antes de concluir estos apuntes , debemos
referir un acontecimiento de gran importancia,
acaecido el 7 de Agosto de 1814. Pió VII res-
tableció, poruña bula de esta fecha, la Compa-
ñía de Jesús, abolida por el Papa Clemente XIV.
El Emperador de Rusia y el Rey de Ñapóles
fueron los que mas empeño mostraron por
esta disposición, creyendo que los Jesuítas eran
el mas fuerte baluarte de la monarquía absolu-
ta , como que siempre se habian manifestado
enemigos de los filósofos del siglo X V I I I , á quie-
nes se atribuía la revolución francesa > que habia
conmovido la Europa. Por tanto los Jesuítas, que
habían sido espulsados como reos de graves
crímenes y hasta de regicidio, volvieron enton-
ces solicitados para apoyar la monarquía abso-
luta.


En este mismo tiempo fulminó el. Papa gra-
ves escomunioues contra todas las sectas secre-
tas, y entre ellas contra los fracmasones, cuyos
principios se juzgaban impregnados de ideas li-




3 0 PERSONAJES CELEBRES.


bres; pero ni los Jesuítas ni las escomunioues
podrán jamás enfrenar las revoluciones 4 cuando
en vez de la imparcialidad de la just icia , ejerzan
los gobienos el despotismo y la tiran/a.


Agoviado el Pontífice por la edad, y debili-
tado por sus pasados disgustos ¿ caminaba rá-
pidamente á sií f in , Cuando en tina terrible ca i j


da que dio la noche del 6 de Junio de 1823, se
rompió el cuello del hueso del muslo, de cuyas
resultas murió el día 20 de Agosto á los 18
años de edad, después de 23 años , 5 meses y
6 días de Pontificado.


A pesar de las vicisitudes políticas que agita-
ron su-Vida , contribuyó Pió VII al embellecimien-
to de Roma ; y protegió las artes, la3 ciencias y
las letras. Esta capital del mundo cristiano, es-
te salón de la Europa, como la llama Madama
de Stael, presenta á cada paso los vestigios de lá
munificencia de este Soberano , y de la elevada
inteligencia de su ministro Consalvi. Bajo el rei-
nado de Pió VII fue cuando se emprendieron las
escavaciones de Ostia, que hicieron conocer la
verdadera situación de aquella ciudad. Bajo es-
te reinado se allanó el suelo del arco de Cos-
lantino, y el del arcó de Séptimo Severo. Se sa-




n o VII . 31


carón los escomí) ros y se limpió el Forum roma-
no ; se construyó la fuente de Montecavallo,


después de haber dado á los dos colosos una po-
sición muy pintoresca; se levantó el obelisco de
Monte-Pincius ; se destruyeron las paredes anti-
guas que afeaban la plaza de S. Pedro ; se
hermoseó la plaza del pueblo ; se hizo salir de
entre sus ruinas el Forun de Trajano, cuyos
cimientos habían hallado hábilmente los france-
ses. Pió VII construyó nuevos salones en el Mu-
seo del Vaticano, y edificó la parte llamada
Braccio nuovo. Finalmente, bajo el reinado de
este gran Pontífice vino á Roma el célebre Mon-
señor Mai, descubridor de los libros de la Repú-
blica de Cicerón, que se consideraban perdidos.


El cenotafio que erigió Towalsend á Pió VII,
está adornado con una estatua, emblema ue la
moderación , y otra que representa la fuerza,
dotes eminentes que resplandecieron en aquel Pon-
tífice , cuyos recuerdos no pueden menos de pre-
sentarse á la imaginación con una aureola pláci-
da y gloriosa.










EL C. D E TOREJVO.


« El Conde de Torcno, por su histo-
ria , será citado en los sigios venideros
como uno de los maestros del decir
bueno y cas t izo , en la generación pre-
sente. Y asociado su nombre con el
de una época gloriosísima, no será es-
t r a ñ o q u e . s i bien no en igual grado,
quede en lá alta estima y profundo res-
peto de nuestros descendientes, deposi-
tados juntos los timbres de España en
su alzamiento y defensa, y la elocuen-
te obra que dignamente los espone á la
consideración del mundo en todas sus
edades .»


Á L C A L I G A L I A N O — J u i c i o de la His-
toria de la guerra de la Independen-
cia.


R E V I S T A D E M A D R I D , 2 ." Ser ie , to-
m o I I I .


Nada mas común, en los grandes trastornos
que agitan ¡i los listados, que el ver destruidos


i




2 PERSONAJES CELEBRES.


ú olvidados los servicios prestados al pais, y los
talentos que ostentaran los hombres que, en el
torbellino de aquellos acontecimientos, han dado
inequívocas y relevantes muestras de su patrio-
tismo y elevado saber. Agitada la España por
continuas revoluciones y bárbaras y espantosas
reacciones en lo que llevarnos de este siglo, im-
posible seria que el que empezó desde los pri-
meros años á figurar en la escena política, no
hubiera esperimentado los odios y los favores,
los encomios y persecuciones á que han dado
lugar los acontecimientos que, en opuesto senti-
do y sin intermisión, se han sucedido. El perso-
naje de que vamos á ocuparnos ha pasado por to-
das las vicisitudes, á que condenan á los hom-
bres públicos las revoluciones. Escritor, orador,
rentístico, hombre de Estado, el Conde de To-
reno ha seguido una carrera tan esclarecida, que
bien pudiera contentar á la ambición mas exi-
gente. En su existencia política se encuentran
alternativamente los estremados bazares de la
fortuna y de la desgracia; mezcladas las satis-
facciones del poder y los disgustos de la pros
cripcion, las comodidades que dan las riquezas y
la satisfacción de la gloria en el seno de la pa-




T 0 R E N 0 . 3


fria, con los disgustos del destierro; levantado
un cadalso por una mano real , que prodiga des-
pués sus liberalidades, cual si pidiera gracia á
su victima; y por úl t imo, los encontrados afec-
tos del entusiasmo y del furor de los partidos.
Y en medio de tantas vicisitudes, la ilustre per-
sona de quien uos ocupamos ha sabido conquis-
tar un lugar en Europa, que no perecerá, es-
cribiendo la historia del periodo mas glorioso
para su pais , al cual ha consagrado siempre con
mas ó menos fortuna, con buen ó mal éxito,
todos sus servicios y todo su talento.


No pretendemos seguramente que una carre-
ra política tan dilatada, esté exenta de la críti-
ca ; pero á buen seguro que, por muy severa qué
esta sea, ni aun hecha por sus mayores enemi-
gos, que no dá pocos el saber , quedará ofusca-
da con las relevantes prendas que no podrán me-
nos de reconocer en el hombre cuya vida vamos
á bosquejar rápidamente.


B . José María Queipo de Llano, Ruiz de Sa-
ravia, nació el 26 de Noviembre de 1786, en la
ciudad de Oviedo. Su padre llevaba entonces el
título de Vizconde de Matarrosa, como primogéni-
to que era de la casa de Toreno, una de las mas




•I PERSONAJES CELEBRES.


ricas, antiguas é ilustres del Principado de As-
turias; siendo su madre Doña Dominga Ruiz de
Saravia, Dávila, Enriquez de Cabrera, de una
autigua familia de Cuenca. Señora de cultivado
entendimiento, que sin duda contribuyo' con su es-
poso y su suegro el Conde, que pasaba por hombre
ilustrado, á inculcar en el ánimo de su hijo los
nobles sentimientos que todos poseian.


A la edad de cuatro años pasó sucesivamente
el Conde de Toreno cou sus padres á Madrid,
Toledo y Cuenca, en cuya última ciudad adqui-
rió las primeras nociones de su educación lite-
raria, principiadas, según costumbre de enton-
ces, por el estudio de la lengua latina. Aunque
siempre se mostró muy aventajado; habiéndose
establecido sus padres en Madrid en 1797, se
perfeccionó bajo la dirección de Su preceptor y
paisano D. Juan Valdés, hombre de notable ca-
pacidad, y que dado al liberalismo, es probable
contribuyese á despertar en el tierno ánimo de
su alumno los mismos sentimientos.


Jifls poco comunes disposiciones del joven y
la circunstancia de ser hijo único (*), fueron sin


(*) El Conde de Toreno solo tuvo cuatro hermanas , que
ya han m u e r t o , y una de ellas fué la esposa del desgra-
ciado general D. Juan Díaz. Portier.




TORERO. íí


iluda causa de que se le diese una educación
mas completa, pues después de instruido en Hu-
manidades, aprendió Jas Matemáticas y la Física
esperimenlal, y siguió con aprovechamiento y
distinción los cursos de Química, Mineralogía
y Botánica. Aprendió después con fruto las Letras
Griegas y los idiomas Francés, Inglés é Italia-
n o , y algo del Alemán, ejercitándose sin inter
misión en la lengua patria , que tan relevantes
pruebas ha dado de poseer con corrección y ele-
gancia. De notar es , que á pesar de sus aven-
tajadas disposiciones y su grande capacidad in-
telectual, jamás tuvo afición á las obras d é m e
ro ingenio, ni se dedicó á la Poesía, como acón
tece por lo general á las inteligencias precoces.
Asi es que el Conde de Toreno, aunque inteli-
gente en. esta clase de li teratura, jamás ha com-
puesto versos; y si hemos de dar crédito á lo
que otros biógrafos suyos han escrito, los úni-
cos que de él se conocen son unas hermosas r¡uin~
t i l las, escritas para el álbum de la esposa del
Conde de Latour-Maubourg, Embajador que fue
de Francia en Madrid.


Habiendo regresado los padres del Conde ¡i
Asturias en 1H03, volvió este á la Corte, y: pa-




(i PERSONAJES CELEBRES.


só en ella largas temporadas, perfeccionándose
en sus estudios, conociendo entonces y tratando
mucho á D. Agustín Arguelles, D . José Fer-
nandez Queipo y D. Ramón Gil de la Cuadra,
personas que profesaban los principios políticos
mas avanzados, y dos de las cuales, la prime-
ra y la últ ima, enemigos políticos después del
Conde de Toreno, han permanecido aferrados á
sus ideas, y estacionarios en el progresivo ade-
lanto que desde aquella época han tenido los
principios de gobierno. Por entonces se cree que
hizo una traducción de Eutropio {*) que no se
ha impreso, y cuya elección anunciaba su afi-
ción decidida á los serios estudios históricos.


Llegó la época de la invasión de España por
los Franceses, y con ella el dia 2 de Mayo de
1808. El joven Toreno se hallaba á la sazón en
Madrid, y corrió bastante peligro por su noble
resolución de salvar á su amigo D. Antonio Ovie-
do de la muerte que le amenazaba. (**) Aquel
espantoso dia fue la señal también para que la
Nación indignada diese el grito de independencia,


(*) Escritor latino del siglo IV", autor de un Compendio
de Historia Romana, en diez libros.


(**) Historia del levantamiento, guerra y revolución de
Es-paña , l ib. II.




TOBEN O. 7


y entre las provincias todas de España, tuvo As-
turias la gloria de ser la primera eu levantarse
contra la dominación estrangera. Toreno, que
llevaba á la sazón el título de Vizconde de Ma-
tarrosa, dejó á Madrid pocos dias después del
2 de Mayo, y llegó á Oviedo en el momento en
que el pueblo daba muestras de una próxima su-
blevación , á la cual contribuyó no poco, ya con
la influencia que su familia disfrutaba, y ya con
la enardecida relación de los atentados y horro-
res de que acababa de ser testigo. Contribuyó
dichosamente á regularizar el noble y generoso
movimiento del pueblo, el hallarse congregada la
Junta General del Principado, de la que eran
individuos natos los Condes de ToreDO , por pri-
vilegio de familia, como Alféreces mayores he-
reditarios del Principado. Nombrada el joven
Toreno individuo de la Junta , á pesar de su cor-
ta edad, fue elegido para pasar á Inglaterra en
compañía de D. Andrés Ángel de la Vega , para
pedir auxilios, y asentar las bases de una alian-
za. Mucho debió lisongearle el verse nombrado,
á la edad de poco mas de 2 0 a ñ o s , para repre-
sentar en Londres y en misión tan importante á
la Junta Suprema de Asturias. El éxito manifes-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


tó lo acertado de la elección. El 30 de Mayo sa-
lieron de Jijón los comisionados, en un corsario
de Jersey , que apareció casualmente sobre el Ca
bo de Peñas ; arribaron el 6 de Junio á Falmouth,
y por la mañana del siguiente dia estaban en
Londres y en el Almirantazgo.


Avistáronse poco después con Mr. Canning,
ministro entonces de relaciones estrangeras (*),
quien conoció al momento la grande importancia
que podia tener en la suerte de Europa el levan-
tamiento de España. Los enviados asturianos fue-
ron obsequiados en Londres por todas las clases,
basta el punto de no poder presentarse en públi-
co sin ser acompañados de entusiasmadas acla-
maciones.


Los honrosos auspicios con que habia princi-
piado su carrera política , y la feliz situación en
que se hallaba en Londres el Vizconde de Matar-
rosa , ' le proporcionaron el contraer amistad con
muchos personajes ingleses de gran nombradla,
como Castlereahg, VVellington, Lord Holland etc.,
y el insigne literato y orador Scheridan , con cu-
ya irónica é incisiva elocuencia tiene no poca se-
mejanza la del Conde. También estrechó alli su


(*) Véase su biografía.




TORENO. 9


amistad con D. Agustín Arguelles, comisionado
en aquella capital por el Príncipe de la Paz para
entablar una negociación delicada con el gabine-
te británico.


En Diciembre del mismo año regresó el Viz-
conde de Matarrosa á Oviedo ; y habiendo falle-
cido su padre, cambió su título por el de Conde
de Toreno. Permaneció en aquella ciudad hasta
Mayo del siguiente a ñ o , ocupado en los negocios
de su casa , y sin asistir á las sesiones de la Jun-
ta, á causa de leves disensiones CQQ algunos de
sus individuos, hasta que llegó á Oviedo el Mar-
qués de la Romana, que acababa de venir del
Norte. «Dando este con sobrada facilidad oídos
á las quejas y censuras de ciertas personas des-
contentas con las enérgicas providencias de aquella
Junta, (dice D. Leopoldo Augusto de Cueto) (*)
y acervamente exasperado su ánimo con las res-
puestas de esta Corporación que se negaba con
altivez á subordinar sus propias atribuciones á la
autpridad meramente militar del general , se re-
solvió á disolver la Junta con la fuerza de las
bayonetas, parodiando ridiculamente el 18 Bru-


(*) Galería de Españoles Célebres Contemporáneos, Bio-
grafía del Conde de Toreno.




10 PERSONAJES CELEBRES.


mario de Napoleón, y formó otra, de la cual sa-
biendo su desvio hacia aquella , nombró miembro
á Toreno. A pesar de hallarse este, como hemos
indicado, algún tanto quejoso de la disuelta Jun-
t a , y conocer ademas que habia ella incurrido
en merecida censura por unas medidas arbitrarias
contra determinadas personas, olvidó agravios,
y atendiendo únicamente á lo que era justo y le-
gítimo , no solo nó aceptó el nombramiento del
Marqués de la Romana , sino que como diputado
nato dé la Junta General, le echó en cara la
ilegalidad y violencia de su proceder, calificándo-
le dé arbitrario y de muy pernicioso á la causa
pública : firme y generosa resistencia, que hubie-
ra podido acarrearle algún sinsabor de p&rte del
general en gefe, á no haber sido repentinamente
invadido el Principado por el Mariscal Ney y el
General Kellermann. » El Marqués de la Romana
se embarcó , y el Conde continuó en Asturias, ya
andando por las breñas, ya unido á las tropas
españolas refugiadas en las célebres montañas de
Covadonga, mientras duró la ocupación. Termina-
da esta, pasó Toreno á Andalucía por mar en
Setiembre de 1809 , y llegó á Sevilla, donde se
hallaba la Junta Central, de la que eran indivi-




TOREN0. 11


dúos el Marqués de Campo Sagrado, su t i o , y el
ilustre Jo?ellanos, á quien el Conde habia cono-
cido en Madrid, y á quien trató entonces mucho,
debiendo á su mediación que se le habilitase para
administrar sus bienes, á pesar de su corta
edad.


Invadida la Andalucía por las tropas france-
sas , se trasladó la Junta Central á la Isla de León,
y Torenopasó á Cádiz, donde á poco de haber
llegado recibió poderes de la Junta de León para
que la representase cerca del Gobierno, desem-
peñado entonces por la Regencia ; y poco después
los recibió también para el mismo efecto del Prin-
cipado de Asturias. Hallábanse en Cádiz también
iguales representantes de otras provincias, y en
sus frecuentes reuniones en que se ocupaban de
los intereses públicos, convencido el Conde de
Toreno de la urgencia d é l a s circunstancias, y
con el ardor natural á sus pocos años, exortó á
sus compañeros á pedir á la Regencia que congre-
gase sin demora las Cortes. Accedieron aquellos
á su propuesta, y le dieron el encargo de redac-
tar la esposicion , que apareció en términos un
tanto imperiosos, y de cuya presentación á la
Regencia, en compañía de D. Guillermo Hualde,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


Diputado por Cuenca, dignidad de Chantre en
su Iglesia catedral, y grande apostólico, estuvo
igualmente encargado. Verificáronlo el 16 de Ju-
lio de aquel año (1810), leyendo el Conde el ci-
tado escrito, que sin duda debió parecer demasiado
imperativo al Obispo de Orense, uno de los Re-
gentes , pues contestó á los Diputados con notable
destemplanza. Replicaron estos con entereza, y
aplacados todos por iuterveneion del General Cas-
taños , fue tan inmediato y eficaz el resultado,
que al dia siguiente se promulgó el decreto con
vocando á Cortes.


Hechos públicos estos incidentes, atrajeron
al Conde fama y popularidad por parte de unos,
y alejamientos y aun odios por la de otros. Fi-
jada la instalación de las Cortes para el 24 de Se-
tiembre , veíanse tatisfechos los deseos del Conde
de Toreno, que consideraba aquel dia como prin-
cipio de una era de regeneración y de gloria, sin
que preveyeran su juventud y buen deseo, las fu-
nestas consecuencias que habia de acarrear al pais
la aclimatación en nuestro sue lo , sin estar de an-
temano preparado el terreno, de una planta exó-
tica y nial cultivada.


La nueva invasión del Principado de Asturias




TORERO. 13


retardó alli las elecciones, que se verificaron lue-
go que quedó libre, resultando nombrado unáni-
memente el Conde de Toreno por uno de sus Di-
putados á Cortes. Faltábale cerca de un año para
cumplir los 25 que se requerían ; pero no sin aca-
lorados debates, se le dispensó la edad por el Con-
greso en la sesión del 16 de Marzo de 1811, en-
trando á jurar y tomar asiento como Diputado
propietario, dos dias después. Prueba inequívoca
de las relevantes prendas que le adornaban , y de
la gran reputación y concepto de que disfrutaba
ya en aquella época, y en tan corta edad.


Pasó el Conde bastante tiempo sin tomar parte
en las discusiones del Congreso, verificándolo por
primera vez en la que se suscitó sobre señoríos
y derechos jurisdiccionales, en la que habló el
Conde con calor, con un desprendimiento que hon-
raba mucho á su carácter y á sus sentimientos pa-
trióticos, siendo como era dueño y poseedor de
algunos de los privilegios que se trataba de abolir.
Pío le seguiremos en los varios debates en que
tomó parte y eu que siempre lució su talento,
por no permitírnoslo el espacio á que debemos
reducirnos ; baste decir que mientras duraron las
Cortes generales y estraordinarias, dio constantes




1 4 PERSONAJES CELEBRES.


muestras de su capacidad, en especial en las cues-
tiones de guerra y hacienda.


Llegado el término de las Cortes estraordi-
narias y constituyentes, y estableciéndose en el
Código de 1812 el equivocado principio de que no
pudieran ser reelegidos los Diputados, quedó el
Conde de simple particular, aunque colocado ya,-
por la fama que habia adquirido, entre los per-
sonajes políticos mas notables. Trasladadas las Cor-
tes á Madrid, pasó también a la capital el Conde
de Toreno, donde permaneció hasta el dia 5 dé
Mayo de 1814 en que sal/ó para Asturias. No des-
conocía seguramente la mala situación de las co-
sas , pero no podía prever que el dia antes, de su
salida de Madrid, firmase el Rey en Valencia el
odioso decreto, violento y lleno de falacia, en el
cual aboliendo el sistema constitucional, declara-
ba rebeldes y facciosos, á los que, sino exentos
de error, dignos eran de alabanza y galardón por
su lealtad al mismo que tan cruelmente les tra-
taba , y por su no desmentido patriotismo. Apenas
llegado el Conde á Asturias, recibió la noticia
de la disolución de las Cortes, de la prisión de
los Regentes, de los Ministros y de varios Dipu-
tados amigos suyos, y el aviso de que se intenta-




T0REN0. 15


ba prenderle. Resolvió pues abandonar á España,
y embarcándose en Rivadeo se dirigió por mar á
Lisboa ; pero obligado por los vientos contrarios
á recalar en Vivero, continuó su marcha por
tierra á aquella capital , adonde llegó á mediados
de Junio, no sin algunas dificultades. Pensaba el
Conde permanecer algún tiempo en Portugal, pero
convencido al fin de que nada bueno ppdia espe-
rarse de la espantosa reacción que el Rey y su
Gobierno dirigían, y temiendo por otra parte la
vigilancia de la policía portuguesa, dio á la vela
para Inglaterra en los primeros dias de Ju l io .


Llegó á Londres á los pocos d ias , y perma-
neció alli hasta el mes de Diciembre en que pasó
á Paris ; pero el desembarco de Napoleón en Fran-
cia le obligó á regresar á Londres. Allí recibió la
noticia de estar confiscados sus bienes, y de ha-
ber sido condenado á muerte por tres de los cin-
co jueces que componían la comisión nombrada
por el Rey para este objeto especial. Ningún de-
lito podía achacarse á los Diputados, á quienes solo
se perseguía por sus opiniones; pero á falta de
cargos, se inventaron tan groseras y absurdas ca-
lumnias, que solo sirvieron para baldón é infa-
mia de los que las empleaban.




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Después de la batalla de Waterlóo, y resta-
blecido en el trono Luis XVIII , volvió Toreno á
Francia , á principios de Agosto de 1815, obli-
gado poi las circunstancias críticas de su situa-
ción , y confiando én que su calidad de estran-
gero y su conducta, bastarían á preservarle de to-
do riesgo. Pero por aquel tiempo su cuñado el
General D. Juan Diaz Porlier, preso eutonces en
la Coruña por su adhesión al gobierno constitu-
cional, se levantó en favor de la restauración del
sistema abolido en 1814, apoderándose de aquella
plaza. Aquel suceso alarmó á los ligi ti mistas de
Francia, y sospechando que Toreno y demás es-
pañoles liberales que residían en Francia no ig-
noraban la conspiración, se les vigiló atenta-
mente, hasta que en Abril de 1816, á pretesto
de supuestas inteligencias de algunos liberales
españoles que estaban en Bayona, con otros de
Navarra, fue preso el Conde de Toreno, junto
con el General Mina y otros. Recogiéronle sus
papeles, y entre las estrañas preguntas del inter-
rogatorio que se le hizo sufrir, era una de
ellas, si tenia noticia de un plan concertado para
acabar con los Borbones de Francia, Ñapóles y
España; y otra si era cierto que concurría con




T0T1ENO. 17


frecuencia á la casa del Duque de Wellmgron y
del General español D. Miguel Ricardo de Ala-
va. Respondió el Conde con dignidad y entere-
za á todas las preguntas, y no resultando nada
contra él ni sus compañeros, fue el término d«
tan injusto é irregular procedimiento el ponerlos
en libertad, después de dos meses de prisión.
Permaneció el Conde en Paris todo el tiempo que
duró aquella primera emigración, pobre y oscu-
recido, pero apreciado cual merecia , conten-
to con el testimonio de su conciencia, y dedi-
cándose el estudio y á la observación. Por en-
tonces escribió un opúsculo que tuvo gran acep-
tación y fue traducido en varios idiomas, titu-
lado Nvticia de los principales sucesos ocurri-
dos en el gobierno de España desde 1808 hasta
la disolución, de /as Cértes en 1814. Durante
todo aquel largo y penoso periodo, no cometió el
Gonde ningún acto de humillación, ni se retrac-
tó , ni hizo demanda alguna para mejorar la si-
tuación en que se hallaba, esperando confiado
que llegarían mejores dias.


Sabidos son los acontecimientos de la Isla de
León en 1820, y el restablecimiento del sistema
constitucional en España, consecuencia precisa


5




18 PERSONAJES CELEBRES.


de la éspcutosa reacción que sufriera en 1814,
y del desgobierno que á ella habia seguido. Re-
cibió Toreno con júbilo la noticia de aquellas
mudanzas, y abiertas á los proscritos las puer-
tas de la patr ia , se vio el Rey en la necesidad
de colmar de mercedes á los mismos á quienes
antes habia condenado á muerte; el Conde, res-
tituido al goce de sus bienes y prerrogativas,
fue nombrado ademas Enviado estraordinario y
Ministro plenipotenciario en la Corte de Berlín;
honroso encargo que se negó á aceptar, espe-
rando sin duda ser elejido Diputado por su pro-
vencia para las Cortes que se hallaban convoca-
das. Fuelo en efecto, y se trasladó inmediata-
mente á Madrid, donde fue recibido con gran
entusiasmo del público, y mucha afección de
sus amigos y •compañeros de infortunio.


Nombrado para redactar la contestación al
discurso del Rey , leído en la apertura de las
Cortes, práctica propuesta por el Conde y no usa-
da hasta entonces, manifestaba ya aquel escrito
la variación que se habia realizado en sus opi-
niones , por efecto de sus mayores años, de su
mayor instrucción, y de las meditaciones de la
desgracia. Amaba todavía ardientemente la 1¡-




TORENO. 19


bertad, pero ñ o l a comprendía ya como en sus
primeros años, y conocía que reposando esta en
el orden público, no era posible con los princi-
pios y concesiones que hasta entonces habian
dominado. Pero era difícil que triunfaran en
aquellas Cortes y con aquella Constitución las ideas
de gobierno, familiarizadas en el continente des-
de la restauración de los Borbones en Francia,
y tan contrarias á las que en España domina-
ban, por buena fé en unos , por miras menos
nobles en o t ros , y por falta de conocimientos
en la generalidad. El Conde deToreno, apoyando
siempre el orden, en medio del desorden en que
estaba sumida la sociedad por efecto natural de
la reacción, y por los manejos de las sociedades
secretas en ellas establecidas, luchaba en vano;
y en especial en la célebre sesión del 7 de Se-
tiembre, llamada de las páginas, pedia que se
hiciese efectiva la responsablidad del gabinete,
del que era individuo su amigo entonces el Señor
Arguelles, si pudiendo impedirlo permitía que se
alterase las tranquilidad pública.


Al paso que aquellos escesos iban disipando
mas y mas las ilusiones del Conde, su oposición
á ias doctrinas desorganizadoras le atraían el




20 PEBSONAJES CELEISRES.


odio de los alborotadores ; pero no por eso ma>
nifestaba menos tesón, ni mostró menor energía
en la interpelación que dirigió al Gobierno el dia
después del asesinato del Cura Vinuesa , hacién-
dole cargo de no haber tomado todas las provi-
dencias necesarias para impedir aquel atentado.
Entonces empezó á darse el dictado de pasteleros
á los liberales de opiniones templadas, que conde-
naban los escesos de la exaltación, y con el cual
honraban al Conde los promovedores de los albo-
rotos. Escogieron estos el 4 de Febrero de 1822,
en que se discutía la ley adicional sobre la liber-
tad de imprenta , para tomar venganza de los Di-
putados que se opouian á su desenfreno. Habló
el Conde en aquella sesión con notable energía,
y al salir del Congreso vio amenazada su vida,
lo mismo que su amigo D. Francisco Martínez
de la Rosa (*), por una turba de alborotadores, y
hubieran sin duda perecido sin la vigilancia de
las autoridades y su admirable serenidad. El ge-
neral Morillo llevó al Conde á su casa, y di-
rigiéndoselas turbas á la del Conde, sin respeto
á que en ella habitaba su hermana la Viuda del
general Portier , muerto en un patíbulo por la


(*) Véase su Biografía. T. lt .




T 0 R E 1 N 0 . 21


libertad, la allanaron é hirieron á algunos de sus
criados.


Pero se engañaban los anarquistas si creiau
amedrentar á aquellas dos almas de elevado tem-
ple. Presentáronse al dia siguiente en el Congreso
con impavidez, á denunciar la odiosa tropelía
cometida con dos Diputados de la Naciou, y pi-
diendo al mismo tiempo que no se tomase pro-
videncia alguna con respecto á los acontecimien-
tos del dia anterior ; generosidad laudable como
hombres particulares, pero que admite poca es-
cusa en quienes no debían mirar en aquel aten-
tado el agravio personal, sino el crimen cometi-
do contra los representantes de la Nación , y con-
tra la libertad que profanaban.


Varios fueron los discursos pronunciados é
informes dados por el Conde de Toreno durante
aquellas Cortes, y en especial en materias de Ha-
cienda. Los apuros del erario obligaron al Go-
bierno á hacer uso de su crédi to , contratando
un empréstito •, y no habiéndose podido realizar
eillamado nacional, fue preciso acudir al estran-
gero. Comprendió Toreno que era para ello for-
zoso asentar antes el crédito con el reconocimien-
to déla deuda de Holauda, contraída con par-




22 PERSONAJES CELEBRES.


ticulares y bajo el gobierno legitimo de Carlos IV,
y sostuvo por lo tanto el reconocimiento de aquel
crédito. Aprobaron las Cortes el empréstito y re-
conociéronla deuda holandesa, siendo de adver-
tir , que nombrado Toreno Presidente de las Co'r-
tes el 9 de Setiembre de 1820, no fué de la co-
misión nombrada para examinarle, Achacáronse
sin embargo al Conde grandes faltas, y el espí-
ritu de facción acogió las sospechas propagadas
por la envidia y la necedad. El Conde de Toreno
fué el primero que proclamó y sostuvo en aquellas
Cortes los verdaderos principios del crédito , y no
es culpa suya si algunos abusaron después y se
desviaron de ellos.


Terminadas las Cortes estraordinarias á media-
dos de Febrero de 1822, volvió Toreno á la vida
privada, y renunció definitivamente el cargo de
Ministro plenipotenciario en Berlín. Temeroso el
Rey del espíritu de las Cortes ordinarias que se
iban á reunir , y deseando formar un gobierno de
resistencia y firmeza, hizo proponer al Conde que
nombrase un ministerio , poniéndose él á su fren-
te. Negóse Toreno, considerando lo grave de las
circunstancias , y que se preparaba una lucha per-
manente y á'todo trance entre el Gobierno y la




TOfiENO. 23


revolución, en que esta forzosamente había de
triunfar, con los elementos que le daba el Código
de 1812 y la mala voluntad del Rey , convertido
en conspirador, y falto de la autoridad necesaria.
Insistiendo sin embargo, el Rey en su propósito,
mandó al Conde que le indicase por lo menos
los sugetos que debían formar el nuevo ministe-
r io ; y habiéndolo verificado, siendo una de las
personas indicadas el Sr. Martínez de la Rosa
que fue nombrado después, salió para París apre-
suradamente la misma noche en que entregó, la
lista , temeroso de que se le obligase á aceptar el
ministerio si permanecía en Madrid.


No son de este lugar , y sí demasiado sabidos,
los acontecimientos del mes de J u l i o , y los re-
sultados de la invasión francesa, consecuencia de
los acuerdos del Congreso de Verona ; la destruc-
ción del gobierno constitucional, y la reacción es-
pantosa á que dio lugar el abuso y los desórdenes
que á su sombra se habiau cometido.


Entonces principió para el Conde una nueva
proscripción ; y aunque no es de creer tuviese el
Rey coutra él tanto encono como contra otros de
sus compañeros de espatriacion , no dio paso algu-
no para que cesasen sus persecuciones, y se le




2 4 PERSONAJES CELEBRES.


permitiese la libre administración de sus bienes,
pues su carácter no es de los que fácilmente se
doblegan ni á los caprichos de un déspota , ni á
las tumultuosas exigencias del populacho. En los
diez años de aquella segunda emigración, viajó
por varios países de Europa, mereciendo en todas
partes señaladas muestras de aprecio. Aunque emi-
grado y l iberal , no tomaba parte activa en las
tentativas de conspiración, ni en los sueños y de-
lirios que alimentaban las esperanzas de otros que
sufrían igual suerte. Tachaban algunos de desvio
aquella indiferencia , que no era efecto sino de la
creencia en que estaba el Conde de que solo por
acontecimientos estraordinarios, y una gran mo-
dificación en el espíritu públleo de la península
podría verificarse un cambio en su gobierno. Asi
pues, se dedicaba á estudios serios cual convenían
á su carácter y distinguido talento; sin olvidar
en medio de la penuria en que debia tenerle el
secuestro de sus bienes, el auxiliar á algunos com-
pañeros de desgracia, aunque discordes en doc-
trinas y opiniones. Uno de ellos fue D. Agustín
Arguelles, según él mismo lo declaró públicamen-
te en las Cortes con una sinceridad espontánea
que le honra , á pesar de que en otras circunü




T 0 R E N 0 . 25


tancias ha olvidado las consideraciones a que le
ligaban los vínculos de una antigua amistad, y
los beneficios recibidos. ¡ Hay hombres cuya di-
visa parece ser la ingratitud !


Cultivó Toreno durante aquel tiempo la amis
tad de personajos políticos de diferentes opinio-
n e s , como Villele, Manuel, Foy, Benjamín Cons-
tant ,Lafayet te , Guizot, Thiers, el Duque de Bro-
glie y oíros insignes liberales de aquel país. De-
dicóse á escribir la historia de los grandes aconte-
cimientos de la Guerra de la Independencia,
principiando á fines de 1827, y después de haber
reunido los infinitos conocimientos y noticias que
tan complicada obra hacia necesarias. A veces fue
interrumpida la obra comenzado por diferentes
ocupaciones, y sin embargo en menos de tres años
concluyó el libro décimo, en la noche misma del
28 de Julio de 1830, en medio del levantamiento
de París. Hasta Setiembre de 1831 solo pudo es-
cribir los libros undécimo y duodécimo, y después,
durante un año que estuvo viajando por Ingla-
terra , Bélgica, Alemania y Suiza, escribió sin
embargo hasta la conclusión de los cuatro pri-
meros tomos de su historia.


La revolución de Julio en París había de pro-




20 PERSONAJES CELEMÍES.


ducir necesariamente una variación notable en el
espíritu público de España ; y aunque el Gobierno
desde 1827 habia dejado de ser tan reaccionario y
tiránico como en los años anteriores, los princi-
pios de libertad que en el país vecino se procla-
maban debían encontrar eco en España, donde
se babian olvidado ya en gran parte los desacier-
tos de anteriores épocas. Los acontecimientos de
Portugal dieron mayor impulso y nuevas esperan-
zas al partido liberal; los sucesos de la Granja en
Setiembre de 1832, variaron la marcha del Go-
bierno, y con la cuestión dinástica, precipitaron
el desenlace de la política. Los que poco antes eran
considerados y perseguidos como enemigos del Tro-
no , se creyeron, y con razón , los mas firmes
defensores de la legitimidad, y en ellos creyó
debia apoyarse el Gobierno para combatir á la
facción carlista que se ostentaba sin disfraz. La
escelsa Reina Gobernadora acogió con júbilo le
pensamiento de olvido y generosidad que tanto
se hermanaba con los impulsos de su magnáni-
mo corazón, y el 15 de Octubre de 1832 se publi-
có el decreto de la primera amnistía.


Regresó Toreno á l'aris en Diciembre de aquel
a ñ o , y después de permanecer algunos meses cu




T0RENO. 27


aquella capital , se restituyó á España en Julio de
1833, y á poco de haber llegado á Madrid, le
mandó salir sin miramiento alguno el ministerio
Zea Bermudez, á pesar de hallarse enfermo, y con-
tra lo dispuesto en el decreto de amnistía.


Pasó el Conde á Asturias, donde permaneció
hasta la muerte del Rey , y al suscitarse la cues-
tión dinástica, proclamó en aquella provincia, se-
gún de derecho le correspondía como Alférez ma-
yor de ella , á la nueva Reina Isabel I I , y volvió
á Madrid comisionado por la Diputación General de
Asturias para felitará la Reina Gobernadora. Per-
maneció en la Corte como particular, hasta que
promulgado el Estatuto Real , fue nombrado por
S. M. Ministro de Hacienda en el mes de Junio de
1834.


Al encargase de aquella dependencia tuvo que
dedicarse sin demora á los trabajos de su ramo,
que debian presentase á las Cortes , y los presen-
tó en efecto, ocupándose aquella legislatura casi
esclusivainente de discusiones en materias de Ha^
cienda , que sostuvo con saber y elocuencia el mi-
nistro del ramo. Verificóse durante su ministerio
el empréstito de 400 millones, cuya necesidad era
generalmente reconocida, precediendo antes el




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


arreglo de la deuda estrangera (*), arreglo que
hacían indispensable razones de política y de
conveniencia propia. El empréstito se realizó á
mas de sesenta, é indudablemente se hubiera
terminado á setenta , á no ser por la lentitud con
que se debatió en el Estamento de Procurado-
res. De todos modos se realizó con mas venta-
ja que ninguno de los contraidos desde 1820 , y
no podemos convenir con otros biógrafos que di-
cen que erró el Conde de Toreno en hacerlo con
la casa de Ardoin de preferencia á la de Rotschild,
por la influencia que esta última hubiera podido
tener con los gabinetes del Norte para el recono-
cimiento dé l a Reina Doña Isabel I I ; suponien-
do ademas que lo hizo llevado de un rigorismo
estremado de principios, por no querer acceder
á la preferencia á su favor, que en igualdad de
condiciones, reclamaba para cualquier otro em-
préstito que pudiera negociar el gobierno español,
la casa de Rotschild. Indudablemente tan irritante
é indecorosa condición imposibilitaba al ministro
para aceptar el contrato, y tenia ademas sobrado
conocimiento del estado político de Europa para


(*) Véase el Proyecto de Ley presentado al Estamento
de Procuradores en la sesión del 7 de Agosto de IS34.




TÜRENO. 29


ignorar , que los compromisos en que pudieran
verse los intereses de aquella respetable casa , en
nada babian de inlluir para que los gabinetes del
Norte variasen de conducta con respecto al reco-
nocimiento de la Reina. (*)


Dos grandes acontecimientos en estremo es-
candalosos tuvieron lugar por aquel tiempo en
1« Corte: el asesinato de los frailes en Julio de
1834, y la sublevación de la Casa de Correos en
Enero de 35. Ambos atentados quedaron impu-
nes, y aunque nos consta que el Presidente del
ministerio, el Sr. Martínez de la Rosa, hizo para
su castigo esfuerzos que se estrellaron en la iner-
cia ó mala voluntad de autoridades subalternas;


(*) No es cierta la preferencia que se supone, ni pudo en
realidad haberla. La casa de Rotschild no hizo proposición
alguna para el empréstito, ni al parecer quería hacerla.
Impreso está, y por disposición del Sr. Mendizabal, el es-
pediente del referido empréstito, y en él no aparece pro-
posición alguna de la citada casa entre las diversas que
en él se mencionan. Lo que si pretendía por entonces la
casa de Rotschild , era obligar al gobierno español por me-
dio de un tratado, á que pasasen á su examen las pro
posiciones de empréstito que recibiese, y á que no con-
tratase ninguno sin su intervención ni anuencia.


El Conde de Toreno ni pasó, ni podía de modo al-
guno pasar por t-alado tan inconducente, y tan impropio
del régimen de publicidad y de libre concurrencia, que
pensaba adoptar y se adoptó en efecto en el real de-
creto de a de Octahrc de 1 8 3 4 ; condurta que lejos de




30 PERSONAJES CELEBRES.


y aunque es sabido también que ocupado Torero
principalmente de los asuntos de hacienda toma-
ba poca parte en los actos generales de la go-
bernación, siempre resultará que de allí tomó
principio la carrera de impunidades que hemos
recorrido, y alguna culpa resultará siempre á
los encargados del gobierno que no tuvieron ener-
gía bastante para castigar egemplarmente á los
subalternos que no cumplían cual era debido sus
obligaciones.


La impunidad del motin militar de que aca-
bamos de hablar; el aumento progresivo de los
principios anárquicos; el mal estado de la guer-
ra de Norte, y en especial después de la der-


censura , merecerá mas bien los elogios de cuantos aprc
cien el decoro nacional y la recta administración de los
intereses del Estado. Tampoco hay exactitud en la pre-
ferencia que se supone dada á la casa de Ardoin; pues en-
tre las diez y nueve proporciones presentadas, la que ver •
daderamenle obtuvo la preferencia como mas ventajosa,
fue la hecha con D. Vicente Bertrán de Lis; y solo cuan-
do este licitador hizo presente que por las circunstancias
que alegaba, le era imposible realizar su empeño y que
retiraba *u proposición, fue cuando el Conde de Toreno,
de acuerdo con lo manifestado por la comisión de em-
préstito y por el Consejo de gobierno , otorgó con la
casa de Ardoin el tratado relativo al empréstito, por
ser sus proposiciones las mas ventajosas entre las catorce
restantes.




TOBENO. 3 1


rota de las Amezcuas, todo contribuía á hacer
impopular aquel ministerio, á quien se achacaban
culpas y reveses que no eran seguramente su-
yas. Sabido es que pidieron entonces los gene-
rales del ejercito la intervención francesa, y que
el Gobierno se dicidió á reclamarla, á pesar de
la oposición de su Presidente el Sr. Martínez de
la Rosa que conocía lo inútil de aquel paso,
y que renunció su puesto al ver realizados sus
pronósticos. No ha faltado quien haya atribuido
á Toreno una parte en acelerar aquella separa-
ción, y aun algunos le han censurado por no
haberse retirado en aquella ocasión.


Por la salida del S. Martínez de la Rosa del
gabinete fue el Conde de Toreno nombrado su
Presidente en 7 de Junio de 1835, conservan-
do el ministerio de Hacienda y desempeñando in -
terinamente el de Estado. Indudablemente aquel
nombramiento y la organización del ministerio
que se verificó á los pocos dias, reanimó un
tanto el espíritu público. Inconcebible es sin em-
bargo para nosotros cómo pudo el Conde llamar
para que le reemplazase en el ministerio de Ha-
cienda a D. Juan Alvarez y Mendizabal, y solo
podemos atribuirlo á que creyendo tenerlo bajo




3 2 PERSONAJES CELEliBES.


su inmediata dependencia, le serviría solo para
ciertas operaciones de arbitraje, sin mezclarse en
el arreglo general de la Hacienda, ni muclio me-
nos en la Gobernación del pais. Este seguramen-
te no le estará muy agradecido por el regalo que
le hizo, pues si ha manifestado travesura y ac-
tividad para ciertas operaciones, ha demostrado
también que sus ideas revolucionarias y sus de
sorganizadores principios, no le colocarán jamás
entre los hombres de Estado. Otros hombres en-
traron también en aquel ministerio, que si dis-
frutaron prestigio de saber en otra época, nadie
duda ya en el dia de su nulidad. El partido exal-
tado veía en aquel ministerio á representantes
del antiguo partido nacional, y los había también
de ideas moderadas y conservadoras; pero el
carro de la revolución iba á desbocarse, y á pesar
de las concesiones hechas por Toreno á la opo-
sición , y de elegir para cargos de la mayor impor-
tancia á personas que han manifestado después
ser de ideas muy contrarias á las suyas , sin em-
bargo , de su inflexilidad en las cuestiones de
orden público, no pudo detenerle.


Durante su ministerio, se ocupó principal-
mente en terminar la guerra civil por todos me-




TORENO. 33


dios, y en su tiempo envió ya á las provincias
del Norte á Muñagorri , que tan desgraciada
muerte tuvo después. Las atenciones públicas se
hallaban cubiertas, y dejó á su salida del mi-
nisterio setenta millones para pagar un semestre
de la deuda ; la suerte de las armas le había si-
do también favorable, no solo por la muerte del
principal caudillo faccioso Zumalacarregui, sino
por el levantamiento del sitio de Bilbao, y la
vietoria alcanzada por el general Cordova en Men-
digorria. Nada mas podra pedírsele como minis-
tro de Hacienda en medio de una desastrosa
guerra civil , ni ningún motivo plausible habia
para el pronunciamiento, que con singular incon-
secuencia , estalló en varias Capitales de pro-
vincia y en Madrid mismo el dia 15 de Agos-
t o , sublevándose una parte de la Milicia, y ha-
ciéndose fuerte en la Plaza Mayor. Apaciguado
ei tumulto en Madrid, aun duró un mes el po-
der en manos del Conde de Toreno; pero iba
cundiendo la sublevación en las provincias, y el
Gobierno sin tropas de que disponer, y no pu-
diendo tampoco contar con la Milicia, tuvo al
fin que sucumbir, no contribuyendo poco á la
caida del Conde de Toreno el haberse retraído




3 4 PERSONAJES CELEBRES.


de encargarse del ministerio de Hacienda el Sr.
Mendizabal, que había llegado á Madrid, y que
de este modo se atrajo las simpatías de los per-
turbadores.


Rehusaba la Reina Gobernadora el admitir
la renuncia que hacia Toreno; pero habiéndola
convencido este de la necesidad, y llamado al
Pardo en la noche del 14 de Setiembre de 1835,
estendio allí los decretos de su dimisión y nom-
bramiento de nuevos ministros, siendo de ad-
vertir que el que á él se referia está escrito en
términos mas severos. {*)


Restituido Toreno á la vida privada, volvió á
ocuparse con afán de la conclusión de su Historia.
Durante su ministerio había contraído matrimo-
nio con Doña Maria del Pilar Gayoso, Tellez
Girón, hija de los Sres. Marqueses de Camarasa.


A pesar de los consejos de muchos amigos,
no solo se presentó en las Cortes, abiertas en
Noviembre de 1835, sino que tomó parte en las
mas arduas discusiones, y especialmente en la


(*) Parece que reparando con estrañeza la Reina Gober-
nadora en los términos del decre to , preguntó al Conde la
causa de tanta sequedad; á lo cual contestó que le bastaba
saber que poseía el aprecio de S. M . , y que convenia no
dar nuevos pretestos para encender mas las pasiones.




T O J 1 E L \ 0 . 35


del famoso voto de confianza con que el Señor
Mendizabal logró embaucar á algunos, y que solo
contribuyó al aumento de nuestra deuda y á la
completa dislocación de nuestra Hacienda.


Siguió después la discusión sobre la ley elec-
toral , en la que tomó el Conde una parte muy
notable , y que dio lugar á la disolución de aque-
llas Cortes. Convocadas otras, que se abrieron el
22 de Marzo bajo el influjo revolucionario, no
fue elegido para ellas el Conde de Toreno , ni otros
de los principales oradores de su comunión polí-
tica , al paso que lo era por siete provincias el Se-
ñor Mendizabal, lo que dio lugar á agudos chis-
tes en aquella ocasión. Pero ni aquella mentida
popularidad pudo sostener en el ministerio al Se-
ñor Mendizabal, al cual sustituyó el Sr. Isturiz.
Sobrevinieron entonces los sabidos acontecimien-
tos de la Granja, cuya escandalosa narración
haremos en otro lugar. Restablecióse la Consti-
tución de 1812, y creyéndose Toreno poco se-
guro en España, se trasladó de nuevo á París
y Londres, donde al paso que en Madrid se decre-
taba el secuestro de sus bienes y la pérdida de
sus honores, daba él la última mano á la his-
toria de las glorias de su patria.




36 PERSONAJES CELEBRES.


Formada la Constitución de 1837, derribado
el ministerio Calatrava á consecuencia de los su-
cesos de Pozuelo de Aravaca, y disuelto el Con-
greso constituyente, procedióse á nuevas eleccio-
nes , en las que triunfó la opinión moderada; y
nombrado Toreno Diputado por su provincia, se
trasladó desde Paris á Madrid para ejercer su
encargo.


Sin duda alguna reunidas las Cortes en 1837,
cuando se trató de reemplazar al ministerio de
transición que entonces existía, debian ocupar un
lugar en el nuevo los gefes del partido vencedor.
No se hizo así sin embargo, y aunque se conce-
dió la presidencia del nuevo gabinete al Sr. Con-
de Ofalia , persona en todos conceptos muy dig-
na , así como los demás individuos que compu-
sieron el gabinete, faltóse no obstante en nuestro
concepio á lo que exigían las circunstancias, y á
la práctica observada en otros países. El Conde de
Toreno apoyó aquel ministerio, y en aquella le-
gislatura fué cuando con notable valentía pronun-
ció estas palabras. « Las guerras civiles nunca ter-
minan por el esterminio de un partido....Si con
transacción y olvido se concluyese la nuestra,
concluyase en buen hora , con tal que triunfen, el




TORENO. 37


trono de Isabel II y la causa de la libertad. » (*)
Diez y ocho meses después el convenio de Verga
ra probaba la exactitud de las nobles espresiones
del Conde, oidas antes con escándalo por los
revolucionarios.


Terminada la primera legislatura de aquellas
Cortes, volvió el Conde á Pa r í s , donde había de-
jado á su esposa , é hizo un viage á Italia.
Abierta la segunda legislatura, tachó su ausen-
cia el General Seoane, anunciando en contra de
su pasado ministerio una terrible acusación. Nom-
brado el Conde en aquel intermedio Grande de
España de primera clase, creía que tal vez se le
consideraría sugeto á reelección y esta era la cau-
sa verdadera de su permanencia en el estrangero.
Determinado afirmativamente por el Congreso
permaneció el Conde en Francia, basta que en
las elecciones verificadas para las Cortes de 1840,
elejido nuevamente por su provincia, regresó á
Madrid á fines de 1839.


Principiaron aquellas Cortes sus deliberaciones
el 19 de Febrero , y sabidos son los escandalosos
sucesos del dia 2 4 , en que los representantes de


(*) Sesiones del Congreso de diputados de los dias 8 y ier
de Enero de 1838.




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


la Nación fueron insultados y amenazada su exis-
tencia en el lugar mismo de sus sesiones , y con
mengua del Gobierno que lo permitía y no supo
castigarlo. El Conde de 'foreuo dio en aquel dia
muestras de su valor y serenidad, á pesar de ser
uno de los mas insultados por aquellas turbas.


El Conde de Toreno tomó poca parte en las
discusiones de aquellas Cortes , á pesar de ser en
nuestro concepto las en que con mayor detención
y copia de luces se discutieron varias cuestiones.
Resucitada la acusación del General Seoane, ha-
bló el Conde con templanza y cordura, defendien-
do la contrata de azogues celebrada durante su
ministerio con la casa de Rotschíld. en que
hizo subir el precio á cincuenta y cuatro pesos
y cuartillo el quintal, desde veinte y siete pesos
y cuartillo á que se había contratado en 1830,
á pesar de la diferencia en las dos épocas, y de
la hazarosa situación en que ponía al Gobierno,
en la última, la guerra civil. Las Cortes casi por
unanimidad declararon no había lugar ni funda-
mento para la acusación.


Sabidos son los acontecimientos posteriores, el
viaje de las Reinas á Barcelona, y los trastornos
á que los sucesos de aquella capital y el levan-




TORFJNO. 39


tamieiito de Setiembre lian dado lugar. El Conde
de Toreno se espatrio' voluntariamente, y reside
desde entonces en Par i s , ocupándose, según te-
nemos entendido, en reunir materiales para escri-
bir la historia de la dominación de la Casa de
Austria en España.


Hemos bosquejado rápidamente la vida política
del Conde de Toreno , y nos falta espacio para
hablar cual desearíamos de su grande obra litera-
ria , la Historia del levantamiento, Guerra y
Revolución de España, que le ha atraído felicita-
ciones de todos los países y de todos los sabios
del Mundo. Nos contentaremos con citar una,
trascribiendo la que le dirigió últimamente Mr.
Alejandro Humboldt , por cuya mediación había
regalado su libro á la Biblioteca Real de Berlín:
« Vuestro magnífico regalo, Sr. Conde, dice el
sabio de ambos Mundos, marchará esta semana y
admirará á todos los literatos de mi patria. La
edición hace honor al arte tipográfico en España,
que se creia haber desmerecido desde las obras
maestras de Ibarra , y el Salustio del Infante,
Vuestra grande y clásica Historia ha escitado nue-
vamente mi mas viva curiosidad. Casualmente ja-


.más habia visto el último tomo, y he encontrado




40 PERSONAJES CELEBRES.


en él el estenso índice de materias, en el cual lie
podido escoger. Me ha admirado de nuevo la pin-
tura tan animada y llena de talento de los asun-
tos del Escorial ( T . I. pág. 2 1 ) , el carácter del
que en el Palacio del Rey ha recordado á D. Bel-
tran de la Cueva (T. I. pág. 8 5 ) , los esfuerzos lie-
dlos por restablecer la Iuquisicion (T. V. pág. 69)
etc. etc. He tenido también la perspicacia de en-
contrar en ella mi nombre (T. III. pág. 435) , y
me ha lisongeado tan amable recuerdo. He estado
leyendo hasta las tres déla mañana sin cansarme.»


Hemos concluido nuestra imperfecta tarea; el
recorrer la vida y examinar la obra del persona-
je que nos ha ocupado, exije mas estension, y se-
guramente mas capacidad. Esperemos á que cal-
madas las pasiones y podiendo los hombres apre-
ciar en su justo valor el mérito del Conde de To-
reno , haya quien se ocupe de tan importante tra-
bajo ; entonces no dudamos que será del núme-
ro de aquellos que como dice el festivo Beranger:


On les persecute, on les tue ;
sauf aprés un lent examen
á leur dresser une statue
pour la gloíre du genre humain.






Teisonaöes célebres del Siglo XIX.




SIR ROBERTO PEEL.


•i Puede contarse como uno de los
fenómenos de 'nuestras costumbres
aristocráticas, la existencia de un
hombre que por su nacimiento y su
posicion'deberia ser el gefe del parti-
do popular, y es el defensor del parti-
do oligárquico. Salido del pueblo, se
identilica con los patricios.. . . Unido á
una causa que exige pasión en los que
ta abrazan , es mirado con desconfian-
za por sus a l iados , porque defiende


su causa con moderación. »
i


La Inglaterra y los > Ingleses por
F.DW. BULWER , t. I I , pág. 274.


Sir Roberto Pee l , es sin disputa
uno de los hombres de Estado: más
consumados que ha tenido la Inglater-
ra , uno de los mas dignos de diri- .
gir los negocios de un gran pais.


Í H J W E F C I E R BK H A I I I U N N E — R e v i s t a
de los dos Mundos. Agosto de 1 8 4 1 .


Al principiar el año de 1810, se presentaba
por primera vez con cierto bri l lo, en la Cámara


i




2 PERSONAJES CELEBRES.


de los Comunes, un orador de 22 años , y las
sesiones se abrian bajo auspicios poco favorables
para la Inglaterra , que parecía agotarse al fin con
su prolongada lucha contra Napoleón. El ! astro
imperial , que tan aprisa habia de palidecer y
estinguirse , estaba entonces en su apogeo ; la gran
victoria de Wagram acababa de destruir la espe-
ranza de una nueva coalición ; Massena y Soult
tenían á Wellington en jaque en la Península ; el
desastre de la espedieion, dirigida sobre el Es-
calda por Lord Casttereagh, habia cubierto de
luto á toda la Inglaterra, y añadido veinte mi-
llones de libras esterlinas á su deuda pública ; las
arenas de Walcheren habian visto diezmada por
el contagio y sacrificada inútilmente á la imperi-
cia de Lord Chathain, la flor de la población britá-
nica ; agitábase la Irlanda en su miseria ; parecía
inminente una guerra con la América ; Jorge III
acababa de volverse loco ; el papel moneda esta-
ba eada dia mas desacreditado, y se levantaba á
lo íejos el repugnante espectro de la bancarrota.


En tal situación , el partido w i h g , separado
del poder desde mucho tiempo , redoblaba sus es-
fuerzos para reconquistarle. El partido to ry , con
la tenacidad que le dis t ingue, luchaba contra la




adversidad; pero el ministerio era débil y se ba-
ilaba desunido: Canning, no pudiendo obtener
del Rey la destitución de Castlereagh, babia deja-
do el ministerio después de haber tenido un desa-
fio con su fogoso colega. (*) La discusión del Dis-
curso de la Corona fue tempestuosa ; todos los
oradores de la oposición se sucedían en la tribu-
n a , para reconvenir violentamente al ministerio
por la fatal espedicion Walcheren; Canning,
ostentando generosidad, al paso que se mostraba
estraño á aquella medida, la defendía débilmen-
te ; los torys, que ya se fiaban poco de él por sus
opiniones liberales sobre la I r landa, vieron con
placer que se levantaba del banco ministerial un
joven desconocido todavía, quien sin oponerse
precisamente á una averiguación {etiquete) sobre
la espedicion de Walcheren , hizo una feliz de-
fensa del discurso, y contribuyó no poco á obte-
nerle la mayoría. La aristocracia inglesa tiene la
buena cualidad , aunque altiva y hasta insolente,
de no haber sido dominada jamás por el espíritu
mezquinamente envidioso, mohíno y esclusivo de
las demás aristocracias : cualquiera aliado que se
presente, salga de donde saliere , con tal que


(') Véase la Biografía de Canning. T. 111.




4 PERSONAJES CELEBRES.


tenga fuerza y talento, es siempre bien recibido y
adoptado por ella. Conoció á primera vista el par-
tido que podría sacar del campeón pleveyo , que
rompía en su favor su primer lanza; le tendió
la mano , y dos años después, á los 24 de edad,
Roberto Peel era llamado ya á Ocupar el puesto
de Secretario de Estado para la Irlanda. Desde
aquel momento sú posición política se ha agran-
dado sin cesar, lo mismo que su talento; y en
el d i a , en la tenaz lucha que hay en Inglaterra
entre las ideas antiguas y las nuevas , el torys-
mo entero t bastantemente dividido é indisciplina-
do antes ó después de la victoria, en los momen-
tos de peligróse apiña alrededor de Roberto Peel,
y obedece á su voz.


Este ilustre hombre de Estado es el hijo pri-
mogénito de un rico fabricante del Lascashire;
nació en 1788, en Tamworth , si no nos equivo-
camos, en el Staffordshire, donde su padre ha-
bía establecido el centro de sus negocios. Este
ú l t imo, procedente de una familia pobre y oscura,
supo aprovechar los descubrimientos de la indus-
tria moderna para los hilados del algodón; cons-
truyó en Tamworth grandes fábricas de hilados
donde se ocupaban hasta 15,000 jornaleros, y murió




PliEL. 5


en 1830, dejando una fortuua valuada en mas de
240 millones de reales. Lejos de negar su origen,
Sir Roberto Peel, que conoce el profundo respeto
que inspira la riqueza en un pais donde el ser pobre
es mas que uua desgracia y casi un cr imen, se
vanagloria de ello en todas circunstancias , con
eierta ostentación que no deja de ser de mal gus-
to. El digno fabricante de hilados de Tamworth
hizo también su ensayo en la carrera parlamenta-
r i a , que le salió peor que sus empresas indus-
triales. Su pequeño burgo le envió á la Cámara
délos Comunes, en la cual manifestó, á falta de
grandes talentos, un ardor patriótico escesivo con-
tra la Francia , y un gran celo ministerial, del
que le recompensó P i t t , confiriéndole en 1800 él
título de Baronnet. Era por lo demás un esce-
lente hombre, que ha muerto rodeado del afecto
público.


Destinado el joven Peel desde la infancia á
la vida política, reeibió una educación esmerada.
Estudió en el Colegio de Harrow , con el petu-
lante Byron , de quien fue el amigo, el protegi-
do y algunas veces el mártir , y el que habla de él
en sus memorias como de un muchacho estudio-
so y dócil, poco digno de atención en la ciencia




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


del boxingt, pero que por otra parte daba las me-
jores esperanzas.


Roberto Peel al salir del Colegio pasó á la
universidad de Oxford , el arca santa donde se
eonserva intacto el precioso depósito de las tra-
diciones de intolerancia religiosa y política: don-
de los edificios, los profesores y doctrinas, todo
es viejo; y donde ningún alumno puede recibir el
maná de la enseñanza espiritual y temporal, si
de antemano no ha hecho profesión de fé pro-
testante, firmando los 39 artículos. La enseñan-
za de Oxford, mas bien teológica que mundana,
es insuficiente para formar un hombre de Esta-
d o ; pero Peel supo desde luego ensanchar por
sí mismo el círculo de sus estudios escolásticos,
para llegar á ser lo que es en el dia,. uno de
los hombres de Europa que mas variados y pro-
fundos conocimientos posee. Sus inclinaciones se-
rias y la moderación de su carácter, le preserva-
ron de ios estravios de la juventud á que le es-
ponja su inmensa fortuna, y con los cuales han
señalado sus primeros pasos en el mundo mu-
chos de sus contemporáneos, que como él han
llegado á ser célebres. La vida privada de Ro-
berto Peel fue siempre grave, pura é intachable,




PJiEC. 7


sin que la crónica escandalosa pudiera herirle
jamás. Acostumbrado por su padre á la idea
de que estaba llamado á recorrer uua gran-
de carrera, no tuvo , por deeirlo a s i , juven-
tud , ó fue solo mas bien una larga preparación
para los trabajos y los combates que han ilus-
trado su edad madura. A los 21 años, se pre-
sentó en la^.arena parlamentaria, arojaáo de todas
armas, con un entendimiento frió y reflexivo,
una memoria prodigios;), una gran cantidad de
conocimientos adquiridos, y con opiniones en-
teramente formadas, recogidas como una heren-
cia de familia, corroboradas por las relaciones
aristocráticas de su padre, y la influencia de los
rígidos tutores de Oxford, que sin duda con-
tribuyeron á desenvolver en éi ese erpíritu de
conservación, ese religioso respeto á las antiguas
instituciones del pais , del cual no se ha apar-
tado jamás. Si, mas adelante las circunstancias,
la elevación de su inteligencia, y el conocimien-
to de los hombres y de las cosas, le han lleva-
do á hacer notables concesiones á las necesida-
des de su t iempo, es seguro que casi nunca ha
aceptado una innovaciou cualquiera sino como un
nial necesario. Entiéndase esto cou respecto á su




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


pais ; pues con respecto al estrangero, y en par-
ticular al nuestro, ha incurrido en notables con-
tradiciones, si bien no se ha separado nunca
del principio que forma la principal base de la
política de los hombres de Estado de Inglaterra,
la de sacrificarlo todo á los intereses materiales
de su pais. Asi le hemos visto, ministro tory,
decir en pleno Parlamento que el ministerio es-
pañol, producto de la revolución de Setiembre
de 1840, que destruyó un trono y trastornó la na>-
cion, era el mejor que habia existido en Espa-
ña desde la muerte del Rey. Búsquese otra cau-
sa á semejante contradicion de principios que la
que hemos enunciado.


Cuando en 1812, después de la disolución
del ministerio Perseval, tomó parte Roberto Peel
por primera vez en los negocios, durante el mi-
nisterio de Lord Liverpool, la cuestión de Irlanda
habia quedado estacionaria, á pesar de los su-
cesivos esfuerzos de P i t t , de Fox y de Canning;
la Irlanda solo disfrutaba de igualdad en los cam-
pos de batalla, donde vertía su sangre por la
causa de la Inglaterra; lejos de allí no era ya
para el partido dominante mas que una raza de
ilotas, á la que se podia oprimir á su antojo.




PEF.L. 9


El joven Secretario de Estado llamado á poner
la mano á aquella l laga, siempre abierta, se
ocupó mas en impedir su desarrollo que en cu-
rarla. Mas tory en este punto que el mismo Pitt,
principió por pronunciarse contra toda clase de
concesiones, y su administración , que duró has-
ta 1818, apenas se señaló mas que por medidas
de rigor. Muchos bilis de represión á cual mas
severos, envíos de tropas y de artillería, y la crea-
ción de un cuerpo especial de gendarmes , á quie-
nes la gente del pueblo irlandesa dá aun en el
dia el apodo de peelers, tales fueron poco mas ó
menos los únicos recuerdos que Roberto Peel de-
jó á la Irlanda de su primer ministerio.


Cuando por motivos personales, mas bien que
políticos, dejó Peel su puesto en 1818 , la Univer-
sidad de Oxford , que tiene como la de Cambrid-
ge el privilegio de enviar dos Diputados al Par-
lamento, quiso dar á su antiguo discípulo una
muestra de simpatía , por sus esfuerzos contra los
papistas de Irlanda , y le concedió espontáneamen-
te el favor solicitado de representarla, uniéndolo
asi con lazos mas estrechos á los intereses de la
aristocracia y de la Iglesia.


Individuo y relator al año siguiente de una




10 PERSONAJES CELEBRES.


comisión creada para remediar el estado rentís-
tico del Re ino , tornó Roberto Peel una parte
activa en las graves discusiones á que el asunto
dio lugar , y unió su nombre á un bilí importan-
te. El objeto del bill-Peel fue restringir la emisión
del papel moneda, y atraer á la Inglaterra la
vuelta gradual del metálico, revocando el acta
que desde 1797 autorizaba al Banco á no hacer
pagos en oro.


En los disturbios interiores que hubo el año
1819 , apoyó Peel vivamente todos los bilis repre-
sivos presentados por el ministerio. Al año si-
guiente , después de la muerte de Jorge III ,
cuando la esposa de Jorge IV, que llegaba re-
pentinamente de Italia para reclamar su título de
Reina y el puesto que la correspondía en Ja cere-
monia de la coronación, dio lugar al famoso
proceso que apasionó á toda la Inglaterra , y
dividió todos los espír i tus, hasta en las clases
mas elevadas , Sir Roberto Peel se mantuvo indi-
ferente , y á pesar de las instancias ministeriales,
se negó á intervenir personalmente en aquel es-
candaloso asunto.


Disipada la tempestad , en 1822 , consintió en
reemplazar á Lord Sidmouth en el ministerio del




PEEL. 11


Interior , y fue de este modo el orador principal
del gabinete. Como tal, tardó poco en tener que
sostener una lucha directa contra Canning. Este
último movido siempre por ideas de tolerancia
religiosa , habia propuesto que se concediese a los
Pares católicos romanos el derecho de tomar asien-
to y de votar en el Parlamento ; Sir Roberto Peel
combatió aquella moción , como contraria á la
seguridad de la Iglesia dominante. A pesar de sus
esfuerzos, la proposición de Canning fue aproba-
da por la Cámara de los Comunes por una ma-
yoría de cinco votos, pero fue rechazada por la
de los Lores. Tres meses después, un suceso
imprevisto, el suicidio de Castlereagh , daba lu-
gar á la dislocación del ministerio , y á pesar
dé la repugnancia personal del Rey por un par-
tidario declarado de la Reina, Canning sucedía
á Castlereagh en el cargo de Ministro de Nego-
cios estrangeros. Sir Roberto Peel conservó su
ministerio. « Entonces pudieron verse en é l , di-
ce Mr. Duvergier de Hauranne, dos tendencias
muy distintas. En todo lo relativo al sistema
político, asi interior como esterior, Sir Rober~
to Peel se mostró fiel á las antiguas tradiciones
lorys, y enemigo decidido de toda reforma. En




12 PERSONAJES CELEBRES.


todo lo relativo á la administración y á la le-
gislación criminal, dio pruebas de un espíritu
grande, ilustrado y hasta algunas veces atrevi-
do. Asi pues, se le vio sostener vivamente el alien
bilí (ley sobre losestrangeros), combatir la eman-
cipación católica, elogiar la Santa Alianza, por
un lado j y por olro dulcificar las penas, refor-
mar el jurado y limitar la jurisdicción de los
jueces de paz. Merced á este doble carácter tuvo
Roberto Peel también la doble ventaja de conser-
var el favor de los viejos torys, y grangearse
hasta cierto punto el de los reformadores.»


El nuevo ministerio, tory en el fondo, pe-
ro que encerraba en su seno todos los partidos
y se hallaba dividido en las cuestiones mas im-
portantes, duró cinco años, por el ascendiente
personal de su presidente Lord Liverpool. Se ha-
bía convenido en que en la cuestión del dia, la
de Irlanda , el Gabinete permanecería neutral; y
sin embargo, mas de una vez obligó la oposición
á Canning y á Peel á subir ú la tribuna á ha-
blar sobre el asunto en sentido contrario. Muer-
to Lord Liverpool en 1822, nombró el Rey á
Canning Presidente del Consejo; y Peel y cua-
tro de sus colegas hicieron dimisión; Canning




PEEL. 1 3


lo reemplazó con wihgs moderados, y tardó poco
en encontrarse frente á frente con casi todo el
partido tory, y una fracción del partido wihg.
Peel vaciló algún tiempo en ponerse en hostili-
dad directa con su antiguo colega; pero su opo-
sición, llena en un principio de templanza y li-
mitada á un solo punto , la emancipación irlan-
desa, se estendió poco á poco, fue mas ofensi-
va ; y por úl t imo, estrechado en sus últimos
reductos por Canning, que le acusaba de falta
de franqueza, se declaró decididamente el gefe
de Ja oposición tory. Después de la muerte de
Canning y del aborto del ministerio Goderich,
Sir Roberto Peel volvió á los negocios con Lord
WelIingtoD , en 1828: el nuevo ministerio princi-
pió por un descalabro. Lord John Russell pro-
puso la abolición del Test and corporations acts,
dos leyes antiguas que estaban en desuso, y que
incapacitaban para ciertos empleos á los miem-
bros de las sectas disidentes. Peel combatió con
fuerza la moción del orador wihg, que fue sin
embargo aprobada por una mayoria de 44 vo-
tos. Los torys puros se admiraron algún tanto
de ver á sus dos gefes permanecer en el minis -
terio, á pesar de aquella derrota. Pero fue mu-




14 PERSONAJES CELEBRES.


cho mayor la admiración al ver á los dos cam­
peones mas intrépidos de la supremacía protes­
tante , á los dos hombres que dos años antes
declaraban que toda concesión á la Irlanda era
peligrosa al bien del Estado, proponer ellos mis­
mos la famosa ley de emancipación, que lla­
maba á la Irlanda á la igualdad civil y políti­
ca. Cuando Sír Roberto Peel, después de haber
devuelto de antemano á la Universidad de Ox­
ford el mandato que de ella recibiera, se pre­
sentó en la Cámara de los Comunes á esplicar
con muchas precauciones oratorias, por qué ha­
bia creído deber ceder á la actitud cada dia mas
amenazadora de la Ir landa, su declaración fue
recibida en todos los bancos de la aristocracia y
del clero, y aun del pueblo, con una esplosion
de clamores y de injurias. Los dos ídolos de los
torys se convirtieron de repente en objetos de
horror, en monstruos, traidores, judas, re­
negados y papistas. Lord Wellington hizo fren­
te á la tempestad con la flema silenciosa de un
viejo soldado. (*) Sir Roberto Peel , menos in­
diferente que él á simpatías de las cuales saca­
ba una parte de su fuerza, y que había vacila­


C) Véase su Biografía. Т. 1.




PEEL. 15


do mucho tiempo antes de desafiar la tormenta,
hizo prodigios de elocuencia para justificar aque-
lla honrosa palinodia, aquel grande acto de jus-
ticia política, con el argumento de la necesidad.
Toda la contestación de los torys fue redoblar
sus invectivas. Peel encontró, hasta en su mis-
ma familia, voces que le acusaban; y los bone-
tes cuadrados de Oxford renegaron de su discí-
pulo querido, y le reemplazaron con un tory
rabioso, Sir Roberto Inglis, Algunos torys, mas
furiosos todavía, entre otros el Marqués de Bland-
fort , se volvieron radicales de despecho. Los
Irlandeses mismos, poco agradecidos á un acto
de justicia obtenido por la fuerza, proclamaron
por la voz de O' Connel l«que Sir Roberto Peel,
traidor ¡í su partido, no podia ser fiel á nin-
guno. » Ante aquella reprobación universal, el
ilustre tory, en vez de ceder, se mantuvo firme;
durante mas de un año luchó con admirable va-
lor contra una formidable coalición, formada
de los opuestos bancos del Parlamento. Iba á
sucumbir, cuando la revolución de Julio en Fran-
cia dio de repente mas vivo impulso á los es-
píritus, y ensanchó el terreno del combate.


Kl grito de reforma , trasmitido por el pueblo




16 PERSONAJES CELEBRES.


á los wihgs , resonó pronto de uno á otro estre-
mo de Inglaterra, y los dos ministros torys res-
pondieron á aquel grito con su dimisión. Al fin
llegaron los vvhigs al poder, y Sir Roberto Peel
vuelto á la oposición , tardó poco en ver aquella
aristocracia y aquel clero que tanto le liabian
maldecido, acorrer á él suplicándole que les de-
fendiese contra las rugientes olas de la democracia.


Generoso por carácter y por ambición, olvidán-
dolo pasado, y mas fuerte que nunca, volvió Peel
á ocupar su puesto de mando, y entonces prin-
cipió con motivo del bilí de reforma, aquella
larga y memorable lucha de los Comunes contra
los Lores, que duró diez y ochos meses ; lucha
encarnizada , en que R,oberto Peel defendió una
mala causa con un talento magnífico, un valor
y una constancia incansables; fue preciso ceder
sin embargo al uúmero, á la fuerza, y al derecho.
Los burgos podridos fueron tomados por asalto,
y desaparecieron las viejas ficciones electorales, y
prevaleció el principio de la representación verda-
dera y leal; el reform bilí fue ley del Estado ; que-
dó disuelto el Par lamento, verificáronse nuevas
elecciones, en virtud de la nueva ley de 29 de
Enero de 1833 ; y el gefe del partido tory , al vol-




l'EEL. 1 '


ver á entrar en el Parlamento reformado, advir-
tió con dolor , pero sin espanto , que dos terce-
ras partes de su ejército habían quedado sobre el
campo de batalla.


El partido tory estaba reducido á cierno ochen-
ta miembros. Sir Roberto Peel no desmayó; ¡ir-
me y moderado á un tiempo , aceptó sin vacilar
los hechos consumados, y solo pensó en hacerlos
servir para el triunfo de sus opiniones. « Enton-
ces se le vio, dice el autor antes citado , aprove-
chándose de la reacción que sigue naturalmente á
todo grande esfuerzo político , tender por un lado
la mano á aquellos que principiaban á espantarse
con el pogreso de las ideas reformistas, contener
por otro los restos temblorosos del viejo partido
tory, y asentar de este modo las bases del gran
partido, que bajo un nombre nuevo, le reconoce con
razón por su gefe. » No es de este lugar el referir
las crisis interiores que "spe^ dentó el ministe-
rio wihg. Peel supo con g r ; a sagacidad aprove-
char las faltas, las alianzas forzadas de sus ad-
versarios, y las exigencias de s-us aliados. Merced
á él , el partido tory tranquilo , contenido, disci-
plinado y convertido en partido conservador,
principiaba á reponerse un poco de s u de -To la ,




18 PERSONAJES CELEBRES.


cuando á fines de 1834 , un capricho del Rey Gui-
llermo desbarató de repente las pacientes combi-
naciones de P e e l , obligándole á formar antes de
tiempo un ministerio tory imposible, y á pro-
longar de este modo por algunos años todavía la
vida del ministerio wihg.


Sir Roberto Peel habia ido á pasar el invierno
á Roma , cuando recibió, en N oviembre de 1834,
un mensage del Rey , que ac ababa de despedir
bruscamente el ministerio Melbourne , en el que
le invitaba á trasladarse inmediatamente á Lon-
dres para componer y presidir un nuevo ministe-
rio con el auxilio de Lord Wellington. Llego
Sir Roberto Peel á Londres el 9 de Diciembre, y
formó con trabajo una nueva administración, en
la que muchos de sus amigos se negaron á tomar
par te , desconfiados de su estabilidad. El Parla-
mento fue disuelto; el resultado de las nuevas
elecciones pareció dudoso al principio, pero no
tardó en declararse la victoria. Derrotado por
primera vez en la cuestión de la presidencia de
la Cámara, vuelto á derrotar en la de la con-
testación al Discurso de la Corona, derrotado
por tercera vez en Ja cuestión de la apropiación,
es decir en la proposición hecha por los wihgs




PEEL. 19


de apropiar el escedente de las rentas de la Iglesia
anglicana en Irlanda á las necesidades de la ins-
trucción pública en aquel pais; derrotado siem-
pre y en todas partes á pesar de notables esfuer-
zos de elocuencia, Sir Roberto Peel se decidió
al fin á retirarse: el gabinete tory fue disueito
á los cuatro meses de formado, y Lord Melbour-
ne volvió á los negocios, un tanto robustecido
con la tentativa abortada de los torys.


Desde 1835 á 1 8 3 9 , el ministerio Melbour-
n e , rechazado por la Cámara de ios Lores, se
sostuvo con una mayoría reducida y movible en
la Cámara de los Comunes ; mayoría debida tan
pronto á los radicales, cono á los votos irlan-
deses de que dispone O' Connell. Sir Roberto
Peel no le dejó un momento de descanso; di-
rigiendo siempre su plan de ataque ai flanco
débil de su enemigo le combatió, sobre todo en
sus aliados. Anunció á las clases medias que el
ministerio se dejaba sobrepujar por los radica •
les, y ponia en peligro sus mas caros intereses;
á la Inglaterra entera, en cuyo seno se abrigan
siempre, aun entre los hombres mas ilustrados,
un odio y un desprecio inventerados hacia la
Irlanda, le señaló á Lord Melbourne como el




20 I>!;RSO!\T/UF,S CEI.EBRKS.


protegido, el humilde servidor de O' Connell,
y cada concesión hecha á la ir landa, aun la
mas jus ta , como una aproximación á la supre-
macía del papismo. Este hábil manejo le salió
muy bien; cada lección parcial daba un voto
mas al partido conservador y uno menos al par-
tido wihg ; de modo que un dia , á principios
de 1839, cuando la presentación del bilí de la
Jamaica, faltándole á Lord Melbourne el apoyo
de los radicales, sufrió un descalabro que juzgó
bastante significativo para dar su dimisión, y Sir
Roberto Pee), llamado para formar un nuevo
gabinete, estaba á punto de principiar de nuevo
eon mas probabilidades de buen éxito la empre
sa abortada en 1835, cuando un estraño inci
dente le obligó á diferir aun su triunfo.


La joven Reina Victoria, ya sea porque Lord
Melbourne es mas amable que Sir Roberto Peel,
y ya por que Lord Palmerston es mas apuesto
que Lord Wellington, ó bien por cualquier otra
causa, la joven Reina Victoria no gusta de los
torys. Sir Roberto Peel, creyendo tal vez que
desaparecería aquella repugnancia con la de cier-
tas personas que la rodeaban, y á las cuales la
atribuía , exigió , como verdadero ministro cons-




PEEL. 21


titucional, que antes de todo despidiese la l iei-
na á dos Damas de su corte, cuyos semblantes
no le gustaban sin duda. La Reina, dispuesta
á soportar los torys, pero no á sacrificarles las
Damas de su c o r t e a s e negó abiertamente. Al
dia siguiente Sir Roberto Peel devolvía sus po-
deres, Lord Melbourne volvía á tomar los suyos,
y en medio de una polémica de periódicos bas-
tante burlesca y digna del asunto, volvía á prin-
cipiar mas viva que nunca la lucha entre los dos
grandes partidos en que se halla dividida la In-
glaterra. Sabido es cómo terminó; sabido es que
durante cerca de dos años el ministerio wihg ha
arrastrado una vida lánguida, señalada por una
larga serie de derrotas; que la calaverada de
Lord Palmerston (*) en Oriente solo sirvió para
debilitarle mas, enagenándole á los radicales; que
después de haber agotado todos los medios de
existencia y recurrido á la medida estrema, l.i
disolución de la Cámara, se ha visto obligado á
retirarse ante la mayoría mas imponente que ha
existido desde el bilí de reforma; por último
que Sir Roberto Peel, á fuerza de perseverancia
y de talento, combinando hábilmente la e n e r


(*) Víase su Biografía. T. II.




22 PERSONAJES CELEBRES.


gía con la moderación, en ocho años ha sabi-
do realzar y reconstituir su partido, que pare-
cía destruido para siempre, y reconquistar el
poder, apoyado por las simpatías evidentes del
pais, por la Cámara de los Lores , y por 368 vo-
tos de la Cámara de los Comunes.


¿Cómo gobernará ahora estos discordes ele-
mentos ? ¿ Cómo enfrenará á esos viejos torys obs-
t inados, que nada han aprendido ni olvidado?
¿ Cómo soportará la protección comprometida , las
exigencias y los enojos de los Inglis, los Pringle,
los Plumplree etc. etc. ¿ Cómo se arreglará con la
Irlanda el sanguinario Peel , valiéndonos de la es-
presion del hiperbólico O' Connell ? ¿ Cómo sal-
drá de los embarazos rentísticos, y de los tres
delicados problemas de economía política que le
legaron sus predecesores ? Todo esto combinado
con la oposición wihg, la oposición radical, la
confesada antipatía de la Reina , y sin contar las
cuestiones esteriores, forma una situación bastan-
te embarazosa , que dificulta formar un juicio
sobre el porvenir. Todo lo que puede decirse es,
que si el ilustre gefe del ministerio actual des-
plega en el ejercicio del poder la habilidad que
desplegó para conquistarle, triunlará sin duda




P E E t . 23


de todos los obstáculos. Ya hemos indicado an-
tes que por los intereses de su pais sacrifica Sir
Roberto Peel la consecuencia de sus principios en
su política esterior; y si esta conducta puede
atraerle entre los ingleses el aprecio , la historia y
el Mundo , no apreciarán igualmente su probidad
política.


Ya hemos dicho, que Sir Roberto Peel , de un
espíritu demasiado elevado y un carácter dema-
siado moderado, que no sabe ceder á tiempo y á
necesidades bien probadas, era sin embargo esen-
cialmente conservador en toda la estension de la
palabra; es decir, que para él la ventaja de in-
novar jamás equivalía al peligro de destruir. Pero
nos parece no haber dicho bastante, que este amor
del statu quo era esclusivamente sobre las cues-
tiones política y religiosas. Fuera de esto y en
cuanto se refiere á las reformas judiciales y ad-
ministrativas , se ha mostrado siempre tan progre-
sista, como wigh, y bajo este punto la Inglater-
ra le debe mucho. El ha sido el primero que ha
introducido un poco de claridad y orden en el
caos de leyes contradictorias, aglomeradas desde
muchos siglos , que se llama el Código penal in-
glés ; él es el que se ha permitido, con grande




24 PERSONAJES CELEBRES.


escándalo de los attorneys de su pais, el poner
una mano profana en el confuso laberinto de los
procedimientos ingleses; se ha calculado que su
método de codificación simplificada habia reduci-
do por término medio 13.162 lineas á 2,877.
Sir Roberto Peel es ademas quien ha introducido
en la organización municipal y en la gerarquía
administrativa , cuanta centralización consiente el
espíritu inglés: él es en fin el que en 1829creo
un cuerpo especial para la policía de Londres,
confiada hasta entonces á una especie de guardia
cívica, organizada por las parroquias, y que
obraba con una lentitud perjudicial á la seguri-
dad pública.


Los asuntos de Irlanda han tomado última-
mente , y tienen en el dia un carácter tal de gra-
vedad , que es difícil presagiar cuál sera el resul-
tado de la lucha, de aquel pueblo agitado por
O' Connell , y que reclama la revocación del acta
de un ión , reuniéndose en mec-tings á los que con-
curren centenares de miles de inuividuos, conte-
nidos hasta ahora por el grande agitador, pero que
la menor circunstancia puede convertir en enemi-
gos declarados, y dar principio á una lucha, para
la cual se prepara el gobierno .inglés enviando




l 'EEL. 2 5


fuerzas y pertrechos á aquel pais, Peel indudable-
mente tiene que pelear con un enemigo poderoso;
y cuando el diablo atormentaba á Lutero en sus
sueños, y argúiaeon él, diciéudole: «Yo también
soy lógico, » no era menos embarazoso que O'
Connell turbando el sueño del primer ministro,
y diciéndole: « También yo conozco mi derecho »
Nada mas curioso, mas interesante que presen-
ciar la lucha de estos dos hombres , ambos muy
esperimentados, muy diestros, muy astutos. O'
Connell está siempre, si es dado espresarse asi,
á caballo sobre la ley. Se ha dicho de él que con-
duciría unearruagede cuatro caballos por encima
de la Constitución sin tocarla.


«Declaro, decia pocos días hace, declaro á Sir
Roberto Peel y al Duque de Wellington que ob-
servaré la letra de la ley , y su espíritu. Me
mantendré en los mas estrictos límites de la le-
galidad ; mientras se me deje un punto en la
Constitución donde pueda colocar mi pie, como
sobre el punto de Archimedes, allí sostendré la
libertad de mi pais. Estamos prontos á perma-
necer en el terreno constitucional; pero si se
nos obliga á salir de él, entonces vx victis. »(*) ¿La


'*) Re\ista de los Jos Mundos de v> Junio 1813.




26 PERSONAJES CELEBRES.


independencia de la Irlanda seria para ella un
bien ó un mal ? ¿ podría conservarse y ser feliz
con un Parlamento nacional ? Difícil es dar so-
lución cumplida á estas preguntas; pero la Ir-
landa es un pueblo oprimido, vejado, y despre-
ciado ; y poco dispuesto el gobierno inglés á va-
riar de sistema , es posible que dé lugar á un
rompimiemto, del que si puede tener probabili-
dad de quedar vencedor , no dejará de sacar
nuevos y mayores embarazos.


Quédanos ahora , para completar nuestro tra-
bajo, bosquejar al hombre y al orador. Pero no
habiéndole visto ni oido jamás, en vez de hacer
un retrato de capricho, lleno de antitesis y de
rasgos que gustarían á los lectores, preferimos re-
producir aqui diferentes retratos hechos ya, y que
se parecen bastante poco unos á otros, para pre-
sentar el interés de la variedad.


(i Sir Roberto Peel , dice un escritor anóni-
mo (*), es alto y bien formado; tiene el color
claro y los cabellos un poco rojos; todo su as-
pecto es joven para su edad , y hay en su fiso-
nomía una marcada espresion de talento y agu-
deza. Sin embargo, en su mirar , en su frente


(*) Hevtstii de tos das Mundos , Mayo de I S 3 7 .




PEEL. 27


y en la compresión de sus labios, se descubre
cierta desconfianza, y la inspira desde luego.
Sus maneras son elegantes, pero un poco facti-
cias y desprovistas de la gracia indefinible que da
una educación aristocrática ; recibe el bomenage
y ios aplausos de su partido cou cierto aire de
forzada cordialidad, y á los que quieren aproxi-
marse mas á é l , con una reserva glacial. Sus
enemigos le tachan de avaro, sin otro motivo
aparente que el orden con que sabe gastar una
fortuna de Príncipe. Gusta del lujo, y hasta de la
magnificencia en algunos objetos, particularmen-
te en su espléndida Galería de cuadros, de que
se envanece con razón. Es personalmente activo y
enérgico; le gustan los placeres del campo, los
ejercicios violentos, y conserva una constitución
robusta en medio de fatigas poco comunes. En-
tiende la vida doméstica como la entienden los
ingleses ; la mayor parte del tiempo que le de-
jan libre sus funciones públicas, lo pasa en el se-
DO de su familia , ó en el estudio, pues lo que no
es general en los hombres que han sentido por
mucho tiempo la escitacion de la vida pública,
tiene un sincero afecto á los trabajos literarios...
Cuando se levanta en la Camera de los Comunes,




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


aun antes de que hable, se vé al hombre que
atrae con una fuerza irresistible todo el interés de
aquella poderosa asamblea ; su voz es singular-
mente imponente , clara y sonora , de modo que
no se pierde una palabra, y su entonación es
admirable... Uno de sus movimientos favoritos,
cuando se anima, es dar fuertes golpes con el
puño sobre una caja de papeles que tiene delan-
te , sobre la mesa del Presidente , y los sonidos
de aquel tambor de madera, unidos á las fuer-
tes entonaciones de su voz, producen algunas
veces un ruido verdaderamente espantoso. »


Veamos ahora á Sir Roberto Peel, pintado por
uno de sus colegas, el Diputado y escritor radical
Bulwer.


« Las buenas cualidades físicas son de la ma-
yor importancia para formar un grande orador.
Sir Roberto Peel las posee; tiene un órgano sin-
gularmente templado, una estatura elevada y
magestuosa , y habla naturalmente bien; y aunque
no deja de tener algo de desagradable, impone
y persuade. He hablado de una combinación de
efectos teatrales, y Sir Roberto Peel sabe em-
plearlos con destreza. Con un movimiento de la
mano , con un saludo , con una espresion de la




P E E L . '29


boca con cierto aire de franqueza , sabe dar fuer-
za y energía , agudeza ó dignidad á la cosa mas
insignificante. La elocuencia es un arte , y él es
indudablemente un artista consumado ; es ademas
un hombre muy notable por las cualidades mas
elevadas del entendimiento; reúne á muchos co-
notimientos agradables una inmensa instrucción
práctica ; y es á un tiempo hombre de letras y
hobre de negocios... Reúne á su talento de ora-
dor ciertas cualidades raras , como director de
partido. Tiene, es verdad, poca osadía, pero un
tacto admirable; jamás compromete á su parti-
do con espresiones vertidas imprudentemente, y
está libre de la indiscreción que es común á los
oradores. La exactitud es también una señal ca-
racterística de su talento: y no recuerdo haberle
oido jamás citar con inexactitud un hecho, cosa
muy frecuente á los demás oradores. Esta cali-
dad de su espíritu es probablemente la que le
hace tan apto para los negocios.»


Véase ahora otro retrato de Roberto Peel , tra-
zado en 1835 por un escritor mas radical todavía
que Mr. Bulwer, y que se firma O' Donnor.


« Sir Roberto Peel es de mediana estatura , y
seria elegante su figura á no ser por la obesidad




30 PERSONAJES CELEBRES,


que principia á serle pesada ; viste con elegancia
y sin exageración ; no indica estar cerca de los
50 años ; sus facciones regulares tienen cierta
espresion de causticidad desdeñosa; parece que
se ocupa demasiado en sus maneras, pues la dis-
tinción natural tiene mas soltura y abandono.
Ademas , la afectación estudiada es también el
carácter dominante de su talento oratorio. Gestos
y lenguaje, todo indica en él estudiadas preten-
siones ; tiene mas parte cómica de la que necesi-
ta un orador. Fatiga el ver cómo se agita , y no
me gusta que un hombre de Estado sepa tantas
posturas graciosas. Tal vez cerca de una chime-
n e a , en familia , podrá parecer bien cruzar las
piernas y hacer sonar el dinero en el bolsillo del
pantalón; jugar con el forro de la casaca , ó le-
vantar por detrás los faldones de la levita ; pero
en público, y sobre todo en el sitio donde se
discuten las leyes de una nación , no sientan bien
estas inocentes coqueterias. Sir Roberto Peel abu-
sa demasiado de sus manos y de sus brazos, y
casi se pierden sus palabras con el continuo mo-
vimiento de su persona. Por otra par te , confieso
que su locución es viva, fácil y espiritual. y dá
placer el oirle. Su retórica aplicada á los negó-




PEEL. 31


eios me gusta mucho, y posee cuanto puede dar
el arte del decir ; psro el calor que le anima es
facticio , carece de aquel que se comunica , por-
que no tiene convicción.»


«Sir Roberto Peel, dice Mr. Duvergier da
Hauranne, no es un orador de primer orden, y
sus discursos no pasarán probablemente á la pos-
teridad como modelos de elocuencia clásica ; pe.
re tiene un modo de hablar sencillo, claro, me-
tódico , que sin querer produce muchas veces
efecto. Tiene ademas un mérito muy precioso
para un gefe de gabinete ó de oposición, el de
tratar todos los asuntos con igual facilidad. Po-
lítica, hacienda, economía 'polí t ica, legislación
civil y criminal, administración , guerra, de to-
do trata Sir Roberto Peel , en todo manifies-
ta los mas sólidos conocimientos, el mejor jui-
cio y la mas notable lucidez. Asi e s , que cuan-
do después de una larga discusión, los oradores,
perdiendo de vista el punto principal, se han
estraviado por mil diversos caminos, y trasfor-
mado el combate en un torneo, causa un pla-
cer infinito ver levantarse á Sir Roberto Peel, y
con algunas palabras graves y firmes llamar la
atención sobre el verdadero punto del debate.




32 PERSONAJES CELEBRES.


í f ¡ > -


(*) Chateaubriand-Congreso de Ferona, T. I. pág 308.


Al escucharle, se conoce que está presente no
un literato ó un abogado, sino un hombre po-
lítico,* para quien un discurso es una acción,
y que prefiere la utilidad á la brillantez.»


Véase por últ imo, un pequeño cuadro, como
sabe hacerlos Mr. de Chateaubriand.


«Sir Roberto Peel nos ofreció en su mesa la
hospitalidad diplomática; la persona del minis-
tro de lo Interior era agradable, y la armonía
de su voz hacia olvidar la costumbre original
de uno de sus gestos. Lady Peel, nacida, según
creemos, bajo el cielo de la India, tenia una de
licadeza que no hemos visto en muger alguna:
podia decirse que era trasparente, y de repente
aquella Mobe de alabastro se cubrió del color
encarnado pálido de una rosa de Bengala: tenia
unos hijos que parecían verdaderos angelitos:
Mr. Peel usaba de sus riquezas con cierta dulzura
y moderación , y aquel espíritu de templanza le
acompañaba en la tribuna (*)






Personajes célebres ael Siglo XIX.




C H A T E A U B R I A N D . ^


« Chateaubriand ha recibido de la
naturaleza el fuego sagrado, como lo
atestiguan sus obras. S u estilo no es
el de Racine , sino el de un profeta.
Si alguna vez llega á dirigir los negó •
c i o s , es posible que Chateaubriand se
estravie; pero lo cierto es, que todo lo
grande y nacional es á propósito pa-
ra su genio. »


N A P O L E Ó N . — M e m o r i a s de Mr. de
Montholon. T . IV, pág. 248.


En los tiempos borrascosos, cuando rugen las
revoluciones, y cuando los pueblos, valiéndonos
del lenguaje de Lamartine, vagan en la pen-
diente de los abismos como rebaño sin pastor,
la Providencia, que vela sobre los destinos de
la humanidad, hace algunas veces que se levan-




'1 PERSONAJES CELEBRES.


ten del suelo dos genios : el uno armado de una po-
derosa espada, reconquista el derecho por la
fuerza, y sobre las ruinas de un monumento
derruido echa los cimientos de un nuevo edifi-
cio; el o t ro , nuncio de paz, de fé y de poesia,
cuando están disueltos todos los lazos morales,
cuando el sentimiento de lo bello se ha empa-
ñado con el contacto impuro de la incredulidad
y del egoismo, cual la paloma después del di-
luvio, trae á la tierra el ramo de oliva, y enla-
za nuevamente la cadena de las tradiciones reli-
giosas y literarias. Los pueblos deben al pri-
mero la vida política y social, y al segundo la
vida del corazón y los delicados goces del alma.
F.n el mismo año nacieron Napoleón y Chateau-
briand.


Nunca hemos conocido tan bien como al es-
cribir estas lineas la utilidad real de las biogra-
fías ; ni lo bueno que es el trazar con grandes
rasgos, para el bien de todos, las principales
peripecias de una noble y hermosa existencia; ni
cuan útil era manifestar á todos cuanta sangre
pura han introducido las producciones del genio
en las debilitadas venas del cuerpo social, cuán-
tos sentimientos generosos han dispertado en las




CHATEAUBRIAND. 3


almas, cómo lian consolado muchas veces al
desdichado, sostenido al débil , contenido al poder
en sus estravios, y vivificado la fe vacilante. Si
las épocas y los hombres forman los libros , los
libros á su vez forman las épocas y los hombres.


. Francisco Augusto de Chateaubriand, hijo de
una de las mas antiguas familias de la Bretaña,
nació en S. Malo en 1769. Pasó los primeros años
de su vida en el castillo de Combourg, antiguo
solar paternal de estilo severo , y rodeado de gran-
des encinas y verdes matorrales. El niño desde la
torre en que descansaba, oia á lo lejos rugir el
mar al estrellarse en las playas, y ya se deleita-
ban sus ojos con el centelleante brillo de las estre-
llas , sus oidos con el ruido de los vientos y con
los tristes gritos de las gaviotas , y su alma con to-
das las armonías de la naturaleza armórica. Si
hemos de dar crédito á algunas páginas sustraí-
das a las Memorias de después de la tumba, le-
gado fúnebre del genio, cuya aparición desea y
teme á un mismo tiempo la Francia , el interior
de la familia era triste y frió; no habia en ella
franqueza ni amistosas comunicaciones en el ho-
gar. El padre de Mr. de Chateaubriand, impasi-
ble y altivo como un antiguo caballero de la




4 PERSONAJES CELEBRES.


edad inedia , era una de esas naturalezas de velo
y de hierro, para quienes las emociones suaves son
cosas fútiles y desconocidas.


Aquella existencia, principiada en el seno de
una naturaleza salvaje, privada de los goces del
corazón, y replegada sobre sí misma , imprimió
pronto en la imaginación de Mr. de Chateaubriand,
ese sello de grave y profunda meditación que no
se borra jamás , y que influye en el resto de la
vida. Asi pues, niño aun , era poeta; una herma-
na mas joven , á la que amaba y cuya alma pura
y delicada comprendía todas las bellezas de la
suya, dio al parecer á la uniformidad de sus
dias solitarios, un baño de melancólica dulzura,
de gracia y de ternura


Destinado en un principio al estado eclesiásti-
co, por ser el menor de su familia, el joven Cha-
teaubriand hizo sólidos y profundos estudios, que
principiaron en el Colegio de Dol, y terminaron
en Rennes, donde tuvo por condiscípulo á Moreau.
A los 20 años habia entrado el joven en el pe-
riodo de los pesares ínt imos, de los deseos sin
nombre y de las agitaciones sin objeto. Era Re-
ne con ese germen de tristeza que le provenia
de Dios ó de su Madre. Causábanle horror las




CHATEAUBRIAND. 5


trabas de la vida eclesiástica, y por un momento
concibió el proyecto de suicidarse; á los pocos dias
se preparaba á embarcarse para las Indias orienta-
les, y poco después también llegaba á París con un
despacho de Subteniente del regimiente de Navar-
ra. Su hermano primogénito acababa de casarse
con la nieta de Mr. de Malesherbes. El joven ofi-
cial bretón fue presentado á la corte y admitido á
los besamanos, y á las cacerías reales , cosas todas
de mediano interés para él.


Había otra corte pequeña a la cual se dirigían
con mas ardor sus miradas ; estaba prohibida ia
entrada en ella al vulgo y solo el talento la tenia.
Allí dominaban los últimos discípulos de la escueta
enciclopédica: el descriptivo Delille , Laharpeque
después... .pero entonces no era virtuoso, el in-
cisivo Champfort, el voluptuoso Parny, el aca-
démico Fontanes etc. Estos débiles sucesores de
Voltaire componían madrigales, en medio de ios
gritos del juramento del Juego de Pelota y de la
toma dé la Bastilla , cuando resonaba la poderosa
voz de Mirabeau como la trompeta del arcángel
en el dia del juicio, fil futuro monarca literario
llamó tímidamente á la puerta del temible San-
hedrin , que consignaba sus fallos en el Mercurio




(i PERSONAJES CELEBRES.


de Francia y en el Almanaque de las Musas. A
fuerza de pasos y de protección consiguió que se
insertase en el último de dichos periódicos un
idilio bastante insípido, y escrito según el gusto
de entonces , titulado El amor del campo , cuya
aparición le causó , según él d i ce , mucho temor
y esperanza.


Pronto tomarou los sucesos un aspecto mas
sombrío , y el trono vaciló sobre sus cimientos.
El arroyo revolucionario se convirtió en torrente,
y la nobleza, en vez de seguir su corriente ó de
oponerse con valor como un dique á las olas po-
pulares , abandonó el puesto y se alejó de Fran-
cia , para no volverla á ver, sino transformada lo
de arriba abajo. Sediento de gloria y de peligros,
no pudiendo permanecer en Francia, á menos de
recibir la rueca que distribuían los héroes de Co-
blenza ; y siéndole por otra parte repugnante la
deserción en masa cuyo principio y objeto no apro-
baba en el fondo, se decidió Mr. de Chateau-
briand á solicitar una comisión peligrosa; á los
20 años de edad iba á intentar el descubrir el paso
á las Indias por el Nord-Oeste de la América, dis-
puesto , como dice él mismo, á dirigirse en dere-
chura al Polo, como se vd de París á Saint-Cloud




CHATEAUBRIAND. 7


A los dos meses, el intrépido viagero se em"
barco en San Malo en la primavera de 1791; lle-
gó á Filadelfla, y entró en la modesta casa de
Wasington, el Cincinato americano. El presidente
de los Estados-Unidos no estaba rodeado de guar-
dias ni aun de criados; una sirvienta abrió la
puerta y puso frente á frente á esta gloria futura
y aquella presente gloria. Mr. de Chateaubriand
provisto de una carta de recomendación, espuso
su proyecto ; Washington le escuchó , se admiró y
le habló de las dificultades de la empresa; « pero
le contestó el viagero con viveza, es menos di-
fícil descubrir el paso polar , que crear un pueblo
como vos lo habéis hecho. —¡Bien , joven, muy
bien ! >> contestó el héroe tendiéndole la mano.


A los pocos d i a s , penetraba Mr. de Chateau-
briand en los desiertos americanos. Su iniciación
á la vida salvage es muy estraña; es preciso leer
su encuentro con su compatriota Mr. Violet, an-
tiguo pinche de cocina del general Rochambeau,
y convertido en maestro de baile de aquellos Se-
ñores y Damas salvages. Aquel francés, con un
vestido verde y pelo rizado y empolvado, enseñaba
el arte de Terps/core á una tribu de Iroqueses,
que le pagaban con pieles de castor y jamones de




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


oso.« Elogiaba mucho , dice Mr. de Chateaubriand
la ligereza de sus discípulos : y en efecto , jamás
habia yo visto hacer semejantes cabriolas. »


Pronto ocupo' el poeta el lugar del viagero, y
se olvidó casi enteramente del paso Nord-Este. Mr.
de Chateaubriand, se fue de un bosque á otro,
de una á otra tribu , admirando como artista los
efectos de la Luna y del Sol, escuchando la ar-
monía de los vientos y de las aguas en la pro-
fundidad de los bosques, esponiendo su vida para
ver de mas cerca la catarata de Niágara , bogan-
do sobre los grandes lagos, subiendo por el Ohio,
reconociendo las gigantescas ruinas que cubren sus
riberas, inspirándose con aquella hermosa natu-
raleza , con aquellas costumbres primitivas, con
aquel lenguaje pintoresco, con aquella vida nó-
mada y poética, y deteniéndose en f inene lpa i s
de los Natchez para meditar R e n e , escribir la
Átala, y aquella primera época de la juventud á
que dio el nombre de sus huéspedes.


Habiéndose acercado un dia á los terrenos
que desmontaban los americanos, y pedido la
hospitalidad en una granja , fue á parar á sus ma-
nos un pedazo de un periódico inglés; leyólo á
la luz de la lumbre , y supo por él la fuga de




C H A T E A l i B B I A I S D . 9


Luis X V I , su arresto e i Vareimes , los progresos
de la emigración , y que todos acudían á alistarse
bajo las banderas de los Principes franceses. El no-
ble bretón creyó escuchar la voz del honor , aban-
donó sus queridas soledades , atravesó nuevamente
el Occeano y se reunió al ejército de Conde. En-
contraron que llegaba muy tarde , y en vano les
advertía que venia adrede desde la catarata de
Niágara. « Estuve , dice, él mismo , á punto de
tener un desafio por conseguir el honor de llevar
una mochila.» Admitido al fin como guardia
noble, hizo la campaña de 1792, con un fusil
viejo sin gatil lo, y con el morral al hombro. En
él iba Átala felizmente, pues aquella tierna hija
del poeta recibió, según dicen , y amortiguó una
bala que iba dirigida á su padre. Herido en un
muslo en el sitio de Thionville, atacado á un
tiempo por una enfermedad contagiosa y por las
viruelas , le dejaron por muerto en un foso. Los
soldados del Príncipe de Ligne le echaron en un
furgón, donde fue conducido moribundo á Osten-
d e , y le tendieron en la cala de un barqui-
chuelo que dio la vela para Jersey. En una re-
calada en Guernecey , estando el desdichado pró-
ximo á espirar, le bajaron á tierra, y a l l í , sen-




10 PERSONAJES CELEBRES.


tado contra una pared , con la cara vuelta al Sol,
cubierto de llagas y abandonado de todos, debió
Mr. de Chateaubriand la vida a la piedad de una
pobre muger de un pescador, que le ¡levó á su
cabana y le cuidó.


En la primavera de 1793 el infeliz emigrado
pasó á Londres , y alli principió, con toda su as-
pereza, una carrera de dolores y de miserias. En-
cerrado en un granero , en un arrabal estraviado,
sin amigos, sin recursos, sentenciado por los
médicos, á morir dentro algunos meses, y pre-
cisado sin embargo á sostener con el trabajo su
débil existencia, Mr. de Chateaubriand traducía
para los l ibreros, enseñaba el francés, y descan-
saba de noche de la monotonía de sus horas
vendidas, componiendo una obra, cuyo vasto
cuadro indica una fuerza singular en aquella ca-
beza de 25 años , surcada ya por tantas desgra-
cias. Hablamos del Ensayo sobre las revolucio-
nes , que le costó dos años de estudios, y que
se publicó en Londres en 1796. El objeto de este
l ibro, enteramente desconocido en Francia en un
principio , es establecer que nada hay nuevo ba-
jo el sol i y que en las revoluciones antiguas y
modernas se encuentran los personajes y los prin-




CHATEAUBRIAND. 11


cipales caracteres de la revolución francesa. Este
pensamiento dá lugar á muchas comparaciones
forzadas algunas veces, ciertas otras , curiosas
siempre, y que denotan estudios muy profundos.
Respiran aquellas páginas tristeza, misantropía,
escepticismo y hasta incredulidad; no tenia aun
el joven la fé que alijera el peso de las desgra-
cias. Oigámosle contará él mismo por qué súbita
transformación dejó de ser filósofo y se encon-
tró cristiano , y cómo escribió El Genio del cris-
tianismo en espiacion del Ensayo sobre las re-
voluciones.


« Mi madre después de haber sido encerrada
en los calabozos á la edad de 60 años , espiró so-
bre un mal jergón, donde la tenian sepultada
sus desgracias ; el recuerdo de mis estravíos amar-
gaba sus últimos instantes ; al morir encargó á
una de mis hermanas que me volviera á la reli-
gión en que habia sido educado; cuando recibí
la carta de mi hermana en el lado allá de los ma-
res , ya no existia ella, pues habia muerto de
las consecuencias de su prisión. Aquellas dos vo-
ces salidas de la tumba, aquella muerte que ser-
via de intérprete á la muerte, me conmovieron;
me volví cristiano; convengo en que no he ce-




12 PERSONAJES CELEBRES.


dido á grandes luces sobrenaturales ; mi convic-
ción salió del corazón: lloré, y creí. »


Bonaparte abria á los emigrados las puertas
de la patria, y Mr. de Chateaubriand dejó á
Londres. La ciudad donde arrastró sus miserias
y sus tristezas, no volverá á verle sino 20 años
después cubierto de gloria y de honores; y el
brillante palacio Ponzomby, a cuya puerta tal
vez se había apoyado moribundo el pobre y oscu-
ro desterrado, resonará con el bullicio de las
espléndidas funciones dadas á lo mas escogido de
la aristocracia inglesa , por el ilustre embajador
de S. M. Cma.


De regreso á Francia, en 1800, Mr. de Cha-
teaubriand obtuvo el privilegio de el Mercurio,
en unión con su amigo Mr. de Fontanes : se
decidió entonces, para sondear el público, á arran-
car de su grande obra , fruto de su destierro, el
episodio de Átala. Aquella flor deliciosa del de-
sierto, aquel hijo gracioso de la soledad, en-
cantó á la vieja Kuropa; era una especie de len-
gua nueva, cuya pura melodía heria deliciosa-
mente oidos embotados. A pesar de los sarcasmos
de Ginguené y los epigramas de Chenier, el éxi-
to de Átala fue prodigioso. Sigue á la Aurora




CHATEAUBRIAND. 13


el Sol, y después de Átala apareció el Genio
del Cristianismo. Si la historia de los hechos
es rica en aquella época, tal vez no hay un
acontecimiento mas grande para el historiador de
las ideas, que la aparición de este libro.


Dios todo lo hace bien, y el hombre y el li-
bro llegaron á tiempo. La sociedad agitada por
muchos años por la tempestad, volvía al orden
material. Una mano poderosa reconstruía las cla-
ses; pero las inteligencias, cansadas de la duda>
espantadas del ateísmo y de sus consecuencias,
flotaban indecisas, buscando una luz, un puerto,
un abrigo; el Genio del Cristianismo fue todo
esto. Había sed de fé, de poesía y de amor; y se
tuvo amor , poesía y fé; y la Francia, viejo Eson
rejuvenecido en la caldera revolucionaria, creyó,
y lloró sorprendida, como en los bellos dias de
su adolescencia. Imposible seria analizar aquí el
Genio del Cristianismo; para enumerar las be-
llezas de este libro, se necesitaría escribir olro
libro.


¿Qué habíamos de decir también de Rene,
el hermano de Werther , de Obermann y de Ja-
cobo Or t iz , el mas hermoso, el mas seductor
de todos estos hijos de un siglo grave y pensa-




14 PERSONAJES CELEBRES.


dor, que presiente por instinto la obra inmensa
de reedificación que se le impone?


Pronto una atracciou natural lleva al restaurador
del edificio social hacia el nuevo Orfeo, que con su
lira venia también á reconstruir el edificio reli-
gioso y moral. Chateaubriand había dedicado su
libro al primer Cónsul; el primer Cónsul le ten-
dió la mano , y por un efecto de su esquisito
tacto, lo envió á Roma en clase de primer secre-
tario de embajada. Nada mas en el orden que
el autor del Genio del Cristianismo en el seno
de la capital del mundo cristiano. En medio de
las ruinas de la Ciudad eterna, bajo los pórti-
cos del Coliseo, sentado sobre algunos restos del
Circo, salpicados tal vez con la sangre de los
primeros cristianos, alli concibió Chateaubriand
su obra maestra Los Mártires. Desde aquel mo-
mento, sintió un vivo deseo de visitar la Grecia,
cuna de Roma pagana, y la Judea, cuna de Ro-
ma cristiana , doble teatro donde debe girar la
grande epopeya.


Mr. de Chateaubriand, vuelto á París á poco
tiempo , fue nombrado ministro plenipotenciario
en el Valais. Era la víspera del dia de siniestra re-
cordación, en que el último de los Condes fue




CHATEAUBRIAND. 1


fusilado en los fosos de Vincennes, d cuatro paso*
de la encina bajo la cual S. Luis administraba
justicia. (*) Aquella misma noche , cuando todos
enmudecían de estupor y de espanto, Mr. de
Chateaubriand envió su dimisión ; y aquella pro-
testa , tanto mas fuerte cuanto era sola, irritó pro-
fundamente á Bonaparte. Sin embargo , ya fuese
que él mismo sintiese la muerte de la víctima (pues
la historia no lia levantado aun completamente
el velo que cubre el drama de Vincennes) ó ya
que comprendiese la nobleza de aquel solitario
reproche, el primer Cónsul se contuvo, y hasta
quiso, pero en vano , atraerse al tránsfuga, ha-
ciéndole nombrar mas adelante miembro del Ins-
tituto , como sucesor de José Chenier. Sabida es
la historia del discurso que pronunció. Aquel dis-
curso , refutación viva pero elocuente de los prin-
cipios políticos de Chenier y de la doctrina del
regicidio , escrito en el momento en que acababa
de verterse la sangre Rea l , cuando los jueces de
Luis XVI ocupaban los primeros puestos del Es-
tado, separó para siempre ó Napoleón y á Chateau-
briand.


Antes de este último hecho, que tuvo lugar


i") Espresiottes de Mr. de Chateaubriand.




1G PERSONAJES CELEBRES.


en 1801, y al cual siguió de cerca la supresión del
privilegio del Mercurio, se habia decidido el poeta
á llevar adelante su proyecto de peregrinación á
los Santos Lugares,


Salió el 14 de Julio de 1806, volvió á ver la
Italia , se detuvo un momento en Venecia , se
embarcó para la Grecia, corrió á Esparta donde
hizo resonar los ecos solitarios con el gran nom-
bre Leónidas, fue á meditar sobre el Agora de
Atenas , tocó en Smirna , echó una mirada á Cons-
taninopla, pasó á Chipre, saludó al Carmelo, y se
arrodilló ante la ciudad de las desolaciones. Allí
siguió paso á paso las huellas del Hombre Dios
sobre el camino del dolor, recorrió el Valle de
Cedrón, rezándolas lamentaciones del profeta; y
después de haber saciado su alma con un grande
alimento de fé , de recuerdos y tristeza , de ha-
berse calzado la espuela de oro de Godofredo de
Buillon , de recibir la acolada con su espada, y el
título de Caballero del Santo Sepulcro y de haber-
se arrodillado sobre la tumba de Cristo, dio el
peregrino la vela para Egipto, atravesó la ciudad
délos Ptolomeos, subió el Mío hasta el Cairo, con-
templó las Pirámides y á Menfis, pasó á África,
visitó á Túnez, y preguntó á las ruinas de Car-




CHATEAUBRIAND. 1 7


tago si han conservado recuerdos de las medi-
taciones de Mario y de las últimas palabras de
S. Luis. Embarcóse en seguida para España, lle-
gó al monte Padul, y recorriendo con la vista
la rica vega de Granada, comprendió los pesa-
res de Boabdil; bajo los pórticos de la Alham-
bra, en los jardines del Generalife tuvo ensueños
de amor, de encantamiento y de infortunio, y
nació de una lágrima El último Ábencerrage,
esa perla de tan dulces reflejos. Vuelto á Fran-
cia el 5 de Mayo de 1807, después de diez me-
ses de poéticos viages, se retiró Mr. de Chateau-
briand á su graciosa ermita del Valle de los
Lobos, cerca de Aulnay; allí reunió sus recuer-
dos, escribió el Itinerario , obra de tan notable
importancia histórica y filosófica; y por último,
reuniendo toda la riqueza de imágenes y de pen-
samientos que ha aglomerado en su viage, creó
Los Mártires.


Digamos una palabra de este libro en que to-
do es bello, pero con aquella belleza de Platón,
esplendor de lo verdadero. En el poema de
Fenelon, Calipso y sus ninfas son almivaradas
Damas de la corte de Luis XIV; la isla de la
Diosa, es un jardín de Versalles; Telémaco un




1 8 PERSONAJES CELEBRES.


Duque de Borgoña, y Mentor un Arzobispo de
Cambray. En el poema de Mr. de Chateaubriand,
ios cuadros reflejan fielmente los lugares, el pen-
samiento y el estilo de la época. Es mas que una
hermosa ficción: es una magnifica evocación his-
tórica. Parece que bajo la vara del mago, vemos
desfilar sucesivamente á nuestra vista con sus
vestimentas, su postura, su lenguaje y sus ideas
de entonces, á los Emperadores de la decaden-
cia romana, á los B.eyes de las hordas francas,
á las Profetisas Calas, las hermosas Vírgenes de
la Mecenia, les Sofistas griegos, los Sacerdotes
del paganismo, y los entusiastas Confesores de
la fé. Víctor Hugo encuentra que una iglesia gó-
tica es un libro sublime; Goethe llama á la ar-
quitectura una música solidificada; en nuestro
concepto puede decirse que Los Mártires es un
monumento de los tiempos ant iguos, exhuma-
do con toda su frescura de los abismos del pa-
sado, como Pompeya ó Herculano.


Mientras el poeta se entregaba de este modo
á todos los encantos de su musa, marchaba la
historia alrededor de él con pasos agigantados.
Los acontecimientos del año de 1814 amenaza-
ban trastornar la Francia, y Mr. de Chateau-




CHATEAUBRIAND. 19


hriand dejó su retiro y fue a tomar parte en el
conflicto.


Al principiar á tratar ahora de la carrera po-
lítica de Mr. de Chateaubriand, fuerza será va-
riar de estilo. Las hermosas páginas del poeta
son cosas de sentido y de gusto; los pensamien-
tos del hombre de Estado y del publicista lo son
de controversia; hemos admirado los unos y re-
feriremos tranquila é imparcialmente los otros.


El primer acto político de Mr. de Chateau-
briand, es su demasiado famoso folleto de Bona-
patte y los Iiorbones. Luis XVIII deeia que aquel
opúsculo le habia valido un ejército. Le hemos
leido muchas veces antes de escribir estas lineas,
y no podemos menos de deplorar que una alma
grande, haya podido descender por un instante
hasta prestar su elocuencia para encubrir el odio,
y dar colorido á la calumnia ; la verdad está mu-
tilada con ul t rage , y en cada página completa-
mente desfiguradas las personas y las cosas; es el
libelo mas virulento que jamás se ha escrito, una
prostitución del genio. Sin duda está él pesaroso
de haberlo escrito ; la generación actual le ha ol-
vidado, y la posteridad, estraña á las pasiones que
lo engendraron , rehusará atribuirlo al caballero-




20 P E B S O r U J E S CELEBRES.


so cortesano de las grandezas caidas, al hombre
compañero siempre de la desgracia. (*) Tampoco
citaremos las amargas palabras del prisionero de
Santa Elena contra su ilustre enemigo. En aquel
cambio de insultos , aquellos dos sublimes artífices
de una misma obra se engañaban á sí mismos. El
epígrafe que hemos puesto al principio, y mu-
chas páginas mas recientes y mas bellas de Mr.
de Chateaubriand (**), prueban que al fin se hi-
cieron justicia.


Durante los Cien Dias , Mr. de Chateaubriand
acompañó á Luis XVIII á Gante , donde formó
parte de su Consejo , como Ministro de Estado.
Allí redactó su informe al Rey sobre el estado
de la Francia , demasiado poético para ser ver-
dadero. Después de la batalla de Water loo, Mr.
de Chateaubriand conservó su título , pero se ne-
gó á ser ministro en compañía de Fouché. Desde
aquella época principia á manifestarse su poder
político como miembro de la Cámara de los Pa-
res , y sobre todo como publicista.


Para comprender la posición perpleja y estra-


(*) Espreslones de Mr. de Chateaubriand.
(**) Principalmente el paralelo de Bonaparte y de Was-


hington y muchos pasajes del Congreso de Verona.




CHATEAUBRIAND. 21


ña del autor de Los Mártires, es preciso trasla-
darse con el pensamiento al periodo de irritación
y de lucha que siguió á los Cien Dias. Tres par-
tidos se disputaban el terreno. Los ultra-realis-
tas querian al Rey sin la Carta; los liberales la
Carta sin el Rey, y los moderados uno y otro.
Mr. de Chateaubriand por sus simpatías , sus
convicciones y los instintos de su genio, era esen-
cialmente de este último partido ; y sin embargo
arrastrado por su odio al régimen imperial, por
la violencia misma desús últimos escritos, ó por
no sabemos qué simpatías de personas, se en-
contró alistado en un principio en las banderas
de los mas fogosos partidarios del Altar y del Tro-
no. Con todo, en aquella posición equívoca, no
hizo Mr. de Chateaubriand completa abdicación
de sí mismo. Dos grandes principios han brilla-
do siempre, como dos antorchas, en su vida polí-
tica , y le han grangeado una popularidad que no
perecerá. Mr. de Chateaubriand ha defendido siem-
pre y en todas partes, con su palabra y con su
pluma , la integridad del gobierno representativo,
y la libertad de la imprenta. Llevado de un pen^
Sarniento poético , se le había puesto entonces en
la cabeza el formar !a educación constitucional




22 PERSONAJES CELEBRES.


de los hombres de la emigración, y hacerlos
adictos á la Carta. La empresa era difícil, los
discípulos flnjieron estar convencidos, y el por-
venir probó que solo el maestro estaba de buena fé.


Desgraciadamente, con la esperanza de arran-
car concesiones á espíritus recelosos y poco fa-
vorables á las nuevas instituciones, Mr. de Cha-
teaubriand cedió mucho por su parte; de ahí
provinieron muchas inconsecuencias que se le
han echado en cara; de alli el apoyo que pres-
t ó , en nombre de las libertades públicas, á la
Cámara reaccionaria de 1815, enemiga de todas
las libertades; de all i , ese singular mosaico de
doctrinas constitucionales y de sistemas decrépi-
tos, que se encuentra en su obra de la Monar-
quía según la Carta. Después de haber estable-
cido con claridad los principios del gobierno re-
presentativo, de haber roto definitivamente con
el antiguo régimen, y traslucido milagrosamente
la revolución de Julio en el articulo 14 de la
Carta, procede Mr. de Chateaubriand, por via
de esclusion absoluta, contra los hombres de la
República y del Imperio; se irr i ta , en el capi-
tulo 4 2 , de que se coloque en la misma línea al
soldado muerto por el Rey en los campos de la




CHATEAUBRIAND. 2 S


Vandéa y al soldado muerto en Waterloo por la
patria; en el capítulo 52 , acepta como buenas
las cosas de la revolución, y rechaza sin distin-
ción los principios y los hombres que las hicie-
ron; pide á voz en grito una propiedad particu-
lar para el clero, una constitución civil, que lle-
ve los registros del estado civil, y tenga el mo-
nopolio de la instrucción pública en todos los
grados.


Trabada una vez la lucha, Mr. de Chateaubriand
la sostuvo con el estilo fuerte y marcado que le
es propio. El periodismo fue en sus manos una
arma poderosa, y el ministerio Decazes vaciló?
los golpes que le daba el Conservador; el asesi-
nato del Duque de Berry determinó su caida. En
el momento mismo en que un Diputado acusa-
ba al Ministro de complicidad con el asesino,
Mr. de Chateaubriand, llevado de la fogosidad
de su política, se olvidó de sí mismo hasta el
punto de escribir la famosa frase: le ¿tan resva-
lado los pies en la sangre. El real amigo de
Mr. Decazes no se la perdonó jamás.


El poder volvió á manos de los reaccionarios,
se restableció la censura y suspendió la libertad
individual; Mr. de Chateaubriand , vuelto , aun-




24 PERSONAJES CELEBRES.


que un poco tarde á sus repugnancias instinti-
vas, negó su voto á sus peligrosos amigos. Cuan-
do la formación del ministerio Villele, Mr. de
Chateaubriand, fue nombrado embajador en Ber-
l ín , después en Londres, y en Setiembre de 1822
pasó los Alpes para representar en el Congreso
de Verona.


En aquella asamblea de Reyes, Mr. de Cha-
teaubriand abogó con calor, pero en vano, por
la causa de los Helenos; defendió los intereses
de la Francia con motivo de la guerra de Espa-
ña, y volvió luego á' reemplazar en el ministerio
de Negocios Estrangeros á Mr. de Montmorency.
Este es el punto mas brillante de su carrera
política. Se ha escrito por todas partes que el Con-
greso de Verona habia impuesto la guerra de Es-
paña á Mr. de Villele, y que este lo habia hecho
á su colega; pero Mr. de Chateaubriand publicó
hace dos años un libro, para probar al contra-
rio, que el Congreso jamás quiso la guerra, que
Mr. de Villele se curaba poco de ella, y que solo
él la habia deseado y decidido. ¿ Con qué objeto ?
Oigámosle á él mismo.


«Imagínese cualquiera á Fernanda reinando
de un modo conveniente en Madrid, bajo la in-




CHATEAUBRIAND. 25


fluencia de la Francia , seguras nuestras fronte-
ras del Mediodía, y á la Iberia no pudiendo ya
arrojar sobre nosotros al Austria y á la Inglater-
r a ; figúrense dos ó tres monarquías borbónicas
en América, sirviendo, en provecho nuestro, de
contrapeso á la influencia del comercio de los
Estados-Unidos y de la Gran Bretaña; considé-
rese á nuestro gabinete vuelto poderoso hasta el
punto de exigir una modificación en los tratados
de Viena; recobrada nuestra antigua frontera, en-
sanchada, estendida en los Países Bajos y en nues-
tros antiguos departamentos germánicos, y díga-
se si para tales resultados no merecía empren-
derse la guerra de España. » (*) Tal vez se encon-
trará mucha poesía en este plan, pero nadie le
negará por lo menos patriotismo y grandeza.


Apenas habian trascurrido ocho meses, desde
la rendición de Cádiz y la libertad de Fernando,
el hombre á quien la restauración debía aquel
poco de gloria, de repente fue echado como un
criado que hubiera robado un reló del Rey de
encima de la chimenea (**) Mr. de Villele tenia
celos de é l , y Luis XVIII no le queria: se habia


C) Congreso de Verona. T. II, pág. 425.
í " ) Espresiones de Mr. de Chateaubriand.




26 PERSONAJES CELEBRES.


negado á sostener la conversión de los intereses
que desaprobaba ; no habia querido la renovación
septenal sino cambiando la edad; era popular y
Mr. de Villele nó ; los Monarcas estrangeros le
enviaban grandes cruces, y Mr. de Villele no las
recibía; era tenaz y altivo como un bretón, y Mr.
de Villele dúctil y astuto como un hijo de la Gas-
cona. Fue despedido descortesmente.


La injuria era grande y la venganza la igualó.
Coriolano se pasó á los Volscos ; Mr. de Chateau-
briand se armó de su pluma y plantó su real en
el Diario de los Debates. El g?fe de la falange
realista de 1818 conoce mejor que radie el lado
débil de sus antiguos soldados. Reducción de los
intereses, censura, ley sobre el sacrilegio, diso-
lución de la Guardia Nacional , todas las medi-
das ministeriales son fuertemente combatidas. En
vano llama Mr. de Villele en su ayuda todos los
recursos de un espíritu sutil , y en vano se afer-
ró á su cartera con la rabia de la desesperación:
después de tres años de encarnizada lucha, su
formidable enemigo le derribó del ministerio.
Mr. de Chateaubriand no habia previsto todas las
consecuencias del combate ; rompiendo lanzas con
un ministro de la restauración , hacia la guerra




CHATEAUBRIAND. 27


al hombre y no á las cosas ; pero sucedió que la
juventud ardiente que le seguia confundió al hom-
bre y á las cosas en un odio común. El minis-
terio Martignac fue para Mr. de Chateaubriand
un momento de descanso, del que se aprovechó
para ir áRoma á celebrar corte de gentes ilustra-
das , y meditar sobre la destrucción de los gran-
dezas humanas. Guando el advenimiento del mi-
nisterio Polignac, envió su dimisión de Embajador,
empezó de nuevo la lucha , y sabido es cómo
terminó.


Estando en Dieppe supo Mr. de Chateaubriand
los fatales decretos, corrió apresuramente pero
llegaba tarde. Cuando atravesaba las barricadas
para ir á la Cámara de los Pares, le conocieron,
le rodearon, y los mismos hombres que acababan
de arrojar á los Borbones llevaron en triunfo al
antiguo servidor, demasiado vengado y a , que
iba á hacer en favor de ellos un último é inútil
esfuerzo. Desde la revolución de Julio, Mr. de
Chateaubriand se ha dedicado á la defensa de la
dinastía caida, y cada uno de sus folletos ha sido
un acontecimiento. Ha espiado su oposición de
otro tiempo con los procesos y la cárcel; y se ha
visto al autor de Los Mártires, arrancado de su




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


poético santuario, sentado entre dos gendarmes
en los bancos del tribunal de Asises.


Ademas de los escritos de circunstancias ha
publicado Mr. de Chateaubriand los Estudios his-
tóricos, cuyo prefacio es por sí solo una obra
maestra de estudio y de erudición ; Moisés, her-
mosa evocación de la tragedia antigua ; el Ensayo
sobre la poesía inglesa y la Traducción de Mil-
ton, empresa dificil, que solo él era capaz de lle-
var á cabo; y por último El Congreso de Vera-
na, obra destinada á rectificar muchos errores re-
lativos á la guerra de España.


Fácil es que los que hayan permanecido algún
tiempo en Par ís , hayan visto y seguido en el
anden Voltaire, á un personage de poca estatura,
que anda con lentitud y absorvido en sí mis-
mo, como Rene, en medio de la multitud, vas-
to desierto de hombres. Su rostro es pro-
longado , un poco huesoso y pálido; sus fac-
ciones muy pronunciadas, y bajo sus preemi-
nentes cejas, brilla una mirada de singular be-
lleza , mezclada de dulzura , de melancolía , de
energía y de grandeza; su frente es ancha, sus
sienes salientes; y cubierta la cabeza de espeso
pelo, la inclina sobre el hombro, como oprimí-




CHATEAUBRIAND. 2 9


da por el peso del pensamiento. Pero aquel vie-
jo de corta estatura, viste con elegancia y estre-
mado aseo.


Seguramente para aquellos que saben la rigu-
rosa soledad en que gusta estar el cantor de los
Mártires, es una gran fortuna al poderle seguir
durante una hora , y sin embargo irrita ver á la
multitud estúpida, pasar descuidada y dar em-
pujones á aquel hombre cuyo nombre es grande
como el mundo, y ver que gentes que asisten á
las grandes sociedades, que deberían por su po-
sición saber casi de memoria las obras del au-
tor de Átala , dominados por el espíritu material
del siglo, apenas las conocen, formando chocan-
te contraste con el último de los gondoleros de
Venecia que canta los versos del Tasso, y el mas
infeliz zapatero de Alemania que recita las baladas
de Burger, y descansa de los trabajos del dia,
leyendo por la noche arrimado á su estufa, las
poesías de Goethe ó de Schiller.


Ya que hemos recorrido la vida pública y po-
lítica de Mr. de Chateaubriand, diremos ahora
que el hombre privado, que la mas elevada per-
sonalidad literaria de estos tiempos, posee los atri-
butos inseparables del verdadero genio, la sen-




30 PERSONAJES CELEBRES.


cillez, la modestia y la benevolencia. Sinite pár-
vulos vertiré ad me decia Jesucristo; el Homero
del cristianismo, tan firme, tan imponente, tan dig-
no ante los grandes de la t ierra, como el divi-
no maestro, tiene una deliciosa inclinación á los
pegueñitos. Seria imposible pintar su esquisita
urbanidad, su agradable t ra to , su sublime hu-
mildad, porque no son fingidos. Al oir hablar
sencillamente de sí y de sus obras , como habla-
ría cualquiera de su ínfima persona y de su úl-
timo folletín; al ver aquella gloria cubierta de
canas, aquel Rey de la poesía rodeado algunas ve-
ces de doctores imberbes, escuchándoles con aten-
ción y emitiendo casi con timidez un gran pen-
samiento, diriase, á no ser por la brillantez de es-
te , que él es la ignorancia y la oscuridad, y que
el genio, el nombre inmortal, la hermosa repu-
tación literaria del siglo, es otro cualquiera.


Ahora Mr. de Chateaubriand rodeado de un
denso velo de soledad y de silencio, estraño al
ruido que suena á sus pies, compone su canto del
cisne, acaba las memorias de su vida al borde
de su tumba: ha rogado á la muerte que esperase
á que concluyera, y la muerte espera por com-
placerle. Las Memorias de después de la tumba




CHATEAUBRIAND. 31


están en el dia terminadas, y al parecer si Mr.
Thiers publica su Historia del Consulado, Mr.
de Chateaubriand, cediendo á la impaciencia del
público, se resolverá á dar á luz durante su vi-
da , una parte á lo menos de aquella obra maes-
tra, en diez volúmenes.


Parece que Mr. de Chateaubriand, en este su-
premo y último l ibro , haya querido reasumirse á
sí mismo, y dejar á la posteridad la imagen en
relieve de un géuio múltiple, adornado de todos
sus esplendores, y presentado bajo todos sus
aspectos.


Por úl t imo, si se desea saber nuestra opi-
nión acerca de la carrera política de Mr. de
Chateaubriand, nos parece que puede reasumir-
se de este modo.


Desde 1814 á 1825, combatió por el pasado
contra el porvenir; desde 1825 á 1830, se pasó
á las filas del porvenir y rompió lo pasado; des-
pués de 1830 procura soldar á su modo el pasa-
do por el porvenir, un vastago borbónico con
tronco democrático. ¿Es posible la soldadura?
Nosotros contestaremos como Cujacio Nihil hoc
ad ediclum prxtoris, que traducido libremente
quiere decir; Esto no pertenece al biógrafo. •








¡ j i i 4 0 5 i fiebres del Щ1а XIX




31. A. DE HUMBOLDT.


« Los siglos en los cuales se revela
la vivacidad de un movimiento inte-
lectual , presentan el carácter dis-
t intivo de una tendencia invariable
hacia un objeto determinado: la ac-
tiva energía de esta tendencia es la
que les dá grandeza y brillo. »


Examen crítico de la Historia de
la Geografía del Píuevo Continente.
Introducción.


Estas palabras que Mr. de Humboldt aplica al
siglo X V , pueden aplicarse también al X I X . En-
tre cuantas tendencias intelectuales se dividen y
disputan nuestra época, hay una que domina , y
en cierto modo abraza á todas las demás, y por
la cual este siglo, inferior tal vez al pasado en
algunos puntos, parece llamado á manifestar el




'2 PERSONAJES CELEBRES.


poder del entendimiento humano en proporciones
desconocidas de los siglos precedentes.


Esta tendencia, que formará nuestra opinión
en el concepto del porvenir , el carácter distinti-
vo de los tiempos presentes, es la que empuja
con una energía siempre en aumento al género
humano hacia el estudio práctico de las ciencias
naturales. Jamás se prosiguieron con tan estraor-
dinario ardor y tan prodigiosos resultados, el co-
nocimiento científico de la naturaleza y de sus pro-
ductos tan variados, el estudio de sus leyes
tan misteriosas, la aplicación de sus fuerzas tan
gigautescas.


Aprovechándose nuestro siglo de todos los tra-
bajos y descubrimientos de los anteriores, aspira
á hacer marchar con paso igual todas las catego-
rías de la ciencia, á unirlas en una síntesis po-
derosa, dé la cual se sirve como de una palanca
para remover el mundo. Pues si bien es un objeto
determinado, no es precisamente especial el que
se propone; no es, como en el siglo X V , por ejem-
plo, el apresurar y preparar el descubrimiento de
regiones desconocidas; es mas que esto: es la su-
jeción completa de la materia, es la esploracion,
la esplotacion, la posesión del globo entero; en




IIUMliOLDT. Z


cierto modo la destrucción del espacio y del tiem-
po, el dominio de los aires, de la tierra y de los
mares , lo que al parecer es el objeto de sus atre-
vidos esfuerzos. Jamás pudo aplicarse mejor el
gran dicho de Colon á Isabel la Católica: el mun-
do es poco. En vano irritada la naturaleza se
agita oprimida por este nuevo Titán ; en vano le
quema con sus fuegos; en vano le sumerge en
sus aguas; en vano le ahoga con sus poderosos
brazos; destruye á los hombres, pero el hombre
le escapa siempre , y siempre mas ardiente, mas
incansable, mas tenaz , sacando de una lucha eter-
n a , una fuerza nueva siempre, el entendimiento
humano se encarniza con su gran presa.


Épocas de tan pronunciada actividad científica,
y cuyos variados esfuerzos convergen hacia un
grande objeto, necesitan entendimientos vastos
para abarcar de una sola mirada todo el conjunto
del movimiento , coordinar, comparar, fecundizar
los resultados obtenidos, y obrar á su vez sobre ca-
da punto con una fuerza propia, aumentada con
las de todos. La ciencia contemporánea cuenta mu-
chos de esos hombres universales, de esas cabe-
zas enciclopédicas de la familia de los Cuvier, y
Mr. Alejandro de Humboldt es sin disputa una




4 PERSONAJES CELEBRES.


de las organizaciones mas estraordinarias de esta
clase, de que puede gloriarse nuestro siglo. Si no
tiene tat vez toda la profundidad y todo el poder
del genio de Cuvier, tiene toda su fecundidad,
toda su variedad y toda su estensiou.


Difícil es enumerar todo lo que es Mr. de
Humboldt , pero mas difícil todavía esplicar lo que
no es. Seguramente , no podríamos decir qué parte,
de los conocimientos humanos es estraña á las
investigaciones del ilustre sabio prusiano: geógra-
f o , geólogo, físico, químico, as trónomo, botá-
nico , filósofo, moralista , economista, hombre de
Es tado , cuando es preciso, hombre de mundo
siempre, y hasta poeta, pues ha escrito dos vo-
lúmenes de prosa puramente descriptiva , en la
que brillan los sentimientos poéticos mas notables;
conociendo literalmente como su casa nuestro
miserable y pequeño planeta , habiéndolo estudia-
do y esplorado eíi todos sentidos , por arriba y
por abajo, de Levante á Poniente, desde el Ecua-
dor á los Polos , en sus mas profundas cavernas,
y sobre sus montañas mas elevadas , en sus mas
terribles volcanes, v sobre sus mas tempestuosos
mares , en sus innumerables productos del reino
mineral , vejetal y an ima l , en sus habitantes de




1 L U H U L 0 D T . í


todas especies y colores , en la historia, las cos-
tumbres , la organización social y política de es
tos mismos habitantes; poseyendo ademas un
conocimiento tan estenso de los fenómenos del cie-
l o , como de los de la tierra ; no teniendo quien
le iguale en determinar una longitud y una lati-
tud ; observar , describir una estrella , un eclipse,
un cometa, y abarcar en su conjunto el movi-
miento general de los astros; capaz de salir del
paso, solo en un barquichuelo en medio del Oc-
céano , con una vela , un t imón, una brújula y un
telescopio ; sabiendo, en una palabra , de memo-
ria su Zodiaco, su globo terrestre y su huma-
nidad , de la cual habla todas las lenguas, Mr. Ale-
jandro de Humboldt ha tenido aun lugar de hacer
entrar en su prodigiosa inteligencia , todas las fa-
cultades que constituyen un perfecto Chambelam:
el conocimiento del m u n d o , de las sociedades, de
las intrigas , de las farsas políticas y diplomá-
ticas.


En cuanto á esto, Mr. de Ilumboldt podria dar
de mano á la cortesana mas verbosa, mas espi-
ritual , mas cáustica y maldiciente. Temen tanto
los ausentes su célebre conversación, como la apre-
cian los que le escuchau. Sin duda al salir de una




(i PERSONAJES CELEBRES.


conversación con é l , previendo la suerte que le
esperaba, encontró un escritor esta hermosa fra-
se: «Mr. de l lumbold t acostumbra no perdonar
mas que á la persona con quien habla. Al escu-
charle, se tienen siempre deseos de oír le, y temor
de dejarle. « (*)


No teniendo ni t iempo, ni lugar , ni el saber
necesario para apreciar ¡ qui dogmática y detalla-
damente todos los trabajos de nuestro sabio, nos
contentaremos- con enumerarlos sucintamente , y
lo mejor que podamos, según su orden cronoló-
gico.


Federico Enrique Alejandro, Barón de Ilum-
bold t , originario de una familia rica y distingui-
da de Prusia , pertenece también á ese año famo-
so y productivo, que con tanta frecuencia hemos
encontrado. Nació en Berliu el 14 de Setiembre
de 1769, y es el hermano menor del Barón Car-
los Guillermo de Humbold t , muerto en Abril de
1835 , después de haber inscrito su nombre en la
historia, como Filólogo , con sus sabias investiga-
ciones sobre la lengua y la poesía de los Griegos,
su traducción de Píndaro , la del Jgamemnon,
de Eschilo, sus Investigaciones acerca de los


(*) Lerminier. Del laclo allá del Sin. T. I I , pág. '2ii.




HUMBOLDT. 7


habitantes primitivos de la España, por medio
de la lengua vascongada; su Carla á Mr. Abel
de Remusat, sobre la naturaleza de las formas
gramaticales en general, ij sobre el genio de
la lengua china en particular ; pero sobre todo,
como hombre de Estado, por su activa cooperación
en todos los grandes negocios de su pais y de su
tiempo , ya como Embajador prusiano durante el
Imperio , y ya después de la caida de Napoleón,
como Ministro del Interior y de Instrucción pú-
blica en Prusia.


Los dos hermanos recibieron una educación
brillante. Confiado el joven Alejandro por su pa-
dre al cuidado del distinguido sabio Mr. Kun th ,
manifestó una precoz y rara inteligencia. Fre-
cuentó sucesivamente las Universidades de Berlin,
de Goettingue, de Francfort sobre el Oder; es-
tudió también durante algún tiempo en la Escue-
la especial de comercio de Busching, estableci-
da en Hamburgo. Concluidos sus estudios univer-
sitarios, su familia deseaba hacerle seguir la car-
rera de los empleos públicos, pero tenia él in -
clinaciones distintas; amaba con pasión las cien-
cias , especialmente la Física y la Historia Natu-
ral ; pronto clasificó en su cabeza todas las no-




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


menclaturas en que se hallaban distribuidos los
conocimientos adquiridos , y entonces se apoderó
de él un ardiente deseo de estudiar la naturaleza
en su gran libro.


«Habia esperimentado , dice él misino , desde
mi juventud el ardiente deseo de hacer un viaje
á regiones lejanas, y poco frecuentadas por los
Europeos. Este deseo caracteriza una época de
nuestra existencia , en que la vida se nos presenta
como un horizonte sin límites, y en que nada
tiene para nosotros atractivos sino las fuertes agi-
taciones del alma y la imagen de peligros físicos.
Criado en un pais que ninguna comunicación di-
recta tiene con las Colonias de las dos Indias;
habitando después montañas distantes de las cos-
tas , sentí que se desarrollaba en mí progresiva-
mente una viva pasión por el mar y por largas
navegaciones. La afición á herborizar , el estudio
déla Geología, un rápido viaje hecho en Holan-
da , Inglaterra y Francia , con un hombre célebre,
Mr. Jorge Forster , que habia tenido la dicha de
acompañar al Capitán Cook en su segunda nave-
gación al rededor del globo , contribuyeron á dar
una dirección determinada á los planes de viaje
que habia formado á la edad de 18 años. No era




HUMBOLDT. 9


ya el deseo de agitación y de una vida errante; éra-
lo sí de ver de cerca una naturaleza salvage,
magestuosa y variada en sus producciones; era la
esperanza de investigar algunos hechos útiles á las
ciencias, loque sin cesar atraia mis deseos hacia
las hermosas regiones situadas bajo la zona tór-
rida. No permitiéndome mi posición individual
ejecutar entonces los proyectos que preocupaban
tan vivamente mi espíritu , tuve tiempo de pre-
pararme durante seis años para las observaciones
que debia hacer en el Nuevo continente, y para
recorrer diversas partes de Europa. » (*)


Durante aquellos seis años de preparación, y
después de un viage emprendido con Forster, fue
cuando el joven Humboldt publicó, á los 21
años, su primera obra , bajo el título de Ob-
servaciones sobre los basaltos del Rin (t790.)
Este l ibro, notado por el mundo sabio, no hi-
zo mas que escitar en el autor la afición á es-
tudios mas estensos y profundos. Con este obje-
to , pasó á la célebre Escuela de minas de Frey-
berg, que dirigía entonces el sabio mineralogis-
ta Werner. Sepultado durante dos años en aque-


(*) Finja n las regiones eqiiiuociales del Aucvo Conti-
nente. ,




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


Has estensas galenas subterráneas, que el poeta
Kceruer ha cantado después, Mr. de Humboldl,
al paso que estudiaba los fósiles, concibió la
nueva y feliz idea de someter á la observación
de su entendimiento, á un tiempo analítico y
generalizador, la vegetación que se verifica en
las cavidades donde no penetra la luz del di;<; y
el resultado de aquel estudio fue otra obra pu-
blicada en 1793, en latin, con el título de: Spe-
cimen Floree Subterranx Freibergensis (Flora
Subterránea de Freiber) , que causó mucha ma-
yor sensación que la primera, pues aclaraba una
parte curiosa déla Botánica, que no había fijado
aun la atención de los sabios. A consecuencia
de esta obra fue nombrado Mr. de Humboldt
sucesivamente Asesor del Consejo de Minas de
Berlin, y después Director general de las de los
Principados de Anspach y de Bayreuth. A los
dos años , conociendo que su empleo le impedia
entregarse á su ardor, siempre en aumento, por
el estudio de las ciencias, lo renunció.


Galvani acababa de enriquecer al mundo con
su hermoso descubrimiento sobre la electricidad
por contacto, y Mr. de Humboldt fue uno de
los primeros que se apasionó por el estudio de




H I J M B O L D T . 1 i


aquellos fenómenos, entonces disputados; no con-
tento con repetir los esperimentos del inventor,
hizo otros nuevos en su pesona para mayor se-
guridad y con tal energía, que se deterioró el
sistema nervioso, y adquirió contraciones ner-
viosas de que se resiente aun en el dia. Por en-
tonces publicó en alemán (1796), los esperimen-
tos .Sobre el Galvanismo, y en general sobre la
Irritación nerviosa y muscular de los anima'
les. En aquella misma época seguía Mr. de Hum-
boldt con ardor , en J e n a , el curso de anato-
mía práctica del célebre Loder.


Cuando hubo adquirido bastantes conocimien-
tos teóricos, quiso prepararse para el gran viaje
que proyectaba, esplorando minuciosamente la
Italia, que recorrió dos veces; la Sicilia y la
Suiza, cuyos fenómenos geológicos examinó de
cerca en 1797; permaneció bastante tiempo en
Viena, donde le fueron muy útiles para sus es-
tudios preparatorios hermosas colecciones de plan-
tas exóticas ; recorrió con un sabio geólogo,
Mr. Leopoldo de Buch, los cantones montaño-
sos y agrestes del país de Saltzburgo y de la
Stiria, c iba á pasar los Alpes del Tirol, cuan-
do la guerra , que ardia por entonces en Ita-




12 PERSONAJES CEr.EBHES


l ia, le obligó á retroceder y á abandonar su pro
yecto.


Por aquella época , habiéndole propuesto un
personage eminente un viaje á el alto Egipto,
lo aceptó, y ya habia dado á sus estudios una
dirección conforme á este nuevo plan, cuando
la espedicion de Eonaparte lo frustró. Mr. de
Humboldt pasó entonces á Paris (*), donde mas
adelante debian llevarle con tanta frecuencia su afi-
cion y sus relaciones de amistad y de estudios.
Sabia que el Gobierno francés preparaba una
grande espedicion de circumnavegaciones, á las ór-
denes del capitán Baudin, é iba á solicitar per-
miso para ir en ella. Habíalo conseguido, pero
la guerra que se encendió de repente en Ale-
mania y en I tal ia , obligó al Gobierno á diferir
aquella espedicion.


Burladas cruelmente sus esperanzas, y desean-
do mas que nunca realizarlas, Mr. de Humboldt


(*) Mr. de Humboldt habia ya ido :i aquella capital en
1799, y seguu el biógrafo francés, de quien tomamos estas
not ic ias , le obligaron á trabajar en el Campo de Marte
para la ceremonia de la Federación, á lo que se prestó
ademas de buen grado, siendo entonces ardiente constitu-
cional, y enviando á Alemania piedras de la Bastilla á ma
riera de reliquias.




TIUMTWMJT. 13


resolvió emprender á sus espensas el viaje al
Nuevo Mundo, acompañado de un joven botáni-
co francés con el cual habia contraído estrecha
amistad en Paris, Mr. Aimé Bonpland, tan cono-
cido después por el largo cautiverio que le hizo
sufrir el Dictador del Paraguay, el famoso doc-
tor Francia. Con este objeto pasó á España, so-
licitó una audiencia del Rey, espuso su proyecto,
y obtuvo un pasaporte y cartas de recomendación
para las autoridades del Nuevo Mundo; provisto
de buenos instrumentos de Física y de Astrono-
mía, se embarcó con su amigo el 5 de Junio de
1799 , y llegó á las Islas Canarias el 19 del mismo
mes, después de haber corrido muchas veces el
peligro de ser apresado por los buques ingleses.


Aqui principia la escursion de cinco años y
de 9,000 leguas, atravesando la parte menos cono-
cida del Nuevo Mundo ; escursion en la que Mr. de
Humbold t , en cierto modo, ha principado de nue-
vo y completado el descubrimiento de Cristoval
Colon , trayendo á Europa un cuadro completo de
la situación de la América , en lo relativo á la To-
pografía, la Física, la Geología, la Botánica, la
Astronomía , la Zoología y el estado mora l , social
y político de las poblaciones.




14 PERSONAJES CELEBRES.


Dejando al lector que busque mas detalles en
la hermosa colección, fruto de este viaje, nos li-
mitaremos á bosquejar la marcha de los dos vi?je-
ros. Después de una corta permanencia en las Cana-
rias , durante la cual escalaron el Pico de Tenerife
para reconocer el interior y el esterior del volcan,
pasaron Mr. de Humbold ty su compañero á Cu-
maná , en la América del Sur , empleando muchos
meses en recorrer la costa de Paria , las misiones
de los Indios Chaymas, las provincias de la Nueva
Andalucía, de la Nueva Barcelona, de Venezuela,
y la Guayana española. Después de haber recogi-
do muchos tesoros de Botánica, y determinado gran
número de posiciones geográficas y astronómicas,
se dirigieron los viajeros, en Febrero de 1800,
desde Caracas á los valles de Aragua. Habiendo
llegado á las costas del mar de las Antillas, fue-
ron desde Puerto Cabello hasta el Ecuador, atra-
vesando las esteusas llanuras de Calabozo, de Apu-
ra y de los Llanos ; en San Fernando de Apura
se embarcaron en una canoa y volvieron por el
Orinoco hacía Barcelona y Cumaná, atravesando
las Misiones de los Indios Caraíbes. Permanecie-
ron alli algunos meses, y pasaron después á la
Jamaica; siendo causa de dar aquella dirección á




HUMlíOLDT. 15


su viaje, la falsa nueva trasmitida por los pe-
riódicos americanos, de que la espedicion diferi-
da del capitán Baudin habia salido del Havre
para dar la vuelta al globo desde el Este al Oeste.
Con objeto de reunirse á ella, bien fuese en Chile,
en Lima , ó en cualquier otro punto de las Colo-
nias españolas, fletaron los viajeros una pequeña
embarcación para ir desde Batábano, en la isla
de Cuba, á Puerto Bello, y desde all i , atravesan-
do el Istmo de Panamá, á las costas del mar del
Sur. Solo en Quito, donde llegaron después de
cinco meses de peligros y fatigas de toda especie,
supieron por una carta de Mr. Delambre, Secre-
tario perpetuo de la primera clase del Inti tuto,
que el capitán Baudin tomaba la ruta del Cabo
de Buena Esperanza, sin tocar en las costas orien-
tales ú occidentales de América. Asi pues , una
equivacacion del periodista, les hizo andar , en
la estación de las lluvias, y atravesando espan-
tosas regiones, mas de 800 leguas, por un pais
que no tenian ánimo de recorrer.


Por ú l t imo, en Enero de 1802 llegaron ren-
didos á Quito, donde fueron recibidos con la mas
noble hospitalidad en casa del Marqués de Selva-
Alegre. Dedicaron muchos meses á reponerse de




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


sus fatigas, esplorando la provincia de Quito,
tan notable por sus colosales montañas , sus vol-
canes , su vegetación , sus monumentos antiguos
y las costumbres de los indígenas. Dos veces ba-
jaron al cráter del volcan de Pichincha , y subie-
ron las nevadas cumbres de la Antisana y del Co-
topaxi. Decidiéronse por fin á intentar subir al
pico mas elevado del Nuevo Mundo, del temi.
ble y no alcanzado Chimborazo. El hijo del Mar-
qués de Selva-Alegre, animado por su audacia, qui-
so asociarse á la empresa. Después de increíbles
esfuerzos y de inauditas fatigas , subieron ios tres
viajeros hasta el punto llamado el Nevado del
Chimborazo, desde donde veian delante de sí el fa-
moso pico, el rey de todos aquellos montes gi-
gantes. Aquella vista reanimó su valor; arreci-
dos de frió, privados de la cantidad de aire ne-
cesaria para respirar, rodeados de hielos eternos
en los cuales el menor desliz puede hacerlos ro-
dar á espantosos abismos, anduvieron y subie-
ron siempre, hasta que de repente se abrió ante
ellos, cual si quisiera tragarlos, una ancha y pro-
funda raja Paráronse desesperados; pero vien-
do á su izquierda una enorme mole de póríiro.
que se estiende á lo lejos sobre los montes in-




HUMBOLDT. 17


feriores, y forma el Pico Oriental mas elevado, lo
escalaron trabajosamente; el 23 de Junio de 1802
se establecieron allí medio muertos, con sus ins-
trumentos, ú diez y nueve mil quinientos pies
sobre el nivel del mar, á tres mil cuatrocientos
ochenta y cinco pies sobre el punto á que ha-
bía llegado en 1745 el célebre La Condamine, en
fin, á una altura á que aun no se habia elevado
ningún hombre. Dirigieron entonces sus instru-
mentos hacia la inaccesible cumbre situada al
Occidente, y aquel gigantesco Pico, objeto desús
vanos esfuerzos, les dominaba aun con una
altura de dos mil ciento cuarenta pies. Sin em-
bargo, el aire habia perdido la mitad de su den-
sidad ordinaria, y los pulmones apenas recibían
á cada aspiración el necesario para retener la
vitalidad próxima á escaparse; brotaba sangre de
sus ojos, de sus labios y de sus encías. Después
de haber completado sus cálculos escrupulosamen-
te , viéronse los tres descubridores obligados á
abandonar aquellas regiones mortales.


De vuelta á Quito , se dirigieron al rio de las
Amazonas , bajaron al Perú por la espalda de los
Andes; y llegaron á Lima; MM. de Humboldt
y Bonpland separándose allí del Marqués de Selva-


2




18 PERSONAJES CELEBRES


Alegre, partieron para Mégico, llegaron á diclia
capital, esploraron en todos sentidos y bajo todos
aspectos lp patria de Motezu¡na, arreglaron sus
inmensas colecciones, regresaron á la Haba-
na, pasaron desde allí á Filadeliia, recorrieron
la América Septentrional, y por úl t imo, des-
pués de cinco años de ausencia, llegaron al
Havre de Gracia , á unes de 1804, trayendo á la
Europa el fruto precios* d« sus «lagaíficos tra-
bajas.


La vasta colección que encierra todas aquellas
riquezas se compone de siete partes, publicadas
sucesivsmente por Mr. de Humboldt.


La primera contiene la relación histórica del
mencionado viaje, con ua Atlas geográfico , geoló-
gico y físico ; la segunda se titula i Atlas pintores-
co ó vistas de las cordilleras y monumentos de
los pueblos indígenas del Muevo. Continente; la
tercera, jgoológia ó Anatomía ¿amparada ; la
cuarta , Ensayo político sobre Nueva España.
Esta última ofrece, en seis partes, consideraciones
sobre- la ístension y el aspecto físico de Mégico,
sobra la población , las costu«nbres de los habi-
tantes y su antigua civilización ; abraza á un
tiempo la agricultura , la riquezas minerales , las




arjMBOLDT. 19


manufacturas, el comercio, la hacienda y la de-
fensa militar de aquellos países.


La quinta parte de la colección, titulada:
Astronomia ó Colección de observaciones astro-
nómicas, comprende todas las hechas por Mr. de
Humboldt desde el 12° de latitud austral, hasta
el 41° de latitud boreal; y ademas 'un cuadro de
cerca de 700 posiciones geográficas, de las cuales
235 han sido determinadas por primera vez por
Mr. de Humboldt.


La sesta parte titulada : Física general y Geo-
grafía de las plantas , creemos que solo ha si
do publicada en parte bajo' el título de Ensayo
sobre la geografía de las plantas. En él ha
reunido Mr. de Humboldt los elementos de una
nueva ciencia, la Geografía botánica: cada re-
gión del imperio vegetal está dividida y clasifica-
da por leyes fijas, basadas en la comparación de
los fenómenos que presenta la vegetación en los
dos continentes.


Por último , la séptima, conteniendo muchas
subdivisiones, bajo el título general de Botánica, y
publicada por Mr. de Bonpland , en unión con
MM. de Humboldt y K un th , encierra mas de
6,000 especies de plantas nuevas, con que los dos




20 PERSONAJES CELEBRES


viagères han enriquecido el campo de la Bota-
nica.


La coordinación, redacción y publicación de
todos estos materiales, ha detenido á Mr. de Hum-
boldten Paris durante gran parte do su vida.
Enlazado por amistad con todos los sabios de
aquella capital , especialmente con MM. Arago y
Gay-Lussac, emprendió con este último un nue-
vo viaje científico en Italia ; hicieron juntos un
gran número de esperimentos magnéticos , y ve-
rificaron la teoría de Mr. Biot sobre la posición
del ecuador magnético. Ln 1817 , presentó Mr.
de Humboldt á la Academia de ciencias una pre-
ciosa carta sobre el curso del Orinoco ; en 1818,
pasó á Londres llamado por los plenipotenciarios
de las potencias , que querían saber su opinion
sobre el estado político de los pueblos de la
América del Sur. Por aquel tiempo habia proyec-
tado un viaje á la India Oriental y al Tliibet,
para el cual le ofreció el Rey de Prusia en Aix-la-
C ha pelle un subsidio anual de 12,000 thalers
pero el proyecto no se realizó. Regresó á Paris,
donde publicó en 1822 su Ensayo Geognóstico so-
bre la situación de las Rocas de los dos hemis-
ferios. F,n el mismo año , cuando el Congreso de




HUMliOLDT. 21


Verona , el difunto Rey de Prusia , que le ama-
ba con pasión, quiso recorrer la Italia bajo su
dirección. En 1826 , cediendo á las repetidas ius_
tancias de sus compatriotas , pasó de Paris á Rerlin,
donde durante el invierno de 1827 dio leccio-
nes sobre la Geografía física del Globo, á las
que concurría un inmenso auditorio, y que hu-
bo de repetir después en otro local, para el Rey,
la Familia Real y el cuerpo diplomático. En 1828
hizo numerosos esperimentos sobre la tempera-
tura del aire en las minas de Prusia.


Finalmente, á principios de 1829, y á la edad
de 60 años, animado de un nuevo ardor, em-
prendió bajo los auspicios del Gobierno ruso un
gran viaje digno del primero. Acompañado de
MM. Rose y Elirenberg , se dirigió á la Siberia y
al mar Caspio, atravesó el Oural , visitó sucesi-
vamente Tobolsk, el pais de los Mogoles , las
Estepas de los Kirghiz , de los Kalmukos y As-
t r akan ; regresó á Moscou por el territorio de los
Cosacos del Don, y desde alli á Petersburgo el 13
de Noviembre de 1829, después de haber realiza-
do en menos de un año un viaje de 2,142 leguas,
cuyos resultados ha espuesto sumariamente en la
obra publicada en París en 1831 con el título de:




T¿ PEHSOUAJES CÉLEBRES.


Fragmentos de Geología y de Climatología Asea-
tica. Dícese que debe acompañar á esta obra otra
mas considerable, que los viajeros publican en co-
mún , y cuyo primer tomo lia aparecido en Ber-
lín én alemán, bajo el título de Viaje en el
Oural.


Este inmenso viage ha aclarado mucho la dis-
tribución geográfica del Asia central; y los in-
formes recogidos directamente por Mr. de Hum-
boldt, y que se enlazan con los que sacaron MM.
Abel-Remusat y Klaproth de los trabajos estadís-
ticos de los Chinos y de los Manchus, han faci-
litado el rectificar innumerables errores que ha-
bían introducido datos incompletos en la geogra
fia del Asia. En fin Mr. de Humboldt ha podido
hacer un mapa que indica la dirección de los
cuatro grandes sistemas de montañas que dividen
el Asia centra!, y el terreno volcánico que se
estiende desde la bajada meridional de los mon
tes celestes, hasta el lago Darlai.


Sin hablar de un gran número de Memorias
dirigidas al Instituto sobre diversas cuestiones,
nos detendremos en la última y una de las mas
importantes obras de Mr. de Humboldt publica-
da recientemente con el título de: Examen criti-




HUMBOLDT. 23


co de la Historia de la Geografía del Nueoo
Continente, y de los Progresos de la Astrono-
mía náutica en los siglos XV y XFI. En esta
obra , compuesta de cuatro volúmenes, y dedi-
cada á Mr. Arago, el autor registrando los ar-
chivos españoles, y uniendo al estudio de docu-
mentos nuevos la crítica de los muchos publica-
dos hasta el d i a , recorre las causas que prepara-
ron el descubrimiento del Nuevo Mundo. Después
de referir todas las tentativas aisladas que prece-
dieron á aquel grande acontecimiento, lo espone en
todos sus detalles, lo examina en todos sus resulta-
dos con relación al movimiento general que impri-
mió al entendimiento humano, y le prosigue hasta
en sus mas lejanas consecuencias sobre la civiliza-
ción de los pueblos del Occidente, elevados por él á
una universalidad de acción que determina la pre-
ponderancia de su poder en el globo. En la sabia
obra de Mr. de Humboldt, aparece Colon no solo
ya como un genio de inspiración, un profeta fe.
l iz , sino como un hombre tan grande por la ra-
zón como per la imaginación, tan prudente Como
atrevido, tan diestro en la ejecución de su obra
como poderoso en sn concepción; participando
de su siglo por ciertos erroíes, preocupaciones eseo-




24 PERSONAJES CELEBRES.


lásticas y creencias místicas , pero eminentemente
superior á su siglo por la penetración y la estrema-
da delicadeza con que se apoderaba de los feno%
menos del mundo esterior; tan notable observa-:
dor de la naturaleza , como intrépido navegante;
y elevándose con frecuencia con un atrevimiento
admirable , y único en aquella época , desde el
examen de un hecho aislado al descubrimiento de
las leyes generales que rigen el mundo físico. A
él pertenece sin duda , según Mr. de Humboldt , el
importante descubrimiento déla declinación mag-
nét ica, y el mas difícil todavía de las variacio-
nes que esperi menta esta declinación , cuando se
pasa de un lugar á o t ro ; descubrimientos de los
cuales sacó deducciones de grande importancia y
de una perfecta exactitud.


Esta obra tan notable de Mr. de Humboldt, lo
seria aun mas , en nuestro concepto , si el autor
en su composición no hubiese adoptado una for-
ma que hace un poco penosa su lectura. Hace
mucho tiempo que Mina, de Stael dijo con razón de
los alemanes que saben pensar y escribir, pero
no componer un libro. Deseoso Mr. de Humboldt
de probarlo todo, y no contento con mezclar en
su obra muchos apéndices, apenas escribe una




H U M B O L D T . 25


línea, una palabra algunas veces, sin remitir ai
lector á una nota mas ó menos detallada al pie
de la página, y que distrae lá atención; de tal
modo que muchas veces cada página está dividi-
da por la mitad entre el testo en un lado, y en
el otro una serie de notas esplicativas y justifi-
cativas. De todos modos , esta hermosa obra es
digna , tanto por la facilidad de la forma como
por la importancia del fondo, de la buena aco-
gida que ha obtenido, no solo en el mundo es-
pecial de los sabios sino también entre todos los
lectores que gustan de trabajos sustanciales. (*)


Ya hemos hecho notar que la ciencia no ha
quitado nada á Mr. de Humboldt, en cuanto á la
seducción del lenguage, gusto del mundo y agu-
deza del espíritu; añadamos ademas que no le
ha cristalizado el corazón. A pesar de la prover-
bial causticidad del ilustre sabio , se citan de él
mil rasgos de filantropía y de bondad que le hon-


(*) Hemos hablado de una obra de prosa descriptiva, que
descubre en el ilustre sabio prusiano todas las cualidades de
de un poeta. Esta obra publicada en alemán en 1808, con el
título d e : Ansichten der Naiur (Cuadros de la Naturaleza)
ha sido traducida al francés por Mr. Eyriés, y en la serie de
cuadros inspirados por el aspecto grandioso de la Naturaleza,
en el Nuevo M u n d o , hay páginas dignas de Chateaubriand'




26 PERSONAJES CELEBRES.


ran. Prusiano por nacimiento y por las afeccio-
nes , pero cosmopolita por sus estudios, sus via-
ges, sus facultades y sus gustos; estraño á los
odios y á las preocupaciones nacionales, se le
ha visto en circunstancias graves hacer útil uso
de su elevada inlluencia, tanto en favor de su
pais vencido y sometido á Napoleón, como en
favor de la Francia oprimida por la coalición.
Si hemos de dar crédito á un escritor (*), á su
activa intervención se debió principalmente la con-
servación del Puente de.Jena en Paris, amena-
zado por la brutalidad de Blucber; á él también,
á sus reiteradas instancias, á su favor con el Rey
de Prusia, debió Paris que no se llevase á cabo
el proyecto formado por los Reyes coaligados, en
1815, de exigir á aquella ciudad una contribución
de guerra, prendiendo como rehenes á los princi-
pales banqueros hasta realizar el pago. Mr. de
Humboldt que al parecer debería tener tantos
libros, tantas colecciones de minerales y de yer-
bas , tantos objetos de artes de gran precio, que
gastó tantas y 1an fuertes cantidades para pro-
porcionárselas, nada tiene en su poder, todo lo
ha distribuido á sus amigos, y parece que no po-


O Mr. Rabbe.




HUMBOLDT. 27


see sino lo que dá. En desquite, todos los ga-
binetes, todos los laboratorios, todas las biblio-
tecas de Europa están abiertas para él. Cuando
está en Par is , se encierra con frecuencia sema-
nas enteras en casa de sus amigos, que se apre-
suran á recibirle; allí ha egecutado aquellos tra-
bajos que exigían instrumentos ó aparatos cien-
tíficos, lo que dio lugar á que se creyera por
mucho tiempo que tenia varios domicilios en la
misma ciudad. Fácil es imaginarse, conociendo
su carácter, los cuidados que tuvo y los pasos
que dio para socorrer á su amigo Bonpland, lue-
go que supo su desgracia. Pudo remover todos
los gobiernos civilizados del antiguo mundo en
favor del naturalista francés, pero no romper sus
cadenas. {*)


No hay necesidad de decir que Mr. de Hum-
boldt es miembro de todas las sociedades cien-
tíficas, y está condecorado con todas las órdenes


C) Mr. Bonpland después de haber regresado á Europa
con Mr. de Humboldt, emprendió nn nuevo viaje en Améri-
c a , y habiendo penetrado en el territorio sagrado del doc-
tor Francia , fue preso por aquel dictador original , quien
después de haberlo tenido prisionero nueve años, apesar de
las reclamaciones de todas las potencias europeas, le dejó a l
fin libre un dia de buen h u m o r , en Noviembre de 1820.
Mr. Bonpland murió después.




28 PERSONAJES CELEBRES.


de Europa. Mr. de Humboldt es soltero, y ha-
biéndole preguntado un dia una hermosa dama
de París si habia estado alguna vez enamorado,
contestó que jamás habia amado mas que á la
ciencia. No juraríamos sin embargo que el ilus-
tre sabio no le haya hecho ninguna infidelidad.


Después de la ciencia, lo que mas aprecia
Mr. de Humboldt es tal vez la vida de Paris;
asi es que va con frecuencia á aquella capital , y
él fue quien llevó en 1830 el reconocimento ofi-
cial del Rey de Prusia del Gobierno de Julio.


Hemos hablado de la conservación de Mr. de
Humboldt., y es tan famosa y curiosa que vale
la pena de describirla. Entrase en un salón y se
ve á un anciano de mediana estatura con la fren-
te calva y rodeada de canas; en su conjunto , su
figura venerable presenta el doble carácter de
la inteligencia y de bondad. Sin embargo al acer-
carse á él se descubren sus ojos brillantes , cuya
mirada tiene cierta malignidad. El anciano no
habla todavía ó lo hace vagamente de lugares
comunes, como la lluvia ó el buen tiempo. Pero
la dueña de la casa que le conoce y quiere sa-
car partido de é l , toca el registro, promovien-
do una cuestión de viajes, de política, de astro-




HUMBOLDT. 29


íiomia ú otra cualquiera; el fuego prende al mo-
mento; la palabra de Mr. de Humboldt parte como
un relámpago, y su luz dura media, una, dos
horas según la disposición del ilustre hablador.
En general dura siempre por lo menos media ho-
ra, y lo singular es que cuanto mas se prolon-
ga el monólogo, mas se teme verle acabar; tan
increíble es su interés y variedad ; y se esperi-
menta un placer que siempre va en aumento, en
seguir las inesperadas evoluciones de aquella pa-
labra incansable, que se pasea caprichosamente
al través de todas las partes del mundo y de
todos los asuntos imaginables; sembrando por el
camino la ciencia, las miras políticas, las mas
originales observaciones literarias ó artisticas, las
descripciones mas curiosas, los mas fantásticos
relatos; las anécdotas mas picantes, los sarcas-
mos mas acerados, las bromas y las agudezas
que hacen morir de. risa.


Asi es que Mr. de Humboldt después de ha-
ber hablado délos geroglíficos, pasará de repen-
te á las desgracias conyugales de Mr. A***, dejará
la cuestión de Oriente para hablar de los tempes-
tuosos amores de Mma. D***, abandonará la
Siberia, bajará del Cimborazo, atravesará el Occea-




30 PEKSONAJES CELEBRES.


no ó saldrá de las minas de Freiberg, para arro-
jarse bruscamente sobre algún asunto ridículo del
dia; todo es bueno para él , y uada se le esca-
pa; ni el poeta lleno de importancia, ni el filó-
sofo nebuloso , ni la muger no comprendida,
ui el hombre de Estado, ni los periódicos pa-
triotas, ni los periódicos conservadores, ni el
público que paga la música, á nadie perdona;
y sus agudezas, sin ser precisamente dañosas son
siu embargo mortíferas.


Añádase que Mr. de Humboldt hace este potage
con un tono paternal, con la cabeza inclinada,
los ojos fijos en el suelo y con impertubablc tran-
quilidad, y un poco de acento alemán que hace
mas cómicas sus chanzas, con una palabra rápida,
inagotable y variada , que habla siempre sin pun-
tos ni comqs, engarzando una frase con la que
preceda, y cuyo conjunto pareee movido por moa
máquina de vapor.


.Cuando se ha oído á Mr. de Humboldt pasar
de fls|e modo revista á los hombres y á las cpsas,
os preciso recordar que el ilustre y malicioso sa-
bio, tjepe el natural mas esceleute, «l carácter
lijas .desinteresado y generoso; que su vida no ha
sido mas qu^ un continuado sacrificio al amor




HUMBOLDT. 3f


de la ciencia; que en Berlín, donde disfruta toda
la confianza del Rey, de quien es Chambelán , no
queriendo ser otra cosa, ha hecho siempre un no-
ble uso de su influencia en favor de las letras, de
las ciencias y de las artes; en una palabra, que
ha encontrado el secreto de hacer mucho bien y
de que le amen mucho, burlándose de todo el
mundo.








Personajes celebres ¿el Siflo Ш.




D. L. F. DE MOR ATIIY.


« Moratin aparece tanto mas grande,
cuanto mayores fueron los desaciertos
de sus predecesores, puesto que no lo-
graron pervertir su gusto. »


R B V I L L * . — Semanario Pintoresco
Español de 1 5 de Setiembre de 18


9 '


En todas las épocas de transición, asi en el or-
den político, como en el moral y literario, hay
hombres que las dis t inguen; nombres á cuyo alre-
dedor se agolpan precipitadamente cuantos sienten
su ánimo dispuesto á ensayar aquellos sacudí-
míen tos sociales, aquellas reacciones que mas in-
mediatamente nacen del incansable deseo de dar
nueva dirección á nuestras sensaciones, que no
de la ausencia de los goces que estas nos pro-
porcionan.




2 PERSONAJES CELEBRES.


La literatura no está por cierto exenta de sus-
vaivenes, que son como esenciales á todas las
obras humanas ; antes al contrario, precede ó
sigue muy de cerca á las varias modificaciones
sociales, vistiendo sus mismos disfraces, y pre-
conizando sus aciertos ó sus desvarios. Tan exacto
es , que la humanidad, colocada entre el error
y el acierto, con igual facilidad adopta el uno
como el o t ro , y con la misma los funde, for-
mando de su amalgama un nuevo orden de co-
sas, un nuevo sistema, no siempre conforme con
la razón y la verdad. De aqui el no haber un
mismo sistema acreditado en todas sus partes,
porque todos participan de esa liga funesta de
er ror , que es la divisa de las obras humanas.


Fácil es inferir por lo dicho, contrayéndonos
á la república de las letras, que el nombre de
Moratin representa una época de transición lite-
rar ia , por lo mismo que se veia muy cercana
otra de transición política, preparada en una na-
ción vecina hacia la mitad del siglo último , y
llevada á cabo en la misma, poco antes de co-
menzar el presente. No hay pues que considerar
solamente ni en Moratin ni en sus obras , al crí-
tico y al poeta que censura y ejecuta, con su-




D. L. F. DE MORA.TIN. * 3


gecion á principios dados no establecidos por él
mismo; sino al hombre de un siglo de reacción
literaria, en pugna con otra literatura desgastada
y moribunda, que iba cediendo el campo á nue-
vas exigencias de una sociedad igualmente nueva.


Si Moratin hubiese nacido en el siglo de Lo-
pe y Calderón, Moratin dominado por aquel gus-
to , por aquella tendencia especial de la poesía,
preponderante á la sazón en una nación belico-
sa , galante, ardiente, rodeada por todas partes
de visibles testimonios de su gloria, aun no amor-
tiguada, precisado á seguir la reacción literaria
que en aquel momento resolvía destruir la paro-
dia del teatro greco-latino, verificada en las pie-
zas dramáticas de Lope de Rueda, Torres Na-
harro, Castillejo y otros varios, hubiera contri-
buido como aquellos creadores del teatro nacional
á su crecimiento y preponderancia, aun cuando
como Lope de Vega hubiera conocido los erro-
res ó sean los estreñios á que forzosamente con-
duce toda reacción, sea cual fuere el objeto a
que se dirija. Entonces hubiera conocido otra so-
ciedad , otras costumbres, otras inclinaciones,
otros deseos, en armonía con la vida, el calor y el
movimiento que percibimos en nuestro antiguo




i 1'ERSONA.IES CELEBRES.


teatro: Moratin entonces no hubiera sido el au-
tor de El Café y de El Si de las Niñas. Pero nues-
tro teatro comenzó á degenerar desde mediados
del siglo XVII , y degeneraba con la misma ra-
pidez que la nación en donde vio la luz prime-
ra. Las costumbres variaban de índole y de ob-
jeto; y verificándose lentamente la reacción so-
cial , comenzaba á realizarse igualmente la lite-
raria: una ocasión faltaba, y esa la proporciona-
ron los franceses. Su teatro, imperfecto en todos
t iempos, hasta aparecer la época memorable de
Luis X I V , necesitó acudir á la matriz de todos
los teatros europeos, á fin de reproducir bajo sus
formas lo que hasta entonces habia vanamente
intentado por sus propios medios. Mas ese tipo
de la sociedad greco-romana no podía servir sin
notables alteraciones para otia sociedad, que, aun
cuando presumía alguna vez asemejarse á ella,
no por eso evitaba el irse colocando á mayor
distancia de la misma. Remedáronse ciertas fór-
mulas como cosa mas hacedera en lo literario ; y
nuestra nación, asociada á la mas vecina por in-
tereses mercantiles y vínculos de familia , sino
pudo seguirla por el escabroso camino de la reac-
ción política, coadyuvó con lodas sus escasas




V). L. F DE M0UAT1N. 5


fuerzas á la reacción literaria. Interpretáronse los
preceptos de Aristóteles y de Horacio, sirviendo
de comentadores los mismos que propagaban la
nueva doctrina, considerada como canónica en la
poética de Boileau ; y nuestro Luzan , eco fiel de
la escuela de París , asentó las bases de ¡a nueva
te l i teraria, en medio del marchito campo dé la
literatura espafiola.


Desde ese momento fue condenado sin apela
cion, no tan solo aquel teatro nutrido de un sen-
timentalismo monótono y llorón, que importado
de Alemania habia invadido y acabado de des-
virtuar y corromper nuestra poesía dramática, si-
no que igualmente lo fue, con inaudita injusticia,
nuestro antiguo teatro, no por otra causa sino
por no hallarse ajustado al marco poético, pres-
crito en los cánones del crítico francés.


Comenzábanse pues á presentar como ofren-
da debida á la nueva escuela, los nuevos frutos
de los ingenios españoles; y no faltaba quien ca-
lificase de verdaderas tragedias los yertos diálogos
que con tal nombre publicó Montiano, y de bue-
nas comedias, las que sin ingenio, calor ni mo-
unnento pudo escribir á fuerza de arte y de lima
vi aprobabilísimo autor de nuestras fábulas litera-




6 PEBSONAJES CÉLEBRES.


rias; pero, la reacción comenzaba, y sabido es
que en sus principios los mayores desaciertos me-
recen los aplausos del vulgo.


Nuestro teatro en fin cayó de su elevada al-
tu ra , mas no á impulsos del nuevo, que de mo-
do alguno podia competir con é l , ni en situacio-
nes ni en poesia; cayó porque una nueva socie,
dad reemplazaba á la antigua, porque se habían
modificado las costumbres, los hábitos, las in-
clinaciones, y por consiguiente el gusto; porque
á la poesía de imágenes habia sucedido la filosó-
fica y discursiva; porque á las generaciones
festivas, galantes, embelesadas con el idealismo
de su siglo, habían seguido otras tétricas, ma-
teriales, especulativas, para las cuales la árida
lisonja de lo pqsitivo ahuyentaba la idea del pen-
samiento y de la espresion.


En medio de esta crisis apareció en la pales-
tra literaria el personaje cuya biografía vamos á
trazar. (*)


(*) Hemos copiado Ia< consideraciones que preceden de un
trabajo biográfioo sobre el mismo personaje, hecho por
nuestro apreciable amigo y distinguido literato el Sr. Don
José de l a ' S e v i l l a , ' n o ' s o l o porque convenimos perfecta-
mente con- ' sus ideas , s ino porquenos hubiera sido difícil
•apresarlas mejor.




D. L. F . DE MOBATIN. 7


D. Leandro Fernandez dé Moratin, descen-
diente de una familia noble de Asturias, nació
eB Madrid á ÍÓ de Marzo de 1760, siendo su
padre D. Nicolás, literato también, y á quien de-
bió casi toda su educación, asi moral como lite-
raria. Dotado por la naturaleza de excelentes dis-
posiciones; é inclinado á la poesía, á los seis años
de edad componía versos, y á los diez y ocho
pudo aspirar al premió y obtener el accésit que
le concedió'la! Real Academia Española, en el
concurso de 1779, por su romance histórico de La
toma de Granada: Su padre, que para asegu-
rarse mejor su mantenimiento habia aplicado al
hijo al ofidio de joyero, apartándole de la carre-
ra de las-letras, supo cotí sorpresa el triunfo
de la composición de su hijo, hecha á hurtadi-
llas y presentada con fingido nombre. Tuvo la
desgracia D. Leandro de perder' á su padre al
año siguiente, y pobre de fortuna aunque rico de
eMendirríiénto, por cumplir con la sagrada óbli-'
gacion dé mantener á su madre, continuó t ra-
bajando en su oficio, pero sin abandonar el estu-
dio de las letras. Habiendo esta fallecido también
pocos años después, pasó á vivir con un tio suyo,
que trabajaba en la joyería del Rey, y siempre con-




8 PERSONAJES CELEBRES.


tiuuú en sus ocupaciones literarias, fomentadas
con el trato y amistad de los humanistas distin-
guidos, D. Juan Antonio Melón y los PP. Esco-
lapios Estala y Navarret.


En 1782 volvió á obtener el accésit de la Real
Academia Española, por la sátira contra los vi-
cios introducidos en la poesía castellana, que pre-
sentó con el título de Lsccion Poética, y bajo
el nombre de D. Meliton Fernandez.


Cruel era la situación de Moratin, al verse
precisado á ejercer un arte mecánico que apenas
le proporcionaba sustento, y esto le indujo á so-
licitar un destino que le dejase tiempo suficiente
para el comercio de las Musas. Siendo ya cono-
cido su mérito, con la intervención del Sr. Jove-
llanos, cansiguióque el Conde de Cabarrús le lle-
vase en clase de secretario a Francia, adonde
pasó comisionado por el Gobierno en 1787. Pron-
to adquirió la confianza de su gefe, con el que fue
á París y regresó á España, conociendo y tra-
tando en aquella capital al famoso poeta cómico
ilaliauo Goldoni, y siguiendo correspondencia
durante su viaje con los mas célebres literatos
que residían en Madrid. Por entonces habia prin-
cipiado va sus ensayos en la poesía dramática




I). L. F. DE MORAllüt . 9


y dado dos veces al teatro , y retirado otras tan-
tas , la comedia de El viejo y la Niña, en la que
se propuso demostrar los inconvenientes de ma-
trimonios entre personas de edad muy desigual.
Pero el público no le couocia todavía sino por
Jas composiciones citadas, y por Ja Derrota de
los Pedantes, folleto en prosa y anónimo , que
publicó en 1789, para ridiculizar á los malos
poetas de aquel t iempo, siguiendo un plan bas-
tante conforme al del Viaje al Parnaso, del in-
mortal Cervantes. Habiendo compuesto por aquel
tiempo su oda á la proclamación de Carlos IV,
obtuvo en recompensa una prestarnera de 300 du-
cados en el arzobispado de Burgos, á cuyo títu-
lo se. ordenó de tonsura en aquel mismo año.


Con tan poca renta no podia remediar Mora-
tin su mala fortuna ; pero cambió esta de repente
porque habiéndole conocido D. Manuel Godoy
por-medio de su hermano D. Luis , y D . Francis-
co Bernabeu, le alcanzó aquel un beneficio en
Montoro de 3,000 ducados, y una pensión de 600
sobre la mitra de Oviedo. Mas tranquilo ya sobre
los medios de existencia, principió en 1790 á dar
sus coinedias al teatro y á la imprenta , siendo
la primera El Viejo y la Niña, y la segunda,




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


en 1792 , la Comedia Nueva vulgarmente El Café,
obra no menos ingeniosa que o r ig ina l , y fuerte
censura de los grandes defectos que afeaban nues-
tra escena. Seguramente, atendido el buen éxi tode
ambas piezas , no hubiera interrumpido entonces
su carrera dramática, á no ser por el deseo de
observar los teatros estrangeros, que le determinó
á pedir licencia para viajar. Hízolo por Francia,
Inglaterra, Flandes , Alemania , Suiza é Italia,
recorriendo sus principales ciudades , y fijando su
residencia en Bolonia , observando y estudiando
cuanto notable habia advertido en, sus viajes , y
escribiendo una relación de ellos que no sabemos
se haya publicado.


En 1796 regresó á España, y después de una
penosa y larga navegación desembarcó en Alge-
ciras , donde tuvo la agradable noticia de haber
sido nombrado Secretario de la Interpretación de
lenguas , cuyo destino desempeñó alternando sus
ocupaciones con sus tareas l i terarias, asistiendo
con frecuencia á una tertulia de diversas'perso-
nas aficionadas á los estudios amenos , y á la
que llamaba Moratin por zumba Sociedad de
los JealófUos, y pasando algunas temporadas en
Pastraua , donde había comprado una casa. En




D. L . F. DE MORATIfl. 11


1798 imprimió su traducción del Hamlet de
Shakspeare, con notas, en que le juzga según
los severos principios de crítica clásica que profe-
saba. Aquella traducción, débil aunque exacta, no
podía proporcionarle un lugar tan distinguido en
la república de las letras, como el eminente talen-
to dramático, que manifestó en sus piezas origi-
nales.


El Gobierno le nombró individuo de una jun-
ta creada para la reforma de los teatros, y des-
pués único director de los mismos ; destinos que
renunció á poco Moratin, no habiendo admitido
el segundo acertadamente, pues su índole y su
genio eran mas á propósito para corregir las ri-
diculeces de los hombres en la escena, que para
dar providencias que la mejorasen. Continuó es-
cribiendo para el teatro y adquiriendo nueva glo-
ria, En, Í803 se representó en el coliseo de la Cruz
notablemente,corregida, fomentada y reducida á
forma mas regular, la comedia de El Barón, com-
puesta á modo de zarzuela en 1787, figurando los
embustes y trápalas de los petardistas metidos á
grandes Señores. Ofendidos los cómicos de los
Caños del Peral de la preferencia que habia da-
do para la representación en el teatro de la Cruz,




\'J PERSONAJES CÉLEBRES.


y sabiendo que sobre el mismo argumento se ha-
biá compuesto otra comedia con el título de La
Lugareña orgullosa , se apresuraron á representar-
la y á pagar gente que silvase la de Moratin. Inú-
tiles fueron semejantes arterías ; triunfó el ver
dadero mérito : La Lugareña cayó al instante en
olvido, y El Barón sobrevivió á los esfuerzos con
que habían pretendido desacreditarle.


Al año siguiente se represento también en la
Cruz La Mogigata, escrita muchos años antes , y
cuyo nombre indica que el autor acometió en ella
á la hipócrita gazmoñería. Fue recibida con aplau-
so , no sin que se publicasen sobre ella algunas
críticas moderadas. En 1806 se representó El Si
de las Niñas, cuyo fin moral es demostrar la in-
fluencia de la educación en la elección de estado,
y los riesgos que se siguen de no dirigir aquella
con suma prudencia. Fue recibida esta comedia
con estraordinario aplauso, duraron sus prime-
ras representaciones veinte y seis dias consecuti-
vos, y en un momento se despacharon las cua-
tro ediciones de la pieza que se hicieron en
aquel mismo año.


Los que miraban con envidia su gloria, ape-
laro'ú para derribarle á otro arbitrio tan bajo co-




D. L . F. DE MORATIN. 13


mo odioso, que si bien no logró su efecto por
el influjo de Godoy, bastó para que Moratin, de
genio tímido y receloso, abandonase el teatro,
inutilizando los apuntes que había hecho sobre
otras cuatro ó cinco comedias , cuyos planes tenía
trazados. Hizo una vida retirada , entreteniéndose,
ademas de los cuidados de su secretaria, con el
cultivo de un pequeño jardín que Ivabia compra-
do, y recojiendo entretanto materiales para su obra
sobre los Orígenes del teatro español. Colniados
estaban entonces los deseos de un hombre sobrio,
frugal, que no tenia ambición ni pretensiones, ni
mas inclinación que al ocio de las Musas; pero
la suerte le preparaba grandes sinsabores y amar-
guras.


Llegó el año de 1808, cayó el valido de la cum-
bre del poder, subió al trono Fernando, alzóse la
España para vengar el ultrage y defender su in-
dependencia, venció al enemigo en Bailen, ante
ios muros de Zaragoza y de Valencia, y los Fran-
ceses huyeron de Madrid al Ebro. Moratin, qué
como acabamos de decir era de carácter suma-
mente medroso, creyéndose espuesto por el fa-
vor que habia debido á Godoy, salió de la Corte
luego que los Franceses la evacuaron-, y se dirigió




14 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


á Vitoria. Volvió con ellos á Madrid á fines de
aquel año, y con ellos se retiró á Valencia en
1812, desde donde por último se refugió á Pe-
ñiscola. Debe decirse en honor de Moratin que
no tuvo entrada en su pecho ningún género de
traición contra su patria: siguió maquinalmente
el camino por donde le arrastraba la suerte, y no
solo no tomó parte activa contra los que defen-
dían los derechos de Fernando VII, ni admitió
del gobierno intruso otro cargo que el de Biblio-
tecario mayor que se le confirió sin solicitarlo,
sino que favoreció en cuanto pudo á los que por
desgracia caian en poder de los Franceses.


En medio de tantas calamidades no era posible
que continuase componiendo para el teatro ; así es
que apesar délas repetidas instancias que para ello
le hicieron, solo se pudo conseguir que se represen-
tase é imprimiese La Escuela de los Maridos,
concluida ya en 1808, y traducción de la que con
el mismo título habia escrito el célebre Moliere.
Disminuida notablemente su fortuna, y mas
quebrantadas aun su salud y su espíritu con tan
deshechas borrascas, pensó retirarse á un rincón
donde acabara tranquilamente sus dias. Así pues,
en lugar de¡ seguir á los Franceses, luego que se




D . L . F . D E M O R A T I N . 15


riudió Peñíscola á nuestra armas , huyó de ella;
fué á Valencia ocupada ya por las tropas españolas,
y no acusándole su conciencia de ningún delito se
presentó al general en gefe. No viendo este en
Mora ti n masque á un partidario de los Franceses,
le trató con rigor; y después de otras providencias,
mandó embarcarle en un falucho que le condujo á
Barcelona , donde fue favorablemente acojido
á su vez por los Capitanes Generales D. Fran-
cisco Javier Castaños, y el Marqués de Campo
Sagrado, y por todas las personas de distinción y
saber.


Restituido al trono Fernando VII, la tranqui-
lidad que de nuevo empezaba á disfrutarse, d io
ocasión á Moratin para que agradecido á los favo-
res del actor Felipe Blanco , hiciese para su bene-
ficio afines de 1814 la traducción de la comedia
de Moliere El Medico d palos. Su situación era
sin embargo muy deplorable; y el Rey empezó
desde luego á dispensarle su generosa protección,
mandando que se le admitiese al juicio de purifi-
cación, declarando que no estaba comprendido en
el artículo primero del decreto de 30 de Mayo, y
disponiendo que se le devolvieran los bienes que
se le habían secuestrado. Mas adelante trató de




1G PERSONAJES CELEBRES.


darle un destino honorífico con buena asignación;
pero Moratin , cuyo ánimo habían exasperado los
trabajos padecidos. lo rehusó abiertamente , figu-
rándose peligros por todas partes ; y llevado por
este sentimiento en 1817 , salió de Barcelona don-
de vivía protejido, estimado y honrado, y no
regresó allí hasta 1820, después de haber pasado
algún tiempo en París y en Bolonia. Acometida
Barcelona por la fiebre amarilla, pasó á Bayona,
y fijó su estancia en Burdeos. Desde entonces
ocupóse solo en concluir y perfeccionar la obra
de los Orígenes del Teatro Español, que dejó
manuscrita á D . Manuel Sílbela, y que compró á
este el R.ey, deseoso de que bajosus auspicios vie-
se cuanto antes la luz pública. En 1825 D. Vi-
cente González Arnao hizo en Paris una edición
de las obras de Moratin , única reconocida por el
autor.


En 1827 se trasladó á Par is , y allí permane-
ció con bastante quebranto en su salud, hasta que
murió en 2t de Junio de 1828, conservando todo
su conocimiento hasta poco antes de espirar, ha-
biendo hecho mandas muy piadosas, y entre ellas
á la Inclusa de esta Corte , de la casa y huerto de
Pastrana.




D . L . F . D E Í10RAT1N. 17


¡ Triste fatalidad l ade los escritores españoles!
Por efecto de nuestras largas guerras y disensio-
nes civiles muchos de ellos, como los Islas , los
Jovellanos , ios Cien/uegos , los Melendez , los Mo-
ratines han muerto envueltos en la desgracia,
vilipendiados y proscritos, pobres y ancianos los
mas de ellos , y lejos de una patria á quien habían
ilustrado con su saber. El inmortal Cervantes,
pobre y cautivo, enjeudró en una cárcel el libro
sublime que habia de ser el primer título de
gloria literaria de su pais. Quevedo , Mariana y
Luis de Leon fueron victimas de mas terribles
persecuciones; y gracias á la incuria de su siglo,
hoy ignoramos donde reposan los restos mortales
de Lope de Vega, de Tirso y de Moreto. El si-
glo XIX , apellidado de las luces , llevando mas
allá su intolerancia política , ha visto inclinar
su venerable cabeza en tierra estraña á Melendez
y Moratin.


En el cementerio principal de París, llamado
del P. Lachaisse, existen varios monumentos se-
pulcrales erigidos á varios Españoles i lus t r e s , en
un pequeño recinto que los encargados del cerneo,
terio apellidan la Isla de los Españoles. Pero
otro monumento colocado en distinto sitio del


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


j a rd in , entre las sombrías calles que se elevan
sobre la derecha de la capilla, llama principal-
mente la atención del viagero español , por el
hombre ilustre á quien está dedicado, y por su
oportuna colocación, inmediata á las dos tumbas
de Moliere y de Lafontaine. Redúcese su sen-
cilla forma á un gran pedestal que sostiene un
segundo cuerpo arquitectónico mas proporciona-
do, sobre el cual se eleva una pequeña urna de
forma antigua. En el frente del segundo cuerpo
se lee la siguiente inscripción española.


AQUÍ YACE


D. LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN,


INSIGNE POETA CÓMICO Y LÍRICO,


DELICIAS DEL TEATRO ESPAÑOL,


DE INOCENTES COSTUMBRES


Y DE AMENÍSIMO INGENIO,


MURIÓ EL 21 DE JUNIO DE 1828.


Ya que hemos recorrido la vida pública de
Moratin, reducida como lo son generalmente las
de los hombres que dedicados al estudio de las
le tras , ni toman parte en las especulaciones de
la política, ni intervienen directamente en los ne-
gocios del Estado, hablaremos ahora del poeta.
Las poesías líricas de Moratin, si bien merecen




D. L. F . DE M0HATIN. I >


buena acogida en nuestro Parnaso, no son el
timbre principal de su reputación literaria.


Adornado Moratin de los varios conocimentos
de su época, estudió y apreció como era justo
nuestro antiguo teatro: de otro modo hubiera de-
jado en duda su criterio y buen juicio . Pero
habia oido tan repetidas veces los sarcasmos y
diatrivas lanzados por los críticos franceses con-
tra aquel mismo teatro, que tanta parte tuvo en
la reforma del suyo; repetíase con tanta frecuen-
cia la consabida cantinela sobre el desarreglo de
Lope de Vega, los embrollos de Calderón, las
metáforas descabelladas, los equívocos, los re-
truécanos y la afectación oriental de nuestros dra-
máticos, que ya le costaba trabajo á Moratin, asi
como á los demás críticos de su tiempo, alabar
algunas de las muchas bellezas de todas especies
de nuestras antiguas comedias; bellezas que has-
ta tolerables hacían los desaciertos de imagina-
ciones lozanas, fomentados por el gusto de una
sociedad especial, que gozaba con ellos en igual
grado que la italiana con Arlequín y Pantalón,
y la francesa con Les Diableries en épocas coe-
táneas. Y con tanta precaución se tributaban las
debidas alabanzas á aquellas bellezas, que s£




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


procuraban al mismo tiempo hacer resaltar con
sumo cuidado los errores en que nuestros poetas
incurrieron, para no ponerse en contradicción con
el fallo irrecusable de los dictadores de la nueva
escuela: fallo que recusaba como blasfemias aque-
llos elogios, asi como en la actualidad será para
algunos una heregia lireraria el oir ensalzar á
Moratin, como uno de nuestros mejores poetas
dramáticos.


Moratin, fiel á los principios de la nueva doc-
trina , y admirador de Moliere y de Racine, aun
mas que de Calderón y de Moreto, llegó á persua-
dirse que la rigorosa observancia de las famosas
unidades, piedra de escándalo de la moderna es-
cuela: la sencillez, rayando en pobreza de la in-
triga dramática, y la espresion prosaica en reem-
plazo de la abundancia poética de nuestro anti-
guo teatro, eran las prendas mas recomendables
en una buena comedia. Asi lo creyó y lo practi-
có en sus composiciones, llenas por otra parte
de bellezas cómicas de un orden superior , á ve-
ces inimitables.


La reacción literaria condujo á Moratin á co-
meter un error por condenar otro error: si lo fue
en los antiguos dramáticos infringir sin motivo




B . L. F. Olí MORATIN. 2 1


justo los preceptos de la buena crítica, y llevar
á veces mas allá de lo conveniente y necesario
la intriga , las situaciones y su espresion poética,
confundiendo todos los géneros sin tener cuenta
con aquellas, no es de menor cuantía limitar las
dimensiones de la fábula y la complicación de la
intriga dramática á la reducida estension de tiem-
po y de lugar determinados, violentando y enco-
giendo la acción hasta encajonarla en un marco,
á despecho de la verosimilitud que se desea con-
servar intacta , y con notable perjuicio del inte-
rés cómico , que no estriba esclusivamente en los
caracteres y en la dicción. Pero como escuela reac-
cionaria , la de Moratin llenó completamente su
encargo; en contraposición de la antigua, puesto
que tocó en un cstremo contrario , que es el tér-
mino de todas las reacciones.


Ahora estamos presenciando otra nueva , que
con obras y doctrinas ha declarado guerra al cla-
sicismo francés, sostenido por Moratin y sus coe-
táneos. En esa reacción no hay principios fijos,
ni otras guias que la imaginación entregada á sí
misma: el pirronismo literario ha sucedido á la
creencia supersticiosa en los preceptos: hemos to-
cado en un estremo por huir del estremo opties-




22 PERSONAJES CELEBRES.


to; lo que antes se reducía á los estrechos lími-
tes de un corto periodo, se estiende ahora á me-
ses y años; á la unidad de lugar que rigorosa-
mente se obserbaba se ha sustituido la diversidad
de sitios y acciones, muy distantes entre s í ; y
si por acaso se alzase otra bandera literaria,
nunca dejaría la exageración de principios , por
que nunca dejaría de ser esclusiva. Este es el
orden invariable de las cosas; y nada debe sor-
prendernos , por ser bien sabido que el sistema
de las reacciones es el sistema universal de la
naturaleza: aserción comprobada por la historia
científica , mora l , política y literaria de todos
los pueblos. La especie humatia sigue el mismo
impulso, en lo cual no hace otra cosa que obe-
decer , sin conocerlo , á una ley superior á su vo-
lun tad , cuyos efectos ciertamente no causan sor-
presa al hombre observador, acostumbrado á ver
á los demás , y aun á veces á sí mismo, no de-
tenerse nunca en la mitad de la carrera á tomar
de los sistemas opuestos lo esencialmente bueao
de cada uno de el los, sino que apenas llegan al
estremo retroceden por no poder caminar mas ade-
lante, y vuelven á emprender de nuevo su carrera.


Mas apartándonos de estas consideraciones ge-




» . L. F. DE MORATIN. 23


nerales : ¿ podríamos en materia de buen gusto
llegar á conocer el delicado y esquisito , sin el
auxilio de los contrastes que ofrece la versatilidad
del gusto mismo? Siendo la comparación el fun-
damento de nuestros juicios , así como el gradua-
dor de nuestras sensaciones ; ¿ habría alguno ca-
paz de saborear las bellezas cómicas de Moratin,
antes de conocer los desvarios de Cornelia ?


Tales el juicio que forma de Moratin, como
poeta, el distiguido literato de quien antes hemos
hablado. Oigamos ahora el de otro no menos dig-
no de aprecio, el Sr. Martínez de la Rosa. (*)


« Habiéndonos propuesto , por razones fáciles
de adivinar, no hablar en ninguno de los ramos de
literatura de las obras de autores vivos , dejaremos
interrumpido en este lugar el bosquejo de nues-
tro teatro ; pero nombraremos sin embargo , El
Café de D. Leandro Fernandez de Moratin, no
como d r a m a , sino como documento histórico,
que por una parte prueba el desarreglo en que
se hallaba la escuela española , á principios del
reinado de Carlos IV, y por otra los laudables es-
fuerzos que desde entonces empezaron á hacerse


C) Apéndice sobre la Comedia. Obras literarias (le I).


Francisco Martínez" de la R o s a , T . I I .




24 PERSONAJES CELEBRES.


para contener la licencia, y someter el teatro es-
pañola las reglas de la razón y del buen gusto.
En una palabra : ponemos la citada comedia por
término en la historia de nuestra dramática , co-
mo una de esas piedras que suelen colocarse en
los caminos, las cuales señalan á un tiempo la
distancia que falta por anda r , é indican la sen-
da que debe seguirse.»


No concluiremos esta ligera noticia , sin tras-
ladar aqui también lo que dice la Academia Es-
pañola en el prologo de las obras de Moratiu , pu-
blicadas como hemos dicho por orden de el Sr.
D. Fernando VII. « Tenia Moratin prendas re-
comendables , y era uno de los escritores que mas
honran el Parnaso español; pero estando su muerte
tan reciente (*) no queremos anticipar el juicio de
la posteridad , y solo diremos que jamás olvidarán
su nombre cuantos amen la bella literatura. Fue
igual en ingenio y superior en buen gusto á su
padre D. Nicolás , cuya memoria cuidó de per-
petuar como buen hijo, en el prólogo y vida, que
con las poesías del mismo, publicó en 1821 en
Barcelona. »


'•""(.*) La edición se hizo en i sao








EL MARISCAL SOI LT,


DUQUE DE DALMACIA.


/ yft " ' > « Cuando supe en Dresde ia derrota
i.* -i de Vitoria y la pérdida de toda la Es-


paña, debida á ese pobre José.. . bus -
qué alguno capaz de reparar tantos
desastres, y me fijé en Soult.


N A P O L E Ó N — M e m o r i a l de Sla. Elena.


Cuenta el buen Plutarco , que el padre de Te-
místocles, para alejarle de los negocios públicos
le iba enseñando , al recorrer las orillas del mar,
los esqueletos de las viejas galeras arrojados en las
playas, sin que se hiciera caso de ellas , diciéndo-
le que lo mismo hacia el pueblo con los gobernan-
tes cuando ya no podían servir.


Los Atenienses de Francia son muy prontos
en declarar fuera de servicio: si la gloria, por bri-




2 PERSONAJES CEI.K11UES.


liante que haya sido en tiempos pasados, no cs-
perimenta una continua y siempre ascendente
metamorfosis, la echan sin reparo á un lado ; de
modo que tal vez no será inútil recordar aquí que
el Mariscal Soult ocupa uno de los primeros lu-
gares en nuestras biografías, porque nos parece que
está bastante reasumida en 61 la noble personifica-
ción de la Francia mil i tar ; porque es uno de los
mas ilustres representantes de una grande y her-
mosa época; y por último, porque no somos ya tan
ricos en especialidades de esta clase que desprecie-
mos lo que queda.


Nicolás Juan de Dios Soult, hijo de un nota-
rio campesino, nació en la pequeña ciudad de Saint
Amans (departamento del Tarn), en 29 de Marzo
de 1769. El muchacho era turbulento, reacio, po-
co aficionado á leer, y enteramente fastidiado de
los viejos pergaminos de su señor padre. A falta
de otra cosa mejor , hicieron de él un soldado, y
á los 16 años entró Soult como voluntario en el
regimiento real de infantería. Sucesivamente sar-
gento , subteniente , ayudante mayor , capitán,
comandante de batallón , coronel, pasó Soult por
todos los grados, y sirvió con los generales Luck-
ner , Custine, Hoche, Lefebvre y Jourdan. Agre-




SOULT. 3


gado al E. M. del ejército de la Mosela, hizo las
campañas de los años II y I I I , y tomó una parte
gloriosa en casi todas las batallas dadas en la fron-
tera por sostener la independencia de la Francia.


En la célebre de F leurus , la división de los
Ardennes huia desordenadamente, dejando des-
cubierta la derecha del ejército. El general Mar-
ceau perdía el tino y buscaba la muerte ; el coro-
nel Soult se arrojó delante de los fugitivos, los
reunió y condujo nuevamente al combate.


Nombrado general de brigada el 11 de Noviem-
bre de 1794, se distinguió en los diversos pasos
del R i n , y en las batallas de Altenkirchen , de la
Lahn, de Friedberg , e tc . , etc. Destacado un dia
con tres batallones y 150 caballos para cubrir y
despejar la izquierda en Herbon , de repente se
encontró Soult rodeado por 4,000 ginetes enemi-
gos , sostuvo durante cinco horas un encarnizado
combate, rechazó victoriosamente siete cargas con-
secutivas , y prosiguió su camino sin dejar un solo
hombre en poder de los enemigos.


La paz de Campo-Formio dio al ejército del
Rin algunos instantes de reposo, pero bien pron-
to el odioso asesinato de los plenipotenciarios fran-
ceses rompió las negociaciones de Rastadt , y prin-




4 PERSONAJES CELEBRES.


ripiaron nuevamente las hostilidades. En 22 de
Marzo de 1799, en la aldea de Ostrach, el Ar-
chiduque Carlos, al frente de 25,000 austríacos,
atacó la vanguardia mandada por Soult y com-
puesta de 6.000 franceses; la acción fue de las mas
sangrientas; un batallón de infantería principia-
ba á cejar; Soult tomó una bandera , se arrojó en
medio de los enemigos, y reanimó con su auda-
cia el valor de los soldados.


Nombrado general de división en Abril de
1798, hizo la campaña de Suiza á las órdenes de
Massena, sometió á los insurgentes de los peque-
ños cantones, dio los eombates de Altorff, de San
Gotardo , de AVinterthur , y contribuyó poderosa-
mente al buen éxito de la gran batalla de Zurich,
que duró tres dias. Encargado de impedir la
reunión del ejército Austríaco, con el Ruso
que llegaba por la parte de Italia mandado por
Souwarow, Soult marchó primero contra los
Austríacos. El enemigo estaba acampado sobre
el Linth, entre los lagos de Zurich y de Wallens-
tadt en una posición formidable. Para abrir pa-
so á su artillería , el general Soult hizo rellenar
150 toesas de marismas, y en seguida, por una
de aquellas inspiraciones felices que abundan en




SOULT. 5


I


su carrera militar, invento un nuevo proceder es-
tratégico , empleado muchas veces después con
buen éxito ; organizó un batallón de nadadores, que
atravesó armado el r io , y el enemigo sorpren-
dido y atacado durante la noche , huyó hasta el
R in , dejando en el campo de batalla á su ge-
neral en gefe y 4,000 hombres muertos ó heri-
dos.


Conseguida aquella victoria sobre los Austría-
cos , corre Soult coutra los Rusos , los alcanza
en Schwitz , los vence , los dispersa , y limpia de
enemigos toda la orilla izquierda del R i o , desde
su nacimiento hasta el lago de Costanza.


Por aquella época, regresaba Bonaparte de
Ejipto y destruía el Directorio. El ejército de Italia,
descuidado por aquel gobierno inhábi l , estaba
en un completo desorden ; el Primer Cónsul envió á
Massena para reorganizarle, y este pidió con instan-
cia que le acompañase Soult, el cual en 1800 pasó
los Alpes con título de Teniente General, Princi-
pió por abastecer á Savona , y dio un combate en
las alturas de Montenotte, en que mostró el mayor
valor; encerrado y sitiado en Genova por fuerzas
muy superiores , hizo una primera salida , el ó de
Abr i l , con .">,000 hombres , atravesó el ejército-




6 PERSONAJES CELEBRES.


enemigo, se dirigió sobre Sassello , batió y dis-
persó dos divisiones Austríacas , y volvió á entrar
en Genova á los pocos dias con 8,000 prisioneros.
El 10 de Mayo hizo otra salida al frente de 3,000
hombres , atravesó también el ejercito Austríaco,
le atacó por la espalda en Monte-Facio, y le hizo
prisionera una división de 4,000 hombres.


Soult siempre infatigable , dio al enemigo un
tercer combate en Monte-Creto. Una lluvia violen-
ta habia puesto resbaladizo el camino, y el com-
bate fue cuerpo á cuerpo y al arma blanca, El
general recibió un balazo que le fracturó la pier-
na, y sus soldados viéndole caer , le creyeron muer-
to y le dejaron en poder del enemigo, c o n s u her-
mano el gefo de Escuadrón Soul t , que no le
abandonó. Hecho prisionero, fue trasportado á
Alejandría, y pronto, desde su lecho de dolor,
oyó el cañón de Marengo que le anunciaba su
libertad.


Después de esta batalla , presentado y reco-
mendado por Massena á Bonaparte como un oficial
general de las mejores esperanzas , fué nombra-
do Soult Comandante superior en el Piamonte,
donde disipó la insurrección del valle de Aoste ; so-
metió aquellas hordas de vaudidos conocidos por




S O U L 1 . 7


«I nombre de Barbets , los organizó en compa-
ñ í a s , y los hizo ser útiles para el servicio.


Vuelto á Francia cuando la paz de Amieus,
Bonaparte lo conservó á su lado en clase de Co-
ronel General dé la Guardia Consular, y le d i o
el mando del campamento de Saint-Omer; por
úl t imo, el 21 de Mayo de 1804 después del adve-
nimiento de Napoleón al trono imperial, fue Soult
promovido al grado de Mariscal del Imperio.


Después del funesto combate de Trafalgar y
de la pérdida total de la escuadra franco-españo-
la , el ejército destinado primero á invadir la
Iuglaterra, fué dirigido á Alemania. Soult á la
cabeza de un cuerpo de vanguardia, pasó el Rin
en Spira el 28 de Octubre de 1805, penetró en
la Suabia, pasó el Damubio en Donawerth, mar 7 -


ehó sobre Augsburgo apoderándose de aquel pun-
to, y se dirigió sobre Ulm, y desde allí sobre
Memmingen.


Pronto llegó el gran dia de Austerlitz; 80,000
Rusos y 30,000 Austríacos estaban en linea
delante de 00,000 Franceses; la batalla iba á ser
decisiva; el F,mperador lo había dicho y era pre-
ciso vencer á toda costa. Soult mandaba la de-
recha del ejercito , y á los primeros cañonazos se




8 PERSONAJES CELEBRES.


dirigió rápidamente con dos divisiones sobre las
alturas de la aldea de Pratzen coronadas de tro-
pas rusas y de una formidable artillería. Después
de tres horas de un encarnizado combate, Soult,
por uno de aquellos esfuerzos de tenacidad que
le distinguen, acabó por apoderarse de ellas. Sor-
prendidas las lineas rusas en su huida por una
marcha de flanco, se encontraron cortadas, y el
Mariscal precipitó dos tercios de ellas sobre el
lago de Monitz. El lago estaba helado, Soult hizo
adelantar la artillería; y roto el hielo en un ins-
tante, toda aquella masa de hombres y caballos
desapareció en las olas. Aquel vigoroso movi-
miento decidió en gran parte la suerte del com-
bate, y en aquella misma tarde, en el campo de
batalla dirigiéndose Napoleón á Soult le dijo:« Ma-.
rical sois el primer maniobrero de Europa.»


En Jena, el 14 de Octubre de 1806, Soult
se distingió también por la energía de su ataque
sobre el centro del ejército enemigo, apoderán-
dose de un bosque cuya toma contribuyó en gran
manera á que se ganara la batalla. En seguida
persiguió á los fugitivos hasta Lubeck, y ayuda-
do de Bernadotte, derribó las puertas de la
Ciudad, destruyendo asi los últimos restos de las




SOULT. 9
fuerzas Prusianas. En Eylau, Soult contuvo el
cuerpo de ejército del General ruso Beningsen, y
mas adelante se apoderó de Koenigsberg; después
de haber desplegado durante aquellas tres glorio-
sas campañas los mayores conocimientos milita-
res, recibió Soult después de la paz de Tilsit
el titulo de Duque de Dalmacia.


Hecha la paz con el Austria, la Prusia y la
Rusia, enciéndese de nuevo la guerra en España
con mayor furor. El ejército inglés desembarca
en la Península; la famosa batalla de Bailen des-
truye el prestigio de los ejércitos franceses, y el
Rey José se vé obligado á dejar á Madrid. Soult
llegó á Bayona con el Emperador, recibió el man-
do del segundo cuerpo, se apoderó de Burgos,
ocupó á Santander, desbarató cerca de Reinosa el
ejército español de Estremadura, y dirigiéndose
después sobre los ingleses, los persiguió de cerca
hasta la Coruña, les obligó á embarcarse preci-
pitadamente dejando un número considerable de
muertos y prisioneros.


Obtenido este resultado, el Mariscal recibió la
orden de entrar en Portugal. Rodeado de ene-
migos invisibles, en un pais casi desconocido , con
un tiempo y caminos espantosos, llegó Soult de-




10 l 'EKSONAJES CELEBRES.


lante de Oporto, con tropas rendidas de fatiga.
En vano quiso parlamentar, y tuvo precisión de
dar el asalto; la plaza fue tomada, y cerca do
10,000 portugueses perecieron en la acción. En-
cerrado en Oporto con 21,000 franceses, espe-
rando refuerzos para internarse mas en el pais,
supo el general que el ejército inglés arrojado de
España habia desembarcado en Por tuga l ; pero
los nacionales se levantaban por todas partes, y
pronto iba á verse rodeado por fuerzas supe-
riores ; en efecto, la vanguardia de Wellesley (W'e-
llington) llegó hasta Oporto , é intentó un golpe
de mano sobre la ciudad. La situación era críti-
ca, y la estación de las peores. El Mariscal no
yaciló ; hizo quemar todos los equipajes del ejér-
c i to , principiando por los suyos, y mandó que los
soldados vaciasen sus mochilas para llenarlas de
municiones. Púsose en marcha atravesando las
montañas y rechazando los ataques, y volvió á
entrar en España con muy poca pérdida. Según los
estratégicos, aquella atrevida retirada es una deles
mas bellas operaciones militares de Soult.


Se ha querido suponer, que durante su per-
manencia en Oporto, el Mariscal, invitado por los
principales habitantes, concibió el proyecto de




SOULT. 11


hacerse proclamar Rey de Portugal bajo el nom-
bre de Nicolás I. Este hecho, que solo se funda
en el aserto de un autor inglés (*) nos parece por
lo menos dudoso. De todos modos, en una época
en que los Principes y los Reyes se improvisaban
de un dia para otro , nos parece que Soult hu-
biera hecho tan buena figura sobre el t rono, como
por ejemplo el glorioso acuchillador Mura t , ó el
primer llegado de los individuos de la familia
Imperial, á quienes Napoleón arrojaba coronas,
cuidándose poco de averiguar si su cabeza era
bastante fuerte para poder llevarlas.


Después de la retirada de Oporto fue cuando,
para poner un término á las rivalidades de los
diversos generales franceses que se disputaban el
mando en perjuicio del conjunto de las operacio-
n e s , dio el Emperador un decreto nombrando
al Mariscal Soult mayor general de los ejérci-
tos franceses en España , con autorización for-
mal de tomar el mando en gefe en cualquier
parte donde se encontrase. Téngase en cuenta que
los concurrentes eran hombres como Ney, Suchet,
Victor y Mortier, y se verá que aquel decreto es
por sí solo una respuesta categórica á lo que han


I ' ) Rob. Southcy. Historia de la guerra de la Península.




12 PERSONAJES CELEBRES.


dicho ciertos biógrafos, que han querido presentar
á Soult como un general inferior á ellos, ejecutan-
do maquinalmente las órdenes que recibía, é in-
capaz de elevadas concepciones personales.


La brillante victoria de Ocaña, 10 de Noviem-
bre de 1809 , justificó pronto la elección del Empe-
rador, y abrió á los franceses las puertas de An-
dalucía. Al tiempo que el Mariscal permaneció en
aquellas provincias, se refieren las acusaciones que
se le han hecho de exacciones, de concusión y
de pillaje, renovadas con mayor fuerza desde que
principió su vida política. No nos toca á nosotros
discutir sobre imputaciones desnudas de pruebas
positivas; solo diremos .que cuando Napoleón en
Sta. Elena pasa revista á los depredadores de su
E. M. jamás pronuncia el nombre de Soult en este
sentido.


Principiaba ya á establecer una administración
sabia y previsora en Andalucía, cuando la derro-
ta de Marmont en los Arapiles abrió á los in-
gleses el camino de Madrid. Soult evacuó la An-
dalucía, se dirigió por los reinos de Granada y
Murcia al de Valencia , alli reunió el ejército del
centro, marchó al encuentro de los ingleses, los
alcanzó en Salamanca, los dispersó y rechazó á




SOULT. 13


Portugal. Estas marchas del Mariscal en España,
son consideradas por muchos como modelos de
táctica.


En el año 1813 la desgraciada campaña de Ru-
sia acababa de devorar á cerca de 600,000 fran-
ceses; el Emperador llamó á Soult á su lado; le
dio el mando en gefe de su guardia , y el Maris-
cal se distinguió en las sangrientas batallas de
I/Utzen ydeBautzen. Ausente Soul t , los aconteci-
mientos variaron de aspecto en España ; Welling-
ton ganó la batalla de Vitoria y se aproximó á
las fronteras de Francia. Napoleón estaba en
Dresde; espantado de los progresos que los In-
gleses hacian, mandó á Soult que partiera al ins-
tante para España. En ocho dias, llegó á Ba-
yona desde el fondo de la Alemania; alli, aunque
no pudo reunir mas que 50,000 hombres, forti-
ficó aquella Ciudad y tuvo en jaque á los 120,000
de Wellington. Combatió noblemente en Saint-
Palays , en Gauveterre, en Orthez, en Aire, en
Tarbes, y fué á meterse en Tolosa. Quedábanle
26,000 hombres con los cuales debia hacer fren-
te á 86,000 Ingleses. Era en 10 de Abril de 1714,
la Francia estaba invadida por todas partes, Pa-'
ris habia capitulado hacia ya 10 d ias , el Empe-




14 PERSONAJES CELEBRES.


rador había abdicado, y los Borbones habían vuel-
to á subir al trono. En medio de tantas calami-
dades, el Mariscal Soult fué el que disparó el
último cañonazo, el último que dejó el campo de
batalla, el que bajo los muros de Tolosa consiguió
la última victoria. Los movimientos militares de
Soult en aquella época han sido juzgados diver-
samente: no pretendemos apreciarlos; permítase-
nos solamente que nos apoyemos en la opinión
de un hombre, que era seguramente un poco
conocedor, el mismo Napoleón que decía enSta .
Helena, que la campaña de Soult en el medio dia
de la Francia era muy hermosa (*). Se ha discu-
tido también mucho en estos últimos tiempos si
el Mariscal habia ganado ó perdido la batalla
de Tolosa. Los unos han dicho que siempre es
vencido el que abandona sus posiciones; los otros
que Soult de ningún modo hubiera podido per-
manecer en Tolosa; que los Ingleses con fuerzas
dos veces superiores sufrieron enormes pérdidas,
que el Mariscal conservó el campo de batalla,
que hasta durmió en él, que el enemigo no se
atrevió á penetrar en la Ciudad sino después de
haber él renunciado á ocuparla.


(*) Memorial de Santa Helena. T . III, pág. 280.




S O U I . T . 15


Hemos llegado casi al término de la carrera
militar de Soult, y para describirla tal cual es,
es decir gloriosa y bella, nos ha bastado recor-
rer el Monitor. Su vida política nos pres3nta ba-
jo todos aspectos el mismo carácter de tersura;
entreramos en ella con igual frauqueza.


Después de la restauración, Soult se unió al
gobierno, y recibió en Junio de 1814 el mando
de la 13 . a división militar.


Nombrado Ministro de la Guerra el 3 de Di-
ciembre, provocó el secuestro de los bienes de
la familia Bonaparte; hizo acusar ante un con-
sejo de guerra á uno de sus compañeros de ar-
mas, al General Excelmans, cuyo delito era
haber escrito á Murat, Bey de Ñapóles, una car-
ta de adhesión demasiado ardiente.


El consejo de guerra le absolvió. Napo-
león tardó poco en escaparse de la Isla de Elba;
á la primer noticia del desembarco, publicó Soult
su famosa orden del dia de 8 Marzo de 1815
contra el aventurero que voivia d apoderarse de
un poder usurpado; y sin embargo, Luis XVIII
desconfiando del Mariscal le quitó el Ministerio.
A los pocos dias, los Borbones salían para Gan-
te, y Napoleón entraba en Paris. Soult se le pre-




l ( i PERSONAJES CELEBRES.


sentó el 25 Marzo; un biógrafo hostil, dice que se
ignora lo que pasó en aquella entrevista; pero
Napoleón mismo se ha encargado de manifestár-
noslo: « Soult está inocente de toda traición, dice
él en Sta. Helena; él mismo me ha confesado
que habia tomado una verdadera inclinación por
el Rey. La autoridad de que disfrutaba con él,
decia, tan diferente de la de mis Ministros, era
una cosa muy dulce, y le habia subyugado de
repente.»(*)


Pronto volvió á parecer el enemigo en el ter-
ritorio francés : nombrado Soult Mayor General
después de haber publicado una nueva orden del
dia, en la que el aventurero era aun el grande
hombre, marchó donde le llamaba su deber de
Francés, superior á todas las simpatías de per-
sonas, es decir, á la frontera, á Waterloo. Allí,
se batió como un valiente; desesperado Napoleón
quería arrojarse en medio de las bayonetas ene-
migas; Soult cojió la brida de su caballo, y le
arrastró al camino de Charleroy.


Algún tiempo después, el Emperador iba á
buscar la odiosa hospitalidad del Belerofonte, y
Soult retirado á sus hogares, y amenazado de ser


(*) Memorial de Santa Elena. T. I I pog. 418.




SOÜLT. 17


puesto en juicio, publicaba una memoria justifi-
cativa en la que hay algunas lineas empapadas
de una especie de odio y de desden contra aquel
hombre:, y aquel hombre es el grande hombre de
poco antes, es su héroe, su Dios de otro tiéiii-
po; es Napoleón vencido, separado de cuanto
ama, y condenado á morir sobre una roca abra-
sadora á í,000 leguas de Europa. El biógrafo no
necesita censurar semejantes palabras, llevan en
si mismas su propia condenación.


Comprendido en el decreto de 24 de Julio,
Soult es condenado á destierro, y se retira con
su familia á Dusseldorf, en Alemania. En 1819
se le permite Volver á Francia; el 9 de Enero
dé 1820 Luis XVIlI le devuelve el bastón, de Ma-
riscal. El 5 de Noviembre dé 1829 Carlos X le
confiere el collar de la orden del Espíritu Santo,
y le nombra Par de Francia. Mucho se tiá sati-
rizado su fervor religioso en aquella época; no
nos detendremos en ello, ignoramos hasta que
plinto estaba ó nó el Mariscal de buena f é , y
ademas semejantes puerilidades no nos parecen
del dominio de lá historia.


Después de la revolución de Julio, la Francia
no tenia mas fuerza que el entusiasmo de sus




1 8 PERSONAJES CELEBRES.


hijos; el ejército era numéricamente débil, y una
nueva invasión podía volver á imponer á los
Franceses las humillaciones de 1814 y 1815. El
Ministerio Laffitte COAOCÍÓ la necesidad de poner
una fuerte caneza de organización en e\ depar-
tamento m i l i t a r y e» Noviembre de 1830 el
Mariscal Spult fué llainado aJ, Ministerio, de la
Guerra. Aquel Ministerio de coacesio» era poco
conveniente para la naturaleza enérgica del Mar
riscal, nutrido de tradiciones imjjeriales^ asi fué
que se limitó en lo posible al circulo, de sus
funciones, absorviendose en sus trabajos, de reor-
ganización militar; pronto, 410,00p hogares ar-
mados, equipados, instruidos y dispuestos á re-
chazar á los estra^geros, probaron á, la Europa
que el viejo soldado nada había perdido de su
actividad.


El advenimiento <jel, Mjnistew Casimiro Pe-
ri,er, Ministerio de, represión sj ta hubo, tuvo
por consecuencia crear al .Mariscal.- tina, a fondad
poderosa, y abrirle el camino de la presidencia.
No tenemos que dar aquí muestra opinión sobre
la aplicación del sistema militar, sobre los es-
tados de sitio, los consejos de guerra permaneu-
tes, etc. etc. Durante todo aquel periodo hubo




SOULT. 19


(*) Véase la biografía de Mr. Thiers .


lucha, lucha fatal entre el poder y los partidos;
corrtó la sangre por las calles de París, y en los
dias 5 y 6 de Junio la guerra civil se levantó
sobre la tumba del pacificador de la Vandé.


Muerto Perier sin haber terminado la crisis,
el Duque de Dalmacia quedaba el hombre de la
situación, y en 11 de Octubre de 1882 pasó á
la presidencia del Consejó. El arresto de la Du-
quesa áüt Berry, la espedicion de Amberes, el
proyecto de ley acerca dé los fuertes destacados,
la ley sobre las asociaciones, el sangriento y de-
cisivo combate dado al partido republicano en
Abril de 1834, en Lion y en París, son actos co-
lectivos én que el Duque de Dalmacia no desem-
peñó siempre él principal papel. (*)


Después de los sucesos de Abril, no siendo
ya Una necesidad él sistema represivo y militar
representado por el Mariscal, precisamente debia
modificarse. En el momento del peligro, la Cá-
mara le habla sostenido casi por unanimidad, pe-
ro después de la victoria ya no gustaba de él. Asi
fué que al acabar la legislatura de 1834, prin-
cipió á manifestarse una fracción indecisa hasta




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


entonces, conocida mas adelante con el nombre
de tercer partido. Ante aquella nueva oposición,
compuesta de hombres monárquicos, pero enemi-
gos de los medios estreñios, Mr. de Broglie su-
cumbe primero en la cuestión importante del
crédito de los Estados Unidos; después llega el
turno del Duque de Dalmacia : creando un ejér-
cito , peleando contra las facciones, el Mariscal
habia usado con largueza del presupuesto de su
departamento; el tercer partido, representado por
Mr. Dupin, el Abogado mas tenaz de la Cámara,
le pidió imperiosamente cuenta de su adminis-
tración.


Al orador que iba rebuscando Minuciosamen-
te los francos y los céntimos, gustoso le hubie-
ra respondido el Mariscal, imitando á Escipion:
»he levantado 400,000 hombres, vamos al Capi-
tolio á dar gracias á los Dioses» pero como el
argumento hubiera tenido poco valor para nues-
tros modernos Senadores, se prefirió apelar á
una disolución. Aquella medida no llenó su ob-
jeto: el tercer partido volvió mas poderoso que
nunca, la mayoría se pronunció fuertemente
contra el Mariscal, y Mr. Thiers se deshizo hábil-
mente de su colega, que volvió á la vida pri-




S 0 U L T . 21


vada, hasta el 12 de Mayo de 1839 en que fué
nuevamente llamado á la presidencia.


Al término de su carrera, el Duque de Dal-
inacia debia esperimentar una de aquellas satis-
facciones que consuelan de muchos errores; lle-
gaba la hora de su popularidad, y cosa singular,
inaudita en los anales de Francia, una nación
estrangera y por mucho tiempo enemiga, es la que
se levanta toda entera para mostrarle cuánto se
aprecian allí sus viejos monumentos de gloria que
ella parece casi desdeñar.


Entonces Ja Francia se conmueve á su vez; la
imprenta de la oposición tan hostil en otro tiem-
po al Mariscal Ministro, le cubre con su ejida.
Ya no es el renegado de todos los partidos, el
hombre sanguinario del 13 de Marzo y del 11 de
Octubre, el gefe militar incapaz, el vencido en
Tolosa, etc.; es el noble símbolo de la democra-
cia, es el soldado salido del pueblo, dominan-
do con todo el brillo de su gloria sobre hijos
de Reyes, de Príncipes, y sobre los vastagos
mas ilustres de las familias mas antiguas de Eu-
ropa, es el viejo Mayor General, es el brazo de-
recho de Napoleón; ¡oprobio al que sostuviese que
no fue vencedor en Tolosa! Desgraciadamente du-




23 PERSONAJES CELEBRES.


ra poco el entusiasmo en Francia, y al paso que
la Inglaterra recuerda aún con placer la mar-
cha triunfal del ilustre estrangero por sus Conda-
dos , por entre casas empavesadas como para una
fiesta nacional, en medio de aquellas nmgeres
agitando sus pañuelos desde las ventanas, de
aquellos hombres precipitándose en la calle sobre
su caballo para verlo de mas cerca, de aquel
ejército cuya mitad peleó tal vez en España y en
Waterloo, que le acoje con estrepitosos vivas, con
alegría, con admiración , con un entusiasmo que
raya en delirio; mientras la Inglaterra recuerda to-
do esto, la Francia , á lo menos en cuanto la repre-
senta la mayoría de la imprenta periódica, lo ha ol-
vidado ya ; y el día en que el glorioso triunfador de
Londres quiso poner la mano en la cartera de los
negocios estrangeros , volvió á ser lo que era él
18 de Marzo y el 11 de Octubre, esto es un pe-
sado y grosero soldado, una faustuosa nuli-
dad, e tc . , etc. En medio de tan mezquinas con-
tradicciones, ¿ qué debe hacer el biógrafo ? ¿ Que-
mará cada seis meses, como el periodismo y el Rey
Clodoveo lo que ha adorado y adorará lo que ha
quemado? en nuestra opinión no debe quemar ni
adorar; creemos por ejemplo que en manera al-




SOULT. 23


guna debe afirmar, que el Mariscal maneja tan
bien la pluma como la espada, que sabe de me-
moria á Grotio, BurlaiOiaquj,, y Puffendorf, que
tiene tanta capacidad como Mr. Thiers para agru-
par cifras ó redactar una nota diplomática ; por ul-
timo que está perfecta monte, en su lugar, al; frente
de un departamento que exige muclw sutileza,
mucha suavidad, no poc* locuacidad, un taat#
de tunantería (permítasenos la palabra), y. en, don?
de jamás debe olvidarse aquel divino, piecepjto
del o>aestro: « la palabra Ua sido concedida, al
hombre para disfrazar su pensamiento »


Pero creemos también que en medio de to-
dos esos cambios , que tan rápidamente se han
verificado en la escena política desde 1789, el
hombre ha podido tener sus vacilaciones , sus erro-
res y aun sus debilidades, sin que por eso sea
permitido al biógrafo, desde lo alto de su gran-
deza, borrar de una plumada cincuenta años de
gloria.


Creemos que en ciertas épocas la vida públi-
ca es un mar tempestuoso en el que es preciso
bordear, para no estrellarse contra los escollos, y
que se puede servir bien á su pais bajo todos los
gobiernos ; que los poderes que caen se suicidan




24 PERSONAJES CELEBRES.


siempre, que el que intenta en vano detenerlos en
una pendiente peligrosa no tiene obligación de
precipitarse con ellos en el abismo; que cuando se
ha derramado su sangre por la patria en todos
los campos de batalla de la Europa, cuando se
han dedicado esclusivamente al servicio de esa
misma patria facultades eminentes, cuando se ha
tenido siempre en él corazón y en los labios el
sentimiento del honor nacional, se es digno dé
poseer una hermosa parte de las simpatías del
pueblo Francés1. En él fondo no le faltan al
Mariscal Soult; el porvenir será para él mas ge-
neroso aun que el presente, y será justo.






Personages Celebes ¿el Siglo X I X .




JOAQUIN ROSSINI.


•< Una cosa muy triste , y tal ve/,
una verdad, es que el BELLO IDEAL en


la música cambia cada treinta años.
Y IDA Dt KoSSJNI, por Mr. Sten-


dhal, T. I. pág. 12 .


YA libro, del cual tomamos la idea que nos
sirve de epígrafe, es él mismo una prueba de la
exactiud de esta idea. Esta obra, que á pesar de
tener dos volúmenes, está enteramente dedieada
á Rossini, es ya antigua, pues se publicó en
1823. Para manifestar cómo se escribía en aquel
tiempo sobre Rossini, copiamos el exordio de
Mr. de Stendhal: «Desde la muerte de Napoleón
ha habido otro hombre, del cual se habla siem-
pre asi en Moscou como en Ñapóles, lo mismo
en Londres que en Viena, asi en Paris como en




2 PERSONAJES CELEBRES.


Calcuta; la gloria de este hombre no conoce
otros limites que los de la civilización, y ape-
nas cuenta 32 años.»


En el dia Rossini ha pasado de los 50. Es un
gran compositor que ya no compone, y si hu-
biéramos dado como de propia cosecha las lineas
que acabamos de citar, es probable que el lec-
tor se hubiera admirado un poco; y que este
paralelo con Napoleón , que en 1823 y enmedio
de los mayores triunfos del maestro no carecía de
verosimilitud, hubiera parecido por lo menos
muy exagerado en 1843. ¿Diremos por eso que
el genio de Rossini ha declinado desde 1823 ?
No seguramente, pues su obra maestra, Guiller-
mo Tell es de 1329; sino que desde aquella com-
posición Rossini se retiró. Al dia siguiente de la
la primera representación de Guillermo Tell, el
cisne de Pésaro se dijo á si mismo: «mi fama
solo puede disminuir ya , y no cantaré mas.» Y
lia cumplido su palabra; en vano ha llamado la
Francia al artista ingrato, que en el momento
eu que su gloria, desconocida siempre en el nor-
te de la Alemauia, principiaba á decaer en.Italia,
le bahía acogido en su seno para reanimarle con
el contacto de su admiración. En vano mas ade




BOSSINI. 3


lante, la voz de Duprez, digno intérprete de ios
pensamientos de Iíossini, circuía su nombre con
una aureola mas que nunca bri l lante, y arran-
caba al público gritos de entusiasmo, que debie-
ron resonar del lado allá de los Alpes; nada pu-
do despertar al dormido cisne, nada conmover
aquel genio saciado y debilitado por un largo
reposo.


Nos equivocamos: JAossini acaba de hacer un
rebusco entre sus papeles, y ha sacado de ellos
un Stabat á grande orquesta, anunciado dos años
antes y compuesto muy anteriormente (*) ; y
mientras sus amigos se esfuerzan eu elogiar aque-
lla composición, el maestro vuelto á su apatía,
se ocupa en buscar un nuevo modo de matar
«1 tiempo que le mata; lleva su fastidio de su
casa de campo á su palacio de Bolonia; siem-
bra , planta, edifica, acumula, especula y hasta
pretenden muchos {horresco referens) que el au-
tor de Guillermo Tell para distraerse se ha vuel-
to mercader de pescados en grande (**). ¡ Vanos es-


(*) Este Stabctt, que ha dado lugar á un pleito entre dos
editores que se decían propietarios de ia o b r a , fue compues-
to en 1832 por encargo, si no nos equivocamos, del Comisa-
rio general de Cruzada, el Sr. Várela.


(**) Para ser justos diremos aquí , que la reputación de




4 PERSONAJES CELEBRES.


fuerzos! Detrás de su libro de caja sedet ultra
cura; en medio del lujo que le rodea, echa de me-
nos el tiempo en que rico, con un grande porvenir
que ya no es nías que pasado, el pequeño Joaquín
llevaba alegre á su padre algunos paoli, ganados
cantando en las iglesias de la Romana. Privado de
los goces de familia, que ayudan á bajar dulcemen -
te la pendiente de la vida, y corroído por un escep-
ticismo universal, dícese que el gran maestro se
muere de fastidio. Cuántas ilustraciones de este
siglo conocemos que se hallan en el mismo caso!
¿Y qué hombre tiene mayor derecho para fastidiar-
se que Rossini ? ¿ Cuál ha tenido una vida mas ale-
gre, mas loca, mas descuidada, mas tumultuosa?
¿Quién ha abusado más que él de las admirables
facultades con que la naturaleza le habia dota-
do? ¿Qué hombre ha mirado con menos serie-
dad que é l , al arte y al artista? ¿Qué hombre
ha buscado menos la gloria que iba siempre en
pos de él? ¿Quién se ha cuidado menos de la
posteridad que Rossini? Y en resumen ¿qué es


rapacidad que se ha dado á Rossini , confirmada por mu-
chos escritores, especialmente por Mr. Fetis en su Biogra-
fía Univeríal de los músicos, acaba de ser rebatida por el
mismo Mr. F e l i s , en una carta escrita desde Florencia al
Director de la Caceta Musical.'




ROSSINI. 5


la postedarid para un compositor? ¿Dónde prin-
cipia ? ¿ Dónde acaba ? ¿ Hasta qué punto el bello
absoluto en la música, se puede separar del bello
relativo, que depende de los gustos particulares de
cada generación, y que desaparece con ella ? ¿ Qué
compositor puede lisongearse de vivir, no diremos
entre los eruditos sino entre las masas, cien años
mas que el cantor cuya voz popularizó sus inspira-
ciones? Muerto Taima, aun se lee á Racine, y es
todavía bello aunque despojado de una parte de su
prestigio; el gondolero que cauta los versos del
Tasso sabe que son los versos del Tasso; ¿quién
lee en ei dia á Tancredo, que hace 20 años electri-
zaba á todo el mundo? Cuantas gentes van tara-
reando el famoso Di tanti palpiti sin acordarse que
salió un dia fresco y puro de la imaginación de
Rossini, en cinco minutos, en el tiempo de cocer
el arroz 0) . De las cuarenta y ocho obras de
Rossini, entre ellas treinta y siete óperas, ¿cuán-


(*) En Yeneci a llamaban á aquella aria V Aria dei rizi
Aria del arroz. Ross in i , precisado á sufrir los caprichos
de una cantatriz que no gustaba del aria compuesta pri-
mero para la entrada de Tancredo , se había visto precisado
á improvisar otra , pocas horas antes de la representación,
al t iempo de c o m e r , y mientras se preparaba un pialo de
arroz á medio cocer, con que principian siempre todas las c o -
midas en Lombardia.




6 PERSONAJES CELEBRES.


tas quedan en el dia en la escena y cuántas que-
darán dentro de cincuenta sños? Y sin embargo,
ningún hombre lia conmovido mas á sus con-
temporáneos; ninguno ha obtenido mayores y
mas legítimos triunfos; pero el tiempo, que tan-
tas glorias devora, es insaciable de glorias mu-
sicales; en ellas la fragilidad está en proporción
del brillo. Limitándonos á hablar solo de Italia,
de esa tierra donde fiorece el arte con el amor
y el naranjo, donde se comprende tan bien esa
cosa tan conmovedora y fugitiva que se llama el
canto, véase cuantos antecesores hay de Rossini,
de quienes solo queda el nombre en el dia, y que
hace un siglo á los ojos de sus contemporáneos
pasaron por haber llegado á los últimos limites
de lo bello. ¿ Qué se han hecho Pórpora, Duran-
t e , Leo , Galuppi, Pergolesi, Vinci, Hasse, Jo-
melli , Legroscino, Guglielmi, Piccini, Sacchini,
Sa r t i , Paisiello , Anfossi, Traet ta , Zingarelli,
Mayer, Mosca, Paer, Pavesi, Generali? ¿ Y el -
mismo Cimarosa, cuyo canto era tan dulce como
su nombre, no ha sufrido también la inevitable
ley del tiempo?


Véase, pues , porqué el autor de Guillermo
Tell no es tal vez censurable por haberse cuidado




ROSSINI. • 7
poco de su gloria; ha descontado mucho del por^
venir, y vive en el dia de lo pasado. Acabar á
tiempo es de un hombre de talento, y vale mas
dejar al público, que verse abandonado por él ;
¿ quién sabe si el maestro volvería á encontrar en
el dia la frescura délas melodías de su juventud,
y el vigor de las inspiraciones de su edad madura ?
Entiéndase esto sin que pretendamos decidir entre
los que sostienen que el Stabat tan carareado cons-
tituye una nueva transformación en el talento del
autor , un tercer método ; y los que afirman, al
contrario, que marchando por las huellas del fer-
viente Palestrina, el Voltaire da la música , se ha
descarriado. Que Rossini tenga ó no razón en
dormir sobre sus laureles , ó en acabar como el
diablo cuando se vuelve viejo, con música religio-
sa , no es de este lugar; dejemos estas graves cues-
tiones para otros mas entendidos, y contentémonos
con recorrer rápidamente el curso de la existencia
mas brillante que jamás ha tenido artista alguno.


A fines del siglo último había en Pésaro , her-
mosa y pequeña ciudad del Estado del Papa , edi-
ficada en anfiteatro-sobre el Golfo de Venecia , un
pobre y honrado tocador de trompa de tercer
orden, llamado José Rossini, casado con la joven




8 PERSONAJES CEI.EBHES.


Ana Guidarini, que no tenia mas bienes de for-
tuna que una voz mediana y una herniosa figura.
Cuando llegaba el tiempo de las ferias, la pareja
abandonaba á Pésaro , y recorría las ciudades de
la Romana, tocando el marido en las orquestas
improvisadas, de óperas foráneas improvisadas
también, y la muger cantaba medianamente en
la escena los papeles de scconda donna ; en el
Otoño , marido y muger regresaban agarrados
del brazo á Pésaro, donde subsistían lo restante
del año con el escaso producto de su industria
nómada. Aunque pobres eran felices, y se cuida-
ban poco del porvenir , cuando el 29 de Febrero
de 1792 les nació un hermoso niño , á quien
llamaron Joaquín Rossiní, sin pensar en el rui-
do que este nombre debia hacer algún día en el
mundo.


Según Mr. de Stendhal , Joaquin no principió
á estudiar la música hasta los 12 años , y según
Mr. Fetis acompañaba ya á los 10 años á sus pa-
dres en sus escursiones , y tocaba de cualquier
modo acompañando á su padre. A los 12 años
notaron sus padres que tenia una hermosa voz, le
llevaron á Bolonia y le presentaron al profesor
Angelo Tesei , que se aficionó á él , le enseñó el




IlOSSISI. 9


canto y el piano , y en muy poco tiempo !e puso en
situación de ganar algún dinero, cantando solos
de soprano en las iglesias de Bolonia. A los dos
años estaba ya muy adelantada su educación musi-
cal , leia y cantaba de repente las composiciones
mas difíciles ; y como era bien formado y her-
moso, el honrado José Rossini principiaba á creer
que su hijo seria algún dia un tenor bastante dis-
tinguido ; entre tanto , hizo que se uniera , en ca-
lidad de director de los coristas , á una compañía
ambulante, con la cual recorrió el joven Joaquín
Lugo , Ferrara , Forl i , Sinigaglia y otras peque-
ñas ciudades de la Romana ; volvió' á Bolonia , fue
admitido en el Liceo de aquella ciudad el 20 de
Marzo de 1807 , y el P. Estanislao Matteí , sabio
profesor de contrapunto , se encargó de iniciarle
en los misterios de la composición musical. Rossi-
ni no quería saber mas que lo que necesitaba para
ser un gran genio, y apenas había transcurrido
un año de estudios, ya habia dejado al P. Mattei,
quien después de haber inculcado á su petulante
alumno el conocimiento del contrapunto simple,
y cuando iba á introducirle en el mas complicado
laberinto del contrapunto doble, tuvo la ocurren-
cia de confesarle que sabia ya bastante para com-




10 PERSONAJES CELEBRES.


poner música libre , pero que la música religiosa
exigía muchos mas conocimientos. «¡Por vida!
maestro , esclamó Rossini que no pensaba entonces
que acabaría algún dia componiendo un Stabat,
precisamente lo que quiero componer son óperas,
y me permitiréis que no siga adelante. » A los po-
cos dias , y á la edad de 16 a ñ o s , principiaba
Rossini á darse al público con una sinfonía á
grande orquesta, y una cantata intitulada: 11
pianto aV armonía , que fue ejecutada en Bolonia
el 11 de Agosto de 1808 , y dio lugar á que le eli-
jieran director de la Academia de los Concordi,
reunión musical formada en el seno mismo del
Liceo de Bolonia.


Desde la edad de 16 á 18 años , compensó Ros-
sini lo que había de superficial en sus estudios teó-
ricos, con otros prácticos que se avenían mejor con
su naturaleza , y que consistían en poner en par •
t i turas , cuartetos y sinfonías de Ilaydn y de Mo-
za r t , cuya ejecución dirigía en Bolonia. A los 18
años hizo un viaje á Pésaro , y la famiiia Perti-
car i . una de las mas distinguidas del país , se in-
teresó por él y le ayudó para que se admitiese en
el teatro San Mosé , en Venecia, una opereta t i -
tulada La Cambíale di Matrimonio, lista obra,




BOSSINI. 11


tuvo un mediano éxito, y á ella se siguió in-
mediatamente U Equivoco stravaganie, ópera
bufa , representada en Bolonia en el Otoño de
1811, que no gustó; realzóse en 1812, haciendo
representar en Boma con buen éxito la opera de
Demetrio é Polibio, que según Mr. de Stendhal
compuso en 1809, y que de consiguiente era su
primera ópera, retocada sin embargo para el
teatro falle de Roma. En el mismo año de


1812, compuso Rossini, una tras de o t r a , L'
Inganno felice,representada ourante el carnaval
en Venecia; Ciro in Babilonia , ejecutada en
Ferrara durante la Cuaresma; en la Primavera,
La Scala di seta, ópera bufa representada en
Venecia en el teatro San Mosé; en el Otoño,
La Pietra del Paragone, representada en la Sca-
la de Milán; y durante la misma estación en
Venecia V Ocasione fa il ladro. Estas tres til-
timas óperas bufas, escritas cálamo cúrrente,
distaban mucho de ser perfectas; pero ciertas
partes notables llamaron la atención del público
hacia el joven compositor, que debía tardar poco
en concentrar sobre sí todas las miradas.


Según Mr. de Stendhal á la Scala di Seta,
y según Mr. Fctis a una ópera olvidada y mala,




12 PERSONAJES CELEBRES.


titulada Sigismondo, se refiere una anécdota bas-
tante conocida, v que dá ya una idea del carác-
ter original de Iiossini. Seguimos la versión de
Mr. Fetis como mas reciente y verosímil. Un
empresario de Vcnecia llevó á Rossini un libret-
to absurdo, para ponerlo en música; hecho el
spartito y en el momento de representarse, el
empresario se disculpó con el joven maestro por
haberle dado un libretto tan malo. « Tranquili-
zaos, contestó Rossini riéndose, lo he advertido
y he compuesto la música mas mala todavía. >
El empresario creyó que era una chanza y olvi-
dó el dicho. Al acercársela representación, Ros-
sini que realmente habia formado empeño en
componer una música detestable, principió á te-
mer , no por la obra, sino por su reputación, é
imaginó corno un medio ingenioso, para que no
fuera oida su música, el mandar á los víolines
de la orquesta que se interrumpiesen á cada com-
pás, para dar con el arco en la pantalla de hoja
de lata que cubría la luz de las lámparas que
los alumbraban. Tan singular acompañamiento
admiró al principio al público, y se contentó con
silvar ligeramente; pero luego viendo que con-
tinuaba aquel desorden, y que evidentemente se




ROSSINI. 13


burlaban de él, se levantó furioso, rompió los
bancos, destruyó las arañas, y estuvo en poco
que no apalease á Rossini, que se escapó riendo
como un loco de su picaresca invención.


Después de otra ópera bufa, Il Figlio per
azzardo, representada en Venecia durante el Car-
naval de 1813, Rossini que apenas contaba 21
años, reveló de repente su genio en una obra que
hizo tal furor en Italia, que en un instante,
en los salones, en las calles, en las iglesias, en
el mismo recinto de los tribunales y á las bar-
bas de los jueces, el público italiano, cual si le
hubiera picado la tarántula, en vez de bailar no
tuvo mas que una voz para cantar en todas par-
tes y á todas horas Ti rivedrò, mi rivedrai; ó
Tu che accendi, y las otras melodías deliciosas
de la obra mágica que acababa de encantarle.
Tancredo, representado por primera vez en el
teatro Della Fenice en Venecia, tuvo uno de
esos éxitos prodigiosos que elevan de un solo gol-
pe á un hombrea la cumbre déla gloria; y no
se olvide que Rossini era hermoso , joven, ardien-
te, impetuoso, que vivía en un pais donde todas las
pasiones están prohibidas, menos una que reem-
plaza á todas las demás, para juzgar de los




1 4 PERSONAJES CELEBRES.


triunfos, de los lionores y de las rail locuras del
autor de Tancredo, Las grandes Señoras se lo
disputaban, la Ma... cantatriz bufa, entonces en
la flor de su juventud, de su talento y de su
hermosura, se lo quitó á las grandes Señoras, y
en compensación, seguii se dice, le sacrificó es-
toicamente al Príncipe Luciano Bonaparte, hasta
que la mas hermosa, y hasta entonces la mas
virtuosa muger de la Lombardia, le arrebató á su
vez á la Ma... hasta que.. . . No acabaríamos si
quisiéramos recorrer la larga serie de triunfos que
se subsiguieron hasta el casamiento. Hasta la
conscripción, la implacable conscripción , arrió
bandera ante Rossini. El Príncipe Eugenio, Vi rey
entonces, tuvo escrúpulo de esponer tan hermo-
so talento á una bala rusa ó prusiana.


El buen éxito del Tancredo convirtió á Rossi-
ni en el compositor mas querido d é l a Italia, y
todas las ciudades se disputaron su presencia.
Después de haber compuesto en el mismo año
de 1813, para la deliciosa voz de la Marcolini, y
hecho representar en Venecia V Italiana in Al-
gieri, su obra maestra en el genio bufo, y da-
do el año siguiente en Milán V Aureliano in
Palmira y / / Turco in Italia, volvió á Pésaro




KOSSINI. 15


á ver á su familia, á la cual la gloria jamás le
ha hecho olvidar. «No ha escrito, decia Mr. de
Stendhal en 1823 mas que á una sola persona en
toda su vida, á su madre; y sin reparo le diri-
gía sus cartas AW ornatlsima Signora Rossini,
madre del célebre maestro, in flologna.»


El buen éxito en Italia dá mucha celebridad
pero poco dinero; Rossini estaba entonces por la
primera, y mas adelante le ha llegado la afición
al segundo, después de sus viages á Inglaterra
y á Francia. Mr. de Stendhal nos lo pinta en
aquella hermosa época de su vida, yendo ale-
gremente de ciudad en ciudad, sin pensar en
mañana, dichoso con algunos cequines arranca-
dos á los empresarios. Aquel cuadro de la juven-
tud de Rossini nos recuerda que veinte años des-
pués, Paris le vio millonario, y ya fasl¡diado
alojándose en una miserable boardilla del teatro
Favart , por no tener que pagar alquiler, y reci-
bir alli a todas las ilustraciones de Europa, dis-
culpándose con lo malo de los tiempos y la he-
cesidad de economía; lo que prueba que comiendo
se abre el apetito. El Rossini de 1814, el de Mr.
de Stendhal, es mas divertido; dejemos hablar
al pintor-




16 PERSONAJES CELEBRES.


« Desc'e 1810 á 1814 , Rossiui recorrió sucesi-
vamente todas las ciudades de Italia , pasando dos
ó tres meses en cada una. IMI todas erarecibido,
festejado y encomiado por los dilettanti del lugar,
pasándose ios quince ó veinte primeros dias en
admitir convites y en encogerse de hombros sobre
la tontería del llbretto. Rossini , ademas de te-
ner mucho fuego de imaginación , ha sido educa
do por su primera querida (la Condesa P . . . de
Pésaro) con la lectura del Ariosto, con las come-
dias de Maquinvelo , y los poemas de Burati (es-
eelente educación!) y comprende muy bien las
tonterías de un libretto. Tu mi hai dato versi,
ma non situazioni, le he oído decir muchas veces
al poeta mugriento qu; se deshacía en escusas, y
dos horas después le llevaba un soneto Humiliato
alia gloria del piu grand maestro a" Italia é
del mondo. Después de quince dias de tan disipada
vida, principia Rossini á no aceptar las comidas
y las reuniones musicales , y supone ocuparse con
seriedad en estudiar la voz de sus autores. »


«Por último, veinte diasantes de la representa-
ción , conociendo bien la voz de sus cantores se
pone á escribir. Se levanta tarde y compone en me-
dio de la conversación de sus amigos, que no le




R0SSINI. 17


dejan un instante en todo el dia. Va á comer con
ellos á la hostería , y muchas veces á cenar ; se re-
tira muy tarde, y sus amigos le acompañan hasta la
puerta , cantando la música que él improvisa, un
Miserere algunas veces , con grande escándalo de
Jos devotos del barrio. Entra en su casa, y en aque-
lla hora del dia , á las tres de la mañana, es cuan-
do ha tenido las mas brillantes inspiraciones. Las
escribe apresuradamente sin piano , en pedacitos
de papel, y al dia siguiente las arregla , las ins-
trumenta, como dice él mismo, hablando con sus
amigos. Figúrese el lector una imaginación viva,
ardiente, en la que todo causa impresión, que
saca partido de todo y nada le embaraza. Asi es,
que estando componiendo su Moisés, le dijo uno:
hacéis cantar á los Hebreos ; ¿liareis que gangueen
como en la Sinagoga ? Chocóle aquella idea , y al
momento compuso un magnífico coro que princi-
pia en efecto con ciertas combinaciones de sonidos,
querecuerdan un poco la Sinagoga judia....


«Un dia muy frió en el invierno de 1813, esta-
ba como acampado en un miserable cuarto de uua
posada de Venecia, y componía en la cama por
no encender fuego. Concluido el dúo (componía
entonces la partitura áe II Figlio per azzardo)


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


se le cayó el papel y fue á parar debajo de la ca-
ma. No pudiendo alcanzarlo con el brazo y sin-
tiendo frió, se envolvió en su manta diciendo:
«Lo volveré á escribir ; nada mas fácil, pues me
acordaré de él: » pero no recordaba ningún pen-
samiento , y después de impacientarse mas de
un cuarto de hora , esclamó riendo : « Qué necio
soy , lo volveré á hacer de nuevo : tengan los com-
positores ricos lumbre en sus cuartos ; yo no me
tomo el trabajo de recoger los dúos que caen : es
ademas de mal agüero. » Al acabar el segundo dúo
llegó uno dé sus amigos: «Podéis alcanzarme, le
di jo, un dúo que se ha caido debajo de la cama?
El amigo lo alcanzó con el bastón y se lo dio.»
"« Ahora, dijo Rossini, voy á cantaros los dos dúos;
decidme cual os gusta mas.» El amigo dio la
preferencia al primero , y Rossini sin perder tiem-
po hizo con el otro un terzeto para la misma ópera.
El sugeto que me lo ha contado asegura que nin-
guna semejanza habia entre los dos dúos.


Tal era Rossini desde 20 á 30 años, vivo, es-
piritual, perezoso en su actividad , burlándose de
sí y de los demás , verdadero italiano , cantando
de instinto y sin cuidarse de lo mejor.


Hasta 1814 llevó Rossini esta vida nómada, tra-




ROSSINI. 19


bajando para el d i a , muchas veces en los teatros
de tercer orden; sometiendo su talento a las exi-
gencias de los empresarios, de los cantores y del
público; silvado algunas veces sin misericordia;
aplaudido casi siempre con furc r ; sentado en el
piano de la orquesta durante las tres primeras re -
presentaciones , haciendo los tres saludos de rigo-
rosa costumbre; recibiendo después sus treinta.
sequines (3,200 rs.) cuyos dos tercios enviaba ca-
si siempre á sus ancianos padres; asistiendo a
un gran convite de despedida que le daban los
düettanti del lugar, y saliendo en un calesín con
una maleta mas llena de papeles de música que
dé fopa, para ir a principiar de nuevo el mismo
oficio en otra ciudad inmediata.


Sin embargo, Rossini no había escrito aun
para Ñapóles, y no hay gloria musical en Italia
que, para ser consagrada, no necesite tomar pose-
sión del teatro de S. Carlos. El famoso Barbaja,
mozo de café que á fuerza de tallar en la banca
había adquirido una fortuna de muchos millo-


,nes y dirigía los teatros de Ñapóles, de Milán,
el de la ópera italiana de Viena, creyó hacer un
buen negocio esplotando á Rossini. Tomó la pos-
ta , corrió á Bolonia á buscar al joven maestro,




20 TERSC-NAJES CELEBRES.


le ofreció 12,000 francos al año, y un interés
en los juegos que tenia arrendados, con la con-
dición de componerle dos óperas nuevas al año, y
de arreglarla música de todas las óperas antiguas
que él quisiese hacer representar. Rossini deslum-
hrado y poco acostumbrado á tales beneficios, se
apresuró á aceptar aquel contrato, que se esten-
dió después á muchos años, y cuya primera parte
le impuso muchas veces un trabajo capaz de agotar
un talento menos dúctil y vivaz que el suyo.


Cuando Rossini llegó á Ñapóles, Mlle. Col-
brand, cuya voz se gastó tan pronto, estaba en-
tonces en todo su brillo. Rossini principió bri-
llantemente en Ñapóles, á fines de 1815, con la
ópera de Elisabetta Regina a" Inghiltera; en la
que Mlle. Colbrand estuvo admirable.


Desde 1815 á 1822 escribió sucesivamente pa-
ra Mlle. Colbrand, Othello (1816;, Armida (1817),
Mosé in Egitto (1818), Ricciardo ó Zoraide
(1818) , Ermione ( '810), La Donna del Lago
(1819), Mahomeltosecando (1820), Zelmira (1822).
No todas estas obras tuvieron igual éxito, y al-
gunas se debieron resentir de la voz yá vaci-
lante de Mlle. Colbrand.


La fecundidad increíble de Rossini se aumen-




B 0 S S I K I . 2 1


t a ta con su fama. Sin privarse de ninguna dis-
tracción, de ningún placer, al paso que compo-
nía en Rapóles estas ocho óperas , escribía para
la misma ciudad una ópera bufa, titulada: La
Gazzetta. Corria'despues á Roma donde hacia
representar en "el carnaval de 1 8 1 0 una ópera
semi-séria, titulada: Torbaldo é Dorlisca. En el
mismo año y en la misma ciudad, el empresario
del teatro Argentina le llevó el libretto de / /
Barbiere di Seviglia, puesto ya -interiormente en
música porPaisiello, pidiéndole un spartito; Ros-
sini aceptó la difícil tarea de hacer olvidar al
antiguo maestro napolitano. Los Romanos toma-
ron á mal aquel atrevimiento, y deliberadamente
silvaron en la primera representación; al dia si-
guiente advirtieron que habían silvado una obra
maestra de alegría, de sutileza y verbosidad có-
mica , en una palabra, una de las mas bellas
composiciones de Rossini; se sublevaron contra
su propia injusticia, la obra silvada fué exaltada
hasta las estrellas {alie stelle), y Rossini fué lle-
vado en triunfo. El Barbero de Sevilla se paseó
brillantemente por la Italia, y ha dado la vuel-
ta al Mundo.


Aquel triunfo lisongeó á Rossini, quien recom-




22 PERSONAJES CELEBRES.


pensó de él á los Romanos dándoles en 1817 La Ce-
nerentola, que fue ejecutada en Roma por artistas
de segundo orden , y muy mal apreciada. En el
mismo año de 1817 escribió para el teatro de la
Scala de Milán La Gazza Ladra ; en 1818 escribió
ademas Adelaide di Borgogna, representada en
Roma; ¿7 Califa di Bagdad, enviada á Lisboa en
1819; Eduardo é Cristina, representada en Ve-
necia en 1820; Blanca é Fallero, en Milán en l821 ;
Matilde di Sabrán, en Roma; estas cinco parti-
turas se consideran las mas medianas de Rossini.


Asi pues, Rossini en siete años, ademas de mu-
chas cantatas de circunstancias, produjo él solo lo
que era bastante para doce compositores ordina-
rios. Los anales de la música no presentan ejem-
plo de una facilidad tan prodigiosa. Sin embargo,
este don tan raro , y que tanto ha contribuido á
hacer pupular á Rossini, no ha dejado de tener
desagradables resultados sobre el conjunto y el
porvenir de sus obras. Ademas de que el indolente
maestro, al paso que adornaba librettos hasta e\
¡nfinito, no ha reparado en servir al público el
mismo plato tres ó cuatro veces, y algunas sin
tomarse siquiera el trabajo de variar la salsa ; es
cierto que una gran parte de las producciones del




HOSSIM. 23


célebre compositor, sin hablar ahora del cuidado,
muchas veces escesívo del efecto material por me-
dio de una orquesta exagerada, presentan en la
trabazón, el encadenamiento, la concepción y el
engendro de las ideas musicales, algo de atrope-
llado , confuso , superficial é inacabado , que indi-
can la precipitación con que se han hecho. Esto no
se percibe á primera vista, merced á la inagotable
fecundidad que domina el todo; pero á la segunda
representación , cuando llega el momento de anali-
zar con frialdad y reflexión, aparecen aquellos de-


fectos y causan una desagradable impresión. La
perfección completa y absoluta no fue jamás el ob-
jeto que se propuso Rossini; y si mas feliz que
todos los músicos de su tiempo lo ha alcanzado
casi en Guillermo Tell, ha sido seguramente sin
pensarlo.


El compromiso contraído con Barbaja acabó en
1822 , y el empresario habia usado ampliamente de
sus derechos, obligando al compositor , ademas de
las obras origínales que le daba, á trasportar y
ajustar según la voz de los cantores , una enorme
cantidad de música antigua. Rossini tuvo tiempo,
paciencia y buen humor para llevar á cabo tan fas-
tidioso trabajo , burlándose ademas de Barbaja, y




24 PERSONAJES CELEBRES.


vengándose completamente de él haciéndose amar,
en sus barbas , por Mlle. Colbrand , con quien se
casó en el mismo año de 1822. Esta célebre can-
tatriz le llevó una soberbia dote.


A principios de 1823 pasó Rossini deNápoIes
á Venecia para hacer representar Semiramide. El
éxito de esta hermosa obra fue en un principio
inferior á su mérito. A medida que Rossini iba en-
trando en edad , perdía un tanto de la sencillez,
de la frescura, de la gracia descuidada y fácil del
autor de Tancredo; por otro lado ganaba mas y
mas en elevación de estilo, en profundidad de pen-
samientos; se germanizaba un poco, y llegaba á lo
que llamaría pedantería un Rossinista de 1813, y
que uno del segundo método llama sublime. Los
venecianos, embriagados aun con las suaves melo-
días de Tancredo , gustaron poco de la orquesta y
estilo algo complicado y estrepitoso de la Semira-
mide; el gusto italiano no había esperimenlado
aun la trasformacion que le han impuesto después
los exagerados imitadores del segundo Rossini; en
Venecia se decia que la orquesta era insolente, si
cubríala voz, y se exigia del acompañamiento que
se mantuviese con el canto en los límites de una
conversación respetuosa {fanno col canto con-




BOSSTNI. 25


versazione rispetosa). En el día gustan en Vénc-
ela casi tanto como en Berlín los trompones y
timbales. De todos modos, resentido Rossini de
aquella frialdad , que le pareció con razón una in-
justicia , dio oídos d los brillantes ofrecimientos
que le hacia la Inglaterra. Abandonó la Italia , pa-
só por Paris , permaneció cinco meses en Londres,
ocupado eu conciertos y en lecciones , que le valie-
ron la friolera de un millón de reales , y volvió
en Octubre del mismo año de 1823 á establecerse
en Par í s , donde Mr. de Larochefoucauld , que le
amaba con pasión , le esperaba para ofrecerle la
dirección del treatro i ta l iano, con proposiciones
muy ventajosas, y con la condición de escribir
cierto número de spartitos.


Rossini en los primeros tiempos de sus t r iun-
fos en Italia solo había gustado medianamente en
Francia, merced á la mala disposición en que es-
taban contra él las diversas administraciones del
teatro italiano, y en consecuencia la mala ege-
cucion de sus obras. Mas adelante la vozdeMlle .
Mainvielle Fodor , en el papel de Rosina en el
Barbero de Sevilla, habia escitado un entusiasmo
general, que se aumentó mas y mas con el triun-
fo de Mme. Pasta en Tancredo; y cuando Rossini




26 PERSONAJES CELEBRES.


llegó á París disfrutaba ya una inmensa popula-
ridad.


El artista fecundo, y perezoso como siempre,
no aguijoneado ya por la necesidad , y encontran-
do en Mr. de Larochefoucauld un acreedor mas
compasivo que Barbaja , se hizo mucho de rogar
para componer algo bueno. Su primera obra , / /
Viaggio d Rheims fue una opereta de circuns-
tancias , compuesta en 1826 para la consagración
de Carlos X ; al año siguiente volvió á emprender
su Mahometto secondo, arreglándola y enrique-
ciéndola con la admirable escena de la Bendición
de las banderas , y representada bajo el título de
V asedio di Corinto. Hizo una refundición pare-
pida y mas completa de su Mosé, representada con
magnífico éxito en 1827. El año siguiente escribió
II Conté Ory, spartito gracioso y ligero, en el cual
mezcló algunos pedazos ya conocidos, pero com-
puesto en general de música nueva.


Sin embargo, estas pocas gotas de armonía ser-
vían solo para quitar la sed de los dilettanti y del
público ; se murmuraba de la pereza del maestro,
y se le pedia á grandes voces una producción mas
l a t a , mas completa, mas digna de su hermosa
genio. Rossiai acosado se puso en contribución en




B0SSINI. 27


el raes de Agosto de 1829, é hizo b ien , pues por
poco que ame la gloria postuma , de todos sus
cantos , el último es seguramente el que resonará
por mas tiempo en la posteridad. Guillermo Tell
es considerado por muchos intelgantes , no solo
como la mejor obra de Rossini , sino como la me-
jor de la música contenporánea. « El genio del
grande artista, dice Mr. Fetis , había esperimen-
tado en ella una última y completa trasformacion.
Vuelto compositor francés por la inteligencia una
y profunda de la acción dramática , por el senti-
miento de las conveniencias , y por una escelente
declamación en los recitados, habia conservado to-
do su fuego , toda su elegancia , toda su abundan-
cia italiana de motivos felices, y habia adquirido,
mas acabado en los detalles, mas habilidad en
la factura, mas de esas cualidades en fin cuyo
conjunto forma lo que se llama el estilo. »


Desgraciadamente el libretto de esta hermosa
ópera era uno de los mas absurdos de todos los
de Mr. Scribe, que no es poco decir ; el público,
francés, que aun no sabe hacer abstracción del


* sentido literario de una ópera , para ocuparse del
musical , hizo reponsable á aquel de las tonterías
del libretto, y no manifestó en un principio todo,




28 PERSONAJES CELEBRES.


el entusiasmo que era debido por Guillermo Tell;
Rossini se incomodó con razón, y según se dice,
debe atribuirse á esta circunstancia la fatal reso-
lución del maestro de no escribir mas para la
escena francesa.


Llegó en esto la Revolución de Julio. Rossini
habia dirigido dos años el teatro italiano; pero
tan á propósito para la administración como para
ser Papa , habia administrado en consecuencia,
y el pobre teatro exaiaba el último suspiro, cuan-
do se lo arrancaron de las manos, creando para
indemnizarle la faustuosa siue cura de Intenden-
te general de la música del Rey y de Inspec-
tor general del canto en Francia, que obligaba
á Rossini á recibir 20,000 francos anuales, con-
vertibles en 6,000 francos de pensión, si, como
decia el acta, por circunstancias imprevistas lle-
gaban á cesar sus funciones. Cuando sobrevino
la circunstancia imprevista de la marcha forza-
da de Carlos X ; los liquidadores de la lista ci-
vil se imaginaron que el opulento Rossini se re-
signaría fácilmente á ver su suerte corriendo pa-
reja con la de tantos infelices, á quienes dejaba
reducidos á la miseria la privación de sus em-
pleos. No fue asi por cierto: Rossini se insurrec-




R O S S I N I . 29


cionó, se declaró frustrado, robado, asesinado,
se lamentó de sus desgracias y de la pérdida de
sus rentas , y presentó su contrato, el cual por
un refinamiento de prevision y bajo preteslo de
honor, habia hecho firmar por el mismo Carlos X ;
de modo que por esta circunstancia el acta que-
dó asimilada á las obligaciones personales del
ex-Rey. Los liquidadores resistieron con firmeza,
y la disputa duró cerca de seis años: Rossini
se mantuvo firme, movió todos los resortes, se
alojó en un granero, se empobreció durante este
intervalo con dos ó tres escelentes especula-
ciones, hechas bajo los auspicios de MM. Rots-
child y Aguado; hizo con este último un via-
je á Madrid , adonde llegó el 12 de Febrero de
1831, asistiendo al dia siguiente al teatro de
la Cruz, en el que cantaba la Tossi LaSlranie-
ra, deBell iui , y siendo muy obsequiado duran-
te su permanencia en la capital; obtuvo por fin
su pension de 6,000 francos, y abandonó á Pa-
ris en Febrero de 1837, adonde ha vuelto en
Junio de 1843, no para componer como lo creían
muchos de sus admiradores, pensando que el
cantor melodioso se habia cansado de hacer el
mudo , sino para curarse de una gastritis.




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


Veamos ahora algunos fragmentos de la car-
ta en que Mr. Fetis cuenta una visita hecha al
ilustre compositor, pocos meses antes:


«Me afectó dolorosamente cuando al entrar
en su casa vi su cuerpo enflaquecido, envejecidas
sus facciones, y no sé qué debilidad en sus mo-
vimientos. Una enfermedad de las vias urinarias,
cuyo origen data de los últimos tiempos de la
residencia de TAossini en Par is , es la principal
causa de su desfallecimiento. La muerte de su
padre ha agravado mucho su mal, sumergiéndole
en vivo pesar, pues el amor filial es una de las
principales señales del carácter de Rossini. Es-
te hombre, cuyo egoísmo afectado y aparente
indiferencia por todo, han llegado á ser prover-
biales, fue siempre un hijo afectuoso. A la pri-
mer noticia de la enfermedad de su padre, corrió
de Milán á Bolonia, y cuando el anciano cesó
de vivir, su hijo no quiso volver á entrar en el
palacio en que habia muerto, y lo vendió á pe-
sar de los grandes gastos hechos para su embe-
llecimiento. La consecuencia de aquella desgracia
fue para Rossini una larga y dolorosa enferme-
dad , que puso en peligro sus dias , y cuyos re-
sultados se notan todavía....»




ROSSIM. 31


« TMo sé si la inconstancia del gusto del público
con respecto á la música dramática, que él no
habia previsto ó que le habia hecho olvidar su
costumbre de una dominación universal, ha tras-
formado en aversión la indiferencia que siempre
habia manifestado por el arte , y por los triunfos
de que le era deudor...


» De vez en cuando se escapan todavía á Rossini
espresiones de mal humor , que darían una falsa
idea de su carácter, á otros que no fuesen sus
amigos. Dice , por ejemplo, con seriedad, que su
perro es el úuico ser á quien quiere en el mundo;
pero sus amigos y la adhesión que le profesan, des-
mienten completamente sus palabras.


» Ya lo he dicho en otras partes: este grande
artista está acometido del mal mas grave que
puede afectar una elevada inteligencia , pues ca-
rece de fe en la realidad de todo. El temor de que
se le tenga por engañado, le preocupa sin cesar.
Su filosofía no es solo la de la duda , sino la de
la negación: filosofía tanto mas deplorable , que
ni siquiera le dá una forma seria , y que con-
virtiéndola en ligera y burlona, la sustrae á los
ataques del raciocinio. Creo sin embargo que está
mas inmediato de lo que piensa, del momento en




32 PERSONAJES CELEBRES.


que su espíritu se libertará del yugo fatal de esta
desastrosa filosofía. A despecho de él mismo se
vuelve serio y se manifiesta su bondad. Cuando
llegue el momento en que se atreva á mostrarse
tal cual es en realidad , no dejará de admirar al
mundo que un hombre ilustre se haya tomado
tanto trabajo para rebajarse.»






Personajes célela-es del Si§lo XIX.




FERNANDO I,


BEY DE ÑAPÓLES..


« La vida de los Reyes forma parte de
la historia del derecho público univers
s a l , que n a t e de las relaciones del g o -
bierno con los gobernados. »


í \ E I . O S BOTTA.


La ;yida de un Rey, como sabiamente dice
Plutarco, forma parte de la historia de una na-
ción, puesto que las mas tristes calamidades ó
afortunados sucesos que han tenido lugar en
ella, no dejan de referirse mas ó menos á la per-
sona, que como cabeza ha dirijido sus destinos.
Asi será tanto mas difícil bosquejar la vida de
un Monarca, cuanto mayores hayan sido las vi-
cisitudes por que ha pasado en sus tiempos el




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


pueblo que gobernó, lista gran verdad^ muy clara
de por sí, se revela mejor en la biografía que
vamos á escribir.


Llamado Carlos III, Rey de Ñapóles, al trono
de las Españas, transfirió aquella corona á su
hijo Fernando, que apenas contaba á la sazón
ocho años de edad. El dia 6 de Octubre del año
de 1759, hallándose Carlos rodeado de su mu-
ger é hijos, y estando presentes todos los Em-
bajadores dé las Potencias estraugeras, los Mi-
nistros destinados á la rejeneia de Ñapóles du-
rante la menor edad del nuevo Rey, los gefes
de la municipalidad y las personas mas notables
del reino, declaró solemnemente, que dehieudo
según los tratados de las Potencias europeas, per-
manecer siempre divididos los Reinos de Ñapóles
y' España, renunciaba la córórta del primevo en
beneficio de su tercer hijo Fernando, destinando
al trono de España á su hijo segundo D. Car-
los Antonio, pues la enfermedad de cuerpo y al-
ma del Infante D. Felipe, heredero presiietivo
dé la corona; le hacia inhábil para el gobierno,


Hecha esta solemne rerhincia, se volvió Carlos
ál nuevo Monarca, le bendijo, y le exhortó á amar
á sus subditos, á conservar' la Té''de" la religión,




FERNANDO 1. 3


y ¡i practicar la justicia y la mansedumbre. Des-
pués, desenvainando la espada que Luis XJVen-
tregó á Felipe V cuando salió para ocupar el
trono de España, la puso en manos de Fernan-
d o , y dándole por primera vez el tratamiento
de Majestad, le dijo : «tómala para la defensa de
tu religión y de tus subditos.»


En el mismo dia 6 de Octubre sé embarcaba
íiárlos para España, bendecido y llorado por
todos. Los grandes edificios públicos que sé ha-
bían' levantado, las sabias leyes promulgadas du-
rante su gobierno, la buena administración de
las rentas del Estado, y los honores y empleos
concedidos al mérito, todo dejaba una grata me-
moria de Carlos, y hacia temblar por el nuevo
reinado, porque donde domina un Rey niño, cam-
pean casi siempre la arbitrariedad, la violencia,
la intriga, la concusión y otros mil vicios, com-
pañeros inseparables de una rejencia.-


El nuevo Rey tuvo por título Fernando TV (*),


<") Este Monarca cuando subió al trono llevó el t í tulo efe
Fernando I V , Rey de las Dos-Sicilias. Después en jel. Con-
greso de Víena de 1815 se estableció que se le diese el n o m -
bre de I , bajo el cual ha sido desde' entonces generalmente
conocido. Añadiremos también que, aunque, s u verdadero
titulo es Rey de las Dos-Sici l ias , muchas veces se le dá el
de Fernando I de Nápbles.




4 PERSONAJES CELEBRES.


Rey de las Dos-Sicilias y de Jerusalen , Infante de
España , Duque de Parma , de Plasencia y de Cas-
tro, Gran Príncipe heredero de Toscana. Fueron
nombrados para la'rejencia, durante la minoría del
Monarca , establecida por Carlos hasta los 16años,
Domenico Cutaneo, Príncipe de San Nicandro,
Giuseppe Pappacoda , Príncipe de Centola , Pie-
tro Bologna , Príncipe de Campo Real, Michele
Reggio, Bailío de Malta y General de la Ar-
mada , Domenico Sangro., Capitan General del
ejército, Jacobo Milano, Príncipe de Ardore,
Lelio Carraffa, Capitan de las Guardias, y Ber-
nardo Tanucci, Abogado de Pisa.


Entre todos estos ministros de la rej encía, solo
Tauucci era notable por su talento y por sus vas-
tos conocimientos en los negocios del Estado. A
este se sometían todos, no solo por su superiori-
dad, siuo porque sabían que gozaba de la confianza
de Carlos III, con quien mantenía una correspon-
dencia directa, dándole continuamente noticias
de su hijo y do los negocios del Estado ; pues Car-
los III, aunque había renunciado plenamente á la
corona de las Dos-Sicilias, teniendo en considera-
ción la minoría' de Fernando , no dejaba secreta-
mente de tener parte en los negocios de aquel reino




FERNANDO I. S


Asi es que la historia de la mi noria de Fernando
no es otra cosa que la historia de la rejeneia de
Tanucci, el cual es digno de alabanzas por muchos
de sus hechos, y por otros de severas críticas, co-
mo vamos á demostrar.


Sabido es de todos ios que han leido la historia,
que los Sumos Pontífices , desde los tiempos mas
remotos hasta fines del siglo pasado, han hecho
siempre alarde de una especie de señorío sobre el
Reino de las Dos-Sicilias , dando formalmente la
investidura á todos los Monarcas que subían á
aquel trono. Tanucci, no queriendo al principio de
su rejeneia promover una disputa entre su propio
Soberano y la Santa Sede, hizo que Fernando, si-
guiendo el ejemplo de sus antecesores, pidiese al
Sumo Pontífice la investidura del reino de las Dos-
Sicilias , prestando el nuevo Soberano el dia 4 de
Febrero de 1760,por escrito y deviva voz, juramen-
to de vasallaje, ante el Cardenal Orsini , legado
apostólico. Pero estas apariencias de sumisión no
duraron mucho, porque conociendo Tanucci que
los abusos de la corte de Roma y de su influencia
pesaban estraordínariamente sobre el reino, em-
pleó todo su saber en libertar al Monarca de aquella
servidumbre, devolviéndole todas las regalías pro-




6 PERSONAJES CELEBRES.


pias de la «orona. Asi, no permitiendoTamicci que
la curia romana tuviese parte en las herencias y
bienes de los Obispos , abades y beneficiados, dis-
puso libremente, á pesar de las reclamaciones de
Roma , de la rentas de las sedes vacantes . y las
destinó religiosamenteá obras de utilidad pública;
después abolió un gran número de conventos , en-
tre los que se. contaban dos de la Calabria que ser-
vían de abrigo á los ladrones, é incorporó sus h ie-
nas á las rentas del Estado. No contento Tanucei
con estas providencias, comenzó por disminuir los
diezmos eclesiásticos, luego los disputó a la Corte
dé Roma, y concluyó por anularlos. Prohibió el
derecho-de nuevas adquisiciones á manos muertas,
comprendiendo en este número las Iglesias , con-
ventosj obras pias, hermandadesy¡ colejios; y pro-
hibiendo espresamente a los escribanos que auto-
rizasen testamentos en favor de maños muertas,
abolidas completamente por las nuevas leyes.


Estas disposiciones, superiores á la civilización
de los tiempos en que se promulgaron, valieron
un crédito inmenso al ministro Tanucci , le die-
ron á conocer como uno de los hombres mas ade-
lantados en la política europea, é hicieron conce-
bir fundadas esperanzas de que el reinado de




FERNANDO I . 7


Fernando señalaría una nueva era de regeneración
para las Dos-Sicilias.


Después de haber disminuido considerable-
mente con las leyes enunciadas los bienes de la
Iglesia, trató Tanucci de ensanchar lajurisdiccion
secular y restringir la eclesiástica; para esto abolió
los tribunales llamados mistos, y que se compo-
nían de. seglares y sacerdotes, disminuyó el nú-
mero, de estos ú l t imos , que habiéndose hecho
escesivo no producía ninguna utilidad al cuito,
y gravaba á la nación, y aun deshonraba al mis-
mo sacerdocio; porque muchos sacerdotes sin
destino ó sin patrimonio, ó se mantenían de li-
mosna, ó llevaban una vida escandalosa, empleando
los medios mas viles para subsistir. Se dio tata-
bien. una ley declarando nula en el reino de las
Dos-Sicilias toda carta ó bula pontificia, que no
fuese acompañada del consentimiento real, llama-
do comunmente exequátur regio.


Tanucci introdujo también útiles reformas en
las leyes civiles y administrativas, refrenó mu-
chos abusos jurisdicionales que habían prevaleci-
do en el foro, y mostró empeño en protejer las
letras y los sabios. Asi pues aquel ministro, que
era el alma de la regencia, el confidente íntimo




8 PERSONAJES CELEBHES.


de Carlos I I I , el mas amado del joven Monar-
c a , y el mas respetado de sus colegas y mi-
nistros, gozaba de gran crédito en la Corte de
Ñapóles.


Pero mientras Tanücci levantaba tan impor-
tante edificio con la promulgación de buenas le-
yes y la ejecución de útiles reformas, en seguida
lo minaba por su misma base de tal manera, que
mas pronto ó mas tarde era inevitable su ruina.
La educación que daba al nuevo Rey estaba muy
lejos de dirijirse á penetrarle de que su principal
interés consistía en no descuidar los negocios del
Es tado, y cultivar su propio talento con la ad-
quisición de suficientes conocimientos, de modo
que llegase un dia en que por si solo y sin ayu-
da agena pudiese conocer, juzgar y resolver en
los altos negocios del pais. Muy al contrario-, pro-
porcionaba Tanucci á su Real pupilo todos los
medios posibles de disipaciones, hacíale perder
dias enteros sin mas ocupación que la caza , la
pesca, partidas de campo y toda clase de fútiles
pasatiempos: y no hacia esto el ministro Tanucci
por incuria ó abandono, sino muy de intento,
porque creiasin género alguno de duda que con-
venía mejor al Monarca de un Estado reducido»




F E R N A N D O I . 9


pasar la vida entre las muelles delicias que le
facilitaba su clase, que aspirar á grandes hechos
para los cuales se necesitan gran talento, muchos
conocimientos, y especial aptitud para los nego-
cios públicos. Asi pues, abandonado el Rey Fer-
nando, según el plan de su ministro, esclusiva-
mente al placer y al ocio, concluida su minoría
á los diez y seis años , se encontró tan incapaz
de manejar el timón del Es tado , como cuando
subió al trono en su niñez. No obstante, los pri-
meros años de su mando transcurrieron mas bo-
nancibles que tristes, puesto que el grande im-
pulso dado por Tanucci á la prosperidad pública,
su influencia todavía preponderante, y la utili-
dad de las nuevas reformas, aumentaban cada vez
mas las luces y el progreso de las Dos-Sicilias.
Fue el primer acto importante de Fernando la
espulsion de los Jesuítas .verificada el 3 de No-
viembre del 1767. Creemos inútil reproducir aqui
las causas de aquel gran acontecimiento, hoy
conocidas por todo el mundo: pero observaremos
que aquella soberana disposición, tan rápidamen-
te y con tanto acierto llevada á efecto, no fue
obra ni de F'ernando ni de Tanucci , sino de la
Corle de Madrid, rejida á la sazón por C á i y




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


los III, cuyas instrucciones decidieron en Ñapóles
aquel gran golpe de Estado. Sin embargo, en esle
punto merece algún elojio el Rey Fernando, n&
por haber concebido y ejecutado por sí la espul-
sion de los Jesuítas, sino por haber seguido el
parecer de sus ministros, cumpliendo relijiesa-
mente la palabra que dio á sus vasallos, de que
el producto de los bienes de la abolida Compa-
ñía habia de emplearse todo entero en obras de
utilidad pública. Cumple ahora á la buena fé de
escritores imparciales, insertar las siguientes pa-
labras de un edicto promulgado en aquella oca-
sión y que honra mucho al gobierno de Ñapóles.


n Después de la justa y necesaria espu.lsion
« de la Compañía llamada de Jesús, fuera de nues-
» tros dominios, Interpretando, y combinando con
» el podar soberano, que directamente hemosre-
»cibido,de Dios, la voluntad de aquellos que al
» legar sus bienes á la susodicha Compañía tu-
» vieron por objeto destinarlos á la utilidad es-
" piritual de sus conciudadanos por medio de aque-
» Has obras, que la misma según su instituto
» practicaba, hemos establecido ya escuelas pú-
» blicas y colegios gratuitos para educar á la ju-
v e n t u d pobre, piadosa é instructivamente ; con-




FERNANDO I . 11


servalorios para alimentar y enseñar toda clase
de oficios á los huérfanos y huérfanas de los
pobres; y casas de reclusión y refugio para los
desvalidos y vagabundos, arrancando á estos
últimos de la sociedad en que tan perjudiciales
eran ai Estado, y enseñándoles las artes necesa-
rias para que sean útiles á la sociedad. Hemos
aliviado también á las comunidades con la abo-
lición de las prestaciones anuales que hacían á
los Jesuítas para sostener la enseñanza. Hemos
favorecido á los labradores con la división délas
vastas posesiones de ios Jesuítas, dándoselos á
pequeños censos; hemos socorrido á personas
honradas y necesitadas con limosnas fijas y dia-
rias ; y hemos acordado varias obras públicas, de
las cuales unas están ya hechas y otras: sé van
á hacer: Por lo cual habiéndose proveído abun-
dantemente á lá piedad pública cóh los bienes
de la es-pulsada Compañía ; y siendo indudable
por lo i que toca á la Iglesia , que nunca ha sido
mas aplicable que ahora , la advertencia que
hizo inspirado por Dios Moisés cuando guiaba
al pueblo hebreo , de que no hiciese mas dona-
tivos al arca de la Alianza ; por esta razón aten-
diendo Nos al bien de las familias. dé> nuestros




12 PERSONAJES CELEBRES.


« subditos y á la tranquila posesión de sus bíe-
» nes , hemos venido con el presente edicto en re-
» solver y declarar nulas todas las sustituciones,
" aun no verificadas á favor de los espulsados Jesui-
» tas, siendo nuestra Real voluntad que los bienes
» comprendidos en aquellas sustituciones, queden
» á la libre disposición del último poseedor seglar,
)) después del cual hubieran sido llamados á he-
» redarlos Jesuitas.—Ñapóles 58 de Julio de 1769.


FERNANDO R E Y . »


Habiendo salido el Rey de la menor edad se
trataba de darle esposa, y muchos Soberanos de
Europa alimentaron el deseo de contraer un nuevo
parentesco, colocando una de sus hijas en el trono
de Ñapóles; pero el Austria consiguió que se ajus-
tase el matrimonio del Rey Fernando con la Ar-
chiduquesa María Josefa, hija del Emperador Fran-
cisco I. Ajustada ya la boda , cambiados los pre-
sentes, prefijada la partida de la joven esposa,
y preparadas las fiestas del viaje, enfermó esta y
murió. Entonces se cambiaron en luto lodas las
demostraciones de alegría del reino de Ñapóles,
y de la corte Imperial. Pero á poco tiempo em-
pezaron dé rasevo las negociaciones de matnmo-




FERNANDO I. 13


n i o , casándose Fernando con la Princesa María
Carolina, hermana de la difunta. La nueva espo-
sa se vio honrada en el viaje por los Príncipes de
Italia , particularmente en Florencia donde reina-
ba su hermano Pedro Leopoldo. Habiendo llega-
do el 12 de Mayo á Portella de Ñapóles , fue reci-
bida por su esposo bajo un pabellón magnífico,
donde se dieron recíprocas muestras de afección
y respeto. Acogió primeramente á los nuevos es-
posos el palacio de Caserta ; pasaron después á
Ñapóles privadamente; hasta que se mostraron
con pompa real al público el 22 del mismo mes.
Numerosas fueron las gracias que concedió el Rey
á sus subditos en esta ocasión, durando muchos
meses las fiestas á que Fernando se inclinaba por
índole, y la Reina por amor al fausto. Pero descri-
bamos ahora el carácter de aquella Soberana, pues-
to que el matrimonio de Fernando causó grandes
cambios en el gobierno de las Dos-Sicilias.


Era la nueva Reina una muger de gran talen-
t o , mas que medianamente instruida, dominada
por un grande orgullo, ambiciosa de mando,
celosa del trono , cruel en el fondo de su corazón,
pero guiada mas por un espírittv de cálculo que de
capricho. Al subir al trono 'dé"'"Ñapóles se halló




14 PERSON A.I ES.CELEBRES.


con un marido que era Monarca mas bien de nom-
bre que de hecho, porque estando desmedida-
mente entregado á ia caza, á la pesca , á las mu-
geres, y á toda especie de disipaciones, confiaba ni
cuidado de su reino al primer advenediza. Maria
Carolina, conociendo bien el carácter de su ma-
rido , dio pávulo á sus inclinaciones á los pla-
ceres, por hacerse de esta manera dueña: de los
negocios del Estado. Apenas llevaba algunos me-
ses en la corte de Ñapóles , cuando impetró de su
esposo ser admitida en los consejos de. Estado, ale-
gando que como Soberana tenia un interés en
todos los negocios que pertenecían á su reino.
Fernando , aunque deseaba complacerla , antes de
resolverse preguntó á Tanucci si juzgaba oportu-
no acceder á los deseos de la nueva Reina. Este,
conociendo su carácter ambicioso, y que si llega-
ba á conseguir sus intentos le arrebatada toda su
preponderancia, y no queriendo que la política
del Austria prevaleciese en Ñapóles sobre la po-
lítica del gabinete de Madrid, dijo á Fernando
que l a ; nueva Reina no tenia ningún dereclw
para intervenir en los consejos de Estado, hasta
dar un heredero al trono.


Informada María Carolina de cuanto habió'




FERNANDO I . 15


respondido Tanucci , y habiéndole negado su ma-
rido cuanto pedia , se irritó sobremanera y juró
desde entonces eterna enemistad á aquel minis-
tro. Entretanto habiendo llegado á ser madre,
consiguió cuanto había pedido con humildes ins-
tancias. Los sucesos posteriores probaron con
demasiada evidencia que las sospechas de Tanucci
habían sido fundadas. Admitida la Reina en el
Consejo, tuvo gran preponderancia en los nego-
cios dé Ñapóles el gabinete austr íaco; la vbluni-
tad de María Carolina era una orden, y su opinión
era mas respetada que la del mismo Monarca. Sin
embargo, el reino de las Dos-Sicilias adelantaba
cada dia en prosperidad , porque la Reina , si-
guiendo el ejemplo de sus hermanos José II, Em-
perador de Austria, y "Leopoldo I , Gran Duque
de : Tostíatia, favorecía las reformas út i les , proteo
gía á los li teratos, animaba la industria y'afectéba
sentimientos 1 llenos de benevolencia para con sus
subditos. Este estado de felicidad ptrblica hubie-
ra durado quizás mucho t iempo, s i no hubiese
sobrevenido la revolución francesa de 1789v la
cual hiífo Creer á los Soberanos de Europa ; y
principalmente á los Borbones de Ñapóles, que
el único medio de que no penetrase'en sus' pro-




16 PERSONAJES CELEBRES.


pios Estados ó de sofocarla , era el rigor y la ti-
ranía.


Ocupado Ñapóles en 1799 por las armas fran-
cesas, y proclamada la República Partenopea, el
Rey Fernando con su mujer y toda la familia
Real se vio obligado á huir de sus dominios de
tierra firme, y acojerse á la Isla de Sicilia.


Llegados los Monarcas á Palermo, apenas de-
sembarcaron , se vieron rodeados de una multi-
tud inmensa del pueblo, que hacia resonar el
aire con sus repetidos vivas. Entonces fue cuan-
do la Reina, con un ademan lleno de modestia,
y afectando mansedumbre, dirigió al pueblo es-
tas palabras: «Sicilianos; el Rey Fernando y yo,
arrojados del fono por la invasión estranjera,
venimos á refugiarnos entre vosotros si nos que-
réis. » Estas breves palabras llenas de finjido
afecto y de aparente modestia, entusiasmaron
tanto al pueblo, que redoblando todos sus vivas
á los Soberanos, juraron defenderlos y verter su
sangre y la de sus hijos, primero que abando-
narlos á sus enemigos los franceses, si trataban
estos de llevar su persecución hasta la Sicilia.
Desenganchando después los caballos del coche
que debia conducir.á palacio las personas reales,




FERNANDO I . 17


una gran multitud se puso á tirar, haciendo re-
sonar continuamente el aire con los gritos de
vivan nuestros Soberanos. Pero tan sinceros como
eran estos aplausos, habían sido engañosas las
palabras de Maria Carolina á los Sicilianos; pala-
bras proferidas con el único objeto de probar si
podia sondear los votos de aquel pueblo, y saber
si los Sicilianos estaban mas inclinados á seguir
las novedades francesas ó á conservarse fieles á
sus antiguos Señores. En efecto, aquella Sobera-
na, á poco, tiempo de su llegado á Palermo, de-
jando de mostrarse afable, humana , protectora de
su pueblo, empezó á obrar como Señora cruel y
suspicaz, esparciendo un gran número de espías
asalariados por toda la Isla, con el objeto de
descubrir entre los habitantes quienes eran jaco-
binos (bajo este título se designaban en Sicilia los
partidarios de la revolución francesa); y después
según las delaciones de esta gente vil y asalariada,
sin averiguar si era verdadero ó falso cuanto la
decían , se dedicaba á perseguir los mas honrados
ciudadanos. Fernando de ánimo débil y entrega-
do á la delicias de la caza y de la pesca , dejaba
rienda suelta al poder de la Reiua, juzgando que
esta conducta no disgustada á la corte de Vieua,


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


coa cuya protección coataba para reconquistar sus
perdidos dominios.


Sin embargo, por esta vez no duraron mucho
las calamidades de los Sicilianos, porque á los
nueve meses de haber ocupado los franceses á
Ñapóles, no pudiendo resistir á las armas napo-
litanas é inglesas, se vieron obligados á partir,
disipándose como niebla impelida por el viento
la república Partenopea.


En esta coyuntura, considerando los france-
ses que muchos Napolitanos se habían declarado
abiertamente por el nuevo orden de cosas, y que
serian perseguidos de muerte á la caida de Ja re-
pública, en la capitulación que hicieron con el
Almirante Nelson para evacuar á Ñapóles, inclu-
yeron un artículo, en que el inglés prometía es-
presamente a todos los Napolitanos que se creye-
sen comprometidos contra sus antiguos Monar-
cas , facilitarles los medios para emigrar á Fran-
cia , antes de que volviesen los Borbones á Ñapó-
les. Apenas se habia firmado este tratado, y co-
municado á Fernando y María Carolina, que resi-
dían á la sazón en Palermo, cuando estos, an-
siosos de venganza,¡enviaron á Ñapóles áMilady
Amilton, llamada Emtna Leona, favorita de Nel-




FEHNANDO I . 19


son, para hacer anular contra el derecho de gen-
tes el artículo del tratado ajustado con los repu-
blicanos franceses en favor de los emigrados Na-
politanos , haciendo prender á todos aquellos que
no habían tenido tiempo de salir para Francia.


Al recibir Nelson las órdenes de los Borbo-
nes, se negó enérgicamente á darles cumplimien-
to; pero vencido después por las ardientes caricias'
é infernales seducciones de Emma Leona, se de-
cidió á complacerla, é hizo prender gran número
de napolitanos, que en vitud del tratado esta-
blecido se habían refugiado á las naves fracesas,
que se hallaban todavía detenidas en el puerto
de Ñapóles, por tener el viento contrario.


Habiéndose participado en Sicilia á los Bor-
bones, que ya estaban satisfechos sus malvados
designios, y que podían disponer de las vidas de
millares de víctimas, la Reina, de acuerdo con
Fernando, mandó establecer en Ñapóles una co-
misión llamada de Estado, compuesta de tres in-
dividuos, á quienes se previno que cerrasen el
corazón á las voces de la humanidad , y procedie-
sen tiránicamente contra todos aquellos que se
habian declarado partidarios de la nueva repúbli-
ca, ya destruida.




20 PERSONAJES CELEBRES.


Seria fuera de propósito referir aquí todos
los estragos que en esta ocasión se cometieron en
la infeliz Ñapóles ; pero quien quiera leerlos po-
drá hojear la historia de aquel reino, escrita por
Pietro Colletta, autor verídico, imparcial y lle-
no de energía. Nosotros nos contentaremos con re-
ferir, como eosa digna de notarse, que de los tres
jueces que compusieron aquella horrible comisión,
ninguno, terminado su encargo, gozó las deli-
cias dé una vida tranquila, sino que todos acaba-
ron tristemente su carrera, como heridos de ra-
yos invisibles, lanzados por una divinidad ven-
gadora. Uno de ellos, no pudiendo resistir á los
remordimientos que le ajitaban, se ahorcó ; otro
murió casi mendigando el pan; y el tercero llama-
do Nicolás Spéciale (cuyo nombre es inútil ca-
llar , pues se ha hecho célebre por su atroi in-
famia) se volvió loco , y murió mostrándose hasta
el último1 estremo de su vida como agitado por
mil furias.


Tantas crueldades , aunque ejecutadas á nom-
bre de Fernando de Borbon , eran mas bien obra
de su muger, cruel por naturaleza, que de Fer-
nando, que aunque acostumbrado á condescen-
der con las depravadas inclinaciones de la Reina,




FERNANDO I . 31


s o había cerrado enteramente el corazón á los
sentimientos de humanidad, como puede demos-
trarlo el suceso que vamos á referir.


Destruida la República francesa, y pocos días
antes de salir Fernando de Palermo para volver á
sentarse en el trono de Ñapóles, el Almirante
Nelson hizo colgar de la entena de un navio al
célebre Almirante napolitano, Príncipe de Carac-
cioli , bajo el pretesto de que habia servido á los
republicanos franceses. No contento con esto el
bárbaro inglés, privando de sepultura al cadáver
de Caraccioli, le hizo arrojar al mar con una grue-
sa piedra atada al cuello ; pero aunque al pron-
to aquel cuerpo muerto se sumergió y desapare-
c ió , al cabo de algunos días, vomitado por las
olas y sobrenadando á flor de agua , fue á chocar
con el bajel que llevaba de Sicilia á Ñapóles á Fer-
nando, quien habiéndole visto preguntó á su ca-
pellán, que se hallaba á su lado, qué significaba
aquel terrible espectáculo; á lo que el capellán
respondió: « Señor, es el cuerpo del Príncipe Ca-
raccioli. i) Fernando á esta respuesta, estraor^
dinariamente conmovido, respondió: « ¿Y qué
quiere de mí Caraccioli?» como queriendo sin-
cerarse de que no había tenido parte en aquel




22 PERSONAJES CELEBRES.


asesinato, digno solamente de un pirata inglés.
Espulsados los republicanos, Fernando de Bor-


bon quedó Señor de Ñapóles por algunos años'
hasta que el Emperador Napoleón dispuso de
aquel reino en favor de su familia , dándolo pri-
mero á José y después á Murat.


Durante la ocupación francesa, la familia Real
de Borbon se retiró nuevamente á Sicilia, y es-
tableció su corte en Palermo; pero aqui debemos
detenernos un poco, porque en aquella época fue
la Sicilia teatro de grandes sucesos.


Habiendo establecido Fernando el centro de su
gobierno en Palermo, concibió serios temores de
que avanzando las armas victoriosas de los fran-
ceses llegasen á arrojarlo de la Isla de Sicilia;
por lo que se alió con la Inglaterra acérrima ene-
miga de Napoleón. Entonces fue cuando, cor-
riendo el año de 1811 , se vieron llegar á la Isla
algunos miles de soldados ingleses, á quienes
fueron confiadas todas las fortalezas. En aquella
época la Gran Bretaña consideraba como suma-
mente ventajoso á sus intereses tener influencia
en las cosas de Sicilia, y poseer todos los puer-
tos de aquella Isla, donde podia encontrar mer-
cados para su estenso comercio, que se le había




FERNANDO I. 23


prohibido en casi todos los demás países de Eu-
ropa, en virtud del famoso sistema continental
establecido por Napoleón, y cuyo primer objeto
era cerrar la salida en el Mediterráneo á las mer-
cancías inglesas.


En los principios de la alianza con la Inglater-
ra, esta potencia fingió convenir con los deseos
de los Borbones; pero de allí á poco cambiaron
las cosas de aspecto, hasta que apercibiéndose la
Gran Bretaña poruña parte de que el Rey Fer-
nando por debilidad, y su muger por malignidad y
ambición, procuraban ocultamente emanciparse
de la Inglaterra, y aun si era posible coligarse con
el Emperador de los franceses , emparentado ya
con la casa de Austria ; y viendo por otra parte el
descontento de los sicilianos tiranizados por sus
Monarcas; viendo todo esto el gobierno de Lon-
dres, dejando de tratar como aliado al Rey Fer-
nando , se mostró cual nuevo Señor de la Isla de
Sicilia, y dando á los sicilianos la constitución in-
glesa, estableciendo un Parlamento, introducien-
do varias reformas en las leyes , llegó hasta el pupT
to de desterrar fuera de la Isla á la Reina, por-
que intolerante con el dominio inglés, maquinaba
secretamente en contra suya.




24 PERSONAJES CELEBRES.


En esta época, viendo Fernando que solo era
Rey en el nombre, se retiró á una casa de campo
llamada la Favorita, donde pasaba el tiempo de-
dicado á la caza y á las mugeres ; placeres que no
supo abandonar jamás ni aun en las mas críticas
circunstancias. Los ingleses promulgando enton-
ces que Fernando se habia alejado de los negocios
por hallarse atacado de una enfermedad, elijie-
ron por Vicario General del reino á Francisco, Du-
que de Calabria, hijo de Fernando y heredero
presuntivo de la corona, el cual con suma perfi-
dia se mostraba adicto al partido inglés, porque
conocía muy bien que solo por este medio podia
conseguir el trono.


Espulsada la Reina de la Isla, no se puede
negar que en Sicilia, bajo el régimen inglés, se
gozaron todas las ventajas que lleva consigo un
gobierno representativo; las cuestiones políti-
cas se discutían libremente, habia libertad de
imprenta, los abusos se habían disminuido en gran
parte, y todo marchaba mejor; pero este estado
duró muy poco , porque habiendo caido el Em-
perador de los franceses en 1814, evacuaron los
ingleses la Sicilia y olvidaron cuanto habían pro-
metido á los sicilianos, pues lejos de mantener-




FEENAKDO I . 25*


los en los goces de un gobierno representativo,
los abandonaron al poder absoluto del Rey Fer-
nando, quien destruyó la Constitución estableci-
da por los ingleses, y abolió la anterior Consti-
tución que habia regido en la Isla, desde los re-
motos tiempos de los Normandos.


Conquistados también por Fernando en esta
época sus dominios de Tierra Firme, se transfi-
rió á Ñapóles, donde estableció la capital de su
gobierno, tomando el nombre de Fernando I,
Rey de las Dos-Sicilias, y dejando el título de IV
que habia tenido en Ñapóles, y el de III que
tenia en Sicilia. Este cambio de nombre se esta-
bleció en el Congreso de Monarcas, celebrado
en Viena el año de 1815, inmediatamente después
de la caida de Napoleón.


En esta época fue cuando Fernando de Bor-
bon cometió el hecho, si no injusto al menos
poco generoso y aun cruel, de hacer fusilar á
Joaquín Murat, que habia sido Rey de los Napo-
litanos bajo el imperio francés. Fue una impru-
dencia de aquel desventurado Monarca desem-
barcar en la Calabria, sentado ya el Rey Fer-
nando en el trono; fue una loca temeridad que-
rer promover una revolución en todo el reino, para




" 26 PERSONAJES CELEBRES.


volver á ponerse la corona en la cabeza; pero una
vez caído Murat en las manos de Fernando ¿no
podía este obtener por medio de los Reyes sus
aliados que se custodiase al antiguo Monarca,
de modo que le fuese imposible dañarle, en lu-
gar de sacrificarle á su ira ? La noticia de la muer-
te de Murat, indignó á sus partidarios y aun á
sus mismos enemigos.


"Vuelto Fernando al trono de Ñapóles, lleno
de sospechas por los pasados sucesos, y de des-
confianza contra sus antiguos subditos, creyó
consolidar su poder alejando á algunos indivi-
duos de los empleos públicos, persiguiendo á otros,
y estableciendo un yugo de hierro á que hacia mu-
cho tiempo no estaban acostumbrados los Napo-
litanos ; pues aunque el gobierno de Murat habia
sido absoluto, no era ni abusivo, ni perseguidor,
sino lleno de amor para con sus subditos.


El espíritu de descontento en Ñapóles y en la
vecina Isla de Sicilia , bajo el nuevo régimen de
Fernando, aumentaba de diaendia, y la secta de
los Carbonarios, muy conocida en toda Europa y
que tenia su centro principal en Ñapóles, no tra-
taba ya sino de destruir el despotismo, y estable-
cer un gobierno representativo , promoviendo una




FEBNANDO I . 27


gran revolución que tuvo lugar en Julio de 1820.
Estaban al frente de los revoltosos el general Gui-
llermo Pepe, el abate Minichini, el abogado Pue-
r io , y muchos otros personajes de gran categoría.
Hecha la revolución, y no teniendo por el mo-
mento Fernando otro remedio, se decidió á jurar
sobre los Evangelios la observancia de aquella nue-
va forma de gobierno, y fingió con inaudita per-
fidia , que quería interceder cerca del Emperador
de Austria y los demás Monarcas del Norte, que
estaban á la sazón reunidos enTroppau, para que
no enviasen sus tropas á Ñapóles con el fin de
destruir la revolución. Los Napolitanos, á pesar
de los reiterados ejemplos de falta de fé de este
Rey, consintieron en su" partida, creyendo que
trataba sinceramente de influir por consolidar un
gobierno que estaba contra sus intereses. Pero
Fernando, apenas llegó al Congreso de los Mo-
narcas, les rogó á todos, y particularmente al
Emperador, que se diesen prisa á acudir con sus
tropas á sofocar la revolución de Ñapóles, vol-
viendo las cosas al ser que tenían. Efectivamen-
te , adelantaron las tropas tudescas, y viéndose
Fernando en su poder absoluto, mandó como dés-
pota irritado prender, desterrar ó fusilar á to-




28 PERSONAJES CELEBRES.


dos los principales partidarios, de la reforma.
Al mismo tiempo que estaba él arreglando sus
negocios fuera de Ñapóles, habia quedado á la
cabeza del gobierno su hijo Francisco, el cual fin-
jiéndose con hipocresía gefe de los Carbonarios,
se entendía secretamente con su padre, le infor-
maba del estado de las cosas, y proporcionaba
los medios de entrar á las tropas tudescas, sem-
brando la discordia entre los miembros del nue-
vo Parlamento napolitano.


Fernando , ya viejo , empezaba á sentir el pe-
so de sus pasadas culpas, y no sabiendo cómo
calmar mejor los remordimientos de su concien-
cia, dirigió su ánimo á actos de piedad esterior.
Se dedicó con este objeto á fundar un nuevo con-
vento llamado de S. Francisco de Paula, ador-
nándolo con una iglesia de noble y linda arqui-
tectura , y dotándolo con buenas rentas. Deseaba
tan ardientemente ver concluida esta nueva fábri-
ca, que casi todos los dias preguntaba por ella,
y dos ó tres veces en la semana iba á visitarla,
no dejando de instigar á los maestros y darles pri-
sa. Viendo después que la obra duraba mucho,
dijo mas de una vez «me parece que estando
cargado de años, no veré, concluido este conven-




FERNANDO I . 29


to.» Sus temores se vieron efectivamente rea-
lizados , porque Fernando murió antes de que la
fábrica estuviese concluida. Este acto de peregri-
na devoción del Rey Fernando de fundar con-
ventos y establecer nuevos monges para aliviar su
conciencia de remordimientos, ni lo aprobamos,
ni lo criticamos, porque realmente es una cosa,
si no útil, al menos poco perjudicial á la socie-
dad ; pero lo que debemos desaprobar altamente
es lo que sigue.


Fernando I en los últimos años de su vida
formó un nuevo Concordato entre la Santa Sede y
la corte de Ñapóles, que por ventajoso que se ha-
ya creído para el Papa, todavía era mas per-
nicioso para los subditos del reino de lasDos-Si-
cilias. Seria fuera de propósito referir aquí todos
los artículos de este nuevo Concordato; pero pa-
ra dar una idea de ellos á nuestros lectores, bas-
te decir, que en virtud de dicho tratado fueron
derogadas todas las útiles reformas introducidas
por Tanucci en las cosas eclesiásticas, y llegaron
á renovarse gran parte de los abusos abolidos. Asi
fue establecido por parte del Cardenal Corsale,
Encargado de la Corte de Roma, y del ministro
Médicis que representada los intereses del Rey de




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


Ñapóles,«que las manos muertas, como cofradías,
conventos, monasterios, pudiesen hacer nuevas
adquisiciones , •> lo que había estado prohibido
hacia mucho tiempo. Se estableció que los parti-
culares pudiesen testar en favor de los estable-
cimientos pios y casas conventuales; que en el
nombramiento de los Obispos fuese enteramente
devuelto á la Santa Sede el derecho de aprobar
la elección, y otras cosas, todas en favor de la
Corte de Roma. Asi estaba mal gobernado, parte
por tiranía, parte por debilidad del Rey Fernando,
el reino de las Dos-Sicilias, cuando á fines del año
de 1824 enfermó, pero tan levemente que no le
impidió volver á los teatros y á Ja caza. En la no-
che de l3 de Enero de 1825, después de haber ju-
gado , hecha su última oración, se acostó. Acos-
tumbraba á llamar todas las mañanas á las ocho
á un criado, pero el dia 4 llegó esta hora sin
que lo hiciese. Esperaron ,' y el que velaba en su
custodia en la estancia vecina, dijo que le parecía
haber oido toser dos veces al Rey á las seis de la
mañana. El tiempo se pasaba, y por mas que
aplicaban todos el oido á la puerta de la alcoba
del Rey nada se oia ; tuvieron una consulta l o s
amillares y médicos (presentes al acto dedesper-




FERNANDO I . 31


tar el Rey, según costumbre de aquella corte)
y decidieron- entrar por ser ya las diez sin qué
hubiese llamado. Se aumentaron sobremanera las
sospechas de su triste fin, cuando abierta la puer-
ta de la alcoba se vieron las sábanas desordenadas
y envuelto en ellas el cuerpo del Rey, de un mo-
do tan estraordinario, que parecía habia lucha-
do largo rato; pues estaba con la cabeza envuel,
ta en una sábana, debajo de la almohada, con las
piernas y brazos dislocados; tenia la boca abierta
como para pedir auxilio ó para recoger el aliento
vital; el rostro se hallaba negro y lívido , los ojos
abiertos y terribles. Se esparce esta noticia por el
Palacio, se apresura á verlo la familia: llegan
nuevos médicos; y no queda duda de que el Rey
habia muerto de apoplegía, como se vio después
mas claramente al abrir el cadáver. Asi perdió
la vida Fernando, á los 76 años de edad y 65
de reinado, el 4 de Enero de 1825. Desapareció
de la escena del mundo el mismo dia en que cua-
tro años aates, cumpliendo el perjurio de com-
batir la Constitución que habia jurado en Ñapóles,
preparó la guerra á. su pueblo. Tal fue el desastro-
so fin de este personaje.


Fernando I fue creado Rey bajo el titulo de




33 PERSONAJES CELEBRES.


IV por Ñapóles y III por Sicilia, siendo todavia ni-
ño; pero su minoría, lejos de ser perniciosa álós^
pueblos les proporcionó la felicidad, pues fueron
dirijidos los negocios del Estado por Tanucci,
hombre de gran talento y de buena índole. Era
este Monarca agudo de ingenio, lleno de viveza,
y algo inclinado á la vir tud; pero todas estas
bellas cualidades quedaron sin germinar y se
cambiaron en otros tantos vicios con el transcurso
de los años. El nuevo Rey, sea por la maldad
ó incapacidad de sus ministros ó por falsas preo-
cupaciones, no viéndose nunca estimulado á cul-
tivar su espíri tu, se abandonó cada dia mas á
sus diversiones de la caza, de la pesca, de las
mugeres y á todo género de placeres plebeyos y
groseros. Casado con María Carolina, Archidu-
quesa de Austria, fue cruel con sus subditos en
1799, por acceder á sus depravados deseos. Co-
metió después un perjurio en 1820 anulando una
Constitución que habia jurado sobre los Santos
Evanjelios; y finalmente, envejecido y ajitado de
mil remordimientos, creyó aplacar la divinidad
fundando iglesias y conventos. Concluyó su rei-
nado odiado por los pueblos, y despreciado por
los sabios.






T tramases célebres it i Sido X I X .




: <s>>


D. PEDRO A. GIRÓN,


DUQUE DE AHUMADA.


« N o le hemos contemplado solícito
y bondadoso en el hogar doméstico,
urbano y cortés en la sociedad, como
un dechado de caballeros, y en el tra-
to con sus amigos á la par ameno y afa-
ble : hemos procurado meramente pre-
sentarle al público , s irviendo real-
mente á su patria con la espada y con
el consejo , y terminando una carrera
tan larga y azarosa sin mancil la y sin
remordimientos .»


M A R T Í N E Z D E L A R O S A . — R e v i s t a de
Madrid, tercera serie, t . I I I .


Entre los Generales que mas se han distin-
guido durante la gloriosa lucha que la Nación
sostuvo para defender su independencia , tendrá
siempre un lugar preferente aquel de cuya bio-




2 PERSONAJES CELEBRES


grafía vamos á ocupamos. Sus conocimientos y
el justo prestigio de que disfrutaba, le han he-
cho figurar también como hombre político, du-
rante los tempestuosos periodos que el país ha
atravesado ; y en ellos ha manifestado siempre
la elevación de sus sentimientos, la profundidad
de su instrucción, y el ardiente patriotismo de
que se hallaba animado. Tan relevantes prendas,
unidas á su afable y caballeroso t ra to , á la ri-
gidez de su carácter, le hicieron siempre apre-
ciar de cuantos le conocían, y hasta de los que
hallándose ó sus órdenes tenían que sufrir mas
de la estricta y rígida observancia de sus obli-
gaciones, sobre cuyo cumplmiento era inexorable.


La guerra de la Independencia fue el princi-
pal teatro de sus glorias, y en ella tardó poco
eu proporcionársele la ocasión de manifestar su
grande amor á la libertad y á la independencia
de la patria, y de dar á conocer las aventajadas
cualidades que habían de proporcionarle mas ade-
lante el merecido y doble concepto de militar
esclarecido y de hombre de gobierno ; y si du-
rante su carrera no se ha hecho la justicia que
era debida á su eminente mérito, ha tenido sin
embargo la dicha de terminarla salvando ilesa su




GIROJX. 3
reputación, entre las acusaciones que respecti-
vamente se dirigen los partidos, en medio de las
revueltas y civiles discordias.


D. Pedro Agustín Girón nació en la ciudad
de San Sebastian, provincia de Guipúzcoa, el dia
2 de Enero de 1778. Fueron sus padres el Tenien-
te General D. Gerónimo Girón y Motezuma, Mar-
qués de las Amarillas, natural de Ronda, y Doña
Isabel de Las Casas y Aragorri, natural de San
Sebastian. Dedicáronse estos con empeño á dar
libre curso y acertado rumbo á sus nobles incli-
naciones y enérgicas facultades, cuyo producto
fue ia agilidad, la intrepidez, la delicadeza y
generosidad • de sentimientos, el amor á la patria,
el apego al estudio, la variedad y estensiou de
conocimientos, la honrosa ambición de gloria;
prendas todas que le colocaron en lo sucesivo en
los puestos y circunstancias que referiremos.


A la edad de 16 años, por los de 1793 y 1794,
militaba ya en clase de simple aventurero á las
órdenes de su veterano padre, en las campañas
del Rosellon y de Cataluña. Concluidas estas fue
propuesto por tres veces distintas para Coronel
de un regimiento de provinciales; pero él limitó
su deseo á la gracia de Capitán, la obtuvo en




4 PERSONAJES CELEBRES.


13 de Mayo de 1798, confiriéndosele el mando
de la sesta compañía del Regimiento Provincial
de Sevilla, con agregación al de Soria que guar-
necía á Pamplona, por no estar aquel scbre las
armas. F.u Agosto de 1801), solicitó yobtuvoser
destinado al cuerpo espedicionario que se reunía
cnMallorca, al parecer contra Mahon. Desde allí
pasó con su tio el ¡lustre general D. Francisco
Javier Castaños, y en clase de Ayudante de cam-
po, al ejército que se formaba en Galicia, y al
cual cupo la gloria de rechazar a los Ingleses
cuando desembarcaron cerca del Ferrol. Rompié-
ronse en 1801 las hostilidades contra el Portu-
gal, y deseoso Girón de participar de los peligros
de la guerra, obtuvo á su ruego el maudo de la
compañía de cazadores de Avila, que formaba
parte de la columna ó division de granaderos
provinciales de Castilla la Vieja, con la cual se
encontró en las operaciones militares del Alen-
tejo, asi sobre la plaza de Campo Mayor como
en la acción de Arronches, y los demás acon-
tecimientos de aquella campaña; por la cual se
le confirió en Agosto de 1802 el empleo de Te-
niente coronel, con destino á la division de gra-
naderos provinciales de Andalucía.




GIRÓN. 5


Bloqueada por los Ingleses la plaza de Cádiz,
en Junio de 1805 , entró con su batallón en ella,
donde á la sazón se padecia la fiebre amarilla;
aprovechándose con este motivo de los campos de
instrucción que dirigía por los años de 1805 y 1806,
el malogrado general Marqués del Socorro, testi-
go de los progresos hechos en la teoría y la prác-
tica de la guerra, en las recientes y brillantes cam-
pañas del centro de Europa.


Cuando en 1807 principió la Península á ser-
vir de teatro de operacionos militares, precurso-
ras de la sangrienta lid que las habia de seguir,
Girón á las órdenes del mismo Marqués del So-
corro , entró al frente de su batallón en Portu-
gal, en unión con otro ejército francés: estuvo
encargado de apoderarse de los puntos fortificados
déla izquierda del Tajo, enfrente de Lisboa, que-
dando nombrado Comandante general de aquella
linea. Desempeñó otras comisiones delicadas, y
entre ellas la trascendental de negociar con Junot,
General en gefe del ejército francés, el regreso
á España de nuestras tropas, en las difíciles cir-
cunstancias délos primeros meses de 1808.


Hallábase Girón en Badajoz con el grado de
Coronel, que se le habia conferido en Diciembre




6 PERSONAJES CELEBRES.


de 1807, cuando el 4 de Mayo de 1808 se supie-
ron en aquella plaza los memorables acontecimien-
tos de Madrid del 2 ; y en tan crítico momento
contribuyó eficazmente á la resolución de las
tropas y del pais en fcvor de la causa nacional.
Girón se hallaba entonces en el vigor y lozanía
de la edad vi r i l , y quien como él abrigaba en su
pecho sentimientos hidalgos y generosos, y ce-
nia una espada, no podía dejar de desnudarla
cuando la Nación en masa se levantaba contra
la usurpación estrangera. Destinado con su bata-
llón á Andalucía, y encontrándose en Ronda el
2 de Junio , bastó una ligera escitacion de ¡a Jun-
ta de Sevilla para que volase á Córdoba, y guar-
neciese el 6 el pueblo de Alcolea , el cual defen-
dió valerosamente al día siguiente con solos sus
granaderos y 300 hombres de Campo Mayor. La
resistencia denodada que hicieron en Alcolea
aquellas visoñas tropas, si no fue bastante para
contener el impulso de las mas aguerridas del si-
g lo , produjo por lo menos el que Dupont sede-
tuviese en Córdoba , y diese lugar a Castaños
para reunir y organizar con la ayuda, entre otros
gefes, de Girón , que ejercía las funciones de Ins-
pector general de infantería y Milicias, las fuerzas




girón. 7


con las cuales tomando á poco tiempo la inicia-
tiva , marchó sobre el general francés, de euro-
pea reputación, y obtuvo la memorable victoria
de Bailen: gloriosa jornada que señaló el primer
grado de declinación del vencedor de cien pue-
blos, quien se vio obligado en consecuencia á acu-
dir personalmente al socorro de sus tropas en
España.


Alli hizo frente con tropas visoñas á las aguer-
ridas que mandaba Dupont, quien lo elogió en
su parte oficial, siendo aquel suceso clásico el
primer hecho de armas de tan célebre guerra. Co-
mo Mayor General de infantería contribuyó, como
hemos dicho, en gran manera á la organización
del ejército vencedor en Bailen , y enviado desde
el campo de batalla á llevar la noticia de tan me-
morable acontecimiento á la Junta de Sevilla, ne-
góse á admitir el empleo de General que esta le
concediera, aceptando solo el de Brigadier. Pre-
cedió al ejército de Andalucía en su llegada á Ma-
drid , encargado de misiones importantes; mar-
chó con el mismo ejército al Ebro, ejerciéndolas
funciones de Mayor General, y se distinguió en
la batalla de Tudela el 23 de Noviembre, y en la
hábil retirada que á ella se siguió.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Colocado de nuevo á petición suya al frente-
de su batallón de granaderos provinciales, y man-
dando una de las columnas de vanguardia del
ejército del cent ro , tuvo parte en la gloriosa
acción de Tarancon, en la noche del 24 de Di-
ciembre. Túvola también en la del 13 de Enero
siguiente sobre Uclés, donde á la cabeza de las
tropas de su mando se abrió paso á la bayoneta
por medio de los enemigos, después de haber per-
dido su caballo. Mandando una división de infan-
tería en el ejército reunido sobre Sierra Morena,
ocurrieron las acciones de Mora, de Consue-
gra y Ciudad-Real , sobresaliendo de tal modo
en la ú l t ima , el 26 de Marzo de 1809, que se
grangeó los aplausos del ejército , los del General
en Gefe, y una carta de gracias muy lisongera
del Gobierno.


Confiósele después el mando de la vanguar-
d i a , y posteriormente el de la tercera división,
reuniendo á sus órdenes 8,000 infantes, 1,000
caballos y 8 piezas de artillería. Con estas fuer-
zas y las divisiones de los Brigadieres Vigodet y
Lacy, ganó la batalla de Aranjuez, en 5 de Agos-
to de 1809, por la cual fue promovido á Maris-
cal de Campo. En 11 del mismo mes sostuvo con




GIRÓN. 9


su división los puntos mas empeñados de la de
Almonacid. En la de Ocaña, ocurrida el 19 de
Noviembre del mismo año , perdió un caballo de
bala de cañón, estuvo al frente de dos divisio-
nes , atacó á los enemigos, y consiguió salvar
parte de sus fuerzas y artillería.


Al invadir los franceses las Andalucías, el 20
de Enero de 1810, le tocó defender contra fuer-
zas escesivamente superiores los principales pun-
tos de la línea de Sierra Morena , verificándolo con
habilidad y bizarría. Deshecho nuestro ejército por
el impulso de la invasión enemiga, se dirigió ve-
lozmente á Cádiz, donde el Gobierno le nombró
primer Vocal de la Juota Superior Militar, y en
7 de Marzo siguiente General en Gefe interino
de las tropas reunidas en aquella Isla. Desde allí
pasó en clase de segundo General en gefe al quin-
to ejército de operaciones, mandando nuestras
fuerzas en el segundo sitio de Badajoz.


Su notorio mérito militar le llevó, en clase
de Gefe del Estado Mayor general, del quinto al
sesto ejército, y de este al sétimo, y le propor-
cionó la gloria de acaudillar las tropas españolas
el 28 de Octubre 1811, en la feliz y brillante ac-
ción de Arroyo-Molinos Desde alli pasó á Cas-,




10 PERSONAJES CELEBRES.


tilla y Galicia, y rendida la plaza de Astorga, ere
Agosto de 1812, á lo que contribuyó eficazmente,
siguió al enemigo, y uniéndose el 14, de Setiem-
bre con el ejército aliado á las órdenes de We-
lüugton, continuó con él hasta Burgos, encon-
trándose en el sitio de aquel fuerte, en su le-
vantamiento, y en la penosa retirada del ejército
aliado á la frontera de Portugal, terminada el
15 de Noviembre del propio año.


Resuelta la reunión en un ejército, bajo el ti-
tulo de cuarto de operaciones, de los que habian
llevado los nombres de quinto, sesto y sétimo,
se le confió tan delicado encargo, que desempeñó
dignamente, pues su mérito no se limitaba á di-
rigir hábilmente las operaciones de la campaña,
ni á manejar las tropas en los combates, sino
que se estendia á la difícil, tarea de organizar y
constituir los ejércitos, para lo cual le ayudaban
grandemente sus principios y aspecto caballeres-
cos, su saber y esperiencia, su vigor para el sos-
ten de la disciplina, y el espíritu marcial y los
sentimientos de pundonor y deseo de gloria que
le distinguían. Puesto al frente de una parte de
las fuerzas del citado cuarto ejército, emprendió
en 1813, en combinación con el ejército aliado,




GIRÓN. 11


llevando su izquierda y venciendo mil dificultades,
la gran campaña del Duero y del Ebro, que llevó
á los Franceses desde las fronteras de Portugal
hasta su propio pais. Tocóle por tanto flanquear
todas las posiciones que hubieron de tomar es-
tos sucesivamente , hasta la que ocuparon en
los campos de Vitoria el 21 de Junio de 1813,
donde el movimiento del cuarto ejército sobre el
camino real, que por Guipúzcoa conduce á Fran-
cia , contribuyó á convertir la batalla perdida en
completa derrota, obligando al enemigo á reti-
rarse á Navarra.


Adelantándose luego el mismo ejército sobre
el Vidasoa, tomó parte en los peligros y progresos
de la campaña, y arrojando á los enemigos de
las posiciones que sucesivamente ocupaban, con-
currió con los Ingleses á desalojarlos de Tolosa;
y continuando en su seguimiento tuvo la suerte
y la gloria de espéler á los Franceses del terri-
torio español, al dia 29 del mismo mes.


Destinado posteriormente por el Gobierno al
primer ejército de operaciones, fue nombrado por
Lord Wellington, Generalísimo de las fuerzas alia-
das , para el mando interino del ejército de re-
serva , por enfermedad de su General en Gefe el




12 PEBSONAJES CELEBBES.


Conde del Abisbal; y puesto á su cabeza el t8
de Agosto, le condujo á la victoria en las reñi-
das batallas de 7, 8 y 13 de Octubre sobre la
margen derecha del Vidasoa, y posteriormente
en la de 10 de Noviembre sobre los Pirineos, en
cuyos puntos mas importantes le tocó maniobrar
bajo la inmediata dirección del mismo Welling-
ton. Forzados asi los Franceses á internarse en
su pais, y acantonado en territorio español el ejér-
cito de reserva, entregó Girón el mando de él, en
5 de Diciembre, al General en Gefe propietario,
restablecido ya de sus dolencias.


Ascendido Girón á Teniente General en Mar-
zo de 1814, fue comisionado por el Gobierno el
28 del mismo mes, en calidad de Inspector ge-
neral, para revistar en todos sus ramos los ejér-
citos de operaciones, con cuyo motivo le alcanzó
la paz en Tolosa de Francia. Pasó en seguida de
cuartel á Andalucía; pero con la vuelta de Na-
poleón á Francia, marchó en Marzo de 1815 al
ejército formado en Aragón, con el carácter
de segundo General en Gefe, desde donde regre-
só á su antiguo cuartel á ñnes del propio año,
habiéndose utilizado su laboriosidad al pasar por
Madrid en varios trabajos relativos á la ordenan-




( V I R Ó N . 1 3


za de Milicias y á la orden militar de S. Fernan-
d o , como miembro de las ¡untas que entendían
en estos negocios.


Apoderado desgraciadamente de la voluntad
del Monarca un partido , que hacia gala de fana-
tismo y de ignorancia , no pudo menos de contar
en el número de sus enemigos al ilustre general
Girón, sobradamente pundonoroso y entendido
para alistarse en las banderas de la facción pre-
dominante. Su ilustre cuna , su esmerada educa,
cion, y hasta su noble porte y caballerosos modales,
parecían alejarle de una Corte, en que por lo co-
mún solo hallaban cabida la oscura medianía y la
servil lisonja ; no ostentando siquiera el despotis-
mo de aquella época cierta elevación y grandeza
que le diese brillo y realce , sino mostrándose
bajo todos conceptos ruin y villano. Vióse pues
el general Girón, ya que no crudamente perse-
guido , sujeto á una especie de ostracismo polí-
tico , como otros muchos Españoles de valía. Li-
bre del mando, se dedicó al estudio por vía de
solaz y esparcimiento , cultivando con especial es-
mero las ciencias naturales y las letras humanas,
á que era muy aficionado.


Hallábase en aquel retiro cuando sobrevino la




1 4 P E B S 0 N A J E 8 CK7EBRES.


revolución de 1820, siendo una relevante prueba
del general concepto que merecía, el designarle
la opinión pública para desempeñar el Ministe-
rio de la Guerra , en unos momentos en que en
medio de la alegría del triunfo, y con la falta de
esperiencia , solo se aspiraba de buena fe á con-
ciliar las libertades de la Nación, con los derechos
y prerrogativas del Trono. Fue en efecto nombra-
do Ministro de la Guerra, el 16 de Marzo de 1820,
el general Girón , Marqués ya de las Amarillas,
por fallecimieuto de su padre. Pero poco tarda-
ron en desvanecerse las lisongeras esperanzas que
se habian concebido : ni era posible que el Mo-
narca se sometiese gustoso á las trabas que le im-
ponía una ley proscrita poco antes , y que se le
había presentado para que la jurase clavada en
la punta de una espada ; ni era tampoco probable
que la revolución conservase por mucho tiempo su
primitiva inocencia. « Para colmo de desventu-
ra (*), el impulso lo habia dado el ejército; si
bien la nación toda lo siguió con buena voluntad,
cansada de opresión y mal gobierno, y esperando


(*) Asi se espresa el Sr. D . Francisco Martínez (lela Rosa
en un artículo biográfico sobre el general Girón, publicado
en el t. III de la tercera serie de la Revista de Madrid.




G1K0N. 15


mejorar de suerte bajo unas instituciones que
apenas conocía, pero que se le presentaban co-
mo las mas adecuadas para labrar su futura di-
cha. »


« Fue pues aquella revolución de la peor es-
pecie posible; manifestando desde luego en su
índole y tendencia el origen de que procedía : y
si esta circunstancia agravaba la situación en que
se veia el Gobierno, con escasa defensa en leyes
importantes, aun mayor hubo de ser el conflic-
to y apuro del que estaba especialmente encarga-
do del ramo de la guerra. Acababa de triunfarla
revolución, y tenia en la mano las armas: si se
le quitaban, se creia amenazada; si se le dejaban,
amenazaba el la: no podía desatarse el nudo ; y
fue necesario cortarlo. El ejército de la Isla, tal
como á la sazón se encontraba , emblema á la
par y bandera de revolución , fuerza escéntrica y
perturbadora, era incompatible con todo gobierno:
habia que disolverlo ó declarar permanente á la
rebelión, y dejar desmantelado el trono. El peso
mismo de las cosas, mas fuerte y poderoso que la
voluntad de los hombres, produjo desde luego
aquella crisis, anuncio ya y presagio de las que
habían de sucederse ; por entonces no se entabló




l f i P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


la lucha; pero ya se amagaron de cerca la re -
volución y la monarquía. »


« La entereza que hahia demostrado el gene-
ral Girón, al dictar la orden para la disolución de
aquel ejército, concitó contra él gran número de
enemigos: resentidos unos, quejosos otros , des-
confiados aquellos ; no faltando quien creyese de
buena fé que se habia destruido el postrer baluar-
te de la libertad á que pudiera acogerse en el dia
del peligro; ¡como si en tan flaco y mal seguro apo-
yo pudiera descansar la suerte de un Estado ! » De
todos modos el 18 de Agosto del mismo año de
1820 fue admitida la renuncia que del Ministerio
hizo el Marqués de las Amarillas, conservándolos
honores del Consejo de Estado. El 25 del mis-
mo mes fue nombrado Ingeniero general, y
luego Presidente de la Junta de Inspectores , en
cuyo destino cesó á solicitud suya en 9 de Julio
de 1822. Después de los célebres sucesos de aque-
llos d ias , fue el General Girón una de las víc-
timas perseguidas entonces con mas furia y en-
carnizamiento, sin que sin embargo se atrevieran
á imputarle que estuviese de acuerdo con los que
intentaron en aquel trance restablecer el Gobier-
no absoluto ; sino que le achacaron, sin mas prue-




GIRÓN. 17


has que un rumor vago (*), « que había aconseja-
do al Monarca que se prevaliese del esperado triun-
fo para reformar la Constitución , robusteciendo
la potestad regia, y estableciendo cierto contrape-
so y equilibrio con la formación de dos Cámaras.
Desde entonces acá han trascurrido años ; se han
amontonado sucesos; hánse atropellado los hom-
bres á impulsos de la revolución; su curso mismo
ha aclarado hechos inciertos al principio ó du-
dosos; y de cuantas acusaciones y calumnias se
forjaron en aquella época, apenas habrá una que
no se halle desvanecida. Ni los tiempos ni las cir-
cunstancias consentían por entonces un partido
conciliador, que se interpusiese como tal entre
los dos partidos estreñios, tan enconados y tan
ciegos, que le hubieran oprimido hasta ahogarle.
Ks natural que ya hubiese quien estuviera ínti-
mamente convencido de que aquella Constitución
era impracticable; pero no apareció la menor prue-
ba ni indicio de que un partido político, digno
de este nombre , abrigase el pensamiento de re-
formarla, y se mezclase en la trama con este de-
signio. Y cuenta que, si lo hubiera intentado y


C ) lil mismo Sr. Martínez de la Rosa en el artículo an-
tes citado.




18 PERSONAJES CELEBRES.


conseguido, habría hecho un servicio señalado a
su patr ia , evitando al Monarca muchos peligros
y zozobras, y á la revolución muchos sustos y
mengua.»


El general Girón esperimentó en aquella época
mil vejaciones por medios distintos, y ninguno
de ellos noble ; ya se le trasladaba de una provin-
cia á o t ra , y ya se le mandaba ir a residir á una
de las Islas adyacentes; de modo que señalado
como sospechoso por la mano misma del Gobierno,
y después de verse mas de una vez amenazado en
los inquietos pueblos, tuvo que refugiarse á Gi-
braltar , buscando un asilo mientras pasaba lo mas
recio de la tormenta.


A poco tiempo espiraba la revolución en la
Isla gaditana, después de haber desafiado á la
Europa. El partido que entonces triunfó con el
apoyo poco honroso de armas estraugeras, se mos-
tró desde luego mas intolerante y perseguidor que
el que acababa de ser vencido; persiguió á los
mismos á quienes había perseguido la revolución
como afectos al Monarca y á un régimen templado.


Al general Girón se le obligó á salir de Sevilla,
al propio tiempo que entraba en ella Fernando VII,
de modo que se halló proscrito á nombre del Rey




Ü 1 U 0 S . 19


cuando se apellidaba ya libre, asi contó lo había
estado pocos meses antes cuando aquel Príncipe
se suponía cautivo. Habiendo regresado á Sevilla
pudo dedicarse nuevamente al estudio , y en Di-
ciembre de 1826 fue declarado protector de la
Compañía del Guadalquivir, y del camino que de
Sanlucar debia conducir al Puerto de Santa Maria.


Asi pasaba tranquilamente sus dias , aumen-
tándose el aprecio del público hacia é l , en propor-
ción al estraño desvio que la Corte le mostraba,
hasta que en Octubre de 1832 fue nombrado Ca-
pitán General de Granada , y de Andalucía en 6
de Diciembre siguiente. Habia ya en aquella época
lucido para la Nación una nueva era, desde el
momento en que apareció en el suelo español la
augusta Esppsa del Rey , Doña Cristina de Bor-
bon. El nacimiento de la heredera de la Corona,
la grave enfermedad del Rey , y el benéfico in-
flujo de su escelsa Esposa desde el momento en
que empuñó interinamente el timón del Estado.!
cambiaron como por encanto la faz política de la
monarquía. No fue Girón de los qu,e menos con-
tribuyeron á aquel saludable cambio, y es cosa
digna de notarse, que el mismo Fernando VH,
que mantenía á un subdito ta.n fiel separado de




20 P E R S O N A J E S CELEBRES.


la Corte y en una especie de honroso destierro, al
ver aproximarse el fin de sus días , vio ilumina-
da su mente como Rey , por los afectos de su
corazón como padre, y dispuso en su testamen-
to que fuese uno de los que debían componer el
Consejo de Gobierna, durante la menor edad de
su Hija, y la crisis que preveía, el mismo gene-
ral Girón, el cual en Octubre de 1833, con mo-
tivo de la muerte del Monarca , fue llamado á
Madrid para ocupar el puesto por él designado
en el Consejo de Gobierno. En sus arduas tareas
mostró el General Girón suma lealtad y celo, y
dio solemnes testimonios de su instrucción eu
materias políticas y administrativas.


Publicado el Estatuto Real, fue elegido Girón
Procer del Reino, y Presidente después de aquel
Estamento, mereciendo en 6 de Junio de 1835 ser
elevado á la dignidad de Grande de España de
primera clase, con el titulo de Duque de Ahu-
mada. Durante la primera época de la guerra
civil prestó el Duque señalados servicios, así en
el Consejo eomo en el Estamento de Proceres;
y en Junio de 1835 volvió á desempeñar por un
momento el ministerio de la Guerra, menos eomo
quien sube por ambición á una dignidad encnm-




GIRÓN. 21


hrada, que como aquel que acepta por pundonor
un puesto de peligro. La revolacion habia toma-
do ya tal empuje, que era cada dia mas difícil
contenerla, y en uno de sus agitados vaivenes
dio en tierra con aquél ministerio, principiando
entonces la no interrumpida cadena de rebeliones
y atentados, qué tantos y tan graves males han
causado ; á la KacKm.


Destruida después en una noche, y por una
soldadesca subtevafla, en la Granja,* la ley polí-
tiea vigente, y con ella el Consejo de Gobierno
y uno y otro Estamento, volvió el Duque á la
vida privada; y deseoso de alejarse del bullieio
dé la revolución, aprovechó aquella tregua para
pasar al reino de Franeia , con intento no solo
de espaciar su ánimo, tan afectado por los males
en que te ta envuelta su patria, sino también
para acrecentar el caudal de sus conocimientos.
Permaneció allí poco t iempo, procurando resta-
blecer Su Salud ya quebrantada, mas por los pe-
sares del alma que por los padecimientos del cuer-
po; de tal modo, que al restituirse á su pa t r i a rá
duras penas llegó á avistar los muros de Cádiz
poco mébos que muerto.


Terminada por decirlo asi la vida pública del




22 PERSONAJES CELEBRES.


Duque de Ahumada, anhelaba permanecer en
Cádiz el resto de su vida, y el Gobierno le otor-
gó en efecto amplio permiso para que pudiese sa-
tisfacer tan modesto deseo. Pero tardó poco en
predominar en España un poder suspicaz y re-
celoso, que no consentia émulos ni rivales, y se
intimó al Duque la orden de trasladarse inme-
diatamente á la Corte. Ni su gerarquia, ni su
edad, ni sus prendas y dilatados servicios, ni el
triste estado de su salud, fueron bastantes para
mitigar el acerbo mandato, ó retardar por lo me-
nos su cumplimiento; y repetido una vez y otra
con rigoroso apremio, hubo al fin de ponerse en
camino el venerable anciano, en medio del in-
vierno, y afligido por una tenacísima dolencia.


Entregado á la vida privada, y como si no fue-
sen bastantes para perpetuar su memoria sus emi-
nentes cualidades de soldado, general y hombre
de Estado; como sino bastaran á la ilustración
de su nombre los títulos de Duque de Ahumada,
Grande de España de primera clase, Teniente
General de los ejércitos, Gran Cruz de la Real
y distinguida orden española de'Carlos III , y de
las militares de S. Fernando y S. Hermene-
gildo , y condecorado con varias de distinción




GIRÓN. 23


Consejero de Estado, individuo de la Maestranza
de caballería de Ronda, de la Academia de No-
bles Artes de S. Fernando, de la de Buenas Le-
tras de Sevilla, y de varias Sociedades de Amigos
del Pais; cual si no bastaran, repetimos, al lustre
de su nombre tantos títulos distinguidos, añadía
á ellos las inestimables cualidades de su vida
interior, y su constante anhelo y amor al saber.


Aprovechóse de los conocimientos clásicos que
podían adquirirse en España con solidez, y al
propio tiempo de los progresos que fuera de ella
hacían la mayor parte do los conocimientos hu-
manos , y señaladamente los de mas inmediata
aplicación. Asi fue que cultivó ellatin y el grie-
g o , y poseyó el francés y el inglés; siendo tal
su afición á la literatura que con ella gozó algu-
nos placeres en medio de sus contratiempos y de
los últimos años de su penosa existencia. Fue
también muy aplicado á las ciencias naturales,
asistiendo con la puntualidad de un alumno á
las cátedras de Mineralogía, Zoología, Botánica,
Agricultura etc., asi en España como en el es-
trangero. Los varios manuscritos que sobre estas
ciencias ha dejado, á la par de otros mas graves
relativos, á las ciencias de la guerra, á la


O
/




2 4 PERSONAJES CELEBRES.


historia de la de nuestra independencia, y á la
economía pública, prueban claramente lo vasto
de su instrucción, y el partido que supo sacar
tanto de la ociosidad á que le condenó en varias
ocasiones el influjo de la política, como de la
esperiencia costosamente adquirida en la agita-
ción de los negocios. ,


El último periodo de su vida fue solo un con-
tinuo padecimiento. Si tendía la vista sobre su
pais no veia mas que males públicos y privados,
esperanzas desvanecidas , desengaños amargos,
perjurios, alevosías, traiciones y escándalos; y si
se limitaba á su propia persona, veia corroída su
vida por el agudísimo tormento de un cáncer
voraz en la lengua. Solo la Religión podía inspi-
rarle serenidad y firmeza para sobrellevar la ter-
rible operación á que se sujetó, y de la cual
salió aliviado por algún tiempo. Pero reproduci-
do después aquel mal devorador, y siendo ya
inútiles todos los recursos del ar te , terminó su
carrera el 17 de Mayo de 1842, á los 64 años
cumplidos de edad, dejando un profundo dolor
en el rovazon de cuantos conocían sus virtudes,
y apreciaban en él las nobles cualidades de ca-
ballero que tanto le distinguían.








C A R L O S X,
REY DE FRANCIA.


ft fri


« Si no condeno su vida como Rey,
cargo con el enojo de todos los adver-
sarios de los Reyes ; si encuentro la
causa de su caída en los estravios de
sus consejeros, soy el blanco de la
enemistad de sus partidarios ; si el
a b i s m ó s e abrió al rededor del Trono
por manos enemigas, los hombres no
me perdonarán el revelar el mal que
h i c i eron; y si lodos precipitaron su
i 'uina, todos serán mis contrarios.»


P . I . P A C E S (de L'Arriege) Diccio-
nario de la Conversación.


«Fácil es juzgar á Carlos X como Príncipe
ó eomo ciudadano; pero presenta mas graves di-
ficultades Carlos Rey, por que es el hombre del
trono y del destierro, y con él se han de juzgar
la púrpura y las miserias de los Reyes. Encamí-
nase hacia la primera proscripción, cuando los
Borbones suben al cadalso ; y vuelve á la segunda,




2 PERSONAJES CELEBRES.


cuando otros Borbones suben al trono. Con él es
preciso juzgar también á las revoluciones de 1789 y
1830; y el fallo se ha de pronunciar en presencia
de todos los amigos de la libertad, poco dispuestos
á tomar en cuenta los embarazos del poder : y se
ha de pronunciar el fallo en presencia de los
amigos del poder coronado, que por una funesta
previsión parece que exijen la injusticia contra
el Rey cuya corona rompieron : y debe pronun-
ciarse el fallo en presencia de una familia real
que bebs en la amarga copa del destierro » Asi se
espresa el ilustrado escritor que firma el epígrafe
que hemos adoptado; sus mismas pa'abras ma-
nifiestan cuan difícil es al biógrafo, reducido á la
sencilla narración de los hechos , el formar y ma-
nifestar un juicio sobre ellos; juicio que pertenece
mas bien á la historia, y que cualquiera que fuese,
no podria circunscribirse á los estrechos límites
en que debemos encerrarnos.


Carlos Felipe nació en Versailles, el 9 de Oc-
tubre de 1757. Casóse en 16 de Noviembre dé
1773 con María Teresa de Sajonia , que murió en
Inglaterra en 2 de Junio de 1805 , y tuvo de ella
al Duque de Angulema y al de Berri. Eutró en el
mundo cuando subió al trono Luis XVI; educa-




CABLOS X. 3


do este según los principios religiosos de la se-
nectud de Luis XIV , el Conde de Provenza
(Luis XVIII) se había dejado seducir por la filoso-
fía innovadora del siglo X V I I I ; y el Conde de
Artois, mas desgraciado, habia sido avezado por
sus maestros á las brillantes orgias de la regencia,
y al oscuro libertinage de la vejez de Luis XV.
Sus nobles modales , su porte de Príncipe, su ga-
lantería con todas las mugeres , hacían revivir en
él al anciano Rey; y el joven Príncipe, esclavo de
la educación primera, que pesa como una fatali-
dad sobre toda la vida del hombre , presentaba el
espectáculo de una corrupción que contrastaba
con la regularidad religiosa del Rey, el filosófico
retiro de Monsieur, y la hipocresía de una par-
te de la Corte. Su ligereza , embellecida con sus
gracias, su amenidad, sus triunfos sobre los cor-
rompidos despojos de la Corte de Luis X V , eger-
cieron una influencia funesta en el espíritu dé la
joven Re ina , cuya crédula bondad consideraba
sin peligro la ligereza, y para quien era una ne-
cesidad esclusiva el deseo de agradar.


El Príncipe que representaba una época añeja,
no halló simpatías en la nación; ni disculpaba su
juventud el perpetuar una corrupción vergonzosa




4 PERSONAJES CELEBRES.


para la Francia , que perjudicaba á la dignidad
del trono, y servia de pretesto para las declama-
ciones que los agitadores del pueblo fulminaban
contra la Corte. Pero aquellos escándalos dura-
ron poco: sobrevino la revolución, sonó la se-
ñal de alarma para el pueblo , se asombró el tro-
no ; y preciso es decirlo , aunque la vida privada
del Conde de Artois le hacia poco á propósito
para la pública , hubo sin embargo valor en el
joven Príncipe en declararse enemigo de toda
innovación , en medio de una conflagración ge-
neral. Elegido presidente de la Comisión de la
Asamblea de los Notables, que se atrevió á lla-
marse Comisión de los Francos, se encontró
frente á frente desde el principio de la lucha , con
Lafayette, que era era uno de sus individuos, y
ambos los dos hombres que habían de defender con
mas constancia y honor los dos principios opues-
tos de la revolución. |Estraiio misterio de la provi-
dencia! Cuarenta años después, Carlos X salió
para su destierro, sin (¡uese desenvainase una es-
pada aristocrática para proteger al mas antiguo
y augusto defensor de la aristocracia ; y Lafayet-
te murió en el retiro , sin que el ilustre protec-
tor del pueblo espítase una honrosa simpatía en




CARLOS X . 5


tos plebeyos á quienes acababa de entregar al po-
der. La religiosa estabilidad de principios , tan
poco común en las revoluciones, habia inspira-
do á estos dos hombres un reciproco aprecio.
Lafayette hablaba con suma moderación de Car-
los X , y este deciade él «Es preciso respetarle;
solo conozco á dos hombres de bien políticos,
el Marqués de Lafayette y yo. Siempre opues-
tos el uno al o t r o , hemos sido siempre fieles
á nuestra conciencia y á nuestros principios »
Por desgracia el Príncipe habia dado prendas á
la impopularidad , que se aumentó cuando tuvo
el imprudente valor de defender la administración
de Calonne , se convirtió en conmoción cuando
hizo registrar el edicto del timbre y del impuesto
territorial, y amenazó su existencia cuando sa-
lió del tribunal des Aides. Solo se presentó en
la Asamblea de los Estados Generales el 14 de
Julio, y su aire de tristeza y aflicción promovió ¡os
clamores de los agitadores del pueblo.


El Conde de Artoís y los Príncipes de la casa
de Conde, irritados por el peligro, y seducidos
por la caballeresca idea de restituir todo su poder
al trouo , resolvieron abandonar á su patria. lu-
ciéronse los preparativos para su partida , y la




6 PERSONAJES CELEBRES.


familia de los Borbones se reunió en la noche del
16 de Ju l io , para no volverse á ver Creia el
Conde de Artois que la emigración reuniría en
la frontera la nobleza francesa , la cual iría pron-
to á apaciguar con mano armada los tumultos y
revueltas de la Francia; no preveyendo que lo que
ellos llamaban una conmoción, era una revolución.
Desde aquel momento se proclamó la necesidad
caballeresca de la emigración. El Conde de Artois
pasó á Mantua á implorar el auxilio del Emperador
Leopoldo; á Worms para promover la deserción
de los oficiales franceses; á Bruselas para unir
á su causa la de la Archiduquesa Mar/a Cristina;
y después de un viage á Viena, se reunió con el
Emperador y el Rey de Prusia en Pilni tz, donde
se convino en la primera coalición. La Asamblea
nacional mandó, y el Rey ordenó después de acep-
tada la Constitución, que el Conde de Artois regresa-
se á Francia; pero este contestó: «Fiel á mi deber
y á las leyes del honor , no obedeceré á órdenes
arrancadas evidentemente por la violencia. He
manifestado á V. M. los sentimientos y los prin-
cipios, de los cuales jamás me apar taré , y rnli-
fico ahora mi juramento. » Semejantes resolucio-
nes pueden desaprobarse por anti-populares ; pero




CARLOS X. 7


cuando las inspira la conciencia, cuando se ma-
nifiestan con tal lealtad, aun la misma crítica
no puede menos de admirarlas.


Aumentábanse la emigración , y los preparati-
vos de guerra , y la Asamblea legislativa decretó
la acusación del Principe y la confiscación de sus
bienes. Cuando la invasión en la Champagne, tu-
vo el Priucipe la desgracia de mandar una parte
de los emigrados contra los Franceses. Después
del triste fin de Luis XVI, el Conde de Provenza
se atribuyó la regencia, y nombró á su hermano
el Conde de Artois , Lugar Teniente General del
reino. Marchó entonces el Principe á Petersbur-
go: Catalina II le ofreció tropas; pero el Minis-
terio inglés incierto de la mayoría , y temiendo los
tempestuosos debates del Parlamento , se negó á
trasportarlas á la Vandea. Insurreccionado com-
pletamente aquel pais, el Príncipe, protegido por
una escuadra inglesa, arribó á la isla Dieu: reani-
mó el ardor de los Vandeanos, y el Comodoro
inglés no le comunicó la orden que habia recibido
de retirarse con su escuadra, sino para dejarle
que fuese espectador del desastre de Quiberon.


Proclamado el Imperio, apagada la guerra
civil, restablecido el orden, y habiendo sucumbido




8 PEBSONAJES CELEBRES.


la Vandea, fue aquella la época de reconciliación
del Conde de Artois con el Duque deOrleans (*).
Parecía que la desgracia estrechaba los vínculos de
familia que había debilitado la Regencia, y que la
revolución habia roto. Presentáronse juntos en la
Corte de San James , y el Príncipe permaneció
hasta 1813 con el Conde de Provenza en el retiro
de Hartwell, dejándolo solo para hacer un viaje
á Suecia, desde donde publicó su protesta contra
el establecimiento del Imperio; desmintiendo la
legitimidad , la conquista confesada por la gloria
y por la Europa.


Llegaron al fin Ja guerra y los desastres de
Moscou : llegó la hora fatal del Imperio, amane-
ció el dia de los Borbones, dia que ellos consi-
deraron feliz sin duda. Llegó el Conde de Artois
á Basilea y siguió hasta Vasoul; pero en vista de
las representaciones de Francisco I I , los Soberanos
aliados detuvieron su marcha. Solo cuando la polí-
tica del Emperador de Austria creyó deber aban"
donar el Rey de Roma á los aliados , como habia
abandonado á los verdugos á María Antonia , solo
entonces fue sino evidente, á lo menos posible y


i*) Véase la biografía de Luis Felipe 1 .1. ni.




CARLOS X . 9


probable, el restablecimiento de los Bcrbones. En-
tonces penetró en Francia el Conde de Artois, y
llegó á París , donde fue acogido con aclamacio-
nes que nada prueban , ya fuese por el cansancio
de un gobierno militar, ó ya por la esperanza de
un porvenir mas dichoso. El Príncipe en medio
de aquel entusiasmo esclamó: «i No baya mas
disensiones, la paz y la Francia: nada se ha mu-
dado, solo hay m francés mas!» El Senado con-
firió el gobierno provisional á Monsieur , mien-
tras Luis XVIII aceptaba la Constitución. Mon-
sieur eludió la imposición de una Carta que le
presentaba un Senado envilecido por su larga ser-
vilidad, y se limitó á contestar: «El Rey reconoce
el Gobierno representativo; la concesión de los
impuestos será l ibre , la libertad política é indivi-
dual quedarán aseguradas, se respetará la de la
imprenta, se garantirá la libertad de cul tos , las
propiedades serán inviolables, los ministros res-
ponsables, los jueces inamovibles, la deuda pú-
blica garautida , las pensiones, grados y honores
militares serán conservados, así como la anti-
gua y la nueva nobleza; subsistirá la Legión de
Honor , y todos los Franceses podran aspirar á
todos los empleos: » prometió por úl t imo: «el




10 PEBSONAJES CELEBHES.


olvido délos votos y opiniones, y la irrevoeabi-
lidad de la venta de los bienes nacionales. » Des-
pués de dar gracias á la Cámara de los Diputados
por su valor en protestar contra la opresión que
pesaba sobre la Francia, creyó que debia ceder
á consejos siniestros, y nombrar comisarios que
fuerana los Departamentos para recordar la exis-
tencia de los Borbones, y reanimar el celo realis-
ta. En vano les habia dicho estas notables pa-
labras : «Llevad al pueblo la esperanza y traed
al Rey la verdad. » Aquellos ministros de paz se
convirtieron en campeones de todas las pasiones
rencorosas é interesadas, y tuvo que mandarlos
retirar.


Por una desgracia, hija déla conquista y an-
teriores compromisos, firmó el tratado que encer-
raba la Francia en sus límites de 1792 ; redujo el
número de buques de guerra; licenció el ejército,
é hizo enarbolar la escarapela blanca del realismo,
sin pensar que los tres colores adoptados por la na-
ción francesa , habían sido la bandera de su glo-
ria, y podían llegar á ser la enseña de la rebe-
lión.


El Conde de Artois no era ya entonces el hom-
bre de una juventud tempestuosa y de voluptuosas




CARLOS X. I t


pasiones; tenia ya los hábitos de la vejez, y su
razou, poco ejercitada, se había dejado conducir
por algunos sacerdotes, á una superstición sin lu-
ces, pero sin hipocresía también; creía con toda la
sinceridad de su alma ; creia cuanto le decian que
debia creer ; y su vida, que principió como la ju-
ventud de Luis X V , debia concluir como la vejez
de Luis XIV.


Presentóse entonces Luis XVI I I ; tomaron las
cosas un carácter político, y principió la restau-
ración , sin que hubiera concluido la revolución.
Después de la restauración de la dinastía, se ensaya-
ba ya el restablecimiento del antiguo régimen , y
solo se vacilaba en el camino que se debia seguir.
Pero Napoleón desde la Isla de Elba vio el disgusto
que causaba en muchos el reinado de los Borbones,
y realizó la atrevida empresa de desembarcar en
Cannes con algunos centenares de soldados, para
destronar á un Rey de treinta millones de almas.
¡ Lo que la Euroqa entera no pudo conseguir con-*
tra é l , sino después de quince años de lucha , lo
ejecutó él contra los Borbones en diez y nueve días,
sin que se presentase un solo regimiento para re-
chazarle ! Monsieur partió apresuradamente para
Lion , pero se vio precisado á regresar á París,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


acompañado de un solo gendarme , á quien Napo-
león, que sabia que su oficio de Rey le comprometía
á remunerar los servicios hechos á los Reyes, hizo
dar la cruz de la Legión de Honor.


Impotentes los Borbones para resistir, salieron
de París para Gante, la noche del 20 de Marzo, y
siendo el Conde de Artois el último en verificarlo á
la cabeza de la servidumbre militar del Rey , tuvo
el pesar de ser testigo de las muchas defecciones
que hubo durante el camino. Después de la batalla
de Waterloo volvió el Principe á Par ís , presidió el
Colegio Electoral del Departamento del Sena, y la
primera comisión de la Cámara de los Pares. Ha-
biéndose propuesto en dicha Cámara por el Duque
de Fitz-James un voto de gracias al Duque de An-
gulema , por su conducta en el Mediodía, se opuso
el Conde de Artois al honor que quería hacerse á
su hi jo , diciendo: « ¡Príncipe francés, el Duque
de Angulema puede acaso olvidar que tuvo que


comba t i r contra franceses ! ¡Cuan sensible ha sido
para su corazón esta cruel necesidad ! Permitidme,
Señores, que rehuse para mi hijo una acción de gra-
cias adquirida por este título. « Lección sublime
que deberían tener muy presente cuantos en las
guerras civiles hacen servir para su particular pro-




CARLOS X. 13


veclio, los triunfos adquiridos á costa de la sangre
de sus hermanos.


Desde aquel momento abandonó el Conde de
Artois la escena política, y basta la muerte de
Luis XVIII, vivió en medio de su corte solitaria del
pavellon Marsan. Alli renovó , bajo muchos aspec-
tos , la cabala de Jacobo II , que perturbó el reina-
do de su hermano, y acabó por perderle á el mismo.
Era un sistema religioso que separándose de las
libertades de la iglesia galicana , parecía querer
restablecer la autocracia papal ;era un sistema po-
lítico , que separándose de las libertades del reino,
parecía querer restablecer el absolutismo monár-
quico. Los Jesuítas espantaban la conciencia del
Príncipe, y turbaban el reino con misiones políticas
bajo un disfraz religioso. El poder sacerdotal ame-
nazaba el orden social. Era un sistema monárqui-
co , compuesto de añejas tradiciones, soñado por
aquellos cortesanos viejos , que desdeñados por
todos los partidos, se vanagloriaban de una fidelidad
que nadie había intentado corromper. LuisXVIII,
espantado de aquella tendencia , decia á sus
amigos; « Mi hermano no morirá en el trono.»
Sin embargo , al advenimiento de Carlos X parecía
que el Rey habia olvidado al pretendiente ; parecía




14 PERSONAJES CELEBRES.


que lo había olvidado todo, desde el cadalso de su
hermano , hasta el asesinato de su hijo el Duque de
Berri : « No mas bayonetas, » decia al entregarse
á las oleadas del pueblo que se agolpaba en la Bar-
rera de la Estrella : « No mas censura, » decia al
romper las trabas de la imprenta; cual si estuviera
sediento de la popularidad real, que se apresura á
conocer las quejas y los deseos del pais. Pero al mo-
mento apareció al lado del Rey popular el cristiano
timorato. Así fue, que desde entonces se formaron
en la corte dos partidos ; el uno quería dominar al
Rey por la conciencia , y al Estado por el Rey ; y el
otro quería al Rey por la Carta, y á las Cámaras por
la corrupción. Igual división se manifestó en el
sacerdocio y la nobleza. Establecióse una oposi-
ción donde no debia es tar , y los hombres que de
este modo hostilizaban , se veian colmados de cari-
cias, de condecoraciones, de empleos y con mil mi-
llones de indemnización. Iguales disensiones estalla-
ron entre el clero, y todo fue entonces oposición.


Los partidos que atacan no firman un contrato
de unión ; ausiliaresuuos de otros, combaten jun-
tos durante el peligro, y luchan entre si después
de la victoria. Aquella liga obligó á Carlos X á
cometer cuantas faltas cometió ; y si sin duda por




CABLOS X. 15


su propia voluntad hubiera cometido otras , no hu-
bieran sido aquellas. Cuando Carlos X fue consa-
g rado , habia jurado la Carta á pesar de las conti-
nuas , sordas y violentas intrigas de que se veia
acosado. Por desgracia, no tardó el Rey en verse
entre dos escollos; los unos que querian destruir
la libertad en provecho de la monarquía, y los otros
que intentaban derribar á esta en beneficio de la
libertad. El mal empeoraba cada dia , y la corte
precisada á faltar á sus principios, buscaba un mi-
nisterio nuevo. Si el Rey hubiera tomado á sus mi-
nistros de la verdadera oposición parlamentaria, se
salvaba; pero faltaban las miras elevadas y el valor,
y se tomó un ministerio de transición. Aquella du-
dosa medida nada aprovechó al Rey de quien se
desconfiaba , y asi fue que el ministerio Martignac,
al caer , dejó al trono mas debilitado y mas recelo-
so de la libertad. ?ero subsistía la Carta , y contra
aquel escollo debían estrellarse las tentativas minis-
teriales, y todas las intrigas y ambiciones. Allí de-
bían naufragar igualmente los escesos de la opi-
nión absolutista, y la violencia de la opinión ra-
dical. El Rey debió haber visto, que el horror á la
contra-revolución daba mas amigos á la libertad,
que adversarios le habian suscitado los horrores de




16 PERSONAJES CELEBRES.


la revolución. La Carla era inatacable, y solo ei
R e y , abusando del artículo 14, por una teme-
raria obcecación, podía romper con sus propias
manos la única tabla de su salvación.


Preciso es hacer justicia al ministerio Polignac;
él mismo retrocedió ante el abismo que estaba
abriendo á la libertad, y en el que fue á perderse la
monarquía. No prescindió de las ideas parlamenta-
rias, sino cuando no podia contar ya con la corrup-
ción del Parlamento. Solo entonces fue cuando
ensayó el matar la Carta con la Carta; espantábase
de los doscientos veinte y uno , pero á quien debia
temer era al sistema representativo en sí mismo.
Las elecciones volvieron á la Cámara á los hombres
que el ministerio quería alejar. Entonces hubo
riesgo para el ministerio, pero no para el trono;
pues si bien deseaban el mando los doscientos vein-
te y u n o , respetaban á la corona. Mr. de Polignac,
que temia á las Cámaras , habia querido colocar el
poder fuera de el las; quiso rodear de gloria al tro-
no, y resolvió la toma de Argel. La conquista era
difícil, pero el mariscal Bourmont se apoderó de
aquella capital y de los dominios de la Regencia.
La empresa no se limitaba á un acto de orgullosa
justicia, en cuyo caso los Berberiscos estaban humi-




CARLOS X. 17


l iados, y la Francia no soportaba los gastos de la
guerra, cubiertos con los tesoros de la Casamba;
pero Carlos X teDia mas estensas miras, y su pensa-
miento fue conservar la conquista. Ya no era sufi-
ciente en el actual estado de la civilización, el pe-
dir cuenta á unos piratas de un robo ó de una
insolencia ; era preciso para la seguridad del co •
mercio, arruinar la mas antigua y temible gua-
rida de la piratería. Apenas se traslució el in-
tento de conservar la Regencia , apresuróse la
Inglaterra á pedir esplicaciones por medio de una
nota altanera , que encubría mal su temor y su
embarazo: Carlos X escribió al margen de aque-
lla nota . « La Francia ha tomado á Argel, no con-
sultando mas que su dignidad ; para conservarlo ó
devolverlo, no consultaré mas que su interés. »


El golpe que derribó al Bey de Argel debia per-
der también al Rey de Francia. El vencedor iba á
seguir al vencido. Kl orgullo de la victoria engrió
de tal modo al ministerio , que creyó vencida
la libertad en las playas africanas, y desde enton-
ces pareció posible- y aun fácil eL éxito de los de-
cretos. La tentativa contra-revolucionaria tenia á
su favor á todas las potencias de Europa. El con-
tinente entero, menos los wighs de Inglaterra, los


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


liberales de Francia, y los patriotas diseminados
en los diversos imperios, aplaudió la medida de
rigor que debia acabar con la libertad , y dar á
todas las aristocracias la seguridad de la servi-
dumbre. Los partidos no acabarán nunca de com-
prender, que jamás se hace sino lo que quieren los
pueblos, pues nadie puede hacer lo que todos
rehusan. Así fue que el ejército con el que se con-
taba , se negóá servir al poder contra la libertad;
los Reyes rehusaron servir al trono contra la revo-
lución , y Carlos X se encontró solo y desaperci-
bido. Nada diremos del sofisma que se servia del
artículo 14 para destruir toda la Carta. El golpe
de Estado del 26 de Julio debia perderlo todo ,
porque era un atentado del trono contra la Fran-
cia. El suceso sin embargo sorprendió á todos, pues
no había una sola cabeza que concibiese aquella
audacia y semejante peligro. Los fatales decretos
íueron como un rayo , y el pueblo resonó también
como el trueno en las plazas públicas. El descon-
tento promovió una sublevación , la sublevación
un motín , y el motín una revolución. Pesaba la
fatalidad sobre los Borbones. Polignac no tenia
cabeza paragolpes de Es tado, y Marmont no era
un brazo para la guerra civil ; con el retumbar




GARLOS X. 19


del cañón de Argel, creían hacer lo que eran in-
capaces de hacer por si mismos. Y mientras el
estampido del cañón anunciaba aquel triunfo á
la tierra, y el Te Deum al cielo , el pueblo tuvo
valor para batirse , habilidad para vencer, y ge-
nerosidad para ceder la victoria á los que no
habian combatido. ¡ Todos victoreaban la Carta!
¡ Todos sentían igual necesidad de las garantías que
dá una Constitución ! y cuando los hombres que
nada tienen que perder sienten la universal ne-
cesidad de aquellas leyes, por las cuales todo, se
conserva, puede asegurarse que el pais ha llegado
á un alto grado de civilización.


é Habian rehusado en efecto los ministros el
firmar los decretos ? ¡ Qué importa ! Un ministro
ó aprueba ó se retira, y á los que se atreven á
comprometer á su Rey y á su pais por conser-
var su cartera, no encontramos epítetos con que
calificarlos. No faltan por desgracia entre nos-
otros ejemplos de tan criminal proceder.


Los miembros de la Real Familia ignoraban
completamente el golpe de Estado , y Carlos X,
fascinado hacia mucho tiempo por los absolutistas,
creia fácil el golpe y seguro el éxito. Nada se alteró
en Saint Cloud , y siguieron invariables durante t :


O




20 PERSONAJES CELEBRES.


la batalla que decidía de un reino, las reglas
de la etiqueta y la distribución de horas. Preciso
es añadir, para no faltar á la verdad, q u e M r . d e
Polignac, al dar cuenta al Rey de la entre-
vista que acababa de tener el Mariscal Marmont
con MM. Mauguin, Laf'íitte, (*) y Berard, insis-
tía en la necesidad , pero no en la urgencia de
entrar en tratos con la insurrección. Indicaba
como base preliminar el re t i rar los decretos, la
deposición del minister io, y la cesación de las
hostilidades. El Mariscal aprobó las medidas pro-
puestas por el Ministro ; pero tuvo la impruden-
cia de añadir que no corrian prisa, que ocupaba
puntos inespugnables, que confiaba en la victo-
r i a , y que respondía de la resistencia. Aquella
esperanza decidió de la suerte de los Borbones,
pues se adormecieron con tan funesta seguridad.


Al día siguiente todo había empeorado , todo
se habia perdido para ellos , y cuando quisieron
volver á entablar las proposiciones de la noche
anterior, se les contestó : «Ya es tarde.» Los Bor-
bones no se presentaron al frente del ejército.
Carlos se retiró á Rambouillet con su serviduui-


(*) Véase su biografía , t. II.




GARLOS X . 21


bre militar y los soldados que le quedaban. Los
cortesanos no acudieron á aquel palacio , á cuyas
puertas habia llamado la desgracia , y cuyos um-
brales habían ellos abandonado. Allí podía el Rey
defenderse a u n , reunir sus parciales, espantar á
sus enemigos públicos, é imponer á los ocultos. El
pueblo de París , exaltado con la victoria, le per.
siguió en su retirada con tal precipitación y desor-
den , que hubiera bastado la artillería y la caba-
llería para esterminar aquellas masas informes. El
Príncipe podía tal vez vencer, y no supo ó no
quiso pelear; si lo últ imo, luvo sin duda la vir-
tuosa mira de no envolver á su reino en una guer-
ra civil; ejemplo seguido después con notable dig-
nidad por la Reina Gobernadora de España ; ejem -
píos sublimes que solo pueden dejar de imitar los
que habiendo usurpado el poder, por medio de la
traición, á su conservación y á su orgullo sacri-
fican los intereses del pueblo y la tranquilidad de
las Naciones. Nosotros acabamos de ver una mani-
fiesta prueba del diferente proceder y sentimientos
que existen entre la legitimidad y la usurpación.
Aquella lo sacrifica todo por no causar disturbios y
nuevas desgracias á sus pueblos, y esta los destru-
ye por conservar un poder que la Nación rechaza.




22 PERSONAJES CELEBRES


De todos modos, el ejército abandonó á Car-
los X , el cual habiéndose quedado solo, apareció
con aquella virtud que ha distinguido siempre á
los Borbones, y con una resignación realzada y
embellecida por la religión. El Bey abdicó ; abdicó
el Delfín , y el Duque de Burdeos tomó el título de
Enrique V. Las Cámaras ni leyeron siquiera aque-
llas tardías abdicaciones, y declararon vacante
el trono. Carlos fue acompañado hasta la fronte-
ra por los comisionados al efecto , y por do quie-
ra se le guardaron las mayores consideraciones:
pero el desdichado no halló simpatías en parte al-
guna. Napoleón en su viaje á la Isla de Elba
vio á lo menos de vez en cuando, brillar una la-
grima de despedida en los ojos de un soldado.


Asi principió la tercer vida de destierro de Car-
los X : retiróse á Inglaterra , y habitó el pala-
cio de Holyrood, célebre también por las des-
gracias de otra testa coronada. Olvidó el cetro
sin olvidar la Francia, y reconcentró sus afectos
en su familia. ¡La superstición le había estravia-
do cuando reinaba , la Religión le consoló en
su desgracia!


Desde Inglaterra se trasladó Carlos X á Praga,
aconpañado del Duque y de la Duquesa de An-




C A R L O S X . 23


gulema, del Duque de Burdeos y su Hermana,
donde permanecieron hasta fines del mes de Oc-
tubre de 1836, que se trasladaron a Goritz, en Es-
tiria, sin que la salud del ex-Rey hubiese sufrido
el menor quebranto, á pesar de lo avanzado de su
edad y de todas las vicisitudes de su fortuna. Alli
recorría Carlos X casi diariamente la ciudad y sus
cercanías, solo, á pie , y á distancias considera-
bles. Pero repentinamente cambió la temperatura,
el invierno hizo sentir todos sus rigores, y Carlos
esperimentó el 1.° de Noviembre un desarreglo en
los intestinos, ligero en la apariencia , y que disi-
muló sin cambiar en nada sus habitudes.


El dia 4 eran sus dias , y á pesar de haber pro-
gresado el m a l , recibió á los Franceses que se ha-
llaban en Gori tz , y á varías personas de la ciudad.
Después de aquella audiencia sintió mayores dolo-
res , y sorprendió á todos por la noche el repenti-
no cambio que en él se habia verificado: su voz
apagada parecia salir de una caverna, y su fisono-
mía y facciones cual si estuvieran acometidas de
una súbita caducidad. Reconociéronse entonces
los síntomas del cólera , á pesar de no haber su-
frido aquel azote la ciudad de Gori tz , y el Real
Enfermo padeció mucho , sucediéndose activamen-




24 PERSONAJES CELEBRES.


te los accidentes, y renovándose á cada momento
los calambres. No pudiendo recibir el Viático por
el estado en que le tenia la enfermedad, admi-
nistrósele la Santa Unción, exhortándole con dul-
ce y conmovedora elocuencia el Obispo de Her-
mópolis. Calmáronse sin embargo los accidentes,
y se manifestó la reacción ordinaria en los casos
del cólera ; pero no pudo resistirla la edad del
paciente , y á la una y media de la mañana del
dia 6 de Noviembre de 1836, espiró Carlos X , en
presencia de su Hijo el Duque de Angulema, y
de su Esposa, con calma y resignación, sin ternu-
ra , sin angustias ni murmullos. Contaba al tiem-
po de morir 84 años, edad á que no habia alcan-
zado ninguno de los Reyes sus predecesores.


Reconociéronse por sus compañeros de destier-
ro los papeles del difunto Rey, para ver si se halla-
ba entre ellos alguna disposición relativa á sus
funerales ; pero solo se encontraron cartas de di-
versas épocas, notas y documentos de poca im-
portancia, y un testamento otorgado en Inglater-
ra en 1804, que con los demás papeles se encer-
ró en una caja, cuya llave fue entregada al Duque
de Angulema. El cuerpo de Carlos X , después
de los honores fúnebres á que asistieron la guar-




CARLOS X . 25


nicion y las autoridades de Goritz, se depositó
en una bóbeda del convento de franciscanos, si-
tuado á corta distancia de la ciudad.


La muerte de Carlos X acabó de desconcertar
á los legitimistas franceses que se hallaban divi-
didos en dos fracciones , una de las cuales daba
el título de Rey al Duque de Burdeos, al paso que
la otra lo conservaba á Carlos X . Sabido son los
esfuerzos que hicieron los legitimistas para que se
celebrasen públicamente los oficios divinos en su-
fragio del difunto R e y , y las resoluciones del Go-
bierno francés sobre el particular. Tampoco se
llevó luto en la Corte de Francia , á pesar de ha-
berlo usado con mayor ó menor presteza todas
las familias reinantes de Europa ; siendo una de
las razones que para ello se alegaron , la de que
los Soberanos no usan el luto , sino á consecuen-
cia de la notificación déla muerte, hecha por uno
de los miembros de la familia; notificación que no
hicieron ni el Duque de Angulema ni el de Bur-
deos, y que en caso afirmativo solo hubieran envia-
do áLuis Felipe cerno Duque de Orleans , el cual
reconocido como Rey de Francia por su nación y
por la Europa entera , ni siquiera hubiera abierto
una comunicación dirigida de aquel modo.




26 PERSONAJES CELEBRES.


Asi terminó su carrera Carlos X . Los Reyes
están mas dispuestos á reconocer las faltas que per-
virtieron ó retardaron la marcha progresiva del
género humano, que á enmendarlas, pues son los
esclavos necesarios del reinado , tal cual lo han he-
cho el tiempo y los hombres. Es imposible conce-
bir á los Borbones, separados del sacerdocio y de
la nobleza, que crearon en otro tiempo su reinado,
y le dieron todo su brillo ; como lo es concebir
a Napoleón'separado desús soldados hechos Prín-
cipes, que fundaron su imperio , y el gran monu-
mento de gloria que su genio concibió. ¿Dominado
Carlos X por las ideas del feudelismo y del sacer-
docio, cómo era posible impedir que el señor y
el sacerdote se encontrasen frente afrente con la
Francia , con esa Francia que sufría impaciente
todo privilegio, celosa de toda superioridad, que
lo hizo todo y exigía que todo fuese para ella ; de
esa Francia dividida en par t idos , que oponían
Reyes á Reyes, y la república al reinado ?


Hay un punto en que el poder, degenerando
en tiranía toca en la libertad, y en que la libertad
convertida en licencia toca en la monarquía; en-
tonces es la hora prefijada para las revoluciones.
El atreverse á adelantarla hace infructuosa la ca-




CARLOS X . 27


tástrofe , porque es prematura ; y el dejarla pres-
cr ibi r , es amontonar las enemistades , amasar las
venganzas y encender los odios. Hay para seme-
jantes renovaciones una época precisa de madurez,
que pueden prevser los entendimientos claros , y
que los grandes ciudadanos saben aprovechar. Los
hombres de cortos alcances, se figuran que unos
cuantos intrigantes y algunos libros trastornan á
los pueblos: si así fuera, seria muy estúpido el
poder que no reprimiera tan mezquinas hostilida-
des. Pero para apreciar una época histórica se la
personifica , y cada revolución está representada
por un hombre : la reforma es Lutero : la prime-
ra revolución inglesa Cromwel; la segunda Gui-
l lermo; el reinado del terror Robespierre ; el im-
perio Napoleón; y el espíritu constitucional de
la época, algunos diputados y escritores de la opo-
sición.


Hemos indicado someramente las causas que
dieron lugar al destronamiento de Carlos X ,
y á la espulsion de Francia de la rama primogé-
nita de los Borbones; á la historia toca juzgar
aquellos sucesos, y decidir de parte de quien es-
tuvo la razón.


Eueuéntrase mas fácil apreciar á los hombres




28 PERSONAJES CELEBRES.


3


que á las cosas, y cuando se ha insultado á aque-
llos, se cree haher juzgado de estas. I.os entendi-
mientos que tienen algunas nociones de los hechos,
se remontan del efecto á la causa.


La Francia en medio de sus revoluciones ha
tenido la singular protección de la Providencia,
de encontrar hombres dotados de eminentes cua-
lidades , que acudiesen con tiempo á su salvación.
La Revolución halló un término á sus desórdenes,
en ettiombre del s iglo, en Napoleón, que reor-
ganizó el Estado, acabó la anarquía , y llenó
de gloria á la Francia. El Imperio tuvo por su-
cesor á Luis XVII I , que con su ilustración su-
po conciliar los deseos de libertad de los france-
ses , con el orden y la grandeza; y cuando la
revolución de 1330 arrojó del trono á Carlos X ,
se encontró para colocar en él con Luis Felipe,
cuyo glorioso reinado aprecia la Francia con jus-
ticia y gratitud, y cuyas relevantes cualidades ocu-
parán un lugar muy distinguido en las páginas
de su historia contemporánea.






ïersomjts celebres del Siòlo XIX.




/ a


i ' .


MARIA CRISTINA
DE BORBON.


«La cadutac i 'un regnante
Tutto un regno opprimerà.»


METASTASIO. Didone. A et . I l i esc. II.


«He llevado mi infortunio de c iudad
en c iudad . recogiendo la befa y el ba l -
dón por el c a m i n o , porgue Dios por
uno de sus decretos , que son para los
hombres un arcano , había permitido
que la iniquidad y la ingratitud p r e -
valecieran."


MANIFIESTO DE LA REINA CRISTINA,
dado en Marsella el B de Noviembre
de 1840.


Al bosquejar la vida de la persona augusta de
la Reina Cristina, emprendemos tal vez la obra
mas difícil, en tiempos en que agitadas las pa-
siones y ofuscados los entendimientos, con difi-




2 PERSONAJES CELEBRES.


cuitad dan tregua al vértigo que les domina , pa-
ra entregarse tranquila y desapasionadamente al
examen de los sucesos. Pero sin desconocer la di-
ficultad de nuestra empresa , nos alienta en ella
la seguridad de que en la sencilla relación de los
sucesos, sino agradamos á todos los partidos,
ninguno de ellos por lo menos podrá contrade-
cirlos con exactitud. Examinaremos hechos que
existen en ¡a memoria de todos, sin temor de que
se nos acuse de lisonja hacia una persona , que
arrojó la revolución del puesto eminente que ocu-
paba , y que en su desgracia ha llevado en pos de
sí el afecto de todos los Españoles leales, de cu-
yos pechos no han desaparecido todavía los no-
bles sentimientos de gratitud. Diremos de la Reina
de España en su destierro , lo que. no hubiéra-
mos dicho cuando ocupaba el trono. Las almas
generosas sabrán apreciarlo.


Calmada un tanto la espantosa reacción á que
dio lugar la caída del sistema constitucional, iba
estableciéndose en España, por los años de 1828
y 29, un gobierno, si bien absoluto y poco con-
forme con las ideas que dominan en el siglo , mas
templado y tolerante que el que le habia prece-
dido. A fines del año de 1829 se dirigía á Espa-




MARÍA CRISTINA. 3


ña una joven Princesa, acompañada de los Reyes
de Ñapóles sus Padres , y de numeroso séquito,
destinada para Esposa de Fernando V I I , viudo
por tercera vez. Atravesando por R o m a , Turin,


•Grenoble, Nimes, Montpellíer y Perpiñan , entró
en España, y llegó á Rarcelona la real comitiva,
en medio de las aclamaciones de un pueblo entu-
siasmado. Aquella Princesa era María Cristina de
Borbon, nacida en Palermo el 27 de Abril de
1807, é hija de Francisco I Rey de las Dos Sici-
l ias, y de María Isabel su Esposa , hermana de
Fernando VII. Nosotros tuvimos la dicha de ver
muy de cerca durante su permanencia en Barce-
lona á la Augusta Princesa , y su amabilidad y
gentileza despertaron en nuestro corazón , como
en el de todos los Españoles, la lisongera espe-
ranza de un porvenir mas dichoso.


El viage de María Cristina desde Barcelona á
Aranjuez, por Valencia , fue una verdadera mar-
cha triunfal, acogiéndola por do quiera los pue-
blos con el entusiasmo y respeto que siempre han
manifestado por sus Reyes, y con la alegría que
les inspirábanlas esperanzas concebidas. En 9 de
Diciembre de 1829 llegó Maria Cristina a Aran-
juez, y contrajo esponsales, por poderes del Rey




4 PERSONAJES CELEBRES.


con el Infante D. Carlos su hermano , que pron-
to se habia de convertir en su mortal enemigo.
Dos dias después hacia su solemne entrada en
Madrid , en medio de los públicos regocijos y
aclamaciones ; y en aquella misma noche se cele-
braron en Palacio las últimas ceremonias del ma-
trimonio.


Contaba entonces Maria Cristina 23 años de
edad ; bella, graciosa y llena de talento, colmó
los deseos de su Esposo, y el año de 1830 princi-
pió para España en medio de danzas y de fiestas,
y la corte, muda por mucho tiempo, tomó cierta
animación y alegría , que por desgracia debía ser
poco duradera.


La Esposa del Infante D. Carlos y su Hermana
la Princesa de Beira , muger altiva y ambiciosa,
que después ha sido Esposa de aquel Príncipe,
vieron con mortal disgusto el ascendiente que ad-
quiría la joven Reina en el ánimo del Rey. Aque-
llas dos Princesas estaban al frente del partido
apostólico , cuya bandera era D, Carlos ; pues
aunque el Rey Fernando gustaba del absolutismo
era todavía demasiado liberal para los apostólicos.
Confiaban pues en la sucesión al trono de Don
Carlos, pero pronto se desvanecieron sus esperan-




MARI* CRISTINA. ¿


zas con la preñez de la Reina, y el restablecimien-
to de la ley llamando á la sucesión al troco á las
hembras á falta de descendientes varones de la
línea directa, publicada el 29 de Marzo de 1830,
y que derogaba la dada por Felipe V. ¡Singular
pues , y nacional ley la de Felipe V (*) pues solo
era conocida de los hombres de estudio, y per-
maneció siempre ignorada de la nación hasta los
acontecimientos de 1830! ¡Notable y aprecíable
circunstancia en una ley de sucesión, que debe
ser la mas vulgar , lamas popular dé la monar-
quía! Indudablemente nadie creia en España que
pudiese haber duda en la sucesión de las hembras
al trono á falta de varón , y si el temor de ver en-
tregado el gobierno del Estado á las débiles ma-
nos de una muger podia inspirar recelos , queda-
ba disipado completamente con el recuerdo de la
grande Isabel de Castilla, y de otras Reinas es-
pañolas, aun sin recurrir á los egemplos de Isa-
bel de Inglaterra , de María Teresa de Austria , de
Cristina de Suecia, y de Catalina II de Rusia,
cuyos reinados no fueron menos gloriosos que los
de otros ilustres Reyes.


C) Historia de la Regencia de la Reina Crisl ina> por
D, Joaquín Francisco r a d í c e o : loiu. i." pág 1 7 0 .




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


Pero D. Carlos y el partido apostólico, desco-
nociendo el derecho, y animados por su pasión,
se declararon contra aquella l ey , y principiaron
á maquinar desde entonces. El 10 de Octubre
de 1830 dio á luz la Reina Cristina á una Prin-
cesa , que tres años después habia de ser declarada
Reina de España, bajo el nombre de Isabel II.
No nos detendremos en referir , porque es cono-
cido de todos, el entusiasmo y la ansiedad con
que en Madrid y en todo el Reino era esperado el
real alumbramiento, que podia poner un término
á los males que se presajiaban. La Providencia lo
dispuso de otro modo, y justo es acatar sus de-
cretos.


El 20 de Enero de 1832 dio a luz la Reina
Cristina á la Infanta Doña María Luisa, y este
suceso contribuyó también á fortalecer las espe-
ranzas qua inspiraba la Reina.


En Setiembre del mismo año , atacado el Rey
fuertemente de la gota, en el palacio de la Gran-
ja donde se hallaba , puestos de acuerdo el Con-
de de Alcudia, Ministro de Estado , y el Plenipo-
tenciario de la corte de Ñapóles, para obtener del
Rey enfermo la revocación de la ley de 29 de
Marzo, era su principal objeto lograr que la jó-




MA1UA CRISTINA. 7


vea Reina no se opusiera á sus designios. Al efec-
to se atrajeron á su confesor D. Francisco Gon-
zález , quien nada descuidó por persuadir á Ma-
ría Cristina que el interés bien entendido de sus
bijas y aun de la monarquía hacían precisa la re-
vocación de la pragmática de 29 de Marzo. «Va
en ello , Señora, le decía , no solo una sangrien-
ta guerra civil, sino también la vida de las dos
Princesas , Hijas de V. M.» Sin duda logró do-
minar el espíritu de la Reina, puesto que nada
hizo cuando se propuso al Rey firmar el decre-
to de revocación. Ocupada adamas aquella Augus-
ta Princesa eu el cuidado de su Esposo con su-
blime resignación cristiana, y con una humildad
que no describiremos, porque el buril lo ha tras-
mitido á la posteridad , no es estraño que el do-
lor presente, y el temor que la habian inspira-
do por sus tiernas Hi jas , prevalecieran en su co-
razón.


Pero apenas se habia arrancado aquel acto al
real moribundo, y esparcidosela voz de su muer-
te , no sin gran alegría del partido apostólico,
contra toda esperanza volvió Fernando a l a vida,
y todo varió de aspecto. Cambióse el ministerio
y se confirió la Regencia del Reino á la Reina,




8 PERSONAJES CÉLEBRES.


durante todo el tiempo de la enfermedad del Rey.
No tuvo poca parte en aquella mudanza , su Her-
mana Doña Luisa Carlota, que con estraordina-
ria velocidad se trasladó desde Andalucía , don-
de se hallaba, al real Sitio de San Ildefonso.


El partido apostólico quedaba nuevamente ven-
cido , y la Reina triunfante. No se descuidó esta
y supo aprovechar hábilmente la victoria. Conven-
cida de que para asegurar la sucesión al trono de
sus Hijas debia apoyarse en un partido interesa-
do en frustrar las intrigas de los carlistas, pu-
blicó el 15 de Octubre un decreto de amnistía para
todos los delitos políticos, esceptuando solo á las
personas que habian votado la incapacidad del Rey
en Sevilla, y alas que habian mandado fuerzas
armadas contra su Soberano; siendo de notar que
al dia siguiente se hizo reimprimir el decreto pa-
ra añadir después de las palabras «esceptuando
solo» las de « con gran pesar nuestro.» Al paso
que abria aquel decreto las puertas de la patria
á gran número de sus hijos, principiábanse en Es-
paña las reformas, abríanse de nuevo las Univer-
sidades , que el recelo del Gobierno anterior habia
mandado cerrar, arreglábase la Hacienda, y se
creaba el nuevo Ministerio de Fomento. Por de-




MARÍA CRISTINA. 9


creto de 31 de Octubre se devolvieron sus bienes
y títulos á cuantos regresaban á España , y se man-
dó sobreseer en las causas políticas.


Encargado de la dirección de los negocios el
Sr. Zea Bermudezá su vuelta de Londres, donde
estaba de Embajador; poco amigo del régimen
constitucional, y partidario d é l o que él llamaba
el despotismo ilustrado , cometió en nuestro con
cepto el grave error de publicarlo , manifestando
que se seguiría el mismo sistema anteriormente
observado, enagenándosede este modo las simpatías
del partido absolutista, que le acusaba de de-
masiada lenidad, y el apoyo del partido l iberal ,
cuyas esperanzas quedaban burladas: así fue que
dispuesto á resistir con igual firmeza á las exi-
gencias de los absolutistas y á las de los libera-
les, se encontró solo en el momento de la lucha.
Tales sistemas cuando quieren plantearse se esta-
blecen paulatinamente y sin decirlo , sin escitar
odios ni burlar esperanzas , cuando no se cuenta
con medios suficientes para tener á raya á todos.
Repetimos que, en nuestros concepto, pudo haber
buena intención en aquella declaración , pero hu-
bo poco tacto y oportunidad.


Restablecida la salud del Rey á principios de '




1 0 PERSONAJES CELEBRES.


1833, aprobó el Monarca lo hecho durante su en-
fermedad , y continuó la Reina asistiendo al Con-
sejo. Convocáronse algunos meses después las Cor-
tes para jurar como Princesa de Asturias á la h e :


redera del trono , verificándose aquel solemne* ac-
to el 20 de Junio de 1833 , en la Iglesia de San Ge-
rónimo, en presencia de los Reyes y de todo el
cuerpo diplomático; los Infantes de España,
(escepto D, Carlos que se habia retirado ya á Por-
tugal , desde donde protestó de todo lo que se ha-
bia hecho en contra de lo que él llamaba su dere-
cho) , los Grandes y Prelados del reino , y los Pro-
curadores de las ciudades y provincias reunidos en
Cortes, prestaron juramento de fidelidad á la Prin-
cesa de Asturias , observándose las mismas forma-
lidades y ceremonias que en la jura del Príncipe
D. Baltasar Carlos, Hijo de Felipe IV , que se
celebró en la misma Iglesia en 1632. Celebróse en
Madrid y en otra capitales del reino aquella solem-
nidad con fiestas reales y públicos regocijos ; pero
no fue acogida con entusiasmo ni por los absolu-
t is tas , que no perdonaban la ausencia de un
Príncipe á quien creían legítimo heredero del tro-
n o , ni por los liberales , que no veían aun reali-
zadas sus ilusiones de libertad. ¡Se habían olvidado




MARÍA CRISTINA. 11


( ' i Véase su Giogralia tom. II,


os males pasados, y no podían preveerse los que
en pos de ella habían de venir!


Tres meses después murió el Rey Fernando VII ;
saludóse á su hija como Reina de España, y su
madre la Reina Cristina fue proclamada , en virtud
del testamento del Rey , tutora de sus dos Hijas,
y Regente del reino durante la menor edad de
]a joven Reina.


Levantado en Navarra el estandarte de la re-
velion en favor de D. Carlos, obligada la Reina
por manifestaciones de a lgunos generales á variar
de sis tema, y precisada á buscar un apoyo en
el partido liberal, dándole algunas prendas ; na-
turalmente inclinada á satisfacer los deseos de sus
pueblos y á guiarlos por la senda del ilustrado
progreso del siglo , despidió al ministerio Zea , y
llamó para reemplazarle al Sr. Martínez de la
Rosa(*) persona que reunía á sus eminentes vir-
tudes el general aprecio del partido liberal.


Publicóse por aquel tiempo el Estatuto Real,
y convocadas las Cortes cou arreglo á é l , en me-
dio del terror y espanto que reinaba en la capital
á causa del cólera que la afligía, el pueblo de




12 PERSONAJES CELEBRES.


Madrid vio, trasportado de alegría, á la Augusta
Princesa, que desafiando á los riesgos, llena de
magestad y rebosando satisfacción , se trasladó
desde el Real Sitio á Madrid, para la solemne
apertura de las Cortes. Dia de júbilo y de esperan-
za fue aquel para los españoles, que al paso que
veian establecido un gobierno representativo, veían
también afianzado el triunfo de la causa de su
Reina con el tratado de la cuádruple alianza , ce-
lebrado en aquellos días (Abril de 1834). Pero el
edificio levantado con el Estatuto Real habia de
ser pronto combatido ; y arrojado de Portugal el
Pretendiente por nuestras tropas, debia volver
pronto, burlando, no sin estrañeza, la vigilancia
de los Ingleses y de los Franceses, á dar pávulo
y nueva actividad á la guerra de la Península.


Apenas abiertas aquellas primeras Cortes del
Estatuto, manifestóse ya una viva oposición al mi-
nisterio , con peticiones que mostraban el deseo
de que se diera mas estension á las libertades pú-
blicas , de parte de los que creían que el Esta-
tuto no llenaba los deseos y necesidades de la época;
sin advertir que con aquel sistema de gobierno
pudiera haberse preparado el terreno, para conse-
guir después con mejor éxito y sin trastornos lo




MARÍA CRISTINA. 13


(*) Véanse las Biografías de estos dos Señores.


que se apetecía. El ministerio logró con su calma
y firmeza una mayoría en aquellas Cortes, y hu-
biera indudablemente triunfado de Ja oposición,
si los progresos de la guerra civil no hubieran com-
plicado mas y mas la situación. A mediados de
1835 , y según el parecer de los generales del Ejér-
cito , se resolvió el Gobierno á pedir la interven-
ción francesa; y opuesto á aquella medida el pre-
sidente del Gabinete Sr. Martínez de la Rosa, ce-
dió su puesto al Conde deToreno (1). Derribado
el ministerio que presidia el Conde por la insur-
rección que estalló en las provincias y en la ca-
pital en los meses de Agosto y Setiembre de 1835,
confió S. M. el encargo de formar un nuevo ga-
bin£te al Sr. D. Juan Alvarez y Mendizabal, que
nombrado para Ministro de Hacienda por el mi-
nisterio anterior, habia rehusado encargarse de él.


De este modo seguía la Reina Cristina atempe-
rándose á las necesidades de la época, y según las
circunstancias lo exigían. El ministerio Mendi-
zabal , que dio al principio muestras de conocer
el verdadero estado del pais, y procuró conciliar
los ánimos, dominado poco después por el par-




14 PERSONAJES CELEBRES.


tido mas exaltado, ni consiguió lo que se habia
propuesto , ni hizo mas que agravar el mal estado
de la Nación, y sobre todo el de la Hacienda.


Los desengaños del pais , que no habia visto
realizadas las pomposas promesas que se le habian
hecho , á pesar de los inmensos sacrificios de to-
das clases que se le exigieran ; el mal estado de
los negocios de la guerra, todo contribuyó á la
reacción que se manifestó en la opinión pública,
y que dio lugar á la caida del ministerio Mendi-
zabal, sustituyéndole el Sr. Isturiz , el cual des-
pués de disueltas las Cortes que le eran hostiles,
y satisfaciendo á las exigencias de la situación,
mandó formar un proyecto de Constitución que
debia presentarse á las Cortes nuevamente convo-
cadas, y que según el resultado de las elecciones
hubieran sostenido el Gobierno, y contribuido con
él á mantener el orden y á reprimir con mano
fuerte á los alborotadores. Pero no contenta la re-
volución con aquellos ofrecimientos, acudió á sus
acostumbrados medios de subvertir el orden, pro-
clamando en varios puntos el restablecimiento de
la Constitución de 1812 , asesinando en Málaga á
las autoridades política y militar; proclamando
en Zaragoza aquel código el Capitán general Don




MARÍA. CRISTINA. 15


Evaristo San Miguel , por sí solo y sin escitacion
alguna de parte del pueblo , como manifestó él
mismo después en una sesión de las Cortes , y a
pesar de haber sido ascendido á Mariscal de Cam-
po por el ministerio á quien pretendía derribar,
y de haber publicado poco antes un folleto, cuyos
principios estaban en opuesta contradicción con
los que entonces proclamaba. Cádiz, Córdoba,
Badajoz y otros puntos se sublevaban igualmente,
al paso que en la Capital contenia á los revolto-
sos el ilustre general Quesada , su víctima poco
después; y que los facciosos, validos de nuestras
discordias intestinas, progresaban y se aproxima-
ban á la Capital por la parte de Castilla.


En medio de tan difíciles circunstancias, per-
manecía la Reina Cristina en el Real Sitio de la
Granja con sus Augustas Hijas, sitio que habia
de ser poco después teatro de las escandalosas
escenas y vergonzosa i n s u r r e c c i ó n militar q u e va-
mos á describir. Seguramente si algún cargo pue-
de hacerse al ministerio Isturiz, es el de haber
consentido en la permanencia de S. M. á cator-
ce leguas de la Capital en momentos tan críticos,
y después de la alarma causada en el Real Sitio
por la aproximación de Zariategui. Si la Reina




16 PERSONAJES CELEBRES.


hubiera estado en Madrid , es muy posible que el
trono no se hubiera visto ajado y vilipendiado por
una soldadesca desenfrenada y ebria, como lo fue
en San Ildefonso.


Frustrados los proyectos de los revolucionarios
en Madrid, el dia 12 de Agosto de 1836, como á
cosa de las ocho y media de la noche, después de
darse descompuestas voces de vivas á la Constitu-
ción y á la libertad, en el cuartel de granaderos
de la Guardia Provincial, situado fuera de la
puerta llamada de Segovia, se agolparon algunos
soldados armados á dicha puerta, exigiendo que
se les abriese para entrar en la población y llegar
hasta el Real Palacio. Indudablemente si los gefes
militares hubiesen acudido de pronto, hubieran
podido cortar en su origen aquel grave desacato;
pero no fue así por desgracia , y á las nueve y
media de aquella noche era ya un horroroso vol-
can, lo que poco antes una ligera chispa. Habiendo
conseguido que les abriesen la puerta, los soldados
del 4 o Regimiento de la Guardia Real de infantería,
cuyo cuartel estaba dentro de la población, pe-
netraron todos en medio de alarmantes voces, con
ademanes descompuestos y disparando tiros en
todas direcciones hasta las puertas del Real Pala-




MARÍA CRISTINA. I T


ció, que se hallaban cerradas. Alternaba aquella
confusa gritería con las músicas de ambos cuer-
pos, tocando himnos patrióticos, y solo cesaba
aquel espantoso ruido, para dejar oír las voces de
los amotinados, que pedían cien cosas distintas á
la vez, como calzado, vestuario, licencias absolu-
tas, y la Constitución del año 12; exigiendo con
amenazas que en aquella misma hora se colocase
la lápida en la plaza, y acompañando aquellas pe-
ticiones con gritos de muera contra varias perso-
nas residentes en el Sitio, ó que estaban en la
Capital. Hallábanse desde las nueve de la noche
reunidos en Palacio, y al lado de S. M. la Reina
Gobernadora, su Ministro de Gracia y Justicia
D. Manuel Barrio Ayuso, el Conde de San Román,
el Caballerizo mayor Marqués de Cerralvo , algu-
nos délos gefesy oficiales délas tropas subleva-
das , el Capitán de Guardias, el Comandante de
armas de Segovia, y otros varios, los cuales en jun-
ta presidida por S. M. trataron de adoptar las me-
didas necesarias para calmar la irritación de los
soldados. En vano bajaron varios oficiales á ofre-
cerles en nombre de S. M. el indulto por todo lo
acaecido si se retiraban á sus cuarteles, y la con-
cesión de algunas de sus demandas; en vano tam-


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


bien, y no sin grave riesgo de su vida, se introdu-
jo entre los amotinados el Conde de San Román,
exhortándoles y ofreciendo atender á sus quejas;
iban en aumento sus amenazas, dirigidas ya hasta
la sagrada persona de S. M. la Reina Gobernadora.
Fijaban los amotinados el término de una hora pa-
ra que se les otorgase cuanto pedían, amenazan-
do escalar el Palacio, operación que empezaron á
ensayar, y que les hubiera sido fácil estando con-
fabulados con la guardia interior del mismo. En
tal conflicto , de orden de S. M. se trató de entrar
en conferencias con algunos de los sublevados, y
al efecto, y para satisfacción de los mismos, se
mandó comparecer á la presencia de S. M, una
comisión de los que entre ellos hicieran cabeza.
Negáronse ellos diciendo que todos eran iguales,
y que subirian un sargento , un cabo y un solda-
do por compañía: otorgóseles así, y se presenta-
ron á poco rato veinte ó treinta hombres, que
entraron armados en el Palacio, y que no con
poco trabajo consintieron el dejar los fusiles, y en
entrar desarmados en el regio salón. Imposible
seria, y repugna ademas el consignarle'aquí, des-
cribir lo degradante de aquella esoena, y las san-
deces é impertinencias de los sublevados; pero des-




MA.BIA CBISTINA.. 19


collabaudos sargentos, uno de granaderos Pro-
vinciales y otro déla Guardia, pidiendo á S. M.
con imprudente altanería que se publicara la Cons-
titución, la colocación de la lápida en aquella no-
che, y el otorgamiento de la mas completa liber-
tad , según ellos la entendían, sobre lo cual les
hizo la Reina, con admirable serenidad, reflexio-
nes y bien oportunos cargos, después de los que
les dirigió el Ministro de Gracia y Justicia, al
oirles pedir con ahinco la Constitución del año
12, y no la del año 2 0 , diciendo con notable igno-
rancia , que esta última contenia algunos artícu-
los que no debían pasar, ni á ellos les acomodaba.
Bastaría este solo hecho, á falta de otros, para
probar que aquellos soldados, ebrios en gran
parte, pues se vio subir a la plaza en aquella no-
che fatal, y sin saber de donde, gran cantidad de
vino y aguardiente que se les distribuía, eran so-
lo instrumentos ciegos délos que los manejaban.
Grecia la sedición y se aumentaba el peligro; se
propaso á los sargentos y á los que los acompa-
ñaban se les comunicaría inmediatamente la or-
den d«S. M. para publicar y jurar la Constitución;
y aunque de mala gana manifestaron aquietarse
con aquella resolución de S. M., indicando que




20 PERSONAJES CELEBRES.


probablemente no se conformarían los compañeros
de la plaza Bajaron efectivamente á ella, y lejos de
aquietarse los sublevados, llegó al colmo el desor-
den , intentaron nuevamente escalar las rejas y
balcones del Palacio, repitióse un horroroso fuego
por toda la plaza y población , haciendo los dis-
paros con bala, como se acreditó con los dirigi-
dos á la casa en que se hallaba gravemente en-
fermo el Embajador de Francia , Conde de Rayne-
val , que murió á los dos d i a s , y aun al Palacio
mi smo; habiendo sido preciso trasladar á la ino-
cente Reina Isabel, desde la cama en que dormía,
á otra habitación donde no corriera peligro su in-
teresante vida. Ya no podia resister mas el con-
movido corazón y el ánimo sereno de S. M. , quien
para evitar mayores desgracias, mandó al Conde
de San R o m á n , que bajando acompañado de los
oíiciales existentes de los cuerpos sublevados, pu-
blicase é hiciese jurar de cualquier modo la Cons-
titución ; pero no fue aquello bastante; la desen-
frenada soldadesca, y el populacho que á ella se
habia un ido , vieron que la orden iba solo rubr i '
cada de S. M. , y principiaron á decir, con descom-
puestos gritos, que la orden habia de ir firmada con
todo el nombre de S. M. , que ellos mismo habían




MARÍA CRISTINA. 21


de verla firmar, y que ademas debía darles la
Reina un testimonio de su puno para que se pu-
siese la lápida en la Granja y en todas partes. Su-
bió de nuevo la comisión á Palacio, y á presen-
cia délos sublevados, que descaradamente insul-
taban á S. M. , se dictó por el Ministro de Gracia
y Justicia en alta voz, y de orden y en presencia
de S. M., uu decreto q u e , en medio de la sala y á
la vista de la referida comisión, firmó S. M . , po-
niendo la firma entera « Yo la Reina Gobernado-
ra.» Mandábase en él la publicación de la Cons-
titución del año 12 , y el juramento á la misma,


iüterin las Cortes reunidas dispusiesen lo conve-


niente, según las necesidades déla nación. El de-
creto referido lleva en si mismo defectos ú omi-
siones bien visibles, que marcan lo violento y vi-
cioso de su origen y otorgamiento, tales como el
no hacerse en él mención de que la Reina Gober-
nadora mandaba en nombre de su Augusta Hija, y
el no estar autorizado por su Ministro allí presen-
te. Bajó en seguida la comisión con el referido
Real Decreto, que leyó en alta voz á los sedicio-
sos , y aunque repararon en el Ínterin que contie-
ne dicho documento, y pretendían neciamente que
debía llevar la estampilla ademas de la real firma,




22 PERSONAJES CELEBRES.


te aquietaron por fin y principiaron á celebrar su
triunfo con nuevo tiroteo y alboroto, á pesar de lo
intempestivo de la hora délas dos de la mañana,
continuando en él hasta después de pasadas las
t res , que se retiraron á sus cuarteles.


Amaneció el dia 1 3 , y los sediciosos, cono-
ciendo ya el horrible atentado que habían come-
t ido , amenazaban con nuevos t ras tornos ,que se
calmaron sin embargo con la colocación solemne,
de la Lápida á las tres d é l a tarde , con toda la
guarnición del Sitio ; sin embargo, hubo por la
noche grandes grupos á la puerta de Palacio , con
nuevos gr i tos , peticiones y exigencias, que se
calmaron con mayor facilidad, porque se les otor-
gaba cuanto exigian. Mandóse ir al Sitio al Mi-
nistro de la Guerra D. Santiago Méndez Vigo,
y habiendo llegado por la tarde del 1 4 , quiso
reprender á los sublevados, pero tuvo que desis-
tir al ver el estado en que la soldadesca se en-
contraba. En el mismo dia 14 mandaron los
sublevados alguna fuerza á Segovia para hacer
publicar allí la Constitución , y regresando después
con tres pequeñas piezas de artillería pertene-
cientes al Colegio, las pasearon en triunfo y á ma-
nera de insulto por delante del Real Palacio , para




HARÍA CRISTINA. 23


intimidar mas y mas el ánimo sereno de S. M,
En la tarde de aquel mismo dia, de orden
de S. M. , se convocó una junta , á la que asis-
tieron el Embajador de Inglaterra Mr. Williers,
y el Enviado estraordinario de Francia Mr Boix
Le-Conte, los Ministros de Gracia y Justicia y de
Guerra, y otras varias pesonas notables que se
hallaban en el Sitio. Espúsose en aquella reunión,
presidida por S. M., lo crítico de las circunstan-
cias , las concesiones á que habían obligado , ha-
ciendo á los Ministros estraugeros las oportunas
reflexiones sobre la absoluta inculpabilidad de
parte de S. M. y de su Gobierno , y de los desa-
catos cometidos para arrancar aquellas concesiones.
Aprobaron ambos Enviados estrangeros lo hecho,
no sin notable placer del de Inglaterra, acon-
sejando se otorgase á las tropas sublevadas cuanto
pidiesen, á fin de que las mismas permitiesen
regresar á SS. MM. á Madrid.


En aquella misma tarde se presentó á S. M. por
la comisión de los sublevados, un papel que en
cinco artículos contenia una porción de peticiones,
todas de la mayor entidad; papel que por su regular
redacción manifestaba no haber sido esteudido por
ignorantes sargentos, y miserables músicos y sol-




24 PERSONAJES CELEBRES.


dados sublevados. Exigíase que quedase todo hecho
y firmado para las doce de la noche ; al efecto se
estableció en Palacio mismo una oficina, donde se
estendíeron multitud de decretos y órdenes, en
presencia del sargento García y sus compañeros,
que hicieron salir á S. M. para verla rubricar y fir-
mar las mencionadas órdenes y decretos; siendo de
no ta r , que desde la primer entrada de los sedicio-
sos en la noche del 12 al 13, soldados , músicos y
sargentos subían , bajaban , en t raban , salían y
hollaban sin decoro ni permiso el augusto recinto
y la habitación misma de S. M. Firmados todos
aquellos decretos á las dos dé la mañana , Irató de
salir para Madrid el Ministro de la Guerra, obteni-
do el permiso de los sublevados que no dejaban
salir á nadie, y con la condición espresa de ir acom-
pañado de dos ó tres de ellos; pero los demás amo-
tinados que se hallaban en la puerta, obligáronle á
volver á Palacio á satisfacer nuevas exigencias. Con
aquel pretesto , y á la hora de las dos de la mañana,
se introdujeron de nuevo en Palacio los amotinados,
insultaron con indecentes ademanes á S. M., la
amenazaron , y no con poco trabajo , y después de
satisfechas en lo posible sus nuevas demandas , se
consiguió lanzarlos del regio Alcázar; volvió el Mi-




MARÍA CRISTINA. 25


nistrode la Guerra á intentar su salida y la consi-
guió al fin, trasladándose á Madrid con los sargen-
tos que le acompañaban , para poner en egecucion
las órdenes espedidas, pues no de otro modo se
permitía la salida de SS. MM. para la Corte.
Grande fue la ansiedad durante la noche del 14 al
15, aumentada con el recelo de que si se mandaban
tropas de Madrid, que el dia 13 hubieran podido
sofocar la rebelión , el 15 solo tal vez hubieran po-
dido servir como una sentencia de muerte para
SS. MM. y cuantos las acompañaban. Sabidos son
los acontecimientos de Madrid en aquellos días. En
la mañana del 16 se presentaron en el Sitio el gene-
ral Rodil y D. José María Calatrava, nombrado
Presidente del Consejo de Ministros en aquella
crisis, y vieron por si mismos, no sin asombro,
á pesar de la parte que la opinión les imputaba en
aquellos sucesos, el impudente descaro y la osada
insubordinación de los sublevados, quienes, apenas
se habían apeado en la posada, acudieron con nuevas
y estrepitosas demandas. No con poca dificultad se
logró librar del furor de los amotinados al general
Conde de San Román, á quien querían dar muerte
como habían asesinado en Madrid al general Que-
sada. Para contentar á los sublevados se les hicie-




26 PERSONAJES CELEBRES


ron grandes ofrecimientos ; ¡qué escenas tan de-
gradantes se presenciaron en aquellos momentos,
al ver á militares de elevada posieion rogar , prome-
ter , suplicar y adular á una soldadesca insubordi-
nada y sediciosa ! Pero apartemos la vista de tan
horrible cuadro , y demos pronto cima á la penosa
tarea de bosquejarlo.


El dia 16 se pasó en acordar algunas medidas
para la traslación deSS. MM. á Madrid , la que ve-
rificaron el 17 al mediodía, encontrándose en el
camino con los batallones que habían salido el
anterior , lo que puso en peligro á algunos de los de
la comitiva; caminábala tropa en el mayor desor-
den, que hacia ya temer las funestas ocurrencias
que tuvieron lugar en Madrid á los pocos dias; de
este modo llegaron SS. MM. á Madrid. Tales fueron
los horribles acontecimientos que después de haber
hollado la magestad del trono y destruido la Cons-
titución del Estado , abrieron la ancha sima de
males que á ellos siguieron.


Publicada la Constitución del año 1812, y con-
vocadas Cortes constituyentes para revisarla , iban
entretanto en aumento las fuerzas carlistas, apro-
vechándose del efecto que aquellos sucesos habían
causado en nuestros ejércitos , cuyo mando prin-




MARÍA CRISTINA. 27


cipal había recaído, en el general Espartero, por ha -
berlo dejado el general Córdova. Reunidas las Cor-
tes constituyentes, y formada la Constitución de
1837, el 18 de Junio del mismo año pasó la Reina
Cristina, acompañada de su Augusta Hija, á prestar
el juramento ante las Cortes. El pueblo de Madrid
acogió á las dos Reinas con el mas vivo entusiasmo,
y la nación entera creyó por un momento que, satis-
faciendo la nueva Constitución á todas las exigen-
gencias, iba á principiar con ella una era de mas
tranquilidad y bonanza. ¡Quien habia de decir
entonces que tres años después aquella misma Rei-
na porsosteuer la Constitución que acababa dejurar,
habia de abdicar la Regencia y abandonar el suelo
español! Pero no adelantemos la narración de los
sucesos.


Hemos dichoque habían tomado incremento las
facciones, al paso que nuestros ejércitos, resintién-
dose de los acontecimientos políticos, obraban sin
conjunto y las trQpas seguían desatendidas.


Habiánse reunido los dos ejércitos carlistas, y
después de haber sufrido un descalabro en Chiva,
se adelantó Zariategui hasta Segovia y San Ilde-
fonso, al paso que el Pretendiente se presentaba de-
lante de Madrid. La capital vio en aquellos dias á




28 PERSONAJES CELEBRES.


la Reina Cristina acompañada de su Augusta Hija,
recorrer los puestos avanzados, llenando con su
presencia de entusiasmo á las tropas, á la milicia y
al vecindario, animados todos del mayor ardor para
la común defensa. Aquellos acontecimientos dieron
sin embargo lugar á la caida del ministerio Cala-
trava. El general Espartero vino con su ejército al
socorro de la capital: entonces no había contraído
aun la fatal alianza que celebró después con el par-
tido revolucionario. La mala disposición del gene-
ral trascendía á los oficiales de su ejército , y sabi-
dos son lossucesos de Pozuelo de Aravaca, que obli-
garon al ministerio á presentar su dimisión, que fue
aceptada por la Reina Gobernadora. Así cayó por
una demostración militar el Gabinete á quien otra
sublevación militar habia hecho subir al poder.
Pero lo que no es sabido y que algún dia reve-
lará la historia , son los ofrecimientos hechos para
destruir la Constitución, sin que se le pidiera tal
cosa , por el general Espartero á quien se ofrecía la
presidencia del ministerio que no quiso aceptar.
Siguió el general al alcance de los enemigos, y du-
rante este tiempo tuvieron lugar los horribles asesi-
natos de los generales Cevallos Escalera, y Sarsfield,
castigados luego de una manera egemplar por el




MARÍA CRISTINA. 29


General en Gefe, que prestó entonces un gran servi-
cio, con el restablecimiento de la disciplina mU
litar.


Les carlistas no supieron aprovechar aquellos
momentos de desorden ; Cabrera perseguido por el
general Oráa, volvió á refugiarse á sus guaridas del
Bajo Aragón , y D. Carlos volvió á pasar el Ebro, y
se acantonó en Estella y Peñacerrada.


Vuelta la influencia al partido moderado , aba-
tido desde los sucesos de la Granja, nombró la
Reina Gobernadora un ministerio presidido por el
Conde de Ofalia , en armonía con la mayoría del
nuevo Congreso de Diputados. Desde aquel momen-
to trató ia revolución de apoderarse del general Es-
parlero , y no le fue difícil, escitando su ambición
y despertando sus zelos, con motivo del ejército de
reserva mandado formar con tanta previsión en la
Mancha á las órdenes del general Narvaez. Desde
entonces principiaron las quejas del general Espar-
tero contra aquel ministerio , sus infundadas exN
gencias , su desobediencia á las órdenes que se le
comunicaban, ypor último su escandalosa orden del
dia y su representación al Congreso , déla que por
una fatalidad no se dio cuenta. El gobierno podia
fácilmente pulverizar las falsas acusaciones del Ge-




80 PERSONAJES CÉLEBRES.


neral en Gefe, y estaba dispuesto a ello. No se hizo
sin embargo, y algunos lo han atribuido á oposición
de parte de la Reina Gobernadora á que se quitase
al general Espartero, que al paso que hacia imposi-
ble todo Gobierno , le aseguraba con fingida segu-
ridad de su decisión y respeto. Indudablemente la
ciega confianza de la Reina Cristina en el general
Espartero, ha dado lugar á los trastornos sucesivos
de que ella fue la primer víctima. Tanta ceguedad
no tiene mas que una disculpa, pero solemne,
honrosa ; ningún corazón noble puede concebir
siquiera tanta ingratitud , tanta villanía y mal-
dad.


La lucha del General en Gefe contra el ministe-
rio Ofalia, y la retirada del general Oráa de frente
de Morella, á quien no habia querido reforzar Es-
partero , á pesar de las órdenes terminantes del
Gobierno, y de su notable inacción, determinaron la
caida de aquel gabinete. Siguióle otro presidido por
él Sr. Duque de Frías, al cual siguió pocos meses
después otro presidido por el Sr. Pérez de Castro,
que se hallaba de Embajador en Lisboa , formado '
de un modo singular; y que si bien recibió el apoyo
de las Cortes, que en nuestro concepto , no obraron
bien no manifestando su sentimiento por la caida




MAMA CRISTINA. 31


de un, ministerio que merecía toda su confianza, y
sacrificado solo alas exigencias del cuartel general,
se vieron precisadas á prestarleapoyo, a' pesar de la
marcada influencia que tenia en aquel gabinete el
poder militar, desempeñando el Ministerio de la
Guerra el general Alaix, hechura de Espartero.


Preciso es confesar que con la negación á acep-
tar el ministerio varios personages influyentes del
partido moderado, tuvo la corona que apelar al nom-
bramiento de insignificantes medianías, que no po-
dían estar á la altura de las circunstancias. Una de
las primeras medidas del nuevo gabinete fue la in-
tempestiva disolución de las Cortes; los aconteci-
mientos de Sevilla que causaron el destierro de los
generales Cordova y Narvaez, y cuya historia no es
de este lugar, acabaron de complicar la situación.
Llegó por fin el grande acontecimiento del conve-
nio de Vergara , que parecía que al paso que termi-
naba la guerra civil , debia poner fin también á la
revolución. Pero no fue asi por desgracia; antes al
contrario, parece que solo sirvió para dispertar mas
y mas la ambición de quien desde mucho tiempo
acechada á su presa, y tenia mareada su vícti-
ma.


En el momento en que se verificaba aquel




32 PERSONAJES CELEBRES.


suceso, abría la Reina Gobernadora las Cortes
nuevamente convocadas, y que compuestas en su
mayoría de la opinión exaltada, se mostraron poco
favorables al ministerio Pérez de Castro. Vióse
este obligado á disolver aquellas Cortes, y la
Reina Gobernadora aceptó la dimisión hecha por
el general Alaix del Ministerio de la Guerra, reem-
plazándole el general D. Francisco Narvaez, y
entrando en el Gabinete como Ministro de Ma-
rina, el Sr. Montes de Oca, que tan triste fin ha-
bía de tener después. Reuniéronse las Cortes nue-
vamente convocadas, y la mayoría del Congreso
pertenecía á la opinión moderada. A aquellas Cor-
tes presentó el Gobierno varios proyectos de ley,
entre otras la de Ayuntamientos, que fue discu-
tida amplía y solemnemente. Pero ya entonces
eran mas descubiertas la tendencia de la revo-
lución , y la alianza con ella del gefe de la fuer-
za armada. El general Espartero se dirigió al fin
hacia el Aragón, y después déla toma de Caste-
llote, entre los innumerables premios que pedia
para el ejército , proponía para Mariscal de Cam-
po á su Secretario el Brigadier Linage, autor de
los diversos papeles publicados en contra del Go-
bierno. Algunos Ministros se opusieron ó la con-




MARÍA CRISTINA. 33


cesión de aquella gracia, pero no habiendo coin-
cidido los demás, se retiraron del Ministerio los
Sres. Montes de Oca y Narvaez , reemplazándoles
los Sres Conde de Clonard y Sotelo. Indudable-
mente si todo el Ministerio se hubiese opuesto á
las exigencias del General en Gefe , la Reina Go-
bernadora no hubiera accedido á ellas. Pero el
sistema fatal de tira y afloja , adoptado por el mi-
nisterio Arrazola , habia de dar pronto lugar á los
tristes acontecimientos que siguieron.


Asilas cosas, los asuntos de la guerra toma-
ban un favorable aspecto en Aragón ; el desgracia-
do general León ocupaba á Alora de Ebro, O' Don-
iip.ll tomaba Jos fuertes de Alcalá de la Selva y
Cantavieja,y el general Aspirozel castillo de Al-
puente. Mientras tanto el general Espartero asedia-
ba á Morella , que cayó luego en su poder , lle-
vando la guerra á Cataluña donde debia ter-
minar.


En esta situación comenzó á susurrarse el via-
gede la Real Familia á Barcelona, verificado sin
duda conelobgeto de destruir la funesta y ya no
disimulada alianza del Gefe de la fuerza armada
con la revolución. Salieron SS. MM. y A. para
Barcelona , dirigiéndose por Zaragoza, y habiendo,




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


según se dijo , variado su ruta señalada antes por
Valencia , por exigirlo asi el general Espartero,
que sin duda quería alejará la Reina Gobernado-
ra de la influencia del general O' Donnell que
mandaba en aquella provincia. En Zaragoza, y
después en Lérida , pudo conocer ya la Reina Go-
bernadora el lazo que se le habia tendido, y los
funestos resultados que para el pais y para ella
habia de tener su viage á Barcelona. Sabidos son
los acontecimientos de aquella ciudad en los me-
ses de Junio y Julio de 1840 , para que los repro-
duzcamos aqui. Sabidos son los insultos que alli
recibió la Magestad R e a l , los motines promovi-
dos por los mismos que debian contenerlos, y la
oposición del General en Gefe á que S. M. san-
cionara la ley de Ayuntamientos. Sabido es que
llamado el general Espartero para contener aque-
llos desórdenes, hizo su dimisión ; y sabidos son
por último todos los escandalosos sucesos que die-
ron lugar á la caida del Ministerio Pérez de Cas-
tro , y al nombramiento délos que le subsigieron
hasta el viage de la Reina Gobernadora y sus Au-
gustas Hijas á la ciudad de Valencia , á donde lle-
gó el 26 de Agosto , sufriendo desde el momento
de su llegada marcadas faltas de atención por




MARÍA CRISTIS A. 35


parte de la Municipalidad, desacatos que hubie-
ran sido mayores sin la actitud firme del general
O' Donnell.


AI dia siguiente de su llegada á Valencia , se
encontró la Reina nuevamente sin Ministerio,
por no^ haber condescendido con las exigencias
del que pretendía una autorización para declarar
que no se llevaría á egecucion la ley de Ayunta-
mientos , antes de ser revisada por otras Cortes.
Nombró entonces para presidente del nuevo Mi-
nisterio al Sr. Cortázar; pero en medio de estas
circunstancias, estalló el movimiento de 1.° de
Setiembre en Madrid , y cuando la noticia de él
llegó á Valencia , no se hallaban aliado déla Re-
gente los Ministros nuevamente nombrados, de-
sempeñando los ministerios interinamente algu-
nos oficiales de las respectivas Secretarias. La
Reina Gobernadora, por medio de sus Ministros
reprobó en los términos mas esplícitos y termi-
nantes la insurrección contra los poderes consti-
tucionales ; pero para reprimir los alzamientos era
preciso acudir á la fuerza pública, y la Reina Go-
bernadora no dudó en dirigirse al general Espar-
tero , reclamando de é l , en una carta confiden -
cial y autógrafa, su franca cooperación y ausilio.




36 PERSONAJES CELEBRES,


A aquella comunicación confidencial, no tuvo
reparo el general Espartero, en dar y publicar con
escándalo, una contestación fechada en Barcelo-
na en 7 de Setiembre, que la historia calificará
á su tiempo cual merece, y que nosotros senti-
mos no poder reproducir. Aquella manifestación
circuló con sorprendente rapidez por toda la Na-
ción , y estendiój el movimiento insurreccional en
casi todas las provincias, siendo de notar que
según el mismo general dice en ella, solo sabia
la sublevación verificada en Madrid y algún otro
punto.


En vista de tales sucesos, nombró la Reina
Gobernadora un Ministerio presidido por el Señor
Sancho, que debió satisfacer las exigencias de la
junta de Madrid; pero entonces se aspiraba ya á
mas , y la Augusta Princesa, decidida á agotar
todos los medios d̂ e concordia compatibles con la
justicia y la dignidad del t rono, nombró Presiden-
te del Ministerio al general Espartero, encargán-
dole que eligiese las demás personas que debieran
componerle. Aceptó Espartero aquel encargo, y
pidió permiso para pasar antes á Madrid á con-
ferenciar con los que habia de proponer para mi-
nistros. Asi se presentaba tan sencillo y natura!




MAMA CRISTINA. 37


el paso mas grave y trascendental de Ja revolución.
El general Espartero yendo de Madrid á Valencia,
aparecia como investido con los poderes de la in-
surrección, al paso que si hubiera tomado un
camino inverso, todo hubiera parecido emanar
de la legítima autoridad de la Corona. lia &eina
Gobernadora, a pesar de que no podían ocultár-
sele ya las consecuencias de semejante conducta,
concedió el permiso pedido, y Espartero pasó á
Madrid, donde fue festejado por el partido á quien
acababa de dar el triunfo. Desde su llegada se
principió á pedir nueva Regencia, cosa en que
la misma junta de Madrid no habia pensado antes,
y que procuró castigar á los que publicaron seme-
jante idea. Nombró para Ministros á los Sres. Be-
cerra , Gamboa, Cortina, Frias y Chacón, y apro-
bados por S. M . , pasaron a Valencia. En aquel
conflicto manifestó la Reina Cristina un carácter
tan noble, tan firme, tan desprendido y elevado,
que con dificultad se podrá hallar otro igual en la
historia de las mas ilustres y distiguidas Prince-
sas. No queriendo hacer al trono instrumento de
lo que en su ilustrada conciencia creia ser la rui-
na y la calamidad de la patria ; no queriendo in-
fringir la Constitución del Estado y el juramento




38 PERSONAJES CELEBRES.


que habia hecho de guardarla-, y no adhiriéndose
tampoco á degradar el esplendor de la diadema,
renunció á¡ ella antes que consentir en lo que sus
Ministros exigían. (*) ¡Ejemplo sublime de magná-
nimo desprendimiento! Véanse los documentos pu
blícados en la Gaceta estraordinaria de 15 de Oc-
tubre de 184.0, donde se halla consignada la con-
ducta de la ilustre Gristina como Reina, en aque-
llos aciagos momentos, en que á trueque de ahor-
rar la sangre desús subditos, no aceptó los ge-
nerosos ofrecimientos que le hiciera la lealtad ; y
no solo renunció al brillo de la corona, tan pe-
sado para ella, sino á los afectos mas tiernos de
su corazón, separándose de las prendas de su
cariño que dejaba encomendadas, si con confian-
za á la lealtad déla Nación, no sin recelos á los
que con tanta ingratitud habían pagado sus be-
neficios. La historia juzgará los hechos, y ella de-


(*) Instábale, según se d i ce , uno de los Ministros para
que suscribiese el manifiesto en que se condenaba la con-
ducta de anteriores gabinetes, haciendo recaer sobre ellos-
las inculpaciones de la época , y le esponia al efecto los pe-
ligros que habia en no ceder , citándole el lastimoso ejem-
plo de los Reyes de Inglaterra y Francia. « No hay que ha-
blarme de e s o , contestó la R e i n a , , á aquellos Reyes se les
hizo victimas, pero de mi se exige más, se me quiere hacer
verdugo.»




MARÍA CRISTINA. 39=


cidirá si mas conveniente que aquel desprendi-
miento, hubiera sido apelar á la hidalguía y
lealtad de los Españoles desde otro punto, á don-
de fácilmente pudiera haberse trasladado acom-
pañada de sus Augustas Hijas.


Decidida ¿abandonar el Reino, y terminados
sus deberes como Reina, tristes eran los que le
quedaban que l lenar, y grande el dolor que debia
esperimentar como Madre el separarse de sus tier-
nas Hijas. En la noche del 16 de Octubre, las
llamó a sí antes de acostarse, y les dijo que se
marchaba al dia siguiente, y que no las volvería
á ver en algún t iempo; cogió entre sus brazos á
la tierna Isabel, y la aconsejó que fuese justa y
generosa con los Españoles, pues nunca podría
pagarles los sacrificios que habían hecho por sos-
tener su causa. En vano seria describir aquella
tierna escena que comprenderán fácilmente cuan-
tos sientan alguna ternura en su corazón. Diólas
por lin el último adiós , y abrazada á ellas cayó
aletargada en el suelo, hasta que vuelta en sí pasó
llorando toda la noche. Al dia siguiente, antes
de marcharse, las contempló, sin atreverse á to-
carlas, entregadas al sueño de la inocencia, y
abandonó las playas españolas, donde dejaba en




40 PEllSONA.il> CELEBRES.


el corazón de los leales tantos recuerdos de grati-
tud y de bondad.


Dirigio'se á Marsella, y desde aqu»;i punto dio
un manifiesto á la Nación, del cual hemos estrae-
tado las palabras que nos sirven de epígrafe, y
que como documento histórico, harto conocido
y célebre, nos abstenemos de reproducir. Docu-
mento que conmovió hondamente el corazón de
todos los Españoles, que no habían olvidado los
sentimientos de lealtad que les fueron en otro tiem-
po proverbiales.


Desde Marsella se trasladó la Reina Cristina á
Roma, y desde allí pasó á París, donde reside
actualmente. Recibida allí por el Rey de los Fran-
ceses y toda su real familia, con las muestras de
afecto y distinción, á que la hacen acreedora , los
lazos del parentesco, la elevada consideración de
su clase, sus desgracias, y su magnánima con-
ducta en los últimos momentos de su Regencia,
ha sido admirada por cuantos han tenido lugar
de observar su constante afecto á los Españoles,
y su amabilidad con cuantos llevados allí por la
tormenta revolucionaria, hallaban un consuelo
en las marcadas señales de aprecio de una Prin-
cesa, que como ellos se veia privada de su pa-




MARÍA CRISTINA. 41


t r ia , y alejada de los tiernos objetos de su amor.
Faltábale en su destierro otra amargura que


sufrir, y la revolución le arrancó la tutela desús
Augustas Hijas, que le correspondía por el tes-
tamento de su Esposo, y por todas las leyes ci-
viles y políticas, confiando tan sagrado depósito
al cuidado de un enemigo personal del difunto
Rey su padre. Muchos españoles leales, valientes é
ilustres generales, quisieron volver á la Madre
sus Hijas, y librar á la patria del usurpador que
la dominaba , previendo ya las tendencias de
un poder tan ambicioso como inepto. Sabidos
son los acotecimientos de las Provincias Vascon-
gadas y Navarra, los sucesos del 7 de Octubre
en Madrid , y el lazo que en Paris quiso tender-
se á la Augusta Princesa , haciéndola aparecer
como instigadora de aquellos sucesos. La prensa
publicó en aquel tiempo las contestaciones que
mediaron con el Sr. Olozaga, y los españoles
saben ya de parte de quien estaba la razón. El
valiente y cumplido caballero el General León,
Montes de Oca , Borso y otros leales, sellaron
con su sangre aquella época que hemos descrito
ya en la Biografía del ilustre Conde de Belas-
coain.




42 P E B S O N A J E S CÉLEBRES.


Los sucesos ocurridos últimamente, la destruc-
ción del poder que le usurpara sus derechos, y
la próxima declaración de la mayor edad de la
Reina Doña Isabel I I , todo hace esperar que rea-
lizado aquel fausto y anhelado suceso, tendrá la
Madre el placer de estrechar en sus brazos á sus
queridas Hijas, y los Españoles la satisfacción de
ver entre ellos á la que les dio la l ibertad, y les
sirvió de bandera y consuelo en el largo periodo
de una guerra civil y dinástica, durante la cual
supo, con mas talento que fortuna, conservar el
posible equilibrio entre las diversas vicisitudes de
las opiniones y los partidos. Si la revolución se
mostró ingrata y la obligó á abandonar el suelo
español, la severa é imparcial historia revindica-
rá algún dia , cuando estén aplacadas las pasio-
nes , los fueros y el honor d é l a Nación.




3ití)tcf fce las biografías coixtentaae


EN E L


TOMO CUARTO.


Pío VII.
EL CONDE DE T O R E N O .


M R . P E E L .


M R . DE CHATEAUBRIAND.


MR. DE HUMBOLD.


D . LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN.


E L MARISCAL SOULT.


ROSSINI.


FERNANDO I , R E V DE Ñ A P Ó L E S .


D . P . A . GIRÓN , DUQUE DE AHUMADA.


CARLOS X , R E Y DE FRANCIA.


DOÑA MARTA CRISTINA DE BORBON.




PERSONAJES CÉLEBRES
DZL


SIGLO X I X .






S\ > ' - CI V V


PERSONAJES CÉLEBRES
DEL SIGLO XIX.


POR


UNO QUE NO LO ES.


La biografía es el' arte de reu-
nir el personal d e j a historia, d e
I as ciencias , de las letras, de las
artes y de la sociedad. . .


J. NORTINS.


TOMO V.


M A D R I D ,
IMPRESTA DE D. FERNANDO"


PLAZUELA DE fiKI.ENO.llE , 3


1843.








ÍH.IRKEí'ÍFDBCDSBiS.


Репшои ctlelra Iti Siilo XIX..




2 P E B S O N A J E S CELEMÍES.


lar , sino taml)ien los grandes sucesos ocurridos en
el mundo durante este periodo, y que están inti-
mamente enlazados eon aquellas personas eminen-
tes. De este modo reúne nuestra publicación al in-
terés biográfico el histórico , y las personas ilustra-
das podrán conocer y apreciar toda la importancia
de nuestro trabajo.


Hay acontecimientos polít icos, y personages
que en ellos han figurado , que apenas son conoci-
dos; y no creemos ofenderá la mayoría de nuestros
lectores diciendo que el estado político" y social de
la Bélgica , y los hombres que á el han contribuido
en los últimos tiempos , se hallan en este caso. Asi
pues, noserá inoportuno advertir, que Mr. Nothomb
cuya vida vamos á bosquejar, es un Ministro belga,
ctiyo eminente talento de hombre de Estado, de
orador y de publicista ha contribuido á dar á la Eu-
ropa el espectáculo singular de una revolución, que
no solo ha dado por producto una Constitución
y una dinastía nueva , sino también un pueblo
nuevo ; y todo esto sin guerra civil ni estran-
gera.


La creación en las fronteras de Francia de una
nacionalidad belga, creación dos veces intentada y
abortada otras tantas, de tres siglos á esta parte, es




M. NOTHOMB.


« E l pueblo belga ha alcanzado su
«stado n o r m a l , y nada tiene ya que
pedir á las teorías políticas. Consti-
tuir la Bélgica para la Europa, tal
ha sido durante m u c h o tiempo el
encargo d e nuestros hombres de Es-
tado ; constituir un gobierno para la
Bélgica m i s m a , tal es en el dia su
t arca , tarea mas modesta y menos
diiicil , tarea que tiene poco eco en
el estertor, y.; que solo crea repu-
taciones en cierta manera domés-
ticas . Hemos trabajado para la his-
toria durante tres años ; en el dia
trabajamos para la administración. »


NOTIIOMB. — E n s a y o histórico y po-
lítico sobre la revolución belga, pá-


gina 4 3 0 .


Uno de los principales objetos que nos hemos
propuesto al publicar la colección de Personages
Célebres del siglo X I X , ha sido TÍO solo el dar á
conocer los hechos y vicisitudes de su vida particu-




N O T H O M B . 3


un suceso bastante importante por si misino y pol-
las consecuencias que puede tener en el porvenir,
para que nos ocupemos y estemos al corriente de la
situación interior del nuevo reino. Preciso es no
olvidar que eu 1830. si la Bélgica pedia un Príncipe
francés , lejos de dar con esto una prueba de desear
su incorporación á la Francia, era precisamente al
contrario para evitar una unión antipática a la gran
mayoría del pueblo ; y que los 197 votos del Con-
greso proclamaron unánimemente la independencia
del pueblo belga. No debe olvidarse tampoco que
los belgas , antes de ser afrancesados por la Con-
vención , babian sido austríacos, y no habían que-
rido permanecer tales ; que antes de ser austríacos
habían sido españoles, y no habían querido perma-
necer españoles ; que en 1814 se alegraron de no ser
ya mas franceses ; que convertidos en holandeses
no han querido serlo ; y por úl t imo, que desde la
disolución del Ducado de Borgoña , aquellos tres ó
cuatro millones de Flamencos y de Walones han
sobrevivido á todas las conquistas, y atravesado,
con su fisonomía y carácter especial, todas las com-
binaciones de la política europea.


Si se olvidasen estos antecedentes históricos , y
se admitiera como cierta la hipótesis de no vitali~




4 PERSONAJES C E L E B R E S .


dad, el nuevo Estado solo aparecería como una
agregación confusa , en cuyo seno luchan diferen-
tes influencias estraugeras. De aqui resulta el que
digan algunos que hay en Bélgica un partido inglés'
otro francés , y otro holandés ; otros mas sagaces
añaden a la lista uu partido alemán; pero se da
siempre por supuesto, que el francés es el mas
fuerte. Esta división hecha d priori carece de ver-
dad , pues en Bélgica no existe ninguno de estos
partidos , y el orangista , el único que durante al-
gunos años ha tenido una existencia formal , debi-
da á intereses industriales lastimados por la disolu-
ción del reino de los Países Bajos , está eu el dia
casi del todo anulado ; la unión comercial con la
Francia , ó a lo menos una rebaja en los aranceles
bastaría para hacerlo desaparecer del todo. En su-
ma , sobre la cuestión de nacionalidad no hay mas
que un solo partido en Bélgica , el partido belga.
No se tiene una idea del receloso ardor con que
aquel pueblo , nacido ayer , aprecia su existencia.
« Vuestras doctrinas nos conducirán á la destruc-
ción del nombre belga; » tal es la acusación que se
dirigen unos á o t r o s , los periódicos de diferentes
opiniones.


La Bélgica actual es de consiguiente belga an-




N O T H O M B .


tes de todo. No es nuestro ánimo discurrir aqui
geográfica y políticamente, acerca del porvenir de
«se reino de cuatro millones de almas, en el caso
eventual de un conflicto europeo; cualquiera que
sea este porvenir, no creemos que deba la Francia
sofocar á los pueblos que quieren vivir absoluta-
mente de vida propia, sino mas bien libertarles,
suscitar. las diversas nacionalidades sofocadas ú
oprimidas por otros , y formarse con ellas una es-
pecie de haz de simpatías, de interés y de fuerzas,
que le ayudarán á llenar noble y seguramente su
destino. Si pues es posible la íntima unión con la
Bélgica, no vemos por qué haya necesidad de
la reunión.


Para conocer bien el estado de las opiniones y
de los partidos en Bélgica, es preciso recordar lo
que se llamaba eu Francia durante la Restaura-
ción , la lucha del partido eclesiástico y del par-
tido liberal. Hay en Bélgica una especie de par-
tido eclesiástico, pero que difiere esencialmente
del antiguo partido francés de este nombre, en
cuanto tiene la inmensa ventaja de ser nacional,
popular, y en muchos puntos liberal. La Bélgica
•es uno de los países de Europa en que menos se
ha debilitado el espíritu religioso; hay provincias




6 P E B S O N A J E S C E L E B R E S .


enteras, especialmente las dos Flandes, en las
que la fé es tan viva como en la edad media, y
donde cgerce el clero una influencia preponderan-
te sobre todos los actos de la vida civil y política.
La penúltima insurrección de las provincias bel-
gas contra las reformas filosóficas de José II, fue
esencialmente religiosa.


Sin embargo, por muy católica que sea la na-
ción belga , ha estado demasiado mezclada en el
movimiento del mundo,-de 50 añosa esta parte,
para que no hayan penetrado en ella las ideas
elaboradas por el siglo XVIII , y puestas en eviden-
cia en 1789, principiando por las clases ilustradas
de las grandes ciudades. Su larga reunión á la
Francia, desde 1795 hasta 1814, favoreció aquel
desarrollo, y ya en tiempo de Guillermo de Nassau
principiaba el antagonismo entre los principios
político-religiosos del catolicismo aplicados al go -
bierno , y las ideas puramente políticas de la fi-
losofía moderna


Asi pues, entre los Belgas sometidos á la do-
minación holandesa, los unos , los católicos, re-
chazaban la Constitución del nuevo reino de los
Paises Bajos, a causa de su origen protestante, y
como que consagraba en principio la libertad de




NOTHOMB. 7


cultos y de la imprenta, en virtud de cuya liber-
tad, el poder cometía ó toleraba actos antipáticos
á los sentimientos religiosos de la gran mayoría
del pueblo belga; al paso que los liberales, al
contrario, solo pedían la egecucion estricta de la
ley fundamental, y acusaban á Guillermo de vio-
larla ó falsearla para establecer la supremacía c i -
vil y política de los dos millones de Holandeses,
sobre cuatro millones de Belgas. Asi pues, cató-
licos y liberales combatían con el mismo objeto
con opuestos argumentos, y haciéndose fuego
unos á o tros , cuando conociendo que estaban
todos oprimidos por un dueño común , odioso á
los unos como anti-católíco, y á los otros como
anti-liberal, resolvieron aplazar sus mutuos di-
sentimientos, y formaron en 1828, la célebre
asociación conocida por el nombre de Union de
los Católicos y de los Liberales, que preparó la
ruina de la dominación holandesa; ruina de que
no fue causa la revolución de Jul io , como se
cree generalmente, sino solo la ocasión y la señal.


Una vez conseguida la victoria, cuando liego el


momento de constituir el nuevo Estado , el clero y
los católicos cambiaron diestramente de sistema.
Después de haber combatido, antes de la unión, en




S P E R S O N A J E S C E L F . B B K S .


nombre del principio católico de la autoridad, todos
los principios de libertad que empleaba contra ellos
un gobierno estrangero y protestante, conocieron,
que puesto que tenían la mayoría , el mejor medio
de asegurar su influencia sobre un gobierno indíge-
na , era apoyarse contra é l , en caso necesario, en
el principio absoluto de libertad. Por lo mismo, la
Constitución actual del reino belga, que es princi-
palmente obra del partido católico , es sin disputa
la mas libre de todas las conocidas en Europa. Se-
paración absoluta de la Iglesia y del Estado, coloca-
dos enfrente uno de otro con completa independen-
cia , si bien la Iglesia es asalariada por el Estado;
libertad de cu l tos , libertad de enseñanza , libertad
de la imprenta; privilegios importantes sobre el po-
der egecutivo reservados al legislativo, representa-
do por dos Cámaras igualmente electivas , de las
cuales la una se compone de representantes asala-
riados y elegidos sin condición alguna ; numerosas
restricciones puestas al egercicio del poder ejecuti-
v o , con los derechos concedidos á los consejos pro-
vinciales y comunales ; tales son , en resumen, lrs
principios que consagra la Constitución be lga , en
la que el poder hereditario y central está limitado
por todaspartes, en su acción política y administra-




N O T H O M B . 9


tiva, por poderes electivos y locales. En cuanto á la
elección, este manantial precioso del poder , el
partido católico ha sabido apropiárselo por medio
de una ley electoral, única en su clase ; partiendo
del principio,igualmente muy liberal, de una com-
binación mas equitativa de las garantías del censo y
de los derechos del número , la ley electoral belga
ha establecido un censo variable, mucho mas ele-
vado para las poblaciones de las ciudades, donde
es menor la influeucia del clero; y mucho mas bajo
para las poblaciones del campo, donde aquella in-
fluencia es completa; de m o d o , que los electores
campesinos componen mas de las dos terceras par-
tes de la masa electoral. Cuando llega la época de
las elecciones, los Obispos publican mandatos,
los curas de las aldeas flamencas suben al pulpito
y predican contra el candidato l iberal ; después,
formando por batallones sus campesinos electores,
marchan á su cabeza, como en los tiempos de la
Liga , hacia el punto de la eleecion, y no lo suel-
tan hasta que han depositado en la urna la cédula
qjie ellos les han entregado, y que contiene el


"nombre del candidato católico. Véase pues, como
se ha podido decir que el clero be lga , haciendo
las leyes, esto es , haciendo á los que hacen las le-




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


yes, « gobierna realmente la Bélgica, y la gobierna
por una aplicación lata y completa del principio de
libertad.» Sin embargo, esta frase, escrita por
Mr. de Carné en la Revista de los Dos-Mundos
en 1836, no es del todo exacta en el dia , en cuan-
to no da una idea de la lucha que es ahora flagran-
te entre los dos partidos, cuyas fuerzas princi-
pian á igualarse. No hay necesidad de decir, que
como verdadero Rey constitucional que sabe bien
su o f ic io , el protestante Leopoldo se ha puesto
hasta ahora de parte de la mayoría, es decir, de
parte de los católicos, sin perjuicio de cambiar con
la mayoría. Durante los primeros años que siguie-
ron á la revolución de Setiembre, mientras la
cuestión para la Bélgica era de existir ó no existir,
la cuestión esterior absorvió todas las demás, y
no hubo propiamente hablando ni católicos ni li-
berales ; reemplazó aquella división la d« los be-
licosos y de los pacíficos, de los hombres que
querían resistir á la diplomacia europea, y de los
que querían transigir con ella. Ambos partidos se
reclutaban igualmente entre los católicos y los li-
berales, y la mayoría moderada, que se pronuncio
por la solución pacífica, la componían hombres
moderados de ambas opiniones. Pero cuando que-




S O T H O M B . 11


dó definitivamente resuelta la cuestión esterior,
no tardó en reproducirse sobre diversos puntos de
organización interior, la antigua lucha que pre-
cedió á la Union catótico-liberal. Asi pues, la
Constitución partia del principio de separación é
igualdad absolutas,entre los dos poderes civiles y
religiosos; pero siendo la Iglesia mas fuerte que
el Estado , debió tender, no solo á conservar su
libertad de acción en su esfera, sino también á in-
vadir la del Estado , monopolizando , con el obje-
to de una dominación esclusiva, las libertades ga-
rantidas por la Constitución. Asi pues, el culto será
libre, pero con la condición de que todos los p r m -
lejios quedarán reservados al culto católico; la ense-
ñanza será libre, es decir que el elero podrá formar
establecimientos particulares de educación sin espe-
cie alguna de fiscalización del podrr civil; pero que
la autoridad c iv i l , ya sea, el Gobierno , ya el Con-
sejo Provincial ó Comunal , no podra nombrar
un solo profesor ó institutor, en sus propios es-
tablecimientos , sin que de antemano haya ob le -
a d o el beneplácito del clero. De la ortodoxia
exigida en materia de enseñanza pública, á la or-
todoxia en materias de imprenta, esto e s , á la
censura eclesiástica, no hay mas que un paso.




1 3 P E R S O N A J E S C É L E B H E S .


¿Querrá darlo el partido católico? Es dudoso , si
bien de ello se le acusa. Si hay en este partido
nombres muy fogosos y muy retrógados, los hay
también muy inteligentes y moderados; los hay
también entre los cató l i cos , ultra-liberales que
casi siempre se han unido á la, fracción mas exa-
gerada del partido contrario , para hacer una
oposición sistemática á todos los ministerios, aun
los mas católicos. De todos modos resulta que
el partido l iberal , que ha debido á la acción de
la imprenta un acrecentamiento continuo de diez
años á estaparte, aun cuando en el fondo y por
su misma naturaleza esté dividido en mas mati-
ces y mas indisciplinado que el partido contrario,
principia á unirse para clamar contra las preten-
siones no disfrazadas del c l e r o , y apoderarse de
la dirección de la sociedad entera, haciendo que
las leyes consagren la subordinación del poder
civil al religioso.


Esta cuestión es en el dia la capital en Bél-
gica , el punto central á cuyo alrededor se clasi-
fican y combaten los partidos. Si se busca en aquel
pais , como en Francia , la lucha entre la monar-
quía constitucional y la república, no se encon-
trará ; si se busca, como en Inglaterra, la lucha




NOTHOMB. 13


entre dos aristocracias, tampoco se encontrará.
La aristocracia no existe en Bélgica corno poder
organizado; hay nobles diseminados en los dos
campos; pero son sin embargo en mayor número
en el partido católico. Este partido tiene una gran
mayoría en el Senado; pero el Senado , como
hemos dicho , es un cuerpo electivo, del cual pue-
de formar parte cualquier ciudadano belga que
tenga cuarenta años de edad, y pague 2,000 flo-
rines de contribución , inclusa la patente.


Sin embargo se comprende perfectamente que
esta división de los partidos en católicos y libe-
rales, que se manifiesta en todos los puntos de
organización interior, que se rozan masó menos
directamente con la cuestión religiosa, no podía
aplicarse con exactitud á todos los casos. Asi
pues, sin hablar de la cuestión estertor, hay otras
interiores de naturaleza esclusivamente política ó
material, en las que las Cámaras presentan esa
división banal, que se reproduce en todos los
países constitucionales, entre las opiniones mode-


^rallas y las estremadas. Bajo este punto de vista,
la gran mayoría parlamentaria, que ha subsisti-
tido diez años en Bélgica sin alteración esencial,
representa una especie do partido justomedio, m o -




14 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


nárquico y moderado, amigo dei orden, de la
tranquilidad interior y esterior, y defendiendo uno
y otro contra los hombres exaltados ó sistemáti-
cos de los dos partidos. Esta mayoria mista, com-
puesta de católicos y liberales moderados, ha
vivido tranquilamente unida por mucho tiempo
con el auxilio de un sistema de mutuas concesio-
nes, y de aplazamientos de Jas cuestiones político-
religiosas; formaba ministerios mistos como ella,
que se modificaban mas ó menos en uno ú otro
sentido, según las circunstancias; pero en los cua-
les dominaba con mayor frecuencia el color ca-
tólico. Sin embargo , la fracción liberal de aque-
lla mayoria, inferior hasta entonces á la cató-
l ica , se aumenntaba á cada elección. Al fin del
largo ministerio católico de Mr. de Theux, en
1840, estaban casi equilibradas ambas opinio-
n e s , y era por consiguiente mas y mas difícil el
conciliarias. La parte liberal principiaba á mos-
trarse reacia á las concesiones político-religiosas;
cuando se formó el ' último ministerio Lebeau-
Rogier , casi todos de liberales moderados, obtu-
vo durante algún tiempo una mayoria muy re-
ducida en la Cámara de los Representantes; pero
el Senado, donde dominaba el color católico, ha-




N O T H O M B . 15


biéudole negado formalmente su apoyo, pidió al Rey
la disolución de las dos Cámaras, ó por lo menos
la del Senado; no habiéndola podido obtener se
retiró.


En medio de una crisis violenta causada por
aquel inesperado arranque del Senado, en el mo-
mento en que inflamaba todos los espíritus la cues-
tión político-religiosa, fue cuando un antiguo
amigo político de los ministros despedidos, uno
de los hombres de Estado y de los oradores mas
brillantes de la mayoría moderada, se presentó,
en Abril de 1841, para intentar la dificil obra de
reformar aquella-mayoría próxima á disolverse, y
volverla á llevar al terreno de la unión, sustitu-
yendo , según él se espresa, las cuestiones de
negocios á las cuestiones de partidos.


Esto nos conduce al fin, después de un preám-
bulo un poco largo, pero que la naturaleza del
asunto hacia necesario, a bosquejar rápidamen-
re la vida de Mr. Nothomb, actualmente Minis-
tro del Interior; los periódicos de la oposición le
llaman elsestitplo ministro; y es en efecto el úni-
co hombre del actual gabinete belga que tiene
un valor político.


Juan Bautista Nothomb nació el 3 de Juliojj / r =Tl




16 P E R S O N A J E S C E L E B K E S .


1805 , de padres oscuros, en un pequeño lugar del
Ducado de Luxemburgo, llamado Messancy, el
cual formando parte del distrito de A r l o u , está
comprendido en la parte del Luxemburgo dejado
á la Bélgica por el tratado de 15 de Noviembre
de 1831. Principiados sus estudios en el Ateneo
de Luxemburgo, los terminó del modo mas bri-
llante en la Universidad de Lieja, donde reci-
bió el grado de Doctor en derecho , en 1826.
La thesis latina del joven Doctor de 21 años,
consagrada ó ¡a historia del derecho enfitéutico
entre los Romanos , fue tan notable, que un sabio
profesor de la Universidad de Tubjnguen, Mr. Z im-
mern, la creyó digna de uu informe especial, y la
insertó en una colección célebre en Alemania bajo
el título de Kritische Zeitschrift fur Rechtwis-
senschaft (Rev . crítica de la ciencia del Derecho).


Mr. Nothomb establecido en un principio c o -
mo abogado en Luxemburgo, conoció pronto que
estaba llamado á representar un papel en la gran
batalla que presentaba la imprenta belga al go-
bierno holandés. Se ha hablado muchas veces de
la imposibilidad radical de la reunión de dos pue-
blos heterogéneos, á los cuales adornó el Con-
greso de Viena con el título de Reiuo Unido de




N O l H O M B . i 7


los Países Bajos; pero ningún escritor la ha carac-


terizado con tanta energía como Mr. Nothomb.


« L a naturaleza, d ice , nos admira algunas veces creando


seres dobles , que viven de la misma vida en cuerpos dife-


rentes ; el arte y la política no han conseguido todavía imi-


tar aquellos prodigios. Véase á los dos pueblos Belga y H o -


landés, pegados el uno al o t r o , mirando el uno al Mediodía


y el otro al Norte. Cada uno de ellos tiene su civilización, su


idioma, su religión , sus costumbres, en una palabra, una


existencia propia ; el uno adóptala legislación francesa , el


otro la rechaza ; el uno reclama el j u r a d o , el otro lo repele;


el uno quiere medidas prohibitivas en favor de su industria


y de su agricultura , el otro pide la libertad para su co -


mercio ; el uno recarga los géneros que el otro deja libres.


Su actitud no es Jamás la m i s m a ; cuando el uno se mantie-


ne derecho, es seguro que el otro se inclina. « f )


De consiguiente, habiendo sido dada la Bélgica
á la Holanda á Ululo de aumento de territorio,
cuatro millones de Belgas debían humillarse per-
petuamente ante dos millones de Holandeses. Ba -
bia en esto un germen de revolución , y la cuestión
era ya solo de tiempo. Aproximábase el término,
cuando el joven abogado luxemburgués llegó á Bru-


s e l a s , en 1828, para consagrar su pluma á la de-
fensa déla causa belga. Unido á la redacción del


(*) Ensayo histórico sobre la revolución beLja pág. 27.


2




18 P E R S O N A J E S C E I K B B E S .


Correo de los Países Bajos, Mr. Nothomb tomo
una parte activa y hábil en la polémica de aquel
periódico, que ejerció en Bélgica una influencia
decisiva.


La Francia hizo su revolución en tres d ias , la
Bélgica verificó la suya coa mayor lentitud. Como
es sabido, estalló la primera insurrección en la no-
che del 25 de Agosto de 1830 , después de una
representación de la Muda de Portici; después
transcurrió un mes en conferencias y negociacio-
ciones entre Bruselas y el Haya. El Principe Fe-
derico , hijo segundo de Gui l lermo, quiso zanjar
la cuestión, y marchó sobre la ciudad rebelde.
Tres dias de sangrienta batalla en las calles de
Bruselas, aseguraron el triunfo de la causa belga ,
y el 27 de Setiembre la revolución estaba consuma-
da de hecho.


Mr. Nothomb, que se hallaba á la sazón en su
provincia natal, partió á la primer noticia del com-
bate , llegó á Bruselas el 2 8 , y fue al momento
nombrado por el Gobierno provisional, individuo
de la comisión de Constitución, quele eligió su Se-,
cretarió. Después de haber redactado , en unión
con Mr. de Vaux el proyecto que debía someter
al Congreso nacional, tuvo igualmente parte en




KOTHOMB. 19


la redacción de los artículos electorales para la con-
vocación de aquel mismo Congreso , y consiguió
hacer rebajar á la edad de 25 años la capacidad
electoral, lo que le abrió la carrera legistativa.


Elegido miembro del Congreso por tres distri-
tos déla provincia de Luxemburgo, hizo su en-
trada en la vida política el 10 de Noviembre ; y
desde los primeros dias, aquel hombre de Esta-
do casi imberbe, el individuo mas joven de la
Asamblea, admiró á los hombres que peinaban
canas, con la sagacidad de su espíritu, la firme-
za de su palabra, y la precoz madurez de su
razón.


La situación era en estremo grave; tratábase
para la Bélgica de saber si esta tercer tentativa
de independencia se llevaría á cabo , ó si aborta-
ría como las otras dos. Cuatro millones de hom-
bres acababan de rasgar la Carta, trazada en
Viena por cinco grandes potencias; su situación
geográfica y su debilidad numérica les obligaba á
tener en cuenta en sus determinaciones , no solo


„_á ellos mismos , sino á la Europa que esperaba,
ó mas bien que no esperaba ; pues desde el 7 de
Noviembre, antes de la apertura del Congreso , la
Conferencia de Londres , reunida por invitación




30 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


del Rey Gui l lermo, había enviado á Bruselas dos
comisionados, MM. Cartwright y Bresson, para
interponerse entre la Bélgica y la Holanda , para
proponer una suspensión de armas, señalando á
los dos pueblos, como línea del armisticio, los lí-
mites que cada uno de ellos tenia antes de la reu-
nión, y atribuyéndose á sí misma el derecho de
facilitar la solución de las cuestiones políticas.
Esta proposición de la Conferencia , acogida á un
tiempo por el Rey Guillermo y por el Gobierno
provisional de Bélgica, fue el primer eslabón de
la cadena de ochenta protocolos, que según la
espresion de Mr. Nothomb , debían estenderse
en torno de la revolución belga, y envolverla. En
efecto , el segundo protocolo, arguyendo con la
aceptación del primero , declaró que aquella acep-
tación constituia un compromiso con las cinco po-
tencias , y desde aquel día la mediación tomó
el carácter de un arbitrage.


Sin embargo , si la Europa pesaba sobre la
Bélgica, esta pesaba á su vez sobre la Europa.
La revolución de Julio acababa de conmover al
mundo ; la paz estaba pendiente de un hilo , y
este hilo estaba en manos de un pequeño pue-
blo de cuatro millares de almas, que podía rom-




NOTHOMB. 31


perlo y causar un conflicto general , que tal ver
hubiera trastornado el viejo sistema europeo.


Esta perspectiva habia exaltado la cabeza de
•cierta parte del Congreso belga. Algunos, encorio
número, convencidos de que la guerra era inevi-
table, é imposible la independencia belga , querían
que se decretase desde el momento la reunión á
la Francia. Estos por lo menos eran lóg i cos ; pero
rechazaban su opinión todos los demás partidarios
del sistema belicoso. Proponían estos rechazar la
intervención de la Conferencia, continuar el due-
lo á muerte con la Holanda, y por último cons-
tituir la República Belga , á la vista "y en medio
•de la Europa monárquica; es decir que bus-
cando la independencia,provocaban la reunión
á la Francia , el repartimiento , ó la restauración
de los Nassau.


El entendimiento juicioso y claro de Mr. Not-
homb comprendió perfectamente cuanta insensa-
tez y quimera habia en aquellas pretensiones. Com-
prendió que la Bélgica no podia existir á pesar de


3 a, Francia y de la Europa; que si su existencia era
posible, merced á la posición crítica en que la
Francia y la Europa se encontraban, era preciso
aprovechar sin demora aquella situación a c c i d e n t a l ' ^




22 P K n S O N A J E S CELEEKES.


para transigir con todo el m u n d o ; que esta tran-
sacción soto era posible con las condiciones si-
guientes : prohibición de toda hostilidad que
pudiese turbar la paz general ; sostenimiento del
Objeto de los tratados de 1815 , esto e s , del prin-
cipio de la independencia belga ; renuncia á toda
conquista sobre la Holanda. y por ditimo la adop-
ción del sistema monárquico constitucional.


Este orden de ideas, fuera del cual solo existia
la guerra, cuyo primer resultado hubiera sido la
destrucción de la Nación Belga , encontró diestros
y elocuentes campeones en MM. Nothorob, De-
vaux , Leveau , Rogier , Van de Weyer , y algu-
nos otros jóvenes, casi desconocidos la víspera,
y llamados poco después por su talento á dirigir
los negocios. Su sistema, sostenido con tanta ener-
gía como perseverancia, prevaleció en el Congre-
so, á pesar de los clamores de una minoría numé-
ricamente d é b i l , pero fogosa y temible por el
apoyo que encontraba en la fermentación interior
del pais. No es justo seguramente desdeñar á los
hombres de Estado belgas. Por pequeño que fue-
se el teatro en que representaban, no por eso era~
menos difícil y complicada su situación ; no se
trataba solo de cambiar una dinastía y reformar




N O T H O M B . 53


tiua Constitución; habían de crear á un tiempo
mismo una dinastía , una Constitución y un pue-
blo , bacer aceptar a la Europa aquella triple crea-
ción , y llevarla á cabo con una agresión perma-
nente de parte del mas tenaz de los Reyes, sosteni-
do en uu principio, no solo por la Rusia, el Austria
y la Prusia , sino también por la Inglaterra que
luchó hasta el último momento por sostener á
un Nassau en el trono belga. Quedaba el apoyo
de la Francia, y esta lo dio. Bien fuese ó no sin-
cero su desinterés , su apoyo fue real y eficaz. Los
hombres de Estado belgas y el mismo Mr. Nothomb
han olvidado después algunas veces. que si la Bél-
gica existe, lo debe principalmente á la Francia.


Sin embargo, aquel apoyo tenia también sus
riesgos; pues una de dos cosas , ó la Francia en-,
traria francamente en un sistema de patronazgo
esclusivo, y entonees, en caso dé guerra , era la
reunión , y en el de paz un encaminamiento ha-
cia el la; ó la Francia se negaría, con ó s inra-
zón á separarse de la Conferencia , y en este ca-


v _ s o , su patronazgo, útil como preservativo, se
volvia insuficiente para fundar alguna cosa defi-
nitiva y duradera.


Quisiéramos poder seguir paso á paso á la di-




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


plomada belga entre todas aquellas dificultades!
pero necesitaríamos un tomo , y ademas este tra-
bajo está ya hecho de un modo superior por el
mismo Mr. Nothomb en su obra, Ensayo histó-
rico y político sobre la revolución belga, una
de las mas notables de nuestra época. Reasumi-
remos pues sucintamente la parte que tuvo
Mr, Nothomb en la Constitución interior de su
pais, y en las grandes transacciones diplomáticas,
en cuya virtud la Nación Belga ha entrado en el
derecho' público europeo.


Desde el 16 de Noviembre de 1830, el joven
diputado propuso al Congreso el siguiente plan:
primero, proclamación de la independencia del
pais; segundo, destronamiento del Rey Guillermo;
tercero, adopción de una forma de Gobierno ; cuar-
t o , examen de la propuesta de esclucion de la
casa de Orange-Nassau. Siguióse en efecto aquel
plan. Sóbrela cuestión de la forma del Gobierno,
Mr. Nothomb sostuvo con elocuencia la monar-
quía representativa, porque asociaba las ideas
de estabilidad con las de movimiento. El 23 de
Noviembre, votó por la esclusion de la casa de
Orange de todo poder en Bélgica; el 17 de Di -
ciembre defendió la institución de las dos Cama-




MOTHOMB. 25


ras electivas é igualmente disolubles; el 22 del
mismo mes, sobre la cuestión capital, en Bélgi-
ca, de las relaciones del poder civil con el religio-
s o , Mr. Nothomb, aunque perteneciendo al par-
tido liberal de la Union, se apresuró á satisfacer
al católico, sosteniendo el principio de la separa-
ción absoluta de la sociedad civil y de la sociedad
religiosa, del cual hace derivar la libertad de
conciencia, la de la enseñanza , la de la predica-
ción , la abolición de las bulas papales, de las
investiduras reales, de los concordatos, en fin, la
independencia completa de los dos poderes, sin
que ninguno de ellos pudiese hacer presa sobre
el otra. Este principio es muy bueno eu teoría;
pero por mas que diga Mr. Nothomb, tienen am-
bos poderes demasiados puntos de contacto para
que su aplicación deje de ser muy dificil: el re-
sultado lo ha probado. Hemos manifestado an-
tes la polémica de los partidos establecida en el
dia sobre las consecuencias de aquel principio:
á los liberales acusando á los católicos de abusar
dje su posición, para establecer la supremacía
religiosa; á los católicos acusando á los libera-
les de tender á la supremacía civil, y Mr. Not-
homb, actualmente gefe de un ministerio soste-




26 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


nido por el partido católico, es llamado renega-
do por sus antiguos amigos los liberales, aun
cuando no baga mas que persistir en el principio
adoptado por todo el m u n d o , doce años hace.


El 26 de Diciembre, apareció de nuevo en la
tribuna Mr. Nothorab, para esponer y defender el


-principio déla libertad de la imprenta.


El 31 de Enero de 1831, cuando fue preciso optar
entre dos candidaturas reales que se sabia de ante-
mano erau imposibles, Mr. Nothomb , conociendo
bien que la política francesa era todavia en aquel
momento la mejor áncora de salvación, se esforzó
en demostrar que la elección no debía hacerse en
sentido anti-francés; y separándose en este punto
de muchos de sus amigos , votó por el Duque de
Nemours contra el Duque de Leuchtenberg ; obte-
nido el triunfo del primer candidato por un voto de
mayoría, tuvo al menos el resultado de asegu-
rar á la Bélgica , la simpatía del Gobierno fran-
cés.


Sin embargo , la situación se empeoraba mas y
mas ; la nueva nación no conseguía constituirse; la
anarquía la amenazaba, y la mataba el estado provi-
sional, haciendo cadadia mas críticas sus relaciones
con la Conferencia de Londres. Disuelto el Gobier-




N O T H O M B . 27


no provisional el 28 de Febrero, y reemplazado por
una Regencia confiada al anciano Barón Surlet de
Ctiokier, Mr. Nothomb entró en el primer ministe-
rio del Regente, en calidad de Secretario General
del departamento de Negocios Estrangeros. Aquel
ministerio duró solo un mes, y le reemplazó otro
presidido por Mr. Leveau , eu el cual conservó su
puesto Mr. Nothomb. Estos dos hombres en el dia
enemigos, amigos entonces , é iguales en talento,
dirijieron la diplomacia belga durante aquel críti-
co periodo, que terminó con la elección del Rey
Leopoldo y la primera transacción coula Conferen-
cia, conocida bajo el nombre de Tratado de los diez
y ocho artículos.


Diremos en pocas palabras el estado de la cues-
tión diplomática en aquella época; La Conferencia
de Londres , por su protocolo de 20 de Diciembre
de 1830 , y á pesar de las protestas del Rey Guiller-
mo, habia reconocido por principio la independen-
cia de la Bélgica. Tratábase de estipular las condi-
ciones de separación de los dos Estados, y habia dos


-cuestiones : l . " la de los límites territoriales; 2.° la
del repartimiento de la deuda común á los dos
pueblos. Sobre ambas cuestiones las partes conten-
dientes tenían pretensiones muy difíciles do couci -




28 PEBSONAJBS C E L E M Í E S .


liar. La Holanda pedia la división del territorio so -
bre las bases de posesión de 1790, y la de la deuda
bajo el pie de 1830. La Bélgica al contrario queria
dividir la deuda, sobre el pie de 1790, y el territorio
partiendo de 1830. La Holanda decia : « quiero
tener todas mis antiguas fronteras de 1790 , pero
no quiero cargar con toda mi antigua deuda. » La
Bélgica contestaba : « quiero apropiarme una parte
del antiguo territorio holandés , pero no quiero so -
portar ninguna de las antiguas obligaciones de la
Holanda. »


La Conferencia principió zanjándola diferencia
en perjuicio de la Bélgica, con ventaja de la Holan-
da. No contenta connegar á aquella la orilla izquier-
da del Escalda, que reclamaba, á la verdad sin mo-
tivo plausible de derecho, y ademas la parte del
Limburgo holandesa en 1790 , y por la cual invo-
caba la Bélgica la voluntad de los habitantes y su
cooperaciou á la revolución , le negó ademas el
Luxemburgo , que la Bélgica decia ser belga y que-
rer permanecer ta l , al paso que la Holanda y la
Conferencia sostenían que s í , en 1790, el Luxem-
burgo había hecho parte de la Bélgica, desde el
tratado de 1815 , formaba un dominio separado,
que poseían los Príncipes de la casa de Nassau, cou




NOTHOMB. 29


título diferente quejas demás provincias belgas, y
que como tal formaba parte de la Confederación
Germánica.


En cuanto al reparto de la)deuda no se mostró
la Confererencia menos injusta, pues pretendió car-
gar d priori á la Bélgica con 1 6 / 3 I del interés de la
deuda general, sin consideración á la parte de esta
deuda contraida antes de la: unión de los dos paí-
ses , en cuya época la deuda holandesa y la belga
estaban en la proporción de 43 á 2. Semejante ar-
reglo era tan favorable á la Holanda, que el Rey Gui-
llermo, olvidando su protesta anterior, se apresuró
á adherirse á aquellas bases de separación. La Bél-
gica al contrario reclamó vigorosamente sobre am-
bas cuestiones , y aun cuando en un protocolo pos-
terior declaró la Conferencia que aquellos arreglos
eran irrevocables, el Congreso belga decidió hacer
una protesta contra aquellos protocolos, la cual fue
redactada y sostenida por Mr. Notbomb, como rela-
tor déla comisión.


Tal era el estado de las cosas cuando MM. Le-
..veau , Devaux y Nothomb se encargaron del po-
der. La Bélgica tenía en contra de sí las cinco
cortes y la Holanda , entonces unidas, y su único
apoyo en la crisis revolucionaria de la Europa,




30 P E R S O N A J E CELEBRES.


crisis que se debilitaba de día eu dia, y que no
podia tardar en dejarla en un aislamiento auárqui-
c o , espuesta á la triple contingencia de una sumi-
sión absoluta á las decisiones de la Conferencia, de
un reparto, ó de una vuelta á la Holanda. Los tres
hombres de Estado belgas, conocieron perfecta-
mente que el solo medio de salir de aquella situa-
ción era resolver cuanto antes la cuestión dinás-
tica, y encontrar una solución á aquella cuestión
que dejando satisfecha la Conferencia , la llevase á
hacer concesiones á una monarquía confesada por
ella, que negaba á un Gobierno provisional. La
consecuencia de aquel pensamiento fue la elección
del Príncipe Leopoldo de Sajonia Coburgo , soste<
nida vivamente por Mr. JNothomb , como prelimi-
nar indispensable para entablar cualquiera otra
negociación con la Conferencia. Verificóse aquella
elección el 4 de Junio de 1831 , por una mayoría
de 152 votos contra 4 3 , con la condición espre-
sa : « d e que el nuevo Rey aceptaría la Constitu-
ción y juraría sostenerla independencia y la in-
tegridad del territorio:» lo que dejaba intacta^
la cuestión diplomática. Aquella misma noche
MM. Nothomb y Devaux salieron para Londres
en clase de comisionados, y fortalecidos con la




-NOTHOMI!. 31


elección del Príncipe Leopo ldo , supieron dies-
tramente arrancar á la Conferencia la revocación
de lo que ella misma habia declarado irrevoca-
ble.


Consiguieron con respecto á la cuestión de
territorio : 1.° que habiéndose declarado distinto
el negocio luxemburgués del belga-holandés , de-
bía aplazarse el resolver esta primera cuestión, hasT
ta después del advenimiento del Rey de los Bel-
gas, con facultad en este de obtener del de Holan-
da la posesión entera del Luxemburgo, por me-
dio de compensaciones: 2.° que en cuanto al Liin-
burgo la Bélgica podria conservarlo por entero
por medio del cambio de territorios enclavados
en el holandés, pero que no pertenecían á la Ho-
landa en 1790. Finalmente, sobre la cuestión pe-
cuniaria consiguieron los comisionados belgas ha-
cer' sustituir, á la combinación poco equitativa
de la confusión y reparto preporcional de la deu-
da , la de un reparto según el origen de las di-
versas partes de ella , es decir , que cada uno de
los dos Estados debia volver á hacerse cargo de
su deuda antigua , y repartirse solo por partes
iguales la contraída durante la Union.


Tales fueron las bases del nuevo acto diploma-




32 P E B S O N A J E S CELEliHKS.


t i c o , conocido por el nombre de tratado délos 18
artículos , y destinado por la Conferencia á ser-
vir de preliminar á un tratado de paz definitiva
entre ambas partes. Mr. Nothomb se apresuró á
dar cuenta al Congreso de esta nueva decisión de
la Conferencia, mucho mas favorable que ia prime-
ra. Habiendo declarado el Rey Leopoldo que no
podia aceptar la corona sino después de adopta-
dos por el Congreso los 18 artículos, los adop-
tó aquella Asamblea el 9 de Julio , después de
una discusión tempestuosa. Notificóse á la Confe-
rencia la aceptación, el Príncipe Leopoldo pasó
á Bruselas, y fue inaugurado Rey.


Sin embargo, asi como antes había protestado
la Bélgica, protestó á su vez el Rey de Holanda
contra los 18 artículos; y no contento con protes-
tar, resolvió llamar en su ayuda la lógica tan po-
derosa de los hechos consumados, que le salió per-
fectamente. Los belgas, exaltados con sus triunfos
de Setiembre, se creian tan superiores á los holande-
ses, que ningan cuidado habían tenido de su organi-
zación militar. Las blusas belgas, sorprendidas pgr_
un ataque imprevisto del ejército holandés, fueron
completamente derrotadas, El Príncipe de Oratige
vencedor en Lovaina , se adelantaba rápidamente




N 0 T H 0 M B . 33
Sobre Bruselas , cuando le obligó á retroceder la
llegada del ejército francés, mandado por el Maris­
cal Gerard. Pero aquel contratiempo militar fue
un golpe terrible para la diplomacia belga. Desva­
neciéronse la mayor parte de las esperanzas con­
tenidas en las disposiciones preliminares de los 18
artículos ; una agresión desleal (*) pero feliz, hi­
zo inclinar de nuevo la balanza en favor de la Ho­
landa. Abriéronse nuevas negociaciones, y Mr.Not­
h o m b , enviado a Londres con misión especial, se
esforzó, aunque en vano, en luchar contra tan desa­
gradable precedente. No dejando á la Conferencia
ninguna esperanza de conciliación las pretensiones
de los dos partidos, resolvió atrevidamente cortar
las dificultades, y redactó el famoso tratado de 15
de Noviembre de 1831 , llamado de los 24 artícu­
los , que estipulaba arreglos definitivos. Esta ter­
cer decisión de la Conferencia, era una especie de
término medio entre la primera y la segunda.


Sin embargo, Guillermo no estaba aun conten­
to con\o&24artictilos, rehusaba ratificar el tratado,


ti) Había tenido lugar sin aviso anticipado d é l a suspen­
sión de armas, y con desprecio de la garantía de las cinco
cortes, de las cuales, á la verdad, tres eran territorialmen№.
bostiles à la causa belga.


3




34 PERSONAJES C É L E B R E S .


y persistía en ocupar una porción del territorio se-
ñalado á la Bélgica. No entraremos ahora en el
pormenor de los hechos que obligaron á la Fran-
cia y á la Inglaterra á adoptar medidas coercitivas,
contra el mas testarudo de los Nassau pasados,
presentes y futuros, y haberle desalojar por fuerza
la ciudadela dé Amberes ; medidas que tuvieron
por resultado un convenio provisional, en cuya
virtud, Guillermo, sin renunciar á sus pretensio-
nes , consintió en un statu quo que dejó durante
cinco años á la Bélgica en completa posesión de
los territorios divididos, hasta que al fin cedien-
do á las quejas á que daban lugar entre sus subditos
el aumento de impuestos y la incertidumbre del
porvenir, el obstinado Monarca se decidió á ad-
herirse al tratado de 15 de Noviembre.


Durante estos cinco años, Mr, Nothomb aña-
dió nuevos títulos como administrador á los que
ya había adquirido como diplomático , hombre
de Estado y orador. Encargado durante tres años
y medio del ministerio de obras públicas, des-
plegó en aquel ramo un gran talento de ege icu^
cion y una actividad prodijiosa. Cuando se recuer-
da la estensá y magnífica red de caminos de hier-
ro que ha cubierto tan en poco tiempo el pe-




KOTHOMB. 3¡>


queño reino de Bélgica , todos los caminos, ca-
nales , edificios, toda la masa de trabajos de uti-
lidad pública de toda especie, que este pueblo re-
cien nacido ha logrado egecutar con tanta rapi-
dez y tan reducido presupuesto, hay que confe-
sar que al menos en este punto la Bélgica eclip-
sa á otros países , y que muchos grandes hom-
bres de Estado tal vez no harian mal en ir á te-
mar algunas lecciones de economía política de
aquellos pequeños Ministros , que con muy poco
dinero , saben llevar á cabo tan grandes cosas.
Mr. Nothomb puede ser considerado en esta par-
te como unode los representantes mas eminen-
tes del Gobierno belga.


Ahora deberíamos referir de qué modo for -
mando Mr. Nothomb parte del ministerie de
1889, reducido á tres individuos, y en la peOr
posición qne puede tocar á unhombre de Estado;
precisado á luchar contra las pasiones patrióticas
en favor de necesidades que deplora , consiguió
todavía engrandecerse en medio del violento com-
bate de tribuna que precedió á la solución defi-
nitiva de la cuestión belga holandesa. Tendríamos
que manifestar después, de qué m o d o , separa-
do de sus antiguos amigos políticos ha conseguí-




36 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


do formar en el día un ministerio combatido por
MM. Leveau , Devaux y Rog ier , vueltos gefes de
la oposición, y que acusan á Mr. Nothomb de
haber cambiado de bandera, mientras él so&tiene
que al contrario ellos son los que han abandona-
do el antiguo estandarte católico-liberal, para adop-
tar un liberalismo esclusivo. El hecho es que Mr.
Nothomb, tiene mucha dificultad en sostenerse en
el terreno déla unión, del cual los dos partidos
parecen dispuestos en el Jiaá alejarse mas y mas.
Los liberales reniegan de él porque los católicos
le sostienen, y los católicos le sostienen por la
razón opuesta. En cuanto á é l , repite sin cesar
que no es católico ni liberal, ni quiere mas apoyo
que el de los hombres moderados de los dos par-
tidos. Mucho tendríamos que decir acerca de esta
situación , pero nos falta el espacio, y volveremos
á hablar de ella en la biografía de Mr. Leveau.








/.ft* u « . '


1 ,(Л


LORD BROUGHAM.


« Т о w h o m dispute and strife are
bliss and b r e a d . »


CABBE.


Aquellos a quienes sirven de comi­
dilla y placer la disputa y el ruido_


Pro rege, lege , grege.
Divisa de Lord Brougham.


Ya hemos visto en Inglaterra al hijo de un
fabricante colocado por su talento á la cabeza del
partido tory ; ahora veremos otro ejemplo de la
sagacidad con que la aristocracia inglesa, bien
sea tory ó whig , sabe abrir oportunamente sus
filas á los nombres eminentes de las clases in ­
feriores. Los dos oradores principales de los dos
partidos en la Cámara de los Lores , los dos per­




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S ,


sonages, que desde 1827 han ocupado sucesiva-
mente la primera dignidad judicial del re ino , son
dos advenedizos hijos de sus obras. El gran can-
ciller actual, Mr. John Copley , en seguida Sir
John Copley , y por ultimo Lord Lyndhurst,
h i j o , no de un artesano oscuro de la c iudad, como
lo dijo sin razón Mr. Duvérgier de Hauranne en
uno de sus artículos de la Revista de los Dos mun-
dos, sino de un pintor bastante distinguido, no
por eso deja de ser eti el dia uno de los hombres
mas-considerables del partido tory.


En cuanto al Lord Barón Enrique Brougham
y Vaux de Brougham, en otro tiempo Mr. Brou-
gham simplemente , pertenece es verdad á una fa-
milia muy antigua del Westmorelahd, pues se-
gún un libro geneológico se remonta nada me-
nos que al tiempo de Eduardo el Confesor •, pero
sü tituló de nobleza es mucho mas reciente, pues
dátá de la revolución de Julio de 1830 , cuyo
choque', derribando él ministerio t o r y , llevó sú-
bitamente a la pairiá y á sentarse sobre él saco
dé lana, á ún simple abogado miembro de la Cá-
mara de los Comunes , quien declaró francamen-
te qué tío quería aceptar ningún destino, sino el
más elevado.




B R O U G H A M . 3


Lord Brougham reúne ademas al mérito de
ser el primer patricio de su familia, el de lia -
ber nacido pobre , lo que es un obstáculo en to-
das partes, y en Inglaterra principalmente. Nació
en Edimburgo el 19- de Setiembre de 1779, de
un padre inglés y de una madre escocesa, sien-
do esta sobrina de Robertson, el célebre autor de
la historia de Carlos V . Enrique Brougham hi-
zo sus primeros estudios bajo la dirección del tio
de su madre, y los continuó después enla Univer-
sidad de Edimburgo, déla cual, s i n o nos equi-
vocamos , era Robertson Rector. Manifestó des-
de luego suma afición á las ciencias físicas y ma-
temáticas ; y apenas contaba 18 años, publicó en
una colección científica muy estimada, y cono -
cida bajo el título de Philosophical Transactions,
un Ensayo sobre la flexion y la reflexion de
la luz, que llamó la atención de los hombres
competentes. Al mismo tiempo que cultivaba con
ardor este ramo de los conocimientos humanos,
siguiendo ya una correspondencia en latin con
nuichos sabios de Europa , empleaba igual ardor
en sus, estudios clásicos, leia á Demóstenes, Ci-
cerón , Milton y Dante, se internaba en el labe-
rinto de la jurisprudencia inglesa , y se prepa-




-1 P E R S O N A J E S CELEBRES.


raba para la vida pública, ejercitándose en hablar
en el Spéculative Club, célebre sociedad donde la
juventud universitaria de Edimburgo , preludiaba
las luchas del toro y de la tribuna.


Al concluir sus estudios, uno de sus condis-
cípulos , el joven Lord Stuart de Rothsay, con
el cual había contraído amistad, le propuso lle-
varle consigo en un viage al continente. Recor-
rieron juntos la Suecia y la Noruega, única par-
te de Europa accesible entonces á los viageros in-
gleses. Mas adelante , durante el Consulado , y
la corta tregua que siguió á la paz de Amiens,
hizo Brougham un viage á París , y fue presen-
tado á Carnot como un joven matemático délas
mejores esperanzas. En efecto , acababa de publi-
car un nuevo trabajo sobre las propiedades ¿ e
la hipérbole cónica, las relaciones de la línea ar-
mónica en las curvas de diferentes órdenes, que
poco después le abrió las puertas de la Sociedad
Real de Londres.


Sin embargo, la tranquila carrera de las cien-
cías no podía ser suficiente para absorver la ar-
diente energía del joven inglés; un impulso irre-
sistible le arrastraba hacia la vida activa, y en
el momento mismo en que principiaba con bnen




B B O U G H A M . 5


éxito en las matemáticas sublimes, preparaba dos
volúmenes de Economía polít ica, que se publi-
caron en 1803 (tenia entonces 24 años ) , bajo el
título de An Inquiry into the colonial policy of
the European powers (Investigaciones sobre la
política colonial de las potencias europeas). Se
ha dicho sin razón que los principios profesados
en aquel libro sobre la esclavitud, estaban en con-
tradicción con las doctrinas posteriores de Lord
Brougham, abolicionista c e l o so , compañero de
armas de Wilberforce en su cruzada en favor de
la libertad de los negros.


Un año antes de la publicación de aquel l i -
bro , en 1802, un joven condiscípulo de Broug-
ham, Francis Jeffrey, que habia de ser poco des-
pués uno de los críticos mas distinguidos de la
Gran Bretaña , fundó la Revista de Edimburgo,
y entre todos sus redactores , Brougham se c o -
locó bien pronto en primera línea. Colaborador
asiduo de aquella Revista hasta 1828 , Jaba en-
riquecido , sobre toda clase de asuntos, con una
cantidad de artículos, que formarían reunidos de
doce á quince volúmenes. Desde que tiene una par-
ticipación mas directa en los negocios de su pais,
su colaboración en la Revista es menos frecuen-




G PERSONAJES CELEBRES.


t e , pero aun [se la considera como la espresion
de su pensamiento político^


Después de haber principiado favorablemente,
corno abogado, en los tribunales de Edimburgo,
llamado Mr. Bfóughárh en 1804 para defender
ün pleito éü la Cámata alta, formó el proyecto de
establecerse en Londres. El foro inglés estaba en -
tóncés representado por tres hombres eminentes,
Erskine, Mackintósh y Samuel Romilly. El recien
Venido tardó poco eü hacerse notable por su ac-
tividad , su elocuencia vehemente, la originalidad
de su acento escocés, y la soltura dé SuS modales.


En 1808, Mr. Brougham, que ya se habia
distinguido en el f o r o , aprovechó la ocasión de
un asunto relativo á los Decretos del Consejo, pa-
ra abrirse paso á la tr ibuna, atacando viva y
elocuentemente aquellos decretos en él foro y en
la Revista de Edimburgo. Sabido es que el G o -
bierno inglés, en contestación al famoso decreto
del bloqueo continental, dado por Napoleón en
Berlín, habia dado otro declarando igualmente
en estado de bloqueo las costas de Francia, p e
aquellos dos decretos igualmente opresivos, re -
sultó una perturbación universal en el comercio
de los Estados neutros. Brougham se hizo el




B R O U G H A M . 7


órgano-de las reclamaciones de los buques apre-
sados, y pronto fué bastante su reputación de
abogado y de escritor político para que el parti-
do whig le abriese la entrada del Parlamento.
Según creemos, el Duque de Bedford, fue el que
en 1810 le hizo elegir diputado por el Burgo po -
drido de Camelford. En los dos primeros años de
su permanencia en la Cámara, solo se distinguió
por dos dircursos contra aquellos mismos decre-
tos del Consejo.


Después de la disolución del Parlamento, en
1813, el diputado whig se presentó como candi-
dato á los electores de Liverpool , en competen-
cia con Canning, entonces tory decidido; no triun-
fó en aquella candidatura, y no pudo volver á
entrar en Westminster sino dos años después,
elegido por el Burgo podrido de Winchelsea. En
el periodo que siguió á la caida de Napoleón, en


• el momento en que la antigua lucha entre los torys
y los whigs . amortiguada por la guerra esterior,
se habia vuelto á reanimar, fue cuando Broug-
ham adquirió en el partido w h i g , y hasta en el
radical, su grande reputación de orador y de
hombre de Estado. Adversario directo , f ogoso , é
injurioso muchas veces de Canning; combatiendo 4a/%




8 PERSONAJES CELEBRES.


elocuencia clásica y florida del poeta-ministro, con
la elocuencia brusca é impetuosa de un Escita pro-
visto de un vasto saber y de fuertes pulmones;
oponiendo al porte elegante de su rival, el de un
boxador ing lés , Mr. Brougham llegó á ser en
poco tiempo uno de los mas poderosos atletas
de la oposic ión, y el enemigo mas encarnizado
del gabinete de Lord Liverpool. Las ideas de este
sobre la Irlanda, la repugnancia de Canningá
toda reforma parlamentaria, el apoyo dado por
Lord Castelreagh á los proyectos de la Santa
Alianza, la oposición del Canciller Lord Eldon á
toda mejora en la administración de justicia , los
errores rentísticos de Mr. Van Sittart, por últi-
mo todas las medidas y cada uno de los miembros
del gabinete, tuvieron que sufrir á su vez el fue-
go de la elocuencia amarga y sarcástica de Mr.
Brougham. Veinte años después, habiendo llega-
do á ser Gran Dignatario, el boxador oratorio
de 1815 á 1823, se muestra en su última obra (*)


(") Histórica!, Sketches of the Statesmen wlio flourished
in the time of George III.—Bosquejos históricos de fes
hombres de Estado del tiempo de Jorge H I . - E s t a galería de
retratos, publicada primero en la Revista de Edimburgo
y cuya segunda parte ha aparecido en 1839 , es muy intere.
sante. Todos los personajes que han representado un papel




apreciador mucho mas indúlgeme de ¡as dificulta-
des generales de la situación en aquella época,
y juez mas blando de los hombres y de las cosas
tan maltratadas en otro tiempo. Hasta la Santa
Alianza recibe atenciones en la persona de Mr.
de Talleyrand. por quien el Lord Canciller Broug-
ham profesa una grande simpatía y una viva
admiración.


El famoso proceso de la Reina facilitó pronto
á Brougham la ocasión de desarrollar en el mayor
grado su talento y su popularidad.


La mala inteligencia entre Jorge IV y su
muger databan de lejos; desde los primeros t iem-
pos de su casamiento, Carolina de Brunswick,
cuyo carácter por otra parte tenia pocos atracti-
vos, había esperimentado ia friaídad, las infideli-
dades, y por consecuencia la aversión de su ma-
rido. Para justificar sus culpas, había buscado
motivos para acusarla. En 1806, á petición de la
misma Princesa, se había hecho una averigua-
ción en presencia de los. mandatarios de ambas
partes, y se habían declarado mal fundadas las


importante en Europa a fines del siglo último y principio
del a c t u a l , están pintados frecuentemente en esta otra con
una finura y delicadeza de tintas , que no eran de esperar
de la rudeza oratoria de Lord Brougham.




10 PERSONAJES CELEBRES.


inculpaciones; el Regente no dejó por eso de
echarla dé la corte como culpable, y poco después
le quitó á su única hija la Princesa Carlota. Por
úl t imo, en 1814, por consejo de Mr. Canning,
y por librarse de persecuciones. que iban siempre
en aumento , se decidió á marchar al continente,
con una pensión de 35,000 libras esterlinas.
Pronto dejaron de ocuparse de ella en Inglaterra,
y solo de cuando en cuando corrían voces poco
favorables sobre su conducta. Mr. Brougham,
que la habia encontrado en Italia en 181G , y á
quien ella habia encargado el cuidar de sus inte-
reses, propuso en 1819 á Lord Liverpool asegu-
rarle por toda su vida la pensión anual que se le
habia concedido, con la condición de que ella se
obligaría á no volver jamás á Inglaterra; el mi-
nistro eludió la proposición, alegando que era
preciso hablar al Regente. Pero apenas con la
muerte de Jorge III hubo subido el Regente al
t rono , Lord Liverpool quiso volver á entablar la
negociación con Mr. Brougham, y hasta propuso
aumentar la renta á 50,000 libras ; Mr. Brougham,
que al parecer habia hecho la primera proposision
de motu propio, declaró á su vez que debía con-
ferenciar con la Princesa, vuelta Reina. Entretan-




líílOUfirHAM. 11


t o , Carolina quo estaba en Italia, supo al mismo
tiempo la muerte de su suegro , y la injuria que
le acababa de hacer el nuevo Rey su Esposo , man-
dando borrar su nombre de la liturgia inglesa.
Semejante noticia irritó su carácter ardiente, pu-
blicó al momento una especie de manifiesto, pre-
viniendo al ministerio que hiciese restablecer su
nombre en la liturgia, y reconocer en todas par-
tes su cualidad de Reina ; anunciaba al mismo
tiempo su intento de trasladarse á Londres, para
ocupar su puesto enla ceremonia de la coronación;
y escribió á su abogado Mr. Brougham. quien
le dio cita para Calais, para entenderse con ella
y negociar un arreglo.


Dirigíase á aquel punto , cuando entre Dijon
yPar i s , halló al alderman W o o d que iba a su
encuentro. Era este alderman un radical pronun-
ciado, que tenia una grande influencia con los
jornaleros, y que previendo la fermentación que
produciría la llegada de la Reina, le anunció que
el pueblo deseaba vivamente su regreso, y la
instó para que pasase á Londres sin demora,
Mr. Brougham , que se reunió con la Reina po-
co tiempo después en Saint-Omer, se esforzó en
vano para hacerla diferir su proyecto; partió de




12 P E R S O N A J E S CÉLEBflES.


Saint-Omer sin advertirle, se embarcó en Calais,
llegó á Douvres el 6 de Junio de 1HQ0, é hizo
su entrada en Londres, en medio de las aclama-
ciones de mas de 200,000 personas, yendo á alo-
jarse en la casa del alderman W o o d .


Jorge IV estaba furioso ; sus ministros, de-
seando evitar un escándalo , intentaron conseguir
de la Reina que consintiese en regresar al con-
tinente, bajo las condiciones ofrecidas á Mr.
Brougbam. Celebráronse conferencias entre el Du-
que de Wellington y Lord Castelreagh en nom-
bre del Rey , y MM. Brougham y Denman en
el de la Beina. Esta última ofrecía marcharse,
pero con la condición Une quanon,de que se re-
conocerían su titulo y sus derechos de Reina.
El Rey se opuso de un modo absoluto , y Lord
Liverpool , cediendo al fin á la pasión del Mo-
narca , presentó al Parlamento, el 6 de Julio,
un mensage oficial , relativo á hacer declarar la
Reina culpable de trato adúltero , privada de su
rango , y hacer pronunciar la disolución de su
casamiento con el Rey. Después de la primera
lectura del bilí propuesto , se aplazó la segunda
para el 27 de Agosto. Abriéronse los debates ,en
la Cámara de los Lores. MM. Gif ford, Copley,




B l l O U G H A M . 13


Robinson, y Adams tenian el encargo del Rey
de sostener la acusación, y defendían .i la Rei-
na MM. Brougham, Denman y Lushington. Des-
de los primeros dias de la segunda lectura, Mr.
Brougham pronunció contra el principio del bilí
uno de sus mas bellos alegatos. La audiencia de
los testigos duró hasta el 6 de Setiembre , con
todo el acompañamiento de escandalosos detalles
que llevaba en pos de sí un negocio de esta cla-
se. (*) Abriéronse en seguida los debates sobre el
f o n d o , y los abogados de ambas partes rivali-
zaron en elocuencia. El segundo alegato de Mr.
Brougham , cuyo objeto era destruir la multitud
de testimonios invocados contra su defendida,
produjo una viva impresión, y su perorata, s o -
bre todo, hizo grande efecto. Dícese queMr. Broug-
ham , que comunmente improvisa, se cree obli-
gado , y no sin gran trabajo, á escribir sus dis-
cursos en las ocasiones solemnes. Parece que es-
cribió hasta catorce veces el que principiaba con
estas palabras:


•» «Ved, Milores, el asunto que vais á juzgar;


(I) Sabido es que la Reina era acusada principalme^rttr
de adulterio con un correo italiano llamado Bergafh^fc*"
quien habia hecho Intendente de su casa. '


: ¡m




14 PERSONAJES CELEBRES.


tales son los hechos que apoyan la acusación ; no
hay pruebas reales, ui natía bastante concluyen -
te para privar de un derecho civil al último de
los subditos del reino ; no hay una falta pro-
bada ; por todas partes hay impotencia , ridicu-
lez , escándalo , monstruosidad. Y de este mo-
do se sostiene la mas grave acusación, de este
modo se quiere destruir el honor de la Reina!...»


La tercera lectura de b i l í , que equivale á la
declaración de culpabilidad , -solo se obtuvo por
una débil mayoría. No se admitió la demanda
de divorcio , y el ministerio , no queriendo espo-
nerse á una derrota, llevando el negocio á la Cá-
mara de los C o m u n e s , se decidió á retirar su
propio bilí, haciendo aplazar la cuestión para den-
tro de seis meses ; pretesto decente para una sus-
pensión indefinida.


La Oposición, sobre todo el partido radical
y el pueblo, se asociaron á la victoria de la Rei-
n a , que fue celebrada con procesiones, ilumina-
ciones y felicitaciones de todos los condados de
Inglaterra. Pero aquel triunfo fue de corta du-
ración ; la popularidad de Carolina entre la cla-
se ínfima del pueblo le perjudicaba en el ánimo
de los wh igs , y cuando un año después , el dia




B t t O U G H A M . 15


señalado para la ceremonia de la coronación, se
presentó en las puertas de Westminster en un
coche tirado por seis caballos b lancos , y rodea-
do de un inmensoy bullicioso populacho, la Opo-
sición vio sin disgusto que el Gobierno le nega-
ba la entrada de la Abadía, y la obligaba á vol-
verse con su escolta por el mismo camino que
había llevado. Poco tiempo después, rendida Ca-
rolina por tantos sacudimientos', m u r i ó , y por
orden suya se gravó sobre su tumba este epitafio
Here lies the injured Queen qf England ; aqui
descansa la Reina ultrajada de Inglaterra.


Este famoso proceso tuvo de común con tan-
tos otros , que perjudicó á entrambas partes,
y solo fue provechoso á los abogados. Mr. Broug-
h a n , distraído por él déla lucha parlamentaria,
volvió á ella con su ardor acostumbrado.


Después fie la muerte de Castlereagh, Canning,
que había dejado los negocios en 1817, á conse-
cuencia de su disentimiento con Lord Liverpool
sobre la cuestión de la ¡mancipación católica (*),
y^de sus simpatías confesadas por la Reina, fue
llamado á reemplazar al ministro difunta; y con
Canning, cuyas opiniones anteriores sa habían ya


(i) Véase su biografía l. . III




1 6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


modificado un poco , se introdujo en ti Gabinete
cierta mezcla de liberalismo. Ya liemos analiza-
do este periodo del largo ministerio Liverpool (*).
Sin embargo , fue la época en que Mr. Brougliam
se mostró mas violento en sus ataques contra él.
Habíase convenido entre los miembros del Gabi-
nete , que puesto que estaban divididos sobre la
cuestión de Irlanda, se diferiría, liste arreglo fue
al principio el testo fecundo de las recriminacio-
nes de Mr. Brougliam; lo indicó como una mons
truosa apostasia de parte de Canning, y hasta
llegó á acusar personalmente al ministro de ba-
jeza ; Canning, exasperado, le replicó desmin-
tiéndole. El Presidente intervino, Canning, se
negó á retractar su apostrofe, y por último la
cosa se arregló de cualquier m o d o , con la me-
diación de Sir Roberto Wijson , y ambos de-
clararon que sus palabras eran solo en sentido
político.


La guerra emprendida por el ministerio Villele
contra España, á pesar de los esfuerzos de Can-
ning para impedirla, dio pronto un nuevo ali-
mento á la incandescente elocuencia de Broug-
liam. El que hace pocos años encontraba tanri-


(*) Véase la Biografía de Sir Roberto Peel t. IV.




U B O U G H A W . IT


dicula la pretensión de la Francia, de quererse-
ingerir en los actos de Lord Palmerston, no per-
donaba á Canning que permitiese al Gobierno
francés una medida que él desaprobaba ; y no
contento de combatir la neutralidad de Canning
como una cobardía, se habia constituido el in-
sultador obligado de todos los miembros del G o -
bierno francés: Mr. de Chateaubriand fue sobre
todo el objeto favorito de las injurias del orador
inglés. Dichosamente para su reputación, no se
limitaba el orador inglés á cultivar esta especia-
lidad de su talento, sabia hacer de él un uso
mas elevado, al tiempo mismo que defendía con
todas sus fuerzas y en todas las ocasiones los dos
principales puntos del programa político de los
whigs : la emancipación católica y la reforma
parlamentaria. Al paso que abogaba con grande
elocuencia por la abolición de la esclavitud y la
represión del comercio de negros, se entregaba
con toda la sagacidad de su espíritu, y la incan-
sable energía de su carácter al examen y solu-
ción de otras dos cuestiones mas descuidadas en-
tonces , y sin embargo no menos importantes que
las primeras; hablamos de la educación popular,
por la cual ha hecho mucho Lord Brougham,




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


y de las formas solicitadas ú obtenidas por él eíf
diversos ramos de la legislación inglesa.


En Inglaterra no existe, como es sabido, un
sistema general de educación popular por medio
de establecimientos públicos, fundados y regidos
por el Gobierno ; en este punto todo está aban-
donado á la voluntad y arbitrio de los particu-
lares, de los Ayuntamientos, ó de las corpora-
c iones ; y no presiden á la enseñanza, ninguna
dirección , apoyo ninguno de la autoridad supe-
rior. Es precisamente lo contrario al sistema
adoptado en el d¡a en la mayor parte de los
Estados del Contiuente.


Bien se comprende , que si resultan algunas
ventajas de este sistema absoluto de dejar hacer
en materia de educación , resultan también mu-
chos inconvenientes, entre o t ros , el de una
grande ignorancia entre las clases pobres, en un
pais donde la instrucción del pueblo es conside-
rada generalmente por las clases elevadas, y so-
bre todo por el c lero , como una cosa inútil y
hasta peligrosa. Convencido Lord Brougham
que la instrucción, á lo menos elemental, de las
masas, es en último resultado para una nación
•la mas segura garantía de moralidad y bien-estar,




EltOUOHAM. 19


ha dedicado , cotí un ardor ridiculizado y trata-
do de charlatanismo muchas veces por sus ad-
versarios , su tiempo , su talento y sus cuidados
•á estender un sistema general de educación po-
pular. Miembro , desde 1816, de una comisión
de informe sobre este asunto, instituida á pe-
tición suya por la Cámara de los Comunes , ha
llamado sin cesar la atención del poder sobre este
asunto ; y si no ha podido hacer adoptar todas
sus ideas, por lo menos ha contribuido podero-
samente .como particular al desarrollo de la edu-
cación. Una primera escuela de n iños , fundada
en Londres en 1819, y á la que siguieron poco
después mucho establecimientos de la misma clase;
numerosas escuelas de adultos para los operarios,
conocidas por el nombre de Mechante* s institu-
tions ; la Universidad libre de Londres, la pri-
mera que se haya fundado eu Inglaterra con la
igual admisión de todas las comuniones; estable-
cimiento de una Sociedad para la propagación de
los conocimientos útiles, por medio de una série
de^ publicaciones baratas y para el uso de las cla-
ses pobres: tales soplos principales frutos d é l a
generosa y patriótica solicitud de Lord Brougham.
El mismo publicó en 1825, bajo el titulo de




30 PERSONAJES C É L E B R E S .


Practical observatlons upon the education of
thepeople, (Observaciones practicas sobre la edu-
cación del pueblo) , un libro pequeño pero muy
notable, que repartido en un número de mas de
50,000 ejemplares, no ha sido poco útil á la cau-
sa de la cual se había declarado campeón. Con
este motivo , y en una viva réplica contra el m i -
nisterio Wel l ington , fue cuando Mr. Brougham,
constantemente penetrado de la importancia de la
educación popular, y considerándola como él mas
seguro baluarte de el porvenir, contra toda tira-
nía clerical, aristocrática ó militar, pronunció
su famoso dicho tan repetido después. « El maes-
tro de escuela lo arregla bien. »


No han sido menos perseverantes sus tentati-
vas para reformar los vicios de la legislación in-
gles». Su trabajo mas importante sobre esta ma-
teria , es un inmenso discurso pronunciado por
él-en la Cámara de los Comunes, el 7 de Febrero
de 1828, que duró siete horas , y e n e l que pasó
revista á todas las partes del sistema judicial inglés.
Recorriendo aquel tenebroso caos con la antorcha
de una inteligencia superior, indicando los abu-
sos acumulados durante siglos, y las mejorasque
se debían efectuar, notó que hay en Londres tres




Tribunales Supjpqraos, cuyasatr^biueiones son COSÍ
idénticas , pero que difieran considerablemente
en wauto.á las turmas $ue observan, y á los gas-
tos de las instancias. Asi pues , B i i e u t r a s que el
Tribunal 4el BQ-MAO del B&y está, sobrecargado
de negocios , los de Plaids C^vxuns y del fichi-
qitier es.tan casi ¡ociosos, porque un pequeño nú-
mero ,de abogadas,, que solo ellos tienen «1 dere-
cho de abogar en aquellos tribunales, egercea un
monopolio perjudicial sobre los procedimientos.
Desacertadamente se .pasan todos los negocios
concernientes á las Colonias ¡al (Consejo privado
del Rey ; los.gastos de asta apelación s o n i e n o r m e s ,
y los consejeros ningún conocimiento tienen ide
las numerosas y divergas legislaciones que rjgep.
en lag Colonias. iLa tan elogiada institución de
los jueces de ;paz,, cuyo nombramiento depend*
eschtsivawtrt*.denlos¡Lores lugartenientes d e j o s
condados, y cuyo «se«sivo poder n o está sugeto
á ninguna ¡fiscalización; las leyes sobre los bie-
nes reiees .y las sucesiones que difieren esencial-
rnente, y sin suficientetinotivo,,entre unas y otras
provincias-, el eacesivorrigor de-la ley.con.respec-
to á la persona de 'los comerciantes quebrados,
« ombia f ldawo « n f k v o r concebidlo á la propiedad


3 '




22 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


inmueble, tal que se escapa casi siempre al acree-
dor aunque esté provisto de una sentencia; la
falta de un régimen hipotecario regular y unifor-
me ; todos estos puntos y otros muchos los ha
analizado y discutido Lord Broughan, con tanta
lucidez como saber.


1 No satisfecho eon apreciar dogmáticamente la
legislación de su pais, se esforzó Lord Broug-
h a m , especialmente mientras fue Canciller, en
ejecutar muchas de las reformas indicadas. Des-
pués de haber introducido grandes variaciones en
la legislación sobre las quiebras, proyectaba una
mejora de la mas alta importancia, el estableci-
miento de un sistema regular de Tribunales loca-
les , de que la Inglaterra carece completamente.
Asi e s , que al paso que la administración polí-
tica tiene por básela mas completa desentraliza-
c ton , en Inglaterra la administración de justicia,
es objeto de la centralización mas enorme que
jamás ha existido en pais alguno. Los Jueces su-
periores , que residen en la Capital, recorren la
Inglaterra dos veces al a ñ o ; en algunos dias deci-
den una ¡numerable cantidad de negocios; lo que
no obsta para que una multitud de pequeñas j u -
risdicciones , de origen feudal ó municipal, \ui-




B R O U G H A M . 2 3


guen arbitrariamente los pequeños negocios, sfn
convenir entre si eu los principios que sirven de
base á sus juicios. Resulta de todo esto, que en
ningún pais es mas viciosa y lenta la administra-
ción de justicia , ni tan ruinosos los gastos de los
procedimientos, como en Inglaterra. El plan de
Lord Brougham para corregir tales abusos, como
que atacaba los intereses de una corporación c o -
diciosa , crecida y poderosa, la de los hombres de
l ey , jueces, abogados, procuradores e t c . , no
podía menos de encontrar una formidable oposi-
c i ón ; la Cámara dé los Lores, guardadora feroz
de las antiguas tradiciones y de los viejos abusos,
adoptó la causa de los interesados, y rechazó el
proyecto del ex-Canciller.


Volvamos á la vida política de Mr. Brougham.
Sabido es cómo tuvo que entregar los negocios
al partido whig el ministerio Wel l ington , des -
pués de haberse visto arrancar la emancipación
católica. Formóse el ministerio de Lord Grey;
y Brougham , que habia contribuido poderosamen-
te al triunfo del partido, fue creado Barón y Par
de Inglaterra , y elevado á la dignidad de Can-
ciller. Esta dignidad no es en Inglaterra un tí-
tulo honorífico, unido á la cualidad de Presiden-




14 P E B S O N A Í E S CELEBBKS.


Ife de la Cámara de los Bares como en ¡Fraauia.
El Canciller íes á un tiempo miembro del Gabi-
nete, Presidente de la Cámara de los Lores , y pri-
mer Juez de apelación. Lord Brougham tenia el
:proyecto de dividir lasutribuciones de la Canci-
llería entile dos funcionarios distintos , el uno
.político y «1 otro judicial. Esta reforma erasen-
s a t a , pero -heria k vanidad del cuerpo delej is-
t a s , y de consiguiente no se ha podido haoer.


En la biografía de Lord Johm J\ussell , ha-
blaremos .detenidamente de ¡la tenaz resistencia
de la Cámara de los Lores al bilí de reforma.
En Octubre de 1831 pronunció el nuevo Canci-
ller sobre este asunto uno de sus mas famosos dis-
cursos ; después de pintar en él 'Lord Brougham
el estado espantoso de la Inglaterra , las conmo-
ciones, los incendios, los furores del pueblo, aque-
llos zumbidos de millares de hombres , el ora-
dor escitaba á los Lores á no exasperar ¿ la na-
ción con mas obstinada resistencia , y acceder á
la Deforma.


Una vez obtenido aquel triunfo capital, el
ardor de Lord Brougliam por las reformas poli-
ticas principió á calmarse un poco ; le sucedió lo
que sueede y sucederá á tantos otros espíritus fo-




BuoiGüAJi. 25


gosos , mes ó menos templados ipor el egercieio
del poder, y cuyo punto de mira se limita á me-
dida que se eleva su posición. Durante el minis-
terio de Lord Grey y el primero de Lord Mel-
bourne , fue uno de los miembros mas conserva-
dores de aquellos dos gabinetes whigs , y de los
mas dispuestos á poner término á las concesiones.
Aquella voz , que en 1811 y después se habia mos-
trado algunas veces tan ruda y estrepitosa contra
Wel l ington , se eievó otras tantas hasta el dithy-
r a m b o , para celebrar las maravillosas hazañas
del primero de los héroes modernos; y aquella
misma vo', daba á O' Connel l , enmedio de la
Cámara de los L o r e s , la calificación aristocrá-
tica de gran mendigo.


Cuando en Noviembre de 1834, el ministe-
rio Melbourne tuvo qne ceder los negocios por
un momento ai partido tory, los periódicos whigs
sostuvieron que el Lord Canciller estaba dispuesto
á conservar los sellos en un gabinete tory, bajo la
presidencia de Lord Wellington. Lord Brougham
rechazó aquel aserto como injurioso, y se apresuró
á dar su dimisión. Pero cuando sus antiguoscólegas
volvieron al poder en 1835 , él• no volvió cóndi los ,
y desde aquella época hasta la última disolución




26 PERSONAJES CELEBRES.


del gabinete Melbourne, Lord Brougbain, sin
pasarse al enemigo, no ha escaseado sus tiros a
los que iusistia en llamar sus amigos, es decir,
á los miembros del gabinete wh ig , acusados por
él á menudo de indecisión , de debilidad y de
culpable complacencia con O' Connell y los ra-
dicales. Esta actitud aislada de Lord Brougham
le ha hecho comparar coa el diputado francés Mr.
Dupin. Pero séase lo que se quiera de esta c o m -
paración, Su Señoría está mas fuera de lugar en
la Cámara de los Lores de lo que lo estaría Mr.
Dupin en la de los Pares. Ademas de que la gran
peluca de Canciller, de que se ve libre eu el dia,
embellecía muy poco su rostro tan ricamente feo,
Lord Brougham, al entrar en la Cámara alta,
ha perdido una gran parte de las ventajas de su
organización, á propósito para las tempestades
y el combate. El poder de su sarcasmo é invecti-
va , la áspera violencia de su palabra, puede ejer-
citarse raras veces en medio d e arislócratas des-
deñosos y fr íos, saciados de todas las sensaciones,
y que gustan mas de saber vivir que de la e lo-
cuencia demosteniana.


Lord Brougham, casado en 1819, no tiene
mas que una hija, y un hermano, que es ó ha




MtOtT.tUM. 27
sido miembro de la Cámara de los Comunes.
Tiene relaciones de amistad con muchos persona-
ges distinguidos- de Europa. Después de haber
luchado en otro tiempo con Mr. Arago , en la
Revista de Edimburgo, sobre algunos puntos de
la ciencia, ha llegado á ser el íntimo amigo de
este ilustre s a b i o , y le ha dedicado su obra so-
bre la Teología natural, cuyo valor metafísico es
muy disputado. Es miembro adicto del Instituto
de Francia, y desde 1830 ha hecho dos viages
á París, donde ha sido muy bien acogido.


En resumen, Lord Brougham , matemático,
físico, metafísico, legista, abogado, publicista,
economista , literato , hombre de Estado , ora-
dor-, Lord Brougham , verdadera enciclopedia
viviente, escribiendo y hablando sobre todo con
igual facilidad, y ocupado sin cesar en agran-
dar por medio del trabajo la inmensa esfera de
sus ideas ; debe evidentemente ser colocado en-
tre los personages de la Inglaterra, aun cuando
los hombres especiales le consideren débil en tal
ó cual parte de la ciencia. Pero la vida política
de Lord Brougham , no habiendo sido, de trein-
ta años á psta parte, mas que un perpetuo com-
bate , en el cual si cambiaba alguna vez de ter-




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


reno se ha colocado siempre como un atleta im-
petuoso é implacable , resulta, que el noble Lord
tiene muchos enemigos , y que de consiguiente
es preciso dejar á la posteridad el cuidado de
clasificarlo definitivamente.








EL CONDE MOLE.


« Mole, este bello nombre de la ma-
gistratura , carácter destinado proba-
blemente á representar un papel en los
ministerios futuros.»


NAPOLEÓN,—Memorial de Santa He-
lena.


« A l i a d o de la ventaja de innovar,
hay el peligro de destruir .»


MOLE.


En materia de dogma pol ít ico , lo mismo que
en materia de fé religiosa, pueden dividirse los
hombres en tres clases; hay creyentes sinceros y
desinteresados, cuyo número es muy reducido; hay
indiferentes, cuyo número es grande ; y p o r ú l t i -
rno^ hay devotos falsos, cuyo número es in-
menso. En cuanto á los ateos, si bien existen en
política , no lo confiesan , y se alistan necesaria-
mente en la segunda ó tercera categoría.




2 PERSONAJES CELEBRES.


Nada diremos de los dogmáticos sinceros^
cualquiera que sea el dogma que profesen. sus
creencias son respetables, por la sola razón de
que son¡creencias. Et> cuanto á aquellos, que por
un mezquino interés cualquiera, se constituyen
fogosos apóstoles de una religión que no sienten
en su corazón, tampoco hablaremos de ellos,
tanto mas al ir á tratar de un hombre enemigo
del dogmatismo de los sistemas, de un hombre,
cuyo total símbolo político puede reducirse con
corta diferencia á ¡estas palabras : «Lo que existe,
tiene suficiente razón para existir, puesto que
existe; y el Gobierno q:;e mas dura, es el mejor
de los gobiernos.»;


El Conde Mole es el representante mas racional,
mas moderado, mas elevado de esa asociación de
hombres políticos, de los cuales Mr. de Talleyrand
ha sido por mucho tiempo el mas diestro y atre-
vido gefe. No os apresuréis demasiado, los que
creéis, ó fingís creer , no os apresuréis á arrojar
la primer piedraá esos hombres , que han servido
sucesivamente á todos los gobiernos, porque lo
eran. No olvidéis que no son ellos los que crea-
ron las situaciones, sino estas á ellos. Mr. Royer-
Collard lia'dicho sobre este asunto una espresion




MOLE. 3


profundamente triste, pero profundamente cierta^
«Exis te , esclainaba un dia el viejo doctrinario en
la tribuna (*), existe una grande escuela de inmo-
ralidad , abierta de cincuenta años a esta parte, cu-
ya enseñanza, mucho mas poderosa que los perió-
dicos , resuena en el dia por todo el mundo. Esta
escuela, son los acontecimientos, que se han
realizado casi sin interrupción á nuestra vista
Reeorredlos: el 6 de Octubre, el 10 de Agosto,
el 21 de Enero, el 31 de M a y o , el 18 Fructidor,
el 18 Brumario ; deténgome aqui. ¿ Qué vemos
en esta serie de revoluciones 1 El triunfo de la fuer-
za sobre el orden establecido, y apoyándose en
las doctrinas para legitimarlo; hemos obedeci-
á las dominaciones impuestas por la fuerza, he-
mos recibido, celebrado sucesivamente las doctri-
nas contrarias que las ensalzaban. »


Este cuadro es sombrío , pero verdadero; si
una revolución supone siempre un progreso en
la marcha de la humanidad, las infinitas con-
vulsiones que van en pos de ella, tienen de desa-
gradable , que desnaturalizan los sentimientos de
lo justo y de lo injusto , y hacen mas y mas con-
fusa la noción del derecho en política. Durante


f) Sesión de 2.". ile Agosto de 1835.




4 P E B S O N A J E S CELEBKES.


mucho» siglos, la Francia, después de salir de
la oligarquía feudal, vivió , sufrió, peleó, y ven-
ció á nombre de un principio claramente enun-
ciado , y unánimemente aceptado. En la época
en que el Rey no moria nunca en Francia, el Rey
era el Estado, el Rey era el derecho , ya estuviese
en Burges, Orleaus ó París , ó ya cautivo en tier-
ra estraña, como San L u i s , Juan II ó Francis-
co I. Cualquiera que atacaba al R e y , atacaba
al Estado, atacaba al derecho , y su nombre pa-
saba á la posteridad con la mancha de felonía,
ya se llamase Marsell, preboste de los mercade-
res , Condestable de B o r b o n , ó Byron. En aque-
llos t iempos, se asesinaba á los Reyes, pero no
se les juzgaba , no se les deponía, no se renegaba
de ellos. Aquel dogma déla legitimidad, después
de haber gloriosamente transcurrido su tiempo,
murió en el cadalso con Luis X V I ; en vano se
ha intentado después galvanizarlo, la esperien-
cia ha probado que estaba bien muerto. Pero como
las naciones no pueden permanecer mucho tiem-
po sin fé política . no tardó en establecerse un
nuevo dogma sobre las ruinas del primero. El
dia en que el trono quedó despojado del carác-
ter sagrado que le hacia emanar de Dios y de sí




MOLE. ó


mismo , la soberanía bubo de pasar á manos del
pueb lo , y allí principió la confusión. Siendo el
pueblo un ser colectivo, compuesto de individua-
lidades , cuya gran parte son incapaces de con-
cebir en política una voluntad propia y motiva-
d a , surgieron por todas partes las ambiciones
y las interpretaciones individuales; cada cual ha
hecho hablar al pueblo á su modo, y durante un
tempestuoso per iodo , al mismo tiempo que aque
pueblo era grande por su generosidad, y heroico
bajo las banderas , se cometían en su nombre los
actos mas contradictorios, mas tiránicos, mas es-
túpidos y atroces que imaginarse puedan; enton-
ces la sociedad no era mas que una inmensa y
sangrienta arena, donde , según la espresion de
Danton, era preciso ser guillotinador ó guilloti-
nado; entonces, lo que el día antes era virtud
se convertía en cr imen, y el que triunfaba la vís-
pera, era proscrito el día siguiente ; entonces por
f in, según el dicho enérgico de Mr. de Lamarti-
n e , el Panteón servia de conducto á la cloaca.


"No d e b e , pues , admirar, que en medio de
aquellas victorias rápidas y efímeras de la fuerza,
legitimadas todas por el dogma elástico de la
soberanía del pueblo , baja habido hombres adíe-




<5 PERSONAJES CELEBRES.


los á lo pasado por el nacimiento, pero bastan-
te inteligentes para comprender que los siglos no
retroceden hacia su or igen; hombres enemigos
por carácter de sangre y de violencia, que no en-
contrando en cuanto veían nada parecido á un
principio, han roto con los principios mismos por
dedicarse solo á normalizar los hechos, dándoles
los caracteres regulares y tranquilos de un dere-
cho. Durante todo el curso de aquellas conmo-
ciones políticas, por dó quiera que surge una
idea de estabilidad y de orden , se ve á estos hom-
bres correr á ella y abrazarla. Mientras esta idea
permance en las condiciones lógicas de acrecen-
tamiento y poder , estos hombres le pertenecen
en cuerpo y alma ; e! dia en que abusa de - sí
misma, se alejan de ella poco apoco, y su rtti-
rada es la primera señal dé su ruina ¿A quien se
ha de echar la culpa ? Nos parece que mas bien
á la idea queá los hombres.


No hay duda que es desagradable para la mo-
ral de un pueblo, que por carencia de una f'é
política umversalmente aceptada, haya obligación
de gobernarle, mas bien que con principios, con
intereses: pero este estado transitorio de indife-
rencia ó de conflicto en materia de dogma, no




MOLE. 7


es mas que el resultado de cincuenta años de di-
sensiones. ¡Las revoluciones eugrandecen á los
pueblos, pero acaban por gastarlos; y desgracia-
das las naciones donde se reproducen con dema-
siada frecuencia tales periodos de violentas sacu-
didas ! Pero entremos ya en la vida histórica de
Mr. Mole.


En 1794, en los dias mas tristes del terror,
existia una familia noble y desgraciada, que se
ocultaba en una pobre guardilla de la calle del Bac.
Componían aquella familia una muger muy an-
ciana, su hija, su nieta , y un niño de 14 años.
Aquel n iño , con la precocidad de entendimiento
que dá el infortunio, era la providencia de su fa-
milia ; él era el que salia misteriosamente al ano-
checer, librándose, por su poca edad , de las sos-
pechas y persecuciones ; é l , el que se ingeniaba
de mil maneras para dulcificar las crueles priva-
ciones que esperimentaban los suyos; en fin, el
que jamás volvía á su casa sin llevarles socorros,
consuelos y esperanzas. Aquel niño precoz y pia-
doso era el Conde Mole.


Nacido en 1780, Luis Mateo Mole habia emi-
grado en un principio con su padre, el Presi-
dente Mole de Champlatreux ; habiendo .vuelto




S P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


imprudentemente á Francia , ambos tardaron poco
en ser descubiertos , y encarcelados ; el Presiden-
te murió en el cadalso, y su hijo no debió la
vida sino á su estremada juventud. En vano le
hicieron horribles amenazas para que descubrie-
se el asilo de su abuela la Marquesa de Lamoig -
non , su madre y su hermana ; pusiéronle en
libertad después de una muy larga detención, y
entonces , olvidando el esplendor en que había na-
cido , entró con valor en el mundo , y con la
confianza que da á un alma generosa el cumpli-
miento del mas sagrado de los deberes.


Sin embargo , pronto tuvo que abandonar de
nuevo la Francia; el joven Mole habia sido ob-
servado , y ya no estaba seguro el asilo donde se
ocultaban sus parientes ; uno de sus antiguos
criados , convertido en una potencia revolucio-
naria , les dio aviso d é l o que contra ellos se in-
tentaba. Huyeron ; pero la Marquesa de Lamoig-
non , no pudiendo conformarse con el destierro,
se refugió en Vaiines , donde estableció después
una comunidad , de la cual Napoleou la nomlvó
Superiora. El joven Mole pasó á Suiza, y desde alli
á Inglaterra con su madre, y después de mil tri-
bulaciones regresó á Francia , cuando la caida de




M O L E . 9


Robespierre. Mine. Mole fue á unirse con su ma-
dre á Vannes ; y poco tiempo después se vio en
París al último descendiente de los Mole , entre-
gado al estudio en una guardilla , preparándose á
reconquistar por si mismo la brillante existencia
que la revolución le habia quitado; siguiendo
libremente los cursos de la Escuela Politécnica,
entonces Escuela Central de obras públicas, y
confundido en medio de aquella juventud codi-
ciosa de saber , que se. agolpaba á las lecciones
de Lagrange, Laplace , Monge , Fourcroy y Ber-
thollet.


Después de establecido el Consulado, pidió el
joven Mole una audiencia á Bonaparte , para re-
clamar la restitución de sus bienes no vendidos;
y hallándose eu este caso la hermosa hacienda de
Cliainplatreux , le fue devuelta.


Algunos años después , en 1806 , apareció un
libro titulado: Ensayos de Moral y de Política,
el cual elojió mucho Mr. de Fon tañes en el
Diario de los Debates. El Emperador leyó el ar-
tículo, pidió el l ibro , y se hizo presentar al autor,
que era el joven Mole ; el Emperador le nombró
el momento Oidor del Consejo de Estado. Poco
tenemos que decir de este l ibro , tantas veces echa-




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


do en cara al Ministro de una monarquía cons-
titucional. Está escrito con facilidad, las obser-
vaciones son mas brillantes que sólidas, y es en
suma una completa apología del despotismo; pero
no hay que espantarse, piénsese en aquellos
t iempos, en el cansancio general , en la postra-
ción que sigue á las convulsiones violentas. Se es-
taba disgustado de la instabilidad de los poderes
públicos, se salia de la anarquía , y esta ha sido
en todas épocas un camino para la tiranía. A fin
de disculpar , ya que no de justificar al autor de
los Ensayos de Moral y de Política, recorda-
remos solo que en aquella misma época , un j o -
ven diácono escribía en el fondo de la Bretaña su
primer l ibro, y esta obra de Mr. de Lamen-
nais (*), es también la glorificación del despotismo.


Desde el momento en que Mr. Mole eütró en
el Consejo de Estado, su fortuna marchó rápida-
mente ; Napoleón era apasionado de los apellidos
ilustres , cuando los que los llevaban eran dig-
nos de ellos ; y le gustaba en Mr. Mole la urba-
nidad de sus formas, la sagacidad de su enten-
dimiento , y su afición al trabajo. Sucesivamente
le nombró Maitre des requêtes, Prefecto de Di -


(') Véase su Biografía tora. III .




MOLE.


j o n , * n 1807, Consejero de Estado en 1809, Di-
rector General de Puentes y Calzadas, Conde del
Imperio , y Comendador de la Orden de la Reu-
nión. Como Director de Puentes y Calzadas fue
enviado á Amberes en, 1811 , en la época en que
el General Beruard dirigía en aquella ciudad las
obras de fortificación. Alli se conocieron aquellos
dos hombres , se apreciaron, y Mr. Mole pagó
noblemente su deuda de amistad, en el elocuen-
te elogio fúnebre que hizo de aquel General.


Iba siempre en aumento el favor de Mr. Mole
con el Emperador, y apenas contaba treinta años,
fue agregado á los trabajos de su propio Gabi-
u e t 3 . Alli en continuo contacto con el hombre que
aun tenia en su manoá la Europa entera , fue
donde Mr. Mole se inició en esa ciencia de los
detalles, en ese despacho de los negoc ios , que
ningún hombre de Estado de Francia posee me-
jor que él. Aquellos jóvenes consejeros de Esta-
do del Imperio, eran grandes trabajadores ; ha-
blábase poco entonces, pero so obraba mucho.
Habia que abarcar con la vista el inmenso cír-
culo de una administración gigantesca y compli-
cada , y era preciso estar dispuesto á todo y so-


bre todo; un encargo no daba lugar á otro , y cdfy?iH *




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


una palabra era preciso viajar como una flecha
del Este al Oeste , del Norte á Mediodía. Napo-
león se separaba poco de Mr. Mole. «Mole, de-
cía con frecuencia hablando de é l , es un enten-
dimiento sól ido, un Ministro monárquico, que
se ocupa mas del fondo que de las formas.»


Después de haberse retirado Mr. Regnier, Du-
que de Massa,fue nombrado Mr. Mole Gran Juez
Ministro de Justicia, en 1813. Se le han echado
en cara , ' c on r a z ó n , algunos discursos de una
lisonja, por lo menos intempestiva en aquella épo-
ca. Asi e s , que después de la desastrosa campa-
ña de Rusia, se presentaba en la tribuna del
cuerpo legislativo á desenvolver en hermosos pe-
riodos las glorias de la Francia , y esclamaba: «Si
un hombre del siglo de Mediéis ó de Luis X I V
resucitara, y preguntase , al ver tantas maravillas,
cuantos reinados gloriosos, cuantos siglos de paz
se han necesitado para producirlas, le respon-
deríais que han bastado doce años de guerra, y
un solo hombre. » Después, cuando Napoleón
quiso despojar al Cuerpo legislativo del último
derecho que le quedaba, el de proponer los can-
didatos para su presidencia, Mr. Mole sostuvo y
defendió aquella arbitraria medida, con razones




MOLE. 13


de forma y de etiqueta Convenimos en que todo
esto no era una maravilla de independencia; ¿ pe-
ro dónde estaban entonces los independientes?
Cuatro ó cinco pudiéramos citar; fuera de ellos,
todos daban, inciensos, sin escluir los tribunos
del día.


En los dias de desgracia, variaron las cosas
de aspecto; por do quiera salieron Demóstenesy
Catones, todos quisieron dar un puntapié al ídolo
que adoraban el dia antes. La conducta de Mr.
Mole fue digna ; después de acompañar á Blois á
Maria Luisa, como Ministro de Justicia, no figu-
ró durante la primera restauración. Sin embargo,
debemos decir que firmó, como miembro del
Consejo municipal del Sena, una esposicion muy
virulenta contra el Emperador, presentada á
Luis XVIII algún tiempo autes del 20 de Marzo.
Durante los cien dias en vano intentó Napoleón
hacer aceptar un ministerio á Mr. Mole ; volvió-
se á encargar sencillamente de la Dirección de
Puentes y Calzadas, y se negó afirmar la decla-
raron del Consejo de Estado del 25 de Mayo, que
separaba la Francia de los Borbones. Un bió-
grafo i,*) ha dicho, sin acompañar este aserto, cuan-


(') Rabbe et Boisjolin.




14 PERSONAJES CELEBRES.


do menos estrado, con prueba de ninguna clase,
que habiéndole Napoleón hecho fuertes cargos
por aquella negativa, se disculpó dic iendo: «Que
no había podido consentir en firmar un mensage,
en el cual se decia que Napoleón debía su corona
al voto y á la elección de los franceses, lo que era
una blasfemia política, de la cual no había creído
deberse hacer culpable.» Pero nótese que el mis-
rao Napoleón, al regresar de la Isla de Elba, pro-
fería en alta voz esta blasfemia política; de con-
siguiente, este grande absurdo atribuido á Mr.
Mole nos parece muy apócrifo. Mr. Mole se ha-
llaba en las aguas de Plombieres, cuando Napo-
l e ó n , á pesar de su negativa, le nombró individuo
de la Cámara de los Pares; esousose de presen-
tarse pretestando enfermedad, y después de la
batalla de Waterloo, Luis XVIII le conservó en su
puesto de Director de Puentes y Calzadas, volvió
á llamarle al Consejo de Estado, y le nombró á
su vez Miembro de la Cámara de los Pares.


Hasta aqui hemos visto á Mr. Mo le , cortesa-
no algunas veces, ¿quién no lo era entonces?
pero constantemente estraño á los actos violen-
tos á que inclinaban algunas veces al Emperador,
que era bastante propenso á ellos por su carácter,




MOLE 15


consejeros rencorosos. Mr. Mole había sufrido
mucho durante la República, y hubiera podido
tener también odios que sastifacer. Pero es pro-
pio de hombres de su temple mirar los hechos
bajo cierto punto de vista práctico, que escluye
así el ardor de las creencias, como el ardor de
los resentimientos. La moderación es como una
condición de su naturaleza. Asi es que se esplica
con dificultad la parte que tomó Mr. Mole en el
deplorable proceso del Mariscal Key. ¿ C ó m o p u -
do juzgar digno de muerte, el noble Par que
sabia por esperiencia el irresistible ascendiente
de Napoleón sobre cuantos le rodeaban, á un sol-
dado valiente, que ni siquiera *ra hombre políti-
c o , y que en resumen no habia hecho mas que
cederá una fuerza de atracción mas fuerte que él?


Las crueles palabras del Duque de Richelieu,
pidiendo la cabera de Ney en nombre de la Euro-
p a , han hecho creer á muchos , que la influen-
cia estrangera era la principal causa de la muer-
te del Mariscal; se ha acusado á Wel l ington, á
lo&»Ministros, al R e y , á los Pares, y. se ha oír
vidado completamente á la Cámara de Diputados
¿e 1815. Basta leer el Monitor para ver la gran
parte de responsabilidad que debe pesar sobre la




16 PEBSOKAJIiS CELEBRES.


mayoría realista, en las reacciones de aquella
triste época. No puede formarse idea de la vio-
lencia en el lenguage de todas aquellas aves de
rapiña, salidas de sus guaridas de las provincias
con el odio y la venganza en el corazón , furio-
sos unos por las miserias de un largo destierro,
otros por las humillaciones de una prolongada os-
curidad , embriagados con su triunfo, y dispues-
tos siempre á acusar á los Ministros de complici-
dad con los jacobinos y Bonaparte, que eran para
ellos una cosa misma. Después de haberse esca-
pado Lavalette, hubo uno de aquellos Diputados
que se levantó y pidió que se acusara al Guarda-
Sellos, culpable, según dec ia , de haber favore-
cido las esperanzas de Mme. de Lavalette, de
conseguir del Rey el perdón de su marido.


¡Que cosa tan horrible es la pena de muerte en
materias políticas! Resucitense con la imaginación
cuantos han muerto durante este medio siglo á
nombre y en virtud de principios contrarios; de
todos estos hombres que han sufrido la suerte
de los criminales , dejando aparte algunos asesi-
nos inmundos y cubiertos de sangre, y que no
han hecho mas que sufrir la pena del talion, no
hay uno que en el dia no viviera apreciado y hon-




MOLE. 17


rado. ¡Tal es la justicia humana! Dos años han
trascurrido apenas desde que sufrieron en un pa-
tíbulo la última pena León (*) , Montes de Oca,
Borso , Quiroga y otros, y ya ha triunfado la
noble causa que ellos defendieron. Con este motivo
y aun cuando no sea en nuestro tiempo moneda
corriente el alabar á los Reyes , aunque lo merez-
can , diremos sin embargo de paso , que Luis Fe-
lipe no ha firmado nunca una sentencia de muer-
te por delitos políticos. La posteridad lo recorda-
rá , y ella calificará también la opuesta conducta
del poder temporal que sacrificó sin piedad á las
ilustres víctimas que acabamos de mencionar , y
á algunas de las cuales era deudor de gran parte
de su gloria militar.


Seriamos injustos sino dijéramos que Mr.
Mole , después de haber votado la muerte de Ney
con toda la Cámara , menos doce votos que es-
tuvieron por ta deportación, intercedió eficaz-
mente con Mr. de Richelieu para obtener la gra-
cia del condenado. Las memorias de Lavalette
atestiguan sus laudables esfuerzos por salvar á
las otras víctimas de la reacción.


En Agosto de 1817 reemplazó en el Mmiste-


(*) Véase sa biografía 1.1.




18 PERSONAJES CELEBBES.


rio de Marina al Mariscal Gouvion Saint-Cyr, y
durante aquel ministerio espuso los motivos de
una ley contra el comercio de negros, presentó
un proyecto de ley contra la imprenta , y fue
reemplazado al concluirse la sesión; en 1820 se
separó del todo de los ultra-realistas. La Cámara
de los Pares acababa de constituirse en tribunal
de just ic ia , para juzgar el atentado de Louvel,
asesino del Duque de Berry , y Mr. Mole se opu-
so al proyecto de mensage al Rey.


Én 1822 , Mr. Mole se colocó en la oposición
contra el Ministerio Yillele , y se pronunció con
MM. de Talleyrand y Decazes contra el nuevo
proyecto de ley sobre los delitos de la impren-
ta , que substraía á los acusados de la jurisdicción
del Jurado.


Desde aquel momento , conservó Mr. Mole
con todos los ministerios que se sucedieron du-
rante la restauración , una especie de resen a fria
é ximpasible. El ministerio Pol ignac, sobre todo,
encontró al hombre de Estado en una actitud
especiante, y previendo con Talleyrand el princi-
pio del fin.


Después de establecida la monarquía del 7
de Agosto , encontrábanse frente á frente dos




• MOLE. 19


sistemas, la guerra y la paz. Los partidarios de
la primera sostenían que era preciso que la Fran-
cia aprovechase el impulso de Julio y las simpa-
tías dé los pueblos, para rasgar los tratados de
1815, y recuperar con la fuerza lo que la fuerza
le habia arrebatado. Todos los hombres de Estado
prácticos, juzgaron la situación de otro modo .
No sabemos cual de ambos sistemas era mejor.
De todos modos , eran terribles las eventualidades
déla guerra con el corto número desoldados , con
el desquiciamiento de la organización militar, con
las fuerzas que la Francia necesitaba para su re-
ciente conquista de Argel. Prevaleció el sistema
de paz; v a l mismo tiempo que Mr. Mole daba
seguridades á los gabinetes de Europa , aceptan-
do el Ministerio de Negocios Estrangeros, y es-
tablecía claramente el principio de no interven-
ción , Mr. de Talleyrand sentaba en Londres las
bases del tratado de la Cuádruple Alianza. Aquel
primer ministerio de Julio hubo de ceder á los
motines de las calles á los tres meses de su exis-
tencia ; Mr. Mole dejó su ministerio á Mr. Sebas-
tiani, y volvió alas filas d é l a oposición durante
todo el tiempo del ministerio Laffitte; defendió
la pairia hereditaria durante el ministerio de Ca-




20 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


sirairo Perier, y mas adelante, cuando el proce-
so de A b r i l , se negó á asistir como juez , y for-
mó parte de aquella minoria que quería dejar ¡i
los acusados la mayor latitud en la defensa.


Después de la disolución del ministerio de 22
de Febrero, con motivo de la cuestión de España,
Mr. Mo le , en unión con Mr. Guizot , estuvo en-
cargado de formar un gabinete, y se fundó el mi-
nisterio de 6 de Setiembre. F.1 ser desechado el
provecto de ley de disyunción , dio pronto lugar a
su caiila , y después de inútiles tentativas de par-
te de Mr. Guizot para reconstituir el gabinete de
11 de Octubre con Mr. Thiers , y del Mariscal
Soult para formar un gabinete del tercer partido,
Mr. Mole compuso el ministerio de 15 de Abril
de 1837 , que duró cerca de dos años , y que es-
perimeutó duros ataques Sabido es el famoso
jamáis pronunciado por aquel Ministro con re-
ferencia á la cuestión de cooperación en España,
y de que nos ocuparemos en otro lugar. Admi-
rará tal vez el diluvio de recriminaciones hechas
al Ministerio Mole ; pero cuando se examinen-Jos
actos de aquel gabinete , cuando se le vea dar la
amnistía , sostener el principio de no intervención
en España , retirar las leyes de deportación y de




M0L1Í. 21


no-revelacion, conmutar la pena de Meuuier, con-
cluir el tratado de la Tafna, tomar á Constan-
t ina, evacuar á Ancona , apoderarse de San Juau
de TJlua , presentar los primeros proyectos de ley
sobre los caminos de hierro , admitir el derecho
deconversion de los intereses de la deuda, re-
servándola cuestión de oportunidad etc. e tc ; cuan-
do se vea todo es to , tal vez en aquella mezcla
de bien y de m a l , y en que el bien domina , se
encontrará motivo suficiente de simpatía , y se
sacará en consecuencia , que aquel ministerio no
valia mas ni menos que los que le habían precedi-
do ; ¿pero entonces, á que tanto odio y tanto rui-
do? ¿Para qué aquella masa de filípicas parlamen-
tarias, para qué la coalición? Quizá el público
se lo ha preguntado á si mismo , al notar que lo
que se le dá se diferencia poco de lo que te-
nia. No toca al biógrafo el dfscubrir el enigma.
Desde Juan Bautista Rousseau se ha comparado
con frecuencia la vida á un teatro , en el cual
cada uno desempeña diferente papel. Los gobier-
nos*onstituciona)es son también grandes teatros,
y como los otros tienen igualmente sus bastidores;
el espectáculo mas curioso y notable, no siem-
pre ocurre sobre la escena. Cuando se ha bajado




22 PERSONAJES CELEBRES.


el te lón , los actores se despojan de sus oropeles
y se descalzan el coturno, cae la máscara, y que-
da el hombre con sus pequeñas vanidades, celos,
resentimientos y pasiones de toda especie. En-
tonces marchan á la par la historia pública y la
privada. Singular historia esta última , compli-
cada , poco edificante , que influye poderosamen-
te sobre su grave hermana. Los actores que quie-
ren que se les considere con seriedad , aun entre
bastidores , careciendo de hechos, inventan pa-
labras , grandes palabras, sexguipedalia verba;
lalogomachia política ostenta todo su lujo ; donde
no hay en el fondo mas que cuestiones persona-
les , se suponen cuestiones de principios , se en-
cubre un despique con el manto de un sistema,
se v a , se viene, se remueven, se agitan, se
anuncia que todo se va á cambiar, á reformar, á
mejorarse , el público aplaude , el acto? triunfa y


Parturient montes, nascetur ridiculus mus.


Para referir la historia completa de la vicis'tu-
des del ministerio de 15 de Abr i l , seria preciso
principiar bosquejando el cuadro de las pequeñas
disensiones intestinas, que agitaron al ministerio de
6 de Setiembre ; allí está el origen de la coalición.




MOLE. 23


Entre Mr. Guizot y Mr. Mole 110 hay punto algu-
no de contacto, ninguna simpatía; el uno severo,
firme, siempre en guardia contra los ataques de
los partidos; el otro moderado, olvidando lo pa-
sado, y deseoso de entrar en un camino de conci-
liación ; el primero esforzándose por arrancar el
cetro de la presidencia á manos tachadas de inde-
cisión y molic ie ; el segundo negándose á sopor-
tar una influencia que cree perjudicial y poco
acorde con la situación. Por último, después de
muchos pasos, agnados por la polémica de los
periódicos, los que se trataban reciprocamente
con poca cortesía , después que Mr. Guizot hubo
llamado á todas las puertas inútilmente para for -
mar un gabinete, después de la famosa é inútil
entrevista con Mr. Thiers, quedó la victoria por
Mr. Mole.


Etv \as> civcurjstaneias eft que se formó el mi-
nisterio de 15 de Abr i l , no era posible otra com
Ilinación; Mr. Guizot había fracasado en todas sus
gestiones, la mayoría no gustaba de Mr. Thiers
con la intervención : sin embargo, ningún minis-
terio ha sido tratado con mas desden. Mr. Thiers
que se reservaba, le daba el nombre de pequeño
ministerio. Los doctrinarios y Mr, Guizo t , cuya*--**"




24 PEB.SO.NAJES C E L E B B E S .


amor propio se habia resentido de no haber po-
dido formar él mismo el gabinete, lé tachaban
de insuficiente é incapaz. L o cierto es que había
en él hombres laboriosos, capaces, llenos de
ce lo , como MM. de Salvandy v Bernard, Rosa-
mel , Laplagne, pero no habia un solo hombre
de tribuna; el mismo Mr. Mole , que sabe como el
primero dirigir los negocios, no tiene el don
de la palabra, tan necesario á un ministro cons-
titucional. Sin embargo , el programa del nuevo
ministerio merecía el asentimiento universal.


Después de la primera disolución, en las l e -
gislatura de 1838, Mr. Mole confió por un mo-
mento encontrar un punto de reunión entre los
dos centros; pero pronto se desengañó. La ma-
yoría le hubiera conservado con gusto personal-
mente , pero deseaba que se agregasen algunos
nombres de entre las influencias parlamentarias.
Mr. Mole hizo varias tentativas con Mr. Guizot
y Mr. Thiers ; fueron rechazadas, y entonces se
decidió á luchar. l í o se han olvidado las tempes-
tuosas sesiones de la discusión sobre la contesta-
ción al discurso del trono , en que Mr. Berryer,
Mr. Garnier-Pagés, Mr. Guizot se sucedían en la
tribuna , no concediendo un momento de tregua




MOLE. 24


ni descansó al enemigo. Mr. Mole tuvo momen-
tos brillantes. La lucha produce en él una espe-
cie de irritación febri l , que dobla su energia y
la eleva algunas veces hasta la verdadera elocuen-
cia. Sus réplicas fueron siempre exactas, y á pro-
pósito. No se habrá olvidado la famosa cita de
Tácito que Mr. Guizot le echó en cara: Omnia
serviliter pro dominatione. «Acepto las palabras
del orador, contestó Mr. Mole ; solo le recordaré
que Tácito las aplicaba . no á los cortesanos, sino
á los ambiciosos.» En vista de aquella lucha en-
carnizada y desigual , fue cuando Mr. de Lamar-
tine , por un sentimiento de caballerosa genero-
sidad , de socialista que era se constituyó de
pronto y accidentalmente conservador. Al fin
sucumbió Mr. Mole; ¿qué habia de hacer contra
todos ?


Mr. Mole ha vuelto después á la -Cámara de
los Pares, donde su palabra egerce una grande
influencia.


Examinemos ahora el conjunto de esta fisono-
mía política. Mr. Mole no tiene precisamente lo
que se llama un sistema, y este.es uno de los
principales cargos que fe hacen los doctrinarios.
Es bastante inclinado al método esperimental.




2 6 PERSONAJES CELEBRES.


Cree que eu una época en que las creencias no
ofrecen base alguna sólida para asentar sobre ella
un sistema , es bueno ocuparse antes de todo de
los intereses presentes ; es uu hombre de mode-
ración , de o rden , y sobre todo de conserva-
ción. Pero la conservación no es una doctrina,
es un sentimiento, que llevado demasiado lejos
conduce al egoísmo, el vicio mas feo y mas común
de esta época. No se parecen todos los conser-
vadores ; los hay que han echado á perder la pa-
labra y la cosa, uniendo á ella una idea de retro-
ceso ó de estabilidad, que con razón irrita y
causa desden. Defienden de tal manera el orden,
que disgustarían de él. Todos sus argumentos
están á la altura de su persona, es dec ir , que
son pequeños , estrechos y mezquinos. Hábleseles
délos instintos generosos que deben satisfacerse,
de las fuerzas inactivas, y sin embargo, hosti-
l e s , que deben emplearse úti lmente, de las me-
joras materiales y morales que se han de efec-
tuar , su invariable respuesta es : «lo que exis-
te es bueno , es decir , todo está bien entre nos-
otros y á nuestro alrededor, lo demás poco nos
importa.» No es asi Mr. Mole; enemigo de las
iunovaciones , nadie ha mirado su época con un




MOLK 2 7


ojo mas diestro y seguro , y nadie mejor que él
lia sabido en la ocasión hacerle las concesiones
compatibles con un progreso racional. Era esto
tanto mas fácil á Mr. Mole , á quien una larga
práctica de los negocios le ha hecho conocer los
resortes que quedan á la máquina social , y los
que lia perdido; añádase á esto una grande aver-
sión á las fórmulas y á las ideas fijadas , un gran
conocimiento de los hombres , una política v i -
viendo al dia, como el tiempo presente, no tenien-
do simpatías demasiado ardientes , y por lo tanto
tampoco antipatías demasiado pronunciadas, sobre
todo sin odios , y se comprenderá porqué Na-
poleon , que gustaba antes de todo de los hom-
bres de gobierno, de práctica y de Irabajo , apre-
ciaba tanto á Mr. Mole.


Hemos dicho que Mr. Mole no tenia, lo que
se llama propiamente hablando, una ideaflija en
política, y nos equivocamos; tiene una , tal vez
la única en que conviene con Mr. de Broglie,
otro hombre de Estado no muy su amigo. A m -
bos sueñan en la reconstitución de una aristocra-
cia en Francia. En los tiempos que corren de
frenética igualdad, equivale á buscar la cuadra-
tura del círculo.




28 PERSONAJES CELEBRES.


Para los que crean demasiado lisongero este
retrato de Mr. Mole , añadiremos que no tiene
la maravillosa facultad de esplicar' los negocios,
ni la prontitud de resolución que tanto distin-
guen á Mr. Thiers; que cuando se trata de teorías
sociales, de grandes miras para el porvenir , y
de grandes enseñanzas, no cautiva la atención
como Mr. Guizot ; que no es ni rentista consu-
mado, ni orador elocuente, ni publicista profun-
do : que su espíritu práctico, conciliador, pero
tal vez un poco escéptíco, quizás podría no estar
á la altura de una grande crisis. Añadiremos
también para ser jus tos , que en tiempos ordina-
rios nadie le aventaja en dirigir los negocios,
y nadie menos que él merece la especie de impo-
pularidad que la coalición consiguió por un mo-
mento unir á su nombre.


Como particular , Mr. Mole , ejerce, según di-
c e n , una gran seducción sobre cuantos le rodean.
En r e s u m e n , } ' dejando aparte lo que de él se
dice con respecto á galanterías de salón durante
el Imperio, el mejor elogio que puede hacerse de
Mr. Mole es decir , que es tal vez el espíritu mas
moderado, y al mismo tiempo el mas adelanta-
do^ del Partido conservador, del que es gefe.






ьйт&вк célebres ¿ei SISIDÏIÏ




CASIMIRO PERIER.


«Tenia estcnsion en sus m i r a s ; y en
su carácter, en sus hábitos , en toda
su persona , t esa fuerza y resolución
que necesita tal vez un Ministro del


Interior , para vencer las dudas y las
vacilaciones de sus prefectos y sus de-
pendientes etc. etc.


t ,TIMÓN.—Libro d é l o s Oradores. , ^


La revolución francesa ha creado un gran
número de hombres, cuya memoria irá unida en
todos tiempos á su recuerdo. La revolución fue
servida por grandes corazones y elevadas inteli-
gencias, debiendo unas veces su salvación, otras
su brillo, al valor heroico, á la elocuente pala-
bra de los que á su frente se colocaron: fecun-
da fue también en grandes oradores, cual en es-




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


forzados guerreros, si bien no tanto en hombres
de gobierno.


No hablamos aqui de Napoleón: Napoleón era
un hombre diferente de todos los demás ; era uno
de esos seres que no pueden gobernar sino bajo dos
condiciones; la una sublime cual es la gloria; la otra
miserable como el poder absoluto. No le compa-
remos por lo tanto á nadie , y osemos decir que
hasta 1830 la causa de la revolución francesa no
ha tenido hombres de gobierno que fueran sus
representantes, hombres ligados con sus intere-
ses , apóstoles de su pensamiento, y que sabien-
do resistirla sin ahogarla, se hayan manifesta-
do dignos de ponerse á su frente para dirigirla.
Tal fue Casimiro Perier. El último año de su
vida le ha bastado para ocupar en la historia el
lugar que cuarenta años de grandes acontecimien-
tos dejaran vacio.


Casimiro Perier representó dignamente en el
poder á la revolución; á la revolución moderada
después del triunfo, á la revolución gobernando
por la paz y por las leyes Si fuere c ierto , como
parece indudable, que el fin definitivo de la revo-
lución fuera la introducción en el orden social de
la igualdad c ivi l , y del sistema representativo en




P E R I E R . 3


el orden político, este fin no se alcanzó hasta
1830. Entonces, y por la vez primera, estas dos
cosas, ó estos dos principios, fueron aceptados y
francamente proclamados, llegando á ser princi-
pios de gobierno. Concertarlos, perpetuarlos es
lo que la Francia deseaba, y esto fue lo que
Casimiro' Perier intentó. Las circunstancias de
su vida, y los rasgos de su carácter , lo designa-
ban, digámoslo asi , para esta misión.


Casimiro Perier nació en Grenoble el dia 12
de Octubre del año 1777. Su familia , origina-
ria de Mens, pequeña población de las cercanías,
se habia enriquecido á favor del comercio y de
la industria, y gozaba hacia mucho tiempo una
consideración superior á su fortuna. Su padre,
Claudio Perier, habia elevado y fijado definitiva-
mente la posición de esta familia, colocándola en
las primeras filas de esa clase media que en todas
las provincias de la Francia, á fines del último
siglo, cimentaba por sus trabajos, sus riquezas
y sus luces , su. candidatura al gobierno del país.
Al aproximarse la revolución, la clase media no
abrigaba tal vez aun el sentimiento de su alto
porvenir; pero se aprestaba á hacerse digna de él.
Ella habia recogido todo el fruto de lo sembrado ha-




4 PERSONAJES CELEBRES.


cía dos siglos. Para ella habían sido los progresos
del orden, del bienestar, de las ideas; en favor
suyo habíase debilitado la influencia de las clases
privilegiadas, creciendo á sus espensas el poder
de la autoridad real. Asi habia llegado poco á
poco á un punto de fuerza y de madurez, desde
donde podia decir que ella era la nación, aun
cuando esta palabra en vez de ser la señal de
una revolución, no fuera mas que la de un ad-
venimiento. En su seno , ó mejor dicho , á su
frente, distinguíanse algunas familias que unian
á las opiniones modernas las costumbres de los
tiempos pasados. Una de estas familias era la
de Casimiro Perier. Rica por su trabajo y econo-
mía, habia permanecido sencilla, moderada, par-
ticipando de las ideas independientes que germi-
naban entonces en todos los corazones, conser-
vando en su interior los lazos de subordinación y
de respecto que se aflojaban cada dia. Su gefe era
un hábil negociante, de carácter imperioso, acos-
tumbrado á exigir mucho de sí mismo y de los
demás. Su esposa, Maria Pascal, dotada de un
espíritu singular y de viva imaginación , unia ¡í
toda la capacidad de una ama de casa, una preo-
cupación religiosa que la impelía al misticismo. La




P E i U E R . 5


independencia natural de sus ideas y su agradable
carácter, templaban el aspecto un tanto austero
del interior del hogar doméstico. Agrupábase en
t o m o suyo una numerosa familia , compuesta de
diez hijos, notables por sus facciones pronuncia
das, por una mezcla de principios nuevos y an-
tiguas costumbres, y que unian la severidad al
cariño, la imaginación á la prudencia, el tacto
para los negocios , la viveza de las impresiones,
el juicio recto, y el sentimiento un tanto altivo de
su dignidad personal. El mayor da los hijos de
Claudio Perier. Agustín, estaba destinado á ser
el heredero de la mayor parte de los bienes de su
padre, y á alcanzar con ellos un puesto eu lu
magistratura, única senda abierta entonces para
consagrarse al servicio público; pero en aquellos
momentos sobrevino un acontecimiento que debía
arrojar á toda la familia en el sendero de la polí-
tica , y hacer del tercer hermano de Agustín un
primer ministro. Este acontecimiento fue la revo-
lución francesa.


Todos sabemos perfectamente hoy dia, que
fue precedida, y digámoslo asi , que la anun-
ciaron tumultos en los Parlamentos y resistencias
en las provincias. Desde la paz de América




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


basta la reunión de los Estados generales , el país
estuvo agitado por trastornos que eran los pre-
cursores de una crisis ignorada. El Delfinado no
fue la provincia menos conmovida por estas esca-
ramuzas, que anunciaban una batalla general; y
cuando en 1788 tuvieron que reunirse los Estados
de la provincia, y empezaron aquellas luchas don-
de dominaba Mounier, donde Barnave se anun-
ciaba ya , el gefe dé la familia Peder tuvo el h o -
nor de ofrecerle un asilo. Claudio Perier habia
comprado a la casa de Villeroy el palacio de Vizi-
lle , edificado á cuatro leguas de Grenoble, en
un valle profundo á orillas del Romanche , por
el Condesteble de Lesdiguiéres. En aquellos vas-
tos salones del último resto del feudalismo, en
aquel palacio destinado hoy á los pacíficos tra-
bajos de la industria , fue donde contrariando el
veto rea l , se reunió aquella Asamblea que recla-
mó tan vivamente la doble representación del es-
tado l lano, preludiando asi la asamblea constitu-
yente. En Vizille empezó la revolución francesa.
Insistimos sobre estos acontecimientos, que si
bien pertenecen á la historia, fueron también
acontecí mieiitos de la familia de Casimiro Perier,
y debieron por lo mismo ejercer una verdadera




PEIUKH . 7


influencia en la dirección de sus ideas y de su
conduela. En el üelfinado no fue el móvil de
estos movimientos precursores de una revolución,
ni el espíritu de innovación, ni el deseo aventu-
rero de cambios y trastornos; esta provincia se
habia reunido á la corona por un contrato, cuyas
estipulaciones creia reclamar. Su resistencia, que
eu otra parte solo hubiera podido justificarse por
máximas abstractas , se apoyaba aqui en testos y
recuerdos; y lo que en Versailles se llamaba una
rebelión, era en Grenoble un hecho legal. Los
ejemplos de su patria y de sn familia, que rodea-
ron los primeros años déla juventud de Casimiro
Perier, contribuyeron indudablemente á inspirar-
le ese respeto á la ley que le dominó , ya en la
oposición, ya eu el poder, y á marcar su carác-
ter político con un sello eterno de independencia,
de firmeza y de moderación.


En los dias que estos acontecimientos pasaban,
Casimiro estaba en el colegio del Oratorio de Lion,
donde sus tres hermanos Agustín, Alejandro, Sci-
piou y sus amigos Camilo Jordán y Mr. Degérando
-habían estudiado. Aquel colegio , cual todos los
de su clase, estaba animado de ese espíritu aus-
tero y libre que distinguía entonces á una gran




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


escuela religiosa. Los jóvenes Perier habían reci-
bido en él una educación acomodada á sus dis-
posiciones naturales y á sus tradiciones de familia.
Casimiro , el mas joven de los cuatro , no pudo
terminar sus estudios , que se resintieron de su
enérgica movilidad y de' la agitación de los tiem-
pos en que se hicieron. Ademas, él era mas ac-
tivo que laborioso ; si la ociosidad era para él una
carga , tampoco le agradaba un trabajo periódico
y regular ; su imaginación comprendía al vuelo;
se detenia muy poco á pensar, y sin embargo no
descansaba nunca: observaba mas de lo que apren-
día. Su ardiente juventud no tenia mas freno que
sus hábitos de orden y de dignidad, á que se ha-
bía acostumbrado bajo la disciplina paternal. A
los diez y seis años , la belleza de sus facciones,
su alta estatura, una marcada espresion, finas y
agradables maneras, cariñosas cuando su orgu-
llo no se veia lastimado, ni escitada su descon-
fianza , ni contrariada su voluntad, interesaban
en favor suyo y le ganaban el afecto de los mis-
mos que solo conocían su ligereza aparente, y su
falta de aplicación. Casimiro Perier era entonces
un joven amable , mas alegre por espíritu que por
carácter , ardiente y fino , reflexivo é impetuoso




P E R I E H . 9


al mismo t iempo; y que no parecía destinado á
sacar gran partido de sí mismo.


Durante los dias azarosos de la revolución,
Claudio Perier se habia fijado en París con algu-
nos de sus hi jos, dejando encomendado el cuida-
do de los restos preciosos de una gran fortuna,
sumergida en el naufragio universal, á su esposa
y á sus hijos mayores residentes en Grenoble. Bien
pronto la conscripción llamó á Casimiro á las ar-
mas: en 1798 partió en clase de soldado distingui-
do del cuerpo de ingenieros, y con esta calidad
hizo la campaña de 1799 á 1800 El joven cons-
cripto se señaló al frente de los muros de Mantua
en el combate de Santo Giulio. En 1801, después
de la muerte de su padre, abandonó la carrera
militar para entrar en la del comercio. Su padre
habia dejado á él y á sus hermanos , al mismo
tiempo que una herencia considerable, la protec-
ción de su nombre y de su crédito. Habia sido
Un hombre de una capacidad poco común , que
habia formado escelentes establecimientos, y to-
mado parte en todas las empresas destinadas á
levantar en Francia, después de su revolución, el
comercio y la industria. Fue uno de los funda-
dores del banco francés. Al repartirse sus bi'¡ps^r




10 P E R S O M A J E b CÉLEBRES.


la herencia en partes iguales, pues las leyes de
la revolución habían abolido basta los vestigios
del derecho de primogenitura , estrecharon lo6 la-
zos de una unión que siempre ha subsistido , y
que ha sostenido á la familia en duros trances.
Sus gefes entonces eran tres hijos que ya no exis-
ten : Agustín Perier unía á su elevada inteligencia
sólidas virtudes y un corazón generoso: su am-
bición era modesta , su alma afectuosa, no te-
miendo el retiro que animaba su actividad y em-
bellecía su beneficencia; se acordaba siempre de
que su padre lo habia destinado á sostener, á dar
mas brillo aun al nombre que se habia adquirido
en el Delfinado. En esta provincia se fijó al cabo,
y allí con el comercio de Grenobley la fábrica de
Vizille creóse una de esas posiciones influyentes
y protectoras, tan raras en Francia. Su her-
mano Scipion, llevando su instrucción hasta la
sabiduría , su espíritu religioso bástala devoción,
sereno en medio de esta familia animada, ocultaba
su alma apasionada bajo las formas de la ciencia,
y parecia que consumía todas sus fuerzas en domi-
nar sus pasiones. Casimiro , dotado de un carác-
ter menos igual y de imaginación menos rica de
conocimientos, pero dueño de ese golpe de vista




P E B I E R . (1


decisivo que distingue y alcanza lo que hay de ver-
dadero y fa lso , que mide lo posible y logra el
éxito, se asoció con Scipion y fundaron juntos en
París la casa de comercio tan conocida luego en
Europa. En su dirección se notó ya que Casimiro
Perier mostraba entonces las mismas cualidades
que desplegó después en un teatro mas vasto. La
penetración, la prudencia y el acierto en los ju i -
cios, suplían en él á la asiduidad de un trabajo
minucioso. Decíase con verdad que Casimiro y su
hermano eran su mutuo complemento; el primero,
dotado de un talento c l a r o , amigo de detalles,
de una continua aplicación, vacilaba alguna vez
dudoso de la rectitud de sus juicios ; entonces
el segundo le prestaba su decisión ¡ y con un
tacto nada común determinaba todas las grandea
operaciones , cuyo éxito fundó el renombre de
su casa. En ella , cual en la escena política,
manifestábase mas apto para gobernar que para
administrar.


La restauración dando la paz á la Francia fue
la que abrió las puertas al gobierno constitucio-
nal. La paz y una razonable libertad, fueron sufi-
cientes para que la industria y el comercio toma-
sen un rápido vuelo La consideración publicase




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


fijó con preferencia sobre aquellos que por su eré.
dito y habilidad, dando la señal ó prestando su
apoyo al desenvolvimiento de la riqueza común,
contribuían á los progresos del bienestar general,
la mas verdadera de las pasiones de nuestra época.
Y no obstante estos elementos, era tal la desgra-
cia de la restauración, estaba tan fatalmente
condenada á desconocer sus mas caros intereses,
que consiguió alejar de si precisamente á los hom-
bres , que á despecho suyo habia ella puesto al
frente de la nación trabajadora. E'la naturalmente
los lanzaba en la oposición, y su desgraciada in-
clinación á frivolas distinciones , á servicios inú-
tiles , su vago y secreto sueño de una recompo-
sición social sin progreso, daba un color de hos-
tilidad al favor que el público manifestaba á los
promovedores de la industria y del bienestar ge -
neral. El pueblo los estimaba mas á medida que
sospechaba er-in desdeñados por la restauración.
Cosa singular! la restauración ha sido una época
altamente favorable al desenvolvimiento del tra-
bajo y á los vuelos del talento , y á pesar de
es to , se hizo enemiga del trabajo y del ta-
lento.


Casimiro Perier, como todos los hombres ilus-




PERTER. 1S


trados, no deseaba para la restauración otra co -
sa que dicha y cordura. Su familia enlazada con
los intereses, pero no con los escesos de la re-
volución , no abrigaba resentimientos ni odio con-
tra una dinastía , que observaba la Carta ; y j a -
más hubiera hecho otra oposición , si tal nombre
puede .darse á esta conducta , que la de recordar
á esta dinastía sus juramentos y sus intereses. Al
mismo tiempo él alcanzaba una parte del favor
público que entonces gozaban los hombres de su
útil é independiente profesión. Presentóse empero
una circunstancia que le permitió lograr mas di-
rectamente esa popularidad , hasta entonces fácil y
espontánea , abriéndole también el campo de la
política.


En los primeros años la restauración reinó en
una Francia prisionera: para rescatarla fue pre-
ciso pagar el precio de su rescate: tal fue el o b -
geto de los célebres empréstitos de 1817. Trescien-
tos millones de recursos estraordinarios, parecían
efectivamente necesarios para cubrir el presupues-
to de aquel año. Arreglóse por lo tanto un tra-
tado con capitalistas estrangeros que se obligaban
á adelantar las dos terceras partes de esta suma,
en cambio de valores- en rentas casi dobles al ca-




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


pital , y mediante algunas otras ventajas inme
diatas poco razonables. Este convenio , ajustado
sin publicidad , sin concurrencia, daba á los es-
trangeros el poder de libertar la Francia de los
mismos estrangeros, y parecía testificar á la vez
el descrédito, y la posibilidad de la solvencia.


Sin embargo, esta operación que en el dia se-
ria inconcebible, esplicábase entonces perfecta-
mente por el estado aun precario del gobierno y
del orden rentístico que apenas nacia. Tal vez era
indispensable hacerla as i , pero podíase haberla
verificado de un modo mas ventajoso , y q u e n o
se prestase tanto á graves y severas censuras.
Casimiro Perier la atacó en un escrito notable
por la claridad , la energía y la moderación. Se-
gún su opinión no era necesario un empréstito
tan considerable ; pues un sistema mas vigoroso
de economía, hubiera podido disminuir las car-
gas que pesaban sobre el presupuesto. En todo
caso no debia nunca haberse ajustado sino pública-
mente , en concurrencia ó por medio de ventas
parciales y sucesivas, hechas en la bolsa por el
tesoro , y á medida que las necesidades apremia-
sen. Finalmente, el libertamiento de la Francia
de manos del estrangero, no debia pedirse mas




P E R I E R . 15


que á los recursos nacionales. Este escrito pro-
dujo mucho efecto, y contribuyó sin duda alguna
á la determinación tomada por el gobierno de
modificar la ejecución del tratado. Esta polémi-
ca rentística que Perier sostuvo en tres diferen-
tes escritos , le atrajeron la. atención pública; y
cuando á fines de 1817 se puso á prueba por vez
primera la célebre ley de elecciones del 5 de Fe-
brero , el departamento del Sena eligió á Casimi-
ro Perier el 25 de Setiembre, cuando aun no
tenia la edad que la Carta pedia á los diputados.
Al reunirse, empero , las Cámaras (5 de Noviem-
bre1! acababa de cumplir l o s 4 0 años , y por una
escepcion, que prohibió para lo sucesivo una ley
especial, fue admitido en el cuerpo colegislador.
Desde el momento en que Casimiro Perier puso
el pie en la Cámara, no volvió á salir de ella:
la Francia pagó su fidelidad con la suya. Para
referir su vida política bajo la restauración, se-
ria preciso escribir la historia parlamentaria de
la misma restauración. Es sin embargo impor-
tante caracterizar esta oposición de 15 años , que
representaba Casimiro Perier. Siempre ha consi-
derado como una gloria el papel que entonces
hiciera ; siempre ha pensado , y con razón , que




16 PERSONAJES CELEBRES.
su oposición habia sido el antecedente legítimo
de su administración , y que representaba en el
poder el mismo papel que quiso representase el
poder cuando lo combatía. Efectivamente, es pre-
ciso hacer ver, que si su situación cambió, nunca
cambiaron sus principios. Comprendió , empero,
perfectamente que entre el tiempo que le siguió,
mediaba una revolución. Al entrar Perier en la Cá-
mara, sabia muy bien que pertenecia al partido
constitucional, ignorando si formaba parte de la
oposición. El gobierno podia dudarlo también,
porque después del decreto de 5 de Setiembre, y
de la ley electoral de 1817 , el gobierno tenia
el derecho de llamarse constitucional; éralo, em-
pero , con trabajo y zozobra , temeroso mas de
una vez de que aquello mismo que le grangeaba
gran h o n o r , fuese solo una imprudencia. Los
consejos un tanto vivos de aquellos á quienes
sus actos llevaban á la dirección de los negocios,
que tendian á alentarlo, servían acaso tan solo
para intimidarlo. Al lin lo lograron. Viose á
Perier, al principiar su carrera, mostrar á la vez
una generosa adhesión á la monarquía, y una
independencia querellosa mas bien que hostil res-
pecto al poder. Aun cuando el espíritu de la




P E B 1 E R . 17


época, su natural viveza y su inclinación á la
desconfianza lo arrastrasen hacia la oposición;
sus mas profundas convicciones, las tradiciones
de su familia, las costumbres de su vida entera
le hacían detestar el desorden y temer los tras-
tornos. Por eso su severidad al juzgar los actos
y alguna vez las personas, en nada disminuyó
su respeto á los derechos del poder.


Su don de gobierno se dejó percibir siempre,
aun en los mas violentos ataques de sus dias de
declarada oposición. La audacia solo es fácil po-
seerla á las facciones, pero casi siempre falta,
aun cuando á veces es necesaria, á los buenos
gobiernos. Los ilustrados partidarios de la res-
tauración casi nunca se han atrevido á salvarla.
Verdad es que no era posible su salvación sino es-
poniéndolo t odo , y no se atrevió á tanto el mi-
nisterio de 1817. Al ver renacer el espíritu de
la nación y tomar nuevo aliento la vida consti-
tucional , él mismo se asustó de su obra y se
dividió. Los mas osados quedaron en el poder,
y desde fines de 1818 á 1819 se mostraron de-
cididos á dar nuevos pasos en la senda que el
decreto de 5 de Setiembre abriera. Inútil seria en-
tonces buscar á Casimiro Perier en las filas de ™ —>




18 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


una oposición sistemática no desconocida en
esta clase de gobierno.


En 1820 el poder cambió de máximas, y que-
riendo detenerse, retrogadó, porque no puede
existir un gobierno estacionario. En los años que
mediaron desde 1820 á 23 fue cuando estallaron
las grandes luchas , que llegaron á ser luchas de
sistemas. La oposición por haber exigido mucho,
el poder por haber negado demasiado, fueron
arrastrados á una profunda disidencia, que bajo
formas constitucionales encubría una guerra civil.
En tanto que la monarquía se replegaba mas y
mas hacia la contra-revolución, la libertad volvía
á los senderos revolucionarios. La Carta que para
los unos no era mas que la máscara con que se
cubrían, iba á ser para los otros tan solo una
arma. El absolutismo que se ocultaba bajo la le-
galidad , se desenmascaró con motivo de la guerra
de España; pues afirmando y fortificando en el
interior el imperio del partido real, lo mostraba
con orgullo , "restaurando en el estrangero el des-
potismo y la inquisición.


En esta lucha el partido constitucional s ¿ d i -
vidió ; según su arrojo , ó su paciencia, los unos
resistieron débilmente, otros lleváronla resisten-




P E R I E R . 19


cia hasta la conspiración. No nos toca ser severos
con nadie: sabemos cuanto amor patriótico abriga?-
ban los unos, cuanta previsora sabiduría tenian los
otros; diremos solo que la Francia no fué partí-
cipe ni de la resignación de los primeros ni de la
temeridad de los últimos. Siempre abrigó mas
cólera que odio contra la restauración: sin cui-
darse de la duración de su imperio , no trabajó en
abatirlo, y aun en los momentos en que llegó á
desear su ca ida , aun entonces no quiso ser res-
ponsable de ella, dejando á la monarquía el triste
honor de precipitarse en el abismo.


Perier participó también de estos sentimien-
tos de la Francia. Quería á todo riesgo la con-
servación de la Carta , pero no quería , no com-
prendió nunca que la reforma de las leyes fuese
llevada á otro tribunal que al de la ley misma.
Sin embargo, abrigando intenciones conservado-
ras y principios moderados, su lenguage fue
amargo y apasionado, vehemente y burlón á la
vez : no echó en olvido ninguna falta, no per-
donó ningún error, y atacó siempre al poder sin
descanso y sin piedad, tanto mas irritado cuanto
veia que se desconocían sus intenciones, y deseo-
so de vencer, porque veia detrás de cada triunfo




20 P E R S O N A J E S CELEBRES.


de Ja contra-revolución asomar una reacción ter-
rible. Esta mezcla de hostilidad en la forma, y
dé moderación en las intenciones, esta voluntad
constante de combatir sin destruir, el uso atre-
vido que hacia de la libertad legal , sin abrigar
niügun oculto pensamiento contra ia monarquía,
este desprecio declarado de la conducta del poder
unido al respecto de la institución, agradaba á
la Francia que no deseaba mas La Francia ha
sido constantemente sincera, y las ficciones
constitucionales han sido siempre para ella una
verdad. No quería ni aun dejar insultar á la re-
volución que ya habia pasado, ni volverla á em-
pezar; pero la dinastía reinante no le prestaba
seguridad alguna sobre estos dos puntos: de
aquí nacía una desconfianza profunda, y la des-
confianza es siempre recíproca.


Vencedor en España, el sistema del absolu-
tismo constitucional dominó las elecciones de 1824.
Perier fue del corto número de aquellos que no
fue posible separar de la Cámara : se presentó con
un puñado de amigos de la libertad, y entonces
comenzó para él aquella serie de conflictos sin
f in, que le dieron á conocer y acrecentaron su fa-
ma. Sabido es que un ministro hábil , el único con




PEK1EK. 21


quien puede envanecerse el partido de la contra-
revolución , dirigía entonces los negocios. Era un
hombre , que sin estar libre de las preocupacio-
nes de su partido, sospechaba los peligros y com-
prendía la utilidad de contener la invasión y apla-
zar el tr iunfo, prestaba su prudencia personal á
una política imprudente, y hacia sabiamente cosas
insensatas. Difícil era la India con aquel espíritu
recto y flexible, fértil en recursos , indiferente á
las seducciones de la imaginación, inaccesible á
las de la pasión , siempre presente , siempre se-
reno , dando al error apariencia de buen juicio,
al engaño tono de sinceridad ; y que sin el pres-
tigio de un talento brillante y de un gran carác-
ter , ejercía toda la autoridad que infunden la ra-
zón y la sangre fria. Contra este hábil atleta
combatió Casimiro Perier por espacio de tres años,
con general aplauso de la Francia. Mas débi l , pero
mas libre, en una Cámara donde apenas se per-
cibía su partido, supo arreglar su oposición á
las circunstancias , y hacer la guerra en el terre-
no que le quedaba , porque no era ya tiempo
de batallas campales. Transcurrieron tres años,
y las elecciones de 1827 hubieron de cambiar el
sistema del gobierno. Al acercarse la nueva Ca-




22 PERSONAJES C E L E B R E S .


mará nació un ministerio moderado y tímida-
mente reformador. Era una victoria grande é ines-
perada de la opinión , una consagración mani-
fiesta de los principios de la oposición, cuyo ge-
fe era Perier , porque en el matiz político que re-
presentaba , nadie podia disputarle este título. La
Francia respiró y cobró esperanzas: Perier no era
insensible á esta victoria nacional, en que tan no-
table parte tuviera. Sin embargo, desde este mo-
mento el recelo del porvenir empezó á inquietar
á aquel espíritu previsor, que huia de la ilusión
y tenia por sospechosa la fortuna: desde entonces
columbró una crisis inevitable, una lucha formal,
una responsabilidad temible. Tan difícil le pare-
cía sostener la dinastía con toda la Carta, como
con parte de ella ; haciendo justicia á las inten-
ciones conciliadoras , á los modestos esfuerzos del
ministerio , dudaba de su fuerza y duración ; se
guardaba muy bien de combatirle , aguardando
los sucesos en silencio , pensando á veces con an-
siedad en que se pronunciaba muy amenudo su
n o m b r e , que se le miraba mucho y comenzaba
á subir hasta él la ola de los negocios. No era Ca-
simiro Perier hombre que esquivase una necesi-
dad : sabia que llegado el momento no retrocede-




PERIER. 23


r ía ; pero este momento , que quizá hubiera senti-
do no ver llegar, deseaba retardarle largo tiem-
po , porque apetecía el triunfo. Calculaba sus
fuerzas; pero no desconocía la magnitud de las
dificultades • las temia precisamente por lo mismo
que estaba seguro de abordarlas de frente : rece-
laba el peligro , porque se veia determinado á
arrostrarle. Justificada salió su previsión ; al cabo
de dos años se cansó la restauración de sacrifi-
car sus inclinaciones , sus creencias y su orgu-
llo á necesidades que no creía ; entonces se for-
mó el ministerio de 8 de Agosto. Era tirar el guan-
te al país, y solo faltó aplacar el dia del com-
bate : la representación de los 221 contestó á esta
provocación, y el golpe de Estado de Julio dio
la señal.


Los decretos de Julio sorprendieron muy po -
co á Casimiro Perier: ¿pero qué haría la Francia?
Esta era la cuestión. Desde la mañana del dia
en que aparecieron los tales decretos, era legí-
tima la resistencia por la fuerza. Decidido á no
comprometer, pero también á no abandonar á
su patria, no titubeaba Perier en un punto la
resistencia legal. En resolverla y concertarla se
pasó el primer d ia ; pero esto bastó para alterar




24 PERSONAJES C É L E B R E S .


el carácter dé la del segundo. Este segundo día
amaneció cargado de nubes, y desde muy tem-
prano dio París mil señales amenazadoras. Los
diputados deliberaron en casa de Perier. Por la
tarde le buscaban varios jóvenes pidiendo una
orden del d ia , una señal, una bandera. «Qué
queréis, contestaba, pensáis que un gobierno
que intenta una cosa semejante, no tenga dis-
puestas las fuerzas? ¿disponemos nosotros del
rayo para herirle ? » Entretanto y á la hora mis-
m a , algunos nobles hijos resolvían la cuestión, y
se hacían matar sin saber de quien seria la vic-
toria , ó cual el premio. Su sangre pidió venganza,
la noche fue una continúa alarma, y por la ma-
ñana decia Casimiro: «Está visto: después de
lo que acaba de comenzar la población de París,
aunque arriesgásemos mil veces nuestras cabezas,
estamos deshonrados si no nos ponemos á su la-
do , v Y su voz conmovida y poderosa tomaba
aquel imperioso acento que después jamas dejó.
Sabido es como pasó aquel d ia , el dudoso com-
bate de la plaza pública, las impotentes delibe-
raciones de los diputados presentes en París; cin-
co de ellos, enviados al cuartel general, se es-
forzaron en vano por desarmar un poder rebelado




P E R I E B . 25


contra las leyes. Uno de estos cinco era Casimiro;
aventuró algunos eonsejos, y aun por la noche
escuchó á algunos servidores de la dinastía que
no desesperaban de verla ceder. La dinastía fue
mas orgullosa y quizá mas prudente: porque en
tal estado, lo que en quince años hubiera sido
razonable, habia pasado á ser locura: una re-
tractaccion de mala fé no haria mas que deshon-
rar su caida; porque un reinado absoluto no se
convierte en nacional con el puñal al pecho. La
tercera noche decidió la victoria. El 29 por la
mañana salían las tropas reales de la ciudad;
nadie sabia lo que se haria, pero lo cierto era que
no reinaría Carlos X . Perier estaba entonces en
el centro del movimiento, y si su actitud enér-
gica agradaba á los mas ardientes, el renombre
de su prudencia tranquilizaba y seducía á los
mas tímidos. Tan pronto hacia abandonar las
armas á algunos batallones diseminados, como
tomaba asiento en aquella comisión municipal, á
la que se queria delegar todo el gobierno. Se
sentó en el Hotel de Filie, pero fue de los que
desde el primer dia declinaron la estension de
los poderes con que se pretendía investir á una
autoridad del momento. Se esforzó por conser-




26 P E B S O N A J E S CELEBUES.


varia lo posible en los intereses del orden y de
la defensa pública; por mantenerla en fin el ca-
rácter municipal.


Solamente en las Cámaras reconocia el dere-
cho de hablar por la nación, de acordar la forma
de gobierno y elección de dinastía. Aun no había
salido del recinto de París el último pelotón de
la guardia real , cuando ya pensaba en la anar-
quía inminente; y la dificultad y necesidad de
restablecer el poder se hizo su mas dominante
deseo. Desde aquel instante no se apartó de su
imaginación este pensamiento.


Perier fue uno de los primeros en reconocer
el hecho y el derecho de una dinastía nueva. Ad-
mitido inmediatamente en el consejo del Lugar
Teniente general y después del Rey , tomó parte
en los actos mas decisivos de aquella época. Como
Presidente de la Cámara electiva , tuvo el honor
de presentar la Carta constitucional al Príncipe,
quien la juró ante Dios y su patria. Sin embar.
go la situación era grave: era precisa otra cosa
mas difícil: gobernar la revolución.


Era , pues , forzoso escoger. Había que hacer
una división entre los principios y los medios,
las causas y los pretestos: entre lo que era acci-




PEHTER. 27


dental y lo permaneDle en aquella nueva situa-
ción. O se debia mirar la revolución como hecha,
y dirigirse solamente á la duración de un re-
sultado , ó considerarla como un principio y per»
petuar el estado revolucionario: en una palabra,
establecerse en las conquistas, ó conquistar lo
desconocido. Esta cuestión estaba agravada por
la política estrangera , y no era locura dudar de
la paz.


Esta política era por tanto la única que con-
venia á la monarquía de 7 de Agosto. El pri-
mer dia era pensamiento Rea l , pero ¡cuántos
obstáculos por vencer 1 ¡cuántas preocupaciones
que contemplar! difícil era practicarle y mas aun
proclamarle; muchos le rechazaban sin compren-
derle, muchos le deseaban sin esperarle. Aunque
era el único razonable y el mas francés, no osaba
declararse como espresion de la razón pública.
Existia, no lo dudamos, en el fondo de la opinión
nacional, pero no aparecía en la superficie. El
humo de las barricadas envolvía aun á la Fran-
cia , y los rumores de una opinión pasagera se
asemejaban al estruendo del cañón del Hotel de
Ville. Esta política, fundada en el primer con-
sejo del Rey , prevaleció con frecuencia: inspiró




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


sabias medidas y escelentes discursos: pero en
la incertidumbre de un poder débil todavía, de
una situación oscura aun , debió recibir mas de
un mentís, sufrir mas de un desengaño, hacer
mas de una concesión. Llegó á no poder resis-
tir los ataques esteriores, y sobre todo las disi-
dencias de la coalición necesaria, que habia com-
puesto de elementos tan diversos el Ministerio
de 7 de Agosto : este gabinete se retiró. Casi-
miro Perier que tenia parte en é l , aunque sin
despacho, se habia portado con gran reserva: su
opinión estaba conocida: pero juzgando que no
era t i e m p o , que le faltaba poder para desarro-
llarla enteramente, y hacerla triunfar, opinó por
la disolución del Consejo, y aun rehusó en un nue-
vo gabinete un papel mas influyente y mas activo.
Bien conocía que aun no era tiempo para gober-
nar enteramente. Sin embargo le rodeaban , le
acosaban; su sabiduría le invitaba á buscar sabios;
su popularidad obligaba á los mas ardientes á
clamar por él. «Aun no es t iempo, repitia él:
es demasiado pronto, no sabéis aguardar« Hu-
biérase creído que poseyendo las postreras esperan-
zas de la salud pública, no qucria aventurarlas
antes de tiempo. Formóse el ministerio de 2 de No-




Í ' E K I E R . 29


viembre, y Perier llegó á ser Presidente de la Cama*
ra de diputados , nobles funciones q u e , por una
previsiora habilidad, babia cedido áMr. Laffittepo-
co después de la revolución; porque no quería apa-
rentar afán ni conseguir nada sino por el im-
perio de la necesidad. El nuevo gabinete era dé-
bil , quería monarquía y paz , pero no sabia man-
tener las condiciones de la paz y de la m o -
narquía. Algunas discusiones graves habían paten-
tizado los dos sistemas entre los que vacilaba el
ministerio. Presidia Perier estos debates con severa
inmovilidad: pero en su frente pálida y triste
se reflejaban todas las sensaciones de la lucha,
y pasaban como la sombra de la tempestad que
retumbaba debajo de él. Entre tanto, el mal cre-
cía ; testigo inquieto de todos sus progresos, du-
daba Perier que • fuese tiempo de correr el velo
para combatirle. Por espacio de cuatro meses
fue esta cruel cuestión el pensamiento incesante
de sus dias y sus noches.


El motín de 13 de Febrero reveló por fin á
todo hombre se nsato la debilidad del gobierno.
Algunos diputados resolvieron arrancar á la Cámara
su aparente seguridad. Mr. Guizot atacó al minis^
terio en la tribuna : el ministerio contestó an^jtj"




30 PERSONAJES CELEBRES.


ciando una próxima disolución; en éste último
esfuerzo, se agotó y cayó. Perierno habia escitado
ni detenido á los que dieran el golpe. Bien co -
nocía la proximidad de aquella necesidad tan
aplazada ; pero temia que se hubiesen acelerado
demasiado, decidido como estaba á no aceptar
la tarea de gobernar , sino con probabilidades ra-
zonables y suficientes medios de buen éxito. No
deseaba el poder por las apariencias: tenia mas
ambición que todo esto. Naturalmente enemigo
del desorden, ligado profundamente á todas las
ideas de autoridad , de subordinación , de respeto;
inaccesible á las ilusiones especulativas, lleno de
desprecio é ironía hacia la política romántica,
veia con alguna severidad las agitaciones de la
sociedad moderna, y sobre todo, aquel precario
estado de irritaciones y exigencia devuelto- por la
revolución de 1830. A s i , pues, sin afán , sin re-
gocijo , vio amanecer para é l , el dia del poder;
pero clavando en su país una mirada firme y tris-
te , aceptó su misión, con el sentimiento de un
deber cumplido , con la desconfianza propia de un
hombre melancólico y el valor de un alma grande.


Su ministerio no se improvisó : antes de for-
marle, quiso conocer el fondo de los negocios,




PER1ER. 31


la policía , hacienda y diplomacia. Vio , oyó al
antiguo conse jo ; deliberó largo tiempo antes de
declarar su resolución : dudó realmente mas de
una vez , y no se decidió con su persona hasta
haber sondeado todas las cuestiones, resuello las
dificultades, profundizado todas las repugnancias
y todas las objeciones. Quería que al dia siguien-
te de su formación no tuviese el ministerio mas
que obrar.


Aun puede verse en sus discursos cual fue
la política del 13 de Marzo. Érala política natu-
ral de la monarquía de 1830 ; pero que no fue
reconocida y proclamada hasta entonces. El ver-
dadero mérito de Casimiro Perier no consiste en
haberla descubierto: el dia que siguiera al de la
revolución se veia ya en el t rono ; y todo lo bue-
no y sabio que se h i z o , fue á nombre de esta
política. La gloria del gabinete de 13 de Marzo
estaba en haberla* abrazado cual su bandera,. y
haber desplegado este estandarte á los ojos de la
Francia y á los ojos del m u n d o ; estriba en ha-
ber hecho del sistema de resistencia , no una po-
lítica negativa , sino una política de a c c i ón ; es-
triba en haberse dado el brillo de la autoridad
que corresponde al gobierno y que hace nacer la




32 P E R S O N A J E S CELEBRES.


confianza ; estriba en haber reunido en t o m o su-
y o , no solamente los intereses, sino también las
aficiones, y apoyado la fria razón de Estado en
la base de la convicción y del entusiasmo. Perier
renunciando á las dulzuras de una posición bri-
llante y de una popularidad intacta , se entregó
sin ilusión y sin temor á las perfidias y á las ame-
nazas de las facciones, dispuesto á defender su
causa contra su partido , no ocultándose ningún
obstáculo , ningún engaño, ningún peligro ¡ r e -
cargando por el contrario los negros colores de
su horizonte; superior , pero no insensible á la
calumnia y á la injusticia ; sabiendo b i e n , que
gobernar era renunciar al reposo , á la seguridad,
á la l ibertad; atormentado por los sufrimientos
de una salud por largo tiempo alterada ; escép-
tico con relación al éxito del grande esperimen-
to que iba á hacer la Francia , aunque firme-
mente persuadido de que esta no podia lograr su
ob je to , sino adoptando la conducta que el minis-
tre adoptaba, y poco seguro de la fidelidad de los


, hombres y de la verdad de las teorías , conser-
vando, empero en medio de todas las dudas y de
todos ' los obstáculos, cierta invencible confianza
en sí mismo y en su fortuna. Tal era el hombre




PEBIER. 33


para todos los que han podido penetrar en su
alma, en los momentos en que arrostró la ten-
tativa que recomendará su nombre á la historia.
Cuando Casimiro Perier subió al poder , la diso-
lución d é l a Cámara, irrevocablemente anuncia-
d a , imprimió el sello de la incertidumbre en el
porvenir del ministerio. El Oeste estaba agitado;
la cuestión de Bélgica, aun indecisa en todos sus
puntos , dejaba en suspenso la paz ó la guerra.
La Polonia sosteniendo valientemente una lucha
noble , dividía y entusiasmaba á la Europa.


A mas de esto el crédito estaba destruido ; el
orden público sin garantías; la autoridad pin as-
cendiente. La prensa casi en su totalidad, atizaba
el fuego de las pasiones subversivas y belicosas;
y los partidos que en París, desde Julio , descansa-
ban sobre las armas, estendian poco á poco al resto
de la Francia la red del espíritu revolucionario.
Era preciso contenerlo todo , dar confianza á la
Europa, sin ceder ante ella , satisfacer los deseos
de la Francia, sin exaltarla ; hacer que la una se
resignaseá admitir la revolución de 1830, y que
la otra se contentase con ella. Creyendo ante todo
en la necesidad del orden , era preciso proseguir
la obra de la reforma liberal prescrita por la Carta.




3 4 PERSONAJES CFI.Kr.llES.
Contando con la paz general, era preciso velar por
la seguridad nacional, y poner á la Francia al abrigo
de un golpe de mano de la Santa Alianza. Y para
colmo de dificultades , la desconfianza , la incerti-
dumbre , el escepticismo , se habiau apoderado de
todos los corazones. Casimiro Perier no oponia á
todo estomas que una idea sencilla: « Quiero la
paz , decia é l , y no quiero mas que la Carta. » En
otros términos : <• La monarquía de 1830 , es un
gobierno definitivo y regular. » Hé aqui lo único
que respondía á los desprecios destructores de las
facciones , á las sombrias enemistades de las Cortes.
Asi la misma política servia para combatir la anar-
quía y quitar el poder al absolutismo, y debia dar
juntamente á la revolución dos cosas que es pre-
ciso no sacrificar la una á la otra , la cordura y la
firmeza.


Bajo los ministerios que le precedieron, la
Francia había tenido mas de una vez que pregun-
tarse si poseía uu gobierno : con Perier no tuvo
qne dudarlo. No contaremos la historia de su
administración : toda ella fue concebida y d ir i -
gida bajo el mismo pensamiento que hemos in-
dicado. Perier estaba resuelto á no conservar el
poder , si la Cámara no se adhería manifiestamente




á su sistema y á su persona. Nadie ha profesado
mas formalmente que él la necesidad constitu-
cional de una asociación entre la Cámara y el mi-
nisterio ; ninguno ha despreciado mas esa polí -
tica ambigua y pobre, que quiere establecer entre
el uno y la otra una independencia absoluta,
y que supone que cada medida y cada ley deben
ser juzgadas aislainente, sin que de ello se re-
sienta la existencia del poder y la conservación de
la mayoría Asi, cuando á consecuencia de su pri -
mera deliberación la Cámara de diputados se mos-
tró dispuesta á escoger por su representante de
la mayoría al gefe del último gabinete , Perier no
se detuvo , á pesar de la gravedad de las c ircuns-
tancias , en dar su dimisión. En efecto , hubiera
dejado el poder si el inesperado ataque del Rey
de los Paises-Bajos contra la Bélgica, no le hubie-
ra obligado á eontiuuar en él En efecto la ma-
yoría mejor advertida y mas decidida, se pro-
nunció francamente á su favor y no le abandonó.
A pesar de esto, la alianza no fue tan pronta ni
taiirsólida que no se viese contestada mas de una
vez. Una minoría fuerte y fogosa , sostenida de
fuera por una opinión mas ardiente y mas fuer-
te , renovaba á cada instante los asaltos, cuyo




36 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


resultado aparecía siempre dudoso , y que siem-
pre termiuaban por su derrota. A esta pesada car-
ga que se aumentaba eada dia , consagró Perier
cou entusiasmo, con pasión , todos los dias de
una sesión laboriosa , y en esta senda le acom-
pañaron gloriosamente con tanto desinterés como
elocuencia Mr. Guizot , Mr. Thiers , y durante
mucho tiempo Mr. Dupin.


Varsovia acababa de sucumbir, y su caida l le -
naba á la Francia de dolor y de alarma. Hábiles
para apoderarse de las mas loables emociones de
la generosidad nacional , los facciosos esperaban
convertirlas en instrumentos de venganza , de re-
volución y guerra. París tomó un aspecto silen-
cioso , siniestro, y bien pronto amenazador; reu-
niéronse grandes grupos, y uno de estos cercó y
quiso insultar al Presidente del Consejo de minis-
tros , en aquella misma plaza, en la que en
Julio de 1830 arengaba, y arengabaá los soldados
de la dinastía destronada. Hablábase dé marchar
á las Tullerías, de marchar contra las Cámaras,
y al mismo tiempo la cuestión de la Polonia, es
decir , la cuestión de la guerra ó de la paz se
agitaba de nuevo en la tribuna: ¡Cuan grande era
este debate! ¡Nunca habia habido uno mas solera-




PEB.TEK. 37


n e ! ¡Encerraba el porvenir de la sociedad, los des-
tinos de la Europa! Perier triunfó, y la paz del
mundo fué conseguida por 116 votos de mayoría.
(Sesión del 21 de Setiembre). El ministerio llegó
sin revés alguno al aniversario del 13 de Marzo.
A esta época nada estaba determinado ; pero pa-
ra todas las cosas parecía asegurado un éxito fe -
liz, con la sola condición de la perseverancia. Exis-
tia ya una mayoría fuertemente unida en todas
las cuestiones políticas; el ejército esperimenta-
do ya en Lyon y Bélgica, merecía la confianza
Dacional; el crédito público se había levantado;
París estaba consagrado á la defensa de las ideas
de orden y de conservación ; la conferencia de
Londres , lenta en su marcha, no dejaba ya du -
da alguna sobre las voluntades pacíficas de la Eu-
ropa ; y la entrada en Bélgica, igualmente que la
espedicion de A n c o n a , había atestiguado que la
Francia conservando la libertad de acción , no
comprábala p a z , merced á una humillación. Pe-
rier empezaba á gozar de sus progresos; veia el
porwenir mas sereno, cuando una plaga mortal
cayó sobre la Francia , y vino á someter á nue-
vas pruebas esta sociedad tan probada ya. Perier
no concibió al principio fuerte alarma sobre los




3S PERSONAJES CELEBRES


efectos de esta invasión de un mal desconocido.
El domingo l.o de Abril acompañó al Duque de
Orleans al hospital, y visitó con él á las primeras
víctimas del cólera Los dias sucesivos fueron se-
ñalados por escenas odiosas , que ultrajaron y sor-
prendieren á la vez el orgullo de nuestra civili-
zación. Estas escenas afligieron cruelmente á Pe-
rier s no pudiendo menos de sospechar en ellas
alguna cabala de los enemigos del sosiego público,
é irritábase viendo continuamente desgarrada la
tela que tegia tan laboriosamente, á precio de su
reposo. El 6 Je Abril fue atacado del cólera, la
enfermedad fue terrible: pareció un instante ale-
jarse el peligro ; pero el enfermo estaba consu-
mido largo tiempo hacia, por la vida devoradora
de la tribuna y del poder , y asi después de una
larga y dolorosa lucha, sucumbió el 16 de Mayo
de 1832.


Casimiro Perier tenia entonces 55 años; fue
enterrado en el cementerio del Este, no lejos
de su hermano y de su amigo Scipion Perier y
Camilo Jordán. Una inmensa multitud asistió á
estos últimos y dolorosos actos. Los Sres. Ro -
yer-Collard, Bignon , Dupin , Bereuger, Davi-
llier y el Duque de Chosieul pronunciaron algunos




PERIER 39


acentos sobre su tumba. El reconocimiento de un
gran número de buenos mídanos ha levantado
un monumento á su memoria. Casimiro Perier
era de alta estatura, su fisonomía varonil y re-
gular ofrecía una espresion de penetración y de
viveza, que contrastaba Con la energía imponente
que le animaba cada instante. Su andar, su aire,
sus miradas tenian algo de imperioso, y él mis-
mo muchas veces decia r iendo: « ¿ cómo quieren
que yo ceda con la talla que tengo?»


Una vez tomada su resolución era invaria-
ble , porque era al mismo tiempo circunspecto
é intrépido. Si alguna vez Perier se entregaba
á la confianza, esto no leerá habitual. General-
mente juzgaba rigorosamente á los hombres, y
su lenguage era poco indulgente , aun cuando su
corazón no encerrara ni odios ni envidias. Abriga-
ba la pasión de vencer, no el deseo de dañar,
concibiendo difícilmente, y no apercibiéndose
sino con sorpresa, de las enemistades que le
suscitaban sus desdenes y sus triunfos. A pesar
de todas las malas pasiones conjuradas contra él,
Casimiro Perier tuvo verdaderos y tiernos amigos.
Reservado y frió para el mundo, en familia su
conversación era alegre y burlona, y alguna vez¿




40 P E R S O N A J E S CELEBRES.


reia con esa risa de los jóvéues de otra época,
divirtiéndose con mil puerilidades de la vida pri-
vada, desdeñadas hoy que la afectada seriedad
está á la moda. Acaso nos hemos estendido de-
masiado en los detalles de su carácter. Un pais
libre debe conocer, digámoslo asi, personalmen-
te los ciudadanos que notablemente le han servi-
d o , los hombres de Estado que le han dignamen-
te gobernado. Porque es preciso saberlo: donde
dominan las instituciones nacionales cada uno
puede decir : el Estado soy yo, porque el Estado
es la patria.






asáltala®


î m a n i o s s celebres id Щи XIX.




ISIDORO MA1QUEZÀ


<i T ú solo el arte adivinar supiste
Que los afectos acalora y calma:
T ú la virtud robustecer del alma,
Q u e al oro, al hierro á la opresión resiste.


Inimitable a c t o r , que mereciste
Entre los tuyos la primera palma,
Y a m i g o , a l u m n o , y émulo de Taima,
La admiración del m u n d o dividiste. »


L. F. DE MORATIN.


Si la vida pública de los grandes personajes es
patrimonio de la sociedad, lo será también con
razón la vida del que supo representar en la esce-
na teatral los afectos y pasiones, que tanta parte
pueden haber tenido en las acciones.de los gran-
des hombres. El arte de la representación teatral
le consideraremos siempre como bello é imitativa,
pues ha conseguido presentar á la vista de todos




2 PERSONAJES CELEBBE9.


los pueblos civilizados, un espectáculo útil y agra-
dable , que forma ya una parte muy esencial de
sus costumbres, de sus necesidades y de sus goces.
Siendo pues las arte* patrimonio de la sociedad,
lo es igualmente el renombre de aquellos artistas
que mas vigorosamente han luchado con las
enormes dificultades que presentan al ingenio hu-
mano. La memoria de consiguiente de los hom-
bres superiores en cualquier género, interesa á
la sociedad, porque es uu título de gloria que
la lisongea y ennoblece; y el arte de la repre-
sentación- teatral, que tantas vicisitudes ha espe-
rimentado entré nosotros, que con tanta incer-
tidumbre ha llevado sus pasos por un sendero
escabroso y desconocido, al cual ha negado cons-
tantemente sus luces la filosofía , no contribuye me-
nos que las demás al lustre de las naciones. La
nuestra, sin duda alguna, puede jactarse de
contar entre los títulos de su antigua fama los
anales de sil teatro ; porque en ellos se encuentran
innumerables ejemplos de lo que puede hacer el
gente, siguiendo sencillamente á la naturaleza.


No' hay duda en que esta señala k aquel el
camino que debe seguir, y le asegura el éxito
cuando no se aparta de la sencillez de sus má-




MAIQTJEZ. 3


(*) D . José de la Revil.a.


vimás; pero no es menos indudable que semejante
aserción lio parecería acaso tan exacta para nos-
otros, si el inmortal Maiquez no hubiese demostra-
do su evidencia en la escena. Su genio eminente-
mente grande, se elevó sobre la naturaleza y el
arte , sin que debiese mas que á la primera el
éxito asombroso de sus empresas.


El nombre de este célebre actor , tantas veces
repetido con aplauso: el testimonio de su mérito,
fijado como piedra de toque en todas las discu-
siones escénicas: el halagüeño recuerdo del en-
tusiasmo pi'tico que inflamaba á l o s espectadores
apenas desplegaba sus labios; todo cuanto tiene
relación con este hombre verdaderamente extraor-
dinario, interesa al honor nacional, y nos
impele á incluir en nuestra colección á tan d is -
tinguido artista, para perpetuar su n o m b r e , y
reverdecer los laureles que tantas veces supo
arrancar de la sien de Melpomene para adornar
su frente.


Para este trabajo, nos sirve el hecho é inédito
sobre la vida de nuestro primer trágico, por un
apreciable literato, (*) amigo nuestro, y cuyas




4 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


palabras, en la mayor parte, vamos á trans-
cribir.


Isidoro Patricio Maiquez nació en la ciudad
de Cartagena, en 17de Marzo de 1768, de una
familia que perteneció antiguamente á la clase
media de la sociedad, en la que se sostuvo con
mucha decencia, ocupando sus individuos algu-
nos empleos y dignidades, particularmente en la
carrera eclesiástica, á la que tuvieron inclinación
decidida. Pero los acontecimientos de las famosas
guerras de sucesión, arrebatando en el torrente de
los partidos el bienestar de innumerables persona?,
redujeron á la nada aquella desgraciada familia,
obligándola á ocuparse en diferentes artes, y con
particularidad en el de la seda, para atender á
su subsistencia. Mas estos recursos de la necesi-
dad debieron sin duda esperimentar notable de-
cadencia , puesto que Isidoro Maiquez, padre de
nuestro célebre actor , abandonó su oficio de
cordonero de seda, después de haberle ejercido
por muchos años, y se introdujo en los teatros
de varias capitales de España, en donde desem-
peñó con bastante aceptación los papeles de Galán
y Barba.


l ié aqui el origen de • casi todos los actores




MAIQtFZ. 5


que pueblan* nuestros teatros: hijos de padres
humildes 6 de familias desgraciadas, han encon-
trado en un arte, injustamente degradado y en-
vilecido, un asilo contra las privaciones ó la
mendicidad; y juzgando del teatro como juzga la
muchedumbre, han contado solamente con sus
fuerzas naturales, y no con los conocimientos
previos que exije el número asombroso de sus
dificultades; circunstancia que nos priva de acto-
res sobresalientes , y de la esperanza de que este
arte toque al último grada de su porfeccion.


El joven Isidoro, que desde su nacimiento
siguió á su padre en los diversos puntos en que
habia de trabajar, fue adquiriendo aquella afición.,
hija casi siempre del deseo dé imitar á nuestros
mayores, ó a las personas encargadas" en nuestra
infancia; si á esto se agrega la educación des-
cuidada que tuvo , como todos los hijos de actores
ambulantes, y que la única instrucción que ad-
quirió en su niñez fue la que podía proporcionarle
la lectura de cuantas comedias llegaban á sus ma-
nos , no estrañarémos que sus votos se dirigiesen
á ocupar algún día la esceua, y merecer los aplau-
sos públicos, que tan repetidas veces alcanzó en
ella su padre. Llegó á ser estremada su afición




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


cómica , ¿pesar dé la manifiesta oposición de su
padre, quien le tenia prohibida la entrada en el
teatro; prohibición que halló un medio ingenioso
de burlar, introduciéndose en él bajo pretesto de
llevar sillas á los palcos; operación que suele ha-
cerse en algunos teatros de provincia. Nada habia
otas lisonjero para el joven Isidoro que presenciar
«na representación y mezclarse en las, conversa-
ciones sobre asuntos cómicos , haciéndose cada
vez mas invencible su inclinación al teatro.


Firme pues en su propósito, y resuelto á ar-
rostrar las dificultades d« la profesión, se decidió
por fin á tentar el favor de la fortuna. Hizo sus
primeros ensayos en el teatro de Cartagena. Allí
guiado tan solo de su afición y de algunas lec-
ciones de su padre , se presentó por primera vez
á recibir desaires de sus paisanos, el que con el
tiempo habia de ser el embeleso de la Corte , y
objeto de admiración para nacionales y estran-
geros.


Pasó poco después al teatro de Málaga, donde
igualmente tuvieron mal éxito sus tentativas.
Maiquez no teuia en su primera juventud ningu-
na cualidad artística que le hiciese recomendable,
á escepcion de su figura que era interesante




MAIQUSZ. 7


y bella; per lo deroas carecía de acción , su voz
era oscura, y owao no tenia modelo que imitar,
falto su juicio del tacto fino y delicado que pro-
porcioea una educación esmerada , no podía des-
cubrir el verdadero camino >de Ja perfección
Sin embargo de sus desventajas, dolado de una
imaginación viva , penetrante , tenaz y vigorosa,
se afanó ¡netsantemente en buscar los mediosde
agradar á un publico, que tantas veces habia he-
rido su amor propio , y se ¡dedicó con el mayor
ahinco á descubrir los fundamentos de un arte
que, con serle familiar desde la cuna , le era no
obstante muy desconocido.


Asi prosiguió por algunos años, ocupando al
Jado de su padre la parte de segundo y tercer
Galán en los teatros de Cartagena, Málaga, Va-


(*) Haciendo memoria de sus primeros ensayos cómicos,
referia Maiquez á sus amigos , que en cierta ocasión repre-
sentó en Toledo la comedia intitulada: El Triunfo del
Jve María; y que sufrió tan estrepitosa h u í a , que indig •
nado por tan mal tratamiento salió del teatro y de la c i u -
dad sin concluir la función , y emprendió su viage á Ma •
drid vestido de m o r o , porque desempeñaba la parte de
Tarfe. Anduvo ¡i pie toda la noche con la m a y o r precipi-
tación ; de suerte que al rayar el alba se halló de la parte
acá de Hlescas, y coatinuaiido su marcha entró á deshora
en Madrid , taa risíMeoienU equipado c o m o salió de T o -
ledo.




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


lencia , Granada y otras varias capitales de la Pe-
nínsula, desmintiendo insensiblemente el mal con-
cepto artístico que al principio se formó de él;
hasta que por último resolvió su padre trasladar-
se á Madrid con toda su familia..


Verificada la traslación en 1791 , fue recibido
el joven Maiquez en la compañía de que era au-
tor Manuel Martínez, que á la sazón trabajaba
en el teatro del Príncipe (*). Su colocación fue
de un Parte por medio ó sea noveno Galán,
con partido de 17 rs. ; y con el mismo siguió
trabajando en el año siguiente en clase de sétimo
Galán, hasta que por fin , en el año 93 subió al
puesto de sobresaliente , con partido de 20 rs.


La postergación en que se halló durante estos
tres años , parece debia haberle eonducido á se-
guir las huellas de aquellos que mas gozaban del
aura popular , como hacen casi todos los que si-
guen esta profesión ; pues este es el medio mas
sencillo de eludir las dificultades, aunque no el
roas seguro para labrarse aquel concepto sólido
que trasmite la fama del artista á la mas remo-


(*) Es de advertir que hasta el año 1 8 0 0 , poco mas ó
m e n o s , no tenían las compañías teatro fijo , y alternaban
en ambos por temporadas.




M A I Q U E Z . 9


ta posteridad, presentándole como un modelo
perfecto del arte. Pero Maiquez á ninguno imi-
tó : su fuerza de alma le hacia mirar con des-
precio los efímeros triunfos de sus compañeros,
juzgándolos como ex-abruptos del mal gusto de
su t iempo, según la idea que él habia llegado á
formar del arte; y sobre t o d o , debió á la natu-
raleza un carácter indomable , y una tenacidad
en sus ideas , que no le permitía prestarse fá-
cilmente á otro dictamen que el s u y o , con par-
ticularidad en materia de declamación. Si esta
tenacidad de ideas podia juzgarse como un de-
fecto en contradicción con su trato agradable y
franco en sociedad , fue al mismo tiempo una
ventaja para é l , que tenia que luchar contra el
mal gusto de sus contemporáneos , y obligarlos
con una admirable constancia á abandonar el ca-
mino de lo falso para dirigirse al de lo verdade-
ro , y convertir el desprecio con que antes lo mi-
raban , en una profunda admiración y un entu-
siasmo de que no hay ejemplo en la escena es-
pañola.


Sin embargo , celoso Maiquez de su reputa-
ción , aunque aparentaba desdeñarla por su cons-
tancia en seguir el plan que se habia propuesto,




iO P E R S O N A J E S CELEBUKS.


se ausentó de Madrid el año 9 4 , y pasó xl tea-
tro de Granada en calidad de parte principal. Sa-
bido es que estas «migraciones de los actoros á las
provincias les producen ventajas considerables para
sus ajustes en los años siguientes , si son recibi-
dos con aplauso en aquellas. Isidoro contó con
esta circunstancia para asegurarse mejor en la
escena; calculando que esta corta auseucia debi-
litaría algún tanto la prevención con que le oia
el público madrileño.


Regresó el año siguiente á Madrid , y disfrutó
dos años el partido de 20 rs. y el tercero el de
24. En esta época , ya fuese porque Maiquez
desarrollase mas sus talentos cómicos ó porque
la costumbre de verle y oirle hiciese tolerables
sus defeetos, lo cierto es que comenzó á arran-
car los aplausos que le habían sido negados basta
entonces. (*)


El mal gusto dominante entonces en la es-
cena , y el amanerado y ridículo sistema de de-


(*) Maiquez se dio á conocer en la representación El
Pastelero de Madrigal, comedia que desempeñó siempre
con soberana maestría. Asi pues , decíase en el puehlocuan-
d o se hablaba de esta función , solamente sabe desempe-
ñarla bien el marido de la Prado, sobrenombre con el cual
era entonces solamente conocido.




M A I Q U E Z . I I


elatnacion adoptado por nuestros antiguos actores
para agradar al pueb lo , contribuyó no poco á
que Maiquez fuese mirado con disgusto por su
estilo totalmente desconocido en la escena. Pero
persuadido este actor de que el teatro debe ser
una imagen exacta de la sociedad, y que los
personages en él introducidos han <le hablar,
moverse y gesticular como los demás hombres,
sometiendo el estilo y los ademanes , á las leyes
de la conveniencia y buen gus to , no podía ad-
mitir jamás en su sistema aquella acción arti-
ficiosa , complicada y pintoresca de sus compa-
ñeros : aquel tono declamador, enfático y caden-
c ioso , que ahora ya seria intolerable á nuestros
o ídos ; y aquellos juguetes de escena tan triviales
y ridículos , tan agradables entonces á los especta-
dores , y que en realidad trasformaban en farsas las
obras dramáticas mas recomendables. No accionar,
no gesticular como un demente , era ser frío:
no declamar con énfasis y casi cantando, era
ser insulso. Contra estas dos grandes máximas
de naturalidad y buen gusto pecó Maiquez , y á
ello *debió los dictados de Galán de invierno,
agua de nieve , voz de cántaro, y otros varios
sumamente satisfactorios, con que le agasajaron




12 P E B S O N AJES CELEBRES.


sus contemporáneos. Verdaderamente no debió'
á la naturaleza voz l impia, sonora y armoniosa,
cual era de desear en un actor de su clase;
pero en recompensa le dio sobrado talento para
conocer la necesidad de hacer de ella un estu-
dio muy detenido, á fin de modularla y hacer-
la , no solo tolerable y profundamente trágica,
sino también sumamente apta para la espresion
mas delicada. D u l c e , tierna y patética , al par
que noble , magestuosa y terrible, en su boea
Se oyeron los acentos mas sublimes del dolor,
y los ecos mas espantosos del furor y la deses-
peración. La mas notable es que no se sabe
hiciese estudio alguno declamatorio , sino en el
acto de ensayar con sus compañeros.


La parcialidad de sus contemporáneos llegó
hasta el estremo de negarle espresion en la
fisouomia, cuando es poco menos que imposible
se presente quien reúna ventajas tan escesivas
en esta parte.


Era pues un espectáculo sumamente interesan-
te , el contraste singular que ofrecía , por una
parte la opinión general conjurada en contra de
un actor abandonado a s í mismo, y por otra
la impavidez y constaucia con que este atleta




M A I Q U E Z . 13


imperturbable caminaba tranquilamente al térmi-
no de sus afanes , cual si descubriese en lonta-
nanza el premio que les reservaban la impar-
cialidad y la justicia. Así pues sostuvo con heroica
constancia una lucha desigual y [ tenaz con el
público.


El año 1798 se formaron trescompañias igua-
les , con el objeto de que una de ellas pasase á
trabajar á los Sitios Reales ; y en la destinada á
este fin le cupo á Maiquez la parte de primer
Galán, con los mismos derechos y obvenciones
que disfrutaban los actores de Madrid. Esto fue
ya dar un paso muy agigantado hacia su en-
grandecimiento , y su amor propio se lisongeaba
viendo casi patentizado su principio favorito ; á
saber , que la, constancia y el tiempo todo lo
vencen, y que los obstáculos opuestos a una
innovación en sus principios, noimpiden sea por
fin admitida con aplauso, si tiene por apoyo
la razón.


En el año 99 llegaron al colmo sus deseos y
e s p e l u z a s , ocupando en Madrid la parte de
primer actor. Colocado ya en ei puesto único á que
podía aspirar, se propuso presentar á los ojos
de los espectadores el tesoro de sus conocimien-




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


tos , por tanto tiempo despreciados, y adquiri-
dos en la oscuridad de su anterior clase, á fuer-
za de observado,íes y meditación. La real jura
de Artaxerxes, el Severo Dictador y la tragedia
de Radamisto y Zenobia se pusieron en escena
con una ostentación y magnificencia desconoci-
das basta entonces . el concurso al teatro fue
inmenso, y el nombre de Maiquez corría con
elogio de boca en boca.


Parecía que nada quedaba que hacer á Maiquez
después del triunfo conseguido; pero era actor
sublime y no cómico adocenado. Lo que para
otros hubiera sido un motivo de indolencia
f ridicula presunción, fue para él un nuevo es-
tímulo Los nombres de Taima, Kemble , Lafond
y otros actores estrangeros llegaron á sus oídos,
)* su talento perspicaz conoció bien pronto, que
asi como el teatro moderno francés había hecho
progresos rápidos en la poesía dramática, era
consiguiente los hubiese hecho también el gusto
en él arte escénico. Convencido de esta verdad,
impulsado por el deseo de saber, considerárdose
capaz de hacer cuantos esfuerzos son necesarios
para sobreponerse á las dificultades de un arte
tan escabroso, y animado por el noble orgullo de




MA1QUEZ. 15


rivalizar algún (lia con aquellos hombres célebres
y acaso superarlos, resolvió en el Otoño del mismo
año pasar á Paris; resolución que sorprendió g e -
neralmente á todos , y dio lugar á la crítica de
algunos. Conseguido el permiso del Gobierno y de
las compañías cómicas, faltábale solamente reu-
nir los ausilios pecuniarios indispensables para
tan largo viaje. Contaba soto con la asignación de
400 reales mensuales que le señaló G o d o y j p e r o
no siendo esto suficiente, vendió todas las alhajas
de su uso y sus ropas teatrales, y ademas sacó
del fondo que cada teatro tenia destinado paralas
jubilaciones, la parte que le correspondía,sacri-
ficando asi el derecho á la jubilación. Rasgo que
manifiesta eon cuanta seguridad calculaba el éxi-
to de sus tentativas, y cuanta osadía presta á las
almas fuertes el deseo insaciable de conseguir
los que le animan. Con estos recursos y algu-
nas cartas de recomendación, llegó á París, diri-
giendo su conato desde el momento á entablar
relaciones con el coloso de la escena francesa , á
quien Maiquez respetó siempre, aun antes de pisar
las márgenes delSena. Sus relaciones con Taima,
durante su permanencia en París, fueron solo
las que permitía la preponderancia en que se lia-




1 6 PER SON A JES C E L E B R E S .


liaba el. actor francés, y el ningún prestigio que
acompañaba al español. Asi fue que le costó bas-
tante trabajo conseguir que se le permitiera estar
entre bastidores, única fineza que debió por ento-
nces á los actores franceses.


Sin embargo , Maiquez sin desalentarse, se
dedicó obstinadamente á conocer las obras ma-
estras de la poesía dramática, y el verdadero
fundamento del arte de la representación. La
grandiosidad y sublime espresion de Ta ima; la
fuerza y vehemencia de Lafond ; la delicadeza de
Mlle. Mars ; la dignidad Mlle. George ; la energía
de Mlle. üucbesno is ; la naturalidad de Clauzel,
todo llamó y fijó su atención ; y de todo lo bue-
no que encontró en estos actores se propuso for-
mar un modelo ideal , un tipo constante de su
egecucion escénica. Asi lo escribía á sus amigos
refiriendo á uno de el los, al contarle el efecto
maravilloso que habian producido en su alma las
primeras representaciones que vio en París, que
al ver ejecutar á Taima el papel de Hamlet, es-
clamó : «Y soy yo primer actor en Madrid, es-
tando este hombre en el mundo!»


Taima en lo trágico y Clauzel en lo cómico,
fueron sus principales modelos , sin copiarlos ser-




M A I Q U E Z . 17


vilmente como algunos han creído ; pues Maiquez
tenia demasiado talento, para engañarse hasta
el punto de creer que todos los medios de espre-
sion son aplicables á todos los países, y mucho
orgullo natural para contentarse con el mezquino
título de copiante. Su estudio fue el que puede
hacer el gen io , abandonado á si m i s m o , r o el de
•un escolar que sigue ciegamente la rutina de-su
maestro.


Permaneció Maiquez en París el resto del año
1799 y la mayor parte del 1800 , regresando á
Madrid con la mayor premura ; y después de
zanjar en pocos días algunos negocios que recla-
maban su presencia, volvió á París donde le
llamaba el objeto primario de sus constantes des-
velos. Habiendo cesado al tercer ó cuarto mes la
asignación concedida por G o d o y , quedó ateni-
do á un escaso socorro que alguna vez le envia-
ba su mujer ; al corto remanente que le quedaba
del dinero tomado en Madrid, y al poco dinero
que le dieron por sus l ibros ; y como al mismo
tiempo desease recoger los aplausos lísongeros que
le reservaba la Corte , resolvió regresar á su pa-
tria á principios de 1801.


Llegó á Madrid reducido á la mayor miseria
2




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


pues eomo él referia muchas veces, los cabellos
se le salian por las roturas del sombrero ; púsose
á la cabeza de una compañía cómica , compuesta
en la mayor parte de principiantes ó aficionados,
y con la confianza que su mérito le inspiraba,
abrió el teatro dé los Caños del Peral ¿ y dio prin-
cipio á sus representaciones en Junio del mismo
a ñ o , con la comedia El Zeloso confundido, que
fue muy bien ejecutada y estraordinariamente
aplaudida, lo mismo que las demás que le siguie-
ron. El nombre de Maiquez resonaba con aplauso,
pero este mismo estado de preponderancia debi-
do .á su mérito , era precisamente lo que con
mas fuerza despertaba la envidia de sus émulos,
quienes no cesaban de rebajar por todos ¡os m e -
dios posibles la grande opinión que habia sabi-
do labrarse desde su vuelta de Francia. Acusá-
banle unas veces de simple copiante de Taima,
y otras de que si era escelente en la tragedia no
asi eti la Comedia Maiquez, cuyo amor propio era
tan colosal eomo su mér i to , no podiendo per-
manecer por mucho tiempo indiferente á detrac-
ciones tan gratuitas como injustas, creyó llega-
do el momento de confundir á la ignorancia, é
invadió instantáneamente todos los géneros de




M A I Q U E Z . 19


la poesía dramática, asi antigua como moderna,
nacional como estrangera , sin que en ninguno
dejase de ser siempre el mismo , siempre supe-
rior á las dificultades , siempre en fin inimita-
ble. Garda del Castañar , Fenelon, El F~ano
humillado, Ótelo, Orestes , El Pastelero dé Ma-
drigal, La Casa en venta , El mejor Alcalde
el Rey, La Zaira, El Rico Hombre de Alca-
lá , El Distraído, El Diablo Predicador, Pe-
layo , el Convidado de Piedra , Numanciá des-
truida , y hasta la opereta de El Califa de Bag-
dad , hallaron en Isidoro un actor digno de de -
sentrañar profundamente las pasiones , los carac-
teres y situaciones que encierran, dando á m u -
chas de estas composiciones una celebridad no
merecida. Los mismos Franceses que por los años
de 10 y 11 le vieron en una ocasión pintar con
la mayor vehemencia los Furores de Cain,
y al dia siguiente revestirse de la piedad y
mansedumbre del Arzobispo de Cambray, con-
fesaron unánimemente que su célebre Taima no
era capaz de sostener un tránsito tan asombro-
so entre caracteres tan opuestos. El célebre trá-
gico inglés Kemble , con quien Maiquez entabló
también relaciones de amistad en Madr id , tuvo




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


la modesta y franca ingenuidad de confesar que
el trágico esprñol aventajaba á cuantos la opi-
nión designaba como sus rivales.


Nos seria imposible seguir la serie de triun-
fos que obtuvo Maiquez hasta el año de 1805, en
que algunas intrigas de bastidores irritaron su
genio poco sufr ido, y le decidieron á dejar el
teatro y la capital, y marchó aquel mismo año á
Zaragoza , donde recibió pruebas del alto aprecio
que de él se hacia. Su ausencia (convertida en
destierro por orden de Godoy que juzgó ofendi-
da su autoridad por haber mediado en el asunto),
influyó sobremanera en la suerte de los teatros
de la capital ; y fueron tantas las reclamaciones
y tan grandes los murmullos del público, que en
1806 obtuvo Maiquez permiso para regresar á Ma-
drid, con motivo de hallarse su padre gravemente
enfermo ; y apenas llegó , consiguió también el de
representar en el teatro del Príncipe, reciente-
mente reedificado.


Llegó el año 1808, y la ocupación de la capi-
tal por las tropas francesas. El caráoter esparta-
no de Maiquez no podia doblegarse fácilmente
al yugo de una dominación estrangera , contra
la cual se declaró abiertamente ; por cuyo moti-




MATQJUEZ. 21


vo tuvo que huir á Granada, desde donde se tras-
ladó á Málaga (*) Su emigración duró poco tiem-
po : volvió á Madrid en 1809, y aunque por su
profesión nada hubiese de temer bajo la dinastía
intrusa, lo intolerable que se le hacia la domi-
nación francesa acaloraba su imaginación poco
precavida, y dio lugar á que se le delatara al G o -
bierno como enemigo. En consecuencia se decre-
tó su traslación á Francia, en calidad de reo de
Estado ; pero sus amigos lograron que se revo-
case tan arbitraria sentencia, y desde Bayona don-
de habia llegado, regresó á Madrid.


Los franceses tardaron poco en reconocer el
mérito de Maiquez, y el mismo José Bonaparte
asignó al teatro del Príncipe la cantidad de 20,000
reales mensuales, como ayuda de costa; gracia
debida en gran parte al relevante mérito del D i -
rector y primer G.alan del teatro, no siendo esta
la única prueba de aprecio que le dio José B o -


(4) En Málaga corrió gran riesgo la vida de Maiquez por
la ligereza con que se juzgaba en aqueila época de las
opiniones políticas. Habiendo acudido á sacar una carta
del correo, le tuvieron por sospechoso, y esto bastó para
que la muchedumbre se apoderase de su persona, gritando
muera ese traidor , y le condugeron á la cárcel pública.
Mi l ; grasamente salió ileso de aquel alboroto , pero no sin
grande riesgo f




22 P E B S 0 N A J B 8 CELEBRES.


ñaparte durante su permanencia en Madrid-
Bastó esto para que el pueblo que juzga siem-


pre con ligereza, calificase de adicto al sistema
político del Conquistador de Europa , al que pocos
años antes fue persiguido por patriota. A conse-
cuencia de tan injusta prevención, cuando las
tropas enemigas evacuaron la capital, el público
se retiró del teatro del Príncipe, y no volvió a él
hasta que el tiempo y los esfuerzos de la compa-
ñía consiguieron debilitar su animosidad é injus-
ticia. Puede decirse que aquella época fue el prin-
cipio de las desgracias que, en medio de aplausos y
de gloria, persiguieron á Maiquez hasta el sepulcro.


Anulado en Mayo de 1814 el sistema consti-
tucional, fue acusado Maiquez de adicto á él,
y puesto en la cárcel pública. Su delito consistió
solamente en la representación de algunos dramas
que respiraban ideas de libertad. Los buenos
oficios de la amistad consiguieron conjurar la
tormenta que le amenazaba , y trasladarle desde
el calabozo á la escena. Resfriada con el trascur-
so del tiempo la animosidad de aquellos partidos,
continuó Maiquez recogiendo aplausos hasta el
año 1817 , en que: habiéndose indispuesto con
sus compañeros, abandonó el teatro y se fue




H A I Q U E Z .


á Córdoba, en donde permaneció algunos meses
en aomuañia del Marqués de Vega Armi j o , á
quien debia un aprecio particular. (*) En 1818
dejó la ciudad de Córdoba con intento de volver


(*) La causa de las desavenencias de Maiquer coa sus
compañeros, era el estado de insubordinación é indiscipli-
na en que encontró á las compañías cómicas al ponerse
a su cabeza. Maiquez no podía tolerar la indiferencia y el
poco orden. qu,e se observaba en los ensayos. Para corre-
girlo ordenó en una ocasión que todo el que no estuviese
á las diez en punto, en el escenario para dar principio al
ensayo, pagaria una multa.- Al día siguiente todos asistie-
ron con puntualidad, menos él que habia dejado pasar la
hora de intento, para é a r por si mismo el ejemplo de s u -
misión ; acusado por sus compañeros , depositó tranquila-
mente la multa y principió el ensayo.


Usaba con sus compañeros uní lenguage casi siempre
a c r e , y las siguientes anécdotas pintan m u y al vivo el ver-
dadero carácter de Maiquez , y el estado de violencia en
que se hallarían el y sus campaneros.


Una í b l r k que ya no existe , se hallaba cr¡ su camarín
consumiendo un cigarro p u r o , olvidada de que su presen-
cia era necesaria en el ensayo. Maíqaez se a«prcó á la puerta,
y sin p^sar adelante, con un tono m u y sosegado la dijo:
«Señor cabo de escuadra, cuando V . haya chupado ese ha -
bano tendrá la bondad de bajar al ensayo.» La actriz m u
d ó de c o l o r , arrojó el cigarro, y sin responder una sola
palabra fue inmediatamente adonde su obligación la lla-
maba.


E i otro ensayo, y después de haber advertido inútilmente
á uno de los actores su falta de acción, le asió los brazos
por detras, y agrándeselos fuertemente le dijo lleno de c ó -
lera : «Para que quiere V , esos miembros ? ¿ N o tenemos
las piernas para andar? ¿Pues por ventura cree V . que
los brazos penden inútilmente de les hombros,? » / * .




26 PEHSONAJRS CELEBJIES.


tuÚQA con los directores de escena, hubiera hecho
un servicio importantísimo á los espectáculos
escénicos , á los progresos de la poesía dramática,
y al honor y decoro que merecen sus autores,
tantas veces ajados por la necia presunción é ig-
norancia de los directores de las compañias cómi-
c a s , quienes jamás debieran juzgar de otra cosa
que del efecto teatral de las composiciones. (*)


Maiquez , á pesar de su estraordinario mérito
y de los inmensos gastos que le ocasionaban sus
representacionnes trágicas , no consiguió jamas
que su partido escediese de 60 reales, á escep-
cion los años 811 y 1 2 , en quedisfrutó 70: y
mientras que Taima recorría las capitales de
Francia y volvía á París cargado de riquezas,
Maiquez yacía casi 'en la miseria absteniéndose
muchas veces de ejecutar algunas funciones por
falta de medios. Así por esta causa, como por poder
pagar algunas deudas contraídas en el año 17, se vio
obligado á trabajar por su cuenta todo el mes de Ju-
lio del 18; y el público de Madrid debió á tan ines-
perado incidente el ver en pocos días las obras favo-


(«) H o es España e!. único país en que ha tlomiuado se-
mejante abuso. ¿Quién creería que los inmortales Corneille
y Raciue tuvieron que mendigar el favor de los actores de
a s t i e n p o , y sufrir pacientemente sus repulsas?




MilQuez . 2 7
ritas con que le habia tenido admirado, por espacio
de muchos años. Pero este esfuerzo eslraardinario,
que se puede llamar su despedida del teatro, «n
una estación tan ppco á propósito para trabajar en
el género trágico-, acabó de arruinar su quebran-
tada salud.


A pesar de su notable deterioro, Maiquez
continuó trabajando algunos meses, y en el de
Setiembre del mismo año recibió la prueba mas
lisonjera del estraordiuari© aprecio qne le dis-
pensaba el público. Representó á Gareia. del
Castañar, y apenas se presentó en la escena s o l -
taron desde la tribuna dos palomas, llavando
pendientes del cuello unas targetas en alabanza
de Isidoro: obsequio que ya habia recibido an-
teriormente en los Caños del Peral, después de
su regreso de Francia. Si bien pudo lisongearle
este nuevo t r iunfo , no desconoció tampoco á
cuantos riesgos le esponia , en medio de una Corte
suspicaz, que con recelo y aun envidia , miraba
los muchos laureles conque el pueblo entusiasma-
do adornaba su cabeza. Así pues, al entrar dentro
de bastidores, dijo sumamente conmovido a sus
compañeros: «| Amigos míos me han perdido!»Vati-
cinio confirmado después por una tristeesperiencia.




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Sin embargo de encontrarse Maiquez cada vez
mas d é b i l , dio una prueba de los esfuerzos de
que era capaz. Hacia los meses de' Octubre ó
Noviembre del mismo año. , pidió el Rey la tra-
gedia de Pelayo con baile en los entre actos.
Conociendo Maiquez que semejantes intermedios
son los mas contrarios al efecto trágico , se pre-
sentó al Corregidor, y después al Ministro de
Gracia y Justicia, á fin de ver si conseguía que
S. M. variase de idea ; ofreciendo en vez de
los bailes , comedias en un acto para los interine,
dios. Accedió á ello S. M. la víspera de la
egecucion ; y entonces Maiquez dispuso para
primer intermedio El Español y la Francesa;
para segundo Laprueba feliz ; y para tercero El
Cuadro. En todas estas piezas trabajó é l , pero
estas desusadas y frecuentes tareas de aquel
año, redugeron su naturaleza al último estremo
de decaimiento.


En tal situación . se empeñó en egecutar la
Numancia , sin que bastaran á disuadirle las re-
flexiones de sus amigos ; verificóse la represen-
tación en las noches del 24 y 25 de Noviembre
de 1818; y en la última se declaró la penosa
enfermedad , que los facultativos calificaron de




M A I 0 . U E Z . 29


mortal. Restablecióse sin embargo á fuerza de
cuidados de sus amigos y de los recursos del-
arte , y él mismo se complacía en anunciar que
pronto pondría en escena El Jugador y la tra-
gedia titulada , Makbet , cuando una de las conse
cuencias desumalhadado reglamento de teatros vino
á consumar el sacrificio de su vida.


La dependencia absoluta en que Maiquez se
hallaba respecto de la autoridad inmediata de los
teatros , cual era entonces la del juez protector,
debió haberle hecho mas prudente y menos obs-
tinado de carácter ; pero lejos de hacerlo asi, una
pugna sostenida sin objeto contra el juez protec-
tor , y las continuas reclamaciones del actor Prieto
para que Maiquez desempeñase su parte, dieron
ocasión á que la conducta de este se tuviese por
sospechosa. Alegaba él la gravedad de sus pa-
decimientos físicos, que fueron calificados de es-
peciosos pretestos. Reiteráronse las órdenes de la
autoridad conminándole sino se presentaba en la
escena; y aunque con solo presentarse una no-
che, hubiera justificado su negativa , se obstinó
absolutamente en no hacerlo. Este rasgo de te-
nacidad acreditó el hecho aparente de desobe
diencia á la autoridad ; elevado todo á conocí




50 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


miento del Rey , sin mas trámites ni formalida-
des, se decretó la jubilación de Maiquez y su des-
ierro á Ciudad-Real.


El dia 18 de Junio de 1819 le comunicaron
la Real Orden, y en el mismo presentaron las dos
compañías cómicas una representación al R e y , en
nombre de Maiquez, en la que como prueba de
que su ánimo no habia sido desobedecer á la
autoridad, pedia se le concediesen algunos dias
de termino para ensayar las funciones que ha-
bia de egecutar, no obstante el peligroso estado
de su salud. La esposicion llegó tarde ,y ni la
amistad ni el favor bastaron á contener los efec-
tos de una sentencia sin apelecion. Con una es-
colta de caballería y en un carruage que se le hizo
pagar, salió Maiquez para su destierro en la ma-
drugada del siguiente dia.


Al principio esperiméntó alguna mejoría; pero
tardó poco en recaer peligrosamente, y se cer-
cioró de que el clima de Ciudad Real no le con-
venía. Solicitó y obtuvo permiso en 30 de Agos-
to de 1819 para dedicarse á su profesión en An-
dalucía , privándole de pasar mas alia de Sevilla.
Trasladóse á Granada, a donde llegó el 29 de No-
viembre , habiéndose visto precisado á vender en




M A I Q U E Z . á l


un pueblo varios cubiertos de plata para poder
continuar su marcha. Llegó enfermo y poseído
de una estremada hipocondría, pero apesar del
mal estado de su salud, ya sea que su espíritu
le engañase, ó acaso, y es lo mas cierto, le for-
zase, á ello la necesidad , distribuyó los papeles
para representar las tragedias de Niño II, y Ores-
tes, destinando el producto de ambas representa-
ciones á establecimientos de beneficencia, apesar
del mal estado de sus.intereses. Negóse á acep-
tar sumas cuantiosas que se le ofrecieron para
tomar la empresa por un a ñ o , decidido á soste-
ner en ella con las entradas á un amigo suyo,
comerciante de aquella ciudad , que se habla ar-
ruinado en los años anteriores con la misma ne-
gociación. Hizose ilusorio S H generoso proceder,
pues dominado de un mal interior desconocido,
pero harto eficaz para producir suspensiones tan
largas en la respiración que parecía imposible
pudiese vivir tanto tiempo sin ella , y manteni-
do ademas con agua sola , adquirió tan escesiva
pesadez que no le permitía moverse. De aqui re -
sultó hinchársele los pies > lo que le impedia mo-
verse, alarmando el progreso de la hinchazón aguan-
tes le rodeaban, y un dia perdió Maiquez los




32 P E R S O N A J E S CELEBRES.


sentidos que recobró con los socorros de la me-
dicina ; pero advertido del riesgo en que se habia
hallado, pidió le suministrasen los ausilios espiri-
tuales. Veinte y cinco días transcurrieron hasta
que espiró con la mayor tranquilidad el 18 de
Marzo de 1820 á los 52 años de edad.


Ocioso será decir que no obstante la total
decadencia de sus intereses nada faltó á Maiquez
desde el momento en que llegó á Granada. La
amistad suplió á la fortuna: todo fue prestado;
y t»do hasta el honorario del facultativo, se sa-
tisfizo escasamente con sus ropas teatrales, único
caudal que poseia por premio de su relevante
mérito. La compañía del teatro del Príncipe de-
seosa de aliviar la desgraciada suerte de su ilus-
tre compañero á pon.o tiempo de haber sido des-
terrado, le asignó 12,000 reales anuales ademas
de su jubilación; pero la muerte no le permitió
disfrutar de este beneficio. Pobre y desvalido de-
bió á la amistad todo cuanto puede exigirse de
ella y á la piedad cristiana la humilde fosa que
guarda sus cenizas.


Posteriormente el distinguido actor D . Julián
Romea mandó exigir en la ciudad de Granada un
monumento a la memoria de su ilustre antecesor.






>:{ Ü3 ilL ! & *¿T lía


Тетивм» c ä c k t t M KitjloXiX.




31. BERRYER. ^


«Desde Mírabeau nadie ha igualado
á Mr. Berryer.»


GORMBNIN. — Oradores parlamenta-
rios.


«He consagrado m i vida á defender
la antigua al ianza,del trono c o n la
libertad.»


BERRÍER.


En 1792 , algún tiempo después de los atro-
ces dias de Setiembre, un abogado distinguido
del foro de París, sin tener el certificado de ci-
vismo , y huyendo de la persecución, se hallaba
en Blois defendiendo no se que pleito, contra un
defensor oficioso; sabido es que la Asamblea
constituyente, al trastornar la gerarquía judicial
habia principiado por crear los defensores oficio-




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


s o s , es d e c i r , habia dado á cualquiera el dere-
cho de abogar por cualquiera otro. El lejista im-
provisado fastidiaba á los jueces y al auditorio
con su malhadado discurso. El hijo del abogado,
niño de dos años y m e d i o , asistía á la audien-
cia , y mas que otro alguno se impacientaba con
la pesada facundia del defensor oücioso; de re-
pente , no pudiendo contenerse m a s , Se levantó
con viveza, y dijo á su madre: «Mamá basta ya,
esto me fastidia, vamonos.»—«Visto , dijo el Pre-
sidente , encantado del dicho del pequeño inter-
ruptor , entregad los documentos y el tribunal
juzgará.»


Cuarenta años mas adelante, en la misma
ciudad , en el mismo rec in to , aquel mismo ni-
ño , gefe de part ido, orador poderoso , iba á
defender su libertad y su vida ; auditorio , abo-
gados y jurados se levantaban respetuosamente
ante aquel ilustre acusado ; todos los corazones
palpitaban á los acentos de su retumbante y so-
nora v o z ; bastábanle algunas palabras para triun-
far , había ya Cesado de hablar y aun le estucha-
ban , sin que nadie se acordase seguramente de
gritar: ¡basta!


• Fácil es conocer que el niño de quien 'habla-




BERR-YER. t


mos antes , el grande abogado , y Mr. Berryer son
una misma persona.


Decir que Mr. Berryer es á un tiempo la,glp<
ria del f o r o , el águila de la tribuna francesa^
y el porta-estandarte de la legit imidad, es decir
una cosa sabida por las cinco partes del mundo.
Faita saber cómo se ha formado esta poderosa
trinidad , cómo ha pasado Mr. Berryer de los
bancos de la escuela á los tribunales , de los
tribunales á la tribuna , y cómo allí este plebe-
y o , campeón glorioso de los descendientes de San
Luis, ha conseguido hacerse hoy escuchar y aplau-
d i r ; él, símbolo de una causa vencida, arrojado
sin mas armas que su palabra en medio de las
falanges enemigas , y parecido , como ha dicho
un escritor, á uno de aquellos paladines gene-
rosos y heroicos que desafiaban ellos solos á un
ejército entero.


Pedro Antonio Berryer nació en París el 4
de Enero de 1790; su padre ocupaba ya antes
de la revolución una posición importante en el
forg. Prudente é instruido , veia en las veleida-
des de independencia de los señores del Parla-
mento, el paladium de la l ibertad; elocuente y há-
bi l , hubiera podido, como tantos otros abogados




4 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de aquella época, perorar en el seno de la Asam-
blea constituyente, de la legislativa , ó de la
Convención; como tantos otros también hnbie
rñ 'podido hacerse decapitar por la comisión de
salud pública ; prefirió permanecer apartado,
deplorando la ruina de los antiguos privilegios
de la orden , y educando á su hijo en el amor
de las instituciones, á cuya sombra la Francia
se había engrandecido durante tantos siglos.


Cuando hubo pasado lo mas recio de la tor-
menta revolucionaria, Mr. Berryer confió su hijo
á los padres del Oratorio de Juil ly , que entonces
como ahora se distinguía por los fuertes estudios, y
sobre todo por el cuidado que se tenia en la edu-
cación religiosa. El joven Berryer dio pronto
muestras de una inteligencia y de una pereza que
corrían parejas; fue un escolar mediano, que
trabajaba por intervalos, muy débil en la versión
griega, pero soberbio algunas veces en la ampli-
ficación ó en el discurso francés. Por contra tenia
notable piedad y fervor, hasta tal punto, que
después de haber estudiado filosofía quería abso-
lutamente ser sacerdote, y costó mucho trabajo
el impedir que entrase en un Seminario.


¿Quién podría calcular el papel que tal vez




B E R R Y E B . 5


Iiubiera represeutado este nuevo Bossuet, de quien
lia hecho el destino un Mirabeau monárquico?
Figúrese cualquiera á este hombre tan elocuente
en la tribuna , subido en un pulpito , ante un pue-
blo entero , muerto para la creencia, y sediento
sin embargo de creencia ; figúresele , animado por
el entusiasmo de l a f é , llamando á las naciones
á D i o s , con esa voz que derriba ministerios (es
cuanto puede demoler en el dia la voz de un
orador), y luchando cuerpo á cuerpo con el egoís-
mo y la indiferencia, este doble y monstruoso
cáncer que corroe las sociedades modernas. ¿Quién
conoce los misterios de lo posible ? ¿ Quién puede
decir, si lo que no pudo conseguir un La-Men-
nais hace veinte años con un hermoso l ibro , n o
lo hubiera hecho Berryer con su palabra ?


De todos modos , aquella primera educación
religiosa dejó en el corazón del joven una impre-
sión indestructible. De tal modo, que Mr. Berryer»
ha pasado su vida examinando millares de proce-
s o s , metido hasta el cuello en el materialismo de
los > negociós y las disipaciones del inundo , y sa-
boreando los placeres de todas clases que se le
presentaban; y sin embargo , siempre ha sido ca-
tólico ferviente. La fé religiosa de Mr. Berryer,




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


según sils amigoá, es verdadera y sincera en el
fondo , pero muy maleable, muy dúcti l , muy
poco austera, muy poco canónica en la forma.


Mr. Berryer no tuvo qué vencer todos los
obstáculos que han embarazado á la mayor par-
te de los hombres eminentes al entrar en el
mufiáOi Su p a d í é , que tenia entonces una de
tes mas grandes clientelas de aquella época , v io
desde el momentd que adelantaría mucho y
aprisa en la carrera del foro ; no se- equivocó,
pues él joven debia á la naturaleza las cualida-
des íjue constituyen un orador: voz clara y fuerte,
üo semblante hermoso y eápresivo, grandes pul-
mones, organización apasionada de tribuno, nada
tefaltaba. Después de pasar algunos años entre el
estudio teórico del derecho y el esperimental
d e la v ida , después de haberse casado contra
viento y marea cuando apenas contaba 21 años
de edad , hizo Mr. Berryer su primera entrada
en el foro en los últimos tiempos del Imperio.
Sus primeros pleitos fueron otros tantos triunfos;
el joven abogado adivinaba mas bien las causas
gue Jas estudiaba j hombre apasionado y de


mimaros, ponía pasión en Jos números y números
en la pasión; su padre le habia en cierto m o -




B E R R Y E B . 7


do inoculado su singular aptitud para los asuntos
comerciales, su rara habilidad en arreglar Jas
piezas de un proceso, y Mr. Berryer lo realzaba
todo con una locución ardiente, y un vigor de
argumentos irresistible.


Por aquella é p o c a , en 1814 , eran nulas las
opiniones políticas de Mr. Berryer; no gustaba
de la guerra ni del despotismo, y participaba
sin embargo hasta cierto punto del entusiasmo-
napoleónico de la juventud de aquella época;
ademas , su padre era deudor del restablecimien-
to de su fortuna al sistema imperial , y él mis-
mo , como lo ha dicho después: « principiaba su
carrera en medio del estruendo de las armas , y
entraba en el mundo á los gritos de la gloria
del Imperio, entonces que estaban sofocadas las
antiguas disputas.»


Sin embargo, cuando llegó la primera restaura,
c ion , -encontró á Mr. Berryer realista decidido,
y desde entonces no ha variado su linea política,
tomada en globo.


Algunos han querido atribuir la gloria de
aquella conversión á un proscrito milanés que
manifestó al joven abogado que existían aun del
lado allá de los mares, algunos vastagos de




8 P E R S O N A J E S CELEBRES.


la familia de los Barbones, y le dio las primeras
leciones d« legitimismo; si es eiertoel hecho, es un
capricho singular de la suerte, el haber elegido
por defensor á todo trance de la dinastía caida,
al que veinticinco años antes ignoraba hasta s№
existencia.


Cuando Napoleón volvió de la Isla de Elba,
fiel á sus nuevas convicciones, se colocó Mr. Ber­
'yer en las filas de los voluntarios realistas.
Después de los cien dias , convencido : «que el
oficio de un Rey n o es levantar los heridos del
campo de batalla para llevarlos al cadalso» se
dedicó á defender las víctimas de la reacción;
estuvo con su padre y Mr. Dupin en el proceso del
Mariscal Ney; defendió­ ante un consejo de guer­
ra al General Debel le , y después de haber inten­
tado en vano librarle de una sentencia, consiguió
del Rey una conmutación de pena. Pocos dias
después, el 26 de Abril de 1815, consiguió un
completo tr iunfo ; el joven voluntario realista
cubrió con la egida de su elocuencia á uno de
los vetaranos mas gloriosos de los ejércitos im­
periales; no hizo caso del entredicho; fue casi
tratado de faccioso, pero salvó al General Cam­
bronne. En la causa de los Generales Canuel y




B E B R Y E R . 9


Donnadieu, acusados de complot contra la vida
del R e y , Mr. Berryer se hizo notable por sus
viólenlos ataques contra el ministerio Decazes,
á quien acusaba de ser instigador de las insur-
recciones de León y de Grenoble. Un folleto que
publicó al efecto hizo mucho ru ido , y Mr. Berryer
se encontró desde aquel momento unido á los
realistas puros, agrupados en rededor deMM. Cha-
teaubriand , de Bonald , Lamennais, Corbiere;
deVil lele , y dando el grito de alarma en la co -
lumnas del Conservador. Los procesos políticos
no alejaban á Mr. Berryer de las causas civiles^
con la ayuda de la prodiogiosa sagacidad que
le hace ver con claridad en cinco minutos el mas
complicado litigio , tenia tiempo para todo.
Varios pleitos civiles, negocios de l iquidación, y
mas adelante los famosos contratos Ouvrard para
los suministros del ejército de España, le ocu-
paron sucesivamente, le ilustraron y enriquecie-
ron.


Después del advenimiento del ministerio Vi-
llele, Mr. Berryer se vio bien pronto obligado á
combatir á sus amigos políticos en sus tendencias
restrictivas de las libertades de la imprenta, y
prestó el apoyo de su palabra al Diario de / r á ^ ' "




10 PERSONAJES C É L E B R E S .


Debates, á la Bandera blanca y á la Cotidia-
na. Por la misma época tuvo parte Mr. Berryer
en la fundación de la Sociedad de Bellas Letras,


.y de la Sociedad de Buenos Estudios ; por la
primera vez trató en una serie de lecciones ora-
les cuestiones de alta política ; el auditorio era
numeroso , el orador obtuvo un completo éxito,
y tal vez aquel preliminar de los triunfos parla-
mentarios aumentó su inclinación á la vida po-
lítica. Mr. de Villele al subir al poder habia
intentado ya atraerse aquel talento joven y fuerte,
que daba tan grandes esperanzas ; pero Mr. Ber-
ryer conoció que perdería en cambiar por un tí-
tulo de Procurador General, sü existencia en el
foro , independiente , suntuosa , rica de emocio-
nes ; rehusó el empleo y permaneció abogado, to -
mando sin embargo en las diversas transforma-
ciones ministeriales de la época una parte bas-
tante á perjudicar sus intereses personales, y de-
tener el desarrollo de su fortuna. Por último,
Cuando Mr. Berryer tuvo la edad necesaria para
presentarse en la tr ibuna, el ministerio Polignac,
que acababa de formarse, hizo los mayores esfuer-
zos para alistarlo en su bandera. Para establecer
de antemano sus derechos de elejibilidad , Mr.




B E K R Y E R . 11


Berryer acababa de comprar la hacienda de A u -
gerviile, cuya adquisición había disminuido mu-
cho su fortuna. Entre augustas solicitaciones, y
el embarazo de sus negocios particulares, al prin-
cipio vaciló Mr. Berryer, y acabó por sacrificar
su gran posición en los tribunales, y los inmensos
recursos que su talento le ofrecía , á las incer -
tidumbres de la vida política.


Elegido Diputado por el colegio electoral de
Puy (alta Loyra) se presentó por primera vez en
la tribuna el 9 de Marzo de 1 8 3 0 , en la discu-
sión del famoso mensage de los 221 , que re -
chazó enérgicamente como inconstitucional y fac -
cioso : «¿Qué me importa , decia , cuando están
lastimados los derechos del R e y , cuando se u l -
traja á la corona, 'que vuestro mensage esté l le-
no de protestas de adhesión, de respeto y de
amor? ¿Qué me importa qne digáis las preroga-
tivas del Rey son sagradas, si al mismo tiem-
po intentáis restringirle en el usó que de ellas
debe hacer?»


Colocado desde un principio, por el poder de
su talento , á la cabeza de la falange ministerial,
Mr. Berryer debió creer , como t odos , en una
próx ima elevación; ofrectósele en efecto un




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


ministerio , pero , tenia que soportar el yugo
d e las ideas de Mr. d e Polignac ; repugnándo-
le un papel secundario , aplazó Mr. Berryer sus
legítimas esperanzas, que la revolución de Julio
destruyó de repente.


Mr. Berryer acudió á su puesto , y desde el 7
de Agosto protestó contra las atribuciones del po-
der constituyente que se abrogaba la Cámara,
declarando que no se creia con derecho para
deliberar sóbrela vacante del trono y la elección
de un Rey. Sin embargo , no por eso dejó de
proclamarse el trono de Julio. La mayor parte
de los legitimistas abandonaron el Parlamento,
y pronto Mr. Berryer se encontró casi solo ante
un juramento que repugnaba á su conciencia.
Grande era su embarazo ; por una parte, sus corre-
ligionarios políticos , cuya áncora de salvación era
su palabra , se esforzaban para conservarle en
su asiento con consideraciones de decisión y de
h o n o r ; por o t r a , numerosos amigos, que se
interesaban por su bienestar y su porvenir , le
exhortaban á no sacrificar su vida por una causa
perdida , y á volver á emprender su hermosa y
lucrativa carrera de abogado.


Mr. Berryer eligió entre los dos partidos el




BERRYER. 13


mas penoso, el mas infructuoso, pero el mas no-
ble. Prestó juramento con todas las reservas,
permaneció Diputado , y desde entonces se encon-
tró comprometido en la carrera de oposición per-
manente que no lia abandonado nunca.


En una época en que todo se mide por el
interés material, en que el egoísmo se oculta
muchas veces en el fondo de las resoluciones mas
grandes en la apariencia , es un hermoso y raro
espectáculo para todo entendimiento imparcíal,
el de un hombre que se decide á bajar á la arena
para sostener so l o , contra todos , una lucha sin
descanso , sin resultados y hasta tal vez sin espe"
ranza, bien sea por decisión, ó bien por sed de
estériles triunfos de tribuna, ó de ovaciones no
menos estériles en las plazas ó en Jos salones;
siempre resulta que aquella posición tiene algo de
poét i co , de caballeresco que no es de nuestro si-
g l o , y que reasume perfectamente la personalidad
de Mr. Berryer.


No se espere que analicemos aquí sus nume-
rososjdiscursos ; á Mr. Berryer debe oírsele, y no
leerle-ni analizarle. Nos contentaremos pues con
recorrer rápidamente las diversas fases de su vida
parlamentaria.




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


En losprimero,s días que siguieron á la revolu-
ción , cuando el sentimiento repulsivo , cuya es-
plosion acababa de destruir una dinastía , conser-
vaba aun toda su fuerza , era pesada y difícil tarea
levantar la voz en favor de lo pasado, ante los
mismos que lo habían destruido. Pesares ó deseos,
formulados con la mayor elocuencia , indudable-
mente no hubieran encontrado sino ironía, indig-
nación ó desden. Mr. Berry'erno era hombre que
se descarriase por aquel camino ; su táctica par-
lamentaria fue mas diestra ; dejando á un lado
las elegías impotentes, y los hechos consumados,
se dedicó á combatir la administración con sus
propias armas , á detenerla en sus esfuerzos de
organización, á nombre y en virtud de su principio
revolucionario , á hablarle mucho de sus deberes
y muy poco de sus derechos , á empujarla de
concesión en concesión hacia su ruina , y á es-
trecharla dentro del dogma de la soberanía del
pueblo, como en un callejón sin salida. Mr. Ber-
ryer mas realista que el Rey, se mostró algunas
veces mas liberal que la libertad. En vez de tirar
el carro hacia atrás, se esforzó por empujarle
fuertemente hacia adelante , sin perjuicio de en-
redarle al mismo tiempo en un guardacan-




B E R R Y E B . 15


ton , ó de hacerle pedazos contra un obstáculo.
Desde el principio tomó la iniciativa de todas


las proposiciones que estaban en favor entre las
masas ; asi fue que reclamó enérgicamente la apli-
c a d o s del jurado á los delitos de la imprenta (4
Octubre ) , la disminución del dereeho del timbre
(17 Noviembre) , la estension d é l a lev municipal,
y el nombramiento de los alcaldes conferido á los
comunes ( 2 Febrero 1831 ) , el ensanche de los de-
rechos electorales, y la abolición del censo (25 de
Febrero 1831).


-Obrando asi , Mr. Berryer llegó á ser bien
pronto no ya solo el hombre del partido vencido,
sino el de todos los partidos hostiles al gobierno
de Julio ; después de algunos instantes de descon-
fianza, después de algunos murmullos dirigidos á
la bandera blanca , toda la izquierda concluyó por
tomar parte en los triunfos del o rador , y su-
frió al irresistible ascendiente de su elocuen-
cia.


En la legislatura siguiente , encontrándose Mr.
Bern*er mas á sus anchas para defender sus simpa-
tías monárquicas , se apresuró á combatir elo-
cuentemente la proposición Bricqueville , relativa
al destierro de los Borbones. El 3 de Octubre d e / '




16 P E R S O N A J E S CELEBRES.


l831,tuvo elpriraer encuentro con Mr. Thiers en un
brillante discurso sobre la conservación del dere-
cho hereditario de los pares. Habiendo subido al-
gunos dias después á la tribuna para defender el
aniversario del 21 de E n e r o , habiendo hecho el
elogio de Luis X V I , y sido interrumpido por mur-
mullos , Mr. Berryer se volvió hacia la izquierda y
le dirigió uno de esos admirables apostrofes que
nunca le faltau : « El dia del ju i c i o , fue permitido
hablar de las virtudes de Luis X V I ; no veo en
parte alguna que la convención interrumpiese á
los defensores del Rey.»


Mientras Mr. Berryer proseguía de este modo
su camino hacia una tercera restauración, una
muger mas impaciente apelaba á las peligrosas
vicisitudes de las armas; la Duquesa de Berry
atravesaba la Francia , y la Vandea recobraba á su
voz algunos restos de su antigua energía. Diri-
gió la Duquesa una carta á los legitimistas de
Paris para instruirles de su llegada, acompa-
ñando á aquella carta una larga nota en cifra,
cuya clave habia olvidado dar la Princesa ; el
entendimiento penetrante de Mr. Berryer la en-
contró pronto.


Aquel llamamiento á Jas armas , hecho á cien




BERRYEÍl. 17


leguas de Paris, cuando París es toda Francia,
aquel levantamiento en un tiempo de lasitud
moral , pareció un anacronismo á los hombres
influyentes del partido legitimista. En una reu-
nión celebrada en Paris , se decidió que Mr.
Berryer, aprovechando el pretesto de un pleito
que tenia en Vannes , procuraría reunirse á la
Princesa, y la induciría á desistir de sus proyec-
tos. Mr. Berryer salió el 20 de Mayo; el 22 esta,
ba en Nantes, y aquella misma noche principió
una escursion nocturna y romántica, cercada de
misterios y de precauciones. Su nombre, popu-
lar ya entre .los Vandeanos, le sirvió de pasapor-
te ; y de guia en gu ia , de estación en estación,
llegó por fin á una pequeña alquería rodeada de
árboles. Allí estaba la Princesa en un cuarto
miserable, con un gergon por trono, y por cetro
un par de pistolas. Fue una escena estraordina-
ria aquella conferencia de noche , en la que el
mas grande orador de nuestro siglo tuvo que
luchar en elocuencia con una muger de cuerpo
débi\, con corazón de fuego , verdadera hija de
Enrique I V , tan apasionada al baile como al ti
r o teo , sacando de su mismo abandono un valor
desesperado, y creyendo que estaba aun en los


i




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


tiempos en que se reinaba por derecho de con-
quista y por derecho de nacimiento. La discusión
duró hasta la mañana; en vano Mr. Berryer con
la magia de su talento espuso todos los peligros
de la espedicion; en vano abogó por los intereses
mismos del partido, comprometidos por una insur-
rección intempestiva é inútil. La Princesa de-
fendió el terreno palmo á palmo; y al ser de dia
estaba causada pero no convencida , y Mr. Berryer
tuvo que retirarse con el corazón despedazado,
pues preveía la catástrofe. Al llegar á Mantés, re-
cibió una carta anunciándole que se habia fijado
definitivamente para el. levantamiento la noche
del 3 al 4 de Junio. El 3 de Junio Mr. Berryer
se dirigía á Suiza, pero á su paso por Angulema
fue detenido y conducido á Nantes, por la sospe-
cha de complot y de escitacion á la guerra civil.


Las circunstancias eran graves ; el estar de-
claradas en estado de sitio las provincias del
Oeste , habia concentrado toda la autoridad en
manos de los tribunales militares, y sabida es la
justicia espeditiva de esta clase de jurisdicciones.
En una visita, domiciliaria hecha en Paris, se ha-
,bia,n, encontrado á Mr. Berryer documentos que
sedecia ser de,la, mayor importancia; en vano




B E R R Y E R . 19


habia recusado Mr. Berryer con una protesta
tváx.'g&TíL \h tonYpft'LfcTiTM ae "los jueces que se Té;
imponían; el 4 de Julio debía comparecer ante
un consejo de guerra, en una ciudad donde era
estraordinaria la irritación contra la insurrección
vandeana. El que habia salvado á Cambronne iba
á tener que defenderse de una acusación capital.


Tal era el estado de las cosas cuando el tri-
bunal de Cassation dio el 30 de Junio la famosa
decisión por la cual las comisiones militares vol-
vían á entrar en el círculo de sus atribuciones, y
los ciudadanos quedaban de nuevo sujetos á la
jurisdicción civil. Después de cuatro meses de
detención , al fin compareció Mr. Berryer ante el
tribunal de Assises de Blo is , el 16 de Octubre de
1833; allí fue completo su tr iunfo ; el ministe-
rio público abandonó la acusación, y Mr. Berryer
fue absuelto por unanimidad.


Después de haber pasado algunos meses en
Suiza para retablecer su salud, Mr. Berryer apa-
reció de nuevo en la tribuna, en la legislatura de
1833 T para apoyar con su palabra las peticiones
que reclamaban la libertad de la Duquesa de
Berry.


Al mismo tiempo tomaba asiento en los bna-




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


eos del tribunal de Assises, y defendía á Mr. de
Chateaubriand. Mr. Berryer fué en aquella causa
lo que había sido en 1826 cuando abogaba por
Mr. deLamennais ; su palabra fue grande como
su cliente. ' En los meses siguientes defendió su-
cesivamente á la Gaceta de Francia, La Coti-
diana, El Renovador y El Duende.


En la legislatura de 1834 Mr. Berryer tomó
la defensa de MM. Voyer d' Argenson y Audry
de Puyraveau, acusados de participación en la
Sociedad de los Derechos del Hombre. Sus ar-
gumentos fueron de un radicalismo perfecto; re-
clamó como una consecuencia absoluta de la re-
volución de Julio el derecho ilimitado de discu-
sión y asociación, aun cuando el ejercicio de
este derecho tendiese abiertamente á la destruc-
ción del sistema establecido. Cuando Mr. Guizot
le hacia la objeción de que con tales principios
no habia gobierno posible: « { Y quien os dice lo
contrario! respondió Mr. Berryer. S í , sin duda,
con semejantes formas no hay gobierno posible.
Mas que vosotros estoy convencido de la reali-
dad de vuestros embarazos; lo repito, compren-
do vuestros esfuerzos, los he previsto, y por
lo mismo protestaba contra lo que haciais y




B E R R Y E B . 21


contra el principio que adoptabais. Pero aquel
principio se adoptó, y está adoptado como la ley
del pais. Vivo bajo la ley que vosotros habéis
hecho, y seria estraño que vinierais \osotros á
disputarme las consecuencias mas naturales é
inmediatas de las leyes que me habéis impuesto.»


Durante toda aquella legislatura, Mr. Berryer
se mostró encarnizado é incansable enemigo de
todas las medidas ministeriales; su gloria parla-
mentaria estaba entonces en su apogeo ; elegido
por cuatro colegios electorales, habia optado por
Marsella, y acababa de hacer un viaje triunfal
por el mediodía, cuando el célebre asunto de
los veinte y cinco millones reclamados por los
Estados-Unidos de América, le dio ocasión de
adquirir su mas hermosa palma oratoria. Por
primera vez llamó Mr. Berryer en su ayuda un
trabajo serio; se apartó de las distracciones del
mundo , se encerró en sú casa como Demóstenes
en su caverna, y cuando llegó el dia del c om-
bate salió de ella con la mas elocuente de sus
filípicas. Los periódicos de todos los partidos,
aun los del Gobierno, se deshicieron en elogios
y entonaron un oh sanna universal.


Miantras Mr. Berryer se embriagaba con aque-




22 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


incienso de todos los colores, su fortuna privada
se empeoraba de dia en dia. « L a hacienda d*
Augervil le, perteneciente á Mr. Berryer, nuestro
diputado, decia la Gaceta de Francia de 6 de
Agosto de 1836, está en venta.» Seguia á este
anuncio una carta d e M M . Latour-Maubourg, de
Fitz-James y otros, proponiendo una suscricion
para la compra de aquella hacienda, cuya venta
iba á privar al partido legitimista de su bandera
parlamentaria. Abrióse la suscricion, pero según
se dice era mayor el número de las admiracio-
nes que el de los suscritores ; de todos modos se
conservó la propiedad. Mientras que de este modo
se escitaban en su favor generosidades parsimo-
niosas , Mr. Berryer atravesaba la Alemania para
ir ó prestar homenage á los desterrados de Goritz.
El Duque de Angulema le entregó un documen-
to para establecer sus derechos al título de
Luis X I X , hasta la tercera restauración esclusi-
vamente. Aquel documento dio lugar á una visi-
ta domiciliaria y á un principio de proceso contra
Mr. Berryer, que no tuvieron consecuencia.


Cuando se formó la coalición para derribar
el ministerio Mole , (*) Mr. Berryer fue uno de sus


O Véase su biografia, tom. V .




B E R R Y E R . 23


mas ardientes promovedores. El famoso discurso
qne pronunció sobre los negocios estrangeros, en
la sesión de 13 de Enero , cuando la discusión
de la contestación al discurso ¡del t rono , colmó
su popularidad, al paso que sublevó en el seno
de su partido disensiones que datan de l e j o s , y
sobre las cuales es preciso decir alguna cosa.


Mr. Berryer ademas de ser el hombre mas
elocuente, es también el mas festejado, alabado,
adulado , amado, idolatrado de Francia y de Na-
varra. Todo el mundo quiere á Mr. Berryer : los
radicales le aman por sus salidas democráticas;
los dinásticos de Julio le aman cada cual á su
v e z , por la parte que toma en sus guerras in-
testinas entre sus matices ; asi es que el matiz
Thiers le ama por los golpes que da alguna vez
al matiz Mole ; y este á su vez por los tiros par-
lamentarios que dirige al matiz Thiers ; una car-
ga contra los doctrinarios le vale un apretón de
mano de Mr. Dupin ; un apostrofe al centro i z -
quierdo , una sonrisa de Mr. Guizot. Si el que
se encarga de los negocios tiene siempre á Mr.
Berryer por enemigó, el que los deja le tiene
siempre por ausiliar en sus tentativas para vol-
ver á ellos. Sabido es ademas que Mr. Berryer




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


pertenece al partido legitimista, que nada espera
de los medios violentos , y no quiere llegar al
triunfo de sus ideas sino por los medios consti-
tucionales. De consiguiente, se cree aquel triun-
fo del todo imposible, y nadie odia á Mr. Ber-
ryer por aquel viejo proverbio: Oderunt quem me-
tuunt.


Con sus amigos po l í t i cos , es menos fácil la
posición de Mr. Berryer; ellos mas que ningún
otro le admiran, le inciensan y le levantan bas-
ta las nubes ; pero como el partido legitimista
tiene tantos colores como el prisma solar , cada
fracción quiere darle su color y dirigirlo por su
c a m i n o ; es un diamante de muy bellas aguas
que se lo arrancan de las manos, y cada uno quie-
re tallarlo á su modo, para darle el reflejo que
mas le gusta. Entre los muchos combates de plu-
ma que se libran hace muchos años los legiti-
mistas del siglo XVIII y los del año 89 , los pu-
ros y los parlamentarios, los torys de la es-
cuela inglesa y los publicistas de los Esta-
dos Generales, los hombres de Luis X I X y los
hombres de Enrique V , es preciso que de bue-
na ó mala gana figure siempre en ellos Mr. Ber-
ryer. Mr. Berryer está con nosotros, dicen unos;




B E R R Y E R . 25


no , está con nosotros, contestan otros. Que se
esplique Mr. Berryer, dicen los u n o s ; s i , que
se esplique , repiten los otros; y Mr. Berryer , el
mas grande orador y el mejor hombre del mun-
do , se esplica por la centésima vez de modo que
no deja á nadie descontento, declara que quie-
re la antigua alianza de la monarquía y de la
libertad , y que en consecuencia se asocia á los
nobles trabajos de sus amigos de un l a d o , y
que aplaude los generosos esfuerzos de sus ami-
gos del otro.


En la famosa discusión de contestación al
discurso del trono, se le escaparon á Mr. Berryer,
en el fuego de la improvisación, un cierto numero
de heregias que pronto fueron recogidas. Asi pues
en un magnífico apostrofe , ensalzaba á la Con-
vención por haber salvado á toda costa la inde-
pendencia del pais. Luego decia á Mr. Thiers:
«Habéis querido conservar á Ancona á pesar del
Papa y de los Austríacos ; habéis querido, para
ser consecuente con vos m i s m o , espulsar á Dan
Carlos de España; habéis hecho dos actos hon-
rosos , y os doy gracias por e l lo , porque al fin
he nacido en Francia y quiero permanecer fran-
cés.» En consecuencia, gran triunfo en la Cá-




26 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


mará, pero grande algazara en el campo de Agra-
mante. ¿Habéis oido á Mr. Berryer que ensalza
á la Convención, decían indignados los legiti-
mistas puros? ¿pero no ve is , contestaban los par-
lamentarios , que es un ^ardid oratorio sin con-
secuencia? ¡Y Mr. Thiers , no le ha elogiado y
dado gracias porque ha querido echar de España
á Carlos V", al Rey legítimo! Esto es horrible,
abominable! ¡Mr. Berryer se ha pasado al enemi-
go ; que se esplique Mr. Berryer! y Mr. Ber-
ryer se esplicaba de n u e v o , aplaudiendo á sus
animosos amigos de una parte, y asociándose á
sus nobles amigos de otra.


¡Pobre águila de tribuna que no puede levan-
tar su vuelo sino con un cordel atado á la pata!
¡Pobre gigante de elocuencia envuelto como un
niño en los pañales de un viejo sistema ! ¡Pobre
león aprisionado en una ratonera! ¡Personage
vaciado en el molde de Mirabeau en una época
en que Mirabeau no es ya posible ; organización
apasionada , poderosa en la invectiva , cuando
ya no existen en el mundo mas que intereses,
y cuando aun los partidos ni fuerza tienen para
aborrecer!


¡Qué magnífico convencional hubiera hecho




BERMÍEB. 27


Mr. Berryer! ¡Colocadle en los bancos de la
montaña , con su hermosa cabeza de tribuno,
con su mirar ardiente, con esa voz que resuena
como un clarin, con ese gesto imperioso, domina-
dor , y ese pecho ancho que parece desafiar los
puñales. Hacedle pronunciar en alta voz su fa-
moso jamás ; y tal vez habrá alboroto , correrá
la sangre, rodarán cabezas, ( lo que para nosotros
no es mejor por eso) ¿ que sucede en el dia?
lil Parlamento queda impasible , la ardiente írase
llega en derechura al ministro, la recoge con flema
y la devuelve al orador con estas palabras: «Sabe-
mos muy bien que no podemos contar con vues-
tro voto jamás»


Mr. Berryer abogado, está algunas veces menos
á sus anchasen el foro que en la tribuna ; allí
es sobre todo frecuente su desigualdad ; y hay
persona que corriendo apresurada y curiosa á es-
cuchar al nieto de Demóstenes, se vuelve burla-
da porque llegó en uno de aquellos momentos
en que Mr. Berryer, fastidiado de su causa, de
su auditorio, de sus jueces y de si m i smo , da
vueltas á la cuestión , la olfatea con disgusto , y
repugna llegar á ella como si se tratase de un
vomitivo.




26 PERSONAJES CELEBRES.


Por contra , que talento, que belleza, que
poder cuando tiene que desenvolver uno de esos
grandes dramas judiciales en cuyo término se ha-
llan la deshonra ó el cadalso! ¿Quien no recuer-
da el proceso Laronciere con sus escenas dig-
nas del pincel de Shakspeare? ¿Quien no recuer-
da aquel pretorio abierto en medio de la noche
y lleno de una multitud compacta , conmovida y
silenciosa, sobre la cual esparcen lúgubres refle-
jos algunas escasas luces? ¿Quien no recuerda
aquella nueva Ophelia , ultrajada , infamada que
se presenta á la solemne hora de media noche, cuan-
do le ha sido devuelto el sentimiento de su des-
honra , á deslizarse como una pálida fantasma
al través de aquel aparato que la turba y admira,
y va á colocarse ante aquel joven descolorido,
rodeado de guardias y sentado sobre el banqui-
llo de los criminales; allí avista d e la multitud,
al pálido resplandor de aquellas antorchas , ante
aquellos jueces á quienes ha de persuadir, ante
un temible adversario á quien d e b e vencer, an-
te aquel culpable á quien ha de acusar, ante
aquella joven á quien debe vengar, se levanta
un hombre de cien pies de altura; su cabeza
domina la Asamblea , sus ojos despiden fuego,




fcEMUEU. 29


resuena su voz como un trueno, y su palabra
convulsiva y penetrante difunde el temblor por
todo el auditorio; pide venganza y el auditorio
tiene sed de ella ; se enternece, y se enternece
el auditorio; llora por la víct ima, y el auditorio
llora con é l ; en vauo se levanta un rival para
disputarle la victoria , le acosa , le estrecha, le.
anonada , y el fallo que su boca 'profiere es re
cogido por los jueces , como lo eran en otro tiem-
po los de la Phitonisa sobre el trípode.


Cuando se reflexiona acerca del irresistible
ascendiente de estos príncipes de la palabra, cuan-
do se piensa en el error posible de los juicios
humanos , no puede uno menos de estremecerse
por aquellos á quienes el destino entrega á tan
temibles eremigos.


En la causa Dehors, la misión de Mr. Berryer
era de otra especie. En vano habia intentado
por dos veces librar de una sentencia capital á un
desgraciado que creía inocente, y dos fallos del
tribunal de Cassation habían dado lugar á un
tercer litigio sobre la vida de un hombre. En este
último esfuerzo venció Mr. Berryer, y Dehors
declarado inocente, corrió presuroso á casa de
su libertador con su hijo y su h i j a , y le ofre-




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


ció un paquete de villetes de Banco , fruto de
suseconomias. Es sabido también que Mr. Berryer,
por uno de esos instintos generosos que le carac-
terizan, dividió el paquete en dos partes , presentó
la una á la hija para su dote , y la otra al j o -
ven para que pudiese completar su educación.


La cuestión de Oriente, el advenimiento del
ministerio de 1.° de Marzo , su caida , la forma-
ción del gabinete de 29 de Octubre, han compli-
cado mas y mas la situación normal de Mr.
Berryer en la Cámara y en el seno de su parti-
do . La táctica parlamentaria que antes hemos
indicado, le ha llevado á dar treguas por un
instante á su oposición de diez años, para alis-
tarse en las banderas del 1.» de Marzo ; y mas
adelante, después de la caida de Mr. Thiers , se
constituyó su compañero de armas y su defensor:
lo defendió no solo con su palabra en la discusión
de contestación al discurso del t rono , sino lo
que es mas, con su silencio y con grande escándalo
del partido. Así pues en la discusión del pro-
yecto de ley de las fortificaciones, cuando Mr.
Mole y de Lamartine daban la mano á MM. de
Noaüles, de Brezé y otros para rechazar enérgica-
mente el proyecto; cuando todos los periódicos




BERRVER. 3 1


legitimistas, granees y pequeños, tronaban uníso-
nos contra la ley nefasta , tiránica , odiosa, se
vio con asombro , á la gloria y la esperanza del
partido, á Mr. Berryer, permanecer impasible y
silencioso en su banco; se le vio no contestar una
palabra á la desdeñosa frase de su aliado Mr.
Thiers. «Si el Duque de Burdeos renuncia el
apoyo del estrangero , es una gran generosidad
de su parte, pues es la sola contingencia que
reconozco en él » Y cuando el pequeño batallón
legitimista se levantaba entero para protestar con-
tra aquella descortés verdad, Mr. Berryer solo
callaba ; y cuando después en la otra Cámara,
Mr. de Brezé , contestandoá las insinuaciones de
Mr. Persil, provocaba la estrepitosa protesta délos
periódicos legitimistas , la pluma de Mr. Berryer
no se dignaba reparar el olvido de su palabra. Mas
adelante es verdad , en una cuestión enteramente
personal , en el famoso proceso de las cartas
atribuidas al R e y , Mr. Berryer, libre de las ne-
cesidades de sus alianzas revolucionarias , ha
tomado el desquite bien ó m a l , se ha reconciliado
con lo principal del partido.


Pero no creemos que dure mucho el acuerdo,
el camino que ha emprendido Mr. Berryer le




32 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


«
V


permite difícilmente retroceder ; sus instintos de-
mocráticos le arrastran, la decisión de Mr. Thiers
le subyuga, y la elocuencia revolucionaria tiene
para él un poderoso encanto ; la popularidad
que ha adquirido constituyéndose el mas avanzado
de todos los legitimistas pasados, presentes y
futuros le agrada , y quiere conservarla, y aun
agrandarla si es posible. Semejante modo de
servir á la legitimidad no gusta á todo el mundo;
un paso m a s , y Mr. Berryer que ya no está en
olor de santidad para con todos aquellos que se
empeñarfen conservar intactas las viejas tradicio-
nes monárquicas, acabará por reñir hasta con la
Gaceta de Francia.


Según cuantos le conocen, Mr. Berryer como
hombre privado es dulce , alegre, espansivo ; ar-
tista de los pies á la cabeza , apasionado por
la música italiana, epicúreo en sus gustos, poco
cuidadoso del porvenir , gastando largamente , y
disfrutando á sus anchas del derecho que la na-
turaleza le ha concedido de no necesitar de estu-
dio ni de trabajo.








D. DIONISIO


ALCALÁ GALIANO.


Vosotros dos también, honor eterno


De Bética y Guipúzcoa. (*) ¡ A h ! si el destino


Supiese perdonar! ¿ C ó m o «aplacarle


La oliva no bastó que unió Minerva


A los lauros de Marte en vuestra frente ?


QUINTANA.—Odaal Combatede Trafalgar.


El faroeso combate de Trafalgar f u e , por de-
cirlo asi, el sepulcro de la marina española, como
lo fue también de distinguidos oficiales, entre
quienes ocupaba un distinguido lugar el Briga-
dier de la Real Armada , que encontró alii una
gloriosa muerte , y cuya laboriosa y estudiosa vi-


(*> Alude A la muerte de D . Dionisio Alcalá Galiano , y


D. Cosme Churruca , que perecieron en Trafalgar.


I




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


da vamos á bosquejar. Los oradores y poetas con-
temporáneos á la batalla naval en que perdió la
vida , hicieron particular mención de su nombre,
dándole singulares elogios; y las Cortes mismas
reunidas en 1813 , á pesar de tener embebida su
atención otros cuidados , otras hazañas y otras
glorias , resolvieron que un navio, que entonces
se estaba construyendo, se llamase en adelante
el Galiano. Los sucesos posteriores estorvaron
que se llevase á efecto aquella resolución: y si
ha podido quedar olvidado el nombre del céle-
bre marino, por el estado de sucesiva decaden-
cia en que ha caido nuestra armada ; la tribuna
parlamentaria lo ha hecho célebre por los com-
bates que en ella ha sostenido con admirable elo-
cuencia su hijo D . Antonio Alcalá Galiano, de
cuya vida nos ocuparemos mas adelante.


D . Dionisio Alcalá Galiano nació en la villa
de Cabra , en la provincia de Córdoba, en 1760,
y fueron sus padres D . Antonio Alcalá Galiano
y Pareja , y Doña Antonia Alcalá Galiano y Pi-
neda, que eran primos hermanos. Era antigua su
familia, establecida en la villa de Doña Mencía,
donde tenia su casa solar , y el D. Antonio,
ademas de gozar de algunos bienes de fortuna,




A L C A L Á G-ALIAWO. ¡S


era Coronel del regimiento provincial de Ecija,
con el cual se distinguió en la guerra del Rose-
llon en 1793 y 9 4 , y especialmente en la defen-
sa de Bellegarde ; habiendo llegado posteriormen-
te y al fin de su vida á ser Mariscal de Campo
de los Reales Ejércitos , y Comendador de la Or-
den de Alcántara por premio de sus servicios.
Era D . Dionisio el tercero entre sus hermanos,
ninguno de los cuales vivió oscuramente, habien-
do muerto el primogénito heroicamente en el
campo de batalla al abrirse la campaña de 94,
cuando acababa de ganar el grado de Coronel : el
segundo falleció de la fiebre amarilla en Cádiz
en 1810 , desempeñando el empleo de Tesorero
General; fue hombre eruditísimo , buen escritor,
rentista de primer o rden , economista sabio para
su t iempo , y empleado en suma de gran crédi-
to ; y por fin el cuarto, Magistrado , Diputado á
Cortes en 1812, y muerto Consejero de Hacien-
da en 1826 , también gozó de buen concepto
como hombre de bien é ilustrado , habiendo pu-
blicado una obra con el título de Máximas de
Política y Legislación, atribuida, equivocada-
mente por algunos, á su sobrino, que lleva el mis-
mo nombre de Antonio.




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


Habiendo elegido D . Dionisio ¡a carrera naval,
sentó plaza de guardia marina en 1777, dando
desde luego muestras de sus aventajadas dispo-
siciones. Empezaba á navegar cuando rompieron
las hostilidades con la Gran Bretaña en 1779,
pero no se halló en ningún combate durante aque-
lla guerra. Casi al mismo tiempo se emprendió
la grande obra de las cartas marítimas de nues-
tras costas y mares adyacentes, hecha por una
comisión de oficiales, á cuyo frente estaba Don
Vicente Tofiño. Empresa sumamente honrosa á
España y á su armada, pues no contaba nación
alguna en aquella época una colección de cartas
comparable con la que mandó hacer y llevó á ca-
bo el Gobierno español, bien servido por los ofi-
ciales de su marina , los. cuales se distinguían ya
entonces por lo muy instruidos en la parte cientí-
fica de su profesión. Galiano fue uno de los des-
tinados á aquella comisión , y á nadie mejor que
á él aprovecho tan útil escuela, pues se dedicó lo
restante de su vida al ramo de las observaciones,
sin olvidar por eso la parte marinera del servicio;
pues de otro modo no hubiera pasado de ser un
mero astrónomo ó hidrógrafo, y no un escelente
oficial como llegó á ser.




ALCALÁ GALIAMO; 5


No concluida aun la comisión de T o f l ñ o , f u e
Galiano al departamento de Cádiz ; y habiendo pa-
sado á Medina Sidonia , contrajo allí matrimonio
con Doña Maria de la Consolación Villavicencio,
su parienta, señora de mucho mérito y virtud,
de bastante instrucción, y que pertenecía tam-
bién á una familia muy distinguida en la marina
española , pues de sus dos hermanos , el mayor
( O . Rafael) llegó á ser gefe de escuadra; y el
segundo- (D. Juan Maria) se elevó á la- mas alta
esfera de su profesión, ascendiendo hasta las dig-
nidades de Capitán General y Director de la Real
Armada , después de haber sido uno de los c in-
co Regentes del Reino nombrados por las Cortés,


' recien hecha la Constitución de 1812.


Tuvo D . Dionisio cuatro h i j o s , tres de ellos
varones, de los cuales dos murieron en tierna
edad; y el primogénito, de quien ya hemos ha-
b l a d o , andando el t i empo , y muy empeñado en
los grandes sucesos ocurridos en España, sin ser
marino, y siendo Procurador á Cortes, por las
combinaciones que son comunes en los gobiernos
llamados representativos, fue por corto tiempo
Ministro de Marina, á cuyo puesto no llevaba otro
título de recomendación que los servicios , m é -




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


ritos y buen nombre de sus parientes mas cerca-
nos , ademas de su vasta ilustración y admirable
elocuencia.


Recien casado Galiano, pensó el Gobierno
español en una espedicion de reconocimientos,
de cuyo mando fue encargado el Capitán de na-
vio D . Antonio de Córdoba, y cuyo objeto era
reconocer el estrecho de Magallanes. Pidió aquel
para cumplir bien con el objeto de su comisión,
que fuesen destinados á sus órdenes dos oficia-
les de los que servían con Toí iño, y de los mas
inteligentes en la parte científica de su profesión;
D , Dionisio Alcalá Galiano y D . Alejandro Bel-
mente fueron los dos nombrados al efecto. Im-
presa anda la relación de aquel viaje casi infruc-
tuoso , pero de gran trabajo y crédito para quie-
nes en él tomaron.parte. •


Vuelto Galiano á Cádiz, hubo de salir pron-
to á otra empresa mucho mas trabajosa y larga.
Formóse una espedicion, cuyo mando obtuvo
D . Alejandro Malaspina, italiano de nacimien-
t o , y oficial de la marina española, muy acredi-
tado por sus vastos y variados conocimientos,
cuyo encargo fue dar vuelta al mundo con los
mismos fines con que la había dado poco antes,




A L C A L Á GALIANO». * 7


n o s de una vez , el inglés Kook, y la estaba
dando á la sazón el francés La Peyrouse, cuya
fin fue tan desgraciado. Gal iano, entonces Te-
niente de navio , se embarcó con Malaspina, sa-
liendo de Cádiz en 30 de Julio de 1 7 8 9 , aban-
donando por mucho tiempo á su esposa y á su
hijo primogénito que solo contaba ocho dias.


Durante este nuevo viaje se dedicó Galiano
con mas ahinco al estudio. Discurrió, entonces
un modo de hallar la latitud de un lugar por dos
alturas de S o l , sobre cuyo punto escribió una
memoria que remitió á l a , Corte, y que no fue
tan bien acogida como su autor deseaba y creia
justo. Casi por el mismo tiempo hizo un trabajo
sobre el particular el célebre D . José de Mendo -
za y RÍOS ; hombre sabio, que de oficial español
pasó después, abandonando el servicio y suelo
de su patria, á naturalizarse en Inglaterra; d o n -
de vivió muy estimado hasta su muerte. Preten-
den los apasionados á Galiano, que el trabajo
de este fue comunicado á Mendoza, quien le
aprovechó como entendido que era en la materia.
Niéganlo los amigos de Mendoza, alegando que
hombre de tanta ciencia no necesitaba ágenos
descubrimientos; y que Galiano, menos instruí-




S P E R S O N A J E S CELEBRES.


d o , ignoraba que hubiesen otros dado en l o q u e
él acertó por su parte y á su modo. No resolve-
remos esta cuestión', pero de todos modos toca
por lo menos á D. Dionisio una gran parte en la
gloria del descubrimiento, pues sino le hizo él
so lo , le hizo por sus propias fuerzas, ignorando
que otros le hacian al mismo tiempo.


Siguiendo Galiano en la espedicion de Malaspi-
na , llegó á Lima, donde hubo de separarse de
sus compañeros para pasar á descubrir el paso
del Atlántico al Pacífico por la parte septentrio-
nal del continente americano, por el canal ó es-
trecho á que dio nombre Juan de F u c a , descu-
bridor poco conocido. Destináronse al efecto dos
goletas, La Sutil y La Megicana, mandando la
primera y la espedicion Galiano. Hizose el tra-
bajo sin f ru to , como puede verse en la relación
del viaje, impresa después por orden del Gobierno.


Terminado este- servicio, pasó Galiano á San
Blas de California y á Acapulco , y desde el úl-
timo punto fue por tierra á Még i co , de allí á-
Veracruz, y se trasladó á España , donde llegó en
el último tercio de 1794 , hallándose ya de Ca-
pitán de navio. Desembarcó en Cádiz y pasó á
Madrid, donde fue muy bien recibido, en espe-




ALCALÁ G A L I A N O . 9


cial por los ministros Gardoqui y el Bailio Val-
des , que lo era de Marina. Pensábase en aquel
tiempo en hacer mapas topográficos de España,
y Galiano fue elegido para tan útil y necesaria
obra , la cual quiso el Gobierno que se hiciese
con el esmero y lujo dignos de la grandeza de
la monarquía española. No se realizó esta sin em-
bargo por diversas causas, y principalmente por
haberse descubierto una trama de D . Alejandro
Malaspina para derribar del poder al Príncipe de
la Paz , entonces Ministro de Estado ; y en su
castigo fueron envueltos sus amigos , y Galiano
como tal tuvo que irse al departamento de Cá-
diz .


• Recien llegado á aquella ciudad, rompió otra
vez la guerra con la Gran Bretaña, y diose á
Galiano el mando del navio Vencedor pertene-
ciente á la escuadra surta en aquella bahia. Tuvo
la fortuna de no hallarse en la batalla naval
dada el dia 14 de Febrero de 1797, á la vista del
cabo de San Vicente, batalla poco honrosa á
nuestra marina , sobre la cual el vulgo ignoran-
te , culpó á nuestros oficiales mas de lo que era
debido. Después de aquel desgraciado combate,
tomó el mando de la escuadra el célebre Don




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


José de Mazarredo ; (*) deseoso de volver por
el honor de nuestras armas , y acostumbrar sus
navios á navegar en unión y buen orden, se
hizo á la mar, pero solo para dar un paso, co -
mo cantaban en coplillas soeces de aquellos dias.
Vuelta á Cádiz la escuadra, fue esta ciudad bom-
bardeada por los Ingleses mandados por Nelson;
el bombardeo no tuvo feliz éxito , pero fue muy
glorioso á nuestras fuerzas sutiles , en las cua-
les sirvió Galiano. Pero juntándose muchas fuer-
zas enemigas delante de la bahía gaditana, que-
dó esta estrechamente bloqueada , siendo entre
otros de los males que con el bloqueo de sus
puertos padecía España, uno de los mayores la
incomunicación en sus provincias de América.
Era preciso enviar á ellas buques que reco-
giesen y tragesen á España caudales , y se con-
firió el encargo á Gal iano , adquiriendo en su
desempeño su principal gloria como práctico
marinero. Zarpó de Cádiz en una noche lóbre-
ga de Diciembre de 1798 , con viento recio del
E ; atravasó sin novedad por la escuadra in -
glesa, aportó felizmente á Veracruz , cargó la
plata , y pasó con ella á la isla de Cuba.


(*) Véase su biografía, tom. III.




ALCALÁ G A L I A N O . 11


Seguíanle ya los Ingleses, codiciosos de la rica
presa que en su buque llevaba. En la Habana
recibió Galiano órdenes para pasar á la Penín-
sula con su precioso cargamento , y según cos-
tumbre se le dio un derrotero , siguiendo el cual
quedaba exento de responsabilidad en cualquier
trance. Pero el hombre de quien tratamos tenia
una noble ambic ión, y un bien entendido deseo
de cumplir con su deber ; cargó pues sobre sí
una responsabilidad grande, esponiéndose al mas
severo castigo si era apresado; no hizo caso del
derrotero; tomó latitud mucho mas alta que l a
que solia tomarse entonces ; buscó los recios NO.
del golfo de San Lorenzo ; tuvo la fortuna ó
mejor dicho el acierto de encontrarlos ; navegó
con vientos largos y duros felizmente; imitando
á Colon , llevó en secreto una cuenta de lo que
adelantaba, observando la longitud con el
re lés , cuando otros la calculaban solo por l a
estima, método falaz como es notor io ; y en
vez de aportar á Cádiz , como le estaba manda-
do y creían todos , apareció en las costas del
Norte de la Península, descubriendo tierra á
la boca de la rada de Santoña. Habiendo anclado
en aquel puerto, se supo en toda España su




13 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


viage y feliz arribo con admiración y aplauso:
La Corte pensó en premiarle , pero el Ministro
que era de Marina D . Juan de Lángara rehusó
darle el grado de Brigadier, porque , según es
fama, dijo que bien premiado quedaba con lo
que habría ganado en su espedicion. Razón ruin
y aun en parte infundada, pues si el Comandante
de la espedicion habia ganado , como lícitamente
se ganaba en aquellos viages, su genio esplén-
d ido , hasta rayaren derrochador , y su pundonor
hasta quisquilloso , ó le habían impedido hacer
las ganancias que eran de suponer , ó con gastos
crecidos habían menguado las verdaderamente
hechas.


Pero si Galiano se quedó sin un premio dado
comunmente á servicios muy inferiores, los su-
yos y su mérito fueron reconocidos, confiando-
le otra comisión de igual naturaleza. Mandósele
pasar al Ferrol, y de allí á América en busca de
mas caudales. Para esta empresa, siendo solo
Capitán de navio, tuvo á sus órdenes una escua-
drilla compuesta de dos navios, tres fragatas
y algunos buques menores , con lo que acreditó
que era buen General de mar, antes de serlo efec-
tivo. Volvió a Veracruz sin accidente, cargó de




A L C A L Á G A L I A N O . 13


nuevo la plata , pasó á C u b a , siempre persegui-
do con empeño por el enemigo , y de allí salió
para España; pero hubo de volver de arribada á
la Habana, ya por serle contrario el viento, y
ya por teDerle cerrado el camino los Ingleses con
fuerzas muy considerables. Quedó Galiano blo-
queado en la bahia, y allí le cogió la paz de
Amiens, siendo tal su desgracia, que ni siquie-
ra tuvo el gusto de traer á España las primeras
remesas de plata después de concluida la guerra,
pues fue despachado al efecto el Brigadier Don
Justo Salcedo. No dejó de ofender un tanto
esta circunstancia á Gal iano; pero hubo de re-
signarse, y fue el segundo que llegó á Cádiz
con caudales en Abril de 1802. Recien llegado
se le destinó á la escuadra que iba á Ñapóles, en
busca de la Princesa que debía desposarse con
el Príncipe de Asturias , después el Rey Fernan-
do VII. Montó entonces el navio Bahama, buque
de fea ligura pero de soberbio maderage, muy
velero, y predestinado á servir de ataúd á su
capitán, antes de caer en manos de un enemigo
victorioso.


Salió la escuadra de Cádiz , y al atravesar el
estrecho de Gibraltar, saltó el viento al E ; y




14 PERSONAJES C É L E B R E S .


procurando seguir de vuelta y vuelta, ocurrió
un abordage entre los navios Bahama y Príncipe,
nacido de las ideas de subordinación de Galiano
quien al ver que iba su buque á pasar por la
proa del navio general, cuando estaba este to-
mando r izos , mandó arribar, y de un increíble
descuido del t imonel , que sin orden dio de orza,
cuando casi iban á tocarse los dos buques. Aun-
que este abordage estuvo á pique de causar la
pérdida del uno ó del otro navio, y quizá de am-
b o s , causó solo levísimo daño ; pero abandonan-
do la escuadra la idea de pasar el estrecho con
viento contrario, arribó al abrigo del cabo Es-
partel. Mudóse pronto el viento soplando del O,
con lo que se navegó hasta el cabo de Gata; y
llegados all í , el general, con sorpresa de todos ,
arboló la señal de hacer rumbo al E. S. E.
viéndose por ello que no iba la escuadra á Car-
tagena , sino á un punto ignorado. Habiendo la
división llegado á avistar la ciudad de Argel,
recibió Galiano orden para pasar á Túnez, con
el navio de su mando y la fragata Sabina, á
arreglar ciertas desavenencias con aquel Gobierno.
Galiano despachó su comisión con acierto y feli-
cidad, y en su tránsito desde el mar de Argel




ATÍCAIÍA G A L I A N O . 1 5


al golfo de Túnez , descubrió que habia bastante
equivocación en una de las cartas que acababa de
publicar el Depósito Hidrográfico, con respecto á
la situación de la Isla Galita; observación que
puso en conocimiento del Gobierno á su llegada
á Cartagena. Antes de recibir contestación, salió
la escuadra de aquel puerto con dirección á Ña-
póles , mandada por el Marqués del Socorro , y
compuesta de los navios Príncipe, Bahama y Guer-
rero , de las fragatas Atocha y Soledad , y de un
bergantín. Ocurrió en este viage una pequeña
circunstancia, que dio ó conocer un poco la va-
nidad , y mucho la escrupulosidad y pericia de
Galiano. El general habia dado orden para que
se navegase , yendo su navio en medio , algo ade-
lantado, y los otros dos á las aletas, de manera
que la proa de estos viniese casi á formar linea
con el palo de mesana de aquel. Navegó el Ba-
hama casi clavado en esta posición, no sin gran
trabajo de la oficialidad y Comandante, pero el
Guerrero no pudo hacer otro tanto ; circunstan-
cia que puso un tanto ufano al personaje de cuya
vida nos ocupamos.


Llegada la escuadra ó Ñapóles, se embarcó
la Princesa en el navio General, y en el Baha-




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


ma algunas personas de nota de la comitiva,
lo que dio margen á Galiano para satisfacer
sus inclinaciones, tratando á los pasageros en
su navio con la mayor suntuosidad y esplen-
didez.


Llegó la espedicion á Barceloua donde estaba
la Corte , y en la que fue muy bien recibido Ga-
liano, en especial por el Príncipe de la Paz, Gene-
ralísimo entonces de mar y tierra. Hubo una pro-
moción, en la que fue Galiano ascendido á Bri-
gadier con otros varios; ofendiéndose su orgullo de
recibir el premio de servicios hechos en espedicio-
nes peligrosas, como una gracia obtenida por haber
acompañado á las personas Reales. Así lo declaró
al Príncipe de la Paz , comiendo con é l ; pues
habiéndole este d i cho : « Galiano, no doy tí P.
enhorabuena por su grado •• le contestó : no la
recibo, y quien me la diese me ofenderla. »
Pero el Generalísimo le aseguró delante de todos
que conocía lo justo de su queja , prometiéndole
que pronto se remediaría su postergación, y
anunciándole que le tenia preparado un servicio
de importancia.


La escuadra iba á regresar á Ñapóles , llevan-
do en retorno á una Infanta de España, que




A L C A L Á G A L I A N O . 17


iba á enlazarse igualmente con el Príncipe he-
redero de aquel reino. ¡Feliz u n i ó n , de la cual
habia de salir para España la Augusta madre
de nuestra querida Reina Doña Isabel I I , que
llegó á ser la bienhechora y el ídolo de los Españo-
les leales! Galisno iba á volver también á Ña-
póles , pero con orden de que al llegar á la capital
de las Dos Sicilías, se trasbordase á la fragata Sole-
dad, y pasase con ella el mar de Grecia , y de allí
á Constantinopla, para formar la carta del Medi-
terráneo , yéndose después por Túnez y las costas
vecinas para enmendar los errores que él habia
descubierto y señalado.


Desempeñó Galiano este encargo con el acierto
que era de esperar, y ocurrió durante e l v i a g e
un lance , que aunque fr ivolo , es característico
y por lojtanto propio de la biografía. Yendo la So-
ledad por los mares vecinos á Constantinopla,
tropezó con una escuadra turca mandada por el
Capitán Bajá. Aficionado Galiano á actos de cor -
tesía , quiso hacerle un s a l u d o p e r o celoso del
honor de su pabellón , quiso saber antes de ha-
cerlo*si se le contestaría con igual número de
cañonazos. Hecha la pregunta , se le contestó que
se haría lo practicado con la bandera de otras


i




18 PEIISONAJES C E L E B E E S ,


naciones. Equívoco era esto, pero creyó Galiano
que bastaba, y en consecuencia saludó con 21
cañonazos , quedándose admirado al verse corres-
pondido con algunos menos. Irritado de un
desaire , que mas lo era á la nación que al bu-
q u e , ó á la persona de su Capitán, tomó el
partido violento de enviar un guardia marina en
un bote á declarar al turco : « que la fragata


. española no le había saludado , pues solo había
disparado para limpiar sus cañones, y que por
tanto los cañonazos -tirados como ea respuesta
eran un honor á la bandera española , hecho por
quien ninguno había recibido á la suya. » Dióse
este recado , pero el Capitán Bajá recibió el in-
sulto con la flemática indiferencia que distingue
á su nación.


Cerca de un año gastó Galiano en su comisior»
y vuelto á España desembarcó en Cartagena y
pasó á Madrid, donde pensaba quedarse para en-
tender en la publicación de las cartas ; pero tu-
vo serias desavenencias con el Ministro Granda-
llana , y agregándose á esto el retirarle su favor
el Príncipe de la P a z , escogió Galiano á Cádiz
para llevar alli á cabo su trabajo, y quiso tam-
bién escribir él mismo la relación del viage.




A L C A L Á ( ¡ A M A N O . 19


Bailábase en aquel departamento , cuando el
atroz atentado cometido por el Gobierno inglés
de atacar en plena paz á cuatro fragatas españo-
las, apresando tres de ellas y volándose la otra,
volvió á encender la guerra con la Gran Breta-
ña, No era Galiano muy parcial de la alianza fran-
cesa , ni tenia por justas ú oportunas las hos-
tilidades con Inglaterra -, pero la infame acción
a que aludimos, encendió su ira como la de
todo buen español, y aun la de todo hombie
honrado.


Diose á Galiano el mando de un navio,
el cual dejó pronto para tomar el del Bahama
donde, como hemos ya d i cho , había navegado.
Pronto empezaron grandes acontecimientos. Ha-
bía salido á la mar una división de nuestra es-
cuadra , y juntándose con otra francesa había
hecho rumbo á las Islas de Berlovento , desde
donde después de haber dado vueltas por los ve-
cinos mares, venia en demanda de los puertos
del Norte de la Península; cuando tropezando
con una escuadra inglesa poco numerosa , em-
pezó un combate, durante el cual , haciéndose
á un largo los franceses, fueron apresados, no
sin defenderse con heroicidad, dos navios espa-




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


ñoles , uno de ellos mandado por D. Rafael de
Villaviceneio, hermano político de Gal iano, que
se había quedado en Cádiz con la parte mas nu-
merosa de nuestra escuadra.


Alli vino también el resto de la malograda
espedicion. Tomó entonces el mando de una nu-
merosa escuadra inglesa el insigne Lord Nelson,
quien recordando sus glorías del Nilo y Copen-
hague habia f o rmado , según cuentan , el proyec-
to de entrar á viva fuerza en la bahia de Cádiz,
á combatir y destruir los buques fondeados en
ella. Preparábanse los nuestros á la defensa , y
según la opinión de Galiano, era sumamente
probable que sí el inylés acometía la empresa
de forzar el puerto, saliese vencido y muy mal-
tratado ; cuando al revés , si iba en su busca
la escuadra combinada , habia poca esperanza
de que fuese nuestra la victoria.


Pero el carácter impetuoso de Napoleón , poco
entendido en cosas de la mar,, no llebava á bien
que sus navios o los de sus aliados se mantu-
viesen quietos en el puerto , teniendo al frente y
provocándolas el enemigo ; escociéndole por otra
parte no ser tan bien obedec ido , ni llevar fe-
lizmente á cabo sus proyectos marítimos , como




A L C A L Á G A L I A N O . 21


le sucedía siempre cuando daba órdenes á los
generales de sus ejércitos.


Mandaba la escuadra al iada, el Almirante
francés Villeneuve, valeroso y háb i l , y estaba
inclinado á esperar dentro del puerto la batallas
si alli la empeñaba la osadía de su contrario. Pero
temía la ira de su Emperador, y quería quedar
á cubierto de los cargos que pudiese hacerle.
Convocó pues junta de generales, á la cual fue-
ron llamados los Brigadieres Galiano y Churru-
ca á pesar de no asistir los de su grado, y dan-
do lugar á la escepcion el alto concepto que ara-
bos oficiales disfrutaban. Ventilóse en la junta
si convendría ó no salir á la mar ; estuvieron en-
contrados los pareceres ; señalóse Galiano susten-
tando el opuesto á la salida ; esforzó la opinión
contraria, entre otros y mas que nadie , el Con-
tra-Almirante francés Magon; ensarzose la dispu-
ta á punto de temerse un duelo entre el mari-
no español y el francés, por culpar este á aquel
de falta de arrojo ; y al c a b o , tomados los vo-
t o s , & acordó esperar en el puerto la acometida
de los ingleses.


Por aquel tiempo fue nombrado Galiano Co-
mandante General de Pilotos , destino que no s




39 PERSONAJES CELEBMS.
conferia á Brigadieres, sino á Gefes de escuadra
cuando menos ; por lo mismo le anunciaron des-
de Madrid que pronto le llegaría la faja de ge-
neral que tan merecida tenia. No gustaba Galia-
no de tener empleos á modo de beneficios sim-
ples ; y como ademas habia dedicado su atención
al ramo de Pilotos, apenas obtuvo la comandan-
cia del cuerpo , escribió una memoria para me-
jorarle , que envió al Gobierno ; pero mediaron
tan pocos dias entre su nombramiento y su muer-
te , que ni siquiera recibir pudo respuesta á su
escrito.


Resuelto ya que no saliese la escuadra do la
bahía de Cádiz, recibió Villeneuve la noticia de
haber sido nombrado sucesor suyo el Více-AI-
mirante Rossi l l i , quien podia tardar poco en lle-
gar. Vióse culpado por el Emperador de sobra
de cautela y hasta de timidez, y no pudiendo to-
lerar semejante afrenta el Almirante depuesto,
antes que le alcanzase el sucesor, arboló la señal
de dar la vela. Zarpó la escuadra de Cádiz con in-
faustos auspicios, en malísima estación, amena-
zando próxima una borrasca, y teniendo enfren-
te un enemigo casi igual en fuerzas y muy su-
perior eu calidad. Galiano preveía lo que iba á




ALCALÁ GALIAHO. 23


acontecer, y salió por demás descontento y de -
sabrido.


Ni aun Je fué posible despedirse de su fami-
lia que se hallaba en Chiclana, y hasta tuvo el
disgusto de que maniobrase mal su navio al tiem-
po y poco después de hacerse á la vela Enton-
ces se le oyó decir que si volvía á Cádiz aban-
donaría su carrera ; sentida espresion que proba-
blemente se habría quedado en ser un desahogo
de un pesar muy fundado.


Pronto estuvieron á la vista y próximas á la
pelea las dos escuadras contrarias. El Bahama
formaba parte de una división llamada de reser-
va , sóbrela cual , trocado el orden de batalla,
vino á caer lo mas recio del combate. Por la
formación de las lineas quedaron en la escuadra
combinada Ja reserva ala cabeza, la retaguardia
en seguida, el centro en su lugar , y la vanguar-
dia á la cola. Los Ingleses anunciaban hacer
una atrevida maniobra, mejora y rectificación
de la hecha en Ja guerra de 1778 , en la victo-
ria conseguida sobre el francés Conde de Grasse
ñor el Almirante Ilodney. Lord Nelson, que ya
en el Nilo había dividido por medio á su con-
trario, y cogido entre, dos fuegos sucesivamente




24 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


á sus buques, formó esta vez su batalla hacien-
do tres puntas ó áugulos salientes con sus navios,
y por tres partes se lanzó á penetrar entre sus
enemigos y doblarlos.


Eutretanto Galiano, con mas valor y firmeza
de ánimo que esperanza, se preparaba al com-
bate. Hizo s;i testamento militar, y hablando en
seguida co:i su pariente el guardia marina D. Alon-
so Butrón, encargado de la bandera, cuida,
le dijo con arrogancia , de defenderla . ningún
Galiano se rinde, y tampoco un JBrutron, debe


hacerlo. Prometióle el joven portarse como le
encargaba, y es de notar que si no murió salió
herido, y yendo á curarse no tuvo que arriar
la bandera.


Trabóse al fin la pelea, y tocó al Bahama ser
combatido por d o s , y luego por tres navios ene-
migos. Recibió Galiano una contusión en una
pierna, y después fue malherido en la cara de
un astillazo, sin que quisiera ir á curarse, como
se lo aconsejaban, por la mucha sangré que
corría de su herida. y por razones fáciles de cofa-
prender. En esto se habia situado un navio in-
glés por la aleta de sotavento del Bahama, y le
acribillaba á balazos sin ser casi ofendido. Por




ALCALÁ. C A L I ANO. 25


lo mismo mandó Galiano arribar un p o c o , áí in
de dar un tanto el costado á su ofensor , y de-
volverle el daño que de él recibia; pero con la
arribada declinaba el navio de la linea, á punto
de llevar traza de separarse ó huir , y esto no pu-
do tolerarlo el pundonor de su Comandante. Orde-
nó pues orzar para entrar bien en la l inea, suge-
táudose al inconveniente de esta maniobra en
aquellas circunstancias. Menudeaban tanto las
balas , que el aire de una de ellas arrebató el
anteojo de las manos del esforzado marino, á
quien bien puede darse el nombre de héroe en
aquella ocasión. Cubierto de sangre propia y
agena, entre esta la del querido Patrón de su
bote , caido ásu lado á impulso de unaLala que
le partió por medio del cuerpo, seguía Galiano
impávido, encendido, alentando á quienes le
rodeaban, cuando una bala de mediano calibre
le acertó en el medio de la cabeza, llevándose
la parte superior de esta y dejándole muerto en
el sitio. El cadáver fue recojido al instante , pro-
curando encubrir ia desgracia á la tripulación
que no estaba alas inmediaciones. Poco después
arrió bandera el Bahama, destrozado horrorosa-
mente, muertos alguuos de sus oficiales, y l o s




26 PERSONAJES CELEBRES.


demás con rara escepciou heridos. Al cuerpo del
Comandante se dio por sepultura el mar, digno
lugar de reposo en la muerte, para quien tanto
en él se hahia señalado durante su vida.


Asi acabó con una muerte ilustre una vida
bien empleada. En el mismo dia , cosa singular,
perdieron la vida Churruca , igual en celebridad,
en méritos y en grado á Galiano , y el francés
Magon , de quien antes hemos hablado. Aquel
famoso combate causó la muerte también de los
tres Almirantes que en él mandaban (*) , y la
nueva de tan lastimosas pérdidas causó el mas
vivo dolor en la Corte y en toda España ; pero
iba el dolor mezclado con el orgul lo , pues si la
derrota en Trafalgar fue completa , no humilló
á la nación , porque el honor de nuestras armas
quedó ileso.


Era D . Dionisio Alcalá Galiano de corta es-
tatura , de complexión recia y robusta , de co -
lor blanco y ojos azules , de gesto desapacible,
y como de hombre distraído. Era de condición
muy irascible, aunque'pronto en deponer la rra;
rígido en la observancia de la disciplina , suma-
mente activo , generoso por demás , fácil en ofeii-


C) Véase la biogr.ifla de Gravina T. II.




ALCALÁ G ALIA NO. 27


derseaun por frioleras , y algo vano de las pren-
das que tenia. Su instrucción no pasaba de media-
na. Aun en las ciencias sabia perfectamente lo
que sabia , pero era corta su erudición. Entendía
medianamente el latín , traducía y hablaba regu-
larmente el francés y un poco el inglés , y de
este poco hacia grande alarde, y estaba muy
ufano por ser en su tiempo muy poco conocida
en España la lengua inglesa. Era muy amado de
sus subalternos , como lo prueba que al dejar en
1805 el mando de un navio para tomar el
del Baliatna, quisieron trasbordarse con él y se
trasbordaron toda la oficialidad y tripulación;
circunstancia notable y demostración muy hon-
rosa.


El nombre de D . Donisio Alcalá Galiano ocu-
pará siempre un distinguido lugar en los fastos
de la marina española , y por lo tanto no hemos
vacilado en incluirlo en nuestra colección.






4-




Insolites ttlAns JelSibk III .
» 4




M. ODILON BARROT.


Si el peligro de nuestra primera re -
volución , atacada por todas partes, ha
estado en la exaltación de las pasiones;
en el d i a , después d i la victoria, el
peligro está en el egoismo, la indife-
rencia política, y esa corrupción lenta
que disuelve y enerva á las sociedades
que descansan.


Discurso de Mr. Odiloit Barroi á
los electores de Coucy.


Mr. Odilon Barrot, abogado ¡lustre , orador
notable y gefe de la oposición dinástica, merece
por muchos títulos ocupar un lugar en nuestra
colección. No ha pasado aun por la terrible prue-
ba de ser ministro; pero puede llegarlo á s e r , y


i




P E R S O N A J E S C É L E B R E S . 2


por lo mismo conviene biografiarlo antes de que
llegado aquel caso, se despierten contra él las an-
tipatías ó afecciones que lleva en pos de si en es-
tos tiempos en que tan gran consumo se hace de
hombres de Estado. El gobierno representativo ó
parlamentario , según ahora se d i ce , es segura-
mente una herniosa conquista ; ¿ pero está bien
asegurada , y no presenta algc de espantoso el
verla devorar, mas insaciable que Saturno, par-
lamentos, ministerios y ministros sin cuento?
¿Qué dirían los Sully , ílichelieu ó Colbert si re-
sucitaran? En nuestro concepto se admirarían al
ver el locomotor constitucional, servido por tres
poderes que procuran recíprocamente leducirse á
la nada para equilibrarse , de los cuales el uno
está ya reducido á la inacción, y los otros dos
se disputan la maniobra ; al paso que una fuer-
za motriz llamada la imprenta, fuerza inmensa,
útil como el vapor pero peligrosa como é l , ru-
ge al rededor del aparato, le saca de los carri-
l es , le empuja hacia adelante, le tira hacia atrás,
le inmoviliza algunas veces, y otras le precipita
hacia regiones desconocidas.


Sin embargo el mecanismo tiene la mejor apa-
riencia , es complicado y sencillo al mismo tiem-




ODILON BAEROT. 3


p o , sus resortes son nuevos y sus ruedas engra-
nan perfectamente unas con otras, y en resu-
men seria el mecanismo mas maravilloso, si al
mismo tiempo no fuese el mas pérfido que puede
verse. Por fuerte y hábil que sea el hombre que
se atreva á poner en él la mano , le coge esta
primero, luego el b r a z o , luego todo el cuer-
po , lo arrastra, lo lleva por entre sus c i -
lindros , lo adelgaza , y lo aplasta bajo sus mue-
las ; y da lástima en verdad verle salir del apa-
rato representativo, déb i l , vacilante , estenuado,
aspirando á las dulzuras de la convalecencia,
buscando el reposo, la oscuridad , el silencio, y
temiendo sobre todo la recaida , pues en verdad,
en los tiempos que corren, es mas difícil restable-
cerse de haber sido ministro, que de la fiebre
amarilla.


No nos toca á nosotros examinar en este lu-
gar las causas numerosas que dificultan el m o -
vimiento del sistema representativo. Mr. Odilon
Barrot cree que los hombres son los que faltan
á la* instituciones; seguramente no será por lá
cantidad. ¿Será la calidad? Mr. Villemain escla-
maba en la tribuna: «vengan los grandes y los
fuertes, pero sobre todo que puedan entenderse;




4 T E R S O S A J E S CÉLEBRES


tomen el poder y consérvenlo : les bendeciremos
en nombre del pais : ¡venga Mr. Odilon Barrot!»
Mr. Odilon Barrot no ha ido todavía : no sabe-
mos si es peor para é l , pero si seguramente para
nosotros , que vamos á contar sin pasión alguna
una carrera política diversamente apreciada.


Mr. Odilon Barrot nació en Villefort, departa-
mento del Lozera, el 19 de Julio de 1790. Su
padre, miembro de la Convención, después del
Consejo de los Quinientos, y mas adelante del
Cuerpo Legislativo, atravesó sin mancha los ma-
los dias de 93 (*) y debió á la oscuridad de su vida
elnocspiar en un cadalso la moderación de sus prin-
cipios. El joven Odilon Barrot encontró en el seno
de su familia tradiciones de respeto y amor hacia
el primer periodo revolucionario , brillante con
las nobles luchas oratorias, y no manchado aun
con las sangrientas orgias del terror. Educado
en París en el Colegio de Luis el Grande, enton-
ces Liceo-Napoleón , sino brilló por sus estudios
se distinguió sin embargo por sus inclinaciones


t") Cuando el juicio de Luis X V I , el padre de Mr . ZTLT-
rot fue uuo de los que votaron por la apelación al pueblo
y el encierro durante la guerra. Los que hayan estudiado
u n poco aquella época conocerán fácilmente que aquel voto


fue uno de los mas atrevidos.




ODILON BARROT. 5


serias, su entendimiento precoz , y una tenden-
cia instintiva hacia las cosas elevadas. Sabido es
con qué cuidado fomentaba Napoleón el entu-
siasmo guerrero entre la juventud de los liceos,
que eran para él un vivero de soldados. Allí se
dejaba ¿Cicerón para egercitarse en el manejo del
fusil, y en los dias infaustos se vio á muchos de
aquellos jóvenes revestir el uniforme, é ir á bus-
car la muerte en los combates.


En medio de aquel embriagamiento , de aque-
lla fiebre de gloria mil itar , un joven de grave
continente y un aspecto meditativo, permanecía
casi solo, impasible y fr ió ; no porque el joven
Barrot dejase de amar su pais ; pero sus pensa-
mientos , sus deseos estaban en otra parte , y
su razón ya madura , impulsada por una atrac-
ción natural hacia el estudio de los principios, se
alejaba con voluntaria repugnancia de la tumul-
tuosa región de los hechos. La multitud personi-
ficaba á la patria en un hombre : el austero l i -
ceísta pedia ya cuenta interiormente á aquel hom-
bre ¿le las necesidades presentes y de los males
futuros de la patria.


Al salir del colegio, Mr. Odilon Barrot estu-
dió tranquilamente el derecho ; siendo de notar




6 PERSONAJES C É L E B R E S .


que no contaba aun 23 años , cuando solicitó y
obtuvo dispensa para ser admitido como aboga-
do en el tribunal de Cassation.


El edificio imperial se desplomaba entonces
por todas partes; la primera restauración encon-
tró en Mr. Odilon Barrot, sino una efervescen-
cia de entusiasmo que no está en su naturaleza,
por lo menos una simpatía sincera y verdadera.
Fue de los que vieron en los sucesos de 1814 la
aurora de dias mas serenos. Le pareció que la
civilización estaba al fin llamada á salir del cam-
po de batalla, para entrar en un nuevo camino,
desenvolverse y engrandecerse con el benéfico
contacto de la tribuna y de la imprenta. Llega-
ron los cien dias como un huracán, y pasaron
c o m o él. Se ha dicho en alguna parte que el
Comisario de Cherburgo habia ido á Gante; es
un error : Mr. Odilon Barrot permanció en Pa-
r í s , y como guardia nacional estaba de guardia
en el palacio de las Tullerias el dia que Napo-
león volvió á entrar triunfante en él, para no
volverle á ver. La restauración volvió poco.des-
pues con un programa, destinado á reparar sus
primeras faltas. Mr. Odilon Barrot volvió á sus
ilusiones, que debemos creer que tardaron poco




O D I L C W B A . R R O T . 7


en desvanecerse, pues se le vio muy luego en-
trar de lleno en la lucha que entonces sostenia
casi todo el foro , contra el sistema reaccionario
de la monarquía restaurada.


Una causa en apariencia délas mas pequeñas,
pero que en realidad promovía grandes cuestiones,
tardó poco en dar á conocer el oculto talento del
joven abogado. Era en el tiempo déla mas fuerte
propaganda religiosa; en una ciudad pequeña
del mediodía, algunos protestantes se habían ne-
gado á adornar sus casas al pasar la procesión
del Corpus: condenados por el juez de paz á un
franco de multa , habían apelado y sido condena-
dos sucesivamente en los dos grados de jurisdic-
ción. La causa fue llevada al tribunal de Cassa-
t i on , y Mr. Odilon Barrot estuvo encargado de
defender ante todos los tribunales reunidos ba-
jo la presidencia del Guarda sellos, una de las
conquistas mas preciosas de la revolución, el
principio de la libertad de cultos , garantida por
el artículo 5° de la carta de 1814, y atacada en
virtud del artículo 6 o que declaraba que la R e -
ligión Católica era la religión del Estado. La
causa se vio dos veces, y desde el primer dia,
los argumentos del abogado, á pesar de su mode-




8 P E R S O N A J E S CELEBRES.


rac ión , habian levantado gran ruido en la i m -
prenta realista. \Es acaso atea la leyl Esclamó
con indignación Mr. de Lamennais entonces' fogo-
so católico, (*) que predicaba en el Conservador
la alianza indisoluble del Trono y del Altar.
« S í , debe serlo, contestó Mr. Odilon Barrot, si
por esto se entiende que la l e y , que solo exis-
te para obligar, debe ser estraña á la creencia
religiosa de los hombres , que está fuera de toda
obligación etc. etc.»


En el dia no se comprendería tan pueril dis-
cusión de palabras; evidentemente la cuestión
no estaba allí sino entre los artículos 5 o y 6 o .
Mr. de Lamennais entendía entonces el ateísmo
como Santo Domingo : comparar la impasibili-
dad- de la ley , en medio de las formas esterio-
res de tal ó cual culto , á la negación de Dios,
que es el principio de todos ellos , cualesquiera
que sean , era en nuestro concepto chocar a u n
tiempo con el buen sentido y el diccionario.


Aquella defensa valió á Mr. Barrot una ra-
primenda pública, pero sin embargo deella triun-
fó , y se anuló la sentencia con aplauso del par-
tido liberal. Aquella causa y otros triunfos ju-


(») Véase su biografía 1 . III .




ODILON B A R R O T . 9


diciales, que no podemos enumerar , colocaron
pronto á M. Barrot entre las notabilidades del
partido liberal. En 1827 formó parte con Mr. Gui-
zot de la famosa sociedad ayúdate y el cielo
te ayudará , cuyo objeto patente, confesado , le-
gal , era defender la sinceridad de las elecciones
contra el sistema corruptor del ministerio Villele.
Añadamos sin embargo , que ya la parte joven
y ardiente de los iniciados tendía á dar á la so-
ciedad una dirección profundamente hostil al
poder. Mr. Odilon Barrot, Presidente de la
Sociedad, se negó á aventurarse á actos que
creia contrarios á sus principios de moderación
y de orden. Después del establecimiento del mi-
nisterio Pol ignac, encargado en un banquete
dado á los 221 de llevar la palabra en nombre
de los electores de Paris , declaró también que las
vias legales le parecían suficientes para el triun-
fo de la libertad: aparecieron luego los decretos,
estalló la revolución , y Mr. Odilon Barrot se en-
contró de repente arrojado por la fuerza de las
cosaj mucho mas allá de su punto de partida.


Durante los tres dias , Mr. Odilon Barrot,
que no pertenecía ó la Cámara , no tuvo parte
en las deliberaciones oficiales de los Diputados,




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


pero sí activa en todas las reuniones particulares
para sostener y dirigir el movimiento. El 30 de
Julio por la mañana , después de instalada la
comisión municipal, por recomendación de Mr.
Laffitte, fue agregado á los secretarios de ella,
y adicto principalmente á su antiguo amigo el
General Lafayette, que acababa de encargarse
del mando de la Guardia Nacional. No repeti-
remos aquí lo que hemos dicho en otra parte
sobre las disidencias de la casa de Ayuntamiento,
y de la reunión Laffitte; algunos han pretendido
que el pensamiento monárquico f u e , inmediata-
mente después de la victoria, el pensamiento pri-
mero , instantáneo, dominante , universal, el
grito de todos y de cada uno ; no comprende-
mos de qué puede servir al trono el sostener una
thesis tan disputada . siempre resulta , que exa-
minando con atención las diversas peripecias del
drama de Jul io , no puede menos de reconocerse
que hubo en las cabezas, y sobre todo en las
masas, un momento de vacilación, felizmente
muy corto , pues eran aquellos dias de los en que,
como dice Mr. Mauguin, las horas abrasan.
En nuestro concepto la división exacta de las tras-
formaciones sucesivas del pensamiento público




ODILC-N BA.RROT. 11


durante y después del c ombate , es la siguiente.
El 27 y 28 de Julio se quería la conservación de
la Carta y la caida de los ministros ; el 29 no
se quería ya á la rama primogénita ; el 30 no
se sabia lo que se quería , y este fue el dia crí-
t ico , el día peligroso de Jul io ; por ú l t i m o , el
31 , la proclama del Duque de. Orleans á los ha-
bitantes de París, acostumbró a la población a la
idea de un nuevo t rono , y luego aquella misma
n o c h e , el paso tan atrevido como hábil del Lu-
gar teniente General en la casa de Ayuntamiento,
terminó la indecisión ; y desde aquel instante
quedó asegurado el triunfo de la causa monár-
quica.


En aquella crisis tan corta , pero tan llena de
acontecimientos, Mr. Odilon Barrot representó
un papel bastante importante, ó mas bien dos
distintos, producidos ambos por un pensamiento
que es en sí mismo único y doble á un tiempo;
apresurémonos á esplicar esta logomoquia dicien-
do , que hablamos de ese sistema monárquico-re-
publicano , que tuvo origen en la casa de Ayun-
tamiento , dio el ser al famoso programa que
nadie ha visto ni entendido, y adoptó por
fórmula las palabras del General Lafayette: una




12 P E R S O N A J E S CELEBRES.


monarquía rodeada de instituciones republica-
nas. Este sistema de equilibrio entre la monarquía
y la república, ba esperimentado muchas vicisi-
tudes desde su nacimiento ; hasta la época del
conte-rendu fue aun la espresion y el símbolo
de la fracción mas avanzada de la Cámara ; des-
de aquel momento , se manifestó una división
entre sus adictos; y de todos los hombres dis-
tinguidos del sistema, solo Mr. Odlion Barrot
le permanece f ie l , no sin haberle hecho sufrir
muchas modificaciones.


Hemos dicho poco antes que la conducta de
Mr. Odilon Barrot durante los tres dias fue re-
publicana y monárquica como ' su sistema. En
efecto, por una parte el 30 de Julio se presen-
tó en la Cámara á protestar en nombre del Ge-
neral Lafayette y en el suyo , contra la precipita-
ción con que al parecer podia disponerse de la
corona en favor del Duque de Orleans, y á pe-
dir que ,se estipulasen antes de todo en una
asamblea general, las condiciones del pueblo ; por
otra parte , el mismo dia , y cuando llegaba
tal vez el momento e*! que accediese Mr. de La-
fayette á los ofrecimientos de presidencia repu-
blicana que le hacían algunas diputaciones de




ODILON B A R R O T . 1 3


jóvenes, « M r . Odilon Barrot, dice Mr. Berard
en sus Recuerdos (*) consiguió que no tomase
ninguna resolución hasta la mañana siguiente;
después se apoderó del General al tiempo de des-
pertarse, le habló el lenguaje de una razón seve-
ra, y le manifestó el abismo en que podía sumer-
girles su aceptación. El General Lafayette pro-
metió , no sin algún pesar tal vez, no aceptar.»


Después de la entrevista de la casa de Ayunta-
miento, Mr. Odilon Barrot marchó á Rambouillet
con el Mariscal Maison y Mr. de Schonen, aso-
ciando su nombre en aquella circunstancia á uno
de los actos mas solemnes, y sin disputa los mas
bellos déla revolución de Julio. Pocos años an-"
tes una nación corría tras de su Rey que huia
de ella, le cogia en la frontera, le conducía, por
fuerza prodigándole insultos y ultrajes, escolta-
ba su coche dando gritos de muerte, le presen-
taba en la portezuela cabezas puestas en la punta
de una pica, y tenia por fin el placer horrible
de cortar la suya , cabeza augusta, protegida en
vano ppr una doble corona demagestad y de des-
gracia. Cuarenta años después , esta misma nación
atacada por su Rey y victoriosa, dejaba al ene- ^


O Recuerdos de la Revolución de 1830, pág. 130. / ,




14 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


migo vencido dirigirse lenta y sosegadamente al
destierro. Los pueblos atónitos salian al camino
para ver pasar á aquel Rey caído , y confiado él,
sus banderas, sus armas , sus equipajes, sus cria-
d o s , sus soldados fieles, á la custodia de tres
hombres representantes y despositarios de la ge-
nerosidad nacional. Aquellos tres hombres rodea-
ron de atenciones á un grande infortunio; á su
voz se calmaron los resentimientos, la piedad su-
cedió alodio, y el respeto á la violencia ; el fú-
nebre acompañamiento de los descendientes de
San Luis continuó en medio de un religioso si-
lencio ; y la Francia, condenada por la historia
en Varennes se rehabilitó en Cherburgo. Mr. Odilon
Barrot solicitó y obtuvo de Carlos X , antes de se-
pararse de aquella desgraciada familia, un escrito
concebido en estos términos: «Me complazo en
hacer á los Señores Comisarios la justicia que les
es debida, según el deseo queme han manifes-
tado. He quedado sumamente satisfecho de sus
atenciones y respeto á mi persona y familia. Fir-
mado : C A K L O S x . >i Se ha dicho que el pr«o de
Mr. Odilon Barrot en aquella circunstancias ha-
bía sido censurado por sus colegas; pero él mis-
mo lo ha desmentido', y ha rechazado como una




ODILON 1 Ü R H O T . 15


calumnia la insinuación de que había pedido
aquel documento para obtener una amnistía per-
sonal en caso do volver los Borbones.


Mr. Odilon Barrot fue nombrado á su vuel-
ta Prefecto del Sena, y después Diputado por Stras-
burgo. Durante los seis meses de sus funciones
de Prefecto, hubo de atravesar el periodo mas
tempestuoso del gobierno de Julio ; su posieion
de primer magistrado municipal déla ciudad, tuvo
por las circustancias y tal vez un poco también
por el valor personal del hombre, una importan-
cia que no tendría ahora. En tiempos ordinarios
un Prefecto es un subordinado que egecuta
las órdenes que recibe, y está por lo tanto
libre de toda responsabilidad directa. No suce-
día así entonces; Mr. Odilon Berrot era mas
que un funcionario ; era un hombre político
que representaba un sistema, y tomaba una parte
activa en las disensiones interiores de los dos
primeros ministerios de Julio ; por esta misma
importancia accidental y anormal, ha sido cen-
surado , con mas ó menos exageración por los
partidos, la conducta administrativa del Prefecto
del Sena.


, Cuando se examina sin pasión y de le jos , se




16 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


reconoce que el carácter de indecisión y blandura
que la distingue, es á un tienpo la consecuen-
cia del carácter general de aquella difícil época,
y el resultado necesario del pensamiento de
fusión completa entre dos elementos heterogéneos,
cuya realización buscaba entonces , busca en el
dia, y buscará aun por mucho tienmpo Mr. Odi-
lonBarrot.


Preciso es dec ir lo , la revolución de Julio
no fue solo un cambio de dinastía, fue un nue-
vo y terrible golpe dado al elemento monárqui-
c o , tantas veces conmovido de cincuenta años á
esta parte. Los que creen que en el actual esta-
do de su civilización y de sus costumbres, con
su posición topográfica, sus necesidades, sus
recursos, sus relaciones internacionales, la socie-
dad francesa no podría separarse de la monarquía
sin peligro de muerte, debieron tener grandes
temores al ver la esploslon de anarquía moral
que siguió por un instante á la revolución de
Ju l i o , y aquella ardiente batalla de ideas que
sucedía á la de las calles y amenazaba coa su
repetición. El antagonismo estaba en todas par-
tes. En la plaza pública donde se fraguaban las
mociones y las diputaciones; en el seno de la




ODILON BARROT. 1 7


2


Cámara hereditaria, que repugnaba prestarse á
su propia decapitación ; en el seno de la Cámara
electiva, desgarrada en todos sentidos por ins-
piraciones contrarias, sin sistema general y fijo,
sin objeto marcado, sin moyoria y sin color.
La anarquía se habia introducido en el seno
mismo del gobierno , los dos primeros ministe-
rios de Jul io , compuestos de individualidades
eminentes, figurarán en los anales del gobierno
representativo entre los peores, en cuanto preten-
dieron vivir libres de la ley imperiosa, absoluta
para cualquiera administración , la unidad, la
homogeneidad. Habia en aquel tiempo ministros,
que aceptando una medida adoptada á su pesar
por la mayoría del consejo, se reservaban el dere-
cho de combatirla altamente en la tribuna c o -
mo diputados, sin dejar por eso de ser ministros;
entonces se juzgaba esto como un hermoso acto
de independencia, en el dia se tendría por muy
ridículo.


Mr. Odilon Barrot, hombre del movimiento,
se encontró desde el pricipio en disentimiento
personal y marcado con el gefe del primer gabi-
nete Mr. Guizot, hombre que quería detenerle;
la administración, con el objeto de salvar á los




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


ministros de Carlos X ¡ apoyaba un mensage de
la Cámara pidiendo la abolición de la pena de
muerte. El Prefecto del Sena publicó una pro-
clama , en que calificaba d e importuno aquel pen-
samiento , y una adujnistracion de la cual era
delegado. Babia en esto conflicto de atribucio-
nes ó mas bien usurpación del poder ; Mr. Odi-
lón Barrot dio su dimisión y era lógico. Mr.
Dupont de l'Eure y Lafayette declararon qué le
seguirían; pero era preciso atravesar la cris's del
proceso, y los hombres del programa eran los hom-
bres de la situación. El Prefecto pado mas que" el
M i n i s t r o M r Guizot se retiró; formóse el ministe-
rio Laffitte, y pronto volvió á empezar de nuevo la
lacha con mayor fuerza entre el Prefecto del Sena y
el nuevo Ministro del Interior , Mr. de Montaliíet.
E a medio de las tempestades populares que
precedieron y siguieron á la sentencia de la
Cámara de los Pares, preciso es confesar que
todos cumplieron con su deber. Sin embargo, aun
entonces faltaba una dirección y un pensamien-
to c o m ú n } cada «uai esponia su persona „ pero
<5ada cual seguía las inspiraciones aisladas d e
SB carácter y conciencia. Se ha acusado á Mr.
Oditon Barrot ée folla de vigor , de haber temí-




ODILON B A R R O T . 19


do perder su popularidad, y contemporizado con
la sedición. Cuando se recuerdan los tiempos,
esta acusación se disminuye mucho ; el vigor, tal
cual se entiende en el dia , era entonces bastan-
te impracticable, los resortes del Gobierno habían
sido rotos por el abuso , y el uso de la fuerza
no dejaba de ser peligroso.


Pronto la discusión de la ley sobre la Guar-
dia Nacional, la decision de la Cámara , que al
paso que abolía para en adelante una dignidad
militar, peligrosa por m estension é importancia,
conservaba al general Lafayette la posición que
ocupaba noblemente, parecieron una ofensa á
este ú l t imo , quien á pesar de las instancias dé
Mr. Odilon Barrot presentó su dimisión. Mr. D u -
pont de l'Eure tardó poco en seguirle, y no
quedó desde entonces en el Consejo mas represen-
tante de la opinion de Mr. Odilon Barrot que
Mr. Laffitte; su posición como Prefecto era in-
sostenible , y se obstinó en conservarla. Fue tina
falta , que ba querido justificar diciendo , que el
pode* es una palanca inmensa que no debe aban-
donarse á sus adversarios : lo que es cierto cuan-
do se es bastante fuerte para apoderarse de él y con-
servarle ; pero en aquella circunstancia, una re-




20 PERSONAJES CELEBRES.


sístencia mas bien de detalles que de principios,
un conllicto.aislado y personal, apenas podía servir
sino para embarazar muy mezquinamente la mar-
cha del ministerio , sin provecho para una opi-
nión, y con perjuicio del pais : pronto en efecto
fue una especie de guerra abierta entre Mr. Odi-
lon Barrot y Mr. de Montalivet. El prefecto del
Sena con su talento de orador , su nombre ya
g lor ioso , y su influencia política , no era precisa-
mente un modelo de insubordinación administrar
tiva para con el joven ministro, como él le lla-
maba ; pero el joven ministro tenia también su
-mérito , mérito indisputable de energía y reso-
lución. El inotin del 14 de Febrero y la discu-
sión pública habida acerca de él, el 18, hicieron
públicas las acrimoniosas disputas de aquellos dos
hombres. Mr. Odilon Barrot, contestando á las
acusaciones de debilidad é inacción , declaró que
no había recibido órdenes ; que las instrucciones
á los Maires que debían ir por su conducto, ha-
bían sido enviadas directamente y sin que el lo
supiera. M. de Montalivet contestó que e k P r e -
fecto del Sena no esperaba en otro tiempo ó r -
denes para dirigirse , de su propia autoridad, al
Luxemburgo ó al Palacio R e a l ; que si las circu-




ODILON BAEttOT. 2 1


lares dirigidas á los Maires no habían ido por
su conducto , habia sido para que llegasen antes
á su destino; por último , que la susceptibilidad
de etiqueta se concebia mas bien de arriba
abajo que de abajo d arriba. Aquel discurso un
poco altanero, determinó á Mr. Odilon Barrot a
dar su dimisión , que fue aceptada , recibiendo
en cambio la plaza de Consejero de Estado en
servicio ordinario (*).


Después de la caída del ministerio presidido
por Mr. Laffitte, Mr. Odilon Barrot se declaró
abiertamente contra el sistema del 13 de Marzo,
separándose ya sin embargo de la parte estrema
de la izquierda , particularmente en la discusión
sobre la insurrección leonesa (el 26 de Noviembre
de 1831). Se opuso á la pairia hereditaria, pro-
poniendo la elección directa de los Pares por los
consejeros municipales; tomó la palabra sobre
la mayor parte de las cuestiones á que dio lugar
la revisión del Código penal; estuvo encargado
del informe acerca del restablecimiento del d i -
vorcia ; protestó contra la denominación de súb-
dito, que declaró insultante é inconstitucional.


(*) La abandonó después de la caida del ministerio Laf-
litte.




22 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


Generalmente votó contra todas las medidas mi-
nisteriales.


Después de la muerte de Casimiro Perier cre-
yó la oposición que debia formular públicamente
su programa , y publicó el Informe {compte-ren-
du). Mr. Odilon Barrot fue uno de los principa-
les redactores firmantes de aquel documento , del
cual es preciso decir alguna cosa. El informe dis-
cutido y publ icado, mientras no estaban reu-
nidas las Cámaras, por una reunión de diputados
que obraban como tales , ha sido considerado por
muchos como un acto ilegal é inconstitucional.
Mr. Odilon Barrot lo cree un acto de oposición
legal y razonable, pero al mismo tiempo confiesa
que fue una falta de táctica (*). En efecto, desde
aquel momento el partido del programa de la
casa de Ayuntamiento se dislocó. La parte mo-
derada de la izquierda, asustada de ciertas frases
atrevidas del informe , especialmente de un ata-
que directo y personal contra el trono de Julio,
rehusó firmarlo y después de los dias 5 y 6 de Junio
desanimada por el motin , se arrojó bruscamente
en las filas ministeriales, y contribuyó á dar al


(*) Véase la carta de M r . Odilon B a r r o t , publicada en
la obra de Mr . Sarrans , cuyo título es : Luis Felipe y la
contra—revolución de 1830.




ODILON BARROT. 23


gabinete de 11 de Octubre aquella mayoría c o m -
pacta , á la cual ha llamado el mismo Mr. Odilon
Barrot una falange indestructible.


Por otra parte, pronto hubo escisión entre
los firmantes; los unos , los mas adelantados,
abandonaron el programa, dejando á un lado la
monarquía republicana como una utopia, y en-
traron atrevidamente en la via del radicalismo.
Mr. Odilon Barrot resistió á aquel movimiento,
y se separó al principio insensiblemente de sus,
antiguos amigos polít icos; no tardaron en pre-
sentarse ocasiones para un completo rompimien-
t o , y él entró en ellas con franqueza; se formó
al rededor suyo un nuevo núcleo de adeptos, que
se llama la izquierda moderada, la izquierda d i -
nástica.


La historia de la izquierda dinástica y la
de Mr. Odilon Barrot son naturalmente u n a
misma; su partido y él han crecido juntos y
poco á p o c o , aprovechándose diestramente de
las circunstancias y de las faltas de sus adversa-
rios. Después de los días de Junio, cuando la
oposición volvió á aparecer en el Parlamento,
dividida en dos fracciones, encontró delante de
sí un gran partido homogéneo, compacto, d i s . y




24 P E R S O N A J E S C E L E B E E S .


ciplinado por la pesada mano dePerier, y engro-
sado coa gran número de desertores del informe,
á quienes el ruido del cañón había convertido
en ministeriales. Durante el ministerio de 11 de
Octubre , mientras duró la unión de MM. Guizot
y Thiers, la izquierda y Mr. Barrot fueron casi
nulos ; pero cuando los dos herederos de las tra-
diciones de Perier se hubieron separado con m o -
tivo de la cuestión de España; cuando Mr. Guizot ,
después de haber triunfado de Mr. Thiers, se
vio á su vez obligado á ceder el puesto á Mr.
Mole; cuando en fin se organizó la gran comedia
parlamentaria, conocida por el nombre de coa-
lición, Mr. Odilon Barrot se resforzó con todo el
poder de los que por satisfacer mas bien pasio-
nes que principios, iban á representar sobre su
terreno un papel secundario. Según los hombres
que la formaron, la coalición fue también una
enorme falta de táctica , provechosa sobre todo
á la oposición ; como tardaron poco en probarlo
las elecciones que siguieron á la disolución de
la Cámara. ,


Durante el ministerio de 12 de Mayo, Mr.
Odilon Barrot era ya bastante fuerte para que
se contara con é l ; presentó su programa; el mi-




ODILON B A E R O t . 25


nisterio le contestó que se podía hacer algo,
y el dia en que , sobre una cuestión especial,
(la dotación del Duque de Nemurs) , la oposición
de la izquierda pudo apoyarse en el centro iz-
quierdo , derribó el gabinete. El ministerio de
l . ° d e Marro fue un poco creacion.de la izquierda;
Mr. Odilon Barrot , demasiado débil todavía para
poder componer y presidir él mismo el gabine-
te , tuvo el placer de protegerle, y se hizo el bra-
zo derecho de Mr. Thiers. La crisis de Oriente
estrechó la unión; cuando llegó el momento de-
cisivo , cuando se agitó la gran cuestión de paz
ó de guerra, el temor volvió de repente al par-
tido conservador su antigua homogeneidad. Mr.
Thiers cayó . Mr. Odilon Barrot le recihió en sus
brazos, le estrechó contra su corazón (*), y aun
permanecería en ellos , si Mr. Thiers no partici-
pase un poco de la naturaleza déla anguila.


Desde el advenimiento de Mr. G u i z o t , disi-
pado el temor de la guerra, la antigua mayoría
ha vuelto á caer en ese fraecionamiento, en esas
dívjsíones intestinas que constituyen su debilidad
y son muy parecidas á la caducidad; no sabe


(*) Esto no es una metáfora, es histórico. El hecho paso
en los corredores de la Cámara.




26 P E R S O N A J E S CELEBRES.


donde va ni lo que quiere; tropieza á cada paso;
un dia aparece unida y fuerte, al siguiente vuelve
á ser centro puro , centro derecho, centro iz -
quierdo , y dá al ministerio triunfos de cuatro
votos; y entretanto la izquierda maniobra, ce-
d e á tiempo de sus pretensionos, alhaga las vani-
dades heridas, y tiende la mano á los tránsfugas.
Llegan otras elecciones, y bien puede apostarse,
que si Mr. Odilon Barrot no es ministro, será
a u n , esperando otra cosa mejor , patrono de
un ministerio centro izquierdo, al cual podrá
presentar con una mano su voto y con la otra su
programa. Este parece estar definitivamente re-
ducido a l o siguiente: revocación de las leyes de
Setiembre, juicio de todos los atentados ante el
jurado , y por último , la reforma electoral; pero
limitada á una rebaja gradual en el censo , y á
la admisión de cierta clase de capacidades. Si este
es el programa de la casa de Ayuntamiento, no
h a y duda que ha perdido de su primitiva anchu-
r a , que no tiene ya las grandes proporciones que
espantaban á los t ímidos, y que se inclina visi-
blemente á la miniatura.


Aqui viene bien el concluir haciendo al-
gunas observaciones sobre el conjunto de la




ODILON B 1 R B O T . 27


carrera política de Mr. Odílon Barrot.
En medio de las diversas fases de su vida


pública, el ilustre diputado nos ha parecido siem-
pre penetrado del couvencimieuto profundo de su
inmriabilidad absoluta. Mr. Odílon Barrot pro-
clama sin cesar, y no hace mucho aun que
lo repetía, que su pensamiento político ne ha cam-
biado un ápice desde 1830. Sostiene que dice y
pide aun en el dia , todo lo que decía y pedia
el siguiente á la revolución de Julio. No podemos
convenir en ello , y nos parece que Mr. Odílon
Barrot ha cambiado bastante , que cambiará to-
davía, y que en esio se parece á todos los demás.
Cuando , en la madurez de la v ida , u n - pensa-
miento se transforma de repente de alto á bajo,
es una cosa estraña y que admite diversas espli-
caciooes ; unos ven en ello una repentina reve-
lación del genio ; otros un motivo de interés per-
sonal de ambición ó de rencor; algunos una aber-
ración del entendimiento ; pero nada mas lógico
y natural que un pensamiento político ú otro
cualquiera , se estienda ó comprima , en una pa-
labra , que se modifique por la irresistible influen-
cia de los hechos.


Cuando Mr. Odilon Barrot esclamaba en la




28 P E R S O N A J E S CELEBRES.


tribuna el año 1841: « ¡ devolvednos el entusias-
mo de 1830! » espresaba, tal vez sin pensaren
e l lo , cuanto habia perdido él mismo de aquélla
primera animación , de aquel temerario atrevi-
miento, de aquella fogosidad aventurera de
deseos y de esperanzas, que hizo estallar de re-
pente una esplosion tan violenta como imprevista.
¿Por qué por otra parte hay ya una revolución
entera entre Mr. Odilon Barrot y casi todos sus
amigos políticos , que componen en el dia la es-
trema izquierda , y por qué al contrario los
adversarios mas violentos del ex-Prefecto del Sena,
del firmante del in forme, solo se bailan separa-
dos de él por una ligera diferencia. ? ¿Se dirá
que todos han cambiado y que solo Mr. Odilon
Barrot ha permanecido inmóvil , imperturbable
en el terreno del programa! No seguramente,
pues si se dá crédito á Air. Laffitte ó á Mr.
Dupont de l 'Eure, dirán que (dejando aparte
el pensamiento monárquico) entienden aun en
el día las consecuencias de Julio como las
entendían en 1830 ; y evidentemente, aunque
no fuese mas que sobre la cuestión electoral sola-
mente, las consecuencias actuales de Mr. Laffitte
se parecen poco á las de Mr. Odilon Barrot. R e -




ODILON B A R R O T . 29


sulta de todo esto que unos y otros han marcha-
d o , hacia la derecha unos , y otros hacia la
izquierda; y como en diez años se ha andado
m u c h o , no es de admirrar que se encuentren
separados por una distancia bastante regular.


El punto de perfecto equilibrio que todos bus '
can , asi en política como en m o r a l , como en
literatura , como en todo ; este punto preciso,
este centro matemámatico, que cada cual cree
haber descubierto , lo será cuando lo sea la pie-
dra filosofal. La ley eterna , la ley de progreso,
la ley de la humanidad exige que un objeto que se
cree alcanzado , se trasforme siempre en otronue .
\o , que hay que alcanzar. Concebir , desear, bus-
car lo imposible , es el mas bello privilegio
del hombre ; y en virtud de este privilegio, pro-
sigue Mr. Odilon Barrot en la solución de su
problema de equilibrio completo , entre los dos
elementos republicano y monárquico que se d i -
viden el mundo. Después de haber principiado
por preocuparse demasiado esclusivamente con el
prinjero , ha advertido que debilitaba demasia-
do el s egundo : entonces ha dado un paso hacia
é l , y no será el último ; cuanto mas se acerque
al poder Mr. Odilon Barot, se penetrará mas de




80 PERSONAJES CELEBRES.


las necesidades y dificultades inherentes á su egcr-
e i c i ó ; y si algún dia llega Mr. Odilon Barrot
a ser ministro , se parecerá á todos los ministros
pasados , presentes y futuros, á lo menos en
cuanto después de haber prometido mas de io
que podrá Cumplir, no cumplirá todo lo que
h a y a prometido.


Mr. Odilon Barrot, abogado y orador , brilla
por una clase de elocuencia austera, que sienta muy
bien á sh hermosa y tranquila figura ; refleja,
por decirlo a s í , la elevada moralidad de su vida.
A él pudiera aplicarse mejor que á otro al-
guno j modificándolo, el axioma de Buffon:
«.La elocuencia es el hombre mismo» . En sus
palabras majestuosas y graves que llevan el sello
del convencimiento , de la probidad y del poder,
pero algunas veces un poco vagas, acompasadas
y frías, se reconoce un entendimiento mas á
propósito para la meditación que á la inspiración;
á la teoría que á la aplicación ; mas á propósito
para abarcar el conjunto que para distinguir
©ta perspicacia los detalles; mas lógico que ardien-'
t e ; pero estenso, elevado , profundo, rico de
tieas, y digno bajo todos aspectos de la influencia
dtie égeree 4n el f e t o , en la Cámara y en «I pais.




ODILON B A R R 0 T . 31


Mr. Odilon Barrot tiene una fisonomia hermosa
y meditativa, su frente espaciosa anuncia la fuer-
za de su pensamiento. Su voz es llena y soñe-
ra , y sus palabras singularmente graves. Se
viste con alguna afectación, pero sin chocar.
Sus maneras son dignas sin ser teatrales, y hay
en sus gestos una noble sencillez.


Cuando habla , anima, acentúa, da calor y
color á su espresioii, que es fría y pálida cuan^
do escribe. Su discusión es sólida y entendida,
y en una causa, atiende mas al punto de hecho
que al de derecho.


Es mas razonador que ingenioso , mas des-
deñoso que acre , mas templado que vehemen-
te. Sus miradas puede decirse que no arrojan
bastante fuego. Dueño de sus pasiones y de su
palabra, calma en si mismo y en su alrededor
la cólera de los centros, y los tempestuosos
arranques de la izquierda. «Pero por desgracia,
esta táctica de la comtemporizaeion, como dice
Mr. Cormenin (*) cuando se repite con demasiada
frecuencia, debilita el valor délos parlamentarios
que no son por cierto muy atrevidos. El papel
de la Oposición no es el de ocultarse entre los


(*) Libro de los Oradores pág. iid.'




32 PERSONAJES CÉLEBRES


bagajes del hospital, sino presentarse en el cam-
po de batalla. Cuando el pueblo no ve á sus
defensores subir á la brecha y hacer fuego, se
enfria, bosteza, se fastidia y se vá á otros es-
pectáculos.»








T). BALDOMF.RO


E S P A R T E R O .


"Tel brille au second rang qui s' ecli-
pse au premier.»


11 M liíifoe de la Mancha, cuyo nom-
bre llenará al mundo entero, como lo
hizo de otro modo un héroe tabulo-
so. )>


Brindis dado por 1). Fermín Caba-
llero cu el banquete -presidido -por
Espartero, el 13 de Octubre del 840.


Si fuéramos historiadores y filósofos, el nom-
bre que acabamos de estampar nos suministraría
materia suficiente para narrar con estensionlos
grandes sucesos á que ha dado l u g a r , los es-
traordinarios males que ha causado á supais ,




2 P E R S O N A J E S CELEBRES.


la desmedida ambición de un hombre , que en su1


corta carrera política, en nada reparó para en-
cumbrarse ; y que llegado al supremo poder , no
mostró ninguno de los grandes medios que legi-
timizan la usurpación , y hacen olvidar el origen
del poder usurpado. Podríamos examinar también
los medios que adopta la Providencia para cas-
tigar á los pueblos por su ingratitud. Si fuéramos
escritores satíricos, nos ofrecería vasto eampo el
personaje de quien vamos á ocuparnos, el cital
inauguró su poder con una miserable traducción
de un discurso de un grande hombre , pasó
tres años ea él siendo juguete de un partido, y
acabó su carrera huyendo como un foragido.
Pero reducidos al simple trabajo de biógrafos,
nos limitaremos á referir los principales hechos
de la vida del soldado tan afortunado como ingra-
to , tan ambicioso como incapaz, si coa la in-
dignación que no pueden menos de producir en
todos los nobles pechos algunos de los actos de
su vida pública , con la imparcialidad que exige
esta clase de trabajo. Dejaremos consignados los
principales acontecimientos de su estraordinaria
fortuna y desmedida elevación ; y nuestros lec-
tores, sino lo han hecho ya tratándose de cosas




E S P A R T E R O . 3


que han pasado á nuestra vista, podrán juzgar
de la moralidad de algunos de ellos, y del modo
como ha llenado su destino el hombre á quien
la suerte favoreció siempre con prodigalidad, sin
duda para que siendo su caida desde mayor ele-
vación, fuese mayor también su castigo.


Difícilmente podremos agradar á todos en el
ligero juicio que formemos al narrar los hechos.
Acaba de desaparecer de la escena política el hom-
bre de quien vamos á ocuparnos, y seguramen-
te los que á su elevación contribuyeron , los que
con él partieron el poder y fueron los eselusiva-
mente protegidos, no podrán convenir con nos-
otros, ni mostrarse tal vez ingratos, aventajando
aun en esto al mas ingrato de los hombres. Pero
la nación no es un partido, y para ella escribi-
mos.


En un lugar déla Mancha, de cuyo nombre
no quisiera sin duda acordarse tampoco , si ahora
escribiese, el inmortal autor del Quijote; en la
villa de Granátula , población de 650 á 700 veci-
nos , situada á dos leguas al Sur de la ciudad de
Almagro , vivia un honrado artesano , l lamado
Antonio Fernandez Espartero, y su esposa Josefa
Alvarez, vecinos de dicha villa, y dedicado el pri-




4 P E R S O N A J E S CELEBRES.


mero a! oficio de carretero, que en un pneblo
de tan corto vecindario apenas le suministraba
con que atender á su subsistencia. Eran perso-
nas honradas y apreciadas en el pueblo, si bien
la tia Josefa, por la costumbre casi general en
la Mancha de ser conocidas ciertas gentes por el
apodo, lo era por el de ¡a tia Gallinica, alu-
diendo sin duda á lo pomposito y aseado de su
trage. Estos honrados artesanos tuvieron siete
hijos. El primero fue fraile domin i co , y el se-
gundo gü i to ; lo que prueba los cortos medios
que para darles educación tendrían sus padres,
cuando les destinaban al claustro. Ambos han
muerto ea esta Corte, si bien de Rectores del
hospital del Buen Suceso, muy poco atendidos
por su hermano menor , de quien nos ocupare-
mos después largamente, que no dio la menor
muestra de sentimiento por la muerte del pri-
mero , y solo se acordó de este deber con el se-
gundo , cuyas honras dispuso.


El dia 27 de Febrero de 1793 nació en el
citado lugar de Granátula, y fue bautizado al
día siguiente en la iglesia parroquial de Santa Ana
de dicha villa, Joaquín Baldomero Fernandez Es-
partero, hijo legítimo de Antonio, y de Josefa




P A R T E R O . 5


Alvarez, siendo su madrina Antonia Molina. (')
Este fue el último vastago, y el sétimo hijo de
aquellos honrados artesanos, quienes le educaron
cristianamente, y no pudieron darle una educa-
ción esmerada por carecer de medios , teniendo
que alimentar una dilatada familia , habiendo
dedicado al claustro á c.iatro de sus hijos, tres
varones y una hembra.


No es necesario discurrir mucho para figurar-
se cual seria] la educación infantil del niño
Baldomero , reducida á tirar piedras y jugar al
toro con otros muchachos , en la plazuela que
hay al frente de la pobre casa en que se criaba;
y es muy probable que sin los grandes aconteci-
mientos de 1808, hubiera seguido la misma carre-
ra que sus dos hermanos mayores. Perdió en
aquella sazón á sus padres , y á beneficio del pro-


(*¡ Nos hemos detenido en estos pormenores, pararec-
tílicar algunas equivocaciones padecidas en las diversas no-
ticias biografieos publicadas sobre Espartero, atribuyéndose
en unas el apellido que lia usado al de su madre , y supo-
niendo otros que no exiítia el primero de Fernandez; sin
que nos haya sido posible averiguar la causa porque el
p e r s o n a de quien nos ocupamos suprimió el primer nom-
bre v apellido, ni tampoco porque lo habia hecho su pa-
dre, que solo fue conocido siempre por el tio Antonio Es-
partero. Para ello hemos tenido á la vista una copia literal
de la partida de bautismo.




6 P E R S O N A J E S CELEBRES.


teetorado de su hermano Fr. Manuel Fernandez
Espartero, religioso dominico , en el convento de
dicha orden en la inmediata ciudad de Almagro,
adquirió alguna educación y pasó á Toledo á
estudiar, para seguir la misma carrera que sus
dos hermanos. Allí permaneció hasta el año
1809 , en que se alistó en el batallón de estu-
diantes que se formó en To l edo , y cuyo movi-
miento siguió hasta Sevilla , donde fue destinado
aquel cuerpo á dar la guardia á la Junta Cen-
tral , sirviendo después de base para la crea-
ción del Colegio Militar de la Isla de León,
cuando la traslación del Gobierno á Cádiz por
haber penetrado los Franceses en Andalucía
en Enero de 1810. Espartero estuvo en aqnel
Colegio , é hizo tan pocos adelantos que cuan-
do se verificaron exámenes para destinar al-
gunos de aquellos jóvenes al arma de ingenie-
ros , no se le incluyó en la propuesta, tenien-
do que contentarse con pasar á la de infantería en
clase de Subteniente , en la cual concluyó la
guerra de 1814, sin que nada hayamos, podi-
do averiguar de sus servicios durante ella; seria
sin duda uno de tantos oficiales desconocidos
como figuran en todos los ejércitos. Concluida




E S P A R T E R O . 7


ia guerra , obtuvo licencia para [pasar á su pais,
ocurriéndole en el tránsito una anédocta ca-
sual y [ poco sabida , que es en realidad el fun-
damento de su estraordinaria fortuna.


A su paso por la Carolina, se bailaba de
Cura en aquel pueblo un fraile secularizado,
llamado D . Ramón Loreto de Prado , que cono -
cía toda su familia por ser natural de la A l -
dea del R e y , dos leguas distante de Granátula,
y haber sido allí condiscípulo del segundo de
sus hermanos en el estudio de latinidad : pre-
guntóle el Cura que donde i b a , y le contestó
Espartero que á pedir su licencia absoluta:
« ¿ y c o m o , le replicó el Cura admirado? que
vas á conseguir con eso ? tener que hacer
trompos en tu pueblo? Anda no seas tonto;
tu no tienes mas bienes que tu espada, vete á
Madrid, preséntate al General Morillo que está
formando una espedicion de tropas para Améri-
rica , y deja correr tu suerte. » Espartero no
despreció la idea y la llevó á efecto después. Entre-
tanto «stuvo en la Mancha, y principalmente
en el Campo de Criptana donde conocía una
familia distinguida, cuya señora principal le pro-
tegía y trataba como dependiente s u y o : esta




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


señora es sin duda la Condesa que en algunas •>
de las notas biográficas publicadas fue su pro-
tectora : lo cierto es que entonces dio lecciones
de baile á las hijas de la casa, el que después
habia de llegar á ser Regente de la monarquía
española.


Admitido como Subteniente en uno de los
cuerpos de la división del General Morillo, pasó
á Ultramar en 1815 , y , según un biógrafo fran-
cés , dio muestras da valor en la acción de Co-
chabamba, donde fue herido tres veces, y ascendi-
do á Comandante de batallón ; después en la de
Sapaehui, donde ganó el grado de Teniente
Coronel ; en 1818 obtuvo con su rejimiento
señaladas ventajas sobre los insurgentes deRueto,
en las llanuras de Mayocayo , pero su nombre
no figura en ninguno de los partes oficiales
publicados en la Gaceta de aquella época , y
de consiguiente carecemos de datos exactos so-
bre sus hechos militares en América , y dudamos
de la certeza de los que llevamos apuntados, y
que hemos tomado de una biografía publicada en
Francia. Lo que sí es indudable es que se en-
tregó allí á la pasión del j u e g o , ganando en
él sumas considerables, pasión que ha conser-




E S P A R T E R O . 9


(•) Véase la biografía del General Pezuela torn. III.


vado siempre aun cuando la fortuna lo ha ele-
vado á la mayor dignidad.


Brigadier ya en 1823, obtuvo del Rey una co -
misión que debia desempeñaren América , donde
llegó después de la pérdida del Perú á consecuen-
cia de la desgraciada batalla de Ayacucho (*) y
regresó á la Península á principios de 1826.
Aunque Espartero no estuvo en aquella vergon-
zosa batalla , ha tenido siempre sin embargo par-
ticular predilección por los gefes y oficiales que
á ella concurrieron , y que han sido conocidos


después con la denominación de Ayacuchos. En
1831 se hallaba en Barcelona mandando el re -
gimiento de Soria , con el cual pasó después á
Mallorca , donde tuyo un desafio con el Teniente
Coronel del cuerpo, á quien ha perseguido des-
pués constantemente con poca nobleza y caballe-
rosidad. En 18:33 pasó con su regimiento á Lo -
groño , y allí casó con la hija de un rico comer-
ciante , cuya influencia en la provincia le propor-
cionó relaciones que contribuyeron á su eleva-
ción.


Encendida la guerra civil en las Provincias




10 PERSONAJES CELEBRES.


Vascongadas, obtuvo la comandancia general
de Bi lbao ; '[su primer hecho de armas fue un
choque de poca importancia con algunos paisanos
sublevados, y al dar parte al Gobierno , ponde-
rando los peligros , recomendaba al Brigadier
Benedicto, pidiendo para él la faja de Mariscal
de Campo , y empezando desde entonces esa apa-
rente moderación de no solicitar nada para si,
pero haciéndolo de modo que fuesen para él solo
los beneficios, como sucedió en el caso que re-
ferimos , en que obtuvo la faja , pues el recomen-
dar a su segundo para este empleo era pedirlo para
sí. De este modo y en menos de un año consi-
guió , hallándose á las órdenes del General en Ge-
fe Córdova, la chanda de María; Luisa para su es-
posa , para él las grandes cruces de S. Hermenegil-
d o , de Isabel la Católica, de San Fernando, de
Carlos I I I , el empleo de Teniente General, y poco
después la llave de Gentil-hombre. Aunque enton-
ces mandaba una división del ejército, no habia
tenido tiempo ni ocasiones con que justificar
tantos premios. Si habia vencido en U n z a , podría
atribuírsele la pérdida de Balmaseda y Plencia, y
hacérsele cargo de no haber batido á G ó m e z ; y
era responsable del mal éxito de las acciones de




ESPARTERO. 11


Arrigorríaga y Descarga , especialmente de esta
por haber huido en el mas vergonzoso desorden
de un solo batallón carlista. Pero aun podía ha-
cérsele mayor cargo por la insubordinación que
reinaba en sus tropas, y que toleraba para adqui-
rir su adhesión. Tal vez parecerá esta conducta
estraña, comparada con la que observó en 1837
para restablecer la disciplina del ejército ; pero
entonces era Espartero General en Gefe , y mas
que otro alguno necesitaba de la disciplina; an-
tes solo General de división , y trabajando como
rival y para sustituir al General en Gefe Córdo-
va , le convenia alhagar á los soldados y hacerles
instrumento de su ambición. Llegó á tal punto
el desorden, que temiendo el mismo por su segu-
ridad , mandó diezmar un batallón de chapelgor-
r i s , medida que escitó la mayor indignación por
las circunstancias que la acompañaron. El clamor
llegó hasta las Cortes, y en ellas el diputado Don
Joaquín María Ferrer, el mismo que le coronó
en 1840 en nombre de los Ayuntamientos pronun-
ciados , y que llegó á ser Ministro y Corregente,
pidió con energía su cabeza. El Gobierno había
mandado formarle causa, pero la protección del
General Córdova terminó aquel negocio.




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


Cuando los escandalosos sucesos de la Gran-
ja , en Agosto de 1836, dejó el maudo del ejér-
cito al Mariscal de Campo D. Pedro Méndez
V igo , á quien correspondía por antigüedad, ha-
biéndose encargado después de él por disposiciou
del Gobierno, el General Oráa. Espartero se
hallaba en persecución de Gómez , que se le
escapaba por todas partes, y acusado por ello
por la prensa periódica, pretestando la enfer-
medad crónica que padece , dejó el mando de
la división al General A l a i x , y se quedó en
un pueblo de Castilla. En él supo la retirada
de Córdova , y el mando accidental de Oráa:
conociendo cuanto le interesaba presentarse en
el ejército ,se trasladó á Logroño donde se
hallaba el cuartel general, y llegó cuando las
tropas acantonadas en aquel punto acababan de
proclamar la Constitución de 1812. Su llegada
fue aplaudida por la tropa, que la interpretaba
como adhesión á los principios políticos que
habia proclamado ; y olvidando que habia ser-
vido bajo las órdenes, y merecido particular
aprecio del sanguinario Conde de España , fue
saludado como el amigo y compañero de los
soldados, colocándole tan inesperado suceso en




ESPARTERO. 13


una posición t a l , qne el Gobierno creyó peli-
groso conceder á otro el mando del ejército,
y le nombró General en Gefe. Súpose el n o m -
bramiento de Espartero en Logroño cuando el
bene.nérito General Oráa acababa de llegar triun-
fante después de la gloriosa acción de Monte-
.lurra; pero difirió encargarse del mando por
el mal estado de su salud, hasta que supo que
habiendo llegado á Madrid la noticia de la vic-
toria alcanzada por Oráa, trataba el Gobierno
de dejar sin efecto su nombramiento : entonces
de repente se puso bueno , cual otro Sixto V,
y se encargó del mando del ejército , tres dias
después de haber asegurado que no podria
verificarlo en mucho tiempo.


Su mando en Gefe principió en 25 de Se-
tiembre de 1836 , y en su nueva posición si-
guió la misma conducta equívoca que anterior-
mente , asi en política como en las operaciones
militares. Su divisa ha sido siempre esquivar
las dificultades hasta poderse aprovechar con
seguridad de las ventajas, haciendo recaer en
otros la responsabilidad de los malos resultados.
Lejos de procurar, como sus antecesores, el inau-
gurar su mando con algún suceso brillante , na-




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


da hizo en dos meses; desperdició el mejor tiem-
po para las operaciones, y dio lugar á que el
enemigo se presentase formidable delante de
Bilbao. Ordenes terminantes y reiteradas del
Gobierno , escitaciones repetidas de los sitiados,
y el clamor de la opinión pública le llevaron
á Portugalete, para socorrer la plaza, cuya
salvación era de la mayor importancia, por
destruir la que hubiera dado á la causa carlista
sü ocupación.


Adelantó sobre Bi lbao, persuadido de que
bastaría su movimiento para hacer levantar el si-
t io , pero lo hizo sin precauciones, sin haber ase-
gurado antes los recursos necesarios para el caso
de encontrar resistencia, como se verificó , perma-
neciendo tres semanas en Portugalete. La lentitud
é inseguridad de sus tentativas sobre ambas orillas
dé la ría de Bilbao, debió esponerle á esperimen-
tar reveses bajo los muros de aquella plaza, á no
haber sido por el auxilio eficaz de las fuerzas na-
vales inglesas, la discordia que reinaba entre los
sitiadores, y'el noble heroísmo de los sitiados.
Contribuyó ademas al buen éxito la casualidad de
haberse empeñado, contraías reglas de la guerra
y de la disciplina, una lucha parcial y reñida en




ESPARTERO. 15


las noches del 24 y 25 de Diciembre, que llegó
á hacerse general.


Obtuvo por aquella acción el título de Conde
de Luchana, nombre del puente en que se veri-
ficó el ataque decisivo. Volvió después á una inac-
ción inesplicable , contentándose con ensayar pla-
nes de campaña mas inesplicables todavía, y cuyo
resultado fue el llegar D. Carlos hasta las puer-
tas de Madrid.


Mandaba á la sazón en San Sebastian el Ge-
neral inglés Evans, Gefe de la legión británica ; y
deseoso de reparar el revés sufrido en Fuenterra-
bia , habia formado un plan de operaciones, que
consistía en marchar con su división y las tropas
españolas agregadas á ella sobre Hernani y Tolo-
s a , mientras un cuerpo que debía salir de Pam-
plona maniobrase por el camino de Lecumberri,
y Espartero marchase desde Bilbao á Durango;
mas para realizar aquel plan era preciso, que el
grueso de las fuerzas carlistas no se moviese. Apo-
yólo el Embajador inglés, y el Ministro entonces
Mendizabal, tan condescendiente siempre con los
deseos de la Inglaterra, lisongeándose ambos de
proporcionar á Evans una ocasión que le condu-
gese al mando en gefe del ejército. El plan ado-




16 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


lecia de graves defectos , pues dejaba á descu-
bierto el interior de la monarquía , y daba lugar
á que el enemigo intentase alguna operación atre-
vida, como lo realizó en efecto derrotando á Evans,
retirándose Sarslield , y quedando Espartero pa-
ralizado en Durango ; operaciones que propor-
cionaron al enemigo el encontrarse á los pocos
meses á las puertas de Madrid. El General Espar-
tero , en lugar de dirigir sus fuerzas de modo
que estrechasen a D . Carlos sobre el Tajo , se
encaminó á Madrid cuando D. Carlos nabia ce-
sado ya de amenazar á la Capital. Sabia que el
Consejo de Ministros estaba decidido á separarle
del mando ; y resolvió acabar con el Gabinete
antes que este adquiriese fuerza para acabar con
él. Salió á su encuentro el General Seoane, Di -
putado y compañero de armas suyo en el ejér-
cito del Perú, para escitarle á que marchase con-
tra el enemigo ; pero lejos de verificarlo se diri-
gió á Madrid, para llevar á cabo sus proyectos
contra el Ministerio. Sabidos son Jos sucesos de
Pozuelo de Aravaca, y la caida á consecuencia de
ellos del Ministerio Calatrava. En vano sé" quiso
que Espartero formase parte del nuevo Gabine-
s i n ; negóse á e l l o , sin que por eso renunciase á




E S P A R T E R O . 17


su proyecto de mandar sobre el Gobierno, y no
sin haber manifestado opiniones muy contrarias
sobre la existencia del gobierno representativo>
á las que ha propalado después para encubrir su
desmedida y criminal ambición.


Nombrado el Ministerio Ofalia y reunidas las
Cortes nuevamente convocadas, á pesar de ha-
berle conferido el empleo de Capitán General,
fue poco duradera la alianza con é l , por exi-
gir Espartero la separación del General Narvaez
que mandaba el ejército de reserv," , mandado
formar en la Mancha con tanta previsión, y
que tan buenos resultados habia dado con la
pacificación de aquel pais, y la destrucción de
la división facciosa capitaneada por Gómez, á
la que alcanzó Narvaez, que tantas pruebas ha
dado después y muy recientemente de su valor
y pericia militar.


Era pública la poca armonía que reinaba
entre el General Espartero y el Gobierno , á pe-
sar de las deferencias de este; y lo llegó á ser
todavía mas por una orden general del ejército^
en que acusaba al Gobierno de las privaciones
que sufrían las tropas, y renunciaba el mando
de ellas. Negábanse los individuos del Gabina


2




J 8 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


te á retirarse ante las insolentes é infundadas
acusaciones de un general, al paso que la Reina
Gobernadora rehusaba admitir la dimisión de
Espartero; resultando de aquí una larga y tra-
bajosa crisis , en la que indudablemente hubie-
ra salido victorioso el Ministerio, sin el desacuer-
do de no darse cuenta en las Cortes de las exigen-
cias y acusaciones del General , que hubieran que-
dado completamente desvanecidas, pero sobrevi-
no el iucideute de la retirada del General Oráa
del sitio de Morella. Cayó en consecuencia
aquel Ministerio , y se formó el presidido por
el Sr. Duque de Trias , de acuerdo con el General
Espartero, quien se reservó indicar la persona
que habia de ocupar el departamento de la
Guerra , en el que colocó después al General
Alaix que merecía toda su confianza , y que
tan mal se habia conducido en la persecución
de Gómez.


Desembarazado Espartero de los Generales
Sarsfield y Ceballos Escalera, infamemente ase-
sinados, y cuya muerte vengó el General en Gefe
para restablecer la disciplina en el ejército; os-
curecido el General Oráa por su retirada de
Morella, quedaba solo el General Karvaez que




ESPAKTEHO. 19


pudiera inspirarle recelos como Comandante del
ejército de reserva. Pidió Espartero que pasase
este á las órdenes del Capitán General de Castilla
la Vieja á hacer frente á Balniaseda y Merino,
que se habían estendido por la orilla derecha
del Ebro ; y conociendo el Gobierno la necesidad
de no desmembrarle , nombró Capitán General de
aquella provincia á Narvaez, con el fln de que
pudiese regresar con el ejército á la Mancha,
después de pasado el peligro. Espartero obligó
entonces al Gobierno á que aceptase como Mi-
nistro de la guerra al General Alaix , sabiendo
que era una consecuencia de ello el que el Ge-
neral Narvaez dimitiese su mando ; lo que veri-
ficó en efecto, desistiendo sin embargo a ruegos
de los. Ministros, y mas que todo por mediar
una alta influencia. Presentó Narvaez un plan
para la organización de un ejército, cuyo proyec-
to fue aprobado, espidiéndose en consecuencia los
decretos convenientes , confiriéndole la Gran Cruz
de San M i f l o , y autorizándole para aumen-
tar lwstafl^RHlÉihombres el ejército de reserva.


Bien conoífá Espartero el obstáculo que aquel
ejército podía oponer á sus ambiciosos proyectos,
y lleno de indignación publicó uno de esos ma-




20 PERSONAJES CÉLEBRES


nifiestos, que han sido siempre su recurso en
tales ocasiones.; quejábase de que no se le hu-
biese consultado para la formación del ejército
de reserva , y rebajaba el mérito de los generales
q u e habían aprobado el proyecto. Trataba c o n el
mayor despr.ecio á Narvaez, pedia la disolución del
ejército de reserva , y la salida d e l gabinete de t o -
dos los Ministros. Este documento era ya público
antes de que llegara el oficial portador de é l ; Nar-
vaez hizo dimisión y marchó á A n d a l u c í a , donde
ocurrieron después los sucesos de Sevilla, en que
tomaron parte los generales Córdova y Narvaez; su-
cesos no bien esclarecidos todavía , si bien algunos
hechos posteriores pueden dar alguna luz sobre s u
verdadero carácter y tendencia. Desembarazado
Espartero de cuantos podian oponerse á su ambL-
cion , supriaió la junta consultiva de guerra, rea*
sumió el mando de la guardia real , licenció el ejér-
cito de reserva, poniendo b a j o sus órdenes los del
centro y Cataluña, siendo por último nombrado g e *
neralisimo d« todos los ejércitos de i p g j j p j i o n e s . D i -
sueltas poco después las Cortes, quedo Espartero
ejerciendo u n a verdadera dictadura sin responsabi-
lidad.


Todas estas circunstancias parecía que debían




E S P A R T E R O . 21


ser provechosas para las operaciones militares.
No fue asi sin embargo, y sin los notables acon-
tecimientos de Vergara, indudablemente se hu-
biera prolongado aun por mucho tiempo la guer-
ra civil. Después de ellos marchó Espartero con-
tra las tropas de Cabrera, dejando en las provin-
cias del Norte todo el material del ejército, lo
que le sirvió después de pretesto para suspender
sus operaciones; pidiendo lo mismo que habia
abandonado, y desperdiciando el desaliento que
infundía entre los facciosos la grave enfermedad
de su caudillo Cabrera. Es de temer que desde
entonces bullían ya en su cabeza los ambiciosos
proyectos que realizó después, y que empezaron
á manifestarse con su absoluta inacción en el
cuartel general de ^iguaviva y del Mas de las
Matas. Desde este último punto apareció el fa-
moso comunicado de su Secretario el Brigadier
Lina g e , circulado á los Comandantes de la Mili-
cia Nacional y á muchos Ayuntamientos, censu-
rando la resolución dalas Cortes y los proyectos
de l«y presentados al Congreso. No quedaba d u -
da de que Espartero era el que hablaba por m e -
dio de su Secretario, el cual se mandó pasase á
la Coruña, si bien paralizó aquella resolución




22 PERSONAJES CELEBRES.


una persona augusta que se lisonjeaba conseguir
de Espartero que separase de su lado á Linage,
desmintiéndole de este modo. Su contestación
confirmó cuanto su Secretario había d i cho ; y
viendo Espartero que el Ministerio no abandona-
ba su puesto, le acosó con nuevos y estraordi-
narios pedidos, que fueron satisfechos con pro-
digiosa actividad.


A pesar délos criminales manejos del General
en Gefe, reuniéronse las Cortes y el triunfo en
las elecciones perteneció á la opinión monárqui-
co-constitucional. Después de cinco meses de
inacción, principió Espartero las operaciones, ocu-
pando sucesivamente los fuertes de Segura y Cas-
tellote, por cuyos hechos de armas pidió estraor-
dinarias recompensas , figurando entre ellas el
empleo de Mariscal de Campo para su Secretario
Linage. Opusiéronse algunos Ministros á aquella
concesión , y dimitieron sus puestos. Siguió des-
pués la toma deMorel la , interinen las Cortes se
aprobaba la ley de Ayuntamientos, tan necesaria
é indispensable para la buena administración, del
Estado, y que sirvió después de pretesto parala
lucha del poder constitucional del trono apoya-
do en la mayoría parlamentaria, y otro poder ile-




E S P A R T E R O . 2 3


gal sostenido por la fuerza de las bayonetas.


Ocurrió entonces el viage de SS. MM. á Bar-
celona (*) y señalada la ruta por Zaragoza por el
General e n G e f e , corrieron SS. MM. grave riesgo
por la interposiciou de las fuerzas facciosas de
Balmaseda, á no ser por la actividad y denuedo
del General Concha y su división , que cayen-
do sobre el enemigo alcanzaron un glorioso
triunfo.


Sabidos son los insultos que sufrió S M. la
Reina Gobernadora en Zaragoza, y en todo el trán-
sito hasta Barcelona, y Jos acontecimientos de
aquella capital, que escusamos repetir por haberlos
referido ya al bosquejar la vida de la Augusta
Princesa, que con tanta dignidad supo sostener los
derechos de la corona, y las obligaciones quela
observancia de la Constitución le imponía , con-
tra las escandalosas exigencias de la revolución,
fomentada y sostenida por un General desleal y
dechado dé la mas negra ingratitud.


Tampoco referiremos, por haberlo hecho ya
come? hemos d i cho , la serie de escandalosos suce-
sos que llevaron A Espartero a la cumbre del po-


C ) Veáse la biograüa de la Reina Cristina tom I V .




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


der , obligaron á la Reina Gobernadora á abando-
nar el re ino , y sumieron á la nación en un
nuevo piélago de desgracias.


Trastornado el Estado, separados de los des -
tinos públicos cuantos se habían mantenido fieles
al gobierno destruido por la revolución, y con-
vocadas unas Cortes eselusivo producto de esta,
trátesela cuestión de Regencia ; y si bien los revo-
lucionarios inclinaban á la regencia trina, no ¡pen-
saba de este modo el General que todo lo atro-
pel lo , no seguramente para compartir el poder
con otros, sino para usurparlo en eselusivo pro-
vecho suyo. Entonces apareció el famoso comu-
nicado del General Linage, en que aseguraba estar
autorizado por Espartero para declarar que « se
hallaba dispuesto á obedecer y hacer que se obe-
dezca la resolución de las Cortes sobre el nume-
ro de personas de que haya de componerse la
Regencia; pero no á tomar en ella la parte que
le indiquen las mismas , s i ¡o que determinen no
fuese conforme á su opinión.» Lo que quería
decir en términos esplícitos, ó yo solo ó . vos-
otros solos.


Nombrado al fin Regente único el 8 de Ma-
yo de 1841 , parecía que llenado ya el objeto de




E S P A R T E R O . '25


su ambición, tendría preparados los meatos para
gobernar, y para dar estabilidad á la nueva si-
tuación creada por él ; pero con admiración, de
todos , después de una larga y angustiosa crisis
que revelaba la impotencia de la situación ; d e s -
pués de pasar sucesivamente el encargo de for-
mar « n ministerio del Sr. González al Sr. O l e -
zaga , de este al Sr. Sancho , de este al Sr. Cor-
tina , y de este a otros , todavía se pasaron trece
días, hasta que al fin quedó constituido el Minis-
terio González , digno producto de aquella situa-
ción anómala é insostenible. Espartero inauguró
su poder eon una ridicula traducción del d is -
curso pronunciado por Bonaparte en el Senado,
cuyo documento puso de 'manifiesto la alta capa*
cidad del que iba á regir los destinos del Estado.
Na es de este lugar el referir las humillaciones
que sufrió el Gobierno que tanto proclamaba la
independencia nacional , de parte del gobierno
inglés ; ni nos queda tampoco espacio para refe-
rir los atropellos que toleró á su gobierno c o n -
tra, el clero , y contra cuantas personas pertene-
cian al partido que él había derribado del po-
der. Sabidos son también los sucesos ocurridos
en el escandaloso despojo de la tutela de sus Au-




2 6 PERSONAG-ES C E L t K n ^ . „ .


gustas Hijas á la Reina viuda Doña María Cris-
tina de Borbon. Lo que cumple á nuestro pro-
pósito es manifestar , que el hombre de quien
nos ocupamos, después de haber faltado á todos
los mas sagrados deberes como militar y como
caballero para apoderarse del Estado , falto de
capacidad , con el sentimiento de que su leal pro.
ceder no podría encontrar nunca apoyo en los
Españoles leales, lejos de hacers3 superior á to-
dos los partidos , se entregó y se declaró gefe
de una pandilla aborrecida , y en vez de gobernar
se contentó con ser débil instrumento de ella.
Entregado á la molicie en el palacio de Buena-
vista, y rodeado de la baja lisonja de sus favori-
tos , iba perdiendo en el ejército el prestigio que
antes disfrutara; el pueblo no conocía mejora
en su mal estar, y los mismos que habían con-
tribuido á su elevación á la Regencia ún i ca , co -
nocían que lejos de haber creado de este modo
un poder fuerte que pusiera coto á los escesos
de la revolución, solo habían contribuido á dejar
mas espedito el camino, al que valiéndose de ella
no habia llegado aun al límite de su ambi-
ción.


Esta reunión de circunstancias, ese mal es-




E S P A R T E R O . 2 7


(*) Véase torn. 1.


tar general , produjeron los acontecimientos del
mes de Octubre de 1841, cuyos pormenores he-
¡nos referido en la biografía del desgraciado Ge-
neral León (*). Mientras los sublevados en Ma-
drid se defendían en Palacio , permaneció Espar-
tero encerrado en su casa, rodeado de numerosas
fuerzas , y mas dispuesto á ausentarse de la Ca-
pital en caso necesario, que á acudir personal-
mente, como era su deber, al socorro de su Reina-
Pero no por eso dejó de acusar á los autores de
aquel movimiento de atentará la vida de las Au-
gustas Huérfanas, por cuya libertad esponian
las suyas los que nunca se habian prestado á re-
conocer la usurpación.


Sabido es el triste fin del General León y de
algunos de sus compañeros, y quenada fue bas-
tante á que el Regente ejerciera una de sus pre-
rogativas, salvando la vida á españoles tan dig-
nos , y á algunos de los cuales era él deudor de
gran parte de sus glorias. Pasó el General Es-
partero después á las provincias del Norte, y so -
focada alli la rebelión, se dirigió a Zaragoza , con
ánimo de ir á castigar á los que en opuesto sen-




38 P E R S O N A G E S CÉLEBRES.


tido se habían sublevado en Barcelona. El g o -
bierno del Regente liabia consentido y aun fomen-
tado la formación de juntas en varios puntos cuan-
do se creyó amenazado; pero la de Barcelona -se
distinguía después por sus escesos y atropellos, y el
manifiesto dado por Espartero en Zaragoza, el 9 de
Noviembre de 1841 hacia creer que se emplearía la
misma actividad y rigor para castigar aquella su-
blevación , que la empleada en el mes anterior en
las provincias del Norte. N"> sucedió asi sin embar-
go , y el Regente perdió de nuevo la ocasión de
sobreponerse á todos los parl idos, y de dar á la
sociedad el gobierno •de que carecía. Regreso Es-
partero á Madrid , y volvió á entregarse á su acos-
tumbrada incuria; si bien desde entonces empezó
á susurrarse ya sobre ocultos proyectos de proro-
gar la menor «dad de S. M. la Reina. Reunié-
ronle las Cortes, y se pasó aquella legislatura en
recriminaciones al poder sobre su conducta en ios
sucesos anteriores y en los acontecimientos de Ma-
oVkl y Barcelona, continuando el país en un estado
de agitación que hacia preveer nuevos trastorn/is y
conmociones. Esta situación , la alarma de todos
los partidos al ver la tendencia, el esclusivismo de
la pandilla que protegida por el Regente disponía




E S P A R T E R O . 29


de ios destinos del pais, todo dio lugar á la coa-
lición de la imprenta de todos los matices de 31
de Octubre de 1842 , que sirvió para la coali-
ción verificada después en el Congreso , y fue la
primera palanca que se aplicó para derribar el
gobierno de Espartero.


Entre tanto seguia en Cataluña el feroz Z u r -
bauo ejerciendo bárbaros actos de Grueldad, y re-
cibiendo por e l l os , ala par de la execración de
los pueblos, pruebas de aprecio de Espartero y
recompensas del Gobierno. En la populosa Bar*
celona se ibau hacinando desde mucho tiempo
combustibles que debían arder al primer soplo»
Allí había permitido Espartero, si no fomenta-
do , que una turba sediciosa impusiese su volun-
tad' á la Reina Gobernadora ; allí habían queda-
do triunfantes los que en Octubre del año an-
terior derribaron las fortificaciones á vista de las
autoridades; allí en fin era unánime el convenci-
miento d» que se trataba¡ de sacrificar, nuestra
indittstiiia. á las exigencias estrangeras,, y al¡ mea-
quino interés de un partido. Todas estas circuns-
tancias dieron lugar á las ocurrencias de los días
13 y siguientes de Noviembre de 1842 en aquella
capital, que fueron comunicadas k las Górte 8




SO PERSONAGES CÉLEBRES.


por el Gobierno , anunciando que el Regente ha-
bía resuelto salir para Cataluña , para hacer en-
trar en el orden á los revoltosos.


No faltó quien atribuyese al poder el princi-
pio de aquella sublevación , con el objeto de que
le sirviera de pretesto para plantear la nueva si-
tuación escepcional que intentaba crear. El Con-
greso á pesar de conocer que saliendo el encarga-
do del poder ejecutivo, no podia el ministerio
desacreditado continuar con las Cortes abier-
t a s , sin que antes se nombrase un Gabinete que
contase con el apoyo de la mayoría, acordó en-
viar un mensageal Regente, ofreciéndole su coo-
peración siempre que se obrase en el circulo le-
ga l ; declaración ridicula , tanto mas cuanto la coa-
lición parlamentaria desperdició la oportuna oca-
sión de hacer entrar al poder en las prácticas
constitucionales , de que se había separado abier-
tamente con el nombramiento del Ministerio R o -
d i l , que acababa de suspender sus sesiones. Es-
partero recibió el mensage con conocido desden,
y no se produjo con la mesura que un poder.de-
be guardar con el otro. ¡Triste lección para los
revolucionarios, que se veian humillados por el
soldado que elevaron al poder!




ESPARTERO. 31


No referiremos los tristes acontecimientos de
Barcelona , ni como abandonó la plaza y los fuer-
tes el General Van Halen , que con ridicula fan-
farronada babia dicho poco antes en un festin
que iria hasta Moscón. Espartero después de de-
tenerse algunos días en Zaragoza, siguió á Cata-
taluña con numerosas fuerzas, y se situó en el
pueblo de Sarria inmediato á Barcelona, desde
donde no quiso admitir las proposiciones de per-
sonas respetables de aquella ciudad para que
acabase su terrible situación, y en cuyo pun-
to también presenció desde el balcón de su ca-
sa el horrible bombardeo de la c iudad, que
era preciso destruir para acabar con su industria,
y complacer de este modo á sus eternos enemi-
gos. Sucumbió Barcelona, fue tratada como una
ciudad vencida , se impuso al vecindario una con-
tribución de doce millones de reales, y. todos
estos actos aumentaron el disgusto contra el po- •
der que los perpetraba.


Espartero después de haber dado el mando
de Cataluña al General Seoane, que ninguna sim-
patía podia tener en aquel país , regresó á la Cor-
te por Valencia , recibiendo en el tránsito felici-
taciones y festejos, que nunca deja de tributarla




23 PERSONAGES CÉLEBRES.


vil lisonja, pero que en ningún modo era la espre-
sion del sentimiento general, como lo probó la
triste acogida que tuvo al entrar en la Capital de
la monarquía. No hay pueblo alguno que pueda
alegrarse sinceramente de. la ruina de una ciu-
dad industriosa , del atropello de todas las leyes,
de la conculcación de todos los derechos, del
menosprecio de todas las garantías.


Tomó en aquel tiempo mas consistencia la voz
de que se iba á firmar el ruinoso tratado de c o -
mercio con Inglaterra , y esto dio lugar á una
nueva protesta de la imprenta independiente,, pu-
blicada el 2 de Enero de 1 8 4 3 , contra todo tra-
tado que se celebrase sin la ratificación de las
Cortes. Estas por decretos del dia siguiente que-
daron disueltos , convocándose otras para el 3 de
Abril. Presentáronse en el campo electoral to -
dos los partidos, porque todos eran hostiles al
gobierno de Espartero, escepto la pequeña frac-
ción que le apoyaba , desacreditada como él. mis.
mo ; y si la coal ic ión, trasladada de la impren-
ta á los colegios electorales, no fue tan eficaz como
era de esperar, culpa fue sin duda de los manejos
del Gobierno y de infundados recelosde los, que á
la elevación de Espartero habían contribuido en




ESPARTERO. 33


en otro t iempo; en manera alguna del partido
que oprimido, vejado y calumniado desde el pro-
nunciamiento de Setiembre , se lanzó á la lucha
con" sinceridad y buena fé.


La situacion;de Barcelona era cada dia mas
crítica ; la resistencia pasiva opuesta allí al pa-
go de la contribución que queria exigirse, y las
medidas ilegales de la autoridad, comprometían
mas y mas el estado de aquella capital. En tan
crítica situación , en medio de la lucha electoral,
apareció el manifiesto de Espartero de 6 de Febrero
en el que se rebajaba á sostener una polémica con
los periódicos. 'Documento célebre que no produ-
jo mas efecto que el famoso comunicado del Mas
de las Matas.


Verificóse el dia 3 de Abril la apertura de las
Cortes , asistiendo á tan solemne acto S. M. la
Reina, acompañada del Regente, á quien se vio
sentado al lado de S. ¡VI. en su misma carroza,
no sin disgusto del inmenso concurso que alli se
hallaba reunido. El discurso de apertura en aque-
lla oca'sion , fue en estremo insignificante. Consti-
tuidas las Cortes, hablóse ya de nueva crisis minis-
terial, y después de haber sido llamados por Es-
partero los Sres. Olózaga y Cortiua para formar


3




34 PERSONAJES CELBBBES.


perentoriamente un ministerio, y no habiéndose
podido convenir, lo fue últimamente el Sr. López,
que lo aceptó después de haber convenido el Ge-
neral Espartero en el programa de gobierno que
le fue presentado por él. Difícil era la misión del
DUévO Ministerio , pero indudablemente conoció
que el único medio de salvar ni pais era oponer
principios y actos de reconciliación y o lv ido , á
los de exclusivismo ó intolerancia que hasta en-
tonces habían dominado. Asi lo manifestó el Se-
ñor López en los cuerpos colegisladores, en medio
del general aplauso que en todos los oyentes y
en la nación entera produgeron aquellas palabras
pronunciadas por el antiguo tribuno, con toda
la ffusion de su alma. Solo puede esplicarse por la
estvaordinaria incapacidad de Espartero, como per-
mitió que se dieran al pais esperanzas de reconcilia-
ción , y que su Gobierno presentase á las Cortes
ua proyeto de amnistía, que había de ser el vín-
culo que uniese en adelante á dos fracciones del
partido l iberal, antes desunidas , y que habían
de contribuir de consuno á su destrucción.


Poco duraron las ilusiones que se habían forma-
do El ministerio López se ocupaba en plantear sus
sistema, y en remover algunos empleados célebres




E8PAKTBJ10. 36


por sus ilegalidades y tropelía*, Había propuesto
á Espartero la separación de los Generales Lina-
ge Zurbano , y algunos otros , y se decia de
público que se negaba Espartero á firmar los de-
cretos , cuando en la sesión del Congreso de 19
de M a y o , al tiempo de disoutirse una proposi-
ción para que se enviase un mensage al Duque
de la Victoria, manifestando su satisfacción por
el proyecto de amnistía, hizo presente el Señor
Olózaga que ya no existia el Gobierno última'
mente nombrado. Aquel fatídico anuncio fue la
señal de un grito general de indignación y asom-
bro ; el Congreso aprobó el envió del mensage,
y mientras la comisión era recibida con seque-
dad por Espartero, leiase eo el Congreso una
comunicación del Ministro de Marina, participan-
do que había sido admitida la dimisión del Mi-
nisterio, y el nombramiento de otro nuevo pre-
sidido por el Sr. Becerra , y del que formaba
parte el Sr. Mendizabal; nombramiento que por
sí solo hubiera sido bastante para hundir el va-
cilante poder de Espartero. A la conservación de tu
favorito el General Línage sacrificó aquel al parecer
su mando y la tranquilidad de la nac ión ; pero
en realidad, porque Linage y sus allegados eran el




39 PERSONAJES CELEBRES.


instrumento con que había de realizar sus ambicio-
sos planes, que quedaban destruidos con la marcha
y el sistema adoptado por el ministerio López.


El dia 20 fueron suspendidas las Cortes hasta el
27 , habiendo corrido algún riesgo los ministros
que se presentaron en el Congreso. Disueltas des-
pués las Cortes fueron convocadas otras para el
26 de Agosto ; y el Ministerio, incapaz de la
hidalguía de su a n t e c e s o r q u i s o parodiar su
programa , publicando una ridicula amnistía.
¡Cuando han evocado los asesinos á sus víctimas'
Al mismo tiempo publicó el Gobierno varios de-
cretos obra de Mendizabal, siendo uno de ellos el
eximir á los pueblos del pago de las contribu-
ciones no votadas por las Cortes; y otros varios
dirigidos á engañar á los pueblos, y ganar las
próximas elecciones. Tales escándalos y tan gra-
ves acontecimientos produgeron el levantamien-
to de Málaga, inmediatamente el de Granada y
de varios puntos del Re ino , á la voz de D I O S


S A L V E A LA PATRIA Y A LA R E I N A , pronunciada
en aquellos dias por un periódico, y repetida des-
pués en el Congreso por el Sr. Olózaga.


Imposible nos seria el recorrer paso á paso
los simultáneos alzamientos de aquellos dias en




ESPARTERO. 37


Cataluña, Valencia y en otras capitales del Reino;
sabidos son y recientes; lo que á nosotros cumple
es decir que el General Espartero permanecía tran-
quilo en el palacio de Buenavista, cual si una ma-
no invisible le tuviera encadenado al sitio que no
había de volver á ver mas en el momento que lo
abandonase. Resolvióse al fin á salir para Alba-
cete con la guarnición de la capital , permane-
ciendo alli en una ridicula inacción , que solo po-
día esplicarse por la habitual de Espartero, de no
obrar sino con grandes fuerzas de que entonces
carecía. Entretanto iba tomando cuerpo el levanta-
miento ; los generales que mandaban en Cataluña,
acosados y perseguidos se retiraban á Zaragoza;
el General Narvaez tomaba el mando de las tropas
de Valencia , levantaba el sitio de Teruel, y se di-
rigía sobre la Capital, como lo hacían también
otras tropas de Castilla mandadas por el General
Aspíroz ; al paso que el General Van-Halen se di-
rigía sobre Sevilla. Entretanto fumando y tendido
en la cama Espartero en Albacete, ni adelantaba
sobre Valencia , ni socorría al General Seoane que
estaba en Zaragoza , ni cubría la Capital, ni pro-
tegía como era su deber á la Reina y al Gobierno.


Resolvióse al fíu Espartero á emprender su fuga




38 PERSONAJES CELEBRES.


VACA kwMucta , dv&ttM&R&ota. «va e\ uowibtft de
un movimiento estratégico, dejando en total aban-
dono á la Reina, al Gobierno y á la Capital. Siguió
precipitadamente su marcha hasta llegar á Sevilla,
cuyo pueblo se defendió gloriosamente, y al cual
bombardeó con escándalo del mundo civilizado el
general Espartero, aun después de haber entrado
las tropas en la corte, de hallarse libre la Reina
de sus opresores , de haberse instalado el Gobier-
no provisional, y de haber sido declarado traidor,
mas que por las disposiciones del Gobierno, por
el grito unánime y general de la nación. Pero la
heroica defensa de Sevilla y la aproximación del
valiente General Concha que mandaba les tropas
leales de Andalucía, obligaron 6 Espartero á le-
vantar el sitio el 28 de Julio, para salvarse á toda
costa; y abandonado por las tropas que hasta en-
tonces le habían sido fieles, acompañado solo de
su escolta , llegó precipitadamente el 80 al Puerto
de Santa Maria , donde logró embarcarse en el na-
vio inglés Malabar, con algunos de los que com-
ponían su séquito, llevándose consigo los caudales
de la división que eran propiedad del Estado. Asi
acabó su carrera política el hombre fatal, que ni
siquiera tuvo presente en los últimos momentos,




ESPARTERO. 3 9


para imitarla, la noble conducta de una Reina,
que al ausentarse del pais 3' abandonar el Go -
bierno de él, le dejó libre de la anarquía, en que
él le dejaba entregado. ¡Olil el uno era un poder
legitimo que miraba por el pais ; el otro era un
usurpador que solo á su ambición atendía.


Permaneció Espartero algunos dias á bordo del
Malabar en la bsbia de Cádiz, y salió al fin para
Lisboa, donde no fue recibido en calidad de Regen-
te como pretendía. Pasó desde allí á Bayona y al
Havre, y se dirigió á Inglaterra, donde si bien lia si-
do recibido con muestras de aprecio , debidas sin
duda á los mismos sentimientos de gratitud que
tiene un amo con un humilde y decidido criado,
pasados los primeros momentos de curiosidad, cae-
rá en el completo olvido que merecen sus cuali-
dades como hombre político, y su incapacidad in-
telectual como particular.


Hemos recorrido la vida del hombre que llegó
por medios que la providad reprobará siempre al
puesto mas eminente del Estado.Sin conocimientos
militares, aunque dotado de valor personal, ob -
tuvo algunas victorias, decididas las mas veces
por la escolta que le acompañaba , que bien podia
llamarse una división escogida, y capaz de ind i -




40 PERSONAJES CELEBRES.


nar á un lado la balanza. Sin ninguna capaci-
dad intelectual, poco acostumbrado á las buenas
maneras de la alta sociedad, en la elevada posi-
ción á que bahía subido dio lugar á curiosas
anécdotas, que entretuvieron al público . Pero la
cualidad que mas resalta en el es la ingratitud.
Ingrato con sus compañeros de glorias y fatigas
los dejó desatendidos cuando mas podia proteger-
l os ; ingrato con los que habian contribuido á sus
triunfos , los sacrificó á su ambición en un patí-
bulo; ingrato con los revolucionarios que le habian
elevado, los humilló á ellos y al pais á una pan-
dilla despreciable, ingrato, mas que con todos, con
su Reina , cuya regencia proclamaba hasta la sa-
ciedad , después de recibir de su Gobierno los
mas elevados títulos y honores, de admitir de
ella magníficos dones particulares, y de asegurar-
la de su lealtad y decisión , le quitó la regencia del
Reino y hasta la tutela de sus Augustas y tiernas
Hijas. Que estraño es , pues que aquella escelsa
Señora le digera al despedirse de él (*) «Espar-
tero , te he hecho Conde de Luchana , Duque de
la Victoria y de Morella , Grande de España; pero
no he podido hacerte Caballero.'


(*) Si el dicho no es cierto es exacto por lo menos.






J-A.L


ï a sonks ttleìiits Iii lililí XIX.
i .i




JOAQUÍN MURAT.


« L o cierto e s , que si hemos de ha-
cer el juicio que se debe de este Prin-
cipe, habremos de confesar que sus vir-
tudes las debió á la naturaleza, y que
sus vicios le procedieron del trono y


de la fortuna
La muerte, que tan horrorosa es á los
demás hombres , la miró sin ningún
temor.»


QUINTO CURCIO de la vida de Alejan
ira el Grande.


Las grandes revoluciones, como dice Chateau-
briand, trastornan totalmente la forma de un go -
bierno ya constituido. En Grecia, después de
espulsados los Reyes , se establecieron en toda
ella pequeñas repúblicas; lo mismo aconteció en




2 PERSONAJES C É L E B R E S


Roma desde la espulsiou de los Tarquinos: y
por el contrario, aniquiladas todas las pequeñas
repúblicas de Italia, desde que Carlos V apareció,
principiaron á nacer en Europa las modernas m o -
narquías, que duraron basta la revolución fran-
cesa de 1789. Entonces pareció que un nuevoes-
píritu republicano tendia á democratizar todos
los pueblos; pero aquello fué un delirio momen-
táneo, que espiró tan pronto como nació , por
que fué fomentado por hombres sobradamente
ambiciosos, y republicanos solo por moda. Sen-
tado Napoleón en el trono, comenzó á sofocar
los principios de la revolución francesa, con el
prestigio de sus altas empresas, con el auxilio de
sus talentos, y de aquella fortuna que no le aban-
donó por espacio de muchos años. Entonces fué
cuando quiso restablecer las monarquías absolutas
en Europa, pero colocando en el trono dinastías
nuevas y oriundas de su familia. Entonces fué
cuando se vieron tantos soldados elevados en re-
compensa de su valor á altisimos puestos, y hon-
rados con el bastón de Mariscal. Entonce? fue
cuando creando Napoleón nuevos reinos, promul-
gando nuevas leyes, y dando á la diplomacia for-
ma diversa de la antigua, se vio nacer un nuevo ór-




M U B A T . 3


den de cosas , se vieron destronados los antiguos
reyes, y desterrados ó fugitivos.


La vida de los ilustres personages que tanto fi-
guraron bajo el imperio francés, sean capitanes,
diplomáticos ó monarcas nuevos, está tan ligada á
los sucesos que entonces conmovieron á la Europa,
que la biografía de cada uno de ellos debe consi-
derarse como una parte de la historia política y
militar de aquella época memorable. En efecto,
¿ cuánto no contribuyeron á cambiar el aspecto de
los Estados de Europa, las grandes victorias de
Massena, deNey, de Lannes, de Junot, de Bessie-
res ? ¿ Cómo pueden separarse de la historia de la
diplomacia de Europa de aquellos t iempos , las
intrigas y maquinaciones de Fouché y Tayllerand?
¿ Cómo pues el corto reinado de José Bonaparte en
España puede separarse de la historia de nuestras
desventuras no terminadas aun? ¿Cómo las empre-
sas y el reinado de Murat, que sucedió en Ñapóles
al hermano de Napoleon, pueden considerarse se-
paradamente de las victorias que tanto ilustraron
al imperio francés, y de las últimas revoluciones de
Italia, cuando el poder napoleónico agonizaba?


Habiendo nosotros escrito la biografía de mu-
chos personages ilustres, que florecieron en aquella




4 P E R S O N A J E S CELEBRES.


época, vamos ahora á recopilar la vida de Joaquín
Murat, el cual nacido de padres oscuros, supo ele-
varse por hazañas maravillosas á los primeros em-
pleos militares, emparentó con el Emperador de los
franceses, y llegó a ceñirse una espléndida corona,
que perdió mas por su imprudencia que por mala
suerte.


Nacido Murat en 1771 de un posadero en Cahors.
después de haber hecho en este pais sus prime-
ros estudios, pasó al Colegio de Tolosa, en don-
de vistió la ropa talar, y llegó á ser subdiácono;
pero á poco tiempo fue echado del colegio por
su mala conducta. Entonces se vio obligado á
volver á su casa , pero su padre le acogió de
mala gana, y el joven Murat, de un talento de-
sarrollado, de carácter v i v o , de índole poeo dó-
cil , no pudiendo tolerar tranquilamente el ver-
se en una posada mezclado entre una infinidad
de estúpidos criados, abandonó la casa paterna,
y se alistó en el regimiento de cazadores número
Í 2 , que pasaba por Tolosa. Al poco tiempo as-
cendió á Sargento, pero con motivo de SU ca-
rácter siempre f o g o s o , habiendo cometido una
falla de disciplina, no leve, fue licenciado de su
regimiento. Este nuevo infortunio, que le obligaba




M U B A T . 5


otra vez á volver á su casa paterna , puso á
Murat casi al borde de la desesperación , pero
no le envileció; y de vez en cuando , arrebatado
por su imaginación, le pareció descubrir al tra-
vés de las densas tinieblas que envolvían su por -
venir Jos altos destinos que le esperaban. Decre-
tada por los revolucionarios una guardia cons-
titucional á Luis X V I , fue admitido en ella e]
joven Murat , que pasó á París con Bessieres
Con semejante coyuntura •, no disimulando en
ocasión alguna sus opiniones políticas, exagerada-
mente democráticas , y que estaban de moda en
aquel t iempo, sostuvo Murat fuertes contiendas
en favor de la libertad. Antes que la guardia
fuese disuelta, dejó su destino y se agregó otra vez
á un regimiento de cazadores, principiando á ser-
vir de Alférez. Su valor y su atrevimiento en las
empresas le habían hecho bastante conocido ; por
lo cual en poco tiempo recorrió todos los grados
subalternos, y llegó al de Teniente coronel. En
esté tiempo fue cuando Murat escribió en Abdovi -
lle, donde e3taba de guarnición, á la Sociedad de
jacobinos de París, manifestándola su ardiente de-
seo de cambiar su nombre en el de Marat. Esta
pequeña anédocta, que podrá parecer á los mas de




6 P E R S O N A J E S CELEBRES.


poca consideración, creemos sea uno de los pocos
hechos que pueden descubrir la sinceridad de las
ideas republicanas de Murat hasta aquella época.
Murat, que nunca fue de Índole cruel, no podía
querer el nombre del compañero Robespierre por
su fria barbarie, sino por el odio inestinguible que
este mostraba contra la antigua aristocracia, y con-
tra los partidarios de la abatida monarquía. De-
nunciado Murat por lo que había escrito á la So-
ciedad de jacobinos, estaba ya para ser destituido
de su grado de coronel, después del 9 Thermidor
año II de la república, cuando Mr. Cavaiñac, an-
tiguo Presidente del Directorio en el departamento
de el Lot , y diputado entonces de la Convención,
hizo borrar el acta de denuncia, conociendo la
grave pérdida que ocasionaría á las armas france-
sas la destitución de un capitán tan valeroso.


Cuanto hemos indicado hasta ahora concierne
solo á los primeros años de la vida de Murat, y los
principios de su carrera militar; ahora vamos á ha-
blar de las grandes victorias que tanto le distin-
g u i e r o n ^ le mostraremos con toda aquella pom-
pa y grandeza que le acompañaron hasta el trono.


En el año IV de la república francesa, Murat
sirvió por la primera vez bajo las órdenes de Na-




M U R A T . 7


poleon, el cual promovido poco después á General
en Gefe del ejército de Italia, le hizo su Ayudante
de campo, y le concedió una protección decidida-
En esta época hizo Murat prodigios de valor, y se
distinguió tanto, que Napoleón colmándole de ala-
banzas, le proclamó ante el ejército valiente entre
los valientes. Después de esta época contribuyó
mucho á engrandecer su fama la parte activa que
tomó en las batallas de Roveredo, de Riboli , y de
la Favorita, y en el terrible paso del Tagliamento,
del cual Napoleón se acordaba siempre como una
de las mas arduas empresas de su vida.


Resuelta la espedicion de Egipto, Murat quiso
correr la suerte de su general en aquella arriesga-
da empresa. Capitaneando las tropas francesas en
San Juan de Acre, fue el primero en lanzarse al
asalto; pero no habiendo podido tomar la plaza, y
levantado el sitio, Murat cooperó poderosamente
á la victoria que obtuvieron los franceses en la
batalla del monte Tabor. El fué quien tuvo la
gloria de rechazar á MustafáBajá, y su numeroso
ejército y Murat en fin recibió en aquella campaña
muy graves y gloriosas heridas, por querer hacer
prisionero al hijo del Bajá de Egipto. Tantas acciones
bizarras merecían ciertamente una justa recompen-




8 P E B S O N A Q E S CELEBRES.


sa; asi f u é qvie Murat consiguió el grado de Ge-
neral de división, y poco después, el l o de Octu-
bre de U99 ,se dirigió á Francia eon Bonaparte.


De regreso á Europa le esperaban mas altos
destinos y relevantes honores. Decidido Napoleón
a disolver el Consejo de los quinientos, Murat fue
quien a l a cabeza de sesenta granaderos le acome-
tió y dispersó. Después de semejante suceso, se le
dio el mando de la guardia consular, y ¡Napoleón
ligado ya eon él en intima amistad, quiso también
hacerle pariente suyo , dándole por esposa á su
hermana Carolina, la cual á su gran hertnosura
unía mucho talento y una particular predilección
del hermano.


En la segunda campaña de Italia mandaba Mu-
rat la caballería en Marengo, y por sus grandes
victorias mereció un sable de honor. Después fue
encargado del Gobierno de la república cisalpina,
que renunció al poco tiempo para presidir el co -
legio electoral del departamento de el L o t , que le
nombró diputado del cuerpo legislador. Al adve-
nimiento de Napoleón al trono, Murat fue gober-
nador de París, con el distintivo de General en
gsfe, Mariscal del imperio, Principe francés, gran
almirante, y grande áquila de la legión de honor.




M U K A T . 9


En 1805, después de haber vencido á los aus-
tríacos y entrado el primero en Viena, se batió va-
lerosamente en Auslerlitz, y contribuyó no poco
con sus maniobras militares á la completa victo-
ria con la que los franceses terminaron aquella
gloriosa campaña, humillando el poder del Aus-
tria.


Napoleón, en recompensa de tan señalados ser-
vicios nombró á Murat, Gran Duque de Berg, y
le hizo reconocer como tal en todas las potencias de
Europa. En esta época consiguió de lleno la esti-
mación desús nuevos subditos, gobernándolos con
prudencia y dulzura. En 1808 obtuvo Murat el
mando del ejército destinado á España, y un mes
después entró en Madrid á la cabeza de sus tropas.


Finalmente cuando se determinó Napoleón á
hacer á Murat Rey de Ñapóles, un decreto del
Emperador, bajo el nombre de Estatuto de Bayo-
na, fecha 15 de Julio de 1808, decía asi «Conce-
demos á Joaquin Murat, nuestro amadísimo cuña-
d o , Gran Duque de Berg y de Cleves, el trono de
Ñápele» y Sieilia (*) vacante por la sucesión de


(*) El Reino de Ñapóles desde el tiempo de Alfonso el
Magnánimo, se ha reputado como unido a la Sieilia bajo
el titulo de Reino de las Dos-Sicilias, ó Ñapóles y Sicilia.
Bonaparte cedió Ñapóles á Murat , cuando todavía reina-




10 PERSONAJES CELEBRES.


José Napoleón al de España é Indias.» Algunos
capítulos comprendidos en el decreto, ordenaban
la sucesión del modo siguiente. Estaba prescrito
que si Carolina Bonaparte, mugerde Murat, so-
brevivía al marido, debía subir al trono antes que
el hijo, legitimo heredero de la corona, y que el
Rey de las Dos Sicilias uniría á su título la digni-
dad de Gran Almirante del Imperio francés, has-
ta tanto que durase la establecida descendencia;
que concluida la estirpe de Murat, la corona sici-
liana volviese al imperio francés; que el nuevo Rey
gobernase el estado desde el día 6 del próximo
Agosto, según las reglas del Estatuto de Bayona
del 20 de Junio de aquel año: un edicto contem-
poráneo de Murat prometía á los pueblos de las
Dos Sicilias felicidad y grandeza, juraba ademas
el Estatuto de Bayona, é indicaba su próxima lle-
gada. Después escitaba á los Ministros y magistra-
dos á que velasen por el buen órdeu del Estado du-
rante su ausencia, y en un decreto especial n o m -
braba su Lugar teniente, mientras estuviese fuera
del Re ino , al Mariscal del imperio Mr. Perignon.
ban los Barbones en Sic i l ia : tituló á su cuñado Rey de
Ñapóles y Sicilia . para manifestar que aquella Isla perte
necia al Monarca rein»nte en Ñapóles . quien efectivamente
tenia el proyecto de invadirla.




M U R A L 11


Esta gran novedad conmovió sobremanera el
ánimo de los napolitanos , entre los cuales hubo
muchos que se prometían grandes felicidades del
nuevo Monarca, ¿quien suponían dotado de grao
actividad en el manejo de las cosas públicas, que
bajo el corto reinado de José Napoleón habían es-
tado sumamente descuidadas. Otros por el contra-
rio creían que Murat, mas acostumbrado á las em-
presas guerreras que á los negocios políticos, d e -
bería ser fatal á la prosperidad del reino , usando
de aquella aspereza aneja á un gobierno militar.
De otra parte corría fama, muí fundada, pero
comunmente creída, que Joaquín Murat era d e
corazón duro , inflexible y ostínado en sus resolu-
ciones , ocupado siempre de pensamientos ambi-
ciosos y proyectos de conquistas, y finalmente
que en nuestra España habia sido cruel para re-
primir la rebelión de Madrid. Pero á despecho de
voces tan alarmantes , y de las relaciones de que
su nacimiento era oscuro, y desconocidos los he-
chos de su vida privada , solo el conocimiento de
su alto, valor y de sus victorias militares bastaron
á prevenir en favor del nuevo Monarca á la mayor
parte de los napolitanos.


El dia 6 de Setiembre del año de 1808 , el




1 2 PERSONAJES C E L E B R E S .


nuevo Rey entró á caballo en la ciudad de Ña-
póles , perfectamente vestido, pero sin el manto
rea l , ni ninguna otra insignia soberana : llevaba
únicamente los vestidos militares que solia usar
para la guerra. Recibió á la puerta los bomena-
ges de los magistrados, las llaves de la ciudad,
y todas las correspondientes muestras de reveren-
cia y respeto.


Era Murat de hermosa figura , noble en su por-
te , risueño y alegre con los demás ; y eon el re-
nombre que le daban sus victorias y el afecto
que Napoleón le profesaba, poseia todo lo que
podía agradar á los pueblos é inspirarles temor
y respeto.


El nuevo Rey recibió en la iglesia del Santo
Espíritu la sagrada bendición del cardenal Firao.
La recibió con religiosa devoción , pero permane-
ciendo siempre en pie sobre el trono. Después pa-
só al palacio , y llenó todas las ceremonias reales
con desenvoltura , como si estuviese desde largo
tiempo acostumbrado á aquellas grandezas. Por la
noche fue magníficamente iluminada la ciudad, y
el pueblo rebosaba en el mayor júbilo.


Los primeros actos del Gobierno estaban llenos
de clemencia en favor de los huérfanos, de las




I U U R í í T . 13


viudas y de los militares inválidos pertenecientes
á la antigua milicia napolitana. El Rey se naos,
tro mas benigno y afable con el pueblo napolitano,
y con todos los magnates del R e i n o , que con los
franceses que formaban gran parte de su corte.


¡Vo liabian concluido aun las fiestas celebra-
das COB este motivo , cuando llegó á Ñapóles la
muger de Murat, Carolina Bonaparte. Si en esta
ocasión las magnificencias y fiestas fueron me-
nos pomposas que las pasadas, no por esto ins-
piraron menos alegría ni menos admiración al
pueblo. Agradó mucho á las damas napolitanas la
belleza y gracia déla nueva Reina , la cual tenia
el gran prestigio de ser hermana de Napoleón, y la
verdadera dueña de la c o r o n a d o Ñapóles.


No hacia mucho tiempo que Murat había
ocupado el trono , cuando dirigió sus miras á la
isla de Capri, ocupada todavia por la guarnición
perteneciente á los Borbones. La resistencia de
la i s la , defendida por los soldados anglo-napo-
litanos, fue ostinada contra los franceses, pero
por iíh se vio obligada á rendirse al poder de Mu-
r a t , y quedó bajo su dominio.


Las risueñas esperanzas concebidas por los
napolitanos en favor del nuevo Monarca, se rea-




14 PERSONAGES CÉLEBRES.


jizaron casi del todo. Murat reformó los abusos
del poder administrativo y judic ia l , dio nueva
organización al ejército , y procuró animar la in-
dustria y protejer las artes. Cualquiera desús
subditos obtenía , con solo pedirla, una audien-
cia privada del Rey , el cual recibía con igual
afabilidad y cortesía á los magnates del Reino y
á los mas Ínfimos del pueblo : casi todos los dias
se dejaba ver por las calles de Ñapóles, paseándo-
se solo ó del brazo de cualquiera de sus genti-
les hombres, sin llevar insignia alguna , ni de-
coración soberana. Entretanto, si alguno se apro-
ximaba á él como indicando que queria hablar-
l e , se paraba, acogía con jovialidad su solici-
tud , recibía cualquiera memorial, y si le parecía
urgente el negocio de que se trataba, sacaba el
lápiz de la cartera y escribía su resolución al
margen de la instancia misma.


Apenas subió al trono , revocó el decreto de
José Napoleón que habia declarado las Calabrias
en estado de guerra , porque durante su reinado
estaban llenas de facciosos. Declaró pues Murat
que aquellas provincias, despojadas ya de los mal-
hechores, volviesen bajo el pacífico imperio de
las leyes. Después puso en libertad á todos aque-




M T J R A T . 15


líos que yacían en la cárcel, porque habían sido
partidarios de la dinastía borbónica; llamó á gran
parte de los emigrados políticos , refrenó las ve-
jaciones de la policía, y creó finalmente un gran
número de empleados para aumentar los partida-
rios y defensores de la corona.


El nuevo Monarca^ promovió COD especial cui -
dado la prosperidad de los principales estableci-
mientos de beneficencia pública, y fundó una mag-
nifica casa de educación para las doncellas nobles;
llamada de los Milagros, porque asi se llamaba
el sitio donde se estableció. Esta existe todavía en
Ñapóles, y conserva grande y merecida fama, re-
cibiendo alli las jóvenes una educación esmerada
bajo todos conceptos.


El real palacio de Ñapóles, el de Pórtici y Ca-
sería fueron hermoseados y adornados con buenas
pinturas por Joaquín Murat. Tantas y tan útiles
novedades, le atrajeron el afecto de sus subditos,
que le miraban como á un ángel bajado del cielo
para hacer la felicidad de la desventurada Ñapóles.


Después de haber atendido Joaquín á los ne-
gocios de su Reino, pareciéndole gravoso depender
todavía del Emperador Napoleón, dio á conocer
que á toda costa quería separar las cosas de Ná-




1 6 PF.USONAJES C E L E B R E S .


potes de las de Francia. Por lo t a m o , la bandera
francesa que ondeaba entonces en todo el Reino,
tanto en paz como en guerra , se vio repentina-
mente arriada, y el nuevo estandarte napolitano
fue blanco y amaranto sobre un fondo azul turquí.
Después licenció el Rey las tropas francesas, y
mandó que toda la fuerza del Reino se compusiera
de tropas napolitanas, é igualmente que los em-
pleos desempeñados por franceses fuesen confe-
ridos á subditos napolitanos. Semejantes resolu-
ciones desagradaron mucho á Napoleón , y ocasio-
naron graves disgustos á los dos cuñados ; pero
reconciliados los ánimos, el Emperador concedió
á Murat licenciar las tropas francesas, pero no le
permitió exhonerar de su cargo á los franeeses
empleados en Ñapóles. En este t iempo, algunos
pocos napolitanos , partidarios de los Borbones,
unidos á algunos sicilianos , conspiraban contra el
nuevo Monarca, con intención de matarle en una
cazería. El delito no se efectuó porque la cons-
piración fue descubierta á t i empo , y arrestados
los reos á quienes se formó causa; y cuando e s .
taban para ser condenados á muerte, Joaquín,
llevado de su ánimj generoso y clemente, les con-
cedió la vida ; rasgo que entusiasmó sobremanera




MUBfcT. 17
a los napolitanos en favor de su Monarca.


Mientras los negocios de Ñapóles corrian de
esta manera, el Emperador de los franceses decla-
ró la guerra á ia Rusia. En tal ocasión dirigió in-
mediatamente todos sus pensamientos á Joaquín
Murat, cuyo experimentado valor te daba la espe-
ranza de una completa victoria. El mando de la
poderosa caballería que Napoleón había espresa-
mente formadocon aquel objeto, fue confiado á Mu-
rat, el cual yendo á la vanguardia del ejército fran-
cés, pasó el Niemen e l?2 de Junio de 1812, y fue el
primero que entró en Rusia. A los pocos días se apo-
deró el Rey de Ñapóles de la ciudad de Vilna, y
viendo que los Rusos se retiraban á fin de evitar la
batalla, les persiguió hasta alcanzarlos y obligarlos
al combate; y en dos jornadas, haciendo prodigios
de valor, introdujo con arte y audacia las armas
francesas en Viteps. La consecuencia de esta vic-
toria fue la toma de Smolensko. Conociendo Joa-
quín que los Rusos no desistían del proyecto de
retirarse á sus desiertos, aconsejó á Napoleón
que ^estableciese el Reino de Polonia para de-
bilitar el poder del Austria, de ta Prusía y de la
Rusia, y que invernase en Smolensko, esperando
tiempo mas oportuno para continuar la guerra.




I S P E R S O N A G E S CÉLEBRES.


El Emperador no acogió con mal semillante el
consejo de Murat, y en un principio pareció querer
abrazarle; pero últimamente ansioso de pelear, y
confiando siempre en su fortuna, se resolvió á con-
tinuar la marcha. Murat y muchos generales fran-
ceses siguieron de mala gana las órdenes de Napo-
leon, pero por esto no dejaron de dar pruebas de
gran valor, y el Rey de Ñapóles venció gloriosa-
mente en Viazma. Después continuó batallando y
persiguiendo siempre la retaguardia de los Rusos,
y llegó á la orilla de la Moskowa, donde se reunió
todo el ejército francés. El 7 de Setiembre princi-
pió un sangriento ataque, y Murat hizo prodigios
de valor, venció a los Rusos, de los cuales murie-
ron un gran número, retirándose los restantes;
pero el Rey de Ñapóles continuó siempre siguiendo
al enemigo hasta veinte leguas mas acá de Mos-
cou. Entonces se esparcieron voces de paz, y se
suspendieron las hostilidades por trece dias, espe-
rando Napoleon arreglar sus cuestiones con la Ru-
sia y el Czar, aguardando que llegase el invierno,
porque estaba srguro de que los franceses ni> po-
drían resistirlos fríos de la Rusia.


Por esta época , el Barón de Rostpochin, go-
bernador de Moscou, hizo incendiar aquella ciu-




M U R A T . 19


dad magnífica, y venerada como cosa sagrada por
los Rusos. Incendiada Moscou, los franceses se vie-
ron privados de todas las provisiones que espera-
ban coger en ella, y acosados por los frios de aque-
llas rudas regiones.


No hallando Bonaparte medio de continuar la
guerra, y viendo perdido el fruto de tantas victo-
rias, ordenó la retirada del ejército francés hacia
Smolensko. En aquella ocasión Joaquín Murat su-
po disponer la retirada con gran pericia y valor,
batiendo siempre á los Rusos y Cosacos que se le
oponían.


Replegado el ejército sobre el Niemen, Napo-
león partió para París, y dejó como Lugar teniente
á Murat. Este continuando su retirada , y reuni-
do el cuerpodel ejército en el Oder, donde podia ser
socorrido con inmensas provisiones, sin que le
molestasen los Rusos, concluyó la guerra de 1312,
llamada campaña de Rusia. Entonces Joaquín
Murat, dejando el mando del ejército en manos
del Principe Eugenio, Virey de Italia, partió ace-
leradamente para Ñapóles. Fuertemente irritado
Napoleón al saber esta noticia, la hizo publicar en
el Monitor francés con palabras amargas , hacien-
do grandes alabanzas del Principe Eugenio. Este




2 0 P E R S O N A J E S CELEBRES.


hecho hirió mucho el amor propio del Rey de Ña-
póles, el cual no sabiendo con su carácter impe-
tuoso é irreflexivo moderar la ira, escribió al Em-
perador de los franceses una famosa carta que
trascribimos como documento histórico. Decía
asi:


«La ofensa que ha recibido mi honor no está en
manos de V. M. remediarla. V. M. ha injuriado á
un antiguo compañero de armas, que le ha sido fiel
en los peligros, y que lia contribuido no poco, á
sus victorias, sosteniendo su grandeza, y reani-
mando su desmayado valor el 18 Bruinario.


«Cuando se tiene el honor, dice V. M. de perte-
necer á su ilustre familia, deben evitarse todos los
medios de perjudicar sus intereses y oscurecer su
esplendor. Y yo , Señor, le digo en contestación,
que su familia ha recibido de mi tanto honor co-
mo pueda haberme concedido dándome á Carolina
por esposa. »


«Mil veces, aunque Rey, suspiro por los tiem-
pos en los qué simple oficial tenia jefes, pero no
un dueño. Siendo ahora R e y , pero tiranizado en
alto grado por V. M . , siento mas que nunca la ne-
cesidad de independencia, la sed de libertad. Asi
aflije V . M, asi sacrifica á su sospecha á los hom-




M U K A T . 21


bres que le han sido mas fieles, y que mejor le han
servido en el asombroso camino de su fortuna: asi
fue inmolado Fouché por Savary, Talleyraud por
Champagny, Champagny mismo por Bassano, y
Murat por Beauharnais, que unido á V. M. tiene el
mérito de una ciega obediencia, y el de haber ale-
gremente anunciado al Senado de Francia el re-
pudio de su madre.»


«No puedo negar por mas tiempo á mi pueblo
una recompensa comercial por los daños gravísi-
mos que la guerra marítima le acarrea. Cuanto he
dieho de V. M. y de mi, procede de que la mutua y
antigua amistad está alterada. V. ¡VI. hará lo que
mas le plazca, en la inteligencia de que cualquie-
ra que sean los últimos agravios, todavía soy su
hermano y fiel c u ñ a d o . — J O A Q U Í N .


Fue ciertamente bastante impolítico el proce-
der de Napoleón con Murat, pero esto no puede de
ninguna manera disculpar al Rey Joaquín de haber
abandonado el campo de batalla para volver á Ña-
póles: por lo tanto nosotros no podemos menos
decondenar su conducta. Ademas , en aquel mo-
mento los asuntos de Ñapóles estaban bien seguros
en manos de la Regente Carolina Murat, y por lo
mismo no sabemos si debemos calificar la deser-




22 PERSONAJES C E L E B R E S .


cion del Rey de Ñapóles como acto de cobardía, de
temor ó de traición.


Rotos los vínculos de amistad entre el Emperador
y Murat, algunos napolitanos propusieron á este
la conquista de Italia; para formar de toda ella un
solo reino. Para reanimarle después á la empresa,
le aseguraban ser favorables todas las circunstan-
cias, hallándose ya abatido el poder de Napoleón,
los italianos deseosos de independencia, y todas las
potencias dispuestas siempre á debilitar el imperio
francés, sustrayendo de su dominio la Italia. Por
lo tanto exhortaban á Murat á formar alianza con la
Inglaterra, y que marchase inmediatamente á prin-
cipiar aquella guerra, que sola ella podia salvar la
Italia y engrandecer su corona.


Tales proposiciones lisongearon muchísimo la
ambición y el orgullo de Murat, el cual aceptó, de
todo corazón, la peligrosa empresa, y despachó
mensageros á Sicilia á Lord Bentink: aquel plenipo-
tenciario inglés y el rey de Ñapóles, unidos en la
is ladePonza, establecieron condiciones de la nue-
va alianza, entre las cuales era una de las esencia-
les la independencia italiana, debiendo formar un
solo reino bajo el gobierno del Rey de Ñapóles.


Firmados los capítulos del tratado, Bentink es-




HUBAT. 25


pidió mensageros á L o n d r e s , para obtenerla apro-
bación de su gobierno.


Habiendo escrito en este tiempo la esposa del
Rey á su hermano Napoleón para dirimir los dis-
gustos que existían entre los dos cuñados, el Em-
perador de los franceses conociendo que era peli-
grosa para él la enemistad del Rey de Ñapóles, es-
cribió afectuosamente á Murat, echando un velo
sóbrelo pasado, y suplicándole con las mas agasa-
jadoras palabras que se reuniese inmediatamente
al ejército francés, que se hallaba entonces en los
campos de Dresde. Joaquín en un principio resistió
á las invitaciones del Emperador, pero últimamen-
te , movido por los ruegos de su esposa y las cartas
de Fouché y de Ney, se determinó á marchar, de-
jando encargada á la Reina la finalización de los
tratados con la Inglaterra; pero Lord Bentink, ape-
nas supo la marcha del Rey de Ñapóles, se hizo
mas enemigo que antes, y considerando á Murat
como un Rey ligero y desleal, no quiso oir hablar
mas de alianza.


LJegado Joaquín al ejército, fue bien acogido
por Napoleón, y se distinguió en varios hechos de
armas en la campaña de Dresde; pero estos nuevos
trofeos fueron para él infructuosos.




2 4 P E R S O N A J E S CELEBRES.


Concluida la campaña de Dresde y perdida por
los franceses la célebre batalla de Lipsia, Murat
volvió á Ñapóles asustado y lleno de confusión,
porque conocía muy bien que trastornados los des-
tinos de la Francia, podia aproximarse el momen-
to fatal de perder la corona. En este tiempo fue
cuando el Austria mandó al conde de Neypperg á
Ñapóles, ofreciendo su alianza al Rey Joaquín ; ba-
j o pretesto de establecer el equilibrio en Europa,
le ofrecía también asegurarle la posesión del reino,
y el aumento de sus estados, agregando á ellos
parte de las provincias romanas. Murat titubeó al
principio, pero después aceptó las proposiciones, y
se declaró abiertamente enemigo de Napoleón. Al
mismo tiempo concluyó otro tratado con la Ingla-
terra, bajo el nombre de armisticio. Asiera como
el Rey de Ñapóles creía asegurar su corona. Y
entretanto no dejaba de protestar secretamente á
Napoleón su lealtad, y se escusaba de la nueva
alianza con el Austria, diciendo que la había he-
cho solo en apariencia , porque las circunstancias
del tiempo le obligaban á ello. Una condueja tan
torpe y desacertada sirvió solo para causar descon-
fianzas en el Gabinete de Viena, que no ignoraba
aquellas secretas correspondencias entre Murat y




M T J R A T . 25


Napoleón, mientras por otra parte el Emperador
de los franceses rehusaba dar oidos á las protestas
del cuñado, y le llamaba justamente traidor.


Principió la guerra en Italia ; pero como debia
necesariamente suceder por las circunstancias del
tiempo, Joaquín Murat estaba considerado como
un persone ge secundario, y por lo tanto obligado
á ceder á las proposiciones de los generales del
Austria. Referir todos los varios sucesos de aque-
lla guerra, todos los pequeños ataques que se die-
ron, son mas bien objeto de la historia, que de
una biografía: y con este motivo nos limitaremos
á decir que mientras la guerra en Italia estaba
todavía indecisa, y Murat ideaba los medios mas
fáciles de conseguir nuevas victorias, llegó un men-
sagero de la Francia, el cual reürió el mal estado
en que se hallaba aquel imperio, y la abdicación
de Napoleón. Leyendo el Rey las cartas que con-
tenían aquellas noticia perdió el co lor ; y al consi-
derar que él era un" principe francés, que estaba
emparentado con Bon aparte, y la ruina de aquel
vasto imperio á que tal vez había el contribuido
en gran manera, no pudo menos de derramar al-
gunas lágrimas de dolor.


Después de algunos instantes de silencio par-




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


napolitano que le entregase todos los buques de
guerra y las municiones, y que en caso de repulsa
bombardearla á Ñapóles: la Reina convocó el Con-
se jo , y el Gobierno acordó con el Comodoro que
este tuviese en su poder solos los buques de guerra
napolitanos : entretanto el Rey Murat ya derro-
tado volvió á Ñapó les , arregló sus negocios do-
mésticos , y dejó encargado al general Carascosa
de tratar con el enemigo. El general preguntó de
que manera debia conducirse, y Joaquín respon-
dió: «ceded todo á mis enemigos, con tal que con-
servéis el honor de mis soldados y la paz de mis
subditos.» El tratado con los mensajeros austríacos
se hizo en una pequeña casa de campo de un tal
Lanza, vecino de Ñapóles, y por esta razón aquel
famoso tratado se llama el tratado de casa Lanza.
Entretanto Murat se dirigió de incógnito al pa-
lacio donde estaba su esposa , la abrazó y la dijo.
«Carolina mia, todo lo he perdido;» pero ella con
un valor varonil respondió; «no todo, si no se ha
perdido el honor y la constancia;» poco después
se embarcó la Reina en un buque ingles, y Jtoaquin
se encaminó á Marsella y después á Tolón, desde
donde escribió á su amigo Fonché , diciéndole que
siendo él siempre francés en el fondo, y pariente




M U E U T . 29


del Emperador, quería servir bajo sus órdenes;
pero Napoleón acordándose de la traición de Mu-
raten 1814, rehusó sus servicios. Entretanto per-
dida la batalla de W a t e r l o ó , no creyéndose Mu-
rat seguro en Francia , se trasladó á Córcega y se
dedicó á preparar una espedicion para Ñapóles,
prometiéndose ser bien acogido por sus antiguos
subditos, y ayudado para reconquistar el per-
dido reino: un dia antes de embarcarse recibió una
carta de un tal Maceroni de Calvi, el cual al saber
la marcha del Rey , le escribió que la suspeudiese,
porque debia comunicarle buenas é interesantes
noticias. En efecto , Calvi llegó y le entregó un
pliego á nombre del Emperador austríaco, con la
firma del príncipe de Metteruich, cuyo contenido
insertamos á continuación. «El Emperador de Aus-
tria ofrece hospitalidad al Rey Joaquín bajo las
condiciones siguientes ; el Rey de Ñapóles lleva-
rá un nombre particular, y habiendo tomado la
Reina el de Lípano, se propone al Rey el mismo.
El Rey podrá residir en una ciudad de Bohemia,
de Moravia ó del Austria superior, ó en una
aldea de las mismas provincias. Garantizará con
su honor no abandonar los Estados austríacos sin
espreso consentimiento flél Bmperauot , y V m t




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


como un particular sometido á las leyes de la mo-
narquía austríaca. Dado en P aris el 10 ^de Se-
tiembre de 1815,—Por orden de S. M. 1. R. A.—


EL P R I N C I P E DE M E T T E R N I C H . »


Murat al leer aquel papel esclamó» «¡Con que
debo ser tratado como prisionero! esto no puede
ser.» Por lo tanto no desistiendo de su loco in-
t e n t o , en la noche dtl 28 de Setiembre de 1815
se hizo á la vela de Ajaccio con su pequeña ar-
mada. Después de algunos dias de navegación
abordó al Pizzo , pequeño país de las Calabrias,
donde desembarcó con cerca de 28 hombres , que
gritaban viva el rey Murat. A aquella voz que-
daron mudos los espectadores, que preveían un
fin desgraciado á la temeraria empresa. Viendo
Murat que habia sido acogido con frialdad, qui-
so marchar á Monteleon que-la consideraba como
ciudad amiga ; pero un cierto Trentacapillí y un
agente del Duque del Infantado con otros cuan-
tos, tiraron a Joaquín. Aumentada entretanto la
turba , Murat no tenia mas salida que por la
parte del mar llena de peñascos; trepa por ellcjs , y
finalmente llegó á la orilla , pero vio su barco
navegar á lo le jos : entonces llamó á voces á Bar-
bará , que era el nombre del capitán de aquel; pero




M U R A T . 31


Barbará desoyó infamemente los gritos, porque se
creia bastante afortunado con poderse apoderar de
las innumerables alhajas del Rey que tenia con-
sigo. Preso el infeliz Joaquín , le insultaron, le
arrancaron algunos brillantes que ¡levaba en el
sombrero y en el pecho , y le hirieron en la cara.
En este deplorable estado le llevaron al pequeño
castillo de P izzo , y por medio de la autoridad
local dierou parte á Fernando de Borbon , quien
ordenó que al instante fuese juzgado por un tri-
bunal militar. Joaquin al oir esta noticia esclainó,
¡es una sentencia de muerte! Pero después de
haber cobrado ánimo di jo , «el tribunal que de-
be juzgarme es incompetente, porque los reyes
no tienen mas juez que Dios ; ademas estoy con-
siderado como mariscal francés , y solo un con-
sejo de mariscales puede juzgarme;» y volvién-
dose á un cierto Starace, que le habian destina-
do por defensor, «os prohibo, le dijo, que me de-
fendáis porque vos no podéis salvarme la vida.» Fi-
nalmente dijo que quería escribir á su esposa, lo
cual re le concedió; veriücolo en una sentida y tier-
na carta en la que se despedía de su esposa y de sus
hijos, y arrancándose después algunos rizos de sus
cabellos, los puso en la carta que cerró y recomen-




32 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


do al General Nunciante, á quien había sido con-
fiada la custodia del ilustre prisionero. Pocos ins-
tantes después se le leyó la sentencia, que oyó el
Rey con frialdad y desden. Conducido a u n peque-
ño recinto del castillo, halló formado en dos filas
un batallón de soldados; y no queriendo vendarse
los ojos, v io con serenidad el aparato de las armas,
y poniéndose en acto de encomendarse á Dios, dijo
á los soldados. «No apuntéis á la cara, sino al cora-
zón.» Después de estas palabras se oyeron los tiros,
y el Rey de las dos Sicilias al dejar de existir, es-
trechaba entre las manos los retratos de su familia,
que fueron enterrados con él.


Este fin tuvo Joaquín Murafrá los 48 años de edad
y 7 de reinado. Era piadoso con los vencidos y libe-
ral con los prisioneros; y lellamaban el Aquiles de la
Francia por valiente é invulnerable: obtuvo la dia-
dema en dote de la hermana de Bona parte, y la per-
dió por ignorancia en las cosas de estado. Ambicioso
é indomable, trataba lo mismo la política, que los
asuntos de la guerra. Grande en la adversidad, su-
po sufrir sus incomodidades. Tuvo la magnificen-
cia de Rey, los talentos de un soldado, y un cora-
zón leal: era de muy buena presencia y afabje en
sus modales. Murió miserablemente, pero con va-
lor. Sus ilustres victorias llevarán su memoria con
alabanzas á la mas remota posteridad.








WALTER-SCOTT.


« Es uno de los nombres mas popula-
res d é l a literatura. Las obras del no
velísta escocés encantan á todas las
clases de la sociedad ; sus arrebata-
doras páginas penetran en las tiendas
y en los salones, en los tocadores y
en las guardillas.»


PHILA.HÉT8 CKASLES.—Diccionario
de la Conversación.


El mayor y mas acreditado novelista del si-
glo X I X , no podia dejar de ocupar un lugar en
nuestra colección. La sencillez que caracteriza
las narraciones de Walter-Scott , las pone al a l -
cance de todas las inteligencias; y la forma atrá-
cente bajo la cual se producen, insinúa fácil-
mente en los corazones la dulce y sana moral que
en ellas se encierra; pues el grande escritor, con-




2 PERSONAJES CELEBRES.


tribuyendo á los placeres de sus lectores, ha tra-
bajado para mejorarlos. No haciendo caso de la
triste celebridad de esos genios que pasan como
unos metéoros, sin esclarecer al mundo al cual
deslumhran , ha buscado una gloria, menos bri-
llante tal v e z , pero mas sólida y mas pura.
Ademas , sus timbres literarios no cederían á
ningunos otros; pues si bien por una parte há
imitado á Shakspeare , en cuanto á la observa-
ción de los hombres, por otra , en cuanto al
estudio de las antigüedades, su método se ha de-
senvuelto con una rica originalidad. El fue el
primero que anunció la resureccion de la edad me-
dia; su mano fué la primera que volvió á construir
los antiguos castillos feudales, sacó de entre el
polvo las genealogías de los Clanes, y resucitó á
los pueblos que habían desaparecido. A la voz del
encantador, al aparecer el genio que él habia evoca-
d o , los lairds vistieron su enmohecida armadura
y recobraron su severa fisonomía; y sus pasos re -
tumbaron, como en los tiempos pasados, en los
salones de sus abuelos. Les hizo renacer con sus
supersticiones, sus preocupaciones y sus idolatras
costumbres de lo pasado; se trasporta entre ellos
con amor, y parece que solo se considera dichoso




W A L T E R - SCOTT- 3


en medio de los c lanes d e Escoc ia , s e g ú n ex i s t í an


t r e sc i en tos años hace .


Es ta tendenc ia d e W a l t e r - S c o t t se esplica fácil-


H i e n t e , con h a b e r n a c i d o en el pa í s m a s r ico en


recuerdos feudales . Cada p iedra r e c u e r d a a l l í u n


h e c h o famoso , y e n t o r n o d e las r u i n a s s u s u r r a n


s in cesar los a n t i g u o s c a n t a r e s y l as t r a d i c i o n e s .
A ñ á d a s e á estas c i r c u n s t a n c i a s su educac ión sol i -


t a r i a , y se conceb i r á f á c i l m e n t e , que d o t a d o W a l -


te r -Scot t de u n a i m a g i n a c i ó n r o m á n t i c a , se en t re -


g a s e desde s u t e m p r a n a e d a d al e n c a n t o d e los r e -


cue rdos .


W a l t e r - S c o t t nac ió en E d i m b u r g o , el 15 d e


Agos to d e 1 7 7 1 . Su g r a o p lace r e n la escue la e ra


c o m p o n e r á sus c a m a r a d a s c u e n t o s d e h e c h i c e r a s ,


y ya h a b i a e n c o n t r a d o el s e c r e t o d e e n c a n t a r á su


p e q u e ñ o a u d o t o r i o . N o m o s t r a b a es v e r d a d , b r i -


l l an t e s d ispos ic iones t odav í a p a r a el e s t u d i o , pues


c u a n d o en 1783 dejó la e s c u e l a , ocupaba el o n c e n o


luga r en su c l a se . P o r a q u e l l a época e n t r ó en la


U n i v e r s i d a d d e E d i m b u r g o ; pero c u a n d o se p repa-


raba para el e s tud io d e la j u r i s p r u d e n c i a , u n a e n -


fe rmedad le t u v o s e p u l t a d o por m u c h o t i e m p o en


la c a m a . L o s m é d i c o s q u e le a s i s t í an le p r o h i b i e -


ron el uso de la p a l a b r a , has ta q u e estuviese




# P E R S O N A J E S CELEBRES.


completamente restablecido; y para burlar el fas-
tidio de semejante prohibición, acudió á la biblio-
teca de su padre; devoraba cuantas obras le venian
á las manos, y no contaban seguramente en este
número las de derecho; antiguas leyendas, nove-
las y baladas desarrollaban su joven y poética ima-
ginación. Sin embargo, después de restablecido, se
aplicó seriamente al estudio del derecho; y termi-
nada su carrera, siguiendo el ejemplo de su padre
se dedicó al foro, y fue recibido abogado en 1 92
desempeñando con celo los deberes de su profe-
sión. Dotado de una elocución fácil y elegante,
no hubiera dejado de distinguirse en el foro, si
las exigencias de la controversia no hubieran con -
trariado sus inclinaciones naturales. Disimulábalo
sin embargo con cuidado, y parecia enteramente
entregado el ejercicio de su profesión.


El momento era favorable para entrar en la
carrera de las letras. Durante los diez últimos
años del siglo XVII I , la poesía habia tenido poco
brillo en Inglaterra. Hayley habia perdido su exa-
gerada boga; Cowper, poeta de una imaginación
brillante y de profunda sensibilidad, acababa de
morir; Samuel Rogers, dormía sobre sus laureles;
Revins, se habia limitado á componer canciones.




WALTEB. -SCOTT. 5"


Principiaban apenas á citarse nombres famosos en
el dia, como los de Southey, de Wordsworth, de
Claridge. Estas circunstancias indugeron á W a l -
ter-Scott á presentarse en la arena literaria, y fue-
ron sus primeros ensayos un poema intitulado ha
Caza, y algunas baladas traducidas del alemán.


Sus relaciones con L e w i s , el autor de El
Fraile contribuyeron á fortalecerle en su voca-
ción; y después de haber traducido Goetz deBer-
Uchengenen 1793, publicó la obra que echó los
cimientos de su reputación, los cantos de los Sar-
dos escoceses, enriquecidos con notas mas pre-
ciosas" y entretenidas que las baladas. «En aque-
lla época, dice él mismo en sus Memorias, mi afi-
ción á la literatura disminuía mucho mi ardor por
el estudio dte las leyes, y los clientes se alejaban
naturalmente de un joven, á quien se señalaba c o -
mo un rebuscón de cantares nacionales y germá-
nicos. »


En 1799 se casó con Miss. Carpenter, hija na-
tural del Duque de Devonshire. Dichosamente,
por la influencia de su familia había obtenido en
1800 el empleo de Sheriff del Condado de Selkirk,
con el sueldo de trescientas libras esterlinas. La
muerte de su padre aumentó considerablemente




6 P E B 8 0 N A C B S CÉLEBRES.


sus comodidades, de modo que nada impedia que
se entregase á sus gustos satúrales. El poeta no se
habia equivocado acerca de su verdadera voca-
ción; las letras lo reclamaban á la jurispru-
dencia. Entró dignamente en su nueva carrera
publicando El canto del último Menestral, El
público acogió favorablemente este poema , lle-
no del encanto y frescura, que caracterizan
las primeras producciones de una joven musa.
Siguióle inmediatamente después Marmiont que
siendo el menor de sus poemas, bajo el aspecto
histórico, se distingue en cambio por grandes y
enérgicas descriciones. La de la batalla de Flad-
áen es una de las mas admirables que ha traza-
do Walter-Scott.


La fama del poeta principiaba á estenderse; y
al entregar este un ejemplar de su primera obra á
Pitt, le pidió un empleo que se hallaba vacante
en el Tribunal de sesiones en Escocia. Estaba
pronto el acto de su nombramiento, cuando salió
del ministerio Pitt que debía Armarle. Su sucesor
Fox lo firmó, y haciéndole observaciones so-
bre lo peligroso que podia ser aquel precedente:
« No hay precedente peligroso, contestó, en favor
del talento.»




W A L T E R - S C O T T . 7


Después de seis años de un trabajo gratuito,
obtuvo Walter-Scott los honorarios de su cargo, y
con ellos una brillante posición. Sin embargo, ha-
bia publicado en 1809 una edición de las Obras
de Dryden. Esta edición precedida de la Vida de
Dryden, y enriquecida con juiciosas notas , fue
acabada en un año; y en 1810 publicó el mas Hrit-
liante de sus poemas, La Dama del Lago. Habían
trascurrido tres años desde esta última publicación,
cuando apareció Rockeby, poema que no fué tan
bien acogido como los anteriores, y lo fué menos
todavia El Lord de las Islas que le sucedió.


Por aquel tiempo fué cuando resolvió Walter-
Scott abandonar la poesia por la prosa. El mismo
manifiesta en sus Memorias las causas que le de-
terminaron, y el modo como se verificó aquella
transición. « L a rima de mi poema de Rockeby,
que por su novedad ha bia llamado en un principio
la atención del público, perdió una parte de su en-
canto cuando hice una cuarta corrección. La armo-
nía de las combinaciones de mi rima pareció m o -
nótona; y probablemente el inventor y sus inven-
ciones¡ hubieran caido en desprecio, sino hubiera
encontrado un nuevo medio de recomendarse al
favor público. » Sin duda alguna Walter-Scott se




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


juzga con demasiada severidad; aquellos motivos
no eran ademas los mas poderosos, y nos parece
mas posible el que alega después. « N o es esto
todo; cuando apareció Rockeby hubiera necesita-
do reunir todas mis fuerzas, pues se había presen-
do sobre la escena un temible é inesperado rival;
rival poderoso, no solo por su abundancia poéti-
ca, sino también por la popularidad que habia yo
obtenido, hasta un grado al cual no habían podi-
do alcanzar otros que valían mucho mas. » Fácil
es conocer que se trata de Lord Byron (*) el cual
después de haber publicado algunos opúsculos que
infundían pocas esperanzas, acababa de publicar
el primer canto de Childe-Harold.


Walter-Scott no podia luchar con ventaja con
semejante antagonista. A pesar de su mérito, de
la facilidad de versificación que caracteriza la poe-
sía del primero, y las animadas descriciones de
que abunda, el éxito que ha obtenido hubiera al-
canzado poca consistencia, aun cuando el autor de
las novelas en prosa no hubiera contribuido con
sus admirables obras á sepultarla en el ojvido.
Aquella musa elegante, amable, tan fecunda, que


C ) Véase su biografía tom. III.




W A L T E B . - S C 0 T T . 9


producía en dos años seis volúmenes en cuarto/
merecía bajo ciertos aspectos la popularidad que ha
gozado; pero era una popularidad de moda, una
bogapasagera. Aquellas novelas rimadas tenían al-
go de factieio, de falso y frivolo, que se percibía al
través de su mismo mérito , y de la gracia de la
egecucion; caracteres indicados apenas; epitetos
convencionales, adornos elegidos con gusto, pero
que descubrían el arte; una facilidad brillante y
un tanto difusa, que daba á aquellas poesías un
carácter de ligereza agradable y efímera , que no
podía asegurarles una larga existencia.


Puede ponerse en duda que el genio de Walter-
Scott sea esencial y realmente poético. Hay en
la verdadera poesia un poder eléctrico , una fuer-
za de trasmutación, que funde por decirlo así,
materiales dispersos, elementos vulgares, rodeán-
dolos de una hermosura y una sublimidad nuevas,
haciendo de ellas una creación nueva también.
Los Griegos llamaban poeta al que creaba {potetes);
el poeta no se contenta con dar cuenta de sus im-
presiones, obra sobre ellas, y la energía de su
inteligencia suple lo que puede faltar á la minu-
ciosa exactitud de sus cuadros. Walter-Scolt no
nos parece dotado de este p o d e r , del cual ha




10 P E R S O N A J E S CELEBRES.


hecho tan elevado uso , y del cual hasta ha abusa-
do muchas veces su ilustre rival Lord Byion.
Vive en las tradiciones, se constituye eco de los
siglos, copia siguiendo la historia y la naturaleza;
no inventa ni modidca. No impregna su asunto
de una fuerza de pensamiento propia suya. Es-
cucha y repite; observa y describe. Poeta novador,
habla con elegancia, y recita versos armoniosos
sóbrelas costumbres d é l o s tiempos antiguos; es
una conversación superficial que gusta al enten-
dimiento , cuya cadencia encanta el o i d o , y que
se olvida pronto. Un trozo de El Cielo y la
Tierra de Lord Byron, una Balada de Burns,
encierra mas poesía que todas las poesías de
Walter-Scott.


En las novelas que se le atribuyen es entera-
mente distinto. Libre de toda dependencia , de -
sembarazado de lastrabas poéticas, el autor de
JVaverley no tiene que escoger epítetos , ni bus-
car r imas, ni disponer cantos; los acontecimien-
tos marchan , se adivinan los personajes, todo ad-
quiere una fisonomía sencilla y desembarazada.
En las narraciones en prosa no se ve ya al autor,
y esta es la causa principal de su buen éxito.
Como el personaje de S w i f t , que quita el ridícu-




W A L 1 E H - S C 0 X T . 11


lo galón con que habia encubierto su vestido,
Walter-Scott en su prosa, rechaza todos los
adornos facticios, y se enriquece con lo que
pierde. Sus poemas eran artificiales y frivolos;
6u prosa es natural y verdadera; está adornada
con su misma candidez, como la ninfa del bos-
que, que sin vestidos ni adornos 6e admira ella~
misma de su salvage hermosura , cuando le des-
cubre el arroyo los atractivos que ella ignoraba.


Eligiendo para lugar de la escena una región
aislada, agreste, y por época de su acción uno
ó dos siglos anteriores á nuestra época , ha en-
contrado el medio de dar á sus narraciones an-
tiguas el mas notable carácter de frescura y or i -
ginalidad. Todo parece nuevo en las novelas es-
cocesas; el paisage, los trages, los caracteres,
el dialecto, las costumbres, todo nos encanta
por su salvage singularidad, y el refinamiento
de la moderna civilización hace para nosotros
mas curiosos aquellos cuadros de la vida nómada,
agrícola y guerrera de una civilización imper-
fecta.


Contales cualidades es como han adquirido
las novelas de Walter-Scott su inmensa boga. Di-
fícilmente podria formarse una idea del entusias-




1 2 P E R S O N A G E S CÉLEBRES.


mo que escitó en el público la apatieion de IVa-
verley. El auto r habia ocultado su nombre, y el
misterio en que al parecer se envolvía, picó mas
vivamente la curiosidad. La admiración no dis-
minuyó con la publicación de Guy-Mannering,
que siguió á JVaverley, del Anticuario de Rob.
Roy, de Los Puritanos de Escocia, etc, etc; y
aunque el autor de tan hermosas ficciones hubiese
comunicado su secreto á mas de veinte personas,
fué religiosamente guardado. Para burlar mejor
todas las suposiciones, Walter-Scott continuó es-
cribiendo en verso, y publicó un poema sobre la
Batalla de FFaterloo, que fue vivamente critica-
do . Decididamente tenia razón en abandonar la
poesía por la prosa, pues al paso que sus poemas
eran acogidos cou frialdad, sus novelas se veian co-
ronadas con el éxito mas brillante, á pesar de que
el autor persistía en ocultarse con el velo del anó-
nimo. Aquellas obras fueron todavía mas admira-
das en Inglaterra que en Escocia, y era natural,
pues para los escoceses la transición es menos
brusca, y menos sorprendente el contraste. La
pintura de la cumbre elevada de Ben-Lomond y
de los horizontes vaporosos de Abbotsford, tienen
menos encanto para los que han vivido desde sus




W A L T E R - S C O T T . 1S


tiernos años en medio de aquellos sitios des-
critos por el novelista. Los Ingleses, porotra parte,
no podían menos de acoger como una revelación
el cuadro de una natureleza grandiosa, de una vi-
da poética y animada. En Inglaterra todo es cono-
cido, trivial, vulgar: cada uno de los movimientos
de la máquina social está sometido á un cálculo
cierto; no hay allí nada de mágico, nada de mis-
terioso, nada que escite la imaginación y conmue.
va el corazón; todo está allí previsto, todo está á
descubierto. Los gitanos duermen á la sombra de
un matorral, espuestos al fatal alcance del oBcial
de policía. Las comunas están cubiertas de trigo ó
de piedras, sin que ninguna tradición terrible las
rodee con una sombra supersticiosa. Los fanáticos
Ingleses solo son ya r idículos ; los caracteres se
borran, y su fisonomía se vuelve vulgar. Walter-
Scott hubiera intentado en vano llevar á cabo la
grande obra que resistirá á todos los esfuerzos, y el
dar á esas trivialidades de las costumbres inglesas
un color enérgico ú original.


,En medio de las tranquilas y poéticas escenas
del paisage escocés, era donde encontraba Walter-
Scott sus inspiraciones. Dueño de una brillante
fortuna, adquirió en 1813, en Abbotsford, sobre




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


las márgenes del Tweed, una hermosa posesión,
en la que hizo construir una casa y formar jardi-
nes según sus propias ¡deas. La casa de Abbotsford-
es una especie de castillo gótico, eDgarzado como
un diamante entre esmeraldas, en los espesos bos-
ques plantados por las manos del grande hombre.
Alli plantaba, dibujaba los jardines, dirigía las
obras, y al mismo tiempo su rápida pluma creaba
un volumen tras otro: llenaba, en todos sus deta-
lles con mucha actividad, sus deberes como padre,
como amigo y como propietario. Desempeñaba con
celo su empleo de Shériff, y tenia tiempo para pu-
büear la Vida y las obras de Swift, las Antigüe-
dades de Escocia, y muchas otras obras. Sin em-
bargo, nadie parecía menos ocupado que él:
siempre estaba visible para las muchas visitas que
recibía en Abbotsford, y en general mostraba la
mayor atención con los estrangeros, y tenia una
adhesión sin límites ásus amigos.


Walter-Scott tenia, c omo Goethe, un alma
bastante indiferente, pero buena y leal. Formaba
el fondo de su earácter una delicadeza á toda prpe-
ba, y estaba dotado de una energía, de una fuerza
de voluntad poco comunes. El valor que desplegó
en su lucha contra la adversidad es admirable.




W A L T E R - S C O T T . 15


Había principiado la Pida de Napoleón á ins-
tancias de sü librero, cuando en 1826, una quie-
bra terrible, sufrida por el mismo librero , oprimió
• la casa de Abbotsford, Un alma menos fuerte se
hubiera entregado á la desesperación. Walter-Scott
soportó aquella desgracia resignadamente. Pesaba
sobre él una deuda enorme, pues sus acreedores no
le reclamaban menos de 70,000 libras esterlinas.
Uno de los banqueros mas ricos de Inglaterra le
envió su firma en blanco, pero rehusó y le dio las
gracias por su generosidad, y se comprometió á
pagar en el término de diez años, lo que debia á
sus acreedores, con los intereses. Desde entonces
consagró toda su vida á satisfacer aquella deuda.
Le pagaron por su historia de Napoleón 1.200,000
reales y el manuscrito de las novelas publicadas ya
fue vendido en 840,000 ; el comprador publicó
una nueva edición, corregida y aumentada con
notas del autor. Se vendieron de ella 23,000 ejem-
plares, y seocuparon en aquella empresa mas de
1,000 personas.


No pueden negarse los grandes servicios , po-
sitivos y materiales, que Walter-Scott ha hecho á
la sociedad de nuestro tiempo, de un modo direc-
to ó indirecto. Si fuese necesario demostrarlo por




1G PERSONAJES C É L E B B E S .


números, aparecería primero, como influencia di-
recta, el valor comercial puesto en circulación por
las novelas de Walter-Scott; valor doblado por el
lujo délas ediciones, y los embellecimientos pro-
gresivos con que se han adornado, acrecido, por
las traducciones hechas en todas las lenguas de
Europa, y aumentado ademas por el sin número
de imitaciones á que aquellas novelas han dado
lugar, por las comedias y dramas sacadas de aque-
llas obras, y por el nuevo gusto que han difundi-
do en las modas, en los cuadros y en los muebles.
El mayor movimiento que ha habido en el co -
mereio de librería desde la época de Voltaire, es
debido seguramente á Walter-Scott.


No es menos evidente la influencia que ha ejer-
cido en la dirección literaria d é l a época actual.
El es el primero que, descubriendo y trabajando la
belleza poética de nuestros primeros tiempos, de
los siglos heroicos de la Europa, se lanzó á esa
carrera de investigaciones y de estudios. No exa-
geraríamos seguramente si atribuyésemos á W a l -
ter-Scott, y á solo él, el gran movimiento de las
artes hacia el estudio mas profundo de la Edad
media. Las formas griegas, que ninguna relación
tienen con nuestras costumbres occidentales y




WALTEH-SCOTT. 17


nuestras ideas cristianas, habían usurpado insen-
siblemente, desde el siglo X V I I , un lugar que no
les pertenecía. Dada la señal por Walter-Scott, se
verificó en todos los ramos del arte una renova-
ción inesperada: no solo hicieron sudar las prensas
numerosos imitadores, sino que los trages,el ador-
no interior de las habitaciones, el estilo de la ar-
quitectura, la construcción dé los muebles y la fa-
bricación de tapices y porcelanas, se alejaron de
los tipos griegos para volver al estilo gótico, ó á
su imitación mas ó menos feliz. No serian bastan-
tes para dar el total de la riqueza industrial puesta
en movimiento por un solo espíritu, columnas de
números compuestas de millares. Y sin embargo,
Walter-Scott, uno de los mas grandes bienhe-
chores de su siglo, murió bajo el peso de los tra-
bajos que se habia impuesto para reparar la ruina
de su fortuna. Sus compatriotas dejaron que el
anciano reedificase por sí mismo con sus trému-
las y débiles manos el edificio de su patrimonio.
Cuando se levantó el astro de la adversidad sobre
las almenas de Abbotsford , muy pocos se ofre-
cieron para garantirlas y protegerlas.


Sin. tnuxmwcat $ov: aquella, iudifeteacia, tía-
bajaba el grande hombre con mas ardor que nun-




1 8 P E R S O N A J E S CELEBRES.


ca. La historia de Escocia , las Cartas sobre la
demono logia,y los Hechiceros, La Hermosa, hija


dePerth, esta magníüea epopeya , etc. aparecie-
ron sucesivamente en pocos años ; y el producto
de su venta permitió al autor pagar, á fines de
1830 , la mitad de su deuda. Entonces sus acree-
dores, llevados de un bello impulso de humani-
d a d , que era sin embargo tardío, resolvieron
ofrecerle todos los l i b ros , los manuscritos, las
antigüedades que le habían pertenecido, como
testimonio de los sentimientos que les inspiraba
su hermoso proceder. ¡ Pobre hombre! Solo en-
tonces principiaban á conocer su resignación y su
heroica constancia. Pero el gran genio de la Es-
cocia iba á estinguirse pronto. Estenuado por las
vigilias, y el esceso de trabajo que se habia
impuesto para cumplir aquella honrosa obliga-
c ión , veia desaparecer de dia en día su salud.
A principios de 1831 fue acometido de un ataque
de parálisis, que se fijó en la lengua, y en la
m a n o , hasta el punto de impedirle casi el es-
cribir.


Sin duda alguna, si el ilustre escritor hubiera
acudido á sus conciudanos, no le hubieran falta-
do socorros. Contaba en el número de sus mas




W A L 1 E K - S C 0 T T . 1 9


ardientes admiradores al Rey Jorge I V , y mas
de una vez le habia dado este Príncipe particu-
lares muestras de aprecio y benovolencia. Pero
tenia el alma demasiado altiva para bajarse á pe-
dir , y la generosidad inglesa no era bastante in-
geniosa para salirle por si misma al encuentro.


Cuando se supo el deterioro de su salud, se
manifiesto en todas las clases una estremada s o -
licitud. Acudían de lejanos paises muchos estran-
geros para manifestarle su admiración; y una
multitud de individuos de todas clases acudía
sin cesar al rededor de su mansión para saber
noticias suyas. Los médicos le ordenaron que
hiciera un viage á Italia; apenas se supo esta
nueva, el Gobierno le ofreció un buque para
trasportarlo. Alejóse tristemente de Abbotsford,
pues no creía volverle á ver, y partió para Lon-
dres, donde fue recibido con entusiasmo ; y
después de haber escrito un Adiós al Mundo,
que publicó con su última novela, se embarcó
para Italia. Su salud deteriorada pareció restable-
cerse allí por un momento, pero aquella mejora
fue de corta duración. Bajo el cielo puro y her-
moso de Italia, en medio de los imponentes ruinas
de la antigüedad, se apoderó de su corazón el es-




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


trañamiento; echaba de menos las nieblas de su pa-
tria, y las antiguas almenas feudales, donde se
oculta el genio pensador de las baladas y de las
leyendas. Quiso volver á ver todavía su tranquila
habitación de Abbotsford, escuchar los melancó-
licos gemidos de los árboles que él habia plantado;
quiso morir en sus hogares, como habia vivido,
rodeado de una atmósfera de paz y de inocencia.
Efectuó su regreso ó Inglaterra con una fatal pre-
cipitación, y cuando llegó á Londres estaba del
todo aniquilado. Apenas se hubo restablecido un
poco, se apresuró á continuar su anhelado viage
y se embarcó para Escocia. En Abbotsford pareció
que revivia; pero era el último reflejo de la lámpa-
ra que va á apagarse. Sucumbió el 20 de Setiembre
de 1832, en medio de su familia, sin dar muestra
alguna de dolor, y sin que la muerte alterase su
noble y tranquila fisonomía.


Tal fue el fin del gran genio de la Escocia. Un
prolongado grito de dolor resonó en las montañas,
c ando los ecos repitieron la fúnebre nueva. Du-
rante los funerales, multitud de pueblo se reunió
sobre las colinas, para saludar una vez todavía á
los restos del que le habia encantado, y darle el
último adiós. En muchos parages las muestras de




W A L T E R - S C O T T . 21


las tiendas estaban cubiertas de negro; una bande-
ra de igual color ondeaba en el antiguo fuerte de
Dernick; veíase pintada la tristeza en todos los sem-
blantes, y muchas gentes vestían l u t o , sencillo y
tierno homenage tributado á la memoria del grande
hombre: de aquel mismo hombre aute quien el pue-
blo se quitaba el sombrero en Londres,* gritando:
«Dios os bendiga, Sir Wal ter ! » Homenage que
indica mas que todos los elogios, espresion candi-
da y encantadora que dá a conocer, mejor qué los
mas bellos comentarios, la inmensa popularidad
del nombre de Walter-Scott.


Walter-Scott era cojo , y en esto tenia alguna
semejanza con Lord Byron. Sus costumbres fue-
ron siempre puras y patriarcales. La política le
ocupó poco, y toda su vida fué adicto al partido
aristocrático. Aunque protestante, sabia hacer j u s -
ticia á la Religión Católiea, de la cual hizo el
elogio, particularmente en El Abad. Algunas ve -
ces ha tenido que sacrificar como sus compatriotas
á las preocupaciones de su nación; y su parciali-
dad én la Historia de Napoleón, en que ha desfi-
gurado y trastornado los hechos, le atrajo no po-
cos enemigos. Naturalmente reservado y poco c o -
municativo, Walter-Scott parecía al pronto frió.




22 PERSONAJES CELEBRES.


Su conversación se animaba por grados, sobre to-
do cuando describía los diferentes detalles de su
hermosa habitación d n Abbotsford Cuando llega-
ba á la biblioteca era entonces interminable; com-
placíase en enumerar todas las riquezas de sus co-
lecciones, libros, armaduras y antigüedades de to-
das clases. Cada una de sus habitaciones estaba
amueblada con la fisonomía de una época particu-
lar. Pocas veces sucedía que los convidados que
asistían á su mesa, no tuvieran cada uno de ellos
una copa de forma diferente, y á la cual iba uni-
do algún recuerdo: la una habia pertenecido á
alguno de sus antepasados, a aquel Scott, por
e jemplo , que se habia dejado crecer la barba,
desde la muerte de Carlos I hasta la restauración
de Carlos II; otra provenia de un árbol llamado
el Tejo de Maria Stuarda ; otra habia sido hecha
con la madera de una de las vigas del techo
de Allovai-Kirk. Aunque entendía el francés,
Walter-Scott hablaba muy poco dicha lengua
Cuando murió dejó cuatro h i jos , dos varones y
dos hembras. J


Ya que hemos concluido de refetir la vida del
escritor, no será fuera de propósito enumerar las
obras con que ha enriquecido á la literatura. Desde




W A L T E R - S C O T T . 23


1805 á 1814 publicó El canto del último Menes-
trel, Marmion; La Dama del Lago; La fisión


de D. Rodrigo; Matilde de Rokevy; El Lord de


las Islas; Los Desposorios de Triermain; Harold


el intrépido; Guy Mannering , El Anticuario,


Rob-Roy, Las Cárceles de Edimburgo, Quintin-


Durtvard y Kenilworth, que forman los mas bellos
florones de su corona literaria. Su predilección
por El Anticuario, dependía de recuerdos de in-
fancia y de juventud. En Jonatás Oldbuck de
Monk-Barns quiso pintar á un amigo de su juven-
tud. Esta circunstancia sirvió para descubrir el
verdadero autor, cuyo nombre, como hemos d i -
cho, era aun un misterio, al paso que sus obras
andaban en manos de todos. Al leer El Anticua-
rio, James Chalmers, abogado, que sabia sus rela-
ciones con la persona, tipo de El Anticuario, es-
clamó: «Es preciso que sea Walter-Scott el que
ha escrito esta obra.»


Pero sigamos la enumeración de sus obras-
Waverley, ó La Escocia sesenta años há, apare-
ció 'en 1814 ; Guy Mannering; El Anticuario;
Los Puritanos de Escocia; El Enano misterioso;


Rob-Roy; Las Cárceles de Edimburgo, de 1815
á 1818; El Oficial aventurero, en 1819; Episodio




24 PERSONAGES CÉLEBRES.


de las Guerras de Montrose, en 1819; La Prome-
tida de Lammermoor, en 1820,- Ivanhoe, ó La
vuelta det Cruzado, en 1820; El Monasterio, en
1820; El Abad, en 1820; Kenilvvor, en 1821;
Quintín-Durtmar; Las Aventuras de Niguel;


Cartas de Pablo d su familia, en 1822; Las
Aguas de San Román, en 1823, Peveril del Pie;
Sormones, y La Historia de Napoleón, enl827;
Historia general del Arte Dramático; Ensayos


literarios sobre la Novela; Vida de John Dry-


den; Memorias sobre la vida de Janatos Sxvvift;


Biografía de los novelistas célebres; Memorias


históricas sobre muchos escritores y personages


célebres, como Jorge IV, Lord Byron, Lord Buc-


dengh; Historia de la Demonologia y de los He-


chiceros; El Castillo peligroso; Roberto de


Paris.


Resulta pues que en el intervalo de treinta años,
han salido de la misma pluma 15 tomos de poe-
sía y 90 de prosa , sin contar sus cartas que
formarían mas de otros 15. Walter-Scott escri-
bió" ademas en muchas Revistas, y publico co -
mo editor las obras de Swift y de Dryden, y las
poesías de Miss. 8eward etc. etc. Véase, pues, si
con razón merécela gran fama deque disfruta.






leismoes cäekes lei Siób ILX




D. A. DE ARGUELLES.


«Seréis Dioses: esta espreslon dicha
á los primeros h o m b r e s , hizo en el
m u n d o la primera revolución. Seréis
i ¡ey¿s :esta espresion dicha á los pue -
blos ba hecho las demás. ¡ Siempre
el orgullo!»


BONALD.


•i N o hay peor orguüo que el que
se oculta bajo el disfraz de l a m o d e s -


}ia ; ni espectáculo mas desconsolador
q u e el ver defendida una mala causa
por el talento."


Con dificultad podrá presentarse en nuestro
país un personaje que haya obtenido un aplauso
mas general, de cuantos participaban en mayor
ó menor grado de sus ideas políticas, que el
personaje de quien vamos á ocuparnos ; pero di-
fícilmente también habrá otro qire mas haya
decaído de aquel elevado concepto. Dotado de
grandes calidades intelectuales y nutrido en los




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


estudios y principios políticos de los enciclope-
distas , poseyendo suma facilidad en el decir, y
no falta de elocuencia en sus discursos, suya es
la culpa, si el haber despreciado los conocimien-
tos que en la ciencia política se han hecho des-
pués; si el haber desconocido la tendencia del
siglo actual , si el haber abusado con frecuen-
cia y por defender malas causas del uso de la
palabra, le han hecho perder su antigua nom-
bradla , y arrojar cierta especie de ridículo en el
dictado de divino, con que antes se le honraba.


Al recorrer la larga vida política del Sr. Ar-
guelles no ocultaremos, ni los servicios que ha
prestado á su patria y á la causa de la libertad,
ni tampoco los errores y contradicciones en que
ha incurrido. Lástima es por c ierto , que en vez
de quedarse parado en las ideas del final del si-
glo anterior, no haya progresado á la par que lo
han hecho aquellas en el presente. Hombre de
talento, no podia desconocer ni dejar de apre-
ciar las nuevas doctrinas políticas; no lo ha he-
cho sin embargo. ¿Será por un esceso de amor pro-
pio? Los que conozcan al Sr. Arguelles, y le
hayan seguido en sus discusiones, podrán deci-
dirlo .




A R G U E L L E S . 3


D. Agustín de Arguelles Alvarez, nació en Ri -
vadesella, en el principado de Asturias, en 28
de Agosto de 1 7 7 6 . De familia n o b l e , aunque
escasa de bienes de fortuna , adquirió en el hogar
doméstico su primera educación, debida al apo-
yo y amor paterno , del cual disfrutó por largo
t iempo, á pesar de ser ya su padre de edad
bastante avanzadí cuando él vino al mundo.
Desde sus primeros años mostró D . Agustín aven-
tajadas disposiciones, y como tantos españoles
distinguidos, tuvo la suerte de poderlas cultivar
provechosamente, con uno de los desgraciados
eclesiásticos franceses, que se hospedó en la casa
de sus padres, huyendo como sus compañeros
del furor revolucionario, y de la persecución que
sufrían en su patria. Con aquel eclesiástico apren-
dió D. Agustín la lengua francesa , adquirió por
otra parte el conocimiento de la inglesa é ita-
liana. Adelantó considerablemente en las letras
latinas, y bastante en las griegas; estudió en la
Universidad de Oviedo , y aunque se recibió otra
vez ófí Abogado , no egerció su profesión, ha-
biendo fijado sus miras en la carrera diplomá-
tica , para la cual le hacían apto sus conocimien-
tos. Nombrado en aquellos días Embajador de




* P E R S O N A J E S CELEBRES.


España en Rusia el célebre D . Gaspar Melchor
de Jove-Llanos, se prometía Arguelles acompa-
ñarle en clase de agregado; pero no habiéndose
realizado aquella mis ión , por encargarse Jove-
U a n o s , por breve periodo y con infeliz fortuna,
del Ministerio de Gracia y Justicia, no se rea-
lizaron sus deseos (*). Tuvo Arguelles que resig-
narse á pasar en calidad de page al lado de un
Obispo de Barcelona, con quien tenia estrechas
relaciones: colocación inferior á su mérito, como
lo era también un empleo en las oficinas de la
Caja de Amortización, que desempeñó después
cuando se trasladó á Madrid.


Hizo en la Corte buenas amistades, y en su
roce con los sugetos distinguidos que frecuen-
taba, adquirióla cortesía que le distingue, aun-
que un tanto llevada al estremo. Una comisión
que se le encargó le sacó de su oscuridad, y
fue origen de sus progresos posteriores y de su
elevación. En 180G amenazaba romper la guerra
entre la Francia y la Prusia, y el Príncipe de
la Paz creyó llegado el momento de ajustar jjaces
con la Gran Bretaña, y acaso volverse de amigo


í") Véase su biogratia torn. I .




A R G U E L L E S . 5


en contrario de la Francia. Ocurrió hacer ciertas
negociaciones en que debia tener parte la Caja
de Amortización, y se pensó que el comisionado
que con este objeto se enviase á Inglaterra, si
bien no pudiese infundir recelos por su empleo,
fuese á propósito por su talento para desempe-
ñar tan delicados é importantes encargos. Fue
nombrado D . Agustín Arguelles para tan delicada
comisión; si bien el Príncipe de la Paz lo ha
negado en sus Memorias , el Conde de Toreno
ha probado en su Historia de ta guerra de la
Independencia, que Arguelles fue nombrado para
la negociación que hemos mencionado. De todos
modos pasó Arguelles á Inglaterra, y si bien
pudo hacer poco para facilitar la paz entre Es-
paña y aquel gob ierno , alcanzó contraer amistad
con algunos personages ingleses , entre ellos Lord
Holland, Carlos Fox y Enrique Brougham.


Cuando Arguelles, después de una enferme-
dad que demoró su regreso á España, iba á ve-
rificarlo en 1808 , ocurrió la invasión de lastro-
pas,,francesas, y á consecuencia de e l la , el en-
vío á Inglaterra por la provincia de Asturias de
comisionados en demanda de ausilio , siendo




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


llevaba el título de Vizconde de Matarrosa. (*}.
Arguelles se unió estrechamente con los comisio-
nados sus amigos , sirviéndoles de mucho su
práctica y relaciones en el pais, y viniendo á ser
un tercer enviado de Asturias.


Seguía España entretanto su gloriosa lucha;
y retirada á Sevilla la Junta Central, acudió
allí Arguelles, y fue nombrado Secret ario de una
junta de que era Presidente el Sr. Jove-Llanos,
encargada de averiguar los actos de las antiguas
Cortes de los Reinos de España, y de señalar
la forma que habían de tener las que se habia
prometido convocar. No se llevó á efecto en Se-
villa resolución alguna acerca de las Cortes;
nuestras armas esperimentaron nuevos reveses,
penetraron los enemigos en Andalucía , y refu-
gióse la Junta Central á Cádiz. Pidióse con ins-
tancia á la Regencia , la reunión de las Cortes, y


i. '1 Véase su biografía tom. I V . Publicada la biografía del
Sr . Conde de Toreno , aprovechamos esta ocasión de cum-
plir con el triste deber de anunciar su m u e r t e , acaecida
en París el 16 de Setiembre de 1843 , después de una corta
enfermedad, y que ha privado á la España de uno ds> sus
mas esclarecidos hijos , á las letras de uno de sus mas be-
llos ornamentos , al pais de un grande hombre de Estado,
y á la Reina y á la libertad de uno de sus más leales y
constantes defensores.




A R G U E L L E S . 7


verificadas las elecciones en Cádiz por las pro-
vincias que se hallaban ocupadas , concurriendo
á ellas los naturales' de las respectivas , resultó
elegido suplente por los asturianos Don Agus-
tín Arguelles. Abiertas poco después las Cortes,
empezó en ellas á representar uno de los princi-
pales papeles, y aun puede decirse el primero, el
personaje de quien nos ocupamos, principiando á brillar en el debate del proyecto de ley de l i -
bertad de imprenta, ó mas bien abolición de
la previa censura. Las doctrinas políticas de
Arguelles eran en gran parte las francesas de
1789, pero con buena mezcla de máximas de la
escuela inglesa. «Corno es mas erudito que pen-
sador, dice el biógrafo del Sr. Arguelles, de
quien estractamos estas noticias (*), desde luego
se le vio profundizar poco en las cuestiones , no
cuidándose ademas de principios generales para
deducir de ellos consecuencias. Influían en él,
como acontece á los hombres t odos , las pasiones;
é influían como en pocos , por ser estremadamen-
te apasionado, aumentando lo violento de su
condición , los esfuerzos que hacia para repri-


C) Galería de Españole9 célebres contemporáneos . J_J




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


mirlas; de donde se originaba , que afectos de
odio y de amor á hombres y á clases , le lleva-
ban , sin él conocer lo , á pensar de este ú esto-
tro modo sobre leyes , y sobre el giro que debia
darse ó se daba á los debates y negocios.»
Apenas reunidas las Cortes, se resolvió dar
una Constitución, y Arguelles fue nombrado in-
dividuo de la comisión encargada de redactar la
ley constitucional. «El amor ciego y tenaz que
después ha mostrado constantemente á la obra
en que tomó parte (dice el biógrafo antes citado)
dá á creer que allí depositó cuanto sabia , y es-
timaba justo y conveniente; pero la verdad es
que en la Constitución, posteriormente defendida
por él con entusiasmo rencoroso, no pocas co-
sas salieron contra su parecer y su gusto. Se le
ha oido confesar que insistió con empeño en
hacer compatibles los cargos de Ministro y Di -
putado , viéndose obligado sobre ello á ceder á
tercas preocupaciones, hijas de erróneas doctri-
nas y escaso- saber, y declaradas por la incom-
patibilidad del uno con el otro carácter; y aun
después de caida por segunda vez la Constitución
de Cádiz, y cuando con afectos paternales de
acervo dolor no veia ya en ella D. Agustín mas




A R G U E L L E S . 9


que perfecciones, todavía señalaba aquella de-
claración , como la única ó la mas grave falta
del código difunto, de donde le vino la muerte.
Ni fue este el único punto en que disintió el
orador asturiano de sus compañeros. Pero de
otros yerros de aquella imperfectísima obra es
Arguelles responsable , y lo es singularmente de
que estuviesen compuestas las Cortes de un cuer-
po solo , oponiéndose á que hubiese mas que uno,
por no tener un brazo ó estamento compuesto
de la alta y rica aristocracia. Y su acalorada te-
nacidad en volver auu por lo que antes condenó
justamente ; con su incapacidad de ver yerros don-
de creyó haber acertado, no deben pasmar á quien
conozca lo obstinado de sus opiniones, y lo vivo
y profundo de sus resentimientos.»


Presentado por la comisión el proyecto de
Constitución, tomó gran parte en los debates
D. Agustín Arguelles, asi como en las varías
leyes que durante ellos se dictaron , algunas de
suma trascendencia, como la de Señoríos y otras.
En aquel tiempo principió á darse por algunos
al Sr. Arguelles el título de divino, calificación
que ha servido no poco mas adelante para ridi-
culizarle. De todos modos , nada perdió el dipu-




10 PERSONAJES C E L E B R E S .


tado por Asturias de su fama como orador , ha-
biendo merecido de su provincia el ser nombra-
do Diputado en propiedad.


Publicada la Constitución de 1812, y elegidos
los Diputados para las Cortes ordinarias de 1813
y 1 4 , Arguelles se preparó á volver á la vida
privada, no pudiendo ser reelegido según lo dis-
puesto en la Constitución. Apareció por enton-
ces en Cádiz la fiebre amarilla, y resuelta la
traslación del Gobierno, de Cádiz á la Isla de
León pr imero , y luego á Madrid, se dirigó á la
Capital D . Agustín Arguelles , después de haber
pasado á Chiclana ásolazarse, y donde fué aco-
metido , aunque benignamente de la epidemia.
Aunque el ex-Diputado por Asturias no tenia em-
pleó a lguno, dábale notable valía su vida pasa-
d a , y era considerado como un personaje de
nota. Así fue fácil á sus enemigos envolverle en
la ridicula farsa del supuesto general Audinot.


Restituido á España el Rey Fernando VII en
1814, y espedido en Valencia el decreto de 4 de
Mayo , luciéronse en Madrid varias prisiones, eii-
tre ellas de los Regentes y de algunos Diputados
de las Cortes , que entonces se hallaban reunidas,
como también de las que acababan de ser disueltas,




A R G U E L L E S . 11


y de otras varias personas, entre las cuales no que-
dó olvidado el Sr. Arguelles, quien indudablemente
hubiera podido evitar huyendo el peligro que le
amenazaba ; pero seguro de su recto proceder
y con la conciencia tranquila, prefirió quedarse,
no pudiendo tal vez presumir que á tanto y á
tan inicuo proceder llegase el encono de sus ene-
migos. Indudablemente la época de la vida del
Sr. Arguelles en que nos hallamos, es la mas
honrosa para su carácter, pues dio durante ella
muestras de la mayor grandeza de alma para so-
portar la adversa fortuna.


A falta de justos motivos , era preciso que los
enemigos del Sr. Arguelles y de sus compañeros
buscasen imaginarios delitos con que justificar
el tratamiento de que les hacian víctimas. Seria
dif íci l , y mas enojoso todavía, el referir las
estravagantes invenciones de los perseguidores, á
fin de encontrar algún aparente pretesto para
condenar á sus víctimas. Acusóse á D . Agustín
de tener en su poder una cifra para escribir y
llevqr á cabo negras traiciones, siendo asi que
era solo un papel escrito en caracteres árabes, en
que puso algunos versos del Alcorán, en mues-
tra de gratitud , un moro que á consecuencia de




1 2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


un naufragio se habia hospedado en la casa de
D . Agustin cuando él era mozo todavia. Este
incidente no tuvo mas consecuencia en el proce-
so , pero sí la continuación de la causa del su-
puesto A u d i n o t , habiendo el impostor designa-
do á Arguelles como la persona principal con
quien habia tenido tratos. Verificóse un careo ó
rueda de presos , á fin de ver si era conocido
D . Agustin Arguelles por su delator. Formaban
la rueda los mozos del cuartel de Guardias de
Corps , donde se hallaban presos los mas distin-
guidos de los constitucionales, y Arguelles fue
colocado entre aquellos con su trage enteramen-
te distinto al de los demás sirvientes , con la
barba crecida y el cabello descompuesto , como
un hombre que está metido en un encierro ; cir-
cunstancias todas que le diferenciaban de los de-
mas, y que eran bastantes para darle á conocer,
aun dado caso que no hubiera bastado lo nota-
ble de su persona , tan conocida en aquella época.
Protestó enérgicamente D . Agustin contra aquel
atropellamiento de la justicia, pero insistió, en
que se llevase adelante el acto el Conde del Pinar,
que dirigía el procedimiento judicial ; y habién-
dose presentado el supuesto Audinot , como era




A R G U E L L E S . 1 3


de suponer,, señaló al momento á D . Agustín,
quien enardecido de justa indignación logró con-
tundir a sus opresores, y al mismo juez que dio
muestras de turbación y pesar por la conducta
observada. Fue aquella escena tan alborotada , que
llegó á los caiabozos inmediatos , desde los cuales
las víctimas en ellos encerradas, y sobresalien-
do entre ellas el Sr. Martínez de la R o s a , lla-
maban á voz en grito tirano al magistrado que
con tanto encono les perseguía.


A pesar de que nada se probase á los enjuicia-
dos , no por eso dejaron de sufrir castigo; pues
si bien no fueron sentenciados judicialmente , el
mismo Real Decreto que mandaba sobreseer en
sus causas, les condenó á diferentes penas gra-
ves. No fue la que tocó á Arguelles de las mas
rigorosas, pues cuando otros compañeros suyos
eran enviados á los horribles presidios del Peñón,
Melilla y Alhucemas, fue el destinado á Ceuta,
como soldado del regimiento fijo de aquella plaza.
Llegado Arguelles á ella , y declarado inútil pa-
ra el servicio, pasó de soldado á presidario, en lo
que variaba poco su condena, pues ni sufría los
trabajos anejos á su condición, y el castigo que
se le hacia sufrir, lejos de mancillar su honor,




14 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


cubría de eterna infamia á los que se lo impu-
sieron. Como disfrutaba alli de alguna conside-
ración, el encono del Gobierno, mal avenido con
semejante dulcificación de la pena que sufría
le impuso otra , y de repente fue nuevamente
preso D. Agust ín , embarcado sin saber donde se
le llevaba, y conducido por último á Alcudia i
pequeño pueblo en la parte oriental de la isla de
Mallorca, y lugar muy conocido por lo mal sano
de su clima ; lo que hace sospechar que en la
traslación hubo de parte de los enemigos del
Sr. Arguelles y sus compañeros , intento de
quitarles Ientamentes la vida.


Alli permaneció el Señor Arguelles cautivo
con sus compañeros , viendo morir á" algunos de
ellos víctimas de lo dañino de aquel clima , y
resintiéndose también notablemente su salud.
Después de tres años de tan penoso vivir, lucie-
ron por fin días mas bonancibles para los des -
terrados , con el levantamiento y proclamación
en Marzo de 1820 de la Constitución del año 12.
Apenas supieron aquella nueva Arguelles y s,us
compañeros, partieron para Palma, y desde alli
para Barcelona , donde fueron recibidos con se-
ñalados festejos y marcadas distinciones, El Se-




A R G U E L L E S . 15


ñor Arguelles vio pronto desvanecidas las espe-
ranzas que podia haber concebido de vivir des-
cansadamente, pues se encontró con la novedad
de que el R e y , por cuya orden se . le habian
causado tantos daños, le habia nombrado Minis-
tro de la Gobernación de la Península; indican-
do bastante este solo nombramiento la fuerza
que impulsaba á obrar asi al que le elegía, y la
imposibilidad de que existiese la necesaria con-
fianza entre el Monarca y su Ministro. No des-
conoció Arguelles lo crítico de su situación, pe-
ro sin embargo creemos que hizo un gran ser-
vicio á su patria , encargándose de la dirección
del Gobierno; pues si bien en aquella época no
existia el cargo de Presidente del Consejo , era
el Sr. Arguelles la verdadera cabeza del Mi-
nisterio que se creó , por la mayor importancia
que le daban su fama de famoso orador en las
Cortes de 1810. No desconociendo el Sr. A r -
guelles la mala voluntad del Rey por la Consti-
tución , y las limitaciones estremadas que aquel
código ponia á la autoridad real; y persuadido de
que en aquellas circunstancias era necesario dar
fuerza al Gobierno de la monarquía , se dedicó
á dicho objeto, mostrando sin embargo suma




16 PERSONA.GES CÉLEBRES,


parcialidad con las gentes que con él habían fi-
gurado y tenido influencia en los años qne tras-
currieron desde el 1810 al 14,'y sobrado encono y
desprecio con los que habían contribuido al res-
tablecimiento de la Constitución y abierto para
él las puertas de la patria, coniribuyendo asi
colocarle en el elevado puesto en que se hallaba.
No ha olvidado el Sr. Arguelles esta predilec-
ción por los hombres [de la primera época cons-
titucional, considerándose á sí mismo y á ellos,
como superiores á los demás, y causando con tan
indisculpable conducta los embarazos que espe-
rimeutó entonces para gobernar, y los males que
se han seguido después de semejante división y
antipatía.


Kl Sr. Arguelles y sus compañeros princi-
piaron á llevar al Gobierno por las vías regu-
lares, considerando terminada la revolución, cuan-
do por desgracia se estaba en medio de ella;
pues si bien iban á juntarse las Cortes, y no ha-
bía oposición violenta, ni en la imprenta, ni en
las turbulentas sociedades patrióticas; ni aun
el mismo Rey podia tener recelos, si de b u e n a
fé se hubiese acomodado á la situación; sin
embargo, se descubrió en aquellos dias una tra-




AlílitElAES-. 17


ma para arrebatar al Rey y á su fatailia de Ma-
drid, y llevarle donde pudiese alzar una ban-
dera eantra la ley <jub auataba de jurar, E o tan
críticas ©¡¡rcuüstaoeias se abrieron las Cortes,
firiuoiüianuii los trAbajos del cuerpo legislativo,
y el Gobierno á .poner orden en los negocios, y
trató de disolver el ejército que se hallaba reuni-
do en Andaluoía, con objeto de disminuir las
cargas públicas. Era aquel ejército el núcleo del
que fue el primero en proclamar la Constitu-
ción, y no fue mirada <;on agrado .su disolu-
ción, por los que no creían asegurado todavía
en España el restablecimiento de ¡a libertad.
Mandaba aquel ejército el General D . Rafael
del .Riego, y sabidas son rías ocurrencias á que
dio lugar su llamamiento á Madrid, y las tristes
y degradantes escenas del teatro del Principe,
en que se vio á un General entonar con sus
{ayudantes unas coplas soeces y alienas de insul-
tos: , que con el nombre de Trágala sirvieron
después de señal de discordia y alboroto., y han
cauíado desórdenes y males sin e/uento. -Irritado
el Sr. Aígüelles con la ccíiáucta 'observada Ipor
el General R i e g o , ¡Su" paisano, fue admitida la
dimisión que hizo el General del m a n d o , des-




Í 8 P E R S O N A J E S CELEBRES.


tináudolé de cuartel á Asturias, y mandando
salir al mismo tiempo de Madrid á varios mi->
litares, amigos del General' inobediente. Esto dio
lugar á un motin en las calles de Madrid, en
que el Gobierno se portó como debía; sucesos
que motivaron el discurso que pronunció el Señor
Arguelles en las Cortes, en que lució la famosa
alusión seguida de reticencia sobre fas páginas
de una historia que no convenia abrir, por es-
tar en ellas encerrado un secreto importante y de
peligrosa divulgación. De todos m o d o s , la con-
ducta del Gobierno en aquelos dias fue confor-
me á la razón y á la justicia , y quedó triunfante
la causa de las leyes.


Siguió por algún breve plazo el Sr. Arguelles
él camino que se habia trazado ; pero tuvo que
abandonarle en parte por los obstáculos que ha^
liaba en el R e y , y en parte porque el Sr. Ar-
guelles no podia avenirse sino con los de su an-
tigua pandilla. Asi pues, fue sustituido el Ministro
de la Guerra, Marqués de las Amarillas, (*) por
el valiente mar ino , buen patricio y esceíente
caballero el General D . Cayetano Yaldés, que si
«ra de todos apreciado por tan relevantes pren>-


{*) Véase su biografía ton*. I V .




A R G U E L L E S . 1 9


das, no poseía las necesarias para el puesto en que
se le colocaba. El Sr.~Arguelles puso en el Mi-
nisterio de la Gobernación de Ultramar, entonces
vacante, á D. Ramón Gil de la Cuadra, con quien
ha vivido siempre en compañía y con estrecha
amistad ; hombre de nombradia entre los suyos
muy superior á su mérito , y que ha dado
mues'ras de muy poca capacidad para gobernar,
de estraordinaria incuria y de refinado egoísmo
en las diversas épocas que ha subido al poder,
si bien entre las gentes de su partido es consi-
derado como hombre de grande influjo en los
manejos ocultos y de pandillas.


El Ministerio seguia en armonía con las C o r -
tes si bien desazonado con el Rey que repugnaba
sancionar la ley sobre regulares , lo que hizo por
último movido por el temor. Hallándose después
el Rey en el Escorial nombró desde allí sin c o -
nocimiento de sus Ministros un Capitán general
para la provincia en que estaba inclusa la Capital,
conocido por desafecto á las instituciones vigen-
tes.» Esto dio lugar á alborotos en Madrid que se
terminaron con la vuelta del Monarca á la Ca-
pital y la anulación del nombramiento ¡legal-
mente hecho.




20 PERSO.XAJEÍS C f i i E B f l E S .


A los pocos días llamó el Ministerio á Madrid
y colocó en iRietios destinos, á Riego y á otros de
los que había ¡desterrado en Setiembre $ lo que si
contribuyó á rehabilitar á Arguelles y sus colegas
en el concepto de los liberales mas estremados,
les atrajo tambre* la enemistad de ios que pen-
saban «con mayor cordura. Dícese ademas que
por aquellos dias entró D . Agustín Arguelles en
w»a sociedad secreta tal vez Con objeto de darle
dirección, Según se creyó por entonces, si bieu
su conducta posterior ha probado que se identi-
ficó completamente con ios principios revolucio-
narios que en ella dominaban.


Desde entonces hasta el mes de Marzo en que
habían de abrirse de nuevo las sesiones de las
Cortes, siguió Arguelles en el Ministerio con sus
colegas trabajosamente, aborrecidos del Rey á
quien Servian. En Febrero de 1821 hubo otra
asonada en que tuvieron parte algunos guardias
de la Real Persona, siendo su resultado quedar
disuelto y suprimido aquel cuerpo. Despechado
el R-eyal leer en las Cortes el discurso de apertu-
ra, obra desús consejeros responsables, el dia l . °
de Marzo de 1821 (*), terminó la lectura con


(•) Véase su Mograüa torn. III.




A R G U E L L E S . 2 1


un párrafo añadido por él misnjo, en el cual acu-
saba á los. Ministros de graves culpas. Siguióse
á aq,«ella irregularidad, «na orden seca e x o -
nerando á sus Ministros, d e s ú s cargos. Asi ter-
minó por entonces, la vida política de D . Agus-
tín Arguelles, y lasCórtes le señalaron unacrecida
pensión lo misma que á sus colegas» mas bien, co-
mo una muestra de desaprobación del acto del
Rey, que como galardón de .sus servicias.


El Sr. Arguelles fue juzgado diversamente
como Ministro por los. diferenteí partidos., se-
gún la njayor ó menor conformidad que. baila-
ban entre sus actos y sus opiniones respectivas;
pero en cuanto á administración puede asegurarse
que si llevó adelante los negocios por mera ru -
tina, ninguna resolución d io, ninguna obra útil
emprendió en el importantísimo ramo de que
estuvo especialmente encargado.


Libre el Sr. Arguelles, pasó á visitar su pro-
vincia , donde fue recibido con sumo afecto y
admiración. La Universidad de Oviedo le confirió
el titulo y grado de Doctor, y después de algu -
nos meses de descanso, nombrado D . Agustín
Diputado por Asturias para la legislatura próxi-
ma de 1 8 2 2 y 2 3 , tuvo que regjtesar. á l a capital.




22 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Antes de la apertura de aquellas nuevas Cor-
tes, amedrentado el Rey nombró un Ministerio
del cual formaba parte el Sr. Martínez de la
Rosa (*), y al cual sostuvo el Sr. Arguelles con
brío , defendiendo al mismo tiempo la causa del
orden y del Gobierno, cosa de no corto mérito
en aquellas circunstancias , y contribuyendo con
sus esfuerzos y los de sus amigos á que cuando
iba á cerrarse la legislatura ordinaria de 1822, la
mayoría fuese poco menos que favorable al Minis-
terio del Sr. Martínez de la Rosa. La corte, sin
embargo, seguía en sus maquinaciones , y ocurrió
la sublevación de la Guardia de infantería y los
acontecimientos del 7 de Julio de 1822 , en cuya
consecuencia eayó el Ministerio, reemplazándole
otro compuesto del partido que entonces se de-
nominaba exaltado, y contrario al en que mili-
taba el Sr. Arguelles.


Abriéronse á poco las Cortes, y en ellas el
Sr. Arguelles en vez de ponerse de parte de la
oposición como parecía regular , contentóse con
permanecer medio neutral, si bien desaprobaba
varias medidas violentas'propuestas por los mi-


(») Véase subiograüa tom. II




A R G U E L L E S . 23


aistros y sus parciales, pero evitando entrar
en lucha abierta con el Gobierno y los que le
sostenían.


Entre tanto los eseesos que se habían come-
tido , la guerra civil que empezaba á arder con
furia , las tramas del Monarca para destruir la
ley que había jurado observar, todo indicaba
la suerte que estaba reservada al pa ís , y dio l u -
gar á las notas pasadas al Ministerio por los agen-
tes de las potencias estrangeras, y cuya contes-
tación es bien sabida , y aunque justa , harto i m -
prudentemente dada por quien no contaba con
los medios necesarios para sostener la provocación
que hacia. D . Agustín Arguelles aprobó una pro-
posición hecha en las Cortes por el Sr. Galiano
para qne declarasen que aprobaban la conduc -
ta del Gobierno, y fue nombrado individuo de la
comisión encargada de redactar el mensage que
debia llevarse á S. M. con aquel motivo. Argue-
lles se señaló en la discusión con discursos que sino
carecian de mérito por la justa defensa de la
causa*nacional, estaban llenos de estravagancias,
de invectivas contra los Gobiernos estrangeros , y
de ilusiones que lardaron poco en desvanecerse.


Siguióse á pocos dias la invasión del ejército




2 4 P E B S 0 I * & a B 9 CÉLEBRES.


franca», y Aigwelles vató que el GoMerno salie-
se a> Madrid pora Audalnc ia , como taushien
para que se obligase respetuosamente al- Rey á
emprender ana jornada, á la que se uegabo pre-
tesfcand« enferrmdad y previendo los disgustos
y peligro» que le esperaban. Trasladados el Rey
y las Cortes á Sevilla , sostuvo en estas el S P , Ar-
guelles las causas que babian dado lugar á la
guerra, y la necesidad de pelear con tesón para
salvar el hooor nación»!. Pero los pueblo» de
España, que tan pocos beneficios había alcanzado
con el sistema constitución»,!, no correspondían
á los deseos de las Cortes ;y lejos de recibir ,i
l os fraséese* c o m o enemigos, lo- haeiaw cómo
á amigos que iban á libertarles de un pesado
yugoi. Así fue c o m o penetraron: tos franceses sin
disparar un tiro hasta las Andalucías.


f 1 R e y , so Gobierno y las Cortes permane-
cían en Sevilla, desamparados y sin saber casi \m
sooesos de la guerra , y hubieron de pensar en
refugiarse en la Isla Gaditana. Resistióse el Rey,
y el Se. G alian o proposo en tas Cortes: « que se
declarase * S. ftf. en estada, d e incapacidad m o -
ral, interia se ponían en salvo la Real Persona y
Famil ia , el Ministerio), las Cortes, en suma




A R G U E L L E S . 2 5


cuanta compañía el Gobierno supremo del Esta­
do . ». Aprobad* una proposición preliminar de
que se estrechase respetuosamente, á S. M, á que
consintiese ев hacer eJ, viaje, y dada por el Rey
una respuesta, negativa y desabrida, se hizo al
fin la fatal proposición que antes hemos mencio­
nado ; rebatía eiSr , Arguelles, las rabones de los
que la impugnaban, y quedó, aprobado lo propues­
ta par casi todos los. Diputados presentes (*).
Nada importante, biza ni pudo baeer en Cádiz,
el Si . Arguelles. Sabidos, soa las circunstancias
qu« mediaron en el triste desenlace y Tin del
Gobierno constitucional en aquella época»s ien ­
da de nota,r sin embargo, que. los­ Ministros, qwe
loeran á 1» sazón* y algunos da, toscuaMlo han.
vuelta á ser después, si bisa sacarqn del Monar­
ca promesas y ofrecimientos, ojie bjs eran, perso­
nales, nada, estipularon, en prweehefo lanacáen, ,
ni en beneficio de los Diputados á Cortes y de­
mas personas comprometidas. Llegado elí Rey al
Puerto de Santa Maria, anuid toda lo hecho, dio


( f ) Fueron m u y pocus los Diputados que se salieron del
satoa y los t p » q o e d á e d m e desaprobaron, s i n embargo p o ­
cos mas de sesenta fueron condenados á muerte род aquel
voto, consistiendo esto en que muchos alegaron después no
haber votado, 6 b»herto hecho en contra.




2 6 P E R S O N A J E S CELEBRES.


por vanas sus promesas, y ratificó la proscricion
fulminada por la Regencia de Madrid, y la pena
de muerte contra los que habian votado su de-
posición en Sevilla , en cuyo número se hallaba
el Sr. Arguelles. Acogióse este á Gibraltar, y
desde allí pasó á Inglaterra, á donde llegó en
Noviembre de 1823, permaneciendo en aquel
reino once -años casi cabales, pues al cumplir-
se el d é c i m o , la Reina Gobernadora le concedió
que volviese libre á España. En Inglaterra fue
recibido el Sr. Arguelles con notables muestras
de aprecio , vivió de sus propios escasos recur-
sos, y hasta los últimos años de su destierro no
recibió el socorro que daba el Gobierno británi-
co á sus compañeros de infortunio. Ocupábase
en la lectura de los autores clásicos y algunos
libros modernos, pero sin aceptar nuevas doc -
trinas, permaneciendo firme en las ideas déla
primera época de su vida.


Verificada en Francia la revolución de Julio
de 1830, no quiso arguelles pasar á aquel reino,
como lo hicieron muchos de sus compañeras;
continuó residiendo en Londres. Muerto el Rey
Fernando VI I , la Reina Doña Maria Cristina,
Regente y Gobernadora del reino , espidió un de-




A R G U E L L E S 27


creto de olvido en favor de Arguelles y treinta mas
de sus colegas en las Cortes de 1822 y 23 , que-
dando solo de estos veinte y cinco ó veinte y seis
sujetos á la condena de muerte. La conducta del
Sr. Arguelles en aquella ocasión fue altamente
noble: mostróse agradecido al favor que se le d is -
pensaba , pero resuelto á no aceptarle, ínterin no
comprendiese á todos sus colegas todavía pros-
criptos, de cuyos hechos y pensamientos se decla-
raba partícipe.


Entretanto derribado en España el. Ministe-
rio Zea Bermudez, le sustituyó el Sr. [Martínez de
la R o s a , y se díó una nueva amnistía, que no
dejaba á un solo constitucional español proscrip-
to. Publicóse el Estatuto Real en Abril de
1834, no sin grave escándalo y asombro del Se-
ñor Arguelles , que acusaba , según dicen , de
apostasía al Sr. Martínez de la Rosa, pues nada
eran para él las reformas que se hacían, con tal
que no se restableciera el sistema destruido en
1823. Indudablemente el Sr. Martínez de la R o -
sa estaba dispuesto á hacer en obsequio de A r -
guelles, su amigo y compañero, cuanto de él hu-
biera dependido, como lo hizo con otros de los
que venian de la emigración: pero Arguelles no




2 S P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


aceptó ninguna ciase de merced ú honra. La
provincia de Asturias se apresuró á elegirle Pro-
carador- á las Cortes que iban á abrirsa; y care-
ciendo de la reata que para desempeñar aquel
encarga se necesitaba, varios; paisanos suyos se
la señalaron hipotecando sus bienes, y siendo de
mrtar que los que l o hicieron, pertenecían casi
eselusivsmente al partido del cual so ha mostrado
después tan cruel enemigo el Sr. Arguelles.


No se apresuró en venir á desempeñar su
encargo, pues ttegó tres meses después de abier-
ta» tes Cortes, en las que fne admitido no sin
discusión, por carecer de la aptitud legal. Tar-
d ó poeo en hablar el orador asturiano, y sor-
prendió á muchos que antea no le habían o ído
el que tuviese fama de divino, el que parecía
rauy toferior á otros, oradwes. Desde entonce*
manifestó la eseesiva estension de sus discursos,
en los cuales si brilla alguna ves algún des*
tello de elocuencia* se encuentran siempre digre-
siones ridiculas, y alusión-es á su eterna pesadilla
de ver siempre amenazada la independencia ü a -
d o o a k Proatose conoció también que sus doc -
trinas en política eran, las mismas, que profesaba
en las Cortes extraordinarias, sin- qué en él h.u-




A R G U E L L E S . 29


biesen hecho mella Jas verdaderas teorías cons -
titucionales, que regían en «1 continente desde
la restauración de los Berbenes en Francia
en 1814.


Al volver á España había publicado el Señor
Arguelles dos obras, la una reducida á examinar
la sentencia fulminada contra tos Diputados qae
votaron en Sevilla la suspensión del Rey , y la
otra que lleva el título de Examen de tu reforma
constitucional de España ,<qiie aimqwé aspira a
ser una historia d e las CórJtes extraordinarias
de 1810, es tan corto Su mérito i\üe ni ¡siquie-
ra han ¡pensado en él, para criticarle, los mayo-
res enemigos del escritor.


Habiendo renunciado el Ministerio ea Junio
de 1885 el Sr. Martínez de la R o s a , entró á
««cederle en la presidencia del Consejo el C o n -
de de Toreno , y formaron parte del Ministerio
que compuso varios amigos íntimos del Sr. Ar-
guelles , por io cual es de inferir que no le dis-
gustó aquella "combinación. Sabido son los su -
cesos de 1835 que derribaron aquel Ministerio,
y llevaron á la presidencia de «otro ¡nuevo »1
célebre D . Juau Alvarez y Mendiasbal , y del
cual formó parte ü . Martin d« ios Heros > ami-




3 0 PERSONAGES CÉLEBRES.


go íntimo, y compañero de casa del Sr. Arguelles
Abiertas las Cortes en Noviembre, defendió ert
ellas Arguelles, con calor el célebre votode confian
za, pedido porMendizabal, para hacer un imposi-
ble, y que solo sirvió para cargar á la nación con
una cantidad de deuda enorme. Tratóse en aque-
llas Cortes de dar una ley electoral , y para el
e fecto , renunciando el .«misterio á egercer á
nombre del trono la iniciativa de las leyes . que
de derecho y obligación le corresponde, man-
dó á las Cortes dos proyectos para que eligie-
sen. Fue el Sr. Arguelles de la comisión nom^
brada por el Estamento y se declaró favorable
á la elección directa ; pero creyéndola tan di-
fícil en la egecuclon, que se dejó ir poco á poco
al método electoral de su nunca olvidada Cons-
titución de 1812. Sabido es que aquella cuestión dio lugar á la disolución de las Cortes del Es-
tatuto Real.


Viendo Arguelles la oposición que se hacia
al Ministerio Mendizabal , soltó la rienda á sus
antiguos odios , unióse estrechamente con Iqs de
su antigua pandilla, y suponiendo siempre que
se urdían tramas para destruirla l ibertad, acha-
cando gran parte de ellas al Gobierno francés,




ARGUELLES. S í


que tiene siempre delante de sí- como un fantas-
ma amenazador.


Sucedió al Ministerio Mendízabalel del Sr. Is*
turiz, y disueltas las Cortes fue Arguelles candi-
dato por Madrid para las nuevamente convocadas-,
en oposición al Ministerio , y salió elegido. La
elección general fue sin embargo favorable al G o -
bierno , pero los vencidos en la contienda legal
apelaron del fallo de los electores al de una rebe-
lión, que terminó con el escandaloso atentado de
la Granja, en el cual sino tuvo parte el Sr. Ar -
guelles, como no dejan de suponerlo algunos, no
disimuló su alegría por él.


A consecuencia de aquel atentado , se nombró
un nuevo Ministerio presidido por el Sr. Calatra-
trava, se convocaron y juntaron Cortes con arre-
glo á la Constitución de 1812 que se habia pro-
clamado, y Arguelles á favor de la revolución y
no seguramente por la voluntad de sus paisanos,
fue elegido Diputado por Asturias.


Abiertas las Cortes constituyentes en Octubre
de t836 , volvió Arguelles á estar al frente de la
mayoría, mostrándose como siempre violentísimo
en defender á sus amigos, fomentando y apro-
bando cuanto se hacia contra el partido caído,




52 P E B S O N A J i S ¡CEtEÉBES.


iwasXFando ojeriza al Palacio y aun á la misma
Angusta Regente , y llegando hasta ser necia su
feria en vituperar al Gobierno Francés, Contri-
buyo á hacer la Constitución de 1837 , siguió
como orador decayendo y haciendo mas intolera-
bles sus eternos discursos, y basta en algunas
ocasiones llegó á olvidar su afectada cortesanía,
soltando algunas ¡palabras que manifestaban no
pedia eíifrefiar los ímpetus de su ira.


Datante aquel Ministerio se presentaron los
facciosos ante las tapias de Madrid; estendióse
el armamento para la coman defewsa hasta los
diputados á Cortes, y D. Agustín, al tomar el
fus i l , se dejó decir que lo tomaba mas bien
-Contra los moderados tjue contra los carlis-
tas , manifestando de este' modo qu-e su odio
coatra ais partido fio cedia ni aun á la vista
del enemigo corrían. Alejados los enemigos de
ta capital, v i n o á ellael General Espartero , ( * ) , y
con su venida cayó el Ministerio Calatrava, cau-
sando este acoBteeimíeato furioso despecho al
Sr. Arguelles, quien desde entonces <cobró ren-
jctsTOso aborrecimiento al guerrero <jue lo hala a


{*> Vcase su feiografia, tom. V .




ARGUELLES. 33


causado , y de quieu, como veremos después, ha-
liia de hacer mas adelante ridículos elogios.


Habiendo terminado sus trabajos las Cortes
constituyentes, se procedió á nuevas elecciones,
y en ellas no fue nombrado Diputado por su pro-
vincia el Sr. Arguelles, si bien fue propuesto
candidato para Senador por la provincia de Ma-
drid. Nombróle el Gobierno, pero declaradas nulas
aquellas elecciones, resultó elegido Diputado
por la misma provincia.


Presentóse en el Congreso, d o n d e habló con
frecuencia, pronunciando largos y acervos dis-
cursos , irritándose sobremanera al verse contra-
decido por diputados jóvenes , y llegando en su
ira á soltar las espresiones de ¡ vive Dios! y
otras mas impropias todavía de aquel sitio. Asi
continuó durante la primera y segunda legislatu.
r a de aquellas Cortes, hasta que suspendidas es-
tas fueron poco después disueltas. En las nuevas
elecciones procedieron los electores lógicamente,


enviando Diputados de opinión opuesta á la mo-
deraba que habia prevalecido en las anteriores,
tan intempestivamente disueltas.


Verificáronse por entonces los memorables
acontecimientos de Vergara, cuya noticia llegó á




34 PERSONAJES CELEBRES.


Madrid á los pocos dias de abiertas las nuevas
Cortes , y no causó la mayor satisfacción á Ar-
guelles y á sus parciales, que veian con disgusto,
sino la terminación de la guerra c i v i l , la pre-
cisión de tener que confirmar los fueros de las
Provincias Vascongadas. Aquellas Cortes fueron
disueltas después de una penosa vida de dos
meses, y en Febrero de 1840 se abrieron las
nuevamente convocadas, yfpara las cuales fue
elegido por Madrid el Sr. Arguelles. Sabido
es el atentado de 24 de Febrero , en que una
turba sediciosa insultó á la representación na-
cional á las puertas mismas de su palacio;
salió el Sr. Arguelles de é l , y atravesó la plaza
donde reinaba el desorden, abriéndole paso y
victoreándole los sublevados ,' sin que él les diri-
giera una sola palabra para afearles tan criminal
conducta; habiéndoselo después echado en cara
el Ministro Arrazola, protestó con candor que no
habia reparado en el mot in , y solo sí que se ha-
bia juntado mucha gente. ¡ Y esto decía el mis-
mo hombre que con mucho menos motivo feabia
llenado la Puerta del Sol de tropas y cañones
en Setiembre de 1820!


En aquella legislatura como en todas conti-




A R G U E L L E S . 35


nuó Arguelles con la misma pesadez y virulencia
en sus discursos. Verificóse el viaje de S. M. la
Reina Gobernadora con sus Augustas Hijas á
Barcelona, y al saberse los acontecimientos de
aquella capital (*) y la mudanza de ministerio,
suspendieron las Cortes sus sesiones. No volvere-
mos á referir los sucesos que hemos narrado en
las dos biografías que acabamos de citar. Vino
Espartero á Madrid con la Regencia provisional,
hiciéronse festejos, y entre ellos un espléndido
banquete á veinte y cinco duros por cubierto,
insultando de este modo los demócratas á la ge •
neral miseria. Asistió Arguelles á aquel convite ,
y tocándole la vez de brindar lo hizo al insigue
General Espartero, comparando su conducta con
la de Pompeyo y Washington , mostrando en
eso lo trabucado de sus ideas y lo poco filosófi-
co de sus estudios : pues sabido es por cualquie-
ra que haya hojeado la historia, que Pompeyo
sostenía la causa de la aristocracia y del gobier-
no establecido, contra un contrario demócrata é
innovador, que acaudillaba la antigua parcialidad
de Mario ó de la plebe. Hubiéralo comparado con


(•> Véanse las biografías de la Reina Cristina y Espar-
t e r o , tom. IV y V .




3 6 PERSONAJES CELEBRES.


César y hubiera andado mas acertado, aun cuando
siempre hubiera parecido una sátira, comparada
la desigualdad de talento entre el guerrero roma-
no y el ambicioso General.


Arguelles celebró todos los actos de la revo-
lución victoriosa , fue nombrado por Asturias y
elegido Presidente por el Congreso. Indudable-
mente aspiraba á formar parte de la Regencia,
pero quedó burlado su deseo, pues el guerrero
que habia faltado á todos los deberes para saciar
su ambición , no consintió que nadie dividiese
con él el poder. A pesar de su encargo de Pre-
sidente, uo por eso quiso privar al Congreso de
su' fecunda palabra v dejando la silla de la pre-
sidencia muchas veces para pronunciar largos y
violentos discursos, llegando hasta el estremo de
declararse en uno de ellos católico y no romano,
haciendo de este modo pública reuuncia de la
Religión que España profesa.


El Sr. Arguelles obtuvo una compensación de
la Regencia que no habia alcanzado, siendo nom-
brado Tutor de S. M. la Reina y su Augusta
Hermana , cuando se privó á la Reina madre de
la tutela de sus Hijas, que egercia como tal con
arreglo á las leyes civiles, y como Reina viuda




A R G U E L L E S . 37


(*) Véase tom. t.


según !a Constitución vigente y disposición tes-
tamentaria de su Esposo. «Asi entró ( dice el
biógrafo antes citado ) el orador de Asturias,
viejo ya , en el Palacio de los Reyes de España,
como a m o , á hacer veces de padre á su Reina
Hija del Rey de quien había sido enemigo. Fá-
cil es conocer que durante su encargo se habrá
mostrado fiel á las amistades personales y polí-
ticas en la provisión de los empleos de la Real
Casa.»


En la biografía del ilustre y malogrado Ge -
nera! León (*} hemos referido detalladamente
los sucesos del 7 de Octubre de 1841. Preso en
aquella noche por los sublevados L). Agustín Ar-
guelles que se hallaba en Palacio , á pesar del gra-
ve riesgo que podía haber corrido, fue dejado en
libertad ; y seguramente en las declaraciones que
en la causa que se les formó se ie tomaron, no
obró con la generosa caballerosidad que era de
esperar con el infeliz Fulgosio, uno de los gefes
sublevados condenados á muerte.


£>. Agustín Arguelles, á pesar de su encargo
de Tutor de S. M. y como tal gefe de Jos gefes




38 P E R S O N A J E S CELEBRES.


de]Palacio , siguió presidiendo al Congreso, con
notable infracción, en nuestro concepto , de las
leyes vigentes.


No referiremos por demasiados sabido los úl-
timos sucesos que han derrocado., el poder de Es-
partero, defendido hasta el último momento por
elSr. Arguelles y sus parciales. Instalado en Ma-
drid el Gobierno provisional hizo formal renun-
cia de su encargo de Tutor de S. M. y A.; susti-
tuyéndole en el por nombramiento del Gobierno,
el Sr. Duque de Bailen. D . Agustín Arguelles no
ha sido elegido para las Cortes actuales, y vive
retirado en su casa, ocupándose en formar una c o -
lección de pinturas, á las que es muy aficionado,
y aun le suponen algunos inteligente, y desean-
do sin duda que se presente ocasión de salir
nuevamente á la vida política, en la cual, no lo
dudamos, aparecerá siempre con sus añejos y
disolventes principios, y con el acrecentamiento
de rencor que en él habrán engendrado los úl-




3nrjic* fa !ae biùftvaiias conUniHa


EN EL


T O M O Q U I N T O .


M R . NOTHOMB.


L O R D B R O U G H A M .


CONDE DE M O L E .


C , PERRIER.


ISIDORO M A I Q U E Z .


M H . B E R R \ E R .


D . D I O N I S I O A L C A L A G A L I A N O .


M R . ODILON B A R R O T .


D . BALDOMERO ESPARTERO.


JOAQUIN M U R A T .


W A L I E R - S C O T T .


D . A G I S T I » DE A R G U E L L E S .




PERSONAJES CÉLEBRES
DEL


SIGLO XIX •


. ·0


~






XIV~?81


PERSONAJES CÉLEBRES
DEL SIGLO XIX.


POll


UNO QUE NO LO ES.


La IJiografía es €l arte de reu-
nir el personal de la historia, de
las ciencias, de las letras t de las
artes y de la sociedad ...


J.~~,,,,,,,
. ..,.1' ;t , , '-.:'{, ¡;:, .... y~


. / .,} ,. .' ."<:' >
1'01\10 VI.


\;\,,'
".4,. ,.. MADRID,';" .... _- .... .:;, ~ '~'''~.p'


1l\1PREN'fA DE D. FERNANDO SUAREZ,
PUZUELA DE CELENQUE, 3.


1843.






~~
.. ~ .,. 1
" ...


,.P)
"/(,:; 'n!: ./






D. F. ESPOZ y llIINA.


«El destino de Mina tiene particular
interés, porque debió su gloria á si
miaroo, y fue hijo ¡le sus obras. Se-
mejantes hombres, son queridos de las
Naciones, y merecen serlo.» .~.,


Uno de los hombres mas notables que produjo
en España la gloriosa guerra de la independen-
cia, es sin duda alguna el personage de cuya vida
vamos á ocuparnos. De humilde origen, sin for-
tuua, siu educacion, se elevó desde el seno del
pueblo, en el que habia nacido, á los primeros
puestos de la gerarquía social; y esta elevacion es-
traordinaria no la debió á ro intriga ni al favor, y
sí solo á la energia y á la consecuencia de su ca-
rácter. Lo que queria en su mocedad, lo quería




:1 PERSONAGES CELEURES.


tambien en sus últimos dias, y digna es de apre-
cio sin duda tan inalterable constaucia en uu siglo
\'ersatil y fecundo en defecciones j y ~ ella ha de-
bido sin duda, así como á su probada honradez,
su renombre y popularidad. No ocultaremos sin
embargo que en los últimos tiempos, dominado por
el vértigo que se apoderó de todos los Espailoles en
las reeientes contiendas civiles, ha desmentido
tal vez algullas de las bellas cualidades que se le
atribuiau, y ha probado cuan fúcil es errar en las
cuestiones políticas, cuando los hombres Jlmmdos
á decidirlas no se hallan dotados <le la capacidad
para ello nece5aria.


Don Fraucisco Espoz y Mina nació en Idozin,
pueblo de Navarra, el 17 de Junio de 1781 , sien-
do SIlS padres Juan Esteban ESlloZ y Mina, y 1\Ia-
ria Teresa Ilundain y Ardaiz, honrados labrado.
res de quienes recibió su uuica educacion, segun
él mismo ha referido en la historÍ[, de su vida, pu-
blicada en Londres en 1824. Pasada su primera
infancia y despues de saber leer y escribir, única
cosa á que se limitó su educacioll doméstica, se
dedicó á las labores del campo, adquiriendo en
ellas sin duda la actividad y fuerza que des·
pues le han distinguido. A la muerte de 8(1 padre




'- /t l- ~. E SPOZ y M1N,L .3
quedó ~cal'gado de la reducida hacienda que for-
maba sú patrimonio, y asi vivió hasta la edad
de 26 años, en que nuevos y grandes acontecimien-
tos debian abrirle el camino que le habia d~ con-
ducir á los altos empleos y distinciones, debidos
it su valor y a sus grandes servidos.


Verilicada la ¡masion de los franceses en 1808,
y arrebatado l\lina del nuble ardor pátrio que in-
llalllü/l;l á todos los corazones españoles, aban-
donó el arado y empuñó el fusil, sentando plaza
corno suldado voluntario, en el batallon titulado
de Doyle, el 8 de Febrero de 1809. Poco tiem.
pu despues pasó ¡í la guerrilla que mandaba su so-
hriuo Javier l\lina, el cual abandonando la car-
rera eclesiástica á que le dedicaban sus padres, y
dese(lso de vengar los agravios y perjuicios cau-
sados á su falllilia por los franc('ses, formó, reu-
uiéndose ron otros dore, una partida con la cual
principió sus correrias contra el enemigo, os-
ligándole constantemente en las provincias limí-
trofes de Aragon y Rioja. Hecho prisionero en
una emboscada, fllé D. Javier Mina conducido á
Francia y encerrado en el castillo de Vincennes,
donde permaneció prisionero hasta que regresó á
EspaJia en 1814; pero llJbielldo tomado parte con




4 PERSON AG ES CÉLEBRES.
su tio en la esptdicion contra Pamplona de que
hablaremos des pues , tUYO precision de emigrar
á Francia En 1816 se embarcó para Méjico, con
el intento de proclamar alli la independencia; pero
hecho prisionero con algunos de sus compañe-
ros, juzgado IJor ulla comision mil1tar y condena-
do á muerte. sufrió aquella pena el 13 de No-
viembre de ISli. Volvamos, desplles de esta pe-
quelia4 pero precisa digresion, á ref~rir los suce-
sos de la vida del personage que nos ocupa.


Derrotado y hecho prisionero su sobrino, l\:lina
reunió los restos de su disuelta guerrilla, y con-
tuvo de este modo el robo y otros escesos á que
se habiao entregado: con ellos principió á obrar
por sí solo. y sn Ilrmeza y teson acompañados
de un.! cOllduct3 moderada, le conciliaron el re-
cQnocimiento de los pueblos, y la obediencia de sus
partidarios que iban aumentando dj¡uiamente, en·
gruesando sus Illas, impulsados unos por puro
patriotismo, y t[\l vez por motivos menos nobles
otros. Apenas habia reunido 800 hombres, sus
hechos militares llamaron la ntcncion de la junta
superior de Aragon y parte de Castilla, la cual
le nombró Comandante General de todas las guer-
rillas de Na\"arra en 23 de Abril de 1810 , entre




ESPOZ y MINA. 5


las cuales eran las mas famosas las qne se lla-
maban de Curuchaga y Gorriz, si bien estos ge-
fes conociendo la superioridad de talento de Mina
le habian reconocido ya mucho autes por su cabe-
za. Algun tiempo antes Miguel Sadaba, qne de-
pendia del guerrillero Echevarria, habia reunido 400
hom bres de la guerrilla de Mina, y desarmado á
Gorriz sin otra causa que la de estar en relacio-
nes con Espoz y Mina. Hallábase este en el pue-
blo de Lacunza cuando llegó á el Sadab¡¡, qnien
fue á visitarle echándole eu cara i\ilina su mal
comportamiento con Gorriz, dejándole finalmente
arrestado en su casa, bajo la custodia de su pe-
queña partida. Acercábanse al pueblo los soldados
de Sadaba; pero Mina les salió al encuentro, y
lleno de firmeza y carácter les dijo. "Señores, la
defensa de la patria nos lIam:;, es ya tiempo que
tengan fin los desórdenes, yasi exhorto á Vds,
á reunirseme, especialmente los que quie-
ran hacer la guerra.» Oido este corto, pero eficaz
discurso, uniérollse todos á Mina, excepto 20 que
con el abanderado se resistieron á hacerlo: "Se-
ñ ores, dijo entonces !\lina, Vds. no quieren ser-
vir de buenll gana, venga la bandera y acudan
Vds. á mi posada por los pasaportes.» Reunié-




6 PERSONA.JES CELEBRES.


ron se á él todos, menos el abanderado que deserto:
Sadaba fue nombrado al dia siguiente por !\Iina
Ayudante mayor, obtuvo despue( en su divi-
sion el grado de Capilan, y sirvió en ella hasta que
habiendo sido hecho prisionero por una columna
francesa que salió "de Pamplona, en época en que


recíprocamente no se daba cuartel, fue ahorcado
en aquella plaza.


En Abril de 1810, habian entrado en Navarra
por la parte de Bayona 25,000 franceses al man-
do del Conde Dorcene, que debia pasar á Portugal
á reforzar á Massena. Detúvose aquel ejército á
perseguir á Mina ri fin de ¡¡cabar con un enemigo
tan temible, saliendo al efecto varias divisiones y
columnas volantf>g en diferentes direcciones, sin
que se escaparan á sus prslJ uisas en su horrorosa
persecucion, los bosques ni los montes. Reducido
Mina á los mayores opuros, folto de víveres y de
recursos peeuniarios, y sin lugar seguro, dividió
su tropa en compañías, destin<Índolrs los diferentes
'puntos por donde podi~n s:llvarse; no bastó esto
aun, y 1\1ina hubo de adoptar un espediente, que
aunque arriesgado, le produjo por entonces todo el
efecto que podia prometerse. Dió órden á sus di-
seminadas tropas de reunírsele en Alfaro , al otro




llSPOZ y JllINA. 7


lado del ri9 Ebro, el cual vadearon por estar to
mados por 103 franceses todos los puentes, y re-
tiradas las barcas. Reunidas las tropas. una parte
de las del enemigo se puso en su seguimiento para
Castilla; hubo varios encuentros, y en el de Ta-
razona fue herido Mina en un brazo, y Curucha-
ga en la cabeza; precisados jos dos Comandantes
á retirarse á lugares seguros para curarse de sus
heridas, quedaron las tropas al mando de Gorriz.


Hallábase en Castilla Hernandez, con una
partida de 70 caballos; avistose con él Mina en
Calahorra, y le mandó que le siguiese; obedeció
aguel, pero fue para intrigar con los franceses,
pues habiendo sido atacado Gorríz por la di vis ion
de caballería Roquet, entre Cuzcurruta y Belorado,
Hernandez contribuyó mas bien á envolver á
Gorriz que a sostenerlo; el campo quedó por los
franceses, y las tropas de Navarra tuvieron una
pérdida considerable. Hernandez volvió á Navar-
ra, y fue fusilado de órden del Comandante ge-
neral.


Mina organizó despues sus tropas en Castilla,
nombró oficiales, y formó con ellas tres bata-
llones, reservándose el mando del primero para
i, dando el de el segundo á Curuchaga y el dil ' '"




s PERSONAJES CELEnRES.


tercero á Gorriz. Las tropas francesas que habian
quedado en Navarra principiaron á marchar para
Portugal á mediados de NoviemlJre, quedando
las que parecieron suficientes para hacer frente
á Mina. Indudablemente la detencion de aquel
ejército contribuyó mucho á que l\1assenu tuvie-
ra que retirarse de Portugal, y á que el ejército
inglés obtuviese las ventajas que consiguió.


Todo el año de 1811 se pasó en escaramuzas
y acciones de guerra, cuya enumeracíon seria
demasiado prolija y pesada. En aquel mismo año
reconoció el Gobierno español, como tropas de
línea del ejército, las de Navarra; aprobó los
nombramientos de gefes y oficiales hechos por
Mina, y elevó á este al grado de Brigadier
en 19 de Noviembre, y al de Mariscal de campo
en 17 de Abril del siguiente ailO.


;. A principi~ de 1812 emprendió Mina el blo-
queo mas rigoroso de la plaza de Pamplona, el
cual continuó hasta que los ejérdtos aliados
avanzaron sobre la frontera, reforzándose con
este 1Il0tivo los franceses COil tropas venidas de
todas partes. En Octubre adelantaron los ejér-
citos aliados sobre Búrgos, y principiaron el si·
tio de su castillo. El General Mina recibió ór-




IlspoZ y ~1I~,t. o
denes de Wellington para incomodar diariamente
nI enemigo por la parte.d e Logroño y Vitoria,
Jo que ejecutó puntualmente. Hallábase en la
primera de dichas ciudndes el General francés
Caffarelli con un ejército respetable, pero muy
inferior al de los aliados. Los franceses debian
avanzar sobre Búrgos, pero para ello era indis-
pensable separar á las tropas que mandaba Mina
de los puntos que ocupaban: hiciéronlo asi con
refuerzos· recibidos de Aragon, y Mina, no pu-
diendo resistir á tau numerosas fuerzas, replfgó
las suyas á otros puntos; entonces el ejército
de Vitoria se movió para Búrgos, y los aliados
emprendieron su retieada con notable pérdida
hasta la frontera de Portugal y Ciudad-Rodrigo.


En 7 de Setiembre de este mismo año fue
nombrado Mina Com;llldante general del alto
Aragon, izquierda del Ebro, donde siguió el mis--
mo sistema político y militar que tenia estableci-
do en Navarra. Varias partidas armadas eran
tambien el terror de)os pueblos, y en general
la propia utilidad era el único mó~il que di-
rigia la mayor parte de los que las mandaban.
Mina formó allí tres batallones de Aragoneses,
que contribuyeron poderosamente á la espulsion




10 PERSONAJES CELEBRES.


de los enemigos con conocidas utilidades del pais.
En Marzo de 1813 entró en Navarra con


16,000 hombres el General Clausel, con jntento
de fortificar varios puntos de aquel reino, para
proteger la retirada general de los invasores.
Mina se puso en ti caso de impedirlo, y aunque
no ton taba á la sazon nns que con 4,000 hOIll-
bres, por cubrir las restantes fuerzas el alto Ara-
gon, tuvo varios encuentros con Clausel, y le
disminuyó cousiderablemcnte su ejército. A fines
de Mayo del mismo año avanzaron por segunda
vez los ejércitos aliados sobre Búrgos, y Mina
recibió nuevas órdenes de Wellington de distraer
la atenclOn de los enemigos, mientras él operaba.
Reforzado Clausel con una parte de las tropas
que existían en Pamplona, y despues de dejar
bien guarnecida dicha plaza, pasó á Logroño , en
oeasion que el ejército del Rey José se acercaba
á Vitoría. Temeroso Wellington l/ue este fuese
reforzado con el de Clausel, trató de impedirlo,
y Mina se encargó de verificarlo, interceptándole
toda comunicacion y fatigándolo con cootínuas
alarmas. El ejército mandado por José fue ata-
cado y batido á los poeos dias, y Clausel no
tuvo noticia alguna de su derrota hasta el terce-




ESPOZ y l\UNA. 11


ro en (lue salió para Calahorra, desde donde se
dirigió tÍ Zaragoza, acosado en su retirada por
~lina, segun habia convenido este con Welling-
ton, mientras UIla di vision inglesa debia cortarle
su frente por Tudela, en cuyo caso Clausel podia
quedar prisionero con Sil ejército; pero esta di-
visioIl avanzó hasta Caparroso, á seis leguas de
Tudela, adonde pudiera haber llegado antes que
Clausel, y contrarnarehó hácia Caseda, replegán-
dose sobre Pamplona, y dejando espedito el paso
al francés que llegó á Zaragoza, aunque persegui-
do por Mina.


El castillo de esta ciudad llamado de la Alja-
feria, y guarnecido por 500 hombres, fue tomado
por Mina des pues de algunos días de resistencia.
El General Páris que mandaba en Zaragoza, fue
atacado entre Leciñella y Alcubierre por una par-
te de ¡as tropas d~ Navarra, perdió toda su arti-
lleria, mucha gente, y el convoy de efectos que
conducia. El Mariscal Suchet ocupaba varios pun-
tos de la derecha del Ebro en Aragon , y trataba
de reunirse á Clansel que se acercaba á Zarago-
za, cuando la llegada rápida del General Mina
le obligó á cambiar de plan y á dirigirse hácia
Lérida : siendo evidente que de haber verificado




12 PÉRSONÁJES CELEBRES.
aquellos generales su reunion, impedida por las
operaciones de Mina, el éxito favorable de parte
de los aliados en Vitoría, hubiera sido, sino impo-
sible, dudoso. En seguida evacua~on Jos franceses
todo el Aragon, esceptuando las plazas de Be·
nasque y Jaca que cayeron despues en manos
de lUina.


WeJlington habia fijado su cuartel general en
Vera, des pues de haber dejado el cuidado del sitio
de Pamplona al General Espai'ía con 6,000 hom-
bres; ignorándose las causas que decidieron á
Wellington á privar á Mina de una gloria que tan
bien merecida tenia, pues aquella plaza ¡-abia si-
do siempre objeto de sus desvelos, y la habia blo-
queado contra toda esperanza, hasta que vinie_
ron sobre ella los ejércitos aliados. El Conde del
Abisbal, á qUIen cupo la suerte de estar todo el
mes de Julio sobre la misma plaza, se retiró cla-
vando su artillería, y abandonando los puntos que
cubria, el dia 30 de dicho mes, en que se dió
la betalla de Soraurell entre las tropas de Soult y
Wellington. Tampoco hubiera podido sostener-
se el General España si Mina no le hubiese
guardado las espaldas, situado en Sangüesa por
disposícion del General inglés, con órden de se-




llZPOZ y MINA. 18


cundar la~ operacioues de los sitiadores de Pam-
pIona, en caso necesario, y tambien las del ejér-
cito inglés, que á las órdenes del General Hill ocu-
paban varios puntos sohre el Roncesvalles. Capi-
tuló Pamplona á los pocos dias, teniendo en ello
gran parte el General l\lina , por lo apurados que
tenia de recursos á los defensores y á los habitantes
de la poblacion.


El General Hillllamó poco despues en su so-
corro á Mina, quien subió á Roncesvalles, y con
solo 3,000 hombres se encargó de la defensa de
los· mismos puntos que sostenian los ingleses
con 18,000. Hi 11 se dirigió á San Juan de Luz,
y Wellington mandó á l\lilla que penetrase por
Baygorri á San Juan de Pie del Puerto, fortaleza
franc¡,sa, cuyo bloqueo debia hacer. Los Baygor-
rianos se resistieron; pero fueron batidos. Se prin-
cipió el bloqueo de San Juan, reducido despues
á sitio formal, siendo tan felices las primeras ope-
raciones de ¡\tina sobre aqueila plaza, que se Ji-
songeaba de haberla tomado en pocos dias, á no
haberse verificado la paz general cuando menos
se esperaba. Entretanto l\Iina dejó el cuidarlo de
Jas tropas de San Juan al Co.ronel Gorriz, y
se dirigió velozmente á la plaza de Jaca, sitiada




ESPOZ y ~IL'íA, 19


pitan general del ejército y prOyillCia de Navar-
ra, cOllurmáudole el empleo de Mariscal de cam-
po que antes se le hahi~ conferido, Desde allí
fue trasladado á Galicia, ú peticiou suya -' y con
igual encargo, en Enero de 1821. Apenas llegado
á su nuevo destino recorrió el distrito de su man-
do, mejoró el estado de las plazas y de las tro-
pas, reauimó el espídtu público, y consiguió des-
baratar las partidas que alarmaban y destruían
la producia, adoptando sin emhai'go algunas me-
didas en estromo rigorosas, y solo disculpal11es
por lo dificil de las circunstancia,.


Pero el disgusto continuaba, é iba en aumen-
to en muchos puntos de la nacion, que no veia
los buenos TrsnltaJos que cún el restablecimien-
to de la libertad se le habian hecho esperar. A
los nueve meses de estar Mina mand2nuo en Ga-
licia, fue reemplazado, no sin disgusto suyo,
por el General L3tl'('" Y destinado de cuartel á
Leon, á donde llegó en Enero de 1822. En aque-
lla ciudad aumentó su partido entre los que que-
rian mas ensauche todavía en las reformas políti-
cas • y haciéndose notar por varios actos de popu-
laridad, siendo entre otros el c;.e hacer el servicio
como simple soldado en las filas de los Nacionales.




20 PERSON A6 ES CÉLEllIlE::>.
Con los escesos por una parte y el desconeier-


to por otra, habia tomado ya mucho cuerpo la
illsurreccioIl absolutista; en Cataluña principal-
meute se lubia hecho tan alarmaute, que habia
sido preciso declarat· aquel distrito en estado de
guerra. lIina fue nombrado General en gt'fe de
aquel ejército, r ¡¡ntes de pas,¡r á él se trasladó
á Madrid para concertar con el Gobierno sus
planes de o[JcI"Jeiones; pero no tardó en C0l10CtT
la poca exaetÍtud de las 110tietDS que aec["('[\ drl
estado del pais se tenian. la insuficiencia de las
fuerzas que se ponian á su disposieion para COIll
batir á los rebeldes. Aceptó sin embargo tan di-
fidl mision, por la rnon misma de que era
peligrosa. Entró en Cataluña el 9 de Setiembre
con 800 infantes y 275 cnballos, y ellO se en-
cargó en Lérida del mando del ejército, ó por
decirlo mejor, formó uno allí. CatalUlia estaba
entonces ocupada por 30,000 facciosos, dueños
de muchas plazas fuertes, dominando casi todo
el ~ais, protegidos por gran parte de los pue-
Llos, y obedeciendo á una Regencia establecida .
en la Seu de Urgel, compuesta del Marqués de
Mata Florida, del Arzobispo preconizado de Tar-
ragona D. Jaime Creus, y del General Baron




ESl'OZ y UnA. 21


de Eroles. Aunquo Mina entró en campaiw con
fuerzas muy inferiores, consiguió de5de el m~­
mento notables ventajas, y en pocas semanal>
organizó un ejército. Hizo levantar el sitio de
Cervera, que se hallaLa en el último estremoj
pasó desde alli á Calaf, donde estableció su
cuartel general, distrillUycndo el ejército eJl cua-
tro divisiones, queJando la primera bajo su in-
mediato mando, la segunda al del General Don
Francisco \\lilans, la tercera al del Brigadier
D. José JUanso, y la cuarta al de igual clase
D. Antonio llotten. Situado Mina en Calaf, pro-
tegia la entrada de víveres en Cardona, cuya
plaza estaba constantemente bloqueada por los
realistas, Entre tanto itan llegando las fuerzas
destinadas por el Gobierno á Cataluña, y se
reanimaha el espíritu de los liberales. El ejército
emprendió sus operaciones, y l\lina se dirigió
sobre CastellfuIlit, de cuyo fuerte se apoderó
despues de una obstinada resistencia, y de ha-
berse abierto paso la guarnicion por medio de
la línea enemiga, matando algunos centinelas,
y sin ,er cnsi sentidos por los sitiadores. Mina
dió un hando feclwdo donde fue Caslel1fulli(,
y despues de haber mandado saquear y destruir




22 I'ERSO"iAJES CELEBRES.


el pueblo, dando muerte á personas illofensinls
é incapaces de llevar las nrmas, mandó destruir
el pueblo, y colocar sobre sus ruinas la siguirute
inscripcion: Aqlli existió Castel(fullit: p1leblos,
tomad ejemplo. No abri[lueis d los eJtemigo.~ de
la patria. Esta medida de rigor no dejó de ser
crificada por cuantos saben, que en las con-
tiendas civiles no es el rnejor medio para apa·
gar los odios y restablecer la paz.


Desembarazado Mina de Castellfullit, se diri-
gió con sus tropas y tomó a Balaguer,· hatió á
los absolutistas en todos los encuentros, hizo
huir á la Regencia de Urg2:, se apoderó de todos
sus papeles, arrojó al terri 1 orio francés á los dis-
persos restos de la rebclion. y á poco mas de seis
meses de marchas forzadas y continuas I'ictorins,
pudo escribir al Gobierno q'ie la faccion queda
ba destruida, y terminadas las opcrJr,iones. T~1l
reie,antes servicios ob1 uvieron [lar premio que el
Gohierno le nombrára en 2ü de Di(~iel11bre de 18!!2
Teniente General, y le concediera In gran crl1z
de San Fernando; confiriéndole en segnida en !!O
de Enero de 1823, la Comandancia general del
distrito de Cataluña, del cual hasl·a rntOJ1(,C's
solo habia mandado las armas.




ESl>OZ y MINA. 23
Los sUcesos de la guerra continuaban poco fa-


vorables á los realistas, pero continuaban tam-
Lien con mas crudeza las discl1siónes entre el
partido liberal, y eran mayores todavia los atro-
pellos y crueldades que se cometian contra ciuda-
danos indefensos, yen especial contra los sacer·
dotes. Entretanto, las tropas francesas, concen-
tradas en la frontera con el nombre de cordon
sanitario, amenazaban con una próxima invasion
á las provltlcias que lUina hilbia pacificado. No
entraremos en los deta lles de los varios encuen-
tros qne tuvieron lugar; Mina, con fuerzas de-
Il1JSl8do inferiores para dar biltallas campales, se
lisongeaba de poder batir al enemigo en detall,
como en la guerra de la Independencia; pero al
mismo tiem;JO que de hombres, estaba exhausto
de recursos, y el ejéreito fmuces habia pasado
bruscamente la frontera el 13 y 14 de Abril de
1823. Sorprendido Mina, le file imposible reco-
g~r los subsidios que se le habian prometido en
una junta de las autoridades políticas y admi-
nistrativns de las cuatro provincias que componia
el distrito, fennida por él anteriormente en la
ciudad de \ ieh, ni rCllllir un ejército bastante
para la resist~n~ia. No se desanimó sin embar-




PERSONAJES CELEBRES.


go; aprovisionó en lo posible las plazas fuerte,.;,
y con las pocas fuerzas con que cOlltara, tum
durante dos meses en jaque 31 !\Iariscal :\Ioncey,
cuyo ejército invasor se componia de 20,000 in-
fantes y 2,SOO caballos, apoyados ademas por
mas de 7,000 facci.osos organizados milit3rmente,
que invadian todo el Principado. En aquella
lucha desigual hizo Mina cuanto estaba en su
mano, y recorrió con algunas fuerzas la parte
de la Serdaiia, confiado, segun por entonces se
decia, en que por manejos de las sociedades
masónicas, las tropas fl'anceias darian el grito
de libertad. No sucedió asi ; los invasores iban
adelantando, y Mina tuvo que r_tirarse despues
de habe.r sufrirlo una caida, de la que quedó
lastimado del pecho y estropeado de uua pierna,
en la que habia recibido una herida en la Guerra
de la Independencia Desde la Seu de Urgel pasó
a Barcelona. y antes de entrar en ella se detuvo
algunos ,Has en el inmediato pueblo de San Fe-
Hn de Llobregat, yerificándolo al fin el :; de Ju-
lio ,con la ~alud muy quebrantada. El 8 se pre-
sent.ó el ejército francés delante de Barcelona, y
aquel mes y el siguiente se pasaron en escaramu-
zas y choques de [loca importancia. La anar-
quia principiaba á reinar en la ciudad; casi to-




ESPOZ y MINA. 25
do el resto de la nacíon habia ya sucumbido,
1" solo él sostenia en Barcelona la causa cODsti·
tlleiollal. Ell.o de Noviembre de 1323 entró en
('ornunicaciones con el Mariscal l\Ioncey, que
acababa de ser reforzado con la division del
General Lauristoll. Firmóse una capitulacion
honrosa, .v el 4 elltrnron las tropas francesas en
Barcelona, y ocuparun en consecuencia de aque.
lla capitul:lcíon las demas plazas que aun se
sostenían en Cataluña. l\Iina, que había pé"r-
manecido siempre en la callla por efecto del
filal estado de su salud, se embarcó en un ber.
gantin francés con direccion á Inglaterra, des-
embarcó en Plymouth el 30 del mismo mes, y
desde alli se trasladó á Lón~res, donde en un
hOlll'oso retiro se dedicó al restablecimiento de
su salud; y conseguido, á la lectura, publicando
eu 1825 el breve estracto de su vida) de que
hemos hecho referencia.


Asi pasó los siete años que mediaron, hasta
que la revolucíon acaecida en Francia en Julio
de 1830 volvió á arrojar al ilustre emigrado á
¡a vida azarosa de su juventud. Trasladóse á
Franoia, y despues de dos meses de una inac-
don forzosa, pudo organizarse una espedicion




26 PERSONA.IES CELEBRES.
que debia internarse en la peuínsula por Na-
varra, y ser mandada por Mina, que no descono-
cia los incomenientes de tan arriesgada empresa.
Realizóla sin emhargo, pero derrotado al llegar á
Vera por las tropas del. Virey de Kavarra Dou
Ramon Rodil, quedó completamente desecha
su colum na, siendo fusilados deslmes los que
fueron hechos prisioneros, y debiendo él 1l11SIlIO
su salvacion y la de otros tres compaliel'os ri la
fuga; libráRdole el COllOeillli611tO que tenia del
terreno, de I¡¡ lJatida general que para prenderle
se verificó, y consiguiendo fU fin entrar nuev¡¡-
mentc en Francia.


Su lluevo destierro duró aun cuatt'o aiJos.
Muerto Fernando,Yn y procla mada Reina de
Espaila su A ugllsta Hija, se puhlicaron varias
amnistías, llinguna de las cuales comprendía ¡Í
Mina. Crecia la insurl'eceion en 13s Provincias
Vascongadas, y se aumentaba su fuerza con I~
llegada del Pretendiente y el genio organizadoi'
de ZumalilciÍl'l'Egui. Cl'ryó pi Gohierno que pI
sisterlla de lenidad seguido llasta rntonces con
los facciosos era la rausa de su engrandecimien-
to; recol'dósc el Lombre de :\Iina, y un decreto
esprmal de 22 de Setiembre de 1834 le colocó




E Sl'OZ y ~lINA, 27


desde el destierro al frente del ejército de Na-
yarra. Su salud estaba entonces muy quebran-
tada, pues ya se resentia de la terrible dolencia
de UIt cancel' eu el estóllwgo, que le ha causado
la rnueL'le. Sin alegar ninguna escusa aceptó su
lIomlJl'é\micnto, cntró en Pamplona el 30 de Oc-
tubt'o en medio de la alegria y de la confianza
que inspiraba á sus moradores, y el 3 de 1\"0-
viembre se encargó del mando, dirigiendo pala-
liras de paz á los carlistas, antes de principiar
las medidas de rigor.


EI9 del mismo lIJes fue nomhrado \irey de
Navarra, y General en Gefe del ejército de ope-
raciones del 1:\orte. Aum8utábause las facciones,
y ~Iina no por eso perdió de su prestigio, no
atreviéndose los facciosos á presentarle nunca la
hat¡¡jl;¡. AUllljue eran itH[¡speusab!es las medidas
de ri~or para contr,ll"<~star las crueldades de las
faeciol1cs, Mina trató sin embargo DlgllIlDS veces
de templar el enrOllO de los parüdos: y si es
cierto que de,tinó ,,1 Pllehlo de Le(;aroz en el
ralle d~1 Bastan il la misma suerte que el pue-
blo de C,.:,tellfullit, y mandó diezmar t, sus ve-
cinos, lo es tamlJiell (lile solo murieron tres de
ellos, suspendiéndose la rjecucion de los demas




28 PEl.\SON.UES CELEBRES.
despues de encontrar la artilleria que tenían
oculta.


Mina pl'incipió sus operaciones, pero estaban
trocados los papeles; tenia que luchar contra
antiguos amigos y compañeros de armas. R
quienes él mismo ha bia enseñado ú hacer la
guerra en otros tiempos; SllS propias lecciones
se volvían ahOl"a contra él. Así fue que no pudo
luchar ventajosamellte contra su rival, navarro
como él, y algunos triunfos parciales narla aña-
dieron ¡Í sus glorias; por otra Jl~rte Sil enferme-
dad iba progresando de dw en dia, y tuvo que
dejar el mando del {'jército para pasar á la ciudad
de Montpeller, ~ fin de que alli le curase el cé-
lebre Doctor Lallemand su nmigo.


En l\lontpeller se hallaba Mina, cuando el
levantamiento que se verifie ó en Agosto de 1835
contra el Ministerio del Sr. Conde de Toreno (*)
dió lugar á la formacion de Juntas. La que se
establedó en Barcelona, recordando los hechos
de armas del General en la época de 1822 y
1823, le nombró en ~'~etiembre Capitall General
del Principado; nondJf<lIniento que fue aprobado


(.) Véase su lJiografia tomo IV.




F.SPOZ y ~1I:'iA. 29
despues por el Ministerio MendizaLal. Pasó
Mina á Barcelona, aunque no restablecido, lle-
vando eu sus entrañas la causa de su muerte, y
llegó ú dicha ciudad de incógnito á fines del mes
de Octubre; pe"o no· dejó de 5aherlo el pueblo,
que le acompañó tÍ su alojamiento en medio de
estrepitosos vivas. Encargóse del mando el 25 • j
dió principio tÍ las operacioues con su natural
actividad, arrojando á los facciosos, que eran
ya en gran número en Cataluiia, á las montañas.
En d mes de Diciembre y á pesar de lo rigoro-
so del invierno, empr~ndió su espedicion contra
el Santuario de Nuestra Seüora del Hort, posi-
cion casi inespugnable, y que servia de guarida
á las facciones; el 2:3 de Diciembre se apoderó
del pélehlo, obligando á los carlistas á encerrarse
en el último refugio, que era el santuario. El 25
principió el fuego de artillería, y sin duda se hu-
biera rendido el fuerte muy pronto, si el horri-
ble suceso que vamvs á referir, no hubiera lla-
mado en aquellos momentos al General á Bar-
celona.


Súpose el 4 de Enero en aquella ciudad, que
los facciosos habian fusilado treinta y tres pri-
sioneros de los que se hallab~n en su poder, y




ao PEflSO'HJES CELEIll\ES.


los re\oltlelonurio,; de !3ilrceloll~ COl'ncrOIl UIIlO-
tinados a la Ciudadela, á,\ taI'DZ~llnS, a Cana-
letas y 81 hospital militar, y tomaron sall,~rientas
rerrrsalias ton los facciosos que allí haLia; sien-
do entre otros víctima de su L:ror, el oficial
carlista O' Oonc!l, f!tle fue arrastrado inhuma-
namente por las calle~ de ~qllella ciudad, con
escándalo y horror de sns habitantes.


Al trasladarse Mina á la capital, dispuso sus-
pender el sitio de Nuestra Seíiora del Hort , y su
presencia en Barcelona desbarató el pro.vecto que
entonces tellian aigunos de publicar la Consti-
tucion de 1812, adoptando medidas severas, eu-
tre ellas la de deportacion de algunos indivi-
duos, que tan criticada ha sido desplIes por los
hombres de ~u p3t'tido, cuando otros han teni-
do precision de adoptarla. Tomóse dcspues el
santuario que antes hemos cit~clo, y l\Iilla, para
procurarse recursos en el Principado, creó una
junta de armamento y d{'fellsa. Pero iban como
plicándose los acontecimientos políticos, y :U.ina
hizo renunria de Sil mando, que llO fne admitida
por el Gobierno. Sobrevinieron los aco!ltecimientos
escandalosos de la Granja, y la pubiicacion de la
ConstitucioIl del afio 12. Pero las dolencias del




ESPOZ \ nnXA. 31


Gemral S~ iban agral'ando, y á pesar del desYelo
de acreditados taclIltJti\'os, y <L-! illces:mte cui-
dado de su esposa [)OllJ Juana Vegil, con quien
se habia casado en G:llicia, eS;j¡~'(; ¡:l 24 de Di-
ciembre de 1.36, it lil edad de;}:) iJllOS.


Tal fue la vida de este homllru de reconocida
providad y 1I0tallle valor. Afiliado por sus opinioc
Hes en el partido del progreso, cometió muchas
faltas y corrió graves riesgos, por sostener sus
exager2das ideas de libertad. Indudablemente los
ca,tigos atroces que ca los \'arios periodos de su
carrera ha ímpucoto, si pueden ser para unos
¡jisclIlpados por las cir.·unstancias, le hau mere-
cido en concepto d0 Illucho;; el dictado de cruel:
y si fuese cierto, como se ha asegurado, que él
fue el que dió la órden pJl"<J el hárbaro asesinato
de la anciana ll1a<lrc de Cabrera en el año de
18;)(j, este solo borron hastnrb para oscurecer
en gl'au manera sus illdispatahles glori~s y ser-
vicios.


Por decreto de las Córles de 1837 se mandó
inscrillir su nomllre en el salou de sus sesiones.
Dióse á su viuda el título de Condesa de Espoz
y Mino, y elevada posteriormente á la Grandeza
de España, obtuvo durante la Regencia del Ge-




32 PERSONAGES CÉLEIlRl'S.
neral Espartero, el alto encargo de Aya de
S. M. y A., el cual ha desempeñado hasta el
establecimiento del Gobierno provisional en Ju-
lio de 1843. Dicha Señora ha nsado constante-
mente rigororo luto desde la muerte de su esposo;
y SI esto podia ser en ella una prueha de laudahle
afecto, no era seguramente el trage mas á pro-
pósito para acompañar constantemente á las Régias
Huérfanas, aun en las ocasiones m"s solemnes,
ni para inspirarles la alegria que dehe reinar en
sus infantiles corazones.




.. ~
...






=


BEN.JAllIIN CONS1'ANT.


«Benjamin Constaut uo teuia Di las
facilidad ,le Manuel, ni la profuu,li-
dad de Royer-Collard, ni la vehe-
mencia de Cusimíro Peder, ni el bri-
llo de Foy, ni la armonia de Lainé.
ni Ins gracias de MUl'tignuc, ni el po-
der de Serre : pero fue de todos los
oradorrs (le la izquierda, el DlUS es-
piritual, mas ingeniüso y fecundo."


Tl.llON-Libro de los oradores .


.......


Uno de los escritores que mas han contribuido
a generalizar los buenos prineipios sobre el de-
recho político ~onstitucional, y sobre la teoría de
los gobiernos representativos, es sin duda el pu-
blicista y orador, de cuya biografía vamos á
ocuparnos. Si despues han sido combatidas algu-




2 PERSONAJES CEL11J/RES.


nas de sus doctrinas, y considerados como pe~
ligrosos algunos de sus prmcipios, es indud¡,ble,
por lo menos, que entre n030tros es el que m as
ha contribuido á estender el conocimiento de los
principios constitucionales, Con sus discursos,
eon sus escritos se formó la educacion de la ¡'~s·
paña liberal ilustrada, y á él se debe indudable-
mente en gran parte que no hayan prevalecido
los principios que d0l11inaron en la formacio D
del código de 1812.


Enrique Benjamín Constant de RebefJue, na-
ció en: Lausana en 25 de Octubre de I i07 , sien-
do su padre Justo Constant de Ilebeque, ori-
ginario de una antigua familia francesa, refugiado
en el país deVaud, en Suiza, por causa de fieli-
gion, y Coronel de un regimiento suizo al ser-
vicio de Holanda. Fue su madre Enriqueta de
Chaudieu, hija tambien de franceses refugiados,
que perdió la vida al dársela á su hijo Benjamin.
Tenia su padre ciertas preocupaciones contra los
colegios públicos, y quiso ensayar la educacíon
doméstica, tomando al efecto y d,~spidiendo su-
cesivameute á: varios preceptores. Uno de ellos
tuvo Ull pensamiento bastante ingenioso: "consis-
ti&, dice Benjamill Const311t, en unos fragmentos




BENJAMIN CONSTANT. 3


de Memorias, en hacer que yo mismo inventára
el griego para aprenderlo. Propúsome el formar
para nosotros dos una hmgua, que solo nosotros
comprendiésemos. Gustóme mucho la idea, y
formamos por de pronto un alfabeto, en el cual
rada palahra francesa estaba traducida por otra
griega. De modo que todas ellas quedaban ad-
mirablemente grabadas en mi entendimiento,
creyéndome su inventor. Sabia ya un sin nú-
mero de palabras griegas, y me ocupaba en dar
á aquellos términos de creacion mia leyes ge-
nerales; es decir, que sin saberlo, aprendia la
gramática griega.»


Precisado su padre á despedir á varios pre-
ceptores, resoh'ió colocar á su hijo en una
Universidad de Inglaterra, y llevó al jóven
Benjamin Constant al Colegio de Oxford; pero
un jóven de 1 a aüos podia progresar poco en
una Universidad, it la cual hasta los mismos
ingleses no van á terminar sus estudios sino á
los 20 aüos. Apr~ndió alli el idioma inglés, y
precisado su padre á dejar la Inglaterra para
ir á Alemania, le colocó en la Universidad de
Erlang. Fue admitido en la pequeña corte de la /--


/' ,~


]\Iangravesa de Boreith, con la afeccion qrfll:""




4 PERSO:UJES CELELEfiRES.


tienen los Príncipes que se fastidian, con lo;;:
estrangeros que los entretienen.


En 1783, y precisamente en lo mas acalorado
de la querella del país de Vaud contra las pre-
tensiones de la ciudad de llerna I le llamó ~ sí
su padre; y lo que oyó contra las e:dgencias aris-
tocráticas de los Bemeses , contribuyó á grabar
en su corazon impresiones indestructibles de li-
bertad. En el mismo ailo pasó Benj,lmin Cons-
tant á Edimburgo, donde era moda entrt' los
jóvenes el trabajar, y se entregó al estudio con tal
ardor que llegó á hacerse en él Ull~ costumbre.
Causóle agradable sorpresa á UIl tiempo la dulce
y seIlcilla hospitalidad que distingue á la nacíon
escocesa, y la tierna amistad que le profesaron
los Lores l\Iachintosh, de Laing, Wilde, Graham
y Erskine. Termmados sus estudios ('11 Escocia,
pasó Benjamín á París, y se hospedó en c<lsa de .
l\lr. Suard, cuya sociedad, compuesta de l\'Iorellet,
Marmontel, Lacretelle, La Harre, y de casi
todos los académicos ¡¡¡ósofos, egerció sobre su
espíritu una influencia, á la cual no pudo sobre-
ponerse en mucho tiempo.


Algunos estravios de la juventud le obligaron
á ir á Bruselas, á donde llegó con el amor de




BEXJUlIN CO~STA!'iT.


la libertad que habla adquirido en la Universi-
dad de Edimburgo , compuesta de wighs. La
escuela escocesa comprendia la libertad menos
como derivada de un principio divino, natural
ó filosófico, que como una série de libertades
establecid,ts poe las leyes, ó conquistadas por el
uso. r\quellas primeras nociones influyeron mas
adelante en la conducta entera, y en todos los
escritos de Belljam¡n Constant. La escuela francesa
comprendia menos la filosofía como ciencia de
las facultades y deberes del hombre, que como
un arsenal, donde el derecho de exámen podia
acudir á buscar armas contra lo que quería des-
truir. En tal situaeiGll de espíritu, y á la edad
de 19 años, cOllcibió Benjamin Constant el pro-
yecto de escribir la Historia del Politeísmo. Ya
autes de pasar á Escocia, y cuando solo tenia
13 años, habia escrito y dedicado á su padre un
Romance histórico> cuyos cinco primeros cantos
existen todavia, y euyo título era Los Cabalte-
¡'os. Esta produccion J en que la candidez y la
exageracion de la infuncia forman un bello COll-
traste con las reminiscencias de una memoria fe-
liz, y las tentativas escéntricas de una imagina-
cíon jóven, anuuciaba un espíritu inclinado al




6 PERSONAGES CÉLEBRES.
trabajo, y un gran deseo de gloria. Estas dos
cualidades le inspiraron la prematura idea del
Politeismo. «No tenia I dice él mismo I ninguno
de los conocimientos necesarios para escribir re-
gularmente cuatro renglones sobre este asun-
to. Nutrido con los principios de la filosofía del
siglo XVII(, era mi único pensamiento el con-
tribuir por mi parte á la destruccion de las que
yo llamaba preocupaciones. Me habia apoderado
de un aserto de Helvécio, que pretende que la
religion pagana era en mucho preferible al cris-
tianismo; y con algunoq hechos tomados al asaso,
y con muchos epígramas y declamaciones que
creia nuevas I pensaba apoyar un dicho que no
habia examinado ni profundizado. Si me hubiese
entregado menos á toda~ las impresiones que
agitaban mi juventud, tal vez habria concluido
en dos años un libro muy malo I que me hubiera
proporcionado una reducida y efímera reputacion,
y co:nplaeidó mucho. Uoa vez ya comprometido,
por amor propio no hubiera podido mudar de
opioion, y adoptada así la primer paradoja, me
hubiera sugetado por toda la vida.»


Su viaje á Alemania decidió su aficion al tra-
bajo, y Gibboo, John de Muller, Kant, le




BENJAMIN CONSTANT. 7


acostumbraron á una vida tranquíla y estudiosa.
Quiso contraer algunas relaciones en la sociedad;
pero inesperto y tímido fracasaba á menUdo con
la sutileza que dá la coquetería á las mugeres,
que no tienen ninguna otra.Pedia amor, y le
ofrecían amistad; y se enfurecía contra· todas
las mugeres que no disputaban con él sino sobre
un sinónimo.


Regresó á París· en 1787, Y apenas. conocia
en aquella populosa ciudad mas que los hom·
bres y las cosas que la casualidad le babia pro-
porcionado. "Tengo, diee, tal pereza y talfalta
de curiosidad, que jamás he ido de m,otu propio
á ver un monumento, ni un pais, ni UD. hombre
célebre; me quedo donde la suerte me. coloca."


Su padre le llamó para enviarle á Brimswick
donde le habia conseguido un empleo. Si la polí-
tica escocesa le habia hecho al!mirar el sistema
wigh; si el ódio de su. padre contra· la oligarquía
de Berna le habia . inspirado una· desconfianza,
que,no se borró jamás, contra todas las.aristocrá·
cias; una oculta inclinacion le hacia amar los pe~
queños Estados de Alemania. Las clasesestanallí
muy marcadas, pero la comunicacion de las per-
sonas borra en parte, lo que choca en semejante




8 PERSONA.IES CELEBRES.


desigualdad; si la aristocrácia de nacimiento ü¡-
funde mas respeto, parece que la aristocrácia del
talento obtiene mas consideracion. El poder opri-
me allí ademas con peso mas ligero; y solo á
cierta distancia se percibe su arbitrariedad. Los
gobiernos antiguos son suaves, porque son viejos,
y los nuevos SC/lI por esta misma causa insolen-
tes y duros.


Benjamin Constant se casó en Brunswil!., y
regresó. á Francia en 1797. Reclamó y obtuvo el
título de ciudadano francés, como hijo de corre-
ligionario, y publicó un folleto titulado: De la
{nena del Gobierno actual de Francia, y de
la necesidad de unirse á él. Aquel escrito le en-
lazó con los republicanos mas puros. los amigos
mas nobles de la libertad> Chenier, Daunou y
Louvet; publicó des pues dos folletos, el de las
reacciones políticas y el de los efectos del ter-
ror, cuyo objeto es el mismo, puesto que el UllO
prueba que las persecuciones sirven solo para sus-
citar y perpetuar los ódios; y el otro, que el terror,
inútil para la libertad, habia aunado todas las
pasiones contra la república.


El club establecido en Clichy dió lugar á que
!le crease otro en el palacio de Salm. Aquella




BENJAMIN CONSTANT. 9


teaccion constitucional facilitó á Benjamin Cons-
tant el medio de que se conociera cuanta buena
fe habia en su corazon, cuanta adhesion en su
carácter> cuanta sutileza eu su espíritu. Si sus
escritos de polémica le habian colocado en el
primer lugar entre los escritores políticos, sus
discursos animados, convincentes, llenos de agu-
deza, de elegancia y de ironia, le señalaron ya
como un orador especi:ll. Las amistades, cuando
son largas, se hacen sagradas, y de aquella
época datan las relaciones, tempestuosas alguna
vez pero jamns interrumpidas, de Benjamin
Constant con MOle. dc Stae!. Esta muger célebre
se habia declarado adversaria de los Clichyanos;
y su tertulia, de mucho atractivo porla sorpren-
dente conversacion de Benjamín Constant, .era
dirigida ptlr 1\Ir. de Talleyrand, impaciente por
los obstáculos que se oponian á la naciente re-
pública, y los estorbos que enrontraba en el
camino del ministerio. El club de Clichy luchaba
contra la revolucion entera. El club constitucional
de Sallll, luchaba á la vez contra los hombres
del terror y contra los realistas. Agriárunse los
odios; Constant publicó en los periódicos algu-
nos artículos contra el terror; quisiéronse servir







10 PERSONAlES CELEDRES.
de sus doctrinas contra la república, y él mismo
se refutó con tanta buena fé como talento. El
Directorio quiso terminar unas querellas que su
debilidad habia promovido, y no supo hacerlo
sino por medio de un golpe de estado; el t 8
Fructidor le dió por adversarios á todos los es~
píritus altivos, y á todos los corazones genero-
sos; de am provino la oposicion, á la cual su-
cumbió él mismo el 18 Brumario.


El primer Cónsul· Bonaparte llamó al Tribu-
nado á Benjamin Constant, el cual, á pesar de
su .. admiracio!l por el héroe de Italia, lIera-
do de su amor á la libertad, se colocó en la
oposicion, que entreveia ya un futuro imperio
en aquel consulado, y el poder del sable en las
formas representativas. Irritábase Bonapal'te de
aquella oposicion pública, y decia á Benjamin
Constant: «venid á hablar conmigo en mi' gabi-
nete; hay discusiones que solo se deben tener
en familia.)I Pero mas colérico contra el Tri-
bunado: "Si les dejara hacer, decia, dentro de
tres meses no existiria autoridad en Francia ...
Fue creciendo la oposicion trihunicia, se resol.
vió la eliminllcion; y el Tribunado quedó redu·
cido á cincuenta miembros, siendo separados




BENJUnN CONSTANT. 11


de él cuantos hombres independientes habia, y
casi cuantos eran homl:res de talento, contán-
dose cotre ellos á Benjamin Constant.


Arrojada la oposicion del .Tribunallo, se re-
fugió en los salones de l\1me. de Stael. Benjamín
Constant publicó las Continuaciones de la con-
tra revolucion dI! 1660 en Inglaterra; y aquella
reunion , en la que se hallaban varias personas
distinguidas, disgustó al Emperador. Tanta
franqueza de opioion, aquel valor de publicidad,
dieron lugar á que se notificase á Mme. de Stael
y á Benjamin Constant la órden de salir de
Francia. Refugiaronse en Alemania, .y este se
estableció eo Weymar, donde Grnthe, SchiHer y
Wieland le inspiraren el· pensamiento de trasla-
dar al idioma francés el genio del teatró ale-
man; y si Wallellstein no consiguió este objeto,
dificil é imposihle tal vez, á causa de la diferen-
cia entre las lenguas y los pueblos, no podrá
negarse que el admirable prefacio que precede á
dicha obra no haya introducido en Francia el
gusto por la literatura alemana, cuya imitacion
llegó á ser escesi va .


. Hacia frecuentes viages á Copet, donde se
hallaba Mme. de Stae!, y las discusiones á 'que ellos.




12 PERSONAJES CELEBRES.


daban lugar produjeron la novela de Adolfo,
estudio ingellioso del corazou humano, en que la
delicadeza de las observaciones y las gracias del
estilo, hacen olvidar la falta del drama y de la
acciono La dulce y prolongada paz que le pro-
porcionó su casamieoto con Mme. de Harden-
berg le inspiró la novela de Cecilia, episodio
de la de Adolfo, y que la concluia, como la
calma despues de la tempestad; pero la separó
sin embargo, cedIendo á pesar suyo, á los cou-
sejos de Lady Holland, por llO dividir el iu-
terés.


Benjamiu Constant consiguió permiso para
volver á Paris, pero no lo obtuvo para perma.
necer en dicha capital; regresó á Alemania, y
se estableció en Goettinga. AlIi concluyó su obra
de La Religion considemda en su origen, sus
formas y sus desarrollos. Mas adelante separó
de ella la historia del Politeismo romano, obra
póstuma que el autor no pudo revisar ni con-
cluir. Pero para descansar de sus estudios sé-
rios, y como por vengarse del largo destierro
que pesaba sobre él, se dedicó á una composi-
clan mas frívola, y su poema Florestan ó El Si-
tio de Soissons, en nueve cantos, es una sáti-




BENJA~II:'; CO:';STA:';T. 13
ra ín!l;eniosa, en la que la cortesanía del len-
guaje y la mas sutil ironía, esparcen el ridículo
sobre la fama de sus enemigos, de sus ad-
versarios y envidiosos; pero dODde la cólera
hiere alguna vez demasi¡Hlo alto y con sobrada
fuerza.


Los desastres de la guerra de Rusia sor-
prendieron á la Francia, que habia mandado á
la E;¡ropa como señora; y por una reaccion ne-
cesaria, la Europa á su vez se desplomaba con-
tra la Fr:lOcia. llrnjamin Constant, de vuelta á
París, creyó que al fin podria realizar el deseo
de toda su vida, viendo establecido de buena fé
y sobre bases estahles el gohierno representati-
vo. Luchó primero contra las usurpaciones del
poder real, pero en cuanto á la necesidad de
unirse al poder monárquico, fue esta una idea
que no abandonó en toda su vida. Era esen-
cialmente hombre de transaccion, luchando
siempre f)or la libertad, y jamás contra el go-
bierno estahlecido. Estuvo siempre animoso en
la brecha; publicó varios artículos, y al dia si-
guiente de publicar el del 19 de Mayo, impreg-
nado de cólera contra el hombre que dos veces le
llabia proscripto, aquel mismo hombre l¡abia




14 PERSONAGES CÉLEBRES.
reconquistado el imperio con una ~elocidad que
parece fabulosa. C*)


Benjamin COllstant se refugió á casa uel Cón-
sul americano, y creyó (IlIe debia abandonar á
París. Asegurado IJor sus amigos, volvió á la
Capital, y llamado por el ~~l1Iperador, despues
de tener una lélrga eOnfpl'ellcia ron él, entró ('JI
el Consejo de Estado. Este proceder cOlltl'adlctorio
ha sido apreciado de diversos modos, y nosotros
nos limitarémos á dar cuenta de las impresiones
que él mismo esrerimentaba, y depositaba en el
seno de la mas intima y tierna "Ill istad. En 1. ()
de Abril de 18t5 escribia: «fIace algunos dias
que te escri hí para decirle, cuan tranquila era
mi posiciou, y para asegural'te completamente
r.n cuanto á mi y nI porvenir de la Francia. No
puede sospec(¡arse qlle sea parcial con el Empe-
rador, al trihutar á su géi\io el homenage Ijue
no se le puede negar. Me alejé de su imperio,
porque me parecia que no daba kls!anre libertad
á la Francia. He procurauo sostener, en cnnnto
m'a dado á los esfuerzos de un simple ciudadano,
á los TIorlJones en el 'Il'ono; creia que su dcbi-
lidad era mas favoralJle para la lil)ertad. Estaba


(') Véase la biografía tle Napoleon tomo n.




BEl'UA!\1IN CONSTANT. l'
decidIdo ;Í alejarme des pues de su caida, cuando
un camhio completo de sistema en el gobierno
imperial, me ha hecho concebir esperanzas ines-
peradas. La mágia de la vuelta del Emperador,
el universal asentimiento del ejército, la adhesion
no menos general de la nacion, los principios
Iihtrales que ha proclamado, el modo como han
permanecido :í su vista sus mas animados adver-
sarios, sin es[wrimentar ninguna proscripcion, todo
esto ha producido en los espíl"itus una revo-
lucion decisiva en favor suyo. Es pues preciso
que me per~u;)(la, que la Francia está en el dia
indisoluhlemente uuida Íl él; atacarle es atacar á la
Franeia, y el estrangero sabe cuanto cuesta. Así
pues, prepárate á "enir por Suiza, si 110 puedes
pasar por l'rancfort; pnes haya gllerra Ó haya
paz, no abandono mas la Francia." Tal era la
opioion de Benjamín Constant, este el senliuliento
íntimo que dirigió su conducta, y que sí abre
campo á la discusion , debe por lo menos illlponer
silencio á la calumnia. Benjamin Constant estuvo
encargado de redactar la famosa acta adicional;
y las Cartas sobre los Cien Dlas manifestaron
la conducta del puhlicista durante aquel reinado,
que principiaron 600 hombres en las arenas de




PERSO~AJES CELEBRES.


Cannes, y que destruyó un rjército en las me-
morables llanuras de Waterloo.


Verificó se en cousecueucia la segunda restau-
racíon, y Benjamin Constant abandonó de nuevo
la Francia, 110 regresando á Paris hasta cerrada
la lista de las proscripciones. Publicó su Trata-
do de la dJctrina patlfica ,se consagró entera-
mente á la polémica, escribió en El Mercurio,
La }llinerva, La Fama, El Correo y El Tiempo;
y en tan larga carrera periodística, siempre al
frente de la oposicion, lleno siempre de valor,
siempre en la brecha, teniendo siémpre fé en la
lihertad y esperanza en el porvenir; sin alegria
por el triunfo, y lleno de tristeza por los dis-
gustos, las invectivas, las calumnias con que se
le amargaba diariamente, veia agotarse su vida,
ajarse y acabarse en una lucha tan continuada.
Bajo el título de Curso de política constitucio-
nal, rennió algunos escritos de circunstancias
que ya había publicado antes; y en sus comenta-
rios sobre Filangieri acometió á algunas cuestio-
nes nuevas.


En 1819, á pesar de los esfuerzos del l\linis
terio, Benjamín Constant fue elegido Diputado
per el departamento del Silrthe, y se colocó en·




BENJAMIN CONSTANT. 17


tre los primeros gefes de la oposicion liberal.
Infatigable en la tribuna, como lo habia sido en
la imprenta, desplegó esa especie de lógica que
brilla en sus escritos, y que consiste sobre todo
en envolver á sus adversarios en una red de ar-
gumentos irónicos y sutiles. Fue, sino el mas
elocuente, el mas ingenioso por lo menos, el mas
constante y hábil defensor de la libertad. Su
ironia escitaba una cólera, que se apaciguaba
bien pronto con sus corteses modales. Si la de-
recha se sentía ofendida de alguna palabra, sin
cortar el hilo de su discurso, huscaba un equiva-
lente á aquella palabra, y si aun esta ofendía,
la reemplazaba con otra. Esta presencia de es-
píritu, este profundo conocimiento de los re-
cursos de la lengua, esta maravillosa degrada-
cion de sinónimos dulcificados, sorprendía agra-
dablemente aun á sus mismos adversarios. Ben-
jamin Constant era mucho mas cáustico que Ma-
nuel, pero antes de picar mojaba en la miel su
aguijon. Decialo todo, porque todo sabia de-
cirlo.


Cuando Benjamín Constant se veia acosado
por los que interrumpian, hacia fuego por to-
dos lados, y se le esc .. paban una multitud de


2




18 PERSONAGES CÉLEllRES.
dichos naturales y agudos. Sacaba partido de
todo, de una carta, de una letra, de un heeho,
de la menor circunstancia, de una comparacíon
histórica, de una confesion, de una esclamacion,
de una palabra. Como un gabilan que acecha su
presa ron las garras abiertas, no tenia mas que
cerrarlas para cogerla. Recostado en el estremo
de su b,mco, con el oido atento y la pluma en
la mano, devoraba el debate, á la tribuna y al
orador. Tenia un,l atencion tan absorvente y tal
facilidad en componer, que nI escuchar el discurso
de un adversnrio, escribia de corrido In refutacion,
que lein inmediatamente en la tribuna. Pero
preciso es decirlo, sus sustilezas en el estilo,
aquella elegancia esquisita, nquel arte de sinóni-
mos llevado al último estremo, quitan á los
discursos parlamentarios su vigor, su natural
flexibilidad, y hasta su misma gracia. Es pre-
ciso que la tribuna no se resienta demasiado de
la academia, y que un orador no sea solo un
artista. Cada lugar tiene su género, cada perso-
nage su carácter.


llay dos especies de dialéctica; una insinuan-
te y "guda, y otra nerviosa y compacta. Una que
resiste por el peso de los razonamientos, y otra




EEN.JAMIN CONSTA~T. t9


que se abre paso con las agudas puntas de sus
dardos. Una que va derecha á la cuestíon, y otra
que da vueltas alrededor y que penetra en ella
por las junturas. Benjamin Constant tenia esta
especie de dialéctica.


Hay dos clases de elocuencia: uua que saje
del fondo del alma C0l110 de un munantíal, y que
con la abundancia de sus olas empuja delante
de sí, destruye y sumerje á sus adversarios; y
otra que multiplica sus redes alrededor de ellos,
los atrae á sus lazos, los fascína con \¡¡ vista,
los entretiene, y los mata mordiéndoles de mil
maneras. Benjamin Constant tenia esta última
clase de elocuencia. Deslumbraba mas que in-
fundía calor; era mas diestro que vehemente,
mas persuasivo que convincente, mas sutil que
fuerte. Benja'11in Constant era no solo un discu-
tidor de tribuna, siuo tam bien un gran publi-
cista, y por este título se había dedicado mas
particularmente á la m isíon de proteger á 'IOS
escritores. Benjamin Constant recordó siempre
que antes de ser Diputado hahía sido periodista,
y esta era la parte ma s bella de su gloria.


Sabiase que sill embargo de su fuerte opo-
sieion en la tribuna, Benjamin Constant separa-




20 PERSONAJES CELEBRES.
do de los agitadores, era enteramente estraño á
cuanto pudiera amenazar la existencia de la Res-
tallracion; que su oposicion era constitucional,
firme y constante, pero leal y sin segunda in-
tencion; y sin embargo, á él era á quien el ódio
absolutista señalaba mas particularmente á los
perturbadores que pagaba; á él á quien se ame-


I
nazaba en Strasburgo, su casa la que se cercaba
en Saumur, á él á quien pedian los procurado-
res generales que se persiguiese. Una felicidad
completa para él, la única que disfrutó sin
amargura, fue la de haber probado la inocencia
de Wilfrid-Regnault, y salvado á este inocente
del cadalso que le esperaba.


Conservaba el valor, pero las fuerzas estúban
ya agotadas, y el contraste de una inteligench
elevada, entera todavia, en un cuerpo destruido,
causaba á sus amigos y á la Francia un doloroso
presentimiento. Obligado á soportar una opera-
cion cruel, se retiró al campo. Hacia muchos
a¡jos que iudicaba diáriamente el único abismo
en donde podia perderse la Restauracion, y la
Restauracion no quiso dejar desairados sus vati-
cinios; aparecieron los decretos y estalló la re-
volucion de Julio de J830. Benjamin Constant




BENJAMIN CONSTANT. 21


salia apenas de manos del cirujano, cuando re-
cibió un billete del General Lafayette, en que
le decia: « Se juega aqui un juego terrible:
nuestras cabezas son la apuesta j venid á traer
la vuestra.» Benjamia Constant no faltó ni á
la libertad ni á sus amigos.


Sabidos son los grandes acontecimientos de
aquellos memorables dias, y los hemos referido
en otro lugar. Despues del 7 de Agosto, ha·
blando Benjamin Constant en el Palacio Real
con Mr. Laffitte, se le aproximó el Rey y le
dijo: "Teneis hechos sacrificios superiores á vues-
tras fuerzas por la libertad; esta causa nos es
comUll, y con placer mio vengo á ayudaros.,.-
"Señor, contestó Benjamin Constant, aceptaré
este beneficio, pero la libertad es antes que el
agradecimiento; quiero permanecer indepen-
diente, y si vuestro Gobierno comete faltas, yo
seré el primero en reunir la oposicion.,,-«Asi
es como lo entiendo, contestó el Rey. l)


Grave error fue en Benjamin Constant el
creer que podia ser impunemente funcionario é
independiente. Habia bastado en otro tiempo
para fascinarle el poder de Napoleon, y acabab1},t<: -:: ..
de sucumbir al encanto de otro, y en sus nlO"," ,''' .....




22 PERSONAGES CÉLEBRES.


mentos de transporte hacia mil elogios de la
situacion, diciendo que tenian el ideal de un
Rey ciudadano. Pocos dias des pues , es verdad,
salió de aquel encanto, é illa á romper las
doradas cadenas que le apri~ionabau. Hay siem-
pre en el alma de los literatos un pequeño
rincon donde se alberga el sentimiento demo
crático, que se ostenta por un lado ó por otro,
por mas que esté desvirtuado por la corrupcion
de los favores, de las dignidades y del oro.
Entre todas las clases de una nacíon , la de los
literatos es la mas independiente, porque es la
que tiene mas talento, y el talento es lo que hay
mas independiente en el mundo. Benjamin Cons-
tant era literato, y tenia ademas una sed in-
mensa de popularidad, y preferia COIl razon la
cualidad de periodista y Diputado á cualquiera
otro encargo público. La imprenta y la trilluna
le habian dado su fuerza y su gloria.


Pronto hubiera abandonado el botin para
mezclarse en la refriega, y dimisionario ó desti-
tuido, no hubiera tardado en dar el grito de
alarma en la oposicion. Pero estaban ya gastados
los resortes de su vida. Su noble cabeza se incli-
naba, y algunas veces la sugetaba con ambas




BENJAMIN CONSTANT. 23


manos, cual si m editára sobre la vanidad de. las
nwoluciones. Aquellos sueilos de porvenir, aque-
llas hermosas ilusiones que durante quince años
habian pasado por delante de sus ojos, se des-
vanecian una en pos de otra. Dominábanle ne-
gras tristezas é invencibles melancolías. Cadáver
vuelto á echar eu la oposici(ln. se arrastraba
con trabajo desde su banco á la tribuna, y sus
labios, que no podian ya sonreírse, dieron un
adios á la libertad, y bajó con ella al sepúlcro.
Benjamín Constant murió el 8 de Diciembre de
1830; habia creído morir en el triunfo, y se es-
tinguió en medio de la desesperacion.


Tal fue la carrera política de Benjamín Cons-
tant, y para completar nuestro cuadro transcribi-
remos la descripcion que de sus cualidades fisicas
y morales hace el autor de quien hemos tomado
el epígr~fe. "Era débil de cuerpo, un poco en-
corvado, con los brazos y piernas largos y del-
gados. Sus rubios y ensortijados cabellos caian
sobre sus espaldas, y adornaban agradablemente
su espresivo semblante. Cuando recitaba, lo
hacia con tono monotono; y cuando improvisaba,
se apoyaba con las dos manos en el mármol de
la tribuna, y precipitaba el flujo de sus palabras.




24 PERSONÁIES CELFI1BES.
La naturaleza le habia negado todas las ventaj'ls
esteriores del porte, del gesto, y del órgano, de
que ha sido tan pródiga con Berryer; pero su-
plia aquella falta á fuerza de talento y de tra-
bajo. Entonces, un Diputado sumido en la medi-
tacion de las leyes, examinando detenidamente
los presupuestos, consagraba sus días y sus
noches á los trabajos parlamentarios. En el dia
esto no es mas que un accidente, un pasatiem-
po, una distraccíon, sino es ya una corbea. ,;








" " . ""================:::::===0::::'
".


... D. CARLOS


DE BORBON .


• D. CArlos ha sido el que ha &uici·
dado su causa, y con ella A cuantos
de buena fé se le alístaron.l>


MElIOR/A lI/LITAR J POLlTlCA SOBRB
LA GUERRA DI> NAVARRA: por D.JosiI
Manuel de Arizaga.


_ ... -


Si hace seis años se hubiera tratado de es-
~ribir la biografia de D. Cárlos, con dificultad se
pudiera decir acerca de él cosa ninguna que sir-
viera para el estudio imparcial y filosófico de la
historia contemporánea. Los dos partidos que
se disputaban entonces con encarnizamiento la




PERSONAGES CÉLEBRES,


posesioll del trono, y regaban los campos ('spa-: ~""
ñoles con sangre vertida en fratricida lucha ',~1U­
bieran querido ver en aquella biografia lo's es-
tremos de una amarga sátira, ó los hlffiores de
un npoteosis. La menor alabanza arrh~cad,l a la
imparcialidad, se hubiera mirado por los pri-
meros ('omo una defeccion ;",10s cargos mas fun-
dados y las verdades mas palpables acerca de
la debilidad del personaje por quien derramaban
su sangre J hubieran sido mirados por los se-
gundos como otras tantas diatrivas.


En ~l dia la cuestion se ha fijado de tal
modo, y es tan evidente para todos los partidos,
que podemos escribir con entera seguridad de
no escitar el menor resentimiento; y presentar á
D. Cárlos bajo el mismo ilspecto que le dará la
historia, cuando se hallen estinguidas las pasio-
nes que ahora nos dividen, y roto enteramente
el velo que las preocupaciones han puesto sobre
llllestros ojos.


V.amos pues á decir cuanto sepamos bueno
del prisionero de Bourges, sin omitir los 'cargos
barto graves que contra él se han formulad0
:por el mismo partido que vertiera por ,él 'su .san·
gre, dándole la funesta celebridad de que disfru-




D. CARLOS DE BORBON.


ta, como protagonista de la guerra civil mas
sangrienta que ha visto la Europa del siglo XIX.


D. Cárlos lUaria Isidro de Borbon nació en
29 de Marzo de t 788, 3110 de tristes recuerdos
para la Real Familia, por el fallecimiento del
Infaute D. Gabriel, al cLlal siguió el bondadoso
Cárlos III que bajó al sepulcro en Diciembre de
aquel mismo alio; y dos dias despues de su
nacimiento fue co¡:;decorado con el toison de
oro y la Gran Cruz de Cárlos III. La infancia
de Cárlos corrió unida á la del Príncipe de
Astúria¡: su hermano, y ambos se ligaron desde
entonces con los yínculos de un estrecho cariño,
que se profesaron toda su vida, fortificándose
mas y mas con los padecimientos que les fueron
com\llWS, y (~on la armonia que reinaba en sus
itleas.


Luego que principii.Í la discordia á ejercer su
maligna inlluencia en el alcázar de nuestros
Reyes, D. Cárlos, reselltido igualmente que su
hermano de los desmedidos favores prodigados
al favorito, sil unió mas y mas con aquel, hacien-
do causa com!ln y fomentando el ódio que mú-
tuamente le profesaban. Cuando Godoy fue
creado Almirante, insuIta'ndo á nuestra mO?Í-




PERSONAGES CÉLEBRES.
bunda marina, reuniéronse en Palacio todos ros
músicos de Madrid para dar una serenata nI
agraciado. El Príncipe de Asturias y su herma-
no, obligados á presenciar la fiestn, veian con
adusto ceño aquel obsequio adulador, como un
insulto que se les dirigin. En un arrebato de
cólera dirigió el de Asturias a su hermano en voz
baja, estas palabras llenas de profundo despe-
cho; "Ve ahí como me usurpa un vasallo el
amOl' de los pueblos: yo nada figuro en el Es-
tado, y él lo puede todo. u-ce No te apures por
eso. le rt>plicó D. Cárlos; cuanto mas le den,
mas tendrás que quitarle luego, u


No tardó mucho en llegar este caso, y los
terribles sucesos de Aranjuez vinieron .í realizar
el profético luego de D. Cárlos. Este, como
era de suponer, nplaudió el triunfo de su her-
mano; y al entrar con él en l\1ndrid recibió igual-
mente no pequeña parte del eD:tusiasmo popular,
que ta~ altamente se pronuneiaba á favor del
nuevo Monarca.


Pero no fue muy larga su permanencia en la
Corte, pues el 5 de Abril salió presurosamente
para Búrgos, acompnñado del Duque de Hijar,
D. Pedro Macanáz y D. Pascual Vallejo, espe-




D, CARLOS DE BORBO:\'.


rando encontrar alli á Napoleon, segun asegu-
raLa el ambicioso Murat, cuyas miras se dirigian
á que se alejasen todas las personas de la Fam i-
lia Real, para poder ocupar el trono español, al
que se creia destinado por el Emperador. Al
llegar D. Cárlos Íl Búrgos, viendo frustradas sus
esperanzas, avanzó hasta 1'olosa, donde se detu-
vo al fin temeroso de algun engaño.


El dia 14 llegó Napoleon á Bayona, dondoe
habia determinado llevar á cabo su maquiavélico
plan; y D. Cárlos corrió al punto á encontrarle
en aquella pohlacioD, y cumplimentarle de parte
del Rey su hermano, que COD aquella fecha
arribara á "itoria. Napoleon no le recibió bajo
frívolos pretestos , y no tardó el Infante en saber
los conatos del Emperador, que ya se iban ha-
ciendo públicos: para colmo de infortunio, lle-
gó Fernando al mismo pueblo cuatro dias des-
pues, alucinado por las sugestiones de sus imbé-
ciles consejeros. No tardaron en verse realizados
los planr,s de Napoleon, y el dia 30 de Abril
los Reyes Padres entraron ~n Bayona, poniéndose
en sus manos. En esta ocasion , al ver Cár)os IV :i.
sus hijos al pié de la rscalera del Palacio, DO
pudo menos de manifestar seflales de indignacion;




PERSONAJES CELEBRES.


pero reponiéndose algun tanto, saludó á D. Cár-
]05, á quien su Madre estrechaba en sus brazos,
y principió á subir la escalera sin dirigir la pa-
labra al hijo mayor.


Bien sabidas son las ruidosas escenas de Ba-
yona, en que la Familia Real de España, harto
abatida, se arrastró por r:l polvo á los pies del
solllado venturoso. Durante ellas, se dice que
D. Cárlos mostró bastante energía, exhortando
continuamente á su hermano á llevar con valor
su desgracia, y responder con dignidad á los in-
suItos de sus astutos opresores. Si esto es cierto,
preciso será tambien confesnr, que sus consf'jos
debieron hacer muy poca mella en el ánimo de
su hermano, si examinarnos con detencion su
conducta en Bayana. Tanto uno como otro se
avinieron al tratado de 12 de Mayo, estipulado
entre Duroc y Escoiquiz, por el cual renunciaban
todos sus derechos, y en cambio les dejaba Na-
poleon una renta, la cual para D. Cárlos era de
400,000 francos, y el título de Infante. Pero
pocos dias des pues pasaron de huéspedes a pri-
sioneros, con poco trabajo y menos houra del
hombre grande, cuyas hazatias, á juzgar por las
de nuestra patria, seria preciso rebajar uo




D. CARLOS DE BORB(}N. 7


poco, á despecho del fanatismo francés.
No entraremos aq,Ii á calificar las célebres


cartas de Fernando VII á Napoleon , cuya auten-
ticidad es tan controvertida: en todas ellas se ve
un párrafo final, en que Fernando cumplimen-
ta al Emperador, á nombre de su tio y de su
hermano. Napoleon añadió en Santa Elena) que
Fernando le habia ofrecido á su hermano Don
Cárlos para mandar los regimientos españoles
que iban á Rusia; y aunque las lamentaciones
de Santa Elena no merezcan la mayor fé, te-
nemos motivo para pensar, que la mayor parte
de los españoles prisioneros, á quienes se hizo
tomar las armas para aquella espedicion, fueroll
alucinados con la idea de que el hermano de su
Monarca se pondría á la cabeza de ellos. Durante
la estancia en Valencey, concluyó de estrechar-
se entre los dos hermanos aquella simpatia y
tierno cariño, con que se amaron hasta los últi-
mos años de la vida del Monarca, en que el pleito
sobre la sucesion á la corona vino á dividir sus
voluntades. Naturalmente la desgracia tiende á
unir los állimos, y aun cuando su residencia en
Valencey no fuese realmente una prision, como
tal la debian considerar los que acababan de




PERSONAJES CELEBRES.


cambiar el trono por un húmedo y desmantelado
palacio, en donde se veian espiados por una
servidumbre en gran part.e sobornada, .Ji acosados
por los pérfidos halagos del astuto diplomático
Talleyrand, duerío de aquel sitio. Durante toda
aquella época no se disl11intió el carácter religioso
de D. Cárlos. antes bien supo hallar en su piedad
recursos .Ji consuelos para su hermano y para si,
dando al mismo tiempo muestras de generosidad
y beneficencia.


Llegó por fin el momento apetccido de regresar
á España, C0l110 lo verificaron á fines de i.\Iarzo de
1814, cuando iban á cumplirse los seis años de
emigracion. En virtud del tratado que se otorgó
entre el Duque de San Cárlos y Laforest, pasó
Fern1\ndo VII el Fluviá. el dia 24 de dicho mes
quedando en rehenes el Infante D. r.árlos en Per-
piñan, y en poder de Suchet, hasta que se cum-
pliese lo pactado. Pero DO duró mucho su reten-
cían. pues dos dias despues pasó igualmente el
Fluviá y corrió á Gerona para reunirse con su
hermano. Díjose que Suchet habia consentido en
la devolucion de D. Cárlos. á pesar de no haberse
cumplido 10 pactado. por congraciarse la voluntad
dell\Ionarca J y obtener la posesion de la Albufera




D. CAlILOS DE BORBON. 9
de Valencia, que codiciaba. Juntos los dos herma-
nos, recorrieron las capitnles de Aragon y Valen-
cia, dando tiempo á que se renlizasen los planes
de reaecion, que dunnte el I'iaje habian meditado;
hasta que llevados á cabo en toda su estt'nsioD,
entraron en lUadrid el dia 13 de Mayo.


Poco ofrece de notable el periodo de los seis
años siguientes para la biografla de D. Cárlos:
viósele durante él acOmpañ;¡f de contínuo á su
hermano en sus frecuentes visitas religiosas, y
actos esteriores de devocion, los cuales á la ver-
dad eran en D. C<Írlos mas espontáneos que en su
hermano. Guíábale en estas prácticas de Religion
el célebre Ostolaza, que tan malas pruebas dió de
su piedad con su conducta posterior. Llegó entre-
tanto la época del doble casamiento de ambos her-
manos con las Infantas de Portugal, habiendo
correspondido á D. Cárlos la Infanta DOlla Maria
Francisca de Asís, la cual había nacido en Lisboa
el dia 22 de Abril de 1800. Harto chocante seria
el paralelo que pudiéramos haccr entre los dos
matrimonios, y los opuestos caracteres de los
cuatro esposos: por una parte, el Rey dotado de
un génio asaz burlon y desenfadado, contaba con
una esposa amable y bella, pero mal correspon-




jO PERSONAJES CELEI!RE5.
dida. D. Cárlos por el contrario, dotado de un
carácter grave y austero, se hallaba ligado a UDa
Princesa un tanto altiva y no escasa de ambicion,
pero fielmente correspondida de su esposo. Bajo
este concepto no podia D. Cárlos menos de mirar
con desagrado las nocturnas escapatorias y las ga-
lantes aventuras de su hermano. Algunos que se
creen bien informados en las crónicas del Real
Palacio, aseguran, que D. Córlos. creyendo com-
prometida su conciencia con un dilatado silencio
sobre el particular, hubo de revelar á su augus-
ta cuñad" alguna parte de estas al'entnras, )0
cual produjo una sorpresa, dispuesta por la agra-
viada, pero que hubiera sida de muy malos re-
sultados para D. Cárlos, á no haber cortado la
disputa la Infanta Doña Francisca, que princi.
piaha ya desde entonces á ejercer no poco as-
cendiente sobre el ánimo de su cuñado. No tardó
en restablecerse la buenll armonía entre los dos
hermanos, y en virtud de ella fue nombrado
D. Cárlos, Generalísimo del ejército español, mien-
tras que al Infante D. Antonio se le adjudicaba
el cargo de Almirante, sarcasmo el mas sangrien-
to de nuestra marina. Antes de este cargo, ha-
bia ejercldo D. Cádos el de Coronel de la Briga-




D. CARLOS DE 1I0nBON. 11


da de Carabiueros reales de caballería, que en
el cuerpo mas brillante que tenia entonces el
ejército español.


Llegaron en fin los borrascosos dias de Marzo
del año 1820, en que el pueblo de Madrid, rom-
piendo el freno que hasta entonces le habia su-
jetado, proclamó tumultuosamente la Constitucion,
y llevó las amenazas y el asombro hasta dentro
del régio Alcázar. El Monarca d€sprevenido para
tJl conflicto, abandonado por Unos y malamente
vendido por otros, conoció la necesidad de mu-
dar de sistema, y firmó el decreto de 3 de Marzo
en el que decia: (( Que deseando llevar á ca bo
sus paternales deseos, y conformándose con el
parecer de su Augusto Hermano el Infante Don
Cárlos, y de la Junta que este presidia, mandaba
que el Consejo propusiese los medios que creyese
oportuuos para llenar en lo futuro sus altas fUll-
ciones.» El objeto era formar un Consejo dp,-
Estado numeroso, que supliese las veces de unas
Córtes: pero este remedio era ya tardío, y cre-
ciendo de hora en hora el movimiento popular,
obligó al Bey á jurar la Constítucion que seis
años antes derrocara.


Con este motivo, D. Cárlos daba el dia 14 de




12 PERSO~AJES CELEBBES.


aquel mes la siguiente proclama á las tropas,
como Generalísimo de ellas. « Soldados: al pres-
tar en vuestras banderas este juramento á la
Constituciou de la Monarquía, habeis contraido
obligaciones inmensas: carrera esclarecida de gloria
se os está preparando. Amar y defender la patria,
sostener el sólio y la persona del Rey, y enla-
zaros con el pueblo para consólidar el sistema
constitucional, estas son vuestras obligaciones
sagradas, y esto es cuanto el Bey espera de vo-
sotros, y lo mismo cuyo ejemplo os prometo de
mi parte. Vuestro compañero - CARLOS.» En
etecto aquel mismo dia habian jurado la Cons-
titucion en manos del Rey los Infantes D. Cárlos
y D. Francisco, yel Cardenal Borbon, Arzobispo
de Toledo.


Cuando losteriormente se ha echado en cara
estos hechos públicos á los que pretendian acla-
mar á D. Cárlos por Bey absoluto, estrañando
tal perjurio en hombre tan religioso, han tenido
que apelar á la eoaccion moral, que dicen es-
perimentó la Real Familia para prestar aquel
juramento. Lo cierto es que el partido liberal
consideró siempre á D. C;Írlos, como enemigo del
nuevo r(;imen, y sus sospechas se confirmaron




n. CARLOS DE nOREON. 13


al ver que se contaba con él para llevar á cabo
el dpscabellndo plan del desgraciado Vinuesa, y
al hallarlo comprometido en los ruidosos acon-
tecimientos del 7 de Julio, por las revelaciones
de los prisioneros. Amargos ratos debió esperi-
mentar y sufrió en efecto el Infante, durante los
motines y tumultos que estallal'an enton<:es con
frecuencia á las puertas del régio Alcázar; y
'no menos al atravesar la 'uitad de España,
seguido por las Córtes, y escoltado por la
Milicia, hasta verse encerrado en los muros de
Cádiz, en compañía de su Augusto Herm1'llo y
toda la Real Familia.


Pero libre de su cautiverio, merced á los hijos
de San Luis, D. Cárlos pudo desquitarse á sn
sabor de las pasadas humillaciones, y lo hizo
en efecto, exhortando á su hermano, harto ir-
ritable, á llevar á ca10 la reaccion principiada
á que se hallaba tan inclinarlo. Con todo, llegÓ
un dia en 'lue el Rey creyó de su deber el re-
frenar aquella democrácia anómala, que priuci-
piaha á entregarse á sus instintos. escudándose
con el nombre mismo del Monarca. Entontes 1011
realistas exaltados (ó corno ellos dicen netos),
no viendo ya en el Rey, el hombre que necesi- , .• ,




14 PERSONA.Jf:S CELERRt:S.


tahan para llevar adelante sus proyectos, prin-
cipiaron á fijar sus mimdas en D. Cárlos, que
por otra I¡¡¡rte se presentaba como heredero pre-
sunto de la corona. Entonces el cuarto de Don
Cárlos vino á ser en Espaiw lo que el pabellon
Mal'sán en las Tullerias, el foco de la reac(\ion
mas .exagerada; y como tal le denunciaron .v~rios
fol!.etos impreSOs en el estranjero, á lQS cuales
huw de contestar el Sr. Hermosilla, de Real
6rden. Algunos han disculpado á D. Cárlos de
estas intrigas, cargando su odiosidad sobre la
luf¡mta Doña Maria Fraucisca, Princesa de un
temple de alma asaz fuerte, y que por tanto ava-
sallaba fácilmente el ánimo de D. Cárlos, igno-
rantemuchas veces de los sur,esos, para los
cuales se hacia servir su nombre. No tardaron
estas intrigas en d,w funestos resultados, tales
~omo la conspiracion del Royo Capapé en Za-
ragoza, y el levantamiento de Bessieres en Bri-
huega, que descubrieron la fragua donde se for-
jaban aquellos tumultos. Las dos cartas que
presentó el primero para su defcnsn, y que segun
se .dijD eran originales de D. Cárlos, fueron pre-
sentadas al Rey, el cual no debió darles mucha
importancia, (callo que sea cierta la presentacion




D. CIRLOS DE BORBON. 15


de dichas cartas), pues no alteraron la cordial
amistad, que reinaba entre ambos. Pero cuando
llegó la hora del rompimiento, el Bey ecl!óen
cara á su hermano, tanto estos sucesos como los
de Cataluña. En la de 20 de :\Jayo de 1833,
alegándole los motivos 'que tenia para alejar su
persona de la península, le decia. "No es mi
ánimo acusar tu conducta pOI' lo pasado, ni re-
celar de ella en adelante.: sOBradas pruebas te
he dado de mi confianza en tu fidelidad, á pe-
sar de las inquietudes que de tiempo en tiem-
po .~e han suscitado, y en que tal vez se ha
tomado tu nombre por divisa. A fines del año
pasado se fijaron y esparcierou proclamas, esci-
tando á un levantamiento para proclamarIepor
Rey, aun viviendo yo; y aunque estoy cierto
que estos movimientos y provocaciones sediciosas
se han hecho Sill anuencia tuya, por mas que
no hayas manifestado públicamente tu desa-
probacion, no puede negarse de que tu presencia
ó tu cercanía seria un incentivo para los díscolos,
acostumbrados á abusar de tu nombre.»


Antes de llegar Fernando al estremo de hacer
tales recriminaciones á su Ílcrmano, habían .me-
diado entre ellos graves moti vos de disgusto. La




16 PERSONAJES CELEBRES.


muerte de la Reina Amalia habia privado á la
Infanta Doña María Frnncisca del grande ápoyo
que aquella por diferentes aspectos prestaba á sus
miras; y el casamiento del Rey con Doña !\laria
Cristina vino á dar la influencia que perdia la t'S-
posa de D. Cárlos, á su eterna rival la lnfan ta
Doña Luisa Carlota, esposa de D. Francisco.
Parecia que la Providencia se hnbia propuesto
destruir las esperanzas de D. Cárlos, desde el
momento en que su nombre habin sido invocado
para derritar la corona de la cabeza de su her-
mano; y la sucesion que tU\'o este de su último
matrimonio, vino á colocarle en una posicion hur
to embarazosa. Los sucesos de la Granja y la
enfermedad del Rey, vinieron á producir una
crísis, en la que D. Cárlos principió á declarar
su carácter. Consultado Calomarde sobre las pro-
videncias que deberían tomarse, manifestó que
los voluntarios realistas del Reino y gran parte
del ejército proclamarian á D. cárlos al punto
que el Rey fallecie.'!e; y que solo podia evitarlo
el mismo D. Cárlos, si diese su palabra de sos-
tener la Regencia: pero este se negó, no solamen-
te á entrar de Consejero de la Reina para el
despacho de los negocios, sino tnmbien á en-




D. CIRLOS DE BORRON. 17


trar de co-Regente, y contestó al Conde de la
Alcudia que le habia hecho estas propuestas «que
su concienc;a y su honor DO le permitian dejar
de sostener unos derechos tan legítimos, que Dios
le concedió cuando fue su santa voluntad que
naciese."


A pesar de esta firmeza aparente de D. Cárlos,
y del dictado de Magestad que principiaban J
prodigarle los cortesanos, sc hallaba indeciso y
fluctuante en sns operaciones. L.:>s hombres exage-
rados del partido realista han echado constante-
mente en cara á D. Carlos, el haberse negado
en aquella ocasion á tomar medida algnna, y no
han hecho un misterio de los nombres de las per-
sanas, que tal disposicion le aconsej.aroD. Pero
D. Cárlos se negó constantemente á tomar ningu-
na, ínterin respirase su hermano; y este rasgo
de pundonor y delicadeza ha sido contínn¡¡men-
te el objeto de censura de los realistas exaltados
¿Cuál hubiera sido entonces la suerte del Trono y
de España, si D. Cárlos se hubiera dejado llevar
por un momento de un arrebato de ambician?
A una voz suya 200,000 voluntarios hubiesen
aclamado w nombre; la m~yor parte de las auto-
ridades militares y civiles, de grado ó por fuerza,


2




PÉRSONAJES CELllBRES.
hubieran alzado en su nombre los pendones. y
cuando el Monarca hubiera vuelto á la vida, se
viera precisado. cual otro Wamba. á ocultar
su despecho y llorar sus pasados estravios en lit
soledad de un claustro.


La inesperada mejoría del Rey, y la llegada
de la Infanta Doña Luisa Carlota, destruyeron
en un mOUlento todos los proyectos de los car~
listas; y Jos que se habian adelantado á tomar
algunas disposiciones para ina·.1gurar el nuevo
reinado, tuvieron que sufrir las consecuencias
de su precipitacion. D. Cárlos coutinuó, á pesar
de las instancias de su partido, en el empeño
de q e no se tomase disposicion ninguna, y vió
con sentimiento levantarse varias partidas en su
nombre, y en especial la del Coronel Campos
que cayó en breve prisionero, y comprometió
con sus revelaciones á la Junta carlista. Exaspe-
rado D. Cár)os, se llegó á oirlos consejos de los-
que se proponian dirigir su causa; y su inllexi-
'bilidad en esta parte, les obligó á trasladar sus
reuniones á la habitacion de la Princesa de
Beira.


El gobierno para cortar estas tramas, orde-
nó á D. I.uis Fernandez de Córdova, Plenipo-




D. CARLOS DE ntlRBON. 19


tenciario á la sazon en Portugal, obtener á toda
costa de D. Miguel, que llamase á su lado á 1 a
Princesa de Beira. Cuando iba á verifiearse, Do n
Cárlos, conociendo el objeto que en esto se lleva-
ba J pidió licencia para pasar con su esposa á
Portugal por una temporada, la cual le cOllcedió
el Gobierno con mucho gusto. Dícese que el lo'
fante huho de tomar esta medida, para evitar el
verse desterrado por su hermano si se negaba á
reconocer y jurar á la Princesa de Asturias; ó
arrestado, si el Rey llegaba á fallecer. En virtud
de esta licencia, salió D. Cárlos de la Córte
para no volvorla á ver, el dia 16 de Marzo d~
1833, acompañado de su familia, de la Princesa
de Beira, D. Scbastian y su esposa. El gobierno
comisionó al Coronel de Coraceros, D. Vicente
Minio, para esroItarlos hasta la raya, advirtiéo
dole en las instruciones reservadas, « que Don
Cárlos no llevaba en su viaje á Portugal investi-
dura alguna de mando, siendo solo el referido
!\liuio el único responsable al Rey de la menar
falta, prohibiéndole espresamente el dictar, ni
consentir ninguna clase de disposiciones que al-
terasen la ruta prescrita, y las órdenes especia-
les con que iba autorizado.»




!lo PERSONAJES CELEBRES.


Acercábase el dia serialado para jurar á la
Princesa Isabel, y con este motivo escribió el Rey
á D. Cárlos, con fecha 21 de Abril, diciéndole
que manifestase francamente si pensaba prestar
el juramento ó no. Esta carta le fue entregada
por Córdova en Ramalao, donde residia el In-
fante, á las inmeoiaciones de Lisboa. Este con-
testó negativamente ron fecha 29 del mismo.
"Lo que deseas saber es, (decia en su ~al'ta;
si tengo ó no tengo inteucion de jurnr á tu hiJa
por Princesa de Astl.rias. ; Cuanto dl:'sl'i.ria el
poderlo hacer! Debes creerme, pues me conoces,
y hablo con el corazon ,que el mayor gusto, que
hubiera podido tener seria, el de jurar el prime-
ro, y no darte este disgusto y los qlle de el re-
sulten; pero mi conciencia y mi honor no me lo
permiten; tengo unos derechos tan legitimos á
la corona, siempre que te sobreviva y no dejes
varan, que no puedo prescindir de ellos; dere-
chos que Dios me ha dado cuando fue su vo-
luntad que yo naciese, y solo Dios me los puede
quitar conced'iéndote un hijo varon, que tanto
deseo yo. puede ser que aun mas que tu.» La
carta concluia de esta manera. ti A Dios, mi
muy querido hermano de mi corazon: siempre




D. CARLOS' DE BORDON.


lo será tuyo, siempre te querrá, siempre te ten-
drá presente en sus ora~iones, tu mas amante
hermano-M. CARLOS."


A esta carta acompañó D. Cárlos una protes-
ta , que dirigió igualmente por el correo á los
Obispos, Grandes, y altos funcionarios del reino,
á cuyas manflS no llegaron, pues el Gobierno
estrajo los plil'gos del correo. Igual copia dirigió
á todos los gabinetes Europeos, y en especial á
los de Franria é Inglaterra, á donde partió á
entregarlos el titulado Baron de los Valles. de
quien mas adelante habrá ocasion de tratar.


Sigui ose á esta, una série de cartaS y respues-
tas entre ambos hermanos, harto conocidas del
público, por haher sido reproducidas por la pren-
sa, poco tiempo despues de concluida la guerra
civil. Por ellas se infiere que el Rey mandó á Don
Cárlos pasar á los Estados Pontificios, con cuyo
objeto puso á su disposicion una fragata. Este no
llevó muy á bien la órdell , y despues de lamen-
tarse de su destierro, fsclama : sin embargo de
todas est{lS reflexiones, estoy dispuesto á hacer
tu voluntad. Contestando el Rey á sus quejas.
dirige á su hermano el párrafo que se copi6 arri-
ba, sobre conspiracianes fraguadas en su nombre;




22 PERSONAJES CELEBRES.
y para evitar el contagió de Lisboa, le permite
embarcarse en cualquier punto que le ofrezca co-
modidad en la hahia, 6 á sus inmediaciones.
Resentido algun tanto D. Cárlos del párrafo ci-
tado sobre conspiraciones. responde á su herma-
no estas palabras: « Solo tengo un sentimiento,
que penetra mi coracion; y es, que estaba yo
tranquilo de que tu me conocías, y estabas tan
seguro de mi y de mi constante amor, y ahora
veo que no; mucho lo siento. En cuanto á las
proclamas no he desaprobado en público estos pa-
peles, porque no venia al caso, y creo haber he-
cho mucho favor á sus autores, tan enemigos
tuyos como mios, y cuyo objeto era como he di-
cho arriba. romper ó cuando menos aflojar los
vínculos de amor. que nos han unido desde
nuestros primeros años.» En seguida ofrece em-
barcárse para los Estados Pontilicios, asi que
hubiese pasado la fiesta del Corpus en Mafra.
Efectivamente pensaba D. Cárlos realizarlo asi;
pero cediendo á las sugestiones de derta persona
de su comitiva, que inlluía mucho por entonces
en iU ánimo y su conciencia. tuvo la debilidad
de faltar á su palabra. y en vez de embarcarse
tomó el camino de Coimbra, con el pretesto de




D. CARLOS DE BORBON. 28


ver á D. Miguel antei de embarcarse, ptro en
realidad por alargar su permanencia en Portugal.
El Rey que habia aprobado la detencion de Don
Cárlos en Mafra, hasta pasar el Corpu~, quedÓ
muy sorprendido con el repentino viaje á Coimbra,
y asi lo manifestó á su hermano con mareada de-
saprobacion y disgusto, por lo mudIO que compro-
metia sus relaciones con Portugal: ademas le echa-
ba en cara el no haber cedido á las razones de
Córdova. que se opuso .abiertamente al viaje á
Coimbra.


Terminado este, D. Cárlos tomó por pretesto
para no embarcarse. al cólera que devastaba á
Portugal y que interceptaba el camino. lo cual
dió motivo al Rey para echarle en cara su
imprudencia en haber faltado á sus órdenes,
internándose en un pais contagiado, cuando lo
que dictaba la razon era huir de él cuanto antes;
y para quitar toda escusa que pudiera oponer al
embarque, le permitia hacerlo en cualquier pun-
to de la costa hasta Vigo. En esta carta se leian
cláusulas llenas de la mayor acrimonia •. "Si te
hubieras embarcado, le decia el Rey, cuando yo
lo determiné, y me decias te daré gusto y te obe-
deceré en todo, hubieras prevenido el contagio




24 PERSONAGES CÉLllDRllS.
de Cascaes; si aun despues de tus primeras de-
morás no IHIIJieses emprendido la jornada de
Coimbra éontra mi eS¡lresa prohibicíon, hubie.
ras podido estar á bordo el 10 Ó 12, cuyo plazo
te fijé; si hallando en ese funesto viaje infestada
la fj;}!a de Caldas, hubieras retrocedido como
dict1iba tu seguridad, ya que nada valgan para
ti mis mandatos, no ballarías ahora tomado el
caminn de tu vuelta por una linea de pueblos
contagiados." La carta concluía con estas termi-
nantes palabras: "Esta será mi última carta si no
olleaeces; y pues nada han podido mis persua-
siones fraternales en casi dos meses de contes-
taciones, procederé segun las leye~ si al punto
no dispones tu embarque para los Estados Pon·
tificios, y obraré entonces como Soberano." Cum-
plió el Rey su palabra, pues desentendiéndose
de otras dos eartas que le diri!.dú alegando va-
rias escusas para diferir el embarque, le con·
testó de oficio y en tono de mando, con una
órden fecha 30 de Agosto. mandándole embar-
carse al punto y sin eseusa alguna. En ella,
prescindienuo del tono familiar y cariñoso que
hasta entonces babia usado, hablaba como Rey,
y concluia diciéndole: "Yo miraré cualquiera es-




D. CARLOSDE BORBON. '5
cusa o dificultad con que demoreis vuestro via-
je, como una pertinacia en resistir á mi volun-
tad, y mostraré eomo lo juzgue comeniente, que
un Infante de España no es libre para desobe-
decer á su Rey .. >


De este modo concluyó aquella célebre cor-
respondencia que ya pertenece á la historia, y
que por cierto hace muy poco honor á D. Cár-
los, rebelde á los mandatos de su Rey, cuando
debiera ser el primero en acatarlos Si hubiera
obedecido, la desgracia misma que sublima á
sus víctimas, le hllbiera creado mayor número
de admiradores: la rehelion por el contrario le
enagenó muchos ánimos. fl cielo mismo hubo
de castigar sn desobediencia, pues lejos de ser·
vir á sus miras In estancia en Portugal, no pro-
dujo resultado alguno favorable á su causa, y
antes le colocó en ulla posicion que pudo, serie
muy funesta, corno bien pronto veremos.


Apenas falleció Fernando VII, un mes des·
pues de su última carta á D. CArlos, cuando al
punto principiaron :í pulular numerosas partidas
que le proclamaban por Rey. Entonces principi6
á usar este título, y como tal procedió á nomo
brar personas para su gobierno; siendo notable




26 PERSONAJES CELEVRES.


que á pesar de tener á su lado en aquella época
cinco Generales, un Intendente y varios em-
pleados de alta categoria, nombró Ministro uni-
versal al Obispo de Leon. Este nombramiento
retrata completamente las ideas, carácter y
tendencias de D. Cárlos. Acto contÍnuo public6
una proclama que decia: "Cárlos V Rey de Es-
paña á sus amados vasallos. -Bieu conocidos
son mis derechos á la corona de España en
toda la Europa, y los sentimientos en esta parte
de los Españoles, que son harto notorios para
que me detenga en justificarlos.


Ahora soy vuestro Rey, y al presentarme por
primera vez á vosotros bajo este titulo, no pue--
do dudar un solo momento que imitareis mi
ejemplo sobre la obediencia que se debe á los
Príncipes que ocupan legitimamente el trono.»
Efectivamente los ES[lañoles le obedecieron á él
lo mismo que él habia obedecido la órden de
su hermano para salir de la Península. El estilo
de esta proclama era tan ramplon, que la pren-
sa hizo á D. Cárlos la burla de reproducirlo, y
mas adelante sirvió de testo al sarcástico Fí-
garo para ponerlo en ridículo.




D. CARLOS DE BORBON. 27


El Gobierno por su parte tomó algunas
providencias contra D. Cárlcs, y entre ellas fue
la principal confiscarle los bienes por una Real
6rden fecha 13 de Octubre. El 23 se le presen-
tó el Embajador Córdova, y le entregó una Real
órden en que se le declaraba por conspirador,
en atencion á su conducta rebelde y contumaz.
D. Cárlos la leyó y respondig « quedo enterado:
veremos quien tiene mas derechos; yo tambien
usaré de los mios.» En efecto, dos dias des-
pues publicó un manifiesto desde su palacio de
Castello-Branco, en el que manifestaba á la
nacion los pasos que habia dado para ser reco-
nocido por Rey, y las contestaciones que sobre
este particular habia tenido con el Rey su her-
mano, y despues con la Reina Viuda. El (iQ.
bierno en vista de esto, mandó al General R()-
di!, Comandante de la raya de Portugal, que
se apoderase de D. Cárlos por medio de un
golpe de mano, que hubiera llevado á cabo
otro general mas atrevido. Parecia la empresa
tan fácil al Gobierno, que hasta se designaba
á Badajoz para punto de prision; pero el Ge-
neral Rodil reclamó mas tropas, y otros varios
objetos que creia de absoluta necesidad. En efee-




28- PERSONAJES CELEBRES.


to, equipó una columna de portugueses pasados
que habia en Ciudad-Rodrigo, la euvió á refor-
zar la villa de Marvan sitiada por los l\Iiguelis-
tas, y tomó algunas medidas pára borprender á
D. Cárlos; pero habiendo teuido este algunas
noticias, mudó de lugar y evitó el golpe. Noti-
cioso el Coronel del regimiento de Castilla
de que D. Carlos se hallaba en Miranda, SOf-
prendió infructuosamente aquel punto, y al dia
siguiente el de Braganza, que habia abandonedo
ya D. Cárlos, aunque perdielido parte de su
equipaje.


Por fin logró D. C:írlos reunir en Yillarea}
unos 300 carlistas, que habian pasado á Portu-
gal de varios puntos de la Península: pero en-
tre ellos habia una partida de liberales y con·
trabandistas Cecla\'incros, que se hablan pro-
puesto apoderarse de D. Cárlos por medio de
una estratagema. Hallábase al frente de ellos un
aventurero que habia dirigido en Aragon la
trama para prender al Baran de Hervés, y ha.
biendo pasado á Portugal eOIl linos cuantos ma-
tones, fingiendo ser un cahecillCi derrotado, ha-
bia conseguido ya captarse la benevolencia de
D. Cárlos, aparentando un realismo furibundo.




1'. CARLOS DE BORBON. 29
Salnise milagros~menle de este lazo, pues teme·
roso de la perseclIcion, se reunió n. Cárlos con
D. Miguel, cuya causa se hallaba aun en peor
estado. Entonces el General Rodil invadió á
Portug,J! con una di vision de 3,000 humbres,
en comlJinaeion con d Duque de Terreira, y
ilcorralando á los realistas les obl ignroll á dis-
persar.:c. D. Cárlos pretendia ponerse al frente
de las tropas de D. Miguel, y que este se re ti-
rDse á Yelves con una numerosa guarnicion,
mientras que él sublevaba Ins Andalucias, y al
frente de un numeroso ejército hispano-portu-
j!ues pasaba á Madrid, de donde regresaria al
punto para hacer levantar el sitio de Yelves y
reconquistar á Portugal. Este grandioso plan
que hace mucho honor á los conocimie¡;¡tos es-
tratégicos del Generalísimo español y su Minis-
tro universal, no debió gustar mudJO al bueno
de D. Miguel, que prefirió aceptar el tratado
de EIJora-lI'ionte en .26 de Mayo de 1834. Ha·
llábase á la suzon el Infante igualmente en Evo-
ra, y hubo de someterse á un.a estipulacion que
obtuvo 1111'. Grant, Secretario de la Leg<JOO>B
inglesa, de los Mariscales Terceira y SaMllnha,
por la cual D. Cárlos debia embal'cars.e para




80 PERSONAGES CELEBRES.


Inglaterra, como lo verificó eu Aldea Gallega,
puerto á tres leguas de Lisboa, y á bordo del
Donegal, navío de guerra inglés


Llegó D. Cárlos con su familia y comitiva á
Porstmoutb el dia 12 de Junio, de donde al pun-
to se trasladó a Lóndres , meditando ya los me'
dios de su fuga, y regrtlSO á España Valióse pa-
ra ello, como es sabido, del célebre aventurero
Auget de Sto Silvain, á quien D. Cárlos dió
despues en agradecimiento el título de Baron
de los Valles. Este no solamente dispuso el
viaje, sino que posteriormente se tomó la mo'
lestia de publicarlo, juntamente con otros varios
sucesos de la vida de D. Cárlos, hasta el falle_
cimiento de su ('sposa. Para verificar la fuga
obtuvo dos pasaportes con los nombres de Tomas
Saez y Alfonso Saubot, negociante el primero
y el otro propietario de la isla de la Trinidad.
Conociendo las grandes dificultades de hacer el
viaje por mar, prefirieron ir por tierra; y des-
pues de tomar varias providencias para burlar
la policia, se embarcó D. Cárlos con Saint-Sil-
vain en Brighton el dia 2 de Julio, y á las ocho
de la noche entraron en el puerto de Dieppe.
Pocas personas, aun de la familia, estaban en el




D. CARLOS DE BORBON. 81


secreto, y para mayor seguridad se aparentó
que D. Cárlos se hallaba enfermo en su cuarto,
donde solo entraban la Infanta y la de Beira,
el Obispo de Leon, el médico y ayuda de cá-
mara, personas iniciadas tan solo en el se-
creto.


Despues de haber descansado aquella noche
en Dieppe, Ínterin que la policia les entregaba
nuevos pasaportes para Bagneres, arribaron á
Paris al dia siguiente, y practicadas varias di-
ligencias sobre sus negocios en el poco tiempo
que se detuvieron en Paris, salieron de alli á
las ocbo de la noche. Al atravesar la plaza de
Luis XV, donde una multitud de parisienses too.
maba el fresco paseando, fue detenida la silla
de los viajeros por un elegante carruage que le
salió 'tI paso: al mismo tiempo Saint-Silvain re-
conoció á Luis Felipe que se dirigia con su fa·
milia á NeuIly, y hacíendoselo observar á D. Cár-
los, le dijo: "Señor, ahi teneis á vuestro augusto
primo el Rey de los franceses, que viene á de-
searos UI! feliz viaje.» Notando J"uis Felipe la
curiosidad con que le miraba uno de los viaje-
lOS, se quitó su sombrero blanco, y le hizo á
D. Carlos una corttsia qne fue repetida por to-




32 PERSO:"lUE~, CELERRES.


da la familia. -Concluida esta escena, dijo el
ilustre viajero á Saint Sil vain: {( Mi primo Or-
leans no sospecha que estoy pasando por delan-
te de él para 1'0 m per en Espa ñ a su tra tado de
la cuádruple alianza." ~:I dia 6 de J tllio llega-
ron los viajeros á BlIl'deos, y de alli salieron al
dia siguiente para Bayona, favorecidos por el
Baron Alberto Pichon de LongueviUe, acérrimo
carlista, en cuya casa se hahia hospedado. Du-
rante el viaje no sufrieron ningun cO:Jtratiempo;
pero su zozobra era contínua al ver á cada paso
el telé~l'afo, Que quizá trasmitiefJ la noticia de
su fuga y una órden de ¡¡rision. Pero no fue
asi, pues su aparente enfermedad habia enga-
ñado no solamente á nuestro Embajador en
Lóndres, sino tambien al astuto Talleyrand.


Al día siguiente ~ las diez de la I11Jñana
atravesaron por BayoIlél, J' poco des pues se reullie-
ron con los guias que los habían de introducir
en España. En el camino se les incorporó el
Comandante de los gendarmes, que era conocido
de uno de los guias, y que lJien ageno de lo que
pasaba trabó (',Qnversacion (',on D. Cárlos, yacom-
pañó á los viajeros hasta Sarre. Aquella misma
tarde á las seis entr.) en España D. Cárlos I y se




D. CARLOSDE llORBON. 33
presentó á Zumalacarregui en Elizondo, dond
le esperaba aquel al frente de su division: su con-
ducta por entonces fue cual correspondía á la
situacion enteramellte militar, limit1Índúse á se-
gUIr la correspondencia esterior en compañia de
su Secretario Cruz: su servidumbre era escasa, y
su guardia tan solo 100 hombres y 20 caballos.
«En el primer mes que habitó D. Cárlos en el
reino de Navarra (dice Arízaga en su memoria
militar y política), sufrió una singular perse-
cueion que tuvo Jlo~ objeto el plan de operacio-
Iles ostensil;]es de Itodil, el cual hizo tan en 0-
josn su p05icion á este Principe, que una noche
es indudable habria conseguido capturarlo, sin
el auxilio de un pastor, que tomando la Real
PerSOlla soure sus hombros y despetiálldose por
infinitos precipicios, que solo á él le eran cono·
cidos, no hubiese logrado salvarlo. burlando la
combillacion de colulllnas que e11 todas direccio-
nes le rodeaban." A pesar de esto tardó mas de
un año en premiar la lealtad de aquel hombre,
á quien llamaban los carlistas por este servicio
el burro del Rey (*)


(') El pastor .e llamaba Juan Bautista Esain y habia
nacido en el lugar de Larrainzflr en Navarra. Apenas se
proclamó á D. Cárlos se presentó al Gen~ral Eraso quien




4 PERSONAJES CEl.El\HES,


Ko es aqui nuestro ohjeto trazar el lúguhrf
cuadro de la guerra civil, ni referir por menor
las intrigas de In CtÍrt!' de Dilate, ci que díeí lugar
el carácter débil d~~ D. uírlos, á pesar de lo mu-
ellO que se hahia preconizado su energia. f\etlrado
del ejéreito , a: clIul ba!)ia <'ntusiasmado por algün
tiempo con su preseucia, se dedicó esclusíl'al;]cn-
te á ohras de piedad y devoejoll esterior, Ulla
turba de hombres osados y corrompidos, que des.
pue:; del tratado Elliot S~, :lahian tr¡\sla¡]ado df]
illterior de la monarquía <Í las Pro,'iuc·ias YaS('(lll,'
gadfls, asrdi¡)~(Hl al PrÍilcip(', y 1:; cinpleo!n:lui(J
lrilllsúmnó eu Corte Jo que llllllca debiera ¡!dile!
c1espues de aSl!gul'atlo de su fhlelillad, le l'mplpú pn f'1
l-~t'li;.!xoso e importaule sCfyicio dll c,onii(]Plül' , y Zumalacnr-
regui le con1iú lnmhiPB lnis¡oIlrs importantl's ro la noch(>
l~C'l 240 á. :2:') de Sptlemhre de]8 H. E:-;;lin sar,;\ ti D. Cúrlos
de h c:lhaiia tIc no pa:-;!o¡: en qw.' Ila!)ia (l:-;bdu ocullo
algunas lloras y acosados dt'S[lIH' ;'; por las tro;las de la Rt'in 11
lo lleró en hombros pot' pspado de Il!llS de tn's cual'tof.
de hora.


D. Cúrlos para prcmial' tan in~igne hene1ido concedió
á Esaln las grn<'ias siguientes. Titul9 ue nobleza para él
y sus descendientes, una pemioll para d y su fmni \ia ue
"einte reaI(~s <liari(J~. Sus hijos, arones dehían setO e(l11Cados
por cuenta dél tesoro en IIn col('gio militar' para salir de él eu
elases de Subtcnimtcs, Por (,!timo ét y SllS hijos llevarían
pendiente uel cuetIo una mr(]alb rrpl'l'srntan<lo en un lado
~l rctmto uel Princlp(~ y en el otl'O las armas de la noble-
za uc Esain , comlmr,tas <le un gl'roglilico alusivo á la
causa de todas estas mercelles.




D. CAULOS DE BORBON. 35


pasado de un cuartel general. D. Cárlos, si hemos
de creer á los mismos que pelearon por su eausa,
tuVú poquísimo aci~rto en la elecciou de personas.
Homhres de ideas exageradas, de un rigorismo
furibundo, y nada sobrados de talento, merecie-
ron Sil aeeptaeion; aun ('litre los eclesiásticos se
le vió poco ,lf('cto siempre ó lo~ mas afables é
instruidos, habiendo Illerecido su confianza algu-
nos de ellos, cuyo recuerdo es un sarcasmo. En
\·ano S. Santidad, conociendo el precipicio á don-
de le cOlldueian , trató de separarlos de su lado,
con amonestaciones y por otros medios indirec-
tos y reservados; pero todo fue inútil. y aque-
llos homhres funes los para su causa, continua-
ron disfrutando de su privanza.


Cruzúbans(' entretanto las intrigas, caían unus
t.ras otros los Generales y los iUillistros, y con
ellos los planes que cada uno habia introducido.
Llegó :i predominat· por fin el de las espediciones,
y á pesar de los mas amargos des~llgaños se deci-
dió una grnu c3pedicion al interior del reino,
con D. Cárlos mismo á Sll e:rbeza. Pero en vez de
marchar á la ligera, como la razon y la táctica ~r-:"-~~
aeonsejaban, arrastró consigo una inmensa falan"'". "'í'7~
ge de empleados y ojalateros, que entorpecia.n




36 PERSONAJES CELEBRES.


las marchas, ocupaban los mejores alojamientos,
y consumian un número inmenso de raci ones.


Al llegar á Huesca halláronse los esp edicio-
narios á la division Irribarren, que los atacó con
Illas brio que fortuna: entonces D. :Cárlos retro-
cedió á Quicena con la mitad de la division.
¿Por qué no condujo á la pelea aquellas huestes,
que clamaban por socorrer á sus compañeros?
¡,No se avergonzaba de permanecer escondido en-
tre los bagajes, cuando su sobrino se batia con
desesperado arrojo al pie del cerro de San Jorge,
donde un antiguo R.ey de Sobrarve tornara por
blason las cabezas de cinco R.eyes moros, que
pasara á cuchillo en aquel mismo campo? Los
panegiristas de D. Cárlos no se verán por cierto
apurados, para vindicar el valor del último Ge-
neralisimo Español, de la Ilota de temeridad.


D. Cárlos se llegó á seguir la victoria, <Í pe-
sar del despecho de sus jóvenes Generales, que
bramaban de corage; yen seguida, desestimen·
do el consejo de los militares, prefirió el de un
eclesiástico, y condujo s~ ejército á las áridas
1l10ntaüas de Cataluña, despues de pasar el Cinca
con no poca pérdida. Al ver fallidos sus planes,
hambrienta y desmoralizada su gente, hubo dE'




D. C\RLOS DE BORBON. 37
repasar el Ebro, gracias al caudillo Tortosino:
pero la sorpresa de Chiva le lanzó nuevamente
á los ásperos puertos de Beceite y Fortanete,
donde hubiera perecido dc hambre la espedicion,
si la victoria de Herrera no le hubiese abierto el
camino para la capital. D. Cárlos llegó hasta
Arganda, y perdió allí tres dias, ínterin que
Espartero pasaba á sus inmediaciones. á marchas
forzadas para cubrir la Capital. Los consejeros de
D. Cárlos habian soriado que á su aproximacion
se les abririan las puertas, y contaban ademas
con la cooperacion de los barrios bajos, cuyos
individuos, convertidos algun dia en patriotas,
habian de apalear á los qne entonces defendian la
metrópoli. Pronto pudieron conocer su error; y
al ver salir de ella una division de 16,000 hombres,
principiaron su retirada desde los cerros de Alca-
lá, no sin perder 600 al atravesar los llanos
de Aranzueque.


La espedicioIl mermada, abatida y desmoraliza-
da repasó el Ebro confusamente; principiaron en-
tonces 11\8 recriminaciones y las intrigas: los gefes
mas beneméritos fueron sepultados en castillos
y calabozos, y se pidió contra ellos la pena ca-
pital. El mismo D. Sebastian, el vencedor de




38 PERSONAJES CELEllIl.ES.


Hernani, se vió desterrado, perdida la gracia de
su tio, y envuelto -en asquerosos procesos. El
perjuro Arias Tejeiro, que tratando de borrar In
memoria de su pasado liberalismo aparentaba
profesar las opiniones absolutistas mas exagera-
das, dirigia aquella trama infernal, y nombró al
estúpido Guergué para el mando del ejército_
A pesar del mal éxito de todas las espediciones,
enviáronse otras nuevas, compuestas de batallo-
nes castellanos que se deseaba aniquilar. Los
nombr~s de Negri y de D. Basilio dicen el
triste fin de aquellos infelices.


Horrible, pero exacta, es [a descripcion que
hace de aquella época el Auditor general de
D. Carlos, D. José Arizaga, al pintar el estado
de desmoralizacion á que habia llegado p.l ejér-
~ito vasco-navarro, durante el cual los llIotines
se sucedian unos a otros con increible rapidez
llegando el caso de ser atropellado en EstellG el
mismo D. Cárlos, golpeado su Ayuda de Cáma-
ra Sacanell, y asesinados impunemente los cas-
tellanos por aquellos hombres furibundos, insti-
gados por otros menos valientes, pero mas fre-
néticos en sus opiniones.


Aquel estado no podía ser duradero, y á poco




D. CARLOS DE BOI\BOi\i. 39


mas que hubiese coutinuado, la causa carlista
se hubiera desplomado por su propio peso.
D. Cirios se vió Jlrecisado, á despecho suyo, á
llalllar a l\Iaroto, desterrado en Francia, el cual
en breves dias restableció la disciplina, y pagó
á las tropus con siete millones recibidos por aque-
llos días dc las Potencias del 1\orte.


Entretanto D enrlos se ocupaba de otro
proyecto personal, qlltl contribuyó no poco n des-
acreditarle en el concepto de sus partidarios.
Despues de su salida de Lóndres habia fallecido
su pri mem esposa Doña l\Taria Francisca, de
cuyo matrimonio tuvo tres hijos (*), los cuales
quedllron ú cargo de la Princesa de Beira, que
poco tiempo despues se trasladó <Í Saltzburgo.
D. l~~rlos hahia prohibirlo á sus partidarios ca-
Silrse durante la gu~rra ; á pesar de eso no tuvo
á hien sancionar la Heal órdeo ~on su ejemplo,
y se desposó con la Princesa de Beira, Doña Maria
Teresa de llraganza. Los sencillos vascongados
vieron ·con [loca satisfaccion á un hombre de
cincuenta años pasar:í segundas nupcias, con una
sobrilla y cuúada de cuarenta y cineo, y recor-


(': Sus nombres son: CirIos Luis ~aria que nació en
31 de Enero (\ •. 1818, Juan Cárlos 1!aria en 1822, y Fernan-
do ~faria en 1821.




40 PEBSON AJES CJlLEBRES.


daron que los cánones solo permiten tales dis·
pensas entre Príncipes en caso de necesidad ó
grande utilidad del Estado. ¿ Era aquella boda
necesaria? ¿ Fue útil á D. cárlos? Díganlo las
murmuraciones de los pneblos sobre los que gra-
vitaba la guerra, á pesar de la estrechez con que
que vivia este matrimonio.


Poco despues de la segunda elevaeion de l\la·
roto, principiaron nuevamente las intrigas y re-
yertas entre el cuartel real y el general; y los
hombres maléficos nacidos para perder Q D. Cár-
los, volvieron á apoderarse de su confianza: las
disensiones entre progresistas y moderados ape-
nas son una sombra de las que agitaron entonces
los dos bandos en que se hallaba dividido el cam-
po realista. El funesto drama de Estella vino á
poner fin á la disputa: siguióse á él la ridícula
carta de Maroto con el parrafito es el caso Se-
ñor, que ha llegado á ser vulgar, y la no menos
ridicula conducta de D. enrlos que declaró á Ma-
roto traidor, y treinta y seis horas des pues leal y
fiel, mandando quemar su mismo decreto ante-
rior. ¿ Es aquesta conducta digna de un Rey?
¿Serán suficiente disculpa las amenazas de Ma_
roto? Jamás ..... y asi lo pensaron cuantos rea·




D. CARLOS DE BonnON. 41


listas seguían su causa de buena fé, Y que pas-
mados á la vista de tal conducta preveyeron
con fundamento la próxima ruina de su parti~
do, y se redujeron á una especie de neutralidad
que han observado hasta el dia, en la que les
ha obligado á continuar la poco lisongera con-
ducta del partido liberal.


La causa de D. Cárlos principió desde aquel
momento á declinar rapidamente, tanto mas que
desacreditada en el estrangero, no podia espe-
rar de alli llingun socorro pecuniario. Enton~
ces principiaron las negociaciones con los in-
gleses para un tratado de comercio, á trueque
del cual se le ofrecian á D. Cárlos recursos pa-
rd llevar adelante la guerra. (*) Ya se habia he·
cho á D. Cárlos tal propuesta cuando se hallaba
en Portugal, pero siguiendo la política de su
hermano la rechazó con horror, y apenas se dignó
contestar. En vista de esto se procedió por la In~
glaterra al tratado de la cuádruple alianza, no
por amor al gobierno liberal, sino por IIna espe-
culacion mel'canti\. llechazada tal idea por la
Reina Cristina, la Inglaterra trató de aprove-


(') Véanselos números IG8 y 69 del Heraldo correspon-
dientes á los dias 30 y 31 de Enero de 1843.




PERSONAGES CELEBRES.


charse del ahatimiento de D. Cárlos, y para ello
se fijaron tres bases, que contenian el triunfo de
la caU5'-\ carlista, con unas Córtes por estall1en-
tos, amnistia con unas pocas escepcioncs nomi-
nales, y tratado de comercio con In~\aterra. Lla-
mados !l0r el ;\1inistt'O de Hacienda ~larcó del
Pont dos célebres financieros que ellt€lldi.ll1 en
el asunto, acudieron á Ourun~o. D. Cúrlos al
pronto aparentó aceptar aqucllas Lases; .despues
se suscitaron algunas dilaeione, , y úl tilllarnente
el proyecto fue dcsecJ¡:}do, lo cual hace Illas
honor al patriotismo de D. Cárlos que 110 al de
otros que trataron drspues de vender el tratado
de comercio por 600 millones. Es probable
que ni aun aquellas pot.:as esperanzas hubiera
dado D. Cárlos, si las acciones sohre (~uardJ­
mino y RalllJles 110 hubieran patelltiz:ldo la
inteligencia entre Esparteru y íHaroto, lo cual
obligó ,¡ pensar en dar á éste sucesor. Péro la
falta absoluta de recursos impidió que ningulI
General de confianza se pusiese al frcnte. por
otra parte, las escitaciones contÍnuas al desórden,
que desde Aragon y Francia hacían Ari"s Te-
jeiro y sn pandilla, pnsieron á los Generales lea-
les de D. Cárlos en el caso de optar entre UIlOS




' •. CUlT,OS DE nonno:\', 43


lurihundm, (!ue lial!i<lll deseado sacrificarlos, y
l\L,rotn qur dr.ial'a nranz:'t' al ejprcito liberal, pa
r~ inl,'o¡]lIcir la deslllor~\liw~io[l en el fpalista.
La entrad" de Echerul'ria y slIblEv:lcion del 5.°
de J\al'arra, vinieron á complicar aun mas la si'
tuarion


El dia :!;j (1\' A.~osto se presentó D. üírlos
por úllima HZ ,i pJSilr rcyista ií 'S'JS tropas,
que el! llúuwro de ('atoree 1)¡¡tallones hnbüm for-
mado (']] Elg\lcta, La frin!(hd con que fue re-
CIbido ~: 10S adenlJIlt's f¡Ue obs':t'I'ó en :\I~rot 0,


r;r.:


le (¡h¡¡.~;Jt(ili Ú huir prccipitad:1l1leute ('1\ COlYJpa-
rúa de su ¡lijo, riel IIIIallte D, Schnstian, su es-
(lolta y cuatro GCllcr:lles. Cinco días des[lues tu·
\0 jug,;I' C0l'e~ el\' ¡¡(lUel sitio el célebre cOI1\'enio
(k Y('r¡;~r".
Ah~l](!onado n. Cárlos de la mayor parte de


SIiS trop;¡s, se Te¡in; /¡[¡r-in rrd¿s, y ('1 dia 15
de Setielllbre se rió precisarlo á ¡liS:ll' el territorio
francés, seguido de su familia y de una porcion
de General es pu ndonorosos, que quisieron aeom
patiarle en su ellligracion, á pesar de. los repeti-
dos dcsJir('s, que de él habian sufrido. Confina-
do en seguida á Bourgrs , ha visto caer uno tras
otro sus dorados ensueños; i cuantas veces en'




44 PERSO~ A.J ES CELEIlRlis.
aquella soledad habrá recordado las rastreras
adulaciones de los hiprócritas, que abusaban de
su confianza diciéndole: "Señor, vuestra causa
es la del cielo ..... sin un soldado puede coloc~­
ros en el trono á que os ha predestinado."


D. CárJos no ha cetlido todavía un ápice (ll
cuanto á sus pretensiones, y los manifiestos q uc
ha hecho han sido todos en este sentido. h)s
diarios legitimistas han hablado acerca de algu-
nas gestiones de avenencia, intenfadas por Ulla
persona augusta lanzada igualmente del suelo
espaüol: ign'lramos hasta que punto haya exac-
titud en esta aserciones. como igualmente en
las inculpaciones lanzadas por los mismos eon·
Ua el gobierno, por los frecuentes desacatos de
la policía contra los prisioneros de Bonrges. Si
estos fuesen ciertos, serian harto estraños en
una Nacion, que ha clamado tan alto por los de-
sacatos eometidos con el prisionero de Santa Ele-
na. La desgracia tiene sus privilegios, que debe
guardar todo corazon sensible: este sentimiento
ha guiado nuestra pluma para tratar á D. Cárlos
con el posible miramiento, aunque sin faltar <Í
la verdad. Por desgracia esta siempre es amarga.








J~ORD JOHN RUSS.EIAL.


Che sará sara.


DIVISA. DE LOS RrSSELL.


--


La raza de los Russell es muy noble; y sin
remontarse ti los tiempos de la conquista nor-
manda, no cede por lo ilustre á ninguno de los
nombres distinguidos de Inglaterra. A princi-
pios del siglo XVI encontramos por primera vez
en la historia un Jolm Russell, originario del
Condado de Dorcet, que fue Gentil-Hombre de
la Cámara en el reinado de Enrique VII , In-
tendente del Palacio del Rey en el de Enri-
que VIII, creado por este Baron Russell y Ca-
ballero de la órden de la Charretiere. poseedor




PERSONAJES CELEBRES.


de considerables feudos en el Condado de Bed-
ford , llamado 'en seguida á formar parte del
Consejo de administraci.oll durante la minoria de
Eduardo VI, Y nombrado por último en J550
Conde de Bedford.


Desde aquella época la familia de Ins R ussell
se coloca y se eleva de dia en dia en el seno de
la aristocracia inglesa, hasta el momento en que
adquiri6 uua gloria indestructible en la persona
del gran William Russell, el mártir de la liber-
tad política y religiosa, «cuyo nombre, ha dicho
Cárlos Fox, quedará etern3l11€nte grlluado en el
<:'Q~<l.mQ.. ti(\. t.Q<i~~ \Q,~ \Wh~\!.~~\) ~\l\l~Q \\.\. <i~ M-
guernon-Sidney, "


Los dos ilustres campeones dp.la misma cau"
sa fueron inmolados con cuatro meses de intér-
valo¡ y los sucesos quc los condujeron al cadal-
so son harto conocidos, para que sea suficiente
el indicarlo solo aquí. Era en tiempo de la mo-
narquía restaurada de los Estuardos. El sangrien_
to drama de Whitehall, y las duras lecciones
del destierro habian sido infructuosas para el hi-
jo de Ccirlos 1: tampoco él habia olvidado ni
aprendido nada. Entregado á los placeres, aban-
donaba su reino al Ministerio de favoritos, tan




JOHN l\USSELL. 3


tristemente conocido por el nombre de Cábala.
Necesitando siempre dinero para pagar á SUS.
queridas, vendia DlInkerque á Luis XIV, se en-
cadenaba servilmente á la política de VersaJles,
se obstinaba en una guerra desastrosa contra la
Holanda, á pesar de las reconvenciones del Par-
lamento; y mientras pisoteaba de este modo los
intereses y las libertades de la Inglaterra, el
fervor católico de su heredero presuntivo el Du-
que de York, ponia en peligro d porvenir de la
iglesia protestante. Organizóse en el seno de la
Cámara de los Comunes una oposicion animosa,
y colocó á su cabeza al hijo primogénito del
Conde de Bedford, William Russell, á quien sus
conocimientos, sus virtud~s, su talento y la ele-
vada consideracioll de que disfrutaba, hacian
el mas digno de aquel peligroso honor. El Mi-
nisterio de la Ca'bala fue disuelto, la oposicion
triunfó, pero Russell debia pagar caro su triun-
fo. Se habia atrevido, con aplauso de la Ingla-
terra, á proclamar á la faz de Cárlos Il el dere-
recho de resistencia: resolvióse su pérdida.
Complicado en una acusacion absurda de com-
plot contra la vida del Rey, no quiso huir,
compareció ante el jurado vendido al poder, y




4 PERSONAGES CÉLEBRES.


confundió á sus acusadores. Condenado contra
la evidencia y con desprecio de todas las formas
judiciales, como culpable de alta traicion, murió
el 21 de .Tulio de 1683, con la energia de un
héroe y la tranquilidad de un santo. Cinco años
despues .Tacoba II sufria el castigo del crimen
de su hermano. Bajaba del trono para que se
sent6ra en él Guillermo de Nassau. El Parla-
mento anulaba con un bill la sentencia de
R ussell, ealiflrDdo de asesinato, y el llueVO Rey
al conferir al Conde de Eedf'lrd, padre de la
,¡rtima, el título de Duque, proclamaba á su
hijo el ornamento del siglo, el modelo de la pos-
teridad.


No se vertió en el cadalso toda la noble
sangre del mártir. De su casamiento COIl la hija
det Conde de Southampton, esa Raquel vVrios·
thesley, cuyas virtudes, valor y adhesion COll-
yugal ha consagrado la historia; d~jó William
Russell un hijo que heredó, despues de la muer-
te de su abuelo, el título de Duque de Bedford.
Este título pasó sucesivamente á sus dos hijos,
de los cuales el último .Tohn RusseIl tuvo por
heredero al primogénito de sus nietos, Francis,
quinto Duque de Bedford. Este Russell desem-




JOHN nUSSELL.


peilÓ durante el.Ministerio de Pitt un distingui-
do papel político. Fiel á las tradiciones de su
familia, combatió brillantemente al lado de
Fox, en las filas del partido wihg. Fue ademas
grande agrónomo, y los eminentes servicios que
prestó á la agricultura, fundando numerosas
granjas esperimentalcs, han unido á su nombre
una popularidad duradera. Su efigie se ve gra-
bada aun en el dia en las medallas que distri-
buye la sociedad agrícola de Lough. Murió en
1802 sin posteridad. Sus bienes, su título y su
pairia pasaron á su hermano menor, el cual ha
muerto recientemente dejando 1res hijos, de Jos
cuales el mayor ha heredado el titulo de Du-
que de Redford, y el tercero es precisamente el
hombre de Estado, de cuya vida vamos á ocu-
parnos, el gefe actual del partido wihg, el rival
de Sir Roberto Peel, el mas ilustre de los Russell
despues del gran William.


I,ord John Russell nació el 19 de Agosto de
1792. Siendo el hijo menor de su familia, y
familiarizado ae consiguiente desde muy jóven
con la idea de que debía crearse por si mismo
una grande existencia, para sostener el honor de
su nombre, tuvo una juventud grave y laboriosa;




6 PÉRSONAJES CELEBRES.
¡¡íguió SUS estudios en la Universidad de CUIIl-
llridge, y apenas llegó á la edad de 21 años, en
1814, entró en la Cámara de los Comunes.


Se ha dicho muchas veces que la arlstocnícia
inglesa, parecía que estaba muerta. Aserto IllU-
cho mas fácil de emitir que de justificar. lIay eH
verdad algunos peligros que amenazan al parecer
para el porvenir á dicha aristocrácia, y tal \'ez
acabará por ser arrastrada por el gran movimien-
to democráti.~o que par¡>~e apoderarse de todas
las Naciones; pero por ahol"a !lO hay en el mun-
do institucion alguna que presento con llH!S re-
cuerdos de gloria, lIlas vida, mas hrillo, lilas
poder y grandeza. Al paso que todas las demas
aristocrácias, hatidas en brecha ya por los R.eyes,
ó ya por lÚ's pueblos, se borran lentamente ó se
destruyen; cuando la grandeza española no tiene
representacion algnna ; cuando los antiguos ba-
rones del Santo Imperio han trocado su coraza
por un uniforme bordado de Consejero ánlico,
ó los cordones de Chall1belan; cuando los boyar
dos rusos se inclinan humildemente bajo el Knut
de un Czar; cuando los hijos de los nuncios
polacos que deliberaban á ca bailo, eon el sable
ceñido, se hallan redue.idos, para ganar el pa ¡)




JOHN R USSELJ.. 7


del destierro, á hacerse maestros de escribir ó
dependientes riajeros; cuando la nobleza fran-
cesa se divide en dos partes, de las cuales la una
no se ocupa mas que en aumentar y acrecer las
riquezas que ha podido salvar del naufragio, y la
ot.ra aislada, pobre y confundida en la masa
popular, vejeta oscuramente en los escritorios, en
los ejércitos, en los tribunales y en las calles;
cuando en una palabra, se verifica en toda Eu-
ropa una gran descomJlosicion aristocrática,
existe un pais en donde el viejo cuerpo fllUdal,
reju\"enecido sin cesar con la inyeccion de la
sangre democrática, se conserva firllle , compac-
to, en pie, al frente de los negocios, .ent·e el
trollo y el pueblo, incorporánddse toda indivi-
dualidad que se eleva bastante pata llegar á ser
pe);.!,'ros¿¡, r,7{IOJ'3!ldo el derecúo caduco del na-
cimielllo, sobre los dos derecllOs IDas indisputables
<.\~ \"\\\~",\rl) üempo, el de la riClUe'l.a y el de\
talen to.


A este triple elemento de fuerza, es preciso
dñadir en favor de la aristocrácia inglesa, la
ventaja mas grande todavia de ser la espresion
viva. el gran resultado histórico de las tradi-
ciones y de las costumbres del pais. Cuando




PERSONA.JES CELIlBIIÉS.
la aristoerácia francesa luchaba contra la aliDllZa
de los Reyes y del pueblo, á In cual ha sucum·
bido, la aristocracia inglesa se ligaba con el pue-
blo contra el depottsmo de los Reyes, y á ella
principalmente era provechosa la victoria. Duran-
te su larga y gloriosa dominacion, ha tenido
tiempo y poder para construir la Inglaterra á su
imagen. Ha vaciado en el mismo molde gerár-
quico las instituciones civiles, religiosas y polí.
ticas, ha impregnado esta mezcla de su entendi-
miento, de una argamasa indestructible; no se ha
contentado con ser dueña del gobierno y del terri.
torio, se ha apoderado de las costumbres, y en
el dia la lógica de las nuevas ideas parece im-
potente para conmover el antiguo edificio, cuyos
cimientos estan en las entrañas mismas de la
sociedad.


La generalidad de los lectores, que estudia
la Inglaterra por los periódicos, engañada por la
semejanza esterior de la organizacion política de
ambos paises, desconoce completamente las di·
ferencias enormes que los distinguen. Sabemos
que hay en Inglaterra un trono, una Cámara de
Comunes, otra de Lores, un partido tory á con-
Silrvador, un partido wihg ó liberal, un partido




JOH:oi RUSSELL. 9


radical, un partido cartista, y no tratamos de
averiguar nada !llJS. Creemos que la Cámara de
los Comunes es la nuestra de Diputados; la de
Lores nuestro Senado cou la pairia heritaria
ademas , y que las luchas entre los partidos y
los hombres que se hallan á su frcnte, son igua-
les á las que entre nosotros se verifican.


Partitndo de .este dato, atribuimos á la In-
l!;la terra ide,ls, gustos, pasiones é intereses aná-
10gos á los nuestros; y cuando observamos 1'1
movimiento tUfllultario y desordenado de los
partidos en aquel p:Jis; cuando leemos el relato
de todas aquellas furiosas batallas electorales, de
aquellos motines, de aquellas procesiones) de
aquellas peticiones que tienen 2,322 pies de largo
y llevan dos millones de firmas; cuando sabemos
que 40 Ó 50,000 cartistas se han paseado triun-
fal é impunemente por las calles, con banderas
de'iplepauas, gritando: "El pueblo se levanta
para destruir la tit'auia l) , nos p¡¡rece que la Ingla-
terra estiÍ en vísperas de una gran revolucion, y
que la aristocrácia toca á su último dia.


Pero la Inglatel'ra ha presentado eternamente
este espectáculo. El Gobierno, la ConstitueioD,
la Aristocracia, todo esto se aviene muy bien con




10 PERSONAJES CELEBRES.


el motin. Los ingleses no conoceu la policia
preventiva. Todo ciudadano tiene el derecho in-
dividual de pasearse por las calles gritando cuan-
to le acomoda, hasta que rendido se va á neos-
tnr; sí en vez de un ciudadano hay cincuenta
mil, son otros tnntos los que gritan, y nada mas;
pues estos cincuenta mil gritos ni siquiera dan
lugnr á qne se cierre una tienda. Aquellas pro-
cesiones, aquellos motines y peticiones son otrns
tantas váltulas destinadas á la evtlporacion de la
caldera constitucional, demasiado lIenl, El anti-
guo mecanismo de Chnrch-and·State (la Iglesia
yel Estado" no por eso funciona mcjor ni peor.
Si en España, donde las instituciones cuentan
pocos alias y han sido destruidas varias veces,
y donde no han podido eclnr raices las costum·
bres; donde el poder no pued,' vivir sino con la
condicion de obrar y vigilar sin descanso; si en
Espaila no hay mas que un paso entre un motin
y una revolucíonj en Inglaterra, pais arístocrá"
tico, donde la libertad individual ha ganado
todo lo que la igualdad perdia, donde la diver-
sidad de existencias ha creado entre cada clase
de ciudadanos una especie de muro que separa
y contiene el desarrollo del contngio revolucio-




~OJlN RUSSRLL. ti


narío; el Gobierno vive y marcha tranquilo en
medio de la agitacion esterior de todos los par-
tidos; vive y marcha apoyado no en un pedazo
de pa pel hecho mil veces trizas por la tor-
menta popular, sino en un haz (.e tradiciones
políticas, civiles y religiosas, que se llama la
Constitucion, y que está arraigada en 10 mas
profundo de las costumbres. De consiguiente,
el sentimiento aristocrático forma la base de las
costumbres inglesas: es la s~ñal de la un ion de
los partidos. Torys, wiligs, radicales y hasta los
rartist,1s, todos son aristócratas mas ó menos
pronunciados.


¿ Qué quieren los torys? Mantener lo que
existe ¿Qué quieren los wihgs'1 Poner la Cons-
titucion en armonia con el progreso del tiempo,
introduciendo en ella ciertas reformas parciales de
que se tratará despues. ¿ Qué quieren los radicales?
¿Tr~tan acaso de destruir completamente el
Estado y la Iglesia. de reemplazar todos los
poderes hereditarios por otros electivos, en una
palabra de ingerir en Inglaterra la república? De
ningun modo: el pem:amiento republicano nin-
guna acogida tiene en la gran masa del pueblo
inglés. La antigua trinidad gubernamental del




PERSONAJES CELEBIIES.


Rey, de los Lores y de los Comunes, casi nada
ha perdido de su prestigio; la mayor parte de
los radicales limita sus pretensiones á dos re-
fornlas capitales, pero no revolucionarias; el es-
tablecimiento del escrutinio secreto en las elec-
ciones, yel tlcl los parlamentos anuales. Algu-
nos atacan directamente la pairia hereditaria,
pero todos respetan los tres poderes en sí mis-
mos; los mas adelantados, los lJenthamistas,
reclaman, es verdad, como los radicales fran-
ceses, el sufragio univ~rsal; pero esta pretension
dista mucho de tener en Inglaterra In significa-
cion revolucionaria que en Francia. ¿Quién no
concibe en efecto, qne la aristocraria inglesa,
dueña del territorio y con mil medios de in-
fluencia, puede soportar sin peligro de muerte,
un aumento considerable en el cuerpo electoral?
Cuantos mas electores ignorantes y pobres haya,
mas probabilidades telldrá la aristocracia de do-
minar las elecciones. El modo como se ha acreci·
do el partido tory dellpues del bill de reforma,
prueba bastante que no es este el peligro ma-


y.or para la aristocracia inglesa j (*) parlameutos
(') Por el bill de reforma se ha aumentado en mM de


la mitad el número de electores.




lOBN RUSSELL. 13


anuales, escrutinio sem'eto, sufragio universal~
todo lo cederia, antes que modificar las leyes ci-
viles del pais, antes que introducir por ejemplo,
la igualdad en la particion de los bienes, antes
que abolir o restringir las sustituciones. Esta es
la piedra de toque del espiritu inglés, el arca
santa que todos respetan, hasta los cartistas en
medio de sus llI~yores estravagancias. (*) Si la
igualdad debe ser la b3se de la democracia mo-
derna, no hay todavia democracia posible en In-
glaten'a, donde la igualdad es Ulla pasion des-
conocida, de la cual el pueblo no tiene idea, ni á
ella aficiono


Sin embargo, apresurémonos á decirlo; los
grandes sucesos que han agitado á la Europa de
50 anos á esta parte, no han dejado de tener
influencia sobre el estado político y social de
Inglaterra. Si la forma esterior de las institu-


ciones no se ha alterado sensiblemente; si al
parecer la aristocracia llada \l<l pel'd'tdo de su
poder; si aun en el día. como en el siglo XVI,


('l Los eartistas no representan una idea política, pe ..
ro si un hecho grave, peligroóo, y que podria acahar, si
la ariotocracia no tiene cuidado, por ab.oner algun (Ha
todas las cuestiones políticas; r(,presentan la miseria siem-
pre en aumeoto de las clases trabajadoras.


.r·"-·· ...
,.,. f f: ~-.;~,~




14 PERSONAGES CÉLEBRES.


la propiedad territorial está concentrada en ma-
llOS de 32,000 gefes de familia; si el partido tory
aterrado un instante por el bill de reforma, apa-
rece ahora mas vigoroso que nunca, no es sin
embargo menos cierto que el principio aristo-
crático ha sufrido rudos golpes, y que el partido
tory ha tenido que hacer notables conce-
sionf's.


Entre las dos grandes fracciones de un mis-
mo cuerpo político, de las cuales la una quiere
resistir al espiritu del siglo, y la otra contem-
porizar con él, ha habido de 30 años á esta
parte obstinados combates. Los torys victorio-
sos ahora en la apariencia, son vencidos en rea-
lidad ; pues sus adversarios los han arrastrado
al camino de las reformas, y no pueden conser-
var el poder sino marchando por él.


Entre cuautos se han distinguido en estos
combates, brilla en primera fila Lord John Russell,
hombre de moderacion y de progreso, enemigo
de las revoluciones, pero defensor tenaz de la
libertad religiosa y política; dotado en grado
superior de esa constancia, de esa firmf'za, de
esa dignidad, de esa consecuencia que designan
los Ingleses con la palabra general de consi&-




JOHN RUSSllLL. 15
tancy, el ilustre descendiente de los Bedford
debe solo a su mérito personal el eminente
puesto que ocupa en el dia en el partido wihg,
del cual es gefe. Ha llegado ó él paso á paso, y
agrandándose en medio de numerosas pruebas,
en una carrera dificil que vamos á bosquejar rá-
pidamente.


Cuando la escuela filosófica del siglo XVIII
hubo creado la Revolucion de Sg, el partido
tory vió amenazado su porvenir, y para parar el
golpe se arrojo á una guerra encarnizada contra
la Francia. Reanimando antiguos odios históri-
cos, ahogó la cuestion de prinCipiOs con una
euestion nacional; durante 20 años tomó nue-
vas fuerzas de la guerra, contuvo la revolu-
cion del lado alla del ES'.recho, y el misionero
eoronado de la democracia cayó á sus golpes.
Pero cUaIulo des pues de la victoria fue preciso
contar los muertos, todas (as llagas de la In-
glaterra aparecieron á la vez. La Francia estaba
vencida, pero la Inglaterra estaba arruinada, y
habia contraído una deuda de mas de SO mil
mm\)l1ef> de re\\~e5. La miseria devoraba las cla-
ses inferiores; la nacioo entera estaba oprimida
por el peso de los impuestos; el pan valía á un




t6 PERSON AJF.S CELEl\l\ES.
precio exhorbitante, y los arriendos aumenta-
ban en proporcion; los mercados, á causa del
bloqueo continental} estaban llenos de mercade-
rias, y al otro lado del Canal de San .Jorge, una
naciou de mendigos, la Irlanda, melta furiosa
por el hambre, buscaba eu la violencia un re-
curso contra la tirania de las leyes.


El gran debate de) principios, comenzado ya
antes de 89 entre los wihgs y los torys, y sus-
pendIdo durante la guerra, volvió a tomal" SIL
curso en medio de la agitacion popular, y trll-
bóse la batalla sobre dos puntos capitales:
1.0 la admision de la Irlanda católica y de las
sectas disidentes á los derechos polLticos y mu-
nicipales, con la aholicion del juramento de alivio
~ la supremacia de la Iglesia Anglicana: 2.0 la re-
forma del an tigno sistema electoral. Lord .John
Russell ha consagrado '15 a(¡os de sn vida á conse-
guir estas dos conquistas. lVlientras los otros getes
de la oposicion, los Grey, los Burdett, los Broug-
ham, los Althorp, los Hobhouse, combatían al mi-
nisterio en las diversas cuestiones a('cíd~Dtales de
política interior y esterior; RusseJl al paso que las
apoyaba con su palabra y su voto, se dedicaba
lilas especialmente al triunfo de los dos grandes




JORN RIlSSF.LL. 17


princIpIOs de libertad religiosa y política, de
los cuales se hahia constituido campeon.


En la sesion de 1819 principió á proponer
claramente la reforma genel'al del Parlamento,
como el remedio mas eficaz para los males
del pais; rechazado, se atrincheró en una série
de modificaciones y de detalles en la ley elec-
toral; asi pues en Diciemhre de 1819 pidió la
supresion de los burgos pod1'idosj en la misma
sesion apoyó una propuesta sohre la aholicion
del test (jmamento) y de las otras iucapacida.-
des que afectaban á los católicos y á los disi-
dentes; en Mayo de 1820 propuso quitar el de-
recho electoral al burgo Grampound, acusado
de corrupcioll; proposicion que pasó en la sesion
siguiente, y fue el primer paso en el camino
que condujo á la reforma parlamentaria; en
Ahril de 1821 pidió con Sir I.ambton, mas
adelante Lord Durham, el aumento del núme-
ro de electores. En la sesion siguiente, el 27
de Ahril de 1822, pronunció un largo y bello
discurso para inducir al Parlamento á que re-
flexionase sériamente sohre el estado de la re-
presentacíon nacional. Concluía pidiendo como
siempre la reforma del Parlamento; pero aque-


2




ls PERSONAGES CÉLEIlRÉS.
lIa morion, vivamente combatida por Can-
ning, fue tambien como siempre rechazada.


Cuando se veriticó la invasion del ejército
francés en Esparia, Canning, despues de inú tiles
esfuerzos para impedir aquell; guerra, se pro-
nunció por uua estricta neutralidad. RusseIJ,
siu entregarse á las furiosas filípicas de llrou-
gham contra el mini&terio francés, se declaró
con la oposicion contra la neutralidad. Pidió
que se reVClCase el biU que prohibia á los súb-
ditos ingleses el entrar al servicio de los estran-
geros; indicó la intervencioll francesa como un
ataque de despotismo contra las libertades de la
Europa. La mayoria se pronunció contra su pro-
posiciono


Al año siguiente el infatigable Diputado
desenvolvió de nuevo, tambieu con poco éxito,
su mocion sobre la reforma parlamentaria; re-
prodújola en 1824; en 1826 la sostuvo de nuevo
hajo otra forma, presentando un bill para pre·
venir la corrupcion en las elecciones.


En aquel mismo <lño debió á su celo perse-
verante por la causa de la Irlanda, el verse pri-
vado, despues de l:i disolucioil del ParlamentO',
de su mandato de Djputado por el Condado




JOllN R USSELL. 19


de lIuntingdoIl; un burgo irlandés reparó: aque-
lla injusticia, y envió á la Cámara al intrépido
defensor de la libertad de cultos.


Sin embargo, el estado de Irlanda, cada dia
mas amenazador, prin~ipiaba il influir en el
Parlamento; un proye!~to de emancipacion sos-
tenido por Canning (*) solo babia sido des-
echado por cuatro votos. Despues de muerto
CaIlning, y cuando llegó al poder el torysllIo
puro, Hussell presentó de nuevo y sostuvo, co-
mo un paso p~l'a resolver la cuestion católica,
un bill para relevar de toda incapacidad polí-
tica á los protestantes disidentes. El bill viva-
mente combntido por Sir noberto Peel (**) fue
aprobado sin embargo por una mayoria de 44
votos. Aquel triunfo fue preludio de otro ma-
yor; á los pocos meses el l\linisterio, espantado
de los gritos de la Irland3, proponia él mismo
la emancipacion. El Gabinete tory, atacado
vivamente por sus mas fogosos amigos, encon-
tró en Russell un adversario leal, que le de-
fendió en aquella circunstancia, y que al paso
que reclaml.1ba en vano una M18ncipacion mas


(') V~ase su biografia tomo nI.
('.) Véase su biografia, tomo IV.




20 PERSONAJES CELI!llllES.


completa, defendió con valor el proyecto contra
los ataques de Jos ultra-torys. El bill fue al
fin aprobado.


Asi, pues, de los Jos grandes principios a
cuyo triunfo habia consagrado Russell toda 5U
vida, el primero acababa de ser solemnemente
consagrado; quedaba la gran cuestion de la
reforma parlamentaria, tautas veces abordada
por él sin éxito, y la volvió á tomar con nuevo
ardor. Como táctico biÍbil, echó de nuevo por
debute, per via de ensayo, ulla proposicion es-
peCia 1 reducida á conceder el derecho de repre-
sentacion á las populosas ciudades de- Manches-
ter, Birmingham y Leeds, que cartlcian de él;
esto acontecía el 23 de Febrero de tg30; el
orador wihg fracasó tambien entonces, pero
ante una mayoria de solo 44 votos.


Cinco meses despues e~talló la rerolucion en
Francia; el sacudimiento conmovió la Inglaterra,
derribó á los torys del poder que ocupaban tan-
to tiempo hacia, llevó a él á los wihgs, y
el 1,0 de Marzo de 1831 Lord Joho Russell se
presentó en nombre del nuevo Gabinete, en me-
dio de una formidable agitacion popular, á
proponer, 6 imponer mas bien á la Cámara de




JOJI:\ R USSELJ" 21


los Comunes, no ya concesiones de detall,
paliativos, modificaciones parciales, sino un es-
tenso plan de reforma parlamentaria. Estrecha-
do en sus últimos atdncheramientos, el torys-
mo furioso recogió todas sus fuerzas, y sobre
el proyecto de Lord Jo}¡n Russell se dió una
de las mas grandes batallas de tribuna de que
conserva recuerdo la Inglaterra. La batalla se
prolongó durante mas de un año. En la bio-
grafia de Sir Roberto Peel no hicimos mas que
indicar los graves debates sohre el hill de re-
forma; pero como Russell desempeiló en ellos el
principal papel; como la materia en sí misma
es poco conocida, procuraremos reasumir, lo
mas sucintamente posible, aquella gran euestion,
bosquejando el sistema electoral inglés antes y
des pues del bill de reform u.


Las libertades inglesas datan de larga fecha;
y por no estar reunidas en un céJigo político,
no estan por eso menos presentes en todas partes,
incrustradas en las tradiciones, fundidas en las
costumbres y garantidas por usos mas poderosos
quP. las leyes. Su origen 1>e remonta hasta la rnagna
carta, conquistada durante el reinado de Juan sin
tierra en los campos de Runnimede, por la coalicion




22 PERSONAlES CELEBRES.


de los harones, drl clero y de los habitantes d,
las ciudades.


Aquella carta sin embargo cons3gra mas hien
derechos civiles que políticos; pero poco tiempo
despues de su conquista, háci3 fines oel siglo
XIlI, vemos ya á los ciudadanos llamados á de-
liberar en 1'1 Parlamento en union cou los Lo-
res espirituales y temporalea; los dos primeros
órdenes. ó estados se hallan reunidos desde
tiempo inmemorial en una sola Cámara llamada
Cámara alta, y el tercero forma la Cámara ba-
ja, llamada de los Comunes. El número y las
atribuciones de los Diputados de la Cámara de
los Comunes fueron en un principio muy res-
tringidos, y el método de su convocacion bas-
tante mal definido; los Reyes añadieron por mu-
cho tiempo al privilegio de crear los Pares hit<-
reditaríos, el de aumentar ó reducir el número
de los Diputados, dando ó quitando á las di-
versas' localidades la ,franquicia electoral, esto
es, el derecho de represenÚlcion, segun la im-
portancia adquirida ó perdida por aquellas mis-
mas localidades, y segun la necesidad que te ..
otan los Reyes de aumentar su influencia en la
cámeta aja para eontenet' á los Lores.




JOHN RUSSEL L. 23
Pero las dos Cámaras tardaron poco en ha-


cer causa cornun contra el trono; durante muchos
siglos luchm'on, vencieron ó sucumbieron jun-
tas; juntus atncaron, destronaron y juzgaron
á los Reyps; juntas se sometieroD al yugo de
los Réyes, hasta que la última revolucion de
1688 asentó definitivamente la constítucíon ir.
glesa sobre la doble base de la soheranía parla-
menlaria y de la supremacia protestante. Duran-
te aquella larga série de triunfos y reveses, los
Lores y los Comunes habülll estrechado mas y
mas su union. La Cámara alta, identificando
con destreza los intereses aristocráticos con los
intereses protestantes, acabó por absorver com-
pletamente la Cámara baja. Comprando los bur-
gos que poseian franqnicia, iugiriendo á 'precio
de oro su influencia en lo:, condados y en las
corporaciones de las ciudades, consiguió la aris-
toerácia infeudar la díputacion en sus familias;
hizo de elJa el patrimonio de los hijos menores
de 108 Par-es, y el Gobierno de la Inglaterra se
convirti¿ en lo que es en el dia , aun despues del
bin de reforma, una monarquia dominada por
una ar.j.,.tocrácia, dividida en dos Cámaras.


La aristocrácia una vez dueña y propietar ia




PERSONAJES CELEBRES.


en cierto modo de las :elecciones, debió esfor-
zarse naturalmente por inmovilizar en sus ma-
llOS aquella propiedad, quitando al trollo la
prel'ogativa que hasta entonces disfrutara, dA
coneeder 6 lluftar á las localidades el derecho de
representacion. Durante el reinado de Cárlos 11,
se negó por primera vez la Cámara de los Co-
munes á admitir en su seno á dos Diputódos
el¡>gidos por un burgo, al eual el Rey hal)ia con-
cedido recientemente la franquicia electoral.


Desde aquel momento el número total de los
Diputados, de los burgos, condados y ciudades
con derecho de elegir, el número de votos COll-
cedido á cada localidad, todo quedó fijo é inva-
riable; y des pues de la admision de los Diputa-
dos escoceses eu 1706, y de los irlandeses en 1804,
la Cnmara de los Comunes se compuso definiti-
vamente de 658 miembros, de los cuales so eran
nombrados por los condados de Inglaterra, 25
por las grandes ciudades. 172 por los burgos;
8 por los puertos de mar, 4 por las dos Univer-
sidades de Cambridge y de Oxford, 24 por los
condados y ciudades del pais de Gales, 30 por
los condados, 65 por las ciudades y burgos de
Escocia J y finalmcnte 100 por Irlanda.




roUN Il. USSELL. 25


La misma inmovilidad se aplicó á la legisla-
cion electoral, es decir, á las condiciones impues-
tas á cada cit:dndano para egercer el derecho elee-
toral. Aquellas ('ondiciones variaban mucho se-
gllll las localidades; así pues, en los condados de
Inglaterra y del pais de Gnles, para ser elector
('ra necesario poseer en entera propiedad ó usu-
fructo un lJipl1 alodial (Fee IlOld) que diese por
lo menos 40 chelines de renta; el cop!I-ho1d que
era una espef:ie de posesion de segunda clase,
que COllstituia una propiedad de hecho, no de
derecho, y p~l'ticular á la Inglaterra, no daba el
derecho electoral; lo mismo sucedia con otra
e1ase de hiencs, lease llOld, término medio en-
tre la propiedad y la simple locacion. En las
ciudades y los burgos, el derecho de votar esta-
ha fijado con menos uniformidad. Cada 10calidaJ
tenia usos particulares; por egemplo en Abing-
ton, en Arundel todos los que pagaban impue-
tos directos tenian voto j en Rath nombraban el
Diputado el Maire, los Aldermen y el Consejo
municipal; en Bristol los libres terratenientes
de 40 chelines, etc. etc. En las dÍl'ersas partes de
ulla misma ciudad podian ser diferentes los sis-
temas electorales. Así pues, en Lóndres, en la
.~. "




26 PERSONAGES CÉLEnRES.
Ciudad, las condiciones del derecho de votar eran
dislintas de las de Westminster y de Southwark.
En Escoda y en muchas ciudades de Inglaterra
8'1uel derecho pertenecia esclusivdmente á los
miembros de las corporaciones municipales, y se
trasmitia por herencia.


A medida que pasó el tiempo sobre un sis-
tema electoral organizado é inmovilizado de
aquel modo, resultaron de él absurdos é inmora-
lidades increibles , de las cuales solo señalarémos
las mas notables. Durante dos siglos, ciudades
de poca importancia hasta entonces, y que no
poseian la franql1kia, se habian engrandecIdo;
otras que la poseian halJi,1I1 disminuido; burg'ls
que la poseian habían IIp,gado á ser aldeas; al-
gunas no tenian mas que una casa, y otras un
pedazo de pared; lIluehas It,d.lian desaparecido
completamente; y siu emlJdrgu, el d~recho electo-
ral quedaba unido á los sitios, y se trasmitia y
vendia con ellos. Así pues, un Par que poseia
siete ti ocho lugares privilegiados de esta espe-
cie, daba uno de ellos en dote á 8U hija, uno
por viudedad á su muger, etc. etc. Se vendia y
compraba un asiento en el Parlamento como se
vende y compra una casa ó un pedazo de tier-




JOHN lIUSSELL. 27


ra ; un gran número de burgos estaban reduci-
dos á siete ú ocho habitantes, que disfrutaban
del derecho electoral á título de loca tarios de ca-
sas pertenecientes á un Par, patrono ó señor del
burgo, el cual no le daba habitacion sino con
la condicion de votar por su candidato. Aquellos
burgos eran conocidos por el nombre de burgos
podridos; en los que no eran de propiedad priva-
da, los votos se compraban con dinero contante;
cosa que se practica aun en el dla. Contábanse en
Inglaterra 25 burgos que enviaban uno ó mas di-
putados al Parlamento, y que no tenian cien elec-
tores; habia 47 que no pasaban de cincuenta, y
entre ellos 2 tenian tres electores, 2 once, 2 ocho,
y por último los 2 burgos de Gatton y de Old-Sa-
rum no tenian en realidad mas que uno. En las
ciudades en que el derecho electoral pertenecia á
las corporacionas eerradas, sucedía con frecuencia
que media docena de Burgue.~es nombraban á
puerta cerrada el representante de 50,000 al-
mas. Edimburgo, por egemplo, ciudad de mas de
100,000 almas, tenia un solo Diputado nombrado
por treinta y tres electores. I,ord Grey, sumando
estos diversos casos particulares, habia sacado por
resultado general que la mayoria de la Cámara de




PERSONAJES CELEI1RES.


los Comunes (330 miembros) era nombrada pOI
menos de 15,000 electores, sobre los cuales eger-
cian los grandes. propietarios una influencia tan
patente, que Lord Joho Russell, al presentar su
bill pudo afirmar, sin que nadie le eontradigera,
que siete Pares hacia n nombrar 63 Diputados.


Por viejo que fuese, ó mas bien por lo mismo,
el sistema electoral tuvo numerosos y ardieutes
defensores; y cuando el orador wigh desenvolvió
su plan, lo acogieron los torys con gritos de
indignacion.


Proponia que se quitase la franquicia á to-
dos los burgos que tuviesen menos de 2,000
habitantes; no concedia mas que un represen-
tante en vez de dos á todos los burgos, cuya
poblaciou no escediese de 4,000 almas; por es-
te medio quedaban disponiblrs l.S0 asipntos en
el Parlamento, que podian repartirse entre las
grandes ciudades no representadas hasta enton-
ces, y los principales condados, cuya representa-
cion se doblaba. La de Lóndres debi;) ascen-
der de 8 á 16 miembros, y se conservaban los
terratenientes de 40 chelines. Las corporacioues
cerradas dc las ciudades esperimentaban la mis-
ma suerte que los burgos podridos; su priví-




JOHN RUSSELL. !J9


legio esclusivo era reemplazado por una dispo.
sicion, que concedia el derecho electoral á todo
propietario ó locatario de una casa que producia
10 libras esterlinas de renta al año. El núme-
ro de miembros de la Cámara su fria una re-
duccion.


Lord John Russell necesitó un infatigable
vigor para resistir á los multiplicados ataques
de los torys; defendió su proyecto artículo por
artículo con tenaz perseverancia, refutando too
das las objeciones, y oponiendo á los furores
de sus adversarios, unas veces una tranquila y
elevada razon, y otras una fria y penetrante iro-
llia. El biU fracasó en la Cámara de los Co-
munes; el Gabinete wigh presentó al Rey su
di misi?n, el cual prefirió disolver el Parlamento
y apelar al pais. Las elecciones verificadas en
medio de la mas viva agitacion, dieron por
resultado una mayoria favorable al bill, el cual
fue adoptado el !JI de Setiembre de 1831, por
345 volos contra 236.


Siu embargo, no estaba ganada la victoria,
pues faltaba que pasara el bill en la Cámara de
Jos Pares. Presentó lo á ella Russell el 7 de Oc-
tubre, y fue desechado siu enmienda. Tres dias




30 PERSONAJES CELEBRES.


despues, la Cámara de los Comunes hizo una
declaracion en que deploraba la resolucíon de
la Cámara alta. persistiendo en su adhesion á
los principios del bill, Y proclamando que
los Ministros habian merecido bien de la
patria.


El Parlamento fue prorogado: la Inglaterra
estaba conmovida; multiplícábanse las peticio-
nes, las asociaciones y los levantamientos; se
pedia á voz en grito \a conservacion de \OS
Ministros. y la creacion de un número de Pa-
res suficiente para asegurar el triunfo del bill.
El Parlamento se volvió á reunir el G de Di-
ciembre. y Lord John Russell apareció otra vez
en la Cámara de los Comunes con un nuevo
bill que contenía algunas modificaciones; fue
aceptado como la vez primera, y vuelto á
llevar á la Cámara alta, sufrió la prueba de las
dos primeras lecturas en medio de Jos mas tem-
pestuosos debates; la tercera fue desechada
despues dll Navidad. Cansado el Ministerio
wihg de la encarnizada resistencia de la cá-
mara alta, pidió al Rey una nueva creacion de
Pares i el Rey lo rehusó; el Ministerio hizo di-
mision y fue aceptada; la nacion entera se su-




JOHN RUSSELL. 3/


blevó; la Cnmara de los Comunes votó un nue-
vo mensage al Rey, manifestando su pesar por
el cambio de administracion; los torys hicieron
vanos esfuerzos para componer un gabinete;
no pudieron conseguirlo, y el Rey tuvo que
volver á llamar el 16 de Mayo á los Ministros
que habia despedido el 9. La Cámara alta, im-
potente p3ra luchar por mas tiempo, y amena-
zada por el Ministerio con una hornada, cedió
al fin; Lord "\Vellington, despues de una pro-
testa solemne, abandonó su banco; siguiéronle
cien torys, y en su ausencia pasó el bill el 4
de Junio de 1832, por una mayoria de 106
votos contra 22. El 7 del mismo mes . recibió
la sancion real, en medio de los trasportes de
la pública alegria. Era el bill primitivo de
Lord Jolm Russell, salvo algunas modificaciones
del pormenor. Así, pues. no se variaba el nú-
mero total de Dipntados, que quedaba en
658. Cincuenta y seis burgos perdian su fran-
quicia; treinta nombraban solo un Diputado
en vez de dos; treinta y dos ciudades ó con-
dados, privados hasta entonces de representa-
cion, obtenían el derecho de elegir cada una
dos Diputados, y veiote otras nombraban .ada




32 PEIISONAGES CÉLEBRES,
una uno, En suma, la Inglaterra, comprendido
el pais de Gales, nombraba 500 Diputados, la
Irlanda 105, la Escocia 53, Buscando la rela
cion de estos números con la de la poblacion
en los tres paises , resulta que la Inglaterra
tiene 1 representante por 28,000 almas, la Es-
cocia 1 por 38,000, Y la Irlanda 1 por 76,000.


Tal es en sustancia este fatlloso bill de retol'-
ma, que si dejó subsistir, como puede verse
por los números que ¡¡calwD1os de asenta r, una
chocante desproporcioll en la representacion de"
cada uno de los tres paises que C'onslituyen el
Reino Unido, no por eso dejó de elevar el nlÍ-
mero total de los electores de 400 ,OJO á 1,00.0,000;
destruyendo los burgos podridos y el privilegio
de las corporaciones, desembarazó pI principio
de la eleccion libre de las ficciones inmorales
que le ahogaban; el partido tory se creyó, ó lo
fingió mas bien. herido de muerte; no era sin
embargo así, pues por hostil que fuese el bill
á la elevada al'istocracia, le dejaba todavia nu-
merosos medios de influencia, de los cuales
se ha sabido aprovechar con maravillosa sa-
gacidad.


Los wihgs 7 aristócratas moderados, pero




JOH~ nUSSELL. 33


territorialOlcnte aristócratas, al paso que apli·
caban el eSCJ I pelo á la parte mas gangrenada
del antiguo sistema, no se atrevieron por res·
peto á las tradiciones feuda les, á tocar á la
iDstitucion de los francos terratenientes (jl'eehol-
ders) electores de 40 chelines de renta. Fácil
es conocer qué garantla de independencia pue-
den dar semejantes electores; ad~mJS los torys
arrancaron a lo,; autores del bill la eoncesion de
dl)recho electoral, á los que solo pagasen pf)r
arriendo de una quinta 50 libras esterlinas (te-
nants o/ will), disposicion que unida á la del
voto púhlico, tiene aquellos arrendadores depen-
dientes de los grandes propietarios. Asi pues, el
partido tory diezmado en dos terceras partes
en la Ql'imera eleedan ~,eneral <J"u.e <l~'hu.'-'" ",l
hill de reforma, no tardó en reforzarse mas y
mas en las elecciones de 1835, 37 Y 41. En
el dia es dueño del poaer por una imponente
mayoria; pero solo con la condicion, por de-
cirlo asi 1 de continuar el sistema de sus ad-
versarios. El bill de reforma fue el primer paso
de los wibgs en el camino de las innovaciones;
no se detuvieron ya en él, y durante diez años,
á pesar de los ataques de una oposicion cada


3




34 PERSONAJES CELF.BRES.
dia mas temible, no han dejado de aplicár la
poda á las ramas del viejo árbol. Solo podemos
enumerar aqui sucintamente todas la,; reformas
que han intentado ó llevado á cllbo; pero esta
enumeracion b~stará para que el lector pueda
apreciar Jos títulos que tiene Lord Jolm Russell
para el aprecio de los contemporáneos y de la
posteridad; pues el ilustre descendiente de los
Bedford es el que durante estos diez últimos
años ha mandado, disciplinado, contenido, guiado
el grande ejército de los reformistas; con el
auxilio de su talento de orador, mas severo
qUé brillante, pero lleno de fuerza y de lógica,
y con su influencia de gefe de partido, fue co-
rno el primer ministerio wihg, el de Lord Grey,
consiguió desde 1832 á 1834 luchar por primera
Vf'Z (',on ventaia contra los ah usos de la orga.
nízacion aristocrática del pais; él fue el que
hirió á la iglesia protestante de Irlanda con la
SlipresioD de diez obispados, y una multitud
de sinecuras eclesiásticas; él fue el que por
primera vez promovió la importante euestion
d4l1Cl1inbio del diezmo ponIna renta territorial:l
y mAs adelante cualido quedÓ dislocado el Mi ..
n~ioGflY', cua9do Lord .Joho· RUS8eIl.I~6




.I0HN RUSSF.LL. 35
ÍI ser en el de Melbollrne el verdadero gefe
del Gabinete, á él, á sus perseverantes esfuer-
zos corresponde el honor de la reforma de las
corporaciones municipales que componian una
especie de estado dentro del Estado, de la COll-
\'ersion definitiva de los diezmos en una renta
territorial, de la refundicíon de la antigua ley
sobre los pobres, que en vez de poner remedio
á una de las mas crueles lIag'ls de la Inglaterra,
tendía solo á agrandarla; Russell es ademas el
que ha presidido á las innovaciones llevadas á ca-
bo en el estado cívil y la instruccion pública, á la
modificacion de las leyes criminales, al reparto
mas igual de las rentas eclesiásticas, y á la com~
pleta libertad de los esclavos_ Si sobre las dos im·
portantes cuestiones de los impuestos de la natura-
leza de las propiedades de la iglesia, no ha podido
hacer triunfar l¡,s ideas modernas, por lo menos
ha preparado la opinion pública para una solu-
cion que se efe,~tuará mas pronto ó mas tarde en
este sentido, Por último Lord J ohn Roussell es el
que despues de una lucha gloriosa, cayendo del·
poder y vencido por el número, ha lanzado, como
un Parta á sus enemigos victoriosos, la formidable
cuestion dela libertad comercial y del precio del pan.




36 PERSONA,IES CELEBRÉS.
Tal es un resumen la existencia política de


Lord Jol1n Russell; pura, noble y Leila, le 113
grangeado con razon la confianza y el afecto
de sus amigos y el aprecio de sus enemigos,
j Cosa rara! despues de diez aiios de Ministro,
lIO solo no ha perdido con el egercicio del po·
del', sino que ha salido de él mas grande que
habia entrado. Su vida privada tiene toda la
austera y sencilla dignidad que caracteriza su
vida pública.


Hombre de Estado de primer orden, Lord
Jol1n Russell es ademas un escritor distinguido,
Ha publicado varias obras sériils del mayor w-
terés: la primera titulada: Ensayo de la histo-
ria del Gobierno y de la Constitucion inglesa,
la segunda: Memorias sobre las negocios de
EU)'opa desde la pa::. de Utrecht ¡lasta nues-
tros dias: la tercera: El establecimiento de
los Turcos en Europa; y por último la cuar-
ta titulada: Causas de la 1'evolucion Pmn-
cesa. Lord John Russell compuso ademas
en 1823 una tragedia con el titulo de D. Cdr-
los, 6 la persecucíon, que no fue bien acogida
en el teatro. /.~_


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VICTOR HUGO.


fous les gen res sontlJous, moins
e genre ennuyeux."
BoILEAU.-Arte Poética.


Como el mundo político, tiene el mundo
literario ó poético sus inevitables tran~forma·
ciones. Las mismas causas que cambian la faz
de UDa sociedad, no pueden menos de cambiar
tambien la de la literatura; yen este concepto es
perfectamente exacto .el axioma de Mr. de Bo
nald, muy disputahle en nuestro concepto, si
se deduce de él UDa simultaneidad de revolucion
que casi jamás exi~te; pero no cuando solo im-
plica una reJacion necesaria entre la causa y el




:2 PERSON AJES CELÉllJllcS.


efecto, entre el principio y la consecuencia. No
es rigoros31l1ente exacto el decir, que la litera-
tura es siempre la espresíon de la sociedad;
véase sino ~ la Ilteratura acom[wsaua, hin c\¡ l'l-
da y pomposa de la escuela enciclopédica, atra-
vesar el grande y tempestuoso periodo ue la
Asamblea Constituyente y del OJnsulado, y
aun per etuarse, salvas algunas raras escepcio-
nes, hasta los últilllos tiempos del Imperio.
Mientras dura la obra negativa de la destruc-
cion, la poesia, que vive de afirmacíon, perma-
nece en el estado de cris~líd¡¡; cuando todo se
ha consumado, cuando las ruinas yacen aJllon-
tonadas por el suelo, y cuando la paleta va <Í
reemplazar el hacha ó el sable, entonces rompe
la poesia su capullo, y sale mas ó menos her·
mosa, si se quiere, pero renovada, transformada,
diferente.


Tómense á todos los grandes poetas, desde
Homero hasta Chateaubriand, y siempre se les
verá salir en pos de un sacudimiento, y cada
revolucion social engendrará otra literaria. A mo-
tinarse contra hechos de esta naturaleza, he·
chos absolutos, necesarios, eternos; arrojar la
piedra á toda gloria nueva en nombre de las




VICTOIl TIllGO. 3


antiguas glorins, seria pueril; describir alrEde-
dor del entendimiento humano el circulo in-
flexible de Popilio; tomar tal ó cual siglo de los
pasados, colocarle ante el porvenir, á manera de
las columnas de Hércules, y decir á este porve-
nir.: (. no irús mas allá" seria querer princi-
piar de nuevo el milagro de Josué.


Si en el año de 1843 se encontrase un jó.
ven oscuro, que se llamase Juan Racine, que
se presentase tímidamente, coo vestidos raidos,
~! comité de le ctura del teatro francés, llevan-
do d('Lajo del hrazo una tragedia intitulada
Berenise Ó Brildnico, DOS parece que el comité
se negaria á aceptarla; y que si por casualidad
la acept.aba, á lo mas seria acogida por el pú-
blico con aprecio. Algunos espíritus escogidos
admirari~n si 11 duda una versificacion incompa-
rabIe, bellos arreb;ltos de ódio y de amor, y
Ull profundo conocimiento de los misterios del
corazon hum¡¡uo ; pero la multitud, que vé con
los ojos y Juzga con el espíritu de su tiempo,
permnmceria impasible y fria al ver un adorno
dramático, y un desarrollo de pasiones estrañas
á sus instintos, á sus ideas y á sus costumbres.


A los que para destruir nuestra hipótesis




PERSONAJES CELEBRES.


nos objetasen el prodigioso triunfo de Mlle. Ra-
che] , contestariamos sencillamente: no se trata
aqui de una glori<t por hacer, sino de otra
Justamente consagrada por los siglos; ¿ y ademas
no es patente. que si para algunos la tragedia
del siglo de Luis XIV presenta un doble atrac-
tivo de emocion y de estudios. para el vul¡;ro
no hay en ellas otro prodigio que una actriz de
19 años '? Tan cierto es esto, que ya la multi-
tud que admiraba con entusiasmo, principia (¡
cansarse de dar siempre vueltas en el mismo
círculo de sensaciones faetieias y previstas; que
los mismos que mas contribuyeron á producir
]a reaccion, piden á voz en ¡zrito por interés de
la misma actriz, un papel nuevo, y para el pú-
blico un nuevo pasto; que en una palabra, para
servirnos de la espresiou de llIl agudo aristarco,
entusiasta de Racine, la masa de los honrados
ignorantes, de los cándidos fastidiados, levanta
los ojos á la crítica, y le pregunta como aquel
discípulo á su maestro. «¿Es cierto que me di-
vierto?)) Pero si se infiriese por esto qu e somos
uno de aquellos inoclastas feroces que destrui-
mos á Racine, protestariamos con todas nuestras
fuerzas: no se destruye ya á Racine como no se




VleTOR RIJGO. 5


vuelva á hacer; el autor de Fedra y de Athalia
será siempre lIllO de esos tipos eternos de la
belleza humana, que brillan de trecho en trecho
nI frente de los siglos; pero al lado de aquella
belleza, quc es de todos los tiempos y de todos
1 as lugares, lwy en el arte otro género de belle-
za relativa, Illudahle. transitoria y susceptible
de transformaciones radicales, COino la époea
de que es el reflejo; esta belleza d<l segundo
órden, que se encuentra Illas bien en la forma
que en el fundo, la poseia r!e lleno Racine en el
siglo xvrr, y la ha perdido en el dia. ¿Por que?
Dígase porque la Francia actual no se parece ya
á la Francia de Luis XIV.
i,Esta~ reflexiones preliminares, demasiado


largas ya, tendrían acaso por ohjeto establecer
que nuestra época ha encontodo la espresion
de su pensamiento drilllHíti'?o llevada á su mas
alto, á su mas completo poder en la persona
de 1\Ir, Hugo ; que en el di1 lo bello es lo feo, y
que L!espnes de Ilernani ó ])fllrion Deorme ya
no hay nada que hacer? I Líbrenos Dios de se-
mejante tésis! La parte dram,itica jamás nos ha
parecido lo bello de l\1r, Uugo; únicamente,
para bosquejar con mas libertad el cuadro de




{; PERSONAGES CÉLEBRES.
una carrera tempestuosa de innovador, hemos
querido desembarazarnos de antemano de estas
mezquinas disputas de palabras, que no han
servido por mucho tiempo lilas que para em-
brollm' las cuestiones, en vez de esrlm'eeerIas,
Por lo demas, en el día esas denominaciones
arbitrarias y absolutas de clásico y de romanti-
co, están en gran descrédito; en el dia, y vale
mas, para distinguir los géneros, se tiene pre-
sente el principio de Boileau, que no dejaba de
tener su mérito, Quitando del género fa.<tidioso
su accpcion estrecha y vulgar, admitiendo que lo
fastidioso en el arte no es solo lo monotono,
desabrido ó glacial, sino tambien lo que es hin-
chado, ilógico y falso; lo que está en contradi(~­
cion con los movimientos del alma, las pasiones
del corazon y los instintos Illas imperiosos de
la naturaleza humana; fácil es entonces á cual-
quiera dar á !\Ir. Hugo una buena parte, en razon
de sus impresiones individuales, sin ningnna
I'specie de prevencion; y se pueden admirar
profundamente Nuestra Señora de Paris y las
Hojas de Otoiío sin ser romd¡dico , y silvar RUl!-
Bias sin ser clásico.


Victor Maria Hugo nació en Besanzon el 26




VICTOR RUGO. í


de Febrero de 1802. Su padre Segismundo Bugo,
Coronel entonces, era uno de los primeros vo·
luntarios de la República; su madre, hija de un
naviero de Nantes, vandeana de nacimiento y de
corawn, habia sido, como él mismo lo dice,
una facciosa, huyendo quince años por entre
el Bocage, como ;\Ime. Bouchamp y Mme. de
Larocheiaquel~in. l<:ste doble ol"Ígen, ensanchan-
do el círculo de las simpatias del poeta, ha
agrandado en igual proporcion el manantial de
sus inspiraciones; su corazon ha latido sucesi-
vamente por las grandes rosas del tiempo pasa.
do, y los grandes pensamientos del porvenir.


Nacido casi bajo la tienda, en los dias mas
brillantes del Imperio, Mr. Victor Bugo tuvo
una de esas infancias nómadas, aventureras y
fecundas en emociones de todas clases, que
esplicall la singular precocidad lírica de su
alma de cristal. Verdadero hijo de tropa, siguió
del Norte al Mediodia los pasos de gigante de
Napoleon. "He recorrido la Europa antE'S de vi-
vir" ha dicho él mismo; y en efecto, á la edad de
cinco años habia pasado ya de Besallzon á la Isla
de Elba, de alli á París, de Paris á Roma; habia
.atravE'sado la Italia, permanecido en Nápoles,




8 PERSONAJES CELEBRES.


alegrado su "ista con !'l aspecto de aquellas ori-
llas embalsamadas, donde se detiene la Prima-
vera, jugando al pié del Vesubio , y temblado tal
vez al oir los tiros de Fra-Diávolo, el poético
bandido á quien su padre, nombrado Goberna-
dor de la provincia de Avellino , perseguia por
entre las montañas de la CaJabria.


En 1809, eljóven Victor volvia á Francia con
su madre y sus dos hermanos Abel y Eugenio, y
solo entonces continuó con el auxilio de los libros
su educacion, tan fuertemente tl'3ZaUa pOI' una
vida aventurera: dos afíos de serenidad doméstica
y de tranquilos goces, pasaron por él en el anti-
guo convento de las .Fulenses, cuyo recuer-
do ha celebrado des pues. Crecia el niílo, corno
todos los niños felices de este mundo, bajo el
cuidado de su madre; y para que nada faltase á
su dicha, al dar su primer paso en la vida, tuvo
el amor de una graciosa niña, que con el tiem-
po habia de ser su esposa j triscaba aquella pa-
reja de cinco años por el jardin, y Imando esta-
ban cansados de sus Juegos, el jóven Vietor en-
traba misteriosamente en un pabellon solitario,
á aprender á leer en Tácito sobre las rodillas de
un proscripto. El General Lahorie, comprometi-




VICTOR H UGO. 9


do en el proceso de nloreau, y perseguido por
la policia imperial, habia pedido un asilo á
:'lIme. I-Iugo, la cual le ocultó en su casa du-
rante dos años. li\ General distrajo el fastidio de
su encierro ~on la educacion del jóven Victor, y
este recibió desde entonces el primer gérmen del
realislIJo que debia manifestar despues, y cuyo
ardor se aumentó todavia en 1811; por una
odiosa traicion vió á su amigo descubierto en su
asilo, nrrancado de SlIS hrazos, sepultado en un
calabozo, y por ÍlI timo fusilado oespups en la lla-
nura de Grenelle" en compaliia de Mallet.


Algullos Illeses despues del arresto de Lahorie,
el padre de Mr. Hugo, e'lton ces General y em-
pleado en el palacio del Rey José en Madrid, le
llamó á dirha capital, .iunto con su madre y sus
hermanos. Bajo el ardiente cielo de España, en
este suelo pintoresco, 'rico en recuerdos, y con-
movido eotonces por la guerra, recogió el jóven
Victor impresiones indestructibles. Tal vez debió
en parte á su permanencia en la Península el
lono atrevido y orgulloso de su pensamiento, y
la exuberancia enteramente meridional de su ima-
ginaeion. De todos modos, el demonio de la
poesia se apoderaba ya á los diez años de aquella




10 PERSONAGES CÉLEIlRES.
organizacion impresionable; y á la edad en que
apenas se habla cn prosa, murmuraba ya vagas
y confusas melodías.


Despues de pasar un año en el Seminario de
Nobles de Madrid, "olvió Víctor á las Fulen8es, á
tines de 1812. AIli le encontró la primera restau-
ra'!ion, que fue acogida por él con el entusias-
mo vandeauo de su madre.


Antiguas disenciolles, agrindas por una opo-
sieion de creencias políticas, !'stallaron pronto
con mayor fuerza entre Mme. Rugo yel General;
siguióse una separaf'ion jurídica, y durante los
Cien Dias el padre del jóven Victor, usando
de sus derechos, lo quitó á su madrc para colo·
carlo con su hermano Ahel en un instituto pre-
paratorio de la Escuela politécnica. AIli el jóven
Victor, wnque estudiando con fruto, si bien á
su pesar, las matemáticas para ohedecer á los
deseos paternales, se intregaba mas y mas á la
poesia. En 1816, á los 14 anos habia compuesto yl!
una tragedia segun todos los preceptos de Aristó-
teles; tenia por título lrtamene ,y estaba destina-
da para celebrar, bajo una forllla s¡mbóliea, la
vuelta de Luis X VIII; este trabajo no se ha pu-
blicado. Solo dos piezas han quedado de aquella




VICTOR HUGO. I1


época. La Pardbola del Rico !J del Pobre, y
la tierna elegia de La Canadeana, que no des-
merecen de las poesias posteriores de Mr. Hugo.


Al año siguiente, en 1817, propuso la Aea-
demia uu premio á un poema sobre las ventajas
del estudio; concurrió el escolar; su obra se
considrró digna del premio, y SlIlo obtuvo sin
embargo un3 mencion honorífica, por una circuns·
tancia bastante singular que refieren algunos
biógrafos. Su obra terminaba con estos versos:


Moí qui, loujours fuyant les cités et les cours,
De troís lustres á peine 01 vu Hnir le cours.


y el tono grave y sério de la composicion
anunciaba á lo menoss cinco lustros; la Acade-
mia se ofendió de los supuestos quince años del
autor, cual si fuera una mistificacion poco res-
petuosa , y creyó conveniente castigarle priván-
dole del premio. En vallO el jóven Víctor, ad-
vertido por un amigo, se apresuró á presentar
su fé de bautismo; era ya tarde y el premio es-
taba adjud:cado.


Dos años des pues , concluidos ya sus estudios
y obtenido con trabajo de su padre el permiso




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


de spguir su vocacioll literaria, envió MI'. Illlgo
á la AcadertJia de los Juegos Florales de Tolo-
sa dos odas: Las Vírgenes de rerdun y el
Restablecimiento de la Estatua de Enrique IV,
que fueron ambls premiadas; al año siglllcnte
una nueva poesía, Moises abandonado en el
Nilo, que es tal vez aun en el dia ulIa de las
creaciones líricas mas bellas de Mr. Hugo, le
valió el tercer premio, y el grado de;1[ aestro
en los juegos florales. Desde aquel momento
el poeta de 16 años principió á s~r conocido
de la Francia, admirada de tan inaudita pre-
cocidad: desde 1820 á 1822, atravesó !\Ir.
Hugo dos años llenos de luchas, de trabajos,
de felicidad, de gloria y de brillo.


Entonces ademas principiaba á despuntar la
época literaria mas brillante de la restauracion.
El pais hahia salido al fin de los furores de la
anarqnia y del ruido de las conquistas. Reina-
ba por todas partes la aficion á lo sólido y ri
lo verdadero; la edllcacion, apenas bosquejada
durante el Imperio, se levantaha fuerte y seria
como la época; era mas completo que nunca
el conocimiento de los antiguos, la aficion á la
edad media, que principiaba á manifestarse y




YICTOR RUGO. 13


que distaba aun mucho del periodo de monoma-
nía que la desacreditó despues; el estudio de las
leuguJs estrangeras se hacia mas general, y se
reforzaba el espíritu de propaganda intelectual.
De toda aquclla literatura imperial, henchida
de palabras y vacia de ideas, especie de baga-
~e de la Encicloptldia que va descomponiendose
de dia eu dia, solo han quedado en pie dos
glorias venidas antes de tiempo, dos Mesias
poéticos, dos genios revolucionarios, René y Co-
rina. Estos dos géuios, hijos de una genera·
cion anteriol', preceden aun, dirigen é iiumi-
nan la generacion nueva. Desde los cuatro au-
gulos de Europa, voces de poétas se llama n y
responden cual ecos paternales, y son Goethe,
Walter Seott, Byron y Manzoni. Casimiro de
L¡lvigne escri hió Las ilfessenianas uno de sus
mas bellos títulos de ¡¡:lorja j Lamenais publicó
el primer volllmen del Ensayo j Vióny preludió
su hermoS3 Dovela ,da Cing-ilfars, dando vuelo
a las revelaciones d.1 su casta musa; por último
Lamartine hizo escucha\' por primera vez su voz
de cisne.


A aquel grito melodioso de un desconocido,
contestó Victor Hugo con un grito simpático;




14 PERSO:'oiA.JES CELRlll\E~.


inflamábale una noble rivalidad, y su ardor ere·
ció dl'sde entonces en proporcion á las dificulta-
des que le rodeaban. Puesto á prueba por el
dolor, pues habia perdido á su madre; por la
pobreza, porque un sentimiento de ahi va diglli-
dad le impedia recurrir á su pJdre; por el amor,
pues el jó"en amaba con pasion;Í la cOillpañera
de sus juegos de infancia, á la clla! a!pjaban ¡fe
él porque era pobre; ante tantos obstá~ulos, el
tribuno futuro del arte dramático se fortaleció
é irritó; su alma se desahogaba con manantiales
de poesía "igorosos y regulares, pero ardientes
tomo una lava. Publicóse el 1822 el prhler \'0-
lúmen de odas y baladas, poesía llena de her-
mosos versos de circunstancias, que llevaban el
sello del mas elevado entusiasmo religioso y rea-
lista; pocsin perfectamente clásica en la forma,
pero poco cuidadosa ya de las trddiciones anti-
guas, casi esclusivamente dirigida hácia las gran-
des cosas feudales, resonando con el choque de
los escudos y de las armaduras, y con p) anti-
guo grito de guerra, 1\lontjoye Saint Denis; poe-
sia impregnada de un delicioso perfume de ca·
ballería y de fé, que se complace en bajarse á
las torres de 103 antiguos castillos 1 rodeada de




VJeTOR HUGO.


hombres de armas. de pajes, de escuderos, de
melancólicas castellanas, de grandes varones
cubiertos de hierro.


A I mismo tiempo escrihi,í MI'. lIugo sus dos
primeras novelas Han de Islandia y Bug·Jar-
gal, que no se publicaron hasta algunos años
despues. Estas dos producdones estravagantes y
enfermizas, de una imaginacion volcanizada,
presentan igual mezcla de monstruosidad y de
gracia.


Principiaba ya á descubrirse en !\Ir. lIugo
esa tendencia a la antithésis pel'pétua entre el
bien y el mal, lo deforme y lo bello, ó mejor
dicho esa predileccion por lo feo, sobre la cual
ha apoyado mas tarde todo \11; sistema dra-
mático.


En 1822 se casó al fin !\fr. Ilugo con :\la-
demoisselle Fouchel, su qUl'rid<\ desde la infan-
cia. Durante este tiempo el jóven Hugo habia
adqnirido en la soeiedad una brillante posicion;
el partido realista le dió la mano, y él había
fundado y redactaba auxiliado de su hermano y
de algunos amigos, El Cunservadur Literario:
hubiera podido duigir sus miras hácia la polí-
tica y abrirse una carrera ventajosa; prefirió




tG n:nSOi'iAJES e l'Ll:lJl'J:S.


permanecer fiel al culto de la poesia, y su peno·
sa situacion solo mejoró con ulla pension del
Rey, tan noblemente obtenida como concedida;
uno de sus antiguos amigos de la niflez, el jóven
Delon, condenado á muerte á consecuenc ia de la
conspiracion de Saumur, estaba prófugo; J\k lIu·
goescribió á su madre ofreciéndole un asilo para
su hijo, en su modesto albergue, afladielldo: "Soy
demasiado realista para que se acuerden de venirlo
á JJUsc~r eu mi cuarto." La carla fup. abierta en
el correo y presentada á Luis XVIII, pI cual cas-
tigó la adhesiou del allligo concediélldoJe una
pensiou. Sin embargo, á medida que MI'. Hugo
estaIJa mas en contacto con Jos hombres y las
cosas, sus convic('iones esprrimcnlabnn irr€sisti-
blcs modilicaeiones; disminuia poco á poco el
fervor de su realismo, y sus inspiraciones de poeta
_ esperimeutaban una trasformacíon análoga: la
forma cl¿\sica cedía el terreno al e,piritu innovador
que invadia. Entre el primero y tercer yolúmen
de las odas y baladas publicados COll cualro años
de intervalo; entre el Restablecimienlo de la Es-
tatua de Enrique IV y la Fiesta de iVeron hay ya
en el alma del realista una entera trasformacion
política, y en las producciones del poeta una pro-




VICTOI\ RUGO. 17


gresion mas y mas marcada hricia la heregia \ite-
raria.


Solo un arlo despues, en Diciembre de 1827,
fue cuand') Victor Hugo se decidió formalmente
iÍ declarar la guerra á Aristóteles y á Racine, pu-
blicando su drama de Crmnwell y el largo pre-
facio que le antecedia.


Despues de este primer ensayo dramático,
volvió Mr. Hugo á la poesia lírica y publicó
Las Orientales, en Didembre de 1828. En este
libro acogido con entusiasmo, llegó ]\fr. Hugo
á los últimos limites de la poesia puramente artís-
tica, de lo bello en la forma. Jamas habia te-
nido la leugua francesa tanta ductilidad y blan-
dura; jamas poeta alguno fue mas encantador, por
la armonia, la delicadeza, la limpieza del ritmo, la
riqueza del colorido y la abundancia de las imáge-
nes. Pero no se busque en Las Orientales la
sombra de un pensamiento; por esto nos gustan
mas las flojas de utoño. En Euero de 1829
publicó l\Ir. Hugo Los últimos dias de un reo
de muerte, ese libro bello por la cruel verdad con
que analiza, minuto por minuto todos los tor-
mentos de un homhre á 'luien espera el cadalso.
Hay en él páginas que se creerian escritas con


2




18 PERSONAJES CELF:BRE~.


la pluma de hierro del Dante. Aquella ageltda
jünebre tuvo un éxito prodigioso.


Pocos meses despues se representó en el t.ea.
tro francés, el 26 de Febrero de 1830, llernani, el
día mismo del cumple ariOS de MI'. Hugo; las dos
escuelas dramáticas estaban en aquella época en
el mayor grado de exaltacion La escuela clásica
defendia con ridículo cnearnizamíento la entrada
del santuario, contra la invasion de los bárba-
ros, y en el último apuro hubiera casi ll<,mado
en su auxilio la lógica de las bayonetas. Car-
los X. habia respondido á las quejas de la ,\ea-
demia, llevadas .lwsta el pie del trono, I'on toda
la agudeza del Conde de Artois: En materia de
arte, no tengo mas derecho que el que me da
mi asiento en el patio. I,a poblaríon de París
se agolpó al teatro francés, y la primera repre-
sentacion de Hernani fue de las mas tempes-
tuosas.


El drama de Marion Delurme compuesto un-
tes que Hernani, prohibido por la censura de
la Restauraeion. fue r~presentDdo poco despues de
la revolucion de Julio. En ambos hay rasgos ad.
mirables; sin emhargo, los 3[lllSionudos de Mr.
Rugo principmhan iI espantarse de la ligereza con




VICIOR RUGO. 19
que desllguraba la historia; hiciéronsele algunas
advertencias, pero Mr. Hugo coutestó á la crítica
internándose mas en su camino. En Enero de
1832 dió al teatro francés su drama Le Roy
s'amuse (El TI ey se divierte), bastante mal
acogido del público, y que solo se representó
una \'ez, habiendo sido prohibido al dia siguien-
te é impreso lue¡;o por 1\Ir. Hugo.


Despues de El Rey se divierte 1\Ir. Hugo se
ha lanzado lJJas y mas en la adoracion de lo
feo; Lucrecia Bor[!ia, Maria Tudor, Angelo y
sobre todo Ruy-Blas presentan siempre la mis-
ma mezcla heterogénea de inspiraciones con fre.
cuencia sublimes, y de pueriles monstruosidades;
á fuerza de apasionarse por esa antítesis per-
petua de dos elementos contrarios,1\lr. HllgO ha
llegado á componer dramas no solo estrambóti-
cos é ilógicos, SillO imposibles; ha presentado
héroes que hablan como valientes y obran como
cobardes; grandes hombres que se conducen co-
mo mentecatos; furiosos, mansos como corderos;
cortesanas, cándidas como virgenes; reinas fáciles
y vulgares, como costureras; Ihontones de catásto-
fres producidas por una llave, una fior ó un
pedazo de encagei relaciones medio grandiosa s




20 PElISONAGES CÉLEBRES.


y medio ridículas: versos sumamente bello~
por el lado del emistiquio, y sumamente feos
por otro lado; de manera que el espectador,
sometido de este modo, sucesivamente y á un
tiempo mismo, á dos impresiones diametralmente
opuestas y de igual intensidad, se encuentra mo·
ralmente en la posicion de un hombre que tu"
viera la mitad del cuerpo sumergido en agua
hirviendo, y la otra mitad en agua helada.


No somos seguramente acérrimos partidarios
de las unidades, pero nos parece que cierta
unidad fundamental es indispensable en el arte
como en todas las cosas. La naturaleza huma-
na puede ser, y es en efecto, inconsecuente, pe-
ro no illcoherente; dos sentimientos opuestos no
pueden existir á un mismo tiempo en el mismo
corazon; no puede llorarse con un ojo y reirse
con el otro. Esta es la razon porque la mezcla
igual ó mas bien el antagonismo permanente
de lo cómico y de lo trágico nos parece contrario
á la naturaleza y á la verdad; por eso no somos
apasionados de los dramas de Mr. Hugo.


En Nuestra Señora de Pa1"Ís, que es en
muchos puntos una obra maestra, existe lam-
bien enteramente este fatal sistema; el poeta es-




VICTOI\ RUGO. 21


tá tan poseído de este pensamiento, que dedica
su última pincelada á pintarnos á Esmeralda,
el tipo mas puro de la belleza, unido por la
muerte en el osario de l\lontfaucon, á Cuasimo-
do, 1:1 suprema fealdad; y el lector cierra el li-
bro con una impresion de horror y de disgusto;
pero alli, siendo el cuadro de la novela mucho
mayor que el del (h'ama, la obcesion de la anti-
lesis es meuos coustante: de la multiplicidad
de los capitulas resulta para cada uno de ellos
cierta unidad especial, que suple, hasta cierto
punto, la falta de unidad general; hay ademas
en este libro tanta energia y graeid en el esti-
lo, tauta pasion, tanta ciencia, tanto genio, que
el lectm' conmovido en lo mas profundo de su
alma, no tiene lugar para darse cuenta de la
infinita variedad de sus sensaciones; se ve como
dominado por un vértigo, y él mismo esperi-
menta el ascediellte de ese poder misterioso, al
cual ha llamado MI'. Hugo necesidad, y que no
es otra ('osa que la varilla con que este podero-
so mágico hace mover á su antojo todas las
piezas de su formidable poema.


¿ Qué diremos ahora de las Hojas de Otoño,
esa rica flor poética de la edad madura, que en-




22 PEIl.SONAGE5 CEI.EBIlES.


~erraba en germen los cantos del jóoen sublime?
Todo es alli grande, todo completo, todo armo-
nioso y bello; el delicioso ritmo de IJS Orien-
tales vuelve á aparecer, embellecido con todo el
encanto de un pensamiento meditativo, á un
tiempo con el recuerdo abiel'to á la esperanza,
debilitado por la duda y reanimado por la fe.
¿ Quién no ha leido, y vuelto á leer llorando, la
Plegaria para todos, ese poema de 300 versos
que sobrevivirá ú la lengua francesa, y por lo
cual cederiamos todos los dramas de MI'. Hu-
go? En los Cantos del cl'ep¡¿s~,1tlo y en las
Poces!nteriores, publIcadas mas adelaute., el
poe.ta sale alguna vez del círculo de las alegrias
y de los dolores íntimos; su mirada recorre el
mnndo esterior, y resuena su voz para reausu-
mil', las mil voces, los mil gritos, los 111 il dolo
res de und soeiedad que ha perdido el camino,
va á tíentas, sufre, llora y se lamenta eu la os-
curidad; y despues de cansado el poet~, vuélve
á su hogar y canta las gracias de los niiios, la
dicha del padre y del esposo, la pureza, la ter-
nura de la madre y de la esposa.


En medio de su "ida activa, agitada y mili-
tante de innovador, el poeta se ha proporciona-




,'rCTOR HUGO. 23


do uua Yidil íntima, llena de serenidad y de en"
canto. En uno de los barrios mas' retirados de
Paris, en uno de los angulos de esa Plaza real,
vivo recuerdo de los primeros dias del gran si-
glo, hahitn una ~untuosa morada, amueblada
con el lujo de un Gran Senor y el capricho de
un artista. AlIi, en el seno de un interior tran.
quilo y puro, rodeado de su muger y de sus hijos,
lUr, IJugo cual si quisiera realizar en su pensa-
miento su sistema de antitesis dramática, ha
conseguido e\'ocar todas esas apariciones satáni-
cas, lodos esos asesinatos, adulterios, incestos y
odos los horrorps que son conocidos. Pero alli


ha cre~do tamlJien la deliciosa Esmeralda; alli resu-
citó al antiguo Paris con toda su ruda energía;
allí ha escrito toda la hermosa poesia Iíric~ qu~ co-
locará Sil nomLre pn puesto tan el erado en la histo-
ria literaria de este siglo, Allí tanlLien, segun
dicen, se muestra sucesivamente benévolo, protecG
tor de las glorias nacientes, arqueólogo, erudito
y apasionado, hombre sensato y de juicio, ocu-
pilndose muy bien clIando es necesario de las
cosas pro,aicas de la tierra, y atendiendo á un
tiempo á los dpher('.~ de padre y á las inspira-
dones d!' poetn,




24 PERSONAJE!:' CELEBRES,


En aquel santuório por último se consolaha.
Mr. lIugo de la espantosa deRgracia que causaba
la desesperacion de Piron, El 3 de Junio de
1841 fue recibido por fin en la Academia, donde se
presentó con iuusitada elegancia. Mr. JIlIgO, co-
mo JUr. Lamartine, quiere dejar su traje de poe-
ta, y descender á la arena donde se agitan Wn-
tas y tan mezquinas pasiones_ Aspira á entrar
en la Cámara de los Pares, y tal vez á ser
Ministro. Dicese que para facilitar este proyecto
,~ompone una obra en prosa titulado El RiJ!.
f'alta saber si todo esto aUll1entar,i mucho la
gloria, tan grande y tan legítima, del autor de
las Hojas de Otoño, y de Nuestra Señor'a de
Paris.




.-:""-"""'-,
1$' r;;t.,. .. :_






D. MANUEL GODOY,


PRINCIPE I)E LA PAZ.


« El R~y Cárlos le mantuvo su es-
tímacion hasta el fin de su vida, ron
todas las señales de un amor entraña-
ble. y le llamó de palabra y por es-
crito siendo su Soberano .'u amigo
verdadero.»


MEII!ORIAS DEL PRíNCIPE DE L4 PA:r,
tomo 1 cap. 3.~


Al oír el nombre que sirve de asunto á este
escrito, no es posible acompañarle de otra idea
que la de la instabilidad de la grandeza humana.
La imagínacion se abate á la vista de aquellos
sujetos que representan las grandes calamidades
políticas, que en ellos se ven personificadas, y a]


.. i··




PERSONAJES CELEIlHE~.


comparar lo pasado con lo presente. retrocede fal
10 de ánimo, considerando lo delpZll;Jule de aqlle~
Hos objetos en pos de los que taNto se afalla.


Por otra parte la desgracia Illisma no ha sidn
suficiente para aplacar la opinioll pública altalJlen-
te pronunciada en cOlltl'a del yalido d~ Cirlos 1\·
Y el nombre de Godoy despierta toua\ia en Es¡¡¡¡-
Iia ideas de odio e indignacíon, (lnrqllc !lO es da-
do á todos oír la defensa de la víctima, ai [Jaso
que han escuchado por largos años la acusaeion de
su conducta, En efecto, las Memorias del Prínci·
pe de Paz han aclarado muchas dudas, y Villdi-
cado en gran parte su reputacion: otros vanos
puntos quedan aun oscuros, y en ellos, á fuer de
imparciales, quizá no convendremos con p] ilustre
proscrito, con cuyas revelaciones procnraremos ser
complacientes, no solo por el respeto v eompa-
sion qne merece tan prolongada desgl'aeia. SIIIO
tambien porque así Jo p\:ige la verdad, (Iue ('ada
día arroja nueva luz so})re el reinado del honda-
doso, pero indolente CárJos IV.


En sus Memorias se ha quejado GodoV agria-
mente, pero no sil! flllldampllto, de lo mnl para-
doque ha salido de mullOS de los folletiuistas, .V ilUU
mas de los Liógrafos tÓllceses. que ban errado has-




00l)O~ . ;j


ia 13 fe¡;!Ja de su lIJCillliento. Oigamos al mismo
cspliearsc sobre este particular.


" Yo lJaeÍ en Badajoz, capital de Estrem"du-
ra, el 12 de 1\1ayo de 1767 y no 64, como dicen
Jos lilas de los biógrafos. Fw:,rou mis padres Don
.losé de Godoy y Doña María Antonia All'arez d~
F ária. su clase la de nobles, su hacienda mediana,
la mayor parte herencia "ntigua y patrimonio de
familia .... Mi casa solariega, de puro vieja la tie-
ne el tiemJlo arruinad" en Castuera, donde po-
blaron lllis lIlayores por línea paterna.» Detiénese
eOIl plaeer en probar Jo ilustre de su alcurnia.
(lo eual estamos muy le.ios de reprobar), r que
habia recibido .ulla edueaclOn esmerada, de los
Illaestros Cl1yos nombres cita, insistiendo sobre
todo en que i~noraba la música. Comenimos gus-
tosos t,a esta última asercioll; porque á la I'er-
dad, el espectiÍi'ulo de uu Guardia de corps ele-
rándose al poder con solo tocar seguidillils Ú la
gUltarrd en el akúzat' régio, es tau ridículo é in-
I'cros!lllil, que ~olo puede teuer cabida en las ca-
bezas del ,"ulgo, y en los escritos estranjeros,
siempre lllal informados y llenos de ridiclAIBces
acerca de nuestros usos y costumbres.


;\las no por eso parecell muy satisfatorias las




PERSOi'<AJES CELEUIIES.


esplieaclones que dá acerca de su elevaclon al
fayor, pasando sobre este punto como sobre car-
]){lIles encendIdos. Para ello hace una pintura apa-
sionada y poco exacta de Floridablanea y Aran-
da, calificando al primero de apocado é irreso·
luto, y al segundo de confiado y temerario; dan-
do á entender, que Cárlos IV, deseando encon-
trar un justo medio eutre los opuestos caractéres
de aquellos dos ancianos, se vio precisado á echar
mano de Godoy, en quien hallára el bello ideal
que anhelaba. Pero siempre queda oscuro el pun-
to principal, y los medios por los cuales llegó el
Rey á conocer y distinguir los talentos de su fa-
vorito, entre la numerosa y brillante turba de los
Guardias de la real persona. Un sentimiento de
respeto y delicadeza uos obliga iguall11enre á no
profundizar mas en este punto, y á aceptar como
buenas cualesquiera esplicaciones que se presen-
ten, en contra de la que comunmente suele dar
el vulgo, sin consentir por eso la descripciou que
hace de los miuistt·os de Carlos IV y en especial
de Floridablauca. En efecto, personas bien infor-
madas han datado la privanza de Godoy con el
Mouerea, desde antes que este subiera al trono. Ad-
mitido en 1784 por Cárlos III en el cuerpo de




GODOY.


Guardias de la real persona, se vió elevado á la
privanza d e C~rlos IV, entonces Príncipe de As-
turias: pero su pzdre que ni habia tenido favori-
tos ni gustaba de ellos, desterró de la córte al de
su hijo. No se entibió por eso la amistad del
Príncipe, y asi que subió al trono le alzó ~u
desti~rro, y le hizo en aquel mismo alío Exento
de Guardias, y en t 791 Ayudante general del
mismo cuerpo, y le condeeoró con la Gran Cruz
de Cárlos 1II.


A principios de 1792 cayó FloridablancJ, y
fué reemplazado por su antagonista el Conde de
Aranda, pero Id posicion de este no era segura-
mente muy lisonjera. Imbuido en las doctrinas
de los enciclopedistas franceses, simpatizaba con
la revolucioll que lwbian promovido. y trataba
de robustecerla dejándola en paz; pero Cárlos IV,
que apreciaba cordialmente á sus parientes, y se-
guia en esta parte las máximas de FJoridaiJlanca
contrarins á In revolucioD, estaba muy lejos de
aceptar los consejos de Aranda. Este por su parte,
resentido de la oposicion del Monarca á sus pla-
nes, . principió á considerar su papel como vei'-
gonzoso, y concluyó de dar rienda suelta á su
lIlal humor, al ver á Godoy rápidamente elevado




PERSONAGES CÉLEBRES.
á Grande de Espai'ía, con el título de DU(llle <1,'
la Alcudia, y al mismo tiempo condecorado con
1'1 toíson de oro, y con el ~mpleo de :Uayor de
Guardias de Corps. Igtloramos á la verdad que
méritos pudiera tener entonces Godoy, pala ob·
tener tan escelsos honores, á que apenas parecían
acreedores hombres encanecidos en los servicios
mas penosos de la patria. Deseoso de serlo el fa-
vorito, se lanzó en la arena política, y obtuvo
el ministerio de Estado, quedando exonerado
Aranda.


Felices fueron los primeros pasos del novel mi-
nistro en la espinosa CDITera que emprendia; el
sistema de neutralidad y las gestiones del encaro
gado Ocariz para salvar al desgraciado Luis X VI,
son harto honrosos á la política del ministro, y
á la piedad del Hey en cu.m nombre se ejecuta-
lmll. Por desgracia el éxito no correspondió á sus
bucnos deseos, y la cabeza del Monarca fruncés
rodó ea un patíbulo. Mengua hubiera sido de la
puudonorosa nacion española haber dejado im-
Jlllllr aquel atentado, cometido contra el gefe de
la familia reinante, y los insultos y desprecios
con que respondieran los asesinos á los que trata-
ban de arrancarles la ilustre víctima. La Europa




r,ODOY,


toda lanzo un grito de ho¡'ror, y España 10 re-
pitió con indigllilcion. La que poco antes brin-
daba con ~u neutraÚdad, armó rápidamente sus
guerreros para la pelea _ y en cuatró meses equi-
pó un ejército formidable, que se lanzó con for-
tuua en 61 territorio enemigo, No fue culpa de
la Espaiía que la perl¡dia de una potencia y la
mala direccioll de las otras, impidieran llevar á
cabo una empresa bajo tan buenos auspicios prin-
eipiada; pero nadie podrá negar que en la pri-
mer campaña tan solo, radió pura y luciente la
estrella española, Si en las batallas de Truillas y
el Boló se mostraba nuestra infantería digna su-
eesora de los célebres ter~ios de Ülstilla, la
marina al evacuar á Tolon, daba una muestra
del pundonor español, que contrastaba con la
hajl'za y cobardia de los aliados, A principios de
1794, Barrere dirigia á la Convencíon estas palabras
"Ciudadanos: habeis oido con entusiasmo la recon-
quista de Tolon, las victorias del Rhin y la des-
truccion del mónstruo siempre renaciente de la
Vendée: escl1chad ahora con valor los reveses y
pérdidas que la traicion os ha hecho padecer por
el lado de Pel'piñan, que amenazan los españo-
les, hechos dueños del castillo de S. Telmo di)




8 I'I::RSONA.IES CELEBRES.


Bañols, Port-vendres y Coliuvre. Los castillos se
abandonaron, y nuestro ejército está deshecho \
derrotado.)}


Mientras la Espa[¡a se cubria de gloria, los
soldados de las grandes Potencias huian ante las
falanges republicanas: los austriacos, vencidos en
Wutinies, abandonaban la Bélgica, y los pru-
sianos desistian de invadir la Alsacia, batidos
en los llanos de Geisberg.


Al principiar la segunda campaüa, el Conde
Aranda, firme en su antiguo propósito, insistió
eu el Consejo de Estado por el sistemn de neu-
tralidad, pero en térlninos tan acres (segun su
costumbre) que Carlos IV hubo de mostrarle por
ello su desagrado. Pocas horas despues salín des-
terrado el Conde, y el Consejo de Estado decidia
que se abriese la segundn campaña. Poco favo-
rable fue esta para nuestras llrnws, á pesar del
v¡¡lor de los soldados y sus gefes, en muchos de los
cuales preponderaba el corazon á la cabeza. Nues-
tras tropas fueron lanzadas del territorio francés,
pues antes habían sido batidos todos los ejércitos
aliados, que por diferentes puntos lo habiall inva-
dido. No fue mas feliz la tercera campaña, du-
rante la cual los ejércitos franceses, invadiendo




Gono\. 9


las Provincias Yascongadas, llegaron a fija.r sus
estandartes ~ orillas del Ebro. Dificil es calcular
el resultado que hubiera tenido aquella campa-
iia, mucho lllGS si se atiende <Í las ideas que
fermentaban en ciertas cahezas, á no haber sido
por el tratado celebrado en Basilea en 22 de Ju-
lio de 1 i95, en el que se de vol vió á España todo
el terreno conquistado, dando esta en cambio la
parte espaüola de la Isla de Sto. Domingo. Este
tratado, que no se puede negar fue ventajoso,
si se atiende al estado de las COS3S , fue debido
á los talpIltos diplomáticos de D. Domingo Iriar-
te. A pesar de eso, el lauro principal se lo llevó
el ministro de Estado, á quien condecoró Cár-
los IV con el título de Príncipe de la Paz, de
que aun usa, honor que el mismo interesado re-
conore casi como desmedido, y que dió pábulo
á la envidia y maledicencia, que se ensañaban
contra el. Ademas, le dió en 27 de Setiembre
del mismo año el Soto de Roma, así como añQS
antes le habia dado el Valle de Alcudia, comprado
espresamellte para regalárselo con el título de
Duque. No contento Cárlos IV con tantos fal'ores,
formó empeüo en hacerle €m parentar con la real
familia, haciéndole caSal' con la Condesa de Chin-




PERSO"llAJ ES CELEJlRE~.


chon, Doüa Maria Teresa Vallabriga, hija del
desgraciado Infante D. Luis hermano de C{¡r-
los III. Esto dió márgen á que se le acusára de
bígamo })()f sus ému\os, s\lponiendo\e easado en
primeras nupcias con otra dama de bastante nom-
bradía ; idea en la cual todavía persevera el vul·
go. Este matrimonio estuvo muy lejos de ser fe-
liz. Sus desavenencias eran públicas, y dahan no
poco pábulo á la maledicencil, que se cebaba con
avidez en la vida privada del favorito. Llegó esto
á tal punto que al caer aquel en Aranjuez, mien-
tras qüe una parte del populacho- saqueaba Sil
casa, r le buscaba frenético para asesinarle,
otra no menos considerable tiraba de la carroza
en que su esposa é hijo eran eondueidos al real
palacio.


Despues de la paz de Basilea , Godo.,' trató
de retirarse; lo cual repugnaba constantemente
Cárlos IV. Deseoso aquel de formar un ministe-
rio compacto, llamó al célebre Jovellanos, y á
D. Francisco Saavedra. Al mismo tiempo fueron
colocadas varias personas de sobresaliente mérito,
entre las que merece especial mencioll el dis-
tinguido literato D. Juan l\felendez Yaldés, á
quien se dió el empleo de Fiscal de la Sala de




(;000,. 11


alcaldes de casa y Corte. H3biendo vuelto Godoy
á lIlsislir en su dimision, le dió por fin el Rey
un decreto con la fecha en blanco, en la que
puso aquel la de 28 de Marzo de 1798. En el
ministerio de Estado le reemplazó interinamente
Saa"edra, y en el cargo de Sargento Mayor de
Guardias el Marqués de Ruchena.


1\"0 perdió por eso nada Godoy de la amis-
tad del Rey, ni de la influencia que en su ánimo
ejercia; pues aunque separado algunas cortas tem-
poradas de la Corte, seguia con él una corres-
pondencia bastante animada.


Los padecimientos físicos de Saavedra hicie-
ron pensar en darle sucesor, y fue designado
para ello D. Mariano Luis de Urquijo. Poco des-
pues fue lanzado igualmente de su silla el cé-
lebre Jovellanos, confinado al castillo de Bell ver
en MaHorca, y envuelto en un proceso por la
Inquisicion. Atrihuyose generalmente esta caida
al favorito, á quien se imputaba cuanto malo
sucedia en Espaüa. Este por su parte la atribu-
ye, quizá con bastante fundamento, á Caballe·
Ilero (que rEemplazó en el ministerio á Jo ve·
llanos), á lo cual da no poca prohalJilidad el
ascendiente que ejerció aquel Ministro en el




12 PERSa" AJES CELEBBES.


ánimo del Rey, con no pocos celos del antiguo
favorito.


No tardó este en volver il tomar una parte
acti\'a en los negocios públicos, con motivo de
la conducta de Portugal. Deseaba Napoleon
cerrar sus puertos á los ingleses, y pedia para
elJo que diese la España paso á sus tropas.
Para evitar este conflicto, medió la EspaIiu con
el Regente de Portugal, concediéndole varios
plazos, que no fueron admitidos. Decilliose pues
la guerra contra aquel pais, y para ello se apro-
ximaron lluestras tropas á la frontera. Temero-
sos del éxito, Urrutia y otros generales ~e ne-
garon á tomar el maullo, por la escasez de re-
cursos, lo cual obligó á Godoy á ponerse al fren-
te de las tropas, para salir airoso de la guerra,
que habia aconsejado. Escitose al elero á con-
tribuir para aquella empresa; abrió este sus
arcas, y á imitacion suya el comercio y los
particulares aprontaron los recursos, que se exi-


_ jian. Napoleon babia em'iado á Saint Cyr, COIl
objeto de que se le confiase el maudo de las
tropas: esto hubiera sido poco decoroso para
nuestras armas, y comprendiendo lo asi Cárlos IV,
siempre anhelante por aumentar los honores




GODO\ . 13
de su fnvorito, le uOllJbró Gencralisimo de las
tropas de mar y tierra.


Al frente de estas últimas invadió la fron-
tera de Portugal, el dia 20 de !\layo de 2801,
antes que los portugueses concluyeran de forti-
ficarse, y que se reunieran las columnas france-
sas que habian de obrar en combinacion con
nuestras armas. El ejército espailOl se apoderó
rápidamente de Campomayor y Olivenza, derro-
tó á los portugueses en varios encuentros. y
estrechó la vlaza de Yelves. Temerosos los por-
tugueses al ver tan rápidos progresos, pidieron
la paz, que outuvieroll por el tratado de Bada-
joz, en 29 de Setiemure, en el cual adquirió
Espaüa la plaza de Olh'enza, con un buen tre-
cho de frontera. Deseaba Napoleon hacer pagar
á los portugueses mucho mas cara su resisten-
cia, pero no siendo oportuno á las miras de Es-
paña humillar tanto á sus vecinos, se apresuró
la conclusion del tratado, para frustrar los co-
natos del francés, Al ver este defraudadas sus mi-
ras, no pudo menos de impacientarse; pero ar-
rastrado de las circunstancias, firmó otro trata-
tado aparte con Portugal, y sus tropas salieron /-- ~ -
de Espaila sin haber pisado casi aquel territorio~ ", '-,




14 PEHSO'íA.J ES CELEBIi ES.


La amistad de LS[l;lJlil eO!l Honaparte tue
vengada por Jos ingleses con pérdidas de nues-
tra marina v comerdo. La paz que se sigui,) !lO
fue bastante para templar su vellgatÍ\'a salla, y
contra tedo derecho y razon continuó atrope-
llando lIuest: as elllbarcaclones. Cuatro fragatas
(jue venian de América fueron atacadas a Ja iJ 1-
tura del cabo de Sta. Maria P,ll' otras inglesas:
defendléronse las nuestras valerosa, [lero inútil-
mente; una fue á [lique, y las otras tres cayeron
en poder de los irlgleses, COIl un milloll de li-
bras esterlinas. Al mis:llo tiempo lle~ó l,t noticia
de haber cabido igual suerte á la fragata ¿'stre-
¡nidia , junto J Copia po. Tantos insultos eran
insufribles, y la España, auuque exhausta por
las pasadas guerras, hu DO de comprometerse en
olra nueva. La "ictoria lIO estu\'o enlollees por
pGrle dt' la justicia, y lluestra escuadra abando-
llad a de la francesa, vino tÍ sucumbir siu truttl
pero eou gloria, en el cabo de Trafalgár. (1) A
lll'sJr de sus enormes sacrílieios, la ESpÚlil no
ohttl\o del Emperador fl'illleés la considerélcioll


y O) Vénnsp Jos lliogl'üiía:; de GI':;y\lta y Galiettln lomü~
1I y 'V.




(;OIJO\ . 15


debida, y para baldon suyo trató á nuestra pa-
tria COll ill.lllstieia y eon despego. Queria mandar-
la como una colonia, y la oposiciol1 justa que
encontraha en el gobierno para varios de sus pro-
vectos, en vez de miramiento provocaba su
UlOjO.


Entretanto Carlos IV, no S3 tisfecho ~on los
honores que basta entonces babia prodigado j SIl
ravorito , le concedió la dignidad de Almirante de
Espaüa é Indias, con el tratamiento de Alte::<a,
á tiempo que la Espaüa acataba de quedarse sin
marina. La adulacion se arrastt'á entonres cual
Tlunca J los J!i~s del farorilo. La Corte corrió pre-
surosa á besarle la mallO; todos los mú,ieos de
Madrid coucurrieron á darle una brillante sere-
n'l1a; pi teatro eonsagró su apoteosis con tilla loa,
y el A\'untalllieuto, 5egua su i1üeja costumbre,
(fjlle aUll dura) se apresuró á llaurizJ!' HIl rincon
de la Corte con el titulo de PLa::<ue{a del AL.
mirante.


Godoy se veia elevado á Ulla altura cual JiltllGS
toco ningun vaiido de los que nos muestra la his-
toria: colocado al par del trollo, tenia Ql rcde-
dor de sí w;a corte ÍJrillallte y llUIlll'rUSa, UIl
cuerpo de GUilrdias tan c~p¡'~Jldido Ó plUS que lO]




16 PFUSONAGES CEI.EIlRES.


del Monarca. Solo le faltaba un trono, y aun este
último favor estuvo para dispensársele la for_
tuna.


Nópolwu deslmes de la paz de Tilsit, ansiaba
por llevar á caho el ]lloqueu continelltal contra
los ingleses. Portugal siempre sumiso á estos
contrariaba las miras del soldado venturoso, el
cual decidió por este motivo atropellar por todos
los respetos, y esclavizar á los que faltaban á sus
mandatos. A pesar de los reparos del eoncienzudo
Cárlos IV se trató de la desmembracion de Por-
tugal: debianse erigir 3lli tres feudos para la E5-
P3Ü3, uno con objeto de indemnizar al Príncipe
de Etruria, y el otro para el Príncipe de la Paz,
que lIevaria el título de Príncipe de los Algarves.
J<:n rirtud de este tratado, que se firmó en Fon-
tainebleau el 27 de Octubre, las tropas francesas
pisaron el territorio espatol, y unidas con las
nuestras se ~poderaro!l rápidamente de Portu-
gal: (1) pero bien pronto nuevos destacamentos,
a pretcsto de apoyar á los primeros, principiaron
á ocupar el Norte de la Península. A vista de esto,
no pueden menos de chocar á todo hombre im-


!I) Véase la Biografía de Fernando VII.




GODOY. ti
parcial estas hin(,]¡adas palabras con que empieza el
Príncipe de la Paz el prólogo de sus Memorias.
«Cuando en "Cayo de iSOS, víctima lamentable de
la faceíon inkua que llallló á Napoleon á entro-
meterse en los Ilegocios de I~spaña .... " j Ah! no
tuvo la culpa de los desastres de España quien
hizo á N apoleon entrometerse en sus negocios, sino
quien le autorizó á meter en ella. sus regimientos.


Dificil es en esta parte disculpar la contIucta
del Príncipe de la Paz, y las esplicaciones que
dá en sus Memorias satisfacen harto poco. Au-
torizando la conquista de Portugal por el dere-
cho del mas fuerte, y apoyiÍndola con nuestras
tropas, debia temer verse algun día herido por
los mismos filos; y la Providencia que castiga
la injusticia de los hombres, con sus érrores
mismos, hizo que las tropas francesas, despues
de subyugar á Portugal quisieran hacel' lo mis-
mo con Espaila. En vano el Príncipe de la Paz
tratará jamás de dar un brillante colorido á les
actos de su política con la Francia. Nuestra pa-
tria habia llegado á ser no una aliada sino una
tributaria de aquella. Nuestros caudales estaban
á su disposicion, la marina á sus órdenes, y los
ejércitos marchaban mezclados con los suyos á


2




18 PERSONAJES CEI,EíH\ES.


la victO'riú. Por (>] tratado de CampO' FO'rmiO' SE'
habian crdidO' á la Franeia la Luisialla, y diez na-
víO's de línea de los que habia en Brest , iI
trueque de la Etruria, que se habia adjudicaJo
al Duque de Parma, cO'n el título de reinO':
para desembarazar á las tropas francesas, ulla
division espaiiola al mandO' de D. Gomulo Ofa1'-
ril pasaba á custodiar á Florencia. PO'co dt'SpUl>S,
unida esta division con otras hasta en número
de 14,000 hO'mbres, iban á guarnece!' las islas
del BálticO', al paso que IzquierrlO' aproo taha al
Emperador 24 millones, pertenecientes <Í la Caja
de cOIlsolidacion, prescindiendo de O'tros llIuchos,
que anteriO'rmente se le hJhian entregadO'. ....0
basta por cierto citar algun hechO' de €nerp-w,
porque estO' prO'bará cuandO' mas qlle el abati-
miento no habia llegado a lo sumo, y {JlIC la
nacíO'll poco antes tan vi!,orosJ, podía sacar aun
fuerzas en medio de la flaqueza, ;Í que las cir-
cUllstancias aci¿lgas y los errores del Gobierno
la haLian conducidO'.


PerO' aunque no se puede menO's de acusar
al Príncipe de la Paz pO'r su errada pO'lítica, no
pO'r eso parece crei blc, que su conducta tO'rtuosa
ttlviera por O'bjetO' tl'oear la dinastía, corno mu-




GODO\ . ¡ l'
"


t'has reces, y no sin razones, le han echado en
~ilra sus contrarios, y que ha sido la causa en-
tre otras, de que el pueblo abrigue todayia con-
tra el ese ódio injnsto en parte, pero al mismo
tiempo general, inveterado y profllndo. Aunwntósc
este mas y lilas ron la ruidosa causa del Esco-
rial, C*) pn l;¡ cual se consultó iI Napoleon, sin
durla [lor no SPl' menos que los que le hacian en·
t1'0mete1'Se en los negocios rle España.


Entre tanto, los franceses faltando escanda-
losamente al tl'atado de Fontainebleau, seguian
imadiendo la Península, y apoderándose de las
plnas fuertes A guisa de salteadores. Los TI eyes
y su favorito, conociendo su error, se decidieron
por fin ~ enmendarlo, concentrando las fuerzas
pspatlOl[\s ;d otro lado del Tajo, y poniendo á
sall"O 1.1 Corte 1'11 Srvilla, Pero la hora de la es-
pi,J('ion li~hi;l ;;ollado , y estaba previsto que esta
,erjet neerhJ y tt'rri ble. EI'U una noche lóbrega del
mes de iH~l'W de 180S ,en que se juntaba al ru-
mor de las aguas uel Tajo, yal desapacible soplo
dpl cierzo, el Ill\ll'mnl!o del populacho qu~ sitiaba
las aH'nidas drl ¡¡lc~;7.nr de Arnnjl1ez, donde á


'*. Veasc la llingl'a!ia de, Fernando VII tomo lIJ.




20 PERSO:>iAJES C~LEIlRES.


la snon residía la Corte. PrepariÍbase para acos-
tarse el Príncipe de la Pn, cuaudo llegó á sus
oidos el estruendo de las armas y el clamoreo del
pueblo que atacaba Sil casa. Eran los partidarios
del Príncipe de Asturias, que al ver la comitiva
de Doña Jos~fa Tudó, compuesta de Guardias
de Godoy, habia tratado de reconocerl:!o Un tiro
disparado por un Guardia dió principio á la re-
friega; la turba arrolló torios los obstnculos, in-
vallió los saloues del favorito, y cOllde~ló al fllt'¡.!O
sus preciosos muehles. Aquella casa desmantela-
da, ruinosa, sill balcones ni v('n t:lIlas, perola.
Ilece aun silenciosa y triste, cllal mUllo testigo de
los horrores de aquella I1oe!le tormentosa. En vallO
los conjurados habían recorrido todos sus rinco-
nes en busca de la apetecida víctima, quc muer-
ta de sed y cansa {ldo perlllanecia oculta entre
las esteras de un desvan. Creíanle todos á Go-
doy escondido en palacio, ó hllyell(b hácia An-
dalucia, cuando cireuló el rulllor de que habia si-
do preso por los Guardias que (~ustodiaban su casa,
á quienes se habia entregado [lor necesidad. ACll"
dió al punto un piquete de Guardias de Corps que
se ofreció á escoltarle hasta su cuartel á fin de
ponerle en salvo. Entol1ct'S se vió un espectáculo




GODOY. 21


terrible de las venganzas populares. El Príncipe
dp, la Paz, aquel ante quien numerosas turbas in-
clinaban sus erguidas frentes, marchaba ahora
entre dos calJ;\l\os, apoyados los pies eu los es-
tribos, las manos en los arzones, siguiendo pe-
nosamellte el trote de los c~hallos. En vano los
Guardias se apiíiaban al rededor; una multitud
ébria de rpngilllza, le disparaba certeros gol-
pes, y se dejaba piS<ltear tle los caballos á trueque
de descalabrar i,] aborrecitlo favorito, sin que su
ahatimiento eseitase mUéstra alguna de sensibi-
lidad en aquellos empedernidos corazones. Hacia
pocas horas que el Monarca traspasado de dolor
habia firmado aquel mismo dia (18 de Marzo) la
exoneracioll de Godoy de los empleos de Genera·
lisimo y Almirante, )0 cual había sido acogido
por la Illuchedumbre con trasportes de entusias-
1110. Al oir el lluevo griterío, y noticioso de la
eausa que lo promovía, envio á su híjo á sal-
'·ar la vida de su infortunado amigo. A S\l vista cal-
mó el tumulto, y dirigiéndose al preso á quien ro-
deaban los Guardias en el iÍtrio del cuartel, le dijo
con gravedad, te perduNo la vida. - ¿ Es ya V. A.
Hey? le preguntó Godoy con adlllirable serenidad
en t/m crítieas circunstancias. -¡Yo, respondió el




PEllSO:'líAJES CELEBJiES.


Príncipe, ]Jero lu seré muy luego. Al dia siguien-
te se hallaban cumplidos sus votos; pero la coro-
na que acababa de alzar del suelo, elllpañada con
el lodo de un motín, no radlaln ya en sus siell~s
con el esplendor antiguo.


Antes de la abdícacíon, Cárlos IV deseoso
de salvar á su amigo habia mandado condu"
cirle prisionero al alcázar de Sevilla, y nombrado
para esta comision al pundcHloroso D. Martin de
la Carrera á quien se miraba como afecto á Go·
doy, por haber pertenecido ¡í su cuerpo de Guar-
dias. Hallábase á la puerta del euartel el carrua
ge que habia de conducirle, y Carrera manifes-
taba al piquete de Guardias el objeto con que ha-
bian formado, cuando algunos se negaron á se-
guirle. Irritado Carrpra ¡Í \"ista de aquella insu-
bordinacion, gritó" la órdcLl está dada y se ha de
cumplir; si no hay quíeu venga eonmigo, le
escoltaré yo y moriremos juntos." n No bien lo


(') N os hemos detenido en este incidente, porque se ha
considerado la detencion del carruage á la puerta del cuar-
tel como una éstratagema para principiar los amotinados
el segundo alboroto: pero esto no C3 exacto, y [o que
hemos referido nos consta por al;;nllos Guardias de aqueo
Ila época.


Uno de los primeros actos de Fernando VII fue quita!'
á_ Carrera el mando que tenia en el cuerpo de GuardiaB,




llODOY. 23


rwbia dicho, clIi111do se oyó fuera un eonfuso
griterio del pueblo, que llotieioso de la fuga,
trataba de embarazarla inutilizando el carrua¡l'e,
por lo cual los Guardias temerosos del popula
ellO, que amenazaba el cuartel, se vieron [lre-
cisados á escouder su prisionero eutre la paja. Al
sacarle de ella pasado el peligro, no pudieron
tos Guardias men()s de horrorizarse, viéndole pá.
lido , estenuado de fatip;a , el rostro lleno de san-
gre coagulada, á la cll~1 se habian adherido al.
gunas pajas; yen medio de aqut'1 espectáculo de-
!>olador, oyeroll respetuosamente de su boca pa-
¡aLras de energia, que no pudieran esperar.


Eutretanto los lleyes padres, mas alarmados
con el peligro de su amigo, que con el suyo pro-
pio, hacian las mas vivas dili 5encias para salvar-
le á toda costa. Resentidos del poco decoro con
que los miraba su hijo, se vieron en la precision


nomlmimwlc Coronel del rfgímiento de Algarbe, que es-
tuba en el N Ol'lC. )landose hacer el uniforme precipitada-
mente, y al otro dia se presentó con él á besar la mano
al Rey y despedirse, d~jando confusos á sus émulos. Este
bravo olicialmurió de un pistoletazo en las calles de Murcia,
batiéndose con seis dragones franceses, de los cuales habia
muerto dos a sah lazos. A provechamos esta ocasion de hacer
mencion honorilica de uno de nuestros mas valerosos milí- .'~.
tar s.,·/ 'f. '='¿ .




24 PERSONAJ ES CELEBRES.


de acudir á Murat, que envió desde Madrid pora
protegerlos al General Monthion, con algunas
fuerzas. En la entrevista que tuvo COI! ellos aSE'gu-
ro Cárlos IV nI Genernl h'allcés, "que In muerte
del Príncipe de la Paz cuusnrin In suyn , pues le
era imposible sobreviviele. u


Curiosa por demas es la correspondencia, que
siguieron con este moti~·o los Reyes padres y la
Reina de Etruria, su hija, con el Emperador y
Generales frnnceses, si bien quisiéramos que jn·
más se hubiernI! pUlllicado las cartas de la Reina
María I.uisa. Ideas exageradas, pillturils horri-
bles de su hijo, y súplicas las Illas apasionadilS
y humillantes por el Príncipe de la Paz, forman
el fondo de aquellos eseritos. A pesar de algunas
buellas cualidades que adornahan á aquella Reina,
lo.s españoles le han profesado y le conservaI1I\UU
profunda nversioll, y han infamüdo su mellJoria
con los cuentos mas ahsurdos; por dpsgracia las
cartas que nos arrancan estas tristes reflexiones,
eoutribuyen harto poco para lev<Jntar su buena
memoria.


Por el contrario en las de Cárlos IV se obser.
va mayor decoro, si bien no son menos apasiona-
das al hablar de ~u amigo.




(¡ODO'\' . 25


l'rincipiábasc <Í formarle eausa con ap;¡rente
actividad para satisfacer al pueblo, y seguia preso
todavía en ~l castillo de VilIaviciosa y mediana·
mente asistido, ('liando recihió el Rey una célrta
fecha lG de Abril desde Bit yana , en que mani-
festaba BOllapafte su desuprobacion por la causa
que contra el Príncipe de la Paz se h~hia iB-
cohado. A'I mismo tiempo el Duque de Róvigo so-
licitaha su libertad, á la cual uo accedió elnue-
va gobierno. Pero poco despues de la salida del
Rey para Rayona volvió el mislIlo :Hurat á recla-
marla, /wrn clIIllplir la palabra qüe habia dado
á los Reyes padres de sacar á Godoy de la (>1'i-
siol} a todo trance; y la junta de gohierno, inti·
midada al oir el tono e'lérgico uel Dnque de Bel'g,
a<:cedió , auuque con repugUDllcia, á que se en~
tregara tÍ los franceses, dando para ello las órde.
lJes oportun¡IS al J[urqués de Caslelar encargado
de su custodia. Ouedeáó lalllbien este coo. 110 poca
repugnancia, y veriUcó la entrega á las once de
la noche del dia 20 de Ahril, poniéndole en ma-
llOS del Coronel francés Marte!. Poco des¡mes
salió escoltado por tropas francesas para Bayona.
donde llegó el :2G, Y tuvo una larga entrevista con
el Emperador á poco de haber llegado.




26 PERSONA,IES CELEBHE".
Cuatro dias despues llegaron <Í llayon:l los des-


tronados Monarcas, cuyo placer fue inesplicable
al estrechar entre sus brazos al amigo l/u 110 creian
volver á ver, Napoleon los coúvidó á cOlller al dia
siguiente, y al sentarse ú la mesa, oyó con estra-
íi.eza decir á Cárlos IV "j y :'Ilanuel! ¿Dónde está
Manuel?" Esta inoportuna exijencia hubo de cho-
car ni Emperador, que no obstante accedió á que
Godoy se sentara á la mesa, por no disgustar al vie-
jo Monarca, á quien tan profundo dosengallO pen-
saba hacer sufrir deutro de poco tiPIlIPO,


Las conferencias de B¡lyolla tuvieron un fin
harto triste. Cárlos IV conociendo la imposibilidad
de volver á ocupar el trono de España, y á ins-
tancia de Napoleon, al:dicó en él, por segunda
vez, con fecha 5 de Mayo. Aquel tratado ignomi-
nioso fue autorizado por parle de Cárlos IV, con
la firma de D. Manuel Godoy, que usa en él su
tratamiento de Alteza Srmd, Príncipe de la Paz,
y Conde de ¡':vora·Monte. Cinco dias despues sa·
lieron los Reyes padres para Fontainebleau de
órden del.Emperador, acompañándoles en su triste
retiro, la Reina de Etruria, su hija, (víctima
tambien de la ambicion del hombre grande), el
Infante Don Francisco y el PrínCIpe de la Paz; y




fiODO\'. 27
de alli tl'asl,tdaron su residenciR ¡¡ COlllpiegne.
Triste y olvidado de todos pasaba alli su vída el
bondadoso Cárlos 1\' , rodeado del estrecho círculo
de su familia, y sujeto á peuosas privaciones,
harto duras para quien abdicara un sólio. Víctima
de las circunstancias, y de errores y males, que
en su mayor parte liO pudo evitar, lloraba en
secreto las desgracias de I~spaüa, pero sin abatir
su grandeza, ni adular al causante de tuntos da-
l-lOS, como hacian sus hijos desde Yalencey. Sus
achaques le ohligaron á bus~ar un cielo mas be-
nigllo, para lo que trasladó su residencia á !\lar-
sella, y desde allí á Roma, luego tjue cayó Na~
poleoll. Aquella ciudad con sus ruinosos monu-
mentos y sus recuerdos de pasada gloria, parece
destinada ~ cobijar en su seno todas las notabi-
lidades contemporáneas, que las contiendas po-
líticas van lanzando de su puesto. Allá marchó
tambiell el Príncipe de la Paz, cuya desgracia
íntimameute ligada con la de aquella destronada
fa1l1ilia, le unia mas y mas á ella, con la simpa-
tía que naturalmente escita n los comunes pa-
decimientos.


Tampoco allá le dejó sosegar la venganza de
sus enemigos; y á pesar de la nulidad á que se




28 PERSONAGES CELEBI\ES.
hallar.a redllcido, vióse acusado como en otro
tiempo de los estorbos que sufrían en sus proyee-
tos. Luis X na habia escrito confidencinlll1ellte ri
Carlos IV sobre las miras del Congreso de Viellu
respecto de su persoua, y los recelos que le ins-
piraba la errada po~ítica del Hey de Espaüd. Al
mismo tiempo le suplicaba renovase su a[¡Ji(~acion,
pues la protesta que bal;i~ hecho contl'a ella en
Aranjuez> ponia á las Cortes en el conflir,to de
considerarla como nula, C:'rlo<; ry contestó, que
no tenia inconveniente alguno eu al,diear, pero
que por nillg!J1l conf'epto se hieiese mencioIl de
los escandalosos sucesos de Aranjuez. ","oticiosa la
corte española de esta contestacioll > se alarmó
c6utra ella. y movió todos los re ,artes contra el
que creia autor de tal respuestu.


Una noche se presentó de Illlproviso en la
eámara de Cárlos IV el virtuoso Pontíl1ce Pío VII,
y notilicó á sus augustos huéspedes el compro·
miso en qne le ponia el Rey de r:spaíla, de ar-
rancar de su compañIa al PrillcilJe de la Paz.
-C< i Pues qué, replicó Cárlos IV; ¿ somos algunos
prisioneros? - ~í, respondió el PoutíHce; prisio-
neros de la paz,)) - Y logrando call1lar su emo-
cion, procuró convencerle de la necesidad de




GODOV 29


aquella medida. Accedió Cárlos IV con no poco
dolor ú separar de su lado á su único amigo y
último cou,nelo, y despue, de Hila tristísi ma
despedida Go:loy fue traslalJado ñ ré;¡saro. Poste-
riormente maL'chó á P:lrís, donde actualmente
reside.


En 1836. Y por consiguiente des pues de la
muerte de Fernando VII, se decidió por fin Godoy
á publicar sus Memorias, largo tiempo anhela-
das por los hombres imparciales. Hahia ofrecido
á Cárlos IV abstenerse de hacerlo durante la vi-
da de su hijo, y cumplió su promesa. La puhli-
caeion de esta;; '\Iemorias causó honda s¡msacion
en el público, rectlfieáronse no pocas opiniones
equivocadas, y quedó abierto el camino para
una parte (le la historia contemporánen. Pero
aunque lerantndo en parte del fnngo en que la
maledi(,encia le hahía sumergido, no por eso la
opinion púhlic<l le ha eleyado á la altura, que
en sus :\Iemorins parece anhelar. Hay en ellas
razones y descargos que no satisfacen entera-
mente: hay en ellas tambien algunos puntos,
que el autor no quiere tocar, y á fé que en esto
alabamos su prudencIa, porque vale mas callar
que lJacpr alarde procaz de una locuacidad inso-




PEIISO'iAIiES CELm;HES.


lente, cuando las contestaciones solo (¡an de 53'
tisfacer á mp,dins [fallamos tambiell asaz I'e'
prensibl¡, el furor ron q<le se ceba en sus ene-
mi\\os, si!! respetar ni la vida privada de Escoi-
quiz, ni los defectos personales de Caballero.
Quien implora la misericordia de sus coneiuda-
dallos, debiera prinCIpiar por respetar á sus ene·
migos. Por lo que hace al estilo y al lenguaje,
sentimos decir, que <"tiesta trabajo leer IIIla obra
llena de galicismos, disculpables por cierto si se
atiellde á la el1ligracioll tan larga del autor.


La sistu1lcion actual del antiguo valido de
Carlos IV es muy poco lisongera, y la fortuna,
que « semejante á las damas, segun el célebre
dicho del Elllperador Cárlos V , se muestra solo
galante con los jóvenes" ha hecho sentir sus dis-
favores al desgraciado alleiauo.


Sobre este p:¡rticulal' nos perlllitiremos rcpl'o-
ducir 1<18 palabras del célebre orador D. Antonio
Alcalá Galiano, en SlI lindo artícnlo titulado
dos visitas al Príncipe de la l'a:. (*). Despues
de referir la que hubo de hacerle, siendo niüo,
en cOlllpaliia de sus tios, cuando elnombramien-
to de Almirante, pasa á la segunda verificada en


(") En el núm. 20 ,lrI lomo r. ud Iris, alio \SH ,




,¡(¡Í)OL
.11


L'; rlr I':ncro de IR3? • Acerté al cabo, dicecon
,u /llnllsion, CJm' era en el ('u arto piso de una
ras~ deeellte, pero distante asi como de lo pobre
tlp lo suntuoso. L1nmé ¡Í la puerta, salifÍ ú abrir_
m('la UIl triado de modesto porte; le pregunté
por SIL amo, le dij'l mi nOlllure, entrose él a-
dentro vo!l-ió á pOI~O rato, y me convido á pa-
sar adelnnte hasta Illi aposento chico, y de esca-
so adorno, donde vino á recibirme un anciano
vestido casi con pobreza; y el anciano era el que
treinta aílOs antes cami!laba igual ó superior á
,11 ney; al Hey de E,p:1I¡a, entonces Señor to-
dal'¡;; de dos 1ll1l[]{!OS"


"El Príncipe de la Paz me lwoló de su tris-
jI' ,ituaeioll, de sus justas pretensiones, lJUE'
COII tanta injuslicia 110 le concedia y le sigue
neC;<llldo el Gohierno de Espalia ,. Apenas le oia
yo, porque en mi b1'el'e I'i~itd ilUDO de cllcoger-
~ellle el C:H"aZOll y los ojos se me arraSJrOIl en lá-
grinws, y se me cEc:1lldecieron las mejillas, vien-
do uCJud ejemplo de lo brel'll y falaz tle la gran·,
rlez3 IlUm~lla, considerando aflllel lastimoso es-
¡w,·,tá,·ulo de un hOIllIJl'c sobo ~yiliendo lwstü á sn
Il1emoria , v eons;'krap,]·, ;.j ,.t1lUlllano rencor




32 N:nSO:i.UES CELFBIlF.S.


con que trat3b3 mi patria ú un ente tDll des·
vt'llturado. ,-


"y un pensamiento me ocupo la mente, do-
loroso pero f'x:icto , el cual hoy mislllO en ella
subsiste. Todo se IllU da en Espafw, y sin em-
bargo el odio prrSfVf'ra. Si no es culpable el Prín-
cipe de la Pn i.{;ÓmO es que aun está padecien-
do el Illas severo castigo, sin que en su favor
haya quiPn invoque la jnsticia? Si fue culpado,
¿cómo DO se le aplican las amnistías darlas á
cuantos lo fueron de delitos políticos, en las
c;lales ciertamente está comprendido, pues que
ninguna razon ni escepcion nominal de ellas le
escluye?»


"De pedernal debe tener bl pecho, qu ¡en s ¡
viÍ á visitar al pobre ¡¡neiano, un tiempo tan
podproso, no se enternece y pide, que se 11' dP.
un pedazo de pan para vivir, y un pednzo de tier-
ra para sel' enterrado en España, al que solo
aspira á poesentar állí donde m~ndó una muestra
mas de la fortuna y del rigor de la dcsgrncia.»








M. DE LAFAYETTE.


«Declaro que aunque quiero mas la
Repú.blica que la Monarquia , quiero
mas la Libertad que la Repüblica .....
Asegúrese elta á todos los ciudadanos
y estoy contento."


LHAYETTB.


Ha sido dado á un lUismo hombre, en el es-
pacio de medio siglo, el tomar una parte ac-
tiva en los cuatro mayores sucesos que han
agitado al mundo moderno: la revolucion de
América. la revolucion francesa de 1789, la cai-
da de Napoleon, y la revolueion de Julio de 1830.
Basta este solo hecho para esplicar por sí mis-




2 PERSONAJES CELEIlTIES.


mo el significado revolucionario 1 uaido en tod~s
partes al nombre de Lafayette. ¿ Y ('uál es el
valor histórico de este nombre, el [(¡as popular
de todos los nombres contemporáneos deslJUe,
del de l'IapoleoL? ¿ Qué elementos eomponeu la
gloria de Lafayette? Esto es lo que vamos :í es-
darecer, examinando los hechos con tanla lilas
facil imparcialidad, que el hombre y sus obras
pertenecen ya en el dia cOll1pletamente á la
historia.


Durante la guerra de siet.e arlOS que tan fa-
tal fue á las armas francesas, en In batalla de
lHinden, un jóven Coronel de grauaderos, he-
rido de una bala de caüon, mori" á la ednd
de 25 años, dejando una viuda en cinta, en un
"iejo castillo de la Overnia. 1';n este eastillo de
Ch .. vaniélc, cerca de llrioude, nació el (J de Se-
tiembre de 17.17 María Pablo José Gilbcrto de
l\Iotíer, l\larqllés de Laf~yette. Desde muy nill0
perdió á su madre, y á In edad del G años se
casó con MlIe. de Noailles, hija del Duque de
Ayen. Aquel enlace ofreció á Lnfayette el mas
bello porvellir, pues p:.¡do prese!1t~rse en la Cor-
te de Luis XVI, Y de María Antollieta, y lle-
gar á ser UllO de los brillantes favoritos de la




LAFAYETTE-. 3


epoca; pero no quiso seguir ¡¡quel camino, pues
teni~ la mision y presentimiento de adquirir la
fama de que estaba sediento.


Estalló la insurreceion de América j Lafayet-
te simpatizó al momento con tan noble callsa,
y cOlllrajo amistad con el sabio Frallcklin, que
se hallaba entonces en la Corte de Francia, abo-
gando por un pueblo sublevado contra la opre-
sion. Llegó sin embargo á Francia la noticia de
los desastres de los insurreccionados, y se supo
que su ejército vencido pOl' 30.000 ingleses, que-
daba .reducido á 2,000 hombres: negóseles des-
de e:Jtollces toda c!ase de crédito, y sus comi-
sionados en Europa no pudieroll siquiera conse-
guir el aprontar tI[} buque para llevar sus despa-
cho~. Laf¡¡yelte habia resnelto ir a pelear con
'.Yabilignton ; Jos <:omisionndos intentaron en va-
no distraerle de tan élrriesgatla clIlpre~C\, cuyos
peligros seniull solo para inflamar CO!l lluevo ar-
dor al generoso defensor de tan hermosa causa.
Sordo á cuantas observaciones se le hacian, y
sin atender á los obstáculos que le oponían ¡él
Franciél y In Illgl::lterra, tripuló á sus espensas
UIla fragata, y partió para Georges·Towll, donde
desemlJat'có en Abril de 1777. Pasó desde alli á




...


Filadelfia, y solicitó senir en clJse de volunta-
rio y sin sueldo. El Congreso no tardó en
concederle el grado de General l\layor; pelean-
do sin embargo como voluntario en la batalla
de Brandywine, en 11 úe Setiembre dn 1777,
donde fue herido de grawdad, y recibió lo
que Ilam¿¡n los militares el bautismo de san-
gre. 1\0 bien deatrizada aun su herida, se le
'1\Ó eon¡;r & l\\\I\VOS peli.gros. Gefe de un destaca-
mento de milicias, b3tiÓ á un cuerpo de In-
gleses y IIesesses. que tenian la ventaja del
número y de la esperiencia sobre sus bisoñas
tropas. A poco tiempo, votó el Congreso un;;
accion de gracias eu favor ~uro, por no haber-
se dl:"j3do seducir por el brillo de una victoria
inútil, y se le confil'ió entonc2S el manúo de
uua division. Mas adelante fue promovido al
grado de Géneral en Gefe del Norte; pero no
quiso aceptar aquel lluevo honor, sino con la
conqicion de seguir bajo las órdenes de Wa-
shington, dando en ello pruebas de que soll) ambi-
cionaba el bien general.


Despues de haber defendido con un puí'iado
de gente un pais estenso, salvó á 2,000 suble-
'Vnoos CerCdtluS por el ejercito inglés; se disti n-




LAFAYETTE.


guio en la ])ata lla de Mon mouth) ganada por
los americanos el 27 de Junio de 1778, Y mar-
chó en seguida con su division á cubrir la re-
tirada de Sullivan, q'Je se veia precisado á
abandonar á Hhode-Insland, valiéndole la im-
portancia de semejante servicio Ids gracias del
Cougreso, y una espada adornada con figuras
alegóricas, que le en vió Francklin á París, adon-
de habia ido en 1779, despues de r,)conocida
por la Francia la independencia de América. La-
fayette solo permanedó en su patria el tiempo
necesario para proporcionarse soc:orros de hom-
bres y dinero, y se apresuró á hacerse á la ve-
la luego de obtenidos. Fue recibido en Boston
con entusiasmo; anunció la llegada del General
Rochambdau, y marchó al ejército. En 1780
mandó la vanguardia de 'Vashington, y se libró
de las consecuencias de la defeccioIl del Gene-
ral Arnold. En 1781 estuvo eneargado de la de-
fensa de la Virginia, con solo 5,000 hombres
faltos de todo recurso; y sin embargo resistió
durante cinco meses á todas 1(\8 fuerzas de Corn-
wallis, quien h~Lia dicho COIl imprudente bur-
la que el muchacho no se le podia escapar;
pero los sucesos desmintieron pronto aquel pro-




6 PERSO:'l'AJES CELEBRI;S.


nóstico, y de repente se encontró el mismo Ge-
neral bloqueado por mar y tierra. Lafayette aca·
baba de contribuir á aquella operacion eon un re_
fuerzo de 5,000 hombres, estaba seguro de que
el enemigo no podia escaparse, y á pesar de las
instancias del Almirante francés, Conde de Grasse,
prefirió el ahorrar sangre á una victoria eierta.
Esperó la llegada del ejérc ito de Washington
y de Rosembeau, y desplegó en el ataque una
rara intrepidez, tomando á la IJayoneta, él el pri.
mero, un reducto erizado de caüoues. El re-
sllltado de la victoria fue la capitlllacion de Corn-
wallis en York-Town. Lafayette no se dejaba
arrastrar por el valor y In impetuosidad de sus
pocos años, antes al contt'ario se parecia en algo
al contemporizador ~Washillgton.


L¡l'iuytL'L1l TI'3T"OÚ "n\m)\)"", {, l't'1> .... ~\'1t Y>'¿,l'Ol
apr2surar el eurio J.) Iluevos refuerzos. Iba á
dar la vela con el Conde de Stniug, á quien se
habia unido en Cádiz con 9,000 hombres, cuan·
do llegó la noticia de la paz. La guerra de Amé·
rica habia popularizado estraordinariamente á
Lafayette en Francia y aun en la Corte, y se
dice que la misma Reina le aplicó en UIJn
representacion pública los dos siguientes ver·




I.AFAYETTE. 7


sos de la tragedia de Bayardo de Dubelkly;


Comme un jeune Hon, iI cherche les batailles.
Comme un YÍeux general, il sait les eviter.


No seria fáeil adivinar las causas que enage·
naron á Lafayette el cora lOn de aquella Princesa;
pero es constante que le habia dispensado mu-
cho aprecio y confiama, y que estos dos senti-
mientos se habian enfriado en ella muy antes
de los primeros síntomas de la revoluciono


lntimamente enlazado Lafayette con 'Va·
shington, y conservando siempre el mas tierno
¡nteres por su América querida, emprendió un
nuevo viaje al pais, á cuya libertad habia con·
tribuido. Fueron recibidos él y su hijo con tras-
portes de agradtcilllíenlo; adquirieron ambos el
derecho de ciudadanos por una Especie de adop-
cion, tan rara como honrosa, y por último el
nombre de Lafayette era en todas partes un tí-
tulo de recomendacíon. El anciano Federico de
Prusia, y el Emperador de Alemania José II,
le manifestaron el mayor aprecio, y hasta apro-
baron muchos de sus principios, pero no su en·
tusiasmo por la nueva república. Sabido es que




PERSO:.'íAGES CÉLEBRES.
José 11 decia: _. "mi oficio es ser realista." Y el
filósofo Federico tenia sin duda en el corazon la
misma máxima; poseía adema s un amor fijo y
razonado al despotismo, 'lue nada hubiera po-
dido alterar; una voluntad de hierro, un poder
sin limites, y un gobiernO" l,;}stante ilustradO"
para hacer todo el bien posible, y administraT
j.usticia á todos; pero sin conceder ni reconocer
á nadie derecho alguno; tal era Federico 11.
Estas doctrinas no podian agradar á J~afayette.
La libertad dtl los negros era uno de sus pen-
samientos favoritos, pero queria que fuese gra-
dual, á fin de evitar los peligros de un callJ..-
bio repentino. Animado de estos sentimientos,
abrazó con ardor la causa de los patriotas Bá-
tavos, y hubiera querido poderles prestar el apo-
yo de su espada, como á los Americanos.


Nombrado Lafayette miembro de la Asamblea
de Notables, en 1781, pidió la supresi(ln de los
mandatos de encierro (lettres áe cachet) y de
las prisiones de Estado; obtuvo una disposicio.ll
favorable á la condiciun civil de los protestan-
tes, y fue el primero en hablar de la necesidad
de consultar á la nacion. Admirado el Conde
de Artois de semejante proposicion, le dijo;




LA FA "EITE . 9


• 10 que pedis son los Estados generales. - Es
mas, contestó el General, una Asambl a gene-
ral." No tardó en realizarse este deseo, y siendo
Lafayette miembro de la Asambleo constituyen-
te, propuso la primera declaracion de los de-
rechos del hombre, y apoyó la peticion de Mi-
rabean para que se alt'járan las tropas que el
Gobierno !Jauia aproximado ¡i la capital. En las
sesiones del 13 y 1 t de Julio de 1789, presi-
dia la Asamblea constituyente; y enviado el tí>
á Paris, despues del triunfo del puebla, y nom-
brado Comundaute de la Guardia Nacional, hi-
zo en aquel importante y difíeil destino servi-
cios inmensos á la pública tranquilidad, en
medio de la efervescencia de toda clase de pa-
siones, y de los movimientos de un pueblo siem-
pre dispuesto al tumulto. Las illlprudencias de
la Corte yel banquete de los Guardias de Corps,
ocasionaron los sucesos del ;; y G de Ol)tubre,
en cuyos dias, la Guardia Xacional, precedida
de una turba de mup.eres insurreccionadas, di-
rigidas por el faccioso l\Iaillard, arrastraron á
Lafayette á Versailles. Húbíase resistido por
mucho tiempo, pero cedió al fin, dando el mal
ejemplo de un gefe de la fuerza armada que se . , .t',~




10 PERSONAJES CELEBllES.


deja violentar por sus soldados. Al presentarse
ante el Rey con los comisarios, sus primeras
palabras fueron: "Seüor: no sé como me atrevo
á presentarme ante V. M. - Qué quereis? con-
testó Luis X VI; ya sé que babeis hecho cuanto
podiais." Asegurado. con estas palallras, libre
de un peso que le oprimía, se apresuró á ddr
una esplica,~ion, cuyo feliz efecto preveia. "Se-
ñor: he hecbo prestar juramento al ejército pa-
risiense de ser fiel á la nacioo, á la ley y al
Rey; V. 1\1. peede tranquilizarse, pues será
respetado.» Lafayette creia entoJlces lo que esta-
ba diciendo. Despues de esta conferencia, no
habiendo podido obtener que se le permitiese
cubrir la guardia del Palacio, arengó en la pla-
za de Armas á las tropas; todo anunciaba la
mejor disposicion, y principalmente la Guardia
Nacional de Versailles y París le aseguraron
de tal modo, que se retiró tranqnilo, no sin
baber qnerido dar cnenta al Rey de cuantas me-
didas habia tomado, lo que no pudo verificar
por habérsele dicho que acababa de acostarse;
por cuya razon J renQido él mismo de cansan-
cio, se retiró á descansar un poco. Acúsasele
por esto con furor, y sin embargo ¿ cuál es su




L.,F,~ YETTE. 11


crímen? ~~I Rer, su Hermane> y toda la Real
Familia se recogieron, y lo mismo hicieron los
Ministros, los Generales. y los mas celosos de-
fensor~s. El Conde de Estaing, encargado en-
tonces del mando de la Guardia Nacional de
Versailles y su guarnicion, cesó de vigilar; el
Duque de Guiche, gefe snperior de los Guardias
de Corps, cuy!) deber era proteger de dia y
de noche la vida del Monarca. dejó su puesto
y se retiró tranquilamente á Trianon, sin man-
dar establecel' patrullas y reconocer el parque,
i. Como puede ser responsable Lafayette por ha-
ber cedido á la neeesidad de descansar, de
las desgracias que sobrevinieron despues á la
Familia Real? Ademas, si se creyese que Lafa-
yette no hizo en aquellas circunstancias cuanto
debia esperarse de el, se comendrá en que fue
sublime al dia siguiente, El Rey, la Reina,
su Familia y sus Guardias le debieron su sal-
vacion. En el tránsito de Versai\les á Paris hizo
tambien los 1l1ayores esfuerzos por librar al Rey
de los ultra.ies que á cada instante le amenaza·
ban. Sin embargo, la Corte, víctima de sus
enormes faltas, se apresuró á acusar al Duque
de Orleans como autor de los sucesos de aque.




12 I'EHSÓNAGES CELEBRES.
lIos dias, y el mismo Lafayette pareció adop
tar aquella acusacion, y &e encargó JIluy im-
prudentemente de ipvitnr eu nombre del Rey ~1
Duque de Orleaus á pasar á Inglaterra, con una
mision que no era mas que un engaño. Segu-
ramente hubiera sido muy difícil á Lafayette el
refutar los cargos que el de Orleaus podia diri-
girle. Este no habia prollloviJo los sucesos deIS
y 6 de Octubre, y Lafllyette, que vencido hu·
biera sido condenado á JIluerte por un Consejo
de guerra,· corno rebelde; era solo un hombre
débil, que habia cedido á una prueba mas fuer-
te que su carácter, y un súbdito fiel dispuesto
á sacrificar su vida por su Rey; como lo probó
el dia 6. En aquella época, lo mismo que en
otras circunstancias, Laf~yette queria conservar
á todo precio á Luis X VI Y á la Reina, y afee·
taba ignorar ó disculpar las tramas contra la
libertad, que por otra parte se consideraba bas-
tante hábil y fuerte pala prevenir y contener.
Esto csplica por qué tardó tan poco en ser sos-
pechoso, acusado y calumniado por los ardien-
tes y sínceros amigos dc la revoluciono Su posi_
cion fue entonces cruel. Luis y la Reina, mi_
randole como su carcelero y el instrumento de




LAFA "EITE.


su ruina, meditaban diariamente dentro de su
corazoll, inflamado por el ódio, su castigo; y
una parte de los patriotas le creia traidor á la
causa del pueblo. Sin ellllJargo, como hacia los
mayores servicios en favor dp[ órden, protegien-
do la vida de los CilldadJllOS á costa de la suya;
como la G lIardia Nacional, compuesta de pro-
pietarios y gente interesada en el sosten de la
tranquilidad, habia depositado en él la mayor
confianza, parecia efectivamente que París obe-
decia á su bllprel11a influellcia .


.No puede negarse, que á consecuencia de
una conviccion de su entendimiento, mas dis-
puesto entonces a temer á los revolucionarios que
á los conspiradores realistas, no hnbiese entra-
do en un sistema de reaccion, que eseitaba al-
guna vez justos descontentos, y que no mar-
chase, sill preveerlo, d uua situacion de lns
mas dificiles entre la Corte y el pueblo. Sin em-
bargo, Lafayette obtuvo un admirable triunfo
en la federaeion de 14 de Julio 1790, que será con-
siderado ('.01110 unos de los mas bellos di as de
su vida y de la revolucion. Entonces le domi-
naba un pensamiento casi úuico, el restableci-
miento del ón!.en, y la aeacion de UD go-




14 PERSONAJES CELEPn~s


bierno fuerte y de acciono Entonces l\lirabeau;
animado del mismo pensamiento, habia entra-
do en tratos con la Corte ;Í peso de oro; y La-
fayette, que no se habia vendido, participaba
de los sentimientos del tribuno. ASl es como
se verifican inesperadas alianzas en el movi-
miento continuo y v·iolento de una revolucion.
1.;1 mismo Mirabeau con todo su genio, no era
capaz de resolver el problema de la uníon de
la dinastía con los derechos del pueblo, y del
restablecimiento de la autoridarl real ("on la
existencia de la liberwd. '\lurió Mi~'alwa!l, \
I_af~yP,tte continuó (·nsnyand() la resulucion del
problema; pero antes de todo hubiera debido
desconfiar de la Corte, y ascgllrars!~ de ella eon
la au toridad de un gran carúcter y la promesa
de un griln servicio,


Incapaz Lafayette de ¡¡rnm' tilles eoudiciones,
se- de;jó sorprender por la eV3sion de Vareunes.
Aun en el dla no se concihe como pudo con·
jurar la tempestad que contra él se levJntó en
los Jacobinos, donde D3nton le dirigió un ter'
rible apóstrofe. Despues de !'aher cOl'l'ido el
riesgo de ser inmolado como traidor por los
enemigos de la revolucion, que anunciauan dia-




LAFAYETTE. 1á


rwmente la fuga de Luis X n, se vió reduci-
do á la triste necesidad de hacer vol ver al Rey
como un prisionero, en medio de la Francia ar-
mada.


El decreto de la Asamblea constituyente que
sostenia la inviolabilidad en favor de Luis X VI,
Y le eximia por lo tanto de toda investigacion
sobre su fug:!, causó grande agitaciOll entre los
Jacobinos, y dió lugnr á las escenas del Campo
de Marte, el 17 de Julio, en las que Lafayette
tuvo nercsidad de emplear la fuerza pública
eontra los iln;otillados, y de presentar un sin-
,!Zlllar cuntraste entre el entusiasmo y las acla-
maciones con que le habian saludado el dia de
la Federaeion, y las mnldiciones de 'que le cu-
bria el ]luehl:! por aquella snngrienta !'scena.


Acepwrla la CO!lSlitucion Jlor Luis ,\\71, dejó
Lafayette el tnnndo, y se retiró á su país. Per-
tn~neció poco tiempo en él, pues habiendo he-
tho los emigrados demostraciones en las froo-
teras, que anunciaban sérias hostilidades, y la
apfoxilllacion dI' los estrangeros, fue encargntio
de un m;mdo ,.,Ilprrior: y rel'lwzó ó los ene-
lIligos en rarL,; l''I'ltOS. Entre tanto ~menazaba
estallar la ill,'\rr~"'dou en París, y Lélfilyette




16 PERSO:\:.\JES CELI'Bl\E'i.


escribió desde su campamento de !llaubeuge
una carta á la Asamlllea nacional, cuya lectura
causó en ella una violenta tempestad, y prin-
cipalmente en París, que prpsenció el movi-
miento del .20 de Junio, en el (mal invadió el
pueblo el Palacio del Rey. Apenas tuvo Lafayet-
te conocimiento de los sucesos de aquel dia,
quiso probar un nuevo esfuerzo en favor del
Rey y de la Constitucion. El 28 se presentó en
la barra de la Asamblea legislatira, pidió el
castigo de las violencias cometidas el 20 en las
Tuillerias, la destruccioll de las sociedades de
los Jacobinos, y medidas para la seguridad Gel
Rey, y para impedir todo atentado contra la
Constitucion. Aquel paSO no tuvo resultado al-
guno, y tampoco la tentativa de que se reu-
Iliera la Guardia Nacional para cerrar el club
de los Jacobinos; ni otra carta dirigida por el
General á la Asamblea, por lo cual se ,¡tÍ
precisad o á regresar á la fron tera, con el sen-
timiento de su impotencia y la cOllviccioll de
que habia pasado ya su reinado. La Guardia
Nariollal al verle abandonar la empresa, mani-
festó solo estériles pesares; la Corte se compla·
ció al ver decaer la popularidad de aquel cuyos




LAFAYETTE.


servicios no queda aceptar, á pesar de la in-
mensa necesidad que de ellos tenia; los Jacobi-
nos triunfantes, quemaron aquella misma noche,
en ,,1 Real Pa'ncio un maniquí representando el
héroe de la Fedt:'racion, y si hubiese permane-
cido en París le esperaba una llorrible catás-
trofe.


Lafayette, aunque cierto de las disposicioneli
poco favorables de la Corte y del Rey, se obs-
tinaba en querer salvnr á aquel desgraciado
Príncipe. St'guro del nncinllo Luckner, á quien
lwbiJ sabido atraerse, quería que Luis le man-
dase llamar, junIo con el Mariscal, para presen-
tarse en la Federacion, diciendo que la presen-
cia de los dos Generales en Gefe impondría al
pueblo. Al dia siguiente deLia salir el Rey de
París, bajo pretesto de ir á Compiegne, para
probar á la Europa que estaba en libertad. En
caso de resistencia, Lafayette se oMigaba á ar-
rebatar con cincuenta ginetes á la Familia Real.
Desde Compiegne, algunos escuadrones dis-
puestos al efecto debian conducir al Rey en me-
dio de los ejércitos, el cual huLiera manifes-
tado desde allí sus vt'rdaderas intenciones de
modificar la Coostitucion. En el caso de no


2




PEnSO~AJES CELEBRES.


surtir efecto ninguno de los medios propuesto;:
por Lafayette, estaba resuelto á marchar sohre
París. El Rey se manifestaha inclinado á seguir
los planes de Lafayette, pt'ro le detuvo sin em-
bargo un temor mezclado de repugnancia h<Ícia
el General. y principalmente la Reina que de-
sechaba el auxilio de aquel amigo fiel 'al trono;
"Confiad en Lafnyette, decian, id á uniros ri el
en su campo, os espera y os salrará. - Sí, lo
creo, contestó la Reina, salvará al Rey pl'rl no
salvara á la monarquia. » Jamás Lafayette, con
las mejores intenciones manifestó illl\1l0S júieio,
ni corrió mayores peligros pJra su reputacioll
futura que el! aquella circunstancia. Lo que
queria era imposible, y el éxito lo mi;;wo que
la derrota le hubiera perdido. Sobrevinieron los
acontecimientos del 10 de Agosto, que llegaron
a noticia de Lafayette en su rampamento junto
á Sedan, Contaba con su Estado lH~yor, con el
afecto de los soldados, con su juramento de
obediencia, y con la adhesion de algunos de-
partamentos cuyos consejos generales habian apro-
bado ~u carta de 16 de Junio, en que pedia se
cerrasen los clubs de los Jacobinos. AtrevitÍse á
1.eV\lntar la bandera contra la Asamblea lc¡risl;¡··




LAFAVETTE.


üva, dominada por los facciosos; hizo prender
;i los tres comisarios que ella le enviaba, se puso
en relaciones con las autoridades municipales
de Sedan, y se preparó abiertamente á organÍ!-
zar la resistencia' en nombre de la Constitu-
cion. Pero habia pasado el reinado de la ley;
los constitucionales habian dejado que la rclYO-
lucion tra$pasase el punto hácia donde podia
dirigirse. y la Francia entraba en la era de
'10s hechos consumados.


De los 75 departamentos que se habian aa-
herido, lIi uno solo se movió, escepto el de 105'
Ardenes que se asoció á la empresa del GeIJ.l¡-
ral; los soldados mismos, seducidos por los em~
sarios de la insurreccion parisiense, tardaron poro
en lIJanifest~rles su frialdad. Los Generales de '
los otros cuerpos de ejército, considerando in-
tempestiva la resistenciJ, se sometieron igual-
IlIl'nte; y Lafilyrtte demasiado comprometido
para retroeeder, no tUYO mas alternativa que la
huidn (¡ ln llIuerte. Despues de tomar todas las
disposiciones necesErias para que su ausencia ]:lO
perjudicnse á la seguridad del ejército, y de pro-
curar salvar en lo posible á las autoridades de-
SedaIl, ('~rgan,lo por escrito con toda la res-




PERSONAJES CELERRES.


ponsabilidád de la resist.encia, salió en la no-
cM del 19 nI :10 de Agosto, acompañado de
MM. BUI'ea:.:x de Puzy, Latour -l\lauhourg y al-
gunos oficialps de E. M. Durante el camino se
le reunió el ex·cónstituyente Alejandro de La-
rneth , á quien perseguía un decreto de arresto;
pasaron juntos la f~ontera y se preparaban á
f,ótrar secretamente en Holandit,. para ir en
seguirla á los Estados Unidos; pero recvllocidos
en las avanzadas austriacas, fUEron detenido~ á
pesar de sus protestas, y el 2 t fue conducído á
Namur, donde tuvo Lafayette una elltrel'ista con
el Príncipe Cárlos (*) desconocido todavía á la
gloria llero adomado de un cOrflzon generoso.
Conducidos despues á Nivelle, tuvieron que
sufl'ir los prisioneros un interrogatorio ante un
Mayor austriaco, e!l{'argado de recibir el tesoro
del ejército, que creian sin' duda que Lafayette
58 habia llevado consigo. "Lo único que co m-
prendo de tan estraña comision, contestó Lafá-
yeUE!, es que el Duque de Sajonia·Techen, puesto
an mi lugar, habria robado el tesoro del ejér-
cito." Llevados á I,uxemburgo, permanecieron
allí durante tres semanas los cuatro miembros


(1) Véase su Biogrüfia tomo n.




LAFAYETTE.


de la Asamblea constitu}'ente, y furiosos 10$
emigrados contra unos nobles que habi¡lU é ~r¡IJ·
zado la c~usa del pueblo, intentaron inmolar á $u
venganza al auto!' de la procJanJaciop de lo¡; dere-
chos del hombre. LleváronlGs fInalmente á Olmutb,
donde los esperaba!) horrii»)es c<llabozos, To~o
el genio inquisitorial, t(t(.Ia JiJ fria barbárie 4e
la politica austriaca, ago~Q su fl)ne~ta ~ieACj;~
para desesperar y dar tortura á t.afayettil; '~11
solo retra<ltar algt,tn¡¡ de ~l),S opillionc~ Jlubja-a
vj$lo fomperse sus cadellils, pero jamás quiso fa.
negar Jli ligeramente de SI.IS principios, Estuvo
dl)rante mucho tiempo encerrado solo en l/.JJ
calal>o~o, sin comunicar con njl\iie, y ~in qWi!
tantas desgrpei~s y privaciones pudieran a,batir
Sil illiolO, ni turbar un solo inst,a!lte la ~e¡:enj·
dad dI¡ Sl,I aln¡il. por último, el ángel !le la
t¡:rD\.ll'¡¡ COI¡)'IIg¡11 bajo al calahoz() á dad!) sus
ce.lestiale$ cOI1$l,lel(js, Laj o la forma de l\1me. de
Lafayette. Todos los \'erdaderQs IImigo~ de la
lillenad reclamaron eu vallO en favor del ilustre
pri~(,H1ero j en vano intervinieron los Estados
IJnido!l j fueron menester para conseguir la li-
bertad de Lafayclte y sus compaIieros, las vlc-
torias dI! Italia y la voluntad de BOllaparte, que




!2 PERSONAGES CÉLEBRES.
la estableció como condicion particular é impe-
rativa, cuando las negociaci()nes que terminaron
una guerra de prodigios.


Libre el prisionero de Olmuth, ninguna parte
quiso tomar en la revolucion del 18 Fructidor,
y se vió por lo mismo precisado á detenerse en
Hamburgo; pero adoptó la escarapela tricolor, y
entró en Francia cuando la revolucion del 18
Brumario. Lafayette, amIque animado de una
viva gratitud hácia BOllaparte, rehusó mezclarse
en la menor cosa de su gobierno; no quiso
aceptar una plaza en el Senado conservador, y
votó contra el Consulado por vida; accion es-
traña cuando mooos en un hombre que todo IQ
habia arriesgado, basta su reputacion de amigo
de la libertad, por salvar el principio monár-
quico; pero luchaba entonces entre sus antiguas
opiniones y sus inclinaciones republicanas. COR-
secuente con una de sus d('ctrinas favoritils, pe-
dia á Bonaparte el restablecimicnto de la liber-
tad de imprenta, y el Cóns\JI le contestó: «Si
concediese á Mr. de Lafayette lo que con tanta
instancia solicita, ni él ni yo estariamos aquj
dentro de tres meses:" Bonaparte cOllocia bien
que en a queHa época, no era todavía posible




'LA FA YETTE. '23


UD gobierno, COl! veinte ó treinta periódir.os que
le hubieran batido en brecha todas las mañanas.
El papel que representó Lafayette durante el
Imperio no dejó de ser honroso, pues probaba
la sinceridad de sus sentimientos, prefiriendo el
retiro y la oscuridad, <Í las situaciones mas bri-
llantes ofrecidas por el dueflO de lli Europa.


Vohiecon los Borbones en 1814, y Lafayette
se presentó de nuevo en la escena polítiea, con la
imperturbable canstancia de sus principios. Era
esta tan conocida, que el Conde de Artois que
habia permanecido líel al espiritu de la contra-
revolucion, decia : «Solo Lafayette y yo lli) hemos
~ambiado.» C*)


Durante los Cien Di:ls, apareció Lafayette
de nuevo en la r.~mara de los representantes,
y dirigido por la fijeza de sus principios, apre-
ciando mal la situacion y las cosas, confun-
diendo la época de 1815, en la cual ante todo
era preciso sal var el territorio, con la de 1789
en, que se habia de conquistar la libertad, dió
un golpe OIortal al Emperador, vencido en War-
terlóo, con una proposicion muy bella y salu-
dable en la apariencia, pero en el fondo im-


(') Véase la biografía de Cárlos X tomo IV.




24 PERSONAJESCIlLEBRES.


política y peligrosa. En lugar de desarmar al
Emperador, era preciso "oh'erle á colocar con
todo su génio al frente de los ejércitos, y ayu·
darle á esterminar á los enemigos; pero Lafa-
yette no tenia las luces de un hombre de Esta·
do, y su entendimiento no era tan bueno COIl:lJ
su corazon: de aqui proviene, que á ppsar de
la influencia que ha egercido ell muchas ¿pocas
de su vida, siempre ha sido inferior á las si·
tuaciones en que se habia colocado, ó que le
indir.aba la opin ion: las cosas grandes siempre
IIbortaron en sus mallOS.


Causó tambiell un perjuicio á la Francia,
apresurando la abdicacion de Napoleon; pero
SOibl'6 todo manifestó cuan :poco conocia su pro-
pia posicion e·oIl respecto á los estrangeros, ha.
ciéndose nombrar uno de Jos comisionados para
negociar una suspension de armas. Como era
de esperar, nooa pudo conseguir; y á su regreso
tttvO ~l sentimiento de saber la capitulacion de
P.arís, yla rp.tirada d.el ejército sobre el Loirll.
Entonces salió por lo menos de su boca un di-
-ebo noble y feLi.:: habiendo tenido el E~l\bajador
inglés la. "manía de pedirle que Napolcon fuese
entregado a hu; aliooo.s : -)He adJnira~ respondió,




LAFAYETTE.


que para proponer tal vileza, os dirijais al pri-
siollero de Olllluth." El 6 de Julio dió cuenta
¡j la Asamblea de las conferellcias de Haque-
nau, asegurando que lo s departamelltos que
habia recorrido participaban de los seutimientoll
espresados en el manifiesto del dia anterior.
El 8 encontraron los Diputados las puertas del
Cuerpo lejislativo cerradas, y guardadas por un
piquete prusiano. Lafayette los condujo á su
casa, desde alli pasaron á la de Lanjunais,
Presidente dc la Cámara, redactando los miem.-
bros presentes el actü que atestigua la violencia
hecha á los derechos de los Representantes de
un gran pueblo.


Despues de la segunda ocnpacion y vuelta de
los Borbones, Lafayette pasó á la Grange, don-
de viviÓ retirado, hasta las eleCCIOnes ¡le 1817.
l'1 Gobierno consiguió entonces impedir su clee-
cion; pero en 1818 triunfó de todflS ,los obstá.
culos. Durante el curso de su nueva carrera ~
gislativ.a, se mostró constantemente al frentA!
de la oposicion, manifestando sin ·cesar sus
princi.pios de t 189, cual si representára él solo
la Asamblea constituyente, de la que cm un
glorioso resto. Latayette tomó parte en varias




PERSONAGES CÉLEllRES.


conspiraciones contra los Borbones; pero l'a
siguiente espresion proferida por él, prueba que
en caso de necesidad hubiera arrostrado como
en 1790 los peligros de la Familia Real. «Lo
que me atormenta, decia, es saber cómo hemos
de salvar á estos desdichados que corren á su
perdicion; porque al fin será preciso salvar-
los .•


Sospechoso al pode.', y c.>n imprudencias es-
trañas eh un hombre político, hubiera podido
lOer juzgado y condenado; pero esta peligro no
alteraba su serenidad, y tal vez no hubiera
sentido mucho la desgracia de perecer en un
cadalso, como Sidney. Da lugar á creerlo la si-
gl'liente anécdota: "Sois, le decia un dia su có-
lega Laffiue, una estátua que busca su pede!!-
ttll, Y poco os importaria que este fuese nn
cadalso.-Es verdad, contestó Lafayette." En un
momento crítico estuvo muy tentado Luis XV:IIl
de hacerle arrestar; instruido Lafayette de aque-
lla ligereza del Rey. subió á la tribuna, y dijo
sustancialmente: "Háblase de ponerme en jui.
cio; no pido mas que presentarme ante un tri-
bunal, pues cuando esté alli diré ciertas cosas
que guardamos en el corazon un personage y




LAFAYETTE. 21


YO." Aquellas palabras impusieron á Luis XVIlJ,
que no quiso correr el rIesgo de sufrir frente
á frent~ las revelaciones de un hombre incapaz
de reservar nada; y Lafayette no tuvo ya que
temer á su real enemigo, pero sí el sentimiento
de perder á varios hombres que le habian to-
mado por bandera. Como él hubiera muerto sin
titubear, creia igual firmeza en los demas, y al
parecer no le conmovian mucho sus desgracias.
A pesar de ser bueno y adorado de su familia,
jamás se vió asomar una lágrima á sus ojos;
jamás se manifestó la menor señal de alteracion
en su semLlante, en medio de los mayores pe-
ligros.


El carbollarismo, que se habia ido d ebilitan-
do, se estlllguió del todo hácia 1823; Y Lafa-
yette, eliminado de la Cámara por la influencia
siempre en aumento del Ministerio, en las elec·
ciones que se verificaron despues de la guerra
de España, aprovechó aquel descanso para pasar
á los Estados-Unidos, segun lo solicitaba desde
mucho tiempo. Embarcose en el Havre el 13
de Julio de 1824, Y desembarcó el 16 de Agos.
to en Nueva-Yorl" donde le esperaba uno de IO!~
triunfos mas brillantes que jamás ha conseguido




PERSONAJES CELEBRES.


hombre alguno. Constantemente rodeado de un
pueblo inmenso, entre el ruido de las campa-
nas, el estampido del cañon y los vicas de la
mudlt~dumbre, r.l último de los Generales del
ejército de la independencia recorrió, durante
catorce meses, los veinte y cuatro estados de la
Union. Deseoso al Congreso de darle una muestra de
muniticenci<l nacIOnal, decretó que se le pagase una
cantidad de 200,úOO duros, COIllO indemnizacíon
por sus servicios y sacrificios durante la guerra
4e la revoluciono


Lafayette \'olvió á Francia en Octubre de
1825, fue enviado á la Cámara por los electores
de Mel1ux, el 24 Junio de 1827, Y entró de
nuevo con ardor en la lucha parlamentaria;
hasta que una nueva revolucion. llevándole
tambien al frp.ute de los negocios, probó otra vez
qu~ en él el IlOmbre debia ser siempre i¡¡ferior
á su destino.


No referiremos aqui detalladamente los acon-
tecimientos de las jornadas de Julio, por ha-
herlo hecho ya en las biogralWs de vlJriQ$ 4e
105 personages que en ella figuraron. Laf¡¡-
yette. el 29 despues de la toma del Luvre.
i.O.l.UIci6.á la reuuion de Laft1te que (lt.;eptava el




LAFAYETTE. 29


mando de la Guardia Nacional; pasó á la casa
de AJlIl;tamiento, y dirigió al pueblo victorio-
so su primera procla 1113, que terminaba con
estas palabras. "No haré profesion de fé: mis
sentimientos son conocidos .... la ¡ibertad triun.
fará, Ó pereceremos juntos."


Al dia siguiente, como el que si¡;uió al 14
de Julio de 1789, era Lafayette el hombre de
mas poder en París La libertad habia triun-
fado, quedaba la cuestion de gobierno. DÓll
caminos podian seguirse: preguntar á la nacion
por quien y cómo qu~ria ser gobernada; ó bien,
con el mismo derecho con que se habia des-
truido el antiguo gobierno, interin la nacion
se ndheria, lo mismo con igual derecho y por
la misma Causa dar á la nacion un nuevo go-
bierno, esperando igualmente su adhesion. La-
fayette coturo en un principio por el primer
partido, pero se apresuró á desecharlo por la
imposibilidad de realizarlo. Faltaba elegir entre
Enrique V, Napoleon II, el Duqne de Orleans
y la República. Lafayette no qnería ni á t=nri-
qne V, ni á Napoleon 11 ; se inclinó al principio
como siempre, con cierta complacencia, hácia
la Republica, pero pronto renunció á ella igual.




30 PERSONAJES CELEBRES,


mente, entre atros muchos motivos por el de
la imposibilidad. Sabidos son los suce~os que
ilieron lugar al famoso programa de la casa de
Ayuntamiento, redactado por el General Lafa-
yette y que no tuvo lugar. De todos modos,
mientras el gobierno y Lafaytltte caminaron
de acuerdo, naturalmente no se trató por
parte del General de los compromisos vio-
lados del programa. Habia entre el Rey Ciu"
dadano y el Ciudadano Rey una continua ~p'r'
responGencia amistosa; y Lafayette, conservando
el. órden en las calles, se felicitaba siempr~, y
en lpdas partes públitmmente, de la que habia
tenido en el establecimiento de la Monarquía de
Julio. Sin embargo. aquel acuprdo no podia sel'
duradero; ademas de que Lafayette ten/'n qUf:
resistir á las instancias del partido republicano,
puede decirse tambien de él que en ideas de
gobierno nada habla olvidado ni aprendido,


Lafayette habia declarado muchas veces, que
siendo incompatible el mando general de toda
la Guardia Nacional del reino con un órdeu de
oosas constitucional, no podía considerarse mas
que como provisorio, y babia anunciado su in-
tellto de dejarlo luego que las circunstancias lo




LAFAYETTE.


pptmitieran, Despues del proceso de los Minis-
tros, al discutirse el proyecto de ley sobre la
GuardiJ Nacional, la Cámara creyó convenieBte
establecer el principio de que nUMa hubiese Co-
mandante General, haciendo una escepcioIl en
favor de Lafayette, por los eminentes serVICios
prestados al órden público. Hubo varias COIl-
testaciones; Lafayette consideró aquel artícul~
tomo injurioso para él, é hizo su dimillion, á
pesar de las instancias de los Ministros y del
llJismo Rey, Declaróse partidario acérrimo del
sistema de no illtervencion que adoptó el Minis-
terio Latfitte.


El advenimiento al poder de Casimiro Perler,
amigo personal y pariente de Lafayette, pero
adversario de las ideas del General, co¡ltribuyó
iI alejarle mas y mas de la Monarquía de Julio.
Propagandista incansable, y libre con su I'uelta
,í la vida privada de la necesidad que habin
tenido mientras era funcionario público, de C(}f1-
tener Sil palabra, no ceso de denunciar ,i ffi
Francia todas las violencias egercidas en el es-
trangero; y los Italianos, Alemanes, Polacos,
Espaiioles, todos los revolucionarios de Europa,
etlP.ontnW)ll en él un ('eloso y ordiCllte procur~-




32 r EfI SO!\.\J ES CELEn n es
dor. Desde entonces no escnseó los ¡,póstrofes
desde la tribuna j y sin embargo, no encontró
en las simpatías del partido republicano una
indemnizacion del alejnmipnto que inspiraba á
los constitucionales, alarmados de sus impru-
dencias.


En medio de esta lucha, entre la l\Ionartluía
eonstitucional y la Repúhlica, llegó para Lafavette
el momento supremo. Murió el 20 de Mayo de
1834. despues de haber visto p~reeer antes su
poplilaridad. l\Iurió tranquilo y cargado de años,
como un PatriarcJ; jóven de cornzon y de espí-
ritu, rodeado de una numerosa familia que 1(>
adoraba, murió con sentimiento de cuantos
habían podido apreciar en él las mas noblt'~
cualidades de esposo, de (l~dre y de amigo. Y sin
embargo, tal vez la historia se ver:; pr<'cisJda á
eoloC'arle entre aquellos homllres, clIya inter-
vencioo en los negocios humanos es en último
resultado mas perjudicial que útil; [lorque las
buenas intenciones de un espíritu débil, re-
vestido de un gran poder, 110 son suficientes
para impedir·el Qwl, ni para producir el bien.








I


UGO FOSCOI~O •


• Las letras y las armas ennoblecen al
hombre, cuando todo lo emplea en ven-
taja de su patria."


JI: \~ B\UTISTA N ~NI, en su historia.
hablando Ile los iJU1!!t'rs venecianOE.


~~ ,-o ;
<c" • i.


' ..


Los hados inexorables h,lIl dispuesto, que tedo
mude sobre la faz de la tierra, y que la gran-
deza de las naciones se pierda, como el polvo
en el egpacio, dejando solo de sí una triste y
desconsoladora memoria. Venecia es, en tiempos
cercanos de nosotros, un ejemplo de tan dolo-
roso espectá~ulo. Un dia señora magestuosa del


1




2 PERSONAJES CELETIU€S


Adriático, terror del \loder otomano, ~. {mini·
dable para los Emperadores y Papéis, lla caido
de la cumbre de tanta grandeza, en el Illas es-
tremudo emiledmiento. viéndose convertida de
dueüa en esclava, y siendo tales las eadclIas
que la oprimell, que ha lI~gado á hacerse un
objeto de lñstima para ellllulIdo. Pero si la gran-
deza material de las naciones se disipa, la ,;Iori~
que deben á las obras que fueron noble parto de
los ingenios de algunos hombres sulJlillles, lIO
fenece nunca, y es siempre, en la jUI!Il'llsidad
de los siglos, un monumento vivo de la pasaua
grandeza, ó del esplendor presente de las lIado-
nes que les dieron el ser. Venecia buscará en vano
ell sus arsenales aquel número crecido de naVES que
condueian á los primeros cruzad os á la Tierra
SDnta, Ó que se armaban para combatir al estúpido
musulnwn y domeüar su orgullo. En valdc el an-
(}~ano y trémulo veneciano, recordando la anti-
gua república, dirijirá sus pasos al palacio du-
cal, para invocar la sombra de los venerandos
Duxes, ó de les miembros del autiguo Senado.
A los ecos ~:, S:'S ;lcentos responderá con la es-
pada algtln éÍJl'io soldado tudesco, cortando lag
'l/oces' del dolor en su garganta. Pero ni este




FOSCOLO.


I;oldado ni todos los del Illundo pódrcín borrar
con sus arm as la gloria de la antigua Venecia
¿Cuan grande y pod~rosa \lO aparecerá Venecia
cuando recorramos cou nuestra mente la gran-
deza de los ingenios que la honraron; cuando
lea mos lns obrils de Fril Paolo Safpi, teólogo de
aquella república, que solo con jas armas de su
plulll" hizo temblar al Vaticano; cuando leamos
en la historia de Juan Baaüsta Nani, toda aquella
larga séric de ilustres c~pitanes y patricios, que
por sus hechos en la guerra, y por la sabidu-
ría de sus consejos en la paz, o por las obras
qtlf, escribieron, pueden compararse á ~os anti-
guos humbres de Plutnrco? Con cuanta razon
no debe enorgullecerse Venecia por haher pro-
ducido ~ f'c(:ro Bembo. Secrelario de Leon X,
y dl'spues Cardenal, que fue el primer filósofo
que el'seíló l~s r~gl"s del Lello estilo toscano,
uno de sus mas cl"gantes. escritores, y político
profundo, COIllO todos los ilustres venecianos de
aquella época.


Cuanto hemos dicho hasta aqui sobre la
gralldeza veneCiJO;l, y algunos de los hombres
que la ilustraron, lo hemos creido una intro-
ducdon Í!~dispens<ll)lc á la "ida de Ugo Fósco-




FOSCOLO. 5


de los poetas griegos y latinos, no solo era
siempre el mas retLO, sino (1l1e iba acompailado
de rrflexiones tan profundas y de tan nrwcla
erudicioll , que caDa á conocer lo vasto y pene-
trante de su espíritu; dotcs Je qlle hizo mayor
galn cUilndo ('jecutó su n;i1duccion de La cabe-
llera de flerenice, pClJueíio (loema griego, es-
crito por Ca:imnco, y dpl cllal hablaremos en su
lugar, pues no queremos abandonar el órdell
cronológico en (IlIe fueron publicadas sus varias
ohras, empezando por la tragedia titulada Tiesle
que vió la luz en El teatro aplaudido, (loco
tielllpo despues de haber sido representnda en
Venecin (lar los Jiíos de 1 i9G. Esta composicion
del lIósco\o carece ciertamente de interés en l~
accion tr6gica, conducida secamente segun las
reglas de Aristóteles, pero no deja por esto de
descullrirse el ingenio del autor, en la fuerza de
los pensamientos, en la Itlagestad del estilo y del
dialogo, y por la sublimidad de In poesía. Pero
mientras Fósr,olo se hallillJn enteramente con-
sagrado á sus deliciosos estudios, y vivia en el
sileneio y en la soledad de las letras, la batalla
de Lodí y de Arcoln, haciendo ¡Í los franceses
ducüos de gran pnrte de la Italia, conmovieron




6 PERSONAGES CÉLEBRES.


lo~ espíritus italianos, que quedaron por enton-
ces en suspenso y como ansiosos de guerra, aun
despues del tratado de Campoformio. Entonces
fue cuando Fóscolo dejando á Venecia, pasó á
lUil~n, y poco despues entró á servir en el ejér-
cito de la República ·cisalpina; porque valiente
y lleno de amor patrio, queria contribuir á me-
jorar la suerte de Italia, uo solo con la pluma
sino tambien cOllla espada. Generoso pensamien-
to, seguido en tiempos mas antiguos por Cervan-
tes, Herrera y otros ilustres españoles que tanto
honraron nnestra Península. En medio de los
tumultos de la gncrra, y de los honores de la
gloria militar, pu blieó Fó~rolo otras dos trage-
dias Ayax y Ricardo. El diálogo de entrambas
está lleno de bellezas, los nractéres bien sos-
tenidos, y el lellglwje:v ];1 H'J'sificacion robustos
á par que elegantes; pero fl efecto dramático
es algo frio. Estas dos tragedias fll~ron repre-
sentadas, la una eu Mitan y la otra en Bolonia,
en el año de 1798. El Ayax suscitó al autor una
corta pero durísima persecucion , porque al verla
en la eseena, el públieo ereyó descubrir en ella,
bajo el velo de la alegoría y de la fábula, una
critita terrible de la religion, y de las institu-




FOSCOLO. 7


dones mas antiguas y respetadas en Europa.
Prohibióse por eonsiguiente la tragedia de Fós-
colo, y su autor fue amenazado con el destierro:
pero este jamás tuvo efecto, y de alli á poco se
hablaba del Ayax, no como de una produccion
dirigida á atacar la política y la religion, sino
como de una obra maestra llena de gran mé-
rito literario.


Despues quc J\"apoleon hubo arrebatado en
Marengo á los Austriacos el dominio de la Lom-
bardía, destinó para profesor .de elocuencia y be-
llas letras en la Universidad de Pisa, á Ugo
Fóscolo, quien pronunció en la apertura de su
nueva cátedra, aqual tan famoso y aplaudido
discurso que se titula sobre el orígen y el ofi-
cio de las letras. El estilo de esta obra maestra
del genio y del arte, es robusto; el lenguage
elegante, los pensamientos subl imes, la erudi·
cion riea y oportuna. Sostiene Fóscolo y prueba
hasta la evideucia, que las llecesidadts de los
hombres considerados en sociedad son el orígen
de las letras, las cuales por consiguiente no
puede concebirse como existirian fuera de ellas.
Dedúcese de aqui, que el oficio de las letras no
es otro que el de dar á los hombres el propio




8 PERSO"lA.IES CELEnnJ.:S.


ejercicio de sus derechos y la independencia po-
lítica, aunque por desgracia sin¡m las mas ve-
ces de instrumento pnra corromper la bueIl3 1ll0"-
ral, y adular ~ la tiranía de los gobernantes .
. Este sublime discurso, lleno de una profunda
filosolla y digno de haber sido pronunciado pOi'
Pericles ó Demóstenes en los bellos tiempos de
la Grecia antigua, hizo graude impresion en
los espíritus italianos, hasta el punto de llamar
la atencion del gobierno, quien alarmado por
el carácter independiente y fogoso de Ugo
Fóscolo, tuvo por oportuna pro,·¡dencia suspen-
der las lecciones del nuevo profesor y cerró su
cátedra.


Halló¡,e Fóscolo en el sitio de Génova con el
famoso l\lasscna, y sufrió tochl; \ús ;mg\\stlllS de\
hambre, sin haber dado la menor prueba de
abatimiento ó de cohardid. Entregada Géno\'a á
los Ingleses, Fóscolo emprendió un vi;¡je por la
Toscana, y se encerró en Pisa, en donde se
enamoró perdidamente de una linda muehacha;
pero no habiendo podido conseguir la realizacion
de sns deseos en aquella pasion desgraciada, se
entregó á tina profunda melancolia, concibien-
do el mayor desprecio por los hombres y por la




FOSCOLO.


sociedad. E, fama que en esta ocasion em rezó
á r~crihiL' la novela titulada Ultimas cartas de
Jaraba Ortiz, la cual se dió á luz en Milan el
¡¡tio de 180Z, 1,:1 pcrsonnje de Teresa, que figura
en esta norela Prl primer término, no se tiene
gencralmpIlte por fantástico, sino por una figura
alegórica, vÍ\'o retrato de la am,Hla de' Fóseo]o,
Pretenden algunos tambien que Lorenzo es otro
personaje alegórico, bajo cuyo nombre habia
querido el alltor presentar al célehre Juan Bau-
tista Nicolini, literato tosc~no que vivp aun,
íntimo amigo de Fóscolo, y compañero de colegio
en sus primeros atlos. Por último, debemos ad-
vertir que el IJom bre de Ortiz dado al protago-
nista de la novela, era ('1 nombre de un jóven
desgraciado, que so suicidó en Padu3 por efecto
de una [JJsion amorosa.


Las cartas de JO('obo Ortiz ('~usaron gra'nde
sensacion 1.1 primera vez que se publicaron, y
aun todal'Ía se leen con avidez, por la mayor
parte de los jóvenes, que suelen preferir á cual-
quiera otro libro los que están escritos con
exaltacion y entusiasmo. No obstante, nosotros
que peusamos que las j1rodl1cciones literarias
deben juzgarse con la mayor calma, prescindi-




10 PERSONAJES CELEllRES.


remos del entusiasmo apasionado y violento á
que dan lugar las cartas de Jacobo Ortiz, y
procuraremos examinarlas desapasionada y filo-
sóficamen te.


Estas cartas que rebosan en sublimes y exal-
tados pensamil-ntos, encierran no obstante los
desvaríos de un amor culpable, porque siempre
lo será el que se conciba por una muger casada,
aunque se presente bajo lns formas de un afecto
sincero y desinteresado. Las ideas sembradas
en esta obra, exaltan la cabeza, é inspirrn
sentimientos amorosos, casi siempre llenos de
desesperacion, y ofrecen el suicidio como el
remedio á Jos males de un corazon lacerado; pero
aunque abundan en ella bellezas de un estilo
fogoso, rico en atrevidas metáforas, de subli-
mes comparaciones, y de todas las galas de la
elocuencia, de ninguna manera participa de
aquel fondo de esquisita ternura, que tan gra-
ta hace la lectura de las cartas de Carlota y"\Yert-
her. escritas por Goethe: tampoco al tratar
Fóscolo del suicidio hace alarde de aquella prl)-
fundidad de filosofia y raciocinio, de que tan
copiosa muestra dió Rousseau al tratar el mis-
mo asunto en su Nueva Eloisa.




~OSCOLO. 11


Recorramos ahora otras obras del mismo au-
tor, que tan solo merecen alabaTJzas.


Habiendo Napoleon convocado en 1802 el
Consejo de la república cisalptna en Leon, el
gobierno italiano encargó á Fóscolo que escri-
bipse un discurso dirigido vI prilller Cónsul, so-
bre el objeto de aquella asamblea, Este gran
monumento de elocuencia italiana y de pro-
fundísillla política, que lleva por título Discurso
ri los concilios de Lean hubiera sido digno de
ver 1:1 luz pública en Illpjores tiempos; es decir,
¡mando el eOfazon de los hombres abrigaba
mas sincera decision por el bien público, y me-
nos ambieioll y falsia. Elogia Fóscolo en él es-
traordinariamente el mérito de N apoleon y la
grandeza de sus empresas; pel'o le dice atrevi-
vir/amente que para un gran capitan y para un
héroe no hay corona Illas digna que aquella que se-
pa conquistarse afirlllando la libertad de los
pueblos.


Ei 1803 publicó Fóseolo una traduccioIl de
La cabellera de Berenice, pequeño poema grie-
go esel'ito ]101' Calimaco, segun hemos dicho al
principio de esta biografía. La traduccion de
este pMIlla está hecha con mucha soltura y ele-




12 PEHSO~AJES CELEDHES


gane·la, pero 10 que mas revela 01 erudito y ai
helenista, no es la tradurciol1 drl testo griego,
sino los comentarios que la acomparían. Asom-
broso y casi imposibl e parece como en tilla tra-
duccion de tan pocos medios, pudo Fóscolo os-
tentar tamaíia erudiciol1. SUIllJlllente hella es la
crítica que en estos comentarios hace el autOr
de aquellos pedantes (¡tIe se ocupan en compilar
y 3notar trabi,jos ajenos, sin dOl" á eonocer el
menor destello de aquel juicio delicado que llama
Horacio: recte sapere.


En medio de los trabajos de la guerra, sin
olvidar jamás los literarios, y teniendo siempre
á la vista el hien de su patria, comenzó Fós-
colo á publicar en 1808 el primer tomo de las
obras militares del famosísimo Condottiero ita-
liano i\Ionteeuculli, y enriqueció el testo con llU-
merosas notas. Antes que Fóscolo huhiese aco-
metido tan bella clIlpreso, la única cdiciou que
existia de laS producciolles del digno rival de
Turena y de Condé era tan defectuosa, que los
mismos italianos dejando el testo original, leian
con mas gusto la traduccion hecha en idioma
estraugero. El trabajo de Fósco]o sobre lIlon-
tecuculli uo se redujo únicamente á ilustrar el




FO;;COLO. 13


testo, si !!o tilm bipu á eUl'ü¡uecerio con varias adi-
eÍoues. Dc,plles de annlil.:Jr los métodos estr;¡-
tégicos ('!llpl~¡¡dos por Federico y Napoleon , de-
muestra cuanto mayor fue el talcnto de Bona-
parte que el de Federico.


Poco des/lUlos de ('sta obra, se publicó en
}li!un un po~mita de Fóscolo titulado Los Se-
pulcros, (!I cud just,!Inente causó muello cfeto.
Las sublimes verdades anunciadas en esta obra
maestra, Jus illlág~llcs brillantes aunque envuel-
taS en un estdo serero que el autor emplea, la
solemue melancolia que haila todo el poellla, y la
robustez de la vel'silicaeioJ], son tan notables que
cada dia han ido aUlllenlando lllas el crédito
de Los sepulcros de l~óscolo. Ilipolito Piude-
lllOllti, gl'iIU poeta italiallo y contemporáneo de
Fósco]o, escrij¡ió lambicll Ull poema titulad..> Los
sejiulCl'os, y dedicJdo ú Fósco!o mismo; pero
j qué difereucia entre amlJéis producciones; Los
sepulcros de Pindemonti son la ohra de un gran
poeta, Jos de Fóscolo son la obra del genio.


En 1812 publicó en Toscana bajo el nombre
de Dill1ino Clliel'ico 1'1 "iaje selltimelltal de Ster-
lle ,¡Í clJya cabeza figura un ¡¡refacio que rebosa
en originalidad é ingenio. lIace poco tiempo




14 PERSO~AGES CF.LElIIIFS.


hemos visto algulIos páginas de esta obra, tra"
ducidas en castellano, con una ligera introduc
cion, en lü cual despues de prodigar muchos
elogios á Fósco!o, se dice que el viaje de Sterllf'
puede equipararse en los chistes y aglldt'zas á la
inmortal obra de Cervantes. No ~s esta "erd¡¡·
deramente nuestra opinion, y !lOS parce .. ' que
basta pasar ligeramente la vista por ambos Jil,ros,
para conocer cuan'o ,'í' diferen<:ian en el ,'sunto,
en el estilo y ril (.; '¡'.·.;;m[H'iio.


Pocos meses dl'>":!~s de lwb('r publicado el
viaje de Sterne, Ji.' ;¡l!OIlÓ Fóseolo d~sdellosa­
mente la Toscana~' ~;~ retiró á SlIiz:l, movido
de causas honrosas quc' debemos mencionar. Al
comenzar la catástrofe (jue deuia acabar con el
poder de Nepoleon, el A~.l'!.ria habia redoblado
su vigilancia y sus lIlo\i'~iÍe\)tos cerca de Italia,
con la eS[lp¡".l:lL:¡ de recr;':'l!!islarla de Jos fran-
ceses. Can L:l objeto ha biD discmin:ldo en toda
la península ¡taliam un gran número de espíes,
por cuyo merlio Faliern e! gJDinete de Vion~
enterarE,,; de cnaDl(\ Si' (:'''':':13, se deciJ, ú se
proyeetaba en p"', .:. E:: .:¡; ,,'ja!ltes complica-
ciones y distul'hlC'_ :" 'c. I ;, no faltó quien se
atreviera á señalur c: 1 ,~sr, J como CllJisJrio del




FOSCOLO. 15


Austria. Habielldo llegado él á saher esta noti-
cia, que ya habia eire.lIlado lJastantp., marchó in-
mediatamente á Suiza, donde publicó una amar.
guísima sát;ra contra los primeros dignatariOs
de Italia. Este opúsculo de Fóscoto está escrito
en un p.stilo bastante oscuro, y no es cierta-
mente ulla de sus nwjol'es prodncciones: lleva
el título de Dydime clerici pr'ophetx minime
hypercalipseos, pero no es ciertamente tan re-
comenda ble como éste dietado promete. Sea
de ello lo que se fuere, es cosa averiguada
que el mislUll Fóscolo, conociendo cuan oscura
y rasi iniuteligihle era su obr;} , dió de ellu unu
esplicacion manuscrita.


Destruido entermnente el imperio francés,
pero no estando todavía decidida la suerte de
la Italia, Fósco!o nunque hOlllbre privado. coo-
peró en C~Iallto pudo por medio de manejo,;
secretos yJ!le sus poderosos amigos, par;} que J¡:¡
Italia fu¡~e reconocida como un solo reino in-
dependiente de la Francia y del Austria, bajo
el gobierno del príncipe Eugenio hijo ndoptiYo
de Napoleon. Dejó en estns circunstancias la
Suiza y permaneció en !\lilan por algunos meses;


~"' '"' "f"m" ,,,,," ¡,ú';l", poc,',"




PléI\SO'l.\JES CELEBBES.


ya los destinos habian decidido que la Italia
permaneciese bajo el térreo yugo del despotismo
austriaco. Fóscolo viendo así burladas sus es-
jJeranzas, pensó ellligror para sielll pn~ de la
Italia, y dejando á l\lilan se dCI;;vo illgun
corto tiempo en el continente, y fue por último
á establecerse en Lóndres, á donde le llamaba
el amor de una vida libre é independiente, y
donde encontró un asilo satisfactorio para su
(~orazon, porque entre Jos inglesC's reina aquella
cspceie de' dnrezo de cara~ter y de orgullo na-
{';JlII:tl , que eran las dotes naturales dp Fós-
~ojo,


Llegado á Inglaterra, á donoe le h~bia pre-
cedido la fallla de su gran mérito literario, los
mas cél~bres periódicos ingleses, pidieron an-
siosamente artículos á Fásco!o, y principaluul1te
en la I1erista de Edimburgo insertó ;¡]gUllOS el!
estrelllo profundos sobre Dante, Petrarra y Bo·
cacio, padres de la moderna literatura italiana.
Tambien publicó otros sobre Yenecia y sobre la
antigua forma democrática de aquel gohierno,
en cuyos tralJajos dió ;Í conocer Fóscolo cuan
profundas eran sus ideas en materias d(~ política
y de historia,




FOSCOLO. 17


En Inglaterra fue tambien donde empezó á
comentar la Divina Co:uedia Gel Dante, obra
llena de doctrina y de una ·erudion inmensa. A
decir "erdad, muchos han sido los comentadores
de Dante, pero son muy pocos los que hall sa-
bido ilustrarlo con profunda fIlosolia: algunos se
distinguen por un indigesto fárrago de erudi-
cion, otros por sus cOllocimientos filológicos,
ó por la estension de sus estudios históricos;
pero ninguno, vi antes ni despues de Fóscolo, ha
sabido unir la erudiciou COIl la sensatez dt'
doctrinas, y la profundidad de la filosofia al
comentar al fiero gibelino.


La mayor parte de los comentadores de Dan-
te, por haeer alarde de su erudicion, ponen á ve-
ces en boca del arrogante gibelino, sus pro-
pios pensalllientos, y llenando de este modo lar-
gas páginas de citas, creen satisfacer la .curio-
sirlad de sus leetores. Fóscolo con mucho tino
emp-Iea sus conocimientos únicamente en aela-
rar la Divina comedia. y toda su erudicioll se
dirije á este objeto. Nosotros pensamos que el
carácter de Fóscolo t conforme, bajo algunos
pUJ}tos de vista, con el de Dante, cantribuyó
00 poco á que saliese airosameute de esta di·


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


fícil tarea. Profunda y pensativa era la mente
del Dante como la de Fóscolo, su Índole des·
€leñosa y despreciadora de la maligllidad de 10$
hombres, como la del sublime poeta, la vida de
entrambos fue miserable á veces, y agitada
siempre por circunstancias políticas. Uno y otro
alimentaban en StlS pechos ardentisimo amor á
su patria, por lo cllal no es de estraiíar que
siendo entraml:os simpáticos en tantos puntos,
le fuese dable á Fóscolo profundizar las gran.
des ideas del dil'ino poeta.
¡~ran Ugo Fóscolo y el celebrado poeta


MODi dos Íntimos amigos; pero habiéndose
agl'iamente disgustado, se propusieron traducir
por una rivalidad literaria la Iliada de Home-
ro. Fóscolo, antes de marchar á Lóndres, habia
traducido solo los dos primeros libros del poeta
griego, y los publicó como un ensayo de su tra-
bajo. Lleg;¡do á Inglaterra volvió á emprender
su suspendida traduccíon, yes probable la con-
cluyese, aunque no vió toda ella la luz pú-
blica.


Si queremos jU7gar la parte conocida de los
literatos, nos e3 forzoso confesar que tiene gran
sabor del original, y que dió á conocer á su




rOSCOLO. 19


autor COIllO muy docto helenista. La versifica-
cion de Fóscolo, siempre elegante y robusta, se
a cerca bastante á menudo á la magestad del ver-
so homérico; mas si se compara su traduccion
con la de Montí no podrá menos de parecernos
láoglllda y destituida de vigor y de nervio. Aun-
que sea cierto, (~omo se dice, que l\Iontí hizo su
trauuccion por varios testos latinos de Hornero,
y ayudado de una versiolt estrictamente literal
que escribió en lengua italiana el célebre l\Tusto-
xidi de Cor[ú, l\Tonti supo penetrar tan dicho-
samente el espíritu del original griego, que aun
hoy dia se habla en Itnlia de esta version co-
mo de la obra de un grande génío que no ha
sido superada por ninguno. Esta traducion italia-
na es Úll¡ escelente y famosa como la inglesa de
Pope. Cuando Fóscolo leyó el trabajo de l\Ionti,
conoció perfectamente cuan superior era á la suya,
y no sabiendo como mejor criticarlo y oscurecer
la glori¡¡ de su autor, esclamó « Obra Ílermosa
es la de lUonti, traductor de los traductores de
Homero!"


Escribió Fósco!o un gran número de poesias
líricas, pero sea que sn génio lo alejase de tra-
tar asuntos poco importantes J ó que escribiese




20 PERSOiSAJES CELEBRES.
sin grande interés toda obr¡¡ que 110 fuese ¡¡;r¡¡·
ve, ello es, que si se esceptúnn algunas poeas
odas, en las cuales campea el gran númen poé-
tico del ('¡¡ntor de Los sepulcros. el resto de
sus trabajos líricos es de un mérito muy me-
diano. Entre ellas son sin embargo recomenda·
bIes las que escrihió con eL título de Alce0!t
las Gracias, en las cua les nadu falta de
cuanto puede deleitar el alma y embriagarla de
ternura.


El que esté acostumbrado á meditar sohre
las producciones de los grandes autores, al leer
las escritas por Fóscolo, no puede menos de
observar que entre Las obros en que aparece este
autor grande y sublime, ya como poeta, ya como
prosista, se advierte mucha mas profundidad y
originalidad en las que escribió en Inglaterra,
que en las que escribió en Italia, esc~ptual1do
DO obstante Los sepulcros. Asi es, que basta leer
los artículos de Fóscolo insertos en la Revista de
Edimburgo y en otros periódicos ingleses, ó los
lIomentnrios del Dante, escritos tambien en In-
glaterra, para conocer la superioridad que hay
en ellos sobre sus obras anteriores. En nuestra
opinion, plOviene esto de la atmósfera mas ó me-




FOSCOLO. 21


nos libre en que un autor suspira, puesto que bajo
la proteccion de las benéficas leyes de la Gran
Bretaña, que jamás encadenan el pensamiento,
fóscolo podia dar á su talento un desahogo que
no le era permitido en Italia; aunque Fóscolo
Ile\"ado de su génio indepediente y entusiasta, no
pocas veces arrostró graves peligros por dar á luz
sus verdaderos sentimientos. Prueha suficiente de
lo que vnl110s diciendo ofrecen, n" solamente sus
ooros, sino ta mbien varios artículos suyos insertos
en los Anales de las ciencias 11 las letras, pe-
riódico que se publicaba en Milau. Cada uno de
estos artículos encerraha siempre alguna verdad
importantísilll:J, siempre espresad:J con energía, y
con aquellos términos francos y precisos que
demuestran la sinceridad y buena fé de quien
escribe.


La última producciQn dc Fóscolo fue lin
opúsculo súhre el Daute. En 1826 mientras que
en Inglaterra se debatill empeñ<ldamente la cues-
tÍon de ellJancipacioll de los católicos, publicó
este opúsculo profundísimo, en el cual se de-
dicó á demostrar que Dante en su Divina ~o­
media, <11 poner en claro todos los abusos del
cIRro, todos los vicios de la corte romana, to-




PERSOl\AGES CÉLEBRES.


das las intrigas, oscuros manejos, y astuta po-
lítica del Papa, fue el precursor de la reforma,
y el primero que dió manos á la obra del mo-
derno protestantismo. Esplicacion tan importan-
te á; la sazon en Lóndres, hizo que todo el mun-
do busca~e y leyese esta obrita. Por lo que
toca á nosotros, no nos atrevemos á abrazar
completamente la opinioLl del autor, porque exa-
mirwndo la Divina comedia de Dante y su tra-
tado de la Monarquía, en el cual habla como
nero gibelino contra el Papa, advertimos que
siempre respeta altamente no solo el dogma, sino
tambíen la discipli lIa de la Iglesia, y que úni-
camente ataca las malas costumbres del clero
y las maldades políticas de los Papas: de ma-
nera que todo lo mas que pnede decirse del
Dante, es que fue el primero que en sus obras atacó
enérgica, filosófica y razonablemente el poder
temporal de los Papas, llamando la atencion de
los italianos sobre la mala conducta del clero;
pero de modo alguno que fuese precursor de
Lutero, Calvin(, y otros hereges, que han ata-
cado abiertament;¡ á la religion en sus mismas
bases.


Pero dejando á un lado- si Fóscolo tiene ó




FOSCOLO.


no tiene razon en esta parte, hablemos del mé-
rito literario de su opúsculo. N ótase en él una
vasta eruducion y un grllnde conocimiento, no
solo de las obras de Dante, sino de los mas sábios
y acreditados autores que pueden venir en apo-
yo de su opinion. Campea tamblen por todo el
opúsculo una gran fuerza de discusion filosófica,
en la que al menos en la apariencia no tienen
parte alguna la prevencion y la parcialidad. Esta
última produccion de Fóscolo escrita oportuna-
mente, como hemos dicho, en inglés, cuando
se trataba de la emancipacioll de los católicos,
fue leida con avidez, y logró tanta voga, que
produjo no poco provecho á su autor, y aun
todavía hablan los Ingleses de ella con gran
aprecio, y como de un libro en que bablándo~e
del Papa, supo tratar ciertos puntos con mejor
criterio que lo hizo en estos IÍltIIlloS años en
el mismo Lóndres, Gabriel Rossetti, italiano
establecido en aquella capital, el eual publicó·
una obrita titulada Roma y el Papa en el siglo
XIX.


Despues de haber recorrido Fóscolo una bri-
llante carrera liter¡¡ria; despues de haber blan-
dido las armas por la libertad de Italia, murió"..




24 PERSONAGES CÉLEIlRES.


el año de 1828 en Lóndres, llorado por los in·
gleses que lo estimaban en gran manera. Se~
gura mente debió dejar á su muerte preciosos
manuscritos, de los cuales no podemos dar se-
gura noticia por no haberse publicado; y úui-
camente sabemos, que algunos años antes de
morir, dijo que queria escribir un tratado sobre
Parga, infamemente cedida por los ingleses á
Ali-Baja de Janina; mas á pesar de las inda·
gauiones que hemos hecho, no hemos podido ave-
riguar si llevó á calJc su proyecto. ó si dejó al
menos escrita alguna part.e de su proyectada
obra, aunque segun parece indudable no dió á
luz escrito alguno sobre Parga.


No nos parece enteramente inútil, despues de
haber hecho una ligera reseña d~ sus obras ..
el presentar algunos rasgos del cJrá(~!er de Ugo
Fóscolo.


Fue su fortuna sielllpre menos que mediana,
pero OODservó constantemente en medio de sus
apuros un grande espíritu de independencia y
de indl!cible orgullo. Amaba poco á los hom-
bres porque los juzgaba viles y corrompidos, y
procuraba vivir solo é ignorado de casi todo el
lUUudo, entregado á profundas meditaciones, y




FOSCOLO. 25
empleando en escribir la mayor parte del tiempo.
Profesaba un grande amor á su patria, porque
abrigaba un eorazon puramente italiano \ como
AlfiE'ri, con quien puede compararse bajo mu-
chos aspectos. No obstante que si Alfieri se man-
tuvo ~iempre firme en SU$ principios libera]69,
merece Fóscolo mas alabanza que el trágico as-
tigiano, [lorque este últilli9 bastante rico podia
despreciar la tlt'anía y la adulacion servil, mien-
tras que Fóscolo necesitaba ayuda y proteccion
para procurarse la subsistencia. A pesar de
circunstancias tan tristes, jamás, ni hablando Di
escribiendo, renunció Fóscolo á las ideas libera-
les que profesaba desde la infancia, apoyándose
para subsistir en su propio mérito, y no en la.
lJI'neficellcia de los hombres, que vuelv~n casi
siempte las espaldas á la desgracia.


En medio de tantas prendas que haciall. r~s·
petable á Fóscolo á 103 ojos de los hQmbrel'
honradós y entendidos, notábanse en él 1I<1§uGIiJS
defectos que Jo hacian poco á propósito vara la
sociedad. Su natural orgullo, y sU carácter tris-
te y casi misantrópico, le conducian basta el
estremo de hablar de todos con sumo desprecio.
Si se tntta ba alguna cuestion literaria ó cientí·




PERSONAJES CELEnllES.


fica, encontráhase siempre su parecer en oposi.
cían al de los demas, á costa muchas veces
de sostener lo contrario de lo que en otras habia
defendido: asi es que su índole parecia dura
y contradictoria, y acaso nunca tuvo un verda-
dero amigo, aunque hubiese muchos admirado-
res de su gran mérito literario, y de sus prin-
cipios de libertad é independiencia. Seria un
trabajo digno de pluma diestra y filosófica, el
trazar un paralelo entre las vidas de Rousseau,
de Alfieri y de :Fóscolo, Jos tres mas ardientes
defensores de la humanidad, y los que menos
afecto y simpatias inspiraron durante su vIda.
Amaba Fóscolo COD delirio á las mugeres, aUD-
que tuvo muy poco partido con ellas, á causa
de su carácter fantástico, de su poco agradabl/'
figura, y sobre todo á causa de su pobreza,
que era lo que nlOs dailo le hacia cerca del be-
llo sexo. Hablaba con gran entusiasmo y mu-
cha elocuencia, y cuando trataba de materias
graves, se inflamaba y le centelleaban los ojos con
un fuego lleno'de spntimiento , que le producia la
conviccion de lo que afirmaba. En estos momen-
tos, Fóscolo parecia superior á si mismo, y se
le podia aplicar aquel verso de Virgilio:




FOSCOLO. 27


Deas es! ía llobis I et agitante callescimus iIlo.


La escuela llamada rom:íntica estaba en gran
voga en los tiempos de Fóscolo, y se empezaba
entonces :í discutir, corno debia seguirse en los
trabajos históricos. En esta cuestion calló siem-
pre Fóscolo sin mostrar parecer alguno, y solo
ruanifestaba una especie de veueracion á las re-
glas y á la doctrina sancionadas por el clasicismo.
Sin emlJargo, si pasáramos revista una por una
á las producciones mas notables de Fóscolo, no
podriamos menos de conocer un gran talento, que
mas que ningun otro supo apreciar y combinar
el clasicismo juntamente con el romanticismo;
y en sus Sepulcros, en las Cartas de Jacobo
Orti;;" y en sus poesias líricas, que no estriban
en argulllentos antiguos, se vé siempre al poeta
inspirando sentimientos graves, que rebosan de
amor patrio, bajo las formas de la sociedad
moderna. En esto, aun mas que en otra cosa,
es acreedor Fósco!o á mayor elogio que Jos de·
mas poetas italianos contemporáneos suyos, in-
cluyeuoio á Vicente l\Ionti, los cnales por espí-
ritu de oposicion á la escuela moderna, mezcla-




28 PEUSONAJES CELEBRES.
ron en sus composiciones las fábulas de la ano
tigua mitologia, con argumentos de tiempos re-
cientes. l\Ionti ademas. no contentándose con
seguir las reglas del mas puro clnsicismo en su~
com posiciones poéticas, lo defendi¿ tam bien va-
letosa y doctriIlal'iamente cn varios periódicos
de Italia.


Amaba tanto Fóscolo á la juventud. como
odia·ba en general á los viejos; porque juzgaba
que estús, poi' aficion á las co~ns de su tiempo,
aral1 I(J$ Ola yores obstáculos á los progresos
del síglo, y á I .. s ideas liber¡¡l€s de la época.
Leia frecuentemente y con entusiasmo la Biblia,
y las obras de San Gerónimo y de San Juan
Crisóstomo; y entre los poetas antiguos eran
sus favoritos Homero, Dante y Shacllespeare.
Decia de estos que eran eminentísimos y supé-
riores á todos los demas en toda clase de mé-
ritos, no porque fuesen de calidad superior á los
poetas modernos, sino porque aquellos autores
antiguos escribieroll con conciencia. y los mo-
dernos solo han escrito por interés.


Por un carácter muy semejante al de Lord
Byron, al leer la IliLlia, hacia Fósco]o las mis-
mas reflexiones que el bardo inglés. Decia tamo




FOSCOI,O. 29
bien que pn ningun libro podian enco~trarse
sentimielltos mas sublimé'S y puros, imágenes
mas brilbntes, doctrinas mé.S severas, ni preceptos
lIJas alt~lI11ente fundados en la esperiencia; y fi·
nalmente terminaba Sll elogio afirmando, que
un libro como la Biblia, no podia ser menos
que divino.


El autor de Orti::., de Ayax, de los Sepul-
cros, y de Alcea, el profundo pensador y ad·
mirable critico, no habia nacido para su siglo.
Su alma antigua sobrtpujabu en mucho al al-
cance moderno; y su vida no fue mas que un
continuado y largo combate. Estuvo dotado de
facultades demasiodo grandes, y de una sensi·
llilidad demasiado ardiente pan ser feliz: tenia
escesiva rigidez, originnlidad, inconstancia y
suceptibilidad para alcinzar el elevado puesto
que merceia entre Jos hombres; su carácter al.
tivo é iudependiente, y afirioIl al retiro, le ale-
jaron mucha, veces de aquellos que hubieran
podido ayudarle.


na sta en nuestra opinion lo que hemos di·
cho, para dar una idea completa de la vida po·
lítica y literaria de Ugo Fósco!o; pero á mayor
abundamiento y por complemento de ella, inserta-




30 PERSON A.I ES CEL EllR ES.


remos el retrato que Fóscolo dejó escrito de sí mis-
mo en elegantes versos italianos, cuya version es
la siguiente:


Rubios cabellos y arrugada frente,
Flacas mejillas y ademan osado,
Ojos hundidos y mirar ardiente.
Pecho velloso. y cuello torneado.


Cabeza baja, labio pronunciado,
De bellas formas y vestir decente,
Pronto en la ejecucion como en la mente,
Lijero en el andar, sóbrio, obstinado.


Pródigo, humano, ingenuo, miro al mund'l
Como la suerte. á mí, contraria, insana;
Aliento da á mi corazon la ira,
y vil ante el pudor se arrastra inmundo j
Que aunque á la voz de la rnon se afana.
De vicios rico v de virtud deliro.


. -


Siempre pensando, y solo y pesaroso
A la esperanza y al temor ajeno
Tú. ó muerte, me darás fama y reposo


.~ .,¡./-"
".:¡;\~" .


p ...










~, . ~, \-,:




EL P. CIRII~O.


"Al YCl'se d~splles envuelto por los
ut'gocios mundanos (. cuan las veces
uebió echar de menos la soledad tIr
su cláustro'!))
ALv~n GO~lEz, "ll la vida del Car-


denal Cisne ros.


La llíografia de un fraile, entre la multitud
de notabilidades políticas, literarias y militares
que forman esta coleccion, parecerá chocante á
primera vista á varios de nuestros lectores. Nada
mas ~omun en otra época, cuando la EsparIa
!:'llcerraba en su seno numerosos institutos mo-
násticos. Entonces, una juventud grave y aus-




2 l'ERSONAGES CJiLEllRES.


tera, llevada de un sentimiento poderoso de
religiosidad, eorria presurosa á encerrarse cn los
c15ustros, huyeudo de un mundo, que dpenas
habia conocido. ~o era por cierto la aristo(~racia
la que poblaba aquellos asilos; pero tampoeo la
clase proletaria, que cotidianamente ri~itaba sus
puertas en busca del necesario alimento: mas bien
era la clase media de la sociedad la que enviaba
allá sus hijos, y dejaba á cargo de la Religion su
crianza, su educaeion y suerte futura. Aunque
muertos al mundo aquellos hOlllbres, segun el
lenguage figurado, no lo eran de tal modo, que
las atenciones públicas no los arrancasen con
frecuencia de sus silenciosos albergues. Entre
aquella multitud de hombres dotados de instin-
tos pacíficos, y voluntariamente condenados á
una vida monotona, en la que contaban con
un alimento grosero, pero seguro, y un asilo
para todo evento, descollaban á veces por su
génio y sabiduría hombres eminentes é instruidos
para bien de su patria, y que ocuparon elevados
puestos en la Monarquía.


Llenas están de ellos nuestras crónicas y dic-
cionarios biográficos, y difícil seria por cierto
formar una coleccioll de ningun genero literario




P. CIRILO. 3


ni político, sin que fuera preciso intercalar la
de alguD célebre religioso. Tampoco logrará el
historiador correr las cortinas que cubren el só-
Iio, sin que allá junto á él tropiecen las mira-
das del espectador, COD la austera flgura de
alglln cenobita, cubierto de tosco sayal, entre
los elegantes ropages de los cortesanos que cir-
cundan el trono. Ora es un Regenta del Reino,
que asomado á un balcon á la vista de un ter-
cio de infantería, dice con torvo ceño á la Grdn-
deza de Castilla: ¡ con estos poderes gobernaré
la Espmla! Ora un jesuita, que dirige desde el
confesonario la conciencia de una Reina ¡\ladre,
y los negocios públicos, durante UDa minoría
borrascosa. Unas veces representa un Rey infle-
xible y enérgico, que consulta los negocios mas
iÍrduos con la célebre reformadora de un insti-
tuto religioso; otras un Monarca indolente, re-
prendido en medio de su Corte, por un predi-
cador austero, ó bien un Rey débil y enfermizo,
ante el cual prúfiere su confesor COIl ademan
inspirado los exorcismos de la Iglesia.


La familia de Borbon, notable siempre por
su religio&idad, vió con frecuencia aquellos hom-
bres aproximarse á su trono. La corte de Fer-




4 PE1\SOXAJES CELEBRES.


nando nI contaba muchos de ellos; la de Don
Cárlos, representante de las antiguas tradicio-
nes, no podia series hostil.


Si la causa de este hubiera triunfado, el
monaquismo volviera bien pronto al estado de
que le despojara la revolucion, por aquel in,;tiuto
reaccionario que siente naturalmente todo go-
bierno, para reponer lo que deshicieron sus con-
trarios, como ulla garantia de propia conserva-
cion. En tal caso, el sujeto euya biogralia nos
arranca estas reflexiones, elevado á una encum-
brada posicioIl illlllediata al trono, (]las biell que
biografias hubina obtenido panegíricos, y su~
encomiadores no hubieran tituheado eu colocar-
le al lado de Cisneros, encontrándole con él
mil puntos de contacto. Oriundo de un mismo
pais y proyincia, profesando el mismo instituto,
elevado á la Grandeza y al Consejo de Est.ado,
y General de su Orden, parecía destinado á ser
la copia de aquel gran origillal, tall brillante
en nuestra historia.


La suerte lo dispuso de otro modo; y en el
dia, triste y olvidado, arrastra su existencia en
un pais estrangero, víctima de las vicisitudes hu-
man~s, y de las convulsiones políticas que agi-




P. CIRILO. 5


tan ti nuestra pa tria, llevándose en su rapida
corriente aun 1Í los caractéres Illas pacíficos, y á
los que por su pl'ofesion parecian destinados á
vivir trauquilamente en la soleuad del claustro.
Por esto nos decidimos á presentar en nuestra
coleccion esta biografia, en gracia de la 'varie-
dad, y porque qnizá sea la primera y última
de este géuel'o, que se haya Ilscl'ito en toda esta
época.


Nació el P. Cirilo el año 1781 en Torrejon de
Velasco, pueblo distante cuatro leguas ue la Cór-
te, siendo sus padres unos labradores hacenda-
dos del dicho pueblo. Su natural despejo y apli-
cacion estimularon t sus Padres á enviarlo á
Madrid á estudiar latinidad, base en aq'~el tiem-
po de toda enseíianza. Hizo aquel estudio en
casa de un profesor de gramática, de donde pa-
só á la de un tio suyo, para cursar filosofia en
los estudios de S. Isidro de esta Córte.


A la edad de 15 años tomó el hábito en el
convento de S. Francisco, y habiendo profesado
al año siguiente fue destinado á los conventos
de Pastrana, y en seguida al de Guadalajara, á
continuar su carrera de Teologia, habiendo he-
ello en ella grandes adelantos, por los cuales




6 PERSONAJES CELERRES.


mereció algunos años despues, cuando ya era Ge-
neral de su Orden, los honores del Doctorado
por la Universidad de Zaragoza.


Nada hubiera ofrecido de notable la vida del
P. Cirilo si la revolucion de 1808, sacando todas
las cosas de su centro, no hubiera venido á
colocarle en una esfera harto diferent.e de la
que entonces buscaba. Huyendo de las tropas
francesas se refugió en Cádiz, donde se dedicó á
la carrera de la oratoria sagrada, en la cual obtenia
no pocos aplausos, habiendo llamado la atencion
de la Regencia, que se componia entonces de
personas notables la mayor parte pur su religio-
sidad.


Preparábase en Cádiz una mision, que debia
salir para la Moguega, compuesta de varios religio-
sos franciscanos, y habiéndose alistado en ella
el jóven predicador fue nombrado su Presidente.
Al frente de ella se embar~ó para su destino, y
arribó á Montevideo segun las instrucciones que
llevaba, en circunstancias harto críticas. pues
los insurgentes de Buenos Aires acababan de
sitiar por tierra aquella plaza, último baluarte
de los Españoles. La situacion de aquellos paises
no podia entonces ser Illas crítica. En 1806, una




}'. CIRILO. 7


p.spidicion inglesa á las órdenes del General Gui-
llermo Card Deresford, con 1,700 hombres de de-
sembarcG, lwbia invadido aquellas colonias, apo-
derándose de BueilOs Aires, cuya poblacion habia
sido ahandonada por las autoridades. Pero atacado
por el Capitan de navío, D. Santiago Liniers,
con los cuerpos volunl.ario~ reunidos en Monte-
video, apenas pudo conservar cuarenta dias su
conquista, rindiéndose en seguida á discrecion.
Para sostener el espíritu público y atender á la
conserv¿;cioll de aquellos paises, repartió Linicrs
arnws á los hahitantes, y formó varios cuerpos;
reuniendo hasta to,oOO hombres, que al año
siguiente batieron ;í 14,000 ingleses, que volvie-
ron con ohjeto de vengar su pasada derrota.
Entretanto, sobrevinieron en la Península los
ruidosos acontecimientos del Escorial, y en se-
guida los de Anllljuez y Bayona, que causaron
honda sensacioll en aquellos paises. ~apoleon,
deseoFo de traerlos á su dominio, envió allá un
comisionado en un buque de guerra con 3,000
fusiles, y varias proclamas é instrucciones clan-
destinas, para el éxito favorable y completo de
su empresa.


Sospechando el General Elio , que mandaba á la




8 PEI\SONAJES CELEBRES.


sazon en Montevideo, del General Liuiers, por
ser oriundo de Francia y haber recihido al emi-
~ario, se indispuso con este, y para conlrares-
tade formó una Junta popular en Montevideo.
De este modo, el realista Elío contribuia im-
pensadamente al desarrollo de la democrácia en
aquellos paises, asi como Liniers, repartiendo
armas á los criollos, les sugería ideas de fuerza
y rebelion.


La mala semilla que habian arrojado produjo
harto pronto desabridos frutos. Líniers fue sepa-
rado, y le reemplazó D. Bnltasar Hidalgo de
Cisneros, que tuvo la debilidad de crear otra
Junta. en Buenos - Aires, quedando él de Presi-
dente. Cuatro dias despues, metido en una mi-
serable balandra, era espulsado de aquel territo-
rio por los junteros, convertidos en rebeldes in_
surjentes; y no contentos con esto atacaron la
plaza de l\1ontevideo, reduciéndo13 á la mayor
estrechez, hasta que Elío envió una escuadrilla
á bombardear á Buenos-Aires, obligándoles á
capitular y levantar el sitio de Montevideo, el
cual volvieron á emprender poco tiempo despues
faltando á las estipulaciones. Al mismo tiempo
Elío recibió órden de regresar á España, entre·




P. CIRlLO. !J


gando el mando á Vigodét, como lo ejecutó.
Tal era la situacion de Montevideo, cuando


llegó allá el P. Cirilo, con la misiou que lIeva-
ha á su cargo. Su despejo natural y su cortesa-
llía, le merecieron la confianza del General Vi-
godét; y viendose precisado por la situacion del
pais á permanecer en Montevideo, se encargó de
la redaccion de la Gaceta ó Boletin de aquella
plaza, cuyo objeto era sostener el espíritu público
,¡ favor de la metrópoli, y probar la existencia
del legítimo gobierno de Fernando VII, mientras
hubiese en la Península una torre en qua tre-
molara la bandera española, y un Espmiol que
la apoyara con las armas en la mano: rebatia
al mismo tiempo las sofística s razones en que
se fundaban los insurjentes para cohonestar su
rebelion, alfgando que desde la abdicacion del
!tey en Bayona y la intrnsion de Bonapnrte,
quedaban rotos enteramente los lazos, que unian
las colonias con su metrópoli.


A pesar de sus esfuerzos, Vigodet se vió en
el mayor apuro á fines de 1812, encerrado den-
tro de la plaza, siempre fiel, de Montevideo, de-
biendo únicamente su precaria conserv3cion á la
superioridad de la marina Espaüola. Pero derro-




10 PERSONAJES CELEBRlis.


tada esta por la Argentina, (*) se halló bien
pronto sitiado por mar y tierra, sin esperanza
alguna de socorro. Hallábase ya á punto de ca-
pitular, cuando deseoso de salvar la correspon-
dencia oficial con el Gobierno, y algunos otros
objetos interesantes, los confió al cuidado del
P. Cirilo. Entró con ellos en un barco, y apro-
vechando la oscuridad de la noche, logró al
pronto burlar la vigilancia del crucero enemigo;
pero descubierto por él, fue vivamente persegui-
do, aunque sin fruto, logrando llegar con su
depósito á Rio Janeiro, donde á poco, arribó
igualmente Vigodet, despues de haber capitula-
do con los insurjentes, y de dejar con harto dolor
en sus manos el baluarte mas poderoso, que te-
nian los Españoles en la América meridiomll.


Reinaba á la sazon en Rio Janeiro la familia
de Braganza, lanzada de Portugal por la inva-
sion francesa, haciendo de Regente, á nombre
de la Reina Viuda, el Príncipe D. Juan, casa-
do con la Infanta de España Dolia Carlota Joa-


(') La escuadrilla Española. compuesta de varias coro
betas. berg~ntinps y goletas, al mando de D. Miguel
Sierra. fue derrotada en ISB por la Argentina, en cuya
persecucion iha.




P. CIRILO. 11


quinJ de Borboll. J~ra esta Seriora de un génio
vivo .r penetrante, y profesaba un cariño entra-
Iiable á su het'mano Fernando VII, Y no poco
afecto á los Españoles. Al llegar allá los emigra-
dos de Montevideo, le merecieron benévola aco-
gida, yeu especial el P. Cirilo obtuvo señales
muy positivas de aprecio de la Córte del Brasil.
Llegó al mismo tiempo la noticia de haber re-
gresado á España los ilustres prisioneros de Ya-
lencey, y los pormenores de los ruidosos suce-
sos, que habian causado la ruina del Imperio
de Eonaparte. Tratose al punto, como era muy
natural, acerca de los enlaces de los augustos
personajes, que acababan de ser restituidos al
trono y á su patria. La Princesa Doña Carlota
reunia \1IW numerosa familia, en la cual se con-
ta [Jan seis hijas, de las que tan solo la mayor
(la Prinr,esi.\ de Beira) Iwbia casado cuatro alios
antes con el Infante D. Pedro Cárlos Antonio.
Trató pues de proponer á sus hermanos el en-
lace con dos de sus hijas, como se verificó. El
encargado de esta negociar.ion fue el P. Cirilo , el
cual regresó á Espúla trayendo consigo los re-
traLos de las dos Princesas, Dotla Maria Isabel _ -_
Francisca, y Doiia Maria Francisca de Asis. ~. fo




12 PERSONAJES CELEBRES.


Hallábase entonces al frente del Ministerio
Universal de Indias, Lardizaba!, que habia traba-
jado en Cádiz porque se pusiese al frente de la
Regencia la Infanta Doña Carlota, y por tanto
merecía la confiall'la de esta, y contaba con su
apoyo. Agradó el proyecto á Lardizabal, y ha-
biendolo admitido los augustos novios á su pro-
puesta, consiguió que se le comisionase para lle-
varIo á cabo, con toda celeridad y sigilo, por
razones tanto económicas como políticas, que
para ello habia espuesto aquel :\Iinistro.


El día 15 de Julio de 1815 salieron dc Cádiz
Vigodet y el P. Cirilo en direccion á Rio Janei-
ro, y á bordo de la fragata Soleda!!; pero al
llegar alla en 3 t de Agosto, quedaron no poco
sorprendidos, viendo que el asunto de su mi-
sion era ya público en aquellos paises, y objeto
de todas las conversaciones; lo cual les obligo á
dar publicidad á las solicitudes, que necesitaban
practicar para llevar á efecto su comisiono Arre-
gláronse pronto y fácilmente las capitulaciones
matrimoniales, pero no fue tan fácil allanar los
obstáculos, que se oponinn á la venida de la In-
fanta Doña Carlota en compañia de sus hijas,
que era el gran objeto de Lardizabal, y lo que




P. CIRILO.


esperaba conseguir mediante la poderosa influen-
cia y las persuasiones del P. Cirilo. Deseaba
aquel Mirústro aprovechar el ascendiente, que
ejercia la Infanta en el ánimo de su hermano,
para echar á pique la camarilla que le estraviaba.


l;ediendo la r nfanta á las instancias del Padre
Cirilo, se decidió por fin á venir á EspaIia, y
asi lo avisó Vigotlet á Lardizabal con fecha pri-
llJero de Octubre. La cOlllunicacion, que dirigió
á este principia asi: "Tengo la satisfnccion de
anunciar á V. r~., que S. A. n.. el Serenísimo
Seúor Prí:lcipe de Portugal, ha accedido en to-
das sus partes á los deseos del n.ey Nuestro Se-
'-lOr, y que está evacuarla completamente la hon-
rosísima comision que S. M. tuvo ¡j bien con-
liarme. El P. Cirilo Alameda me ha a~'udado
como S lU. esperaba, y ambos hemos removido
obstáculos, que exigían una resolucion termi-
nante. " A pesar de eso, la repentina enferme-
dad de la Reina Viuda de Portugal, y su muer-
te ocurrida al poco tiempo, impidieron la yeni-
da de la Infanta, elevada ya al trono.


Para mayor desgracia llegó á España el nú-
meto lS del Boletin de los insurgentes de Car-
tagena, fecha 4 de Octubre, en el que venia




14 PERSONAGES CELEllItES.


copiada una carta del General Abadía, dirigida
á su hermano residente en Lima, la cual fue
interceptada por ellos, en la fragata Neptuno.
Copiaba alli la carta que le habia dirigido Lar-
dizabal, manifestándole el objeto del viaje de
Vigodét y el P. Cirilo, y haciendole una tristí-
sima pintura de la Corte. A lanllóse esta al
ver el poco sigilo que se habia guardado en
estas negociaciones, y se procedió á pener ar-
restado á Lardizabal, lo cual se ejecutó en la
noche del 2 de Agosto de 1815. Para mayor
dolor se le ocupó en el acto un paquete de car-
tas, que acababa de escribir, las cuales iban
dirigidas á la Infanta Doña Carlota (cuya venida
se esperaba todavía ), ~ Vigodét y al P. Cirilo. Para
entregarlas á los indicados sujetos, pensaba echar
mano del Duque del Infantado, quc llevaba la
comision de recibIr á las Princesns, lue¡:;o que
arribasen á Cádiz. Avisaba Lardizabal en las
carlas que se ocuparon, los planes que se tra-
zaban en la Corte bajo los auspicios de Ceba-
Ilos, y que se trataba de remover del lado del
Rey y de la Infanta, todas las personas que
pudieran aconsejarles bien. Una de las que se
trataba de alejar era el P. Cirilo, y pJra de-




P. CIRILO. 15
tener el golpe, proponía Lardizabal que la In-
fanta le nombrase su confesor. "Lo creo muy
COllVrniente, decia, aun prescindiendo de esto,
porque el P. Cirilo tiene mucho talento, es
buen lleligioso y muy amante del Rey y de
la Real familia, que es lo que se neces:'a ; yes
necesario mirarse mucho en la eleccion de con-
fesor. »Con todo no llegó el caso de que se ve-
rificasen, ni la separacion premeditada, ni la
elevacion del P. Cirilo al cargo de confesor de
la Heina; y aunque al pronto fue mirado con
alguna prevencion por sus relaciones I'on Lar-
dizabal, logró sostenerse en la Corte, mediante
el favor que le dispensaban la Reina y su au-
gusta hermana, habiendo recibido entre otros el
de ser nom1rado Predicador de S. M.


Como una muestra de este aprecio, se inte-
resó la Corte á su favor para que le cO'lfiriese
Sl.. 8antidad el Pontífice Pio VII, el cargo de
Ministro General de la Orden de S. Francisco,
el cual obtuvo en efecto el dia 27 de Noviem-
tire de 1817 , ii la edad de 36 años. (*) Al dia
siguiente de tomar posesioll de su nueva digni-


(') Segun las crónicas de In OJ'den solo S. Buenaven-
\"entura, habia siclo General á esta edad.




1H PEllSONA.TES CELEBRE,.


dad, se cubrió de Groude de l~spaüa, segun la
antigua costumbre, h3biendo sido pallrino suyo
en la ceremonia el Duque de Hijar, Conde de
Salvatierra.


Poco felices fueron lo. tiempos en que COl'·
respondi6 al nuevo General cenobítico ejercer su
cargo. Las revoluciones políticas, habian lanzado
á los Illedicantes de varios paises de Europa,
y la que agitaba á la sazon nuestras antiguas
colonias americanas, afectaba no poco á los
,uslitutos de aqut'llde, privándoles de los cuan-
¡'c¡"lo" recursos que de allá recibian. Por otra
parte durante la guerra, habinn sido destruidos
"a ríos conventos, muchos religiosos habian aban-
donado el báculo y el cordon, por el tahalí y
la espada, y finalmente la supresion decretada por
las Cortes, habia abierto una herida, que aun
('uandn al pronto apareciera eicatrizada, haeia
temer por su existencia futura. Largos trabajos
y desvelos se necesitaban para volver á su es-
plendor pasado, una Orden tan numerosa, es-
tendida y fraccionada como la de S. Francisco.
la mas célebre de todas las mendicantes. Pero
cnando las medidas tomadas para ello princi-
piaban á prestar algun fruto, sonó nuevamente




;,-


el grIto de lil)[!rlad) apl'estarollsc los vartidos á
la rwl'~a, cllal lo hicieran poco antes contra los
,,~tranJeros, y Jos regulares principiaron á tem-
blar por su suerte futura, recordando su pasa-
da proscripeioll. Pronto se realizaron sus tris-
té'; pre,;eutimiJlll<¡;; y Iam;ados de sus alber-
gues hubieron de huscar IIll rincon par~ cobi-
jarsl', y mendigai' un pedazo dr pan para con-
senar Sil cxistelleia. El P. Cirilo, á quien s';
·)osicion impedía ocultarse elitrc la multitud, se
vil; entonces pre('ís;Hlo á nwrcJ¡~r al e¡;traujero;
[Jorqul' rn épocas de l'el'oluciol1. las personas
que dC.ieuell,¡ll algull tmllo, son la': qU( menoo
:í euhierto se hallan de los tiros de la Ilwit'-
\'olencia.
P~ro luego que las cosas volvieron al estado


"'11 qll!~ s': hallahan tre5 aüos alllfs, merced ;Í
la j nlrrrencion de los hiJOS de s. Luis, el P. Cí-
rilo regrecó ú Espúia, y fue poco despucs nOIll-
brado por el Rey COllsejuo de Estado, habiendo
sido uno de los primeros y de los que mas rom-
tantemellte trabajaron para la illstalacioIl de'
aquel Consejo. Sucedió al P. Cirilo, en el cargo
de 'Jinistro General de la Orden, el P. Fr. Juan
Capistrano, por bula de Leon XII, quedando




PERSON A.JEt> CELE¡;¡I L:


el P. Cirilo, con el cargo de Vicario Genera i
Durante su generalato visitó varias provincia~ ..
"elebró 3U capítulos provinciales, y- dió algu
nas disposiciones respectivas ú b reformo en
la Orden; especialmente PlI la parte reh
tiva á los estudios, haciendo que fuesen estm,
en armonía eou el plan gelleral, que se [¡a·
bia dado en 1824 á toclas las Universida-
des del Reino. Al mismo tiempo revlIlidó las
gracias que algunos "ñ0S antes, se habian ,:Oll-
eedido á varios individuos de la R('ligion, que
se habian seilalado durante la guerra de la In
dependencia.


Una de las cosas que mas llamaron en aque-
lIa época su atencion, fue el reparo y engran-
decimiento del convento de S. Diego de Alca-
lá, en el cual invirtió cuantiosas sumas, en
especial de lo que obtenia por su cargo de Con-
sejero de Estado: para ello regularizó Ju fúbrica
qUtJ se componiu de un agregado de edificios
diferentes, que sucesiva mente se habían ido
unienclo al convento" y ademas adornó la IglEsia
y tambien el interior del convento, con hermo-
sos cuadros, algunos de los cual~s se hallall
?<;nllestos al púhlico en ('1 Museo lJ~cionaj de




1'. CHULO. 19


,'sta Corte, sito en el ex-convento de la Trini-
<lad. Ademas consiguió del Comisario de Cruza-
da, el Sr. V'lrela, el ornato de la hermosa ea-
pilla de S. Diego, construyendo un lindo
¡'etablo y 'lO sepulcro de mármoles de mez-
da. (~)


Para dar mayor autoridad á su convento
favorito, trató el P. Cirilo de que se celebrase
en él un capitulo general de toda la Orden, lo
cual no se habia ejecutado desde el año ue 1768,
en que tuvo lugar uno celebrado en Valencia.
Desde aquella época, los Generales hahian oh-
temdo su dignidad por medio de hulas ponti-
ficias. Venc:uas no pocas dificultades, y habien-
do logrado de Sil Santidad, que el Nuncio,
Monseñor Tiheri, presidiese en su nombre, consi-
gu/O reunir en Aj('alá los provinciales de los dife'
rente,; dist;-;u),i, (''1 qll0 estaba dividida la Or-
,¡,,¡¡, t:lUto en Esp:u"¡a, como en América, r
t!,'H:a:; colonias esp3r!olas. El 29 de Ahril de


.• \ E • .! el ala estro convento sirve de cuartel d" c~balle·
da, ~ la capilla de S. Diego de cUerpo de guardia. Par«
):\ "'oU,:>fHICiOll del scrnlcr::> se ha cor.st,·uido (segun tene-
rw.s entendido) una tapiJ, dejándolé incomunicado con el
rt~to lid cUf.rtul.




830, se verificó por fin la sesioll priueipai d,,'
capítulo, en la que el p, Cirilo hizo dirnisiOi\
dr su car{;o de Vicario GellEral, y lIió cuentJ
de sus a('cioncs durante los trecr alius de Si:
::,,,lliel'llo, recibiendo por ~llo en el acto lt1iSfllP
lll1 yoto general dc gracias.


Principiaba ya entonces á sentirse un camhi¡,
visible en 1:1 política de la Corte, dGhido en gran 1m.
tI' :11 casalllicnlo'de Fernando ,'11 con su última es-
PO,:l, Yerificado á fines dpl ariO 1 S2!) , y rl (~1l:¡\
decían (¡al!pf sido com hatillo por l'I 1'. Cirilo en
(d /'onsejo de Estado, ~;(,~UI1 In roe"s '1uP eor-
lier;]!1 entonces, el p, Cirilo S(~ opuso il qll~ pi
Con,;rjo invitase al Hey á C(¡llÍr:Ie¡' 1l1H'VaS nup·
('i:.J·~ ~ SE't!,Ull la antigua U~[lrl!.a, d(~;..t·auúo f~l\Ore-
1''',' rl ildl'cni:nifnto (h~ D. CiÍr:;)s al trono, Apo-
\a:,:;<e e: P. Cirilo en la elbd :-; ndw(]l1es del
~Ú01!Jr('~), los C,JJ~e5 h~\('ü\n conji'turi1r, qne Sil
\ ,da no se prolor.,;~ria IlHlf~ho, y pOi' eOllsiguientl'
'lue ffl el caso de tener descendcncia de est¡,
"l1r:,':O matrimonio, la nncioll tendria que sufríl
I:¡, (Lsgi':lcias cllc,ns siempre ;¡ las minorias. El
íll1l:nc de Bnilén cornlluti(Í este proyecto, segun
se dj;o, maniffstmli]o que el COl1S'~jo debía pro-
,:¡y'~~ ".1~n¡p¡-~:, (¡Úe ·i,¡ ",lf-rSÍOll nI trono [ueí'a




1'. <:I1\1LO. :::1


'Ji)! lllk.¡ di¡'c'<,t;1. Con este motivo estuvo (~ll­
IOilú':i ¡Ilil,' eIl lo;;a !lIla anecdotilla sobre 1i11
,¡icho fe,;l; \0, que se suponia haber salido r1~
¡)I)I~a del ~l'llcral Castníios, cuyo genio fra¡¡LO
ha <boJo Illotivo á r¡ue los inventores de Cllt'Jl-
In, ¡¡~ atribuyan eon frecuellcla dichos, r¡ue ~Jl
ud t~3S0 hubieran ellos proferido.


Fllese por esto, ó por al~u[] otro motivo
;ldl'lielllar, l'l Rey tUIO Ó bien presentDrle po-
·'0 tiempo despues par3 el Arzohispado de
Cuba, llIedida (lile por eutJuees fue minl-
da cOIllO un destierro político. Ptecil;it.las los
blllas, marchó á Sevilla, doude fue tOll5a-
grado, habiendo sido su padrino en ar¡Llrl
ar.to el Infante n. Carlos, por me.dio de pode-
res qlle dió ;Í D. Juan flautista de Erro; y peco
de'purs saii.; para Cuua, donde Ikgó ,í illlr's
de Junio de 1832, Iwbiendo sido recihido ~ltlj
¡'Oll g\'3tHlc llparalo, por los muchos hOlll)j',,:;
de que Sl~ balia ha i'éH'stido.


Su contil/era eu ,HIueHa época fue entera-
¡!Iellte reservada y :Jr;ena de la poJitica, ded¡·
¡'óllHlose ,'on 8SII1<'1'O ~í la risita de su "<.Ista Dió-
':t'sis, ea la ,~udl se hallaba ocupado, clIando
de.eró ,lija la ¡¡otieia tlel fallecimiento de Frrnan-




22 PERSONAJES CELEBRES.


do VII, al tiempo de marchar á contiuuarla en
Puerto-Príncipe.


1,a tranquilidad de aquellos paises, ¡;nucipil
bien pronto á verse gravemente ameuazada. Por
una parte, hombres de ideas avanzadas trilta-
ban de plantear allá con poca prudencia la,
medidas y reformas, que se precipitahan en la
Península. Temíase tambien, que los realista~
tratasen de atraer aquellos paises á su devocion;
finalmente algunos génios díscolos, cediendo
quizá sin conocerlo á estrañas influencias. tra
bajaban por emanciparse de la 1\1 etrópoli De ..
seoso el Gobierno de robustecer su autoridad en
aquellos dominios, envió allá de Capitan Gene-
ral á D. Miguel Ta~on, que ncababa de dar en
Sevilla pruebas de cordura y energía contra los
perturbadores del órden. Las calulllui3S y mi·
serables hablillas coa que ,~" ;.rató de indisponer
~l Capitan General, asi q:lc arrihó á la Isla,
con el Arzohispo de CulJ", se estrellaron en la
sensatez de aquel, reinando hien pronto entt'P
ambos completa armonía.


Poco despues, el gobierno de Madrid, por
un error que pudo ser funesto para nuestra,
Antillas, creyt1 oportuno enviar al General non




J'. CIRILO. 23


illauuel Lorenzo, de Comandante General de Cu-
La. Las ideas avanzadas de este, que sobrepu-
jaban á su instruccion. contrastaban con la
templanza y mesura del Capitau General, que
penetrando las tendencias del General Lorenzo, y
sus funestos resultados, necesitó reunir todos
los elementos conservadores de que pudiera echar
mano. y en especial del Arzobispo, cuyas ideas
de órden le ponian ellLon~es en el caso de
que contribuyese [lor su parte á evitDr todo
Irastorno. Por de~gracia el motín de ia Granja
halló e,:o en la Isla úe Cuha: un .)i3rio de Se·
villa, que llegó á manos del Comandante Gene-
ral, en Setiembre de 36 ,le avisó qne la Reina
habia jurado la COllstitucion del ailo 12; Y al
punto, cediendo á sus instintos democráticos,
llZU zado por los rel'olucionarios, y sin esperar
las comunical~iolles del Capitan General, proda-
mcl la Constitucion , rcullió Ulla junta formada del
Ayulltamiento, con sus amigos y parciales, repuso
las cosas al estado que tenian en J 823, decre-
tó la libertad de imprenta, esparcicl proclamas
incendiarias, ) formó dos Latallones de Milicia,
repartiendo las armas pródigamente, medida
que pudo dar los Illas tristes resultados. Noti- ",




24 PERSO:\AGES CELEllRES,


eiosos de esto los eternos cncmizos de la po;,
Iwridad cspai:olo, se llcnaron de jlíbi!o, }li,ft>s-
taron al punto una escuodl'illa, J:¡ ('tlal ~lpo.vilda
por el gobieruo de Haiti, debia hal'er UIHl in-
\'ilsiOIl de Ill'gros eu las costas de la flablllJ¿¡,
Alarmado justamente el General Tacon, se d('-
cidió á obrar con firmeza, y bloqueó por uar
y tierra á los pronllllciJdos de Cuba, lomando
otras acertadas medidas para atajar bs Ilf(Wre-
sos de la revolucion,


Ofreció ('ntonees el P. Cirilo su illpdiacioli
rou el Capitan General, para que >;t' ,;uspl'¡¡dw-
~ell las hostilidades contra Cuua, e;,~o ('e q!llé
estas se hubiesen de emplear. :\egóse pi (;ene-
r'JI Lorenzo á darle poderes para dio, ale-
gando por razon el ser sus ideas polítiea~
rliametralmente opuestas ;Í las del Arzobispo.
j'ero luego que se formaliztÍ el blo(jIlPIl, eau-
sando la paralizacíon consiguiente al comercio,
lejos de secundar los pueblos el grito lanzado
por él, se le mostraron hostiles: entonces se le
insinuó por ter,:era persoltu al Arzobispo, que
llIarcll3Se, pero sin poderes, á intfl'ecdr.r con
el General Tacon. Negóse ~ su vez el P. Cirilo,
no querif'lH]n esponerse á otro desaire. v que st'




1'. qlllLIl.


illirJSell ('ÚIlIO Ulla olicimijdild ;nt€lllpeSt!1'3 SIIS
~('.iti()HrS de pilZ, por aquellos mismos fílit' de-
hirrnn haberle autorizado para couseguid,!.


Las 3rertiltbs disposiciones del Ca[Jitnn G(~­
llera I tmieron [lor fin el éxito apeterido, y á [lesar
de los esfuerzos de los pronunciados de Cuba,
el (;encral Lorenzo tuYO que embarcarse la H(;-
che del 22 de Diciembre á hordo de ulla COI'-
hftil inglesa, con dircccion iÍ la PenÍusú]a. Des-
pechados afJ!lcllos, triltaroll de vengarse en la
pnrt\' débil, CO!110 ('n tales Cé1S0S sucede siempre,
y 110 pudieudo \'olverse contra la autoridad mi-
litilr, que los haLia enfrenado, se desencadena
lIal'OlI CO!ltr<l el Arzohispo, haciéndole el Llan-
eo de sus tiros, y suscitándole tropiews en Sll
miSlllfl Cabildo.


El :!:, de Diciembre celebró por últilllJ \ f'Z
de PonJíliea!, y !,1'i1cticó las \·isit~s de costum··
brr, lomando algllllrlS disposiciones sobre juris-
diccioll, para despues de su marelw, qne COIl
sideruba in evitable temiendo justamente las iras
¡'evoluclOnarias, t:mto de algunos de sus dioce-
,.,'][lOS, como del gabinete de Madrid, que á la
,aZUl! sr complacia ('11 perseguir y encausar ;:i
,',1,1 todr., lo, prelados españoles, para volver ;;.




PERSONAJES GELEERE~


la Iglesia el esplmdor de sus primeros tiempos. En
efecto, el día 2 de Enero llegó de llatabanó la
fragata Isabel I1, con pliegos de la Capi tanía
General; y habiendo circulado el rumor de que
se iba á prender al Arzobispo, (ó bien por
aVÍso confidencial del General Tacon, como le
echaron ,í este en cara sus detractores I se vió
en la precision de salir de su palacio, y tomar
asilo á bordo de la fragata :Netllfod de S. 1\1.
Británica, que se hallaba surta eu aquel plwrto
desde el dia anterior, yen la cual fue trasladado
á Jamaica.


Tres días desllUes, su Secretario el Doctor
D. Francisco Delgado, notificó al Cabildo las
disposiciones que habia tomado el Arzobispo para
el gobierno de su Diócesis, durante su aLlsen-
da: estas fueron objeto de ágrias contestacioues,
las cuales pasáramos de bucna gaua en silencio,
si 110 lo impidiera la publicidad, que se If'S
dió por medio de la prensa. (*) Apoyados tres
capitulares del CalJildo catedral en varias razo-
nes politicas illas bien que canónicas, dirigieron
ni Gobierno Ulla esposicion contra los Goberna_


¡t) Se pulllicul'On en UII folleto titulado La fuga del
P. Cir'/o.




1'. CHULO.


dores nombrados por el Prelado. En ella le )Jl'I"
sentaban como un maquinador, que trabajaba
porque cundiesen por la isla ideas de realismo.
"Al auspicio de ciertos accidentes (decían en
pila), la polltica cortesaun del Prelado, sus
modales estudiadJmente esquisitos, y sus con\'er'
sacioues alhagüeüas y seductoras añadidas :Jl
prestigio de Sil dignidad, empeznron á gnnar
terreno sobre algunos espiritus idolatras del po
der "


Pero en la segunda y siguientes, resentidos
contra el General Tacon, por haberles mandado
obedeeer á los. Gobernadores, como era justo,
I~ dirigen abiertamente acres invectivas, y le
"cusan sin rebozo de haber promovido y encu-
hierto la fuga del p, Cirilo, viniendo al fin a
pOllrr en duda hasta las opiniones políticas de
tan pundolloroso General, ensa!zalldo hasta las
nubes ri Lorenzo. Prescindiündo de la idea re-
pugnante r poco favorable, que dan de SI unos
t'clesiásticos, al representar contr¡¡ su [m'lado,
~cusándole por opiniones políticas, mucho mas
al verle caido, errante en paises r;;tranjeros, y
lanzado de su sillJ por uu" revolucion, cuyo
prill1Pl~ acto había sido el insultar ~ Ull3 Heill3,




' ... .,(,~ \'EIISO\.\J ES CELEBR €S


11<) pueden menos de causal' iIldignarion ú todo
Ilomlire illlpardal el estilo acre y riruI('nto con
f¡lIe estan redactadas ¡I(Iuellas esposieíolH's, y la
fraseología [JJtriotera, que tanto desdice de j¡¡
plllma de un eclesiástico, lllüuifestJudo bien á
las cJaras el movil que las causaba, y el t!PS!W-
ello que la caida del Grncra! Lorenzo !J:Jl,ia in-
fundido a cicrtJs IH'rSOn;],.


¡<:ntretanto el P. Cirilo SI' haLia trllsladado tle
JalllJÍca a ln¡;laterra. en donde [ll'l'lll<lneei,¡ )1':111)
tiPI,nllo, y lo tuvo de rnterarSlJ ;1 fondo del toro
tuosa giro, que se';uian los CO!lS~jí' ros de Don
C:ido':i. Yerilicado el c¡¡,allJiento de (~ste con la
Princ('sa de Beir:l, se deddió el P. Cirilo a pre-
sent.arse t'll las provincias, donde los asuntos pa-
recian tomar otro sesgo menos tortuoso. lJl~­
rliantl' ~i cU!llbio de gohierno (jLle aeJUélIJa tle
obrars,~. !Ialláhause iÍ la saZOl! fuertemente ~n­
('onados los dos han dos , que aspiraban:í ¡,<'gil'
la causa de D. Cárlos. Intolerante el uno v ha-
('ieudo alarde de su ignoraucia, desmentia ton
su~ hechos lil reli!:\iosidad qUll preconiza ha . el
otro flns bumano y de,>preocupado trataba de C\)I',-
servar lo antiguo, Jlero dando cabida ;í las JI 10-
difiraeion~,; v reforlllas, ([ue el tiPlllPO v la ,"




l' ClB ILO


!,('ri¡~ll('iJ habiilll ellseu¿IJo. COEtaba aquel COH
!'/ ,¡poro y las simpatias de D. C;Írlos~' de rl!·
¡:tUllOS ilntiguos generales y guerrilleros dr: ÚlO
n. Este otro ostentaha ell sus mas casI todos los
jóyenes generales, oficIales de illstl'llCcion, ~.
eclesiásticos virtllosos, que la rerolucion ha hiil
lanzado de SIIS lllgares, pero que no olvidaban
su carácter de ministros de un Dios de paz.


Al regresar á I':spaíla el P. Cirilo, aeababan
de obtenpr estus el rmudo por la innllencia de
la Princesa de neira , snlil'lldo del ealubozo para
ponerse ¿~: frclll.l' de la:; tropas los g"ncr,lles Elio,
Yil1ilrf'il~ , Zari:1tegul, fICHl1eZ y otros varios ge-
fes, <1igunos d~ ellos próximos á ser fusibdos.
1\0 era difieil conocer á cual de estos partidos
se inciln,¡ria el P. Cirilo. Sus modJles finos, y su
¡.:etllo con('iliador, le hicieron seíi:JI;)l' por los
ultra-realistJs, como un c;lemigo suyo formida-
lile, guió sin que el mismo pretendiera afiliar-
se en nillgutl hando. Por otra parte b envidia,
q!1e asi se desarrollaba en ,lJ corte de Oñate,
como en las antesalas del régio alcázilr, no podia
mirar con indiferencia el 3scendiente que ejercia
sohrc D. Crirlos 3QIlt'1 recienllegado, .Y b COIl-
Jlaow qUR se le dispensaha eu l'rcmio de antiguos




PEl\!oION,UES CELEm:ES


• spniclOs , hasta el punto d~ ofrecerle el Arzobb·
padfl de Toledo,


\ poy¡;ilo l\Iaroto ell el partidfl I'ealista mode-
;Jdo, :t I eaal tnmbien se Ilamaha en Oñate jrwe-
tlrUi :sta, logró reorganizar el ejército vos conga-
,lo, lcyantándolo de la postracion en que yacia
desde la espedieioll de 1831, Pero despechado
atluel general carlista al ver la oposicion que su-
frían sus planes en el cuartel renl por ¡;Igunas
de las persou3s que rodeaban <Í D. Cárlos, se
arrojó 11 ejecutar el sangriento drama de Estella,
des,le cuya época pudo considerarse en disolucion
la causa de D. Cárlos. En las luchas políticas
!lfl es á I'eees dificil la avenenria entre los par-
tidos estremos, á menos que se haya derrama
do la sangre de alguna ilustre víctima. Entonces
11jllPila slllgre es la linea rlivisoria , que separa
los (los C~lnpOS, lin¡-a que los amigosde la vÍc-
tinn ¡lO pasan jamás sin considerarse maneilla-
dos.


La posicioll del P. Cirilo y de las 1lt'I'SOllélS
'PIISalelS del partido carlista, prinripió ¡l ser l'll-
tOllces nmharazosa. Por Ulla parle se ve¡an [JI'e
'.'i"lhlús ú sostenl'r ostensiblemente J l\I;¡roto; ú nice
'jur p'l'!i~, Plltl'enJI' ti sus contrarios, eont~lld(l




P CJEIL(¡


eon UIIJ buena parte del ejército, por otra se
h~lJalJil1\ en desacuerdo COD la marcha de este
r-refe. mucho mas desde que las últimas operacio-
I1es militares, y en especial el abandono de Ra
males, habian puesto en cl aro sus tratos con ei
General Espartero, pues aunque deseaban uné]
ttilllSaccioll, no porlian aprobar «quel modo de ha-
cl'rla. A pesar de las reconvenciones que el Pa-
dre Cirilo dirigió á Maroto, y que llegaron á ser
entre ambos hastante acaloradas, el partido furi'
hundo le acnsó de complieidJd con ~Iaroto para
vender la causa de D. Ccirlos, En una carta de
Lond res , fe~ha 29 de Mayo de 18,~!), que puhli-
có :.\1itchell n órgano pagado de aquel partido,
despues de referir que Espartero hahia ofrecido
a Maroto cierta cantidad y la Capitania general
de la Habnna, decia asi: «Solo Dios pned~ sa[-
vamos, pero es preciso un milagro [lJra drs b;:
ratar los planes del Ar~,obispo de Toledo, del


It ) En su folldo titulauo, 1" Curte' 11 el r:ampo de !JUl'
Curios" 1\litchell aparentando U,\ rp~iismo f',n(;Cra(]" Fe
C<1ptó la benovoleneia del Obispo de Leon y avisaba "
las autoridades francesas de tOllas 1", comunic.-:cicne& \!).l<'I' "',
este le di¡'igia, Halliendo tenido L' d¡',,'erguclOn !le ¡ñsnl--
tal' al partido moderado liberal, en l;;}~, publicó el 'He-
raldo una curiosa relacion df~ lo;:; tratos dO;Jles de ~?'k
Qí'r..;onaje! digno compniíero dl'l P C[]sarc~,




,;U;O,AJES GELEDI'ES.


Capitan general di) la Habana y (kIllJS 3so('iados
maroti~tJs, que bien merecian tener la rnism~
suerte que Quesada ..


"El P. Cirilo ha hecho ir á Tastetal ('uartelreaJ
á fin de contraer un empréstito, pero '!lO cr('o
que pueda conseguir nada de el.


nEl decreto dado para la devolucion de los Lif-
IleS de los Cribtinos, es obra del P. Cirilo: lp [¡a-
l)ja redacta:lo ,qui. y es una de las prilllpras
meu;dus que deb:all ponerse el] pl~lItiJ. lUP!Io
que se hallase en el Jloder .


. ;.! allli:;o C!Hlcon, ministro de !lIé'l'inil por
t'¡ gtlhi€filO de ;';Iadrid, ha caído, ~. es:\! e, UI1:;
j"!licidad para nowtros."


Por el contrario Ariza;;a, deiensor l'1I partl'
de :\lJrcto. dice que en Ulla cntré·\·¡sta. t¡n~
tUYO con el Arzohispo de CIIII'!, rn Az('oitiil, se
hab.in mallifestado este tan Ol'ccoutento, que !p
¡¡,,"gurú tenia f'edida l¡cellcia para ÍrSl' :i OJl;¡(l'.
y desde alli á Francia, desconfiando ya r~l' todo
remedio para la causa de D. Cárlos. A pesar die
eso da la esplicacion siguiente á las desJvenell-
cias entre el P. Cirilo y l\laroto. (*) "Para 01l-
tender las variaciones borrascosas, (1 tI(' el; las


(f") Historia mil tal' y politica t!pl partido c:ld~~ta.




P. CIRILO. 38


personas y partidos, se notaban por aquellos
días azarosos en el campo de D. CárlQs, será
preciso tener presente, que si bien el Arzobispo
de Cuba, Ramirez de la Piscina y toda su par-
cialidad, habian estado unidos con l\Iaroto y
demas militares, para hundir el partido del Obis-
po de Leon y Arias Tejeiro, desde que vieron
que Maroto no era hombre para ser dominado
en manera alguna, volvieron contra él sus tiros
y asechanzas, valiéndose para ello sobre todo
del flanco que prestaba á la reputacion del Ge-
fe de E. 1\1. su débil resistencia en Ramales y
Guardamino.l>


Tal es siempre el modo de juzgar de los par-
tidos; jamás se paran en un medio, ni atribu-
yen sino á miras mezquinas las intenciones de
sus contrarios. l\Iitchell acusa al P. Cirilo de
vender la causa- de D. Cárlos juntamente con
Maroto" y Arizaga de haber recriminado á Ma-
roto indisponiéndose con él, porque no le podia
dominar. Entre ambos dictámeues está la ver-
dad; á saber, que ni el P. Cirilo, ni sus ami-
gos, ni tampoco los pundonorosos Generales,
que han acompaüado á D. Cúrlos en su destier-
ro, (á pesar de lo mal que habia correspondido


J




PERSON A 12" CELEBRÉS.
~ :,t:~ ~er ... :~i08) po'!ia-: secm:.'Jar los phnes de
I.C~ ult~a· reJlis!lS ni ti\mpocc nprohé!r linfl tran-
~~ricr ;llisterios'l, y '.:'le .\11roto trnta!:a d3 1::;_
cr~!e~ ace!;t~r; pel'::ie;ldo fo~!ifo.~acione3 y !:.,-
taI!as.
ReaEzá¡'ú'1~e les lep~O::(,él del P. í,irj~o, J' el


ejérr:íto ('~rIiSla \legc~ é: vel'SC '~a tal d~SI.lC~rJiz,,­
~ion Ú med;:Hlo~ de A"'''3tO. qun F le 8:a in;-
rosibll\ aeo>r!~r Nrf' r:;']·:o qw' !él voluntad ce
r:o~arf~l'~. Dps~u~s ,le 1" r?vista <1'.' Elgt'?~'l C')
el 2.; de :1'¡re1 °1es, D, r:~rl()S S<:l tras1.ldé á
Villilf¡'~flca . en dOl'dr~ ""'llIil; al dia ~igll;e!l:e d
Consejo de Estéldo, en el ellal se ldló el p, C¡·
rilo, y se ~~ed(í trf~!~d¡¡r !ll ~O:\rte ~ I.e~um·
h"r~i , ('romo se "eri"có ¡\[ !1.~[~<lr 3lhí pra[ll1~o
n. Cárl.-.s al Co!:.seif) Sil '.'!,flSJI1Üentc dp, tr[\s!~­
(!ars~ a! br.io Ari\~on, "a.a J'~uIlit' Jo~ rp~tos rl~l
ejércitn vp~congad(. C(l!l 11s fuerz~< de Cü·r~r:"
r'lC' dr. .10f que 'llas fl!ert~m~!lt'l fe (lpmit'rcr: á
<,;n dr,s~abe'l?r!o pl,u f!l~ 1'1 P. Cirll0. lo ('t~p.!
,'srité I:~ biEs '.le U~. h'ri')I!ndo, I~¡\sta e'. mlP~o
de ir.Sl·1t·I."le, (l'+~n:!olp. segun lW.td~pll.; Lilas
:n1n~)r~3: i ~?f'!!IOB!'f(I(\ sar.e le. o.l r,:r:iUmie~I.h.
'i'I': le !-:wir< (>! Nl'ip,tl'! ,',' '1'(1/ C.-:!I¡¡,eta;




1'. CH\ILO. 85
Aña:!e el r,l;smo que tant-:) el P. Cil"ilo, co-


mc E,'ro, a~,,¡irez de h·. Pisci: .. a; Otal, Val-
rl"spiu,;, ~Ior.t~n€gw y otros, se retiraron gl'O-
se,amAnte :í Frarda, ~;n pedir perm::;o á Don
Cárlos. Esto e~ enteramente faLo, y asi lo de-
1l'0strili'Or:. lo: [,cllsados, contBstanao á Mitcheíl
por r~;:;dio de b prensa fcucesa. Tanto d
P. Cirllo, com::: los dellns, aco:np1ñarou á Don
C~r!05 en SE hf'l:~udG ]¡¡;;;!<. el dia 'j de Se-
~i?l]lbre. EntollC"S s.lpieton fpe t:: dia ¡:ncerior
los Sll!Jl.lV~J(¡S d~ Yera, eS::l!:¡)(bs por lo~ furi-
bun:!:,s que se halla1)1ll, ,í su fr-ente, hÚJian use-
sinado br!'talmente ;í Moreno, y que pensJlJ:m
atacar al cur.r:el reol, cOLltand(, con el apoyo de
la guardia de D. Cárlos, para asesinar al P. Ci-
rilo y sus amigos. En tal conflicto, despues de
haber avisado ft D. Cárlos, y obteuido su per-
miso y una escolta, se retiraron á Francia.


De alli pasó el P. Cirilo poco despues á
Italia, marchando á busl'ar un asilo en la capi-
tal del Orbe cristiano. En la actualidad perma-
necl1 retirado en un pueblecito á las inmedia-
ciones de Génoya • y lejos del bullicio; habien-
do oh tenido de Su Santidad yarias muestras de
aprecIO, ¡'n espeeial el cargo de Legado á latel'e




36 PERSONAJES CELEBRES.


con que le honró en el año pr.sado de 1843.
Tal es el bosquejo de la biografia de este


personage, cuyo actual estado nos pone á cu-
bierto de la nota de aduladores, al puso que
nos escita á la indulgencia, que siempre he-
mos usado con los caidos. Nuestros lectores que
esperarían al principio encontrar una biografia
de un género particular. estraí'íariÍn quiza
hallar la de un hombre público en vez de un
fraile: en este caso les recordaremos lo que
dijimos al principio. que el vértigo de la po-
lítica arrastra en su rnpida corri'~nte hasta los
génios mas pacíficos, que parecían destinados a
vegetar en la ocuridad del claustro.




."






El .. BARON I .. ARREY.


"i Qué hombre, qué escelente v
digno, holflbre es Larrey! Cómo h~
cuidado del ejército en Egipto. al
atravesar el rlesierto , despues de San
Juan de Acre, y en Europa. Me ha
merecido un aprecio que no !\e ha
desmentido jamás, Si el ejército e ri-
ge una columna al IIgradecimienlo,
debe erigirla á Larrey."


NAPOLEON.-Reladon d. ¡)Jr. M<I'r-
c/vJ.nd •


• Dejó 100,000 francos á Lal'rey;
es el hombre mas virtuoso que he
conocido.-


Te.tamlnto de Nap<!leoll,


--


« ¿Sí se 08 Mntara, dice La Bruyere, que todos
los gatos de un gran pais se bdn juntado á mi-
liares en una llanura, y que des pues de haber
mnyado á su sabor, se hall nrrojado furiosos unos
contra otros repartiendo mordiscos y arañazos;




PERSO:"iAGES CELEBlIT,S.


que de aquella refriega quedaron de lIua parte ~
otra I1llrve Ó diez mil ¡;atos telldidos en el calll e
¡Jo. que infestaron el aire á diez leguas al re-
dedor con su podredumbre, no diriais: ps 13
algarabía filas abomiuable de que jamas Sf
ha hablado? Y si los lobos hicieran olro tanto,
¡qué ahullidos, qué carniceria! Y si unos y otros
digeran que aman la gloria, ¿ deduciríais de su
discurso que la hacen consistir en cncontrarse en
aquella refriega, en destrUIr d·e aquel modo su
propia especie? ¿~o os reiriais dc la ingenuidad de
aquellas pobres bestias? (*) Si os Jigeran, couti-
nualld/l la metáfora de La Drll\'efc .Y adapt;ín-
dola á nuestro asunto, que entre todos aque··
Hos animales que se despedaz~ha/] ron furor,
S¡~ ha visto :í algunos ir tl"anquilos en medio de
Iii rcfticg<1, espuestos á recibir de ambos lados,
sin devolverios, Illordis('os y ilfaíi~zos, y ocu-
pados únicamente en calmar JJS últillli1S ('Oll-
vulsioncs de los moribundos, en restaiiar la san-
gre de los heridos, en curar las llagas ,. com-
poner las patas quebradas y los ojos arranen-
dos, en fin remediando lo mejor posible aquelkl
carnicería, DO diríais: (( Entre todos estos ani-


.+) La Brny:'!rt-, Caror:tercs, cap. XII de los juicios.




males los hay Illuy aprrciables; y seguramente
si alguna gloria lID de resultnr de esta reunion
de animales furiosos, ÍI ellos pertenece."


Los homhres, animales que raciocinan, para
diferenciarse de los que solo se sirven de sus
dientes y de sus uñas, imaginaron primero las
picas, los dardo! y los sables, y despues los
fl1silps, los cañones, las bombas, las granadas,
medios todos de estcrminarse con mas seguridad,
mas pronto y con mayor ruido. Cuando se ba-
ten, no se trata entre ellos de arnmcarse los
ojos ó de araíiarse la eara, sino de pasarse
ff:'cíprocamente de parte á parte, de hacerse pe·
dazos, de romperse los miemhros, de aplastarse
b calwza tÍ el ped1O; y mientras de este modo
Si' matan ;í millares en una llanura, 21 son de
las trompetas. nI ruido de los tambores, al
estampido d('! cú¡on , j¡,ljO una lluvia de hierro
y fupgo, ~lg\lnGs recorren las filas en lo mas
fuerte de In pdca, sin mas armas que bisturís,
m~dicamentos é hil:Js; levantando á los que caen,
30('orriéndolos, cmándolos, opernndolos en el
mismo sitio, en medio de halas y proyectiles,
y conduciéndolos despues detras de la línea df'
hatallLl, parJ llev~rlos en seguida al hospital




4· PERSONAJES CELEBRES.


mas inmediato, donde continúan asistiéndolo!t
hasta su curacion.


A primera vist:!, parece que despues de la
"ictoria, cuando se trata de distribuir la gloria,
puesto que gloria hay, los que mas parte tu-
viesen en ellil, deberian ser los que mas gente
han salvado; pero sucede lo contrario: los que
mas gloria tienen, son los que mas han hecho
matar; primero, el General en Gefe que lía
conducido toda la masa á la carniceria; en se··
guida , 105 Generales que han perdido la mit&d
de su division, los Coroneles cuyos regimiento.
han sido mas maltratados, Jos Capitanes que
han llevado su compañía al asalto de un re-
dueto, y han vuelto con una docena de hom-
bres; y juego los oficiales, sargentos ó cabos,
segun han tenido mayor ó menor pérdida en
su peloton ó escuarlra. Por último, despues se
piensa, si es que llega este caso, en esa masa
oscura de cirujanos y empleados de sanidad, que
todos espusieron su vida en la batalla, pero
que desgr:!ciadamente para ellos no tuvieron la
yentaja de matar ni de hacer matar á nadie.


En este desigual é injusto repartimiento de
la gloria, hay siíl embargo algunas escepciones.




LARREY.


Hay hombres que encargados de las ingratas
funciones de salvador del soldado, han pro-
bado tal talento, tal decision é intrepidez, du-
rante tanto tiempo y en medio de tan terribles
acontecimientos; han prestado tan brillantes
servicios á la humanidad, que han obligado á la
historia á ocuparse de ellos, y a inscribir en
sus mas bellas páginas su nombre bienhechor,
al lado de los nombres de los mas ilustres ma-
tadores de los tiempos antiguos y modernos.


El Baron Larrey es uno de estos hombres,
y el primero de todos. Mientras se conserve
memoria de las grandes cosas de la República y
del Imperio, su nombre no perceerá, i Y, en
efecto, que existencia tan noble, tan admira-
ble, la de este hombre unido por la Providen-
cia á Napoleon, para disputar á la muerte el
abundante festin que el incansable conquistador
disponia y renovaba sin cesar! Desde el Medio-
día al Norte, de Occidente á Oriente, del
Danubio al Ebro, desde las arenas de Egipto
hasta las nieves de Rusia, Napoleon, impelido
tomo Attila por uua fuerza desconocida, va
sembrando su largo camino de sangrientos des-
pojos ; tras él marcha Larrey, otro instrumento




6 PERSONAJES CELEBRES.


de Dios: en pos del instrumento de cólera el
de misericordia, Larrey siguiendo á Napoleon;
Larrey palpando los cadáveres, p~ra buscar en
ellos y reanimar, si la encuentra, una última
chispa de vida, se arrodilla junto a los heri-
dos, en medio de la carniceria, entre torrentes
de lluvia, en el barro, sobre la nieve; y mien-
tras que dos ayudantes tienen tendida una capa
sobre aquel grupo, sil van las balas, rebi en ta
una granada á veinte pasos, y Larrey impasi-
ble sonda espantosas heridas. con un hierro
hábil y salvador. Algunas veces, solo, junto á
un herido, Larrey interrumpido por una carga
de cahallería enemiga, se lleva eu hombros á
su herido, se esconde á (~orta distancia en un
foso ó bosque, donde acaba tranquilamente la
operacion. En los desiertos del Egipto, los
hombres caian rendidos por la inanicion y la
fatiga; Larrey llegaba, los levantaba, les dis-
tribuia los cordiales que llevaba siempre consi-
go, y les devolvia el valor y la vida. Cuando
un terrible contagio diezmaba el ejército, Lar-
rey se prodigaba y multiplicaba para combatir-
lo; cuando el hambre hacia estragos en medio
de una carencia absoluta de todo, inventaba




LA RllEY. ¡'


procedimientos saludables, y servia á sus ama-
dos heridos un caldo reparador, hecho con carne
de caballo sazonada con pólvora, cocida en el
peto de una coraza, y con el fuego de ua mon-
ton de yerbas ó de huesos. Larrey lo desafiaba
todo, la metralla, el hambre, el contagio. la
fatiga; jamás dominó á aquella alma privile-
giada mas que un solo temor, el de deiar pe-
recer á un hombre por falta de ausilios,


Juan Domingo Larrey, nació en 1766, en
un pueblo llamado Beaudean en el Departilmento
de los Altos Pirineos, un cuarto de legua dis-
tante de lIagueres-de·Bigorre Muy jóven per-
dió á su padre, y fue educado con gran temu-
ra por su madre, que tuvo la dicha d~ conser-
var hasta la Restauracion. Un digno sacerdote,
Cura de BeaudeJn, encantado de la gentileza y
viva'Cidad del niiio, se encargó de su primera
ínstruccion; y el hombre que habia de pasar
sus di as eu medio de las mas terribles escenas,
y acostumbrar su oido, sus ojos y su alma al
espectáculo horrihle y sin cesar renovado de una
poblaeion de moribundos, entró en la vida con
las funciones mas tranquilas. Educado, como
el niño Joas, tÍ la sombra del santuario, pre·




8 PERSONAJES CELEBRI':S.
sentaba al Cura de Beaudean el incensario, ador-
naba con flores el modesto altar de la aldea, y
mezclaba su voz pura con los cantos religiosos
de los campesinos bearneses: era monacillo. Des-
pues de muchos años, en 1834 el buen Cura
que contaba ya mas de 90 años, tuvo el placer de
estrechar en sus brazos antes de morir al ilustre
cirujano en gefe del grande ejército; encontró
á su discípulo cano, cubierto de gloria, car-
gado de condecorar.iones, pero conservando aun
bajo un esterior ennegrecido por el hierro y por
el fuego, aquella alma bondadosa, aquel espí-
ritu jóven, aquella sensibilidad delicada, aquella
inalterable frescura de impresiones, que carae,.
terizaban al monacillo en aquella edad feliz, en
que sacaba de las lecciones del pastor, los prime-
ros conocimientos de lo bueno y de lo bello.


A los 13 años de edad pasó el jóven Larrey
á TOlosa, á estudiar el arte de curar bajo los
auspicios y la direccion de su tio Mr. Alejo
Larrey, cirujano mayor y profesor fm el hospi-
tal general de dicha ciudad. Despues de ocho
años de estudios clásicos en el colegio L' Esqui-
le, y de estudios en la escuela de eirujia y me-
dicina de Tolosa, formó el proyecto de pasar




LARREY. 1I


á completar su educacion en París, á donde lle-
gó en Agosto de 1787. Acabábase entonces de
abrir un concurso para un determinado número
de cirujanos ausiliares de marina; el jóven Lar-
rey gustaba de viages, y con la idea de recor-
rer el mundo hizo oposicion, obtuvo una de
las plazas propuestas, y salió al momento para
Brest, á pie, visitando las ruinas, estasiándose
á la vista de los paisages, y deteniéndose dos
días en la Trapa, para llorar sobre los román-
ticos infortunios del Conde de Comminges y de
Adelaida. Llegó al fin á su destino, sufrió un
segundo ex<Ímen, y á los 21 años fue nombra-
do ciruj ano mayor de la Marina Real, y como
tal se embarcó en Abril de 1788 en la fragata
La Vigilante, que daba á la vela para la Amé-
rica Septentrional, con encargo de permanecer
particularmente en la Isla de Terranova, para
proteger la pesca del bacalao.


Despues de seis meses de una navegacion mu-
ellas veces penosa, y mezclada COIl peligros y
aventuras; despues de haber sufrido tempestades,
soportado el hamhre y la sed, eurado á la tripu-
lacion acometida por el escorbuto, r~cogido á
náufragos sobre los bancos de yelo, estudiado




10 PERSONAJES CELEllllE';,


lo~ procedimientos curativos de los Esquimales,
cuya aplicacion había de hacer Illas adelante
con felicidad en un ilustre Mariscal, volvió el


, jÓl'ell cirujano al puerto d¿ Rrest, en Octubre
de 1788, sin haber perdido uu solo hombre de
enfermedad.


Apenas desembarcó, solicitó su licencia paril
continuar sus e~tudios en Paris , la >:'ual obtuvo
no sin dificultad, pues deseaban que permane·
ciese en la marina. Vuelto á Paris ¡í principios
de 1789, siguió en el hospital los cursós de ci-
rugía clínica de Desault, los de Sabatier en
el Hospital de los Inválidos, como cirujano
interno, y se prE/paró para la larga y gloriosa
carrera que iba á recorrer, curando á los heri-
dos de La Rastille y del Campo de Marte. pri-
meras víctimas de las diseordias civiles de
Francia.


Cuando esta hubo declarado la guerra al
Austria, des pues de la formacion d e tres ejér-
citos sobre las fronteras del Norte, Larrey, agre·
gado como cirujano mayor de los hospitales, al
ejercito del Rin, mandado por el viejo Mariscal
Luckner, llegó al cuartel general de Strasburgo
el 1° de Abril de 1792,




LARREY. ti
Encargado de la direeccion quirúrgica de


una division llJandada por Custilles, Larrey eo-
noeió desde los primeros encuentros la organiza-
eioll viciosa de los hospitales de campaña. Segun
los reglamentos militares debian estos estar cons-
tantemente á una legua del ejército. Se dejaban
Jos heridos en el campo de batalla durante toda
la accion; despues los llevaban en brazos ó so-
hre fusiles á un local favorable, donde se tras-
ladaban los hospitales lo mas prouto posible;
pero el gran número de equipages interpuestos
entre ellos y el ejército, retardaba muchas h(l-
ras su llegada, de modo que la mayor parte de
los heridos perecian por falta de socorros sumi-
nistrados á tiempo.


Larr"y concibió desde entonces el plan de
unps hospitales, que pndieran seguir todos los
movimientos de la vanguardia, como la artille-
ria volante; al principio habia illeado hacer lIe·
var los heridos en ca ballos con una especie de
angarillas; pero la esperiencia le hizo conocer
pronto lo iusuficiente de aquel medio, y pro-
tegido por el general Custiues, y con la (~elosa
cooperaciou del Comisario General Yillemanzy,
organizó pronto un sistema de carruages sus·




12 PERSONAJES CELF.BRES.


pendidos, que reunian á la comodidad la lige-
reza y solidez, que podian seguir todas las evo-
luciones del ejército, y contener tendidos á lo
largo, sobre un colchon, á dos y á cuatro he-
ridos_ Estos carruages, acompañado cada uno
de un facultativo y de enfermeros á caballo, se
dirigían á todos los puntos del campo de batalla,
facilitaban la curacion inmediata, y el rápido
trasporte de los heridos á los hospitales de pri-
mera linea_ Este sistema, conocido por el nom-
bre de hospitales volantes, establecido primero
en el ejército del Norte, se estendió sucesiva-
mente á los demas, y adoptado en el dia por
la mayor parte de las potencias de Europa, ha
llegado á ser uno de los mas bellos títulos de
gloria de su ilustre fundador_


En un combate oscuro, dado á los Austria-
cos por la vanguardia de Custines, eu un desfi-
ladero de las montañas de Oberuchel , fue don-
de Larrey ensayó su sistema, y donde se vió
por primera vez ;Í un cirujano curando heridos
en medio del fuego. "Este combate, dice Larrey,
me habia causado al principio una viva impre-
sion; pero el placer interior que sentí con la idea
del eminente s~rvicio que acababa de prestar á




LARRE\ 13


los heridos mi nu€va institucion, consiguió bor-
rar pronto los sentimientos que me afectaban, y
desde aquel momento he visto tranquilo los com-
bates y batallas á que he asistido." (*) i Que di·
ferencia, sin embargo l entre el valor fácil de
un combatiente exaltado por el ardor de la lu-
cha, y la fria intrepidez de un cirujano mili-
tar obligado á desafiar la muerte sin darla!


La mortífera batalla dada el 22 de Julio de
1793 delante de Maguncia, valió á Larrey una
primera mencion honorífica en el Monit~r. El
General Beauharnais que le recomendaba á la
Convencion , siguió pronto á Custines en el ca-
dalso. El ejercito del Rin fue reunido al de La
Mosella, bajo el mando en gefe de Hoche; y
I.arrey, agregado con su hospital á la vanguar--
dia, mandada por Desaix, contrajo con este no-
hle soldado una amistad. que la muerte debia
romper cruelmente en Marengo. Durante el cur-
so de aquellas dos campañas, el jóveu cirujano
operando sin cesar sobre el campo de batalla,
pudo convencerse de la necesidad de la amputa-
cion inmediata, cuando está indicada. Esta opi-


(» Memorias de drujia militar, y campañas de
D. Juan Larrey tomo 1 pág, 6i.




PEllS0:\\.J1iS CELEIl 1; Es.


lIion era contraria;Í los preceptos establecidos
por los cirujanos de mas nota, especblmente
Faure y Bilguer. Virrey preparo los elemento.
de una ~lemoria, publicada despues, en la l1ual
demostró victoriosamente el error de Faure y
sus peligrosas consecuencias: su doctrina,
acompañada de mil observaciones. ha pren leei-
do completamente en el dia~


Al concluirse la campaila del Rin, Larre} li-
geramente herirlo en las lineas de \Vissemburgo,
fue enviado á Paris por los Generales y los Re-
presentantes d el pueblo, para organizar comple-
tamente y establecer en los demas ejércitos su
sistema de hospitales volantes. Pero la Conven-
cion habia resuelto una espedicion contra la Cór-
cega; Larrey , nombrado cirujano en gefe de ella,
tuvo órden de m~rchar á Tolon. Aprovechó sin
embargo su cortn estancia en París, para re.1li·
zar los votos formados mucho tiempo habia,
casá!ldo~e, en aquel mismo aíio de 1794, con
Mlle. Laville-Lf'roux, una de las hijas del ex-
:\Iinistro de Uacienda deT,uis XVI. No habiéndo-
se podido realizar la espedicion contra Córcega
a causa de los cruceros ingleses, Larrey despups
de [l1Sar nlguu til:'mpo Pl, el ejérrito de los Alpes




LABRE\. 15


itlaritilllos , fue enviado al de los Pirineos Orim-
talc,. duude llegó para asistir al glorioso fin de
Dugornmier que murió en sus brazos, roto el
pecho por una granada, en el mortífero asalto
de Jiigueras.


Hecha la paz con Espaüa, el jóvcn cirujano
en gefe marchó a Paris para restablecer su salud,
pero fue enviado de lluelO á Tolon, esperando la
salida de la espedicion para Córcega, que se
diteria continuamente; por ultimo, tué llamado
¡j Paris para ocupar Ulla plaza de profesor en
la ¡~scuela Militar de Sanidad, que se acababa
de estahlecer en el ral-de-Grace. Mientras pro,
resaba cou buen é\lto la anatomía, Bonaparte
le pidió; Larrey salió el 1.0 de Mayo de 1797,
halló concluida la calnpaña de Italia, pues
Bonaparte acababa de firmar los preliminares de
¡JJZ en Leoven. Despues de visitar las provincías
conquistadas, inspeccionar los hospitales, esta-
blecer colegios de cirugia en varias ciudades, y
remediar una epizotia que devastaba los campos
del Friul, Larrey organizó su hospital volanle,
formando una legion de 340 individuos, entre
facultativos, ayudantes y soldados. La le.gion.
'e repartía en tres divisiones, y cada una dp




16 PERSONAJE!> CELEBRES.


ellas tenia doce carruages. Bonaparte quedó muy
satisfecho de las maniobras y evoluciones de aque-
lla nueva legion quirúrgica, y como preveia sin
duda que Larrey seria el hombre á quien mas
ocupacion habia de dar en el mundo, resolvió
desde ent01lces unirlo á su fortuna. En efecto,
pocos meses des pues , cuando Larrey hallia vuel-
to á seguir sus cursos en Paris, fue nombrado
cir¡¡jano en gefe del ejército llamado de Inglater-
ra, y el 19 de Mayo de 1708, al frente de 108
cirujanos, elejidos entre los mas instruidos y
animosos, se embarcó para Egipto, donde le es-
peraban tantas fatigas y peligros, y donde de-
llia desplegar tanto valor y decision. Siempre
presente en las batallas, en medio de los solda-
dos que animaba su presencia, ofreciéndoles la
esperanza cierta de un pronto auxilio si eran he-
ridos, en Alejandria, en Chebrcisse, en las Pi-
rámides, en Jaffa, en San Juan de Acre, en
las dos batallas de Abukir, en Heliópolis, por
do quiera en fin donde la muerte le llamaba ai
combate, se vió al intrépido lLarrey acorrer á su
llamamiento, para arrancarle de entre el fuego
ñ generales, oficiales y soldados.


Pero no se contentaba la muerte con diez.




LARREY. 17


mar en los campos de hatalla ; se presentaba en
todas partes y hajo todas formas. Heridos, apesta-
dos y enfermo~, era preciso acudir á todos; impro-
visar bospitales, medicinas, medios de curacion;
suplir con ingerIiosos inventos á todo lo que
faltaba; registrar con peligro de su vida los ca-
dáveres de los apestados, para buscar en ellos
el secreto del contagio; suspender los beridos
:í los camellos y á los cahallos, para que atra-
vesáran el desierto; cuidar de la salud del ejér-
cito, tanto en guarnicion como en call1paila;
purificar Jos hospitales, mantener la limpieza,
sanear por todos los medios posibles alirnellto~
de mala calidad; por último, hacer frente á todas
las plagas reunidas, tal fue la mision noblemen-
te desempeüada durante cuatro arios por Larrey.
Solo en la espedicion de Siria, que duró dos
meEes, en Ja[[a y S. Juan de Acre, diez y siete
cirujanos y once farmaceúticos pagaron con la
vida su noble ardor por imiiar el ejemplo de
su gefe. Durante la primera hatalla de Abukir,
Larrey curaba á la vista de Bonaparte al Gene-
ral Fugieres, herido de un modo que se creia
mortal, y el cual considerando llegada su últi-
ma hora, ofreció á su gefe, como un recuerdo,


2




18 PERSO;'\AJES CELEBHEg,


un precioso acero damasquino gU8rnicirlo de orel
"Lo acepto, contestó BonapGrte, pero es para
darlo al hombre que va á salvnros la vida,»
E hizo gravar en la hoja eOIl letras de oro estas
dos palabras Aúukir , Larrey, (')


Cuando Bonaparte dejó Sil ejército de I~gipto
para ir á derribar el Directorio, J,nrrey conti-
nuó en su puesto; y en medio de todas las fati-
gas de Sil vida. tuvo aun lugar para hacer inge-
niosas observaciones sobre el clima, los produc.
tos oel suelo y las costumbres del Egipto; y tra-
bajos llenos de ¡¡¡¡eres sobre las enfermedades
endémicas del pais; parte de estos trabajos se han
insertado en la grande obra del Instituto sobre
el Egipto, y la otra figura en las Memorias de
Larrey, llenas de disertaciones curiosas sobre
los efectos producidos por los mil medios de
destruccion inventados por el hombre,


Hasta Larrey habia muchas heridas conside-
radas generalmente como desesperadas; las de


(') FI Gpucra! Fugieres se salvó en cf'Jclo; pero Lurrey
no ha podido b'asmitir á sus hijOs aquel glorioso testimo-
nio del aprecio de Bonapnl'te. Aquel sablepncioso, quince
años despucs en el gran .[psa,trc de Walcrloo, fue quitado
por los solJados p~usianos al ilustra cirujano, lu'ricto y
pl'isioia:~'o,




L.U\REL 19


arma de fuego en las articulaciones estaban en
este caso. LIl amputacion del brazo por la espalda
era tenida casi siempre por inútil; pero sobre
todo, se consideraba como una quimera la po-
sibilidad de huen éxito en ia amputacion coxo-
femoral, esto es, la estirpacion del muslo en
su union con el tronco. Larrey, partiendo del
principio de que el deber del cirujano es luchar
contra la muerte, hasta el último momento,
lÍespues de haber conseguido numerosos triun-
fos, pn la amputacion del brazo en la articu-
ln,:ion con la espalda, en la de dos muslos á un
mismo heriúo, de dos piernas, de dos brazos,
r~sol vió emprender esta terrible operacion de la
fstirpJcion del muslo. Los tres primeros ensayos
hechos en Egipto no salieron bien; pero ademas
de qlle tuvieron la ventaj3 de dulcificar la ago-
;¡IJ d" los heridos, á q\lif':,'~s lwsta entonces
se dp.i~ha morir cntre padecimientos horribles,
al pilSO que la am¡mtacion les devolvia la calma
:;¡no la "ida, el mal éxito fue debido á causas
puro mente accidentales. En las call1pJiías pos·
tEriol'cs, Larrey fue m;:¡s diclloso; Napoleon
no le escaseó el trabJjo,'y la amputacíon
eo-s::o-femoral !u; sido decididamente intro-




20 PERSONAJES CELJ;IlRES.


duci da por él en la prn <'tica del arte.
Por último, In evacuarion del Egipto per-


mitió al ilustre cirujano descansar un poco de
sus fatigas en su patria. Encargado de las fun-
riones de ciruj ano en gefe de la guardia de los
Cónsules, I,arrey se ocupó en publicar su Re/a-
cion quirúrgica del ejército del Oriente. Pero
no debia vagar mucho tiempo; Bonaparte heeho
Emperador le llamó al campo de batalla. Las
campañas de F!m y de Austerlitz, de Sajonia
y de Prusia, b de Polonia, la prilllera y se-
gunda de EspJi'ía, por último, la lirilhlllti' ~.
lápida de \V~grJm, vieron á Lill'rey y á SlJ~
hospitales volantes arlquirir sin ce;;ar l1uevos ti-
hilos al reconorimiento del ejéreitó • .1.\'0 hubo
batalla en que no estmiese Larrey, ni herido
gran' en 13 GlI,mlia Imperial que no pasára por
sus manos, dehiéndole casi todos los Gelll'ra-
les heridos la consel'vacion de su vida ó el haher
dulcificado su agonía.


En la terrible batalla de Eylau, Larrey ha.
bia tenido que situar su cuartel general á Utl
centennr de toesas dB la refriega) en unas gran-
jas destechadas, en las cuales caía la nieve en
abundancia. Los heridos llegaban á centenares,




LARREY, 2t


y estaban tendidos en montones de paja. cubier-
tos de nieve. Los cirujanos no podian manejar
los instrumentos á causa del frio; pero su gefe,
sacando de su filantropia un ardor sobrenatural,
permanecia solo en pie, activo, infatigable en
medio de los lastimosos ayes, cor,riendo como
el rayo de uno á otro herido, sin mas distincion,
que la gravedad de la herida; pasando de una
amputacíon á una sutura, de esta á un trépano,
iÍ estraer una uala, á una cura cOIl1[Jlicad'l, de-
teniendo en fin en todas partes con IllanO {irme
el dolor y la muerte. De repente, el ala derecha
del enemigo hizo un movimiento para emolver
la izquierda del ejército francés. y una columna
rnsa amenazaba arrojarse sobre el hospital. In-
trodújose un rspantoso desól'deu eutre los herí-
dos; los que podían andar procuraban huir, y
los otros hacían esfuerzos para seguirles, Larrey,
que acababa de cortar nna pierua, viendo aquel
desórden y tenor, se arrojó al encuentro de los
heridos, les tranquilizó asegurándoles que su
situacíon seri~ respetada, y que él y sus de-
pendientes estaban prontos á morir antes que
abandonar el puesto; con el ausilio de un pe-
loton de so Idados enfermeros contuvo ÍJ los mas




PERSON.\1 ES e ELEIlRES.


vigorosos, reslableció el órden, y continuó su ta-
rea, mientras una carga de caballeria rechw<aba
á la columna rusa y alejaba el peligro.


Tal era Larrey en Eylau, tal hahia sido en
Austerlitz y Jena, tal fue en 'España y en Wa-
gramo En esto. última campaña fue cualldo des-
pues de haber operado con buen éxito á una
docena de Generales, tuvo el pesar de ver la
insuficiencia de su celo y su talento cont.ra la
herida mortal del Duque de l\Iontebellú. á quien
ya habia salvado otra vez en España. (*)


Despues de nombrado Comendador de la Le-
gion de Honor sobre el campo de batnlla de
Austerlitz, Larrey, creado Baron del Imperio
en Wagram, r"gr~só á Francia para desempeüa!'
su cargo de cirllj~mo en gefe de la Guardia. Aca-
baba de pnblicar á principios de 1812 los tres
primeros tomos de sus Memorias, cuando fue
llamado á poner el sello ci su gloria, en medio


(tí En una fuerte y peligrosa caida del caballo qne tuvo
d Mariscal, recordó Larrey que habia visto á los Es.:¡ui-
majes envolver en la pirl de animales desollados á los
marineros arrojados á las costas. Se resolviú a envolver
111 Mariscal con la piel ce un enorme carnero reciente-
mente de;ollado, y á lo~ cinco dias pudo montar a ca·
ballo.




LABREY. 23


dtJ la mayor catastrofe militar que el mundo ha
visto. ~oll1brado en 12 de Fehrero de 1812, por
un decreto del Emperador, cirujano en gefe del
grande ejército, partió Larrey para Maguncia,
donde deLia reunirse al cllartel general. Seis me-
ses despues, un ejército de 400,000 hombres pa-
saba el Niemen, y Larrey le seguía al frente
de un regimiento de cirujanos, y de numerosos
furgones de JJO!>pitales. Otros se;s meses habían
de pasar, y de aquellos 400,000 hombres apenas
debian de qutdar 300,000 j Y Larrey, aislado
en medio de aquella masa confusa, estenuado
por el hambre, el cansancio y el frio, llevando
de la hrída el último caballo que le quedaba,
con la barba y las cejas cubiertas de témpanos
de yelo, y no ha hiendo conservado de todo su
equipage mas que un termómetro que llevaba
colgado de un ojal, y que sellalaba 280 bajo
cero, debia aparecer en la frontera prusiana,
dor.de segun dice él mismo tuvo por primera vez
desde Moscou la dicha de hacer una comida
completa, y de acostarse en una cnma.


En las orrillas del Moskowa, Larrey privado
de la mayor parte de sus cirujanos, y de los
cajones de los hospitales que se habian quedado




24 PEllSO",-AJES CELEBRES.


en Smolensko, recibió órden de ¡'repararse para
los resultados de una gran batalla. Fue en efect o
la mas sangriema de todas las del IIll¡)erio.
l.ksde las seis de la mañana hasta la noche,
GOO,OOO hombres, provistos de 2,000 piezas de
artillería, se batieron en un espacio de una le-
gua cuadrada de terreno. Los Rusos perdieron
30,000 hombns y 20,000 los Franceses, habiendo
sido muertos ó heridos en aquella famosa jorna-
da 40 Generales franceses. Larrey, despues de
tomar un cirujano de cada regimiento, estableció
su hospital general en el centro de la línea de
batalla. Hubo ) 0,000 heridos, de los cuales dos
tercios pasaron por el hospital general. Precisado
á encargarse él solo de todas las operaciones
difíciles, Larrey hizo durante las primeras vein-
te y cuatro horas, mas de doscientas amputacio-
nes de uno ó de dos miembros; pero todo fal-
taba, paja, cubiertas, hilas, vendages, subsis-
tencias; fue preciso recurrir á la carne de caba-
llo para dar caldo á los heridos, y la mayor
parte de aquel/os desgraciados, salvados con tan-
to trabajo, perecieron despnes en la retirada.


No describiremos aqui la larga marcha desde
Moscou á la frontera de Prusia, en la que cada




LAI\RE~ . 25
regimiento francés dejaba un cadúver á cada pa-
so. Larrey halló en su energía moral y eu su
constitucion robusta, no solo tuerzas para re-
sistir, SillO tambien para reanimar y sostener
por cuantos medios- estaban á su alcance aquel


Inllleuso re{¡iItÍ"a ele lÍ<lm!Jres, orL'8'"6'/;)"' .. • r .dé'sm.-p-
ralizados. Sabidas son las horribles escenas del
paso del Beresina. Antes da romperse los puentes,
Larrey habia pasado ya á esta orilla; pero ad-
rirtiendo (lue en el desórden habia olvidado al-
gunas cajas de instrumentos de cirugía, necesa-
rios para los heridos, volvió á pasar el rio. En
aquel momento se rompió uno de los puentes, y
la muehedum])re, empujada por las balas de
cañon rusas, se precipitó sobre el otro. Larrey
arrastrado por el movimiento y sofocado, iba á
perecer. Nombróse, fue reconocido, y al mo-
mento aquellos soldados, á quienes la desespe-
I'acion hacia furiosos, aquellos soldados capaces
de pasar por encima del cadáver de sus Gene-
rales, y de los cuales el mas fuerte derribaba, y
pisoteJba al mas débil, se conmovieron al oir el
nombre querido de Larrey, y abriHon paso al
hombre que fue por tanto tiempo su Providen-
cia: y L~rrey, trasportado de mano en mano,'" - ~




26 PERSONAJES CELEBRES.


se encontró sobre el puente, que pocos momen-
tos despues de haberlo pasado se hundió bajo ('1
peso de la multitud.


Durante los últimos años del Imperio, Lar-
rey tuvo la misma decision y celo en los di as de
desgracia que en los de triunfo; despues de
las batallas de Lutzen 1 y Bautzen, no temió
oponerse al mismo Emperador para defender el
honor de una multitud de heridos, á quienes se
acusaba de haberse mutilado voluntariamente. (')
En Dresde, en Leipsig, ellHanau en 1814, au-
rante los mil combates de la memorable cam-
paña de Francia, Larrey se mostró siempre el
mismo; cuando la salida del Emperador para
la Isla de Elba , quiso acompañarle. "Perteneceis
al ejército, le contestó NaQoleon; debds segui:r-
le, y no sin pesar me separo de vos." Larre)'
sin embargo, dominado por una negra melancolía
desde la salida de su ilustrr. protector, habia
pensado reunirse á él, cuando supo su inespe-
rada vuelta. Fue preciso correr de nuevo al
enemigo. Despues de la derrota de Waterloo,


(') Vease el Memorial de Santa Elena. Napoleon, dig-
no apreciador de tan noble franqueza, recompensó á
Larrey con un regalo de 6,000 francos, y unu peosion
de '3,\)\)\) sobre el Estado.




LARREV. 21
Larrey preeisado á seguir el movimiento de re-
tirada, y marehando á la cabeza de su pequeña
legion quirúrgica, fue cortado por un cuerpo
de lanceros prusianos. Creyéndole poco numero-
so, quiso abrirse paso, y se precipitó sollre el
enemigo, snble en Illano, con los que le se-
guian; pero su (·aballo cayó herido, y él mismo
con dos sablazos en la cabeza y en la espalda,
cayó sin sentido. Mientras los enemigos perse-
guian á sus compañeros volvió en sí, y se ar-
rastró hasta las orillas del Sambra, donde al
fin fue hecho prisionero. Quitáronle sus vesti-
dos, sus armas, y su dinero; su estatura, el
color de su rostro, y un leviton gris que lleva-
ha, le daban alguna semejanza con Napoleonj
como á tal le condujeron á un General prusia-
no, el cual furioso por el engaño, mandó que
aquel prisionero fuese fusilado inmediatamente.
Los soldados preparaban ya las armas, y un
cirujano prusiano iba á vendarle los ojos, cnan-
do de repente conoció al célebre facultativo fran-
cés, cuyas lecciones de clínica habia seguido en
Berlin; se apresuró á pedir la suspension de
aquella órden bárbara, y Larrey fue conducido
ante el General Bulow, el cual le envió al Ge-




28 PERSClNAGES CELEBRES.


neralísimo Blucher, cuyo hijo hahia s¡,h"do en
Ji. campaña de Austria. Blucher le vistió, le dió
dinero, y le dirigió á I,ovaina, donde pudo ha-
cerse curar sus heridas. Larrey al regresar á
París, lo encontró por segunda vez. ocupado por
los estrangeros.


Los primeros años de la Restauracioll fueron
para él muy penosos; cOllsiderado como UIlO de
los mas decididos partidarios de Napoleoll, se
le privó de su título y emolumentos de luspec-
tor general de sanidad militar, perdió á un
tiempo su dotacion y sus pensiones, y solo con-
servó su empleo de cirujano en gefe del Hospi-


tal de la Guardia, porque se conoció la dificultad
de reemplazarle, y porque se temió disgustar
~ la Guardia Real que le era muy adicto.


Habiendo desdeñado siempre las riquezas, al
Baron Larrey no le espantó la púbreza; rehu-
só proposiciones brillantes de los Soberanos es-
trangeros, por no separarse de su pais y de sus
queridos soldados. En 1818 le fue devuelta la
pension de 3,000 francos concedida por l\apo-
Illon; redactó despues el cuarto tomo de sus
campañas, escribió su grande obra de Clinica
quirúrgica, y en 1829 fue nombrado Profpsor




LARRE\ 19


de la Academia de Ciencias, eu reemplazo de
P elletund.


En la revolucion de Julio de 1830, Larrey
permaneeió fiel á su honrosa y filantrópiea mi-
sion; no contento con prodigar sus cuidados,
durante aquellos tres dias, á todos los heridos
sin distindon de opiniones; con su firmeza supo
rechazar á una turba de furiosos, que querian
asesinar á los heridos de la Guardia. Despues
de un viaje á Bélgica para organizar los hospi-
tales del ejército belga, regresó á París á des-
empeüar las funciones de Cirujano en Gefe del
Hospital de Invúlidos. Nombrado al mismo tiem-
po individuo de la Comision Central de Salubri-
dad pública de Paris, pronto hubo de luchar
contra el cólera, no solo en la capital sino en
las provincias, manifesta ndo en todas partes la
misma infatigable intrepidez, la mas completa
abnegacion.


Despues de tantos trabajos, el ilustre cirnj a-
no se hubiera sin duda complacido en acabar
sus dias eu medio de los 4,000 valientes que le
adoraban, y á cuya mayor parte habia M curado
en el campo de batalla; pero el destino lo de-
cidi.¿ de otro modo, y viendo que no podia cor·




30 PERSONAJES CELEBRES.


regir los abllsos, se resolvió ú pedIr su retiro
Acababa de llorar sobre los restos gloriosos


del Emperador, cuando le acomet¡.í el deseo de
volver á ver tiendas árabes, y el sol de Afriea
que debia reeordarle los hermosos dias de su
juventud. El Mariscal Sou!t le propuso una mision
ell Argel; la aceptó, y partió lleuo de alegria,
á pesar de sus 76 años. A la vuelta, en el trán-
sito de Argel á Tolon, se agravó repentinamente
una afeccion de pecho de que adolecia; llegó
sin embargo hasta Lion, donde espiró en brazos
de su hijo, el 25 de .Julio de 1812; Y el mismo
día espiraha en Bievre, en los hrazos dl' su hija,
la noble compañera de su larga existencia.


El cadáver de Larrey fue trasportado ,í París,
donde se celetraron sus exequias el 1 t de Agos-
to, y enterrado en el cementerio del Padrc La.
ehaise, en un srpulcro construido por Sil fami-
lia. El Consejo Municipal de París, ;Í propuesta
de l\1r. Arago, concedió el terreno gratuitamente
y con título perpétuo. Lu gratitud )'celama que
Fe erija un monumento a tan insigne defensor
y auxiliauor de la humanidad, }' no dudamos
que la Fraacia sabrá llenar sus votos, y los di 1
Grande hombre, que m~jflr que nadie podia apre-




LAl111EY. 31


l'iJf, pOl' verlos de cerCil, los merecimientos de


LJrrry.
gl Baron Lnrrey era de cortn estatura, pero


tenia una compleccion salla y vigorosa; sus fae-
dones eran dulces y regulares, el rostro ova-
lado, los ojos un poco salientes, y el cráneo no-
tablemente desarrollndo, y de gran cireunferen-
r:ia ('omo el de Napoleon. El amor á la humani-
dad era llevado por él hasta al entusinsmo. Poco
arcesible á las emocioJlrs de la vida comun, es-
perimentaba Jos implllsos de Ja mas tierna piedad
it la vista de los enfermos, y lIO dejaba de acom-
paliar con sus 13grimas el dolor de aquellos á
quienes opernba, con unn apnrente insensibilidad.


Cuantos se dedican ~l noble arte de curar
¡¡"'!len en 1.3rrey un gr¡m modelo que imitill'










]). J. M. PUIG SAMPER.


"La unidad de la creencia se for-
talece COD la pureza Jel dogma y la
exactitud de la dj~ciplína, apoyada
por el bralo fuerte del Poderio Real,.


PUH; SAIIPER .


.....


l\'o son solo las hrillantes hazañas militares,
ni los feli'ces result~dos de háhiles negociado-
res diplomaticos, las que dáll justos titulos á
pasar á la posteridad, con la calificacÍon de
hombers célebres. Al que administrando recta é
imparcial justicia, sostu~ (, CODst¡;lJtel'1ede los;
mas sacrosantos y (;aros lo ¡,j.-to:, ,le la f;.;;ie:lad,
y al que con sabias y pl'uJeiltes adrcri.encias,




2 PERSONAJES CELEIllIES.


ilustró la opinion y la conciencia del Monarca,
en los respetables escaños de sus Consejos, d·
beJe en justicia el derecho de que la historia
le coloque entre lo~ hombres esclarecidos de su
patria.


A este número pertenece el relipetahle y dig-
no Magistrado D. José l\Iaría Puig Samper, hon-
ra y prez de la Magistratura Española, cuya
biografia va á ocuparnos. Nació Puig Samper eu
la ciudad de Valencia, el 8 de Diciembre de 1753,
de padres nobles, y aunque no ricos, bastante
acomodados para atender á su educacion con
toda la solicitud paternal correspondiente á su
clase. Siguió la carrera de las letras, con nota-
ble aplicacion, en la Universidad de Valencia,
su pais natal, y recibió en ella el grado de Doc·
tor en leyes. Opúsose, muy jóven todavia, con
éxito brillante á Cátedras y Pabordías, y re-
gentó en la misma mas de una, por nombra-
miento de su Gremio y Claustro. Recibido de
abogado en el Cologio de aquella Real Audien·
ci>l, adquirió desde luego tan alto concepto en
el ejercicio de esta noble profesion r ~ue mereció
se le encargasen los llegoelos mas importantes y
complicados; y que el mismo Tribunal le con-




PUlO SAJlPER. 3


fiase las comisiont's mas delicadas y espinosas
del servicio público; habiendo debido á la pru-
dencia, ct'lo y acierto que demostró en su des-
empeño, ser clevado á la Magistratura, en cuya
Cal'rera siguió paso á paso, y sin las im pro vi-
saciones que, para daño de la sociedad y men-
gua de tan respetable clase, introdujo algunos
añoli despues, primero el favoritismo, y mas tar-
de la conmocion social que las revoluciones hi-
cieron sufrir á esta trabajada Monarquía.,


En efecto, á los 34 años de edad, esto es
en 1787, fue nombrado Puig Samper Ministro
de la Audiencia de Mallorca, y en ella comenzó
muy desde luego á dar muestras de lo que
podia esperarse de su providad , de sus luces, y de
su infatigable aplicacíon y constancia en el tra-
bajo; confirmando de este modo el relevante
cOiJCepto que habia merecido al Gobierno, y, le
habia iniciado en la l\Iagistratura.


La i'erolucion francesa de I i89, que desde
su funesto orígen habia amagado que podria po-
ner en zozobra y combustion todos los Estados
de Europa, se habia ido e!lIhl'aveciendo mas y
mas, y llamaba imperiosamente la atcncion del
Gobiel'llo para impedir qué esta lava incendiaria,




4 PERSONAJES CELEBRES.


penetrase, como era de recelar de su espiritu
caracteristieo de propaganda, en las lfmitrofes
Povincias españolas; y la ~onfi;¡nza que Puig
Samper merecía ya del Gobierno por todas sus
dotes, y especialmente por su firmeza y ener-
gía , le colocó des.de luego á la cabeza de la Heal
Audiencia de Zaragoza, nombrandole su Regellte
en t 794; habiendo sido sucesivamente trasladad(l
y elevado á la Presidencia de la Real ChancilleríJ
de Granada en 1800 ,y sucesiva y rápidame¡,te á
una plaza del Real y Supremo Consejo de Cas-
tilla, despues de haber sido condecorr.do con la
Cruz de Cárlos IlI; distincion en verdad, que
en aquella época uo se ()oncedia con la fre-
cuencia que en las que han sucpdido, y merecia
un grado de aprecio y de consideracíon mucho
mayor y muy diverso del que ha tenido des-
pues.


Sabido es que el Real Consejo de Castilla,
no solo egercia entonces la suprema autoridad
en la administracion de justicia, sino que es-
tendia su inspeccion á la mayor parte de los
diferentes ramos de la civil y económica del
Estado; halló, pues, Puig Samper en el Su-
premo Senado español un ancho campo á su




PU IG- SAMPER.


capacidad, y nuevas y mas brillantes ocasiones
de servir con provecho y con gloria á su Rey,
ya sn Patria.


Seis años hacia que Puig ocupaba dignamente
su puesto en el Consejo de Castilla. cnando em_
pezaron á apareeer sobre la desventurada Espa-
ña los primeros síntomas de la conmocion fu-
nesta de las pasiones políticas, que circunserip-
tas á la saZOll al estrecho recinto del Palacio de
los Reyes, h¡,blan de ir ganando terreno, hasta
invadir como desbordado torrente, todos los
ángulos de la Monarquía en ambos continentes.
t:n efecto, en el año de 1807 sobre\'illO la fa-
mosa causa del I<:scorial, y Puig Samper, que
ocupaba entre todos sus dignos compañeros un
lugar distinguido, pero que al mismo tiempo
era señalado por la rectitud y severidad de sus
principios. 110 fué designado entre Jos siete ju¿-
ces especiales que habian de conocer, ó sí se
quiere lllodillcJr el curso y resolucion de esta
célelJre causa. mas Líen confo~ll1e al aire é ins-
piraciones de la Corte, que á los trámites y de-
eisiones de las leyes; sin que por eso desme-
reciese nada del aprecio y confianza del Gobier-
110, que en cOllfirmacion de la que constante-




6 PERSONAJES CELEBRES.


mente le merecia, le nombró en 806 Juez Pro-
tector de la Real Cabaña de carreteros del reino;
en 807 siguiente, Camarista de Castilla, y en
fin del mismo año individuo de la Junta Su-
prema de Comercio y Moneda.


En tal altura se halluba el respetable y digno
!'spañol, llamado mas tarde el primer Magis·
trado de España, cuya biografia nos ocupa, al
dar principio la revolucion del año 1808. Sabido
es la parte gloriosa que la historia de aquella
importante época atribuye al Consejo de Casti-
lla, resistiendo los primeros pasos de la usur-
pacion estrangera, intentada por el soldado de
fortuna, ante cuya espada, hasta entonces in-
vencible, cedia el mundo entero. No le cupo,
pues, escasa parte en tan esclarecidos esfuerzos
al respetable Puig Samper, que decidido á no
transigir con el usurpador, abandonó su casa y
arrostró la consiguiente é inevitable confiscacion
de todos sus bienes, retirándose á la Isla gadi-
tana, baluarte iJlexpugnable de la Independen-
cia española, y en la que, muy pronto debia
presentársele un nuevo teatro en donde pres-
tar á su Patria servicios no menos importan-
tes y señalados.




PUlG SAMPER. 7


Hallábanse en efecto en cádiz todos los áni-
mos, en aquellas circunstancias, en la mas viva
agitacion: cuestiones gravÍsimas ocupaban y
dividian la opinion de todos los buenos españo-
ñoles, reunidos en su recinto: la Regencia que
habia sucedido á la Junta Central, cesaba: las
Córtes debian nombrar una nueva que reasu-
miese el poder ejecutivo, y la reem plazase en la
dificil administracion del Estado: dos bandos
igualmente respetables dividian el Congreso; for-
maban el primero los amantes de las reformas
y de la libertad de imprenta, y componian el
segundo los anti-reformistas ó quietistas, y ha-
cÍanse mútuamente una cruda guerra: era pues
preciso fijar la vista para la eleccion de Regen-
tes en hombres, que reuniendo prendas, dotes,
y sobre todo una probidad á toda prueba, ins-
pirasen á todos confianza, y que ascendiesen
al poder con todo el prestigio necesario para
poderle egercer con la firmeza y desembarazo
que tan apurada situarion exigia. En este con-
cepto fueron en efecto elegidos, casi por una-
nimidad, el General D. Joaquin Blake. el Gefe
de Escuadra D. Gabriel Ciscar, y el Capitan de
fragata D. Pedro Agar; 'j balUmdose ausentes




8 PERSONAJES CELEBRES.


los dos primeros, lo fué al mismo tiempo, en
calidad de suplente, nuestro Puig Samper, que
instalado y posesionado inmediatamente de este
alto destino con toda la solemnidad é insignias que
las Cortes habían creído necesarias para darle el
mayor rtialce posible, correspondió en el corto
espacio de tiempo que le desempeñó, á las bien
fundadas esperanzas, que las mismas habian con-
cebido de su sabiduría y discrecion al elevarle
á él.


En la nue~a orgallizacion de la administra-
cion de justicia, se habia subrogado en lugar del
Consejo de Castilla un Supremo Tribunal, y en
é'1 naturalmente no podia mt'nos de ocupar,
como ocupó en efecto, un lugar distinguido el
antiguo y respetable Puig Samper, despues de
h-aber cesado en la espinosa y temporal comision
de Regente. Ageno á las pasiones y á los par-
tidos políticos, sobrado ardientes ya. se con-
servó en este puesto, contentándose con admi·
nistrar justicia, con aquella rectitud é impar-
cialidad nunca desmentida en tantos años como
vestia la toga. Asi pues, y considerado natural-
mente estralio á todas las pasiones y peripecias
políticas de aquella época, al restablecerse en




PUlG SAMPER.


lSi'! l8s cllltiguas formas de Gobierno, volvió á
desempeilar, por disposicion del Monarca, su
antigua plaza en el Consejo de Castilla_


Bien conocido por su amor al estudio, al
que había consagrado grán parte de su existen-
cia, la Real Academia de derecho civil y canó·
nico, establecida en Madrid con el título de la
Inmaculada Concepcion de Maria, quiso colocar-
le bajo su benéfico é inmediato influjo, nom-
brándole su Protector en Enero de 18105; Y en
ella, con su frecu('nte asistencia á sus ejercicios,
y con sus vastos y profundos couocimientos,
procuró promover la ilustracion de todos sus
individuos, dispensando su especial favor, yes-
timulando con él á los que mas se distinguían
por su moralidad y aplícacion. Iguales, buenos
y patrióticos oficios se esmeró tambien en prac-
ticar al mismo tiempo en las Reales Academiaa
de Sagrado~ cánones, Liturgia, Historia y Disci-
plina eclesiástica, y en la Greco-latina matriteUS0t
que del mismo modo se colocaron bajo de sus
auspicios; y no menos en la de la Historia, que
creyó honrarse inscribiéndole en el número de
sus individuos, con el título de honorario: ha-


. bien do contribuido todas est~s consideraciones,




10 PERSONAJES CELFBERS'


y las que generalmente se tenian de su gran ca-
pacidad, á que se le nombrase por el Gobierno
uno de los tres individuos de que debia compo-
nerse la Junta encargada de formar el plan ge-
neral de Estudios, y de las Escuelas Primarias
del Reino.


Al paso que las Corporaciones literarias se
esforzaban á porfia en dar á Puig estos reitera-
dos testimonios de su bien ¡merecido aprecio, el
Rey por su parte repetia igualmente los suyos;
y en prueba de ello, en el año 1819 le conce-
dió plaza efectiva en la Cámara de Castilla, y
le nombró Ministro de la Real Junta de Viude-
dades; y en fin del mismo año, le confió el Pro-
tectorado de la Casa de Benificencia de S. Nico-
las de Bari de esta Córte, en la que acreditó de
una manera muy notable su activo celo, é infa-
tigable caridad en obsequio de la humauldad.


Asi pasó Puig Samper los años trascurridos
desde 1814 hasta 1820 • trabajando sin descanso
en calmar malas pasiones, y en proteger yalen-
tar el saber. Verificadas las variaciones políticas
de 1820, Y considerando que Puig Samper era
una propiedad preciosa de nuestra Magistratu-
ra. propiedad de todas épocas y de todas las




P UlG SHIPER. 11


circunstancias, fué inmediatamente restituido á
su antigua plaza en el Tribunal Supremo de
Justicia, en el cual llenó el puesto de Decano
hasta 1823, en que una nueva reaccion, mas
violenta é indiscreta que las anteriores, no res-
petó las canas venerables del ilustre Magistrado;
pues si por un instinto del bien público, habia
sido Puig Samper repuesto por la Regencia en
su plaza del Conse.io y Cámara de Castilla, por
decreto de 20 de Febrero de 1824, fué jubilado
con el designio de srpararle de su puesto, con
otros trece individuos mas del Consejo Real. Tan
atroz escándalo produjo en la opinion esta espe-
cíede golpe de E~tado, aunque tan auálógo á la na-
turaleza y tradiciones del Gobierno absoluto, y mas
en particular la ofensa ta.n inesperada é impro-
pia de la general respetabilidad que merecia Puig
Samper, que el mismo Gobierno, volviendo en
cierto modo sobre sÍ, creyó deber darle una
pública satisfaccion, nombrándole individuo de la
nueva Inspeccion General de instruccion públi-
ca, y restituyéndole á la plaza !le la Cámara de
Castilla, de que tan injustamente le habían
despojado ruines y miserables pasiones, y
en la que estaba llamado á prestar al Es-




12 PERSONAJES CELEBBES.


tado otra vez nuevos y señalados servicios.
En el año de 1825 hallíanse notado sÍnto-


mas de nuevas agitaciones políticas de grave
trascendencia. que aunque duramente reprimi-
das, estaban muy lejos de haberse extinguido.
El Monarca, colocado en la inmensa altura del
sólio, y necesariamente mas alto que las pasio-
nes y los partidos, se había convencido con
recto juicio de la necesidad que el siglo impo-
nia de una conducta templada, y circunspecta
en la Gobernacion del Estado, reprimiendo con
mano segura y firme toda pretension contraria
~ este propósito. Residia ,segun la opinion gene-
ral, el foco del rigorismo y de las medidas vio-
lentas en una pequeña, y menos ilustrada frac-
cion de individuos del Clero, nimiamente adi~­
tos á las ideas de una Curia, que siempre celo-
sa de las regalias de los Príncipes, protectores
natos de la Iglesia y de los ciÍnones, se presen-
taba nuevamente empeñada en sostener ó res-
taurar aquel poder absoluto y omnímodo, que
aun en materias pnramente temporales, ejerciera
en la Edad media; sin reflexionar que el abuso de
él, en lugar de aumentar!(] profunda veneraciOll
y el justo y del:ido respeto á la silla apóstolira,




PllTH SAMPER. 13


habia tal vez mas tarde contribuido no poco á
debilitarle, y aun á entibiar é interrumpir las
buenas relaciones de muchos Soberanos y Esta-
dos de Europa con la Santa Sede, colocan.do
desgraciadamente fuera del centro de la unidad
y de la comunion de la Iglesia Católica, Após-
tolic:!, Romana, pueblos y naciones enteras. Po~
una consecuencia de este espiritu, en un De-
Creto de la Congregacion del Indice de 1) de
Setiembre de 1825, se habian colocado entre
las obras prnhibid:ls el Tratado de Amortizacion
del Cond3 de Campomanes, y el Informe de
la Sociedad económica de Madrid sobre la Ley
agraria, obra de D. l\lelchor Gaspar de Jove-
Llanos; sin detenerse siquiera los calificadores
delante del alto renombre y eminente y reco-
nocida sabiduría de tan ilustres jurisconsultos,
honra y gloria eterna de la España. Circula do
este decreto ó prohiLicion suJ1repticiamente a
varios prelados del reino, contra lo espresamen-
te dispuesto en nuestra legislacion, ninguno
de los que con ocian sus deberes, se permitió
hacer uso ni demostracion de él; si se esceptúa
el de Jaen, que no se detuvo en publicar un
edicto prohibitivo de varias obras, incluyendo




14 PERSONA.IES CELEBRl:S.


en él las dos indicadas, y apoyándose en la
contenida en el Indice; proeedimiento que el
Rey, prévio el parecer del Consejo y Cámara de
Castilla, se apresuró á refrenar, desaprobando
sériamente la conducta de aquel prelado, úni-
co en toda España de quien se tuviese noticia
haber incurrido en esta indiscrccion; y sin ha-
cer en esto otra cosa que seguir la huella y
ejemplo de sus augustos progenitores, y espe-
cialmente del Sr. D. Felipe IV, en su RealCé-
dula de 11 de Febrero da 1648, espedida con
motivo de un Breve del Papa Urbano VIII, en
un caso análogo.


Mas no por eso cesaron los conatos de la
Curia, y de sus adictos ó afiliados en España.
El mismo Cardenal Justiniani, Nuncio Apostó.
lico á la sazon en esta Córte, y de quien menos
podia esperarse, al tiempo de su partida se per-
mitió pasar una nota sin fecha y harto destem-
piada) en la que dirigiéuoose al Bey le espo-
nía lo que en su concepto calificaba ,lfanijiesto
de verdades amargas; afirmando en él " que la
Iglesia de España estaba en verdadera esclavitud;
y que los Ministros del Rey turbab:m su inde·
pendencia, y prOCediendo con ignorancia oculta-




PUIG I'iAMPER. 16


ban al Monarca lo que delJia saber para su re-
medio; " estcndiéndose á otras acusaciones tan
infundadas como graves. El Rey no menos sor-
prendido que irritado con una comunicacion tan
agena de un Prelado respetable de la Iglesia y
Legado Pontificio, á quien habia dado tantas
muestras de su benovolencia y dispensado prue-
vas inequívocas de ella, creyó que no debia de
pasar este papel sin la desmostracion y replica
que por todos conceptos merecia. Ocupaba en-
tonces el Ministerio de Gracia y Justicia y po-
seia toda su confianza el célebre Calomarde,
cuya insuficiencia y escaso saber, especialmente
en materias tan graves y delicadas, tampoco se
ocultaban á la perspicacia de S. l\I. : encargole
sin embargo la contestacion, dejándole entender
que podria consultar el asunto con sugdo que
reuniese todos jos conocimientos necesarios para
estenderla con la dignidad, decoro y firmeza que
por si misma exigia. El Ministro, justamente
tambien desconfiado de sus propias luces, se
dirigió sin vacilar al integro y acreditado ju-
risconsuItó Puig; y este digno l\lagislrado, que
á sus profundos conocimientos reunia una sólida
piedad al par que una entereza de caracter y un




16 PEIISONAGES CÉLEBRES.
españolismo puro; siguiendo los principios y las
doctrinas, tan conocidas, de tantos Prt'lados y
varones ilustreb c:omo le habian precedido, en
análogas circunstancias, en el examen y díscusior.
dc estas delicadas cuestiones, estendió muy pron-
to y con toda la circunspeccioll que le era carac-
terística, un sucinto pero tan luminoso y convin-
cente informe, que de muy buena gana traslada-
riamos aqui; mas no debiendo tener lugar en
una hiografía, nos cOlltentaremos con decír, que
su sola lectura bastó desde luego para tranquili-
z~r el ánimo y calmar la conciencia de un 1\10-
JJnrca, que preciándose del renombre dI' Católico,
no habia podido oir la citada destemplada Nota
sin un profundo y amargo dolor. Estaba en efec-
to tOGO él fundado en los buenos principios del
dprecho público y canónico, y reasumido, si se
puede decir asi, en las breves cláusulas que que-
dan puestas al frente de esta su biografía, y bas-
tan para dar una idea de él, asi como por en-
tonces bastó para poner un coto á sucesivas
réplicas y nuevas exigencias de igual naturaleza.
Habiendo ocurrido poro despues el fnllecimiento
del Gobernador del Consejo D. Bernardo Riega,
puig Samper por un propio impulso dell\IonJrca




PUIG SAMPER. 17


fué colocado al frente de él con el mismo ca
racter.


Agitábase precisamente en aquella I\poca en
este Supremo Senado una cuestion gravísima:
se trataba de la Pragmática Sancion que se pu-
blicó luego en 30 de Marzo siguiente, revocan-
do la disposicion del auto acordado del año 1713
en órdon á la sucesion de la Corona; no dejó de
esperimcntar esta Pragmática en el Consej(l de
Castilla algana resistencia, si bien no muy em·
peñada, de parte de ciertos Consejeros que, de
notoriedad afiliados en el partido apostólico, la
dehatían y consideraban mas bien en el interes
de él, que en el terreno de la legalidad y de
conveniencia pública; pero la respetabilidad
y el peso de la opinion del nuevo Gobernador
del Consejo, reunió y concilió fácilmente todos
los dictámenes. Noticia de los desidentes y de
sus nombres tuvo el Ministro Calornarde, y aun
se mostró inclinado á hacer con ellos alguna
poco grata demostracion; pero el circunspecto
Gobernador, para quien la liberted, la inde-
pendencia y el secreto en I as sesiones eran un
principio y un dogma sagrado, procuró al
instante desvanecer y frustrar los efectos de este


2




18 l'~:RSONAJES CELEBRRS'


ruin y de,'preciable chisllle, tan ageno por otra
parte de la dignidad de los que ocupaban los
primeros asientos de la Magistratura espaüola:
conducta que haciéudole cada día mas recolllen-
dable á los ojos del Monarca, y del mismo
ministro, hizo que se le diese un nuevo testi-
monio del alto aprecio y eonfianza que me-
recia. con los honores del Consejo de Estado,
último grado de las distincion!'s á que en aque-
lla época podia elevarse un hombre público.


Notorios son los sucesos ocurridos en el Real
Sitio de S. Ildefonso en el mes de Setiembre
del año 1832 ('), en cuya época al Rey Fernando,
cerca de exhalar el postrimer suspiro, se le ar-
rancó aquel famoso decreto q\le firmara con
caractéres ininteligibles. Revocaba el Rey en él
la Pragmática Sancion de Marzo de 1830, des-
heredando á sus hijas y restituyendo en su tuer-
za y vigor el auto acordado que la Pragmática
habia derogado. Obra fue esta derogacion del
mismo que habia protegido COIl ardor la pu-
blicacíon de la Pragmática, si bien estimulado
por intereses é intrigas propias y estrangeras,


(ti Veáse la biogrnfia d~ Fernando VlI tomo Ill.




PlJIG SHIPER. 19


de todos conocidas. Dirigió Calomarde cerrado
y sellado este famoso uecreto al Gobernador del
Consejo Real, Puig Samper, para que lo publica-
se en oeasion oportuna; y el venerable anciano,
honra de la Magistratura, lo guardó con ánimo
decidido de no publicarlo, conociendo los vi-
cios legales de que adolecia. Tal fue la decision
del respetable y entendido Puig Samper de no
publicarlo, que apenas lo hubo recibido por
extraordinario, el dia 26 de Setiembre, púso!e
entre sus papeles los mas reservados y secretos;
y llamando á su virtuosa muger, depósito seguro
de su confianza, la dijo. ,,¿ Ves este pliego? (en-
señándole el exterior y sin decirla nada de lo
que con tenia ) conócelo bien por su cubierta;
pues este pliego no lo entregarás á nadie que
no venga con una autorizacion espresa del Rey.»
Tal era la importancia dada por Puig Samper á
este documento, con cuya reserva hizo á Isa-
bel Il y al Estado el mas importante y señalado
servicio. Nadie ignora ya el giro de aquellos
acontecimientos, el cual hizo le fuese reclamado
el decreto por el ministro Cafranga, sucesor de
Calomarde, COll el objeto de revocarle, como se
verificó poco tiempo despues, y para cuyo efecto




zo PERSONAJES CELEllRES.
le fue devuelto con inexplic3vle satisfaccion del
previsor y justi6cado Puig.


Mas ya, en la época á que nos referimos,
empezaban á rugir las pasiones, agitándose se-
gun las impresiones y la direccion momentánea
de las ideas, y de los intereses personales de los
individuos, y ellas en los primeros dias de Di-
ci€lllhre del mismo año de 1832 dieron lugar
á que el respetahle Gohernador del Consejo,
Puig Samper, fuese juhilado y separado de la
escena política. Fuélo en efecto por decreto de
14 del mismo Diciemhre, hiriendo su leal co-
razon con tan inesperado golpe, que se quiso
atenuar concediéndole 1 a Gran Cruz de Isabel la
Católica, que Puig Samper recibió con el desden
altivo que merecia, dadas las circunstancias en
que se le conferia.


Dejó, pues, Puig SJlllper les negocios, en
fiu del año de 1832, para volver á ellos en los
críticos momentos de la muerte del l\Ionarca
acaecida en Setiembre de 1833. Amaestrado el
Rey Fernando por la espel'iencia, en su testa-
mento hizo disposiciones notabilísimas. Fue la
principal consolidar y fortificar La PragmiÍtie3 de
Marzo de 1830 , que renovando en su fuerza y




PUlG SUIPER. 2{
vigor la ley de Partida, ley que habia regido en
Castilla siete siglos, establecia la sucesion regu-
lar á la Corona, que se hahia querido alterar
con la introduccion de un uso estrangero en el
Auto ac:ordado de 1713. Hizo mas todavia; ins-
tuyó un Consejo de Gobierno que auxílíase á la
Reina Viuda, declarada Gobernadora Regente,
en la gobernacion del HeillO. Notable por mas
dI' un concepto fue la eleccion de los indivi-
duos que debian componer este Consejo, destinado
á llenar los deberes que la ley de Partida atri-
buye á los guardndores del R.ey ni¡'¡o. Hombres
eminentes de todas las clases y carreras fueron
elegidos, y entre ellos algunos que desde el des-
tierro ó confinamiento impuesto por el mismo
Monarca ,á impulso de las parcialidades y exi·
gencias de los partidos extremos, debian sin
embargo sentarse en el Consejo de Gobierno,
instituido por la disposicion testamentaria del
Rey, para aconsejar ida Augusta viuda.


Ocupó un asiento en este alto Consejo de
Gobierno nuestro Puig Samper, quien respon-
diendo á confianza tan distinguida, sin volver
la vista á sucesos pasados, y no poniendo sus ojos
sino en el brillo y hOllor de la Corona y en el




22 PERSONAJES CELEllIIES.
bien público, se dedic6 á desempeñarla con to-
das sus fuerzas, y con la ¡tlaltad y prudencia
que tan acreditad<l tenia en su dilatadísima car-
rera, distinguiéndose entre sus dignos compañe-
ros por su constante celo, y por 'las oportunlsi-
mas reflexiones hechas en el exámen y discusion
del Estatuto Real, el mas grave negocio que se
presentó en el Consejo de Gobierno despues de
su instalacion.


Asi continuó Puig Samper hasta la mitad
del año 1831, en cuya época empezó á presentir
su fin, No debieron dejar de influir en el de-
caimiento de sus fuerzas, ya agotadas por sus 80
años cumplidos, las continuas y profuudas me-
ditaciones acerca de los peligros que su previ-
sora esperiencia le hacia ver en el porvenir de
su Patria, á cuyo servicio habia consagrado 47
años de incesantes desvelos. ":n efecto, el 25 de
Noviembre de 1834, con la tr:mquilidad de! jus-
to, con la calma del cristiano. asistido de los
cuidados de una esposa, modelo de virtud y ter·
nura, y en los brazos de amigos sinceros, pagó
este ilustre varon, magistrado sin mancilla y
honor de la toga española el tributo debido á
la naturaleza. Buer. padre, esposo tierno, amigo




PVIG SUiPER. 23


leal, debió ser llorado y lo fue en efecto por
su familia y por sus amigos, que habían cono-
cido y apreciado sus virtudes y sus talentos. La
Espaiia perdió á su muerte un hombre de Es-
tado y un Magistrado probo, cuyos servicios
eminentes le dán un lugar merecido entre los
Espalioles célebres del siglo XIX.






~ •• - 1-."_




r)




D. ANTONIO


AI-ÁCAI.JA GALIANO.


~Podemol asegurar sin temor de
equivocarnos. que no solo es el pri.
mer orador político de E~paña, siIlo
que puede compararse con los mas
eminentes de las otras naciones .•


GALERIA DE ESPAÑOLES CELEBREa
CONTEMPORANEOS.


Si en los anales de los pueblos guerreros
ocupan justamente un distinguido lugar los Q.a.
pitanes que mas se han señalado por: sus
grandes conocimientos estratégicos en las !lata-
!las, y por su saber en todos los ramos que
constituyen su profesioll; con igual derecho y


J




PEnso~ÁJES CfLPBR!S.


justicia deberan 'ocuparlo rn In historia de Jo;,
go]¡iernos representativos, 1, 5 que ~IJ las ]¡l('hns-
parlamentarias, poseyendo el don de la f'loc.llpn
cia han combatido con notable brillo; y murl;o
mas si J como el personaje de quien 'amos ;i
ocuparnos, reunen á la facilidad en el decir IIIl
vasto saber, y un profundo y ,'ariado rúmulo de
conoeimientos, La celebridad de D, ,\ntoniú
Alcalá Galiano, como literato profllndo y ora-
dor eminente J si bien no data de esta última
época, en ella ha tenido mayol' ocas ion de os-
tentar la riqueza de su ingenio y la fpcundidad
de su palabra, adquiriendo fama en la opinion
pública, ya porque los sucesos de e8t03 últilllos
tiempos han sido mas variados y de mayor du-
racion, y ya tambien porque los ailOs transcur-
ridos desde la aparicion en el mundo político
del Sr. Galiano, las desgracias esperimentadas
por él) Y J:¡s adt'lantGmicntos que en las teorias
constitucionales se han herho dllrante este pe-
riodo, le han {lfoporcionado r.Ollocimienl(¡s y
desengaños, que al paso qu e le han ele\>ado á
mayor altura, le han puesto en el caso de ser
~na escepeion de aquellos que en las emigra-
ciones nada ap:'enden, ni nada olvidan,




D. A. ALCAI..\ GAU'\i\O,


11011 Antollio Alcalá Galiano nnció en CiÍdiz
d 22 de Julio de liS9, siendo sus padres el
Ilistinguido oficial d~ marina D, DiorlÍsio Alcalá
Gilliallo , muerto en p\ combate de Trafalgar, (')
y ])oí1a Maria de la COllsolacion Yillaücen('io,
SeflOl'n de grandes "irlndes y (le no escasa i!ls,
tl'ueriolJ, !l"clldas muy apreciables, si por
des!!r:I('irl floro rOlllunps, en las personas de su
~ex(). II ijo Galiano de un militar, era natural
Ijue sigUIera la misma carrera; y así fue que
a 'los siete ¡n'lOS de edad obtu\'o la gracia de Ca-
dete de Ile,dl's Guardias EspaflOlas, para nstir
d lI11ifOI'lIlt' drsde luego, y contar aniigiiedad
;¡] (,ullljllir los doee. Su padre en sus largos via-
j('s Illal'ílilllOS halda conseguido propOI'cionarse
UII ('aud,d lll;lS que mediano, y que hubiera po-
dido pl'Oeurnr (¡ sus dos únicos hijos una sulJ-
,istell('ia ;!c(JII)c,daua é independiente. n. Antonio
sin elllliurgo quiso seguir sirl'iendo, despues de
('ulIlplida la edad; acom¡wüó ú su padre en dos
"j a.i es á NáJloles, y durante ellos cobró tal
:lllciOll a la marina, que hudiera seguido esta
earrl'ra si su padre lo hubiera consentido.


,i Veáse su biografía tomo V,




4 PElISOXAJES CF.LEnnF.S.


Yuelto:i C:ídiz Galiano, est~hleció con otros
jóvenes de su edad, una Academia de Bellas Le-
tras, de la cual fue proteetor el dl'sgraciado
Marqués dd Socorro, D. FrancisclJ Solano, y
que emprendió trabajos importantes, tanto mns
si se atiende al estado en que en aquella sazon
se hallaban las letras en Espaila.


Muerto su padre en la batalla de Trafalgar,
el jóven Galiano pensaba eu spguir la carrera
diplomática, en la qne le habia ofrecido un des·
tino el Príncipe de la Paz; pero el heróico fin
de D. Dionisio, en vez dl: adelalltar la coloea-
('ion de su hijo la atrasó, pues P¿ISÓ este á Ma-
drid, donde permaneció dos mios sin seguir
carrera alguna. Sobrevinieron entonces la ca ida
del Príncipe de la Paz, y el advenimiento de
Femalldo VII al Trono, quien nombró su Mi-
nistro á D. Miguel .lose de Asanza, muy amigo
de los Galianos, y el cual ofreció cumplida y
eficaz proteccion á D. Antonio, que se le pre-
sentó. Ocurrió poco despues el viaje del Rey a
Bayona, y el levantamiento general de la na-
cion contra los franceses. Galiano, que solo
contaba entonces 19 años, se entusiasmó por la
causa de la indllpendencia, hasta tal punto que




D, A, AJ,CALA GALUNO.


al regresar Asanza de Rayona con el Rey José,
rellusó las ,-€nt3jas que se le ofrecian bajo el
GolJierno del intruso Rey, Escribió entonces al·
gunos artículos sobre poI itica y contra la usuro
pacion de BOllaparte, y una Cda á las rictorías
de Bailen, Zar,lgoZa)' Valencia, obras que aun-
que llenas de talento y e¡¡tusiasmo, descubrian la
inespericneia dr su autor, novel todavia en la
('~rrera litfraJ ia,


Peusó ellton('r, Galiano en ,'olver á la \'ida
mili tal' para pelear contra los "nemigos de su
l)illria; pero le (letuyo una pnsion desgraciada,
(lIJe :í la rdad de 1!l a 1108 le hizo contraer un
imprudente matrimonio.


Cuando entró Napoleon en Madrid se retiró
Galiano á Cád iz, donde cscn Lió en los perió.
dieos llluch(IS artículos sohre las cuestiones del
IIlOlllento, Sus doctrjn~s en aquel tiempo, si hien
eriJll oe las lilas arJllZlIJas en el liheralismo,
no eran sin embargo tan revolucionarias ó es-
II'Cllladalllellte dl'lIlocl'<Íticas como han snpuesto
algunos de sus hió.~I'i1fos, pues en 1811 deten-
d ió en El Rr:úac{o)' General (periódico que se
puhlicaha en Códiz cuando se J:scutia la Cons-
titucion' le silncion I'l'al, que tUYO despues en




6 PERSON A.I ES CELEBRES.


las Cúrtes muchos opositores, y entre ellos c~
Conde de Toreno.


En Febrero de 1812, siendo lino de lus He-
gentes su tio materno D. Juan Villaviccncio, y
lIil1lsll'O dc Estado D. José Pizarro, fue nom-
brado Galiano Agregado á la embajada de S. :\1. en
Lóndres; pero de resultás de una desavellcneiCl
que tuvo con el Embajador nombrado, el Con-
de Fel'llan Nu[¡ez, no pudo pasar á su destino,
y qued6 en clase de agregado en la Secretaría
de Estadu, en la que perma lIeció al10 y medio
n sntisfaccion de su~ gefes. Poco faltó par:1 que
no saliera con escándalo de la Secretaria, de re-
sultas de un artíeulo violento que escribió y pu-
hlicó contra la Regencia, de que era parte su
tio, por su eS"esi va condescendencia con el Go-
hierno inglés y con el Duque de Ciudad-Rodri-
go; merced tÍ la mediacioJl del Ministro de Es·
fado D. Pedro J..1LrilJor, Iogrrí Gallano C()(Jser··
val' su empleo.


En 1813 fue promovido á Secretario de lega·
cion en Suecia, cuyo destinó desempeñ6 con
inteligencia y cejo, regresando con licencia á
cádiz á fines de 1814. Pero al poner los pies en
su patria, encontró la escena cambiétda: abolida




U. A. ALeAL" GALlANO.


la COllstitucioll pm' el decreto de Valencia, di·
sueltas las Cúrtes, encausados ó sufriendo con-
dena Illuchos de sus principales Diputados, se
baIlía verificado ulla reaCI~iOll espantosa á la par
que estúpida; é indudablemente mas sanguinaria
y bárbara que la que habia precedido. Tal era
la situaciol1 de España cuando re~resó á ella Ga·
(iano, á quien causó tanta pesadumbre el mal
estado de los negocios públicos, que estuvo á
punto de resolverse á no servir al despotismo y
retirarse á sus hogares Entonces le asaltaron
tambien grandes desgracias de familia, . y por dis
traerse de ellas se entregó á una vida alegre y
licenciosa, qlle dió Illárgen á justas censuras, y
ha servido des pues de ocasion á injustísimas ca-
IUlllnias y á perVHsas difamacionf's, que emplea-
ron sus enemigos y que Il~garon á tener crédito
entre los que no Ic cOllocian de cerca: enton-
ces ya se habia corregido Galiano di su vida di-
sipada, fruto rnns bien de inmerecidas desgracias
que de malas inclinaciones.


En aquel tiempo tomó parte en yarias é in·
útiles tentativas para derribar al golJit'rno abso-
luto. Estaba á punto de embarcarse Galiano en
Gibraltar para ir á ocupar su destino de Secff,




8 PERSONA JES CELEBBES.


tario de la legacion en el Brasil, cuando tuvo
noticias de los grandes acontecimientos que se
preparaban en la Península: suspendió su marcha,
regresó á Cádíz, donde entró oculto y permaneció
escondido cerca de cuatro meses, no pudiendo
salir por estar incomunicada la ciudad á causa
de la fiebre amarilla que en ella reinaLa. Des·
puas de este tiempo pasó en secreto á tratar con
sus compañeros de planes del ejército; y no sin
grandes riesgos, contribuyó muy principalmente
al levantamiento del ej ército e~pedicionarjo que
proclamó la Constitucion en 1820 Al efecto se
juntó con dieho ejército en la Isla de San Fer-
nando, espidió proelamas, y se eneargó con
D. Evaristo Sau l\Iiguel de la redaccion de un
periódico destinado á defender el levantamiento
y á propagarlo en el resto de la Monarquía. Al
fin quedó solo encargado Galiano de la redac_
cion del periódico, pero él y su compaiJero tu-
vieron el atrevimiento de firmar el primer núme-
ro, compromi~o generoso, hijo de una fé viva
y de un entnsiasmo respetable, que hubiera cos-
tado In vida á sus autores á no haber triunfado
su causa.


Con el triunfo de la causa constitucional lo




D. A. ALCALA GALlANO.


gró G DJiano un ascenso de escala en su carr Et a, en-
trando de último Oficial en la Secretaría de Estado.


El trastorno verificado en las instituciones
del pais, dió lugar á la crracion de las socieJades
patriótieas , y una de las primeras que se esta-
blecieron fue la de la Isl¡¡ de San Fernando, en
la que Galiano principió á hablar en público,
dando desde luego muestras de sus grandes cua-
lidades oratorias. Tr;¡sladado á ;\Iadrid, habló
tambien en la sociedad de la Fontana de Oro,
descollando siempre por sus discursos sobre los
demas oradores, plles ya hablase Galiano de
cuestiones políticas ó de asuntos de gobierno,
el vigur de su palahra, la grada y soltura de
su dec,ir, la lucidez de sus ideas y la vehe-
mencia de sus espresiones, cautivaba la atencion
y enardecia el áuimu de su numeroso auditorio.
j)esdl~ entonces cundió por Esp3iia su fama de
orador, COIl geueral adllliracion.


A la par que Ins socied¡¡des patrióticas, se
establecieroll entonces otras secretas que les da-
ban impulso; Crali¡¡no ejercia sobre amuas no
[loco influjo. D. Agustín Argüelles era Ministro
de la Goheruacioll (*), y otras celebridades del


(') Véase sn bio~rafia, t.omo Y.




10 PERSONAGES CELEBHES.


año 12 dirü;inn los negocios públicos; y 110 ha-
biendo prellliado á los nuevos patriotas romo
estos creian merecerlo, dieron lugar á lIna di-
vision que el curso de los sucesos hizo cad:l d in
mas profunda. l\Idndado disolver el ejército de
la Isla, el :.\linist<lrio hizo venir tÍ Madrid á su
gefe el General Riego, y esta medida fue ata-
cada con vigor por Galiano y los suyos. La ve-
nida de Riego á Madrid ditÍ lugar á grnvcs des-
órdenes, que obligaron al lxolJierno ú enviarle
de cuartel á Oviedo, el dia 1) de Setiembre; y
el mismo día hizo Galiano renullcia de su des-
tino, dando por motivo que siendo opuesto á
la conducta del Ministerio, ni aun como emplea-
do subalterno podia servírle_


Al dia siguiente 6 de Setiembre de 1820 hu-
bo ulla sedicion COlltl'a el !\linisterio del SeilOr
Argüelles, en la cual no tuvo parte Galiano,
pues estaba tan ageno de ella, que al oir la gri-
tería de los insurrectos, desde la tribuna donde
peroraba, censuró ágriamente aquella mallera de
hacer la o{losicion. Continuó Ga\iano haci.endo
una guerra obstinaaa a) Mhúsiel'io, e) CU¿j) ¿j)


fin se recompuso con algunos hombres mas po-
pula res , y el Sr. Argüelles pareció al"rgar la




Il. '\. AI.CA(..-\. GAI.IAi'íO. I t


Illallo lí los IlJislllOS contra quienes habia com-
batido pocos diJS :mtes. Mandó sin embargo cer-
rar las sociedades patrióticas, con lo cual se
restalJlecJ() por al~lln tit'lllPO la pública tran-
quilidad.


El ney se JIlanifestaba cada dia Illas hostil
il la causa con~titucional; sin consultarlo con
sus Ministros, nombró l;apitan General de Ma-
drid ;Í una persona conocida por su desafeccion
,í las instituciones liberales, y se negó ;Í sancio-
uar la ley sobre Heguléll'es, (*; cediendo solo
lit) su em!'eiio cuando se vió ameniizado por una
sedicioll, que sino era favorecida secretamente
]lor los :\Iinistros, no era Illal mirada por ellos.
EntollCl'S se pensó en abrir de nuevo la Socie-
dad de la f?ontallC~, y el :\Iinisterio para estrechar
lilas la amistad con los hombres de la revolu-
cion, hizo venir de sus destierros y empleó íÍ
los que habian sido esp'ilsados de Madrid, y
entre ellos al mismo caudillo que poco antes
habia sido orígen de todos sus recelos. ~=nton­
ces aceptó Galiano la Inteudcncia de Córdoba,
por haber cesado ya el motivo que anteriormente
le obli¡:-ara á renunciar su destino.


(') Ve¡\se la hiogrnüa de Fernando VII tomo IlI.




12 PERSONAJES CELEIlRES.


Marchó á aquella ciudad, desempetiaudo en
ella ~u nuevo empleo durante casi todo el aúo
1821, Y en dos ocasiones, aunque iulrrin;.\Il1enle
el gobieruo pontico. En urja de ellas anuló las
"l""'R.~",,,,,"~ ~<;, h:jUnvdm\en1.0 lle Lucena, infrin-
giendo algunas disposiciones de las Icyes vigen.
tes. Mandósele formar causa, pero cuando llegó
la órden, acqhaba de ser I'll'gido DiplItado iI
Córtes por Cádiz, el! la ",leceíon general hecha
en Diciembre de 1821 para las Córtes de 22 y
23. Desempeñó la iutendencia con hastante acier·
to, iI pesar de no ser este destino de los Illas
análogos con sus aficiones.


Pasó Galiano á Cádiz que estaba casi. en
rebelion con el Gobierno, y se opuso á que
continuara aquel estado de resisteneia; preten
sion que contribuyó á hacer un tauto impopu-
lar entre los mas ardientes revolucionarios al
recien elegido Diputado. ruelto Galiano á Ma-
drid tomó asiento en las Córtes, y se declaró
uno de los corifeos del partido exaltado, vol-
viendo á recobrar su afecto COIl la oposicion
que hada al Jlinisterio del Sr. :\Iartinez de la
Rosa. Entonces se lInió muy estrechamente
con D. Francisco Javier Isturiz) su colegn por




[) ,\, 4LCALA GALIAl)'O. 13


Cátliz, ~' COII n. Angel SnJvedra " hoy Duque
de ni\'~s,


La ll13yol'ia de aquellas Cortes era producto
del partido mas exagerado, de modo que el
~linisterio tenia que luehar, arJemas de los
manejos ocultos del Rey contra la Constitu-
cion, con una oposicion desenfrenada y pereo-
ne Galiano combatió constantemente aquel Mi-
nisterio, hasta que des pues de las ocurrencias
del 7 de Julio se cambió el Ministerio, en-
trando á r~emplazarle otro, cuyas personas per-
tenecian al partido mas estremado.


COllvocadas Córtes estraordinarias para el
7 de OctuDre de 1822, Galiano formó tambien
parte de ellas, y apoyó las medidas eseepeio-
nales propuestas por el Gobierno, pronunciando
escelentes discursos, sino por la esactitud de
los principios por su elocuencia. Otra de las
discusiones en que mas se distinguió el orador
gaditnno, fue eo la que tuvo lugar con moti-
vo de la proposicion hecha por él para que se
dirigiera un mensage á S. 1\1., en contestacion
á las ('élebres notas pasadas por las potencias
estraHgeras, despues del Congreso de Verona.
El Ministro San Miguel llevó á las Córtes la




14 dEIlSONAJES C¡':LEBI\¡:~.


respUEsta iJ ellas, y fue nplaudida des(lue~ de
concluida su lectura por todas las opiniones de
la Asamblea Nombrose una cOlllision, la cual
prest'uti) su dictamen el 11 de Enero, de acuer·
do con las con~estaeiones oadas por el Gobier-
110. Galiano. como hemos dicho. pronunció
elocuentes discursos en esta ocasion, ,. él Y los
uemas oradores esperaban que COIllO éll 1 "OS
la Nacion se alzaria f-Il !Ilusa para comhatir ~
los estrangeros; sin tener en cuenta que el pue-
IJlo no (Jodi a defender lo que 110 cOllocia, \
que 10i desórdenes a que babia dado IUg,ll" I~
mal entendida lihertad, 10jos de ¡¡tr,ler a las ills-
tituciones liberales el aprecio de 103 IHleb!os, .1'
de interl'sarles en SIl defensa, les haciau OdiO'
so un I'égimen que destrllia sus cl'ecneias, y
que lIingun bipn les habia reporlado. Sea COlIJO
Ijuipra, el entusiasll10 patriótico ahogó la \OZ
de la razon, y Galiano y Argüelles fueron 1Ie-
"ados ea tl'iunfo por la plaza del Congreso al
salir de la sesioll. Desde ClltOIlCPS estos dos
eampeones del liberalismo contr.1geron una mllis-
tad asi púhlica como privada, que duró hasta
el mio de 18%. Galiallo, á pesar de sus triun-
fos en el Congreso, llO ahandolló las sociedades




Jl. A .\U.> LA [,.\LlA':O. 15


patrióticas; n'¡,il; a l:aLlar en la Fontana, y
queriendo hacerlo UIl,l ¡loc·he en la llamada
LillIdaburiana, q\l~ era d0 los Comuneros y
('sI:,],;] presidida (lor HOJll~ro A!puellte, se \'ió
prrcisado á abaIldouar la tri [¡\lila por íos s¡lü-
(los de aquel turbulento auditorio. Testimonio
(>,identl' de cuan f¿,·jl ('5 perder la popularidad
,'11 medio de las yalieda<lrs de una rel'Olucioll,
y (,\lando llquella no se ¡¡poya en hechos y he-
neficios de todos reconocidos y ,¡Jlrobados_


Silhidos son, y los liemos referido en otra
par!!', los aeontelilllientos ri que <lió lugar la
,'¡¡Irada de l;,s trepas francesas en Esp~ila. y
la l'f':iwrla del Gobierno y las Cortes ¡í Selilla.
Adplalltitndose los enemigos h<Íeia estn ciudad,
~e tral,í de n-fugiarse en Cildiz; y 110 qll~í'lej:­
¡jo (,f'drr el Rey á las Illstancids de sus 1I1i-
Ilistros, ('n la scsion del tI de Junio de 182;~
hizo G"liallo ulla l'rol'osicioll para que el 1\li-
nisterio se presentase en las Córles, y manifes-
t"se las providencias que Ilabia tomado p~ra
poner en seguridad la Persona del Rey. Ilubien-
do cOlltC'stoudo el Gobierno quP S. 1\1. no se ha-
hin resuelto toda\ía á refugiarse con las Córtes,


...• , ..
en parage seguro, propusoentoliCf.8 Galiano qlle ",




16 l'EUSO"\" \.JES CELEBRES.


se le dirigiese un mensage, manifestándole la
necesidad de hacerlo. Aprobadil lit mocion, se
dirigió un mensage á S. 1H., quien contestó, que
como Rey, ni S:I conciencia, ni el afecto que
profesaba á sus súbditos le permitian abandonar
á Sevilla, aunque como particu1at' no hubiera
tenido inconveniente en hacerlo. Oida por las
Córtes la respuesta del Rey, tomó la palabra
Galiano y suponiendo que semejante negativa no
podia nacer sino de hallarse S. ~Len estado de
.delirio momentáneo, cr(!yó haber llegado el caso
sí'rJabdo por la Cons'itucion, é hizo la siguiente
proposicioll .• Pido á las Córtes, que en vista de
la negativa de S. M. á ponEr en salvo su Real
Persona y Familia, se declare que es Jlegado
el cnso de considernr á S. 1\I. en el impedi.
mento moral señalado en el artículo J 87 de la
Constitucion, y que se nombn~ ulla Regencia
pro>,isional , que para el solo caso de la trasla·
cion reuna las facultade~ del poder ejecutivo.-
Aprobada la proposicion, nombróse la Regencia
compuesta de D. Cayetano Valdés, D. Gabriel
Ciscar y D. Gaspar Vigodét, y las Córtes se
trasladaron á Cádiz. Galiano tomó poca parte
en sus deliberaciollC'S, y destruido completa-




11, A, ALC,~LA GALIANO. 17


mente el sistem~ constitucional pasó á Inglater-
ra. En la causa que se formó sobre su propo-
sicion de Sevilla, 'Y por la parte que tuvo en
la ir.surreccion de la Isla, fue condenado á muer-
te en rebeldía, en dos distintas senten~ias.


Residió Galiano en Inglaterra siete años, dan-
do lecciones de lengua y literatura española, y
escribiendo I'arios capítulos sobre política y li-
teratura en las mas acreditadas Revistas de
aquel pais, en el cual mereció de muchos de sus
habitantes grandes atenciones y obsequios. Ha-
biéndose Cl'eado en Lóndres una grande Univer-
sidad, en la que se estableció una cátedra de
literatura española, fue confiada á Galiano, y
dió en ella. por espacio de dos años, sábias
lecciones de nuestra literatura antigua y mo-
derna, que proporcionaron tanta instruccion á
los discípulos como merecida reputacion ai ca-
tedrático,


Verificada en Francia la Revolucion de 1830,
pasó Galiano á París. donde permaneció año y
medio, trasladándose desde allí á Tours, donde
residió ..tos aiios, muy apreciado de aquellos
habitantes. La muerte del Rey Fernando VII,
y la amnistia dada por el Ministro l\Iartinez de




18 I'ERSONAGES CÉLEBRES.
la Rosa, que no cscluia á Galiano como las an-
teriores, le pErmitió regresar á su patria, y
llegó á Madrid á mediados de Julio de 1834.
Desde luego escribió en El Observador y en El
lIfensagero de las Córtes, quedando solo en e5te
último, que se unió dpspu€s con la Revista 1':s-
pañola, bajo el título de Revista Jlfensagera.
Todos estos periódicos fueron de oposicion al
Gol:ierno, si bien templada y cual solia IlJcerse
en aquella época. .


Elegido Galiano Procurador á Córtes por la
provincia de Cúdiz en Setiembre de 1834, si bien
su oposicion á los l\linj¡.tros fue mas vehemente
que la que habia hecho en su periódico, mani-
festó sin embargo en algunas ocasiones que
sus doctrinas eran ya muy diferentf>s de las
sustentadas por la mayoría de las Córtes de 1823.
Reemplazado el Ministerio del Sr. l\Irrtinez d41
la Rosa por el Sr. Conde de Toreno, le hizo
tambien Galiano la oposicion, si bien con mas
templanza que antes.


La oposicion revolucionaria de los Estamen·
los pásó, como era natural, á las calles. En el
verano de 1835 se sublevó la l\Iilicia Urbana
de Madrid, coincidiendo con esta sublevar,ion




n. A. ALCAL,\ GALLHiO. 19


otras en las provincias. Galiana no solo no toó
mó parte en el motin, ni concurrió á la Plaza
mayor, silla que lo desaprobó pspresamente, con-
siderando mas grave y peligroso el remedio que
la enfermedad. Sin embJl'go despues de ve nci-
da la sedicioll , fue puesto preso é incomunica·
do en la cárcel de Córtc, con otros Diputados,
y este tratamiento le irritó contra los Minis-
tro~ mas de lo que era debido, y desde en-
tonces, aunque nunca aprohó las Juntas, prin-
cipió n disculpar el pronunciamiento.


Derribado el Ministerio presidido por el Con-
de de Toreno, se unió Galiano con su sucesor
lIIendizakll, n quien turo la desgracia de creer
por algnnos momentos, sino un hombre de
Estarlo entendido, UIl Ministro ú propósito para
tiempos de rc\'ueltas. La esperiencia le habr~
deseng;lllndo despues, del funesto legado que
hizo PI Conde iÍ b ll~cion, con haber traido á
Espaila ;i l\Ieudizahal. Gr-liano sostuvo á este
Ministro, y en aquel tiempo fue nombrado l\Ii-
uistro del Consejo Real en la seccion de lIIarina,
siendo entonces Intendente de provincia cesan-
te, y disfrutando como tal de un crecido sueldo.


[Tila de las partes principales del programa




PERSONA..IES CELEBRES.


de l\lelldizabal, era la prollJesa de convocar
Córtrs Constituyentes que r~ff rmasen el Estatu-
to: [11 efecto preselitó el Ministerio n las Cór·
tes un pJ'oye~to de ley electoral, y G aliano, in
dividuo de una junta nombrada para el mismo
oLjl'IO, estendió un plan de €leccion directa,
en el cual quedaba muy restringido el derecho
electoral, y que revelaba un inmenso adelanto
en los buenos principios Illonnrquico,collstitu-
cioa;¡!es. Abriéronse las Córtes, y Galiallo vol·
\'ió ;Í d('f~Ddcr con calor LÍ J\Tendizabal; y em-
peiiado el debate sobre la ley eh;etoral, y par-
ticularmente fObre si la eleccioll debia ser por
provincias ó por distritos, empleó Sll influjo para
que el Ministerio disolviera aquellas Córtes;
medida que l\lendizahal resisti¿ por mutilo tiem-
Jlu, pero que al fin se lIC1'ó á efpcto en Enero
de 1836, Mendizabal se sepuro entonces de Ga·
lianu, y en bs elecciones apareció este unido
con su amigo lstllriz , y 8a oposicion contra
un Ministerio al cual había apoyado poco antes
con calor: GalianCl en fin habia cam\üado de
opininnes poUticas. Este hecho es el que han
censurado sus enemigos con mas acritlld, si bien
en nuestro concppt6 Galiano <lió en ello una




D. A. ALCALA <}ALlANO. 2l


prueba de que no habían pasado para él inútil-
mente los años, y que sus convicciones actua-
les eran hijas de la esperiencia y de los sucr-
sos, El partido progresista sufrió una gran pér-
dida con su separa cían , y se ens31ió contra Ga·
liana, calulllnirindolc con ~cusJciones tan falsns
('amo ridí(,\Ilu~.


El 15 di~ .if~:.o de 183(; rayú el Minislerio
'\¡eNlizuL~I, y Ir reelllplazcí el presidido por el
Sr. Isturiz, y en el cual entró Galiana como
'\Iinistro de Morina, Este Ministerio, de corta
duracioll, 110 pudo lIeyar á caLo la idea de dar
ri ESl'arh un gobierno regular y estaLle; y des-
pues de disueltas las Córtes y de sublevadas
algunas capitales de provincia, tuvieron Jugar
los escandalosos sucesos de la Granja (*) que
derribJroll el i\linisterio \' restableeieron la Cons-
titucíon de 11l12. GalÍilDo, oLjeto del furor de
los exaltados, l1l\'0 (jtle refugiarse en Francia,
v se estableejlí en p,¡rís, donde residi,ó por al-
;:Ull tiempo. El Gobierno de i\ladrid, aunque
constituciouaJ, le eOllc!cnó sin formacion de ca u-
~a, y por un silll pie deereto, lo III ¡SIllO que á


\.) Vense la hiog,'afia de la Reina noúa María CL'istina
de norbon, tomo IV




22 PERSONAJES CÉLEBUES.


otros espalioles de distincion que tambien se
habian ausentado, á la pérdida da sus emplro'i
y sceuestro de sus bienes. Galiano no quiso ju-
rar la Constitueion de 1812, pero sí la de 1837,
lueg-o que la aceptó S. '!\l. Sobrevinieron los
sucesos de Aravaca (*) y la caida del Ministerio
Calatrava; se di sol vieron las Córtes Constitu-
.rentes, J' el! las nuevas elecciones triuataroll
en gran mayoría Jos adversarios de la política
del último Ministerio. G aliano, qae desde Pat'Ís
se habia traftladado á Pau, regresó á ES(laña
en Noviembee dc 1837, habiendo sido elegido
Diputado por Cúdiz. Tomó asiento en el Con-


greso, votó con la mayoda, y dió un franco
y decidido apoyo al I\Iinisterio (il'esidido por el
Sr. Conde de Ofalia. En las graves cnestiones
que se discutieron eu arjucl!as Córles tOIllO Ga-
liano una parte muy principal, pronullcinlldo
elocuentes discursos) eu especial, en la discusion
de la ley de Ayuntamientos, y en la de los
estados de sitio. Derribado el Ministerio Ofalia
por el ilegal inllujo del Genernl Espartero, y
sustituido por el que presidia el Sr. Perez de


'.! l' ':ase la biografía del Genvral Espartero tomo V.




D. A. ALCALA GALIANO. 23


Castro, se disolvieron aquellas Córtes y se con-
vocaron las de 1839, en las cuales no tuvo ca-
biua Galiano. Disueltas estas tambien y convo-
cadas las de 1840, fue elegido Diputado por
la provincia de Ponteveura, teniendo el disgusto
de no serlo por la de Cádiz que siempre habia
representado; disgusto que ha sufrido tambien
desput's como verelllos mas adelante, y esclusion
que hace muy poco favor á una provincia que
debería honrarse sielll pre con tener por su re-
presentante á un hombre de la elocuencia y sa-
ber del Sr. Galiano, prendas qne le tieneli des1
tinado siempre un lugar en el Parlamento.


A pesar del apoyo dado por Galiano á varios
ministerios, á pesar de sus conoci miento s y ser-
vicios, y en una época en que tanto se han
prodigado las condecoraciones, ha podido y
puede gloriarse, como ha dicho uno de sus bió-
grafos, "de tener tan limpio el ojal de la ca·
saca, como el bolsillo y la conciencia."


Galiano, escaso d e recursos y aficionado á
escribir, lo hizo en Junio de 1838 en el Cor-
reo nacional; y cuando este periódico hizo la
oposicion en el mes de Octubre al partido mo-
derado, pasó á redactar la España, y poco




24 PERSONAJES CCLliBllES.


despues el Piloto. En Junio de 1840 se halla-
ba Galiano en el Escorial, cuando llegó it Ma-
drid la noticia del moti n de Barcelona. No asis-
tió de consiguiente á la última sesion que ce-
lebraron aquellas Córtes, aunque afirmaron lo
contrario los diarios progresistas, diciendo que
estaba allí pálido y demudado; y despues de
suspensas rt'gresó <JI Escorial, donde le sorpren-
dió la revolucion de 1.0 de Setiembre. Se I!¡l-
liaba en aquel sitio con algunas otras personas
distinguidas, cuando taro aviso de (Jue una
turba de alborotadores de Madrid pensaha ir
contra ellos, por haÍJerse die/lO pOGOS di as an-
tes que estaban alli reunidos y cODsrJirando los
Jovellanistas, nombre con que se designaLa
con refinada rr,alicia y siniestra intencion á al-
gunas personas del partido moderado. Huyó
en consecuencia de! Escorial, en rOI"pañia del
Marqués de Viluma y de su hermano el ahora
General Pezuela, dirigiéndose á Costilla la Vie-
ja eOIl ánimo de ir á Martin Muñoz de las
Posadas, donde una hermana del Marqués te
Dia casa, y pasar alli la tormenta eu la oscu-
ridad; pero reconocidos al atravesar ViIlacastin,
Ull oficial <tUl'. mandaba una Ql\tU.da d\'. tlO'¡)ü




D. A. ALCALA GALIANO.


resolvió [}rendcdos sin saber él mismo la razon.
Envió tras ellos una pl'~¡(lJ de (;:lballeria, que
por fortuna no los alcanzó en el camino, sino
ya en Martín :\luñoz, conue quedaron libres
por ser alli conocidos, y otro el carácter del
oficial que mandaba la tropa. Esto díó lugar
á que se esteadicl'a por JUadrül la voz de que
Galiano babia caido eil pod~r U8 la junta re-
volucionaria de la Cüpit::tl, y que esta le hJbia
puesto en libertad. Esta ocurreacia, descubrien-
do que se hallaban ca J\Iartin lUuñoz, hizo im-
posible su permémenCJa alli, y de consiguiente
anduvieron ocultos por CastlÍia la Vieja, fueron
á parar á los bailos de Lcdesma, donde enCOll-
traron al desgraciado General Latre fugitivo de
Valladolid, y .. 1 c:wl estuvieron ~ punto de
<leoll1[1arlar "liando fue á hacerse fuerte en Ciu-
Jad-Uodrigo, donde fue vilmente asesinado.
Sin embargO,.I!OCO tiempo despues de preso el
General, se huscó á G "liano que se creia estar
su lado, al paso que, separ~lldose este de
sus compaüeros, regresaba al Escorial y desde
alli 6 :\ladrid, en doude entró oeul tamente al
anochecer del 1.0 de Octubre.


Renunciada la RegencIa por la Rcina Madre,




26 PElISONAJllS CELEBll E~.


triunfantes los sublevados, y disueltas [lOl' otra
parte las Córtes, resolvió Gali~IlO pasar á las
Provincias Vascongadas, donde no dOlllinabn
la opinion triunfante en ~as demas de Espa-
ña. l\IovÍale á esto, el haher ahogado C!aliano
en el Piloto y en las Cortes (en Marzo de 1840,
en la discusioll sohre la respuesta al discurso
de S. l\I ) por el reconocimiento de los fueros,
y recibido de lJS diputaf,ioncs de aquellas provin-
cias acciones de gracias, y promesas de buella
acogida si llegase a lleccsitnrla. Dcsputs de no
pocas dificultades, ohtuvo pasaporte para San-
tander, residió allí pocos días, y pasó despnes
á Bilbao, donde llegó el 29 de Enero de 18,11.
Fue bien recibido de aquellos naturales, y con-
trajo estrecha amistad con el malogrado jó,'en
D. Mauuel Urioste de Laerran, editor del pe-
riódico el Vascongado, que condenndo á muer-
te por los slIcews de Octuhre de 1841, ha fa-
llecido despues en la Hahana. Sin embargo, no
escribió constantemente en aquel periódico, co-
rno han asegurado otros biógrafos, y solo lo
hizo alguna vez y á pesar suyo por complacer
a su amigo. Despues de Ahril dejó Urioste el
Fascongadu, y el impresol' rogó á Galiano que




}) .\. ALCALA G-ALIANO. 2i


se encargase de él, hadcndole partidos venta-
josos, (lile 110 lluiso aceptar por no comprome-
ter con sus escritos ú las Provincias en las
cuestJO!l8S pendientes sobre fueros; tomolo en
eOllsecltencia á su cargo D. Antouio de la Es-
cosura y Hevia, hasta que herido este grave·
mente en UIl lance de honor, y siendo perju-
dicial que cesase el periódico, hubo de recurrir
(Jara que en él escribiese á D. Antonio Renavi-
des; pero este, de paso en Bilbao, se ausentó
pronto, y Galiallo huuo de to¡nar á su cargo
El Fascortyado, in!crill el herido convalecia,
procurando y logrando escribi¡' cosas insignifi-
tes, hasta que acaloriÍndose cU:Judo la cuestion
de la tutoda, se espresó con violencia. Disgus-
tó con ello á algunos, y vi meunento dejó el
periódico, escribiendo SiIl embargo algnna v~z
articulos sobre literatul'u y teatros.


So!Jl'e\'Ílueron despues los acontecimientos de
Octubre de 1841, yel levantamiento de las pro-
vincias; y aunque de ello tenia noticia, no to-
mó parte alguna en aquellos sucesos, ni desem-
¡leño ninguna eOlllision despues d0 efectuado el
mo\'imiento. durante el cual solo publicó un
articnlo en el ra.scongudo,




.28 PEI\SO"'A,lES CELEBRES.


Acahada desgraciadamente aquella r.mprt'sa,
huian de Bilbao los comprometidos, y con eilos
casi todos los forasteros que alli esta ha u ; pero
Galiano creyendo que COl1l0 nada habia hecho
en aquel lance, nada tenia que temer, se re-
sistia al principio á marclwrse. Por último,
persuadiéronle sus amigo:, del grave riesgo qne
corria, tanto de parte de !Oj venced'lces que
iban á entrar, cnanto del \,,];,0 bilbaino fu-
rioso contra los castellanos, ;í ljuienes achacaba
sin distinguir de personas su desvontuf:,. Sali,~
de Bilbao, á pie y con un guia desconocido,
r antes de juntDrse con este tropezó con un
hombre vestido con el uniformA de la Milicia
Nacional, que despues de amenazarle é insul-
tarle, le sacó el poco dineru que llevaba. Al lle-
gar á Zornoza, se e:lcolltl'Ó con vados compl'o-
Oh tidos que intentaron inlltilmente persundirlp,
iÍ que con ellos se fuese ú FrandJ. Era para
esto necesario dinero, y Gali:lllo carecía de él;
ademas le repugnaba el ellligr"r por tercera vez,
y mientras estaba en estas duda3, su "guia le
propuso irse á un caserio f'.ll los luontes, donde
podia estor oculto con seguridad, no [ludiendo
recejar nadie qlle fuese aquel su IJal'adero. Rí-




zo!u ~;;i, r ,¡ull(pe las bucJ.::\:; zentes de la casa
le recibi,'ro!\ hicn, s:.¡frió, á [l('qr rle Sll bon-
dJd, hüiTilJll'S pril'aeiolles. Sin un libro, casi
sin /lna persona con quien ilDh:ar, por eoten-
d~rse allí poco el castellano, hasta sin luz de
noche por 110 gastarse Qlli otra que b llama
de la leila del hogar, sin navajas para afeitar-
se, sin peines; el desalir10 y desaseo físico
juuto con las penas, le quitaban hasta las dis-
tracciones que hacen mas llevadero un peligro
inminente. l}congojado por la suerte de su es-
posa, á quiell habia dejado en cinta, y con un
hijo de cuatro ar1os, desvalidos, c3si sin re-
cursos, en tiel'l'a como estraúrJ, fue su única
distraceion, alguua vez, volver á la poesia,
que habia cultivado en SlS primeros años, y
compuso \'(,1'SOS alusivos á su desdichada situa·
cion. Entre ellos escribió dos sonetos con un
palillo mojado en pólvora desleída en vinagre,
con el encargo de que si moría á manos de
los vencedores, como lo creia seguro, se sacaSe
de aquellas toscas letras un lúe simile, y se
vendiese <Í beneficio de su familia, persuadido
de que la curiosidad facilitaría su venta.


Embebido en tan tristes ideas, pasó as\




ocho ó nl/eve di,1S en Sil encierro, igllorando Sil
esposa el lugar donde se ocultaha, si bien sa-
bia que se hanaba oculto. Presentóse I:sta al
(}"n,,\'~l Ale,,\<Í, que \\ab,a luo por aquellos dias
á Bilbao, manifestándole que su esposo no ha-
biendo querido emignr se babia ocultado, pues
aunque ninguna parte habia trnido en el alza-
miento, debia temer los efectos de la violencia
que era de recelar á la entrada de las tropas
del Gobi~rno. Contestóla el General, que aun-
que le constaba h no participacioIl.. de su espo-
so en el alzamiento 1 haria bien sin embargo en
permanecer escondido, y que como tenia enf'migos
poderosos, de poco le serviri<1. el pasaporte que
él le diera para otro punto. La invitó á que vol-
viese á verle dentro de algunos dias, esperando
podi'rla dar entonces mejores noticias. Alegre
como es de suponer IJ esposJ de Galiano, le
despachó al guia qno la hallÍa nCl)mpalwdo, y
que era el único sabedor del lugar donde se
ocultaLa, y que llegó á darle tan buclIas nuevas
á los once días de su yoluntario enciet'fo; pero
el General Alcalá lJabi:) engaílado á la esposa
de Galiano, y al dia siguiente salió de Bilhao
y entró en su lugar, aunque hajo sus órdenes.




31


el feroz Zurbnno, qne con el favor de Esparte-
ro, a nadie obrdcci~. Presentóse á el la esposa
de Galiano, y le relirió lo mismo I]ue ant.'s ha-
bia dicho al General Aleal~; Zurbano, que es-
taba comiendo, la contestó: "Que él no queria
eng311ar fi nadie ni era propio de su genio; que
si echaha la vist~ encima de su esposo, no vi-
,¡ria dos horas, pues le Illnnrlaria arcabucear
sill jUí'gal'le, C0ll10 lo estaba haciendo con otros;
que no queria maLarle, pues no conociéndole
no podia tenerle mala voluntad; que desea ha
se escapase á Francia, y que seria bueno le
~consejasen el hacerlo disfrazado, y vestido de
carbonero; que le seria sensible desperdicia r
dos ó tres balas en su cabeza, y que por lo
tanto no le mandaria buscar, pero tampoco le
perdonaria si por casualidad le llevasen á su po-
der." Contestó á esto la nfligida esposa de Ga-
liano: "Que él tenia en sus emisarios buenos
perros de caza que le descubriesen.» A lo cual
contestó ZurlJano con una risa feroz, y como
celebrando la ocurrencia: "Ql1B era muy cierto.»
;\Iostróse muy cnlndado, al replicarle aquella
Señora que su esposo era inocente, como lo
probaría si fuese oido, diciendo: "Oido no J pues




32 PE".50~f AJES CELElllWS.


donde yo mando no 80 escróe una letra; en
empezando por fusil<Jrlc, despues podrá formár-
sele causa, lJ sin que el estado en que se hallaha
ni las desgracias d!) aquella Seúora fuesen bas-
tantes para que aquel hárl)~I'O General la tratase
COIl mayor eOl1sideracion. Inmediatamente dió
aviso á su esposo, aconsejándole que se fuese a
Francia, cosa dificil de verificar y mucho mas
(~areciendo de dinero.


Habiendo descuhierto los vecinos de la casa
en que se hallaba Galiano que habia allí un es-
traño. el dueJio de ella, sin Dmedrentarse por
el peligro que corria su vida si era hallado, cre-
ylÍ sil! embHgo que seria mas conveniente pasar
a otro caserío, que habile ];a un pariente suyo,
10 cual verificó en la mGdrugada del 6 al 7 de
l\"ol'iembre. Este nuevo asilo proporcionó ú Ga-
liano un cuarto interior, del cual no snlia. Na-
die hahlaba allí castellano, y en aquel eneierro
pasó treinta y cinco dias 1 en medio de las ma-
yores privaciones. El 9 de Diciembre se aproxi-
maron soldados á la casa, y el dueJio de esta,
menos valiente y amable que el de la anterior,
se asustó mucho, y metió á Galiano por una
trampa en un tenebroso y frio sótano, donde




D. A. ALCALA GALIANa. i:I.'I


permaneció algunas hora~, hasta que alejándose
los soldados, le intimó el dueño de la casa que
no l1ueria tenerle por mas tiempo. En esta cruel
ansiedad pasó Galiano dos di as , hasta que el 11
por la noche apareció su guia, para sacarle de
la casa y llevarle á orillas del Nervion, donde de-
bia embarc8rse para Francia. Pasó aquella no_
che en Durango en casa de unos parientes del
mismo guia, y al amanecer del 12 se puso en
camino á caballo, no siu gran peligro, pues era
preciso no llegar á las inmediaciones de Bilbao
hasta cerrada la noche, y pasar el tiempo in-
termedio por los caminos y campos llenos de
gente y con riesgo de ser conocido. Llegaron
por fin á la orilla del rio, pero no encontraron
á la persona que debia esperarlus para pasarlos
al lado opuesto. El guia, á pesar de sn ánimo
firll1P, se aturdió con aquel contratiempo, pero
tuvieroll la fortuna de que ullas barqueras los
pasaseu á aquella hora de la noche. El peligro
sin embargo no era tan grande como creian;
pues aquel dia se habia levantado el estado de
sitio, y en caso de ser descubierto Galiana, hu-
biera sido juzgado por los tribunales ordinarios,
de los cuales nacla tenia que temer. En su nuevo




PERSONAJES CELEBRES


asilo pud o pasarlo ya mejor, rpcibiendo de Bii-
bao libros, ropa y lo qlle llrcesitahn, y te-
niendo ademas el gusto de que fuera ;Í verl.,
su esposa. Los recios temporales oel invierno
impidieron que hasta el 26 de Diciembre lIega-
~e la emharcacion que debia ir en Sil hIlSC.1, y
sacarle del asi!o en que se hallaba de,de 1'1 12
del mismo mes. Embareóse el dja :W, y desplles
de permanecer dos en la ria, zarplí r! 2H por
la tarde de Portugalete en una peflupj'¡a trinca-
dura fran~esa de guerra, con la eual Ile\rá al
puerto de Pasnges. En dicho pllllto, pi Coman-
dante del apostadero franeós le re[~ihió eOIl afec-
to y cortesanía, y habiéndose alterado el mar,
hullo de pasar dia y medio en Pas;J(!ps, bas-
ta qlle el 31 saliá, IIrganrlo por la t~rd(' del
mismo dia <Í pisar la tirrra sl'gura de Francia,
!'P el pl:erto de Socoa.


TraslndlÍse al momento á París, .v desde allí
á San German, donde permaneció; hasta qUE'
('n :'\orÍpmbre de 1842 pasó á LÓlldres, p:Jra
esnihir f'll rl'falétcion de Cllallb allí decia eOll-
Ira la ,';l1IS~l de sus ;.Illi!.jos pol¡¡iros I~ prensa
in;.!L·':;, 'lIHúlimc en \"it\lp~~rJl'le. Esct'Íhió llll
t'lqeto (!~ ¡!l~~(~:: con (~l tilul·) d(' ,-J¡J'ela('¡"f}}I al




11. A. ALCALA GALTA"O.


buen sentir¡'o '1 Justicia de la \"acían Britd-
nica en falJo/" !le {os libemles moderados es-
pailoles, por U1I eSPallo{; libro que 110 hizo
efecto, ni cOlltribuyó á rcctiflcJr las falsas ideas
que en Inglaterra se tiene~, ó tal vez afectan
tencr por illter~s, de la índole, circunstancial
y tendencia de los partidos políticos que luchan
tn Espaüa.
I~ll .Tullio de 184:) regresó Galiana á París,


y allí p('rmaneció, hasta que despues de derro-
eado ·el poder de Espartero por el movimiento
nacional ocurrido en aquellos meses, (,' re:::rr,,;
:í ESpill·¡;).


Corll'oc:ldas nuevas Ctírtcs por el ColHcrno
provisional, r hahiendo triullf.!do el prineipio
pari:lll\('IUlrio, se vi() con ps!rarJ('!.~ que Galin-
110. lll)(l de los ¡n'inwl'os hombres del P:,ri,,-
Ilh~l1tn, no fH1sr illr,lnj(L) (lU ni iJ,::;c ,1;! d;? tl::
t',)l:d~d·l:tlr(l~ ~ :)HS.~:-'i~lp ~,i!l (,:i1~;:li'gÚ ~ ¿¡ u~tJ1n~~
hora, :. '¡'.'P¡"-:; de ci:'Cli::Hla otr.l, fll b p:"I;-
\'Íl)(·ja d~~ CóuJoha ; y i,UIlC!U2 no ~,;l!j¿ DipY:[IrJo
oí)iQ\"O Üasil1!ü(,s \'otos. Pero L~ f¡!~jJ ~;.; '(;d~;, tlO
(:;\ pi !13rbl:lrnto era (,()i1oeid~ ~. ,ndid l de
to,los sus ;¡ill:;';0S políticos, y :I"¡ f:' (Fe ~t,tar-




PEHSOXAJES CELEBl\ES.


dadas las elel~ciones de Barcelona por el levan-
tamiento verificado illlÍ en favor de la Junta
Central, Inego que tuvieron lugar eligieron pa-
ra Diputado por aquella pro\'incia al Sr. Galia-
lIO; y seguramente B3reelona no podia confiar á
mas eloeuente voz el abogar por sus intereses
materiales, y por la conservacion y eonsolidacion
del órden y de la libertad en aquella industriosa
eapital, que tantos eSl~esos ha sufrido de parte
de la revolucion. Pero al llegar las actas de la
ele(~cion de Barcelona á las Córtes, antes de que
pudieran ser examinadas, fueron estas suspen-
didas, á consecuencia de los [¡lti IIlOS sucesos,
y suspensas contillllan á la hora en que escribi-
mos. Si volYieran ;Í abrirse, la voz de Galiano
resonaria en ell¡¡s como siempre elocuente, y
es de creer que si fuesen disueltas, en las.llue-
vas elecciones figuraria el nombre de CaliJDo
entre los elegidos.


"uelto Galiano <Í ~ladtid, ha principiado de
nuevo sus lecciones de Política Constitucion¡¡1 en
el Ateneo Científico y Literario, á las ella les
coneurre un numeroso auditorio, ansioso de
€Jcuchar sus elocuentEs y eruditos discursos,
amenizados con el chiste \' la gracia na tllral al




D. A. ALCALA GALIANO. 37


pwfesor. Estas lecciones se están publicando. El
Sr. GaJinllo se ocupa tamhien en la traduecion
y anotacion de la IIistoria de Espaiia I escrita
en inglés por el Doctor Dunham, y cuyo pros-
pecto se ha publicado Sensihle es en yerdad
que ocupe su tiempo y emplee su distinguido
talento en u na traducc!on, quien con tantos
medios cuenta para obr,3s originales. Pero á ello
contribuirá sin duda la necesidad de proveer á
su sustento y al de su familia, y el notable y
no menos escandaloso ahandono en que se deja
á un hombre de sus conocimientos y servicios,
y que habier.do dejado de percibir su cesantía
(~omo Ministro, cobra solo la de Consejero ce-
sante del Consejo Real, con el atraso que es
saLido, y sin contar con mas recursos que los
de su trabajo para cuhrir sus atenciones. De
apóstata y transfuga han acusado al Sr. Galiano
sus actuales enemigos políticos, en otro tiempo
sus amigos: nosotros no vemos en su cambio de
principios IIlUS que una prueba evidente, de que
Sil espíritu es demasiado elcl'ado para no seguir
~I progreso de los cOilocimientos; de todos mo-
dos, si las riquezas, los honores y distinciones


son el premio de las apnstasias, c;alinno no po-




38 PERSONAJES CELEBRES.


drá por ellos ser acusado. Su situacion actual
es la mejor respuesta que puede dar á sus dc"
tractores,




lnilíce (lC Las biografíag contcnillag


EN EL


TOMO SESTO.


D. FRANCISCO Espoz y MINA.
l\IR. BE!'\JAMIN CONSTANT.


n. CARLOS DE HORBON.
LORD .I0Hi'< HUSSEL.


VICTOR HUGo.


EL PRlr.CIPE DE LA PAZ.


!\IR. DE LAFAYETTE.


UGO FOSCOLO.


EL P. FR. CmlLO ALAlIIEDA.
EL BARON LARREY.


D. J. 1\1. Pum SAMPER.
D. ANTONIO ALCALA GALIANO.






COi'lTENIDAS


EN LOS SEIS TmIOS.


ALAMEDA (P. F. CIRILO). .
ALCALA CALlANO (D. ANTONIO).
ALCALA GALIANO (D. DIO:oiISIO).
ALVAIlEZ (D. MARIANO). • • •


VI.
VI
V


AmmADA (DUQUE DE). IV'
AIlCnrDL"QUE CAIlLOS DE AUSTRIA. 11.
ARGUELLES (D. AGUSTE'i). V.


BALZAC (Mil. l)E). . • . L
BEIlNADOTTE (CAIlLOS XIV) REY DE SUECIA. 111.
BEI\RYEIl (1\IR. DE). V.
RONAPAIlTE. 11.




BORIlON (nO'A i\lAnll. CRI5TIN,~ HE ~. IV.
BORBON (D. e.HILOS DE). VI.
BROUGIl.Dr (LORD;. V.
BVHON (LORD\. [JI.


CALOMARDE (D. TADEO). n.
CARLOS X, REY DE FHAl'ICIA. l\'.
CANNING (]\[R.). IlI.
CIIATEAUBRIAND (:\IR. DE). JV.
CONSTA:"IT (BESJA'llIN). n.


E}IPECINADO (D. JUAN DIAZ EL). n.
ESPAIlTERO : D. HALDOMEl\O l. 'c.
Espoz v 111 NA. (D. FRANCISCO). VI.
ESTEVE (D. RAFAEL). lII.


FERNANDO J , llEY DE NAPOLES. IV.
FERNA:'IDO VII, REY DE ESl'AXA.. 111.
FLORIDABLAl'iCA (CmmE DE). .1.


GRAVINA (D. FEI>E1UCO). 11.
GUlZOT (1\1R. l. H.


HUlIIBOLD (EL BARO:" DE). Ir.




IBRAllIM BAJA. 1.


.rOVE LUé'lOS (D. C\Sl'AR l\1ELCHOII DE). 1.


LUAYETTE U\l1l. DE). VI.
LAFFITTE (1\111. DE). IU'
LA l\IEé\AIS (MR. DE). III·
LAHHEY (EL B>\HON). VI.
LEON ( D. DIEGO DE l. 1.
LOPEl (D. rl(~ENTE). [[(o
LUIS FELIPE r. [lEY DE LOS IIIIANCESES. In.


J\IAHA~IUD 11. II
l\IARTlNEZ DE LA ROSA (D. FUANCISCO). 11.
;\IAIQLEZ (D. ISlDoHo). V.
l\IAzAHIIEDO (D. Jos E DE l. JII.
lUETEHNICH (M~. DE). 1.
l\1ou; (CONDE DE). V.
l\IOHA~IED ALI. I.
l\IOllATl:'l (D. LEANDRO FEl\NANDEZ). IV.
MORII.LO (D. PABLO). n.
l\iURAT (JOAQUL'(J. REY DE NAPOLES. \.


NAPOLEO:>l. 11.
N OTJIO~lB (I\lR.). V.




O'CONELL (I\IR. DANIEL).
ODlLON BARROT (!\IR. l ..
ORFILA (D. l\IA1EO JOSE j.


PALlIIERSTON (LORD).
PAZ ( EL PRINCIPE DE LA).
PEEL (SIR ROIlERTO). ..
PERIER (1\IR. CASmIRO).
PEZUELA (D. JOAQUIN DE LA)
PIO VII.
PUIG SAMPER (D. J. 1\1. 1


ROSSINI (MR. JOAQUIN).
RUSSELL (LORD JOHN).


SILVIO PELUCO.


SOULT (EL MARISCAL).


TRIERS (MR.).
TORENO (EL CONDE DE).


UGO FOSCOLO.


VICTOR HUGO (MR.)


, ,


1.
V.


1.


n.
VI.
IV.
V.


III.
IV.
VI'


IV.
VI.


n.
IV.


1.
IV.


VI.


VI.




WALTER SCOL


WELLINGTON (LORD;.


ZUIIIALA.CARREGUI (D. TOMAS).


FIN DEL ÍNDICE


/


,-


i \ .


V.
I.


III.






,t..NUNUIO.


~ .il'eunstalll:ias particulnrm;, r ademas el lÍJ-
~eo dI' proporcionarse interesantes lloticins se !:re
b yjda de Personages Espalíoles, obligan:í SU!
pender la public3cion de esta obra, que como
hall visto lIupstros suseri tores, ha salido sín ll!.
'1H'I1Or interrupeion, .Y con un~ exactitud ro(""
COIllIIII. Con la misma la /'ontill',arrnlOs ~- i' i·
~arernns :í lo~ slIsrritorrs, po,- .-j ::,,,,tan sr,,¡;';.
lfelllOs puesto un índice .':I·llP,'al d' los ;,¡,is !:f, ..
III(,S pnJiljl';¡iltls, al fin <Id \ [, ¡;81'il ma,ol'
facilidad 8n f'1H'Ontr.lr ¡el ¡'jn;!i'D'iil quP sr de-
sr!'.
r,111;(l'ia¡np~ ;1 llucstro !lJl;;ilr si 110 ,l.~r;ld,:­
('it~'\(lm():-; al !1¡'lh!j('o I~l 11::("::1 ¡t('(i:.:iít1 qU¡~ hl~
di!'PI'I\.:,,¡jo ~·I C~·j;¡ I,)~'" ,':!!t;...· di:r.':!
L~h :-'I}!'!(¡rt~-; :' .. : .',~ ií',';v:, q:!(; t! (~,"¡lJ' ¡H~dan;r.;do




coger lo que alcancen de los puntos ('n donde
hayan hecho la suscricion, y en los mismos
pedir si les faltase alguna entrega, satisfacien-
do su importe. En €l conr.epto que si Jo demo-
rasen, no será fácil proporcionnrselas despues
de formadas las colec~iones.


Los 6 t.omos encuadernados de esta obra se
hallan de venta, á razon de 30 rs. cada uno, en las
librerías de Cuesta y Jordan en l\Iadrid, y se
enriarán á las provincias mediante el pedido que
se haga á los comisionados, al precio de 36
reales tomando la eoleedon completa .


. ,d,.. ........ .--
.......