RETRATOS POLITICOS DE LA REVOLUCION DE ESPANA. «. ,,,. &~ ...
}

RETRATOS POLITICOS


DE LA


REVOLUCION DE ESPANA.






«. ,,,. &~


RETRATOS POLITICOS


DE LA


REVOLIJCION DE ESJ;'ANA,
1,,·


ó


DE LOS PRINCIPALES PERSONAGES QUE HAN JUGADO EN ELLA, MU-
CHOS .DE LOS QUALES ESTAN SACADOS EN CARIOA'f~i'OR ,K.L


RIDICULO EN QUE ELLOS JolI~ ~
lB HA.BÍAN ~Tft; ~~c.. !.l!mO¡ 'CON UNAS OBBER-


. V ACICllI'ES l'OLxTI0A8. ~ 80BBE :LA. JH8!U ¡ Y :L.l RESOLUCIOll DE LA q,liES-
,,#', rlrbil' irB~n MALOGRO ESTA, Y NO LA DE LOS ESTA.DOS-UNIDOS:


DN. OARLOS LE BRUN, '


--


IMPRESO EN FIL.I1DELFL


--Año de 18.26.




Eastern Di8tMCt OJ Penn8yl'IJania, to wit:
BE IT REMEMBERED, That on the seventeenth day oí June.


in the fiftieth year of the lndependence of the United-States of
America, A. D. 1826,


CHARLES LE BRUN,


of the said distriet, hath deposited in this office the title of a book, the right
whereofhe claims as proprietor, in the words following, to wit:


Retratos Politicos de la Revolucion de España, 6 de los Principales Perso-
nages que han jugado en ella, muchos de los quales están sa.cados en cari-
caturas por el ridiculo en que ellos mismos se habían puesto, quando el
retratista íos iba sacando; con unas observaci<mes políticas al fin sobre la
misma; y la resolucion de la qüestion de porqué se malogr6 ésta. y no la


. de l\ls Estados-Unidos: publicado> en Castellano por Don Carlos Le Brun.
Ciudad:Lllo <le los Estados-Unidos é Interprete del Gobierno de la Republica
de Pensilvania; Autor" del Beneficio de un Filósofo,"-" de una Grama-
tica Inglesa y Española," y Traductor "de los Ensayos de Pope sobre el
Hombre,"-" del Anti-Angloma.no."-" (j" La Lihertarl de los Mares,"-
y otros Libros de Literatúra.


In conformity to the act of the Congress ofthe United-Statcs, intituled, "An
act for the encouragement oflearning, by secUl"ing the copies of maps, charts.
and books, to the authors and proprietors of such copies, during the times
tberein mentioned."-And also to the act, entitled. ' An act for the encour-
agement of Icarning, by securing the copies of maps, charts, and books, to the
authors and proprictors of such copies during the times therein mentioned'.
and extending the benefits thereof to the art8 of desiglling, engraving, and
etching historical and other prints."




D. CALDWELL,
Clerk oJ the Eastem Bistriet oJ Pe~7Uylv,¡nía .




.'-'.


" . >.


~~-.- -- .
. j


Difficile est satiram non scrihere; nam quis iniqure


Tam patiens urhis, tam ferreus, ut teneat se? ..


JUVENAL. Salira primera.




PATRIJE LIBERTATEM


VINDICAT ARMIS


EMANUEL JOSEPH ARCE,


DUX ET CIVIS.




DEDICA,


CON EL MAS ALTO RESPETO,


ESTA OBRA,


AL


VIR'ruoso CIUDADANO


I


DON MANUEL JOSE ARCE,


PRESIDENTE


DE LA


REPUBLICA DE GUATEMALA,


SU APASIONADO


y


ADMIRADOR;


CARLOS LE BRUN.




Los retratos que aquí se manifiestan,


Hablan ellos por sÍ, no el que los muestra.




PROLOGO


DEL


EDITOR,


-+-
La revolucion de España ha llamado dos veces la atencion


de la Europa por la: solemnidad de su pronunciamiento, y por
Su malogro repetido. La libertad ha dado un paso atl'ás en
las esperanzas de todos los pueblos por esta desgracia reitera-
da; y esto debe excitar su curiosidad y su interes, para buscar
la causa. Aunque parezca it primera vista, que la fuerza ex-
trangera mancomunada haya sidú la que ha alejado de la Es-
paña y de las llaciones eRte primcr derechb de la naturaleza,
es bien cierto que 110 hubiera sido baRtantc toda la fuerza ar-
mada del continente reunida, para conseguirlo, sino hubiera
habido en el fondo de la nacion un germen de destruccion que
esta fuerza pudiese impudente y escandalosamente reanimar y
poner en movimiento. La vida de la libertad está en la fuerza
mancomunada de los lmeblos, qne es irresistible, quando obra
con la eficacia yel imlll¡}sO que le da la union, y le comunica
la robustez de s.u natural temperamento, y la salubridad de sus
miras y sus deseos. La diyision es la que solamente puede
debilitar ó alliquilar esta fuerza que es 1101' sí casi omnipoten-
te.EI hombre moral está en relacion con el hombre fisico en
todas sus acciones y llcnsamientos. Obra, porque piensa y
calcula; y piensa y calcula de un modo y no de otro, porque •
las circunstancias fisicas y las de las impresiones que recibe,


:B




10 PROLUGO.


lo dcüwmíllan de tal ú tal manera. Las situaci()lws (Ji versas
en que se debe ver el genero humano por esta razon, hacen
que se pueda decir en algun modo, (lile forma un mundo cada
hombre, y que de cada nacion se forma tambicn una especie
humana distinta. Si se parecen t.odavía algo estas y los hom-
bres en ]0 moral, es porque se han como convenido todos los
gobiernos desde el principio, IJara engaiíarlos y engallarlas con
el fin de dominarlas á su placer.


Sin embargo, aunque hayan sido en iodos las miras las mis
mas, los medios puelhm y deben haber sido distintos, aUIHIIIl'
tengan muchos puntos de contacto, (JIIC pt'm!ucit'á precisamen-
te la unidad de designio. Las uaciolws por t~ste motivo, allu·
que tengan todas las mismas malaR dislJOsiciones lIara la Iiher
tatI por este origen vicioso de la sociedad, que es yít eJl ellas
naturaleza; las distintas situaciones han alterado mas ó menos
este fondo comun de corrupcion por la diferencia de circuns-
tancias por las quales han tenido que pasar; y esto h.ace que
la fuerza, que es la vida (lue .las conserva libre!';, >lea mas e:.
menos fuerza, porque esté mas ó menos dividida, y sea {lOl'
consiguiente mas ó menos il'resistible. rOl' esta l'azon tiene.
tambien cada nacion un caracte!' particular, (llle distingue Ít
cada una de las demas, y es, se puede decir, su propia fisono-
mía.


Las naciones no son otra cosa, que los individuos (11lC las
componen: estos forman rigorosamente las facciones que las
distinguen á las unas de las otras. Conocidos estos, yá se
puede juzgar con alguna aproximacion de su fumIo comuny
de sus diferencias, y explicar sus acciones y sus acontecimien-
tos por estos datos, unicos elementos conocidos que Imeden
entrar en esta clase de juicios, que pot' lo complicado y vago
de las ideas que los componen, Y 1101' la mañosa obscuridad de
los intereses particulares que los confunden, son muy dificiles
de analizar.


La revolucioll Española es un acontecimiento de esta na-
cion, en que obró su caracter tal como eXIste, como causa efi-
ciente y conservadora. Por d, pues, deben eX}llicarse sus SlI-




l'HOLtHH1. 11


cesos y ~lIS desgracias; pues las circlIlIstallcias tic los tiempos
y de la EUl'opa debieron cutral' en el proyecto y en su prose-
cucion como partes esenciales dellJlan, que se tenía que ama-
nerar y {lue combinar. Así es 'lue los indidduos que en-
h'aron en la l'evolucion de un modo especial, y le comunicaron
cn algun modo su caractel', tomamto á su cargo promoverla ó
dil'igil'la, son los que nos han de dar la clave para explicarla.
Pucstos estos á la vista, aunque no sea mas que 1101' el lado, que
los hizo el'la visibles, y por el illfluxo que les dió, ó ellos se to-
maron, se tiene yá la causa del bien ó del mal que produxo; pOl'-
(lile las revoluciones no son nada, si se IJUdiera prescindir de
los hombres que las forman y las dirigen. Estos solamente
son la revolucion ; y si se pudieran conocer lJOr todos sus con-
tornos, tales como son, no quellaría duda en el juicio que for-
maramos de ella.


Nuestro propósito en estos retratos politicos, que damos al
publico, 110 es otro, que el de presentar á los pel'sonagcs
principales de la l'cvoIncion de .Espaila, JlO como que son tal ó
tal individuo dc la eSllCcic ó de ]a sociedad, sino como que han
influido de tal ó tal1umlo en el bien ó en el mal de la revolu-
cion de su lmis, en 'Iue tuvicl'uU parte acti\'a. llen° eso no los
des.cribil'cmos sino por la parte que eH ella tuvieron, ó por cir-
cunstancias que IlUdieron ú debieron influir CII el movimiento
'lllc le dieron. Su vida privada no tendrá por csta l'aZOIl mu-
cha parte en nuestra biografía revoluciunaria. Alguna que
otra circunstallcia aislada de ella, 'lile pueda dat' relieve á sus
facciones l'0liticas, y 'Iue haga por tanto cOllocer mejor su buen
ó mal influxo en la l'evoludo!1, nos ha parecido no omitida,
liara (lue los lectores sc )1oilgan mas bicn en estado de
conocerla y sus eOllscfj úelldas, fJlle es nuestro designio. He-
mos creido, 'lue era éste el ulIico modo dc cOlllIH'ehenderla, y su
cal'actcl'; cn cOllociclltlo bien el de lus hOlllu,'cs (lue han hecho
en ella los papeles lilas pl>illcipales, se desclIbre su lIaturaleza
y su rumIJu; y 110 se )JOdl'á extl'<lÚlll' yá que haya escollado y
envuelto en sus ruinas las espcrauzas lIlas bien fUlldadas de la:.>
llt'mas naciones.


11 e 1110:'; c<u'actcl'izaúu lIluelJas dc ,ms descl'ipcione" ClHl el


I


. ;




12 PROLOGO.


nombre de caricaturas, porque nuestro fin es no sacarlos en
ellas del ridiculo en 'lue ellos se pusieron, como revoluciona-
rios; y el estilo que hemos adoptado en ellas dice tambien re-
lacion con este designio. La ironía y la satira debían solamen-
te servil' de pincel, para retratar á unos hombres, que se salieron
ellos mismos de la gra"edad social desde que tomaron parte en
la revolucion, y se metieron, sin sentirlo, en el circulo del ridi-
culo, que llama la risa y el desprecio de los demas. Serían muy
poco parecidas á su original nuestras pinturas, si hubieramos
descrito en estilo grave un objeto ridiculo; non erat hic loClts :
y hubieramos engañado al publico, dandole en nuestras des-
cripciones otras personas que las que les habíamos ofrecido.
Ni hubiera podido juzgar con exactitud del caracter de la re-
volucion Española, que fué toda dramatica, si le presentara-
mos á sus representantes fuera de las tablas, haciendo seria y
formalmente el papel de politicos y de filosofos, que no
sabían ni eran capaces de saber. Pensamos pues, formal'
como una galería de ellos con el titulo de retratos y caricatnras,
que da desde luego la idea de lo que fUCl'OIl; y es, como sola-
mente se puede retratar á muchos si se han de retratar como
son, y el publico los ha de apreciar por lo que valen. Con
este fin no se han omitido sus buenas qualidades políticas, y
aun las sociales, quando hemos creido, que deberían rectificar
el juicio de los lectores á su favor, ó hacerles apreciar al justo
los defectos politicos, que el extravío de la sociedad puede ha-
ber desnivelado de los sentimientos naturales de su coraZOl1, Ó
de los sanos principios de su mente. Nuestra imparcialidad está
en nuestras descripciones vaciada con la misma exactitud, que
los ridículos caracteres que hemos descrito. Quisicramos, que
esta verdad se impresionase en nuestros lectores, tal como es,
para que los sugetos que describimos, fuescn en su juicio, des-
pues de leidos nuestros retratos, lo que fueron en la revoluciona
Estamos seguros que no podran ser jamas desmentidos con
datos, que evidencien lo contrario de lo que dexamos dicho;
porque los hemos vaciado á la vista de sus mismas olJl'as, faccion
por faecion, mil'ando y remirando el original: y toda la iuexac-




1'1WLOGO. 13


titlld Illle lJolliamos pOI' tanto temer de ellas, sel'Ía solamente
algull rasgo de este mismo caractcI' Ilue describimos, que se nos
pudiera habcr escapatlo, al través del disimulo lJipocrita de
liberalismo, que hemos sin embargo Pl'ocul'atlo descorrer y
analizar hasta sus ultimos elementos.


La mejor historia de la revolucion de España cs la que re-
sulta de estos retratos que la encierran toda en sus partes mas
llrincipales, y contienen ademas la vida y caracter de todos los
que la hicieron, y Iu'opagaron con las causas de su malogro y
destruccion, parte la mas principal de todas las histol'ias, y
quc se echa hasta ahora de menos en las mas, por 110 decir, en
la totalidad de ellas. Quien lea nuestros retratos vée cllgen-
drar, nacer, crecer y Ill(ll'ir la l'evolllcion, y las manos que le
}Jal1 dado la vida y la muerte. IJasta la conducta del irritado y
cruel Fernando está comprchendida en ellas, como su causa y
como su efecto. Por eso lo hemos puesto aunque muy en bos-
quejo, en nuestra galeria de !teroes de la re'Volucion: es el im-
pulso principal de ella, Las cortes de las dos epocas están aquí
tambien, como se yeÍan desde las galerías del cong'l'eso; se
yen desde la nuestra las facciones de todos los diputados que
describimos, lo mismo que estaban sentados en sus bancos ó
perorando en las discusiones. Los obispos á quienes su propio
negocio forzó á hacer el contrasentido de la libertad, y han
manejado en esta cri,.,is la rc1igíoll, como un instrumento de
sus mil'as y de su infame ambicion, estan tambien puestos
aquí en S1IS nichos, para vergüenza suya, escarmiento de los
pueblos, y desagravio Ile la l'eligion que los condena, porque
la violan escandalosamente en el hecho mismo de recomendar-
la. En fin, todos los que han tcnido una parte muy marcada
en la revolucion, cstán bosqucjados de cuerpo entero en nues-
Í!'OS retratos, que no son tales, sino pOI' la exactitud con que
están vaciados por sus originales. No se han sacado todos
los de los que han jugado algun papel en la I'cvolucioll, porque
se habl'ía hecho nJlly difuso este volumen contra nuestra in-
tendon, que es solo dar IIna idea de la revolueioll, y sus }ll'ill-
cipales agentes; y tambien lJOl'llue ]OfO_ (lIJe hemos omitido, no
~c llUedell cal'al:tcl'izal' l:OIl el cpitetu !le agentes Ile ella, IW




14 PHOLUGO.


hahicudo tenido ni ohl'allo con accion lll'opia, sinu como
subalternos é instrumentos de los demas. De lo contrario,
deherÍamos haber dado aquí lugar á casi todos los iudividuos
uc los dos partidos, sin quc;por esta monstruosa adicion, hubie-
ran los lectores adquirido mas luces sobre la revolucion, que
las que les comunican sus lwimeros autores y xefes, que son los
que hemos entresacado, para presentarselos en ,esta ohra, se-
guros de que les presentamos en ellos toda la revolucion, tal
como pasó y sc ha vel'ifieado con Sil uescnlace y conclusion.


Los pueblos verall cn su fatal cxíto, que no basta querer sel'
libres, para serlo; y que es mcnestcr auemas luces, tino, valOl',
constancia, y sobrc todo buena fé, union y verdadero patl'iotismo
pam conseguirlo. Las naciones lo scrall siemprc que emple-
en estos mcuios scguros, pOl' que tiencn \lila eOllcxioll escncial
y están ligados é identificados necesariamente con la liber-
tad. llero 110 debcn tampoco perder de vista, tI"e la divergen-
cia y contl'aposicion de intCl'cscs pal'ticularcs, y los habitos
dc rutina y scrvidunlbl'e, con la ignoraucia y Ja supersticion,
SOll obstaculos casi insuperables para su libel'tau, si mallos
prudentes y espíritus eH calma no son los ,{ue dirigcn la ex al-
taciou ue )os pueblos, necesaria tamhien en los plimcros tiem-
pos de las revolucioncs, llara despcrtar é inflamar las pasioneF!,
'lile dcben dcspues, los quc se lJOugall al frente, dirigir yapro-
ycchar. l.a suerte de la Espaiia debc abrirlcs los ojos }Jara
apartar los cstorbos que allí han impedido el bicn, y buscal'lo
por el ramillO encolltrautl y opuesto, que es el de la libcl'Íau.




RETRATOS })OIA1TICOS


[lE LA


REVOl,UCION HE ESPANA,


MOUENO-OUERRA,


Liberal á prueba y sin la menor sospecha de interesado,
Rara a'Ois en el pais del liberalismo. Todo lo que es voluntad
y buena fé, ahí está él, que se podrá lll'esentar en qualcsquiera
tierra de constituciOlJ con Sil cara descubierta. Ahora, libe-
ralismo ii prucba de razon y utilidad practiro-politica, eso !lO
tielle él la culpa de no tenel'lo en todo Sil punto; ni su falta
debe ruborizar ni desacreditar á nadie, El hombre moral
está en el corazon, y no en la mentr, cuyo recto eXCl'cicio de-
llende de mil ci,'cll11shncias que lIO están en l1ucstt'a mano; y
es pedir peras al olmo, 'lIlCl'el' que el hnl1lUl'e acierte siernpl'c.
y se ponga ell el hito cn quanto ,liscul'l'a. Moreno-Gllcr¡'a
es pab'iota, es liberal el! quauto al COl'azon, y pab'iota qlw Sl~
lmede cchar á peleat' sin miedo con todos los patriotas ,kl
mundo; pero en qllunto al entendimiento, dcpe1Hh~ mucho Sil
patriotismo de la fuerza de su imaginacion exaIt.atla, del punto
que ha tomado en la l'eVOlllCioll la fCl'mentacion de S1I Sall~rc.
de la demasiada moyilidad de sus filJl'as, y de Ull llO só qué
de exasperacion que han labrado en él la impudencia con que
lla llegado á ob¡'ar el despotisl11() sobr'e laR naciones y d sos-
pechoso desacierto de los que hall mandado ell xefe las revolu-
ciones de su pais. El hombre no puede hacer mas que poner
para el bien general f{uanto está de su }larte; y es pedil- im-
posibles empcñarHe en 'lile, 1101' elat' gusto á los demas, salga de




16 RETRA TOS POLITfCOS DE LA


las leyes de la naturaleza y obre como los angeleR Ú como los
dioses. Moreno-Guerra ha expuesto siempre tOllo lo que es, y lo
que vale por la causa de la libertad. En 1808 yáaspiraba, sin
sentirlo, á este bien, y se le salían por la boca los deseos en-
redados con las palabras. En 1810 se presentó yá al des-
cubierto en la galet'ia de los liberales COIl el mismo valor con
que ha seguido despues. En todas las crisis, que ha sufrido
la constitucion, se le ha visto en el peligl'o tan sereno, como
sino lo fuera para él; yen la IJersecucion, quesufl'ió por libe-
ral baxo Fernando el perseguidor, se le oyó llluclJas veces de-
safiar al tirano desde la prision, y hacer un alarde, acaso im-
prudente, (le despreciar la horca y la hacha del verdugo.


N adie duda de que tuvo la mayor pal'te en el alzamiento del
ailo 1820, y que le costó riesgos, sustos, y fugas conservar la
vida antes que cilajase. Hecho diputado de Cortes, hablú
con su genio y fogosidad; pero siempre como liberal,
qualidad que no le han disputado, una vez siquiera, los libe-
rales, ni los ser\'iles, que le han honrado en tótlo tiempo con
su odio; ni Fernando 7° le ha podido tampoco negar por ella
los honores del patíbulo, para cuyo triunfo ha mandado una
solemne embaxada al Emperador de Marruecos con el fin de
que le remitiese su persona, empeño de parte de un Rey, como
Fernando, capaz de engreir al alma mas apatica é insensible. No
creémos con todo eso, que la causa de la libertad haya ganado
mucho con· su decisiol1; las cosas no se hacen con deseos y ganas
de hacerlas, sino con el tino, la pl'u(!cncia, y el al'te (Iue está
consignado por la sabidul'Ía para cada una, y el de la politica
es complicadisimo y sumamentc dificil. Estórbos de mil ge-
neros interrumpen la obm cqda momento; la naturaleza de los
materiales y de los mismos instrumentos, es resistente por sí
misma; por que, siendo los hombres, tienen movimiento y
voluntad propia, y un interes distinto de el dcl elaborador; y
las cabezas que no dan tiempo al tiempo, y se calientan dema-
siado con las resistencias, no suelen ·ser las mas á proposito
pam dirigir estas borrascas que se llaman revoluciones, y
obran casi siempre por estampidos, y no á vientos frescos que
auxilien e] movimiento y dexen obrar. Moreno-Guerra es uno
de estos temperamentos que se avanzan al lIie,n ~adeanrlu y con




17


la lengua de fuera; yen politica el biell es alg1llia \('7: IIn mal
que se debe dexal' ir hoy, para tenerlo mañalla.


No IlOS atrevemos á decir que sea de la secta de los prinr'i-
pistas, cuyo fundador ha sido Al'güelles, por (JlIe lo hemos vis-
to COIl freqüellcia saltar 1101' los principios, aunque siempre en
busca del bien, que creía huirsele, oseado de los Al'güellistas
y del partido que buscaba el bien generalllOr el camino donde
estaba exclusivamente el suyo. Su imaginacion fogosa le
presentaba facilidades que 110 lo el'an sino por sus deseos,
y veía entonces fantasmas en lugar de realidades. Se le, mani-
festaba la libertad tan realizable, como si se pudiera coger á
puñados, como el trigo, é ida despues exteudiendo por la nacion
con la seguridad de que creciese al punto y se hiciese el ali-
mento comun de los Españoles y aun el del genero humano.
Era el sueño de UI1 hombre de bien, pero era un sueño, como
el de que Cadi-;:; tenia siempre el recnrso de da1'nna patada al puen-
le de Sua'Zo, y quedarse aislada y libre, como una ciudad An-
séatica. Sus buenos deseos UD le dcxaball "el' bien á los hom-
bres, como sou, lJi al JIllllH]O, COulO lo lléLJJ lJ!lC,~to lo:; Reyes y
los frayles.*


EL MARQUES DE VI1.LAPANES.
Debía'P0ncrse la caricatlll'a (que lo es) de este mayorazgo


de Xcréz de la Frontera, que talltn se <lió á conocer por sus
escritos y sus opiniones extravagantes de servilismo, mien-
tras el primcr sitio dc Cadi;,:, en scguida á la dc MOl'CI10-
Guerra. E/'all los dos :holnbres originales, cada uno en su
partido, que se conocieron en la revolllcinn. Tan de buena fé
como el'a Moreno-Guerra liberal, era Panés servil. Aquel
estaba dispuesto á 11crllCi'lo todo por la cOllstitucion, y éstc á
s~crificarlo todo por el Rey. Dos fenomenos de aquella epoca,
que 110 se han repetido, ni prnlJahlemcnte se repetiran; y por


• El Seilor Morcno-(;ueJ'r:l ha muerto en la travesía á Liverpool desde
Tanger á donde hahia vuelt o desde Gibraltar, arrojado de aquí por los Ingle.
~es, como todos 105 ESIJailok<. pOI' cOITII,lacer á Fernamlo que al fin logró
por este medio satisfacer su (,fue! allsia .le.: matarlo, que tanlo le habia ator-
mentado.




18 HETIL\T()f, l'oLlTl(;US lJj« LA


esta l'aZOIl debcrá andar la libertad mas bien en la boca que ell el
alma, como suceuel'Ía al servilismo, si no tuviera la poscsion
de tantos siglos~ y la ilusion y la supersticion no lo favore-
ciesen. Aun así, hay sus trabajos por la parte de la buena fé ;
Y si se IlUdieran descomponer los hombres, y separar el interés
que ticnen en ser lo que son, de la buena ó mala fé con que lo
son, para volverlos á formal' despues; no se vée bien, eómo
los que presenciasen la descomposicion~ podían ver liberales
ni serviles en lliuguno tIe ellos. POI' eso es, 1101' lo que Guel'ra
y Panés son unos fenomenos en politica, y UlIOS locos de so-
ciedad. Están en razoll inversa de sus conciudadanos: su ra-
ZOl1 se ha extrayiado de la comUlI razon, y los otros viven, mi-
entras ellos suf,'en y son silvarlos, como dementes.


Panés, es verdad que se ha saJidfl de la razon univel'sal por
sus malos principios, y tanto, que acaso no hay yá fuerza en la
naturaleza, que pueda hacer entrar su cabeza en el orden. Lo
que vió viemprc, es solo lo bueno l):era él; lo qne sucedió siem-
pre, es lo que dehe continuar: elllliblllO Dios, la misma supers-
ticio!l, el mismo Rey, la misma Espafía, los lUismos lIiC:lIllOS,
los mismos mayorazgos,. (y no Cl'camos los sostiene por que es él
mismo mayorazgo, sino por que ha habido mayorazgos .siem- "
pre) los mismos ricos, y por consiguiente los mismos pobres.
Todo esto es cierto que es un extravío de su razon en quanto
dimana de la l'azon universal; pero en quanto Espafíola y
bOl'bonica está en el orden de la de nacioll; y el Marflues tiene
sielll}Jt'e el merito de creerlo así, como lo dice, y de buena fé, y
no por que lo hagan millistro, cOllsejero Ó cosa que lo valga.


snl0~ LOPEZ.


Sacerdote del oratorio de San Felipe dc ~lurcia. Diputado
de las Cortes constituyentes. Creía que sus poderes, como
rept'esentante del JHlculo, no ~illlallaball de éste, sillo de Dios;
por eso la teologia de los Salmaticenses era su libro, y el I'.
Lal'raga sus instrucciones. Hizo ver al congreso, que !lO
podía tratar de rentas eclesiasticas, por que eran propiedades
de Dios; que su sotana, (levantandoscla,) cm tambiell IIII/cule
divino, y que el Rey había venido del cielo eH em'lIe hll!llalla~




H:EVOLUCION DE F,:;PAÑ A. 19


como J. C. Que la mejOI' constitucion y la sola para los es-
tados son el credo y el padre nuestro; y que las que se llaman
tales son obras de framasones, que creía espiritus aéreos,
como tiene escrito en una obra que le hace mucho honor, y que
descienden de Cain, como ha probado en otra Barruel ; aunque
Iluestro Don Simon quiere creer alguna vez que estas consti-
tuciones vienen de unos hombres que llaman filosofos ó diablos
que eran una misma cosa para él. Dios y los fl'ayles eran todo
Sil mundo; y contra esto 110 había que pl'obarle nada, porque 110
serian pruebas las pruebas mismas. Es necesario confesar sin
embargo, que es hombre, que disparata de buena fé, sin que su
entendimiento ni su voluntad le puedan jamas argüir de haber
errado. Dos muy ricas mitras le han valido yá sus sinceras ton-
terías, sin que él las hubiese pronunciado con ese objeto. Las ha
tomado, porque se las han dado; que él, de veras, 111) era hom-
bre de pretenderlas, como otros ó como todos; y si hablaba ne-
cedades, pueue muy bien jurar, que no era con esas miras, sino
que Dios se las iuspil'aua, y él se sometía, como se sometió
pal'a admHil' el obispado. en todo á su volllntad.


ESPIGA.


DillUtado de las Cortes constituyentes, y primer presiden-
te de las primeras de esta segunda Cfloca. El Arzobisllado de
Se"illa 10 pCl'iliú. Hombre de talento, Iwmb1'e Ile lll'incillios,
hombre que lo fué del ministro Ul'quijo y de Carlos 4 o; y que
sabía hacer valer lo que sabía, quando I'l saber valía algo,
aunque 110 fuese lllas fl'lC tina canogia; pero que sabía tambien
ignorar lo qU0 sabía, y darle valo1' é imp0l'tancia á la ignoran-
cia, aunque fuese lt costa de su reputacion literario-teologico-
politica, qnando para valer era menester ser tonto. En las
COl'tes constituyelltes tIc que era diputado, supo tOllo el tiem-
po que el saber le podía pl'opol'ciouar hacer en ellas el primer
papel; y no supo yá mas, desde que Argüelles se cargó con la
plaza de coriféo, y le fu(~ y[t llecesario disentir de él, para sa-
carle el ayre que lo había hinchado, y al pueblo la alta illea
que se había formado de este hombre papagayo, que estaba
todo entre los labios. Se estuvo así entre do'i luces de sabidu-




2ü t¡Jo,THA I 0" J-'lIL1TICUS IH~ LA


ria to,]o el tiempo, que Fernando fué Rey Herodes ha¡.;ta que
en la jura de la constitucion del año de 1820 se le hizo por Hna
bien necia eqllivocacion de liberalismo, Arzobispo de Sevilla,
y desde entoncefl perdió el habla, y le cogió la lengua una pa-
ralísis política tan rara, que no podía hablar ni aun en las
Cortes sino del Papa, y de los canones. Se le olvidó todo lo
que sabía y había dicho el año diez y siguientes; abjuró de
hecho el sistema constitucional ante el Pontifice, que le llamaba
jansenismo, mote quc se le pega á todas las cosas, que ponen
en peligro el absolutismo eclesiasiico ú civil. El Santo Padre
le negú sin embargo las bulas, y le estuvo muy bien empleado
por su impudente adulacion. Al fin muriú sin arzobispado, sin
opinion, llerdida la lIue tuvo algun tiempo en la nacion, y lleno
de desengaños que yá no lo son para él, ni )Jara nadie; pue¡;¡
todos son y serán Espigas para los Arzobispados y grandes
destinos.


CAS'I'AÑ OS-GENEUAL"
Le llamaban el primer galan de la milicia, porque sa-


bía representar á las maravillas su papel de General en las
paradas y en las formaciones. Hacía valer lo que ignoraba,
como si lo sUllÍera, con sales y gestos truanescos, que le daban,
sin sentirlo, las batallas ganadas, como en Baylen, y las dis-
persiones como la del Ebro, como si fuesen retiradas it 10
Farllesio ú á lo Moreau. . Rodeado siemprc de edecanes y
ayudantes bonitilIos llegó ú adquirirse UlI nombre, que pocos
Generales de cl'edito se lo pourún ni qllerl'an disputar. La
junta de Sevilla lo sostu\'O, como su obra, y era junta que ]0
entendía, porque la goberilaba un fray]e que sabía bien disci-
plina eclesiastica; y la central le nombró despues regente en
la Isla de Leoll á ver si despuntaba cn 10 IJolitico tan bien,
como en lo militar, y sc verificó. Las Cortes lo creyeron li-
beral y no se engañaron, por que lo fué todo; Y el Rey lo pre-
mió·á su llegada como alto servil con la Capitania General de
Cataluña, donde obró á favor y en contra del patriota y des-
graciado Lacy, que fué fusilado y protegido por él. ScjUl'Ó
la ronstitucion el año Ile 1820, Y sc sentó en su silla riel C!lII-




I<F.V(JJ.UCION UF. F.SPAÑ A. 21


sejo de estado, porque era el liberal de marras; y luego al
punto fué arrojado de este puesto, porque era el servil de an-
taño. Y al fin sin saber yá que hacerse, se ha acogido á 1;\1
Baylen, donde se retiró á ver si hallaba por aIli oü'o Redillg.
que lo volviese á levantar sobre el ayre, aunque los años, los
trabajos y las picardigüelas lo hacen yá mas dificil de aupar.;
y Fernando se ha aburrido tambien de dar y quitar, y voh'er
á dar. No es cosa que le llisgusta (que digamos) al tal Fer-
nando; llero lo de Castalios pasa yiL de castaño obsclIl'o.*


Un satirico había dicho yá, fastidiado de tantas idas y ve-
nidas de Castaños, viendo que de presidente de la regencia, no
colocaba sino sospechosos de antipatriotas, los versos siguien-
tes:


Los que han perdido batallas,
Afrancesados, ineptos, .
Procesados, Godoystas,
Acudan á los empleos;
Que tienc quc honrar Castalios
Toditos estos defectos:
No se admitirán patriotas,
Que hacen un contraste fco,
y puede al fin resbalarse
Por descuido un nombl'amicuin;
ExpOlJiendo á la Regellcia
A Hr colocado el merito.


VILLANUEV A.


Diputado de las cortes constituyentes, cclcsiasticll y eSCI'itol',
cambia-colores: escribe sicmllre segulI las circunstancias y
los gobiernos, y a1gullas veces de tan diverso modu, {lile pare-
cen dos Villanuevas y dos escritores Ilistintos. No creémos en
jansenismo, que uadie ha visto ni podidn definir; pero llan da-


• Lo ha puesto "Fernando al fin en el nuevo Consejo de estado, donde hoy
está,




HETnA TOS I'OLlTICOS In: LA


do en qur d perro ha de rabiar con el de VilIamwva, y sr han
salido con ello. La cosa, á la verdad, 110 es tan clara como
se supone, porque un mote no es una se~ta, ni palabrotas va-
cías, por mas retumbantes 'lue sean, han podido nunca fOl'mal'
1lll dogma, ó cosa que lo valga. Vi]lanueva ha quel'illo algu-
nas temporadas lo mejor y por eso le han llamado jansenista
los que nunca lo quieren; sin hacerse cargo, que en otras ha
escrito lo ~ontrario, y no por eso ha sido jesuita ni tomista; {t


.10 menos no se lo han echado en cara los cofrades del jansenis-
mo, que son los duendes de la teologia, que los cria, como los
animales las pulgas y demas insectillos. Al gruno. Villanueya
es de los principistas, y no faltaría á un 11):'incipio 1101' un ojo
de la cara, y aunque se hundiera el mundo. y::t se vúc,-cumo
que los sentaron en su constitucion,-parecería cosa muy fea,
por exemplo, despues de haber dicho en ella, que hasta que pa-
sentrés, quatro, ó mas años pueda todavía estar una causa
por sentenciar, como sucedió á la famosa de 10 de Mal'zo,
(que por eso se ha <luedarlo sin concluir y estfm los reos man-
dando la España) y como ha sucedido con la de los grandes cons-
pil'adores,-sali1' despues con el titulo de la seguridad publica,
slllns popnli ... y 1101' el temor de que la constitllcion sil'viese
para destruirse á sí misma, y otras frivolidades de este jaez,
-con ~horcaI' á diestro y siniestro, despreciando los trami-
tes,-en 110COS dias,-y en pocas horas, y con solo el tiempo
preciso para asegurarse del crimen. VilIanucva y sus com-
pañeros los principistas tienen su alma CIl su cuel'lJO como
cada qllál, y su amor propio, aunque jansenista; y fluiel'en á
la constitucion como á su hija, que les había yá costado carce-
les, presidios, destierros y miedos de algo mas; y no habían
ahora por quitame allá esas pajas, de dexar la o[¡sel'vancia d(~
sus articulos para los tiempos pacificos, como quieren Mou-
tesquieu, Mably, Filangiel'i,.y aun Napoléon, 'lue lo entendía.
quando decía, que la libertad no se podía establecer sino con el
despotismo. Si se pierde por su misma observánda,-que se
Ilienla muy enhora buena; ella se tendrá la culpa; no se le hit
de echar á buen seguro á SIlS autores. 'l'oda la villa ha estado
la España sin constitucion; conque que esté trcsri."tlo-; ú




lU,;VOLUClON DE ESPAÑA.


'Iuatt'ocicntos años mas, 110 sel'Ít cosa que se deha exb'añar: y
luego,-que, llal'a tt'opelías, (que así se pueden llamar) es ne-
ce.,ar·io no perder ¡Je vista, que las revoluciones tienen sus vu-
cItas, y á un 'Vuelc.o de un dado se cambian, y vuelta á la carcel,
vuelta al presidio, vuclta á los miedos.-¿ Pues no estaría bue-
no? .. N O, señor; lo mas seguro es lo mejor; y si nos perdemos,
será en rebla, Y con la cOl1stituciol1 cn la mano, como se pier-
!len los hombres de hien.


No parece, pues, que el tal Villanueva, si razonaba así, ra-
zonase muy fuera de los lll'incipios logicos del Gaudin; por
eso se ha dicho que para sentenciar' un pleito es menester oir
á las dos vartes. A la vuelta de la libertad en el año de 20
tuvo Villanucva pesares, que eran conseqüencias de sus pl'in-
cipios; pero eran tamhien pesares en regla y no se llOdían
echar á la calle. Como se habían obstinado las Cortes en
comtemplar al Papa en' todo, ell~apa,-yá se vée,-tomó UIl
ascendiente y habló tan gordo á las Cortcs, quc no quiso reci-
bir, ni que llegase ú noma ViHunueva, (lile lo ellviaha España
de legado, baxo pretexto ue jansenismo y pOI' sus opiniones
contra la Curia Romana, que debe tamhien ser de fé, y hu\'o
(lue echar por eso de la Peninsula al :N ullcio ell revancha. N os
pasamos algunos dias sin Roma, como nos podiamos pasar
por una eternidad; IJlles las dispensas y las indulgcncias no
son gCl1cros de primera llecesidad lJara las naciones. Nadie
conoció e1l el l'eyno, que faltaba el N lIlICio, P,ll'(lue nadie echó
menos nada. Villanueva pudo entonces recorrer sus princi-
pios, sus escritos, y sus contcstaciolles, y ver eH ellos su des-
gracia y la de la nacioll. No le IJOdía valer para una elloca,
lo que hahía escrito para otra, ni desde el año de 1812, en que
renacieron la sobcmn'Ía, la libertad, y los derechos del hombre,
llUdo hacCl' uso, siu tal1<1rse la cara y C;pl'!'iU la lmerta, de la
doctrina del catecismo que escribío en los tiempos y en odio
de la revolucion de Francia, sentando el principio de que los
hombres todos pei'dieron sus derechos, menos los Reyes, en el
IlCcado de Allam. rara mentí¡', es lllellester memoria, y para
no haccl'lo con impudellcia, entl'lltlimiclItu. El Papa y Fer-
nando lo amaytiuaball, pal'a (litando Ilegahe el final del tlra-




RETRATOS POLITIGüS DE LA


ma, y se les ha escapado, yendose á Inglaterra, donde escrilJe
sobre los canones y el Papa, como si fueran todavía moneda
corriente. l)uede que llegue yá allí á tomar el medio justo
entre estos dos seres fantasticos Palla y jansenismo, y enton ..
ces podremos decir que vive yá el mundo de la razono


ZULUETA.


Gaditanito de razon, diputado de las ultimas Cortes y su
presidente. No em de los traficantes de patriotismo, porque
tenía de sobra cou que vivir. Era liberal acaso por moda, y
aficion á los principios. En materia de saber no era un Cice-
1'0n; llero lJal'a la edad y la profesioll que tenía de comerciante
tenía bastantes ideas, y las suficientes para el gasto de diputa-
do, y aun para el de presidente que desempeñó á satisfaccioll
de los liberales, llamando mueho a~ orden, al son..siempre, se
sUllonc, de la campallilla. Lo que es buena fé, la tenía; hubie-
ra querido de bucna gana, se huhiesc realizado la constitucion,
aunque hubiera tenido que tomar lIO mas (Iue el tres 1101' ciento
en .el cambio de los vales, y 'lue perder con mas gusto 'lue lo
ha hecho ahora, los grandes cortijos y haciendas 'lue compró
de los monacales. Ha tenido al fin que huir' y aburrir su ca-
sa y comercio de Cadiz, establecicndose en Gibraltar donde,
COUlO todos los 'lue se han refugiado allí, han tenido mil altas
y mil baxas con aquel gobicl'llo, para poder permanecer. Al
fin en esta plaza se uegoCÍa y trampa adelante: lJatl'iotismo
por l)akiotismo, y libcrtad pOl' li!Jel'tad, todo sale allá: lo mis-
mo es para eso Cadiz que Gi!Jl'aHal', y España que Iugla-
terra.


VADILLO.


Tambiel1 Gaditano. Este Cadi:t; ha sido el dianche para la
Jibet·tad: por eso lo lJuiel'e tallto su Fernandito, que lo llama
mi filien ¡meblo de Carz,¿7.. Sc respira allí la libertad con el
aliellto. Yá se vée, COlllO alli elllllezó, y acabó, y, "olvió á
elllpC~al',. y se vohió {t acaLar en tl'ilbicolllédia,-todu,,,, ¡IUdl




mWOLUCION DE ESPAÑA.


mas, quál menos están tinturados de liberalismo. Hay, por
sUJluesto, como en todas paI'tes, serviles, y hombr'es para todo;
y aun entre los mismos liberales, sapos y culebr'as. SrrÍa
menester tocarlo, para creer'lo; pe¡'o al cabo, aunque no sea
mas que de lo que se apl'emle por lafl calles y en los tumultos,
iiempre se saca alguna cosa. Vadillo no era de los que hahÍan
ap¡'endhlo lo que sabía, en los caférs, ni en la plaza de San
Antollio. IIabía leido, sabía, aunque no era feliz en la pala-
11ra: su intencion aUllql~e hubiel'a sido, como suponen sus
emulos, la de distitl.~uirse, era siempre loable, porque, para
realizarla, era menester trabajar y hacer el bien. Algo de
ambicion, y: aun de ambicion pueril le han notado sus Jmisa-
nos, y aun sus mism()s apasi()llados; así ... como si hubiese as-
pirado á serlo todo, alcalde cOllstitucional,-xefe politico de
Jaen,-despues diputado de COl'tes,-yotra vez diputado en
la zda. epoca-y dichose despues á sí mismo :-COI1 que yo
fuer'a ahora millistro, aUllque no fuese mas que de ultI'amar,
había sido yá tndo '11 que hay que sel' en ESjJaña. Y como lo
viel'on drspur", quallllo yá la cnfel'mrclad de la re\'olucion era
de muerte, y estaba desauciada, y aun en los momentos ulti-
n,lOs, admitir este minister'io de las Indias que no hallía, no
les quedó duda, que lo que quería el'a ser ministro, aunque
fuese 110 mas que por' dos horas, y á costa de la vida de su mu-
gel' y de sus hijos, y de ser dcsplles peeso, desterrado, ó ahor-
cado, ó fugar:>e pal'a conservar la vida,


Es una lastima esta dehilidad, por que es ¡le muy huena in-
dole, labur'ioso, y por lu que hace á cOIIstituciulI, de los pocos
liberales que convienen en qne esa cOllstitucion que tema la
España, era capaz de perde¡' al mundo todo que la adoptase,
sin que lo sintiese la tierra. Ahol'a, el por'qué no pl'u!llo\'ió
su reforma, esu es arina de otro costal; allá se elltenderán
ellos, si llega el caso de responder. Sus compañeros en el
ministerio le hicierun hacer cosas que no están escritas, ni es-
tán en su genio y caracter. Pero el espir'itu de corporaciou
hace milagl'os; ese sí que es fl'ama50nismo, como dicen los
frayles, y fl'amasonismo j¡'l'esistible. ¿ A donde íbamos á pa-
~'al' ? .. ; Pues qué! ~ EI'a tan facil barajar al notista de Evaris-,


n




26 m:TRATOi:! POLlTICOS DI<; L,-\


to y á su contrincante en heroismo Lopez-Baños! I Atu es
narla las cabezitas con quienes querían echar á pelear al pobre
de Vadillo!


VELEZ.


Capuchinito acicalado de Cadiz, n;¡uy afectadito siempre,
pisaverde á la descalcéz, su barba poblada y ensortijadita,
muy preciado de buen mozo su caridad, predicador de credito
entre los vendedores de hortaliza y colchoneros del mercado y
plaza de Sn. Juan de Dios, sabio escotista, y lector de esta
doctrina á los coristitas de su convento. Era hombre, que
mandaría tocar á rebato al oir solamente las llalabras jiloso-
fos ó jilosojia. que no fuese la del suiil Escoto, y neta aristote-
lica, vaciada en el peripato mismo, de que tenía él allá ... una
idea muy remota, pero la necesaria para aborrecer el racioci-
nio y logica de la naturaleza, y entregarse á ojos vendados al
barbara celare1n vestido de capuchino que es algo mas barbara,
que desnudo, como su madre lo par'ió. Este padrecito, quan-
do salía por la mañana del tocador, y acababa de rizarse las
barbas, y despues de las quatro palabritas de tabla con la ma-
dre de ropa, se sentaba muy despacio en su mesa, abría un
libraco inJolio, y allí sobre él, maldecía al liberalismo en
cada folio, y prometía exterminarlo del mundo á lo Don Quixo-
te, si tuviese la ventura de topa¡'selo con seguridad y sin
riesgo en alguna encruzijada. Yá se vée, ... como lo veía
desarmado, ... como no lo conocía, ni había oido hablar de libera-
lismo en toda su vida, ni Escoto decía nada de él, Je parecía
todo liberalismo y libertad, como al otro Velez de la Mancha
exel'citos las manadas de carneros, y fermosuras las traidas
Doña Tolosat y Doña Molinera. Es menester no perder de
vistat que este servilismo del fray le Velez no era solo el ser-
vilismo de su orden, sino que tenía por añadidura el del epis-
copado, cuyos pujos tenía, desde que le pegaron sus frayles la
punta de la guardianía de Cadiz á que aspiraba, y esperó IJ01'
los empeños del cabildo ecIesiastico de esta ciudad que le haoÍa
tomado cariño por un papelito grotesco y lleno de vulgal'ida·




REVULUCJON DE ESPAÑA. 27


des, (¡ pero si no sabia mas !) que escribió contra lo" liberales
á ver si pegaba la mitra. Yá se sabe que el servilismo de los
rcIrsiasticos no tiene naua que ver con el Rey ni con la Re-
ligion, sino que está todo de patítas sobre su negocio. Esta
es una verdad que ha pasado yá á la clase de axioma, y que
sería acaso un dogma, sino fuesen ellos mismos interesados en
que no lo fuese. Vino Fernando el remunerador de Francia,
y rclecüo que estaba con Cañedo, que N'a Obispo de Malaga
desde que llegó S. M., para sel'virle y auxilial'le en el gasto es-
)lÍ!'itual del Obispado, é irse sazonando para Obispo, reanimó
sus cspemnzas. Hacen al Obispo de Ceuta, el famoso Este-
han, el de dos opiniones y de feliz recordadon, ollispo de J 3en,
y se 1leva al ap,'endiz de obispo VeJez, de paso por Malaga, á
Madr'id para presentar á Fernando esta alaja con todas !'lUS
alaracas de servilismo, fraylismo, capuchinismo, realismo figu-
rado~ verdadero llegocismo, y de escritol' in partibus ó de pala-
bras. S. M. Fernandiná hizo un hallazgo en este manequin
del monarquismo. Sobre la marcha lo hizo obispo de Ceuta;
toma Vejez su mitra debaxo del brazo y echa á co/'rel', que
vuela, para su obispado, á bendecir á sus pl'esidarios, unicos
y dignos feligrestls de su bacuJo pastOl'al.


La facilidad con que logró esta mitra con solo embadurnar
quatro pliegos de papel para lograrla, le empeña en el proyec-
to de ensuciar algunos mas. Manos á la obra; á bien que
hay liberales, constitucion y jansenismo, que hagan el gasto;
no es necesario saber, ni libros;-toma su pJumay zás,-en un
santiamen tiene uiñd yá dos tomos contra los enemigos del altar
y del trono con sus nombres y apellidos, tódos, tódosjansenistas
con un jansenismo, que le reboza por las puntas de los cabellos,
que, aunque no se le ,véa salir, por mas atencion que se pon-
ga, lo vée bien su señoria ilustrísima, y es lla1'a todos los
demas un duende que dicen, dicen, pero ni se vée, ni se oye,
ni se entiende; y cuidado que no es llor falta de tr'abajo, por-
que hay tomazos enteros y muy voluminosos escritos sobre él
y sobre su fisonomia y su existencia.


Antes que pudiese surtir efccto la Jluhlicacion de estos




28 HETHATOS I'OLlTICOS DE LA


mamotretos f¡'aylunos, cateme ulñd aquÍ jlll'lula la constítuciolJ
el año de ~O, y se lleva patetas las esperanzas con que se ha-
bían escrito. lJero la cabeza de un fray le, si no IIU degenerado
}Iaciendose racional, es de muchos recursos. En efecto, con
las sospechas bien fundadas de que el Rey juraba en falso, y
los pueblos, segun los fray les mismos los tenían montados, no
podían amar nunca otm cosa que la esclavitud, empieza mi
buen obispo á pronuncia¡'se contra la constitllcion, á l'esistil'
Te Deum, repiques, explicaciones de ella en los }llllpitos, wmo
se le mandaba ; ... yá se vée, las autoridades le fuerzan á que lo
haga y entonces gl'ita mañosamente, persecl/cion, persecucion;
se va de su obispado para hacerla con su huida mas c¡'rible;
y mientras mas cerca vée (que se veía bien claro) el restable-
cimiento del despotismo, levanta mas el gr'ito de perseclIcion.
Para tontos no es menester estucHar. Sale el Rey de Cadiz, y
vease yá á Velecito al'zohispo de Burgos, y al meS, de Santia-
go. Esto es saber y saher de fray les, y sin libros, ni acade-
mias, ni cosa quc se Je pal'ezca ... pm' el solo instinto del egois-
mo, auxiliado de la impudencia claustral. Es verdad que éste
saber supone la tonteria del Rey, que creía areccion á su perso-
na, la que 110 era sino areccion á su negocio, y la de los lihera-
les, que le dexaron vacía la persec'ltcion que gritaba. qtra re-
vnlucion, y otros liberales tan tontos, y lo tenemos c¡u'denal.
Pero Dios hace la costa, como dicen las "iejas; y sino, su
nombre y colorido sirven tambien mucho para estas ocasiones.
Que digan sino las hijas de confesion de Ye!rz en Cadiz, si
su padre cspiritual tenía tino pam dil'igil' almas, y lIeyarla5
por donde quería.


CAPMANY.


Andano Catalan, escrÚor celebr'c pOI' la padc del castizo
lellguage castellano, que se le ¡'cabalaba sin emhargo alguna
vez, y se escapaba á Francia. Diputado de COI-tes con dos
opiniones, una publica y otra secreta; pero que se traslucía,
como hija -de clerign, y rralmente el'a eclesiastica y senil;
aunque la lrublica era liberal por temol' de las galerías, y lJOr




IlEVOLUClON DE ESPAÑA.


ver si po/lía contrapesar el credito que tenía At'güelIes entre
Jos vncradot,cs y palmadistas. E,'a el {lamine de las COI'teS y
el mal'stJ·o de cct'cmonias del castellano de los decl'etos. Una
r. ó una R. hacían alguna vez el olJjeto de sus discursos; y
un pl'eterito peljecto Ó un gerundio entretenía otl'as á las Cor-
tes un largo rat0. A fUl'r de escritor tenía vergüenza de no
pasar por mas que todos en el congreso, y hacía esfuerzos rÍ··
diclllospara lograt'lo. Por este moti,'o era alguna vez gl'acioso,
otras valiente, siempre con fondos de colJarde, despreocupado
á Sil turno tambien COIl fondos de fanatico, y siempre jugando
Sil afectada maestría en el Icnguage, que, como hemos insinua-
do, nodexalJa de ser galico algunas veces. Los literatos no
tenían luga/' en su Cor'UZOII, solamente porque lo eran, y por-
que no eran él. En fin tenía en lo politico, en lo social y en
lo literato cosas de hombre mayor. No hizo bien ni mal á la
causa, y 8e crée llí,r algunos, que lo trataron con inmediacion,
que habiendo muerto de mucho mas de iO afios, todavía creía
en duendes.


CAÑEDO.


Canonigo de Toledo, diputado de las Cortes constituyentes
y de la comision de constitucion, donde se gl'ullgeó el obispado
de Malaga, y dcsplIcs el arzobispado de Burgos donde está.
Sahía, corno canonigo, y hablaba, como pretendiente de obispa-
dos, Sil opinion solJ,'e que la sobrl'anÍa no estaba esencial sino
radicalmente en la nacion, se le delJe CSCUSaI', porque era opi-
niol1 de familia, y esto de vivir de las ideas de 811S mayores es
siempt'e tilla gt'acia para los }lrmsadores de rutina y una india
pal'a los gobict'Jlos. i Ellrono de mis mayores loo¡ La religion
de mis padres ! .. ¡ Ahí es nada la substancia de que están relle-
nas e¡¡tas eXJll'esiolles: todo es en ellas nata, todo raciocinio
pUl'O, todo oro. ¿ Qué tellemos 1l0S0Ü'OS que pensar ahora en
8i la soberania,-.!.('n si la libc1'lad,-ó si Jos derechos ?.Digo ...
j si sabl'Ía Jovellanos, tio drl sr' Cañedo lo que se decÍa!-Y
no es porque, como lJuen Asturiano, fuese aristocrata, sino por
lo que dice en su ley agraria, que á fé que allí habla de la Ji-


.




JO 1U~nL\TOS POLlTICOS DE LA


bertad de todo, menos de la de los pueblos para gobernarse, y
de la de los mayorazgos para extinguirse. El Señor Caíledo
debía respetar las opiniones de sus ascendientes. Por lo demas
nada tiene de particular de que un callolligo en infllsion de
obispo, no sea tan netamente liberal, como un ciudadano, que
paga derechos y contribuciones, sufre todos los gabarros del
gobierno, sea malo ó sea bueno, y anda á balazos allá en la
guerra, qu~ndo se ofrece. Harto ha hecho su mercell. que ase-
gurarse, dandose por perseguido, andarse baxo este titulo di-
virtiendo por la Sierra de Ronda, y demas pueblos, para acre-
ditar la persecucion, é irse despues, quando el Rey salió de
Cadiz, dexandose caer poco á poco sobre la capital de su
obispado, Malaga, á ver si la podía cambiar por otra mas
rica, yen que Dios fuese mas bien servido, J)t)rflllc hubiera
mas diezmos y mas que dar y recibir. Le salió como lo pensó:
!lal'CCe, que no se le debe pedir mas á este santo señor.


ISTURIZ-DON TOMAS.


Gaditano; diputado de Cortes en las dos cpocas de ellas.
Desde chiquito se dió yá los ayres del saber, y afectaba ma-
duréz y paso sentado. No tenía quince años, y yá hablaba
poco y por síes y nóes, ó quando mas alguna que otra vez, IJor
palabras de dos silabas; las demas las suplían los enfasis, las
cejas, y pucheritos con la boca. Hasta en el vestir afectaba
un holandesismo, que intentaba hacer pasar por sesudez. Te-
nía sus libritos franceses, sí señor, y no dexaba de leer algunos
l'atos; sinó, no hubiera estado nunca tan persuadido, como lo
llegó á estar, de que era un sabio, ni en Cadiz se le hubiera
creído tal sobre su palabra, como se le creyó, pues es ciudad,
donde el que mas y el que menos sabe donde le aprieta el za-
pato. ASÍ, quanto vacaba,.y tenía que dar el pueblo, alistante
se acordaban todos de Isturiz. Si faltaba un regidor, Isturiz;
si un sindico, Isturiz; si hay que elegir una junta de gobierno,
al punto IstUl'iz ; diputado de Cortes, Istul'iz ; si otras Cortes,
I)tra vez Isturitos: yá se vée, á su madre se le caía la baba
con estas cosas, y era muy natural .... era la honra de la casa.




REVOLUCION DF: ESI'ANA.


Se supone que era liberal, como los libritos que leia, y en que
se IJabía formado; mas en honor de la verdad debemos confesar
que He salia muchas veces de los principios, y echaba por esos
trigo,",; pel'o siempre con su natural compostura y con los
ayres de tener razono


Qllando los principistas del congreso, que fueron los que
fundaron la secta, empezaron yá: á imponer un poco á sus con-
trarios, tomó el Señor Isturiz el expediente prudencial de lle-
var siempre consigo (para lo que se pudiera rodear) un buen
puñal, que es ultima ratio cn algunos casos. Al fin, á la venida
de Fel'l1ando tuvo que escapar bien á uña de caballo para Ji-
bral'se de sus garras, que venían fuera de sus vaynas, y no
ltan vuclto á entrar en ellas hasta ahora. Hasta las caricias
tiene que hacer las con ellas de fuera, porque han perllido yá el
uso de encogerse y envaynarse. Al llegar á Londres le dieron
unos cien mil duros, que le guardaba aquella lotería, para
quando Fernando en castigo de su liberalismo, le mandase á
jugar allá. Así fué pasando hasta que cl año 20 se juró la
constitucion, y vuelta á Cadiz, y vuelta á ser diputado,
y vuelta á Madrid, y vuelta al congreso, y vuelta á la
briega con los principistas; el mismo ArgüelIes, el mismo
Toreno, el mismo Rosa, los mismos estorbos y la misma
perdicion. Esto, y lo otro, y lo demas allá, porque al
fin todos somos flacos, ..• cayó malo, le retoñó el mal, que
no lo puuiel'on curar en Londres, y su amigo Arejula le
recetó Cadiz, por(lue él estaba en Madrid, y aquí, des-
pues de mil dares y tomáres se mm'ió; que fué un dolor para
la liIJertad, porque era liberal de tomo y lomo: lo que tiene,
quc se le venía á cada paso el congreso encíma, sin decir allá
voy. lo mismo cm alu'ir la boca. Y así Toreno, que era el
que mandaba esta guerrilla de muchachos de acuel'do con Ar-
gü~nes, estuvo hasta la muerte en su mente tan clavado, que
aun espirando lo nombraba, que era una gracia oirle. No, la
libertad no se ha pel'dido por falta de buena gente ni de esfu-
erzos, sino porque Dios no quiso y se a~abó. Los funerales
de lsturiz en Cadiz fueron dignos, dignisimos, y su memol'Ía
r;orrerá la suerte de la libertad.




RETUA TOS POLlTICOS DE I.A


IS1'URIZ-DON FRANCISCO XAVIER.


Supongamos que es her'mano de su hermano, y de la
familia de los Istllrices, que es familia de diputados. Lo
fué en efecto -en las ultimas Cortes de la segunda epo-
ca, y presid~nte nada menos, lo que no pudo logr'ar su her-
mano, que habría dado por' ello un ojo de la cara; pero es obr'a
delos tiempos esta desgracia y esta fortuna. Yá hemos dicho
que la casa de Isturiz estaba señalada en Cadiz, como casa de
recursos para todas las cosas desde que su fundador Tomasito,
la recomendó con su conducta civico-Iiteral'ia. Allí se fué
depositando un fondo de conocimientos,.de proyectos, de deseos,
de politica, y hasta de lenguage, ay res, y manel'as de todas
las cosas, que COIl un par de cursos que pasara uno en su tel'-
tulia y con sus contl'incantes, no se necesitaba mas, jlara de-
cidir sibilinamente, con especialidad sobre constitucion y Ji.
tel'tad, que era el fuerte de la familia Isturica, Allí se formó
el pl'oyecto que destrozó OdoneJ en el Palmar del Puerto de
Santa :\lal'ía, y allí tambien el de Riego que llevó siempre en
sus entraíias la masa indi.~esta de que fué formado. .N o se
hacia desue entonces en Cauiz, ni se hablaba, ni se pen-
lOaba alguna cosa, que no viniese yá autorizada por aquella
casa, ó no fuese á ella pOI' el "Visto bueno y apt'obacion. Allí es-
taba la bandera de los tumultos; á la menor' señal de ella te-
nía todo el mundo, que Ír á enfaual'se á la plaza ue San Au-
tonio, tuviesen ó no gana, ó motivo; y dependían los destinos
tódos, recibir ó no á las autoridades que ponía el gobierno, ó
continuadas, de los tertulianos de la casa Otomana, que así
llamaban en Cadiz por befa y por contrasentiuo á la casa Ii-
brl'al de Isturiz. Esto le dió, yá se vée, á este segundo Ist1t-
rito mas eng¡'eimiento que pudo adquirir el otro, (y cuidado
que el niño no lo echaba á los perros) y á su casa y familla una
nombl'adía, que Doña Geronima, su madre, se tenía yá ella
misma, (como la madre de los Gracos,) como el hOllor de la
.España, por serlo de los Istllrices. Algunos decían con gracia,
que yá que se habían' apurado los hijos, debía elegirse diputa-
do para las primeras Cortes, á su misma madre pal'a llenar en
el congreso el hueco de la familia.




REYOLtiCm:" DE ESPAN~\


En las Cortes 110 hizo tampoco Don Xavicr !le lH'incipista,
pOJ' que tenía sus saJidas ex arrupto, como su hermano, aunque
era, hablando, algo menos decisivo. Bien que Jos tiempos res-
Ü'illn el mlor, y sin esperanzas no hay rJoqüencia ni cosa que se
pueda tener' bien en pie. Como el 1i!J('.l'uJisimo <le sus ter-
tuliantes y el suyo se había iuo formando poco ft poco y á
ratos en las conversaciolles, y quando no se podía esperar que
sirviese para ot/'a cosa, qne pam pasaJ' el tiempo y las largas
lIoches de inderllo, se habían d'escuidado alg'unas partes y pie-
zas }IJ'incipales de su sistema y OI'ganisacioll, y se vieron al
fin chasqueados, quando llegó el caso de ponel'lo en pie. No
hubo fuerzas humanas que hiciesen, que se mantuyirl'a un solo
momento. Todo 10 que era habla/', citar á tumulto, IICdir de-
11Osicioues de autoridades y destinos, cantar tragalas, fOl'mar
decl'etos, mudar los nombres de las cosas, y ponerse en los
sombr:eros lemas de m1terte Ó constitucion, todo eso esta ha
corriente; pero lo demás, .... Dios lo dé : ni se sabía por donde
empezar, por que .... á la verdad, la cosa UO, era tan facil, como
le había parecido á los tertuliantes, que no contaron sino con
empezar. ¿ Y despuf's ?.Ahí está el husilis. , Enü'e uUId por
esa selva .le frayIos, cleJ'igos y obispos, que obscurece la mis-
ma luz ~el sol,-por ese conjunto de pl'eocupaciones,-rIe fa-
natismo,-dc ignorancia,-y mas ignorancia,-y mas y mas
toda vía, hasta }lcrdcJ' de vista la verdad sin esperanza,-
Yayase despues por el camino de los libros y de la inquisicion
de tantos siglos.-por los bosques inmensos y aSjlrJ'isÍmos de
años y de alios de escla\'itud con sus clI\'ilecimicntos y
zarandajas,-por las tinieblas de la educacíon, de la co/'-
rupcion de costumbres, y de .... ¡ \'aya ! ... ¿ á (1 ué hemos de ir
mas allá, si la cosa no tiene por donde agal'l'al'la. Solo men-
tecatos, que se alimentan del ayre de las abstracciones, podían
haber desconocido hasta tal punto la España, para la qual de-
seaban ó titiriteaban la libertad. Así salió ellb. En fin Isturi-
lo ha tenido que marchar á Londres, y á Gibraltar, como su
Ilcrmano, jurarselas tlcHdc allí á }I'cl'lIando, que vive j reyna en
M adrid, y dcsear'ía sin duda, que en el caso de tener otra vez
que correr la suerte de llaberselas con la libertad, fuesen 1st1l-


E




34 RETltATOS POLITICOS DE LA


rixes y .Brgüelleses, los que se la disputasen, porque en-
tonces sabia yá bien que no era en esta su España la lid,
sino en los paises de la imaginacion, donde importa poco
vencer"ó no, con tal de que la cosa acá abaxo siga lo mis-
mo, y ademas, se le dé un nuevo titulo para vengarse y ator-
mentar.


IGÜANZO.


Es menester confesar que este era el primer orador de la"
Cortes constituyentes, sus opiniones no eran muy liberales, por
que era cononigo, y no se pueden saber tampoco sino las que
expresaba, pero no las que tenía. Cogía al vuelo los discur-
sos de los demas é improvisaba las respuestas con tilla y con
aquel ayre de verdad, de que es suscllptible la mentira, quando
no se la quiere persuadír sino para ocultar el interés, que se
tiene en ella. E sta tactica la poseía á las maravillas; y aun-
que al fin resultase votado lo contr'ario, como á él siempre le
salía la cucnta, por exemplo, de un obispado, como el de Za-
mora por lo pI'onto; y un poco mas allá un arzobispado
como el de Toledo, donde está, y despues el birrete cardinali-
cio que yá tiene; lo demas le importaba un bledo; pues no
trabajaba por las Cortes que no tenían que dál', sino por el
Rey, que venía de Francia con las manos llenas, de todo lo que
tontamente le habían reservado las Cortes, para hacerse hc-
churas y derribarlas, y el sistema con ellas. Huracio las hu-
biera llamado, emU1!ctée naris por su pl'evision.


LACY.


En nuestras anecdotas hemos hablado yá lo suficiente de
este heroe de nuestra libertad que las Cortes han honrado;
y que el mismo Fernando, como constitucional, ha reconocido
como tál, despues de haberlo mandado fusilar por lo mismo,
que declaró despues y premió, como un mer'itu. Lacy está de-
finido con nombrarlo. La España toda y la Europa, oyendo
su nombre sabe yá todo lo que comprehende de merito, de Ila-




UEVOLUCION DE ESP AÑ A. ~5


Ü'lOtiSJIlO, de valor, y de libertad. Nosotros no hablamos de
haber por esta razon añadido una palabra siquiera al nombre
Lacy. Es casi un deshonor IJara los Españoles, que se adici-
one una sola silaba á la idea que de este heroe se tiene yá for-
mada cada uno de ellos. Es verdad, que sufre mucho el pa-
triotismo de un escritor, con no continuar el deleyte de hablar
de él y recordar las bellezas de sus acciones. Pero por el ri-
esgo de debilitarlas, convenimos con la opinion de no hacer
mas que nombrarlo. Lacy es Lacy ; y es quanto podemos
drcir de él.


VEGA.


Liberal á quien ha dado toda su vida buenos malos ratos la
libertad por haberla exteriorizado aun en los tiempos del des-
IlOtismo mas de lo que permi~ía la prudencia. (:;asi siempre
. en las carceles por ella ó llor sus conotados, ha sido en to-
dos tiempos perjudicial para él, y no ha ganado ella mucho
tampoco por el modo con que Vega la ha manejado. Así co-
rno la veía en sus deseos, quelTía él habersela metido á mazazos
al genero humano, aunquc hubiesc rebentado de liberal. Si
hablaba de ella, había de haber libertad por al'robas,-si
proponía alglln medio de adquirirla ó de conservarla, lo había
de llevar adelante á empujones;-si obraba por ella, había de
sudar y resudar hasta que encajál'a, ó se la Be vara patetas,-
si la favorecía en las logias, había de ser pronto y aprisa, ó se
marchaba. La libertad debía, segun él, ser omnimoda desde que
se la quería, alistante, sin demora: y la igualdad, rigorosa y com-
pleta en todas las lineas: Imuían de tener todos el mismo dinero,
los mismos goces, y caiga el que cayere. POI' eso decía en la so-
ciedad patriotica de Cadiz á los mellesÍI'ules y contrabandis-
tas que le oían, qne si eran pobres y "Vi'Cian hambrientos y con
trabajos, era por ljue qllerían, pues el dinero de los ricos era de
ellos. En fin Vega era un liberal excelente para ciudadano de
un pueblo que estuviese yá en posesioll de la libertad; pero no
papa serlo de un puehlo que ]a quisiese establecer', y mas, si
estaba en el estado de imposibilidad en que hoy está la España,
que apenas lJOdl'á llasal' traguitos muy raros, y á represas,




UETltATOti P,)UTICOti DE LA


de ella, y esto con el pulso siempre en la mano, á ver si los
podrá en aquel momento digerir. La lihertad de Vega era
libertad de corazon: le engañaba éste en sus deseos á carla
paso, y por eso la buscaba siemp,'e po!' el camillo por donde
eIJa nunca venia, y nunca pOI' el camino donde la podría en··
contrar, IJUscandola sin pl'ecipitacion y no con los njos venda-
dos con la fax a de las p,'evenciones y de la exaltacioll. Las-
tima dá del ma!og¡'o de tan buenos de'leos, como se han perdi-
do en el senOl' Vega; y maH, de (Iue haya sufrido y. tenga aun
que sufrir el resto de Sil vida tal/tos tormentos y desgt'acias,
todas inutiles á In menos para la libertad.


OBISPO DE VICo


Apostolicamente servil, y tan servil que autentica¡'on su SCI'-
vi!ismo quat¡'o ti,'os que le mandó tirar el General Roten, RU-
balte¡'l1o de ~:Iina en Cataluña, donde los obispos,los fl'ayles,
y los c1el'igos f,)I'mallall todos en el !1omb¡'c de Dios y en el de
su negocio una perenlle cOllspir'acioll. Lfeg;6 cste llanto obispo
á hacer un alarde tal ue sel' COI\Spil'aUOr,!jal'a anim,lI'al pueblr)
á que no escrupulizase serlo, que se ardian yá lns puehlos to-
dos en COl1spit'aciones y matanzas, no pudiendose aun tI'ausita!'
por los caminos, ni aun por las calles. Mas bieu sabían su
negocio sus hermanos en el obispado, los obispos de Centa,
Cadiz, Malaga, Valencia, Almel'Ía y oh'os, que hacían esas
resistencias solo de perspectiva, y lo lweciso 110 mas para que
Fernando llegase á saber que habían ,'{'sj·,tido y sido ]lCl'segui-
dos por eso; pel'o con pcrsecucionrs de compa¡]¡'es, como, su-
pongamos, cantarles un ü'agala, hacel'lcs predicar la constitu-
cion ó mandar á los ctU'as, que la prediqnen, ú otras cosas
así, que sirven despues de merito s pa¡'a los ascensos, y no in-
terumpe uno sus goces, sus coches, sus comot\itlades y sus ren-
tas, ni el modo de darles CUI'SO á su gusto y conveniencia.
Pero lo del obispo de Vic es una tontc¡'Ía, que ni su santidad
misma (qué esta en el secI'eto) lo habr'ía aprobado.


Sin embul'go, hemos de ser justos; tampoco pudo pensal' él
nunca, que ¡lOuía venir á parar' en eso,-sino que Roten es un
suizo, nacido en pais de libertad, y exaltado por rIla ; ... veía




37


fIue los fra:'ilrs, y los obislJOS se bndaban de ella, porque allá
Jos Gcnel'ales Espafiolcs, y aun las COI'tes, y el glluiel'no los
respetaban tn1icho todavía. y que verija de aí toda su insolen-
cia. y la 'lllc iba tomando el pueblo,-y como em allá gr'ingo,
y !lO le harían fucI'za esos cucuruchos, que llamamos mih'as,
sino peladamellte las obms,-lo pilló -in jmganti levantando la
el'~a con uná mano y absolviendo con la otra, y fué, y le qui-
tó las 11o,,: y lo mejor cs, que se quedó, como si no hubiera
}wc!oo Ilada.-tan f.·csco ;-no, j si hubiera sido un General
E<;p" ¡¡oJ. á IHlen seg-llI'o, quc se le habría erizado el cabello de
media bar'a !-COI1l0 que acá los catolicos .... bien podernos SCl'
iJl fanws pOI' todos los estilos, ladrones, traidores, usureros, ca-
IUll1lli<tdOl'CS, mlll'daces, hypocritas, infieles, y todo lo malo del
mundo, si sr quiere, ... si, sellor, ... lo somos, no nos dá vel1güen-
za de confesal·lo .... ¡ pCl'O un sacerdote ! .. ¡ un obispo ! .. primcro
cometeríamos todos los crímenes del mundo, y vencler'Íamos la
patria cien mil veces antes que ponel'les la mano, ui lle,¡;arles si
quiera con un dedo:


Como haya }'eligion, aunque haya 'Vidas.


¡ Los ministros ele .T. C. ! .. Estamos nosotros cl'iados en el
temor ,le Dios desde chiquitos, y así nunca hemos visto ahor-
carlos, sino ahora FCl'llando,-mas vale callar. Ellos sí, que
van á la hm'ca siempre consolando á Jos delinqüentes. Roten
es un General extl'ang-ero, criado en otros pañales, y no le eso.
panta nada; pero .... yó no sé IIue se tiene un obispo, con aquel
vestido morado, aquella mitra, aquel pectoral, aquel modito,
aquel anillo, aquel ayre apostolico ... vaya .... que impune, y IJO
se atrc',;e lUlO ni aun á sonreirse en su presencia. El pobre
obispo de Yic Cl'eyó que Roten .... como que servía en Espa-
ña, y ad., aunque se diga, que se hará y que se tornal'á ... y
sin excepcion de IJcrsonas, ... y sin que le valgan ít los eelesias-
ticos sus inmunidades y pl'ivilegios, ... siemprc, quando llega el
caso, se tiene consilleracion ; .... pues, no valía mas, sino que se
midiese á. todos l)or un rasero, lo mismo á los obispos, que á
los simples fieles, aunqu€ ,mos y otros conspiren ó rohen. ¡Esa




RETRATOS l'OLITIC08 DE L. ...


sería yll ... ese eraul10 de los muchos disparates de la libertad.
Com-engamos en que el obispo de Vic creyó que iba la cosa á
la Española antigua, y se engañó, porque se topó con un hc-
rcge, y no fué menester mas. j Si viviera ahora ! ... ¡ y COII
FCl'llalldo ! ... ¡ con el piadoso y catolico Fernando, como dice
el Papa en sus b,'eves ! ... otro gallo le calltára. Paciencia, yá
no tiene remedio.


MENDIZAV AL.


Liberal de la escuela deCanga, condiscipulo de Bcltran de
Lis y de Toreno. Es de los hebreos de Cadiz, medio entre la
familia de los que se llaman Mendez, y la que se apellida
Alvarez, de que él ingeniosamente ha forjado el sobre nombre
de Mendizaval, para neutralizar el judaismo, que le podía
~ervir de titulo en el manejo de la hacienda que ha tenido. Se
atl'ibuyc á sí mismo la partc principal del alzamiento de Rie-
go, y Riego nos lo ha contestado de buena fé : queremos dadc
á cada uno lo que es suyo. Lo cierto cs, que él llevaba y traía
a,-isos á los distintos puntos, en que estaba distribuido cl excr-
cito, y por consiguicnte á los compliccs del alzamiento, y
que quando Riégo salió de la Isla con la columna, corrió con él
Mendizaval todos los riesgos, con su bolsa agarrada, como lu-
das, que nadie se la podría arrancar. En él entraban las contl'i-
buciones que se iban recogiendo de los pueblos, y lo quc se l'eco-
gÍa tambien de numerario y enséres por todas las viaR. Luego
que el Rey juró, se situó alIado dc Canga; éste lo hizo illten-
riente, y siguió su,texe maneje de dinero, que fué lo que apren-
dió cn la reyolucion. 'l'ambien él le había cogido gusto á esta
clase de ocupacion; y á la verdad, que es pr'olifica, y di rerti-
da; y así ... en los tiempos de rcvolucion, cn que no hay cosa
con cosa, se pasan muy "buenos ratos con buscar', con coger,
con cchar cucntas, con gastar, con pagal' á lll'emío, con COI1-
tI'atas finas, con emprestitos, con guardar', con volver á buscar,
con contar lo que sobra, con haccr que escasée, ... en fin nunca
falta en que entretenerse, y si hay quatro ó cinco asÍ ... de con-
fianza, que uno dispone, el otro saca, el otro oculta, el otro ,~




REVOLVClON DE ESP.AÑ~1..


á Francia, y se destina lino solamente lJara los libros á fin de
que salga la cuenta de modo, que no discrepe un mal'aved~" •••
de ahí á la gloria. Lo que es Mellllizaval, Canga, Toreno, y
BeItran de Lis, han estado siempl'e muy unidos: no ha habído
jamas entre ellos un sí, ni un nó; y ese cs el modo de hacel'las
cosas.


Mendizaval signió al gobierno á Sevilla, y IUl'go á Cadi:l,
como que en materia de dineros era sus pies y sus manos.
Bien veía los apuros, y la causa perdi~a yá absolutamente:
en Cadiz era preciso estar locos ó conocerlo, Pero su patrio-
tismo y su amor á la constitucion no le pel'mitierolJ desampa-
rar la bolsa de la libcrtad hasta el ultimo momento. Tenía
preparadas muchos días antes de la salida del Rey, dos em-
barcaciones, para quando viese yá datO las boquedas á la cons-
stitucion, meterse en ellas, y buscar, como Enéas, por esas
mares, paises donde .desembarcarse con sus dioses Penates
que eran' toda su riqueza, y sacrificar allí su vida entera á su
benefica libcrtad. Sabemos 10 que se ¡Jice de él, yá nos había
dicho Virgilio lo falaz de la fama y de la opinion; él se ric pOl'
eso de ella, y hace bicn : son palabl'as que se las lleva el ayrl'
¡JOr qlle no tienen la consistencia del oro y de la plata,
i Apostamos que no tiene que comer en Londres donde esta ! ..
¡ Si lo conocerémos nosotros ! ..


MORALES DE LOS RIOS.


Liberal de las Cortes constituyentes. Era de los que en-
tonces se llamaron Culiparlantes, ]Jorque jamas hablaron sino
por sentarse y levantarse. Era rigorosamente el eco de Ar-
guelles, á quien miraba antes de articular con sus micmbros
inferiores las mudas palabras de aprobacion ó reprobacion. Su
intencion era buena sin duda, y así se podía llamar un liberal
intencional y un prir.cipista simpatico, Era diputado por Ca-
diz que tuvo en aquellas Cortes quutro estatuas por diputados.
Despues en la scgunda epoca han pecado sus diputados pOI'
hablar lo .suyo y lo ageno, Podríamos sin escrupulo haberlos
cambiado por los taciturnos de la primera, y con la buena in-




RE nu:rus POLíTICO" DE LA


tencion que lLfjUellos tenían. El Señol' MOI'ulrs, aunque calla:
ba ell el congreso, manifestaba un regular juicio, a 1,:;'11 11 a ills-
truccion, y buen deseo, en las comisiones, y Sll modct"n.('in!1 y
buena crianza, le hicieron un lllg:w muy distinguido elltre tu-
dos sus compañel'os sin distincÍon de pal,tillo ni de opinion.


DO~ CARLOS-EL INFANTE.


Su nombre habla de su liberalismo y su hermano F(~l'nando
Jo abona. Pertenece á nuesh'a Galcl'ía }101' M.lS inccsantes
conspiraciones contra la lillertad, y pOI' la it!cutida'¡ j!olitica
con su hermano. Quisiera que la libertad tu \ irse CUl'!'flO, y 11'11'
~c la pusit'ran guisada todos los dias. J>ero yá que ésto 110
pueda ser, quc, al menos, un par de liberales hccho:~ pedazos
fi>rmasen su plato diario. Es hombre que se¡'Ía capaz de co-
merselos y rezades des}lues un padre nuestro, por'que eso sí, rs
muy beatito. El Señol' Ostolaza, (el dI' las huerfanas de
Murcia) dirigio á su alteza mucho tiempo, y]o iba fOl"mando un
San Pedro Alcantara, pOl'que el tal Belio!" es dlll'illo para los
demas. Lo que es cm"ita á la mistica, ojos modestos, algo dc
entrecejo, pero neutralizado por su caridad, que es capaz de
ablandar las piedr'as, horror al liher'ulismo hasta el punto de
erizarsele ercabello al oír siquiera la palabl'a libertad, pedir á
Dios continuamente por el despotismo de su hermano, fJue }lue-
de ser el suyo, si Fernando no tiene hijos, y oír su misa con
devocion,-cso lo autenticaran todos los r¡lIc]o conocen. Y
1)01' lo demas tampoco tiene su alteza defectos fIue digamos, •.•
porque, •.• coHlO que el Reyes su hermano, y la S31lgl'C tjJ'a .• es
preciso, que, si consiste en él, quc el Abuelo, ... que Vinuesa, .••
fIue lns gllardias ••• drrl'ibrll el sistema, I'establescan el despo-
tismo de su hermano de que es pI hel'edero presunto, ó que se
ahol'quen y desquartizen a pedacitos muy menudos todos los
liberales,-coopét'e, COlllO lo ha hecho en todas las cons}lira-
ciones. i I)ues .qué !-¿ Ha de dexar á su hermano Fernando
en los Cllel'nos del tOI'O, pa'ra que hagan con dIo que fJuit'I'an
los liberales? No faltaba mas, sino que, porque la E.~IJaiia
fucse libre. dexase pc['del' los derechos de Sil familia, que tantfl




HEVOLUCION DE ESP AÑ A. 41


trabajo le costó á su madre transmitirselos, como confesó ella
misma á Napoléon en Bayona, y éste le escribió á su !Jet'mano,
'luando aun se hallaba en Vitol'ia. j Pues qué! l Se tiran
así por a1to uerechos tan bien contestauos, no mas que porque
á los Españoles se les antoje tener libertad, cosa sin la qual
han pasado tantos siglos, y que los Reyes pueden suplir muy
bien y los fray les, que saben de cierto, nada menos que pOI' el
mismo Dios, que es menestel' negar'se á si mismos, y no tener
libertad ni voluntad propia, sino manejarse solo Con la de ellos
y la del Rey, para salvarse?
. El Señor Infante sabe muy bien lo que se hace, quando


cOllspira,-quando aconseja crueldades á su hel'mano,-quan-
do abOl'rece á la constitucion y á los liberales,-quando ma-
quína contra ellos,-qllalldo parapeta ó sostiene, así á la calla
callando, el pal,tido Cm'olino, que sirve. al menos, de pretexto
para encarcelar y ahorcar,-quando tiene consideraciones con
su esposa y con su hermano,-quando reparte los papeles á los
espiones de su quarto, para que le arrimen la caza al verdugo,
--quando reza, 'Inando odia,-'Iuaudo ayuna, quando conspí-
ra,-'luando oye misa é inventa conspiraciones,-quando con-
fiesa con las lagrimas en los ojos sus pecados al confe~or, y
'luan do, á sabiendas, imputa á Capapé y á Cruz la qualidad de
conspiradores para ocultar su conspiracion, que Ri no es (¿ quien
sahe ?.) contra su hermano, lo es á lo menOS contra estos in-
felices, que cruel y falsamente quiere llevar al suplicio. Todo
esto, dicen sus apasionados los fl'ayles, no es así como aparece,
y como lo entienden los que piensan segun la logica del enten-
dimiento, sino como lo ven los que usan de la logica de las
intenciones y de la voluntad. El trono y el altar hacen la base
de todas estas que parecen á primera vista infamias, y lo se·
rían en efecto á no tener este fin. Ni era posible que un infante
hiciera papeles tan baxos y tan ruines, sino fuera así. S~ le
puede preguntar á Oslolaxa y á sus confesores; y se conocerá
entonces, si esto cabe ó nó en el alma y en la religion de iU
.J1Ue-xu, No decimos, que alguna otra yez no se le vaya la
mula como hombre, viendo al pobrecito de su hermano sufrir
sin cu1lJa por los malvados liberales, y haga Q diga algoun dis-


"F




UE'rRA TOS l'OLlTICOS DE LA


para te; pero estamos seguros, que al punto que caiga en la
cuenta y se refresque, se confiesa, se arrepiente, se dá en los
pechos quatro golpes dequedito, porque ellos tienen siempre la
culpa, promete, propone y hace todo aquello que se hace en
estos CMOS, y se queda mas limpio que una patena. No hay
que andar con que, si estos son los peores •••. ni con que esto dá.
á esta clase de gentes mas osadia é insolencia, para pecar y
taparse, engañando it los incautos con apariencias, ... no, se-
ñor,-Don Carlos no es así; porque, como junta lo infante con
lo mistico, yá aquí se forma una masa tan á IJrueba de mal-
dad, que no hay medio de introducirle la parte mas impercep-
tible de una gota de ella. j Bonito era su J1lteza para si co-
nociera que •. j vaya ! .. Su señora madre tU\'O en esto un empe-
ño muy particular, ••• las cosillas de Fernamlo son otra cosa:
vienen de lo Rey, y no todo de la educacioll, que no hubo que
peuirle á la ue los dos. Lo que es el temor de Dios, y de que
todo se paga en la otra vida, .•. eso se les inculcó muy bien y
se echa de ver á las maravillas en ]a conducta de los dos, toda
catolica-romana; y aun el mismo Fernando en medio de sus
picardigüelas y crueldades, oye todavía sus misas y sus ser-
mones, y lleva todos los dias el rosario que reza con la familia.
Pero lo qlle es Carlos .•. ¡ oxalá ! ... ¡ Quien sabe ! ... ¡ Puede ser, •••
porque Fernando no tiene hijos, y yá lleva tres muge res pro-
pias. ¡ Como no sea que el Papa ! ... ¡ Como ellos tienen esa!
cosas,-y sería un dolor, porque Carlos era excelente pdra el
caso. ¡ Pero si España es desgraciada ! ...


MUNOZ-TORRERO.


El llatriarca del partido liberal de las primeras Cortes y el
presidente de la comision de constitucion. Bondad de corazon
y desinterés los tenía por ,arrobas; ilush'acioll é instruccion
de gabinete, ••• tal quá],-de modo, que á haber tenido el mundo
y conocimiento de los hombres que le faltaba, ]a constitucion
hubiera sido, como debía, preparatoria, mas bien que deterrni-
1wti"Ca de la libertad; pero era c1et'igo y no podía ser hombre
hecho y derecho, sino degenerado, como es preciso ql'C lo soan




RRVOLUCION DE ESP AÑ A. 4$


todos los eclesiasticos. La constitllcion la sabía pOI' arriba y
l)or abaxo: la descomponía y volvía á componer en medio se-
gundo; la reducía á sus solos principios en un abrir y cerrar
de ojos, y la cOI1\'er-tía otra yez en constitucion con un soplo, co-
mo hacen los jugadores de manos, y sabía dal'le todas las for-
mas, que se quel'ía, sin 'llle dexara de ser constitucion. Su en-
tusiasmo por ella (como que la halJía }Jarido) le había facilita-
do su manejo, de modo, que la tit'aba por alto de mil maneras,
y caía siempl'e en sus manos enterita, como está en el libro.
Si la España 110 fuera sino una nacion tcarica, sin radicacion
tCl'rena, sino situada allá en los espacios imagillal'ios, sería el
codigo de 'fOl'I'el'o el non plus ultra de la sabiduria humana;
cada Español estaría en su lugar como en un nicho, y cada
articulo de la constitucion estaría pegado á su caso insepara-
blemente. Es una lastima 'Iue esto no fuese así, porque eso
sería una bienaventuranza con su musica y sus angelitos, que
se chuparía uno los dedos. Pero los homlJres somos U1uypica-
rillos, y los que ticllen un COl'aZOIl, como el de Torrero, no
los ven lIunca como son, sillo apiñaditos y muy dispuestos á
todo lo que se q tliera, como están ell los lilll'os.


Hubie¡'a hecho este uiputado el mcjor obispo del mundo, si
el Papa le hllbiel'a confirmado el nombramiento que hizo en él
Fernando para el obispado de Glladix, influenciado por los
Iibel'alcs. No le valió para eso ni su honradéz, ni su buen
corazon: en Roma no corre esa moneda sino unida á la me-
taliea, ó á las opiniones qlle la produzcan. Torrero, se ha te-
nido qqe retirar á Sil casa á vÍ\'il' en paz, si lo ucxall; y entre
tanto á dade vueltas al analisis de la constitucion, á cerciorar-
se bien, si tantos males, como ha pl'oducido, SOIl hijos natu¡'ales
de ella, ó espurios. Se ha dicho de él, CI"e es. como un buen
libro, que no se puede apl'o\'cchar á si mismo, sino al que
lo lea; y en "p¡'dad, qlle han tenido razon los que lo decían:
en su cabeza están los pl'incipios incontestalJlemente verdade-
ros ; pe 1'0 es preciso los aplique el que conozca mcjor que él,
al mumlo y á los hombl'cs. El no podl'Ía nunca hacer cons-
tituciones para hombres dc carne y hueso, como 110sotl'os,
sino l)ara seres que nO se dan ni se daran nuuca, y solo se ven




44 RETRATOS POLITlCOS DE LA


en la m{,llte pOI' abstraccion. Por eso dixo uno, al pub1icar5~
la española:


Salió la constitucion,
y por dicha se ha sabido,
Del otro mundo ha venido,
Remitida por Platon.
Por una equivocacíon
Llegó á las Cortes; y á una,
Como un golpe de fortuna,
Las COl'tes la proclamaron,
y para España adoptal'on,
Viniendo para la luna.


ODONEL-DON ENRIQUE.


El General, el regente, el liberal y el servil á turnos, y aun
al mismo tiempo, conforme caían las pesas. El que reparte,
de Regente, sables de honor á los soldados en una comida
publica y patriotica en la Isla de Leon, y el que pone á poco
la horca, y cañones en la plaza de San Antonio de Cadiz
para amenazar á los liberales, solo por serlo :-el que bate en
una epoca á los eXCI'citos fl'anceses, y les entl'ega en oh'a el
suyo con ignomÍnia :-el que hacía al mismo tiempo en Ma-
drid la esperallza de los liberales y de los serviles, antes de
llegar los franceses :-el que formaba conspiraciones por la
libertad, y ponía despues presos á los que seducía para ena~ :
-el que tomaba de la mano misma de Fernando, 'y de su bol-
sillo secreto, dinero lJara defender su absolutismo conÍl'a Rie~
go, y juraha al dia siguiente la constitucion contJ'a Fernando,
con el mismo dinero que ~ste ]e hahía dado, y ¡¡in perjuicio de
desjural'la, quando la ocasion le brindase :-el que arenga-
ba á los voluntarios de MaLlrid al salir con el Rey á Se-
villa, para sostener la cOlIstitucion, y esrribía al mismo ti-
el1lIJ{) al COlllk ur) Montijo, que ]a constitucion era insosteni-
llle:-el que saqueó á Madl'id para formal' un excl'cito, que de-




REVOLUCION DE ESPAÑA. 45


fendiese la libertad, y]o disolvió despues de formado con su
desercion, para auxiliar al despotismo :-el que, sin tenel'
opinÍon alguna, las sostenía todas en negando ]a ocas ion !-
pasaba del uItracismo liberal al ultracismo servil, de una
exaltarion á otra, sin que hubiese novedad en el color de su
rostro, siempre blanco, siemprc rubío,. siempre descarado, si-
empre sereno como sino hubiera dado un salto tan disforme:-
el que en lo mas engolfado de] papel de libera], al punto que
sonaba el pito, cambiaba de repente la escena, y veame umd
aquí á Odoncl un ser\"i1 de chapa, y tan servil, como si lo hu-
biera sido toda su vida, sin el mas minimo resabio de libera],
ni por donde pasó, Era, como una catalineta, que varía á
cada paso de visualidad, y siempre por muy corta paga, y las
mas de las veces, figurada,


Era ambicioso de gloria ; pero jamas la buscó sinó donde
no estaba; tan timido político, como atrevido militar.-
Se conocía que obraba siempre violentado por las circuns-
tancias, auxiliadas de su veleidad, sin que encontl'ase
nunca bastante recurso en su razon, que desde muy tem-
prano había qucdado muy por debaxo de sus propensiones.
La osadia tenía en él alguna vez ellllgar del talento, y el l'e-
sultado favorable solía confundida con el genio y la pericia,
Qllarido se detenía á pensar, y no obraba pOI' golpes decisivos,
siempl'c erraba, y llO era entonces el Odonel emprendedor y
arrojado. Por eso en la politica, en qlle ]a fuerza maquinal,
obra menos que en la milital', fué el tal Octonel un Saltim-
banqui. que no sabía sino dar cabriolas á Dios y á ventura,
y á salga lo que salga, sin que haya podido jamas caer dc pie en
una buena postura. EsclIsariamos algo á Fernando, si Sil odio
al liberalismo se concentrase todo al que \ oceaban estos libe-
rales de saynete, de que por desgracia había 'cosecha, y larga.
Odonel sería muy acreedor á un odio tal que honraría los pl'in-
cipios y la libertad. Hombres tales son su carcoma y caries
corrosiva, quejamas la dexarán vivir muchos dias. En el par-
ti do servil servirían mas bien ]a causa de la libel'tad, que en
el liberal ; por que allí sus piruetas harían entonces el daño
que han hecbo hasta aquí al liberal, en donde obraban, y nun·




40 HE1'ltATOS POLITlCOS DE LA


ca bien. Su conciencia é inquietud devoradora, ]0 han llevado
á Francia, á donde le ha acompañado su opinion y su caraeter.
Allí habrá encontrado barro á mano para ser Odonel, pOI' que
en todas partes lo hay; pero nO le será muy 1izonjeroel aquel
es, que digan los fl'anceses, al encontrarle. Es menester mu-
cho de Dios, ó un 110CO del diablo, para no caerse uno muertl'l
en estos casos.


VARGAS-PONZE.


DilJUíado de Cortes en la segunda epoca, que yá ha muerto,
Su politica, lli mala ni buena, espiro con él. Dios les haya
dado á los dos su eterno descauzo. Su literatura y lengua
castellana "iYen todavía, j pero con qué trabajo! La Acadrmia
española tiene la culpa de lo (Iue han sufl'ido por la demencia
de este marino en seco. El elogio ue Don Alfonso el Sabio el'!
bastante para desacreditar á la academia que lo premió, al
que lo hizo, y al mismo nOll Alfonso. Su estílo aforismado y
afectadisimo está en el polo opuesto del estilo oratorio; y las
memOl'ias y escritos que produxo su angurria de escrihil', han
hecho del castellano una gerga que nadie entiende, y de las
ideas, puros sonido'i, pero sonidos tan desagradables que vio-
lentan las fibras y el cerebro ue modo que las hieren y maltra-
tan, resultando tambien una especie de bodrio de mil ingl'edi-
entes raros, que no son á proposito para componer lenguage
alguno, ni Español, ni Lacedemonio, ni ninguno de los conoci-
dos. La memoria de Cadiz, que negoció se le premiase,
perdonando el dinero, es la deshonra de Cadiz, y de Sil
S(1 . h~\', Es, \\\.'~ds,~\ <\l..l.~ t~", ~,,~d.I.'.\.\\.i.~% ~\.\ d.(:\\,,~\.~ "'~~\\. i. ~""\.I.'..
misel'able Vargas sin desternillarse de risa, estuviesen todas
compuestas de Val'gas-Ponzes Ó cosa srmrjante. Murio, y
basta.


RIEGO.


Nombre de glOl'ia y oprobrio para ]a E~paña que lo pl'O~
duxo y lo mató. Es el a!Jellido de la libertad de la ultima




REVOLUCION DE ESPAÑA. 47


epoca del aiio de 1720 en que la pl'oclamó~ y se va a hacet'
en la histOl'ia tan glorioso y memorable, como el de Padilla,
y en la posteridad tan lizongcro y dulce, como la palabra
libertad. Riego en la!! Cabezas de San J uan~ proclamandola,
formó una epoca, que no se ha acabado. Sigue en los deseos
yen las esperanzas, que no poch'á borrar el despotismo con
sus ,'erdugos y sus cadalsos. Feruando la está recOJ'riendo,
no como Rey ~ sino como criminal que camina al suplicio; y
Riego~ no como ajusticiado, á quien ha hecho desaparecer el
patibulo y la servil adulaeion, sino como hel'oe, salvador de
su pais, que "ire aun su vida benefica y gloriosa, que noso-
tl'OS le estamos ahora mismo continuando aquí en estos apun-
tes, y el alma de cada Español le perpetúa en su amor y re-
conocimiento, y en los homenages que le tributan á su nom-
bre y memoria, que han hecho Fel'nando y el cadalso mas
duradera. De esta vida no le puede privar Fernando, que
no manda en las almas ni en la opinion; ni d~ la posteridad
en que él no existirá yá para hacer sufrir, sino para sufl'ir él
mismo el patibulo perpetuo del odio publico, y de las maldi-
ciones y execracion de la nacion, de la historia, y de la espe-
cie humana.


Riego, xefe de batallon del exercito destinado á ultramar, tu-
vo la l)sadia patriotica de proclamar él solo con el batallon de
Asturias que mandaba, la libertad de su }lais ; y aprisionando al
General del exercito, reunir un corto cuerpo, para extcndel'la
como la extendió, por la Andalucía, y despues por toda la Espa-
iia, por su influxo y por la simpatía de la imitacion. El Rey fué
determinado tambien á jurarla, por que Riego y la 0I)inion pu-
blica que él estimuló~ lo nccesital'on, y quedó la España IiIJrc
en pocos dias y á poca costa, todo por, el "alor emprendedor
de Riego, que le quitó los grillos y la salvó. No hablemos
ellenguage de la invidia y del servilismo, llamando á esta ac-
cion generosa, á éste noble y patriotico alzamiento con el
nombre envileciente de insurreccioll militar. ~ ada dice este
nomb¡'c ni otro que se invente para robar á Riego y á sus
compañeros el medto que contraxeroll en la empl'esa, y la
gloria de ser los salvadores de su patria, y los libertadores




48 UETRATOS POLITICOS DE LA


de su naeion. Este fué el resultado de esa ins1lrreccion; y re·
beliones que tienen ese efecto, y que hacen la felicidad de su
pais, pueden llamarlas tales, los que uecesitan cambiar el sig-
nificado de las palabras, para denigl'al'las, como intentan los
serviles y la Santa Alianza. La palabl'a ínsurl'Cceion en su
boca no significa mas que en"Vidia, emulacion, ó gran interés en
la opresion, que destruyen estas beneficas insurrecciones.
¿ Por dónde los militares han renundado por serlo, el derecho
de buscar el bien, la libertad y la felicidad de su país?


AqUÍ podíamos dexar yá la pluma. y la pilltura ó l'etl'ato
político de Riego: las pocas palah/'as q ne llevamos escritas,
lo harían sin embargo mas difuso y mas largo que ninguno
otro; porque esta sola accion suya compr'chende siglos de bie-
nes y de gloria. Así no los hubieran malogrado los que des-
pues se pusieron al frente, sin contar mas que con la pobreza de
sus talentos, y la del mismo'Riego, cuya alma, todo lo"que te-
nía de grande por su valor, por su desinteres, por su integridad,
llor su patriotismo, por su hondad de COl'aZOD, y por otras mil
circunstancias alll'eciables que lo adornaban, lo malograba mu-
chas veces por falta de conocimiento del mundo y de J?S
hombres, y por la escaséz de su ingenio para circunstancias
tan dificiles; y por un si és no és de fanatismo que se le aso-
maba alguna lIue otra ocasion para desacI'etitarlo. Riegopuso
la pt'Ímer lliedra, y dió el impulso, gloria que nadie se la podra
disputar. Los que dirigieron despues la revoJucion, eran Jos
unicos que podían pel'derla Ó ganarla. A Riego no se Je podía
pedil' mas que deeision, y un valor magllanimo y patriotico,
que lo hiciese superal' todos los riesgos, yeso tuvo; á los go-
bernantes se les pedía tino, prudencia, luces, y conocimientG
de la nacion y de la Europa, y ademas el de los estorbos y el
de los medios de vencerlos; y nada de esto tuvieron ni mani-
festaron. A Riego solo se le podía pedir ml}s, quando, viendo
que se extraviaba el camino de la libertad que el abrió, y se
tomaba el antiguo de la esclavitud que él había cegado, se
mantuviese impavido, sin acudir á enderezarlo y dal'Je im-
pulso con Sil valor, y con su entusiasmo. Tuvieron muy buen
cuidado los del gobierno de inutilizar sus esfuerzos para esta




RRVOLTTCION DE F$PAÑA, 49


ºca~ion. desacreditandole, desterrandole, alt'jandole de las si-
tuaciones y puntos favorables para el intento. No queremos
disimular. (pol'que dd,ernos ser imparciales) que Riego no supo
tampoco hacer bien t'1 papel de heroe, papel que no era solo
una pantomima, como sucede generalmente, sino un elemento
necesar'io de la revolucion que él había empezado, y que de-
bía, par'a tener efecto, andar sif'mpt'p. Hnirla: Íl. "11 nombre, y á
la importancia que le había dado la opinion y la fama. Rif'go
enloqueció desde que se ,,¡ó causa de un tan gran bien, co-
mo el de la libertad, y el pueblo lo acabó de sacar fuera de sí
con Sil entusiasmo y agl'adecimiento. El Pueblo hacía en esto lo
que debía; pt>ro Riego estaba en el caso de seguir el rumbo del
bien, estudiando las circunstancias, el tiempo y el camino; y
si no tenía en sus luces toda la confianza necesaria, debía
buscar en un patr'iota á prueba, la sazon de juicio, la sagaci-
dad, la prudencia y tino de circunstancias, que le faltaban. Este
descuido de Riego ha inHuido mas que se crée en su perdida y
en la de la libertad, que él amaba sobre todo, y á la que estaba
decidido á sacrificar su sangre y su vida. EI'gobierno se fué
extraviando y Riego participando tambien de sus extravios,
que ¡lTitaban su amor por el bien, sin tener yá medios de ha-
ccrlo l'ealizable.


Vino así de precipicio en precipicio, envuelto siempre en
el gobierno, que no lo amaba por envidia de su gloria, y que
lo vigilaba por miedo de su reputacion, misl'rias que han per-
dido'en todos tiempos las mejores causas. La opinion, por mas
que él y el gobierno hacían, pal'a que lo abandonase, le estu-
vo siempre agradecida, y le nomlll'ó diputado de Cortes, des-
pues de los destierros, las consignas y las sospechas que había
suft'ido del gobierno, y de su paysano Argüelles que lo dirigia,
cuya conducta aplaudía el Rey, porque lo vengaba. En las
Cortes fué lwesidente, y en la presidencia fué debil, porque
era necesario, que lo fuese siempre en las ocasiones, para que
el calculo y el talento fuesen necesal'ios. Se precipitaron yá
desde entonces los sucesos funestos; y la causa de la libertad
caminaba á su ruina. Entonces Riego, hizo esfuerzos extem-
poraneos, alguna vez idicnlos, para detenerla en el impulso


r.




50 RETRATOS POLlTICOS D~ I,A


violento, que traía en su declive ruinoso y precipitado. Salió
de su grnio por patriotismo, y habló, peroró, ofreció, propuso
y obró de un modo que le hará siempre mucho favor á su fo-
goso entusiasmo por la JibeJ'tad, pero muy poco á su talento y
tino prudencial. Perdió yá mucho por esto en ]a opinion, y
el gobierno hacía alarde de dt-spreciar]o, para que lo despre-
ciasen. La. clase eclesiastica, que é] había honrado siempre
eql1irocada-y sl1perstipiosamentf', empezo yá á ser el objeto
de su odio é indignacion, porque conoció, aunque tarde, que
era un enemigo nato de la libertad; y con aquel mismo pesar
ilimitado con que veía escaparsele éste bien, entraha en pro-
yectos quimericos, y esfuerzos de desesperadon, para ver, si
todavía lo podía detener. Pidió al gobierno, encerrado en Ca-
diz, permiso y recursos para salir á juntar patriotas, y volver
á conquistar la lihertad, en caso necesario. Solo]a licencia y
nomhramieflto pudo con~eguir del ministerio, que yá estaba
decidido á ceder al imposihle de conservarse. Salió para Ma-
laga, despues de' mil obstaculos y vueltas atras que ,'etardaron
su empresa, llega á su destino, forma un pequeño cuerpo que
auxílió su valor yá frenetico y desatentado, y experimenta
contl'adicciones de todas clases, porque yá todos tenían per-
didas las esperanzas. Los frayles y los clerigos eran mas
atr'cvidos que nunca, desde que calcularon que el exito estaba
cercano y les era favorable. Sufría deserciones y desamparos!
y piensa por eso marchar á buscar al envidioso de su gloria
Ballesteros, que yá estaba de aeuerdo con los franceses, vendi·
da la causa de la libertad. Su buen corazon le presentaba á
este General, como un patriota, y nada mas; y él en los peligros
en que veía á su adorada libertad, que estaba identificada con
su gloria, nada veía mas que á ella pOl' ninguna par'te; ni
sospechaha de nadie, ni temía por sí en pal'te alguna. Encon-
tró en Ballesteros un enl'\migo, y en su excrcito un enxambre
de ellos: su vida y su seguridad personal estaban yá libradas
á discrecion, á los que quisiescn recomendar'se con el gobicrno
que iba á renaeer. El reconocimiento de Fernando sería
igual alodio con que miraba á este caudillo de la libertad.
El mismo desamparo en que llegó á verse Riego por Sil impI'lI-




REVOLUCION DE ESP AÑ A. 51


tlente patriotismo, era una tentacion irresistible para sus enc-
migos, que eran yá casi todos los que lo veían, por que 'ir ha-
bían convertido en amigos del naciente despotismo. Sucedió,
lo que debía esperarse; que lo sorprendieron, arrestaron, é
hicieron con él un regalo á Fernando que lo recibió como tal,
y lo mismo los jueces que lo juzgaron, que conocían su valor
en la estimacion de Fernando. Lo procesan allá de trompon,
lo sentencian á horca, y á ser dcsquar'tizado y puestos sus
quartos por los lugares y pal'ages de su glOl'ia; y mucre en
un cadalso, á ciencia y paciencia de este pueblo, que lo llenaba
de 'Vi'Vas y aplausos, y que, al verlo espit'al', gritó con el ver-
dugo, 'Viva el Rey. Quando lo supo Fernando en el camino de
Madrid, exclamó tambien socarrona,-irOliica,-baxuna é
inhumanamente: i Vi'Va Riego ! .. j Qué Rey! j Qué pueblo!
j Qué babía de hacer la libertad alojada en tales almas, sino
lmir eien mil leguas á lavarse de la, mancha que le dexó la
ligereza con que se alojó en ellas! Riego pagó la culpa de
su impruclencia en entregarse en las manos del pueblo que no
dá jamás por mucho tiemJ)o su afeccion y favor á persona al-
guna, y es seducible por todas. Pero su nomhre queda encar-
gado de mantener su gloria y miras de libertad, é irla sazonan.
do mcjot' con el tiempo y el escarmiento.


SALAS,


Alma amasada de liIJcl'alismo desde (lue nació y que ha
venido por toda su vida alimentandose de él, hasta el punto
de que no hay yá en su cuel'po ni en su alma, en sus solidos,
y en sus liquidos sino liuel'tad. Es acaso el sabio mas uni-
versal que hay en el dia entre todos los Españoles. Estaba
~onsignado en Guadalaxara pOI' la Inquisicion, 'luan do la guerra
(lc la independenda. Los franceses le hicieron prefecto de
aquel territorio, y tuvo por e,so flue mal'chat' despues COI! ellos
á Francia, qllundo la vuelta de Fernando, hasta la r'evolucion
del año !le 20 que volvió. Como era todo libertad, se desatinó
á Sil llegada hasta el punto de rejovenecersc. Le hizo á esta
un servicio inapl'cciahIe cn las Lecciones de derecho publico




52 HETRAl'OS POLITICOS DE LA


constitncional quc CSCl'.ibió, para que se pndiese explicar pOl'
eUas la libertad y sus bases constitucionales á los Españoles.
Se ven en ellas sus sentimientos y su alma, )0 mismo que su
basta instruccion, su habito de pensar, y su ingenio. Echaba
margaritas á puercos, es verdad; pero él no podia ni sabía
escribir novenas, ni vidas de santos con sus milagros, y peni-
tencias. Para eso está hai Ostolaza y consortes.


QUEVEDO.


Obispo de Orense, teologicamellte servil, patriota de ro-
mance, que tiene al Rey pOl' la patt'ia y á su negocio por el
del estado. Fué presidente de la primer regencia en la Isla,
y uno de los que citaron las Cortes, que él entendió 'lile fuesen
las del Rey 'Vamba, por que vive todavía por retrogadacion
por aquel tiempo: y así, lo mismo fué decirle,jure V. al pue-
blo por soberano, cosa que no había leído en Escoto ni en San
Buenaventura, ni había oido jamas sino á los hel'eges de In-
glaterra y de los Estados-Unidos, que no creen en el Papa, se
le erizó el cabello, y se tiró á tierra, y que hicieran de él lo
que gustasen. Rabia el dianche del servilismo 1101' estas re-
sistencias, que crée atraen la estimacion del partido, y dan
lugar á una persecllcíon incl'uenta y de amigos, que trae siem-
pre honra y provecho, y ningun peligro, porque los liberales
son así, y no conocen esta tactica. Se equivocaba mucho
Capmany, quando dixo en el congreso sobre este asunto: "no
le demos al obispo de Orense la gloria de ser martir, persiguien-
dale:" yá sabia el obispo, que no dolía nÍ poco ni mucho esa
persecucion, y que era martirio de compadres. Al fin, el congre-
so hizo, lo que siempre, y lo qne él esperaba: puso UII parche al
asunto, y el obispo se fué á su obispado, yen él á un lugar de
Portugal, que em de su diocesis, para seguir la metafora de la
persecucion, que le valió á la vuelta de Fernando el al'zobis-
llado de Sevilla, que renunció por segunda vez, y el capelo
cardinalicio que admitió. Todo era menos, que la gloria de
singularizarse con estas renuncias y estas resistencias, que le
confirmaban la opinion ue santo 'lue le habían dado las viejas,




REVOLUCtON DE ES\' AÑ.!\..


y quitadn, para con Jos que]e conocían, su vanidad, su soberbia,
y el encono que tuvo á la junta de Cadiz que quiso prendel'
pOI' zclos, y emu]acion dc mando. La niugre de sus opalandas
episcopales y los dos dedos dc surla en los zapatos por Agos-
to, tomó mas de ün observador por señales de su vanidad de
pasal' pllr sallto, que era su lado debil ; porque nadie se podría
p"!':madir á que tuviese ésto otro fin en la estacion en que lo
lla('ia y en las rentas que desf¡'utaba. No parecía sino que
lIamaha al manchador, corno otros al peluquero, para que le
el1l11adurna'le y echara accyte en ]ug'ar de polvos. j Y á fé que
esta apa¡'iencia no ]e daba animo y valor, para usar de su ge-
nio orgllllnso y mandal'in, hasta con el Rey y con el Roque,
que fuese menester. Cada uno se entiende.


ARIAS-DON VEREMUNDO.


Servil, si los hay, servil, como monge; servil, como cate-
dratico de teolngia en Salamanca; servil como obispO"; no sa-
bemos, si decir, como Español; y aun, si añadir, como hom-
bre; hay para adelantarlo razones de algun peso. En fin él
era un servil de quatl'o suelas, y como tal, no quiso venir á Ca-
diz á desempeñar su papel de diputado de Cortes de la primera
epoca. Era obispo entonces de Pamplona, y de los apanda-
dos en MallOl'ca de miedo de los franceses, y contra las Cor-
tes. Allí, sin ovejas, ni cosa que lo valga, pasaban sus ratos
estos pastores en escl'ibir contra ellas y contn la constitllcioll
l'utinal'Íamente, como si no hubiera libros en el mundo, ni se
hubiel'a hablado jamas de derecho publico. Teología y mas
teologia,-y que les entl'e·n. En efecto, Arias era el que lle-
vaba la pluma I)or todos; yes menester confesar que sabía de
esta xerga mas que ninguno de ellos. En fin, lo que es silo-
gismos, y si lo dixeron los canones, ó el profeta Michéas, y
lo demas que se llama saber en los conventos, y pasa por
mote entre los sabios, era una alaja el tal Arias. Nadie había
estudiado mas en hacerse tonto, q\lf~ su i1ustl'isima.




51 HETRA TOS I'OLITIeaS DE LA


El que ha estudiado, juzga
Salió de necio;
Al contrario sucede,
Que aprendió á serlo.


Pues mas trabajo
Cuesta el hacel'se tonto,
Que hacerse sabio.


Tontel'ia ó no tontería, )0 cierto es, que les valió á todos ellos
la guerra que declararon á la libertad, rentas pingües, arzobis~
pados, cruces, y distinciones, que obraban yá en su mente en
esperanza, quando escribían, que es lo que ellos llamaban allá
en su gerigonza. cansas finales. El señer Arias vino de
Pamplona á Valencia de arzobispo; y como yá le había toma-
do el gusto á estas resistencias y a estos premios,. luego en la
segunda epoca, echó sus cuentas, y conoció bien, que otra re-
siHtencita, aunque no fuese mas que para palIer decir,Jní pel'-
seguido, podría p,'oporcionarle un capelo, y luego ... lo que Dios
quisiere; pues no hay como pOllerse en sus manos, sin hacer
mas flue dar un retoquito (poco) de quando en quando á la pro-
videncia, así como .... fingir una persecucion, ó buscar con
qualesquiera cosilla, que destierren á uno, ó lo échen, (se su·
pone con su comitiva, con sus pages, con su dinero, sus coches
&c. y ademas sus espet'ancillas de mejorar.) En efecto, hu-
biera acaso habído capelo en infusion de tiara. si la muerte ! ...
(j cuidado que es bueno!) á 10 mejor no se hubiera atravesado,
y-sús ... j á Dios esperanzas y vestido co]orado,-se 10 llevó
tódo patetas, y quedó haí Toledo, capclo y todo para Iguanzo,
(IUC no había hecho-¡ qué !-ni la mitad; y Valencia para
Don Simon, bien que éste lo merece, (eso es otra cosa,) por que
su merced, bien puede set' fanatico, ignorante, y haber inven-
tado una nueva casta "de framasones que vurlan, y tOllo lo
que se quiera;-pcl'o tambiell ha tenido que ir á Roma, huyen-
do de la constitucion, que por poco se lo traga, y besar'le los
pies á su santidad. que se telldr'Ía acaso el IlOb,'e que tapar las
llar 'ices, po,' que er'a verano y hacía mucho cal()r, y veNirse
despucs por esos mundos de Dios, como se fué, solo por COllse-




REVOLUCION DE ESPAÑA" 55


guir esa miseria del arzobispado de Valencia, quando otros
obispos, que no han IlI'cho mas que huir, como el fray lote de
Ceuta, y el babieca de Cienfu('gos, quatro ó cinco leguas yeso
con comitiva, y todo r'egalo, como lo pide la orden capuchina,
les han dado cruz y dos arzobíspados, á escoger, en quince
dias.


El Señor Arias hubiera l1egado ... ¡ pús! ... á ser lo que hu~
biera querido, por que Fernando, eso sÍ, conoce el merito, y
como no se le mueran los sugetos, que le sirvan, que eso no se
}mcde remediar, ó se los maten, como á Vinuesa, ó se los
ahorquen, como á Elio, hace, aunque sea de un picaro, un
obisllO, y de un tonto, un consejero ó lo que se quiera, que en
eso no se pára. i Apostamos que tiene yá á Arias sentado en
IU martirologio para 10 que pueda suceder! y allá en la otra
vida, donde manda el Papa, que es su amigo, ... ¡ quién sabe
!i. mañana, ó pasado mañana, le da al pontifice gana de de-
c1ararlo obispo y martir, y que tenga entonces sus padres nu-
estros, como otro qualesquiera! De menos nos hizo Dios, r
Fernando tiene intimidad con su Santidad, y puede empeñar-
se pal'a esto. Las cosas se hacen así: hoy por tí, mañana
IJor mí. Ademas que á los Reyes no les niega nunca nada el
Pontifice.


MIÑANO.


Editor de varios periodicos al pl'incipio de ]a l'evo]ucion del
año veinte, que sirvieron todos mucho por sus saJes, y gra-
ciosima ¡nvencion, para hacer mora de los abusos y allanar el
camino á la libertad. Al fin, sirvier'on tambien para hacer mofa
de las guerrillas de partido y de los comuneros, que con sus
bullangas y animosidades habían distraido á las Cortes y al
pueblo del camino del bien. El periodico de la Cor'te, que
se tituló el Censor, que no tenemos dificultad en asegurar, que
acaso era el mas recomendable de la Europa en su tiempo,
debía parte de su renombre á la literatura, á las gracias y al
genio satirico del Señor Miñal1o, que era el1ü'c sus editores eJ
'lue se había escogido • parte satirica y la del ridiculo; y




56 ltl::THATOS POLITICOS DE: LA


aunque, como él mismo confe!ló muchas vecrs, hayan tenido
por principal estimulo sus trabajos, buscar su subsi'ltencia, y
los medios de vivir y gozar, la utilidad que ellos han I,,'oduci-
do, entraba tambien sin duda en sus mÍl'as; y si no se han lo-
grado tales y tantas, como el Señor Miñano se había propu{'sto,
el extravío de la revolucion, es el que ha embotado este bien,
auxiliado de la invidia y del espíritu de partido, que hasta in-
tentó matal'lo.


ARGÜELLES,


¡ Qué Argüelles es este de mis pecados, 'lue mete tanto
ruido ! ... Sin duda está vacío, pues retumba y suena tanto. De
escribiente de una oficina, y comisionado á latere del Principe
de la Paz en Londres, vino, por la ínvasion de los fl'ance:;es,
dando vuelcos por esos cerros de Dios desde Asturias á Ma-
drid, Sevilla y Cadiz, donde solo hizo al principio la figura
que tiene y le es natural, la de un hombre nulo, por que no
había leido los monitores todavía. Ganó para comer, escribiendo
en una de las oficinas de la junta, y á poco lo sacaron sus pay-
sanos diputado de Cortes suplente por Asturias. Todavía aquí
110 era el di'Vino,por que no se le había oído el semitiple, ni visto
contonearse en el congreso, dandose los ayresprosopopeyales,
que lo constituyeron tal. Se instituyen las Cortes, y á los pocos
días se abrió una oposicion á la demagogia, 'lue se la tlisputal'on
el curialista Gutierrez de la Huerta, el Americano Mexía, y el
Argüelles de que se trata. Al fin se decidió la mosquetería
de las galerias por el que hacía mas ruido y tenía la voz mas
melodta; y Argüelles se quedó cobrando el barato del con-
greso, que harto le debió pesar y ha pesado despues á los
1!:spañoles. Era un fenomeno en ellas este liberal con fondos
de aristocracia, que jamas los pudo combinar bien con la de-
mocracia exaltada y peligrosa, de que afectaba en las Cortes
estar inflamado. Vino al fin Fernando de Francia y fué en-
vuelto en la proscripcion y sentenciado al fixo de Cruta por
sabio, decían sus apasionados, por que no entendían por saber




ImVOLUCION DE ESPAÑA, 57


sino la petulante garrulidad; ótt'os ]0 creían con mas razon en
el prpsídio por necio mas bien que por picaro; y la opillion de los
pocos, que tienen voto en la materia, 10 mil'aba en Ceuta por
equivocacíon, pues debía haber ido á los Ol'ates, que es su tlo-
micilio. Sea Jo qUl' fuese en esta parte del divino .JJ.rgüelles,
queda en presidio por que


'Los hombres van ú galeras,
Que no tienen de ir las monjas.


Yen fin Argi.ielles era hombre, aunque pl'iviJegia!lo en Sil cou-
cepto y en el de los mentecatos, que lo admiraban. }>Ol' des-
gt'acia de la España, la jura de Ja constitucion el año de veinte
lo sacó de eeuta para elministel'io. ¡ Qué ministerio! .. ¡ Qué


. Argüelles! Desde que llegó. texió la cadena de la ('uina de
la España. El formaba el primer anillo, y disponía del mi·
nisterio y de las COI'tes, qu{' se enlazaron al millistprio por
medio de Torcno, que servía de segundo anillo. Fel'uali(!o
era tÍl'ado, irritado ó inllueneiadn por' este encadenamiento I:e
autO/'idaeles Ijue tenía e] inepto de Argüelles en.su mallll. A su
placer giraba tndo: el bien ó el mal es obra suya: 110 se eo-
uocíamas impulso que e] que él daba, y el del pueblo, il'rita·
do algunas veces por él para sus miras. Los mini"ttwios
siguientcs continuaron el rumbo que el suyo había abil'l,to; el
suyo fué el'lue dió cl movimicnto primero al Rey J á la consti-
tucion. Estc hombre orgulloso hasta ell'idieul0 rué el que <lió á
la maquina la dircccioll que tuvo todo el tiemJlo de la re\'olucion,
hasta que se paró pOI' falta de cuerda y de elafiticidad en 811S re·
sortes. Y quando yá la vió en tierra, y él entl'e sus ruinas; Jleva-


• ba todavía en Cadiz á las baterías, quando los franceses Jo bom-
cbeaban, espuedas de poI vora y materialcs, á \'er si Iludía levan-
tar aun la pab'ia que él, y él solo había ¡lesecho y derribado.
En Londres parecc, que echa todavía, á pcsar de todo, plantas
de llatriota, de esc patriotismo Jlrgüellico, dc Ijue se ha forma-
do una secta en España, quc cs antípoda dc la libertad.


JI




58 HETRATOS POLITICOS DE LA


TORENO.


El Conde de Toreno. Su nombre solo forma la caricatura
de este vendedor de su patria, y arrendador, por un tiempo
corto, d('] país de ]a libertad, que quería beneficiar, y coger
solamente las primeras cosechas, y ~tirarse,como lo hizo.
F ué inseparable de ArgüeHes, lo que hace el elogio de 108 dos.
Leían de aparcería los monitores para el gasto de las discusio~
nes, porque vivieron siempre juntos, dos cuerpos y un alma,
que digamos. Se repartían, quando los leían, las frases mas
sentenciosas, sonoras, y rotundas. Argüelles se escogía las
de minar la represenlacion nacional,-transigir con las preOClt-
paciones; mientras Toreno (que iba siempre al grano,) se en-
cargaba de repetir las de,-la hacienda es el alma del estado,-
no hay libertad, donde no hay hacienda. Guardaban un exacto
compas estos uos miserables, que crió la revolucion entre la
basura de lo's dos gobiernos, entrante y saliente, que no podían
pl'oducil' sino gusal'apos. Toreno tuvo necesidad de todo el
ascendiente de su camarada, para poder sentar'se en el primer
congreso, pOl'que le faltaba la edad; y su petulante aristocra-
cia que le hacía articular algun otro discurso en fino, por ,lo
que hace á las maneras, remilgo de la voz, y movimientos com-
paseados del lente que traía colgado, y le auxiliaba en sus
discursos, dandole fuerza á la accion, que había oído decíl'
que era una de las partes de la oratoria, lo llevó al fin á desa-
venirse con su hermana, quando se quiso casal' con el General
Porlicl'; y hasta á solicitar á la Infanta, hermana del Cal'de-
nal de Borbon para su Esposa, y hacer el llapel de novio al
rededor de su casa por las noches para llamarle la atencion ó
hablarle. Este liberal contrahecho, lo era solo para negocial'
emprestitos y hacer de la libertad de los Españoles (¡ pobres Es·
pañoles!) un mercado para el trafico que le ha dexado al cabo,
se dice, una renta de treinta mil duros, que, libre de sobresaltos,
se los está comiendo y gozando en Francia, donde se ha esta-
blecido, y se rie á casquillo quitado de sus paisanos, haciendo-
les desde allí la mamola con sus asignados, ó Torcnos, que así
llegó á llamarse en España la nueva moneda en odio suyo,




REVOLUCION DE ESPAÑA. 59


despues de los emprestitos, y la deuda de Holanda cuyo reco-
nocimiento negoció. ¿ Ignoraba Argüelles su amigo, que esta-
ba identificado con él constitucional y domestica mente en opi-
niones, en domicilio, en las confianzas mas intimas, esta con-
ducta so~(lida de su camarada t Expliquese á Argüelles por
Toreno y á Toreno por Argüelles, y sale la cuenta sin equivo-
carse en una blanca.


VILLELA.


Con decir que lo acaba de escoger Fernando, el Fernando
7° de España, el amigo de Elío y de Eguía. para govel'lla-
dor del consejo en su famosa epoca de persecucion, est.'t dicho
lo que puede haber sido y es este monstruo en las dos cl'isis,
que ha sufrido la nacion. Era consejero (le Castilla, quando
.se presentó al frente del exercito francrs á las puertas de Za-
ragosa lJara intimar al general Palafox la rendicion. Sir'vió
á los franceses con fidelidad hasta que creyó que se podr'ía
proporcionar mejor suerte, si se pasaba al gobierno Español,
que estaba yá eu Sevilla y pasó muy luego á Callizo Aquí
hizo entonces el papel de Español y consejero, como de Fe-
lipe 2°, con todas las atribuciones de tal, como lo habían sido
quando la España era, como Marl'llecos. y los consejeros, como
Baxáes. Llega el tiempo de las Cortes, mejora su papel ex-
terior, le da unos dias colorido de lihertad, hasta ver cómo
avanza el nuevo gobierno, y al tocal' la tecla de la nueva
cOllstitucion, y que el consejo se alarma y fOl'ma reclamas y
resistencias á la libertad, entra Villela al punto, como el ene-
mígo mas encarnizado de la reforma, en esta guerra contra la
nacion, y es separado y juzgado con los demas por un tribu-
nal, que formó el congreso, que al fin había mamado la misma
leebe que los consejeros. ViUela se cubre entonces con el
manto de su ignominia, se obscUl'ece, y se esconde, jurandoselas
á la libertad, para quando venga el Fernando que esperaban,
á derribarla de su trono, para ponerse él solo con sus fray les
y consejeros en su lugar.
J~legó al fin este (lia tan desead,o por los satelites de los




60 HETRA TOS PüLlTICOS DE L.\.


opresol'es de las naciones; y ViIlela tuvo el placer de ser el eli o
cargado de prender y juzgar á los que le habían juzgado. Era
necesario conocer bien todos Jos quilates de su alma, y de su
odio á la libertad, y los puntos que calzaba su decision hácia el
despotismo, de que está amasado desde la cuna, para juz¡;al' de
su insoll>ncia yde su desvergüenza en este caso. Se conduxo,
como pudiera haberlo hecho el hombre mas yil y degradado de
la rrj)ublica. N 080tl'OS conocemos muy bien la fatuidad y petu-
lancia de AI'güelles; pero no podemos (]exar de confesar que
el eomplwtamiento !JUC tUYO VilJela en el caréo de éste con el
fingido y malvado O¡Jinot, que se lo preparó mañosa y mali-
ciosa mente, para que lo conociese y señalase entre los presos,
envuelve la infamia mas atroz y abominable, que pueden haber
comet.illo jueces. desde que hay hombres y tribunales. Este
juez así desm(walizado, ha sido por este su caraetel' inmoral é
inhumano (''l('ogi¡h ah(wa pOI' .F'el'uando IHI.I'ajllzgar y a~egul'al'
el casti¡:;'l de lo.,; ii~h:l'ales, en la confianza de encontrar en su
maJig~1I COj',iZOn todos los recursos nrcesarios pal'a ág'ravar'
losielií:03, y aun para fingidos, si hay necesidad ó rmprñu en
castig ll'JOS, Lo ha puesto desde que volvió á su t1'Ono des~
potico á la cabeza del consejo, para que sus venganzas tengan el
efecto que él desea, conociendo por simpatía la consonancia de
las dos almas, y que no puede menos de aborrecer la una, lo
quc aborrece y detesta la otra, ni de tener el mismo placer Jos
dos en la venganza y con la sangre de los que, porque tirnrn
los mismos principios y amor á la libertad, deben tener para
ellos el mismo sabor, mandando las mismas impI'esiones. Se
ha notado en Fernando un olfato malefico, ó llamese instinto,
si se quiere, que lo hace siempre escoger entre millones de los
que dice sus vasallos, aquellos }lI'eciSamellte, que son mas á
proposito, quando sus miras son de persecucion y de atormen-
tar. Y así están siempre seguros los EguÍas, los VilIeJas, los
Campanas, y los Elios, si I'esuscitaran, de ser acomodados.
Lo mas raro es, que así le guste á los Españoles. ¡O homines
ad ser'Vitutem nati ! ..


Este tygre con figura humana, verdugo asalariado por Fer-
nando 7° para matar y colgar los Españoles, sin comcrselos,




REVOLUClON DE ESPAÑA 61


y solo por el placer de destruir y causar dolor, mantcniClldo
estas malignas y :Olangrientas propensiones hasta la edad de-
en'pita en que está, sin saciarse toda\' ia de carne humana,
se tiene hoy yá por sospechoso de carolinismo : no sera eXÜ'año,
pues se asoma l'n ese IJartido una tiranía mas de su gusto. Su
vida ha sido una continua conspiradon. ConspiJ'ó }lf'imero
contra la España, to mando el partido de N apoleon,-despues
contra éste, tomando el de la junta central,-en seguida,
contra la junta conspirando con el Consejo de Castilla
contra la constitucion,-Iuego, contra la nacÍon á favor de
]a tiranía de Fernando,-y ahora contra Fernando, por-
que no es bastante tirano, ni destroza todavía á su gusto,
y al de los amigos del trono y del altar. Fernando, que
conoce su corazon, que está en consonancia con el suyo, lo
tiene yá acaso vigilado para que no vaya á emplear á favor
(1esu hel'mano. ó de otro tirano, que sea mejor profesor de ti-
ranía y ferocidad, la habilidad, que le ha dado el cielo ó el
infiel'no de verduguear', y hacer pedazos á Jos hombres con la
pluma y con la uoca, como las fieras. La España toda espera
Con impaciencia la noticia, gJ'ata pal'a ella, de quc I?Cl'llando ha
destl'Ozado á este destrozadOl'; y nosotros ofrecemos al publico
sin prr'dida esta satisfaccion, si llega á la nuestra, antes de
publiCar este volumen. Al cabo algo buerio habrá de hacer
Fernando, aunque sea fuera de intencion. ¡ El malvado, y
cruel Villela ! .. ¡ Quántas vidas ha costado á la España! ..


CAMPANA.


" Este es el General' que mandó el diez de Marzo en Cadiz
la batalla contra aquel pueblo que se había convidado de oficio
por las autol'Í_lades para la funcÍon patriotica de jurar la cons-
titudon. y rué fusilado en masa por disposicion de este Cam-
pana, y es la uuica aecion militar en que se ha hallado. Ha
ganado sus gl·ados. hasta el de teniente General, que 1: han
dado por ésta, en campañas de esta naturaleza~ Antes de la
guerra de la independencia hacía muchos años, que dirigía
desde el Puerto de Santa María. las partidas destinadas á
perseguir ladrones y contrabandistas; y despues, quando la ,""':"r':¡:¡:


, '~~




RBTRATOS POLlTICOS DE LA


invasioll, tuvo la comisioll de recog~r la imposicion de todo,;
los cabal10s utiles para el exercito, que se hallaban en Anda-
lucia, y la de COI'rel' con los vestuarios, botas y zapatos (Iue
venían de Inglaterra con igual destino. Por menos de tres
pesos huvo entonces de estas botas para los que la querían
comprar; y en quanto á excelentes caballos andaluces, 110 se
diga, porque dexaba esto un dineral. Pero todo lo daba el
tiempo y las circunstancias, y buena tonteria hubiera sido no
saberlas aprovechar. Así por esta escala se fué proporcio-
nando los meritos y los grados. No sabemos, si estarán en
su oja de servicio Jos caballos y las botas inglesas, con los
contrabandistas, que tambien producían ... mer·itos. que diga-
mos. Pero estén ó no estén, estos servicios fueron muy pu-
blicos, y sinó hubiera sabido ceder á tiempo este señor, quan-
do la junta de Cadiz le resistió el nombramiento, que acababa
de hacer en él la regencia, de sargento mayor de todos los
cuerpos de voluntarios, la tál junta (que tenía humos, y razon)
iba yá á impl'imirle una contraqja de servicios, que hubiera
marcado los suyos de un modo indeleble.


Su manía de mandar y figurar á qualesquier costa, aUllque
fuese para eso necesario desquiciar el globo, y no dexar Es-
pañol á vida, es sin duda el origen de las explicaciones ma-
lignas que se han dado á todas las acciones de su vida, que
dicen una entera consonancia hácia este objeto. Hubiera sido
un señor regular, á llesar de su coram "Vobis, y de la aparien-
cia, que le dá á su nada y del ay re de super'ioridad, que 10
hace tan inferior á los demas, sino hubiera sido por el empe-
ño de ser prónto, pl'ónto, teniente General, Gobernador de
Cadiz, y Capitan-Gelleral de Andalucia, que es lo que 10 ha
hecho cometer tantas crueldades, y hacer tantas locuras. Co-
mo lo conocen tan bien en Cadiz, lo veían en cada uno de los
asesinos del diez de Marzo, como si estuviera él mismo allí
matando y saqueando con sus entorchados y su uniforme. El
ases'ino Trespanes y Campana eran dos cuerpos y un alma pa-
ra los Gaditanos; y luego,. como al fin en el parte que dió de
esta batalla, tuvo la tontería de pintarla al Rey, como un tri-
HlIfo que él acababa de conseguir sobre el pueblo, todo obra




IfEVOLUCJON DE ESP AÑ A. 63


de sus manos y de su fide1i(lad á la tiranía, yá no debió que
da,' duda de que era él el que había dispuesto el plan de las
desgracias de aquel dia y siguientes, que iban á cuenta de gra-
dos y para negociar su deseado gobierno de Cadiz. La acu-
saeion fiscal que hemos visto, no dexa sobre esto la menOl'
duda, y la opiuion que lo trae marcado toda su vida, sería la
mejor vrueba, si 'Fernando hubiese dexado sobre esto algo que
desear. Le ha reconocido como el protoasesino en el premio,
que por eso le ha dado, yen la cruz asesinaría, que ha estable-
cido por su influxo, para honrar esta matanza en su con-
cepto, pero en realidad, para señalar á la indignacion publica
á los ase3Ínos y á Sil xefe; y así Campana está sigilado por
Femando con este fin, con la capitanía general que le ha dado
por esto, y á que aspiraba con los a.sesinatos, y el fiscal Her-
mosa con la nota mas infamante, pO'1' babel', retardando la
causa, malogrado el castigo por razOJles de conveniencia pro-
pia y de interes personal. Su capitania general de Andalucía
es su cadalso: la opinion publica lo vée en ella, como crimi-
nal, que está aHí marcando su delito, por que la ley lo tiene
condenado á él; Y no es él, sino el crimen el yerdadero suplicio.
No le hace, que desprecie la opinion, y tome los honores, co-
mo suenan, y no por lo que son en realidad por su motivo.
Basta' que la opinion sea opinion, para que tenga su efecto, que
siempre obra en la conciencia y remordimientos de los unos,
y en el concepto, desprecio y abominacion de los otros ¿ Jln
qttltm omnes [eges te exsulem esse jubent, no eris tu exul? Dice
Ciceron á Clodio. ¿ Si las leyes todas te tienen condenado á
la horca, decimos igualmente á Campana, podrás estar nunca,
por mas que te lo IlCl'suadan, en otro lugar, que donde las
leyes te ponen? Tu capitania-general es tu patibulo; en
ella te ven todos colgado, como el asesino de su ciudad.


RICO.


Frayle franciscano de mucha popularidad en Valencia, nada
mas sino por que sabia llevar al pueblo, (que no es poca habili-
dad;) y ésto le valió mucho en las revoluciones, que produxo en




64 HETllATOS POLlTICOS DE LA


aquella ciudad, como en todas, la guerra de la independencia;
pues como en ellas lo hacía todo el pueblo á grito!>, sacaba
siempre llartido el reverendo, y alln se dixo, si esto fué lltil Ó
nó á los franceses vecinos y domiciliados, con quienes el pueblo
se irritó. POI' lo que hace al suplicio del canonigo Calvo,
tenía el tal Calvitos meritos para eso y para mucho mas, si
hay algo mas que p~r'der, que la vida en un cadal!lo. Por lo
demas, pasó siemp,'e el padre por patl'iota, y enemigo de los
franceses; y quando él supo que había en el mundo liberalis-
mo, por IiberaJ ... asÍ principiante, aunque en lo que el'a, dese-
os y decision, sc las echaba con el mismo RobcspiCl'}'c en per-
sona; pero pOl']O que era principios, como no había tenido
antes en su vida la menor idea de lo que era libertad, sino
por las renuncias pro formula, que se hacen en la pl'ofesion,
no podía estar tan adelantado, como des pues en la segun-
da epoca, por que los hombres se labran por la educadon
y des pues en las ocasiones. Sin embargo, se portaba yá des-
de la primera, cCHno prrfedo liberal, y tuvo la osadia necesaria
para hacer jurar la constitucion en un pueblo de las cercanías
de Alicante, que dominaban los franceses, exponiendo mucho
su seguridad y aun su yida por amor ó sea' fanatismo por la
libertad. Despues, quando ha sido diputado de Cortes, ha
hecho por su exaltacÍon en el congreso, el grotesco del libe-
ralismo, saltando muchas veces por encima de todos los princi-
pios, y de todas las consideraciones en las discuciones, por ver
si podía hacer, que se declarase la ineptitud de F'crnando pal'a
reynar. como la tenía yá declarada la naturaleza, y no ]a de
los Españoles para ser libres. Quedó, por estos br'incos y
otros como estos. imposibilitado de volverse á mover por la
España y ha tenído que hult, á Londres. Yá la otra vez que
se tocó á huir, lo habia hecho á los Estados-Unidos, donde se
afincó, á costa de sudores, y de su trabajo corporal. Lo dexó
todo el año de veinte, llamado á España por' la libertad, qu!'
yá lo había engañado otra vez, y perdió ahora al salir de la
Peninsula las posesiones, que había comprado de los regulares
con lo que le produxeron sus sueldos y rentas devengadas. De




HEVOLUCION DE ESPAÑA_ 65


modo, que ,'ive en Londres al hazár, y co. su liberalismo
guardado hasta otra vez, que Dios quiera.


BALLESTEROS.


El Mejor General en su concepto que hay en España: supo
siempre darle á su patriotismo y á su valor un ayre de vero-
similitud, que no parecía sino que era verdad. Ello es, que
la nacion se entusiasmó con él, quando la invasion de Napo-
léon; y los franceses lo llegaron á temer algo, fuese por ilu-
sion ó por mt>rito real. Se le ha notado siempre un si és no és
de ambicion de gloria militar, qUe la invidia hacía bastardear
algunas veces, y por ella tambien los acontecimientos ruido-
sos de Riego lo irritaron algun tanto. Si fué ella la que hizo
desconocer á Ballesteros el merito de Wellington, y lo llevó
por eso al presidio de Ceuta, no debe quexarse entonces á las
Cortes ni á la regencia de esta desgracia, que él mismo se buscó.
Puede haber sido tambien un patriotismo mal entendido, lo
que lo empeñó entonces contra el Duque de Ciudad-Rodrigo;
y yá sería aquí preciso compadecer su juicio y alabar su co-
razono Pero despues en el ministerio de la guerra, que le dió
Fernando, sacó de nuevo la cabeza esta pasioncilla bastarda y
ruin, que luego en el tiempo constitucional anduvo buscando
pasto en Riego, en el 7 de Julio en el palacio y fuera de pala-
cio, y se engrió yá luego tanto entre ]os Comuneros que
lo miraron, casi como su fundador, á quienes aqeguró que á
la cabeza de ellos, salvaba él solo á la España. Buen chasco
les pegó y á sí mismo, quando capituló con los franceses, y
quando, al salir el Rey de Cadiz, se le presentó en el Puerto, y
ni aun lo quiso mirar. Yá aquí no fué el Ballesteros que S6
creía, sino el Ballesteros, que era en efecto, y así es hoy mira-
do por los fr-anceses y por los Españoles. j Qué lastima de
gloria ganada á tanto disimulo y con una mascara tan bien
puesta! Quando el año de veinte fué llamado por el Rey para
consultarlo sobre si había ó no de jurar la constitucion, es bien
seguro, que si no le hubieran entregado, al llegar, los xefes y
flfidales de los batallones de guardias su decision por la liber-


T




00 RETRATOS POLlTICOS DE L."


tad baxo SUS firmas, su consejo hubiera sido otro que el que
fué. La gloria de Riego le incomodaba, y la de batirlo y des-
hacerlo en un momento, como aseguró al Rey, hubiera sido pa-
ra él la satisfaccion mayor de su vida. Ahora dicen ha venido
á parar este heroe á hacer vilmente la corte al Duque de
Allgulema, cuya proteccion mendiga, y cuya amistad cultiva
con las humillaciones y espiritu de servidumbre rigorosa, que
es consiguiente á su clase, y á su envilecimiento voluntario.


FLORES ESTRADA.


Liberal á macha martiIJo. Parecía que el liheralismo había
nacido con él. Quando era procurador del reyno de Asturias,
yá hablaba y se conducía como tal; y quando la invasion de
los fl'anceses, que el General Romana hizo allá de las suyas,
manifestó sus principios con valentía. Lo liberal estaba en el
unido á ]0 patriota. y así quando se irritaba su patriotismo,
como quando Romana, y en ]a invasion galica, se despertaba
en él la idea de libertad, que unas veces ]0 infiamaba en re-
gla, y otras por arrobas y por quintales. La junta central lo
puso en estado de que su liberalismo tomase su aplomo, quan-


, do pensó en reformar nuestra constitucion política. Desde ella
viene el pensamiento y los trabajos de una constitucion, que no
teníamos; por que la antigua que se ha llamado tal despues, se
parecía á lo que es realmente constitucion, como un huevo á
una castaña. Se escribieron entonces muchas, unas mejores
que oh'as, y algunas en muy buen sentido y segun llfincipios,
que no emn muy comunes en España. El Señor Estrada es-
cI~ibió tambien la suya, que anda impresa, y por lo que hace
á IlI'inci¡lios, está que parece nacida para los Españo]es ; y por
la parte de atar todos los cabos, para que el Rey no abuse
de la fuerza, ni los franceses vuelvan jamas á invadirnos, no
dexa qlle desear. Principios y buena intencion bullen allí co-
mo en su propio domicilio. Para lo que es muestra de una
constitucion liberal, allí está todo. En ella, en sus disposi-
ciones está la libertad, como en su centro, siempre que no
se tome la libertad sino como se define, y no como puede




REVOLUCION DE ESPANA. 61


estaren la sociedad, en la gran familia Europea, en la Europa
del siglo diez y nueve, y en la combinacion, que forman las
naciones. El Señor Estrada considera aislada á la E"paña,
quando en un articulo de su constitucion, manda poner una
mI/ralla eÓn los Pyrineos, que rompa la comunicaCÍon con la
Francia para siempre, como hicieron los Chinos con respecto
á los desiel'tos sulruges de la Scytja. i Qué diferencia de lu-
gares, y de tiempos y dA sistemas entre las naciones, forman-
do hoy todas una por sus relaciones! En otros articulos los
arreglos de tropas y de milicia están fuera de la natul'aleza
del g/)bierno monarquico, y están en oposicion por esto con
otros principios, que sienta. ' ,Quiere todo lo que quisiera un
hombre de bien escarmentado; su corazon le ha dado el plan,
y no le ha permitido despues retocarlo á su entendimiento
con arreglo á los tiempos, costumbres y circunstancias.


Todo lo que en politica há escrito el Señor Estrada está
vaciado en este molde de su liberal corazon, que arrebata si-
empre á su mente mas allá de la mcta politica del continente
y de los tiempos. Para esto encuentra siempre en las partidas
lo que no hay, y en la historia, como ~~arina, lo que no está
aHí. En su periodico el Tribl¿no vée en afluellas, clubs y so-
ciedades llatl'ioticas que no están sino en Jos buenos deseos
del que'las busca; y en la historia vée siempre la libertad en
España, que no la ha conocido sino por lo que la ha echado
menos. Las Cortes y las leyes eran el Rey mÍsmo; aun la
religion se podría decir que era tambien el mismo Rey y su
yoJuntad, que, fuera del caso de rcbelio'n, no era jamas resis-
tida. Anatematizaba, como concilio, proscribía dynastías
como soberanD .. y mandaba ser cristianos y bautizados á la
fuerza, como tirano espiritual de las almas y de los cuerpos,
como hizo el Rey Siscbuto.


En el intermedio de las dos epocas de constitucion estuvo
el Señor Estrada proscrito por su decision por la libertad; y
en Londres, á donde se retiró, tuvo yá algun lugar para recti-
ficar sus principios, y ver, que ellos y sus aplicaciones son dos
cosas muy, distintas, y que las naciones se arreglan por el
,~,~~~" v,huen tino en las segundas, y se suelen perder por los




68 RETRATOS POLI1'ICOS DE LA


primeros. En la revolucion de Francia se hizo una triste
prueba de esta verdad. Yá en Inglaterra, no hubiera puesto
el Señor Flores Estrada en su constitucion su muralla. ni
sentado otros principios y articulos que, aunque están conteni-
dos en el de la soberania del pueblo, que es en compendio toda la
constitucion, no lo están en sus rectas y prudentes aplicacio-
lIes, segun el estado de la nadon, y de la sociedad en general.
Una de las IJl'u~bas, que tenemos de su buena fé por la causa
de la liber-tad, es la docilidad con que se ha prestado á mudar
de opinion, inclinandose ftlas dos camaras, que hacen la bondad
del gobierno Inglés. Aunque alabamos la bondad de corazon
del Señor Estrada en éste cambio, lo crecmos ahora tan C(lui-
vocado, como quando se decidía por una camara sola, y el
mismo gobierno Inglés comprueba y lleva hasta la evidencia
esta nuestra opinion. Montesquieu lo alababa en su tiempo,
porque no había, ni se había hecho el ensayo de otro mejor: lo
veía solo á él, y lo comparaba con los demas de la Europa, y
tenía razono La revolucion francesa ha descorrido este velo,
y hecllO la prueba en cinco constituciones que ha formado; y,
aunque no ha tenido entre todas una buena que escoger, y que
le haya podido conservar la libertad, ha visto por experiencia
que las dos camaras· no forman sino una tiranía legalizada
para el Rey, que las dirige á su voluntad, y con leyes que ella
misma hace por las bocas de los mismos representantes.
Ademas, que, quando las camaras se dividan, se echa menos
un regulador, para que no se dé el salto á la anarquía, que
es entonces muy obdo y muy facil. Las autoridades de con-
trapeso se ha visto yá por experiencia, y lo toca bien la razon,
tienen este inconveniente; y así está comprobado pOI' los
escritores politicos del dia, especialmente los de Francia, que
son los que han podido mejor analizar los grandes ensayos,
que les ha dado la revoluCion, y conocer que un cuerpo conser-
vador entre las dos camaras y el Rey, es indispensable en toda
constitucion, con las atribuciones de detener los pasos avanza-
dos de ellas y de los demas poderes y dirimil'las discordancias,
que es un peligro, que no se ha pesado hasta ahora, como se
debía. U na (le dos, ó han de 'nacer alguna vez estas discordias




lmVOLUClON DE ESf'AÑA. 69


por la contradiccion de los intereses de los dos cuerpos, yen·
tonces es preciso este regulador; ó no salta nunca esta contra-
diccion, que está en la naturaleza del hombre y de la sociedad.
y entonces es mas que probable, que sea, porque el Rey tiene
en sus manos los hilos, especialmente de la que él forma, ag¡'a-
cia, ó contempla, y las dirige á su placer; y en este caso esta
camara es el Rey, y el Reyes esta camara, y falta el contrape-
so que se buscaba. En habiendo cuerpos que dividir, y clases
á quienes enzelar, el que tiene la fuerza y las gracias, los bate
sin ['emedio á los unos con los otros.


Por estas razones decíamos, que nuestra opillion no estaba
de acuerdo con la del Señor Estrada en esta parte, aunque
lo estaba, y lo estan, y mucho sus sentimientos. Su patriotis-
mo es á prueba, y aunque lo hace errar alguna vez, lo hace
errar, como patriota; yerra, buscando el bien. En su busca,
ha escrito mucho: periodicos-papeles y discursos sueltos,-tra-
ducciones de autores politicos,-sobre la causa de los .Bmericanos
Españoles,-y su famosa carta á Fernando 7° desde Londres,
en la que 10 mas que hay que admirar, es el valor con que le
dice las verdades que tanto le amargan, y que. no puede oír .•
sin señalar á los que se las digan con la marca de las victimas
de su colcr'a é indignacion. El amor á la libertad hace al Se-
ñor Estrada saltar por todos los peligros. A la jura de la
constitucion el año de 20 volvió el Señor Flores á España, y
fué diputado de las primeras Cortes. Sus esperanzas fueron
entonces, como siempre, burladas por sus deseos, y le oímos
con lastima alguna vez hablar sobre esto el lenguage de los
niños y de los imbeciles. Habló poco en las Cortes, porque
uo tiene el don de la palabra: algo mas facil es con la pluma;
y tenemos, que pasar por el dolor de decir aquí, que el espi-
ritu de provincialismo, lo hizo al fin adoptar el sistema de los
principistas, cuyo fundador era Argüelles, su paysano, que ha
perdido á la España por dos veces.


En la desavenencia de los partidos, mal inseparable de las
revoluciones, el de los comuneros, en que el General Balleste-
ros, amigo de Estl'ada, era como el autor, tenía por unico ob-
jeto destronar al de los Masones, que era el que mandaba; y




7U RETltA TOS ¡'OLITICOS DE LA


Fernando vió en ésta discordia qúanto le podía aprovecha¡',
para djddir'los mas, eMsangl'entarlos, y batirlos despues los
unos con los otros, llenarlos de esperanzas de mando y de mi-
nisterios. Esta intriga la dirigió siempre bien á pesar de su
inepcia, y falta de Juces é instruccion: manejaba el instinto,
como si fuese' entendimiento, y le suplía por él. Del'l'iba para
ésto á los masones del ministerio y forma otro de Flores Es-
trada, Calvo de Rosas, Torrijos, &c. para insolentar á los co-
muneros con su proteccion y que fuese cundiendo la ílivision,
que favorecía sus miras. Un tumulto que lo intimidó ~n su
mismo palacio, (porque su miedo hacía siempre el contraste á
su impudente osadía,) le hizo reponer al minister'io, caído algu-
nos minutos antes; y los nombrados se quedal'on solamente
con las esperanzas de sucederles en Sevilla, para donde iba yá
á salir el gobierno. Esta es la epoca de la debilidad de Flores
Estrada, que quisieramos olvidar. Hasta aquÍ había tenido
excesos de patriotismo, y todo se había podido explicar pOI'
esta clave, aun lo que no sufría mucha explicacion; pero afpÍ
yá se presenta á cuerpo descubierto á disputar su ministerio, y
vá y viene á palacio á ver al Rey sobre esto; humillacion
capaz de envilecer al patriotismo mismo de Bruto y de 'Va_o
shington. El Rey le sortéa con aquella debilidad truanesca
que forma su caracter; le afecta un liberalismo que sobrepuja
al del mismo Flores, segun este mismo ha contestauo ; y Ir po-
ne, para oirlo, y conocerlo, el bota fuego de su acuerdo ~n
principios y en miras, que el mismo Estrada creyó; y des-
pues, ni en Sevilla, ni en parte alguna se volvió á acordar de
él, sino para odiarlo, como siempre, y reiterar el IlrOposito de
ahorcarlo, si lo cogiera. Este es el retrato político del Señor
Flores Estrada: patriotismo, amor á la libertad, mejor volun-
tad que entendimiento, algo de amor propio en lo que piensa,
y' de extravagante en lo que escribe, vislumbres de ambicion
que tildaron al fin sus buenas qualidades, y un si es no es de
Asturiano en las camaras y en la muralla.




REVOLUCION DE ESPAN_'1. 71


VILLAVICENCIO-DON JUAN MARIA.


Capitan-General de Marina y uno de los cinco regentes del
q¡¿intillo. Servil, y lilleral todo revuelto y segun las ocasio-
nes. Lo peor es que lo libel'al hacía el fondo de su entendimi-
ento, y lo scrdl se ha domiciliado en su voluntad. A bordo
de un buque de Rey se cría una especie de servilismo á manera
de lo que allí se llama broma, que nace de la misma posicion,
y, si se quiere. de la misma necesidad de él, para imponer á
la chusma marinera, y que luego en tierra cuesta mucho tra-
bajo deponer. Villavicencio se pegó á esta plaga de los
navíos, que manejaba despues, como si fuera una parte de
él mismo en la sociedad. Bien conocíamos todos en la li-
bertad de su caracter, y en su absoluta despreocupadon,
que allylO había sino costumbre de mandar á lo Sultán, como
se hace á bordo; pero que por lo demas, había lectura, mundo,
demo~io, y carne, y la paz por el coro. Viene la revolucion
del año de ocho, y catese V. aquí patriota á VilIavicencio, como
estaba en su alma, en sus ideas, y en sus principios: siguese
la Junta central, y las COI·tes, y todavía los principios lo diri-
grn : el congreso lo distingue y lo hace regente: aquí empieza
yá á malear su enteudimiento arrastrado por su voluntad, que
no quería contrapeso en el mando, como sucedía en los na-
víos, donde no hay divisio}l de poderes. 1.0 quitan, porque
asociado á Infantado dan sin cesar coces contra el aguijon.
Se separó, echando espumas por la boca y jurandoselas á la li-
bertad. Viene el Rey y encontró la suya. El Gobierno del li-
beral Cadiz, que le quitó la regencia, era quánto podía desear
para vengarse; Fernando, que quería lo mismo de esta ciudad,
que aborrecía por ser la cuna de la libertad, lo nombra. Yá
está aquí Villavicencio servil hasta los tuetanos. Llegaron á
ser tan unos Fernando, y él por este odio comun que tenían
los dos á la libertad, que seguían una correspondencia epistolar
de propio.puño todos los correos, eH que l'ecibía Villavicencio
cartas liberticidas de Fernam!o, animanuolo, y aun mandan-
dole matar liberales sin darles mas lngar que para confesar.-
cartas que aun conservaba en el Puerto de Santa Mar'ía de
vuelta de Madrid.




72 UETHATOS POUTlCOS DE LA


Con estas eartas se extasiaba en amor á Fernando, ó á suuliSm
ma fortuna, (que es lo mas cierto,) que le proporcionaba tener
por cOl'responsal de su confianza á su mismo Rey. Se le sal-
taban las lagl'imas al niño de ternura, verdadera ó afectada,
pero el hecho es que se le saltaban, quando las leía á sus ami-
gos. Prendía, formaba expedientes, ponía en la argolla, y
desterraba á liberales, como si él no lo hubiera sido nunca ó
aborreciera los principios; todo por complacer á su camarada
Fernando. PCI'O los serviles veían bien su despl'eocupacion,
en los forzados acatamientos que les hacía y á Jos fraJles y
clerigos, y le aseguraban en secreto de liberal disimulado, por
que no ahorcaba mucho y pronto; tanto, que al fin hicieron,
que el Rey lo quitase. 'I'odo el cariño que éste le aparentaba
se lo trasladó á Odonel, su succesor, con la misma cOl'respon-
dencia confidencial de su puño y letra, á ver si éste ahorcaba
mas y mejor; y Villaviccncio se qllcdó dando vuelcos en Ma-
drid hasta que pudo venir á parar en el Almirantazgo. La
revolucion del año de 20 lo cogió mandando la escuadra de
Cadiz, y tuvo que jugar allí todo su ar'te neutralizador, para
ir y venir con la multitud de faces que tomó ]a revolucion al
principio, yá ad,'ersas, yá favorables, para no aventurar un
paso falso, que le dexase al descubiel'to, fixado en un partido,
sin las reservas correspondientes, para en caso de voJierse la
suerte de repente. N o tuvo por esta su indecision poca parte
en que se determinase el infeliz Freirc, que mandaba el cxel'-
cito del Rey contra los de la Isla, á que se jurase en Cadiz ]a
cOllstitucion. Esta conducta vacilante de Villavicencio, y la
expresion que adelantó á Freire, de que no tenía mucha conjian-
x,a en la escuadra, que estaba toda por la constitucion, pudieron
decidir á aquel Gellcl'al, atolondrado yá sobre el exito, y so-
bre los medios. Por este motivo está Villavicencio re]llItadú
pOI' muchos, como complice de Campana en los asesinatos del
10 de Marzo, que promovió con sus consejos á Freire, de quicn
se separó y á quien aCl'imínó despues el intento, que él le su-
gil'ió, de }mblicar la constitucion, lo que fllé el origen de las
dcsgl'acias de aquel día. La necedad de los consejeros de Fer-
nando lo ha hecho caer en el lazo de creer á ViIlavicencio




IIBVOLUCION DE ESPANA, 75


enrmi(\'o de la com:titucion, porque lo había sido en la anterior
epora. y por que (lo que Pl'a falso,) había conh'adkho á Freire
en pI intrnto ,)1' p"b1icarh. y 10 )la nenac)o (\e C)istinc1ones.
Desde Cflle salió Fp¡'nando de Cadiz se vée sielllJJI'e y se verá
rodearlo de ('sta c1a!'le depnrmigo<; qur no sir'ven sino á su pro-
p¡o IIrgofio, y están prnntos a venc!rl'lo, quando su ¡nter'es los
lIamp á qq.dpsljlliPI'a otr'a par'te. Bien pudiera estar desenga-
ña,ln; pe/'o los desrngaños no se han hecho para almas como
la ~i1~a. Villavicencio lo odia ya pOI' pl'incipios, y por PI'O-
pellsiol]; ~' no lo ha sabido disimular' c!e"tle que 10 Reparó de
]a capitania-gcnrr'al de Cadiz; lo srf'vir'á solamente, quando,
~lil'\'iendole, se sin'a á sí mismo, y nada mas.


AREJULA.


~Medico y cirujano de Cadiz, y del protomedicato. Liheral
á car'ta cabal, Ri se ha de estal' a los sacrifirio!'l que ha hecho,
y á los peligros, que ha cO/Tiilo pOI' el resta!,lecimiento de la
libertacl. Ah(wu.-Jo que cada lino enCiPl'l'a etl su pecho~ eso
no se pueue saber~ ó si es pOI' esto Ó pOI' lo demas allá
por lo que tirne ó aparenta esa opinion. Nosotrlls hemos
de estal' á los hechos pelados, pOl'que operibus credite, y no
hay que hablar mas en el asunto. Como cada golpe es un
gazapo enÍl'e los llatl'jotas, y estamos yá tan escamado" Jlor
tallt!) palo, COIllO no!'l ha dado el liberalismo, de los que CI'Cla-
mos mas netos, nos hemos hpcho tan suspicaces, que ni aun á
nuestl'os ojos queremos creer. N o decimos (,1-;to por el Señor
Arejula, que bien saueulCls lo que I,ízo y el dinero que dió para
el alzamiento de Rie~o, y el valor con que, facha á facha, dixo
á Fel'llando en Madrid, '1nando se escusaha con su eufl'rme-
dad pal'a venir á Andalucía, que la gota, lexos de empeorarse
y exponer su vida en el viage á Sevilla con el gobierno, se ha-
bía de mejorar y disminuir, al contr'ario de lo que le dixer'on
los demas medicos de pane lucrando; sino pOI'que se suelen lle-
var yá con tanto arte las apal'iencias, que casi, casi se podía
temer que hasta llegal'a á dexarse ahoJ'cal' un servil por apa-
rentar liberalismo: tales podían ser las circunstancias y sus


1\




HETHATOS POLIT1l;OS DE LA


comprometimientos. Hasta en lo de Padilla yá sabemos, que
hay en ]a historia su mas y su menos. El diablo son los hom-
bres, quando les aguija el intereso Arejula ha tenido que huir
de su casa, y de Cadiz, porque la l'evel~cion que hizo Don En-
rique Odonel en su manifiesto, de las confianzas que tuvo con
él solH'e restablecer la constitucion, lo dexó muy al descubierto
para con Fernando, que no pierde ripio en materia de libera-
les, porque yá teme él, que le iba nada menos, que la vida en
desruidarse en esta parte. Si el liberalismo de los liberales
lo fuese en verdad. tend,'ía los mismos azeros que el servilismo
de Fernando; y entonces hace dias que hubiera empezado por
remover estor'bos, que para {'so no era menester matar á nadie,
sino hacer, lo que hace Fernando, ponerlos dónde y cómo no
puedan estorbar mas.


CANGA-ARGÜELLES.


Liberal de los principistas. MinistJ'o de hacienda en las dn~
epocas, en ulla yen otra con el mismo suceso, aunque Cilla dd
año doce no hubo empl'estitos ni ganzúas; Ja Junta de Caúiz
lo hizo todo sin escI'ibir memOl'ias, como Canga, rOl'mar 1)1'0-
yectos, como Canga,-multiplicar empleados, como Canga,-
tomar emprestitos. como Canga,-diHIllll1er de los bienes de los ot
f','ayles, como Callga,-tener Mendizavales ni Beltranes, como
Canga,-ni mandar Torenos á viajar, como Can,ga,-ni traer y
Hel'ar recollocimientos, ni otros y otl'OS emprestitos, como Can-
ga. Por lo dl:'lIIas el mismo hombl'e y la misma petulancia en la
dos cpucas. Creémos, que el Fernando que quería el desorden,
para desacreditar á estos millistros que habían aprendído en el
presidio de Ceuta á millisü'ear, les iba dando cordel, como á una
cometa, y ellos se ¡'{'montaban y se pavoneaban así, que era una
bendicion, pOI' supuesto, sin COnocer que Fernando era el que
tenía la cuerda y les daba viento. Canga con sus memorias,
que lo que es en el papel estaban muy b()nitas, con sus planes,
con sus Lises, y con sus compañeros de ministerio, creía lla-
mar la ateneÍon de la España y aun la de la Europa. Le pa-
recía á él, que al lado del otro Argüelles, del divino que dixó
Agrades, eran capaces los dos, de resuscitar, no solo la Espa-




REVOLUClON DE ESPAÑA. 75


iia, cuyos recursos son inmensos, St'glll1 sus mt'morias. que
leyó al congreso; sino al mundo cntero que acahal'a de morir
de par·alisis. y no hubiera yá fuerzas en la natlll'aleza, para
darÍe movimiento. Creémos, que si ~u amol' á la libertad hu-
biel'a sido tan sincel'o, como el que él y sus compañt'rfls, To-
reno y Beltran tenían á los cmpl'estitos.y al numcl'ario, no se
hllbiel'a embotado tan pronto cl movimiento de la cOllstitucion,
ni su circulacion por cl cstado; pues, aunque es \(,l'dad, que
contcnía yft ella en sí el germen de su destrllccioll. lo putlipra
haber ido arrojando, á intcl'valos 110 muy larg'os, por disposício-
l1es mas analogas á los ticmpos y á las costumbrcs; y los pue-
blos tambiel1, viendo t'n el manejo de la hacienda el desintel't's
y economía que la aumentan, sin quc ellos surl'an, hubierall
graduado sus sentimicntos constitucionales hasta cl punto de
llegarla á amar y sostener. Canga rué diputado de Córtcs
en la primera epoca, y habló en ellas sobre hacicnda, como un
Nekcr; fué despues ministl'o de este ramo, y no obró en él,
COIllO había hablado. Pudo cntonces pasar', porque al fin, co-
IlIO hemos dicho, el alio de doce no el'a el año de ,'einte; la
España tenía todavía alg'O de España, Cadiz; tenía aun mucho
de Cadiz, y I<'c¡'nando cstaba muy lexos y no se le alcanz;aba á
ver.


Pero el año' de veinte yá habían estado en presidio los mi-
nistl'os, y yó no sé qué se tiene esto de estar lli vclados, aun-
que sea cn falso, con los delinqüentes y vhir con ellos, que
parece que allí todos son UTlOS, y todos juntos alll'cnden Y dc-
sapremleTl algo y luego la patria lo paga. Canga sabía mu-
cho de hacienda, fJuando fué allá, pues cn la junta de Valencia,
de que fué miembro en aquella re\'oluciol1, y en el ministel'io
llrimero de la regencia dc su amigo (cntonccs) Puig, que lo
llamó á la Isla,-y en el segundo, en que lo puso el Rey. al
jurar la cOllstitucion, algo había de haber aIJI'endido,-y luego'
con el bañito dc Ceufa .... vaya, si pal'ece imposible, luces no
le podían faltar ;-toda su vida 110 ha ü'atado de otra cosa; si-
110 que los hombres, .... ó se hacen llledrosos en las cadenas, y
pierden sus almas la enel'gia,-ó las malas compañías,-ó los
temores de que no se malogl'cn las cosas que ellos manejan .•




76 REl'RA TOS POLITICOS UE LA


les aparentan peligros que no hay, ó los l)J'odu~{'n r.sos mismo~
t{,IDol'es,-ó la aval'icia,-ó la amistad,-ó la faHa de conoci-
miento de cil'cunstancias,-ó la mania aciaga de los p,'mripios,
que equivale á la mania tle la ruti na, plle;; todo se Víl allil,-tI
que se yó,-Canga acabó su calTel'a en la sl"gunda epoca, cHmo
en la primel'a: descl'e¡lito. per'dicioll de la hacienda pub! ica,
empl't~stitos. bienes monacales, contJ'ibuciones, hulo sumido en
·un abismo incom¡lI'ehellsible; pl'oseripcioll, {Il'esidio, Ó huída,
que es un }l,'esidio á que uno mismo se destina por miedo ó pl)r
remordimientos, y lu demas que dir'á la fama por todas pal'tes
pOI' donde pasr,-hé aquÍ el resultado. PO/'fjUe Cal]~a y
Argüelles l'eunidos hael'n un Argüelles refo/'zado,-ó un
Canga sostrnit.lo,-un Canga muy suhido, un Canga en
á la, mi, re.-haciendo los dos una persona y un minis-
terio; en fin son cosas, que no se flodr'an olvidar en Es-
paña, ni en ningun pais de libertad, que los alojar'á con sen-
timiento, si lIt'gan I)or accidente á ar'ribar á él. Nada se
hace con el charlatanismo, que no es, ni sel'á nunca mas que
ayre: la libertad t'stá en las obr'as y en el corazon: la garru-
lidad de los ArgüelJes no pasa de la boca, y ésta ha sido la
equivocacion.


RAMOS ARISPE.


Diputado pOI' las Americas en laspl'imeras cortes cuns-
tituyel/tes. LiberaJ, pOl'que era Americano, y no Jlodía ser
otra cosa. No era de la srcta de los pr'incipistas: queria
campo mas ancho para opinar y.discUl'rir. CunocÍa algo mas
las circunstancias que todo el pal,tido liberal, que lo vigilaba
y á Mexía, á quienes tenían por los dos Americanus mas pe-
ligrosos para la libertad de España, por qut' el'an los mas de-
cididos pOI' la de Ameri-ca, lo que cl'a una de las mll y una
necedadt's de los Iibrl'ales. En efecto, tellÍa ingruio y vi-
veza, y sabía bien los caminos transversales y de atajo, para
llegar mas pl'onto y con flegul'idad á donde queria ir. No le
estorbó nunca lo c1erigo pal'a pensar bien sobre las cosas ter-
renas, por que había estudiado con fruto, y conocía los lindes
..te las celestiales, y no los confundía jamas. El Rey Fernando




IIEVOLl.'VION DE ESPAÑA.


le hizo ,'rl'Ílli,', it su lIrgada de Francia, los honores de la pri-
SiOH y del drstiel"'o, sin lo 'In al hulliera quedado desaYl'ado
para la histOl'ia y la opinioll, y confundido eon los Creux, los
L0l'fZ, lus Estehan, y los l¡¡;uanzos. Este triunfo lo hizo celeore
en los allales de la lioertad, que corl'ían yá en la memoria de
los ERpañoles. para tr'asladal'los al papel, qnando :Fernando
no purda influíl' en, ellos ni en la posteridad. Su contesta-
cion á las pr'('gunt,as que le hicieron los jueces, quando le to-
maban der!a/'acil)nes, supone una cabeza analitíca, que cogía
al \ uelo todas la gener'acillll de los JH'illcipios, ó de la vel'dad.
Quando le inteJ'l'oga"on, dónde estaba en su opinion la sobera-
nia, si en el Rey, ó en la nacion; su respuesta hara siem-
pre honor á su entendimiento y á su filosona. J1quí encerrado,
contestó no lo pnedo subet·, dexenme Ustedes salir y 'Ver la socie-
dad, y 'Vol'Veré al punto á la prision á contestar. En estas po-
cas palabras vá envuelto el principio inconcuso de la sobera-
nia del pueblo, sin exp,'csal'la. Fué, como si dixéra: 110 'Veo
desde aquí quién se ha hecho el mas fuerte, por que estoy encerra-
do, y para responder con seguridad, no basta, q/te me lo sospcche.
l~n sflliendo, podré ylÍ conocer ciertamcnte, si la fncrz,a preponde-
rante del p1lcbh, que forma la soberania, ó es 1tna misma cosa con
ella, se ha unido al Rey, 1Í obra contra él, y podré entonces formar
juicio y contestar. Esta ¡'es puesta. que tanto honor hace al ta-
lento del Señor ArislJe, por que supone el pr'incipio de que a-
pa/'ellta dudar, y por que envuelve la prueba, que lo hace
p,'illripio incontrstable, que es la fuel'za del pueblo que lo
constituye soberano, por que no hay otl'a fueza mayor que pue-
da displltal'le la soberanía, debía haber sido pal'a el juez, que
la excitó con su p,'egllnta, un estimulo {lile recabase en él la
vergüenza y la confusiun, sino Í!I\-iesen yá esta casta de gente
petrificada de alltemano la sensibilidad y el pudor.


Drs(lues en su pais ha sillo el Señor Ar'ispe, diputado de la
Re(lublira Mexicalla, y rmpleado su talento, y buen juicio en
constituirla, y dirigit'la ell la fOl'macion de su nue,"o gobierno
sin miedoyá, de que }<'emando lo enea¡'cele, ni de que unestupido
c9nsejero le \euga á íllsultal' á la pl'Ísion con preguntas necias
é impertinentes, inter'l'ogandole sobre las opiniones, como si fué-
ran delitos, y l'eputandolas, como crunen de lesd.-magcstad.




RBTltA TOS POLITlCOS DE I,A


No podemos menos de recordar con este motivo los excelentel
versos de un poeta español, que no era jurisconsulto ni teologo,
y con todo eso juzgaba mrjol' de las leyes y de lo que es Ó lIG
delito, que los consejeros y jueces españoles:


Una opinion no es delito,
Miel)tras queda en opinion,
Ni muda su condicion,
Ser hablada ó por escrito.
Obra solo en su distrito,
Que es el del entendimiento;
Si forma el convencimiento,
La culpa es de la verdad;
y sino, su falsedad
Cede á un mejor argumento,


A todo esto responde Fernando con facilidad y de un modo,
que 110 admite l'cplica. Qnc lo prcndan,-qllc lo ahorqucn:-ra-
zones que no se llucden levantar, mientras reuna la fuer'za y
la soberania á su yoluntad. No caben en la fuel'za ilusioll ni
err'or: es, pOI' que cs, y nada mas; y aun que no obl'a ni puede
obral' fuera·de su circulo, ni puede nada en el de la l'azon, que
es de otro orden, se le sugeta ésta indefectiblemente, en 'juan-
to Íl exteriorizarse, pOI' que se le sugeta el homlH'e que !'azona,
y lIamcle usted H, pues es lo mismo para el caso; y SiClll-
lll'e \'endremos á ·pal'ar en que una de estas respuestas, que da
Fernalldo con la hor'ca y con los calabozos, concluye mas para
el infeliz que los tema, (que son casi todos los narillos y pOlo
nacel') que todos los raciocinios del mUlldo, estén ó flÚ en el
circulo de las horcas y los cuchillos, ·sean de otro orden tÍ no lo
sean. La Espaiia del dia dice con sus miedos y su acquiescen-
cia, si es ó no el latigo mas eficaz, que la razon, y de una
oratoria mas sublime; y sea por lo que se quiera.


QUINTANA,


Escritol' liberal y poeta, amigo pacifico de la libertad. Si
fuel'a por él, el universo entero sería libl'e; pero meterse en




llE"VOLuClON DE ESPAÑA. 79


camorras papa cIJo, eso nó; que vayan los demas haciendo, y
el ir'á eS('f'illiclldo. Escribe no mal; y lo que es pl'incipios,
nadie se los puede tildar. l,ima demasiado, y ha leido mucho
frances; y se conoce en sus escl'itos Ulla y oh'a cosa. No es
en la poesia l'igOl'osamente de la escuela ue Melendez; pel'o se
3jJlU'ta poro, yeso prrcisamente por los. dos motivos que he-
mos expuesto. La libertad le debe vel'SOS y ueséos, y él le
debe á e/la miserias y pel'secuciones. Le imputan sus emulos
(que no valen él ni con mucho,) que se da los ayres de sabio y
que está ell el caso que ridiculiza Horacio en el otro pedante:
Scire tnum nihil est nisi te scire, !toe seiat alter. ¿ Pero, si
sabe, y sabe que sabe, ha de echar este su convencimiento á
la calle? Quien quiera saber, como él, que lo aprenda, y lo
puede lucir entonces, y sinó, que rebiente. Harto desayrado
anda yá el pobre desde que cayó el sistema y dexó de ser di-
rector de los estudios que no había., Yá se sabe lo que sucede
a los caídos; es el remedio contra ia vanidad. Ademas, que
l~s mas de las veces no tiene lino la culpa de enranecerse de
sabio; quien la tiene, son los tontos con quienes uno se com-
pa/'a, y (jue, por' que son }JOco Ó nada ellos en la materia, creen
á otro algo, con poco que le vean y le oJgan.


MEXÍA.


Diputado de las Cortes constituyentes, liberal Americano eH
derechura, y pOI' recoheco liberal Español. Hombre de mun-
do, como ninguno en el c()ngreso. Conocía bien Jos tiempos y
los hombres; y los liberales lo querían, como liberal, pero lo
temíall como Americano, que sabía muy bien, cómo se iba y
venía á Amel'ica por las discnsiones, sin que lo sintiese la ti-
erra, ni lo viesen los mismos diputados, que estaban allí con
tanto ojo abierto. Ar'güclles y su partido lo temían mas que
á todos los diJ)utados juntos. De la discllsion mas nacional y
Española por su mater'ia, hacía él una discusio!l Americana, y
su resultado era despues un lluevo huevo puesto lJara la inde-
pendencia de aquella parte del globo. Los Argüellistas se
vieron por eso muchas veces bur'lados en sus decisiones, que




HETflATOS POLI1'lCOS UE LA


prOllucÍan e] bien de la America á su
cl'eÍan, (lIte decretaban el de la España.
MexÍá lo huero de la cabeza de su xefe,


pesar, quando ello;>;
Conocía mlly bien


y lo sorteaba en las
discusiones, como á un niño, flue acaba de soltar las andader'as.
En sus Iliscursos, ('n mrdio de su natural afectarion y fl'ialdad
de len[;uage, no se veía nunca bien á ,Ionde iba á para,~, hasta
que en las ,'eplicas que Re le hacían, aprovechaba por sOI'presa
]a ocas ion de dal' un torniJJazo. Sabía callar y hablaJ'; yaun-
que hablaba de todo, parecía, que 110 le era exh'aña ninguna
mater'ia. Si Re trataba de disciplina eclesiastica y SlIS leyes,
IlarerÍa un canonista; si ue leyes políticas y civiles, UII perfec-
to jUI'isconsulto; si de medicina, y epidemias, un profesor de
csta ciencia por mote, que no enseña mas que obscuridades,
dudas y miedos. N 11 decimlls 'lile no hulJicse en esta univer-
salidad de su saber, algo de mañosidad y arte, pam presentar
su caudal todo en cada materia que se trataba, como si fuera
solamente una ('or'ta pal'te del que tenía; ni que al manejo de
las i<leas que posría, 110 le diese su destreza una ilusion optica
que aumentase considerablemel/te su l'Olumcl1 ; pero aun para
esto. es mt'nester suponerle talento, tino de sociedad, conocimi-
ento de los homures, y dcJ concUJ'so y ('ontl'incantcs, y una fa-
cilidad de coger los objetos que se le presentaban, aunque
fuese solo por una de sus faces, que no de.xa la menor duda de
que era verdad, lo que se creía generalmente de él :-{lue era
de los pl'imeros hombl'cs de las Cortes.


Llegal'on estas á tildarle en algunas ocasiones proposicione~
que él no negó, pudielldolo llacer', pOI' que estaban en periodi-
cos que no llevaban su nombr'e, y cuyo natural sentido era
menester mucho ingenio para poderlo vencer con explicaciones,
que le diesen la apariencia de lo que no eran; y su triunfo
fué completo y aplallllido por el publico, que lo oía con predi-
leceíon, pOI' que él sabía tambien captarse su voluntad. Como
aquí 110 se trata sino de descl'ibir' al homure pOI' su lado politi-
co, no creémos eche nadie menos la noticia circunstanciada de
su muerte. que fué muy sentida en Cadiz pOI' Jos libel'alcs, que
110 eran Al'güellistas, y mas por los Amer'icanos, que perdie-
I'on un apoyo, que solo han podido suplir la nulidad de la Es-




.itEVOLUCION DE ESPAÑiL i'S1


{laña, la imbecilidad de su xefe, y el mayor entusiasmo que ha
producído en la America la imposibilidad de ser contl'aresta-
dos allí sino por' enemigos impotentes, di vididos. lexanos. escla-
vos, y sin recursos.


MARINA.


Canonigo de San Isidro de Madl>id y diputado de las Cor-
tes del año 20. En la primera epoca de la libertad escribió
una o!J,'a: Teoría de las Cortes de España, y otro grueso vo-
lumen: Ensayo sobre la legislacion de España, que lo acredi-
tal'OIl mucho, y que determinaron sin duda á los electores á es-
coger á Marina para diputado. No correspondió en las Cor-
tes á las esperanzas, que se tenían de él para un congreso
legislativo por su ingenio é inmensa lectura en este ramo. El
silencio era su idioma, y monostlabos formaban su eloquencia.
Si esta conducta fué hija ó no de su sabiduria, conociendo yá
las miras y el terreno, le podrá honrar mucho, quando se lle-
gase á entender; pero las comisiones que desempeñó con tino
y eficacia, parece que acreditan lo contrario. No es incom-
IJatible el saber con la poca facilidad y genio para explicarse.
Algunas veces les basta á los sabios su opinion de tales, y no
quisieran taladrarla con las nenias y sandeces, que le arran-


. can á uno las discusiones acaloradas, en que ent"a, por muy
poco la prueba y la razon, yen que el amor propio no se da por
satisfecho con nada. Oh'as, se crée, que la opinion del orador
hace al silencio muy cJoq ücnte, más con mucho, que la palabra
y la exp,'esion. QualeS{luiera cosa que sea, Marina habló
poco y no se duda que sabe mucho. Al sabio Gibbon le suce-
dió lo mismo, quamlo le hicieron miembro de la camara en
Inglaterra. Los sabios piensan mas que hablan; los Argüelles
hablan mas que piensan, y mas que saben, pero para hablar


. como ellos, mejor es callar. Pudo muy bien, sin hablar mucho
ni poco, ser mas util en el congreso, que ningun otro diputado.
Sus grandes conocimientos en legislacion, pudiel'on y debieron
dar muchas luces, "para lOs codigos y demas leyes, que se for-
maron.


l.




32 HETRATOS POLITICOS DE LA


Puede qtl(' hubiese~ que desbastarJos algo, para separar
algun tanto la corteza de escolasticismo y sutileza, de
que estaban acaso cubiertos. Puede tambien que su tra-
bazon no esté formada de partes similares, pues las pala-
b,'as, aunque sean las mismas, no suponen siempre las mis-
mas cosas, que los tiempos y las luces han va,'iado, como
sucede con la palabra Cortes, que ha significado, poco ó
nada de repr'esentacion, que I'igorosamente no ha sido bien
conocida hasta ahora. Acaso no son tampoco de la misma na-
turaleza las reclamaciones de sus der'eclHJs, (que no conocían,)
que hacían los pueblos, y cita Marina, para arguir la contiuui-
dad Iro interrumpida de las comltnidades, fuero de Sobrarbc,
justicia mayor de Aragon, y Cortes, cosas todas que, segun la
historia, dexaban intacta la soberania ab~oluta, que los Reyes
han exercido siempre, á pesár de estas ¡)aSmal'otas de libet'·
tad, de estas formalidades vacias de fuerza, y de verdad, y de
estas palabras, que se han tomado despues por cosas que no
suponían, porque la historia las desmiente, y los hechos, que
siempr'c dicen la verdad, las contradicen. El Seiior Mal'ina
puede haber tomado estas palabras, llenas de lo que suenan, y
no de pura perspectiva, y supuesto en la España siempr'e, y
sin el menl)r intersticio, un I)artido de oposicion en el pueblo,
que ha medio legalizado, y hecho un equivalente de represen-
taciol! nacional ó soberania. Todo esto bien deslindado en el
congreso, y la voz viva del autor' de esta teoría de las Cortes,
que ha adrlantado trabajos tan curiosos, deberá haber hecho
muy util el influxo de Marina en esta asemblea, como diputado.
Era, sin embargo de toda su instruccion, del partido de los
principistas, porque éste es el partido de los libros: no se sabe
si lo era, como canonigo ó como politico: es el partido de los
timidos, que juegan la espada con el boton puesto en la punta.
y no sera exrraño, que "haya tambicn sacado apuntes para adi-
cional' su obra sobre las Cortes, ligando tambien las suyas
con las que depusieron al Rey Wamba, que dicen sin duda al-
guna analogia, y sacardespues la conseqüencia, de que estas J
aquellas estan ligadas por su esencia, solo de que allí jugaba
d Rey Ervigio con ellas, y les hacía reconocel'lo por Rey CD




REVOLUCION DE ESPAÑA. ss


lugar de Wamba, y aquí juegan los diputados con la nadon, y
mantienen á Fernando en el trono por los derecho~, que no ser-
vían allá, ni debieron servil' nunca á los Reyes malos.


EGUÍA.


Tenil'llte general, y servil por esencia, }lresencÍa y potrn-
da; el emblema del servilismo, el mismo Fel'llando 7° ni mas
ni menos; el mismo COl'azon, la misma sed de sangr'e, las
mismas ]l)'opensiones. Lo Ilue fué, es para él, lo que debe ser
siempre: vive en el siglo decimo; viste por esu de mngiganga:
casaca á lo Federico, coletilla (que es su mote,) á lo barba de
saynete, ó á lo vegete, enemigo de pantalones, de patilla~, de
jubones cortos y que 110 lleguen á medio muslo, y de todo lo
que \\0 sea butibamba ri¡;oroso. Su alma está montada lo mis-
mo, toda gotica, menos el valor; aun lo que tiene de militar
data de mucho mas lexos que la prusiana, y parece como esca-
pado dc Bel'beria: lo politico, vaciado todo por el molde del
sultanismo; cs un baxá con sombl'(~ro guindola, y algo en-
jalbegado con la supersticioll de las viejas, no le falta la in-
llUmanidad de los bypocritas. Vive de odiar liberales, su
gusto sería comerselos rcvueltos con constitncion, y soberanía
elel pueblo. La p,'imera epoca de la libertad fué diputado quc
bablaba, como servil, de la libel'tad, sin que nadie sc metiese
con él, ni quando era inviolable, ni qllando no lo era.


A ]a venida del Rey parece que ]0 olfateó Fernando desde la
raya, y á la primera vista le distinguió yá por el olfato per-
fectamente, que olía á despotismo que trasminaua. No fué me-
nester mas para adoptado por su favor'ito. Fué ministro de la
guerra, fué callitan-general, fué lll'esidente de la comision de
causas de estado, y alma de ella, porquc estaha en los secretos
de Fernando, y tenía las listas rouespelTianas de los proscl'Í-
tos de palacio, que se hauían ido extendiendo allí á ratos así
como para pasar las largas noches dcl invierno y por entreo.
tenimiento. El fué e] sostenedor de la farsa de Odinot para
aumentar con este cuento e] odio á los libel'ales. Fué tam-
bien el iJl\'cntor de la conspiracion de Sevilla, ciudad incapaz




HETRATOS POLITICOS DE LA


de conspirar jamas contra el despotismo, de que ha hecho UlI
dogma de la religion, que le han fOljado los fl'ayles y dcrigos,
que no es la de J. C. Ilorque esta es de caridad, lo que no se
encuentra en la de la supersticiosa Sevilla. El fué el que, para
mantener á Fernando siempre emperl'ado contra los liberales,
inventó la tramoya de la fingidas reales ordenes, que atribuyó
á estos, para fusilar á las veinte y quatro 1I00'as de recibidas, á
los capitanes generales de provincia mas adictos á :Fcrnando,
llegando á estar yá algullos en capilla. El fné finalmente el
que Fel'nando !JO pudo reemplazar, quando por su natural ve ..
leidad lo separó, y tuvo que volverlo al ministerio á poco tiem-
po, por no encontt'ar en todo el reyno otro alguno, que se le
pareciese, lo que basta para su elogio y el de Fernando; mejor
dil'Íamos sin ironia, para el elogio del rey no.


La l'cvolucion del año de 20 lo cogió de capitan general de
Granada, y todo fué amagos en este pueblo timido para darle
con la muel'te su merecido. Sus remordimientos le hacían
temblar; pero al cabo tuvo lugar de ir en regla, pián, pían,
y á su comodidad, y hacerse en Burdeos ó sus contornos caxa
de descontentos, y teniente Rey de Fel'nalrdo, autorizado, para
dar grados, sueldo, y dinero para el viage á los fIue llegaban
á la raya, destinados por él á las partidas, que formaba desde
aHí, para hacer la guerra á su patria, que había tenido la in-
discreta consideracioll de dexarle la vida para esto. Sil'vió des-
pues la causa de la tirania en el establecimiento de la Regen-
cia facciosa de U r'gel, y en la que vino en el centro del exel'cito
frances irivasOl', y en la que mandó despues en Madl'id hasta
que salió el Rey de Cadiz. Este hombre fiera vh'e alln á cí-
encia y paciencia de los Españoles, pam (luienes su lIomb!'e
solo es un baltlon, y su vida un oprobrio. Si ser1ores, bibit el
fruitur, diis iratis, como decía Iloracio de Mal'io, Este es el
heroe de Fernando. Así son todos los suyos, Ni puede tene!
otros.


HERMOSILLA.


I.iteraio ES}lañol, y de los que vieron c1al'o, quandú
la invasion de N apoléon y los franceses: y habiendo tl)L




HEVOLUCION DE ESPAÑA. 85


mallo partido' por ellos, tuvo que huir con su excl'cito á
Fr'ancia á la venida de Fernando. En la jura de constitu-
don el año 20, engañado sin duda con las apariencias de liber-
tad, volvÍo íl l':spaña, y tomó pal'te en la causa de ]a nacion,
y de los principios, escribiendo el Censor, en el que se hizn
cargo de la parte política. La Europa sabia hizo 1)01' ella
justicia á 'su talento, á su instruccion y á sus principios. For-
ma la parte, que el extendió en aquel periodico, un curso de
la ciencia de organizar y gobernar á las naciones, que com-
pl'ehende todos los derechos desde el natural; y hace en ella
de los extravíos de la politica de España desde su constitucion
hasta los trabajos de las ultimas Cortes, y del patriotismo pin-
tado de los constitucionales una descripcion que incluía el re-
medio y la desesperacion de poderlo aplicar. Su lenguage cas-
tizo, su estilo nervioso, la exactitud de su analisis, y la filoso-
fía, que l'eynaba en.la parte que extendía en el Censor el Se-
ñor Hermosilla, podía muy bien borrar todos los extravíos de
la revolucion de España, que fué un texido de ellos, si esta re-
valucion mereciera este nombre, y la Espaua hubicl'a sido to-
davía entonces nacian. El Seu al' IIermasilla parecía, aspira-
ba á que lo fuese; 110 sabemos si por amor á la Espaila misma,
ó por dar al mundo litcl'al'io una idea de que salJía, cómo so
montaban las naciones, para poderse llamar tales y salir de la
clase de manadas y de sociedades en derrota. Su conducta
posterior á la revolucion nos ha excitado esta d~da con hal'to
dolor nuestro y de la literatura, que contaba entre sus sequaces
de buena fé al Señor Hermosilla, y enü'e sus mejores llI'oduc"
tos el periodico del Censor. Los hombres no son, siempre lo
que parecen; y los sabios han disculpado y aun justificado
muchas veces la opinion de los legisladores, que prohibieron
en Athenas las ciencias,-la de los Romanos, que arrojaron
de Roma á los sabios,-la de los Muzulmalles, que quemaron
por inutiles y aun perjudiciales los libros de la famosa biblio-
teca (le Alexandria,-la de Rousseau, que creía peligrosas las
ciencias para la sociedad,-la del Rey actual de Cerdeña, que
ha dado una ley que prohibe aprender, á leer á los hijos de
los padres que no tengan seis mil reales de renta al año,--y




ltETRATOS POLITlCOS DE LA


la de la Santa Alianza en sus planes de bar'barizar la Europa,
para dominarla •. Es necesar'Ío pasar por el dolor de confm,ar
esta verdad, despues que hemos visto en la revolucion de FI'an·
cia, que aquellas mismas IC.l1guas, que proclamar'on tan alta-
mente la libertad, sostuvier'ol1' el despotismo de N apolÍ':ol1. y
explicaron en sentido despotico los principios liberales, que
habían antes adoptado en sus discur'sos y publicado con tallta
solemnidad á la faz del universo,-deslJUes de haber oido al
sabio Lacepede, pr'csidcnte del cuerpo legislativo: que la
Francia libre había hecho Emperador á .N'apoléo1!. para que des-
de la altura de su rango percibiese bien el triunfo de la igualdad,
-y despues de oir l'ept>tir á los sabios republicanos é iucul-
carie á su xefe la maxima; de que todo para el pueblo, y nada
por el pueblo.-Despues de la r'evolucioll de España, el Senor
Hermosilla. uno de sus campeones en principios, y en esfuer-
zos por la libertad, ha publicallo tambien 1111 elogio y defensa
de f'el'nando 7°, en donde ha apurado (y no podía ser oh'a
cosa) todo el al'te de sofismear, y todas las ridículas sutilezas
que puede sugerÍl' el espiritu de adulacion y dc negocio, para
pcr'suadir contra la evidellcia, que Fernando 110 cs Fernando, y
desmentir á los hombres todos dc una á otra parte del globo,
y aun á Fernando mismo, que plenis bllccis lo contradicc con sus
obras, y lo llama á boca llena embustero con su conducta en
todos los momcntos. Hermosilla ha hecho en la defensa de
Fernando, la de la obscuridad del sol, y dado un nuevo COIOl'ido
al elogio de la' locura de Erasmo. N o lo ha hecho seguJ'alllcntc
para los hombres que existen, ni para los que existan, ni para
:Fcrnando, que vée bien, que aquel no es su retrato, y ,ée
solo en sus frases y falsas facciones retratado el negocio del
que lo cxtendió. Es por eso, pOI' lo que se lo ha pagado en
honores y mil duros dc rcnta, y no con agradecimiento, nico\l
propia satisfaccion. ¿ Cómo había de agradecer un escrito,
que lo pone á la verguenza en las quatr'o partes del mundo, y
hace el contrasentido de la opinion de todos los hombres, y
anticipadamente de la de la posteridad? ... Seneca, alauó así á
Ncron, que le pagó su elogio con arrancade con la vida la
lengua, que se prostituyó hasta hacer un semi- Dios de un ti·




REVOLUCION DE ESPAÑA. !Sí


rano, y de la ferocidad misma el modelo de la elemencÍa. Es
el premio, que merecen estos venales é imfames ti'abajos, y el
qur acaso les dara Fernando, quando se refresque y recapacite.
No es esto ominar; es seguil' la guia de la naturaleza y de la
razon humana en su fiel. Estos elogios hacen tiranos ó gra-
duan á los que yá lo son. Solo un en.emigo de los hombres
puede tcxerlos en su odio y desprecio por ellos. Parecía que
no se podrían mandar al papel, sino para violentar la opinioll
publica é in'itar'la mas y mas. No puede ser recibido este
elogio de Frr'nando, sino como una ironía suya, ó una afrenta
para la España.


Ha tenido el Señor Hermosilla, que cambiar para él todo el
diccionario de la lengua, y llamar á la crueldad elemencia,-
perdon á la venganza,-olvido á los recuerdos mas constantes
éirritados por soñadas injurias,-desayres y desprecios á Fer·
nando, al disimulo y paciencia (acaso culpable) con que sufre
los suyos el pueblo Español,-amor del bien á la indiferencia
y abandono de él,-regalo á la horca,-doll, al presidio,-go.
biemo al desordcn.-y defensa á la diatl'Íva mas evidente que
Ilan escrito los hombres en su delirio, en su malicia ó en su
venganza. Se alaba en ella á Fernando de que no ahorca,-
ue que no destierra,-de que no castiga sus figuradas injuri-
as,-de su natUl'al propension á disimular ofensas,-de su
amor al bien de sus subuitos, que a llama vasallos para hu-
millarIos,-de sus esfuerzos para promover el bien de su na-
cion,-de sus desvelos y trabajos con este objeto,-de lo
que sufre y ha sufrido, (¡ oh Dios!) de los Españoles, y
no de lo que los Españoles sufren de él, que parece le
importa poco al Señor Hermosilla.-¿ Donde están esas hor-
cas, pregunta, esos cadalsos, esos castigos ?-¡ Y se lo pre-
gunta á los Españoles, á las madres, á los hijos, á las
esposas, á las familias de los ahorcados ! .. Esta sola pre-
gunta es un nuevo suplicio para ellos, y una muerte para
sus connotados. ¿ Qué es esto? .. ¿ Se insulta así al dolor y á
la desesperacion? •. ¿ Ubinum gentium SU1nns ?-¡ Qué lastima
¡]e estilo !-¡ Qué lastima de castellano !-¡ Qué lastima de pri-
mores del idioma !-¡ Qué lastima de filosofía !-¡ Qué lasti-
ma de instruccion !-¡ Qué lastima de literatura tan mal em-




ss lU::lHATOs POLITICOS .DE LA


pIcada !-j Que lastima de merito perdido! j Qué lastima de
Censor prostituido en SIlS principios por Sil mismo antm'!-
j Qué lastima"de nacion afllúen desacredita hasta en lo bueno
que contiene !-¡ Qué esperanzas puede fundar liara el bien, sí
se le alaba el mal como si fuer'a bien !-j Qué esperanzas de
que F'el'nando pueda llegar á ser otro, si_ se le persuade,
que es digno de elogío así como es !-j Qué defensas, que elo-
gios tan envilecíentes !-Se había visto yá hacer el, elogio de
la pulga,-el elogio del piojo,-el de la locul'a,-cl del IJedo,
-el del galico,-y hasta el de la orina, como objeto de una
contribucion en los tiempos de VCl'ipasiano. Pero tudos estos
elogios se daban solo, como pruebas de ingenio, y cumo aSlIlI-
tos de recreo y de diversion. Se vió tambien, es ver'dad, en
los tiempos de Nel'on, la defensa de la feroz muerte, que éste
hijo ingrato y desnatm'alizado dió á su madre Agr'ipina, pun-
derando su humanidad por el mismo delito. Pero estaba re-
servado. para nuestI'os dias y para el siglo diez y nueve, repe-
tir este exemplo infamante, que parecería estar desglosado, y
fuera de tiempo, pasada la epoca de aquel monstruo. Debe la
España al Señor HermosiIla este rasgo ncroniano, }Jara que
110 le falte ningun gencro de desgracias. Al fin ha renunciadCl
este panegirista del crimen por este escrito al reconocimiento
de la libertad, que hailía recomendado tanto en sus obras; y
ha buscado el de la til'ania, y el de la esclavitud dominante,
porque quiere "ivÍl' y gozar, quando los demas mueren. La
Santa Alianza y los sobcl'anós del Africa y del Asia le reco-
lloceran este servicio, sin dexar de conucer su torcida inten-
don, y sus miras de negocio personal; y confrontaran su con-
ducta con sus principios ilien pronunciados, para detestarlos,
y detestarla. La España no olvidará su nombre, ni su elogi\}o


Empleado en corrros, y dispal'atadamente liberal. Le ha··
bía ganado la libertad la imaginacion y sobrecogido el juicio
de manera, que si por desgracia par'a la libertad, hubicra te··
nido en el goilierno un inlluxo directo, la de Eiiipaña se hubiera




ltEVOLÚClON DE ESPA.ÑA.,


podido trasladar á los libros de medicina, como una enferme-
dad ó tnallÍa frellrtica. que se curase, como la fiebre ó la pi-
caduI'a de la taralltula. No fué, sin embargo, por falta. de
Pereyras, por lo que no llegó esto á suceder; sino por que
Jos cogidos de esta manía, IIlae se situar'on al frl'nte, estaban
aun mas poseido! del dem1mio del egoismo, que del de la Ií-
ber'tat!, fIlte nunca obró en ellos con una fuerza que les infia-
mase, pOl'que no la agudaron jamas. Ptreyra cabe en IIU('8·
tros rl'tl'atos pOI' la OI'iginalidad de este Sil entu"iaSfllo por la
libertad, y por' que en las dos epoc:):" se hizo muy visible por
él. En la jJl'imrr'a se evidenció tanto, que mereció de Fer'nan-
do, á su vuelta de Francia, los honor'(,8 del lll'esidio, en donde
hizo una ostentacion tanim pr'udente y loca de su liberalismo,
que tuvieron, que sel'virse de su misma exaltadon, (que se
gl'aduó de locura) pal'a libral'lo de la horca. En la segunda,
sin dal'sele tampoco una parte adiva en el gobierno, desem-
peñó, como en la primera, la que su extraviado entusiasmo por
la libertad le daba; y juró, y perjuró, como todos los libera-
les, que hacían los 1)ul'l'inchinelas de la libel'tad, que, libertad
ó muerte; per'o lo cumplió, como ninguno. N adje verá en él un
Catoll, por que al cabo Pereyra era Pereyra, y Caton era un filo-
sofo ; pero es lo cierto, que 10 imitó en su muerte, yen su decision
por la-libertad de su pais, y que pudo decir como él, al darse-
la: alfin soy ioda'Vía Señor de mi mismo, y muero libre. Vino
á Cadiz con el gobierno, siempre á manteniente de los desayres,
las desgl'acias, y la fatalidad; y al ver' el final del sistema, yel
triunfo del despotismo sobre la libertad, dixo : yó no 'Vuelvo á
ser escla'Vo, y tomando la cicuta, dexó de ser libre, por que
dexó de ser. Percyra, es verdad, no era filosofo, pero era.
liber'al, y por esta parte era un Catoll. Amó, como él, la.
libertad, mas que la vida, como se vió, y no la hubiera
podido amar bien, sino la hubiera pospuesto á ella. Este
solo amor, quando se esparse por una naeion, es el que
la hace infaliblemente libre, y la altiva en su posesiono
El que artificia el interes, que es el que lo sostituye gene-
ralmente, y es un embozado egoismo, ese es el enemigo
.le la libertad, y el que la sostituye y aleja para siempre.


),1




90 lU::TRATOS POLlTlCUS DE LA


Las r~voluciones tienen siempre este enemigo que combatit',
lH)l' que ellas mismas lo producen y ocasion~lI; yes despues su
Satul'no. que se las comc. El bondadoso Pereyra, que fué un
badéa liberal, por la parte que cl'eyó realizable este bien en
E~}laña, sr pr'eservó de este contagio de lll¡s revolucionf:'s y
vació desde el principio su alma por el molde de una perfecta
y pUI'a lihrr'tad. Las contradicciones le afirmaron, y el des-
prendimiento de la vida, se la aseguró dc modo, que no había
yá poder humano, que se la arrancase. LI~gó con su inmedia-
cion á aojar con su vista á su tia, y la contagió del elltnsiasmo
de su libertad, y concel'tó con esta anciana, (q nI' vivía con él,)
quitarse amhos la vida, lwimero Ilue volver á sc\' csclavos;
para lo que guardaban y IIcmhan consigo por' todas partes cl
veneno, unido á la libertad, para tener siempre el ¡JOder y fa-
cilidad dc morir con ella. La tia, llegado el caso, no tuvo cl
yalor de Al'ria, muger dc Peto, que se clavó el puñal primero,
y sc lo dió despues á su esposo indeciso, diciendole: esto no
([¡¿ele. Al contrario, Pel'eyra, alar'dcamlo de su valor, la
exhortaba con el vcneno en la mano, dicielldole lo mismo,
y repitiendoselo despues de bchido; pCl'O ella fué muger
en aqucl punto, y puso al fill su cuello á la coyunda, y sus
pies á los grillos. Pereyra tuvo todo el valor, que á ella Ic
faltaba, y catoni;;;ó su alma, para morir, yá que no le fué da·
do, para vivir, hacerlo.


EZETA.


COI'ollCl de illg'enicros habil, que se díó it CUlIocel' ya mucho 1'11
la segunda epoca por sus }Jl'illcipios líber'ales, sostenidos COII
dignidad y pl'udencia, 1,0 que era un fenomeno en la revolucioll
Eó;pañola, y entre los baladrones de libel'tad. Fué xefe poli-
tico de Gl'anada y su conducta allí fué, segun sus principios.
No teniendo Ezeta ni en los agentcs del gobicrno, ni aun en
el sistema. en que cstivarlos, para que le sirviesen de llalanca
en su gobierno, y poder él solo darle á la maquina dcl estado el
movimiento conveniente, se vió separado, y alejado dc todo ill-
fluxo, por los quc titil'itcaban la lilJertad, para divertil', ma~
bien quc pal'a dar tono y dignidad, á la nacion. La Iibcl'tad




HEVOLUCION DE ESPAÑA, 91


ao hemos dicho) era una mascara de un pueblo esclayo que
hacia unas carnestolendas con ella. El Señor Ezcta casi
volvió á la vida pri,'ada; y salía"solo de ella, quando lo llama~
ban los peligros de la lib(wtad, que eran continuo&; y tuvo
en algunas de estas ocasionci'l hazares, que se hicieron publi~
ros, 1101' la J'idicula celebridad de sus conh'al'ios. La al1imosi~
dad ellyidiosa de Galla,"do (el de la carta blanca).no le pel'¡(o"
naba la asosiacion con l\1ií1ano, que le disputaba la patfute de
gracioso de camal'a, ni pel'dia la ocasion de gesteado depl'csi~
vamente en publico, yen secreto. El Señor Ezeta había vis~
to, que, su amigo Miñano fué condenado por la ley martinica
de la Rosa, que era la ley pueril y pedantesca de jurados, para
la libertad de imprenta, en que obraban la ignorancía de la
nacion, que confiesa la constitucion, pal'a no establecerlos, y el
espiritu de partido, compañero inseparable de las revoluciones.
Violentaron los jurados por estos dos motivos la h'y martina, y lo
condenaron contI'a ella por oh'o delito, que el de que se le acu~
só. El Adonis de las Co/'tes Rosita, tl'abajú esta ley, como
la 'Viuda de Padilla, y con el mismo ohjeto de galalltear'se así
mismo, como el Ila,'cisito de las ciencias, y de la literatura; r
creyó que ei'ltahamos yá en el caso de la constitucion, de esta~
blecer los jurados, que ella crcÍa fuera de sazoll. !}uando se hi~
zo, Tornó, es vel'datl, el pal'tido medio, que él crcÍa el de la
prudencia; y quiso con esta ley, que propuso y sostuvo, que se
hiciese un ensayo, empezando, (se supone) por Jo mas dificil,
complicado, y mctafisico, pal'a "el', si al cabo de seis años de
despotismo más, en que las luces se ,'cnÍan (l)'güellando con
la libcl'tad, se estaba Já en el caso, que flllCJ'Ían las Cortes y
la constitucion, pal'a establecer el JI/rÍo La ley constitucional,
creía á la nacion toda\'Ía ignol'ante; y la ley martina con seis
años mas de despoÜsmo é ignoralleia, la SUpOIlC mas sabia ;-
la ley cOllstitucional, la cl'eÍa aun muy COl'l'Ol1l pida en sus
costumbres; y la ley martina la Cl'ée, despnes de seis años de
desordcn y unal'quía, con la virtud IIccesal'ia para el caso :-
aquella creía á los Españoles illcapaces, pal'a juzga.' co" im~
parcialidad en tiemllos Ü'anquilos ; y la martina los supone yá
aptos, en medio «lel fUl'or de los partidos y d(' la revolucion:-




HETltATOS POLlTICOS DE LA


la ley constitucional creía todavía con poca vista á los Espa~
ño]es, para ver con los ojos del cuerpo los grandl's objrtos, los
asesinatos, los robos, y los delitos rxtrrnos, y que sr tocan
con los sentidos; y la ley martina Jos crée yá, despues de seis
años más de esrlayitud, á proposito para ver con los ojos de]
alma las abstracciones de las ciencias, los mister'íos de la po~
lítica, ]os a'í,iomas intrincados y complicadisimos de la moral:
-la constitu('Íon crée, que en ESIJaíla no se podía aun e"cl)~rr
un numero sllficiente para jura(\os entre las personas, <¡ur tení-
an a]gun habito de juzgar; y la ley martina supone centenares
en cada pll(:ulll. POI' eso es, por lo que ()uiso hacrl' el t'.nsayo
por lo mas dificil y complicado, para que se fuésen habi:u-
ando á lo mas fadl y le pal'ecio esto á Rosita andar al de-
recho; pues yá que no saben \'el' con los ojos del cuer'po, qlle ve-
an con los de] alma, cuyas imagenes, segun él, deben ser mas
visibles por su mayol' complicacion, y abstJ'acdon de ]m;¡ obje-
tos que se palpan y tocan. El Señor Ezeta yió. que el ¡'{,Clll'SO
á esta cIase de jUI'ados, que había violentado la ley martina
por parcialidad, mas que por ignorancia, hallÍa aj,I['ado á los
jlU'ados á embotar la justicia de Sil amigo Miñano. y condena-
dolo sin merito á pt'ision; y se propuso imponer á Gallardo, y
rechazar sus ridiculos y publico s denuestos, st'gun las leyes del
estado de la naturaleza á que habÍall reducidu las Cortes, y
el gobierno á ]a nacion; y respomler á las groseras injurias de
sus escritos á bofetones, que es el reCU1'SO que dcxa la mj~ma
ley martina, (sin expresarlo,) á los que ella poI' su inutilidad
ponga al descubierto con el publico, En efecto, una noche
en el teatro, Gallardo recordó á Ezeta. a] pasar por junto,
algunas de las cxpl'esiones denigrantes de sus mismos escritos
contra este digno oficial, y Ezeta le contestó á bofetones, que
Gallardo dixo, dexaba pasar, por el sitio, y no alarmar al pu-
blico. Este ca~o tlió lugar ál Seílor Miñano á escribir el sala-
disimo papel, titulado, J1pología de los bofetones, parodiando
la apología de los palos, que dió á Gallardo la celebridad que
él se supone, y le inCl'ustró (lcsde entonces en la calleza la
manía de protogracioso, que él ha llispntado despues á .lI'Iiiiano,
á la J1btja, y á CerJ'antes mÍsmo en la tumba y en el Quixote.




REVOLUCION DE ESP AÑ A 9,,'
"


El Señor Ezcía dió este com.firmatur á la ley martina, y en él
c.lió yá la idca del talento, instruccion, conorimientos, mundo,
y tino de circunstancias de su autor, que pareoo jugar allegis-
lador, como al revesino, ó la malilla, ó los muchachos al em-
perador.


SANCHO.


Fué de los fundadores de la Jibertad en la segunda epoca,
secretario y miembro de la junta p,'ovisionaI, que se erigió,
al jurar el Rey la constitucion el año de veinte, entt'etanto que
se juntahan las Cortes. Era el que extendía los decretos y pro-
clamas en que estampó expresiones tan animadas, que honraran
siempre su nomb,'c tanto, como hal'an detestable el del Re;y que
las rubricó y dió, como suyas, para tener despues el placer de
denigrar\as y contradecirlas, condenando, como ha condenado,
á la junta que se las dictó. Lo bueno que se hizo en toda
aquella epoca fué Jo que promO\ió e!tta junta, que plantó el
sistema, scgun las circunstancias dc la nacion y dc los tiempos,
y aprovechó la coyunülI'a del cntusiasmo de los pr'imeros mo-
mentos para allanar á las Cortes el camino, y al Rey la marcha
franca por el sistema constitucional que tantas espinas debía
tener para él. Es verdad, que dexó á la nacion, al disolverse,
el ominoso millister'io de Argüelles, que fué la caxa de Pando-
ra de ]a segunda epoca, y que esta dcsgr'acia, que contenía to-
das las demas que despues ha sufrido, es capaz de eclipsar en
el agradecimiento todos los bienes que pudo producir. No es
menos cierto, que su decision por la opinion de que no habían
pasado los ocho años que quiere la constitucion, para autorizar
las mudanzas que se hagan en I:'Ila, dió á las COI'Íes y á los
pueblos la facilidad de extraviar'se, y quitó á la ley la de ar-
reglar sus extr'avíos, y los del Rey. Pero la junta se engañó
acaso con buenas cartas, por que la opinion, que los ha-
bía.de juzgar, no veía, como ellos y los sabios, y veía en la
constitucion un remedio para todos los casos, y en Argüelles
y sus compañeros los facultativos maS" diestros para aplicarlo.
Se había visto yá lo que valían ellos, y ella; pero se sabía




HETHATOS POLlTICO~ Dlol LA


tamuicn ]0 que valía la lIacion liara curas J'adirales, y se ha vis-
to despues, que quirre la enfermedad mas que el r'ellH'dio,


El Señor Sancho fué drspurs diputado' de la~ p,'imcras CO)'-
ÜlS de esta epoca, y se aCl'editÍJ en ellas con la famosa I'I'0pO-
sicion de la extincioll de monacales, de que fué autor, Est'l
medida, en que estaba, y está hoy el solo y unico reClIl'-
so que tiene la nacion, para promover su felicidad, y su l'f'fOI'-
ma en todos los ramos,-para pagar su enorme dcmla,-fo-
mentar su erario,-su agricultura, su comercio, y Sil inrlush'ia,
-para extelldel' la propiedad,-y lil.H'ar á la l'eligioll misma
del descredito, que esta casta degenerada y co/'('ompit!a del
}ll'imitivo selvatieo eremitismo le había il'l'ogado, supone en el
Señol' Sancho mir'as que hacen honor á su coraZOll, y ('('co-
miendan su instruccion y talento. Veía, que esta el'a en Es-
paña la esencia de la re,'olueion; el ¡nteres de sostenerla se
extendía con el bien de hacer pal'Íicipe al pueblo de sus
pl'opiedades y de sus goces,-V('Ía bien el proponente que
no podía cuaxar cn España rcnJlucion ,alg'l/na, sin que
los frayles pe/'diesen el sel' de yi \'m'as, y reasumiesen el de
J¡ombres.-Veía que trás este bien, y este apoyo par'a la liber-
tad, venía el de ir al~jando el infiuxo malefico de su egoismo
santificado, y el del Dios inmundo y cruel que se habían fOljado
y hablaba por su boca.-V I'Ía po}' ultimo, que la l'evolucion
de España no podía consistíl' en otra cosa que en este cambio de
intcrcses, emperrando el de los muchos contra el eh, los pocos,
que es el caractel' y la utilidad de todas las re,'oJuciones. Las
preocupaciones y la supersticiol1, que se cI'éen por algunos, ob-


, staculos insuperables, desoyen pocas veces la YOZ del intel'cs
y del negocio; y los que se pl'oponen vivir á la balda á costa
ele otr'os, tienen siempre contra sí á los que los mantienen. Si
Fernando hubiera estado de acuerdo en esta medida con las
Cortes, la 0llinion la hubiera aprobado, como aprobó otras; y
nosotros hemos oído en el pueblo Español la voz de su interes,
que exprimía este mismo sentimiento.


Hemos dicho y I'epetimos, que el tiuo de circunstancias, y la
du,'e del intCi'es personal son todo el saber, que deben tener
los que dirigen revoluciones. La de los fl'ayles no es yá en el
,lia una preocuparioll que esté tan unida á la religion, como se




REVOLUCJO~ DE ESPANA, 9:;


crée. El ¡nieres, las luces, y su escandalosa conducta han
deslH'l'fa¡Jo hasta á los pueblos mas arl'ocinados, que no créen .
yá. rnmo creían. que Dios y fl'ayles son una misma cosa. F'er-
nando, y los que irritaron sus malas propensiones, ó no lo su-
pif'I"'1J ganar, arrastraron al pueblo á su pesar, á acogerse á
la I'rligion, IJara conformal'se de sus sentidas lleriliilas. El
Serlor Sancho vió acaso desde el principio, que era necesaria
una revolucion en rcgla, y no una convenida, para tener en
E;;l'aña libel'tad, y que no había por eso, que esperarla de la
aparente ¡mena fé del Rey ni de sus sacrilegos juramentos, y
ponia con esta pl'Oposion UII cabe al pueblo, que, por mas que
se diga, no vió mal alguno en esta medida: y hasta los gaz-
muños y bratos comIJI'ar'on posesiones de fr'ay]es, como las ha-
bían compl'ado de obl'as llias en el rcynado de Godoy. El
pueblo en su il'rrflexíon se cambiá, por que se cambió el Rey y
las esperanzas, y por que lo agriaron los constitucionales;
pero el pueldo hubiera callado, como calló con la venta de las
capellanías, de 1l1s p/'opiedatles de los hospicios, hospitales, y
jesuitas, ¡;:i le 11IIoicI'an dado ot/'o rumbo á la revolucion,
cuya naturaleza es hacer que obren los muchos contl'a
los lloros, Jos mas contra los menos. El SeiiOl' Sancho cum-
lllió con su (Ieber, con su patria y con su religion, promovien-
do esta medida, que el negocio de los pocos arrancó al aluci-
namiento é ilusioll de los muchos. Fué despues xefe politico
de Valencia, y Barcelona, quando las bullangas, y zacapela:"
de los COll1llll('/'OS, flue no estaban en consonancia con sus prin-
cipios y model'acioll, y fluall(Io no daba yá esperanzas la revolu-
cion, y se habían acabado hasta las baladronadas de libertad.
La nacioll tOlllÓ á poco su aplomo de servidumbre, y se conten-
tó COI1 j)astar al l¡azar, repitiendo


Nos numerus sumus, el jj'llges cOllsumere natío


y el Rey se puso oh'a vez á la cabeza de esta piam, (se supo-
ne para guardarla. )


Dice una fabula, que hubo
Un lobo q,ue se encargaba


,.r ..... l.
.' .-{.. .


. '


f :
1; .-
',:, l.-


\




RETRATOS "OLITIeaS DE LA


De guardar unas ovejas;
y en efecto las guardaba;
y hacía una vida con ellas
Alegre, como unas pascuas,
Eso sí. cuidaba mucho,
Que nadie se lal5 robára;
y él allá se componía,
Quando el hambre le aquexaba,
O quando ahíto quería,
Da1' exercicio á sus garras.


Pues esta fabula. amigo,
Ha dexado de ser fauula,
y es yá un caso verdadero,
Que succedíó allá en España
A Ol'ilIas del Manzanares.
y cuenta, que no es patraña.


I,'RANCISCO DE I~AULA-EL INFAN'fE.


Es muy gracioso estt' personage : es hermano de Fernando 7° ~
Y de Carlo~, y los Españoles lo IIt'garon un día á creer distin-
to. i Qué Españoles para ser libres ! .. Como había corrido
la Em'opa,-como lo creían harina de otro costal,-como las
cortes constituyentes lo dec1araron .... y como él se daba, quan-
do vino de viajar á lo Infante, los ay1'es de liueral, lo creyeron
yá Ull lihe1'al hecho y derecho, sin sangre bOl'bonica ni poca ni
mucha, sin resabios de palacio, de rcal, ni ideas de elacion, que
o1iesen de modo alguno al prestigio de su educacion. Tan in-
buidos estaball en esto, que pocos dias antes del alzamiento d('
Riego, le fué á hablar, sin miedo, un coronel á su mismo quar~
to, y le propuso entrar en una conspiracion para establecer en
la España una republica, poniendolo á él á su cabeza. Era
el tan Infante un liberal contra naturam, formado precisamen~
te por la 0llinion del pueblo sobre la base de sus apariencias
pOllUlarcs, Y las desavenencias dc los hermanos y \ladl'es (tUl'
se llicieron publicas en su educacion.


Es lo cierto, que los trcs hermanos eran tres personas y unlt




HEVOLUClON DE ESPAÑA. 97


misma esencia; que tenían el mismo santo dado, aunque cada
uno de dIos tenía por convenio un papel distinto. El tontito
(que decían) de Fel>nando, había escogido para éste su herma-
IlO, uno que estuviese en relacion COII esta opillion que tenía
de liberal, y de disensiente con sus pr'indpios y sus intert'ses;
pOl'que haí cabíall, para alucinar al publico, probabilidades de
ambicion de suphll1tar'lo, y verosimilitudes de deseos de ven-
gal' los resfl'loS y desayres, que se suponían del :Fernando
contra el Infante. Este seguía su papel, como si no fuera
farsa, y obralla y hablalm alguuas veces, como si fuese enemi-
go de su heT'mano y familia. Por eso entró en la Masoneria
fl'ancesa, de que fué el primer presidente el General Sayas, y
decía á Torrijos, solicitandole pal'a ella: que su hermano em
enemigo encarnizado de la constitucion, y peor aun Slt hermano
Carlos, y todn;:ía más In Portuguesa; y que él estaba "Vigilado
Jior Casa-Sarria, que €ra un picara, y por todos los criados, y
que las .!lrgüelUstas de aClterdo con los franceses, querían yá las
mmaras. Les revelaba al,gun oÍl'o secreto, (que no lo era,) á los
JilH~rales en fucrza de su papel; y cstas ('eve]aciones pantomimi-
cas los alucinauan. Se deshacía y hacía notable en el publico
con cortesías, y ademanes de saludos y graciast y muchos aca-
tamientos al pueblo. Se pol! r,ía haher' creído el Orleans de
nuestrarevolucion ; tenía una te¡'tulía en su qual'to, compuesta
de todas clases de animales. El daba allí, y recogia noticias,
que eran los fines de la trinidad real. Nos consta, que en
Calliz, algunos de Jos que la componían, solicitaron á oh'os
para ella, y andaban disimuladamente esparciendo ideas de
desullilllo;y que hacían odioso al gollierno constitucional. 'Sa-
bemos, que iban encargando á los confidentes, extendiesen
llor todos los puntos las dilapidaciones, los rollos, y demas pi-
cardias, (que por desgracia eran bastantes,) de los liberales.


En el miedo con que existían ellos dentro de las murallas de
Cadiz, pueblo tan liberal, buscaban apoyo por todas partes
para en caso de conmociono Los dos Infantes, cada uno te-
nía su tertulia con este objeto: yá había entonces muy pocos
infatuados pOI' el liberalismo de Don Franciso de Paul~; y los
de su quarto, como los del de su hermano, estallan unisonos en


N




98 HETHA TOS l'OLlTIUOS DE LA


el publico papel que hacían. Todo era buscar parciales y
apoyos pa¡'a salir de allí vivos, y prometer á roso y á belloso
para dcspues destinos y rentas sin medida. Salieron y han
resultado desjlUt's sin mascara unülitos sicnt erant in princi-
pio. Solo Don <':al'1os anda liado con el nuevo partido caroli-
no, que huele tamhien á tr'ampa convenida para atrapar hom,
bres y matados. i Gracia de niño! ..


~'REIRK


El General. que mandaba el exercito contra Ri('go y los de
la Isla. Se le nombró igualmente GovernadOl' de Cadiz y
capitan-gcneral de Andalucia, pat'a darle todos los recursos, y
evitar contestaciones entre las autoridades. Su liberalismo,
no es decidido, ni podía serlo, habiendole nombrado :Fcrnando
}Jat'a mandar el exer'Cito, que \b flel·segula. Todavía gobel'lla-
ba de oficio el despotismo; pel'o Freire descubrió ('n la lentitud
con que obrÍl, y en el 11I,gar' que dió á los constitucionales para
prcparal'sc, y á los pu('blos para declaral'sc, y auxiliar/os,
que tenía algun res}JPto á la libertad; Íl !Jue en la incertidum-
bre de la opinion, y en la que traslucía de Sil exer'cito, era de
rezelart que triunfase la causa de la libertad, á pesar de los es-
fuerzos, que hiciera. Acaso temió tambien t que sus soldados
lo abandonasen, si los empellaba contl'a ella. Freil'c, lleno
de estos tl'11101'eS, y teniendo, puede ser, Hl'gü(,lIza de pasa!'
Ilor enemigo dc la libel'tad, filé á Cadiz baxo el jlr'ctl'xto de
tomar posesioll de su destino, pel'o en realidad, llamado por
aquella ciudad, que no podía sufl'ir yá la tiranía de Call1lJana,
y del brigadier VaIdes, influenciado por él. Escribió, segull
dixo el mismo Freire en puhlieo al puelllo de Cadiz, y en su
manifiesto al Rey, la necesidad que notaba de dar á los pue-
blos Cortes y constitucioll, si [,ie había de evital' una conmo-
cion, que pudiera tener resultados fuuestos. En Cadiz yá no
le quedó duda de esta neeesidad, y aceleró indiscretamente el
momento de darle la constitucion á aquel pueblo que la an-
siaba.


El General Freíre, que se había distinguido, como militar




99


en la guerra de la ifllle!lemlencia, no era en vnlitica, 10 que
debía, pal'a el caso que se pl'espntaha. Si hubirra conocido el
corazon, y las miras del Gellel'al Cam pana, hahl'ia tocado la
necesidad de separar á· este 11101l!-ltrllo "el rxel'cito, antes de
tomal'la medida que tomó de maJl(!al' publi,'al' la cOllstituciol1;
Ó al menos la de. tomar tempel'amelltos. pal'a fJ('lIü'alizal' SIl
escandalosa y cruel ambicion, in'itada por las cil'CllnstancÍas,
y el extravió en que por medio de los COI'olleles Capact'te y
Goharl'y había puesto á la opinioll y pI animo de cierto!-l CIlt'I'j)()S,
cuyos oficiales y soldados, eran, como lo SOI1 siempre, seduci-
bles, los primeros por los grados y los ascensos, y los solda-
dos por licencias en perspectiva. Freyre los creyó á to¡(os,
}IOr falta de mundo en el scntido del bien pOI' la I'espuesta, fjlle
le dieron, de que el exercito estaba dispuesto á qllanto se le
mandase; y dió ocasion con esta su nimia credulidad á las
desgracias del lO de M.arzo, que Campana babía yá pl't'pal'ado,
organizado, y mandado, COlllO lH'ueba el asesor del fiscal, Ca-
baleri, y confiesa yá él hoy, pretextamlolo, Cdmo un servi-
cio. FCJ'IIando lo confil'llla tamuiell, premiandoselo, y esta-
bIecielldo una cruz asesinada para todos los que p¡'uelJen, que
matal'on, robaron, saquearon ó estl'llparOn aquCI dia ell su
nombre, y diciendo, ál meter el pUllal, ó dexar ir la bala; Viva
el Rey.


No diremos nunca que el General Fl'eit'e fue causa eficiente
de csta hOI'I'ilJle matanza, ni queremos quital' al Sellor Cam-
pana la g'loria de esta jOl'llada, digna dc su nlol', y de sus
l)l'illcipios; pel'o sí podemos aseguI'a¡', que lo rué ocasional,
por no haber tOlnado antes los cOllocimientos Ilcc¡'sarios sobre
la opinion del exercito, los extravíos en que lo podían Imuer
llUesto las circunstancias, y los xefes, especialmente Campana,
cuyo cal'acter ridícula y estupidamcnte ambicioso era bien ·co-
nocido en Cadiz; y 1101' 110 haber baxo prctextos especiosos,
que nunca faltan á los xef'es, y aquí se presentaban por sí mis-
mos, esperado la contestacioll á la carta que había escrito al
Rey, que por las noticias que yá tenía de Galicia y otros pun-
tos, debía ser pronta y favorable. como lo fué, llegando á IOH
,los di as la noticia del júrarnento del Rey, que salvaba todos




100 RETUATOS POLlTICOS DE LA


los peligros, y hubiera ahorrado todas las desgl'acias, embo-
tando la sanguinal'ia ambicio n de Campana y Capacete. No
es malicia, es desatiento, lo que pudo desacreditar al General
Freire en ésta ocasiono Su voluntad en nuestro juicio no pecó;
su entendimiento fué, el que lo abatldonó en aquellos momen-
tos. Casi veíamos su alma, al ir á salir á la plaza de San An-
tonio 1'01' la calle del Candil, á contener á las tI'opas, desh'o-
zada de sentimiento. Se le vió allí el objeto de las ,Primeras
descargas de sus 'mldados, sorprendido de pena por los sufri-
mientos del vecindario, y acaso por la par'te qlle en ello pudo
IJaber tenido su imprudencia. Y quando, al dirigirle yá á él
los tiros, levantó la {'$pada y arguyó sentidamente á sus solrla-
dos con la expresion de-¿ Cómo disparaban á su General? y
siguió á reunirlos y recogerlos, se vió allí palpablemente su
valor .'eunido á su dolor y á su buena fé, de modo que casi no
se llodía equivocar.


CEPERO.


Curita de Sevilla, diputado de COI'tes en la" dos epocas. Es
de los liberales principistas, ribeteado de teologia á lo pel'ipa-
to, aunque no tanto que se trague los camellos sin novedad.
No, Señor, hay su poquito de instruccion, de ideas algo mas
qne para el gasto del breviario, sabe algo de libertad que
aprendió en el mismo congr'eso, y alguna cosa (poca) de
patria, aunque envuelta en una dosis considerable de interés y
de vanidad. Habla en las cortes sobre todas las cosas sin pre-
paracion y sin tener que decÍl', pero todo quiere empezar, que
luego ellas se vienen unas tras otras las ideas.


Porque las palabras son
Lo mismo que las cerozas,
Que en tirando de la una,
Las otras se van tras ella.


y in"Vita minerva se dicen algunas veces cosas, que no estan
escritas. Grita, llora, patéa, y se apnra, como si fuera verdad




REVOLUCION DE ESPAÑA. 101


que lo sintiera así, cqmo lo dice, y segun y como lo hacía
quando ]Jollía sus argumentos en la ulliyel'sidad. Tiene, ha-
blando de todo, la soltura y desenfado de los que han uigel'ido
calla una de las lU"atcrias; y sino flH>"a, pOl'que dá lastima verlo
acabal' rendido, y tiral'se, como muerto, por aquellos bancos
de] congt'eso, como si hubiel'a estado bogando en alguna caño-
nera, daría muy buenos ratos al auditorio, mejores á Jos Jibe-
raJes, pOl'que, sea él lo que sc sea, habla siempre en el concep-
to de tal, citando á la constitueioll á ÍJ'oche y moche, que es
una gracia. N o se sabe haya hecho mal á sí, ni á nadie en
todo el tiempo que rué diputado. A!¡J,'lIlla cosa se dixo en la
primer tpOca sobl'e monopolio de pinturas de conventos de
acuer'do con los fl'ayles, y se repartía desJlues la ganancia, co-
mo pan bendito; y así sc salvaban de los franceses, qlle era el
caso: y otras se han dicho tambien en la cpoca segunda, y lle-
garon despues á autenticarse en juicio, sohr'e si avisó ó no avi-
só á los cartujos de Cazalla con anticipacion uesuc cl congre-
so la ley de reguhll'es, para qnc anticipar'an ventas y compras
con ventaja pal'a los cOlllIll'adol'es, y él era uno. Es ,·cruad,
que resultó despues suya la mejor posesion; llero son todos
estos escruplllos de monjas; y los diputauos esta n autol'izados
á buscar, lo que les acomode, como qualesquicl' hijo de vecino,
y más quando es cosa, que la ley quiere que sc venda, y el in-
terés nacional quiere quc se compre.


Estuvo preso entre las dos epocas, y á la "eI'dad que tU\'O
firmeza en sus dedal'aciones, y puso tamañitos á los jueces;
pot'que eso si, serenidad de animo, y calculo de sociedad no le
faltan, que es lo que vale pam estos casos, ]JOI'quC sabcr mas
·ó menos, no es lo que ha de sacar á tillO á salvo, sino amigos y
dinero, que, sin que lo llegue á saber Fernando, hacen milagl'os
en las defenzas y pUl'ificaeiolJes. Le dieron una callogia (le
Cadiz al punto que el Rey juró el 20 la cOllstitucion, y él se
echó sus cuentas, y uixo; con mi buena hacienda de CazalJa,
las ganancias que me han dexado las pinturas, mi rentita eele-
siastica, poca ó mucha, y mi ingeniatur'a, y por añadidura, ]a
libertad, sin arreqüarme en un cauildo, en que cada uno es
hijo de su padre y su maure, y se tiene que andar á trote en




102 RETRA TOS POLITICOS DE LA


tocflntlfl ]a campana, para ir á mt'near las lenguas de nuestros
veintenel'os, para que le digan á Dios lo que le hahíamos noso-
tros de decit" lo paso yo mejor, y como un Pontifice; vaya
llol'amala la canogia, y la dexó. j Si entiende la musica el
Señor Cepero !


BERNABEU.


Sacerdote ilustrado, y liberal. Fué diputado' de Cortes eH
la primera epoca, y de sus resultas preso, uesplles perseguido
por la inquisicion que le formó proceso IJor jansenista: se su-
pone, que todo él era acreo, como el delito. Este tribunal,
como se sabe, no correspondió en esta epoca á los deseos de
Fernando que lo restableció, para vengarse á golpe seguro de
los que no tuviesen un crimen muy marcado. Bcrnabeu rué
oído y satisfizo á todas las preguntas, que le hizo el tribunal,
que él ha impreso despues con sus coutestaciones, de un modo
sin replica, y fué tambien por esto puesto en liber'tad. Se vée
en sus respuestas y en sus cargos, 110 sulo su illuceucia, sillo su
instt'uccion, nu cumun en España entre la gente de su ropa,
que no ha pellsado nunca por sí, sino repetido los pensamientos
ó los dislates de libracos mal digeridos y de negocio, que han
pasado y pasan aun por razones. En las contestaciones del
Señor Bel'nabeu se ac.lmÍl'a con su escogida lectura en los libros
de 'Jue se ha ser\'ido, un espíritu de r:;ritica y de analisis que
hace Illucho bOllO/' á su l'azon, y á su religion. Rcfil'ielH]o lo
qur pasa en la InC]uisirion, en este asilo de la ignorancia y de
la preDcupacíon lIJas ¡¡,rosera, seJyatica y cruel, se nota su
modestia y se observa, que todavía hay l'esalJios en el siglo diez
y nueve del siglo ue TOI'quemada, y de PheJiIle 2°. Asegm'a
haber visto un llroreso de una de estas fatuas, ó embusteras,
que sellan llamado bru:x;as, que tenía por rotulo en la cubierta,
Expediente contra N. por 'Volar y otros excesos. i Pobre Es-
paña! ¡Pobre hOllor Espai'íol por esos mundos de Dios ~
¿ Quién lo creería, si 110 lo "iese, y lo tocase? i l~n el
siglo19!




HEVOLUCIO~ DE ESPAÑA, 103


ODONAJÚ-DON JUAN.


Liberal especulativo. Lo fué t'n la pl'imm'a epoca de la
libertad, y rué pOt' eso inspector gelleral de catmlleria. A la
vueIta del Rey lo til\'O por' tallihet'aJ, y pOI' tanto 1101' sospecho-
so de complicidad t'n la cOllspit'acioll dc Richard; y, como en
esto de conspil'aciones no se casa Feenando ni con su padre,
pOI' sí ó púr nó, le mandú dar el famoso y Cl'uel tormento
de los perrillos, que le hace mucha gol'acia, y lo decreta siem-
pre él mismo, así pOI' \'ia de cOIl\el'sacioll, á ver que tal
}legalla, Ó si producía algun descubrimiento: Faciamlls cx-
]Jel'imentnm in anima 'Cili. Odonajú lo sufrió, como Yandiola
}lor lo mismo, con la serenidad de un hombre; porque, todas
las cuentas echadas, valía mas que la horca, que era á donde
Fernando quería ir á parar con estas experiencias. Quedó
medio gafo, y al menos yá logró el Fernando, si lo queria, este
lllacer: en asegm'andose, de que IIna cosa duele y duele bien, lo
<lemas, sil/O He puede hoy, sc !tara lIlaTIana. Odonajú siguió
así hasta (Iue Riego juró la constituciolJ. Estalla de acuerdo
CQJl él y los SlIJOS para lo mismo, pCI'O 110 quiso tomal' la co-
mandancia 'ille Ic Oft'eeiCl'oll, JlOI' 'lue, como yá le habían echa-
do una vez los l'cf'ros, se hallaba resabiado un poquillo. Ofrcció
cooIJerar, auxília¡', y dil'igir la opillion dcl pueblo de Seyilla,
uonde residía.
l~a cosa dc niego y Sil cxel'cito se llegó á poner fea, y Odo-


najú se metió en su concha hasta que el Rey jurú, Riego tl'iUll-
fú, y su cxel'cito tomó pOI' esta razon ulla aptitud imponente;
y entonces Odonajú se vino á la Isla, y fraternizó con Riego,
que le había costado bucnos sustos. Vinieron todos á Cadil"
despues del fatal diez de Marzo, que fllt: el dc la. matanza de
Campana; ¡lerO, como Ricgo, que entre todos se había distin-
guido en el rompimiento que hizo solo y con arrojo, y despues
en la columna que llaseó, pcrseguido por un exel'cito, y por los
}llIeblos, se había hecho un nombre particular, y la fama ]0 se-
ñalaba individualmente, los ojos de todos se fixaban sobre él, y
los 1:h:as se ledirigían á. él con particularidad. Odonajú se enzc·




104 RETI{ATO~ POLlTlCOS DE LA


la por' esta distincion, y tlcspuC!'; en Sevilla, tle acuer'tlo con el
millistro Argüclles, que aspiraba tambirn á los honores tle pri-
mel' libera', l'ellsó en los metlios tlc deshacel' el excl'cito de la
Isla y sepal'at' á Riego tlc él.


La ilHidíll se descubr'c siempre á sí misma, y rebaxa al flue
" .


la tiene, más que lo estaba antes con relacional envidiado. La
de Odonajú se evidentió hasta el punto de verse yá por toda la
España casi con los ojos de la cara, como si tuviera cuerpo,
lo mismo que la de AI'güclles; y Odonajú perdió desde en-
tonces todo su merito liberal, si alguno tenía, y se ocupó ex-
clusivamente en trazar venganzas tle Riego, de !a nacion, y de
la libertad, como si ninguna de estas tI'es cosas hubiese tenÍ-
do la culpa de su miedo, de su ¡J('bilidad y de sus deseos pueriles
de figurar solo, sin distinguirse ell el mel'ito rle los demas. En
Sevilla se formaron las paginas con (lue !\togüelles se hizo en
su lIIinistério ridiculo y memorablr,-cn Sevilla se i.;vrntó
pOi> la illvidia deOdonajú, la soñada Rcpublica que íba á fun-
dar Rirgo', y de que debía él sel' COllsul ó Dictador,-:-en Se-
villa se fOJ~al'o)] pel'iodicos, como el de la Espada, ¡Jirigidl1 por
\lll uarbero á las orden!'s de O¡Jollajú, con el /in de hacer cl'eÍ-
ble este dislate, y dcsacl'edita¡', }Jet'seguil' y anojal' tIc la ciu-
dad á Jos que admírasen á Riego, y sostuviesen su causa, que
era la de la nacion. Marchena, Govantes, Machron y Rubin de
Celis sufrieron por esta "razon de Odonajú, extrañamientos y
persecuciones ;-"E11 Sevilla tIividió la masoneJ'Ía Odnnajú en
dos ['amas, pOl'que él se Iluel'Ía formal' una de aquellos (¡tiC
,1cbían odiar' á Riego y Sil exrrcito y pr'omovel' su exterminio.
El padre Becel'ra, domillico de misa y olla, y que sobre liber-
tad, como buen tomista, no las Imbía visto mas gOI'das, fué esco-
gido por Odonajll, para p['esidir la sociedad patriotica. y sos-
tener en ella esta guerrilla de partidos con solo el fin de des-
hacer quánto el alzamirnto dió de nombl'e á los que lo pl'omo-
"jer'oll. Mientras Orlouajú trabajaba sobre esto en Sevilla y
An(lalucia, como capitan general, Argüelles garruleaba en las
Cnrtes con el mismo objeto, que al fin tuvo efecto; y varió
desde aquel punto de rumbo la rrvolucion.


Don Juan Odonajú no podía yá ocupar en la opinion ellu-




REVOLUCION DE ESPANA. 105


gal' de Riego, que Jj(J estaba vacante, por mas qüe la invidia de
su paysano Argüelles lo hubiese sepal'ado del mando; y tuvo
que acordal'se con su coinvidioso el ministro, aspirantes los dos
á un hel'oismo que ninguno merecía, ni, aunque se lo concedie-
ran de gracia, lo hubieran podido mant!'n!'r, para que le diesen
el Virl'eynato de Mexico. donde se le antojaba, que podía ir á
Riegltl'ur de hl'I'oe, srgun creía; y vayase lo uno pOI' lo otro.
Sahemos quien le sacó antes de embal'carse las fées de matri-
monÍo de sus padres. pal'a adicional'las á otros documentos,
t¡ue yá lIevaha al Virrynato, por que-de menos nos hizo
Dios. Mexico no estaba aun maduro, como él prnsaba; pero
era preciso personear así ó asado, por que iba á eso ;-no le
hare el modo, con tal, que se figure y llame la afencion. No
serf yá, decía, emIJerador; pero seré una gran dignidad con
buena renta en el nuevo imperio, y me vengo de camino de la
Iihertad, de Fernando, y de los perrillos. En efecto, capituló
con Iturbide, como vi¡'ey, se hizo su tI'atado corriente en que
entraron tambien las mugeres, como conjuntas personas, I~izo
aquÍ tambicn un poquito de her'oe, que era su manía dominante.
Se habló allí de Odonajú, como acullá de Riego, que era lo
que él venía buscando; y pal'a alucinal'se y alimentar mas su
ramo de locura, se creyó tambien en Mexico el proclamador de
su libertad, como Riego de la de España, y con mas exíto, y
tuvo así el gusto, antes de morirse, (que fué pronto,) de
transformarse en Riego, que era por donde el diablo lo hahía
cogido. Su protector Al'güclles tuvo tambien el de desenga-
ñarse, y el de valerse contra Riego de la misma trama de re-
publicas aereas, de que en la primera epoca de la libertad, se
habían valido contra él los serviles con la constitucion secre-
ta de las Cortes. Creo, que este ser, medio somhra y medio
hombre, no ha podido aun confrontar las dos epocas y los dos
Argüelles, para deducir el ridiculo de que se ha cubiel'to con
sus paginas.


REYNOSO .


. Lihcl'al en todo el rigor de la palabra, aun quando se le
'Iuiera inclllÍl'la mOI1ificacion que dan á la Jibertad las cil'cuns-


1)




106 RETUA'I'OS POLITICOS DE LA


tancÍas y los tiempos. En la primera epoca de la libertad
fué lo que se llamó entonce~ afranresado, porque cedió á ]a
fuerza de los tiempos y de la razono E] que haya leido su
obl'a sobre delitos de infidencia. obra coyo lengoage le consti~
tuye uno de los mejores hablistas del castellano, y cuyo fondo
de ideas le lll'esenta, como un pensador, puede v,er en ella si
fué ó nó UII crimen el partido que él siguió. Fernando 7°,
qllt' es e] xefe de los afran,cesados y el que los constituyó tales
de oficio, los ha declarado, y expulsado deBlmes, como traidores,
eXCe}ltllaDllose él, como sit'mpre se exceptúa, sin saber, cómo ni
Ilor qué, á no ser, porque es Rey, y los Reyes no tienen nada
qut' ver con la opinion, ni con la vergüenza; aunque cl'eémos
mejor que sea, por ser Fernando, que es ]0 que hay que ser,
para no poder'se definÍl'. Lo mismo ha hecho ahora con los libe-
rales, y los ahorca por que juraron. ¿Cómo se atan cstos locos?
Reynoso, afrancesado ó nó, nó salió de España, pero perdió
su curato y su callongÍa, y sc echó á explicar bellas letras, (que
las sabe.) para comer, sin que nadie se metiese con él.


Quando ya el año 20 se jUl'ó de nuevo la cOllstitucíon, por
que no valía 1'1 juramento primitivo, que el Rey anuló, metíen-
dose á Papa. se presenta Reynoso tambien en la palestra,
como libCI'al (y cuidado que lo es,) á cobrar de las Cortes y del
gobierno su liberalismo, y lo hacen secretario sUllernumera-
rio de la di putacioll provincial de Cadiz con treinta mill'eales,
que paralln litel'ato, sin mas familia que sus libros y sus ideas,
que no comen.-hé-tal quál. Lo que es saber, salle el tal
Reynoso; y lo que es escl'ibir, lo sabe tambien hacer con gala,
fuerza, y pel'feccion, y la Diputacion Ilrovincia], que lo reci-
bió pal'a eso solo, supo lo que se hizo y no le pesó. Que tenga
su poquito de 11I'esullcion por eso, es natural; como que en
España se puede casi pasear el reyno entero sin tropesar con
una idea cuajada, y bien digerida; y lós lihros tambien han
andado, como ha querido la ignorancia, y el Santo oficio,-en
sintiendose alguien con una instl'uccíoncita tal qual,-y que su
razon desenrolla bien una idea, la presenta con fuerza y cla-
ridad y en un lenguage puro y castizo, aunque se trasluzca
algun poquito tie afectacion, y trabajo,-es preciso que se en-




REVOLlJCION DE ESPAÑA. 107


gría un poco, volviendo la vista al rmledor, y cuidado que
era necrsario tener mucho de Dios, para no engreirse, y 110 es
porque uno sea así, sillo pOl'que los otros son asado. Non lau-
dari metuam; 1wn enim milti cornea fibra esto N osutros le
aconsejar'íamos, sin embar'go, l) lIe lo l) ue es el lente siempre
en la mano, y mirar y remirar con él, jugueteandolo por tudas
partes, fixandolo hasta en las par'edes lisas y llanas,-Io guar-
dase para las ocasiones, y que sufriese un poquito el resuello
por lo que hace al magisterio, sino que rlixese HU parecel' lisa y
llanamente, aun quando los contrincantes fuesen siempre, como
lo son, leguitos de la literatUl'a y de la politica.


Con todo, hay casos en que yá es regulal' ['e\'estirse uno de Sil
autoridad litt'raria, como allá en la contestacion al militar de
marras que impugnó el manifiesto de la Diputadon. Enton-
ces son precisas razones y mas razones, y otro dia más, y
luego el oh'o, y el otro, como V. bizo, Sr Reynoso,-hasta que
se le tape la boca, aunque parezca eso á algunos hacer parada
de su ingenio y talento de analiz'ar ; por que el fin es atragan-
tarlos, y que conozcan bien su necedad. Yo creo que si el
Señor Reynoso hubiera de haber establecido el principio de la
omnimoda inviolabilidad que defendió tan bien y tan conclu-
yentemente, habría con mas fa~i1idad apurado su ingenio para
desecharlo. Nuestra revolucion y todas las pasadas y futuras
le hubieran dado materia inmensa para probar y reprobar hasta
que viera volar la in1!iolabilidad por encima de las siete cabrillas
y del sistema planetar·io. Como escritor y no, como Reynoso, ha
tenido lugar aquí, y como escritor amigo de la libertad. No
nos pesa haberle dado un asiento en nuestra biografía politica,
por que la honra.


CASTELDUJ.lRIUS.


No creyera nadie, que lo hubiese visto en Cadiz de Goberna-
dor y Capitan General, entrcgado á discl'ecion á sccretarios y
estafadores, que vendían la firma de su xefe un millon de veces
al dia, que podría nunca tener la importancía para el bien ó




108 IH~TRATOS POLTTIr.OS DE LA


par'a el mal, que se necesita para tener lugar cn nuestra hio·
grafía-caricaturico-politica; pero los hombres son un enig-
ma cada uno indescifrablc, y donde menos se piensa, saHa la
liebre, como saltó en la patriotica defenza de Badajoz, Castel-
durrius, {lile la mandó, y sostuvo con tezon su sitio, y la liber~
tad, imponiendo á los franceses con su decision y firmeza por
la causa que defendía. Desde entonces lo detesta Fernando,
y su odio basta, para darle honor en los ultimos tel'minos del
globo, por que es odio que no se emplea, ni hace p,'esa, sino en
el merito. Bien sabemos, (Iue hay ocasiones en que las circuns-
tancias hacen mas que los hombres; per'o esa es la fortuna de
los hombres, hallarse en esas circunstancias, que malogran
algunos, mal aconsejados, ó por falta de estímulos, ó ingenio,
Siempre es cicrto, que ellos comunican el influxo quc recibcn
de esas circunstancias, y que la obra se hace por los unos y
pOI' los otros, que pueden por eso llamal'la suya. No defl'au-
damos al Mar'flues de la gloria que le dieron las de Badajoz,
que puede suplil' muy bien pOI' la que puede haber malo-
gr'ado de hacerse un nombre cn toda Sil vida. POI' falta de cil'~
cunstancias, dice un filosofo, se han muerto en la nulidad hom-
bres, que acaso con su ingenio )ludieran, y debieran habel'
asombrado al mundo. A no ser pOI' la revolucion de Fl'ancia,
no se supiel'a aun si había habido un Napoléon, que á lo mas
hubiera llegado á sel' coronel de artillería.


Casteldurl'Íus tenía tambien necesidad de ellas para ser algo.
Despojandole de lo que ellas le pudieron dar en Badajoz, se
hubiera visto en él solamente el hombr'e de Cadiz, con todas
sus neuerías, sus injusticias, y Sil arlequinadas. Tenía ne-
cesidad de esta especie de bautismo politico, para purificarse de
las gl'andcs manchas, que había contraído cn su gobicl'no,
donde los secretarios le hicieron jugal' un papel de P1trrinchi~
nela, que lo puso en ridiculo hasta lo SUIllO. Las injusticias y
las tro)lclías se vendían y regateaban 1101' ellos en su nombre,
acaso sin sentido él mismo. Lo inflamaban ó resfriaban á su
Illacer, como si fuera una maquina de resortes, que se le monta
segun los fincs y circunstancias. Los robos, los escandalos,
y aü'opellamientos, tenían su l'recio corriente, como si fuesen




REVOLUCLON DE ESP.\ÑA 109


ya, para Quevedo y La-Serra, sus secr'etarios, generos permi-
tidos en el mercado; y se llegaron á hacer tan publico" en Ca-
diz estos }ll'ecios, y de tal modo el objeto de todas las cOllver-
saciones, como si fuesen noticias de la gazeta_ EI'a una risa
encontrado en la calle, ostentando poder y mando, sabiendo
todos que no tenía sino el que le dexaban los titeres, que le cer-
caban, y decían á boca llena; que el General no ser-via de nada:
que ello,~ eran el General, y no habia otro. Ha sido sin duda
necesal'io todo este suceso de Badajoz, para neutralizar al
menos este descredito que le acumularon sus subalternos, que
llegaron á ser mejor sus camaradas, ú, como él les decía por
confianza, su canalla, palabra que, sin querer, los definía.


MARTINEZ DE SAN MARTIN.


Tintín le llegaron á llamar por mote los periodicos. Lo
tendríamos por liberal sin replica, si no temieramos nos des-
mintiesen los comuneros y las sociedades, que le declararon la
guerra; y por otro lado las distinciones con que el Rey lo hOI1-
ró 110 /lOS lo hubicl'an hecho sospechoso. Fué cl xcfe político
de Madl'id en los tiempos ruidosos de los tumultos, de las br'o-
mas del retrato de Riego, de los amagos y ataques contra las
sociedades secretas y las publicas, y del escandaloso asunto de
los guardias. Como en las revoluciones es tan dificil sentar
un juicio sobre los hombres, y las cosas, que 110 sea susceptible
de dudas y contradicciones; unos quieren que decidido el mi-
nisterio á cerrar la Fontana, y buscando un xefe político capaz
de vencer las dificultades, que esto envolvía, E~eta recomen-
dó á San Martin, como el mas á proposito para yel'ificarlo.
Otros, que él se recomendó por su propio liberalismo, que ha-
bía manifestado desde que fué guerrillero en la guerra de la
independencia; y algunos Cl'eén que siguió liberal de buena fé,
hasta que los comuneros y los periodicos lo irritarol1 y el Rey
alll'ovechó, para ganarlo, esta ocasiono Nosoh'os lo cl'eémos,
eu quanto es posible creer de alguna cosa lo que es en medio
de este fluido de opiniones, en que se deshacen las unas á las
otras, amigo de la libertad, y que por la moderacion de SUI!l




110 UETUATOS POLITICOS DE LA


principios se hizo acaso enemigos, que al fin por irritarion le
han hecho, puede ser, amigo del despotismo. Damos ('Hn mie-
do esta Iluestra opinion, pel'o al fin cada uno es dueño de la
suya, y ......


Como el mundo se funda en opiniones,
Unos las quiel'en pares y oh'os nones.


San Martin tuvo sin duda indiscreciones, que las revolucio-
nes hacen indispensables en las autoridades, 1'00'que Jos datos
son casi siempl'e iuciertos ó dudosos, y la execucion debe ser
mnchas veces pronta y alarmante. Lo cierto es, que la de
España empezó, como todas, por acalorar á todos, y acabó,
como todas, por enfriarlos y desanimados.


CIENFUEGOS.


Este'obispoabadesa fué el primero, que proclamó la escla-
vitud el año de 1820. quando supo, que Riego había proclamado
en las Cabezas la libertad; y el primer campeon del despotis-
mo, que se presentó en la palestra contra ella. La clave de lo
que éste fatuo ha obrado contra la libertad y de su encarneci-
miento contra el sistema, que la sostenía, está toda en sus
pretensiones de Arzobispal'. Los lectores lo yerán de bulto
en su historia, que conocemos con todos sus pOI' menores.


Es indecible lo que éste imbecil hacía desde algullos ailos
por ver, si podía conseguir el Arzobispado de Sevilla en cllya
catedral era canolligo. Menudeaba exercicios espirituales en
el oratorio de San Phelipc, donde hacía todas las mogigangas
de las beata!', pam acredital'se de espiritual, y que corriera la
voz á ver lo que la opit;¡un daba luego de sí. Este es el. primer
paso, q!le dá siem pt'e h ambicion de esta clase de gentes, es-
pil'itualizarse. y poner'se las alas de la mística para volar.
11m'a plantear (,'lte pri mer pr'incipio de su tactica, modificó
las facrion('s de su l'()~tr'o del 1I10do, que se habían pr'esentado
á sus ()jos las de los beatitos, que tenian opinion de santos, y
las de los santos de las procesiones.-Cabeza ladeada un po-




IlEVOLUCION DE ESPAÑA, 111


quito,-ojos "ecogidos y baxos, que solo miren al descuido, y
se levanten como con miedo de pe/'der la opinion, si lo obser-
van ;:-una especie de dsita que pase, como la señal de un alma
call1Jur'osa, ) de una sencillez infantil, que parezca que está yá
cantalHlo ell el cielo con los allgelitos,-hablar en sordina, y
ésto, aun <piando Re diga alguna desvergüenza, ó se haga al-
gUIJa sn!irital'ioll de fraternizar, extasiandosr,-usar con fre-
cuelH'ia ()e las palabras tiernecitas de hijo-el amor de Dios,-
"Calgamc IJios,-Dios guerra, efe. y todo con una afectacion de
modestia. que llame la atencion y el Arzobispado. Por su
empeño é imitacion se fuudó despues una secta de estos tisio-
llomistas de la ,irtud, en donde entraron en Sevilla y en Cadiz
todos los cIerigos jovencitos bien parecidos, que llegaron á
conocer por el humor, propensiones y mil'as bien pronunciadas
de Cien fuegos, quan barato' y á poca costa, podían adquirir
rentas eclesiasticas, si llegaba este sanana á episcopar, como
deseaba y lo esperaba el publico, por lo que para esto le podía
servir e] apellido de JoveIlanos, y Jos ami.:;'os y credito de su-
tío, ·(jlle se había hecho en España un nombre por su sabiduria,
como su solJl'ino se lo quel'Ía hacer por Sil tontera y hipocl'csia.
'}'odos los quc pensaban medrar á su sombra, esperaban la co-
yunbll'a, de flue él entrase en exercicios, para hacerse allí en-
contradizos con él, titiritear practicas ridiculas y solo de ne-
gocio, estudiar allí el manejo de las facciones, Ilevando]as
todos al compás del maestro Cienfuegos, que mandaba este exer-
cicio faccionomico, acreditarse con él esos dias con sus cari-
tas compuestas srgun las reglas de la secta Cienfuegica, con
sus risitas á lo divino, y dcmas maniobras estatico-picares-
tas, para dar á entender que vivian yá desue aquí abaxo en la
gloria con los pensamientos, y con los deseos, y amasar así
poco á ]loco el negocio de la tierra, por este camino facil y
seguro de] cielo.


Sucedió, como se lo pensaron. Allí, 1Ienos yá de esperanzas
en su fundador Cienfuegos, que pasaua las noches en santas
tertulias con sus alumnos de exercicios, contandoles casitos de
almas en pena que se aparecían y vellÍan á mandar á decir
misas, para desempenarse,-y quando mas descuidados estaban




RETRATOS POLlTICOS DE LA


con su Señoría el canonigo,-catate que llega el nombramiell'
to para el obispado ue Cadiz á el virtuoso de fisonomia. ¡ Qué
bulle, bulle, que se armó alistante entre estos varones espiri-
tuales! Al punto llamaron todm¡ á las facciones de su rostro
en su ayuda; no hubo una qlle fuese descuidada. Un tal Arce
de baxa extraccion, que le hacía la rueda muypal,ticularmen-
te, y á quien ayudaba muy poco su talento y lo aspel'o de su
corteza para este exercicio fisionomico, se vió y se deseó, para.
componer allí de repente su cara segun el alcoran de la mistica
molinica-cienfueguica, y darle algun ayre sÍCluiera de yiJ,tud
á sus selvaticas facciones. El pobl'e obispo estaba loro. Por
una parte la alegria, que era natural, conseguido yá el fin del
obispado, que lo acercaba al de Sevilla que era toda su ansia;
y por otra, ser necesario afectar tambien tl'Ísteza, digustos,
renuncias porque, amigo,-palabras y muecas de humilidad
son necesarias en estos casos, aunque uno quiera al obispado
mas que á su vÍlla;-los jovencitos que no le dexan y esperan de
su merito fisionomico algul1 dcstino,-el cuidado de ele.~Íl' entre
tantos,-Arce que estaba yá señalado, como secretal'Ío, que fIlIe-
ría que su Ilustrisima Bevase los mas boniticos,-tódo era bara
hunda,-allí de repente se hizo uua promocion eclesiastico-ar-
senica,-á este secretarÍo,-á aquel, mayordomo,-provisol', al
otro,-á este fiscal,-tesorero,-maestro de pagecitos, que el'a
empleo de in pecfore, y de confianza, se lo reservó Arce,-todo
í3e despachó segun la virtud y merito faccionimico de cada
uno, que es la moral de esta horda. El Señor Cienfurgos
marcha, yá consagrado Obispo, á su silla de Cadiz con esta
caterva de mozolejos, que llevaban todos, como su señoría, la
virtud en el rostro, y el negocio y la sensualidad en el corazolJ.
Arce fué nombrado secretario, consejero, cOllfesor, y obispo
del obispo, que no podía poner de suyo sino tonteria pOI' arro-
bas é hipocresia mal lIianejada, COlIJO que la había labrado
por instinto, y 110 Ilor reflexion, de que 110 es capaz. El se-
cretario, aunque de una insÍl'uccion fÍ'ayluna y escolastica, te·
nía la osadía de la ignorancia, para decidit, por el obispo, y si
se le resistía este (que lo hacía pocas veces) la de detcl'minar-




HEYOLUCION DE ESPANA, l1S


lu sin faIta en el contcsonal'io, como confesor, de modo, que
era infalible /;(1 maligno influxo.


Quallllo su Ilustl'isima llegó á Cadiz, cundía en aquella ciu-
dad la fie!H'e aHlar'illa, de que es castigada de algunos años á
esta parte; y halló aquÍ la suya este obispo pinturero, para


('-trlll) ¡Nl'N)8I'glJI'O haó:I su itJobtrado al'zobisparJo de Sevilla.
Empez:ó á hacel' del pasto!', que dá la vida 110r sus ovejas,
llevando los sacr'amentos á los enfermos, y corriendo las ca-
.l/es todo el ¡Jia COII las herr'amicntas de cOnfirtUal' al descu-
bierto. para (Iue no se escapar'a nadie de esta vida sin este sa-
cramentu, á que daba IIna importancia anti-teologica, que Arce
-ie la inspil'aIJa pal'a sus fines de parapetar mel'itos y acumular
11gurados servicios, para pescar con ellos las buenas canongias
de Sevilla, que son regulares para unos devotitos solamente
de fisionomía, y que puedan llevar con sus favorecidos su -vita
bana con los perfiles todos que dé la cOSa de sí. Los Gadi-
tanos, que admil'aban el valor pi.adoso de su obispo, entregan·
¡lose así á ser contagiado, por socorrer las necesidades espiri~
tua/es de sus diocesanos; ¿ qué tales se quedarían, quando
supieron po~· Jos mismos mediros, que lo asistieron, que yá
había tenido su obis}lo la epidemia en Cadiz el año de diez, y
\lue era tilla fal'andula de negocio y de vanidad, todo aquel vo-
cear pe-ligl'OS, que no había, para que los llevar'a la fama al
Rey, y al Papa, como los llevó, para recomendarlo mas y mas?
.En efecto, recibió un bl'evc de su Santidad, felicitandose de ha-
berle confirma(lo el nombramiento de obis]JO de Cadiz, y
(Iandole las gl'acias en nombre de San Pedro y San Pahlo (que
estaban en ayunas de esta comedia,) por haber expuesto su
"ida en la epidemia por la salvacion de sus ovejitas. ¿ Se
creerá, que éste mentecato tuvo la osadia y superchcra vani-
dad, de insultar al publico, cerciorado yá de la im}lOstura, ha-
ciendo imprimir y publicar en Cadiz mismo este breve del
llapa, que pl'ocedió, expitliendolo, baxo una equivocacion, y
t:sto, despues de no dudar yá nadie, que no había tales riesgos,
ni tales cal'nel'OS, por'lue había yá tenido la epidemia el año
de lO? Aquí yá pusieron bien de bulto él y ~u secretario, sus
m[!'as de negociar con Sil aparente "idud, No tiene la menor


p




114 UETHATOS l'OLlTlCUS lJE LA


duda, que este manejo sordido é indecoroso puso al Rey el!
estado de conferirle la mitra que deseaba; y solo el alzamiento
de Riego lo pullo entorpecer.


Al oir el obispo de Cadiz tan cerca el grito de libertad, que
le arrebataba de la mano el arzobispado de Sevilla, que
tantas muecas y trabajos le había costado, no pudo contener su
santa role"a, y encargó á su estupido secretario extendiese
ulIa pastoral, digna de los dos y de sus criminales miras, á
ver si así. se le podía meter una nueva cuña á su pretension;
pues no esperaban aun, que pudiese tener efecto ellevantami-
ento de un puñado de hombres; y entonces 10 podía tener bue-
no y seguro su pastoral, si tenía la precaucion mañosa de re·
llenarla de las palabrotas de Rey por arriba, y Rey por abaxo,
de trono, de altar, de traicion, rebeldia, conspiradores, ladrones,
(este em su modesto lenguagt') religion y mas religion; como si
alguno se hubiel'a metido con ella, y todas esas voces, que sabe
yá todo el mundo, que no significan sino negocio, interés propio,
sueldos, empleos, mitras, <S·c. del que las pronuncia ó escribe.
En efecto, el secretario la extendió en UII idioma de cOl,tijo, y
la eclló á volal' al pUlJto, para que llegase con tiempo á Fernan-
do, que era su objeto, y lo acabase de determinal', viendo en
ella su zelo y amor á su persona. I>ero por una de estas com-
binaciones imprevistas cunde la voz de libertad por la nacion,
se ¿niforma la Ü'pinion, la jura el Rey el nueve de Marzo, y
los ladrones, que decía el obispo, se convierten al toque de pito
en salvadores de la nacion, y fundadores de su libertad. Aquí
es ahora ver á mi pobre obispo con sus cuentas err'allas y sus
calculos fallidos; piensan y repiensan él, y el secretario, se-
ñor de sus pensamientos, que yá se echa la cuenta de confor-
marse con la secr'etaria, y ser canonigo de Cadiz, y poseer la
renta de diez ó doce de las ml'jores piezas eclesiasticas del
obispallo, y nada mas. Pero el entendimiento apretado dis-
curre que rabia. Y ¿ que hacen? 'I'ornillazo, y digan lo que
quieran: calla uno está obligado á buscar su fortuna. Con s-
titucion y Riego ahora, como antes eran necesarios Fernando
y despotismo. Felicita á Quiroga, xefe de los amotinados en
su pastOl'al, pOl' su triunfo,-se ofrece á bautisarle un hijo qu~




UBYOI,UCIOK Dl:< ESr.i\Ñ.i\. 115


le aca'-ba de llaccr,--hace en efecto un viagc desde Cadiz á
la Isla, pal'a echarle el agua,-se hace su compadl'c. y amigo
(del conspirador que digamos,)-se visitan y tratan.-Riego
(el otro ladron) entra en parte en esta sociedad,-predica la
constitucion el obispo,-la alaba en sus conversaciones pl'iva-
das,-y sigue este nuevo rumuo todo el. tiempo, que pudo espe-
rar, que este era el camino que Ilevaua á su arzobispado. ~1as
quando yá calculó por el disgusto del pueblo,-por los desorde-
nes del gobierno,-por las conspiraciones que se levantaban
por todos los plintos, y por las partidas, que se multiplicaban,
-que no se iba yá por alli á SnilIa, vuelve el buen Cienfue-
gos á figurar servilismo, al cacar~o del trono y del altar, que
es decir, del despotismo y el fanatismo, y á las imprecaciones
contra la cOllstitucioll, que había predicado. Algunas veces
pareció despues, que la r,osa mudaba de aspecto; que los ex-
trangeros se retardaban; que se encimaban los liuerales, y que
no era tan decidido el triunfo del Rey, como se creía. AqUÍ
entraban sus apuros, su inderisioll, sus miedos de dar un golpe
ell vago. 1)01' eso, unas vccps predica en Chiclana constitu-
cion, y le dá á su predica, en lo que cabía en su bobl'J·ía. los
aYl'es de ingenuidad; y ótras, paga y dá diner'os á Zaldi\'al',
y los conspil'adores: unas, intima con acrimonia arsenica y
secretarial la observancia de la constitucion, y ótl'as la castiga
con sus desayres hasta tanto que pueda con so indignacion:
unas llama imposturas de liberales las voces, de que favorecí.a
desde los puntos de su obispado, que recorría, á los faccio:-.os
y conspiradores; ótras manda á MOI'eno, cura de Medina Sy-
donÍa, pl'ocIamas sediciosas del frayle, obispo de Ceuta, para
que las extienda con reserva: unas, "iene á Cadiz y habla á
sus "isitas, como constitucional; y ótras, á sus confidclltes,
como servil y como sel'vil fl'enetico: unas se hace lenguas de
su Cadiz, (esa te muerda) y ótl'as lo condena á la maldicion
del cielo, porque quiere ser libre y feliz en este mundo, donde
no lo debrn ser sino los Reyes y los obispos, y porque no crée
en su virtud fisionomica ni en la de los que comIlonen esta
secta infame que aumentó en Cadiz este fisonomista hasta el
punto de contarse yá multitud de estas caritas virtuosas, que




lltj Hl:'lIUTOt> I'OLlTrCOS DE LA


insultan la vCl'dadera vil,tud, y señalan negocio, scnsuvidau, ,
sobel'bia con touas sus facciunes.


Al fiu, la salida del Uey de Cadiz decidió estas inccl,tidum·
bres de Cienfucgos, y SUIJO yá desde entonces quál era el cami-
no de SeyilJa, sin peligro de errar. El cabildo de esta iglesia,
que conocía su sananidad, y que no gusta de arzobi~pos que lo
domineu, veía en Cienfuegos un sugeto á proposito pal'a sus
miras. Sabía, que en Cadiz, entr'etenido todo el (lia cun alta-
ritos,-con san titos de baJ'l'o,-confil'maciolles,-con herma-
nucos descalzos y capuchinitos, que hacielldo de illocclltitos con
sus caritas misticas y al'rodillamientos, se l'eían á compas se-
gun el ceremonial de la secta gesticularia,-y jugando á J'afos
con un COllventito de monjas de barro, que baxaban á paséo á
la huerta, y se lo había regalado el prov'isO/', que estaba .le a-
cuerdo, para tenerlo siempre entl'etenido con estos juguetes,-
no hacía por sí papel de obispo y todo lu libraba al cuidado de
Arce, á quien daba parte de lo que le hablaban y oía, para que
dispusiese él allá en su palurda sabiduría, lo que conviniese.
Se decidió pues cun este motivo á hacer valer para con el Rey
lmsta donde pudiese, Jos mel'itus de su acrisolado st'l'ViJismo,
y de su sin par amor á la eslavitud,-dc los millones que había
gastado en levantar y mantener conspiraciones,-y del fanatis-
mo y espiritu de servidumbre de sus abuelos.-para que se
dignase proveet' en él su arzobispado vacante. El secl'ctario
Arce, como, que lo hacía sin que 10 supiese Cienfueg'os, y el
mismo obispo por medios Í1~dil'ectos y trans,'crsales estaban
siempre encima del cabild,o subre el particula,'; por que á este
le iba nada menos (Jlle la renta de medio millon de pesos, y al
otro canongias amayorazgas y pagecitos á su gusto para su scr-
VICIO. Con todo, se aíravesar'on obstacuJos casi insuperables,
que retardaron la decisioll de l<~erllando, que se veía apur'ado
con pretendientes, que buscaban en el obispado el premio de
su servilismo, y amor á Dios y al Rey, y lIabían huido mas
1cxos que Cienfuegos, que no pasó de el Campo de San Roque.
La renuncía de tabla la demoró Cicnfuegos de acuet'du con el
cabildo de Sevilla basta, (]ue éste estuviese yá bien asegurado
!Id Rl'y, de que no se la habían de admitir, por que había




IiE\'OLUCION DE ESPAÑA. 117


}llOrOS cn campaíia para el arzobispado; pero andaba Arce,
que bebía Jos vientos; i haÍ es nada! Luego Ilue estuvo yá asegu-
rado dc que el lley no se la admitiría, hizo su ilustrísima su
renuncia sin peligr'o, y aun pudo Imhlar gOl'do, y renunciar
con brío, diciendo, que no se hallaba capaz del desempeño,-
1/orar en Cadiz, por Ilue se iba y dexaba aquella iglesia, sn
primera csposa,-Iwometer funciones ii la virgen de la Pal-
ma, si su magestad le admitía la renuncia,-y avisar á toda la
secta de los virtuosos de facciones, para que hiciesen con el
mismo fin una rogativa fisionomica, (Ilue no cuesta nada,)
para que Dios no lo sacase de su qnerido Cadiz, por que queria
(asi lo decía) dexar sus huesos en su iglesia. No es nueva
esta farandula saynetcsca entI'c los místicos de este palo, que
se han llamado siempre los misticos de cOllveniencia; Ilero no
sabemos, qué de novedad se encuentra en esta congl'egacion
de fisionomistas, reprcsentando este drama burlesco, en (Iue
hace Dios el papel mas baxo, en un pueblo, como Cadiz, que los
conoce de publico,- Ilue par'eee lo mas escandaloso de la im-
pudencia mas estujlida y lo mas irreligioso de la sociedad. Lo
mas extraño es, que esa quadl'i1Ia de ridiculos fal'santes, que
Jla hecho tantos papeles en las circunstancias politicas de la
ultima revolucion, tenga todavía valor lJara negociar tambien
COII la segul'idad personal, la honra y estimacion del clero, y
sacerdotes de su diocesis, su malhadado arzobispado, que al
fin han conseguido, á costa de infamias y persecuciol1 lIe los
pourcs curas y fray les del ouispado, á quienes han puesto en
exel'cicios, Ó expulsado por liberales, es decir, por francos é
ingenuos en sus opiniones, y no simulados y falsos, como los
fisionomistas.


Al punto IIue llegó la confirmacion del arzobispado, hizo el
bobalias de Cienfuegos, una promocion, todavía en Cadiz, á
la hora. del desayuno, y al tomar el pastelito diario que le man-
daban las monjas. !)resentes allí todos los de la farandula
arquielliscopal, y haciendosc las señales masonicas de la secta
gesticulariawfaccionomica, se dió á uno el ascenso de tesorero,
á otro el de mayordomo y así á los demas por escalas segun
los destinos, que en Cadiz tenían: menos al secretario y con-




llb RETRA TOS POLITlCOS DE LA


fesor Arce, que se lleva de secretario con retencion de la canon"
gía que tiene en Cadiz hasta que caiga una de Sevilla, á jlrsar
de ser distinta diocesis, y ser pocas las capas de coro de Cadiz,
de donde recibe las rentas; en lo que ni el arzobispo ni el
secretario tienen el menor escrupulo; pues se t/'ata dI' I'c,ntas
y dignidades, pal'a lo qual no los ha tenido nunca esta rIase
de gentes. Dicen tambien, si lleva Arce el in pectore de otli<;po
auxíliar, que debe proponer Cienfuegos: lo que fuel'e, sonal'á.
Lo cierto es, que viven yá á Sil gllsto: solo-con el \I()quito
de cuidado del disimulo, (que es faeil y má~ en un palacio, y
con destinos que dar, y barro á mano)-atlcmas, que pal'a e~()
está el arte de jugar á proposito las facciones, y dar el ayl'e
eSlliritual hasta á la sensualidad misma, como hizo Molinos.


ARCE.


Los lectol'cS nos perdonaran de que le personifiquemos aquí
á la nada, por que en politica y más en los tiempus tic I'nolu-
don, la nada es algo muchas veces por sus relaciones con la
realidad. Para darle á Arce el cuel'po, que no tienr, lo pone-
mos en seguida de su amo Cienfuegos, que le trató siempre
COl11o si fuer'a hombre. En viendo á Cienfuegos se vée á Al'cet
por que Cienfuegos erá Arce en persona, pero con opalanúas
episcl)pales. Era tan liberal, como su amo. Ó pOI' decirlo me-
jor, era el liberalismo teologico-mistico-fisionomico-moral de
su amo, en cuya secta gesticulada se había educado, y á eIJa le
debía sus inmensas rentas, sus goces, y sus esperanzas. En-
tra en nuestJ'as caricaturas, por que él era el alma de Cienfue-
gos, el primer enemigo que se encontró, al nacer, la libertad.
En el palacio de su amo podía pasar por hombre, porque aun-
que no estaba en él bien pronunciada la natul'aleza humana
por su racionalidad,lo estaba, aunque algo disimulada, por sus
debilidades y flaquezas. Menos hacer confirmaciones yorde-
nar, que era lo que permitía al obispo, todo lo hacia por su
amo y sin su consulta, teniendo su aprobacion anticipada de
por vida. La pastoral contra la libertad, santificando el des-




REVOLUCION DE ESPAÑA, 119'


potismo, como un dogma, que le podía producir y le produxo
sus g/'andes rentas y canongias, fué obra de la mente escolasti-
co-I,arraglirña de este Arce; y las prisiones y exercicios impu-
estos á los curas y cIerigos tildados por liberales, que valian
más fjlte él en moralidad y ciencia, las extendía y llevaba á fir-
mar al uhispo con una sangre fria, y un ayre de triunfo, como
si los hubiel'a batido en campaña rasa. lIabía llecho de1lla-
lacio un club servil, en donde los mas estupidos y malignos de
este Ilal,tiJo sr' mancomunaban, para mantener partidas y ce-
lebrar su,; tI'iunfos, todo con la seguridad, que les daba el
sobl'escr'ito ,le ministros de la religion, y las pantomimas del
beso dd RJlillo y los arrodillamientos y gesticulaciones. En
publico, ul1itimnahan sus caritas, y hacían con su arte fisiono-
mico de los inocentitos que no quiebran un plato. Hasta el
mismo obispo, cuya cab~za se resistió siempre á todo lo que
era saber, había hecho tantos progresos en el arte de compo-
ner sus facciones, y darle á la infamia mayor el ayre de sin
malicia é inocencia, que los mismos libemles, que conocían
bien-su doll!ez y cruel e01'8Z0ll, y que le habían oído á él mis-
mo, hecho Já al'zobispo, que el Rey se expone, si no arranca el
liberalismo de rai%>, esto es, sino hace un San Bartolomé de to-
dos los liherales, y sc queda solo con los fray les, los clerig05
y los -obispos, y con los seglar'cs que ellos escojan, para su gas-
to,-estos mismos liberales Ilegal'on alguna vez á alucinarse
con este lellguage del gesto, y esta risita de un San Antoñito,
que se estudiaba y componía en el palacio al es?ejo, para salir
á !tallla,' ó pr'rsental'se á alguna persona. Y;o que es mal'!
pal,tirulal', ,\ue un cner'o tan aSJlcl'o, y (lue por su clase y hu-
mil,le extraecion, era tan resistente á toda especie de flexibili-
dad, COlIJO el del secl'etario Arce, lo manejase yit tan bien estlt
Oso, como si fuese el de un hombr'e fino y civilizado, que hubÍ-
ese podido dal' á las facciones de su rostro las modificaciones
necesarias, pal'a esconder SIlS flaquezas y su corazon á los que
no lo conocían, y p,'esentar la fisonomía dc la virtud, como si
allí estuviera en la realidad en Jugar dcl vicio.


Habíamos oido de España y de esta clase de gentes cosas ad-
mirableil en este punto; pero lo que nos han autenticado de es-




uo HETIB.TOS POLITlCOS VE I,A


tos dos falltasmas del cristianismo, nos hubiera parecido m·
creible, á saberlo por conductos menos fidedignos. Solo á la
libertad no la ha podido contrahacer el al'te perfido y anticris-
tiano de Arce; ni ha hecho tampoco Jos menOl'es esfue¡'zos,
para conseguirlo. Les ha dado vergiienza á él Y á su amo
hasta de fingirla: hacían alguna vez de liberales, así al abando-
no, como por cumplir, pero sin soltar el servilismo del todo;
y han JIegado~tambien á desesperar de podel' combinar las fac-
ciones amasadas con esclavitnd de modo, que resulte libertad.
No tienen tampoco el estimulo del inteJ'cs Ó de la pasioll, que
vaya fixantlolas y cntrelazandolas, pm'a que al fin se gore, ó
desfrute pOI' su combinacioll. La liuertad obm por sí y pUl'a
sí, no para obispados, ni para reutas; es ella misma su l))'emio
y su estimulo: reside en la voluntad y en el corazon, y vá al
semblante, quando gusta, pero sin alterar sus facciones, que
eso lo hace solo la mentira, porquc tiene quc tapar ó encubr'ir.
Por eso tiene, que trabajar mucho y estudiar, para disfl'azal'-
!'le; en el mundo de los tontos lo logra alguna vez; en el de los
sabios de buena fé, nunca. Arce, su obispo, y compal'sa fac-
cionomica, serian perdidos, si mudasen de país: su misma
ciencia gesticularia los descubriria, y el publico 110 vel'ía en
sus facciones, en sus risitas, en su afectada y ridicula mo-
deracion, en su cabezita ladeada y en su vista recogida
á rl'presas, para llamar la atencion, sino las flaqurzas de
que reboza su corazon, el espil'Ítu de venganza que es su
caridad, el negocio pI'opio, y la inhllmanidaf! y la Í1'l'Cligion
mas caracterizadas. I.a causa de la Jiber'tad 110 tiene que
aguardar nunca de estas gentes, sino emboscadas, juramentos
falsos, ataques fraudulentos, y extt'avío de la opinion. Ellos
Haben por remordimiento, que son un abuso, y no pueden
amar á la libertad, que los destruye. Las exterioridades que
hemos dicho, son toda su arma. A presentarse sus almas, co-
mo, son, la libertad triunfaría, por'que no podrian habla.' en-
tonces, ni ser oidos. Pel'o están ocultos, tales como son, l'n su
corazon; y en la fisonomía, hay otro hombre, que tapa al de
adentro; la ignorancia, que no pasa del rostro, los equivoca pOI'
eso con los santos. El mundo y la liuel'tad son pel'llidos pat'a
siempre, mientras reyne etita fat'andula, mientras !lO se ntl




RIITOLUCION DE ESPAÑA. 121


mas, que al hombre de afuera, mientras no se llegue á anali-
zar el de adentro. Este Arce, si se viera, i qné horTor! Este
Cienfuegos, si se viera, j qué la¡;tima! ESCl'ibimos, para que
abra eJhombre los ojos, si ha de ser libre.


PARGA-.JA_cono MARIA DE.


El duende del servilismo. Es muy raJ'O qne apenas se haya
llablado de un hombre, que' ha influido y ob,'ado tanto á favor
del servilismo y del Rey. Nadie lo ha visto y ha dado movi-
miento á los negocios- por todas par'tes, \lilas veces se ponía
para eso manos liberales, y ótras, serviles. Ha sido en la
misma secretaria de la Gubernacion en los tiempos deliuertad,
el alllla de quanto se hacía; pero Qbraba de un modo t que se-
encontraban allí las cosas y los deCl'etos, sin .que nadie supie-
se que él los ponía. Ha tenido. tambien Fernando, como su
bisabuelo Felipe quinto, su duende; pero aquél obraba y duen-
deaba á fa\'or de la nacion, y éste otro á favor del Rey y con-
tra ella. Estos ultimos meses yá no era duende para nadie;
pero en los tiempos del ministCl'io del Sellor Alvarez Guerra,
se aparecía de libel'al en su secretaria todos los dias, y servili-
zaba la providencia de mas importancia, sin que el ministro l()
sintiera. ¡Qué olfato tan fino han tenido siempre los libera-
les! El mismo Fernando 7~ ha sido muchas veces un duende
para ellos: les ha dictado él mismo sus providencias sin que
lo viesen ni perciuisen. N o necesita Fcruando para ser abso-
luto mas, que la liuertad,. manejada por tales liherales. Por
eso dixo uno, muy desde el principio de la segunda epoca:


Si otra vez los liberales
Quisieren constitucion,
Protejalos bien Fernando,
y hagase al punto mason :
LI~me á Argüelles y Toreno,
eanga, y su estado mayor;
y entonces su absolutismo
Se afirma mas y mejor.


Q,




RETRATOS POLITICOS DE LA


El Señor Parga, conocido yá al fin por todos, dexó de Sel'
duendt' y se quitó la mascara de liberal, dandose por lo que si-
emlJl'e fué, por un servil, y empleandose en llevarle y traerle
al Rey, divertirlo con noticias, que sabia le habían de gustar,
y tenerlo al corriente de lo que pasaba en los !lartidos.


CLEMENCIN.


Diputado de las Cortes en la primera epoca. I,iberal mudo:
no abrió su boca en el congreso en el pl'imel' periodo. Se sa-
bía que sabía, porque había sido editor del .JJlercurio, y se re-
sumía allí mucho, mucho, y se sabía, que era liberal, porque el
que sabe, no puede ser otra cosa. En las Cortes votaba con
los liberales; se levantaba en las votaciones, quando ellos, y
se quedaba sentado, quando ellos. Jamas disintió de su opi-
nion; alguna otra vez, aprobaba, levantandose friamente, co-
mo diciendo: por no discordar,-pero no me gusta: y era preci-
samente, siempre que hahía camorra en las discusiones, lo que
prueba dos cosas: primera, que era liberal, y que no era ami-
go de bullangas, lo que es bueno: segunda, que tenía sin em-
bargo partido, lo que es malo. Quiere decir, que quería la
libertad y que su voluntad estaba por ella; pero que su enten"
dimiento, no era el suyo, sino el de Rosita, el petimetre, ó el de
otro demagogo, que echase el campas en el partido. La liber-
tad no quiere eso; es muy zelosa : quiere se la quiera por ella
misma; y así solamente es, como ella lmede dominar.


ANTILLON.


Diputado de cortes en la primera epoca. Liberal á IH'ueba,
y tanto que le sobraba yá liberalismo, para formar una media


. docena de liberales, de los que solo puede sufrir hoy la socie-
dad, tal como existe. No era rigorosamente princi pista, por
que quería~ con principios ó sin eHos, JIegar corriendo al termi-
no, sin pasar por medio. Fué, el que hizo la proposicion de
que no se azotase á los niños en las escuelas; llorque los azo~
tes envilecían la juventud y al hombre despucs; proposicion,




REVOLUCION DE ESPAÑA. 123


que, si arguye un nimio lib"eralismo, dice bien que el que la
hizo, tenía un alma á quien estorbaba hasta la menor sombra
de esclavitud. Su instruccion 110 era vulgar, ni por lo corta,
ni pOI' 'Iue se confundiese COII la que solo permitían en España
el gobierno y la inquisicion. Sabía bien, lo que sabía, lo qual
le hizo el orador mas fecundo, mas impl.'ovisador, y mas quilo-
so, que hubo en sus cortes. Se solía decir, que lo que era en
Argüelles facilidad de palabras, era en Antillon facilidad de
ideas. Admiraba verlo sostener una }lroposicion en el con-
greso, y defender'la con una energia, un m'den, y una conse-
cuéncia, que casi se veía, como si la sacase á ojos vista, salir
una proposicion de otra, que materialmente la contuviese, COOl-
llUesta y formada, como él la decía. Mas admiracion causaba
aun, quando deRpues de oirle, y notar el tezon y firmeza de ti-
b,'as, 'Iue manifestaba en la discusi()n, se fixaba la vista y la
atencion en el 110mb re, que así hablaba: y razonaba, y soste-
lIÍa su opinion, y se encontraha una persona exanime y cada-
yerica. No fué una sola la rez 'lue este fenomeno nos sor-
III'endio, 'juando Jo oimos pl'rorar; y es seguro, que un
congresó compuesto de Antilloncs, /lO le iría en zaga á la sabía
asamlJlea constituyente de :Francia, ni á ninguna otra corpora-
don, en que se exígiesen luas y patriotismo. Puede ser que
éste, c,omo aquella, malograse. el bien por sobra de entusiasmo;
-puede ser tambien, que al fin se formasen aquí los partidos
que fOlja la invidia y ambicion, y desacreditan la causa mejor
calificada ;-acaso el valor, que dá á la verdad, bien percibida,
al que la siente y ]a pl'ofiere, pI'ecipita las medidas y hace for-
mal' el vano empeño, de que obren el mismo efecto, que en
la suya, en todas las cabezas, violentando las á entrar, aunque
sea á martillazos, en las que se resitan; pero nUllca podrá de-
sacreditarla en los sugetos, que la vean, como es en sí, y se
impresionen bien de su fuer2:a: la falta estará en que los ojos
de 16s domas no es tan tan Jimpios, como podían y debían, para
cogerla por todos sus contornos, ni sus estomagos, como era
necesario, para digerirla.


Es verdad, que la prudencia debía contar COll esta mala dis-
posicion, para prepararla, r propinarsela de modo que pudiese




124 IlETHATUS PULlTlCOS DI<: L.\


aprovechar; pero se siente mejor lo que se tiene en sí mismo,
que lo que faltaÓ sobra en los demas;y obra por esto en ellos


I


con menos [uel'za. Las mismas impresiones ,son distintas en
todos los homlH'es: la ver'dad, cuya impresion penetra el alma
de uno y no le dexa arbitrio para resistirla, apenas se dexa
sentir en la del otro; y en las re\'oluciones hay por esto tanta
divergencia de opiniones. Si á esto se añade lo que obran des-
pues las pasiones y el interés personal,-es hecho de la liber-
tad. Una masa }!,'epondCl'ante de fuel'za puede fixar la verdad
en los primeros momentos, auxíliada,de la sorpresa ó el entu-
siasmo, y dexar despues, que ella se naturalize por el habito,
~ tiempo y la expel'iencia. Antillon estaba en este caso de
recibir demasiada luz, quando razonaba, y de"lumbral'se; y
por eso no ,eÍ'a para una rcvo)ueÍoll tan util, corno podía sel'lo
por su~ conocimientos, su desintel'és, su patr'iotismo, y su buena
fé. Su enterrza hizo, que esh~ndo el cong,'eso en la Isla de
Leon, una ¡joche, al reti¡'a¡'se de la s~['jion, le esperasen y diesen
de palos. E;,ta es U!"'!. pl'ucha de la mala impl'esion, ~lue hacía
la nrdad, pl'o!\:mLÍada pOI' él, en la mente enfermisa del pue-
blo, preocupado };Ol' la I'utillll y la sllpt'l'sticioll; y el premio de
quatro mil duros, !ille of¡'cció ti congreso al que descuuriese á
sus apaleadores, lo &:i tamhit'1l del aprecio, 'Iue meJ'ecÍa á las
cortes éste diputado. El Rey l}llisorecomllensarlo á su vuelta
de Francia COII el pl'e~idio y la llHsecucion, y allleva1'lo preso á
Madl'id, pat'a recihí,> los honore.<¡ fentalHlillos, destinados solo
para los sallios y los llO-rnhl'es dll bien, rnul'¡ó ell el camino. La
Es])añ'a lihre (que es la España,) lo sintió; y ]a España esclava
y fl'ayhma ('luees BcJ'!Jcl'Ía,) cclelll'ó su luuel'tc cOllforrne á sus
leyes evangclicas y de caridad.


PEREZ DE LA PUEBJ ... A.


Americano, y como tal, liberal. En Cudiz se tenía por
liberal eSllañol de buena fé; Y luego se ha creído lo mismo ell
Mexico, donde fué dilJutado, como en España: Es lo cierto,
que no se ha visto acá ni allá, que haya inHuido lo canonigo ni
aun lo obispo, para desliber-aliza1'lu. Debe haber mamado los




ltEVOLUCION DE ESPAÑA. 1.25


buenos IJl'incipios en tan buen tiempo, que no se le han despegado
nunca, ni con la capa de coro ni con la mitr'a : y lo que es mas,
ni con las buenas rentas, ni con las esperanzas de otl'aS mayo-
res. Es hombre, que, en diciendo una cosa, se le puede creer;
yeso, digan lo que quieran, viene de que es de los del pan pan,
yel vino \'ino, es decir, de que no es hipoccrita, como clerigo, ni
llegocista, como obispo. "Maneja la l'eligion lo bastante para
el gasto del cristianismo, sin lilainas, ni engañifas para sacar
mas. Su renta le basta y le sobra; y si se la come, buen pro-
vecho le haga; pal'a eso se la ha dado Dios, y para sus Ilobrcs,
que no dexan de sacal' raja. Füé pl'esidl>nte de las cwtes en
E~paña, y de la comision de constitucion, en donde estableció,
como despues todos, la integridad del terl'itol'io Español, 'lue
compl'ehendía el Reyno de Mexico: y luego rué diputado de
las cortes de Mexico, en donde dccretó~ que Mexico no estaba
compl'ehendidoen el reyno de España; sino que era de hí ade-
lante independiente de ella. Puede sin emba"go ser todo bue-
na fé en esta, que aparece coutr'atliccion; distingüe tempora.
Allí uecretó lo que era España clltonccs; y afluí lo que había
!le scr Mexico en adelante :-allí lo que era en afIuel tiempo
Mcxico de hecho; y aquí lo que era, fué, y debió ser siempl'e de
dCl'ccho:-allí el'a diputado de España por', Mexico ;-aquí era
diputailo de Mexico pOI' Mexico mísmo:-allí obraba con }JOde-
res del MexiCll Español ;-y aquí con los poderes del Mexico
mexicano-allí c,'a y debía ser uno,-y a1luÍ otro, y no llay
contl'auiccion, en fIue dos hombres piensen cada uno á su modo,
y más en distintas cÍrcunstancias y en distintos tiempos. N o
nos apasionemos, pongalllonos en su lugar. El encal'celado,
que vée la pue,'ta ahiel'ta, se yá, y se debe ir; lo demás son
pasmarotas de interesados, que no tienen voto.


'l'U\'O tambicn el SellOI' }:lcrez un dime y direte con las COI"
tes en Cadiz sobre una carta que estampó el pel'iodico El Es-
pañol en Londl'es, fIlie se suponía escrita 1)01' él á otJ'o su amigo
y paisano á fa\'ol' de la independencia de sú pais; carta, que se'
IfYÓ Y discutió en el congreso. Esto yá haría alguna lllas
fuerza, á ser vel'dad; Ilero probó la falsedad deslindando
el OI'igen y la suposidon. No tuvo que acudir al hombre




126 . UETRATOS POLI'fICOS DE LA


doble, que es el recurso para estos casos, haciendo ver, que,
como particular lo deseaba, y como hombre publico, lo contra-
decía, por que huMera servido, como sirve siemJJl'e esta excusa,
solamente de decir algo á la imputacion, para no estar caJlado,
pero no para responder. El hombl'e tiene no mas que una
voluntad y una razon, y la verdad es tambien una: quando se
finge doble es, por que no es la verdad, sino la mentira, que
tambien lo es, pues tiene mil formas, y Can ena pueden com-
paginarse mejor los intereses particulal'elil, y dexar y tomar el
camino, como se quiera. Sabemos, que la virtud y el heroismo
estan en vencer este interes par'ticular por el comun; PCI'O en-
tonces el hombre es uno, coma la vel'dad, quita un intel'és y pone
otro, pero queda el mismo hombre. Es constante que si la mata
deobispos que hay en España peusal'an todos, como el de la
Puebla, la libertad no tuvier'a en ellos enemigos tan encarniza-
dos, ni la religion apoyos tan (lcbiles y arriesgados. Lo que ha
pel'dido ésta hasta el dia, y lo quo va perdiendo sin interrupcion,
es culpa de suambicion, de su soberbia, de su ignorancia y de su
hipocresía, bien conocida yá por mucha parte del pueblo. Este ."


•• "",j),


genus in-visum uar'á con ella en tierra de una vez. Una nueva
revolucion,-y se dió fin á esta engañifa, y á esta caterva de
embusteros, que mienten en quanto obran, en quanto dicen, en
quanto escriben, enquanto predican, y en quanto estándis-
puestos á em;eñal', mientras haya dineros, y tontos en el mundo.


ODONEL-DON JOSÉ.


Hermano de Don Enrique, que dexamos descrito, y está di-
cho todo lo que hay, que decir de él. Las circunstancias no le
han favorecido para delinquir tan en grande, ni tantas veces;
es un traidor mezquin~ que ni aun para eso sirve. Nuestra
galel'ia lo sufre bien á ·despecho, por su ridicula y soéz nuli-
dad; rebujado siempre á la sombra de la equivocada opinion
de su hermano, hacía que su nombre cubriese su nada absolu-
to. Por eso no ha hecho mas, que ahorcar á sangre fria de
veinta á quarenta por dia en el campo de Gibr'altal', donde es
romandante; para que lo sepa ~'ernand9 y véa lo que vá de




REVOLUCION DE ESPAÑA 127


Odonel á Odonel, y que él es Borbonico por mal' y por tierra.
No tielle duda, en que es muy valiente en todas las 11l'0cIamas
que echa contra los liberales, desde que está segul'o de que no
se pueden I'evoh'er. Pero, quando pel'seguía con siete mil
hombres á la columna de Riego que no tenía mil, tenía con-
sideraciones que nadie podía explicar, ni. las explicaría el mis-
mo Aristoteles, si resuscitara para ello solo. Miedo no sería,
por que no sabemos, que lo haya tenido nunca, sino quand() se
ha ofrecido pelear, y aquel poquillo que le infundieron los fr'an-
ceses, quando le derrotaron el exercito en e] rcyno de Murcia;
aunque en las COl'tes se graduó aquel acontecimiento de igno-
rancia escandalosa de ]0 que era tactica y exercitos. Ni creti-
mos tampoco que fuese afeccion simulada á ]a constitucion y á
sus proclamadores lo que hizo á su Excelencia huit' de Riego
constantemente hasta que el mismo Riego y los pueblos lo empe-
ñaron; porque tiene el tal Odonel su basa muy sentada en es-
ta parte; bien que su odio y su adhesion son tan indiferentes
á la libertad, por su ignorancia infantil y selvatica, y por su
falta de opillion y de caracter, que ésta le pel'dona con antici-
pacion todos los desayres y daños, que le haga maquinalmente,
Lomo siempre obra, y por instínto; reservandose solamente los
dtrechos, que todo hombre tiene sobre las fieras por la ley de
su propia conservacion y seguridad.


GALEANO.


'No, Señor, no es tan fiero elleon, como 10 pintan. Lo que
es talento, instruccion, yeso, que se llama patr'iotismo de po_
co acá, y lo poseén exclusivarnente los constitucionales exalta-
dos, nadie se lo puede disputar: la petulancia, (si la hay,) y el
arrojo lo trae la edad, y es preciso disimulado. Sin eso no hay
revoluciones, no hay periodicos, no hay oradores en los clubs, y
SO~'edades, ni los podría haber tampoco callejeros, que persua-
die en de los encantos de la libertad á Jos que transitan, y es
piso cogerlos aHí al paso, por que no se pueden parar. Lo
cierto es, que á su decisioll se le debe en mucha pal'Íe el levan-


\ ,




128 RETRATOS POLI11COS VE LA


tamiento de Riego, muchos de los sucesos nofahles ,le Ma-
drid, Cordoba, Sevilla y Cadiz, y la regencia viagera. que
había de gobernar la España en el camino de Utrera ::\ XCl'ez
des,le el coche y á repl'esas en los altos y ventorrillos. Galea-
110 sabía hablar, y hablaba casi siempre; no hahía, es verdad,
aprendido á callar; pero no se gobierna calh\ndo, y mas en
tiempo de revolucion, ~i se acalora el entusiasmo con el silen-
cio. Sabía tambien principios y mucho, lo que es muy socol'ri-
do para una re"olucion, que no háya de cuajar, sino que alegre
aSÍ-poI,' un poco de tiempo á la nacion, y la vuelva á dexar des"
pues quietecita con su Rey, y con sus fray les, como se estaha an-
tes. Aunque hemos dicho que el Señor Galeano sabía I)rincipios,
no queremos decir con eso, que era de lasectarle los pl'incipistas.
}Jor sus discursos y por sus proposiciones se vée muy bien, que
conocía que no se debía estar rigorosamente ceñido á ellos en
las revoluciones, en que el entusiasmo hace lo mas, y jamas obra
ni puede obrar con compaces, llOrque no seria entonces entu-
ciasmo. Circunstancias extraordinal'ias., leyes extraordinari-
as, se ha dicho siempre, y se ha observado pocas Veces. Ni
cabe, por mas que lo lean, y lo oigan, en la cabeza de los Ar.
güellistas, que es necesal'io darle las ideas y los principios h(>-
cbos, l)al'3, que puedan hacer algo yeso-con mil surrapas; y.
con mil trabajos. Los demas defectiUos, que se le notan al
Señor .Galeano, son peccata mi1tuta, que no tienen nada que Ter
con la politica, y cada uno tenemos los nuestros, na11l vitiis 1it-
?nO sine nascitur. Se trata de revolucion y de libertad, y no ,le
Ull rigorismo claustral en donde la sobriedad hace el pr'imel'
papel. En Lond¡'es vive hoy de enseñar el Español, habienJo
reuullciado la pension que allí tenía, lo que es una virtud.


ESPERANZA-DON MARIANO MARTIN DE.


Cánonigo, Provisor y Vicario General en Cadiz, qualdo
las primeras cortes. Liberal por de dentro, y algo mas; }ero
por de fuera servil y servil de mazetilla, y que le reben1.'lba
el servilismo por el cingulo y la sotana. Su desgracia fué,'lue
~staba entonces la l)laza de Cadiz, llena de personas, que lo




UF.VOLUClON DE ESPAÑA. l:i!9


babían conocido antes en la universidad de Alcalá, donde es-
tudió y fué canonigo, y en Madrid, y sabían darle á éste ser-
"¡¡isrno su lugar. Y luego,-que él tampoco lo sabía so~tener
y darle touo aquel ayre de verosimilitud, que es preciso en es-
tos casos: bien es, que su empleo de vicario general, como que
Jo compl'Clmetía á tratar con señoras, y á solas, para tomarles
dic!ws y palabras de casamiento, y las gentes son tan mali-
ciosas,-1I1l poquito hoy, y otro mañana,-fuet'on atando ca-
bos,-y luego, como lo veían en las misiones que pl'omo\'Íó
para la cOII\'el'sion de Jos liberales, llevando el christo con la
ca!Jrzita ladeada, ojos en el suelo, y ell'os(¡'O Horoso y compun-
gido,-ya se vée-sc reían, ¿ y 110 se hallían de reir? Oimos
á algunos de los consl'jeros de estado, y de Castilla hablar de
modO', que desesperamos siempre pudiese lograr, al menos en-
tunees, su intento de ser obispo, con un servilismo tan lleno de
roña é interpretaciones. Se conocía, que sus remordimientos
]0 traían inquieto sobre la opinion, y buscanuo siempl'e, cómo
retocarla: pinceladas de fanatismo IJor acá,-pinceladas de
realÍsmo por aJlá,-y siellllJl'e con el pincel dantlolíl vueltas á
su falso retrato, unas veces pal'a ponerlo al alcanze del Rey,
del capitan general, y de todo el partido anti-liberal; ótras para
desorientar á los obser'vadores, que lo conocían: yá se paséa
con serviles á prueba; yá viaja con fr'ayles carmelitas con el
breviario al descubierto; y al fin encontró ]a suya con el de-
creto de abolicioll de la Inqllisicion, que resistió se leyese en
el plllpito yen la mi"a, como mandaron las Cortes •


.Fué pI'eso con otros canonigos, sus complices en el particu-
lar, causado y sentenciado. 'l'odo rsto lo hacía espc¡'ar á él Y
á los demas, que la mitra se le vendl'ía ella sola por este cami-
110, que se hallía abiel'to. Pues, ni por esas: los conocedores
del partido servil, veían todo esto pl'gado solo con alfileres á un
alma, que lo resistía, y á unos sentidos, que rabiaban por ser
exel'citados y satisfechos á lo hombre. Toca la tecla con Fer-
nando de hacer sospechoso de liberal al gohel'nadol' de Cadiz,
Villa viéeucio, á ver si esto pega. Quita el Rey en efecto á este
General el gobierno; pero dexa á Esperanza, como se estaba.
:\" o se desanima por esto: á otra, como maestro de armas.


R




ISO HETUATOS l'OLITICOS DE LA


Acusa á Odonel, su sucesor en el gobierno, de irreligioso y lío
bertino ó liberal, que era lo mismo para él. Lo quitan tam-
bíen; y Esperanza .quieto en Cadiz de canonigo, yeso en el
tiempo en que se estaban subastando en Madrid obispados y
rentas eclesiasticas á millones; y que Esperanza había hecho
diner? en Cadiz, para comprar hasta la tiara, si vacase. Todo
consistía, en que él se había traslucido demasiado toda su vida,
y luego, quando quiso recoger velas, y darle otra forma á su
cara, y á su conducta, no le fué posible absolutamente. Ahora
despues del año de 20 el pueblo de SeviI1a le ha rendido culto
de servil, porque los liberales le echaron del pueblo; y éste
que fué castigo de su hipocresía, lo reputó este pueblo estofido,
como castigo de su realismo. Puede, que esto le proporcione el
cayado de pastor, porque tanto anhela; y no sera la. vez pri-
mera, que los lobos guardan á las ovejas. Las vidas de los
santos estan llenas de estos prodigios.


SARSFIELD.


General de division del exercito de ultramal'. Estuvo de
acuerdo con Odonel para la insurrcccion, y luego se puso tam-
bien de acuerdo COI1 él, para deshacerla en el Puerto de Santa
María, prender á muchos de sus comandantes y oficiales, y
argüides de aquella misma infidelidad, que ellos le habían
inspirado con su sugestion, ó con su condescendencia. Esta
es la pal'te politica, que hay en toda la )"ida de Sarsfield, que
le haga lugar en esta obra, que tiene que ensuciarse alguna
otra vez, por cumplir 10 que hemos ofrecido, con caracteres
.tan indecisos, tan inconsiguientes y tan á prueba de pudor.
Las perfidas simulaciones de Sarsfield, para engañar á sus
compañeros de alzamiento, y sus conferencias con Odonel, pa-
ra asegurarles despues, como les aseguró, 'lue los dos estaban
mas decididos que nunca; y ésto, quando yá estaban resueltos á
cortar de una vez el nudo de la revolucion, y sorprender,
prender y castigar á los mismos que ellos habían metido en el
plan, bastaba, para hacel' ver los sentimientos de este Sarsfiel,
que tenía bastante frescura para, á cara descubierta, argüir de




HEVOLUClON DE ESPAÑA, 131


I>onspil'adol'cs á los mismos que él y Odonel habían ganado
para enÍl'al' en la conspiracion, que era suya mas que de ellos,
que solo por su autoridad ó aprobacion se veían comprometi-
dos. Ha tenido cosas muy raras la revolucion de España, que
son (por mas que se diga,) endémicas de este solo país.


LISTA.


Otro de los editores del periodico liberal El Censol', de
Ilue hemos hablado en el retrato del señor Miñallo, que tam-
tambien lo era. Es el señor Lista consumado profesor en la
bella litet'atttra. Sus obras abonarán siempre su buen juicio
y su gusto en esta parte. Tan amante de la libertad, que di"
ficultamos haya quien le exceda ni en tiempo, ni en entusias-
mo. Yá en el gobierno de la junta central, babía dado en
Sevilla un periodico diario, titulado el Espectador, para ilus-
trar al publico sobre la necesidad, que tenía la España de una
constitucion proporcionada á Jos tiempos y á sus costumbres,
y sobre las bases principales para estos trabajos. Despues que
en la segunda epoca de ]a libel'tad volvió de Francia, donde
había residido Jos seis años del despotismo fernandino en cali-
dad de afrancesado, y á poco, tomó parte en ]a empresa del
11eriodico que llevamos mencionado, en ]a qual ]e cupo]a de
literatura, que le hace y le hara siempre mucho hOllor; y
ésto sin omitir en la política lo que fuese necesario para ali\'ial'
á sus compaíiel'os. El habla castellana ]e debe algllna parte
de su brillo, que se 10 ha ]H'OCllrado mantener el señor Lista, á
(lualesquiera costa. La 1iuel'tad le debe no sülo deseos, influxo
con sus escritos y el deslinde de su verdadero origen y carac-
ter, que nos ]0 ha dado en varios trozos de sus escritos, sino
gracias de ]cnguage, y vel'SOS hel'mosisimos, que le habría po-
dido ella sola recabar á aquel alma su apasionada. Acaso es
]a vez primera, que ]a libertad ha hablado el Espaíio1. N,o ha-
bía hasta ahora sabido el idioma, ni aun tiene todavía bastaute
vecindad en España, para hacerselo familiar, y dexarse 'en-
tender.




132 HETUATOS POLlTH;OS n¡,; L ..


VALDES-DON CAYETANO.


General de Marina, xefe de Cadiz en las dos epocas consti-
tucionales, ministro en la ultima, y despues diputado de COl'te5.
Valiente, que toca un poquito la raya de la temeridad, de una
hOill'adez á prueba, desinteresado, de buena fé, buen coraZO!l y
qlle ha guardado consecuencia en el liberalismo desde que lo
adoptó con ~ns principios, aunque su caracter, y su profesion lo
resistían. Es de Jos pl'incipistas, potO que es de la <,senela de
Al'r;üelles, que le habia dado la in\'Cstidura. Esturo pl'eso á
la venida de FCl'nado en el año 14; y á la vuelta del sistema en
('1 año So.. se conduxo otra vez, como un amante dela constitu-
cion; pero con las cortapisas de todos Jos principistas, esto
es, de sllstenerla en el libro, aun quando el empeño de 110 faltar
á llIl principio, que las circunstancias obligasen á rebajar, des-
trll)<,>.e la constitucion pal'a in srecula sl~cllloT1¿m. Se inmorta-
lizú en las eGl'trs en las ocasiones en que tuvo que hablar á
Fernando de Sil par'te, hariendoJo con la energía y franqueza
de IIn hombl'c de bírn: y la firmcza, eOIl que le soshn'o la ne-
cesidad ele que marchase á Andalucía cuyo viage resistía,
fué acaso mucha parte para detcm1Ínal'lo. En Cadiz, despucs
en calidad de xefe de la l)Iaza, qualldo el sitio ultimo, habló
igualmente al Rey y' al General enemigo, quando el bombéo,
con aquella energia candorosa que hacía su caraeter, y que
siempre tiene su efecto, á pesar de la incomodiilad, que oca-
siolla, con sus primeras impresiones.


Cotno fué lino de los tI'es regentes de linterna magica, que
las cortes nombraron ell Sevilla, y pasaron tan de repente por
la yista de los Españoles, que lIinguno los vió ni Jos sintió
regentear, Fernando lo tiene allá en su mente condenado al
cadalso; y los xefcs franceses, que mandaban en Calliz, tuvÍe-
ron bastante que hacer, para que huycse cn una fragata que le
prrpararon y pusieron á su disJlosicion, para que lo eladiese.
Yaldés veía en él un cal'ro de triuufo, y rCJlUtaba el mayor de
los daños"fiue lc podían hacer, el aI'l'ebatar'le esta gloria, unieo
premio que ]'cl'nando llodía proporcional' á sus servicios, Qua-
!esfluiera, que conozca al señor Valdés, lIO dudará de la sin-




rel'idarl de estos sus sentimientos, que expresó al grnllJ'al y al
Almirante frances COl! un pesar, que no se ponía equh'ocal' COIl
Ja {¡ccioll. Sus fibras no podían dexar ni pOI' un momento las
modificaciones natUl'ales y de costUl1lbl'e de su caraetel' franco
ti ingenuo; y así. jamas hullier'an señalado en ell'osh'o yen la ex-
presion lJesar, quando ell el corRzon uo hubiese sino alegria ó in-
diferencia, ni conformicllul y aun gusto en el suplicio, quando hu-
biese en él pesar y sentimiento. Bien diferente de casi todos
los hombres dexaba jI' sin cuidado su leng'ua sin miedo de que
se le escapasr. can ella el COl'aZOIl; decía lo que !;entía; y ha-
bía hecho un habito de Ullil' á sus ideas y sentimientos las pa-
lab:'as y los signos, que le eran pl'()pi~)s, para evitar el tor-
mento ue tener qllc ir fUl'mando un nuevo lenguage para cada
conversadon, Es lastima que la deferencia que tuvo siempre
á Argüelles, engañado por su afectado patriotismo y }lor su
garrulidad, que hacían ell él, }lara los (Iue tenía p¡'eocupados,
papel de sabiduría y cOllfmmada politica, no le hubiese dexado
it su bello corazon la libertad de comUl!icarse sin estas trabas
de pal'tido que illutilizan la razon y las Illf'jores Íntencioues.
Valdés hubiera entonces prescntadose á Jos Espalíoles, como
un l)atriota que los descngaíiaba !le la ineficacia de sus cs-
fuerzos, ó que los guiaba por los solos camiuos que van con
seguÍ'idad á la libertad en las crisis de las revoluciones, que
son los del rigor, del escarmiento seguro é infalihle, y de la
scpararion para sielllpre de todos aquellos cuyo interés esü y
est.u'á en todo tiempo en contradiccion con la libertad. {j na
rcvolucion cs un navio eH alta mar, que sufre una borrasca des-
hecha, yell laqual las medidas ordinal'ias dolos tiempos de calma,
le hal'Íall sin duda l1aufragar. Su Excelencia sabe muy ¡Jien, que
elrcmedio en estos casos es rOllllwl' palos, baxar las "das y COI'-
tar las cuerdas y gumenas que hacían antes la seguridad.-Dien
podía haber conocido que el necio ¡J1an de Argüelle~ llevaba el
barco de la nacioll en medio de'la borrasca de la rc\'olucion y
de los peligl'os de sume¡'girse, como si naH~gase en un tiemI)O
bonancible y con una mar en calma, y que al fin era preciso
que encallase. El buen corazon es muchas veces un mal; juz-
gaba Valdés pOI' el suyo el de su maestro en política, y se en-
gañaba solJl'C su talento y su instruccion.




134 HETHATOS POLITICOS DE LA


CASTRILLO.


ObisllO auxiliar de Madrid, diputado de cortes de la epoca
.leI20. Liberal, aunque obispo, y liberal de buena fé. fenome-
no entre los obispos, filosofo cristiano, y su corazon, como su
entendimiento. Parecía que no pensaba en arzobispados ni
capelos, segun la naturalidad y sencillez con que hablaba. Su
voto sobre la secularizacion de las monjas lo honrará siempre:
la supersticil1n y los habitos lo hicieron casi singular en el con~
greso: lit razon y la religion misma lo llresentaroll, como el
voto del cristianismo yel de la naturaleza. Fué Castrillo en
las cortes en esta ocasion lo que el octogenario Panucio en el
Concilio de Nicéa; San Pablo y los derechos de la humanidad
lo abonaban. Los eclesiasticos del congreso creyeron que,
llor serlo, debían estar por el partido del rigor, que era el que
estaba en posesion, y mantener las monjas enjauladas á la
fuerza, como los tigres y los leones: y dos que estaban en in-
fusion de obispos y que segm'amente tenían una opinion, como
la de Castrillo, juzgaron exponel' sus mitras, todavía en cierne,
si, quando la supersticion y el fanatismo decían no, hubieran
ellos dicho si; pero el Papa les castigó sin embargo esta
miserable clebilidad, negandoles las bulas, y dexando á estos
conocidos y premiados por liberales, como si fueran serviles, á
la vergüenza de la sociedad, con su toca y su rueca en lugar de
1I<1cul0 y mitra. No podría medrar nunca la constitucioll con
tales sostenedOl'es: sus mismos autores se avergonzaban yá de
defender sus prillc;ipios. Castrillo era un constitucional que
estaba de nones en el congreso, y es que lo era (le la cosntitu-
cíon y no de su nogocio. No será arzobispo de Toledo, ni Car~
dcnal, como Iguanzo; pero lo merecerá mejor, y la honra
está en el merito, no en la cosa; una mitra es una coroza,
quando la ponen la infamia y la traiciono ¿ Qué será siempre
Velez con la de Santiago, y Cienfuegos con la de Sevilla?
Hombres que la opinion detesta por infames, y egoistas, y la
religioncondena por su inmoralidad é hipocresías politica y
religiosa. Castrillo tiene por esa misma opinion todos sus




nEVOLUCION DE ESP AÑ A.


obispados J arzobispados, por que lo mira, como mas bene-
mel'ito que ellos, y les dexa solo las rentas y las insignias, por
que se afanaron, para marcar en ellos bien, quál era el patriotis-
mo que los conducía, y el Dios á quien servían, quando decían
que servían al de los cristianos. Muchos diputados, como Cas-
trillo, y la revolucion hubiera tomado. otro rumbo; pero son
ral'os estos hombres en el pais de la inmoralidad, en dOlllle
hasta lo bueno no lo es, sino por de fuera, y para g..aduar mas
y mas por la apariencia y exterioridad el crimen de fingir la
virtud.


Hemos dicho que los principios no caben enteros en ninguna
parte, quando se les trata de aplicar, y se c['eería por eso impru-
dencia acaso la de Castrillo, apoyar la secularizacion de las
monjas, que la ol)inion miraba todavía, como sagrarios, cuyas
puertas no se debían abrir, sino con unas formalidades. y apara-
tos, que indicasen al publico, que no pertenecían á la sociedad,
sino en quanto se ofrecían ocultas á su respeto, y admiradon.
-Quiere la suerte, que, huyendo de un extremo, demos siempre
en el otro; y por eso no hay medios casi nunca en las determi-
naciones de los homlJres, y este es el mayor mal de las revolu-
ciones, tomar los extremos por medios y los medios por extre-
mos.-No es la secularizacion de las monjas una de estas me-
diuas, en que la opinion deba tomar un interés contrarío, que la
haga peligrosa. No hay ramo esencial de ]a religion que esté
ligado á esta meuida, que es por otra parte permisiva, y en que
obm solo la voluntad del q ne obedece, y no la fuerza de la au-
tori(lad qu.e la manda, ni tiene esta disposicion el caraeter d('
violenta que tiene su contraria, la no seculari:z;acion, que es un
verdadero el1calabozamiento. Todo aquí sale de la clase dt'
preocupacion por sí mismo á ]a menor indicacíon de la ley,
nada de daño, todo provecho y bien. La opioíon mira y calla
en estos casos, en que hechos aislados, no hacen ver tan pronto
la ligacíon con el bien ó el mal pulJlico. La buena fé del se-
ñor' Castrillo y sus propios sentimientos de humanidad le hici-
eron formal', al vuelo, este calculo, que lo animú á apoyar la pl'O-
posicion; y no pudo ver por eso en las preocupaciones de los
Españoles un obstaculo para el bien, antes bien un apoyo tle su
Opillioll.




136 RETHATOS POLITlCOS DE LA


DUQUESA DE OSUNA.


¿ Cómo había de faltar una mnger en nuestras caricaturas
politicas? No puede faltar en ningnna parte. La Dllquesita


J
de noventa ailos es tan servil, como grande, y es grande de pri-
mera clase. . Item mas, compañera, complice, y camarada de
l\lal'ia Luisa, de feliz recordacion para la España. Entra en
nuesb'a biogl'afia, por que la ha metido Martincz de la Rosa,
ministro de Estallo constitucional; y por (IUC ha tomado curtas
por la cansa del absolutismo, que es la suya. Es el infantado
de Sil sexo en la g/'andeza, y los unicos calzones del servilismo
mugeril y ducal. Ha tenido en las dos epocas una decisioll
contra la libertad, que la ha distinguido de todas la" grandes.
Bien que~ con libertad ó sin libertad, ella ha tenido siempre
Hllxo de intervellir en el gobierno. Criada sensual y politi-
camente en la escnela de la Reyna Maria I~uisa, ha tenido
siempre buenos ·mozos que pl'otegel' y am¡llItes que acomodar.
O es su edad matusalellira, ó su cantera maligna, Jo dedo es,
que tiene musica para la inü'iga; y en la ]>l"imcl'a elJOra tocó
teclas de diputados y (le minístl'Os, quando las díscw~iones de
la constitucio\l, y las de Señoríos, que parecía 'imposible Ilcxa-
ran de sonar, como ella las tocó, y no sonaron sin embargo;
y es, que había entonctls un pnquitillo de mas entusiasmo, é
iban unidas la causa de la libertad constitucional, y ]a de la
independencia politica de la nucion, que sostenía el amor'IlI'o-
pio de los Españoles, y la rutina misma, que obra hoy por el
absolutismo. No había entonces Martinez de la Rosa ni oh'o
ningun diputado, que fuese todavía á la escuela, como él, y P~¡­
diese esperar que ]0 hiciesen emlJcl'ador, ó ganar la banda.
Toreno, unico liberal rigol'osamente aristocl'atico, y rpIC tenía
tambien tocadol' y }Jeluquero, y servía la causa dellibct'alismo,
para aumentar su aristocracia, por que era entonces la libertad
la uníca nobleza de Ja España libre, no habia descubierto
la tactica de los emlH'cstitos, Y creía que una vinculacion de
cien l'calest como la suya en Astlll'ias, era el non plu,~ ultra de
la opulencia, Por otra parte no se había hecho ellibcraIismn




REVOLUCION DE ESPA:::íA. 137


materia del ador'lHl de los representantes; ni se conocía enton-
ce!> OÍ/'O que el de lo!> principios, que, aunque peligl'oso, no
al'güía mala fé. Tal qual liberal de negocio se encontraba,
que espe!'aba vivir' del liberalismo; pel'o nunca, como en la
segunda epoca, congresos enteros, y dos ó tres juegos de mi-
nistel'ios, que lo cambiasen por numeral'io, y tuyiesen la impu-
dencia de mezclado con la a['istocl'ácia mas l'ancia publica-
mente en las sesiones,-y así fué, que la Duquesa de Osuna no
Ilizo, por mas que hizo, proselitos, como en la segunda,-y
solo tal qual subaItel'no de cortes, ó amigo de calle de algun
minisÍJ'o pudo quellal' pOI' ella en el encargo de ofrecer dinero
y pl'()teccioll al que la sil'viese, vendiendo la causa de la liber-
tad, y manteniendo en el hecho el despotismo hasta la venida
de l<'cl'nando, q uc le vol viese sus del'echos de desh'ozar á su
g'usto, sin pc¡'mitide siquiera el Ü'iste recurso de llorar á los
([ UI' slIf,'iesen.


FO/'Itló en Cadiz su Excelencia un banco en su casa de servi-
lismo, á donde viniesen á cambiar los liberales sus Jwillcipios
y ()¡¡íllion de lihrl'tad. Su tertulia no trllía otro objeto; y los
col'l'edol'rs de este negociado infame buscaban por todas par-tes
pal'l'oquianos de todas profesiones, para quando llegase el mo-
mento dellLutu (le Jé de la libertad. Hubiel'a sido necesario
Yel' la- impull~ncia con que se manejaba esta reunion, para po-
,11'1'10 soñar siquiera. Está esta propension al absolutismo en
la naturaleza de la GI'andeza, y es un crror qucrer con decre-
tos solamente darle el giro de la libertad. Los plebeyos mis-
mos, que la notan en los ,gl'andes, se tocan de este impulso,
porque al cabo son todos llevados por el mismo movimiento en
la sociedad; y se yió á Martinrz de la Rosa, el diputado, y el
miuistI,o despues, y tan lleno de la opinion, entonces muy lizon-
gera, de liberal, tener á mucha honra baxarse en }Jllblico á co-
ger las migajas de aristocracia que le iba dexando caer, al des-
cuido, la Duquesa, y comer despues aquel dia y dOl'mir aquella
noche con la satisfaccion mayor del mundo, porque había yá
p'lr el camino de la libertad arr'ihado á la altura á que nunca
espel'ó llegar de hombl'earse con Gr'amles y con Duquesas, y
basta con la que era y pasaba por la nata momica de la Gran>


s




lSH RETlU.TOS POLlTlCOS DE LA


d('za, que era el.finiblls terre de sus deseos. ¿ Cómo se reil'ía
á sus solas la tal Duquesa con esta mis<,rable pobreza de espi,
ritu de Mal,tinitos ? y j qué de cosas no dil'Ían allá entre sí
estos seres superiores de la especie, que ven á los demas á una
distancia tf'lescopica, y Jos desdeñan, como á las hormigas, y
escarabajos! Si, señores, ésta Osuna ha tenido siempre en su
casa la handera del mal partido: allí fueron un tieml)o á alis-
tarse los cortejos de Mar'ia Luisa; allí tlespues los Godoistas,
y los afrancesados; se pagaba allí luego el eng~nche del servi-
lismo; acullen á ella las reclutas de Jos liberales; y hay para
eso en su tertulia ol'adores pagados del absolutismo al descu-
bierto; y los hay, como Martinez de la Rosa, del absolutismo
disimulado, que ponderando las dificultades y riesgos de la li·
bertad, desaniman poco á poco, y ,'ienen á caer en la necesidad
de separal'se de ella. En la caricatlll'a siguiente, que sel'á la
de l\Iartinez de la Rosa, se esclarecerá mas la de la de Osuna,
11 Le en politica, hacen una misma, solo que la Ile ésta está sin po-
mada;" ni aguas de olor, sino monda y lironda, como es po!'
sus pl'Íncipios y conducta po!itica. Yá se dá una itlea por lo
dicho, de que la Duquesa no debe ser tan tOllta como él.


MARTINEZ DE LA nOSA.


Era, al parecer, de la secta de los pl'incipistas, y luego fué
así pOI' escalones hasta el sel'Vilismo; y no ha tenido, que hui.'
de Ef;paña ell mucho tiempo, ni del Rey, ni de los ti'anceses,
hasta que vió, que lli aun Jos sel'\'iles se escapaban. Fué di·
putado, y minisü'o. y tan ministt,o, cOllle) diputado; todo esto,
como su liberalislllo, se jllgabacn la camal'a obscura. Em el
liberalismo para él una llloda, quando se cI'iaua, y no tenía
ar'uitl'io por eso pat'a dexar este atllH'nO, pOl'que vivía (todos
Jo saben) al cOl'l'iente.de ella. Se ponía y quitaba al espejo la
libertad, como la corbata y el bl'iIlalltito; y asi antes de ir al
congreso y á su ~'lIelta, se le podría sOl'pl'endel' sin este adorno
con facilidad. Por Sil puesto, para ir á casa de la Duclueza se
]0 quitaba siemp,'e. Quando 10 tenía puesto, con todos los per-


"files de ,literato, de petimetre, de autor de comedias, que son




139


9aynetes, y de tragedias qllc son l'!'laciolles en llO malo~ n'J'SOS,
y de orador', &c, &c.-el'a á sus ojos Ull Moliere, un Moratin,
un Racine, un Lord ChataJll, y el auate ~lil-fl()l'es (lel saynete.
Rel'entaba de engrcimiento el pobrecita. ~cn.<j daba mucha
lastima, quando lo Cllcout!'auamos, y considcl'auamos, al verlo,
qué habría trabajado ae[tlCl hombrc en las tI'es hOI'ai; de toca-
dOI', y luego lo que tCIlÍa que sudar en his Cortet'i pal'a pel'Ol'ar
con cuidado, no se le cayése al descuido rlliuel'aliRmo: porque
él no era de cstos mal,tircs de la moda, que, pOI'que fueRe moda
y se estilase el ser libcml, habla ahot'a tle a¡.;egUl'ul'se la li-
bertad con alfileres, y c1avar'sela para a~eglll'al'la de modo
que le doliese,-Ilo, sellO!': ¿ y Hi tenía qlle il' des)llll's de impro-
,iso á la tertulia de la Duquesa. ó de otro qualesquicr Grande
de los que le pl'ocuraban deslumbrar con Sil sociedad, para en-
gañarlo, cómo se hauía de qui tal' entonces con disimulo su
liberalismo, y quedarse allí sentadito en cOllYel'sacioll, como si
no lo hubiera tenido nunca puesto?


l\1artincz lIe la Rosa dría dI' lo que "he todo el mundo, de
respira/' ; y para eso, cs necesal'io a: I'e, y lo huscaba, UHas ve-
res con disim ulo, y oü'as, 110; pOI'q lIe i~stl' es II n re 1lI e!! io, que
!lO siempre se tiene á la mallo. QlIandojo\"en creía él, l}lIe no
había mas que sel' que Iiuel'al; IHJI'{llle clItollees empezaba esta
moda; y se atal'eó y leyó, y compuso la h'agedia, la Vinda de
PadiUa, en <¡ue pinta una loca, que 110 oh ¡'a ]lOl' la patl'ia, sino
de miedo y vergüenza de caer ell manos de sus ellf'mig'os; pcro
el pobre lo hizo COIllO supo, pOl'que nadie nace ellsl'iial!o: luego
trabajó la comedia, lo que puede un empleo, ('n la q,le saca la
Illol'alidad cont/'aria que enuncia, es dt'cj¡" que los liberales lo
son por los empleos. ERta pieza se alabó po!' lo lilH'ral, y por-
que tiene sal comica saynetél'a; y así se fué bandeando con
sus princillÍos liberales hasta que se acrellitó. A esto se Jun-
taba, que era petimetrito, y no desgr'aciado, y que él tambien
lo sabía, y se aliilaba á la rigol'osa: mucho cuello, mucha po-
mada, mucha agua de la banda, mucho juguetillo rl] el I'c]ox,
y algunos muy monos, mucho lush'c ell las botas, diversidad
tic chalecos, tambirn de mucho gusto, (pol'fjUe lo tenía, y le han
alabado mucho siempre las damas,en esto) fraq nuevo flaman-
te (IIU se sabe como él lo manteuía, pOrflue uno cada día no es




14U ImT1UTOS l'OLlTICOS DE LA


rreib]r,) pantalones exquisitos con portalones raros y c1hersos,
somo/'eros á pl'uella de agua y de dinero, cañiLas y jUlllJuitos
con puñito~., de oro, anillitos ue cifl'as,-yá se vée,-lo (lile es
regulal' en un diputado y un lIJillistro de Estado, y ayre de ('011-
tonéo entre oe Grande y liberal. Algunos argüían yá de este
aliño, que tenían por pueril y ridiculo, y de estas maneras
afectadas, que había en aquella cabeza una tendencia al'isto-
cratica, que lo haría pronto buscar Duqut'sas, y defender se-
ñoríos: y el pensamiento no era descabellado, porque frivoli-
dad por frivolidad, todo viene á ser Jo mismo; y en empt'zan-
do, se corre mucho, como que sobra ayre y vá UllO, como ulla
cxhaladon, sin que nada lo pueda detener, ]Jorque, como el "i-
ellto 110 tiene CUCl'pO ni solidez, no se puede agarrar 1101' pal'te
aIg'una. El hecho es, que fueron profetas los que a~í juzga-
1'011.


Al punto que las Cortes de la primera epoca, en que era di-
putado, lIegal'on á Madrid, yá engreido Rosita con el suceso
ue sus dramas,-y luego COII el ue sus fraques y atlOI'nos, que
todo eso es oro para la socieuad,-y luego con su diputacioll
de COl'tes,-y luego con sus primer'os discu!'sitos, que el'all
pasables (para haula!' su idioma,) y los imprimía por' seplU'a!lu
y mandaba !l0r' el correo,-y luego con su poquillade popula-
ridad que lo llevaba á hacel' en sus cortes ellJallo!, quo en las
Huteriores hizo Al'güelles, yeso que no olía á agua de la uallda
ni tenía ul'ilJantes en la cOI'bata, como él,-pensó \W', cómo }10-
día salir de su c1ase,-así, al disimulo, y hacerse (XI'ande,
quuntlo no con titulo, -á lo menos por agregacion. No fué
menrstel' Illucho para e~to, pues estaoa alJiel'ta la llanuera de
la DU!luesa de Osuna, y se admitían reclutas de todas clases
ue liberales. Tánto mas quánto de opinioncR, y de infidehdad
al pal,tido lilleraI, se alistó Martinez ue la Rosa, y fué recibi-
do en la tertulia, en la confianza, é iniciado en los secretos,
como lo estaba en los de la masonería que había vendido.
Desde entonces sosturo, primero, como diputado, y luego, co-
mo ministro de Estado, la causa de los grallues, las vinculacio-
nes, los señoríos, y los mayorazgos; desde entonces, su lel1-
guage en ~l congreso fué doclinando á la aristocracia; drs!le




HEVOJ.UCION DE ESPAÑA. 141


{'ntoncrs Jo distinguió el }'ry entre los ministros, (y cuidado
rjllC Fernando sabe lo que se hace, quando distingue á UIlO.) y
desdc clltonces yá \legó i"t hablar en elcongl'cso d idioma del
senilismo mas dcscal'ado. Entonccs fué, quando a\'allzó en
las cortes la PI'oposicion, dc que en España no había elclllentus
¡Hlm la libertad, para lo qual era yá 11eCesal'io petulancia. y
fina buena dosis de filosofia-sel'Vilica. i Tánto había adelanta-
do rn la carrera politica por su nucva clase cste Adonis del
absolutismo! ¿ Qué dil'Ía ahora el lu'ofrta que le anunció este
final por su tocador, y por la fl'i\'olidad de sus adornos y ju-
guctillos y scllos del re!ox? Era sin duda lJOmbl'e enmnctre,
1wris rI que yió yá en aquellas nenias y pcqucfieces el Grande
de Espafia pOI' aficion y el servil por gusto y por simpatía. La
Duquesa, su madrina, no tcnía tampoco malas narices, pues
olió entre tantos diputados de crcdito y de mas pulso, á éste du-
eude de la libertad, Martinito, y lo distinguió yá en su insubs-
tancialidad, y en la illdigestion de sus pr'incipios donde halló
l/U alma á 11I'0]Josito para colgarle el scn:ilismo, y que lo con-
virtiera en substancia IJl'opia, solo con el calo!' que le podía
da!' la proxímidad de la grandeza de los Grandes y las mil'u-
das alagüeñas de Fernando, llrolificas de scnilismo y de im-
pudencia.


Mar'tinez de la Rosa no tuvo, sin ernhm'go, tiempo bastante,
ni cir'cunstancias favorables para sacar de todas estas ventajas
el pl'ovecho posiblc. La 1I1:'gada de los fmBceses se adelanta,
y sc verifica la salida del gohierno; á quien no siguió, porque
yá era ticmpo de 110 desamparar á su Duqueza, ni á la Gran-
deza, que 110 esper'aba lo que Ic ha sucedido, y él. espel'aba me-
drar á su calor; pues vivía de él yá su alma, que debía ser de
la clase de la de los inscctos, segun le gustaban los utTastI'cs y
las humillacioncs. Salió á recibir' it los f¡'ancescs, como si fuc-
sen todos unos: hizo un alarde entonces de prcsclltal'sc en pu-
blico alborozado, pctimetre, y juguetealldo con los. col.~ajos
del relox, para hacer vcr,. quc no cstaha· de acucrdo con el go-
biel'no de allá, sino con el de acá, Y solo, qllando el Rey, al
salir de Calliz, manifestó, que era el mismo Feruandodc si-
cmpre, y que el que huhiera respi['ado, un miuuto siquicl'a en
'Su vida, rl aYl'e dc la liberta(l, sería siempre su cnemigo, Ilcn-




142 RETRATOS POLlTlCOS DE LA


só cn poner en salvo su alma ambigüa, y sus botc~ y ,lemas
murbles de tocado)', que son lo;; insÍI'umentos y señaJps (le la
masonería que hoy sigut~ y de 'lile se puc,le decir el fund:HIOl'.


En el tiempo de su ministel'io, como que no había nada que
hace/', porque (yá se sabe) en la fermentacion de las l'cI'oJucio-
nes se están siempre los ministros con las manos cruzada,;,
dió este Don Narcisito la comedía: La hija en casa ~I la madre
en las mascaras, que, dicen, tenía alusiones á ciel'tas intrigui-
lIas amorosas de su Excelencia, Gustó, porque tenía algun gus-
to comico, y porque el'a del ministl'ito, que la fué á ver de
punta en blanco, sin acordarse de tal ministerio, de tales par-
tidas, de tales cOllspiraciones, de tal Santa Alianza, de tales
franccses, ni ,le tates peligros ni calabazas de libertad. QUiln-
do el excl'cito fl'ances nos provocaha, nos amenazaba la Santa
Alianza, 1l0S atacaban á granel los partidarios, las cOllspil'a-
cionrs Illrlludrauan, y la libertad lloraba á lagl'Íma vi\'a; el
ministJ,o Rosita hacía cOl1ll'dias, quitaua y ponía versos, cor-
l'rgía, ensayaha la imprcsion cornica que hal'ía esta escena,
el ellredo de la olm, y trabajaba á su despacio, como se tm-
bajan las colllf'dias, y que salirl'a el sol por Antequera. 1\'1'0
es tlH'fll'ster' SIIIIOlH',r, quc cm un jo\'en, de estos petimetl'itos de
cielito en boca, lleno de entusiasmo por las señor'itas, (por eso
se aliñaba,) y de consiguiente, que daba al tiempo lo que
era slIyo,-y que lurgo, fon quah'o }linceladas á la Jigrl'a,
(Iue di('se en la secretaria, y en el despacho, tenía tiempo pam
tOllo, para tocado!'. para DUfJl1esa, para teatro, para haccr y
H'I' comedias, y aun cnsayal'l:\s, si se of'¡'ece, para intl'igas de
amor, lll'ado, versos, &c. &c. &c.


VALLEJO.


Un f¡'aylnco ignorantisimo y chabacano de los Geronimos de
BOI'I/os en Andalucía, que al reyes de todos los serviles y
liberales, es srl'Vil. quando hay constitucion, y hace de medio
lil)('I'al, quando manda el Rey absoluto; y es, que lo es lo uno,
y lo otr'o, no porque por principios sea callaz de ser ningulla
de las dos cosas,pucs ni·la libertad, ni el absolutismo son esti-
mulos para él, sino 1)0[' pura malignidad de alma, que le hace




J1EVOLUCION DE ESPAÑA. 143


aborrecel' siempre, al que sobresale. I,e hemos oido en el tiempo
que u;edió entre las dos epocas de la liber'tad, blasfemar' contra
Fer'nando de modo, que han tomado los mismos liberale~, que
lo oían la defcnza del Fernando, que detestaban, Lo menos,
qUf' avallzaba él y otro monge fatuo, llamado Ramon Mora-
les, era, que Femando, no debía ser Rey, desde que quiso
matar á su padl'e, lo que aseguraban los dos de un modo, que,
por al'riesgado en aquel tiempo, lo resistió un liberal que lo
presenciaba.. Despnes de la salida del Rey de Cadiz han vu-
cIto los dos á la misma cantinela y á corroborarla con el senti-
miento, de que con todo lo que han albol'otado los liberales, no
110S hayan librado de este monstruo, que así lo llamaban. Pues
éste el'a, quando había constituCÍon, enemigo de ella tambien,
y decía: que rebujada con el Rey, se debían haber echado al
fuego los dos. ¡ Qué clase de gobier'no querría éste ni servil ni
libel'al, sino enemigo de todos y de toJo por naturaleza y edu-
carioll! j Si querría que se nomlJrase un prior, para gobernal'
el Reyno, y se mamlase que no fliciesen otr'a cosa todos los
Españoles, que cantar mayticnes y que lo dexasen á él Y los
SlljOS solos gozar, vivir, y todo lo tlemas de que abundan los
claustros, menos de car'idad y cl'istianisJllo en ClIJO lugar se
han radicado las torpezas y vicios mas repugnantes. Hemos
dado lugar á este hombre, ni car'ne ni pescado para el bien, y
mas que se puede creer para el mal, en nu{'st!'a obra, ensucian-
dola con su !Iombre, para que se vean las rarezas que producen
las revolllciones, y las que produce tambien la naturaleza,
anxíliarla de la ignoJ'allcia y mala educacio[J. No nos queda
(hula, que es tall enemi,go dc la lilJertad, como de Fernando y
que mientras Fernando mande, acaso no habrá en toda la Es-
paña uno, que le clavase un lluñal con mas gusto que él. Ni
aun la religion es un freno pal'a él, porque nada le afecta, ni
cl'ée en el hecho: parecel'Ían de piedra su entendimiento y su
voluntad. Ji: n España se han visto algullos de estos f'enomenos
en su revolucioli; y bos!]ucjamos, al menos uno de cada cla-
se, pal'a que los lectores puedan fOl'mar idea exacta de ella y
sus extravíos, como prometimos en la introduccion.




141 HETHATOS POLITICOS D~: LA


VILLA CAMPA.


Es de los Generales que adquil'ieron un nombre en la revolu-
cion, pero nó, como Moreau y Napoléon en la de Francia, pOI'
hechos de guerra decisivos y conocimientos militares, flue los
pusieron en evidencia; sino por la afectacion de un ultl'acismo
pOI' ]a libertad y por las cortes, que llegaron á creerlo su apo-
yo á la venida de Fernando de :Francia. El de un militar' pa-
lurdo y un guerl'i!leno tosco, era su talante, Se conducía tam-
bien en sus destinos, como tal; y esta conducta bl'Usca, unida
á ~u aparente exaItacion, flue hacía toda su ciencia y su talento,
le dieron el nombre que tUYO en la reyo!ucion. Se está dicho,
que con estos pI'incipios, su mallrjo al frente de la fuel'za sería
duro y sanguinario; y así lo 1Il0Htr'ó mas de ulla vez, fusilando
))()I' quitame allá esas pajas, y drcrrtando muertes y sar¡uéos.
con lo que consrguía el dolJle objeto de prupOl'cionarse dinel'os,
y acreditarse del liberal mas adicto á las cortes, y al sistema
constitucional, que era su flux, y adonde n'ía él, bien ó mal, su
negocio. QlIltndo en la epoca del 14, llegaron las cortes á
temer, 'lue Fernando se manejase á su llegada, como su enemi-
go, vista la desercíon de Elio, y Odonel. que se prestaron á sus
miras inconstitucionales, Villacampa, (lue echaba fieros COIl-
tl'a estos sus compañeros, y había ofrecido á las cortes morir
cn su ,Iefenza, no se atrevió á tanto, quando se vió en el caso,
y se amalgamó. con el resto del exercito, que se decidió tlesile
luego, au~iliaúo del emlJaxador Ingles "Telleslcy, por el abso-
lutismo. Aquí todavía tenía un campo muy vasto Villacampa,
para excusar su conducta politicay militar', porque al fin hubiera
sido una muerte inutil, la que hubiera sufrido él solo por la
libertad.


Su conducta en la segunda epoca es la que no dexa yá duda
de lo que era él por naturaleza y por principios, si hubiera
tenido algullos. Fué desde que el Rey juró la constitucion,
acomodado, y puesto en el mando de las provincias; y llegó á
sel', como el ultimo recurso de la libertad, por la equivocacioll
en que estaban los minish'os, teniendo á su rustica ineptitud, J




lIEYOLUCION DE ESPAÑk 145


a su fanfarrona cobardía por valor, y á su natUl'al y st'lvútica
crueldad por' entusiasmo pOI' la libertad. Quando se empeza-
ron á extender las conspil'aciones, si se sospechaba alguna vez
de la fidelidad de los xefes ó de su firmeza. pUl'a co'nteucl'las;
YilIacampa era entonces el quitador, que se mandaba á estos
pllr~tos arriesgados, en que el'an necesarios hombres decididos
y 1/rnos ¡le fuego por la libfrtad. El llegaba, ahorcaba, y
vem:ia. Por esta razon lo pll~ier'ol\ en Gl'anada al fill, quando
cstallidó allí una conf:ipiracion, que intimidó al gobiel'llO, que
~'á sufl'Ía los malos efectos de otms muchas en la mayor parte
de las provincias. El miedo sobl'ecogió á los Grana/linos con
los castigos que impuso: y mat'chando el mismo Vitlacampa
en pr¡'sona á la siena de Ronda, donde !;e leralltó oh'a, per-
siguió, fusiló, y aterró aquellos puntos. flue no espm'aron nunca
ver á sus curas fusilados, y sus clerigos igualados en las penas
á los seglares, como lo habían sido en los delitos. N o imputa.
mos esto, como un crÍmen á Villacampa; creél!Ios al contrario,
que á haller tenido esta conducta torlos los generall''1, no hullie-
ra hallado el alto cOllspiradol' Fel'llaudo tantos xcfes, que cons-
pil'asen en su nomb/'e y con Sil expreso acuerdo; ni hubiera la
causa sufrido vayvencs tan peligrosos, como sufhó desde el prin-
cipio. Lo decimos solamente, para que, confrontado esto con el
resto de su conducta política y con la que tuvo al fin de esta
segunda epoca, se juzgue pOi' los lectOl'es, si fué patriotismo ó
lll'gocio Jo que' le empeñó en sel' cruel, y si su alma era ó no
digna de la Jiúc¡·tad.


El Gobierno, que estaba yá en Sevilla por la invasion de los
franceses, y había nombrado contra estos á tres generales,
Ballesteros, MUl'iIlo, y OdoneJ, para los tI'es exercÍtos que
establ('ció desde Madrid; nombró ahora á Villacampa, para
mandar el que con el nombre de exercito de reserva se
babía de formal' en Andalucia, inclusa la guarnicion de
Cadiz, que vino por eso á inspecciollar. Salió á no muy
larga distancia de Sevilla con su estado mayor y la tropa que
Ilabía pOllido juntar, y yá á poco se empezó á traslucir que
estaba en las miras de todos 109 generales, que habían capitu-
lado con los franceses y habían hecho matar algunas tropas


T




146 RETRATOS POLlTICOS DE L,\


Bolo con el fin de disimular el acuerdo. Hizo algunos movimi-
entos de plataforma, que todos indicaban, que Villacampa bus-
caba yá el negocio por otro rumbo, que el de la ]ibertad; y el
gobierno lo separó, y dió la dil'ecCÍon de las tropas que habían
de acompañarlo á Cadiz, á otro general que no estuvier'a tan
sobre su propio negocio, y tan fuera del de la patria, como
VilJacampa. Expliquens~ ahora sus saquéos, sus suplicios, y
sus fieros de libertad; y por sus hechos de guerra, (que son
ningunos) su pericia militar. i Desgt'aciada revolucion, repe-
timos, que no ha producido un hombre y ha desecho todos 105
que había! La de Francia hacía de sargelltos, tle abogados,
y aun de menestrales grandes generales; y la de España ha
convertido á los generales en menos que menestrales. Todo]o
hace el entusiasmo, y esta es la clave, y no hay otra, para ex-
plicar esta diferencia.


GUTIERREZ-ACUÑA.


Diputado de las primeras cOl'tes del año de 1820, liberal, y
militar, que empezó Sil carrera ostensible en la revo]ucion que
ahogó Abisbal en el Palmar de] lluerto de Santa María, y yá
con Riego se presentó con ese nuevo mérito, que no desmintió
despues ni en e] exercito, ni en el congreso, ni despues en el
xefado poJitico de Cadiz, que desempeñó con prudencia y cit'-
cunspeccion en los tiempos en (lue, desanimados unos é irTita-
dos lus utru~, era el gobierno una llalabra sin idéa, y UI1 poder
vacío, que era preciso jugarlo con arte y sazon, }lal'a que se pa-
reciese algo á ]0 que decía su nomun. Por desgracia para]a re-
volucion, se tocó la de España del contagio que ha perdido á
todas: los mismos liberales se dividieron en partidos, yencarni-
zados yá así linos contra otros, perdieron de vista la causa de
la libertad, abandonando á Jos serviles, que sin este freno, yá
pudieron desvergonzar su empeño en destruir el sistema, J
atraerse á los timidos por el número y ]a audacia que osten-
taban, y conocían bien que era e] mejor medio de envalento-
narlos. En Cadiz se habían llegado á odiar tanto los masonf8
y comuneros, unos á otros, que eran yá muy ft'cqüentes lus dc~
sayres que sufrían las autoridades, que intentaban contenerlos,




REVOLUCJON DE ESPAÑA, 147


y esio producía Sil mayor insolencia y temel'idad. Estos últi-
mos ha/lían logrado mcter cn SIlS sociedades, ó Castillos. co-
mo ellos decían, al baxo pllcblo, que se convirtió cn eco de los
pocos que los dirigían; y yá habían sido victimas de csta
chusma tumultuaría algulJos xefeH políticos, que habian sepa-
rado, y otl'oS tIue no habían querido rcci~ir. El Selior Acuña
estaha igualmente tildado por cUas, como mason, y sus Casti-
llos, que fueron siempre Castillos en el ayre, habían yá tratado
tambicll su separacion. El dcsól'den, y la insubordinacion que
le es consiguiente, cundía cada vez mas al abrigo de los seis
batallones de roluntal'Íos, quc, divididos igualmente en masones
y comuneros, estaban cn guerra abierta. La ruina dcl sistema
que se prescntaba, como muy cercana, aumentaba el mal 1101'
atolondl'amicnto. Unos á otros se acusaban de haberla causa-
do; y servía esto dc pretexto cada momento, para atacarse
individualmentc,-hace[O al gobierno proposiciones desatinadas,
,-buscat'se en qlladr'illas para insultarse ,sin otro designio~
aUIlrIllc invodilllo siempre c1 nomlJl'e dc Padilla, que equivalía
para cJIos al de la Patria y la lihertad,-y amcnazar ó impo-
ner á la autoridad, para quien todo era sospcchoso, hasta la
fuerza misma, quc las leyes le sometían. El Señor Gutiel'l'cz
usó de los temperamentos que le sugil'ió su 11l'udencia no co-
mun, cn cil'cunshncias tan dificiles, y llevaba un compás, que
no cs facil dc sostener en una orquesta tan discordante y fuera
de tOllO.


Las circunstancias dcl.sitio, y de la plaza obligaron á los
xefcs á determinar, que cntl'ase en Cadiz ell'egimiento de San
~iarciaJ, que estaba fllet'a, y los COlllUnC¡'OS, quc lo creían
mason, como á su xcfe, resisticron la entt'ada, primero, pidi-
ondolo á las autOl'idaucs,-dcsllUcs, amenazando eu tumultos,
é influietudes contiulIas,-y luego, haciendo un alarde de re-
sistido á la fucI'za, si llegaha á entrar. El Señor Gutierrez-
Acuña sostuvó con entcreza, y tino la Ol'den de que entrase, y
entró. Los Castillos se arGieron cn palabl'as, que eran toda
su poI vara, y materiales; y haciendo pie el segundo batallan
dc voluntarios, que se componía de comuneros, reu~lÍó los
mas dc los individuos que, de esta ridícula sociedad, había en
los dernas batallones, y situandosc sobre murallas, formaron




148 RETRA TOS POLITICOS DE LA


un campamento, establecieron avanzadas, gr:mdes guardias,
ccntinrlas de observacion, y se cOllstituyeroll en l'ehelion abi~
e/'ta haxo las órdenes del comandante de dicho segllllllo bata-
lIon, sepal'ándose de las de la plaza, y cOlltl'adicif'lHlo-
las, declal'ando, no volver á uni.'se á ellas hasta qlie saliese de
Cadiz el batallon de San Marcial. La Ciudad toda se
IlllSO con este amago de guerra civil dentro de sus mur'os, en
una consternacion inexplicable. Detenían el llaso los suble~
vados á los vecinos pOI' muchas de las calles y paséos, que te-
nían cogidos ycon centi nelas, que no permitían el transito. El
Señor Acuña tomó todas las medidas pl'udenciales. que su
amol' al bien y á la conliervacion de la tranquilidad le inspira-
1'011: Jos conjurados bul'laron siemIll'e sus e.sfuerzos y sanas
intellciones. Tuvo al fin, (lue amagar con la fuerza, y aun, que
emplearla; pues conocía bien con quienes se las habla. El
"alol' en esta dase de gente era tambien figurado, conlo los
castillos, lo,~ alcaydes, los puentes lcvadÍ%.os, las mCTindudes, los
castellanos, y todo esa andamiada de palahl'as, que formahan
solo su organizariol1, que em toda sonido, y lJroma. A media
noche rué por dos puntos, con el Señor xefe político á la cabe-
za, el resto de la guarllicion, dividida en mitades )Jor rumbos
encontrados, á rodear al ridículo y figurado campamento, y
solo encontraron unos platos y bancos, pues á la intimacion que
se les había hecho de sujetados por la fuerza, sino desistían,
se fué cada qual á su casa, escondicndo en la obscuridad de la
1l0ciH' su vergüenza, oprobl'io, y cobardía. J.as circunstancias
crítica~ en que se veía la plaza y el vecindario, y la cercanía
de UII sitio que se conocía yá inevitalJle, no permitieron al Se-
ñm' Acuña emplear el castigo exemplar, que este crÍmen exi-
gía. Se pusieron cn pl'ision los que se supusieron autores, y
se abrió una causa gt'nrl'al, que la mudanza del sistema desva-
neció. El Señor Gutie¡'rez-Acuña fué removido, al fin, de su
xefado, y continuó en el se!'Vicio de la causa hasta que espiró
la Iihertad, habiendo tenido desIltIes qU8 huir de las garras del
despotismo, que sin duda lo hubiera ya destrozadfl.




RF.YOI,UCION DE ESPAÑ,\ 149


PUIBLANC.


LilJl'l'al de bucna fé, pOI'que no conoció jamas la mala en to-
do ('1 di~CIIJ'SO tle Sil vida. Todo lo que fué, y lo que hizó, lo
que CI'C~ó y lIesr,rpyó, tndo, tódo llenaba siempr'e csta marca
de~l: hurna fé. En la primera rpoca de la JilJel'tad se ¡lió ú
COlloe!'r 1101' la uura, que escribió con el título ue La IlIquisi-
cion sin máscara, oura !lue le dió tanto crédito, como quitó ft
la inr¡uiHirion pOI' la imparcialidad, con que descubre y habla
ue los abusos d(' ('ste tJ'ibunal, valiéndose solo de autOl'es Es-
pañolrs, lJUf'. los comprueben y ue escritores Ol'touoxos, para
fundar y corroborar las doctl'inas, que contradicen un estahle-
cimiento tan anti-crisiiano, y anti-político. La publicacion de
esta obra lo calificó de impío en la opinion de los que, vocean-
do religion, lo son practicamente, y mueren tales. N o le va-
lieron, para sal val' esta nota, ni la severidad de sus costum-
bres, ni la obseI'Vancia nimia de los preceptos y hasta de los
CO!1SPjos c\'angelicos, ni el vivir en una abstraecion completa
de la sociedad, ni el tl'abajal' dial'iamente, pOl' un jornal mise-
rable, de oficial caxista de una imprenta, para mantenerse, y
á su madl'e, en cuyo tr·abajo desplegaba alIenas los labios todo
el dia; sino para rezar el oficio de la virgen, ayunando todos
los viernes, y la quaresma entera; ni le valió su c0utillUO ma-
nejo de la biblia y santos padres, lli su instruccion en las len-
!;uas OI'ientales, y varios ramos de literatura. Todo se hahía
convertido en crimen, hasta los saCl'arnclltos que freqüentaba,
desde que publicó su libro contJ'a la illquisiciofl, que uesvirtua-
lizó quánto había hecho, y hacía, y por anticipaciQI1, quánto
pudiera hacer. Esta falsaopinion, que ganó al servilismo todo,
le obligó á huir, á la vuelta de Fernando de Francia, y habi-
endose ido á Gibraltar con otros varios, los entregó perfida-
mente aquel gobernadol' al general Villavicencio, que lo era
de Cadiz, y los solicitó. Se le formó entonces causa, como á
los demas, y no pudiendole descubrir en su conducta publica ni
Ill'ivada, otro delito, que el de la obra que escribió, que 10 era




150 ¡¡ETRATO~ POLlTlCOS DE I.A


solo para ellos, que hacían crimenes de las mismas virtude!l,
fué procesado por ella. Los jueces hicim'on alto en su impe-
cabilidad ; pero ella misma, se puede decir, que era entonces y
]0 es en el dia en Espaí1a, un gl'an crimen. Todo lo que pudie-
ron hacer por salvar las apal'iencias siquiera; fuédarle el cu-
erpo y la importancia, que quería el partido seryil, á esta nada,
que querían que fuese mucho, y condenarlo por ella á salir de la
Península, que era lo que él quería, antes que se estableciese,
como se estableció, la inquisiciolJ, y diese con él un caso más
á otro autór, que quisiese uesenmascarar, como él, á la inqui-
stcion. Se fué á Londres entonces, donde por su caracter é
instruccion fué considcJ'ado, y sostenido hasta que en la jura
del año 20, volvió á su paü'ia, para scr diputado en el primer
congreso. Habló poco·ó nada, porque su caract!'r obscuro, y
el acoquinamiento en que tiencn siempre en la sociedad la in-
,"idia y la pobreza á los sabios y á los hombres de bien, le ta-
paban la boca, y desanimaban. Es verdad tambiell, que llui·


• blanc, como todos ]os que se dan por algun tiempo, y prestan
demasiada aficion al conocimicnto de las lenguas, aburrió
J}OCO á poco los asuntos de mas importancia ú los pucrilizalJU,
deteniendose en las minuciosidarles y pequeñeces, á que es-
taba avezado en los pOI' menores de las lenguas, que aprendió
ó enseñaba, y se hizo, sin conocerlo, ridiculo él mismo, é im-
pertinente, fastidiando al propio tiempo á los demas. Todo
es para esta clase de sabios menos, que un el'l'or gramatical,
que se queda en todos los asuntos en la superficie, sin p(~nc­
trar en la naturaleza de la materia de que se trata, que no
suft'e por él alteracion. Esto ha desayl'a¡}o mucho al Señor
Puiblanc en el congreso, y no ha dexado desplegarse á Sil
alma y á su insh'uccion, que no es nada vulgar. No sé, si
digamos, que esta dehilidad se unía para esto con iU fallí,ltis-
roo religioso, par'a embotar su merito. Sea lo que se sea, su
corazon se queda intacto, y ·su buena fé lo marcará siemprt."
con el sello de ]os hombres de bien.




IlEVOIXCION DE ESPAÑ.A 15/


ESTRACAN.


LilJel'al romancista, que no había oido hablar de libertad ni
de der'ccho~ del hombre hasta la edad de qllarenta años. Le
pegaron esa idea por la primera vez por las caBes de Cadiz,
como si fuera un largalo de cal'naval, qu·e vá solo afirmado con
alfileres, y se cae á cada paso. Se metió á escribir en los pe-
riódicos, antes de saber leer bien; pero Cadiz en aquella
epoca formaba sabios casi á las primeras levadas de las gale-
rías y calle Ancha, y salian regulares para el gasto de periódi.
cos y tertulias políticas. Por eso decía un periodista de aquel
tiem]IO (la Abeja,) que la literatura y la sabiduría se habían
hecho tambien en aquella plaza un negocio mercantil, y tenían
sus corredores, su papel moneda, su mercado, su lonja, sus
sociedades, sus consignatarios, y sus compañias de seguro.
Al lado de un dilJUtado de cortes,-colJ pasearse una tarde con
un perÍO!lista,-con asistir á las dos á tal reunion de la plaza
de la constituciolJ,-coú lhqüentaI' las galerias del congreso,
y asistir dos Ó tl'es veces al café de Apolo, se considcraba á
qualesquiel'a con cal'Ía blanca para decidir, relJlicar, desechar
ó admitir opiniones, que no emn sino palabras, y proposici.
ones de repeticion, como si fueran originales, y aun paJ'a
mandar á estudiar, en caso de rebeldía. Como que no habían
\' isto en su vida Cortes, soberanía del pueblo, derechos del hombre,
ni lihertad política; por la primera vez que lo oían, les pare-
cía á ellos, que era un descubrimiento, que acababan ellos rnis-
mOfl de hacer, y IHlsta que todos lo sabían, 110 lo dexaban de
la boca, así en emb\'ioll é informe, como 10 habían encontrado
en la calle. y les par'ecía por la nondad una cosa perfecta.
Estracan era IIll0 de estos sabios que había escamoteado la
revolucioll. Se nombraba y firmaba en sus articulos de peri-
odicos, el canonista de rio gordo, titulo, que ]e pareció sonoro, y
de una rotundidad liberal, l1m'que In liberal lo pegan estos
aprendices de liberalismo, á troche y moche, á todas las cosas.
Se yislumbraba aHí por entre sus escritos y mañoso entusias,
mo por la libertad, que le quisiera deber él algun destinitu, así




15~ !tETRA TOS POLlTICOS DE LA


tomo una secretaría de xefado politico, ó una plaza de coba-
chueJas. Un condiscipulo suyo en el liberalismo, y que había
nprovechado tanto como él, tenía las mismas miras; pel'o te-o
lIía voto en Cortes, á las hurtadillas, por que desde la trrtulia
de diputados y liberales que tenía en su casa. las dir'igía con
las noticias, que les daba de los sugetos, y de lo que pensaban.
Asociados en miras, esperaban medrar uno y otro á la somura
de la Jihertad, y acabaron el uno y el ob'o en ser perseguidos,
por haber jugado á la constitucion, á la llegada \Jet Rl'Y, fuga-
do Estracan, y su compañero IJI'eso y cOl\r!enado. La llliima
epoca del año de 20 los puso en cvidcncia y Sil Jibcl'ali:HllO:
fueron acomodados los dos, y permanecieron Iiuer'ales ; pl'Nen-
dieron ascensos, que no logral'on, y se hicieron sel'viles, I~l
liberal Estracan vinó á Cadiz comisionado pOI' los franc('ses
y]a regencia de Madrid á tratar con las Cortes y los libe-
rales en nombre del servilismo, quando el sitio. Se le había yá
caido el largalo del liberalismo que le pegaron eil las calks de
Cadiz en falso y por burla, y se había qurdado el Estl'<'ocan
mismo que era antes en Malaga, y en Malta y en las <!('lnaf-
partes, donde hahía ido á vender géneros y ol)jnion, y había
~>iemlH'e perdido el capital.


ALDAMA.


Tambien liberal de comparsa; el condiscípulo de Esh'aran
de quien acabamos de bauJal', tl'a(]('aba ell azeytes ell )'la(lI'id,
yen Cadiz le llamab:tll por eso el azeytéro. Se llenó de oídas
los cascos de un liue¡'¡¡.liHlllo, que 110 podia di~el'ir', La 0lliniol1
publica, que era pan\ él la ().. los que le hablaban, el'a iodo su
texto. por que no sabía ni lJ(J(lía cital' otro; Ir lIulllalml1 pUl' cso
por mote, la opinion pú/¡lica, e ¡'cía la constituC'Íon il1l1rsÍl'uc-
Hule, porque no conocía lIien los materiales (le que estaba for-
mada, y porq',e los 11I'incipios lo eran, Las disClIsiollrs ue
las Cortes, á que asifitIa, lo acahraban é in'itahan, y t'm en-
tOllces eu la alameda y plaza de la Con"titucion un Drmostc-
nes á la Española, sin mas falta !)llt' la de no entender bien lo
que deCÍa. Lo creyeron liberal desinteresado y pOI' aficioll




HEVOLUClON DE ESPAÑA. 155


hasta que vie¡'on que, (luando huvo novedad en ]05 destinos,
dexó la tesOI'erÍa de las Cortes, que le habían dado, y se hizo
sel'vil. Entonces yá no quedó duda, de que era del partido de
los Ilegocistas, á que pertenecían en ultimo resultado todos
los Españoles.


CUESTA..


Diputado de COI'teR, liberal, que llevaba la libertad en la.
faltJ'i~1 ,Iet'a para los apuros y oposiciones, y lo servil arremanga-
do, para que no le al'rastrase. Em en las Cortes condescendi4
ente, asÍ ... como quien no se digna impugnar por falta de ene-
migos ; y se amostazaba su merced algo, quantlo 110 lo acataban
porsu solo nombre, como al Cuesta de Avila. que' estaba en él,
y que había sido graduado de sab'io por la Inquisicion, que lo per-
siguió, y es la que solo dá en España con sus sentencias Jos
diplomas verdaderos de doctor. El ü'iullfo que había allí con-
seguido contra aquel inhllmano tribunal el apellido Cuesta, por
la JJI'otecciorl del Pl'inciJle de la Paz, y del ministl'o Caballero,
había puesto al selíor Cuesta, que no se le podía agualltar; sin
contar COII que eljanscnismo, que hizo entonces tildo el mel'ito
de este nombre, no era mas que un saber de voces y 110 de co-
sas.-con que las ideas (lue allí se suponían, no estaban en él,
ni en sus contrarios, sino sacramentadas, que no se podían
ver, sino por la fé,-con que unos y otros se batían en sombras,
como en una ca mara o(¡scul'a,-lli COH que las COl·tes yá ha-
bían baxado á tiel'ra desde los espacios imaginarios, y, no sa-
bían más de Cuesta, sitio que habia sido un duende teologico,
cosa, que no decía relacion poca ni mucha con los d€'I'echos
politicos y constitucionalcs de que se trataba. El escolasti-
cismo de univcrsidad, que forma espiritus falsos. y pedantes, se
había asociado á esa invidia miserable y ridicula, que se vende
siempre á si misma, sospechando merito, para al}()I'I'ecerlo y
perseguirlo, en todos los dcmas, y lc había hecho formal'se la
ilusion de que poseía la prerogativa de tener razon siempre, y
no daba nunca entrada á la de los otros, sino quando se some-
tía á la suya. El n!)mbre Cuesta le parecía á él, que compre-


u




154 RETRATOS POLITICOS DE LA


hendía la respuesta de todas las cosas, porque andaba al fren-
te de una pastoral en Avila contra el culto supersticioso de las
imagenes, yal de un tl'atallito de educacion, que repite lo que
otros han dicho, y añade lo que nadie ignora. Es el único
nombre, á que se ha decretado triunfo en España, y convidado
al pueblo á verlo y solemnizarlo con el ruido de las campanas,
de los organos, de los himnos, de los "iWlS, de las lágrimas
de los fray les, de los clérigos, del obispo de Valladolid y del
arzobispo de Santiago, que se condenaban en él, y de la inqui-
sicion misma, que se humillaba acaso por la primera vez en
el rey no. Las fibras de los Cuestas todos fueron aIlí imlJresio~
nadas de un modo tan fuel'te, que al fin cayeron en la debili~
dad. que se combina al punto con el orgullo mas estupido, y
hac!' de un sabio un insecto, un despreciable reptil, que no en-
cirt'l'a otra cosa que ayre pestilente, y engl'eimiento de domine
ó cosa que se le parezca. Es por esta debilidad, pOI' lo que se les
vió aspil'ar á la plaza de Regente del Reyno en la primera epo-
ca. y se aeusó, .cnlllO de un gran delito y una enorme injusticia
al cOllgl'eso entero, de no haber atendido á un nombl'e tan so-
bl'e todo nombre. España está desde mucho tiempo condena-
da á estas miserables oposiciones á grandes destinos; es una
nacion de aspimntes, todos con el mayor merito en su concepto,
y con el verdadero de no conocerse, que contradice al que po-
dian tener.


SIERRA PAMBLEY


Diputado de las primeras cortes de la segunda época, libe-
ral entre dos luces, y tal, como lo puede ser un rentista en los
tiem\JOs en que andan revnrltas todas las cosas, y el dinero
por esos tI'igoR, y 'luando bulkn pOI' todas partes hombres de
hacienda, como sucedía e.ntónces en España, que pl'oduxo ulla
infinidad, 10sCangas, IOR Beltranes, los Antc'lueras, los Ban-
qU{,l'is, los Sierras Painbley, los TOl'enos, los Mendizaba-
les, los 801'et, y los demas dineristas infatigables, que qual-
qnir!'a dirIa, al ver sus esfuerzos, que iba á salir de la España
el modelo, que bace siglos se busca inutilmente, de conducir




REVOLUCION DE ESPANA. 155


la hacienda pública, y llevar á las naciones sin deflfa1cos ni
sacrificios, por el camino de la prosperidad sin los rit'!'gos de
salteadores, ni tribunales, que los imiten. Se hizó un nombre
en las Cortes en las discusiones, (que fuel'OIl muchas y buenas,)
de empl'estitos, de deudas extrangel'as. de crédito ó descrédito
pú~Jico, de amortizacion ue vales, de pensiones á los ex- mi-
nistros, ue aumento de sueldos, de contl'atas, de contribucio-
nes directas, inuil'cctas, espirales, uisimuladas y descubiertas,
de pagas corrientes, de pagas susllendidas, de bienes nacio-
nales, de aduanas, de m a;l'imu m, de minimum, de diezmos,
de I'ediezmos, de primicias, de direccion de hacicllda~ de vales
consolidados, ele no consolidados, de su premio, de su no
premio, de su extension, y aun de su utilidad (que no es tan
obscura como parece) y de todo lo que toca y atañe á plata y
oru, cobre ó pallel, como se l)ueda llanJar moneda, y sirva para
lo que eiJa, como sucede con las letras de la tesoreria, que
tienen un descuento para cobrarse, como las notas mercantiles.
EI'a un Ciceron, (mal dicho,) era un Callga en la tribuna el
Señol' Sierra, en tocando estos puntos. El crédito que esta
su eJoquencia patagónica* ó numeraria le grangcó, lo puso en
el minister'io, acabada su diputacion, llara que emplease su
ltabilidad en restablecer el erario, que él ni nadie dixeron ja-
mas en el corigreso, que hahía muerto. Es verdad, que quando
se al'l'irnó al lecho de la muribunda España, no pudo disimu-
lar JUas; le dió algunos gr'itos de consuelo para la última
hora, y mandó sacar todavía algunos millones, para ver si se
podía ..... y si no, no faltaría á quien pudiese aIJI'ovechar la
medicina. La España se murió; pet'o ¿ cómo se murió? de
inanicion y de necesid{ld. El Señor Sierra Pambley, y tudos
los que la trataron de cural', y asistieron á las juntas, quando
estaba yá desauciada, viven y beben. Dios les dé salud, con
tal de que no vllelvan por España á exercer la facultad de sa-
nar naciones enfCl'mas, y buscar en los minerales, yen los mi-
neralessolamente, el remedio de ]a enferllledad,


• Se suelen llamar en España en estilo vulgar y festivo á los pesos duros
,fiatagones_


..... ,


r' '
'.,"




156 RETRATOS POLITICOS DE LA


LOBATO.


Diputado de Cortrs en las primeras de la segunda época.
El blltibamba de los dillUtados. Estaba montado pOI' las de
los Rl'yes El'Vigio y Sisenalldo, y su opinion fué sirJlljll'e á la
española antigua. con sus calzas atacadas, Sil moñito en el za-
pato, sus faldones, su capa corta, y sombl'ero levantada el
ala delantera. Hahlaba, como si hubiera obtenido los JlOIh'I'es
del mismo Ataulfo, que hubieran vellido á él de mano en ma-
no por todos los Rryes de España sin inícr'misiofl, saltando
por Pelayo y Carlos 5°. No quel'ía sino ulla España
entre morulla y gótica, y una monar'(¡uÍa mixta de edesiásti-
co-milital'-Ilwnar'quica, llero mnnarquica con sus bulas, con
sus breves y sus autos acordados, sin m~s ni menos. Lo drmas
todo le parecía un mundo compuesto, pOl'que estaba fuel'a de
sus libros y su com)lI'ehension. Un Rey, cuyo capr'icho no
fuese legalmente realizable, era lIara él un hirco-ciervo, como
el de HUI'aeio. En el congreso era el contl'apunto de todas
las opiniolles. El estaba siempre contra la mayol'ía, y se
creía pOI' eso mas valiente, y con mas I'azon. Su amor pro-
pio lo empeñaba en las discusiones á contrariar todo lo que
él no decía ó no había aprendido; parecía creer, que, contra-
dicieJl(lola, dexaba yá de existir aquella opinion, y se quedaba
triunfante la suya ó su ignorancia. Le daba vergüenza de
que se sentasen ideas ó principios que él no sabía; y esto le
interesaba en las contestaciones que daba á los demas diputa-
d05, hasta salirse del quadro, y badajear, sin que nadie perci-
biese en sus respuestas mas que el tan tan, pero sin ligacion
ni concierto. La manía de saberlo todo, que coge por)o re-
gular toda la cabeza de los falsos sabios, y de los que lo son
solo de repeticion, tenía l1ecesidad de una envidia mas estolida
y pronunciada, que contradixese á los demas con furor, con cons-
tancia, y con todas las arterías del amor propio humillado, pa.ra
que pudiese llenar con palabr'as y gesticulaciones á)o menos, es-
te vacío de la presuntuosa ignorancia, ó (lo que es peor) del sa-
ber estrafalario, que es la misma ignorancia de botarga, ó




REVOLUClON DE ESI'AÑA. 15i


con la máscara del saber. Quando no podía hablar pOI' falta
de ideas, malas ó buenas, las suptía con una mueca ignoble de
drspl'ecio, que equivalía á mas 'eale callar.,. á palabras necias &c.
Todo el congreso conocía esta táctica palurda y ratera, me-
nos él, que rra necesario, (Iue se hiciera dos, pal'a conocerla,
y mor'irse elltónces del ridiculo que esiaba jugando, tan serio,
como si no lo fuese, lo que lo hacía aun mas ridículo.


A ciencia y paciencia suya, y contradiciéndolo, se quitaron
los mayorazgos, los fray les, los diezmos, los señorios, los
baldíos, y todo lo que él tenía, como sagrado é inquitable, si
es que se puede decil' quitado, lo que se afirmó desde entónces
más. Ha trnido esta gloria el Señor Lobato, la de realizar
su voto contra el de la mayoría, en la que solo obraban los
principios aisladamente, y no las circunstancias, que son las
que los pueden hacer realizables. Esto acredita qué él habla-
ba el idioma de la España que existía, y segun su espíritu y
su sistema inalterable; y los demas, e] de la España aerea,
que se habían formado los liberales, y á la que solo daban
leyrs y se llil'igían en sus discul'sos. y no á la que hoy habitan
los Españoles. El Señor Lobato fué dirigido por sus mismas
prrocupacionrs hácia el bien, sin sentirlo, porque su solo len·
guage era el que podía rntender un pueblo preocupado; y los
otros Se fuéron siempre separando de el bien, por que nadie en-
tendía su habla é idioma, á fuer de despreocupado, y rra como
prrrlícar en desierto, y per'der palabr'as y trabajos. Su seño-
ría veía hien pOI' sí mism!), quánto se aman las ideas que se
ban mamado con ]a leche, y contaba en los demas con las mis-
mas disposiciones, sobre poco mas ó menos, que las suyas.


ROXAS-CLE MENTE.


Diputado de las primeras Cortes de las srgunda epoca, y li-
beral por principios y por inclinacion. No cs, como quiera bi-
bliotecario de yerbas, como le lIam{¡ malignamente una pluma,
qur no es sin embar'go insulsa ni inadvertida; sino que es ins-
truido, no solo en la histor'ia natural, en que no encontrará se-
~ul'amente muchos competidores en la Europa, sino en las




158 RETRATOS POLITICOS DB LA


ciencias y bellas artes: y una razon natural, que tampoco le
va en zaga, pOl' su alcance y clar'idall. á las mas acn'¡litn¡las,
dá un realce á sus conocimientos, qur los hace no poco utiles
á la sociedad, y en las corporaciones en que tenga asiPllto y
voz. Lo que acaso ha dado lugar á dal' á sus pr'rlldas y 110
vulgar instruccion, un ayre de nulidad. es su modestia, flue
no es virtud en la sociedad en que vivimO¡I, donde la ha su-
plantado la osada petulancia y la ridícula garr'ulidall. En la
primera epoca tuvo la desgl'acia de ser tildado con demasiada
ligereza de afr'ancesado, y sufrió por eso desayres. y ser pos-
tergado indehirlamente en Jos destinos, pal'a los qualrs su meri-
to y servicios en su ramo, lo habían proporcionado; y el} la
segunda, hecho diputado de Cortes, vió desde muy temprano
el exito, y oculló 1101' eso en ellas un asiento, como lo pudiera
habet' hecho en un luto ó en un funel'al. No podía habel' ha-
blado mucho, aun quamlo hubiera sido mas parlero, el que ha-
bía perdido todas las esperanzas. Nadie podía allí manifes-
tar el estado de su alma: se le hubirl'an venido encima las
cortes y las galerías todas, que querían al menos, aparenta/' te-
net' algunas; porque enÍl'etanto se vivía, y se cng()I'(laba. El
señor Roxas era demasiado prudente, para no comprometerse
así con el público, ni comprometer la causa, que vivía de esta
i1usion, que él no tenía. Los hombres estamos todos forzados
por la sociedad, IlRra hacernos dos, porque hay tambien dos so-
ciedades donde debemos con }ll'ecision vivir. La aparente, en
que estamos, pal'eee, COllveuidos en engañamos; y la vC/'dade-
ra, en que obramos con nuestros particulares inter!'ses, que IIOS
separan, quando par'cee que nos asocian, y nos aislan, quando
nos enlazan y nos unen. Los que, como el señor Roxas Clemrn-
te, qur, estudian,do incesantemente la naturaleza, como rué
producida y se conserva, adquieren el habito de vidr entre
realidades, que son verclades, que no se pueden disfrazar, no
pueden absolutamente, aunque sea en el congreso Ó coqlor'aciol\
mas digna del orbe, decir nó, quando sienten el sí, ni esp~ro,
quando desesperan. En sus viages científicos por Francia é
Inglate~ra, le !,irvió mucho esta franqueza de carácter, que en
la sociedad ost&nsible, de que hemos hablado, es un género muy




REVOLUCION DE ESPAÑA. ]59


raro, porque perjudica y. se califica por eso de imprudencia ó
fatuidad, dexando al que la tiene á discrecion del simulado, que
esconde lo I}ue es, para negociar con lo que no es, y hace de
estae~pecie de engaño una virtud, que le sirva de merito y
escalono


DOLARÉA.


Diputado tambien en las primeras Cortes de la segunda
epoca, y magistrado integro. segun él decía y sus amigos,
cosa que no queremos ni podemos contradecir, Hablaba por
lo" codos, pero "iempre en sentido servil na'Varro (por que era
de este reyno Ó pl'ovincia,) y segun las libertades que ellos
dicen allá que tienen, pOl'que conservan unas, como Cortes,
compuestas de monges, obisl)OS, y algun otro señoron, que jue-
gan al congreso algun~s temporallas, pero siempre con cuid~do
con lo que se habla, no sea que les cueste alguna Lanu%Jada,
como la de AI'agon, por metel'se á nacíon, como si no tuvieran
Rey, y Rey, que no juega al Rey, como ellos á las Cortes, "
sino que lo es hecho y derecho, como lo fuet'on el mismo Rey
Don Peul'o, y Felipe 2~o. Dolal'éa tenía 1Ienos los cas-
cos de esas Cortes, de esos prí v ilegios de Navarra, de esas
diputaciones intermedias, de esa nacioncita, como pintada, con
su Ji!Jedad nominal, su representacion lo mismo, y Sil Rey en
efecti\'o.-y se figuraba que aSÍ .. ,poco más ó menos, era, como
debía salíl' la España de las manos de sus Cm'tes, con un
Ferllando á lo N aval'l'a,--COI1 su voluntad libre para (juánto y
cómo le diese la gana, ó unas cortesitas de frayles y canoni-
gos con UI1 algulI ob'o Rico-lwmc, para figurar una represen-
tacioll, y que el Rey las llame á su placer, y les diga lo que
quiet'e, como ha sucedido hasta aquí. Fernando mÍsmo y su
padre se jUl'al'on Pl'incipes en Cortes de esta calaña ;-10 que
tiene que no sallÍa Iladie, ni"quándo se juntaban, ni quándo se
disol vian; se les daba todo hecho. liJomahan, y se iba cada qua}
á Sil casa con un deslinifo, 'lile era de tabla y de ordenanza en
estos Ga~os. Así habían de sel' todas las Cm'tes, calladitas, y
que allá se compongan ellas con el Rey. No señor; Dolal'éa




160 HETllATOS POLlTICOS DE LA


no razonaba muy mal, aunque 10 hiciese á lo servil. ¿ A qUt:
son esas bullangas, esas elecciones, esos poderes, esas di~cnsi­
ones publicas, y todos esos ruidos, si al cabo, ó se ha de hacer
lo que el Rey quiera, ó se han de acabal' las cortes á capazos,
y prender, desterrar ó matar á los diputados, como sucedió en
las de Valladolid con el señor Mota, obispo de Barlajoz y
con Don Garcia Padilla,-en las de Don Alonso 4 de Ara-
gon con Ot de Moncada,-en las de la Coruña y Santiago con el
diputado de Toledo,-y en las de Alfal'o, donde murió á maza-
zos D. Lopez Diaz de Raro, á la puel'ta del congr'eso. O te-
ner ó no tener Rey. Si lo hay, que mande, como (lujera. Es-
to es 10 que siempre ha sucedido y sucederá, por que toda;;; las
naciones son así, y el genero humano es asado. Mire V. si se
salió con ella el Señor Dolaréa. Servil ó no servil, él acertó.
Estas resistencias y estas pantomimas de libe¡·tad son las que
quiere Fernando, para luego hacer de las suyas. y sourc que·
dúse mandando, cómo ó mas que antes, trner despurs el gusto
de emplearse en los liberales, á éste quie¡'o y á éste no quiero,
y pasar unos ratos muy di vertidos.


SANCREZ SALVADOR.


General y ministro de la guerra al fin de la segunda Epoca,
guando yá no había España, ni ministros sino pOI' adorno ó
por habito. Era de los del exercito de la Isla, y sahemos por
el mismo Riego, que se le ofl'eció el mando para el alzamien-
to~ y dixo~ negandose~ que no Cl'ría hahía en el pueblo Español
bastantes elementos, para realizar una revoluciono Fué de los
Rl'I'estados, al darse el grito de libertad, y despues en el tiempo
del sistema constitucional estuvo considerado por el gobiemo
masonico-liberal, como alumno de la buena causa, aunque
algunos, especialmente los comnneros, lo tuvieron siemp"c pOI'
sospechoso, y lo marcaban COIl el mote de pa,~telero, con que eran
pOI' ellos señalados los no exaltados por e1 sistema. Nosotros
no nos atl'evemos á calificarlo, por que se habían llegado á
confundir tanto las ideas en la epoca, de que vamos hablando.
que el delirio mas pronunciado pasaba por patl'iotismo, y la




REYOLUCION DE ESPAÑA. 161


prudencia de circunstancias se llámaba á boca llena traiciono
Al conferirle el gobierno al señor Salvador el ministerio de la
guerra, los bullangueros todos, y los incautos, que viven de
opínion agena, levantaron el gríto co~tra él, y contra el minis-
teríoque lo había propuesto, creyendolo todo combinacion para
establecer camaras, por disimulo por lo pronto, é ir á parar por
ellas con este pequeño rodéo al realismo sin trabas, como era
antes. .La invasion francesa, que adelantaba, irritaba los par-
¡idos, y se culpaba al ministerio de la lentitud de las medidas.
Los Ilxercitos de defenza estaban casi por formar; todo se in-
terpretaba venta y traícion, como sucede en estas ocasiones, y
no falta de recursos, de entusiasmo y de disposicion en los
pueblos, cosa que estaba bien al alcanze de los ojos de todos,
sin tener casi que hacer uso de la mente. Los comuneros creían
al ministro autor de todos estos males, para preparar la entre-
ga, que yá la nacion toda tenía preparada, aun muchos meses
antes qu~ lar, indiscretas y ridículas notas de Evaristo precipi-
tasen la invasion. El 9~ñor Salvador estaba en el medio de
este caos sin poder sacar ningun partido, por que la confusion
del movimiento, y lo resistpnte y enredado de .los materiales
Jo imposibilitaban absolutamente; ni tenía el poder de detener
rl tiempo, para. tomarselo él despues, y ordenar y metodizar.


No se sabe, si ladesesperacion de poder hacer el bien,-ó la
que le podían haber inspirado las imputaciones malignas que
le bacían sobre sus miras,-ó el temor, como creyeron algu-
nos acaso sin mas datos que su prevellcion, de que llegaba el
tiompo del desenlace, en que sus tramas se pondrían á la vista
de todos,-ó, lo que es mas verosimil, abochornado de ser
Español del siglo 19°, Y de tener por su empleo la necesidad
de someter al extrangero la nacion á cuya cabeza estaba,-ó
sea, si se quiere, el miedo de caer en las manos de Fernando,
cuyo peligro veía tan cerca,-Io cierto es, que la mañana si-
guiente al dia en que entró el gobierno en Cadiz, se separó de su
familia, retirandosl! á una habitacion aislada baxo el pretexto
de afeytarse, y se degolló. Los lectores podrán ver en la es-
casa razon que hemos extendido de su vida politica, quál puede
habCl' sido el motivo de esta tan funesta determinacion, sin


x




162 HETUATOS POLITICOS DE LA


apelar á la fama, siempre falaz, porque la forman las mas ve·
ces la parcialidad, la malignidad y la sugestiono Por eso 111.
describe Virgilio,


.Monstrum lwrrendum ingens,
Tamjicti, pra'Vique tenax, qtiam nuntia 'Verl.


ARCO-AGÜERO.


Uno de los cinco heroes de la revolucion del 20. Militaritu
buen mozo, ojos negros, buena patilla, poca barba, almivarado
y atipladito, que, no mirandole, ó sabiendo i:le antemano, que
era heroe y habilito, para la edad que tenía; hubiera parOOido
otra cosa. En la Isla sostuvo siempre el valor con que se de-
cidió al principio, y no palleció las anxiedades y miedos que
otros, y se notan laR mas de las veces en la incertidumbre de
la suerte, quando no presenta ésta sino combinaciones arrieso
gadas. Luego que el Rey juró, y se CIlDvirtieron de repente
los unos en heroea, y los otros, todos hasta los tambores, en li-
berales y grandes patriotas, que ni ellos mismos sUIJieron, ni
saben todavía, cómo se hizo esta metamorfosis, y se olvidó la
America,' (¡omo si tal cosa hubiera pasado,-Arco-Agüero se
presentó en Madrid, entusiasmado yá entonces este pueblo por
la libertad, que estaba recien-nacida, y tenía todos los atrac-
tivos de la novedad, y de la venganza sobre el gobierno anti-
guo, que, como todo gobierno, se crée siempre uu enemigo,
porque constriñe, y se le aborrece, como sucedió á poco por la
misma razon al constitucional. Toda la corte se commovió de
gozo, (y se podía creer, de agradecimiento, si el pueblo fuese
capaz de esta virtud) al ver á uno de los que habían sido la
oca>;ion, de que sonase siquiera, aunque en falso, la palabra
libertad en España, y habían forzado á pronunciarla con sus
mismos labios á la tiranía misma. Todo el mundo lo buscaba
para verlo, para oirle, para hablal'le, para contemplarle, y. re-
petirle Vi'Vas, que incluían, para hacerlos mas gratos, y mas
justos, los nombres de Riego y demas compañeros de gloria.
El Rey mismo,-el Rey ~'ernando, pag Ótambiell, á su pesar,




UEVOLUCION DE ESPAÑA, 165


aunque taymada y simuladamente, á la opinion sorprendida
este tributo de admiracion á favor de los primeros proclama-
dores de la libertad, y de la libertad misma que aborrecía.
Arco-Argüero era en la corte el objeto de todas las conversa-
ciones, de todos los ojos, de todas las sociedades, de todos los
periodicos, de todos los discursos, de todos los aplausos. .En
el café de Lorenzini peroró, Y fué oído con aquel entusIas-
mo, que recaba la prevencÍon, y aumenta la e]oqüencia del
orador. Se oía en él, y aun parecía, verse á Riego, á Qui-
roga, y á todo el exercito libertador, en el momento y ap-
titud de librar á la España, y era irresistible por eso su pa-
labra. El grado de General, que se le dió entonces á él, Y á
sus compañeros de heroísmo, que solo ]0 tenían por participa-
don del de Riego, que obraba en ellos, le dió yá un ser nue~'o
en la milicia; y él se creyó efectivamente un heroe, porque así
se lo autenticaba el uniforme. El ministerio, que era el de
Argüelles, acallaba su invidia, porque acaso veía yá en la
inconstancia, veleidad, é ingratitud natural del pueblo, y aun
en la misma nulidad de merito sus mejores vengadorés. 'l'rató
sin embargo de disolver el exercito de la Isla, que hacía el
punto centrico del entusiasmo, y al lado del qual los heroes
se habían hecho heroes, y se podían deshacer, separandolos
A cadá uno de los cinco generales, que se considerahan ~on in-
fluxo, se les procuró acomodar de modo, que no les doliese tan-
to la separacion de un cuerpo. qne babía hecho su fortuna, y los
había dado á conocer. Arco-Agüero fué enviado de capitan-
general á Badajoz y provincia de Extremadura. El tiempo
iba yá desvaneciendo la admiracion de los primeros dias, y
Argüelles iba tambien auxiliandolo, para acabarla de deshacer.
Arco-Agüero no es muy cierto, que hubiese hecho alto en esta
obra del tiempo, porque hubiera tenído entonces, que cambiar
el concepto que tenía de sí mismo, y se Jo había labrado el
tiempo mismo á costa de ilusiones y de sorpl'esas. Se _sabe
que ninguno de sus compañeros, cayó tampoco en la cuenta,
lo que costó caro á su reputacion y á la libertad. Se mane-
jaba en su capitanía-general conjusticia é integridad; pero con
la dignidad atolondrada de un xefe joven, que mandára en




164 UETlitATOS l'ULITICOS DE LJi


una España tranquila, 'yen un sistema consolidado. En una
batida de liebres, corriendo á una, no como capitan~general
de provincia, sino~ como un mayorazguito de Andalucía, lo
¡lrrojó y arrastró, corriendo y coceandolo, el caballo, dexando
regado el monte de pedazos de heroismo, y á la opinion desen-
gañada yá, de si era heroe ó no. Harto mas gloriosa muerte
le dió á Riego el verdugo, que á Arco-Agüero la liebre.


Dexemos á la invidia que lo denigre, Gomo acostumbra; no-
sotros lo compadecemos~ como joven á quien la suerte alucinó
por un momento, é iluso por ella, se pliSO luego de parte de
esa misma invidía, para aCl'editar sus malignas é impoJiticas
recriminaciones sobre sus miras de libertad, y las del excl'cito
que la proclamó. Quando la opresion manda, las leyes y las
ordenanzas no son ni deben ser la pauta de los ciudadanos ni
de los militares; la libertad y la justicia oprimidas ordenan lo
contrario; y estas dos 'Virt1tdes son unos Reyes, que han puesto
la naturaleza y la religion sobre los otros Reyes, cuyos titulos
no pueden sufrir una confrontacion con los suyos, sin que ]0
(lexen de ser. Arco-Agüero pudo con sus compañeros (luerer
la libertad por sí misma, aunque la asociase al deseo de no ir
á America, que se les imputa, como motivo, para quitarles el
merito del alzamiento. El entusiasmo de Riego por ella se
evidenció en todas las ocasiones: en la horca, que rué su carro
de triunfo, compro lió esta verdad. Arco-Agüero no murió por
ella; tiene esta prueba meno", que dar. La España llora la
muerte de aquel con preferencia, porque no eluda de que per~
<lió en ella un pedazo de su libertad. Pero la España. tiene
todavía que llorar mucho tiempo, antes de conseguirla.


¡' Tantre molis erat hispanam condere gentcm!-


VILLAGOMEZ.


Consejero antiguo de Castilla, y diputado de las cortes
constituyentes. Era el mismo servilismo en persona, pero
era servil ingenuo, de buen alma, sin partido, y lo era, porque
lo había mamado con la leche, y lo había convertido en na-




J1EVOLUCION DE ESPAÑA.


(uraleza; y por eso ]0 expresaba con una sanidad de corazoll
que le daba mayor fuerza y valor. Toda su razon estaba en
la rlltina; y no Vela sino ruinas y errores en ]a novedad. Si
fuera ]Josible, quisiera él, que vieramos todos con los primeros
ojos que hubó en el mundo, y leyeramos, (porque no hubiera
otros,) solamente los pl'imeros libros que se escribieron. Con
todo, díxo, y sostuvo en el congreso una verdad, que excitó
la risa de los diputados, porque no supieron analizarla, y ve-
Ían muy corto sus señorías. Nosotros, dixo, contestando á Ar-
güelles, 110 hemos hecho re,,'olucion , á nosotros nos han re-vuel-
too "j A fé, que no.es esta la causa y el origen del desatiento
y falta de orden, con que se han manejado los liberales, diria-
mos posotros, y del resultado que han tenido las dos revolu-
ciones; todo quedaba en España revuelto despues de ellas ;
pero nada de. nuevo, sino es el desorden. Se revolvían los con-
sejos, se les ponían otros nombres; pero las mismas practi-
cas, los mismos hombres, los mismos principios; se revol-
vían las autoridades, los tribunales, los xefes de provincias;
l¡abía nombres nuevos, y establecillÚentos nuevos; pero las
mismas costumbres, las mismas dilapidaciones, la misma im-
punidad, porque eran los mismos hombres de antes con los
mismos habitas, las mismas rutinas y las mismas opiniones.
El congreso no era tampoco otra cosa que un conjunto indiges-


. to de estos materiales, de que al cabo resultaba lo mismo que
había sobre poco mas ó menos. Por eso lo difinw uno :


¿ Qué es Cortes ? Un gran salon
Donde todos los principios
Echados allí, y revueltos,
Forman tal batiburillo,
Que no es sistema, gobierno,
Democracia, ó monarquismo;
Sino una falta de todo,
Lo que se le echó al principio:
Es decir; un gran salon,
Lleno solo de l'uidQ.




166 RETRATOS POLITICOS DE I,A


Vease, si es ó no verdad, lo que se dice, de que tambicn eu-
tre Jos pastores hay peregrinas cabezas. El consejero Villa-
gomez, á pesar de su consejeria, y su refinado serviJismo, dixo
una verdad, y los que se rieron de ella, se rieron de su mis-
ma ignorancia. ¿ Que habrán dicho des pues sus señorías, vis-
to lo visto?


GALLARDO-DON BARTOLOME.


El liberalismo reducido á ciencia, ó por mejor decir, el eti-
mologista de la libertad; se vée venil' la libertad por su boca,
como si se la viera con los ojos, de la misma naturaleza,-y
pasar despues por los Griegos, revuelta en guerras, y demago-
gismo, por no decir despotismo-y tomar desde allí el camino
de los Romanos, que la cacarearon allá ellos, quando se des-
trozaban y á las naciones, á la smaravillas; y luego aÍldarse
perdida, de seca en' meca ;-buscar su clima; topar unai
yeces con Inglaterra, otras con Suiza, otras con Italia,-luego
con Holanda-pasado algun tiempo con España, con Nápoles,
siempre con el germen de su antigua esc1avítud en su sangre,
y desatentada, ,"oIverse despues atrás y sin saberse yá á punto
fixo, donde andana, veni~ á parar á los Estados Unidos de
América. En fin, como es bibliotecario de las cortes,-libros
á mano, apuntes de materias por el abecedario,-frases he-
chas y estudiad itas para todas las conversaciones, retI'ueca-
nos, equÍvocos, antítesis, puntos suspensivos, curiosidades
ortográficas, y mil otras cosillas y juguetillos literarios, le
hacen amenizar la conversacion y los escritos, de modo que
tiene siempre á mano una contestacion ó una desvergüenza
contra qualesquiel'a que le arguye, con la que le concluye. No
es de los liberales negocistas ni de los principistas ; á lo me-
nos hasta ahora no ha ,dado la cara por ese lado, ni cl'eémos
que por él, aunque fuese contra principios, se dexarÍa de a-
horcar á ningun servil, y aunque fuese liberal, si se resistiese
á confesar, que él y la libertad eran una cosa misma, y que su
liberalismo era sin par, como su sabiduría. Pertenece á algu-
nas de las sociedades, que obran por la libertad y no á otras,




I1EYOLUCION DE ESPAÑA, 167


porque tenían antes que él se presentase, otros, que figuraban
yá. Hemos dicho, que es el etimologista de la libertad, porque
la sahe analizar y deslindar su orígen allá á su modo, quando
está'pal'a ellas, y la desmenuza á su favor, yal de su vanidad,
gUl' es un gusto; y si se quiere, vuelve otra vez á recoger los
pedazitos, en que la resolvió, y sac~ y compone lo que se
quiera, ó una lillel'tad nacional, ó una libertad para él solo eS 4
cribir, sin que nadie le conteste so pena de servil; ó una liber-
tad, para aproprial'se, así al disimulo, los escritos de otro, si
tienen gracia, porque es una picardía,que nadie la tenga, si
no es él; ó una libertad de quita y pon, qne tan pronto sea tal
como no, conforme convcnga á la patria, que es él solo, quan-
do está de humor. En la primera epoca tuvo ratos malos y
buenos, porque la libertad, entendida así como suena, no dá
otra cosa. Escrillió la J1pología de los palos, y gustó algo,
porque no estaba todavía por el gusto yel lenguage, que se
ba formado desllUes, que no gusta, porque no quieren acallar
de entender los españoles, que en la parte del idioma, lo bus-
cado es Jo bueno, y lo obscuro y duro, y muy manoseado,
y dado vueltas, por mas que parezca afectado, y contra re-
glas, es lo que supone trabajo, sudores, tiempo, y paciencia.
Algo hay sin embal'go en la J1pología de este su gusto moder-
no, que hoy forma su secta, compuesta de él solo: pero pue-
de pasar al lado de retazos muy naturales, y por la prisa, pues
no gastó mas que nueve meses en hacer aquel quadernito, flue
es naja pam quien trabaja como él, quitando y poniendo, con
tres ó quatro diccionarios abiertos, los quadernos de apuntes
pOI' materia", las listas de palabras antiquadas, por si se ofre-
ce, (que siempre se ofrece,) clavetear, y martillar alguna en
ellenguage moderno, para que resalte un poquito, y otras mc-
nudencias, que lliden tiempo, y largo.


Este ensayo, que le salió tal qual, azuzó á su amor propio~
y emprendio el Diccionm'io cl"itico··burlesco, que le lIió el nombre
qué tiene, malo, ó bueno: Tu\'o pcsadumbl'es en Sil publica-
don, pero pesadumhrcs, que le labrar'oll la arinion de literato,
que conscrva, gracias á Dios, á pesar de los folletos que ha
publicado yá en su lengua en Madl'i..d, y con su ll:lCva orto-




168 RBTRA TOS l'OLITICOS DE L:\


grafia; y á pesar tambien de su Carta blanca, que la tenía muy
bien merecida el Censor, por haberle robado con tanta impu-
dencia su título de gracioso, que lo tielle de oficio desde la pu-
blicadon de su J1pología, y había respetado hasta el mismo
Filósofo Rancio, que destinaba en sus cartas alglllla8
páginas para Gallardo, que le despreció siemlwe, como fray-
le; y muy bien hecho, pues pudo sinó, venir á parar en, •.. por-
que Alvarado se las entendía. La constitucion lo ha tenido
siempre por alumno; y lo creémos tal, porque su amor propio.
e que tiene vigilia,) se debe hallar mcjor con ella, que con las
trabas del despotismo; y la invidia, que cs el elemento, dondl"
se ha domiciliado de por vida, y fUCl'a del qu~l creémus no po-
dría yá "ivir, tiene tambien mas desahogos en el sistema de la
libertad; así, lo creémos liberal llor calculo, y por instinto.
Adernas que hasta ahora no sabemos que Fcrnando le haya
ofrecido rentas y distinciones, como á Rcgato, para ser otra co-
sa ¿ Ni cómo se podría yá él fiar? N o, Señor, Gallardo es li-
beral, y lo será siempre. El autor del diccionario critico bur-
lesco, no'puelle yá transigir con cl despotismo, ni hacer una
confesion gencral con la Illquisicion, 'lile no está mucrta, sino
que, como zorrona, se hace mol'tecina, ni convertirse al Rey,
de modo que lo crea. Gallardo no es hombre qne arremete
imposibles. Sabe, quánto costó á sus paysallos los diputados
de Extremadura, que formaban la Gironda de las cortes cons-
tituyentes, sostenerlo sohre Sil diccionario; y que el fanatis-
mo de Xaramillo, lo puso cn peligr'o de scr asesinado el día en
que sc puhlicó, y que Fernando 7°, es muy piadoso contra
los impios, que tienen la misma, mismisima figura de los libe-
rales, solamente los ojos mas atravesados, y con caña de 111<>
dias por baston por lo regular.


Si Gallardo fuera capaz de darse á partido, y CI1 linca dr
liberal, renuncial' la secta Argiiellista, que dicen ha adoptado
estos ultimos tiempos, sin saber cómo,-qnc contára solo con
saber lo que sabc, y nada mas, sin ir mas allá ni mas acá por'
ciencia prestada, ni figurar tampoco, la que no hay,-si dexára
que cada uno sUlliese lo que había aprendido, sin pellizcar;;elo.
lli morderselo,-si quándo habla ó escribe, (lexitl'a que se vi




REVOLUCION DE ESPAÑA. 169


uiesen ellas mismas las ideas,y los pensamientos, pegaditos á
las palabl'as, como están en los cortijos y en los talleres de los
artesanos. sin pulideces. cortes, ni antiguallas ;-si rompiera
sus mamoü'etos de fl'ase" y palabritas escogidas, por no usadas,
y ordenadas pOI' el alfabeto, para sacar tolias las mallanas al-
gunas para el gasto del dia,-y renuJiciára lJara siempre la
pueril manía de singulal'idad en todo, y que anmlcia siempre
un vacio que se quiere tapar.-Gallardo y su liberalismo ga-
llarÍan en la opinion un ciento por ciento, y pasaría entonces
por lo que quiere, sin tantos esfuerzos inutiles, como ha hecho
para conseguir despues lo contrario. Hemos oído, que lo hall
pl'eso en Sevilla, á donde sabíamos, se había retirado, sin duda
á que los fl'ayles y los clerigos, tuviesen el gusto de destrozarlo
y maldecir'lo en el kit'ieleyson, que le refunfuñen en sus fune-
rales. Compadecemos yá su juicio, si por un alarde ridiculo
y singular, como todas sus acciones, se ha metido él mismo por
la espada para la ultima des,¡;racia, yendo á buscar seguridad
á la ciudad mas ignorante, fl'aylal', baxuna, y fanatica del
universo. Le deseamos vida, arrepentimiento literario, un li-
beralismo puro, sin invidias ni otras miserIas, y la prudencia
{le sociedad, que le polirÍa preservar de sin sabores, porque no
aumentaría sus enemigos.


VALIENTE.


Uno de los serviles de mayor marca. Diputado de Cortes
tle las constituyentes. Este sí, que sabía ser servil; por poco,
llor poco se carga con el santo y la cera de los liberales, y
serviliza las cortes desde el solio hasta la puerta. Muy poco
le faltaba. El vivo, y ellos tontos, la cosa llevaba trazas de
realizarse, á no usar de la treta de un tumulto, que es un re-
curso para las ocasiones apuradas. Había yá sido presidente,
y podríamos acaso rezelal', si aspiraba ó nó á la demagogia
de Argüelles. Lo cierto es, que le puso los puntos á éste, y
como sabía, y decía cosas, y el otro no decía mas que pala-
bras, lo mismo era abril' éste la boca,-zás,-y lo dexaba ta-
mañito. En sus discursos no vacaba nada; todo, hasta las suSo


y




170 RETRATOS POLITICOS DE LA.


pensiones, decían algo, y algo que anuncÍaba algo mas y tiue
traía cola, y esta cola, otra, y así 110 RC podía contrarestar. Ar-
güelles, auxiliado de TOI·cno. que era su Sancho, tenía que o.iear
todos los monitorcs, y con todo eso no podían con él. Pues
¿ qué remedio ?-Silharlo,-no dexar'lo hablar ;-si insiste,-
quc-Juera, qnc-jliera,-y así se hizo! las tribunas gritan,
en la calle se alborotan,-se amontona gellte,-viene el go-
veJ'nador VilIavicencio,-trae tropa,-despejan la caUe,-sa-
can á Valiente, lo meten por' seguridad en una fragata,-y se lo
lle\'an lexos de Cadiz, y (le las cortes. Era valiente, como
suena, el S{'ñor Valiente, y acaso bravatet'o de fuprza de ra-
zon : no siemllre la trnía, porque contra la libertad la hay po-
cas veces. Una poca de mas ]ll'udencia hubiera neutr'alizado
algo esta animosidad. Pel'o no la Jlodía halH'r: se disputaba
la po¡mlaridad ; At'guelles estaba en }1oseRion: los accidentes
tenían aquí mas valOl' que la substaltcia, ó mejor dicho, esta-
ban en él sin la' suustancia, como dicen los catolicos de la
Eucaristía; y la r'azon tr.nÍa mucho menos fUCl'za, que la in-
triga y el ar'te. At'g¡¡eIIcs con sus Iihemlcs, usó de sus armas,
que emn su popularidad; Valiente de las suyas, que era el
raciocinio, que era igual á batil' con silogismos \lna muralla .


. Así, los liherales h'iunfaron : y el talento, y seryilismo de Va-
liente, yá mas recomendados por cstaocasionpara el Rey, con
esta que se llamó persecucion }Jor su adhesion á él, quando no
lo fué sino por aspit'ar á la plaza de cOl'iféo, que Argüelles ob-
tenía, le sirvió uespues en la camara, de vuelta de Feruando,
para colocar á sus contrincantes de las cOI'tes, y á conversos
tl.elliberalismo.


MARQUESA DE VILLAFRANCA.
I


j Bello cOlltl'aste con la servil Duquesa de Osuna! .. Liberal,
J Grande de España, y liberal grande, que puede arder en un
candil por lo liberal. Aquí no hay negocio, ni cosa, {I'Je lo
yalga; todo liberalismo puro y neto. La canter'a de su fami-
lia dá los principios hechos, labrados y todo. Su madre, la




HEVOLT'f;ION DE ESPANA 171


~onrlesa del Montijo. sufl"ió yá Jl()J' ellos.qüanrlo no se cono,~ían
cn España mas p,'incipios, (¡ne el rap¡'icho de los (¡lIC mallda-
ban, ni mas Dios, l]lIe el flue elllls tjIH'I'ian. ['na muger,
Grandr y libeml. y que blazoua de sel'lo, y que no niega, que
10 es, al mismo Fel'nando, que es el se!'vilismo mismo cristiani-
zadu, y )llIesto casi por Jos obispos Españoles ellt!'e lo;, sacl'&-
melitos; y (',so, aunque mande Fel'nando, como absoluto, ('s un
fel1[)meno, que honra á. la España, y 110 puede ser comllll en
oh'as naciones. La Mar'quesa de Villali'anca ha mallda(lo á.
sus mayordomos adrlantar dinel'() á los di putados de COl'tes
Iiherales, que sufrían [lor la causa, y estab~n desterrados PIl la
primera <'poca, y ha intercedido por los eneal'celados, que iban
á. ser sacrifica(los á la venganza dd «espota. Es un recurso
que han buscado y encontr'ado sirmpl'(', los de entre ellos, que
se han visto por la rnisma causa desamparados. Sin los estre-
pitos del falso Iibet'alismo, que siempre se exterioriza rnas para
cubrirse y alucinar, ama á .Ia li!wl'tau que pone en peligro la
gl'arul<,za de su persona eH camoio de la de su alma, y C01l rnas
sillf;e/'idad, y mas (le bll{'lla fe, que los Al'f,üelJe'l, Can¡;-Rs,
Torellfls, y demas pantomimt'l'os ucl ¡iIJl·i'ali,~mo. 'lile la ponen
.,icmpre en eJ Ileligro, y la abandonan des pues cn él.


CALLEJAS.


Contle de taltleron, Vi,'ey qne filé de ~Iexico, y General
en xefp dd I'xel'Cito de ultl'amal', {luallllo estallidó la rcvolu-
CÍon en Arcos. el.año de 20. Es ]lOl' esta ultima qnalidad por
lo que tiene aqui lugal'cntl'e ]0;; personage's l'c\'oIucional'ios. El
fué rn<'jOl', que Rirgo, el que asrgm'ó la l'erolucion. Su inep-
cia ]a pr'epal'ó, su apatía la dexó cuajar, y su cscandali;"o
abandono, é indiferencia por todo lo que no fuese comodidad y
goces, la realiza¡'on. Empezó por su arl'esto, que al3'ulloS
creyéron le fué grato, y la l'evolucion que le siguió; porque
aborrecía la expedicion y su comandancia, y se ponía de mal
humO/' con nombrarle siquiera la America, y la marcha del
exercito á ultrarnar. Todo t'1 excrcito sahía Íl sospechaba el




li::1 RETRATOS POLlTICOS nI<; LA


proyecto de revolucion, que cundía en él bastante, y haría el
asunto de muchas de las conversaciones, y el genera) dormía
tranquilo sin la menor inquietud sohre el resultado. Fué SOl'-
prendido, quando oyó, á)a mad!'ugada del primero de Enero, el
tiro que mató al centinela, que impedía la entrada á los rm-
prcndedor'es,y se le anunció en seguilla s.u arresto, y deposi-
cion. Allí murió Callejas en la memoria de los Españoles, que
desde entonces ni aun conservan la menor idea de que existió
tal hombre. Su misma nulidad es hoy la vida y el mundo que
vive. Se dudaha, si era éste el Calde!'on que ganaba batallas en
Mexico, si es verdad, como se dice, y dice su condado, que las
ganaba, ó que los soldados y xefes enemigos. eran todos tropa
de la que se vende en las ferias, y se amaña, como se quiel'e,
y der!'iha con un soplo. Los Generales de la Mosquéa l1e
Villabiciosa, y de la Gatomaquia de Lopez, parecen aun mas
Generales que es el Calderon, que se dexa al'l'estar en Arcos, y
vá despues hasta la Isla preso en el equipage de Riego. O la
Gue!'ra de Mexico lo era solo de linterna magica, ó éste, que
hemos conocido en España con el llombre de Conde de Calde-
ron, es UII Calderon fingido, como el Rey Don Sebastiall, ó el
mago Smerdis.


MOSQUERA.


Presidente de la regencia del quintillo en la }Irimera epoca,
Servil y reg-cnte del gobiel'no lihel'al, nombrado por las cortes
liber·ales. y constitucionales, despues de un cnri('l'l'o de dos
dias IJar a la eleccÍcm,-despues de una pl'opucsta de doce candi-
datos cada diputado,-despues de una discusion sobre cada uno
de estos doce, que hacían todos juntos la suma de miles de cau-
didatos,-dcspues de haberlos confrontado todos,-sepal'ado
los unos, analizado 19S otros,-escogido estos,-examina-
do á aquellos,-y vuelto otra vez á examinal',-y otra vez
á desechar,-y despues de estarlos así meneando dos dias
con sus noches, sin separarse, ni para comer ni descanzar,-
cernido todo bien, y zarandeado á satisfaccioll aquel en:xambre
de candidatos,-limpitos yá, y expurgados con prolixidad tan




ltEVOLUClON DR F.SPAÑA. 175


escrupulosa,-todos los doscientos diputados con los anteojos
puestos, par'a que no se leR escapase ni un pelo, ni un atomo, que
no tuviesen en consideracion,~partllriunt montes, nascitur ri·
diculns mus,-salieron electos,-j qué Cor'tes! j Y luego se
que.iahan de la l'egencia, y del servilismo!-nuestro Mosquera,
el f¡Ue pagaba cinco mil reales todos los meses al infame peri-
odico Procurador general del Rey y de la nacion.-Infantauo, el
libcl'alisimo, y fernandisimo Iufantado,-Villavicencio, el que
llamaba á las cortes, el cafe de san Felipe,-Ouonel, que yá se
sabe, •.. y un tal Rivas, que Iladie conocía, ni conoció despues,
siendo regente, ni aUIl despues de sCl'lo,-un nombre sin su-
geto. Estos cinco componían la comparsa de Mosquera, que
IlacÍan todos una masa de servilismo, capaz de inocular la ti-
rania en los mismos Estados-Unidos de America, compuestos
todos de Washingtones y Franklines. . i Qué tal el Mosquera!
jSt'f'Ía rana el niño!-Pues lo escogieron sin embar'go las Cortes
liberalel'l, las constituyentes. que digamos-las de los Argü-
elles. los Torcnos, y los Gal'cias HeJTeros,-y despues de tan-
tos despueses.; y se (Iurjan despllcs sus sciiol'Ías ó sus Magestades,
(que esto está en pleito,) de que había salido la regencia srrvi1.
Lo qur si era verdad, es, que las Cortes eran ineptas de enten-
dimi(,llto y de ,'oluntad, con un tantico acaso de corrupcion, y
de preocupaciones, (disimuladas) por las categorías.


ZORRAQUIN.


Diputado dc las Cortes cOllstituyentes por ~Iaurid. Libe-
ral del partido de los principistas, que eran capaces de dexar
perder mil veces la nacion, y un millon de naciolles que hllbie-
ra, por no l'elaxar Ó faltar á un principio. No podrían creer
que tuviese razon el que dixo:


Los principios no son tales,
Que siempre lo hayan de ser;
Pues, ir contl'a los pr'incipios
Es princiIlio alguna vez.




174 llETRA 1'O~ l"OLTTrCnS DE LA


Zorraquin, sin embargo, hahía hecho solo una nrrpcion á
favor de fas CQrtes, porql1e así la hacía á fa\'!)J' de ~í mIsmo.
Tenía á las Cortrs por ahc¡olutas, y pensaba. q1tr"Oh~llHlÍe
allí no había compares que gual'dal', ni pl'inripios que 'wJ!.'uil'.
Con esta orasfon dixo en el congreso aquella famosa exp"'>SiOll,
que hizo su nombre celt'bre: Nosotros estamos en el caso, Ijue
es/aban los Reyes nuestros predecesores. FUl'ra 01' esta fr:tse, q uc
-lo marca, nada tC'ltemos, que añadir, sino que al fin me['eció
tambien de Fernando los honores del presidio.


OZTOLASA.


Uno de Jos heroes fernan¡linos, clrrigo, (liputado de las
cortes constituyentes. Había VCllido de Amrl'ira. I'rmitid~pol'
la lnquisicion baxo partida de ['cgistro, pero 1'11 tan burn tiem-
po, que en lugar de encontl'arse con un anlo de fé, se meontrú
con una plaza de legisladol' en el primer congl'eso nacional,
que ha tenido la España. j Las cO'las del mundo! Lo que
son laR coyullttiras y casualidades !-Es el hombl'c mas impa-
"ido que ha pl'oducido If1 naturaleza; !lO hay por ,Jolldo entl'ar-
le á su insensibilidád, sino por donde se le entró á la ue Adam ;
por lo demas no se le eucontraran las cosquillas por parte al-
guna.' Las injurias son para él lo mismo quc los agasajos.
El ayrc sereno, y algo mas que indiferente, con quc laR oye.
insulta tan irl'esistiblemeute, que arrastra á los que Jo pl'e~{,Il­
cian, á avanzade, como Jos pCrl'Of¡ de IJI'esa á los toros, pOL'
tm movimiento casi involuntal'io. Es, imposible drfinir bien
esta desfachatez sin definicion; ella es sola su definicion mis-
ma. En las cortes se quiso dat' ulla grande importancia, por


. habol' confesado una ó dos veces en Vitoria á Fernando, al
pasar llara Francia; y acuuÍa á instruccionefi secretas y á co-
nocimientos de los ab oculiis de Fernando, quando quería y no
podía dar la razon de la sin-razon de su opinion. Aunque
l¡acía de fernandino, no lo era en la realidad, ni era tampoco
lo contrario; era Ostolaza, era original, y ni aun él mi"mo
"pudo nunca saber lo que era. Hacía 'de liber'al y de senil en
laR discnsiones, conforme caían las pesas; y le gustaba tanto,




REVOLUCION DE ESPAÑA, 175


que Jo silvasen, como que lo aplaudiesen. El dia que logró el
pal,tido I¡(¡el'al I'efregar]!' por la cara en el congreso el proceso
de Inquisicion, que le hicier'oll en America, fué un dia de tri-
unfo para él, mas bien, que para sus contJ'arios. Su impavi-
dez los desconcertó y humilló hasta el punto, que se abochor-
naf'Oll rIlos mismos de no haberlo poditlo abochornar.


A la vuelta de] Rey á España fué Ozto]asa hecho capellall
de honor' con qual'to en palacio, y lo escogió e} Infante Don
Carlos pal'a su confesor. Resultaría un monstruo incompre-
hensihle, si lo pudie/'amos descl'ibi/' allí. Se dió los ayres de
un Sllltan; tenía su cOl'te, sus horas de audiencia, que se da-
ban por papch,tas, y contestaba, quando se le escribía, confir-
ma agella, las pocas veces que se dignaha hacedo. Al Infante,
su dil'i~ido, le bendería el lecho y la mesa, y le hacía, como
Tirteal'lHwa á Sancho en su insula, }Jrivarse de tal p1ato, y
dexar el otro á medio comer, y dormir' algunas noches en ti-
erra, para mOl,til1caJ' la carne. Tollo esto lo compagillaba el
IJial!oso dircctol' con sus salidas nocturnas disfl'azutlo,-con su
tmto sosprc!Jos() con jlHcncs. ([uc.' hizo ~cllir de Calliz, y á las
qnaJes tuvo d mte dc pil;tar' á sus cOlllpaliel'os de congr'eso,
fluamlo estdmn las cortes en !lI[lIcHa ciudad, como pobl'eeítas
necesitadas, á quiencs era caridad apartar de las ocasiones,
socorl'iendolas con una subscripcion, que duró todo el tiempo
que tlll'dal'On los subscriptores en desengañarse, quc estaball
necia y escandalosamente manteniendo los extravíos de Ozto-
lasa, sin COllocerlo, Por echar'lo de la cOl'te, le dió la camara
('l de:wato de Murcia, una de las llÍczas eclesiasticas mas pin-
gües delreYllo. No 10gl'<1ron, sin embargo, al'rojar'lo los ca-
maristas, porque sacó una real orden para mantenerse en
Madrid, hasta que en unos de estos momentos de hacer gra-
cias mohosas, que tiene el Fernando de los Fernandos, le qui-
tó Jas rentas, y lo mandó á un convento desierto á hacer la
vida fl'ayluna hasta nueva Ol'den, sin dexarle escl'ibir ni tra-
tar á nadie, Se supone haber motivado esta orden el sucio ma-
llrjo que tuvo en la casa de huerfanas de Murcia, que dirigía.


El'a necesario haber ,'isto, como nosotros, esta causa, para
conocer hasta qué punto llegaba el descaro y el atl'cvimiellto




176 RETRATOS POLlTICOS DE ¡.A


de este sel'vil, que lo er'a sin duda, pal'a diRimular y encubrir
con este velo una conducta tan abominable. l)ara esto predi-
caba á la allostolica, componía, ¡., impt'imía novenas, hacía el
papel de director de las almas, (pie estaban domiciliadas en
cuerpos bonitos é interesantes, afectaba en publico con los
hombres mucha moderacion, y no hablaba vez, que no rodeál'a
la ocasiotl de compadecer la tibieza, que se uotaba en la rdi-
giotl, y sobre la corrupcion de costumbres. Este fenomeno de
la revolucion, que no lo es seguramente del estado eclcsiastico,
en el año de 20, en que se abolió la IlIquisicion, fué entl'cgado
al obispo de Murcia, como á su juez, pru'a que le coutinllasc
la causa de las niñas huel'fanas. El obispo que había sido
uno de sus acusadores, se convi¡,tió ahora, en odio de las cor-
tes, en su protector; el gobie¡'no tuvo aviso de este escamlalo
episcopal, que era yá de pal'te del obispo una verdadera com-
plicidad lJastoral, y tl'axeron á Sevilla lweso á Oztolasa, de
donde pasó á Canarias, hasta que, á la salida de Cadiz de Fer-
nando, salió él tall1bien de este destino, y pasó yá para Madrid,
libr'c de ésta, quc llamarán los serviles, persecucion, y con ra-
zon, por IJUC al cabo OztoIasa es un sacerdote, á quien era ne-
cesario que cubriesen los cristianos con sus mismas capas sus
culpas pOl' respeto á su dignidad. Algun dia se sabrá
la verdad, de lo que su merced hacía con esas huerfamas.
Nosotros no 1106 metemos con lo de Ame¡'ica, con lo de Ca-
diz, ni COIl lo de Madrid: Ilero lo de las hUCI{allas está.
clamando al ciclo, por(11le nos consta, que el Señor Ozto-
lasa matlifestó siempr'e un zelo indecible por estas niñas. Has-
ta á su misma casa las hacía ir á dormir, quando tenía la me-
nor sospecha. No, sino quc 'lllando se dá en que el perro ha
de rabiar,-no hay remedio, es menester matarlo. Así ha
sucedido con su mel'ced; pero el tiemllO es el mejor testigo
para dcclarar vcrdades, y ahora que está haí Fernando 7°, que
no se casa con nadie, se pagal'fm las duras y las maduras, y
al que fuere judío, que lo (luemcn. j I~os buenos de los ser-
,iles l .. ¡ Y llamaban picaros á los liberales! i Y decían que no
tenían religiol1 ~-i Si le digo á ustéd ..... !




REVOLUCION DE ESPAÑA. 177


llARON 'DE EROLES.


Fué General en la guerra de la independencia, y General
guerrillero, que conservó despues siempre ese cal'acter, y se pu-
so por esta razon á mandar guerrillas contI'a los patriotas en
Cataluña, teatro de sus pasadas a venturas. No le salió tan bien
ahora. El y su regencia de Urgel tuvieron que huir deshechos,
y llenos de miedo delante del genio de la libertad, que peleaba
en el General Mina. Eroles no fué mas á su vista que lo que era,
un esclavo con vestido de General. El y los suyos tuvieron que
buscar el apoyo de los exercitos franceses, para que los venga-
sen de la ignominia de ser batidos por la libertad; y los fran-
ceses no los hubieran podido vengar, si la libertad hubiera
peleado con los Españoles, como peleaba en el alma de Mina.
Ba sido necesario, para que Jos Españoles hayan sido venci-
dos, que antes hayan vuelto á su antigua esclavitud, para no
deshonrar la libertad. El Baron de Eroles ha tenido que
hacerse un subalterno del exercito frances, para gozar de
)0 que elJos llaman triunfos, poniendo á sus navios, á sus
monumentos, y aun á sus modas los nombres de tales.
Hay por eso modas, que se llaman del Trocadero, y de Santi
Petri • . i Qué no se habrán reído allá á sus solas los mariscales
Victor y Soult, que conocen el pais y los puntos de estos ca-
careados triunfos de Santi-Petri, y el Trocadero! Pues mu-
cho mas se reirían, si supiesen (que tambien lo sabrán,) el
modo con que sus exercitos triunfal'on. Fueron los Españoles
mismos, yá hechos esclavos, los que triunfaron por ellos, en-
tregandolos. *


PIZARRO.


Ministro de Estado y de la Gubernacion en la primera epo-
ca; y 10 fué tambien de Estado en el intervalo de las dos, por
1'1 Rey absoluto, por lo que parecería deber estar arrojado de


~ ~ruri6 al fin loco, y debi6 morir así, yá que no en el cadalso,
z




178 UETRATOS POLITICOS DE LA


nuestra galería revolucionaria. Es ¡lOr ella, sin embargo, por
lo que le hemos dado lugar entre los sugetos que han influído
en bien ó en mal en la revoluciono En sus ministerios de la
primera epoca constitucional, no hubo acontecimientos que lla-
men la atencion hácia él; pero influyó yá mas en la libertad de
su nacion en. el tiempo de su ministerio con el Rey absoluto, y
con un Rey absoluto, como Fernando 7° de España, que ha.
llevado el absolutismo mucho mas allá, que los Mahomet, y
los Solimanes. Entonces fué, quando el Señor Pizarro, mi··
nistro de Estado acordó con su compañero Don Martin de
Garay, que lo era de hacienda, ir paso á paso introduciendo
en el gobierno un plan de libertad, que fuese insensiblemente
autorizandolo el monarca, y sintiendolo el pueblo en benefi-
cio!l. Para esto eran necesarios con un Rey, como Fernando,
despotico, seducible, suspicaz, y voluble, temperamentos ex-
traordinarios, un pulso exquisito, una IlrUllencia á prueba, y
una constancia singular y fatigosa sobremanera, para prepa-
rar su animo para cada novedad, por pequeña que fuese, y po-
nerlo en estado de rechazar los alarmas y las resistencias. Era
el unico modo de hacer el bien en España, porque es necesario
darselo disfrazado en mal, y por la mano de su Rey, su mayor
enemigo.


Se dió principio á la obra, quando yá se tenía á Fernando
sobre aviso pal'a las resistencias, y decidido á desllreciarlas.
Se empezó pOlo la hacienda, á la que Garay dió una nueva for-
ma, que fundó sob.'e la vieja, y maduró con maila, yde modo
que el Rey vió antes, y por muchos meses, y examenes repe-
tidos su conveniencia y su bondad. Se negó por muchos dias
á oir reclamas y contradicciones. Hubo en efecto alarma, en
los rutineros y en los fray les y clerigos, que temían por sus
privilegios de no contribuir; su misma conciencia los alarma-
ba. Persuadieron por. esta razon al pueblo sencillo y supersti-
cioso, que en cada articulo del nuevo plan había una heregia,
y qúe el fin del ministro era destruir el crerhJ, y el padre~nues­
tro. El Rey sin embargo, se mantuvo firme: i tan bien prepa-
rado estaba! Los ministros seguían su plan, y la ob['a hulli-
era seguído, si la constancia de Fernando no fuera de Fernan-
do. Un momento de basca fernandina que aIlrOyecharOll lo~




REVOLUCION DE ESP AÑ A. 179


interesados en los abusos, lo llenó de furor servilico, y vió
en cada disposicion que había firmado, todas las cosas al re~'és,
y al puehlo 1I0I'ando á lagrima viva por rentas provinciales,
por siete rentillas, por estancos, por contrabandos y por que
los pro6recitos de los fray/es tengan la suyo, aunque él no
coma, porque él quiere lo de siempre,. opresion y esclavitud.
Hizo al punto lo que hace á cada paso, que es decir, anulo,-
toJo abaxo,-fuera del tie11lpo,-como si nunca hubiera existído,
-y dandole una coz al plan y á Sll5 autores, volvió la nacion
á tomar su aplomo de scrduumbre, y salieron Pizarro y Ga-
ray por la puerta falsa para siemprc jamás. Fué un dolor,
porque un Rey solamente es el que puede preparar, comenzar
y llevar á cabo una revolucion; pero no debía ser Fernando
7° el destinado por la providencia, ni aun por la prudencia,
para obrar eAte prodigio. Pizarro y Garay no tenían muchos
Reyes á mano, para escoger, es verdad; la cosa urgía, y la
suerte no les deparaba otro que Fernando 7°, así como es.
Será siempre una gloria para ellos haber intclltado este ensa-
yo aun con esta desventaja; y entre los agentes de la libertad
Española que describimos, Pizarro y Garay merecen acaso el
primer lugar, porque empezaron la obra que los demas no
han podido tampoco acabar. Hicieron mas que ellos por la
libertad: la buscaron los dos solos en silencio, teniendola que
realizar por medio de su mas atroz enemigo. Fué menestel'
para esto mas osadía y decision, que para hablar yá sostenido
por un congreso ó para executar, lo que el Rey no podía re-
sistir. Por eso no hemos querido omitir estos dos nombres,
que dan yá desde antes de la revoJucion, ideas de lihertad, de
refol'ma, y de Fernando.


GARAY.


Le damos un lugar separado dcl de su compañero, con quien
lo hemos asociado de necesiuad en el l'etl'ato antecedente, por
respeto á su nombre, y á sus servicios por la libertad. No es
solo el que acabamos de exponer el que hizo á su nacion el
Señor Garay, ni es la ocasion que hemos supuesto, la lInica en




180 RETRATOS POLITICOS DE LA


que manifestó sus principios liberales. De miembro y secre-
tario de la Jwnta central promovió la convocacion de las cOI'tes,
indicó, como el señor Jovellanos, á quien estaba asociado en
ideas y en inc1inaciones, la necesidad de una constitucion; y
pusieron en los trabajos, que facilitaron los dos, la primera
piedra para el edificio. Se vió siempre en él á un Español
decidido por la libertad, y no fué su culpa, sino de las circuns-
tancias y del tiempo, non est isla mea culpa, sed temporum,
que no se hubiese realizado. Damos aquí este publico testimo-
nio á sus gloriosos conatos para ello.


MACHRON.


Liberal exaltado, uno de los primeros y mas constantes Ol'a-
dores de la Fontana. El xefe poli tic o Tin-tin lo mandó pren-
der, quando cerró aquella sociedad, por que era uno de los con-
cm'rentes que mas acaloraban las ideas de libertad contl'a el
gobierno, que veían siempre, como sospechoso, ó tímido á lo
mrnos, que ellos llamaban por eso emplastador ó pastelero.
No abonarémos el calor excesivo de muchos de estos oradores,
que precipitan alguna vez las medidas del gobierno, ó lo de-
sacreditaban si los desatendían. Ni estamos tampoco, como
se habrá notado en esta biografía, por una excesiva moclera-
cion, que no sufre el estado de revoluciono Q.uisiel'amos, que
el señor Machron y sus colaboradores no hubieran jamas per-
dido de "ista, la ignorancia, preocupaciones y costumbres de la
nacion, para dirigirla y la revolucion, segun estos datos. Los
buenos deseos, si no van así regulados por la raZ!HI, llegan á
inflamar demasiado la imaginacion, y todo es desde entonces
bOl'rascas y desordenes, como por desgracia ha sucedido á la
España, y el resultado ha sido, el que debía: que la nacion ha
venido á quedar mas esclava, que era antes de la l'evolucion y
casi sin esperanzas de libertad para mucho tiempo por el abur-
rimiento de los pueblos, cansados yá de briegas y peligrosinu-
tiles, y de desengaños, que le han dado los falsos patriotas, y
el egoismo enmascarado, engañandolos por todas partes, en el
congl'eso, en el ministerio, en los jueces, y en todas las autol'i-




REVOLUCION DE ESPAÑA. 181


dades, y Jo peor, dexandoles despues por premio la miseria, la
, hambre y la desnudez, que hoy cunde por todos los angulos del
reyno.


A tres pesetas el pan,
y el uniforme de Adam.


Este es el estado de la España, despues de haber alborotado el
mundo con dos revoluciones tan mal sostenidas, y tan bien em-
pezadas.


ZALDIVAR.


Cabrero en el termino de Xerez de la Frontera en Andalucía.
Por su destreza en manejar la escopeta se hizo guerrillero en
la primera epoca contra los franceses, y despues fué agregado
por el General Ballesteros á su exercíto, por sospechas de no
ser solos los franceses el objeto de su partida, sino los pueblos
Españoles, que eran sacrificados por ella. Nada hubo de po-
lítico en aquella epoca, que le dé un lugar en nuestra biografía
carantulera. Se contal·on hazañas suyas contra los franceses,
que le dieron un nombre no mas que en la comarca; pero que
no lo, sacan de la linea de fazañista y aventurero. En la se-
gunda, yá es otra cosa, aquí yá empezó y acabó, como conspi-
rador contra la libertad: bien es verdad, que él no tenía ni
podía tener nada con ella: ni la conocía, ni la había visto, ni
caía en la cuenta, quando se la enseñaban, ni le daba un pito,
por que reynase ó no reynase en España. Otros Nenes, á
quienes salia mejor la cuenta por su nulidad sin ella que con
ella, lo buscaron para perseguirla; y él se metió por ellos hasta
los codos en esta aventura, sin comerlo ni beberlo, á fuer de
caballero andante, lleno de sus fazañas de la antigua partida, y
con insulas Baratarias que le prometieron el General Grima-
ret, Cienfuegos, el obispo de Cadiz, que le mandaba dineros, é
jndulgencias, para quando lo matasen, un tal Martinez de
Xerez, y otros que querían negociar, como han negQciado con
los peligros y con la vida del selvatico Zaldivar, arzobispados,
mandos y empléos. La cosa se trasluxo desde que fué pensada;




182 UETRATOS POLITICOS DE LA


y, aunque él logró hacer su primera salida una madrugada,
como Don Quixotr, y armarse caballero al dia siguen te, for-
jando su llal'tida de desertores y payos ilusos y fanaticos, Gri-
mal'et y sus complices fueron presos en Xerez, menos M:artinrz,
que se fugó por Bornos, á donde lo tuvo escondido el ViCLll'io
eclesiastico, que tanto crée en Dios, como en la libertad, y cuya
religion es él mismo, sus goces, y sus vicios. Cienfuegos que-
dó tildado, pero no rué preso, por que no había dado la cara
sino per procuratorem, y por dinero.
, El Rey lo sabía todo y Jo protegía, y bastaba para lo que
ellos quel'Ían, que eran rentas y ascensos. En Xen'z y en
Sevilla se siguió la causa. En Sevilla primero, y fueron con-
vencidos y condenados; pero la audiencia declal'ó despues,
al verla, que era tndo nulo, por que pertenecía la causa al
juez de Xerez. Era necesario cumplir con el Rey y con la
ley, y solo se buscaba un efugio pal'a hacer servir la iry al
Rey, y á la constitucion obrar contra sí misma. Los libe-
ralrs veían esto y callaban, pOI' que mandaban los principis-
tas, y éstos eran los pl'incipios ; Jos serviles se reían y se
bul'laban de este ridiculo furor de principios, que Jos ponía á
salvo en todas las conspiraciones; y los tribunales se asegura-
ban así el agradecimiento del Rey, y quedaban tambien satisfe-
chos de que habían complido con la ley, que favorecía sus pre-
varicaciones. Este es ellllanejo infame con que los serviles
multiplicaron las guerrillas contra la libertad, y las conspira-
ciones contra el sistema. El fundador de los pl'incipistas, Ar-
güelIes, veía yá desde su retiro con la renta de sesenta mil re-
ales los progresos de su plan, y desplomarse la constitucion
pHI' el impulso que él le dió en Sil ministerio, que ha ycuido
obrando en todos los demas, y lo veía con una sangre fria in-
sultante, que arrancaba al mismo tiempo el odio y la compasion
de todos los Españoles; pero Grimaret y sus comllliccs le
bendecían en el fondo de sus corazones, por que les había pro-
porcionado la impunidad en sus rebeliones, y la facilida!t POl'
ella de combatir con suceso á la libertad. Solo Zaldivar pagó
su crimen y pagó el de todos ellos, muriendo en las calles de
un pueblo de la Mancha, hecho pedazos á cllchillallas por
una llartida de constitucionales que lo 11erscgllÍa, y que w)




UEYOLUCION DE ESPAÑA. 18;3


eran ni jueces de pr'imera instancia, ni audiencias, ni tr'ihuna-
les supremos, ni consejos, como los que absohieron á 'rama- '
jon, á Grimaret, á Echabarl'Y, al Abuelo y á los guardias; sino
leales á su juramento, ó á lo menos homb¡'cs que veían mejor
su negocio en la libertad publica que en el despotismo; y al
fin, esto siempre es querer el bien pOI~ tabla ó en derechura.


GRIMARET.


Teniente general. Su parte politica en la revolucion está.
toda ellter'a en lo que queda dicho en la ca¡'icatura del cab¡'e-
ro Zaldivar á quien comprometió, y cuya vida sacrificó Ít su
negocio, y no al del Rey ni al de Dios. Esos son cuentos de
camino que yá nadie oye sin nauseas, porque el mundo se ha
despabilado un poco, y vée las cosas, que no se ven, como si
no fueran, y como son, las que se ven, así como su madre las
parió: y luego •••• que la tontería de los hipocritas dexa
poco que hacer á los que ven y oyen, para caer en la cuenta y
dar al punto en la dificultad. Grimaret, hemos dicho, que
rué condenado llor la justicia, y absuelto desplles por la perfi-
dia. Los rodeos y tornos que dió para esto la causa, las su-
tilezas de las razonefl fiscales, y las idas y venidas de Xerez
á SeYi\la y de Sevilla á Xerez con otl'as circunstancias que
notó el publico, y la conducta y muerte de Zaldivar, pintan la
causa y la farandula tan al vivo, que la vel'á un ciego, Gri-
marct era hombre que estaba en los trotes del servilismo; pero
tan radicado, que no creía que había mas allá de él, sino es-
pacios imaginal'ios ó paises encantados. No conoció mas que
ese pais y el del fanatismo en toda su vida. 'roda vía joven,
acusó yá á la Inquisicion al general Cruz MOl'geóll, que era
aun alferez, porque en un bayle de la ultima noche de carna-
val en Cadiz, pasadas las doce de la noche, y entrado yá el
miercoles de ceniza, tuvo la humorada de l'ecordal'lo, con la
broma de tomar una poca, y pronunciar, poniendosela á algu-
nos, el memento homo. Este es el Grinuu'ct conspirador, el
enemigo de la libertad. ¿ Y cómo no lo había de Se¡' nn ser
tan despreciable?




J 84 HETItATOS POLlTlCOS DE LA


SUAREZ.


Uno de Jos conspiradores con Gl'Ímaret y Zaldivar, el ca-
brero de Andalucia. El que había dado mas la cara en esta
conspiracion, llamado Martinez, vecino de Xerez de la Fron-
tera, huyó desde que temió que estaba descubierta, y se rué á
Bornos, donde lo escondió este Suarez, cura, y vicario ecle-
siastico de allí, hasta que se trasladó á Gibraltar. Es el tal
cura un compuesto de egoísmo, ignorancia y supersticion, y á.
son de Rey y reiigion, obra siempre para sí mismo y contr'a la
religion y el Rey, que aborrece y denigra con un placer ma-
ligno. Se Ila formado taJllbien una religion para sí, en la que
sus goces, son los dogmas, y las humillaciones que hace sufrir
á sus feligreses, los preceptos. No quiere mas libertad que
la que á él le dan esta su religion, y su ignorancia eclesiasti-
ca, para gozar, murmurar, mentir, calumniar, escandalizal'
al pueblo supersticioso con una vida sensual, sin mas ocupa-
don que la de violar publica y continuamente los preceptos de
caridad, para lo que se sirve siempre del pulpito, del confeso-
nario y de la misa misma. Se inmuta, le dan acciflentes en
hablandole de constitucion ó de libertad, aunque, se h¡1 creído
que tiene el arte de fingirlos; quando quiere desacredital' á al-
guno con seguridad, vengal'se de él, calumniarle, zuzar al
JJuebl0 contra él y conh'a los liberales, en el pul pito es donde
lo hace con toda seguridad y con el mejor exito. Desde allí
!Señala las casas, las calles, las personas: alli se harta de mal-
tratarlos, delante algunas veces del mismo Dios, (que suele
estar manifiesto,) á quien tiene la sacrilega osadía de poner por
testigo de sus odios, y del ultraje que hace allí á la humanidad
y á la religion. No puede haberla con curas, que no creén
el Dios que predican, y. contradicen á sus feligreses su doctri-
na con sus obl'as.


En la primera epoca de la libertad llegó á vislumbrar .que
esta tendía á ilustrar á los pueblos, á deshacer preocupacio-
nes y fanatismo, y le declaró una guet'ra tan encarnizada, que
eliitableció en la misma parroquia un club servil, para estar




IUWOLUCION DE ESPAÑA, 185


todo momento y sin cesar, alimentando su ouio á ella, y es~
tendiendo por el lmeblo, auxiliado de los frayIes y monjes
dél, que son acaso los lTlas ig'lJol'<lntes y r'elaxados (si cabe
en e,~to mas y lTleno~) (lile hay en la Peninsula. Así es, como
ha logrado que 110 haya en r1 pueblo sino mlly pocos liberales,
que cxi.~ten por milagro, segun lo que predica contra ellos. Su
odio personal es su catecismo, SlI doctrina cristiana y su evan~
geIío. Tiene libros que autorizan, segun él, estos mandatos de
Dios de perseguÍr y escandalizal', y que hacen ver que esto
es religion. Las mugel'es ¡'usticas del pueblo, y demás del ve~
cindario son llamados al son de campana á oirle murmurar
desde el pul pito, y sel' excitados alodio del proximo, y al
melloflprcc:Ío de la relígion. Abandona aun en el al'tículo de
la muer'te á sus feligreses, como se ha visto mas de una vez, si
ocupado en el club infernal en que está siemlwe, le llaman para
il' á confesados. MientI'as él goza, -tiene buena mesa,-toma
chocolate tr'ps veces al día,-se dá los ayres de un obispo~-y
tiene 1111 influxo decidido sobre elecciones, ayulltamÍentos, y
demás ocupaciones puIJlicas, que teme !t. quitár'a la liber'tad, si
lIegár'a á establecer'se, y el pouel' de intimida/', que eXI'l'ce
con un efecto par'a él muy fal'orable, y le dcstl'uycl'a la reli~
gion de los sentidos, que es la q uc pl'ofesa, aunque ron el nom~
bre de.crÍstianismo; gUflta tle teuC!' al pueblo temblando, y de
destuctanarlo con esos derechos pal'ro'1uiales y de estola, que
él los ha extendido hasta un punto escandaloso, y los recaba
con una cl'uehiad musulmanica.


j Qué liberales los de España! i Cómo había yá de existir
este monstruo, enemigo del genero IJI.lmano y de su líber'tad, si
los Jiberales tuviel'an un fondo del suarismo de este infame cura,
que deshonra á la especie y á la I'eligioll! ¿ POI'qué hahíall de
haber sufr'ido tantofl insultos á la humanidad y caridad (wan-
gelica, como les ha hecho esta fiera scIvatica en el llOmbre rle
ese Dios que lo detesta, y su conducta pagana é impía?
¿ POl'qué lo dexan hablar' en ese pul pito que pl'ofan ll, en
esa iglesia, que contamina, en ese altar que es por él 48 abomi-
lIacion? ¿ Porqué no le arrojan esos libl'oS nefandO!!, que tam-
pot::o lée,-eso!> fraylucos ignorantes y sensuallJlj, que son el


Aa




186 RETRATOS POLITICOS DE LA


excremento y heces del genero humano,-y la sentina de ]os
vicios mas torpes, y que viven y mueren, como quadrúpedos;-
esos miserables, que componen ese club anti-cristiano, y anti-
politico, que acaba de de\lI'avar su cOl'azon, y de extingui .. esa
aIIl\l'\encía si quiera de 1'eligioo, que forma tOlla la de España ~
Este conspirador que mancha sin duda nuestra biografía, que
lo honra todavia, quando lo degrada y reduce á la vil clas!:' en
que nadó, y en que se ha colocado despues 1101' sus r'uindades,
para desgracia de sus feligreses, vive aun, y los liberales en su
torpe instinto no 10 buscaron, quandu prendieron á todos sus
complices de conspiracíon. En su casa estaba el Martinez,
quando llegó al Alcalde la orllen de buscarlo y prendel'lo, y
éste le mandó llamar, avisando al cura, que lo buscaban, para
que huye~e, como 10 hizo. Asi eran servidos los liberales y
sus gobiernos por las Justicias y curas de los pueblos; y así se
ha reido de ellos desde el pulpito, donde viesen todos bien la
burla de este cura necio é impio que no se harta de predicar
contra ellos y ridiculizaJ'los. El Suarez los conocía; y por
eso los despreciaba, y pullo servilizar á aquel pueblo, reducien-
dolo á la clase de fiel'as y alimañas con voz humana. ¿ POl'lJué
en las veces que fué delatada su conducta escandalosamente
anti-constitucion~l al xefe politico de Cadiz Valdés, contestó
éste, que esa exaltacion contra la libertad la gastaría d tiempo,
q1te madura las ubas. Este es el sistema de Argüelles, sin
que le falte tilde. Así salió ello.


:FERNANDO 7°.


Solo tiene aquí lugar entre las personas que señalamos, no
como Rey, ni como Fernando, así como suena, sino como pie-
za de la I'evolucíon Española, que se ha venido al fin á con-
cCI>Í.rar toda ella en él, que hoy forma sólo la revolucion, y es la
revo\ucion hecha y derecha, gracias al talento de los primitivos
revolu\'.ional'ios. Sentimos darle lugar a(Juí entre los hombres;
pel'o dir'elllos de él muy poco, y solo lo lIue le pel'tenezca, como
complice ó á!.ltOI' de la l'evolucion. Un tomo que hemos dado
de Jlnecdutas de su vida y rcynado, dá de él toda la idea qut.




BEVOLUCION DE ESPAÑA. 187


podían desear los lectores, y no tenemos por eso que saHr aquí
de nuestro instituto. Quanto dixeramos no sel'viria de otra
cosa, que de qllitarle la fuerza y la expresioná su fisonomía
fisica, que es tambien su car'icatura. La opinion publica lo ha
lIeg'ado á identifical' con su miBmo I'ostro, y aun con su mismo
nombr'p: basta nomlJl'arlc, para coger. de repente todo el ridi-
culo de sus facdones. La revolucion le ha dado á esta su cari-
catur'a la ultima mano, y como Rey, y como Fernando. Como
Rey, lo ha hecho la ironía de los Reyes; y como Fernando, la
vergürnza de los hombres. La revoJucion le ha e.ncargado,
sin que él lo entienda, per{eccionato su retrato: él la sigue con-
tra sí mismo, creyendo que es contra la nacion; y es seguro
que la concluirá á satisfaccion de la revolucion misma. Nadie
lo puede hacer mejor que él lo hace. Que vengan á tomar
lecciones de él los Argüelles, los Torénos, los Espigas, y los
Muñoz-Torreros, ó no se metan otra vez á IiberaJizar nacio-
Iles. Más en derechura vá él al fin que podían ir Jos liberales
con todo su sagrado codigo y con su prestigio de lilJel'tad. j Si
para eso ni es menester haular tanto, como ellos gal'fuleaban,-
ni voluntarios,-ni milicias,-ni cOl'tes,-ni nada;-ouras son
amores,-y este es el plan de Fernando. Dios quiera, que lo
lleve adelante, y que tenga su efecto. Entonces sí, que se le
podría ey se le podrá,) llamar á boca llena el restauradO?' de la
liuertad de España, y erigirle un monumento colosal, I)ara que
desde las naciones mas remotas del globo se vea en él á la Es-
paña, recibiendo, á latigazos, la libertad de la mano de su Rey
Fernando. Ser'Ía esto una gloria muy ol'Íginal para él. Re-
mos dado esta escasa idea de él en nuestra biografía, por que
entre los agentes de la revolucion de España, que nos propu-
simos dar á conocer, no drbÍamos omitir al que hizo en una,
y en otra epoca el papel principal, y lo sostiene todavía.


Fué su promovedor, su autor, y está siendo su continuador.
Un Rey revolucionario parecería un fenomeno, si no se hubíe-.
se yá llegado á evidenciar, que las revoluciones todas son
obra de los Reyes. Sin ellos no hubiera habido una.. Si en
Grecia y en Roma las había sin Reyes, era porque los gober-
nantes lo eran en ellLeclw, aun quando llevasen otros nombres.




188 I1ETHATOS POLITICOS DE LA


Las palabras Arconte, EIlhol'O, Consul, ó Senado, si señalan
una autoriflall arbitr'aria, un poder de Rey, un influxo incon-
trastable, significan Rey, por' mas que su sonido sea diverHo ó
contrarío. La reyedad es esencialmente revolucionaria: Fer-
nando la heredó con esta aciaga lil'opension. Ella había gl'a-
duado antes en su padre pO!' iI'I'itaciun, y la fixó en el trono de
España por los acontecimientos de Al'anjuez y del Escodal,
que preparó é impulsó de un modo que acercaba su explosion
por momentos. N apoléoll, cuya vista Ilolitica cogía al vuelo
el por vp.nir, quaJl{lo lizonjeaba sus mims y sus planes, vió en
este Rey rCTolncion, á la de ESllaña que cOl'ría á realizarse, y
se adelantó. Sepal'andolo de su rl'yno y corona, se anarquizó
la Ilar'ion, y cl nombre é iufluxo de Fernando se identificó con
la anarquía, para mantener ]a J'evolucion monarquica, que
venía obl'ando casi desde el establecimiento del trono Es-
pañol por medio de un despotismo, (]ue se tenía por liber-
tad, porq tiC se sostenía pOI' med ici de las cortes, de los co-
digos, de las leyes, de las costurnhr'es y de la religion, y se
había yá hecho escandaloso en un siglo, que iba recobran-
do algo la vista, y conociendo sus peligl'os y su envilecimien-
to. En la ausencia de Fernando, la España !Jensó en libertad,
y en un libro que la contuviese y pudiese consef'\'arla; como si
la libertad se debiese fixar sobre el papel, y no sobre los cora-
ZOrH'H que son su natur'al residencía y domicilio. A la verdad,
los Españoles, y sus liberales gobernantes no habían podido
cog('r nunca bien la fisonomía de la libertad, y ]a (w('yer'on si-
emp,'e, como hemos dicho, despotismo con estamentos, ó con
Curtes, y constitllcion, y nombraron á Fernando por el apodera-
do de ]a libertad, teniendo la debilidad verdaderamente


'pueril, de dar yá con esto por concluida la revolucion,
que consolidaban con él, que era la revolucion misma. Vino
éste de :Francia, á lo que se vió, decidido á reanimarla, como
su obra, que la venía texiendo y acalorando desde su juventud,
y á ponerse en el lugar de su padr'een quien él y la insensata
equivocacion del pueblo la habían consignado hasta entonces,
p:U'a mantener vivo siemp¡'e el odio al trono .absoluto y el do-
lo,' d(' la jler'(lída lihl'rtuIl, que se sentía solo por instinto. A la
entrada ll01' los Pil'iuéos anuncÍó á los Españoles el despotis.




189


mo que t,'aía en su pecho, que se llamaba yá como él, Fernan~
do, y lo !)/'uclamó despues, de camino á su corte, en Valencia
el 4 <le Mayo en el decreto que es la gmn carta de la liuertad
K,pafiola, Al lhogar á Madrid levantó ya desvergonzada-
DJI'ute la hacha dl' la til'allia, y la paseó despues por toda la
Penillsula Chol','eanrio sangl'c, y llenando oe horl'or todos los
pueblos. NI) pl'!'dllllÓ medio desde aquel punto de aburrir y
drst'HJlt'I'ar á la nacioH de ser feliz, y dividirla, pa¡'a !'eynar
despues en eflte ¡"fiemo, malt¡'atando los cuerpos y las almas.
La L~s"aña se fué acostumurando así á abor¡'ecer y despreciar
al golJi('I'IIO, Jo que es yá ulla disposicion inmediata para arro-
jadu á la pl'imr¡'a ocasion favorable; y Fernando conspiraba
contl'a sí mismo, quando creía, pel'siguiendo y matando, que
se libraba de COllSvi¡'al!ores. Los fray les y los clerigos le de-
cían, que la libertad se podía y debía ahogar en sangre; por-
que esta casta degenerada de la sociedad que no yée mas (lue
su llt'gocio, y es el instrumento nato de la opresion; no sabe de
mas liber'tad flue de la suya, que es la esclavitud de touos los
demá.~. y (Tée á la ótra material y voluminosa, que se lleva y
se trahe por donde se quiere. Fel'llando se empezalla á desen-
gaiíaI'~ quando Riego la proclamó en odio de su tiranía revo-
lucionaria, y por el influxo secreto que él, sin saberlo, le pres-
taba. Por esta razon se podía decir, que rué el mismo Fernan-
do quien dió en las Cabezas por la boca de Riego el grito ue
libertad, que los pueblos todos aprobaron y repitieron, Ella
juró des pues en Madrid, y la hizo jurar á todo el reJno.
Aquí yá se exte¡'iorizó demasiado su caracter conspif'ador,
y se pr('sentÍl él solo, como revoluciono Jurada por él y
el pueblo la libertad, se hulliera concluido aquella, si hu-
biera estado de buena fé; pero entonces hubiera yá dexa-
do de ser el revolucionario Fernando y la ESllaña fuera
libre y feliz, Conspiró al punto contra su mismo juramen-
to, burlando la estupidez de los liberales, que lo creyeron y
repitieron en el gobieruo las mismas iudiscreciones, los mis-
mos errores, las mismas torpezas, las mismas fatuidades, que
la vez primera, tomando á la España por Roma, y á Ferlian-
Dando, como mudado de repente en Servio-Tulío ó en Traja-




190 RETRATOS POLITICOS DE LA


no. Así pudo este Fernando, que era siempre el Fernando de
1816 seguir, despues de jurar, la revolucion contra sí mÍsmo, y
contra la España, y atentar contra su COI'Olla, como si estuviera
convencido de que no era suya, sino del pueblo, á quien se la de-
bía volver, para que la diese á quien le parecie¡'a. No es el pue-
blo Español á proposito todavía para ser libl'e ; pero se escogerá
en ese caso otro tirano, que abot'recerá á su turno y arrojal'á,
como al anterior; y Fernando tendrá siempre la gloria de ser el
primer Rey, que se destrona por sí mismo, y ha seguido con
estas miras, desde que nació, todos los tr'amites de una revolu-
don con una constancia, que admir'ará la historia, y no podrá
entender la politica hasta que los tiempos y las luces la monten
sobl'e otros principios que los que hoy rigen, ó los refl!udan en
el verdadero molde de las necesidades humanas, y (le las circuns-
tancias, para dellUrar]os de todos los resabios de monarquis-
mo revolucionario que contiene hoy, sin apercibir'se, y d(~ aque-
lla fuerza mental fantastica que han puesto en c]Jos la rutina,
el miedo y la adulacion. Entonces no podrá haber Fernan-
dos 7°'; ó si alguno se llegalla á deslizar por fatalidad, y su-
bía al trono, el trono mismo, que no prestar'Ía inviolabilidad,
lo despediría por' un movimiento de repercusion, que naúa po-
dría paralizar, ni detener. Ello es que estos 'principios, así
como son, lo tienen todavía boy revolucionario; y tiene muy
adelantada otra revolucion contra sí, que los serviles y ecle-
siasticos fl'aguan, alJostandolos él á caua UIIO en el sitio en
que la pUl'.den ir acel·cam\o, y \'e'll~\\'tie\\\lo\es los 1'3.1)eles: todG
esto, sin sentido él mism() sino en ideas que le pasan el miedo,
y los hechos con la rapidez que pasan las figul'as de linterna
magica.


ALABA.


General, liberal. Al menos se ha portado, como tal, en el
congr'eso en que fué diputado y !lI'esidcnte, y en las capitula-
ciones con Angulema en el PUCl'to de Santa María, doude,
aunque nada sacó, sostuvo con honor y con brío la causa de la
libertad. Lo de Valencia, quando Wellesley, emllaxador




REVOLUCION DE ESPAÑA. 191


de Inglaterra, dió aquellos millones á Fernando, que eran
para de~t1'uil' la lilJertad, no tiene nada que vel' con Alaba,
que no el'a allí Wellesley, ni embaxador, ni Fernando, ni li-
bertad. Si era amigo de Wellillgton, Wellington no era W c-
llesley, ni los amigos son, ni l}Ueden ni deben ser cn todas las
cosas dos cuel'lJOS Y un alma. La política tiene reglas muy
raras; no se casa con nadie, ni aun con Dios; lo mas que
hace con este es disimular. Es necesario sacar un milIon de
cou.geqüencia8, y traer el 11;10 de ellas muy de lexos para
llegar en esto hasta á Alaba, que no tenía que aprobar, ni que
reprobar. La manía de formar los juicios por deduccion en
mater'ia de OlJinion y fama está rep,'obada por la buena lógica.
y si esto no bastase para con el Señor Alaba, ahí están sus
opiniones en el congreso, sus proposiciones, su conducta cons-
tante en las dos epocas de la libertad, la confianza que hicie-
ron de él siempre 108 libet'ales, su eleccion para presidente del
congreso, los desayres que sufrió del duque de Angulema por
causa de la libertad, y su actual y voluntal'ia expah'iacion,
que dÍl'án de su liberalismo más que nosob'os podríamos decir;
porque, las obras dicen siempre más, que las deducciones de
otras deducciones. Las obras son yá datos de que se parte
con mas seguridad.


ALDARADO.


FrayIe y muestra de servilismo ostensible, que de puro os-
tentarlo es sospechoso de liberalismo encubierh), bien que con-
denado por el prollio negodo y por el espiritu de cuerpo á no
apal'ecer en la vida. Entra en nuestra biografía revoluciona-
ria, porque rué el escritor servil, que en la primera epoca de
la libertad la atacó con mas arte, con mas nervio, con mas
gracia y con mas suceso en sus cartas, tituladas deljiloscifo
Rancio. Era f[·ayle y dominico, que es ser frayle dos veces;
por consiguiente teologo, y escolastico, y tomista, y cl'gotizante,
y lleno de recursos, para negar, para conceder, para distin-
guir, subdistinguir, tatara-distinguir, y para todo lo que
haya que hacer para salirse con la suya en todas las disputas,




1.92 RETRATOS POLITICOS DE LA


dexanrlo la qüestion intacta. Era el campeon de la antigüe-
dad, su amor propio afilado porel escolasticismn, no It· pI'I'mi-
tía dar quartel ni consentir el pase á cosa nueva, f[1l(> plI.l¡rse
acreditar en el pueblo otra escuela ó sistema, fJ u!' el q tiC ltahia
él estudiado. Era por esu la antifona de los filuso{'os. A calla
opinion filosofica' salía él con su fuIletito, y siempr'e con UlI so-
brescrito de antigüedad. Rancias llamó ahol'a á sus ral'Ías
contra los liberales; yá años antes había llamt\llo lLri~t()leliras,
las que contra la Jllodemizada filosofia de los Agustinos l\¡' Se-
villa, había escrito con el título de Carta,~ de Jlrisfutcles desde
el otro 1I11l1ldo. Era la reputacion de su amol' pt'Opio, y del
de su corporacion, que JlO (luer'Ía, que se supusiese engañado y
burlado en sus estudios, la que vengaba sir,mpt'e en sus l\~{Ti­
tos; hablando por esta razon las mas de las yr,cr,s conh'a sus
mismos sentimientos. Se le conocía al ,'everendo. que trnÍa
allá dentro de su mente un repuestito secreto de verdadera
filosofia, tomada de las fuentes que él denigraba en publico,
para su gasto iníel'ior y pal'a su gobierno, y para 'luamlo esta-
ba á cubierto de sus f¡'ayleR, encef'l'adito en su celda. yapaga-
da la luz, consolarse á sus solas y burla/'se á su salvo de su es-
cuela y de sus escritos. POI' eso y pa/'a lo'! que estaban en este
misterio de iniquidad de su paterllidall, era una .'isa leer sus
papeles, y "el' allí en sus ir'onias y satiras contra la libertad y
la filosufia; su Fefinado y ír'uanesco disimulo, hablando de se-
rio contra lo que creía, .y recomendando apostoJicamente lo
que despreciaba, como contal'riñas de viejas y juegos de niños
chiquitos.


Era, en verdad, admirable la drRtreza con que manqjaba este
juego de opiniones, y la formaliuad COII que befaba y se I'cía
en publico de sus propios sentimientos. Cumplía así consigo
mÍsmo, con los frayles, con el Rey, y con su negocio, que tam-
poco, aunque yá viejo y de campanillas. lo p(wdia de vista. Ar-
güelles, Garcia-Her'reros, Cano-Manuel, y Gallardo eran sus
asuntos favoritos. Este ultimo no Re atl'cvió nunca, por' mas
(lue rué solicitado por sus amigos, á tomar la pluma pa,'a con-
testarle; las gracias y caudal de el'udiccion del Rancio lo aco-
quinaron; pero jamas pudo entender, que las gracias eran




HEYOLUCION DE ESPAÑA, 198


gracias, porque se salían ellas mismas, y no las iba el otro á
buscar, com() él; Y que la erudicion decía mucho en su pluma,
porque venía ella misma tambien por sus pasos contados y se
ponía en su lugar, sin que el Rancio supiese nada, hasta que
la veía. Alhanulo tenía en el merito de "us escritos, el deme-
l'ito ue haclTlos contra sus mismos sentimientos, vendiendo la
verdad por su negocio y vanidad pueril. Quando el Rey vino
de Francia, le dió en pago de este servicio, que creyó equivo-
cadamente que era hecho á él una plaza en el tribunal de la
supl'ema, (IUC él ['enunció pOl'que le pareciú acaso poco,. y se
le asignó una pension de qua renta mill'eales. Nuevo motivo
de risa para la socarroneI'Ía del padre, verse pagar por ha-
ber negociado con sus escritos la fama sel'vilica y frayluna á
que aspiraba, y alimentado á su gusto su vanidad literaria,
que era lo que quería. ¡ Sí á la hora de la muerte (que fué muy
luego,) sería su reverendísima Rancio todavía! Mucho nos te-
memos dexára yá lo rancio en el lecho Ilara los frayles, pues
yit él tenía poca necesidad de disimular. Lo cierto es que sus
eartas se le¿n con gUflto por los sel'viles y por los liberales, y
todos hallan su cuenta en ellas. Es la doble doctrina de los
antiguos; cada uno viene á ella por la suya, y aunque son
contradictorias, todos llevan ¡Qué habitos fraylunos tan bien
mant'ja(los !


COPONS.


La parte política de este General está muy marcada en las
dos epocas de la libertad. En la primera mandaba en Cata-
luña, quando llegó Fernando de Francia, yá poseido del demo-
nio del absolutismo, y fué Copons encargado por el gobierno
de saludado en su nombre, y entregarle ellíbro de la constitu-
don y decretos sobre su juramento; y así lo hizo. Este fué
yá desde entonces para este General un titulo de proscripcion,
que en el corazon é idioma de Fernando, equivale á una tacita
sentencia de muerte. Fernando prosiguió su viage, recalentó
el servilismo natural de los llueblos, y proscl'ibió en Valencia
1101' su decreto de 4 o. de Mayo la constitucion, y mandó al ti-


Rb




194, HE TRATOS l'OLITICOS D~ LA


empo, que la arrojase de sí, como si no hubiera eXIstido, yen·
tonces Copons, como el pr'imer organo del gobierno, que sir-
vió para transmitirsela á su entrada, vió y temió yá lo que le
esperaba, que por fin no paró entonces, sino en consignas y
separado n de todo mando. Con este borron ha corrido todo
aquel intervalo hasta el año ~O, epoca segunda de la libertad
Española. Yá aquí Copons se recomrndó por si mismo con
esta misma marca, que el dia antes lo deshonraba; y el gobier-
no de ese mismo Rey, que lo detestaba, lo llama á ocupar man-
dos y comandancias de confianza; no porque Copons se
había mudado, sino porque se había mudado, ó afectado
mudarse (que es peor,) ese Rey, que lo aborreció enton-
ces, y lo distingue ahora. Empieza la. libertad á correr
los peligros, que le prepara cada momento el ]<'ernando que la
juró y la mandó jurar baxo severas penas al que faltase al ju-
ramento; y el gobierno llama á Copons al puuto de mas confi-
anza, que es el xefado politico de Madl'id, entonces dividido en
partidos acalorados, y turbulentos. La prudencia, con que
Copons llenó este destino, satisface las miras de los UIIOS, y no
alcanza á Henar las de los otros, que querían algo mas rigor
de circunstancias; y se conceptua luego, que Copons serviría
mejor á lacauia de la libertad de xefe de palacio, que en al-
gun otro destino.


Hemos sido testigos de la delicadrza, con que este patriota
juicioso, ha desempeñado este espinosisimo destino, sin faJtar
á los respetos mas minuciosos del Rey, ni Ilcrmitir tuviese un
sin sabor, que él pudiese evitar. ]<'ernando lo veía, sin embargo,
como el hombre de confianza de los libel'ales para vigilarlo, ú
acaso es verdad, lo que alguna vez se dixo, que se vió Fernan-
do engaijado por el zelo de Copons en sus miras de fugarse.
El hecho es, que lo ha mirado siempre, como que lo tenía seña-
lado para el sacrificio: . Por mas disimulo que aparentase, sus
ojos descubrían su alma, que hervía de rabia con la vista sola
de Copans: parecía invidial' al basilisco la fatalidad de los
suyos, para estarlo mirando todos los instantes. Quantlo
llegó yá a1lluerto de Santa Mar~a á volver á poner las cade-
nas á la nacion, no lo descuidó en su colera; pero lo consignó
por lo IJrOlÜO en Cadiz, de donde lo sacaron con engaño, para




REVOLUCION DE ESPAÑA, 195


Sevilla; y yá allí sin reboso ni vergüenza lo llevaron preso á
Madrid. Lo humillaron y envilecieron desde su llegada, ponien-
dolo en la carccJ publica con los facinerosos. La rabia de Fer-
nando estaba impaciente; no podía esperar tramites ni pl'oce-
sos, para empezar á cebarse en él. Sus delitos los buscarán
sus jueces en la col era de Fernando y lo~ encontrarán sin du-
da; es fecunda de crimenes agenos, y tiene hasta la gracia,
sino hay otro recurso, de hacerlos hasta de las virtudes. Los
jueces van allí por ellos para imponer los suplicios y las pe-
nas, y así es en el corazon de Fernando, donde se juzgan las
causas de los liberales en !Jrimera instancia, y donde se levantan
los patibulos. Este nuevo modo de enjuiciar, nos hacía temer
1101' Copons. Está sin duda en la Jista mental de ajusticiados,
que ha formado Fernando en los raptos de furor y de venganza;
y se han estampado estos nombres en su memoria mas tenaz-
mente, que en el bronze, para que pudieramos esperar, que se
borras'en jamas.*


PORCEL.


Diputado en las cortes constituyentes. Es de los principis-
tas, porque es liberal de los libros, y no liberal de la nacion
Española, y mucho menos, liberal de revoluciono Su retra-
to politico ,'iene de lexos, porque su caudal viene de los mu-
chos años que fué consejero de Indias, y en los tiempos en
que las Indias todas eran una india. Ha tenido muchas cu-
cañas y tiene muchos libros, y buenos y baratos: la suya es
una de las mejores librerias de particulares; y por eso sabe
así por junto, lo que es libertad, y lo que son liberales. Es
cortesano de estos, que yá no puedeu vivir sin corte ni sin
Rey; y se creerían muertos de repente, si al despertar por la
mañana, se encontráran sin alguna cosa, que oliera sifluiera
á palacio, á consejos, ó á Camara de Castilla. Mala dispo-
"icion para ser liberal y liberal constituyente. La palabra


• Se ha dicho en los papeles publicos haber sido absuelto. i Quál será
~'l inocencia 1 Ni un pelo habrá habido por donde cogerle!




196 HETltATOS POLITICOS DE LA


Rey tiene tal encanto para esta clase de gentes, que en medio
de su instruccion, de su mundo, y de la grata ferlUl'ntacion de
Ja libertad, quando en las revoluciones se le está preparando
á una nacion,-si se ]e pronuncia con enfasis, y oportunidad,
el hervor de ]a libertad se apaga ó declina y va á parar por
sus pasos contados al marasmo del despotismo. Porcel vivía
solo de la corte y de sus empleos: fuera de esta atmosfel'a no
podía respirar; y así, aunque pertenecía al partido liberal de
las cortes, y aunque en las discusiones todas sus opiniones es-
tuviesen de acuet'do con sus principios, se vislumbraba siem-
pre' en ellas Ull alma amasada con ayre de oficinas, y cun los
miasmas oe que las había impregnado el aliento de la tiranía
y de la sel'vidumbre, que siempre respiraba. En las curtes
fué de la comision de hacienda, y el encargado del ar~gl0 de
la contribucion directa. En el plan de ella, que presentó y
Jeyó al congreso, estaba distribuida por las pl'ovinciasá ojo
de buen varon, y sobre la base del poco mas ó menos de su ri-
queza; principio, qne sabía á arbitl'ariedad palaciega, y á
ciega sumision. Este era el busilis del señor Porcel, sin co··
nocel'io. Por eso hablaba, como liberal, y obraua como servil,
que es lo mismo que, como consejero.


Sin embargo, esta doble conducta le acarreó el odio de Fer-
nando, que le separó de la corte. y se consignó á Granada,
donde el oro de las Indias le había proporcionado casas de
campo deliciosas y ricas. buena biblioteca, haciendas, y cre-
dito. Fué hombre todo este tiempo, hasta la revolucioll del
20, en que vol vió á ser cortesano y vivir, como él quería. en el
mundo de la inquietud y del texe manexc. En una de estas
idas y venidas de las revoluciones-cátcmclo V. aquí, minis-
tro de ultramar, que era el pais de sus patagones. Yá mar-
rajo por su edad y experiencia, conocía la inconstancia de su
destino á discrecion de Fernando el inconstante, y tuvo medios,
para que lo ingiriesen las cortes en las ternas para consejero
de estado, y lo tuvo tambien, (porque no era tOnto para su ne-
gocio,) para que Fernando lo escogiese entre los tres, y se sen-
tó, aunque por pocos dias, en este consejo sin consejo, ni ganas
Fernando, de que lo diese nunca. AHí fué el Porcelliberal,




JIEVOLUCION DE ESPAÑA. 19:-


'Inando no at'riesgaba nada en serlo, ni el Rey había de hacer
alto en que lo era; y 1101' esto su opinion era siempre explica-
ble en dos sentidos, y no la daba nuuca sino con una larga in-
troduccion, que la neutI'alizase, qllando la diera. Los libera-
les mas decididos eran tambien así algunas veces; jamás se
batieron sin reserva. La revolucion empezó á {leeJinar yá, sin
quien la detuviese, y su exito se pI'esentó con todas las apa-
riencias de funesto. El gobierno tuvo, que huir de los france-
ses, que venían á dar el golpe de gracia á la libertad; y aquí
rué ella. Cada uno veía la cosa á su modo; unos yeÍan su
negocio en seguirlo, otros en abandonarlo. Porcel lo siguió
á Sevilla, y despues á Cadiz ; y se ha alabado él mismo de
que en una y otra parte hacía de consultor secreto Y' de con-
fianza del Rey, (se supone contra los liberales;) de modo que
hablaba un idioma en el consejo, y otro en las consultas, por-
que se iba á acabar el tiempo de negociar yá con el gobierno
constitucional: el quería pertenecer al gobierno, fuese servil ó
fuesr liberal, y vivir en la corte. Hubo al fin en Cadiz con-
sultas para la disolucÍon y la manera de verificarla. POl'Cel
ponía en la mesa el sí y el nó, para que se tomase lo que se
quisiese. Esto creyó él le valdría des pues su destino y su Ma-
drid; pero es la estrella de los tontos creer tales á todos los
demás; y Fernando tenía una buena dosi!'; de pillastron. Lue-
go que salió el Rey de Cadiz, lo siguió Porcel con un ansia
tan ridícula y tan impudente, como si no estubiera tan cerca
la apariencia de liber·al. Se le presentó en Xerez; luego en
Sevilla, y e. Rey le miró sin duda como un vividor, que le iba
á hacer acatamientos á los destinos y no á él. Tuvo que dar
mil vueltas por las ordenes que coartaban la libertad de ir á
Madrid, y parar, donde parase el Rey; y tuvo que andar de
seca en meca ;-ir á Sevilla,-volver á Cadiz, á Sevilla otra
yez, mientras su muger, que estaba en Madrid, negociaba su
vuelta á la COl'te. No la negocia, y se situa este libel'al de se-
tellta años, que la echa de sábio y de experiencia, en un luga-
rito á dos leguas de Madrid, donde vive de oler á la corte, y
vel' á Madrid con el anteojo, y de esprrar, que el Rey despota


. le premie algun dia su sospechosa liberalidad. Este es el libe-




198 JtETnATOS POLITICOS DE LA


ral Porcel, el filosofo, el qne tiene proporciones, pal'a vivir yá.
los pocos dias que le restan, tranquilo en sus casa de campo de
Granada, lleno de escarmientos y de desengaños. j Qué será
esto, de este trastorno de ideas y de objetos! ¿ qué poca me~
!la deben haber hecho 103 libros y los años en el cerebro del
Señor Porce!?


BESSIERES.


Liberalismo-Dios lo dé. Negocio llropio á borbotadas.
1'01' eso en los primeros tiempos de la revolucion ílel 20, \'isto
de perfil, parecía liberal, y tal, que engañó nada menos que á
toda la ct.Idad de Barcelona, que lo miró no mas que de lado
algunos meses. Su retrato politico empieza aquí; porque an-
tes era un fl'ances, al servicio de España, que buscaba sus
grados, como un hombre, echando plantas y bravatas, hasta,
flue la revolucion lo agarró IJor su interés de ascensos y dobles
sueldos, y lo sacó "L'clis nolis á la palestra cOllstitucional, uni-
dito á su negocio propio, que fué el disimulo de su liberalismo
algunos días. Los que no lo vcÍan por el lado que había pin-
tado su simulado amor á la libertad, empezaron á dudar de su
adhesion, porque observaban,':""'echaban cuentas,-tanto mas
cuento, y fuera de los nueve,-rcsultaba siempre la suma de
scrvil, y de servil simulado libet;al, que quiere decir, traidor.
Le andan á los alcances, y lo cogen con las manos en la masa,
y de patitas en una conspiracion. Lo prenden, Jo juzgan, Jo
sentencian á muerte y lo meten en la callilJa, para ahorcarlo.
j Qué tal elliberalito ! .. El pucblo, que no era capaz de verlo,
sino de perfil, y por la parte, que él enseñaba lo liberal, (pues
el pueblo no vée jamas de frente á ningun hombre, por eso es
tan seducible,) se atumultúa á su favor, juzgandolo liberal, y
por consiguiente una injusticia irle á quitar la vida,-se le
unen algunos serviles de incognito,-lo sacan de la capilla,-y
}lacen por la ciudad un triunfo del ajllsticiable, que al fin, li-
bre, se fué á Zaragoza, donde estaba Riego de capitan-gene-
ral, muy vigilado, porque le temían, como si fuese algo de cui-
dado. El bueno de Bessieres en agradecimiento por la liber-




REVOLUCION DE ESP AÑ A. 199


ta<1 y la vida que le habían dado los alucinados catalanes,
intriga ahora aquí con Montalot, emigrado frances, haciendo-
le á Ri!Jgo planes para entrar en Francia, y servil' de apoyo á
los Ile~c()I¡/"I1tos, para jurar al hijo de Napoléon. Iba todo
estt' plan dirigido á perderlo en la opinion aquí, y que perdiese
]a vicia allá. El gobierno aprovechó esta ocasion, para sepa-
ral'lo de aqurl mando, y tildarlo yá algo en el publico, como
illl,¡irto en todas las posiciones. El Bessieres forma entonces
una partida, y dit la car'a .abiertamente contra los liberales;
haciendole con esto la mamola á los de Barcelona, que lo cre-
yéron tal.; y' emprende con dla osadamente el camino de Ma-
drid, cosa que todo el mundo creyó locura, y que el aconteci~
miento hizo ver, que, con tal gobierno, con tales xilt. 'yen
tales circunstancias, era realizable. Entonces ~uce~ Aftc
decimos en el fe<\¡fetrato de Odaly, que es el siguiente, y lo que
dió allí á Bessieres un nombre, que ha'hecho despues su rortu-
na, (que es lo que buscaba,) con el Rey Fernando; fortuna, que
no se la han podido despues borrar del todo las derrotas, que
sufrió, ni las huídas que hizo, que fueron conseqüencias de los
talentos militares y del valor de Odonel, y del Empecinado.


Bessieres vive y reyna hoy por la tontería de los Barcelo-
neses, que no lo lIexal'on morir en la horca que merecía y~­
rece, ]lues Fernando no manda en los delitos, como en las per~
son as, y por anos está Bessiel'cs en la hOI'ca, aunque por Fer-
JJando eA té mandando ahorcar á los demas. La opinion lo "éc
colgado y lo llena de maldíciones.*


• Vá no solo la opinion, sino los ojos de todos los habitantes del pueblo de
Malina de Aragon, lo han visto fusilar por orden, y con satisfaccion del mis-
mo Fernando el .I1horcador, á quien sirvió, y por quien se había cubierto de
Wla infamia inmensa. Se puso á la cabeza de una partida baxo el pretexto
de librar á Fernando de la captividad de Cea, y ministros serviles, que le cer-
caban. Siempre está cautivo el tal Fernando, unas veces.por los liberales,-
otras, por los serviles Fernandinos,-otras, por los Carolinos,-otras, por los
serviles eclesiasticos,--otras, por los serviles puros, que lo son por amor á la
misma servilidad,-otras, por los franceses Napol~ollicos,--otras parlas fran-
cc"'s Luisistas,-otras, por los Carolinos de la Galia,--y otras, por la Santa
Alializa.-¡ Desdichado balandran, nunca saldras de empeñado !-Asi ó asa-
do, llessierei nació para ser ahorcado. Lo sacaron de la capilla de Barcelona




~oo HETRA TOS POLITJCOS DE l.A


ODALY.


El retrato politico de este liberal por casualidad empieza,
'Iuando se acaba. Dexemos á parte lo liberal, que unído siem-
pre á Sil negocio, no fué antes ni visto ni oido. Todo Odaly
está en el suceso de B~ssiel'e8. Era de los que iban, sin quc-
rel', en el exel'cito de ultramar, que se pr'ollunció conh'a la
marcha y confr'a t'1 Rey que lo mandaba, y á fayOl' de la cons-
titucion que lo indultó de su viage el año de 20. Se asoció su
nombre al de Riego por una de estas combinaciones, que s~ ha-
c~en.u.0r si mismas, y sin que los hombres tengan mas pal"ti que
l¡wle.Jlílrse á recoger y levantar el resultado. El Rey cons-
t~l)d .. rle dió entonces el grado de General, y el sastre se 10
cohi~mó; y tapadita dhbaxo de estos dos ~bramielltos es-
condió despues su nulidiul, hasta que, hecho capitan-genel'al de
MadI'id y Castilla la nueva, vino Bess¡el'es el faccioso á qui-
tarle la mascara, y se la quitó. POI' IlOCO entra en Madrid
con él como si lo hubiera salido á reciuir. Mientras no !muo
mas que hacer, que represental' el papel de General, tal como
el' sastre se lo dió, su nombre iba unido al vestido, y lo que es


.•.. ~iforme y la Excelencia (seamos justos,) los desempeñó,
. cómo nadie. Pero pone Bessieres en constcl'llacion á todo el
reyno, acercandose á las puertas de Madri\\ con quatro gatos
llenos de andrajos, y de hambl'c; y Odaly, el calütan.gencl'aJ


los liberales; y su síno (que dicen bs viejas,) lo llevó á que lo ahorcaran los
mismos serviles, y por orden de su amigo el Rey de los sepulcros y moribun-
dos. i Quánto tiempo anduvo eon la horca á cuestas el tal Bessieres !-Hasta
que euajó.--Así, pag6 al fin su tra.ieion i la causa de Napoléon, de quien
desert6,-i la de los constitucionales, que vendi6 en Cataluña,-á la de
l;'ernando que yi no le gustaba, porque ahorcaba poco,-y i la de la nacion,
que quería desierta y asolada.. Si Fernando le pag6 mal ó le pagó bien,-
eso es otro cantar,-ElIos allá se entenderan.--Nosotl'OS no les debemos juz.
gar por las reglas ordinarias,-ignoramos absolutamente la moral y el idioma
de los monstruos.-San¡re, y ruillls son su moneda, y sus frases.-Mata tu.
que yó mataré, y el que di primero, di dos veces ;--mañana me tocará á
mí y tendré paciencia,-Esta es la religion y la moral de los bosques, y de
las fieras.




llEVQLUCION DE ESPAÑA. 201


Odaly, el Odaly, compañero de Riego, uno de los cinco, que en
la Isla de Leoll obligaron á la fama, (á la fuerza,) á pronunciar
sus nombres por la vez primera, ese Odaly-sale á encon-
trarle con la gu,arnicion de Madrid, con los milicianos, y de-
más tropa que pudo encontrar y juntar en los contornos,-
mal'cha y llega, y-tl'ás,-es derrotado,..-pierde la artilIería,-
vuelve las riendas á Madrid,-se mete en su casa,--echa enho-
ramala á la fama,-Ia desmiente,-desluce á sus compañeros
de alzamiento,-hace ver, en quanto está de su parte, que lo de
las Cabezas, de Arcos y la Isla no fué, sino una pantomima de
heroismo, <Iue se hizo por sí misma, y por Riego solo, que
arrancó. con su firmeza el yoto de la opinion. Sino sale
Odonel, y el Empecin3:do no lo corta, y recupera los cañones;
Dessieres y Odaly se vienen pián pián á la Corte en conversa-
cion, como amigos, y parten por en medio la .constitucion, un
pedazito para cada uno. .


Es verdad, que el infeliz Oda]y no las había en su vida visto
mas gOl'das: era la vez p¡'imera que hacía de general; y esto
de meterse de repente en un oficio, que ni lo había aprendido,
ni pensó aprenderlo jamás, sino que vino la fortuna, lo cogió
(lescuidado, y fué y le puso la banda, de modo que se encuentra
el hombre, sin saber cómo, vestido y calzado, General de) exer-
cito Españo], sin ver, POl' dónde le había venido, ni porqué
méritos, porque él sabía mejor que nadie, que no los tenía, y
que ~. una mera casualidad encontrarse en la Isla, quando
Riego levantó el grito ;-todo eso se lé puede dar al mas pinta-
do,-y luego, como tocó tambien la ocasion de hallarse su
camarada Lopez Daños, otro de los cinco heroes, de ministro
de la guerra,-y la sangre tira,-¿ á quién mejor había de
darle el encargo de que batiese á aquellos descamisados, sino á
su compañero, que, aunque se conociesen bien el uno al otro
en materÍa de guerra, al cabo eran yá generales, y á los hom-
bres los hacen los empleos, y algo tambien se le había de dar
al grado y á la fortuna. Lo cÍerto es, que el tal Odaly empezó
y acabó con lo de Dessieres, y no volvió á chistar ni mixtar, ni
·~e oyó su nombre jamás. ¡ Pobre revolucion española ! ...


f; e




20~ RETRATOS POLITICOS DE LA


AZEYBAR.


Periodista en las dos epoca/! de la libertad; y en la segunda
uno de los aficionados á libertad barata, sin los riesgos. mie-
dos, y sobresaltos que sufr'ió en la primera, en que escI'ibió en
Cadiz en el Redactor y en Madrid en la Jlblja Madrileña. Es un
fenomeno no menos de la libertad, que de la literatura. N o
necesita ideas para escribir. Se maneja solo con llalabras y
le sale tal quál, sin que nadie (ó muy pocos solamente) extra-
ñen, que le falta algo. Tiene, como un molde de frases libe-
rales, y generales contra el despotismo, y ótras á fa~r de la
libertad, con quatr'o declamaciones y oraciones cortadas, que
hablan por puntitos,-y no hay mas que llegar, y pedirle un dis-
curso, sea de lo que se fuere, y allí, delante del comprador, saca
su llJultl"", J ... é.", -lu" ljuHa, J ""le una compoflicion tal, ·como s!.\
le pidió, que á la viflta no dexaque desear ;-como si lo hubíera
hecho un filosofu, un orador, ú otro, raciocinando, como se ha-
cen los discursos generalmente. Y no parezca, que al leerlo, ...
no señor;-se léen y oyen sin bascas, y aun con deleite algunas
veces; son aloido, como una musica muy gr'ata, ó una copla que
se repite. Le ha valido su fabrica hasta ahol'a muy buenos
reales.-¡ Qué hombre flauta, ni qué calabaza !-No tiene
comparacion.-Miles de miles le ha valido á él tocar la suya,
así como se ha dicho sin ideas, sinopul'a y lleta voz hllmana,
Pues por esta tonteI'ia~ 'lue nadie podrá gl'aduar de delito, tu-
vo que huir, cielos y tierra, la pr'imera epoca; y fué á parar á
Francia. Abrió su tienda de discUl'SOS y papeles, y con una ó
dos piezecitas que val'ió al molde, sacó infinidad de pruebas,
para acredital' su borbonismo, y le dieron allí la cruz de lis.,
por afecto á los BOl'bones, y en España lo sentenciaron á horca
por desafecto.


Ahora yá, ó se le habían gastado los moldes mentales, quli'
tambien se gastan, ó tenía mas miedo en este tiempo, que ver-
güenza en el otro, y tomó otro rumbo su liberalismo en la se-
gunda epoca. En la secretaria de hacienda ha servido Azey-
bar á la libertad sin tantas responsabilidades, ni peligros, y




REVOLucroN nF. J::SPAÑA. !OS


allí se situó á su calor; y aun se diría que hizo por ella el viage,
que hizo á Francia sobr'e empr'cstitos, que han sido ahora de
moda, y al fiu no parece ha[¡er' tenido que temer tanto, como la
otra vez. Al cabo, dint'l'os no son palabras ni emprestitos,
ni periodicos, que levantan las ronchas tamañas con el son de
libertad. Los emprefltitos, yeso que llaman (á lo que parece,)
dilapidaciones, quando más, lastiman las bolsas; pero no el
pellejo, ni el amor propio, como los escritos, y siempre se
chupa.


AMARILLAS.


El Marques de las Amarillas, General, rué el primer minis-
tro de la guerra en la segunda epoca, y del ministerio de Ar-
güelles, que es de mal agüero; transpiró desde el principio
algo de servilismo, que alarmó al pueblo, que entonces el'a
todo ojos, y á la verdad, algunas de sus disposiciones parecían
tener bastante tendencia á él. Lo de .Marques le abonaba poco
en los primerofl momentos de fel'mentacion por la libertad. El
Rey se I'esistió á su deposicion, y sus compañeros más. Pa-
recía que había duendes en el ministerio de Argüelles, y es
que empezaron los tapujos, por que había desde el principio
mas que ignorancia, que tapar. Amarillas cayó al fin del mi-
nisterio, pero no de la gracía del Rey y de los ministros, por
que había Riegos que i""idiar, y lo colocaron al punto, y ha
seguido con mas ó menos calor en la confianza de Fernando, y
del gobierno, que no siempre han sido dos poderes distintos,
como quisieran Tracy, y otros politicos, en la revolucion de Es-
paña. En la broma de los Guardias el siete de Iulio, en que
la libertad se llegó á ver perdida, y en que casi peleó el Rey
al descubierto al frente de sus enemigos, y aun llegó á cantar
publicamente la victoria, y decretar horcas, que es su .;alabra
favorita, Amarillas hacía tambien de acuerdo con Fernando
su papel contra el sistema. Bien que se dixo entonces, y se ha
sostenido despues, que era en el sentido de eamaras que ofreció
el Rey, y no en el de absolutismo tIue gritó despues furioso,
creyendose triunfante. Se ha confirmado luego esta opinion
por la conducta que ha tenido Fel'l1ando con él, desde que re-




204 RETRATOS POJ.ITrf!OS DR I,A


tornó al tI'ono de sus mayores y se hizo señor, como ellos, de
horca y cuchillo, es decir, de las cabezas de todos sus esclavos.
Podemos creer, que el señor Amarillas es un liberal á medias,
y en quanto se 10 permite su marquesado; pero nó de estos
derribadores á diestro y siniestro, que á qllatro golpes lo dexan
á uno en la calle sin casa ni ajuar.


TERREROS.


Diputado de las cortes constituyentes. CU1'a de Algeziras.
Liberal de repente y como aparecido, y sin saber él mismo,
cómo le vino esa calificacion, que no había visto jamás ni en
el Goudin, ni en el Gonet, ni el P. Larraga, que eran los solos
libros que había leido. Saltimbanqueó con todo en el congre-
so de liberal, repitiendo á lo escolastico, la opinion de Argüe-
Hes y de los diputados de Extremadura, que era el lado izquier-
do de las cortes, y arlequinandola con un uItracismo de libe-
ral, que cambió muy pronto por el de servil, segun la exigen-
cia de su alma, estado, estudios, y condiciono Mudó entonces
hasta de banco y de asiento; y del lado de ArgücIles que fué
su sitio desde el pI'incipio y apertura del congreso, se pasó al
de Cañedo, uno de 108 xefes del partido servil, cuya opinion
seguía desde entonces con la misma religiosa deferencia, con
que había seguido hasta allí la de Argüelles. Parece haber
sido un desayre, que le habían hecho en la secretaria para un
destino, lo que motivó esta transubstanciacion. Al fin 110 per-
dió mucho el pal·tido liberal con su fuga, ni ganó tampoco el
partido servil con su adquisicion. Quatro g['itos y quatro
patadas á manera de argumentante de conclusiones de conven-
to, y otras tantas insulseces que él tenía por gracias, y el po-
pulacho creía tambien que lo eran, hacían todo el fondo de su
doctrina é instruccion.. El servilismo se]e subía alguna vez
á la boca, quando hizo de liberal al princiJlio, y tenían sus
compañeros los liberales, que zapearselo á risas, y menéos de
cabeza; pero nunca se le vino á la boca la libertad, quando
estaba en su papel' natural de servil. Estaba allí, como si se
hubiese uacido para él. Quando fué liberal, hizo de pri!1cipis.




rlEVOLUCION DE ESPAÑA. 205


ta, Como Sil patrono; y quando servil, de cura y cclcsiastico,
como su modelo, el Canonigo Cañedo, hoy Arzobispo de Bur-
gos. Como el pobre no sabía, sino teología, y en el congreso
no se tl'ató nunca de Jlngelis, de prredestinatione, ni de gratia
pr/roeniente, ni concomitante, tenía necesidad en las ott'as mate-
rias de uno dt>l partido, que hiciese de ama seca, y lo dirigiese
en mateI'ia de derechos del hombre, de libertad, de derecho pu-
hlico, y de soberanía del pueblo, cosas todas, que eran lJUras al-
gara vías para él.


Hizo, lo que podía en su clase, que fué predicar en su parro-
quia, quando la jura de la constitucion, y allí, para cumplir,
lo compuso lo mejor' que pudo, pues la elasticidad de los textos,
los hace á prollOsito para todo. Luego en la segunda epoca,
en que yá no era nada, y tenía por eso necesidad de recomen-
darse, para ser, escribió un folleto con el titulo de concordancia
de la constitucion con el e'Vangelio, y como tampoco estaba muy
impuesto en él, ni quería, al cabo de sus años, tomarse el tra-
bajo de ojearlo, era mejor el tal impreso, concordancia de sus
descos de ser algo con la proporcion que daba cntonces, para
serlo, la opinion de liberal. Se murío Terreros, y se volvió su
CSCl'itO un papel mojado, y tierra y polvos sus deseos. Vayan
teniendo cuidado nuestl'Os lectores y verán, si con tales auto-
tores podía ser la constitucion otra cosa que lo que rué, ni la
libertad más, que un nombre vano y sin idea en el hecho.


EMPECINADO.


Guel'rillero en la primera epoca, que dió mucho que hacer
á 10s franceses y afrancesados en los contol'nos de Madrid.
Como se crió en los tiempos de libertad, bullían mucho en él
esas ideas, quando el Rey vino; y por una bondad de corazon,
ó sease por sugestion de algunos apasionados de ella, tuvo la
noble osadía de poner en las manos del Rey ~'ernando 7° de
España, una representacion baxo su firma, y éso en los
mem6rables dias de su furor contra la constitucion y los libe-
rales, pidiendole la restableciese, como el solo origen de la
felicidad de los pueblos, como el mejor titulo de gloria á que




206 RETRATOS POLlTICOS DE LA


podía arribar en su reynado, y como un derecho que 110 podía
quitar á la nacion sin inju'ltida. Le al'guía con las pr'omesas
de su decreto del 4 de Mayo, y le aconsejaba no se llevase de
las sugestiones de los inter'esados en los abusos, que lIegal'ían á
ser su perdicion y la de la nacion. Este rasgo patriotico del
Empecinado, que no tuvo mas efecto que excitar contra él la
indignacion de Fernando, cuyas manías son sagrallas en su
concepto, y no se pueden tocar sin temor, vale por todo lo que
podía hacer toda su vida el mas exaltado por la libertad. Es
una aecion, que manifiesta el alma bondadosa, y la buena fé
del Empecinado. Todo lo que han hecho los mas de los libe-
rales, que echan á cada paso por su boca borbotones de sel'vi-
cios, no vale este esfuerzo arriesgado en el caracter de t'er-
nando; que hizo J ual1 Martin el Empecinado.


En la segunda epoca, yá se dió bien á conocer por liberal,
deshaciendo y precaviendo conspir'aciones, que manaban por
todas partes por la ineptitud ó malicia del gobierno, que Ar-
güelles había contaminado con su invidia y ]ldulancia desde su
llegada dellH'esidio. Así es, que, quando estaba e] Em]lt'cina-
do en Zamora de Gobernador', hecho todo Argos conÍl'a los se-
ductores del pueblo á favor de) absolutismo, lo despojó el mi-
nisterio de su destino, cOllsignandolo á otro punto hasta que la
~allitulacion del padre Cirilo y los Masones, de que hablal'émos
en la car'Ícatul'a siguiente, lo volvió á poner en aecion contra
las lladidas, que cundían yá por todas {Jartes. Entonces fué,
quando enmendó en los contornos de GlIadalaxar'a la miser'ablc
derrota de Odaly, de gue hemos yá hedo mensioll, atreviendo-
se con un pnñ ado de hombre;; á atarar' al vencedor Bessieres,
y recuperar la al'tillel'Ía. Por estas cortas reseñas, que hace-
mos de los sugodos, se podl'á ponrl' I'llector al justo de nuestt'a
revnlueiolJ y de las causas de Sil malogr'o.


FI'rnand" lo Ira pl'e~o, y mallflauo juzgar á su gusto, y se-
gun su coJign mental y su corazon; y los jueces, que le adivi-
nan los pensamientos, bWiCaron rl delito en su mel'ito y en su
"idull, y lo rOl1denarnn (j illfamr.s!) á iU)J'ca y ser desquartiza-
do. Fer'nando, (se SllPOlll',) a¡lI'obó eRta sentencia, como suya.
Jueces tales desacreditan á Dios, que los dex~ despues viyil',




ItEVOLUClON DE ESPAÑA .. 207


y á la providenria que no los expone al punto á ser desechos y
exter'lIIi'lildos por un rayo, que ofrezca almas tan negras á la.
satisfaccioll puhlica, yá que no son sensibles á los remOl'dimi-
entos ni á la ve¡'güellza, y no las puede alcanzar por eso la
execracion del genero humano. Nosotros sin embargo los
ofrecemos á ella, para que los persiga en su raza, y posteri-
dad; y en su horrible memoria vaya atesorando [UI'OI', y l'a-
bia, lJara el dia de las venganzas, que no puede estal' lexos, y
ellos aceleran tan estupida-y desca¡'adamente. La EUl'opa y
la America donde se van eSCl'ibiendo en los corazones de todos
sus habitantes estas carnicel'Ías, que decretan estos monstl'UOS
que hacen detestahle el nOIl}hl'e Español, esperan del cielo que
las vengue; y Dios prepara ciertamente este atl'OZ dia, ó no
sería Dios.*


P. CIRILO.


General de la orden de San Francisco. Su mismo retrato
ual'á la razon del lugar que le damos en nuestras cal'icaturas
politicas. Gl'ande de España, como tal f,'ayle menor, y su
caridad y su Excelencia á un mismo tiempo. Solo como in-
trigante podía hombrearse un fI'ayle entre los sugetos, que
describimos en nuestra hiogl'afía satil'ico-politica. Era ser-
vil, como indica su profesion y amigo de Fernando, y de la
Esposa del Infante Don Car'los, que tI'uo del Brasil con la
Reyna difunta. Estas dos c1l'cuw,tancias le dieron el papel
qtle hizo en la revoluciono Mandaba la vasta provincia de su


• El 26 de Agosto de 1825 sufrió la pena de horca el Empecinado en
Rueda á ciencia y paciencia del pueblo Español, que no merecía haberlo te-
nido entre sus heroes. Resistió montar en el borrico donde lo querían llevar
al suplicio, y hizo un esfuerzo cerca de él, para romper las ataduras, y salir-
se del cerco; pero este pueblo ingrato, selvatico, y condenado á infamia de
por vida, se echó sobre él, lo aporreó, detuvo, y cogió; y el verdugo saltó
de la horca, y lo remató. Por esta hazaña, á su vuelta á Valladolid, le repi-
caron las campanas por todos los pueblos del trallsito.--¡ Qué nacion,. que
tiene por heroe á su verdugo, porque ahorca á sus defensores ! .. ¡ De qué es-
tarán amasadas estas almas 1-/ Si serán todavía imagenes de Dios .. ! Qué dio.
ses tan viles serían los que hubiesen dado el diseño?




208 HE'I'HATOS POI.I'l'ICOS DE LA


('eligion, y tenía por eso barro á mano con sus fray les, para
conspirar evangelicamente, y á manera de conve rtit· heregcs.
Como las Cortes tuviesen yá al salir el decreto de sugetal' los
regulares á los obispos, y extinguir Jos Generalatos de las ('c-
ligiones, se al'dió el zelo caritativo de su caridall cirilica, que
había pasado de misionero neto, (que es la olla de los pobrcs
de las ordenes n'gulares,) á General nada menor> que de la or-
den de S. Francisco de toda la cristiandad, que t¡uier'e decir.
á mandar más de un millon de hombres, que estaban todos á
su voz, como en una parada, y á recibir, (sin tocarla con la
mano, como manda Sil regla,) ]a limosna de ]a misa de
los dias de fiesta de todos estos padrecitos, y demas regalos y
contribuciones, que se dan por las patentes y condecoraciones
de humildad con que se agracian á estos abnegadores de sí
mismos.-Ahí és nada, lo que perdía el P. Gelleral, para que
se estuviese quieto, y conforme, esp.crando que viniese la ¡iber-
tad, y le rapase á navaja el Generalato. Hizo su caridad Ex-
celentisima, lo que yó y qualesquiera otro hubiera hecho en su
lugar, porque (aquí para nosotros,) no es tonto. Los Masones
empezaban yá á dudar scr sostenidos por el Rey en los minis-
terios; y ~ qué hace nuestro P. Cirilo? Llama á capitulacion
á estos Masones. Son nombrados por ellos por comisionados
para conferenciar con él, Galeano, San Miguel, Manzanares,
y Regato,-el Regatito de marras que se halla en todos los
hay les ;-y despues dé milllrotestas de la buena fé, que nadie
tenía, se ofl'ecen mutuamente,-eI Padre, á sacar dc sus consigo.
nas ó destierros, á Ricgo, Arco-Agüero, Lopez-Baños, Velas-
co, Mina, y los demas del partido, y dar ó continuar á los Ma-
sones los ministerios; y ellos ofrecieron á su turno al Padr'e
en revancha hacer, que laS" cortes no votasen, como pensaban,
la extincion de los Generalatos de las ordenes religiosas, que
era solamente, lo que el 'quería,; porque-claro, les dixo, yo
tengo gusto en ser General (ahí es nada, si lo tendría,) como
ustedes en ser ministros. El Padre, aunque fray le, cumplió su
palabra, é hizo que el Rey los colocase, como se vió ; pero lus
Masones se burlaron del Padre Cirilo, extinguiendo los Gellc-
ralatos. Eso si,-así que vió que las cartas iban mal uadas,




ilEVOLUCION DE ESPAÑA. 209


!ie metió en su capuchita, y yá seguro, como Fernando su ca~
mal'ada, del cambio pronto del sistema, se contentó con ir
aCllmulando odio contra los líbel'ales para el dia en que Dios
nuestro Señor se sirviese abolit' la constitucioll, vengarse de
ellos en su santo nombre, por haberle qllitado el Generalato,
(que eso sel'Ía lo de menos para su paternidad ó su caridad, ó
Excelencia, sino tu\'iera anexo ese manantial de oro serafico,
esa Grandeza de España, esa Excelencia, esas sumisiones al-
coranicas, esas carrozas, esos respetos de sus escla\'os con sa-
yal, esos habitos tan pl'olificos, esos aposentadol'es por los ca-
minos, esos recibimientos á pUI'a musica, fue¡;os y repiques,
esas mesas esquisitas, todas de limosna y de caridad,-ese
a}larato real que brillaba por donde quiera que iba, aunque
fuese de transito, esfol'zamlose todo el mundo quanto podía;
las monjas con sus dulces y bolsitas bordadas, llenas de oro,
-los hermanitos, con abundancia de tollas clases, sin olvidar
tampoco sus bolsas ó pa\lelitos, al besar la mano ;-Ios guar-
dianes, flefinidores, comisarios con una cosita mas voiumi-
nosa ;-10s provinciales, un poquito mas grallde ;-y Jos sín-
dicos, labradores, y demas afectos á Ja orden, cada uno cr.n lo
que podía.-Pues j qué ! ... ¿ se dexa ir todo esto, sin decir
esta boca es mía, y no más que porque lluatro diputados jan-
senistas ó framasones, enemigos de Dios y de sus ministros,
den ahí un decreto de mala muerte, y sin temor ni miedo del
infierno y de la otra vida, donde al fin se ha de hilar todo es-
to muy delgado? Al callO, Dios ha vuelto por su cawJa, y el
P. Cirilo goza á su satisfaccion y de modo que se le cae la
baba al mismo San Francisco en el cielo, de verlo gozar,


.\NGLONA.


El principe de Anglona, hijo de la famosa duquesa, cuya
caricatura queda yá hecha, y era el alma y "ida del servilis-
mo. Fué liberal, y cs quallto podiamos decir á favor de sus
principios. Debía tener que "enCCl' mucho para serlo el hijo
de tal madre. Ni aun estaba en el circulo de lo posible que
d servilismo mas graduado engendrase la libertad. Hay tam-


nu




~10 ItETRATOS POLITICOS DE LA


bien en la política, como hemos visto, fenomenos, como en la
ñsica. Un Grande liberal, es uno: una Grande, es otro aun
mayor, porque las mugeres grandes debían ser allá en su en-
greimiento y vanidad, mas grandes que los hombres; la mayor
ñnura de sus fibras, les debe harer mas fuertes las impre-
siones, que las de los hombres, que están formados, parece, mas
á macha martillo;-un obispo lo sería mucho más todavía; por
eso es un rara a'Vis;-y un Rey liberal, escandalizaría al uni~
verso, y to~arían á rebato todos los planetas, si se diese; por-
que esto sería identificar el sí y el nó, la libertad y la esclavi-
tud. Anglona no está tan lexos de esta posibilidad, como un
monarca; pero allá se vá, si se junta lo Grande, lo Osuna, y
lo General, que todo junto y pasado por la tertulia y miras de
su madre, debía ser bastante para servilizar al mundo, de-
monio, y carne, si fuese posible. Por eso en las Cortes, quando
lo incluyeron en las ternas, para el consejo de Estado, no du-
daron ni un instante de su merito, como liberal, y su madre
con su servilismo marroquí, era para eso su principal reco-
mendadon; pues presentaba desde luego las dificultades, que
su hijo, en razon de tal, habría tenido que vencer para el li-
beralismo. Fué siempre fiel á la profesion de liberal, que
había hecho; ni los peligros que empezó á correr la libertad,
le intimidaron, ni le hicieron vol ver atrás. Anglona se labró
el odio de Fernando por la conseqüencia que guardó siempre á
sus principios, y á su adhesion á la constitucion. Acaso su
madre lo trata, como hijo espurio y degenerado por esta razono
entendiendo que su razon en esta parte debe seguir el curso de
su naturaleza, y estarle sugeta su alma, como su cuerpo. i Po-
bre razon de Anglona, si se debiese suponer engendrada por la
de su madre! i Y pobre la de todos los Españoles, si fuese
cierto que se transmitiesen así las almas, como los cuerpos!


COJO DE MALAGA.


Esta es una de las rarezas de las revoluciones. El entusias-
mo de los primeros instantes nivela en ellas á todos los hom-
bres, que solo se distinguen entonces por su mas Ó meno!'




REVOLUCJON DE ESPAÑA, 211


exaltado n por la libertad. El que vamos á describir era un
vecino de Malaga que se ardió por ella, desde que se anunció,
y acaso se mezcló en esto tambien algo de negocio. que se des-
liza, sin sentir, en todas las acciones del hombre. Se vino á Ca-
diz este cojo entusiasta, y llegó á dar casi el tono en las ga-
lerías del congreso, é imponer á los diputados en la discusion,
y en las votaciones. Su voz asochantrada se llevaba las del
concurso, y llegó por eso á dar el compás en losfueras, y en
Jos 'Vi'Vas y palmadas. En las calles, en las puertas del con-
greso, cafées, calle ancha, y plaza de la Constitucion, era co-
nocido por uno de los liberales mas intrepidos y decididos; y
el odio de los serviles decía relacion y era proporcionado á
esta reputacion de liberal: que tenía. Fuese lo que fuese, él
quería la constitucion, perdía los estribos, quando la veía en
peligro, y salía de quicio con los llamados traidores por abor-
recerla y perseguirla. Se la tenía jurada por esto el servilis-
mo, y encontró la suya, quando vino el Rey.


Lo acusaron, hicieron de su solo liberalismo su delito, lo
prendieron, Jo pI'ocesaron, lo sentenciaron, y condenaron á la
horca. i Cómo se compondrían los jueces.y los fiscales, para
hacer un crimen de su llatriotismo, mal ó bien entendido, y de
su amor á la libertad, no ]0 podernos ni aun sospechar. Lo
creémos todo, corno un ensayo de comedia, en que se le dice á
cada uno el papel que ha de hacer, y quándo ha de salir ó en-
tral'. Se le metió al fin al infeliz cojo en la capilla, para ser
ahorcado, y pasó las angustias, que son el mayor tormen-
to en estos casos. Corrieron sus horas de martirio, yendo
apurando el pobre el caliz de la tribulacion, y de la muerte,
que no está en la muerte misma, que no es nada, sino en estos
terribles preparativos, que la anuncian cada instante, hasta
que llrga la hora funesta en que el verdugo los termina. Yá
en el caso de apurar las ansias con la muer'te, el Rey Fernan-
do, que se divertía en este dolor que ocasionaba, y en estos ter-
rores mortales que infundía, dá el desenlace de esta terrible
farsa, que era un entretenimiento para él, y para la tertulia de
su quarto, y hace publicar el perdon de este;miserable, objeto
de su odio y de su diversion; y se anuncia al.pueblo reunido al




212 HE TRATOS POLlTICOS VE LA


pie del cadalso, que su magestad le conmutaba la horca en el
presidio. Este perdon recabado de Fernando á la fUI'rza por
la opinion publica que Ilo'pudo ,'el' Ilunca un 'criminal en este
c~jo desgraciado, no hizo en su semIJlante ni en su alma la me-
nor impresiono La sanidatl de su conciencia]o vigorizaba de
modo qut' miraba yá el patibu]o, como ulla cosa, que uo le per-
tent'cía, por que no lo veía para él asociado con delito alguno, y
lo iba á sufrír, como si fuera ulla enft'rmedad ó una calamidad
publica, que le cogía á él tambit'n. El publico tlió señales
manifiestas de apr'obacion del ller'¡}on,que lo er'an m~ior del
convencimiento que tenia de la inocencia del reo ¡.jupuesto; y
Fernando hizo despues en su tt'l'tuHa, compuesta de tygres é
hyenas, un asunto de broma del cha'seo que le había dado al
liberal de Malaga, l,or serlo.


ROMERO ALlJUENTE.


Era un enel'gumeno de la libertad; liberal enliberalarlo,
libt'l'a] sin compás ni lastl'e, y liberal que de puro liberal po-
día SeI' sospechado de no serlo sincer'o. :FlIé el Carta cabez.as
de la rt' .... olucion española: se alababa de RobesIlf'rriano, cta-
maba por pescuezos, como por libertad, y los quería todos los
momentos, sin sazon, tiempo, ni medida. En el congreso, en
que CJ'a diputado, lo desacreditó esta cantinela, que era su ra-
zon pal'a tüdas las cosas; y lo tenían por esto casi por un di-
putado de mogiganga. Fué dc los )lI'imrros comuneros, pOI'
que se IlI'omt'tió en la secta más rigor y bullanga que en las
otras sociedades. La sobel'anía del pueblo y resistencia á las
eamaras, que cl'an las basi's de los comuneros, el'an tambien los
dogmas de la politica de Romero Alpuente. POI' todas partes
veía eamaras, y destrozos de soberanía; hasta las vacías de los
bal'beros se les antojaban eamaras, como á Don Quixote Yel-
mos de.Jlfambrino. A haberlo dexado, se hubiera salido tambi-
en Jlor esos mundos de Dios con su Sancho, y con su Rocinante,
á desfacer á Jos malandrines, que no quisiesen confesar que la
sin par libertad española era yá, y lQ sería siempre la libertad




REVOLUCION DE F.SPAÑA 213


de las libertades, y que no había pOller humano, ni el de los
fray les, lIi el de los rlel'igos, ni el de los obispos, ni las pI'eocu-
paciones, ni la 1'.lItina, ni el fanatismo, ni la ignorancia, ni el
espil'itu y habito de esclavitud, ni ninglll,la de las cosas de este
mundo, 'lile quisiesen e~tol'barlo, que lo pudiese nunca con-
seg1lir, micntt'as huhicse en la comunerÍa caballeros andantes,
y Romel'os Alpuentc'l en las encruzijadas, para defenderla.


Lastima es, que una causa tan noble, como la de la libertad,
se ha:'a sostpnido en España por campeones tan 110CO dignos
dI' ella. RlliOe¡'O Alpuf'lIte y oh'os pe¡'sonages del mismo jaéz
la al'leqll~nahall de un modo muy ridiculo; y sus discursos en
el conglw;o, y los que impI'imía á favor de ella, eran mas bien
boletines de titiriteros, que excitaban la risa y la di,·ersion,
que titulos de ,'ccomendarion para la libertad y liberales, ó
pruebas y medidas para establecerla. Estamos tan lexos de
a!lrobar el ,'igorismo desmedido del Señor Alpuente, como la
modrl'acion sin limites y medrosa de los pl'illcipistas: la ne-
cesidad y la salud de la patria son el medio y la regla de
estlJS dos extr'emos: y no arguye sinceridad en los deseos
de Iibe,'tad, no ver sino una medida legal pat'a todas las cosas
y casos, quando en una re\"olucioll,cn que las pasiones están en
un heno!' cuntinuo, saltan necesidades y peligros, que no se
pudieron prever, y la salud de la patria los debe pronto
alexar.


No dudamos de la adhesion sincéra del señor Romero AlplI-
ente á la libertad; }lerO sí creémos y hemos creído siempre,
que su imaginacion acalorada extraviaba comunmente su
juicio, quando se le llulsaba esta fibra favorita de la libertad;
y echaba entonces su lengua por esos trigos, y su pluma y sus
deseos lo mismo. Las revoluciones quieren calor y fugosidad
en los pueblos; pero calma y frescura ,en los que las dirigen.
Quamlo no sucede así, la ,'evolucion es una anarquia, precur-
sora segura del despotismo y la arbitt'ariedad.


VIGODET.


General. Su vida politica empieza por el casamiento de
Fernando con María Isabel del Brasil, cuyo matrimonio tl'ató




214 UETHATOS POLITlCOS DE LA


en el nombre del Rey, y cuya esposa conduxo hasta la corte y
el palacio. TodalÍa aquí 110 está Vigodet en el mundo politico,
CU)OS hel'oes describimos, que es el mundo de la revoluciono
Parecía que este favo¡' y esta distincion, y las que le hicieron
despues los Reyes, y los encargos (Iue tuvo 1)01' ellas, ]0 debían
haber hecho sospechoso á los liberales, quando en el año SO se
juró la constitucion. Pues no, señor; lo adoptaron como line-
ral; ellos se entenderán; nosotros no tenemos tampoco nada
en contra. El, al menos, se portó como tal, quando Fel'nanclo
desde el Escorial le mandó entregar el mando de la callÍtania
general de Castilla la nueva, que desempeñaba en pr'opiedad,
y él no lo quiso entregar al General Carbajal, por que Caltaba
el requisito constitucional de la firma del ministro del ramo.
Quando Fe¡'nando lo quitaba, algo debía tener de sospecho-
so su senilismo, ó llamese, como se quiera. Pero lo que no
debe dexar duda alguna de que era liberal y liberal de confian-
za. es el haber sido uno de los tI'es regentes in partibus, que
escogieron las cortes en Sevilla, para substituir al Rey en el
transito de Calliz. Yá aquí es necesal'io Ó crcrr, Ó revelltar.
y si aun faltall pruebas todavía, ahí l'stá la sentencia de mu-
erte de Fernando contra los tales regentes, que no nos dexará
mentir.


JUSTO PASTOR.


U no de los enemigos mas encarnizados de la libertad espa-
ñola. F'ué de la junta de Toledo, quanrlo en el principio de
la guerra de la independencia, estaban en moda las juntas,
que inundaron la Espaiia, y parieron generales, oficiales y
exel'citos, que extinguieron el exercito español, y esparcieron
por la Peninsula una multitud de seres nuevos, que se pare-
cían algo á los homb¡'es. No eran rigorosamente Ol'anhoutas,
ni se ha podido saber lo que eran; solo se ha' experimentado.
que son todos dañinos. El Don Justo Pastor lo es, y mucho.
Acaso no ha habido en las dos revoluciones, quien haya hecho
mas daño á los liberales en calidad de realista y teme¡'oso de
Dios. De oficial de la secretaria de gracia y justicia, ha sido
el que tenía en su mesa las causas de estado de todos los pun-




JtEVOLUCION DE ESP AÑ A, 215


tos de ]a monarquía, que pasaban por la comision de Madrid,
y tenían que ir IJar a su aprobadon á su Magcstad; él era por
eso el deposito de la malignidad y rabia de Fernando, de E-
guia, de Elio, de VilJda y de todas las fUl'ias que estaban re-
gadas por los pueblos. Se podía considerar su alma, como un
amasijo de todas las de estos monstruoso' Allí en su mesa co-
gía á los liberales á discredon; á este quiero y á este no quie-
ro, ninguno se le podía escapar. Se supone, que se ponían
con él de acuerdo todas las comisiones de estado, acusadores,
delatores, fray les, clérigos y serviles, pal'a sentenciar, pren-
der y ahorcar, á fin de que quando pasase el asunto por su me-
sa para la aprobacion, apretase la mano en sus notas é infor-
mes; y así estas notas eran siempre confil'matorias ó extensi-
vas de horcas, l.residios, calabozos, perrillos, carceles ó azo-
tes. Se hartó el señor Don Justo. Desde Cadiz le venía yá
esa manía de liberales, porque los liberales han sido siempre
unas mantas mojadas.


Se fué á Madl'id con el gobierno y allí se metió con los Per-
sas de las cortes, y marchó desatinado, así que supo que ha-
bía llegado el Rey á Valencia, dondl' escl'ibió el periodico ti-
tulado Lucindo, para preparar al pueblo á ir detestando la li-
bertad, é ir tragando el despotismo que él le propinaba. Yá
lo tenemos aquí al lado del Rey con todas las infulas de confi-
dente; y quando' Fernando le conoció el humor y la aficion á.
sangre de liberales, no fué menester inás. Colocado despues
en la secretada y en la mesa donde habían de parar, y se ha-
bían de poner por fuerza liberales para su alimrnto, ¿ qué no
haría de injusticias el señor Don Justo? Era el Herodes de
aquel tiempo.


CAPAZ.


Diputado de Cortes de la primera epoca, y ministro de ma-
rina de la segunda. Liberal pl'inópista, yel que propuso en
el congreso el premio de quatl'o mil duros' al que descubriese
la persona que dió de palos al diputado Antillon, al salir una
noche de las cortes. Lo que es deseos no creémos fuesen los su-




216 RETHATOS POLITICOS DB LA


yos indignos de un diputado constitucional. .Es de los diputa-
dos que hablaban poco y obraban menos. Estuvo en la prime-
ra epoca preso, y procesado por Fernando, que sahía mejor
que nosotros sus delitos; al fin rué castigado, se cI'ée qne pOI'
liberal, (lue es un delito en el monarquismo asiático, .l IIna
virtud en eIdeJ año que se espera, en que acaso los homh¡'es
J1egal'án á raciocinar, y á "el' algo de luz. A habrI'se dado
mejor gil'o á la revolucion, tampoco creémos, que el srf:or
Capáz fuese capaz de interrumpido. Estaba yá su nr,go-
cio unido al del publico; pel'O unos arraRtI'an á otros, y todo
se hace un revoltillo, saliendo despues lo que acil'J'ta, y no se
puede al fin saber quien ni por quien. Veuga pues el estado de
la naturaleza, si ha de audar yá siempre allí el de sociedad.
i Sobre que es menesteI' sospecha\' hasta de. los Gr'iegos y los
Romanos! i Qué cosas tan bonitas se dicen siem¡ll'f', y qué
cosas tan feas se hacen! A' oil'uos, hasta las feas son bonitas?
pero, ~ lo son en realidad ? ..


QUIROGA.


General en xefe del exercito, que proclamó el año de 1820 la
constitucion, aunque él no lo mandalJa en el aeto de la l'X1I1o-
sion; pero la superioridad de Sil grado hizo á Riegn, quall!lo la
Ilroclamó con su solo batallon de Asturias, y prendió al Conde
de Calderon, que mandaba el exel'cito de 1IItr'amar, tener con
él estos respetos; y por eso flió yá desde el pI'iIller dia las pro-
clamas en su nombr'e. El asunto del ocho de Julio en el
Palmar del Puerto de Santa María, Jo trnÍa arrestado en Al-
calá, donde al mismo tiempo, que atacase Riego al qual'tel ge-
neral de Arcos, proclamando la libertad, debía él con dos bata-
llones del mismo exercito, hacer lo propio en aquel punto, y
marchar á rennirse con él en la Isla ó Cadiz, donde se creía
lo esperaban. Tuvo sin emhar'go, la prudencia ó la necesidad,
ó lo que sea, de esperar á que Riego hubiese sah-ado los peli-
gros del pronu;lcill'l!tVento, vara dedal'arse. Yá aquÍ Riego
empezó á cargarse ell la opinion con la plaza de Genel'al, aUJI-
que Quiroga siguiese con los honores y tratamiento de tal. La




liEVOI.VClON DE ESPAÑA. 211


salida luego de Riego con la columna, 'lue caracterizó su valor
y su entusiasmo, al paso que hizo' su nombrc mas celebre,
apagó el flue podía adquiI'irse QUÍl'oga, encerrado ~n la Isla
de Leon, y sospechado al fin de aburrido, y amedrentado. Es
ver·dad que antes del ocho de julio, y quaJl(lo Odonel se creía
yá decidido á vcnder la causa de la libertad, tuvo el valor de
proponer en la junta que hicieron los que se habían comprome-
tido á conquistada, que si le guardaban los dos hermúnos
San-Miguel es las puertas y muralla real' de Cadiz con sus
batallones, él con el suyo la IJroclamal'Ía en la plaza de los
toros, y en el tiempo mismo del espectaculo; y que ninguno
sostuvo con mas decision la necesidad de una medida violenta
para embotar los designios liberticidas de Odonel que trans-
pil·aban yá demasiado. Pero quando yá se había establecido
el sistema; y la constitucion regía en la Peninsula, dexó de
serIe grato el nombre de Riego, que la fama prefería a.l suyo;
miseria capaz de desacreditar al patriotismo mejor pr'onuncia-
do. FlIé diputado de las primel'as cortes de aqlleJla epoca, y
su presidente. Habló ell ellas muy lJOCO, porque los asuntos
de política le eran bien extraños; y aun los de la guerra, que
era su profesion, 110 decían tampoco CfJl1sonancia con su genio,
su gusto y' su instl'uccion.


No le hizo mucho favor en el publico la opinion que dió en
el congl'eso sobre el exercito de la Isla, que la invidia y el
miedo infundado trataban de extinguir, y sus xefes y la opi-
uion sostenían como Ilecesal'io, pa¡'a consolidar con su perma-
n~ncia, y con Sil nombre la libertad, que acababa de dal' á la
España. La opinion de lt1WS pocos del eXeI'cito, no es la opinion
del exercito: dixo Quil'oga con este motivo. Riego y'su re-
nombre le dictaron sin duda esta expresion, que la imídia les
sugirió, á pesal' de ellos que no eran en la cabeza de QlIiroga,
los mismos que en las del publico de España y aun en las del
de la Em'opa. Al'güelles, Amarillas, y Odollajíl reanimaron
los zelos mezquinos de Quiroga en aquel momento, para que
desconociese, que Riego era el alma de su opinion y credito,
como 10 había sido con su columna de SlI vida publica, y aun,
'le puede decir, de Sil "ida fisica y natul'ul. Nada notable te-


jo; e




218 HETRATOS POLITICOS lJ}; LA


nemos que añadir, porque lo que se ha dicho de su conducta
en el desgraciado acontecimiento de Porlier, no lo tenemos muy
autenticado.* Lo que sí nos consta, es, que conoce á Fernan-
do tal como es; y por eso, quando, al asegurarle éste baxo su
palabra, que no tenía que temer, permant'>ciendo en su reyno,
jugó de todo su arte seductor, afectando la mayor indiferencia,
para que se le diese ó nó el pasaporte que pedía, interpolando
seguridades, y confianzas, que hubieran acaso engañado á otro;
Quiroga insistió en la necesidad de salir por los peligros de
la vida que cOI'l'Ía su esposa, st'>gun acababa de saber. A esta
firmeza y conocimiento debe sin duda no haber corrido la fu-
nesta suel'te de Riego, cuyo corazon era mas seducible, y cuyo
entusiasmo por la libertad lo había llegado á tontificar.


EL ABUELO.


Entra en nuestra biografía política, porque rué guerrillero
contra la constitucion, y guerriUel'o armado por el Rey, que
dió orden, para que se le diese el mejor caballo de su caballeri-
za, quando hizo su salida á buscar aventuras contra liberales.
En su proceso obra una esquela del Rey, que coml,rueba esta
complicidad; y ha servido ella, al menos, para intimidar al
juez, y yá que no le absolviera, le evitára el suplicio, como se
lo libertó, condenandolo solo á presidio. U na nacion, en que
su Rey conspira así al descubierto,-en que los jueces tiellell
estas consideraciones con un Rey cOllspimdol' y sus cOlllplices,
-en que el Rey tiene la impudencia de tmtar seria y formal-
mente con el famoso Evaristo, el de las 1wtas, (siendo fiscal de
la causa de los guardias,) que, si no se condena á .muerte á los
comprel~ndidos en ella, él daba palabra de no conspirar más,
-y ulla nacion finalmente, en que el Rey se chunguéa desver-
gonzadamentt, de poder ser conspirador sin riesgo por su in-
violabilidad, y qice: para eso soy inviolable, y nadie me plLede
hacer cargo, y les <.fíce á los que comlJl'omete á su favor y con-


.. Se crée que vino en persona desde la Coruña á dar á Fernando la satio
factoria noticia, de quedar yá cogido y ahorcado ¡'orlie!".




REVOLUCION DE ESPAÑA. 219
tra el sistema: cuidado C0t no caer en las manos de los libera-
les: mirad que nO sois in-violables como yó, y 8S ahorcarán.-¿ U na
nacion así, podía ser nunca digna de la libertad? ¡Ah,
Principistas! Qué daños habeis hecho á Jos pueblos con vues-
tras doctrinas ! .. j Bien agradecidos os deben vivir los Reyes y
los esclavos!


PULIDO.


Guardian de los franciscanos de Cadiz, servil de negocio, y
por esa raZOIl, servil sin fondo, y que se le salía el servilismo,
así al descuido con cuidado, en el pulpito especialmente, donde
lo debían ver y oir muchos, que no parecía, sino que era servil
de verdad, y 'no porque lo supiera Fernando, y se lo pagára
en obispados y rentas. Para esto hacía locuras el santo señor.
i Qu~ cosas decía en aquel pul pito su caridad sin caridad!
Fernando 7° era un santo para él. Así lo prensentó al pue-
blo cristiano más de una vez desde la catedra del Espiritu
santo. Les decía, que era otro San Fernando, y que no tenía
elmen01' reparo por su parte, en tratarlo como tal, y encnmen-
darse á él en sus oraciones. Habló ese dia en el pul pito con el
mismo fervor hácia :Ferllalldo. que había hablado antes en el
pulpito de la Isla de Leon, (hoy San Fernando,) á. favor de la
constitucion, comparandola con los evangelios, y llamandola
el arca de la alianza de los Españoles. i Lo que puede el ne-
gocio y la adulacion! Pero se contradicen siempre á. sí mismos
por sus propios excesos. El empeño extraordinario para ser
creido, descubre yá la falsedad de los sentimientos, y las con-
tradiciones á que impulsa el negocio en las distintas circuns-
tancias, manifiesta tambien un alma venal, que es de todas
las opiniones y de ninguna, y que todos los partidos deben ar-
l'ojar pór no envilecerse, y altivecerla. El padre Pulido en-
contraba en Fernando un otro David, un Rey segun el corQC(¡on
de Dios, un soberano con su Sunamitis,-con su UrÍas asesi-
nado por comision,-con su, Rey Saul destronado por éI,-
con su ansia de sangre,-y con todos los perfiles, y perenden-
gues, que anunció' Samuel al pueblo Hebreo, que debían tener




220 j{E'l'R.~TOS POLITICOS DE LA


los Reyes, para ser tales, y no le quedó duda, que su conducta
publica, y t;sa semejanza omnimoda con el Rey, padre de Sa-
lomon, era un quid pro quo de canonizacion, y se le podían yá
rezar padres nuestros á gmner, y encomendarse á él los pue-
blos, para que Dios les libre de Reyes, que no sean absolutos,
de Cortes, y constitucion. El padre Púlido tenía de su parte
á Samuel, que es decir, á Dios, y á todos los Reyes del mundo;
y en contra no se encuentra nada, sino á lo más,-á lo más, la
razon y la naturaleza, que desde que los pueblos son mana-
das, y los reyes sus vaquCl'os, no tienen yá voto en larnatería,
y es menester ir y YCnir solamente al derecho publico de Sa-
muel y Da\'id que lo entendían, y gobernar por sus llrinciIlios.
que son los de los fray les, y los quadrúpedos.


Hace dias que leímos un apologo ú cuento moral escrito en
España y dado, como fruto del país, que habla el mismo mis-
mísimo idioma, que Samuel y el padre PuJido, así á Jo tío
Diego como se dicen las verdades, sin explicaciones ni co-
mentarios, sino pintando las rosas, como son, y leyendolas en
la Biblia, como están allí escritas ni mas ni menos, sin que
les den tormento para sacarlas de su natural sel1tül0 los teo-
logos, y los comentadores. ¿ A qué viene ahora si Dios,-si
Samuel,-hablaron de los abusos, ó de los derechos de los
Reyes, quando los pintaron, como tiranos, ó si los presentaron
al pueblo, como eran y no como debían ser ?-Abusos, que son
insrparables de los cargos, bien que no se llamen derechos, son
deformidades del encargo mismo, y una misma cosa con él. A
pesar de los tcologos, los Reyes los tienen, como derechos.-
Fernando los llama tales á boca Hena, y ahorca á quien les
niega esta dcnominacion,-y el reverendo Pulido lo crée ca-
nonizable y yá d~sde su palacio en el Cielo con los otros san-
tos que ha hecho el Papa,- precisamente porque despotiza, y
usa á las maravillas de esos derechos, que SamuellIamó tales,
hoc eritjns Regis, y los teologos no los quieren de vergüenza
reconocer en el nombre, aunque los recomiendan en nombre de
]a religion en el hecho. La fabula de que hablamos es la doc-
trina misma del profeta, como él la dió y la practica un Rey
que todos conocen.




l{EVOLUCION DE F.SPAÑA.


Yendo yó el otro dia
Paseando por el campo,
Me metí en un cortijo
Por descanzar un rato.
Entre OÜ'os, que allí había,
Ví un hombre muy gallardo,
Que supe era el vaquero
De un inmenso ganado;
y yo le dixe,-amigo,
j Qué lastima me ha dado,
Saber pasa una vida
Llena de sobresaltos !
Quien gobierna unos brutos,
Siempre andará asustado,
y para: gobernarlos,
i Quál será su cuidado !-
El, riendo, me responde,
Nada menos, paysano;
Vida mas descanzada
N adie se la ha rapado.
Mire usted,-yo no cuido,
Que tengan ó no pasto, .
Ni los abrevadero~,
Yo jamás se los abro,
Comen,- de lo que encuentran,
y beben,-en los charcos,
Si comen,-están gordos,
y sinó,-que estén flacos;
Si oigo á un toro que brama,
Porque le pican tábanos,
Con un par de pedradas,
Lo dexo cojo ó manco;
y si se me resiste,
Lo mando luego al rastro:
Ellos me lo hacen todo;
Me acarréan los granos,
Me abonan los terrenos




UETHAI'OS POLlTICOS DI-: L.'1


y me aran los campos;
y todo quanto tengo,
Sale de su trabajo;
y al fin son mi alimento,
Mi comida y regalo:
De vivos,-me em'iquecen,
Me nutren, hechos quartos.
l No vée usted, que son brutos,
y Dios no les ha dado
Raciocinio y discurso?
No temo subjugarlos.-
Yo entonces le contesto:
Pues viva con cuidado,
Que si un dia reflexionan,
(Lo que no será extraño,)
Que la naturaleza
Dos cuernos les ha dado,
Para que se defiendan,
Le saldrá á usted muy caro .


.¡ No es la de este apologo la doctrina de SamueI, punto pOI'
punto, la del padre Pulido, la de Fernando mismo, que de
obra y de palabra la confirma, corrobora, y dá una sancion,
que debía abochornar á los teologos, comentadores, y biblis-
tas de rutina, que explican en el sentido de sus deseos y de
sus opiniones, lo que las contradice, sin que JlOr eso puedan
borrar las impresiones que manda la letra misma del texto, y
las obras de los que la siguen?


IGLESIAS.


Regidor del ayuntamiento constitucional de Madrid; libe-
ral de buena fé, y acaso el mas acalorado de aquella corpora-
cion por la constitucion y la libertad. El pueblo venal, igno-
rante, y baxo de esta capital, que hacía en aquel tiempo el a]m-
rente papel de liberal, y que los hace todos, quando lo quieren
y auxilian las circunstancias, lo alababa entonces, corno uno




REVOLUCION DE ESP AÑ A, 223


de los primeros campeones del liberalismo, y esta opinion, que
los ap!u'OS del sistema constitucional fueron corroborando por
la decisioll, COIl fIlIe se mauifestó el señor IgleRias en todos
ellos, le fué poco á poco grangeando el odio (Jel Rey, que al
fin lo in;;cl'ihió en el Iibl'O de memoria, que conservó siempre
en la f'1J}"d. para In 'lile hubiese lugar en adelante. En-la cae-
brf jOl'lHtlla del E"cori¡¡J, en que Fern~\Ildo, retirado -allí con
sus s:ttelites ¡KLl'a conRpirar, irritó al pueblo y á la nacion,
éou el nn:nbr<,.mii:nto sosprchoRo y de mal agüero del general
Carbaj¡.j IWl'a la capitallia general de Madrid, el Ayuntami-
ento de esta Villa invitó al Rey rlenodada-y valerosamente
á restitui¡'se á su corte á apagar IOR rezelos del pueLlo por su
ausencia, y el illfluxo que notaban en ella del servil-smo mas
desvergonzado y pf'rjudicial. El señor Iglesias tuvo mucha
pal'te en esta determinacion del Ayuntamiento, y ann parece
rué, por su fil'me decision, escogido, par'a llevar á Fer-
nando la invitacion. No echó éste en saco roto la valentia,
con que desempeñó aquél su comision, y remachó más y más'
la uetCl'minacioll de vcugar esta, que creía insolencia del ayun-
tamiento de MadI'id, en Iglesias y en la corporacion. En
efecto, al llegar á la corte, yá como Rey absoluto, la pl'imera
orden, que dió, fué la de prisioll á todos los individuos que la
componían. Losjueces entendieron bien en esta enconosa pre-
fel'encia, que hacía el odio de Fernando de los miembros de
af!ucI ayuntamiento para la carccI, que el suplicio de los mas
exaltados de ellos, le sería muy gl'ato; y no rué menester más,
para deCl'etal'selo al l't'girlor Iglesias, que suponían el más
señalado pOI' él. Lo condcllal:oll á 11101'il' en la II()I'ca, para que
vi,'ieRe mejor en la [lostel'idad; y t'n el mismo patibulo dió
todavía, al descolgarlo, la ,-oz de libertad que había hecho todo
su delito. Desde allí enselió á aquel puehlo esclayo y brutal,
la independencia de un alma decidida, contl'a la qual no pue-
dcn nada las horcas ni los tiranos, y se asoció á la gloria de
Padilla, Bravo, Maldonaao, Acuíla y Riego, que vÍ\'cn y vi-
virán en la historia, y aun en la vida dc todos los Españoles,


[lasta Hural' á s{¡ llatrÍa de la esclavitud, y á la Europa toda
de los tiranos. El infame 'Puehlo de Madrid respondió á la




224 llETRATOS l'OLITlCOS DE LA


voz de libertad que dió Iglesias en el patibulo, con la de "i-va
el Rey absolnto, que dió el l'erdugo, xefe digno de mandar á un
tal pueblo; é Iglesias renovó desde la hOl'ca el heroísmo de
Sccvola, poniendo su cuello al ·cordel, como éste la mano en el
fuego, para acreditar á aquellos siervos miserables, que 110 due-
len Jos lazos, ni queman las, hogueras, á los hombres inflama-
dos de veras del fuego sagrado de la libertad. Iglesias vol ve-
rá pronto á Madrid á romper las cadena') de 5qS Ciudadanos,
con su exemplo, con su entusiasmo, y su misma horca, que
llegará á ser, pOI' causa de Fernando, el emblema de la liber-
tad, y convertir en gloria su ignomiuia.


AZNARES.


Diputado de las cortes constituyentes en la primera epocá
tle la libertad. Servil enservilizado y egoismado en su mis-
ma servilidad. En las discusiones arrojaba el servilismo á
bOl'botadas, porque tenía el país de la libertad, por cosa de en-
cantamiento, y creía por esa razon duendes á todos los Jihel'a-
les. .Fernando le premió esta decision á la rutina y á Sil PI'O-
pio negocio, que le puso él el nombre' de Fel'l1anrlino, y hus-
meó su natural carnívoro desde el punto que llegó de Francia.
Por eso, al jurar Riego la constitucion y situarse cun su exer-
cito en las cercanías de Cadiz, pueblo que balaba por liber-
tad, lo destinó Femando en comision á esta ciudad COII amo
plios poderes para matar y despedazar ~;aditafIOS, Cjllando los
viese templados para ello. En efecto, se presentó allí como el
cancon de la libertad, y entabló un plan de pesquisa y de tel'-
rol' tal que su nOl1lul'c hacía yll una impr'csion de dolol' en las
almas y aun en los cucl'l)OS ]Jer concomitantiam immedialam, que
le parecía yá á cada uno tllle lo oía, que estaban I'ascandole el
pescuezo el cordel y el YCl~dugo. llOl' fortuna juró ~'ernando,
(í lo fcrnando, la constitucion, y esto bastó, para restituir la
"ida á los que Az'nares asnalmente tenía yá destinados á per'·
ueda. Desde entonces hahía estado este enel'gumeuo del ser-
yilismo, haciendo corage, para hal'tarse de libcrtad, revuclta
con sangt'c de los que la quisieron. Pero :Fernando, que come




ImVOLUCION DE ESPAÑA. 225


tambien lJOmbl'CS como él, y no hace ascos tampoco á Jos ser-
viles, lo acaba, se dice, de prender ó ,'igilar por conspirador
conit'a el mismo Fernando, que era su idolo, y sabe Dios lo
que será del sellor Aznares andando el tiempo; ]0 que nosotros
sabemos, ell qUt) élmcrOCf\ qualeslJuiel' cosa, así, como horca ó
cosa 'lue se le parezca; y que Fernando, es capaz de recetarse-
la, y Aznares 110 ]0 debe sentir, porque esa es la pena que él
señalaba en Cadiz á los c(}nspiradores. Todo se andará.


EL TRAPENSE.


Monge postizo de la trapa, guerrillero contra la libertad en
Cataluña, y de los que en la batida que hizo Mina en aquel
principado de estas fierás que se llaman serviles, fueron arro-
jados de allí, llenos de susto, pel'o no de remordimientos. A
la venida del Rey de Cadiz á Madrid, yá con todas las infulas
de absoluto, y con las garras fuera de sus vaynas, se felicita-
ron los dos mutuamente de sus destrozos y cazerÍas de libera-
les; y el Trapense se creyó yá el hombre de Fernando, como
era regular. j Póbre tonto! .. ¡Como si el servilismo fuera vir-
tud! i Y la sangre del'ramada no c1amára altamente })or ven-
ganza. Fernando)o tiene yá, segun se dice, preso, asegurado ó
vigilado, para )0 que haya lugar, y el verdugo lo espera acaso,
para hacerle el agasajo que él hacía á los liberales en su dia.
j Qué había de ser el Trapense, sino un conspirador contra
Fernando! j Si]o era contra su misma libertad! ¿ Había de
respetar ahora á Fernando por su buena cara?


EL LOLCHO.


Guerrillero contra la libertad en la segunda epoca; era aca-
so el mas osado y emprendedor. Puesto el Rey en posesion
de su absolutismo, y él en la de su ansiada y triunfante es-
clavitud, creyó todavía, que se debía aspirar á mas humilla·
don y envilecimiento, pues Fernando no pasaba de despota y
ahorcador de liberales, y era necesario quemarlos y que hu-
biese mugeres que fuesen brujas y volasen, y hombres, que fue-
<¡eJl hrchizeros. y hiciesen juegos de manos con Jos elementos,


vf




22ti RETRATOS POLITICOS DE LA


y con los diablos, llevandolos y trayendolos por donde quisie-
ren. Hacía años, que se habían acabado estas castas, y era
preciso reproducirlas. Bessieres, el LoIcho, el Trapense,
Capapé, Juanito, y otros muchos lJUsieron sus miras en
el Infante Don Carlos para esta santa obra, y empezaron
con sus partidas á proclamar á Carlos 5 o. Los frayles y
los cJerigos de acuerdo, predicaban que Fernando era ma-
son y no debía reynar, y que el piadoso Don Carlos haría
un Rey, como baxado del ciclo, porque reza más que Fernando,
y no mataría, ni quemaría á nadie, sin oirle algunas misas •


. Bessieres fué cogido y fusilado, el Lolcho sostiene en ]a Man-
cha el partido de Carlos, que se aumenta sin cesar, y Fernan-
do ordena su persecucion, y está inquieto mientras no sepa,
que yá no existe.


BELTRAN DE LIS.


Es tan imposible que se olvide yá este nombre en España,
como que se olvide en Mexico el de Cortés, y el de Pizarro en
Lima y e] Perú. Van tan unidos á los acontecimientos que no
puede la historia describirlos sin recordarlos. Lis es el Her-
nan-Cortés de la hacienda y del erario español en el tiempo
de las revoluciones. Canga enga..<¡tó este nombre en las arcas
de España de un modo indestructible~ es tan de Beltran como
de España este tesoro: su nombre es metalico contante y cor-
riente, como la moneda: unido á la hacienda Española vale
todo ]0 que se quiera. Nosotros hemos leído en las inscripcio-
nes, que la opinion publica ha fixado por toda la España, lo
que le deben la reyoluciony la libertad en materia de recursos
y numerario. No hemos ido (s~ supone,) á verlo sacar ó meter
dinero en la caxa; y en esto 'de manejo no hay hombre puro,
si se oye al publico, y más en tiempo de revoluciono Pero eso
de verse ir el dinero, sin saber por dónde ;-eso de emprestitos
y más emprestitos, y siempre los mismos apuros ;-eso de no
salir las cosas de unas manos, denseles las vueltas, que se quie-
ra, vuelvase patas arriba ó patas abaxo. Canga de este
modo, Canga del ob'o, Canga por encima y Canga por de




nE,ToLUCION DE ESPAÑA


baxo, y mi capa no parece,-huele á-que sé yó.-Allá s{' las
haya. Lo cierto es que su Jiberalismo es de una elasticidad ex-
tremada ;-quando menos se piensa, y la cosa está más irritada
contra el Rey, y el Rey muerto de miedo,-se mete hasta su
quarto el Beltt'andto, sin decir á nadie esta boca es mia, y lue-
go, quando se le descubre y no lo puede negar, sale roo lafriata,
de que le dixeron que el Rey estaba malo, y le iba á hacer 'ltna "Visi-
ta. Bien que yá había hecho un viage en posta á Valenda, su
patria, para cambiar allí la opinion á sus fines. Estas cosas
inclinan á creer-! como que lino no es de piedra!-que quando
el rio suena ...


MORALES GALLEGO.


Diputado de las Cortes constituyentes. Apenas conocía la
líber·tad, quando vino á ellas de Sevilla, donde era abogado.
En la primera discusion sobre la libertad de la imprenta, que
conb'adixo, se le conoció-muy bien, que jamás había viajado
por el país de la política y del derecho {Jublico. Fué y vino á
él algunas veces en las discusiones, y al fin, despues de tres
afios de congreso, llegó yá á saber, que había libertad, sobera-
nía del pueblo, y derechos del hombre, y no le disgustó la noti-
cia. 'Como lo supo tan tarde, nunca se le pegó, como pudiera,
si lo hubiera aprendido con mas tiempo. Pero al cabo, para
el gasto de las comisiones, y de las discusio'nes, se llegó á po-
ner al corriente; y se le llegaron despues á fiar xefados poJiti-
ros, y asuntos reservados, que es bastante para quien, quando
fué elegido diputado, estaba en politica tan en CUCI'OS, como su
madre lo parió.


CALATRAVA.


Diputado de las cortes de las dos epoca s, y nVtIÍstro en la
ultima á la salida del Rey de Cadiz. Liberal d~ todo corazon,
y liberal de los que, si hubiera habído murAos, otro gallo lehu-
biera cantado á la libertad. Tenía, si señor, algunos resabios




228 RKTRAl'OS POLI1'ICOS DE LA


de principista, por que era muy dificil en un congreso todo de
esta secta por la parte liberal, no tocarse alglln tanto ue esta
manía. Pero se salía alguna vez del circulo: á Jo menos
conocía, que en ciertos casos eran precisas las medidas extraor-
dinarias;-ahora-que aun entonces buscaba argadillos y sutile-
zas, para darles algun ay re de principios, es verdad: y por eso
fué aquello de la declaracion de que los ministros habían perdido lu
ju.er7:lamoral. Suponía, que yá así no los podría sostener el Rey;
pero las cortes no le quitaban la atribucion de mantenerlos y qui-
tarles ásu arbitrio. Por lo mismo sucedió tambien lo de la carta
secreta de la comision, que no se habíade abrir basta que se hubiese
cumplido la disposicion publica del congreso, para desaprobar
despues en aquella lo que en ésta se había antes aprobado; y toda
esta tramaya y trampantojo,-para huir de faltar abiertamente á
los principios, sin conocer que se manifiesta por otra parte con
esto un lado debil en la autoridad, que la desvirtualíza, y hace
ridícula. Los principios no son de ningun tiempo, y las leyes
generales están sugetas, como ellos, á circunstancias, y á sa-
zon; y en tiempos de revolucion no son del caso las leyes
hechas para Jos tiempos de calma, porque son dos tiempos dis-
tintos, que hacen dos distintas naciones. Y así las revolucio-
nes. son crisis extraordinarias, que piden medidas extraordina-
rias; ni las leyes que suponen las pasiones en el estado ordi-
nario de la sociedad, son buenas para sugetarlas en su estado
de fermentacion y exaltacion. De no haber conocido esta
diferencia de situaciones han venido la mayor parte de los ma-
les, que se han sufl'ido en la revolucion y la ruina de la libertad;
por que las leyes mismas provocaban y sostenían despues los
Ilelitos y conspiraciones contra ella; y el mismo Fernando ha
hw,lado siempre de su in"iolabilidad, como de un recurso que
tení" él solo, para conspirar y hacer todo lo que quisiese contra
la libettad.


El señ~ Calatrava veía bien todos estos peligros de tomar
los principio!> 4 la letra, y sudaba IlOr componerlos con su in-
fraccion, de moa" que pareciese siempre que no la había. ¿ No
sería mas ·llano, ma:!. sencillo, mas sincero, mas noble, mas
digno de un¡,t autoridad, deCir: '110 estamos en el caso de la ley




llEVOLUCION DE ESPAÑA, 229


ordinaria, el peligro de la libertad nos juer%a á salir de ella, y
recurrir á la suprema ley de la conservacion de la sociedad? Mu-
chas veces dió el señor Calatrava en el congreso testimonio de
que tocaba esta necesidad: su buena fé asomaba con bastante
freqüeneia á sus labios esta verdad; pero no basta un alma buena,
es necesario un alma grande, para saltar por estas preocupacio-
nes de rutina, que han ganarlo todas las cabezas sin arbitrio ni
medios para extraerlas, aun en medio de los riesgos mas eviden-
tes. Calatrava respiraba sinceridad en todos sus discursos: el es-
pil'itu de partido que lo alucinaba alguna vez, jamás lo llevó, á
sabirndas, hasta el mal conocido. Veía la necesidad de la re-
forina, y la imposibilidad de realizarla, y aquí sus apuros. Se
veía á su alma sufl'ir en este contraste, y hay pruebas tan, cla-
ras en sus discursos de esta su fatal situacion, que se podría
por ellos pintar su alma, tal como es, sin que le faltase un per-
fil ó un lineamiento.


Fué liberal de conseqüencia en la primera epoca, y por eso
sufrió la prision y el destierro en el intervalo de las dos. En
la segunda fué destinado al tribunal supremo de justicia ; y de
aquí nombrado para el ministerio que no aceptó, aun despues
de reiteradas solicitaciones del Rey, ó del gobierno, si se quie-
re. Veía yá, que no bastaban su buena fé y su amor á la li-
bertad, para'hacer el bien, cuya sazon habían arrancado á la
nacion para siempre la ineptitud de los ministros, las guerri-
llas de partido, que habían llamado y ocupado toda la atencion
de estos minisÍl'os patriotas, para quienes todo era mas que la
patria, y la dilapidacíon Canga-Torenica, que había destruido
del todo el erario y la opinioll; y se había propuesto llenar
sus deberes en el aislamiento de su destino, donde encontraría
menos obstaculos. Lo que acredita más la honradez de su con-
ducta en esta parte, es el haber despues en Sevilla admitido
el mismo ministerio en peor sazon, y en situacion yá del todo
desesperada, para soste"ner á la libertad expirante. La veía
morir sin remedio, estaban ella y la patria desauciadas por
todos estilos, y quiso sostenerla en sus ultimos instantes, llorar
sobre su lecho, y ver si le podía auxiliar al exhalar su ultimo
suspiro, y hacerle menos fatigosa la muerte. No podía este
digno patriota haber tenido otro objeto en admitir un minis~




HETRATOS POLlTICOS UE: L.\


tel'io en circunstancias tan aburridas y tleseSlJCradas. La na-
cion dió lIien á entender su satisfaccion ¡JOr esta geneJ'",;idad
magnanima y patl'iotica, y sc COIli>OJó; pOl'que así se podía
librar, como se lib('ó, de las convulsiones ter'ribles (le, aquel
trance. El ministerio sacó tambien ocl Rey, en el mOI1lt'flto
de transigir, pal,tidos para la rÍacion y para la libertad (rplc
110 olvidó aun en aquel momento,) qnc la conocilla é impudente
mala fé de FernandomaJogró luego al punt.o, anl!landolos ~an
pronto, como los ofl'eció. Pero Calatrava cumplió ron todas
las leyes de su deber: y hubiera acas() sido otra la suerte de
la libertad, ó al menos mas larga su "ida que hubicra dexado
lJOr lo tanto mas lugar á combinacioneB, si al principio Imbie-
1'11. ocupad¿ el pr'uliente Calatrava la silla del frivolo é insubs-
tancial Argüelles, por'que el bien, ó el mal de España nació
y debía nacer en aquellos momentos.


Calatmva parece, flue consc('va aun como una IJrucua de
sus ser\'icios hechos á la nadon en la ultima hora de la libcl'-
tad, la miuuta de la famosa y perfida pl'oclama de :Vel'nan-
110 7 0 • al salir ,le Cadi'l., y que f1l'mú c\ treinta lle scpti.cm-
bl'C, 'luand() tenía yá extendida en la fa!t/'irjIlCI'a, la que la
anulaba y publicó al dia siguiente cn el Pucrto de Santa Ma-
¡'Ía. En ella está de bulto la mala fé dc que se jacta Fel'nan-
do. como lo pudieJ'a hacer dc una virtud, y la buena de este
mÍnistJ'o, 'iue de acuerdo con los llcrnás, no ohidaI'oll la pa-
tria ni la libet,tad en momentos tan azarosos, En ella están
las cllmendatlll'as mismas, quc hizó Fel'nando de Sil pUllO,
par'a acabar de enganados, y llenados de cOllfianza, hacien-
doles cree!', (i'lC 110 estaba cn la que los miuistl'os habían cx-
tenllido, biell tx¡ll'es,ula la illca convenida, y podía aun al'-
guil's~ ~loblrz ó ambigüedau por el modo con que estaba exten·
(Uda, y tomando la ]Jlmua, substituyó oh'as f('ases de sU leb'a,
I]ue, decía, la expresaban mejor. ¿A. ver tlóntle hay un tal exelll-
plo de desvergüenza y uc ba'~a perfidia? Todo esto despucs
de muchos dias de conferencia:; amistosas, en que ellenguage
de Fel'llando fué dmas doloso, el mas simulado que puede ca-
bel' en la comprehension humana; apuró allí todos los recur-
sos de su negra alma, para buscar y producir expresiones que




UEVOLúCfON DE ESPAÑA. 231


manifestasen de su parte desellgaño, huena fé, escarmiento,
amor al bien, conocimiento intimo de las miras de Jos fjlle le
luuían rodeado y engaiiado sielJllwe, reeonciliacion con la liM
bertall, que conocía que podía ser Sil apoyo y su gloria, vida
DUC\'a, o!l'Íuo de la anti¡;ua, ott'o IJOmbre, oÜ'o Rey, otro :Fer-
nando, y más, y lilaS, y todo )0 que él yá no podía ser ni podía
cumplir'. Los blleno~ Ilc~eos del SellOI' Calatrava y de sus
COlllp~¡ j'ífi'0'; los qui;.;il'l'on alucinar' algunos instantes; y aUll-
ql(~', lt;r'go al ]1l111tn se íixaban en su caracter, para desconfiar
dr !mcro, !-abrmos lo que es un coraZO!l que deséa alguna cosa
con vriwfl)(\IIt'ia, fIue lIunca pier'de la esperanza; y las protesM
tas repetidisimas y variadas de sinceridad y de conversion
auxíliaron tamhien esta ilusiüll de Jos minisÍI'os, que, si 110 fué
completa, al menos, se le oyó á uno (le ellos decir: si engaña
estn -ve% con tanto aparato de buena fé, es necesario creer yá
para siempre impenitente su cora~on. Engañó como siempre;
y Calail'av:l anda huyendo de sus garras carnivoras, llorando
la Jlerdida de su adorada libertad.


CANO MANUEL.


Neutral para todo lo que no era él: se buscaba siempre á sí
mismo por todas partes, y por todos los partidos. llero es
menester confesar, que tiene recursos y medios lo mismo para
defender y sostenel' la libertad, que para apoyar y proteger el
senilismo, pOl'que (la verdad sea dicha,) lIO es ningun remen-
don de politica el tal Cano Manuel. Salle lo bastante, para


, O1f\>{!er'se en quale~fJuiera posicion, y da¡'le á su negocio un
a¡~e .~ y lilJel'al, si es necesario, que qualesquiera
diria,-éste es .Bl'uto,--éste es 'Vashington; y si es que ha
adoptado el partido servil, diría (]ualesquiera,-éste es Fer-
nando 7° en persona, ó á lo menos, Caligula ó Neron.--Pero
si se ofrece entl'el'el'ar la opinion y darla de IJcrfil, para que no
se vea de frente lo que es, y lo que encierra, tambien sabe su
monita aderezarla á medias, y fIlie le sepa á cada uno á lo que
le gusta, como allá el maná. á los seh"aticos ó fantasticos
Israelitas. Se sUllOne, que algull otro descuidillo es preciso




HETUATOS l'OLlTlCüS DE LA


que haya, porque el propio negocio y el hahito lo empujan mu-
chas veces á uno sin que lo sienta, y la lengua y las acciones
se escapan entonces y le hacen traicion aun en sueños. La
Regencia del Quintillo, compuesta por las cortes de retazos de
despotismo, lo conoció, é hizo ministro, pOI'que lo halló en la
tanda de liberales; pero ésta Regencia liberal era servil, y él
fué servil, com'o su ministro, sin perjuicio de lo liberal. Desde
entonces todo su arte era ver como podía liberalizar así al
}!Ublico las disposiciones serviles; por eso, quando firmó la
prision de D. Ricardo Meade por complacer' al tesorel'O Soret
y'á la regencia, (que no le querían pagar, ni que él se quexára
de que no le pagaban) fué á la constitucion, y tomó el articulo,
que solo permite prender á la regencia en el caso de grande y
urgente peligro de la patria, y trás,--se lo pegó al decreto de
prision, y quedaron muy satisfechos, de flue él y la }{egencia
habían salvado Jo responsabilidad con esta treta, por,}ue~-yá
se vée,-nadie tenía ojos ni cabeza, para al1aliza!' ésta mise-
rable superchería, y debía desde entonces Cl'ccr todo el mundo,'
porque él lo dixo, que quando uno pide su dinero á quien no
10 quiere pagar, y se lo reclama á él Y al publico, se pone en
inminente pelígro el estado.-Los canonigos tamuien, luego que
vieron las aguas que seguía el ministro, se animaron á resistir
la lectura en la iglesia, como se babía mandado, del decrrto
de abolicion de la Inquisicion: la Regencia se contentó con
pasar á las cortes la representacion de resistencia en lugar de
hacerla obedecer; las Cortes se exasperan contra la regencia
y contra los canonigos, porque ni la una nÍ Jos oÍl'os cumplie-
ron. La Regencia dá todavía un decreto de aqudlos a~"no- .


, .. ; '.
mannelados, que haccn á dos paJos; pcro las C,ortes lo. viel'op
venir tal como era, y quitaron la regencia, r'eempl~zandola
con otra mas patriotica; y Cano Manuel, el ministro desglosó


'de11ibro el decreto ellca~tado, que con la val'iacion de Regen-
tes se voló por esos mundos de Dios, y no ha' vuelto á parrccr
más. Los nuevos toman con calor la sumision del cabildo, la
prision de los desobedientes, y que se les formase causa. El
ministro anfibio pel'ora ahora en las cort~s á 1'\\"01' tll' estas
medidas tambien, que parecía scntir lo que decía. Sin CI11·




nEVOLUC10N DE ESPAÑA. 233


bargo el publico hizo alto, y sospechó de esta mUllanza de
opinion tan repentina; y él quedó tambien con remordimien-
tos de no ser creído; porque (vamos claros,) fué muy violento
aquel fuego oratorio, sin que el tiempo hubiese dado lugar y
preparado una transicion mas natural. Pero no era el minis-
tro hombre que se dormía en las pajas, para quedarse con estos
cscr'Jpulos y estas dudas; y al punto, para asegurarse en la
opini"n, faxó con el impreso inconstitucional del Ex-Regente
Lardizabal, á quien se mandó traer preso y formar causa, y
tuvo con esta ocasion la de lucir en el congreso su liberalismo
sospechoso el ministro Cano Manuel, y volver al articulo de
la constitucion que autoriza á la Regencia para prender, que
ahora venía más al caso, que en el asunto de Meade, pues
al cabo, un impreso sedicioso se distingue mucho de una re-
clama de IIna deuda legitima y reconocida. Así iba el mi-
nistro disipando los escrupulos de servilismo, que sostenía aun
en él su conducta pasada.


Hemos dicho, que no era ningun babieca, como los Regen-
íes, y quiso auyentar todavía hasta las mas ligeras aparien-
cias de servilismo. PaI'a esto tomó pOl' ultimo por su cuenta
al nuncio y al papa; arrojó la Regencia á aquel, y mandó á
éste una nota eclesiastico-diplomatica: de todo dió parte á.
las Cortes el ministro con un ayre de triunfo, de ,liberal, y como
-allá de los nuestros, que entusiasmó las galerías, dexó muy
satisfechas á las Cortes y él mejoró mucho su opinion. POC()
tiempo despues Antillon, que era demasiado perspicaz, en la
discusion de un asunto no de mucha importancia, que se venti-
laba, lo cogió por el hilo de su liber'alismo, y en una se-
sion de seis horas, en que habló el ministro con el interés de
en propia causa, y fué sostenido por muchos diputados de Cor-
tes, le estuvo tirando de él tan fuertemente y con tal arte, que
se lo arrancó en medio del congreso, y salió un servilismo mal
eharolado de liberal, que dió motivo á las Cortes á decretar la
formacion de causa al ministro y la suspension del ministerio.
Asi acabó Cano Manuel la epoca primera de la libertad. En
la segunda no ha parecido sino, como en sombra; no se sabe si
pOJ' escama suya ó de los demas. Esto de dexarlo la otra vez


ng




234 UETUATOS POLI'fICOS DE LA


á la vergüenza con la mascara en el suelo, no le ha salido del
cuerpo todavía.


CONDE DEL PINAL.


Sel'vilisimamente servil. El enemigo mas impudente y des~
carado de la libertad. La nacion era nada para él. Acos-
tumbrado en el consejo á ]a deferencia de sus compañeros, ha-
bía ido criando en su alma un habito de despotizar, sin el qual
no podía yá vivir. Quando cntraron los franceses en Madrid,
lo escogió el general Murat como el mas á propm,ito para ir á
Asturias y convertir á aquclla junta y reyno al N apoleonismo.
Desempeñó su encar'go (ó su ti'aicion) con una osadia y sangre
fria tan insolente y perfida, que el pueblo y lajunta se conster-
naron a] oírle; y no podían creer, lo que estaban oyendo de la
boca misma de su compatriota que había yá renunciado la pa-
tria y la ,'ergüenza. No pudieron persuadide sus amigos y
pal'ientes explicase su comision y expresiones por la fuerza, que
le hallÍan hecho y el miedo (Iue le hallían impuesto, pa-
ra admitida. Insistió siempre en que la admitió vo-
luntal'iamenie,-que la desempeñaba de buena fé,-y que
les exhortaba por eso á seguir su partido y su opinion.
El pueblo no pudo yá, oyendo esto, contener más su furor,
ni la junta y los l)['imeros ciudadanos llUuieron tampoco
conteuel'lo en su ímpetu patf'iotico. Se apoderó en su exalta-
cion y en su ralJia ,le la pel'sona del pcdido Conde, lo maltra-
tó, lo arl'asÍ/'ó, lo llenó ele golpes y dc insultos; lo ató por ul-
timo á un al'llOl, para quitarle la vida, ccuandose en su sangre
y en sus sufrimientos, que quería fuesen humillantes y doloro- .
sos. Tuvieron que acudir el obispo, el clero, y los eclesiasticos
de todas clases, para salvarlo del furor popular que habían ir-
ritado su insolencia, y' su habito de tratar al pueblo con despre-
cio. Fué menester por ultimo sacal' la magestad de su talle!'-
nacu}o, para aplacar al pueblo con ella en la malla; y así lo
pudieron desatar y llevar hasta-la iglesia, en donde entr'ó yá
destro:lado, desnudo, ensangrentado y cubierto de cardenales.
Hubo que hacer despues mucho, para preservarlo y ponerlo en
salvo.-Pues éste hombre, que parecía, (y lo estaba,) tan de-




REVOLUCION DE ESPAÑA. 235


cidido por los franceses; así que juzgó, que la fortuna favo-
recía al partido de la junta central, desertó de las banderas de
ellos, y no se volvió á acordar de Bayuna, de juramento, ni
de nada de lo pasado, y fué variando opinion con las circuns-
tancias, dirigido solo por el deseo de despotizar y maltratal' á
los demas, que era todo su sistema y ~u Rey.-Murat y Fer-
nando,-Ia junta central, y los Franceses,-Ias COl'tes y N apo-
léon, no le servían deotra cosa, sino, como de andámios, que se
proporcionaba, para encaramarse y estar siempre sobre todos.
De este modo fué afrancesado en Asturias y con Murat,-re-
alista con FernaIHlo,-Español COII la junta central,-liberal
con las cortes,-servil en el consejo de Castilla,-y nada en
realidad-porque lo fué todo en apariencia, menos lo egoista, y
lo despotico. Las Cortes lo procesaron, porque al fin no pudo
disimular su alma servilico-tiranica, y tuvo la estupida y
miserable torpeza de representar á las Cortes contra las Cor-
tes mismas y contra la formacion de la constitucion. Se en-
cogió por entonces su venganza, y ocultó debaxo de los ulti-
mos pliegues de su baxo y cruel corazon, hasta que vino el
Rey de Valencey. Este, como si el Conde 110 hubiera sido
afrancesado, y fir'mado de veras, como hemos visto, á costa de
su sa~gre y de su vida en Oviedo, la corona de Fernando para
el Rey José, desllojamlole de ella voluntariamente y en quanto
estaba de su parte, le hizo el campeon del Fernandísmo, y le
nombró juez de los liberale¡,¡, pOl'que el olfato de Fernando ha-
bía husmeado al golpe su corazon. i Cómo se hartó entonces
el tornasolado y feroz Conde de libertad! Le rebozaba la san-
gre de los liberales, que se le salía de labios á fuera y regaba
por la barba y el rostro. 1 .. os insultos, calabozos, destierros,
presidios y cadalsos los repartía el bendito Conde á manos He-
nas.-¡ Quando llenaban el gusto y los deseos de Fernando, en
~uyo corazon sonaban con una melodia, que embalsamaba toda
su alma ! ... ParecÍa mentira, que un hombre, que á mas de se-
tenta años, tenía todavía sensibilidad bastante, para andar to-
das las noches persiguiendo chiquitillas en la plaza de San
Antonio de Cadiz, fuese tan insensible y carnivoro con los
liberales, cuyos tormentos decretaba con un placer digno del




236 HETRA TOS l'OLlTlCUS lH~ LA


Rey, que se Jos aprobaba. Este monstruo, criado á mano por
e] sistema despotico en las carniceras de los tl'ibunales y con-
sejos, honra la libertad, (Iue persiguió porque no Jo sufría, y á
la nacion que lo detestó, como ulla alimaña dañina, que des-
truía la especie solo por gusto y aficiono Su memoria es y se-
rá siempre odiosa y execrable.


AGAR.


Liberal sin zurrapas por inclinacion y por pr'incipios, y sin
perjuicio de la mistica, pOl'que era beato. La Iihertad y la r'e-
ligion no se exduyen, como se asocien de buena fé y pUl' cOllven-
cimiento. F'ué Regente en la primera epoca. Ni él ni sus corn-
pañel'os dcxal'on dc hacer el bien en quanto alcanzaron, aunque
alcanzaron poco. Era demasiado bondadoso y calmo, para diri-
gir la bOl'rasca de una revolucion; y por eso las [o)'t."', !osepa-
l'aron con la regencia, y nombraron, para l'remltLl.:.u' á j" '"", ra,
la regencia servil del Quintillo. i Qué tino de cOllgl'eSlI !., ¡ Y
se quejaban despues, de que extraviaba la oJlillion !-AJ cabo,
tuvo el congreso, que 1'01 ver á la buena fé de Agar y Ciarar..
para enmendar las faltas del Quintillo, que fué separado COIl
ignominia suya y de las Cortes, que lo pusieron. La re~titu­
cion de Agar á la plaza de la Regencia hace el elogio de sus
virtudes Cívicas, y la confianza de las Cortes en su amor y de-
cision por la libertad, habla de sus principios mas y mejor que
lo podíamos hacer nosotros. El Rey lo encontró de Regellte
á su vuelta de Francia, y ]c premió su integridad y sus ser'vi-
cios á lo };'cl'nando, dcsayrandoJo, arncllazandolo, desterran-
dolo, y consignandolo en Galicia, en donde su merito y con-
ducta le conservaron la opinion de honradcz, que lo sacó el año
de 1820 de su obscuridad, y lo colocó al frente de aquella pro-
vincia, que dirigió con tanta satisfaccion de ella, que lo sostu-
vo en medio del contraste de los partidos que empezó yá desde
los llrimeras dias á minar el sistcma constitucional, enagenan-
do los animos y fomentando la desunion, que es la cal'ies cor-
rosiva de la sociedad, y más en las crisis de las revoluciones,
en que es tan necesaria la fuerza que imponga, y no se puede




REVOLUCION DE ESPAÑA. 237


formar sin la union de voluntades. El Señor Agar lo conocía
así, y lo prohó en sus proclamas y escritos; pero, á pesar de
sus esfuerzos, vió pronto venirse el edificio constitucional so·
bre él y los 1iberales de buena fé y desinteresados por los con-
tinuos golpes, que le daban las parcialidades y el egoismo, los
mayores enemigos de la libertad. Agar lo Horaba yá separado
de todo influxo particular, en el consejo de estado, y la Espa-
ña de hoy acredita la verdad de sus nobles y justos sentimien-
tos.


ROMANILLOS.


Liberal vaciado sobre un fondo de servilismo, que yá no
pal'edá ni ]0 uno ni lo otro, sino un embrion, que estaba si-
empre esperando cil'cunstancias q~e lo hiciesen lo que había de
ser: era en substancia la materia de un oso por lamer y ser
modificada por la osa madre. Hubiel'a sido eternamente li-
beral, si eternamente hllbi~ra habido libertad sin riesgos y
con provecho; y hulliera sido tamlliell eternamente Mllsulman,
si en lugar de constitucion se hubiera fOl'mado por las Cortes,
sin pe1igro de faltar despues nUllca, un alcoran para la Espa-
ña; y aun hubiera tomado parte en su formacion. ~ra COII··
sejero, perQ consejero, que no se casaba con la consejería, ni
con el servilismo, si se podía hacer fortuna por otro rumbo,
fuese por el de las cortes, ó el de Napoléon. En la epoca de
éste extendió en Bayona la constitucion, que allí se juró para
la España, y el Emperador le regaló una caxa de oro con su
retrato por este servicio; y en la de las Cortes constituyentes,
(quando yá había desertado con caxa y todo de Napoléon,) rué
y vino tanto á la comision de constitucion, que al fin aquellas
buenas almas que la componían, y estaban en el limbo de la
politica, lograron de las Cortes, que lo asociasen á ella. ¿ Có-
mo había de salir la de España? Como hecha por hombres
que andaban con el libro debaxo del brazo, haciendo constitu·
ciones por el mundo para todas partes donde los llamaban,
toclas baxo el mismo molde. Se echó menos entonces, que las
Cortes no le pidiesen la caxa con el retrato de Napoléon por




z38 HETRATOS .l'OLlTICOS DE L\


un lado y le pusiesen por el otro el de la imbecilidad, que es el
emblema de las Cortes. Se le dieron las gracias por el con-
greso despues de labrada la constitucion por las pinét'ladas
que había dado y por los pegotes que ballía puesto; y recomen-
dandolo á la regencía, ésta lo hizo ministro d~ hacienda, que
en su juicio debía ser un quid pm quo de eonstitucion. La cosa
salio aquí cómo allá, menos la caxa y las gl'acias. Romani-
llos acabó la primera epoca á espetaperros, como todos los li-
berales verdaderos ó contrahechos. En la segunda. llevó otro
compás porque no había yá constituciont's que fabricar. Había
pasado la moda. Se hubiera podido remendal' la constiturion
Romanilla; pero no cayeron en ello las cOl'tes, ni la jUllta
lu'ovisional, hasta que conociel'on que fomentaba ella misma
su destrllccion, y yá era tarde. ¿ Qué se ha de hacer ?-Todo
110 se puede tener presente, y mas en la confusion de una jUl'a
de constitucion, en donde se anda siempre de priesa á los Ill'in-
cipios, y sinó-á Dios sistema,-constitucion,-jlll'a,-y li.
bertad,-se acaba todo tan pronto, como se empezó. Roma-
nillos esta vez se estuvo agachapadito en su consejo de estado,
que es para lo f]Ue le dá el naype, tan bien ú mejor que para
constituciones, pues menéa en él los votos, como se mueven las
oamas en un tablero por un jugador diestro. Siguió al gobier-
no hasta Cadiz, y allá en el consejo empezó, como Porcel, y
otros á Fernandizarse y á sel'vir las miras del Rey, que pa-
recía que no quebraba un lllato; ellos allá se entendían.
Quedó por esta razon con sus esperanzillas, y las tiene,-pcro
como este Fernando, luego que sale del paso,--si te vide 110
me acuerdo,--amla todavía el pobre de Romanillos, como la
otm vez, que dá compasion,--descolorido--predicando triste-
za con su cara--ojos baxos, como buscando algo que se le ha
perdido,-talante de distraido por pesares,--á ratos, como
quien está echando cuentas, que nunca le salen; porque-una
caxa,--unas gracias,-eso no merece la pena de que se ponga
uno á la vergüenza, acamaleonado, y Heno de un millon de Ro-
manillos, uno para cada ocasiono




I1EVOLUCION DE ESP AÑ A.


SORET-DON VICTOR.


Entra en nuestraf! f'aJ'icaturas por equivocacion, como en-
tró en lajunta de Sevilla, que por equivocacion lo sacó del
fango en que yacía, y debió mUl'il'. Al escribir los nombres de
los que acababa de nombrar el pueblo á gritos y ahllllidos,
despups del asesinato del conde del Aguila; el que los io,'l.
apuntando al cscl'ibiente, le notó Soret por Sorell Ó un nombre
pOI' otro, y el Conde de Tyllí que fué el Gusman de Alfara-
che de aquella epoca en Sevilla, aprobó la equivocacion, por-
que veía en SOl'ct un instrumento mas á pl'oposito para sus
mÍl'as de haúrse, como se hizo, el demagogo de aquellajlll1ta;
y se echaron los dos á nadar desde entonces en el mar in~lIen­
so de donativos, que prodllxo el entusiasmo de España y Ame-
rica, en donde se pescaban á mano los caballos mas heJ'mosos,
que se verlÍan por si mismos á las suyas, como-los borrcguitos
á las de los muchachos. Al entrar los franceses en Sevilla,
fué Troya pal'a Saret, que manrjaba entonces los caudales, y á
río revuelto, se Ile\'ó patetas el diuero y la bolsa, de modo que
quamJo ellos la conquista/'oH, estaba yá conquistada por So-
ret y Campana, que se la Ile\'aron á Cadiz en la faltl'iquera,
dexandoles solo las casas, porque no cupieron en ellas. La
junta de Cadiz hizó en los lll'imeros tiempos de las regencias
el papel de tesorero, y tU\'O que formar hasta un plan de teso-
rCl'Ía, porque los (Iue había habido en España no lo eran, sino
de atesora/', y se los llevó tamhien Soret, 1101' si se ofrecía, y
se e(luivocaban otra vez con d. . En efecto, la regencia del
Quintillo, como si no huiJiera IUlbido tal cosa, echó con Soret
pelitos á la mar, y le volvió á dar la iJolsa publica, quitando-
sela á lajunta de Cadiz, que la ponía todos los meses por las
esquinas, para que viera todo el mundo, lo que sacaba y lo quc
metía. Soret cntró yá l~icado con ella por este contraste, en
que lo iba á poner su nulidad y manejo COIl la ljul'cza y acier-
to de lajunta; y declaró la guerra á todos Jos que habían ser-
vido, y sido de qualesquier manera instl'umentos de su honra-
dez y gloriosa admillistracÍoll: y éste filé el motivo de la persr-
cucion, p1'ision, y escandalosos atentados contra el Sr. Meade.




240 RETRATOS POLITICOS DE LA


Había prestado auxilios de todas clases á la junta, y sus con·
tratas ennegrecían las de 80ret; y no fué necesario mas para
atropellarlo, auxíliado de una regencia, que parecía puesta
por Fernando y Napoléon, cada uno para sus fines. AquÍ se
vée yá á 80ret, taladrando el sistema constitucional que sos-
tenían las cortes, y pct'siguiendo á los que, como Meade y la
junta de Cadiz, lo favol'ecÍan ; y quando llegó el Rey de Va-
lenrey, lo escogió, como pieza muy á proposito par'a el edi-
ficio despotico que levantó; y quitó con esta eleccion todas las
dudas sobre lo que era, había sido, y dehía ser siempre Soret,
mientras fuese el Soret de Tyllí, y el 80ret, que conquistó á
Sevilla desde su mesa, sin mas trabajos que quemar papeles
y mudar los nombres de la bolsa y el arca, que había sido na·
cional, ó real, como se decía yá otra vez. Todo ha sido por
suel'te en Soret: le salió la junta en una lotería, en otra Ty-
llí,-en otra, el manejo de la hacienda de la junta, que este
Tyllí dispuso allá para sus cosas las bolillas de modo que le
saliese ;-en otra, la bolsa entera, al elltl'ar los franceses en
Sevilla,-en otra, el Quintillo, que era de su palo, y valía por
Tyllí, que yá se había muerto,-y en otJ'a, las cOlltratas que
hacían el contraste con las de Meade por lo sucias, pOI' lo su-
bidas de precio, P01' su paga sin embargo á dinero en mano, y
por sus preferencias de vendedores, que suponen siempre gato
encerrado, y muertecino. A pesal' de su natural torpeza y
mala fé, tu,'O el arte, unido con el Quintillo, el consejo de ha-
cienda, y el ministl,o, de debilitar la fuerza de este contraste,
fIue Meade le hacía, figurando por optica un delito de linterna
magica, que consistía en no haber metido en tesorería un dine-
1'0, qtle tenía una órden pal'a sacar, y habcrse contcntado con
tomar recibo de que lo metió, y darlo, de que en fuerza de
real orden lo sacó,-Bien, que así que hizo su efecto este crimen
de escamotéu, y se pas3,l'on llOr la vista del publico, para des-
lumbrado, los 'vidrios, que meneaba el gobierno mismo, decla-
ró el Rey Fernando, que todo-delito,-prision,-incomuni-
cacion,-y persecuciol1 de Meade, hahía sido una broma, y
que nada valían, y lo anulaba como si no hubiesen existido,
y que se le dixese así al gobierno de su pais, que lo reclama-




REVOLUCION DE ESPAÑA, 241


ÍJa. Pues éste Soret~ enemigo así Ile la libertad, y tan decidi-
do por sí, siendo pOI' esa razon un instrumento ciego del des-
potismo que lo sostenía, ha venido tesoreando con Fernando,
y medrando á propOl'cion fIue desmedl'aba la nacíon, hasta que
ba !lecho algo de la nada que él era, á costa de la libertad y
¡le la sallg¡'e de España. Sin embargo, .acercandosele, apesta
todavía al fango de que le sacaron 1101' cquivocacioll.


RUIZ·PADRON.


Liberal de buena fé, y sacerdote, que es cosa rara. Aun-
que transpiraba tOlla vía cn su estilo é ideas algo de escolas-
ticismo teologico, su conducta en las cortes constituyentes, de
I}ue fué miembro, fué muy consiguiente á los princil'¡os libera-
les, que eran Ile moda en aquel congreso, siempre que se ha-
blaba en él ó se discutía. Lo que es el lenguage no tiene que
hacer, que fué liberal,-y aun los deseos, parece que se po-
dría tambien asegurar, que lo eran en pal'te, salvas las reli-
(luías q uc prccisamente habían de dexar la educacion y los ha-
hitos. La falta mayor estaba en las cabezas, que se deslum-
b,'al'on con los pl'imer'os lillros que l~ycron, y con el reb'ato
de la libertad, que no tiene duda que es seductor,-ell un si es
no es de egoismo y propio ncgocio,-otl'O poquito de manía de
figllrar,-algo tambien de petulancia, que yá se sabe que salta
pOI' sí misma á las primeras levadas del saber, en que crée el
hombr'e haber hecho un descubrimiento desconocido á los de-
mas, y se engrie y ridiculiza ;-cn .. : .. -pero el señor Ruiz
Padron pudo (¿ quien sabe ?) participar de algunos de estos
defectos, porq tle era hombre, fray le, cler'igo, h'ologo y eseo-
iastico; mas él se aficionó de eorazon allibcl'alismo ; y hubie-
I'a sido con el tiempo un liberal puro, como Dios quiere las
almas. Su discurso sobre Inquisieion, que imprimió por se-
pal'ado, dice cosas buenas; pero el desc!'cdito é infamía de la
r nquisicion, m~jor que en lo 'lile ha hecho, se ha de buscar, y
está en lo que es; en su natu!'aleza mejor' que en sus acciones;
en la filosofia mejo!' que en los canones. El señor Padron tiene
in<;t!'llcdon (tardia acaso,) pero la tiene; mas yá hace muchos


nh




242 RETRATOS POLlTICOS DE LA


dias que dixo un filosofo, que el saber consiste en pensar, y no
en leer. Merece sin duda el agradecimiento publico, porque
era de los que no quer'ían diezmos, señoríos, mayorazgos, es-
tancos, inquísicion, ni, fray les ; pero en el nó querer, como en
el querer, hay tambien su carta de más y su carta de mcnos;
por que hay bienes, que son males por las circunstancias, y
males que son bienes, pOl'que preparan el bien y evitan males
mayores; por esa razon se ha dicho siempre, que lo mejor es
el mayor enemigo de lo bueno. El señor Padron dió un salto
extraordinario dé la teología á la politica, y se encontró en
un nue\'o mundo de repéute, que lo llenó de confusiones. Ob-
jetos nuevos, idioma nuevo, principios nuevos, vistas nuevas,
nuevo sol, nueva luz, nuevo mundo, nuevos hombres y todo
nuevo. La teología le hacía todavía cosquillas en medio de este
universo desconocido para él hasta entonces; y se escaI)aba, sin
sentir, á los principios y allenguage del pais, en que había naci-
do y se había criado. N o podía echar de su entendimiento toda esa
broza romo se echan las tentaciones de la voluntad, contentando-
las; se hubieran irritado mas por este medio. Era menester' tiem-
po para aclimatar'se en el nuevo pais de la política y de la li-
bertad; y se veía; y se deseaba, para cumplir con sus deseos y
con sus antigüas propensiones. Trabajaba, sí señor, trabaja-
ba para conseguirlo, y no parecía yá nada de lo que era y
habia sido; pero no había pasado todavía de la clase de afi-
cionado. i Es mucha obra la de arrancar de raiz de una ca-
beza todas las ideas que se han identificado con eJIa desde la
niñez; y más, si se las han dado revueltas con Dios y el dia-
blo !-Hasta que lo llegue á lograr el señor Ruiz-Padron, es
acreedor á nuestro reconocimiento y á nuestro elogio por sus
deseos y por sus esfuerzos.


Escribió una memoria sobre la gloria de Cadiz, en que
obran tambien sus deseos y cariño á éste pueblo más que su ins-
truccion, que sin embargo resalta en el escrito. Se echa
siempre menos en sus memorias y discursos el espiritu de
analizis y de filosofía. Su educacion teologica y claustral e~
un obstaculo pa.ra adquirirlo, que le ha de costar mucho tra ..




REVOLUCION nE ESPAÑA, 243


bajo vencer. Ha ganado toda la cabeza, donde tiene que traba-
jar; está en su cerebro, en sus libras,en sus sentidos, en todo
su sistema fisiologico, y no es facil darl,e yá un nuevo temple
con deseos solamente y con libros. No hemos dado tan fran-
camente nuestra opinion sobre el señor Patlron, á quien apre-
ciamos por su decil'lion y amor á la causa de la libertad, sino
porque queríamos desengañar al puhlico sobre la diferencia
que hay entre saber y querer saber, y, entre comenzar y con-
c1uÍl'. Sus discursos, y sus escritos estarnos seguros, de que
abonarán nuesh'a opinion, y serán á lluestro favor unos testi-
gOfl impal'ciales, Siempre es, y será un fenomeno entre los
frayles y ecJesiasticos uno que quiera Iibertad,-que abando-
ne su extrafalaria y l'idicula instruccion,-y que haga volunta-
riamente su entl'ada solemne en el mundo de los hombres, de
la naturaleza, y de la razono El señor Padron ha hecho más
todavía,-ha seguido el consejo de Horacio,-se ha atrevido
á saber, sapere aude, que en España éste solo conato necesita
más valcll', que el que sería necesario, para emprender solo
su conquista con una caña, pues es exponerse á ser desprecia-
do, perseguido, befado, tratado como loco, y tenído pOI' impio,
digno del fuego de este mundo y del oíro. El señor Padron
ha arrostrado todos estos peligros, y ha adoptado, á pesar de
ellos, nuevo plan de instrllccion,-el idioma de la razon,-y
el de la religion y la politica, que se hermanan, y contradecía
su antigua educacion, que le quisiera todavía trabal' hoy, para
filie adelantára poco ó nada en el camino de la verdad, que es
el de la sabiduria; pel'o él la resiste con una constancía, que
aumenta Fernando por it'ritacion con sus persecuciones, des-
tierros, y ca::;tigos,


NAPOLÉON-DON JOSÉ.
Tiene lugar en nuestros retratos, por que hizo una constitu-


don l,ara la España, que al cabo el'a constitucion, y por que
formó con su gobierno el contrapunto del de Fel'l1ando, y del de
las Cortes, que todo se vá allá. Jurada en Bayona Rey de
España l}ol'las primeras per'sollas de cada una de las clases del
Estado, y abdicada en él la corona de Carlos 4°, y de su suce-




244 RETRATOS POLITICOS DE ¡,A


sor, hizo el papel de Rey en medio de los estorbos que le opo-
nían las bayonetas y los mariscales fl'anccses y su mismo her-
mano N apoléon; sin embargo, se puuo yá muy bien columhral"
desde entonces, lo que hubiera sido sin ellos, y el bien que ha-
bría hecho á los E~pañoles. Los c1erigo's y los frayles identi-
ficaron, como siempre, á la religion su negocio, 'lile cl'eyeron
peIigl'ar en su rey nado, é inflamaron contra él á los pueblos,
que debían en ese caso ganar lo que ellos perdief.en. Llegado
á Madrid, su conducta para con los pueblos, y la huena dis-
posicion de alma, que se le traslucía, lo abonaban; pero las
violencias y altanerías de los mariscales y de Jos exercitos
franct)ses, que no lo acataban ni obedecían, hacían odiosa, y
aun J'idicula su dominacíon y su reyedad, que todavía 110 te-
nía, para sostenerse, la ilusion que dá el tiempo, ni el presti-
gio de la pacifica posesiono Los que lo juraron en Bayona, lo
desjnraron en Madrid, porque su negocio (que rué su solo es-
timulo,) creYCl'on despues, que había torcido el camino é iba por
la España mejor que pOI' Francia. Solo los que sabían calcular,
vieron en lo futuro, lo que este futuro envolvía y hemos despues
visto todos en Fernando, y el bien de la mudanza de dinastía,
que está en el futuro todavía por la torpeza de los Españoles; y
además en el corazon y buenas disposiciones del Rey José,
para substituir á Fernando, cuya alma era el contrasentido de
la suya, un xefe digno de la nacÍon Española. El amor pro-
pio que, pOI' más que se diga, obra casi siempI'e cnn una cegue-
dad, que desfigul'a los objetos y precipita la resolucion, em-
peñó á los Españoles en resistir entonces el bien, pOI'que creyc-
ron humillacion ceder á la fuerza y la voluntad extrangera;
como Ri el bien dexára de scr el bien pOI' esa razon, ó el mal se
convirtie.se en bien pOI' la contraria. El Rey José daba cada
dia más y más }ll'uebas dc lo que era, y Fernando había yá da-
do bastantes dc lo que es. Las desgracias que desde entonces
ha snfl'ido la ESlmña, las viel'on los que desplles han sido llama-
dos cI'iminales y afrancesados porque veían: y apénas hay
hoy un racional en Espaí1a, que no haya repetido mil veces
calla Ilia en mcdio dc ellas, que las padecía por la resistencia
impolitica, imprudente, y malhadada, que hicieron á José.




REVOLUCION DE ESPAÑA> 245


La Clter'la, rJ,ue se creyú en N a\loléon, como en todos los conQ,.uis-
tarlorcs, un titulo ilegal y espurio llara hacer Reyes, es la que
los ha puesto :\ tüdns desde que hay sociedades en el mundo, y la
que puso, sin contestacioll, á Fp,rnando y su dinástia. Despues,
su conducta y el tiempo los legitiman, y las naciones los adoptan
como si los escogieran. Es seguro que á habel' seguido rey-
nallclo en España el Rey José, sería hoy yá por esta razon mas
Rey de España que Fernando que jamas será mirado como
Rey de su eleccion por los pueblos, que no dexa de oprimir y de
llenar de humillaciones. José Napoléon hizo todo lo posible
en los pocos meses que reynó, para legitimarse. No quería ni
quiso lIunca l'eynar con los solos titulos que dá la fuerza,alln-
que consagrados y legitimados por el uso constante de todas
las naciones, y santificados por todas las religiones del uni vel'-
so. Las luces de su siglo le habían formado otros principios, y
quería que su poder corriese para fortificarse y ser indeleble,
todos los tramites legales. Una junta muy numerosa de Es-
pañoles de todas las categorías lo admitió y aun pidió al Em-
peradol' N apoléon en Eayona ;-el Consejo de Castilla le hizo
igual sUll!ica ;-reynó 1101' una constituciol1 'lllC ellos consintie-
ron ;-y por unas renuncias y abdicaciones, que le trasladaron
cllloder de sus antiguos reyes con las formaJidades de ley, 'lue
son las qlle han legalizado siempre á su modo, y como se ha
usado en todos tiempos, la fuerza que solo dá y quita los impe-
rios, hasta que los revalída la voluntad general, confirmandolos
el tiempo entre tanto con el titulo ficticio y abusivo de la pres-
cripcion. Los Españoles fueron excitados por el Rey, que
creían legitimo, á sometersele.-Su comportamiento fué, como
el de un padre bondadoso de la naCion, que es lo que constitu-
ye un Rey, y lo que le hace llamar tal; y no puede serlo nunca
Fernando por esta falta.-En la resistencia irreflexi va de los
pueblos llegó el Rey José hasta el Puerto de Santa María,
para tratar con el gobierno de Cadiz sobre el modo de apagar
esta division rencorosa de la nacion, y lll'oponerle unas Cortes,
que confirmasen ó desechasen su titulo de Rey, que no que-
ría exercer contra la voluntad de la nacion.


Esto mismo dixo siempre en sus peroraciones y sus pl'ocla>
mas.-Ni fué otro nunca el lenguage que tuvo con el mismo




:246 JmTRA TOti l'OLl'nCOS DE LA


Emperador su hermano.-De modo, que con la misma obsti-
naCÍon (mc,lIos las persecuciones,) con que Fernando ha 'Iue-
ricio y quiere ser Rry cOIIÍl'a la yollllltad de la nacion, ha
buscado José esa yolllntau liara rcynar, Y no quería reynar
sin ella.


Se puede de.cil' que los representantes de España en Rayona,
tuvieron la culpa, si la hubo, de la ilusion, conque creyo José
ser' Rey de España ¡mr la voluntad de la nacíon. No hubo
medio, que no empIcasen par'a persuadirselo :-el del jUl'amen-
to,-elde] pl~yt() homenage,-e] de los respetos,-la sancion
de una constitucio/l, que lo Ilamaba,-cl de la felicidad de la
España, que le decían, la veían unida á su corona y dinastía,
-el de })edil'selo al Eml'el'ador,-el de afectarle una decÍflion
cariÑosa y de conn'.lIcimiento,-el de rechazal' á ojos \'istas
los obstaculos y las objecciones con un ayl'e de interés y de
justicia, como si rstuviesrn muy pel'suadidos de la suya,-cl
de distinguido con todas las seilales de confianza y amistad,
y llegar hasta ·ponerle 1 nfantatlo su casaca de General Espa-
uolllara hace!' Sil entmda publica en Madl'id, que es una de
las mil y una nellerÍas drl t:II IlIfantado, que rst~t haciendo la
catalineta de Fer'nando y de la naCÍon ;-íodo, todo concurría
á fOl'marle la ilusion de ql\e el pueblo lo tenía y quería 1)01' su
Rey. Se allegaha á ésto el disgusto de este llUeLlo por los ex-
t,'avÍos del reynado de Carlos 4 o, y cierto prrsentimient() del
cat'actm' ti¡'anico é insubstancial de su hijo Fel'lIando, lo que
debía cOJ'l'obol'ar más y mú;; ésta su prl'suasion. En medio
de los apodos, con que el populacho, sug;el'idu por los fray les,
lo ridiculizaba, (pOI'i}lle eI.pueiilo saynetéa siempre las cosas
mas importantes, y éste es 'el papel que le repal'ten Jos intri-
gantes, que dit'igen estas emp['esas,) apenas había UB Español,
que no alabase su bello corazon, é hicíese justicia á su talento
é intenciones. Es "eruad, '111e á Fernando no se le conocía
todavía, sino por la patte Ijue lo había mostrado la compasiou
flue lo supuso siempl'e eq uiyocadamcntc perseguido sin causa;
}lCI'O yá ohraba en las almas de los Españoles aquel presenti-
miellto, de que hemos hablado, de su nulidad y da¡¡ina~ inten-
ciones, (pie se habían manifestado algo desde su iuuiscl'eta y




REVOLUCION DE ESPAÑA 247


cstupida ida á Rayona ; y lo temían sobre el trono. Una am-
bicion mrl10S extl'llyiada en el Emperador Napoléon, y un ca-
racter menos acostumbl'ado que el suyo, á mancjar la fU(,l'za,
COIllO IInico l'eClIrso para todas las cosas, hubiera puesto más
en el'idencia el alma del Rey José, y las cspcl'anzas de la na-
don lo hubier'an poco á poco ido afirmando en el ÍI'ono de
España, que él hubiera basado al pl'incipio en su buen desem-
peño, que abonarían desplles los resultados, y suplido con esto
la falta de prestigio y de pl'escripcion. La suerte de la Eu-
ropa y la de .K apoléon hubiel'a sido acaso otra, porque al fin
el tesol1 sclvatico de la España Íln'o ell brazos á N apoléon,
para que la Rusia le clavase el puñal. Los primel'os tiempos
de una nueva dynastía rebozan de esperanzas, que se realizan
generalmente por la necesidad en que están de recomendarse
los nuevos Reyes, y ganar la voluntad de la nacion, que siem-
I)l'e se busca, aunque sea sordamente, para legitimarse. El
mismo instinto de la rey edad, por más que no quisiel'a, la lle-
va á galantear al pueblo, con el fin de ganarlo para SIlS nue-
vos xefes, é ir levantando así insensiblemente el coloso de su
supremacía de poder'; y ésta es una pl'ucba que <lit la J'eyedad
misma, á su llesal', de la solJerunÍa del pueblo, que niega y de-
testa, y Un tl'ibuto, que sin conocedo, rinde á esta verdad.
José Napoleon, sin su hermano, ó con un hermano menos fUt'rte~
hubiera decidido á los Españoles á sostenerlo, y arrojar' á Fer-
nando, si se huhiel'un abiel'to oposiciones publicas á la corona
de Espa¡¡a, y hubieran escog;ido los Españoles un Rey ellb'e
los dos.* Pero el EmperadlH' por una parte, clllbal'azanl!ole,


• Fernando 70 mismo ha resuelto desdc el trono estc problema, que no 'lo
fué nunca para los observadores, Ahora yá están todos en el caso de con-
frontar á los dos por los hechos, que nunca mienten, y juzgar de qllál es
más á llro\losito vara reynar, y quál mercería h \lrefel'encia de los Lspaño-
les, si tuvieran hoy que escoger, Aliado de Fernando resaltal'Ían las pren-
das y virtudes sociales de José Napoléon de un modo tan lumino,o que se
abochornaría la nacion; y Fernando que recibe hoy las adoraciones forzadas,
y mal merecidas de los pueblos, se convirtil'Ía en objeto de su odio, y de su
execracion, No tenemos un estimulo para \'cmlcr nuestra pluma á la esteril
atlubcion del Rey Jos6 á quien apenas conocemos, I,a justicia nos alTanea
~ste tr.stimonio que damos aquÍ á la bondad de corazon que manifestó Pll Sl~




S48 RETH:\.TOS l'OLITH..:OS HE LA


y quitandole de hecho el reynado que le había dallo de palabra
y por escrito; y por otra, el pueblo Español alucinado, que lo
veía casi sin los atributos de Rey, que exercÍan JlOr él y con-
tra él todos los mariscales, y hasta el menor GellCl'al del exer·
citó francés malogl'arol1 sus bellas disposiciones para rey-
nar, que no desconocían sin embargo y publicaban los Espa-
lioles; y sumieron desde entonces á la España (es la era de
sus desgracias y calamidades,) en el abismo J en que yacr,
y de donde el talento más lince no vée, cómo podrá salir. El
Pueblo vée yá y lo dice á todas hOI'as, 'lllc malogl'ó allí la
mejor ocasion y el mejor Rey; y '1ue, el 'Iue le saque de éste
abismo y esta degradacioll, (pOl"IlIe tarde ó temprano es mc-
nester salir de él para existir,) no es muy seguI'o que se pa-
rezca á José perfectamente y por todos sus contornos. Este
puede estar muy satisfecho de que no tiene un enemigo en toda
la España, (porque los fray les y los clerigos no son Españoles,.)
pasadas que fueron las animosidades de la gUCl'l'R, y las soña-
das humillaciones de robarle su independencia; como si fuel'a


.lemasiado corto reyn:ldo; y estamos seguros que lo comprobarían casi todo~
los Españoles, si se les pidiera su opi1lion, para acreditar esta verdaJ, que en
los doce años que han trascurrido desde que Fernando 70 se formó de lagri.
mas y sangre el trono en que crée reynar, ha andado sin cesar en la boca de
todos en España. Su mismo dolor se la ha arrancado, sin que lo hayan po-
eliJo resistir, y el dolor nunca miente, porque no cabe en él ilusion, ni enga-
no. Lo que duele, duele, y no puede menos.de doler. La vée tambicn en
Fernando 70 que se lo causa sin esperanza de remedio. Creémos por eso,
que en Fernando está siempre viva la triste memoria de José, como de una
esperanza que la nacion desechó, de evitar este dolor que hoy sufre, y de
un remedio que tenían sus desgracias, qne se han hecho interminables por,
que, alucinada, no lo quiso tomar entonces, y el tiempo no lo presenta más,
ToJos los hombres, que veían claro en Bspaiía, presagiaron yá desde enton-
ces estas disgracias y este dolor, y se pusieron de parte de la nueva dinastía,
donde creyeron ver el remedio de todos los sufrimicntos quc hoy oprimen á
la E~pafia, que todos se traslucían yá en aquel tiempo, depositados en el ca-
fileter, y propensiones de Fernando, á quien la nacion veía con un prisma
engaüoso, que no pudo nunca fascinar á los sábios, que todos por eso fucron,
10 que se llamó entonces afi'w!cesados, porque no eran de los ilusos. José
Napoléon tiene todas estas pruebas, que corroboran nuestra opinion, y acre·
ditan la dell'esto de los Español~s, l':n quiencs yá obra hoy el dolor, los efee
tos, que obraron en los sábios en aquel tiempo el talento, y b prcyis;on,




REVOLUClON DE ESP AÑ A. 249


independiente ni nacion hoy baxo Fernando, y COIDo si la in de·
pendencia sirviese para otra cosa más que para vivir seguro y
conforme á su voluntad de ser feliz. Comparan yá bien los
Españoles Rey COIl Rey,-nacion con narion,~illdependencia
con independencia, y conocen quién los humilla y se la roba,
y quién se la quería y sabía conservar,


Hemos extendido este retrato de José N apoléon para darle
en nombre de la España una satisfaccion de los desayres in-
voluntarios que le arrancaron entonces las circunstancias y la
seduccion. y que Fcmando ha convertido yá en pes al', reca-
bando en t;I!lOS los corazones, por confrontacion y pOl' contras-
te, el al'repentimicnto del malogro del bien, que perdió sin
retorno, y el dolor de no poderlo reparar. Hizo José en la


-primera epoca de J1uestra revolucion un papel activo, como
xefe del gobierno nuevo, q\le el atolondl'amiento del amor pro-
pio de la nacion y de las Cortes resistió siempre, sin pedirse
nunca ni darse la razon de por qué resistía; é hizo tambien el
papel de amante de los buenos pr'incipios, que sin duda hubiera
realizado en su gohiel'no. á haber contilJiHldu y soltado las tra-
bas que Je ponían los Espauoles y los F'l'anceses, para obrar
el bien que, concluida la guet'l'a, ansiaba por I'eaiizar, y hu-
biera realizado. Baxo estos dos respectos pertenece á la revo-
lucion de España y tit'ne IlIgal' en nuestra biografía politico-
revolucionaria. Su conducta en el vircynato de Italia y en el
tiempo que reynó en Napoles, abonan estas mil'as de bien y
estas ideas (jUC le hemos conocido; y Es¡:íañaJo vió, aunque
trabado y l'esistido,-poncl' al frente de su gohicl'tlo las per-
sonas que habían so!Jr'esalido por su talento, pOI' su instr'uccion,
pOI' su opinion. y por su suficiencia, y entregarse él mismo es-
cl'upulosamente á estos informes y examenes imparciales, que
buscan los hombres como son, y no como se quit'l'e que sean,
-10 vió llorar su imposibilidad .de hacer el bien,-reclamar
para esto de su hel'mano el EmpcradOl'la libel'tad para obrar,
-ir en IJel'SOna á Francia con este designio,-resistirse á vol-
ver, porque no la consigue,-Io vió indiferente á los sarcasmos
y burlas con que ridiculizaban y mofallan en él los extravíos
y ell'idiclllo de-la ambicion de su luirmano,-lo vió disimular


Ii




250 RETRATOS POLITICOS DE LA


y perdonar siempre,-castigar por sí ó por su orden, nunca,-lo
vió desayrado en la cau'sadel abogado Azebedo por Belliard, que
desatendió su interés porque no lo ahol'casen,-y lo vió con
un corazon que se había yá her;ho Español sin artificio ni hi-
pocresía. Sus pr'incipios, su caracter y su deber habían obrado
naturalmente esta metamorfosis. La España imparcial, y la
posteridad y la historia, que no' oirán más que á ella, y no á
los frayles, y las viejas, hace hoy y hará siempre justicia á
sus deséos y á sus intenciones, yá que no pueda á sus resulta-
dos, que contradecían alucinados los pueblos y los mariscales,
que lo ponían más en ridículo que los Españo]es.


BURRIEL.


El general que mandó el ultimo sitio de Cadiz, y sostuvo
esta plaza contra Jos franceses hasta la salida del Rey. Liberal,
Como se dexa entender de la confianza que hizo de él el go-
biel'no, encarganrlole esta defensa, quando yá apenas había
de quien fiarse. Era tan buen militar como buen constitucio-
nal, y no ]0 entibiaron, como á otros, los peligl'os, J1i la in-
certidumbre, y aun inseguridad del exíto. El entusiasmo por
la libertad, ó lo que se llama honor empeñado, lo hicieron sos-
tener casi imposibles, y aun ofrecer al gobierno, que defen-
dería la linea que era extehsisima, á pesar de la escasa fuer-
za para: CUbl'il'la. Contaba sin duda con que el entusiasmo
haría en el soldado el mismo efecto que en su alma; y el cxel'-
cito vino yá á recular á Cadiz, dividido, de~animado, perver-
tido, y lleno de la desconfianza que le habían inspirado los
extravíos del gobierno, y los que motivaban yá las faltas de
recurso y marina, que debían hacer la base de la defensa. Al
soldado lo animan ó desaniman, lo entusiasman ó lo enfrían
las circunstancias y el. valor, el animo, y ]a confianza de los
xcfes. El entusiasmo se pega, como el desanÍmo : es imposi-
ble mantener el entusiasmo entre gente que no lo tiene ni lo
puede inspirar. Burriel hacía lo posible por parapetarselo al
soldado, y se manejaba como si el suyo fuese el de la persua-
sion de vencer. Al fin conoció en la fria defensa del Trocadc-




REVOLUCION DE ESPAÑA. 251


ro, y en la rendicion preparada de Santi Petri, que no había
yá que esperar del soldado, y que el aburrimiento había yá ga-
nado á los arrapiezos de cuerpos, que huyendo de la per'secu-
cion, habían compuesto lo que se llamaba allí exerdto ; y antes
que se pusiese de acuerdo con el gobierno, para ir preparando
la conclusion de esta guerra de plata forma. en que acaso no
había dos personas, que se propusiesen el mismo fin. y había
muchas que no tenían ninguno; yá el exercito lo empezó á de-
sengañar, de que era preciso precipitar el fin, si había de ser
convenido y en regla. Se suhlevar'on los cuerpos mas patrio-
tas, como el de San Marcial: los de milicias que componían
casi todo el resto, estaban postergados en el servicio por sos-
}lechosos y aburridos ; sus soldados repetian á cada mom,ento
que querían ir á sUs casas á comer ubas; no habia á quien con.·
fiar los cuerpos delanteros, y fronterizos á los enemigos, ni se
podía contar por eso con seguridad á ninguna hora. El gene-
ral Burriel tuvo que dirigir yá su patriotismo y entusiasmo,
no á sostener la libertad, sino á enterrarla con honor; y se
concertó con el gobierno para este fin, mientras se trataba con
el duque de Angulema, y salía el Rey de Cadiz, á mandal' en
xefe á toda la nacion sin ordenanzas, ni cosa que lo valga. Eur-
riel, si tuvo alguna culJIa, fué la de no haber desengañado con
tiempu al gobierno, de la naturaleza del exercito que tenía, y de
la de la plaza que le había encargado, no menos que de las cir-
cunstancias de la nacion, de sus recursos y de su decision ser~
vil á ser piara mejor que sociedad, y rebaño mejor que nacion.
Sabemos lo que puede el honor, y su exaltacion en la cabeza de
los militares; no ignoramos que lo que se llama el honor de
la bandera tiene su ceremonial, que, aunque ridiculo, y cruel
algunas veces, está adoptado, bien ó mal, por el pundonor
facticio de todas las naciones, y es muy conforme al amor pro-
pio de todos los hombres; y acaso tiene otras miras de utili-
dad que nosotros no vemos, supuesto que aun en la Grecia,
donde los generales eran filosofos, corrían tambien estos prin-
cqJlos. Confesamos, que el señor Eurriel tenía su alma en su
cuerpo, y su amor propio, como cada hijo de vecino,y hubiera
(¡uerido economizar sangre española desde el punto que cono-




252 RETHATOS POLITICOS DE LA


ció la inutilidad de la defensa para la libertad, si las leyes del
honor 1I0 hubieran sido tan duras, y las de la liber-tad tan se-
ductol'as. Es bastante conocida en España su pericia mili-
tar, y no lo es menos su uecÍsioll por la patJ-ia y la constitucion,
para que podaQl0s dudar de sus intenciones ni de su amor al
bien. lfernalldo lo ha maudado buscar para prCJlderlo y ha te-
nido que huir; y esta es una prueba máS de su honrado com-
portamiento, y de su merito.


CAPAZETE.


Coronel, comandante del batallon de la Lealtad. Segunda
espada de Campana en los asesiuatos del diez de Marzo en Ca-
diz. Su misma nulidad lo arrojaba de nuestra biografía, pero
queremos al menos poner su nombre, para ofrecerlo si quiera á
la execracion publica.


GOBARRY.


Coronel, comandante del batallon de Guias. Otra segunda
espada de Campana en aquel dia, y hacemos por la misma ra-
zon memoria de él. Vease el nombre Campana, y se conoce-
ran aHí á Gobarry y Capazete, aunque no se nombren. En
sabiendo que fueron su influxo, é instrumentos, lo demas se
encontrará allí. :Fernando ha premiado á los tres por lo que
ha mandado ahorcar á otros.


Commitunt eadem di"Cerso criminafato,
IUe crucem sceleris pr<etimn tulit, /tic diadema.-PERsIO.


Sin embargo la ley y la opinion los han ahorcado, á pesar
de Fernando que los premia.


CASTRO.


El Atalaya de la Mancha, periodista servil, Jlorque en
aquel pais no se podían vender papeles liberales. Escribía en
la primera epocay á lo frayle, es decir senil y fanaticamen-




llEVOLUClON VE ESPAÑA.


te ; y sin crécr en lo que escribía, ni en el Rey, ni en Dios,
segun dicen majas lenguas. E,'a pájaro de cuenta el tal pa-
drecito. Dios lo tenga en su santa gloria. Todo lo que á él
Je convenía pa1'a sus filies, su negocio ó sus comodidades, era
re)'igion pal'a él. Así, resistir la constitucion, porque con Ji-
lJertad 110 hay monges, ni g¡'andes riquezas, ni misas, ni saca-
liñas, es I'cligion. Inventar, para hacér odiosas las cortes una
constitucion secreta (se supone republicana,) y decir la había
hecho en el congr'eso, y esto sin que nadie, sino él, lo hubie-
se sentido, y mandarla imp,'imir y publicar por todas las es-
quinafl.-cs religion, porque así se podía prometer que Fer-
nanuo le pagase, como en efecto le pagó este descubr'imiento,
con los honores de la suprema y con quarenta mil reales del
pico, que para un monge geronimo, que regÜelda siempre de
ahíto, y luego sus buenas siestas y letras gordas, porque, ¿ á
qué son esas letras menudas? ¿ Para gritarle á Dios al orga-
no lo que dixo David, é hizo Salomon ?-Para eso bastan co-
micia y pulmones.-Tambíen es religíon contradecirse, quando
se llegó en Almagro á inflamar algo el deseo de la libertad,
que cl'eyó yá cl padl'c podía cuajar la constitucion f y predicó
á favor de ella, pOlldcmndoJa, cumpar'andola con los evange-
lios, y poniendola por encima de las nubes; porque entonces
no habría yá conventos, y era menester ver, si las Cortes ó el
gobierno le daban un destinito. . Su moral era esta, y esta es
la moral erlesiastíca, ó la moral universal-segun la socie-
dad nos la presenta; y que tampoco contradice el padre I. .. al'·
raga.


i O Larraga divino,
Tantas veces impreso y reimpreso,
Para gloria de España y de tu siglo!


El pobre Atalaya parree haberse muerto de miedo de la li-
ber'tad. Al naccr' ella en España el año de veinte, murió él •
. Parece que el grito de líber'tad 10 mató. ¿ Qué había de hacer?
i Cómo que la habia calumniado tanto!




254 RETRATOS POLITICOS DE LA


MURILLO.
Los Al1lel'Ícal1os de Costa firme son los que habían de fOl'~


mar la caricatura de este sal'gellto, tenirnte grllcral, qur los
rohó, que los mató, que los dirzmó, 'Iur los ti,'anizó, que los enri-
leció,ty que los insultó de todas las maneras que pudo. El l'f'llom-
bre de este hombre de la nada, es obra de la casualidad y dr las
l'evoluciones indigestas, que produxo en las p.·ovincias la guer-
ra de la independencia. Hizo en Galicia el papel de valellton,
y no fué menester más, para graduarlo de xele en un motín.
Ha conservado siempre el cal'acter de este or·igen. y de su pri-
mera educacion. Por supuesto, que irleas, honor y,'aciocinio,
Dios lo dé; el Murillo de los navios y nada más, con su pelo
y su lana, como estaba en los buques, quando era sargento de
marina. En lo que parece, que ha adelantado. alguna cmla, es
en la ciencia de buscar dinero poI' todos los medios, aunque
sea fusilando ó ahorcando de un penol pal'a adquiril'lo. PO,I'
lo demas, él no tiene nada con la Amel'ica, ni con la España,
nicon el Rey, nicon la constitucion, ni con la lihel'tad: lo que
él quiere es mandar, y tener dinero. Donde quiera que en-
cuentre esto,-ese es su partido y esa su patria! Si los cons-
titucionales lo hacen capitan genel'al de MadI'id, es liberal.-
Si, como el siete de julio está en duda el tr'iunfo de los constitu-
cionales, talÍlbien lo está el de su liberalismo. Si se decide la
duda á favol' del partido constitucional, se decide tambien por
la libertad. Si lo nombran luego general en xefe de uno de
los exercitos, no hay novedad en la opinion.-Si luego en Ga-
licia entra la duda de si las cortes ó si el Rey,-fué yá necesa-
rio pararse un poquito á ver en que quedaba, y dar una procla-
ma y unainstruccion, en que ni regenéia ni constitucion, sino ...
narla ... hacer la cama pará ... pero así que yá creyó que los france-
ses lo iban á decidir, al punto capitula con ellos, y cátatelo fran-
ces hecho y derecho; y hubiera sido turco, si le hubieran dado a-
llá el mando si quiera de una caravana. Ahora le hace la corte
á Angulema. i Qué le hablará en la tertulia, y en qué lengua ! ..
j Qué libertad ni que niño ll1uerto había de conseguirse con
tales hombres !oo


t Verbo formado del nombre de Enrile, que fué e12do. de MurilJo, y su
~,atelite en la Costa firme,




REVOJ.UCTON DE ESPAÑk


CALVO DE ROSAS.


Desde fa junta centra] que preparó las cortes, ]a constitu-
don y la libertad, viene este liberal haciendo un ruido que pa-
rerfwÍa falso segun la buna que ha metido siempre con él. Era
mj~'mbl'o de aquella junta. y se distinguió en ella por sus opi-
niofles exaltadas y sus medidas extremosas. Despues en el
tiempo de la Regencia sufrió en las calles de Cadiz algunos
palos, que dieron á Gallardo lo ocasion para su apología, y
para ser conocido, lo mismo que para su engreimiento: todo
pOI' ~u manía de politiquear á troche y moche, y tirar por
alto todas las reglas. No volvió á verlo el publico desde en-
tont'es. hasta que á la vuelta de la libertad el año de 20, se
vino buscando camorra y bullangas, ádonde estaba el gobier-
no, como siempre, porque allí hay en todos los momentos
barro á mano para aventuras de encruzijadas. En]a corte,
sin embargo, no encontró cómo, ni por dónde levantar la ca-
za, como allá con Romana en la junta cenÍl'al; hasta que por
arte dc Barrabas, cáteme V. los comuneros en campaña. Allá
vá nuestro Calvo de Rosas corriendo, porlJue se anunciaron
desde el principio como bullangueros, como emprendedores,
como fazañistas, y como de los nuestros. Sigue la danza, y
en una de las de San Quintin, que armaron los nuevos veni-
dos CO)l su comunería, y los otros con sus logias, cae Fernan-
do en la cUf'nta, y piensa que quitando á Jos masones del mi·
nisterio, y poniendo á Jos comuneros,. arma á los UIlOS contl'a
los otros, y á do rHueHo, no Jluede él dexar de pescar algo
para su absolutismo. Sepan ustedes que lo entiende-¡ Tonto!
Mas tontos son los que se dexan engañar, y no lo saben toda-
vía. Lo mismo que lo pensó, lo hizo; pero un tumulto que
promovirJ'on los masones, dexó las cosas como se estaban;
que sinó, Calvo de Rosas que era uno de los nuevos ministros
comunf'rns nombrados para la broma que el Rey se había pro-
pllestn, lo hubiera hecho á l)edir de boca, porque para esta cla-
sa de fazaiias de lIlolinos de viento, se pintaba solo; y más
en el ministerio de hacienda,-y en los ultimos dias,-quando
no había un quar·to, ni de donde sacarlo. F'ué lastima que la,




'Ó:!5ti HETRATOS POLITICOS DE LA


cosa JlO tuviera efecto. E] y Sll8 compañeros bien 1'llel'on y
vinieron al Rey sobre sus ministerios. Pero el Rey tambien,
como veía yá que, con ellos y sin e]Jos, la cosa estaba yá dando
las boqueadas, ]0 dexaba todo ir así,-como iba. El señor
Calvo acabó su carrera política en la obscuridad de la patI'ia
y á la luz de Marruecos á donde ha ido por libertad.


VILLALVA.


General, y liberal, á ]0 que podemos disclll'rir, porque no
vemos las intenciones. El suceso porque tiene un lu~ar en
nuestra lJiogl'afía lo presentaría como el genel'al mas decidido,
si los hombres no fuesen unas arcas cerradas, que no se puede
las mas de las veces, ni aun sospechar lo que contienen, vease
lo que se vea por de fUCl·a. j Se han visto cosas en la revolu-
cion! j Se han visto liberales !-¡Se han visto gel1erales!-Na-
da se ha visto hasta ahora en el señor Villalva, que lo pueda
hacer sospechoso de ser'vil. EI'a c~pitan genel'al de Madrid,
quando la muerte á mar'tillazos del cura de Tamajoll ell la
carcel. Tenia este pOI' Fernando sah-o conducto )Jara cons-
pirar; se le había cogido el cucrpo del delito; juzgado y ab-
suelto por el influxo de Fernando con el juez, ó los respetos
tIel jucz con Fernando; el pueblo. como se verá en la carica-
tura de Vinuesa, 'indignado justamente, se atumultuó, se fué á
la carcel y lo mató. El capitan general, que lo supo antes, se
presentó en el ayuntamiento, parece, que á acordar medirlas,
11ara impedirlo; pero entretanto se le dió muerte. Aquí sal-
taron yá sospechas de si fué ésta una morosidad convenida, ó
no, para dar lugar' al pueblo á executar su pI'oyecto. Lo cierto
es, que Fernando salió de sí, y le quitó la capitanía general,
separalldolo del servicio activo, y dexanrlolo en Madrid de
quartel, hasta que vino con el gobierno á Cadiz, y con la tris-
teza asomada siempre al semblante, que no parecía sino que
traía siempre acuestas á 'ramajon, sin saber como arrojar
aquel muerto de sus hombros. Se huyó despues á Londres, y
ha llf~cho muy bien, llUes por el tal Tamajon lleva yá ahorca-
.10s Fernando algunos centenares. Hemos repetido en suma-




tlEVOLUCION DE ESPAÑA. 257


1;'1\} esta talllo¡jonada para acreditar el liberalismo del general
ViIlalva, que le hizo dar pasos tan avanzados y correr peli~
gros· que IJabían de acompañarlo yá toda su vida. La causa de
la libertad, vendida así desvergonzadamente por los jueces,
acaso exigía de justicia y de necesidad este ex ar-rupto del pue~
blo eH l'cvolucion, y aun otro que hubiera sufrido el juez que
lo mpl'ccía más. ¿ Qllé se hace en un tiempo de crisis, en que
delitos tan grandes y calificados no pueden ser castigados si
no es así, por la prev~lI'icaeion é infidelidad de los jueces que
se convierten en conspiradores? No califiearémos sin embar-
go esta accion, (l'm no fué atentado pal'a muchos pensadores
que buscan el origen de lo justicia en la salud publica donde
~tá, y no en una ley á la que el juez, :¡ 1 alllir.arla. le quita este
caraeter ql\(': la hacía sólo sagrada. Si el señor Vil1alva ama-
ba con sinceridad la libertad, no podía menos de salir de sí
y perder su aplomo y serenidad, viendola entregada á disere-
cion á Fernando, su mayor enemigo. La situacion forma Jos
hombl'es : hay uno distinto en cada una, aunque parezca ser
el mismo; y el Villalva de aquel momento se debió parecel',-
¡qué parecer!-ser el mísmo, que cada lino de 11O:;;otros, puesto
en su caso.


BORRUL.


Diputado de las cortes constituyentes. Servil de buena fé,
y por lo mismo no le hacía ascos á algunas de las ideas de los
liberales. EI'a abogado en Valencia, y la constitucion que
dió á aquel rey110 el Rey non J ayme, era tocio su libro y su
pauta, 'para la que se discutía para Espalia. Apenas habia
discusion, en que no la citára. Se resistía poco su servilismo,
que el'a mas bien una antigualla; y así estaba absolutamente
limpio de malignidad. y d.~l m;.gucio que hace el caraeter de
este partido, La sinceridad de su intencion no le daba tam-
poco aquel aYI'e de petulancia ramplona que tiellen general-
mente todos los serviles. Los liberales mismos lo miraron
siempre por esta razon, como un buen compañero, y no hu-
biera faltado libertad á la España, si fueran todos los serviles
aSI,


l\..k




258 UETRATOS POLITICOS DB LA


CARBAJAL.


General. No es personage que cabría aquí, sino hubiera
sido ministro ey muy sospechoso,) en la primera epoca, y que-
rido ser capitan general de Castilla la nueva en la segunda.


En la primera, vino predicando francesismo desde Ta]ave-
ra, donde lo prendieron por eso, hasta la Isla de Leon, punto
en que residía el gobierno, y donde Castaños, que era regente,
le tenía guardado el ministerio de la guerra, (se 8upone por su
decision á la causa de la independencia,) y el Quintillo lo reins-
taló despues, porque todos eran uno",: Meade le debe tambiell
su persecusion, por cOIDpJacer á Soret y en odio de la libertad.
En nombre de la Regencia lo prendió contra la constitucion,
sin ser juez, y sin informacion,-lo acusó despues á un juez
que él le nombró, y no á su juez constitucionaJ,-inspiró á
éste su mal espiritu, y su pl'evencion,-decidió autoritativa-
mente su indeterminacion, qne le hizo volverle la cansa sill
atrevel'se á sentenciar,-bulló en todo el proceso, como el
alma de él, diJ'igiendo á este juez su agraciado, y acriminando
la libertad, que le decretó con arreglo á ]a ley,-expJicó en el
sentido de su encono, como si fuera él sólo cuerpo legislativo,
la ley de que el juez se había valido, para no sentenciarlo,-
tomó cl nombrc de la regencia, para juzgar él la causa, (lue el
juez debía solo firmar, reuniendo para eso los tres poderes.
cuya separacion hacía todo el sistema constitucional,-violen-
tó al tribunal hasta el }Junto de confesar éste, fIue se había te-
nído que conformar COll la olJinion de la regencia, que él le ha-
bía trasladado,-y fué así contra Meade acusador-juez, :r
llarte,-los tres poderes reunidos,-infractor de la constitucion,-
suplantador de la autoridad,--calumniador de la regencia con
su conducta, atribuyendola el atentado de drstI'uir la constitu-
cion,-tribll.nal de primera y segunda instancia,-reteutor de
la propiedad agrna,-ministJ'o,-h'ibunal,-legislador,-Col'-
tes,-y criminal de alta tl'aicion en los terminos que decía él
de Mcade, pues }lintó á b regencia en rebelion abierta cO/Jtra
la ley, y tomando medidas y dando ol'delles, para atacar~á los




REVOI,UCION DE ESPAÑA, 259


ciudadanos pacificos y benemeritos, y despojarlos, á la fuerza
y la escopeta á la cara, como un saltedor, de sus propiedades,
y de la seguridad de sus personas. En la segunda epoca,
toda su vida político-revolucionaria dura veinte y qua-
tros horas. Fe.t;'nando estaba en el Escorial, y le escribió,
que lo nombraba Capitau general de Madrid, y él se fué con
la carta á Vigodet, que lo era, para que le entregál'a el mando.
Este, que no vió en aquel documento un nombramiento en re-
gia, rubricado por el ministro del ramo, como pedía la ley con-
stitucional, se negó á entr·egal'lo. Argüelles al punto, que lo
supó, se ardió, y se hizo Rey, y mandó (como si se dixera,) en
nombre de Jlgustin 1 Q, expresos por sí y ante sí á todas las
provincias, dandoles aviso (¿ para que?) de esta transgresion
escandalosa del Rey á las leyes constitucionales; y las provin-
cias, que creían todavía al Rey engañado por los liberales
para la constitucion y decidido por ella, supieron por la lige-
reza infantil de ArgüelIes y de oficio, que el Rey estaba de
mala fé en el sistema y que lo resistía, y por tanto que te-
nían en él los serviles un apoyo. Lo hicieron entonces el cen-
tro de todas las conspil'aciones y tumultos, y nacieron las par-
tidas que empezaron desde aquel tiempo á cundir lJOr toda la
Peninsula. El Rey á su turno se desvergonzó más, viendose
apoyado por ellas, y se fixó la Epoca Jl1'güdJJJna, que fué el
origen de la ruina de la libertad. Luego se dixó, y no se ha
desmentido jamás, que sc había despachado en forma y cons-
titucionalmente el pdm!H'amiento de Carbajal, firmado por el
ministro Jabat, que hacía en el Escorial con el Rey de minis-
tI·o universal, y que solo fué una carta confidencial, la que
manifestó Carbajal á Vigodet. La conducta del Rey acredita
y confirma esta voz. Jamás ha traspasado la ley en esta
parte: sabía que se ponía inutilmente en ridiculo, y había de
ser despreciado. A Montijo le encargó viese, cómo librar á
r~lío, y no se atrevió á nombrarlo para esto capitan general de
Valencia, como le pidió éste, asegurandole, que de ese solo
modo se lo podía prometer. DeslJUes lo nombró verbalmente
xefe rle su guardia, con tal que consiguiese él la seguridad de




260 RETRATOS I'OLITICOS DE LA


la firma de los ministros. Argüelles quería ser Rey media
hora siquiera, y adelantó por esto el juicio sobre este nombra-
miento, que llegó muy poco despues de expedÍ!' los expresos,
que lo pusieron en berlina en la nacion.


No sabelllus lo que sucedería entonces al resto de los Espa-
lioIes; pero]o que podemos decir es, que Argüelles se nos ha
presentado desde entonces, como -llnll. figura de linterna magica,
sin mas alma, ni mas cuerpo, que el que nosotros le damos cn
el instante que 10 vemos, y se ,lesvaneee al punto que pasa su
nombre ó su sombra. Carbajal debe ser servil de la satisfac-
cion de Fel'nando. porque vemos bien en el suceso, 'lue ,hemos
descrito, que éste lo qucrÍa capitan general; y que á su salida
de Cadiz, que lo era de Andalucía por la regencía, se lo llevó
consigo á Madrid, Ilara que lo fuese. i Loor y gloria al señor
Carbajal por esta distillcioll de su Rey .Fernando, que vale llor
una executoria de servilismo !*


.JOVELLANOS.


Nombre de gloria para la literatura Española. Es sin
duda su primer ornamento, como sábio, como literato, como
escritor, como hablista y maestro del idioma, que le debe sus
galas modernM,...Su fumoz;a. su concision, y sus hermosos tornos,
llenos de gusto y de claridad. Nll.da de esto sería del caso en
este lugar, ni aun acaso su memoria, '¡lor mas que sea para
siempre yen todo tiempo grata á los Españ'lles, sino le debie-
se la revolucionel pensamiento de una reforma en el gobierno,
ó de una constitucion. Miembro de la Junta central, y presi-
dente de la de constitucion, que él promovió y compuso de los
sábios que se escogió, dió el impulso primero á sus trabajos, y
se formó aquella preciosa coleccion de luces y conocimientos,
que despues ilustró y sirvió tánto á las cortes constituyentes,
para la constitucion que formaron. Este es el titulo, que tiene
el señor Jovellanos para honrar nuestra biografía é ilustrar'


• Hoy está en la capitanía general de Valencia, y es en Madrid r.ecmplaza-
do por el General Caro.




REYOLUCION DE ESPAÑA 261


con su asociacion á tantos Españoles que se le han parecido á
lo menos en los deseos, yá que no le hayan podido alcanzar en
los conocimientos ni en los trabajos. Sería ocioso decir que
el S!'ñor Jovellanos era liberal. Su instruccion y su filosofía
lo califican de tal. Pero, como hemos visto ya á algunos en
nue~tl'as caricaturas, los quales, á pesar de sus buenos princi-
pi(J~ y adhesion por la libertad, no la habían favorecido, como
debían y querrían acaso, por prevenciones de escuela, de parti-
do, ó por espiritu de provincialismo, negocio, ó inclinacion ru-
tinaria á ésta ó aquella opinion, que por uno de los mil y mil
modos imperceptibles con que nos suelen alucinar, nos ganan
e~ un momento de sorpresa, y nos dominan despues toda nu-
estra vida; podía tambien haber sucedido al Señor Jovellanos,
que es hombre como todos los demás, que estuviese en el cas()
de los otros, y por algunas de estas debilidades tan propias
de nuestra naturaleza, hubiese, á pesar de sus grandesconoci-
mientos, tocadose de alguna de estas manías de que no está li-
bre ningun hombre.


En efecto, la soberanía del pueblo no la veía el Señor JOYC-
llanos con los ojos, que los grandes filosofos, y los modernos
politicos la habían visto, y como está en la naturaleza de la
sociedad; y como en su ley agraria no esquiva tampoco los
mayorazgos que hoy nadie aprueba; y pía tambien en sus es-
critos por camaras, estamentos y demás, que es consiguiente;
se crée, que el clirna de la provincia, que le vió nacer, ha in-
fluido algo en sus opiniones, y que los inranzones de los tiem-
pos de Pelayo han aclimatado en aquellas montañas de Astu-
rias las opiniones aristocratas hasta el punto de transmitirlas
por la generacíon, y 'Venir yá desde el nacimiento en las cabe-
zas de los lacayos y de los sábios.¿ Cómo podría sinó desco-
nocer en el pueblo el señor Jovellanos el derecho inherente,
esencial, é imprescriptible de la soberanía ? .. Sí está ó estaba
allí, come; confiesa, radicalmente, ¿ cómo es que no puede usar
de ella, ni recogerla, si conoce que se ha equivocado en pres-
tarla ó transmitir su uso, ó en depositar su exercicio de éste ó
del otro modo, que conoce despues le es perjudicial? .. ¿ Cómo
sería propiedad suya, si _no pudiese disponer de ella á su gus~




HETllATOS POLITICOS DE I.Á


to ? Si es la coleccion de todos los derechos, de todas las VO~
luntadcs particulares, de las libertades con que los hombres
nacieron, de todas sus fuerzas reunidas, ó por mejor decir, si
es el hombre mísmo, ¿ cómo se puede dar sin retorno, y
quedal'sc para siempre sin ser hombres, ó serlo y no serlo á un
mismo tiempo? El Señor Jovellanos veía bien los derechos
de los pueblos: su razon ilustrarla no los podía desconocer;
pero veía Pelayos en todos los Reyes, y no podía con sus pre-
ocupaciones ni con su clima; y tuvo por eso que inventar esa
distincion de soberanía esencial y radical, para quedar bien con
Asturias, sin descomponerse con los pueblos. ¡O .TuJliter Rex,
qllánta est sutilitas menUs!


Si no estuviera tan ligado el Señor Joyellanos por esta opi-
nion, y pOI' los trabajos que promovió paI'a una nueva consti-
tucion, á la revolucion, cuyos agentes describimos, hllbieramos
respetado con nuestro silencio su memOl'ia, y admirado, ca-
llando, su talento, y su vasta c!'udiccion; pero magis amica
"Ceritas; nuestra imparcialidad nos ha hecho colocarlo en nues-
tra galeria alIado de los demas liberales, pagando, como eHos,
con sus flaquezas el tributo á la naturaleza humana,


MERINO.


El famoso CUl'a Mcrino, guerrillero consagl'atlo con el oleo
del manso' cordero, y que por desgracia lo había COIl\'ertido
ese mismo oleo en lobo rapaz, y andaba devonwdo liberales
sin piedad. Era cnemigo de la constitllcion, porque era aspi-
rante á grandes rentas. No le ha caído hasta ahora ninguna
mitra: no créemos sea escrupulo de Fernando en proponer'Jo
ni del Papa en confirmarlo: no son tan melindrosos ni uno ni
otro. La Inquisicion mataba tambien hombres, como el cUl'a
Merino, sin comerselos, sino por el gusto solamente de matar-
los. Pero pedía despues á. Dios pOI' ellos, y al verdugo antes,
que los quemase con cal'irlad hasta hacerlos cenizas; y se la-
baba las manos, como Pilatos. No créemos, que la cOlIstitu-
don sea el objeto del encono de Merino, ni su fin Dios á quien
no conoce sino de oíd'as; ~ al fin la constitucioÍl fa\"orece á Jos




REVOLUCION DE ESPAÑA. 265


curas y consagra la religion; sino que,-yá se vée,-como hay
cosas, que no se pueden decir, ni uno ha de descubrir su
corazon así corno <juiera,-es precis!> dm'les un colorido de
modo, que queden los demás metidos y agra<lecídos. ¡Sería
buena que un eclesiastico, como el Señor Merino, <lixese claro,
cIal'ito,-quiero rentas, quiero canungías, quiero gozar, y mu-
ellO, y á {Irisa á expensas de los tontós !-Era necesario vol-
verse loco, para decirlo así, ó no tener vergüenza, ni poca ni
mucha: y luego, que de ese modo todo el mundo le escupiría
á la cara, en lugar de lograr lo que quería. i Qué trabajo
cuesta decir,-que Dios,-que el Rey,-que la ¡'eligion,-que
los framasones,-que .... Se dá entonces el golpe seguro: es-
conde uno el negocio propio, que es el verdadero fin, nadie cae
en la cuenta de lo que uno busca, matando hombres y perdien-
dó familias; antes se t;rée, que es por Dios, por lo que uno co-
mete esos crimenes, que ellos llam~n virtudes en su moral,-y
la cosa se queda tapadita, y el negocio hecho, pudiendo uno
con su cara descubierta levantar el grito, como ha hecho el
Señor Merino ahora, quando el Rey, (ó los franceses) le man-
do desllacer su partida; que dixo frescamente nones, que pri-
mero era Dios (lile el Rey;-á buen seguro que hubiera podído
hablar así, si él hubiera pronunciado su negocio. Es pajaro;
-i disolver la partida ! .. ¡ Y si se arma l!'lgu.n revuelo, y pagar
entonces lo suyo y lo ageno! Para tontos no es menester es~
tudiar. No las tienen todas consigo los serviles con los fran-
ceses; y como no pueden desfogar por su causa todo lo que
quisieran,-están,-especialmellte los ccIcsiasticos, que son
los más fervorosos, volados los pob¡'ecitos.


I


PALAREA.


Liberal de credito, porque se pronunciaba siempre alto en
materia de libertad. Al establecimiento de la comunerÍa se
IlJ'estó de los llrimcros, y se puede reputar por uno de losfun-
dadores. Fué yá al fin xefe politico de Madrid, y se le escogió
como un recurso contra la disolucion, quc yá cundía desde la
I':ortc por todo el cuerpo politico. Se C¡'cyó, que medidas duras




264. RETHATOS POLITICOS m; LA


y golpes decisivos, podían solo ser el remedio, sí aun lo tenía;
y que Palaréa era uno de los pocos que restaban para po!lrJ'las
tomal', Este tenía buenos deseos, voluntad eficaz, y atrevi-
miento, si se necesitára; pero no había yá materia sobre que
trabajar. La libertad venía yá oseada desde los Pirinéos Ilor
el exercito frances, y por el disgusto y abUl'rimiento de los
pueblos, y con apariencias de no parar hasta Cadiz, donlle, al
menos, se podría quedar escondida por algun tiempo. Paraléa
fué por eso un tanto en su xefado, como lo es hoy en su des-
tierro, sin que la libertad le haya podido dcher nuuca sino una
buena voluntad.


DOWNIE.


Inglés y General Español, que' levantó la legion Exh'cmeña
en la guerra de la independencia; y, á la verdad, manifestó
en ella entusiasmo y valor llor la causa que defendía, Se hizo
celebre en la entrada de Sevil1a, tlue sostenían los f¡'anceses,
arrojando á los Españoles en el puente, quando aquellos 10
tenían yá pl'isionero, la espada de Pizarro, IJara salvarla, co-
mo la salvó, Su "alor peca algo en temeridad, y su caraeter
es cabaUel'esco ; no parece sino que es hijo de Cervantes, como
el Quixote. En aquel tiempo. se le notó constantemente un
amor decidido á la libertad; aunque quando llegó yá el Rey,
de vuelia de :Francia, se advirtió que iba declinando al abso-
lutismo, que dice alguna más consonancia con su caballería
andante y con su negocio. Fernando le hizo alcayde de su
alcazar de Sevi11a, y obtuvo el grado de General, y se manejó
siempre, como su amigo hasta la revolucion de 1820, en la
qual no encontró acogida en los liberales, que yá le habían
notado ciertas cosi11as así como de negocio y nada más, No
podía Downie digerir e~tos desayres; 'y en calidall de fazaiiis-
ta se propuso, (yá la corte en Sevilla,) librar al menesteroso
de :Fel'nando de los malandrines liberales, que se lo qlJ'críau
llevar á Cadiz, :ausca una quadrilla de Sanchos, que lo acom-
palien, y yá que había juutallo en su casa de acuerdo con Fcr-
nando las primeras espadas lmra empezar, Y salir dando lan-




ltEYOLUClON DE ESPAÑA. 265


:¿adas á roso y á velloso por aquellas calles, y dexarlas llenas
de bl'azos y cabezas de diputados de Cortes y de liberales;-
por quánto se le antoja á Don Braulio Lopez entrar en el al-
cazar y en su (Iuarto, y se equivocan los porteros, teniendolo
pOI' uno de los conjul'ados,-se escandaliza, se sorprende, y
alborota Don Braulio,-sale apellidando traicioll, y cogen
fritito á nuestro Downie y cofrades, y los traen ó los llevan
\u'esos á las ftuatro Torres de la Carraca, donde (por'(lae to«o
se ha decir,) se lo guat'daron religiosamente los liberales á
Fernando con mucho cuidado, como si lo hubieran traido de
intento para prepar'arle á los dos un triunfo sobre la libertad,
y sobre la nacion.-Tampoco los pobres podían hacer otra co-
sa,-estaban yá muertos de miedo ;-por un lado, los ft'anceses
flue vienen,-por oh'u, el gobierno que se vá cayendo á peda-
zos,-los pueblos, que quieren su Rey, sea bueno, sea malo,-
y pronto,-porque lo quieren y lo han de querer siempre,-y
se acabó,-aunque los maten; -los exercitos que tampoco tie-
nen ganas de pelear, y quieren irse los soldados á sus casas,
antes que pase el tiempo de la fruta, (decían en el sitio de Ca-
diz.) En fin, todo yá sin remedio. ¿ Se habían de poner
ahol'a á ahorcar traidores, como hizo despues Mina, y Roten
en Cataluñat para que luego Fernando se irritára más, y sa-.
liera de Cadiz, como un toro de la corraleja, no dexando ti-
tere con cabeza? Bueno está lo bueno.


IJownie salió de su prision, quando el Rey de Cadiz; y lo
tiene yá en Sevilla de segundo cabo de la capitanía-general
con su alcaydía, con su cruz, y con todos sus perendengues, y lo
que es todavía más, con unas esperanzas como almendras y que
negan al cielo; porque Fernal.ldo lo conoce, y sabe yá, que en
diciendole,-á esto vamos,-aunque haya que del'ribar más
cabezas que hay en la España toda,-eso sí,-por él RO ha de
(¡Hcdar.


RUTE.


Capitan de granadcros del batallon de San Marcial; liberal
de liberal. Su liberalismo se quiso hacer algun dia sospechoso
'Por tanto como se meneaba. En Cadiz, que f'ué casi siempre


J.I




266 HE TRATOS j'OLI'l'lCOS IJE LA


el teatro de sus llroezas liberales, se le encontraba siempl't, (/
exhortando á querer y defender la constitucion, ó defendiendola
él mismo en la plaza de San Antonio, ó en los tribunales
de ]o¡; jurados, ó á la cabeza del pueblo victoreandola
y perorando ante las autoridades, ó fOl'mando proyectos
de sostenerla hasta con su sangre, Era, en fin, tan bullicioso
su amOl' á la libertad de su patria, que le llegó yá á fastidiar
á las mismas autol'idades que la sostenían, y salió el pobre
Rute de Cadiz, para aereditarles algun dia, que él era más
capaz de cumplirle el voto de sacrificarse en sus aras, que no
ellos. En efecto, todos caminaban yá desde entonces, haciendo
una 1IlIIgigallga del sistema y de la constitucion: poco á poco
fueron a vanzRndo hacía el servilismo que detestaban, hasta lle-
gar á identificarse en falso ú de veras cun el Rey. tratar con
él como quiso, y prometerle l5er esclavos. Y no hay, que
decir, que no había yá otra cosa que hacer. Rute hizo, al fin,
otra cosa ;-10 que prometió en sus discursos yen sus filipicas
contra Fernando; constitucion ó muerte. N o podía él solo
sostener la constitucion, pero podía, sin necesidad de nadie,
morir por ella, y murió. En un desembarco que hizo con otros
patriotas en AlmerÍa, pal'a reanimar en los pueblos los deseos
de libertad, fué coghlo y fusilado con sus compañeros.-Murió
por la libertad, y esto lo acred,ita por uno de los pocos libera-
les que lo eran en efecto, y sentían lo que decían.


CLARAROSA.


Este es el nombre del delirio mismo personificado el!
calidad de periodista. Liberal, pero de un liberalismo tan
lleno de jarapos y arrapiezos, que es imposible describir-
lo. Tiene lugar en nuestras caricaturas, porque, siendo
en Cadíz periodista,. fué da, todos los escritores, el qlle
más daño hizo á la libertad, y el que más la ultrajó, que-
riendola acatar y extender. Su instruccion era, COIllO cogída
en .la basura 1)01' las calles, y estampada así en su papel, cn que
resultab~n por eso pedazos de todas materias, de teología, dt
libertad,' remiendos de historia importuna )i declamaciones
sin numero contra todo lo habido y por haber, que graduaba




REVOLUCION DE ESPAÑA.
.267


al punto de preocupadon antp,!'I rlP, IlP011a1'10 y de vcnil' al caso.
Como no se paraba en barras y él se había allá figurado, que
libertad era romper todas las trabas de la sociedad, y no dexar
titere COII cabeza en, la religion, ni en las leyes, ni en las cos-
tumbres, ni en las ciencias, ni en las artes, ni en la decencia
publica, ni en nada de lo que hubiese :antes estado en uso; y
que todo debía venir á tierra al.punto, sin parRl'se un momen-
to á meditarlo, sino zás,--y se acabó todo lo pasado, santos,
misas, iglesias, sacramentos, autoddades, tribunales, leyes,
por(lue todas eran' preocupaciones,--y vida nueva,-pero,
j qué vida !-no escl'ibía sino en este sentido, y el pueblo, que lo
que quiere y ha querido siempre, es la paz por el coro, le fa-
vorecía con su voto, de manera, que llegó casi, casi á tenerse
que quitar uno el sombrero, al oirlo siquiera nombrar, de mie-
do de esta bestía feroz que se llama pueblo, y lo es solo, y
pueblo soberano, y todo lo que hay que ser, quando forma un
pueblo organizado por las leyes, el orden y la razon; pero no
quanrlo, seducido, no obra con su propia voluntad.


Clararosa se insolentó con este favor hasta el punto, que yá
no había fl'eno lJara él; Y lo mismo tiraba en sus delirios por
alto á Dios, y á los que no seguían sus opiniones, como si tirase
una naranja; bien que tenía mucho cuidado que cada insulto,
cada disparate acabál'a con la palabra libertad. ¡ Pobrecita
mía !-¡ y en que manos habia ido á parar! Yá se vée, sus
insultos pedían retornos,y-¡ se armó una !, .. que dexelo Y.
estar,-El Ayuntamiento, los otros periodistas, las autorida-
ties, los masones, los comuneros, las viejas, el Obispo, que es
otra vieja, todo el mundo, vino á las manos con la boca, y se
cruzaban las desvergüenzas ;-y con la pluma,-y se cI'uz.a-
ban los libelos ;-y con las manos mismas,-y yá empezaron
á temerse y cruzarse los bofetones, y las puñaladas, (se supo-
ne en el nombl'e de la libel'tad,) Hubo quejas, hubo jurados,
hubo careel; y un tal Castl'o, que estu,'o en capilla por traidor,
y lo libró Fernando, porque lo era, y merecla la horca como
un santo dos velas, le probó á Clararos3 por pura maligni-
dad, (porque nadie le solicitó para ello,) que había si:do fray le,
-que Rpostató,-que se fué á America,-que lo cogió allá la




RETRATOS POLlTll!OS m; LA


Inquisicion.-que ]0 mandó á España,-que lo consignó á Uti
convento con el nombre de Labarrieta, (que era el suyo verda-
dero,)-qlle se escapó,-que se hizo medico en POl'tugal,-que
se casó, que tiene hijos,-y que se vino á Espaiia, al jllral'se
la constitucion, con su esposa, con sus hijas, y con su Jibel'a-
lismo extrafalario, á buscar fortuna, yá con el nombl't, de Cla-
rarosa, con el que vivió despues y mUl'ió. Gastó el tal Cas.,
tro mucho dinero, y muchos pasos en probarle todas estas
cosas solo por el gusto de pet'derlo, porque era, 51'glln él de~
cÍa;de sí mismo.. muy conciensudo; pero Claral'Osa se murió, y
él no mucho despues, que lo libró Fel'l1ando del paWHllo, en
que á pesar del Rey lo puso la opinion.


Clararosa dexó mandado lo enterrasen en Cadiz, donde
murió, con la constitllcion en la mano, abierta por el artirulo
de la soberanía del pueblo,-que lo expusiesen un dia al publi-
co, como se verificó,-y que no hubiese clerigos, ni cruces, ni
ciriales en su entierro, sino que le cantasen hymnos lJacionales,
y lo mismo al meterlo en elllicho; y se ,hizo todo romo lo
mandó, concurriendo un gentío inmenso á su fUlleral, ¡"dos
con ojas de olivos en las manos, y cantando marchas, y hym~
nos á la libertad, acompaiiados de una orquesta marcial, que
convirtió el entierro en una funcion patriotica, y el llanto y
los suspiros en "Vi"Vas á la libertad. Nos hemos extendido de-
masiado en esta caricatura, porque prueba ella sola el carac-
ter de la revo]ncion española y de los liberales. Cada ('arica~
tura es una Ilincelada que marca U\la faccion distinta, y toda"
sacan perfectamente todo su semblante.


TORRIJOS.


General, liberal, que ha obrado siempre con entusiasmo de
tal. Los constitucionales le han prestado Ulla confianza que
él nunca ha de1',mentido, y las ocasiones han acreditado siem-
pre. Como militar, no se ha echado en él menos algulla de
las circum;tancias, que forman en este ramo un buen profesor;
y como patriota, es un dolor que todos los patriotas españo-
les nn se le hayan parecido. Su valor era animado por las




REVOLUCION DE ESPAÑA. 269


situadoncs, que ponían en un calot, extraordinario, pero refle-
xivo, su imaginacion. En la segunda epoca, que es donde de-
bemos buscar el hombre que describimos, se distinguió sobre-
manera. En la rebelion de los guardias de corps, en que el
Rey debía salir ájuntarse con ellos á la Moneloa, y ponerse á.
su f,'ente, faltó Fernando á, la hora y lugar, como ha faltado
en todas las ocasiones en que se necesita valor y resolucion, y
concentrados al ñn, y cer'cados por Torrijos los guardias en
el quartel, desobedeció éste la voz perfida y servil de los mi-
nistros, que habían accedido á la suplica del Rey, de disimu-
larles este crimen, dexandoles salir con armas. Hasta que s~
consintió en su desarme y extincion, les mantuvo el zeto pa-
triotico de Torrijos el cerco, y los trató como á traidores, in-
dignos de indulgencia. Era de la nueva sociedad de comune-
ros,que formada de masones, estuvo siempre animada de fu-
ror contra ellos, como toda secta que nace de otra contra aque-
Ha de que se separa; y esto al fin impidió el bien que una y
otra pudieron hacer, porque, al cabo, tina y otra eran libera-
les. Se tomó por pretexto de la division, suponer que los
masones, influenCiados por el Gran Oriente de Francia, á que
pertenecía Mal'tinac, que venía alIado de Angulema, querían
camaras y la carta francesa, que los comun~ros resistían. Tor-
rijos se tocó tambien de este contagio. de partido tan funesto
para la libertacl, aunque neutralizado algo por el servilismo de
su suep:ra que era azafata en palacio. La defensa que hizo de
Carta,gena contra los franceses, hará siempre honor á sus prin-
cipios liberales; y la pena que hoy sufre, por serlo, acredita
que lo fué. i Ojalá que él y todos los comuneros, en lugar
de hacer la fuerza de el Rey y de los serviles por su division,
se hubieran unido estrechamente por su libertad! Pero el es-
piritu de partido no razona, y es por eso la plaga y la ruina
de las revoluciones.


GARCIA HERREROS.


Diputado de las cortes constituyentes, donde ganó el presi-
dio por su valentía contra los serviles. Salió de él, para ve-




JiETttATOS POLITICOS DE LA


llir el aúo de 20 al ministerio, y fué el ministerio de los pI'esi.
Ilarios, como lo llamaba el socarron de Fernando, que los lle-
vó, y los traxo de allá. Es de la secta de los principistas. á
cuya cabeza estaba Argüellcs, como á la del ministerio, que
dominaba tan modestamente, que no parecía sino que los com-
[Jañeros lo dominaban á él. Tuvo el señor Herreros que cam-
biar de caraeter, para flexibilizarse aSÍ; pues en la epoca del
12 era robesperriano, y blazonaba de serlo en publico congre-
so; pero tuvo ahora que transformarse en moderado, coma su
moderador Argüelles, flue se labró tal en Ceuta. de miedo de
volver allá. Su decision por la constitucion tenía tambien rnu-
cho tle Argüellana; llegaba especulativamente hasta donde
IJodía llegar sin perjuicio; porque eso de dexarse morir..por
mantener estas ó las otras leyes, nadie lo harft. La sccta de
los príncipístas se había formatlo tal tactica, que sin salir de
la ley, hacía cada UIlO lo que le daba la gana. Pr'inripios pe-
lados, y adelante. Si no caben enteros en su aplicadon á la
sociedad, cOllloni en ninguna ciencia practica caben los su-
yos, porque es menester acomodarlos al tempcramento, á las
circunstancias y á la capacidad del sU,geto, como los tic medici-
na, los de moral &c. la culpa está en los recipientes; no tie-
nen despues que quejarse á nadie. Los l'Cgisladores no tienen
que hacer mas que ir y venir á los libros y buscar;-se quiere,
por exemplo, remediar los males que trae la falta de circulacion
de la propiedad,-se va corriendo á ellos, y se saca el pl'inci-
llio del origen de las riquezas, y de esa propiedad,-se vée que
es el trabajo, efectivo ó representado, y que el que no tI'aba-
ja, nada tiene, ni dehe tener ;-al instante se forja nna ley
contra fl'ayles,-otra contra mayorazgos,-colltra diezmos,-y
caiga el que cayere, quedando todo nivelado en esta llarte.
Vamos á las preocupaciones, ¿qué se hace, para que no imposi-
biliten el bien ?-los libi'os lo dir'án :-corriendo una ley, que
las derribe al punto, y sin reversion. Ellos cumplen así con
su destino y obligadon: y si no SU1'tel1 efecto, es que los pueblos
no se hacen cargo de la raZOI1, por(lue los principios no puden
faltar, y diga lo que quiera el que dbw :




UEVULUCJON DE ESPAÑA,.


Los que, á principios, aislados,
En las Cortes nos regentan,
N uevos Sanchos representan
Que rigen reynos sOllados:
Sus principios decantados
Obran el mal, pues se aumenta;
y Hpretandolos. revieñta
Esta España en que no caben:
Mas sepamos, que los saben,
y ande la bola y la renta.


271


Ha tenido por ultimo que huir el señor Herreros, como en
la primer elloca quiso hacer, y tuvo que ir á presidio. Quales~
quier cosa daría Fernando por que se lo pilláran, y comerselo,
porque piensa, que ha de saber á ArgüeIles, que tiene ungusto
á lilleral, aliñado con servilismo fatuo, que debe ser muy grato
á Fer'nando, que se mantiene de aUmentos desubstanciados.
Pero por esta vez, se le escapó con todos sus sueldos atrasados
que colll'ó al punto que llegó del presidio al ministerio, qur,
hacían una buena porcion de reales.-Del mal el menos.


JÁUREGUI.


~rigadier y líbera); pero liberal, que reza todos los dias
infaliblemente el oficio parvo, y que se estaba viendo en el
parti,lo y tlO se le podía creer todavÍl. Hay fenomenos ex-
traul'dinaJ'ios en la sociedad: un accidente cambia las opi-
niones de un hombre que las tiene no más que prestadas, y
qnedandose algunas veces con las que tenía en }Jarte, Ó én el
todo, resulta un hirco-ciervo mas raro que la quimera de Ho-
racio. Una tertulia de Cadiz, á que asistía Jám'egui donde
concurrían Torrero, Argüclles, Luxan, Olivéros, y otl·os
liberales, le calentaron lus cascos con ellibel'alismu, y sin dexal'
de ser lo que era, adoptó sus princillios. Es menester confe-
sar, que los sostuvo siemprc despues, aunque como los podía
sostener una monja; y ellos le proporcionaron y los de su tero.
tulia los xefados políticos de Granada, de Sevilla y de Calliz.




RETRATOS POLITlCOS DE LA.


á donde fueron en su tiempo xefes politicos todos menos él. Su
baleon era una tribuna, donde venían 'continuamente á oído
bandadas de liberales bullangueros, que tenían siempre que
pedil'lt' deposiciones de empIcados, ó de autoridades, destierros,
salidas de regimientos, y qú.anto querían. Les dixo varias
veces desde el baleon, que le gustaban estas conmociones ó tu-
multos, porque suponían entusiasmo por la libertad; y se re-
petían por darle gusto. Su señoria tomaba las cosas así como
suenan, porque ellos traían siempre la constitucioll en la boca.
Alguna vez paró esta condescendencia suya, en que le faItasen
al respeto, y le insultasen; pero todo, sin salir de los terminos
de la constitucion, y así lo aseguraban los insultantes. Era en
fin un liberal de "Vi"Va la "Virgen, incapaz de errar maliciosa-
mente y á sabiendas; lo que no era muy comun en el partido.
Tambien anda el pobre huyendo por esos mundos de Dios. Y
cuidado que rué en tiempos muy amigo de Fernando, pero Fer-
nando no se casa con nadie; aunque bien podía, si lo conoce,
perdonarlo por ser quien es.


DIAZ-MO RALES.


Liberal de tomo y lomo. Diputado de Cortes, que ha:su~"
frido mucho por su exaltacion de liberalismo. Se vió muy
apurado en la causa de Lacy, en que se tuvo por complice;: y
parece, que solo la jura de la libertad el año de 1820, le pudo
arrancar de las manos de Fel'nando, que hubiera hecho reli-
quias de él, y aun las haría hoy, si lo cogiera ó se lo entrega-
ran los moros. Su liberalismo, que era á prueba de azeyte,
nunca se podría tragar puro por la España, sin echarle agua, y
bastante. J~a exaltacion tiene sus epocas en las revolu-
ciones: hay tiempos, en que nada se podría hacer sin ella, y
los hay en que con ella -todo es perdido. Muchas veces es
aun sospechosa por sus mismos extraordinarios esfuerzos.
que suponen particular empeño en exteriorizarse y que se no-
ten; y ótras, dicen mas bien negocio, que libertad. Los esta-
dos violentos son siempre muy pasageros: las fibras no pueden
~ostenerlos sin peligro ó sin atloxarse. Sabemos, que el señor




REVOLUCION DE ESPAÑA. 213


~IoraleB fué siempre muy decidido, y sufre por esta razon un
destierro voluntario que lo libra sin duda del patibulo. Es un
merito para él este triunfo que le preparaba Fernando, que lo
querría asociar, si IlUdiera, á la gloria de Lacy y de Riego.
La libertad no le debe su lustre, ni su existencia; pero le debe
cÍertamente una buena ley; le debe aun más, una pasion que
lo ha sacado alguna vez de quicio, y que desatienta, quamlo se
llega á apoderar de la voluntad.


ROTEN.


Suizo al Sf\l'vif'in .le E¡.¡paña. Liberal, y general subaltel'-
no de Mina en Cataluña contra los facciosos. FIIP, arrojado de
Cadiz, suponiendolo peligl'oso por su exaltacion, quando yá,
descuidados los serviles, se empezaban á batir los liberales
mismos unos á otros, divididos con los motes y calificaciones
de exaltados y moderados hasta que vinieron los comnnems,
anilleros, y .Martinaitas, y se olvidó absolutamente la libertad.
E! seño!' Roten hizo la guerra en Barcelona y contra los fac-
ciosos, como genCl'al de division. Lo creémos el mas decidido
para exterminarlos, porque era el mas decidido por la libertad,
que conocía desde que nació; y veía, á no dudarlo, por dónde
venía el mal y el bien; y por que lo veía, empezó por no
perdonar fraylc, ni clerigo ni obispo. La cosa ll~vó en Cata-
luña el rumbo favOl'able que vimos, porque se expurgó el
principado de esta plaga. Eran ellos, como en todas partes,
los verdaderos facciosos: los otros eran, como sus veintene-
ros que gritaban, y peleaban por cUos y á su sueldo y orden.
Roten hizo en esta parte un servicio inapreciable á la causa de
la libertad. Es verdad, que en las guerrillas populares y de
opinion, se inflamaba algo más de lo justo, y que en Cadiz hu-
bo lugar de temer mucho de la fermentacion, que este clllor
producía, por mas loable que fuese su origen. El señ(lr Ro-
ten parece haberse ido á Suiza, su pais, á respirar el pjre dela
libertad, sin el qual 110 puede yá vivir. La atmo.lilera de Es.
raña no es yá respirable, sino para sabandija.q J animales ve-
nen080S, que han de arrojar de su sucIo á picaduras J;Ilortales,


Mm




UETRATOS POLlTICOS DE LA


todo lo que no diga relacion con su naturaleza dañina y ras-
trera.


I ,


ODONOJU-DON TOMAS.


Liberal en .las dos epocas. En la primera, rué inspector ge-
neral de infanteria, y en la segunda, xefe politico de Murcia,
y despues, xefe político y capitan general· de Cadiz. El Duque
de WeIlington lo apreciaba. ~omo el rnrjllI' militar de España;
y nosotros lo hemos oído hablar mucha.'l vrces de un modo, que
nos asegUl'ade la justicia del voto, privilegiado en la materia,
del Lord Wellillgton.


En su comapdancJa de Cadiz Se descubrió en el Don To-
más un instinto gubernativo, que no es muy comlln en los que
mandan. Manaban entonces en esta ciudad los par'tidos y los
tumultos. La causa de la libertad se había ridiculizado yft
por los mismos que la sostenían. Por una cOlltradiccion bien
extraordinaria, y que prueba hasta la evidencia, (lue nadie te-
nía plan en aquel sistema, los srrviles, que hacían en todos
los lJllcblos el objeto de Jos tumultos, y de la anirnadversion
publica, eran considerados por los tr'ibunales y por el gobier-
no, quando delinquían en grande, metiendose á conspiradores
y proc1amistas. Era sin duda tan reparable lo uno como lo
otro, pero el pueblo tenía al cabo la escusa de suponerlos enemi~
gos de la liber'tad; mas los jueces yel gobierno, ¿ que disculpa
podían tener, promoviendo con la impunidad los ataques á la
libertad, que se llegaron por eso á hacer frcqüentes y la des-
truyeron al fin?


El señor Odonojú, á su llegada á Cadiz, examinó escrupulo-
samente la situacion politica del pueblo, que se le había con-
nado, se informó una por una de todas las personas que tenían
inftllxo en el bien ó en -el mal: se propuso moderar la exalta-
cion .je los liberales sin apagarla, neutralizar su animosidad
contra hs serviles, sin que se pudieran estos insolentar, y sin
disminuir en aquellos .el ascendiente de triunfo, que les daba
el nuevo sistema, y que convenía tanto para su conservadon.




Bf.VOLUCION DE ESPAÑA. 275


TQmaba conocimiento!'! tan minuciosos de quanto pasaba, y
~e preparaba, (pOI'que sabía que en los tiempos de revolucion
no se puede (Iespr'eciar la circunstancia mas pequeña,) que no ig-
noraba ocurrencia lH'esente ni futura. R~spetaba hasta la som-
bra de la libertad; y por eso, aun en los mismos regocijos pu-
blicos, en que tenía que intervenir su· vigilancia, se selltÍa el
inlluxo de· la autoridad, sin verla á ella. Habia en los bay-
les de mascal'as fluadrillas de éstas, que lo eran de poliría, y
estaban allí para vigilar solamente, y estorbar insultos por
)a via de diver'tir de sus intentos á los promovedores, lIaman-
doles la atencion á. otro entJ'etenimiento. Y en el entierro del
despotismo, diversion patriotica, en que tomó parte todo el
pueblo de Cadiz y duró casi toda una noche, iban tambien de
mogiganga, encargados desconócidos de policía, como com·
pañeros de diversion, para distraer, si fuese necesario, al
concurso de ideas siniestras, y que pudiesen comprometer la
tranquilidad, ó seguridad de algun vecino, con el titulo, espe-
cioso entouces, de servil; todo sin quitar con sus medidas nada
al ca rae ter de diversion, ni á la idca de libertad, que envolvían
entonces todos los entretenimientos public08. Los tumultos
mismos que no podía alguna vez estorbar, aunque tuviese cero
teza de que se formarían, eran dirigidos por él en su principio,
medio y fin, sin que nadie viese su influxo para moderarlost
ni le viese tirar de los hilos. Se le oyó una vez asegurar, que
no dUl'aI'Ía mas de dos horas uno, que iba á tener lugar.
Sentímos tener, que acusar aquÍ su debilidad en esta parte;
Argüellcs empezal..a yá á hacer uso de esta arma prohibida y
miserable de los tumultos en las capitales dc provincia, para
imponer al Rey, intimidarlo, y asegurarse en el ministerio; y
Odonojú no tuvo valor para resistir esta supcrchería politica,
que marchita su credito patriotico y su tino prudencial en el
gobierno. Los masones de Cadiz, que dirigian todavía la
revolucion desde la casa de Isturiz, le hacian tener tambien
consideraciones, que no honraban su imparcialidad y su talen-
to. Pudo acaso creer, que es muchas veces necesario transi-
gir con los abusos para exterminarlos; pero ellos dieron al
cabo en tierra con Odonojú, desde que, precipitandolo de con·




276 RETRATOS POLTTICOS DF. 1.A


descendencia en condescendencia, lo llevaron hasta el termino
de que él yá no pudo pasar, sin comprometer su decoro y el
sosicgo publico. Entonces COl'l'ió la palabra de disgusto, qu~
ellos dieron, dc logia en logia hasta 1Jegar á las Cortes que
buscaron un argadillo legal, para separarlo. Es seguro, sin
embat'go, que la causa de la libertad hubiera ganado todo lo
que ha per'dido, si hubiera mandado un Odonojú en cada p'le-
blo, y hubieran las Cortes y el gobierno sitio todos compuestos
de Odonojúcs.


CARDENAl, nF. RORRON.
:Fué presidente de la Regencia, y ]0 era en la venida de


Fernando 7° de Francia. Este lo desayró y mofó en el ca-
mino, en que lo salió á recibir en el nomb¡'e de las Cortes y la
Regencia. Liberal por decision meditada, pues examinó an-
tes la mate¡'ia, y leyó las obras mas escogidas de los dos par-
tidos. Filé sil'mprc dcspues fiel á las opinionei que se esco-
gió, y }Jerdió pOI' esta razon el arzobispado de Sevilla que
tenía en administracion y la gracia de su pariente Fcrnando,
que le prohibió la entrada en la Corte, á pesar de hacer parte
de su diocesis, como arzobispo de Toledo. En la segunda
epoca del año de 1820, desempeñó su plaza de Consejero de
estado con la buena fé y bondad de corazon, que le caracteri-
zaban. La muerte le libró esta segunda vez de las garras
sangl'icntas de su sobrino Fernando, que le estaba yá amayti-
nando, como á liberal, que es su manjar' predilecto. No di-
simularémos, que su talento era borboníco, y que su educacion
en el palacio de Ull arzobispo había sido eclcsiastico-fraylesca.
No obstante, procedía siempre con consejo, y seguía constan-
temente lo mejor á su juicio. Fernando 70 parecía aborrccerJe
por su candor y buen .corazon, virtudes que eran ,'icios para
él. La libertad no hubiera perdido nada, en que el de todos
los liberales se hubiera parecido al del Cardenal. Aunque
le faltalla mucho á su alma todavía, para amalgamarse con
los principios, y hacer'se una misma cosa con ellos; les lleg6
á tener una ley, que IJOdía muy bien suplir por esta absoluta




r.EVOLUCION DE ESPAÑA, 277


i.ncorporacion, que el odio necio é impolitico de Fernando por
la liIwJ'tad iba adelantando cada dia de modo, que hubiera ]]e-
gado araso, (á no haberse antiripadoJa muerte,) á ser un li-
beral capaz de sll.cJ'ifical' su \'ida á la constitucíon, como le, ha.
bía sac/'jfirado yá sus rentas y el favor del monarca. La
buena fé hace llrodigio<;, y la tiranía desatentada obm siem-
lJl'e contra sí misma. Ahí está la de Fernando, que no 110S
uexat'á mentir.


INFANTADO.


Grande de España de primera clase, con estados en Ale-
mania, coronel de guardias, y el amigo á represas de Fernan-
do, quando no está con la basca de Rey, y de amo del mundo
y de Jos hombres. Tiene que sufrir y sufre su orgullo (que
no es rana,) muchas humillaciones por esta razón; pero se tra-
ga su excelencia el resuello, por desfrutar algunos ratitos ir,ter-
calados de l)J'ivanza en 'los casos de necesidad y afliccion para
los dos. Debe haber alguna analogía entre las dos almas; pues
quier'e descubrirse en ellas una especie tle tendencia á despotizar,
el U!lO pot' ¡¡í mismo, y el otro, como auxiliador, que se ha no-
tado, que solo fuera de estos casos, se suele resfriar alguna
vez su amistad; pero, en sonando la hora de la libertadt del
peligro del despotismo, siente cada una de ellas una cierta
atraccion, que las aduna é identifica de tal modo, que Fer-
nando é Infautado son una misma cosa basta que pasa el ríes-
go,-que yá entonces empiezan los dos cada uno por su parte
á gozar de su triunfo separadamente, y despotizar en su cir-
culo hasta hartarse.


Se eré e en España generalmente, que Infantado es un ser
nulo, esto es, un cuerpo sin alma. por que las funciones ani-
males se las ven desempeñar á las maravillas; pero siempre
dexa algunas ,ludas sobt'e las del espiritu. Mas, no señor,-
yerra muc\\ot llluchisimot-disclU're pesimamente, y tiene una
especie de neneria en su conducta, que lo llan cl'eido un hombr6
compuesto de mudlOs niños, que uno llora, quando otro ríe, y
aquél disparata, quando éste habla. en razono Dá margen en




278 IIETRATOS I'OLITlCOS BE LA


efecto su "ida publica y aun la social, á juzgar tIc ('se lnodo;
JlCI'O dexa de ser hombrc, quando quiere, y le hablan de cons-
tit1ldon. ó soberanía del pneblo, porque entonces pierde Jos cs"
tl'i~os,-y con razon, porque esto de confundirse un sellO!'
que tiene su Ins1lla en Alemania, y su soberanía en sus pape-
les. y e/1 su sangl'c misma, y hasta en los insectillos de ;,u cu-
erpo, que viven de ella, con esa multitud de soberaníl1os de
tres al quarto que componen el pueblo,-pongamonos en su
lugar, y juzguemosle ¡;¡in pasion, y sin echarnos tierra en 1m;;
ojos.~En ·10 demas,-tientesele la ropa en mecanica,-en
economía politica,-en faln'icas,-y en toda clase de industria,
y se verá que 110 es entel'amente tonto, como se dice, y (Iue dá
su golpe en bola en qualesquier punto de estos, como U11
hombre, y-y-aun en política, sino fuera Grande,-y no tu-
viera estados,-pel'o los intereses son el diablo. En la Isla
de Leon, el primer pape], 'Iue se imprimió sobre la libertad de
impl'enta el año de 1810, era suyo ;-sino que despues,--el
diablo las carga,-y como uno no tiene siempre la vergüenza
en su' mano, pam usar de ella á su 'al'bitl'Ío y quando viene al
caso,-se ven los hombres cOInpr'ometidos con el publico y con
la opinio/1 de modo, (Iue todos llegan á conocer, de que pie co-
jéa cada uno.


Está hoy en el ultimo de Jos consrjos de Estado, que ha he-
~l!O y deshecho Fet'nando desde que manda segun el Dios de Jos
fray les ; y en el discur'so que pronunció el dia que se instaló,
dixó allá en su idioma. que es el de la ineptitud, cosas muy
saládas. Llamó á Fernando el1/l(jm' di' lus hombres, expresion
que debía babel' sublevado y levantado I'n masa al genero hu-
mano, si se compusiera de hombres. j Qué juicio tendrá fol'-
mado de su espf:cie el Señor Infantado. Apostamos á que ea
su cráneo, en donde segun algunos filosofos espiritualistas re··
side el alma, andamos los hombres todos, cortO insectillos
imperceptibles cuyos movimientos se resisten hAsta á los mis·
mos microscopios. Para que ¡'--ernalHlo,-el Fernando ';'0 de
España,-cl Fel'llando que vée la Europa can lIort'OI', y 103
Reyes con vergüenza, sea elmqor de los hombres, es precisa
que sean los hombres, ... ¿ qué ?-peot' que los tigres, y má~




REVOLUCION DE ESPAÑA. 279


baxos é ignoblp'l que las curianas; era preciso qUE! fuesen to-
dos [¡,fantados, sin más razon que la necesaria para reunir en
sí mismo el sumo orgullo y la suma haxesa. -Deben archivar-
se en la memoria y sentimielltos del genero humano esta ex-
presi,l1!, que le es tan degradante y su antor, para que la }los-
teridad los conserve, como una curiosidad of'iginal, y un
fenorncno fiflico.politico, que se presentó en España por los
años de 18~5, en el qua) se manifestó la especie humana toda,
como escuerzos y ratones, y Fernando 7°, no solo, como hom-
bre, sino, como él mEjor de los hombres, y a) Señor Duque del
Infantado destruyendo la especie con una palabra, como con
ob'a la había criado Dios. Compadezcamos su estupida sa-
nanerÍa, que lo castiga bastante en la opinion y venga por sí
mísma al genero humano del insulto que le ha hecho, y á sí
mísmo este reptil fatigado en hacer peninos sobre sus pies, pa-
ra ostentarse siquiera hombl'e; y demos la enhorabuena á
la naturaleza· de que haya sido de su boca, y no de la de nin-
gun racional calificado de tal, de donde ha salido su desprecio,
que se ha com;ertido al salir en honor y gloria de la especie y
de su razoll. La opinion publica lo ha recibido, como un tes-
timonio, que dá la más ridicllla é impudente adlllacíon,
del demerito de aquel á quien se dirige, y de la imbeci-
lidaddel que así se prostituye, y ha hecho á. Infantado por
ella, y por su nulidad el juguete de los dos partidos en que hoy
está dividida la España, ninguno de los quales vée en él sino
un ser ¡usignificante, que es movido siempre, sin saberlo, por
las circunstancias, por su insensata vanidad, por el miedo, por
Fernando, por la junta apostolica, por el Infante Don Cados,
por los seniles, y nunca por Infantado mismo, que, como si
fllera de trapo, no vée los hilos que lo menéan. Los mismos
liberales, que pcrsigue y odia, y á quienes, dixo en ese mismo
discurso de apertura, que perseguiría hasta en los 1¿ltimos rin-
f01l.es de las ca-vernas donde se ocultan, no lo créen tampoco
digno siquiera de su odio, que se ]0 perdonan por s~ lelería;
y la España, que lo vée al frente de su gobierno, como minis-
tt·o dc Estado, se considera por eso tambien fuera del circulo
que forman los gabinetes de la Europa, y con sus relaciones
f;ortadas absolutamente con el mundo politico, en que segura-




'.!80 lmTRATOS POLlTlCOS DE L;\


mente no vive boy, sino á lo más, de las migajas que le quie-
l'an tirar al suelo los Rl'lyes del continente, q uc dispnnen y
dispondrán, (mientras mande Fernando,) de la España, como
sus soberanos y de este mismo Fernando, su lugar-teniente, ó
apoderado. Infantado sigue lo que él llamará relaciones con
el extrangero, sin conocer acaso, que es todo pantomímico su
papel. Veremos el resultado, que no será seguramente tan
comico, como los papeles de Rey y de ministro, que hacen
Fernando, é lnfantauo.


LUYANDO.


Ministro de Estado de la Regencia de la prim('ra epoca y
'Iue en calidad de tal salió á l'ecibir á Fernando 7°, de nu~lta
de Francia al camillo de Valencia. No se pregunte yn más,
~ por qué no ha tenido efedo en España la libertad, y pllI' qué
la revolucion ha t('nido pOI' l'{'~mltado el gl'adual' más el despo-
tismo? En virndo estas caricaturas vaciadas por sus ol'igi-
nales, porflue están identificada~ impnr'rialmente con las per-
souas, se podrá fUl1t{'star á esta pregullta con rxactitud pOI'
los sugetos y perQol1as que la dil·ig·iall. LlIyando, fanatico
basta el ridiculo dc las viejas, sen'jl basta las ultimas telas
del corazon, plIsilallime, debil, y lite mto' mezClado c·u escolas-
tico y contl'ovel'sista,-e"a el ministro de Estado de la libertad
eu España en los tiempos mas cl'jticos. de la revoluciono Era
liberal de la biblia, explicada pUl' Cayetano y los S,dmaticen·
ses. Sus relaciones !iipl.ol1laticas, sr "¡¡pone, --uebian ser apo-
yadas de textos y concilios. E Yalhcia, donde In miró el
Rey con los ojos CO:l que mil'a á los i!l~eetos uno qUl' 110 es na-
turalista, no fué urdo \)i vi:;to; huía hasta de la somhra de Fer-
nando, ó de su cco, que puede llamarse sin violencia la som-
bra de la voz. :.l'omó desde allí el camino del olvido, á que
le condenó Fernando, que solo solía perdonar á la absoluta
nulidad; y ~l cabo se acor·¡Jó de la buena fé con que había pe-
cado contra él, y lo mandó de Consul á Tanger. Aquí, á
pesar de la necesidad, en que le ponía su oficio de tmtar con
los moros y con los judios, escrupulizaba aun de hablar con




JlEVOLUCION DE ESPAÑA. 281


dIos, y los cvitaba en su casa en quanto podía. Andaba por
las azotéas de ella, buscando ocasiones de convertir á los ju-
llÍos y moros de las casas \'ecillaS, sin laucccsidad de roze in-
mediato, sillo mandandolcs pOI' el ayre la gracia y las pala-
In'as, y rccibiendo por el mismo conducto las contestaciones.


Repetimos, que cada hombre es UI~ fenomello: llO se conocen
todos pOI' tales, porque los más solo lucen en la obscuridad
de SUq domicilios; pero los que saca al publico la necesidad ó
el negocio, para que se puedan ver, si quiel'a por algunos días,
no dcxan la menor duda ,le Sil singular y estrafalaria origi-
nalidad. Luyando escribió UlI dja con algun tino sobre con-
tribuciones, y raciocinaba, á intervalos, como hom!lre; y no
dudamos de que alguna ob'a vez lo hiciese como liberal; pero
no se podía flal' nadie de estos lúcidos intervalos, para encar-
garle un ministerio, y poner á la España á la ver'güenza con
el extJ'angero por su causa. Su Hbro favorito es la segunda
venida del Mesias: su ocupacion diaria el oficio parvo: su
politica el Genesis: su moral Larragueño: sus principios,
Jos abstmctos del cscolasticismo; y su religion, pOI' una falsa
honestidad, dcxar murir de pal'to á su mugel', más bien que
dexa"'a inspeccional' por facultativos. Este es el ministro de
Estado de los constitucionales de España p~ra los tiempos de
revolucion, en que se quiere establecer la libertad. Estaba
al fin de la segunda epoca en el cons~io de Estado, y había
venido á Cadiz y Chiclana con licencia, para reponer su sa-
)ud; y allí Jo encontró el Rey, quando instaló de nuevo su
gobierno y su proscl'ipcion y pe¡'secucion á lo Mario y Syla.
Se libró J~uyalldo ésta vcz, como la pasada, á favor de su opi-
Ilion servilica,Ilue no desconocía Fernando ni sus satelites.
La Iglesía y el Rey erlln y son si~mllrp. Sil cantinela y el
asunto de todas sus conversaciones. Era un liberal vaciado
¡lOr el servilismo, y un servil mal bosclllcjado de liberal.


CONDE DEL MONTIJO.


Grande de España, General. De caracter emprendedor ..
y á 'luien en las dos revoluciones de España, se (leben bienes


Nll




RETUATOS POLITICOS m~ LA


y males, porque es uno de aquellos hombres, que no quierell
el bien á medias, quando les ha de resultar á ellos solos la glow
ria; pero que le es indiferente el mal, quando no encuentra
pasto su ambicion en impedirlo. Tiene ingenio, y vée bien á,
las claras el camino de la libertad; la quiere, porque la conow
ce y sus encantos ; pero si otros, que él, la llegan á huscal'
con gloria, se resfria bastante este cariño, que la profesa, y
vive contento con los goces de su clase y de sus rentas. En la.
primera epoca la amó por esto basta cierto punto; pero tuvo
despues zelos de ella, y la abandonó. En la segunda, no pa-
rece que se quisieron nunca tanto, yeso, que ella Jo sacó de
la Inquisicion de Santiago, donde lo encontró el año 20, y es-
taba l>reso por la equivocacion de creerlo amigo suyo en cali-
dad de mason, de cuya corporacion se han conocido serviles
á millones, que tienen dos profesiones de fé política, una pu-
blica, y otra secreta, que solo manifiestan en las ocasiones.


Tuvo capitanias generales que le quitaron á poco los libera-
les por sospechoso de servil, ó porque ellos eran serviles, que
se daban por liberales. El Rey Fernando lo suponía poco li-
beral, quando Jo quería por gefe de su guardia, y le solicitó
para que viese, si podia librar á Elio del patibulo. Pero
luego se ha visto en el desprecio con que lo trató á su llegada
al Puerto de Santa María, y la consignacion en que lo tiene
en su pueblo del Montijo, que no ha créido mucho en sus ofi-
ciosidades con Odollel, * y los demas generales, para que ca-
pituláran con Jos franceses, como lo hicieron. Nos persuadi-
mos, que la inconstancia de sus opiniones, que se podria me-
jor decir, de sus medios y caminos para formarse un nombre
y sobreponerse á los demás, no le ha permitido hacerse lugar
en ningun partido ,; y Fernando lo teme y lo desprecia á Sil
turno segun las circunstancias •


.. Antes que llegasen los franceses mandados por Angulema á Madrid, e.,
cribió una carta el Conde de Montijo al general Dn. Enrique Odoncl, qut:
mandaba el exercito que debía defender aquel punto, persuadiendole á que
no derramase inutilmente sangre, pues el pueblo no quería la libertad, y 10$
generales de los demas exercitos, estaban yá decididos á capitular, como su
cedió.




HEVOLUCION DE ESPAÑA. 28S


CISCAR.


Regente en la primera epoca de la libertad. Marino habil,
y la misma honradéz, que pudiera muy bien tomar su nombre.
Liberal de entendimiento y de voluntad.. Ni era principista,
ni negocista. Era solo patriota de buena fé, y que quería el
bien de su patria. A pesar de ser regente, no se conoció nUllca
que su inftuxo fuese decisÍ\'o para la libertad, y es muy dudo-
so, que le hubiera sido mas útil, aunque hubiera sido mucho
mayor. La demasiada bondad de corazon no suele ser la me-
jor qualidad, para mandar hombres, que no se parecen ál que
la tiene y los manda, y el Señor Ciscar era uno de los hom-
bres de mejor alma que ha producido la nacion Española. En
su desempeño de la plaza de regente se podría asegurar que
jamás intentó el mal ni por negocio ni por ambiciono Y quan-
do des pues el Rey lo desterl'ó y consignó por liberal, vivió
conforme siempre con sus principios hasta el año de 20, segun-
da epoca de la libertad de España, que el conocimiento de su
caracter inalterable y su inmO\"iJidad de principios, lo volvió
al consejo de estado y IlUSO en él al frente de la nueva revolu-
cíon, en cuyo puesto rué el mismo Ciscar del año de trece, con
la misma honradéz, el mismo desinterés, la misma decision.
No era, á la verdad, hombre de revolucion; pero era, y sabía
lo bastante, para no extraviarla por pasiones exaltadas, ni
medidas prematuras. El señor Ciscar hizo por esta razon su
nombI'e caro á los amantes de la libertad. Su retrato político
no puede servir de modelo á los xefes de los estados en crisis;
pero si, á los que en ellas no quieran perder el camino de la
libertad. Los Españoles no han tenido sino motivos de apre-
ciarlo, y así lo han hecho. Las Cortes lo pusieron al fin á la
vergüenza, nombrandolo regente de perspectiva en Sevilla.


BLECK.


Presidente de la Regencia en la primera epoca de la libertad;
General en la guerra de la independencia. El primer general




284 RETHATOS POLITICOS DE LA


segun unos; ni grande ni chico, segun otros, y segun él mis-
mo, por sus obras, créemos que poco mas que mediano. Las
]'evoluciones forman nuc\'os hOlIlbl'es, es verdad; 1'1'1'0 los
for'man solo en la opinion, y los f(lI'man colosales dI' los mis-
mos pigméos, sin dexar' de ser pigméos. I .. a (le España for-
mó á Castaños en Baylen, de la nada; á Palafox ell Zar'ago-
sa, de la nada; y de la nada á Bleck en Galicia. I)el'u los
formó: la opinion los ha retocado i\cspues, y les ha bO/Tado,
al uno, la parte que tuvo Reding; al otro, la que tuvo la tenaci-
dad del entuiiiasmo arag'onés ; y al Í('I'cero, la de los primero~
impulsos de la ful'ibullda Galicia, y la torpcza de los fran-
ceses; y yá han quedado los quadros mas limpios, y desem-
barazados. Se ven en ellos cosas grandes, flue honrarán á los
¡meblos y á la España; pero la par'te de gloria está muy re-
partida y contestada, y 110 le toca tanta, como se pensaba, á
los xefes. 1 .. 0 dedmos por esta opinion de primer gelll'l'al de
la España, que se le endosó á Blcck, que tanto daño hizo á
la causa de la nacíon y á la de la libertad. Es un fenomeno,
que supiese tanto el que siempre erraba y era batido; y que
se supiese que sabía, el que nunca hablaba ni acertaba. A pe-
sar de la calidad de Presidente de la Regencia, que no podía
por la ley mandar exercitos; las cortes se lo permitieron en
bien de la patria, y sin duda engañadas por la gI'an opinion
de su llericia militar. Quantas veces salió mandando exerci-
tos (fple fUCl'on muchas,) otras tantas los perdió, y las sumas
inmensas, que había costado sacarlos. La junta de Cadiz, que
}lizo sel'\'icios inapT'eciables, para los que lo saben pesar en la
balanza del patl'ÍQtismo y de la libertad, se llegó á alucinar
hasta el punto de ir reponiclHlo los exercitos conforme los iba
el Regente destrozando; y la sangre fria ó elada de Bleck pa.
recía ver las derrotas del mismo ojo que los tr'junfos, segun
la impavidéz que mostl'.aba al formar nuevo exercito, que sa-
lía yá de Cadiz medio vencido por el desanimo, que le inspi-
raba la suerte constantemente desgraciada de su general. Al
fin, llegó á encerrarse en Valencia con el ultimo exercito, y á
ser'IJrcho prisionero él y su estado mayor, y generales subal-
tel'llos, dexando á la regencia mocha y sin lll'esidente, que fuI!:




m::VOLUCION DE ESPAÑA, 285


nevado á Francia amasadito con yelo é indiferencia por la Ji-
bel'tacl y JJOl' la patria, y su honor militar perdido, pues yá
aquí no lu pudo sostener su renombre. Su liberalismo, si lo
tUYO, era (le ni,we, COlIJO su alma; y á ]a vuelta rle Francia se
lo JJI'emiú Fernando, no con el presidio ni el destierro, como á
los oü'os regentes, sino con el grande. é invidiable destino de
director de ingenieros, lo que no hace el elogio de sus principios
y amOl' á la IibeJ'tad.


En la histOf'ia se consignarán sus batallas, para desmentir
est~ opinion de gran General, que nació en Galiciay'murió en
Valencia; y su familia é hijos la podrán poner en su blazon,
como muestra (le lo que es la opinion en los tiempos borrasco-
sos y de tI'adicion, en que todas las bocas se ponen sin exa-
men en consonancia simpatica con la primera que habló.


I


ELlO.


Servil atiguerado, servil que se las llodía apostar á serlo,
á sangTe y fuego, al mismo Eguía, á Villela, á Campana,
y Mataflorida, scrvil de ]a satisfaccion de F'el'llando, y ser-
vil, cuyo noml.ll'e solo estremece á ]a naturaleza, resentida de
las atrocidades de su servilismo. Su osadia y su impuden-
cia c'ran iguales á sus principios. Acaso no ha habido en la
revolucion quien haya hecho un alarde más desvergonzado y
humillante de ser cruel; ]a España toda y aun la naturaleza
clamaban por su SIIIJlicio. Desde Buenos Ayres yá sc dió á
conocer este hombre dc sangre por su inhumanidad, que parecía
~u elemento y su domicilio. Al llegar á España y á la Isla de
Leon á poco de instalarse las primCl'as Cortes, y declararse la
soberanía del pueblo, yá atropelló allí con violencia una casa
de un ciudadano contra los principios que regían; y esto á
vista de las cortes y la regencia, para que se supiese que b:,.bía
yá en España un xaq1te del dcspotismo, y un burlador de la
libertad. Este era su caraeter. Sin embargo las. Cortes
le dieron á mandar un exercito; decimos las Cortes, por que
las Cortcs disimularon este paso indiscreto y peligroso de la
regencia. Los liberales han sido siempre así. A la llegada




286 RETRATOS POLITICOS DE LA


del Rey, Elío se le presentó con su exercito, para destruir la
libertad, haciendo en el discurso Que le dirigió, una diatriva
de ella, y un elogio brutal del absolutismo. Al fin, Fernando
fué despota, como quisieron EJío y Odonrl; y la lib~rtad
huyó de la España, abochornadll de haberse fiado de Españoles.
Fué Elío capitan general de Valencia en premio, y no se olvi-
dará allí su nombre, escrito con sangre en todas las piedr'as, .,
ton lagrimas en todos los corazones. Se cebó en aquel pueblo,
como lo podía hacer un tygre feroz y hambriento con su presa.
Maltrataba aun con sus miradas. Tuvo la cruel cOIn)llaceucia
de insultar la memorÍa, y los cadaveres de VidaJ, Calatrava y
Deltran de Lis, que ahorcó con pretexto de conspiracion, pase-
andose por delante de la hurca con su carroza, para hacer ver
al pueblo que tenía un placer en verlos, y lo tendría igual en
repetir el espectaculo. Su vista, y su nombre fuerón desde
entonces un escandalo para Vale,ncia.


A la jura de la libertad el año de 20 era aun aquí capitan
general y el pueblo en la efervecencia de los primeros minutos
de la libertad, no podía olvidaJ' á Elío, el mayor enemigo, que
ésta tenía, y que había tenido el pueblo de Valencia desde su
Cundacion. Lo hubieran despedazado y IJecho añicos, si el
capitan general que el pueblo le substituyó, y sacaron de la
prisioo en que él lo tenía, se hubiera parecido á él. Pudo éste
sosegar los animas justamente exaltados contra aquel mons-
truo, y hacer que se contentasen con dcxal'lo preso y vigila-
do, hasta juzgarlo y sentenciarlo; y Elio estuvo en la Ciuda-
dela de Valencia casi todo el tiempo que rcynó en España la
libertad ó su nombre, con mucho peligro de que sobreviviese á
en" por la perfidia y mala fé de los governantes, y se pusiese
en estado otra vez, como Campana, de vengar los teml.tres,
que le habían inspirado. No se podría creer, sino se hubiera
visto, lo que llegó yá á temerse de este hombre fiera, que á la
salida de Cadiz de Fernando, lo hubieJ'a destinado sin duda,
á correr elreyoo, para devorar los liberales vivos, y remitide
sus corazones en pepitoria. F'el'nando no perdonó medío para
librarlo. Llamó al Conde de Montijo, y le Ilidió viese el
modo de sacarlo del castillo, pues eso sería para él el mayor




REVOLUClON DE ESPAÑA,


servicio, que le pudiese prestar. Y yá. se sabe, que Fernando
no lo hacía pOI' el bien de E lío, que le importaba poco; sino
por el suyo y los servicios que él solo le podía prestar á la
vueJta de su absolutiAlllo. Los Valencianos sostuvieron con
constancia la causa de la justicia; y Elío fué garrotado en
aqueIla misJ'la plaza. á donde iba á di.vertirse, viendo colgados
en la horca á los qué entregaba á la muerte. Pocos serán los
qUf" haya producido la naturaleza con el temple y propensiones
de Elío, para ¡lespotizar y saborearse en el despotismo. El
corréo que lle\'ó á los pueblos la noticia de su muerte, llenó de
jubilo á toda la España; su memoria es execrable en este rey-
no, y aun Fernando parece zeloso de ella, porque hace una
rebaxa á su fama de sin par en ]0 despota .. que no le gusta.


NAVARRO.


Pasaba por el diputado más instruido de las Cortes consti-
tuyentes. No lo podríamos nosotros asegurar sino en fé de la
mayor parte de los diputados de aquel congreso á quienes lo
hemos oído. Calló constantemente. Votó siempre por los
liberales. Era principista, porque se paseaba con Argüelles
todas las tardes. Su continente, y su moderacion le confir-
maban la opinion de sabio, que le daban sus compañeros. En
quanto á hablar, no se le escapó en las Cortes, ni aun por
descuido un sí, ni un nó. Hemos sabido el calor con que en
conversacion, y en las comisiones, sostuvo alguna opinion, que
quiere explicarnos yá el silencio, que guardó en el congreso.
Pero sus amigos y compañeros insisten y prueban, que es ge-
niaEdad, y nada mas. Nosotros, que lo vimos muchas veces,
y observamos en la discusion, tenemos motivo para deducir,
que era pensador y filosofo; pues su atencion no se distraía
jamás del asunto, y su gesto seguía y explicaba involuntaria-
mente la dificultad, como lo podía hacel' su YOZ.


CASTRO.


Un medio coronel de milicias de Buenos-Ayres segun él
decla, complice de Elío, y expulsado por sus delitos. Fué á




:28S HETHAT03 l'OL1TlCOS DE 1,."


Cadiz, donde ha estado muchos años con la misma tendencia
á dañar, que lo había arrojado de Amel'ica. Afectaba modes-
tia y l'eligion, que es la tactica de estos malvados; pero baxo
estos dos respetos dexó ver siempre el CI)l'azon qne lo alli-
maba~ Era liberal con los liherales, sel'vil con los seniles,
despreocupado con los despl'eocllpados, y religioso con los reli-
giosos. Esta ultima era la mascara que se ponía con mas fl'e-
(lüencia, porque en la sociedad, en que vi vía. era la más popular
y pl'oductiva y precisamente la de los serviles. Yá hemos di-
choel encono, con que persiguió á Clal'arosa, (lile nada le ha-
bía hecho, solo por alimentar la maligllidad de su COl'azon, y
recomendarse con el farandulero obispo Cienfuegos, y su 1'e-
laxado secretario, que tapahan sus maulas con este sobrcsrri-
too Su ocupacion todo el dia era anda¡' de tel'tulia en tCl,tulia
rnodesfeando calumnias é infamias cunÜ'a los Jibet'ales, conoci·
do yá por los mas de ellos por hombre vitando y sospechoso.


Quando el Rey y el gobiel'l1o se encerral'on en Cadiz, Cas-
tro oficiosamente y por su natural inclinacion á dauar, avisó
al General frances, que mandaba el sitio, y l'csirlía en el Pu-
erto de Santa María, que se lH'cpm'aba ell Cadiz una salida,
y los puntos, y la hora, y el nUIllCl'O, hacieudo para eso un
viago muy expuesto po~ el peligro de ser cogido y ahorcado,
como espía. El resultado fué, estar los enemigos en acecho
y cmhoscados esperando, y derrotar y destruil' á los que salie-
l'on. Despues, llegó á estar en capilla para ser fusilado, pOI'
habedo cogido en el muelle, al desembarcarse, y le H[))'P¡'C)HJie-
ron cartas y papeles pér'fidos, habielHJose tirado á comel' y casi
comidose uno que traía llara el Rey, de qlle solo le pudieron
quitar de la boca algun pedazo que lIió bastante luz de lo
restante. Fernando, deslluea de muchas consultas con los mi-
nistros, que le negaban la facuItad de indultarlo, mandó sus-
llender la justicia hasta oh, al consejo de estado, que no con- 1
testó antes de la salida del Rey de Catliz; y éste llamó ues-
Imes á Xerez á Castro y lo lwemió. j Benditos liberales!
i Benditos principios, y beuditas leyes, que así fann'{'cÍan los
más atroces crimen es ! .. La natlll'aleza hizo á poco las ,'('ces
del verdugo, y lo mató. lIemos visto documentados todus es-
tos hechos en casa. de un letrado en consulta, para [()l'mar un




REVOLUCION DE ESPAÑA. 289


I.~xpelliente de meritos, pretendiendo Ilestinos y empléos, aña-
diendo á lo dicho los pasos que había dado, para matal' á Rie-
go.-¡ El dcvotito de CasÍI'o!-


EVARISTO DE SAN MIGUEL,


El de las notas diplomaticas de marras; el lego de Riego;
libe¡'al pOl' participacion, y sin liberalismo propio, literato
por equivocacion, ministro constitucional de España, para
tratar diplol1laticamcnte con las potencias del modo de des-
truir la constitucion, Confidente del Rey por su parte, y su
enemigo por]a parte del Rey, que ]0 miró siempre como tal;
y tenía á menos hasta hacerlo el objeto de sus desprecios, Fué
de los Gcnerales de la Isla, que se hicieron tales á cuenta de
los srrvicios que hiciesen; y de los sábios, que lo eran por lo
que pudiesen saber en adelante, Su diplomacia era como su
ciencia y su milicia; toda estaba en el porvenir. El, y su
comparsa de liberales formaban como una orden tercera del
liberalismo, que los hacía los llermanucos de la libel'tad. Su
valor era igual á estos otros dotcs de que blazonaba: bala-
dronadas dc literatura, baladronadas {le liber'alismo, baladro-
nadas de militar, y baladronadas de diplomacia, y tambien
baladl'onadas de valiente. Riego, que lo llevaba en su colum-
na, llevaba con él al oído un continuo desanimo y paso atrás.
Situado en el exercito de ultramar tenía un sentido liberal
ambigüo, que parl'cÍa una cosa y era otra. La libertad lo mi-
raba, como su payaso; y el servilismo, como su libertad; es
decir, como su disfl'áz ; y es lo cierto, que no era ni lo uno,·ni
lo otro, Jlorqlle nada era: y porque era nada, fué ministro de
Fernando, que sabía más, que los liberales, pOl'que no lo eran.
Todo esto dice relacion entre sí, y con la perdida de la liber-
tad, 'lue iba el Rey forjando por medio de los bobalias de los
librrales á quienes tiraba él del hilo y movía á su gusto, sin
que ellos lo sintiesen.


Sin embargo parece, que hubo aquí capitulacion formal en·
tre F'ernando y San Miguel. Haciendo éste de fiscal en la
c:ausa de los ~uardias, lo llamó el Rey, y qUellaron, en que él


00




Q9U IlETHATOL l'OLlTICAS DE L-\


haríat que no se condenase á muerte á ninguno de los reos, y
el Rey por su parte le daba palabro, real de no COflspíl'ar más,
y de hacerlo ministro de estado. Su palabra no rué real ni
palabra, porque liada sigllific.aba. i Graciosisima y columbina
promesa la de Fernando, y confesion más graciosa Í(,davÍa, la
de 110 volver á conspirar, que incluía.la afirmativa de ser
conspirador ! .. Se echaron pelitos á la mar sobre la causa, y
San Miguel entró en el ministerio sin más ni menos, que su
nulidad conocida y su petulancia literaria, que no era menos
publica. Así salió ello. Empezaron las xaquerÍafl,-las his-
torias con el Papa por no haber recibido á Villatlue\'a de mi~
nistro en Roma,-la expulsiou" del N uncio,-las famosas notas
á los aliados,-y las amenazas ridiculas, que incluían,-las
bravatas y de8afíos al mundo entero, sin exercitos, sin dinero,
sin recUI'SOS, sin opinion, sin entusiasmo, sin provid~ncias y
sin Utl e8fuerzo para buscar y acopiar auxilios ;-nada de eso:
-que 'Vengan los exercitos enemigos: la noble y 'Valerosa nacíon
EspU/lola los espera, y sabrá escarmentarlos. ¿ Cómo ó con
qué? El Señor Eval'isto no lo sabe, ó si lo sabe, no lo quiere
decir. Como es del gran Or'iente. no lo podl'ía acaso revelar.
Allá con Martinac, comisionado del de Francia se entendería.
Lo cierto es que yá se vió"á)o que vinieron esos exercitos, y
cómo los recibió )a nacion Espanola ;-y el zorron de Fer-
nando haciendo del tontito, y como si no qucbl'ára un plato.
-j Pobres Españoles ! .. ¡ Entre qué gente !-Evaristo dexó el
ministcrio en SeO"illa, quando yá no había nada que ministerial'
ni aun siquiera par'a pasar el tiemlJO; y la cosa se cobijó como
se pudo, y se quedó entre si fué ó no fué-necedad y locura
de hombres, que no sabían donde estaban quando estaban en
el ministerio,-ó sí hubo algo mas sucio y..... El ha para-
do al fin en Francia, y Fernando hace todavía, como que crée
en el liberalismo, aun"que de arlequin, de Evaristo ; pero }<'e1'-
nando es muy picarillo, y así que los mete y los saca como
quiere, los dexa luego otra vez en la clase de insectos de que
afectó sacarlos, pal'a que los viese el mundo bien, y volviesen
despues á su agujero y á su fango.




REVOLUCION DE ESPAÑA, 291


ALVAREZ GUERRA.


Liberal de los pl'incipistas, que no crée puede haber hecho
nunca daño á la Iiber1ad COII los que profesa, por que son los
de su amigo Argüelles que no puede errar. Fué diputado de
COl'tes, y habló poco.y no obró tampoco mucho, Jlol'que había
estado en presidio en la primera epoca y tenía miedo, y en boca
cerl'alla no eutr'a mosca. Era un mero aficionado á la liber-
tad: quisiera que la hulJiera; llC'ro que se viniese ella solíta á la
ESlJaña por sus pasos contados,-calladita, sin carce~es, des-
tierros, ni bobt!rias; y quando estuviesemos todos más descui-
dados, fuese, y se soplase en Madrid y en el Palacio, y man-
dase otra vez y al punto á llamar á Argüe.lles, á Canga, á
Martinez de la Rosa y camaradas, y les dixese: ahí está la Es-
l>aña: cuidado, que no sea como las otras dos "Veces que os mandé
llamar. para encargarosla, y f1¿"Ve, que marcharme á espeta-
¡>erros pm' 'Vuestras niñerías; nada de lo pasado. Si no sabéis
más, decidio, y se buscarán Robespierres y JV'apoléones, que co-
nozcan los hombres y la sociedad más que "Vosotros, y noJaltarán,
si se necesitan, (como parece,) para empezar; que luego que
eUos me abrnn el camino, yo sola m,e iré por él sin ne-
cesidad de nadie. Alvarez GUCl'ra lo querría así sobre poco
más ó menos, it pesar de sus principios, como no lo dexáran
JlalJlal' con Al'güelles en un par de años. Es liberal, por que
ha leido algo, porque ha escrito, porque ha tr'aducido, porque
ha estádo ell el partido de los liberales, y porque figuró amí en
los tiempos del liberalismo. Era ministro de la gubel'uacion,
quando llegó de Francia el Rey, y Je cogió por este motivo la
rueda de la P¡'oscl'ipcion. Se juró de nucm el año 1820 la
constitllcion, y yá era p¡'eciso hacel' ministros, y diputados, y
xefes politicos, y oficiales de .secretaria, é intendentes, y
oidores, y jueces, y todo lo que había que hacel'.-á todos los
presos y desterrados. Ese es el mismo mismisimo sistema que
sigue Fernando con los que dicen, (sea ó no,) que han sufrido
por él, y debemos seguir su exemIllo, por lo mismo, que detes-
tamos sus principios y su sistema. Si no son para el caso, se les




292 nF:TRATOS POLlTICOS DE LA


dispensa su nulidad, porque han 8ufl'illo. Son adictos, yeso
basta, aunque se pierdan los pueblos, y se llaJ'alize el gobier-
no como lo está, ha estado y estará, mientras durc e<;tc siste-
~a. que es el del egoísmo, y no él del patriotismo y el de la li-
bertad. El señor Alvarez Guerra, á decil' vCI',lad, tenía un
corazon patriota; no le ayudaba mucho Sil talento para serlo,
y mucho menos sus amigos y sus principios. Si se hicícmJl
las cosas con deseos, hubiera sido un libera) digno de AHumas y
de Espada; pero para realizarlas con obras, con mando, con
principios, y con riesgos y obstaculos de todas clases, no era
el señor Guerra, nÍ sus conocimientos los mas á proposito para
un congreso, para un ministerio, ni para una revoluciono Son
pocos los hombres, que lo sean, y más en payses en que haya
echado la esclavitud rayces tau Ilrofundas, como ha echado en
España. La libertad en ellos es un fosforo que deslumbra ~
admira, ó aterra, pero no se fixa.


VIKUESA.


Conocido por el cura de Tamajoll, baxo cuyo /Iombre se
hizo famoso en la revolucioll de España del año 20. Era ser-
vil de modo que lo son los fray les y los clel'igos, que llaman
Dios á su negocio, y Rey á sus intereses y comodidades; yen
ese sentido dicen verdad, quando dicen y predican el trono y el
altar, porque no son tan tontos (Iue se habían de IJoner en el
pulpito á decir mi inler¿s y mi negocio. El pucblo tiene sus
Ojoll en la cara para desengañarse por sí mismo: si lo enga-
ñan, t~nga paciencia, él se tienc la culpa. Vinuesa era yá
capellan u() honor de Fernando 7° por servicios, que tenía
11echos á la causa del Rey, que hemos dicho, es la suya. El
pobrecillo veía, que pOl' aquel mismo camino podía adelantar
un pasito más, y luego otro,-y luego otro,-hasta llegar á
ser obispo. El Rey por ott'a parte lo animalm; y esto de me-
recer tamaña confianza del monarca, lo alucinó en terminos,
que no v¡ó yá los peligros, ni consideró la cosa, sillo por el
lado favorable, sin darle vueltas por todos sus contornos. La
lihertall acababa de nacer: era necesario doble valor, para




REVOLUCION DE ESPAÑA. 295


darle el primer ataqllo, y yá lo de Burgos había despertado
mucho rl cuidado de los constitucionales. No lo dexa Fernan-
do de la mallO, porque lo nía maduro y en la ultima disposi-
cion IJara precipitar'se. Quando le hablaba, le dexaba colum-
brar por enb'c los peligros, mitras, cruces, baculos, capelos,
rentas inmensas y mil otras quisicosas p'e estas, que sabía bien
el ceho, (lile eran ¡lara esta casta de realistas, que se llaman
con bastante propiedad serviles. Cayó el pobre de Vinuesa en
el lazo, impr'imió unas proclamas sediciosas, fueron m'mares
por los corréos, se alar'mó el gobierno con esta noticia y su
lectura; y á poco dieron en la imprenta con la proclama, toda-
via en la caxa sin aIteracion; y tirada la manta, apareció Vi-
lluesa hecho y derecho el aMor de ella. Aunque en estos casos
se saboreaba con su inviolabilidad el alma ignoble de Fernan-
do y se "cía de las desgracias de los que comprometía; sin
embargo, tocó la tecla del juez, de los fiscales, y demás que se
tocan en estos casos. Unía la voz del interes á la suya, y les
abría tantas agayas, para si lo servían en el proceso.


Nadie que haya oido el ruido quc hacían los liberales por
flualesquier cosilla, podría creer', que Fernando diese en estos
casos la cara tan sin riesgo; pel'o es constante, que la daba,
y de modo que llegaba él mismo á confesar la parte que te-
nÍa,revo\candose por su inviolabilidad constitucional, y aña-
diendo :-para eso soy in-violable :-y que no tenía que temer.
Surtieron Sil cfecto las ofertas y las esperanzas, y la sen-
tencia rué un pastel que dexó con remordimientos y con mie-
do al juez que la dictó. El pueblo lo buscó en su casa, para
quitarselos de una vez; y él. que conocía, que]o debíán bus-
car, se escapó de la corte vestido de pastor. Se convÍl'tió el
furor popular contra el preso Vinuesa, que]o merecía menos,
y rué atumultuado á la carcel, violaron este asilo de la des-
gl'aeia, y á martillazos le quitaron ]a vida, que no era yá suya,
es verdad, desde que conspiró; pero era de la ley. Y luego
que se puso su traicion en evidencia, no era yá vida, era solo
su sombra, que no podía entrar en contacto con la sociedad.
La prevaricado n del jucz debe escusar en a]gun modo el cri-
men, si lo hubo, que cometió el pueblo indignado por elh\. Fer-
nando y el juez fueron más bien que el pueblo de Madrid, lo!!




:294 HETRATOS POLITICOS DE LA


que cometieron este atentado. Sin sus provocaciones no se hu"
bie¡'a sin duda cometido. Estas aberraciolles de la ley entran
en ella, quando la necesidad las exige. Una traÍcion que se
llega á evidenciar, como la de Vinuesa, si no se castiga, es
un uüta fuego pam una nacion en la crisis de una rc,"olucÍon,
que tiene los animos exaltados, y los partidos en alarma. Vi-
lJUesa, quando sufría los golpes, los unía sin duda á sus meri-
tos, mejor que lo hizo el juez; y el pueblo confirmó con su
aprobacion el hecho a favor de la libertad. El Rey tuvo la osa-
dia (jqué liberales!) de baxar á perorar á su guardia sobre este
caso, para ver si la podía animar á vengar esta muerte con la
de la libertad; y la guardia le manifestó su opinion unisona
en esta parte con la de la nacíon. Vinuesa jugaha la vida á
un ohispado, como han hecho los Cienfuegos, los Simon Lo-
pez, los frailucos V clez, y los Y guallzos y Cañedos: á estos
les ha caido el obispado y á él la muerte. Es la suerte del
juego. Si como en el de estos sacó la cedula el par'tido liberal,
esto es, el de los principjstas que gobernaban, la hubicra sa-
cado tambien en cl de Vinucsa, estar'ía á esta ho/'a siendo
obispo; y yá se vió lo quc hizo cl juez para preparar esta com-
binacioll; pel:o metió la mano el puehlo en el cantaro~ y nó los
jueces ni los ministros, y sacó la cedula de muerte, y murió.
El mal,tillo se convirtió dcsde entollces en un distintivo dc ho-
1l0l'~ en nirmoria de aquel otro con que lo martillaron, y en
los sombreros, en las pechcras, en los vuelos, y ell los I'c!OXCOi
se empezar'on á traer martillitos de oro, de acero, ó de qua-
lesquier oh'o metal en recucrdo de la muerte del f;lII'a de 'l'a-
majoll, á que compur.ieroll cautal'es y bayles para celebrada
en obsequio de la libertad. La libertad estaba toda entonces
España en estas bullang'as y fazañas, y no en el codigo, ni en
Jas cil'cunstancias, que forman todavía otro codig'o mas sagl'a-
do y necesario, que la misma constitucion, á pesal' de los pl'in-
ciIJistas.


VENEGAS.


General. lloco antes de la epoca segunda de la constitu-
don el año 20, fue nombrado por f'crnando para ir 1Jor la P08-




I1EYOLUCION DE ESPAÑA, 295


ta á ser capitan general á Galicia, porque yá allí se temía al-
go de libertad cel'cana, y se quel'Ía un hombre que lo enten-
diese pal'a fIue lo estorbase. Con esto está dicho quanto hay
que decir de V ('!legas, y de su decision á la libertad, que en
efecto resistió en la Coruña, 'Iuando se pronunció, segun el en-
car,lso que Ilrvaba de Fernando. Es todo, lo que tiene Velle-
gas que presental', para hacerse lugar" en nuestr'a biografía;
porque ]0 de A1coléa, la Mancha, Cuenca, Almonacid, y vi-
reynato de Mexico. donde se ven cosas muy bonitas para la
historia de las desgr'acias de la Espaí1a, y no" tan bonitas para
la suya, son acontecimientos de otro orden; y no tienen con
la lihel'tad una relacion tan esencial, como la (Iue exigimos
en los personages que describamos. Allá, qnando los france-
ses baxo el mando de Soúlt invadieron la Andalucía, y se fue-
ron derechitos á Cadiz, era Venegas gobernador de esta lllaza,
que se consternó al saber que yá habian saltado á Sevilla, y
aun faltado los correos, lo que suponía yá su proximidad, y
no había un cañon montado en la Isla, l1i en el puente de Sua-
zo, y su gobernador estaba Ilasivo, como si estubiese de acuel'-
do. Una junta popular, que obl'ó entonces con la prudencia,
que exigia el peligr'o, comisionó al sindico personero Istul'iz,
para que le arguyese de este abandono y amenazase con la de-
posiciono La satisfaccion que dió al pueblo por las esquinas
baxo Sil firma, fué, que no sabía de qficio el peligro, aunque ex-
traordimU'iamente había oido lo que todos, y notado la falta
del corréo. AqUÍ está todo Venegas. Los lectores juzgarán
por este abandono, y por esta respuesta, si es amigo de la li-
be.rtad ó de la independencia de su pais. Un gohernadol' que
teme si quiera el peligro con Pl'obabilidad, y abandona la pla-
za que manda, pOl'que no es de oficio, como lo sabe, ha infor-
mado yá con esto bastante de su alma, de su patriotismo, y de
sus prinCipIOS. Es hoy presidente de ]a comision suprema,
que Fernando ha establecido pam los llegocíos de America.
Buen provecho le haga á Fernando la fidelidad de Venegas
pal'a cstos casos, que será como la que ha manifestado pan los
otros negocios, y adelantl' ... ,




296 HETHATOB POLlTlCOS DE LA


BURGOS.


l>eriodista constitucional de]a segunda epoca. Lo que es
su per¡odico, era liberal, aunque no lo creían tal lOA comunfl'os.
Su liberalismo estuvo en duda algunos dias, por 'lile, como era
afranccsado,-y luego .•. que en España se quería por los ultra-
liberales la libertad por quintales, y ésta gente pensadora,
que se le fuese echando al pueblo español pOI' un alamhique
gota á gota ;-creían, que esto cr'a poca gana de libertall,-y
al instante se empleaban las palabras, Ser-vil,-ajrancesado.-
Camaras, y otros dictados de descredito que había de rcsena
para estos casos. Nosotros no podemos creer, que un literato
como el señor Burgos sea ni pueda sel' ott'a cosa que liberal.
Todos sus eS,critos estan bien pronunciados en este sentido. Su
miscelanea,-su imparcial,-slIs cartas sobre el 'Ciage de la rey-
na .fJmalia, son, no como quiera liberales, sino lecciones de
libertad, que ojalá tomen siempre los pueblos flue quieran ser
libres.


Arguyen contt'a esto, si (hoy que manda el despotismo) es ó
no Burgos el alma de la policia (lue rige en España, y el que
le dá la direccion, que tiene y lleva la de Francia. No n{',ga-
l'émos, ni concederémo's esta imputacion, por que no tenemos
datos suficientes para lo uno ni para lo otro. Los hombres ,
quando nos dexa de la mano nuestra razon, somos capaces de
convertirnos en Hyenas, si nos azuza algo Ja pa~ion. Pcro no
vemos, que se deba defraudar á un amig'o pOI' principios de ]a
libertad de esta gloria, por quitame allá estas pajas, y más,
por asuntos y motivos, que son susceptibles de explicaciones
muy favorables.


MINA.


Sil nombre se hizo celebre desde los primel'os tiempos de la
guerra de la independencia por la partida que lcyantó y man-
dó su sobrino contra los fl'anceses en Navarra. Hecho éste al
fin lJrisionero, y llevado á FI'ancia, se presentó su tio que se




IlEVOI,UCION DE ESPAÑA. 297


.-oistingue del sohl'ino por la adicion del ante-apellido E::,pós
autf'puesto á ~lJina y se titula EzpÓS,¡l!üUL. y en la misma Na-
val'ra empezó á guerrillear con siete hombres, llegando á.
tener al tin hasta quinze mil de todas ar'mas, haciendose el
ter'rOl' de los franceRes á. quirnes deshizo casi siempre, puso en
fuga mnchaR veces, cogía á miles lo>. prisioneros, y blll'ló por
todo el renlO de Nava!'ra tlHlaslas veces, que sejulltaI'on y
combinar(;n en mucho numero para cereal'lo y hacerlo prisio-
nero. Llegó hasta á fOl'mar un e,.;;tallo organizado de la mis-
ma Navarra clln leyes, tr'ihunales y aduanas, á ciencia y paci-
encia de lus mismos franceses, y á recibi!' contl'ibuciones de
tus mismos pueblos de Francia pOI' estipulacioll.


Como nuestro designio no es dal' la biogl'afia entera de
las personas que uescribimos, sino presentarlas al publico pOI'
dIado que ellas se han descubier~to en la revolucion, ó como
liberales ó como serviles, no clrcunstanciarémos todas las acdo-
JleS de guerra del que boslJuejamos. El general Mina fué li-
beral, quando era Gellcral, y empieza á retratarse por sí
mismo en el sentido en que 10 uebíamos nosotros presentar,
desue que en la epoca del despotismo, yá que estaba Fernando
en Sil trono de vuelta de Francia, intentó la reconquista de
Navarra para la libertad, y fué en el ataque de Pamplona
vendido por algunos de sus compañeros, que negociaban yá así
ascensos con el despotismo. Retirado por esto á Francia, el
año de 20 fué rccibiuo y apreciado, como un liberal que
había sufrido por su decision. Tuvo destinos y comandancias,
en que se portó siempre como tal, cosa que era l1Iuy consi-
guiente á sus principios que no los había tomado de los libros
pal'a pegarselos; como cosas que 110 eran suyas, y se le podían
caer ó separar, sino que los hahía recabado de,su alma practi-
camente en donde habían estauo siempre. como identificados.
Por eso no le pudieron hacer mella 109 desayres y sinsavores
que le hicieron los liberales de f'arl"d de Galicia, ni los de los
que en el gol¡ierno decían consoJlclncia con ellos. Este gobierno
lo necesitó despues en el ultimo apuro para encargarle el m¡m-
do del exercito de Cataluña, provincia que estaba inundada
de partidarios, pues pasaban de (luarenta mil, favorecidos y


rp




UETUATOS pO,UTlCUS DE L:¡


pagados pot' la Francia, y en pocos meses con Ull exercitn
miserable que daba apenas para guarnecer las plazas de aque·
1180 vasta provincia, los deshizo y exterminó hasta el extremo
de no dexar uno siquiel'a; y se hizo temer de los pueblos, que
tenían seducidos los clerigos y los frayles, confiados tambien en
una regencia que en nombre de Fernando mandaba en la Seo
de Urgel, que tambien ahuyentó.


Este General que veía, por los mismos peligros que corría
la causa, y manaban tle la tenacidad de sostenCl' los delitos y
las conspiraciones al abrigo de los principios constitucionales,
(que se contradecirían á sí mismos en ese caso,) la necesidad
de salil' tle ellos, á pesar de los principistas que se podían bien
llamar en politica los nominales, y la de tomar medidas extraor-
dinarias analogas á las cir'cunstancias en que se hallaba; no
tuvo yá mas consideracion, que á los cl'imenes y á la patria,
fuesen los que fuesen los niminales. Muchos curas y frayles
fueron expatriados por esta razon ; algunos huyeron de este
rigor de salud, ótl'OS fueron supliciados; y el mismo obispo
de Vic calificado tl'aidOl', y tlue hacía sel'vir su influcncia
pastoral para seducir anti-cristiallanlcnte á sus ovejas contra la
libertad de la patria que favol'ece la l'eligion, (que no lo sería
sino la favoreciera,) fué fusilado pal'a escarmiento del sacerdo-
cio discolo y sedicioso, que conspiraba en masa contra la
cúnstitucion. Esta medida surtió su efccto completamente, y
se puede decir sin exageracion, que concunió tanto como las
bayonetas y la j);)! V01'a á la giOl'iosa defensa de llarcelolla,
y al extrl'l,,:n;o de los pal'tidal'ios. Vean afluí los principistas
quánto han ¡nlluido sus falsos calculos á la l'uina de la libertad.
No podía I\unca el Genel'al Mina, lleno de deseos del bien, )-
libre de las slltilezas y sofismas de partidos, raciocinar sobre
otros datos que sthre los de las circunstancias y la necesi-
dad; y así acertó. A haber estatlo sobre ]os que arreglaban
la conducta de los goverltantes; las frias medidas de la rutina,
y el miedo de sufrir despues en el camuio que se anunciaba,
le hubieran arrebatado la glori~ tic ser de los ultimos que se
quedaron solos en el campo del honor español, abrazado con
la libertad. El sitio de Bar'ceIona, que sostuvo, eternizará su




m,VOLUC:!ON DE ESPAÑA. !99


nombre; y la historia dirá á la posteridad que un ~lina fué en
la revolucion del año de 20 el unico General ESIJañol que no
temió al fin el odio de los tit'anos, lIi capituló con la tiranía,
como de amigos, Se retiró á Londres, á donde la fama que
lo había p.'ecedido, le IlI'epal'ó un recibimiellto digno de su
merito. y de su amor á la libertad, y digno tambien del pueblo
inglés que lo obsequiÍJ,


GORRI.


Liberal, y libel'al que la fama ha descuidallo, sin duda por-
que, presentandose en la arena por la libertad como subalter-
no del General Mina á los pocos di as de haber Fernando vuelto
de Francia y aherrojado de nuevo á la nadon, se frustró, casi
al empezal'se, la empresa, no dexando otro resultado que el su-
plicio de Gorri, primer heroe de la libertad que consagró con
su sangre que brotará sin duda algun dia esa misma libertad
que se enterró con él. Gorri la buscaba aliado de Mina mucho
antes que.Lacy y que Porlier, á quienes las circunstancias ex-
teriorizaroll más; y la 0l'inion que toma siempre las cosas
como se las dan los tiempos y los hombres, lo postergó por eso
á estos dos ilustres campeones, á quienes precedió en tiempo,
aunque no queramos decir en heroismo. Era coronel del pri-
mel' regimiento Ile Navarra quando Mina, al ver el rumbo que
Fernando dió á su gobierno, volviendo á subir al trono que
le habían levantarlo de nuevo los Españoles á costa de sangre
y de desgracias, se propuso llamarle la atencion con una ten-
tativa que le abriese lo", ojos sobre su ingratitud y Jos peli-
gros que teuia 'lile correr por el camino que había emprendido.
El alma Ile GOI'1'i, rebozando libertild y llena de los deseos de
realizarla, lo unió tan tenazmente á la de Mina que se hicieron
iudesquiciables las de los dos. El proyecto era tomar la
ciudadela de Pamplona, Ilominando desde aquí la ciullad, y ha-
cer despues de ella la corte de la libertad, forzando á Fernando
á reconocerla. El regimiento de Navarra, que manllába el
,aliente Gorri, hacía por el entusiasmo de su coronel mucha
llal'te de la confianza que tenía el general en la empresa. Fué




300 HETRA TOS I'OLITlCOS DE LA


por eRta razon destinado para el asalto de la fCll'tall'za. Pero
un Capitan.* llamado Villanueva que ha sido despues cono-
cido con el nombt'e de Juanito, mandando una par·tilla contra
la constitucion, se anuncÍó desde luego como traidor, y se


• Hemos dicho en nuestras anecdotas, rué un coronel el que seduxo una
parte de la division de MÍna que arrastró despues por miedo 6 sorpresa á
los demás, y se malogró así la empresa que hubier-a acaso salvallo á. la Es·
paña. Tenemos entendido, que no era sino capitan, el que dió allí la voz de
traicion que corrió, como una chispa electrica por todo aquel cuerpo, Des·
hacemos hoy esta equivocacion de nO'1lbre y no de cosa, que se queda la mis·
ma que como la referimos, lIamese, como se quicra,-sea del rango y clase
que sq, el perfillo que vendió entonces á su patria á favor del tIrano. El
necio y ridiculo liter.uísmo de la ignorancia, cuyo saber está solamente en el
~onido de las palabras, porque las ideas están fuera de su orisontc, nos fuer-
za á molestar á. los lectores con esta impertinente aclaracion. Sabemos que
á la nada se debe responder siempre con el silencio, que es olra nada, y que
darle otra contestacion es convertirla en algo, imposibilitando así el cOlivenci-
miento; pero nos creémos deudores, en quanto está de nuestra parte, al de-
sengaño de esta fastimos:! ignorancia, por más que parezca imposible, pasan-
do ella misma por ciencia para los que la creén todo su saber. Su con-
vencimiento, aun quando se puJiese lograr, estaba muy lexos ele poderno!>
engreír, ni dar á nuestra obra el menor grC!Jo de seguridad en la opinlOn,
ni menos sacarnos de la incertidumbre en que estamos de su merito en todas
lineas. Una critica, aunque injusta, como naciera de otra boca, serviría al
menos de acreditar nuest"os escritos que necesitan sin duda de esta contra'
diccion, que hacen la invidia ó la imparcialidad, y sacan á los libros y á. los au·
tores de aquella clnse de nulidad de que los cubren el silencio y el olvido.
{'al' eso decía un escritor, á quien nosotros invidiamos el saber:


i Quieran los Cielos, invidia,
Que faxest bien con mi libro,
y el merito que no tiene,
Se lo labres á mordiscos!
Tu silencio probaría
La nulidad del <'-scrito ;
El merito te enfur""",
Pues señaÍa tu vacío.
i Pobre de él, si con callar,
Lo abandonas á sí mismo ! •.•


tEsta palabrafaxes, vulgar y baxa, es usada en España, quando se quiere
expresar acometer con brío y tezon y así se dice,faxó con ¿¿ Uc,




IlEVOLUCION DE ESP AÑ A. SOl


opuso al asalto, dicirndo á su compañia, que Pamplona tenía
puertas, y no era necesario entrar escalando la ciudadela. La
soqJl"esa !Ir esta compañia arTastró]a del resto de las tropas
que desmayaron yil, temerosas unas y seducidas acaso la~
demás. El gcmwal Mina, que había esperado uel secreto que
guardó en esta ocasion más acaso qlle lo que uebió espel'ar,
se \'¡ó en la necesidad ele huÍl' á Fl'ancia al instante; y el pa-
triota Gor'rÍ, exaltada su sensibilidau y su patríotismo con
este malógro y con esta pel'lidia, no pudo hacerlo con la felici-
dad que Mina, aunque ]0 intentó, porque eltraidor, e.l infame-o
Juanito lo IJersiguió y pr'endió. para hacer con su ultima ues- .... -,
gl'acia un merito que le labrase su fortuna que era todo el
objeto de su patriotismo.


En efecto fué juzgado á la ligera, y puesto en el cadalso el
inocente y patr'iota Gorri, yen él y ante sus juec.es tuvo la pre-
sencia de animo y el valor que dan solamente la inocencia y la
virtud. Contestó á estos con una energia digna de Athenas
y de Roma: quando le preguntal'on y redal'guyeron sobre si debía
obedecer al general si Je hubiese mandado dar muerte al Rey,
respondió denodada y valerosamellte, que le hubicm cla'Cado
el pniial en ese caso, seguro de que cumplía así con Slt deber '!I
las leyes de la ordenan:t;a. i Cómo es que la fama no ba lleva-
do por toda la Peninsula, y aun por todas las quako partes
de] mundo el nombre de GOI'ri diciendo estas palabras, viendo
yá el patibulo levantado y esperando de su boca solamente la
sah'acion!-jQué valor no tendría la patría para un hombrequc


Mientras no tengamos que temer sino los frivolos reparos de estos payllSos
del saber, que no saben todavía más que jugar con nombres, fechas y pala-
bras que nada perjudican á los hechos que describimos, ni á la relacion que
dicen con el heroe y objeto que nos hemos propuesto, no nos debe quedar
otro sentimiento que el que tenía el Leon enfermo de la fabula, quando se vi6
insq.ltado por el asno. Sería siempre una desgracia para la obra no encon-
trar mas criticos que estos nominales miserables, que créen manejar ideas,
quando solo traen y llevan palabras, y que no se necesita más que hablar,
para pasar por sábios. Un escrito que estuviese á su alcance, merecerí&
ciertamente poco favor del publico, y honraría tambien mtly poco ~ sus au·
t'Jres,




.11¡'~TRATOS POLI'l'lCOS DE LA


hace aSI ulla gloria de morÍr por ella!-¿ Con Iiuel'aks de esta
laya hubiera sido posible 'lile una nacion perdiese la libertad,
si 10 fuesen así todos los que se apellidaban tales?-¿ DÚnlle se
han ido los que gritauan á la guitarra á cada hora conslitn-
cion ó muerte ?-Gorri solo se presentó el primero en el stlpli-
cío para animarlos; Lacy, Porlier, Ricbard y 1m, demas he-
roes de la libertad que fueron dóciles á su voz, lo imitar'on :
su sangre libró al fin á ]a nacíoll; pero ]a libertad de una nacíon
es necesarÍo que corra por la sangre de toda dla, pam que
ésta viva, y vive entonces eternamcntc. Quando no circula
sino por las venas de algunos pocos individuos, se rnuel'c con
ellos, y la na1'iol1 se queda esclava. Gorri nú era pues liberal
de trágalas, y de himnos, era lihel'al (le verdadcra libertad; y
]a España, qm' hoy parece haberlo olvidado, y lo· odia acaso
por la fil'meza de su decísion, le erigil'á altarl's alglln dia, y le
tributará respetos y adoraciones. Los milibU'(~s verán tam-
bien entonces, que su lll'ofesion hace la base y la defensa de
la libertad, y que sus ordenanzas no merecer'Ían este nombre,
si pudiesen ser conh'arias á ella. Sil uniforme es el de la liber-
tad, ella solamente le puede dar]a honra fIue les presta. Por
eso GOl'l'i se deslludó de él en el cadalso con un desembarazo
que anunciaba bien, que creía, que estaba allí fuera de su lugar,
y que con 'él debía en algun modo ser inviolable, como 10 es la
liberta(l en cuya defensa se ha establecido. Si no supieramos por
Virgilio lo falaz de la fama, le imputaríamos, comQ un crimen,
el silencio en que trae envuelto el merito y el heroismo del
ilustre patriota y malogrado GOl'rÍ; pero la fama se combina
algunas veces con la posteridad para proclamarlos en un ti-
empo que guarda el pOl'venir para sus fines; y creémos que
GorrÍ está depositado con ese inmenso cumulo de gloria que s~
adquirió en su muerte, en los senos de los tiempos que se espe-
ran, para venir algulI dia capitaneando á los Padillas, á los
Maldonados, á los Lacys, á los PorlicrR, á los Richards, y á
los Riegos,-á restablecer la libertad de su pais, qne Fernando
7° tiene entretando el cuidado (le prcpar'ar, y los obispos, los
clerigos y los fray les el encargo de auxiliarle contra su mismo




HEVOLUCION DE ESPAÑA. 505


11l'Oposito en esta empresa patriotica,'lue los debe al fin exter-
rumar.


YANDIOLA.


Liheral, sin que haya mula en cóntra, aunque la liberta(l
haya muerto en Cadiz en sus manos siendo ministro de hacien-
da, y aunque Fernando que deshonra al que distingue, lo distin-
guieseá él enÍl'e todos los ministros del ultimo ministerio cons-
titucional. Era uno de los ministros, que acordaron con el
Rey la pI'uclama que dió al salir de Cadiz, y de los ql,le más
influ~ron y l>ara sacar á Angulema el mejor partido para la
España. Ni él ni sus compañeros traxeron á la nacion al
apuro de entre~ar su libertad á discrecion de sus enemigos.
No tenían otra cosa que hacer yá sino que sus ultimos momen-
tos fuesen lo menoS doloroso }Josible; y ésto hicieron. Lloraron
con todos los buenos Españoles la pérdida de su libertad, y
tuvieron el consuelo de que nadie en esta parte les haya
imputado culpa. A~i'itierun de luto á su fuueral entre
lo;; liberales lUas decididos; y aun pasaron por el dolor en ra-
zon de sus destinos de hacer la cabeza de duelo. En la pri-
mera epoca era yá el Señor Yandiola, lo que despues y lo que
fue 'siempre: el servilismo no pudo ser jamás la compañia de
un AmerÍcanoque tenía necesida(l urgente de libertad; nacía
con ellos el des ro de ésta, y se lo reanimaba en cada illstante
la 0pf'rsion.


Quando vino dc Francia 'Fernando, estuvo el Señor Yandio-
la tildado de complice cn una cOllspil'acion; !lUCS así llamaba
el despotismo á los no[,les y patrioticos csfucrzos por la liber·
tad. N o fué menester más, para que Fernando le hiciese dar
el cruel tormento de los perrillos que era muy de su gusto por
lo tel'r'ible, á fin de que lo confesára y á sus complices y como
pañel'os. Quede, de sus resultas po,' mucho tiempo sin poderse
manejar, desconcertadas todas sus coyunturas, y lleno de do-
lores acerbos que lo tenían en un mal'ti,'io continuado. j Qué
bucna disposicion de alma }Jara amar al despotismo, y para




~04 UETRATOS POLITICOS DE J~A


aborrecer la libertad, aquella libertad, por quien l>ufl'Ía, y cu-
ya sola imagen y esperanza hacía su consuelo en aquel estado!
Fué desde entonces idolatra de ella; y el miserable é impuden-
te Fer'nando tuvo valor y desfachatéz de hacer de sensible para
con él en su ministerio y afectarle linos sentimientos tic que
no es capaz, ¡'Quántas veces, viendolo en el tiempo del des-
pacho, y notandole los vicios que había dexado el tormento
en sus maltratadas coyunturas, no se saborearía en las ideas
del absolutismo que estaba cerca de recobral' para repetir
aquellas desgracias, y tener de nuevo el placer de destrozar
homlH'es á su antojo, y con solo una palabra 'lile dexase caer
de su boca.


El Señor Yandiola huyó á Gibraltar, y de allí á Lisboa
desde donde hace votos al Ciclo, para que al fin le conceda á
su patria la libertad, sin la qual las naciones no lo son, ni la
sociedad es sociedad.


MANZANARES.


Ministro de la gubernacion, del ministerio de Yandiola y
Calatrava, y de los que vieron espirar en sus brazos la liber-
tad, Fué siempre liberal; y no lo creémos de los rigorosos
principistas. Se dió al principio á cOllocer en esta segunda
epoca, como uno de los oradores de las sociedades populares
de Madrid. Los Masones lo p,'esentaron despues al publico,
como uno de los campeones de la libertad. Entablada la co-
munería se contagió en contra de ella con el espiritu de parti-
do que fué siempre enemigo de la libertad. Quando llegó yá
ésta á desesperar de amalgamarse con la ignorancia y fanatis-
mo de los Españoles, el desatiento se apoderó en Cadiz de
Manzanares, como de los demás, y la division, yel eSllil'itu de
partido ocuparon el lugar de la patria y de la razono Man-
zanares buscaba en el congreso recursos que no los había yá
sino en la conformidad y en el sufl'imiento, y se dudó, si este
desanimo había puesto yá tambien á los ministros de acuerdo




REVOLUCION DE ESPAÑA, 305


para todo, menos para superar sus animosidades, y profesar la
tolerancia de opiniones. El Rey se hizo yá tambien en aque-
llos momentos más necesario: iba á ser pronto el arbitro de
todas las cosas; él solo iba á exercer la libertad de todos se-
gun su call1'icho Y voluntad; y los respetos y consideraciones
se iball yá por si mismas hácia él, sin que casi tuviese parte la
reRexion. Por esta razon Calatrava y Manzanar'es no creían,
que el Rey pudiese suspender la execucion del traidor Castro,
yá en la capilla para ser' fusilado, por no ser este un delito de
los que el Rey podía per'donar, y le dixer'on terminantemente
que no podía; y Yandiola, que había convenido con ellos en
esta imposibilidad, accedió despues por sí á la solicitud de
Fel'llando. que quería librar al traidor de la patria por fiel á
él, que era el enemigo de ella, y se suspendió el suplicio ó se
perdonó; aunque la naturaleza lo suplió, dando al publico y á
la causa el espectaculo de su muerte, acabado de premiar por
Fernando, que premia el crimen y castiga la inocencia y la
virtud. Si algo puede rectificar el juicio que hemos hecho
del Señor Manzanares sobre el influxo, que tuvo en él el espi-
ritu de partido, que no es el de la libel'tad, y borrarle esta
mancha, si lo es, es el odio que le tuvo siempre Fernando y
la incomodidad con que lo miró y tr'ató en todas ocasiones.
Es odio capaz de borrar todos los pecados, que se puedan ha-
ber' cometido, porque se supone que Fernando odia al libera-
lismo y á la libertad más que á alguna otra cosa; y así, el que
sea aborrecido por él no necesita yá más prueba de libel'aI.
El señor Manzanares IIIcredó e¡;te honor, y la patria y la li-
bertad le felicitan 1'01' este glorioso aborrecimiento.


GOLFIN.


Diputado de las Cortes constituyentes, y ministro de la
guerra á la salida del Rey de Cadiz. Liberal de los princi-
pistas, y Argüellista tambien en todo lo demás. Eran los de
esta secta como los jansenistas de la libertad; todo era en ellos
espiritual, todo ayrc; por eso dixo bien tln poeta filosofo:


Q.q




306 RETRATOS POLlTlCOS DE LA


Quien sabe solo principios,
Aquese tal nada sabe:
Su aplicacion es la ciencia,
Los solos principios ayre. ,


Golfin no era hombre de los que llaman de carrera; pero
tenía ulla razon· natural muy despejada, y sostenía la letra de
la constitucion con una conseqüencia, que hacía bonor á su
candor, y buena fé; Y bUE\no esta lo bueno; porque no se ha-
bían de pedir ahora cotufas á un militar, que lo meten á. em-
pujones, y de por fuerza á politiquear. Harto bien lo hizo, y
cuidado que no lo decimos por chunga. Hubo discusion de
articulo de constitucion en que sus discursos se pueden echar
á ojos cerrados á pelear, no digamos con los de Argüelles, que
eso no sería decir nada, sino con los de Igüanzo y los de Cala-
trava; y ésto, enb'ando en pelo el Señor Golfin en la discu-
sion, con su capa y espada, sin más literatura que su buena
razon y amor á la causa de la nacion.-Alguna otra vez el
espiritu de provincialismo y la razon de paysano hacían, que
se extraviase un poquito de la senda de la razon, como en el
caso del diccionario critico-burle8co, y algon otro asuntillo que
él no creía poder tener transcendencia contra la libertad; pero
en lo demás rué siempre uno de los más firmes apoyos de la
constitucion. Tuvo el dolor de asistir de ministro en su muer-
te, y estamos bien ciertos, de que sería grande. El señor
Golfin la amaba, porque la había parido, pONIue amaba el bien
de su patria, y porque se intere!'laba yá su amor propio y su
honor en sostenerla.


LOPEZ-BAÑOS.


Liberal comprado por grados y destinos y cuyo liberalismo
se le estaba deslizando cada momento que el miedo ó el cal-
culo lo atacaban. Fué uno de los cinco Generales de la Isla
que todos fueron algo mientras los animaba el valor y deci·
sion de Riego, y nada quando Riego no les daba alma con su
presencia. En la columna, que llevó Riego á explorar los




nEVOLUCION DE ESPAÑA. S07


pueblos y entusiasmarlos por la constitucion, todos saben los
riesgos que corrió, y que llegó al fin, despues de prodigios de
firmeza y de valor, á quedarse casi solo en el campo. Lopez-
Baños lo llegó á apurar alguna vez con su desanímo y con su
miedo hasta entrar en la tentacion de fusilarlo, para.que no
hiciera desmayar al exercito. No se supo más de él desde que
el Rey juró la constitucion, hasta que Evaristo lo llamó al
ministerio, quando hizo con Fernando la contrata de perdo-
nal: traidores 'á cuenta de empleos y ministerios con la prome-
sa de parte del Rey de no conspirar más. Lopez-Baños hizo
siempre en las juntas de ministros un papel muy subalterno.
La imagen del miedo le acompañaba por todas pat-tes: no veía
sino peligros y mal exito en quanto se emprendía: y si hatÍa
alguna vez de atrevido, era por acompañar á su compañero
San Miguel á brabatear en seco, y en linea de agradecido al
favor, que le había hecho con el ministerio que le había dado,
llUes, aunque es verdatl que lué p!lI'.a- ignominia suya, como
la comandancia del exercito que se le dió en Sevilla; pero la
voluntad es lo que se agradece: además que ellos no sabían si
él se portaría, como se portó, ni los puntos que calzaba su
miedo. Yá era General con titulo, y algo se debía esperar
de su nombramiento y de sus bordados. Fué pues á tomar el
mandó del exercito que fué de Odonel, y se vino por delante
del exercito frances que lo ~iguió casi hasta Sevilla, como sí
á los dos los mandára un mÍslno General. El toque de hacer
alto se daba para los dos, solo que uno se paraba un poquito
más adelante, y el otro un poquito más atrás. Algunos lo
creyeron acuerdo; nosotros no nos hemos decidido á creerlo;
porque, si eso fuera; ¿ á qué venía entrar en Sevilla con tanto
miedo? j En Sevilla,-donde á la salida del gobierno, habían
robado, insultado á troche y moche, y matado liberales á pla-
cer! ¿ A qué echar en Huelva la artillería al agua, deshacerse
brutal y atolondradamente de muchos centenares de caballos,
y casi deshacer tambíen el excl'cito con dolor y sentimiento
del exercito mismo? ¿ A qué venirse en 11elo á encerrar en
la Isla, y arrimarse allí á las fortificaciones y á la fuerza, co-
mo si viniera huyendo del cancón? ¿ Qué heroes son estos?




S08 UETRATOS l'OLlTleos· DE LA


¿ A dónde han aprendido á ser heroes así? Ni de barro para
juguetes de muchachos hubieran salido tan mal hechos. No
debían huir á Londres, ni á Fr-anria, sino á los desiertos, don-
de no hubiera hombres~ ni noticias pocas ni muchas del gene-
ro humano.


CREUX.


Diputado de las Cortes constituyentes, cuya firma óbl'a a
pesar suyo en la constitllcion, y quisiera él que obrára mejor
en el Alcol'an, sin escrupulo de conciencia, pueA no Jos gaAta
quando se tJ:ata de grangear obispados ó cosa que lo valga.
Era el servili1'.mo mismo. No daba quartel á idea alguna, que
oliera con cien leguas á libertad. Sus libros (¡ y que libros!)
y su negocio, y nada más. Sus opiniones f,'isaban todas, to-
das con el interés de la iglesia, que era el suyo, y hablaba si-
empre y en todas llliil JlHltp.ria!'l r.un Sil crgo, y su distingo, como
si estuviera en el aula. Estos sentimientos de propio negocio,
que se interpretaron amor al Rey, á quien nadie ama, y eran
amor á sí mismo, le grangearon á la llegada de Fernando el
nuevo obispado de Ibiza, de que fué el primer pastor; y des-
pues el mismo Fe,'nando, que graduó su servilismo. en mucho
más, lo trasladó al arzobispado de Tarragona, aunque los ca-
nones, la escritura, la opinion de los teologos más timoratos,
y la razon misma, no abonen estas traslaciones, y mucho me-
nos, como pagas y como precio. Yá con las bulas de su san-
tidad para él, se juró t'l año de 1820 la constitucion, y los
constitucionales que lo conocían, no le quisieron dar posesion
de su nueva mitra. Se fué y se vino al Papa, como se hace
en estas ocasiones; y el Papa negó en despique las bulas á
Espiga y á Torrero para las mitras de Sevilla y Guadix por
la resistencia de los liberales á Creux. j Qué miserias de na·
ciones y de gobiernos! ¿ Qué tenía el Palla que hacer con las
bulas y los arzobispados en los primeros tres siglos de la Igle-
sia? ¿ Qllíen dió las bulas á San Augustin para Hipona y
á San Cillf'iano para Cartágo? ¡ Qué tiene que ver España
.con Roma ni Roma con España fuera de la unidad de la fé j




nEVOLUCION DE ESPAÑA. 309
que se concentra allí? i Qué bulas, ni qué dineros, ni qué
sacaliñas son estas de mis pecados, que no conocieron los
Apostoles ni los pr'imc¡'os cristianos, y que ponen á las nacio-
nes á discrecion de una potencia extJ'angera, y á su libertad é
independencia en la imposibilidad deser recuperadas, mientras
Roma menée así por medio del Papa con pretexto de religion
los hilos de las voluntades de los cristianos con bulas, con ex-
comuniones, con indulgencias, con miedos, con confesiones,
con absoluciones, con purgatorios á su disposicion para sacar
y meter las almas, y COIl todo lo que aparta en los catolicos los
de.seos de ser Jibres, que se les hace créer, que es lo mismo que
ser hereges ó condenados que es lo propio? Sabemos harto
bien lo que son los concilios, que han establecido esas bulas,
sus miras, la influencia de los Papas en ellos y los escandalos
que han ocasionado. Donde veamos interés, no verémos nun-
ca espiritu de religion. ¿ Por qué no se observan sinó los ca-
nones que prohiben las traslaciones de un obispado á otro más
pingue, y nunca á otro más pobre, y se observan Jos que exigen
bulas? El mismo interés que re]axa aquel10s es el que man~
tiene estos. No se quiere que se noten estas contradicciones,
y estos siniestros fines; y por eso se ha consagrado la igno-
rancia, y condenado la sabiduria: Sapíentia lmjus mundi stul-
titilÍ est apud Deum;. y esta maxima de San Pablo, que re-
prende la soberbía humana, se ha querido hacer que pruebe la justicia y casi di vinidad de la ignorancia, que sostiene al clero
su riqueza, y su despotismo.


El Señor Creux está yá en poses ion de su Arzobispado de
Tarragona,* porque ha hecho sus protestas de servilismo, y
de ignorancia voluntaria y de por vida; que equivale á prome- ~
ter jugar todas las armas y todos los medios que la religion
ponga en su mano para impedir que los pueblos sean jamás
libres ni felices, y para identificar en los animos de sus estu-
pidos creyentes la tiranía con la religíon, y sus goces y rentas
inmensas con Dios y su culto. Así es como se han hecho, se
hacen, y se harán irremediables y eternas la esclavitud y la
ignorancia de los pueblos.


• O muerto, segun noticias posteriores.




;;10 UETUATOS POLITICOS DE LA


MAT AFLORIDA.


Fué tambien conocido por el nombre de Mozo~Rozales, y
bueno es se sepan los dos nombres, pOl'que es sugeto que debe
ser bien conocido, para aborrece,rIo ó despreciarlo. Este sí,
que es un servil, que lo es adrede y contra los principios que
é] tiene por verda~eros. Casi nos atreveríamos á afirmar,
que era servil por la envidia que tenía del credito, que habían
a,dquirido los liberales, si no ]e hubieramos visto despues bus-
car su negocio, como los demas serviles negocistas á quienes
los nombres de Rey y religion les traen la fortuna á. su casa,
sin que parezca que el10s la han buscado pOI' sí ;li para sí. Fué
diputado de las cortes Ol'dinarias de la primera epoca, y el que
extendió la famosa representacion de los sesenta y nueve
par'a que el Rey no jurase, ni confirmase la constitucion, que
ellos habían hecho, votado, firmado y jurado. Fué el que la
nevó al Rey, á Valencia, el que se pronunció desde entonces,
corno el campeon del absolutismo, y el que no dexó despues al
Rey á sol ni á sombra hasta que ]e pagó en rentas, en em-
pleos y en esperanzas, ]0 que él llamaba adhesion á su real
persona. Todo lo que acumuló en la repl'esentacion de disla-
tes, de.sofismas, de charlatanismo, de vaciedades, de contra-
sentidos, de falsedades hi..,toricas, de faltas de cronología, de
necedades. puede verse en la sabia y fundada contestacion 1] ue
Ilan dado en esta segunda epoca los liberales á su miseraule y
estupido autor, que trataba sin duda á lus Españoles, como
Africanos, quando la escriIJió. En esta representacion está el


<;. alma de Mozo-Rosales á Ja vergüenza entre los E~pañoles to-
dos, á la de los sábios por sus enormes necedades, y á la de
los que no lo son, por su conocida perfidia y mala fé. No era
necesario más que este do.cumento para marcarlo.


Sin embargo, él quiere ser conocido por algo mas: no es
muy melindl'osa la opinion, que él mismo ha formado de sí.
Quiere, que lo tengan por el mayor azote de 108 libel'ales y de
)a libertad: se da como tal en el publico, y con tal de que
Fernando ¡o lo crea así, desprecia la opinion que lo denigra,




REVOLUCION DE ESPAÑA. Sl1


y se rie del odio con que 10 pueden mil'ar los españoles. En
efecto, por esta fama execrable que él se ha dado, lo elevó
Fernando 7° al ministerio de Gracia y justicia, donde le cogió
la revolucion del año 20. Eran para vistos su atolondramien~
to y Sil inquietud, quando tocó yá la incertidumbre de su mi-
nisterio, y la necesidad de huir ó de s~r juzgado y sentencia-
do. Mantuvo al Rey firme en no jurar todo el tiempo que no
le aguijó á este el miedo de un modo decisivo. Escribió y re-
mitió proclamas por toda Casti11a, para que permaneciesen
fieles al Rey, -y le sostuviesen en Sil ministerio, que era su fin.
Iba y venía con el pensamiento de sus delitos á su silla minis-
terial, y de.su silla ministerial á sus delitos, sin saber en que
pararía, y temiendo por todas partes y en todas las combina-
ciones. Sus remordimientos lo estaban yá castigando de sus
brabatas de crueldad contra los liberales: veía á estos en sue-
ños, que lo amenazaban con el patibulo: su misma concien-
cia estaba haciendo yá con él las veces del cadalso. Se tuvo
por ultimo que huir, al jurar el Rey la constitucion, y meter-
se á conspirador, á espion, ásoplon, á atizador del extrange-
1'0, garIeando por el ministerio que no podía olvidar, y cuya
memoria le arrancaba el alma, é irritaba más y más con los
liberales. Así estuvo sufriendo el tormento de la mala con-
ciencia hasta que se restableció el absolutismo en que él podía
medrar solamente. Vino el Rey á Madrid, y él lo buscó al
punto, le hizo las muecas, y cariñitos de quien lo quería, y lo
veía, como res u scital'. Fernando, que no es un hombre, sino
muchos, en cada ocasion distintos, lo miró poco menos que con
desprecio. Las miasmas que manda con su aliento un traidor
baxuno y adulador, son muy fétidos para que se puedan sufrir
mucho tiempo. Conoció entonces el tal Mataflorida, que no
estaba en esta epoca tan maduro su ministerio, como en la an-
terior, y se ha quedado allí al olor de él ; porque :Fernando
ha de necesitar hombres malvados y crueles en mucbas oca-
siones, ó por que se le acaben los que tiene, ó por que no lo
seall tanto como los desea S. M. ; y entonces no tiene más, que
hacerle una seña, y yá está. En no retirandose él mucho de
)a corte y de la esfera de atraccion del olfato de Fernando, no




512 HETRATOS POLlTlCOS DE LA


dexará de olerlo, quando necesite hombres, que no huelan á
humanidad. y de llamal'lo á su lado y distinguirlo. j Qué honor
para Mataflorida !-¡ Fortuna de hombre ! ..


DUQUE DEL PARQUE.


Grande de España, y sin embargo liberal, y liberal forra~
do en lo mismo: frénetico por la libertad y la igualdad. que
contradecía su grandeza que es hasta donde puede ir ellibel'a~
lismo; pues mas allá del negocio propio no hay yá nada en
el mundo político. En la primera epoca de la revolucion man~
dó exercitos ; tuvo entusiasmo por la independencia nadonal ;
ganó ]a batalla de Alva de Tormes á los franceses, y dió prue·
bas nada equivocas de valor y de patriotismo. Despues. se
fixó en Cadiz, donde estaban ]a cOl~te y el gobierno. Se dis-
cutía entónces ]a constitucion. y había con este motivo en el
pueblo una fermentacion de principios y contraprincipios, que
señaló á cada uno su lugar en la sociedad. arrojando este her~
VOl' de la libertad á la orilla á los que desde entonces se 11ama-
ron serviles por su adhesion á la servidumbre; y concentran-
do en el interior á los amigos de la libertad. El duque del
Parque fué uno de estos ultimos, y desde entonces no ha des-
mentido sus principios ó inclinacion, antes los ha llevado su
entusiasmo hasta el extremo, exponiéndose por ellos á todos
los peligros que los realistas y los espurios liberales acarrea~
ron á la libertad~


Es por cierto digno de uotarse este fenomeno entre los du-
ques y los grandes. Yá lo había notado N apoléon, quando
dixo, que había errado en el modo con que se conduxo en Es-
paña, porque varió aquí la clave con que se llavean todas las
revoluciones y está en la natul'a]eza de eH as ; pues al contra-
rio de lo que se habia visto en las demás, en España hicieron
y sostenían la revolucion los que tenían que perder en ella; y
la contradecían los que tenían en ella que ganar. En efecto,
los grandes, los ricos y Jos sábios la abrazaron y auxiliaron;
y el pueblo era el que la resistía eon furor. En la. segunda




HEVOLUCION IlE ESPAÑA, :l1S


epoca de la libertad, en que todo se hacía por ella, y nada más
que por ella, solo nll(,\,{~ (le los Grandes se puede decir que
han desamparado ú las rlat'as SIIS banderas; y Fel'nando que
ha alrjatlo de su pt'l'~;{)na y corte á los rlemús y Jos ha señala-
d!) con su indignaeiou, compl'ueba esta asercion de Napoléon,
(1'1(1 hemos apoyado nosotros de un modo que no dexa Illgal' á
la duda ni á la inceJ"tjllul1Ibl'c. 8010 los fray les y ckl'igos con
sus capn!'ales lfls obislloS son lo .. q!le en España y eH todas
Ilar'tr" se resistir'án siemp¡'e por sí y con su influxo sobre el
pjwblo, á la lihcl'tacl. PCI'O esta ca,hl de gentes no pertenece
;Í. la nacioll ni está relacionada ell la sociedall, pOI' eso jamás
scl'Ím unos mismos sus ¡ntCl'eses y 10fl ,le ella: vi ven solo de
l'oel'la y 'ensuciada, como los insectos más inmundos; y ni en
~l estado de calmn, ni CII el de rc,"olucioll puede tratarse de
ella como de cosa que pueda servi.' de exemp)o, ni entrar en
llaralelo con ]os hombres. La Grandeza al contrario está
ramificada en la gran sociedad de la nadon; sus intl'r'eses son
mutuos; vive de ella y en el bien de eJla está tambirn el suyo:
véc con la misma luz; y el todo de la ulla no puede ser la nada
de la otra, como sucede á los f¡'ayles, que viven de que Jos
demás mue/'an. y apagan la h¡z de la nacion que sel'ía la obs-
CUl'illad de ellos, si la dexál'an.


El' Duque del Parque se situó, como pueblo, aunque era
Grande, y-t'ué mas Grande por esto, que por su cuna. Si algo
hubo en esto de reparable fué el exceso de entusiasmo con
flue se manr;jó, nivelanrlose. Es wrdad, que el.Rey y los
eclesiasticos irritaban sin cesar con su perfidia su pasion pOI'
la lillertad, y acalol'uuan su imaginacion hasta ellJ1.111tú de en-
loquecel'lo algunos momentos. Los prlig'l'os que corría la
patt'ia de volver á las cadenas, reanimaban su fanatismo pOl'
la libertad; y un di a, que el pueblo de Madrid se amotinó en
la segunda epoca, para que el Rey volviese del Escorial, don-
de se había !'etil'ado con personas muy sospechosas, y para que
separase á los ministf'()s que hahían llel'mitido Ó autorizado
pr'ovidencias inconstitucionales, se asomó el anciano DU(lue á
su baleon, y con un pufl.aI en la mano, arengó al pueblo, para
flUC no d('samparase la' callsa de la libertad, y le dixo: todavía.


'Rl'




S14 HETRATOS POLITICOS DE LA


ánnque tan 'Viejo, tengo fuerzas bastantes para cla'Var tstt lJUilat
al tirano, que quiera 'Vol'Ver á escla'Vi'Zarnos, robantlonos la li-
bn'tatl. Entusiasmo loalJle en un Grande en medio de las
convulsiones de una rC\'olllcion y en los momentos precisos en
que corría la libertad un peligro inminente. Fué uno de los
oradores más vehementes á favor de la constitucion: su libera-
lismo no era de negocio, pues tenía mucho que perder con él y
nada que ganar. Si tuvo la noble ambicion de hacerse un
nombre en el pueblo ó entre los liberales por este medio; es
ambicion que. si se hubiera propagado, río lloráramos acaso hoy
la pérdida de la lilJertad. No podía esperarse, por que en lo
general \,1 negocio formaba la decision; y eran pocos, los que,
como el Duque del Parque no tuviesen que ganar más que fa-
ma en el liberalismo. El Duque se vino á Se\"ilIa y lUl'go á
Cadiz con rl golJiel'l1o. El Rey no olvidó su entusiasmo ni su
puñal, y á poco de haber salido de Cadiz el gobierno,· envió
orden para que fuese pl'eso y puesto en 121 carcl'l publica, como
se verificó. Esta es la magnanimidad de Fernando. Hubieran
podido los JillCrales hacer poco menos, (ó poco más,) con ó1,si
se le pareciel'an. Su mi~mo corazon se lo hizo temer muchas
veces. Los franceses, que guarnecían entonces esta plaza lo
destiaarun en arl'esto á su casa por enfermo, 1)01' su edad, y por
su dase, (que yá empezaban á valer más que antes las catego-
rías.) ~luriú en ella á poco con el gusto, como dix&, de haber
liado el ultimoaliPllto donde dió el pr'imel'o la libertad, y dexal'
sus cenizas en su cuna, seguro de que la verán renacer. En-
tonces se incorporarán con su calor, y volvcl'á él á ser un
hombre libl'e, y 110 Duque ni Grande como fué. Fué general
el sentimiento, y los franceses honraron su funeral á que tam·
bien asistieron los generales Sayas y Copons.


LLORENTE.


Canonigo; mosofo liberal que ha liberalizado la teologia y
los canones y ciencias eclesiasticas. Salió original en esta
linea. Tuvo la desgracia en la epoca primera de calcular
sobre la guerra que hizo Napoléon á la España segun 101,;




REVOLUCION DE ESP AÑ A, 315


principios de la prudencia, y raciocinar en regla; y desespera-
do del buen exito, se hizo afr'ancesado, CIue era el pa/,tillo que
ahorraba sangre y ruinas inutiles á la nacion. La casualidad
y no la exactitud del calculo decidió al fill la guerra; y Llo-
rente neutralizó por esta l'aZO}) su g/'an merito por la nota
(lue puso la opinion seducida por el patriotismo il'rdlexivo, á
los que siguieron al partido fl'ances. Sus escritos, que son
innumerables hablan de sus opiniones, de su instruccion, de su
despreocupacion eclesiastim-canonical, y de su ingenio, á no
dejar que desear. La segunda epoca de la libertad estaba en
Francia desde donde la auxilió con impl'csos calculados so-
bre nuestra mala disposicion para conservarla, CIue á hahel'los
tenido presente nuestros legisladores y gobernantes, hubieran
IJodido llenar su yacÍo en esta linea, y llromover el bien que ma-
lograron por ineptitud y falta de tino y de conocimientos. Un
dialogo sobre esta materia, que se puso, despues de impl'eso
por él en Francia. en el periodico el Censor de Madrid; su
constitucion eclesiastica, sus aforismos politicos, en los qllales
están recogidos en pocas lineas los principios más esenciales
de la política, y su apalogía de la constitllcion eclesiastica, se
escribieroll con el designio de facilital' á los Españoles el ca-
mino de ser libres, y á los que los dil'igían, el de llevarlos, por
él sin los peligros que oponían las preocupaciones, los intere-
ses, el fanatismo, las pasiones, la rutina y la ignorancia. Era
infatigable en estos trabajos, por'que era sincero en sus deseos
de que su Ilatría gozase de la libertad, que es el patrimollio de
la natul'aleza del hombre. Parecía que en el siglo diez y nueve
yen la Francia de Napoléon, que había acabado de recibir
mejOl'ada Luis diez y ocho, hubiera podido escl'ibír Llol'ente
sin rezclo sobre los abusos de la corte de Roma, y los extra-
víos introducidos en la religion ; pero el Papa gobierna yá allí
á mellias con el Rey, y las camaras no hacen otro papel, que
el de ser los grotescos del gobiel'Uo, para senil' al pueblo de
trampantojo é ilusiono Llorente fué al'l'ojado de Francia á
solicitud del Pontifice, porque no favor'ecÍa en sus escritos sus
intereses y religion por favorecer la de J. C.; y porque sabía,
y no f}uería ocultarlo; y muy luegó que llego á España, murió.




516 HETIU TOS POLlTlCOS ]lE LA


Non omnis 'I1wriar )ludo decir muy bien con Horado, Jlues vive
y vivirá eternamente en sus escritos 'lile son inmensos, como
puede verse en su biogl'afía escrita pOI' él. Haurá un tiempo
en 'lue sus princÍpios sirvan de pauta á las IIaeiollrs para 110-
ner á Roma al nivel de la doctrina de J, C. Entretanto. la
España le tr'ibuta Sll~ respetos yel hornenagc dc S!J l'rcolloci-
miento, por lo que influyó pal'a su i1ustracion y descn~ai'i(); y
nosotros lo colocamos en nuestra galería para mrmoria sola-
mente, y por la parte que tomó desde Fr'ancia cn la I'e\'olu-
cion de su pais con sus e~critos, y los tlcsros que manifiesta de
su HbCl,tad.


MARCHENA-EL ABATE.


Quando no había aun liIH'l'tall }lor el Inundo, yá Mal'c!H?IHt
habia sido desterl'ado por la lm¡ uisicion pOI' liberal en los ti-
empos de Cal'los 50. j Si sel'ia algun niño de teta el libel'alito!
Lo ha pasado todo este tiempo en Francia con sus idas y "eni-
das }lOl'que en aquel tiempo, y aun en éste, todo el mundo es
Popayftn. Mientras la revolucion de aquel pais, en 'lue la
libertad bullía allí por' todas partes, vivió, habló, y escribió;
auuque tampoco le faltaron malos ratos, porque los liberales
de nllá el'an poco menos que los de acá, y algo más osados,
pOl'q ue pronunciaban más alto la palabra libertad, Al fin,
quando se vino la libertad á España, se vino con ella Marche-
na, y creyéron eql1ivocadamrflte lino y otro, que estaban yá
en su casa. Rodanllo por todos esos liberales de Dios, llegó
á Sevilla y topú COII Don Juan O(\onajú, que era eapitan-ge-
neral constitucional, y 'lue zeloso de Riego, y de que en Ca-
diz todo el mundo decía "Viva Riego, y na/He "Viva Odonajít,
qnando pasaban los dos,-no me diga V. nada ;-él, que se
ten~a por la misma liber'tad y que le habian dado en Madrid
tOl'mento por ella, ... vel'se pospuesto ú uu liberal de ayer de
mañana,-sin pelo de barba en el libel'alismo,-y el pobre de
Mal'chclla, que no sabía nada de este enredo, y que venía bus-
cando sl'f1cillamente á la libertad sin Odonajúes ni Riegos,-
y se Yée metido de ós y de cós en este labcrinto, .... y le oyen




IIEYOLLCION DE ESl'A~A 3i"7


(mLlal' eH este sentido !-j y que se explica así en la sociedad
llati'iotica! y que n:Ht'a cl'éc, ni oye de las paginas de Al',!~üe­
Iles, ni de la l'elmúlica soñada de Odonajú, y qlliel'e libertad
mOlida y ¡ironda, sin rilwtes de pal'tiuo, ni faf'andnla de esta
ni de la otm masoner'Ía en que se lmuía dividido la de Sevilla
11aJ'a gana!' 1,1 0l!illion y dcsaCl'cdital'.el exercito de la Isla, y
desacel'lo como succdio !-sc cncontl'Ó en un mundo nuevo


pac'" él, flt'(1(' mil HX:C8 que el m~aldo 0'-";6""0 de lO$ e~·c.J.·,,-o.Y_
La toma¡'Oll con él el frayIe Becerl'a, amigo de Odonajú, que
presidía la sociedad, y el peJ'iodico la Espada Sevillana, que salía
á nnmhl'c de un bal'bcl'o, y dirigía O¡}onajú; y el pobre Abate
Mal'cJ¡('na dcspues de cinqucuta años de aprecio por los libe-
ratos de Francia, que lo oían con gusto, y leían con codicia
sus escritos, llenos todos de pl'imores de filosofía, y de .satíras
salatlisimas contra los fray les y la teología, que es ciencia ue va-
por I'igorosamente,-se llegó á ver insuItauo en politica y lite- •
ratura por un f('ayle y un barbero que hahían oído hablal' de
libcrtad, como de los ducndes, y solo tt:nían de Odonaj(í el'en-
car'g'o de hacerla odiosa, como descendiente de Riego, que no
podía producir' naua buello, porque no era Odonajú. Como
Iluando se illflaman los animos en estas convulsiones politicas,
en 'ac'aoondose las raz0I1es, (que se ataban pronto, porque no
,'alen cos,a,) se ccha mano de las injurias,-luegQ,.....:....al instante
de los golpes, tuvo Marchena, que huit, de Sevilla, que es
ciudad, que zuzada bien por fray les y pOI' barberos, es capaz
de hacer una semana santa con cada sospechoso de libet'al,-
con sus pregones,-con sus pasos,-y con sus trompetm'os,-y


. si se desCllidan,-col1 sus cah'arios, y con sus sayones y Bal'-
rauaces de que hay cosecha y larga en esta ciudad de Berbe-
)·ía!


FELll!.


Diputado por America en las primeras Cortes constituyen-
tes, donde no habló hasta que fué secretario, que se desquitó
de su anterior silencio. Era liberal con resabios de servilis-
mo :, y si no hubiera nacido en America yá con la propension




518 HBTnA TOS POLITICOS DE LA


natural á la iudependencia y á la libertad, hubiera, sin duna,
sido servil en fonna, como se quicl'e á lo scrvilcs, con su ¡;IJITO
colorado y su cadena, porque su cstrella lo dalla, y no ha) po-
der contra el hado, que dixo UII sálúo, y lo hulJiera dicho (I(ud-
quiera. Sí,-fué liberal en la I}l'imera epoca Y en el Jll'imer
cougreso: 110 fué de los lJl'incipistas, }lorque era Americano, y
JlO podía ganar nada en serlo; decimos, de los lll'incipistas de
las Cortes, que habían declarado en la constitucion á la All1e-
rica parte integl'al de la España, como si dixeramos, sus ma-
llOS Ó sus pies, ó una cootinuacion de tcrr'itOl'io por debaxo
del oceano, por donde se daban una á otra la mallo; y rilo
debe sel' verdad, aunque no lo veamos, por'que lo han dedal'a-
do las Cortes, y no lJlleden declal'ar en vago. }10 1' e,,() se i1ixo
el dia que se publicó la constitucion Española, y no había mas
España que Cadiz:-


COllstitucion, yá tenemos,
Ahóra nos falta la España :
l\HlS no haya miedo, que al punto
Va el congreso á dccl'ctal'la.


No decíamos, que el Señor J<'eliú no era llrincillÍsta de los
principios del derecho publico,-hasta ahí llodían llegar las
chanzas,-en ese sentido era el Señor Feliú principista, y
mucho. Luego que ha sido minisÍI'o en la segunda cljoca, ha
tenido que disimular mucho con Fernando; )JOI',}ue por una
parte no ignoraba la manía del tal Femando pOI' la Amel'Íca;
y por otI'a, no lo quería disgustar; porque, á la vel'd~d, de to-
dos los ministl'oS COllstitllciollales (Iue ha habido en esta se-
gunda epoca, á ninguno ha distinguido tanto el Rey, como á.
:Feliú; porque hay Angeles que están de cara, y así estaba el
de Fernando con el de Feliú, y rué menester tumultos, decla-
raciones, amenazas y mil cosas, para rlue lo SCpal'ál'a del mi-
nistel'io ; y aun separado, se tI'ataban po/' debaxo de cuerda, y
estaba en todos Jos secretos ;-C0I110 que lo quel'ía. Algunos
hablaban de esto, que se las pelaban, y reputaban un 0pl'obrio
para él esta llref¡:rencia con que el Rey lo miraba. Pero Su




HEVOLUCTON DE ESPAÑA.


Magestad era ag,'adecido,-(yá se sabe, )-apul'adamente su
conducta podrá tener otros lunal'es~-más •.• lo que es agradeci-
miento y cOllscqücncia,-eso.... Feliú había servido á Fer-
nando á la calla eallantlo y en son de Iiberal,-y sobre casti-
gos de ronspil'aciones,-secl'ctos de jlleccs,-persecucion de par-
tí,las,-instl'Uccion para las c1ecciones,-así como que era,
p~1'a evital' ruidos y que no saliesen elegidos los alborotado-
rl's.-cn fin, había, á la zoérita muerta, y sin dexar, (se supo-
11e,) de ser Jiberal,-hecho por Fernando cosas,-que, quando
se jlllP¡\a hablar claro, se verán. Aquel servilismo que insi-
nuaml¡<; al¡ll'illr:ipio, k sirvio mucho en Sil ministerio,-y como
lo IIH'L,claba así con un }loquito de liberal,-se hacían la cosas
sin alhoroto,-y los liherales,-si sospechaban algo, se que-
daba la cosa en sospechas solamente, y no había tragalas ni
diahIUl'a'i. i Qué farsa la de la cbnstitllcion y los constitll-
cillnales !-Se acabó, porque no se empezó, y no se empezó,
pOl"lue se acabó antes de empezarse.


PEREGRIN.


Con~ejcro y servil, qlle es Jo mismo. ¡"Ilé diputado de Cor-
tes, i que tal diputado sería! y luego ministro hecho por Feliú,
para que todo se quedára en casa. Su ministerio fué nada
menos quP el de ultramar. Se duda aun si hahía visto
la :~fIIerica si'luíera en los mapas; pero Feliú que era tamhien
ministro y Jo había pr'opuesto, por que así convenía á su dema-
gogia millisü'l'ial, IJI'escindía de America. y de ultramar en su
indicacion. Lo que qllerÍa Feliú er'a ser ministro de Peregrin
y despachar' !.nr su medio el departa,mento aereo y burlesco de
ultl'amar. Pe rl'g'l'in tuvo vergüenza de estarse allí sentado en
su ~illa. como Illla estatua, y se asoció á un tal Cabrera, que le
dixo. filie en tCIJIIía ue America y él se lo creyó, y entre los dos
formaron é impr'imicron un discul'so, en que salió todo revuel-
to. la iTlllrpendcncia y la dep{'J1(]cncia,-cl comercio libre y el
estanco.-y la far:ilidaú, y la dificultad de sugetarla. Yá se
vél'.-Pcregrin no que,'ía estarse mano sobre mano, y yá, que
Feliú se pl'estaba á pensar por él lo poco que había que pen-




HETHA TOS POLlTlCOS DE LA


sar en su des])acho, él quería pasar los ratitos desocupados,
tratando y eSCl'ibiendo de America, 'Iue era su negociado; y si
no sahía,-pal'a eso era ministro,-para buscar quien se lo
hiciera;-r¡ue en ofreciendole un empleo, quale¡;;qui('ra emba-
durnaría UI1 par de quaderniJIos de Impel de modo que pare-
ciese decían algo. Peregrin siguió en el ministel'io el rumbo
de su pah'ono; y quando F'ernando derribó á ~'eliú. que e'ó el
lInico ministro, en cuya d!lstruccion manifestó algun pesar, (io
que hace mucho honor á ~'eliú y cofl'ades,) cayó tambien el
pobre de Pl'regrin que no rué ministr,o sino pa,l'a caer, Se It-
vió solo, qnando subía y fInando baxaba; estubo en el inter-
medio, como entr'e una nube, qu~ lo ocultaba al publ ico. Pudo
ser prudencia, y tamhien pud() ser nulidad, y que no estaba
siempre á mano Feliú para asomado, y dexado vel'; porque
sn Excelencia tenía tambiim sus quehaceres en el desempefio
del ministerio, y pl'imcI'o cra la obligacion qlle la devocion.


REGATO,


Lastima es dar lug-ar á este inmundo reptil entre Jihcl'ales
malos ó buenos, ni aun ellÍl'c los serri!e.~; él no perteuecc á
nínguna clase, por habel' pCl'tenecido á todas de un modo qile
eriza el cabello, y pone la col era en los labios á borbotadas,
La pI'Ímera epoca hizo Ile liberal exaltado, tanto que tenía bas-
cas de liberta!1 que cl'an mlly peligrosas para los fIIIC' se le
acercahan. Fué autor, ó edito", ó lo '(Itle se fIuícl'a, de la JJ.b~ja
llJadrilelia, que tenía corag'c y decía las "el'tJadlo;; á aguaceros,
y con un modito tan dulce, quc Ic\'alJtaba ronchas, y ponía el
cuerpo de reliere, Aholida la p¡'imel'a vez la cOlIstitucion,
huyó, se escondió, marchó á F'l'al1cia, volvió acá, se volvió á
il', Y hubo mil aventuras que, segun la!'! cuentan, vare-
cen todas e,"capadas de las mil y una noches, lJor lo que él
mismo ha manifestado por su conducta posterior. Se jur'a el
20 la constituciol1 y vuelve Regato á su ultracismo de libel'al,
y á HU cxaltacion que siempre y en todas lineas es sospechosa,
porque es un estado violento, y ni la l'azon ni la natunleza la
pueden sostener' por mucho tiempo, I .. a enfermedad de la dc-




REVOLUClON DE ESPAÑA. 32.1


menda suele no tener otro principio que una idea, que se nos
l,egó, y nOS gana por entusiasmo ó exaltacion. Se sitúa Ilues-
tro Regato, donde quiera que hay mido y se puede hacer más
notable. Como Sil libem1ismo iba ]lol'l'stas bullangas y exal-
taciones al descubierto, el partido Iibl' r,allo tenía pOI' el hom-
bre de más confianza; él se la inspiralm más y más cada dia,
pOl'que SIlS proyectos contra los serviles eran Jos más atI'evÍllos,
sus drclamaciones contra el Rey las más duras, su "oto en las
logias de masones y en las juntas de Comuneros el más avan-
zado, de manera que cn todas las asociaciones de liberales, era
la persona de que se Ilodía IlICIlOS desconfiar. Fué uno de los
primeros propagadores de la comunerÍa y á él se le daban las
comisiones más intrincadas y de más secreto. El confidente
de Ballest(')'oS, 1'1 de Jos Genera]es liberales, el de los minis-
tl'OS, el de los Clubs, el de las Cortes, el de los Comuneros, el
de los aniUeros, y el de todos los que tenían que ver poco ó
mucho con la libertad, era Regato. Así desempefiaba su pla-
za de pl'imer amigo de la libertad, quando se volcó, al salir el
Rey dc Cadiz, c1 carro y dió con la libertad en tierra. En-
tonces ha resultado Regato, el lilleral por antonomasia, agr'a-
ciado ]lQl' e] Rey con una ¡'eal orden Uluy satisfactoria, dando-
le gracias por los servicios que. había hecho á su Magestad en
los tiempos del lihcf'alismo. Recorrió despues todos Jos Ime-'
b\os de España Con con.ú.sionc-s sec\'etas, que a\aI'ma\lan á todo
el mundo, de modo que huían de él, quantos lo encontr·aban.
Yá entonces se {la conocido que su lí&eralísmo lo I'ra de espío.
naje, y su exaItacion un disimulo, que le facilitaba e] cono-
cimiento de los planes de todos los partidos, para avisar y pre-
parar el contra-golpe. Así tenía la clave de los liberales, para
perderlos, y la de los serviles, para hacerlos triunfar, y ven-
garse á su salvo de los liberales; irritaba á los unos para ex-
citar la culera de Jos otros; declamaba contra el Rey, para
inspirar mas confianza, y sacar así los planes que poaía ha-
ber contra él: proponía medidas contra Fernando á los libe·
rales, para que lo creyeran su eilemigo, yJ10 tuvieran reparo
en descubrirle sus proyectos, de que él daba al punto parte á
Fernando ó sus satelltes. Para esto era masan con los maso-




522 HETHATOS POLITICOS m; LA


ner;¡, cornune/'o con los comuneros, anillero con los alJilIel'ofi)
Iibe/'al con los liberales y servil ron los serviles, sin ser nada
en realidad pal'a nadie, sino todo para sí mismo, á costa de
su llpinion, de Sil oprobl'io y de las maldiciones de todos los par,
tidos y de todos los hombres de bien.


Este solo nombre de Regato cubre de infamia la revolllcion
española, yel renombre de liberal. Parecería mentira, si no
se le tocára, que fuese el corazon humano capaz de tamaña
l)erversidad. Este tezon, y esta constancia para estar sin
cesar oseando remordimientos en una continuadon de pe,rfi-
dias, á que solo se podría creer se prestase la drpravacion de
la voluntad á represas, y en momentos aislados y distalltes,
es un fenomeno en la moral capaz de excitar á la curiosidad fi-
losofira, á hacer la anatomía del corazon de este Regato, á
ver si se pod/'ía desculJl'ir en él alguna novedad en las fibras,
alguna mancha ó señal, que In distinguiese del de los demás
hombres, para consuelo del genero humano, pOI' que se pudie-
se rezelar siquiera, que fuese de otra especie ó natul'aleza. Lo
cierto es que por vanas que sean las combi,llaciones que for-
man estos monstl'uos, topan con eJlas siemp"c que las lIeCesitull
los serviles, que en las dos epocas han hecho los hallazgos de
los Odinots, Eguías, Elíos, Negretes, VilIelas, Matatloridas,
y Regatos que les han servido á las maravillas, pa/'a llenar
de borl'ones á la libertad, y hacer bullir en el extl'angero las
intrigas, y en las sociedades secretas, en los exercitos libera-
les y en los pueblos, los chismes y las imposturas, como hizo
el fingido liberal Regato, para destruir y hacel' añicos la li-
bertad, como, ha sucedido. J~os liberales de España deben
buscar otro oficio, si tienen la ambicion de figurar; pues, 10
que es en poli tic a, se los han dexado en. las dos epocas mÍly
atrás los serviles, que siempre van al grano, como ellos á la
paja delos principios •. Es verdad que no se han par'ado en
los medios, porque creen sin duda, como Maquiavelo y otros
filosofos, de que todos son justos, como ]Jeven al 6n. La reli-
gion condena justamente'esta opinion, que rechaza tambicn la
politica y la razon; pe~ la I'eligion, de ninguna nacÍon cstia
mas distante, que de aquella que la cacaréa más.




UEVOLUCJON DE ESPAÑA 325


LARDIZABAL-DON MIGUEL.


Regente en la primera epoca, y Jo el'a quando se reunieron
por la 'H'imera ycz las cortes que su regencia convocó. Juró
en ('/Ia" la soberanía del pueblo, y escribió despues contra esta
soberarua bien que con el disimulo de· ocultar su nombr·!.', Fué
un cufadillo que tomó, pOI'que lo quitaron de Regente, y (la
verdad,) no le gustó. Fué preso y condenado por su papel,
porque el pohre, por desquitarse, decía blasfemias contl'a las
cortes y la libertad; y como era de la casta de los consejeros,
que BUBca la han podido ver, las decía tan peladitas, que le-
vantaban ampollas en el alma. Vino el Rey, y al punto que
supo lo del papel, llixo-táte-este es de los míos,-y lo hizo
ministro universal de Indias, porque su fonllo servil é hipocri-
ta tenía cierta golosina para Fernando; y lo estubiera sien-
tIo todavía, si no hubiera metido la pata el diablo de Abadia
con sn pueril y ridicula petulancia de mando, que lo ha perdi-
do tantas "ce cs. Lardizaballe había dado el mando del exer-
cito de Ultramar, y la inspeccion de todo lo que tubiese rela-
don con este exerdto, y con América: le había hecho en fin
el amo de él. El otro que era menester poco para engreir-
se y desplegar su caracter despotico hasta el exceso,·y que se
habia cl'iado al lado de Morla, que entendía bien de despotis-
mo, y luego lo había cultivado en el presidio de Cadiz, donde
mandaha da!' á centenares los azotes en su presencia, y car-
gaba algunos má.", si le parecían f1oxos, se }luso con estas
confianzas de Lal'dizabal el ministro que él hacía pasar por
confianzas l1el Rey, que no se le podía aguantar'. Un dia tuvo
el babieca del mini"ü'o la debilidad de desahogarse con él en
una carta en q uc, despues de los asuntos concernientes al exer-
dto, le l\ería: la nave del Estado anda al hazar, sin piloto, ti-
man, ni direccion algnna, y no se puede esperar sino que zozo-
{¡re y se pierda. Al punto remite el titere de Abadia esta car-
ta, como prueba de la confianza que merece al ministro, á un
hermano que tenía en Amel'ica. Le mauda concentrar sus in-
~CI'escs en tal punto, que él mandará fortificar con torJas las




3M HE TRATOS POLlTICOS DE LA


tropas disponibles que acumulará allí, pOl'que, decla luego en
la cal'ta á su hermano,-no hay mas Rey que yó para disponer
. de ellas, y puedo hacer lo qu.e me dé la gana. Esta petulancia
le costó bien cal'O; pOl'que cogidas las car'tas por los que lla-
maban insurgentes, 'lUP, la imprimieron, llegó á manos del Rey,
que separó y prendió á Lardizabal, y Abadía, que suf!'icron
hasta la jura del año de 20 en que Abadía hizo todos los pa-
peles, y ninguno fic1mente, como acostumbraba, y })or eso rué
puesto y quitado en los destinos constitucionales, hasta que
baró su opiníon. y no la pudieron sus amigos, flue Ron yá muy
pocos, aupar. Lal'dizabal entró desde allí cn la obscul'idad, Ó
murió, que es lo mismo.


LARRAZABAL .


Sacerdote y diputado Ampricano en las COJ'tes constituyen-
tes. Todo sinceridad y amor á la lilJel'tad de España que
creía él entonces, que era la libertad de su país. Era acaso e1
diputado, que sostenía más de buena fé sus opilliones en el con ..
greso. Sus instrucciones eran la pauta de que nunca salia; y fué
pol'ellas el primero que propuso á las Cortes el patl'onato de San-
ta Teresa; mnlida qne sin duda hubiera podido sal"Vur y hacer je-
lices á los Españoles. En las discusiones borrascosas ell que los
partidos se acaloraban, y-hacía la parcialidad las veces de la
l'azon; La!'l'azabal era el solo á quien no se le cOllocÍa calor,
llo/'que no tenía padido, y por esa l'azon el más apto para
disipar la tempestad, como sucPllÍa las mas de las veces, á lo
que concul'ría la pl'evencioll de honradéz, y de ihdifc['ente con
que se le oía. Su continente, hahlando, abonaba su buena in-
tencion; y su expl'esiou y maneras no dexaban duda de que
era su corazon y su deseo del bien los que le inspiraban. Con-
vencido, cedía con una ~inceridad admirable; y se vió alguna
vez en la materia que había sostenido con mas calor y ay re de
couvencimiento, despues de votada contra él en el congreso,
aplll'ar todos los resortes de su elo,¡üencia y buena fé, l'ar'u
pl'oha¡' yá su utilidad, y que se debía estar á lo decidido pOl'
las l:ol'tes, aunque contra su opillion. Si tenía algunas zurl'a-




REVOLUCION DE ESPAÑ.\. 325


pas su libc/'aIjsmo~ no era sin duda por parte de su corazon, ni
nos aÍl'c\'cmos á decir fuese tampoco por parte de su cntendi-
miento que era dcspejado y cJa/'o. Sus instrucciones pudieron
tener alguna partc en al;;ulla de las opiniones vulgares que
sostuvo en el congreso. El entendimiento más Ilrivilegiado
sc P/'cocupa tambien~ quando la situadon no favorece á su ra-
ZOIl para disclll'l'ir~ ó la educacion le ha confundido con tiem-
po el camino del bien.


Este hombre, así como lo hemos descrito, que es como es,
]¡a sido tambien el objeto del odio de Fernando y de sus sayo-
nes, y fué cllcal'celado, juzgado, y sentenciado á reclusion en
un convento á aprender religion, (¡ qué ataque á la religion
mÍsma !) y fidelidad al monarca; como si en los conventos se
pudiera aprender más que ignoranda~ enviledmiento, supers-
ticion que se equivoca con la impiedad, las pasiones más' vcr-
gonz()sas~ odios, venganzas, impudencia, é hipocrcsía~ para
cubrir todas estas fealdades á los ojos del vulgo ignorante y
fanatico. Ilodía habel'loenviado Fernando á un convento para
enseñar vit'tudes y caridad cristiana á aquellos ft'ayles disco"
los y gl'oseros~ que viven y mueren en los odios, y aun en la
ignorancia de sus obligaciones, é ü- tambien allá el mismo
Fernando á tomar leccioncs de honradez y de temor de Dios,
del ·criminal á sus ojos Larrazahal~ que podía poner catedra
(le estas ciencias dentl'o de su mismo palacio.


SAYAS.


General, valiente~ fazañista y amilitarado en sus maneras
y comportamiento~ y cuidado que sabe lucir estas sus prendas;
porque desde que se le encuentra en la calle, con sus vigotes
~L la Española antigua, su gran sable arrastrando~ y diciendo
contra las piedl'as,-aqttÍ -viene un xaquc, y el andar á lo perdo-
na vidas,-qualesquiera diría: éste es el de los caballos del
COll(l~do de Niebla y el del Puente de la Isla de Leon.* Yá


• Dos acciones de guerra malogradas en los puntos, donde él mandaba,
lJuando el primer sitio de Ca.diz.




RETRATOS POLITICOS DE I,A


hemos dicho, que es humbre, que tiene valo)', y que mandado
por 1111 Gcneral que no fucse BJeck, es sugeto (lile cUfuplí¡'ía,
Pero 11.0 se trata aquÍ sino del hombre poJitico y CII esta IHtI'te
Sayas 110 ha sido UlJ E,;nía, un Elío, ni un Villapané",. A~.í,
-á l'atos,-cumo fInando lo mandó desde Francia ('1 Rl'y Fer-
nando á las Cortes con pliegos, -se ha qUeJ'illo s(l~;pech,,/' algo
sob/'c su liberalismo; pero se ha resistidu siempre {JOI' 1')8 K~,·
llañoles, qU(f lo conocen, como una mala trnbl'iolt; porrIllO
Sayas,--(no es pasion de amigo,) es bastante alidonado natu-
ralmente á Jibertad en todos los srntidos, y w¡ h:dJÍa ahOl'a,
por dal'le gusto á Fer'nanllo, (que 110 era capaz de pag'arseIo
en tolla su vida sino con IJorcas y cuchillus,) de "arial' dr Ila-
tUI'aleza. Es verdad, que fué en los seis años Femandinos
hasta rl año de 20 fayurecido de Fernandu; pero yá sr salle lo
que yaJen lo~ fanH'cs de éste •••• j pat'a el tunto que lus crea!
Desde 1'120 rué yá Sayas otru humbr'e,-un poco más c1ar'u,-
y por medio de las logias, tenía agarl'ado al gubierno, y se le
Día tal qual, quando hablaba,-quando inlluía,-quandu se po-
nía de acuel'¡lo con Mar'tinac que venía COII Angulema,-fJuan.
I{l.p e~talJlecía en l\fadrid log;ias fl'allccsas de que sc 1laCla el
lll'esidente,-y (juanelu 1.0 empleaban las Cortes eH sus allUl'os,
_y el Rey tambien en lus suyos, como el 7 de Julio, y antes
en Aranjuez, y despues en Sevilla,-y luego en l\Ialaga, qllan-
do disolvió el exercito sin 'lue lo supiese ningun soldadu ;-ell
tudas estas .ocasiones se veía yá á Sayas, tal 'lual el'a Ó ha-
bía de ser, sin perjuicio de Sll adhesioil ¡lItenla i't la libCl'tad, y
disimulo extel'llo al Rey.


Lu que sí 1.0 recomendú mucho rué la defensa de Madl'id
contra los patriotas ó fcotrts, que se daban por la vangu:tl'dia
de Angulema. Allí se portó; yeRto yá se puede tener pOl' pO-
litico y milih\r', porque matar feotas que viellen con f,'anceses,
pica Já en hondur'as de libertad. rOl' esto solo se le podían
perdonal' las otras dudas que ha dcxailo. y 1.0 ,!e1 concÍCI'Í1) con
todus los genel'ales para capitular, y lo de no haberlo fl'eido
Feruando ni la primera ni la segunda epoca digno dI' castigo,
ni él habcl'selo temido ni ulla ni Ilt¡'a vez; y esta conducta de
lus dos parecería decisioll cuuÍI'a él á todos los que hayan Cl'i'Í-




HEVOLúCION DE ESPAÑA, 5.27'


do en li~el'ales fHII'O"l rr¡ pelota como los dá la líbel'tad; pero
esta~ :!W~lIas alm~~ no ¡¡an ~ist() Jibrrales de estos más que en
lot; lioros. } en éstos los de las hi~tor,jas de Roma y Esparta,
comu ellos allá se reh'aÍlu'oll. Acá los Españoles. lo que dixo
un poeta de los amoríos aritiguos : '


Señor mio, eran muy largos
Los romances de esos tiempos;
Ahóra los acortamos.


Nosotros desbastamos hoy mucho esa libertad de laJ\istOl'ia,
y la despojamos de todo lo que se puede oponer á nuestro
negocio, y es incompatible con la ser'vidumbre, y la abnegacíon
evangelica. El general Sayas es liberal á la Española, 1101'-
que al cabo, vivimos en España, y no lo hemos de ser tam110-
co á la Romana antigua, sino á la moderna. Por eso no se
}Ia quitado del lado de su Rey en los 11eligros. Quando á éste
en Aranjuez yá impaciente de e¡¡perar, le pareció que se tar-
daban los guar'dias en pronunciarse, Ilol'que yá lo habían he-
cho en Andalucia los car'abineros, rlebiendo ser á un tiempo
todo, y quiso dal' el impulso primero desde allí,-Sayas fué el
que )0 convenció, é hizo desistir. En SevilJa fué él tambien
el que· venció su resistencia á salir para Cadiz, resistencia,
que llego á ser de parte de Fernando á prueba de riesgos y de
muerte, pues el mismo Sayas dixo entonces, que ó el Rey no
conocía el peligro ó estaba resucIto á dar la vida.. En estas
ocasiolles hizo papel de liberal, llcro de liberal á la Española
romo los quiere el Rcy, yell'alla.


GUTIERREZ DE LA HUERTA.


Diputado de las Cortes constituyentes, sospechosisimo libe-
ral, porque cn sus .liscul'sOS hacía salidas de leguas y jornadas
cntcr'us fuera oe la senda que lleva á la libertad. Era curia-
lista y la liber"tad no ha gustado Ilunca ni puede gustal' de
vi \'ir' en ~8a breña indesbreñable de la curia. Era, eso sí, un
Cieeron, quando se trataba de formalidades de juícios,-ü'a-




HETUATOS POLITfCOS DE LA


mitcs,-argadillos,-tcl'minos cumplidos y pOI' cumpli¡',-có-
mo se entienden,-si se l)ucden ampliar,-destle qué hora,
quánta margen.-fechafol, contrafechas,-notifiracioncs,-pla-
zos,-papel seUado,-de qué sello, de qué año &c. &c. &c.
i Pero en tocando el punto de constitucion ó libertad ! ... AlHt
en los primeros dias del congreso, quando creía, que allí na-
dic podía saber. porque no habían sido relatores ni agentes
fiscales. dió algun golpe en bola. porque se le l'odaha así al
descuido la suya, sin que él lo sintiese, y acertaba. Más lurgo
fllte Argüelles,-que Mexía,-que Luxan,,-quc Oliveros, y
otros d_on, aquí estoy •••• cl hueno de Gutie¡'¡'cz de la I1ur¡'ta
se agarl'ó de sus cartapacios, y 110 abl'iú más la boca sino pal'a
decir,1(iego á los liber'ates y concedo á los scrvilcs, dixescn Jn
'luc dixesen, y sin cxamcn.


Dixo uno: soy de dictamen
0IJUcsto al que' el otro 1m dado:
¿ Sino ha dicho ?-l~ucs, quc diga,
y yo digo lo contrario. I


Este es Gutierrez de la Huerta en cuerpo y en alma en las
Cortes constituyentes.


..\BADJA.


La caricatura de este General por el Jado 'lile cabe a'jUI y
tiene lugar entre las demás, está toda contenida en su alma. su
caracter despotico, su ambicion estl'afalaria, su pueril petll~
lancia, su abandono de todo lo que es patria y libertad, y la
preferencia que sobre ella dá á su negocio. EIl'esto de su vida
publica, como militar, y como politico está cn consonancia con
este caracter. Sería inutiJ, quc nos uetuvieramos á dar por-
menores, qucno pl'obal'ían otl'a cosa que lo dicho, y acaso nos
extraviaríamos de nuestro proposito.




ImrOLUCION DE ESPAÑc\. 329


LUNA-EL CIUDADANO.


Liberal que lo el'a ad ignnminiam del liberaJismo. Un hom~
bre nulo que se metió sin fondos á negociante de libertad, que
le suplía por mel"ito y POI" numerario. Lo hizo tan mal, que
el publico le pegó por ironía el mote de Ciudadano, que jamás
5eparahan de su apellido Luna. El tumulto de que hemos ha-
bhllo en el rt'tr'ato del señol' Valiente, dió al pueblo la ocasion
de calificarlo así, pues intimandole el General Villavicencio,
que era gobrrnadoJ' de Cadiz, que 'se retirase á sU casa, y se
apartase dd albol'oto, respontlió, que ¿l era Cilldadano, y po-
día estar donde quisiese'; contestadon que lo reÍl'uta mejor que
lo podemos hacer nosotros, y que le lJCgó el burlesco lárgalo
de Ciudadano, qne no se le ha caido todavía. Pues este Ciu-
dadano, de'spues de hacer los esfuel'zos más ridicuJf)~ para ne-
ciar con su Ciltdadanía, como si fuera merito, moneda ó letra
de cambio; a la venida del Rey el alío 1814, rué nombrado y
desnombl'ado y vuelto á nombral' oficial de ulm secr'etat'ía por
Fel'nando, que peJ'seguía á Jos liberales; y lo encontl'ó al fin
la revolucion del año de 20 en el C()nSl~jo de Estado. Debió
haber cambiado yá su Ciudadanía por la moneda del servilis-
mo que corría entonces solament.p" como ótros muchos, que
formaron expmlip,ntes para acreditar su liberalismo, y luego
óü'os para autenticar su sCl'vilismo. Esta es la naturaleza de
la ¡illt·[·tad, que había entonces en Espaila. Damos esta mu-
estra, pam (jue se váci(,/1 Jlor ella casi todos, ó todos los libe-
rales. Son el Camaleon de la


FABULA.


~ubiendo un Camaleo!1
POl' una floresta arriba,
Yá era vCl'de,-yá rosado,-e
Yá obscuro,-yá emblanquecía.-
~ Eres U/10 Í> eres muchos?-
f.e dixo ulla lagal'tija,-
Anda,-dí :1 los liberales,
Que te expliquen ese enigma:


'T't




RETRATOS POUTlCO~,


Por su negocio arrastrando
Tambien su color varía,
Yá es el de la libertad,
y yá el de la tiranía;
Que la impudencia hace en ellos,
Lo que natúra en mí hacía.


NOTA.


Por el resumen que acabamos de dar de los personage!
que han influido en la revolucion de España, se podrá
juzgar de ella y de su exito. Los que la empezaron y
han dirigido despues hasta su conclusion, son los que han
hecho el bien ó el mal que ella ha producido: y habiendo visto
en nuestr'as caricaturas las facciones politicas de los unos y de
los otros, se vée á la revolucion personificada, y se conoce en
todas sus causas y efectos. Los hombres lo son todo en las
revoluciones, porque ellos las mueven, y las ponen despues
bien ó las ponen mal. Se supone que podíamos haber descrito
á muchos más, flue no h('IDos quel'Ído sin embargo retratar,
porque han hecho en la revolucion un Ilapel muy subalterno, y
han sido siempre arrastrados por los que van bosquejados. en
todos los sucesos, por lo qual se pueden y deben confundir con
sus caricaturas, pues tienen la misma fisonomia politico-revn-
ludonaria.


Vera redit facies, assimulata perit_
Peto _ Sato Cap. 80.


FIN.




OJEADA POLITICA,


u


OBSERV ACIONES


SOBRE LA REVOLUCION DE


ESPANA


QUE


FIXAN LAS CAUSAS DE SU MALOGRO.


En'Vitum qlti ser'Vat, idem facit occidenti.
1I0R. ART. POET.


Lanadon que quiere ser libre,lo es: el Gran N apoléon Jo dixo
así á los Polacos, y la razon lo dice tambien á todos los hom-
bres. Poca fuerza de ingenio se necesita para probar, que
mancomunada la fuerza de una nacion y su entusiamo, es ir-
resistible. Es un aXIoma que tienen yá decidido las leyes de
la naturaleza y de la mecanica. La política hallará acaso
excepciones, pero es porque la politica vá por razones y prue-
bas al reyno de la in!r'iga y de la seduccion; y entonces la fuer-
za dividida, sorprendida, engañada, ó fanatizada, no es la
fuerza de la nacion de que habla el aXioma, ni su entusiasmo
(si se pudiera dar en el caso que se supone.) sería el que en
l1uestro sentido produce el patr'iotismo, y se llega á confundir
con él; pues no tendría la eficacia, ó la fuel'za, que le da el
amor nacional, que la multiplica, y le da una especie de omni-
¡lotencia, de que tienen los Españoles en su historia muchos




UE'fnATOS l'OLITiCOS DE LA


exemplof>. Ahora no ban querido éstos la libet,ta¡] eficazmentt:,
y por eso nola han sostcnido y conservado: Mi!'ntras la vo~
IUJltad no quede librada á su sola naturalcza,y á la de los ob-
jt:'tos para escoger, no fiC podrá decir nunca con vl'l'dad que el
hombre escoge ni quirl'e lo que quiere: la prevrncion p,'cocllpa
á la voluntad, ni el objeto que la determina, (es decir en lIues-
tro caso, la libertad,) es su verdadero y solo objeto ni libertad.
La voluntad de los Españoles no pOl\Ía ver á la libertad, como
ella cs, porque ni la habían conocido nunca, ni se la podían
representar sino por entr'e las obscllf'irladcs y las liombras de la
supersticion,-dcI habito inveicrado de la esdaviturl que se ha-
bía identificado con su naturaleza,-de }ll'Porupaciones de to~
¡]as clases,-de la ignorancia más estudiada y sostenida,-de la
sociedad en que siempre habían vi\'ido,-y de otros mil (,1>tor-
bos que se oponían á que pudiesen vel' las cosas, como son en
sí mismas, y no como ésta misma sociedad se las había siem-
pre pl'esentado, y]as veía I'ctl'atadas, desdc que nació, por to-
das partes. Habían visto á la libertad en la histol'ia; pero
muy desde Icxos, y los objetos illte¡'IlH'clios se la hauían confun-
dido hasta rI punto de rrpr'rsl'ntarscJa con los colores de la
desgracia, de la liccllcia, y cuhieJ'ta por eso de la ilJ{Jignacioll de
los dioses y de los hombres. Si se les quel'ía presentar en su
pro]lio tl'age y fisonomía, y no en el gotico en que ellos la habí-
an sirmp"c considerado. no le entt'rgaban el corazoll ansiosa-
-y auiel'tamente; y si la dexaban entrar alguna vez, era pre-
cisamente cpn la contlicioll de quc sc había dc poncr las alara-
cas antiguas. Así es, {Iue no la veían IIUllca, ni la podían ver
en su verdadera figura, ni podían inclinal'sele y quererla por si
mi¡;¡ma, sino por los adorno" fIlie estaban de acuerdo con su ig-
1101'ancia, y preocupaciones, Y no siendo ésta la 'ocrdaclera
libertad, no la buscaron jamás con la eficacia que clla inspira,
lli pudieroll ser libres, sillo con la libertad que ellos se fOlja-
ron, y no con la de la naturaleza. l~or eso es por lo que dixo
disCI'etisimamente en el Congl'eso de los Estados-Unidos
Amer~icall()s \l1l oradol', que-de materia Espallolll no se sacará
'I/unca libc1'tacl,-se supone tal, como existe por sí misma. Pd·




HEVOLUCION DE ESPAÑA. sss


mero es ser homhrcs que ser libres; y los Españoles son fray~
lps y no hom/m;s ; pUCfl en la escala de los seres los fray les son
los que I'SíÍlIl á más !list:weia de la especie humana. Ello!!
mismos /¡/azolJan de )lO pCl'tenccer á este llIundo; y por consi-
guicnte, la libel'tall, att'illllto esencial de la sor,iedad humana,
no 'iC !Ia hecho pRl'a ellos. Es muy extraño, que las potestades
de este globo que habit.amos, no les den pasaporte por su pais,
y ,ivamos cada uno nuestm vida sin confundirnos yá más, Con
tantlJ ¡Jerjuicio nuestro COIllO hasta aquí, los hombres con las
fantasmas.


Desde que hubo gobiernos, hubo esclavitud. Qualesquiera
que s'~a el hombre que se ponga al frente de sus iguales para
gobernarlos, aunque sea con el titulo más legitimo, y con la
intcncioll mas sana, es hombre,-se quiere á sí mismo más que
á los demás,-vée las cosas no todas las veces como son,-108
que l,e auxílian en el gobierno lo engañan tambien por las ra-
zones mÍsmas que él se engaña así mismo; y el poder que se le
confiCl'e y lizonjea tanto al amor propio de los hombres, lo
anima á salir del eit'clllo 'lile se le circunscribe, y al pueblo y
á los gobcl'llado'i á cxcitarlo tambiell por lizonja contra ellos
mismos, para filie salga y realizo su voluntad y su capricho. La
experiencia, desImes de los males, que trae el extravío del go- \
bier-no que produce esta conducta de los unos y de los otros, .
lIace scntit' con dolor á los hombres la perdida de Sil libertad; pe~
ro generalmente sin fruto ni arbitrio para recobrarla. El
Señor se ha formado un partiuo de sus agr'aciados y favorecidos,
y hace callar y temel' con él á los demás. Una ocasíon favOI'a-
bIe,-un accidente,-una catastrofe que produzca la tiranía,
puede despertar en los animos la idea y aun el valol' de hacer
esfuerzos para recobrar la libertad, puerIe aun arrancar cona-
tos que hagan esperar su realizasion, pero el Señor tiene ade-
lantada la posesion,-Ia ilusion que ha engendrado en los sub~
ditos ó esclavos el habito de consultar siempre y para todo su
voluntad,--el agradecimiento de los unos,-las esperan~as de
Jos otros,--el prestigio de la autorirlad,-su prescl'ipcion, ti-
tillo poderoso, más de lo que se créc, que recaba de la imagina-




334 ltET1UTOS POLITWOS DE LA


cion el habito de la rutina,-y la fuer'za magica de el siempre
fué, que pesa más en el pueblo, y hare IIna illlpr'c,.¡ion más fu~
el'te que la razon misma. En fin, el seilor tien~ á su favor todo
el pasado y el futuro, que obran por él en la ima,:;inacíon de los
esclavos, y otros I'CClll'SOS, que le ha acuflll:lado la fuerza y la
preocupadon, que obl'an tamhien todos P(1l' ~:] mismos contr'a el
purblo que los 'personifica para temerles despues y desani-
.nlarse. ,


Todas estas ventajas que tienen Jos Reyes sobre los pueblos
para mantenerlos sometidos á discrecion. quando yá han for-
mallo t'1 habito de estado, han influido á favor de Fel'nallllo en
la l'evoturion. que al fin hizo el año de 20 el pueblo español, y
no la¡;¡ han tenido presentes los que la dirigieron. Las circuns-
tancias la hicieron; pero los hombres que la casualidad puso a]
frente no eran los más á proposito pam dir'igir una revolu-
cion que 110 empieza por convulRiones pU(Julares, como suce-
de ordinariamente, sino por dis(Josiciolles pacificas, y en que
la fuerza solo se pI'esenta en idea y no en realidad. Esta espe-
cie de revoluciones son acaso las mas dificiJes de dirigir, ]lOr-
que los {'stol'bos que encuentra el pueblo en las mismas venta-
jas que hemos hecho ver en la autol'idad, van obrando á pro-
porcion que se va alejando la probabilidad de que obre la fuer-
za con que se amaga al pl'incipio, y está desde entonces el cam-
po Iihre á las pasiones y á los intereses personales del partido
del monarca á quien vienen al punto á auxiliar la intriga y la
ambicion, que obran en el Rey sin el cout/'apeso del miedo y
del terror. No todas las revoluciOlws tienen el mismo carac-
ter y naturaleza, y no deben pOl' esta razon emplearse en to-
das los mismos medios de cons{'rvaeiony de direcciono En la de
España se quedó el Rey en el centro con todo su podel' lisieo
y moral, y basta con el prestigio y la ilusion, que valen más
que la fuerza en estos casos. Sus agentes no contaron con
esta su naturaleza particular, para darle rumbo; la llevaron
por donde se llevan todas; y el elltusiasmQ y las pasiones,
que son el alma de las que producen las fermentaciones popu-
lares, fueron empleados desde el princil)io para dirigir ésta.




REYOr,UeJON DE ESPAÑA. SS5


que se hizo torJa por decretos y disposiciones del Rey; y la au-
toridad que tenía y ('onscrvó de¡.:pues. daba fisica y moral-
mellte el primer impulso á toda la f:wrza del gobierno. Si
algo había que conducir con cuidado, y asiduidad impertur-
bable, eran laf¡ ideas de este homhre lJue era, se puede decir,
toda la revolucion, y se podía temer ~e sus habitos y propen-
sionc,-, ql¡e no estuhieile bien labrado, para servil' de piedra
angular á este lluevo edificio, y fOl,tificar su trabazon. U nÍ-
sono con las malas dispm,iciones de los lmeblos, que se habían
fundido en el mismo molde, Sil extravio, si semallifestaba.ar-
rastl'aha por simpatía toda la nacíon ; y la l'evoJudon, que era
él soJo, porque no tuvo ésta la base de la fuerza popular que
anuncian casi todas, y las realiza por trastornos, y convul-
siones, habia de deshacerse por sí misma desde que él pudiera
decir no, como se hizo por sí misma, y sin ruidos, desde que
dixo, sí. No haberse hecho cargo del caractel' particular de
la revolu~iol1 es en nuestro juicio la causa de que anunciase
desde el principio su mall'xito porque desde entonces equi'vo-
eallamente se le lIió el rumbo que la perdió.


El celebre ArgüeIJes, cuya lletulancia era su ciencia, y cuyo
patriotismo estaba por ella en razon inversa de sus palabras
y de sus apariencias, se hizo el xefe del primer<ministet·io, que
llamaba el burlon de Fernando. el ministerio de los presidarios;
y aspirando en esta segunda epoca de la libertad á la demagó-
gia !JI/e exereiú en la primera, se hizo la clave del gobierno, y
dió ordenes desde el tl'OIlO absoluto que él mismo se levantó, al
trono constitucional de Fernando. El partido preponderante
de las Cortes era dil'igido por el libeml contrahecho Conde de
de Toreno que para ignominia de los Españoles puerilizaba
la magestad del congreso con un ultracismo de liberal e.n sus
discursos, que no decía consonancia con la firmeza escandalo-
sa con que S05tU\"0 los ruinosos emprestitos que se tomaron con
su illtiUXO, y el negorío de la deuda de Holanda, ni con el gl'an
capital que le ha resultado despucs á él de estas sordidas nego-
ciaciones. El Rey estaba violento y como en prensa en este
sistema constitucional que movían exclusivamente Argüelles




REl'HATOS POLITIeUS DE LA


y Toreno. Hubieran debillo llonerse entonces al frente lIBOS
hombres y un ministerio, que desde el IH'incipio se hubiescn
hecho cargo dc la naturaleza dc la revolucion, y de quc no sc
podía nunca esperar que el alma dc un Rey, amasada y criada.
con la leche del absolutitilllo, cambiasc tan pl'onto dc naturale-
za, y disimularle esta in!lata y aciaga indinacion en bien dI'
la líbel'tad nacional. Todo lo contl'ario hicieron csto:,; dos titi-
ritel'OS de la libertad. Fué todo su emllcño señorearsc uel
Rey á las claras, irritando más y más sus IWI~lIdiciales pro-
pellsiones,-darle en los despachos los consejos como leyes,-
convertirlo en escl'ibiente á sus ordencs,-acl'illlinal'le de fren-
te y al publico sus acciones y pensaniicntos,-y buscar Sil IJlI-
miVacion en vez de su engreimiento, y AU gloria eOIl el fin de
ganal'lo para la libm'tad. En lugar' de ocultar al pllpblo des-
lumbl'ado y sorprendido por el respla1\11o¡' r'rpclltillo d" la li-
bertad, y cuyos ojos no lJodían SUfl'Íl' ta'll,t ¡nz "Ül un intel'lllr.llio
moderador, la violcncia COIl que se IlI"cstaha el Rey al nuevo
sistema constitucional y lo que sc resistía á id su corazon, ha-
cía Argüelles UI1 alarde impolitico y aun l'itlirulo de hact'I' IlU-
blicas estas sus dehilidades y propcllsiOlICS. rltlc dC'b'Jan ,,1I¡mar
alllumeroso pal,tido servil, que lo n'cia cl)lI~titllri:lllal, (\.UI1-
que seducido y contra sus!;¡entimientos naturalt~s. En efecto,
el dia en que Argüelles tuvo cl an'cbato illsl'mmto, y de un
hombrc en delirio dedarado, de despachal' ~xpl'esos por sí
mismo yen su solo nomhre, anuncialldo á la Ilacioa, fIue Fer-
nando acababa de dat, al General Cal'bajal el ¡~()ll)bJ'amielltú
de capitan-general de Castilla la nueva sin la l'ltbl'ica del
minish'o, como previene y mallda la cOllstitucioll, fué el (Ji-< en
que se decidió el restablecimiento del sistema p' c ... l\) y se
destruyó el constitucional. Los lJUcblos se descngaiíal'on en-
tonces de oficio de que el Rey no estaba pOI' el sistema, y 110
guardaron yá temperamentos. Esta es la epoca de las pal,ti-
das, de las conmociones popuhu'es, de los !;lIcl'l'illerüs, de la
manifestacioll impudente del partido sl'l'ViI, de los rezdus tIel
libel'al, del infiuxo descarado de los obispos, (f¡Ue creían como
los serviles, que el Rey estaba seducido pOl' los liberales f¡ fa-
vor de la constitucion,) y del descaro de los puclJlos contra el




llEVOLUCION DE ESPAÑA.


Rry constitucional, y del de este Rey contra los pueblos. Aquí
em pieza yá la anar'quia constitucional y la impotencia del go-
hiel'Jlu flJIltr'a el rxtl'a\"ío general de la narion. Argiiclks il··
\'itauu empezó ~á á uil'igit' deslle su silla por avisos seCl'eios
y anticillados los tumultos de Madrid, Sedlla, y Cadiz con las
demás capitales, pal'a manejar por medio de ellos y á su ama-
ño, IOR resortes oe} miNIo, del te1'l'01' y del absolutismo minis~
terial, y emhotar el desenfreno de los serviles, que amagaba
con un transtorno rCIJCntino Y el de las conspiraciones, que se
sucedían unas á otl'a!-l y se preparaban, luego que se llegó á
entelHkl' que el Rey las tomalJa como un scnicio. Forma
em¡Jeíio el ministro en cerrar la Fontana, saca una orden para
é!-lto y prestó des pues ullaexpresa condescrndencia para que se
abrie/'a, luego que se creyó en prligro (le ser' separado del
minister'io y en la necesidad de imponer al Rey con mo-
vimientos populares, y tumultos puestos á mano par-a los
casos de apuro y las necesidades !le imponer al monar'ca,
que por su parte tr'abajaba en selltido contr'al'io. oponi-
endo partidas á tumultos, guerl'illcr'os á ministros, pr'odamas
serr'etas á decretos, y fll4.'I'za efectiva y extr':lI1!-;"el'a á fuerza
apar'ente nacional. Al'güelll's que mUlJ(laba al ministerio, y á
las Cortes llor medio de 'rOl'eno, era el Rey del .Rey mísmo, y
su idioma, quando le hablaba ó le consultaba, debía correspon-
del' á la conciencia que tenía de su alto y omnimodo poder. A
rlonue no p')día JIegar' por los medios legales, llegaha sin duda
llor el sistema Illaiio'lo y prdido de los tumultos y conmociones.
La nacion le oponía las maldiciones 'lile 110 ohr'an tan aí lIas, y
el odio con el qual se vi,·c en salud y fortuna la/'go tiempo; los
liberales un deslwecio tan gl'ande como su vanidad, y ellgrei-
miento; y Jos seniles su numero y la avel'sion implacable de
Fernando, rIue valía para ellos más que Sil opinion ridicula de
dhYino, los medios mesquinos y casi nulos de su talento poJitico,
y la gal'l'ulidad, con ql1P hacía ell las COl'tes pam con el pOllU-
lacho el payaso de los Ol'adores.


Un sistema de gohiel'no ur'dido á resistenrias y á arbitrarie-
dades constitucionalrs, no podía ser favor'aole á una cOl1stitu-
don que no estaba basada solJrc las costumhl'cs y el t~rrcl1o,


1'11




358 HETRATOS POLITICOS m: LA


ni tenía sino muy pocos dias de vida. Fernando debía tam·
bien ji' adelantado su plan de destruccion, á proporcion que las
Cortes y los ministros le fuesen auxiliando con sus decretos y
leyes extempm'áneas, y con sus aberraciones continuas de las
leyes eonstitucionall's. Así es, que los pueblos todos se orien·
tal'on de estos extravíos, y aun los liberales más amantes de su
sistema. empezaron á dudar del bien que podría producir' una
constitucion, que fundada en los principios inconcusos y de
etet'na verdad de los deredws del hombre,-soberanía del pueblo,
-y dij)ision de poderes, favorecía despues en el hecho la omni-
potencia del congreso que, baxo la ridieula y falsa nomenclatu-
ra de lIecreto, hacía leyes sin sancion, y con la importuna y
más que ridicula invencion de indicucion. aprollaba proposicio-
nes y leyes sin discusion arbitraria-é inconstitucionalmente.
Par'eeía que por estos medios plleriles y rateros pensaban los
demagogos de las COI'tes ir ganando sobr'c la constitncion el
terrenll que había por ella perdido FernandQ, y despotizar
constitucionalmente, como lo hicieron.


Pero la verdad es una pOI' qualesquiera camino que se bus·
que; y la de las leyes constitucionales nI) se halJÍa pucsto pOl'
sus autores á la distancia necesaria, para (jue se pudiese ver
por toda la nacion. Los ojos de los Españoles habían criado
en el largo tiempo de su escla-vitud una especie de catarata
que no les dexaba ver bien los objetos sino al tJ'avés de esta
tela que le habían formado los habitos, la ignorancia, y prco-
cupaciones de todas naturalezas. La Peninsula estaba tam··
bien cubierta de una atmosferM. bastante cargada de estos eflu-
vios y miasmas que mandan los errOI'CS, quando se apoderan
1)01' largo tiempo de una nacion. Hasta que llegue á purificar-
se el clima con la luz que arroja la verdad y la reforma de
las costumbres y habitos viciosos, llor demás estará buscarle
á los hombres objetos agradables y lIellos sistemas de gobier-
no. Su retína no l'ecibil'á de ellos la menOl' impresion ni ima-
gen, ó si la llega á recibit' alguna vez, será al cabo de mucho
tiempo y á represas, y no sin altrl'acioll y desconformidad eu
alguna ó muchas partes (le sus contornos. El modo de ver las
almas tiene mucha semejanza con el de los cuel'l)Os. Como
¿stos ·pOl' entre una tela verde ven los objetos yerdes, y azules




REVOJ"UCION DE ESPAÑA, 559


por entre una de este color; las almas los ven tambien del co-
lor que les ha puesto la educacion y las preocupaciones. ¿ Có-
mo querían pues nuestros constituyentes que viesen bien los
Españoles á la libertad por entre la tela de la esclavitud, la re-
ligíon al través del fanatismo, y á la verriad por el medio de
la mentira! Si no es uno sólo r.J articulo de la constitucion
que acredita, que aun ellos mismos veían la verdad á medias,
porque aun no habían dcxado caer del todo el \'elo de sus ojos;
~ cómo es que suponían que la masa del pueblo desde una dis-
tancia inmensa del objeto, y por entre una atmosfera tan car-
gada y obscura, podrían alcanzar donde ellos no veían bien
todavía? La desgracia de los Españoles está en esta torpeza
de sus primeros representantes. Toda la historia atestigua,
que sus almas están amoldadas para la liber'tad: el arte y la
fuerza de los Romanos han tenido que trabajar más para qui.
tarsela, que lo que trabajaron por el mismo fin con nacion al-
guna: su bello clima forma imaginaciones vivas y alegt'es, que
resistil'Ían por sí mismas las tristes impresiones de la escla\'Í-
iud, si un mundo de esclavos no hubiera familfarizado con
cHas á todos los hombl'es, y borrado con sus impresiones con-
tinuas las hermosas de libertad que estaban en su naturaleza.
Por eso se han visto muchas veces haciendo esfuerzos para
adqUIrir este bien perdido, que acaso no ha existido entre los
homures sino en idea y en los derechos que están identificados
con su esencia, y felicidad. El empeño de los que los tirani-
zan es que no la vean en todo su esplendor, y está en asociar
á su consecucion y á los conatos por ella, desgmcias y sufri-
mientos,-en oponer á sus goces y satisfacciones la resistencia
y la rCJll'obacion de la religion que no quiere sino tristezas
y lagl'illlas en este mundo,-y en tener siempre temblando
y aterrados á los hombres, llara que la teman, como su ma-
yor mal por los males que su sola tcntiva les puede Pl'odu-
cir.


Si las cortes constituyentes no hubieran olvidado tan pronto
el cxcmlllo (le la Francia, nacion más adelantada en luces que
la España, hubieran tentado primero quitar este velo que es-
tOl'bar ver claro á los Españoles, y despues hubiera sido más




S4U RETRATOS IJOLlTICOS VE LA


facil~ que riesen y amasen á la libertad. Una l'c\'oIucion en
que el pueblo solo lll'esta una cquivoca comlesceJllkncia, y los
))()('os que dan la ocasioll tienen otJ'O estimulo que el solo ue la
libertall, dexa á la nacíon, como sp cstaba, y tienen los qne la
dirigen, que I'erabal' con al'te del pueblo ulla uecision más á
Jwueba. y IIn entusiasmo dificil de excitar en imaginaciones I]UC
la lihel'tad mi"ma 110 acalor'a, y que el Rey ticnc cogidas por
Jos hahito,>, el fánatismo, y la ignol'ancia. La naturaleza mis-
ma de esta I'evolucion pedia medidas muy singulares: á penas
sc había al Pl'illCipio hecho oh'a cosa, drcidicndo al Rey, que
ponel' un molrll' fHlt'a rila; los go,cl'nantf's y los legiéiladores
eran los q uc deéipues lo deLían i,'llenalldo de suhstancia ú mate--
rla l'cvolucioIHLI'ia, es decir, debían ir haciendo la I'ev.olucion,
que e'lIIsi~te el! sqmnu' estol'bos, y l\1'1't'glar de un Illollo nuevo
los hombrcs y las eORas. Nada había hecho la lihe¡'tad, sino
decidir al Rey, esto es, hacerle t!ecil', que dexal'ia obrai': esto
fué todo lo 'lue hizo Riego y sus auxiliauol'cs. Prl'o el Rey
cl'a Hey, y los materiales sohre quc sc había dc obra¡' eran
E"'paüoles, y el'an resistcutes, como el Rey, }JOI' la llatul'uleza
de su etlllcaciol1. La I'c\olucioll estaba aun ])01' hace/'; no la
había hecho la fuerza ó Ja violcllcia popular, como sucede casi
siempre: el tr'astoI'llo que se llama y cs la eseueia de la revo-
lucion, lo tenían que hacer los que la di¡'igiesen, y por medio
de un Rey y liBa nacion que se pI'estaban poco. Todas las ve-
ces 'lue hall malogl'ado las naciones sus esfucl'zos, pal'a conse·
guil' la Iibe¡'tatl, Iltl ha sido otro el InoUyO (jllC el de 110 haher
cOlltado ('on esta mala disposicioll rl1 que estaban los pueblos
pal'a I'ecibil'la. Cc]'ca de ochellta ailos de desastres y sangre
continua costó á la Inglatcl'a la poca lihertall que desfl'uta. La
Fl'ancia llora todavía los treinta años de horl'ol'cs qlle ha su-
fl'ido pal'a conseguir la suya, y al cabo se ha 'llIcdado sin ella.
I .. os Holandcses yá más ilustrados por el pl'otestantismo y la
tiranía de Felipe, conocían más su precio; y eOIl todo, puede
se)', que sin la crueldad del DWllIC de Alva,-Ia pcrsecucion,-
y el auxílio y cooperacioll de Inglaterra, Fr'ancia, y los pl'O-
testantes de Alcmallia, huhiel'an los partidos y el oro dc Fcli·
pe, preparado al principc de Orange la suel'te de Hiego y á la




REVOLuCION DE r,SPAÑA, 341


Holanda una til'anÍa mÍt!'; il'l'itada que la que tenía. Solo los
E,;t;u!o,'l AII.c;!o-Amm'jcanos han podillo lizonjearse de estar
})/'ep¡ll'ados oc antrmallo para Ulla re"olucion que acelerase el
lllDlnelito tic Sll lihel'ü!(l. No le rj'U ésta tan desconocida, pues
la habian 1I1ama!lo con la IccllC en Ill,~!at('rra de donde habían
Yrllirlo, y casi ,'ivía con ellos en los bosques, que es su verda-
vem domicilio: la libertad religiosa que conservaban, les }H'e-
disponía tamhíen pal'a la politica: la opl'esion de la mett'opoli
rmpeiiaba cada dia rnlls su ansia por ella, y la distancia de la
Madre pat!'ia, su "ituacíOli ~eo¡;J'afica, las circunstancias de
la Eur'npa il'l'itada pOi' elllulacion y zelos contra la Inglaterra,
y la obstinacion de bta en la lucha contra sus colonias, sin
dal'se á partidos Ili tempel'amelltos, antes biell irritandolas más
y más; facilital'oll su independencia y fixaron ese gobierno
{jUC, solo enit'e tolllls los que existen, desmiente con su felici·
lIad Pl'Og."csi\'a, con el aumento desmedido de su poblacioJ\, y
con una tranquilidad interior que tiene corno encantados á sus
hahitantes, las teorías monarquicas de Montesquieu, y la per-
fcccíOIl del gobierno Illgles, tan decantada por él.


QuaJcs'luicl'a ,ée yá. pOI' lo quc hemos diclw, que la Espa~
lía, enlazada cou las naciones EUl'opéas pOI' su mismo tel'l'ito-
rio y sus intereses,-debil por su grande y esparcida exten-
sion-,-no menos 'Iue por el allOcamiento que inspiran tantos
siglos de esclavitud,-supersticiosa hasta la locura,-aburrida
pOI' su llIi~ma nulidad, que había recabado yá en ella una com-
fOl'lllidad. ([ue casi le lizonjeaba en su posesioll,-situada por'
la falsa idf'a 'pie se había formado de su religion en el pais
de los espiritus mejor que en el 'de los homb¡'es, que le habían
enseiíado era necesario abandonar al nacer,-engañada por
impostores, que se habían empeñado en que no viera jamás el
menor" resquicio de luz, para tenerla siempre como la tenían
á su disposicion,-que había perdido hasta la memoria de su
libertad, ni sabía de ella sino }Ior las maldiciones que le echa-
ban los satelites de su señor y los sacerdotes, que, viviendo de
la esclavitud de los demás, habían jurado perseguirla y á sus
amadores hasta desterr'arlos del univeI'so;-qualesquiel'a, re-
petimos, que haga estas observaciones, está en estado de juz o




llE'l'RA'l'OS POLlTlCOS VE LA


gar, que una nadon así situada, y circun¡.:rrita cn todos sentí.·
dos J es dificil J y c¡\si imposible. que sra libt'e ~ntes dc situarse
en un punto de vista más fa\'orallle á la lihertad. Esto es lo
que debían habel' hecho las Cortes en IU,I4'ar de sacar á la na-
cion con violrllcia y de una vez del sistema EUl'opéo que le
dabael mO\'Ímil'ntode que vivía. y arrojarla al azar' á ('1 de la
Grecia y Roma, que yá no existen, y es un pais soñado y qui-
merico para ella. El clima de la libt:'rtad no suft'e tampoco
seres tan debiles y degenerados, las primeras imj)!'esiones les
desatinan y matan. Es necesaria m~cha prepal'acioll, y t.irmpo
para llegar á aclimatarse en él las almas esclavas, y las Cor-
tes ereyeron sin {luda que bastaba mU(\ar los nombl'es, para
mudar las cosas y el clima, y decretal' libertad, llara que la
hubiese.


Los Españoles bubier'an sido libre~, si sus nuevos legis-
ladores, huhieran estudiado bien la naturaleza de la revo-
Iueion que manejaban, y que el Rey que estaba en el cen-
tro, no estaba allí sino para entorpezerla y destr'uirla. Mi-
entt'as este estorbo, que llegaba con su influxo á todos los
puntos de la cit'cllnfercl1cia, no se removiese ó dcsl'il'tu-
alizase, era claro que Cl'a el juego de la liLel'tad el que
hacían las Cortes y el gobierno. El ¡meblo que no había
tenido movimiento en la revolucion, y la había visto con in-
diferencia, y aceptado por novedad, como despues la reprobó,
giraba 1101' una especie de atraccÍon que le había ¡Jecho natu-
ralla costumbl'e y su habito de sumision, al rededur del Rey,
como su satelitc; su prestigio lo forzaba de UII müdo que no
había fuerzas humanas que le hiciesen variar el movimiento y
la direccion; y este Rey, á pesar de su juramento, le hacía
siempre llevar el mismo rumbo, que él no rliscontinuó, aunque
las palabras y el exterior parecian alguna vez hacer Cl'eel' lo
contI'al·Ío. La revolucion, pues, no lo fué, ó solo estuvo en la
boca del Rey que se dió por mudado, sin estarlo, yen]a torpeza
necia de los liberales que cl'eían llevar otro movimiento,
qnando seguían el mismo. Los Españoles bubieran sido libres
en otro continente, en el qual, como en el de la Amer'ica, se
hubiera inoculado Con buen efecto la libertad;-los Españoles
hubieran sido liln'es en una region, en donde la palabra liber-




REVOLUCION DE ESPAÑ .... ,


íad no hubiera ~it!1) todavía. como en la Europa, prostituida has-
ta la infamia ,](' sigllifiear la mas veJ'gonzosa esclavitud, quí-
tandole así su at.r·acti \"<J y simpatía natural con la eS¡lCcie hu-
mana ;-10;;; ESjl:tiloles hubier'all sido libres, si hubiel'an acudi-
do á la naturaJcza más \lien que á los libJ-ol'J, para darles la.
la libertarl, ) al ti(,1I1 po más bien que á los p¡'incipios, para
consolidal'la. No lo han sido, y han remachado sus cadenas,
bu~catl!lo la lihertad, portlue los que constituyel'on su sistema,
y lo sostuvieron despucs, leían más que pensaban, observaban
lDl'nos que fr·aslarlaban. juzgaban á los hombres como los dá
la lIaturall.'za, y los definen los libros, y no como están en la
societ!atl,- y á la Iibel'Ílul, como es en el derecho, y nú en el
hecho;-Ilauan más valor á las llalabra'l (Iue á las cosas: creían
que tOlla:; las revoluciones ('ran de la misma naturaleza por
más que se diversificase su origen, y que todos los pueblos te-
nían las mismas dispo¡¡iciones para la libertad, y que por eso
debían ser los princi pios el remedio de todos los males que
produzcan y los extravios que tengan, qualesquiera que fuese
la nacion que los lJadecil'ra. lloco tf'lIÍan que hacer en ningun
caso los legisladores, si elplatonismo de este sistema fuera
tal, como ellos lo juzgaban.


Pero la España, y la Francia ántes que la España, acaban
de d~smentir solemnemente un error politico tan grosero, que
supone á los hombres alltomatas, y dá á los principios una
f"er'za magica, que dispone de ellos como si fueran muñecos
que no tuviesen voluntad ni accion propia. Los hombres están
constituidos de modo que es menester para que obren, que ellos
por sí mismos Se presten á la accion y COllcurl'an ; y quando
su querer es imlledido por estorbos que halle dentro de sí su
voluntad, es necesario apartar estos estorbos, para que quie-
ran, y para que obren; y esto es lo que tienen que hacer los
que los dirijan, si han de esperar fruto y resultados. De aquÍ
la necesidad que tienen de consultar no como quiera, sino de
estudiar la naturaleza de la revolllcion y la disposicion de la
'lociedad, no menos que la del Rey que está á su frente, y la
pal'Íe fiue éste ha tenido en el trastorno, y la mala ó bllena
fé con (¡ue puede ó debe proceder, para suplir estas faltas. si




nETHATO~ I'OLITlCOb DE L.\


son de naturaleza de ser supJidas ó apartar Jos estorbos con la
prLHlencia que permiten las crisis de las revoluciones, y el in-
flnjo más ó menos que haya tellido y cOl1sene en ellas c111lle-
blo. Para todo esto, es necesario que se combinen tambien los
directores con el tiempo; porque ellos pud6m bien disponer
los medios, mas como vivimos en el tiempo como en ellll.!j'w,
es en él, donde debemos emplear esos-m('dios qlle juzglléruos ¡t
proposito para arrojar de la voluntad los estOl'bos que le impo-
sibilitan ser libre. Si están muy ,'adirarlos y casi identifica-
dos con ella, se necesita muclJO tI'ahajo, y por consiguiente
mucho tiempo par'a esta em¡lI'esa; y hasta que se concluya, ('s
imposible adelantar un paso en el camino de la libertad, por
más que se pronuncie esta palabra con entusiasmo., se le can-
ten hymnos, y celebren funciones, y parezca que está domici-
liada con seguridad. j Quánto tiempo necesitarían Jos Espai'io-
les para prepararse así para recibir' y~l sin miedo ni obsta-
culo á la libertad en su nacioll! Reynal dixo, qllando le
nombraron en la rcvolucion de F¡'ancia miemb,'o uc la asam-
blea : que no esperaba nada buello, porq1le la 1'c"('olllCiol! se había
adelantado un siglo. Si esto creía 1{eynaJ de la Frallcia del
siglo de Luis catorce; ¿ I}uántos siglos HO ueuerán faltar á la
España, á la Espalia de Fernando 7° y de los fray les, para
hacel'secapaz de la Jibertad ?


Hay dos hombres en cada UllO, el lJOmbrc de la naturaleza
y el de la cuucacion y la socie!lad. El p,'imero ei'l rnE~paí1a
el más apto y digno para la liuer'tad de tal/us Jos '11w hay so-
bre la tierra; la naturaleza he¡'mosa de su clima resiste por' sí
misma las tristes y sOl1lbl'ias impresiolles de la esrla vitud
como hemos sentado; sus frescas y aJcgl'es imagillacioncs no
podr'ían vivir mucho tiempo en los horrores de Sil imp¡'C'sion;
era necesario á fuerza de tiempo, de cOl'I'u}Jrioll y dc fanatis-
mo desnaturalizar el temlleramellto y el hombre para adima-
tarja en él. Se puede \'el' en la hii>hn'ia al Espaí10l lilln', é in-
cOlltml'restable por la liuerta!!, relJil' degetleJ'anuo de siglo en
siglo, y á la mallO de sus op1'eSOI'Cs lahl'andole rOllstantemell-
te cscla\'o, y aI'l'ancandolc hasta los uhimos l'f'stWl dI' lilwl'lad,
para lIispone¡' de él como ~wy lIisJlOlwn sin el pclig¡'o ue que se




ltIWOLUCION DE ESPAÑA. 345


qui.siese escapar á su primer 11ais, que hoy desconoce, pues se
ha tenido cuidado de destruir'le hasta la t1'al1icion, y no se
llega con la memoria más allá Ilel pl'imer' anillo de la ca(lena
de la esclavitud, más lexos del qual no hay para 10f¡ Españo-
les más que espacios imaginarios: está de tiempo inmemOl'ial
en todos los paises de la ElIl'opa corta,da absoJutamt·nt(· la co-
rnullicadon con c1llais de la libertad, que es el pais de la natu-
raleza y el de los hombres. Es muy dodoso si la civilizar ion
que hahía de haber ligado estos dos paises, ha sido el que los
Ila de~unido sin retorno y sin esperanza. Lo ha dicho un filo ..
soro de quien se han reído pOI' eso los sahios. que acaso no ha-
bían, como él, largado del todo la catar'ata de la preocupacion y
de la rutina. Yen España el hombl'e de la sociedall, que des-
miente y aun contradice al de la naturaleza, está ciel'tamt'nte
desde que entró en relaciones con los de las demás naciones y
se gober'nó como ellas, amasado con esclavitud, la ha conver-
tido casi en natm'aleza y fuera de este su elemento apénas
pue,le yá respil>ar. Nuevas costumhres, nuevos habitos, nue-
vas ideas, lllleva educacion lo pueden ir aclimatando poco á
poco t'1l sus país de liber'tad ; pero para eso es necesario tiem-
po, constancia, luces, conocimielltos y tI'abajos. Hasta tanto
deber'á su fl'j" inquietudes, males. incertidumbres, atrasos y
recaidas. Los prindpios genel'ales suelen y deben aumentar
el mal: dados en la dosis necesaria y nada más, y en sazon á
pl'oposito, COII suficiente preparacion, es como poco á )loco 110-
drÍan obml' favol'alllrmcnte y sin peligr'o. Las COl'tes constitu-
yrntes los han 'luer'ido dar á los Españolt's en la constitucion
enteros, como entán en los libros, y sus dehiles estoma-
go:> no los han podido digel'ir, volviendolos en la misma for-
ma que Jos tomaron.


Es ulla cosa bien singular, que la E'lpaña no pueda ser yá
más, ni como era, ni como quer'ían los constituyentes, que fue-
se. Es preciso relletil'lu una Y mil yeces; pocas ó ninguna
vez somos lo que qlleremor-l. Vamos e.rnharcados en el baxel
de la sociedad, que es llevado por e] tiempo y las circunstan-
cias. Es y ser'á de nosotros siempre, lo que sea de él: no po-
tIremos jamás ir ¡¡()etante, quando él ande hácia atrás, ni hácia


xx




346 HF.TRA TOS POLITICOS DE L\


atrás, quando él vaya hácia adelante. Los Españoles del siglo
diez y nueve no podrán ser los del siglo dirz, porque el tiem-
po y la sociedad JlO son las mismas. Ellos bien se podrán
obstinar en no mudarse; prro sufl'ir'án los rigores y violen-
cias que las cir'cunstancias y el tiempo les ocasionen, que al
cabo, ú les quitarán la existencia, ó los pondrán á ~u nivel.y
en su direcciono No hay en el hombre ni en las naciones fuer-
zas para resistir este impulso. Los consejeros ó aduladores
de Fernando son bien cortos de vista, si no ven esta alternati-
va.. En el nno y en el otro extremo está la desgracia ultima
de Fernando: ó dexa de existir con la nacion, ó exiiltirá como
rebelde á la narion yá constituida, como quiere el tiempo, y
la naturaleza del siglo. El intér'valo que nos separa del ti-
empo de esta deciilion debe ser yá muy CO['to: hace algunos
años que está el tiempo brrgando para acelerarla: sus esfum"
zos y tentativas se redoblan y multiplican; yá se acercan con
demasiada inmediacion la una á la otra; parece no estar muy
lexos el instante en que se unan y formen una sola, que no se
discontinút>. y yá entonces dt>xa de ser tentativa y se convierte
en nuevo si~tema ó constitucioll. El tiempo pone las circuns-
tancias y empuja á los homlJl'cs; y éstos desJlues se van colo-
cando por su propio }leso y la naturaleza de las cosas en los
cIa['os que ,'R dexando el tiempo que se fué, en el que lo reem-
plaza, y queda hecha la ob,'a, sin que los que se llaman auto-
res hayan sido otra cosa, CJue piezas de esta maquina que ha
venido el tiempo formando. Nadie ha auxíliarlo al tiempo en
sus miras sino el op,'csor, que ha amoldado las }Jiezas con él
pal'a oÍl'o nuevo sistema dithcllte dcl que I'cgía. Fernando
entonces será una de estas piezas desechadas por su despropor-
cion, pulverizada y deshecha, cuyos destrozos entrar'án acaso
en el ripio y materiales de los cimientus, ó será arrojada bien
lexos, para que la malefica atraccion de sus pl'Openciones no
desllllu las otras con pe'rjuicio del nucvo edificio. La espe-
ranza !le los serviles y de los fanaticos no es racional sino está
apoyada sino en esta falta de disposicion y preparacion que
oporHm los Españoles á la libertad; porque el tiempo la cura,
y la buena direccion y el tino de los gobernantes pueden su·,




REVOLUCION DE ESPAÑA, 347


1l1ir en mucha parte la obra del tiempo: el caso rstá en tomar
los hombres tales como los dá la sociedad para it'!os desbas-
tando y disponiendo, y no como están en los libros y en los
pri ncipios.


Los Españolcs, como todos los hombrcs tienen puntos de
contacto con la líber'tad en su naturaleza p,'imitiva, que con-
servan todos en medio de la corrupcion y de los malos habitos.
Eu hil'irndo sus fibras con las impresiones del bien, suenan
todos sin falta; el bien sentido no puede ser un mal pal'a nin-
gun hombre. Es mt'r1l'ster ciertamente mucho arte para de-
sembarazarlos de estas impresiones de las preocupaciones y
de la rutina, quc familiarizan el mal con el hombl'e; pel'o la
política y ciencia de los legisladores no consiste en hacer de-
cretos y dar leyes; sino en su opol'tunidad, en la prudente
aplicacion de los pr'incipios, en sazonar para ellas y por ellas
á la nacion, y en el sabio manejo de unas preocupaciones, para
destruir otras, de unos abusos para deshacer otros; en el ta-
lento de permitir, para IIrgar por la permision algunas veces
al desengaño y á la prohibicion; finalmente en hacer de modo
que una I'efo/'ma impcrcelltible, llame otra mayor, y que pre-
paranuose así g/'aelualmente unas á oh'as, el pueblo las llegue
á oesear, porque sienta su necesidad, situandolo de modo que
se k haga sentir. Ulla revo}ucion que no se ha hecho por
convulsiones estrepitosas, y en que el Rey se pone de acuerdo
Ilcsde el principio, se presta á todas estas coml'aseadas combi-
Ilaéiones: si la mala fé del Rey las resiste, es él solo, y debe
ser, el objeto de los leg'isladol'es. Es muy l'idieulo y muy per-
judicial para la nacion y para la JilJer'tad, obrar á sabiendas,
pam malogml'las medidas. Yease entonces cómo entra el Rey
en su deber, ó se separa este estO/'bo: la nadon puede sufrirlo
por sOl'presa ó por preparacion. Luis 16, querido sin duda de
los franceses, rué separ-ado á ciencia y paciencia de este pue-
blo que lo vió despues en el suplicio sin alteracion. El pueblo
es generalmente docil: es temible sólo á repl'esas, quando los
gobernantes lo descuidan y no lo traen cOlJstantemente pI'epa-
rado. Se ha dado siemp.'e equivocadamente por los que go-
biernan más poder á la fuerza, que al arte, que sabe manejar




348 RETRATOS l'OLlTICOS DE LA


las fieras, sin duda pal'a ahorral' los trabajos é incomodi~
dades que traen las minuciosidades de los amaños, y rodeos
de la prudencia; pero las ,'!wolllciones los hacen indispensa-
bles contra la fuer'za. casi il'I'esistible n'ente á f¡'ente, de las
preocupaciones, y el put'hlo obl'a siempr'e en ellas por bascas~
que le hacen sfmtil' su poder, y yá entollces es dificil manejar-
lo, Las preocupaciones mismas pueden evitar estos peligr'os
si sr sabe manejar á los llueblos por ellas, En las nariones en
que, como en España, hasta las verdades más c1al'as se creen
por pl'eocupacion solamente, y no hay pl'incipio ni verdad, que
persuada pOI' sí misma, ni luces (Jal'a verla en toda su exten·
don y fuerza, si empezamos, como se ha becho, por defraudar-
nos de los instrumentos seguros de laR pr'eoclI)laciones, IOR RO-
los á proposito para manejal' la ignorancia humana; ¿ por
dónde habrémos de coger á los que tenernos que dir'igir, si
han renunciado basta el testimonio de sus propios sentidos, y
aun el medio infalible del placer y del dolor, que han variado
de natul'aleza. en el idioma de los politicos Españoles, que son
los frayles y los teologos á quienes oyen exclusivamente y con
una 11I'cferencia tan marcada que arguye bien el gl'auo dc en-
vilecimicnto y ue ignorancia de esta nacion ? U na preocupa-
cion es entonces un hallazgo para un legisladO!' que sabe usat'
de ella con oportunidad y con discresion, y una palanca que le
puede ayudar', hasta para desquiciar la preocupacion misma,
de las almas con quienes se había tenazmente identificarlo~
quando yá haya ''''I'\'ido contra las demás.


Si hemos dicho que los Españoles están muy distantes de la
libCl,tad, !lO es porque lo estén 1'11 el tiempo, sino en la disposi-
cion en que lo deban poner las luces pa['a ['ecibirla: no es por.
que lo estén, porque estas luces necesiten siglos, sino porque
necesitan circunstancias, tino, y sazon para dit'igirlos por sus
mismos flancos y extravíos, para arl'ibal' á ella, Quamlo ha-
blamos dp, estas dificultades que presentan la ignorancia, habi-
tos y prf'ocupaciones de los Españoles par'a la libertad, hemos
querillo tlecil', para llegar á poseer'la en su perfeccion, tal como
puede IIc~ar' á dri'lfrutal'la la eS¡lf'cie humana; pero no para
poner'los en el camino de conseguirla por grados, r del modo




REVOLUCION DE ESP AÑ A., 349


Ilue lo puede llevar el rstado de las luces~ que se vayan tambien
aumPlltalulo á proporcion: no hemos querido decir (IlIe fuesen
necesarios hombl'es lIurvos. para hacerlos libres despues; sino
(lue los mismos homlwes se "ayan amoldando hasta lIt'garlo á
ser, dcscmbar'azandolos de los estorbos, y hasta de los resabios
que al fin les deben quedar de su prolongada esclavitud: he-
mos IJal'ado la consideracion más bien en ]os reformadores, que
en JOfl pueblos que se querían reforma[': las preocupaciones de
e&tos pueden ser manrjadas con algun exito quando los que las
dir'igen, tienen la huena fé, el desinterés, el patriotismo y la
ilu'lh'adon necesarÍa para el caso. Pero si los que se ponen
al f"f'!ltr viven de rilas, como los 11emás, ó, si faltos de este
tino prullendal y de circunstancias de que hemos hablado, creen
qul' se IHwden del'l'ibal' de una vez con un decreto, para no pa-
recer' jarná!'>, se pCI'petúa el mal que se quería destruir, se di-
lata el tiempo y la t'spCl'anza, y, Ó no llega nunca e] momento
de la libertad, ó si llt'ga~ será despues de corl'idos muchos años
y peligl'os de todas lineas, por no haberla sabido manejal',
quando la ocasion la pr·esentó. La re,"olucion Española se ha
pe['dido dos veces por esta falta de sus cOllstituyentt's y legisla-
dOl'es. El Rey ha sido la una y la oü'a HZ toda la revo-
lucion. Una palaln·a suya ha sido bastante en los dos casos
para destruirla. El pueblo ha estado á su voz, 'como en una pa-
rada. Ni en una ni en otra ocasion hizo la revolucion politica
el pueblo, y por eso en todas dos se mantuvo pasivo en su des-
truccion. Ha visto siempre á su Rey como la nacion toda, de
quien se ha considel'ado, como un apendice. Seguía y seguÍl'á
siempl'e sus aguas mientras no se deshaga esta ligaeion. En
las revoluciones que hace el llUeb1o~ que es el todo, se deshace
por si misma esta union de deferencia y sumision~ y yá no hay
más que hacer sino guiar este espiritu que los separó, para
que no se vuelvan á ligar; pero en las que hace el Rey, e] pue-
b]o mantiene su posicion y sus respetos~ y todos los hilos se
conservan como antes en las manos del Rey, para dar el movi-
miento á su gusto, que nunca es~ ni podía ser á favor de ]a
libertad de la nacion. Los legisladores y gobernantes de la
revolllcion Española no han notal]o esta diferencia que tanto




350 HETllATOS POLITICOS DE LA


dl'bía influir en los resultados, y. han dirigido la revolucion á
ojo de buen vat'on, y como si el Rey y el pueblil. fur¡'RII dos
como sucede georr'almente en todas ó las más de las revolu-
ciones, y no han podido por eso ob¡'ar con calculo, ni encontrar
la clave.


El pueblo, es verdad, no tenía las mejores disposiciones para
la libel'tad, aun quanclo el Rey hubiera prestado de nlf'jol' fé su
influxo para ello: los estorbos de que hemo¡;¡ hablado la recha-
zaban con obstinacioll y muy lexos; pero los que la dirigían
en lugar de ¡rla proporcionando á esta mala disJlosirion que
tenían los Españoles pal'a ella, no contaroll COIl este obstaculo
para nada: tomaron los hombres, como están ro los lill¡'os de
donde tomaron tambien los principios. Fo¡'mal'on una socie-
dad ideal, y que viviese de una libr¡'tad dI' la misma natul'ale-
za. Los hombres en abstraccioll son sin pasione¡;¡ ni intrreses
opuesto¡;¡; resultaba una sociedad hermosa. tranquila, liure, y
que gozaba de todas las perfecciones. Más al aplical' este
modelo dc sociedades libre¡;¡ á la sociedad Española, saltaron t04
da¡;¡ las resitencias con las qualcs no se había contado. La
soberania nacional fué un atentado para los Reyes y sus pri-
viJegios,-la religion la contradixo tamhien, COIllO 'lile 'lO es-
taba de acuerdo con el principio de que Dios dá y quita los im-
perios,-la representacion nacional se tuvo como una rebeldía
á la autoridad omnímoda y hrreditaI'Ía de los Reyes, que el
uso, el miedo y la supersticion habían establccido de tiempo
inmemorial ;-Ia di-vision de poderes, como un rouo que se
que¡'ía hacer al ausolutismo de tantos siglos ;-los derechos del
hombre, que enuncian tan clar'amente su racionalidad y Sil
libertad natural, se tuvieron por una invencion malelica
hecha ahora nuevamcnte por la filosofia, y que contrade-
cia el dogma del pecado original que nos de¡;¡pojó de ellos. Si
los constitucionales hubieran empezado su obra por ir arran-
cando suavemente y s"in dolor estos errores y preocupaciones,
no hubiera hallado Fernando i o tanta facilidad en destruida,
ni los pueblos hubieran auxiliado tan contra sus intereses una
empresa, que les remachaba las cadenas, y los reducía á la ig-
nm'ancia, y nulidad más estulJÍda y humillante. Los clerigo<;




REVOLUCION DE ESP.\ÑA, 351


y los fray]es no hubieran podido hace¡' ,'aler totlavÍa fatuida-
des, que yá el tiempo había esclarecido hasta el punto de ar-
rancal' irt'csistibll'mente la ¡'isa y la compacion de los que las
oían; y la revolueion hubiera tenido un resultado leuto, pero
seguro, y llegado á su meta y condusion. Lus Españoles de-
ben eulpar' á la petulancia pueril y r'idieula de sus legisladores
de haberles retardado siglos su Jiber'tad; caela empl'esa ma-
logr'ada es un paso atl-ás para el fin; y A¡'güelJes, Toreno, y
demás, que se pusieron especialmente al frente de la revolucion,
debeu ser reputados en adelante por esta ,'azon, más bit'n como
los mayol'es enemigos de la Iibel'tad Española que alcxal'ou
con su ignorancia y su miserable presuncion, flue como los
protectores de ella. El estupido Laza¡'otc Mazianelo, dirigi-
endo en N apoles la borrasca ele una revolucion, nos parece muy
semejante á estos het'oes contrahechos de la revolucion espa-
ñola, sin genÍo, sin talento, sin in~truccion, sin eXJlrriencia,
sin patriotismo, llenos solamrnte de uua fatua ambiciolJ, de
una avaricia impudente, de una presuncion puel'Íl, y de una
ignor'ancia tan crasa de todu lo que er'a politica, hombres, y so·
ciedad, que no rs posihle poder'se ni aun figurar una torpeza
más magistral y decisim queja con que decretaban Jos necios
demagógos Argücllcs y Toreno, que han tontificado á las cor-
tes y pel'dido la nacion.


Esta no era yá lo que ellos en su necedad. creían; la supo-
nían la reunion de todos lo,~ Españoles de ambos emiiferio~, como
declarar:on en la constitucion, formada por la ligacion de las
leyes,-y hacía siglos que no existía esa union,-que la" leyes
venían afloxando sus ñudos, y que estaban reducidas á puras
palabras, y que continuando así por espacio de un tiempo tan
dilatado como había sufrido la escla\'itud, yá no IJauía interes
comun, ni ligazon, ni leyes que lo sostuviera, porque la na-
don era solo el Rey, y no la reullion de los individuos, y se
hacían las leyes por él y para él, y no á favor de los demás,
tIue no entraban por nada en la sociedad, sino á lo más como
materiales de los caprichos y goces de su dominador. La na-
cion se venía pues disolviendo por dias, y hace muchos años
que está en una completa disolucion. rOl' eso es, por lo qu~




35~ RETHATOS POLITICOS DE LA


los nombres 110 decían yá su antigua rclacion con las cosas;
apcnas hay una que sea representada cn complcto por su pa-
labra original. Manejandose en las cortes nurstr'os IrgisJado-
res con esta e'luivocacion, tomaban las palabras por cosas, y
aceleraban así sin percibirlo, esta disolucion en que estaba yá
la nacion, dexandola en el punto en que la vemos sin sistema
alguno, sin leyes, sin bases, sin ligacion, y sin cosa algu-
na de las que constituyen sociedad, porque la quisieron cons-
tituir sobre un codigo de palabras, que todas eran, por las ra-
zones que hemos expuesto, para los Españoles 1II1OS meros so~
nidos, habiendo desapareciclo las idcas á que corrcspondían, ó
quamlo más, sicndo consideradas por ellos, como en abstrac-
cíon y sill punto alguno de contacto con los hombres y con las
cosas para que se hacían. Es mas claro que la luz del medio
día, que ésta es la causa del maJógro dc la revolucioll en Es-
paña. La Francía estaba mucho más adelantada en luces y en
cuItllJ'a; y cayó en el mismo peligro: en ella se tomó por re-
medio mudar las llalabras, y en España mudar las cosas de-
xandoles el mismo nombre: todos los vicios se quedaron allí
con nombres distintos, y aquí con los mismos nombt'es, pel'o
aplicados á distintas cosa,;. El punto de vista exacto de las
reformas es mudar los hombres poco á poco, y luego a]llicarles
á ellos así mudados, y á las cosas que se mude,n á favor de
ellos, nombres que las señalen y eXllrcseu en su estado Ilueyo.
Pero los legisladores Españoles no querían ó no sabían hacer
este tI'abajo: era mas facil para ellos sacar la socieda~ Ilecha
de los libt'os, que no formada pieza pOI' pieza, con la fatigosa
prolixidad de h'las puliendo pUt'U entl"etexel'las; y nos dexaron
por eso el caoS en lugar del orden, dcsligaron y no I'nlazarol1; y
así cada pedazo de sociedad por su lado, yacen todos tÍl'adml pOI'
la Peninsula, sin que haya cómo unidos, ni sepa nadie cómo
se pueda emprender esta obm. Enh'etanto, rog'idas sueltas y
desligadas las piezas por el furor de Ferllallllo, se ha herho así
más fuel'te, que si tOllas ellas y los individuos reunidos 0Jltl~íe­
sen la fuerza de inercia de la totalidad; y la re\'olucioll Jo ha
hecho por eso más poderoso, y más absoluto, y al pueblo más
sometido y mas esclavo.




REYOLTTCION nI". ESPAÑA, 353


Este es el fruto amargo de las revoluciones, ql1alllJo son mal
rlir'igidas. La de Fl'ancia al cabo le ha dexado por resultado
infinidad de establecimientos utiles que bl'otan pOI' sí mismos
en la fel'nwataciflll (le la lihel'tacl y de las luces, y un simula-
cro de gn{Jiemo que cil'CulIstallcias más favorahles pueden re-
tocar, y hacer más solido y consistente; porque la de Francia
dm'ÍJ bastante tiempo, pal'a poder rOl'mal' habitos y esperan-
zas, y su gubiel'no al fin tu\'o el poder que hace el bien quando
se fIuipr'e hacer; y se empezó yá á nI' entonces que se hacían
1l1llWOS nomh,'es para he; llllevae; cosaR, y se hacían éstas y
aquellos familiat'es. La (le Espaiía al contrario, ha eqparcido
más la ignorancia y atJ'a"allo siglos el bien, sin dexar el me-
nOl' rastr'o de utilidad y Jlrovecho ]JHl'a la lIaCiUII; pOI' que en
la misma (Jisillwiüll en que estaba quando entabló S11 !'r\'olu-
cion, la (lrxó I!l'SIHlCS ésta, aongul' mucho más ¡!,'1'Rf!uada é ir-
remediable; ni tampoco dur'ú el tirmpo slIficíentl' para familia-
rizarla COII nuevas idea;.; y nurTOS klhito~, lIi sus gobel'rlalltes
pensaron siquicr'a en ('.';te tmimjr). De\herha la sodedad como
la encontrar'oll, así la tlexal'Ol1 cn Cl¡ desesprl'acio!l de saber-
Ja organizar. Cada pieza por' Sil fadu '.ollL',géa en 1,1 atmos-
fera de la penillsula, sin que hnya al'!)iü'io pal'a illÍl'lltar
yá fiU r!'union; vues viciada!'; pOl' el sistema en quc se unie-
ran tantos siglos, han contrahido una fuerza de }'I'percusion,
fjlle hace que se I'cchazen mutuamente, y queriendo]es dar con
un lIucro lIomhre una significacion sin idea, capaz por su li-
gacinll de aI-rojar la :llltigua, no hay donde se pucda pi~a)' con
seguridad 1'11 un sistema, compucsto todo dc piczas 'movcdizas
y desligarla"!. Esta es la España de las Cortes y de la cons-
titucion. Debiendo habel' tt'atado dc los medios de montar el
estado que 'estaba disuelto, lo desmontaron y disohiel'on más
y más. De ahí es la dificultad ó imposibilidad que encuentran
algunos para volvcr á harer de la España UIl estarlo Européo,
ú un estado independiente y separado ;-t!e ahí, que crean
otros, que esta anarquia que mantiene la insensatez de Fer-
nando en Espaila no tiene más remedio que una conquista, en
que la fuerza haga las veces de la llOliUca y de las leyes: de
ahí es finalmente, que estén algunos persuadidos á que la abo


ry




354 HET1L<\.TOS POLlTICOS In~ LA


sol lita nulillad y all¡(luilamiento s('l'á el resultado de este choque
COr:ti'IIIO Ile· !a'" pal'tes dI' cHta naciun. que se encuentran y fl'i~an
Dwtuamellt(', dl'flhaci(,11I1o>,e y desmol'ollandose. Pero esta ultima
opinion tirne contra sí el contr'astl', que conh'a éste movimiellto
conti litiO y encontl'ado de ,Iestruccioll, forman siem pl'e en lo!; mis-
m()~ illflividuos Jos conatos naturales de conservadon, infinita-
mente más fuer'tes que aquél, y este conato é il'resistible propen-
sioll no dexa de ¡'eparar por instinto y repulsion los males, pérdi,.
das y averías que ocasionan los contrarios encuentros del des-
OI'den.. Así es como muchas nariones han vivido en él multi-
tud de años sin arabal'se nunca de destl'uir; así es, como la es-
da vitud se etl'I'niza hasta convertirse en naturaleza. La se-
gUllda, sería más ~ostl:'níbJe, si los zdos é intereses encontJ'a-
dI,'; de las naciones Elll'opéas lo pudiesen algllna vez J,el'mítir.
La conquÍsta, este titulo barllar'o, (pie tan abusi"amrlltr se lIa-
mú ,lrl'rcho en algun tirmpo en la nOlTlrnclatul'a de los codigos
ele la esclavitud, puede alguna H'Z ser un bien pal'a una nacion
0pl'imida il'remediablrmcnte )lOl' la allal'fluía, y qlle 110 tenga
Otl·'O mrdio de ad![lIil'il' Sil aplomo y tranfjuilidad; y dá al con-
qui~t:Hlol' por esta raZOfl un titulo JH'o\'isol'io par'a "!'gÍJ'la has-
ta que ésta le fit'lIle COIl Sil voJuJltario y l'xp,'eso consentimien-
to el legitimo de post'sion y de Pl'oJliedad. La de N a}loléon
hullicl'(\ traillo bienes incalculables á todas las Ilaciones {Iel
contillrllte, sí se hubiel'a IlI'o)lllesto solanH'ntr dades, como IlU-
do, la lillcl'tad, mOlltalHJolrs para esto los gobiernos s!'gulI los
pri1lcipios y las luces del siglo; y esta es la ,'azon de los que
juz,2;an, fjue hizo más dalio al 1111111110 )lOI' el ulCn que él solo,
cles(l .. IllIl' lIay memoria de lIomh!'!'s, ha podido hacer, y no hizo,
que JlOI' Jos males, y calamil!ades de todaR lineas que ocasionó
con SlIS guerras y su ambiciono La primera opilJion que pare-
ce nlude á la division de la ESllañapor con\cllio ellh'e los más
funtes, 1)01' más fj'l!' parCHea faeíl y verosímil á algunos po'
litÍ!'os, tiene casi los mismos incoJl\enientes, fjue la anteee,len-
te; y además el muy gmve 'luC lll'esenta para esto la situa-
siol1 geogr'afica de España al extremo dc la EUl'opa, y que no
la rodean gTalHles plJü'lJcias, ql\e ]lumlan con la atlllircioll de
l)f){kl' que adquieran eJl la di, isioll, 'lllpdal'si('ml'l'e con el mis-
mo poder relativo. La }Jellinsula está lt ulla g\'all distanci"




REVOLUCTON DE ESPAÑA, S55


de esas potencias cuya lejanía haría siempre tlesproporcionada
la didsioll ; y la F,'allcia vecina, con poco que tomase, toma-
ría Riempr'e máR y lo bastante pal'a inutilizar la pal'te que le
tocase á las drl Nf)/'te. j Qué incolI\'l'flil'nte habr'Ía, en que
estas aJiauzas llamadas santas, sin eluda 1'01' que nUllca lo IJan
sido, rner'('ciesen desue hoy este nomlu:e, quc tan gl'atuita y ri-
diculamente sc han alll'opr'iado, Y elllp"í1asen su P(I(\PI' y Sil
influxo en 'Iue la España ['cgulal'izase su gobierno, le tlipse tina
fOl'ma analoga al tiempo y á sus necesidades y cORtumhl'cs. y
fuese acumulando luces y disposiciont>s po,' gl'lldos p:U'a ida
perofeccionanclo con el tiempo, y se situase en una posision po-
Htira PI'op"l'cionada á su situasion ?


El mundo politico, como el mundo fisico está montado
de modo, que una pieza que se disloque, ó dexe (le decir
relacion con las demás, hace que toda la maquina pierda el
equilibr'io, pues su fuerza depende de la intima trabazon con
que están unidas todas sus partes para formar un solo todo; y
la España no es en politica una de las piezas menos importan-
tes por su situacion, y por sus relaciones de todos generos,
pam que su perdida ó falta de un ion ó amalgama se dexe de
sentir' en todos los demás plintos del continente. La re\"olucion
de Francia conmovió el globo hasta sus cimientos con el desen-
cadenamiento de sus pl'incillios, y el contraste que hicieron es-
tos con la opl'csion vergonzosa en que encontró á todas las na-
ciones. Este choque favorable llevó en poco tiempo por todos
los puntos el germen de la libertad, que hoy fermenta, á pesar
de todo, en el COl'azon de los pueblos. En la España ha teni-
do explosion más tarde, pOI'que la disposicion uel terreno no
tenía aun suficientes abonos pal'a gel'minar; le faltaba el que
Fernando le proporcionase. Cada csfuel'zo de los que ha hecho
es un anuncio dc que existe ['calmente en su seno esta semilla
benefica; y cada' malúgro es otro de que su suelo aun tiene
necesidad de abonos y beneficios. La atmosfera del continente
Ilarticipa toda más ó menos de los efluvios malignos y veneno-
sos que adquiriel'a hace mas de mil años; y por más que en al-
glln punto de él haya momentos en que estos efluvios se disipen
algo, llol'que cl circulo de los movimientos atmosfericos los




356 RETHATOS POLITfCüS DE LA


111've y ag'~]pe hácia otr'os puntos, sus re,~.prnos pel'io,licos y
aun el aumento que han tenido el pasar por oh'os par'ages del
continente, inutilizan los ,'csultados ptimrJ'os y favorables, y se:
cae en el mar'asmo politico ell que unifiJl'lllernente yace todo el
continente. Es m'cesar'io que esté purificada talla su at-
IDo,;f(,l'a, y que tildo su terreno esté igualmente heneficiado~
para sel' libres, y para que lo puella ser cada uno oe sus pun-
tos. Ni sería dificil que el encauto de la libel'tatl llamase á un
mismo tiempo la atencion de la Europa entera: son irresisti-
bles sus atractiros, quando se llegan {l \'el' con dciencioll, por-
que tienf'n, la fuerza del huen gusto y el bdlo simpatico de la
Naturaleza. 'rodas los empeños de las ]lOtencias intel'csadas
en que 110 se perciban estos encantos, pr'uehan, que tienen ('Has
tambien la conrif'ncia de que son in'csistiules. Los pueblos,
que no piensan jamás por examen sino por srlluccion, jllzgan
que la liber'tad es un mal, poJ'(lue así se lo dicen los que no la
quieren sino para ellos solos; y no se párall á considet'al', que
los que se la quitan á ellos, es pal'a poseel'la y disfrutar ellos
solos la de toda la nacioll ; y no habíau de cal'gal' it sahiendas
y á tanta clIsta COII un mal tan inmenso, como el que /iH'ma-
l'Ían tantas liuertades juntas. No es Ull malla lihrr'tad sino
quando se retine así en uno la tic todos, porque entonces es la
esclavitud de los pueblos que es el pt'or de todos los males pam
ellos. Quando cada indiviúuo tiene Sil partt', y ellos se la ar-
reglan por convenio entre todos, deue sel' 110 como fluie/'a un
bien, sino el mayO!' de los biel1t',~. IJcro qnando los xc/es de las
naciones se 1'e"n(,11 y comuinall cntl'e sí cada UlIO cOllla librl'tatl
usurpada de su nadan, pa/'a que, con toda la libcrtad del
mundo reunida en SIlS manos y á su arbitJ'io, se forme una ma-
sa inmensa é irresistible de lium'tad, que imposibilite á cada
uno de IlIs pueblos pa/'a recuperar jamás su par'tr, 110 hay yá
desde elltonces socieuau. alguna ni riacioll, sino la que forma
esta media docena de hombres juntos CIlI1 la liuel'tad de los de-
má,,; po)'qur el resto del genel'o humano no es yá una colee-
cion de hombres reunidos eon voluntad y movimiento propio y
pSjlolllanro, sillo 1/11 cumulo infinita de seres anilllados, pero
(¡lIr semneven sin lillcrtad y por el impulso solo que le dan lo~




llEVOLUCION DE ESPA~A, S57


que ohran con la_~le todos. No forman yá una sociedad de hom-
brpi<. IlOr más que consel'\'CII la fi~ura de tales, sino um. so-
cie'dad de maquinas, que las monta el usurpador de sus lib~r­
tad('s. como 'luiel'c y pal'u Jo (/lIC quiere, y no tienen yá oh'l
vida ni Ml'o moyimit'llto que el que l'ecibell, sin libertad de es-
coger' J1i de,:pchal', del que les dá á, estas maquinas la cuerda
par'a q lIe anden y llh¡'clI á su yoluutad.


I.a España hizo su r'evolucion para ver sí podía recuperar
esa liuertad tle que hacía tantos siglos la habían desposeído sin
esperanza. Como la pmpl'('IHlió quando todavía estaba su xefe,
y uS1II'padIJr' ell posesioll de ella y pOI' consiguiente del poder; y
como ('11 el tl'anSClII'so de tantos !iliglos en que la había poseido
se había yá llegado á identificar con su misma naturaleza, y
con el sish'ma de !:;ohier'no que venía formado desde los más
rell1lJtos tiempos, tellÍau los Españoles que arrancarle casi la
mitad de su sr1', para arrancarle la pal'te de libertad que tellía
de ellos. N adie que conozca lo que es el hombre, podía espel'ar
que lo cOllsiguiesen por despl'endimiento espontaneo y libre de
su Rey: era un bien que comprehendía todos sus gor,es, el que
fiucl,jan quc les tr'aspasase, 'y se había convertido yá eu Sil
misma substancia, para que se le pudiese dC'iIJl'ellder y despe-
gar sin dolor. Podría muy bien decir, como dixo con la boca;
lo cedo. ahí está, la libertad que yó tenía de Ustedes~ llero no ve-
llÍa ni podía venir en esas palabras la libertad que se le pedía,
que era la que estaba identificada con su alma,-que era su al-
ma misma; el'a Ilcr,es¡U'io, pam que viniese, que eutJ'cgase
tarnhien su misma alma (Iue era una misma cosa yá con la li-
bertad, y se uniese toda entera con la de la nadon. La re~·o­
lucÍon se hubiera clmcIuido elltonces en a(luel mismo instante,
porque Femando, desde allí hubiera sido España, y España
hubiera sido Fel'llando, pudiendo decir lo que Tito, quándo lo
bicieron Emperador. Yo yá no soy Tito, sino Roma. Pero
Fernando 110 cedía á la nacion allí, sino la parte de aquellos
que la traían yá recobrada, quando se la pedían; no el resto
que pertenecía á la mayOl' parte de la nacion: y si afectó al [jI!
ceder tarnbien esta parte, fué hasta ver, si se la pedían ó no
los demás, ó si se la al'l'ancaban con su alma por la fucl'za,




UETHATOS POLITICO:S DI~ LA


para lo flualllo yió nunca bien ell el pUl'hln ni anilllfl, ni (leci~
sion. Se aseguró muy IJI'onto ue flUr. la maJol' IHu':e dI' Jo. f<:s-
pañoles 110 quer'ían su liIJel'tad ;-que estaban muy sati;;fedlOS
de que él la (loseyr!lC en (lr'opici!ad, como sus mayores .:-que,
(reyendo equivocadamellte que poJlan dispoller dc elh, COIIIO
si la tuviesen yá en su pot!pr, le comfir'maban la ce¡¡ion (jl!!' le
habían hecho sus padres por su abandono é ignoranria,-Ilue
en quanto podían, escogían d estado de los animal('s, sin elec-
cion ni voluntad,-y que Fernando pensase pOI' todos,
quisiese por todos, escogiese por' 1.0110<;, y gozase por to-
dos. No tenía todavía, á pesal" dc esta i!1'c1ar"aci()n. fIue se
evidendó por toda la Peninsula, el yalm' suticipnte par'a ha-
cerla valel'; y quiso y les hizo vcr, que mipnh'as hubirse disen-
sientes, obl'ase cada uno con su libel-tad propia, pues él le
cedía su uso y t'xel'Cicio todo ese tiempo, para que se matasen
1)01' él, Y se destr'uyesen unos á oh'os, pam que él gozase;-
que muriesen pOI' él todos ahora, que él gozar'ía despues por
todos, y si su voluntad, comodt'cÍan, era la de todos, él que-
ría 'lile todos sufriesen para que él gozase. Así rué cómo se
llenó la España de guerr'iller'os que matasen y mUJ"iesell por
:Fernando,-de C()JlSpil'at!ores, que por' J<'errmndo se expusiesen
á los suplicios y á los calahozos,-de sacerdotes que predica-
sen ya sin pudor ni freno, que la libertad no era libertad, sino
lleregia,-que la nacion no la debía teJler,-que Fernando era
por natUl'aleza y por gracia el señor de la de todos,-y que el
mundo es paJ'a los Rpyes, y no para los hombres. Asi fué,
cómo los mismos gobernantes, 'lile hacían de I)/'cconizadores
de la libertad, obraban yá, como con el miedo de la incerti-
dumbre del exito, y como si ellos mismos fuesen ya la misma
esclavitud que se había querido deslizar del dominio de su na-
tural señor.-Así rué, como la libertad toda de la nacioll, que
estaba unida al poder del Rey, obraba en él de un modo iuyisi-
hle,-la de los serviles, porque la habían dexado unida á la
,'oluntad de Fernando,-y la de los 1iIlCl'aJes, porque, aunque
habian legalizado la scparacion !le la' suya, que componía la
minOl'idad, no se atrevían á lIsar de ella pOI' si y sin respnat
pOI'l]Hr, á pes al' de sus lll'inripios, los alucinaba aun el pl'esti-
gio del que poseía la parte de los uemás, y las dudas Ilue el




HEVOLUCION DE ESPAÑA, 35\'1


miedo yel hahito les harían nacer todavía sobre su legitimi-
dad pal'a post'er1a, y sotH'e su l'e~pon:;;abilidad en rl caso, pa-
ra ellos casi riel'to, de no pod(,I'~e asrgllrar rn la posesion de
su libertad. No había pOI' r~o en ellos la rOllciencia de su po-
del', y sobr'aba en Fel'lIalll~O la de que el suyo solo estaba Ila-
r111izado, prro no extinguido, y hi de que el rl:'sllltado sel'Ía
pOI' esto á su favor. Por esta razon Fernando se bUl'jó sirm-
prp de las cortes y los minist!,os, miralldolos, y bcfandHlos,
como á unos adcqllines r'idiclIlos de la libertad, y no como re-
pl'l'scntantl's vc/'{!adcl'os de ella; pr)J'que él la sentía por sus
pl'opias imJll'csiones dentro de sí mismo, como la había senti-
do siempre; no había echado menos parte alguna de )a gl'an
masa de ella, que obmha en él antrs; ni se le escapaba, que
sus agentf's y I'rpl'espntantes en el gobierno se manrjaban, co-
mo si la tuviesen rolJarla,-como si no la poseyesen con segu-
ridad ;-como si le fuesen deudores y responsables de eJla,-
como si no les influyese á las derechas, y sin miedo,-y como
si )a tuviesen con remordimientos y sobresaltos. ArgüelIes,
el más petulantelllPIJte osado de todos ellos, descubría, por
entre sus att'evimientos y ostentosa I'epl'(~sentaci()n de poder,
estas inr¡uietudes nlPdrosas, que arguyen siempre dudas en los
titulos é inseguridad en los derechos. A cada paso tenía que
dar ordenes secretas á las provincias para tumultus amañados
y convulsiones figuradas y de parapeto, par'a intimidar al Rey,
y asegurar'se en sus dudas de si pocha ó no contar con el po-
der, que dá la libel'tad de todos I'Clmida, que el Fernando le
disput.aba, como su poseerlor y aun pr'o[JI'ictario. La re\'olu-
don vino siemJlI'e caminando baxo esta lucha de poderes, que
cada dia se decidía más y más á fa,·or de Fel'l1ando, el qual se
pronunciaba á cada momento con este ay re de superioridad,
ironico y mofador, que la evidencia sin replica. Llegó muy
llronto al punto de poderse juzgal' por los unos y por los otros
del exíto, como se calcula U11 eclipse de sol, ó el resultado de
UII calculo de algebra.


Todo sin embargo seguía, como si no hubiera, quien hubiese
perdido las espel'anzas; y ésto daba á los unos el tiempo nece-
sario, para aprovechar los momentos y ocasiones de adquirÍl'-




,360 UF.THATOS POLITICOS DE LA


se un fondo para emigrar, y "iv ir ; y á los otros, el de disponer
sus planes de sangre y de venganzas, y abr'irse el camino de
suplantar en los empleos y dilapidaciones, á los que por eso HO-
lo habían ellos señalado para el destier'f'o y pa¡'a la hUI'ca.
Todo era desde entonces dramatico en la revolucion y goí¡iel'-
no de Espafía. I~or más serias que se pr'esentasen las discu-
ciolles de las Cortes, nadie las podía ver, sino como se asiste
á una pieza de teatro. Fernando repl'esentaba, y no hacía, sU
papel4e Rey constitucional: sus ministros jamás pudirron ar-
ribar á darle un ayl'e serio ni aun vcrosimil al quc hacían de
secretarios de Estado, que tampoco tuvo nunca en este tiempo
la realidad de tal. ¿ El que hubiese cnÍl'ado en el cOl1grrso
}IOCOS di as antes de disolverse, y quando yá el Rey y el gobier-
no tenían casi convenido con Angulema la ccsion de Cadiz, y
lIisolucion del sistema constitucional, y hubiese hallado á sus
diputados, tratando de ser'io, como si fuese lIe vcrdad, sobre la
organisacion de los xcfados politicos de las Amcr'jcas, ¿ podl'ía
f()i'mar juicio de que era aquel cOllgre!'!o una junta de diputa-
dos de una nacion, que ourahan allí influenciados por los gran-
des intereses de cIJa, ó una mogigauga de cal'mual ell (¡ue se
hahÍa tomado la representacioll naciolJal y su diguidad, como
IIl'etexto lJara una diversion, ó unas mascaras ridiculás, para
arrancar la risa á los qne las vieran? Como si cstn\'icl'an
convenidos los dos partidos" (lue dividían la España e1l este
tiempo, todos obraban, mandauan y obedecían, como si fuese
provisoriamcntc {) de mentirilla, hasta la yuclta del despotis-
mo. Nadie estaua seguro de lo (IUC el'a y de lo que hacía.
Argüellcs hablaha siernpl'c de UIl patriotismo que no había.-
Toreno; de unos emprestitos, quc cmH más bien para d que
para la llacion.-Canga, de unos recursos, que al fin no pare-
cicron.-Mal'tinez de la Rosa, de una libertad, que al cabo
confesó en el congl'eso, qnnw podía, existir en Espaila por fal-
ta de elementos para eUa.-Eval·isto cn sus Ilotas fanfalTollas~
de nna fuerxa de resistencia, ,¡tiC d sabIa (l"e no tenía la Es-
paña,-de UIlOS excrcitos que no habia ni pensaba fOl'mar',-
de un entusiasmo qae no lJUcde darse donde no hay ni puede




JlEVOLucJl)N DE ESPAÑA. 361


haber esperanzas,-y los liberales todos, de una libertad que
no srlltlan ni por impresion pl'opia ni en sus efectos.


Solo Fel'nando no hacia esta vez vapel de drama, qnando
se mofaba de los demás, porque entonces obraba con sus ver-
daderos sentimientos, y por inspiraciOl1 de los de los demás.
Sentía FeJ'uando en sí ]a misma quantidad de libertad que ha-
bía sentido siempre, y en los otros el miedo y ]a rabia de no
Ilaberscla podido al'rancar sino mimicamente, y no en la reali-
dad. pues ]a temían aun los liberales en él; Y jugaba por esta
razon su papel con más verdad y efecto que los otros el suyo.
El y las desgracias y el desorden eran solo, lo que había (le
realidad en ]a revolucioll de Espai'ia; pOl'que en las conspira-
ciones y partidas las bayonetas y los cañones no pueden ma-
tar en falso y por cUIlI}llir, ni hacI'r de la hOl'ca una lmntomi-
ma el verdugo. Todo lo demás era una escena que tenía su
principio, su medio, y su desenlaze. Esta observacion aclara
las obscuridades que algunos han encontrado, qllando veían
mudarse á cada llaso ]a opinion de los hombres más decididos,
aun la de Jos diputados y ministros ;-IJuando se veía á TOI'c-
no, dcmocratico y popular contra su naílll'aleza, y Juego aris-
toe rata, aspirando á distinci()nes, y á gl'andes capitales á cos-
ta de los pueblos, y de su llatria ;-qllandQ se veía á Martinez
lle la- Rosa salir de su tocador servil, habiendo entrado liberal,
porque tenía que ver á Duqllezas y Grandes, para desplles ir
al congreso á desanimar al pueblo, que ántes animaba;-
quando se "cía á Espiga, liberal ])01' principios y por sentimi-
entos, hablar coUlO servil, pal'a no per'der el Arzobispado dc
Sevilla á que estaba nombrado ;-á Arg-üplles sostelJcr la cons-
titucion para ocultar su mipdo de tomar medidas revoluciona-
l'ias, contra Jos que al abrigo de la constitucion. la dest/'uían;
-y á las Cortes y al ministerio cerrando y abriendo las socie-
(1ades patr'ioticas,-proscribiendo los tumultos, y fm'mando-
los,-sosteniendo el atributo constitucional de] Rey, para qui-
tar á vohmtall á los ministros y obligandolos á que los man-
tenga por tumulto, ó á que Jos separ'c, por declaraciones de
fine han perdido la cOlljian~a publica,-quitando al Rey el 'Veto
eOIl Hamar decreto á lo que es ley, ó no es nada, pues el cuer-


zz




362 RETRATOS POLIT1COS DE LA


po legislativo solo puede hacer leyes,-y todo esto, clamorea[j~
do siempre constitucion, como decía Argüelles, aun quando la
destruía: constitucWn, y no más que constitucion ;-nombran-
do una r'egellria en Sevilla, quando yá no había nacion, ni es-
peranzas ;-y horrol'izandose hasta de este pensamiento, que
se decia anti-constitucional, quando el Rey sostenía con impu-
dencia las conspiraciones, y resultaba de los procesos de todos
los conspiradores, que Fernando 7° tenía la parte más princi-
pal en todas ellas, y dirigía sus hilos desde su palado. Todo
esto tiene una explicacion natural en lo que hemos dicho sobre
el comico de que estaba cobijada toda nuestra ,'evolucion.


Sm'ía una prolixidad impertinente y disgustante ir por todo
el discurso de ella texiendo por menores que todos se tocan y
se explican por sí mismos ó por su ligazon, quando se sabe
manejar esta clave que hemos sentado, es decir, que eran todos
papeles estudiados los que se representaban en este tiempo, y
apuntados por el interes ó la parcialidad, y no por la patria
ni por su felicidad,-que la libertad no entraba por nada en
esta pieza, que solo jugaban la petulancia, la avaricia y la'"
ambicion,-y que nadie creía en nacion para entonces, ni para
después. Mando y dinero ;-éste era el plan de los que se lla-
maban los padres de la patria; el plan de los Argüelles, de los
Can gas, de los Torcnos, de los Martinez de la Rosa, de los
Felius, de los Garcia Herreros, de los Beltranes de Lis y de
toda esa caterva de igllorantisimos facedores de revolucion,
que no vieron nUllca la entrada ni la salida que conduce á ellas
ni el fin, ni el objeto. Se intimidan luego que lo ven todo por
tier['a, destruido por ellos, y no saben cómo recojer de entre
los escombros los pedazos utiles, para irlos colocando en el
nuevo edificio, pues solo de esas piezas se puede levantar por-
que no hay otras, y no se hace nada de la nada:


Toda reforma se basa
Sobre el sistema anterior,
y la que con él no cucnta,
N o es reforma, es creadon ;
y hacer cosas de la nada,-
Eso es bueno para Dios.




REVOLUCION DE ESPAÑA, 363


Esto que dixo un poeta Español hace dias~ lo Jlodían haber te-
nido presente los legisladores de nuestra revoluciono que no
contaron para nada con los materiales que había p,n la nacion,
y fueron por' ellos par'a constituirla á los espacios imaginarios,
y traxeron de allá otro Rey~ que no era Fernando, aunque
se le parecía por de fuer'a. Así que lo destruyeron todo, per-
dieron el tino para todo, menos para distinguir los metales, y
los escondites, y ni aun tuvieron la prevencion de hacer, quan-
do se vieron atribulados, mandar tocar á fuego ó á rebato, para
que acudiesen todos á ver, si daba alguno en el hito de la mejora,
ó se desengañaba solemne y legalmente á la nacion.


¿ Qué harían las cOl'tes con sus discuciolles,-los ministros
con sus juntas y sus despachos,-Iosjueces con su codigo cons-
titucional,-y los tribunales con todos sus decretos y regla-
mentos,-si la nacÍon no creía, obraba en ellos la voluntad
general, que la mayor parte de los individuos se reservaron en
la revolucion á favor del Rey, y obraba en ellos hasta que vol-
viese á obrar en él, y la otra tenía la conciencia de su minori-
dad, de su falta de legitima é intima representacion por esta
razon, y de que en el hecho, lo que había de verdad en el Rey
yen el pueblo era el mismo sistema antiguo que habían abjura-
do, y no más que las apariencias ridículas del nuevo juramen-
to?· No hubo por esta razon revolucion, sino en exteriorida-
eles vanas: fué una revolucion pantomimica desde el principio,
y conservó este caraeter y naturaleza todo el tiempo que pudo
conservar en el contraste con la verdad, y con los intereses
opuestos de los partidos, esta apariencia que arrojó pronto la
realidad. Los gobernantes no estudiaron nunca la revolucion
para dirgirla; y la llevaron por el rumbo de las que hace y
desea el pueblo, que obra entonces desde su ol'igen con toda la
fuerza y la opinion, de que despoja por primer paso al xefe
del estado, y hé aquí la clave, como hemos dicho, de todas las
desgracias, que sufrió la España en aquel tiempo, y de la ruina
de la libertad que no estuvo nunca sino en los deseos vacilan-
tes de los pocos, y en las remotas propensiones ele la totalidad.
Se vieron pronto estos aprendices de legisladores hechos el
escarnio de la nacion que no habían estudiado ni conocían,




564 RETRATOS POLITICOS DE LA


y el deRprecio del Rey que los miró desde Juego como niños
que juegan á la revolucion, y hacen risiblemente los papeles de
ministros y de diputados, tan serios como si lo fueran de una
llacion, que estaba en sentido contrario de su representadon.
En efecto, la nacion no vió nunca en el fondo de las disposi-
ciones de] gobierno sino un atentado contra su voluntad que
qlu'J'ía lo contrario; ni el Rey sino una nulidad, que tenía.
limites muy cortos en su duracion yen su aparente legalidad.
Las Cortes tambien, ignorando absolutamente la naturaleza de
la rl"\'olucion que dirigían, daban más euer'po á esta idea fac-
ticia de violencia y de ilegitimidad, (luando tocaban, sin guardar
temperamentos, á los diezmos, á los conventos, á las ('digiones,
á las capellanías, á los mayorazgos, á los señoríos, al voto de
Santiago, á Roma, al Nuncio, y demás disposiciones de
esta clase, que 110 estahan en la voluntad de los pueblos pre-
ocupados, y 110 se podían nunca entender extinguidas por sus
representantes con su heneplacito y expresa voluntad, sin cl'eer
la fatuidad de que las preocupaciones de uno, se disi}lan, quan-
do se ilustra otro, y que la ilustracion se comunica por pode-
res y por decretos; ó que se puede pensar y que/'er por procura-
dor, como se puede obrar. Las Cortes con esta conducta hicie-
ron creer á los pueblos, il'l'itandolos, que 110 los representaban á
ellos, sino asímismos, y á su corta parcialidad; los pusieron
en estado de hacer alto en que su voluntad no era la de ellos, y
en que percihiesell tambien, que el Rey no sancionaba con la
suya que disentía, ni con la de la nacion que no la había
enagenado sino de palabra, y estaba de acuerdo eOIl la del Rey.
Las leyes yá entonces no eran sino un pedazo de papel con pa~
labras españolas escritas, pero á las quales no correspondía
idea alguna autorizada: es bien claro, que la que habían de
emolver las palabras de los decretos, no sería la que aparecía,
porque la resistencia de la voluntad general decía bien,
que 110 había obrado ésta en la extension de la ley, pues
lladie se resiste á si mísmo. Fernando iO contaba con esta
resistencia de las leyes por la voluntad general. que es la ley,
y avrntllraha sanciones que sabía no habían de .tener efecto.
Loro decretos más beneficos lJara el pueblo; los quo aliviaban




HEVOUiClON DE ESPAÑA~ 365


~t la agricultilm, como el de los (liezmos-aseguraban sus
campos, C0l110 el de ccrramientos-extelldían la labor, como el
relJal'tinJÍrllto de \'aldíos,-multiplieaban la propiedad, como
la "enta de bicnrs de llIonacales,-acrrcaban á la ley y justicia
natul'al, como la facultad de testar y distribuil' los bienes abo-
liendo los mayol'azgos,-buscaban la. igualdad de que es sus-
ceptible la sociedad, como la ley de señoríos-todos fueron til-
dados, I'esistidos, y amenazados de nulidad, desde el punto en
que se sancionaron, Jlor este mismo pueblo que veía de bulto el
beneficio, y á fa\'or del quál se habían establecido. Es menester
confesal', que el pueblo en genera les un grane rebaño que no
muda de pasto sino con dificultad y no sin peligro: no tiene
por bueno sino aquello á que está acostumbrado: sus costum-
bres Ron dogmas para él, á los quales no se puede tocar por
esta razon sin escandalizarlo: hay en el pueblo una conformi-
dad natural con el mal á que se habitúa, que lo llega á tener
por bien, por más que le duela y lo maltrate, y tiene entonces
por la desgracia mayor que puede sufrir, aliviarlo de él. A
esto se allegan las arterías y amaños de los interesa-
dos en el mal, que yá se veía de antemano con preven-
cÍon de bien: todo concurre, lmes, á fascinar á este pueblo á
quien solo amolda y amanera la rutina; y era necesario más
tino -que el que han tenido las cortes, para desbastarlo de sus
fatuidades y sus prevenciones, y ponerlo en el caso de recibir
poco á poco las nuevas costumbres; y esto es más obra del tiempo
que de los hombres, más de las circunstancias que de los de-
cretos. Los legisladores no son responsables sino del bien
para que se han podido prestar las costumbres, el tiempo y la
nacion. Lo que no se hace además de esto, no es su culpa,
"ino de la ocasiono


Los que hablan de revoluciones sin haberse detenido á con-
siderar lo que son, han alabado mucho la de España, porque
se hizo sin estrepitos, alborotos, ni sangre, y por el acuerdo
en que se puso el Rey desde el principio, lo que evitó pugnas
y desgracias. Si supieran lo que es una revolucion, jamás
hubieran llamado tal á la de España, ni hubieran creído po-
sible una revolucion de esta naturaleza. Una revolucion es
!lna crisis para los males inveterados de una nacion, y una




566 RETRATOS POLlTICOS DE LA


crisis producida por los mismos males; es una convulsion tero
l'ible cuyos síntomas son funestos, peligrosos, y desconsolan-
tes ;~es una fiebre, que produce el mismo mal, como hemos
sentado, y no sus autores, que son ar'rastrados por ella como
todos los demás, para sacudir el germen venenoso de destruc~
cion que había adquirido la nacion con los abusos y lar'ga es-
clavitud ;-es un esfuerzo violento de la naturaleza de la so-
ciedad para reponer su fuerza perdida, y en sus humores
aquel equilibrio que produce y mantiene la liberta" y el desa-
hogo de su circulacion, que es la salud y la vida de los llOe-
blos.


Es menester conocer bien el caraeter de la revolucion, para
dirigirla. Todas convienen en ser un trastorno del sistema
que regía, y una descomposirion de la sociedad; pel.'o no todas
tienen el mismo estimulo, las mismas causas, ni se emprenden
con el mismo fin. U nas se hacen por conquistadores ambicio-
sos, que, hechos fuertes por su valor ó su ilusion, se pr'oponen
extender su dominacion; y éstas se tel'minan por una batalla
que les dé el tI'Ílmro ó el desengaño: la historia antigua y la
moderna están llenas de comprobantes. A ótras las ocasionan
y hacen los pueblos, que llegan á multiplicarse hasta el punto
de tener que buscar tierras donde extenderse y los recursos
que les faltan, como las que hicieron en la Europa las nacio-
nes barbaras del Norte; y éstas son casi Íl'l'esistibles, porque
los estimulos son muy fuertes, y el fut'or de la desesperacíon
les dá constancia y temeridad inextinguible. Entr'e las que
hacen los pueblos por sí mismos, que son las que se llaman
con mas propiedad re'Voluciones, las hay que se intentan sola-
mente en odio del desJlota, y éstas tienden no más que á cam-
biarlo por otro, como sucede en Constantinopla, per'o no á re-
nunciar, desterrandolo, el despotismo; y éstas se concluyen al
punto que se hace este trueque, y el sistema sigue sin altera-
don. Las hay, que tiénen por objeto mudar los princiIJios de
gobierno; y éstas empiezan, derribandolo todo con el tirano,
y por consiguiente arrancando la clave del edificio, y afloxan-
do todas sus piezas, que vagan al azár sin que sea faril unir-
las yá bien aun con la ligazon misma antigua á que solo COIl-




REVOLUCION DE ESPAÑA. 367


servan alguna pl'opension y tendencia. Estas suelen y deben
ser cruelp.!ol y durables, por la dificultad de dar consistencia al
nuevo sii'ltrrna, que rei'listen todos los habitos, y los más de los
intereses, y por la de encontrar profesores habiles de esta ar-
quitectura )JI/litica, que no tiene ni puede tener reglas fixas,
dt'pendiendo como depende, del conoCimiento del corazon hu-
mano, que es, y sel'á siempre un enigma por decifrar por la
infinita variedad de sus secretos resortes y por las sendas
ocultas é inconstancia de las pasiones que lo dominan. Toda-
vía podíamos marcar una division en la clase de revoluciones
qm' hemos sentado y se suscitan precisamente para solo mudar
de des pota ; y puede suceder, que tengan por motivo ó
el despotismo demasiado del que se proIlone destronar, ó un
despotismo que no se considere bastante, para vivir la vida de
esclavos que se haya naturalizado yá en una nacion y se lle-
gue á preferir á]a libertad, á la qua] la malignidad y el nego-
cio de los pocos haya dado por costumbre los colores tristes y
sombr'íos de la impiedad. Cada una de estas especies de re-
voluciones, así como tiene un principio y un objeto distinto,
tiene tambien medios diferentes, que dict'n con el fin una co-
nexion precisa y esencial. Los medios que conducen al objeto
en la una, apartan y extravian de él en la otra. Por eso es
por 10 que hemos dicho yá en otra parte, que se debe estudiar
en cada revolucion su naturaleza, para dirigir con acierto su
mar'cha. La que, como la de España, si se propuso algo, no
podía ser otra cosa que la reforma del gobierno, no debía em-
plear los medios que apartan de esta reforma, que las cos-
tumbres y las preocupaciones resistirían siempre, y solo ala-
gadas con arte, podrían Heval'se, sin que se percibiese, al fin
por medios y caminos espirales. Lafuer~a y la ilusion son los
dos unicos medios que se conocen para manejar las revolucio-
nes, que son hombres en con'Vulsion. La voluntadó condescen-
dencia del despotismo no es de fiar en el que rué siempre des-
pota, ni en los que viven de él y de las preocupaciones que lo
mantienen; la fuerza lo desarmará por un breve tiempo, pero
á poco se hace ella misma despota, llamandose libertad, y no
Rey, y crée por eso qlle no lo es. ¿ Quien detiene al fin este




.30b RETiUTOS POLlTICOS DE LA.


torrente que no se dexe arrash'ar de él? Homhres, como los
de Plutarco, si los hubo, podían tomar el medio termino que
lleva al fin; pero ¿ donde estan ? Ni se vée, cómo pudicl'an
desmontar las cabczas,-desnaturalizarlas de repente, -hacei'
que quieran lo que no conocen,-esperar lo que no existe para
ellos, sino como IIna locura,-y apagar uflifol'memente todos los
intereses encontrados, todas las pasiones exaltadas, todos los
miedos de este y del otro mundo,-desvanecer todo lo pasado,
en donde y no en el calculo ni en el raciocinio, ven solamente
el porvenir,-y crear hombres de la nada, ó (lo que es pl'or)
de una materia resistente por Sil pl'opia naturaleza. En un ca-
os como el de una revolucion es casi imIlosible sepal'ar la luz
de las tinieblas, para que al menos se vea el camino, y enb'e
sombras siquiera la verdad.


Las naciones que, como la Suiza y los Estados-Unidos han
llegado á logral'lo, pasan por sociedades milagl'osas piu'a los
filosofos, y por grandes casas de Orates para los que no han
visto mas que pueblos esclavos, y tienen por eso á la esclavi-
tud, como la base de la sociedad, porque se ha conservarlo en
ella sin intcrrupcion desde su origen, y los sacerdotes de todos
los tiempos la han representado como la hija adoI,tiva de la di-
yinidad. Estas dos naciones han &ido conducidas por la tira-
nia mÍsma á la libertad sin oh.staculo, porque sus costumbres,
5US habitos, su casi separacion de la sociedad humana européa
ó civilizada, la aspereza de sus climas, donde consel'\'aba aun
la naturaleza mucho de su primitivo estado y simplicidad, y su
razon al natural, mantenían al hombre en aquel estado en que
la. libertad se hace sentir muy bien, y pOI' consiguirnte deseal'.
Las demás revoluciones que nos dice la historia, fueron solo
reyoluciones de nombres y de palabras, que dexaban á la so-
ciedad, como se estaba, mudando unicamente los nombres de
las cosas; se contentaban con llamar consltl, Jo que antes se
decía Rey,-Eplwro, lo que era ~~fonarca,-libel'tad, lo que cl'a
servidumbre,-republica, lo que era monul'quía,-ciudndanos, los
que eran 'Vasallos,-y patria, lo que no era sino un conjunto
de enemigos, que se batían por las calles y en las plazas IlU-
Micas por Temistocles ó por Lisandro, por Mal'io ó por ~yla.




REYOLUCION DE J.~SI'AÑA, 369


.\sí todas esta~ revoluciones tan decantadas y las libel'tades
fIlie han }lI'Odllcido, han conservado despues el germen de ser-
vidumbre (Ille parece había inoculado á todas las sociedades
desde su origen la {ll'opension humana; y á los pocos días de
llamar libertad á lo que habían I,,'oducido en cada una de
ellas las nuevas reformas, se veían yá' asomar por ]os nuevos
gobiernos todas las formas del despotismo y de la tiranía con
los falsos atavíos de libertad, y caminar así todos, gobernan-
tes y gobernados, con esta mascara, á paso redoblado, á con-
formar al descubierto los nombres con las cosas, y combinar-
se con la conducta de todos los gobiernos absolutos, á pesar
de conservar, por disimulo, Jos nombres de republica, como la
Holanua,-de libertad, como la iliberal Inglaterra,-de cons-
litucional, como la al'istoCl'aticamente despotica Venecia,-y
de libre é independiente, como la señorial Genova. En el fon-
do, no ha habido en todas estas naciones sino una humillante
servidumbre, que las tenía á discrecioll de sus xet'es, y una su-
misioll supersticiosa hácia ellos. Los Romanos, esos Rumanos
que libres, como ellos se decían, servilizul'ün al orbe todo, que
tiranizaIJan,-de I epente,-en un abril' y cel'l'arde ojos,-pasa-
ron de su tan cacareada y aparente lillcrtad al despotismo más
baxo é infame que han conocido los siglos. El mundo todo,
sugeto á ellos, erigía altares á sus tiranos, hacía apoteosis en
su honor, los declaraba en vida Dioses. adoraba á sus queridas,
como diviuidades, fixaba los nombres de sus q1tC1'idos en las
constelaciolles, como se vió con el de Antinoo, reconocía por
consu]es á sus caballos pOI' su ol'den, y hacía y oía con entusias-
mo panegiricos, que componían los Senecas, y los filusofos en
alabanza de los asesinatos de sus propias madres, que habían
ordenado, del de sus esposas, y los de pueblos) pr'ol'incias
enteras. Todo esto todavía con la libertad en los labios, y la
generacion mÍsma de los Cicerones, de J05 Catones, de los
Pompeyos y de los Brutos. i Qué pres~gios tan tl'istes para
el genero humano, y pal'a los siglos porvenir ! Vendrán
sin ,luda con estas maJignas propensiones.


Se habla de las luces, c~mo de un remedio infalihle contra
1'1Ias: lo sou sin (luda; pero 110 las recibe el hombre nunca pUi'"


S A,




370 RETRATOS PúLlTlCOS lIE L.-\


ras; no es dado este bien á nuestra miserable condícion; apc-
nas llegamos á alcanzar las suficientes, para excitar en noso-
tros el sentimiento de no poder arribar á las que nos hacía ne-
cesarias la complicacion infinita de los intereses y de la socie-
dad. Los Romanos eran en el tiempo de que hemos hablado,
bien ilIustrados. La pluma tiembla y se detiene casÍ sin po-
derla llevar por el papel, quando se vée en la necesidad de ex-
tender estos temores, que autentican la experiencia, la historia,
y la especie humana sin exepchm de tiempos y de terrenos.
¡Triste España, que sobre todos estos estorbos para la libertad,
ha buscado en el fanatismo y en la esclavitud legalizada una
llueva fuerza que se los haga insuperables! ¡ Triste tambien
el globo todo, condenado á paladear no más, y á distancias re-
motisimas de tiempos y de lugares, ... y esto mezclado en sangre
y en no lloca dosis de despotismo el sabrosisimo, natural, y en-
cantador manjar de la libertad, (Iue ha pasado siempre por las
naciones que lo han conseguido, con la rapidéz y brillantéz
fosfol'ica de las exalacÍones, dexando despues, como en Grecia
y Roma, escombros y cadenás que extingan hasta la memoria
de que allí existió. Hemos dicho, que todas las naciones, y
hasta la España, á pes al' de su incapacidad actual, pueden ser
libres, y que la educacion, las luces, y algunos de estos hom-
bres que se llaman genios en el idioma de la filosofía, y aun en
el de la politica, que la fortuna situára en medio de la borrasca
de una revolucion, podrían neutralizar con arte el impulso
violento de las pasiones desencadenadas, y suplir acaso por la
educacioll y por el tiempo; pero las costumbres no se podrían
nunca suplir con el arte, sino ayudado de la fuerza y de,la ilu~
sion; y todo esto exige circunstancias y sazones que las presen-
tan los siglcs pocas veces: ni es más facil, que produzcan esos
hombres privÍle¡;iados, en quienes callen todas las pasiones y
los habitos á la voz de la patria y del bien general. Los
Solones, los Licurgú<¡ han sido muy raros en la historia;
es esta una especie de heroísmo, que, por desgracia para
el genero humano, ha llenado rara vez la ambicion de los hom-
bres; al contrario del espurio de las armas y el de la domi-
nacion, que ha trastornado en todos tiemllos las mejores. ca-




HEYOLUClON DE ESPAÑA. 371


hezas. Aun aquellos hombres magnanimos que hacían una
gloria de dar la vida por su patria, son más freqüentes en las
cronicas de las naciones, que los que la cifraban solamente en
dcxarles en sus codigos un dellOsito de libertad, limpio de todo
interés de mando, y ostentacion de autoI'Ídad. PUl' eso ha
habido más Alexandros y Ccsares, quc'Licul>gos, y más Regu-
los y Códros, que Solones. Aun en las revoluciones de las
nacíones más corrompidas, y que tomaron desde luego el rum-
bo de la tiranía mejor que el de la libertad quc proclamaban,
han aparecido he roes de esta naturaleza que labraban la ex al-
tacion y la virtud irritada, y hubieran tenido un lugar más
digno cn la del primer EI'uto y en la del pais de Penn y de
Washington. En la España misma los hay sin duda, que
duermen en el oprobrio por falta de sazon y de circunstancias
favorables. Ellas son las (lue hacen y deshacen los Nalloléo-
lles y los Riegos; y ellas son, y es preciso que sean, las que
obral'án milagros que no están á nuestro alcanze en sus por-
menores ni en su erloca, de esta España y de esta Europa, que
IJredica hoy, propaga, sostiene, y lleva la esclavitud en todos
Jos Iiln'os, en todas las leyes, en todos los tratados, en todas
las ligas, en todas las alianzas, y en las lmntas de todas sus
bayonetas.


La España no se ha lalll'ado esta fatal y desesperada suerte
en que yace: identifieada con la servil y despotizada Europa,
y regida pOI' Jos mismos principios, no es más reprehensible
po,> su conducta politica 'l ue el I'esto del continente. .Frrnando
7° mÍsmo, por más que hubiera nacido con una naturaleza vi-
ciada en su origen, y una razoll á disCl'ecion de un COI'azon,
que no )0 pmlía nunca llevar por el camino de la humanidad y
de la. lJl'udencia que (lesconocía, si hubÍese visto pOI' la primera
yez la luz en la Lacedemonia de Licurgo ó en la Amel'ica de
Washington, y para gobernarlas, no habría podido ser ni sería
hoy como lo es, e) emblema de la tiranía, por que el clima
politico de su pais y de Sil continente, que es el que forma en
ultimo resultado los hombres y los Reyes, lo hubiera labrado
para Rey y no para tirano. Hijo de Maria Luisa,-descendien-
te de Felipe 2° ,-pariente y vecino de Luis 15° ,-da\'allo en)a




S7Q HETRATOS POLlTlCOS DE LA


Europa de Fcdel'ico eljilosqfo, de Paulo 1 ° de Rusia, de Frall-
cisco 2° de Alemania, y de los monarcas caporales de los Rey-
nos de N apoles, Ccrdeña y Portugal que tienen el despotismo
por tradicion, y ]0 trasmiten á sus sucesores, como un deposi-
to sagrado que no se puede alterar; no podía sino ser Fernan-
do 7°, Y cOl'responder en España á su nombl'e y oficio, y ell la
Europa á la conducta de Jos demás soberanos, que mandau con
leyes de perspectiva, y con codigos de quita y pon. Es ver·dad~
que Fernando ha hecho adelantos que lo distinguil'án siempre
en la hist.oria de los tiranos, pero ha conservado siempre el
fondo y l()s principios que Jo han constituido despota, como á
t.odos los demás Reyes: nada le pertenece como propio y pe-
culiar suyo sino la impndencia con que se ostenta tal, y algu-
nos pormenores de circunstancias que se repeti¡'án, quando
ellas, en todos los paises. La l'evolucion de España no se
Imrece por esto á las demás revoluciones que han Pl'oducido los
Reyes y malogrado la ignorancia, las pasiones y el fanatismo
de los pueblos. Ha tenido por estimulo el odio del sistema y
llO el de la rl'yedad: al menos este fué el pretexto que se quiso
hacer vale¡', como causa, en las dos ve(~es que se intentó. La
constituciOll que produxo la una y confirmó la oÍ!'a, afirmó más
y más al Rey en el solio, y lo constituyó la piedI"a angular del
gobierno. Si hubiera puesto en su lugar indeterminadamente la
reyedad, sin nombrar la persona, la obra hubiera sido más ~oli­
da, y consistente: l1omb¡'ando exclusivamente áFernando, á(lUi-
CH la naturaleza había destinado solo para ripio del edificio so-
cial, y de nillgllll modo para su cJa ve, debieron ,"el" desde entonces
nuestr·os constituyentes, que, no ajustando esta pieza bien en
la fabrica, que levantaban, se desglosarían todas las dcmás, y
se vendría á tierra sin remedio. Querían labrar una monar-
quia repl'ensentativa, segun decían, y IlOnían en el cIáro que
dehía oc.upar el monarc~, á uno que ni por naturaleza, ni por
merito y disposicion personal, Ilodía servil' sino de lo que se
llamaba 'Vasall.o, y 'Vasallo de ter'cera clase: querían asegurar
la libertad, y colocaron en su lugar al despotismo con su propio
nombre y figura; querían traet' al pueblo desde la esclavitud ála
libertad, y le encargaron esta empl'esa espinosa, arriesgada y




REVOLUCfON DE ESPAÑA. 373


casi imposible, al despotismo mismo, que le llamaron para eso
libertad, sin que él lo quisiese consentir; por ultimo querían un
Rey para la nacion, y fOI'maron una nacion para este Rey. Cre-
yeron, y aun cl'éen todavia, (lue una I'evolucion queda hecha,
llesde que se proclama y jura la libertad, y los pueblos alboro-
zados ,Iicen viva. Llaman solo revolucion á la que se hace en
las palabras, aun quando las costumbres y los habitos se queden
lo mismo. No consideran que es en eUos donde se debe hacer
el trastorno, para que se entienda hecho en la nacion, que son
los hombres que la componen. Mientras éstos no se muden, la
nacion se queda la misma: las leyes y los libros bien pueden
ser distintos, pero la marcha no se podrá alterar, y solo deberá
sufl'ir embates y resistencias, La revo]ucion se debe hactr en
las costumbl'es, pal'a que lo séa. Riego en las Cabezas convidó
solo á ella á la nacion; Fernando ofreció despues en Madrid
perjurando, que haría lo posible para que lo fuese, es decir,
para que se hiciese un trastorno saludahle en las costumbr'es;
pero Fernando no lo quería de buena fé; las cortes y los libe-
rales no sabían, cómo esto se hacía; y el pueblo que vive de
rutina, Jo resistía, seducido y pOI' novedad. Veían un rey pre-
existente, una nacion yá formada, una marcha establecida,
ullas preocupaciones (lue tenían la pl'opiedad llar prescripcion
de todas las cahezas, y creían facil derribarlo todo con escl'i-
bir quatro ó seis voces que se llamen despues decretos que di-
gan: hombres nuc'Vos,-sistema U1tC'Vo,-costnmbres nuevas, y
todo nuevo. Esta equivocacion de llamar revolucion á Jo que
es su ocasion ó su estimulo, ha costado bien caro á la España
que, descanzando en esta falsa idéa,]o creyó todo hecho, quan-
do todo estaba aun por hacer, porque se habían descuidado
absolutamente las costumbres, que es lo que era necesario revo-
lucionar, como que son la base de los Estados. Estas costum-
bres, qne resisten en España la reforma, son las costum-
bres del siglo y del continente. Las revolucion de Francia,
de la ilustrada Francia, la de N apo]es, la de Cerdeña, la de
Portugal, como la de España se han frustrado por falta de es-
te cimiento, que ha sido en todas desatendido, y que soJa las
podía sostener y consolidar. La Europa toda envuelve en esta
falta de costumbres la incapacidad, en que estáu los pueblos




)74 HE TRATOS POLlTICOS DE LA


de reformarse por sí mismos. Pueden algun dia, y deben co··
nocer por sentimiento el mal, y sentir su fuer'za para reme-
diarIo; esto es todo ]0 que podrán hacer las luces contra la
tiranía; harán entonces todo lo que se puede hacer con IIna
fuerza preponderante que tengan ó puedan reunir; pero la
fuel'za no sabe mas que abatir, mas de ningun modo ordenar;
pOI' eso tendrán necesidad de ma]ogral' mucho tiempo, y can-
sarse hasta que en el fastidio y la desesperacion venga otra
vez el despotismo disimulado y de incognito, á darles el aplo-
mo y sugetar]as.


Quisiel'amos vCl'las cosas de otro modo que aquel en que las
vemos, para contentar lluestl'OS deseos y los de nuestros lec-
tores; no tenemos el privilegio de ser impasibles, y sufrimos
ó gozamos con todos. La filosofía que embota la sensibilidad,
la hemos visto en los libros, pero no hemos llegado á adqui-
ril']a por sentimiento; y las cosas que describimos se nos pre-
sentan con una claridad en sí mismas y en sus principios y re-
sultados, que no nos ha sido posible pintal' blanco ]0 que he-
mos visto como negro; solo nos queda el consuelo de que no
somos infalibles, y de que, yá que nuestros sentimientos ten-
gan para nosotros la fuerza irresistible de producir doJor, los
de nuestl'OS lectores, que dependen más bien de sus propios co-·
nacimientos, que del nuestro, puedan ser producidos por una es-
peranza mas grata y lisonjera fIue la que nosotl'OS tenemos,
porque yean las cosas de otro modo, ó pOI' un tallo que nues-
tl'a COl'ta vista 110 haya podido alcanzar. Una ilusion así que
pudieramos formarnos, valdl'ía para nuestra eS}leranZa una
España allaraysada, que hasta ahora no vemos sino en nues-
tros deseos y en lllJestl'O dolor. Pero mientl'as veamos las co-
sas en las cosas mísmas, y no en nuestra imaginacion, lIora-
rémos nliestra desgracia y la del continentc, condcnado al
parecer á perpetua esclavitud. Los que crécn hecha una re-
volucion en la sorpresa primera con que sobl'ccoge á las na-
ciones el grito de la libertad, no parece sino que han nacido
en la luua, y se han transportado por milagro al pais de los
hombres de que no han tenido jamás la menol' idea.


Nuestra intencion en estas observaciones ha siflo bu.,ca,' las




REVOLUCION DE ESPANA,


causas del malóg'ro de la revolucion de España, pal'a que en
Jo sucesh'o, ó se p,'cparen las costumbres, que son las que se
han de cambüu', lIara que se lmeda cmprender con exíto una
re\'oluciol1, () se b'ate dc aclimatar en las naciones el sufri-
miento. haciendo el despotismo más llevadero, lo (Iue pueden
hacer las luces y el interés bien enten,dido de los goucrnantes.
La IlÍsÍlwia, que es el unico testigo (malo ó bueno) á que po-
demos acudir, para saber lo que ha sido la especie y la socie-
dad á que pertenecemos, nos aflige tambien sobremanera, por-
que viene toda á comprobar nuestros tristes vaticinios. Es
hien .'aro, que las naciollcs, dcpositarias naturales de la liber-
tad Ile los hombres que las componen, se vean en ella siempre
esclavas, y que las revoluciones que han hecho para mejorar
su situadon, la hayan empeorado en casi todas, ó dexadoles á
Jo más los mismos sufrimientos, pero con otr'os nombres, que,
pOl'que al pareccr son menos envilecientes, se han creído sig-
nificar cosas diversas. De modo que un despotismo más ó me-
nos desvergonzado en los gobie¡'nos es toda la diferencia que
nos presenta la historia desde su origen por todas las nacio-
nes del globo. Esta universalidad ha, como naturalizado la es-
clavitud en los pueblos, y hecho desconocel' la libertad, que la
ven yá como una quimera, que no es ni puede ser realizable.
Por -eso las naciones, que de libres se han hecho esclavas,
duermen siglos y siglos en la esclayitud; y las que de esclavas
se hacen libres, despues de inquietudes continuas, que les oca-
siona este germen funesto de senidumbre, que se les había
hecho familia,', y cultivan sin cesar en su nueva posicion los
50bernantes, vienen p.'onto á parar en el marasmo de la es-
da\'itud, que parecería su elcmento natural, si no supieramos
\ue la libertad es uno de los pl'incipios constitutivos del hom-
Jre. Ha dicho un historiador filosofo, que es tan natural el
I:ambio de la esclavitud á la libertad, como que el hierro pro-
luzca el orín; pero aunque el analísis conduzca á la razoll á
con1h'mar esta vel'dad, porque cs sabido que los eXÍl'emos se
tocan, y que es necesario por esa razon, que el cXÍl'emo des-
potismo se roze yá con la lihertad, no es tan cierto que esta
libertad se conserve desplles de producida por la tirania, con




376 UETHATOl:i POLlTICOS DE LA


Jos habitos y propensiones de )a esclavitud, que, como obra
del tiempo y de la ignOl'ancia, solo el tiempo y las luces lme-
den destruir. Los que han puesto toda la revolucion en la
boca del Rey, y en el juramento solemne que hizo á la liber-
tad, acaso confunden, como el escritor, que hemofi citado, el
impulso primero de la revolucion con la l'evolucion mÍfima, y
tienen así pOI' felicidad en la de España, de que se hiciese sin
sangre, y sin alterar el sistema que regía; pero no ven en
esta misma continuacion pacifica del sistema antiguo, que la
rc'Volucion, que consiste en el trastorno de este mismo sistema,
no se había hecho, y que Riego, y su exercito no habían he-
cho más que anunciar, y allanar algunos estorbos para la Ii·
bertad. Las costumbres y los habitos se quedaron los mismos,
y los gobel'nantes y los gobernadofi no querían oh'os, y los
conservaban por esto con más entusiasmo, que daban á la li-
bertad. Una cosa es el plan de ulla obra, y ótra es la obra
mÍsma. La revolucion se extendió en un codigo, para levan-
tar la obra de la libertad despues segun él; pero las costum-
bres resistieron en España, y resistirán en todas las revolu-
ciones la organizacion y realizacion dc la fabrica, mientras
no se labren ántes y acomoden al nuevo edificio. No pode-
mos dar por exemplo la revolncion de España, porque aunque
fué hecha y dirigida 1101' principistas que la extraviaron por
eso desde el principio, no entró nunca, ni aun en los primel'os
momentos en la clase de revoluciono Fué I'igorosamente un
juego de muchachos, que tomaban los principios como tántos
de axedréz, y los colocaban al azár aquí ó allí, sin discer-
nimiento ni calculo alguno. En esta parte esta revolucion y
su malógro no debería intimidal' .á nacion alguna para em-
prender la suya, escogiendo una baraja de hombres de algur.
tino politico y de circunstancias, y que supiesen jugar estas
piezas que se llaman llr,incipios, y acomodados á los tiempoE
y á las costumbres sin descuidar ninguna.


Se le podría dar acaso alguna solidéz y duracion á la obra,
aun quando el despotismo mancomunado de la Europa, que se
ticHe por omnipotente, lo quisiese impedir. Se desengañal'Ía
al cauo de su impotencia para chocar con una nacion que con-




ItEVOI,UClON DE ESPAÑA, 377


\,e¡Ül'aSe toda su fuerza, y la llenase de entusiasmo y de propio
inÍl'I'és. AquÍ está el escollo de las naciones y la osadía im-
pudente de la Santa-Alianza,-en que ven ó considel'an imposi.
ble esta 1'eunion intima é incontI'astable de toda una nacion ; y
aquí está tambien el daño que hemos atl'ibuido al mal illfluxo de
este gel'men de division que conservan todas las naciones en
sus habitos, en la rutina, en el fanatismo, en las preocupa-
ciunes, en sus intereses exclu~ivos, en su ignorancia yen su
seducibilidad. Aquí está el mal, y aquí es donde debía po-
ner'se el remedio. Esta sola medida, que todas las revolu-
ciones hall descuidado, basia¡'Ía para intimitlar á los tiranos
reunidos, y pal'a dar á una nacion fuerza y libCl'tad. No hay
ninguna que no deba aspir'ar á ello. Hemos hahlado de la di-
ficultad y casi imposibilidad de conseguirlo, tales cumo exis-
ten. E' exemplo de la Francia es capaz de amednmtar al
mundo cutero. Pero un Rey bueno,-un Rey con la ¡llIsion
que el tiempo, la adulacioll, el fanatismf), y el prestigio han
reunido á la I'cyedad,-un Rey con toda la fuerza de la na-
cion á su favnr y yoluntad,-llll Rey que se viese ellla liistol'ia
con la originalidad de promovedor de la libertad dc su nacion,
originalidad que 110 la podía espera!' la histol'ia mísma, Ilor-
fiue no está en la naturaleza de la reyedad,-un Rey que )0
fuese en verdad, y no un opresor de su nacion,-¿ porqué no ha-
bia de realizar esté imposible y hacer esta saludable I'evolucion~
(luando lo puede hacer con solo su palabra ?-j Qué sueño tan
grato el de mirar á un Rey. que desde la altura de su trono le-
\'anta el grito de liberlad,-y á su nacion, bendiciendole, ado-
randole, buscandole por todas partes para deshacerse en 'Vi-
'Cas, en lagrimas de gozo, en osculos tiernos y llenos de ver-
dad,-en dulces mÍl'adas, y señalantlolo por todas pal'tes an-
siosamente con el dedo, diciendo :-aqucl es nuestro creador,
-nos ha hecho I!omb,'es,-no sabíamos hasta ahora qué era
serlo;-j qué alegría no ha inspirado á nuestros corazones !-
El suyo salta con los nuestros por simpatía,-se lo conocemos
en el rostro, en los ojos, en todus sus mot'imielltos.-Sale de
su palacio adl'edemente, para vernos gO:lar ; así goza él con
n080tl'oS, y nosoh'os, dc gusto de verlo así gozal', doblamo!!!


:3B




RF.TllATOS POLlTICOS In: LA


nuestros goccs.-jQuien vió á esta nacion antes y la vée ahora!
-Vengan aquí todos los Reyes del mundo á ver al Rey de
ellos, que es el nuesÍl'o, y á avergonzarse y tener invidia.
Pudieron hacel' lo mismo, per'o equivocaron las ideas, y han
tenido el mal pOI' llien, y así yacen en el fastidio, que es la
mnerte del alma.


A solo un Rey le es facH una revolucion: él unicamente es
el que puede hacer verdadero ei falso y ridiculo principio, de
que las revoluciones sin trastorno ni sangre, sino que se ha-
cen por decretos, y disposiciones pacificas, convierten al bien
ele repente todos los corazones, hacen de ollce á doce millones
ele espiritus uno solo, por una sub ita y milagrosa conformidad,
y abaten de un golpe todas las lJasiones, deshaciendo pOI' el
de la patria todos los particulares intereses. Hemos dicho
que todos los Reyessol1, por el hecho mismo de serlo, una re-
volucion para su Ilacion y contra sí mÍsmos. Lrs t:ostaria me-
nos,-les costaría nada, ser'lo á su fítvor y al de los pueblos,
y les valdl'ía más. 'rienen en su mano este bien,-abranla, y
denselo á su nacion, Diganji,d, y se cOllviertl'll:l1 punto en
Reyes, y sus naciohes en ·naciollcs. N() cs gozar poder' hacer
daño, sino mirar el bien fIlie se ha hecho, vel' la alegr'ía que
produce, y decirse, ésta es mi obra,-yo he criado hombres,
como Dios.-j Porqué entre tantos Reyes, no había de haber
uno, que quisiese ser así el modelo y la invidia de los demás'
No hablemos de Fer'nan¡)o, que yit sahemos aspirar á otl'a od-
ginalidad más propia de su especie, que no es la especie hu-
mana, Pero Reyes 1iloRoros, como Federico y Jose 2 o , Leo-
poMo de Alemania, Rem'ique 4' de Francia, Carlos 3e , de
España y ótros, no haber qncr-ido aspirar á ser Reyes de la
posteridad y de los siglos? ¿ Qué tiene esta reyellad que as!
desacrrdita la filosofía y neutraliza los buenos jlrincipios y la
bondad de corazon? Los pueblos y los Reyes, parece (Iue se
han mancomunado para resistir el bien y la Jiber'tad, ¿ A quién
se quexan aquellos? Quim'an eficazmente, y seran libres. Ta-
les como Ron, no lo lmeden ser; pero pueden amoldars~ p:tI'a
ello, y encontrar hombres, flue, de"llIHls de quer'erJo, los sepan
dirigir. No están l1i pueden esta¡' muy de sobra, pero los hay.




HEVOLUCH'lN DE ESPAÑA, 579


i Qué habían de pl'oducil' revoluciones que forma la corrUl1-
cion de costumbres, sino desastres, y un despotismo mas gra-
duado!


La historia de España no es otra cosa que una cadena de
ellas. Las ha habido de todas las clases que hemos descrito,
y en !JI/e hemos di vido lo que es y se Huma revolucion. Des-
llUCS de laR que formó el espiritu de conquista y de domina-
cion que obraba en los Cartagineses y Romanos que formar'on
las pl'imeras; la falta de extension y de subsistencia estimuló
á los Godos y demás naciones salvages del Norte á producir la
segun,las. Las que des pues fOl'mal'on los Reyes, para suplan-
tarse unos á otl'OS, fuel'on yá ue di versa naturaleza, y se aca-
baban casi al mismo tiempo que empezaban COII la mudanza
del despota, Iluedando intacto el uespotismo legalizado y cris-
tianizado 1101' las I::ortes y los concilios. Desde su primer Rey
Ataulfo, asesinado para coronar á Sigel'ico, no se ven en Es-
paña, no se ven en la llistol'ia, sino Reyes muertos y destro-
nados por sus suceSOI'es, hasta la irrupc.ion de los Al'abes en
los tiempos de Rodrigo, que ImbÍa fOl'mado una revolucion
contt'a 'Vítí,za, para pOllerse, como se puso, en su ]ugal'. Des-
pues de 1~c1ayo repite la histol'ia esta mísma conducta en Jos
Reyes y en los pueblos, que las formaban continuamente, para
mudar de deslJota, con la aprobacion siempre de los concilios
y las Corte". Destronal' Ó matar, fué el resultado de todas
ella!>, y era muy fr'eqüente ponerse á su cabeza los hermanos,
-y aun ]os hijos contra los padres, como hizo Don Garcia
contl'a el suyo DOIl A.lonso el Grande, á quien forzó á abdicar-
Sancho contra Don Alonso el sabio su I'adre;-y conü'a el Rey,
Don Pedro, Sll hermano el Conde de Transtamára, que fué des-
IlIles Rey con el nombre de Enrique QO. La historia impar-
cial aclarará algun día, si se viéron en el mÍsmo caso Enrique
4 o con Isabel la catolica, y el lladre de Fel'l1anuo íO. Revolu-
ciones contra el despotismo mÍsmo no las ha producido nUllca
la España; pues la de los comuneros no parece haber sido con-
tra Jos pl'incipios de gobiel'l1o, qlle pusieron todavía Jos subIe-
vados, como la I:f:tse del movimiento; sino cOlltr'a la domina-
don y el influxo de los extrangeros. El despotismo se miró




380 UBTRATOS POLITICOS DE LA


siempre. como si fuese una pieza esencial (lel sistema, y se COTl~
tentaban solamente con bautizar')o con esa UI)ul'iencia (le rl'pre~
sentarion nacional, que llamaban Cortes, que la naturaleza de
los Estamentos deshacía, y con Jos fueros mllnicipalcs, qne
lIacÍan ulla pieza del despotismo señorial, que lo mantenía con-
tra el riel Rey. No se ha visto tampoco, ni en España ni en
l)al'te alguna del globo una revolucion, que hayan fOl'mado los
Rryes á favor de su nacion: esta es la razon por (¡He pocas Ó
11ingunas tienen buen resultado. Esta clase de revolucion sí,
que se podría hacer con disposiciones que se p¡'cpal'asen unas
á otras; y los tI'astomos y movimientos convulsivos y peligro-
sos, que hacen en las otras indispensable la fuerza, uo podrían
en ellas tener lugar.


La de España pudo engañal' al principio á los que no ven
nunca en las cosas, sino )0 que presentan por la superficie,. por
que no se ,-iel'on en ella entonces sino decretos y ll'yes de refOl'ma
con la rubrica de ese mismo Rey que se trataba de reformar,
y una nacion en calma que las recibía y las publicaba sin in-
quietud. Se veía á la libertad obrar en todas ellas, hablar
por todas las bocas, sonar en todas las nuevas disposiciones,
marcar las puertas de todas las casas, y aun intimidar y tapar
la boca á todos sus contrarios. Este quadro lizonjero que pre-
sentaba entonces la España es el que seduxo á los incautos,
que esperaban y querían el bien, y les hace aun hoy decir, que
In revolncion se hi'Zlo toda allí y que despues la han malogl'ado.
Este despllcs tenía entonces y tiene todavía en su seno toda fa
revolucÍoll pOI' haeN'; porque este despncs era el tiempo en que
se pudo y debió hacer, y no en el tiempo de que se habla, en el
qne no cabía, lIi la revolucion de España ni ninguna de las
clases de revoluciones que hemos dicho. Los hombres obran
en el tiempo, que es la medida de las cosas, y cada una de t:stas
tiene marcado el suyo, y ·no cabe en el de otra. .iV'apoléon se
per'dio por querer alterar estas pr'oporeioncs y estas medidas;
la obra drl tiempo, solo el tiempo fa hace. Las revoluciones
tienen el suyo á pl'oporcion de las resistencias que deben en-
contrar en los habitos y las costumbres, y tienen que correrlo
sill arbitrio, para qlle se pueda esperar' el bien que se prolm-




REVOLUCION DE ESPAÑA. 381


llen segun su naturaleza. La de Suiza la hacían más facil sus
costumbrc~. y dudl mucho menos que la de Holanda. La de
10'1 ERtarlos-U nidos casi estaba hecha en todos sus ramos: sus
habitos rsíaban yá en el molde de la libertad, y solo tenía, que
autellticarse, y lll'odamal'se lo que yá era; y fué tambien pOI'
eso de corta duracion. La de Inglaterra, que no estaba así
l)l'('pal'ada, y lo tenía todo 1101' hacel', empleó ochenta años de
resistencias y de horrores. La de Francia, despucs de treinta
de desasü'efl, y en medio de un cumulo de luces que ha hecho
ver á la Europa clal'o, y de un poder que admirará á la histo-
ria. no se ha podido concluir, y vive hoy la vida de Luis 14
sohr'e poco más ó menos. ¿ Y querían estos políticos, tallados
taleR en las escuelas de los conventos, y segun la escultura de
la esclavitud, que la revolucion de España saliese toda hecha
de la boca de Riego en las Cabezas de San Juan, y qUe Fel'-
liando 7° siguiese despues esta voz, como su bruxula, hácia el
camino y por el rumbo de la libertad, y dexára lo Fernando
llara siempI'e? Eso es desconocer los hombres, desconocel' los
puehlos, desconocer la España, y desconocer el caracter de
ulla revo/ucion en una lIacion amasada de una combinacion de
despotismo y serúdumbre, que era lo (Iue hacía toda su ma-
teria.


U na revolucion de una originalidad que está muy fuel'a del
alcanze de la razon ilustrada por la eXIJeriencia de todo el
iiempo que tiene de existencÍa la especie humana, sería la de
España, si estubiera toda contenida en el juramento del Rry,
y en el solo apoyo de su poder. La fuerza que se le dcxó,
sacó á esta ['e\'olucion de la naturaleza de tal. No se supone
hecha una revolucion, sino quando el pueblo reasume del Rey
la fuerza que le tenía usurpada y con que le oprimía, y hace
con ella la l'CfOl'ma, arreglandola despues por el nuevo siste-
ma, y depositandola dónde y cómo quiera. Qual1do se la
dexan, como sucedió en España, fiados en que la implear'ía á
favor de la libertad y contra sí mismo, 110 hay revolucion : las
resistencias, si nacen, son estimuladas y de acuerdo con el
mismo Rey, que obra todavía con el prestigio que le han dado
el tiempo y los habitos, y no es tan facil arrancarselo. Es una
fuerza invisible, que es acaso más fuerza que l¡t fuerza




382 larl'HATOS l'Ol.ITICOS DE L\


mÍsma: al menos la afirma ó Ilace mús fuerte y alguna~
yeces it'¡'esistible. Tomal' el pueblo su fael'za, y restablecer
con su auxilio el gobit'l'!Jo, esto es lo que constituye y se llama
una ,'evolucion. Las resistencias son casi de su esencia, por-
que hay que deshace!' illtcl'cses IlI'h'ados, ilusiones poder'osas,
Ill'ellcupadolJes sagl'adas y envejecidas, y pl'incipios quc, aun-
que falsos, se mil'all COIllO axiomas, y se han lIegal\o á re\'e~til'
del caracter de dogmas. Para esto es necesa¡'ia la libre dis-
posicion de la fuerza, que impone ó somete. Las leyes nuevas,
que coartan al parecrr al Rey, para que llU pueda usar de la
fuerza contra ellas, hasta Ijue llegan á tenel' la sancion del
tiempo, de la 0llinion y de la \oluntad genel'al, no tienen el
vigor de leyes, ni se hacen respeta\', y esto hace dos naciones
de una misma nacion; la cOllstituciollal, que es, como lH)~que­
ja(la, y la antigua que sigue su rumbo sin la meno!' altel'acion.


POI' eso todas han empezado y deben empezar por ar¡'ancal'le
con violenria al xefe de la nacion la masa de liuef'tad que le ha-
bía usurpado á ésta con el arte y con la fuerza, y volverse cada
uno á tomar la suya, llar'a disponer despues de ella á su gusto
Y provecho con rellexiol1 y lllal1l!lII'éz. Esta es la base de las
revoluciones; no hay una en la histol'ia que !lO haJa tenÍllo este
llrincipio: 5011) de este modo se puede recobrar la libertad 1101'
los pueblos, quando se ha inveterado la posesiol1 de ella en el
que la usuqló. Pemmr que éste se ha de desprender gustosa y
voluntariamente de ella pOl' el bien del Jluehlo, y amor á la
justicia, es conocer muy poco á lo~ hombJ'cs y á los Reyes.
Todo el tiempu CIue estos tengan la file l'Z a y el pode!', ó puedan
eS]lerar tenel"la, ¡'esistil'án que se la quiten, aunque fuera para
esto necesal'io conmovel' el globo hasta sus bases y llesh'IJi¡' al
genero hUll:,ano en su totalidad. No hay una exceprion en la
lüstor·ia. Un Rey que ha paladeado siquiera un dia el sallor
del mando sin tI'abas, está dispucsto á COmpl'OllletCl', si es nc-
ccsario, al uniYcl'so entero pOI' no lIm'del' este manjar tan de-
licioso lIara el paladar de la flaqueza humana, y que sabe á
todas las cosas. E"llcrar CIuC lo dexe él jamás de buena fé,
es esperal' que se qui.te la vida para dal'sela á ~)tl'o. Es un
erl'OI' muy torpe el de los bistOl'ial\ores y escritores del tiempo
de la re\-olucion de España, haber' pensado Iple era singulal'




ItEVOLUCION DE ESl'AiÜ, S83


en su linea, ])01' ha\)erse hecho sin sangre y sin desgracias.
Hal'to singular huhiel'a sitio en verdad, si se hubiera verifica-
do CHe fellorucno ]Jolitico que resiste la naturaleza del hombre
y de la Reyedad.Pcro el resultado ha dicho bien. si se \'eri-
ficó. Es nrrrsario lurhar mucho pal'a arrancar á un Rey el
deposito de lihrt'tall~ que tenía contra la voluntad de sus subdi-
tos; es necesal'io un esfuerzo extraordinal'Ío de la sociedad
entua para tirar y desprenderlo de esta libertad gencl'al á que
se hahía pegado tan tenazmente su corazon que casi no se
puede yá separar sin el corazon mÍsmo, es nrcpsario una natu-
raleza ftileVa, lit! hombre IlllCYO, un Rf'y caido del ciclo, y que
no caiga como Saul, un Rey sin nada de IJl'flpellsiones r'eales y
debilidades humanas, pal'a que tuvieran alg¡ma disculpa los
que lll'rÍan de l1ursÍI'a I'el"olucion aquel dislate, aislado de todo
l'aciocinio y calculo de probabilidades.


La revolucioll de Espai'ia se malogró !Jorque no se hizo, ni
se podía hacer así. El pueblo se quedó sin fuerza, porque no
le arrancó al Rey ]a suya á qualesquiera costa, pues se la
tenía usurpada siglos hacía con su libertad. El Rey disponía
siempre de ]a mísma, que obraba en él pOI' ilusion, y por las
resistencias del mismo pueblo Ijue el mismo Rey dil'igía ó
apl'obaba, y la ley constitucional no era sostenida por otra que
poda precaria, incierta, y aparente de los agentes del gobier-
no, que luchaban siempre con la desventaja del numero, de la
falta de prestigio y opinion, y de la desesperacion de] exito.
La Irgitimidad que la Santa Alianza había lmesto P?r base de
su establecimiento, obraba tambien en la cabeza de los españo-
les, animando á los más é intimidando á 103 menos, de modo
que la l'evo]ucion caminó siempre sin fuerza y sin ilusion des-
de el principio, contenta con llenar los vacios de fOl'malidades
constitucionales; pero hablando el ]enguage de ]a debilidad y
de la incertidumbre, que transpiraba lJal'a con los pueblos la
conciencia de su po<";o poder, y de sus ningunas esperanzas.
A¡;¡, había constitucÍolI en los decretos, y absolutismo en las
obras;-libertad en las bocas yen las canciones,-y esclavitud
en el hccho;-nuevo sistema en ]a apal'iencia, y el vif'jo en la
rcalidad;-rcspcto á lo antiguo, y burlas y cscarnio á ]0 mo·




384 ltETRATOS l'OLlTIUOS DE LA


derno: todo porque el pueblo no había despojado al Rey desde
el principio de la libertad, que no era suya, sino del mismo
pueblo; y si parecía obrar con más libertad que antes, era
porque el Rey se la había cediclo provisionalmente, á los unos,
para que lo defendiesen contl'a la constitucÍon, y á los ótr'os,
para que irritasen á aquellos, y los aburriesen, y se la voh'ie-
sen todos des pues. La revolucion debía seguÍl' por esta I'a:t.oll
los pasos que siguió. Debían armarse los Españoles con-
b'a la libel'tad, por que no la quería su Rey con cuya
sola fuerza y libertad peleaban: debían multiplicarse las
partidas al abrigo de la pl'oteccion de ese Rey y sus aliados:
debían irritarse los debiles, que el'an los constitucionales, y
teniendo legalizada, aunque fuese en apariencia, la fuel'za,
perseguir á los más numel'OSOS con la ventaja para esto que les
daba la autoridad y el poder Q1'ganizado. Debía pues, empe-
ñarse así una guel'l'a de contrudiccion, que aumr,ntase el nume-
ro de descontentos, y éstos desvergon:t.arse más y más cada
dia, y debía venir á parar, en que esta mala llisposicion Ile los
pueblos, llamase al extrangero en su auxilio, y tubiese el fin
que todos hemos visto.


La revolucioll Española nació yit hecha trozos, y destruida
desde su origen. La nacion aborrecía lo que le doha del go·
bierno, la miseria, la inseguridad, y el desorden; pero no odia-
ba los principios constitutivos de este gobierno, que lo hacía
infeliz: así estaba dispuesta á resisti., al dolor, y al abuso del
poder que se lo causaba, pero no á deshacerse de sus habitos de
sumisioll ciega, de deferencia supersticiosa y de vergonzosa
servidumbre; la rutina y el tiempo se la habían naturalizado
y aun santificado. Riego lerantó el grito, y la nacion calló
estupefacta al pl'incipio, y lJuando pudo deponer el IlIicdo, se
uniformó; pero era el dolor el que la decidía; Sel1lÍa su situa-
don triste y miserable; mas la parte instintiva y rutiner'a la
mantenía sometida á sus costumbres y á lo que había respetado
toda su vida. A poco, esta pal'te arrastro á la otra, (pasada
la sorpresa,) y el dolor de sufrit' no le pareció tan gl'ande, co·
mo el de ver desayrado su ídolo; y su amor p.'opio lo pospuso
todo ít su triunfo. Riego y sus tropas se aprovecharon de la




REVOLUCION DE ESPAÑA. 385


lll'imera dispoRidon, y las Cort~s desatendieron la segunda.
Riego no es clIlpable, porque abrió á las Cortes el camino con
su alzainirnto. Ni es insun'ccrion militar la que tiende á reco-
brar la ljucl'tad usurpada; es abusar de los nombres darle el
nombre de insurreccÍolI al restablecimiento de los derechos del
homhre y de la sociedad; sólo en el diccionario de la esclavitud
podía tener este heroico esfuerzo ese significado; prJ'o las
COl'tcs son muy culpables, por haber empezado por decretar y no
por predisponer,-)lor haber contado neciamente con que el
Rey en el juramento había cntl'rgado á la nacion la Jibertad
gcnpr-al qllc le tenía robada, y sr había q~ledado á su discre-
cion, y por consiguiente, con qur tenían yá una gran masa de
fuel'za que opolle1'le, la que venia unida á esa libertad, de que
él antes disponía ;-por haber visto desde entonces la soberanía
en el pueblo donde uo estaba, porque el pueulo no la quería,
sino que la tubiera su Fernando,-por no haber empezado por
lizongear las preocupaciones en lugar de atacadas, .para que
el tiempo, y medidas espimles y de travesía las fuesen poco á
poco desmoronando. Tamuien la constitucion que restablecieron
no parecía yá hecha, sino para imposilJilitar la libertad. La om-
11ipotencia de las Cortes, inutilizaba de Itrcho al gobierno, que
ó se ha de acordar y someter, ó es destruido. El sistema de elec-
ciones no era tampoco el más á proposito pal'a tener diputados
dignos; y 1'1 manantial de recursos y quexas de todas lint'as, que
cOJ'rÍa incesantemente hácia el congl'eso, barrenaba todos los }10-
del'cs, y democratizaba absolutamente á la nadon, que existiendo
por otr'a parte, como monarr¡uía. llenaba de confusion la admi-
nistracion, y paralizaba todos los movimientos ordenados se-
gun su esencial ol'ganizacion. Así, la l'efOl'ma de la constitu-
don hubiera sido acaso para el pueblo el lwesagio más favora-
ble, y hubiera dexado al Rey más al descubierto, aun quando
no lo hubiera ganado, pOl'llue los Reyes 110 sé ganan nunca
trabamloles, sino aumentando el uso de su autoridad. El mi-
nisterio primero que debió buscar el modo de dar á la revolu-
don la consistencia que le faltaba, no hizo sino alimental' su
engreimiento, y seguir la ley ordinaria de los despachos, y
nepotismos, como si la nacion estubiera en una paz octavtana,




38G HETHATOS POLlTlCOS DE LA


y sin mác¡ nrcesidades que la de ]a provision de empleos y el
aumento dI' suehlos y recursos. No se fOl'mó jamás un plan de
gobierno, sino. uno de ataque y resistencias ,Ir opiniones y de
opinion. La de Riego, auxíliada de sus ncnerías, sirvió de
estimulo á la demagógia de Argüelles paJ'a alexarlo á fin de
que nI) le l'ebaxase su divinidad. La revolucion '1 ue él había
emprzado, participó de este descre,lito; y la disolucion de su
excI'cito, no dexó yá duda, que estaba basada sobre un pecado
original que manchaba toda su generacion. Argüelles no vió
esto al principio, porque siempre ha visto poco, y al lexos ab-
solutamente nada. Quando]o llegó á ver, y lo quiso reparar,
yá se había hecho el daño irrepat'able, y la nacÍon había con
fundido á Argüelles y Riego con los liberales en un mismo des-
precio. El Rey adelantó mucho en la opinion con esta necia
conducta del ministro; y yá decían publicamente los serviles:
se cayó un pie de la mesa, que yá no se podrá tener bien.


En las provincias se obseJ'Vaba á las Cortes, y todas las
. autoridades al ministerio: aquellas hacían leyes, lo que era muy
facil; y éste tenía que hacerlas obedecer, lo que CJ'a yá bastan-
te más dificil. Las leyes contl'adeeÍan la opinion, qur, como
bemos dicho, estuvo siempre renuente, y las Col'tes, contentas
con hacerlas, las veían desayrar sin arbib'io, porque en el del'-
ribo del sistema antiguo, en que toda la libertad estaba en el
Rey, cada uno se cogió la parte que quiso, además de la
suya, de acuer'do con él, que se quedó en propiedad con toda;
y las Cortes y el gobierno, que no contaban, sino con ca u-
tiJa!lrs pe(judias y ]locas, no se atr'evÍan ft violentar la sumi-
sion y la afluiescencia del pueblo, por el peligro de perder
má:;; que podían ganat'. Así. saltaban guerrilleros, y los Ime··
blos los protegían conb'a el gobierno, y si llegaban á ser ap¡'e-
bendidos, escapaban á favor de los argadillos y suhterfugios
de los tribunales, y del· miedo de los jueces, que no qUCl'Ían
verse comprometidos para lo sucesivo. El servilismo se lle-
naba de audacia por momentos; y aun los pueblos en que la
fuerza lll'eponderante de los liberales y la de la opinionlo con·
tenían, dexaba siempre transpirar un alborozo insultante y
amenazador, que equivalía yá á una venganza. Así caminaron




JlEVOLUCTON DE ESPAÑA, S87


iicmpre la I'evolucion y la España por medio de un caos en
fIlie los ministros y las Cortes ciaban mil traspies, y no tenían
yá tino poco ni mucho. Si el Rey, como tenía mala fé, hubipse
tenido un tanto dr talento, la l'e\'olurÍon no hubiera contado ¡;i-
no muy pOf'OS dias; pero se contentaba al principio con hurlal'-
la y pOllcrle apodos, y jm'arsela á sus autor'ps p~o'a el dia del
desenlace. que nunca vió en duda ni remoto. El lo,; desprecia-
ba á ojos vistas, y ellos empeñaban su furorimpntente en desa-
creditarlo, como si par'a esto necesitára él otro estimulo que
liCl' Fernando, y JJO poder yá ser otra cosa, Unos y otros obt'a-
ban con sus animosidades los mistllos efectos de dest!'urrion;
y si el Rey desacreditando á los constitucionales, aceleraba el
desplomo de la constitucion, Jos liberales por su }Jal'te, desa-
o'editando al Rey, que era una de las piezas principales del
sistema, y acaso la clave del edificio, lo minaban tambiell por
sus cimientos, y lo precipitaban. El Rey, así como era, y lo
hemos descrito en nuesh'as anecdotas, y en estas observacio-
nes, drbiú ser considet'ado por los liberales, como la persona
más importante pal'a la libertad, tal como se había establecido
lJara la Espaila })Ol' la cOlIstitucion. Sus faltas y sus extra-
,-íos debÍel'on culJl'i¡'se con cien velos eSIJesísimos, á fin de que
el pueblo no viese en él otra cosa, que la libe¡,tad que había
jurado, y los serviles se considerasen en su desafecto sin apoyo
ni jlrotecciol1. Quanllo Argüelles dixo á la España de oficio
en el asunto de Cal'bajal, que el Rey conspiraba contra la cons-
titucion, dió en Madrid el grito del restablecimiento de la
esclavitud, como había dado Riego en las Cabezas el de la li-
lJCdad. Aquel dia se destruyeron por él las libertades y las
espel'anzas de la nacion. Desde entonces viene obt'ando en
los pueblos el mal espiritu de :Fernando, que la fatuidad im-
pt'ovidente del ministro les inoculó con aquel aviso, y en Fer-
nando el descaro que antes no tenía, y ahora hace empeño en
extl'l'iOl'izal', para animal' á sus partidal'Íos, y que les sirva de
anticipada aprobacion. Un obsel'vador, que tuviese la pacien-
cia de venir desde entonces por toda la l'evolucion, ligando he:"
chos, y tcxicmlolos con sus causas, formaría desde aquel mal
paso de .\rgüellcs hasta el ultimo respiro de la libertad una




RETRATOS POLlTICOS DE LA


cadena no interumpida de movimientos, que todos son hijos, y
resultados de aquel primer impulso. en que el Rey y los sel'vi-
les fixaron yá su rumbo y el de la revolucion, y los liberales
no pudieron yá hacer otra cosa, que seguir el mismo, aunque
bacÍendo' escaramuzas de una contradiccion de platafOl'ma,
cuya inutilidad conocían unos y otros. Este contr'astc del
Rey con la constitucion y los liberales mantuvo algunos meses
más el sistema que vivía solo de esta oposicion; y los constitu-
cionales mismos hubieran acaso precipitado el fin por illRnicion
y falta de movimiento y de recursos, sino se hubieran dividi!lo
en parcialidades y partidos encarnizados, que mantuvieron
mutuamente su accion, }1ersiguiendose, y sostelliendose así
unos á otros pOl' irritacion. P~ro la disolucion se aseguraba
con eflto más y más, y el sistema constitucional se hubie¡'a des-
plomatlo siempre por esta razon, aun quanrlo no hubiera habi-
do Rey que reuniese bastante opinion y fuerza, para derribar-
lo, ni extrarigeros que le auxiliasen para el efecto.


La libe¡'tad nacional por más que se proclamase en el llUc-
blo, estuho siemlwe en el Rey pOI' areccion y decision l'utina-
ria de los Español('s, y en el ]lucblo, cnmn representante del
Rey por el tiempo que no la pudiese exercer éste pOI' sí, Los
liberales obraban solamente con su libertad personal, porque
la de la nacion no puede estal' nunca en la minoría, donde no
está la fuerza; y despues que se dividieron en comunel'OS, ma-
sones, anillcros y demás castas, vinieron á una tlescomposi-
ciOll, que casi retluxo á la naCÍon al estado de la naturaleza,
que no pudiendo existit' en los pueblos que hayan yá gustado


. la sociedad, la civilizacioll, y los goces, que ésta dá, produxo
la anarquia, que hoy "('Ylla todavía en la naciou, cuyos iudivi-
duos obran aun }Ior sí, y se dirigen á sí mismos y contJ'a los
demás quando les interesa, y quando el miedo de esos mísmos
no IOR arredra. ó ]a tiranía del que se llama gobierno, (y es
110 más que un particular, como los oÍl'os, á quien se resiste,
!]lIando hay intel'és y se puede, ó se cede,) oprime con la fuer-
za ó con el tel'ror.-Es decir que si la l'evolllcion de España.
se ha elltendid() consistir en la disolucion del gobierno absolu-
to el año de lSQO, continúa aun, y tiene cinco años de duracion,




1!EVOLUCION DE ESPAÑA, 589


F'I'I'nando que la mantuvo con sus resistencias y mala fé el
tiempo que se llamó constitucional, la sostiene todavía hoy, á
cal'tas vistas, con SlIS per'secuciones y sed de sangre, y con la
organizacion del desol'¡]en que quiere hacet' pasar como gohier-
no. La I'evolucion, que subsiste hoy en España, ha cambiado
de objf'to ; no es contra la libel'tad, ni contra el absolutismo,
que 119 hay. pues al cabo ese sería un gobierno, y no hay nin-
guno. Fernando es allí un pal'ticular como todos los demás,-
un particular á quien se le han reunido algunos que le hacen
pOI' eso más fuer'te que los otros,-un gue .. rillero, si se quiere,
que sa(juéa, mata, y ahorca sin consideracion á los que' no son
de su partido y siguen su opinion; pero no es el xefe de un
gobicl'nn, y así los pueblos ]0 desobedecen quando quieren, y su
mi liria r'ealista recibe, mantiene, ó arroja las autol'idades que
él malilla, como le pal'ece, y forma insu .... ecciones ó pal,tidas
contl'a él, como las tenía antes á su favor en el sistema consti-
tucional. La revolucion continúa, pero no tiene miras deter-
minadas.* Es contra el orden y organizacion de todo plan


* La anarquía, en que pone á hs naciones el estado de revolucion, resiste
su e5tauilidad, porque e~ un sistema violento, en que no puede estar nacíon
alguna sin disolverse 6 sin' fixarse. Los movimientos encontrados y contra-
dictorios que la traen y la llevan al azár por algun tiempo, al fin se detienen
por la resistencia que oponen unos á otros en un punto en que se impiden
reciprocamente la marcha, y' se forma allí entonces un centro de reunion al
l'cdedol" del qual debcl'J.ll yá girar todos los demás movimientos, impulsados
por las pasiones, y formar un orden del desorden mismo que regía, cuya
consistencia será despucs proporcionada á la buena 6 mala colocacion en que
se hayan situado las piezas, y á la más 6 menos fuerza con que se les pueda.
asegurar en sus respectivos lugares, Los movimientos violentos y desorde-
nados en que hemos descrito y está la España, parece irse yi fixando en el
punto centrico del Infante Don Carlos, como hemos insinuado en el volumen
que hemos dado de la vida de Fernando 7 0 , al rededor de cuyo centro gira.
yá mucha parte de la España, que arrastrará al fin á la restante por una espe-
cie de atraccion irresistible, La indeterminacion de la anarquia que allí
l"eynaba y reyna aun, debe escollar en el primer impedimento que opongan
á su movimiento irreglJlar, dos 6 tres impulsos que se adunen accidental-
mente y detengan á todos los demás, Fernando y Don Carlos su hermano
~orren en este caos sin objeto ni plan; pero Fernando vá demasiado lexos
.:lel centro, y con un movimiento muy tardío, por falta de atraccion centripe-
',~, su hermano se vá yá rozando con él, porque lleva con demasiada proximi




300 RETlL\.TOS l'OLlTICO:-5 DE LA


de gobierllo, qualesquiel'a que fuese. Es una l'eyolllcioll de'
Fernando 7° contra :Fernando i O ~ Si nos fuera pCI'llIi¡¡¡Jo ver
su alma en los momentos, en que ('1 'lueilo Jo d('xa ent"I'ga(lo
á sí mismo, veríamos á las claras quién era el blanco de esta
revolndon, que acaso va á acabar con la España ~. I¡a;;ta con
su memul'Ía; le veríamos destrozado en l'emm'lli mientos, en
rabia, en desesperacion por la furia reyolur.iunal'ia, 'lile man-
time en su I)echo, y leería allí la nacion su l'Ol'venir y su
etel'na desgracia. Su furor COl're por toda la Peninsula, lle-
nando de susto á los unos, destrozando á los oh'os, y aterran-
do hasta los arboles y las piedras, testigos de calamj¡Jafles ta-
mallas, y de incertidumlu'efl cl'ueles. El desol'den y la llcl'secu-
cion alexan la esperanza del remedio :-huil' ó pel'scguil'; mo-
rir ó matar ;-amenazar ó temer ;-II01'ar Ó hacer 1I00'ar;-
esta es la vida y el gobierno de los Espalloles. Pal'titlarios
de todas las opiniones inundan los caminos, y amedl'cntan los
pueblos. La partida que manda Fet'nando 7°, se distingue
cntr'e todas por su rabia, y crueldad en medio de esta anar-
quia sostenida en que está la España. La revolucioll cunde
hoy y devora con más furor que en el tiempo cOllstitucional:
no se sabe donde puede ir á parar segun el impulso que le ha
dado Fernando á su salida !le Cadiz. Es una borrasca deshe-
cha en que vá embarcado el mismo Fernando; parece, que IHI
se ha parado nunca á considerar, que él sc perderá con la
nave, como todos, si la calma no se restablece. Este es el
resultatlo de lo que se llamó en España revolucion.


¿ Cómo había de I'ol'mar'se allí este cambio de gobierno,
que se llama re"Volncioll, dexall¡)o el mismo Rey, el mismo Fer-
nando, la misma nacioll, las mismas costumbres, la mi'lma su-
pcrsticion, el mismo envilecimiento de las almas escla\'<ls. la
misma ignorancia de lo quc es libertad, el mismo asco de pl'O-


dad la fuerza de los fl'ayles, la ue los obispos, la de la religioll, y la de lln
despotismo más al'tistico y decisivo, y por eso puede fixar un centro ue
atraccion general que haga correr hácia él hasta los mismos liberales Cjue ;;:-
mueven cn los ultimas extremos del circulo.




HEVOLUClON DE ESPAÑA. :391


barIa siquiera, y los mismos estorbos para realizarla !-La re-
volucioll no podía servil' sino de it'('itar más y más los animos
de los pocos ilustrados y previdentes, que había en Espa-
ña, y de llacer su suerte y situacion más desgraciada. Los
frayles y los clerigos. almas corvas y llenas dI' miserables ne-
nias y pobrezas de eutendimiento, cantaban un tI-iunfo en cada
maló¡;ro de tentativa para la libertad, y hacían de él un al'gu-
mento, pam proba,' á los incautos, y rutineros Españoles,
(que piensan por I'azon agena, y están acostumbrados á que les
ahórr'en el tI'abajo de raciocinar,) que la libertad era una
quimera irrealizable, que Dios tiene l'epl'obada en su evangelio,
y que es solo propia de paises de hcreges á quienes tiene el
mismo Dios condenados en su indignacion á se)' libres y felices
en este mundo, porque tienen que sufril' en el otro un tormento
etel'no, Los fray les y los clerigos estan bien seguros, de que
no há de ser puesta en el crisol del analisis esta doctJ'ina
allticl-istiana, que les dan á sus estupidos y alucinados discipu-
los, cuya razon es puesta en movimiento por un hilo que ellos
menéan, y les dá el que les aCOI,noda,-No le hace, que todo
este galimatías sea un absurdo, con tal de que lo crcan; y
para creerlo, basta que sra ausurdo, pues eso es Jo que hace
solamente el objeto de la ignorante cl'edulidad. La libertad
tendría esta combinacion en contra para siempre jamás, si los
Reyes y los fray les mismos no trabajasen tanto para disipar
esta ignorancia fanatica del pueblo con su opresion, yá de-
masiado dura y drsvergonzada, y con sus escandalosos extra-
vios en todas lineas. Pero, aunque fuese menos }ll'obaule el
que pudiese anibar á la perfeccion el entendimiento humano,
que lo que Cl'éen Condorcet, Destut-Tracy, y Mel'cier, el dolO1'
bien graduado de la manera que lo van graduando yá los xefes
de las naciones, tiene una fuerza para recabar el desengaño y
traer despues la luz, yen seguida el reyno de la verdad, (Jue á
pesar de la desconfianza que 110S inspÍI'a la histol'ia toda, nos
aÍl'memos á esprl'al', que las naciones lleguen á ser libres y
los Reyes y los fray les sus esclavos; revolucion que sóla pue-
de restablecer al genero humano en los derechos que ac1quirícra
en su creacion. Damos todavía esta l1uesü'a opinion con el




392 HETIUTOS POLITICOS m: LA


miello que la sellucibilidad humana y los hombl'cs de tollos los
tiempos nos inspiran. Los hcmos visto prcstar sus brazos y sus
luces, malas ó buenas, pocas ó muchas, á sus ti/'anos en todos
los tiempos; pero los vemos yá hoy amenazadrs COIl ('llas, y á
estos tir'anos mísmos temer á los pueblos,-mancumllnar'se
para resistirlos en caso de ataque,-y VCI' cómo les I)Ucden
disfrazar el despotismo con especiosidades de constitltcion y
libe1'lad, para que lo sientan menos. Al cabo, la fuerza con
que deben ser dcspotas, es la MI pueblo mÍsmo, y esto es yá
una leccion perenne que se le está dando de que la tiene, y un
motivo para reunirlo y exercital'la; lo demás lo Ila¡'ún las cir-
cunstancias, el dolor y la impudencia de los g'obiernos que no
pueden (es imposible,) ser mode/'ados con la fuerza de todos
á su disposicion. I,as luces tienen un origen que no se puede
cegar y que está brotando luz y luz sin cesar; yá se pe¡'ciben
bien estas chispas por todas partes, y que las resistencias las
esparcen más y más. j Oxalá que graduando esta impolitica
é inhumana opresion, aceleren los gobiernos la explosion, y
amanezca de repente para todos los hombres el día de la Ji,
bertad ! ..


FIN


DE LAs


OBSERV ACIONEK




QÜESTION POLITICA.


La libertad. si e,~ ciel'ta, siempre "Vence;
Si es falsa, el despotismo la somete.


¿ Por qué los Americanos de los Estados-Unidos consiguie-
l'on Sil librr'tad, scparandose de la Inglaterra, nacion la más
fuerte y rica de las que exi!'!ten, 'lue lo resistió con todo su
¡>oder, y la España no lo ha podido con'leguir en las dos veces,
que lo ha intentado, aunque el poder de Fernando 7° para re-
sistirlo, haya sido. como nulo, y su fuerza moral fuese en el
mundo politico poco más de cero.-


Esta qüestion resueHa, la revolucion de España y su exito
desgraciado dexa de ser un problema; y los pueblos pueden
yá tener datos seguros ó aproximados, para intentar de aquí
adelante sus reformas con más ó menos probabilidad de re-
sultado.


Los Americanos de las colonias Inglesas eran ingleses en su
mayor parte, nacidos, criados. y familiarizados con las ideas
y la practica de la libertad, á la que habían tenido siempre un
cariño como el que se conserva á todas las ideas, que se ad-
quieren y conservan desde la infancia, y se nutren después por
habitos continuados desde la educadon. Este amor á la
libertad, que se había llegado á identificar con su existencia,
se adicionó sin duda á las miras de negocio, ó á qualesquíera
otras que pudieran traer, arribando á las costas del Norte de
America para establecerse en ellas. Se podría decir que la
libertad mÍsma formaba en aquellos puntos los establecimien-
tos, de que había de hacer despues escuelas publicas" donde


,') n




594 RETRATOS POLlTICOS DE LA


viniesen á tomar lecciones de libertad los hombres de todas las
naciones que aspirasen á la dignidad de Sel'es libres. La re·
ligion mísma de Jos prillleros fundador'es los había yá tambien
desembarazado de las caucnas de la sllpersticion, que forma
los esclavos: el protestantísmo les había hecho ver yá al ser
supremo en toda su grandeza y magestad, y no con los ü'i8tes y
sombr'Íos colOl'es, en I]l,Ie lo consideraban los que'aun vivían eH
los calabozos del intolerantismo catoUco. La ind¡>,pell¡]encia
desinteresada fIel sacerdodo natul'al y patl'Íar'cal, qut' profesa-
ba el qllakarismo, los pl't'paraba á una igualdad más exterio-
rizada por la ley civil. y á una lilJe:'tad que 110 conociese más
freno q u(· el daño y el dolol', que pudiesen ocasional' alguna vez
á sus semejantes. Tódo, halita los bosqucs mísmos de que hi-
cieron sus pr'ime¡'os domicilios, el silencio tmnquilo, que guarda
en ellos la naturaleza, la soledad en quc vivían, fJue los mantu-
vo sirmp¡'c aislados coTIlas idcas y l)l'opcnsiones que h'axeron,
sin qllc miedos inspirados estudiosamente los distl'axrscn, ni
inter'eses opuestos y encontrados los di vidiesell y alterasen,-
hacía q:le 110 pCl'diesen jamás de vista la belleza encantadora
de la libl'l·tad, ni la .lexasen de amar', como á Sil vida, COIl la
que la habían llegado á identificar.


Los progresos de la civilizacion, de la agl'icultura, y de la
industl'ia, no pudieron nunca bnl'J'ar' para ellos las gracias de
este idolo, 'lile era su Dios tutela!", y debía ser el de todo,> los
pueblos: era menester yá, arrancal'les el corazon, para que
pullirse salir él del alma de los Americanos. No había yá
saccl'dotes quc In pudiesen arrojar con engaños, ni les labrasen
en su JU,gar ótl'O de la más brutal y vergonzosa servidumbre.
IJo eran los padres de familia, los ancianos, los patriarcas, ó
xefes de tribu de estos establecimientos, El interés de ellos y
el de los pueblos era uno mismo. Nadie lo tenía en seducir y
engañar al oh'o pat'a robarlo y vivir á su costa. Nadie lo te.
nía en gozar á expensas de los demás: eran todos una familia
mísma; los goces de unos eran los goces de los otros: el placer y
el dolor se comunicaban por simpatía. de modo que no sufl'Íay
gozaba uno, sin que sufriesen y gozasen los otros: el trabajo es-
taba reputado por goce y no por pena: sus resultados en la;¡alud,




llEYOLUCION DE ESP AÑ A ,195


en la felicidad, y en el descanzo posterior. lo habían elevado á la
clase de delcyte, y lo habían hecho el ídolo de la opi nion en tel'-
minos; que aun hoy mantiene allí su rcputaciou, y ha hecho de la
ociosidad la mayor ignominia de aquel ¡mis. Así, los ministl,os
del culto no formaban una dase separada, camo en las demás
Ilaciones: son lladres de familia, sus hijos son ciudadanos ac-
tiros, no necesitan de las estafas y cultos lucrosos, ni de mis-
terios que liguen la razon, ni de sacaliñas devotas y ridiculas,
para vivir y tener consideracíon: el trabajo se lo dá todo,
honor, alimento y deleytc; la ociosidad con renta los haría
aquí el opr'obl'jo de los hombl'cs. No hay por donde los pue-
blos los antepongan á su felicidad. ni medio de alucinar á es-
tos para que tengan á la ser\'idumbre por libertad, por verdad
á la mentira, y á un despota por apoderado y lugar. teniente de
Dios. Así, se han conservado con su inclinacion natural á la
libertad, y con los deseos más eficaces de exteriorizarla á
qualesquier costa.


La opresion del gobierno inglés, que no analizó nunca bien
la naturaleza de sus colonias, y la situacioll \'iolenta en que
debían estar por lo mísmo, y pOI' el modo de conducirlas, ir-
ritaba más y más su innata manía {le li bcrtad. U na chispa
llodía á la Iwimera ocasion incendiar todas las provincias,
como se "erificó, y ]a Inglaterra no vió tampoco bien entonces
ni el rcmedio, ni el mal, y lo agravó é hizo irremediable. El
¡ulbito de oprimir hace Cl'eer que todo debe ceder á la voz del


, o¡lI'esor, y que el miedo y la fuerza son Íl'resistilJles. No cu-
ellta nunca con que es mayor que todas, la que dá la desespera-
don, y que el miedo no obm sino en los niños, ó en los hom-
bres que se les lmrecen; pero no cn los que saben calcular
los quilates de las fuerzas compal'adas y deducir la ventaja
infinita de la suya. Por esta falta de calculo han sucumbido,
desanimadas, muchas naciones, y entrcgadose á sus tiranos á
llísel'ccion. La fUCI'za se centuplíca, {juando es impulsada
por el entusiasmo y pOI' la razon: los pueblos se desal'man
ellos mísmos, fiuando malogran la gl'an masa de la suya por
falta de calculo, y l'efiexion; y Jos despotas hallan su cuenta,
'piando saben y logl'an desatentarlos, para que no se pál'Cll á




396 IU:TltA'l'OS POLITlCOS DE LA


calcular sobre sus fuerzas. SateJites (Iet poder, disemiuados
por la nflcion, é interesado'l en mantenerlo absoluto, porque
viven tambien eIIm~ de opl'Ímir. lo auxílian con su influxo y con
su arte, para desorientar á Jos pueblos con el fin de que no
vean bien el suyo. En las colonias Americanas no era tall fa-
eil arribar por estos medios de seduccion al fin. Allí se plen-
saba yá por sentimiento: nada se les podía probar contl'a las
impresiones que sentían: la libertad y la felicidad experimen-
tarlas, les hablaban por gocrs y placeres, queno se les podría nun-
ca convencer de que 110 lo eran á los que los perciben y sienten;
,así la más minima cxtorsion de la metrópoli corría por todas las
almas, que estaban unisonas en sen·timientos, y ponía en mo-
vimiento el germen de libertad que conservaba cada uno en
su pecho, y circulaba por toda la naCÍon. El dolor y la in-
dignacion no les podían dexar oir de boca de los seductores la
menor expresion, que tendiese á suavizar el mal que sufrían,
disculpando á los que los causaban, sin irritarse más contra
aqudlos, que todavía querían aumentar su dolor con quererles
pt'rsuadir que no lo era.


Hubo )Ial,tidarios de la tirania en su revolucion, es verdad,
y un partido inglés que la quisiese aun sostener. Los hombres
son unos en todas partes: su propio interés es el exe de todos
sus movimientos. Es preciso tambien que algunos se engañen
en los juicos que forman, y en los calculos que hacen sobl'e su
mismo llegocio, y que lo vean donde no está : la razon humana
no es illfalible: lal'l pasiones toman casi siempre pade en sus jui·
cÍos y la extravían; por eso son las más de las veces falaces,
y sospechosos, pOI" que son pocas las que no procedemos en ellos
con prevl'ncion ; es tambien pl'eriso que la impresion del placel"
presente, y la poses ion actual alucine á algunos, y les haga pOl'
esa razon preferíble su actual situacion á los gores que le
puedan resultar en un tiempo que todavía no existe para ellos
sino en el mundo de las absü'acciones y no en el de los senti-
dos. Es preciso, decimos, que un bien porvenir se mire con
más frialdad que un bien pl'esente, y que el bien general no se
nos e"idencie en su mÍsma abstraccion, c(tmo el particular que
nos impresiona, y que gustamos. Por eso es necesario contar




REVOLUCION DE ESPAÑA,


con ilusos en todas las revoluciones, que son los que forman
la baile de IIn partido, que hay siempre de oposicion, que aun-
(lile expone mucho, esper'a más. En la de 1m; Estados-Unidos,
éste partido fué sil'mpre mtly COl'~o: oponía su voluntad á esta
traidon una resistencia, (por las razones que dexamos senta-
das,) que era irpposible que venciesen yá tan ainas el miedo y
la esperanza. A pesar de todo el oro inglés, y la ilusion de su
gr'ande é inrontestalJle poder, solo un xefe hubo en esta revo-
lucion que claudicase, y ésto sin conseqüencia ni peligro para
la libertad, pues no arrastró á cuerpo alguno del exercito. *


~ El nombre de Arnold, que era el suyo, se ha hecho por eso sinonimo de el
ue traidor en los Estados-Unidos, y los padres lo inculcan y repiten continua-
m ente á sus hijos desde la cuna, para que vaya de generacion en s'eneracion
transmiticndose, y radique en su pais la execracion y el oprobrio que se ha
llegado yá á naturalizar contra él y contra su crimen, que resistirán siempre su
clima y sus costumbres.-Entonces mísmo y en el tiempo en que el traídor
Arnold acababa de vender á su patria 6 la estaba vendiendo, y daba principio
á su vida de infamia que le conservan la historia y la memoria ue sus conciu-
dadanos,-Villiams, Paulding y Vamvert embotaban este descredito que
quiso el infame inocular con su traicion en su pais, y se lo endosaban tódo,
tódo á él Y su familia, indemnizando á su nacion con un heroismo de fidelidad,
que tiene pocos exemplos en la historia moderna, en que la cOl'rllpcion de
costumbres ha hecho huir el pundonor, la fidelidad, y el amor de la patria,
fuera' de la cultura de las sociedades. á los bosques y á los desiertos. Estos
tres labradores, que vivían ue su sudor, y de su honradt::z, conocieron por el
instinto sólo del patriotismo y de la libertad al oficial inglés André que Yení:\
de tratar la traicion con Arnold, y no había nadie conocido en el exercito ele
Washington por donde había pasado; y aprisionado por ellos, resistieron á la
seduccion del oro inglés que traía y á manos llenas les ofreció, para <jlle le
diesen libertad. Un traídor, puesto en el cadalso les pareció de un precio
incalculable; y la libertad de su nacionles parecia tambien que valía más que
todo el oro del mundo que se les hubiera podido dar:


Jlton bene pro tato libertas venditur aura,


Así es, como en los Estados-Unidos, una traicion,-una sola, que se verific6
en su revolucion,-desapareci6 al punto á la vista de tres fidelidades heroycas
que la confundieron en el hecho, y la concentraron toda en su solo autor,
librando al instante á su pais de esta mancha, y expu~gandolo des pues del
aliento Msmo del traidor, que huy6 de la horca, y del de su complice Andri!.
que pereció en ella,




HE 1'RATUS l'OLlTICO's D]:; LA


En medio de los bosques de la America no se l'awnaba cón
otra logica que la de los sentidos: éstos fOl'maban las razones
que les persuadían de la justicia de Sil causa y de la segul'idad
de hacerla triunfar. Los sofismas y sutilezas que hacen la
mayor parte de las ciencias y del calculo de los puebh; civili-
zados, no podían sostener el contraste de un argumento, que
producía el dolor de la opresion de los Americanos, y el placer
de una esperanza que casi hacía tocar con la mano el bien cu-
ya realizacion estaba yá basada en los PI'{)gl'esos que tocaban
de su laboriosa poblacion, yen la inutilidad de los primeros
esfuerzos del gobierno inglés para apagar este fuego sagrado
que forma heroes, y este amor eficaz á la libertad, que no se
la dexa robar por poder alguno.


Quanuo los pueblos se sitúan como estaban entonces los
Americanos por sus costumbres, por su economía, pOI' su amor
al trabajo, por su religion, por su localidad, por la natUl'aleza
de su terl'eno, por su extension, por su indep~n¡]encia de opini-
ones, y por su justa indignacion, la seduccion no hace progre-
sos, y la pl'obabilidad del exlto, contiene los extravíos del ego-
ismo, que tiene entonces más que perder, que podía esperar
ganar. No es dudoso pal'a el que observa, que es esta la razon,
porque acaso no señala la historia una re\'olucion más uniforme
y regularizada, una revolucion que durase tan poros dias en
la clase de tal; pues lo que hubo todo el tiempo después hasta
el I'('conocimiento, fué una guerra, y no una revolucion. Ni
se vim'on tampoco en ella las atrocidades que ell las de Ingla-
terra y I,'rancia: ¡Ji el que se puso rlesde el princiIJio á su ca-
beza resultó StafudCl' perpetuo, como en ]a de Holanda; Pro-
tector, como CromweU en la de Inglaterra, ni Emperador, co-
mo en la de Francia Napoléon. Washington quedó un ciuda-
dano, como los demás, concluida la revolucion, pero un ciuda-
dano, lleno de un honol' y de una gloria que la historia tiene
l'esel'vada pal'a él solo, y los AmCl'icanos pal'R su pais, que es
el más Pl'ivilegiado del orbe por esta originalidad de tener UIl
hombre, lleno de todas las consideraciones de sus conciudada-
nos, á quienes negoció con su Yalor la libertad. y no habel'
aspir'ado á dominados. Esta es una especie de gr'andcza de




lU;VOLUCION DE ESPA~A, 399


alma, nueva en la historia, y que probablemente no se repetirá.
por nacion alguna; pues los hombres no salen de la senda or-
dinaria de los heroes, (que tambien tienen su senda,) sino una
vez á lo más, y para eso se necesitan circunstancias que no se
pueden repetir dos en el intervalo de una eternidad que tuviera
el unirel'SO que existir. Los Amer.icanos conocen muy bien
esra gloria que los distingue de todas las naciones, y la han
esclllpido en sus corazones, pal'a que sus hijos nazcan con ella,
y se perpetúe por los siglos. No hay despues monumento ex-
traol'dinal'io por su grandeza, ó por su dignidad á que no ha-
yan aplicado el nombre glorioso de Washington, Su ·capital
mísma está señalada con este distintivo, que recuerda glorias
inmensas, par'a predicar desde allí á todas las naciones la prer-
rogativa pal'ticular que distingue su revolucion de todas las
demás de que habla la histol'ia.


Tambien es verdad que las revoluciones de provincias le-
janas de las metrópolis, que, exasperadas de la. tiranía de es-
tas, (que es más dura é insoportable á mayores distancias,) se
revuelven contl'a el gobierno que las oprime, suelen tener me-
jor exito, que las de las naciones, que se conmueven en su tota-
lidad contra el gobi('rno que forma su centro, y hacía veces de
legitima autoridad. La distancia en que están de la metrópo-
li, y los puntos intermedios pO\' los quaJes se debían comunical'
los ataques y las resistencias, forman una combinacion favo-
rable }Jara ellas, porque les dan tiempo y recursos, que no se
lJOdían prometer de la continuidad del territorio del mismo
gobierno, y del contacto inmediato con sus fuerzas, reforza-
bIes entonces cada momellto, La misma lejanía hace más.
corto y timido á el partido discordante y de oposicion, que está
}lOr la madre patria, y se mantiene entonces encubierto, por-
que tiene mucho que perder y arriesgar en la publicidad. Las
potencias vecinas ó intermedias, zelosas, ó empeñadas pUl' la
orasion, rara vez dexan de auxiliar la revolucion, como se vió
en la de los Estados-Unidos y en la de Holanda. La metró'
poli malogra los recursos y el tiempo, que 110 se presentan si-
empre en la ocasion en que se necesitan: los rebelados cuentan
'iiempre con este vacío para llenarlo ellos en sazan; y la capi-




400 RETHA'ros l'OLlTICOS DE LA


tal 110 puede tampoco menos de obrar con la frialdad de Roma,
([liando no estaba 'I'arqnÍno yá á sus puertas, sino á largas
distancias.


En las otras revolilciones en que el trastorno es en la tota-
lidad de la nacion, es siempre más numeroso y más fUPl'te el
partido resistente, que tiene ó se figura tener interelles COIllU-
nes con el gobierno, que se quiere reformar; y á su vista é
inmediacion está siempl'e más animado, y el gobierno lo fo-
menta y auxilía por todos los medios que están á su alcance.
El miedo obra tambien allí entonc.es con más decision en la
cercaní'a, y la esperanza con más fuerza; y en el cOlltarto in-
mediato en que están situados los dos pal,tidos. el del gobierno
tiene, y obran á su favor la i1usion de legitimidad, la rutina, la
posesion, y la fuel'za legalizada, que no marcha con la llospe-
cha de traicion, ni inspira pOl' esa razon temores ni remordi-
mientos, que, al menos en muchos de los revoluciunarios, -tur-
ban á ratos la conciencia legal, y resfrían el valor y el entu-
siasmo. Como las lJalabras son los signos ó insh'umentIJs pOl'
medio de los quales razonan y se entienden los hombres, las
que el gobierno empléa siempre para marcar á los que compo-
nen el partido reformador, tienen una fuerza mágica que le
han dado la costumbre, lasupersticion y la ley, que obra en
las cabezas de modo, que, por más que, razonando y obl'ando,
parezca generalmente que se desprecia, no hay patriota ni re-
volucionario, que no sienta, al aplicarselas, una incomodidad
y sobresalto, que arguye, que no las crl'en tan varías de sen-
tido, como son realmente en los más de lus casos. N o se oyen
jamás las voces, tmídor, conspirador, sedicioso, rebelde, sin que
se tt'astorne el animo del sugeto á quien se le dirigen y sienta
en su interior un digusto, que corre por sus venas y lo conster-
na todo el tiempo que dum la onduladon de aquel sonido de
mal agüero. Estos retoques repetidos hacen indefectiblemente
su efecto en la debilidad de los hombres; y pOI' más que se haga
alarde de despreciarlos, hay ocasiones y momentos en que son
lJIortales sus impresiones. Quando se nos hacen publicas y se
exteriorizan las grandes explosiones, jamás hacemos alto el!
que vienen preparandose desde mucho tiempo por circunstan-




U¡';VOUJCION DE t:SPAÑA 401


cias impel'ceptiLles pOlo su tamaño, y ¡JOr acontecimientos que
han pasado delante de nosotros sin que hayamos parado en
ellos la atellcion, IJOrque no traían á la vista la marca de su im-
portancia. Finalmentc, estas revoluciones en que se conmu-
eve la masa entcI'a de la nacion, tiellen sintomas de un peligro
mayor y más irremediable, que las que á distaucia forman las
provincias y colonias.
I~a de los Estados-Unidos tuvo singularidades que no llue-


den repctirse, porque vienen de su situaciol1 geográfica, y ele
costumbres y disposiciones que nacieron con el establecimiento
de aquellas colonias; todo lJor eso debía llevar un rumbo pecu-
liar. Como era la libel'tad la que la~ formó, las debió soste-
ner el entusiasmo de esa misma libe~tad; que en las demás re-
voluciones está más bien en las bocas que en las almas. Miras
de medras y negocio exclusivo llevan por lo pegulal' este falso
nombre, y no pudieran por cso confundirse ni la revolucion de
los Estados-Unidos, ni sus resultados con las dc los oh'os pai-
ses. En la de Francia decía bien aIto la obstinacion ensangrenta-
da de los partidos, que sc peleaba por otra cosa, qlle por la liber-
tad dc la patria. Casi todas las revoluciones acaban, como lIent-
mos insinuado, por deci¡Jin;e por el General, que mallda la fucI'-
za. Cromwell en Inglaterra, Ol'ange en Holanda, y NapoJéon
en Francia decidieron estas revoluciones á su favor, porque no
se pelcaba, ni se hicieron por la liberta.l, sino en odio de los que
mandaba'n, y precisamente Con las miras de suplantados. La
J'eVOlllcioll de los Estados-Unidos acabó tambien por Was-
hington' pues al fin las revoluciones ponen en evidencia:t los
hombl'es y se vée CJltoncc.'l el lIlCl'itu sobresalicnte, que se insi-
núa [lIJl' su mismo resplaudor; pero esta rcvolucioll, como he-
1ll0S diclllJ, la había cmIll'clHlido la mÍsma libertad, que fLIJidó
las colonial', y se debía acabal' á fa\'or de ella_ 'Vashington
se inmol'taliztl en la lIistol'ia y en la memOl'ia de los hombres
por su fidelidad tI la caui'la dc la libertad de su país, mante-
nienelose firme en la I'csO!UCiOll de darsela, á pesar del cntusias-
mo que supo inS)lil'a¡' á 'illS cOllciudaflanos y á sus cxcrcitos.
Se ,ii. en la histor'ia de:;;de eulollces, corno ellibertatlor de Sil
patria, y t;:;te era rara el IIn imperio más gl'ande y lilas g[o,.


: ~.




402 HETHATOS l'OLlTICOS lJE LA


rioso, que el vergonzoso y ridiculo de mandar hombl'es, que
no reconocerían nunca voluntariamente un titulo y un mando,
que hubiese dado la fuerza contra Sil voluntad, ó la voluntad
alucinada con la fuerza y el merito, que lo ha~ía sido solamen-
te por la causa que defendía, y dexaba de serlo desde fjlle mu-
dára de objeto. Los Americanos creyeron el de Washington
digno Ile todos los respetos y honores que le han tributado des-
pues; y entendieron, que lo degradaban, si le hubieran hecho
el sacrificio dé la libertad, de que era este General entusiasta,
y por la qual había expuesto tantas vcces su vida, Es nece-
sar'io cOl1sidel'al' lo que dexamos dicho sobre la lIatul'aleza de
esta sociedad que componían deslle su origen las Colonias.
Ella es la que perfeccionaba así á sus herues, y la que hacía
un Dios lle la libertad. Su atmosfera estaba impregnada lle
sus encantos: no se podía respirar su ayre sin entusiasmarse
por ella: los mismos sal vages que se asociaron á su bella cau-
sa enloqllecier'on lle este entusiasmo sagrado que los había
alimentallo yá en los bosques y en sus adual'es, que son la ti-
el'l'a natal de la libertad. Hubo uno qlle, alistandose en los
exel'citos para conquistal'sela :t los Americanos, llegó ú ser ó
llamarse el coronel Lnis, y ucclanllla la independencia, sc l)l'e-
sentó á la nacion y Ilixo tener concluido su empeño de auxili-
arIa hasta hacerla librc; se {lespojó de sus uniformes é insig-
nias Ile hOIlO!', y sin oi!' oh'os sentimientos que los de su ado-
rada libertad, se internó en sus bosques y en sus breñas, y fué
á sacrificarle el resto de sus dias en su aduar, y á cantarle
hymnos en la soledad, fumando su pipa, y soJazandose con
admirarla y á la natlll'aleza que se la dió.


Estos fenomellos produce el clima de los Estados-Unidos á
los que respiran su ayre benefico y liberal. Hoy mismo se
vienen á él á curar llel contagio mortifero de la esclavitud,
que se ha hecho elldemiea en la Europa, los que la quieren
conservar, y con ella la vida de hombl'e, para la qual es tan
saludable este clima, á donde se ha recollcclltl'allo la libertad
Ilel mundo, No es pues extl'año que con esta buena disposi-
don del pais su revolllcion haya tenido efecto, qnando las de··
más que hemos conocido, en lugar de tcnel' pOI' resultado la




REVOI.UCJON DE ESPAÑA.
-tos


libertad á que aspiraban, han concluido graduando el despotis-
mo que quer'Ían destruir, hasta un punto que parecería impo-
sible en el siglo en que vivimos, si no supicsemos yá tan bien
de antemano á qué terminos Ita llegado la impudencia de los
despotas, yel envilecimiento y apatía de los pueblos, que han
degenerado hasta el extremo de perdcl' sus sentimientos natu-
r'alcs, y hasta cambiar las calificaciones y los nomIJ1'cs de las
impresiones, llamando placer. al dolor, y creyendo á los hom-
bres más que á sus sentidos, á la mentira más que á la verdad,
y á la nada más que á las cosas qne tocan y que ,palpan.


:Mientras los Estados-Unidos sean lo que son; mientras
cOTlserven sus costumbres y principios de gobierno, arreglan-
do su aplicacion á las circunstancias: mientI'as no se dexen
allí cOl'l'ompel' los hombres por los ~estinos y el favor de los
que mandan; mientras vigilen todos y cada uno, lmra que no
se dé un lJaso 1101' los gobernantes que traspase los terminos
de la constitucion del Estado, de que resulta siemlJrc una 1'e-
peticion y un exemplo, y viene al fin por adulacion á graduar-
se de constituciollal la misma transgresion; y mientras maude
la ley y no el )¡ombrc,-Ia libertad centuplicará sus fucrzas~
y su entusiasllIo impondl'ú respeto allllUlHlo esclavo. Un res-
to de aquella rusticidad sábia y bcnefica, que creó cstos esta-
dos, convendría acaso, para cerrar la lllluta á los grandes vi-
cios de la extrema civilizacion, que arrancó al fin de raiz la
JilJertad de Athenas y de Roma, que deben servÍl' de cscal'mi-
ento á los pueblos libres. La Francia no ha podido sel' libre,
á pesal' de que 110 ha hahido pueblo, que proclamase con más
solemnidad la libertad, que conocía solo por la historia y no
pOI' sentimiento y proprias impresiolles, por que sus costum-
bres 110 eran las de los pueblos del Canadá, ui las de los Scy-
tas, quaIHlo arrojaron con tanta dignidad las proposiciones de
Alexandl'o. ],a libertad es hija de la naturaleza, y no de la
sociedad, que es su hechUl'a: si se ha de conservar en ésta, es
necesario que no contradiga el hombre social al hombre de la
uaturaleza: todo lo fJue se le alt'je de su fuerza y de su valor.
vient' á ex.tinguida sin l't'lllCdio. Aun en las naciones que 110




4U4 HETRATOS POLlTlCOS 1m LA


conocct] la libel'tad, se le vée obrar alguna vez de incóg'nita
segun las mil'as mÍsmas de la natUl'aleza: Han observarlo al-
gUllos políticos, que en el ü'astol'no que hizo N apoléon en la
suciedad }~llropéa, por el empeño de duminar á todas las na-
ciones que la compol/en, la resistencia que opusieron, rué si-
empre en razoll inversa de su civilizacion. La illllepelldcllcía
á que pl'0lJendían por instinto, se puede considerar como la
mÍsma cosa que la libertad; y la naturaleza, mientras más
desembarazada se vée de los obstuclllos que oponen siempre la
civilizacion y el "icio, hará esfuerzos más obstinados por COll-
HCryar la pequeña purte de libertad, que contiene la iudepen-
dencia nacional. Así, á poca resistencia sllcumbiÍl Italia :í
N apuléol1;-la Alemania de:;pue:; ú muy pocus más esfuerzos;
-la l)l'llsia tampoco le diÍl tanto que hacrl' C01110 la ESlJaña, á
pesar de. su desgobierno y casi nulidad politica :-ésta se llre-
sentó yá e11 la lid con un valor que produxo precisamente la
naturaleza más bien que el calculo y el análisis ;-y la Rusia
que estaba entonces haciendo el allrendizage de la cultura,
del'l'ilJó al fin al coloso y lo cllterrÍl para siempre. En el
mismo :Egipto, en este pais barbaro, que Ryisa á los jJlleblos
más cultos Sil ultimo estado, en que han de venir á confundir-
se en el circulo de las vicisitudes hllluanas con él, encontró más
resisten cía que en tallos los pueblus de Italia y Alemania jUll-
tos;-y el mísmo San Juan de Acre., en donde la escla\'itud y la
ignorancia virÍan, como en su Ill'opio domicilio, arrcdó tam-
bien de sus lllurallas al exel'cito triunfador de la EUI'oJla, y á
su omnipotente General; tódll esto pOI' sosteilCl' la ¡Iusion siquie-
ra de independencia que ob,'a en las cabezas de los hombres
por un impulso il'rcllexÍ\'o, que. multiplica su valor. Los Es-
tados Americanos, llenos de este entusiasmo de libel'tad, que
se descubre aun en los pueblos más rudos que 110 la gozan,
mantienen en toda su elasticidad este resol'te, que sostienen
sus costumbres, su pI'ospel'idad, y su bien estal'; y aunque se au-
mentan hasta un grado digno de llamar la atendon su pohla-
cion y sus riquezas; el Íl'abajo, la industl'Ía, el comel'cio y la
agricultura, y aun el descredito, en que se considera la ociosi-
dad y la holganza, no dan entrada sin embargo á ese luxo dIO'




REVOLUCION DE ESPAÑA, 405


goces exclusiros, que relaxa las costumbres, y afloxa elresor-
te de la libedad, dexandola al arbitrio de un ciudadano ambi-
cioso y emprendedor, ó de un conquistador.


Su re,'olucion se lJerpetúa Jlor esta razon en sus causas, y
en sus efectos. Obl'a hoy en ellos el mislllo interés nacional,
y se obscrra la mÍsma decision. Lo que eran ahol'a qual'enta
y ocho ailos son en el dia. 'Vashington, Jefferson, Lafayettc, y
Frauklin viven aun al presente para ellos y para la patria:
los encontraría al lmuto la naciou, que en el concepto de que
no existían, los atacase, y viniese á insultar su territorio.
Hombres de su temple no se mueren; ni ¡,e,'oluciones hechas
baxo"sus auspicios se concluyen nunca. Las que se acaban son
estas fosfóricas, que sin estal' lH'epal'adas por las costumbres,
ni ser causadas por el interés nacional, se anuncian desde
luego estrepitosamente, como huracánes desoladol'es, que todo
lo Ü'astornan y derriban, sin otras miras que este mÍsmo tl'as-
torno con el fin maligno y bestial de dirigir sus autores despu-
es esta borrasca, y comlJaginar á su mOllo la tempestad. Estas
revolucioues se coucluyen al punto que lo han derribado todo, y
qllando J";'t lleg'aba el tiempo (le edificar. J-,as costllmhl'Cs 110
permiten poner siquieJ'a la pl'imel'a pietll'a, y los lJal'titlos llO
dexan ni aun formar el modelo y el plan. La ignOl'allcia de
sus autores es un obstaculo insu!Jerable !Jara levantar el edift-
cio, y su ingreimiel1to (igual fnm ignorancia) lo quiere retocar
á cada paso pOl' los libros, y no lJOl' los hombres y pot' la
uaturaleza de las cosas, y jamás se pueden combinar las pie-
zas. La libertad no entra PO)' nada en este proyecto quimel'i-
to de quitar y pO\1rl': sine, sí, de IJl'dexto á la amuicion de sus
autores, que no la conocen, y pOi' consigllii~nte no la aman. El
encanto de su nombre les sirve para seuucit' al purblo, que se
afecta tle la belleza }Jasagera de esta palabra, que se des-
vanece con el sonido: obra entonces la rutina de lluevo y la
prevencioll y los habitos, que son todo el saber de la ignorallcia;
y la libertad, y aun la constitucion, si llega á formal'sr, quedan
reducidas á una bella pilltura, que se cuelga )Jara adomo ú
para memoria en el gran salon de la l1acion. Yá está aquÍ
insinuada la diferencia de las revoluciones de que era la c¡ücs-




406 RF.TRATOS POLlTlCOS DF. LA


tioll; y el porqué la de los Estados-Unidos tUYO su eft'cto, y
no la de España que se ha malogrado dos veces.


Los Estados Americanos casi lo tenían todo hecho: las cos-
tumbres y los habitos habían formado yá muchos auos antes
su constitucion que andaba en la practica; y su revolucion no
hizo otra cosa que extenderla sobre una carta que se Hamase
despues codigo constitucional.-En los Estados-Unidos no
babía mayorazgos,-ni se tenía la menor idea de nobleza,-
estaba establecida la tolerancia l'eligiosa,-no había frayles,-
ni los eclesiasticos formaban un Imeblo separado y distingui-
do ;-Ias cargas eran comunes,-Ilo había inmunidades
ni excepciones,-la frase misma manos muertas era allí
tlesconocida,-estaba su territorio dividido en estados, co-
mo hoy,-tenía cada estado, como hoy, su parlamento ó
cuerpo legislativo, que formaba sus leyes,-todo lo interiol'
era arreglado por esta autoridad local,-Io economico no se
gobernaba sino por su conducto,-la policía era de su resorte;
y solo hacía la Inglatet'ra el papel que hace hoy el congreso ú
el gobierno general, que es, se puede decir, la sola mudanza
esencial que ha traido la illdrpelldencia, y la de las relaciones
exteriores de comercio. Su sistema actual rstft todo en sus
costumbres, y usos anteriores. Ellas hicieron su revolucion,
ellas la sostuvieron, y ellas la acabaron y continúan en el nuevo
sistema. Qualldo las revoluciones y las cartas constitucionales
se yúcian por este molde de las costllmbl'es, no pueden mClJos de
sostenel'se y realizarse. Las constituciones en este sentido son
más birn Ullas descripciones de las costumbres, que unas reglas
l)a1'a forllladas,-ulI retrato de las Ilaciones, que un <lecha-
do vara formar naciones nuevas,-unos mapas políticos que
seiialall los grados de yida social á que están las llaciolles del
punto centrico de la naturaleza y de la llerfeccion, más bien
que un nimbo nuevo, Ó ut) distinto giro que deban tomar. l,as
revoluciones que las costumbres forman con el fin de asegurar
en una carta, lo que son, y llevarlo á la pel>feccion, son las l'e\tl-
luciones que pueden tener efecto. Las que forman los hombres
por los Iiln'os, yen que, por falta de costumbres á prollosito,
toman las pasiones al instante el ascendiente, no pueden hacer
más que ,lesü'lIil', lo '11"~ t'S I'acil á la "allia y á la desespf'l'arion:




nl~VOLUClON DE ESPAÑA, 407


pot'o sin saber despues ni serIes posible reedificar, El'a necesa-
rio entonces violentar las costumbres y los habitos hasta Íl'I'ital'-
los y fortificarlos más y más por la resistencia ;-era necesal'io
deshacer los hombres y labrarlos de nuevo hasta poderlos
ajustar en los claros, y enlazarlos con los demás ;-era ne-
cesar'io darles un movimiento violento, que les quitase hasta
]a aptitud de ser colocados cada uno en su lugar, que es lo que
ha sucedido á. la Francia en su revolucion, y des pues á la Es-
paña ;-y la nacion I'ctrogada entonces infinitamente en lugar
de adelantar. En la revolucion de Francia, despues de mu-
chos destrozos, y de haber' exaltado peligrosamente todas las
pasiones, se hicieron cinco constituciones para hombres y
naciones soñadas, que ninguna era la francesa, y para costum-
bres en perspectiva, y que eran desconocidas en el hecho abso-
lutamente. Se fué á los libros y á la historia por ellas. La
primer'a, suponía á los franceses, Athenienses;-la segunda,
Espartanos;-la tercera, filosofos;-la quarta, Romanos;-y la
quinta, que fué la del impcrio, los quería yá algo ft'anceses,-pe.
ro franceses á la romana. Ningunade ellas se había vaciado porel
molde natural de las costumbres, al qual no ajustaba ninguna, y
se deshicieron pOI' sí mÍsmas tan pI'onto como se formaron. Las
leyes ni las virtudes pueden caber en el molde de los vicios y de
la corrupcion. Las revoluciones de Inglaterl'a y de Hollanda
fueron tan sangrientas, porque las costumbres no estaban tam-
I)OCO al nivel de las luces, que les hahía cOlllunicado el pl'Otes-
tantismo, ni al del furor que les había inspirado la 0lll'esion.
Tuvieron que suplil' esta disposicion que les faltaba con tiellljJo
y con sangre; y circullstancias que no se reproducen con faci-
lidad en el mundo politico, IlUdieron vencel' estos estOl'bos, y
hacer, uespues de muchos años de desastres, de Inglaterra la
primera naciol1 del globo por su poder y por su riqueza, y de
la Holanda, la cOIlr¡uistauol'a de la India, apenas se sintió con
libertad. COllscnan, sin embargo, en su seno el germen de
aquella mala disjlosicio!l primitiva; la libertad sufre en eUas
contrastes, que el extremo de servidumbre á que han llegado
las demás naciones, hace desconocel' ó disimular-l~a Suiza,
(lile estaba situada favol'ablemente como los Amcl'icilllo::>, por.:




408 UETRATOS l'OLlTICOS DE LA


sus costumbres, y por su clima para una revolucion, la hi:w y
la continúa yá algunos siglos, habiendo tenido que resistir en
este tiempo la borrasca, que ha sufrido la Europa, en cuyo
CC1ÜI'O está clavada, y sido arrebatada muchas veces del tor-
bellino, siempre sin j)Cljuicío de su libertad. lIay cierta
analogia entrc su situacion y la de los Estados-Unidos, y sus
costumbl'ei'l debían por eso parecerse, y sus revoluciones tencr
el mismo resultado. Sus costumbres formaban entonces los
mejores elementos para una constitucioll.


Si la España hubiera de haber formado la suya }lor sus habi-
tos y sus costumbres, no fuera ni sería nunca otl'a cosa que lo
que es :-catolicismo exclusivo, y declarado uuica religioll
verdadera, como lo hicieron los sábios de resorte que fOljal'Oll
la del año de doce,-frayles,-obispadoi'l pingües,-canoniéa-
tos amayorazgados,-inqllisicion,-vinclllacioues,-diezmos,
-ignorancia santificada,-trabas para todos los ramos, y para
todos los sentidos,-educacion frayluna,-y un Rey Dios, más
Dios quc Dios mismo. No puede tencr otras lcycs, si las ha dc
sacar dc sus costumbres, y han de ser durablcs. Dos rcvolu-
cioncs ha hecho ]lara aplicarse las leyes de los libros, y las
que tuvicron otros pueblos, sin aplicarse autcs las mismas cos-
tmnbres; y ha sufrido siemprc las desgl'acias que ocasiona, y
debía ocasiona'r la violencia de este choque, y la disonancia
invcnciblc dc esta monstruosidad, cayendo al punto en el aplo-
mo dc sus habitos quc hoy fOl'man otra vez su cOllstituriOll.-
j Los Españolcs convcrtirse de repcnte cn l~spartúJ1os!­
Fernando 7° mÍslllo es una piez;a neces~u'ia dc su COlIstítucron.
Tal, como exi,;te hoy la naCÍan cspaí1ola, es y debe ser uno de
SIIS articulas funuamcntales,-qnc ¡¿aya un Pernando 7°,_y
así lo conocicron tambicll los de las cortes constituyentes, y
lo cxtcntlicl'on en su carta. Se ¡JOdía dccir ft lo~ Espaí1oles,
lo que DClllostenes á los Athenienses, (Iuando <llHlaban iuquie-
tos y curiosos sobre la mucrtc de Filipe ;-'luc si Fernando
llegase á faltar, cllos se !mscarÍan muy pmllto otro Fe!'lUW-
do, 11tH' que, tales COIllO son, Ha lJUclhm yá vivÍ!' sin él.
--})lIc!lcn en)] el tiempo ir' hacicndo variar SIIS costUII1-
ures, ) pt'ül'üt'Cioll<lllllose para tilla COIJ:itilIlCillll, fllle [-e l'a-




REVOLUCION DE ESPAÑA, 40!l


rezca pOCO, á la que exigen y forman sus costumbres adua-
lr,s, Cir'cunstancia,> que no se pueden aun prevé(w, ó una
fuerza, que los destruya. y f(ll'lJIC de III1\WO, pollr'ía dade á los
Españo)rs la disposicioll que les falta para ser nadon. En-
tr!·tallto, es necesat'io, qlle se CnnfOl'!lll'll con ser' pial'a, y allo-
ren á su Dios FCI'nando, y se le ofrezcan vnluntal'iamente en
lwlocau~to. Casi podíamos adelantar, que las naciolles se ha-
cen con facilidad de lit,..es esclavas; pero la mUlma hi"lol'ia
nos p¡'oba\'ía con dificultad, que se puedan hacer de esciavas
lib\'lls, eSlJecialmente en tiempos de ext\'ema civilizacion.
¿ Dónde está i~ste fellomello, pal'a que lo admirémos ?-Las
republicas griegas estaban casi en rama y sil Ve;¡tl'es, quando
se hicieron libres ;-otro tanto sucedió á Roma; el extrt'l1Io de
civiJizadon atl'axo el luxo y las esdavizó.-Flol'cnda tuvo
una libel'tad fosfórica, y como l)intada.-Venecia y Genova no
hicieron tan poco más que bosquejarla, y temer por ella. In-
glaterray Holalllla pudieron conserval' las apariencias en un
mundo escla\'o. Suiza solamente en la EUl'opa, y Jo~ Estados-
Unidos en America son los solos monumentos que ha le\'anta~
do la libertad sobre Jos cel'rOf; más eseal'pados, y los bo;¡qucs
y soledades más aspera'l, y separadas de las sociedades cultas,
para modelo, invidia y estimulo de ellas. Los Estados-Unidos
han podido hacer más absoluta su independencia porque han
estado siempre más 'sepa\'ados del comC\'cio político de las na-
ciO/l('s y de los ataques de la cOl'l'uprion. Su revolucion debió
por esta \'azon ser más pronta, más completa, y más ventajo-
sa para la libertad.


La nacion Española, desde que perdió el estarlo de la natu-
raleza para formar una sociedad, ha vellido tcxicndo pOI' lar-
gos siglos las cadenas en que aun gime, y que bt'saba respetu-
osa y cariñosamente, quando le cogió la revoluciono La his-
toria no interrumpe este fatal hilo, que los ilusos ven cortado
muchas veces en la cOllgrt'gacion de esas Cortes, que solo ser-
vían para envilecer al pueblo, que no era osado en ellas más
que á suplicar; y para insolentar al Rey que pocas veces se
dignaba conceder. La libe¡'tad dormía entonces en el perho de
S"" habit.antes el sueño de la muerte: sus costumbres pOI' con-


:i ...




410 HETRATOS l'OLlTICOS DE LA


siguiente c!'Un de esclavos, slImision ciega y estupida, miedu.
humillariones, adulacion, y dobléz y simulacioll, que es ti
cararter de los siervos. Estaba reducida la libertad á un de·,
recllo, como si dixel"amos, á una abstl'accÍon. Se la sentía
bullir 1.'11 la satlgl'e cada \'CZ que el tirano la ir'ritaba, hacien,
dole sentil' todo el peso de la opresion; y tenía entonces la cit'·
culariou l/U movimiento eXÍI'año, que'amenazaba en cada hOIl1»
ure l/lIa explll~ioll. ó ulla ¡;risis tIe muerte; pm'o et'habito de la
apatía y de la rutina la volvía pronto á su movimiento acos-
tumbrado, á merced del estimulo de los sacerdotes y de los
cortesanos, que les embotaban siempre y próllto esta fllgáz
impresion de dolor, que les hacía ansiar por la libertad. La
organizacioll natural paralizaba su movimiento con estas cu-
ñas, que le habían atravesado la politica y la supersticion, y
la España seguía su rumbo antiguo, haciellflolo cada vez más
suyo y más indestrllctihlc, La ignorancia, de que había pu-
blicas esrurlas, y que hacia todo su saber, dexó sicmlwe á los
Españoles á discrecion de los macsü'os, que se ]a ensciíabau
pOI' pr'incipios, ligandoles los erl'ores de modo que compusie-
scn una ciencia. que se podría llamar la ciencia de IJO saber, y
el arte de adfjuil'ir el'/'ores. Todo el empeÑo estaba cn lla·
marles la atclJcion á un mundo, que no está en reladon ni en
contacto con no;;ott'o~, tales como somos, y mientras vivimos,
para aparta¡'sela de éstc, en qne ellos sólos I}uiet'en vivil' comu
propietarios, y los demás, como pasagcros y lJel'egl'inos ; y que
siendo para todos yaHe de lagrimas, sca sólo para ellos de
goces, y aleglü. Allí haten, unicamcnte de paJahras, lugares
de penas y de placeres, de IJl'rmios y de ca5tigos; y quando
quieren llenar el vacío de estas palahl'as, vienen á este mundo,
en que solo se encuentran materiales para nuestros sentidos y
sensihilidad, por musicas y por fuegos. por alquitl'úll y pOI'
violines, sin haccr'se cargo de que en estas almas sin cuerpos y
sin sentidos, no se vée, cómo puedan obrar esos instrumentos.
l)ero para eso han sido instituidas {'~~.q escuelas de error, dOIl-
de se hace todo facil ele creer sin cxaminar; donde las pala ..
bras pasan por cosas, y la nada pOI' algo: donde sc fOI;jan
univel'sos de aush'acciones, y se selialan los Ilias, y los joma-




WWOLUClON lJE ESPAÑA. 411


les que Iludieran costal'; donde fabríca, y trabaja Dios, como
acá los albañiles; donde las voces tienen cuerpo, y las ideas
son palpables como Jos ar'bolefl y las murallas, y donde las
pruebas estim demás. por'que sobra la ignor'ancia y la creduli-
dad. 1,08 Españoles ,'iven en ese mundo siglos hace: allí
están en realidad, y con nosotI'oscxisten sólo, como sombras:
cursan esas escuelas, oyen esos maestros, se dexan afectar de
esas quimuas, de esos I!araisos forjados por el upiu que les
ilropinan, y que se arl'aygan en las cabezas debiles, en donde
al traves de objetos tan ridiculos y contradictorios, si se pre-
senta alguna vez la liber'tad, es tan llena de bazofia y de con-
fusion, que ni aun la cabeza mÍsma en que obra, la crée tal
libertad, ni sin vergüenza podría recibit'}a ningun otro en la
suya con apal'Íencias tan horribles y extravagantes.


De modo que los Españoles, en lugar de aquel amor á ]a
libertad en que nacieron las colonias Inglesas, y que cultiva-
ron deslmes en los bosqul"s de que hicieron su domicilio ;-se
"eÍan .identificados con el habito de la seniúulHbre, que se ha-
bía hecho yá para ellos una segunda naturaleza, y era casi
necesario destr'uil'los, para arJ'ancarselo. .En lugar de aque-
llas costllmbl'l"S pllras, que son el resultado de la laboriosidad,
de ulla l'cligion de cal'idad, y del tol<>J'antismo quc ésta prodll-
ce,-dc una religion de que hace lit moral todo el fondo y no
tos dO,¡;mas, y misterios inutiles para el hombl'c y para la so-
ciedad, y ridicu]os para la razon;-ó no tenían lo que rigOl'o-
samente se llaman costumbres, ó las habían viciado ]Jor el ha-
bito de la esclavitud, y de la ciega sumision, que quita al hom-
bre . su dignidad, y aquel engl'eimiento loable que le separa
del "icio, de la baxeza, de la adulacion, de la dependencia ser-
yil, de las pasiones ratCl'as y meslluinas, del odio y de la ven-
ganza, y jo J]eva á la libertad sin lJoder equivocar el camino.
En lugar de aquella vida activa, que mal)ticne el amor al tra-
hajo por falta de disÍl'acciones facticias, y por el interés que él
pl'oduce, y el placer del dcscanzo quc sazolla;-no tenían sino
una orgullosa y loca ociosidad, que procuraban llenar de fri-
volidades, de conÍl'oversias extravagantes y pueriles, de cere-
monias y formalidades palltomimicas de religion, Illle más bien




412 UETRATOS POLlTICOS DE I.A


destruían que fomcntaban la moral por la poca Ó lJinguna re-
lacion que tenían con ella, por la inutilidad social que envol-
vían, y Jlor la facilidad que pl'estaban á sus minista,os, pat'a
conducirlos pOI' rHas al abol'l't'cimiento de la libe/'ta,I. que es
enemiga tle todo lo Ijur no está ordcnado por la razo" pam la
utilidad del hombre. Finalmente. en lugar de aquella erluca-
ciOll librl'al que tt'axeron de Inglaterra los fundadores de aque-
nas colonias, y de las ideas de Iibe/'tad con qut' se hallÍan con-
naturalizado desde que nacieron; -abl'Ígaban los Españoles
en su seno desde que abrieron los ojos á la luz, una especie de
veneracion Sllpl'l'sticiosa á la tiranía, que no la )JOdían dese-
char de )lingun modo, sin (jue la nadon toda se coumoviese y
se hOl'r'orizase del pensamicllto siquiera de atacal'la y de sacu-
dida. Para ellos l'l'a Dios el Rey,-sus mandatos, ordenes
del altisimo,-Ilo tt'nÍa responsabilidad del mal que hiriese si-
nu ante Dios mÍsmo: tíbí solí pecaví, decía el Rey Dayid,-
resistirlo era resistir á Dios,-podía lo que qlll'l'Ía sin más ar-
bitl'Ío que sufrir de parte de los vasallos,-Dios lo uomhraba,
-Dios lo ponía,-había ca .. tas de Reyes, como de cahallos, de
las que no se podía salit" sino por orden ,le Dios ó vel Papa,
que era lo misrno.-Se les cunsidcraba como si fuesen compu-
estos de materia celeste: el solo pensamiento de que pudieran
los pueblos gobernarse á sí mísmos, era cl'iminal, y los ,hubie-
ra conster'nado hasta el punto de temer la colera del cielo en
los ter'minos más claros y estrepitosos. Se considemban, como
menns que insectos ante este Rey-Dios. de f¡uien no se podían
aCOl'dar aun sin tl'llIhlar, y sin afectarse de' una especie de
sombría venet'aCÍoll.-j Qué bella disposicion par'a la libertad!
Adicionemos á estas razones las que yá insinuamos, quando
hablamos de las circunstancias favorables de los Estados-Uni-
dos para su revolucion, su situacion geográfica, la distancia de la
metropoli, las circun¡tancias de la Europa, que tánto la favo-
recieron pal'a su feliz resultado, y para apartar la fuerza y el
influxo del partido disidente, que no podía aumentarse, ni obr'al'
hasta hacf'rsf' muy peligroso par'a la libertad, y hallal'émos
muy pI'onto la l'azon que buscamos de esta diferencia de re·
sultados.




JtEV01.UCION DE ESPAÑA, 415


Es verdad que la España lleva siempre en su sello la semi-
lla de Sil fatalidad: HU educacion civil y religiosa, producto y
callsa á su tUl'rlO de su larga servidumbre, será en todos tiem-
pos un obstaculo casi insupel'aIlle para la libertad; y su igno-
rancia, IJlle es tambien conseqüencia de aquel principio, hará
que 110 se le llegue nunca á conocel', y de consiguiente, que no
SIl le pueda desear', y mucho menos exponer su ,-ida por
ella,-Una nu!'va educacion, y el tiempo, son las dos pa-
Jancas que deben remuver esta maquina, que se llama nacíon
espaílola. y que el tiempo y la educadon habían clavado de
tir'llIl' eJl la sl'rvhlumbre. y cuya inmovilidad desanimaba á
quale"lIl1iet'a {Iue ellsayára levantal'las. Los incom"enientes
de una e!luc¡lcion viciada de dos mil años no se arl'ancan con-
una oja de papel en que se escriba un decreto: y la obra del
tit'lIIPO, camü h!'mos dicho, no la pueden hacer los bombl'es, así
CUITI" no 'pued!'n sino engendrar á otro y darle la existencia, pe-
ro 110 le darán nunca la edad, ni el aumento que le dá el tiempo
solamente, Un hombl'!', podrá hacer un hombre, pero no un hom-
l¡re de quarenta año", porque los años los dá el tiempo, y sólo el
tipmprJ. ['01' eso es !l0l' lo que España opondl'á mucho tiempo to-
davía resistencia insuIJPI',I!J!e IJara la libertad: tipne que anojar
llreocupar.iones muy radkadas,-que adquil'ir luces, que han de
corltl'alledr' hasta lo sumo sus mismos habitos y prevenciolles,
y han de empeñar una larga lucha de opiniones y de intel'e-
ses ha'ita sobreponerse á ellas, y á los interesados en mante-
ner'las ;-tiene que formarse despues habitos y costumbr'es
nuevas, que vayan consolidando su nuevo estado, y dan.!o con-
sistencia á sus dislJOsidones para la libprtad :-tiene (Jue pu-
rificar sú religion, depurandola de tanto sofisma.-tantas
nénias,-tántos cuentos,-tantas supersticiones,-tantas exte-
rioridades, en que no toma, ni puede tomar nunca parte el eo-
razon,-tantas ideas depresivas del hombre y de su dignidad,
-tanto y tan ridículo espil'itualismo, ó tantas nadas con ojas:
-tantos terl'ores vanos-tanta y tan baxa defel'encía á Jos
ministros,-tanto absur'do moral,-tanto absurdo lisieo-tan-
tas "enel'ables fruslería.;, que hacen del hombl'e un niñn,-tan.
to y tan selvatico é insostenilJle enagenamiento de sentidos y de
lí mismo,-tanto empeño en pertenecer á paises e¡lcantados más




414 HETHATOS l'OLITlCOS 1m LA


bien que al que nos contiene, y nos fuerza, á pesaJ' de 1I0sob'os
mÍsmos y de nuestl'Os necios doctores, á identificarnos con él,-
tanto desprendimiento de su voluntad y de su libertad (jueson ina-
genables, porque son el hombl'C mísmo, que no puede quedarse
sin ellas,-tantas ideas'insignificantes, tantas palahl'as vacías,
-tantas cadenas pal'a las almas, para los pensamientos, para
los cuerpos, Ilal'a la sociedad, para la misma vil]a,-pal'a la
mUCl'te mÍsma.-Para todo esto es menester tiempo, luces, sa-
zon, auxilios, leyes, legisladores, sahios, &c.-Vease pues lo
que le puede faltar á la España de obstaculos que vencer para
ser libre: mncho más que le podía faltar á Una manada de ove-
jas; nada menos que mudar de natul'aleza. Los paises Ame-
ricanos, yá se vée, apenas encont,'aron obstaculos, y los que
tuyieron, (porque al cabo los hombres no se adunan tan facil-
mente para el bien,) los vencieron con la ayuda de las cil'cuns-
tallcÍas, de los hombres que se pusieron al fl'ente ue la ('evo-
lucion, y de la sazon en 'Iue la eml'l'enuiel'on, de tlue se supie-
ron muy bien aprovechal'.


Hay siempre en las revoluciones, grandes obstacullls 'lile
supera¡', porque hay gl'andes intereses que comuinaJ', gTandes
y radicados almsos que destruir, y pasionl'~ fuertes <¡ue suge-
tal'. 1)e1'0 el arte de los legisladOl'es está entonces en llevar
el compás y la regla soul'e este plano escabroso y (lesigual,
ajllstandolo y J'ebaxamlolo con tiento y sin que se perrilla;
pOJ'que su materia es espantadiza ;-el1 saber Ijar donde se ha
de elllpezal', pa!'a que una Illrdida prepal'e la oü'a, y se vayan
formando mienh'as las idras nuevas, los hahitos y las costum ..
bres, y deshaciendo las preocupaciones con las preocupacio-
lIes mÍsmas. De este modo, liada hay imposible para la Es-
}Jaña, como ni para la Berbel'Ía, ni la Patagonia; JlCI'O unas
naciones tienen menos que hacer que ótras, pOI'que están situ-
adas más favorablell1rute que ellas IJara la libel'tatl. Desde
la di~I)l)sicion favorable en qne se hallaban para ella los Es-
tadOS-Luidos hasta la en que se encuentra la España que está
casi al extl'('mO opuesto, hay otras mil intel'medias 'lile se acel'-
\:an mús Ó menos á la que sel'ía necesaria para conseguida.
Pn Rey solamente podría, como dexamos obseI'Yado, estI'rChal'




y uniformar estas distancias y hacer la revolucion tIe su pai&~
y adquiri¡' la gloria indestructible de formar un modelo de re-
voluciones sin sangre, y con consistencia y solidéz. Tenía en
su mano todos los reClll'SOS, el tiempo, el IJoder, la ilusion, cJ
prcstig'io de la legitimidad, las luces de los sábios, }a aquies-
eellcia de los pueblos, la tI'anquilid:,ul que dexa olu'ar, la subor-
dinarioll 'lue aprueba y auxilia, la esperanza que anima, el
miedo flue impone, y á los sacerdotes para que bendigan en
]ugal' de maldecir. Un Rey, que, como hemos dicho en otra
liarte de Fernando 7°, es él solo una revolucion para el mal
de que es causa y efitimulo; lo IJodia ser con tanta y
más razon y facilidad para el bien, si se pudiera dar un
Rey que no fuel'a hombre, ú que no fucse Rey. La historia
nos ~lC'iiala alguno que Ila intentado dar la libertad á su
nacion: Senio Tulio en la Roma antigua, y Trajano en la
modcJ'na, parece haber tenido ese designio; pero créemos 'IuC
solo en sueños llOdl'ía un Rey figural'se reformador. Será sin
duda un sueño grato pal'a un Rey, mirarse en la historia, como
el libertador' de su nacion, deslll'endiendose de la gloria vana
de manrlada á su a!'biÜ'io, y gozando de la solida de leer en
los :lllale" de su Ilacioll. 'lile su llomLll'e es el principio de la
epoca de su libm'tad. Pero los Reyes tiellcn vara ellos solos
un diccionario distinto, donde las palabras tienen significados
din'l'SO!i de los que tienen y conservan en los de todas las na-
eiolles, y en él está apuntada la ignominia como gloria, y el
malldll. que es una fatiga, como un goce. Los pueblos son los
que se hall de lahrar la felicidad; esperarla de los Reyes es
contar con imposibles. Son sueiios agr'aflables. pOJ''111fl reunen
todos los bienes en un p¡¡nto; pero no es dc la mano de los
Reyes. de .Ionde nos pueda venir nunca esta felicidad. Fer-
nalldo HO se distingue en esta parte de los demás, sino en la
mayo\' imputlencia con que se explica, y en que parcce que le
place, que la nacion sepa, que es su tirano, y que por eso se
ríe de SIlS males é infelicidad, que le entran en provecho ú él;
pel'o lo que es en las mir'as y ('11 los pl'iuei pios, todos los Reyes
SOIl y ser'áu siempl'p lo mísmo desde Nemrob hasta Fel'nando.


Sin embargo, los Espaiiolcfi no se deben desanimal', Acaso fin




RETHATOS POLITICOS DE LA


está lexos el día en que caigan en manos más sábias, y en que
cl mismo Fernando, labrados yá (lOI' él, y con la mejor' di"po-
sicioll posible para la libertad, los pongr. ell ellas, hit'n Ih'uos
de sang¡'e y de cicatrices, No sel'án sin duda lo:; AI'g[¡dle:;. los
Cangas, ni los TOI'cnos, los que ¡'cpitan cntonccs SI/S pl;1l1es
timidos y l'UirlOsOS, ni las dilapidaciones escandalosas, (jlle ha-
gan odiotia á la libertad y á las refol'mas. Hombr'cs de otl'O
temple son los que los han de sah al', si :oe sn.lvall. :Fel'rJalldo
los vá cl'iando en secreto en el taller de la pel'sccueiol1 con es-
tas inil'as. La IH'o\'idencia lo mantiene en ('\ tI'ono contra la
naturaleza mÍsma de las cosas, y contra tolios los calculos de
la politica, pal'a que haga cste gran bicn pOI' cOlltl'a-golpe y
contra sus mismas illtcllciolles. Era nccesario ¡¡Titar su ca-
ractel' hasta ('1 punto que lo han hecho las dos revoluciones que
ha sufrido la España, para que los Españoles sintiéran en la
pel'secucion todo el valor de la libel'tad: todavía SOIl necesa-
rias algunas más pruebas; se habían petrificado sus almas con
sus p,'olongadas cadenas y sllfr'jmientos; casi se miraba, como
bien el mal, y como libertad la cscla,'itud mú;ma, Son lwcci-
sos aun llIuchos más días de F'ernando para proporciona/'se á
recibir el bien. Solo Fer'nando 7° puede han'r' yá la felicidad
de los Españoles: su falta sería por estarazon para la España
una vel'dadera calamidad: bien podía entonces llorar su des-
gracia siglos enteros, que compusiesen una eternidad. Es
constante que es acaso la nacion que puede considerar más re-
mota su libel'tad: hemos hablado de sus ningunas disposiciones
para ella, y apuntado la dificultad de poder' realizada, mien-
tras el tiempo y una nuc"ca eUllcacioll 110 vayan desbastando el
terreno de las espinas de los habitos y preocupaciones, Fer-
nando 7° puede solamente aranzar este tiempo y suplir' en
mucha pal'te la falta de costumbres, de educacion y de luces.
Humbre's que no se pa¡'cciesen á los pasados, podl'Íall despues
aprovecharse con tino y prudencia de las pasiones exaltadas y
pl'OllOl'cionar la dosis de libertad qlle pudiesen solo dige¡-jl' los
estomagas debiles y estragados (le la nacían, robustecicndoles
por grados, y purificando el ayre contagioso, que ondéa en




nEVOLUCION DE ESPAÑ ..... 417


aquella atmosfcra, que parecía la más á pl'oposito, para res-
pirar el puro) bcndico de la libertad.


Podemos Já hauer visto qU(> la diversidad de exito que han
tenido las revoluciones de los Estados-Unidos y la de España,
viene tic lo que era cada uno de estos pueblos, quando empezó
1a suya. Aquel era un pueblo libre l)or natnralrza y por cons-
titucion ;-éste era un pueblo envejecido en la escla\'itud. sin
otl'as costumbres, sin otras pasiones, otros habitos, otr'a l'eli-
gion, y otros deseos que los de los esclavos.-Aquél por tanto
:ponía conatos, y esfuel'z()s ext/'aor'dinarios, pal'a comlt'gllir
su adorada Hhm·tad ;-éste no conocía esta deidad del mUlIdo
político, sillo por el nombre, ni por consiguiellte la podía de-
sear ni ¡lIlhelar, ni hacer gt·antles esfuerzof¡ por ella,-Aquel,
lJizo su ¡'('voluCÍon casi en la totalidad de su masa ;-éste la
l'esistió intel'ÍOI'mente en su mayor pal'te, y la Ilroc!amó solo por
miedo, ó por un fel'vor del momento, y por llenar' una formali-
dad cuyo designio no entendía, ni quería entender,-AIlí re-
coLr'aron IOU libertad per'dida cada UIlO de los ciudadanos desde
el pr'iml'l' momento, y formaron ulla masa enorme de fuerza y
de libertad, 'lue los hacía invencibles sino la (1jvidíail ;-i~stos
uexaron en las manos del Rey trH'pemente .... deJ Rey, que era
su mayor enemigo, sus porciones de libertad todavía, confiarlos,
110 sin fatuidad, en que usaría de ellas en los terminos que lo
había ofrecido, quando le acosaba el miedo que le impusirron.
-Allí, señores absolutos de la libertad que recobr:U'on, le
dieron á Sil gn!\to la dir'eccion, que los salvó ;-Ios Españoles,
sin libertad ni fuerza tle que di"!Io/ler, no pudieron coutr'alTes-
tar á la suya, que dex¡¡r'on en el Rey, que él desjJues Í1'ansfirió
en seCl'pto y confillencialmente á los que fJuiso, y el'an sus ami-
gos, y enemigos de la libertad, (qne eran los partidarios.) La
escasa pOl'ciol1 Ile lilll'rtad, que obraba ostensiblemente á f1\\'or
de ella, sin el prestigio de legitimidad, que todos conocían yá,
que obraba en la otea. y sin la fuerza, IjlIe tlá la buena fé del
Rey. en cuyo nombre ob¡'alta! 110 c¡'a suficiente, lIara inspirar
confianza contra la fm'f'za f'I1O!'lIle del resto de la nacion, la
ilusion de legalidad que le !laha la aprobacion tlel Rey, y la
f)l'illion y las costumbres qlJe la contl'al'l'('staban, y le hacían




418 UETRATOS POLITICOS DE LA


ver un mal pxito, para la reforma, que se presentó por psta
razon desde el principio de mal agüero por la inl'pcia de Jos
que la dirigían. Como la masa de la libertad narional que
hace la fuerza de los sobel'anos, no fué arrancada de laR manos
del Rey, sino que se la dexaron sin interruprion y sin rever-
8ion alg'una, se puede decir, qur. en España no hubo nunca
revolllcion; pues ésta en rigor no consiste en otra cosa, que en
recuperar cada uno del Rey su parte de libertad, que tenía
usurpada como autoridad suprema, para hacer despues de
ellas, reunidas todas, el uso que tuviesen por conveniente. Lo
que hubo solamente en España fué una estipu lacion insoRteni-
ble pOl'que no eran libres para tratar laR partes contratantes.
Mientras el Rey tuviese la fuerza fisica y moral de todos, era
una demencia crcerlo de buena fé; y mientras la nacion obrase
sin la conciencia de esta fuer'za, que no poseía, sino en pers-
pectiva, no I'l'a Iibl'e dI' otorgar y conhatar, ella dehil, con
quien tenía y obl'aha con todo el poder nacional. La furrza
que pretexta hoy Fernando, para escusar su juramento, estaba
en idea encerrada en el jUl'amellto mísmo, que se la dexó, y
en la naturall'za del que jUl'aba, que se quedaba Rpy, para
disponer de ella. Como Fentando, y como Rey, veía todo el
mundo, que mientras tuviese la fuerza. que le dexaban en la
lilJel,tad de los Españoles, de que disponía, y no le habían que-
rido al'l'allCar; el pl'rstigio de la legitimidad, y la opinioll de
los plH,blos se le reunil'ian, y el juramento era una comedia, y un
lazo ü'IH\ido á la Iihel'tad.-Los Estados-Unidos, al ,'e\'és, se
apoder'al'()n de la libertad gpnel'al desde el primer momento de
su revolucion, declarandose independientes, y los Ingleses tu-
vieron que pelea/' con fuerzas p,'opias, y no con las de los Ame-
ricanos; ni tl'nían. para sostenerse, el empuje que dá la propia
libel'tad y el entusiasmo que ella produce. Así los Españoles
fueron batidos, y vencidos con su libel'Íad mísma, que obraba
en I'l Rey, en sus pal,tidarios, en los conspil'adores, en el in.
fluxo de los c1erigos, y los fhtyles, y hasta en el partido libe-
ral, que, aUllflue corto, tampoco podía disponer de su escasa
fucl'za, que exü'aviaba, debilitaba, intimidaba, y llenaba de in·
certidumbres, la oposicioll interior de la conciencia de la Ji.




ltEVOLUCION DE ESPAÑA, 419


bertad general que obraba en el Rey, y se exteriorizaba dema-
siado, para que la cOllociesentodos y respetasen. Es bien
claro, que en los Estados-Unidos debió acabal' la revolucion
por tener libertad, porque la l'ecobl'al'On y se hicieron invenci-
bh~s con ella; y en España. por: I)crl!<wla, porque no la reco-
braron y se la dexaron al Rey, que se hizo clllldla ir,'csistihle.


Las nuevas republicas de America han estado en un estado
medio de los dos que hemps descrito. Han participarlu dl' las
circunstancias fanll'aules en que se hallaroll los Estado¡,¡-Ulli-
dos, por su gran distanda de la Metropoli,-por las dificu.lta-
des, que ésta encontl'aba en la g,'an tI'avcsía del oceano para
vencerlas,-pOl' la falta dc vcciNos peligrosos para su cmp,'csa,
-por lo que le han podido favo;'erer y aun favorecen los inte-
reses encontrados de las grandes potencias del contint'nte Eu-
ropeo, con los auxilios que éstas les han p,'estado en dis-
tracciones. amágos y temores, tlue suelen en politka equivaler
á exercitos, y aun con la nulidad de recursos y de mariná, sin
]a qual era imposible detener los llrogl'esos de su revolucioll ;-
y por otra parte, entral'on en ella con todos los estorbos que
hicieron malgorar la de los Españoles: las mÍsmas costum-
bres, las mÍsmas preocupaciones, la mÍsma falta de luces, ]a


-mÍsma ignol'ancia, el mismo habito inveter'ado de esclavitud,
]a misma supersticioll, los mismos fray les y clerigos, y todas
las malas disJlQsidon('s que hemos hecho ver en los Españoles
para la libel'tad, y aun más graduadas por las trabas colonia-
les, que los hacía esclavos de esclavos. Habían sido tres si-
glos una misma llacion, habían vivido de la misma alma, res-
pil'ado el mismo ay re, ilustradose con los mismos maestros, y
bebido en las mismas fuentes. Así, á las primeras buenas
disposiciones para la libertad, que les dieron el tiempo para
obrar. y les inspiraron la constancia que dá siempre la nuli-
dad conocida del conÍl'ario y las ventajas que presenta el cam-
po de batalla, deben hauer podido, á ciencia y paciencja de
la España, declarar su independencia, aunque malogrando
mucho tiempo y sazones por la falta de los gobernantes, y por
la mala disJlo!licion de los pucu!os, que aca!ol'aban los parti-
dos, para destruirlos en seguida, , volver'los á levantar. La




420 HETRATOS POLITICOS DE LA


obra está hecha, sin emhargo, pOl'que muchas de las circuns-
tancias, que favorecieron á los Estad~s. Unidos contra Ingla-
terra, han obrado del mismo modo, y aun con mr;jor efrrto en
las colonias contra la EspaDa, que no se paJ'críaá la gl'an
Bretaña en marina, ni en ,'I'CU)'SOS de todas especies. Pel'O es
neresario suplil' sin intel'mision las faltas de preparacion. 'l"e
hemos e/icho, que, como los de ESIJaña, tienen los puebloi> de
Amcl'lca para la libertad. Este es un vicio, que cm're con la
sangre Española que cÍl'cula en AmCl'ica, y qlW está en la
masa de todos los Amel'ir:.tnos, por más que lo quier'a hoy
disimular' la natural animosidad, que reylla entJ'e estas
dos. yá disti ntas nacinnes. Obrará su efecto precisamen-
te, sino se le vá debilitando por gl'ados, y con un tino,
que los habitos, costumbre.s y educacion hacen mlly difi-
cil. Lo que helllos dicho de la España es aplicable á la Ame-
rica en esta parte: están las dus naciunes sohre una misma ii-
llea, y !lO dexará la Amel'ica de ser en esta pal'te t:spaua, 'lua/)-
do quipra, y lo decrete; sino qnando lo haga el tiempo y los
nuevos habitos. Entretanto, la revolucion politica no se puede
dar' pOI' concluida, y correrá los peligros que hemos dicho de
los Españules, que están amasados lo mismo. Las ventajas de
la sitnacion y dI:' la distancia, han hecho yá su efecto á su fa-
VOl'; pero las desventajas interiol'es, que son una misma cosa
con las personas, con las que el tiempo y la e,dl!cacion las han
identificado, han de hacer tambien el suyo, sino se neuíralizau
con una huella administracion que debe empezar' pOI' f¡>rmal'
hombres nUfH'OS por la educacioll: ni ésta pOlh'á sel' tan pro-
vechosa, como dclJÍa, si las custumbl'es, la supersticiones, las
lmtcticas ridiculas, y el ¡lIterés personal y exclusivo ,le los
ministr'os del· culto inutilizan sus lecciones y enseñanza. Sus
doch'inas rutineras, y los amaños diestros y simulados con
que, á pesar de los gobiernos y sus miras, extravían imper-
ce¡ltihlernent.e tI!'l I'er,to camino á los pueblos, qne van llor nlti-
mil á parár' á donde ellos quieren, y nó á donde querían sus
golH'rn3I1tes, son bien conocidos pOI' los observadores. Mien-
tra<; dU\'t' en los pueblos é~ta cit'¡?;a confianza ell sus sacerdotes,
y la ignorancia (lue la mallt~ne, es muy pcligl'osa la existencia




UEVOLUCTON DE ESPAÑA, 421


(le esta casta, que jamás tt'ansigirá con la libertad, enemiga
capital de 811.9 goces y conveniencias exclusivas. Tiene en sus
mallos tocios los medios de seduccioll. y obran de un modo im-
perceptible en las conciellcias, que son la clave del hombre, y
de consiguiente de la sociedad. 1'01' eso los Ingleses, para ser
Jilll'cs, arrojal'on esta plaga de la libertad: ]os Holandeses re-
piticl'OIl este exemplo, quando declararon su independencia: la
F¡'ullcia conoció y apl'oblÍ este dogma politico en su revoluciol1,
que, RUllllue sangrienta. fué basada sobre los mejores princi-
pios, 'lile extl'avial'ol1 los emigrados, que la hicieron por eso
cl'ud; pero tuvo el fin fJ lIe se deseaba. Las potencias extran-
gef'a;; la atacal'~n y pal'alizaron desplles; y Napoléon cogió
al fin la enm'me masa de fuerza, de entusiasmo, y de recursos
que había acumulado la revolucion, y puso al mundo con ella
debajo de sus pies. La libertad del mundo entero estuvo
por la primera vez en las manos de un solo hombre, que no as-
pirÍJ á que la tuvierá, sino á qtH' fuese todo él su esclavo. U na
revolucion que conmovió el globo hasta sus fundamentos, aca-
bó, por la ambicion pueril de N apoléon, pOI' dexarlo otm vez
tomar el aplomo de la esclavitud, y escal'mental'lo para siem-
pre contra la libertad. Entró de nuevo en las manos de los
fray les y de los tiranos combinados; y las r('publicas son in-
subsistentes, mientras exista alguno de estos dos UI10yOS de la
tiranía, que viv('n del engaño y de la esclavitud.


Es menester repetirlo, porque la preocupacion lo hace olvi-
dar pr'onfo. No se puede llamar todavía libre una nadon,
porque establece y declara su independencia y Sil lihel'tad:
llasta que ésta se consolida y confirma, no lo es. La Francia
la establecó con una solemnidad y una fuerza de que no hay
exemplo; y volvió á ser esclava. La Españ¡1 proc'lamó su li-
bertad y la organizó en una eonstitucion, que SOfhizo á sí
misma para asegural'sela, y despues de más de tre!1años, vol-
vió á su estado de esclavitud, q~e se le había hecho, como na-
tural. A los seis, volvió á proc_a~!a, yá así organizada y
con su Rey á la cabeza; pero las n~dades facticias y de ru-
tina de su antigua organizacion politica, la llamaban á Sil dc-
mento, que era la servídumbre y la supersticion. N apoles,




RETRATOS POLlTH":05.


POI·tugual y Cerdeña salieron de él por algunos dias solamen-
te, y se mo¡'ían por falta de respiradon en una atmosfera, que
no era la del clima de los esclavos, en que habian siempre
vh ido. Fuera del de 'Oi'! Estados-Unidos se puede aSl'gu-
rar que nu hay en el gloho ayl'e respirable para la libertad. La
EUl'Opa se ha formado una atmosfera pestifera para ella; y sus
dominadm'es han hecho un decreto solE'mne, declarandola ge-
nero de contrabando para las sociedades del contint'nte, y es-
tán cuidadosamente cerr'adas para dla todas las puertas de las
naciones. Todos estos hechos dicen mucho á las Amel'icas
EspañC!las sobre la seguridad de su independencia. y la dis-
posicioll de los pueblos. para la libertad. Llevamos dentro de
nosotJ·os mismos el germen de su destruccion todo el tiempo
que no mudemos de naturaleza, arreglando al estado nuevo las
disposiciones de la antigua; sin{¡, es lo mismo que si quisiera-
mos ser libres y al mismo tiemlJO esclavos, lo que es contra-
dictorio é imposible.


11'11\.




INDICE ALFABETICO
DE LOS


NOMBRES CONTENIDOS


EN ESTE


VOLUMEN BIOGRAFICO.


A Paginas Castro-Coronel Pagina. 28i'
Abadía . 328 Cepero 100
Abuelo 218 Cienfuegos


·
110


agar
·


236 Cirilo
-


207
Alaba . 190 Ciscar


·
283


Albarado.
-


191 Clararrosa 266
Aldama 152 Clemencin


·
122


Alpucnte
- 212 Cojo de Malaga . 210


Alvarez Guerra 291 Copons - 193
Amarillas 203 Creux - 308
Anglona 2U9 Cuesta - 153
Antillon -


·
122 D


Arce 158 Diaz Morales _/ 272
Arco-Agüero


- -
162 Dolaréa 159


Arejula 73 Downie 264
Argüelles 56 E
Arias 53 Egllía 83
Azeybar 2U2 Elío 285
Aznares 224- Empecinado


·
205
J~ Eroles - 177


Baños-Lopez • ,306 Esperanza
·


128
:Ba llesteros • 65 Espiga 19
Beltran de Lis


·
226 Estracan 151


Bernabeu 102 Estrada 66
Bessieres


·
198 Evaristo • 289


Bleck
-


283 Ezeta . 90
Dorbon-Cardenal de


-
276 F


Borrul - 257' Feliú
-


317
Burgus


-
296 Fernando 186


Burriel 250 }'reire 98
e G


Calatrava
-


227 Gabarri ~52
Calvo de Rosas 255 Gakano


·
127


Callejas
-


·
171 ~llardo 166


Campana 61 Garay 179
Canga-Argüelles 74 Garcia.Herreros. c 269
Callo Manuel 231 Golfin 3U5
Cañedo


-
29 Gorri . 299


Capaz. 215 Grimare! - 183
Capazete,


-
252 Guerl'~-'toreno 15


Capmany 28 .~tierre7.-AClJña - - 146
Carbajal -


-
258 utierrez de la Huerta 327


Carlos-El Infante 40 H
Castaños - 20 Hermosilla 84
Castehlurríus 107 1
Castrillo 134 Yancliola


·
3U3


Castro-El Atalaya 252 Iguanzo ~;4




INDlCE.
tglesias • Paginas 222
Infantado 277
Isturis-Don Tomas
fsturís-Don Francisco Xavicr


SO
32


.Jáuregui
Jovellanos


Lacy
I"ardizabal
Larrazabal
Lista
Lobato
Lolcho


J


L


Lopez-Don Simon
Luna
Luyando


Llorente


Machron
Manzanares
Marchena
Marina


Ll


Martincz de la Rosa
Martinez de San Martin
Mataflorida
Mendizaval .-
Merino
Mexía -
Mina
Miñano
Montijo
~Iorales Gallego
Moraks de los Rios
Mosquera
lIIurillo -


N


271
260


34
323
324


. 131
156


- 225
18


S20
280


314


- 180
304
316


81
138
109
310


38
262


79
296


55
:2S1
227


39
172


- :254


Napolcion-Don José - 2/,3
Nayarro 287


o
Odaly -
Odonel-Don IJenrique
Odonel-Don José
Odonajú-Don Tomas
Ostolaza
Osnna-Ia Duquesa


l'
Palaréa
Parga - • - •
Pfil'ql1e-El Duque del
Pa,tor
Paula-Ellnfallte
Peregrin
Pere\Ta
Pere~ de la Puebla -
Pinal-Conde dd
}Jiz:trl'u -
Pnrcel
l'uiblullc -


200
44.


126
274
17,1·
136


263
121
312-


- 2l4,
96
3~


- 124
2.3~(
177
]')5


- 14V


Pulido


Quevedo
Quintana
Quiroga -
Hasmos Arispe
He-gato
Heynoso
Uico
Hiego
Romanillos
Hoten -
Roxas-clemente
Huiz-Padroll
Rute


Q


R


s
Salas
Sanchez-Salvauor -
Sancho
Sarsfield
S~vas
Si~rrfl Pambley
Sorct-Don Victor
SUflre.l


Terreros
Toreno -
Torrero--Muñoz
Torrijos -
Trapense


Pagill/t:3 219


52
78


216


76
- .320


105
63
46


· 237
273


• 157
241
265


51
160
93


130
325
154
239
ltl4.


204
5&
42


• 268
225


Vadillo 2,1·
,raklés-Don Ca)'etallo 132
Valiente • 169
Vallejo 142
Vargas 46
Vega _ 35
Yelcz 26
Vcnegas 294.


. "ic-Obispo de 36
Vigoclet 21:3
Yij¡~,-ie('ncio-Don Juan María 71
Yillac:lmpa - • • - 144
Villaf",,"ca--~¡arqllesa de 170
YilbgolUez ~694t-.)
Vilhtlva -
Villanueva 21
Villapanés--El Marques de - 17
"illeh 59
Yinuesa 29;)
Zaldi,-ul'
Zorraquill
Zulucta


Prologo
OjealÍa politica
Qüestion politica


Z
181
173
24


9
3S1
393