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DEL


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PERIODICO


Y LITERARIO.


TOMO 11.°




EL C ENS0a 9
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° Lo


JABADO, 16 DE SETIEMBRE DE 1820.


ACTAS DE LAS CORTES.


SESION DEL 21 DE AGOSTO Y 9 DE SETIEMBRE.


/lrreglo del clero regular.


E N la sesion de 23 de julio habia pronun-
ciado el señor Sancho el siguiente discurso.


Las repetidas reclamaciones que han diri-
gido al gobierno desde el mes de marzo úl-
timo muchos regulares de todas las órdenes
religiosas, quejándose de su suerte desgra-
ciada, han movido el corazon sensible de
S. M. á dictar varios decretos en favor de
esta numerosa y distinguida clase del estado.
Pero ni el poder ejecutivo ha podido dedi-
carse á este objeto con la detencion que se
requiere en dias de tantos earibarazos y zo-


3I




4
zobras , ni su autoridad sola basta para en-
jugar enteramente las lágrimas de tantos in-
felices. Víctimas unas veces de la seduccion ,
otras de la codicia y casi siempre de la im-
prevision , cuando la esperiencia llega á di-
sipar los prestigios , se encuentran oprimi-
dos con la austeridad de unos estatutos que
abrazaron sin conocimiento , cuyo exacto
cumplimiento solo es dado á la vocacion
mas perfecta, y que los pone_ en cierta con-
tradiccion consigo. mismos, desterrando de
su espíritu aquella dulce tranquilidad de que
tanto necesita el hombre para labrarse su fe-
licidad temporal y eterna. La patria debe
una proteccion generosa á todos sus hijos ,
y la debe con particularidad á aquellos que
por su sagrado ministerio pueden llamarse
las lumbreras de la verdad , y los directores
de la moral de los pueblos. d Pero - cuál es el


• verdadeVa modo de proteger á los regulares?
Tan impolítico y tan injusto seria arrancar
-del dáustro' violentamente a] que es feliz en
su retiro, cómo obligar á permanecer en él
al que su conciencia llama otra vez á la vida
activa del siglo. Respetar la vocacion de to-
dos, mejorar conocidamente su suerte y ase-
gurarles una subsistencia mas cómoda que
la que ahora disfrutan ; esta es á mi enten-


5
der la obligacion de las Cortes, este es el
objeto que me he propuesto al presentar al
Congreso mis ideas.


Pero la ejecucion de un proyecto tan be..
néfico, no debe seguramente confiarse á per-
sonas interesadas en entorpecerla ; sino al
celo ilustrado de los reverendos obispos ,
que encontrarán en su exacto cumplimiento
el medio seguro de dotar á sus iglesias de
párrocos y vicarios idóneos para dar el pasto
espiritual á sus feligreses.


Por • otra parte el estado decadente de
nuestra poblacion , los males inmensos que
causan á la agricultura las manos muertas,
la necesidad imperiosa de pagar la deuda
pública, de consolidar el crédito y de aliviar
las cargas insufribles que, abruman á, los'
pueblos, todo reclama la solicitud paternal
de las Cortes, todo pide medidas grandes y
eficaces para. curar las llagas profundas del
estado.


• Por último seria ofender altamente á la sa-
biduría de las Cortes , detenerme en demos-
trar los sacrificios sin igual que ha hecho el
ejército por la patria desde el año de ocho ,
la necesidad en que se halla constituida ,la
nacion de dar un testimonio auténtico de su
gratitud á tan benemérita clase y que el




medio que propongo para satisfacer tan
sagrada deuda , lejos de ser gravoso á los pue-
blos, contribuirá grandemente á su fomento.


Estas ligeras indicaciones convencen á mi
entender suficientemente los inmensos bienes
que resultarán al estado, si las Cortes adop-
tan las medidas siguientes:


Artículo « Se sujetan todos los regula-
.


res á sus respectivos ordinarios. »
Artículo No se roconocerán mas pre-


lados regulares que los locales de cada con-
vento, elegidos por las mismas comunidades,
conforme á los primitivos estatutos_ de las
órdenes religiosas. "


Artículo 3. No se permite fundar ningun
convento, ni dar ningun hábito, ni profesar
á ningun novicio. "


Artículo 4. " Se concederá la seculariza-
cion á todos los que la pidan, y se dará una
cóngrua á los que lo verifiquen. "


Artículo '5. " No podrá haber mas que un,
convento de una misma órden en cada pue-
blo y su término. "


Artículo 6. " La comunidad que no llegue
á constar de doce religiosos ordenados in
SaCriS , se reunirá con la del convento de la
misma órden mas inmediato , y se trasadará
á r ivir en él. "


7
Artículo 7. " No se permitirá pedir limos-


na á los mendicantes. "
Artículo 8. " Se declaran bienes naciona-


les todos los que poseen los regulares."
Artículo 9. " Las Cortes señalarán la parte


de estos bienes que tengan por conveniente
para premiar los esclarecidos servicios que
ha • prestado la clase militar, tanto en la
guerra de la independencia nacional, como
en la feliz restauracion de la libertad de la
patria. "


Artículo z o. " Hecha esta separación , se
aplicarán todos los demas bienes de los re-
gulares al pago de la deuda, ó para hipoteca
de los empréstitos que deban abrirse en lo
sucesivo, á fin de aliviar las contribuciones
al pueblo , quedando no obstante sujetos á
las cargas que aquí se espresan. "


Artículo z 1. "Las Cortes, señalarán una
cuota proporcionada para la subsistencia de
cada religioso profeso , mientras viva en co-
munidad. "


Artículo 12. " Tambien fijarán la cóngrua
que ha de percibir el religioso que se secu-
larice, hasta que obtenga algun destino ecle-
siástico. "


Artículo 13. " A los prelados superióres
bien vivan en el claustro ó fuera de él, se




8
abonarán.en iguales términos las asignacio-
nes que las Córtes determinen segun la clase
de cada uno. "


Artículo 14. " Para Atender al culto con
la decencia . conveniente se asignará á la igle-
sia de cada convento, que no se suprima, la
cantidad anual que se juzgue precisa."


Artículo 15. " Las pensiones ,señaladas en
los cuatro artículos anteriores se satisfarán
siempre por tercios anticipados.


Artículo 16. " El religioso que quiera
secularizarse se presentará al alcalde primero
:constitucional del pueblo de su residencia,
quien le dará un certificado para hacer cons-
tar su petiCion „ y desde este dia...Mirá-fuera
del convento. "


Artículo 1 7 . " Con este documento : lega-
lizado en debida forma, se presentará -den,
tro de-un-~ino -fijo á solicitar su eóngrua
que se le acreditará á continuacion. "


Artículo 18. " Acompañando este 'docu-
mento, pedirá la secularizacion á su respec-
tivo ordinario, que la concederá sin exigir
derecho alguno ,


• en el término preciso que
las Córtes determinen. "


Artículo 19. " Todos los regulares, bien
se secularizen ó no , quedan habilitados
para solicitar ofielos y beneficios eclesiásticos,


9
y si hallándose en el segundo caso los ob-
tuvieren, se secularizarán con arreglo á lo
dispuesto en los artículos anteriores. "


Artículo 2o. Los méritos contraidos en
sus respectivos estatutos religiosos, y las
graduaciones que en ellos hayan obtenido
los regulares , serán atendidos muy particu-
lamente en la provision de los arzobispados,
obispados, prebendas, domas beneficios
eclesiásticos. "


Artículo 21. "Los arzobispos y obispos
no ordenarán á nadie, mientras existan re-
ligiosos secularizados que puedan desempe-
ñar los oficios eclesiásticos de sus respectivas
diócesis. "


Artículo 22. " Quedan tambien sujetas á
los respectivos ordinarios todas las monjas,
con prohibicion de fundar nuevos conventos,
dar hábitos y profesar las novicias : sus bienes
se declaran así mismo nacionales: se asignará
á cada una la cantidad correspondiente que
podrá disfrutar en el convento, ó fuera de
él, segun mas le acomode. "


Articulo 23. " El que contravenga á lo
dispuesto aquí , 'ó embarace su exacto cum-
plimiento , sera estrañado del reino: y per-
derá ademas las temporalidades si fuese ecle-
siástico. "




o


Leido este proyecto de ley por segunda .
vez en la sesion de 2I de agosto , tomó la
palabra el mismo señor Sancho y dijo :


Me levanto no para defender el proyecto
en los precisos términos que lo he propuesto;
pues en -virtud de que si se admite á discu-
sion debe pasar á una comision del seno del
Congreso , esta podrá modificarlo , alterarlo


ampliarlo en el modo que tenga por con-
veniente , y presentado á la resolucion de
las Cortes todavía podrá padecer las varia-
ciones á que den lugar los reparos y reflexio-
nes de los señores diputados. Mi objeto se
reduce á fijar la cuestion sobre si se está ó
no en el caso de tratar hoy de este parti-
cular; esto es, si estamos en el momento
oportuno de tomar en consideracion la ma-
teria de regulares. Puesto en este punto de
vista , no creo que ofrezca la menor duda el,
que las circunstancias exigen imperiosamente
que se trate de un asunto, que en su dia
llamó toda la atencion de las Cortes ordina-
rias, quienes intentaron dar una reforma al
estado regular ; y ya tenian hechos los tra-
bajos convenientes á este efecto, cuando des-
gradaciamente se disolvieron. Restablecido
el sistema de la Constitucion , y prestado
por el Rey el juramento provisional de su.


1 f


observancia, conoció muy desde luego el
gobierno la necesidad de dictar prontas pro
videncias sobre un punto tan interesante, y


así se echa de ver por los diversos decretos
que se espidieron á este fin : decretos que
no pueden llevarse á 'efecto sino tomando
parte en ellos el poder legislativo , porque
no alcanzan las facultades del ejecutivo para
hacer cumplir todo lo que en los mismos se


determina.
Se ha mandado que no se den hábitos


en los conventos, y que no profesen los no-
vicios que hoy existen en ellos; y aunque
esta medida 'sea justísima, no ha dejado de
prestar una incertidumbre á muchos sobre
su suerte ulterior, y dado lugar á que se o-
pine por algunos que se trata de suprimir
las religiones. Otro decreto prohibe toda
clase de enagenacion, de fincas, alhajas y
efectos de dichos conventos : providencia
que así en general podria causar muchos
perjuicios , porque hay religiones que estan
en el caso de pagar cantidades que adeudan,
y no pueden hacerlo de otro modo que ena-
genando alguna propiedad : hay tambien
pleitos sentenciados por créditos contra co-
munidades , y mandadas vender posesiones
para su pago. Muy bien conozco que el go-




I2


bierno verla que si abria una puerta permi-
tiendo las facultades de enagenar estos bie-
nes, podrian cometerse abusos considerables
en perjuicio del comun de la sociedad , y por
eso tomó el recurso que le parecio mas á
propósito , y mas en la esfera de su poder;
pero á las Córtes pertenece adoptar un tér-
mino medio que concilie estas contradiccio-
nes. El mismo gobierno ha hecho la enun-
ciativa en este particular; y ya he dicho que
no tengo empeño en que se suscriba á los
precisos terminos de mi proyecto , sino
en que convencidas las Córtes de que debe
tomarse una providencia sobre un punto de
tanta entidad , , lo reformen y enmienden
como tengan por conveniente. Estuve mu-
cho tiempo sin querer promover esta cues-
tion , esperando que lo hiciese otro con me-
jores luces que yo ; pero viendo que nadie
lo ponia en práctica me ví precisado á fijarla
del modo que lo entiendo, considerándolo
como cosa muy importante y digna de no pa-
decer mas demora. Pido ,pues, al Congreso,
que se nombre una comision especial que
entienda en este asunto , y ruego al señor
presidente que á lo menos la mitad de sus
individuos sean eclesiásticos."


El señor Gard « Debo ante, todas cosas


3
dar gracias al señor diputado , autor de la
proposicion , puesto que con las esplicaciones
que se ha servido hacer, nos hemos aproxi-
mado mucho, y creo que convenimos ya en
el fondo de las ideas. Sin embargo, en uso
de la palabra que habia tomado , diré algo
respecto á que el proyecto de decreto y sus
artículos han circulado en los periódicos ,
en las actas y diarios, y volverán á circular
ahora si el Congreso admite su discusion.
Repito que el señor preopinante ha manifes-
tado en sus esplicaciones los sinceros deseos
que animan su celo é ilustracion ; y que no
he podido menos de oir con el mayor gusto
una simple modificacion puesta á otro de
los artículos, con la que ha ocurrido sabia-
mente á un inconveniente de la mayor con-
secuencia. Se prohibe cuestuar á los men-
dicantes calzados : adjetivo que no se leia
en el testo primitivo. Y suponiendo el nú-
mero de mendicantes ex regula, por un cál-
culo aproximado, en 20 ó 25,000 , los cuales,
como incapacitados de poseer bienes ni aun
en comun, no tienen mas fincas ni recursos
que la alforja, se ha removido con esta
adicion ( que rehabilita su cuestuacion), e}
gravísimo obstaculo de que la nacion hubiese
de cargar con el mantenimiento de este pro-




digioso número' de individuos. A este modo,
otra adicion igualmente sencilla, la de espre-
sar un por ahora en el artículo que habla
de admisiones y profesiones, hubiera alla-
nado el mayor dé los obstáculos , porque
habría quitado al proyecto ese caracter in-
definido, que la ignorancia ó la malicia po-
drian pintar como el de una estincion total,
viendo que se cierra, al parecer, herméti-
camente la puerta al ingreso. Pero pues no
veo semejante modificacion , hablando , con
la franqueza de hombre libre y represen- .
tante de una naeion libre, diré que á mi
modó de entender entre la cabecera ó pró-
logo del proyecto y sus artículos, se halla
una de aquellas contradicciones que los aris-
totélicos llamaban in a.djecto. En el proyecto
se da por sentado que los regulares han sido
lumbreras de la verdad, directores y propa-
gandistas de la moral , y una clase distin-
guida del estado. Hay mas : no se dice esto
solo de los tiempos pasados, sino de los pre-
sentes. Prueba de ello es que se propone sean
atendidos para los arzobispados, obispados,
prebendas, beneficios curados, etc., y no
como quiera, sino .que se hace una especie
de monopolio en favor de los regulares;- por-
que prohibiéndose á los ordinarios ordenar


r5
á persona alguna mientras existan regulares,
es evidente que con el tiempo toda la ge-
rarquía eclesiatica vendria á refundiese en
ellos. ,1 Cómo, pues, se puede combinar que
sean lumbreras de la verdad y directores de
la moral y plantel único , con la medida
que arranca de cuajo, por decirlo así, este
plantel mismo prohibiendo su reproduc-
cion...... ? Sé muy bien que los regulares en
cuanto forman corporacion , deben su exis-
tencia política á la nacion. Sé que esta pudo,
antes de existir tales corporaciones, impedir
su existencia , como lo hizo el reino para
en lo succesivo por la condicion 45 del quinto
cuaderno de millones. Sé .gire puede opo-
nerse en las ya admitidas á que se diesen un.
nuevo modo de existencia, corno lo dispuso
el señor D. Cárlos prohibiendo las nue-
vas erecciones ó desmembriones de pro-
vincias sin permiso del gobierno. Sé que
cesando las causas que motivaron su admi-
sion , puede solicitarse su estincion , como
lo practicó el citado señor D. Carlos III con
los Antoninos hospitalarios en 5787 . Sé que
si se sospechase y creyese incompatible su
existencia con la seguridad del estado, ha
lugar á la espulsion de millares de indivi-
duos, cómo lo realizó el espresado monarca




So
á 2 de abril de 1767 eón G,000 regulares,
que desde la capital hasta las Filipinas esta-
ban encargados de la educacion primera de
la juventud. Todos estos derechos los reco-
nozco, y los he defendido mucho antes que
hubiese Constitucion. Mas debiendo seme-
jantes corporaciones su existencia al gobierno
civil, la deben bajo de ciertos pactos, se-
gun decia el señor don Cárlos Hl hablando
dela: necesidad de presentar todos los breves
relativos 4 regulares: y si probada la trans-
gresion á dichos pactos, ó haber caducado:
sus bases, procede la supresion ó disolucion,
merecen sin duda alguna consideracion
mientras no suceda'. asj: Esto es por lo que
hace á las personas. Voy á la segunda parte
,del decreto, que pide se declaren nacionales
los bienes de los regulares. Y siguiendo en
mi fraáqueza, me atreveré á decir, que bie-
nes nacionales, bienes confiscados, y octi-
p4cion de temporalidades (hablando de los-
que.-teniair dueño conocido) , serán voces
mas ó menos suaves en la significacion que
les diere el diccionario ; pero en último re-
sultadó son sinónimas. Ni se me replique
que se deja un situado á sus antigiios: po-
seedores : porque tambien le dejó el señor.
don Cárlos III á los espulsos de la Compa


I"


tiempo
1767le


que ocupaba sus
ática de


tempora-
entero. la pragmática


al
aandp1 eiossrmpeolo iaepemn.


" Sin duda la nacion tiene el dominio
eminente hasta sobre las propiedades par-
ticulares; si bien la Constitucion limita su


. uso al caso de notoria comun utilidad , é
indemnizando al dueño con el buen cambio
á bien vista de hombres buenos. Convengo
en que esta supremacía nacional es mucho
mas extensa sobre los bienes que poseen las
corporaciones ; pues por su naturaleza solo
tienen una especie de usufructo ó dominio
util ; y el directo, ó sea la alta propiedad,


, existe virtualmente en la nacion. Añadiré,
que tratándose de corporaciones de regula-
res , tiene muchísima mas latitud aquella
regalía ; porque el voto esencial de pobreza
de los obtentores de los bienes, les convierte
en meros ecónomos ó administradores, que
rebajada la frugal subsistencia , pasan de sus
manos á las de 'les pobres ; y pues el estado
es el primero y el mayor de ellos, claro
está que puede en sus apuros reclamar la
incorporacion de los sobrantes. Estoy acorde
con estos principios : pero tambien debo
hacer presente al Congreso la doctrina, no
mia, ni de escritores ultramontanos, sino


2




r8
del ciudadano declarado benemérit o de la
patria por las Córtes estraordinarias en 24
de enero de 1812 siendo secretario el señor
Calatraya. Hablo del señor Jovellanos , el
cual tratando de los bienes del clero decia:
" Sea lo que fuere de las antiguas institu-
ciones, goza (esto es el clero) de su propie-
dad con tardos justos y legítimos; la goza
bajo la proteccion de las leyes , y no podria
mirar sin dolor los designios de violar sus
derechos. "


Contrayéndome á la cuestion, estoy de
acuerdo con el señor Sancho en que hay
derecho en las Cortes para dictar severísimas
reformas ; y en que deben estenderse á los
regulares, corno á otras cualesquiera clases.
del Estado. Añado mas: el Congreso unáni-
me, la nacion entera, la mayor y mas sana
parte del clero secular y regular las están
esperando con ansia, y las bendecirán. Pero
insisto en que se añada por ahora, para que
la malicia ó la estupidez no tengan pretesto
para graduar la medida de estincion, y no
de reforma. Reúnanse muchos conventos en
uno ; minórese el número en los que queda-
ren ; nivélese su proporcion en lo sucesivo
con el clero secular de quien son auxiliares,
con la poblacion á la que sirven, y de la


que reciben su subsistencia; suspéndase el
ingreso hasta la reduccion ; facilítese la sa-
lida á los que la pidieren ; fíjese, si se quiere,
la cuota de alimentos á los existentes, para
aumentar el exhausto erario público con los
sobrantes de monasterios opulentos, bien
sea. recibiéndolo de manos suyas, ó promo-
viendo la enagenacion de lo que no formare
su manso. Por ventura no se autorizó al
cardenal Cisneros para la reunion, minoracion
y aun supresion de numerosísimas órdenes
regulares?


Concluiré examinando el proyecto de
decreto bajo los principios ecónomo-políti-
cos. Aunque supongamos que desde el censo
de 1797 haya menguado una tercera parte
de regulares, que ascendían á 6o,000 varo-
nes y 3o,000 hembras en aquel entonces, y
que hoy dia no esceden al iodo de 5o,000,
es preciso no perder de vista , que los men-
dicantes ex-regida nada poseen ni aun en
conum ; que de los mendicantes por constitu-
ciones apenas habrá de cada cien conventos
dos que esten en estado de subsistir por sí y
sin el auxilio de la cuestuacion. Y aunque
es cierto que en los monacales hay acumu-
lada una inmensa. propiedad, si se formase
una masa de cuanto poseen estos y álguno$




20
Mendicantes , creo que, 'calculado en solos 4
reales diarios el situado de cada individuo,
no podria de mucho cúbrirse con el producto
de dichos bienes ; de modo que esta medi-
da , lejos dé ser productiva , seria muy gra-
vosa al erario. Contraida la medida á los
monasterios de Samos, de Oya ú otros, sin
duda rendiria. grandes ingresos ; pero no '
mirándola eri su totalidad. Yo me acuerdo
que el mariscal Suchet á su ingreso en Va-
lencia, ocupadas todas las temporalidades de
los regulares , hubo de rogar á las monjas,
volviesen á cargar con sus fincas, porque dis-
taban mucho de rendir lo bastante para el
situado que les señaló. Sobre todo, en Ma-
drid existe la oficina del crédito público,
que desde la evacuación de los franceses
hasta la reposicion de los conventós, tuvo
á su cargo las temporalidades del ter. ritorio
que habian pisado nuestros enemigos. Ella
dirá el producto neto en renta, para poder
calcular.


" Por todo lo cual, Soy de parecer que con
las Modificaciones indicadas, y nó de otro
modo, puede admitirse el proyecto á dis-
cusion."


El 'señor Sancho replicó que }labia pre-
sentado la cuestión del modo que la conce-


21
bia, repitiendo que no formaba empeño en
que se aprobase como se hallaba propuesta,
sino en que pasase á una comision para que
le diese las variaciones conducentes; y que
en cuanto á la contradiccion que observaba
el señor Gareli con su argumento aristoté-
lico, debia decir que pocirian ser lumbreras
de santidad los individuos, y semilleros de
errores los establecimientos.


El señor Gaseo: "No examinaré la cuestion
bajo el punto de vista en que la han mi-
rado los señores que me han precedido,
porque este no es el asunto del dia; si-
no si se ha de admitir G no á discusion
el proyecto de secularizacion , reforma ó


„estincion de regulares , que propone el se-
í'íor Sancho. Para admitirlo ó desecharlo no
hay que atender á mas que á una razon, y
es el perjuicio ó utilidad que haya de resul-
tar de Su admision. La utilidades bien noto-
ria ; y aunque el señor Sancho no ha hecho
mas que indicarla , no puede ,


dejar la menor
duda á las Cortes. Hay una porcion de cor-
poraciones monásticas, que desde que se
reunieron las Cortes estraordinarias y em-
pezaron á ocuparse en su suerte, tienen Una
existencia precaria. Varias órdenes y decre-
tos se han espedido acerca de estas mismas




córPóración ya prohibiendo la adrnision
de nuevos individuos, ya disponiendo el uso
que ha de hacerse de los bienes con que
subsisten. Toda la nacion desea que se fije
la suerte de esta parte del clero , y no de-
jará de reportar utilidad la misma nacion si
se consigue, sea la estincion , ó la reforma,
pues no me detengo en el nombre que se le
ha . de dar. Yo, veo en el proyecto del señor
Sancho (pié nada tiene de violento, que se
promueve suavemente la secularizacion y
la raórma por las bases que estan estable-
cidas por las Cortes , lo cual no puede me-
nos de traer grandes ventajas á la nacion ;
y habiendo convenido el señor preopinante
en el derecho que tiene la represen tacion
nacional para disponer de los bienes de es-
tas corporaciones, dejando .


á salvo el que
tienen estos interesados á su subsistencia , y
necesitando la misma nacion una gran por-
cion de, fondos para atender á sus urgentes
necesidades y á su prosperidad, parece in-
dudable que el proyecto presentado por el
señor Sancho en Sti totalidad es admisible,
sin que por esto deje de ser susceptible de
alguna reforma. El señor autor del proyecto
ha tenido la generosidad de dejarlo á la dis-
crecion de las Cortes ; y así creo que es


23
inoportuno entrar en la Cuestion de Si se
tiene derecho ó facultad para dar nueva
forma á las corporaciones de regulares ó dis-
poner de sus bienes, ni si es una reforma
odiosa ó saludable. Solo tratándose del bien
de la nacion, digo que el proyecto es taja,
y debe admitirse, mandando que pase á
una comision, para que esponiendo su dictá-
men, y sujetándole á la discusion del Con-
greso, podamos entonces entrar en el exá-
men de su utilidad y reforina hasta el punto
que se crea necesatió."


Habiéndose mandado así, y • presentado
ésta su inf)•ine en la sesion -del 9 de este
Mes , propuso un proyectó de decreto en
z6 artículos, en el cual se dispone la extiti.
eion de monacales , de los conventos de las
ordenes Militares; de la de S. Juan, de comu-
nidades de hospitalarios y de los de- S. Juan
de Dios; la reforma y reunion de con,
ventos é individuos de las demas órdenes,
ceptuando los Escolapios y misioneros de
ultramar hasta la decision- de los planes de.
instruccion pública y de misiones : se pro-
ponia el modo de sostener á estos , y aplicar
las rentas y bienes sobrantes al Crédito pti,
Mico ; por último la secularizacion de los
regulares, comprendiéndose taibbienlalmort
jas que la soliciten.




24
Se leyeron tambien dos votos particulares


de individuos de la comision , uno del se-
ñor Castrillo , que proponia la conservacion
de los conventos de monges que se juzgaran
útiles en las provincias y que en las reformas
interviniese la autoridad eclesiástica en la
parte que le correspondiese; y otro del se-
ñor Gareli , en que proponia tambien, en-
tre otras variaciones del proyecto, la refor-
ma de monges, sin suprimirlos absolutamen-
te , prescindiendo de lo que la comision
eclesiástica propusiera acerca del clero seCu-
lar y regular, y en el que presentaba un
plan, del cual resultaba que de 216 casas
de monacales que existen en la Península
quedaban solo 58., y de 36 de canónigos y
clérigos regulares solo se conservaban 12. "


Este es el estado que tiene en el dia el
importante asunto de la reforma ó supresion
del clero regular , y esperamos que las.Cor tes ,
en vista del dictamen de la comision, toma-
rán una providencia que coneiliando, con la
utilidad general los legítimos derechos de.los
religiosos, llene los deseos de la nacion en-
tera y de la mayor y mas sana parte del clero
secular y aun de los mismos regulares. Entre
tanto nosotros expondremos francamente
nuestro dictamen sobre esta delicada cues-


25
tion , resumiendo antes los principios esta-
blecidos , y reduciéndola á los términos mas
precisos y claros. •


En primer lugar, es evidente que las cor-
poraciones de regulares existen porque la
nacion permitió expresa ó• tácitamente que
se estableciesen en ella ; pues claro es que
si esta se hubiese opuesto á su admision ,
no existirían ahora, á no suponerse que pue-
den introducirse y conservarse por la fuerza,
suposicion absurda , no teniendo los regula-
res otras armas que el ruego , la persuasion
y sus virtudes.


Segundo. Lo es tambien que la nacion
cuando las admitió en su seno., se propuso
algun fin de utilidad pública ; y de consi-
guiente pie si ó se engañó en sus esperanzas,
ó los motivos que entonces se tuvieron pre-
sentes llegan á faltar en una época posterior,


. tiene la sociedad pleno , plenísimo é incon-
testable derecho para revocar la concesion
que habla hecho,.


Tercero. No es menos cierto que la na-
cion cuando admitió nuevas corporaciones
regulares, no formó con ellas pactos, ni con.
.tratos rigurosa y verdaderamente tales, que
la obliguen á su cumplimiento como. los ce-
lebrados entre partes.: lo que hizo fue acep-.




26
tar aquel género de servicio que la nueva
•corporacion les ofreció prestar. En conse
cuencia si el objeto de este servicio cesase


si la nacion quisiese ya que le fuese pres
tado por otras manos, puede á su arbitrio
exonerar de él á la corporacion religiosa
y suprimirla como no necesaria para aquel
objeto. Por egemplo, se presenta una orden
de regulares ofreciendo dedicarse á la cura •
cion de cierta enfermedad espantosa, para la
cuál no se hallaban enfermeros que quisiesen
asistir á los enfermos, particularmente á los
pobres: la nacion aceptó agradecida su oferta
y la autorizó para establecer sus hospitales
Supongamos que pasado algun tiempo la en •
ferinedad desaparece, ó qué puestos en me
jor pie los hospitales comunes, puede con
fiarseles su curación, y excusarse los parti




culares servidos por los religiosos , quién
duda que en ambos casos pueden estos sex
suprimidos ó como absolutamente inútiles
ó como no necesarios ? El primero se ve.
rificó con los Antoninos; el segundo ha lic.
gado tal vez respecto de los hospitalarios
de San Juan de Dios.


Cuarto. Es igualmente incontestable que
lá mayor parte de los bienes que hoy po-
seen las comunidades religiosas les fueron


27


donados ó por la nación ( es indiferente
que hayan sido los reyes , porque estos
obraban como gefes supremos de la nacion,
y en su nombre ) ó por particulares. En
el primer caso es evidente que extinguidas
las órdenes regulares, vuelven los bienes de
derecho á la nacion, pues la cesiou llevaba
en sí misma la condicion tácita de ser va-
ledera é irrevocable mientras ekiStiera la
corporacion en cuyo favor Sé hacia, pero no
despees de extinguida. Én cuanto á los se-
gundos , si el donadór. aló se reservó expre-
samente el derecho de 'qüé faltando la co-
munidad • á" la cual los donaba, volviesen á
su familia , es claro qué esta no puede re-
clamarlos , y para el efecto -vienen á ser co-
mo sí hubiesen sido" dados por el cuerpo
entero de la nación , puesto que no hay
particular alguno qué tenga derecho á ellos.
Si la donacion se le hubiese regereadó á
alpino, á este volverian legítimamente; pe-
ro estos casos serán muy raros. En cuanto
á los bienes que los regulares pueden haber
adquirido con el próducto de los donados,
como el


-voto esencial' de pobtéza los con-
vime en meros ecónomos ó administradores,
es innegable que á su extincion ó falleci-
miento , por decirlo asi, no pueden dispo-




,28
; ner de ellos .; y deberán pasar á manos de
la nacion como pasarian los de un abintes-
tato en que por hipótesi no hubiese nin-
gunpariente del muerto, ó mejor, como pa-
san todos los mostrencos,


De estos principios , que nos parecen in-
contestables , resulta que la nacion puede
por sola su autoridad suprimir las órdenes
regulares, si cree que ha cesado el motivo
de utilidad pública que hubo para su ad-
mision ; y que en este caso los, bienes que
no sean reversibles á alguna familia parti-
cular, entran (le pleno derecho en la masa
general de los que la sociedad posee en
coman , sin que haya necesidad de decla-
rarlos nacionales, pues lo son de hecho , y
sin que este recobro de lo que era suyo
pueda llamarse con propiedad ocupacion de
temporalidades , y . mucho menos confisca-
cion : la expresion propia es que la nacion
vuelve á entrar en la plena y omnímoda po-
sesioñ (le unos bienes cuyo usufructo habia
cedido temporalmente.


Esto supuesto , la cuestion que hay que
examinar respecto de los regulares nos pa.-
.rece que es esta. Han cesado los motivos
de utilidad pública por los cuales la nacion
se decidió á admitirlos ? pues claro es que


29


si faltan deben suprimirse las comunidades
religiosas (fue en atencion á ellos se fun-
daron eh otro tiempo : por que en un es-
tado bien gobernado no debe haber corpo-
raciones inútiles. Presentada la cuestion en
estos términos, creemos que á la respuesta
afirmativa no se pueden hacer objeciones
que no sea 'facil refutar. La utilidad públi-
ca de las órdenes regulares es ó general
particular. General la de ayudar al clero
secular en las funciones de su ministerio
particular la de prestar al pueblo algun
determinado servicio espiritual ó temporal ;
v. g. la educacion de la juventud, la re-
dención de cautivos , la asistencia á cierta
clase de enfermos ó á los moribundos. En
cuanto á la primera, es notorio que lejos de
ser necesarios los regulares para el pasto es-
piritual por no bastar !os ministros secu-
lares , hay de estos mas de los necesarios ,
si á todos se les obliga á servir al altar que
los mantiene. Así que en esta parte lo
que importa es hacer que de aquí adelante
todos los que se ordenen (le sacerdotes
ayuden en el confesonario y púlpito al pár-
roco de la iglesia á que sean ascriptos ; pero
no es necesario sobrecargar á la nacion con
otro clero, inutil ya por esta parte, luego




30
que el secular tenga todo el número de in-
dividuos que piden las necesidades .espiri-
tuales de los fieles y provea á ellas sufi-
cientemente.


En cuanto á los servicios particulares á
que fueron destinadas por sus fundadores
algunas Ordenes religiosas ; es notorio que
ó han cesado ya enteramente, ó van á cesar
muy pronto en el nuevo orden de cosas.


redencion de cautivos ya no existe
desde que los gobiernos han reprimido la
piratería de las potencias berberiscas ;,ó en
caso. de haberla egercido las obligan á en-
tregar los cautivos sin rescate. Esta al tiempo
de su institucion fue una obra de benefi-
cencia muy digna de elogio; porque no
Babia otro medio de sacar de cautiverio al
desgraciado que por cualquier acontecimien-
to caía en manos de los piratas de la costa.
de Africa ; pero en los últimos tiempos era
un aliciente para que se entregasen al corso.
La cónservacion de algunos hospitales á
cargo de regulares para la curacion de cier-
tas enfermedades, es ya completamente in-
util, habiendo para los pobres los generales
en que pueden curarse y se. curan efecti-
vamente todas, y para los no pobres sufi-
ciente número de buenos facultativos. La


3r
educacion de la juventud en las. pr:meras


en las humanidades, para la cuallatnra sido
sin duda utilísimos hasta el dia los


regulares de las escuelas pias , deberá ser
confiada á un competente número de maes-
tros particulares, luego que se ponga en ege-
cucion el plan general de instruccion pú-
blica que tiene preparado la comision de
Cortes encargada de este ramo ; y de con-
siguiente el servicio de los esculapios de-
jará de ser necesario. Ademas es menester
no olvidar que aun ahora su utilidad está
reducida á los poquisimos pueblos en que
tienen casas. Lo mismo decimos de la asis-
tencia á los moribundos para que fueron
fundados los padres agonizantes ; pues ha-
biendo de estos tan pocos en España, no por
eso dejan de ser auxiliados espiritualmente
los que fallecen; prueba de que .


sin aque-
llos pocos regulares sucederá la mismo.
En. suma es sabido que las circunstancias
en que fueron útiles y aun necesarias


, corporaciones religiosas para el desempeño
de ciertos 'ministerios han variado entera-
mente, y pueden ya suprimírs.e sin perjui-
cio alguno del servicio público, como se
hace con todo cuerpo creado para alguna
urgencia particular , que en cesando esta
se disuelve.




32
Creemos, pues, en consecuencia de estas


observaciones, que se está ya en el caso de
decretar la supresion de todos los regu•
lares; porque si debe verificarse la de aque
líos que fueron utilísimos en otro tiempo ,
porque trabajaban en servicio del público,


con cuánta mas razon deberá hacerse la de
aquellos que dedicados exclusivamente á la
vida contemplativa, ó sea á su particular
santificacion , han sido civilmente menos
útiles ? Decimos civilmente ; porque no igno-
ramos que los monacales fueron literaria-
mente mas útiles que lo han sido clespues
los mendicantes, en cuanto nos conservaron
una parte de las riquezas literarias de la
docta antioedad, aunque mas de una vez
borraron tambien obras preciosas para es-
cribir en sus pergaminos breviarios ó libros
de coro ; pero al fin démosles gracias por
la parte que robaron al diente roedor del
tiempo. En cuanto á la utilidad espiritual
de qué hayan sido y sean los regulares con
sus oraciones y egemplo , no la negaremos;
pero si recordarémos que sin ellos fueron
mas virtuosos que nosotros los fieles por es-
pacio de tres siglos ; que la institucion de
los monacales en el IV, y la de los mendi-
cantes y demas desde el 'VI , no han resti-


33 .
tuido á la iglesia su primitivo fervor ; y que
concediendo que• hayan hecho menos gene-
ral la corrupcion de costumbres, esta sola
consideracion no puede compensar los in-
convenientes políticos inherentes á unas cor-
poraciones que forman otras tantas socie-
dades particulares dentro de la sociedad ge7-
neral , y cuyos intereses no están siempre
de acuerdo con el comun del Estado ; sin
hablar de otras circunstancias poco venta-
josas , inseparables de la profesion monás-
tica. Estamos , pues , convencidos de que el
_bien general exige ya la supresion, ó una
reduccion muy considerable, de estas cor-
poraciones ; per9 al mismo tiempo , lo es-
tamos tambien de que debe ser lenta y no
repentina, gradual .y no simultánea ; y que
á los individuos se les ha de asegurar una
decente cóngrua para su manutencion ; ob-
jetos que á nuestro juicio se hallan perfec-
ta , completa , y jueiceitosísdirlienyienptieesdeensteardnj


presentado en el proyecto
por la comísion.


3




u/4.


REVOLUCION DE PORTUGAL


Aunque en el momento que se escribe
este artículo , no estemos ciertos de haberse
generalizado la revolucion en todo el terri-
torio portugues , como los acontecimientos
de nuestros dias son resultados de los pro-
gresos de la opinion , podemos mirar como
seguro el 'triunfo de los principios liberales
en aquel pais, donde con tanta energía se
ha manifestado mas de una vez el amor y
el deseo del régimen constitucional. El oc-
cidente de España puede servir de egemplo
al célebre dicho de madama Staél : la liben
tad es antigua : el despotismo es moderno
La Lusitania tuvo una gran parte en la glo•
ria que adquirieron los pueblos de España
resistiendo cerca de Zoo años á la fortuna
y al valor de los romanos. Con igual coxis,
tancia é intrepidez, pero con mejor suerte
peleó contra los árabes y los arrojó de su
territorio, erigido ya en reino separado. So-
metida durante los siglos de la barbarie al
feudalismo moderado que dominó en España,
y gobernándose despues por la imperfecta y


y precaria representacion que con el nom-
bre de Cortes se estableció en las diferentes
monarquías de la península, perdió casi al
al mismo tiempo que Castilla, aquella vis-
lumbre de libertad ; y ya unida al cetro es-
pañol, ya separada de él, ha gemido mas de
tres siglos bajo el doble yugo del gobierno
arbitrario y de la tiranía inquisitorial. Es
muy de observar que estas dos monarquías
limitrofes perdieron la libertad éivit en la
misma- época de su mayor 'gloria militar.
Este hecho solo basta para apreciar en
su verdadero, valor los, efímeros y funestos
laureles que adquirieron las naciones, in-
vadiendo los paises extrangeros, y cubrién-
dolos de sangre y luto para aumentar el
número de sus compañeros de esclavitud.
Si los españoles y portugueses hubieran em-
pleado en reconquistar su libertad la cen-
tésima parte de los sacrificios que hicieron,
sus nombres odiosos y. temibles en entram-
bos mundos no ocuparian tantas páginas
en la historia de sus triunfos y sus infortu-


. nios : y ¡ con cuánto placer trócaríamos, si
fuera posible, todas las que ha ensangrenta-
do el furor del ambiciosol


-WespotisMo por
una sola que hubiese anunciado á la. poste-
ridad, que erainos libres y felices!


3.




36
La Providencia quiso igualar en todas las


épocas la suerte de ambas naciones : las he-
mos visto en nuestros días, á pesar de la
debilidad á que las habia condenado el go-
bierno arbitrario de tantos años , levantar
reunidas el estandarte de la independencia
contra la usurpacion estrangera , correr con
emulacion gloriosa por la senda de la cons-
tancia y de los triunfos , y volver de nue-
vo , despues de lanzades sus enemigos , al
yugo acostumbrado de la 'servidumbre do-
méstica. No es de esperar que habiendo si-
do compañeras en el infortunio , dejen de
serlo ahora que la ilustracion del siglo les
abre el camino de la felicidad. Portugal oi-
rá el grito de la libertad, como oyó el de
la independencia ; y la casi identidad de
idioma, carácter é instituciones asegura que
la regeneracion política de la una ha de traer
fórzosamente la de la otra. No podemos adi-
vinar en qué tiempo ó en qué eircmistan-
cias : ,tampoco afirmarémos como cierto el
triunfo del movimiento actual á favor de las
ideas liberales : pero nos parece demostrado,
que no puede ser muy duradero en aquel
país el imperio del despotismo ; y que to-
dos los esfuerzos que se hagan para soste-
nerlo , servirán solamente para hacerlo mas


37
odioso , y por consiguiente para acelerar su
ruina. •


Cualquiera que haya estudiado en la his-
toria el caracter de los portugueses , notará
en él las cualidades distintivas de un pue-
blo libre. La mas indomable intrepidez, reu-
nida á la constancia, que no calcula ni sus
fuerzas ni las de sus enemigos , son las do-
tes que han brillado en aquella nacion, des-
de que tuvo historia propia. No hablamos ya
de.los Viriatos ni de los Alonsos: sus glorias
y triunfos estan en cierta manera ligados
con los de la nacion española. Pero léan-
se sus hazañas en las. Indias orientales, la
prodigiosa defensa de Diu, las victorias del
magnánimo Alburquerque , la espedicion
tan gloriosa como desgraciada del rey don
Sebastian al Africa , y en fin la terrible lu-
cha que por tantos años sostuvo para entro
nizar la casa de Braganza contra el poder,
aun entero, de la monarquía española, en-
tonces la primera de Europa y su rival per-
pétua en el valor y en la firmeza de carac-
ter. La misma altivez lusitana, que ha pasa-
do en proverbio como un. defecto prueba
á lo menos que los naturales de aquel pais.
se estiman á sí mismos: propiedad muy lau-
dable, y que quisiéramos que tuviesen no




38
solo las naciones, sino tambien los indivi-
duos : porque ¿ qué se puede esperar del
hombre que descendiendo á su corazon no
encuentra en él nada que sea digno del apre.
cio de su entendimiento ? No ignoramos
que uno de los mas funestos efectos del des-
potismo es corromper las cualidades mas no-
bles de la naturaleza. En los pueblos some-
tidos á su influjo, se convierte la intrepi-
dez en rabia feroz, la constancia prudente
en obstinacion perniciosa, la ciencia en pe-
dantismo , y la altivez honrada en ridícula
Vanidad. Harto han llorado todos los pue-
blos , harto ha descrito la historia veraz es-
tas vergonzosas transformaciones , que ha-
cen sonar aun en el dia las cadenas de la
esclavitud sobre las tumbas de •ilciades y
Epaminondas , y pueblan de asesinos fero-
ces la patria de los Fabricios y de los Man-
lios.


Pero apenas se oye el grito de la liber-
tad, y caen despedazados los antiguos hier-
ros que forjó la preocuplcion y dobló la
costumbre, vuelve la libertad á recobrar sus
derechos, y del esclavo resucita el héroe.
El caracter nacional brilla entonces con un
nuevo lustre, semejante al de un monarca
que restaura su trono, y la libertad se aflr-.


3g
sobre la basa indestructible del espíritu


rrol so
ptt' blico. La gloria qué han adquirido los
portugueses ,rechazando á los invasores de
su suelo, es garantía de la que adquirirán
rompiendo el yugo del despotismo antiguo.
La posicion geográfica de su pais les convida
tambien á ello. No están ya en contacto con
ninguna nacion, cuyo gobierno sea abso-
luto. No tienen que temer ni en el contagio
del egemplo ni en la suspicacia de un mo-
narca absoluto y vecino.


La nacion inglesa, con la cual ligan al
Portugal tantos y tan antiguos vínculos, re-
novará con su constante amigo el egemplo
que dió en Sicilia en r Sr Y , ayudando á
aquel pais á recobrar sus perdidas liberta-
des , y á echar los cimientos del, régimen
constitucional. No es ahora de nuestro in-
tento hacer la análisis de la constitucion de
Sicilia promulgada en aquella época, ni com-
pararla con otras mas ó menos liberales. Nos
basta saber, que fue abolida cuan& reco-
bró Fernando IV el trono de las Dos-Sici-
lias : prueba evidentí sima de que aquel pac-
to era un freno verdadero contra el egerci-
cio del poder arbitrario. Si el gobierno in-
glés no quiso entonces sostener su obra, por
no comprometer la paz universal que tantos




sacrificios-
labia costado, á lo menos. su, con--


ducta anterior probó que no es insensible
á los deseos de los pueblos, cuando -se espre-
san de un modo enérgico. Aquel gobierno
ilustrado no ignora que la necesidad mas im-
periosa de la Europa culta es en el dia el es--
tablecimiento del sistema representativo. La•
gloria misma del pueblo inglés está interesa-
da en su propagacion : pues nadie ignora,.
que la Gran Bretaña fue la única que conser-
vó el fuego sagrado de la libertad, estingui-;
do en el resto de Europa; la primera que
fundó sobre sus verdaderas bases el régimen"
constitucional ., y que dió en sus escritores y.
en su gobierno los principios y el modelo de,
la libertad - política. Ya llegó el tiempo de
que go cen las demas naciones de este bene-.1 b
ficio. Quédese á los hijos de Albion la eter_
na gloria de haber enseñado el camino : pe-
ro déjese á todos los pueblos el derecho de
aprovecharse de sus lecciones. Y ¿ quién me-
jor qué la nacion portuguesa , considerada
en toda Europa como una colonia de la In-
glaterra, se ha hecho acreedora por su cons-
tante amistad : á reeibir las instituciones li-
berales , que han hecho tan poderosa y res-
petada la monarquía inglesa ? Nos compla-
cemos en atribuir al gabinete de la Gran Bre-


41


tala estos sentimientos nobles y generosos:'
porque ¿no seria una ignominia para el nom-
bre inglés permitir que dominase por mas
tiempo la tiranía inquisitorial , la arbitrarie-
dad y la ignorancia , en un pais .donde eger-
ce la mayor influencia ? Por ventura ¿ son
privilegios intransmisibles la libertad de la
imprenta, la responsabilidad de los minis-
tros y las demas instituciones sabias , que
por tanto tiempo ha envidiado la Europa en
la constitucion británica ? Hasta ahora ha
tenido un motivo justo para abstenerse de
dar instituciones liberales .á un pueblo que
no las reclamaba. Mas.ya ha cesado ese mo-
tivo: los portugueses quieren ser libres ; y
no será glorioso ni util á la Inglaterra opo-
nerse al cumplimiento de sus deseos.


No será glorioso : porque ¿ 'qué diría to-
da la Europa viendo á un pueblo libre é
ilustrado emplear sus fuerzas para perpetuar
la esclavitud y la inquisicion en una nacion


miga, que solo desea imitar sus institu.cio -
es ? No será util : porque al cabo los por-
ugueses destrozaran el yugo. La opinion
ública es invencible : y si es ciado tal .vez


comprimirla momentáneamente, acaba por
romper con mayor .furia todos los obstácu-
los. El despotismo solo se sostiene por me-




42
dio de suplicios, que son inútiles , porque
ningun tirano ha podido matar á su suce-
sor. La obstinacion en contrariar la justa
voluntad de los pueblos no hace mas que
añadir al deseo legítimo de libertad las fu-
nestas pasiones del odio y de las venganzas.


Estos principios son. ya conocidos de la
mayor parte de la nacion inglesa : el temor
de las discordias intestinas y el espectácu-
lo doloroso que la cámara de los Pares re-
presenta hoy á la faz


- de toda Europa , le
han demostrado que la libertad inglesa na-
da gana en que las denlas naciones sean es-
clavas. Así la libertad.europea tiene en In-
glaterra mas partidarios de lo que general-
mente se cree. Esperamos que el ministerio
inglés accederá á los votos de su nacion.


El temor de los principios democráti-
cos y republicanos , que algunos creen ó
afectan ver solapados bajo el nombre, de
constituciones , es vano ; y solo sirve de
pretexto para no acceder á las justas soli-
citudes de los pueblos. Si se atiende al es-
tado de las ideas en Europa , se verá que
la masa culta de las naciones, que es en la
que reside la opinion , está decidida por la
monarquía hereditaria constitucional. Todos
estan convencidos de que un territorio es-


43


tenso necesita del gobierno de uno solo. Los
publicistas mas liberales de nuestros dias
reconocen que la frecuente eleccion de los
supremos gobernantes está expuesta á fu-
nestisimas convulsiones; y el furor de las re-
públicas y de la democrácia ha pasado ya.
Miéntras tengamos tribuna en el cuerpo re-
presentativo, y libertad de imprenta, esta-
mos asegurados contra el despotismo. .Los
pueblos quieren príncipes, no amos : quie-
ren libertad , pero no desorden : quieren
magistraturas conservadoras , pero no pri-
vilegios. A esta frase está reducido todo lo
que exige imperiosamente la ilustracion del
siglo. Seria injusticia negarlo con el pretex-
to de que despues de conseguido , se exi-
tiria mas. Quien raciocina así , conoce po-
co la índole de los pueblos. Ninguno trata-
ria de sacudir el yugo del despotismo , si
fuese posible que esta forma de gobierno
nos hiciera felices. Sirva de egemplo la Di-
namarca, donde por una particular compli-
cacion de circunstancias es verdadera la hi-
pótest Saben cuál es el medio segurísimo
de republicanizar las naciones? Impedirles,
ó á fuerza abierta, ó por medio de astucias,
asechanzas y sobornos, que gocen de la de-
bida libertad : porque entonces, cuando rom-




44
pen el yugo, no se juzgan seguras, -sino
han corrido el estadio entero de la-anarquía.
Diremos , pues , á los monarcas : » la justa
libertad de los pueblos es la garantía de
vuestro poder :" yá los pueblos: »guardáos
de traspasar lós límites que la naturaleza y
la razon han impuesto á la libertad : mas
allá está el desorden, y mas allá . el despo-
..tismo.


Esperamos , que' ni-en pretextos mezqui-
nos , ni en intereses momentáneos encon-
trará la nacion portuguesa obstáculo algu-
no á la regencracion del sistema social. Sal-
.gan de una vez de nuestra península ; para
no volver jamas á infest arla , la' cruel arbi-
trariedad , la imbecil tiranía , con todas las
bárbaras instituciones de que por tantos si-
glos se ha valido para oprimir la libertad.
Eríjase sobre las ruinas del edificio viejo y
minado del .


despotismo y de la ignorancia
el invencible y brillante alcazar de la ley,
fundado por el saber, fortalecido por la
virtud, y asegurado por la sancion univer-
sal de los pueblos. Las dos monarquías, que
componen el suelo de la .


antigua Iberia, uni-.
das entre sí por la igualdad y justicia de sus
.instituciones , y por el interés comun
conservarlas, gozarán de una paz eterna, que


4.0


será turbada ni por la ambicion de unno
einsisterio responsable, ni por las maquina-


ciones de las potencias extrangeras. Sí : el
tiempo presente nos da derecho para augu-
rar del futuro: vendrá un dia , en que todas
las naciones y todos los gobiernos adopten
como un principio inconcuso , que . un es-
tado , por pequefio que sea., tiene el suficien-
te territorio para ser feliz , si el sistema de su
administracion es liberal. La ambicion de los
príncipes , encadenada por la razon y la hu-
manidad y por las leyes constitucionales,
no ensangrentará entonces la tierra : y á la
infausta. gloria de los combates y de las con-
quistas sucederá el noble deseo de aspirar
á la inmortalidad haciendo beneficios al gé-
nero humano. Libertad, paz., felicidad son
los tres objetos á que se dirige la marcha
lenta , pero segt..u•a de las luces: ¿Llegarán los
hombres á conseguirlas, y á consolidarse en
su posesion i) Deseémoslo por lo menos. Si
la perfeccion no es propia del espíritu hu-
mano en ningun género , sin embargo es
necesario aspirar á .. ella con sumo ardor,
si no nos hemos de quedar muy atrás en el
camino del bien : y en política, mas que en
fningun para arte


obtener
,tenesie anloccuensoitsaiii,esTi'latnda eos es-


b




DE LA ARMONIA


DE LOS PODERES CONSTITUCIONALES.


La unanimidad y concordia entre las
diferentes autoridades que componen el go-
bierno del estado , ha parecido siempre el
síntoma mas decisivo de la estabilidad y
consolidacion de todo sistema político, y el
anuncio mas cierto de la prosperidad de las
naciones. Los axiomas conocidísimos : todo
reino dividido entre sé será desolado , y divide
para imperar , han colocado esta verdad en
la clase de los principios .generales : y no
nos ocuparíamos en exponerla , á no haber
observado que algunos ciudadanos, celosos
por otra parte del bien público, tienen ideas,
equivocadas 'en esta materia , y creen que no
hay libertad, donde no hay lucha perpetua
entre los diferentes poderes. Como estamos
persuadidos de que se engañan con muy bue-
na fe, juzgamos conveniente y aun necesario
manifestarles la . verdad porque no hay


47
político en que los errores sean mas


apseurnoitciosos que en este.
- No' ignoramos cual es el origen de las fal-
sas ideas que ahora combatimos. Corno para
conquistar la libertad es forzosa la lucha
contra los depositarios del poder absoluto,
es facil inducir , que aquel precioso bien se
conserva de la misma manera que se ad-
quirió ; y que la presencia y animosidad de
los partidos y de las conspiraciones es el
único antemural que puede oponerse á las
pretensiones futuras del ya vencido despo-
tismo. Esta manera de raciocinar es falsa
y peligrosísima. Para manifestar en donde
está el yerro , es necesario subir á la esen-
cia misma del sistema representativo , y á
la diferencia que existe entre él y el gobier-
no arbitrario.


En la economía constitucional los pode-
res estan representados y divididos : pero
esta division no trae consigo la idea de dis-
cordia , sino antes bien la de union. Las ac-
ciones de establecer la ley, de egecutarla
y aplicarla, lejos de ser opuestas entre sí,
tienen la mayor armonía y concurren á un
mismo objeto, que es la prosperidad y el
beneficio público. No está , pues, en la di-
vision de los poderes el germen de la dis-




eta
cordia : sino en las disposiciones naturales
del corazon humano. Toda autoridad aspira




á engrandecerse, invadiendo atribuciones
que no la competen. Son hombres los de-
positarios del poder , y estan sugetos á las


. pasiones de la Miserable humanidad El mi-
nisterio aspirará_á sacudir el yugo saludable




de las leyes, y á mandar sin ellas ó contra
ellas, ó bien - á influir en el cuerpo legislati-
vo , para que decrete las que mas conven-
gan á la estension del poder ministerial. La
representacion nacional por el contrariopro-
curará apoderarse del cetro de la justicia, de
la fuerza armada, y del poder administrati-
vo en una palabra, querrá mandar y juz-
gar. El temor de que reuniéndose, ya en
unas manos , ya en otras , los poderes que
dividió la constitucion, se organizase la ti-
ranía bajo cualquiera de sus formas, ha
obligado á los legisladores á crear institu-
ciones conservadoras, que contengan á los
depositarios de la autoridad en sus justos
límites, &impidan que el choque de las pa-
siones no comprometa la tranquilidad pú-
blica. No es , pues , el cuerpo representati-
vo , como algunos creen y otros afectan
creer, un partido ó una faceion , . dispuesta
-siempre á contrariar las. operaciones del go-


be:ilebtreinriacoa:


49
d augusta de la nacion


que
es la volunta


quiere que haya administracion
órden , tranquilidad, y por consi-


guiente fuerza egecutiva ; pero que comete
esta fuerza al imperio de las leyes , y se so-
mete á sí misma al freno de las institucio-
nes conservadoras y del pacto constitucional.


El gobierno despótico, por la misma ra-
zon que reune en una sola mano tódos los
poderes, alimenta en su seno el gérmen de
la corrupcion y de la discordia- • os gober-
nados tienen qué someterse á leyes; hechas
por el interés de los gobernantes : -estos , a-
costumbrados á mandar . segun caprichos
momentáneos , contradicen con las leyes de
hoy las determinaciones de 'ayer.. Ademas,
los mandatarios del poder despótico, varían
legan las intrigas del palacio yá: cada
mutacion de visir se trueca el sistema legis..
lativo. De aqui : I.° la oposicion eterna de.
intereses y opiniones entre el gobierno y la
nación : 2.° lá oposicion entre los diferen-
tes partidos de. las personas que aspiran al
supremo poder , conquistando la gracia del
monarca: 3.° la oposicion y versatilidad de
las operaciones gubernativas, de cuya esta-
bilid
ha , addiscordia


no hay garantía
guerra alguna:en ese;


oTodo es lu-
c


-obierno ar-
4




Jo
bitrario,:-qtre los admiradores, ya imbéciles,
ya interesados, del estandarte blanco se atre-
ven á presentar en el siglo: XIX:, como el ti-
po de la perfecta adrninistracion . En valle
nos pintarán:la ,tranquilidad deliciosa que se
goza en.. , él: las erupciones espantosas del
Vesubio;:y.del Mongibelo , y las catástrofes
fisicas:del :globo se han anunciado siempre
pór esá)(tran.quilidad pérfirla, ,Arlenaas que no
hay una .cosa mas tranquila y sosegada que
un eadavel..


Si los, principios de . desunion llegan a
producir la lucha , primero encubierta . y
despuesídeclarada entre, la opinión y el po-
der; si': lasí Rices del siglo establecen,solnef,
las 11-dd as: del: despotisnao lin sistema Rbegg
y representativo., ¿ por oé.nó ha de ces ar
entonces la discordia? ¿Por -qué- no ha de
•-córonar la pai- política los triunfos del , espí.,-
ritu público ? ' :¿Qué necesidad hay .de
oposicionae,d, Os poderes? ¿N.o bastala nú,
tua villarréia? ; ¿no basta. la .inspeccion del
poder 'tconservador y la aMrhadversion de la.
jopinion- general , manifestada, por los escri-
tos 9 En él . sistema. constitucional todos los
negocios se ventilan en,el foro , por decirle:
-así, y á la vista del pueblo; ,.,y de la nación.
¿Querrían-íos que las discusiones se convir-


•11
tiesen en batallas , cuyos resultados fueran
funestos á la patria y útiles á los ambiciosos?


Los raciocinios anteriores se hallan con:-
armados por la esperiencia de los siglos..
Atenas y Siracusa en la antiguedad t y las
repúblicas democráticas de la Italia modey;•
na gozaron muy pocos momentos de paz y
de verdadera libertad. Excepto algunos Ca-
sos, en que una invasion: estrangera obliga-
ba á los ciudadanos á - permanecer unidos
para rechazarla, casi siempre estuvieron agi-
tadas de facciones y discordias. Por el con-
trario , Esparta, donde los poderes estaban -
mas bien divididos , logró,.á favor de esta
misma diy ision , una concordia duradera é
imperturbable, hasta que debilitándose las
instituciones morales de Licurgo, se intro-
dujo la corrupcion de costumbres y la am-
bicion del poderío, y los reyes quisieron ser
legisladores, y los magistrados populares as-
piraron á la suprema autoridad. Roma, des-
de que se erigió en república .pátricial,. has-
ta que la plebe, conquistando las magistra-
turas enrules, estableció:1a verdadera igual-
dad entre los ciudadanos , no gozó un mo-
mento de tranquilidad. Desde que se divi-
dieron y equilibraron los poderes entre los
diferentes órdenes de la república, la paz


4.




5 2
interior fue profunda é inalterable: cesó , y
sé abrió una sangrienta escena de discordia,
qué> terininó en el despotismo militar cuan-
-de el sistema de conquista desniveló los po,.
déres introduciendo el pernicioso egemplo
de la autoridad proconsular. La historia nos
'PreSenta esté 'l'en -chi-lleno general : la armonía
de) Vos poderes constitucionales anuncia el
reinado la libertad y de la justicia : por-
'que prueba tíne obedeciendo ya á buenas
'CoStinribres ya á' sabias instituciones , nin-
gtirib de ellos aspira á invadir el dominio


t¿fél'etro'.'Pei- 'el contrario la lucha y oposi-
Vion . de los poderes india' pretensiones am-
biciosas , facciones encontradas , cuyo re-
sultado' -es encontrar en lé ls, depositarios de
un poder' as atillniciones de los demas : y
décualquier Manera que sé haga -esta con•-
centration , la-libertad queda difunta sobre•


-ele:n.4e . de batalla.
'opondrán á estas reflexiones el


r•gemplo de la Inglaterra, donde los deba-
te'parlanientatios y la oposicion de los par.




titte'S Se'illiran' como los antemurales de la
libertad:Pero' ñu hay razon para confundir
la discusion de los negocios públicos con la
'discordia de los poderes. Aquella discusion;
es,necesaria para' ventilar los objetos de in-


53
torés público : la elocuencia y la razon son
las únicas armas de que se valen los adall
des parlamentarios para sostener sus opinio-
nes ; pero no se ve ningun egemplo , desde
la espulsion definitiva de los Estuardos , de
•una guerra abierta, en que el ministerio in-
vada los derechos de la nación ó el parla,
mento ataque la prerogativa de la corona, 'No
hablamos ahora de la situacion presente , de
la Gran Bretaña. Ademas, la vehemencia de
las discusiones en el parlamento inglés nace
de la iniciativa que concede aquella consti-
tucion á los ministros , como miembros de
una ó de otra cámara : lo que obliga á exa-
minar contradictoriamente todos los proyec-
tos de ley que proceden de los mandatarios
del poder egecutivo , dispensadores al mis-
mo tiempo de las gracias y favores del tro-
no : la oposicion es allí efecto , no salva,
guardia de la libertad. Esta justa descon-
fianza no existe, ni debe existir donde la
constitucion niega á los ministros el derecho
de elegibilidad para el cuerpo representati-
vo : en esta hipótesi las proposiciones se
ventilan sin atender al orígen de donde di-
manan.


Otros, observando la tranquilidad apá-
tico que caracteriza á un pueblo de esela-




opuppp.po41 uotsnjoo 1 oualSIU
p Á anpeigpgal odaana ja anua uoisnioa


riplp aadv109 mwsaa satapod soj ap etuota
esa anb opmuas sotun anb soichatuad


SPI T.,111Q9 uya¡pewe soaso aluatuieuia •


salln¡a syJaan.9 ap aosanaaad °adulan
Isva sa anb Tal G1S9Utlj seto lap
-ad se,uk 19p asalten uss'nneap. el y aseaulse
9nb saiQpoa sor op Ciapineno y aauamoa
caed. '.algand top saiwoua satiop¡sodsw
ap eé invoionapsuoo £91, 9 ap sopinuol
‘eyns9daad y XI-ti• sosanaaa DOS `saieuopeu
s>oacputmoa set Á


.19J9CarD p Á oluopuesuad
jap pelaaqii 404 yensup vannyd uoyndo


' seaopenaasuoa sauoionnasm s9' sal% seI
ap uowtres
ua -eaartmiu pp ralleloaaad


uoiaru aod -miman un aloe
Qi,talsTuutt i9P pemgesuo.dsaa el •m.soutij.
saaan. setianut Á nsoacoapul oaduza¡s
Esa ti .aiaanoal uts opitinadaa-eaed solum.gpi
suipatu ieumanmsuoa ntums!s p 9uag. sao
-opticirant, sns op sanuni go' asedsun saaap
-od sol ap.ourilp anb u9, osea "a, ua uny


alug


•untal.19p eitiip¡n el Á saMI sns ap
vialed -cuyas anb. Á ,‘:sauopar; ua


umaainatoa as :felpos napa9 ja agualsos easd
sepeaao sapepytolniu olattaIs aub £ `rd!IXPlid


uopealsuntupe nj anime(' OS anb solapan
-TAOUX SUS 119 ,uopottmain as anb uotalsodo
ua uálsa anb at.gixo ap soulaq umatunsuoa
ej almajui saaapod soj ap ounlum opuyna


pub aod?et op otaadun p so
pelan' 131 uoptuuap maexa sem ns untas
49nbaod : aagn sa oposa anb saiCai
set :remada y etainoalua OS OIL onpnisri9ai od
Mana ja senuat uinannlsixo) el aÁncllave al
anb pep¡ainne ej ap oppaala la tia epaaxa
as OXI °mutada aapod p sznuaw •pvpapos
ej ap onIsaangris ()Opinad un s9 sasaaaitn
sonsanu 9 uo!tudo ensanu u09 .e1,1gojuoa os
ou opugna, Áa¡ 9 y sonaauodo ap otpaaap Tao
sotuaum anb Á .‘sopetnpaognsui las sa saaq
-II .19$ anb .19a:fp del ej op a,tqujou tia -ep
-uytu anb opensOcui je tnauawaqo pum
-auxa sem !loa opuemeti 9 1 sacar set i oins.
‘saa(uoil sol 3 ()u epumpago 9 sa pmaaq
-ti el ap 'apeno aunIgns, suya oaatu¡ad


•saa(pi sauop-eu set sepeaotaa usa e¡nla
„mur 9 ap 501.109-ei9p00/5. S131 Á pininepsa
9 ap luaaindas opuns ta anua •ouns¡sota
-Tusad iouo : uopeuipaognsu¡ -9 Á -enyeso


ottaajuasap ja sa pmaacerej ap culo/.
oaapepaan ja anb uap-ensaaa os oa¡l


-9dsap oians!upu un ap sauozspap se' y
‹.ticital


as anb eso¡'.5q9a e¡aua¡pago 9 Á son
99




56
interés personal. A esta acusacion, justa al-
gunas veces , y qi:re en el dia se ha hecho el
tópico general de las facciones, responderé-
mos con la estension que pide una materia
tan importante.


I.° La nacion ha elegido sus represen-
tantes y los ha constituido órganos de su
voluntad. Si se ha dejado corromper en las
elecciones, ó no ha sabido elegir hombres
incorruptibles , impútese á sí misma este
mal, y remédielo en las elecciones ulteriores.


2.° Hume dice que.el mas cierto indicio
de la libertad de una nacion, es que el mi7
nisterio procure adquirir un partido en. el
cuerpo legislativo : porque esto prueba que
no teniendo el gobierno bastante fuerza pa-
ra influir en la ; legislacion , procura apoyar-
Se en les depositarios de la voluntad na-
cional. En Inglaterra no se tomaron los mi-
nistros el trabajo,


de ganar los diputados de
los comunes hasta el reinado de heobo I.,
padre del desgraciado Cárlos I.


3.° La acusacion es vaga y general , y
por lo tanto será injusta muchas veces. Hay
señales ciertas para conocerlo. En los paises
donde el rey, 6.01 ministerio tiene la ini,cia-
tiya de la ley' ,


• si propone al cuerpo legisla-
tivo proyectos liberticidas, podrán justam.en-


57


te segrueculos
iacusados


apoye
sce colusión los representan-


n Exceptúase el caso en
tes
que la tranquilidad pública esté verdadera-
mente comprometida por el choque de las
facciones : todos los publicistas convienen
en la necesidad de aumentar entonces la
energía del gobierno con leyes temporales
de excepcion. La dificultad está en conocer
cuándo se verifica ese caso. La suspension,
aunque solo sea momentánea, de la liber-
tad individual , es siempre un daño muy
grave , y deben ser muy poderosos los mo-
tivos que obliguen á adoptarle.Nosotros qui-
siéramos que para decretar esta medida ex-
trema, la ley constitucional exigiese una
.pluralidad numerosísima que se aproximase


la casi totalidad del cuerpo representativo.
Con esta salvaguardia nunca habria peligro
ni temores de colusion, como probaremos
despues. No. sucede lo mismo con la liber-
tad de la imprenta : este derecho no debe
ser suspendido en ningun caso : porque se-
ria suspenderle al ciudadano el derecho de
ser hombre, y quitarle á la sociedad v al
gobierno el único medio de conocer la opi-
rmnadiaosansn: Nada hapública q: conocimiento que nunca es


ci rees ae enr elasi tcircunstanciaado m sas á loss a




58
nistros que han gobernado la Francia- des--
de 18i4 , que la ereccion y continua-
cion de los reglamentos provisionales con-
tra la libertad del pensamiento: porque
si hay casos en que el gobierno necesita
asegurarse de las personas sospechosas, no
hay ninguno en que sea'útil reducirlas al si-
lencio. Los atentados de los conspiradores
contra el órden público pueden no ser co-
nocidos con evidencia hasta el momento en
que rompe la sedicion: pero los delitos ce;
metidos por medio de la imprenta , se ,CQt-:¿
locan por sí mismos bajo la animadversion
de las leyes. No olvidemos tampoco que los
atentados del gobierno consular é imperial
contra la libertad del pensamiento, prepa—
raron muy de antemano su ruina : porque,
asi se privó del único medio legítimo para ..
saber como opinaba la nacion.






En los paises ,. donde ni el gefe ni los +'
mandatarios del poder cgecutivó .tienen.
parte en la iniciativa: de la ley 5 podrán sos-
pecharse de ministeriales' aquellos repre-
sentantes que afecten atribuir á los minis-
tros mas facultades que las que tienen por
la constitucion , y se opongan á hacer -efee,,
tiva su responsabilidad en caso de infrac-
cion conocida ál-rÓdigo político.


59
4.0 Puede darse por regla general para


los gobiernos constitucionales , que
st
todo


representacion nacional ha sido ele-
gida libre y legalmente , es imposible que
el ministerio pueda hacer suya una grande
pluralidad , y mucho menos ganarla toda
entera. Cuando todo ó gran parte del cuer-
po legislativo es ministerial, el mal ha es-
tado en las elecciones. Por esta razon se
apoya la opinion pública con la mayor con-
fianza en las determinaciones que tienen á
su favor una gran mayoría. No es esto de-
cir que no son leyes las que resultan de una
debil pluralidad : serán obedecidas, mas no
obtendrán aquel grado de confianza y de
respeto que inspira la reunion de casi todos
los votos.


De las reflexiones anteriores resulta que
si 'las elecciones han sido buenas, es impo-
sible la colusion del cuerpo legislativo con
el ministerio ; y que en esta hipótesi , la
minoría es la herencia del partido ministe-
rial. La armonía y union entre estos dos
poderes es indicio seguro, no de un soborno
que hemos demostrado imposible , sino de
la moderación y buena "fé de sus deposi-
tarios.


Ultimamente observaremos que el estada


j




Go .
-social es esencialmente un estado de paz,
sin la cual no hay felicidad ; y que si no
pudiese haber libertad sin guerra, se infe--
riria que este elemento indispensable de la.
existencia del ciudadano seria incompatible
con la felicidad pública y privada. Los hom-
bres dice Bentham ,- no se han reunido
en sociedad para ser libres ,, que harto
bres eran en sus selvas , sino para ser fe.
lices. Es precisa la libertad política, porque
sin ella no hay seguridad : pero si la fuá.
damos sobre una lucha .perpétua entre 1
autoridades , renovarémos grandemente eit
el seno mismo de la asociacion los comba.
tes parciales , que ensangrentaron los bo
ques primitivos. Y entonces qué habre
mos ganado con el pacto social


¡ Dichosa la nacion en que la ley protege
la parte de libertad que quedó al ciudadano
para su garantía, y el magistrado no se ar-
roga mas poder que el necesario para con,
servarla ! ¡ Feliz gobierno aquel , en que el
Congreso nacional hace respetar la auto
dad pública , y la autoridad es fiel egecu-
tor de las determinaciones del Congreso'.
¡ Aquel en donde no se proponen sino leyet
justas y confirmadas por la razon y la es-
périenCia , y el monarca por medio de su


sancion se apresura á elevar á
ley la volun-


tad de los pueblos! ¡donde el ministerio ignó-
arterías que suelen practi-


:aarsleas
para ganarynar un partido en la repre-


sentacion nacional , y la representacion se
• abstiene de intervenir en los actos del mi-
nisterio , 'cuando estan comprendidos en la
esfera de sus atribuciones! ¡ donde, en fin,
el ministerio ama por principios , por sen-
timiento , por el precio de sacrificios per-
sonales la libertad pública , y el cuerpo le-
gislativo está convencido de que no hay li-
bertad sin orden, ni prosperidad sin gobier-
no! El pueblo (lúe haya , obtenido estas ben-
diciones del cielo , y esté dotado de la cor-
dura necesaria para apreciarlas , solo le queda
que desear que sea eterna la paz y la armo-
nía entre loé poderes del estado, y que to-
dos los ciudadanos, no dejándose llevar de
sus pasiones particulares, y desterrando el
espíritu de faccion , merezcan con síí con-
ducta la eontinuacion de tan grandes be-
neficios !




SOBRE LA LIBRE VENTA Y COMPRA


DE LIBROS.


La advertencia que nos dirigen los edi-
tores del Universal en el artículo Varieda-
des del número 117 de su periódico, nos
evita la molestia de estendernos como te-
níamos ofrecido sobre una materia que
creemos mas cónducente para meditada que
para controvertida. El tono de sinceridad
y de ilustracion que emplean los señores
editores para fijar los precisos términos de
la cuestion que introdu.geron en su número


o , no nos deja la menor duda de que el
peligro que temian de la libre venta de cier-
tos libros venenosos, recae únicamente so-
bre los impíos, obscenos, é inmorales. Claro
es que en este sentido nosotros no podía-
mos oponernos á los buenos deseos del
Universal , profesando , como en efecto pro-
fesamos , iguales principios de moral, de
creencia y de civismo. Pero tambien lo es
que la cuestion se habia presentado con
poca exactitud en el artículo anterior , y
que en nuestro entender daba ocasion á que


se creyese ilícita la venta de muchos libros •
harto preciosos para la juventud, sin cm •


que contengan algunas especies
qbuaergl .su


de
enan á los nímiamenté escrupulosos.


Los ditores del Universal saben lo mis-
mo.que nosotros que habia en España una
multitud de obras prohibidas por malas- que
nó eran sino muy buenas y muy útiles,
mientras que-otras lo estaban justamente,
y deben estarlo en todos los paises donde
•se ame la religion y las buenas costumbres.
Sin embargo , todavía no se sabe entre no-
sotros de un modo solemne y legal , cuáles
son los libros que merecen esta censura, y
por consiguiente cuáles son los que pueden
ó no venderse públicamente.., Sabemos que
á los señores obispos les incumbe por su
oficio y por los decretos de las Cortes ha-
cer esta clasificacion ; pero •aun no está
hecha , ó por lo menos no ha. llegado á
maestra noticia.
• Hemos visto en varios periódicos: criti-
cada la conducta de algunos ordinarios que
con poca discrecion han querido renovar


-los Antiguos edictos, inquisitoriales : si fuese
cierto estamos persuadidos .deque esos se-
ñores ordinarios hacen grandísimo daño á


religion, por un exceso de celo, casi siem-




pre inopóttuno. Pero consideramos al mis- •
mo tiempo, que es indispensable que cuanto
antes sepa todo espalol á qué puede atenerse
en esta importante materia, y que no debe.,
durrirr por mas tiempo la incertidumbre en
que se ven muchas conciencias timoratas.
'N'as las gentes juiciosas piensan del mis-
mo modo cuando se sientan bien los prin-
cipios : la diferencia no puede recaer sino
en la aplicacion , y este es el caso en que
-nos hallamos por falta de una ley tenni,.


nante. No creernos que haya nadie que dule
de que no es lícito comprar ni vender los.
libros impíos , obscenos é ínmorales ; pero
'hay muchos que llaman impío é inmoral á
todo lo que se opone á sus ideas, ó que
contraría sus rancias preocupaciones. Esto
evidentemente necesita fina declaracion ex- .
presa , terminante , individual , y que .. no
deje lugar á interpretaciones ; porque no
hay nadie que ignore los muchos grados
que pueden mediar entre un libro verdade-
ramente impío ú Olsceno , y otro en que
sé combaten, v. , los abusos en- materia
de religion , ó en que`-" se- hallen , :eSpresiO-


- nes de estas que se llaman alegres- ó pi=
-carescas.


La Mala definicion de las voces . suele


65
ser causa de gravísimos errores y de una
perpétua lucha entre la autoridad que man-
da y el particular que obedece. Aquella pro-
pende por lo general á estrechar las prohi-
biciones , y estos á dilatar los límites de su
libertad : pero no debe olvidarse que siern.
pre que la ley esté concebida en términos
dudosos , la interpretacion debe ser favóra-
ble á los particulares , sopena de tenerles
en una ansiedad contínua. En una palabra,
debe decírseles, cual es el verdadero venerzo",
dejándoles expedita la facultad de comprar
todo lo demas, col tanta confianza como si
fuese triaca.


Quedamos pues de acuerdo en este pun-
to , cuya falta de claridad dió mótivo á
nuestras observaciones ; pero no por eso
dejarnos de considerar el comercio de libros
bajo los mismos principios que el comercio de
ideas ó pensamientos , porque en efecto es-
tos son una misma cosa que aquellos , desde
luego que se,ponen en conumicacion. Un
pensamiento que no se expresa , es absolu-
tamente nada para el objeto de que trata-
rnos; pero inmediatamente que se comuní-


, ca , produce responsabilidad personal, y de-
be estar sujeto á las mismas reglas y leyes
que el comercio de libros. Esto es lo que


5


1




66
digimos en nuestro núm.° 5.° y repetimos
en el 7:° por ser una verdad indisputable.


Ultimamente cualquiera que sea la di-
ferencia entre nuestro modo de pensar y el
de los editores del Universal, esperamos que
siempre se ventilarán nuestras cuestiones
con el mismo tono de decencia y de urba-
nidad que recíprocamente hemos usado en
estos artículos: ¡ Ojalá que ninguno sehubiese
apartado de tan justos límites, m aun bajo
pretexto de artículos comunicados, sobre to-


do en un punto acerca del cual se habiá
de venir á decir, al cabo de pocos dias, no
solo lo mismo que el Censor , sino de un
modo todavía mas significante.y alusivo!


.67


Mona Bel. u f unsrer zeit fir` Oe:settgebung und
RechtsrWslenchaft -von F. C. 'vei-,k SA-
viGNX, PriVessbt der Re.Mte . an


d'K¿;-.
eInz'verSitát zu Berlin , etc.


De la vocacion de nuestro siglo á la legis-
lacion , ,y á la ciencia del Derecho , por
F. C. DE SAVIDIGY , profesor de Derecho en


la Universidad de Berlin , etc.


Bacon de 'Verulálnio redujo á lin 4:5c:iú-
to número de aforismos la expresion de mu-
-chos pensamientos tan exactos como pfo-
fundos acerca ,de ,ia legislacion y de la ad-
ministracion de justicia, .y sobré todo pro-
clamó enérgicamente Id que convendria ha-
cer para salir del laberinto dela antigua ju-
risprudencia,.que cada dia se hace reas eón-
fusa:


«'Si las leyes , dice este hombre grande,
» han ido acumulándose unas á otras-, de
» modo que lleguen á formar tYittehos vol á-
» meness , , y 'ofrezcan tal ~finito): que sea
»Inetesario refundirlas y rechieirlas álth so-
5› lo cuerpo, libre' & coTittadid'on'451 yeti-sea-
» ridades .póngase luego en egieetteion este
›.) trabájcy (1, 3:C' será mas éstituári« etiatito fue-


se mas dificil :. y á los autores de 'tan h'e
róica empresa , Ongaseles en ltt lista de


5.




03
» los hombres mas beneméritos de la pa-


tria." ( Aforismo 59).
Hemos visto por fin cumplido este deseo


de Bacon en el siglo diez y nueve : porque
se han promulgado ó preparado códigos de
leyes nacionales en muchos estados de Eu-
ropa. Y como esta reforma general de las
leyes civiles y criminales se ejecuta, no solo
en los paises que han experimentado revo-
luciones, sino tambien en los que estan muy
léjos de modificar sus instituciones políticas,
hay fundamento para creer que no es el me-
ro






deseo de innovar, sino un verdadero
amor al bien público el que ha movido á


N tantos gobiernos ilustrados á emprender es-
tas obras grandes de legislacion destinadas
á dar testimonio de los progresos de la
civilizacion européa y defenderla por mu-
cho tiempo contra las invasiones del obscu-
rantismo. Facil era preveer que los nuevos
códigos tendrian imperfecciones y vacíos,
porque la sabiduría humana es limitada: y
así el objeto de las sabias meditaciones de
los jurisconsultos, debe ser, en nuestra opi-
nion , asociarse en cierto modo á la obra
del legislador, indicando los medios de ele-
var las nuevas leyes al grado de perfeccion
á que pueden llegar los productos del en-
tendimiento humano: pero en Alemania-han
tomado las ideas una direccion tan diferen-
te que se ha comenzado á dudar, si son úti-
les ó no los códigos de leyes nacionales. To-
davía han querido persuadirnos de que cro-
mos incapaces, en el siglo diez y nueve, de


69


có-
componer y ordenar como conviene el
digo de nuestras leyes civiles : y para soste-
ner esta opinion que tanto debe abatirnos y
humillarnos, ha publicado el Señor Savigny,
jurisconsulto de raro mérito '(1), la obra de
que vamos á indicar el plan y las princi-
pales ideas. Este autor no se contenta con
examinar si las circunstancias en que se ha-
lla la Europa son mas ó menos- favorables á
la promulgácion de códigos de leyes nacio-
nales; si en el estado actual de nuestros eo-
hocimientos podemos entregarnos con espe-
ranza de salir bien á la grande obra de la
refundicion completa de las leyes civiles, si-
no que se propone principalmente probar


• que con el derecho consuetudinario y con
Magistrados hábiles , se podria asegurar á
los pueblos una buena administracion de
justicia. Segun él, las leyes positivas son
esencialmente insuficientes, porque no de-
ciden sino en un cortísimo número de ca-
sos particulares; y las mas de las veces se
descubren en ellas las pasiones y preocupa-
ciones del .


legislador. El derecho consuetu-
dinario al revés , nace y crece con el pue-
blo á quien rige en sus relaciones de fami-
lia y de propiedad ; es el resultado de sus
necesidades, la expresion pura de su volun-


(i) El seilor StsvigiT
es autor de una Historia del


derecho romano en la edad media , que le ha dado
mucha reputacion entre los sabios. Su Tratado sobre
la posesion , conforme á los principios del derecho ro-
Mano , se considera en Alemania como obra clásica.




7c/
tad : y estando en armonía 'con las costurn,-
bres , con la naturaleza del suelo y del cli-
ma, tiene la inapreciable ventaja de no que-
darse. nunca estacionario : se va formando
sucesivamente. , y sus disposiciones se és#
tienden al paso que se multiplican las relax
ciones sociales. Es verdad que las, costana,-
bres de un. pueblo se mudan; . pero enton-
ces estas .nnevas costumbres introducen en
la . legislacion , sin violencia ninguna , las
mudanzas que


• exige una- civilizacion mas
adelantada. Para, probar que esta teoría- es
conforme , á los, hechos y á la experiencia,
el. señor • Savigny nos trasporta á los roma-
nos, á aquel pueblo, famoso por su pruden-
cia, que ha.subsistido tanto tiempo sin que
ninguna fuerza, exterior haya podido turbar-
los progresos 'de su civilizacion. La princi-
pal causa de la grandeza de Roma , dice
nuestro .sabio jurisconsulto , es aqiiel senti-
miento de vida. y de actividad que hacia
capaces. á los romanos de renovar su cons-
titucion política, cuando era necesario; pe.
ro -de modo que las instituciones nuevas que
adoptaban ,, no pareciesen mas que una con-
secuencia ó amplificacion de las que se ha-
bian establecido mucho. antes. Se echa de
ver la misma estabilidad en la historia: de su
derecho civil , formado en gran parte de los
usos ó costumbres : y es de notar , añade
nuestro autor, que nnéntras la ciencia del
derecho hizo progresos entre los romanos,
no pensaron estos en componer un código'
de leyes propiamente dichas , aun cuando


71
las circunstancias fuesen muy favorables pa,
ra emprender este gran trabajo. Así, por
egemplo , en la época que se puede citar
como el tiempo clásico de la jurisprudencia
romana, los tres célebres jurisconsultos, Pa-
piniano , Ulpiano y Paulo , fueron sucesiva-
mente prefectos del pretorio. Se debe supo-
ner que se interesaban vivamente en per-
feccionar la legislacion ; y aunque les era
tan facil componer un excelente código de
leyes civiles , teniendo por las funciones
que egercian el poder necesario para pro-
mulgarle, no hallamos en la historia el me-
nor vestigio de que hayan tentado un ensa.
yo' de esta naturaleza : de lo cual no me ad-
miro , porque los jurisconsultos del tiempo
clásico de la jurisprudencia no tenian necees
sidad de códigos.


- Este es el resumen fiel de las opiniones
del señor Savigny. Ahora nos tomaremos la
libertad de hacer algunas observaciones a-
cerca del sistema que ha adoptado.


En primer lugar , no hay razon para po-
ner en oposicion formal el derecho consue-
tudinario con la legislacion positiva , puesto
que el principal objeto de esta, corno lo
prueban los nuevos códigos, es sancionar
lo que el uso y las costumbres han intro-
ducido de hecho , abolir legalmente las ins-
tituciones que ya no estan en armonía con
las necesidades de la sociedad , hacer que
cesen las controversias que dividen á los ju-
risconsultos , en fin decidir cuales son las
partes del antiguo derecho que estan toda-




72
vía en vigor y las que ya no subsisten.


2.0 Supongamos por un momento que
los romanos, sin el auxilio de leyes positivas
hayan llegado á lograr excelentes institucio-
nes políticas, y una perfecta jurisprudencia
civil. No podríamos decir con razon-al se-
flor Savigny , qué conexion hay entre es-
te pueblo-rey , como le llamó tan noble-.
mente Virgilio , y nuestros pueblos moder-
nos que han sufrido todos el yugo de la
conquista , y por siglos enteros han estado
envueltos en las tinieblas de la ignorancia y
de la barbarie ? En circunstancias tan des-
favorables ha sido necesaria la intervencion


<.del legislador , ya para abolir los usos anti-
guos , que eran en realidad antiguos abusos,
ya para establecer el modo de preceder an-
te los tribunales , y ya para arreglar una
multitud de objetos importantes , sobre los
cuales nada habian estatuido las consue-
tudes.


Podríamos añadir tambien que sin em-
bargo de que el derecho consuetudinario
formaba una parte considerable de la ler.
gislacion privada de los romanos, seria des-
mentir al testimonio de la historia el pre-
tender que este pueblo mostró indiferencia
por las leyes positivas. El código de las
doce tablas fué publicado en Roma con
grande aplauso del pueblo, en una época:
que segun el sistema de nuestro autor ,


.-dcbia ser el siglo de oro del derecho con-
. ....


•„auettidinario. Por otra parte se sabe que el
.,-`.:espíritu. constante de la república era se-


73
guir la letra de la ley : y al que no }odia
presentar un texto de ley en apoyo de su
demanda , no se lo oía en justicia. Por
qué Canio , caballero romano , no pudo
usar de ningun recurso contra Pythio, que
le habia engañarlo indignamente? Responde
Ciceron pornue mi antiguo colega Aqui-
lio no habia publicado aun sus fórmulas con-
tra el dolo. »los ciudadanos ambiciosos cono-
cian muy bien el imperio que egercia el nom-
bre solo de la ley sobre el ánimo de los ro-
manos. En nombre de las leyes egerció el
dictador Syla su tiranía , abolió y modificó
las antiguas , é hizo adoptar otras nuevas.
Ponipeyo siguió el mismo rumbo en me-
dio de las turbulencias y de las guerras ci-
viles que se suscitaron en Roma. En los úl-
timos tiempos de la república las leyes pro-
piamente dichas se multiplicaron excesiva-
mente, y para remediar el inconveniente
de esta multiplicidad de leyes , se propuso
Cesar, cuando se apoderó de la autoridad
soberana , reducir á • un corto número de
títulos todo lo mas importante y necesario
que habia en el derecho civil : lo cual es un
verdadero proyecto de código civil , medi-
tado en Roma por un genio superior. El
emperador Adriano , con el fin de refrenar
la arbitrariedad del derecho consuetudina-
rio, encargó al jurisconsulto Salvio-Juliano
que escogiese los reglamentos mas sabios
que habia entre los antiguos edictos chy-0-11777
pretores, formando de todos.ellos u .1<lic."44'-",
to perpétuo que sirviese para sie


-..1h 4




74
ley , y que nunca fuese permitido apartarse
de él. Si nos hemos detenido en citar estas
menudencias históricas, tomadas de buenas
fuentes ; ha sido para probar , contra la
opinión del señor Savigny , que el deseo
de tener leyes positivas no es peculiar de
los pueblos modernos,


Entremos ahora en la cuestion de sí en.
el siglo diez y nueve podemos concebir la
esperanza de componer y ordenar como
conviene el código general de nuestras leyes
civiles. Se trata , dice nuestro autor , de
reemplazar con un derecho nacional á
una multitud de costumbres locales dife-
rentes entre sí ; pero lo que realmente se
espera de la publicacion de los nuevos có-
digos, es evitar cuanto sea posible la arbi-
trariedad en la adnunistracion de justicia ,
y la mayor uniformidad en la aplicacion
de las leyes : la dificultad está en saber si
tenemos medios para conseguir un fin tan
laudable. Bacon pide ante todas cosas que
un trabajo tan importante , como el de la
restauracion de las leyes , no se emprenda
sino en un tiempo mas ilustrado que los
tiempos anteriores ; pues seria bien triste
que los monumentos de la sabiduria de los
siglos pasados se destruyesen por los teme-
rarios ensayos de una ignorancia presun-
tuosa : ademas de que• se tropezaría en el
peligro de poner obstáculo á los progresos
ulteriores de la ciencia del derecho , si sé
consagrase con el sello de la autoridad pú-
blica el producto de unos conocimientos


9'5
imperfectos. No dejaremos de confesar que
la jurisprudencia , entre los pueblos moder-
nos , no se halla en estado próspero : en
Francia, por egemplo, ya no se conocen mas
quede nombre aquellos grandes jurisconsul-
tos del siglo diez y seis, cuyas obras han dacio
tanta luz para el estudio del derecho romano.
Noseconoce ya sino á Pothier, que es un autor
muy estimado sin duda ; pero seria un ab-
surdo creer que toda la ciencia del derecho
puede estar encerrada en las obras de un
solo jurisconsulto. En todo el siglo diez y
ocho no ha ofrecido la Alemania mas que
un cortísimo número de hábiles juriscon-
sultos y aunque hoy dia parece que se
estudia la ciencia del derecho con mas co-
nato y se sigue una dirección' mas acerta-
da todavía esta aplicacion mejor dirigida
no ha producido ninguna obra .clásica cuya
publicacion persuada, con entera confianza
que nos hallamos en estado de componer y:
ordenar un buen código civil. Por lo lemas,
añade el señor Savígny , la experiencia es-
tá ya hecha : tres estados poderosos han
publicado sucesivamente códigos generales;
estos códigos , y parte de sus efectos , es-
tan á-nuestra vista : seria pues imperdonable
desdeñarla leccion desemejante experiencia.


Los límites á que debemos reducirnos ,
no nos permiten seguir al autor en la crítica.
que hace de los códigos de Francia , de Pru-
sia y de Austria ; y aunque no adoptamos
todas las opiniones que expone en esta parte
de su obra 2 tenernos complacencia en re-.




1


76
conocer que contiene discusiones llenas de
interés , y observaciones que merecen fijar
la atencion de los jurisconsultos. Pero hu-
biéramos deseado, solo por la estimacion
que nos inspira el talento del senor Savigny,
que hubiese hablado con mas miramiento
de los hombres de Estado, que animados de
amor sincero del bien público han coope-
rado á la redaccion del código civil de Fran-
cia con un celo superior á todo elogio.
Persuádase bien nuestro severo crítico que•
puede haber buenos jurisconsultos sin que
pertenezcan á la nueva escuela histórica (i),
cuyas tareas con el tiempo deben derramar
chorros de luz en la ciencia del derecho y
en la de la legislacion.


Despues de haber revelado todas las imperfeccio-
nes pie ha descubierto en los nuevos códigos 3- hace
el senor Savigny esta reflexion. « Si los franceses con
toda su habilidad y su facilidad de egecucion , cua-
lidades que nadie les niega, han publicado un códi-
go tan defectuoso ; si los alemanes que tenia,/ á su
disposicion los materiales Mas ricos , no han logrado
mejor éxito, ¿no debemos inferir que el siglo pre-
sente no tiene ninguna vocacion para componer y or-
denar un código general de leyes civiles ?" Pero de-
cir que no se debian haber hecho códigos, porque
los publicados hasta 'ahora son mas ó menos imper-
fectos, no es buen modo de raciocinar. Las leyes de-
ben juzgarse conforme á los efectos que producen:
y así era menester, antes de decidir, establecer un
código imparcial de la antigua legislacion con la nue-




(s) Esta es una reunion de sabios alemanes que se ha
propuesto hacer un estudio profundo del derecho roma-
no , con la esperanza de conocerle perfectamente , apu-
rando la historia de todas las modificaciones que ha
experimentado.


77
va; y hasta no haber comparado con gran madu-
rez, los efectos de una y otra, abstenerse de asegu-
ra• que los nuevos códigos son mas nocivos que úti-
les. Así , por egemplo , a pesar de las lagunas é im-
perfecciones que todos los inteligentes reconocen en
el código civil de Francia, no se puede negar que
estos males son mucho menores que los que resulta-
ban del antiguo estado de la legislacion. Mr. Ben-
thzun ha examinado la cuestion bajo este aspecto, y
N. Bentham es un jurisconsulto de primer orden,
que ha consagrado cuarenta anos de una vida labo-
riosa al estudio de la legislacion. Estando bien lejos
de creer que deban ser admirados los nuevos códi-
gos, declara no obstante este insigne escritor que
en su opinion no debe existir un solo frances,
cualesquiera que sean sus opiniones políticas, que du-
de un instante de las grandes ventajas que resultan
á la Francia del establecimiento de una legislacion
uniforme. Acaso se nos dirá pm en las circunstan-
cias en que la Francia se hallaba al salir de una
larga y terrible revolucion, se podía mirar como un
verdadero beneficio la publicacion de los nuevos có-
digos; pero en cuanto á la Alemania, no es• fácil de-
mostrar que tenga necesidad de una reforma general
de sus leyes civiles y criminales. Sin embargo, algu-
nos jurisconsultos alemanes, profundamente sabios y
sensatos , han sostenido victoriosamente la afirmativa
de esta cuestion. Hace mucho tiempo que en Alema-
nia estaban todos convencidos de que las antiguas
leyes penales no correspondian con el estado de la ci-
vilizacion: conocian igualmente que era absolutamen-
te necesario reformar la práctica de los tribunales.
.En muchos estados de Alemania, dice el mismo se-
ñor Savigny, son interminables los pley tos , y por esta
rezan es urgente que el legislador intervenga para
que cesen unos abusos que han venido á ser intole-
rables. Pero ¿no hay la misma urgencia en publi-
car nuevos códigos de leyes civiles ? El antiguo
derecho privado de los alemanes se componia de
dos partes distintas. Primera: el derecho particular
de la nacion alemana, esto es, las costumbres ger-
mánicas , las ordenanzas de los príncipes, los estatu-


na




78


°


-tos locales, etc. Segunda: las leyes romanas, adop-
tadas como derecho subsidiario. El .derecho propio
de Alemania contiene indubitablemente cierto mime-
-ro de disposiciones, cuya sabiduría ha recibido la
sancion de los tiempos; pero considerándole en su
totalidad, ya no corresponde este -derecho nacional
con las necesidades- de nuestro siglo: es un aeinamien-
Lo confuso de -disposiciones incoherentes, contradic-
torias, y de una diversidad. tan grande , que por ella
los pueblos que componen la confederacion germáni-
ca, vienen á ser extrangeros unos -á otros.


En las compilaciones de Justiniano se hallan á la
verdad los materiales mas preciosos, sea para la le-
gislacion , sea para la ciencia del derecho. Pero sin
dejar de respetar las luces y el raro talento de Papi-
-rijan«, de Ulpiano y otros j urisconsultos del tiempo
clásico de la jurisprudencia romana, permítasenos
creer que el derecho romano considerado como có-
digo de leyes civiles, no satisface de -ningtm modo
á las- necesidades de los pueblos modernos.


t.° ¿Puede imaginarse cosa mas contradictoria al
principio de que las leyes sean perfectamente cono-
cidas de todos, que el servirse de leyes extrangeras,
escritas en una lengna muerta, desconocida á la
gran masa del pueblo?


2:0 Estas leyes extrangeras se han hecho para otros
tiempos, para otras costumbres, para otras relacio-
nes de familia, de comercio, de profesiones. « Las
leyes, dice con razon Montesquieu, deben ser tan
apropiadas al pueblo para quien se han hecho, que
por una rara casualidad puedan servir las de una
nacion á otra."


3.° Durante siglos enteros , se han entregado al
-estudio del derecho romano , con mi ardor increible,
hombres laboriosos , infatigables , dotados de mucha
fuerza -de áplicacion ; y el derecho romano , es me-
nester confesarlo , está todavía por conocer. El des-
cubrimiento de ún manuscrito trastorna las ideas del
jurisconsulto ;y lo que ayer se tenia por una ver-
-dad incontestable- , ya no -e1 hoy sino nal error mas
b' menos especioso.


4.° En fin , ¿ hay 4t4i3, para dar fuerza -de ley


al derecho romano , cuando no poseemos ni aun el
texto auténtico de esta legislacion extrangera ? La
multitud de .manuscritos que conocemos del derecho
romano , se diferencian esencialmente unos de otros;
la suma de variantes es prodigiosa , y (cada dia se
descubren algunas nuevas : de modo que la suerte
de una causa depende de la variante que el juez ha
creido conveniente adoptar.


Una vez bien establecido este punto de hecho,
no tenemos ningun reparo en afirmar que los go-
biernos de Alemania que han publicado hasta ahora
códigos de leyes civiles ó criminales , se han hecho
acreedores á la gratitud de todas las naciones. Estas
grandes empresas de legislacion , aun cuando esten
egecutadas con medianía , son un verdadero bien,
aunque no sea mas que por lo mucho que nos pue-
den ayudar para salir del caos de la antigua juris-
prudencia.


Así ,\.Pues , diremos sin rebozo que el señor Sa-
vigny se ha equivocado en considerar las imperfec-
ciones de los nuevos códigos como una prueba de-
cisiva de que no era todavía tiempo de publicarlos.
Tambien es verdad que tenia formada su opinión
antes de haberse dedicado al examen crítico de los
códigos de Francia , de Austria y de Prusia : pues
apenas hay un capítulo de su obra en que no se -
echen de ver indicios de una fuerte antipatía á las
colecciones generales de leyes positivas. Está per-
suadido de que no se hacen sino en.


épocas de de-
cadencia, y que son inútiles cuando la ciencia del
derecho hace progresos.


-


Este es en pocas palabras el sistema del señor Sa-
vigny. Su teoría del derecho consuetudinario es muy
ingeniosa. Pero ¿ en dónde está la verdad ? En estas
palabras de Montesquieu : « Las mejores leyes polz-
ticas , y las mejores leyes civiles , son el mayor bien.
que los hombres pueden dar y recibir."




So


INDICE DE LOS ARTICULOS


contenidos en este número.


EL CE \ 8
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 8.°
SÁBADO, 23 DE SETIEMBRE DE 1820.Actas de las Cortes. Sesion del 21


de agosto y g de septiembre. .4r-
reglo del clero regular. • pag• 3


Revolucion de Portugal 34
De la armonía de los poderes cons-


titucionales. . . . • • • • 46
Sobre la libre venta y compra de


libros.. .
De la vocacion de nuestro siglo á


la legislacion y á la ciencia del
derecho, por F. C. DE SAVIGNY
miembro de la universidad de Berlin. 67


ACTAS DE LAS CORTES.
SESION DEL 21 DE SETIEMBRE.


_Refugiados en Francia.
En n de julio 'labia hecho el señor
Moreno Guerra la siguiente proposicion:
« No existiendo ya el maligno influjo de
Napoleon , y atendiendo al miserable esta-
do de los españoles emigrados por su causa;
permítase la vuelta de todos con restitucion
de bienes , y con el goce de los derechos
de ciudadanos." Leida segunda vez , apoya-
da por su autor en 15 del mismo mes , y
mandada pasar á la comision de legislacion;
presentó esta su informe en 8 de setiembre
esponiendo , que para darle habia tenido va-
rias conferencias con los señores secretarios
del Despacho ; y despues de hacer va-


6


62




82
rias reflexiones sobre la suerte de los espa-
ñoles de que se trata, opinó : «que se debia
mandar se les devuelvan los bienes secues-
trados , y se les ponga en el pleno goce de
los derechos de ciudadanos ; pero sin que
por esto se entienda que se les hayan de
devolver los empleos , gracias, considera-
ciones ó mercedes que obtenian antes del r g
de marzo de 1808, sino las que merecieren
en lo sucesivo por su capacidad y servicios»
Pero tres señores individuos de la comision
fueron de parecer que se conceda á todos los
emigrados patria, proteccion y bienes; mas
•ño el goce de los .derechos de ciudadanos á
no ser que para ello soliciten carta especial
de las Cortes.


Discutido el punto largamente en las se-
siones de los dias r g , 2.0y 21 quedó apro-
bado el dictamen de la comision , y acor-
dado por consecuencia el correspondiente
decreto. Decreto benéfico que restituye la
'existencia civil á un gran número de espa-
ñoles desgracia los, y les abre las puertas al
goce de aquellas gracias y á la consecucion
de aquellos destinos honoríficos . á que se ha-
gan acreedores por su capacidad y • sus ser-
vicios. Decreto que reclamaba la justicia y la
política , y que merecerá la aprobacion de


83
todos los hombres sensatos y generosos.


Nosotros sobre todo, perteneciendo, co-
mo ya hemos dicho , á la clase comprendi-
da en esta medida de paz y de concordia,
no deberémos ser los últimos en espresar
al Congreso nacional el profundo reconoci-
miento de que estamos penetrados. Asi lo
hacernos en nuestro nombre y en el de nues-
tros compaSeros de infortunio, de todos los
cuales podemos asegurar :que son y serán
siempre adictos al sistema constitucional, y
que contribuirán poderosamente por su par-
te á que se conserve y consolide para gloria
y felicidad de la patria : de esta patria á la
cual, hayan dicho y digan todavía cuanto
quieran las pasiones , no han sido jamas in-
fieles, y á la cual hicieron durante la ocu-
pación enemiga el único pero importante ser-
vicio que podian prestar en tiempos de tanta
calamidad, que fue el de mantener en los pue-
blos invadidos el órden y la justicia.


Para demostrar la inocencia de cuantos
viviendo eh pueblos sometidos á las armas
francesas tuvimos la desgracia de egercer en
ellos algun destino Oblico , cualquiera que
este fuese, no reproduciremos los muchos y
poderosos argumentos largamente extendi-
dos é ilustrados en una obra bien conocida


6.




1


84
y estimada, y que lo será mas cada .dia ; ar-
gumentos á que ni se ha respondido ni se
responderá jamas , porque están fundados
en verdades eternas , en principios inconcu-
sos de derecho natural y de gentes , recono-
cidos y observados por todas la naciones ci-
vilizadas. Expondremos los hechos con sen-
cillez y tales como han pasado, y ellos nos
justificarán plenamente.


Notorio es á todo el mundo que, corno
ya indicamos en otro número de este perió-
dico, la ineptitud del favorito que goberna-
ba la España en el último reynado , su am-
bicion y hasta sus mismos temores produge-
ron el funesto tratado de Fontainebleau, por
el cual bajo pretexto de ocupar el reyno de
Portugal fueron abiertas á los egércitos fran-
ceses las puertas de la Península. Notorio es
igualmente que ó estuviese asi estipulado en
algun artículo secreto, ó se añadiese la tray-
cion á la estupidez , ó los franceses se exce-•
diesen de lo pactado , las- plazas principales
'de, nuestra frontera fueron , guarnecidas por


. tropas estrangeras, y nuevos egércitos se a-,
delantaron hasta las puertas de la capital.
Lo es igualmente que el rey quiso retirarse
con toda la real familia á las provincias me-
ridionales, con intencion, segun se cree, de


85
embarcarse para la América ; y que los su-
cesos de Aranjuez impidieron la egecucion
de tan fatal proyecto. Público es tambien qué
desbaratado por este imprevisto aconteci-
miento el primer plan de Bonaparte, que era
hacer que la casa de Borbon reynante en Es-
paña se trasladase á Mégico , como la de
Braganza se habia ya embarcado para el Bra-
sil ; tuvo que recurrir al dolo y la perfidia
para que las posesiones que ambas goberna-
ban en Europa, quedasen á su disposicion, sin
tener necesidad de conquistarlas á viva fuer-
za : que á este fin atrajo á Bayona con enga-
ñosas seguridades y especiosos pretextos, al
rey actual, á sus augustos padres y demas indi-
duos de la real familia , les obligó á cederle
la corona de España, y retuvo sus personas
dentro de Francia en verdadera cautividad.
Hasta aqui, ni los que despees han sido te-
nidos por afrancesados , ni otro español al-
guno, á no ser clon Manuel Godoy, pue-
den ser ni aun sospechosos de traycion ; por-
que ninguno de ellos llamó á los franceses,
ni les entregó las plazas, ni les abrió lapuer-
ta del reyno,- ni aconsejó las renuncias , ni
tuvo rela ci ones'clándestinas con Napoleon, ni
parte alguna en sus proyectos y tramas. Vea,
mospucs si en la siguiente época hubo algu-




86
nos á quienes pueda darse el título de trayi-
dores, infieles , ó infidentes á la patria en el
sentido legal, riguroso y legítimo de estas
voces. Desposeida en el hecho la familia rey-
nanté del trono de las Españas , ocupada la
capital y varias de las provincias, y gober-
nadas las principales por un general francés
corno lugar-teniente-general del reyno á nom-
bre , primero de Carlos IV , y luego `de Bo-
naparte , cedió este la corona á un herma-
no suyo , y convocó á Bayona una junta de
nobles para que formasen la constitucion
política , con la cual debia reynar el nuevo
monarca : concurrieron á la fuerza los nom-
brados que no pudieron eludir la órden pe-
rentoria que al efecto se les pasó por el úni-
co gobierno qu'e entonces existia en Madrid:
rectificaron y mejoraron cuanto les fue per-
mitido el proyecto de constitucion que les
fue presentado, y le firmaron con tales pro-
textas y restricciones , que en 'realidad na-
da estipularon en nombre de la nacion ; por-
que sabian que no eran sus representantes
ni tcnian poder alguno. Bien lo conoció
Bonaparte ; pero corno esperaba sancionar
con la espada sus resoluciones, le fue in-


- diferente que aquella farsa se terminase con
esta ó con aquella fórmula. Hasta aqui tam-


87
poco hay traycion .° porque ninguno de
los que asistieron á la junta fue á ella de
su voluntad, sino que obedeció á la auto-
ridad que entonces habia 2.° porque aun
cuando hubiesen ido voluntariamente, nun-
ca puede calificarse de traycion el haber
concurrido á formar una ley fundamental
que, aunque defectuosa , imperfecta, insu-
suficiente é ilusoria por entonces , podia en
lo sucesivo limitar algun tanto el poder ab-,
soluto del hombre que apoyado por las ba-
yonetas venia á mandar en España.


ASi es que el haber firmado aquella cons-
titucion no ha servido de obstáculo á algu-
nos para ser funcionarios públicos de todas
clases, y hasta regentes del reyno durante
la guerra, y acabada esta, ministros, emba-
jadores y consejeros bajo el gobierno del
soberano legítimo. Organizada en este mis-


tiempo la resistencia en las provincias


mo


no ocupadas por los franceses ; vencido
uno de sus ejércitos en Baylen , y obligado
el llamado rey que acababa de llegar á la ca-
pital á abandonarla precipitadamente y re-
tirarse al Ebro ; solo le acompañaron unos
cuantos de los que habian asistido á la jun-
ta de Bayona , y algun otro que temió los
desórdenes inevitables en los primeros mo-




88
mentos de la efervescencia populat. , que
era consiguiente á la evacuacion de la ca-
pital por las tropas francesas. En cuanto
los empleados que se quedaron en sus res.:
pectivos puestos, tanto en ella como en las
provincias hasta el Ebro , es muy de notar
que á ninguno se le desposeyó de" su des-
tino , ni se le hizo causa , ni se le tuvo
siquiera por sospechoso porque hubiese
servido bajo Murat despues de las renun-
cias , ni bajo José despues que este fue da-
do á conocer á la nacion corno su nuevo
rey por el consejo de Castilla. Sin embar-
go , si servir un empleo bajo un gobierno
de hecho, y bajo un rey intruso, es ser
traydor á su patria, tan traydores fueron los
empleados que continuaron en sus funcio-
nes, desde primeros de mayo hasta media-
dos de junio , á las órdenes de Murat y
Savary , y desde junio hasta fin de julio al
las de José, como los que las han egercido
despues durante la ocupacion ; porque ile-
gítimo fue el gobierno de aquellos genera-
les despues de las renuncias, y José tan in-
truso desde que su hermano le transfirió
en junio el pretendido derecho á la corona ,
como la ha sido despues hasta su expul-
sion del territorio. Sin embargo , entonces


89
á nadie se le pasó siquiera por la imagina-
cion que fuesen traydores los empleados que
continuaron sirviendo sus destinos en con-
secuencia. de la'confirmacion general de to-
dos ellos hecha por el gobierno existente.


Si se dice que en el hecho de no seguir
á los franceses á Vitoria expiaron su traycion
y se purificaron del pretendido crimen , lo
mismo deberá decirse de .cuantos empleados
públicos antiguos no sigucron al egerCito
francés en su penúltima y última retirada,
y no obstante estos han sido inexorable-
mente depuestos ,y sugetados luego á lar-
gas y costosas purificaciones para ser rehabi-
litados. Y ¿por qué esta diferencia ? El mas
ó menos tiempo no .hace nada en este caso.
Si es traydor el que sirve seis años bajo un
rey intruso, lo es igualmente el que sirvió
mes y medio : la traycion se comete por el
primer acto.


En. orden á los pocos que fueron á Vi-
toria, sabido es que por esta sola circuns-
tancia no se ha calificado á nadie de tray-
dor; ni pocha hacerse con justicia, pues á
lo mas se les pudo llamar tímidos, por que
la Mayor parte de ellos tomaron este parti-
do temiendo que el pueblo, por el odio
con que miraba á los franceses, se permi-




90
riese algun acto de violencia contra los que
habian tenido la desgracia de asistir á la
malhadada junta de Bayona, ó acaso habian
emitido una opinion contraria á la de aque-
llos que creían posible la resistencia. Si tu-
vieron ó no motivo suficiente para temer,
aunque el desorden popular haya sido real-
mente mucho menor de lo que ellos se -fi-
guraron; los arrastramientos de Viguri, del
manco, de los dos soldados del i4 de oc-
tubre, la muerte del marques de Perales,
y otras sangrientas escenas de que' fueron
testigos varias ciudades y pueblos, bastan
para disculpar su timidez,•ó á lo menos pa-
ra eximirles de la nota de traycion; porque
en ningun código del mundo se ha dicho
hasta ahora que, la cornete el que huye de
un pais donde teme ser asesinado, y que la
fidelidad á la patria consiste en•permanecer
uno en su casa para ser arrastrado por las
calles. Supongamos que no se fueron por
timidez, sindporque creyeron que los fran-it
ceses volverían á Madrid con mayores fuer-
zas , y al fin se harían dueños de la Penín-
sula. En , lo primero el suceso probó que no
calcularon muy mal; en lo segundo ellos
mismos son los primeros que se alegran y
se felicitan de haberse equivocado : porque


x


por muy poco favor que se les haga, no
se puede sin injusticia suponer que se afli-
gen de que su patria no haya sido esclavi-
zada. Creyeron entonces que para asegurar
su independencia y hacer en ella las refor-
mas y mejoras que hoy se estan haciendo
felizmente por las Cortes, no habia otro
medio que el de la sumision á la voluntad
del hombre que entonces daba y quitaba
los tronos, y cleciclia con una batalla ó un
simple decreto de la suerte de las naciones.
Erraron sin duda, se engañaron, son hom-
bres: la Providencia ha dispuesto las cosas
mejor de lo que entonces era dado esperar:
ha habido felices y casi milagrosos aconte-
cimientos que la prudencia humana no' po-
cha preveer: bendigamos la mano del Om-
nipotente que nos ha salvado, alabemos los
heróicos esfuerzos de los que resistieron; pe
ro no_atribuyamos intenciones criminales á
unos hombres, muchos de los cuales tenian
dadas pruebas nada equívocas de honradez
y de civismo. Finalmente, fuese miedo en
unos, error en otros, y ambicion en algu-
no, si se quiere, lo que llevó á unos cuan-
tos españoles á Vitoria , lo cierto es que allí
mismo evitaron algunos males , templaron
el rigor de las providencias de los gefes




92
militares, y mas de una vez se interpusie-
ron entre el cuchillo y la víctima y consi-
guieron salvarla, y que de todos modos su
ida en nada empeoró la suerte de la na-
cion ; porque sin ellos se hubieran dado co-
mo se dieron las batallas de Burgos, Es-
pinosa y Tudela , se hubiera entrado en la
capital, hecho embarcar á los ingleses, y
tomado á Zaragoza, y Madrid hubiera sufri-
do un horrible saqueo y todos los horrores
que son consiguientes á tan espantosa esce-
na, si no hubieran estado en Chamartin los
ministros de José. ¡ Cómo se habla despues
de pasada la tempestad! Pues sepa el mun-
do que intercedieron , rogaron , instaron, y
su mediacion logró al fin templar la cólera
de Bonaparte, irritado en extremo al ver
la resistencia de este heróico vecindario.


Sea lo que fuere de los que acompañaron
á José en su primera retirada , puesto que
despues han sido confundidos con todos los
demas , y no se ha hecho de ellos una clase
particular ; vengamos ya al último período
que es el que generalmente se señala como la
época del traidorismo. Ocupada la capital
en diciembre de 8o8 , y adelantadas suce-
sivamente las conquistas de los franceses ,,
es de hecho que Por mas ó menos tiempo 2


95
teniendo guarniciones permanentes en unos
pueblos, entrando y saliendo en otros, ellos
fueron dueños de todas las provincias me-
nos las de Galicia y Murcia y la plaza de
Cadiz ; y aun la de Galicia la poseyeron al-
gunos meses en el año de 9. En todas ellas
muchos de los antiguos empleados conti-
nuaron en sus destinos ó tuvieron ascen-
sos, y otros que no tenian antes empleo por
el gobierno legítimo , le obtuvieron del in-
truso ya á peticion suya , ya sin que lo so-
licitasen : distincion sobre la cual no es
necesario insistir puesto que ha sido igual
la suerte de todos ellos. De estos emplea-
dos,, pues , ya antiguos ya nuevos es de los
que se ha dicho , y repetido nuevamente en
algunos periódicos cuando ya nadie lo decia,
que en el hecho de haber servido un em-
pleo en el pais ocupado por el enemigo son
traydores , renegados , viles , la hez del gé-
nero humano , infames, malvadós , mons-
truos y fieras dañinas que á cualquiera era
lícito matar- en medio de la calle. Si estos
atroces dicterios no hubiesen tenido efecto
alguno legal cuando primero los profirió
la pasion ; . y si hoy no sirviesen tampoco
mas que para llenar las insípidas , pero mal-
dicientes páginas de alguna desacreditada




94
gaceta, el desprecio seria la mejor respues-
ta ; pero como estas calumniosas vocifera-
ciones fáeron las que produgeron la pros-
cripcion contenida en la circular de 3o de
mayo de 1814, proscripcion única en los
anales del mundo, y como se repetirán acaso.
todavía para desacreditar la resolucion que
acaba de tomar el Congreso, es preciso re-
batir aquellas injuriosas imputaciones , y
justificar á los ojos de la nacion el justo y
político decreto que revocando aquella or-
nen bárbara ha restituido sus bienes y de-
rechos políticos á las numerosas víctimas
que por espacio de siete años han gemido
bajo el anatema mas injusto y antipolítico
que jamas haya fulminado un gobierno cul-
to é ilustrado.


Suponiendo ya ocupados por el egérci-
to vencedor todos los pueblos que de hecho
lo han estado, se pregunta ¿ debió cesar en
ellos toda administracion de justicia, todo
gobierno civil, toda cuenta y razon en el
repartimiento y la recaudacion de las con-
tribuciones, y en la exaccion de los sui-ni-
nistros de toda especie que continuamente
pedian los- vencedores ? ¿Exigia el bien ge-
neral de la nacion y el interés particular
de los payses conquistados que estos queda-


*,


95
sen en completo desorden , y en absoluta
anarquía, luego que pisasen su territorio las
tropas del conquistador, y que á los gran-
des males anejos á la conquista, se añadie-
se el mas terrible todavía de no tener quien
castigase al malhechor, quien protegiese la
vida y las propiedades de los ciudadanos,
quien atendiese á las necesidades locales
para el surtido, salubridad y limpieza de
las poblaciones, quien cuidase de los esta-
blecimientos públicos de todas clases, seña-
ladamente los de beneficencia, como hospi-
tales, casas de expósitos , hospicios , cár-
celes , etc.?


( Se continuará ).


tl•




96


NOTA.


Con motivo de estar espuestas á la vista
del público en la academia de San Fernan-
do dos copias de los' retratos originales del
cardenal de BoluAy del célebre pintor C,ut-
11ER-o, ejecutadas por una señorita académi-
ea de mérito, creemos que no desagradará
á nuestros lectores saber la historia de estos
dos cuadros escrita con bastante gracia por
el actual poseedor de ellos, quien ha tenido
la bondad de franquearnos el siguiente diá-
logo.


DIALOGO


entre el cardenal D. GASPAR DE BORJA Y
VELASCO , embajador de FELIPE xv en Roma,
arzobispo de Sevilla , y despues de Toledo ,
D. JUAN CARRE10 DE MIRANDA, pintor de
cámara de CA ELOS II sobre el aprecio , suerte
y paradero , que tuvieron sus retratos desde


que se pintaron hasta ahora.


Carreño.
Gracias á Dios, señor cardenal , que


vuelven á juntarse nuestros retratos en puer-
to de salvacion, donde estarán bien conser-
vados y con grande estimacion.


Cardenal.
Dejadme en paz, D. Juan, que estoy


fastidiado con lo mucho que he sufrido déE-
de que me retrataron. Parece. que me lo.
anunciaba el corazon , cuando me resistió á
que me pintasen : pero aquel cabezudo y
cabezon conde-duque de Olivares lo tomó
con tal empei'DD , que no me dejó respirar


7




98
hasta que tuve que ceder á. su importunidad.


Carreño.


Pero logró Y. Ema. caer eh unas manos
divinas, como las de D. Diego Velazquez
Silva , que le inmortalizaron.


Cardenal.


Me rio de la inmortalidad que pueden
dar los artistas : no conozco otro honor
que el que me prestaron mi cuna y mis dig-
nidades. Lo mismo dicen de Carlos V , á
quien tres veces hizo inmortal Ticiano , por-
que le retrató otras tantas : lo cierto es que
el Emperador murió en Yuste , no sé si ar-
repentido de su retiro. Yo no hubiera con-
sentido en tan incómoda, corno inutil ope-
racion , si no necesitase del favor del conde
para con el rey Felipe 1V , quien con su
influjo , tanto me distinguió con las prime-
ras mitras de España, y con encargos hon-
rosos, aunque muy arriesgados y muy di-
ficiles de desempeñar á su gusto. Diego
Velazquez tenia sorbidos los sesos á Oliva-
res con sus pinturas, y Olivares urania en
que retratase á sus amigos. Eralo yo por for-
tuna: .rio quería desagradarle, y caí en la
ratonera , pero fue con la condicion de que


99
sólamente se habia de retratar la cabeza,
con brevedad y sin molerme. Asi se hizo,
por lo que dí gracias al pintor y un agasa-
jo, aunque de mala gana.


Carreño.
Ahora vengo en conocimiento de que


ese habrá sido el motivo de que para los
demas retratos de V. Ema. y de cuerpo en-
tero , que se pintaron despues para las ca-
tedrales de Sevilla , Toledo y otras partes
se copió exactamente-la cabeza que hizo Ve-
lazquez.


Cardenal.
Asi fue , y despues de mi muerte, por-


que en vida no volvería á retratarme aun,
que me ofrecieran el patriarcado de las In-
dias.


Ya habréis sabido la algazara que hubo
en palacio cuando la acabó Velazquez. Aun
no se habia secado , y se llevó al cuarto
del Rey. S. M. que estaba tan loco corno el
conde con los lienzos de su pintor de cáma-
ra, haciendo de inteligente, celebró la vi-
veza del semblante, la semejanza, y la fran-
queza con que estaba pintada; y mandó qué
la presentasen inmediatamente á la reina, y
pasase despues á los otros cuartos de las


6.




gjy


lemas personas reales: de manera que mi cara
enjuta y desengaiiada anduvo de mano en ma-
no, como si yo fuese un dominguillo. ( Y qué
sucedió ? Lo que acontece con los retratos:
unos decian que no se parecia , bien que
delante del rey y del conde juraban que ja-
mas se había pintado, ni se porfia pintar,
rostro mas semejante. Otros, que hablaban
en términos técnicos , le sindicaban de que
no tenia claro obscuro , por lo que no ha-
cia todo el efecto que se esperaba. Y otros
maldicientes, confesando la semejanza , se
adelantaban á sefialar la propiedad con que
estan representados mi caracter austero y
dominante , mi orgullo y otras gracias con
que, me dotó la naturaleza.


Carrero.
Era yo muy jóven cuando D. Diego Ve-


lazquez retrató á V. Ema. y ya estaba en
Madrid aprendiendo á pintar. Me acuerdo
de cuánto le admiraron los profesores, de lo
que le celebraron los aficionados inteligen-
tes, y de cuánta envidia causó á los prime-
ros. Seguramente fue la única vez en que los
áulicos, queriendo adular al rey y á su mi-
nistro „dijeron verdad , porque no se ha
hecho, y dudo se pueda hacer, un retrato


ól
• mas parecido que este deV. Preseindienz-
do de esta casual circunstancia:, ¿quién es
capaz de dibujar natural con mas exacti.
tud , ni de imitar el color, del original con
mas certeza ? Los otros que.decian , quepo.
no tener claro obscuro el rostro no causaba
todo el efecto, eran unos ignorantes, que nó
conocian la mayor habilidad de Velazquez
en pintar cabezas , las que sin tener, la ,fueri,
za del obscuro , que daba á los vestidos iy
lemas accesorios , las animaba y sacaba del
lienzo , sorprehendiendo y engañando :á-dos
espectadores , como sucedió al mismo .Feli-
pe IV con el retrato de D. Adrian Pulido,
á quien habló teniéndole por vivo. Por ;tan,
to debe V. Ema. estar contento de, haberse
dejado retratar por tan eminente profesor;
y de cine faltando tantos años hace del•murg.
do, permanezca allá su verdadera 'imagen
para memoria de sus talentos y de sunbet
neficencia.


ab
Cardenal.


Sí: de mis talentos y beneficencia.:MT
mo se conoce, Carreño, gire no sabeisi-lb
que yo padecí , después de muerto , eorrese
maldito retrato, que tantoponderais


Fallecí en Madrid el mismo año de 1641,




102
en que murió Olivares , como era consi-
guiente ; ó me mataron á pesadumbres,
como sucede en la corte á los que andan
en altos empleos , y en las zalagardas en
que yo andube. Sacáronse esas copias de
que me hablasteis; llevaron el original á
Gandía , y le colocaron en el palacio de los
duques , mis padres, y en sitio preeminente
con el aprecio y estimacion que se mere-
cia por ser talio. Corridos algunos años le
trasladaron á la antesala , donde estaban
otros de mis antecesores , y los blasones de
mi casa , sin cuidar de limpiarles el polvo
ni las telarañas. Alli fue donde un travie-
s page le levantó un chichon en la fren-
te de un pelotazo; y como no trataron de
curarle , sin duda porque no arrojó sangre,
á pesar de que se le ven las venas , y de es-
tar vivo, como exagerais , el mal fue en au-
mento, y comenzó á descascararse el pelle-
jo. Cansados anis parientes de aquella resi-
dencia se fueron á Madrid llevando consigo
el retrato con otros muebles viejos de este
jaez, y le destinaron con ellos al' desvan.
Aquí estuvo olvidado otra porcion de años,
hasta que un criado le hizo la merced de
venderle á un ropavejero.


Este mas cuidadoso de su conservácion,


ro3
le lavó, y le puso en tin bastidor nuevo,
porquela estaba hecho pedazós el primero.
Y corno ni por esto se presentase compra.
dor, determinó sacarle al público en las fe.,
riaá de san Mateo. ¡ Ah ! no es posible,
D. Juan , que yo pueda referiros sin estre-
mecerme , los denuestos que dijeron al cua-
dro los que le miraban con desprecio. Eran
muchos los que le insultaban por viejo , ro-


. to y descalabrado ; y otros, que conociendo
mi fisonomía, sin duda por haberla visto en
las copias , recordando algunos hechos de
mi vida , me improperaban. Me acuerdo (sin
que jamas se me pueda olvidar) de un canó,-
nigo de Sevilla, qué levantando la voz, en,‘
furecido , dijo: « Aquí estas tú. ? No erés
» aquel, que se atrevió á disputarnos la si-
» multánea en las provisiones, y á quitarnos
» el privilegio de danzar los seises , cubiertos
» con sombreros, delante del Santísimo Sa-
» cramento , y otras antiguas y venerables


prerogativas , que nos concedieron los pa-
» pas, á pesar de les sancionado en los Con-


cilios ? Con cuánto placer veo ahora ttt
» mezquino retrato ser el ludibrio de la feria,
» sin duda en castigo de tamaños, atentados,
»y del escandaloso insulto que cometiste
» contra la sagrada persona de Urbano Vil,




to4.
de gloriosa memoria." (I) Si esta es la suer-


del retrato de un purpurado, príncipe de la
Iglesia , y demasiado nombrado en la histo-
ria, pintado por Velazquez, cuál será la de
tantos como cada dia se presentan al públi.;
co, pintados por chapuceros y que represen-
tan mequetrefes, y mugeres de poco mas ó
menos ?


Carrelo.
Los parientes, los amigos y los enamo-


rados siempre han deseado tener retratos de
las personas que estiman y aman, sin consi-
deracion al mérito y buen nombre con que
deben estar adornadas. De aquí viene el haber
tantos desugetos desconocidos, que no me-
recieron esta -distincion. Y. lo' de no estar los
mas bien pintados procede generalmente de
la ignorancia de quien los encarga y de quien,
los ejecuta, valiéndose de aprendices ó k


(I) Aqui pone el autor .
de este diálogo una no-


ta , que aunque muy oportuna é interesante la (»ni,'
timos por ser demasiado larga para este lugar. Es
un extracto de la vida del cardenal , que escribieron
Gil Gonzalez Dávila , y D. Diego Ortiz de Znin-
ga , y refiere el motivo que tuvo el papa para echar-
le de Roma , y los ardides de que se valió hasta
verificarlo , por ser embajador ordinario en aquella '
coxte.


o5
profesores de corta ó ninguna habilidad. Se
contentan con que esten parecidos, y como
la semejanza, si puede expresarla. un mal
pintor) perece con la muerte del retrata-
do, con quien se ha de cotejar, el lienzo
solo sirve para aljofifas, ó para defender de
la intemperie á las zabarceras , que venden
frutas en los sitios públicos.


Cardenal.
Despues de la tormenta sucede . la sere-


nidad. Fuese el canónigo , y quiso Dios apa-
reciese por alli el abate Pico de la Mirandu-
la , quien conoció desde léjos el retrato , y
acercándose, la mano que le había pintado.
Pagó inmediatamente y sin regatear todo lo
que lé pidieron por él , y le llevó á, su. casa
muy Contento , celebrando la compra por
una de las


• mejores gangas que 'labia logra-
do en su vida. Llamó luego al mejor restau-
rador que se conocia, en Madrid, quien des-
pues de haber .


referido la genealogía de
dos los cuadros venales que - habia en la Cor-
te, bautizándolos con los mas. ilustres nom-
bres de pintores nacionales y extrangeros, y
las milagrosas resurrecciones, que el habia
hecho de otros muy maltratados, dijo, que
1to. pocha hacer lo mismo con aquel lienzo




o6
para que quedase enteramente perfecto, si-
no pintaba de nuevo la cabeza. Pero el de
la Mirandula sin perder de vista el retrato,
le obligó á que sin salir de allí , reparase
solamente el descalabro. Hízolo asi el albei-
tar á regailadientes, si nó á toda satisfaccion
de Pico, al menos quedó conforme, porque
no se le hubiese echado á perder.


Carreño


En efecto : no está mal, y fue una gran
fortuna haber quedado así.


Cardenal.


Gracias al abate, quien como italiano é
inteligente, conocia las arterías de los ré.-
tauratores. En :su poder estuvo el lienzo
cuidado con esmero , pues le mandó hacer
un marco dorado, sencillo y de buen gus-.
to , que jamas habia tenido. Mas por su
muerte volvió á salir á la vergüenza en plv-
blica almoneda, donde le compró con este.
1nacion el consiliario de la real academia de
san Fernando D. Gaspar de Jove-Llanos,
entonces consejero de Ordenes , y le co-
locó- en su gabinete.,


Carreño.


I07


Allí fue donde le emparejó con el mio;
y desde aquí debo comenzar yo á referir su
historia, ya que V. Ema. tuvo la bondad
de contarme la oel suyo.


Cardenal.


En hora buena, y que no sea muy larga.


Carreño.


Tampoco he sido yo amigo de ser re-
tratado, á pesar de haberlo intentado mis
hábiles compafieros y mis discípulos ; pero
no pude resistirme á los frecuentes ruegos é
instancias de mi esposa, porque los casados
tienen mas ligada la voluntad que los celi-
batos, y_conviene muchas veces, por el bien
de la paz, ceder para que no haya mas que
una sola. Yo mismo me retraté, pero de
priesa, buscando solamente en el espejo la
semejanza como obra que se hacia para
quedar en casa. En ella 11 conservó mu-
ger con'ternura. y dolor durante su viudez;
mas por set muerte , le poseyeron mis dis-
cípulos alternativamente, que le trataron
con el mismo afecto con que yó los habia
educado; y uno de ellos le copió con exac-
titud, y le gravó en cobre al agua fuerte,




o8
cuyas estampas no se encuentran , por ha-
bersehecho raras. Despues pasó á poder de
los Melendez , mis paisanos , pintores de
buen crédito en los reinados de Felipe V,
Fernando VI y Cárlos A falta de estos
tuve la dicha de que el marques de la Flo-
rida Pimentel, le comprase , y colocase. en
su copiosa y selecta coleccion de pinturas,
dibujos y estampas raras y antiguas de los
mas acreditados profesores de Europa. Era
este caballero vice-protector . de la real aca-
demia de san Fernando, que gobernó en
paz algunos años con gran celo y acierto. Y
era su casa otra academia del colorido, á
donde concurrian los jóvenes á estudiarle,
copiando sus cuadros originales ; y los mas
adelantados á tomar apuntes para la inven-
cion y composicion de sus obras , que no
pocas veces les buscaba y proporcionaba el
mismo marques. Ya considerará V. Ema. la
honra que me resultaba de estar mi retrato
en aquel museo ; pero siendo en el mundo
las felicidades tan pasageras, muerto el mar-
ques con gran sentimiento de todos los pro-
fesores , pasó al gabinete del seiior Jove-
Llanos,


• Cardenal.


Sí: donde el Golilla (x) tuvo la sandez
de colocarle á la par del mio , sin medir la
enorme distancia que hay de mi cuna á la
vuestra y sin considerar la diferencia , que
se nota entre mis dignidades y elevados
destinos, y la humilde profesion de un pin-
tor que se mantiene con el trabajo de sus
manos.


Carreño.
Poco á poco , señor arzobispo. Estamos


donde no se conocen otras distinciones , ni
nacimiento, que las que se consiguieron con
las buenas obras hechas en el siglo ; y es
mucho de estraiiar, que despues de tantos
años , que V. Ema. anda por acá , no se le
hayan olvidado tan funestas máximas. El
Golilla era un ilustre caballero de Asturias


(1) Corno se supone , que acaba de suceder es-
ta conversacion ," no es inverósimil que el cardenal
use por desprecio una voz de que ahora usan en
el mismo sentido algunas personas de su estofa.,
cuando en su tiempo era de mucha estimacion. Es-
te trago , que en el dia solo visten los magistrados
y denlas ministros de justicia , comenzó á usarle en
su corte Felipe IV, y despues por adulacion el conde
duque de Olivares y otros palaciegos , hasta que se
hizo general en todo el reino , y llegó al reinado
de Felipe V, quien tambien le usó.




71-


110
y de la órden de Alcántara : reunia todas
las cualidades del marques de la Florida con
respecto al conocimiento y aprecio de las
bellas artes, y á la proteccion que tambien
dispensaba á los artistas. Era un sabio , un
juez puro y recto ; y era un filósofo que a-
preciaba el mérito personal de los virtuosos,
sin olvidar el de sus antepasados , que no
siempre es hereditario. No ignoraba cuáles
habian sido la cuna y destinos de V. Ema.;
sabia que yo era descendiente por línea rec-
ta del gran Garci-Fernandez Carreño, á quien
por sus proezas y distinguidos servicios y á
todos sus sucesores hizo la gracia el rey
Don Sancho el IV.. de que vistiese nos el
mismo vestido que S. A. y demas reyes de
España se visten el jueves santo ; y sabia
tambien que yo no 'labia admitido la con-
decoracion de la cruz de Santiago con que
la magestad del señor Don Cárlos II se ha-
ba dignado favorecerme, no por orgullo
desprecio, sino porque ni yo, ni el arte de
la pintura, que profesaba, la necesitábamos
para ennoblecernos. No fueron estos por
cierto los motivos que tuvo Jove-Llanos pa-
ra colocar mi retrato á la par del de V. Ema.:
los verdaderos aficionados é inteligentes á las.
bellas artes no aprecian las obras por lo que


representan , sino por la sabiduría , gracia y
destreza con que están ejecutadas. Por esto
las copias, aunque .estén bien pintadas , no
deben entrar en las colecciones públicas,
ni en las privadas , si son de piezas esco-
gidas ; y tambien porque el pintor que las
hizo no tuvo parte en la invencion , que
es la filosófica y mas principal del arte y
del ingenio. Bien ~ocia D. Gaspar de Jo-
ve-Llanos que el retrato de V. Ema. exce-
día al mio en merito y verdad , cuanto ex-
cede el sol á la luna en resplandor, ó co-
mo se suele decir, en cuanto se diferencia
lo vivo de lo pintado. No tenia otro mejor,
y por esto solo le puso al lado izquierdo
de el de V..Ema..


Cardenal.


De ese modo , señor Carreño , en la sé-
rie de los reyes , de los prelados y de otros
varones ilustres, deberán ponerse en pri-
mer lugar los retratos que estén mejor eje-
cutados.


Carreño.
No señor. El nombre mismo de esa clase


de colecciones exige, que se observe en ella
la mas exacta cronología. Es muy dificil
completarlas , y en Caso de haber alguna,




I 2.
será con retratos informes, mal pintados
y peor diseñados, segun la ignorancia que
padécian las artes en España y en toda Eu-
ropa en sus antiguas y respectivas épocas.
Semejantes colecciones no deben tener lu-
gar en los museos ni en las academias, donde
se presenta al público para estudio de los
jóvenes y admiracion de los inteligentes lo
mas selecto del arte que se pudo adquirir.
Solo estan reservadas para las catedrales,
.palacios de obispos, cláuStros ó salas de
profundis de los conventos , donde sin nin-
gun escrúpulo se miente, reemplazando los
retratos antiguos con otros modernos y ar-
bitrarios, que no son, ni pueden ser de los
sugctos que refieren los rótulos.


Cardenal.
Nada de esto me interesa, ni viene al


'caso para la conservacion de nuestros retra,
tos. Sírvase V. S. decirme cómo fueron tra-
tados desde que la casualidad los juntó en
casa de su paisano.


Carreño.
Es muy notoria en España , en toda:Eu-


ropa , en América, y aun acá entre los muer-
tos la injusta y escandalosa persecucion que


x z3
padeció éste inocente sabio por sostenerla
Justicia , los derechos del trono y de la mo..-
narquía , hasta desterrarle tres veces de su
patria, hasta encerrarle y aherrojarle sin co-
municacion en el castillo de una isla por espa-
cio de mas de seis años, y en fin hasta perder
su preciosa vida despees de una deshecha
borrasca en el mar Cantábrico. En tan lar-
ga ausencia quedaron los retratos desaten-
didos, sin haber quien los limpiase, ni quien
celebrase el mérito de el de V. Ema. , y lo
que era peor , expuestos á la rapacidad de
la tropa francesa. Pero un amigo íntimo de
Jove-Llanos los llevó á su casa , los cuidó
con tanto esmero y entusiasmo , Como lo
pudiera haber hecho el mismo D. Gaspar, si
permaneciesen en su poder , y los libró de
aquella iuvasion.


Cardenal.
No sabe V. S. cuánto me alegro de que


mi retrato no haya caido en manos de ta-
les gabachos! Ellos fueron la causa princi,-
pal de mis desgracias en Roma.


Carreño.
Pues aun es mayor la fortuna que aca-


loamos de lograr.
8




114






Cardenal.
Y cuál es ?


Carreño.


La de que Jove-Llanos dejó en su testa-
mento á este su amigo el perpetuo dominio
y posesión de los retratos.


Cardenal.


. é Y. quién es ese heredero'


-Carreño.


Otro mi paysano , muy amante de las
bellas artes. De su decidida aficion y cono-
cimiento tiene el palie() buenas pruebas en
diferentes obras que publicó en Madrid, Se-
villa , Valencia y Cádiz , relativas á la histo-
ria de estas mismas artes en España y al
mérito y estilo de sus antiguos profesores..


Cardenal.


Este hombre está loco , no conoce que
tales obras en nada pueden contribuir al
desempeño y felicidad de la nacion , y que
por tanto no tendrán despacho alguno en el
reyno


1 ::í
Carreño.


Demasiado conoce lo segundo; pero ha-
ce su gusto , tiene vagar, y le aprovecha sin
interés en descubrir noticias , que él soló
cree son importantes para la hiatoria y pro-
gresos de las bellas artes en gspaña.


Cardenal.


Disparate ! Cuando yo estuve en Roma
habia muchos necios de esa clase, que con-
sumian sus caudales en hacer profundas y
muy costosas excavaciones, desenterrando
estátuas desnudas é indecentes de hombres
y mugeres , piernas, brazos y cabezas de
otras , pedazos de bajos relieves , capiteles
rotos , trozos de frisos , y hasta jarros y vasos,
que ni para beber agua servian , y celebra-
ban estos hallazgos como un tesoro imago,
table , porque decian ser unos milagros del
arte y del ingenio humano. Algunos carde-
nales , príncipes y ortos monseñores , que
andaban en estos desvaríos , quisieron me-
tedme en la danza, pero yo me zafé de sús .
locuras. Qué hubiera. sido de nií, si yo hu-
biese gastado mis ahorros en tales simplezas?
¿Hubiera podido dar al rey noo,000 duca-
dos para fa guerra de Cataluña , que la ge-
nerosidad de S. M. me recompensó con hon-


8.





116
rá y provecho para la casa de mis padres ?
é Hubiera salido de Sevilla, que fue para mí
la ma or salisfaccion que tuve en mi vida?


Hubiera conseguido ascender á la segunda
dignidad del orbe católico, cual es la prela-
cía de la iglesia primada de España ? é Y hu-


' hiera podido fundar cuatro obras pias en
Roma, Madrid, Toledo y Gandía? Créame
V. S. señor 1). Juan, que la necia desmesu-
rada aficion á las bellas artes fue la ruina de
muchas casas ilustres y la polilla del Estado.


Carreño.
¡Jesus I Asombrado . estoy , señor erni-


nentísimo , al oir de la boca de V. Ema. unas
expresiones tan opuestas á las máximas y
principios con que se gobiernan las nacio-
nes .cultas. Y no siéndome posible respon-
der á tales desvaríos , sin ocupar mas tiem-
po que el que hemos empleado en este co-
loquio; sírvase V. Ema. permitir que lo de-
jemos aqui , puse; ya estará cansado de una
conversacion , que al parecerle interesa muy
poco. Yo estoy sumamente contento de que
'nuestros retratos quedan en poder de quien
sabe apreciarlos por lo que valen ; de quien
los cuidará con esmero , y hará reparar el
de Y. Ema. mejor que él que lo hizo en ca-


r x7
sa del Abate Pico (x); y de quien podrá es-
cribir sobre ellos discursos y reflexiones ven-
tajosos para aprovechamiento de los artistas
y en honor de la España, que puede lison-
gearse de haber tenido profesores que esci-
taron el asombro , envidia y ambicion de
los extrangeros que inundaron aquel des-
graciado reyno en la guerra pasada.


Cardenal.


Tambien yo estoy contento de que los
retratos permanezcan en el estudio de ese su
paysano 3 pero mucho mas de que V. S. ha-
ya dado fin tan á tiempo á sus reproches,
no menos fastidiosos que insolentes.


(r) Así lo verificó el pintor de cámara de S. M.
D. José de Madrazo , . director del colorido en la
real Academia de san Fernando , que hace poco
tiempo llegó de Roma , en donde y en la misma
Academia ha dado pruebas de su gran mérito, ins-
truccion y habilidad en la pintura. El dueño de los
dos retratos , satisfecho de sus brillantes circunstan-
cias , le confió tan arriesgada operacion , que eje-
cutó con la mayor destreza , levantando la plasta de
color que le hablan puesto , y dejándole tan per-
fecto , que no se percibe la delicada recomposicion.




Syla.


1 19


¡Tú mi rival! ¿Ese rostro bajamente atre-
vido , ese ademan traidor al mismo tiempo
que cobarde, ese mirar tan tosco como fe-
roz , todos tus modales en fin , groseros y
rústicos que anuncian un alma vulgar y per-
versa, serian las señas de mi competidor?
¿ Sabes que mi nobleza fue la primera de
Roma?-¿ qué mis hazañas llenan muchas pá-
ginas de la historia ; y que la energía de mi
alma, la elevacian de mis pensamientos y la
superioridad de mis recursos han hecho que
casi se me perdone tanta sangre derramada,
tantos bienes entregados al pillage, tantas
proscripciones horrorosas? ¿ Cuáles son tus
títulos para competir conmigo ?


Robexpkrre.
Y ¿qué hiciste tú? obligar á un rey bárba-


ro á cometer una perfidia contra su amigo y
huesped , ayudar á vencer con las mejores
tropas del universo á un pueblo nómade é
indisciplinado, dictar leyes á un déspota
asiático, sufrir con toda Roma la vergonzo-
sa estension del derecho de ciudadanía á
los pueblos de , humillarte primero á"
tu anciano rival, y despues perseguido de
muerte diezmar una ciudad corrompida;


z 8
DIALOGO.


SILA, I4-OBESP/EB.111:-..


Syla.
Hánme dicho que acaba de descender á


este lóbrego imperio df. las sombras un al-
ma la mas semejante á la mia , naientraIvi-
vió unida á su despojo mortal. Sin duda que
tú eres de los recienllegados, yAxidrás . dar-
me noticia de ella.


Robespierre.
¿ Quién eres tú?


Syla.
No te lo han dicho ya la altivez de mis


miradas, el ceño cruel, la actitud amenaza-
dora. ¿ Puede equivocarse con ninguna otra
la sombra del feliz, del vengativo, del ven-
gado Syla ?


Robespierre.
¡ Tú eres Syla !... pues bien , tienes pre-


sente á tu rival.




19.o
para hacerla libre, y dejar vivo al sucesor
de tu tiranía: Ni tus crímenes , ni tus haza-
ñas prueban esa elevacion de alma, de que
tanto te jactas. Tus miras fueron limitadas y
tus planes mal calculados. Quisiste que sub-
sistiese la libertad republicana sin costum-
bres ni instituciones , y al mismo tiempo
inutilizaste tus crueldades anteriores , abdi-
cando la magistratura del terror. Creiste ne-
cia y soberbiamente que al nombre de Syla
temblarian todos los conspiradores futuros.
¿Son esos los pensamientos ni la conducta
de un hombre de Estado ? ¿ Puede haber li-
bertad donde cese (le correr la sangre? Cuan-
do yo levanté la segur no fue para depo-
nerla pronto : y si la muerte no me hubiera
atajado...


Syla.
Segun eso ¿ tú eres Robespierre ?


Bobespierre.


El mismo. Considera si tienes derecho
para sobreponerte al que rodeado de fac-
ciones intestinas amenazado de los egérci-
tos de toda Europa, sin estar revestido . de
ninguna magistratura superior, solo con la
fuerza de la palabra y con el vigor . del áni-
mo, supo triunfar de los enemigos estran-


x21
geros , comprimir los interiores , y lo que
es mas, trocar el caracter de una nacion sabia
y civilizada , convirtiéndola en feroz y bár-
bara, y obligándola á que nada entendiese,
nada amase sino la especie de la libertad
que yo le ofrecia. Toda la Francia se llenó
de cadahalsos y sepulcros á mi voz estermi-
»adora. ¡ Cuántas víctimas regaron con su
sangre el altar de la independencia! ¡Cuántas
quedaban todavía por inmolar ! No lo du-
des; mi patria me hubiera debido la liber-
tad, si hubiera tenido tiempo para concluir
mis numerosas hecatombes. Pero una mise-
rable faccion se atrevió á atacarme, teme-
rosa del hacha revolucionaria que ya la a-
menazaba; y el imbécil pueblo de Paris no
sostuvo como debiera al que había sido siem-
pre director de sus furores. Mis débiles ene-
migos triunfaron : el cadahalso los vengó, y
en él espiró conmigo la república.


Las innumerables almas que has hecho
descender á estas mansiones de la muerte,
te han pintado todas como un tirano que
aspiraba al poder absoluto , y sacrificaba
por millares á los que preveía que serian.


Y




122
contrarios á su elevacion. El egemplo re-
ciente de Cromwel


Robespierre.


¿Qué comparacion hay entre Cromwel
y Robespierre? Cromwel fue un hipócrita
vengativo y ambicioso. Pero á mí ¿cuando
se me ha visto invocar alguna supersticion
para levantar la espada? Jamas tuve enemi-
gos de que vengarme: mis contrarios eran
los de la libertad. Yo he derramado la san-
gre humana sin pasion , sin rencor, sin en,
carnizamiento. Ni tuve amigos,, ni enemigos
personales.: los que creían ser uno ú otro,
caían alternativamente




todos en nom-
bre de la ley.


Tigre., ya te. conozco. Tu primera ne-
cesidad era verter sangre. Ttt, sin mas ta-
lento que esa elocuencia bárbara, capaz so-
lo de seducir almas rústicas é inmorales;
asociado por la identidad de las pasiones
atroces con los corazones mas viles dé la
tierra; fortalecido por la faccion que te creó
el imprudente Mirabeau ; apoyado en las
virtudes y esfuerzos de los girondinos, tan
exaltados como infelices, ¿,qué tuviste que


3
hacer para colocarte al frente de la anar-
quía? Todos los buenos, todos los sabios
rehusaban tener parte en el sistema san-
guinario que iba á establecerse, y te deja-
ron libre la cumbre del poder, que en tiem-
pos tranquilos no te hubieras atrevido ni
aun á mirar. El valor, las luces, el verda-
dero patriotismo se retiraron á los campa-
mentos. Tú y tu cuadrilla facinerosa espiás-
teis el momento en que las pasiones ha-
bian llegado al último grado de furor, y
fuisteis oidos por que entonces solo vos-
otros podíais serlo. El soborno estrangero
favoreció tambien tu entrada en el templo
de la democracia. Tu elevacion no fue de-
bida á tu mérito propio, sino á los delirios
ó imprudencias de los demas. Desde tu tro-
no sanguinario te complacias en la matan-
za, sin mas objeto que el de matar, como
no fuese el de satisfacer al partido estran-
gero, cuyo vil instrumento fuiste, Alma sin
ambicion, sin grandeza de ninguna especie,
dotado solo de un instinto feroz de sangre,
no hubo en tí mas energía que la de la ser-
piente cuando se lanza con seguridad sobre
su víctima.




124
Robespierre.


¿Y Syla se atreve á dirigirme esas acu-
saciones? Violador de las leyes de su patria,
dictador perpétuo , inventor de las listas
mortíferas , ¡ con cuánta dulzura encendió
el fuego de la guerra civil! ¡ Con qué mo-
deracion usó de la victoria! ¡Con qué hu-
manidad se abstuvo de señalar término á
sus proscripciones! ¿ No eres tú el que ho-
llaste la magestad del senado romano, el
que aniquilaste la potestad tribunicia , in-
vertiste el orden público, y repartiste entre
tus veteranos los bienes de tus mas ilustres
compatriotas ? ¿ Tú te atreves á acusar mi
crueldad?


Syla.
En esta region de inmortalidad, túmu-


lo del género humano y de sus pasiones,
donde el corazon del hombre no es ya un
misterio para él mismo, aquí se conoce con
evidencia y se dice sin rebozo la verdad.
Syla derramó sangre, Syla cometió críme-
nes : pero Syla creyó de muy buena fé que
su conducta era necesaria, y el éxito la
justificó. Yo vi embravecerse contra las le-
yes y contra mí mismo una faccion que as-
piraba á descomponer para dominar; y juré


• x25


vengar á mi patria de los furores del am-
bicioso Mario. Estos fueron mis primeros
pensamientos; conforme adelantaba en la
egecucion de mi proyecto, se iban "esten-
diendo mis miras. Yo amaba la libertad.....
proscribí sus enemigos, y cesé de matar
cuando . me pareció que ya no quedaba
ninguno.


Robespierre.
Quedaba Cesar. Mataste mucho, y no


mataste lo necesario.


Syla.
•A la verdad yo descubrí en él la ambi-


cion de muchos Marios : su juventud y los
ruegos de su familia y amigos le libraron.
Si me engañé en mi sistema de estermi-
nio , puede disculparme mi buena fe. El
éxito la comprobó. Yo abdiqué, no el po-
der absoluto de que nunca fuí ambicioso,
sino la mas ilegal y horrenda dictadura: ofre-
cí dar cuenta de mi conducta, y nadie se
presentó á pedírmela. Los Pompeyos , los
Metelos, las principales familias de Roma
favorecieron siempre mis proyectos. Me ex-
cedí en mis venganzas, es verdad; pero mis
amigos y los de la república justificarán que
no fuí un enemigo declarado de la huma-




126
nidad, y no ignoras que en la moral de
mi siglo era disculpado y aun laudable el
espíritu de la venganza. En fin, yo por lo
menos dejé állorna algunos años de liber-
tad; pero tú, monstruo, ¿ qué has deja(lo á
tu patria sino sangre , lágrimas y ruinas?


Robespierre.
El egemplo que deben seguir, si aman


la libertad.
Syla.


Tu administracion la baria odiosa aun
á los compatriotas de Milciades y de Leó-
nidas. Pero ¿cómo se puede establecer la
libertad republicana en un pueblo disemi-
nado por un extenso territorio, y someti-
do despues de tantos siglos á todo genero
de tiranía.


Robespierre.
Esterminando todos los tiranos, todos


los esclavos, y todos los que aspiren á ser
esclavos ó tiranos. Tú me diste el egemplo.


Syla.
Es verdad, y logré mi objeto; pero por


poco tiempo. Ya no podia subsistir Roma
con las instituciones que inmortalizaron el
siglo de los Curios y Fabricios. Yo tuve


t27
alguna vislumbre de esta verdad, cuando
abolí la potestad tribunicia. Era ya necesa-
rio concentrar el poder, aunque no tanto
como hicieron mis sucesores en la dic-
tadura.


Robespierre.
Si no hubieras perdonado á Cesar...


Syla.
¿Qué habria ganado la libertad? Pom-


peya tan moderado en los principios de
su administracion, hubiera sido al cabo
dueíio absoluto de la república.


Robespierre.
Y ¿ porqué no diste la muerte á Pompe-


yo , á aquel imbécil, cuya vanidad causó
tantos males á. Roma, como la ambicion
declarada de Cesar?. La superioridad ridí-
cula que siempre afectaba...


Syla.
Calla, monstruo: ¿yo dar muerte á Poni-


peyo ? ¿A mi amigo; á mi discípulo en el
arte de la guerra; al apoyo mas firme de
mi autoridad; al ciudadano mas ilustre de
Roma ?




2 8
Bobespierre.


Por lo mismo. Sin nivelacion no hay
libertad: por mucho menos que eso apun-
té yo en mi lista los nombres de Bailly,
Condorcet y Lavoisier. Me fastidiaba su su-
perioridad científica.


Syla.


Esa baja envidia es' el caracter 'distinti-
vo de almas como la tuya. Róiria -, mas 1-
bre que lo.T'será tu Francia en ninguna épo-
ca , ignoró el principio de -nivelacion : la
naturaleza lo desconoce tambien. Las dife-
rencias individuales se oponen á la per-
fecta y absoluta- igualdad. Basta que las le-
yes establezcan la de los derechos civiles.
Pero el. proyecto de exterminar todos los
que sobresalen en riquezas, talentos ó vir-
tudes, si se' hubiese de seguir metódica-
mente, dejaría ,solo sobre la tierra al es-
terminador. Y tú mismo ¿qué otra cosa
fuiste qua un ente superior, como los ma-
los genios? Si alguno, queriendo,. aniqui-
lar el inmenso poder que puso en tus ma-
nos la democracia; te hubiese asesinado co-
mo hicieron con tu rival y compañero Ma-
rat, ¿ qué dirías?


Robespierrei
Yó maté mientras pude: seguí mi ins-


tinto: que los demas sigan el suyo. Ada-
mas , yo fuí un verdadero ciudadano, pro-
clamé el triunfo de la razon y de la libertad.


Syla.


¡Hipócrita ! Aun eres nuevo en esta re-
gion de sinceridad. Aun no quieres des-
cubrir cuales fueron los infames móviles
que te lanzaron en el estadio demagógico:
aun no te resuelves al confesar esa sed de
sangre humana, que secaba tus fauces. Ja-
mas engañé al mundo. Fuí cruel , y anun-
cié que qnería serlo, porque creí que de-
bia serlo. No oculté que mis móviles eran
la restauracion de la libertad pública y la
venganza de mis injurias particulares.


Bebespierre.


Y tu nombre es un nombre de maldi-
cion sobre la tierra ; y yo terno que el mio
irá junto con el tuyo mientras los imbéci-
les humanos juzguen de los hombres y de
las cosas segun los resultados.


Syla.


- Estoy seguro de que no me confundirá
9




3O
la posteridad coñ un asesino cobarde. Si
Syla hubiera nacido entre vosotros, hubie-
ra sido un iloólie'ls un »orean, y acaso
hubiera 'Minado-les vuelos al despotismo
qué amenaza á ttf pais: pero 'Robespierre
en Roma y bajo la dominacion de Mario,
se hubiera contentado con desplegar el
caracter IiiiIttio de 'un Saturnino, sin
elevaráe'l la altura de un Tiberio Graeo,
ni aún .á la de China. El puebloromaño no
se hiliera dedo degollar por un furioso,
destitnido dé cualidades Civiles y militares.,


Robespierre.
Las.' épocas deciden :del....niélto de los


hembres.
Syla.


Peró los grandes'hOinbrek deciden de-la
suerte de sus paises.. Yo hice retroceder la
tiranía, y tu has apresurado su marcha
wictoriósá.'


Robespierre:
Larverdad es qué ni itt nation, ni la


miálérá digiá de la libertad' que quisimos
comprar á costa de Crífflenes y atentados.


Syta.
No calumnies los pueblos. Ninguno hay


que no sea digno de la libertad, asi como
del ayre que respira. La libertad es un don
inherente al hombre.,, y para merecerla, le
basta nacer. La dificultad consiste en ti
modo de hacerla conocer y amar; y en es-
to nos engañamos tv. y yo muy penuiciosa-
mente. Mi error fue 14:oval:Je: el ;tuyo vc-
luan:ario y criminal.


.Robespierre.
Y ¿,por qué


-
esa diferencia?


Syla.


LOO romanos., iguales tu ,esta parte cola
las domas .:rep4blicas de la .,atitignedad ,
tonoMainos una mlanctm Tic ser libres., quo
era la democracia de todas las combinacio-
nes políticas , que pueden tener por .resul-
'tad° la libertad: las naciones antiguas-adop.-
taron la inassencilla y la c'tue debió -ocurrir
mas pronto nl espíritu humano, y fue dar á
cada individuo una parte igual en el tgerci-
eio de la soberanía.. Esta democracia simpli-
císima pudo sostenerse , mientras los' terrio-


-.rios de los estados fueron pequemos-;' poi
-esta razon seestendió ygeneralizó de Itno-


:do , que no se m:eia -que los hombres pudie
9.




132
sen ser libres de otro Modo. Cuando los
pueblos de Italia conquistaron el derecho de
ciudadanía; ya no eran aplicables en Roma
las instituciones populares de su origen.
Por otra parte , nosotros no conocíamos mas
principio conservador de la libertad, que
las buenas costumbres : apenas se corrom-
pieron, se previó la esclavitud , porque ig-
norábamos el arte de ligar los intereses pri-
vados al público, y solo sabíamos sacrificar
nuestros placeres, nuestros bienes y mies
tras vicias por la salvacion ó la gloria de la
patria. La funesta ambicion de dictar leyes
al universo apoyada sobre preocupaciones
religiosas, el hábito de vivir en el foro, la
direccion singular de nuestras ideas y sen,-
timientos , todo contribuyó á que fuese im-
posible para nosotros un sistema de liber-
tad diferente del que teníamos. Yo , que
jamas sentí la ambicion del mando, aunque
altamente Toseido de la de la gloria, creí
que Roma no podia ser libre sin esterminar
los hombres corrompidos ó débiles, que se
llamaban ciudadanos suyos. Atribuí á los
vicios individuales lo que solo era efecto de
-la situacion á que nos habian reducido nues-
tras victorias. Estendí mi segur con la ener-
gía y omnipotencia, propias de im dictador,


133
sobre un pueblo incapaz ya de la libertad,


.que yo insensato le condenaba.


Robespieire. .


Yo seguí tu conducta. Si es un yerro, el
mismo yerro hemos cometido. Yo y - mis
parciales invocábamos los grandes egemplos
de Atenas , Roma y Esparta para atraer á la
libertad un pueblo ilustrado , peró envege-
eido eh la esclavitud: todo fue en vano.


Y debió serlo: y vosotros debisteis pre-
veerlo , y lo previsteis ; pero os cegó el des-
apoderado amor de sangre y de ruinas. Ese
pueblo ilustrado , que sedugísteis para de-
gollarlo , no ignoraba cual era el sistema de
gobierno libre, que le convenia, atendidas
sus circunstancias y la estension de su térri-
torio ; pero ni yo,ni los romanos de mi tiem-
po lo conocian. Muchos ilustres ingleses me
han hecho su descripcion : un sabio y res-
petable magistrado de tu pais me ha demos-
trado sus principios fundamentales : un gran
filósofo de América meha hecho ver su apli-
eacion al gobierno republicano; pero es muy
probable, que si los mas insignes oradores
del universo se hubiesen presentado en los




rostros para persuadir ai pueblo romano
quedo adoptase apenas se les hubiera es-
cuchado. Los orgullosos descendientes de
Quirino no hubieran visto en el sistema
constitucional mas que una aristocracia clec
tiVa ; y hubieran pasado muchos años antes
que comprendiesen , qué cosa es la delega-
cion de la voluntad pública en un corto nú-
mero de representantes. Los ciudadanos de
Roma vivían en el foro , y nunca se hubie-
ran reducido , sino por la fuerza , á enco-
mendar á otros la direccion de los negocios
públicos. Pero la situacion de la Francia es
muy diversa: y ha sido el colmo de la ob-
eccacion y de la maldad proclamar la liber-
tad ateniense ó espartana en una nacion de
estenso territorio, de blandas costumbres,
amante, de los placeres, y donde el interés in-
dividual es el gran móvil de la conducta de
los ciudadanos. ¿No conocíais el sistema re-
presentatiVo ? ¿ no teniais á la vista el egem-
plo de Albion ? Vosotros mismos ¿ erais otra
cosa que los compromisarios del pueblo? Los
romanos querian una libertad casi ilimitada:
porque eran ambiciosos y aspiraban al poder;
pero vosotros ¿podíais ignorar que los euro-
peos de vuestro siglo solo quieren aquella li-
bertad que les asegure el goce de sus derechos


1.31
civiles y naturales ? ¿Podiais ignorar que las
formas é, inslituciones republicanas pugnaban
directamente. con los hábitos,los . intereses y
los placeres de las naciones modernas ? ¿Por
qué convertísteis el sistema representativo
en una democracia imposible de consolidar,
y despues en• ,una. dictadura oligárquica y
esterminadora.


Robespierre.


Fue preciso el terror para comprimir los
enemigos de la libertad.


Syla.


¿ De cuál? ¿ de la republicana ? -Esa no
tiene, ni tendrá amigos en tu pais. En cuan-
to á la moderada que es propia del sistema
constitucional, esa no se .defiende con fti-
rores , sino con leyes y razones. :Ademas,-
¿'f-ne preciso tambien destruir -sucesiyamenIe
todos los vínculos sociales ? Vosotros dego.-r
liasteis realistas, constitucionales ,. republi-
canos, jacobinos: ¿ qué .partido se librb. de
vuestra segur?


Robespzerre.


Tbdos eran satélites del despotismo. .




136


Dí mas bien que todos •.eran enemigos
de los apóstoles de la anarquía.


Robespierre.
No estaban á la altura de nuestros-prin-


cipios : unos eran pérfidos, otros débiles:
otros estaban cansados de la lucha contra
toda Europa: algunos se volvian atrás horro-
rizados de la sangre vertida y dela que fal-
taba verter. A cada momento conspiracio-
nes : el occidente de la república en com.-
bustion : la desmembracion federal indica-
da : eran forzosas las grandes medidas , los
grandes golpes de la política. •


Syla.
Y ¿-quién os atrajo tantos enemigos sino


vuestro delirio y vuestras maldades ? Si no
hubierais proclamado un sistema insocial;
si no hubiérais escitado las conspiraciones de
todos los partidos, amenazando la seguri-
dad general, si no hubiérais diezmado la re-
presentacion de que erais parte , en fin , si
no hubiérais presentado á la faz de la Eu-
ropa espectáculos horribles y tremendos, so-
braba con la poblacion y el valor de tus
conciudadanos para libertar de enemigos


r37
vuestro suelo ; como lo verifican eri el dia,
no en• virtud de vuestras medidas , sino con-
tra el efecto que debia resultar de ellas.


Robespierre.
Veremos lo que hacen cuando les falte


el temor que yo les inspiraba.


Syla.
Facil es de proveerlo. Triunfarán de los


enemigos esteriores , porque estos se des-
tinirán, y los recursos militares de tu pais son
inmensos. El general, que haya contribuido


t maná la victoria , será dueño de la repúbli-
ca. Si es un Timoleon, la libertad durará, á
lo menos mientras él viva : si es un Cesar,
la ahogará entre sus brazos : si es un Cleó-
menes, restablecerá la monarquía moderada.
Habeis tráido la Francia á tal punto, que su
suerte futura depende del caracter de un sol-
dado , que quizá está por nacer todavía.


Robespierre.
• Quizá no : y si mis presentimientos no


me engañan , ya iba yo despejándole el ca-
mino para el cadahalso al tirano futuro de
mi pais. Su osadía , su inteligencia , su in-
trépida arrogancia aun en los grados infe-.




¿38
mores de la milicia.... Vuelvo á mi princi,
pio: Destroncar las plantas que descuellan„
no tiene otro abono el árbol de la libertad.


Syla.
. Y no ignoras que esa ha sido repetidas
veces la gran máxima del despotismo.... Las
prendas personales de un ciudadano , por
mas heróicas que sean, no bastan á esclavi-
zar una república, que está. contenta con
su régimen.. Pero _cuando el patíbulo es el
único baluarte de la libertad, cuando lA
seguridad pública y privada están confiadas
al demagogos sanguinarios, entonces el sol,.
dado audaz y dichoso , que restituye al pite,
blo la paz esterna. y la tranquilidad bite,
rior, , será mirado como el salvador de la
patria ; y el yugo de servidumbrservidu bre que lyor
ponga, como el mas señalado bonoicioXa
pulo , Fabio Máximo y Escipion , irrloclOol
del heroismo virtuoso , quizá hubieran pen7
salo en esclavizar la libertad anárquica ,
si hubieran nacido en los óltimos tiempos
de la repúblca ; cuando Mario ó Cesar hu-
bieran sida en los primeros dignos riyale s
de los Cincinnatos y de los Manlios..Esta es
una leygeneral del mundo político :-el abu-
so de la libertad conduce á la ~Nula ,


t 3p
la anarquía ál despotismo bajo 'eldes5
potismo será de una nacion lo que quiera
su déspota. é Y quién sabe á qué especie de
esclavitud está destinada esa Francia , por
cuya libertad has afectado tan cruel solici-
tud ? Pero por mas ignominiosa que sea la
cadena que le impongan, ningun gobierno
le será mas funesto que el tuyo : ó por me-
jor decir, tu serás culpable, á los ojos (le
la posteridad, de todós los males que sobre-
vengan á aquel desgraciado pais , porque no
habrá uno solo que no tenga su raiz ó su
pretesto en la anarqüía que organizaste. Los
gobernantes futuros , siempre que quieran
establecer alguna ley opresiva , dirán que


-,es necesaria para evitar la anarquía de Ro-
bespierre. Toda medida ilegal , toda admi-
histracion(privilegiada toda supresion de
los derechos naturales, será justificada por
la necesidad de resistir á los principios que
proclamó Robespierre :- la Europa entera
se armará con el pretesto de impedir que
se restablezca la república de Robespierre.
Sí , malvado: tu nombre y tu memoria
causarán á la Francia males de mas tras-
cendencia que los que le causó tu segur
y hasta en la época en que los franceses
querrían arrancar de su historia las pági-




4


40
nas que ensangrentaste , aun entonces bas-
tará tu recuerdo para legitimar la opresion
que se egerza contra ellos. Hé aquí la li-
bertad que diste á tu patria. Tú has he-
cho retroceder , quizá para siglos, la mar-
cha del espíritu liberal.


Robespierre.
Y qué podia yo hacer en las circuns-


rancias en que me hallaba í)


‹Syla,
<3 Y debiste tú sin talentos ni virtudes


colocarte en la cumbre del poder, sur7
péndola á hombres mas beneméritos, aunque
imprudentes ?Vil insecto , por qué te ele-
vaste sobre el lodazal que fué tu cuna ? Tú
y tus secuaces no habeis hecho mas que
seguir vuestro instinto. Atroces calumnias,
rencores profundísimos y enérgicos , deseo
insaciable del mal, ambicion desmesurada
del mando solo para satisfacer aquel deseo ;
lié aquí cuales fueron vuestros talentos pa-
ra elevaros -; y esos han sido siempre los
de vuestros semejantes en las revoluciones
pasadas de los imperios. Cuando el poder
de las circunstancias os coloca en el trono,
?l mundo ha visto lo que sabeis hacer. Np


X41
Os culpo yo á vosotros, como no culparé á
la víbora porque derrame su veneno. Acu-
so , sí , y conmigo la posteridad acusará á
aquellos estúpidos -egoistas , que, luchando
contra el espíritu de su nacion , quisieron
retener en su mano á vivas fuerzas el po-
der y los privilegios que la opinion pú-
blica y las luces del siglo les arrancaban.
Acuso á aquellos imprudentes que empren-
dieron fundar en:el suelo de la Francia una
libertad republicana é indefinida, de que
no era capaz. Acuso la rencorosa lid de los
partidos, la exaltacion de las pasiones, la
exageracion de los principios , los nombres
inventados para proscribir la pertinacia mú-
tila en no admitir capitulacion ; y acuso ,
en fin, á un gabinete versatil, tímido , arro-
gante algunas veces para su mal, vendido
á la faccíon aristocrática , y que desconocia
el abismo abierto para tragarle á él y á la
nacion entera.


Robespierre.
Todos tienen disculpa. El instinto de la


aristocracia es dominar. Es imposible que
existan sin aspirar al poder y á las riquezas.
Los amigos de la libertad no podian transi-
gir con semejantes enemigos. Ser o no ser :




• -142
esta es su divisa. Fue preciso esterminarles
para establecer un . gobierno libre.


Syla.
Si estaba escrito en el libro de los desti-


nos que la Francia diese un egemplo ter-
rible á los reyes y .á las naciones., por lo
menos ¡ que el escarmiento no sea inútil
para la posteridad! ¡ que aprenda el go-
bierno á consultar cl espíritu de su siglo y
á adoptar las reformas que dicte la opinion
general ! ¡ que aprendan los pueblos á no
buscar en la licencia y la anarquía el equi-
valente de la libertad que : se les niega.!


Robespierre.


Qué harán , pues
Syla.


La paciencia produce á veces mejores
efectos que el furor. Roma sufrió el reyna-
do de Tarquino : la tiranía se hizo traycion
á sí misma, como siempre sucede, y el dés-
pota cayó destronado por la unanimidad
de la opinion pública. Un pueblo, que besa
hoy el yugo que le oprime , lo despedaza-
rá irritado al -cabo de algunos años de
prueba. Y en fin, si es evidente que tras la


145
licencia viene el despotismo, búsquense to-
dos los medios posibles de conquistar la
libertad antes que sacrificar la generacion
presente, sin utilidad ninguna para la ve-
nidera.


Robd:spierre.
Esas palabras son la condenacion de tu


conducta.
Syla.


¡ Ay de mí ! Siempre me persigue el re-
mordimiento de mis crueldades. A pesar
de cuanto puedo alegar para disculparlas,
las sombras indignadas de los ciudadanos
romanos que inmolé á la venganza y á mis
bárbaros amigos , mas bien que á la li-
bertad, se agitan ante mis ojos , é inundan
mis labios con los raudales de su sangle.


Robespien.e.


Yo estoy libre de esa persecucion. Jamas
sentí el remordimiento; pero si alguna vez
llegara á arrepentirme de los que tú , llamas
mis crímenes.., no habria en el Tártaro seno
bastante profundo para huir de mí mismo.




144
145


Syla.


No conociste la conciencia


aquí la ve-
rás por la primera vez...., Las Euménides
se acercan. Vé, malvado : sal á recibirlas.
Pronto se cebarán en'tu corazon todas sus
serpientes , y probarás , aunque tarde, cual
es la venganza de la humanidad ultrajada.


DEL partido que la nacion debiera
sacar de las mugeres , aplicándolas
á todos los oficios que pueden des-
empeñar.


Es estrafio que en esta época tan fecun-
da ningun escritor nuestro haya fijado toda-
vía su atencion en el influjo que tienen y
deben tener las mugeres en la prosperidad
y riqueza del Estado. Las mugeres forman
la mitad del género humano ; sienten, ex-
citan, aplacan, persuaden, y por esto mis-
mo concurren ,


poderosamente á las mu-
danzas y revoluciones políticas que espe-
rimentan los imperios. Todo el que leye-
re la historia con discernimiento , hallará
que no se ha verificado en el globo ningun
suceso político de alguna importancia en
que hayan dejado de ser las mugeres uno
de los principales resortes. Con todo eso,
no se ha examinado bastante su accion , por
ser las mas veces indirecta, y habernos
acostumbrado á considerarla casi como nula.
Libres por su naturaleza, aunque eselavi-


Io




146
zadas por las pasiones de los hombres , las
auto-eres ordinariamente encubren ó disi-
mulan su tendencia hacia la libertad; pero
la misma violencia que sufren, sometidas
á la mayor fuerza fisica y moral de los hom-
bres , las hace naturalmente enemigas de
los déspotas y afectas á los principios libe- ,
1-ales. Muchas veces en ellas el ingenio su-
ple la falta de instruccion , y esto hace to-
davía mas necesario el estudio y la obser-
vacion de su particular instinto.


No nos proponemos hacer en este lugar
una apología del bello sexo , ni repetir los
elogios, acaso exagerados, que algunos han
hecho de sus dotes intelectuales : nos basta
poder sentar, sin temor de que se nos tache
de lisongeros , las dos proposiciones siguien-
tes como ciertas:


En general las mugeres son mas vir-
tuosas que los hombres.


2.a El dc. .ninio que los hombres égercen
sobre ellas , es injusto y á veces tiránico, y
por esto no concurren en cuanto pudieran
á la prosperidad del Estado.


Antes de entrar en las pruebas de la pri-
mera proposicion, decimos que por la ca-
lificacion de -virtuosas no entendemos que
las mugeres estén dotadas de mas prendas


147
morales que los hombres, ya provengan
estas de su especial organizacion , ya del
habitual egercido de sus facultades intelec-
tuales. Tain i


-.oco negamos que los hombres
posean casi exclusivamente ciertas virtudes
propias de su sexo , y que no cuadrarian
tan bien á la3 mugeres. El - valor, la fuerza
y la osadía que son necesarias para señalarse
en las empresas militares , sobresalen en
el hombre dotado por la naturaleza de mús-
culos mas robustos que la mugen, la cual
parece destinada por su propia organizacion
á las ocupaciones domésticas y sedentarias.
Decimos que las mugeres son mas virtuosas
que los hombres, porque ordinariamente
cumplen con mas exactitud las obligaciones
propias de su estado, al mismo tiempo
que csperimentan la injusticia á que las
somete su debilidad en la compafiía de
aquellos.


El que considere el amor filial con res-
pecto al padre y la madre, hallará la justa
Medida del aprecio que merecen los desve-
los del uno y del otro. No hay elogio cor-
•espondiente á la paciencia beróica con


que sufre la muger todas las incomodidades
y molestias que acompailan á la lactancia de
sus hijos , cuando todavía estos no inspiran


o.




48
ningun interés; ni al ver cómo una madre
sacrifica su belleza, su salud y á veces su
propia vida para sustentar la de aquellos
párvulos á quienes ha dacio el ser, ó á la
consideracion del interés que toma en la
suerte de todos los que la rodean y esperi-
-mentan de cerca los efectos de su sensibili-
dad y solicitud, que la afectan á ella sola
mas que á toda su familia junta.


La caridad se egerce por la muger de un
modo mas desinteresado y mas dulce que
por el hombre ; y asi parece que la atmós-
fera mas propia de la muger es aquella en
que respira el desgraciado. Quién no
echaria siempre de menos en sus dolencias
y enfermedades el particular cuidado y la
asistencia de una muger? Ellas son tambien
mas piadosas, y mas exactas en el cumpli-
miento de los deberes religiosos. La cons-
tancia con que siguen las labores que em-
prenden , la confianza ciega que ponen en
el que toman por protector y compañero
suyo , la docilidad con que se someten á la
voluntad del que creen aventajarlas en luces
y esperiencia , las hacen tan útiles y aco-
modadas al estado social, que admira verlas
representar en él un papel tan poco impor-
tante. Si al mismo tiempo atendemos á los


49
cortos auxilios que pueden sacar de la edu-
cacion generalmente descuidada que se da
á su sexo , tendremos que confesar hay mas
•mérito de parte de ellas, y que la posesion
de sus buenas cualidades es producto de un
grado mayor de virtud. Ya sabemos que al-
gunos escritores satíricos se han empeñado
en pintar con fuertes colores los vicios y
pasiones mas dominantes de las mugeres,
ponderando su incostancia, su soberbia, su.
avaricia, su falsedad y otros defectos que
quieren atribuirlas casi exclusivamente ;
mas estos vicios que efectivamente resaltan
en algunas mugeres, sobre sernos comunes,
dimanan en gran parte de la educacion mez-
quina que ellas reciben , y de la opresion en.
que las mantiene el abuso que hacen los
hombres de su mayor fuerza : fuera de que
la sátira siempre es exagerada, y suele ge-
neralizar los vicios que representa en algu-
nos pocos individuos depravados.


Y quien de nosotros podrá maravillarse
de la corrupcion de muchas mugeres, al
considerar el abandono y casi total olvido
de sus intereses propios en que las han deja-
do , todavía mas que nuestras defectuosas
instituciones , nuestros usos y bárbaras cos-
tumbres ? En otros paises mas advertidos y




150
civilizados que el nuestro, sabe el gobierno
sacar mucho mayor partido para la pros-
peridad del Estado de las facultades físicas
y morales de las mugeres ; y las pobres ,
mientras son jóvenes, hallan mas fácilmente
los medios de formarse su dote con el tra-
bajo , de ayudar á sus maridos en la socie-
dad conyugal ; y de mantenerse indepen-
dientes, cuando no pueden ó no quieren
casarse. Nosotros, no contentos con excluir-
las de la administracion de los negocios pú-
blicos , del santuario, de los tribunales, de
los egércitos , de los oficios á que no al-
canzan sus fuerzas , y de todos los empleos
que dan autoridad y lucro ; nos hemos apo-
derado tambien de las artes y manufactu-
ras q :e ellas pudieran muy bien desempe-
ñar , y que por medio de la aplicacion y
la industria procuran á los que las egercen
utilidad y consideracion.


Haya enhorabuena oficios y ocupaciones
de que las mugeres estén excluidas por su
debilidad , ó por no ser compatibles con el
pudor que especialmente exige su sexo.
Mande y rija aquel que pueda defender, co-
no dice madama Genlis, presida el hombre
solo en los tribunales y delante del altar;
-vaya á la guerra ; dirija las operaciones de.


IJI
la navegacion; prepare y forje el hierro y
los demas metales; sea arquitecto, leñador,
cargador, carpintero, y en In empléese ex:,
elusivamente en todas aquellas ocupaciones
que requieren la fuerza de cuerpo ó de es,
píritu que no le fue dada al bello sexo en
su especial organizacion; pero ¿qué razon
hay para que veamos igualmente poblados
de hombres los almacenes de los merca-
deres, y los talleres de los bordadores, te-
jedores, medieros, relogeros, libreros, za-
pateros, sastres, peluqueros y otros muchos
oficios que las mugeres pueden egercer con
la misma perfeccion? ¿Quién no se aver-
guenza al mirar en el taller de un sastre sen-
tados sobre una tabla, con los pies cruzados
y el acerico prendido en la manga de la
chupa, á seis ó mas mozotes robustos que
emplean todo el dia en coser un vestido,
ó en hacer prolijos pespuntes en un cuello?
¿ Quién puede tenerse de risa al ver á otros
inclinados sobre un bastidor acomodando
hilos y lentejuelas de plata ó de oro al di-
bujo de una granada, de una palma , ó
otra bagatela semejante? Tales artesanos, al
paso que se envilecen, digámoslo así, usur-
pan á las mugeres las ocupaciones propias
de su sexo; y cogiendo la, utilidad que de




1
152
ellas podrian sacar, las quitan los medios
de formarse un dote propio suyo é indepen
diente de la voluntad apena.


Esta injusticia resalta todavía mas con-
siderando cual es la condicion de una mu-
ger nacida de padres pobres, aun cuando
estos la hayan dado lo que llamamos una
educaciorr cristiana y laboriosa. Todo su
saber se reduce á coser ropá blanca, hacer
calceta, leer y escribir"malamente, y á des-
empeñar los quehaceres mas ordinarios de
la casa, como el barrer, fregar, cocer y sa-
zonar la olla. ¡Dichosa sin embargo la que
sabe esto poco; y mas dichosa aun si á ello
reune la pureza de costumbres. Mas una
joven que no saca de la sociedad otra ins-
truccion, ¿en qué podrá ayudarla, ni á su
marido cuando se case? ¿Cómo podrá con-
tribuir con él egercicio de sus facultades al
incremento de la riqueza del Estado ? Será
muy poco ó nada en comparacion de las
utilidades que podría rendir á la una y al
otro sabiendo algun oficio.


El descuido de nuestras instituciones so-
ciales en esta parte tan importante de la
economía pública, causa el estado casi per-
manente de mendicidad y miseria en que
se encuentra la mayor parte de las familias, •


153
pobres del reyno, por hacerse forzosamen-
te la mugen una verdadera carga del ma-
trimonio, cuando deberia contribuir por su
parte á las ventajas de la sociedad conyu-
gal y al bien estar de su familia. No por
esto recomendaríamos los reglamentos pro-
hibitorios; ni quisiéramos que se excluyese
á los hombres del egercicio de las ocupa-
ciones que pueden muy bien desempeñarse
por mugeres; pero desearíamos que á estas
les facilitase el gobierno la concurrencia con
aquellos en los susodichos oficios, y que los
hombres nos acostumbrásemos á darlas lá
preferencia, para que las familias particula-
res y el Estado sacasen todo el partido po-
sible de la buena aplicacion de su sexo.


No ignoramos que en diferentes provin-
cias de España hay ciertos oficios que las
mugeres desempeñan esc • isivamente, como
por egemplo, el de tegedor en Asturias; de
manera que allí parece tan extraño oir que
un hombre es tegedor, como si en Madrid
se difiera N. es planchador ó modista. En
la misma provincia, y en otras varias de
la costa y de la frontera, es tan comun co-
mo laudable el ver á las mugeres encarga-
das del cuidado de almacenes grandes, lle-
var cuenta y raid n de las compras y ventas,




154
y tener los .libros necesarios para esto con
la misma facilidad y exactitud que los hom-
bres. Allí tambien su dulzura y atractivo
influyen poderosamente en el mayor des-
pacho de las mercaderías que se ponen al
cargo de ellas.


Tal vez esta economía de brazos y la dis-
creta distribucion que resulta del trabajo
entre el hombre y la muger, son las causas
principales de la diferencia grande que se
advierte entre las comodidades que disfru-
tan las familias de dichos pueblos, y la mi-
seria ordinaria de las de los lugares del in-
terior del reyno , asi como tambien de la
mejoría de sus costumbres. Allí la muger
aplicada y laboriosa gap lo suficiente para
alimentarse y vestirse mientras se mantiene
soltera, y para ayudar á su marido cuando
se casa; al paso que en las demas provincias
de .España el jornal de una muger que no
se sugeta á servir, á penas alcanza para su
propio sustento.


Consideremos las ventajas de una joven
pobre y sin dote que sabe un oficio, cuando
se casa con otro joven que tiene el suyo. En
este matrimonio laborioso morará la virtud,
no aguijará el hambre, ni será jamas una pla-
ga la fecundidad: no temerá reproducirse es-


a55
fa union , porque lejos de experimentar una
carga, hallará alivio y una utilidad cierta en
cada individuo que acrezca á la familia.
Pero no sería así si la manutencion y bien
estar de.todos dependiera del producto del
trabajo, del marido solo, y si no hubiera
medios de reemplazar las pérdidas y gastos
de una enfermedad ó de cualquier otra sus-
pension involuntaria. Consideremos tam-
bien la diferente suerte de otra joven que
permanezca soltera, estando instruida en
algun arte ú oficio : porque Pudiendo en-
tonces bastarse á sí misma, dejará cuando
quiera de ser gravosa á su familia , y por
hacerse independiente, no estará menos al
abrigo de los embates de la seduccion. Lo
mas probable es que tales mugeres encon-
trarán siempre con quien casarse, pudien-
do con su trabajo doblar los medios de sub-
sistencia en el seno de su familia, y multi-
plicar las comodidades de su esposo , en
vez de disminuírselas, como sucede por lo
com un.


Las ventajas que de esta reforma se si-
guieran al Estado son tan claras y palpables,
que nadie hay que no las perciba desde lue-
go sin necesidad de enumerarlas ; pero la
egecucion depende de nuestro convencimien-


Y




s56
to, que es él primer móvil de nuestra volun-
tad. Los gefes de familia deben principiar la
reforma venciendo sus preocupaciones, y em-
pleando á las mugeres pobres y aplicadas en
todos aquellos oficios y menesteres comunes
que pudiesen desempefiar. El gobierno debe
facilitarlas al mismo tiempo los medios de
instruirse en los artefactos y labores que es-
tan al alcance de ellas. Ya vemos con el ma-
yor placer que se ha dado el primer paso
estableciendo escuelas de enseñanza
tua , las cuales abrirán el camino á la ense-
ñanza general de las mugeres. Claro está que
esta importante institucion no bastaría por sí
sola para llenar los fines de la sociedad. En
las capitales de provincia deben establecerse
talleres públicos para diferentes ocupacio-
nes mugeriles , y ponerse al frente de ellos
maestros y maestras hábiles que enseñen
gratuitamente á todas las jóvenes que quie-
ran matricularse. Estos maestros\ debieran
ser pagados por los ayuntamientos, y estar
bajo la inmediata direccion de los gefes- po-
líticos y alcaldes constitucionales , mayor-
mente en las ciudades de aquella clase donde
no hubiere sociedades económicas que pu-.
dieran encargarse de este cuidado.


No debe ser larga la duracion de esta


157,
erxsefianza geatItita contratándose antes el
término del aprendizage, como lo hacen los
hombres con sus respectivos 'maestros de
oficio. Con todo eso , habria que hacer siem-
pre algunos gastos para establecer de pri-
mera planta estas escuelas gratúitas, y con-
fiarlas á buenos maestros y maestras de ofi-
cios mecánicos, sin echar mano de charla-
tanes y 'aprendices por atender á una eco-
nomía mal calculada ; pero debe tenerse en
consideracion : 1. 0 la importancia de un ob-
jeto que no menos interesa al bien estar es-
pecial de las familias pobres del reyno , que
al aumento de la poblacion , riqueza y pros-
peridad del Estado : 2.° que las utilidades
que dejarian á estos establecimientos de be-
neficencia las mismas aprendices en el últi-
mo período de su asistencia á los talleres, po-
drian resarcir el total ó casi total importe
de lo que se hubiese anticipado para su en-
señanza. Al cabo cuando de este empleo de
los fondos públicos ó comunes resultase de
pronto alguna pérdida , é qué especulacion
pudiera ofrecerse al Estado ni mas inmedia-
tamente util ni mas benéfica ? Pero no olvi-
demos que todos debiéramos concurrir á un
fin de tanta importancia : los fabricantes reg-
nícolas de artefactos que pueden desempe-




T
X58
riarse por las mulleres tienen ya plantifica-
dos los talleres que proponernos, y en don-
de encontrarian ellas la instruccion que se
desea, si quieren abrírselos y preferirlas á
los hombres que emplean en el mismo tra-
bajo.


No pretendemos que nuestras mugeres
imiten el egemplo de las Amazonas que , h-
diaron cuerpo á cuerpo con Alcídes ,
ambicion de Semiramis , reyna de los asi-
rios, que sometió á su imperio la Etiopia y
llevó, corno Alejandro despues , sus armas.
vencedoras hasta la India , ni la velocidad
de Camila , general de la caballería de . los
Volscós , ni el varonil esfuerzo de Juana de
Arco , vencedora de los ingleses , ni la pru-
dencia de las Isabeles de Castilla y de In-
glaterra , ni aun la erudicion y ciencia de
las Teresas de Castilla, y las Dacier, Des-,
houlieres, Lafayettc, y Staél de Francia: nos
contentaríamos con que supiesen leer, es-
cribir y las primeras reglas de la aritmética,
como con estos conocimientos preliminares
se las abandonasen todas las labores de agu-
ja y lanzadera, propias de su sexo, y que
comprenden una multitud de oficios diferen-
tes, que seria tan inutil corno prolijo entizne,:
1-ar, , considerando los usos ordinarios que


59
rse hacen del lino , del cáñamo , de la lana,
de la seda y de la ductilidad de los metales..


Importa tambien convencerse de que las
mugeres tienen igual disposicion que los hom-
bres para adelantar en las artes liberales, y
que pueden desempeñar otras muchas me-
cánicas, economizando para utilidad de la
patria el empleo de los hombres en otros
trabajos que requieren mayor grado de fuer-
zas físicas de ingenio. En fin considérese
que en este asunto - se interesan poderosa-
mente el bien estar y la felicidad de las
milias pobres de la nacion , la mejoría de las
costumbres, el aumento de la poblacion , la
economía del trabajo y de los salarios , la
utilidad y perfeccion de las artes y la pros-
peridad del Estado.


ADVERTENCIA.-
Habiéndose anunciado en el Constitucio-


nal del 6 de este mes que Moratin Iza hecho
en París una nueva edicion de sus Comedias,
estamos autorizados para avisar al público
que Moratin, no solo no ha hecho, ni man-
dado hacer en París; una nueva edicion de
sus Comedias, ni cuidado de las dos que
han hecho unos libreros de aquella capital
por propia especulacion ; sirio que ni aun se
hallaba en Francia cuando se han reimpreso
sus Comedias ; y que quizá no tiene él á es-
ta hora noticia de aquellas dos reimpre-
siones,




97
118


16o


INDICE DE LOS ARTICULOS


contenidos en este número.


Actas de las Cortes. Sesion del
2/ de septiembre. Rjugiados en
Francia . .


Diálogo entre el cardenal D. GAS-
PAR de BORJA y VELASCO, y D.
JUAN CARREÑO de MIRANDA,
pintor de cámara de CARLOS II
sobre el aprecio, suerte y para-
dero que tuvieron sus retratos
desde que se pintaron hasta aho-
r?7, .. . ...


Diálogo. SYLA y ROBESPIERRE
Del partido que la nacion debiera


sacar de las 7721tgCreS aplicán-
dolas á, todos los oficios que pue-
den desempefiar. . . •


.ddvertencia


pag. 81


145


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO:


N.' 9.0
SABADO, 30 DE SETIEMBRE DE '820.


ACTAS DE LAS CORTES.


SESION DEL 21 DE SETIEAIBRE.


Continuacion del ártículo 1.0 del número
(interior.


Es del interés de la sociedad entera que -
asi que una ciudad ha sido tomada por el
enemigo queden abandonados los expósitos,
los enfermos y los inválidos, y se abran las
cárceles , y se dé suelta á los asesinos y sal-
teadores ? Nos parece que nadie se atreverá':
á sostener semejantes absurdos. Luego el mas'
puro patriotismo , el interés general bien
entendido exigen qne en los payses someti-
dos á las armas de un invasor haya alcaldes
y ayuntamientos que cuiden de -la policía
urbana, de la administracion de los propios


II




x6'11
y arbitrios y del gobierno civil de los pue,
blos ; jueces que fallen las demandas que
cerca de sus respectivos derechos intenten
unos contra otros los habitantes ; y que per-
sigan, arresten y castiguen á los malhecho-
res (de delitos políticos se hablará á su tiem,
po) , oficinas encargadas de la reparticion,
cobru y distribucion de los impuestos de to-
das clases, y gefes que con cualquier título
esten á la frente de las provincias, y cuiden
de todos los ramos de la adminiaracion pú-
blica. Y si no dígase de buena fe, si en las po-
blaciones grandes y chicas que han estado
constantemente ocupadaspor franceses, uno,
dos , tres, cuatro y hasta cinco años, no hu-
biese habido en todo este tiempo gobierno,
juez magistrado ni funcionario alguno ci-
vil d qué hubiera sido de sus infelices habi-
tantes ? ¿ qué se hubiera encontrado al tiem-
po de la reconquista en los payses ocupa-
dos? Ruinas, desolacion y desiertos. Luego
es evidente, de toda evidencia que: en los pue-
blos conquistados debelaber-por4,interés
mismo de sus hábitantes : , empleados públi-
cosi de:varias especies. Suponiendo pues que
fueron útiles , necesarios , indispensables;
preguntaremos de nuevo ¿ debieron ser fran-
ceses ó españoles Admitiendo . :como posi-


/03
hle que unos estrangeros que, congelan,
nuestros usos y ,,costumbres , nuestro liste-
ma de rentas, nuestra legislacion civil y cri-
minal, la práctica y rutina de nuestras ofici,
nas , y que ni aun entendian losmas de ellos
el idioma , hubieran podido gobernar los
pueblos , administrar justicia, manejar pa-
peles de oficinas, en suma desempeñar to-
das las partes del servicio público, ¿ hubiera
sido mejor que á la nube de sus innumera,
bles empleados en los egércitos, como inten,¿.
dentes ordenadores , comisarios , guarda,
macenes , directores y subalternos de hospi
tales etc., se hubiese añadido otra nube t0.71
davía mayor de empleados civiles para el go-¿
biérnor de las prpvincias- que ocupaban? ¿Ha-
brá quien sostenga- racionalmente ( porque


- diciendo absurdos se puede sostener cuan-
to se quiera) que la parte sometida á su do-
minacion hubiera estado mejor gobernada y,


- hubiera sido mas feliz si hubiese tenido 'al,
caldes , regidores , prefectos, subprefectos
contadores, tesoreros y oficinistas todos frau-
ceses, corregidores, jueces de primera ins-
tancia y ministros togados venidos de mas
allá de los- Pirineos ? ¿,Se hubiera ganado.
algo en que la chancillería de Valladolid
y la. audiencia de. Sevilla hubiesen estadch.


II,




í14 , .
compueStaá'Madgados de• París? '¿'No
hiera; siddegte nuevo-itilded"hecho á 1
riatión *áltá-tólá.eSpailola ? Y 'bien : si eá..
IO, PareOe- ="álibra'abSUrdo y perjUdícial, ¿no
Se : ve sido 'imputar á delito


alcaldes del •crimen , y jueces
de 1primera" instancia el - - citié t bayan perma-
necido egerciendo en pais conquistado las
fünciOnes cde''sus ¡respectivas • Magistraturas?


cuánta M'as injusto todavía suponiendo-.-
lo posible exigir que ellos y todos los de-
mas emplea:15S' huyesen d& 'sus domicilios
al:a:cercará& los franceses ? ¿'A:'`dónde huz
biéran ídicí este caso' ¿ A Cádiz ? ¿ Pero
hubieran cabido todos? ¿hubieran sido ad-
mitidos `dentre'de sus muros? ¿ se les hubie-
M podidO . dáis: Para subsistir ? Y cuando sus
personas hubieran cabido y se les hubiese
recibido y alimentado, ¿ y sus familias? ¿có-
Midtraspórtarlál i en aquellos momentos de
ttiníacion : y de peligro ? Abandonarlas. ¿Y
qué, ,serompen. asi los vínculos mas sagra-
dos : ; asase quebrantan las leyes de la natu-
raleza , y- Se ,falta á las primeras obligacio-
nes-? ¿ Qué ley-puede haber párá que el em-
pleado haya•de"abandoriar *én 'el momento
misMo




én ''que5n-ias necesita de su amparo,
á una muger ;' irnos hijos , un padre ansia-


t65
/2ó, una madre desvalida•1A los bienes? .¿Nio
hay mas que, perder sus)Innehlesl i :;stasi rol- •
pas , sus alhajas , sus posesiones,de tod/c11-
Pecie ? Hay alguna ley ;que , imponga.á los
empleados tan aura y penosa caxgl, coser
ria la de reducirse á la :


impdicidad eh&
que se acerque . a/ pueblo,,de :su, xesiclexleil
un egrcitp enemigo ?
algunos ya•:s9t,


los , ya con sus familias 1}uy/199(4e los
ses ocupados y „sacrificarRn„spsahiencsipor
pp servir á las ,enylenes del;intruso, y ni,a_url
vivir bajo su dOruinacion.Anhoralmena:,AMT
hese , y premiese,su hereismo I rmas no,;se
exija de todos los ,


ernpleadosAue sean lié,
roes; y reconózcas e que en trc •n o; halnY4ecimfrot-,-
costosos sacrilc ijos:, y, liaber, slOo>fray4lor,,y
desleal á su patria ;


hay una ,
inmens-kdismni


cia. No se dé un premio extmui;dinarip,,4
empleado quese citiecló entre los,. fn exn igos;
mnP no 109~Y1.9istigue 99N9,


clo
nall por soló el hecho de haber continua -


en s ,u empleó ;
,ya. „que esto' no le ,


4é,
ni gun 49r1.091Mq<241.K1?.9s,pallicu44r"...
In


•19linya 44in?Po/)510. 01~0 Pa4.a3W4,-
sepa sr/en/Mills4yYsu mérito r40.,


se conserve en sus destingsli,los,puevamen,
te nombrados ,


por intrusp • pero e.xarni-J
. r fi rTes9,sp. ,e94.1prpta.y,l,a de 1014w:191es 'y álIcts




'+‘


x66
que se hayan portado con . honradez,
no hayan salido de la 'esfera de sus atribu-
-dones , ciué,rlo hayan abusado de las facul-
tades que les: daba su destino, téngaseles en
-cuenta elliaber sido hombres' de bien cuan-
do pudieron impunemente no serlo. A los que
hayan sido- mazos, que hayan vejado arbi-
trariaxnente á sus conciudadanos , que ha-


.


yark:robado.; kque hayan hecho males no ne-
cesarios (porquelay algunos que son inse-
parables del


• éstado de conquista y que es
preciso -siiírii4ári. 'éVitar otros mayores ) á
estos; si- hube rálgtinos, 'dePOnerlos, hacerles
causa;'y ahorcarlos si lo merecieren ; peró
no confu'íiáVá'-iOdOs enUna proscripcion
general. Heaitui lo que dictaba la mas rigu-
rosa iiistieli'iesPecto de cuántos habian


baié'ét : intruse,,. y lo que debió hacer-
se luego que cabada la grierra fue restable-
cidó ..en . su trórielet'inonareá Pero
por desracia'lel que' le rodearon én aquella
época decisiva n'O:oyeron Mas' ;',;bi que la de
stis resentimientos personales, de su interés-
y de sus pasiones ,.y con la misma mano con
que en 4 de mayo escribiair el decreto
declaraba reo dé lesa-magestad que ha-
blase siquiera 4e.; Constittícion eStamparOU
en' la circular del 3o que algunos miles' "de


x 67
españoles quedasen para siempre 'estrañados
de su patria, y otros cuantos millares pudie-
sen sí residir en ella, pero en .la clase dello,.
tas sin derechos de ciudadanos , sin poder
.obtener empleo alguno ni . comision del go,-
bierno , y sin ser aptos siquiera para el des-
empeño de las funciones municipales , que
bien miradas son mas bien cargas coneegi'l
les que destinos apetecibles. Y i por gíté déi•
litos ? Por. haber servido ciertos destinos en.
un gobierno de hecho, ó haber obtenido de
él alguna merced ó condeCoracion , porque
es de notar que entre los proscritos se enk
cuentran los prelados, los grandes y títulos;
y los eclesiásticos constituidos en dignidad:
y sin embargo ninguno de todos estos había,
tenido lo que se llama autoridad y mandó
civil, y por consiguiente no halan hecho
ni podido hacer mal ninguno políticamente:
todo su crimen era haber obtenido un títw-
lo de honor ó un beneficio ecles:listico , ó
'haber conservado los que anteriormente te
pian. Ha de llegar un tiempo en que no ha
de creerse que en el año i4 del siglo XIX,1
en el dia mismo en que los demas soberanos
de Europa se obligaban á nó Molestar, per-
seguir, ni incomodar en lo mas leve á cuan-
;(1,5 habian servido bajo gobiernos de hecho




168
en los otros payses , se estuviese decretando
en Madrid una proscripcion general contra
los que en España habian tenido igual des-
gracia. i Y qué proscripción! Proscripcion
por clases : proscripcion en masa , como Ríe-
le decirse : proscripcion arbitraria, sin que
se hubiese formado expediente y examinado
siquiera superficialmente-la conducta • de loS
.comprendidok-e.wella : proscripcion en- rea-
lidad no de persianas, sino-de ' .nombres-, es
decir , en la cual se castigó atrozmente á al-
gunos miles' de ciudadanos., no. por sus : ab-
ciones , pues estas , no fueron ,ni examinadas
ni calificadas; sino por haber tenido; tal "ó
.cnal: ,Y ¿ uña proscripcion-de 'esta • ola-
se' puede dejar •de ser injüsta-„:critel y bár-
bara
ol;Quedari éxpatriados todos los antiguos
embajadore& , í•cónsules y denlas agentes ; di-
plomáticos que lo hayan sido del intruso: . ¿Y
por qué?, ¿ Qué,riuil pudieron hacer 'en un
tiempo en que el gabinete español era-rrál6
en las denlas naciones, ó por mejor decir;
no existia ;pues para los pocos negocies- qtile
pudieron ocurrir se entendian todasicen
de las •Tullerías? ... No vuelvan :á Espaild-Idá
ministros de José.-- Y ¿se tiene bien averigttaz.
do que esos ministros: causaron á la' naciotá


.x G9
grandes :males', Y no hicieron bien alguno?
No se ha hecho esa averiguacion , ni hay


anpara que hacerla : fueroninistros y basta....
Entiéndase lo mismo con les consegeros' de
Estado.... Pero ¿se sabe -'á las órdenes de
José que pueden' s taeharse de • injustas • ó
perjudiciales á los payses que gobernaba;
fueron aconsejadas por' ellos ? ¿ No pudiera
ser que la ocupaeion de esos consegeros no
haya sido otra que la de trabajar /n
digos , el sistema de rentas, el plan de ›ins-
truccion pública, el arreglo del clerosecu-
far, el, fomento de la. agricnitura y 'artesla.
construccion de caminos, puentes cana,/
les, etc. ;, etc.; y que . lsüs • ideas sobre estos
puntós, fuesen benéficás : 1 7sálitclables y
nentemente liberales ? :Enhorabuena ;1 ' pero
se:llamaron consegeros dé Estado-,




tuvieren
uniforme Quelrio
vuelvan tampoco los Ministros


• togados. ...
¿ Ni aun los que solo entendieron én deman
das civiles ? Ni • aun:;esos


:¿ Pero _qué mal
hay:en, que hayan ':declarado nulo testa-
mentó que,Jo fuese en realidad; hayaniarran-
cado lalerencia ' de; :manes •del . injustopo-
Seeder .; y la hayan puesto' en las-. del here4
dere. legítimo ? ... No hay mal ninguno, pes
re liaban sido nombrádos'ó'confirrnadospón




17o
el intruso ; y semejantes hombres aunque
hayan administrado justicia con la mayor
imparcialidad, pureza y rectitud, no debeu
pisar el territorio español.... Tampoco de-
ben entrar en él jamas los llamados prefec-
tos (y aqui se comprenden tambien los in-
tendentes ) , los secretarios y demas emplea-
dos en la prefecturas.... ¿Y si alguno de ellos
fue el padre y protector de la provincia que
administraba, y con valor heróico se opuso
á las injustas exacciones , y á la rapacidad
de los mariscales, generales, intendentes y
ordenadores franceses , y quiso mas bien ser
depuesto de su empleo que consentir en una
injusticia ó entrar á la parte del robo con
que se le convidaba ? No importa ; nada te-
nemos que agradecerle.... Sean no solo pros-;
Gritos sino execrables y eternamente detes,
lados los empleados en el ramo de policía y
en las juntas criminales.... Dejarémos aqui el
tono irónico, porque las acusaciones que se
han hecho contra estas dos clases son dema-
siado sérias ; pero ::examinarémos deteni-
damente las imputaciones que se les hacen,
para reducirlas á su justo valor. Estamos
muy distantes de aprobar, defender y ni
aun excusar el espionage , la delacion, las
persecuciones por opiniones, y mucho me-


x71
-Nos los castigos injustos ; pero tos" parece
que cuanto sobre este punto se ha dicho
de la policía civil y juntas criminales de José
es muy exagerado. Se ha dado por supues-
to que la policía se ocupaba únicamente
y con el mayor encarnizamiento en in-
dagar las opiniones políticas de los ciu-
dadanos ; que á-la mas ligera sospecha los
arrestaba, que sin mas examen eran en:
tregados á las juntas criminales, y que
estas por la mas pequeña indiscrecion, y
aun sin motivo ninguno , los enviaban al
patíbulo: y ya se ve, bajo esta suposicion
ha sido muy facil declamar contra ambos
establecimientos, y llamar á todos sus in-
dividuos fieras, tigres y monstruos; decir
que han derramado nos de Sangre ,
pedir contra ellos horeaS , hogueras y arl
rastramientos. Pero redúzcanse las exa4
geraciones á: su justo valor; sépase la ven:.
dad, y resultará que lejos de ser dignos
de odio y execracion todas 'los cOinpren-
didos en el anatema, inuchos merécian
elogios si se conociese su conducta , que
en general ( si hubo. ,alguno menos hu-
mano y compasivo, f;no. `iratinnóá - "de hacer
su apología ) lejos7c11 .


hacer gratuitamen.
te males, los evitarmi y disminuyeron en




I72
cuanto estuvo de su parte ; y que en lu-
gar de haber derramado arroyos de san-
gre, impidieron que corriese ..la mucha


..que se hubiera vertido, en los payses ocu-
pados, si no hubiese habido en ellos mas
policía que la francesa, ni mas tribunal
para los delitos políticos que las comisio-
nes militares. Los que :han hablado con-
tra Ja policía civil y las juntas, crim- ina-
les no , saben que precisamente fue or-
ganizada aquella, y establecidas estas , pa-
ra poner fin á la arbitrariedad con que
la gendarmería francesa arrestaba í Cual-
quiera que era delatado á los g ober,
.nadores por sus espías secretos , y le
•cpriducia á la prision ' pintar , donde con
muy ligeros indicios :era .arcabuceado por
Arden , de un consejo de guerra. Y si no
se Consiguió salvar, todas .las víctimas,
porque, , la autoridad militar continuó lo-
&vía , prendiendo y sentenciando en aque-
llos i, ,ealos en cpie., decia..qne se cóinpro-
inoi.,,I, seguridad ,del egército, .se logró
á lo menos que . estos , casos ,


fuesen, muy
raros; y se la.,olgigó.: á: i entregar , los de-
m41, !PXesPA .í•ila,•,autoridad es-
paii oh;


las, ,n as veces! los „pón i a en
libertad, y si llegaba á formarles causa


173
para que los generales no la acusaran de
conivencia con sus paysanos , como va-
rias veces lo hicieron en exposiciones
formales á José, era la causa de pura
fórmula -y al fin salian absueltos. De es-
to • se pudieran citar miles de pruebas,
si la naturaleza de este escrito lo per-
mitiese. Se cree que la policía civil avi-
zoraba por todas partes y tenia ojos de
lince , y se ignora que ella no sabia
las noticias hasta que eran públicas en
los cafés, y que lo que menos celaba era
la conducta secreta y opiniones políticas
de los ciudadanos. Substituidos los comi-
sarios á los alcaldes de cuartel, su con-
tínua ocupacion eran las acciones públi-
cas y los delitos comunes. El robó que
se cometió en tal casa , la quimera que
hubo en tal calle , el borracho que se
encontró tendido en la otra , la taberna
que no se cerró á la hora, he aquí los
grandes é importantes descubrimientos que
los comisarios comunicaban diariamente
al gobierno. Se cree tambien que las jun-
tas criminales no conocian de mas proce-
sos que de los formados por delitos po-
líticos; y no se sabe que varias de ellas
no vieron ni fallaron ninguno de esta




T 74.
clase,: que en las que los hubo estuvie-
ron con los de los delitos comunes en
razon de uno á cincuenta, y que de los
cien acusados por hechos contrarios al
gobierno existente ( por solas opiniones
aun. omitidas en público ninguno fue cas-
tigado), los noventa y nueve fueron ab-
sueltos. Finalmente, suponiendo que 'un
error ó una combinacion fatal de ciretins-
ta ►cias hicieron que no se salvase algti-:
guna que en otras se hubiera salvado; es
menester no olvidar que esto sucedió en:
medio de una guerra medio 401 y me-
dio estrangera, bajó la influencia de las
bayonetas , y cuando en ambos partidos.
se agitaba el fanatismo político , el cual
como toda especie de fanatismo produce-
la: exaltacion de las pasiones , y estas de-
plorables excesos, No es esto decir que
lo que en sí mismo es injusto,. fuese jus-
to entonces, ni bueno lo malo, sino re-
cordar que en semejantes crisis, en, e1,
choque de las opiniones; con el conflicto
de intereses, opuestos, y entre el ruido-
de las armas, siempre y necesariamente-
se traspasa de- una. y otra :parte la línea
de la moderacion. Iliacos peecatur j'ara.
muros, peccatur et extra. No seremos nos,


75
otros los que en 'el dia en que las Cor-
tes, han proclamado y ordenado el olvido
de los errores y excesos que pudieron co-
meterse por los de nuestro partido en
aquella época desgraciada, iremos á. re-
velar :


y acriminas los que tambien pudo
producir la exaltacion de celo en algur,
nos de los que defendieron la indepen-
dencia. Non ea superbia pietis : solo hemos
hecho la indicacion para recordar que en
ambas partes eran hombres los que obra-
ban, y estaban/ sujetos á errar, á cegar-
se y á dejarse extraviar por engañosas apa-
riencias de bien público. Resumiendo ya
todo lo dicho hasta aquí sobre la causa
general de los empleadóá


- en el gobierno
intruso, nos parece haber probado que
por solo el hecho• de haberlo sido , no
solo no son traydores, pero ni aun delin-
cuentes. Añadiremos que á los que se
condugeron con honradez y probidad se les
debe agradecer el que si no pudieron hacer
grandes bienes positivos , evitasen á. lo: me-
nos muchos males: que á aquellos (si hu_
bo algunos) que no siguieron el camino


" del honor y de la virtud, les cubra el
velo de la amnistía en las faltas que ha-
yan: .cometido . contra la sociedad entera;




176
pero que si hubiese ofensa de tercero,
tiene este expedito su derecho para recur-
rir á los tribunales. Resta ahora otró ca-
pítulo de acusacion: que es • el de haber.
pasado el Pirineo en pos de las bande-
ras del intruso, como dijo el autor de la
circular- de 3o, de mayo. Y aunque resti-
tuidos ya á su patria por , un decreto de
1


as Cortes queda olvidada y remitida esta
culpa ,. si lo fue la -de ponerse en seguro
cuando les .ainenazaban grandes :peligros;
sin embargo para ilustrar completamente
la materia diremos tambien algo. sobre
las causas de la emigTacion.


Es de toda notoriedad -que cuando en
agosto de 1812 á consecuencia de la batalla
de Arapiles el egército francés , llamado del
centro, tuvo que retirarse á Valencia y con.
élla corte de José, y el - de Andalucía eva-
cuó los cuatro rey-nos y fue á unirse con el
primero ; varios empleados se quedaron en
sus respectiVos pueblos, porque habiéndose
conducido bien ,- ó habiendo servido desti-
nos insignificantes: de cortísima. ó. ninguna
influencia en la felicidad ó desgracia gene-
ral creyeron que. nadie les incomodaria ni
perSeguiria..Contrayéndonos.á Madrid, sa-
bido es que se . quedaron hasta ,consegerosde


177
Estado, el prefecto, un comisario y varios
agentes de policía , oficiales . de cobachuela,
redactores de la gaceta, y de ahí abajo em-
pleados de todas clases y de todos ramos.
Sabido es tambien que ninguno de ellos fue
perseguido ni molestado por el pueblo , y
ni aun siquiera insultado de palabra, cuando
fueron llamados por D. Carlos de España
para tomar nota de sus nombres y calida-
des : y que en los primeros veinte dias ni
el gobernador España ni el general Alava
mandaron arrestar á nadie pOr haber servi-
do al intruso, hasta que llegados ciertos em-
pleados civiles , cuyos nombres no es nece-
sario citar (neque eninz necesse est omnium


flagitia profferre , decia Ciceron á la vuelta
de su destierro ) empezó una persecucion
tal que no bastando el retiro y las tres cár-
celes de Corte , Villa y Corona para conte-
ner los presos , fue menester convertir en
prision el 'colegio de la Escuela-pia del Aya-
piés. Público es que no sabiendo los jueces
comisionados para formarles causa sobre qué
delito deberia recaer , y no habiéndose pres-
tado los vecinos de este pueblo generoso á
declarar contra filos presos, por mas que fue-
ron invitados á ello por públicos edictos;
permanecieron sin embargo arrestados por


12




78
espacio de tres meses , sin que con los mas
de ellos se hubiese practicado otra diligen-
cia que la de . tomarles Una simple declara-
cion , en. que se les preguntó su nombre,
edad , patria y destino bajo el gobierno de
José; y sin que se pudiese formalizar cargo
alguno contra la casi totalidad. Una pregun-
tita al paso : cuando los afrancesados entra-
ron en Sevilla , Granada, Valencia y otras
ciudades, ¿trataron así á los empleadas del
anterior gobierno que encontraron en ellas?
Continuemos. Es notorio de toda notoriedad,
pues todo Madrid fue testigo , que al acer-
carse de nuevo los franceses á esta capital,
y al retirarse los funcionarios enviados por la
regencia ; sin embargo de que las causas de


- los afrancesados no solo no estaban senten-
ciadas, pero las mas de ellas ni aun comple-
ta la sumaria, se hizo una entresaca de to-
dos ellos ; y á los que tuvieron menos favor,
( es un hecho que en ella no se comprendie- .
ron el prefecto, los consegeros de Estado y
otros altos personages que debian ser mas
tieiydores que un triste oficinista ó un be-
neficiado simple )se les sacó en una cuerda
como á galeotes , á las dos de la tarde , y á
vista de todo el pueblo, proporcionando á
este ocasion no solo de insultarles, sino de


179
permitirse alguna violencia <le otra clase;
pero afortunadamente el pueblo de Madrid
conservó su acostumbrada cordura y mo-
deracion. Entre los amarrados hubo sa-
cerdotes , personas de fina y delicada edu-
cacion , literatos distinguidos, y lo que un
dia leeremos con verguenza en la historia
de aquella época desgraciada, en ella sali6,
de Madrid á pié, sin abrigo, y atado co-
mo un salteador de caminos , el respetable
anciano , el sabio médico , el célebre natu-
ralista , el inocente , benemérito é ilustre-
ciudadano Don José Maciño : Mociño, cuyo
nombre se halla consignada honoríficamen-
te para gloria de España en la preciosa é in-
mortal obra del baron de Humbolt ; Mociño,
compañero en varios viages del inglés VVan-
couver,


, el sucesor de Cook; Mociño, comi-
sionado por el gobierno para la expedicion
botánica de Nueva-España : empresa litera-
ria , tan feliz y sabiamente desempeñada
por él, que sus dibujos, colecciones de plan,
tes, y superiores conocimientos en botánica,
han sorprendido, admirado . e impuesto res-
peto al primer botánico de Europa Mr. De-
candolles. Mociño, á quien varios vireyes de
Mégieó, señaladamente el conde de Revilla,
gigedo , confiaron importantes, delicados y


12.




18o
aun peligrosos encargos que desempeñó
toda su satisfaccion ; Mociño en fin se halla-
ba en la corte, llamado por el señor D. Cár-
los IV, para la redaccion y publicacion do
sus doctas tareas : taréas quizá perdidas pa-
ra siempre , porque con su prision primero
y despues con su retirada á Francia perdió
sus libros y una-buena parte de sus manus-
critos: Y ¿cuál fue el delito por el cual se
trató con tanto rigor y dureza á un hombre
tan recomendable por todos títulos ? No lo
creerá la posteridad. « Por haber cuidado
durante la estancia de los franceses de que
estos no robasen ó destruyesen el Gabinete
de historia natural, y haber dado en él gra-
táitamente lecciones de zoología, las prime.
ras , creemos , que se han dado en España.
Esta impolítica persecucion de los emplea-
dos de Madrid , y las que con mas ó menos
ardor se suscitaron en las otras provincias
evacuadas el año de x a j fueron la verdadera
causa de que en la última retirada de los
franceses , verificada al año siguiente, pasa-
sen los Pirineos tantos centenares y aun mi-
les de empleados civiles. Si en el anterior, ya
que se les hubiese despojado de sus destinos
conforme se iba reconquistando el territo-
rio , no se les hubiera aprisionado ni mal-


181
tratado sus personas por una medida gene-
ral, sino en caso que á reclamacion de par-
te se les hubiese probado algun crímen que
mereciese pena corporal; es muy seguro que
á la evacuacion definitiva de la España no
hubieran salido de ella en pos de las ban-
deras de nadie una docena de personas ci-
viles. No ciertamente : rarísimo hubiera sido
el que no conservando ya ni aun remota es-
peranza de que triunfase Napoleon , pues
solo un loco podia tenerla todavía despues
del desastre de Moscou , hubiese querido a-
bandonar su patria , su lugar, sus bienes,
por una causa ya perdida sin recurso. Cuan-
do tantos se fueron con los vencidos , mu-
cho temian de parte de los vencedores. No
entendemos por estos las Cortes de enton-
ces ; pues aunque sus decretos no fueron
ciertamente muy suaves, los hizo aun mas
rigurosos la manera como fueron egecutados.
Las Cortes no mandaron prender ni formar
causa indistintamente á cuantos habian ser-
vido en las provincias sometidas: al contra-
rio establecieron distinciones entre ellos , y
eximieron á muchos de toda nota, y aun
abrieron la puerta á un gran námero para
que volviesen á sus destinos: y en efecto del
año r3 al 1l fueron algunos rehabilitados y


r


4




1
x82
_repuestos ; pero en el de 12. los egecutores
de las órdenes tomaron el camino mas corto
de no hacer distincion ninguna , y aprisio-
naron y persiguieron desapiadadamente al.
antiguo y al nuevo, al que se habia portado
bien y al que acaso no se habia conducido
con igual honradez , al que habia hecho
grandes bienes al pueblo ó provincia en que
habia egercido su empleo, y al que ó no
habia hecho bien ninguno, ó habia causado
algun mal. Semejante conducta no podia
ganarse los corazones y el afecto de los que
se suponian adictos al intruso ni separarlos
de su lado. Sin embargo la política mas vul-
gar aconsejaba, que dando cierta fuerza mo-
ral al partido francés el número y calidad
de las personas que le habian seguido hasta
entonces , se procurase atraerlas al de la re-
sistencia , tratándolas si no con favor, á lo
menos sin dureza, sobre todo, cuando ellas
mismas en esta confianza se habian que-
dado en sus respectivos domicilios, y no ha-:
bian seguido á los franceses en su retirada.
Esto era entonces tanto mas necesario cuan-
to todavía no . habia empezado á declinar el
poder de Bonaparte, y podia , concluida fe-
lizmente la guerra de Rusia, intentar de
nuevo la reconquista de lo perdido ; en cu-


8 3
yo caso era importante que fuese mayor el
número de los españoles que resistiesen á
sus armas. Sin embargo no se hizo al y
resultó lo que debia resultar, cuando al año
siguiente los franceses fueron lanzados para
siempre del territorio español : aquellos mis,-
mos que el año anterior no habian querido
acompañarlos á Valencia, los siguieron has-
ta mas allá del Vidasoa. Y no se dirá que
fue por ambicion ó apego á los intereses,
porque José no podia ya darles ni empleos,
ni honores, ni distinciones, ni riquezas ,
mando, ni autoridad. Por qué pues prefi-
rieron á su tierra natal un pais estrangero, á
las comodidades y seguridad de su casa las
incomodidades y peligros de un largo viage,
á la compañía de los suyos la de los estraños
y desconocidos , á los hábitos de la vida
usos y costumbres nuevos , á la existencia
asegurada, la perspectiva del hambre y de la
iniseria ? Por qué muchos de ellos que no
tuvieron medios para trasportar sus fami-
lias , dejaron abandonados el uno sus hijos,
el otro su esposa , este un padre anciano,
aquel una madre desvalida y desconsolada?.
Porque unos se acordaron del calabozo y de
la cuerda , y todos temieron los presidios 'y
las horcas ; que nadie por livianos intereses




X84
se arranca de los brazos de las prendas mas
amadas, y nadie busca gratúitamente peli-
gros y privaciones. Y habiendo sido tan jus-
to y poderoso el motivo de la emigracion
de los afrancesados ¡ se les ha imputado á
crímen! ¡Y se fundó en él la circular de 3o
de mayo! ¡ Qué injustas son las pasiones...!
.Cuando en el año de 12 se quedaron algunos
en sus casas , se gritaba: ¿ y por qué se han
quedado entre nosotros ? ¿ cómo tienen el
descaro y la osadía de presentarse á nuestra
vista ? Y cuando en el de 13 se retiraron á
Francia se dijo : y por qué se han ido ?
¿por qué han abandonado su patria? Véase
hasta qué punto son afrancesados , que to-
do lo dejan por seguir á sus amigos. Pe-
ro ¿qué habian de hacer estos desgracia-
dos ? Si se quedan , se clama que son im-
pudentes y descarados, é insultan á los
buenos con su presencia : se les aprisiona,
se les saca en_ cuerdas, esposados con los fa-
cinerosos, y se pide contra ellos la depor-
tacion á una isla desierta. Huyen por evitar
los malos tratamientos , y se grita que han
consumado su traycion yéndose á pais es-
trangero. ¿ Qué se quería que hiciesen? ¿Hay
acaso medio entre irse y no irse ? No insis-
tamos mas sobre una cosa evidente : la emi-


1 85.
gracion en las circunstancias y por los mo-
tivos que se verificó, no fue delito : fue cum-
plir con la primera obligacion del hombre,
la de salvar su propia vida cuando no está
obligado á sacrificarla en defensa de su pa-
tria. El soldado que huye por no perderla
es vil y cobarde y tal vez traydor segun
los casos : el magistrado que en un dia de
peligro abandona su puesto , no tiene la
fortaleza que pide la cualidad de hombre
público ; pero el que ya dejó de serlo , el
simple particular , tiene incontestable dere-
cho á ponerse en salvo cuando le amenaza
alguna persecucion. Asi nadie ha llamado
delincuentes á los señores diputados y de-
más liberales , que habiendo logrado esca-
parse de las garras de sus perseguidores el
año de i4 , se refugiaron á payses estrange-
ros. Hicieron muy bien , hicieron lo que
debian.


Resultando de lo expuesto que los
que sirvieron algun destino bajo el go-
bierno intruso no son delincuentes, por
este solo hecho, si por otra parte no
ahusaron en perjuicio de - tercero de aque-
llas facultades que les fueron confiadas;
y que tampoco lo fueron por haberse re-
retirado á Francia , cuándo se creyeron


f




186
expuestos á largos y penosos padecimien-
tos si se quedaban en España ; solo aña-
diremos que aun suponiendo que hubiesen
cometido alguna falta, está ya mas que
expiada con siete años de extrañamiento,
y mas que suficientemente castigada con
la pérdida de sus muebles , el secuestro
de sus bienes .raices, la confiscacion pri-
mero del todo , y luego de la mitad de
sus rentas, y con la privacion de los des-
tinos , honores, gracias :, condecoraciones
y mercedes que obtenian antes de la guer-
ra de la independencia. Añadiremos tam-
bien que fueren ó no. culpados , la po--
lítica y el egemplo de todos los soberanos
de Europa, lo expresamente estipulado por
ellos en el tratado de Paris , y á falta de
tantas razones corno hay, la piedad, la
compasion y la generosidad , virtudes tan
propias de la nacion española , exigian que
las Cortes echasen , como acaban de ha-
cerlo, un velo sobre todo lo pasado , y
llamasen al seno de la patria tantos fij-
os ausentes ., muchos de los cuales, grite


cuanto quiera la impotente rabia de sus
enemigos no son la hez de la sociedad.
Mas como estos bellos principios han si-
do expuestos é ilustrados -con tanta elo-


187
cuencia por varios señores diputados, no
repetiremos sus juiciosas observaciones;
porque seria debilitarlas. Solo nos deten-
dremos á deshacer una equivocacion en
que se ha caido algunas veces, `cuando
se ha alegado en defensa nuestra lo he-
cho por los denlas soberanos, relativa-
mente á los que en sus respectivos pai-
ses se encontraron -en el mismo caso que
nosotros.„ es decir , que sirvieron bajo
los gobiernos de hecho ; ó intrusos. Se nos
ha respondido que el caso no era igual,
que allí las naciones enteras babian su-
cumbido, y no habia habido un partido
que resistiese como en' España; que en
esta hubo siempre una parte mayor ó me-
nor no ocupada por el enemigo , á la
cual pudimos retirarnos , -y que el no ha-
berlo hecho probaba nuestro poco amor
á la patria y así no eamos acreedores
á ser tratados como los indivíduos de otras
potencias que se habian sometido á los
franceses. En primer lugar ya queda. indica-
do, y en la obra citada está demostrado
hasta la evidencia , que ni los particula-
res de los pueblos invadidos, ni los emplea-
dos en ellos estan obligados á retirarse to-
dos á las provincias libres, en casa -'que




188
esto fuese factible ; pues en 'Espafia ha
sido física y materialmente impracticable.
En segundo lugar no es cierto que no
ha habido otros paises en cuya invasion
hayan concurrido las mismas idénticas cir-
cunstancias que en la de España , y aun
mas agravantes para el caso. Nápoles fue
invadido por un egército francés : el rey
y su familia se retiraron á Sicilia, la cual
nunca fue tomada por los invasores, ni
hubo jamas temor ni probabilidad de que
lo fuese; en el continente mismo las Ca-
labrias resistieron largo tiempo , y entre
tanto Bonaparte envió por rey al mismo
José que luego quiso serlo de España. Y
bien , no ya todos los pueblos situados á
esta parte del faro , porque esto seria supo-
ner un absurdo , pero ni aun la mayor parte
de los empleados se fueron á Sicilia : los
mas se quedaron en sus casas, y continua-
ron sirviendo á José: y otros inumerables
fueron empleados por él y por Murat su
sucesor. Mas no por eso han sido expatria-
dos, ni privados (le sus bienes y de los dere-
chos de ciudadanos cuando ha vuelto el rey
legítimo : algunos han sido removidos de sus
destinos; pero otros los han conservado. El
Austria ha sido invadida dos veces por los


189
francesesz.


una buena parte de su territo-
rio y hasta la capital misma ha estado ocu--
pada por ellos algunos meses: la corte y ofi-
cinas superiores fueron enviadas á Hun-
gria : el emperador se retiró á Moravia con
un egército respetable;- allí le aumentó
desde allí resistió hasta el punto de hacer
dudosa la victoria. Y sin embargo cuando he-
cha la paz se retiró el enemigo, á nadie se
le tuvo por mal patriota porque no hubie7
se dejado su hogar; y á ninguno de los em-
pleados locales que continuaron egercien-
do sus funciones, ya de judicatura, ya de
gobierno, ya de administracion de rentas
se le depuso y castigó por esta causa, antes
bien el emperador supo con agrado los
servicios de aquellos que de cualquiera mo-
do habian hedió menos sensibles á los pue-
blos los males de la guerra, y menos pesa-
das las cargas. Asi han obrado los denlas
gobiernos en cuyos payses han entrado
los franceses; solo en España es donde las
pasiones han hecho que se desconozcan y
olviden los principios mas comunes de
equidad y (le justicia, hasta que las Cortes
de 182o los han proclamado de nuevo.


Tambien desharemos antes de concluir
este artículo otra equivocacion , ó por me-




190
j or decir, rebatiremos otra falsedad, que
en estos dos meses últimos se ha estado
empleando diariamente para extraviar la
opinion , preocupar á los señores diputa-
dos, é impedir que se diese el benéfico de-
creto solicitado y propuesto por el señor
Moreno Guerra, y claramente indicado en
el discurso del Rey y la propuesta del se-
ñor presidente de las Cortes en la solem-
nisima y memorable sesion del 9 de ju-


,lio, La . envidia y otras viles pasiones que


no querian que se diese, han estado gri-
tando diariamente que la opinion pública




está contra nosotros ; que la nacion entera
nos aborrece y detesta, y que si no se nos
enviaba otra vez á Francia, los pueblos don-
de estuviésemos se levantarian indignados
para acabar con nosotros. Y ciertamente
que si estos hubieran tomado el menor •re-
sentimiento , harto se ha dicho y clamado
para conmoverlos; pero en vano, porque
no nos tienen el odio y ojeriza que algunos
quisieran que nos tuviesen. No: la opinion
pública no está contra nosotros, ni •la Na-
cion nos detesta: lo contrario está demos-
trado por : los hechos. La España toda está lle-
na de afrancesados, no solo de los que se
quedaron, que son muchos millares, sino•


de los emigrados, de los cuales no hay en
Francia á estas horas docena y media de
individuos , y al principio pasaban de siete
mil. Pues bien, cítese un pueblo en que
uno solo de ellos haya sido, no ya maltra-
tado con obras, pero . ni aun insultado de
palabra. Muy al contrario, en todas partes.
han sido recibidos con aquella cordialidad
y ternura que la desgracia inspira á todas-
las almas generosas , y á todo corazon que
no sea uno de tigre : mas por fortuna los de
esta clase son muy raros en España. Madrid
sobre todo está lleno de sugetos que sir-
vieron bajo la dominacion francesa, y nin-
guno de ellos ha observado de entre cuan-
tos los conocen ni un solo mal gesto , ni.
una mirada ceñuda: han visto sí correr al--
gimas lágrimas de gozo por las •megillas de
sugetos con los cuales no tienen relaciones.
particulares de parentesco ó amistad. Ni po-
dia ser de otra manera, habiéndose portado
bien en sus destinos; que el pueblo es mas
agradecido de lo que generalmente se cree,
y no podia haber olvidado tan pronto los
beneficios recibidos, y aquellos tiempos ca-
lamitosos en que el solo encontrar en los
ministerios, secretarías , prefecturas , y de-
nlas oficinas públicas empleados españoles>




192
como que dilataba el coraion del infeliz á
quien sus negocios ó intereses, cualesquiera
que fuesen, obligaban á recurrir á la autori-
dad. De otro modo hablaran los enemigos
de los afrancesados, si hubieran presencia-
do las tiernas escenas que diariamente pa-
saban, durante la dominacion eneMiga,con
los sencillos habitantes de los pueblos. Co-
mo estos oían hablar de gobierno francés
y no vieron en sus respectivas poblaciones
mas que la guarnicion permanente, si la


, con su imperioso y duro comandante,
ó los destacamentos sueltos que entraban y
salian mas imperiosos y duros todavía que
los que estaban de asiento; se figuraban que
en Madrid todo el gobierno estaba com-
puesto de franceses: y asi cuando eran lla-
mados para asuntos del servicio, ó venian
á exponer alguna queja, llegaban temblan-
do á la oficina ó departamento con quien te-
nian que entenderse. Mas ¡cuál era su agra-
dable sorpresa cuando se encontraban con,
españoles que hablaban su misma lengua,
los recibían con agrado y afabilidad, los ani-
maban y daban buenas esperanzas en sus
pretensiones! Allí era verlos prorrumpir en
exclamaciones de júbilo y derramar lágri-
mas de placer, á las cuales los empleados


193
correspondieron mas de una vez vertiéndo-
las por su parte. Esta es una verdad noto-
ria, que comprobarian en caso necesario


mi-
"les de testigos. ¡Y se quiere ahora :hacer
creer que todos,los que siryieron„ál..intrnso
, eran seres desnaturalizadosque se compla,-
oian en atormentar y perseguir . á • sus her-
manos, y monstruos que se alimentaban de
sangre! Basta. saber que son españoles para
conocer 1,1e, esto es impósibll. ,España no
produce . :ni abriga en SP..seno.)On as tanyi-
les y en:


tan crecida, númeta..:,Muymala
idea traeri y dan de lap p,atria . lbs qued-


- c.
, ée.1 ndosó . "n patriotas suponen como posi-
ble que al tiempo de 14 eo.nquista se halla-
ban en ella cien ' mil y mas individuos tan


.• G•1 .
inmorales• y perversos cómo déberian,..ser


.511 n )‘‘,
.11.


los que ellosllaman afrancesados. , Éué,-
sen tales cuales los ha pintado la .maliani-


¿:
•r '1,1.:


dad. Otra prueba de que la ( opinión gene,




) f11;:
esta
SS .;'


ral les -s favorable. Ahí está la ;
seOretaríá




n.
de las Cortes , pregúntese en ella.. j 'si hay


., .


una sola representación contra ellos á de: !.1 ,s•L,CI:i
b


absuna.janta provisional


b
tle.alomn ayun-
..fii:s


amiénió , de'algun tribunal, á de algtm,4
"•


otra corpóraci o n ó aun de un ;simple párt.
^ 1r1(1 ,, '


eular? Salo tenemos entendido q`ne buln
. I ; a•19!. n I`


fina de ,. n exto sugeto que no queremos anms




111.1.;!).;.: Jjw
x 3




-194ál ./ (nti'dell5.151.1árlé1 y Péiiqüe eii
de.1̀á , ndiáhiat11'deseüiliírd S tjue él


flegé eie.1.1-ck Más sino lo és pb
Ile‘ígraei4 Ircu'ardel3ea ser: el rémordiMieil-


interibr :de ége daVentiiratIO, .ál 'ebnáidl&-
qué á1iiii1 él ha


.áia¿ 'él úfiicó 4ü1 cuando: él:114 y el
t̀11(.18 .:! eiriii>" se liá;:-Vili8-,:7-pi'opeildiafi.


1 la 15éilloaác:i y á lk há
ei3n(0á


-gládb"iddiecieridó
5111f1Yrkrianiiél`-


-0'Plija.
té;


"1 6WiiciiiYalhák-Sla este laitá
é5rp^aYició 'e <6.i&V,Iktáálá


los errores . o állW de 11 ique
e xerno , liátvi4á ¡Yio o--go r so , ,


Wrá'IletgaVrfoVelk3S otros
siiiii.,áia'Vigéi;1' Ailiiiigálao Mento eh


Carreras , éstii4i6Dn
un Máditi6:-; un Oóhá Meléndez


,`


, y Sé
etíPiáe'ica'dé''Itire'lll : Córtél les 'hayan l'él-
tiiaLlilliali'let.Os Ciiiclá¿lariOs? En


ciad que á los tres primeros les son ya i95n-
útiles, porque fg1JOcieron víctimas del in-
fortunio, y las cenizas de Batilo yacen pa-
ra mengua nuestra lejos de su patria. En
cuanto al último, de buena fe ¿qué diría la
posteridad, si las Cortes hubiesen dejado en
la clase de los Alegros nl i tQr 40 Sí las
.z.z.iiUs Oh! po


11,0 p9§i4111111u4 compw-5-
tas de sugekol Ign j.lustrados y 1.1x. amantes
de lá gloria nacional. embargoasí le 41
pedido pop,


álgunos peribdiects • en los chas
erí.ti:e9,$


•110 que 14 ,Cortes iban á decidir
.onestion, 4Y esos ngspobles llánlán Aons.-
ti:441)401es ,liperáles y patriotas! ¡Ríesdi.
~0. patria, si 49 tuvieses otros hijos (19-9
_te aiesen :más 419nor' !


IE.


x3.




'196


Progresos de la opinion pública.


Al mismo 'tiempo que `él Estandarte
'blanco y , el .Cotidiano de !París complacen
con las mas liSongeras espeknzas , creyen-
do que el egército austriaco de observacion,
apostado en - LoMbardía marehárá á derri,-:
-bar el sistéina cónstitucional de Nápoles , se
'Completa la revolucion -en la' parte mas oc-
tidental de Europa; y la capital de Portu-
gal, uniéndose al voto-getieVal del egército
y de las provincias, proclama la libertad,
exige un gobierno provisorio , anuncia la
celebracion de las próximas Cortes , y pro-
mete la redaccion de un código constitucio-
nal, que señale y defina, segun los prin-
cipios de la razon universal , los dere-
chos y las obligaciones de los portugueses.
Esta revolucion no ha costado una gota de
sangre ; se ha seguido en ella la táctica mo-
derna, puesta en práctica y enseriada á .las
lemas naciones por nuestra España. Parece
que los estados del rey de Cerdeña adopta-
rán tarnbien el sistema constitucional, segun


197
los progresos que la opinion pública hace
en aquel pais ; y no seria estraño que cun-
diese en las provincias de la dominacion
austriaca si hemos de dar crédito á noti-
cias particulares. El hecho indudable es que
la necesidad del régimen constitucional se
generaliza cada dia mas en Europa. En va-
no 1 os periódicos vendidos al partido privi-
legiado llaman á esta necesidad espíritu de
anarquía o' peste revolucionaria: los desmien-
te y cOnfunde el grito general de los pue-I
blos , que á un mismo tiempo proclaman al
rey y á la constitucion, á la libertad y á la
dinastía legítima. En vano-el ministerio de
Prusia retarda el cumplimiento de la prome-
sa hecha á aquellos pueblos, ó les hace espe-
rar una imperfecta representacion de clases y
privilegios: la constancia deja opinion pú-
blica y la paciente firmeza de los hombres
instruidos le arrancarán la representacion ver-
daderamente nacional, que por otra parte
conviene á aquel gobierno, si quiere formar
una monarquía uniforme , y no reynar so-
bre trozos diferentes y aun contrarios en le-
gislacion y costumbres. En vano finalmen-
te creerán los aristocratas de Francia haber
encadenado la libertad con la nueva ley de
elecciones y con numerosas circulares , que


:1




198
enIoYpeéit y fatigan el egercicio del pe:
der elector4.el espíritu público; nias fuer-
te .que las rateras combinaciones del poder,
destruirá la influencia funesta de aquella
ley .: y la Cámara próxima mas numerosa que
las antetiores , será tanálrien bur-
lara las esperanzas del Cotidiano y del
tandarte


Entre todós los triunfos de la opinión;
ninguno es Mal _interesante para los espa-
fío les que el que se ha conseguido en Por,.
tugal l por las relaciones intimas y numertlm;,
sas .que' nos ,enlazan teoh esta heróica


!Por este . motivo . no podemos mirar
con -inflifcrencia úlniguno de los pormenores
reiaphies, tí su"nueva bfganizacion social. De-
sean eón :ansia saber de qué elementos cons-
ta•án laS . Corteá.v.onskituyentes qúe se han
celebrar poroe la naturaleza :de estos
mentos indicará el trado de perfección.; á
que se 'elevará el pacto iuttiro. Si atendemos
á la CómpOsición del gobierno provisional
de Oporto , muy semejante al cle nuestras
juntas próvineiales en .184.; y á 'algunas 'es,,
presiónés de las proclamas:, en que :séliade
aluWOn 4 les -.: .a351tiguas. nortes dé Portugal,
parece que 'el cneipo lconstitnyente se .e.oavr
pondrá:, domó irle ,representantes por


19a
estados. El clero, la nobleza y el pueblo ten_
41/114s


44PWa4P13 144 n '11319h 4,11011:
13-1Pnt,P1 heler9g,0191) que s.P.9
Vf')Xa419 3-11 á la


,91,311:. e láUerx91L, Pi•A
15WD1.9910g919 40 0•49: PI Yel gk51 51.u19
si el clerg00 dR sufr giq Ñl 49~1 , de-
hiendo 11r mas minierpla


r,eprelentacion
pópttl r, ganará 1%11 todas Más Y,9t4.0.-3.1W;
la,Prg :/1‘11} 159 p9Nue ej. .pacto
so_ P41 «es,91rá roas favorable 4 lo >quo (10)igrA.
á la 4m9cráPi4, 43110.139 ;Ir.i115,e;50-11.d.Q Att§Pn:-
te el monarca, cuya autoridad templaria la
exaltación ,de los principios populares. Ade-
más discusiones ser.,n.aellóradfsinms P.A-
typ d¡pp kadó,s ,diferezte$ corporaoloxtes,..y)
de popymos inxerewl,.;,y,selriejanXes;:stli4eur
liPPe§:C-11•,11P p.11:011 19 f.e0i,CM1aCiel0
tag ,suelen :11PgP».99,esiluch15,1anguinariA.s.
La ,revolucion ,def,ra,no,ia (porque


14ehemol p,egrrrir kimpre que :50:41.1i.r.47.1
sejíálar polftiecn ) Ips»,
pqr AY. MI los ,estados gPÇr4Q1 .que .
gici•on en XsAmblea ,c,onstituyente; .y
vergÇYÁPil ,4e Ppin19,P,Is


,luces xle),
preocupaciones


rqn. 4 pri"P11.1.40 dr. 41; 01rQP9§ (.149905.0 que
inwnTAPIT si? saingreiej Qart3iVIL.40(1,11nn.rtiatl.


Si el ,e§tack. ,a9tmal tdp.ilappiniorr e»




200
pueblo portugues hace necesaria la eleccion
de diputados por clases, á lo menos que no
se contemplen los representantes privilegia-
dos sino como diputados (le la nacion. No
crean que van á defender intereses particu-
lares , sino los públicos ; y si sostienen los.
de su clase, que sea únicamente en atencion
al bien general, que resulta del esplendor
de dichas clases. Pero sobre todo , que se
abstengan de defender sus privilegios one-
rosos : la igualdad ante la ley es el primer
elemento del sistema constitucional.


No se crea que nos separamos en este
caso de la doctrina generalmente estableci-
da sobre la influencia y autoridad de los
cuerpos conservadores. Estos deben ser
constituidos por la ley fundamental del
Estado : mas no deben preexistir. Las cla-•
ses superiores de la sociedad serán mu-
cho, cuando la constitucion haya distribui-
do los poderes y sefialadó ' los límites y de-
rechos de cada uno ; pero en el momento de
formar eónstitucion no existe ni debe
existir mas autoridad que la del pueblo, que
egerce entonces la soberanía actual por me-
dio del cuerpo constituyente que ha erigi-
do pará


• ello..Estaes la diferencia esencial en-
tre las -cortes ordinarias y las constituyen-


201
tes. Las primeras solo egercen la parte de
soberanía que les -.


asigna la constitucion:
las segundas la egercen toda entera ,.perque
la redaccion del pacto social, y la institu-
cion y distribucion de la autoridad supre-
ma son el acto mas importante , ó por mejor
decir, el acto único de la soberanía : pues
todos los ulteriores están subordinados á la
ley fundamental. En este caso no puede con-'
cedérsele á ninguna corporacion , clase ó in-
dividuo particular, mas del derecha de ha-'
cer peticiones á favor de sus intereses pro-.
pios , pero de ningun modo el sufragio deli-
berativo, que en este caso, y solo en este
caso , pértenece esclusivamente á los dipu-'
tados de la nacion ; como • que egercen en
toda su plenitud la soberanía. La teoría y la
experiencia confirman este raciocinio.


Guiados por estos principios, quisiéra-'
mos que los diputados de las cortés consti-
tuyentes , fuese su origen el que se quiera,
se considerasen como diputados de ]a nacion
entera para el efecto de darla una-constitu-,
cion. Pudieran objetar, que siendo represen-
tantes de intereses particulares, mal podrian.
considerarse como órganos de la voluntad'
pública ; pero esta objeccion queda: fácil-.
mente resuelta , atendiendo á que la fuerza




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etplItu el aula: pewoqm ej ap so.hulaua sor
'miau-Tró •}se orns eÁruianb ap oasap pa ou!s
110I0C:19A0S13 erpube ua soma/1: 011 IC3.190 secar
sotueisa anb soalosou : uo¡onionat ej aaorq
exed ailues -etranut opeumaap eq as 'dm
-.aod ua anb umrsue Tac(' ap soopyaaolsuu
soorp9raod •emacui el uapa9 ¡a S011111f
urazaJoll anb med upesaoau ezaanj el epol
scormod S sareaow sauopmpstu sus p uyaep
Á ‘er.n.nrAa ap uyarleal anb cqnbaeue eI ap sar
-era sor ua uesua!d Á opesuod uetl olnrosqu
braiateroI apraisap Ie anb reraoisrq er
ap sopan sop ua sasan5lnliod sor y sauppo
oxpaq ueq anb parear 131 permd er opeprA.
£oz.


ueq ot.1.41-th accionad ptiaagl e Á. ala
10 u0,03!iu ei y suántg-td- souopagypg.


ot.1
-skildpurad- stQhp


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lúlttys ñtitií uylás; ütub-auuout,


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Olanliq.


sanó-pm10'5 st atvb ap asátia2uosri
Merar rútuarafillISUOD othiargól rap sol!tur
Skir re2rui6,1 ates


sálaoa sIiiii3É9dd ser
tiáálittlftat as anb td0úttlx, aalkifirúVio aja


'»elIbriltisuóá, op ora'ati
-taz to lálktiáti~iptil auneis aoarqelsa
átib o ( orgalid op Ypmacios eI ap autuai


Ilimmaystpttál .101' I•I ticSIspu•is
áp ociii a sS


•pu'plunutoo el ap tro!orlope
ida tii-dttgráM§Ilás.atiti


jex tioa' .lovepáli pp
p/pney


er alód, uopti.25SUO5
rtlarYi ns


átá Á plp!tuollai anb
‘Liec¡áttLid- sIdtuallá.




Dul solw Á 4 undieD el
tiá'áyoq 561st:trata rap relyTeO Yr tla solynitíao
•ái5.1C01 ot,5011 út.ValgieeIP T ap 19P1P
-iio.sYtil2Rtud ser ap so,toperspgar só •t!baje
e áp Ilátágá.


Iütti scoqqt,u1o.tt sop ser y sát
,oronT5suoá tloaa!p- o2arclui ti¡I Á sa;itlpio
litéd sop tiúa9 011.1rián Á uorog sujo


saÁor ser p uoioll2gi áarpi ortttsiia tia (0WaállIS
0.111C' ja cil.0109i.OtttIO riá la atib élgátti
jatí iéiaolsod tiolOWIdooe:.ét ap mima O:OVO:1
ti: átib ódsono rap tiartuneu ap apuad
•;áp Ottei
'rettoptiIpstma /Sor epol ap ido/


zoz




204 -
La Alemania meriodinal contirda go-


zando los saludables efectos del régimen li-
beral que ha adoptado. El gran dticado de
Baden , disipadas las contestaciones que al
principio de la scsion de este afio introduge-
ron la discordia entre el gobierno y el cuer-
po legislativo, se.ha restablecido la mas per-
fecta armonía. No podemos decir lo mismo
del gran ducado de Hesse-Darmstadt , en que
los ministros tratan de comprimir los dere-
chos del pueblo en la eleccion de los dipu-
tados. Esta cuestion concluirá como la de
Baden. Los electores sostendrán su digni-
dad, y no permitirán que se les obligue á nue-
va eleccion sin haber precedido el acto de
dimision del representante que nombraron
primero (t).


Con este motivo no dejarémos de obser-
var . , que siendo ya imposible comprimir el
espíritu liberal de los pueblos, y negarles la
constitucion y los derechos comunes que ella
estableCe, se trat4or lo menos de quitar con


(r) La ciudad de Darmstadt nombró por repre-
sentante á M. Hopsner ; dió este su dimision ; vol-
vió á ser elegido, y el ministerio quiere que la di-
mision primera tenga fuerza contra la reeleccion , y
apremia á los electores para que procedan á nom-
brar otro diputado.


205
una mano lo que se concede con la otra, en-
torpeciendo el egercicio del poder electoral..
No se puede negar que el ataque está diri-
gido con destreza: porque si las elecciones
son malas, todas las leyes constitucionales,
aunque estén escritas en un libro , serán ilu-
sorias en la práctica;Cileso , pues , las na-
ciones de conservar leso el derecho de elec-
cion; y dónde haya 'sido adulterado en sus
mismos principios , como en Francia , pro-
curen á lo menos hacer buen uso de la li-
bertad'que les queda , para suplir con la
pruderiCiálos defectos de la ley electoral.
Este último efugio quedaba á los fautores del
'privilegio; pero no - es mas que una astucia:
no tardará en caer ante la voz omnipotente
'de la opinion.


Entretanto los ariStoeratás de París acu-
san á los realistas moderados. «No es tiempo
de moderacion ahora, -dama uno de : sus pe-
riódicos: 'venzamos-, Unioderacion hermo-
seará la victoria."ÉStaS'frases dicen mucho:
porque son una verdadera declaración de,
guerra. Debemos 'advertir; que aquellos fu-
riosos no entienden' Peit' moderados
á los constitucionales. NO : 'todo constitu-
cional es para ellos un enexhigo que se tra-
ta. de
Lo's realistaS ' de que hablan son




(1) Jái-s~áo 'dé -Kéráür.


.20 6
los que quieren un rey absoluto pero al
Mismo tiempo aman su pais natal , y abor-
recen sangre y los destrozos. A estos se
les dice ;, que su moderacion será oportuna
despues de la victoria :: es decir, despues de
aniquilado el sistema constitucional.


Es fuerza censury Ja deplorable cegue-
dad dél actual ministerio de Francia-. Al mis-
mo tiempo que se persigue inutilmente ante
los tribunales al los,escritores animosos que
-defienden á toda COSTA la carta constitucio-
nal, se permiten estampar .esta y otras pro,
vocaciones semejantes en. los papeles públi-
cos : se perínite que el Estandarte blanco ten-
ga por :epígrafe : viva el rey! aun cuan-
-do,. y 'se permite colmarde elogios la J'U-
ribunda cámara de 1815 , que el mismo
Luis XVIII proscribió, por decirlo , así , en
su proclama de displuciort.,¿ No es esto de-
cir á gritos -á la Francia y á toda la Europa,
que -se trata de abolir la carta constitucio-
:nal., y de :restablecer el imperio de .10s .pri-
Vilegios -?


Triunfarán l) -no. -Esta es la respuesta de
la opinion pública en toda Europa. En va-
-no afectan los aristoeratas cubrir -sus preten-
siones ambiciosas con -el .pretexto de le,~
-á -la dinastía.;La;fraricia sabe;,, - qué en -4,1p-


207
cha actual no se versan los intereses de la
&Mi lia reinarit1;.


tiñó les de la bledo n privi-
legiada, La Francia pide á voces su rey , y
la carta que este les olió por salvaguardia de
los derechos nacionales. La Francia tendrá
lo uno y lo otro. Las elecciones de este año
van á decidir de su suerte futura. Si los a-
ristocratas alimentan esperanzas de otro ór-
de•,. y tratan de fortalecerse con las com-
binaciones de la diplomacia estrangera, y .
ay de ellos!


,'se es el pecado contra el Es-
píritu Santo , que no se perdona ni en este
siglo .; ni en el fitturo (r).




208


Pausa ligera para soportar la . atencion-
que requiere. la lectura del Censor.


Bien se lo decia yo á ustedes, señores
suscriptores, que no hay cosa mas cansada
que leer -artículos serios, largos y profun-
-dos sobre materias políticas y literarias. Es-
tos Censores se han empeñado en qué á fuer-
za de juicio y de razon han de trazarla sen-
da que deben seguir, los ¿lemas periódicos,
y no quieren creer lo que yo les digo de
que este es el camino recto del hospital. Mil
veces me he visto ya tentado á romperles los
borradores y substituir otros de mi cosecha,
para demostrarles el buen efecto que se loa
gra de seguir un sistema contrario ; pero son
tan testarudos, que por mas que les predico
no quieren salir de sus trece. Todo su em-
peño está en que no han de valerse de otras
armas que las de la moderacion y el racio-
cinio ; y yo les digo que como ellos no se
acomoden al uso del pais , ya pueden ten-
derse panza arriba para que cada uno les
patee como le dé la gana. ¿Qué han de, de-
cir las gentes al verlos callar, como unos


2,09
doctrinos, cuando le llaman ignorantes, estú-
pidos, orgullosos y serviles!' Lo que yo mis-
mo diría cuando viera que una mugen oía
sin alterarse que la daban el nombre de las
pascuas.


En eso del servilismo tienen razon que
les sobra hasta por encima de los cabe-
llos , porque al cabo ya era tiempo de
que hubiesen manifestado lo que con tanta
propiedad llaman ciertas gentes energía y
entereza. Por eso me ha admirado á mi tan-
to el finísimo olfato de algunos periodistas
y de no pocos sabios nocturnos, que al mo-
mento conocieron que el papel era pagado
para sostener al despotismo. Desde enton-
ces acá estoy que no se me cuece el pan
.hasta ver á mi gente sacar tambien Jos pies
de los estribos. ¿Qué ocasion mas oportu-
no que la de dias pasados para haber dicho
cuatro frescas á los ministros y á todas las
autoridades? ¿De qué nos sirve la libertad
de imprenta si no la empleamos en decir
desverguenzas á todo el mundo ?


¡ Dichosos aquellos hombres que sin te-
ner que consultar á sus compañeros ( por-
que tan buenos son unos como otros}, en-
ristran su pluma, y sin mirar á rey ni á Ro-
que inventan una calumnia aunque sea con-




210 •
tra el lucero del alba! ¡Con qué placer no
puede uno decirse entonces á sí mismo :yo
soy escritor público : yo hago uso pleno de la
libertad de la imprenta; yo dispongo de la h on-
ra y de la reputa clon de cuantos se me presen-
tan por delante! ¿Qué se me da á mí de la
censura, cuando tiene uno expeditos los re-
cursos necesarios para hacerla ilusoria El
mal ya va por delante, el remedio vendrá
tarde , mal , ó nunca, y al cabo siempre
quedará la cicatriz.


Papel hay en esta corte que habrá sido
censurado mas de cuatrocientas veces , y el
editor todavía no ha sido castigado ninguna.
Digo que no ha sido castigado, por que aun-
que para los hombres de bien sería un castigo
terrible la forzosa necesidad de cantar la pa-
linodia, hay otros para quienes esta pena se
convierte en beneficio, pues á lo menos les
sirve para llenar un artículo de su perió-
dico. Despues hay otra diablura , y es que
como todos los trozos de injurias salen ba-
jo la cubierta de artículos comunicados, sue-
len no encontrarse persona con quien pegar
al tiempo de aplicar la pena, porque ó vie-
ne á ser un drope que no tiene sobre que
caerse muerto, ó suele no estar firmado el
original, y entonces recae la pena sobre el


211
infeliz impresor que no tuvo ninguna culpa,
ó últimamente, cuando no hay ningun es-
cape, se revisten de firmeza, y dicen que es-
tan muy prontos á probar la injuria, para lo
cual ponen por testigos á los que estan en
la Havana ó en Californias. Entretanto el
injuriado se está con su injuria á cuestas,
y adelantando dinero para que no se duer-
ma el asunto.


Otros hay que á ciencia cierta, sabiendo
que en un escrito se contienen especies úti-
les, claras, idénticas con su modo de pen-
sar, y que ellos mismos copian y copiarán
siempre que les venga á cuento ; aseguran á
pies juntillos que aquel escrito está sosteni-
do por ultras de otros reynos, y que si hoy
dice cosas buenas,. mañana las dirá malas..
Esparcidas ya estas voces, se aprovecha la
coyuntura de alguna impugnacion que se
publique, por tonta y asquerosa que sea,
para levantar hasta las nubes el noble des-
pique de los impugnadores. Entretanto su-
ceden lances que prueban que los autores
de aquel escrito no se engañaron en sus pro-
nósticos, y entonces no queda otro arbitrio
mas que callar y morderse los labios, ó pe-
gar contra el gobierno, porque no se hizo
cómplice del desorden.


14.




1
2X2


Esta táctica es excelente y vale ella so.
la mas que cuanta moderacion hay en el
mundo. Periodista conozco yo á quien
ha sido preciso darle un buen destino si-
quiera porque calle, y acaso no habrá egem-
plar de que á ningun moderado le haya da-
do nadie otra cosa que pesadumbres. Pues
no digo nada de regalos veinte y tres
artículos de un golpe me consta que recibie-
ron los editores de cierto papel, todos fir-
mados con sus iniciales que, á lo que yo me
malicio, dirán : loco tonto ó tonti-loco , pues
unas veces se antepone la L. á la T. , y otras
al contrario; pero ora se sabe que en vien-
do L. T. , tonteria tenemos en campana. Y
no hay que pensar en que esto les cueste un
maravedi , porque él dice que se contenta
con hacer ver á sus amigos que es hombre
que ha leido nada menos que las fábulas
de Iriarte.


Verdad es que la Periddico-!manía se huel-
ga de cuando en cuando á costa de todos
ellos; pero á mí se me figura que es de pu-
rísima envidia , al ver el enorme despacho
de sus papeles, como que hay cha de corleo
que van por esos caminos hasta dos ó tres
docenas, sin contar los que se envian de
oficio á la casa de Orates de Zaragoza. Di-


ni. 3
ehosos una y mil veces tales escritores que
de repente perdieron el cara () á la estima-
don pública, y se gastan los pesos duros, ó
los agenos, en repartir necedades al pueblos
como quien reparte guindas á los mucha-
chos. Dios les conserve su buen humor , y
dé fuerzas á los alguaciles para ir y venir
á buscarlos con la frecuencia que ahora ve-
mos, en honra y gloria de la literatura.


eir


a.




Mr. Keratry, diputado del departamen-
de Finisterra en Francia, acaba de publicar
una obrita intitulada : Documentos necesa-
rios para la inteligencia de la historia de
Francia en 182o. Este escrito trata de la
censura y del modo como se egerce en Fran-
cia; del duque Decav .s y de la acusacion
que ha publicado contra él el diputado Mr-
Clausel Coussergues ; de los señores Royer-
Collard y Camine Jordan ; de la conspira-
don de Vincennes que se manifestó al pú-
blico en el Monitor del 20 de agosto últi-
mo ; de una contestacion entre el general
La Marque y el prefecto de las Landas ; del
recibimiento que han tenido los señores di-
putados en los departamentos del rcyno; de
una nota oficial del príncipe de Metternich,
ministro de Austria, al baron de Berstett,
ministro de Baden ; del estado del culto y
de la opinion pública en Francia.


No permitiendo la estension de este pe-
riódico seguir al autor en cada una de las
importantes materias que se tocan en su


2x5
escrito, nos ceñiremos en este número
á publicar la Memoria del príncipe de Met-
ternich 'con las notas que la ácompalian,
porqne en ella se descorre el velo ténue
que cubre la política de las principales cor-
tes europeas. Se ve claramente su propósi-
to de intervenir en nuestros negocios, sobre
lo cual debe excitarse por todos los medios
posibles la atencion y la vigilancia del Go-
bierno. No ha sido necesario rehacer ni
aumentar las observaciones juiciosas conte-
nidas en la obrita de M. Keratry, parecien-
do suficientes para dar á conocer é ilustrar
la citada nota ministerial que literalmente
traducida dice así :


Carta confidencial del príncipe Metternich, al
baron de Berstett.


V. E. me .ha manifestado los deseos que
tiene S. A. R. el gran duque de Baden, de
saber de un modo general pero seguro las
ideas del gabinete imperial acerca del es-
tado político de Alemania. Esta insinuacion


• de un príncipe que todos los días da prue-
bas laudables de su firme propósito de pro-
teger el bien , y del conocimiento profun,-
do que tiene 'de los elementos que se opo-


214


NOTICIA IMPORTANTE.




216
nen á su consecucion , me honra al paso que
me obliga á comunicar á V. E. sin disimu-
lo cómo consideramos el estado actual de
las cosas. El tiempo va siempre adelante
por medio de las tempestades, y querer de-
tener su impetuosidad seria un trabajo • in-
util. Firmeza, moderacion , prudencia y por
último union con fuerzas bien calculadas,
son los recursos que todavía le quedan al po-
der de 1O,s protectores y amigos del orden:
esto es lo que hoy constituye los princi-
pales deberes de todos los soberanos y hom
bres de Estado que piensan bien. En el día
del peligro se habrá hecho acreedor á este
último título , solo aquel que despues de
penetrarse bien de lo qup es posible y de
lo que es equitativo , no se aparte un pun-
to del noble término á que deben encami-
narse sus esfuerzos, ni por abatimiento ni
por impotentes deseos.


Este término es facil de señalar, con-
sistiendo ahora en el mantenimiento de lo
que existe : llegar á él es el medio único de
conservacion , y tal vez tambien el mas pro-


pio para recobrar lo que se ha perdido. Há.
'cia él han de dirigirse los esfuerzos de cada
uno y las medidas de todos aquellos á quie-
nes reune un mismo principio y un mismo


interés, Los elementos combustibles que es-
taban dispuestos mucho tiempo habia, se
han inflamado durante la época de 1817
á i8ao. El camino engañoso que ha segui.
do el ministerio frances en esta época , la
tolerancia que se ha tenido en Alemania
con las doctrinas mas peligrosas, la indul-
gencia con que se ha mirado á reformadores
audaces , la flogedad con que se han repri-
do los abusos de la imprenta, en'fin-la pre-
cipitacion con que se han dado constitu-
nes representativas á los estados del medio
dia de la Alemania ; todas estas causas han
consagrado el abusa mas funesto de un
partido á quien con nada se puede con-
tentar.


Lo que prueba mas la imposibilidad de
contentar á este partido, es la observacion
de que los manejos mas activos se han
usado precisamente en el estado donde se
ha tenidanias condescendencia con sus su-
puestos deseos.


Antes de la reunion de Carlsbad el mal
habia llegado á .


tal punto , que la complica-
cion política mas insignificante hubiera bas-
tado para trastornar del todo el órden so-
cial. La,,,Sabiduría del sistema adoptado por
las gra'nds cortes nos preservó de aquel pe-




218
ligro que en este instante pudiera ser toda-
vía mortal. Y ¿cuál debe ser en estas cir-
cunstancias la conducta de un gobierno ilus-
trado' Al presentar esta cuestion se supone
naturalmente la posibilidad de salvarse : no-
sotros creernos tener los mas sólidos funda-
mentos para formar esta esperanza. Exami-
nando los medios convenientes para llegar á
un término tan sublime , nos vemos insen-
siblemente restituidos al mismo punto de
donde hablamos salido. Aquel que quiere
.reparar poco á poco , pero con perfeccion,
un edificio que amenaza ruina, busca ante
todas cosas un cimiento seguro ; y así para
preparar con buen suceso un porvenir mas
dichoso, es necesario á lo menos tener se-
guridad del tiempo presente. El manteni-•
miento de lo que subsiste debe por lo mis-
mo ser el primero y mas importante de nues-
tros desvelos: no solo entendiendo por esto.
el antiguo órden de cosas que se ha respeta-
do en algunos paises , sino tambien todas las
instituciones nuevas creadas legalmente.
. La importancia de mantenerlas con fir-
meza y perseverancia se reconoce en la vio-
lencia de los ataques que se les dan con ma-
yor encarnizamiento tal vez que á las insti-
tuciones antiguas, En el tiempo presente el


219
tránsito de lo antiguo á lo nuevo está acom-
pañado de tantos peligros como la vuelta de
lo nuevo á lo que ya no existe. Uno y otro
pueden del mismo modo ocasionar la esplo-
sion de las turbulencias que esencialmente
debe evitarse á cualquiera costa.


Por ningun motivo desviarse del órden
existente, cualquiera que sea su origen ; no
adoptar mudanzas en caso de que parezcan
absolutamente necesarias, sino con una en-
tera libertad y en fuerza de Una resolucion
preparada con mucha madurez, son las pri-
meras obligaciones de un gobierno que quie-
re sobrevivir á las calamidades del siglo. No
hay duda en que una resolucion de esta es-
pecie, por mas justa y natural que sea, ex-
citará combates obstinados; pero la posicion
ventajosa sobre una base reconocida y auto-
rizada es palpable, y desde este punto de
apoyo no es dificil parar y eludir por todas
sus direcciones los movimientos necesaria-
mente dudosos é inciertos del enemigo. Con-
sideramos la obgecion que se podria hacer,
respecto á que entre las constituciones dadas
hasta ahora en Alemania hay algunas que no
tienen base en que descansar, y por consi-
guiente no presentan ningun punto cierto de
apoyo. Si fuese asi, los demagogos, incansa-




220
bles siempre, no hubieran cesado de minar
las constituciones. Cualquier órden estable-
cido legalmente contiene en sí mismo el prin-
cipio de un sistema mejor, á no ser obra de la
arbitrariedad ó de una obcecacion insensa-
ta, poco mas ó menos como la constitucion
de las Cortes de 1812 (a). Por otra parte, una
carta real no es todavía una constitucion pro-
piamente tal : esta se forma con el tiempo, y
siempre depende de la voluntad y de las lu-
ces del gobierno que dan al descubrimiento
del régimen constitucional la direcA;ion cor-
respondiente para separar el mal del bien,
para afianzar la autoridad pública , y para
preservar el reposo y la dicha de la masa dé
la naden de los ataques enemigos. Dos me-
dios grandes de salvacion encuentra hoy
todo gobierno , en el sentimiento de su pro-
pia dignidad y sus deberes , si no está de-
cidido á perderse. Uno de estos medios na-
ce de un convencimiento pleno de que en-
tre las potencias européas ni existe verdade-
ra desavenencia, ni se pudiera preveer si-
guiendo los principios invariables de los mo-


(r) No cs estrafio este lenguagc en un ministro
estrangero , acostumbrado á ser principal agente del
poder absoluto.


221
warcas. Este hecho que no permite duda al-
guna, afianza y corrobora nuestra situacion,
y nuestras fuerzas. El otro medio es launion
que durante los nueve meses últimos han
formado entre sí los estados alemanes; union
que con el auxilio de Dios se hará indisolu-
ble por la firmeza y la fidelidad.


Las conferencias de Carlshad y los acuer-
dos que se prepararon en ellas han obrado
mas poderosa y saludablemente que lo que
tal vez hubiéramos podido prometernos en
un momento en que todavía sentimos las di-
ficultades que nos embarazan , y no pode
mos calcular sino superficialmente todas las
ventajas que hemos alcanzado.


Medidas tan importantes como estas no
podrán apreciarse por su justo valor, mien-
tras no puedan conocerse todos sus resulta-
dos. Estos no podian presentarse en la épo-
ca que inmediatamente se siguió á aquellas;
y con todo eso podemos ahora mismo en-
contrar la medida de los efectos que han
producido las resoluciones del 20 de setiená-
bre , calculando los progresos probables que
sin ellas hubieran hecho los enemigos del
órden.


Las resultas de las conferencias de Vie-
na, aunque de otro órden mas sublime, se-




222
rán de un efecto menos brillarme al pronto,
pero tanto mas profundo y duradero. El
«rulo de firmeza que se ha dado á la con-
federacion germánica ofrece hoy á cada uno
de los estados que la componen una garan-
tía eficacísima ; ventaja inestimable en las
circunstancias actuales , y que no hubiera
podido conseguirse con alguna seguridad si-
no por el camino que se ha tomado.


La buena fe y la moderacion con que se
dirigió esta obra tan importante , puede por
una parte habernos contenido bajo ciertos
respectos, no dejándonos tomar medidas mas
valientes y enérgicas ; pero supuesta la po-
sibilidad de adoptar este último rumbo, por
otra parte le hubiera faltado á la obra una
de las condiciones mas principales , que era
el convencimiento libre y la confianza fran-
ca y sincera de todas las partes contratantes•


Con nada se hubiera podido reparar un
defecto de esta naturaleza, tocándose prin-
cipalmen te , al tiempo de poner en egecucion
las resoluciones que se hubiesen tomado ba-
jo tales auspicios. Generalmente hablando,
la fuerza moral de la confederacion era para
ella de tanta importancia como la fuerza le-
gislativa, y los progresos que se han hecho
despues por el convencimiento de la utilidad


.223
y de la necesidad de esta union , forman en
nuestro concepto el resultado mas impor-
tante y mas plausible.


Las reglas que ahora deben observar los
gobiernos alemanes pueden indicarse en muy
pocas palabras:


r.a Confianza en la duracion del estado
de paz de la Europa , y en la unanimidad
de los principios que sirven de norte á las
grandes potencias.


2.a Atencion escrupulosa en su sistema
propio de administracion.


3.a Perseverancia en mantener las bases
legales de las constituciones existentes , y
resolucion firme de defenderlas con energía
y prudencia de cualquier ataque individual;
pero al mismo tiempo


4.a La reparacion de los defectos esencia-
les de estas constituciones, haciéndoltiel go-
bierno por sí mismo y en fuerza de razones
suficientes.


5.a Por último, si no alcanzan los medios
propios, recurrir al auxilio de la confedera-
don ; auxilio que cada miembro tiene el de-
recho mas sagrado á exigir, y que nunca ha
podido denegarse menos que ahora, confor-
me á las estipulaciones presentes.


Este es en nuestro concepto el único ca-




224
mino seguro 5 legal y conservador. En prin-
cipios de esta naturaleza está sentado el sis-
tema político de S. M..I. ; y el Austria, tran-
quila en lo interior de sus dominios, y po-
seyendo todavía una masa respetable de fuer-
za moral y de recursos materiales, no solo
se valdrá de ellos para su conservacion pro-
pia,' sino que tambien estará Siempre pronta
á usarlos en favor de sus confederados, cuan-
do el deber y la prudencia se lo prescri-
bieren.


Deseo que V. E. encuentre en esta expo-
sicion sincera la oportunidad de ofrecer al
señor gran-duque un testimonio nuevo' de
nuestra pura intencion , y del vivo interés
que la corte imperial tomará siempre en las
satisfacciones personales de S. A. R., así co-
mo en el bien estar y en la seguridad de sus
estados.


Dios guarde etc. Firmado Metternich..


Notas de Mr. Keratiy.
225


« Circulan dos notas de la Rusia y
atta


-Memoria
.atribuida al principe de Metter-


-nich , denunciando la revolucion de España
y el espíritu turbulento de la Francia, á fin


jde que las potencias grandes de Europa seunten y concurran á reprimirlos.
En estos documentos se apoya el servi-


lismo para cantar victoria, y por lo mismo
conviene reducirlos á su justo valor.


Sin faltar al respeto que se debe á los
autores de dichas notas, séame lícito pre-
guntar, dice Mr. Keratry: Qué significa
esta pretension singular de hacerse algunas
potencias tutoras de los pueblos, y de in-
tervenir en sus negocios? Qué fundamen-
to tiene este derecho ? Cómo seria posi-
ble su egercicio ?


Sin duda pudiera. concebirse algun de-
recho de intervencion , si los reformadores
que desagradan atacasen ó amenazasen la
existencia de estas potencias, '45


si se tratara
de mezclarse en su gobierno interior; pe-
-ro quién se mete en eso ? Quién ha pen-
-sacio perturbar al


.epperador de Rusia , al
15




226
rey de Prusia, al soberano de Austria en el
egercicio del poder absoluto, ni en las rela-
ciones que tienen con sus pueblos ?


Basta que estas potencias conciban rece-
' los del lento é indirecto influjo de algunas
mudanzas practicadas en las constituciones
extrangeras, para creerse autorizadas á con-
denarlas y á reprimirlas? Son acaso par-
tes competentes para apreciar dichas mu-
danzas en su justo valor, para fijar á un
tiempo la medida de la libertad de los
pueblos , y el modo conveniente de adqui-
rirla ?


Con sumo gusto tributamos el debido
respeto á las virtudes y. luces personales de
los soberanos que , quieren constituirse jue-
ces de nuestra causa; pero en cuestiones
semejantes, ¿puede su. inicio ser imparcial,
atendida su situacion: siendo depositarios
del poder,, ¿ no han de inclinarse á exalte-
rar las prerogativas del peder ? ¿ No es esta
misma situacion la que, les ha sugerido
aquella máxima tan peregrina , que se en,-
cuentra consignada - en las notas, de que
las instituciones liberales siempre izan de ser
una concesion de la autoridad?


Qué seria. del mundo si siempre -hu-
biese sido. indisPensal4 Aguardar el bene-


227
plácito dé los príncipes para mejorar la suer-
te de los 'pueblos ?


No será tampoco .permitido desconfiar
del influjo de otros intereses políticos que
pueden preocupar 4!;unos soberanos .acos-
tumbrados á la preponderancia , cOntra re-
formas que sin


-perturbar el buen •.orden
interior acrecentarán la fuerza y la :energía
de potencias vecinas y rivales ?


Mas esta desconfianza que inspira' la
misma -posicion de semejantes arbitres';
¡cuánto no• la aumenta la consideración de
su conducta pasada! Se encuentran en ella
la imparcialidad, la:moralidad, la dignidad
-que debieran resplandeecr- en el caracter
de estos grandes mores de los pueblos ?


besde,-lnege:si :
• se -trata: de .examinar él


fin piadoso, de: sus pactos , cubier-
tos con el velo de la Santa Alanza, halla,
rémos que ;


una oposicion real de dogniaS,ré,
ligiosos reyna en sus supuestos convenios;
que uno de estos príncipes es cisniátieo:poi.
notoriedad y.:otros dos .deeididamente.her.
reges: 11E! ~si deraxnos'por las relaciones
de su política interior, éneontrarémos- que
tres dé ellos hasta ahora no han estudiado
ni aplicado bien en sus respectivos estados
.sino la teoría fizcil del poder absoluto




nz8
turaIme.nte . reconoceremos Cuán dudoso es
en el que está acostumbrado á gobernar los
esclavos del norte, no obstante la bondad
que sobresale en los actos del emperador de
-Rusia, el que sepa graduar las necesidades
de los hombres del medio-dia, y especial-
mente saber lo que ~viene á la Francia


que ;puede considerarse cámo• centro de la
cultura europea. La intervencion -de su po-
lítica exterior ofreciera mayor disonancia to-
daVía . én. esta Alianza santa. Con efecto si
consideramos la •.conducta de estas potencias
antes de la revolucion francesa, ¿no son ellas
mismasIas que en sus manifiestos recíprocos
•os probarán sus Tedfrocas injusticias ? Re-
cuérdese especialmenteaquella odiosa reparti-
cion de la Polonia, que tal -vez fue la primer
-señal (le la conmoción del sistema .'etiropeo...
-Si,; la seguimos •.iurakite. la revolucion, ¿en
-qué viene á parar aquel celo tan brillante


• por la legitimidad conque hoy se-'mete tan-
40 ruido? Cuando los Borbonts y los en&
-grados se vieron cobardemente abandona-
idos,; - cuando se :formaban aliautás Rcón los
(gobiernos revolucionarios, seltomata parte
<en sus conquistas injustas, se distribuían los
despojos.: del debil • entre unos y otros, se
-aceptabaal usurpador de la España unas ve-


ces por amigo, otras- por yerno; en fin
X 29


,


observamos lo que ha pasado desde: la res«.
tauracion se ha visto alguna actividad en
cumplir lo prometido á los autores gene,'
rosos de la salvacion de la Europa? ¿Dónde
está la equidad cuando se pondera tanto la
impaciencia de los pueblos por obtener cons-
tituciones, y nada se dice de la excesiva len-
titud de los soberanos en otorgarlas; entre
indignarse tanto contra los soldados espa-
ñoles á quienes imputan haber violado una
parte del juramento militar, y ofenderse tan
poco de la conducta de los consegeros que
antes hicieron violar á su monarca los pac-
tos mas sagrados?


¿Dónde se encuentra siquiera el sentido
cómun reprobando semejantes revoluciones,
en provocar otras nuevas para extinguir las
antiguas, y seriamente pedir que los dipu-
tados de las Cortes de España practiquen ac-
tos expiatorios y se declaren criminales- é
infames?


Todavía parece mas absurdo este juicio
acomodado á los negocios de Francia: se su-
pone descaminada la marcha de la adminis-
tracion , y desencadenado el espíritu revo-
lucionario durante tres años, precisamente
cuando comienza á e.stablecerse un orden ad-


1-




'3°
nurable; citando el pueblo no ha hecho mas
que manifestar(vivísimo interés por las ins-
tituciones que ha recibido de su príncipe
con la aprobación:. de la Europa; cuando
ciertas ;,innovaciones temerarias , sugeridas
por un ministerio imprudente, de algunos
meses á esta parte, son las que han forma-
do las nubes que obscurecen nuestro ori-
zonte político.


¿Quién dejará de reconocer en estas in-
quietudes calumniosas el deplorable influjo
qué en la credulidad estrangera han eger,
cido esas notas ,secretas y esos Conservado,
res que se han dejado circular impunemen-
te; el influjo de embajadores mas bien es-
cogidos para representar las facciones aris-
zotráticas de la Francia , que la Francia
misma; el de los miembros de nuestro pro-
pio ministerio, que en los congresos de Apfis-
gran y otros inspirando recelos-exagerados
de cada yeleccion -que les desagradaba, han
sido los primeros denunciadores de su pais
á la Europa ?


Sin necesidad de alargar mas el discur,
so sobre la justicia de la intervencion
mos ahóra rápidamei.te las dificultades y
peligros que presenta. Ella supone perfecta
conformidad entre las .ruatro potencias; pe:


23t
ro tres de ellas ¿concurrirían de buena ga-
na al engrandecimiento sucesivo del colo-
so del norte que .


es ya tan desmedido ? La
Inglaterra en medio de las turbaciones que
la agitan, ¿ esperaria que sus ciudadanos la
prestasen nuevos subsidios para concurrir
á 'Ala causa que generalmente les es tan
odiosa.? La Prusia ¿no recelaria de aventu-
rar la fidelidad algo sospechosa de' sus sol-
dados y de sus pueblos en el inmediato
contacto de egemplos tan contagiosos ? El
Austria ¿no temeria que se renovaran los
resentimientos sobresanados de la eonfede,
racion alemana? ¿No tendrian todos que
temer al empeñarse en esta lucha el egem-
plo de la terrible España que acabó con el
poder del primer conquistador del mundo;
y de convertir en otra España al territorio
de Nápoles, y comprometer la suerte de
aquellos mismos reyes á quienes trataran
de socorrer ?


Pero sobre todo ¿quién puede pensar
sin estremecerse en atacar á la indepen-
dencia del pueblo generoso que á tantos
recuerdos de gloria junta la memoria amar-
ga de • las calamidades recientes? Si mo-
mentáneamente se sometió á crueles sacri-


."fieios ¿ cuán caro pudiera hacérselos ex-




232
piar á injUstes agresores?- ¿Para quién sería
mas funesta esta lucha que para un minis-
terio. desconceptuado ; para partidos anti-
nacionales.? Con todo eso, ¿sería cierto que
poco escarmentado todavía de la impru-
dencia de sus anteriores comunicaciones
con el extranger% este ministerio fuese ca-
paz de continuarlas. , que á egemplo dé aque-
llos hombres de 1815 , cuyas funestas ins-
piraciones atiende y sigue, pensara hallar
un apoyo contra la opiiiion pe le per3igue
dentro del estado ,. en la Perspectiva de
semejantes intervenciones traidas de afuera?.
En tal caso le invitaríamos ásne: lo pensa-
ra bien; á que pensara sériarnente,... Todos
los errores que se le han atribuido : hasta
ahora serian muy cortos en cOmparácion de
este error : á los ojos, del pueblo francas
este seria el verdadero pecado contra el Es-
píritu Sdnt0:: que, no se perdona ni, en este .
siglo ni en el futuro.


Apresúrele, pues, una vez que ha de-
jado circular demasiado esas notas tan, ofen-:-:
sivas por sus misteriosas amenazas, á darnos á
conocer la respuesta que ha dado á:
y pónganos en: estado depoder juzgar has,.
.ta qué punto, por el interés del honorreal
y nacional , ha sentido el ultrage y demos-


.i33'


trado la injusticia .11é su -Centeilidó.
En fin sean las que fueren , su respuesta


y conducta apréciese en su debido valor
el vano espantajo de esas notas; que no
nos distraigan de proseguir con firmeza en
lo interior del estado, recobrando, y mante-
niendo todos nuestros derechos, firmemen:
te persuadidos de que de nosotros ; solos pen-
de nuestra salud política, y á ninguna alian-
za santa ni profana., pertenecerá interrum-
pir la carrera de nuestra gloria."


En otro lugar de la misma obrita di-
ce Alr. Keratry 10 que sigue. sobre la citada
carta


;La nota. del prí-ncipe de Metternich al
baron, de Berstétt,.ministro de Badén , aten-.
tamente examinada rasga el velo tenuísimo
con que se ha cubierto hasta el dia. la -polí-
tica cle las; prineipaleg


cortés' de Europa, y
deja ver sirr ninguna dificultad, que las
constituciones otorgadas de málá, ' gana de-
ben tener' un término, 45;p.or'llty-MenóS.


di-
ferentea modificacionesAttO trastornen del'
todo s forma actujal'," :Eól' crtke' buscaban
e01.90.s; han'" visto eón:- tp,at, sorpresa clesli-
zaírse de SlIg propias manos pbiernds 'repre..
sentative,s, titet1 intlediatárrietite quisieran re,
coger. Para' cualquier -acción se necesita lin


1




4'34
punto de apoyo; y sintiéndolo así; se ha tra-
zado el plan de tomar á los pueblos como
se hallan actualmente; apropiarse el poder
de donde quiera que esté, sea en la adminis-
tracion , sea en lo civil, en la justicia , en
lo militar, en lo religioso; y desde estos di-
ferentes baluartes disparar contra la opi-
nion pública inerme y abandonada á sí
misma en medio de este tiroteo. Una mar-
cha retrógrada, y rápidamente retrógrada,
resultaria indefectiblemente de este sistema,
si la fortuna pudiera asistir á la gloria de
haberle concebido ; pero este plan se fun-
da en un supuesto enteramente falso, su-
puesto.que tiene desacreditado la experien-
cia, de que la opinion pública, habiendo
llegado al punto en que está, se limite á ser
discursiva y contemplativa.


« Esa espresion tan curiosa y tan sacraT:
mental del príncipe de Metternich, de que
se recomiende en todas partes la conservacion
del orden actual, como el medio mas conve-
niente para recuperar lo que se ha perdido,
merece nuestra mayor:atencion, al paso que
confirma las ideas que acabamos de indicar.
Ya no . disimula su propósito este célebre
diplomático ; dice un poco mas abajo, que
en otros paises, como en Francia , las ins-


titueiones nuevas solo deben adoptarse pa-
ra preparar con mas seguridad el restable-
cimiento , de las antiguas. De manera que
bajo el amparo de aquello mismo que mas
amamos , ¡se levantará la bateria cubierta
con que se espera destruir nuestro edificio
constitucional ! El mismo escrito reprueba
francamente la conducta del gobierno fran-
cés; y despues de la segunda restauracion
no puede dudarse que la censura recae es-
pecialmente sobre el reglamento del 5 de
setiembre, la ley de las elecciones y la del
levantamiento del egército. ¡ Así se afecta
olvidar que á estos actos asintieron los (le-
mas gabinetes de Europa, y con particular
distincion el gabinete á que pertenece el mi-
nistro desaprobador!


No hay duda en que .se
•mira á la Fran-


cia como el punto céntrico de donde se di-
lata una agitacion pública-muy grande; y
tambien es cierto que de 6 meses acá nues-
tros ministros , con sus imprudentes reve-
laciones, con sus movimientos varios y agi-
tados , con el compromiso en que han pues-
to los derechos adquiridos ,'tienen dado so-
brado fundamento á estas acusaciones mal
merecidas. Pero si ellos concurren á las mi-
ras de Mr. de Metternich, con la misma ra-




711


216
zon puede este ministro censurar su poca
habilidad , que nosotros la suprema injusti-
cia con que representan á su propio pais, el,
cual jamas ha deseado tanto la paz y la quie-
tud. Solo unos actos tan violentos contra la
legislacion radical pudieran sacar á la Fran-
cia de este estado tan necesario para su re-
paracion y tan conforme á sus deseos. Con-
tenta con el fruto mas apreciable de la re-
volucion se holgara en la bonanza , y aun
tal vez en una bonanza sin lustre : cuando
se ha visto rodeada de rostros enemigos é
implacables, se ha irritado.


Otra noticia mas interesante.


La servidumbre personal acaba de ser
abolida en el pais de Mecklembourg , pais
cercano al mar Báltico , y en la isla de Oe-
sel situada en la embocadura del golfo de
Riga. La ceremonia de la emancipacion ha
.comenzado por un discurso, en el cual los
magistrados oradores han proclamado estas
verdades eternas : «Todos los hombres na-
cen libres; á ninguno ha sujetado la natura-
leza á ser esclavo de sus semejantes; las le-
yes son las únicas que pueden limitar el uso
de su libertad. Mas la arbitrariedad había


237
establecido el principio contrario, y una cos-
tumbre bárbara despojaba al labrador de su
dignidad. El régimen horrible de la feudali-
dad , sostenido únicamente por la violencia,
por una tuerza facticia , cargaba sobre él
con todo su peso , y le habia reducido á la
mas dura servidumbre. Llegó poi.. firi :el tiem-
po de la justicia;; los hierros se rompen .; ya
no 'es permitido tolerar el despotismo ; la
esclavitud debe ser abolida en todas partes
y para siempre. Los gefes de los estados, co-
nociendo al fin -sus verdaderos intereses , se
imponen honrosa obligacion de restituir
los primeros derechos de la humanidad á
unos hombres, cuyo trabajo y sudor nos
da con qué satisfacer nuestras primeras ne-
cesidades. Al siglo de las luces corresponde
destruir la obra de algunas manadas de bár-
baros, los abusos envejecidos, y sustituir en
:su lugar instituciones liberales."


Sobre las canciones patrióticas.


El desaliño que:observamos en las cancio-
nes patrióticas del pueblo en medio de tanta
abundancia de asuntos dignos de la lyra del
mismo Apolo, nos ha hecho fijar la atencion
en el premio .que un príncipe dinamarqués




233
ha señalado; poco hace, á la mejor cancion
nacional que se publicára en sus estados, y
que ha sido adjudicado á una señora por to-
da una Sociedad real de bellas letras. Mr. Hei-
berg, literato dinamarqués muy distinguido,
ha hecho sobre este particular algunas re-
flexiones que nos parecen llenas de interés.
La idea de fijar un premio de esta 7 naturale-
za , ' dice Mr. Heiberg, es muy propia de un
príncipe á quien ha hecho dinamarqués su
alianza con la' familia real ; pero no me pa-
rece tan propio de los miembros, de una So-
ciedad real la aceptacion del enwgo de acl.
indicar el premio. Por sublimes que sean los
pensamientos, y por admirable que • sea la
versificacion de un poema, estas calidades
no bastan para que se haga' inmediatamen-
te un cántico nacional ;, y no hay sociedad
de tanta reputación, ni hay hombre que ten-
ga bastante poder para o rar este 'prodigio:
solo el tiempo, y la opinion pública, que es
su órgano ~ , infalib/e, lo- pueden hacer.
Tampoco basta en mi concepto el interés de
circunstancias pasageras para componer un
poema digno • de aspirar á la honra de ser
con:ektieMpo un cántico nacional: . para en-
contrar el asunto que se prestará mejor á es-
te.. fin, el poeta ha de escoger entrep•Ios re-


239
Cuerdos de la época mas gloriosa de la histo-
ria de su patria, y los intereses mas podero-
sos y permanentes de su pais. No hay pueblo
ninguno en Europa que no posea muchos a-
suntos histéricos de la primera clase , y dig-
nos de cantarse por la nacion ; pero tal vez
la Inglaterra es la única que ha visto nacer
un cántico nacional de un asunto 'de los de
la segunda clase que es mucho menos rica.
Asi es que no se ha necesitado acto ningu-
no del parlamento de Inglaterra para que la
célebre cancion Rule Britannia se haya he-
cho un cántico verdaderamente nacional del
pueblo inglés. Ella espresa .de un modo tan
enérgico el interés mas esencial y permanen-
te de la Inglaterra, como lo es el de domi-
nar sola en el mar, que todos los ingleses la
adoptaron al instante sin oposicion. La be-
lleza 'de la poesía no influye en esto sino de
un modo secundario. Fuera de desear que la
fermentacion que reyna hoy en.todos los áni-
mos dentro de Europa llegase á producir in-
tereses permanentes mas nobles , para inspi-
rar á los poetas futuros de todos los paises,
cánticos únicamente nacionales por el idio-
ma , pero cosmopolitas por sus sentimientos..
Por estas reflexiones se deja inferir , que si la
munificencia del príncipe de Hesse' ha pro-
porcionado á la literatura dinamarquesa un
pedazo mas de bella poesía, es posible tam-
bien que este no haya merecido hacerse to-
davía un cántico verdaderamente nacional.




:a4o


INDICE DE LOS APITICULOS


contenidos en este número. •


Actas de las Cortes. Sesion del 2i
de setiembre. Continuacion del
artículo primero del número an-
terior...... . . . . pag . 16 1


Progresos de la opinion pública.. 196
Pausa ligera para soportar la aten-


ción que requiere la lectura del
CENSOR. . 208. . .


Noticia importante. 214
Carta confidencialdelprincipe IVIET-


TERNICH al baron de BERSTETT . . . . 2I5
Notas de Mr. KERATRY r220
Otra noticia mas interesante. . . 9 36
Sobre las canciones patrióticas. . 32_ 7


,oT


n a CE lr\-
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° to.


SÁBADO, 7 DE OCTUBRE DE 1820.


ACTAS DE LAS CORTES.


SESIONES EXTRAORDINARIAS DEL 26 DE SE-
TIEMBRE Y SIGUIENTES.


Libertad de Imprenta.


ARTICULO I.°


Habiendo mandado las Cortes, á propuesta
del señor Tapia, que una comisión especial
formase una ley sobre libertad:de impren4
ta , y habiendo presentado aquella un- pro-
yecto que se imprimió con el discurso pre-
liminar, se empezó á discutir -en, la sesion
extraordinaria :del 26 de setiembre ;.y -eón-


16




242
tinuado el examen en las siguientes, están ya
aprobados los principales artículos , tales co-
mo los habla ideado la




,comision , salvas al:
gunas modificaciones y adiciones con que
fueron rectificados ó aclarados varios de ellos:
las cuales pueden verte en la gaceta. del gol
bierno , y no las especificarnos aquí,' porque
ahora no vamos á examinar la ley en sí mis-
ma, sirio á hacer algunas observaciones so-
bre todas las de su clase. Supuestas estas, y
decretada difinitivamente la ley, expondre-
mos en otro artículo nuestro dictamen acer-
ca de ella.


Acaso no se presentarán jamas á la de-
cision del Congreso problemas tan difíciles
de resolver como son. todos los relativos á la
libertad de la imprenta Así es que estas cues-
tiones ventiladas tantas veces en otros paises,
y señaladamente en Francia , en donde han
sido agitadas en casi todas las legislaturas
desde la asamblea constituyente hasta la úl-
tima sesion de las dos cámaras actuales; es-
tán todavía por decidir, ó á lo menos no han
• sido resueltas de un modo satisfactorio re
obtenga la aprobacion general. Por una par-
te es incontestable que la principal garantía
de la libertad política y civil de los ciudada-
nos es la de la imprenta : que esta es la que


. 243
descubriendo y señalando los abusos y erro-
res, que ó ya existian , ó se introducen de
Huevo en todos los ramos de la adminis-
tracion , solicita y promueve eficazmente su
remedio, y la que denunciando al público


7 los actos arbitrarios, las faltas y hasta los de-
litos de los gobernantes y empleados de to-
das clases, proporciona á quien compete las
noticias necesarias para examinar su conduc-
ta pública , y removerlos y aun castigarlos
segun los casos: Es tambien cierto que de-
pendiendo la felicidad de las naciones de la
ilustracion respectiva de sus habitantes ; y
no pudiendo estos ilustrarse suficientemen-
te cuando no se permite la libre publica-
cion de los escritos, pues en estos es donde
se aprende, no bastando nunca ni pudiendo
bastar las lecciones yerbales; es del.interés
general que se publiquen y circulen con to-
da libertad , cuantas obras puedan suminis-
trar al público alguna instruccion útil en
cualquier ramo que sea. Es igualmente cla-
ro que siendo las ciencias mas importantes
para los ciudadanos de una nacion libre, las
que se llaman políticas y morales, las obras
que de ellas tratan , son aquellas cuya .


pu.7
blicacion debe no solo permitirse y prote-
tejerse, sino aun fomentarse por los gobier,


16.




244
nos que se llaman liberales. Todo esto es in.
negable ; pero tambien lo es que apenas se
proclama en un paisla libertad de imprenta,
se empieza á abusar de este precioso derecho
mas que de ningun otro de cuantos la cons-
titucion asegura á los ciudadanos. So color
de manifestar abusos ó errores en materias
de gobierno y legislacion, se desacreditan
por todos los medios posibles cuantas reso-
luciones emanan de la potestad legislativa,
esté en las manos que estuviere , y cuantas
órdenes expiden los encargados de la eje-
cucion , cualquiera que sea el título que
tengan, ó el carácter de que estén revestidos;
porque como no hay ninguna medida gu-
bernativa que no choque con el interés pri-
vado de alguna clase ó corporacion, nunca
dejan de gritar los que se creen agraviados
contra la que ellos llaman injusticia, atenta-
do, y violacion de sus derechos. A pretexto
de revelar las faltas de los agentes del poder,
se 1-s injuria y calumnia, se les trata de dés-
potas y satélites del despotismo , se les lla-
ma ignorantes, ineptos, estúpidos; y á veces
si viene á cuento se les regala con los epi-
tetos de parciales, venales , corrompidos é
inmorales. Aparentando ó prometiendo en-
señar verdades útiles en toda clase de cien-


245
ciad, señaladamente en las filosóficas, se pu-
blican falsas teorías, graves errores, máxi,
mas peligrosas , sistemas absurdos , que en
vez de ilustrar á los'lectores los descarrian
acaso para siempre de la senda del saber.
En las contiendas literarias y debates sobre
opiniones políticas , se propasan los lidia-
dores , sobre todo en los periódicos , á de-
cir á sus antagonistas toda clase de injurias,
y cuando no tienen de su parte la razon a-
cuden á personalidades y á imputaciones tal
vez atrocísimas; que aun .cuando sean reba-
tidas por el ofendido, dejan siempre en el
público una impresion poco favorable á su
persona , y una sospecha por lo menos de
que algo habrá de cierto en la materia, cuan-
do el injuriador se. ha atrevido .á estampar
contra él tamaños denuestos. No hablamos
de escritos contra la religion y la moral pú-
blica :.la cuestion acerca de los primeros
pertenece á la autoridad eclesiástica ; .y en
cuanto .á los segundos en Roma todavía idó-
latra los prohibieron y recogieron. mas de
una" vez los Ediles.


Siendo pues innegable que la libertad
de imprenta es absolutamente necesaria é
indispensable en toda nacion que no quiera
verse esclavizada, embrutecida , é infeliz ; y




246
que de esta libertad se puede abusar. y sc
abusa frecuentemente de varias maneras; la
primera cuestion que hay que resolver en la
materia es la siguiente. ¿ Deberá reprimir-
se y castigarse-este abuso con leyes coerciti"
vas, ó será de aquellos cuya censura y cas,
tigo pueden quedar reservados al ódio y al
desprecio público 1 La comision ha supues-
to resuelto afirmativamente el primer extre-
mo, en el hecho de presentar una ley en que
se individualizan los varios modos que hay
de abusar de la libertad de , imprimir , se de-
termina el tribunal que ha de conocer de
esta clase de delitos, y se establecen las pe-
nas en que deberán incurrir los delincuen-
tes. Sin embargo, nos parece que ante todas
no hubiera sido inútil hacer al congreso es-
,'


tas preguntas. ¿Deberá hacerse una ley para.
reprimir los abusos de la -imprenta ? ¿ Seine"
jan te ley es absolutamente necesaria ? ¿ Las
utilidades y ventajas que hasta cierto punto.
puede proporcionar, compensan suficiente"
mente los inconvenientes que presentan las
trabas que pone á la libertad del pensamien"
to, y los perjuicios que causará, y las arbi-
trariedades á que, por bien meditada y com.,
binada que esté, dará siempre lugar en su
aplicacion ? Ni se diga que no hay ya lugar


247
á ventilar esta cuestion diciendo la Consti-
tucion en 'el artículo 37r que todos los es-
pañoles tienen libertad de escribir, impri-
mir y publicar sus ideas políticas... bajo las res-
tricciones y responsabilidad que establezcan
las leyes, porque aquí la Constitucion solo
dice que habiendo leyes restrictivas, los que
imprimen queden sujetos á ellas; pero no man-
da que se hagan: en este caso hubiera -dicho, /
leyes que se establecerán , y no que se esta-
blezcan , variacion de tiempo gramatical- que
hace un sentido muy diverso. El legislador
constituyente, que en cualquiera materia di-
ce: « conforme ála ley ó á las leyes que so-
bre este punto se harán", quiere, manda ex-
presamente que se hagan : el. que solo dice


conforme á las que se hagan", deja al arbi-
trio de los legisladores ordinarios el hacer-
las ó no hacerlas, les autoriza solamente
para que las hagan si "las conceptuan,


nece-


sarias. A ellos pues toca decidir si efectiva-
mente lo son. Tampoco impedia para exa-
minar si debe haberlas, el que las Mismas
Cortes constituyentes hubiesen dado algu-•
nas de esta clase, porque en esto ,


obraron
como legisladores ordinarios, cuyos decre-
tos en todas materias pueden ser revocados
por sus sucesores, como en efecto varios




248
de ellos lo han sido ya por las Cortes actua-,
les,. Si la cuestion indicada sobre la utilidad
de las • leyes coercitivas en materia de im-
prenta, se hubiese controvertido en las Cor-
tes ; nos parece que los argumentes que hay.
en contra, esforzados por la elocuencia de
algunos de los señores diputados., hubieran
hecho dificil la resolucion a6rmativa. Y aun-
que aprobada ya la parte principal de la ley,
precia excusado exponerlos; sin embargo
creernos que no será del todo inútil indicar
algunos, por.si otro dia volviese á tocarse el
ptiIto en alguna de las siguientes legislatu-
ras.- Ademas aquí tratarémes!de:esta materia
en- ab.s-tracto.;„prescindiendo de lo que acer-
ca;de ella.: se halle ya establecido, ó se esta-
bleCiese • err-lo sucesivo.


-3Los abusos todos .que puede haber en
materia de imprenta se redíteen:ii dos da-.
ses ; segun..quecen los escritos- se trata- de
las cosas; ó
'láspersorias%,, ya públicas ya


privadas. DI: cosas se puede tratar, ó con
obras teóriCal:en que se discuten los prin-
cipios generales de • política ylegislacion, ó
en disertaciones particularos en que indivi-
dualmente -se% examinan taIwó cuales insti-
tuciones 6 leyes existentes eh el -pais en que
se escribe. En cuanto á las priiriePasi es evi


249
dente que no deben estar Sngetos sus auto-
res á ninguna responsabilidad, ni los escri,
tos recogerse ó prohibirse aun cuando ha-
ya en ellos algunas ideas que no sean en-
teramente conformes con alguna parte del
sistema adoptado ; porque si bajo este pre-
texto se recogen los libros y se castiga á
los escritores, puede decirse que se aca-
bó la libertad de imprenta. No hacen mas
los gobiernos despóticos. En estos no se
permite profesar públicamente otra doc-
,trina política que la que apoya y preco-
niza el- sistema establecido. Pero en los
paises que se llaman libres, debe hacerse
todo lo contrario , si quieren serlo en -reali-
dad. Lo (lemas es substituir aura tiranía á
otra, como ha sucedido en . Francia por es-
patio 'de veinte -y dos años.-Destruida la
monarquía, ya-no fue permitido á los duda=
danos hablar ni aun teóricamente de las
ventajas de-esta forma de gobierno. Declara-
da la república una é indivisible; el escritor
que hubiese , indicado siquiera la idea de
una federacion como lá :de América; hu-
biera ido infaliblemente á la guillotina.
Creado el directorio con.- sus dos consejos
de Quinientos y (le Ancianos, infeliz del
autor que hubiese revelado al público los




2.5o
inconvenientes de,es .ta mal ideada organ iza-
cion política : y mas infeliz todavía el que.
bajo el consulado ó el imperio hubiese he-
cho ver primero lo absurdo y ridículo de
un cuerpo legislativo mudo, y despues la
nulidad de un senado compuesto en gran
parte de los parientes y echuras del gefe
único y supremo del Estado. Sin embargo
si en las tres épocas hubiera habido ver-
dadera libertad de imprenta ; si los gran-


, des hombres y elocuentísimos escritores
que en todas ellas ha encerrado la Fran-
cia en su seco, hubieran podido ilustrar
á la nacion sobre sus verdaderos intereses;
si en lkprimera se hubiera permitido demos-
trar la imposibilidad de que


.se , establecip-
se y consolidase una república indivisible
en una tan vasta extension de territorio ; si
en la segunda se hubiesen hecho patentes
los vicios de una combinacion social tan
imperfecta y vacilante como lo fue de he-
cho la•de la constitucion directoria'; si en
la última se hubiese podido decir libremen-
te á los franceses: "En vano una nacion
gobernada como la nuestra se lisonjea de
que es libre. lo : semejante gobierno no
tiene mas que un vano simulacro de cons,
titucion ; es un verdadero despotismo mili-


tar, , trias duro todavía y mas dificil de des-
truir que el civil, y de rutina , por decirlo
asi, de les antiguos reyes;" ¿puede dudarse
de que se hubieran evitado los grandes tras-
tornos , los incalculables males , la efu sion
de tanta y tan preciosa sangre como han
causado á la Europa los ensayos que. en ma-
teria de gobierno ha hecho por espacio
de 25 años la ligereza y atolondramiento
de nuestros vecinos ? Vergonzoso es confe-
sarlo, pero es un hecho. En este siglo de
tanta ilustracion , y en la nacion que rápi-
damente ha corrido toda la carrera de la
libertad hasta llegar en algunos puntos al
extremo de la licencia, no_ ha sido permiti-
do publicar ideas políticas con la franque-
za que lo hacian los antiguos en tiempos
en que las ciencias sociales no habian lle-
gado al estado de perfeccion en que hoy
las vemos. Isócrates y Platon hacian en




medio de la republicanísima Atenas el elo-
gio de la monarquía, y al mismo tiempo
Aristóteles examinando las constituciones de
varios estados, hacia ver las ventajas de al-
gunas deellas sobre las de su patria. Hasta
aquí suponemos que semejantes cuestiones
son tratadas teóricamente, y que el autor,
hombre de buena fe, no quiere ni propo-


1




252
ne que se destruya', ni .trastorne el orden
establecido para substituirle otro que él
cree mas perfecto ; sino que emite su opi-
nion para 'que en su caso y lugar se ten-.
ga presente: pero pasemos mas adelante.
y supongamos que un enemigo del sistema
escribe acerca de él con la maligna finten
cien de desacreditarle en todo ó en parte.
En este .


caso, (entiéndase bien lo que de-,.
cirros) el escritor hace mal, abusa de la
imprenta ; es un mal ciudadano, y es digna
de severo castigo, y deberá imponérsele, si
el hacerlo asi no ofrece acaso mas inconve-
nientes que ventajas ; pero esta es la caes .
tion. ¿ Puede fijarse en una ley con la exac-
titud necesaria el punto preciso en que aca,
ba la discusion sincera y -util sobre cuestio-
nes de política, y empieza la maliciosa y
perjudicial? ¿En qué termines, bajo qué for-
mas, y con qué colorido., por decirlo asi,
han de estar. concebidas , presentadas y
enunciadas las ideas para que pueda decir-
se con seguridad que son subversivas del
orden establecido? ¿No se ve cuán dificil
es, ó mas bien, cuán imposible definir y
seiialar con la rigurosa propiedad que exige
toda ley, tan delicadas menudencias , mu-
chas de las cuales son relativas á lo material


253
de las forma s gramaticales y oratorias, y
al valor preciso de los términos que tan di-
ficil .es determinar en muchos casos ? ¿Y si
esto es tan dificultoso, no se ve que toda
ley que se haga sobre la materia, ó ha de
restringir demasiado y de un modo perju-
dicial la libertad de la imprenta, si es muy
absoluta y vaga , ó vendrá á ser ilusoria si
es muy circunscripta é individual ? Porque
en el primer caso nadie querrá exponerse á
tratar cuestiones en que tan fácilmente pue-
de aplicársele una ley penal muy rigurosa;
y en el segundo el escritor mas malicioso
cuidará de evitar aquellas expre siones y
maneras proscriptas en la ley, y no le fal-
tarán otras para insinuar sus doctrinas. Hay
mas: aun cuando pudiese hacerse' una ley que
evitase estos dos inconvenientes ,no tendría
toda la utilidad que se espera de semejan-
tes reglamentos; porque no habiendo cen-
sura previa, la cual no debe haberla, ni
nuestra constitucion la permite, ni nosotros
la queremos ; uná vez publicadás las máxi-
mas que se suponen perniciosas, y habien-
do circulado en el público el tiempo que
es indispensable para que sean conocidas y
denunciadas, y recogido el escrito, el mal
esta ya hecho, y lejos de evitarse con ar-




254
restar al autor y prohibir la o ra , al coni-
trario se excita la curiosidad, y se hace que
los egemplares que siempre y necesariamen-
te se ocultan, sean buscados y leídos -con
mas ansia. Esto es lo que sucedia con las
prohibiciones de la Inquisicion , y eso que
el temor de la excomunion y el mucho ma-
yor peligro á que se exponian los detento-
res de obras prohibidas , hacia que se en-
tregasen muchos mas egemplares que los que
podrian recogerse en las prohibiciones polí.-
ticas. Lo mismo decimos con los escritos que
directa ó indirectamente provocan á la des-
obediencia á la autoridad establecida: Si
como ordinarinariamente sucede y debe
esperarse en un gobierno que tiene 'á su
favor el voto de la nacion, son recibidas
con el desprecio que se merecen semejantes
provocaciones, el gobierno no debe ni aun
siquiera darse por entendido. Y si por des-
gracia produgesen alguna fermentacion,
siempre será necesario recurrir á medidas re-
presivas de otra especie; medidas que en es-
te caso nunca escusará el procedimiento
contra el escrito sedicioso. Este solo reme-
dio nunca basta, y -viene siempre tarde si el
veneno hizo su efecto. La previa censura
tes la única que puede prevenir semejan-


255
tes males, que á la verdad son rarísimos;
pero ya hemos dicho que no debe haberla
en un pais que se dice libre.


En 'cuanto á los escritos contra las perso-
nas públicas, en cuanto públicas, porque
si.denigran su conducta privada entran en
la clase de los que ofenden á personas par-
ticulares, de los cuales hablaremos luego;
siendo del interés general que se pueda li-
bremente denunciar ante el tribunal de la
opinión pública los actos arbitrarios, las
faltas , la incapacidad y prevariCaciones de
toda especie de los depositarios del poder,
empezando desde los ministros hasta el úl-
timo empleado ;: parece que no debe res-.
tringirse esta preciosa libertad con leyes
que hagan responsables á los escritores. Por-
que ó las imputaciones son justas, ó no : si
lo son claro es que el denunciador no solo
no es digno de castigo, sino que merece
bien de la patria, revelando los defectos
crímenes de aquellos funcionarios públicos
que se han hecho indignos de egercer la
parte .de autoridad que les habia sido con-
fiada, Si no son justas, el acusado tiene en
su mano el rebatirlas inmediatamente, ha-
cer ver su falsedad, y cubrir de ignominia
al infame calumniador. Haciéndolo así y


I,




256
empleando este medio noble y generoso, •
está seguro de vindicar su inocencia de una
manera mas triunfante que recurriendo á
los tribunales , y solicitando calabozos, pre-
sidios y multas contra sus acusadores. Si un
escrito contra una ó mas personas públicas
es perseguido y recogido, esto mismo da
indicio de que no se le pudo rebatir ni des-
acreditar de otra manera.: la persecucion le
hace interesante, y lo que hemos dicho.mas
arriba, si se ve que la autoridad le ha pro-
hibido, sera mas buscado, mas leido, y
mas creido tambien. Por estas razones nos
parece que los gobernantes deberian mos-
trar , en iguales cases la grandeza de alma
de Timoleon y del gran Federico.


(Se continuará.)


257


DE LA AUTORIDAD


del pueblo en el sistema constitucional.


"Sin gobierno no hay patria
y ha


-brá gobierno donde se dé al pueblo la facul-
tad de decidir por sí , si él gobierno es mo-
roso , si cumple 6 no con eficacia sus obli-
gaciones?" (Diario de Cortes, sesion del 7 de
setiembre de 182o : Ski. MARTINEZ DE


. Rosa.)


La cuestion, que nos proponemos discu-
tir en este artículo , se versa acerca de la
esencia. misma del gobierno constitucional;
de tal modo , que si se decide mal, queda
descompuesto ó á lo menos adulterado to-
do el sistema. Basta esta sencilla rellexion
para (lar á conocer su importancia. Deseando
nosotros ventilar tan interesante materia con
toda la claridad necesaria, empezarémos por
definirla palabrapueblo, de la que se suele
abusar con mucha frecuencia: de;pues es-
plicarémos el principio fundamental de to-
do gobierno libre, y aun de los que no lo
son; á saber que la soberanía reside en el
pueblo : haremos su aplicacion á los gobier-


17




25 8
nos constitucionales, y determinaremos de
qué clase es y hasta qué límites se estiende
la autoridad de la masa nacional en la admi-
nistracion representativa, atendiendo á las
leyes' dictadas por la razon y por la conve-
niencia pública. Los inteligentes en. estas
materias nos perdonarán facilmente, que en-
tremos en pormenores sumamente conoci-
dos : porque se trata de manifestar los de-
rechos y obligaciones fundamentales á un
pueblo digno de la libertad que ha con-
quistado : pero que merced al régimen in-
quisitorial , bajo el cual ha gemido siglos
enteros, está muy poco acostumbrado á
discernir los límites casi imperceptibles, que
separan la libertad de la licencia, y la ener-
gía firme de un gobierno tutelar, de los fu-
rores orgullosos del despotismo. Si la Euro-
pa, llena de admiracion y respeto, le ha
visto desplegar todo el vigor del liberalis-
mo, sin traspasar los límites que prescriben
la prudencia y el amor del orden , este fe-
nómeno , único quizá en los anales de los
pueblos modernos, debe atribuirse mas bien
á la cordura y buen juicio con que ha do-
tado el cielo á la nacion española, que .á la
combinacion reflexionada de los principios
constitucionales. Estas cuestiones delicadas


259
son todavía muy nuevas en nuestra litera-
tura política; y creemos hacer un servicio
señalarlo á la causa nacional, si damos mo-
tivo con nuestras reflexiones á que otros
ingenios mas felices traten profundamen-
te esta materia, y fortalezcan con el racio-
ninio y la elocuencia las felices disposicio-
nes de nuestros compatriotas.


• d Qué es el pueblo? Nos parece que bien
definida esta voz, se resuelven con facili-
dad todas las cuestiones relativas á sus fa-
cultades. El pueblo es la universalidad de
los ciudadanos. Ninguna poblacion , nin-
gun cuerpo particular, ninguna reunion de
individuos puede arrogarse el nombre de
pueblo, á lo menos con respecto á la auto-
ridad que debe egereer,


, que es el único
sentido en que aquí lo consideramos. El
pueblo es la sociedad entera, la masa ge-
neral de los hombres, que se han reunido
bajo ciertos pactos. Si una fraccion parti-
cular, si una ciudad, si- una corporacion,
por mas distinguida que sea, se llama el
pueblo, ademas de decir una mentira ab-
surda, comete una gravísima injusticia, por-
que priva del derecho de sufragio al resto
de los ciudadanos, que componen una ma
yoría: .


•ixmeriSa.'' En una palabra , el pueblo
17.




2.6e
es la na&on. El pueblo de España no está
en Madrid , ni en Cadiz , ni en la masa mi-
litar, ni en los empleados, ni en esta ó aque-
lla corporacion : el pueblo español es la reu-
nion de los españoles de ambos hemisfe-
rios. Cuando las secciones electorales de
Paris , aumentadas con las cuadrillas faccio-
sas, que ávidas de sangre y de despejos ha-
bian volado á la capital, se apellidaron el
pueblo francés, y cometieron en su nombre
las atrocidades que llora y llorará la Eu-.
ropa por largo tiempo, el origen de tantos
desastres fue la mala inteligencia y el ahu-
so de la palabra pueblo. La gramática es una
ciencia mas importante de lo que vulgar-
mente se cree.


Obsérvese que en aquellos periodos 'des-
graciados de vértigo y furor, en que una fac-
cion impone la ley, no usurpa, generalmen-
te hablando, el nombre de la nacion sino
el del pueblo. La malicia y el instinto les.
•conseja esta precaucion. Cuando los ja-
cobinos pechan á millares las víctimas en la
tribuna y en las galerías de la Convencion,
no se llamaban la nacion francesa: este ab-
surdo hubiera sido demasiado visible ; sino
el pueblo. A favor de esta palabra equívoca,
que en aquel caso solo significaba realmen-


261
te una parte de la poblacion de Paris , y
que para los incautos , que no reflexionan,
se estendia casi sin sentirlo á todo el pue-
blo francés , elevó el terrorismo su trono
sanguinario. Si es lícito comparar las cosas
pequeñas con las grandes, igual equivoca-
cion se observa en los alborotos efímeros
y frecuentes de los teatros. Cuatro ó cinco
voces levantadas se arrogan el nombre y los
derechos del público, que asiste al espectá-
culo. El hombre siempre es el mismo : y
aun en los obgetos -mas , se vale de
palabras augustas y respetables, cuando
quiere trastornar el orden.


Claro es, que si el pueblo está en la ge-
neralidad de la naden, es usurpada , y por
consiguiente liberticida , la autoridad que
se arrogue una fraccion particular, sea cual
fuere el nombre ó el título , con que se cu.--
bra. Claro es tambien , que no: existiendo la .
verdadera y legítima autoridad, sino en la
coleczcion , es necesario que se reuna para
que sus deliberaciones tengan fuerza de ley.
Ultimarnente. , si esta reunion es imposible, y
por otra parte es necesaria la existencia de
un gobierno y de_ un poder legislativo, es
forzoso , que el pueblo delegué su autoridad,
y esto es - lo que sucede en el gobierno repre-




262
sentativo. Si se nos pregunta ¿dónde está el
pueblo en los paises constitucionales? no ti-
tubearémos en responder, que en los repre-
sentantes de su voluntad. El congreso es pa-
ra nosotros la nacion en cuanto á la autori-
dad legislativa. Aun podríamos elevarnos á
principios mas altos, y decir que el pueblo
está en todos los poderes, creados por la
ley fundamental, que élsanCionó con su a-
ceptacion ; y la autoridad del congreso está
contenida en este principio : pues el derecho
legislativo y la animadversion y vigilancia
sobre los 'agentes del poder egecutivo está
atribuida al congreso por la constitucion,
de cuya ley no puede separarse. Es esto tan
cierto , que, no dudando nadie de la potes-
tad del pueblo para modificar la ley consti-
tucional ,•7careee sin embargo el congreso de
la autoridad de hacer ó proponer semejan-
tes modificaciones, sin recibir de sus comi-
tentes mandatos especiales para ello. Es evi-
dente, pues , que él pueblo, en cuanto á la
autoridad , reside esencialmente en todos los
poderes ;


que creó cuando aceptó el código
constitucional : y que esta autoridad no tie-
ne otro caracter, ni puede egercerse de otro
modo, que el que dictó, señaló y definió
aquel código. 4. pesar de esto podemos de,


263..
cir que la voluntad pública reside por exce.


. !encía en el congreso nacional: pues le es-
tán confiados los actos mas importantes. de
dicha voluntad, á saber, la deliberacion de
la ley y la animadversion contra los abusos
del poder.


Entendida bien la significacion de la pa-
labra pueblo, y notados ya los abusos , que
pueden hacerse de ella, pasemos á examinar
el principio de la soberanía, cuestion escan-
dalosa para algunos, peligrosa para otros, y
segun muchos, abstracta é inutil como las
fruslerías ininteligibles de los aristotélicos.
Definamos esta voz. Soberanía es el poder,
superior á todos los demas poderes de la so-
ciedad. Si se considera en su raiz , esta de-
nominacion no puede corresponder sino al,
poder anterior á todos y que los constituyó
á todos, es decir, al poder que creó el pac-
to social ó la constitucion; y nadie duda,
que este poder primitivo, inenagenable, inde
pendiente de toda forma de gobierno, resi
de en la comunidad. El pueblo, al aceptar'
la constitucion , sea cual fuere , aunque Sea.'
la dé un gobierno absolütió , como el de 'D'W
namarca , egerce la soberanía ; y en este
sentido hemos `afirmado en niiestros núnieL.
ros anteriores, que la soberanía pertenece á.




264
la nacion. Las preocupaciones de la esclavi-
tud y los intpreses del despotismo han pro-
curado en todos tiempos oscurecer esta ver-
dad ; pero jamas han podido destruirla. Por
mas que la crueldad ó las armas hayan Con-
solidado el gobierno de un déspota ó de un
conquistador, jamas se ha mirado como le-
gítimo hasta la libre aceptacicn espresa
tácita det la comunidad. Este es el verdade-
ro principio de la legitimidad, sobre el que
tanto se ha delirado en nuestros Bias. Si no se
admite , ¿cuál es el título de las familias,
que actualmente reinan en Europa P c Quién
justificará la usurpacion de las unas, la in-
justa conquista de las otras , la insercion de
las ramas colaterales ó bastardas en lugar de
la directa y legítima ? Solo la aceptacion y
la acquiescencia posterior de las naciones. A
este principio tienen que recurrir los mas
celosos defensores del poder absoluto , si le
han de dar un título y un orígen válido. Sí:
las naciones en siglos de ignorancia ó de fac-
ciones han adoptado el régimen despótico ó
la anarquía feudal, que quizá es peor : y es-
te gobierno pernicioso, ó mas bien, esta ne-
gacion de gobierno no ha podido ni existir
ni consolidarse sino por la aceptación,de sus
víctimas. Los siglos pasan, las luces se aurnen-:


265
tan, los pueblos se desengañan ; y reasu-
miendo el derecho de la soberanía, que, aun-
que abolido en los libros y en las institu-
ciones , se conservaba en el indestructible
instinto de los hombres, quieren, y quieren
con mucha justicia, modificar el pacto social.
¿Quién les negará este derecho ¿ quién osa-
rá decir, .que no es lícito á un pueblo ref
mar sus leyes fundamentales ? Si el poder
absoluto emplea para impedirlo . la espada y
el patíbulo, la opmion serpea escondida-
mente, alguna masa de las que componen la
asociacion , toma la iniciativa , síguela el
cuerpo entero de la comunidad , y el ídolo
cae bajo las ruinas de su altar.


Pero supongamos ya establecido segun
los principios constitucionales. el gobierno
de un pueblo :. supongamos aceptado y con-
solidado el pacto representativo : ¿ qué par-


. te le queda á la nacion de su soberanía
radical y primitiva ? No otra, -que la facul-
tad de revisar y modificar aquel pacto. Las
constituciones verdaderamente liberales . con,.
sagran siempre algunos artículos á esta
saludable operacion. Nuestro código señala
el término ..de ocho años para la revisiOní


'Previeron sus prudentes redactores , que las
luces adquiridas por la esperiencia podrian




a66
indicar la necesidad de algunas reformas y
quisieron someterlas á operaciones cons-
titucionales, para evitar las convulsiones
políticas en caso que se sintiesen los incon-
venientes de algunos artículos. El pueblo
español, cuando llegue ese caso, egercerá
su soberanía primitiva, nombrando dipu-
tados con mandatos especiales para un obje-
to tan importante, y aceptando las modi-
ficaciones, que la sabiduría de aquella época
juzgue convenientes.


Fuera de este caso, no conocemos bajo
el sistema representativo otro ninguno, en
que el pueblo deba egercer la soberania
primordial ó constituyente. Y en efecto, ya
constituidos los poderes que la nacion juz-
gó convenientes para su gobierno, cesó de
ser soberana, y quedó súbdita de la autori-
dad que ella misma estableció. Esto sucede
hasta en las democracias mas ilimitadas:
pues en ellas el pueblo es esclavo de la ley.
Si ha de haber gobierno en la comunidad,
y reglas fijas de administracion , es forzoso
que los ciudadanos cumplan el pacto que
juraron. ¿ Qué seguridad , qué órden ten-
dría la nacion, en que el pueblo , siempre


.presente siempre mandando , se toma-
ra la libertad de alterar ó modificar á


a67
cada momento los principios fundamen-
tales de su constitucion ? No hablamos de
las alteraciones causadas por corporaciones
parciales ; ya hemos demostrado, que no son
el pueblo , y que es una usurpacion abomi-
nable y un el,Yemplo pernicioso cualquier in-
novacion producida por fracciones particu-
lares de la sociedad. La nacion tiene un mé-
todo legal para ser representada : tiene for-
mas legales para modificar su sistema de
gobierno. El mayor de los desórdenes en un
pais representativo seria conceder la repre-
sentacion popular al primer atrevido que
fingiese hablar en nombre de la patria.


Vengamos ya á la soberanía actual. ó de
egercicio. Cuando el pueblo está constituido,


Id en quién reside la soberanía gubernativa
No es tan fácil responder á esta pregunta co-
mo á la- anterior : porque estando' los pode-
res divididos , representados y aun compli-
cados , el pacto constitucional es el único
que puede decidir en qué manos reside el
poder supremo. Dónde el gefe del Estado
posee la supremacía del poder egecutivo, el
nombramierit& de jueces y la sancion
lada de las leyes , no hay duda' que se le ha
confiado el poder soberano, sean cuales fue-
ren las leyes que liguen á él yia Sus agentes




268
en el egercicio de dicho poder, que será mas
ó menos circunscripto segun la• naturaleza
de las constituciones.. Así vemos 'que en el
lengt4ge diplomático todos los monarcas de
Europa se llaman soberanos, aunque hay
una diferencia casi infinita entre la autori-
dad del rey de Inglaterra y la del emperador
de Rusia. La cuestion de la soberanía actual
no nos parece tan importante como la de la'
soberanía radical y primitiva. Esta pertene,
cé esclusivamente á la nación : aquella resi, •
de en las autoridades superiores , á quienes
la haya fiado la constitucion. Se podría de,
cir que la ley es el verdadero soberano ac-
tual en todo buen gobierno, y esta solucion
cortaría todas las disputas, sino fuese pre,
ciso personificarla, por decirlo así, para ha-


, cerla respetable á los súbditos.
De. las observaciones anteriores se infle,


re, que en todo gobierno la soberanía pri-
mitiva 4ó el poder constituyente pertenece
á la nacion; y que en el gobierno represen-
tativo el egercicio. de la soberanía , ó la so-
beranía actual reside donde la constitucion
haya colocado el poder supremo. Segun la
constitucion española la soberanía de eger,
cicio reside en el rey y en las Cortes. En el
rey, en cuanto es gefe supremo del poder


269
egecutivo y sanciona la ley: en las' Cortes, en
cuanto pueden , desoles de tres legislaturas,
suponer sancionada la ley propuesta por ellas,
y en cuanto nombran el tribunal que juzga
sus indivíduos. En Inglaterra el rey es inda-
dableinente el soberano actual : porque es
el centro de todos los poderes, y egerce so-
bre ellos en todos los casos posibles una ver-
dadera supremacía.




Ultimamente, es un principio en el ré-
gimen representativo que el egercicio de la
soberanía no reside en la nacion, sino en
las personas á quienes la nacion lo ha dele-
gado. Este principio es de la mayor impor-
tancia .; porque si la nacion permaneciese en
actividad, habria dos verdaderos poderes
en egercicio, el de la masa tOtal• y el de sus
representantes: en una palabra, habria dos
gobiernos , el uno democrático y el otro re-
presentativo. Los males de la revplucion
francesa procedieron todos de haber desco-
nocido el principio que acabamos de asen-


. tar.
Las objeciones, que la exaltacion ó el


interés suelen oponer á esta teórica, son des-
preciables. «La nacion, dicen, debe sobre-
vigilar á sus ministros y á sus representan-
tes." No hay duda; y por lo mism.i ha he-




270
cho efectiva la responsabilida d del mi-
nisterio, y ha erigido un tribunal, tornado
del seno mismo de la represen tacion , para
juzgar á sus individuos. «No hay poder que
deba ser superior al de la nacion:"- Asi es,
y por eso la nacion en el sistema cons-
titucional no obedece sino á la aútoridad
que ella misma ha creado. «La nacion es om-
nipotente, impecable, y no puede errar"
En cuanto á su poder físico nadie id duda: en
cuanto al poder moral, ella misma puede y
debe someterlo á ciertas leyes, porque la
primera necesidad de un pueblo es ser go-
bernado. Son aduladores de la nacion los
que dicen que no puede errar ni • pecar.
Abrase la historia si no, y la veremos llena
de inconsecuencias, de maldades y de per-
fidias cometidas por los pueblos. La dureza
y crueldad de los lacedemonios; el asesina-
to jurídico de Sócrates y de Focion, las con-
quistas sanguinarias de los romanos fueron
mas que injusticias nacionales? Los pueblos
pueden pecar y errar como los individuos:
porque se componen de hombres sugetos
al pecado y al error. Es menester que sepan
los que así hablan, que hay una potestad
superior, apoyada en la misma naturaleza
del hombre, la cual se sobrepone á esa om-


271 •


nipoten'te voluntad de los pueblos: es la uti-
lidad pública. Ella fue- la que en las selvas
primitivas unió las familias: ella la que es-
tableció los gobiernos : ella en fin la que
convirtió al hombre tirano , ó esclavo por
la fuerza , en un ser moral , protegi-
do por el poder inmenso de la asociacion,
ó aniquilado por él, segun que obedeciese
ó quebrantase el pacto general. No exalte-
mos, pues, mas de lo justo el poder, la sa-
biduría y las virtudes de los pueblos: no
imitemos en el estremo contrario á los adu-
ladores de los monarcas: atendamos sola-
mente á la utilidad coman en las combi-
naciones legislativas, y no olvidemos, que
el clamor universal de todos los siglos y de
todas las gentes por la institucion del go-
bierno , prueba que los hombres prefieren
desprenderse de una parte de su libertad
y de sus derechos , á trueque de obte-
ner, el orden y la tranquilidad. Y si esto
es cierto en todos los gobiernos, cuánto
mas lo será en el representativo, donde por
medio de un artificio, cuya invencion es
muy gloriosa para el espíritu humano, la
voluntad general de la asociacion se halla
concentrada en un corto número de repre-
sentantes?




n1,111"--


272
Ultimamente se nos dirá: "luego la nacion


queda esclava de los poderes que ha constitui-
do."No: queda solamen te súbdita, ó si se quie-
re , esclava de la ley, no de los hombres.


"é Y si los hombres abusan de la ley pa-
ra oprimir ? é y si vuelven .contra el seno de
la patria las armas y el poder que esta les
ha 'confiado para su defensa?"


Nada prueba mejor la excelencia del ré-
gimen constitucional., que las armas le-
gales con que ha fortalecido al pueblo
contra los abusos del poder. En efecto, aun
despues que el pueblo se ha despojado de
la soberanía actual por la aceptacion del
pacto , le quedan tres grandes atribuciones
contra las cuales se ha desencadenado en
el dia toda la aristocracia europea : porque
no queriendo gobiernos nacionales, sino
privilegiados, miran con odio la autoridad
del pueblo y la de la razon. Ya se habrá
conocido, que hablamos del poder electoral,
del derecho de peticion , y sobre todo de
la libertad del pensamiento. La constitu-
cion deja en manos del pueblo estos tres
poderes: el que niegue que lo son, no co-
noce el siglo en que vive.


La facultad de elegir los representantes
es tan inherente al pueblo, que .no puede


273
privársele de ella sin la mayor injusticia, ni
modificarla 'sin adulterar el sistema repre
sentativo. No entramos ahora en la cues-
tion refiidísima y que tiene por una y otra
parte sabios ilustres y razones muy podero-
sas, de si conviene ó no limitar la repre-
sentacion á la propiedad. La discusion sobre
esta materia pertenece -á otra época. Por
ahora nós basta sentar, que el poder legis
lativo debe ser tomado del pueblo. La teo-
ría, la esperiencia, la humanidad, todos
los agentes que egercen influencia moral so-
bre el corazon humano, concurren á de-
mostrar, que el hombre no puede ser ligado
por otras lgres , que las que él mismo se im-
ponga, y que no debe pagar mas subsidios á
la asociación, que los que él mismo señale. Los
ciudadanos dejan en manos de la autoridad
la fuerza armada, el nombramiento para los
empleos, la sancion de la ley, y lo que es
mas, la facultad de oponerse á sus deseos,
y de moderar el ímpetu naturalmente de-
mocrático de las corporaciones populares.
Pero por lo mismo que les clan tanto poder,
necesitan sobrevjgilantes de su confianza,
que celen la acción del gobierno, y que dis-
cutan y deliberen sobre los intereses
blicos. Abolir entorpecer la facultad elee,.


o




274
toral, convertir el cuerpo legislativo en una
asamblea de notables y en una representa-,
cion de las clases privilegiadas, obligar al
pueblo á. crear diputados de diferentes es-
pecies, debiendo ser el congreso nacional
homogéneo por su naturaleza, atribuir á
los representantes de un orden superior mas
sufragios que al cuerpo popular , es privar
á la nacion de todas las ventajas que debe
esperar del . sistema constitucional ; 6 por
mejor decir, es destruir la Constitucion.
No puede haber confianza pública, no pue-
de haber verdadera responsabilidad de los
agentes del gobierno, si el cuerpo legisla-
tivo no es elegido libremente por el pueblo:
porque la ficcion legal que supone concen-
trada en los diputados la voluntad de toda
la, nacion, deja :de tener ) fundamento y es
absolutamente absurda, cuando 'el pueblo
no elige en realidad sus representantes: y
esto sucede siempre que no hay libertad en
las elecciones, ó una parte .de lá diputacion
procede, no de la totalidad del pueblo, si-
no de algunas clases privilegiadas. El poder
electoral libre é independiente es la mayor
garantía que puede darse á un pueblo de
que. sus leyes serán buenas, y su gobierno
moderado y justo,


Si el derecho de eleccion es la garan-
tía del pueblo, el derecho de peticion lo es
de los ciudadanos particulares. Las infrac-
ciones de constitucion, los Abusos del po-
der, las vejaciones de los agentes del go-
bierno pueden ser denunciadas en


.
el san-


tuario de las leyes por cualquier individuo
corporacion. De la misma manera se pue-


den presentar todos los proyectos é ideas
útiles para perfeccionar la administracion
en sus diferentes ramales.


No debe temerse que las peticiones sean
despreciadas, son mandatarios del pueblo
los que las reciben , y ademas tienen inte-
rés .en sostener los principios constituciona-
les y en llenar con gloria el dificil cargo de
legislador. Las peticiones hacen conocer al
congreso nacional las necesidades actuales
del pueblo, le hacen precaverse de las agre-
siones parciales del poder; las cuales desaten-
didas podrian llegar á hacerse generales y
á minar el edificio de la libertad. Ultima-
mente la- facultad de dirigir peticiones á lala nación reunida, atribuye á cada Ciudada-
no el derecho de vigilancia sobre los nego
cios públicos.


Pero entre todos los poderes constitu-
cionales ninguno hay que: terigatanta energía




1
ti


276
en un siglo de luces, como el pensamiento;
El mundo:, decia Rousseau , se gobierna por
los libros. La razon es clara : los hombres no
hacen uso de sus fuerzas sino para lograr
deseos; estos se dirigen constantemente ha-
cia lo que aprenden como bien: luego no
hay poder que pueda igualarse con el del
pensamiento, que es el que hace conocer
dónde está el bien. Por eso ha llamado ún
sábio publicista magistratura que enseña á la
que egercen las haces y los conocimientos.
El pensamiento crea y vivifica la sociedad,
funda las costumbres y los hábitos , y por
consiguiente establece las leyes. El es todo
el hombre ; y nada de lo que pertenece á la
humanidad , se substrae de su influencia. A
la verdad, no está rodeado del aparato del
poder ; pero tampoco lo necesita. Es el mas
absoluto de todos los déspotas. Derroca
los alcázares de la tiranía,, domestica la sel-
vática fiereza de los bárbaros , triunfa de las
preocupaciones mas arraigadas, somete las
-pasiones mas feroces, y aniquila egérei tos in-
vencibles. Su auxiliar es el tiempo : su des-
tino , someter el Universo á la fuerza victo-
riosa de la razon.


.
Este inmenso poder en el sistema cons-


titucional está á disposicion del pueblo me-,


1-77diante la libertad de la imprenta. Ya he-
mos manifestado en otro número las con-
secuencias preciosas de esta libertad, consi-
derada COMO un derecho: en la actualidad la
considerarém os


. como unafuerza,, La nacion
que tenga la dicha de poseer esta fuerza, no
tiene por qué quejarse, ella la preservará de
lás agresiones del poder egecutivo y de las
infidelidades de sus mandatarios. El poderío
del pensamiento es eminentemente nacional,
es decir, pertenece á la universalidad de los
ciudadanos: no porque todos digan su pa-
recer por escrito , sino porque la opinion
pública, fijándose dcspues de 1a


.
delibera-


. cion literaria , generaliza en el pueblo las
.verdades que se discutieron contradicto-
riamente; y perteneciendo ya estas verdades
al tesoro de los conocimientos nacionales,
no puede ser enagenada , ni habrá autori-
dad que se atreva á proceder contra ella. La
libertad de la imprenta coloca en el trono la
razon, y esta es , segun nuestro entender,
la mayor excelencia del sistema representa-
tivo.


Guardémonos, pues, de atribuir al.pue-;
blo , reunido en masa, el derecho de inter-
venir en los actos del gobierno de aguijo-
year su morosidad, de contener su energía,




278
de censurar tumultuariamente sus operacio-
nes. Guardémonos tambien de atribuirle la
potestad de deliberar, reunido , sobre las
materias, que se ventilan en el congreso. Si
estos derechos eran legítimos y fáciles de
egercer en las repúblicas de la antiguedad,
no pueden menos de ser una usurpacion en
las monarquías de extenso territorio, don-
de es imposible. 'que toda la nacion se reu-
na. Si la necesidad de derrocar el régimen
arbitrario y de conquistar los derechos del
hombre y del ciudadano puede justificar en
ciertos Casos estruordinarios las deliberacio-
nes populares, de ningun modo deben per-
mitirse én él sistema constitucional, cuan-
do todas las garantías están vigentes , cuan-
do el pueblo tiene á sti disposicion medios
legales y conocidos para asegurar la libertad
y el buen gobierno, ya en la distribucion de
lbs poderes , yá en los derechos de eleccion
y peticion enla libertad de la imprenta.
Las reuniones tumultuosas , á las cuales rio
concurre 'el pueblo sino por fracciones, eran
miradas Como ilegales en las democracias
de la antiguedad : y ¿ podrán parecer legíti-
mas en una Monarquía moderada? En esos
tumultos la diátusion se hace "por . VOcifera-
dones y amenazas: solo se oye ergrito de


279
las pasiones políticas, bajo el cual se encu-
bre la voz callada de los intereses particu-
lares. Entre los individuos que concurren,
nunca . falta quien desee saciar rencores y
venganzas propias.: y qué ocasion mas
oportuna para . dar rienda á los deseos ma-
léficos, que la ausencia de la ley, y del
poder que la sostiene ? Es necesario que
los pueblos se persuadan de que, al aceptar
el pacto constitucional , se despojaron á sí
Mismos del egercicio de la soberanía , y que
no .deben egercer mas facultades, que las,
asignadas por la constitucion : pues esas bas-
tan para poner á cubierto todos sus dere-
chos ; y que su . intervencion inmediata y
contínua, ademas de ser,injusta é ilegítima,
no les daría ninguna nueva seguridad ; an-
tes bien trastornaria el órden y el sistema
representativo, destruyendo la accion del
gobierno, y substituyéndole la funesta ener-
gía de las pasiones encontradas. Sin gobia -
no no hay patria... j,


¿ habrá gobierno don-
de se dé al pueblo la facultad de decidir por
sí, si el gobierno cumple chic, con eficacia sus
obl%aciones




280


CARTAS
de utz madrileño á un amigó szr


de provincia.


1.a
Mi querido amigo: cuatro años ha-


ce que dura nuestra correspondencia, y en
todos ellos no me ha hecho usted escribir
tanto como en estos seis últimos meses.
Satisfechos antesacon saber el uno del otro,
y con comunicarnos la noticias que podian
pasar sin riesgo por las aduanas del correo,
apenas habia ocasion de llenar la primera
carilla de nuestras cartas. Eran.:ya tan sa-
bidas las alegorías de la cosecha, las de los
vientos y la del enfermo, que lo mismo se
hubiera arriesgado haciendo uso. de ellas
para cornunicar..sucesos ó hacer- reflexiones
políticas, que refiriendo las cosas por sus
propios y verdaderos nombres. Todos co-
nocian el peligro, se burlaban ,de


yi7
gilancia de los opresores; pero Kr:eso
dejaban de estrecharse las precauciones en
las oficinas á cada nuevo suceso que pre-
sentaban las circunstancias.


Llegó por fin el ,
deseado tiempo de que


28t
pudiésemos explicarnos. sin temores, y no
encontrando usted en quién vengarse de su
forzado silencio , me acosa y me persigue
para que cada correo le escriba un proceso
de tódo cuanto pasa en el mundo, como
sino le bastase la lectura de todos los pa-
peles públicos. Estoy de acuerdo con usted
en que los habitantes de las provincias no
pueden formar un juicio, claro de los he-
chos, si se contentan con la relacion que
de ellos se hace en los diarios de la capital;
porqué cada uno suele referirlos á Isu modo,
ó por lo menos varian infinito en lasobser-
vadones que ele ellos sacan. Rara vez se
advierte que un acontecimiento público ó
privado sea mirado por todos bajo una
misma forma, sino que q.41 escritor le dé
el colorido propio de su papel, aumentan-
do ,ó disminuyendo circunstancias, y desfi-
gurándoló, todo para , que.. cuadre y se aco-
mode con sus ideas.


Segun unos la marcha de la Constitu-
cion es dudosa y ; vacilante, porque no va
acompañada de aquel .furor _estrepitoso, sin
el cuál ,les parece que las ,revoluciones care-
cen del brillo exterior que , segun ellos,
debe distinguirlas. Quisieran gritosyi.eXa-
oeia iqnes basta en a santuario mismo de19




282
las leyes , y les ofende la calma de las for-
mas judiciales en todo lo que tiene relacion
con las faltas ciertas ó imaginarias que lle-
gan á su noticia. Impregnada su cabeza de
la idea de luchas y de combates , suponen
al ministerio en un• estado de guerra abier-
ta con el póder legislativo. Quisieran que
éste, en lugar de dejar expeditas, las funcio-
nes propias de aquel, le humillase y des-
atendiese en todo, abrumándole con el con-
tínuo peso de la soberanía nacional. Sus
pronósticos son siempre funestos, y el que
tuviese la desgracia de éscuchar su voz,
creeria ver en cada ministro Mi enemigo
armado contra las nuevas instituciones.


Otros hay que se muestran tan confia-
dos en la solidez del aetual sisteniá, que
miran. como inutil y superflua toda especie
de preeaucion ; y cual si no tuviéramos ene-
migos interiores ni exteriores á qizienes te-
Mer;quisieran que todo se despreciase y que
nada se previniese. Guiados pOrlá




justa
ópinion que tienen formada de los 'actuales
ministros, y detnas depositarios dél-' poder
y de la fuerza, no creen ni siquier1:posible
06 itlgüií dia puedan .


convertirla' 'én" me-
.noscabcn


•Cle las leyes;
fundamentales de la


Segilin ellos e- Iiráíiüto. desde el


,,
283y


'gobierno absoluto al templado se ha de ha-
cer de tal modo que apenas se advierta la
mudanza, y de aquí nace su temor de que
parezcan intempestivas las grandes refor-
mas, no obstante de que las creen absolu-
tamente necesarias.


'Quisieran que. el sistema de hacienda
se reformase, sin hacer la menor' novedad
ni en los empleos 'en los empleados; que
ell - Cléro regular desapareciese por sí solo,
sin que saliese decreto alguno que facilita-
se su desaparicion , y que el clero secular
costase menos al Estado, sin que ningun in-
dividuo dejase ele ser tairrico y privilegia-
do como lo era antes. En una palabra, qui-
sieran que navegase la embarcacion , pero
sin que se abriesen las aguas para darla
paso.


Unos y otros desean en nd , concepto el
bien de la patria; pero todos se equivocan en
los medios que deben conducir á éLTan im-
posible es consolidar el régimen constitucio-
nal atropellando la marcha de la constitu,
cion , como dilatando indefinidamente las
reformas que ella indica para todos losra-
mos de lá administraCion -Pública. Los Pri-
meróSnó aciertan rt-dificár un templo'`sin
destriii.1 :. 'Oda una ciudad, y - los segundos





284
creen haber trasformado una prision en un.
lugar de delicias con solo haber revocadak
fachada. Yo estoy tan admirado de lo que
veo en España, que casi no acierto al expli-
carme de otro modo que atribuyéndolo á
una especie de prodigio. Solo el que no re-
flexione sobre el estado en que nos hallába-
mos á principios de este año , podria mirar
como incompleto el triunfo de las ideas
berales. Es un asombro lo que se ha.. Ade
lantado , y mucho mas asombroso el no ha-
ber encontrado mayores tropiezos. Acuérde-
se usted, amigo, de lo que tantas veces he-
mos hablado .


respectivamente á nuestros. có-
digos, y pese en su entendimiento la enor.
me dificultad que estos mismos oponen á
la marcha franca del régimen representati-
vo. Yo no quisiera darles otra respuesta á
todos esos acalorados é impacientes , cuan-
do se quejan de que camina con lentitud el
nuevo sistema., sino repetirles aquellas pa-
labras tan notables del sábio jurisconsulto
inglés Bentham. Si zne dieran á escoger, di-
ce , entre una constitucion sabia , pero sin un
código bien formado , ó un código bien for-
mado , pero szn constituczon , no dudaría un
instante en preferir este á aquel extremo: por-
que no es posible que haga progresos la liber,.


285
.ectd si no está cimentada sobre büenas leyes.


Qué diría ahora este jurisconsulto , si
oyera á nuestros descontentos de los pro-
gresos que hace la representacion nacional
en España , mientras que no solo carece de
un código bien formado, sino lo que es to-
davía peor, que tiene muchos malos y vi-
gentes todos ellos? Fuero-juzgo , fuero vie-
jo ó de hijos-dalgo, fuero de Sepúlveda y
fueros propios de otros pueblos, fuero Real
con las leyes del Estilo, leyes de Partida, le-
yes de Toro , leyes recopiladas nueva y no-
Vísimamente , ordenamientos de Alcalá y de
otras partes, Autos-acordados, Ordenanzas
de Consulados , Ordenanzas de mil especies,
sin contar con las leyes romanas adoptadas
en el foro, ni con las eclesiásticas y de-.
cretales de los papas legítimas y apócri-
fas ; ni con las antiguas carta-pueblas y mo-
dernas pragmáticas qué no están incorpora-
das en los citados códices generales , aun-
que todas están en su fuerza y vigor, sirtra
derogacion que la que las da el no uso arbi-
trario de los tribunales. ¡ Por manera que so-
lo á la arbitrariedad de estos mismos debe-
rnos el beneficio de que queden como abo-
lidas muchas leyes bárbaras ó absurdas que
no lo han sido legalmente!




2 8 6
Sin embargo ¡ la Constitucion está plan-


teada, admitida : , sancionada , obedecida en
ambas Espalias, .y lo que vale todavía mas,
empieza á ser entendida por el pueblo 4. Y
qué será luego que tengamos un buen códi-
go civil , administrativo y criminal ? Hasta
entonces no se calculará bien la distancia
que hemos corrido, y los riesgos que hemos
evitado , así como un enfermo no suele for-
mar idea clara de la enfermedad que ha pa-
decido hasta que se halla perfectamente res-
tablecido de ella. ¿Quién podrá persuadir-
se que ha sido independiente y libre el,po-
der judicial sin tener un código breve y exac-
to que pie á los jueces en sus decisiones?


Quién no se horrorizará al considerar que
un español podia perder sus bienes, y aun
su vida , por la sentencia de un tribunal,
mientras que ensigual caso podia ser absuel-
to por otro , apoyándose ámbos en una mis-
ma legislacion ? ,¿ Quién oirá sin asombro
que nuestros tribunales han gozado de la
facultad exclusiva de interpretar las leyes,-


, hasta que el artículo 131 de la Constitucion.
la reservó sabiamente á las Cortes ?


Ay , amigo ario y cómo temo que está_ .
afectada impaciencia de algunos no sea mas
bien nunTnullo, de sus pasiones mal reprimi-


287
das, que la expresion de su sincero patrio-
tismo. Ruego á usted que cuando lea algu-


/ no de esos trozos acalorados que se insertan
en ciertos periódicos , no se olvide de la di-
visa que han adoptado sus editores , y con
solo este recuerdo descubrirá el verdadero
móvil de sus perpétuas exclamaciones. Yo
por mi lpa'`rte procuraré poner á usted en el
caso de que los vaya conociendo poco á po-
co, y sepa el valor que debe dar: á cada uno:
porque parece increible hasta qué punto ha
llegado la imprudencia y descaro (le algu-
nos de ellos. A Dios, amigo, queda de usted
afectísimo.


El .madrileii o.




283


ULTIMOS RECUERDOS


DEL CONSERFADOR.


Madrid acaba de labarse de una man-
cha que le afeaba extraordinariamente. La
cesacion del -inmundo periódico qúe se in-
titulaba el Conservador, añade una prueba
mas á las muchas que podrían darse de que
el público no es tan injusto ni tan torpe
como se le quiere suponer. Es posible enga-
ñarle ó seducirle á los principios, pero al
cabo de poco tiempo hace justicia á lo que
ve y á lo que oye. No hay que pensar en
que á fuerza de exclamaciones repetidas y
exageradas se le ha de hacer que nos crea
• diferentes de lo que realmente somos, por-
que al través de todos los artificios del len-
guage llega á descubrir el verdadero fondo
de las ideas. El papel de que hablamos no
tuvo ni siquiera el arte de encubrir por al-
gunos dias la perversa intencion y .funes-
tos principios de sus editores. Faltos de to-
da especie de instruccion , y sin conocer
siquiera su propio idioma, del cual á falta de


289
doctrina pudieran haber sacado algun par_
tido , se ,hallaron poseidos sin saber cómo de
una rabiosa manía de celebridad , que ellos
buscaban como instrumento de su fortuna.


Parecería increible, si no lo hubiésemos
presenciado todos, que en el espacio de cin-
co meses poco mas ó menos que estos des
graciados han estado vomitando diariamen-
te un pliego entero de injurias y neceda-
des, no hayan tenido siquiera por casuali-
dad la fortuna de decir alguna cosa util ó
á lo menos no perjudicial. Ellos habían
oido decir pie en otras partes los escrito-
res de mas mérito empleaban sus plumas
en 'denunciar ante el tribunal de la opinion
pública los abusos del gobierno, y creyeron
hacerse pasar por hombres, superiores con
solo maldecir brutalmente de todos los que
egercian la autoridad. Llegaron á hacer tan
generales los denuestos é injurias , que
perdieron casi toda' su fuerza al considerar
el estado de demencia en que se hallaban
'los tristes sugetos que los proferian , del
'Mismo modo -que nadie se cree injuriado
por mas daños que reciba .de los irracio-
nales.


Es una gran fortuna que.ninguno de
ellos haya tenido una explicacion feliz en


X




2go
ningun género, porque sucede no pocas
veces que en favor de las gracias del estiló
lleguen á parecer verdades los errores, y
que todo se le perdone al que sabe hacer-
nos reir. Asi es gire á la indignacion que
producía su perpetua maledicencia se segnia
el fastidio de verles buscar perpétuamente
el donayre , sin encontrar otra cosa que la
chocarrería. El público les ha dado el único
y el mas severo castigo que se puede dar á
un escritor , que es el de un desprecio ab-
soluto y general. No creernos que haya egem-
plo mas vergonzoso en la historia de los pe-
riódicos que el que ha estado dando el Con


servador durante el tiempo de su publica-
cion , ni tampoco hemos visto jamas pinta-
do el despecho contra el público madrile-


, -rio con términos mas disparatado s que los
que le dirige el insulso chismógrafo.


Nosotros le hubiéramos perdonado sin
esfuerzo todas las injurias que así él corno
sus cómplices nos han asestado diariamen-
te , porque siempre les hemos estado mi-
rando desde una altura que excitaba mues-


tr
compasion; pero al ver que las últimas


bascas de su impotente cólera se dirigen .á
expresar su :aborrecimiento al público . , no


sabemos corno calificar dignamente su sin-


agx
gularísima extravagancia


. : Quiera Dios que
los s- del Sol, á cuyas riberas les conduce
su destino, no vean jamas las sombras de
sus malhadados escritos; porque seria muy
de temer que en lugar de la calma con que
aquí se les ha significado el público despre-
cio, se les hiciesen allí sentir los efectos
de la indignacion de las leyes. No les desea-
mos mal ninguno en cambio de los enor-
mes dadlos que han intentado hacernos, por-
que harta desgracia será para ellos y para sus
menguados corresponsales la vergonzosa no-
ta de haber sido colaboradores del COIZSCTn
vaciar.




2'92.


Consideraciones sobre' los intereses comunes
de la augusta casa de Borbon y las clases
industriosas de los pueblos que están hoy
bajo su inmediato gobierno (t).


• La existencia política general de la au-
gusta casa de Borbon en Francia, y la de
las clases industriosas de los pueblos , han
principiado en una misma época.
-• En el Siglo undécimo los ascendientes de


la ilustre familia de los Borbones ciñeron su
frente con la corona de Francia, y en el si- -
glo undécimo tal-tibien se tomó por uña me-
dida de política general en el mismo pais la
manumision de los individuos perteneciew.
tes á las clases industriosas del Estado.


(i) Sacadas, de una obrita muy moderna de
lir. Henri Saint-Simon , cuyo título es : Considera-
ciones acerca de los medios que deben tomarse para
acabar de una ,vez la revolucion , presentadas al rey
y á los miembros actuales de la cámara de los dipu-
tados que pertenezcan á alguna de las clases industrio-
sas del pueblo. Son- nuevas , curiosas y justas : por
lo mismo dignas del conocimiento y do la atencion
de nuestros lectores.


Merece notarse que desde aquella época
hasta el principio de la revolucion actual,.
(entiéndase la de Francia) los Borbones y
los industriales se han apoyado siempre mú-
tuamente.


Camparen los Borbones su existencia po-
lítica presente con la de los primeros reyes
de su dinastía, con la de Hugo Capeto y sus
mas inmediatos descendientes, que con res-
pecto á los grandes barones, no fueron mas qiie
los primeros entre sus iguales, prinzuS friter
pares; reflexionen los Borbones en lo que pa-
só durante la lid que sostuvieron con la no-
Meza , y de cuyas resultas llegaron á alcan-
zar despues la plenitud del poder. egecutivo
y casi todo el poder legislativo que todavía
egercan• en Francia : entonces reconocerá
la familia de Borbon que. sus pretensiones
han sido siempre sostenidas con :firmeza por
los industriales , y que al apoyo -que conti-
nuamente ha encontrado en ellos le debe él
supremo grado de poder á que ha llegado.-
Es necesario pues que los Borbones estén.
muy reconocidos á los miembros. de las cla,
ses industriosas de sus estados.


Consideren ahora estos , cuál era la si-
tuacion civil y política de sus ascendientes
al principio de la tercera dinastía de Fran-




294
cia ; y se verán obligados .á confesar que sus
padres fueron esclavos.. Desciendan luego
con el pensamiento á los siglos que han
pasado desde aquella época , observando la
mejoría sucesiva de su existencia social , y
señalando las causas que mas principalmen-
te han influido en el incremento de su itn-
portancia actual , civil y política ; halla-
rán el convencimiento de que á la con-
•ínua proteccion que les han dispensado los
Borbones contra los señores que se habian
constituido sus amos, deben en gran -parte
atribuir todos los triunfos que han alean-


. zado. Por estas razones es indispensable que
-recíprocamente los industriales esten llenos
de reconocimiento' á la casa de Borbon; que
deben seria afectos , y estar prontos á darla.
pruebas de natural y sincera adhesion.


Infiérese de lo que va dicho , que entre
'.los Borbones y los miembros de las clases,
industriosas , del pueblo existen relaciones
--nmy particulareS de agradecimiento mútuo,
:y por consiguiente deben amarse los unos
. y los otros.


Infiérese tambien que deben coinunicar•
se las ventajas de las conquistas que hicie7.
ron en comun , batallando contra las usur-,
-ilaciones del clero y de la nobleza..


295
Poniendo aparte las relaciones que han


existido hasta ahora entre la familia deBor-;
bon y las familias pertenecientes á la clase
industriosa de los pueblos, y ciñéndose á
considerar su situacion actual , se reconoce
con facilidad el interés grande que tienen
en unirsiy en formar una estrecha alianza;
porque es el único medio que pueden tomar
para obtener el objeto de sus presentes de-
seos fundados en buena política.


Con efecto, la casa de Borbon desea por
necesidad dar á su nuevo trono , á su trono
con stitucíonal , con la posible prontitud la
mayor estabilidad imaginable ; y es eviden-
te que hasta ahora no ha tornado los medio3
mas adecuados para alcanzar este fin ( t): es
evidente que no ha analizado bien su situa-
cion actual , y por último lo es tambien que
hasta aquí no ha escuchado mas que á con-
sejeros ignorantes , incapaces ó pérfidos (2).


(r) No se olvide que hablamos de Francia.
(a) Tambien la España ha sido casi siempre víctima


de la ignorancia presuntuosa , ó de lá mala fe de
los legistas y metafísicos, es decir, de los juriscon-
sultos y clérigos que la han gobernado. Los mas de
los primeros poseen la ciencia negativa, que consiste
en saber lo que no se debe aprender, y que muchas
veces es mas perjudicial que la ignorancia. Los segun-




296
Tómese S. M. (i) el trabajo de exami-


minar las cosas por sí mismo , y este exa-
men le probará que ni, en la antigua ni en
la nueva nobleza (2), ni en el órden de la


dos han sido siempre consultores natos de los prime-
ros, y mas hábiles todavía en el arte de acrecentar
sus privilegios y sus riquezas á costa de las demas
clases laboriosas y productivas del Estad No es ex-
traño que se encuentre tan lucida la Nacion espailo
la al salir de sus manos.


(s) El rey de Francia.
(2) En Francia se llama nobleza antigua á la des-


cendencia de los primeros conquistadores que funda-
ron la monarquía primitiva , y de los que hicieron
servicios particulares , ó cayeron mas en gracia á los
monarcas pasados. Nobleza nueva es la que por ana-
logía fundó últimamente Bonaparte á favor de sus
compañeros de armas y fieles servidores., para el es_
tablecimiento de su familia en el trono de Francia, y
sobre otros de Europa , alcanzados por el , derecho de
la fuerza ó de la trampa. Los partidarios de la no-
bleza antigua ocupan el lado-derecho de la cámara de
los diputados : en el centro de la misma cámara a-
bundan los empleados de este y del anterior gobier-
no que sostienen las prerogativas de la nobleza nue-
va , y al lado izquierdo se sientan los representantes
verdaderos de la nacion, que mira como enemigos á
unos y á otros. Los primeros y los segundos se dis-
putan el derecho exclusivo de vivir y gozar á costa
de las clases industriosas , en virtud de sus tuerce"
des y privilegios particulares : títulos que ya no puf.


297
magistratura, ní en el clero, podrán encon-
trar los Borbones una alianza bastante pode-
rosa para triunfar de todos los ataques po-
sibles de los facciosos; y que estos están ver-
daderamente en las clases indicadas, siendo
al mismo tiempo los mas perjudiciales para
los intereses de la familia real.


El rey reconocerá tambien que las cla-
ses industriosas de la Nacion , poseyendo por
sí solas mas de las nueve décimas partes de
la capacidad administrativa, de la fuerza fí-
sica, de la fuerza de inteligencia y de la
fuerza pecuniaria (i) , presentan el sóli-
do arrimo que se puede apetecer para asen-
tar el trono de los Borbones sobre basas se-
guras é incontrastables. Y necesariamente
deducirá S. M. que en Francia para egercer
sin zozobra el poder real , el medio único
consiste en gobernar con hombres sacados
de las clases industriosas del Estado y á fa-
vor de estas.


den sostenerse , y que desaparecerán mas pronto ó
mas tarde. El pueblo francés'está demasiado ilustra-


(b) para ignorar que cada uno de estos titulados tra-
baja por su provecho propio , y no á favor del bien
general.


Por desgracia no podernos decir otro tanto en,
Esp aria.




Y"'


Pasemos ahora al examen de lo que con-.
cierne á la industria.


Ya hace mas de treinta alos que se prin-
cipió la revolucion, y en todo este tiempo
'3a clases industriosas y productivas del es-
tado han sido constantemente el juguete de
los intrigantes. La causa ha sido el n'o ha-
berse estas tornado el trabajo de formar una
combinacion política con el objeto directo
de la prosperidad del cultivo, del comercio
y de la fabricacion. El mal proviene de no
haber formado un partido que fuera el
de , es decir , mi partido compuesto
únicamente de cultivadores , de negocian-
tes Y fabricantes ; un partido cuyos ge-


' fes fuesen cultivadores, negociantes y fabri-
cantes.


Las clases industriales, luego que quie-
ran reflexionar un poco en su situacion pre-
sente, reconocerán que sin perder instante.
deben entrar en actividad ó egercicio polí-
tico bajo dós respectos, y tomar los dos par-
tidos siguientes:


Por una parte verán, -que deben decla-
rarse francamente amigos, partidarios de-.
fensores de la casa de Borbon , á fin de pri-
var de toda esperanza al partido que desea
una mudanza de dinastía, y, á fin clero dar


999
mas lugar al ministerio para que prorogue
leyes de excepcion.


Verán por otra, que pueden altamente
pedir al rey confie el cuidado de formar el
proyecto de presupuesto de gastos á una
junta compuesta de individuos de la clase
industriosa, respecto á que esta disposi-
cion será igualmente mil y ventajosa al tro-
no y á la nacion.


Queda 'dicho que los Borbones y los
miembros' de las clases industriosas del
estado se han ayudado mútuamente des--
de el siglo undecimo hasta la época .de
la revolucion, y de este modo han pros-
perado durante un espacio tan largo de
.tiempo.


Pero la alianza entre los Borbones y los
industriales, contra las pretensiones-del cle-
ro y de la nobleza, no se ha restablecido 15
la vuelta del rey ; y de esta desunion ha re-
sultado: -1.° para los Borbones, el mal
de haber tenido y tener todavía que bata-
llar con una faccion poderosa, que trabaja.
eficazmente por trastornar la dinastía : 2.°
para los • industriales, el inconveniente de
-estar agoviados de' impuestos enormes, y
que no se empleen estos en el fomento del
cultivo, del comercio y de la fabricacion.




3oo
Tienen pues los Borbones 'y los miem-


bros de las clases industriosas un positivo
interés en combinar otra vez sus fuerzas
políticas, y en unirse de nuevo contra las
pretensiones injustas del clero, y contra las
de la nobleza antigua y nueva.


En este momento poseen los Borbones
y los industriales todos los medios nece-
sarios para prestarse mútuamente un apo-
yo sólido; y empleando sus fuerzas con dis-
cernimiento, afianzarán su comun prospe-
i-idad.


Las consideraciones que llevo hechas pa-
recen justas y bastante probadas: ahora, co-
mo publicista, debo proclamar otra verdad
digna de fijar toda la atencion de los ver-
daderos amigos de la casa de Borbon.


Esta verdad es, que bajo un respecto
importantísimo existe una diferencia muy
grande entre la situacion de los individuos
pertenecientes á las clases industriosas, y la
de los Borbones. Aquellos estan ciertos de
alcanzar su fin , sea un poco mas antes
ó un poco despues ; es decir, estan segu-
ros de obtener que la administracion de
los negocios públicos, se organice del mo-
do mas .


coveniente para el cultivo, para. el
comercio y la navegacion ; pero los Borba-


3or
nes no pueden perder un momento en con-
solidar su trono (a).


( 1 ) El autor mismo de estas consideraciones sien-
te la sobrada osadía de su última advertencia ; pero
tal' es la confianza que tiene en que podrá demos-
trar la pureza de su intencion .y la utilidad de sti tra-
bajo para la familia real de Francia , que no ha te-
mido ni teme las denuncias y las persecuciones con-
siguientes de la Censura. Muy delicada se muestra
esta por allá , y nosotros no hemos podido menos
de admirar tanto valor por una parte, y tanta con-
descendencia por otra.


"Los Éorbóries , dice Mr. Saint-Simon , estar en
una situacion falsa que les expone á los mayores pe-
ligros: supuesto indisputable que no se le debe di-
simular al rey. Es preciso decir á S. M. la verdad
entera ; es preciso convencerle de que el único• me-
dio eficaz que se encuentra para dar estabilidad
al orden actual, consiste en llamar inmediatamen-
te á los cultivadores , á los negociantes y á los
fabricantes , y ampararse de ellos ; que consiste en
poner la administracion superior en manos de indi-
viduos de estas clases industriosas, confiando á una.
comision , sacada de su propio cuerpo , el cuidado
de formar el proyecto de presupuesto general de
gastos."


Gracias á Dios de que la rama augusta de los
33or1Sones que nos gobierna en España , con el freno
saludable de la Constitucion , no necesita semejan-
tes advertencias, ni se ve asaltada de semejantes. pe-
ligros.




3o2


Sistema constitucional en Alemania.


Sajonia. Parece que este pais presentará
al mundo político el raro fenómeno de un
monarca que se anticipa á los deseos de sus
súbditos, y les ofrece por sí mismo el pac-
to constitucional que fije sus derechos. La
Célebre nota del emperador tic Rusia afirma,
que solo son conservadoras las instituciones
que emanan del trono. Este principio no
nos parece conforme á la experiencia. La
razot y la filosofia son las que • comunican
á los sistemas dé gobierno el. caracter con-
servador; no la autoridad-de donde se deri-
van. Ademas que la historia prueba con in-
numerables egemplos, que los soberanos se
acuerdan mas de .


las clases privilegiadas en
los pactos que ofrecen á sus pueblos, que
del bien de la asociacion. De aquí la exten-
sion del poder ministerial, la representacion
por estados, el frecuente recurso á leyes
de excepcion , la manía perniciosa de dirigir
las elecciones y otros establecimientos anti-
liberales , que convierten el sistema consti-
tucional.en un régimen despótico en el fon-
do, aunque rodeado de apariencias repre-
sentativas.


303
La citada proposicion seria evidente, mo-


dificada de esta manera: ninguna institucion
liberal presenta mas garantías ni tiene mas
seiiales de conservacion, que la que se deri-
va del trono: porque nada asegura mas la
libertad pública que ver el liberalismo enla-
zado con el cetro. ¿Quién se atreverá á opo-
ner preocupaciones. rancias ó intereses in-
justos á un sistema que procede del mismo
soberano ? Cuando los reyes se despojan voz,_
luntatiamente de aquella parte de autori-
dad que es perniciosa á ellos y á sus súb-
ditos, ¿quién será tan necio que reclame
privilegios opresivos y vejatorios? Los cla-
mores de la aristocracia no tienen efecto al-
guno, cuando el rey es el que da la libertad
á su nacion:. porque le falta el pretexto con
que suele encubrir sus ambiciosas pretensio-
nes : ya no puede decir que si combate con-
tra las ideas liberales, es por amor al trono
y al soberano.


No solo un monarca liberal contiene los
furores de las clases privilegiadas, sino tara-
bien los ímpetus y las pretensiones desare-
gladas del pueblo. Este , cuando conquista
á fuerza .abierta la libertad que se le negaba,
toma mas de la que debe y le conviene; y las




3o4
instituciones tienen tendencia á la democra-
cia , á no ser que los legisladores estén do-
tados de profunda sabiduría, y la nacion de
estrenada prudencia. Ademas , es muy ter-
rible el momento de la lucha contra el poder
absoluto , y el tránsito de la esclavitud á la
libertad en medio de las convulsiones popu-
lares; cesa la accion represiva del gobier-
no ; las pasiones se desencadenan; los inte-
reses se combaten, y antes de establecerse el
nuevo orden de cosas, suelen pasar los pue-
blos por el caos doloroso de la anarquía.
Todos estos males se evitan cuando el rey es
quien da la Constitucion: como no olvidará
(ni debe hacerlo) su prerogativa, no con-
cederá al pueblo mas parte en la adminis-
tracion , que la que le compete por el dere-
cho natural : quedará enfrenada la ambicion
de los particulares; enmudecerán las pasio-
nes, y la reforma se hará sin conmociones
ni estrépitos.


Mas para que las concesiones del monarca
produzcan estos saludables efectos , es for-
zoso que sean reales y verdaderas; es decir,
Tic no se queden solo en palabras escritas
en un Edicto ó en una Carta constitucional:
porque ¿de qué servirá que se prometan á
los pueblos las libertades del pensamiento


3o5
y de la persona, el derecho libre de dee-


.cion , la separacion de los poderes y la res-
ponsabilidad de los ministros: si déspues se
hacen;


ilusorios tan grandes beneficios con
leyes de e.scepcion „con decretos reales so
bre materias legislativas y con perversas ins-
tituciones orgánicaO .Ésto es: afiadir al dolor
del pueblo, por verse oprimido, la indigna"
cion por ser engañado. Cuando se promete
se debe cumplir la promesa: mucho maSa
cuando el cumplimiento de ella es util á eui:
trambas partes; al: gobierno, porque ninguna
gobierno. está: seguro cuando pugna :contra
el espíritu del siglo: al pueblo , porque ad-
quiere la libertad sin sufrir los males del:
desorden.


Tarupom: crean los monarcas que cum,.
píen, lela!~ sus promesas, si en lugar.:de
una representacion verdaderamente nacio-
nal, la conceden histórica ó por estamentos,
como nuestras cortes antiguas. Ya no pue-
de permitir la ilustracion del siglo, que los
intereses de-1AS.: :elases privilegiadas se atre-,
van 4 competir orgullosamente con los de.
la masa general. Las naciones no consien•,
ten ya que haya poder, corporacion ó auto-,
ridad independiente de ellas. Ya cesarow
las preocupaciones: ya no se deslumbra, la)


20




ledi;
Európa 'con frases : ya está abierto el sept&
cro'donde se enterrarán.. para siempre los •
privilegios. No es esto decir, que no se es-
tablezean magistraturas conservadoras que
sean vitalicias ó hereditarias, si se quiere:
mas hágase de modo que la dignidad con-
servadora no se considere como prerogati-
va de una corporacion. Todos los .ciudada,.
nos indistintamente han de tener el dere-
cho:de aspirará ella. En las representacio-
nesjhzkóricas -se comete la gravísima injusti-
cial-le. igualar, y aun de hacer superiores, si
se: ,vota por estamentos,: ; como , se hacia en
las•:cortes de Navarrá, los intereses de las
corporaciones bien comun: y esta igual-
dad ó preferencia es tanto mas injusta, cuan-
to no se oculta á nadie , que los intereses
privilegiados se fundan casi todos sobre abu-
sos.p.erniciososklatociedad.


La. Sajonia ha tenido desde tiempo inme-
morialuria representacion de esta especie. -
Si elf•nr-onarc-a yel 'pueblo han conocido á
un mismo tierripO la insuficiencia é imper-
perfeccion de. aquellos Estados, • y la nece-
sidad de cercenar paulatinamente los• privi-
legios onerosos y vejatorios, debemos eslie.,..‘
rar..qii.e.) la constitucion de aquel pais será
erhinehteMetite, liberal y digna de un sobe-


307.
adorado de sus pueblos y respetado en


toda Europa por su edad, por sus virtudes
y por sus infortunios. Dará al mismo tiempo
tin egemplo saludable á los denlas monar-
cas, y que todos deberán imitar, si quieren
concluir pronta y felizmente la grande cri-
sis, que agita en el dia á todo el mundo ci-
vilizado.
- En efecto, en mano de los reyes está sa-


tisfacer los deseos de los pueblos y coronar-
Se de eterna gloria. Todas las naciones eu-
ropeas tienen ya la masa de luces corres;
pondiente al grado de libertad que necesi-
tan y piden. No podemos ya decir como
aseguraba cierto ministro en 1814, que eso
de la libertad es bueno para Inglaterra y no
para otros pay' ses. Toda Europa es ya ingle-
sa: Ademas deben considerar, los reyes que'
la lucha actual no es contra sus personas ni
Sus dinastías: es solo contra el despotismo
ministerial y privilegiado. Ellos pueden res-
tablecer la paz uniéndose á la masa culta.de las naciones : porque no habrá fuerza
que se atreva á luchar contra -al soberana
ródeado de la opinion pública 'y del amor
y respeto de sus pueblos:


Hesse Darmstadt, En este pequeiío prin-
20.




3o8
cipaclo hay una lucha casi declarada entre
la cámara de los diputados y el ministe-
rio. Su origen , segun nuestro juicio , está
en el mismo edicto constitucional, que con-
cedió el soberano de aquel pais.


Ya hemos hablado en otros números de
la disputa nacida de la influencia que el
ministerio quiere tener en las elecciones.
Esta disputa continúa, y ya se deja enten-
der que la causa de ella es no haberse de-
terminado con claridad los derechos elec-
torales. Una inexactitud de la misma espe-
,.
cie acerca de la parte que la representacion
nacional debe tener en la confeccion de las
leyes, y principalmente de las leyes relati-
vas á contribuciones , ha dado nacimiento
á otra controversia muy reñida todavía, y á
una trascendencia mas capital ; pues se
trata de la. misma constitucion. Los dipu-
tados quieren que antes de ventilar la enes-
tion de subsidios , se establezca una
ley orgánica', que asegure al congreso la fa-
cultad de concederlos ó rehusarlos. El mi-
nisterio combate con todas sus fuerzas esta
proposicion , y solicita que ante todas co-
sas se voten los subsidios para tres años.


Aun no es esto lo peor. Como el minis-
terio quiere cicultar á la nacion en cuanto


3og
le sea posible , el estado actual de la ha-
cienda, se han opuesto con todas sus fuer-
zas á la publicidad de las sesiones del cuer-
po legislativo, á pesar de estar ya decreta-
da esta publicidad. La impresion de "10$
diarios de las sesiones no satisface la curio-
sidad del público, porque va tan atrasado,
que en la actualidad se están imprimiendo
las sesiones de últimos de julio.


Estos acontecimientos desmienten la aser-
cion de la nota diplomática de Rusia : el
edicto constitucional de Hesse Darmstadt ha
sido concedido por el gobierno, y sin em-
bargo vemos cuán lejos está de tener un
carácter conservador : pues deja vago é in-
cierto un derecho nacional tan importan-
te , como es la influencia del cuerpo repre-
sentativo en las leyes relativas á la hacienda
pública. Decia el célebre Franklin que es li-
bre todo pueblo que tenga en sus manos los
cordones de su bolsa. En efecto, la existen-
cia de los gobiernos modernos depende en-
teramente del estado de sus rentas ; y la
nacion que tenga la facultad de dar y de
rehusar subsidios, tendrá siempre bastante
influencia sobre el gobierno para obligarle
á sancionar las leyes que sean útiles para


pueblo, Esta era la combinacion que en




3 o
nuestras antiguas cortes hacia gozar á los
españoles cierto grado de libertad. El rey
pecha donativos,y las cortes en recompensa
pechan libertades, que entonces se llamaban
privilegios. Las discusiones acababan casi
siempre concediendo la nacion dinero y el
:key derechos. Aun en aquella imperfectísi-
ma representacion de estados se miraba co-
mo una facultad inherente al pueblo la de
rehusar lo& subsidios; (iy en 1820 hay un
edicto , llamado constitucional, que deja in,
cierta dicha facultad , y un ministerio que
pretende abolirla ? é Es este el carácter de
conservacion que, deben tener las , institu-
ciones derivadas del trono ?.


Grandes y sangrientos debates hubo en
Inglaterra para establecer su actual consti-
tucion. El poder ha pasado del parlamento
al rey , del rey al parlamento con vario
suceso y con horrendas convulsiones. Ya
ha sufrido modificaciones la prerogativa de
la. corona., ya ha conseguido estensiones
ventajosas ; pero nunca se ha dudado ni
un solo momento de que la facultad de
conceder - subsidios residia en los comunes,
Henrique VIII, el rey mas absoluto tal vez
que ha tenido la Inglaterra ; Isabel que
trató los comunes con la mas . despótica


3 fr
'tivez, miraron' siempre. al parlamento cómo
revestido del derecho esclusivo de consentir
imposiciones ,, aunque con todos los demas
ramos de la achninistracion le quitaran la
facultad de inspeccionar y deliberar (1).


En los antiguos estados generales -de
Francia so nota el mismo derecho con res-
pecto á las contribuciones ; y este. derecho
estaba fundado en la basa de la representa-
clon : porque el clero y la nobleza hacían
aparte sus. donativos , así como tenian su
particular mandato de los .comitentes pri-
vilegiados.. En aquellos siglos de preocu-
pacion , en que. el espíritu público se fun-
daba sobre la desigualdad, no es. estrafio
que los privilegios tuviesen su representa-
cion, pues contribuian , en calidad de pri-
vilegios, á las necesidades públicas. La si-
tuacion actual de los pueblos es muy dife-
rente : las clases industriosas sufren todo el
peso de las contribuciones ; las ideas miran
á la igualdad : así ni es justa ni política la
representacion por clases. Los que quieren
estados Iiistóticos , como los de los siglos
XIII y XIV , no reflexionan que los privi-


(1) Isabel llegó hasta el estremo de hacer arrestar
algunos miembros de los comunes por las arenar,


se babian pronunciado en la cámara,


501




312
legiados dejaron de : contribuir cómo tales al
mismo tiempo que cl pueblo perdió la ilu-
sion que les hacia superiores á los demas
•Ciudadanos.


Los aristocratas de Franela han querido en
este mismo año extender una nueva 'teoría
representativa. Han pretendido hacer creer
á los pueblos que el cuerpo legislativo no
debe ser Mas que el : consejo de] príncipe,
elegido por la Inacion., para advertirle las
necesidades de., esta ; pero sin poder ni 'au-
toridad alguna. Este sistema seria muy fa-
vorable al poder absoluto, y sobre todo á
la clase privilegiada que tendria muy `buen
cuidada, teniendo sitiadas las avenidas del
palacia, rde hacer 'que ,el ,rey desechase las
leyes centrarias 'priVileg;ios. La 'con-
ducta del ininisteriO'de Darinstadt indica
que sus individuos




se inclinan á este siste-
ma. Por Ifíantitia,• :lii las luces del siglo, ni
la teoría -constittitional adáiten semejante
absurdo, que ttípondria que la :nación es
para el „ley 'y el 'rey 'no es para la nacion
mas de lo .:qüe sus cortesanos lo permitán.
A 'la verdad la sancion de las leyes le cor-
1eSpónde; peno la deliberacio•sóbre ellas,
la acusacion de lasprevarieaciones del mi-
nisterio y la concesion de :subsidios, no son


313
'ciertamente las atribuciones de un mero
'consejo, sino de un cuerpo revestido de las
poderes nacionales. Todas las inconsecuen-
cias de los gobiernos nacen de que 'creen
'transigir con el espíritu del siglo , conce-
diendo vagamente laS 'libertades , y negán-
dolas después én la práctica. Si creen conser,
var de ese modo, se engailan mucho. Las.
luces del clialio reconocen ya mas poderes
que los que dimanan de' nacion , y el tí-
lulo de representantes suyos en 'el poder
-egecuti-vo , es , el mas glorioso y 'al mismo
-tiempo el mas seguro que pueden tomarlas
monarcas. (Se concluirá)


Conversaciones entre CANDIDO y PRUDENCIO:
por D. JUAN ÁNTONIO LIA OTtENT E.


No 'tacharémos -la censura de estos tiem-
pos ofreciendo por modelo la de los tiem-
pos antiguos. En todas las edades la vene-
nosa envidia ha levantado su audaz cabeza,
y el carro de la gloria no. ha podido abatir-
la , sino vólviendó del campo fúnebre en
que 'deja depositado 'al varon grande de
que privó á }la tierra. La indiferencia con
que veian los griegos pedir 'limosna al de-,




go Hornero ; el desprecio con que al prin-
cipio desechaban los ingleses la obra inmor-
tal de Milton ; la dureza con que los por-
tuoueses ofrecieron á Camoens moribundo
el sucio lecho de un hospital ; la crueldad
con que los italianos procribian á Ovidio y
al Taso y el descuido con que nuestros
ascendientes dejaron vivir y morir en la mi-
seria al célebre Cervantes , no eran mas jus-
tos y recomendables que algunas críticas
literarias de nuestros dias. Mas por esto
mismo ha sido siempre y es todavía nece-
sario combatir á los zóilos antiguos y mo-
dernos. La buena crítica instruye á la ju-
ventud , forma el gusto , rectifica los pen-
samientos, excita la emulacion, produce las
obras clásicas : la falsa crítica , por el con-
trario , deshonra el nombre del autor , for-
ma los anales de la injusticia , pervierte el
sentido recto de las obras litérarias , cor-
rompe el gusto, desanima al talento, corta
el vuelo á la imaginacion , y solo alumbra
con las hachas sepulcrales del odio y de la
envidia. Las censuras de nuestro Conserva*
dor difunto han sido. un modelo de esta
última especie. El autor del artículo inserto
en el num. 127 del citado periódico , se
propone examinar unos diálogos de D. Juan


'315
Antonio. Llorente ; publicados poco ha con
el título de Conversaciones entre Cándido y
Prudencio ,• sobre el . estado actual de Es-
pacia; y sin impugnar las doctrinas, ni la
forma ó estilo de la obra, junta una sarta
de • calumnias, de testimonios falsos , de ci-
tas inexactas y de interpretaciones violen-
tas. Mirando Niego á la persona y no al
papel , como debiera, se permite decir que
es infame , inicuo , falso , impudente ,
solente , anárquico , injuriosO, calumnioso ,
sedicioso, etc. etc.; sin haber advertido que
quién censura de esta manera, ni enseña ,
ni. corrige, ni persuade ;' y solo gana el tí-
tuló' de frenético ó de maldiciente 1. en fin
prueba que el Conservador (papel soi disant
liberal ) falto del gracejo que tenia á veces
el Atalaya de la Mancha, y del talento ma-
ligno del autor de Los famosos traidores, se-
guía el mismo plan , tenia el mismo diccio-
nario y llevaba las mismas máximas 'que es-
tos últimos, antes tan decantados y ahora
tan escarnecidos escritores.


Don Juan Antonio Llorente , contento
con haber 'servido é ilustrado á su patria,
dentro y fuera de ella desde la mas tierna
infancia, y aun en tiempo de la dominacion
francesa; contento con el aprecio que-lacen




3x6
de su saber, de sus abundantes producciones
literarias y de sus prendas personales, los
literatos mas distinguidos de todas las na-
ciones cultas, se rie de la impotente saña
de los redactores del Conservador. Esta solo
Jaa contribuido á hacer su obrita mas cono-
cida y venal, excitando la curiosidad del
público. El señor Llorente no ha formado
siquiera una frase que no respire el amor
mas puro de su patria, y el deseo mas vivo
de que prospere por medio de la represen-
tacion nacional : manifiesta justos recelos
de que ciertos individuos y corporaciones,
que tienen un interés particular opuesto al
de los otros y al general, maniobren rém-
pleen todo su poder en destruir las nuevas
instituciones. Prueba que en cualquier es-
tado, con respecto á su poblacion , es muy
corto el número de los individuos que for-
man el voto nacional, y lo reduce en Espa-
paña 4 'medio millon de personas. El pro-
ducto de este cálculo imaginario, lejos de
parecernos diminuto , le creemos exagera-
do, mayormente cuando se saca el dato de
que del medio millon de individuos influ-
yentes en España por su voto personal, los
trescientos mil -conozcan y esten por las
.ventajas del sistema representativo, y los


- 317
restantes por la conservacion del régimen
arbitrario. Mas no nos quebrarémos nos-
otros la cabeza por saber á punto-fijo cuán-
tos liberales verdaderos, cuántos pseudo-li-
berales, y cuantos serviles O . »ersas incorre-
gibles habrá -en España: antes confesaré-
mos que lo ignorarnos, y supondremos,tam-
bien , si es menester, que hablando á bul-
to el señor Llorente ha podido errar por
carta de. mas ó por carta .de menos. Lo que.
hace á nuestro propósito es saber, si la
falsedad de la hipótesis haria daño á esta na-
cion ó á otra alguna. Si lo hiciera pruébe-
se en qué y cómo; y no haciéndolo, déjese
discurrir al autor, y estímese su celo cuan-


. do descubre las artes con que los enemigos
de principios liberales. seducen á la gente
sencilla y desprevenida, é indica al gobier-
no las proVidencias, ¿fue le parecen- conve-
nientes para cortar este mal. ¿Puede haber
en esto algun motivo para maldecir al au-
tor, y afirmar que su doctrina es opuesta á
la consolidacion del nuevo sistema?


Hemos visto otras dos Conversaciones, la
6.a y la 7 .a, escritas por la misma pluma, y
hallamos que la primera trata 'de la division
de provincias que debe hacerse en la • Espa-
ña constitucional, las cuales, segun su dic.





3 x 8
timen; pudieran ser 35, y tomar nombre
de sus respectivas capitales. No recomenda-
remos como perfecto y• acabado este tra-
bajo, antes bien podrianios indicar reparos
y señalar en él desigualdades é inexactitudes
que resaltan especialmente aplicándole á las
provincias de Galicia y Andalucía; pero, le-
jos de tacharle de desatinado ó subversivo, no
nos detendremos en sostener que puede ser
utilísimo á las personas que de orden del
gobierno se empleeeá su debido tiempo en
fijar la demarcacion territorial.


En la 7.a Conversacion se echa de ver la
suma erudicion y copia de noticias que tan-
ta celebridad ha dado á este escritor en el
examen de cualquiera materia de diplomas
cia canónica. Propone que no haya ma-
obispos que provincias, y se supriman por
consiguiente un arzobispado y veinte y cin-
co obispados; ,fundándose en la razon de
que si un solo gefe político es bastante-pa-
ra el gobierno civil, (aun siendo este, tan
complicado) mucho mejor bastará un solo
obispo para el gobierno espiritual. Quisiera
que Madrid fuese metrópoli eclesiástica, ya
que loes civil; asi como los reyes godos la
plantaron en Toledo, porque era la capital
de su reyno: y que el arzobispo de Madrid


319
tuviese anejo.. el dictado y la jurisdiccion de
patriarca de España y de las Indias. Indica
los inconvenientes que resultan de que con-
tinúe el ejercicio de la jurisdiccion eclesiás-
tica llamada castrense, y mucho mas de que
haya fuera de Madrid y sitios reales otras
parroquias exentas con el título de patriar-
cales. Propone tambien la supresion de to-
das las colegiatas, y aun en las iglesias cate-
dn,les la reduccion del número actual de ca-
nónigos, y la total extincion de todos los
dignidades, racioneros y beneficiados, de-
jando únicamente doce canónigos y seis ca-
pellanes.


Sea cual fuere el mérito de estas ideas,,
nosotros no queremos, fijar la atencion del
lector sino en el modo que tienen de im •
pugnarlas los articulistas del Conservador en
el citado número 127 y el i43 de este perió-
dico, y se verá cómo sacan de ellas la con-
secuencia de que es anti-liberal y enemigo
de la luz el autor de la lIzswain CRITICA
3WE LA INQUISICIOL




32o


N O T A. EL CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


El núm. 2 de la Crónica de Ciencias y
Artes, se publicará el martes so del cor-
riente. Contiene el extracto de una memo-
ria sobre las fiebres esenciales : el galvano-
dasmo para volver á la vida á los ahogados
y asfixiados: un nuevo vegigatorio : unas
reflexiones sobre las causas de la falta de
aficion á la agricultura : modo de hacer
aguardiente con la rubia, sin disminuir su
materia colorante : noticia de la prensa de
Stanhope : uso de las patatas en lugar de
javon para Mbar la ropa blanca , etc.


Examen de los delitos de infidelidad á la
patria , 2.a edicion de Burdeos, por Juan
Pinard : un vol. en 8.° mayor ; papel vitela.


Se venderá en el Despacho de este pe-
rió divo , á 32 reales vellon.


N.° II.
SABA.D0 I 4 DE OCTUBRE DE 1820.


ACTAS DE LAS CORTES.
SESIONES EXTRAORDINARIAS DEL 26


DE SETIEMBRE Y SIGUIENTES.


Libertad de Imprenta.


(Concluye el artículo 1.9)
Sabido es que Thnoleon despues de ha-
ber dado la libertad á Siracusa , fue un dia
insultado en la plaza pública por uno de
los ciudadanos , en términos que el pueblo
indignado quiso echarse sobre el miserable
calumniador ; pero el libertador de la re-
pública ledefendió, añadiendo estas memo-
rables palabras.
Pues para qué he pasa-


» do yo tantos trabajos y arrostrado tan gran-
»des peligros , sino para que cada uno de
»vosotros tenga la libertad de censurar im-


2 I




322
›,punemente mi administracion P" En cuan-
to á Federico, notorio es tambien que ob-
servando un dia desde las -ventanas de su
habitacion que frente al palacio , habia un
gran corro de gente leyendo un papel fija-
do en la pared, envió un criado á ver qué
escrito era aquel que tanto excitaba la cu-
riosidad del público. Fue el criado, y le tra-
jo por respuesta que era un pasquin injurio-
sísimo á su persona. Un rey menos filósofo
se hubiera enfurecido, y hubiera mandado
arrancarle y haiev•exquisitas diligencias pa-
ra descubrir su autor; pero Federico que
conocia los hombres, hizo todo lo contra-
rio. « Ve , dijo al criado , y haz que se pon-
ga mas bajo el pasquin para que todos pue-
dan leerle." Hízose así, y en cuanto la gen-
te vió que el rey miraba con tanta indife-
rencia aquel libelo, ya no hizo mas raso de
él. No es esto autorizar ni defender los es-
critos injuriosos ; es decir, que á nuestro jui-
cio el medio mejor de combatirlos y aun de
frustrar las criminales esperanzas de sus au-
tores, es despreciarlos , no darles importan-
cia. De este modo se hablará de ellos un dia


dos, y al tercero estarán olvidados ; pero
si se les da celebridad con la persecucion, se
estará hablando de ellos largo tiempo , y se-


323
hin leidos por mucho mayor número de per-


' sonas que lo hubieran sido, si no se les hu-
biese dado importancia.•


Acerca de los escritos injuriosos á . parti r
culares , ó en que se revelan las debilidades
ó faltas privadas de los empleados ; es aun
mas evidente que para reprimir ó castigar el.
abuso que en esta parte puede hacerse de la
imprenta, no es necesaria una ley particu-
la•. Bastará que en el código penal cuando
se trate de las injurias y calumnias verbales
ó en escritos no impresos; se duplique la
pena en el caso de que las injurias ó calum-
nias se hubiesen hecho públicas por medio
de la impresion. Decimos que se duplique,
porque en efecto la ofensa es tanto mayor,
cuanto es mas grande el número de perso-
nas á quienes se revelan el desarreglo ver-
dadero ó supuesto de los ciudadanos en su
vida. privada. Hablamos en el concepto de
que las leyes traten de este género de ofen-
sas ; pero á nuestro entender seria mejor n o
hacer sobre ellas ley alguna : I.° porque ó
las personas que oyen ó leen los insultos hc-
zhos de viva voz ó por escrito á un particu-
lar , conocen á este, ó no. Si no le conocen
nada debe importarle al agraviado, porque
aquellas no saben de quién se trata , y de


2r,




324
consiguiente no se disminuye la eStimaciot
que de él hacian ; pues , por .el supuesto , ní
le estimaban antes ni le despreciaban , no
conociéndole ni sabiendo siquiera quién es.
Si le conocen , en este caso, ó las imputacio-
nes son verdaderas, ó falsas; si falsas el ca-
lumniador es el .deshonrado , porque los
oyentes ó lectores conociendo, como se su-
pone , al calumniado , verán inmediatamen-
te que no es cierto lo que se le imputa, y se
indignarán contra el vil detractor que se atre-
ve á mancillar el honor de una persona, cu-
ya probidad y moralidad les es notoria. Si las
debilidades ó crímenes que se le echan en
cara son ciertos, la publicidad es saludable,
porque asi se sonrojará el delincuente, y es-
te será el medio mas seguro de que cor-
rija, en lo cual gana mucho la sociedad. Pa-
rece aun, que asi como es del interés de esta
que se publiquen, si posible fuese, todas las
acciones virtuosas de los ciudadanos; gana-
ria tambien mucho en que se hiciesen noto-
rios todos sus estravíos y crímenes. Quizá no
hay freno mas poderoso para los hombres
que el temor de que si delinquen, lo sepa al
instante todo el mundo. La seguridad, ó
lo menos la esperanza de que los delitos
quedarán ocultos es lo que anima á come-


325
terlos. 2.° El injuriado ó \calumniado en un
impreso , tiene expedito el recurso de vin-
dicar su inocencia por el mismo medio : las
armas son iguales : la imprenta está abierta
á todo el mundo. 3.° La experiencia de to-
dos los tiempos y de todos los paises , tiene
acreditado que los juicios sobre injurias vie-
nen zí ser en último resultado de ninguna
poquísima importancia. Despues de gastarse
mucho dinero por ambas partes, todo se re-
duce por lo regular á que el injuriador hon-
ra á estilo de sala al ofendido ; es decir, pro-
testa que su ánimo no fue injuriarle , que le
tiene en buena opinion , que estaba mal in-
formado , que se equivocó, y á lo mas que
reconoce y confiesa la ligereza ó impruden-
cia con que profirió ó estampó .aquellas ex-
presiones. Y ciertamente que para esta ya
tardía y siempre insuficiente reparacion, mas
valia nó haber litigado. Ademas , si se trata
de injurias verbales, casi nunca deberia ad-
mitirse la demanda, porque sin . temor de
equivocarse puede suponer el juez y dar por
probado, que si Juan dijo tres palabras ofen-
sivas á Pedro , este le respondió con otras
tantas de igual clase, ó quizá mas du-
ras, y nada se quedaron á deber el uno al
otro. Las llamadas querellas no sirven en




326
realidad mas que para dar que trabajar á los
curiales, y no se perderia mucho en que las
leyes no las autorizasen.


Estos son los principales argumentos de
que se valen los que no quisieran que se hi-
'ciesen leyes para coartar bajo ningun pre-
texto la absoluta libertad de imprenta, con-
dicion sin la cual no puede conservarse en
las naciones la politica y civil. Se entiende
que hablamos de libertad de imprenta en
materias profanas, porque en las sagradas,
estando sujetos á censura entre nosotros los
escritos que de ellas traten, no puede. haber
abuso , no debiendo publicarse obra ningu-
na perjudicial si los censores cumplen con
su obligacion : y si alguna de esta clase fue-
se impresa subrepticiamente sin haber sido
Censurada, el autor ó editor quebrantaria eh
este solo hecho la ley que prescribe la cen-
sura y deberia ser castigado con arreglo á
ella. Así cuanto hemos dicho es relativo á
escritos puramente políticos , científicos ó
literarios ; respecto de los cuales no negamos
que los que defienden las leyes restrictivas,
tienen tambien de su parte no despreciables
consideraciones , las cuales quedan ya indi-
cadas sumariamente y son sin duda las que
han decidido á las Cortes á decretar la ley


3 27
propuesta por la comision. Así no se crea
que nosotros reprobamos el partido que es-
tas han tomado, autorizadas por el ejemplo
de otras naciones. Sabemos, y ya lo digimos
al principio de este artículo, que todos los
problemas sobre libertad de imprenta ', .son
de los mas dificiles que pueden ofrecerse en
materia de legislacion. Los argumentos á fa-
vor y en contra de las leyes coercitivas, son
tan fuertes y los inconvenientes y ventajas
de todo reglamento en este punto , están tan
equilibrados, que seria injusto acusar á nin-
gun legislador de haber seguido cualquiera
de las dos opiniones , la que los defiende y
la que los impugna. Nosotros hemos soS,
tenido esta en teoría, y hemos esforzado
las principales razones en que se funda, con
el objeto de que se tomen en consideracion
si en adelante se controvertiere otra vez es-
ta dificil euestion ; pero no


.
pretendemos


que nuestro dictamen haga regla , y mucho
menos que la 'ley que acaba de darse sea
desobedecida. Al contrario , somos los pri-
meros á recomendar su puntual observancia
mientras exista. Acerca de esta, lo único que
está permitido , es examinar si llena comple-
tamente el objeto á que es destinada, y si po-
drá prevenir suficientemente los abusos sin




328
disminuir y limitar demasiado la libertad le-
gal de la imprenta, y castigados sin que acaso
padezca el inocente en el caso de que lle-
guen á cometerse : y esto es lo que harémós
con todo el respeto debido á sus autores en
el siguiente


'ARTICULO II.


Nada diremos del excelente discurso
preliminar con que la comision acompañó
.su proyecto. Supuesta la necesidad y utili-
dad de una ley, que reuniendo y rectifican-
do los reglamentos existentes, presentase
una legislacion completa, sobre el delicado
punto de libertad de imprenta, la materia
no puede abrazarse con mas extension , ni
distribuirse con mejor orden, ni presentar-
se con mas claridad que lo ha hecho la
comision en su informe y en el proyecto
mismo de ley. Las razones que da para jus-
tificar todas las disposiciones que esta con-
tiene , son las únicas que pueden darse , y
estan expuestas con admirable, sencilla y
buena fe, y en el tono respetuoso que cor-
responde á personas ilustradas y juiciosas,
que conociendo toda la dificultad de la
empresa, desconfian de sus propias fuerzas.


329
Asi se verá que nuestras observaciones no
recaen sobre faltas de prevision ó de cien
cia en los autores de la ley, sino sobre
la obscuridad é inexactitud inherentes al
asunto mismo, y que mas ó menos se ha-
llarán siempre en toda ley de esta clase,
aunque se reunieran para hacerla los pri-
meros jurisconsultós del orbe. No entraré-
mos en un prolijo examen de ca-
da uno de sus artículos, porque seria pre-
ciso escribir un largo comentario crítico,
obra muy nena de un periódico, porque
fastidiara al mas pacienzudo lector, por
aficionado que fuese á esta clase de discu-
siones. Hablarémos de las bases solamente,
de lo principal del sistema, de su espíritu
por decirlo asi , corriendo rápidamente
los ocho títulos de que consta.


Las disposiciones, pues , del x.° relati-
vas á los escritos que tratan de materias de
religion, nos parecen juiciosas y bien com-
binadas. Primera censura, traslado de ella
al interesado, facultad de este para reba-
tirla , segunda calificacion, recurso todavía
á la junta protectora de la libertad de im-
prenta, tiempo de tres meses prefijado pe-
rentoriamente para todos estos trámites; es
cuanto puede hacerse para que la denega-




330
clon de licencia no pueda ser arbitraria, y
antes bien tenga en su favor todas las pre-
sunciones de que es justa. Asi este primer
título no presenta mas artículo susceptible
de censura que el 2.°. En este desearíamos
que la ley estuviese mas especificada y cla-
ra. Decir, que "no podran imprimirse sin
licencia del ordinario los escritos que ver-
sen, sobre la sagrada escritura, y sobre los
dogmas de nuestra santa religion", es á nues-
tro juicio dejar la cuestion en pié, ó .dar
de ella una solucion muy diminuta, vaga é
incompleta, que abre la puerta á infinitas
dudas y arbitrarias decisiones. ¿Se com-
prenden entre los escritos que versan sobre
la sagrada escritura los que tratan no del
fondo, del •dognia , de la doctrina, de las
verdades contenidas en los libros santos,
sino (le puntos puramente científicos ó
filológicos? Por egemple4 una obra en que
se tratase del estado de las ciencias ó de
las artes entre los hebreos; otra sobre sus
pesos, medidas, usos y costumbres, otra
acerca de la poesía, otra en que hablase de
los animales, de las plantas y de los me-
tales de que se hace suencion en el anti-
guo y nuevo testamento , otra sobre el es-
tilo y lenguage de este último, y para pro-


33i
bar que el griego en que está escrito es
tan puro y tan ático como el de Jenofon-
te, ya para sostener que esta sembrado de
hebraismos, que el dialecto alejandrino es
el de la decadencia de la lengua, y que
muchas voces estan tomadas en una acep-
•cion desconocida á los clásicos profanos,
•ct. ect.: escritos dé esta clase, pregunta-
mos, ¿estarán ó no sugetos , á la censura del
ordinario ? Parece que sí , y que de este
modo se limita sin necesidad la libertad
de la imprenta ; y si se responde que no, ahí
está el artículo que dice, "escritos que versen
sobre la sagrada escritura", y los que hemos
indicado sobre ella versan. De todos mo-
dos respecto de ellos habrá lugar á dudas.
Y cuando se susciten ¿quién habrá de de-
cidirlas? ¿ Será el ordinario, ó la junta pro-
tectora ? No está determinado en la ley.
2.° »Escritos que versen sobre los dogmas
de maestra santa religion". ¿ Y sobre la mo-
ral cristiana ? Esta en el lenguage preciso de


os teólogos se distingue del dogma. ¿Y los
que traten de la historia, disciplina y le-
gislacion de la iglesia? Estos no versan tam-
poco rigurosamente sobre el dogma; pero
tienen con él tan estrecha conexion, que
on último resultado siempre se viene á to-




332
car alguno de los que constituyen la esen-
cia de la religion. Hablando del punto de
disciplina ó de cánones, que parece mas in-
diferente, al fin para decidir la cuestion que
se ventila, es necesario subir al dogma á.
que se refiere. Gerarquía, jurisdiccion, sacra-
mentos, ritos ect. , todo depende en su orí-
gen de lo que- quiso, dispuso y mandó el di-
vino legislador; y para determinarlo es indis-
p ensable tratar cuestiones de dogma. Esto lo
saben cuantos han estudiado estas materias.
Sin embargo, ateniéndonos á lo literal de
la ley ni las obras de teología moral, ni las
de cánones , disciplina é historia eclesiás-
tica , estarán sugetas á censura. ¿ Y por qué?
Si las que tratan de escritura y dogma deben
quedar sugetas á ella , por la mera razon de
que siendo libre su publicacion, podrian pre-
dicarse doctrinas contrarias á la de la igle-
sia , y cuando despues de divulgada el es-
crito se, mandase recoger, estaria ya hecho
el mal y difundido el veneno, ¿ no milita
la misma respecto de todas'las obras sobre
materias de religion, de cualquiera clase que
sean? Impugnando la práctica superticiosa
menos importante, y que menos conexion
tenga al parecer con el dogma, ¿ no se pue-
den sembrar errores muy peligrosos? ¿no


333
se puede socavar por los cimientos la re-
ligion misma ? Harto cierto es por desgra-
cia, y sobrados egemplos pudieran citarse. La
heregía de Lucro empezó por reclamar con-
tra la impostura, el fraude, y la avaricia de
los que anunciaban, predicaban y vendian
las nuevas indulgencias, concedidas por el
papa para invertir su producto en la fábri-
ca del Vaticano ; y de éste principio de jus-
to celo, ¿ en qué vino á parar? Nadie hay
que lo ignore. Deducirnos pues, por con-
secuencia de todas estas reflexiones, que el
artículo á que se refieren no está concebido
con toda la exactitud, claridad y precision
que se requiere en materias de tanta tras-
cendencia , y creemos que los señores de
la comision lo habran sentido asi; pero co-
locados entre los dos escollos de coartar
demasiado la libertad de imprimir, ó de fa-
cilitar la propagacion de errores religiosos,
no se han atrevido á especificar todas las
clases de obras que segun su principio
quedarán sugetas á censura. Sin embargo
desearíamos que hubiesen tenido presente
una observacion que nos parece muy ver-
dadera, y es, que en este punto lo vago é
indeterminado . de la ley es mas perjudicial.
á la libertad que la nimia precision. Cuan-




334
do un autor no sabe á punto fijo á qué
atenerse , ni si su obra deberá ser censu-
rada préviamente ó no , ni si publicada sin
censura será inmediatamente recogida y él
castigado por esta sola circunstancia, el re-
sultado de ' su cálculo, si no aspira al honor
mal entendido de la persecucion , será no es-
cribir ni publicar nada sobre materias en
que tan facilmente puede comprometer sus
intereses y aun su libertad personal. Al con-
trario, cuando la ley ha prevenido y espe-
cificado todos los casos, ya no hay lugar
á dudas, cada uno sabe si la obra que me-
dita deberá ser presentada á la censura del
ordinario, y puede presentir cual será su
suerte, segun fuere la doctrina que se pro-
ponga enseñar. No olvidemos lo que suce-
dia en este punto con la Inquisicion. Todos
los escritores decian entonces, y con razon,
que valia mas que el negro tribunal estu-
viese encargado de - la censura previa , que
no el que despues de publicadas las obras
tuviese el derecho de recogerlas, arruinan-
do á los interesados. Escribia un 'autor de
buena. fe, creia que su obra no ~tenia
cosa alguna contra la fe y buenas costum-
bres, la imprimía con el permiso de la au-
toridad civil y hasta del ordinario diocesa-


335
110; y sin embargo un clérigo ignorante ó
un fraile fanático y suspicaz la delataba al
santo Oficio : uno ó dos calificadores de
la misma especie que el delator, la censura-
ban , y con un vano simulacro de juicio
era condenada ; los ejemplares recogidos,
y el autor, ó castigado personalmente, ó á
buen librar perjudicado enórmemente en
sus intereses. Esta rellexion corrobora tam-
bien cuanto hemos dicho en el primer ar-
tículo, acerca de toda ley por la cual se pue-
dan prohibir y recoger las obras despues de
impresas.


TITULO Nos es preciso hacer la mis-
ma observacion que sobre el preceden-
te. «Se abusa de la libertad de imprenta:
I.' cuando se publican máximas ó doctri-
nas dirigidas á destruir o trastornar la reli-
gion del Estado, ó la monarquía constitucio-
nal,» I.° ¿Cuáles son estas doctrinas ó má-
ximas? Cada uno señalará las que le parez-
can. Escribirá uno sobre cualquier artículo
de la Constitucion, v. g. sobre el sistema
de elecciones, y creerá hacer un gran ser-
vicio á su patria , á la libertad, y aun á
la Constitucion misma demostrando con ra-
zones, á su parecer convincentes, que la
el9ccion gradual por compromisarios es la




336,
que menos asegura la imparcialidad y el
acierto ; y no faltará quien diga que esto
se dirige á desacreditar la Constitucion , y
desacreditándola á destruirla , y destruyén-
dola á trastornar la monarquía constitucio-
nal. Sobrados egemplos hay ya, desde que el
nuevo régimen existe, de que á cualquier cosa
que se escriba sobre semejantes cuestiones,
no faltan censores que digan, griten é im-
priman, que el autor es un enemigo del ac-
tual sistema, que intenta desacreditarle y
destruirle, y que es menester tratarle como
á infractor de la Constitucion, y reo de alta
traycion. Y si por desgracia en la suposi-
cion que hemos hecho, cuatro de los siete
jurados son de estos censores atrabiliarios
y asustadizos, y califican el escrito de sub-
versivo en primer grado, ¿ de qué le val-
drá al autor su buena fe, y el egemplo de
las otras naciones libres en que es permi-
tido emitir semejantes opiniones. ? ¿Dejará
de sufrir sus seis años de prision? 2.° «Di-
rigidas á destruir, ect." ¿Y en qué ó cómo se
conocerá que son dirigidas á este obgeto?
Si el escritor no pide ni propone abierta
y directamente, que se destruyan ó trastor-•
nen ni la religion ni' la monarquía, ¿ no
será preciso recurrir á ilaciones ó inclucio-


337
nes mas ó menos fundadas ? ¿no será ne-
cesario adivinar sus intenciones, leyendo
en su corazon? ¿Y en tan delicados juicios
no correrá alguna vez grandes peligros la
inocencia? Sobre todo , tratándose de ma-
terias de religion ¿ cuántos requisitos y cir-
cunstancias debieran expresarse en la ley,
para que con arreglo á ella pueda decirse
con seguridad que una obra contiene má-
ximas 6 doctrinas dirigidas á destruir la
religion ? ¡ Cuán facil es qúe la ignorancia
califique de tales verdades incontestables!
¿ Hemos olvidado que bajo este pretexto se
proscribió la verdad matemática del movi-
miento •de la tierra, y se puso en la Inqui-
sion á Galileo, y sé le obligó á abjurar una
proposicion demostrada ? Pues qué ¿ nues-
tros jurados' serán 'por la mayor parte mas
doctos que los inquisidores de Roma ? Lo
mismo decimos, por no molestar, de las má-
ximas ó doctrinas dirigidas á excitar la re-
belion , etc. y de las incitaciones directas ó
indirectas á desobedecer alguna ley ó au-
toridad legítima, y de los libelos infamato-
rios. Todo esto es muy vago, y abre la puer-
ta á mil interpretaciones arbitrarias.


TITULO III. Si es tan dificil , como he-
mos dicho, determinar cuán& un escrito con-


2 2




338
tiene doctrinas dirigidas á trastornar la reli-
gion ó el Estado, á excitar' la rebelion , ó á
provocarla desobediencia; ¡cuánto mas lo será
determinar,como sepreviene en este título, si
úna obra entera , ó alguna de sus partes , es
Subversiva ó sediciosa en primero, segundo
tercer grado! Dónde acaba el primer grado
y empieza el segundo ? ¿ dónde se termina
este y principia el 3.°? Quién es capaz de
tirar con la exactitud que pide una ley pe-
nal estas líneas divisorias ? Y dependerá de
tan metafisica graduacion, que la pena á que
Se condene al reo sea de seis años de prision,
de cuatro, ó solamente de dos ? ¡Por Dios !
Cuando proclamamos la libertad de impren-
ta, no seamos mas ingeniosamente rígidos que
los inquisidores. Estos tenian sí muchas muy
variadas y muy sutiles calificaciones: divi-
dian las proposiciones censurables en heré-
ticas, sapientes . hceresinz, mal sonantes ; pia-
Turn aririurn ofensivas, próximas á error, im-
pías, blasfemas, escandalosas, etc., etc. ; pero
al fin no admitian tres grados en una misma
calificacion. Dificil les hubiera sido aplicar
tan delicada graduacion á una proposicion de-
terminada, á pesar de haber entre ellos tantos
teólogos versados en las incomprensibles su-
tilezas de. la escuela. Quién puede afirmar


339
en conciencia y con la posible seguridad de
no engañarse, que tal ó cual papel que stipei
nemos sedicioso, lo es solo en tercer grádo
ó que se halla en un escalon mas alto, ó qne
ha subido al punto mas elevado de la escala ?
Y no olvidemos que un error en este cálculo
lleva consigo dos años mas ó menos de pri-
sion ; cosa que no será muy 'indiferente al
cuitado que los haya de sufrir. No olvide-
mos tampoco que esta graduacion la han de
hacer juradlos, es decir , hombres muy hon-
rados sin duda, pero que por la mayor par-
te no tendrán letras ni estudios ; punto so-
bre el cual no insistiremos por ahora, por-
que luego hablarémos de él largamente. Solo
añadiremos pues, acerca de los tres grados
que el señor Navas los ha reprobado como
nosotros, y que es sensible no se haya exa-
minado mas detenidamente su indicacion.


TITULO IV. Penas. No nos detendremos
mucho en esta parte, porque supuesta la clasifi-
ea cion graduada cielos delitos, es consiguien ta
la graduacion proporcional de laspenas pie se
les deben imponer, y estas nos han parecido
moderadas. Solo extrañamos que sea menor
la que haya de sufrir el que provoca á la
desobediencia con sátiras ó invectivas, que el
que: incita á ella directamente. Nosotros cree-


2..




34d
riamos al contrario , que es mas perjudicial
en esta parte, y hará mas efecto la sátira ó
la invectiva que la franca-,y directa afirma-
cion' de que no se debe obedecer tal ó cual
ley , ó á tal ó cual persona revestida de cier-
ta. autoridad. Estos anuncios secos y sérios
hacen menos efecto por lo comun en el pue-
Ido, que una cruel, irónica y amarga sátira, 6,
una virulenta invectiva. Estas armas nos pa-
recen mas temibles y peligrosas, y mas cri-
minales de consiguiente los que las usan.
De cualquier modo, la pena de 5o ducados
'de multa nunca será proporcionada para es-
te crímen, , siendo la misma que se impone
al impresor que en la portada de un libro,
aun cuando este sea inocente, hubiese omi-
tido. expresar su nombre , ó el. lugar y ano
de la impresión: falta infinitamente menos
grave que la de provocar á desobedecer yá
á las leyes, ya á la autoridad legítima.


TITULOS V. y VI. Declaran cuáles son las
personas responsables de los impresos, y cuá-
les las que pueden denunciarlos, y no ofre-
cen materia para observaciones de alguna
i-inp rtancia.


TITULO VII. Del modo de proceder en
estos, juicios. No entraremos en el examen


de los artículos que contiene ; ha-
..


34a
blarémos de la introdaccion del juicio por
jurados , ó sean jueces del hecho , en una
materia que á nuestro juicio es la única en
que no deberia haberlos, aun cuando estu-
viesen ya admitidos en los otros juicios cri-
minales. Pero no estándolo todavía en otros
asuntos en que no tendrán que pronunciar
sino sobre hechos materiales , palpables, de
bulto , ¿cuán peligroso no será ensayar esta
institucion nueva "una clase de delitos, en
los cuales habrán. de dar su voto sobre he-
chos espirituales, que no están sujetos 'al
dominio de- los sentidos, si es que semejan-.
tes cuestiones pueden llamarse de hecho?,
Este es- á nuestro entender el primer pUritó,
que debió ventilarse antes de entrar á exa-
minar, si el juicio sobré abusos "en materia de,
imprenta puede y debe hacerse por jurados.
La cuestion preliminar debió ser esta;
lificar los escritos , es juzgar de .


hechos en
el sentido legal de esta palabra?: Si la duda
se hubiese propuesto en estos. términos , es
tamos casi seguros de que .la Mayoría la
totalidad quizá del Con greso.hubierarespon-
dido : «No:" porque inmediatamente. se hu-
biera visto que la cuestion delecho encuan-
to á escritos, es la siguiente. Pedro,. acusado
de ser el autor ó editor de tal "papel.. decla,-




-r


342
ralo ya .y reconocido 'por subversivo ó se-
dicioso , ¿es en efecto su autor ó su editor?
y .que la cuestion . de derecho es esta otra:
Tal .escrito, cualquiera que ;sea su autor, ¿es
sub.yersiyo:, sedicioso 5 obsceno etc..? Hecha
esta necesaria, clarísima; é incontestable di-
ferencia entre ambas cuestiones ; se hubiera
yistójnInediatamente, que la r.a, si alguna-
vez lj ogurre; .puede muy bien ser decidida
por hombres legos, con tal que les süporiga-
mes una sana razon ; porque',elta basta para.
pesar la$ razones alegadas en pro y en con-
tra del acusado; sobre el hecho material de
haber b no escrito ó hecho imprimir tal .6
enaLobra : 'y que para decidir 7.•a segunda, -
se.- neCesita: ademas un • grado de instruc-
ción.nada.vulgar en la materia de que se
traté en la obra que se va á calificar. Se hu-
biera,reconocidO, que para decir eón -cono--
cimiente) .


de pausa que un escrito contiene
máximas 6. doctrinas dirigidas á destruir la
religion,. á la monarquía -constitucional; es
preciso' examinarle muy atentamente, asegu-
rarse por todo él contexto: de la inteneion
del .autor., ,


no censurar. las proposiciones
aisladas,•sin r tener en .Cuenta lo que antecede
y lo. que. sigue, y .lo pie ,


tal vez se ha-senta-
do en otra parte y puede explicarlas éltuo-


343
dificarlas ; y aun fijar con mucha precision
el valor de los términos , y el que el escritor
les quiso ciar en aquel pasage determina-
do etc., etc. ¿Y podrán hacer esto con la de-
bida inteligencia unos jueces, en los cuales
no se requiere cualidad ninguna literaria? Si
la obra es acusada de subversiva de la reli7
gion del Estado ; el artesano , el comercian-
te, el proprietario, no siendo por otra parte
hombres de letras, ¿podrán decir con seguri-
dad que toda ella, ó tal cual doctrina, ó esta
ó aquella maxima va clirijida á destruir la
relígion ? ¿ No salta á los ojos cuán aventu-
rados, cuán equivocados, cuán absurdos
pueden ser semejantes juicios, pronunciados.
por hombres que no hayan hecho un estu-
dio muy profundo de la religion , aunque
por otra parte sean horiradísimos ? Para de-
cidir en cualquier juzgado, si un vestido está
hecho con arreglo al arte , se llaman perítos
que le reconozcan, y pronuncien; y ¿se quie7
re que el mismo sastre, que es juez compe-
tente en esta materia , lo sea tambien cuan-
do se trate de si una determinada doctrina,
ó una proposicion, son nada menos que des-
tructoras de la religion? Lo mismo decirnos.
de las obras de política. ¿ Cómo el que .nd
haya estudiado ésta ciencia,. y no sea capaz




344
de graduar el influjo que tal ó cual opinion
deberán tener en el pueblo ; podrá afirmar
que es capaz de trastornar la monarquía cons-
titucional ? Puede que nos engañemos ; pe-
ro estas razones, alegadas contra el juicio
por jurados en la calificacion de escritos re-
ligiosos ó políticos, nos parecen demostrati-
vas. Hay mas todavía. Supongamos, ó conce-
damos gratuitamente que los cinco y los sie-
te sacados por suerte , sean jueces compe-
tentes en la materia para fallar : los prime-
ros que ha lugar á la formacion de causa, y
los segundos que el escrito es criminal de
tal clase y en tal grado ; podrán formar es-
te juicio, sin peligro de que sea errado , no
teniendo para examinar la obra, despues de
haber oido al, fiscal y al defensor del acusa-
do, mas tiempo que el que dure su conferen-
ciá `'secreta, la cual nunca podrá p asar de algu-
nas horas, particularmente, si, como se hace
con los jurados de Inglaterra, se les tiene sin
comer y beber ? Bastará este tiempo para
leer siquiera la obra, si es algo larga y volu-
minosa? Y sin leerla, ¿podrán justamente con-
denarla por algunos pasages sueltos que ha-
ya acriminado el fiscal ? Pero en Inglaterra
y en Francia hay juicio por jurados pa-
z•a: la calificador), de los escritos. Iláyalos


345
muy en hora buena. Nosotros no quisié-
ramos que se estableciesen en España. Y
no por la razon , aunque no es de poco
peso, de que la ilustracion no es tan gene-
ral todavía entre nosotros como entre los
habitantes de Albion y los de las Galias ;
sino por la poderosísima , eterna , á priori,
é independiente de" lo que , se haga en este
ó aquel pais , á saber, de que <, tractent fa-
brilia fabri, ". juzguen de religion los que la
sepan, como debe saberse para calificar es-
critos, y de política, los que la hayan estudia-
do. Ademas no hay que engañarse; la expe-
riencia no depone muy á favor .de los jura-
rados franceses; de Inglaterra, Do podemos
hablar con igual conocimiento. Pregúntese
4 los editores de la Bibliotoca histórica , de
la Minerva , del Aristarco , y algunos otros
periodistas, cómo les han tratado en el año
último los jueces del hecho, cuando el vien-
to de la corte no era muy favorable á la
libertad de imprenta; y todos ellos responde-
rán, que no tienen mucho motivo para alabar
la inteligencia é imparcialidad de sus pares.
Sea de esto lo que quiera, repetirémos, que aun
cuando acaso llegue afortunadamente un dia
er aue sin inconveniente pueda fiarse á ciu-,
dallamos de todas . clases, elegidos por los a-


,.*




346.,
yuntamientos , la dificilísima resolucion de
los juicios en materia de escritos, no eraes-
ta la materia en que debia ensayarse una
institucion desconocida entre nosotros, aun
en materias mas fáciles ; pues los prohom-
bres del riego de Valencia, como se limitan
á este solo objeto , no pueden mirarse come
jurados de los que deberán establecerse pa-
ra las causas criminales. Añadiremos tam-
bien , que nos ha sido muy doloroso que el
voto, no despreciable del señor Calatrava, no
haya triunfado en este punto , y no haya
logrado persuadir á la mayoría del Congreso.


Nada diremos sobre los títulos 8.° y 9.°
de la ley, porque adoptados los . preceden-
tes no ofrecen inconveniente alguno, antes
sí algunas ventajas, concediendo la apela-
cion de la primera sentencia en cierto ca-
so, y el recurso de reposicion en otros, y
estableciendo ademas una junta suprema
de proteccion de la libertad de la imprenta,
la cual creernos, y quisiéramos engañarnos,
que muy pronto tendrá que hacer presente
á las Cortes los inconvenientes que ofrece la
Puntual observancia de la presente ley.


Concluiremos este tan delicado como
interesante punto de la libertad de impren-
ta, resumiendo nuestras observaciones re-


347
duelas á que r.° Bien convencidos de que
las ventajas que presentan las leyes coerci-
tivas están del todo ó casi equilibradas con
los perjuicios que ocasionan, y las dificul-
tades que se encuentran en su aplicacion;
nos parece que seria mejor no darlas:
a.° que supuesta su necesidad, la que aca-
ba de hacerse no tiene, á juicio nuestro,
toda la exactitud, claridad y precision que
serian de desear ; y 3.° que sobre todo no
tenemos por conveniente ni mil' el . juicio
por jurados en la calificacion de los escri-
tos. Si se nos pregunta, qué queríamos que
se hubiese hecho ; responderemos franca-
mente : dejar las cosas en el estado en que
estaban. “ Las .


juntas de censura. , compues-
tas de personas instruidas, ofrecian mas ga-
rantía del acierto que los jueces dé hecho,
muchos de los cuales serán necesariamen-
te iliteratos. Ademas hasta ahora nada han
hecho para perder la confianza que se ha-
bía depositado en ellas : sus fallos han sido
atinados y juiciosos, y no vemos que haya
motivo para destruirlas. En suma, el regla-
mento de las Cortes extraordinarias nos
parece superior á la. ley que le- ha deroga-
do. Nos engañarénios tal vez; pero habla-
mos de buena fe j y protestamos de nuevo




348
que una vez sancionada y publicada , sere-
mos los primeros á recomendar su puntual
observancia, y á someternos á ella con do-
cilidad,. aunque en teoría no haya llenado
nuestros deseos, ni correspondido á nues-
tras esperanzas. No lo estrafiamos tampo-
co, ni por eso tenemos en menos á sus au-
tores. Sabemos y lo hemos . dicho , cuán di-
ficil es el acierto en un asunto en que muy
hábiles legisladores no han obtenido el su-
fragio universal, cuando han llegado á ha-
cer leyes restrictivas; porque todas ellas
han sido 'O demasiado severas ., ó nimia-
mente benignas, y siempre vagas , obscu-
ras, y sujetas á interpretaciones y aplica-
ciones arbitrarias. Todavía afiadirémos, que
si contra nuestra voluntad hubiese en este
escrito algúna expresion de que puedan
ofenderse los señores diputados- que han
propuesto ó sostenido. la ley , tal como. ha
sido ...decretada ; estamos prontos á refor-
marla -eri los términos que ellos mismos
indiquen. Pero nos parece que no la ha-
brá, porque hemos hablado el lenguage de
la cónviccion ., sin la menor intencion de
acriminar ú ofender á nadie, y mucho me-
nos á , personas cuyo celo, talento y superior
instrucción reconocemos y respetamos,


349


Concltye el artículo sobre el estado del sistema
constitucional en Alemania.


Si el derecho de propiedad no es un nom-
bre vano, ha de existir alguna garantía á
favor suyo contra las agresiones del gobier-
no , así como la hay contra las violencias
de los particulares. Y cómo puede existir
esta garantía, donde las leyes fiscales no de-
penden de la representacion nacional ? ¿ dón-
de es lícito al ministerio pedir cuanto guste
y del modo que guste? ¿dónde los diputados
del pueblo no tengan mas autoridad que la
de conceder á ojos cerrados cuanto le pidan
los gobernantes ? ¿ Es posible que .semejan-
tes pretensiones puedan ocurrir á ningun
ministro en el año vigésimo del siglo -XIX?
Si no tiene la representacion nacional el
derecho de negar subsidios , tampoco ten-
drá el de concederlos. ¿ Para- qué sirve,
pues ? Si las contribuciones y el modo de
percibirlas han de depender exclusivamente
del ministerio, ¿qué diferencia habrá entre
el gobierno constitucional y el del Divan
de Constantinopla , á lo menos en cuanto
á la seguridad de los bienes ? Nada es peor
que el despotismo revestido de formas li-




35o
berales : nada es peor que la incertidumbre .
sobre puntos tan importantes para un pue-
blo que cree haber recibido un pacto cons-
titucional, y haber fijado para siempre sus
derechos.


Y ¿qué diremos de ese secreto inquisi,
toriá que reyna en las sesiones de las ea,
miras? Todas las garantías que ofrece el sis-
tema representativo, cesan en el momento
que se substraen los diputados de la vista
del pueblo que les eligió. Mientras estan en
el foro, mientras les observa la universali-
dad de los ciudadanos, estan en su vigor to-
dos los motivos que obligan á los represen-
tantes á cumplir bien y lealmente los debe-
res de su oficio. El respeto á la opinion pú-
blica, el amor á la buena fama, el temor de
ser acusados por sus comitentes , les hace
preferir á las promesas ó amenazas del mi-
nisterio la voz del honor y deseo de evitar
la terrible responsabilidad que la patria ha


bcaro-ado sobre sus hombros. Todos estos mo-
tivos .desaparecen en las sesiones secretas.
Allí el diputado deja de serio , y vuelve á
ser hombre allí se desplegan el aparato del
poder y las ilüsiones , de la esperanza. Segu-
ros de que su conducta ó sus opiniones no




serán sabidas del público, se apartan de su


35r
conciencia política, y no tienen dificultad
en recibir la direccion de las pasiones age-
nas , í, por debilidad ó por interés. En una
palabra, donde las sesiones son públicas, la
voz del diputado es apoyada, ó queda opri-
mida por la inmensa fuerza de la opinion
general: este auxilio se le quita á la razon
y á la justicia, si se delibera en secreto.


No ignoramos que hay ciertos casos y
ciertas cuestiones que seria imprudente ven-
tilarlas en público. De esta especie son'


. to-
das las que dicen relacion con las operacio-
nes gubernativas,- ó con los peligros de la
patria. Asi vemos que todos los cuerpos le-
gislativos celebran sesiones secretas. No ha-
blamos de estas. La operacion del poder ege-
cutivo debe estar rodeada de misterios: por-
que la publicacion de ciertas medidas seria
muy perniciosa, si llegasen á saberlas los
enemigos de la patria; pero la ley, la expre-
sion de la voluntad general, de-la razon uni-
versal de los ciudadanos, esa debe discutir-
se públicamente, y mucho más cuando se
versa sobre intereses pecuniarios. Es cosa
muy absurda que mis mandatarios hayan de
deliberar sobre mis intereses, y que no me
ha de ser permitido escuchar lo que dicen.


Podemos asegurar que el sistema cons-




352
titucional está en su infaneiaefi aquel prin-
cip 1. do, y que, como Hércules,.-encuentra.en
su misma cuna serpientes que* quieren de-
vorarlo. Esperemos á que tenga bastante fuer-
za para ahogarlas. El soberano ilustrado que •
concedió -á sus pueblos un pacto constitu-
cional, no consentirá que su beneficio sea in-
útil. Hace muy poco honor á un príncipe
permitir que sus ministros frustren lo que
él ha concedido. Seguir el consejo del prín-
cipe de Metternich de conservar lo que hay
para restaurar lo que se ha perdido, ó en
otros términos, prometer instituciones nue-
vas, y trabajar por la restauracion de las
viejas. Pero si esta conducta puede ser
digna de Parmenion, nunca lo es de Ale-
jandro.


Alemania meridional. En los reynos de
Baviera y deNVurtemberg-, y en el Gran du-
cado de Baden, se observa la mas perfecta
armonía. entre .el cuerpo legislativo y el go-
bierno ; síntoma el mas favorable para la
libertad de los pueblos: porque cuando se
goza tranquilamente de ella, es porque se
ha hecho un hábito; y ninguna nacion es
mas libre que la que está habituada á serlo.
Sin embargo, se resienten todavía aquellos
estados de los defectos de una confedera-


353
don heterogénea no solo se ha entorpeci-
do la libertad del pensamiento, sino


.
que los


gabinetes de las principales potencias no
cesan de influir en cuanto pueden, para que
se disrMnuyan los


-derechos del pueblo. La
carta del conde de Metternich al ministro
de Baviera, y la nota pasada por una gran
potencia al gobierno de Baden acerca de sus
cámaras, que se halla inserta en la gaceta
de . ljamburgo, prueban que los gobiernos
arbitrarios miran :con desconfianza é inquie-
tud la felicidad de que gozan los paises
constitucionales. Este egemplo es muy pe-
ligroso para los gobiernos despóticos. Sus
ministros quisieran que constducion y desor-
den fuesen sinónimos. Nadie favorece mas «al
servilismo, que los "que desacrediten la liben.
tad abusando de ella. Las imprudencias de
un general abren á un enemigo astuto el ca-
mino de la victoria, asi como los excesos co-
metidos en el sentido de las ideas liberales,
causan la mayor alegria á los que las abor-
recen. A.1 contrario , nada les es mas triste
ni les hace desmayar tanto , como ver la
concordia de los poderes, el respeto al or-
den y á las autoridades constitucionales, reu-
nidos con ehegercicio completo de la liber-
tad: porque este espectáculo debe excitar la


23.




354
emulacion de todos los pueblos que limen
todavía bajo el yugo.


La Alemania se halla en muy di stinta
situacion que las denlas naciones del, occi-
dente de Europa. Esta diferencia p roc'ede
del éxito particular 'que tuve en aqu í.311a vas-
ta region l2 lucha entre el poder feudal y
el de los monarcas desde el siglo XII. En
Inglaterra los barones se reunieron al pue-
blo para enfrenar el poder de los reyes : el
feudalismo abdicó, si no todo, una gran
parte de sus privilegios , porque los señores; •
preferian su libertad propia al poder su-
haltera°. que egercian sobre el pueblo. En
Francia se ob..lervó una combinacion con-
traria : el rey se unió con les comunes para
abatir el poder de los feudales. En Esp.-
iía fue siempre moderado el feudalismo, si
se compara con los privilegios que tenia en
otras potencias: asi no costó mucho á
un rey tan enérgico y poderoso corno Al-
fonso XI contenerlo en sus debidos limites.
En Italia los sumos pontífices por una par-
te, por otra el espíritu mercantil y republi-
cano de los genoveses y florentinos, aniqui-
laron poca á poco la tiranía de los seilores.
El egemple de los pueblos libres incitaba á
los que estaban sometidos- ': á pequélos prín-


351
,Jipes, y de quienes era facil triunfar; por,-
que su poder era corto. El poder eclesiásti-
co tenia entonces por máxima política de-
bilitar los tiranos para aumentar con sus.
despojos el patrimonio de la iglesia. Se ve
pues, que en todas partes tuvo el feudalis
mo enemigos. muy poderosos.


No asi én Alemania. La guerra casi per-
p.étua entre el sacerdocio y el imperio, ciri
ginada de los derechos que


.alternativa-
mente reclamaban el emperador sobre Ro-
ma , y el pontifico en fas investiduras de les
obispos; las frecuentes espediciones milita-
res de Jos soberanos alemanes á Italia, y la
pobreza de su pais, les hacia casi siempre.
dependientes de la nobleza feudal ,. en la
cual labia muchos príncipes eclesiásticos;
y por :consiguiente mas afectos á la ampliw-
cien . del poder sacerdotal que á la del ci-
vil. Par estas causas se conservó la corona
electiva, y no se hizo el patrimonio de una
familia, como en los lemas pueblos. La
larga y dolorosa anarquía que sucedió áAa
extincion de la casa de Suavice, fortificó: el
poder feudal, precisamente en la época que
se iba debilitando en Francia y en.


• ESpa-
In. Los señores mas poderosos se hicieron
.entonces soberanos independientes-:. y los


23.




4


a


356
emperadores de la casa de Habspourg
llegaron á obtener la preponderancia que
hoy conservan, sino por la adquisicion de
las provincias que forman el archiducado
de Austria. El imperio se convirtió en una
confederacion de soberanos, cuyos estados
particulares tenian una forma similar á la
del cuerpo germánico. El pueblo no tuvo
parte en estas revoluciones, y quedó siem-
pre esclavo del feudalismo, excepto én las
ciudades anseáticas é imperiales. Hoy mis-
mo se egerce en algunas partes la servidum-
bre campestre , de la cual acaba. de libertar
á sus vasallos el duque de Mecklembourg.


ira propagacion de las luces ha debilita-1
do en aquel pais clásico para el feudalismo
los funestos efectos del régimen. La guerra
pasada le dió un golpe mortal, señalada-
' mente; por la abolicion de las soberanías
eclesiásticas. Pero aun está vigente; aun es-
tá en todas sus fuerzas el orgullo y la in-
.fluencia de la aristocracia. Los principios
liberales tienen allí grandes enemigos con
quienes luchar. Asi no extrañarnos que los
progresos del sistema constitucional sean
tan lentos, y que encuentre, á cada paso que
dá, sumas dificultades y peligros. Sus ami-
gos deben ex Alear para que triunfe , dos


357
armas poderosas


.
é invencibles, que son la


constancia y la ,moderacion. La primera es
necesaria para vencer: la segunda para con-
servar..


Sobre la disolzicion de la cámara de los
diputados en Francia,


La carta constitucional da al rey la fa
cultad de disolver la cámara de los diputa•
dos, siempre que lo juzgue conveniente, con
tal que en el momento convoque. otra, que
deberá estar reunida dos meses despues que
se disuelva la primera.


Luis XVIII ha usado ya de esta facultad;
disolviendo la cámara de 18x 5 , compuesta
de furiosos, que querian destruir la carta
constitucional y todas las libertades de su
patria. La historia no olvidará el raro espec-
táculo que se presentó entonces al mundo
político ; un rey , usando de sus facultades
constitucionales , disolvió el cuerpo legisla-
tivo, que le pedia como un favor el resta-
blecimiento del despotismo.


Igual facultad dedisolver la cámara ba-
ja concede á los reyes de Inglaterra la cons
titucion de aquella isla. No importa que la




AL


358
ley no les mande reunir otra nueva. El go-
bierno inglés necesita de subsidios , y estos
han de ser votados por los comunes. Así el
interés mismo del ministerio le obliga á
convocar cuanto antes una nueva represen-
tacien , cuando se ha disuelto la antigua.
Los monarcas británicos suelen usar esta fa-
cultad en dos casos : ó cuando la cámara de
los comunes está en guerra abierta ,con el
ministerio; ó cuando acontecimientos impre-
vistos obligan á consultar directamente la
nacion. Esta envia al nuevo parlamento in-
dividuos que manifiesten su voluntad ; y el
triunfo ó la caida del ministerio depende de
la concordia ó contradiccion entre ellos y la
nueva cámara. Así vemos, que algunos pe-
riódicos ingleses hablan en el dia de la di-
solucion del parlamento con motivo del pro,
ceso de la reina: porque no creen que haya
conformidad entre las cámaras'y el ministe-
rio acerca de esta cuestion, que ha multipli-
cado en aquel pais los gérmenes de la dis- .
cordia ; y piensan que la nacion pronun-
ciando en las nuevas elecciones á favor ó en
contra de los ministros, decidirá aquella es-
candalosa cuestion. Los políticos ingleses que
miran como un mal la lucha abierta entre el
el parlamento y el ministerio, llaman con inu-


35g
eh a exactitud al acto de disolver la cámara de
10: s s comunes y convocar otra nueva, apelar á
la nacion. En efecto, un cuerpo legislativo no,
confornzista es un anuncio fünestísimo ó de
lsa anarquía ó del despotismo ; y solo la na-
cion puede y debe decidir, nombrando otros
diputados , si fue el ministerio ó el parla-
mento quien tenia raton en los combates
anteriores (x).


En Francia • donde cada afio se renueva
una quinta parte de los diputados, puede
conocerse anualmente cuál és la opinion pn-
blica acerca de las grandes cuestiones que
se agiten , por el carácter de los que se eli-
jan; pero como los departamentos están di-
vididos en tinco sérieá ., y cada año elige
-una sola, sus elecciones solo podrán indicar
la opinion de una parte del pueblo francés;
y esto no contiene tanto al 'Ministerio como
la explosion de la opinión general, que no pue-
de verificarse sino en la renovación entera
de la cámara. Dígalo la sesión pasada, en
que los representantes elegidos per la série
que estaba de turno , fueron casi todos li-


(i) Ninguno de estos principios es aplicable á Es-,
paria , donde el Congreso es independiente del minis-
terio en el egercicio de sus funciones legislativas.




1


360
berales, escepto en algunos departamen1o•
del mediodia. El ministerio no hizo masque
asustarse, y tomar medidas para sostener
sus malhadadas leyes de escepcion , corrom-
piendu. la libertad en su 'misma fuente, es.
decir , en el poder electoral. Es muy proba-
ble que no se. hubieran atrevido á tanto, y
casi cierto que no lo hubieran conseguido,
si hubieran tenido que luchar , dígamoslo
así , con la nacion en masa. Por esta razon;
se han quejado los escritores liberales del
ex-ministro Decaces, que habiendo concedi-
do el gran beneficio de la ley de elecciones de
5 de febrero , lo dejó incompleto, para que
sus sucesores lo hicieran ilusorio, por no
haber querido renovar toda la representa-
cion en las elecciones inmediatas á la
Quiso tra nsigir con la aristocracia, y se per-
dió, y no sabemos hasta donde llegarán los
males de la Francia , originados todos de ha-
ber hecho el bien á medias. Los aristocratas
le persiguen mortalmente, y los liberales
miran con indiferencia su ruina.


En efecto, sí hay ocasiones en que deba
disolverse el cuerpo representativo, ninguna
puede ser mas justa ni mas política, que a-


. quella en que la representacion se ha orga-
nizado de elementos incoherentes y contra-


361
dictorios. Aun hay en z la cámara represen-
tantes clegidos en virtud de leyes electora-
les anteriores á la restauración : otros son
hijos de la ley proscrita del 5 de febrero:
otros lo serán de la que le sucedió en la se-
sion de este año. Bien se vé , que habiendo
una diferencia tan grande en la organizacion
de los colegios electorales, no debe haberla
menor entre sus productos. La sesion pasada
ha enseñado lo que es un Congreso compues-
to (le partes tan contrarias entre sí : en la se-
sion venidera se reti irán los que están muy
lejos de haber dado las discusiones y
enemistades anteriores : los diputados nue-
vos aumentarán la confusion y las discor-
dias. Qué se puede esperar prudentemente
de un cuerpo legislativo , constituido así?


Las grandes cuestiones que agitan á la
Francia, son las' siguientes: . ¿gemirá la na-
cion por mas tiempo bajó el imperio de las le-
yes que atacan las libertades ? (.; Las clases
privilegiadas seguirán dominando al ministe-
rio? No hay método mas sencillo para resol-
verlas , que convocar todala nacion. No hay
francés que ignore de qué se trata en el
dia. Las elecciones que haga la Francia en-
tera, manifestarán si el ministerio y la aris-
tocracia tienen razon, ó no. Si la nueva cá-




362
mara admite el yugo, esto probará. que bes


• franceses actuales aman la esclavitud. Sú-
franla, pues,' sosegadamente, y sabrán los
ministros y los privilegiados , que pueden
atreverse á todo con impunidad. Pero si la
mayoría del nuevo cuerpo representativo es
contraria á las pretensiones usurpadoras de
los antiliberales , buen cuidado tendrá el
ministerio de no proponer leyes injustas y
ofensivas, y la aristocracia se sepultará en la
nada, á que hace mucho tiempo que la han
condenado las luces del siglo.


Ademas , si están los ministros tan se-
guros de la bondad de su nueva ley, ensá-
yenla. El resultado de una sola série de de-
partamentos no puede decidir la cuestion
Es menester ver el efecto que produce en
la totalidad de los colegios electorales. Si la
ley de 5 de febrero era tan mala , para qué
quieren tener en la representacion nacional
154 diputados, elegidos en virtud de ella?


ooa sint omnia.
Es muy de notar, que cuando se ha ven-


tilado en periódicos y en escritos esta im-
portante cuestion de la disolucion de la cá-
mara, todos los autores, conocidos por su
liberalismo, sonde opinion, que se conserve
enteramente. Esto prueba , que tienen una


363
gran confianza en el actual estado de la opi-
nion pública: pues á no ser así, no verian con
indiferencia la pérdida , que es posible, de
un gran número de diputados actuales, co-
lumnas del sistema liberal. El mismo I3en.-
jamin Constant, uno de los mas acérrimos y
elocuentes defensores de la libertad, acaba
de publicar un escrito sobre esta materia; y
á pesar de ser representante de la série de
181 9 , no duda afirmar que el gobierno de-
be disolver la cámara actual.


Este sabio escritor contempla la renova-
cion entera de la cámara, come una medida
útil y general, que proporciona á la Fran-
cia la ocasion de decidir acerca de su desti-;
no futuro; y no duda la respuesta que da-
rá. el pueblo francés á esta apelación del go-
bierno. Los aristocratas acusan á los libera-
les de que sus opiniones no son las de la na-
cion : que ella misma resuelva el. problema,
y manifieste con sus nombramientos si aque-
lla acusacion es justa. No disimula las difi-
cultades que esperimentarán los liberales
en las elecciones próximas , y las venta-
jas que en ellas tendrá el ministerio : pero
á pesar de unas y de otras persiste en su
opinion, y juzga que la nacion es la úni-
ca que puede poner _ fin á las incerti-




364
dumbres dolorosas de la. época actual.


Ilé aquí á lo que se reducen las venta-
jas del ministerio : su dominio sobre los
prefectos , á quienes toca la designacion de
los distritos , y la verificacion de los títulos
necesarios para egercer los derechos electo-
rales. Se ha hecho tanto abuso de este po-
der, que algunos electores tendrán que atra-
vesar todo su departamento para ir á votar.


2.a La ley contra la libertad individual,
de que están armados los ministros, y que
podria ser muy funesta á la libertad de elec-
ciones, si el gobierno juzgase á propósito
abusar de ella en la época de los nombra-
mientos.


3.a Las trabas impuestas á la libertad de
la imprenta, que imposibilitan elque puedan
entenderse entre sí los liberales diseminados
en el vasto territorio de Francia ; cuando el,
ministerio tiene todos los arbitrios posibles
para recomendar candidatos é influir eñ las
elecciones. Constant mira como una acusa-
don absurda la de la comision directora libe•
raí, que los aristocratas dicen que han for,
mado sus enemigos para dominar en los co-
legios electorales. ¿ Cómo podria esa comi-
sion , si existiese, tomar medidas eficaces
para llenar su objeto, cuando los periódi-


366
.&)s no son libres ? Ademas de esta imposi-
bilidad, Constant cree que es un obstáculo
insuperable contra las operaciones de esta
especie , el justo espíritu de personalidad,
comun.á todos los hombres, y señaladamen-
te á los franceses. No es creible, que los
ciudadanos celosos de su independencia, ha-
gan elecciones contrarias á su ópinidn ,4)Or
complacer á un partido que no es el de ellos.


Nosotros añadimos, que pues es libre á
los ministeriales.


influir por todos los me-
dios que tiene á su disposicion en los
nombramientos, ¿por qué no lo ha de ser
á los que sostienen la causa de las liberta-
des nacionales? Mientras no salgan fuera
del círculo que la ley ha trazado, nadie po-
drá culparles de tomar las medidas . que juz-
guen convenientes para ilustrar , la opinion
pública. No son, ni con mochó, tan decoro-
sos los medios de que se vale el ministerio
para recomendar sus candidatos. Estos se
reducen á declamaciones calumniosas con-
tra el partido liberal, y á promesas ó ame-
nazas. Los liberales carecen de estos me-
dios : lo que únicamente pueden hacer , es
mostrar á la Francia el estado en que se
halla, la necesidad de remediarlo, y el úni-
co medio para ello, que son las buenas clec-


E '1




366
, ciones. El Constitucional no ha cesado, ni


cesa de clamar á todos los electores de la -
série que está en turno , que no se descui-
den en justificar sus títulos, que corran con


. paciencia y actividad el intrincado laberinto
de formalidades, que el gobierno exige para
la inscripcion en las listas: y siempre con-


. eluye con estas palabras sus exhortaciones:
,fin las circunstancias actuales el uso del dere-
cho electoral es un deber, y la negligencia un
delito. Aun no contento con esto, exhorta á
los electores de las demas séries , que to-
men todas las precauciones necesarias para
estar prontos al llamamiento del gobierno,
en el caso, que no es muy improbable en el
clic, de que se disuelva la cámara.


Benjamin Constant tiene por infunda-,
dos los rumores absurdos que circulan
acerca de ciertas medidas políticas, que se
cree tomará el gobierno antes de la g elec-
ciones. Estas medidas son de la especie de
aquellas grandes injusticias, que bajo el nom-
bre de golpes ministeriales suelen cometer los
gobernantes , cuando no se creen seguros.
Nuestro publicista prueba muy bien , que
ofreciendo el régimen constitucional medios
legítimos para todos los males, y preserva-
tivos para todos los riesgos, semejantes me-


367
didag


son tan inútiles como funestas.
Quisiéramos que el ministerio pensase


como Benjamin Constant. Pero ¿ no será
lícito temer por lo menos alguna catástrofe
de esta especie, cuando observamos el es-
píritu y la letra de los periódicos serviles,
y comparamos uno y otro con las opera-
ciones de los ministros en la sesion pasada?
Estos periódicos no cesan de amedrentar al
monarca, y de anunciarle la ruina de ‘sti.
dinastía , si el gobierno no es fuerte y justo:
es decir, si no aniquila para siempre la
Constítucion que el rey mismo concedió,
y no,


renueva las proscripciones de z815.
Siempre repiten, que existe en Francia un
partido enemigo de la familia de Borbon;
y tienen buen cuidado de designar los hom-
bres mas respetables é ilustrados, que han
dado pruebas incontestables de adhesion al
rey y á la carta, como gefes de aquel par-
tido:Siempre claman contra la escesiva de-
mocracia del sistema actual de elecciones:.
cuando nadie ignora que el poder electoral
está limitado á los que no pueden ganar nada
y pueden perderlo todo en las. convulsiones
políticas. Colman de elogios á nuestro. Os-
tolaza , despues de. contar mil patraílas
acerca de los últimos sucesos relativos á




368
esta columna del despotismo, y se en-
furecen si algun escritor se atreve á ala-
bar á Carnot. Proclaman á voces un rey sin
epíteto ni restricciones : es decir, un rey ab-
soluto. Calumnian siu reserva á los espa-
iíoles y napolitanos; mienten sin pudor
sobre el estado de estos dos reynos (i); en
una palabra provocan, como los diputados,
de x815 , la ruina del sistema constitucio-
nal y la restauracion de la antigua tiranía;
piden medidas enérgicas , y no ocultan sus
deseos de reaccion. No se contentan con cen-
surar los escesos de la revolucion francesa:
proscriben sus principios y sus resultados;
y no estarán satifechos hasta que vean otra
vez nadando la .Francia en la sangre. de sus
hijos. No es mucho, pues, que los amigos
de la libertad y de la carta tiemblan por la
suerte de una y otra, mucho mas cuando
la parcialidad del ministerio es visible á fa-
vor de los escritos <le este género , y su im-
prudencia tan conocida, que han ligado los


(1) El estandarte blanco se atreve á decir, que
las guardias nacionales decretadas por las Curtes., no
existen sino en el decreto ; y esto en artículo de Ma-
drid. Aquel periodista tiene sin dula en España cor-
responsales dignos de él.


369
intereses sagrados del trono y de la dinas-
tía con los de una faccion hipócrita, y mil,:
•efiado el nombre augusto del rey en el
combate de libertad con el.privilegio.
Acaso no se tomarán esas medidas enér-,
giras; pero. el pueblo francos tiene razou
para temerlas."


El escrito (103énjamin Constant es un
modelado lógica y moderacion. Respetando
siempre el nombre del rilyt carga sobre los
ministros el.peso de la anirnadvérsion .pú-
blica. «,Que se concedan l „dieq, los justí-
simos derechos que se han prometido y
que reclama la.,naCion, y desaparecerán to-
dos los síntomas que alarman 11 ministe-
rio. ¿Los hemos .obtenido, bajo los gobier-
nos anteriores (el consular el imperial)?
No. Pues ¿por qué se ha de Creer, que
suspiramos por ellos , si no nos dieron lo
que deseábamos? ¿ Hemos sido mas felices,
mientras nos agitaban las tempestades re-
volucionarias? No. Pues ¿< por qué se ha
de decir, que meditamos una revolucion
cuya esplosion seria terrible, y el término
incierto ? Y no valen mas los gobiernos
que las revoluciones, siendo iguales las de-
mas cosas?


Con este juicio, con esta moderacion,
24




370
con esta- franqueza habla "al ministerio y á
sú nación:aquel intrépido- atleta de la liber-
tad. 'No ninguno de los riesgos qué
amenazan ;"y no descubre otro medio mas
seguro que resolver la gran cuestion que
Se agita' en el cija entre los escritores de
ambos partidos : á saber, si la Francia quie-


re ser libre. La resolucion de este problema
consiste en la renovacion de la cámara.


Aun no se sabe qué partido tomará el
ministerio. El mas seguro y el mas justo
es apelar ázla nacion y seguir su voluntad.
Mas está' deternainacion pone en sumo ries-
go los intereses de la aristocrac ia , á la cual
se ha ligado. El tiempo dirá si prefiere la
defensa de `lis' privilegios á la estabilidad


titili,r," al bien público.


37E


Reflexiones sobre el artículo 3o6 de la Cons-
titueion de la monarquía española.


La letra de este artículo es como sigue:
<, No podrá ser allanada la casa de* ningun es-


, pañol, sino en los casos que determine la ley
para el buen orden y seguridad del estado."-
. El objeto é intencion del legislador es
evidente, cortar de una vez las arbitrarie-
dades del ministerio y de sus agentes su-
balternos , y aun.


de los tribunales inferio-
res.






Se sabe que bajo el régimen absoluto,
era lícito á c.nalquier ministro de justicia,
con pretesto de' buscar reos y de adquirir
noticias, asaltar repentinamente la casa de
cualquier ciudadano, y examinar sus pape-
les:y demas efectos, destruyendo con estos
actos arbitrarios la tranquilidad , que de-
be tener un padre de :familias en el seno
de sus hogares, y violando uno de los mas




preciosos derechos de la libertad real y
personal. No era necesario que la ley hu-
biese previsto y mandado el allanamiento:
la voluntad del juez bastaba, y• la vara del.
magistrado abria todas las puertas.,


n4.




El artículo 3o6 abolió para siempre es,.
ta horrible arbitrariedad. Bajó el régimen
constitucietia4 la casa de un español no pue-
de ser allanada, sino en los casos previos de-
terminados por la ley: de modo que no hay
pretexto, por especioso que sea, que permita
á un juez entrar corno tal en.Jos hogares
de un ciudadano, y egercer en ellos actos
de jurisdiccion si no está autorizado para
ello per leyes vigentes.


Pero algunos han dado á este artículo
una extension indefinida , y han creido que
no es lícito el allanamiento en ningun caso.
Esta absoluta independencia del ciudadano
no puede ser concedida por ninguna cons-
titucion : porque disolVeria enteramente los
vínculos de la -sociedad; dejando impunes
Los atentados: El Mayer delineuente estaria
seguro encerrándose en:su casa , burlaria asi
todas las operaciones de; la justicia, ponien-
do á los, rnagistrados•enln imposibilidad de
apoderarse- de su persona: Otros confiesan
que en caso de- delito, puede ser allanada la
casa, mas no en otros, por egemplo, en caso
de deudas: de modo, que segun ellos le bas-
ta al .deudo-r encastillarse entre sus cuatro
paredes, para -dejar al acreedor sin lo que
es suyo,- é inutilizar los decretos de los tri-


373
bnnales , 'que de este modo no tendrian
medios para embargar los bienes del que
Babia convertido su habitacion en una for-
taleza inaccesible.


Esta manera de entender el -artículo ci-
tado es falsísima, y expuesta á muy graves
inconvenientes; no siendo el menor de ellos
el ataque, que de esta manera se intentara
contra el derecho de propiedad, frustrando
al acreedor de lo que es suyo. Si las leyes vi-
gentes han previsto el caso de un deudor que
se encierra en su casa y se niega á abrirla
para evitar el embargo, y han determinado
en estas circunstancias el allanamiento, los
jueces que„-le egecuten , obran en virtud del
artículo 3o6 de la Constitucion, que no lo
prohibe en los casos señaladas por la ley.


Pero se dirá que la Constitucion solo
habla de los casos en que la ley mande el
allanamiento para conservar el buen orden
y la seguridad del Estado; y un deudor re-
fractario no compromete el orden ni la
seguridad general.


No compromete el buen órden P dón-
de estaríamos , si el derecho sagrado de • la
propiedad fuese violado impónemente por
un recurso de tan mala fé Quién se atre-
veria á prestar ; quién se espondria á cele-




-lv'rar ningún contrato, si fuese licito aquel
ton quien contrata negarse á cumplirlo ; y
apremiado por el, juez pudiese librarse de
su obligacion , con la operacion sencillísi-
3na de cerrar las ;puertas de s.0 casa pue-
de existir 'buen drden, donde los ciudadanos
tengan el arbitrio de substraerse á las deci-
siones de los tribunales Si estas decisiones
son injustas, leilqueda abierto el recurso
para los tribunales superiores : pero negarse
á la apelacion y á la obediencia, es un in,
sulto al órden social, condenado por la ra-
zon por la justicia universal y por todas
las legislaciones posibles : es oponer la fner-
Za individual ál poder de la"-ley ; y si esto no
es violar el' órden público -no sabemos lo
que significa esta frase.


La equivocacion que padecen muchos.
en esta materia , nace de la corta estension
que se da comunmente á la palabra delito:.


Orcrtie"golo se entienden por delito los ac-
tós evidentemente atroces, como el homi-
cidio, la violacion , etc. , los cuales levantan-
'contra sí el grito de la humanidad. Contra
ellos sé cree justo cualquier procedimiento,.
Mas no se califican de la misma manera, ni
se creen espuestas á tanta animadte ersion
ciertas acciones ; que no. excitan tanto


375
indignacion pública, porque nocomprome-
ten tan visiblemente la seguridad individual
de los ciudadanos, aunque sean contrarias á
las leyes. Mas no por eso dejan de ser ver-
daderos cielitos , aunque no de tanta grave-
dad. Debe establecerse como principio, que
toda' ley produce un derecho y una obliga-
cion; y ademas, en el caso de que aquel de-
recho se viole, ó se deje de cumplir aque-
lla obligacion , la ley misma crea un delito
y le impone un castigo. Este principio no
admite escepcion alguna , só pena de que
habria leyes que no obligasen á su...cumpli-
miento. En todos los payses existe la ley de
que deben pagarse las deudas. Por consi-
guiente esta ley produce en el deudor la
obligacion de pagar, y en él acreedor el de-
recho de cobrar. En el caso de que el pri-
mero se niegue á pagar, infringe la ley ; y
por consiguiente comete un verdadero deli-
to, que es un atentado contra la propiedad.
En cuanto á la pena, se ha de mirar este de,
lito como muy inferior á los grandes críme-
nes, porque en efecto lo es: pero . ¿por qué no
ha de ser el mis mo el procedimiento, para
asegurar en los bienes del deudor, refracta-
rio la satisfaccion del acreedor? En el sis:,
terna constitucional el soberano es la ley:




.191
acostumbrémonos, puesá no mirar como
cosa despreciable ningun atentado contra
ella; rsobte : todo guardémonos de creer que
nuestra sabia Constitucion pueda ofrecer asi-
lo al ciudadano rebelde, que se niega á cum-
'plit 'obligaciones. •
' A-lanas : movido á tratar esta materia con


estensiWel, espediente formado en Bilbao,
Sobre 'repartimientos hechos por el consula-
do á . lOS : comerciantes de aquella villa, en
-virtild • de 'decreto de la junta de comuni-
dad.'-Estorepartimientos se hicieron para
Pagar letras, .-aceptadas' I ya por aquel co •
mercio iDesiitá: de. haberse creada la comi•
slot( 'déf eastunibre para seiialar las cuotas,
•esptiies . de haberse oido varias reclamacio-
nes, y hecho justicia sobre ellas, cumplidos
los.términos y trámites que prescriben las
brdenaiii~aquel tribunal., algunos co-
Merciariles ; se .inegaron á pagar , se encasti-
llaron en'suS 'calas ; y habiéndose allanado
una' de éllas. •pór órden:•de dicho tribunal,
-grit'aroriue•era.


una infraccion de consti-
tueion; 'hicieron 'temer al gefe político de
¿Vizcaya" itriá•earimocion popular , y paraliza..
re'n por al0I0iernpo laiccion de la justii-
cia. El espédiente subió al Ministerio ,
(lo 'el consejo de Estado :, S. M. se dignó. dei,


'077
vlarar, , que el consulado esWespedito para
continuar sus providencias en el cabro de
dicho repartimiento , dejando sin embargo
recurso abierto para tribunal competente á
los que se sintiesen agraviados. Esta resolu.
clon , que pone á cubierto el derecho de
propiedad y quita á los deudores yefrac-
ta.rios el efugio que quieran buscar en el sis-
tema constitucional , es digna de les, mayo-
res elogios.


Claro es, que si las comerciantes que
se negaron á pagar, hubieran tenido siquie-
ra una sombra de justicia, habrían seguido
el recurso de apelacion , que siempre queda
abierto , aun despues del mandamiento de,
egecucion. Pero no. Precisamente habian
antecedido reclamaciones ; y se habia aten-
dido á ellas en el tribunal. Recurrieron, pues;
á la resistencia abierta contra la ley ; resis-
tencia que engafiadamente creyeron apoya-
da en la Canstitucion , al mismo tiempo que
en dos folletos, intitulados: La oligarquía de
Vizcaya , r la respuesta á la carta pesquisi-
torzá se vertian espresiones injuriosas al con-.
sulado. Estas armas de defensa y de ofensa
son prohibidas.


Aquel tribunal se ha contentado con
imprimir los documentos justificativos del




ror


378
espediente. Las representaciones á S. M., en
que manifiesta los perjuicios de interpretar
siniestramente el artículo 3o6 de la Consti-
tucion , están escritas con mucha lógica y
maestría. El consulado ha mostrado en to-
dos los trámites de este espediente la mode-
racion , dignidad y cordura que debe ser
propia de un cuerpo electivo , encargado de
intereses tan importantes. La manera rabio-
sa con que se le ha atacado, no le ha he-
cho faltar ni un solo momento á lo que so
debe á sí propio y á sus comitentes.


379
SOBRE LA CESION


DE LAS FLORIDAS,


Carta de un español á un amigo silfo.


Habiéndose presentado á las Cortes
constituidas en sesion secreta el dictamen
de la comision de política sobre el espe-
diente delativo al tratado que pende entre
nuestro gobierno y el de los Estadós-Uni-
dos de América, sobre la cesion de las dós
Floridas, no puedo menos de hacer á us-
ted una relacion exacta de todo lo, que ha
pasado en este negocio, para que juzgue
con acierto de los resultados que sin duda
sabrá dentro de pocos dias. Bien sabe Dios
que no quisiera chancearme con un asun-
to en que veo cifradas mil consecuen-
cias desastrosas para nuestra amada patria;
pero ha llegado á tal punto el olvido de
la buena fe, tanto entre los individuos como
entre las naciones , que me padece mas pb-
sible su correccion por medio del ridícu-
lo , que con las armas de la razon, des-
echadas por cOmun acuerdo de todat.ilks




38o
lides diplomáticas. No usaria yo por cierto
de unas ni de otras si estuviese en mi mano
la defensa de los intereses y derechos de
la noble España, porque estoy convencido
de que la sobran fuerzas en ambos num,
dos para reprimir estos inícuos atentados;
pero como Dios ó los hombres han queri-
do que este coloso haya venido á parar en
no atreverse siquiera á poner en claro sus


;cuentas, nos sucede á los españoles lo que
á ciertos señoritos.


disipados, que por no
tomarse la molestia de repasar y verificar
las de sus mayordomos, se dejan robar ale-
gremente, y al cabo de algun tiempo se que-
dan baylando el pelado. Esto es poco mas
ó menos lo.


que á nosotros nos sucede con
el asunto de las Floridas. Dícese que de re-
sultas de un tratado ventajoso que hizo
nuestro ministerio allá en San Ildefonso el
año de i800, tuvimos la gran fortuna de
cambiar la 'provincia de la Luisiana nada
menos que por el reyno de Etruria sin
otra adeala que dar seis navios de línea
par dessus le marché. Creyóse entonces que
los tales seis navios iban allá para traer-
se embarcado el susodicho reyno ; pero no
.sucedió así, porque desde entonces no he-
mos vuelto á ver ni reyno, ni navíos , rd


381
Luisiana ; iii Cristo que la fundó. Suce-
dió , pues , que yendo chas y viniendo
dias el mismo que nos habla comprado la
tal provincia y los tales navios, quiso des-.
hacerse de aquella , y- sin mas ni mas va
y la vende al gobierno de los Estados4Ini-
dos americanos; por la friolera de doce mi-
llones de duros. Vaya usted teniendo cuen-
ta, y verá que ya en estas primeras partidas
supimos deshacernos, así como quien no quie-
re la cosa, de 240 millones de reales y 6 na-
vios de línea; por solo tener el regalado gus-
to de que el infante de Parma se llamase rey
de los etruscos. Todo esto fue sin perjuicio
de darle la gratificacion de costumbre para
su plato', porque en esto de moneda los tales
etruscos no son gente que la escupa.


Vendióse como digo la Luisiana, y aun-
que no sepamos con exactitud, si los 72 mi-
llones de duros fueron pagados en metáli-
co contante y sonante, porque de esto ya
se sabe que no nos debia tocar ni -el albo-
roque, con todo eso se nos dijo por parte
de los Estados-Unidos, que la provincia de
Tejas debia ser comprendida en la Cesion
de la Luisiana : es decir, que habiendo sido
Napoleon el que hizo con nosotros el cam-
bio de esta provincia, todavía era moteja-




9
382
do por los Estados-Unidos de hombre mo-
derado, y como si digéramos un bobalicon,
que se dejaba engañar hasta de los españoles.


Estando en esto, y teniendo pendiente
con nosotros un tratado celebrado en x795,
por el cual se reconocia el principio de
que el pabellon cubre y protege la carga,
celebraron otro tratadito con los ingleses,
por el cual se reconoce el principio contra-
rio , esto es , que el pabellon no cubre ni
protege la carga. Ya puede usted figurarse
las enormes ventajas que produciría esto á
nuestro comercio, como que cuando un
español llevaba ó traía mercaderías á bor-
do de algun buque americano, si este era
atrapado por los ingleses, con quienes á la
sazon estábamos en guerra, era declarado
buena presa; mas si por el contrario, los in-
gleses embarcaban las suyas á bordo de los.
mismos buques, nosotros no podíamos ata-
carlos en manera alguna, ni menos apre-
sarlos ; porque seria una temeridad no res-
petar el pabellon. Nuestros tribunales tu-
vieron alguna vez la insolencia de no acer-
ar sus decisiones á estos sanos principios
de equidad anglo-americana, y declararon
por buenas presas algunas de las que hi-
cieron nuestros corsarios y los de los fran-


383
ceses. Con este motivo formó aquel gobier-
no un capítulo de quejas tan terrible, y
una cuenta tan larga de los perjuicios ir-
rogados á su comercio, que esto dió oca-
sion á que se celebrase otro tratado en Ma-
drid en II de agosto de 1802, sobre las
indemnizaciones que debian hacerse por la
España á los Estados-Unidos americanos.


Casi todos estos perjuicios habian sido
irrogados por los corsarios y tribunales
franceses; pero no era regular pedir su in-
demnizacion al la Francia que era enton-
tonces poderosa, y se ahorraba mucho ca-
mino con echar las cargas á la España, que
era algo mas blanda de pelar. Ademas ha-
la otro cargo no menos justo contra nos-
otros, el cual conviene que usted le sepa,
para que se ponga al corriente de este gran
negocio que ocupa hoy dia al gobierno y
á las Cortes.


Ya dige á usted qué en el ario de 1795 se
habia , celebrado un tratado con los Estados-
Unidos; y una de las cosas que se estipula-
ron en él, fue que tendrian en Nueva-Or-
leans un depósito para la extraccion de los
frutos de sus provincias internas : y que si
se experimentaban inconvenientes, se le se-
iialaria para el mismo obgeto otro punto




384
equivalente en las orillas del Misisipi: Pe-
ro de resultas sus moderadas pretensio-
nes sobre la provincia de Tejas, nuestre mi-
nisterio de Hacienda dió órden al intenden-
te de la Luisiana (que aun no se habia en-
tregado á la Francia), para que .suspendiese
el depósito de Nueva-Orleans. Qiiejáronse
los Estados-Unidos, é hicieron én ello muy
bien 'diósele satisfaccion á 'sus quejas, y
tampoco ,hicimos én eso mal; pero lo ex-
traordin' 'ario y admirable es, que despues de
haber 'qttedado satisfechos y de haberlo ex-
presade' ási, viniesen despues pidiendo á la
Espalia que abonase el valor íntegro de las
cosechas de aquel año á- causa 'de que se
les malograron toditas, porque se suspen-
dió el referido depósito. Aqui tiene usted
las dos llaves maestras para entender todo
ese gran misterio de la deuda de los Es-
tados-Unidos , con la cual nos estan atur-
diénde lo,s oidos cerca de veinte afios , y
que no solo no se puede satisfacer,.' pero n1
aun liquidar, sin que preceda la césion de
todas las Floridas.


Pero' ya se ve ;uétéd dirá que acaso les
seremos. deudores -de grandes 'ati'Xilios''y de
no pequeña éonsideracion en aquella fa-
tal época en que 'la nación se vio invadi-


385
da y atropellada por el emperador de los
franceses, y que sin duda entonces aquel
gobierno, que blasona de libre, se apresto
raria á reconocer y patrocinar el sistema re-


- presentativo que se organizaba en Cadiz.
¡Qué dicliOso fuera yo. en este caso de po-
der publicar el reconocimiento de mi na-
cion , y tributar á los Estados,Unidos no
solo las mas expresivas gracias, sino tam-
bien mi vivo ,


deseo de que se le indemni-
zase generosa y noblemente de todos los per-
juicios y menoscabos que ellos quisieran ale-
gar. Pero ha de saber usted, por si lo ig-
nora , que ese célebre gobierno republica-
no tan tolerante, tan liberal, tan virtuoso,
se negó abiertamente á reconocer ningu-
no de los agentes diplomáticos que le di-
rigió el gobierno de Cadiz, y bajo: pretexto
de que estaba en disputa la corona de Es-
paña, se apoderó de una gran parte -de la
Florida occidental.
• No piense usted sin embargo. que han
sido mas consiguientes durante el gobier-
no absoluto, porque á decir la verdad, igua
les delicadezas han usado con S: M. C. in,
constitucional, que las que usaren con los
fundadores de la Constitucion. Hasta fines
del -ario


- quince no admitieren sus agentes,
- 25sF




386
ni dieron oídos á las negociaciones dirigi-
das á zanjar las dificultades que pendian
entre ambos gobiernos. Entonces fue amon-
tonar cifras y mas cifras, para hacer apare-
cer unas cuentas que me rio yo de las del
Gran-capitan. Alli venia usted apoderarse
de la . isla Amalia como de una hacienda sin
dueiio , y hacer otro tanto en Galvestovvn
en la costa de Tejas: todo ello sin otro ob-jeto que manifestar al mundo su buena fe
y su amor á la justicia. En seguida entra-
ron con la mayor política en las fortalezas..
de Panzacola y de San Marcos, echando
de allí á los. espaiioles que las guarnecian,
bajo pretexto de que no eran hombres pa-
ra contener á los indios seminoles.


Apostaré á que usted no ha oi go hablar
en toda su vida de semejantes guerreros, y
á que se le figura que son algunos vestigios
capaces de amedrentar al mismo don Qui-jote en persona. Pues ha de saber usted que
estos indios estan divididos en seis clases,
conocidas bajo unos nombres muy enreve-
sados ; la primera es la de los que estan es-
tablecidos entre la Georgia y el Islisisipi , la
.segunda la de los Cha cta ws, la tercera la de


los Creeks, la cuarta la de los Chérokees,


la quinta la de los Ghikasavv, y la sexta


387
la de los Seminoles. Estos últimos son los
terribles enemigos que han servido de
pretexto para la usurpacion de nuestras for-
talezas, ejecutada por el Anibal del,Reste,
el valiente, el inmortal, el incomparable
general Tackson. Pero ahora cuál será la
sorpresa y admiracion de usted, al oir que
estos indios Seminoies no son mas que un.
pniiado de miserables, cuyo número no
llega á mil hombres , desechados de la tri-
bu de los Creeks? ¿Que ni estos habian pen-
sado jamas en atacar las fronteras de los Es-.
tados-Unidos, ni soilaron en hacer resisten-.
cia á las tropas de Tackson, que tampoco eran
otras que dos mil voluntarios de Teneseo
algunos indios ? Verdad es que se encontra-
ron entre ,sus imaginarias filas Imp.


dos in-
gleses desarmados, los dialesfueron ahorca-
dos sin forma de proceso para mejor proveer.


He aquí ni mas ni menos á lo que se re-
dujo la gran campaña del general Tackson,
que habiéndose emprendido, ejecutado , y
terminado en cosa 'de siete chas , produjo
al héroe la gloria de que le maldigesen to-
dos sus paisanos menos el presidente, y que
se divirtiesen á su costa todos los diaristas
de Europa. Pasemos alma al último tratado
de cesion que está pendiente, y para..91,iya


25.




388
ratificacion se necesita el consentimiento y
alitorizacion de las Cortes.


"liabian precedido á este tratado diferen-
tes instancias y repetidas contextaciones de
nVeStro gobierno, para que tornasen parte
en: lá transaccion los gabinetes de Francia é
Inglaterra; pero viendo que todo era inutil,
y que estaba decretada en el libro de los des-
toros la conseeneneia de esta atroz injusticia,
quiso el rey á lo menos reservar una parte
de aquellos vastos terrenos 'despoblados pa-
ra enriquecer á algunas personas de su cor-
te, .á quienes miraba con particular predi-
leccion.' Hubiera sido de desear que en lu-
girWeite desquite parcial, se hubiese pro-
en. ,do Sacar otro Más ventajoso á la masa
entera de la naeiOn pero este, que podria ser
MUCargo grave entre nosotros, no añade ni
quita nada klá siUjusticia del tratado, ni á la
Mala?te con qUe ha sido conducido todo es-
te negóció.


Tiiutil fuera querer yo dar á- usted una
idea de todo su contexto ; es necesario leer-
rj3, meditarle muy despacio, para poder for-
mar idea de todas y de cada una de las in-
jusbeias que , énvuelve. tástele á usted saber


deben M'u:se unas líneas imaginarias de
INIortj á. Sur ; y de Oriente á Poniente, así


389
corno si digéramos que se iba á hacer alguna
demarcacion de límites, cuyo resultado vie-
ne á ser el quedarnos sin Floridas, lo mismo
que yo me quedé sin abuelo. Mas para dar
una prueba-de que no lo quieren llevar ro-
dó al rigor, nos conceden el permiso de que
durante doce años gocen nuestros navegan-
tes de los mismos privilegios. que los súbdi-
tos de los Estados-Unidos.


No debe usted olvidar que el tratado se
ajustó y se firmó en 22 de febrero de /819,
y que en el articulo 8. 0


se ratifican y con-
firman las concesiones de terrenos hechas
por el rey á varias personas, antes del 24
de enero de 1818 , declarándolas igualmente
validas que si los terrenos continuasen bajo
el dominio de la España. Pero aquí de las
travesuras; apenas supieron que dos de estas
concesiones habían sido hechas en 1 7


de di-
ciembre de. 181 7, cuando empiezan á gritar
contra su aturdimiento y precipitacion , di-
ciendo que se han equivocado, y que no
hay nada de lo dicho, sino se anulan del to-
do las susodichas concesiones. ¡ Viva el in-
genio y la gracia de nuestros acreedores, que
saben no detenerse en barras para sacar la
pua al trompo! Ya se ve , yo me hago cargo
de todo ; ellos dicen que les debemos zoo




'390 -
millones de reales ; pero que si regateamos,
han de ser 3oo millones, porque nos carga-
rán en cuenta hasta el valor de la tesorería
de Méjico, que la estan ya ellos mirando co-
mo una usurpacion de su propiedad: nos-
otros sin contar las concesiones les damos en
pago i6 millones de fanegas ó acres de ter-
reno, que valuados, aunque no sea mas que
á dos duros, importan 64o millones de rea-
les: con que ya usted ve si salimos ganan-
ciosos, y si todavía no debemos darnos con
un canto en los pechos por lograr la' bene-
volencia de los ilustres anglo-americanos.


Esta es la verdad pura y pelada de todo
lo que pasa en el asunto de las Floridas. Al
rey se le ha hecho creer que es de absoluta
necesidad cerrar los ojos, y darles completo
gusto en todo cuanto piden ó pidan en a-
delante ; las Cortes acaban de autorizar al
rey para que ratifique el dichoso tratado, bien:
que excitándole á que procure sacar algun
mayorpartido en benejicio de la nacion. Cuál
sea este partido, ya lo verémos; pero entre-
tanto sepa usted que esto es lo que ha pasa-
do en el asunto, y que el contarlo en bro-
ma, ó en estilo serio, no aumenta ni dismi-
nuye un ápice á la verdad. Queda de usted
afectísimo.


El español,


391


CARTAS DEL MADRILEÑO.


2.a
La impaciencia con que me dice usted


que espera los dias de correo, me obliga en
cierto modo á abandonar algunas ocupa-
ciones, solo por no dejarle sin cartá, ya
que tiene la estravagancia de gustar de mis
aprensiones. No he pedido menos de reir.
me con las preguntas que me hace usted
de si á pesar de la Constitucion continúan


. en Madrid los petardistas en tan gran nú-
mero como abundaban antes, si se reunen
todavía los parásitos en la Puerta del Sol al
acercarse la hora de comer, y si se encuen-
tran todavía aquellos enjambres de -gente
vestida de negro, que con sus legajos debajo
del brazo y sus humeantes cigarros en la bo-
ca , inundaban la calle mayor y todas las
boca-calles inmediatas á los Consejos.


Oh qué buen hombre debe de ser us-
ted, si cree que estas y otras muchas pla-
gas pueden desaparecer como por encanto!
En cuanto á la primera, ha de saber usted
que no solo no se ha disminuido sino que.




-1"


392
crece y se aumenta de dia en dia hasta el
punto de que el trato social viene á redu-
cirse á ser lin contínuo petardO recíproco.
Tiempos . hubo en que los petardistas se
pudieron contaren Madrid, no solo por cla-
ses sino tambien por individuos; pero en
el dia seria tan inutil intentar conocerlos,
como querer clasificarlos. No labia enton-
ces una sola persona que ignorase el nom-
bre , la clase , la morada, y aun la fórmula
de que se valla aquel don Anacleto , de
quien tantas veces hicimos conversacion,
y aquella doña Facunda que por tantos años
fue hazmereir y el verbi gratia de todos
los corrillos y tertulias de la corte. Ningu-
no dejaba de señalar con el dedo al céle-
bre don Deogracias el de la letra aceptada
y no vencida, que siempre necesitaba dos
duros para concluir la semana, y que pues-
ta la mano en el pecho aseguraba por su
honor que, no pasarian diez dias sin venir
él mismo á traerlos y á dar las gracias por
la fineza. Pues, ¿ y la viuda; de aquel gober-
nador de América, la del pleyto perdura-
ble, cuya. ,Ultima, providencia estaba siem-
pre pendiente de diez duros que necesitaba
se la presentasen en el momento, y de cu-
ya suma ofrecia. pa.gal• loa . intereses mas


393
crecidos. No hablemos de las piadosas ma-
dres que pasaban toda su vida juntando
la dote necesaria para cumplir la divina
vocacion •de la mas fea de sus hijas, por-
que todas estas eran mas conocidas en Ma-
drid que el agugero del correo. Pero en el
dia ¡válgame Dios qué diluvio de trampo-
sos y petardistas se ha descolgado de todas
partes! El uno da por pretexto el atraso
de las pagas, aunque se sepa que no tiene
derecho á ninguna: el otro se lamenta del
poco crédito del papel, sin embargo de
que jamas fue dueño de otros que de los
del cigarro : aquel ofrece .por hipoteca el.
sueldo de un buen empleo que le ha ofre-
cido el ministro en aquella misma mañana:
la otra responde. del préstamo con la pró-
xima paga de los Juros que heredó de su
bisabuelo, y finalmente todos demuestran
que no hay pretexto ninguno para negar-
les su justa demanda. ¡Dichoso mil veces
aquel á quien se dirigen por medio de una
esquela aun cuando vaya acompañada de
un forrnaháimo recibo! porque á lo me-
nos se contesta con calma , y en devolvien
do la póliza, se sale de aquel apuró pp,
nerse colorado. Pero para el infeliz á quien
se- sorprende á solas , por mas que tartamu-





394
dee y trague saliva, no hay mas remedio que
aflojar el todo ó parte de la demanda ,
resolverse á tener un enemigo irreconci-
liable.


Por lo que hace á los parásitos es cosa
que mete miedo, porque con la nueva cos-
tumbre de comer á media tarde, se juntan
cómo llovidos en oliendo que hay un par
de principios en cualquier mesa. No piense
usted que han quedado únicamente aque-
llos que por su destreza en el arte de trin-
char, ó por la ligereza con que sabian ha-
cer plato, repartían los siete dias de la se-
mana en otras tantas casas de los magna-
tes, sino que ya en el cha se abalanzan á
trinchar la verdura con el mismo apetito
cine si fueran pavos ó faisanes. Hasta las
mismas Cortes se han hecho en cierto mo-
do cómplices de la gente pegota, porque
como suelen retardarse algunos dias las
sesiones, sirve de pretexto la hora, para que
los aficionados se conviden ellos mismos
con cierta franqueza constitucional. Es co-
sa que maravilla verles aplaudir lo sazo-
nado de la puchera, la fragrancia del vino
manchego, y hasta el punto que ha sabido
dar la cocinera á la tortilla que hubo que ha-
cer en obsequio del repentino covvidado.


395
Mas lo que sin duda alguna ha experi-


mentado una rebaja notable, es la fúnebre
bandada de curiales, que á manera de una
nube de cuervos interceptaba el paso, des-
de la Almudena hasta la Plaza mayor.
¿Quién diria que en aquel punto en que nos
parece, y es en efecto, mas dificil la refor-
ma, es precisamente aquel en que se han
hecho mas visibles las mejoras de la revo-
lucion ? No hay que cansarse , el ramo de
curialería ha perdido un noventa por cien
to con solo haberse puesto en práctica lo
juicios conciliatorios. Apenas hay un aboga-
do entre mil que no esté bebiendo los
vientos tras de una judicatura de primera
instancia , cuando antes desdeñaban las to,
gas por la dulce prerogativa de hacer pedi-
mentos. Ya que hablamos de juicios conci-
liatorios, yo supongo que en esa aldea los eva-
cuará el alcalde constitucional, á quien des-
pues de cumplir las denlas obligaciones de
su cargo, le sobrará el tiempo necesario pa-
ra oir y conciliar dos ó tres disturbios que
podrán ocurrir en todo el mes. Pero lo
admirable es, que en Madrid, donde se ha-
llan reunidos los habitantes de mas de
cuatrocientas aldeas, y donde los alcaldes
constitucionales tienen otra multitud de




396
ocupaciones propias de su oficio, estan re-
cargados tambien con la ohligacion de eva-
cuar los juicios conciliatorios. Ya puede
usted figurarse los retardos que necesaria-
mente habrán de seguirse del agolpa-
miento de tantos juicios ante dos únicos
conciliadores, por mas que dediquen mu-
chas horas del dia á este importantísimo
negocio. Sucede pues con frecuencia , que
provocado hoy el juicio, no se hace la ci-
tacion hasta muchos dias despues; con lo
cual no solo se dilata la reconciliacion que
tanto interesa al vecindario, sino que se dá
tiempo á que los dos adversarios se prepa-
ren con las armas del sofisma, haciendo
confuso un negocio que á los principios
hubiera podido ser muy claro y muy sen-
cillo.


Yo no se porqué en la corte y en las ciu-
dades populosas no habia de haber jueces
conciliadores, que no tuviesen ninguna otra
ocupacion mas que esa , y que ya que no fue-
sen perpétuos, durasen á lo menos diez ó doce
arios en tan sagrado empleo : lo primero; pa-
ra que se evitaran los males que he insinua-
do , y lo segundo para que acostumbrados
por la práctica á conocer los negocios y el
carácter de las personas de su jurisdiccion,


397
aprendiesen á sacar partido de las inclina-
ciones , y acaso de los vicios de cada 'una,
para inclinarlas á ceder de sus temas, ó á
moderar el rigor de sus respectivos dere-
chos. Esta es una de aquellas medidas que
no ofrecen la mas ligera dificultad, y que
se tomará sin duda blueoo que las Cortes em-
piecen á desocuparse de los grandes nego-
cios que tienen entre manos.


No han sido por cierto pequeños los que
han terminado en el último mes de setiem-
bre , pues bastaria a solo para eternizar la
memoria de muchas legislaturas. Todas las
grandes cuestiones que hacen mudar la faz
de una nacion han sido agitadas , discuti-
das, y aun resueltas algunas de ellas en el
tercer mes de la repre.sentacion nacional. No
me es posible por ahora decir á usted lo que
yo pienso sobre cada una en particular, por-
que este sería asunto para muchas cartas; pe-
ro iremos repasándolas sucesivamente segun
nazca la oportunidad. Entretanto ya podria
usted haber observado, con solo leer los dia-
rios de Cortes, que estas han colocado á la
España en el verdadero espíritu del siglo,
sin mas esfuerzo que el de tomar las medi-
das contrarias á las que sirvieron de norte
en estos últimos seis años. Por eso cuando




398
yo oigo suscitarse las impertinentes dispu-
'tas de á quién se le debe mas ó menos
parte de la libertad que gozamos , siempre
me inclino á tributar mis • respetos á la San-
ta Inquisicion. Esta es la que sin disputa ha
hecho mas servicios á la generacion presen-
te, que cuantos Riegos y Quirogas han naci-
do y nacerán en el mundo. No digo yo el
sueldo de cesantes, sino coronas cívicas, na-
vales y murales, quisiera yo que se concedie-
sen á cuantos tuvieron voz y voto en aquel
tribunal , al que desde ahora declaro be-
nemérito de la patria.


Esta misma reflexion quisiera yo que hi-
ciesen los que tanto se impacientan sobre si
está' bien ó mal tomada la resolucion acer-
ca de monacales y demas órdenes religiosas.
Es mas claro que la luz del dia que la juris-
diccion temporal puede y debe tomar las
medidas que juzgue convenientes acerca de
la extincion ó permanencia de estas y otras
corporaciones. Pero yo desearia que por al-
gun tiempo triunfase el .error contrario, y
que hasta los legos de capuchinos pudiesen
hacer una higa á la jurisdiccion ordinaria,
presentándose apoyados de una bula de un
papa, para echar plantas á nuestro eminen-
tísimo,prelado. Digo que quisiera que pre-
valeciesen por un tiempo estos piadosísimos
errores, porque si.ahora las Cortes, de acuer-
do con el rey, estan dispuestas á guardar
toda especie de consideraciones á sus reve-
rendísimas calzadas y descalzas, pobres y
ricas, nobles y plebeyas , serán tantas las


399
cosas que ellas harán ó intentarán hacer al
cabo de algun tiempo, que á la precision de
abolirlas se agregará la necesidad de casti-,
'garlas.


Ya habrá llegado á noticia de usted ,
acaso habrá leido, una representacion que
tiene por título Observación respetuosa que
hace al rey y á las Cortes el padre general
de lós Capuchinos. Es de advertir que á es-
ta suprema dignidad seráfica estar unidos
los honores y tratamiento de grande de Es-
pafia, á imitacion sin duda de los apóstoles
que todos tuvieron excelencia. Yo hubiera
deseado que se fijasen con alguna claridad
los límites donde acaba la obligacion del vo-
to de obediencia en un fraile francisco; por-
que á mi entender este punto caria mucha
luz para otras diferentes cuestiones que yo
sé que deben agitarse. Otro dia me estende-
ré algo mas sobre'esta materia, y por aho-
ra conténtese usted con saber que la tal re-
presentacion ha sido calificada de injuriosa
y de subversiva. Tenga usted muy presentes
estas dos calificaciones , porque no podré
menos de apoyarme sobre ellas para dedu-
cir algunas consecuencias aplicables á otro s
casos de censura, que estan pendientes en di-
ferentes juzgados.


A Dios, amigo mio, queda de usted afec-
tísimo , etc.


El madrileño.




EL CENSOR,
400


NOTA.


En 'edicto de la Inquisicion de fines de mayo de
s819 se prohibió el Examen de los delitos de infideli-
dad con una retahila de 'calificaciones , entre ellas, la
de que injuria atrozmente á los sumos pontífices ; que
es la sola de que conservó memoria. Muchos curio-
sos, no acordándose de haber notado tal cosa en su
lectura, volvieron entonces á pasar la obra ; y se echa-
ron á buscar por ella injurias y atrocidades , sin que na-
die hasta aquí haya podido clivisar elogios ni vitupe-
rios de los pontífices por ningun ángulo ni rendija del
libro. Murió la Inquisicion , y se perdió para siempre
la esperanza del descubrimiento.


Pues ahora en el número s86 del Conservador, cali-
ficando este periodista la misma obra, dice que ataca
la legitimidad de nuestros representantes; y dítelo des-
pidiéndose de estavida, cuando debiera hablar verdad,


Puesto ya el pié en el estribo
con las ansias de la muerte.


Es por cierto fatalidad , que yo me las haya siempre
con moribundos ó.finados en materia de calificaciones;
y no quisiera de verdad que este fallo quedase en tinie-
blas, como el otro de la Inquisicion. Por si llega pues
á tiempo , en que ese malaventurado tenga todavía el.
alma en las carnes , 6 en caso. de que ya haya dado
cuenta á Dios de sus fechorías, por si alguno de sus
confidentes le oyó este secreto , ruego á ustedes que en
mi nombre anuncien al público un premio de Dm do-
blones , de cuya seguridad les doy suficiente garantía;
el cual será entregado religiosamente á quien sefialare
el párrafo , el periodo ó la cláusula de dicha obra en
que se ataca la legitimidad de nuestros representantes.
Por lo denlas yo perdono la calumnia • al difunto , y
ruego á Dios nos provea de escritores mejor intencio-
nados.


El autor del Exdmen de los delitos de infidelidad.


PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


IN.° 12.
SÁBADO, 21 DE ocTuBRE D• 1820,


ACTAS DE LAS CORTES.
SESIOIV DEL 28 DE SETIEMBRE.


Expediente dalos 6g Diputados de las Cortes
ordinarias de 1814 , conocidos vulgarmente


con el noinbre de Persas.
Todos saben que cuando el rey á la vuel-
ta de su largo cautiverio se acercaba á la ca-
pital en medio de los aplausos y bendicio-
nes de tos pueblos ; y cuando la España y
aun la Europa entera estaban, esta en cu-
riosa expectacion y ' aquella en congojosa
incertidumbre sobre la conducta que el res-
catado príncipe -observara respecto de la
Constitucion política que para el mejor go-
bierno de sus vastos dominios !labia?) for-
mado las Cortes extraordinarias , y estaba,


26.




402
ya en observancia en una gran parte de
ellos ; varios diputados e las Cortes ordi-
narias que en aquel año estaban á la sazon
celebrando sus sesiones en Madrid , le diri-


gieron á Valencia una representacion, en quepintándole como la obra de una faccion
cuanto en su ausencia se habia establecido
en Orden al sistema político de la monar-
quía , le propusieron que no aceptase ni
firmase la Constitucion , y que al contrario
anulase todo lo actuado. Notorio es tambien
que el rey. parte por esta representacion,
parte por los consejos verbales de otras per-
sonas, y parte quizá por extrangeras suges-
tiones que nos son desconocidas, expidió el •
fatal y harto conocido decreto de 4 de ma-
yo








de 1814 , por el cual declaraba nula la
Constitucion y domas actos de las Cortes ex_
traordinarias relativos á innovaciones en ma-
terias políticas y de gobierno: y que á po-
cos Bias fue disuelto por la fuerza el Con-
greso, presos y perseguidos varios diputados
y á muchos otros ciudadands como autores ó
defensores del sistema constitucional, y res-
tablecido en todas sus partes el antiguo. Na-
die ignora tampoco que al renacimiento de
la Constitucion en marzo de este año, el
clamor público empezó á señalar como al-


403
tameme criminales á los diputados que en- el
de r4 habian formado la indicada represen-
tacion; que el rey á consulta de la junta pro-
visional acordó que todos ellos, menos los
obispos, fuesen-puestos y detenidos en conven-
tos basta que las nuevas Cortes que iban á
reunirse decidiesen lo que estimasen condu-
cente; que luego que estas sejuntaron, el go-
bierno lós puso á su disposicion, dando no-
ticia del parage en que se hallaban los que
no se habian ó fugado ú ocultado al tiempo
de ejecutarse la citada real órden; que las
Cortes nombraron en consecuencia una co-
mision especial para que informase sobre
este asunto, • y que aquella presentó en la
sesion del 28 de setiembre último el dictá-
-men que vamos á examinar, juntamente con
los votos particulares de dos de sus indivi-
duos, de que tambien nos harémos cargo.
Pero antes, para que las razones que vamos
á alegar en apoyo del partido de la clemen-
cia sean recibidas sin preocupacion , y va-
luadas por su valor intrínseco, no será in-
útil advertir y protestar como lo hacernos
con toda la sinceridad de nuestro corazon,
que para tomar la defensa de los 69 des-
graciados que esperan en la agitacion de
una cruel perplegidad la decision final de


26,




404
los actuales representantes de la Nacion, no
nos mueve ningun interés personal de pa-
rentesco, amistad , y ni aun simple . conoci-
miento : todos ellos nos son absolutamente
extraiios , indiferentes y desconocidos, y si
pudiera caber en nuestro ánimo algun re-
sentimiento y deseo de venganza, mas bien
deberíamos declararnos sus enemigos que
sus defensores ; porque no ignoramos , que
los mismos qué aconsejaron y dictaron el
decreto de 4 de marzo contra el sistema
constitucional, aconsejaron tambien dic-
taron la bárbara circular de 3o del mismo
mes, que nos proscribió, nos ha tenido seis
años fuera de Espai'ia, ha arruinado nue '-
tras familias , y nos ha causado males y da-
ños irreparables. Pero sabemos tambien, que
tratándose de medidas en que se interesa
el bien general de la patria, debe todo buen
ciudadano olvidar sus ofensas y agravios per-
sonales, no dar oidor al grito parcial de sus
pasiones, ni escuchar otra voz que la de
la razon , la justicia , y la conveniencia pú-
blica. Ademas, cuando se puede optar entre
el rigor y la indulgencia, es de corazones
generosos ponerse de parte del infortunio.


La comision despues de referir muy cir-
cunstanciadamente todas las diligencias . que


40
ha practicado, aunque sin fruto , para pro


5
-


curarse los originales de la representacion y
del manifiesto dirigido al rey por tos 6g di-
putados, de cuya suerte va á decidir el con-
greso ; y despues de enumerar los docu-
mentos que ha tenido á la ' vista, y exponer
las razones que


.
la han determinado á pre-


sentará las Cortes la cuestion , no solo bajo
el aspecto de rigorosa justicia , á lb cual pa-
rece se limitaba su encargo, sino bajo el de
la política, pasa á proponer directamente
su dictamen reducido en suma, á que aten-
dido el rigor de la ley habia lugar á que se
formase causa á los 69 individuos que con
mas ó menos malicia, y antes ó despues del
4 de mayb, firmaron la famosa representa-
cion ; pero que exijiendo algunas poderosí-
simas con sideraciones que no se dé principio
á un proceso tan largo y complicado , ha-
biendo pasado tanto tiempo desde que se
cometió el escandaloso atentado sobre que
debería recaer, siendo en este caso necesa-
rio extenderle 'á otras muchas personas, y
debiendo resultar de tan ruidoso procedi-
miento la consternacion de tantas familias,
»la exaltacion de pasiones casi amortigua_
» das, la multiplicacion inmensa de arrestos,
»juicios, diligencias, condenaciones y cas-


1




40(1
»tilos, y la turbacion de la paz, union y
»fraternidad tan -convenientes al nuevo sis-
»tema; pueden y deLen las Cortes decidirse
« por el partido de la benignidad, decretan-
» do que los 69 individuos que firmaron el
» manifiesto y la representación de 12 de
»abril de 18x 4, queden relevados-de la ,-for-
»macion de causa en razon de dicho atenta-
» do, y con libertad ole restituirse á los luga-
»res de su residencia." Mas como benigni-
dad no es lo mismo que absoluto perdon é
impunidad completa, pueden hacerse al de-
creto general las restricciones siguientes:
1 a Que don Bernardo Mozo Rosales, autor,
»portador y expendedor del manifiesto, será,
»excluido del beneficio ofrecido á sus com-
»pañeros. 2.a Que estos no gozarán en ade,
»lante de voz activa • ni pasiva en ninguna de
»las elecciones relativas al nombramiento de
»diputados á Cortes ; y 3.a que si alguno de
»ellos no quisiese valerse de la indulgencia
»que las Cortes les dispensan con la limita-
» cien ya insinuada , será oido y juzgado en
»tribunal competente, segun las leyes."


El voto particular de uno de los señores
individuos de la comisión, es, que las Cortes.
deben declarar, que ha lugar á la formación.
de causa contra los ex-diputados que firma,.


407
ron los citados papeles ; y el de otro señor,
conviniendo en que se expida así el decreto,
y en que á consecuencia se les forme en
efecto causa á todos ellos,h quiere que se aña-
da, que « si del juicio resultasen algunos
» condenados á pena capital, .no siendo el
» mayor número, el tribunal obrará conforme
» á derecho; pero si fuere mayor el número,
»y en dictamen del mismo convenga al bien
»del Estado , se conmute aquella pena en
»otra menos grave con respecto


.
á los me-


»nos culpados; lo propondrá así á las Cm,
»tes , á fin de que estas le impartan al efec-
to la competente autoridad."


Tal es el estado cine tiene el ruido-
so y, delicado negocio sobre que vamos á
exponer nuestro juicio con la imparcialidad
que siempre tiene el que habla de buena fe,
con deseo de acertar, y sin otro interés que
el del bien público.


Ante todas cosas, es necesario fijar con
_claridad y exactitud :los términos de la cites-
..tion , porque de no hacerlo, se confundirán
malamente varias, muy distintas


.
entre sí.


1.a Los diputados de que se trata ¿obraron
bien, ú obraron mal proponiendo y aun pi-
diendo al rey que no firmase la Constitu-
ción ? creemos que haya un solo espa-




4o8
iiol que se atreva á disculparlos. Unos hom-
bres, que habiendo sido nombrados por sus
respectivas provincias para sostener en el
Congreso nacional los derechos del pueblo,
y los inteseres mas sagrados de la, nacion;
olvidan estos, y desconocen aquellos, y pre-
conizan altamente los principios riel poder
arbitrario: unos diputados populares, que
piden la abolicion de aquella misma ley
que poco antes habian jurado defender , y
de la cual recibian toda la autoridad de-


-positada'en sus manos por los ciudadanos
•que los habian elegido: semejantes hom-
bres, decimos, sé declararon ellos mismos
enemigos de la libertad , pública, fautores
del despotismo , detractores de la sana doc-
trina, cobardes, perjuros y viles adulado-
res, y se cubrieron en aquel dia de igno-
mínia eterna : echaron sobre su reputa-
cion una mancha que los mas eminentes
servicios no podrán nunca borrar, y sus
nombres estan• ya designados en la histo-
ria á la execrado)] de las generaciones veni-
deras. Suponiendo que son culpables
á los ojos de la opinion pública, y altamen-
te delin-nentes ante la ley suprema del
bien público , ¿se les puede hacer causa
como á traydores, y en todo rigor de dere-


' • •


409
cho , en virtud del artículo 172 de la Cons-
titucion , el cual especificando las restric-
ciones de la autoridad del rey, señala por
z.a la siguienue:,


«No puede el ny impedir
bajo ningun pretexto la celebrador) de las
Cortes, en las épocas y casos señalados én
la Constitucion, ni suspenderlas , ni disol-
verlas, ni en manera alguna embarazar sus
sesiones y deliberaciones. Los que le acon-
sejaren ó auxiliaren en cualquiera tentativa
para estos actos, son declarados traydores , y
serán perseguidos como tales:".? La comision
entera ha dado por supuesto, sin indicar si-
quiera la menor duda, que la accion de los
69 diputados es precisamente la designada
como crimen de traycion en el citado artí-
culo, y por consiguiente que se estaba en el
caso de perseguidos y procesarlos con ar-
reglo á él. Nosotros sin embargo; salvo elb
respeto que se merecen los señores diputa-
dos, tanto por su caracter como por su acre-
ditada instruccion, creeríamos que el pun-
to es mas que dudoso, y que pueden ale-
garse muy buenas y valederas razones, para
probar que el expresado artículo no puede
aplicarse sin violencia á los indivíducs de
que hablamos , y que ni su letra ni su es-
píritu, ni la mtencion misma de los legisla-




"Ir


410
dores constituyentes que le decretaron, tie-
nen ni tuvieron relacion con un hecho sin-
gular y extraordinario que no se previó ni
tuvo presente ; porque si se hubiera pre-
visto, de otro modo se hubiera concebido
y expresado el texto de la ley.Ysta, á nues-
tro entender, y creemos que al de todo el
que la examine de buena fe, supone que
un rey que está ya sentado en su trono,
jurada y reconocida ya la Constitucion, in-
tenta , abusando de su poder , impedir la
celebracion de Cortes, ó suspenderlas , ó
.disolverlas, ó embarazar de cualquier mo-
. do sus deliberaciones; pero no ni
. aun remotísimamente, del caso en que un
rey én cuya ausencia y . sin cuya interven-
cion se hubiese hecho una Constitucion, se
.negase á jurarla. Los que en el primero
aconsejen O auxilien al rey á 'impedir la
.reunion de Cortes , ó .atentar de cualquier
=apera contra la autoridad y facultades de
este augusto Congreso; estan clarísimamente
comprendidos en el artículo 1 7 2, y son ver-
daderos traydores; pero los que en el se-
gundo, ó porque creyeron que la Consti-
tucion no era la que convenid al pueblo
español ., ó porque juzgaron .que hecha en
ausencia del monarca, no era obligatoria


4.t
sino provisionalmente, hasta que este la
aceptase, ó porque se figuraron que no era
la expresion sincera y libre de la voluntad
nacional, sino la de una cierta porcion de in-


. dividuos que á favor de las circunstancias.
habian hecho pasar su voto particular por
el de la mayoría de los ciudadanos, acon-
sejaron en consecuencia al rey que ro la
aceptase; estos decimos se engañaron, min-
tieron, si se quiere; ocultaron bajo especio-
sos pretextos sus miras ambiciosas, adula-
ron vil y bajamente al dispensador de las
gracias, para ser los primeros agraciados, en
suma obraron lo peor que fue dable, aten-
didas las circunstancia;, y sobre todo su-
puesta su calidad de diputados; mas no hi-
cieron ninguna de las acciones enumera-
das en el artículo mencionado, en el senti-
do en que este las entiende y califica. No
aconsejaron al rey, que irnpidie e la cele-
bracion de Cortes, ni que suspendiese sus
sesiones, ni que pusiese estorbo á sus deli-
beraciones, ni que las disolviese eri el sen-
tido legal de esta palabra, y teniendo re-
conocida y jurada la Constitucion, que es el
caso del artículo; sino que no reconociese
como legítima representacion nacional la
que entonces existia, ni aceptase la Consti-




2
tucion que entonces se le presentaba ; cosas
muy distintas. Este crimen será mayor
si se quiere ; pero no es el enunciado en
el artículo ; y así si en virtud de este se
formalizase la acusacion, cleberia declarar
el tribunal , que no estaban comprendi-
dos en él. Pero deberian ser condenados
por otras leyes. ¿Y dónde estan esas? ¿En
cuál de las nuestras está previsto el caso
de que se aconseje á un rey, que no jure
una constitucion hecha en su ausencia?
Y si np está previsto ¿ pueden los jueces en
conciencia suplir á este silencio de nues-
tros códigos? Y sin ley preexistente ¿puede
nadie ser condenado ? La condenacion ¿ no
es la aplicacion de la ley ? Pues si no la
hay, ¿cómo se ha- de aplicar ? ¿Cómo una
cosa que no ex iste, ha de producir, un efec-
to legal, tan terrible • como es una pena na-
da menos que capital? Hemos ciado por
supuesto, que el aconsejar á un rey que no
se suj%te á una constitucion, hecha sin su
anuencia, sea un crimen, porque en nues-
tro caso lo fue. La Constitucion era buena:
cuanto se habla hecho en Cadiz, habia
sido reconocido, aprobado y legitimado
por las denlas provincias, á medida que se
fueron reconquistando ; y la Constitucion


41.3
estaba ya sancionada por el voto de la ma-
yoría , única sancion que necesita 'segun
nuestros .principios; pero supongamos lo
contrario. Sentemos que una constitucion
no sea practicable, ó no convenga al pue-
blo en que se ha querido establecerla;
que una faccion haya hecho adoptarla por
la fuerza, y que los pueblos estan realmen-
te descontentos con ella y murmuren en se-
creto; si en este estado entrase un nuevo
soberano á gobernar, y algunos ciudada-
nos le hacen presentes los males de la pa-
tria, para que aprovechando' la feliz ocasion
que se le presenta , los remedie , y mejore
las instituciones sociales de su nacion , ¿ se-
rian por eso traydores? Durísimo y aun in-
justo seria calificarlos de tales. A la prime-
ra caida de Bonaparte , formó el senado
francés, con anuencia de los soberanos alia-
dos, una constitucion por la cual se llama-
ba á la corona al sucesor de la dinastía de-
puesta : esta nueva ley, que á la verdad no
habia recibido la sancion del pueblo, por-
que las circunstancias y la urgencia no lo
permitieron; pero que la hubiera obtenido
como todas las otras que la habian prece-
dido, si se hubiesen recogido los votos, fue
presentada al nuevo rey á su llegada 4




414
territorio; y no faltó quien le aconsejó que
no la aceptase ni jurase, sino que él diese
otra mas favorable á la prerogativa de la
corona : y asi se hizo, y sin embargo nadie
ha dicho que fueron traydores los que
dieron aquel consejo. No decimos que hi-
ciesen bien, ni reconocemos el principio -
de que las constituciones hayan de ema-
nar del trono, y sean dadas por los reyes;
profesamos la doctrina contraria : tampoco
pretendemos que el caso sea idéntico con


de nuestros diputados, porque la cons-
titucion del senado no era mas que un pro-
yecto, y no estaba vigente como la nues-
tra: citamos este egemplo , para hacer ver
que no es lo mismo aconsejar á un rey que
destruya ó quebrante una Constitucion,
que él mismo ha jurado , (caso del artícu-
lo 172 de la nuestra) que aconsejarle que ,
no jure una, hecha sin su noticia y participa-
cion, (caso de los 69 no previsto en nuestro
sagrado' código). Para esto Ultimo puede
creerse autorizado el que profese la doctri-
na contenida en cierta nota diplomática,
de que los reyes son los que han de otorgar
cartas á sus pueblos , y no los pueblos los
que se las han de imponer á los reyes. Es-
te principio es errado y antiliberal sin


415
duda; pero no es lo mismo profesar má-
ximaspolíticas erradas; que ser traydor. Ade-
mas, téngase presente que un crimen no es
un ente abstracto é ideal: es üna acciori
fisica , egecutada en ciertas circunstancias,
ninguna de las cuales puede ser desatendi-
da cuando se trata de graduar su mayor ó
menor criminalidad. • Examínense pues im-
parcialmente las que acompaIarori á la de
los 6g, y se verá que si no alcanzan á
justificarla, pueden • atenuar algun tanto
su malicia. Recuérdese que la Constitucion
no era el alio x4 como es hoy, el ídolo
de todos los corazones; ni 'labia estado en
actividad el tiempo necesario para que todos
se convenciesen teóricamente de su bondad,
ni habia podido todavía producir aquellas
ventajas palpables que cierran la boca á sus
mismos enemigos. Asi se vió con dolor, que
en varias partes fue recibida con alguna
resistencia, en otras con cierta tibieza, y
en las mas con una ciega é implícita, pero
no razonada aprobacion; que por este mo-
tivo ninguna provincia se levantó ni armó
para defenderla, cuando los muchos eiíe-
migas ocultos que tenia, la combatieron
públicamente á la llegada del rey : que esta
fue la señal, y como el santo que paso en




1


3


416
campaña á todos los fanáticos, todos los
teresados en los antiguos abusos, todos los
privilegiados, todos los enemigos de la
ilustracion , todos los jesuítico-inquisito-
riales, fautores del observantismo: que el
egército, que tan gloriosamente- 'labia der.-
ramado su sangre para rechazar la invasion
extrangera y que ahora es el mas firme apo-
yo del régimen constitucional , no mostró
entonces igual energía para sostener la san-
ta causa de la libertad política y civil de
los ciudadanos; que una parte de él prestó
su brazo y' sus armas para disolver el Congre-
so, arrancar la sagrada lápida y aherrojar á
los representantes del pueblo ; que á una
sola voz del principe seducido, casi todos
corrieron y se apresuraron á rasgar las-pá-
ginas de la ley fundamental, y á destruir
por . todas partes los emblema4 de la li-
bertad; que hubo españoles tan estúpidos
y taro bien hallados con la esclavitud, que
gritaban al paso del monarcay «Viva el rey,
y muera la nacion, que para nada la necesi-
tamos"; que la capital misma , asiento del
gobierno, residencia de las Cones,, y cen-
tro de la ilustracion, dejó tranquilamente
obrar á los pocos soldados que vinieron á
echar por tierra el santuario de la libertad


417
pública; y que si muchos de sus habitan-
tes gimieron en secreto y previeron los ma-
los que iban á seguirse, la mayor par-
te embriagada con el placer de volver
:á gozar de la vista de su adorado monar-
ca, daban todo por bien hecho, trataban
de jacobinos, filósofos y ateistas á los ami:-
gos de las nuevas instituciones, y casi se
compkacian en su ruina y persecucion. Este
triste, pero verdadero cuadro del estado de
la opinion y de la disposicion general de
los ánimos en aquella época decisiva, no
justifica ciertamente á ninguno de cuantos
conspiraron contra la obra dé las Cortes
extraordinarias, y menos á los que estaban
revestidos del augusto caracter de diputa-
dos; pero hace de algun modo menos culpa-
ble el error en que algunos


. de ellos pudie-
ron estar de buena fe, y que otros adopta-
ron maliciosamente por cálculo de interés,
á saber que las reformas hechas y el nuevo
sistema de gobierno no tenian en su favor
el voto general de la nacion. Y en verdad
que si esto hubiese sido cierto el hacérselo
presente á un rey, que habiendo estado au-
sente largo tiempo, no porfia conocer el mo-
do de pensar de los pueblos, hubiera sido
mas bien un señalado servicio á la causa


27




4z8
pública que un verdadero delito. Si Mere
ce esta última calificacion , fue porque se
dió por opinion nacional no la de la parte
sana é imparcial, sino la de un partido, que
aunque numeroso, no era juez competente
ni abonado testigo estando personalmente.
interesado en el antiguo desorden.


3.a Cuestion. Suponiendo que ó por el
artículo i72 de la Constitucion ó por cual-
quiera otra ley se pudiese hacer causa á
los 69 diputados, ¿seria justo el castigo
que á consecuencia se les impusiese ? Para
resolverla negativamente bastará recordar
les principios inconcusos que se hallarán
largamente explicados y probados en va-
rios autores que han tratado de la legisla:.
cion penal, á saber, que los castigos no han
-ádo establecidos para reparar el mal cau-
sado por las acciones criminales, porque
aquel es irreparable generalmente, á no ser
en los atentados contra la propiedad ; ni
para afligir y atormentar al delincuente por
solo el placer de que padezca: ni para sa:::
ciar una esteril venganza, sino para impe-
dirle á él que corneta de nuevo aquel de-


lito, y arredrar á los demas para que no imi-
len su egemplo. Por consiguiente, si bu-


bese un caso en que ni el reo pudiese rein-


419
cidir en la .misniá culpa, ni fuese posible
que otros á imitacion suya la cometan ja,
mas , el castigo de aquel seria injusto, por-
que seria inutil no teniendo la sociedad
derecho á atormentar á uno de sus indivi-
duos, si de su pena no resulta ni puede re-
sultar utilidad alguna. Pues este es exactísi-
mamente el caso de los diputados que en
el año de r4 firmaron la representacion y
el manifiesto. ¿ Puede el Rey volver á estar
cautivo, y encontrar á su entrada una cons-
titucion hecha en su ausencia ? No cabe en
la probabilidad que este acontecimiento
único en la historia del mundo se verifique
dos veces. Luego ni ellos podrán repetir
su anterior atentado, ni otros cometerle de
nuevo. ¿A qué fin, pues, castigarlos judicial:
mente? ¿Qué efecto saludable podria pro-
ducir su castigo ? ¿Escarmentarlos á ellos
para que no vuelvan á caer en igual tenta-
cion? Excusada diligencia, porque es fi-
sica y moralmente imposible que vuelvan
á encontrarse en una situacion como la del
año 14. ¿Intimidar á los demas ciudada-
nos para que en igual caso no imiten su
reprehensible conducta? Precaucion inutil,
porque ningun otro se hallará jamas en un
caso semejante. Pero ¿han de quedar im-


27.




420
punes ? No lo quedarán ciertamente, aun-
que las Cortes les absuelvan de la forma-
cion de causa, y no les impongan pena al-
guna. El testimonio de su conciencia, el
remordimiento secreto de sus corazones, y
sobre todo el desprecia y el odio de sus
conciudadanos, y aun de los hombres vir-
tuosos de todas las naciones , los atormen-
tarán sin cesar, y los castigarán de una
manera mas sensible y dolorosa para per-
sonas de su clase, que todas las penas aflic-
tivas consignadas en el código. Para deli-
tos políticos de esta especie, la opinion pú-
blica es el tribunal, y la pérdida de la esti-
Macion de los buenos, la pena que les con-
a lene; la única que debe imponerse , y la
mas rigorosa que ha podido excogitarse.
Asi no quisiéramos que el Congreso les
impusiese la de privacion de voto activo y
•asivo• en las elecciones para diputados á
Cortes. No es necesario quitarles por ley


e derecho: ellos mismos renunciaron á
el dia que faltaron á la confianza de sus


.-oniitentes. ¿Qué elector se atreverá jamas.
;ar Su votó á hombres que trocaron por


, una ,condecoracion , ó una pre-
a e l. t i tulo de representantes del pue-
,.,as nuble, mas glorioso, y mas ape-


42r
tecible que todas las plazas, dignidades y
rentas que puede proporcionar el favor?
¿Ni cómo ellos se atreverán á presentarse
en las juntas electorales? Cuando su desca-
ro ó su impudencia llegasen al este punto,
cosa que no es creible en sugetos de su ca-
racter y educacion , el ceiiudo y elocuente
silencio de sus cólegas , les haria retirarse
precipitadamente, ó si se obstinaban en
permanecer en el lugar de la reunion , les
sucederia lo que á Catilina ; se saldrian to-
dos, y los dejarian solos y cubiertos de con.,
fusion.


4.a Cuestion. Aun habiendo ley que a-
plicar al caso de los ex-diputados, y pudien-
do ser útil su castigo, ¿ deberá imponér-
seles este ? ¿Hay razones de política que a-
consejen que por esta vez,• y para este solo
acto, se imponga silencio 'á la imperiosa voz
de la justicia, y se omita hasta la formacion
de causa para condenarlos ? Aquí entra el
dictamen de la mayoría de la comision , al
cual subscribimos en la sustancia , y literal-
mente en cuanto al primer artículo. Las ra-
zones en que se funda, y quedan ya suma-
riamente indicadas, son á nuestro juicio tan
poderosas, que las Cortes no deberán dudar
en admitir la proposicion. Cuando no hubie-




---1717111r


4,Z2
se otros motivos que la clase y número de
los delincuentes, la naturaleza del crimen,
y el tiempo transcurrido desde que se co-
metió, ¿ quién no miraria como un acto de
inoportuna severidad procesar al cabo' de
seis años, á 6g personas constituidas la ma-
yor parte en altas dignidades, y por un de
lito político en que pudieron tener tanta
parte el error, ó equivocados infarffles, y has-
ta una especiosa apariencia de eló por /á
causa Y verificado el proceso, si re-
caía ihipoSiciOn de pena ;capital sobre to-
dos, ó sobre el mayor número , ¿ qué escán-:
dalo no seria para el mündo Ver Subir al'- pa:
tíbulo obispos, eclesiásticos, condecorados,
magistrados`, y aun particulares recomenda-
bles por su anterior 'Conducta , y sus cuali-
dades personales ? Porque no debe olvidar-
se que los. delitos, páliticos, sobre todo' en
tiempos ele agitacion yturbulenCia , y en el
tránsito á nuevas inst anejo n es, :Oh intry'Conr-
pa-tibies' can la honradez : . y probidad mas
acendrada , : y hasta con las virtudes mas auS---
teras; coniaqUé hacen, no déla corrupcion
del corazón , sino del error del entendi-
miento,. Ó de la desgracia de estar imbuido
el: que los comete en doetritás repu.tadáshoy
-por falsas, pero admitidas y Corrientes eri,


423
otros siglos. Así en nuestro caso, ¿no puede
suponerse que varios de los firmantes , pro-
fesando los rancios principios de la autoridad
divina de los reyes, creyeron en su concien-
ci que todo lo hecho, sin la intervencion del
nuestro, era nulo si él no lo ratificaba, y qué
habiendo ya indicaciones de su desaproba-
cion, debian ser ellos los primeros á someterse
al juicio emanado de una autoridad estableci-
da por Dios , á la cual mande lo que quiera
es preciso obedecer ? No son estas ciertamen-
te las opiniones que convienen al hombre de
Estado , y al representante del pueblo ; pero
son disimulables hasta cierto punto en un
obispo, y un canónigo que no hayan tenido
la dicha de estudiar buenos libros, y dar de
mano á rancias preocupaciones. Cuando se
vieron las elecciones para las primeras Cor-
tes ordinarias, ya se pudo presentir, y aun
vaticinar , que habria en ellas un numeroso
partido de inmóviles, serviles, ultramonta-
nos, ultrarealístas y francos, defensores del
poder absoluto. La culpa fue de los electores,
que parece trataron mas de elegir teólogos y
canonistas para un concilio, que sabios polí-
ticos para una representacion nacional. No
aiiadirémos mas pruebas en favor del primer
artículo, ni acerca del tercero , repétirémos.




4a4
lo que dejarnos insinuado; á saber, que en
nuestro concepto no se debe hacer la decla-
racion de que los 69 quedan privados de
voto activo y pasivo en las elecciones para
diputados. Si el actual sistema subsiste, esta
declaracion es inútil ; porque ni ellos harán
diligencias para ser nombrados, ni los elec-
tores los honrarán con su voto; y si por des-
gracia fuese de nuevo trastornado , y vol
viese á triunfar el servilismo. , é de qué ser-
viria entonces semejante declaracion ? De un
título de gloria para los degradados por ella.


En cuanto al artículo 2.° , en que se
exceptua del beneficio contenido en el pri-
mero á don Bernardo Mozo Rosales , por
reputarsele autor , portador y expendedor
del manifiesto , nos vemos con dolor obli-
gados á disentir. del dietámen de la comi-
Sion : 1.° porque habiéndose fugado aquel
individuo á pais extrangero , y hallándose
de consiguiente fuera del alcance de la ley,
mandar que se le forme causa á él solo, es
tomar una resolu clon, la cual, como dice muy
bien el señor Puigblanch , llevará todas las-
señales de manejo y debilidad. é Qué dirán
en efecto los enemigos de las Cortes, si es-'
tas dan semejante decreto. Dirán con aire •
lie triunfo y con maligna sonrisa : Débiles-


425
»diputados! no os atreveis á hacer causa á
»los obispos, canónigos, magistrados y de-
» mas cómplices que teneis en vuestro poder,
»y se la haceis•á uno que se os ha escapado?
ȎEs esto otra cosa mas que confesar que te-
» meis -á la indignacion pública, que se le-
» vantaria contra vo sotros, si entregaseis al
» cuchillo de la ley personas tan poderosas;
» y que vuestra aparente clemencia nace del
» convencimiento en que estais , de que no
»sois aun bastante poderosos para decretar
» ó permitir castigos públicos contra personas.
»de ciertas clases?" 2.° Dando por supuesto
y probado (sin embargo de que esto debe-
ria averiguarse en el tribunal) que Mata-
florida fue el autor , portador y expendedor
del manifiesto , no podria suceder que hu-
biese sido buscado, solicitado, instado , y
acaso violentado para ello por otras perso-
nas, que en este caso serian á los menos tan
criminales corno él ? Por qué pues ha • de
ser el instrumento castigado , y no lo han
de ser los que le emplearon corno tal ? é Se-
rá mas punible en una sedicion popular el
agente asalariado que grita , que el faccioso
ó conspirador que le buscó y pagó para que
gritase? No se entienda que aludimos, ni aun
remotamente, á personas determinadas, y




426
menos de las que á la sazon no estaban en
Madrid: hablamos determinadamente de las
que se hallaban en esta capital, y supone-
mos, aunque no nos consta, un hecho muy
verosimil , á saber, que en algun cómite se-
creto del obscurantismo , ó en algun capí-
tulo general de los grandes-cruces de la te-
nebrosa órden del Apagaluces , se acordó
hacer la yepresentacion y manifiesto, y co-
mo mas fecundo y versado en la oratoria, se
eligió al señor Mozo-Rosales para llevar la
palabra: en cuyksuposicion nos parece que
no debe reputarse por mas criminal al di-
putado, que á los comitentes.


El artículo 4.° nos parece impolítico,
porque si se abre la puerta á purificaciones
judiciales , sucederá lo que con las de los
afrancesados ; que todos los que se presen-
ten en juicio, que serán los que no se satis-
fagan con el testimonio de su conciencia , y


el de la opinion de los que los conocen,
quedarán mas puros - que al salir de la fuen-
te bauxismal; y hasta los cuervos se transfor-


- marán en cándidas palomas. Yase sabe có-
mo se manejan esta clase de juicios., Si en
esta causa se admitiesen, T nadie habria hecho
mal , todos serian unos, santos todos ha-


engáliados y seducidos por eso


.427
malhadado Matafiorida, que está paseando en
Bayona. Cuando se trata de amnistías, no se
deben escuchar justificaciones individuales:
todos los comprendidos quedan absueltos
por la medida general.


Sobre un artículo del náM. 0
2.0


del Censor.


Digimos en el número 2.° de este periO,
diéo pag. x x 8, hablando del autor del Exa-
men de los delitos de infidencia , pelito el
primero que se atrevió á luchar contra ella,
natismo político, demostrando no ser delito la
obediencia y staii4i0a de los particulares á
zaz gobierno reconocido y vigente.


Se ríos ha dirigido una carta, en que sé
dice, que padecemos equivocacion en creer
que fue el primero; y para probarlo, se nos
remitió adjunto un papel, cuyo título es: Re-
presentaciones que hizo á S. M. y al augusto
Congreso nacional- don Antonio Alcalá Ga-
bán° , sobre la gaceta de Madrid del al de
setiembre del año próximo pasado , y un ex-
tracto de sus procedimientos en la causa del
conde de
con algunas reflexiones


otros documentos;
-impreso en Madrid en


48.zsi. -Se nos -dice , que en este -papel estan




428
sentados los principios del Examen , y por
tanto que al señor . Alcalá Galiano se le de-
be la gloria de haber empezado una lucha
tan honrosa para los atletas que defien-
den en ella la causa de la humanidad. No
por eso, añade nuestro corresponsal, pier-
de nada de su mérito el Examen, pues se
ha estendido á muchos mas casos, y ha
ampliado las ideas que el señor Galiano
sienta. .


Nosotros no habíamos leido las Repre-
sentaciones cuando escribirnos el segundo
número del Censor. Ahora las hemos exa-
minado con la mayor atencion , y nos pa-
rece, que el papel del señor Galiano, en cu-
ya calificacion no es del caso entrar por aho-
ra, no puede de ningun modo adjudicarle,
la gloria de haber sido el primero que lu-
chó contra las pasiones políticas.


Nuestras razones son las siguientes:
1.a. El obgeto de las Representaciones es


muy diferente. No se trata en ellas de sos
tener una proposicion de derecho público,
sino de vindicar una persona particular
contra ciertas imputaciones, y solo trata de
la materia de infidencias como de paso, y
para corroborar el asunto principal de la
obra. El Examen anuncia ya desde el título


29
que va á entrar en combate. Es, si se p4ue-
de decir asi , una especie de desafio- á los
que opinen lo contrario.


2.a El autor de las representaciones,
cuando habla de los servicios hechos á un
usurpador, se contenta con afirmar propo-
siciones, sin detenerse á demostrarlas, en lo
cual no se le puede culpar, porque no era es-
te el obgeto de su obra. Ahora bien, todo
combate supone armas: las armas propias
de la polémica literaria son las pruebas y
los raciocinios. El que se presenta sin es-
tos, no viene á combatir. Todo lo que dice
sobre el crimen político de infidencia, se re-
duce á proposiciones sin demostracion. Se
contenta con referirse á los autores de dere-
cho público.. Con relacion á ellos habla de
los derechos que adquiere el conquistador
sobre los paises ocupados, cuando no po-
rfia ignorar lo que_ sobre esta materia ha-
bía escrito Rousseau , á quien era necesario
impugnar. Con respecto á ellos, afirma, que ,
ni el juramento ni la ítdmision de un em-
pleo son crímenes. Cita ademas varios he-
chos , ya de la guerra de la revolucion. de
Francia, ya de la de España , que confir-
man su modo de pensar; pero no estable-
cen una verdadera demostracion. Lo mas




4.3O
fuerte que dice en la materia, son las razo-
de congruencia y de bien público, que exis-
tian entonces para extender á los emplea-
dos civiles la amnistía concedida por el
Congreso á los militares. Mas no pasan de
razones de congruencia política. Las ver-
daderas pruebas deducidas de la necesidad
de conservar el orden social, aun bajo la
usurpacion, estan todas en el Examen. Alli
no se habla nunca de los derechos del tira-
no para gobernar: solo se habla de los de-
rechos de la nacion para ser gobernada,
y de la necesidad que hay de evitar la
anarquía, ó el gobierno de los extrangeros.


en fin , está demostrado hasta la evi.
dencia el derecho que tiene el pueblo á
someterse al gobierno que mas le acomode,
cuando se ve abandonado por el que tenia.
Lo repetimos : no culpamos al señor de Ga-
liano por no haberse estendido en discu-
siones, que no eran propias de su asunto : se
contenta con indicar los publicistas: el au-
tor del Examen los cita, los compulsa, los
analiza, tal vez los impugna: compara sus de-
cisiones con los principios constitutivos de
la sociedad. Asi su obra viene á ser la de-
mostracion de los teoremas que cita, aun-
que no todos, el señor Galiano.. El sistema


áz
astronómico que establece al sol en el ce n.
tro del universo, no se llama sistema egip,
cio ó de Aristarco, aunque sabemos que
lo conocieron: se llama sistema de Copér-
hico, que fue el primero que lo demostró.


3•a La mayor prueba de que el autor
de las lieprbsentaciones no trató de propó-
sito la materia de infidencias, es la nomen-
clatura que adopta sin esplicarla ni demos-
trarla. Distingue la sumision al usurpador
en activa y pasiva: la primera criminal y puni-
ble, y la segunda inocente y debida al derecho
de conquista. Mas no las difite: no señala
sus límites : no muestra dónde acaba la
libertad, y empieza el crimen. Por tanto
nos autoriza á decir, que no hizo mas que
indicar la cuestion, sin explicarla. Aun hay
mas : esta distincion establecida sin expli-
cacion previa , ni señalamiento de límites,
puede dar origen á errores funestísimos,
mucho mas cuando en la pag. z 6 parece
que condena como mi delito en los magis-
trados sometidos al usurpador, juzgar por
las leyes que este ha dictado. Es menester
confesar que nada de esto es claro: porque
en vano se establecerá la inocencia de los
jueces que sentencian causas bajo un usur-
pador, si se les impone al mismo tiempo




43a
la obligacion de atenerse en un todo á
las antiguas leyes de la nación , y se les
prohibe bajo penas severísimas, obede-
cer los decretos y determinaciones del ti-
rano en el procedimiento judicial. Una de
dos, ó no les es lícito egercitar la magistra-
tura, y en este caso el señor Galiano no ha
probado nada , ó si es lícito , ha de serlo
conformándose el juez con el sistema legis-
:ativo que establezca el usurpador : pues
este no permitirá que se siga otro , ni que
se desobedezcan sus decretos. Dar licencia
para hacer una cosa, imponiendo al mismo.
tiempo una condicion imposible de cum-
plir, es negar la licencia en la realidad. No
es esto decir, que esten obligados los jueces
á seguir al pie de la letra decretos crue-
les y sanguinarios. Al contrario, mientras
mas los hagan Mutiles ó ilusorios por me-
dio de ardides, mas bien merecerán de la
patria: mas esto no podrá ser siempre; y
condenarlos por haberlo hecho , equivale á
condenarlos por haber servido la magis-
tratura.


Si por sumision pasiva se entiende el . ju-
ramento y . obsequios ceremoniales, y la obe-
diencia y aquiescencia de los ciudadanos á
las órdenes del usurpador, ciñendo á solo


433
estos actos lo que es lícito hacer bajo su do-
minio, se inferiría, que no es lícita la admi_
sion de un empleo, ni su continuacion en
él, porque qué destino hay en que no se
hagan, por razon del mismo destino, mu-
chos actos, que se pueden calificar de úti-
les al usurpado '


? De ésta especie son todos
aquellos en que se trata de Conservar el ór-
den social, la recta administracion de la jus-
ticia y la distribucion de los impuestos. Es
verdad que estos actos son principalmente
útiles á 1a nacion : ¿ pero no lo son Cambien
al gobierno intruso ? Si por sumision activa
se entiende la perpetracion de servicios es-
traordinarios y no mandados, hechos en da-
ño de tercero para grangearse el afecto y el fa-
vor del usurpador, estamos fuera de la enes-
tion : porque en esta hipótesi ya no se trata-
rá de un delito político , sino civil ; y la
acusacion y la defensa en materia de infiden-
cia se verja solamente acerca del delito po-
lítico. Lo repetimos : nos parece que esta
cuestion no está ventilada de propósito en
el escrito del señor Galiano; y por eso omitió
las pruebas„ y lo que es mas, las esplicacio-
nes de la nomenclatura que introduce: o-
mision que puede dar origen á errores y á
malas aplicaciones. En el. Examen no se o-


28




434
núte nada ; y sin valerse de la distincion en-
tre sumision activa y sumision pasiva, se
Conoce muy bien hasta qué límites se es-
tienden en el caso de invasion los derechos
y los deberes de los empleados. Podemos,-
pues, decir que es el primer libro que se
ha escrito sobre esta materia , sin defrau-
dar por eso al autor de las Representaciones
del mérito que tuvo en aquella época en
proclamar verdades generalmente descono-
cidas. Acaso las habrá • demostrado en su
obra intitulada Máximas y principios de le-
gislacion universal, publicada en 1813; mas
no hemos conseguido haberla á las ma-
nos. No podemos dejar de advertir que en
dicho año de 1813 se estaba ya imprimien-
do -el Examen, aunque por haber cesado en
España la libertad de la prensa en 1814, se
retardó su publicacion hasta 2816.


Antes de concluir este artículo, debe-.
mos notar una equivocacion que hay en el
Constitucional de 7 de octubre, en el artícu-
lo mis Ferias. El Examen prueba que los
empleados civiles deben permanecer en sus
destinos en el caso de invasion : prueba tam- •
bien que es imposible la emigracion general,
de la nacion ; pero de estos principios ni in-
fiere, ni nadie puede inferir, que no se debió


435
Volar á las armas, y intidió mériel que los
militares no debieron perinánéeér eh el égéi--
Cito defendiendo la patria. Antes bien el
mismo Examen dice, (111e lós militares en
caso de invasion, deben estar donde les man-
de el gobierno legítimo, y qud los ministe-
rios y las oficinas que dependen de ellos,
deben colocarse en la residencia del mismo
gobierno. Aquel libro, que puede ser calum-
niado , pero no refutado, no predica ni la
desercion , ni el abandono de la causa públi-
ca. ¡ Cuántas veces celebra los prodigiosos
efectos del heroismo español ! ¡ cuántas veces
elogia la constancia gloriosa de la Nacion!
Y estos elogios sobre quienes recaen, sino


sobre los que huyendo el yugo del usurpa-
dor, volaron á ofrecer á su patria sus servi-
cios, sus talentos y sus vidas ? Su único ob-
jeto, cuando trata de los empleados como
tales , es probar que su deber, como ma-
gistrados, les ligaba al pueblo, de quien de-
bian ser medianeros para con el usurpador;
pero no se hallará pasage


.
alguno, en que


censure la conducta de los que abandona-
ron sus destinos por volar á tomar las armas
Contra la invasion.


Este articulo debe ser mirado como
meramente literario. El Congreso nacional y


a8.




436
el monarca han destruido para siempre el
germen de las antiguas enemistades ; y la
cuestion sobre infidencia está ya desterrada
á los libros de derecho público.


437


CARTAS DEL MADRILENO.


Madrid, 19 de octubre de 182o.


Mi querido amigo : terminé, si no me
engaño, mi última carta hablando de frailes,
y aunque esta conversacion no suele ser del
gusto de todos, yo presumo que usted no
llevará á mal que de cuando en cuando los
saquemos á la colada. Dícese comunmente
que la costumbre es otra segunda natura-
leza ; y como es tan rancia ya la que los es-
pañoles tenemos de ver siempre frailes al
rededor de nosotros, desde que nos bauti-
zan hasta que nos llevan al hoyo , no puede
uno menos de acordarse con frecuencia de
que ya que no les deba el ser físico y mate_
rial, les debe por lo menos una gran parte
del ser moral é intelectivo. Usted sabrá sin
duda el pasaje de aquel pintor, que babién
dose encargado de pintar un .cuadro de la
crucifixion de nuestro Salvador, colocó, en-
tre la turba de los concurrentes á unos cuan-.




438
tos frailes franciscos; y habiéndole reconve-
nido sobre el atroz anacronismo que come-,
tia , respondió : que aunque él sabia muy
bien que esto era un disparate, no podia
resolverse á borrarlos por el buen efecto
que hacen estos grupos en toda especie de
concurrencias.


Vien49 estoy, y no .lo creo, que las Cor-
tes hayan tomado por su cuenta la termina-
ción de este gravísimo negocio, y yo tengo
para Inír;q1!P lío que, han hecho al enapren.-
derle ba's,ido , como, se suele decir, liarse
la capa . 4 lacabeza. Si usted9,yera cuál


discurren, olo-trnas :Yentes , aun ;de estas que
pon por , ,msp.akk$, sobre la oportunidad ó
inóportunigask de esta medida! Vive Dios,
que, le habiln ge ternblaOsearnes , al eonir.
s.i4var 10s, riesgos q e4q,s se. forjan,
xminadoscarlilo que su.popen que tener
991.1P VAPOa14 sus M9re1M111s1391se. v;ert
dad que en esta, parte yo,.,ereg cjue no,
falta razon;; porque d ve, conazon habrá ve;
TI conmueva al ver reducidas á un,
sueldo de tres pesetas clify4.1,, y la misa;,
aquellos mismos. anacoretas para, cuya decg,
ro y regákno Babia, bastantes. dehesas. en,
todo lo, descubierto de la Es.treoladura ?


no es, esta lo por tgdmifg. nç991c!,:.(014


439
no han de pasar muchos arios sin que vea-


, mos patente que se va acabando la virtud
milagrera de las imágenes mas afamadas. Es
muy de temer que en adelante todo coja,.
manco y descalabrado tenga que valerse de'
los cirujanos, cuando en otro tiempo no ha-
bia mas que acudir con su regalito á un san-
tuario célebre , y en menos que canta un
pollo se hallaba uno sano y tan rozagante
corno el mismo- padre sacristan. Pero no ha-
blemos mas de esto, porque habria quien
creyese que no dabamos entera fe y crédito
á todos y Cada uno de los prodigios que a-
dornan los gabinetes conventuales.


Volvamos á nuestro general de capuchi-
nos, el cual, á pesar de su Bepresentamon
la furiosa y subversiva, sale y entra en su
convento como y cuando se le pone en la
cabeza, mientras otro escritor, que no es
subversivo, ni general, está encerrado en su
casa, y aun no sabe si desde ella le trasla-
darán á la cárcel. Áeaso usted se figurará
que esto es contrario' á lo que previene la
Constitucion; pero yo le digo á usted que se
equivoca de rabo á cabo, y basta que yo lo
diga, porque eso de que todos hayamos de
ser iguales delante de la ley , puede y debe
tener sus excepciones. Un religioso cualquie-


1




440
ra, y mas si fuere de misa, tiene muchas re-
laciones, ó digamos vínculos, que le unen
con la sociedad , de la cual no es de presu-
mir que se separe por' el temor del castigo,
mientras que un hombre casado de estos que
tienen familia, por quítame allá esas pajas,
suelen tomar el pendigue, y échelos usted lue-
go un galgo : como que no tienen , ni pue-
den tener, aquel apego que naturalmente
inspira el refectorio en las almas bien na-
cidas. Yo estoy tan"pícaramente con todos
estos que se casan , pudiendo estarse solte-
ros, que me alegro mucho , mucho de que
siempre les den en la cabeza ; fuera de que
no es lo mismo injuriar y pervertir á toda
la sociedad , que ponerse á murmurar del
celo de un ayuntamiento. Valientes conoz-
co yo que sabrán poner como un trapo á
todo un pueblo, y no se atreverian á fijar
la vista con notable intension en un indivi-
duo que no aguantase pulgas. Vamos á otra
cosa.


Ya hace sin duda mucho tiempo que us-
ted no viene á dar una vuelta, por este gran
pueblo , y lo siento en verdad ; porque ha-
Baria introducidas en él ciertas novedades,
que ya que no den en ojos, dan á lo menos
en los oidos de todo forastero. Hablo del lio,


44t
nesto lenguage que se ha introducido en las
miigeres del pueblo bajo de Madrid. Es cier-
to que encanta oirlas explicarse, aunque sea
en medio de la calle , y decirse lindezas
unas , á otras, ó á cualquiera que las habla.
Yo me,deleyto al ver la modestia y decoro
con que, sin estar coléricas ni aun del to-
do borrachas , echan una retahila de inter-
jecciones que dejarian tamañito á un carre-
tero. Desde las niñas mas tiernas , hasta las
viejas mas arrugadas y carcamales, no saben
dar. una respuesta sin que vaya acompañada
de una porcion de hortalizas de aquellas que
dan peor olor. Yo no sé si esto hace parte
de la magencia , ó si es condicion esencial
del manolismo ; lo que si puedo decir es,
que el que quiera aprender amabilidad, dul-
zura y limpieza (le lenguage, no tiene mas
que- dirigir la palabra á las ciudadanas de
casi todos los.


barrios de la capital, y podrá
formar un diccionario de desverguenzas que
sirva de suplemento para instruccion de los
presidarios. Los hombres mas abandonados
y obscenos de la playa podrian pasar por
unos cartujos al lado de cualquier muger-
.


zuela madrileña.
¿Mas qué tiene de estraño este vicio,


cuando muchas gentes, que pasan por ilus-




442
trádas , y otras que aspiran al renombre de
patriotas, aplauden y celebran este groserí-'
simo desparpajo ? ¿Quién quiere usted .fiUC
no recargue en ese asqueroso modo de pro-
ducirse, cuando esta es la única prueba que
suelen (lar algunas personas de su acendra-
do patriotismo? La adulacion á los prínci-
pes, ó á los ministros; pasa por una bajeza
indigna de un corazon liberal ; pero la adu-
lacion al pueblo bajo se amalgama muy bien
con el liberalismo de algunos mentecatos.
Usted se asombraria de oir á ciertos decla-
madores gritar contra los palaciegos y cor-
tesanos , y repetir todos los lugares comu-
nes de una moral trivialísima, mientras que
prodigan los mas injustos y exagerados elo-
gios á la multitud que los escucha, y á quien
ellos mismos tratan de engañar. ¡Almas gro-
seras, peto ambiciosas, que careciendo de
la delicadeza necesaria para insinuarse en
los gabinetes, no se averguenzan de practi-
car los mismos medios en las tabernas! La
adulacion siempre es un vicio bajo é indigno.
de los hombres ; mas en caso de merecer al-
guna disculpa , entiendo que no es tan re-
pugnante la que se usa en los palacios de
los reyes.


La otra es tanto mas despreciable, cuan-


443,
to con mas facilidad se disfraza bajo un ve-
lo de patriotismo. ¿ De qué servirá poner
continuamente á la vista del pueblo la ima-
gen de su poder y de su fuerza, si al mis-
ti» tiempo no se le persuade de que solo se
sostiene lo uno y lo otro por medio del ór-
den y. de la surnision á las autoridades crea-
das por él mismo ? ¿Qué consecuencias ha
de producir esa contínua declaniacion con-
tra las personas revestidas de esta misma
autoridad, pintándolas como unos enemi-
gos irreconciliables de la felicidad pública ?
¿ A qué conduce dar á entender al pueblo
que no debe pagar contribuciones, y que
estas deben recaer exclusivamente sobre los
ciudadanos ricos? ¿ Será mas digno de elo-
gios el orador que dirige este lenguage á . las
galerías , que el que discute con imparciali-
dad sobre el modo de que.los gravámenes
sean Ios menores que se puedan imponer,
los mas proporcionados á la riqueza de cada
uno, y por consecuencia los mas justos ? ¿Y
al que de este modo se explica en presencia
del pueblo, no se le debiera llamar adula-
dor bajo , é: kzfarne, por mas que blasone de
no haber pisado las antesalas de ningun
poderoso, quizas por no haber sido admiti-
do jamas en. ellas ?




44 4
Pero veo que me voy metiendo á predi-


cador, y no quisiera que se durmiese usted
con mis cartas. Hablemos de cosas algo mas
alegres, que lugar tendremos para murmu-
rar de los vicios de los hombres. Ha de sa-
ber usted que se h dado al público en es-
tos Ajas pasados la mas extravagante pro-
duccion..poética que pudiera concebir el ca-
letre de un loco rematado. Tiene por título:
Los ilustres haraganes, apología razonada
de los mayorazgos ; y aunque yo debiera es-
tar va bastante escarmentado de comprar
papeluchos de circunstancias, sin embargo
esto de estar en verso , y parecerme por el
título cosa de sátira y burleta , me hizo
caer en la tentacion de enviar á buscarle. Le
abrí en efecto , y lo primero que vieron mis
ojos fue una octava que le sirve de epígra-
fe , tomada de aquel detestable poema de
antaño llamado El peso duro. Bien conocí
desde luego , que quien se atreve á tomar
por texto un trozo de la obra mas estúpida
que han conocido los siglos, no porfia menos
de tener los sesos hechos suero. Efectivamen-
te, no piense usted que hay en la tal sátira ni
siquiera una línea de desperdicio , porque
tan desatinado es el primer terceto como el
último, y tau bobitonto aparece el autor en


445
el epígrafe como en el cuerpo de la sátira:
Ignoro quien pueda ser este desgraciado;
pero sea quien fuere, desde ahora le declaro
y reconozco por el primer tonto de Europa,
aunque tenga mas títulos y mas diplomas
que cuantos académicos hubo en la Arga-
masilla. Si me queda algun rato ocioso, me
entretendré un poquito en burlarme de él;
pero por de pronto incluyo á usted el fatal fo-
lleto, que le convencerá de que todavía hay
escritores capaces de competir en lo necio
con el mismo autor del Peso duro y de la
Egilona.


Ya habrá usted visto en los últimos pa-
peles, como fue aprobado el proyecto de
ley sobre libertad de imprentas, después de
una ligera discusion acerca de cada uno de
sus artículos. Tambien habrá usted obser-
vado que en casi todos los periódicos se
han manifestado diferentes dudas sobre la
conveniencia ó inconveniencia de la ci-
tada ley. Yo no he podido menos de -reir-
me á mis solas , tanto de los que defen-
dian como de los que atacaban el tal pro-
yecto: porque hace ya mucho tiempo que
estoy acostumbrado á oir con risa la mayor
parte de las disputas de los hombres. A
quien hubiere leido el artículo 3 7 1 de




446
nuestra Constitucion, no le ha de pare-
cer cosa ridícula todo cuanto suene á le-
yes sobre la libertad de cualquiera cosa?
Después de tener tina ley fundamental tan
terminante , ciqué es lo que significan to-
das las denlas leyes que se anuncien bajo
el título de libertades?


Hace cosa de dos años que el gobier-
de Francia, aburrido ya y fastidiado de no
poder encontrar el medió dé dar una bue-
na ley de imprenta.s,.trató de enviar á In,
alaterra un cierto número de magistrados
para que estudiasen la legislacion inglesa
sobre este punto. Ignoro si llegaron á ve-
rificar el tal viage; pero hubiera sido muy
gracioso ver á los séiíores leguleyos hojear
volúmenes y mas volúmenes, repasar los
códigos , • estudiar las obras de los juriscon-
sultos Cunninghanz , rrood, Conzyn,
Blackstone, y no encontrar una sola ley
sobre libertad, de imprenta.


Igual paságérefiere dé sí mismo el sa-
bio Delolme en siz célebre libro de . la Cons.,
titücion inglesa, hasta que ea-Osado de ho-
jear y de revolver librotes, conoció por
fin que era un gran desatino buscar leyes
sobre libertad de imprenta en un pays cuya
Constitucion tiene ya consagrada esta mis-


447
ma libertad. En vista de esto forme usted
idea de lo que significa nuestro último pro-
yecto de ley sobre imprentas, y podrá va-
ticinar las leyes á que dará ocasion en las
próximas legislaturas. No nos cansemos,
amigo, la manía de hacer leyes es una
enfermedad como cualquiera otra, y no
será la primera vez que esta enfermedad ha-
ya tenido síntomas mortales.


Queda de usted corno siempre


El madrileño.


P. D. Ofrecí á usted 2ntrenerme un ra-
to á costa del autor de Los ilustres haraga-
nes; pero el caso es que conforme voy ade-
lantando en su lectura, mas dificultad en-
cuentro de acertar por dónde tomarle. No
lo eche usted á chanza, porque este papel'
tiene una especie de tontería que no se pa-
rece á ninguna de las que se usan por el
mundo. A mí se me figura, que asi como
no es posible probar los axiomas , porque
su misma verdad les sirve de demostra-
cion, asi tampoco se le puede hincar el dien-
te á este maldito folleto, porque está tan
completamente aforrado en la tontuna, que
todo lo que no es copiarle al pie de la le-




448
tra , no es hacer de él una completa y ver-
dadera burla. Imagínese usted que el pri-
mer terceto es el que va usted á oir:


Aqui , aqui los que huyen de peazgos,
y en coche del mantel á la almohada
inertes ruedan. Salve mayorazgos.


¿A ver ? éntrele usted al compadre, que se
agarra de los que luyen de peazgos para
buscar un consonante á mayorazgos! ¿Y
quién no ve todos los dias irse las gentes
en coche desde el comedor hasta la alco-
ba? Oiga usted el segundo: •


Numen tan alto invoca la preñada,


jovial y juguetona musa mia ,
el numen tutelar de no hacer nada.


é Qué le pide usted al barco ? La tal pre-
ñada y juguetona ¿no se podia ir á parir á
los infiernos, donde únicamente se podrian
sufrir unos versos tan detestables? ¡Pluguie-
ra á Dios que el tal numen tutelar la hubie-
se inspirado rebentar antes de ciar á luz
tales desatinos. Sigamos con el tercero.


Héroes , pimpollos de holgazanería,
haraganes ex "voto y por oficio ,
escuchad , para vos linda obra pía.


¿Es posible que este binen hombre no pudo
encontrar otro consonante que el pía para
holgazanería , pudiendo haber echado ma-


449
sin salir de su propia casa, de tanta


majadería? Pues escuche usted el cuarto.
No os pido del sudor el sacrificio,
ni pensar que os abruma ,


y ps aqueja
mente ó cuerpo bullir sea maleficio.


El que te entienda que te eche la albarda;
porque yo tan en ayunas • me quedo del
•maleficio , como tít. de sentido comun. Vea-
mos el quinto, y tomarémos resuello.


Benévolos , prestad •plácida oreja ,
(miembro feliz, que iñmóvil sé égercita,
del alma monja siempre abierta reja.)


Que me emplumen , 'si el autor no es un
benévolo con un par de orejas de á media
vara; y apuesto á que en lugar de tenerlas
inmóviles, las maneja él con mucha mas
soltura que la sátira'. Pues y el alma mon-
ja con su reja siempre abierta, no es una
metáfora que se deja en mantillas á cuantos
Góngoras han nacido y nacerán ?


Supongo que usted no exigirá de mí que
le vaya copiando todos los tercetos , uno á
uno, porque vienen en seguida aquellos
que remueven sus colmillos, y ya que tienen
inmóviles las orejas, tiemblo solo de acer-
carme á ellos. Hay ademas un rubio choco-
late que quiebra el cuus ; unos nietos tras-


29




45o
versales , y unos ceros humanos que me ha-
rán olvidar el siguiente terceto:


Por . sorber, niiío asaz, cafe de mora,
con blanca cruz meció cóncava cuna,
piedad que sella maldiciente boca.


Tampoco quisiera dejar de recordar di-
ferentes versos de esta musa juguetona, faj,
cil, y preiía,la , que cual si fuesen perlas
y diamantes dan un realce particular á esté
prodigioso aborto de la pedantería.


Decrépito caduca el chocho mundo.
Mercurio duerme, duerme su negocio.
Hércules no fue Dios mamando á Juno.


Y el ocio y la desidia de vosotros...


Y la bestialidad y la ignorancia de tí, escritor
de Barrabas, te constituye uno de los mas
insignes majaderos que pueden encontrarse
á doscientas leguas en contorno , aun cuan-
do seas de aquellos que


Cuando Temis su palestra abra
fogoso atleta, de temor desnudo,
gritaré osado, nido la palabra.


¿ Sabe usted, amigo mio, que este últi-
mo terceto ha infundido en mí ciertas sos-
pechas de'que el autor del papel, no solo
es un ignorante rematado, sino lo que es
peor, un bribon de cuatro suelas? Porque
¿qué quiere decir eso de que gritará osado,


45x
pzdo la palabra? ¿Quiere usted apostar á
que este tuno pretende hacerse pasar por
unó de los diputados de Cortes? ¡Vive Dios,
que es la ocürrencia mas original que ha
podido crear la imaginacion de un frené-
tico! ¡Buena andaría nuestra representacion
nacional, si estuviese confiada á un mise-
rable de este jaez ! Yo aseguro que los dis-
cursos que él hiciera cuando pidiese la pa-
labra, no dejarian de dar honor á la pro-
vincia que le hubiese elegido. Pues no ne-
sitaban mas dia de fiesta los enemigos del
nuevo sistema, que saber ¡que el autor de
Los ilustres Izaraganes tomaba asiento en-
tre los padres de la patria!!!


Bien al contrarió, lo que yo creo es,
que este es uno de aquellos parásitos; que
despu.es de haber estado disfrutando de la
buena cocina de algun Grande, y olfatean-
do las abundantes mesas de los magnates
de todas épocas , ahora que los ve de capa
caida , les insulta y les befa de la mane-
ra que puede. Mucho me temo que este.
poetastro infando y enrevesado ha sido una
de dos cosas : ó militar que se quedó en.
Madrid durante la ocupacion de los fran-
ceses , ó empleado civil que huyó de cum-
plir con sus obligaciones; y en ambos


29,




casos, ¡qué ser tan despreciable aparece á
los ojos del verdadero patriota! Muéve-
me á esta sospecha un terceto que encon-
trará usted en la página i i que dice estas
palabras :


Por gozar, por gozar pierden el tino;
viva la patria, si salvó el fracaso ;
y si vence cl francés , viva Pepino.


No hay remedio, el autor de este apóstrofe
se ha querido retratar bien al vivo, ocul,
tando su. verdadero nombre para no causar
horror á los lectores; ¡ y seria- capaz , un
hombre asi, de echar en cara á los que él
mira corno enemigos suyos hasta de la
degollacion de los Inocentes! ¡ Vaya que
me ha chocado la idea de que pedirá la pa-
labra! Mañana se le antojará decir que tam-
bien es académico, y ya con esto solo es
capaz de desacreditar á cualquier cuerpo
literario. No señor, era menester á estos ga-
lopos , que se quieren hacer pasar por lo
que no ,merecen ser ., despojarles completa-
mente de las plumas agenas con que se dis-
frazan, y hacerles sufrir la ignominia de que
viesen 'estampado su verdadero nombre al
pie de una obra tan asquerosa, como por
egemplo, la de: Los ilustres haraganes,
apologia razonada de los mayorazgos.


453


Re/lexiones sobre la faccion aristocrática
de Francia.


Se ha demostrado hasta la evidencia,
ya por hechos anteriores á la revolucion,
ya por la historia de los seis arios que han
pasado desde la restauracion' de la familia
real , qué el único obgeto de la faccion
aristocrática es el restablecimiento de sus
antiguos privilegios. Mas como las luces
del siglo y los intereses comunes de la so
ciedad son incompatibles con la existencia
de aquellos privilegios, no se han atrevido
los aristocratas á manifestar abiertamente
el fin á que aspiran. Han buscado nom-
bres augustos y respetables, para cubrir
con ellos sus pretensiones. Estos nombres
son la religion y el trono. Afectando la de-
fensa de intereses tan sagrados, atacan su-.
cesivamente á todos los derechos y liber-
tades de la nacion, como contrarios á los
preceptos del Altísimo y á la legitimidad
de los monarcas.


Esta táctica es sumamente impolítica.
Si esos hombres lograran persuadir á los




454
pueblos que la libertad es incompatible con
el trono y el altar, qué habrian consegui-
do ? No otra cosa que producir, como con-
secuencias de este primer error, otros er-
rores mucho mas funestos. Las naciones,
creyendo de buena fe que sus derechos no
podrian subsistir sin echar por tierra aque-
llas santas instituciones, y por otra parte,
no pudiendo ya existir sin él disfrute de
estos derechos, se harian rebeldes é incré-
dulas. Estos son las grandes beneficios que.
traerian á la dinastía y al altar , los que se
proclaman tan impudentemente sus de-
fensores. No se crea que• anunciamos este
resultado sin razones tomadas de la expe-
riencia. Los aristocratas del principio de
la revolucion, repitieron tantas veces y con
tanto furór, que la libertad tenia por ene-
migos al trono y al sacerdocio, que los
pueblos creyeron al cabo, que no habia
mas medio para ser libres, que degollar
á los sacerdotes y á los reyes. Pero qué,


'importan á la aristocracia estas atróces ca-
lamidades, con tal que ella cumpla con
el deber de sostener á todo trance sus pri-
vilegios?


Ya no es de temer que sus clamores in-
sensatos sean oidos. Felizmenhe estar_ ge-


455
neralhadas las verdaderas ideas, en materia
de religion y de monarquía.• Cuando una
nacion , como la española., tau celebrada
en la historia por su piedad y por su leal-
tad, ha establecido un sistema liberal de
gobierno, quién podrá dar crédito á los
gritos furibundos é interesados de las cas-
tas privilegiadas ?


El espíritu religioso se limita por su
naturaleza misma á las obligaciones mora*.
les del .hombre, y no se estiende , ni pue-
de estenderse á las combinaciones políti-
cas. Begnum meum non est:de hoc inundo_
Elobjeto esencial de la religion es santifi-
car las virtudes sociales, mostrándolas por
premio el- amor del Ser supremo. Ella pro7
mitiga la sancion de la divinidad sobre
nuestros deberes y derechos: todos sus dog-
mas y misterios, todo su culto externo se
encaminan á grabar bien en los corazones.
de los honibi es esta máxima: ;1/míos como
hermanos, y amad á vuestro Padre celes-
tial. Vuestro premio será la eternidad de ni.
amor. En esta máxima está encerrada toda
nuestra santa religion. Desde este principio
hasta la inmensa influencia que por inte-
rés ó preocupacion quieren darle muchos
en el gobierno político /


hay una distancia




456
que en el dia es bastante conocida. La ex-
periencia y el estudio de la historia han
enseñado ya, que no necesita la religion
de mansedumbre, cárceles inquisitoriales;
que las riquezas excesivas del clero, gra-
vosas al cuerpo social, no la hacen mas res-
petable; que es compatible la tribuna na-
cional, en donde se defienden con energía
los intereses del pueblo , con el altar, en
que se ofrece la víctima de amor para
enlazar á todos los hombres con el vín-
culo de la fraternidad ; que la religion
no manda prosternarse imbécilmente á los
pies de un favorito inepto é inmoral; y en
fin , que si la religion hubiese de conde-


,
nar alguna forma de gobierno , seria el ré-
gimen, despótico. Véanse si no las palabras
de Samuel al pueblo hebreo, cuando este
pedia un rey. Estas nociones son bastante
comunes en el dia ; no hay ya quien crea
que la religion nos mande ser esclavos.


En cuanto á la dinastía, no son ya los
aristocratas los que la han de defender, si-
no la opinion de los pueblos. Las clases
privilegiadas nada hicieron por ella en x792,
ni en 18x5, sino acaso precipitar su ruina,
haciendo que el gobierno cometiese impru-
dencias, no á favor de la familia real, sino,


417
favor de los intereses aristocráticos. El


trono está defendido, no por la soberbia
y fausto de los que le rodean, sino por la
conviccion que tienen las naciones, de que
es necesario para la perfeccion del sistema
constitucional que sea hereditaria, la repre-
sentacion del poder egetittivo; y de que
las convulsiones políticas que arruinan el
solio de los monarcas, causan á los pue-
blos males sin número , los cuales termi-
nan en el mayor de todos, esto es, en el
despotismo. Esta experiencia, estas refle-
xiones , los principios mismos del régimen
liberal, sirven de garantía al trono y á la
familia real: y es fuerza que confiesen que
en el actual estado. de la Europa , en vano
buscarian otra. LOS. derechos de los pue-
blos son los defensores natos de la corona.


Luis. XVIII y sus ministros han conoci-
do siempre esta importante verdad. El rey,
concediendo la Carta; constitucional , mani-
festó de la manera mas solemne , que que-
ria sentar su .


trono al gusto y voluntad de
los pueblos; y ni los infortunios, ni los gri-
tos del partido contrario á ,


la libertad , han
conseguido hasta ahora separarle de la sen-
da que se habia propuesto seguir. La cáma-
ra de 1815 tan celebrada ahora en todos




48
los papeles ministeriales por su adhesion
despotismo , fu' disuelta , y la ley de elec-
ciones de 5 de febrero de £81 7 , mirada por
los liberales como una segunda Carta , fue
concedida con el objeto de afirmar para siem-
pre el sistema constitucional. La gloria de
estas concesiones pertenece principalmente
al rey; mas no por eso se ha de defraudar
de la parte que le toca al duque Decazes,
presidente entonces del ministerio, y alma
del partido verdaderamente liberal: es de .ir,
del que quiere á un mismo tiempo la liber-
tad y el trono. Si en los primeros Bias de
la sesion de (819 , pareció que se inclinaba
un poco á la parte contraria , y mostró al-
guna incertidumbre en sus opiniones , no




debe esto atribuirse, sino al miserable siste-
ma de equilibrio entre los partidos , que tal
vez por temor ha hecho á un ministerio
inexperto debilitar la fuerza , irresistible al
fin , del , de la razon y la justicia (I). Mas no


) Los aristocratas franceses que afectan tanto
celo por la integridad del antiguo poder de la familia
real y de la nobleza , saben muy bien que censuran in-
directamente al gefe augusto de aquella, tachando y
deprimiendo la instabilidad é inconsecuencias de los
ac'os del ministerio de M. Decazes. Saben que sin do-
oilidad , y una adhesion indefinida, no hubiera mere::.


459
se puede negar, que si Decazes no ha con-
solidado el sistema constitucional, á lo me-
nos lo ha fortalecido de tal modo, que es
ya imposible derrocarlo ; y por esta razon
merece el reconocimiento eterno de la na-
don , y el odio eterno de los aristocratas.


Son estos demasiado consiguientes para
no darle las pruebas mas irrefgagables de su
enemistad. Es de observar, que cuando ya
Mr. Decazes habia caido del ministerio , y
los aristocratas tenian al frente atletas vigo-
rosos con quienes luchar, en vez de atacar,
por egemplo , á Constant, á Lanjuinais,
á Royer-Collard, solamente se han ensan-
grentado contra el ministro depuesto;- acto á
la verdad ni muy noble, ni muy necesario,
pero bastante para probar que no han per-
donado ni perdonarán jamas la disolucion
de la cámara de 1815, ni la concesion de la
ley de elecciones. Estos dos actos que arrui-
naron las esperanzas de la aristocracia, son
el motivo de su saña inestinguible. Así ve-


ciclo este tanto tiempo la plenitud del favor del. ilustre
autor de la Carta constitucional; y saben lo que les
cuesta mantener á S. M. en un susto continuo, en
una incertidunbre perpétua, para que sea inconse-
cuente , y jamas llegue á consolidar su obra propia.




46o
mos que los Clausel de Cousergues , los Don-
nadieu y otros semejantes defensores del par-
tido antiliberal , á nadie atacan con mas fu-
ror, que al ministro que burló sus intrigas,
y aniquiló sus pretensiones.


Clausel de Cousergues publicó al cabo.
su escrito contra Mr. Decazes; y este escri-
to ha justificado la opinion que toda la cá-
mara , inclusos los individuos de la derecha,,
tenia formada de Clausel. En vez de haber
hecho una memoria que esplanase su pro-
yecto de acusacion , solo ha escrito un libe-
lo difamatorio y calumnioso. Tenemos á la
vista la impugnacion de este libelo , hecha
por el conde de Argout, par de Francia (1)..


) Cuando en /815 llegó el cuerpo de egército
español que mandaba el conde de Abisbal, delante-
de las mismas puertas de Bayona , á instancias de•
la faccion aristocrática, que asistida de la fuerza de
bayonetas extrangeras tiranizaba una gran parte de
la Francia, y cubria de sangre y luto todas las pro-
vincias meridionales ; en aquella ominosa época del
triunfo efímero de cuatro caducos dementes que se
apoderaron sin justo título de los empleos mas im-
portantes, de la Nacion , llegó el conde de Argout
á Pan, nombrado por el rey, prefecto del depar-
tamento de los Pirineos-bajos. Las esquinas de las
plazas, y parages públicos de su provincia, y de
la inmediata de las Laudas, estaban entapizadas de,


461
Ea impugnador demuestra victoriosamen-
te lo absurdo de todas las calumnias que
amontona Cla.usel: manifiesta que en lel li-
belo no se ve otra cosa mas que la impoten-


carteles , semejantes á los que leíamos con asombro
en las esquinas de Madrid en el año de i8o8 , á la
entrada de Murat con las tropas imperiales. Nuestro
propio egército no acababa de creer lo que veía,
ni podia fiarse de la demencia de los mismos que
le ahílan las puertas de las plazas fronterizas de
sus respetables vecinos; y en medio de tan horri-
ble desórden , M. de Argout es el único magistrado
que proclama altamente los derechos de la na-
cion , el interés bien entendido de los pueblos, y
del monarca , afrenta y confunde la obcecacion de
aquellos miserables que vendían su propia patria
llevados de un falso celo que tantas lágrimas les
hubiera costado despues , levanta el ánimo abatido
de sus administrados , les llama á la defensa de sus,
hogares, y determina la retirada prudente de nues-.
Cros soldados. El departamento de los Pirineos-ba-
jos no olvidará jamas el bando enérgico y eminen-
temente patriótico con que el conde de Argout hizo
por la primera vez repetir su voz al eco de aquellas
montañas.


Pocos meses despues, las furibundas autoridades
de Bayona , conmutando arbitrariamente al autor de
estas notas el ridículo apodo de afrancesado que le
daban en su pais , quisieron honrarle con el de li-
beral- , no menos ominoso á la sazon ; y sin mas
sausa le desterraron á Cabors , juntamente con otros'




462
cia de su sala. Hechos desfigurados ó stt;.
puestos , documentos de oficio truncados,
acusaciones contradictorias, y repeticiones
fastidiosas de cuanto habian dicho contra


muchos españoles de distintos partidos. Al llegar á
Pau , supo su desgracia el conde de Argout ; y sin
ahorrar gasto ni diligencia, mandó un expreso á.
Burdeos y otro á Paris , pera obtener de las auto-
ridades militares superiores y del ministerio, que se
le restituyese á su antiguo domicilio : como efecti-
vamente se logró. El público español perdonará al
autor de las notas este ligero deshaogo de su profun-
do y perpetuo reconocimiento.


La discordia agitada de intento por los aristo-
cratas entre los católicos y protestantes del depar-
tamento del Gardon y sus contornos, desolaba las
ciudades de Nimes , Belcaire , lizés, y otras , con
los pueblos de las montañas cevénes. Condolido el
ministerio francés de la duracion de tantos estragos,
envia á calmarlos al conde de Argout: su casa es
el punto céntrico de la reconciliacion : se ven en
ella , se estiman y se desarman los caudillos impla-
cables <le ambos partidos encontrados: nádie vuelve á
quejarse cid sufrimiento de un papirote ; y disuelta
por la beneficencia del rey la cámara llamada ¿alma-


vabk, autora de las calamidades de la Francia, al lle-
gar á juntarse los elctores del departamento para hacer-
nuevas elecciones, todos indistintamente ponen su con-
fianza en el conde de Argout, y el resultado de ellas
es tan ventajoso á los intereses del pais, como favora-
ble al gobierno.


463
Decazes otros libelistas anteriores , son


los elementos de que se compone todo el es-
crito de Claitsél. Este le acusa al ministro
de haber usado con crueldad de las leyes de
excepcion , y al mismo tiempo de haberse
expedido durante su ministerio mas indultos
que desde el remado de Luis XIV hasta
nuestros dias


. . Le acusa de no haber previs-
to ni atajado' las conspiraciones de Greno-
ble y de Leon; y al mismo tiempo, de ha-
ber expedido circulares, en que mirando
como posible tina conspiracion despues del
asesinato del duque de Berry-, indicó los me-
dios de prevenirla. Le acusa de enemigo del
culto católico, y


- al mismo tiempo de haber
dado motivós justos de inquietud á los protes-
tantes. Le acusa de haber conspirado contra
la sucesion legítima de la monarquía, y no
presenta la menor prueba de ello. Le acusa
en fin de cuanto se ha hecho bueno y ma-
lo en Francia , durante su adininistracion,
aunque sea sobre materias, en que exclusi-
vamente han entendido otros ministros. En
Medio detantas calumnias, se atreve á acu-
sarle de la disolucion de la cámara de x815,
como si este no hubiera sido un'acto de la
prerogativa real. ¿Qué le hace , si aquella
cámara quería el despotismo, y segun eles,




'464
píritu de Clausel, debia ser mas respetada
que el mismo rey ?


El conde de Argout va al alcance del ca-
lumniador en todas sus contradicciones y
falsedades. Forma un cuadro exacto del es-
tado de la Francia cuando Decazes se en-


. cargó del ministerio en 1815 , y de los
bienes que ha hecho á su nacion en los
cuatro años que la ha administrado. ¿ En
qué situacion , dice, estaba la Francia en •
1815; y qué aspecto ofrecia en 18 ig , an-
tes del horrible crimen que lloramos; antes
que el puñal de un malhechor obscuro hi-
riese al heredero presuntivo del trono ? Es-
ta es la primera pregunta que debe hacer el
que quiera juzgar con imparcialidad la a&
ministracion de los cuatro años últimos. M.
Clausel quiere probar con una larga série
de acusaciones, que M. Decazes , durante
este tiempo , ha multiplicado todos los ac-
tos arbitrarios , perseguido á los realistas;
ha conspirado contra la monarquía, ha con-
movido el trono con errores y atentados de
varias especies; y sin embargo, este ha si-
do el periodo en que la Francia ha salido
del abismo de la invasíon , se ha fami-
liarizado con la Carta , y ha visto su-
ceder progresivamente. d leyes vigorosas


de escepcion , un órden regular


465
, y una li-


bertad cual nunca la habiá • gozado nuestro
pais. En 1818 , libertada la Francia de la
animadversion momentánea que se la habia
i
mpuesto, ocupó su lugar en la alianza de


las grandes potencias , y obtuvo la conside,,
racion,


á que es acreedora en el sistema po-lítico de Europa. Lejos de parecernos des-
graciados estos cuatro años, nos guardaré-
mos bien de atribuir á un solo hombre to-
das. las medidas tornadas para nuestra glo-
ria salvacion. M. Clausel, en la lógica de
su aborrecimiento, ni ve, ni oye , ni persi-
gue mas que á M. Decazes. Reconoce su ma-
no hasta en los -actos mas opuestos, y le a-
tribuye intenciones y proyectos inconcilia-
bles. Pero , si M. Decazés lo ha beche tlidri,
debe atribuírsele lo bueno como lo malo, y
merece el elogio igualmente que la censura.
Compárese la Francia de 1815, invadida,
multada por los aliados, llena de destitucio-
nes, arrestos y destierros, con la Francia
de 1810-


, independiente, pacífica, y enr.-
qnecida per un comercio acreditado en to-
da Europa. La sabiduría del rey , la corifián-'
za que . inspiran sus virtudes, y lá manifeS.
tacion pública de su voluntad personal , han
influido principalmente en esta, grande obra,


3o




466
pero su ministerio no ha dejado de contri-
buir á ella, y M. Decazes era miembro del


Confesemoslo,pues: el gran crimen de
Mr. Decazes, .á los ojos de ciertas personas,
es la ' Ordenanza. del 5 de setiembre : el no
lafirmó á la verdad ; pero se supone y jus-
tamente que la Aprobó. La ordenanza del 5
de setiembre compone el fondo del proce-
so que se comenzó hace cuatro aros, y que
M. Clausel continúa hoy en , presencia del
público. Se trata •de vengar la antigua ma-
yoría ele 1815 , en tanto que llega el mo-
mento cie recomponerla: de condenar y
denigrar el sistema de moderacion que se
anunció en aquella,misma época, en medio
de la efervescencia de las pasiones.


Despues de ;haber explicado el motivo
verdadero del odio de Clausel, pasa á re-
batir las falsedades, y á manifestar las con-
tradiciones del calumniador. Este habia to-
Triado, en' :in . escrito tan pocas precauciones
para afianzar de calumnia, como en la cá-


• • mara de los diputados ; y asi no es extraño
queún adversario tan hábil y elocuente •co-
mo el conde de Argout , lo rebata com-
pletamente. Para .dar una idea del ataque
de Clausel, citaremos un solo egemplo,


467
1,11. Clausel,.(lop palabras de su igpugnad9r)
atribuye á M. Decazes , hablando de la se-
sion 4e 1819, ;una nueva especie de delito
hapo tdificil de ealificar , 'y que segun eree-
mo§, • spirará :ranas indignácion contra el
aemsAdw que ,contra


: le acusa
14, Pbtuido del rey :13.W letras le
indllte, que las cine izan Pancc_dida en
FrWlekt _desde .el refziada de 41s
se lUleYIÓ Agitar desde Fraque .IV. Por
111. vez N. Clausel es _sii»eero .; y en esta
singular heaba gqizt Unto candor;
nos da á,.eogocer su eoraz,ou y su política:
mas ,en4r9 iQslio.dultps hay Ano que le irri-
ita demasiado. :Senzejante gracia, dice, es
ce.
timado mas ciiminal y mas seguro de tins,
tornar zzn troisza: M. Decazes, obteniéndola,
seguía,sus principios subversivos, buscaba
cómplices. M. Clausel quiere hablar del
indulto concedida á M. Reguault de Saint,-
lean \de Angely. Se sabe que M. •egnault
;era víctima de la calamidad nias espanto-
-sa para un hombre que está .en la edad
déala ,robustez. Su iamilia consternada


.su-
-plicaba á S. M. que permitiese transportar -
lo á París, donde los socorros del arte da-
ban alguna .esperanza de su :restablecimiento
moral y fisico. El corazon.delrey- no


. ,fue in-
3o.




sensible á tantas. penas, y permitió que vol-
viese Regnauit: el infeliz espiró tres horas
despues . de su llegada. ¡Y contra indulto de
esta especie, dacio en semejantes circunstan-
cias, y reducido á encontrar el lugar de su
sepulcro, espera Clausel excitar la inclig-
nacion pública! ¡Hombre tan injusto como
desapiadado , muy mal has conocido el co-
razon de los franceses, cuando te atreves
á descubrir el tuyo de esa manera! Cuando
te atrevas ápresentar en la cámara ese desco-
munal capítulo de acusacion , oirás un mur-
mullo general semejante al que oiste, aun
en la sesion de 1815 , cuando proponias
restablecer la pena de confiscacion; ó al
que se levantó en la cámara de 1816, cuando
aconsejabas que se quitase á los refugiados
españoles el pan del destierro. Si te pre-
sentas despues como defensor de la reli-
gion, todos exclamarán: Tu religion no es
la nuestra. No, Clausel: no te corresponde
sostener los' intereses de una religion que es_
toda clemencia. Ella te rechaza. de su se-
no; y los que la aman temen mas los efec-
tos de tu:oficiosidad que á todos sus ene-


No nos parece posible reunir en mas
alto grado la persuasion que se deriva de


469
los hechos ; con la que dimana de los sen-
timientos mas dulces de la humanidad. Nos-
otros quisieramos que el conde de Argout
no hubiera tenido la desgracia de luchar
contra un enemigo tan ignoble.


Aunque Clausel sea el testa ferrea de
toda la aristocracia ensailada contra Deca.
zes , hay todavía otros que aunque no ha-
yan adquirido un nombre tan ruinmente
célebre, son conocidos por sus opiniones
antiliberales , y por sus deseos de aniqui-
.lar en Francia hasta el nombre de sistema
representativo. El general Donnadieu, que
era comandante en Grenoble cuando la
famosa conspiracion de 18'6, exageró al
gobierno la magnitud del peligro , abul-
tando como un cuerpo de 15000 hombres á
una miserable gavilla de 3oo á 400 sedicio-
sos, que atacaron la ciudad en la noche del
4 de mayo: pintaba con los colores mas
negros la opinion de, todo el departamento
del Isere, y pedia réfuerzos inútiles de tro-
pas á los departamentos vecinos. Esta es la
táctica, bastante conocida ya, de los aris-
tocratas de Francia. Calumnian á toda la


'nadan ; la acusan de aborrecer el trono y
la familia real ; exageran el menor movi-
miento, originado de la perversidad pri.7




1


47ó
váda (1); la ítiéniót elptesion i prudente;
atrancada poi. el calor dé la disputa, y cla-
man luego que rio hay otro remedio' para
salvar al gobiétriO de una: conspiración, eri
que segun ellos entra tóda la Francia , sitió
regirla con un cetro de hierro. En ave -
Hos diás escribió Donnadieu al Ministro de
lá Guerta: ó salvar la Francia iiicónstita-
ci ó perderla coristítite ioñalinéfrité.
El Ministerio córisternadó adopta corno ne-
ceSáriáS las medidas mas rigorosas, las lle-
va á egecucion , y se vale de estos agentes
pérfidos. Cuando el encono está armado
ebri la espada de la ley contra el pueblo
inocente, triunfa formando lagos de san-
gré; peyó al mismo tiempo él tronó vaci-
la, y el monarca pierde el amor de sus
shbditós. Llevado el gobierno de los sinies-
tros informes / del tremendo general , decla-
ra en estado dé sitió á todo el departarnéri,


(t) Didier, gefe de la conspiración de Grenoble,
atacó ésta cuidad con el corto número de desgracia-
4O1 - ipié ¡nido seducir , Solo por. ver si encontraba
ailittio T'ora eVc`apátse. PerSegnidó por SUS .Intrigas


en Leon . , erraba por los Montes buscando medios,
de huir á Italia ; y ninguno le pareció mejor que
hacerse dueño de Grenoble , aunque solo fuese por
algunos


471
to del Isere, y pasando el proceso de los
reos del severo tribunal del prevoste 4 una
comisión militar todavía mas atroz, se os-
tenta la mas oficiosa diligencia en . conde-
narlos á muerte. Corren pocos dias sin que
se desengañe el ministerio ; y cortando el
hilo de una farsa tan funesta, manda que
se establezca el imperio de la ley. Los pa-
rientes y amigos de los reos ajusticiados
levantan .el grito hasta el cielo contra el
impávido Donnadieu, que grita también
llamándoles calumniadores. La lucha se
enreda y mantiene entre los habitantes del
Isere y el general; pero cualquiera pregun-
tara , ¿qué papel representa en la escena
el ministro Decazes? ¿Por qué el letrado
Berrier,


, defensor de Donnadieu, lejos de
responder á las acriminaciones fortísimas
de los adversarios de su cliente, emplea
todo el tiempo en acriminar dé


.
nuevo á


M. Decazes ? La respuesta es muy clara,
aunque inesperada. El ministró coritribu,
yó á la disolución de las cámaras de 18 z 5.


Asi como el conde de Argout desvanece
la ridícula y absurda acusacion de 1W. Glau-
sel contra el ex-ministro, el conde de Saint-
Aulaire le defiende dé los ataques del gene-
ral Donnadieu, en una memoria escrita eón




472
sumo tino y excelente lógica. «No se acos-
tumbra, dice el Constitucional, defender á
los ministros caídos. M. de Saint-Aulaire, ade-
mas de cumplir una obligacion de amistad,
da un hu.m egemplo : ya es tiempo que los
hombres de opiniones opuestas tengan co-
mo en Inglaterra conciencia política , y que
se mielan contar las fuerzas de cada par-
tido: esta es muy util para ellos y para el
goliierno mismo. Las defecciones manifies-
tas ó simuladas perpetúan 14 decision, ha-
cen precaria la influencia, é inspiran espe-
ranzas engañosas. El gobierno constitucio-
nal se afirma en parte sobre la fidelidad
mútila de los que siguen una misma opi-
nion."


Es muy facil al conde de Saint-Aulaire
disculpar á Decazes de las acusaciones que
le hace el abogado del general Donnadieu,
con solo mostrar su contradicion. En efec-
to, un mismo sugeto no puede ser culpa-,
ble de haber tratado con crueldad á los
habitantes del departamento del Isere, y
de haber mirado aquella conspiracion corno
Una cosa muy despreciable. La verdad es
que los informes del general, presentados
al ministerio en el principio de la conspi-
1.acion , le hicieron aprobar'y ordenar me-,


473
didas rigorosas, cuya inutilidad fue recono-
cida poco despues; y la verdadera contra-
dicion es la del abogado Berrier, que á un
mismo tiempo quiere probar que Donna-
dieu apagó. una conspiracion muy peli-
grosa , y que las medidas que tomó el mi-
nisterio fueron demasiado crueles, corno
si en los grandes males no se debiesen apli-
car grandes y vigorosos remedios. La pri-
mera noticia que dió al ministerio el gene-
ral, fue la siguiente : Los cadáveres de los
enemigos de M. cubren todos los caminos,
á distancia de una legua al rededor de Gre-
noble. .d media noche las montarlas estaban,
coronadas de hogueras ,- signo de rebelion en
toda la provincia. Este despacho es del 4 de
mayo : el .6 escribió el mismo general al
ministro de la Guerra, que los conspirado-
res llegaban á z5000 hombres, que su 'pro-
yecto era apoderarse de Leon, y que los
oficiales á medio sueldo entraban en la cons-
piracion. Véase si estos . avisos no deben
excitar la atencion y aun el terror en cual-
quier gobierno. Fue una felicidad que los
ministros conociesen pronto las exageracio-
nes de Donnadieu, y terminasen las des-
gracias á que habian dado lugar: pues el 14
del mismo mes le mandó el ministro de la




1


1


474
Guerra que volviera todo á ponerse bajo el
imperio de la ley.


Pero nada es mas á propósito para ma-
nifestar las ideas y sentimientos de aquel
general, acérrimo partidario de la aristo-
cracia, que su carta al ministro de la Guer-
ra, escrita en 28 de mayo, cuando ya el go-
bierno habia conocido su interesada haza-
ñería, y le había manifestado el mayor dis-
gusto por ella. En ésta carta hace su profe-
sion de fe política, que es general á todo su
partido: «La superficie, dice, de muchas
provincias de la Francia está cubierta de
pólvora: si no se toman las providencias mas
severas, y se confia su egecucion á personas
adiétas, para prevenir la osadía de los que-
quisieran encender de nuevo el fuego re-
volucionario, quizá vendrán males incalcu-
lables sobre nuestra infeliz patria, y las le-
yes ordinarias no bastarán á evitarlos ni á
contenerlos. Yo no veo para atajarlos mas
medios que los que en todos tiempos han
sabido emplear los gobiernos vigorosos; ser-
virse de aquéllas disposiciones que tomaba
Bonaparte (1), á quien no se le puede ne-


(x) ¡ Bello modelo para un rey que ~cedió la
carta ! Y el general Dont:Mien nó ,putde ignorar, que


475
gar el mérito de haber conocido cómo ha-
bia de gobernar á los ftáneeses l •en el esta,
do de desrnoralizacion á que han 'llegado....
purgar el estado de tres á cuatro mil faceio,
sos incapaces de enmienda, con los, cuales
pierden su poder la clemencia y los bene-
ficios del mejor de los monarcas : enviar •
esos hombres ; eternos artífices de revolu-
ciones, á colonias remotas donde republi-
canicen como mejor lo entiendan. Algu-
nos hombres de mala fe clamarán que es
una injusticia: las almas tímidas se espan-
tarán ; pero al cabo de algun tiempo se co.-
nocerá que esta medida es la salvación de
todos , y la seguridad del trono y de la le-
gitimidad... la Europa tributará su admira-
clon á los hombres hábiles que hayan sa,
bido oponer un valor. invencible, y un teson
grande; á las desgracias que amenazan en el
dia.... Al egército solo se debe confiar la
conservacion del. trono y la salvación del Es-
tado....Desármese la poblacion: esta ,médida
es esencialmente necesaria para no dejar
medios :de densa en manos de lionibreá


si Bonaparte consolidó su poder, no fue por la
dad, sino por la amnistía. ¡Consejeros calumniadores
y pérfidos, vosotros arruinaríais el gobierna mas fir
le, si fuesé tan éstúpidci que os diese crédito!




1


476
que estan á discrecion de los ;efes de par-
tido: no haya en Francia mas egército que
el egJrcito real: la alta policía sea absolu-
tamente dir,gitla por los gobernadores de
provincia—. Pule parece imposible salir de
este dilema : ó salvar la Francia inconstitu,
czonalmente , o perderla constitucionalmente."
Ya se deja conocer que es imposible dejar
al frente de un mando_ militar, bajo .un go-
bierno constitucional, á un hombre dé se-
mejantes ideas. Poco tiempo despees se le
quitó'el gobierno de la division ; y este, se;
gun "Donnadieu, fue otro nuevo delito de
Decazes.


Si el conde de Saint-Aulaire no se hu-
biera propuesto mas que defender al ex-mi-
nistro -de las acusaciones de Donnadieu y
del partido ultra-realista , su trabajo hubiera
sido muy facil y sencillo : porque la calum-
nia, como él mismo dice, se hace siempre
traycion á sí misma. Pero su plan es mas
vasto : trata de desvanecer las acusaciones
de incertidumbre y versatilidad, que los •
escritores del partido liberal dirigen contra
la administracion de Decazes. Esta parte de
la Memoria está escrita con suma delicade-
za; y sin negar la acusacion , disculpa 'sufi-
cientemente al acusado. «Habiendo llegado,


477
dice, á la administracion (le los negocios pú-
blicos , jóven, desvalido , sin méritos ante-
riores , en medio de convulsiones , y de
grandes dificultades, su políti, a fue siem-
pre la misma ;.pero sus determinaciones de-
bieron ser vacilantes, porque su posicion no
era fuerte. Se vió á, las veces precisado á
tomar conexiones, que en otra combinacion
ya no le eran útiles ; y luego la nobleza de
sis sentimientos no le permítia abandonar-
hs jamas. No pudiendo resistir al torrente,
debió tomar posiciones, en que no era po-
sible mantenerse. Las medidas mejores , y
ventajosas en una época, eran juzgadas con
mucha severidad en la época siguiente ; y
M. Decazes, no rehusando nunca la respon-
sabilidad de los actos á que eoncurria , re-
cogió en cada variacion de ministerio la he-
rencia de los odios contra los ministros ce-
santes. Por esta combinacion rara de cir-
cunstancias, gravitaba sobre él la responsa-
bilidad de los mismos males que habia re-
parado; «á medida que habia contribuido á
mejorar la situacion de los negocios , se le
acusaba Mas : porque la comparacion del
tiempo presente , que , merced á sus esfuer-
zos, era mejor, hacia que pareciesen mas
intolerables los infortunios pasados."




1


471
«Para libertarse de estos inconvennie'-


tes, hubiera sido necesario sacrificar sus
migos reprobar las medidas anteriores.,
conformar las relaciones personales á la mar-
cha progresiva de los negocios ; y cuando-:al
fin de 1134, le determinaron á entrar en
un ministerio nuevo, olvidar los -antiguos •
cólegas, y •Tosbríando una severa justicia en
el aprecio de los hombres y de las cosas,
dejar la defensa de lo pasado á quien qui-
siera .encargarse de ella.


«Fue mas .generosá la política de M. 'De-
cazes... Desde r8r6 hasta rfizo,cargándc...
se de la 1,esponsabilidad de todos . los yerres
anteriores que se habian cometido .ó sin su
cooperacion , ó contra su opinion , se agra-
vaba Bada dia mas el peso que lo ha .derri,


Yglo.
Vero 'se dirá,: ¿por qué, reducirse á la


triste .alternativa de faltar á sus antiguos
migos , de. defender los hombres y las cosas
que & mismo no aprobaba;' (.; Por qué no se
retiró antes de admitir la responsabilidad
truca mala providencia, j- conservó su
pendencia para lo futuro, con la gran _ven-
taja de • no poder ser reprehendtdo p9r lo
pasado.


« Es .Muy facil sentar estos principios; y


479
aun añadiré, que es glorioso seguirlos. Pero
los pueblos y los reyes deben tambien al-
guna gratitud á los que, puestos al frente de
los negocios en circunstancias críticas , se
emplean en amortiguar por medio de palia-
tivos las desgracias públicas; y constante-
mente ocupados en disminuir el mal , cuan-
do el bien no es posible , esperan con per-
severancia mejores dias, y ocasiones mas fe-
lices. Si M. Decazes hubiera dejado la admi-


_ nistracion .en 1815 , quizá no se hubiera da-
do la ordenanza de 5 de setiembre del año
siguiente; y los que creen que aquella or-
denanza salvó la Francia, no exigirán de


Decazes su parte dé responsabilidad por
los males que no pudo remediar en 18/5.


«Si M. Decazes se hubiera retirado des-
pues del congreso de Aquisgran, quizá no
se hubiera dacio la ordenanz“le z8i 9 , que
ha dacio una poderosa garantía á la nueva
nobleza, hija de 20 años de gloria, y desti-
nada á ligar la Francia moderna con los si-
glos heróicos de la monarquía.


«No es esto decir que M. Decazes es el
único que hubiera podido obtener tan gran-
des resultados. Sin duda la sabiduría del rey
le hubiera inspirado y le inspirara todavía
las Medidas que es preciso tomar para sal-




48o
var la Francia; pero la confianza del monar.
ca, y la justa persuasion del afecto de M. De
cazes á su persona y, á su gloria, permiten
creer, que ha concurrido poderosamente á
los dos actos que he citado."


Estas reflexiones bastan para defender á
M. Decazes , no solo de las acusaciones de
los uhrarealistas, sino de la animadversion
harto mas fundada del partido liberal. En
otro número hablarémos del epilogo de es-
ta memoria, y harémos sobre él las reflexio-
nes que sugieren el estado actual de Fran-
cia , y los temores y esperanzas que inspi
ra para lo venidero.


Advertencia de los Editores.


El primer artículo de este número estaba impreso
ya, cuando la causa de los 69 diputados refractarios de
la Constitucion se ha discutido y resuelto por nuestro
Congreso. Las razones que indicamos nosotros para
provocar los mismos resúltados, son algo diferentes,
y solo podran servir para la mayor ilustrado/1 del pú-
blico; pero siempre nos queda la satisfaccion de haber
recomendado el partido de la clemencia que ha prefe-
rido la generosidad de nuestros dignos representantes.


INDICE, GENERAL


de los artículos contenidos en el tomo .17
del CENSOR.


Sobre la libre venta y compra de
.
...
62


De la vocacion de nuestro siglo á
Zcc legislacion y á la ciencia del
derecho, por F. C. DE SAVIGNI,
miembro de la universidad de
• •


67
Actas de las Cortes. Sesion del 2/


de setiembre. Refugiados en Fran-
cia


Diálogo entre el cardenal D. GAS-
PAR de BORJA y VELASCO, y D.
JUAN CARREÑO de MIRANDA,
pintor de cámara de CARLOS II,
sobre el aprecio,


, suerte y para-
da? o que tuvieron sus retratos des-


*


Actas de las Cortes. Sesion del 2I
de agosto y 9 de setiembre. Ar-
reglo del clero regular. . . . .


pag. 3
lievolucion de Portugal.


. . 34
De la armonía de los poderes cons-


titucionales


46


8 r




349


357


37x


de que se pintaron hasta ahora
Diálogo. SYLA y . .
Del partido que la nación debiera


sacar de las nzugeres , aplicán-
dolas á todos los oficios que pue-
den desempRiiar 145


Advertencia 159
Actas de las Cortes Sesion del 21


de setiembre. Contin uacion del
artículo primero del número an-
terio• i 631


Progresos de la opinion pública.. . . 196
Pausa ligera para soportar la aten-


cien que• requiere la lectura del
CENS o . . . 208


Noticia importante 914
Carta confidencial del príncipe MET-
TERNICH al' barón de BÉRSTETT . . . 915


Notas de M•. -KERATRY. ' 225
Otra noticia, mas interesante.. . '13 o
Sobre las canciones 237
Actas de las Cortes. Sesiones extra-


ordinarias del 26 de setiembre y
siguientes 241


De la autoridad del pueblo en el sis-
tema 'constitucional 257


Cartas de un madrileño á un ami-
go suyo de provincia. Primera 280


~os r cuerdos del Conservador. .
288


Consideraciones sobre los zntereses
comunes de la augusta casa de
Borbon y las clases industriosas
de los pueblos que están bajo su
inmediato gobierno ...... . ,




292




Sistema constitucional en Alemania.


3o2


Conversaciones entre CÁNDIDO y
PRUDENCIO,


por D. JUAN ANTO-
NIO LLORENTE
. 313


Actas de las Cortes. Sesiones extra-
. ordinarias de 26 de setiembre.
Libertad de imprenta. Concluye el
artículo 1.° 3 9 x


Concluye el artículo sobre el estado
del sistema constitucional en A-
lemania


Sobre la disolución de la cárnftra de
los diputados en Francia.. . . .


Reflexiones sobre el artículo 3o6:,
de la Constitucion de la monar-
quía española • .


Sebre la cesion de las Floridas. Car-
ta de un español á un amigo
suyo


379
Cartas del madrileño. Segunda 391
Actas de las Cortes. Sesion del 28


de setiembre. Expediente de los


• 97




69 Diputados de las Cortes ordi-
narias de 1814 , conocidos vul-
garmente con el nombre dePersas. . . . 4oz


Sobre un artículo del núm. a. Q del
CENSOR. 427


Cartas del madrildio. Tercera. . . . 437
Reflexiones sobre la faccion aristo-


crática de Francia
453


'Advertencia de los Editores. . . . 48©